Kristen Ashley - Chaos 03 - Ride Steady-1

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Índice
Sinopsis Capítulo 15
Prólogo Capítulo 16
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
Capítulo 10 Epílogo
Capítulo 11 Próximo Libro
Capítulo 12 Sobre la Autora
Capítulo 13
Capítulo 14
Sinopsis
El viaje de su vida…
Hubo un tiempo en que Carissa Teodoro creyó en los finales felices.
El dinero, el matrimonio, la maternidad: todo parecía fácil… hasta que
despertó a la fea verdad sobre su príncipe azul. Ahora es una madre soltera
que lucha por salir adelante mientras reflexiona sobre sus errores, cuando
un caballero vagamente familiar viene a rescatarla sobre un motor de una
tonelada de caballos de fuerza.
Monta y sujétate bien…
En la secundaria, Carson Steele era un chico malo y solitario que
colocó a Carissa en un pedestal donde quedó mucho más allá de su alcance.
Hoy día, es un motero corpulento conocido solo como Joker, y por la forma
en que actúa Carissa, está claro que está cayendo rápidamente. Aunque
capturarla es algo irresistible, saber qué hacer con ella es una historia muy
diferente. El Club Motero Chaos probablemente no es la mejor opción para
una buena chica como Carissa. Latima que contenerse es tan
condenadamente duro. Ahora, cuando los secretos de Joker salen a la luz y
una amenaza externa pone en peligro al club, Joker debe decidir si mantener
una relación estable con Carissa o seguir montando para siempre…

Chaos #3
Prólogo
Siempre genuino

Después de que su padre lo abofeteara, la sien de Carson Steele chocó


contra la esquina de la pared junto a la nevera. Sucedió tan rápido que, a
pesar de todas las veces que había sucedido, y eran un montón, aun así no
estaba preparado. De modo que su mano se alzó para curvarse alrededor de
la esquina demasiado tarde como para suavizar el golpe mientras el agudo
dolor se extendía de su sien a través de su ojo derecho y hasta su mandíbula.
Duplicándose, gracias a la herida en su pómulo izquierdo por el revés que
de la mano de su padre al golpearlo.
—¡Maldita basura apestosa! —gritó su padre—. ¿Cuál es el punto de
tenerte, chico? ¿Eres un bueno para nada?
Carson había aprendido a no responder. Cualquier cosa que dijera
sería peor. Podía defenderse y conseguir una paliza. Podía disculparse y
conseguir una paliza.
El problema era que, también podía quedarse callado y conseguir una
paliza.
Pero su padre tenía una mujer en casa, e incluso aunque ambos
estuvieran hasta el tope de cerveza y vodka, si su padre tenía una mujer (lo
que era con sorprendente frecuencia, teniendo en cuenta que era un imbécil,
y no solo con Carson), su padre tendría otras cosas en la cabeza. Siendo
esta la razón por la que Carson no se había preparado para que su padre
fuera a por él.
Cuando se apartó de la pared, todavía sujetándose del borde y
luchando contra el dolor, y miró a los ojos de su viejo, su padre solo
murmuró:
—Pedazo de mierda. Bueno para nada. Por el amor de Dios, haz algo
digno en tu patética vida y saca la puta basura.
Luego se movió a la nevera, la abrió, sacó un paquete de seis, la cerró
de golpe y se fue enfurecido.
Carson fue a la basura.
Estaba tres partes llena.
Su padre tenía razón. Olía mal. Carson no tenía ni idea de lo que el
hombre arrojó allí, pero lo que fuera olía letal.
Sin embargo, lo mismo había sucedido la semana pasada. La basura
no había estado ni medio llena, su padre arrojó algo que olía al maldito
infierno, e incapaz de soportar el hedor, Carson la sacó.
Al minuto en que volvió, él lo golpeó en la cara con la mano abierta
porque: “¡No estamos hechos de dinero, pedazo de mierda! ¡No soy un
maldito millonario que se puede permitir el lujo de cincuenta bolsas de
basura a la semana, por el amor de Dios! ¡Espera hasta que esté
jodidamente llena!”.
No podía ganar al perder.
Esto no le importaba a Carson. Tenía una buena memoria, lo que
apestaba a decir verdad, viendo que cada uno de sus recuerdos no quería
recordarlos.
Estaba acostumbrado a perder.
