PSICOTERAPIA

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Psicoterapia

Áreas de la Psicoterapia
Agorafobia
La agorafobia es miedo al miedo. Los agorafóbicos temen las situaciones
que puedan generarles sensaciones de ansiedad, miedo a la propia
activación fisiológica y a los pensamientos sobre las consecuencias de
experimentarlas, como la idea de morir.

SOMOS LO QUE PENSAMOS


Dime lo que piensas y te diré quién eres


Sócrates.

Aparte de nuestros problemas orgánicos, nuestra vida trabaja bien o mal


en función de nuestros pensamientos, de cómo los controlamos y de la
cantidad que dejamos que entren en nuestra mente.

Se dice que tenemos al día 60.000 pensamientos: positivos, neutros o


negativos.

Todos tienen dos caras: positivo o negativo, real o irreal y en función de en


donde centramos nuestra atención nuestra vida girará hacia un polo u
otro.

El problema no está, por supuesto, ni en los pensamientos positivos reales ni


en los negativos reales: estos son fáciles de controlar.
Los que nos van a marcar, si no lo evitamos, serán siempre los pensamientos
negativos irreales (PNI).
Cuando provocamos nuestros (PNI), suele ser a raíz de un acontecimiento
amenazador que nosotros lo aceptamos como algo real que va a suceder.
Un ejemplo pudiera ser el siguiente: voy en un autobús y está lleno de
personas y de pronto notamos sudoración u opresión de pecho. Estos
estímulos ponen en marcha el sistema de alarma de nuestro cuerpo, que a
su vez produce una reactivación del sistema nervioso autónomo (SNA),
que a través del sistema simpático, con su descarga de adrenalina,
provoca la reacción de alarma y a su vez el sistema parasimpático se
encarga de contrarrestar ese gran esfuerzo del organismo hasta nivelarse y
disminuir la reacción de alarma.

Siempre hay que tener en cuenta que la ansiedad es una respuesta de


supervivencia, con lo cual nunca, aún en el peor de los casos, puede
producirnos la muerte ni ningún problema orgánico, salvo que
provoquemos la ansiedad negativa continuamente y puedan aparecer los
problemas psicosomáticos.
Las respuestas que nosotros procesamos suelen ser adaptativas o
inadaptativa:

Si son adaptativas la ansiedad nos permitirá hacer frente la amenaza con


una reacción defensiva vigorosa y esta reacción pone todos nuestros
sistemas corporales en marcha para repeler la agresión inmediata: sistema
nervioso, endocrino, cardiovascular, etc. menos el sistema digestivo y el
reproductor que no son necesarios ante una amenaza inmediata y por
tanto se desactivan.
Como consecuencia de esta activación aparecen los síntomas que son
necesarios para producir la energía y la adrenalina que necesitaremos para
hacer frente al peligro Si son inadaptativas, porque no existe un peligro real,
los mismos síntomas que ayudan a producir energía en respuestas
adaptativas, nos asustan y dan origen a los (PNI) que sentimos como algo
que nos da la sensación de que somos atacados.
Por lo tanto, los síntomas más normales valen tanto paras respuestas
adaptativas como para la ansiedad negativa (o respuestas inadaptativas) y
suelen ser: taquicardia, sudoración, visión borrosa, opresión pectoral etc.
Ya conocemos cómo se producen las reacciones negativas ante un hecho
amenazador, real o irreal.

En el caso de que sea irreal, la respuesta no es adaptativa y como los


síntomas nos preocupan y asustan es por lo que nos quedamos en casa, no
subimos en el autobús, no viajamos en avión, no vamos a cines ni teatros o
dejamos de ir a comprar a los grandes almacenes, etc.

Hemos aprendido qué tipos de pensamiento podemos tener: positivos reales


e irreales, negativos reales e irreales y pensamientos neutros.

Las crisis vitales, el casarse, separarse, muerte de un familiar, cambio o


pérdida de trabajo, conseguir terminar una carrera, etc. pueden producir
una crisis de ansiedad, bien positiva o negativa.

De todas formas una manera de no resolver los problemas es evitarlos y no


afrontarlos y así conseguiremos estar años y años enganchados a las
pastillas que no nos pueden cambiar nuestras ideas y arruinando nuestras
vidas y sin ningún peligro real al que podamos acogernos.
¿Qué podemos hacer con los (PNI)? en primer lugar hacer una lista de los
que tenemos, luego cuestionarlos y encontrar alternativas para estos
pensamientos.
Descubrir los pensamientos negativos irreales: es de vital importancia
conocer qué pensamos, porque dependiendo de su naturaleza nos
dirigiremos hacia un problema de ansiedad negativa o solucionaremos el
problema que tengamos. Ejemplos de estos (PNI) serían: y si me mareo, y si
nadie me ayuda, y si me da un ataque al corazón, y si me falla el aire, y si
me ahogo, serían tantos y tan diferentes, hay que pensar que al ser nuestros
pensamientos cada persona tienes los suyos, sería imposible escribirlos
todos. No obstante daros cuenta que casi todos comienzan por: Y SI y
cuando veáis que vuestros pensamientos comienzan por este y si, cambiarlo
rápidamente y os evitaréis muchos problemas.
Una vez hecha la lista de nuestros (PNI) vamos a ver ahora cómo
podemos cuestionar los (PNI) con el fin de que si lo aprendemos bien, nos
podemos sentir con fuerzas para evitar, al controlarlos, esos pensamientos
que nos hacen tanto daño y que no tienen ninguna realidad, solo aquella
que nosotros les prestamos.
Los pensamientos de desamparo, de pérdida de control, la vulnerabilidad
que genera incertidumbre, dudas y miedos los trabajaremos intentando
conocer los (PNI) y cuestionándolos, conseguir deshacernos o despegarnos
de ellos eligiendo otros que nos ayuden a vivir en paz y que no nos
produzcan una separación de las demás personas y así recuperar el
equilibrio perdido.

Cojamos un pensamiento de ejemplo: “¿y si me da un infarto?”. Lo


cuestionaremos de la siguiente forma diciéndonos: ¿por qué me va a dar un
infarto, tengo o he tenido problemas de corazón, me han diagnosticado
alguna enfermedad, porque yo piense que me va a dar un infarto, se hará
realidad? ¿Otras veces lo he pensado, y qué ocurrió realmente? ¿Qué
posibilidades hay que de esos ocurra?

Buscar alternativas a estos (PNI). Es muy fácil, si hemos pensado en negativo


irreal, lo podemos encauzar hacia los pensamientos positivos irreales y con
estos no provocaremos la aparición de la ansiedad negativa y tampoco
conseguiremos que se hagan realidad, pero al menos habremos
conseguido no hacernos daño y estar más relajados.
Esta forma que acabáis de aprender podéis efectuarla vosotros, y si
cuestionáis vuestros pensamientos, y lo hacéis muy bien, seguro que os
sentiréis en paz y se habrán ido los pensamientos negativos. Como todo en
la vida, las cosas o los cambios nunca son fáciles. Cambiar los hábitos
cuesta realizarlo, pero si poco a poco lo ejecutáis, seguro que lo vais a
conseguir.

Cuando se sale de los límites de la auto protección que nos proporciona la


ansiedad, deja al descubierto la visión del sujeto como desvalido, sin
recursos, con sentimientos de vulnerabilidad extrema debido a los síntomas
somáticos que toda ansiedad utiliza para ayudarnos a responder con
garantías ante las respuestas de ataque o huida.
Te dejo este pensamiento de Kierkegaard, a ver si puede ayudarte a
conseguir controlar la ansiedad:

“Ningún Gran Inquisidor tiene preparadas torturas tan terribles como la


ansiedad: ningún espía sabe cómo atacar con tanta astucia al hombre del
que sospecha, escogiendo el momento en que se encuentra más débil, ni
sabe tenderle tan bien una trampa para atraparlo como sabe hacerlo la
ansiedad, y ningún juez, por perspicaz que sea, sabe interrogar y sondear al
acusado como lo hace la ansiedad, que no lo deja escapar jamás, ni con
distracciones y bullicio, ni en el trabajo ni en el ocio, ni de día ni de noche”
Soren Kierkegaard. El concepto de la angustia (1844).

Pensamientos negativos

Pensar es imaginar
¿Qué es el pensamiento?
Es bueno conocer lo que significa y luego podremos entender cómo
controlarlos: El pensamiento es “La capacidad que tienen las personas
de formar ideas y representaciones de la realidad en su
mente, relacionando unas con otras”.
¿Qué tipos de pensamientos hay?
En principio hay tres tipos:
1º. Pensamiento positivo real: sobre un acontecimiento real, por ejemplo: un
examen, una boda, una cita de trabajo.
2º. Pensamiento negativo real: sobre un acontecimiento negativo real, por
ejemplo: un atentado, una enfermedad, un accidente.
3º. Pensamiento negativo irreal: todos los pensamientos que comienzan con
Y SI, Y SI. Por ejemplo: y si me despiden….y si me mareo….y si ya no me
quiere….y si esto me sale mal…..
Todos los que tenéis ansiedad negativa os encontráis con el problema de
no encontrar la llave maestra que os permita impedir que vuestros
pensamientos negativos irreales dejen de presionaros.

Seguro que más de una vez has intentado librarte de ellos, bien
controlándolos u olvidándolos y te ha resultado del todo imposible.
Desde la psicología cognitiva-conductual, que siempre he practicado,
podemos encontrar el camino para controlar estos pensamientos.

A veces intentáis pensar en positivo y con ello estáis seguros de que se


eliminarán todos vuestros pensamientos negativos irreales.

Pretendiendo realizar este método es posible que no consigáis el objetivo,


sino que podéis convertir este control en un problema obsesivo y si es así
tendremos dos problemas.

Cada día tenemos 60.000 pensamientos y pretender que sean todos


positivos, es una tarea inhumana, porque entre esta cantidad de
pensamientos los hay positivos, negativos, neutros, negativos reales y
negativos irreales.
Olvídate de pensar: “tengo que pensar en positivo, eliminar todos mis
pensamientos negativos”, con esto lo único que conseguirás es añadir más
problemas a tu ansiedad negativa, más complicaciones y exigencias con
las que trabajar.
¿Qué podemos hacer?
Podemos intentar mantener una nueva relación con nuestros pensamientos
negativos irreales que nos proporcione su control y con ello evitar que nos
sigan haciendo daño.
Si consigues cambiar la relación con ellos habrás obtenido el triunfo y el
control sobre ellos y así evitar sus efectos devastadores.
Tienes que pensar que los pensamientos negativos irreales no tienen
realidad ni poder alguno, solo el que tú les des.
El pensar que te puede ocurrir una tragedia, que puedes perder el control o
que te caigas o te marees, te dé un infarto, etc. Son pensamientos que no
son reales ni tienen ningún poder, solo el que nosotros les damos, no olvides
que nosotros no tenemos el poder de que se hagan realidad nuestros
miedos.

La relación que mantenemos con nuestros pensamientos positivos o


negativos, depende del poder y el significado que les demos, ellos son solo
pensamientos y que sin el poder y significado que les demos no serían
nada, dejarían de existir.
A veces intentamos conseguir el control absoluto y lo que conseguimos es
todo lo contrario; si haces el ejercicio de no pensar en un elefante blanco
durante una hora, lo más fácil es que estés pensando en él. Por eso nos
damos cuenta que, a veces, cuanto más luchamos contra nuestros
pensamientos negativos, más fuertes parecen volverse.
Son esta clase de pensamientos que cuanto menos queremos, más los
tenemos. Querer parar los pensamientos es como intentar meter una gran
pelota de playa debajo del agua, aunque te esfuerces constantemente por
mantenerla debajo, ella acabará saliendo a flote.
Deja de luchar contra tus pensamientos negativos irreales, no reacciones
contra ellos porque sin el poder y la realidad que nosotros les damos, ellos
no existirían.

Por tanto, no los aceptes cuando vengan a tu mente, no los hagas realidad
y verás cómo podrás, al fin, controlar tu ansiedad.
Sin pensamientos negativos irreales no puede existir la ansiedad negativa y
sin esta no tendrías síntomas, consigue no aceptar los pensamientos
negativos y el camino de tu vida, comenzará de nuevo a ser lo que tenías
antes de entrar en la ansiedad negativa.
Angustia
La angustia es un estado afectivo de carácter penoso que se caracteriza
por aparecer como reacción ante un peligro desconocido o impresión.

¿Qué haríamos si no tuviéramos miedo?

Poca gente tiene la sabiduría de preferir las críticas


que les harían mejorar a los elogios que les
engañan
Pocos filósofos nos han hablado del miedo. Ellos nos han hablado de la
libertad, de la ética, de la responsabilidad, pero no nos decían nada de
que el miedo podría echar a perder todo nuestro proyecto. Antiguamente
eran más coherentes con sus ideas, hoy día pocos asumen los riesgos de
afrontar decir la verdad, por eso vamos a ver qué nos dicen los antiguos
para las personas que vivimos aquí y ahora. ¿Servirán de modelo, de guía
para nuestros problemas? Seguro que sí.

Los filósofos estaban de acuerdo en oponer el poder del razonamiento


frente al miedo.

Veamos qué nos comunican los viejos filósofos.


Los estoicos enseñaban que “la virtud es la única cosa buena de la vida “y
por ello nos proporciona paz espiritual, felicidad y buen ánimo. Aceptaban
con resignación lo que ha de suceder y no podemos cambiar. Por el
contrario saben lo que sí pueden cambiar: su actitud interior y en ello cifra
sus esfuerzos. Para los estoicos las virtudes guías son la prudencia, la
fortaleza, el autodominio y la justicia.
No podemos cambiar el destino pero sí evitar el miedo al mismo, porque no
tenemos poder sobre él.
El sabio estoico no sufre frustr ación porque ni espera ni desea demasiado,
acepta las desgracias porque sabe que pueden suceder; da la bienvenida
a la muerte porque sabe que ni la angustia ni el miedo evitarán que suceda
lo que nos angustia y tememos.
Epicuro: pensaba que la filosofía ha de combatir las ideas falsas que
fomentan el miedo al dolor, a la muerte, a los dioses y al destino. Para él el
arte de la vida consiste en la realización de una vida buena y feliz.
Epicteto: escribía: “debo morir. Pero ¿he de morir lamentándome? Debo
estar encarcelado ¿Tengo que gemir también? Si comprendemos que la
virtud es el único verdadero bien veremos que ningún mal puede
sobrevenirnos. Piensa que te has de conducir como en un banquete ¿Sabes
que es lo que tienes que hacer allí? ¿Te llega a ti algo de lo que se reparte?
Extiende la mano y tómalo modestamente. ¿Pasó de largo? No quieras
arrebatarlo”.
Marco Aurelio: dice: “Has de ser como una roca en la que se estrellan todas
las olas. Ella está firme y el oleaje se amansa en su derredor. No te dejes
impresionar por nada”.
Esto es un ramillete de lo que pensaban algunos los filósofos antiguos ante el
miedo; próximamente conoceremos qué nos dicen los más modernos.
Decálogo contra el pánico

A continuación te voy a relacionar cómo superar


un ataque de pánico, de agorafobia o incluso un
ataque de ansiedad.
Todo este decálogo es igual para todos los que padecen ansiedad en sus
distintas modalidades. Si conseguimos, poco a poco, ir realizando los pasos
señalados habremos conseguido reencontrarnos con nuestro equilibrio
perdido y volveremos a caminar por la senda de la realidad. Son una guía
que todos los psicólogos la solemos plantear porque en ellos están las claves
para dejar la ansiedad para siempre. ¿Te atreves a intentarlo? Si quieres yo
puedo caminar contigo en este trayecto para que no te sea tan gravoso,
está en tú mano, envíame un correo y comenzarás a sentirte cada día
mejor. Te dejo a ti la elección.

Primero: Todo lo que siento es nada más que una exageración de las
reacciones de mi cuerpo ante un estímulo de tensión. No importa si es
miedo, terror, sorpresa o si experimento un estado de irrealidad o
inestabilidad, yo misma estoy provocando lo que me ocurre.
Segundo: No estoy enferma. Sentir lo que siento me causa displacer y
angustia, pero no significa necesariamente la locura. Nada puede
sucederme.
Tercero: Acepte el pánico. No intente escapar de él. Las sensaciones de
pánico lo han estado controlando. Usted misma las alimenta, haciéndolas
más agudas de lo que realmente son. Deje de alimentarlas. Cuando el
miedo aumente, respire hondo y relaje sus pulmones al momento de exhalar
el aire. Siga intentándolo, quédese como si estuviera flotando en el espacio.
Piense que puede hacerlo.
Cuarto: Trate de lograr la máxima comodidad en la situación, sin escapar. Si
está en la calle, apóyese en un poste o en una pared. Si está en la sección
de cosméticos de una tienda, busque el rincón más solitario. Si está en una
boutique, dígale a la vendedora que no se siente bien y busque un asiento.
Por ningún motivo se suba a un taxi y vuelva a casa. No huya.
Quinto: Cese de alimentar su miedo con pensamientos aterradores acerca
de lo que está sucediendo o puede llegar a suceder. No se revuelque en su
propia piedad ni piense, ¿por qué no puedo ser normal como el resto de la
gente?, ¿por qué tengo que sufrir todo esto?. Simplemente acepte lo que
está ocurriendo. Si lo hace, nunca más ocurrirá.
Sexto: Reflexione. Concéntrese. Dedique todos sus esfuerzos a descubrir lo
que realmente está ocurriendo en este momento. No piense que algo
terrible va a sucederle. No suponga que debe escapar para aliviar la
tensión. Repita varias veces lo mismo. No caeré. No desmayaré. No moriré.
No perderé el control.
Séptimo: Espere. Dale tiempo al miedo para que finalmente desaparezca.
No huya; otros han encontrado la fuerza para vencer el problema. Usted
también va a lograrlo. El origen del miedo radica en cómo los seres
humanos nos dedicamos a alimentarlo. No alimente lo que más teme; no le
dé posibilidades de crecer en su interior. Elimínelo desde la raíz, desde su
nacimiento.
Octavo: Ha llegado el momento de aplicar las lecciones anteriores. No
considere este mandamiento como un desafío, sino como una oportunidad
de práctica. Si aún se siente aislado del espacio o desconectado de su
propia realidad imagine que uno de estos días podrá soportar la situación y
decir: Lo logré. En ese momento sólo una palabra debe ocupar su mente:
progreso. Ha avanzado varias etapas en el camino de la superación del
individuo.
Noveno: Trate de distraerse. No le preste atención a lo que está sucediendo
en su interior. Mire hacia fuera, a su alrededor, a quienes lo rodean en este
instante de su vida. Piense en los seres queridos que lo esperan o
simplemente observe a la gente que pasea por la calle o a los que viajan
en autobús. Todos ellos están con usted, no contra usted.
Décimo: Es el momento en el que el pánico disminuye, sus efectos ya no
tienen la misma intensidad del inicio. Relaje ahora su cuerpo, respire
profundamente para continuar con sus actividades. El miedo está
extinguiéndose, ya sólo es una llama leve en su conciencia. No deje de
respirar, utilice las manos y el resto de su cuerpo para reincorporarse a la
realidad. Nunca lo olvide: cada vez que logra sobreponerse a un ataque de
pánico está aniquilando exitosamente el origen de su angustia.
Ansiedad
Entre los trastornos de ansiedad se encuentran las fobias, el trastorno
obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico, la agorafobia, el trastorno por
estrés postraumático, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de
ansiedad social, etc.

Distorsiones cognitivas

Espero y deseo lo expuesto en esta sucesión de


artículos sobre los problemas que tenemos con
nuestras distorsiones os haya podido llevar a
conseguir reducirlas y haber alcanzado una
mejora en vuestro equilibrio psicológico.
11. ETIQUETAS GLOBALES.
Cuando etiquetamos o globalizamos todos los aspectos de una persona o
acontecimiento reduciéndolos a un solo elemento: “todos los maestros son
unos pedantes” o idealizando a la personas: “un maestro es lo mejor”.

En definitiva es el efecto de englobar bajo una etiqueta hechos distintos y


particulares de modo inadecuado.
Palabras claves para detectarlas:
“Soy un”, “Es un”, “Son unos”

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Sería muy interesante buscar cosas que escapen a la etiqueta
globalizadora y preguntarse: “¿soy así siempre?”. “¿Hay otros aspectos de
mí que escapan a esa etiqueta?”.

Siempre es muy interesante, en este caso, hacer lo mismo cuando


califiquemos a otra persona.

12. CULPABILIDAD.
En esta distorsión la persona piensa que los demás son siempre los causantes
de sus problemas o tomando el punto de vista opuesto se culpa a sí mismo
de todos los problemas ajenos.

Esta distorsión nos puede producir mucho daño, pues el sentimiento de


culpabilidad conlleva mucha distorsión psicológica.

