Hermes Trismegisto - El Kybalion
Hermes Trismegisto - El Kybalion
Hermes Trismegisto - El Kybalion
Este libro fue pasado a formato Word y con LETRA AMPLIADA para facilitar
la difusión, y con el propósito de que así como usted lo recibió lo pueda hacer llegar
a alguien más. HERNÁN
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EL KYBALION
INTRODUCCIÓN
Mucho placer nos causa el poder presentar este trabajo a la atención de los
estudiantes e investigadores de las Doctrinas Secretas, obra que está basada en las
antiquísimas enseñanzas herméticas. Se ha escrito tan poca cosa sobre este asunto,
a pesar de las innumerables referencias que se han hecho de estas enseñanzas en
muchos de los trabajos sobre ocultismo, que los investigadores de las verdades
arcanas habrán, sin duda, presentido la aparición de este libro.
El propósito de este no es la enunciación de una filosofía o doctrina especial, sino
más bien el de dar al estudiante una exégesis de la verdad, que le sirva para
conciliar los muchos tópicos de los conocimientos ocultos que puede ya haber ad-
quirido, pero que, aparentemente, son contradictorios y paradojales, lo que a
menudo desanima y disgusta al principiante. Nuestro intento no es el de erigir un
nuevo templo de sabiduría, sino el de colocar en manos del investigador una clave
maestra con la cual pueda abrir las numerosas puertas internas que conducen al
Templo del Misterio.
Ningún conocimiento oculto ha sido tan celosamente guardado como los
fragmentos de las enseñanzas herméticas, los que han llegado hasta nosotros a
través de las centurias transcurridas desde los tiempos del Gran Fundador, Hermes
Trismegisto, "el elegido de los dioses", quien murió en el antiguo Egipto, cuando
la raza actual estaba en su infancia. Contemporáneo de Abraham y, si la leyenda no
miente, instructor de tan venerable sabio, Hermes fue y es el Gran Sol Central del
Ocultismo, cuyos rayos han iluminado todos los conocimientos que han sido
impartidos desde entonces. Todas las bases fundamentales de las enseñanzas
esotéricas que en cualquier tiempo han sido impartidas a la raza son originarias, en
esencia, de las formuladas por Hermes. Aun las más antiguas doctrinas de la India
han tenido su fuente en las enseñanzas herméticas.
Desde la tierra del Ganges, muchos ocultistas avanzados se dirigieron hacia el
Egipto para postrarse a los pies del Maestro. De él obtuvieron la clave maestra que,
al par que explicaba, reconciliaba sus diferentes puntos de vista, estableciéndose
así firmemente la Doctrina Secreta. De todas partes del globo vinieron discípulos y
neófitos que miraban a Hermes como el Maestro de los Maestros, y su influencia
fue tan grande que, a pesar de las negativas de los centenares de instructores que
había en los diferentes países, se puede fácilmente encontrar en las enseñanzas de
estos últimos las bases fundamentales en las que se asentaban las doctrinas
herméticas. El estudiante de religiones comparadas puede fácilmente percibir la
influencia tan grande que las enseñanzas herméticas han ejercido en todas las
religiones, sea cual fuere el nombre con que se les conozca ahora, bien en las
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religiones muertas o bien en las actualmente existentes. La analogía salta a la vista,
a pesar de los puntos aparentemente contradictorios, y las enseñanzas herméticas
son como un conciliador de ellas.
La obra de Hermes parece haberse dirigido en el sentido de sembrar la gran
verdad-semilla que se ha desarrollado y germinado en tantas y tan extrañas formas,
más bien que en el de establecer una escuela de filosofía que dominara el
pensamiento del mundo. Sin embargo, la verdad original enseñada por él ha sido
guardada intacta, en su pureza primitiva, por un reducido número de hombres en
cada época, los cuales, rehusando gran número de aficionados y de estudiantes
poco desarrollados, siguieron el proceder hermético y reservaron su conocimiento
para los pocos que estaban prontos para comprenderlo y dominarlo. De los labios a
los oídos fue transmitido este conocimiento entre esos pocos.
Siempre han existido en cada generación y en los diversos países de la tierra
algunos Iniciados que conservaron viva la sagrada llama de las enseñanzas
herméticas, y que siempre han deseado emplear sus lámparas para encender las
lámparas menores de los del mundo profano, cuando la luz de la verdad
languidecía y se anublaba por su negligencia, o cuando su pabilo se ensuciaba con
materias extrañas. Han existido siempre los pocos que cuidaron el altar de la ver-
dad, sobre el cual conservaron siempre ardiendo la lámpara perpetua de la
Sabiduría. Esos hombres dedicaron su vida a esa labor de amor que el poeta
describiera en estas líneas:
"O, let not the flame die out! Cherished age after
age in its dark cavern —in its holy temples
cherished. Fed by pure ministers of love— let not the
flame die out!"
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LOS OÍDOS DEL QUE ESTÁ PRONTO PARA RECIBIR SUS
ENSEÑANZAS SE ABREN DE PAR EN PAR". Y además: "CUANDO EL
OÍDO ES CAPAZ DE OÍR, ENTONCES VIENEN LOS LABIOS QUE HAN
DE LLENARLOS CON SABIDURÍA". Pero su actitud habitual ha estado
siempre estrictamente de acuerdo con otro aforismo, de "El Kybalión" también,
que dice que "LOS LABIOS DE LA SABIDURÍA PERMANECEN CERRA-
DOS, EXCEPTO PARA EL OÍDO CAPAZ DE COMPRENDER".
Y esos oídos incapaces de comprender son los que han criticado esta actitud de los
hermetistas y los que se han lamentado públicamente de que aquellos no hayan
expresado nunca claramente el verdadero espíritu de sus enseñanzas, sin reservas
ni reticencias. Pero una mirada retrospectiva en las páginas de la historia
demostrará la sabiduría de los maestros, quienes conocían la locura que era intentar
enseñar al mundo lo que este no deseaba ni estaba preparado a recibir. Los
hermetistas nunca han deseado ser mártires, sino que, por el contrario, han
permanecido retirados, silenciosos y sonrientes ante los esfuerzos de algunos que
se imaginaban, en su ardiente entusiasmo, que podían forzar a una raza de bárbaros
a admitir verdades que sólo pueden comprender los que han avanzado mucho en el
Sendero.
El espíritu de persecución no ha muerto aún en la tierra. Hay ciertas enseñanzas
herméticas que, si se divulgaran, atraerían sobre sus divulgadores un griterío de
odio y el desprecio de las multitudes, las que volverían a gritar de nuevo:
¡Crucificadlo!... ¡Crucifícadlo!...
En esta obrita hemos tratado de daros una idea de las enseñanzas
fundamentales de "El Kybalión", indicando todo cuanto se refiere a los principios
actuantes, dejándoos el trabajo de estudiarlos, más bien que el de tratarlos nosotros
mismos en detalle. Si sois verdaderos estudiantes o discípulos, comprenderéis y
podréis aplicar estos principios, si no, debéis desarrollaros, pues de otra manera las
enseñanzas herméticas no serán para vosotros sino "palabras, palabras,
palabras".
LOS TRES INICIADOS
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Capítulo I
LA FILOSOFÍA HERMÉTICA
Desde el antiguo Egipto han venido las enseñanzas fundamentales y secretas que
tan fuertemente han influido en los sistemas filosóficos de todas las razas y de
todos los pueblos, durante centurias enteras. El Egipto, la patria de las pirámides y
de la Esfinge, fue la cuna de la Sabiduría Secreta y de las doctrinas místicas. Todas
las naciones han sacado las suyas de sus doctrinas esotéricas. La India, Persia,
Caldea, el país de los medos, China, Japón, AsirIa, la antigua Grecia y Roma, y
otros no menos importantes países, se aprovecharon libremente de las doctrinas
formuladas por los hierofantes y Maestros de la tierra de Isis, conocimientos que
sólo eran transmitidos a los que estaban preparados para participar de lo oculto.
Fue también en el antiguo Egipto donde vivieron los tan grandes adeptos y
Maestros que nadie después ha sobrepasado, y que rara vez han sido igualados en
las centurias que han transcurrido desde los tiempos del Gran Hermes. El Egipto
fue la residencia de la Gran Logia de las fraternidades místicas. Por las puertas de
su templo entraron todos los neófitos que, convertidos más tarde en Adeptos,
Hierofantes y Maestros, se repartieron por todas partes, llevando consigo el
precioso conocimiento que poseían y deseando hacer partícipe de él a todo aquel
que estuviera preparado para recibirlo. Ningún estudiante de ocultismo puede dejar
de reconocer la gran deuda que tiene contraída con aquellos venerables Maestros
de Egipto.
Pero entre esos grandes adeptos existió uno al que los demás proclamaron "el
Maestro de los Maestros". Este hombre, si es que puede llamarse "hombre" a un
ser semejante, vivió en Egipto en la más remota antigüedad y fue conocido bajo el
nombre de Hermes Trismegisto. Fue el padre de la sabiduría, el fundador de la
astrología, el descubridor de la alquimia. Los detalles de su vida se han perdido
para la historia, debido al inmenso espacio de tiempo transcurrido desde entonces.
La fecha de su nacimiento en Egipto, en su última encarnación en este planeta, no
se conoce ahora, pero se ha dicho que fue contemporáneo de las más antiguas di-
nastías de Egipto, mucho antes de Moisés. Las autoridades en la materia lo creen
contemporáneo de Abraham, y en algunas de las tradiciones judías se llega a
afirmar que Abraham obtuvo muchos de los conocimientos que poseía, del mismo
Hermes.
Después de haber transcurrido muchos años desde su muerte (la tradición
afirma que vivió trescientos años), los egipcios lo deificaron e hicieron de él uno
de sus dioses, bajo el nombre de Tot. Años después los griegos hicieron también
de él otro de sus dioses y lo llamaron "Hermes, el dios de la sabiduría". Tanto los
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griegos como los egipcios reverenciaron su memoria durante centurias enteras,
denominándole el "inspirado de los dioses", y añadiéndole su antiguo nombre
"Trismegisto", que significa "tres veces grande". Todos estos antiguos países lo
adoraron, y su nombre era sinónimo de "fuente de sabiduría".
Aun en nuestros días usamos el término "hermético" en el sentido de "secreto",
"reservado", etc., y esto es debido a que los hermetistas habían siempre observado
rigurosamente el secreto de sus enseñanzas. Si bien entonces no se conocía aquello
de "NO ECHAR PERLAS A LOS CERDOS", ellos siguieron su norma de
conducta especial que les indicaba "DAR LECHE A LOS NIÑOS Y CARNE A
LOS HOMBRES", cuyas máximas son familiares a todos los lectores de las
escrituras bíblicas, máximas que, por otra parte, habían sido ya usadas muchos
siglos antes de la Era Cristiana.
Y esta política de diseminar cuidadosamente la verdad ha caracterizado siempre
a los hermetistas, aun en nuestros días. Las enseñanzas herméticas se encuentran
en todos los países y en todas las religiones, pero nunca identificadas con un país
en particular ni con secta religiosa alguna. Esto es debido a la prédica que los an-
tiguos instructores hicieron para evitar que la Doctrina Secreta se cristalizara en un
credo. La sabiduría de esta medida salta a la vista de todos los estudiantes de histo-
ria. El antiguo ocultismo de la India y de Persia degeneró y se perdieron sus
conocimientos, debido a que los instructores se habían convertido en sacerdotes y
mezclaron la teología con la filosofía, siendo su inmediata consecuencia que
perdieron toda su sabiduría, la que acabó por transformarse en una cantidad
inmensa de supersticiones religiosas, cultos, credos y dioses. Lo mismo pasó con
las enseñanzas herméticas de los gnósticos cristianos, enseñanzas que se perdieron
por el tiempo de Constantino, quien mancilló la filosofía mezclándola con la
teología, y la iglesia cristiana perdió entonces su verdadera esencia y espíritu,
viéndose obligada a andar a ciegas durante varios siglos, sin que hasta ahora haya
encontrado su camino, observándose actualmente que la iglesia cristiana está
luchando nuevamente por aproximarse a sus antiguas enseñanzas místicas.
Pero siempre han existido unas cuantas almas que han conservado viva la
llama, alimentándola cuidadosamente y no permitiendo que se extinguiera su luz.
Y gracias a esos firmes corazones y a esas mentes de extraordinario desarrollo
tenemos aún la verdad con nosotros. Mas no se encuentra en los libros. Ella ha sido
transmitida del Maestro al discípulo, del iniciado al neófito, de los labios a los
oídos. Si alguna vez se ha escrito algo sobre ella, su significado ha sido
cuidadosamente velado con términos de astrología y alquimia, de tal manera que
sólo los que poseían la clave podían leerlo correctamente. Esto se hizo necesario a
fin de evitar las persecuciones de los teólogos de la Edad Media, quienes luchaban
contra la Doctrina Secreta, a sangre y fuego. Aun en nuestros días nos es dable
encontrar algunos libros valiosos de Filosofía Hermética, pero la mayor parte se ha
perdido. Sin embargo, la Filosofía Hermética es la única clave maestra que puede
abrir las puertas a todas las enseñanzas ocultas.
En los primeros tiempos existió una compilación de ciertas doctrinas
herméticas que eran las bases fundamentales de toda la Doctrina Secreta, y que
habían sido, hasta entonces, transmitidas del instructor al estudiante, compilación
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que fue conocida bajo el nombre de "El Kybalión", cuyo exacto significado se
perdió durante centenares de años. Sin embargo, algunos que han recibido sus
máximas de los labios a los oídos las comprenden y las conocen. Sus preceptos no
habían sido escritos nunca hasta ahora. Son, simplemente, una serie de máximas y
axiomas que luego eran explicados y ampliados por los Iniciados. Estas enseñanzas
constituyen realmente los principios básicos de la "alquimia hermética", la que,
contrariamente a lo que se cree, está basada en el dominio de las fuerzas mentales,
más bien que en el de los elementos materiales; en la transmutación de una clase
de vibraciones mentales en otras, más bien que en el cambio de una clase de metal
en otro. La leyenda acerca de la piedra filosofal, que convertía todos los metales en
oro, era una alegoría relativa a la Filosofía Hermética, alegoría que era
perfectamente comprendida por todos los discípulos del verdadero hermetismo.
En esta obrita invitamos a nuestros estudiantes a examinar las enseñanzas
herméticas, tal como fueron expuestas en "El Kybalión", explicadas y ampliadas
por nosotros, humildes estudiantes de las mismas, que si bien llevamos el título de
iniciados somos, sin embargo, simples discípulos a los pies de Hermes, el Maestro.
Transcribimos aquí muchas de las máximas y preceptos de "El Kybalión",
acompañadas por explicaciones y comentarios que creemos ayudarán a hacer más
fácilmente comprensibles esas enseñanzas por los hombres modernos,
especialmente teniendo en cuenta que el texto original ha sido velado a propósito
con términos oscuros y desconcertantes.
Las máximas originales, axiomas y preceptos de "El Kybalión" están impresos
con otro tipo de letra. Esperamos que los lectores de esta obra sacarán tanto prove-
cho del estudio de sus páginas como lo han sacado otros que han pasado antes por
el mismo sendero que conduce al adepto desde los tiempos de Hermes
Trismegisto, el Maestro de los Maestros, el Tres Veces Grande, hasta ahora.
