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08 Osteoporosis

08 | Osteoporosis

08

Osteoporosis
Germán Vicente-Rodríguez, Alba Gómez-Cabello y
José Antonio Casajús
GENUD “Growth, Exercise, NUtrition and Development” Research
Group. Universidad de Zaragoza, Spain. Faculty of Health and
Sport Science (FCSD), Department of Physiatry and Nursing. Uni-
versidad de Zaragoza.

La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por una disminu- 3

ción de la masa ósea y deterioro de la microarquitectura del tejido


óseo, con un consecuente aumento de la fragilidad y susceptibilidad
a la fractura ósea. Se trata de un preocupante problema de salud en
todo el mundo, que implica elevados costes para la sanidad y para la
calidad de vida de las personas que la sufren. De hecho, cada año,
alrededor de 2.7 millones de hombres y mujeres europeos sufren una
fractura ósea debido a la osteoporosis, estando además asociada
con índices altos de morbilidad y mortalidad.

Los niveles de contenido mineral óseo (CMO) y densidad mine-


ral ósea (DMO) presentan un alto componente hereditario (70%).
Sin embargo, los factores ambientales y el estilo de vida, como la
actividad física, condición física y nutrición (especialmente ingesta
de calcio y vitamina D) también presentan importantes implicaciones
osteogénicas. Además, el ejercicio físico se ha relacionado positiva-
mente con mayor contenido y adquisición de mineral óseo, siempre
ejercicio físico es salud

y cuando persistan las demandas de carga mecánica en el hueso. La


osteoporosis está relacionada con el pico de masa ósea alcanzado
antes de los 20 años de edad.

En España, al igual que en la mayoría de los países desarrollados,


el número de personas mayores de 65 años ha aumentado conside-
rablemente en los últimos años. Además, se cree que este ritmo de
crecimiento acelerado se va a mantener en los próximos años, por lo
que el panorama demográfico futuro presenta una sociedad enveje-
cida en la que casi un tercio de la población estará compuesto por
personas mayores.

Se ha extendido el uso de diversos medicamentos para la preven-


ción y tratamiento de la osteoporosis, como los bifosfonatos, pero
4 hasta el momento, los beneficios no son definitivos y se ha demos-
trado que estos fármacos pueden provocar algunos efectos secun-
darios, como toxicidad gastrointestinal. Sin embargo, la actividad
física, ejercicio y deporte son las principales medidas no farmacoló-
gicas que se deben promover en las personas mayores, de cara a un
envejecimiento satisfactorio. De hecho, las fracturas osteoporóticas
suelen ocurrir a causa de una caída y los medicamentos contra la
osteoporosis generalmente no tienen ningún efecto en su prevención.
Aspecto de especial importancia si tenemos en cuenta que el 5-10%
de las caídas que sufren las personas mayores tiene como conse-
cuencia una fractura ósea.

Por este motivo resulta crucial actuar mediante la prevención tem-


prana identificando personas con niveles reducidos de CMO y DMO
y la intervención durante el desarrollo y a lo largo de la vida, ya que
actualmente, debido a la reducida eficacia del tratamiento farmacoló-
gico de esta enfermedad, es la mejor solución.
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[ Efecto del ejercicio físico en la


prevención y tratamiento de la
osteoporosis ]

El concepto de ejercicio físico se define como un subconjunto de


actividad física planeada, estructurada y sistemática. Como ya se
ha indicado, la prevención de la osteoporosis se da principalmente
durante la etapa de desarrollo óseo, idealmente durante la niñez y la
adolescencia, mientras que el posible uso del ejercicio como terapia
o tratamiento se enfocaría en edades avanzadas.

Niños y adolescentes

Adquirir una elevada masa ósea durante la infancia y adolescencia


determina en gran medida, la salud ósea adulta, lo que podría dismi- 5

nuir el riesgo de sufrir fracturas relacionadas con la osteoporosis en


un 50% (Cummings et al, 1993).

La asociación entre la actividad física y el desarrollo óseo está


siendo profundamente estudiada en los últimos años. Varios estudios
han mostrado una asociación positiva entre la práctica de actividad
física y el desarrollo de la masa ósea en niños y adolescentes (Gracia-
Marco et al, 2011). A pesar de todos los beneficios anteriormente
citados, el periodo de la adolescencia se caracteriza por un des-
censo en la práctica de actividad física y un aumento en las conduc-
tas sedentarias. Por este motivo la promoción de la actividad física y
deportiva durante la etapa escolar es prioritaria.