Palabras claves para detectarlas:


“Mi culpa”, “Su culpa“, Culpa de”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Sería muy interesante buscar motivos o razones del problema sin que
necesariamente haya que encontrar culpables, no todo en la vida consiste
en buscar culpables, no es, por tanto, racional generalizar.

13. LOS DEBERÍAS:


Consiste en pensar que uno mismo, los otros o las cosas deben o no, actuar
o ser de cierta manera; se establecen así normas absolutas y se cierra la
posibilidad a otras opciones. Se sobreestima lo malo que es no cumplir los
imperativos.

Las personas poseen una lista de normas rígidas sobre cómo deberían
actuar tanto ella como los demás. Si los demás no las cumplen se enojan, si
es ella también se siente culpable: “Cómo me desvivo por complacer a los
demás, la gente debería comportarse conmigo de la misma manera”.
Palabras claves para detectarlas:
“Debería de”, “No debería”, “Tengo que”, No tengo que”, “Tiene que”.
Forma adecuada para contrarrestarlas:
Cuando uno mismo no satisface los imperativos se genera vergüenza y
culpa y cuando no las satisfacen los demás, frustración, ira y resentimiento.

Preguntarnos: ¿qué pruebas tenemos para decir que eso debe ser así?
¿Puedo comprobar si es tan grave si eso no ocurre como yo digo que
debería ocurrir? con toda seguridad que si dejáramos de utilizar tanto los
“debe” como los “tengo”, nos ahorraríamos muchos dolores de cabeza y
nuestro equilibrio psicológico mejoraría fabulosamente.

14. TENER RAZÓN:


Consiste en la tendencia a probar de manera frecuente, ante el
desacuerdo de otra persona, que nuestro punto de vista es el correcto y
cierto.

No nos interesan sus argumentos, simplemente se ignoran o, peor aún, no se


escuchan y en general se ponen a la defensiva.

Palabras claves para detectarlas:


“Yo tengo razón”, “Sé que estoy en lo cierto y él/ella está equivocado”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Procuremos no centrarse en nosotros mismos, escuchar al otro y
preguntarse: ¿Estoy escuchando realmente al otro? ¿Tiene derecho a su
punto de vista? ¿Seguro que lo que pienso es cierto y los demás están
equivocados? ¿Podemos aprender algo de su punto de vista sin hacerme
una idea prejuzgada de ella?

15. FALACIA DE LA RECOMPENSA DIVINA:


En esta distorsión no buscamos solución a los problemas y dificultades
suponiendo que la situación mejorará “mágicamente” en el futuro o tendrá
una recompensa en el futuro si la deja tal cual. Como consecuencia de
esta postura lo único que conseguiremos será un malestar innecesario, el
resentimiento y el no buscar soluciones que podrían ser factibles en la
actualidad.

Palabras claves para detectarlas:


“El día de mañana tendré mi recompensa”, “Las cosas mejorarán en el
futuro”, “Dios me ayudará” y no hacemos nada por solucionarlo.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Lo único ideal que hay es buscar soluciones en el presente y no dejar que
los acontecimientos se resuelvan solos, sin nuestro trabajo no conseguiremos
nada

¿”Podemos decirnos qué podría hacer ahora mismo”’ “¿Tenemos pruebas


para decir que no podemos hacer algo para cambiar esto?”.

Espero que estos artículos os hayan ayudado a encauzar un poco mejor


vuestra vida.

“El poder del pensamiento positivo nos sirve en todo momento para dirigir
nuestra energía mental y nuestros esfuerzos en una dirección determinada.

Cuando apoyamos nuestros anhelos con pensamientos positivos y con


imágenes acordes con lo queremos alcanzar, experimentar, estamos muy
cerca de lograr que se conviertan en realidad”
Asertividad
La asertividad es la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin
dejarse manipular ni manipular a los demás. Los comportamientos asertivos
suponen un saber defender las propias necesidades frente a las exigencias
de los demás sin llegar a utilizar comportamientos agresivos o violentos.

Nos importa mucho lo que piensen de nosotros

No vemos las cosas como son. Vemos las cosas


como somos. Talmud.
A Claudia
¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima?
¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu
vida? No eres Tú, soy Yo…

¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?…

Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente


sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir
nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te
mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida,
dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.

Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de


lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o
te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le
abras la puerta y le entregues el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero
no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando
comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y
definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus
pensamientos, comentarios o decisiones.

Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le
pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle
respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me
llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería
escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó
viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.

No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos,


pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de
haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos
haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un
tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e
injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos
«lastimaron», siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas
inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu
mente.

Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener


con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:

«Necesito que Enrique me diga que me quiere aunque yo sepa que es


mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en
cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso
puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace… siento que me muero».

¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente ésa será la auténtica


felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo
nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir
lo que no siente… ¿no será un calvario voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque
terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en
marionetas de sus pensamientos y acciones.

Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: «Mi amor, me
haces tan feliz», «Sin ti me muero», «No puedo pasar la vida sin ti», son
completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al
contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica,
sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo
entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus
procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.

Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a


sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No
podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra
compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que
otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que
pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.
La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla
tu vida, recuerda: No es él, no es ella… ERES TÚ quien lo permite y está en tus
manos volver a recuperar el control.

«Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las
libertades humanas -la elección de la actitud personal que debe adoptar
frente al destino- para decidir su propio camino».

Este es un ensayo de Víctor Frankl,


Neurólogo, psiquiatra, sobreviviente del holocausto y el fundador de la
disciplina que conocemos hoy como Logoterapia.
El síndrome de la mala madre.

“Miles de velas pueden ser encendidas por una


única vela y la vida de esta no se acorta”.

El concepto de madre ha cambiado mucho y ahora ya no “parecen” ser


esas madres que todos hemos pensado alguna vez: la forma estándar de
ser madre se ha modificado.

Antes, una madre, era una persona capaz de renunciar a todo para que
todo estuviera bien, la que sabía esperar con paciencia, a la que podíamos
llorar en su hombro, la que nos presta su apoyo y siempre está a nuestro
lado para ayudarnos a superar cualquier problema. Pero este concepto de
madre es de cuando ellas eran educadas para ser buenas esposas, buenas
madres, transmisoras de los valores, de cuidar y organizar el hogar, coser,
guisar, limpiar, quitar piojos o hacer coletas.

Pero los tiempos han cambiado. Para triunfar hoy en día la mujer necesita
ser buena madre, buena profesional, tener independencia a nivel
emocional y económico, tener a su lado a un hombre que valore sus
esfuerzos y trabajo, que la acepte tal cual es, cariñoso y compasivo y que
sepa compartir con ella las tareas domésticas y la educación de los hijos.

Demasiadas exigencias y expectativas muy altas que conducen a crear


“mujeres orquesta” que quieren estar en todo sin llegar a nada.

Lo peor de todo es que, algunas, si no cumplen con sus altísimas


expectativas se sienten como “malas madres” porque les es imposible
cumplir con sus expectativas y con las obligaciones que le impone la
sociedad.

No pueden poner su valor como madres en función del tiempo que


dediquen a sus hijos, lo importante es valorar la calidad de las relaciones
que tengan con ellos.

Tampoco es acertado “sentirse culpables” por compaginar su maternidad


con su labor profesional, con hacer deporte, con ir a ver una película o leer
un buen libro a solas. No sólo una mujer se completa con ser únicamente
buena madre, es importante, además, tener su propio espacio y realizarse
tanto profesionalmente como participar socialmente en su entorno.

Como decía Jill Churchill “ no hay manera de ser una madre perfecta, hay
un millón de maneras de ser una buena madre”.

Lo ideal para ser feliz es compaginar su trabajo, su pareja, su vida social, el


tiempo que se dedica a sí misma y a sus hijos, vivir con alegría y equilibrio la
función que tenemos.

Dejen que sus hijos tomen sus decisiones desde pequeños, que se caigan y
se levanten. No los sobreproteja. Los hijos son los que tienen que
equivocarse y manejar sus frustraciones. No se sienta responsable ni
pretenda evitar sus equivocaciones.

Para evitar estos sentimientos, muchas madres, les acaban sus trabajos del
colegio, les recogen la ropa de la habitación, si se olvidan algo, allá está la
mamá para llevárselo: hay que dejarlos que asuman las consecuencias, sus
olvidos, de otra manera, los estamos educando en la irresponsabilidad, los
apoyamos para que sean perezosos, poco organizados y despistados.
Con frecuencia, ante nuestro sentimiento de culpabilidad por no pasar más
tiempo con ellos les compensamos con regalos, que normalmente ellos los
valoran mucho menos que nosotros.

Las madres tienen derecho a tener tiempo para ellas y por tanto no hay que
compensarlos por ello. Sí sería acertado dedicarles toda nuestra valía
cuando estamos con ellos, así evitaríamos que cuando estamos trabajando
pensemos en ser una mala madre por pasar poco tiempo con ellos o si está
con ellos estar pensando en la reunión que tenemos con nuestro jefe o los
correos por contestar: hay que vivir plenamente el momento y no
dedicarnos a pensar en algo que nos distraiga: si estamos con ellos
vivámoslo con intensidad y no hagamos otras cosa que impidan esa
vivencia equilibrada, por tanto evitemos estar en dos sitios a la vez y en
ninguno.

Habrá que conseguir que respeten su tiempo, ser capaz de leer un libro sin
que nadie le moleste con sus voces y ruidos, realizar deporte, hablar con
alguien en privado y sin tener que le persigan por la casa y alcanzar que los
demás tengan la paciencia suficiente para saber esperar: hay otras
personas que requieren su atención.

No es racional que la madre se valore sólo por la entrega a sus hijos, que
siendo muy importante , tiene otros valores y cualidades como ser paciente,
buena amiga, mejor esposa.

Y no digamos nada de no dejar la relación de esposa y entregarse sólo a la


función de madre. Hay que reservar sitio para mantener buena relación con
su marido, ser capaces de ver juntos una película, de salir a cenar o tomar
una copa, ser compatibles para poder participar sin dejar de lado las
funciones que le puedan corresponder como madre y esposa, como mujer
y como amiga.

No aceptar que todo lo que ocurre a sus hijos es siempre responsabilidad de


la madre. Hay que enseñar a vivir con confianza, que respeten y exijan
respeto, que sean honestos, compasivos y que sepan pedir perdón. Hace
que sus hijos sean íntegros consiguiendo coherencia en su conducta.
No se puede olvidar que los niños no sólo se socializan en familia, sino que
también influyen el colegio, los amigos y los medios de comunicación,
intentando contrarrestar todo aquello que les puede llevar a desenfocar los
problemas que le puedan presentar en su camino.

LAS ILUSIONES

El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso


es lo que lo sostiene. Blaise Pascal.
¿Qué seríamos sin ilusiones? Tenemos ilusiones de todo tipo y hay de aquél
que no las tenga. Las ilusiones son deseos con la idea de que sean hechas
realidad.

No todos las tenemos: un depresivo carece de todo tipo de ilusión, no hay


futuro, nada merece la pena: “qué más quisiera yo que tener ilusiones”
exclaman casi de continuo.

Sin embargo no se puede vivir sin ellas. Es verdad que, a veces, no


podemos “vivir” sin una pierna, aunque, algunos lo aceptan y realizan sus
deseos solamente limitados para aquellas acciones que conllevan el uso de
del órgano afectado. Cuando las ilusiones se convierten en realidad, que
suele suceder, rápidamente las sustituimos por otras, necesitamos más y más
ilusiones para poder vivir. ¿Cómo sería un mudo sin ilusiones? Sería, más o
menos como un túnel a donde la luz no ha llegado: falla la claridad que
ilumine los caminos.

¿Cómo se puede vivir sin ilusiones? ¿Cómo puedo tener ilusiones tal como
estamos viviendo? No hay esperanza de encontrar nada ilusionante y así
nuestra vida es una carencia de cualquier tipo de ilusión.

Con ilusión todo es posible, no hay nada de lo que no podamos ilusionarnos.

Cunando cumplimos con alguna ilusión, a veces, nos quedamos apagados,


parece como si no fuéramos nada, de la alegría que tenemos, pero esta
sensación pasa rápido y de nuevo nos encontramos con una nueva ilusión
motivadora , de un nuevo encuentro con lo deseado.

Las ilusiones han de ser posibles, tenemos que evaluarlas para comprobar la
probabilidad que hay de que se conviertan en realidad, de lo contrario, nos
introduciremos en la utopía donde uno penetra y nunca consigue salir, no
hay probabilidades, no hay esperanza, no tenemos cualidades ni recursos
para acceder a ellas.

De ahí que pensemos antes si hay alguna probabilidad, de acuerdo con


nuestro yo, de que puedan hacerse realidad, de lo contrario fracasaríamos
una y otra vez, y no haríamos nada más que intentar caer rápidamente por
la montaña hacia el abismo como tristes Sísifos, sin posibilidad de poder
coronar, algún día, la cima de la montaña.

Bueno sería que antes de crearnos ilusiones, comprobáramos si tenemos


posibilidades de que puedan realizarse y así evitar ese peregrinaje de
millones de personas sin destino y sin ilusiones.

Todos los días muchas personas se dicen lo mucho que les falta: “tengo la
autoestima por los suelos”, “nadie me quiere” “la confianza en mí no existe”,
“no tengo trabajo” y así muchas y muchas necesidades. No tienen otra
conversación que no sea hablar de lo que les falta. Todo el tiempo
hablando en potencial, si me tocara la lotería, si hubiese sido de otra forma,
no saben nada más que hablar de lo que pudo ser y no fue y, a veces,
comentar de lo que nunca tendrán por mucho que luchen. Todo su mundo
se reduce a lo que no tienen ni tendrán, un mundo sin esperanza, una
mente cerrada en la que es imposible que penetre el aire rejuvenecedor.

Sin embargo hay otros que sus carencias le sirven de trampolines


motivadores para conseguir todo lo que les falta.

En ambos casos sus pensamientos son clara referencia de su forma de


realizarse, los unos no tendrán nada, ni aun buscándolo; los otros luchan por
conseguir sus objetivos, aunque sean demasiado exigentes, no importa,
merece la pena luchar por conseguir lo anhelado.
Autoestima
La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos,
evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamientos dirigidos
hacia uno mismo, hacia nuestra manera de ser, y hacia los rasgos de
nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen: es la evaluación perceptiva
de nosotros mismos.

Sin autoestima no se puede vivir

Un hombre no puede estar cómodo sin su propia


aprobación

Mark Twain.

La autoestima no es más que aquellas cualidades, capacidades y formas o


modos de pensar conforme a la imagen que tenemos de nosotros.

La autovaloración positiva que hagamos de nuestras experiencias y


sensaciones logradas a través de nuestra vida, será lo que nos ha de
permitir afrontar la vida con todas sus consecuencias, por el contrario, los
que tienen una autoestima baja y se autovaloran constantemente de forma
negativa, suelen fracasar y auto limitarse a la hora de hacer frente a los
problemas que se les puedan presentar. De ahí la importancia que la
autoestima adquiere para nuestro equilibrio y la adquisición de la seguridad
con la que vamos por la vida para afrontar los problemas que se nos
puedan presentar.

La autoestima se forma poco a poco a lo largo de la vida, es una


información lenta a través de los años desde la niñez hasta la edad adulta.
Y esta formación dependerá, en su mayor parte, de las experiencias y
pensamientos que nos harán adquirir una valía o una incapacidad para
caminar por la vida.
Cuando nos enfrentamos a la vida y sus circunstancias, la autoestima será el
ariete que nos abrirá el camino con la seguridad necesaria para poder
realizarnos.

Cada día más me convenzo de que las personas que tienen problemas
psicológicos: ansiedad, depresión, etcétera, la base de estos se debe
siempre a una forma inapropiada de pensar, a una distorsión del
pensamiento que nos hace sentirnos sin la fuerza ni la confianza necesaria
para solucionarlos

Naturalmente tienen unos pensamientos con los cuales dialogan desde una
base de máxima exigencia, de un perfeccionismo tan exagerado que no
pueden hacer frente a los estresores que se les puedan presentar.

Os voy a señalar qué tipo de pensamientos son los más comunes en las
personas que carecen de una autoestima fuerte y bien desarrollada:
Pensamiento potencial: nunca ven el presente, siempre están en un futuro
que no tiene realidad alguna en la que apoyarse: “qué será de mí mañana,
nunca llegaré a alcanzar lo que quiero”.
Pensamiento polarizado: todo o nada, no hay término medio, todo se lleva
a los extremos: o es blanco o negro, bueno o malo, no hay nada que sea
intermedio, o es perfecto o no vale.
Autoacusación: la persona con baja autoestima se siente en todo momento
culpable de todo, siempre es culpable de todo lo que le suceda a él y a los
demás, una culpabilidad que no le libera y además le restringe sus
posibilidades.
Lectura de pensamiento: piensas que a los demás no les gustas, que piensan
mal de ti sin, por supuesto, tener evidencias de ello. No comprueban nada,
adivinan lo que los demás piensan de ellos y siempre están pensando mal
de ellos.
Auto descripción negativa: jamás utilizan expresiones positivas hacia su
persona, “siempre todo lo hago mal, soy un fracasado”; no se paran a
comprobar otros momentos en los que sí han sido asertivos, siempre
valoraciones absolutas: “no valgo nada”.
Razonamiento emocional: se sienten solos, sin amigos, sin pareja y piensan
que este sentimiento se aleja de la realidad y, por supuesto, no se detienen
a comprobarlo con otras experiencias: “si es que no valgo para nada” y
como se siente así no cambiará ni intentará comprobar si en otros
momentos pudo ser de otra forma. Es decir, toman los pensamientos como
realidad sin comprobar con otros datos o con otras experiencias si es cierto
o no, por ejemplo “me siento un inútil, por lo tanto soy un inútil, no valgo
para nada”.
Sobregeneralización: tomando un hecho aislado crean una regla universal.
“he fracasado otra vez, siempre fracasaré”; “no respondí a lo que
esperaban de mí, nunca podré responder”.
Hasta aquí he intentado señalar los diferentes tipos de pensamientos que
son característicos de las personas con una autoestima baja, ahora os
indicaré qué hacer para recuperar la autoestima y comenzar una nueva
carrera, sin obstáculos, hacia la felicidad y el equilibrio.

¿Cómo superar la autoestima?


1. Intentar convertir lo negativo en positivo: si piensas “no puedo hacer
nada” puedes decirte “tengo éxito cuando me lo propongo”. “No
espero demasiado” cámbialo por “un día haré realidad mis sueños”.
2. Aceptarnos a nosotros mismos y lo debemos hacer porque con
nuestros valores y defectos, tenemos que conseguir lo que queremos
porque nos consideramos personas valiosas e importantes.
3. No compararse con los demás. Todos tenemos virtudes y defectos, por
tanto, si sólo nos comparamos nuestros defectos con las cualidades
buenas de los demás el resultado será siempre catastrófico: esto suele
llevarnos a la fobia social, cada día hay más personas que la sufren:
supervaloran a los demás y ellos se infravaloran, por tanto no se puede
soportar una relación, el resultado será que nos sintamos inferiores con los
que no comparamos.
4. No generalizar. No es muy racional compararse sólo con las
experiencias negativas que hayamos tenido. Es posible que nos hayamos
equivocado, pero seguro que hemos acertado muchas veces y estos
aciertos hay que potenciarlos, apoyarnos en ellos para que nos sirvan como
catapultas que nos impulsan con fuerza a a hacer frente a nuestra vida; los
fracasos son tachuelas que hay que quitar para poder llegar a la meta, no
son incapacitantes.
5. Centrarnos siempre en lo positivo: a la hora de evaluarnos siempre es
mejor observar nuestras características positivas; siempre tenemos más
bueno que malo y si sólo nos centramos en lo negativo, el resultado,
lógicamente, será el hundimiento de nuestra autoestima, de nuestra
capacidad para afrontar nuestra existencia.
Si no tienes una autoestima equilibrada y más bien vas con ella peor de lo
que pensabas te doy unas pequeñas instrucciones para que intentes realizar
tú trabajo desde otro punto de vista,
1º. Plantéate una meta clara y concreta. Esta meta ha de tener unos
requisitos para que funcione: debe ser: sincera, personal, realista, divisible y
medible.
2º. Hemos de establecer qué tareas se deben realizar para lograrlo.
3º.Organizaremos las tareas en el orden en que las queramos realizar, no
intentar realizarlas todas a la vez, sino en un orden buscando la efectividad.
4º. Ponerlo en marcha y evaluar los logros que vayamos consiguiendo para
reforzarnos y eliminar todos los fallos que se hayan producido.

Ya tienes una pequeñas ideas para que tu autoestima, si es baja y te crea


problemas, la puedas aumentar y con ello conseguirás unas nuevas
sensaciones positivas que te harán sentirte más segura, más positiva y que
con, esta nueva autoestima, podrás alcanzar las metas que te hayas
propuesto.