Dice "El Kybalión":
"Donde quiera que estén las huellas del Maestro, allí los
oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se
abren de par en par". "Cuando el oído es capaz de oír,
entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabi-
duría".
De manera que, de acuerdo con lo indicado, este libro sólo atraerá la atención
de los que están preparados para recibirlo. Y recíprocamente, cuando el estudiante
esté preparado para recibir la verdad, entonces este libro llegará a él. El principio
hermético de causa y efecto, en su aspecto de "ley de atracción", llevará los oídos
junto a los labios y el libro junto al discípulo.
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Capítulo II
Los siete principios sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son los
siguientes:
1. El Principio del Mentalismo
2. El Principio de Correspondencia
3. El Principio de Vibración
4. El Principio de Polaridad
5. El Principio del Ritmo
6. El Principio de Causa y Efecto
7. El Principio de Generación
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1. EL PRINCIPIO DEL MENTALISMO
EL KYBALION
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2. EL PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA
Este principio encierra la verdad de que hay siempre una cierta correspondencia
entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida, y el
antiquísimo axioma hermético se refiere precisamente a esto, y afirma: "Como
arriba es abajo; como abajo es arriba", y la comprensión de este principio da una
clave para resolver muchos de los más oscuros problemas y paradojas de los
misteriosos secretos de la Naturaleza. Hay muchos planos que no conocemos, pero
cuando aplicamos esa ley de correspondencia a ellos, mucho de lo que de otra
manera nos sería incomprensible se hace claro a nuestra conciencia. Este principio
es de aplicación universal en los diversos planos, mental, material o espiritual del
Kosmos: es una ley universal. Los antiguos hermetistas consideraban este principio
como uno de los más importantes auxiliares de la mente, por cuyo intermedio se
puede descorrer el velo que oculta lo desconocido a nuestra vista. Su aplicación
puede desgarrar un tanto el Velo de Isis, de tal manera que nos permita ver, aunque
más no sea, algunos de los rasgos de la diosa. De igual manera que el conocer los
principios de la geometría habilita al hombre para medir el diámetro, órbita y
movimiento de las más lejanas estrellas, mientras permanece sentado en su
observatorio, así también el conocimiento del principio de correspondencia habilita
al hombre a razonar inteligentemente de lo conocido a lo desconocido; estudiando
la mónada se llega a comprender al arcángel.
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3. EL PRINCIPIO DE VIBRACIÓN
EL KYBALION
Este principio encierra la verdad de que todo está en movimiento, de que nada
permanece inmóvil, cosas ambas que confirma por su parte la ciencia moderna, y
cada nuevo descubrimiento lo verifica y comprueba. Y, a pesar de todo, este
principio hermético fue enunciado cientos de años ha por los Maestros del antiguo
Egipto. Este principio explica las diferencias entre las diversas manifestaciones de
la materia, de la fuerza, de la mente y aun del mismo espíritu, las que no son sino
el resultado de los varios estados vibratorios. Desde el TODO, que es puro espíritu,
hasta la más grosera forma de materia, todo está en vibración: cuanto más alta es
esta, tanto más elevada es su posición en la escala. La vibración del espíritu es de
una intensidad infinita; tanto, que prácticamente puede considerarse como si
estuviera en reposo, de igual manera que una rueda que gira rapidísimamente
parece que está sin movimiento. Y en el otro extremo de la escala hay formas de
materia densísima, cuya vibración es tan débil que parece también estar en reposo.
Entre ambos polos hay millones de millones de grados de intensidad vibratoria.
Desde el corpúsculo y el electrón, desde el átomo y la molécula hasta el astro y los
universos, todo está en vibración. Y esto es igualmente cierto en lo que respecta a
los estados o planos de la energía o fuerza (la que no es más que un determinado
estado vibratorio), y a los planos mentales y espirituales. Una perfecta
comprensión de este principio habilita al estudiante hermético a controlar sus
propias vibraciones mentales, así como las de los demás. Los Maestros también
emplean este principio para conquistar los fenómenos naturales. "EL QUE
COMPRENDA EL PRINCIPIO VIBRATORIO HA ALCANZADO EL
CETRO DEL PODER", ha dicho uno de los más antiguos escritores.
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4. EL PRINCIPIO DE POLARIDAD
Este principio encierra la verdad de que todo es dual, todo tiene dos polos; todo
su par de opuestos, afirmaciones que son de otros tantos axiomas herméticos.
Explica y dilucida las antiguas paradojas que han dejado perplejos a tantísimos
investigadores, y que literalmente decían: "La tesis y la antítesis son idénticas en
naturaleza, difiriendo sólo en grado"; "los opuestos son idénticos en realidad,
diferenciándose en su gradación"; "los pares de opuestos pueden conciliarse, los
extremos se tocan"; "todo es y no es al mismo tiempo", "toda verdad no es sino
media verdad"; "toda verdad es medio falsa", etc. Este principio explica que en
cada cosa hay dos polos, dos aspectos, y que los "opuestos" no son, en realidad,
sino los dos extremos de la misma cosa, consistiendo la diferencia, simplemente,
en diversos grados entre ambos. El calor y el frío, aunque opuestos, son realmente
la misma cosa, consistiendo la diferencia, simplemente, en diversos grados de
aquella. Mirad un termómetro y tratad de averiguar dónde empieza el calor y
dónde termina el frío. No hay nada que sea calor absoluto en realidad, indicando
simplemente ambos términos, frío y calor, diversos grados de la misma cosa, y que
esta se manifiesta en esos opuestos no es más que los polos de eso que se llama
calor, o sea la manifestación del principio de polaridad que nos ocupa. El mismo
principio se manifiesta en la "luz" y la "oscuridad", las que, en resumen, no son
sino la misma cosa, siendo ocasionada la diferencia por la diversidad de grado
entre los dos polos del fenómeno. ¿Dónde termina la oscuridad y dónde empieza la
luz? ¿Cuál es la diferencia entre grande y pequeño? ¿Cuál entre duro y blando?
¿Cuál entre blanco y negro? ¿Cuál entre alto y bajo? ¿Cuál entre positivo y
negativo? El principio de polaridad explica esta paradoja. El mismo principio
opera de idéntica manera en el plano mental. Tomemos, por ejemplo, el amor y el
odio, dos estados mentales completamente distintos aparentemente, y notaremos
que hay muchos grados entre ambos; tantos, que las palabras que nosotros usamos
para designarlos, "agradable" y "desagradable", se esfuman una en la otra, hasta tal
punto que muchas veces somos incapaces de afirmar si una cosa nos causa placer o
disgusto. Todas no son más que gradaciones de una misma cosa, como lo
comprenderéis claramente por poco que meditéis sobre ello. Y aun más que esto,
es posible cambiar o transmutar las vibraciones de odio por vibraciones de amor,
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en la propia mente y en la mente de los demás, lo que es considerado como lo más
importante por los hermetistas. Muchos de los que leéis estas páginas habréis
tenido experiencias en vosotros mismos y en los demás de la rápida e involuntaria
transición del amor en odio y recíprocamente. Y ahora comprenderéis la
posibilidad de efectuar esto por medio del poder de la voluntad, de acuerdo con las
fórmulas herméticas. El "Bien" y el "Mal" no son sino los polos de una misma y
sola cosa, y el hermetista comprende y conoce perfectamente el arte de transmutar
el mal en el bien aplicando inteligentemente el principio de polaridad. En una
palabra, el "arte de polarizar" se convierte en una fase de la alquimia mental,
conocida y practicada por los antiguos y modernos Maestros herméticos. La
perfecta comprensión de este principio capacita para cambiar la propia polaridad,
así como la de los demás, si uno se toma el tiempo y estudia lo necesario para
dominar este arte.
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5. EL PRINCIPIO DEL RITMO
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6. EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO
Este principio encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa, y toda causa
su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que todo sucede conforme a la
Ley. La suerte es una palabra vana, y si bien existen muchos planos de causas y
efectos, dominando los superiores a los inferiores, aun así ninguno escapa
totalmente a la Ley. Los hermetistas conocen los medios y los métodos por los
cuales se puede ascender más allá del plano ordinario de causas y efectos, hasta
cierto grado, y alcanzando mentalmente el plano superior se convierten en causas
en vez de efectos. Las muchedumbres se dejan llevar, arrastradas por el medio
ambiente que las envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si estos son
superiores a las de ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples causas
externas las empujan como autómatas en el gran escenario de la vida. Pero los
Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus
caracteres, sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea,
convirtiéndose de esta manera en dirigentes, en vez de ser los dirigidos. Ayudan a
las masas y a los individuos a divertirse en el juego de la vida, en vez de ser ellos
los jugadores o los autómatas movidos por ajenas voluntades. Utilizan el principio,
en vez de ser sus instrumentos. Los Maestros obedecen a la causación de los
planos superiores a aquel en que se encuentran, pero prestan su colaboración para
regular y regir en su propio plano. En lo dicho está condensado un valiosísimo
conocimiento hermético: que el que sea capaz de leer entre líneas lo descubra, es
nuestro deseo.
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7. EL PRINCIPIO DE GENERACIÓN
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Capítulo III
TRANSMUTACIÓN MENTAL
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Capítulo IV
EL TODO
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como también las de esas almas iluminadas que han ascendido a planos superiores
de existencia. Unos y otros afirman que la naturaleza íntima del TODO es
incognoscible. Y esto debe ser así efectivamente, pues nadie, excepto el TODO
mismo, puede comprender su propia naturaleza y su propio ser.
Los hermetistas creen y enseñan que el TODO en sí mismo es y debe ser
incognoscible. Consideran las teorías y especulaciones de los teólogos y
metafísicos respecto a la naturaleza íntima del TODO como esfuerzos infantiles de
mentes mortales para sorprender el secreto del Infinito. Todos esos esfuerzos han
fracasado siempre, y seguirán fracasando, debido a la naturaleza misma de la tarea.
El que especula sobre ello se encuentra perdido en un laberinto de pensamientos
sin salida, y si persiste en su intento acaba por perder toda capacidad para razonar
sanamente, hasta llegar a serle imposible la vida. Se encontraría en una situación
parecida a la de la ardilla, que en la jaula se pone a girar y girar en su rueda, sin
moverse del mismo sitio, continuando tan prisionera como antes de haber
comenzado.
Y aun mucho más presuntuosos son esos que tratan de atribuir al TODO la
personalidad, cualidades, propiedades, características y atributos de ellos mismos,
como si el TODO tuviera las emociones, sentimientos y características de los
humanos. Y llegan hasta atribuirle malas cualidades, como los celos, la
susceptibilidad a la alabanza y a la oración, el deseo de que se le ofrende y se le
adore y todas esas otras cosas que nos han legado como herencia de los primeros
días de la infancia de la humanidad. Tales ideas no le sirven para nada al hombre
desarrollado y acaba por dejarlas a un lado.
Creemos deber indicar que hacemos una distinción entre la filosofía y la
metafísica. Religión significa para nosotros la realización intuitiva de la
existencia del TODO y de la relación entre uno mismo y EL, mientras que la
teología significa para nosotros el esfuerzo o los esfuerzos que hace el
hombre para atribuirle las propias cualidades, personalidad, características,
etc., así como sus teorías, proyectos, deseos y designios, asumiendo el papel de
intermediario entre el TODO y el pueblo. La filosofía significa para
nosotros la especulación que tiende a comprender las cosas cognoscibles y
pensables (permítasenos la palabra), en tanto que la metafísica indica la tentativa
de inquirir entre las nebulosidades de las regiones de lo incognoscible y de lo
impensable, la que, al fin y al cabo, tiene la misma tendencia que la teología.
Consecuentemente, la religión y la filosofía significan para nosotros cosas que
tienen realidad por sí mismas, en tanto que la teología y la metafísica son algo así
como senderos tortuosos y laberínticos, por los que circula la ignorancia, y forman
la base más insegura e inestable sobre la que pueda apoyarse la mente o el alma del
hombre. No insistiremos para que aceptéis estas definiciones; las mencionamos
con el único objeto de deslindar nuestra posición. De todas maneras, muy poco
hablaremos en estas lecciones, de teología y metafísica.
Si bien es cierto que la naturaleza esencial del TODO es incognoscible, hay, sin
embargo, ciertas verdades relacionadas con su existencia, que la mente humana se
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ve obligada a aceptar. El examen de estas constituye un asunto apropiado para la
investigación, particularmente por lo que se refiere a lo que el Iluminado nos
transmite de sus impresiones en los más elevados planos de existencia.
Y a esta investigación os invitamos ahora.
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Siendo el TODO Infinito, Absoluto, Eterno, Inmutable, debe deducirse que
todo lo que es finito, mudable, transformable y condicionado, no puede ser el
TODO. Y como nada existe fuera de Él en realidad, todo lo que sea finito debe ser
nada realmente. No os vayáis a sorprender o asustar, porque no tratamos de
embarcaros en Ciencia Cristiana, cubriendo estas enseñanzas bajo el título de
Filosofía Hermética. Hay una reconciliación entre estos aparentemente
contradictorios asuntos. Tened paciencia, que a todo llegaremos a su debido
tiempo.
Vemos en torno de nosotros eso que se llama "materia", la que constituye las
bases físicas de todas las formas. ¿Es el TODO materia simplemente?
Absolutamente no. La materia no puede manifestar Vida o Mentalidad, y como la
mente está manifestada en el universo, el TODO no puede ser materia, pues nada
asciende más allá de su propia fuente, nada puede manifestarse en un efecto si no
lo está también en la causa, nada puede evolucionar o emerger como consecuente
si no está involucrado o involucionado como antecedente. Y además, la ciencia
moderna nos dice que la materia no existe realmente, sino que es "energía o fuerza
interrumpida", esto es, energía o fuerza en un grado menor de intensidad
vibratoria. Como ha dicho recientemente un escritor, "la materia se sumerge en el
Misterio". Aun la ciencia materialista ha abandonado la teoría de la materia y
ahora descansa sobre la base de la "energía".
¿Es, pues, el TODO mera fuerza o energía? No. La fuerza, tal como la
entienden los materialistas, es una cosa ciega, mecánica, carente de vida o
mentalidad. La vida y la mente no puede nacer de ciega energía, por las razones
dadas un momento ha: "NADA PUEDE SUBIR MÁS ALTO QUE SU
PROPIA FUENTE, NADA EVOLUCIONA SI NO HA INVOLUCIONADO,
NADA SE MANIFIESTA EN UN EFECTO SI NO ESTÁ EN LA CAUSA".
Así que el TODO no puede ser mera fuerza o energía, porque si lo fuera no
existiría eso que se llama mente y vida, y ambas sabemos que existen, porque no-
sotros estamos vivos y estamos empleando nuestra mente en considerar esta
cuestión; y en iguales condiciones se encuentran los que afirman que la energía es
todo.
