Cuento Maravilloso - Caperucita
Cuento Maravilloso - Caperucita
Cuento Maravilloso - Caperucita
CAPERUCITA ENCARNADA
Charles Perrault
Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera
visto; su madre estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más todavía.
Esta buena mujer le había mandado hacer una caperucita roja y le sentaba
tanto que todos la llamaban Caperucita Roja.
—Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma;
llévale una torta y este tarrito de mantequilla.
Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo.
Al pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas
ganas de comérsela, pero no se atrevió porque unos leñadores andaban por
ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía que era
peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:
—¡Oh, sí!, dijo Caperucita Roja, más allá del molino que se ve allá lejos, en la
primera casita del pueblo.
—Pues bien, dijo el lobo, yo también quiero ir a verla; yo iré por este camino, y
tú por aquél, y veremos quién llega primero.
El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la
niña se fue por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr tras
las mariposas y en hacer ramos con las florecillas que encontraba. Poco tardó
el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.
—¿Quién es?
—¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo
que su abuela estaba resfriada, contestó:
—¡Para comerte!
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y
se la comió.
Cuento maravilloso Página 2
MORALEJA
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura no todos son de igual calaña: Los hay
con no poca maña, silenciosos, sin odio ni amargura, que en secreto,
pacientes, con dulzura van a la siga de las damiselas hasta las casas y en las
callejuelas; más, bien sabemos que los zalameros entre todos los lobos ¡ay!
son los más fieros.
TEXTO II
CAPERUCITA ROJA
Érase una vez una pequeña y dulce coquetuela, a la que todo el mundo quería,
con sólo verla una vez; pero quien más la quería era su abuela, que ya no
sabía ni qué regalarle. En cierta ocasión le regaló una caperuza de terciopelo
rojo, y como le sentaba tan bien y la niña no quería ponerse otra cosa, todos la
llamaron de ahí en adelante Caperucita Roja.
- Mira Caperucita Roja, aquí tienes un trozo de torta y una botella de vino para
llevar a la abuela, pues está enferma y débil, y esto la reanimará. Arréglate
antes de que empiece el calor, y cuando te marches, anda con cuidado y no te
apartes del camino: no vaya a ser que te caigas, se rompa la botella y la abuela
se quede sin nada. Y cuando llegues a su casa, no te olvides de darle los
buenos días, y no te pongas a hurguetear por cada rincón.
- Lo haré todo muy bien, seguro - asintió Caperucita Roja, besando a su madre.
- A ver a la abuela.
- Hay que caminar todavía un buen cuarto de hora por el bosque; su casa se
encuentra bajo las tres grandes encinas; están también los avellanos; pero eso,
ya lo sabrás -dijo Caperucita Roja.
El lobo pensó: "Esta joven y delicada cosita será un suculento bocado, y mucho
más apetitoso que la vieja. Has de comportarte con astucia si quieres atrapar y
tragar a las dos". Entonces acompañó un rato a la niña y luego le dijo :
- Caperucita Roja, mira esas hermosas flores que te rodean; sí, pues, ¿por qué
no miras a tu alrededor?; me parece que no estás escuchando el melodioso
canto de los pajarillos, ¿no es verdad? Andas ensimismada como si fueras a la
escuela, ¡y es tan divertido corretear por el bosque!
Caperucita Roja abrió mucho los ojos, y al ver cómo los rayos del sol
danzaban, por aquí y por allá, a través de los árboles, y cuántas preciosas
flores había, pensó: "Si llevo a la abuela un ramo de flores frescas se alegrará;
y como es tan temprano llegaré a tiempo". Y apartándose del camino se
adentró en el bosque en busca de flores. Y en cuanto había cortado una,
pensaba que más allá habría otra más bonita y, buscándola, se internaba cada
vez más en el bosque. Pero el lobo se marchó directamente a casa de la
abuela y golpeó a la puerta.
- ¿Quién es?
- No tienes más que girar el picaporte - gritó la abuela-; yo estoy muy débil y no
puedo levantarme.
El lobo giró el picaporte, la puerta se abrió de par en par, y sin pronunciar una
sola palabra, fue derecho a la cama donde yacía la abuela y se la tragó.
Entonces, se puso las ropas de la abuela, se colocó la gorra de dormir de la
abuela, cerró las cortinas, y se metió en la cama de la abuela.
- ¡Mira dónde vengo a encontrarte, viejo pecador! – dijo -; hace tiempo que te
busco.
- ¡Ay, qué susto he pasado, qué oscuro estaba en el vientre del lobo!
Y después salió la vieja abuela, también viva aunque casi sin respiración.
Caperucita Roja trajo inmediatamente grandes piedras y llenó la barriga del
lobo con ellas. Y cuando el lobo despertó, quiso dar un salto y salir corriendo,
pero el peso de las piedras le hizo caer, se estrelló contra el suelo y se mató.
Los tres estaban contentos. El cazador le arrancó la piel al lobo y se la llevó a
casa. La abuela se comió la torta y se bebió el vino que Caperucita Roja había
traído y Caperucita Roja pensó: "Nunca más me apartaré del camino y
adentraré en el bosque cuando mi madre me lo haya pedido.
CAPERUCITA ROJA
Gabriela Mistral
Caperucita Roja visitará a la abuela recoge bayas rojas, corta ramas en flor.
que en el poblado próximo sufre de Y se enamora de unas mariposas
extraño mal. pintadas
Caperucita Roja, la de los rizos rubios que le hacen olvidarse del viaje del
tiene el corazoncito tierno como un Traidor.
panal.
El lobo fabuloso de blanqueados dientes
A las primeras luces ya se ha puesto en ha pasado ya el bosque, el molino, el
camino alcor,
y va cruzando el bosque con un pasito y golpea en la plácida puerta de la
audaz. abuelita
Sale al paso Maese1 lobo, de ojos que le abre. ¡A la niña, ha anunciado el
diabólicos. traidor!
"¡Caperucita Roja, cuéntame a dónde
vas!". Hace tres días la bestia no sabe de
bocado.
Caperucita es cándida como los lirios ¡Pobre abuelita inválida, quién la va a
blancos. defender!
"Abuelita ha enfermado. Le llevo aquí un ... Se la comió riendo toda y
pastel pausadamente
y un pucherito suave, que se derrite en y se puso en seguida sus ropas de
jugo. mujer.
¿Sabes del pueblo próximo? Vive a la
entrada de él". Tocan dedos menudos a la entornada
puerta.
Y ahora, por el bosque discurriendo De la arrugada cama, dice el Lobo:
encantada, "¿Quién va?".
La voz es ronca. "Pero la abuelita está
1
Tratamiento de respeto y cortesía que se
utilizaba para dirigirse a los maestros de un enferma",
oficio.
Roald Dahl
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TEXTO VI