Llevó la basura al callejón y la arrojó en el contenedor de basura. A
medida que bajaba la tapa, vio a su vecino llegar en su camioneta.
El hombre deslizó su ventanilla y se detuvo.
—Hola, Car, ¿cómo va, amigo? —preguntó Linus Washington.
Entonces los ojos de Linus se estrecharon hacia el rostro de Carson.
Linus era un tipo grande y negro que había vivido a su lado durante
los últimos tres años. Un hombre bueno, mujeriego en serie, pero había
tenido una mujer estable durante el último año. A Carson le gustaba. Era
bonita, tenía un cuerpo ardiente, pero lo que más le gustaba era la forma en
que ella miraba a Linus. Como si él pudiera hacer todo. Como si él hubiera
ido hasta el océano Pacífico, hubiera levantado las manos, y separado el
extenso mar de par en par.
Sí, eso era lo que más le gustaba de ella.
En algún momento recientemente, Linus se había puesto de rodillas
pero Carson solo sabía eso porque su padre le había dicho que ella había
aceptado el anillo, luego dijo:
—Estúpido imbécil. Se está dejando atar por una jodida mujer. La
cosa más estúpida que puedes hacer, muchacho, quedar atado por una
jodida mujer. Aprende eso ahora, y ahórrate un mundo de dolor.
Él entendió esto viniendo de su padre. La madre de Carson era
hermosa. Había visto fotos. Era la única manera de que su madre estuviera
en su vida. Metida en un sobre lleno de fotos guardadas en la parte de atrás
de la mesilla de noche de su padre. Fotos de solo ella, sonriendo y viéndose
hermosa. Fotos de ella y su padre, ambos sonriendo, viéndose felices.
Se fue antes de que Carson pudiera incluso gatear. No tenía recuerdos
de ella. Su padre nunca hablaba de ella, excepto de la constante mierda que
hablaba sobre las mujeres que Carson sabía que dirigía a ella.
También sabía que no debía preguntar.
Y lo último que sabía era que dejó a su bebé antes de que siquiera
hubiera aprendido a decir la palabra mamá.
Podía entender eso, si su viejo la golpeaba del modo en que lo hacía
con Carson.
Pero ni siquiera así lo entendía.
De ningún modo.
—Ahí va, Lie —murmuró Carson, bajando la barbilla y volviéndose
hacia su puerta trasera.
—¿Quieres venir, tomar una Coca-Cola y ver un partido? —preguntó
Linus antes de que Carson pudiera darle la espalda a él y a la conversación.
—Tengo mierdas que hacer —siguió Carson murmurando,
moviéndose hacia la puerta.
—¡Amigo! —gritó Linus.
Carson tomó aire y se volvió.
—Siempre que quieras venir y pasar el rato, mi puerta está abierta.
¿De acuerdo? —Linus había dicho esto antes, muchas veces.
—Bien —continuó Carson murmurando, sabiendo que le habría
tomado la palabra con eso, como lo había hecho cientos de veces desde que
el hombre se mudó al lado.
Pero esta no sería una de esas veces. No iría hasta allí después de que
su padre se desquitara con él. Y la razón por lo que no iba estaba ahí escrita
en el rostro de Linus.
Linus estaba dándole una mirada que Carson interpretó claramente.
Había perfeccionado sus habilidades para leer a la gente, empezó a hacerlo
al minuto en que pudo reflexionar. Si no lo hacía, le iría mucho peor de lo
que le iba con su viejo.
Muchísimo peor.
Pero la mirada en el rostro de Linus indicaba que no sabía si quería
salir de su camioneta y darle un abrazo a Carson o si quería salir de la
camioneta, entrar en la casa de Carson, y patearle el culo a su padre.
A veces soñaba con Linus pateándole el culo a su padre. El hombre
era fuerte. Era alto. Él limpiaría el suelo con Jefferson Steele.
Pero la mayoría del tiempo, soñaba con hacerlo él mismo.
No lo hacía porque su padre lo mantenía alimentado. Mantenía un
techo sobre su cabeza. Ponía ropa sobre su espalda. Necesitaba al imbécil.
Cuando no lo hiciera, las cosas cambiarían.
Pero no quería un desastre en la corte para Linus. Linus era un buen
hombre. Si tenía un encuentro con su padre, su padre no se detendría ante
nada hasta hacer pasar a Linus por un infierno de dolor de cualquier modo
que pudiera.