¿Qué es lo que hay superior a la materia y a la energía, y que sepamos que
existe en el Universo? ¡Vida y mente! ¡Vida y mente en todos sus diversos grados
de desenvolvimiento! Entonces, preguntaréis: ¿Queréis significar que el TODO es
vida y mente? Sí y no, es nuestra respuesta. Si entendéis por vida y mente lo que
nosotros, pobres mortales, conocemos de ellas: ¡No, el Todo no es eso! Mas ¿qué
clase de vida y mentalidad significáis?, preguntaréis.
La contestación es Mente viviente, tan amplia como nosotros podamos
concebirla, puesto que la vida y la mente son muy superiores a la fuerza puramente
mecánica o a la materia. Mente infinita y viviente, si se compara con la vida y la
mentalidad finitas. Queremos indicar eso que quieren significar las almas
iluminadas, cuando reverentemente pronuncian la palabra: ¡Espíritu!
El TODO es Mente viviente e infinita, los iluminados lo llaman Espíritu.
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Capítulo V
EL UNIVERSO MENTAL
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Él, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón
de universos no significa mas que el tiempo que se emplea
en un abrir y cerrar de ojos".
EL KYBALION
"La mente infinita del TODO es la matriz del Kosmos".
EL KYBALION
El principio de género o generación (véase el capítulo I y otros que seguirán) se
manifiesta en todos los planos de la vida: material, mental y espiritual. Pero, según
ya hemos indicado anteriormente, el "género" no significa "sexo", pues este último
no es más que la manifestación material del género. "Género" significa "lo
relativo" a la generación o creación. Y dondequiera que algo se genera o se crea,
sea en el plano que fuere, el principio de género se está allí manifestando. Y esto es
verdad, aun en lo que se refiere a la creación de los universos.
Ahora no vayáis a suponer que estamos enseñando que hay un dios creador
macho y otro hembra. Esto no sería más que una mistificación de las antiguas
enseñanzas al respecto. La verdad es que el TODO, en sí mismo, está más allá del
género, así como también está más allá de toda otra ley, incluyendo las del tiempo
y del espacio. Él es la ley de la cual todas las leyes proceden, y, por lo tanto, no
puede estar sujeto a estas últimas. Mas cuando el TODO se manifiesta en el plano
de la generación o creación, entonces actúa de acuerdo con la ley y con el
Principio, pues se está moviendo en un plano inferior de existencia. Y
consecuentemente. Él manifiesta el principio de género, en sus aspectos masculino
y femenino, en el plano mental, por supuesto.
Esta idea podría pareceres un tanto chocante, si la oís por primera vez, mas
otras veces la habéis aceptado pasivamente en vuestras concepciones diarlas.
Habláis de la paternidad de Dios y de la maternidad de la Naturaleza, de Dios
como padre divino y de la Naturaleza como madre Universal, y así habréis
conocido instintivamente el principio del Género en el Universo. ¿No es así?
Mas las enseñanzas herméticas no implican una dualidad real —el TODO es
UNO— siendo los dos aspectos simples fases de manifestación. La doctrina es que
el principio masculino manifestado por el TODO permanece, en cierta manera,
aparte de la creación mental del Universo. Proyecta su Voluntad sobre el principio
femenino (que puede ser llamado naturaleza), siendo en esta donde comienza la
obra evolutiva de un Universo, desde simples "centros de actividad" hasta el
hombre, y aun a más elevados planos de existencia que el humano, todo ello de
acuerdo con bien establecidas leyes de la Naturaleza. Si preferís las antiguas
imágenes mentales, podéis concebir el principio masculino como Dios, el padre, y
el principio femenino como Naturaleza, la madre universal, de cuya matriz todas
las cosas nacen. Esto es algo más que una simple figura poética de lenguaje, es una
idea del proceso de la creación de un Universo. Pero recordad siempre que el
TODO es UNO, y que en su mente infinita es donde se crean y generan y existen
los kosmos.
Podría ayudaros a concebir esto propiamente el aplicarle la Ley de
26
correspondencia en vuestra propia mente. Sabéis que esa parte de vosotros que
llamáis "yo", en cierto sentido, permanece aparte de la creación de vuestras
imágenes mentales en el intelecto. La parte de la mente en la que se efectúa la
generación de imágenes puede ser llamada el "mí", en distinción con el "yo", que
permanece Aparte y que examina los pensamientos, ideas e imágenes del "mí".
Como "arriba es abajo", acordaos, y los fenómenos de un plano pueden emplearse
para resolver los enigmas de los planos superiores e inferiores.
¿Es acaso maravilloso que vosotros, los hijos, sintáis una reverencia instintiva
hacia Padre-Mente? ¿Es maravilloso que cuando consideráis las obras y maravillas
de la Naturaleza os sintáis conmovidos hasta lo más profundo de vuestro ser? Es a
vuestra madre-mente a quien os estáis estrechando, como un niño se estrecha al
seno de su madre.
No vayáis a suponer que el pequeñísimo mundo que os circunda —la Tierra—
que no es más que un grano de arena en el universo, es el universo mismo. Hay
millones de millones de tales mundos, y aun mucho mayores que él. Y aun hay
millones de millones de tales universos que existen en la Mente del Único. Y aun
en nuestro sistema solar hay regiones y planos de vida muy superiores a los
nuestros y seres respecto de los cuales somos como las amebas son respecto del
hombre. Hay seres cuyos poderes y atributos son mucho más elevados que los del
hombre, y este jamás ha soñado que pudieran existir. Mas, a pesar de esto, esos
seres fueron en un tiempo lo que nosotros ahora, y seremos un tiempo como ellos
son y aun superiores, porque tal es el destino del hombre, a juzgar por lo que nos
dicen los iluminados.
La muerte no es real, ni aun en sentido relativo: no es sino nacer en una vida
nueva, y ascendemos y seguiremos ascendiendo a planos de vida cada vez más
elevados, durante eones y eones de tiempo. El Universo es nuestra casa, nuestro
hogar, y podemos explorarlo hasta sus más lejanos confines, antes de la
consumación de los tiempos. Estamos en la mente del TODO y nuestras
posibilidades y oportunidades son infinitas, lo mismo en el tiempo que en el
espacio. Y al fin del gran ciclo de eones, cuando el TODO reabsorba sus
creaciones en sí mismo, marcharemos alegremente porque entonces seremos
capaces de comprender la verdad toda de ser UNO con el TODO. Esto es lo que
nos afirman los iluminados, esos que han avanzado tanto en el sendero de realiza-
ción.
Y, mientras tanto, permanezcamos tranquilos y serenos; estamos seguros y
protegidos por el Poder Infinito del Padre-Madre-Mente.
"En la Mente del Padre-Madre, los hijos están en su hogar".
EL KYBALION
"No hay nadie que no tenga padre o madre en el Universo".
EL KYBALION
27
Capítulo VI
LA PARADOJA DIVINA
"El sabio a medias, reconociendo la irrealidad relativa del
Universo, se imagina que puede desafiar SUS leyes. Ese
no es más que un tonto, vano y presuntuoso, que se
estrellará contra las rocas y será aplastado por los
elementos en razón de su locura. El verdadero sabio,
conociendo la naturaleza del Universo, emplea la Ley
contra las leyes: las superiores contra las inferiores, y
por medio de la Alquimia trasmuta lo que no es deseable,
en lo valioso y de esta manera triunfa. El adoptado
consiste, no en sueños anormales, visiones o imágenes
fantasmagóricas, sino en el sabio empleo de las fuerzas
superiores contra las inferiores, escapando así de los
dolores de los planos inferiores y vibrando en los más
elevados. La transmutación (no la negación
presuntuosa), es el arma del Maestro".
EL KYBALION
Esa es la paradoja del Universo, la que resulta del principio de polaridad,
principio que se manifiesta cuando el TODO empieza a crear.
Aunque para el TODO infinito el Universo, sus leyes, sus poderes, su vida, sus
fenómenos, son como cosas contempladas en el estado de meditación o ensueño, el
Universo debe ser tratado como real, y la vida, las acciones y los pensamientos
deben estar basados en ello, acordemente, aunque se tenga un claro conocimiento y
realización de la Verdad Superior cada uno respecto a su propio plano y leyes. Si
el TODO hubiera imaginado un Universo real sería desastroso para este, porque
entonces no podría ascenderse de lo inferior a lo superior, el Universo se habría
convertido en una cosa fija, inmóvil, y el progreso resultaría imposible. Y si el
hombre, por su parte, debido a su semisabiduría, actúa y vive y piensa en el
Universo como si fuera un sueño (parecido a sus propios ensueños finitos), así se
convertirá efectivamente, para él, y, al igual que un cadáver que caminase, se
encontrará dando vueltas y más vueltas en un círculo, sin hacer el menor progreso
y siendo forzado por último a despertarse y vivir por las leyes naturales que él
hubiera olvidado. Conservad siempre la mente fija en la Estrella, pero mirad dónde
ponéis los pies, no vayáis a hundiros en algún abismo. Recordad la paradoja divina
que afirma que si bien el "Universo no es, sin embargo es". Recordemos siempre
los dos polos de la verdad: lo absoluto y lo relativo. Guardémonos de las verdades
a medias.
Lo que los hermetistas conocen como la "Ley de la Paradoja" es un aspecto del
principio de polaridad. Las escrituras herméticas están llenas de toda clase de refe-
rencias respecto de esa paradoja que se descubre en todos los problemas de la Vida
y del Ser. Los instructores están siempre batallando para impedir que sus estudian-
tes omitan el "otro lado" de cualquier cuestión, y sus recomendaciones se dirigen
especialmente a los problemas de lo absoluto y de lo relativo, que tanto confunden
28
a los estudiantes de filosofía, y que obligan a tantos a obrar y a pensar
contrariamente a lo que se conoce como "sentido común". Recomendamos mucho
a nuestros estudiantes el que se aseguren de haber comprendido bien la paradoja
divina de lo absoluto y lo relativo, evitando ser hipnotizados por el falso miraje de
la verdad a medias o semiverdad. Desde este punto de vista ha sido escrita esta
lección. Leedla cuidadosamente.
La primera idea que se le ocurre al pensador que ha comprendido y realizado
la verdad de que el Universo es una creación mental del TODO, es la de que el
Universo y todo cuanto este contiene es una pura ilusión, una irrealidad, contra
cuya idea se revuelve instantáneamente. Pero esto, tal como otras grandes
verdades, debe ser considerado desde los puntos de vista absoluto y relativo.
Desde el punto de vista absoluto, el Universo es, por supuesto, una ilusión, un
sueño, una fantasmagoría, si se compara con el TODO en sí mismo. Esto lo
reconocemos nosotros mismos cuando hablamos del mundo como de un sueño,
que va y viene, que nace y muere, desde el momento que todo lo que es mudable,
que cambia, que es finito e insubstancial, debe estar ligado a la idea de un
Universo creado, cuando se compara con el TODO mismo, no importando cuál
puede ser nuestra creencia respecto de la naturaleza de ambos. Filósofos,
metafísi-cos, científicos y teólogos, todos están de acuerdo sobre ello, y esta
concepción se encuentra en todos los sistemas filosóficos y religiosos, así como en
las respectivas teorías de las escuelas metafísicas y teológicas.
Las enseñanzas herméticas no predican la insubstancialidad del Universo en
términos más fuertes que los que os son más familiares, aunque la exposición del
asunto pueda pareceres algo más contundente. Todo cuanto tenga un principio y
un fin, en cierto sentido, debe ser irreal e ilusorio, y el Universo se encuentra en
este caso, sea cual fuere el sistema de las escuelas de pensamiento. Desde el punto
de vista absoluto nada hay real excepto el TODO, no importando los términos que
empleemos al pensar sobre ello o al discutirlo. Bien sea que el Universo haya sido
creado de materia, o bien se trate de una creación mental en la mente del TODO,
es insubstancial, mudable, sujeto al tiempo, al espacio, al cambio. Debemos
comprender y sentir bien esto antes de pensar y examinar la concepción hermética
de la naturaleza mental del Universo. Examinad cualesquiera otras concepciones,
y ved si existe alguna que no lo admita.
Mas el punto de vista absoluto muestra únicamente un solo lado de la cuestión,
siendo el otro, el aspecto relativo de la misma. Las verdades absolutas han sido
definidas "como las cosas, tal como las conoce y las ve la mente de Dios",
mientras que las verdades relativas son "las cosas tal como la más elevada razón
del hombre las comprende". Y de esta manera, mientras que para el TODO el
Universo debe ser ilusorio e irreal, un simple sueño o resultado de la meditación,
sin embargo para las mentes finitas que forman parte de ese Universo y miran a
través de las mortales facultades, el Universo es ciertamente real, y así debe ser
considerado. Al reconocer así el punto de vista absoluto, no cometeremos el error
de ignorar o negar los hechos y fenómenos del Universo, tal como se nos presentan
ante nuestras facultades mortales: no somos el TODO, recordémoslo.
Para emplear ilustraciones familiares, podemos reconocer el hecho de que la
29
materia "existe" para nuestros sentidos, y haríamos muy mal si así no lo recono-
ciéramos. Y, a pesar de ello, nuestra mente finita reconoce la verdad científica de
que no hay tal materia desde el punto de vista de la ciencia, y que lo que llamamos
materia no es más que un agregado de átomos, átomos que, a su vez, no son más
que unidades de fuerzas agrupadas que llamamos "electrones" o "iones", vibrando
constantemente con movimiento circular. Golpeamos una piedra y sentimos el
impacto; parece ser real y, a pesar de ello, sabemos que no es más que lo ya
expuesto. Pero recordemos que nuestro pie, que siente el golpe mediante la
intervención del cerebro, es similarmente materia constituida por electrones,
materia de la cual está también hecho nuestro cerebro. Y, por último, si no fuera
por la mente, no sabríamos nada ni del pie ni de la piedra absolutamente.
Además, el ideal que un artista o un escultor tratan de reproducir en el mármol
o en el lienzo les parece muy real. Igualmente sucede con los personajes que crea
la mente de un autor teatral, quien trata de expresarlos para que los demás puedan
reconocerlos. Y si esto fuera cierto en el caso de nuestras mentes finitas, ¿cuál
sería el grado de realidad de las imágenes mentales creadas en la mente del
Infinito? ¡Oh, para los mortales, este universo de mentalidad es ciertamente muy
real! Es el único que jamás podremos conocer, aunque nos elevemos de plano en
plano, cada vez más alto. Para que lo pudiéramos conocer de otra manera, por
experiencia actual, tendríamos que ser el TODO mismo. Es muy cierto que, cuanto
más nos elevamos en la escala, tanto más cerca nos encontraremos de la mente del
Padre y tanto más evidente se hace la naturaleza ilusoria de las cosas finitas, pero
hasta que el TODO no nos absorba finalmente dentro de El mismo no se
desvanecerá la visión.
De manera, pues, que no necesitamos basarnos en esa ilusión. Reconozcamos
más bien la verdadera naturaleza del Universo y tratemos de comprender sus leyes
mentales, esforzándonos en emplearlas en la forma más efectiva para nuestro
progreso ascendente en toda la vida, conforme vamos viajando de un plano a otro
del ser. Las leyes del Universo no dejan de ser "leyes de hierro" aunque sean de
naturaleza mental. Todos, excepto el TODO, están sujetos a ellas. Lo que está en la
infinita mente del TODO es real, sólo un grado menos que la realidad misma que
constituye la naturaleza del TODO.