Si, por el contrario, tienes una buena autoestima te ayudarán a conseguir


más confianza, más fuerza y seguridad en tu duro caminar por la existencia.
Bloqueos
Los bloqueos emocionales son barreras que nos ponemos nosotros mismos,
nos impiden que podamos pensar con creatividad para llegar a lograr
alguna meta.

La fatiga mental

Con una mente despejada pensamos,


planificamos e imaginamos
La mente, esa herramienta maravillosa que poseemos, es la dueña de
nuestra vida y que requiere constantes cuidados. Si se fatiga nos provocará
dispersión, falta de claridad y de atención, embotamiento y, a veces,
paralización.
Si conseguimos que se mantenga fresca y activa nos puede proporcionar, a
veces, ver las cosas normales, corrientes como algo extraordinario, algo que
no somos capaces, con frecuencia, de valorar y de luchar por conseguir
tenerla siempre activa y jovial.

Gracias a ella pensamos, planificamos, recordamos, imaginamos.


El pensamiento puede ser positivo o negativo, beneficioso o perjudicial,
destructor o sublime, elevado o desgarrador.

No todos los pensamientos que tenemos han de ser necesarios.


Si no gestionamos correctamente toda la actividad de nuestra mente,
corremos el riesgo de que se produzca el tan temido cansancio mental.

Un cansancio que no nos deja sentirnos a gusto con nosotros, que nos
vuelve perezosos, que nos hace perder la atención o ser incapaces de
tomas soluciones.

En la vertiente contraria, cuando estamos motivados nos genera


pensamientos asertivos, energía, fuerza, resolución y nos coloca en un
estado creativo. Estos pensamientos serán prácticos, bellos, solidarios,
comprensivos y coherentes con la vida. Son capaces de conseguir que
nuestra mente se abra y poder ver como algo maravilloso todo lo que sin
ellos no pasarían de ser corrientes y vulgares.

“La mente es como un paracaídas, no funciona si no está abierta”

Por eso cuando vivimos con pensamientos innecesarios, negativos es bueno


plantearse la forma de desactivar esos pensamientos repetitivos y que nos
acerquen a una reflexión más estimulante y, por qué no, más productiva.

¿Por qué tenemos unos pensamientos que nos cierran el paso a una nueva
vida, y no proyectamos otros que no nos hagan daño? Nos hacen daño,
nos humillan y no nos dan la paz que deseamos. Deberíamos encontrar la
forma de darles la vuelta para que nos lleven a otro destino que no sea la
acedia, la apatía, la indefensión.

También sería ideal y vital prescindir de los pensamientos que comienzan


con: ¿y si hubiera hecho eso?, ¿y si salgo y me ocurre una desgracia? y si no
acierto y no consigo nada? etc. Estos pensamientos, condicionales, nos
atrapan en su red, nos impiden caminar y nos llevan a una ansiedad
paralizante.

“Es tan importante aprender a transformar como a no crear estos


pensamientos sobre asuntos que no podemos cambiar o, peor todavía, que
no dependen de nosotros que cambien”.
“Como el pasado pasó y el futuro no ha llegado este tipo de juicios no son
útiles, debilitan y agotan”.
Nuestra meta no será dejar nuestra mente en blanco, sino generar
pensamientos positivos, beneficiosos, creativos.
“Deliberar en positivo no es negar la realidad, sino somos capaces de ver los
problemas y tener creatividad mental para aportar soluciones sin
obsesionarse ni ofuscarse».
A veces el cansancio mental surge de las luchas internas entre lo que nos
gusta que fuera y lo que es, entre decir sí o callar, si salir o quedarse, entre
las decisiones que se toman y lo que en realidad se hace. Debemos
incorporar prácticas para comprender de dónde surge tanto pensamiento
estéril, para escucharnos y acallar los ruidos mentales.

No necesitamos tantos pensamientos, se habla de que llegamos a producir


50.000 pensamientos diarios, para poder vivir: para realizar nuestras
relaciones humanas.

Es tan fácil vivir bien que preferimos, muchas veces, dejar que entren
pensamientos que no aportan nada a nuestra vida.

Si cada vez que tenemos problemas nos preguntáramos que nos aportan los
pensamientos que usamos, seguro que dejaríamos a tras casi todos.

Lo importante es darse cuenta de que somos lo que pensamos y si las cosas


no nos salen como deseamos, lo más fácil sería cambiarlos, si podemos, por
otros más fructíferos y racionales.
Crisis Vitales
Una crisis es un estado temporal de trastorno y desorganización, que se
caracteriza por la incapacidad de la persona para abordar situaciones
particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de
problemas.

¿Hay vida ANTES de la muerte? (I)

Queríamos un mundo mejor, donde la vida


transcurriera de otra forma, donde las personas
fuéramos seres considerados como animales
racionales y dignos de ser felices.
Pero qué nos encontramos: si somos positivos nos damos cuenta de que a
pesar de dos guerras, de tener más dinero, más medios, más información y
muchas más facilidades para ser felices: lo único que nos encontramos es
que cada día más y más seres humanos no son felices.

Millones de niños mueren al año de hambre, 8,5 millones de españoles no


ganan más de 500€ mensuales, un 20% de personas en el mundo tienen
ansiedad, es decir más 1400 millones; de sida hay millones y millones; un 12%
padecen depresión, que equivale a 720 millones de seres humanos; si nos
fijamos en nuestro entorno cuántos convecinos no son felices: acordaros, no
hace muchos años, cómo era este país; ha cambiado en todos los sentidos
y sin embargo, pienso, que la felicidad, algo que todos podemos conseguir,
se ha movido poco o casi nada.

¿No existe la felicidad o no sabemos cómo atraparla y utilizarla en beneficio


propio y por extensión a los demás? ¿Está todo perdido? Estas y otras
muchas interrogaciones podríamos plantearnos y quizás no encontraríamos
una única solución.

La felicidad es algo que nosotros podemos conquistar día a día, momento a


momento, paso a paso; sólo nosotros seremos capaces de conseguirla si
confiamos en nuestras fuerzas y somos capaces de trabajar en ese
destino. Nada es fácil de conseguir pero es menos difícil para quienes
quieren luchar, batallar y que no se quedan en el ¡ojalá si yo pudiera!
La felicidad llega del exterior y del interior. Nuestras circunstancias nos
obligan, no siempre, a no alcanzar la felicidad deseada y querida y casi
siempre nuestra inteligencia nos impide alcanzar la meta buscada: ser
felices.
La felicidad no es un continuo, todo lo contrario; toda línea recta es casi
imposible: hay saltos, repliegues, marcha atrás, pero el que controla su
mente y sus circunstancias, en lo posible, será, seguro y sin duda, muy feliz.
Algunas personas siempre han pensado que las cosas van peor. Los
optimistas nos dicen que la vida ahora es mejor de lo que ha sido nunca.

La realidad es que, para la mayoría de los occidentales, la felicidad no ha


aumentado desde 1950.
He aquí algo contradictorio, algo anormal. Cuando las personas se hacen
más ricas en relación con otras, son también más felices. Pero cuando son
las sociedades, en su conjunto, las que se hacen más ricas, no se vuelven
por ello más felices. Luego explicaremos por qué.

Analizaremos algunos hechos. Hay tres evidencias a favor de que la visión


de la felicidad no ha aumentado en Occidente.

1ª. Consiste en fijarnos en las mismas personas a lo largo de su vida y


cuando las observamos descubrimos que no son más felices aunque se
hayan hecho mucho más ricas.
2ª. Comparación entre países. Si comparamos los países industrializados de
Occidente, los más ricos no son más felices que los más pobres. Países como
Indonesia, Colombia, México, Botswana que no llegan a una renta per
cápita de 10.000$, según estadísticas de 2014, están por encima de Italia,
Japón, Alemania, Francia, España que tienen una renta per cápita de más
de 20.000$.
Según las estadística de la ONU los países más “felices” son: Costa Rica,
Vietnam, Colombia, Belice, Jamaica. Están muy lejos de los países que
lideran las estadística de mejor renta per cápita.
Esto se corresponde con una de las claves económicas del siglo XIX: que el
aumento de la felicidad derivado de los ingresos adicionales es mayor
cuando se es pobre y desciende a ritmo constante a medida que se es más
rico. Por tanto el efecto de los ingresos en la felicidad es mayor en los países
más pobres, en los que la gente se halla más cercana a la miseria y esto es
muy fácil de comprender: cuanto más cerca de la miseria estemos más
felicidad alcanzaremos cuando nuestro patrimonio, tanto económico como
psicológico, se haya incrementado.

3ª. Depresiones y delincuencia. Que no ha aumentado la felicidad general


durante el siglo pasado la representan las tendencias a la depresión, al
alcoholismo y a la delincuencia. Todas estas expresiones concretas de
infelicidad han aumentado a gran velocidad en el período de la posguerra.
Según las últimas estadísticas, os comentaba al principio, un 12% de la
humanidad padece depresión. Y esto no siempre ha sido así. Viendo
estadísticas de los años 60 o anteriores las evidencias eran menos negativas.
Hoy día ya hay niños, y no uno ni dos, sino miles, que ya han entrado en el
mundo negro de la depresión. No es verdad que la depresión sea
patrimonio de las personas pobres; en los países ricos, por ejemplo Estados
Unidos, los índices de depresión alcanzan porcentajes muy elevados. Pero si
nos damos cuenta, lo preocupante, es que la depresión ha aumentado a
medida que se han incrementado los ingresos.
La adicción al alcohol es otro indicador significativo de la infelicidad. El
número de personas afectadas por el alcoholismo es mayor que las
afectadas por la drogadicción, aunque sea también una droga.
Durante el primer cuarto de siglo XX el alcohol descendió en muchos países
a pesar del aumento adquisitivo; durante el segundo cuarto de siglo, se
mantuvo básicamente; pero desde entonces se ha disparado en la mayoría
de países. Hoy día casi todo el mundo joven está aumentando el consumo y
cada vez con menos edad y esto no es sólo aquí, sino en todos los países
industrializados y no industrializados.

La delincuencia constituye un aspecto más revelador. Durante 1930 los


reformadores sociales deseaban alcanzar un futuro de pleno empleo y
prosperidad, daban por supuesto que ello traería consigo una mayor
satisfacción y por tanto un menor nivel de delincuencia. Nunca los
pronósticos sociológicos han ido tan desencaminados. En la mayoría de los
países la delincuencia aumentó un 300% entre 1950 y 1980, excepto en
Japón donde descendió. Aunque actualmente ha descendido no se ha
vuelto jamás a los niveles de 1950.
¿Estás de acuerdo, más o menos? La vida vivida así no tiene, pienso ningún
aliciente. Si te ocurre a ti este problema quizás te pueda ayudar: entra y
vamos a intentarlo.

¿Hay vida ANTES de la muerte? (Parte II)

Vamos a ver qué factores nos afectan y nos


impiden vivir en plenitud nuestra felicidad.
Los valores que más destacan son siete:

1.Relaciones familiares: Las personas en general son más felices como


resultado del matrimonio, tanto en el caso de hombres como de mujeres. En
los dos o tres años anteriores al matrimonio ya eran más felices (algunos ya
vivían juntos), pero la máxima felicidad se alcanza el año en que se contrae
matrimonio. Después del primer año se establece cierta rutina y las personas
empiezan a ser un poco menos felices. Pero siguen siendo más felices de lo
que eran cuatro años antes de casarse.
Con el divorcio ocurre algo parecido, pero al revés. Antes del divorcio, las
personas empiezan a ser menos felices. El año del divorcio es el peor.
Después de dicho año, los hombres vuelven, en general, a su nivel de
felicidad de partida, pero las mujeres siguen sufriendo.

¿Qué sucede con los efectos de tener hijos? Su nacimiento produce sin
duda una enorme alegría. Sin embargo, a los dos años, los padres vuelven a
su nivel inicial de felicidad.

De aquí se deduce que necesitamos a los demás y necesitamos que nos


necesiten. Es muy importante y primordial el amor.
2. Trabajo. La familia puede que nos necesite, pero la mayoría de nosotros
necesitamos algo más. Necesitamos sentir que estamos contribuyendo a la
sociedad en su sentido más amplio. Cuando las personas se quedan en
paro, su felicidad disminuye mucho menos por motivo de la pérdida de
ingresos que por la pérdida en sí. Los cambios entre trabajar y estar
desempleado producen efectos negativos mayores. Incluso produce el
mismo sufrimiento un año después de perder el empleo. La jubilación no
perjudica a la felicidad en general.
Es muy importante en el cambio laboral conseguir realizar aquello para lo
que pensamos que valemos de lo contrario puede volverse dañina esa
misma capacidad. Hay un estudio realizado que confirma lo dicho
anteriormente: entre los funcionarios ingleses de cualquier nivel los que
realizan un trabajo más rutinario son los que antes sufren arteriosclerosis.

3. Comunidad de amigos. Según Epicuro, filósofo griego: “De todas las cosas
que la sabiduría nos aporta para ser felices a lo largo de toda nuestra vida,
la más importante con diferencia es la amistad”; la Biblia dice: “quien tiene
un amigo tiene un tesoro”. La calidad de nuestro entorno social es crucial
para hacer amigos y para sentirnos seguros. Es lo que se llama “capital
social”. La confianza afecta a la felicidad. Vivir en un lugar donde se puede
confiar en los demás marca una clara diferencia para nuestra felicidad.
La falta de relaciones sociales, a veces, nos lleva a una falta de asertividad
que poco a poco nos envolverá en las redes de la ansiedad patológica.
4. Salud. Este es un factor importante para nosotros pero nunca aparece
como el determinante de nuestra felicidad. Cuántas personas tienen una
salud envidiable y su felicidad es menos cero. Puede ser a que tengamos
una gran capacidad para adaptarnos a nuestras limitaciones físicas.
5. Libertad personal. La felicidad también depende de la actividad del
gobierno. Aquí en Occidente damos por supuesto dos factores de los que
carece la mitad del mundo: la libertad personal y la paz. No cabe la menor
duda que de todos los males sociales, uno de los que puede causar mayor
infelicidad es la guerra. Durante el siglo pasado, más de 100 millones de
personas murieron por su causa.
Fijándonos más en los países que en los individuos podemos comprobar qué
tipo de factores, que hemos analizado, ayudan a explicar la diferencia
entre ellos.

De acuerdo con los estudios que vienen realizándose desde hace más de
20 años hay seis factores que pueden certificar el 80% de la variación de la
felicidad:

6. Tasa de divorcios; tasa de desempleo; nivel de confianza; afiliación a


organizaciones no religiosas; calidad del gobierno y proporción de personas
que creen en Dios.
El suicidio, que es un factor desestabilizante donde los haya, explica parte
de la variación.

7. Valores personales. Nuestra felicidad depende de nuestro ser interior y


nuestra filosofía de vida. Evidentemente, las personas son más felices si son
capaces de apreciar lo que tienen. Sea lo que sea si no se comparan
continuamente con los demás y si pueden educar su propio estado de
ánimo.
El hombre feliz es, según Wotton: Aquel hombre que está libre de ataduras
serviles. De la esperanza de ascender o el miedo a caer.
Es señor de sí mismo, que no de territorios.
Y aún sin tener nada lo tiene todo.
Diferentes personas tienen distintas formas de disciplinar su mente y su
estado de ánimo, desde la terapia cognitiva-conductual a otras
utilizaciones tanto religiosas como de otra índole. Las personas encuentran
su bienestar dentro de sí mismas de muy diferentes maneras, pero por lo
general siempre suelen utilizar algún sistema de ayuda basado en la parte
positiva de su interior más profundo.

Esta forma sería la idónea para educarse a sí mismo pero la forma de


interactuar con los demás es igual muy importante.

No se puede poner en duda que nuestra estructura mental tiene un


profundo efecto en nuestra felicidad. No somos pizarras en blanco sobre las
cuales sólo influye nuestra situación a la hora de sentirnos o no felices. Somos
agentes activos que, además de conformar nuestra situación, controlamos
nuestra respuesta a dicha situación: lo que importa no es lo que la vida te
da, sino lo que tú das a la vida.

Por eso es imprescindible ponerse unas metas lógicas y adecuadas a


nosotros; si son metas demasiado bajas, nos aburrimos, pero si son
demasiado altas, nos frustramos. El secreto es tener metas suficientemente
amplias, sin llegar a ser demasiado extensas que no podamos abarcarlas ni
controlarlas. Las causas inalcanzables son una causa bien conocida de
depresión. Pero el aburrimiento también lo es. De ahí que tengamos que ser
cautos y realistas a la hora de elegir nuestros objetivos para evitar los dos
extremos: demasiado altos o demasiado bajos.

Hoy casi nadie de nosotros tiene que luchar para sobrevivir y por tanto
podemos dedicar más tiempo a elegir nuestras metas; de hecho según las
estadísticas, un porcentaje muy amplio sigue encontrando tiempo, tres
horas y media al día para ver la televisión y no hallan momentos adecuados
para hablar consigo mismo para encontrar la forma idónea de caminar por
esta vida.
¿Esas son nuestras metas, ver la televisión, criticar a todo bicho viviente y
querer ser felices?

Decía Keynes, “para aquellos que tienen que generarse el pan con el sudor
de su frente, el ocio es un dulce anhelo, hasta que se consigue y cita un
epitafio que escribió para sí misma una vieja mujer de la limpieza que le
urgían sus amigos a jubilarse:
No lloréis por mí, amigos míos

Nunca me lloréis,

Porque voy a estar sin hacer nada

Por los siglos de los siglos.

Para una inmensa mayoría de filósofos y economistas el mayor peligro para


los humanos, una vez superada la escasez económica, es el aburrimiento,
dejar pasar la vida sin decidir ni hacer nada en absoluto. Ni una meta ni una
esperanza en nada es la mejor receta para fracasar en la preparación de
nuestra vida.

Pero en muchos sentidos la vida es mejor que hace 50 años, tenemos una
riqueza sin pre-cedentes, mejor salud y mejores empleos, sin embargo no
somos más felices ¿será porque somos más negativos, no controlamos
nuestras mentes y nos dejamos llevar por los acontecimientos?.

Como hemos observado, tendemos a fijarnos objetivos que impliquen algún


desafío y la felicidad depende de fijarse objetivos con la mezcla justa de
estímulo y factibilidad. Los objetivos dan significado a la vida. No obstante
una persona razonable escoge objetivos de cuya búsqueda disfrute, así que
la mayoría de las personas no lo hacen. Lógicamente quien no cumpla esta
ley su destino puede ser la depresión.

Quizás el aburrimiento sea uno de los problemas más graves que


padecemos y que es la causa de nuestra miseria humana. Es verdad que
esta vida llena de miserias, de disfrutes absurdos y que no lleva a ninguna
parte puede desquiciarnos para poder ser felices: tienes problemas para
encontrar sentido a tu vida, te aburres, te domina el alcohol, tus metas no
llegan a realizase?
Cuenta con mí ayuda y junto a tú esfuerzo conseguiremos avanzar hacia el
equilibro soñado.

¿Hay vida ANTES de la muerte? (Parte III)

Siete grandes fuentes de felicidad: ingresos,


trabajo, familia, comunidad, salud mental,
equilibrio psicológico y ayudar a los demás si se
dejan
No hay que olvidar que a pesar de no tener los medios necesarios, el 60% de
las personas con depresión pueden salir perfectamente en un plazo
aproximado de tres o cuatro meses. Después de este período el riesgo de
recaída es mayor si sólo han sido tratados con fármacos. Si han seguido un
tratamiento mixto: fármacos y psicoterapia 3/4 partes no recaerán en un
episodio de depresión durante los próximos años.

Dice Cowper: “como enseña la naturaleza, la felicidad depende menos de


las cosas externas de lo que la gente cree”. Todo se gesta, o casi todo, en
nuestro interior, si nosotros fuéramos efecto de nuestro exterior seríamos
personas en manos de cualquiera que quisiera dominarnos.
¿Podemos controlar nuestro humor?
Como decía la esposa de Roosevelt “a nadie se le puede hacer sentir
inferior sin su consentimiento”. No menos categórico fue la frase de
Lincoln: “en el fondo la mayoría de la gente es tan feliz como decide ser”.
Lo realmente cierto es que podemos entrenar nuestros pensamientos,
nuestros sentimientos y nuestra conducta. No somos meras víctimas de
nuestra situación ni tampoco de nuestro pasado. Por el contrario, podemos
reconducir nuestros pensamientos perniciosos y sustituirlos por otros más
constructivos, recurriendo a esa fuerza que hay en nuestro interior y que
constituye lo mejor de nosotros mismos.
Es imposible ser feliz sin desarrollar una perspectiva positiva y una sensación
íntima de poseer un espacio que en última instancia sea impermeable a los
acontecimientos exteriores. Quizás sean palabras fáciles de pronunciar y
difíciles de llevar a la práctica para la mayoría de las personas que no
tengan una disciplina que le ayude. Así como para tocar un instrumento
existen métodos también existen disciplinas para entrenar nuestra
capacidad de ser felices.