Y Linus no necesitaba eso. La mujer que lo miraba como si pudiera
mover montañas no necesitaba eso. Y Linus no necesitaba darle esto a la
mujer que lo miraba como si el sol hubiera salido por primera vez el día en
que la vio.
—Cuídate, Car —dijo Linus en voz baja.
Carson asintió y se movió a través de la puerta, levantando una mano
detrás de él mientras le daba una débil despedida.
La despedida era débil. Él era débil. Inútil. Patético. Apartándose de
Linus por su propia voluntad y avanzando hacia un pozo sucio y apestoso
que no le traía nada excepto dolor, violencia y abandono.
Llegó a la puerta trasera y escuchó inmediatamente. Los gruñidos de
su padre. La mujer que trajo a casa lloriqueando a través de cada uno.
No el buen tipo de lloriqueo, el tipo doloroso.
No estaba lista.
Cómo diablos follaba tanto su padre como lo hacía y sin buscarlo,
Carson no tenía ni idea.
Lo que sí sabía era que el hombre era bien parecido. Hacía dinero
decente. Podía ser encantador.
Pero sobre todo, era un imbécil, y solo lo ocultaba el tiempo suficiente
como para lograrlo. Por lo tanto ninguna de las mujeres permanecía
alrededor.
Él habría pensado que hablarían. Las mujeres hacían esa mierda.
Pero al parecer, cuando se trataba de su padre, no lo hacían.
O tal vez su padre tan solo era un buen jugador.
Moviéndose rápidamente por la casa, evitando ir a ninguna parte
cerca de la sala de estar donde su padre se estaba follando a alguna perra
en el sofá, se dirigió a su habitación.
Tenía dieciséis años pero ya había tenido a cuatro chicas. La primera
de ellas sonó como la mujer a la que su padre se estaba follando en este
momento en su sofá. Esos gemidos dolorosos.
No fue bueno, follaron en seco. Él se corrió pero no fue bueno.
Y realmente no fue bueno para ella.
Había aprendido con la segunda que si la besaba por un tiempo y
luego prestaba atención a sus tetas, las cosas iban mucho mejor ahí abajo.
Húmeda y caliente. Dulce. Y nada que ver con chupar, lamer y jugar con los
pezones de la chica. Él se corrió, ella no, pero los gemidos que había recibido
cuando se lo estaba haciendo fueron de una variedad completamente
distinta.
Descubrió el truco con la número tres. Ella le había mostrado. La tuvo
lista. Él se corrió. Pero cuando ya había terminado, ella no y ella quería
terminar. Así que ella tomó su mano y presionó su dedo contra su clítoris y
lo movió alrededor, gimiendo y retorciéndose y… maldición. Tan jodidamente
sexy, casi se vino de nuevo en su pierna solo observándola. Al final, él la
hizo correrse con su ayuda y Carson la observó, pensando que era hermosa.
Un milagro.
Por lo tanto, la número cuatro lo consiguió todo. Después de los
eternos preliminares, jugó con sus tetas y consiguió que se pusiera húmeda
para él, se la folló mientras trabajaba en su clítoris, y ella se había vuelto
loca. Fue magnífico. Tan bueno, que quiso probar otras mierdas, usando su
boca, su lengua, las manos y ver lo que conseguiría. Ella lo dejó y los
resultados fueron espectaculares.
Pero después de eso, ella se volvió insistente y siguió llamándolo y
viniendo a verlo. Su padre comenzó a darle mierda, no de la buena, sino
burlas del tipo el-chico-se-ha-hecho-hombre.
Cruel. Como el cabrón que era.
Así que incluso si a Carson en cierto modo le gustaba, lo pasara bien
con ella, y no solo cuando estaba haciéndolo con ella, la dejó. No le hacía
falta esa mierda.
Y oír los gruñidos y gemidos de su padre cada vez más rápidos, así
como los gritos de dolor junto con: “Jeff, espera un segundo, cariño”, decidió
que tampoco necesitaba esta mierda.
Así que para hacer una escapada rápida, agarró lo necesario, abrió la
ventana, se subió y salió.
Carson Steele caminaba mucho ya que su padre le había dado mierda
por alguna razón, había arrojado la bicicleta de Carson en el contenedor de
basura y lo golpeó hasta los mocos, de modo que supiera que no debía salir
y recuperarla.