No nos sintamos, pues, inseguros o temerosos; sintámonos firmemente
sostenidos en la mente infinita, y nada existirá que pueda dañarnos o causarnos
miedo. No hay poder alguno fuera del TODO que pueda afectarnos. Podernos
permanecer tranquilos y seguros. Y en esta realización, una vez alcanzada, existe
una plenitud de seguridad y calma. Entonces dormiremos serenamente sobre la
.firmeza inconcebible de lo Profundo, y descansaremos seguramente sobre el
Océano de la Mente Infinita que constituye al TODO. En El, ciertamente, vivimos,
nos movemos y tenemos nuestro ser.
La materia no es menos materia para nosotros mientras permanezcamos en ese
plano, aunque sepamos que no es sino un agregado de partículas de fuerza, o elec-
trones, que vibran rápidamente, girando unas en torno de otras, en la formación de
los átomos. Los átomos, a su vez giran y vibran y forman así las moléculas, y la
agrupación de estas últimas componen las grandes masas de materia. Y no será
30
menos materia por el hecho de que, cuando avancemos en nuestra investigación,
sepamos que la Fuerza, cuyas unidades son los electrones, no son a su vez más que
unidades de manifestación de la mente del TODO, y que como todo lo demás en el
Universo es puramente mental en su naturaleza. Aunque en el Plano de la Materia
tenemos que reconocer sus fenómenos, podemos dominarla (como lo hacen todos,
Maestros, en mayor o menor grado), aplicándole las fuerzas superiores.
Cometeríamos una locura si negáramos la existencia de la materia en ese aspecto
relativo. Podemos, sí, negar su dominio sobre nosotros; está bien, pero no
debemos intentar ignorarla en su aspecto relativo, por lo menos mientras vivamos
en este plano.
Las leyes de la Naturaleza tampoco se hacen menos constantes o efectivas por
el hecho de que las conozcamos y sepamos que son simples creaciones mentales.
Obran plenamente en todos los planos. Y nos libertamos de las leyes inferiores,
aplicándoles las superiores, y sólo podemos conseguirlo de esta manera. Pero no
podemos escapar a la Ley o elevarnos por encima de ella completamente. Nadie,
sino el TODO, puede escapar a la Ley, y esto es debido a que el TODO es la Ley
misma, del cual todas las demás brotan. Los más avanzados Maestros pueden
adquirir los poderes que se atribuyen generalmente a los dioses, y existen muchos
grados del ser en la gran jerarquía de la vida, cuyos poderes trascienden hasta los
de los más elevados Maestros, en un grado inconcebible para los mortales, pero
hasta el Maestro más grande y el ser más elevado deben inclinarse ante la Ley y
son como nada ante los ojos del TODO. Así que si hasta esos elevados seres,
cuyos poderes exceden a los atribuidos por el hombre a sus dioses, están sujetos y
sirven a la Ley, imaginad la presunción del mortal de nuestra raza cuando mira las
leyes de la Naturaleza como "irreales", visionarias e ilusorias, porque ha podido
alcanzar a ver que esas leyes son de naturaleza mental, o simples creaciones del
TODO. Esas leyes que el TODO quiere que rijan no pueden ser desafiadas o
transgredidas. Mientras subsista el Universo subsistirán, porque aquel existe en
virtud de esas leyes, las cuales forman la trama o esqueleto en que el Universo se
apoya.
El Principio Hermético del Mentalismo, a la vez que explica la verdadera
naturaleza del Universo sobre la base i de que todo es mental, no cambia las
concepciones científicas del Universo, de la vida o de la evolución. En realidad, la
ciencia no hace más que corroborar las enseñanzas herméticas. Estas últimas
enseñan que la naturaleza del Universo es mental, mientras que la ciencia afirma
que es "material"; o, según sus más recientes noticias, que es "energía" en el último
análisis. Las enseñanzas herméticas tampoco están en pugna con el principio
básico de Herbert Spencer, quien postuló la existencia de una "Energía Infinita y
Eterna, de la cual proceden todas las cosas". En realidad, los hermetistas reconocen
en la filosofía de Spencer la más elevada expresión de la obra de las leyes naturales
que jamás se haya promulgado, y creen que Spencer era una reencarnación de un
antiguo filósofo que vivió en Egipto millares de años ha, y que más reencarnó
como Heráclito, el filósofo griego que vivió en el año 500 a. C. Y consideran su
doctrina de la "energía infinita y eterna" como de acuerdo con las enseñanzas
herméticas siempre con el agregado de que esa energía es la mente del TODO. Con
31
esta clave maestra de la Filosofía Hermética, puede el estudiante de Spencer abrir
muchas puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés,
cuyas obras demuestran los resultados de su preparación en las encarnaciones
anteriores. Sus enseñanzas respecto de la Evolución y el Ritmo están casi de
perfecto acuerdo con la Doctrina Hermética referente al principio del Ritmo.
Así, pues, el estudiante no necesita dejar a un lado los puntos de vista
científicos referentes al Universo. Todo lo que se le pide es que comprenda el
principio básico de que el TODO es mente, de que el Universo es mental,
sostenido firmemente en la mente del TODO. Y encontrará que los otros seis
principios concuerdan perfectamente con este conocimiento científico, y servirán
para dilucidar plenamente los puntos oscuros. No hay que maravillarse de ello, si
se considera la influencia que el pensamiento hermético ejerció en los filósofos
primitivos de Grecia, sobre cuyas doctrinas descansan en gran parte las teorías de
la ciencia actual. La aceptación del primer principio hermético (Mentalismo) es la
única gran diferencia entre la ciencia moderna y los estudiantes herméticos, y la
ciencia se va dirigiendo gradualmente hacia ese punto, conforme avanza a través
de la oscuridad y va encontrando su camino en el laberinto en que se ha metido en
busca de la Realidad.
El objeto de esta lección es imprimir en la mente del estudiante el hecho de que
el Universo y sus leyes y sus fenómenos son tan reales, en lo que al hombre
concierne, como lo serían bajo las hipótesis del materialismo y de la energía. Bajo
cualquier hipótesis, el Universo, en su aspecto externo, está siempre cambiando y
es transitorio, y, por consiguiente, está desprovisto de realidad substancial. Pero
—y nótese el otro polo de la verdad—, bajo cualquiera de dichas hipótesis estamos
obligados a obrar y a vivir como si esas cosas fugaces fueran reales y
Substanciales. Con esta diferencia siempre: que, según jas doctrinas, se ignoraba el
poder mental como Fuerza Natural, mientras que ahora vemos que el Mentalismo
es la mayor fuerza de esa clase. Y esta sola diferencia basta para revolucionar la
vida de aquellos que comprenden el principio y la práctica y leyes resultantes.
Por último, una vez que se comprende la ventaja del Mentalismo se aprende a
conocer, emplear y aplicar las leyes resultantes. Pero no se caiga en la tentación
que, según indica el "Kybalión", acecha al semisabio: aquella que lo convierte en
un ser hipnotizado por la aparente irrealidad de las cosas, de modo que camina de
un lado para otro, como soñando, viviendo en un mundo de ensueños, ignorando la
vida diaria y su trabajo. Finalmente, se destrozará contra las rocas y se disolverá en
los elementos, en razón de su locura. Más bien seguid el ejemplo del sabio que la
misma autoridad indica: "Úsese la Ley contra las leyes; lo superior contra lo
inferior, y por el arte de la alquimia transmutad lo que no es deseable en lo
estimable, triunfando en esa forma". De acuerdo con esta doctrina, debe evitarse la
semisabiduría, que es locura e ignora la verdad de que: "El dominio consiste, no en
sueños anormales o visiones y fantásticas imaginaciones, sino en emplear las
fuerzas superiores contra las inferiores, escapando así a los dolores de los planos
inferiores, mediante la elevación a los superiores". Recuérdese siempre que la
"transmutación y no la negación presuntuosa es el arma del Maestro". Las citas
antedichas pertenecen al Kybalión, y son muy dignas de tenerlas siempre
32
presentes.
No vivimos en un mundo de sueños, sino en un Universo que, si bien es
relativo, es real, por lo menos en lo que concierne a nuestra vida y obras. Nuestra
misión en el Universo no es negar su existencia, sino vivir, empleando
debidamente sus leyes para ascender de lo inferior a lo superior, viviendo y
haciendo lo mejor que podamos dentro de las circunstancias que surgen cada día, y
viviendo, todo lo posible, nuestras más elevadas ideas e ideales. El verdadero
significado de la vida no es conocido por el hombre en este plano —si es que
alguien lo conoce—; pero los más sabios, y nuestras propias intuiciones también,
nos enseñan que no nos equivocaremos si tratamos de vivir lo mejor posible y
realizar la tendencia universal en el mismo sentido, a pesar de las aparentes
evidencias en contra. Todos estamos en el Camino, y esta vía va siempre
ascendiendo, con frecuentes sitios de reposo.
Léase el mensaje del "Kybalión", y sígase el ejemplo del sabio, evitando el
error del semisabio, quien perece en razón de su locura.
33
Capítulo VII
EL TODO EN TODO
34
Medítese esto un instante hasta que se comprenda bien la idea.
Empleando otro ejemplo, podríamos decir que Otelo, Yago, Hamlet, Lear,
Ricardo III, etc., existieron en la mente de Shakespeare en el momento de su
concepción o creación. Y, sin embargo, Shakespeare existió también dentro de
cada uno de esos personajes, dándoles su vitalidad, su espíritu y su acción.
¿Cuál es el espíritu de los personajes que conocemos como Micawber,
Oliverio Twist, Uriah Heep?... ¿Es Carlos Dickens o tiene cada uno de ellos un
espíritu personal, independiente de su creador? ¿Tienen la Venus de Mediéis, la
Madonna Sixtina, el Apolo de Belvedere, espíritus y realidad propios o
representan los poderes mentales y espirituales de sus creadores? La Ley de la
Paradoja explica que ambas proposiciones son ciertas, consideradas desde los
puntos de vista apropiados. Micawber es, a la vez, Micawber y Dickens. Y
mientras puede decirse que Micawber es Dickens, Dickens no es idéntico a
Micawber. El hombre, como Micawber, puede exclamar: "El espíritu de mi
Creador me es inherente, y, sin embargo, yo no soy El". Esto es muy diferente de
la chocante semiverdad que clamorosamente anuncian algunos semisabios,
diciendo: "Yo soy Dios". Imaginad al pobre Micawber o al ratero Uriah Heep
exclamando: "Yo soy Dickens", o a cualquier otro personaje de las obras de
Shakespeare anunciando: "Yo soy Shakespeare". El TODO está en la lombriz,
mas la lombriz está muy lejos de ser el TODO. Pero aunque la lombriz exista
meramente como una pequeña cosa, creada y teniendo su ser únicamente en la
mente del TODO, el TODO es inmanente en ella, así como en las partículas que
la componen. ¿Puede haber algún misterio mayor que el encerrado en esa
proposición: "Todo está en el TODO y el TODO está en todo?"
El estudiante comprenderá, por supuesto, que las ilustraciones enunciadas antes
son necesariamente imperfectas e inadecuadas, porque representan la creación de
imágenes mentales en mentes finitas, mientras que el Universo es la creación de
una mente infinita, y la diferencia entre los dos polos las separa. Y, sin embargo, es
sólo cuestión de grado —el mismo Principio es el que opera— el Principio de
Correspondencia se manifiesta en cada una: "Como arriba es abajo, como abajo es
arriba".
Y en proporción a la realización que obtenga el hombre, de la existencia del
Espíritu Subyacente inmanente en su propio ser, se elevará en la escala de la vida.
Esto es lo que significa el desarrollo espiritual; el reconocimiento, la realización y
la manifestación del Espíritu interno. Recuérdese siempre esta definición (la del
desenvolvimiento espiritual), porque contiene la verdad de toda verdadera
Religión.
Existen muchos Planos del Ser, muchos subplanos de vida, muchos grados de
existencia en el Universo. Y todos dependen del adelanto de los seres en la
escala, cuyo punto más bajo es la materia más densa, estando el Ser más elevado
separado del Espíritu del TODO sólo por una sutilísima división. Y por todas
partes, a lo largo de esta escala de la vida, todo está en movimiento. Todos están
en el sendero, cuyo fin y meta es el TODO. Todo progreso es una vuelta al hogar.
Todo se mueve hacia arriba, adelante, a pesar de las aparentes contradicciones.
Este es el mensaje del Iluminado.
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La doctrina hermética concerniente al proceso de la creación mental del
Universo es que, al principio del ciclo creador, el TODO, en su aspecto de ser,
proyecta su voluntad hacia su aspecto de "Devenir" y el proceso de la creación
comienza. Se dice que este proceso se reduce a una disminución gradual de
intensidad vibratoria hasta que se alcanza un grado muy bajo de energía vibrante,
en cuyo punto se manifiesta la forma más densa posible de materia. Este proceso
se llama involución porque el TODO se "envuelve" en su creación. Y esto tiene
su correspondencia en los procesos mentales de un artista, escritor o inventor,
quien se "envuelve" tanto en su creación mental que olvida casi completamente su
propia existencia, pues en esos momentos "vive en su creación". Si en vez de la
palabra "envolverse" empleáramos la de "absorberse", quizá se dará una idea más
clara del significado que se trata de sugerir.
A este estado involucionario de la creación suele también llamársele
"Emanación" de la energía divina, así como el estado evolucionarlo se denomina
"Absorción". Al polo más extremo del proceso creador, se le considera como el
más separado del TODO, en tanto que el principio del estado evolutivo es mirado
como un retorno de la oscilación del péndulo del Ritmo, como una vuelta al
hogar.
La enseñanza es que durante la Efusión las vibraciones se van amortiguando
gradualmente hasta que el impulso amortiguador cesa por último, y entonces se
produce el retorno de la oscilación pendular. Pero existe esta diferencia: que
mientras en la efusión se manifiestan las fuerzas creadoras compactamente, como
un todo, desde el comienzo mismo del estado evolutivo o de "reabsorción" se
manifiesta la ley de la individualización; esto es, la tendencia a separarse en
unidades de fuerza, de tal manera que lo que dejó al TODO como no
individualizada energía vuelva a su fuente originaria como innumerables unidades
de vida, altamente desarrolladas, que se han ido levantando cada vez más alto en la
escala por medio de la evolución física, mental y espiritual.
Los antiguos herméticos empleaban la palabra "meditación" para describir el
proceso de la creación mental del Universo en la mente del TODO, habiéndose
empleado también frecuentemente la palabra "contemplación".
Pero la idea que parece sugerir es la del empleo de la Atención Divina. "Atención"
es una palabra derivada de raíz latina, que significa "alcanzar, llegar", y el acto de
atención es realmente un "alcance, una extensión" de la energía mental; de manera,
pues, que comprenderemos perfectamente el concepto si examinamos el verdadero
significado de la atención.