Estrategias o disciplinas hay muchas: el budismo que se basa en conseguir la


compasión a través del silencio y la meditación entre otras técnicas; la
tradición mística, basada en las religiones teístas: catolicismo,
protestantismo; alcohólicos anónimos y cientos de corrientes religiosas o
laicas que ayudan con sus métodos a reequilibrar las consecuencias
negativas que la vida nos proporciona.

La creencia en Dios parece venirle bien a la felicidad. Creer que el universo


no carece de objetivo supone una gran ayuda, pero para quien sea
incapaz de admitir esto, se puede creer en objetivos fijados por el hombre y
si el objetivo es la felicidad humana la psicología tiene mucho que decir
cómo hacerlo.

Terapia cognitiva: antiguamente se centraba, con Freud a la cabeza, en lo


que había ido mal a las personas, estaba hipotecada en nuestro pasado. La
psicología moderna está basada en nuestro presente, en lo que pensamos,
lo que sentimos y hacemos. La felicidad consiste en equilibrar el desfase
entre cómo percibimos la realidad y nuestras aspiraciones previas.
Lógicamente la psicología cognitiva se preocupa de percibir la realidad tal
cual es, no como nosotros quisiéramos que fuera. “La diferencia entre las
personas felices de las que están sumidas en la desdicha está en la forma
de interpretar y procesar las circunstancias de la vida”. Las mismas
circunstancias son iguales para todos y sin embargo no todos reaccionamos
de la misma manera. De ahí que según sea nuestra interpretación
entraremos en la ansiedad, depresión o en un modo de vivir más objetivo y
equilibrado. Pero siempre fracasaremos si nuestros objetivos son poco
realistas, irracionales e imposibles de cambiar. Cuando miramos hacia atrás
y no se puede cambiar lo sucedido corremos el riesgo de caer en la
depresión, pero si pensamos en el futuro y además en plan negativo nuestro
destino será la ansiedad patológica.
Por eso la psicología trata de controlar los objetivos poco realistas así como
los pensamientos negativos. La realidad sólo se puede cambiar, si es
posible, o aceptarla y optar por otras alternativas que nos lleven de nuevo
hacia el fracaso. Aparte de intentar cambiar los hechos, si es posible, o en
su lugar aceptarlos y buscar nuevas alternativas, existen otras conductas
para afrontar la realidad: amargarse la vida o resignarse, estrategias estas
últimas que nos conducirán al fracaso más absoluto sin posibilidad alguna
de reconducir nuestra vida.
Decían los filósofos antiguos: dime lo que piensas y te diré quién eres. Esta es
una máxima que nos ayudará, sin duda a buscar el camino deseado.

Algunas personas dicen que no hay que pensar en la propia felicidad. Se


trata de una filosofía triste, una fórmula para mantenerse ocupado cueste lo
que cueste. Desde luego que no se puede ser feliz sin un objetivo más
amplio que uno mismo. Si te sientes triste tienes a tu disposición filosofías
centenarias que pueden ayudarte. La felicidad, no te olvides viene de fuera
y de dentro y no hay contradicción en ello. La mejor forma de vivir y ser feliz
es cuando vivimos con significado, es decir entregándonos a los demás y
sin olvidarnos de nosotros mismos. Hay quien se da a todo el mundo y él es
un desconocido para sí mismo. El secreto es la compasión, la palabra más
hermosa jamás escrita, hacia uno mismo y hacia los demás y el principio de
la mayor felicidad es esencialmente la expresión de este ideal.
No hay que tener miedo a nada ni a nadie, hay que vivir seguros de
nosotros mismos sin mezclarnos con pensamientos que no han existido y que
nunca existirán, pues nadie tiene el poder de conseguir todo lo que piensa
que va a suceder, pero la respuesta de nuestro organismo a ese miedo
futuro será la infelicidad y la ansiedad.

Decía Séneca “que no hemos venido sólo a vivir, sino a vivir bien”. Conseguir
vivir bien, o por lo menos intentarlo, es un aspecto de la inteligencia
humana; si la inteligencia fracasa nos puede llevar al polo contrario: la
infelicidad.

No es la vida de por sí ni buena ni mala: el bien y el mal dependen del sitio


que le hagáis.

Después de haber repasado los problemas que se nos plantean en esta


vida, viendo que la realidad nos lleva a la negatividad y nos induce a la
melancolía, sigo pensando que en este mundo la vida que hay antes de la
muerte no es vida; será porque no sabemos hacer otra cosa o quizás, y me
inclino por esta idea, no tomamos en serio lo de ser feliz: eso es para otros yo
he venido a sufrir y padecer y luego, quizás, obtenga la paz. No es así,
tenemos la obligación grave de hacer del tesoro que poseemos: la vida,
una nueva forma de ser feliz. Si conseguimos vivir bien nuestra vida seguro
que todos los que están a nuestro alrededor participarán de ella y como
una ola se irá extendiendo por el mundo y formaremos una nueva especie
en el que el fin sea vivir plenamente nuestra auténtica vida antes de morir.

Para terminar os quiero leer una frase que escribió un famoso escritor en una
felicitación enviada a una hija de su mejor amigo: “crea toda la felicidad
que puedas; suprime toda la infelicidad que puedas. Cada día te dará la
oportunidad de añadir algo al bienestar de los demás o de mitigar en algo
sus dolores. Y cada gramo de felicidad que siembres en pecho ajeno
germinará en tu propio pecho. Mientras que cada dolor que arranques de
los pensamientos y los sentimientos de tus semejantes quedará sustituido por
la paz y la alegría más hermosa en el santuario de tu alma”.
¿Piensas que tu vida va por el camino equivocado, que todo cuanto haces
no encuentras consuelo ni paz y que nos ves forma de cambiarlo? Yo te
ofrezco ayuda para que puedas cambiar de senda y encontrar la paz que
necesitas, pero eso sí tendrás que trabajar para cambiar el sentido a todo
lo que te ha hecho llegar donde estás. No es difícil, tienes, seguro,
cualidades y recursos suficientes para lograrlo, quizás no veas claro el
horizonte, yo te ayudaré a que puedas encontrarlo y volver al lugar donde
querías.
Yo estoy dispuesto a ayudarte ¿y tú quieres?
Depresión
La depresión es el diagnóstico psiquiátrico que describe un trastorno del
estado de ánimo, transitorio o permanente, caracterizado por sentimientos
de abatimiento, infelicidad y culpabilidad.

Depresión y ansiedad ¿enfermedades? No,


problemas

Tratar de clasificar estos dos problemas como


enfermedades no ha servido, a través del
tiempo, para nada, salvo perjudicar a la
mayoría de las personas que las padecen y
enriquecer a las farmacéuticas.
Durante años han convivido los partidarios de la medicación y los anti
medicación. Ambos han tenido el mismo deseo hipocrático: reducir el
sufrimiento humano. Los primeros utilizando los fármacos y los segundos
intentando ayudarlos para que se recuperen de su ansiedad con la energía
de sus propios recursos interiores y no con medicamentos potencialmente
adictivos y que sólo buscan el lucro voraz de las compañías farmacéuticas;
los fármacos pueden funcionar, en algunas personas, con efectos
secundarios nefastos, con síndrome de abstinencia y problemas de
dependencia. No sabemos cuáles serán los daños que pueden causar a
largo plazo en nuestro cerebro.
Por el contrario estamos de acuerdo que las compañías farmacéuticas y las
empresas de seguros han inflado artificialmente o distorsionado las
categorías diagnósticas. El manual DSMV, recientemente aparecido, ha
bajado tanto los umbrales de las enfermedades mentales que se podría
preguntar si somos todos enfermos mentales.
Desde siempre ha existido un enfrentamiento entre psicología y psiquiatría
con el fin de explicar y comprender esas experiencias de la vida,
extemporáneas, raras, incomprensibles, aparentemente sin sentido e
inmotivadas.

Se ha llegado a pensar que algunas de estas experiencias pudieran ser


castigos divinos por los pecados cometidos, posesión del demonio,
desequilibrio de los humores corporales y efectos de la bilis negra que
asciende al cerebro y lo seca, como le ocurrió a don Quijote.

Hoy día se habla de que alguien “padece un trastorno mental”, “es un


enfermo mental”, “es un bipolar”, “es un esquizofrénico”, “padece un
trastorno de personalidad” e incluso los hay que dicen “en realidad, se trata
de un desequilibrio de los neurotransmisores cerebrales”.

Si tuvimos un modelo humoralista, un modelo demonológico, desde el siglo


XIX tenemos un modelo psicopatológico que intenta explicar que los
problemas vitales es algo que anda mal dentro de la persona cuando, en
realidad, son el resultado de nuestra propia conducta y nuestros propios
problemas como consecuencia de las circunstancias y las cosas que nos
pasan en la vida.
La solución de los problemas psicológicos no pasa por las teorías humorales,
efectos de la bilis negra, tampoco de un desequilibrio de los
neurotransmisores, la solución partirá por estudiar y comprender nuestras
experiencias vitales y cuya restauración sólo se puede encontrar en un
responsable afrontamiento de aquellos avatares, no en la quimérica
reparación de una supuesta psicopatología residente del cerebro.

La ansiedad y la depresión no existían como categoría hace medio siglo.


Antes de los años veinte nadie había sido diagnosticado de depresión y
antes de la década de los cincuenta casi nadie había diagnosticada de
ansiedad.
¿Qué ha cambiado? Las compañías farmacéuticas crearon, de hecho,
esas categorías. Lo que empezó siendo un objetivo de las compañías de
marketing se cosificó y se convirtió en una enfermedad. Esto no quiere decir
que antes de los cincuenta no hubiera gente ansiosa ni depresiva tal como
hoy la entendemos: pero no fue hasta mediados del siglo pasado, al ser
inventados los nuevos fármacos para mitigar tales estados emocionales,
cuando éstos fueron definidos como enfermedades en el sentido en que lo
entendemos hoy..

Los primeros medicamentos para la tensión, el insomnio y para los nervios


fueron los barbitúricos como el Veronal y Luminal pero no para curar la
ansiedad o la depresión que no existían. Está claro que los barbitúricos,
paroxetinas, ISR, fluoxetina no han ayudado a inclinar la balanza a favor de
la base biológica de la ansiedad. La conexión entre serotonina y depresión
y ansiedad no están nada claros hoy.

Así lo afirmó Arvid Carlson, padre de la hipótesis de la serotonina, en una


conferencia, en 2002 “debemos abandonar la hipótesis simplista de que un
trastorno emocional es consecuencia de un funcionamiento anormalmente
alto o anormalmente bajo de un neurotransmisor determinado”.
Kennet Kendler, profesor de psiquiatría, reconoció “hemos ido en busca de
explicaciones neuroquímicas simples para los trastornos psicológicos y no los
hemos encontrado.
“Acallar la ansiedad con medicación, en lugar de escuchar lo que intenta
decirnos tal vez no sea lo más adecuado si queremos llegar a lo mejor de
nosotros mismos. La ansiedad puede ser una señal de que algo debe
cambiar, de que tenemos que cambiar nuestra vida. La medicación
entraña el peligro de bloquear esa señal.

En 1957 Walker Percy decía. “al centrarse sólo en lo biológico la psiquiatría


se vuelve incapaz de explicar el problema del hombre moderno. La
ansiedad, bajo un marco de referencia, es un síntoma del que librarse, bajo
el otro, puede constituir un llamamiento a una vida más auténtica, que
debe tomarse en cuenta a toda costa”.
Kierkegaard decía “que aún peor que la desesperación es estar
desesperado y no darse cuenta: tener angustia pero haber construido tu
vida de manera que no la sientas”.
Según estos pensamientos no sería arriesgado pensar que “si la medicación
ansiolítica enmudece la ansiedad, si nos vuelve sordos a su mensaje y nos
permite estar desesperados sin saberlo, ¿todo eso embota en cierto sentido
nuestra alma”?

Percy nos advierte “de que suprimir con medicación la culpa, la ansiedad,
la inseguridad y la melancolía equivale a suprimir el alma”.

No hay ninguna prueba biológica ni ninguna prueba por imagen que nos
certifique que padecemos ansiedad o depresión, si las hubiera se podría
afirmar que la psicopatología podría tener un sitio en la curación y
desaparición de estas enfermedades. Por cierto no es así y puede ser, casi
seguro, que lo único que consiga la medicación sea enmascarar la
enfermedad y seguir siempre con este problema sin solucionar el origen vital
que causaron estos problemas psicológicos producidos, sin duda, por
nuestra manera de interpretar la circunstancias de nuestra vida.

Como dice Malcolm Lader (en «Las benzodiacepinas: el opio del pueblo»):
“Es mucho más barato dar tranquilizantes a la amas de casa desquiciadas
que viven aisladas en bloques de apartamentos, sin ningún lugar donde
jugar sus hijos, que proporcionar guarderías o demoler esos bloques y
construir a escala humana. La industria farmacéutica, el gobierno, el
farmacéutico, el contribuyente y el médico tienen todos intereses
personales en “medicalizar las reacciones de estrés de origen social”.

Las últimas investigaciones tienden a mejorar el pronóstico de las


enfermedades neuropsiquiátricas a través de los ácidos grasos.

Piensan los especialistas en farmacología clínica que aunque no hay


resultados definitivos, la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados Omega3
parecen ser una buena opción en el tratamiento coadyuvante de
pacientes con depresión.
“El efecto antiinflamatorio junto al efecto de neuroplasticidad sumado a la
capacidad antioxidante pueden mejorar el pronóstico de la enfermedad o
incluso prevenirla”.

La sociedad americana de Psiquiatría tiene unas recomendaciones para


todos los pacientes psiquiátricos. En ellas se establece la recomendación de
tomar entre uno y dos gramos al día de Omega3.
(Informe en El País, en el suplemento de Medicina del mes de Febrero).

En el mismo suplemento de El País Pedro Ruiz, psiquiatra y presidente de la


asociación mundial de Psiquiatría, afirma: “necesitamos mejores
biomarcadores para diagnosticar y hacerla de manera precoz”.

No hay forma de que la Psiquiatría se dé cuenta de que los problemas de la


vida sólo se solucionan afrontándolos directamente y no enmascararlos con
la medicación que lo único que consigue es no solucionar el problema y
crear otro.

Ojalá que pronto, pienso que nunca, haya pruebas bioquímicas o de


imagen donde nuestros problemas psicológicos sean analizados como un
análisis sanguíneo. De momento seguiremos afrontando los problemas
cotidianos de una forma racional, real y poniendo en orden nuestros
pensamientos que son la causa de nuestros desórdenes, ”no vemos las
cosas como son. Vemos las cosas como somos” Talmud. O como decía
Epicteto, siglo I “no son las cosas las que perturban a la gente, sino la visión
que tienen de ellas.”.

Este es el camino correcto, pararse, pensar, comprender los problemas que


tenemos y poner la solución.

Si no sabes, si te sientes desanimado o sin fuerza cuenta con mí ayuda,


dímelo y buscaremos el camino perdido.
Autoanálisis de nuestros sentimientos

Una forma adecuada de hacer frente a los


problemas que se nos plantean cada día es
realizar un autoanálisis de nuestros sentimientos
más comunes y que por sí mismos nos pueden
llevar a la ansiedad, enfado, depresión o
agotamiento excesivo, culpabilidad y una
excesivo sentimiento de derrota.
Una vez conocidos nuestros sentimientos, en la mayoría de los casos
irracionales, intentaremos ver qué consecuencias nos depararán en nuestra
conducta.

Lo primero y principal para poder razonar sobre estos sentimientos será


conocer, o al menos intentarlo, los pensamientos que los han provocado.

No puede haber un sentimiento que no sea producto de un pensamiento o


de una conducta. Por tanto deberemos analizar pensamiento o conducta
para poder reestructurarlos y corregirlos con el fin de evitar seguir con esos
sentimientos que nos hacen daño.
Nos deberemos preguntar dónde, cómo y cuándo experimentamos
cualquiera de los sentimientos de ansiedad, enojo, depresión, culpabilidad
o fracaso.

Una vez que conocemos qué tipo de sentimientos tenemos nos deberíamos
preguntar:

 ¿Afectan a mí relación con los demás?


 ¿Me ayudan a conseguir mis metas o me llevan al fracaso?
 ¿Ayudarán o perjudicarán a las personas que son importantes para
mí?
 ¿Me llevaran antes o después a tener problemas?
 ¿Este sentimiento me ayudará a obtener lo máximo de lo que quiero o
por el contrario me llevará al fracaso?
Estas son las preguntas vitales que siempre deberíamos hacernos cuando
tenemos esos sentimientos de los que hemos hablado; si nuestra respuesta
está de acuerdo a estos interrogantes lo más fácil y seguro es que estemos
en un problema difícil, pero con solución posible.

Hay alguien que dice “cuando las ideas no te dejan ver la realidad, no son
ideas, son mentiras”. No creo que le falte razón. Si nosotros nos sentimos mal
cotidianamente y vemos que lo que pensamos no es lo que conseguimos,
bueno sería realizar las anteriores preguntas para cerciorarnos de que
estamos equivocados, a pesar de que deseáramos lo contrario.
Si quieres lo podemos hacer juntos y buscar una solución que te depare paz,
felicidad y calidad de vida.
ELA
ELA: Esclerosis Lateral Amiotrófica

A los que, como yo, padecéis esclerosis lateral


amiotrófica (ELA)

No soy un inútil, soy una persona que padece una


enfermedad.
Como psicólogo que soy, me ha parecido bien contaros cómo afronto esta
enfermedad por si os puede ayudar en algo.

Lógicamente cuando escuchamos el diagnóstico nos cuesta


creerlo, caemos en shock y surge la tentación de no aceptar la realidad, de
negarla: “no puede ser, estarán equivocados”. Poco después, cuando se
nos han pasado estos sentimientos, comenzamos a preguntarnos “por qué a
mí ”, también, si somos creyentes, pedimos explicaciones a Dios,
rechazándolo incluso durante un tiempo para luego comerciar con Él: “si
me curas haré esto o lo otro cayendo así en la desesperación” Al final habrá
que aceptar que tenemos esta enfermedad, y aquí es donde comienza
nuestra recuperación psicológica o nuestro cautiverio.
Si nos decimos: voy a consumirme y a desaparecer, estaremos cavando
nuestra propia tumba.
Si, por el contrario, somos capaces de decirnos: voy a sacar el mejor partido
posible del tiempo que me quede, conseguiremos seguir aprovechando
nuestra vida cotidiana, aun aceptando los efectos que se vayan
manifestando y que limiten algunos aspectos de la vida que hacíamos
antes de la enfermedad.
Yo he comenzado con problemas de disartria, no se puede hablar, y con
disfagia, con lo cual solo como purés y los líquidos con espesante, es decir
mi Ela es del tipo bulbar.

Pero sigo haciendo mi vida anterior, excepto por estos dos problemas que
tengo actualmente, hasta que la enfermedad me vaya cortando, poco a
poco, otras actividades.

Un enfermo de Ela que decía: “¿voy a retirarme del mundo, como hace la
mayoría de las personas o voy a morir? Decidí vivir o al menos intentarlo”.
Este es el camino, confiar en uno mismo, en nuestros recursos psicológicos
para, usándolos adecuadamente comenzar a vivir de forma que no nos
quedemos quietos y perdidos en el dolor, sino que cada día sea un nuevo
amanecer en todos los sentidos.

Aquí es donde tenemos que esforzarnos para no dejarnos llevar por los
pensamientos negativos irreales o anticipar acontecimientos que no son
realidad todavía, aunque se lleguen a producir más adelante, pero que si
los adelantamos, nuestra enfermedad se hará todavía más dura.

Somos nosotros los que decidimos vivir positivamente nuestro día a día y
con cada nueva salida del sol tenemos la posibilidad de disfrutar y de vivirlo
con plenitud. No sabemos lo que el mañana nos traerá, pero hoy es un
nuevo día y hay que exprimir toda la felicidad que seamos capaces de
disfrutar, y dejar de pensar en lo malo que vendrá, puesto que eso es el
futuro y como tal no existe, aunque en nuestra enfermedad lo conocemos,
pero aún no ha llegado, no es real y cuando llegue ya veremos cómo lo
afrontamos. De ahí la importancia de vivir el día a día, en nuestra realidad:
nuestra pareja, nuestros hijos, nietos y toda la familia a la pertenecemos.
No es bueno ni equilibrado pensar que ya es demasiado tarde para
recuperar lo perdido, “en esta vida no existe el demasiado tarde”, debemos
trabajar la confianza en nosotros y hacer el esfuerzo suficiente para
intentarlo.
Mientras podamos elegir cómo vivir, cómo afrontar nuestro problema
conseguiremos no hacernos demasiado daño ni hacérselo a nuestros seres
queridos, que serán los que siempre estarán a nuestro lado para ayudarnos
a que ese recorrido infame sea un poco más llevadero. Los amigos y los
allegados, lógicamente, se irán y serán nuestras familias quienes estarán ahí
mismo, a nuestro lado ayudándonos en este difícil camino.