Ahora Carson tenía un trabajo. Estaba ahorrando para un auto. No le
importaba lo destartalado que estuviera. Al momento en que pudiese
permitirse uno, lo compraría.
Sería el primer paso hacia su libertad.
Arreglaría el auto. Linus era mecánico, y a veces, cuando Carson
estaba en casa de Linus lo ayudaba en su garaje, consiguiéndole las
herramientas mientras arreglaba un viejo Trans Am para venderlo. Él
observaba y Linus le enseñaba cosas, lo dejaba hacer cosas y aprendía.
Razón por la cual Carson iba adónde iba. Moviéndose a través de las
calles residenciales de Englewood, Colorado, llegó a Broadway y se dirigió
hacia el norte. Manzana tras manzana. Lo vio de lejos: su destino. La
bandera de Estados Unidos en la parte superior del asta. La bandera blanca
debajo de ella con sus insignias, y las palabras: Wind, Fire, Ride y Free.
Su lugar, incluso si no era de él. Aun así lo era.
El único lugar donde se sentía bien, incluso de pie fuera de la valla.
Así que caminó directamente hasta ella y se detuvo cuando llegó junto
a la valla.
Se quedó allí. Estiró el cuello y miró hacia la explanada de la entrada
de Ride. Era una tienda de suministros para autos en la parte delantera,
pero tenían un garaje en la parte trasera.
Y el día mejoró aún más aunque arrojara a Carson directamente a un
infierno personal.
Porque el tipo de cabello oscuro y perilla con estilo rudo estaba
trabajando en uno de los compartimentos.
Y lo hacía con su hijo junto a él.
Lo mejor.
Y lo peor a la vez.
Dado que Carson pasaba mucho tiempo mirando, había visto a ese
tipo (y a otros, todos miembros del Club de Moteros Chaos) alrededor de
Ride, la tienda de suministros para autos y motos así como el taller en la
parte posterior, de los que todos eran dueños y trabajadores.
Estaba teniendo el mejor y peor momento con el tipo de la perilla y su
hijo.
Su hijo debía tener la edad de Carson. Se parecía a su viejo, justo
como Carson se parecía al suyo.
Pero Carson apostaría los trescientos cincuenta y ocho dólares que
había ahorrado a que el chico que estaba viendo estaba orgulloso de ese
hecho, cuando Carson no lo estaba en absoluto.
Los había visto sonreírse el uno al otro, lo hacían un montón, y Carson
no podía recordar ni una sola vez en que su viejo le sonriera.
Y había visto al tipo de la perilla reírse de algo que su chico había
dicho. O las palmadas en la espalda que le había dado sin ninguna crueldad.
O, lo mejor, cuando lo había agarrado por la parte lateral o trasera del cuello
y lo había atraído hacia él, balanceándose.
Fue un abrazo. Un abrazo de un motero a su hijo. Carson lo sabía, a
pesar de que nunca había sentido nada igual. El chico había hecho algo que
le gustó a su padre. O lo había hecho sentir orgulloso. O tal vez era solo
porque había visto a su hijo y no pudo evitar mostrarle un poco de amor.
Justo en ese momento, estaban inclinados sobre el motor de un auto,
con el capó levantado, uno a cada lado, haciendo sus mierdas. De vez en
cuando se miraban el uno al otro y decían algo. O sonreían. O reían.
Carson observó un largo tiempo. Hasta que pararon y salieron del
garaje, desapareciendo en la oscuridad.
Probablemente iban a alguna casa que Carson supuso estaría limpia
y sería agradable y, tal vez, incluso con una buena decoración. Cenarían
juntos. Tal vez con la chica bonita de cabello oscuro que había visto por ahí
que podría ser otra hija de ese tipo y la hermana del chico.
Llegarían a casa, cenarían y ese tipo le preguntaría a su hijo si había
hecho su tarea. Él le diría alguna mierda sobre las chicas con las que está
saliendo. De la buena clase. Algo como: mi chico se ha hecho un hombre y
me gusta la forma en la que está sucediendo.
De la clase que Carson nunca tendrá.
Con este pensamiento, se alejó. Siguió caminando. Encontró un lugar
tranquilo, sacó el libro de la parte trasera de sus pantalones, y tomó los
diminutos lápices de sus bolsillos. Se sentó de espaldas contra un árbol en
el parque, con el culo en el suelo, y hojeó.
Bocetos.
Suyos.