La doctrina hermética concerniente a la evolución es que el TODO, habiendo
meditado sobre el principio de la creación, y establecido así la base material del
Kosmos, pensándolo en la existencia, gradualmente va despertándose de su
meditación, y al hacerlo produce la manifestación del proceso evolutivo, en los
planos material, mental y espiritual, sucesivamente en orden. Así empieza el
movimiento ascendente, y todos los seres comienzan a dirigirse hacia el Espíritu.
La materia se va haciendo menos densa, las unidades vienen a ser, las
combinaciones se inician, la vida aparece y va manifestándose en formas cada vez
más elevadas y la mente se va haciendo más y más evidente, vibrando todo cada
36
vez más intensamente. En una palabra, el proceso entero de la evolución, en todas
sus fases, comienza y sigue de acuerdo con las leyes del proceso de "absorción".
Todo esto ocupa eones y eones de tiempo, estando compuesto cada eón por
millones de años, pero, según dice el Iluminado, toda la creación, incluyendo la
involución y la evolución de un universo, no es más que un abrir y cerrar de ojos
para el TODO. Al final de innúmeros ciclos de eones de tiempo, el TODO retira su
atención (contemplación) o meditación del Universo, porque la Gran Obra ha
terminado, y todo queda absorbido en El, de quien otrora emergió. Pero el misterio
de los misterios es que el Espíritu de cada alma no queda aniquilado, sino que se
expande infinitamente, sumergiéndose uno en otro, el Creador y el Creado. Esa es
la voz de la iluminación.
La ilustración expuesta sobre la meditación y el subsiguiente despertar de ella
del TODO no es, por supuesto, más que un intento de descripción del proceso
infinito, mediante un ejemplo finito. Pero, no obstante: "Como arriba es abajo". La
diferencia es sólo de grado. Y así, como el TODO se despierta de su meditación
sobre el Universo, así también el hombre (a su debido tiempo) cesará de
manifestarse sobre el plano material y se irá retirando cada vez más en el Espíritu
Interno que, ciertamente, es el "Ego Divino".
Hay otra cosa más de la que deseamos hablar en esta lección, y esto llega muy
cerca del campo metafísico de especulación, aunque nuestro propósito es simple-
mente mostrar la futilidad de tal especulación. Aludimos a la pregunta que
inevitablemente se presenta ante la mente de todos los pensadores que se han
aventurado a buscar la Verdad. La pregunta es: ¿Por qué creó el TODO al
Universo? Esta pregunta podrá ser formulada en diferente forma, pero su esencia
es siempre la misma.
Mucho han luchado los hombres para contestársela, pero aun no se posee
respuesta alguna que merezca ese nombre. Algunos se han imaginado que el
TODO ganaría algo con ello, pero eso es absurdo, porque ¿qué es lo que podrá
obtener el TODO que ya no posea? Otros dicen que el TODO desea amar a algo, o
que lo había creado para divertirse, o porque estaba solo, o para manifestar su
poder. Pero todas esas respuestas son pueriles e infantiles y pertenecen a la
primera infancia del pensamiento.
Algunos han tratado de explicar el misterio, presumiendo que el TODO se vio
"compelido" a crear, en razón de su "naturaleza interna" o su "instinto creador".
Esta idea, si bien representa un adelanto sobre las otras, tiene un punto débil. Si
su "naturaleza interna o instinto creador" lo impulsara a hacer algo, entonces la
naturaleza interna o instinto creador sería el Absoluto, en vez del TODO, y de ahí
que la proposición falle por su misma base. Sin embargo, el TODO crea y se
manifiesta y parece encontrar cierta satisfacción al hacerlo. Y es muy difícil
escapar a la conclusión de que en algún grado infinito tendría que tener algo que
correspondiera a una naturaleza interna o instinto creador en el hombre, con un
Deseo y Voluntad correspondientemente infinito. No podría obrar si no quisiera
hacerlo, y no podría hacerlo a menos que lo deseara, y no lo desearía si no
obtuviera con ello alguna satisfacción. Y todas estas cosas pertenecerían a una
naturaleza interna, y podría postularse su existencia de acuerdo con la Ley de Co-
37
rrespondencia, tanto interna como externa. Este es el problema que yace en la raíz
misma de la dificultad y la dificultad que se encuentra en la misma raíz del proble-
ma.
Estrictamente hablando, no puede decirse que haya ninguna "razón" para obrar,
porque una razón implica una causa, y el TODO está por encima de la causa y del
efecto, salvo cuando su voluntad misma se convierta en una causa, en cuyo
momento el principio se pone en movimiento. De manera, pues, que no puede
pensarse en el mismo asunto, porque como el mismo TODO, es incognoscible. Así
como nos vemos obligados a decir simplemente: El TODO ES, así también sólo
podemos decir que el TODO OBRA PORQUE OBRA. Y, en último término, el
TODO es la razón en sí misma, y puede decirse en verdad que El es su propia
razón, su propia ley, su propio acto, mejor aún: Que el TODO, su razón, su acto y
su ley, son uno, siendo las palabras diferentes nombres de la misma cosa. En
opinión de los que esto escriben, la respuesta se halla encerrada en el íntimo ser del
TODO, en su ser secreto. La Ley de Correspondencia, en nuestra opinión, sólo
llega al aspecto del TODO que denominamos el aspecto de devenir o de estado.
Tras ese aspecto está el de ser, en el cual todas las leyes se pierden en la Ley, todos
los principios en el Principio y el TODO, el Principio y el Ser, son idénticos, uno y
lo mismo. Por consiguiente, toda especulación metafísica sobre el punto es fútil. Si
nos ocupamos aquí de la cuestión es sólo para mostrar que, si bien reconocemos el
hecho, reconocemos también lo absurdo de las respuestas dadas por metafísicos y
teólogos.
En conclusión, podrá ser de interés para los estudiantes saber que, en tanto que
algunos de los antiguos y modernos instructores herméticos se inclinan más bien a
aplicar el Principio de Correspondencia a la cuestión, que da por resultado la
"naturaleza interna", la leyenda dice que Hermes el Grande, cuando le fue
formulada esa pregunta por alguno de sus más avanzados estudiantes, contestó
apretando los labios fuertemente y no diciendo una palabra, como si indicase que
no había respuesta. Pero también puede ser que quisiera aplicar el axioma de esta
filosofía que dice que "los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto
para los oídos del entendimiento'", en la creencia de que aun sus más aventajados
discípulos no poseían la comprensión necesaria que dos calificara para esa
enseñanza. De cualquier manera, si Hermes poseyó el Secreto no lo comunicó, y
por lo menos en lo que al mundo concierne, los labios de Hermes están cerrados al
respecto. Y si Hermes el Grande vaciló en hablar, ¿quién sería el osado mortal que
tratara de enseñarlo?
Pero recordémoslo, cualquiera que sea la respuesta de este problema, si es
que hay alguna, la verdad es que:
"Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO
está en todas las cosas". La proposición en este punto es enfática. Y, para
terminar, repetiremos las palabras de la cita: "El que comprenda esto
debidamente, ha adquirido gran conocimiento".
38
Capítulo VIII
El segundo gran principio hermético encierra la verdad de que existe entre los
diversos planos de manifestación de la vida y del ser una armonía, concordancia y
correspondencia. Esta verdad lo es porque todo cuanto hay en el Universo emanó
de la misma fuente, y las mismas leyes, principios y características se aplican a
cada unidad o combinación de unidades de actividad, conforme cada una
manifiesta su propio fenómeno en su propio plano.
Para facilitar la meditación y el estudio, la Filosofía Hermética considera que el
Universo puede dividirse en tres grandes clases de fenómenos, conocidas como los
Tres Grandes Planos:
1. El Plano Físico
2. El Plano Mental
3. El Plano Espiritual
Estas divisiones son más o menos artificiales y arbitrarias, porque la verdad es
que las tres divisiones no son más que grados ascendentes en la gran escala de la
vida, siendo el punto más bajo la materia indiferenciada, y el más elevado el del
Espíritu. Y, además, los diferentes planos se esfuman unos en otros, de manera que
no puede establecerse una división firme y nítida entre la parte superior del Plano
Físico y la inferior del Mental.
En una palabra, los tres grandes planos pueden ser considerados como tres
grandes grupos de grados de vida en manifestación. Y aunque el propósito de este
libro no nos permite entrar en una explicación extensa de los mismos, daremos una
descripción general de ellos.
Para principiar, podemos considerar la pregunta tan a menudo formulada por el
neófito, que desea saber lo que significa realmente la palabra "Plano", término que
se usa liberalmente, y que apenas ha sido explicado, en muchas obras de
ocultismo. La pregunta se formula generalmente así: "¿Un plano es un lugar que
tiene dimensiones, o no es más que una condición o estado?". Y podemos
contestar: "No, no es un lugar ni una dimensión ordinaria del espacio; pero, sin
embargo, es más que un estado o condición". Puede ser considerado como un
estado o condición, pero, no obstante, el estado o condición es un grado
dimensional, es una escala, y está Sujeto a medida. Parecerá esto quizás una
paradoja, pero examinemos el punto. Una "dimensión" es una medida en línea
recta, relacionada con una medida base, etc. Las dimensiones ordinarias del
39
espacio son longitud o largo, latitud o ancho, y grosor o altura. Sin embargo, existe
otra dimensión de las cosas creadas, o medida en línea recta, conocida por los
ocultistas y también por los hombres de ciencia, aunque estos últimos no le hayan
dado todavía el nombre de dimensión. Esta nueva dimensión, que por el momento
es la base de muchas especulaciones bajo el nombre de Cuarta Dimensión, es el
tipo usado para determinar los "grados" o planos.
Esta cuarta dimensión puede ser denominada la de la "Vibración". Es un hecho
bien conocido por la ciencia moderna, así como por los hermetistas, quienes han
encerrado esa verdad en su tercer principio, que "todo está en movimiento, todo
vibra, nada está en reposo"; Desde la más elevada manifestación hasta la más baja,
todas las cosas vibran. Y no solamente vibran con diferente intensidad, sino en
diferentes direcciones y de diferente manera; Los grados de "intensidad" vibratoria
constituyen los grados para medir en la escala de las vibraciones, o sea los grados
de la Cuarta Dimensión. Todos estos grados forman lo que los ocultistas llaman
"planos":
cuanto más elevado es el grado de vibración, tanto más elevado es el plano. De
manera, pues, que aunque un plano no es un lugar, ni un estado o condición, posee,
sin embargo, cualidades comunes a ambos. Algo más tendremos que decir sobre
las vibraciones en los próximas capítulos, en los que estudiaremos el principio her-
mético de Vibración.
Se recordará, no obstante, que los tres grandes planos no son divisiones
actuales y reales de los fenómenos del Universo, sino simples medios arbitrarios
empleados por los herméticos para ayudar al pensamiento y al estudio de los
diversos grados y formas de la actividad y de la vida universales. El átomo de la
materia, la unidad de fuerza, la mente del hombre y el ser del arcángel, no son más
que grados de una sola y misma escala, y todos son fundamentalmente los
mismos, siendo la diferencia sólo cuestión de grado y de intensidad vibratoria:
todos son creaciones del TODO, y tienen su existencia dentro de su Mente Infinita.
Los herméticos subdividen cada uno de esos tres grandes planos en siete
planos menores, y cada uno de estos en siete subplanos, siendo estas divisiones
más o menos arbitrarias, esfumándose unas en otras, pero han sido adoptadas por
conveniencias del estudio científico.
El Gran Plano Físico y sus siete planos menores es la división que comprende
todos los fenómenos del universo que se refieren a las cosas, fuerzas y
manifestaciones físicas. Incluye todas las formas de lo que conocemos como
materia, y todas las formas de lo que llamamos energía o fuerza. Pero se debe
recordar que la Filosofía Hermética no reconoce la materia como una cosa en sí
misma, o como si tuviera una existencia separada de la mente del TODO. La
proposición es que la materia no es más que una forma de energía, esto es, energía
de una intensidad vibratoria inferior de cierta clase. Y de acuerdo con ello, los
herméticos clasifican la materia bajo el título de energía, y le adjudican tres de los
siete planos menores del Gran Plano Físico.
Dichas siete divisiones menores son las siguientes:
41
1. El Plano de la Mente Mineral
2. El Plano de la Mente Elemental A
3. El Plano de la Mente Vegetal
4. El Plano de la Mente Elemental B
5. El Plano de la Mente Animal
6. El Plano de la Mente Elemental C
7. El Plano de la Mente Humana
46
Capítulo IX
VIBRACIÓN
EL KYBALION
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Capítulo X
POLARIDAD
"Todo es dual; todo tiene polos: todo su par de
opuestos, los semejantes y desemejantes son los
mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza,
difiriendo sólo en grado; los extremos se tocan;
todas las verdades, son semiverdades todas las
paradojas pueden reconciliarse".
EL KYBALION
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sucede igualmente con el "Este" y el "Oeste". Si viajamos alrededor del mundo en
dirección al oriente, llegaremos a un punto que se llama occidente, considerándolo
desde el punto de partida. Marchemos suficientemente lejos hacia el Norte y pron-
to nos encontraremos viajando hacia el Sur y viceversa.
La luz y la oscuridad son polos de la misma cosa, con muchos grados entre
ambos. La escala musical es la misma. Partiendo del si, en adelante llegaremos a
encontrar otro si y así sucesivamente, siendo las diferencias entre los extremos
también cuestión de grado. En la escala del color sucede otro tanto, siendo la
intensidad vibratoria la única diferencia que existe entre el rojo y el violeta. Lo
grande y lo pequeño son cosas relativas. Igualmente lo es el ruido y la quietud, lo
duro y lo blando, lo afilado y lo romo. Positivo y negativo son los dos polos de una
misma cosa, con innumerables gradaciones entre ambos.
Bueno y malo no son cosas absolutas; a un extremo lo llamamos bueno y al
otro malo, o Bien al uno y Mal al otro, de acuerdo con el sentido que queramos
darle. Una cosa es menos buena que la que le es superior en la escala, pero esa
cosa menos buena, a su vez, es mejor comparada con la que tenga el más o el
menos regido por la posición que tenga en la escala.
Igual cosa sucede en el plano mental. El amor y el odio son considerados como
diametralmente opuestos, completamente diferentes e irreconciliables. Pero si apli-
camos el principio de Polaridad, encontraremos que no existe un amor absoluto o
un odio absoluto, diferentes uno de otro. Los dos no son más que términos
aplicados a los dos polos de la misma cosa. Empezando en cualquier punto de la
escala, encontramos "más amor" o "menos odio", si ascendemos por ella, o
"menos amor" si por ella descendemos, y esto es cierto, sin importar nada el punto,
alto y bajo, que tomemos como partida. Hay muchos grados de amor y de odio, y
existe también un punto medio donde el agrado y el desagrado se mezclan en tal
forma que es imposible distinguirlos. El valor y el miedo quedan también bajo la
misma regla. Los pares de opuestos existen por doquier. Donde encontremos una
cosa, encontraremos también su opuesta: los dos polos.