Cuando se habla de actividad física, no sólo es importante la


cantidad e intensidad de la misma, sino también el tipo. En este sen-
tido, las actividades más osteogénicas son aquellas que implican
ejercicio físico es salud

fuertes impactos, la propia carga corporal y aquellas dirigidas a la


mejora de la fuerza y/o masa muscular (Vicente-Rodriguez 2006).
Estudios longitudinales han demostrado que la práctica de fútbol
desde edades prepuberales está asociada con una mayor adquisi-
ción de mineral óseo (Vicente-Rodriguez 2006). Resultados simila-
res se han encontrado con la práctica de balonmano y de gimnasia
artística (Vicente-Rodriguez 2006) entre otros deportes, siempre y
cuando persistan las demandas de carga mecánica en el hueso. En
esta línea hay que considerar posibles efectos adversos de algu-
nos deportes, la práctica deportiva por ejemplo de ciclismo, puede
afectar negativamente al desarrollo óseo durante la adolescencia en
regiones de relevancia clínica en el diagnóstico de la osteoporosis,
como la cadera y espina lumbar, interfiriendo así en la adquisición
de un pico de masa ósea elevado (Olmedillas et al, 2011).
6

El ejercicio físico está relacionado con el desarrollo de la masa


ósea debido al impacto que provoca en el hueso, hecho que favo-
rece el desarrollo, mantenimiento y la dureza del mismo. La condición
física es un marcador de salud actual pero también de salud futura
(etapa adulta), que ha mostrado estar asociado al desarrollo óseo
(Gracia-Marco et al, 2011).

Según postula la Teoría del Mecanostato: los músculos más gran-


des ejercen fuerzas mayores de tracción/tensión en los huesos en
los que se insertan (Schoenau et al, 2002; Rauch et al, 2004). Existe
suficiente evidencia científica que demuestra que el ejercicio está
fuerte y positivamente asociado al desarrollo de masa magra y como
consecuencia, al aumento de la masa ósea durante la infancia y ado-
lescencia (Vicente-Rodriguez 2006). Además, un estudio reciente ha
mostrado que es la masa magra y no la grasa (como se ha creído
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durante muchos años), la que condiciona el desarrollo óseo en ado-


lescentes (Gracia-Marco et al, 2011).

Las personas mayores

Gran cantidad de estudios han tratado de investigar la relación exis-


tente entre la actividad física en las diferentes etapas de la vida con la
masa ósea durante la senectud. La actividad física presente así como
la realizada durante la juventud y época adulta tiene un efecto posi-
tivo sobre la masa ósea de las personas mayores, ayudando a preve-
nir la osteoporosis. Por el contrario, el sedentarismo podría acelerar
la pérdida ósea, aumentando por tanto el riesgo de fractura. Fruto de
estas investigaciones se ha confirmado que un mayor nivel de acti-
vidad física durante la juventud así como la participación deportiva
regular a lo largo de los últimos 20 años se asocia con una mayor 7

DMO en la columna lumbar y cuello femoral en personas mayores


comparado con aquellos con un estilo de vida sedentario. Además,
la actividad física practicada de manera más reciente contribuye a
la preservación de la DMO del cuello femoral en adultos y personas
mayores (Vuillemin et al, 2001). Por otra parte, estudios longitudinales
llevados a cabo en mujeres han demostrado que la tasa de pérdida
de DMO en el cuello femoral es mayor entre las mujeres físicamente
inactivas (-1,4% anual) en comparación con las mujeres físicamente
activas (-0,5% anual) (Nguyen et al, 1998).

Sin embargo, aunque se sabe que un aumento en los niveles de


actividad física puede producir un incremento de la masa ósea, la
participación en programas específicos de entrenamiento podría ser
la manera más eficaz de mejorar el contenido y DMO con el objetivo
de prevenir la aparición de osteoporosis en aquellas personas con
una masa ósea saludable, así como mejorar y frenar la disminución
ejercicio físico es salud

de la DMO en aquellas personas con osteopenia u osteoporosis


(Gómez-Cabello et al, 2012).