Compasión. Esta es una de las principales bases en la que apoyarnos,


aunque hay que ir con cuidado de no permanecer demasiado rato
lamiendo nuestras heridas.
Es humano lamentarse, pero cuidando no caer en la autocontemplación
para evitar hipotecarnos en la compasión. Alguien decía que la única
autocompasión que me concedo son “algunas lágrimas cada mañana y
nada más”.
Es lógico contemplar cómo, poco a poco, no podemos mover los dedos, ni
las manos o las piernas, que cada día tengamos más dificultades para
comer y beber o que hablamos con muchos problemas, pero yo cada día,
no todos, como el citado señor, me tomo la libertad de estar unos minutos,
2 ó 3, lamentándome y, a partir de ese tiempo, comienzo a vivir la realidad
que tengo y a conseguir ser feliz y hacer feliz a los demás, aunque muchas
veces cueste un sobreesfuerzo.
Es verdad que es horrible contemplar cada día cómo nos vamos
deteriorando y deploro el modo lento e insidioso en que me estoy
degradando, pero también es maravilloso poder disponer del tiempo que
necesito para despedirme. Desde luego, no todos tienen tanta suerte,
cuántos lo hubieran deseado para arreglar sus problemas. Piensa que
puedes arreglar tu testamento, dar poderes a tus hijos, si puedes confiar en
ellos, para que puedan tomar decisiones cuando no podamos; firmar, si
quieres, las voluntades anticipadas y más cosas que nos gustaría hacer y
que ahora tenemos la suerte de poder realizarlas.
Hay que evitar autolimitarse, hay muchas cosas que podemos seguir
haciendo y no hay que renunciar a ninguna de ellas mientras podamos
hacerlas.
No te quedes resignado e inmóvil viendo pasar la vida pensando en un
futuro que no es muy satisfactorio, pero que aún no ha llegado y te quedes
viendo pasar la vida sin hacer otra cosa que no sea sufrir. Acepta la
enfermedad, entre otras cosas porque no hay otra solución, salvo hacerse
daño, y vive día a día la felicidad, que seguro, podrás conseguir.
Si quieres leer, te recomendaría, perdona mi osadía, un libro que se titula
“Martes con mi viejo profesor de Mitch Albom”. Yo hace muchos años que
lo utilizo y ahora con más motivo: el viejo profesor tenia Ela, y te puede
ayudar, seguro, a mirar la enfermedad desde otra perspectiva. Espero que
te ayude, como a mí desde hace años y a otras muchas personas, y más
ahora que también padezco la enfermedad que él tenía.

He intentado darte otro punto de vista de cómo afrontar la enfermedad y te


envío un abrazo fuerte y te animo a que le hagas frente pensando en seguir
con tu vida mientras te deje: todos los tuyos comenzarán a verte de otra
forma más adaptativa y tú sabrás encauzar mejor tu enfermedad con lo
cual podrás disfrutar un poco más de la vida y de los que te rodean.
No renuncies a ser feliz, aun con las limitaciones que nos imponga la
enfermedad, confía en ti, lucha por alcanzar el estado en que te gustaría
vivir y hazlo mientras puedas y no te acurruques en la cama o en casa y
dejes pasar el tiempo sin hacer nada positivo: si quieres y confías en ti
puedes ser un poco más feliz.
Aprovecho este artículo para enviar un mensaje de solidaridad a todas esas
personas que me escriben con problemas de ansiedad negativa, fobias,
pánico etc. a que busquen en sus problemas de ansiedad si se da algún
acontecimiento negativo real que la justifique.

Yo tengo un acontecimiento negativo real, la esclerosis lateral amiotrófica,


en el que me centro para convivir con ella, aunque no hay cura ni
medicación, pero, como te digo, es un acontecimiento negativo real,
¿podrías encontrar en tus problemas de ansiedad algún acontecimiento
negativo real? Supongo que os será difícil encontrarlo, no existe, el
problema está en vuestra mente. Piensa, razona y si llegas a la conclusión
de que no existe dicho problema negativo real, seguro que la salida estará
al alcance de vuestras manos. Ánimo, inténtalo, analiza la situación y te
deseo que muy pronto comiences a vivir de una forma más realista y sin
problemas de ansiedad negativa.
Estrés
El estrés es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego
diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe
como amenazante o de demanda incrementada.

DISTORSIONES COGNITIVAS

“El pasado no determina el futuro”


Siguiendo con la explicación de cada distorsión cognitiva que podemos
desarrollar, vamos a seguir profundizando otras distorsiones con el fin de que
al conocerlas, podamos reducirlas y lograr un equilibrio psicológico que nos
conduzca a nuestro bienestar y a saber compartir con los demás nuestra
forma equilibrada de caminar por la vida.

6.- PERSONALIZACIÓN:
La persona cree que todo lo que las personas dicen y hacen es alguna
forma de reacción hacia ella. Piensan sin datos suficientes, que ciertos
sucesos o dichos están relacionados con él.

Palabras claves para detectarlas:


“Lo dice por mí”, “Si la vida me va mal es por mí culpa”, “Si mis hijos sacan
malas notas es que soy mala madre”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Una forma adecuada de invertir esta distorsión es aceptarse como
realmente somos y preguntarse ¿realmente lo dicen por mí? Tiene que
haber una realidad absoluta o indicios claros de que realmente somos
culpables de lo que pensamos.

7.- FALACIA DE CONTROL:

Esta distorsión cognitiva se da cuando uno se cree muy competente y


responsable de todo lo que ocurra o bien se ve impotente y sin ningún
control sobre los acontecimientos de su vida.

Palabras claves para detectarlas:


“No puedo hacer por…”, “solo me sentiré bien si tal persona cambia”, “yo
soy responsable de todo”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Se requiere un pensamiento equilibrado y preguntarse ¿Qué prueba tengo
para creer que eso depende de mí?, ¿Es cierto que lo que me sucede es
responsabilidad de…? Obviamente no podemos controlar todo ni a todos y
sería más positivo aceptar nuestra responsabilidad cuando realmente
seamos responsables y no asumir el control de lo que no podemos.

8.- FALACIA DE JUSTICIA:

Esta distorsión se caracteriza por valorar como injusto todo lo que no


coincida con nuestros deseos o expectativas: “es injusto que me hayan
suspendido”, sin evidencia alguna.

Palabras claves para detectarlas:


“es injusto que…”, “no hay derecho”, “si de verdad tal, entonces… cual”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Es muy importante y necesario dejar de confundir lo que uno desea con lo
justo, siendo muy importante escuchar los deseos de los otros y preguntarse
¿si las cosas no salen como como quiero son necesariamente injustas?

9.- RAZONAMIENTO EMOCIONAL:

Esta distorsión se caracteriza por creer que lo que la persona siente


emocionalmente es prueba de que algo es verdad o va a suceder.

Palabras claves para detectarlas:


“me siento inútil” por lo tanto soy un inútil”, “ siento que pueden despedirme,
por tanto es probable que lo hagan”, “tengo el sentimiento de que soy un
desastre, por eso no haré nunca nada bien”, “si me siento así es porque
soy/ o ha ocurrido”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


La forma adecuada de solucionar esta distorsión es no tomar las emociones
sentidas como un hecho objetivo y no como algo motivado por la
interpretación personal de los hechos. Los sentimientos o las emociones
siempre han de derivarse de nuestros pensamientos o comportamientos y si
estos negativos irreales, lo normal es que caigamos en esta distorsión.

10.- FALACIA DEL CAMBIO:

Cuando pensamos que nuestro bienestar depende de manera exclusiva de


lo que digan o hagan los demás, estamos cometiendo un error de este tipo
de distorsión.

Normalmente estas personas piensan que para cubrir sus necesidades son
siempre los demás quienes han de cambiar primero su conducta.

Palabras claves para detectarlas:


“si esa persona cambiara tal cosa, yo podría tal cosa”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Siempre hay que comprobar si podemos hacer algo, independiente de que
los demás lo hagan o no. Decimos “qué pruebas tengo para creer que el
cambio solo depende de esa persona”, aunque eso no cambiase, ¿podría
hacer algo yo?

Nuestro bienestar no puede depender de manera exclusiva de los demás,


así si nos decimos: “la relación de mi matrimonio solo mejorará, si cambia mi
mujer” con seguridad no mejorará” pero si hablamos los dos, nos tratamos
con respeto, sí sería posible liberarse de esta distorsión.

Como decíamos anteriormente hay que intentar que nuestra mente no nos
haga daño, que nuestros pensamientos sean siempre positivos reales o
negativos reales, hay que abandonar los negativos irreales, porque siempre
nos van a llevar al fracaso guiado por la ansiedad negativa.
Pensar que “enfatizar demasiado los momentos malos, son aspectos que
socavan la serenidad, la felicidad y la satisfacción.

Como dice un autor, la tiranía del pensamiento empobrecido nos lleva por
lugares muy peligrosos y hay que evitarlos: os adjunto sus escritos al
respecto:

“Es la tiranía del pensamiento empobrecido. La gente que piensa lo mismo


todos los días, cosas negativas en su mayoría, han caído en malos hábitos
mentales. En vez de concentrarse en las cosas buenas y pensar en cómo
hacer que todo sea mejor, son cautivos de sus respectivos pasados. Unos se
preocupan de fracasos sociales o problemas financieros. Otros se lamentan
de sus infancias. Otros, en fin, se preocupan de asuntos más insignificantes:
el modo en que un dependiente los ha tratado o el comentario malicioso
de un compañero de trabajo. De ese modo permiten que las
preocupaciones priven a su mente de su fuerza vital; están bloqueando el
enorme potencial de la mente para aportar todo lo que ellos quieran,
emocional, física y espiritualmente. Estas personas no se dan cuenta de que
administrar la mente es administrar la vida: “La manera de pensar depende
del hábito, así de simple”.

“Quizá no podamos controlar el tiempo atmosférico, el tráfico o el humor de


quienes nos rodean, pero ten por seguro que podemos controlar nuestra
actitud hacia esos hechos. Todos tenemos el poder de determinar en qué
cosa vamos a pensar en un momento dado. Esta capacidad es parte de lo
que nos define como humanos”.
Estrés Post-traumático
El trastorno por estrés postraumático o TEPT es un trastorno psicológico
clasificado dentro del grupo de los trastornos de ansiedad. Se caracteriza
por la aparición de síntomas específicos tras la exposición a un
acontecimiento estresante, extremadamente traumático, que involucra un
daño físico o es de naturaleza extraordinariamente amenazadora o
catastrófica para el individuo.

¿Cómo identificar los pensamientos automáticos?

Cuando hablamos de ansiedad, depresión,


trastornos obsesivos y un largo etc. lo primero que
debe mos tener en cuenta son las causas que nos
la provocan, todo aquello que nos lleve a lanzar
nuestra ansiedad.

Como os decía en la presentación trabajo con terapias cognitivo-


conductuales, terapias que exigen de cada persona un conocimiento de
sus pensamientos y de sus comportamientos: estos serían la causa de
nuestra ansiedad.
Por eso, antes de explicar qué es la ansiedad, me parece más oportuno
enseñaros cómo detectar los pensamientos que son capaces de causarnos
continuos ataque de ansiedad.

Identificar los pensamientos automáticos. Estos pensamientos reiterativos,


constantes, que no somos conscientes de ellos, y que nos asedian en todo
momento es imprescindible reconocerlos para luego intentar deshacernos
de ellos y así evitar la ansiedad patológica.
No nos vamos a fiar de ellos, los pondremos a prueba y vamos a dudar de
ellos para que así podamos comprobar si sólo esta forma de pensar es la
más racional y equilibrada de las que podamos realizar.

¿Cómo los podemos poner a prueba?


1. Identificar la emoción que nos provocan: ansiedad, tristeza, pena,
nerviosismo etc. e indicar su intensidad de 0 a 10.
2. Identificar lo más objetivamente posible el pensamiento y valorar en qué
medida nos los creemos de 0 a 10.
3. Llevar a cabo una discusión cognitiva siguiendo los siguientes pasos:
 Analizar las evidencias o pruebas a favor y en contra de que se
cumpla o sea cierto el pensamiento desadaptativo.
 Pensar cuál es la probabilidad real de que ocurra o sea cierto lo que se
plantea en el pensamiento negativo.
 Buscar posibles pensamientos alternativos más realistas y racionales.
 Preguntarse para qué sirve el pensamiento negativo, qué ventajas
tiene y qué beneficio nos puede proporcionar.
4. Volver a valorar la intensidad de la emoción (0-10) y en qué medida cree
(0-10) en el pensamiento.
Con toda seguridad si hemos hecho correctamente todo lo anterior
obtendremos un nuevo pensamiento y lógicamente un nuevo
comportamiento que estará libre de todo tipo de ansiedad patológica.

Con la seguridad absoluta de poder cambiar nuestros pensamientos, ya


que nosotros somos los que pensamos y obviamente sólo nosotros los
podremos cambiar. Nadie nos los puede cambiar, pero sí que podemos
ayudaros a recuperar la forma de controlarlos y conseguir poco a poco un
nuevo status mental que nos hará más libres, más racionales y como
conclusión poseer una nueva y mejor forma de vivir.

Qué duda cabe que cambiar nuestros pensamientos no es nada fácil y


menos si llevamos mucho tiempo dominados por ellos. Pero esto es el
principio y luego cuando hayamos detectado la causa pondremos los
medios más idóneos para recuperar el tiempo, la paz y el sosiego perdidos.
Fobias
Una fobia es un trastorno de salud emocional o psicológico que se
caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o
situaciones concretas.

FOBIA SOCIAL

Dentro de lo que llamamos ansiedades sociales, todo el mundo las contiene


en mayor o menor grado, pero si se convierten en factores perturbadores o
debilitantes para el desempeño cotidiano de las actividades de cualquier
persona, las podemos clasificar como fobias sociales.
Como toda fobia es un miedo irracional a algo y hemos evolucionado para
temer ciertas cosas más que otras.
La fobia social es de una naturaleza compleja, provocada por cosas más
complicadas que las simples fobias: contextos y situaciones.
Las fobias sociales siempre están basadas en el miedo a la reacción
negativa de otras personas. La aprobación de los demás importa
mucho, sin importarnos quiénes sean esas personas.
No se puede dar una fobia social si no intentamos predecir y preocuparse
por las consecuencias negativas de la necesidad que se tiene de
adaptación y aprobación social que nos gustaría obtener: hablar por
teléfono, hablar en público, dar un concierto, actuar en el Karaoke, estar en
la fila para pagar en un supermercado, etc. con lo cual aumentará el
número de personas que se fijarán en nosotros y es cuando hace acto de
presencia el miedo escénico: una percepción a realizar mal las cosas ante
un público.
Todas estas personas con fobia social suelen producir conductas
de evitación activa que les impulsa a huir de cualquier situación capaz de
activar en ellos, la reacción fóbica.
Ante la huida se consigue, como en todas las fobias, un aumento de su
permanencia en nuestro cerebro: “es como tapar con papel pintado el
agujero de una ratonera en una pared de casa: al observador le parecerá
que todo está bien, pero nosotros seguiremos teniendo problemas con los
ratones”.
Debido a la necesidad de aprobación de los demás, podemos desarrollar
un miedo irracional a que los demás tengan una opinión negativa de
nuestra incompetencia.
Hablar en público es una de las situaciones más importantes para provocar
una fobia social, de ahí que digamos con frecuencia: “prefiero morirme a
tener que hablar en público”.
Cuando nos dirigimos a los demás, nuestro cerebro comienza a trabajar y
nuestros pensamientos se vuelven negativos a toda velocidad: no les
gustaré, se dormirán, los aburriré, haré el ridículo, todos sabrán más que yo,
con esto habremos creado una fobia social que si no la afrontamos de raíz,
nos impedirá llevar a cabo nuestras cualidades, recursos y valores
psicológicos que poseemos: el qué pensarán los demás nos anulará.
¿Qué apodemos hacer? Solo podemos conseguir salir de esta fobia
cuando comenzamos a pensar, de una manera positiva, que los demás no
han dicho nada y que lo que estamos haciendo nosotros es adelantar e
interpretar los acontecimientos de una forma negativa y con ello creamos
una fobia, que como todas, son irracionales y nos impiden realizar nuestra
realidad e interpretar de forma errónea una realidad que no existe.
Hay que comprobar si lo que pensamos es verdad y no una hipótesis que
nuestra fobia negativa nos hace creer.
Cuando aceptemos que todo lo que hemos pensado no existe, que solo
son pensamientos negativos irreales, habremos adquirido el equilibrio y la
fuerza para erradicar este problema que nos hemos creado.
Para superar la fobia social, tienes que vacunarte contra la vergüenza
innecesaria, vencer el temor a la crítica.
Quiero terminar con una frase de Epicteto que decía: “ un músico, por
ejemplo, no siente ansiedad mientras canta solo, pero sí cuando aparece
en el escenario, aunque su voz sea siempre hermosa, aunque siempre
toque bien. Pero no solo desea cantar bien, sino ganarse el aplauso. Y eso
no está en su poder. En suma, allí donde le asiste su arte, se siente seguro”.
“Dicho de otro modo, tú no puedes controlar en último término si la
audiencia aplaude o no; así pues, ¿por qué preocuparse? si puedes
adiestrar a tu mente para actuar igual tanto si estás solo como si eres
observado, no te verás perturbado por el pánico escénico”.
Habilidades sociales
Las habilidades sociales son un conjunto de conductas aprendidas de forma
natural (y por tanto, pueden ser enseñadas) que se manifiestan en
situaciones interpersonales, socialmente aceptadas, y orientadas a la
obtención de reforzamientos ambientales (refuerzos sociales) o auto-
refuerzos.
Para las personas con trastorno de ansiedad social, las interacciones
sociales cotidianas son motivo de ansiedad irracional, miedo, timidez y
vergüenza.
Los síntomas incluyen miedo excesivo a situaciones en las que uno puede
ser juzgado, inquietud por pasar vergüenza o sufrir una humillación, y
preocupación por ofender a alguien.
La terapia conversacional y los antidepresivos pueden aumentar la
confianza y mejorar la capacidad de interactuar con otras personas.

Es normal sentirse nervioso en algunas situaciones sociales. Por ejemplo,


tener una cita o dar una presentación pueden causar esa sensación de
tener mariposas en el estómago. Pero en el trastorno de ansiedad social,
también llamado «fobia social», las interacciones de todos los días causan
muchísima ansiedad, temor, inseguridad y vergüenza por miedo al escrutinio
o la opinión de los demás.

En el trastorno de ansiedad social, el miedo y la ansiedad provocan una


evasión que puede alterar la vida. El estrés intenso puede afectar la rutina
diaria, el trabajo, el estudio u otras actividades.

El trastorno de ansiedad social es una afección crónica de salud mental,


pero aprender a hacer frente a desafíos o situaciones en sesiones de
psicoterapia y tomar medicamentos puede ayudarte a ganar confianza, así
como a mejorar tu capacidad para interactuar con los demás.

Atención del trastorno de ansiedad social en Mayo Clinic

 Experiencia. Cada año, los expertos en servicios de psiquiatría y


psicología de Mayo Clinic tratan a más de 600 personas con trastorno
de ansiedad social.
 Enfoque de equipo. Los expertos de Mayo Clinic usan un enfoque de
equipo para evaluar y diagnosticar trastornos de ansiedad. Estos
psiquiatras, psicólogos y otros profesionales de la salud mental son
comprensivos y te escuchan con paciencia para entender cabalmente
tus preocupaciones, tus problemas de salud y tu experiencia con la
ansiedad a fin de crear un plan de tratamiento que se ajuste a tus
necesidades.
 Programa único y exitoso para niños y adolescentes. El campus de
Mayo Clinic en Minnesota ofrece una Clínica Pediátrica de Trastornos de
Ansiedad que aporta una pericia especial al diagnóstico y al
tratamiento de niños y de adolescentes.
 Integrar la práctica y la investigación. Los profesionales clínicos de
salud y los investigadores de Mayo Clinic realizan investigaciones de
avanzada sobre el tratamiento de trastornos de ansiedad en la niñez y
usan ese conocimiento para brindar atención médica de la más alta
calidad.
Pericia y calificaciones

 Programa único y exitoso para niños y adolescentes. La Clínica de


Trastornos de Ansiedad Pediátrica del campus de Mayo Clinic en
Minnesota aporta experiencia específica al diagnóstico y tratamiento
de niños y adolescentes.
 Nuevos desarrollos en la evaluación y tratamiento de la ansiedad. Un
equipo de investigación de múltiples especialidades de Mayo Clinic
desarrolló Mayo Clinic Anxiety Coach, una aplicación de iPhone para el
control de la ansiedad en niños y adolescentes. Los investigadores
también desarrollaron un sistema de evaluación electrónico para
evaluar los síntomas psiquiátricos pediátricos.
Mayo Clinic de Rochester, Minnesota fue calificado como uno de los
mejores hospitales psiquiátricos del país según la revista U.S. News & World
Report.