Este hecho es el que permite al hermético transmutar un estado mental en otro,
siguiendo las líneas de polarización. Las cosas de diferente clase no pueden
transmutarse unas en otras, pero sí las de igual clase. Así, pues, el Amor no podrá
convertirse en Este u Oeste, o Rojo o Violeta, pero puede tornarse en Odio. e
igualmente el Odio puede tornarse en Amor, cambiando su polaridad. El valor
puede transmutarse en miedo y viceversa. Las cosas duras pueden tornarse
blandas, las calientes, frías, y así sucesivamente, efectuándose siempre la
transmutación entre cosas de la misma clase, pero de grado diferente. Tratándose
de un hombre cobarde, si se elevan sus vibraciones mentales a lo largo de la línea
Miedo-Valor, se llenará de valentía y desprecio por el peligro. E igualmente el
perezoso puede hacerse activo y enérgico, polarizándose simplemente a lo largo de
las líneas de la deseada cualidad.
Los discípulos familiarizados con los procedimientos mediante los cuales las
diversas escuelas de ciencia mental producen cambios en los estados mentales de
sus seguidores, quizás no comprendan fácilmente cuál es el principio que se oculta
tras esos cambios. Pero, no obstante, una vez que se ha entendido el Principio de
Polaridad, se ve inmediatamente que esos cambios mentales son ocasionados por
un cambio de polaridad, por un deslizamiento a lo largo de la misma escala. Este
52
cambio no es de la naturaleza de transmutar una cosa en otra completamente
diferente, sino que se reduce a un simple cambio de grado de la misma cosa, lo que
es una diferencia importantísima. Por ejemplo, y sacando un ejemplo del Mundo
Físico, es imposible cambiar el calor en agudeza o fílosidad, pesadez, elevación,
etc., pero puede ser fácilmente transmutado en frío, con sólo amortiguar la
vibración. De la misma manera, el odio y el amor son recíprocamente
transmutables, así como el miedo y el valor. Pero el Miedo no puede transformarse
en Amor, ni el Valor en Odio. Los estados mentales pertenecen a innumerables
clases, cada una de las cuales tiene sus polos opuestos, a lo largo de los cuales es
posible la trasmutación.
Se comprenderá fácilmente que, tanto en los estados mentales como en los
fenómenos del plano físico, los dos polos pueden ser clasificados como positivo y
negativo, respectivamente. Así, pues, el amor es positivo respecto del odio; el
valor respecto del miedo; la actividad respecto de la inercia, etc. Y también se
notará, aun desconociendo el principio de vibración, que el polo positivo parece
ser de grado superior que el negativo, pudiendo aquel dominar fácilmente a este.
La tendencia de la Naturaleza es en dirección a la actividad dominante del polo
positivo.
Además del cambio de los polos de los propios estados mentales mediante la
aplicación del arte de la polarización, el fenómeno de la influencia mental, en sus
múltiples fases, demuestra que el principio puede extenderse hasta abarcar los
fenómenos de la influencia de una mente sobre otra, de lo que tanto ha sido escrito
en los últimos años. Cuando se comprende que la inducción mental es posible, esto
es, que los estados mentales pueden producirse por inducción de los demás, enton-
ces se verá cómo puede comunicarse a otra cierta clase de vibración o polaridad,
cambiándose así la polarización de la mente entera. La mayoría de los resultados
obtenidos mediante los "tratamientos mentales" se obtienen según ese principio.
Por ejemplo, una persona está triste, melancólica y temerosa. Un científico de la
mente eleva su propia mentalidad al deseado grado de vibración, mediante su
voluntad previamente ejercitada, y de esta manera obtiene la polarización
requerida en su propia mentalidad. Entonces, por inducción, produce un estado
mental análogo en el otro, siendo el resultado que las vibraciones de este se
intensifican y el paciente se polariza hacia el polo positivo de la escala, en vez de
polarizarse hacia el negativo, y sus temores, melancolía, etc., se transforman en
valor, contento y parecidos estados internos. Un poco de meditación sobre el
asunto demostrará que esos cambios mentales se efectúan casi todos a lo largo de
las líneas de polarización, siendo el cambio más bien cuestión de grado que de
clase.
El conocimiento de este gran principio hermético permitirá comprender mejor
los propios estados mentales, así como los de los demás. Y se verá que esos
estados son puramente cuestión de grados, y al comprobar el hecho podrá elevar
las vibraciones interiores a voluntad, cambiando su polaridad, haciéndose dueño de
sus pensamientos, en vez de ser su esclavo y servidor. Este conocimiento le
permitirá además ayudar a otros inteligentemente, cambiando, mediante los
métodos apropiados, su polaridad. Es muy conveniente familiarizarse con este
principio, porque su comprensión correcta arrojará muchísima luz sobre problemas
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difíciles y oscuros.
54
Capítulo XI
RITMO
55
La noche sigue al día y el día a la noche. El péndulo oscila del verano al
invierno y de este a aquel. Los corpúsculos, átomos y moléculas y todas las masas
de materia, oscilan en torno del círculo que corresponde a su naturaleza. No hay tal
reposo absoluto o cesación de movimiento. Todo movimiento participa del Ritmo.
Este principio es de aplicación universal. Puede ser aplicado a cualquier cuestión o
fenómeno de las muchas fases de la vida. Puede aplicarse a todas las fases de la
humana actividad. Siempre existe la oscilación rítmica de un polo a otro. El
Péndulo Universal está siempre en movimiento. Las mareas de la vida fluyen y
refluyen de acuerdo con la Ley.
La ciencia moderna reconoce el principio del Ritmo, y lo considera de
aplicación universal en cuanto se refiere a las cosas materiales. Pero los
herméticos llevan el principio mucho más allá y saben que sus manifestaciones se
extienden a las actividades mentales del hombre, y que él sólo explica la gran
sucesión de sus modalidades, sentimientos y otros cambios contundentes que
notamos en nosotros mismos. Pero los herméticos, al estudiar la operación de este
principio, han descubierto el modo de sustraerse a las actividades mediante la
Transmutación.
Los Maestros Herméticos descubrieron que en tanto el principio del Ritmo era
invariable y evidente en todos los fenómenos mentales, había dos planos de mani-
festación en lo que a los fenómenos mentales concernía. Descubrieron que había
dos planos generales de conciencia, el Inferior y el Superior, y este descubrimiento
les permitió elevarse al plano superior, escapando a la oscilación del péndulo
rítmico, que se manifestaba en el plano inferior. En otras palabras, la oscilación del
péndulo se produce en el plano inconsciente, por lo tanto, la conciencia no queda
afectada. A esta ley la llamaron la Ley de la Neutralización. Su operación consiste
en elevar al Ego sobre las vibraciones del plano inconsciente de la actividad
mental, de manera que la oscilación negativa del péndulo no se manifieste en la
conciencia y no quede uno afectado por ella. Es lo mismo que levantarse por
encima de una cosa y dejar que pase esta por debajo de uno. El instructor o
discípulo hermético se polariza a sí mismo en el polo requerido, y por un
procedimiento semejante a "rehusar" el participar en la oscilación retrógrada, o, si
se prefiere, "negando" su influencia sobre él, se mantiene firmemente en su
posición polarizada y permite al péndulo mental oscilar hacia atrás en el plano
inconsciente. Todo hombre que, en mayor o menor grado, ha adquirido cierto
dominio de sí mismo, realiza esto más o menos conscientemente, impidiendo que
sus modalidades o estados mentales negativos lo afecten, mediante la aplicación de
la ley de la neutralización. El maestro, sin embargo, lleva esto hasta un grado
muchísimo mayor de eficacia y proficiencia, y, mediante su voluntad, llega a un
grado de equilibrio e inflexibilidad mental casi imposible de concebir por aquellos
que se dejan llevar y traer por el péndulo mental de sus sentimientos y
modalidades.
Todo pensador apreciará debidamente la gran importancia del asunto con sólo
considerar lo esclavos que, en su mayoría, las gentes son de sus propios estados de
ánimo, sentimientos y emociones y el poco dominio de sí mismos que tienen. A
poco que se medite el asunto se comprenderá cuánto nos han afectado en nuestra
56
vida esas oscilaciones del ritmo; cómo a un período de entusiasmo ha seguido un
correspondiente período de depresión.
Igualmente, tenemos períodos de valor, que son seguidos de períodos de
desaliento y miedo. Y así sucede con todos o con la mayoría por lo menos: mareas
de sentimientos y emociones se elevan y caen, pero nunca sospechan la causa de
ese fenómeno. Si se comprende la operación de este principio, se obtendrá la clave
para dominar esas oscilaciones y uno podrá conocerse a sí mismo mucho mejor,
evitando además el dejarse llevar por esos flujos y reflujos. La voluntad es muy
superior a la manifestación consciente de este principio, por más que el principio
mismo nunca puede ser destruido. Podremos sustraernos a sus efectos, pero, no
obstante, el principio obrará. El péndulo siempre oscila, si bien podemos evitar el
ser arrastrados por su oscilación.
Existen, además, otras particularidades en la operación de este Principio del
Ritmo, de las que vamos a hablar ahora. Dentro de su operación entra lo que se
conoce como ley de compensación. Una de las definiciones o significados de la
palabra compensación es "contrabalancear", "equilibrar", y en este sentido se
emplea dicho término en la Filosofía Hermética. A esta ley de compensación se
refiere "El Kybalión" cuando dice: "La medida de la oscilación hacia la derecha es
la misma que la de la oscilación a la izquierda; el Ritmo es la compensación".
La ley de compensación es la que hace que la oscilación en una dirección
determine otra oscilación en sentido contrario, y así se equilibran mutuamente. En
el Plano Físico vemos muchos ejemplos de esta ley. El péndulo de un reloj oscila
hasta cierto punto hacia la derecha y de allí vuelve a oscilar hacia la izquierda otro
tanto. Las estaciones se equilibran unas a otras, de la misma manera. Las mareas
obedecen a la misma ley. Y la misma ley se manifiesta en todos los fenómenos del
Ritmo. El péndulo que sólo hace una oscilación corta hacia la derecha, hace otra
oscilación corta hacia la izquierda. Si la oscilación hacia la derecha es grande, la
oscilación hacia la izquierda lo es igualmente. Un objeto cualquiera arrojado hacia
arriba, tiene que recorrer exactamente el mismo camino de vuelta. La fuerza con
que se lanza un proyectil hacia arriba se reproduce cuando el proyectil vuelve a la
tierra. Esta ley es constante en el Plano Físico, como cualquier referencia a la
mejor autoridad científica lo corroborará.
Pero el hermético la lleva aun más allá. Y afirma que los estados mentales
están sujetos a la misma ley. El hombre capaz de gozar agudamente, es también
capaz de sufrir en igual grado. El que sólo es capaz de escaso dolor, tampoco
puede gozar más que escaso placer. El cerdo sufre mentalmente muy poco; pero,
en cambio, tampoco puede gozar gran cosa: está compensado. Por otra parte, hay
animales que gozan extraordinariamente, pero también su sistema nervioso y
temperamento los hacen sufrir extremos grados de dolor. Igualmente sucede con el
hombre. Hay temperamentos que sólo son capaces de muy poco goce, pero
entonces sólo existe, como compensación, una capacidad para soportar muy poco
dolor, en tanto que otros hombres que pueden gozar intensamente sufren en igual
grado. La regla es que la capacidad para el placer y el dolor en cada individuo está
equilibrada. La ley de compensación opera ampliamente aquí también.
Pero el hermético va más allá aun en esta materia, y afirma que antes de que uno
57
pueda gozar de cierto grado de placer es necesario que haya oscilado proporcional-
mente otro tanto hacia el otro polo del sentimiento o sensación. El negativo en esta
materia precede al positivo;
es decir que, al experimentar cierto grado de placer, no se seguirá que "haya que
pagarlo" con un correspondiente grado de dolor; por el contrario, el placer es la
oscilación rítmica, de acuerdo con la ley de compensación, originada por un grado
de dolor experimentado previamente, bien en la vida actual o en encarnaciones
anteriores. Y esto arroja una nueva luz sobre el problema del dolor.
Los herméticos consideran la cadena de vidas como continua, como simples
partes de una sola vida del individuo, de suerte que la oscilación rítmica es
considerada en esta forma, mientras que no tendría significado alguno si no se
admitiera la doctrina de la reencarnación.
Pero, además, el hermético sostiene que el maestro o el discípulo avanzado es
capaz, en grado superlativo, de rehuir la oscilación hacia el dolor, realizando el
proceso de neutralización a que aludiéramos anteriormente. Ascendiendo al plano
superior del Ego, se evitan muchas de las experiencias que llegan a los que habitan
en planos inferiores.
La ley de compensación desempeña una parte importantísima en las vidas de
los hombres, pues se verá que uno generalmente paga el precio de lo que tiene o le
falta. Si se posee una cosa, falta otra, y así se equilibra la balanza. Nadie puede
guardarse su centavo y tener al mismo tiempo la torta. Todo tiene sus lados
agradables y desagradables. Las cosas que uno obtiene siempre las paga con las
que pierde. El rico posee mucho de lo que al pobre le falta, mientras que el pobre
posee cosas que frecuentemente están fuera del alcance del rico. El millonario que
gusta de los festines, y que tiene la fortuna necesaria para satisfacer sus deseos y
asegurarse la satisfacción de su gula, carece del apetito necesario para gustarlos, y
envidia el apetito y la digestión del obrero a quien le faltan la fortuna y las
inclinaciones del millonario, gozando más de su sencillo alimento que el millona-
rio sin apetito y con el estómago arruinado. Y así sucede con todo en la vida. La
ley de compensación está siempre obrando, equilibrando y contrabalanceando las
cosas continuamente, en la sucesión del tiempo, aunque la oscilación del ritmo
tarde vidas enteras.
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Capítulo XII
CAUSACIÓN
“Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su
causa, todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es
más que el nombre que se da a una ley desconocida;
hay muchos planos de causación, pero ninguno
escapa a la ley".
EL KYBALIÓN
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meramente una ocurrencia, sin relación con causa alguna. Y en este sentido suele
emplearse la palabra en cuestión. Pero cuando se examina el asunto detalladamente
se verá que no hay tal casualidad absolutamente en la caída de un dado. Cada vez
que cae el dado mostrando cierto número, obedece a una ley tan infalible como la
que gobierna la revolución de los planetas en torno del Sol. Tras la caída del dado
existen causas, o cadenas de causas, eslabonadas en ininterrumpida sucesión, hasta
donde la mente no puede alcanzar. La posición del dado en el tapete, la suma de
energía muscular empleada al arrojarlo, el estado de la mesa, etc., son otras tantas
causas cuyo efecto puede verse. Pero, tras estas, hay encadenamiento de causas
invisibles precedentes, todas las cuales obran sobre el número que el dado debe
mostrar en su cara superior.
Si se arrojan los dados un gran número de veces, se verá que los puntos
marcados son casi iguales, esto es, que habrá igual número de unos, de dos, etc.
Arrójese una moneda al aire, y al caer dará cara o cruz. Pero si se arroja un número
de veces suficiente, las caras y las cruces se igualarán. Todo cae bajo la operación
de la Ley de Causa y Efecto, y si pudiéramos examinar todo el eslabonamiento de
causas veríamos claramente que era sencillamente imposible que el dado cayera en
otra forma que en la que cayó, bajo las mismas circunstancias y al mismo tiempo.