Dibujos del bulldog de Linus, Ruff. Carson amaba a ese perro. Parecía
un boxeador, la forma en que se contoneaba era simple y llanamente
hilarante, pero siempre parecía que estaba sonriendo. Como él haría, con el
amor que Linus le mostraba.
También había dibujos de la casa de la señora Heely.
Vivía al otro lado de la calle y una casa más abajo de la de Carson y
su padre. Tenía una bandera americana en la parte superior de la puerta
principal, con los bordes gastados.
Carson cortaba su césped por dinero. También hacía otras mierdas en
la casa para ella porque su hijo, su único hijo, se había ido, así como su
hombre, de modo que no tenía a nadie más para hacerlo.
Era una gran mujer. Hacía galletas para él. Lo conoció cuando era
más joven y estaba solo porque su padre estaba fuera de juerga, llevándole
platos de comida, comida caliente, buena comida, con verduras y todo. Se
sentaba con él mientras comía, y lo hacía comerse sus verduras y veía la
Rueda de la Fortuna o cualquier otra mierda con ella antes de que oyeran el
auto de su padre aproximándose. Entonces ella se llevaba un dedo a los
labios, guiñaba, agarraba su plato sucio, y salía por la puerta trasera.
Le había preguntado por la bandera. Ella había dicho que se la dieron
en el funeral después de que su hijo muriera “por ahí”. La había izado y así
permaneció contra viento, lluvia, nieve o sol.
Le dijo a Carson que nunca iba a bajarla. Ondearía allí hasta que
muriera. No le importaba que se hiciera jirones. Que estuviera rota,
desgastada o descolorida.
—Él también lo haría, ya sabes, si hubiera sido capaz de vivir su vida
—dijo—. La edad te hace eso. Todo lo que tengo es esa bandera, Carson. No
llegué a verlo hacerse un hombre. Vivir su vida. Envejecer. Así que voy a ver
a esa bandera hacerlo.
Después de que ella dijo eso, Carson pensó que la bandera era quizás
la cosa más hermosa que había visto nunca.
Así que la dibujó.
Diez veces.
Pasó la página y la garganta se le apretó por lo que vio.
La bandera podría ser la cosa más hermosa que había visto nunca,
pero en esa página estaba la persona más hermosa que había visto nunca.
Carissa Teodoro. Animadora. Pareja del mariscal de campo. De largo
cabello castaño dorado, cálidos ojos marrones oscuros, unas pequeñas tetas
dulces, cintura pequeña, piernas largas y culo en forma de corazón. Él lo
sabía. Había visto sus bragas de animadora una vez cuando ella dio un
salto.
La chica de oro.
La mitad de la pareja de oro.
Era una lástima que su novio, Aaron Neiland, fuera un imbécil total.
El tipo era guapo y su padre se encargaba de que consiguiera lo que
quería.
Pero aun así era todo un imbécil.
Carissa no lo era. Ella le sonreía por los pasillos. Sonría a todo el
mundo. Era agradable. Le gustaba a todo el mundo.
A Carson también. Carson quería hacerla gemir.
También quería hacerla reír. Que echara su cabeza hacia atrás y riera
con fuerza, como la veía hacer a veces en el almuerzo. O en los partidos. O
en el pasillo. O cuando fuera.
Reía mucho.
Y a él le gustaba que lo hiciera.
Las chicas bonitas como ella solían ser unas perras que no merecían
reír.
Le dio la vuelta a la página en una libreta que estaba llena de dibujos.
Dibujos de cosas que Carson pensaba eran hermosas. Cosas que hacían
sonreír a Carson, por dentro, el único lugar en el que se permitía hacerlo.
Cosas que le daban un poco de paz.
Y dibujó una imagen del tipo de la perilla con su hijo trabajando en el
auto.
Solo cuando terminó, y estaba seguro que su padre se había quedado
dormido o estaba de un humor decente porque había follado, se fue a casa.

—Un minuto, Carson —dijo el señor Robinson mientras todo el mundo


se iba del salón de clases.
Era el último periodo. Estaba listo para irse a casa. No quería ir a casa
pero era mejor que estar en la escuela. Odiaba la escuela. Campanas
diciéndole adónde se suponía que fuera a continuación. Profesores
diciéndole lo que (ellos pensaban) iba a hacer cuando llegara a casa. Reglas
acerca de lo que podía vestir, lo que podía decir, dónde podía estar, cómo
podía actuar.