Ubicaciones, viajes y alojamiento

Las sedes más importantes de Mayo Clinic se encuentran en Phoenix y


Scottsdale, Arizona; Jacksonville, Florida; y Rochester, Minnesota. El Sistema
de Salud de Mayo Clinic cuenta con docenas de sedes en varios estados.
Inteligencia
La inteligencia se ha definido de muchas maneras, incluyendo: la
capacidad de lógica, comprensión, autoconciencia, aprendizaje,
conocimiento emocional, razonamiento, planificación, creatividad,
pensamiento crítico y resolución de problemas.

El fracaso de la inteligencia.

El fracaso es una gran oportunidad para


empezar otra vez con más inteligencia”. H. Ford.

Inteligencia es una capacidad de relacionar los conocimientos que


poseemos para resolver una determinada situación.
Inteligencia: esta definición la aporta José Antonio Marina: “la capacidad
de un sujeto para dirigir su comportamiento, utilizando la información
captada, aprendida, elaborada y producida por él mismo”
Ser inteligente es saber elegir la mejor opción entre las que se nos brinda
para resolver un problema.
Nuestra vida es, muchas veces, un continuo fracaso y, en la mayoría de las
ocasiones, no sabemos salir de él: depresión, ansiedad negativa, crisis
matrimonial, soledad, etcétera, etcétera, son ejemplos del fracaso al que
nos conduce nuestra inteligencia.

¿Por qué todo es un fracaso de la inteligencia? Todo nuestro


comportamiento nos lleva a utilizar la inteligencia para llegar a buen puerto
y a conseguir encontrar el camino, que todos buscamos con ahínco y
frenesí, de la felicidad. Y sin embargo embarrancamos continuamente y no
conseguimos aquello que ansiábamos conquistar, bien por nuestros
prejuicios, dogmatismos, supersticiones o miedos que nos conducen al
fracaso o bien porque la utilizamos para reducir nuestra vulnerabilidad
humana.

Pero cuando nuestra inteligencia es incapaz de ajustarse a la realidad


caemos en la desdicha y aquí tenemos el fracaso de la inteligencia: ser
incapaces de conseguir la felicidad.

En nuestra vida, llena de miedos, dogmatismos, supersticiones y prejuicios,


estos fracasos de la inteligencia nos conducen hacia una incapacidad total
para poder hacer frente a los estresores de la vida y caer una y otra vez en
los problemas que, cada día, vemos en las personas que, sin realidad
alguna, viven arrastrándose en la búsqueda de la limosna que les garantice
una vida sin futuro y sin felicidad, sólo pendientes de las migajas que caen
de las mesas bien surtidas.

Los miedos sin realidad o los que conforman la ansiedad negativa nos
impiden vivir y ser conscientes de que es posible una vida realista, son
problemas, no enfermedades y que al fracasar nuestra inteligencia nos
avocan a la miseria más absoluta: no podemos salir de casa, en todas
partes hay temores o ideas irreales de dolor, muerte o ser incapaces de
comprobar nuestro fracaso de la inteligencia y salir de ese miedo
provocado.
Los prejuicios son “estar seguros de una cosa que no se sabe”. Los prejuicios
nos llevan a “a juzgar anticipadamente un hecho” antes de que suceda.
Con frecuencia todos los prejuicios son peligrosos y como todos los fracasos
de la inteligencia provocan daños inevitablemente: la historia está llena de
crímenes y humillaciones cometidas por prejuicios sociales, políticos o
religiosos.
Los dogmatismos, otro fracaso de la inteligencia, “se mueven en un círculo
autosuficiente que se alimenta de sí mismo”. Cuando una previsión queda
invalidada por la realidad, no se reconoce el error, sino que se introducen
unas adecuadas variaciones para mantener la creencia previa, que en
definitiva es de lo que se trata: tener siempre razón y mantener una
creencia previa.
¿Y qué decir de las supersticiones? Estas son “una creencia muerta,
desbaratada, injustificable, pero que sigue influyendo en un sujeto”, es una
certeza injustificada, invulnerable a las evidencias en contra. Nuestra vida
está repleta de supersticiones: no pasar por debajo de una escalera, no
elegir el asiento 13, etcétera, etcétera. Como referencia nos puede servir el
informe que habla de que el 47 por ciento de las mujeres confían más en su
horóscopo que en sus maridos.
Los prejuicios, los miedos, los dogmatismos y las supersticiones son, por
tanto, claros ejemplos del fracaso de la inteligencia, que como podemos
comprobar han dado lugar en la historia a atrocidades como la Inquisición
o las guerras de religión, entre otras muchos ejemplos: buscamos más algo
que no sea lo más objetivo, sino aquello que nos dé la razón.

Cuando caemos en la depresión o en la ansiedad negativa no cabe la


menor duda que nuestra inteligencia ha fracasado, no nos ayuda a
solucionar nuestros problemas, nos hunde en nuestras falsas creencias y nos
impide ver la realidad, porque nosotros necesitamos tener otras ideas que
aunque no nos ayuden, si estarán de acuerdo con los errores cognitivos
citados.

La depresión, donde las personas se ofuscan en permanecer, a pesar de la


evidencia en contra, en el pasado, el cual no podemos cambiar y que sólo
hace que permanezcamos quietos, como columnas, en nuestros
problemas, no es nada más que otra forma de fracaso de la inteligencia.

Lo mismo que la ansiedad negativa que nos invalida para comprobar la


realidad y nos empuja a la huida para que no nos haga daño, no es más
que otra forma cotidiana, y muy importante, del fracaso de nuestra
inteligencia.

Los conocimientos que poseemos no nos sirven en estos problemas, y en


otros mucho, para solucionarlos definitivamente y por qué falla la
inteligencia “puede fallar porque no dirija, porque no capte, porque no
aprenda, o porque no sepa utilizar lo que aprende” que dice José Antonio
Marina.
Reconduzcamos nuestra inteligencia. Aprovechemos los conocimientos que
poseemos para conseguir vivir inteligentemente y poder evitar tantos
problemas como tenemos y que, en realidad, sólo existen porque no
utilizamos bien nuestra inteligencia.
Miedos
El miedo es una respuesta natural ante el peligro; una sensación
desagradable que atraviesa el cuerpo, la mente y el alma. Se puede deber
a algo que pasó, que está sucediendo o que podría pasar.

¿Qué haríamos si no tuviéramos miedo?

“Por todos los rincones de la tierra hay personas


que se sientan a esperar, sabiendo apenas qué es
lo que esperan, y mucho menos que están
esperando en vano”
Hemos visto en el artículo anterior sobre qué haríamos si no tuviéramos
miedo (1), cómo reaccionaban los filósofos antiguos ante el miedo.

En este nuevo artículo comprobaremos cómo los filósofos modernos han


seguido interpretando el miedo de la misma forma ¿Servirán de modelo, de
guía para nuestros problemas actuales o por el contrario no conseguiremos
salir del problema con su ayuda?

Hoy en día hay muchas más personas con miedo que en cualquier otra
etapa de la historia, cuando sería mucho más adecuado que teniendo
muchos más medios de control, más conocimiento de los problemas y
mayor capacidad intelectual para interpretarlos, ocurre que hoy día pasa
del 22% el porcentaje de personas que de una u otra forma están metidas
en el miedo.

Comprobemos qué nos dicen los nuevos filósofos.

Descartes afirma que “la superación del miedo sería un ejercicio


premeditado de urgir al alma que transmita al cuerpo ordenes de
superación del desconcierto”.
Kant nos transmite que “el miedo es una emoción inmediata, una sorpresa
que paraliza la reflexión. Ante ello queda el coraje de usar el raciocinio que,
a pesar de los riesgos de errar o fracasar, supondrá el aprendizaje para
seguir la vida. Contra el miedo, nos dice Kant:” atrévete a pensar”.
Kierkegaard el filósofo que mejor entendió la angustia nos dice” la angustia
existencial: ese estado de inocencia el cual nada concreto nos amenaza y
sin embargo mantiene sobrecogido a nuestro espíritu”.
Sartre otro de los grandes pensadores enfrentado a al miedo como
paralización de la existencia afirma” que el ser humano debe asumir la
angustia inherente a la condición humana, sin buscar refugios falsos para
ignorar nuestra libertad. La elección de actuar neutraliza al miedo y puede
dar sentido a nuestra existencia”.
“Mientras en su organización social los hombres logran cierta estabilidad, el
temor a la pérdida de lo propio y a la muerte continua presente en la vida”.

“Es más fácil hacer a la gente sentir miedo que odio”.

Si fuéramos más realistas y objetivos no tendríamos nunca ansiedad


negativa; si no admitimos los pensamientos negativos no tendríamos miedo
y sin este no se produciría ansiedad y lógicamente esta no nos provocaría
ningún tipo de síntomas.

Evitemos los pensamientos negativos y jamás tendremos ansiedad negativa.

Hay un proverbio árabe que dice: “lo pasado ha huido, lo que esperas está
ausente, pero el presente es tuyo”.
El pensamiento es la actividad y creación de la mente; se dice de todo
aquello que es traído a la existencia mediante la actividad del intelecto.
Pensamiento
El pensamiento es la actividad y creación de la mente; se dice de todo
aquello que es traído a la existencia mediante la actividad del intelecto.

El fracaso de los sentimientos.

Hace unos meses, en estas mismas páginas, hablé del fracaso de la


inteligencia como una de las causas de nuestros problemas vitales.
Utilizando bien nuestra inteligencia nos puede conducir a vivir en el equilibrio
deseado, por el contrario, comentaba, no hacer buen uso de ella nos
llevará al mundo de la ansiedad, pensamientos negativos irreales, o al
mundo de la depresión, la paralización, la resignación en nuestro pasado.

Hoy quiero hablaros de otro tipo de fracaso que hace, a veces, que nuestra
afectividad no llegue a vivir en consonancia con nuestra inteligencia, con el
consiguiente fracaso afectivo, sentimental y amoroso.

Se trata del fracaso afectivo.


En psicología, la corriente cognitiva conductual, defiende que nuestro
desarrollo se basa en la triada: pensamiento, sentimiento y comportamiento.

Decía Sócrates: “dime cómo piensas y te diré quién eres” y aquí está la base
de nuestra vida: en función de cómo sean nuestros pensamientos serán
nuestros sentimientos y por supuesto nuestra conducta. Entre estas partes
de nuestro desarrollo ha de existir una coherencia absoluta, no se puede
pensar en positivo, sentir en negativo y tener un comportamiento positivo:
algo falla.

La ansiedad es otra explicación de la incoherencia en la que permanecen


quienes viven en ella. Sus pensamientos negativos irreales, para ellos reales,
les llevan a unos sentimientos negativos y su comportamiento a la huída, el
temor y el miedo irreal. Si lograsen restaurar su forma de pensar, sus
pensamientos negativos reales, abandonarían la temida ansiedad negativa:
“la verdadera inteligencia, la que termina en conducta, es una mezcla de
conocimiento y afecto”.

Dada la multiplicidad de expresiones afectivas que tenemos, las podemos


organizar en tres tipos, con el fin de poderlas estudiar mejor y conocer los
beneficios y problemas que nos puedan proporcionar: los sentimientos, los
apegos y los impulsos. Sin esta distinción nuestra vida íntima puede sufrir
graves equivocaciones de consecuencias irreparables.

El nivel sentimental nos proporciona información de cómo están


funcionando nuestros deseos o proyectos en contacto con nuestra realidad.
El miedo nos comunica que las expectativas que tenemos están
amenazadas y sería muy buena respuesta cambiar de miedos irreales por
otros más reales que nos lleven a completar nuestras expectativas.
La tristeza nos anuncia que hemos sufrido una pérdida.
La decepción o frustración nos indica que nuestras esperanzas no se han
cumplido. La desesperación nos dice que no se van a cumplir.
Por el contrario la alegría, la satisfacción y la calma son una demostración
de que nuestras ilusiones, metas y deseos se están cumpliendo.
Nada mejor podemos hacer que llegar a esa satisfacción de que todo lo
que deseamos podemos conseguirlo, siempre y cuando, nuestros deseos
sean coherentes con nuestros recursos y cualidades.

Si examinamos nuestros sentimientos tendremos la prueba evidente de


cómo nos va la vida: si acertamos o por el contrario no llegamos a convertir
en realidad todos nuestros deseos, esperanzas y ambiciones legítimas.

El nivel de los apegos. El apego es la relación psicológica que enlaza a un


sujeto profundamente con otra persona, con determinados objetos o
determinadas experiencias. Las adicciones, la dependencia, en sus distintos
tipos, el amor, el odio son fenómenos de apego, aunque algunos no
pueden considerarse propiamente apegos, porque no tenemos, a veces,
constancia de esa relación psicológica.
Un caso curioso es cuando en una pareja hay un miembro de ella que no
está contento, que se siente maltratado y que desea irse cuanto antes de la
cercanía de su pareja, sucede que esta se muere y de pronto comienza a
sufrir por la pérdida y la echa de menos y no ocurre otra cosa que “ha
perdido el sentido de su vida que era, precisamente, sobrevivir en una
situación hostil”.

El tercer nivel es el llamado grupo impulsivo. En este grupo están los deseos,
las tendencias, las necesidades. A este nivel pertenecen el hambre, la sed,
el sexo, la necesidad de ser amado, la curiosidad.
Cada uno de nosotros tenemos impulsos, ahí radica que nuestro
pensamiento racional los produzca, pero no todos tenemos los mismos
impulsos ni mucho menos les proporcionamos la misma intensidad.

De todo esto tenemos que intentar que nuestros sentimientos vayan en la


dirección correcta de nuestros pensamientos, ha de existir una coherencia
máxima con el fin de evitar el fracaso.

Produzcamos pensamientos racionales que nos lleven a unos sentimientos


coherentes y que el resultado de nuestra conducta nos aporte la calidad y
equilibrio deseado.

Podemos elegir nuestro pensamiento.


 PENSAMIENTO
 11 DIC, 2015
“Soy un hombre viejo y he sufrido muchas y
grandes desgracias, muchas de ellas, nunca
existieron”. Mark Twain.
Cada día está más aceptado que la vida es lo que nuestro pensamiento
nos señala. Todo lo que realizamos está en función de cómo pensamos. Ya
decía Sócrates ”dime cómo piensas y te diré quién eres”

Somos energía sí, pero la vida la marca nuestro pensamiento. No son las
cosas externas lo que nos inquieta, ya lo decía Epicteto: “no son las cosas,
sino las opiniones sobre ellas”.

En función de cómo pensamos, sentiremos y responderemos a los estresores


de la vida. No se puede echar la culpa a los demás de nuestra desgracia,
pues como decía Montaigne: “a nadie le va mal durante mucho tiempo sin
que él mismo tenga la culpa”.

El pensamiento no puede ser espeso porque seguro que, como la sangre,


nos producirá coágulos que nos detendrán de súbito y nuestros sentimientos
y conductas no nos servirán para nada. Ha de ser flexible, positivo y
equilibrado para que nos guíe, nos acompañe en nuestro caminar, así
podremos encontrar la paz y el equilibrio en nuestra vida.

Nadie pone en duda que la mente interactúa con las emociones,


conductas y la salud física. Cuando nuestra mente va por caminos duros y
pedregosos le cuesta reaccionar y decimos que estamos hartos, que no
podemos más, que la vida es injusta, que no conseguimos caminar
erguidos, sino que siempre estaremos tropezando o tendidos en el suelo.
Con estas perspectivas nos decimos que no somos nada, se nos van hasta
las ganas de vivir. Es verdad que la mente puede ser nuestra principal
aliada, pero también nuestra mejor rival.

Decía Buda “que ni tus peores enemigos pueden hacerte tanto daño como
tus propios pensamientos”. No necesitamos a nadie, nos bastamos y
sobramos para hacemos mal.

Sin embargo nosotros somos los responsables del cambio. No es el entorno el


que nos genera la ansiedad, sino la interpretación que hagamos de él.
Echar la culpa a la sociedad, a los demás, a nuestros hijos o amigos de
todos nuestros problemas no nos soluciona nada. Es nuestra responsabilidad,
somos los dueños de nuestro destino, nadie nos lo puede cambiar.

A veces, es verdad, el entorno no nos facilita la labor, pero como el daño es


un problema subjetivo, podemos reaccionar desechándolo o dejándolo
que se vaya. A muchos les gustaría que sus problemas surgieran de los
demás, de las circunstancias, pero la realidad es que sólo nosotros podemos
cambiar la forma de interpretarlos, sólo nosotros podemos elegir esta
interpretación o elección y en función de todo esto seremos felices o
desgraciados.

Siempre que estamos dispuestos a cambiar nuestros pensamientos los


resultados serán más objetivos y no podrán hacernos daño. No sólo
crecemos psicológicamente, sino que iremos por la vida seguros de nosotros
y confiados en los logros que conseguiremos.

El mundo, es verdad, no es de color de rosa; hay demasiadas espinas que


nos laceran profundamente, aun así, siempre tenemos a mano el dirigir
nuestros pensamientos al lugar donde sólo nosotros podemos elegir. Si no
aceptamos todo aquello que no podemos cambiar, sólo nos quedará
resignarnos o amargarnos la vida y amargársela a los demás, por ese
camino no hay posibilidades de avanzar, de redimirnos ante nuestros
fracasos, que los habrá, y aceptando nuestra fragilidad podremos,
apoyados en un pensamiento fuerte y positivo, recuperar el camino que sin
duda, alguna vez, pudimos perder.

Un pensamiento que vive cotidianamente ocupado en anticipar lo que


puede ocurrir de forma negativa, sólo nos puede proporcionar ansiedad
negativa: no hay realidad; tener pensamientos que comienzan por: y si me
muero, y si me cae una teja encima, y si contraigo una enfermedad, etc. es
la forma más rápida de entrar en la ansiedad y luego, la mayoría de las
veces, somos incapaces de salir por miedo al miedo.
Aunque los demás quieran, si nosotros no queremos, nadie nos puede
imponer los pensamientos, pero qué duda cabe que lo que sí podemos es
elegirlos y en función de cómo sea esta elección viviremos en el filo de la
navaja o nadaremos en las dulces aguas de la serenidad.

Todo es, al fin, cuestión de elegir nuestra forma de pensar y de cambiar,


llegado el momento, los pensamientos nos pueden hacer más daño que
beneficio.

Esperemos que no nos pase como a Mark Twin, que tuvo muchas tragedias
y desgracias y la mayoría no existieron en realidad, pero sí en su
pensamiento y esto es una muestra hasta dónde puede llegar nuestra
mente mal dirigida.

Y para terminar volveremos a Mark Twin donde nos complementará todo lo


expuesto: » En veinte años, estarás más decepcionado por las cosas que no
hiciste. Así que navega lejos del puerto seguro. Explora. Sueña. Descubre».
Problemas de
comunicación
Muchos problemas pueden afectar nuestra capacidad para hablar y
comunicarnos.

La relación de pareja evoluciona, cambia y madura, es decir, una relación


afectiva pasa por diferentes etapas. Estas fases incluyen momentos
agradables y positivos, pero por muy unida y armoniosa que sea, añade
una fuerte carga emocional que en ocasiones producen conflictos en la
pareja.
Cuando dos personas se unen y deciden seguir el camino de la vida juntos,
añaden sus personalidades, creencias y experiencias previas a la ecuación.
Hay muchos roles por decidir y es un esquema cambiante donde la pareja
debe adaptarse a los nuevos escenarios de la vida que se vayan
produciendo.