Siendo las mismas causas, se produce siempre el mismo resultado. Toda
ocurrencia tiene su causa y su porqué. Nada ocurre sin causa, o, mejor dicho, sin
una cadena de causas.
Al considerar este principio, muchos se quedan confusos, porque no pueden
explicar cómo una cosa puede ser causa de otra, esto es, ser la primera creadora de
la segunda. En realidad, ninguna cosa puede producir o crear otra. La causa y el
efecto residen meramente en los sucesos. Un suceso o acontecimiento es lo que
viene, llega u ocurre como consecuencia o resultado de un acontecimiento o evento
anterior. Ningún acontecimiento crea otro, sino que no es nada más que el eslabón
precedente en la gran cadena coordenada de sucesos que fluyen de la energía
creadora del TODO. Hay una continuidad de solución entre todos los
acontecimientos precedentes, consecuentes y subsecuentes. Existe siempre una
relación entre todo lo que ha pasado y todo lo que sigue. Una piedra se desprende
de la montaña y se aplasta contra el tejado de una granja situada en el valle vecino.
A primera vista parece obra de la casualidad; pero si se examina la materia se
encontrará una gran cadena de causas tras ese acontecimiento. En primer lugar
estaba la lluvia que ablandó la tierra que sostenía a la piedra, permitiéndole así
caer; antes de esa causa estaba la influencia precedente del Sol y de otras lluvias,
las que gradualmente fueron desintegrando la piedra de la roca; antes aún, estaban
las causas que contribuyeron o produjeron la formación de la montana y su eleva-
ción sucesiva por medio de las convulsiones de la Naturaleza, y así ad infinitum
Además podemos revisar las causas de la lluvia, podemos considerar la existencia
del tejado. En una palabra, pronto nos encontraríamos envueltos en un laberinto de
causas y efectos del que pronto tendríamos que luchar para escapamos.
Así como un hombre tiene dos padres y cuatro abuelos y ocho bisabuelos, y
dieciséis tatarabuelos y así sucesivamente, de manera que al cabo de cuarenta
generaciones se calcula el número de antecesores en muchos millones, así también
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sucede con el número de causas que subyacen tras el suceso o fenómeno más
ínfimo, tal como el paso de un liviano trocito de carbón llevado por el viento. No
es nada fácil seguir la pista de esa partícula de hollín hasta los primitivos períodos
de la historia del mundo, cuando formaba parte de un macizo tronco que más tarde
se convirtió en carbón, y así sucesivamente, hasta el momento en que pasaba
volando ante nosotros en busca de otras muchas aventuras. Y una poderosísima
cadena de acontecimientos, de causas y efectos, la llevó hasta su actual condición,
y este no es más que uno de los tantos sucesos de la cadena, y que seguirán
produciendo más y más eventos durante centenares y centenares de años a contar
desde ahora. Una de las series de acontecimientos originados por esa partícula de
hollín flotante ha sido el escribir estas líneas, lo que ha obligado a un tipógrafo a
realizar cierto trabajo; esto despertará en vuestras mentes ciertos pensamientos, así
como en las de los demás, los que a su vez afectarán a otros, y así sucesivamente,
hasta donde la mente no puede alcanzar, y todo por el simplísimo vuelito de una
partícula de hollín, lo cual muestra la relatividad y asociación de las cosas y la
deducción consiguiente de que nada hay grande ni pequeño en la mente que todo lo
creó.
Meditemos un momento. Si cierto hombre no hubiera encontrado a cierta mujer
en la oscura Edad de Piedra, vosotros, que estáis leyendo estas líneas, no estaríais
ahora aquí. Y si, quizá, la misma pareja no se hubiera encontrado, los que
escribimos estas líneas tampoco estaríamos aquí. Y el mismo hecho de que
nosotros, por nuestra parte, escribamos, y de que vosotros leáis, afectará no sola-
mente nuestras propias vidas, sino que también tendrá un efecto directo o indirecto
sobre muchas otras personas que viven actualmente o que vivirán en las edades por
venir. Todo pensamiento generado en nuestra mente, todo acto realizado tiene sus
resultados directos e indirectos que se eslabonan coordinadamente en la gran
cadena de Causas y Efectos.
No deseamos entrar a discutir, en esta obra, sobre el libre albedrío y el
determinismo, por múltiples razones. Entre otras muchas, la principal es que
ningún lado del asunto es completamente exacto, siendo en realidad ambos
parcialmente verdad, de acuerdo con las enseñanzas herméticas. El Principio de
Polaridad demuestra que ambos aspectos son semiverdades: los opuestos polos de
la Verdad. La verdad es que el hombre puede ser a la vez libre y limitado por la
necesidad, dependiendo todo del significado de los términos y de la altura de
verdad desde la cual se examine el asunto. Los antiguos escritores expresaban el
punto diciendo que: "Cuanto más lejana está la creación del Centro, tanto más
limitada está. Cuanto más próxima está del Centro, tanto más libre está".
Los hombres en su mayoría, son más o menos esclavos de la herencia, del
medio ambiente, etc., y manifiestan muy poco libre albedrío. Se ven arrastrados
por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo externo, así como
también por sus emociones, sentimientos y modalidades. No manifiestan el menor
dominio de sí mismos que merezca ese nombre. Y con indignación rechazan esa
afirmación diciendo: "Yo puedo obrar ciertamente con plena libertad y hacer lo
que se me dé la gana; hago precisamente lo que quiero hacer". Pero no pueden
explicar por qué o de dónde viene el "necesito" y "me gusta". ¿Qué es lo que les
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hace "querer" una cosa con preferencia a otra? ¿Qué es lo que les hace "gustar" una
cosa y no otra? ¿No hay ninguna "razón" para sus "gustos" y "necesidades"? El
maestro puede transformar los "agrados" y "necesidades" en otros en el extremo
opuesto de su polo mental. Puede y tiene la capacidad de "querer querer" en vez de
querer porque algún sentimiento, modalidad, emoción o sugestión del medio
ambiente despierte en él una tendencia o deseo de hacer tal o cual cosa.
La mayoría de los hombres es arrastrada como si fuera una piedra, obedeciendo
al medio ambiente, a las influencias externas y a las modalidades, deseos y
emociones internas, etc., por no hablar de los deseos y voluntades de los demás
que son más fuertes. La herencia, el medio ambiente y las sugestiones los arrastran
sin la menor resistencia por su parte, sin que ejerciten en modo alguno su voluntad.
Movidos como las fichas en el tablero de ajedrez de la vida, desempeñan su parte y
se quedan a un lado después del juego. Pero los Maestros, que conocen las reglas
del juego, se elevan por encima del plano de la vida material, y colocándose en
contacto con los poderes superiores de sus naturalezas dominan sus propias
modalidades, caracteres, cualidades y polaridades, así como el medio ambiente que
los rodee, haciéndose en esta forma directores del juego en vez de meras fichas:
Causas en vez de Efectos. Los Maestros no se libran de la causación en los planos
superiores, sino que están bajo el contralor de esas más elevadas leyes, y haciendo
uso de estas se vuelven dueños de las circunstancias en los planos inferiores. De
esta manera forman una parte consciente de la Ley, en vez de ser sus ciegos
instrumentos. Mientras obedecen y sirven en los Planos Superiores, dominan y son
dueños del plano material.
Pero, tanto arriba como abajo, la Ley está siempre en operación. No existe tal
casualidad o azar. La ciega diosa ha sido abolida por la razón. Ahora podemos ver,
con ojos iluminados por el conocimiento, que todo está gobernado por la Ley
Universal y que el infinito número de leyes no es más que manifestaciones de la
Única Gran Ley: la LEY que es el TODO. Es, pues, muy cierto que ni siquiera un
gorrión deja de estar presente en la Mente del TODO, que hasta los cabellos de
nuestra cabeza están contados, según dicen las escrituras. Nada hay fuera de la
Ley; nada ocurre en contra de ella. Pero, a pesar de ello, no se vaya a caer en el
error de que el hombre es un autómata ciego, al contrario. La doctrina hermética
dice que el hombre puede emplear la Ley contra las leyes, que lo superior siempre
prevalecerá contra lo inferior, hasta que el hombre haya alcanzado aquel estado en
el que buscará refugio en la LEY misma y podrá evadirse de todas las leyes
fenomenales. ¿Se puede comprender el significado íntimo, interno, de esto?
62
Capítulo XIII
GÉNERO
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Capítulo XIV
GÉNERO MENTAL
67
Los instructores herméticos imparten enseñanzas concernientes a este punto,
pidiendo a sus discípulos que se atengan al proceso de su propia conciencia, a su
propio yo. El discípulo fija entonces su atención internamente sobre el ego que está
en cada uno de nosotros. Cada estudiante ve que su propia conciencia le da como
primer resultante de la existencia de su yo: "Yo Soy". Esto, al principió, parece ser
la palabra final de la conciencia, pero un examen ulterior desprende el hecho de
que esto "yo soy" puede separarse en dos partes distintas o aspectos que, si bien
trabajan al unísono y en conjunción, sin embargo pueden ser separadas en la
conciencia.
Si bien al principio parece que sólo existe un único Yo, un examen más
cuidadoso revela que existe un "yo" y un "mí". Este par mental difiere en
características y naturaleza, y el examen de esta, así como de los fenómenos que
surgen de la misma, arrojan gran luz sobre muchos de los problemas de la
influencia mental.
Comencemos considerando el "mí", que generalmente se confunde con el "yo",
si no se profundiza mucho en los recesos de la conciencia. El hombre piensa de sí
mismo (en su aspecto de "mí" o "me") como si estuviera compuesto por ciertos
sentimientos, agrados, gustos y disgustos, hábitos, lazos especiales, características,
etc., todo lo cual forma su personalidad, o el ser que conoce él mismo y los demás.
El hombre sabe que estas emociones y sentimientos cambian, que nacen y mueren,
que están sujetos al principio del Ritmo y al de Polaridad, cuyos principios lo
llevan de un extremo a otro. También piensa de sí mismo como cierta suma de
conocimientos agrupados en su mente, que forman así una parte de él. Este es el
"mí" o "me" del hombre.
Pero quizás hemos procedido demasiado aprisa. El "mí" de muchos hombres
está compuesto en gran parte de la conciencia que tienen de su propio cuerpo y de
sus apetitos físicos, etc. Y, estando su conciencia limitada en alto grado a su
naturaleza corporal, prácticamente "viven allí". Algunos hombres van tan allá en
esto que consideran su apariencia personal como una parte de su "mí", y realmente
la consideran parte de sí mismos. Un escritor dijo con mucho humorismo en una
oportunidad que el hombre se compone de tres partes: "Alma, cuerpo y vestidos".
Y esto haría que muchos perdieran su personalidad si se les despojara de sus
vestidos. Pero, aun aquellos que no están tan estrechamente esclavizados con la
idea de su apariencia personal, lo están por la conciencia de sus cuerpos. No
pueden concebirse sin él. Su mente les parece que es algo "que pertenece" a su
cuerpo, lo que, en muchos casos, es realmente cierto.
Pero conforme el hombre adelanta en la escala de la conciencia, va adquiriendo
el poder de desprender a su "mí" de esa idea corporal, y puede pensar de su cuerpo
que es algo "que pertenece a" su propia parte mental. Pero aun entonces es muy
capaz de identificar el "mí" completamente con sus estados mentales, sensaciones,
etc., que siente existen dentro de él. E identificará esos estados consigo mismo, en
vez de estimarlos como simples "cosas" producidas por su mentalidad, existentes
en él, dentro de él y proviniendo de él, pero que, sin embargo, no son él mismo.
Puede comprobar también que esos estados cambian mediante un esfuerzo
volitivo, y que es capaz de producir una sensación o estado de naturaleza
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completamente opuesta de la misma manera, y, sin embargo, sigue existiendo
siempre el mismo "mí". Después de un tiempo, podrá así dejar a un lado esos
diversos estados mentales, emociones, sentimientos, hábitos, cualidades,
características y otras posesiones personales, considerándolas como una colección
de cualidades, curiosidades o valiosas posesiones del "no mí". Esto exige mucha
concentración mental y poder de análisis. Pero ese trabajo es posible, y hasta los
estudiantes que no están muy adelantados pueden ver, en su imaginación, cómo se
realiza el proceso descripto.
Después de realizado ese ejercicio, el discípulo se encontrará en posesión
consciente de un "Ser" que puede ser considerado bajo su doble aspecto del "yo" y
de "mí". El "mí" se sentirá como algo mental en lo que pueden producirse los
pensamientos, ideas, emociones, sentimientos y otros estados mentales. Puede ser
considerado como si fuera la "matriz mental", según decían los antiguos, capaz de
generar mentalmente. Este "mí" se denuncia a la conciencia, poseyendo poderes de
creación y generación latentes, de todas clases. Su poder de energía creadora es
enorme, según puede sentirlo uno mismo. Pero, a pesar de todo, se tiene la
conciencia de que debe recibir alguna forma de energía, bien del mismo "yo",
inseparable compañero, o bien de algún otro "yo", a fin de que así pueda producir
sus creaciones mentales. Esta conciencia aporta consigo una realización de la
enorme capacidad de trabajo mental y de poder creador que encierra.
El estudiante encuentra pronto que no es todo lo que hay en su conciencia
íntima, pues ve que existe un algo mental que puede "querer" que el "mí" obre de
acuerdo con cierta línea creadora y que, sin embargo, permanece aparte, como
testigo de esa creación mental. A esta parte de sí mismo se le da el nombre del
"yo". Y puede reposar en su conciencia a voluntad. Allí se encuentra, no una con-
ciencia de una capacidad de generar y crear activamente en el sentido del proceso
gradual común a las operaciones mentales, sino más bien la conciencia de una
capacidad de proyectar una energía del "yo" al "mí": "Querer" que la creación
mental comience y proceda. También se experimenta que el "yo" puede
permanecer aparte, testigo de las operaciones o creaciones mentales del "mí". Este
doble aspecto existe en la mente de toda persona. El "yo" representa al Principio
Masculino del género mental, y el "mí" al Principio Femenino. El "yo" representa
el aspecto de Ser, el "mí" el aspecto de "devenir". Se notará que el principio de
correspondencia opera en este plano lo mismo que en el que se realiza la creación
del Universo. Los dos son parecidos, si bien difieren enormemente en grado.
"Como arriba es abajo, como abajo es arriba".
Estos aspectos de la mente —los principios masculino y femenino— el "yo" y
el "mí" considerados en relación con los fenómenos psíquicos y mentales ya
conocidos, dan la clave maestra para dilucidar la operación y manifestación de
esas nebulosas regiones de la mente. El principio del género mental aporta la
verdad que se encierra en todo el campo de los fenómenos de influencia mental.
La tendencia del principio femenino es siempre la de recibir impresiones,
mientras que la tendencia del masculino es a darlas o a expresarlas. El principio fe-
menino tiene un campo de acción mucho más variado que el masculino. El
principio femenino conduce el trabajo de generar nuevos pensamientos, conceptos,
69
ideas, incluso la obra de la imaginación. El masculino se contenta con el acto de
"querer" en sus varias fases. Sin embargo, sin la ayuda activa de la voluntad del
principio masculino, el femenino puede contentarse con generar imágenes
mentales que son el resultado de impresiones recibidas del exterior, en vez de
producir creaciones mentales originales.