Lo odiaba completamente.
Aun así, el señor Robinson era la mierda. Hacía la clase divertida. Le
encantaba la enseñanza y no le importaba un carajo que todo el mundo lo
supiera.
La mitad de las chicas tenían un flechazo con él.
La mitad de los chicos querían ser profesores de historia cuando
crecieran.
Porque le agradaba el tipo, Carson caminó hacia su escritorio.
—¿Sí?
Mientras Carson estaba caminando hacia el escritorio, el señor
Robinson se puso de pie y lo rodeó. Esa era otra forma en la que él era genial.
No se sentaba detrás de su escritorio como un idiota con algo de autoridad
y te dominaba de ese modo. Tampoco se paraba detrás de él como si tuviera
que tener el escritorio de por medio para que no lo infectaras con tu racha
perdedora.
Él se acercaba. Hombre a hombre.
Con respeto.
Sí, a Carson le agradaba.
—¿Estás bien? —preguntó el señor Robinson cuando él se detuvo
cerca pero no demasiado cerca. Amistoso. Natural.
—Sí —respondió Carson, sin preguntarle por qué lo preguntaba ya
que tenía un moretón en su mejilla y en una de sus sienes de modo que
sabía por qué lo estaba preguntando el señor Robinson.
Carson no lo escondía. Jamás lo hizo. Todo el mundo lo veía. Siempre
lo hacían.
Y a él en realidad no le importaba. Era su vida por ahora.
Luego se iría.
Pero solo el señor Robinson lo confrontaba. La escuela había
empezado hace más de un mes, y a la primera clase que tuvo con el señor
Robinson, el hombre le estuvo dando miradas por un rato.
Carson supo justo entonces que el profesor había terminado con las
miradas.
El señor Robinson apoyó una cadera contra el escritorio y puso un
puño en la otra. Luego inclinó su barbilla hacia el rostro de Carson y bajó
su voz.
—Parece que algo se puso difícil para ti recientemente.
—Todo está bien —mintió Carson.
El señor Robinson le dio una larga mirada antes de suspirar. Luego
dijo:
—Hablé con algunos de tus profesores.
Carson no dijo nada.
—Tus calificaciones son buenas, Carson, muy buenas. Especialmente
para un niño que solo entrega sus tareas la mitad de las veces.
Carson tampoco tenía respuesta para eso.
—Si las entregas con más frecuencia, estarías en el cuadro de honor
—compartió el señor Robinson.
Carson no tenía interés en el cuadro de honor. Tenía interés en
ahorrar para un auto, luego ahorrar cada centavo que pudiera hacer, y al
segundo en que cumpliera dieciocho, se largaría de una puta vez Dodge.
Algo se movió sobre el rostro del señor Robinson cuando Carson no
respondió. Era algo que Carson jamás había visto. No lo había visto así que
no podía descifrarlo. Podría ser lástima. Podría ser tristeza. Podría ser
frustración. Lo que sea que fuera, hizo sentir a Carson cálido y frío al mismo
tiempo.
—Eres excepcionalmente brillante —dijo el señor Robinson en tono
bajo.
—Gracias —respondió Carson débilmente.
—He estado enseñando siete años y ni una vez me había cruzado con
un estudiante con tus capacidades.
¿Qué?
Él no preguntó pero el señor Robinson le dijo.
—Piensas con ambos lados de tu cerebro. Te destacas en negocios. Te
destacas en arte. Te destacas en química. Te destacas en trigonometría. Y
te destacas en historia. Haces esto solo poniendo atención en clase y haces
un trabajo de mierda al estudiar cuando estás en casa.
Carson estaba un poco pasmado de que el hombre usara la frase “un
trabajo de mierda” pero solo incrementó su factor de genialidad.
—No tienes pruebas de ansiedad —continuó el señor Robinson—. Tus
profesores han notado que pones mucha atención y tomas abundantes
notas en clases. Cuando estás ahí, estás ahí. Te tenemos. Completamente.
Me pregunto, si te aplicaras, lo que podría resultar.
—No mucho, y no tiene que resultar nada, viendo que todo lo que voy
a ser es un mecánico —compartió Carson.
—Noto un problema con “todo lo que vas a ser”, Carson. Ser mecánico
es toda una profesión que vale la pena —respondió el señor Robinson al
instante—. Aunque, no una fácil. Tienes que estudiar para ser mecánico.