Diferentes fases de las relaciones de pareja


Se pueden enumerar diferentes fases de las relaciones de pareja, pero
podemos señalar estas tres principales:

1. El comienzo. El enamoramiento es la base de la gran mayoría de


relaciones de pareja. En esta fase la atención está enfocado en los
aspectos comunes y, por lo general, sin percibir apenas los aspectos
que nos diferencian. En esta etapa evitamos los conflictos. El
enamoramiento es una emoción y por tanto tiende a la habituación.
2. La convivencia. Cuando una pareja decide vivir juntos, hay un montón
de hábitos que antes no compartían y tareas domésticas que deben ser
asignadas. Ahora cada persona empieza a mostrarse como es y el
encuentro comienza a ser más real, y pueden aparecer diferencias en
la forma de resolver los conflictos.
3. Los hijos. Con la llegada de un bebé, se produce un nuevo cambio
cualitativo por todos conocido. Se multiplican las tareas de manera
exponencial y la pareja tiene que unificar criterios en base a la
educación que pretenden otorgarle.
Hemos señalado estas tres etapas por las que muchas parejas
pasaran, pero hay muchos otros cambios que se pueden producir en una
relación de pareja, como los relacionados con los trabajos, (cambio de
horarios, retribuciones, paro, cambio geográfico…), problemas de
salud, adolescencia de los hijos, en la edad madura cuando los hijos se
independizan, y un largo etc.
Cómo solucionar problemas de pareja
Independientemente del momento vital en el que se encuentre la pareja
hay una serie de recomendaciones “universales” que nos van a ayudar en
cualquier fase que nos encontremos.
Por tanto, veamos una seria de consejos para cuando se produzcan
conflictos en la pareja:

 Discutir, no pelear. Una de las primeras ideas es desmitificar el hecho


de discutir. Mantener discusiones no es sinónimo de una mala relación
per se. Pero si es muy importante el cómo discutimos y el evitar que
deriven en peleas.
 Comunicación. Una de las herramientas más potentes de las que
dispone la pareja para superar sus diferencias siempre que se utilice de
manera adecuada.
 Hablar de los problemas. Si algo nos preocupa es bueno decírselo a
nuestra pareja, pero eligiendo un buen momento en el que ambos
estéis en una buena predisposición emocional. Lenguaje no ofensivo.
Hay que tener cuidado, ya que las palabras que elijamos pueden abrir
profundas heridas.
 Escucha activa. Si nuestra pareja se siente escuchada y percibe que
estamos haciendo esfuerzos por entenderla, ya habremos dado un gran
paso hacia la solución del problema.
 Centrarse en un único tema. Cuando se está discutiendo sobre un
asunto debe ser conciso y objetivo, y no derivar hacia otros temas
conflictivos y sacar otros “trapos sucios” del pasado para recriminar y
aumentar la tensión.
 Centrarse en la solución del conflicto. Ligado con el anterior, ser
constructivos, evitando los reproches, y buscar los aportes necesarios
para llegar a una solución satisfactoria y sobre todo conjunta.
 Respeto. Evitar caer en la falta de respeto. Si se llega al insulto es señal
inequívoca que la discusión no va a ser productiva, todo lo contrario.
 Comunicación no verbal. El contacto físico es importante. El dar por
ejemplo un abrazo a tu pareja de manera espontánea puede ser de
gran ayuda y poner fin a unos días de tensiones y malhumores. De igual
modo, con malas caras o gestos, podemos aumentar nuestro
distanciamiento emocional.
 Evitar arrastrar problemas exteriores a nuestra relación. Es muy común
que un conflicto en el trabajo o con amigos, lo traigamos a nuestro
hogar y lo hagamos extensible a nuestra relación. De hecho, en muchas
ocasiones, se malinterpreta esa confianza y hace que descarguemos
nuestra frustración en la pareja. Hay que intentar ser consciente de ello
y construir muros, no traer lo malo del exterior a nuestra relación (P.ej.
Justo antes de entrar al hogar, respiramos profundamente y dejamos
fuera esos problemas que recogeremos y afrontaremos a la mañana
siguiente en el lugar preciso).
En resumen, la discusión forma parte de la pareja y se debe trabajar como
pareja también en ello. Incluso no siempre va a ser posible llegar a un
acuerdo totalmente satisfactorio, pero de poco sirve en el largo plazo el
imponerse al otro. En el peor de los casos se debe llegar a un acuerdo en el
desacuerdo, y a unos mínimos de entendimiento.
Realidad Virtual
La realidad virtual es un entorno de escenas u objetos de apariencia real. La
acepción más común refiere a un entorno generado mediante tecnología
informática, que crea en el usuario la sensación de estar inmerso en él.

Realidad virtual.

Este artículo está escrito por una psicóloga clínica especializada


en tratamientos con realidad virtual, unas técnicas que os pueden ayudar a
mejorar vuestra ansiedad en cuestión de poco tiempo, consiguiendo con
ello que vuestro sufrimiento disminuya rápida mente.
Las nuevas tecnologías al servicio de una de los mayores problemas de
psicología que hoy día sufren más personas en el mundo. Os dejo con su
informe.

Realidad virtual.
Si sufres ansiedad, tienes ataques de pánico o tienes alguna fobia
seguramente querrás deshacerte de ellas, del malestar que te producen.

El método tradicional hasta ahora ha sido la exposición en imaginación o en


vivo. En el caso de la exposición en imaginación se trata de imaginarse en
la situación temida y aplicar técnicas de afrontamiento que el psicólogo
habrá enseñado anteriormente. La exposición en vivo supone aplicar dichas
técnicas en situación real.

Hoy, gracias al avance de la tecnología, existe una nueva ayuda para las
personas ansiosas y fóbicas a través del uso de la realidad virtual. La
tecnología se ha desarrollado mucho, y nos ayuda a mejorar la calidad de
vida interviniendo en muchas áreas de nuestra vida, entre ellas nuestra
salud emocional. La realidad virtual aporta una gran mejora al tratamiento
de los miedos y la ansiedad ayudando a conseguir mejores resultados en
menor tiempo.

Se trata de unas gafas que reproducen una situación deseada, un entorno,


en 3D, produciendo en la persona las mismas reacciones y emociones que
se experimentan en situación real. Se consigue así un sentido de presencia,
es decir, la sensación de estar realmente en el entorno virtual. No se tiene la
sensación de observar el entorno desde fuera como si de una película se
tratara, sino de formar parte de ellos.

Es una nueva forma de hacer terapia a medio camino entre la exposición


en imaginación y la exposición en vivo, más efectiva y más fácil de realizar
que las técnicas tradicionales.

¿Cómo nos ayuda la realidad virtual? Nos ayuda a conseguir el equilibrio a


través de la puesta en práctica de las pautas que nos ha dado el psicólogo
anteriormente en entornos que nos producen ansiedad.

En primer lugar deberás hacer una lista, una jerarquía de miedos,


ordenando las situaciones que te producen ansiedad y malestar de menor
a mayor. En terapia trabajaremos basándonos en esa lista. Te enseñaremos
a lidiar con los pensamientos negativos que aparecen en esos momentos y
técnicas de afrontamiento.

En segundo lugar pasaremos a la exposición en realidad virtual, y


entraremos en la primera escena que nos hayas indicado. En ese momento
pondrás en práctica las técnicas, y nosotros te ayudaremos y te guiaremos
para que las lleves a cabo de la forma adecuada. Además te colocaremos
unos sensores de biofeedback para que tu respuesta de ansiedad quede
registrada a través de una gráfica y puedas comprobar tus progresos de
una forma objetiva.

Se ensayarán las técnicas en cada una de las situaciones de la lista que nos
hayas dado tantas veces como sea necesario.
La ventaja que aporta la realidad virtual es la posibilidad de enfrentarse en
la consulta a una misma situación tantas veces como sea necesario,
asegurando así el aprendizaje de las técnicas y un mejor afrontamiento de
la situación en la vida real. Permite aprovechar al máximo el tiempo de
sesión, y se adquiere una mayor fuerza y capacitación en menos sesiones
que con otras terapias.

Además esta terapia puede aplicarse a multitud de trastornos: ansiedad


generalizada, miedo a conducir, miedo a volar, miedo a las alturas,
agorafobia, claustrofobia, miedo a sangre e inyecciones, miedo a animales,
o miedo a hablar en público.

Es una técnica médicamente validada por más de 20 años de uso e


investigación. Es un sistema extendido prácticamente por todo el mundo
que miles de pacientes han probado obteniendo muy buenos resultados.

En España la técnica es todavía poco conocida, pero en los meses que


llevamos trabajando en nuestro centro hemos podido comprobar cómo, en
pocas sesiones, los pacientes mejoran notablemente, y se enfrentan en la
vida real a situaciones que no hubieran pensado jamás.

Os dejo nuestra página web por si estáis interesados en saber más sobre la
terapia con realidad virtual o si os animáis a
experimentarla www.tratamientoansiedadyfobias.es, y nuestro e-mail para
cualquier duda o consulta [email protected].
Relaciones de pareja
Principales causas y formas de afrontar los problemas que surgen en una
relación de pareja.

Algunos consejos para ayudar a resolver los problemas de pareja

Los problemas de pareja se presenta generalmente en la forma de que un


los miembros hace una conducta que no le gusta a la otra. Otras veces la
queja es mutua.

En esta página se presenta un método que consiste en una interacción


estructurada entre dos personas diseñada para resolver una disputa
concreta entre ellos.

No todos los problemas son solucionables. Por ejemplo, aquellos que están
fuera del control del responsable. Otros consisten en una elección entre dos
valores de las personas que pueden no ser negociables, por ejemplo, tener
o no tener un hijo.

Los problemas más idóneos para las técnicas que aquí se explican son
problemas que están sujetos a negociación, a buscar soluciones creativas y
a valorar la relación coste beneficio.

Preliminares en el método de resolución de problemas

 Hay que dedicar un tiempo y un espacio concreto y establecido a la


resolución de problemas.
 La actitud que hay que tener es de mejorar la relación y que es un
problema mutuo que afecta a las dos partes y en el que las dos partes
tienen algo que decir. Si se va con la idea de que el otro tiene que
hacer un cambio y uno solamente presionar para que se haga, el
fracaso es muy probable.
 La colaboración es la esencia de la resolución de problemas.
 La disposición a cambiar para hacer al otro más feliz es fundamental
para tener éxito.

La definición del problema

En la definición del problema se trata de identificar el objetivo de cada


miembro de la pareja. Se excluyen objetivos que enfrentan tales como
ganar, vengarse, o hacer daño.

Hay que separar de forma nítida dos fases: la fase de definición y la de


solución y realizarlas sucesivamente sin mezclarlas. Cuando se define no se
intenta dar solución ni viceversa. Hay que tener muy en cuenta que no se
trata de volver al pasado o de quejarse sino de definir el problema.
Definir el problema de forma adecuada incluye los siguientes elementos:

1. Una frase positiva indicando que hay facetas o momentos en los que
la relación funciona y el problema no tiene importancia.
2. Una descripción de la conducta indeseable. Hay que ser específico y
llegar a conductas concretas evitando en todo momento la
descalificación de la persona, sino centrarse en la evaluación de la
conducta. Se trata también de evitar palabras como “siempre” o
“todo” que son falsas y descalifican a quien las usa.
3. Una especificación de las situaciones en las que ocurre la conducta
problema que se ha definido.
4. Las consecuencias que esa conducta tiene para el componente que
la sufre, incluyendo los sentimientos que el provocan. Es importante
que los sentimientos se refieran exclusivamente a la conducta y sus
consecuencias y no lleve a descalificaciones o menosprecios del otro.
5. Es necesario ser breve. Por ejemplo, hay que evitar poner demasiados
ejemplos, preguntarse por las causas y emplear los “¿por qués?” que
siempre implican un reproche y no llevan a resolver el problema.
6. Ambos miembros de la pareja tienen que estar de acuerdo en que se
ha definido el problema y para ello AMBOS han de reconocer la parte
de su responsabilidad en la generación o mantenimiento del
problema. Si no se llega al acuerdo básico de quien ha de cambiar
para que se dé la solución, se puede hacer una definición bilateral del
conflicto. En la que se incluyen las conductas de ambos miembros,
dentro de la regla de tratar un solo problema a la vez.

Reglas generales en la fase de definición del problema

1. No discutir más de un problema a la vez.


2. Practicar ambos la escucha activa resumiendo lo que el otro dice
antes de intervenir.
3. No hacer inferencias, hablar solamente de lo que se observa. Esto
incluye no hacer juicios de intenciones suponiendo que el otro intenta
conseguir algo que no es observable.
4. Evitar el conflicto siendo neutral y evitando la negatividad o la lucha
por el poder.

Fase de solución

Una vez que se está de acuerdo en la definición del problema, se pasa a la


fase de solución. En esta fase hay que:

1. Centrarse en la solución y no volver al planteamiento una y otra vez. La


mejor forma de mantenerse en la solución es emplear las reglas del
brainstorming o tormenta de ideas.
2. Las soluciones han de centrarse en definir cambios en las conductas
de ambos y no solamente en la del que causa el problema. Hay una
máxima que dice: “si quieres que alguien cambie, empieza
cambiando tú”. El cambio de uno ha de conllevar consecuencias
positivas para él, lo que implica un cambio en el otro. Un
entrenamiento en asertividad puede ser una buena forma de
consensuar la solución.
3. Sobre la lista de soluciones alternativas que se ha generado se realiza
un análisis de los pros y los contras de cada una de ellas. De esa
evaluación ha de derivarse un consenso en la solución del problema.
Es conveniente que el acuerdo se haga por escrito, porque obliga a
una concreción mayor.
4. A veces, si el cambio que se plantea es complicado, es conveniente
planificarlo.
5. Es preciso hacer un seguimiento de lo pactado para evaluar si se ha
logrado la solución adecuada o es preciso hacer algún ajuste.
Soledad
La soledad puede causar aislamiento y reclusión, resultado de una
incapacidad de establecer relaciones con los demás.

La tristeza es una emoción que tiende a generar en nosotros gran malestar,


sin embargo, el mayor inconveniente tiene lugar cuando ésta se alarga en
el tiempo y afecta a los diferentes ámbitos de la vida, o cuando origina
una depresión.

Os traemos unos trucos a modo de paraguas para protegernos de la tristeza


cuando esto ocurre y mejorar nuestra salud emocional. Si aun así no
consigues mejorar, te recomendamos que busques a un profesional
especializado en esta materia. Puedes contactar con nosotros si
necesitas terapias para combatir la depresión.

1. Llora si te apetece. La tristeza es una emoción como cualquier otra y


tiene su función. Tienes derecho a sentirte triste y llorar si lo necesitas.
2. Acepta tu momento y date tiempo. No pasa nada, a veces la mejor
forma de cambiar algo es aceptarlo y dejar de luchar contra ello. No
tenemos por qué sentirnos felices inmediatamente, todo proceso lleva
su tempo.
3. No juzgues lo que sientes. El juicio que hacemos sobre nuestros
sentimientos genera mayor malestar: «lo que se supone que debería
sentir, lo que pensarán los demás, lo que pienso que soy por sentirme
así…». Estar triste no nos afectaría tanto si no pensáramos que eso dice
algo de nosotros y nos aferráramos a ello; podemos verlo como
una emoción que, como cualquier otra, al igual que viene, se va.
4. No te aísles. La tendencia a aislarse contribuye a hacernos sentir aún
peor cuando estamos tristes. Si bien es verdad que hay momentos en
los que necesitamos estar en soledad, compartir momentos con otras
personas nos distrae, nos hace pensar en otras cosas para no seguir
alimentando el sentimiento negativo.
5. Habla sobre ello, compártelo. No tienes por qué pasar por esto tú solo;
si pruebas, descubrirás que hablar sobre algo o desahogarse puede ser
realmente liberador. Siempre encontraremos al menos UNA persona
dispuesta a escuchar: un amigo, un familiar, un conocido, un
profesional… ¡Incluso un diario puede resultar de mucha utilidad!
6. Ocupa tu tiempo, ¿qué te apetece hacer? A priori la respuesta puede
ser «nada», la apatía se apodera de nuestro poder decisión. Si esto se
mantiene en el tiempo, detente y piensa con calma, ¿seguro que no
te viene algo a la cabeza? Las pequeñas cosas llenan nuestro día a
día: un baño caliente, una película, dar una vuelta, charlar con una
amistad, preparar nuestro plato favorito, apuntarse a alguna
actividad…
7. Cuida tu aspecto y tu higiene personal. Dúchate, vístete y encárgate
de tu aseo personal. Prestar atención a algo tan básico es
fundamental, significa cuidar de nosotros: si hay una persona que no
puede olvidarse de ti, eres tú mismo. Además, vernos bien contribuye a
mejorar nuestro estado anímico.
8. Sal a la calle. Si pasamos todo el día dentro de nuestra burbuja el
ambiente acabará viciado. Hay más oxígeno ahí afuera, ¡sal a
respirarlo!
9. Establecer una rutina. Esto nos empuja a organizar nuestro día a día y
no abandonarnos.
10. Prueba con el deporte. Hacer deporte, además de ayudarnos
a desconectar y liberar emociones, provoca que generemos una serie
de hormonas que contribuyen a mantener un estado de ánimo
positivo.
11. Focalizar en el presente. “Lo hecho, hecho está”, parece fácil
decirlo pero no podemos volver atrás para recuperar el tiempo ni
cambiar el pasado. Sin embargo sí que podemos focalizar nuestra
atención y esfuerzo en ‘hoy’, para aprovechar el tiempo y cambiar el
futuro.
12. Márcate pequeños objetivos diarios o semanales. Esto hace que
nos centremos en otros asuntos y que dediquemos menos atención a
lo que nos preocupa. Basta con pequeños hechos que reconforten,
Roma no se hizo en un día. Hacer revisión y ver que los conseguimos
anima y estimula.
13. Busca ayuda profesional. No somos capaces de reponernos
apoyándonos únicamente en nuestro entorno, pero eso no significa
que no haya salida. Igual que vamos al médico cuando nos duele el
pie, ¿por qué no ir al psicólogo cuando nos duele el corazón?
TOC
Trastorno Obsesivo
Compulsivo
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad
caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que
producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, y conductas
repetitivas, denominadas compulsiones dirigidas a reducir la ansiedad
asociada.

Cómo se desarrollo un TOC y cuál es la forma más


sencilla de salir de él

Tratamiento de trastorno obsesivo compulsivo


A continuación os voy a mostrar un caso práctico de una persona con
trastorno obsesivo compulsivo (TOC) para que os deis cuenta cómo se
puede uno recuperar si sigue las normas indicadas.
Primero os indico los problemas que tiene esta paciente y que debido a
ellos es diagnosticada con un TOC.

Segundo os pongo un número al lado de la conducta de la paciente y nos


indica qué criterio se está cumpliendo de acuerdo con el DSM IV, que es el
manual que utilizamos para diagnosticar.

Con todo ello quiero que conozcáis cómo se desarrolla un TOC y la forma
más sencilla de salir de él. Sin trabajo no hay salida posible.
Caso 1 Laura la obsesiva-comprobadora.

*Los asteriscos indican los aspectos del caso que coinciden en mayor grado
con los criterios del DSM IV, pero no implican necesariamente que el caso
“cumpla” esos criterios diagnósticos.
Criterios DSM-IV
Laura acude a consulta porque no comprende por qué siempre está de
mal humor, no encuentra equilibrio entre su trabajo, marido, niños, casa y
eso la hace sentirse muy mal. En el trabajo tiene muchos problemas con sus
subordinados: no hacen nunca nada bien. Luego comenzó a hablar de sus
preocupaciones más acuciantes como los detalles, las listas, los horarios, sus
responsabilidades como madre: cuando lleva a sus niños a dormir está
obsesionada con que sus hijos van a dejar de respirar cuando duermen,
comprueba una y otra vez si respiran, entra varias veces en la habitación a
comprobar si respiran hasta que pronuncia una frase repetitiva y con ella
recupera un poco el equilibrio y sale definitivamente de la habitación;
comprobar que las puertas estén cerradas, repasando una, dos ,tres, cuatro
o más veces si están cerradas, principalmente la puerta de la calle, las
puertas del coche y si están cerradas la llaves del gas.*
* Preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la
organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista el objeto
principal de la actividad.
Se siente mal cuando se le indica que hay que tirar a la basura todo lo que
no sirve o tiene utilidad para la casa: acumula bolsas, no se desprende de la
ropa que no utiliza, guarda cosas como las cucharillas de las papillas de los
niños. Todo con la ilusión de no perder ni un recuerdo.
* Incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no
tienen un valor sentimental
Se queja de la presión que siente al tener que gastar dinero, llegando a
adoptar un estilo avaro en sus gastos tanto de ella como de los demás:
siempre piensa que hay que ahorrar por si vienen catástrofes o surgen
problemas.*
* adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se
considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras.
En el trabajo tiene muchos problemas, la dedicación exclusiva no tiene
límites quedándose hasta más tarde por el afán de dejarlo todo bien
organizado, para ello repasa veces y veces todo, para que no falte nada,
con el consiguiente abandono de sus actividades de ocio y alejamiento de
sus amistades.
* dedicación excesiva al trabajo y la productividad con exclusión de las
actividades de ocio y las amistades (no atribuible a necesidades
económicas evidentes)
Se siente muy mal, dice, al tener que delegar en los demás parte de su
trabajo , siempre piensa que no lo hacen bien y tiene que revisarlo muchas
veces para comprobar su ejecución.*
* Es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se
sometan exactamente a su manera de hacer las cosas
Analizada su operativa laboral se da cuenta de que el perfeccionismo que
tiene interfiere mucho en su trabajo, ya que rara vez termina sus tareas
debido a que es tanto lo que se exige que es imposible terminarlas
correctamente.*
* Perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas (p. ej., es
incapaz de terminar un proyecto porque no cumple sus propias exigencias,
que son demasiado estrictas)

Desarrollo
Este problema psicológico suele comenzar en la edad adulta y requiere
para tener un diagnóstico claro, que al menos cuatro de los ítems que
caracteriza este problema aparezcan en la persona afectada: en el caso
de Laura tiene seis ítems lo que nos indica una penetración enorme en el
problema y nos demuestra que la recuperación será larga y difícil.