Caminar, al aumentar mínimamente la carga mecánica sobre el


organismo, parece ser el tipo de ejercicio con menores beneficios
para el tratamiento de la osteoporosis o mejora de la masa ósea, por
tanto, intervenciones que combinen este tipo de ejercicio aeróbico
con otras modalidades, podrían ser más efectivas en la mejora del
tejido óseo durante el proceso de envejecimiento (Gómez-Cabello et
al, 2012). El aumento del estrés mecánico sobre el hueso que ofrece
el entrenamiento de fuerza favorece la osteogénesis y por lo tanto,
este tipo de actividad parece ser un potente estímulo para la mejora
y el mantenimiento de la masa ósea durante el proceso de envejeci-
miento, especialmente en las regiones del cuello femoral, columna
8 lumbar y radio (Gómez-Cabello et al, 2012).

La combinación de diferentes programas de ejercicio también ha


sido evaluada y se ha demostrado que un entrenamiento combinado
de ejercicio aeróbico, fuerza u otras modalidades pueden mejorar o al
menos prevenir el deterioro del hueso en mujeres posmenopáusicas,
con o sin osteoporosis inicialmente presente (Gómez-Cabello et al,
2012). Los hombres, sin embargo, parecen ser menos susceptibles a
los cambios en la masa ósea, probablemente debido a que parten de
mayores niveles de DMO o porque quizás necesitan un estímulo de
ejercicio de mayor intensidad.

El entrenamiento con vibración es un tipo de ejercicio que uti-


liza estímulos mecánicos a frecuencias elevadas generados por una
plataforma vibratoria y que esta siendo investigado por su posible
eficacia en este ámbito (escasa duración y alto rendimiento osteogé-
nico). La respuesta osteogénica del esqueleto a este tipo de actividad
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parece ser similar a la obtenida con otros programas de entrena-


miento, siendo por tanto beneficiosa para la prevención y tratamiento
de la osteoporosis (Gómez-Cabello et al, 2012). Además, este tipo de
ejercicio parece tener algunos beneficios adicionales como la mejora
del equilibrio y disminución del número de caídas, ambos aspectos
de vital importancia en la prevención de fracturas osteoporóticas. Por
otra parte, los ejercicios para mejorar el equilibrio, aunque no pro-
ducen per se un incremento del contenido o DMO, son otro compo-
nente importante en la terapia de la osteoporosis al ayudar a reducir
el riesgo de fractura osteoporótica por caída.

[ Prescripción de ejercicio físico para la


mejora de la masa ósea ]

Niños y adolescentes 9

Práctica deportiva y mejora de la fuerza muscular

La práctica de ejercicio físico y/o deporte resulta esencial para


aumentar los niveles de masa ósea en niños y adolescentes, espe-
cialmente la práctica de actividades de alto impacto, que impliquen
la propia carga corporal y en las que se mantengan las demandas de
carga mecánica en el hueso. Tal y como se ha comentado anterior-
mente, la adolescencia representa la etapa en la que se producen las
mayores ganancias de CMO y DMO, es por ello que, todos los esfuer-
zos orientados a la mejora de la salud ósea durante esta etapa, son
trascendentales para alcanzar el mayor pico de masa ósea posible.

Las recomendaciones actuales de actividad física para niños y


adolescentes, sugieren 60 minutos o más de actividad física de
intensidad moderada-intensa al día. Si bien, se especifica de forma
ejercicio físico es salud

general, que al menos 3 días por semana la actividad física realizada


debe de incluir actividades para la mejora de la salud ósea y la fuerza
muscular (U.S. Department of Health and Human Services 2008). Los
60 minutos recomendados están enfocados a la mejora de la salud
cardiovascular. Sin embargo, un estudio reciente ha mostrado que
dichas recomendaciones no son efectivas para un óptimo desarrollo
de la masa ósea en adolescentes; realizar un mínimo de 32 minutos
de actividades intensas mostró estar asociado con niveles óptimos
de DMO en el cuello femoral (Gracia-Marco al, 2011), región asociada
con fracturas osteoporóticas. Por lo tanto, es la práctica deportiva
de carácter intenso la que se asocia con mayores niveles de CMO y
DMO. Algunas actividades a realizar serían: fútbol, balonmano, volei-
bol, tenis, etc. Sin embargo, hay que tener en cuenta que también
existen actividades que pueden ser de carácter intenso y sin embargo
10 no tener un efecto osteogénico o incluso comprometer el correcto
desarrollo óseo. Algunos ejemplos son la natación y el ciclismo. En
estos casos se recomienda realizar un trabajo complementario con
suficiente estímulo osteogénico que permita una óptima mineraliza-
ción. El trabajo de pliometría es un buen ejemplo de ello durante la
etapa de la adolescencia, o bien la combinación de estos deportes no
osteogénicos con otros que sí lo sean. Algunas líneas de investiga-
ción abiertas están mostrando que realizar 3 horas o más de deporte
extracurricular de carácter osteogénico está asociado con una menor
prevalencia de masa ósea reducida en chicas adolescentes.