Las personas que pueden prestar continuada atención a un sujeto emplean
activamente ambos principios mentales: el femenino, en el trabajo activo de la
generación mental, y el masculino en estimular y dar energía a la porción creadora
de la mente. La mayoría apenas hace uso del principio masculino, y se contenta
con vivir de acuerdo con los pensamientos e ideas que se filtran en su "mí" y
provienen del "yo" de otras mentalidades. Pero no es nuestro propósito detenemos
en esta faz del asunto, cosa que puede estudiarse en cualquier tratado bueno de
psicología, con la clave ya indicada sobre el género mental.
El estudiante de los fenómenos psíquicos conoce la realidad de los
maravillosos fenómenos clasificados como telepatía, influencia mental, sugestión,
hipnotismo, etc. Muchos han buscado explicación a estas diversas fases de los
fenómenos, siguiendo las teorías de dualidad mental promulgadas por los
diferentes instructores. Y, hasta cierto punto, están en lo cierto, porque, realmente
existe una manifestación clara y definida de dos fases distintas de actividad
mental. Pero si esos estudiantes consideraran esa dualidad a la luz de las
enseñanzas herméticas concernientes a la vibración y al género mental, verían que
la clave tan buscada la tienen al alcance de la mano.
En los fenómenos telepáticos se ve que la energía vibratoria del principio
masculino se proyecta hacia el principio femenino de otra persona, y que esta
última absorbe ese pensamiento y le permite desarrollarlo y madurarlo. En la
misma forma obran la sugestión y el hipnotismo. El principio masculino de una
persona da la sugestión, dirigiendo una corriente de energía o poder vibratorio
hacia el principio femenino de otra, y esta, al aceptarla, la hace suya y piensa en
consecuencia. Una idea así alojada en la mente de otra persona crece y se
desenvuelve, y a su tiempo es considerada como una verdadera creación mental del
individuo, mientras que en realidad no es más que el huevo de un cuco puesto en el
nido del gorrión, pues aquel pájaro pone sus huevos en un nido ajeno. El proceso
normal es que el principio masculino y el femenino de una persona obren
coordinada y armoniosamente, conjuntamente. Pero, por desdicha, el principio
masculino del hombre corriente es demasiado inerte y perezoso para obrar y el
despliegue de poder volitivo es muy ligero, y, en consecuencia, la mayoría está
dirigida por las mentes y voluntades de los demás a quienes se permite querer y
pensar por uno mismo. ¿Cuántos pensamientos u obras originales hace el hombre
corriente? ¿No es la mayoría de los hombres simple sombra o eco de los que tienen
una mente o voluntad más fuerte que la suya? La perturbación proviene de que el
hombre corriente descansa casi completamente en su conciencia del "mí" y no
comprende que, realmente tiene un "yo". Está polarizado en su principio femenino
mental, y su principio masculino, en el que reside la voluntad, está inactivo e
inerte.
El hombre fuerte del mundo manifiesta invariablemente el principio masculino
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de voluntad, y su fuerza depende materialmente de este hecho. Y en vez de vivir
en las impresiones que le producen otras mentalidades, domina su propia mente,
mediante su voluntad, obteniendo así la clase de imágenes mentales que quiere y
dominando así también las mentes ajenas de la misma manera. Contémplese un
hombre fuerte y véase cómo se las arregla para implantar sus gérmenes mentales
en la mente de las masas, obligándolas así a pensar de acuerdo con sus deseos.
Este es el porqué las masas son como rebaños de cameros, que nunca originan una
idea propia ni emplean sus propios poderes y actividades mentales.
La manifestación del género mental puede notarse en todas partes diariamente.
Las personas magnéticas son las que pueden emplear su principio masculino para
imprimir sus ideas sobre los demás. El actor que hace reír o llorar a la
concurrencia está haciendo uso de este principio. Igualmente sucede con el orador,
político, predicador o cualquier otro que atraiga la atención pública. La influencia
peculiar que ejerce un hombre sobre otro es debida a la manifestación del género
mental según las líneas vibratorias ya indicadas. En este principio está el secreto
del magnetismo personal, de la fascinación, etc., así como también de los
fenómenos agrupados bajo el nombre de hipnotismo.
El estudiante que se ha familiarizado con los fenómenos generalmente
denominados psíquicos habrá descubierto la importante parte que desempeña en
los citados fenómenos esa fuerza que la ciencia llama "sugestión", por cuyo
término se indica el proceso o método por el cual se transfiere una idea o se
imprime sobre la mente de otro, obligando así a la segunda mentalidad a obrar
concordantemente. Una verdadera comprensión de la sugestión es necesaria para
comprender inteligentemente los varios fenómenos psíquicos a que la sugestión da
origen. Pero aun es más necesario el conocimiento de la vibración y del género
mental, porque todo el principio sugestivo depende de estos.
Los escritores sobre la materia de sugestión dicen que la mente "objetiva o
voluntaria" es la que hace la impresión mental, o sugestión, sobre la mente
"subjetiva o involuntaria". Pero no describen el proceso ni indican alguna analogía
mediante la cual sea más fácil comprender la idea. Si se contempla el asunto a la
luz de las enseñanzas herméticas, se verá que la energización del principio
femenino por la energía vibratoria del masculino está de acuerdo con las leyes
universales de la Naturaleza, y el mundo natural ofrece innumerables analogías que
facilitan la comprensión del principio. En realidad, la doctrina hermética afirma
que la misma creación del universo obedece a dicha ley y que en todas las
manifestaciones creadoras sobre los planos espiritual, mental y físico, siempre está
en operación el principio de género: la expresión de los principios masculino y
femenino. "Como arriba es abajo, como abajo es arriba". Y aun más que esto:
cuando se comprende este principio se es capaz de clasificar inteligentemente de
inmediato los variados fenómenos psicológicos, en vez de quedarse confuso ante
ellos. El principio realmente trabaja en la práctica, porque está basado sobre las
leyes universales e Inmutables de la vida.
No entraremos ahora en una dilucidación detallada de los diversos fenómenos
concernientes a la influencia mental o a la actividad psíquica. Hay muchos libros,
en su mayor parte muy buenos, que se han escrito últimamente sobre el asunto. Los
hechos principales señalados en esas obras son exactos, aunque los diversos au-
71
tores tratan de explicarlos por las diferentes teorías de su propia cosecha. El
estudiante puede familiarizarse con estas materias, y utilizando la doctrina del
género mental podrá coordinar convenientemente la masa caótica de teorías y
enseñanzas en conflicto, y podrá, además, adueñarse completamente del asunto si a
ello se sintiera inclinado. El objeto de esta obra no es el de dar una explicación
extensa de los fenómenos psíquicos, sino más bien el de indicar sencillamente la
clave maestra que abre las muchas puertas que conducen al Templo del Saber, si se
desea explorar su interior. Creemos que al examinar las enseñanzas encerradas en
"El Kybalión" es fácil encontrar la explicación de muchas dificultades que
confunden. De nada sirve entrar en detalles referentes a las muchas características
de los fenómenos psíquicos y mentales si al estudiante no le son dados los medios
para comprender el asunto que atrae su atención. Con la ayuda de "El Kybalión" se
puede entrar en cualquier biblioteca, pues la antigua luz del Egipto iluminará las
páginas confusas y los problemas oscuros. Este es el verdadero objeto de esta obra.
No venimos a exponer una filosofía nueva, sino a suministrar las bases
fundamentales de la antigua enseñanza universal que esclarece todas las doctrinas,
y que servirá para conciliar todas las teorías, por diferentes u opuestas que
parezcan.
72
Capítulo XV
AXIOMAS HERMÉTICOS
"La posesión del Conocimiento, si no va
acompañada por una manifestación y expresión en
la práctica y en la obra, es lo mismo que el enterrar
metales preciosos: una cosa vana e inútil El
Conocimiento, lo mismo que la Fortuna, deben
emplearse. La ley del uso es universal, y el que la
viola sufre por haberse puesto en conflicto con las
fuerzas naturales".
EL KYBALION
73
eran sencillamente dos polos de una misma cosa, y que mediante la trasmutación
mental esa polaridad podía ser invertida. Los modernos psicólogos conocen ese
principio y lo aplican para disolver los hábitos no deseables, aconsejando a sus
discípulos la concentración sobre la opuesta cualidad. Si uno tiene miedo, es inútil
que pierda su tiempo tratando de matar el miedo, sino que debe cultivar el valor, y
entonces el miedo desaparecerá. Algunos autores han expresado esta idea,
ilustrándola con el ejemplo de una habitación oscura. No hay que perder el tiempo
tratando de arrojar afuera a la oscuridad, sino que es muchísimo mejor abrir las
ventanas y dejar entrar la luz, y la oscuridad desaparecerá por sí sola. Para matar
una cualidad negativa es necesario concentrarse sobre el polo positivo de esa
misma cualidad, y las vibraciones cambiarán gradualmente de negativas en positi-
vas, hasta que finalmente se polarizarán en el polo positivo, en vez de estarlo en el
negativo. La inversa es también verdad, porque muchos han encontrado el Dolor
por haberse permitido vibrar demasiado constantemente en el polo negativo de las
cosas. Cambiando la polaridad pueden dominarse las modalidades y estados men-
tales, rehaciendo toda la disposición propia y construyendo así el carácter. Mucha
parte del dominio que los herméticos avanzados poseen sobre su mentalidad se
debe a la inteligente aplicación de la polaridad, que es uno de los más importantes
aspectos de la transmutación mental. Recuérdese el axioma hermético, citado ante-
riormente, que dice:
"La mente, así como los metales y los elementos, pueden
transmutarse de grado en grado, de condición, de polo a
polo, de vibración en vibración".
EL KYBALION
Dominar la polaridad significa dominar los principios de la transmutación o
alquimia mental; porque, salvo que se adquiera el arte de cambiar la propia
polaridad, no se podrá afectar el ambiente que nos rodea. Si comprendemos ese
principio podemos cambiar nuestra propia polaridad, así como la de los demás,
siempre que dediquemos a ello el tiempo, el cuidado, el estudio y la práctica
necesarios para dominar ese arte. El principio es verdad, pero los resultados que se
obtienen dependen de la persistente paciencia y práctica del estudiante.
74
de conciencia superior, así como uno inferior, y el Maestro, elevándose
mentalmente al plano superior, hace que la oscilación del péndulo mental se
manifieste en el plano inferior, mientras él permanece en el otro, librando así a su
conciencia de la oscilación contraria. Esta se efectúa polarizándose en el Yo
Superior, elevando así las vibraciones mentales del Ego sobre el plano de concien-
cia ordinario. Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y permitir que
esta pase por debajo. El hermético avanzado se polariza en el polo positivo de su
ser, el YO SOY, más bien que en el polo de su personalidad, y, rehusando y
negando la operación del Ritmo, se eleva sobre su plano de conciencia,
permaneciendo firme en su afirmación de ser, y la oscilación pasa en el plano
inferior, sin cambiar para nada su propia polaridad. Esto lo realizan todos los
individuos que han alcanzado cualquier grado de dominio propio, comprendan o
no la ley. Esas personas rehusan sencillamente el dejarse arrastrar por la oscilación,
y afirmando resueltamente su superioridad permanecen polarizados positivamente.
El Maestro, por supuesto, alcanza un mayor grado de perfeccionamiento porque
comprende perfectamente la ley que está dominando con la ayuda de una ley
superior, y mediante su voluntad adquiere un grado de equilibrio y firmeza casi
imposible de concebir por los que se dejan llevar de un lado a otro por las
oscilaciones de la emotividad.
Recuérdese siempre, sin embargo, que el principio del Ritmo no puede ser
destruido; porque es indestructible. Sólo es posible sobreponerse a una ley
equilibrándola con otra, manteniéndose así el equilibrio. Las leyes del equilibrio
operan tanto en el plano mental como en el físico, y la comprensión de esas leyes
le permiten a uno sobreponerse a ellas, contrabalanceándolas.
"Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay
muchos planos de Causación y uno puede emplear las leyes
del plano superior para dominar a las del inferior".
EL KYBALION
Comprendiendo la práctica de la polarización, el hermético se eleva al plano
superior de causación, equilibrando así las leyes de los planos inferiores.
Elevándose sobre el plano de las causas ordinarias se convierte uno, hasta cierto
punto, en una causa, en vez de ser un simple efecto. Pudiendo dominar los
sentimientos y modalidades propias, y neutralizando el ritmo, se puede rehuir gran
parte de las operaciones de la ley de causa y efecto en el plano ordinario. Las
masas se dejan arrastrar obedeciendo al ambiente que las rodea, a las voluntades y
deseos de algunos hombres más fuertes que ellas, a los efectos de las tendencias
heredadas o a las sugestiones u otras causas exteriores, no siendo más que simples
fichas en el tablero de ajedrez de la vida. Elevándose sobre esas causas, los
herméticos avanzados buscan un plano de acción mental superior, y dominando sus
propias cualidades, se crean un nuevo carácter, cualidades y poderes, mediante los
cuales se sobreponen a su ambiente ordinario, haciéndose así directores en vez de
dirigidos. Esos individuos ayudan a la realización del juego de la vida
conscientemente, en vez de dejarse mover por influencias, poderes o voluntades
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externas. Emplean el principio de causa y efecto en vez de dejarse dominar por él.
Por supuesto, aun los seres más elevados están sujetos a este principio según se
manifiesta en los planos superiores, pero en los inferiores son señores y no
esclavos. Según dice "El Kybalión":
"El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a
las leyes que están por encima de él, pero en su propio plano y en las
que están por debajo de él rige y ordena. Sin embargo, al hacerlo,
forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se
sumerge en la Ley, y comprendiendo sus movimientos, opera en ella
en vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen nadador, va
de aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse
arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin embargo, el
nadador y el madero, el sabio y el ignorante, están todos sujetos a la
ley. Aquel que esto comprenda va en el buen camino que conduce al
Adoptado".
EL KYBALION
Para concluir, recordaremos nuevamente el axioma hermético que dice que
"LA VERDADERA TRANSMUTACIÓN HERMÉTICA ES UN ARTE
MENTAL".
En dicho axioma, el hermético indica que el ambiente externo se influencia
mediante el poder de la mente. El Universo, que es totalmente mental, puede ser
solamente dominado mediante la mentalidad. En esta verdad se encontrará la
explicación de todos los fenómenos y manifestaciones de los diversos poderes
mentales que tanto están atrayendo la atención actualmente, en pleno siglo XX.
Tras toda la enseñanza dada por las diversas escuelas o religiones, yace siempre
constantemente el principio de la substancialidad mental del Universo. Si este es
mental, en su naturaleza intrínseca, fácilmente se deduce que la transmutación
mental debe modificar y transformar las condiciones y los fenómenos del Uni-
verso, y que la mente debe ser el mayor poder que pueda afectar sus fenómenos. Si
se comprende esta verdad, todos los llamados milagros y maravillas dejarán de te-
ner punto alguno oscuro, porque la explicación es por demás clara y sencilla.
"El TODO es mente, el Universo es mental".
EL KYBALION
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