—Sé eso —murmuró Carson.
—Supongo que lo haces. Y si lo quieres, serás uno bueno. Pero sería
un apena si fueras un mecánico cuando tienes en tu cabeza diseñar autos,
hacer su ingeniería. Hacerlos maniobrar mejor. Más seguros. O utilizar
diferentes formas de combustible.
—Difícilmente tengo eso en mí, señor Robinson —le dijo Carson la
verdad.
—¿Cómo lo sabrías? —le lanzó de regreso el señor Robinson.
Carson sintió su cuerpo tensarse.
—Normalmente, a tu edad, los profesores pueden ver hacia dónde se
están inclinando los estudiantes —continuó el señor Robinson—. En qué
tienen aptitudes. Idiomas. Artes. Ciencias. Matemáticas. Computadoras.
Las habilidades manuales no son menos admirables que el resto. Algunos
pueden mostrar inclinación hacia varias de estas. Jamás había conocido a
un estudiante que mostrara don en todas.
Carson negó con la cabeza, sin entender por qué el tipo estaba
siguiendo con esta basura.
—No hay nada especial en mí, señor Robinson. Solo soy un chico que
le gusta la historia.
—No, podrías pensar eso, viendo que quienquiera que te deja esos
moretones en tu rostro o te hace sentarte en tu escritorio lentamente porque
tus costillas duelen, te haría creer que no hay nada en ti que te haga
especial, Carson. Pero la verdad es que, están muy equivocados, y tú
también.
Quería que eso fuera cierto.
Pero él no era el que estaba equivocado.
El señor Robinson lo estaba.
Le agradaba el tipo. Lo respetaba.
Pero no iban a hablar de esto.
—¿Terminamos aquí? —preguntó Carson y observó la cabeza del
profesor dar un tirón.
—Carson…
—Me parece bien que le importe, pero nada de esto es su asunto.
—Car…
—Entonces, ¿terminamos?
El señor Robinson cerró su boca.
Tomó un par de segundos antes de que la volviera a abrir para decir:
—Si alguna vez necesitas hablar con alguien, aquí estoy.
—Sin ofender, porque su clase es genial, usted es el mejor profesor en
la escuela, todo el mundo lo piensa, pero yo no contendría el aliento.
—Es una pena, Carson, porque puedo ayudar.
De acuerdo, ya era suficiente.
—¿Ah, sí? —preguntó de manera afilada—. ¿Puede darme una mamá
a la que le importe lo suficiente para quedarse a verme empezar a gatear?
—preguntó Carson.
Los labios del señor Robinson se adelgazaron.
—Yo…
—¿O darme un papá que no estuviera de acuerdo con dejarme a los
ocho años para salir y conseguirse una revolcada de manera que la vecina
tuviera que llevar comida para que yo pudiera comer?
El rostro del señor Robinson se volvió de piedra.
—Esto es exactamente de lo que estoy hablando.
—Dieciséis, casi diecisiete, tengo que esperar menos de dos años,
señor Robinson. He estado esperado un largo tiempo para ser libre, ¿y ahora
quiere joderme eso?
—Si hablamos con el director…
—¿Qué? ¿Y ponerme en un hogar de acogida? ¿Hacer que mi papá se
encabrone conmigo por más que solo respirar? —Volvió a negar con la
cabeza—. Esa mierda se sabe, y hará que todos los chicos me tengan lástima
o se burlen de mí, lo que no llevaría a nada bueno así que otra mierda más
iría cuesta abajo y me suspenderían o me expulsarían. Amigo, cuando esto
se termine me iré, no tendré mucho, pero me apego a mi plan, al menos
tendré mi certificado.
—Veo que has pensado esto a conciencia —remarcó el hombre.
—Es la única cosa en mi mente desde que tenía ocho.
Eso y Carissa Teodoro. Pero ella no había entrado en su mente hasta
que tuvo trece.
El señor Robinson cerró sus ojos.
Lamentaba eso. No le gustaba.
Pero Carson no podía ayudarlo.
Tenía que enfocarse en ayudarse a sí mismo.
—Lo lograré —declaró Carson y el profesor abrió sus ojos—. Tengo
vecinos que me echan un ojo, así que no es tan malo como piensa. Significa
un montón, que le importe algo, pero lo tengo bajo control.