Estos problemas obsesivo-compulsivos son cada día más reconocidos en las


personas que tienen problemas psicológicos. Buscamos más perfección, nos
preocupan más los detalles, los horarios y esto conlleva que cada día
revisemos, con mucha exigencia, nuestra vida. Si no somos capaces de ser
más flexibles, más comedidos y no dejamos a parte las obsesiones por lo
perfecto, seremos personas que podemos acabar en los brazos de la
obsesión-compulsiva.
¿Qué suelen hacer para quitarse el peso de su obsesión? En el caso de
Laura comprueba muchas veces que están las cerraduras bien cerradas,
comprueba veces y veces que sus niños duermen y respiran y no se siente
segura hasta que repite su frase talismán que la libera momentáneamente
de la obsesión. Antes de irse a dormir puede repetir hasta diez veces si están
cerradas las llaves del gas.

En todo problema psicológico subyace siempre un problema que no ha sido


resuelto y que es la causa de nuestra ansiedad. Me cuenta que la relación
con su padre es prácticamente nula. Esto le molesta sobre manera pues le
gustaría solucionarlo pero por otra parte no quiere: esa indecisión será la
causa de todos sus problemas.

Dice que querría solucionar el problema pero hay demasiado como para
parar: malos tratos familiares con su madre, a la que adora, abandono de
hogar, desatención constante desde pequeños. No puede aceptar que
haya sido olvidada y debido a esto no puede restaurar el equilibrio paterno-
infantil.

Quizás la tarea no sea fácil pero al final la terapia hace sus efectos y tras
dos meses intensos de terapia cognitivo-conductual pudimos conseguir
reducir los niveles obsesivos-compulsivos a unos índices bajos y que
consiguieron que su vida no se pareciera en nada con la anterior. Hoy ya
comienza a respirar sin opresión. Recuperó a su pareja e hijos, las amistades
han retornado y sus empleados comienzan a vivir una cierta paz que era
impensable hacía dos meses.

La terapia consistió en impedir que comprobara nada de lo que temía con


unas técnicas cognitivo-conductuales que le llevó a controlar sólo una vez
que las puertas estaban cerradas, que sus niños respiran seguros en sus
camas; que la cocina está controlada y que no puede exigirse tanta
perfección en su trabajo y mucho menos exigirles a los demás tanta o más
perfección que se exige a ella.

Ha trabajado mucho, muy duro y sin pausa y ha logrado volver a su vida


anterior y olvidar el paréntesis eterno en el que su vida no era vida sino un
grave problema.
Trastornos del estado
de ánimo
Los trastornos del estado de ánimo o Trastornos del humor (afectivos) se
caracterizan por una alteración del estado de ánimo del individuo.

Distorsiones cognitivas 4

Espero y deseo lo expuesto en esta sucesión de artículos sobre los


problemas que tenemos con nuestras distorsiones os haya podido llevar a
conseguir reducirlas y haber alcanzado una mejora en vuestro equilibrio
psicológico.

11. ETIQUETAS GLOBALES.


Cuando etiquetamos o globalizamos todos los aspectos de una persona o
acontecimiento reduciéndolos a un solo elemento: “todos los maestros son
unos pedantes” o idealizando a la personas: “un maestro es lo mejor”.

En definitiva es el efecto de englobar bajo una etiqueta hechos distintos y


particulares de modo inadecuado.

Palabras claves para detectarlas:


“Soy un”, “Es un”, “Son unos”

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Sería muy interesante buscar cosas que escapen a la etiqueta
globalizadora y preguntarse: “¿soy así siempre?”. “¿Hay otros aspectos de
mí que escapan a esa etiqueta?”.
Siempre es muy interesante, en este caso, hacer lo mismo cuando
califiquemos a otra persona.

12. CULPABILIDAD.
En esta distorsión la persona piensa que los demás son siempre los causantes
de sus problemas o tomando el punto de vista opuesto se culpa a sí mismo
de todos los problemas ajenos.

Esta distorsión nos puede producir mucho daño, pues el sentimiento de


culpabilidad conlleva mucha distorsión psicológica.

Palabras claves para detectarlas:


“Mi culpa”, “Su culpa“, Culpa de”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Sería muy interesante buscar motivos o razones del problema sin que
necesariamente haya que encontrar culpables, no todo en la vida consiste
en buscar culpables, no es, por tanto, racional generalizar.

13. LOS DEBERÍAS:


Consiste en pensar que uno mismo, los otros o las cosas deben o no, actuar
o ser de cierta manera; se establecen así normas absolutas y se cierra la
posibilidad a otras opciones. Se sobreestima lo malo que es no cumplir los
imperativos.

Las personas poseen una lista de normas rígidas sobre cómo deberían
actuar tanto ella como los demás. Si los demás no las cumplen se enojan, si
es ella también se siente culpable: “Cómo me desvivo por complacer a los
demás, la gente debería comportarse conmigo de la misma manera”.
Palabras claves para detectarlas:
“Debería de”, “No debería”, “Tengo que”, No tengo que”, “Tiene que”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Cuando uno mismo no satisface los imperativos se genera vergüenza y
culpa y cuando no las satisfacen los demás, frustración, ira y resentimiento.

Preguntarnos: ¿qué pruebas tenemos para decir que eso debe ser así?
¿Puedo comprobar si es tan grave si eso no ocurre como yo digo que
debería ocurrir? con toda seguridad que si dejáramos de utilizar tanto los
“debe” como los “tengo”, nos ahorraríamos muchos dolores de cabeza y
nuestro equilibrio psicológico mejoraría fabulosamente.

14. TENER RAZÓN:


Consiste en la tendencia a probar de manera frecuente, ante el
desacuerdo de otra persona, que nuestro punto de vista es el correcto y
cierto.

No nos interesan sus argumentos, simplemente se ignoran o, peor aún, no se


escuchan y en general se ponen a la defensiva.

Palabras claves para detectarlas:


“Yo tengo razón”, “Sé que estoy en lo cierto y él/ella está equivocado”.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Procuremos no centrarse en nosotros mismos, escuchar al otro y
preguntarse: ¿Estoy escuchando realmente al otro? ¿Tiene derecho a su
punto de vista? ¿Seguro que lo que pienso es cierto y los demás están
equivocados? ¿Podemos aprender algo de su punto de vista sin hacerme
una idea prejuzgada de ella?

15. FALACIA DE LA RECOMPENSA DIVINA:


En esta distorsión no buscamos solución a los problemas y dificultades
suponiendo que la situación mejorará “mágicamente” en el futuro o tendrá
una recompensa en el futuro si la deja tal cual. Como consecuencia de
esta postura lo único que conseguiremos será un malestar innecesario, el
resentimiento y el no buscar soluciones que podrían ser factibles en la
actualidad.

Palabras claves para detectarlas:


“El día de mañana tendré mi recompensa”, “Las cosas mejorarán en el
futuro”, “Dios me ayudará” y no hacemos nada por solucionarlo.

Forma adecuada para contrarrestarlas:


Lo único ideal que hay es buscar soluciones en el presente y no dejar que
los acontecimientos se resuelvan solos, sin nuestro trabajo no conseguiremos
nada
¿”Podemos decirnos qué podría hacer ahora mismo”’ “¿Tenemos pruebas
para decir que no podemos hacer algo para cambiar esto?”.

Espero que estos artículos os hayan ayudado a encauzar un poco mejor


vuestra vida.

“El poder del pensamiento positivo nos sirve en todo momento para dirigir
nuestra energía mental y nuestros esfuerzos en una dirección determinada.

Cuando apoyamos nuestros anhelos con pensamientos positivos y con


imágenes acordes con lo queremos alcanzar, experimentar, estamos muy
cerca de lograr que se conviertan en realidad”
Trastornos obsesivos
El trastorno de la personalidad obsesiva-compulsiva (TPOC) es un trastorno
de personalidad caracterizado por un patrón general de preocupación por
el orden, perfeccionismo, control mental e interpersonal, a expensas de la
flexibilidad, la apertura y la eficiencia.

Diagnóstico

Entre los pasos para diagnosticar el TOC, pueden mencionarse los siguientes:

 Exploración física. Se puede realizar para descartar otros problemas


que podrían estar causando los síntomas y para detectar cualquier
complicación relacionada.
 Análisis de laboratorio. Pueden incluir, por ejemplo, hemograma
completo, control de la función tiroidea y detección de uso de alcohol
y drogas.
 Evaluación psicológica. Implica analizar tus pensamientos,
sentimientos, síntomas y patrones de conducta. Si lo autorizas, puede
haber comunicación con tus familiares y amigos.
 Criterios de diagnóstico para el TOC. El médico puede aplicar los
criterios establecidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM-5), publicado por la American Psychiatric
Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría).
Desafíos del diagnóstico

A veces, resulta difícil diagnosticar el TOC porque los síntomas pueden ser
muy similares a los del trastorno de la personalidad obsesiva compulsiva, los
trastornos de ansiedad, la depresión, la esquizofrenia u otros trastornos de
salud mental. Asimismo, es posible tener ambos, un TOC y otro trastorno
mental. Trabaja con tu médico para que puedas obtener el diagnóstico y el
tratamiento adecuados.

Tratamiento

El tratamiento para el trastorno obsesivo compulsivo puede no resultar en la


cura, pero puede ayudar a controlar los síntomas para que no controlen tu
vida diaria. Algunas personas necesitan tratamiento durante toda la vida.

Los dos tratamientos principales para el TOC son la psicoterapia y los


medicamentos. A menudo, el tratamiento es más efectivo si se combinan
ambas cosas.
Psicoterapia

La terapia cognitivo-conductual (TCC) es un tipo de psicoterapia efectiva


para muchas personas con trastorno obsesivo compulsivo. La exposición
con prevención de la respuesta (EPR), un tipo de terapia cognitivo
conductual (TCC), implica tu exposición gradual a objetos temidos u
obsesiones, como la suciedad y enseñarte maneras saludables para hacer
frente a tu ansiedad. La EPR implica esfuerzo y práctica, pero podrás
disfrutar de una mejor calidad de vida una vez que aprendas a controlar tus
obsesiones y compulsiones.

La terapia puede desarrollarse en sesiones individuales, familiares o grupales.

Medicamentos

Determinados medicamentos psiquiátricos pueden usarse para controlar las


obsesiones y compulsiones propias del trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
Lo más frecuente es que primero se indiquen antidepresivos.

Entre los aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos


para tratar el TOC, pueden mencionarse los siguientes:

 Clomipramina (Anafranil), para adultos y para niños a partir de los


10 años
 Fluoxetina (Prozac), para adultos y para niños a partir de los 7 años
 Fluvoxamina, para adultos y para niños a partir de los 8 años
 Paroxetina (Paxil, Pexeva), únicamente para adultos
 Sertralina (Zoloft), para adultos y para niños a partir de los 6 años
Sin embargo, el médico puede recetar otros antidepresivos y medicamentos
psiquiátricos.

Medicamentos: Qué debes tener en cuenta

A continuación, te damos algunos temas para hablar con el médico acerca


de los medicamentos para el TOC:

 Cómo elegir un medicamento. En general, el objetivo es controlar de


manera efectiva los síntomas con la menor dosis posible. No es inusual
probar diferentes fármacos antes de encontrar el correcto para ti. Es
posible que el médico te recomiende más de un medicamento para
controlar los síntomas de manera efectiva. Una vez que empiezas a
tomar un medicamento, la mejora en los síntomas podría advertirse
recién al cabo de semanas o meses.
 Efectos secundarios. Todos los psicofármacos tienen potenciales
efectos secundarios. Habla con tu médico acerca de los posibles
efectos secundarios y sobre cualquier control médico que sea necesario
mientras recibes psicofármacos. Cuéntale al médico si presentas efectos
secundarios preocupantes.
 Riesgo de suicidio. Por lo general, la mayoría de los antidepresivos son
seguros, sin embargo, la Administración de Alimentos y Medicamentos
(Food and Drug Administration, FDA) exige que todos los antidepresivos
tengan una advertencia en un recuadro negro, la advertencia más
estricta para los medicamentos recetados. En algunos casos, los niños,
adolescentes y adultos jóvenes menores de 25 años pueden tener un
aumento de los pensamientos o comportamientos suicidas cuando
toman antidepresivos, en especial, en las primeras semanas después de
comenzar o cuando se modifica la dosis. Si se presentan pensamientos
suicidas, comunícate de inmediato con tu médico o busca ayuda de
urgencia. Recuerda que es más probable que los antidepresivos
reduzcan el riesgo de suicidio a largo plazo al mejorar el estado de
ánimo.
 Interacciones con otras sustancias. Al tomar un antidepresivo, cuéntale
al médico acerca de cualquier otro medicamento recetado o de venta
libre, suplementos a base de hierbas u otros suplementos que estés
tomando. Algunos antidepresivos pueden provocar reacciones
peligrosas si se combinan con determinados medicamentos o
suplementos a base de hierbas.
 Suspensión de los antidepresivos. Si bien los antidepresivos no se
consideran adictivos, es posible que se presente cierta dependencia
física (que es distinta a la adicción). Por lo tanto, suspender el
tratamiento de manera abrupta o saltar varias dosis puede provocar
síntomas similares a los de la abstinencia, lo que a veces se conoce con
el nombre de síndrome de discontinuación. No suspendas los
medicamentos sin antes hablar con el médico, incluso si se siente mejor.
Podrías tener una recaída de los síntomas del TOC. Trabaja con el
médico para disminuir de manera gradual y segura la dosis.
Habla con el médico acerca de los riesgos y beneficios de emplear
determinados medicamentos.
Otros tratamientos

En ocasiones, los medicamentos y la psicoterapia no tienen eficacia


suficiente como para controlar los síntomas del TOC. Se sigue investigando
la potencial eficacia de la estimulación cerebral profunda para tratar el
TOC que no responde a los abordajes tradicionales de tratamiento.

Dado que la estimulación cerebral profunda no ha sido evaluada en


profundidad para su uso en el tratamiento del TOC, asegúrate de
comprender todas las ventajas y desventajas y los posibles riesgos para la
salud.
Vacío vital
O

Vacío existencial
Vacío es un concepto que procede del vocablo latino vacīvus. El término
hace referencia a aquello que carece de contenido. Existencial, por su
parte, es un adjetivo vinculado a la acción de existir (estar, poseer vida,
pertenecer a la realidad).

Vacío existencial: 5 consejos para saber qué hacer con tu vida

Hay personas que sufren por encontrarse perdidas en la vida. Encontrar una
salida no es sencillo.

La vida mental no puede entenderse solamente con las reacciones


químicas que ocurren en nuestro cerebro, pues sentimos emociones,
tenemos sentimientos y percibimos el mundo en base a nuestra experiencia
y nuestras creencias. De hecho, todos buscamos sentido a nuestra vida...

El sentido de la vida ha captado el interés de diferentes corrientes filosóficas


y psicológicas como el existencialismo o el humanismo, y se centra en la
existencia, la conciencia y la felicidad, afectando a muchas otras
cuestiones como la ontología, el propósito vital, la ética y el libre albedrío,
etc.

Pero, ¿qué ocurre cuando alguien no encuentra el sentido a su vida?


Entonces hablamos de vacío existencial o crisis existencial. Hoy entraremos
en detalle con este tema.

 Artículo relacionado: “Crisis existencial: cuando no encontramos


sentido a nuestra vida”

Qué es el vacío existencial

El vacío existencial es un viaje melancólico en el que la persona es incapaz


de visualizar su futuro, pues no sabe dónde está ni se conoce, y tampoco es
capaz de mirar al futuro porque carece de objetivos vitales. Esto puede
llevar a la persona a sufrir una gran angustia existencial, y en el caso de
poner solución, puede llevarle a sufrir un estado depresivo.
Los individuos que se encuentran con un vacío existencial pueden llegar a
llegar a torturarse psicológicamente buscando una respuesta que no
encuentran. Pero si no pasan a la acción, esta situación puede devenir en
un círculo vicioso.

La única manera de escapar de este contexto se encuentra en el


autoconocimiento y en descubrir los deseos que uno tiene para poder
descubrir los objetivos vitales y luchar por ellos. Por tanto, en el propio
despertar está la solución. La respuesta futura se encuentra en el presente,
en saber quién soy, qué hago aquí, y hacia dónde voy.

Crisis por la propia existencia: sentirse emocionalmente vacío

Los objetivos vitales son necesarios para mantenernos motivados, pues


cuando no encontramos sentido a nuestra vida, la confusión y la tristeza
pueden apoderarse de nosotros. El vacío existencial nos lleva a sentir
malestar psicológico debido a que comenzamos a cuestionarnos las
razones de nuestra propia existencia.

En realidad, el vacío existencial es una crisis de identidad que tiene lugar


cuando nuestra vida está fuera de control. Entonces, nuestros esquemas
mentales no son adaptativos y nuestra autoestima se resiente puesto que no
tiene un base sólida ni un marco de referencia que la guíe. ¿Qué hago yo
aquí? o ¿cuál es el sentido de mi vida? Es algo que podemos llegar a
preguntarnos.

Descubrir quién somos y qué es lo que queremos para nuestra es clave para
nuestro desarrollo personal y para vivir con un estado de ánimo positivo. Es
decir, la introspección nos va a ayudar a pisar con los pies en el suelo en el
presente, para poder caminar hacia el futuro que deseamos.

 Artículo relacionado: “Desarrollo Personal: 5 razones para la


autorreflexión”
Ser emocionalmente inteligente, clave para superarlo

En los últimos tiempos, un concepto que ha revolucionado la manera que


las personas tenemos de relacionarnos con nosotros mismos es la
inteligencia emocional. Un término que hizo famoso el psicólogo
estadounidense Daniel Goleman, y que en la actualidad se aplica en
diferentes campos: educativo, laboral, deportivo y clínico. Respecto a este
último ámbito, la inteligencia emocional ha demostrado que mejora el
autoconocimiento, la automotivación, la gestión y regulación de las
emociones y, además, el bienestar y la felicidad de las personas.

Desde que Salovey y Mayer (1990) introdujera el constructo, son muchas las
investigaciones que han demostrado los beneficios de la inteligencia
emocional. Tal y como explicamos en nuestro artículo “Los 10 beneficios de
la inteligencia emocional”, favorece la toma de decisiones y el desarrollo
personal, que tienen mucho que ver con el vacío existencial.

En realidad, los expertos en desarrollo personal, como los coachs, aportan


herramientas de inteligencia emocional a los coachees, pues un individuo
no puede entenderse sin el correcto autoconocimiento y la gestión de las
propias emociones.

La inteligencia emocional permite a una persona conocerse mejor y


planificar objetivos realistas, que a son clave para salir del vacío existencial
y volver a engancharse a la vida. La inteligencia emocional ayuda a dejar
de lado la crisis de identidad, y permite vivir la vida con mayor claridad,
tanto en el presente como en el futuro.

Qué hacer con tu vida cuando no encuentras el camino correcto

Puesto que salir del vacío existencial tiene que ver con encontrar la
identidad genuina de cada uno, afrontar esta situación es diferente para
cada individuo. Es decir, el camino a trazar es distinto en cada sujeto, y
requiere voluntad por parte de cada uno para evitar quedar atrapado en
esta espiral negativa.
Los psicólogos tratan a diario con personas perdidas, que no disfrutan de su
trabajo, ni de su vida oque están con una pareja que en realidad no les
hace ningún bien. Siguen ahí por miedo a salir de la zona de confort, por
miedo a la incertidumbre, por miedo a encontrarse con su verdadero ser...
La felicidad se encuentra en uno mismo, en el desarrollo personal y
la autorrealización vital de cada uno.

Consejos para superar el vacío existencial

A continuación puedes encontrar algunos consejos para superar el vacío


existencial

1. Conócete a ti mismo

Como hemos comentado en líneas anteriores, es necesario conocerse a


uno mismo para saber el camino a seguir en la vida, No tengas miedo a tus
deseos. Si quieres mejorar tu nivel de inteligencia emocional, puedes
encontrar algunos cursos útiles en el artículo “Los 6 mejores cursos de
Inteligencia Emocional y Desarrollo Personal”

2. Márcate objetivos

Marcarse objetivos es clave para no sentir el vacío existencial. Los estudios


científicos afirman que las personas que se marcan objetivos y metas
realistas gozan de un mayor bienestar mental y están más motivadas. De
hecho, esto es clave para evitar la depresión.

3. Acepta la realidad

Muchas veces, la frustración y el vacío existencial también es consecuencia


de las expectativas irreales y de no aceptar la realidad. Cuando nos
aceptamos tal y como somos el vacío existencial desaparece.
4. Vive el presente

Aceptarse a uno mismo no tiene ningún sentido si no se vive el presente en


su totalidad. Está bien marcarse los objetivos, pero es necesario tener
siempre en mente el lugar de donde partimos.

5. Busca ayuda

En algunos casos, la confusión es tal que es muy difícil mirar hacia el


futuro. Entonces es necesario contar con profesionales de la psicología que
puedan ayudar a las personas a superar el vacío existencial y encarar la
dirección correcta hacia una vida plena.

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