Todo lo anteriormente descrito es de especial importancia en las


chicas debido a sus bajos niveles de actividad física y masa magra,
mayor masa grasa y a su mayor riesgo de sufrir osteoporosis en la
edad adulta, en comparación con los chicos.
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Las personas mayores

Ejercicio aeróbico

Una de las formas más simples y accesibles de ejercicio para las


personas mayores es caminar. Por este motivo, este tipo de actividad
parece ser la opción más común entre las personas de edad avan-
zada. Aunque esta actividad sea menos eficaz que otras intervencio-
nes en la prevención y tratamiento de la osteoporosis, el hecho de que
este tipo de ejercicio aeróbico pueda mantener o reducir la pérdida
de masa ósea en las personas mayores debe ser tenido en cuenta
en la prescripción de ejercicio en pacientes con reducida masa ósea.
Además, cabe resaltar el beneficio del ejercicio aeróbico sobre otros
aspectos de salud y capacidad funcional, siendo la recomendación
mínima de al menos 150 minutos semanales, con bloques de mínimo 11
10 minutos (Gómez-Cabello et al, 2012).

Tabla 1 · Entrenamiento aeróbico

Frecuencia 3-4 días /semana

Duración sesión 40-60 min

Caminar + Subir escaleras /


Ejercicios
caminar con pesas (10 min)

Duración del
6-12 meses
programa

Intensidad 70-85% FC máx

FC máx: frecuencia cardíaca máxima.


ejercicio físico es salud

La combinación de entrenamiento aeróbico con otras formas de


ejercicio que proporcionen un estímulo óseo adecuado podría tener
mayores beneficios en la mejora de la masa ósea en adultos mayo-
res, al proporcionar mayor estrés mecánico sobre el hueso (Gómez-
Cabello et al, 2012). Sin embargo, los pacientes con osteoporosis
deben tener mucho cuidado en la realización de actividades donde
el impacto es excesivo, como correr u otras actividades aeróbicas de
alto impacto, ya que al tener una DMO disminuida se podría producir
una fractura por estrés.

Entrenamiento de fuerza

El entrenamiento de fuerza es uno de los programas de ejercicio más


comúnmente utilizados con el fin de mejorar la masa ósea en per-
12 sonas de edad avanzada (Gómez-Cabello et al, 2012). El programa
de entrenamiento debe realizarse al menos dos días por semana e
intentar trabajar todos los grandes grupos musculares (Tremblay et al,
2011). Los ejercicios deben realizarse con total seguridad y una exce-
lente corrección postural, que vendrá dada por mantener las curvas
fisiológicas de la columna vertebral y por una contracción del periné
y la musculatura abdominal.

Para una persona que se inicie en el entrenamiento con cargas,


se debe seleccionar un peso muy liviano, con el que pueda realizar
25 ó más repeticiones, con sólo una serie por ejercicio. Después de
unas semanas, en función de la tolerancia de la persona, se puede
añadir una segunda serie con algo más de carga para que la per-
sona pueda realizar entre 15 y 20 repeticiones. Se deben realizar las
2 series seguidas del mismo ejercicio con una recuperación entre 1 y
2 minutos. Cuando la persona realice estas dos series con facilidad,
se debe añadir una tercera y última serie con más carga (realizar entre
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8 y 12 repeticiones). Ésta será la serie más eficaz para aumentar la


masa ósea.

El cumplimiento y regularidad de los programas son factores fun-


damentales para obtener los beneficios del entrenamiento. Es acon-
sejable dejar un mínimo de 48 horas entre sesión y sesión para obte-
ner una adecuada recuperación.

Tabla 2 · Entrenamiento de fuerza

Frecuencia 3 días/semana

4-5 ejercicios EI
Ejercicios 4-5 ejercicios ES
3 ejercicios tronco 13

Duración del 6-12 meses


programa (mínimo)

Intensidad 3 series x 5-15 RM

Recuperación Entre 1 y 2 min

EI: extremidades inferiores, ES: extremidades superiores

Entrenamiento en plataforma vibratoria

Como ya hemos comentado, el entrenamiento con vibración utiliza


estímulos mecánicos a frecuencias elevadas generados por una pla-
taforma vibratoria entre otras cosas se busca una respuesta osteogé-
nica intensa, pero también parece favorecer la mejora del equilibrio y
disminución del número de caídas.
ejercicio físico es salud

Debido a que es un concepto relativamente nuevo, existe una amplia


variación en el protocolo utilizado en los diferentes estudios (ver tabla
3) y por lo tanto se hace complicado establecer una prescripción
óptima de este tipo de ejercicio para la mejora de la masa ósea en
este grupo de población.

Tabla 3 · Entrenamiento con vibración

1 día/semana
Frecuencia -
2 veces/día
Duración vibración 4-20 min

Tipo de vibración Vertical vs. Rotacional


Duración del
14 6-18 meses
programa
Frecuencia
12.6-40 Hz
vibración

Amplitud 0,7-12 mm

[ Contraindicaciones ]

Como cualquier otra indicación terapéutica el ejercicio físico tiene una


serie de efectos secundaros e interacciones que debemos conocer.
No obstante hay que destacar que en muy pocas ocasiones el ejerci-
cio físico y la actividad física están contraindicadas totalmente.

De manera general podríamos indicar que el ejercicio físico per-


mite un abanico muy amplio de prescripción por lo que podremos
adaptarlo a la población con la que se quiera trabajar y a los objetivos
propuestos.
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Niños y adolescentes

Durante la infancia y la adolescencia, etapas criticas para la ganancia


de masa ósea, las contraindicaciones son mínimas: lesiones músculo-
esqueléticas y enfermedades graves. Si el niño o el adolescente es
capaz de moverse podemos diseñar estrategias para que el ejercicio
y la actividad física ejerzan su poder osteogénico. Incluso en enfer-
medades muy discapacitantes como parálisis cerebral, patologías
musculares severas o déficit intelectual grave-moderado, diferentes
modelos de ejercicio mediante plataformas vibratorias han mostrado
ser útiles y seguros.

Adultos y mayores

A pesar de la tremenda co-morbilidad existente en este grupo de 15

población podemos intervenir con una gran cantidad de ejercicios


osteogénicos. Los trabajos de fuerza-resistencia son una excelente
oportunidad para mejorar no solo la autonomía e independencia de
los mayores, si no también para incrementar la fuerza muscular y la
salud ósea. La gran cantidad de fármacos prescritos en los mayores
debe hacernos reflexionar sobre la interacción con los modelos de
ejercicios propuestos. La valoración global del sujeto y los medios
que se dispongan, limitarán las propuestas de ejercicio físico osteo-
génico en mayores.

Como referencia se podrían utilizar las contraindicaciones absolu-


tas para realizar ejercicio físico que propone el Colegio Americano de
Medicina del Deporte (American College of Sports Medicine 1995):

1. Un cambio significativo y reciente en el ECG en reposo que


sugiere un infarto u otro evento cardíaco agudo.
ejercicio físico es salud

2. Un reciente infarto de miocardio complicado (a menos que el


paciente esté estabilizado o no haya dolor).

3. Angina inestable.

4. Arritmia ventricular no controlada.

5. Arritmia auricular que amenaza la función cardíaca.

6. Bloqueo AV de tercer grado sin marcapasos.

7. Insuficiencia cardíaca congestiva aguda.

8. Estenosis aórtica grave.


16

9. Aneurisma disecante sospechado o diagnosticado.

10. Miocarditis o pericarditis sospechadas o declaradas.

11. Tromboflebitis o trombos intracardíacos.

12. Émbolo pulmonar o sistémico reciente.

13. Infecciones agudas.

14. Psicosis.

Una vez estabilizadas y tratadas el ejercicio físico puede conver-


tirse en un gran aliado para controlar estas enfermedades.

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