—Entonces, si no te llevas nada de esto, llévate que tienes un profesor
al que le importa y también cuidará de ti. Más que solo yo, todos creemos
en ti, Carson. Así que, si no te llevas nada de esto excepto eso, no me hará
muy feliz, pero será algo.
—Eso también significa un montón —respondió Carson, su voz
extraña, como espesa y ronca, un sonido que igualaba lo que sentía en sus
entrañas.
Mientras Carson estaba sintiendo eso y, no entendiéndolo, antes de
que pudiera descifrarlo, el señor Robinson se lanzó a matar.
—Un día, Carson Steele, vas a ser un hombre magnífico. No sé cómo
será eso. Podrías ser presidente. Podrías erradicar enfermedades. O podrías
ser un maestro mecánico que construya autos extraordinarios. Pero sea lo
que sea, sucederá. Lo creo. Y un día, verás más allá de lo que te han
enseñado y también lo creerás.
Carson no compartió que probablemente él tampoco debería contener
el aliento en cuanto a eso.
Más que nada, porque no pudo. La espesura en sus entrañas estaba
creciendo, llenándolo como si hubiera comido demasiado, pero no en una
forma que lo hiciera necesitar vomitar. Sino de una forma que lo hacía
querer bajar su carga, reclinarse, y solo sentir la bondad.
Dado que era todo lo que tenía en él, volvió a murmurar:
—Gracias.
—Fue un placer —murmuró el señor Robinson.
Carson avanzó hacia la puerta.
—¿Carson? —dijo el señor Robinson cuando casi había salido del
salón.
Tomando una respiración profunda, se dio la vuelta.
—No olvides esta conversación —ordenó el profesor—. Nada de ella.
Como si alguna vez lo haría.
—Entendido —confirmó.
Luego, tan rápido como pudo, se largó.

Carson se paró con su espalda hacia el tubo al final de las gradas en


el campo de fútbol de la preparatoria. Hizo esto escuchando a la cuadrilla
de chicas sentadas por encima de él.
No tenían idea que él estaba ahí.
El juego de fútbol de los estudiantes de primer año. Una de las
estúpidas perras, levantadoras de su propio culo amigas de Carissa tenía
un hermano que jugaba.
Pero ellas no estaban ahí para ver jugar al hermano. Estaban ahí para
decir basura malvada acerca de las porristas de primer año.
Todas excepto Carissa. Ella no hablaba mucho. Sonreía un montón.
Animaba y pateaba y giraba mejor que cualquiera de las otras. Pero no era
una habladora.
Pero ahora, sus amigas habían dejado de decir cosas de perras acerca
de las porristas
Ahora estaban hablando de él.
—Definitivamente voy a ir ahí. Jenessa dijo que sacudió su mundo —
balbuceó Brittney.
—Iría ahí simplemente porque él es sexy —declaró Theresa—. Dios, le
quedan mejor los vaqueros que a cualquier tipo en la escuela.
—Chicas, son repugnantes. Es un completo perdedor —declaró
Marley—. Apenas si dice algo. Solo vaga por la escuela, melancólico. No tiene
amigos. Ni siquiera pasa el rato con los drogadictos o pandilleros. Y
definitivamente sabe lo sexy que es y lo usa para meterse en los pantalones
de las chicas. Es una pena.
—No voy a salir con él, solo acostarme con él —contestó Brittney—.
MI papá tendría un arrebato si llevara a casa a alguien como Carson Steele.
Él me pondría, como… un cinturón de castidad o algo así.
Montones de risitas.
Carson inclinó su cabeza hacia atrás y miró a través de las gradas.
Las chicas estaban todas giradas unas hacia otras, sin poner ni una
pizca de atención al juego, pero Carissa estaba inclinada hacia adelante,
codos en sus rodillas, ojos en el campo, boca cerrada.
Ni siquiera estaba sonriendo. Definitivamente sin risitas. Y la elegante
línea de su mandíbula estaba medio tensa.
Puta madre, era bonita.
—Jenessa dijo que él —la voz de Theresa bajó, pero no por mucho—,
fue hacia abajo en ella. Como en que, ¡puso su boca justo entre sus piernas
y toda la cosa!
—Completamente repugnante —murmuró Marley.
—Duro… —respondió Brittney—. Dios, le pagaría dinero por que fuera
abajo conmigo.
—Él tomaría tu dinero, viendo que probablemente podría necesitarlo,
—le dijo Marley—. ¿Puede el tipo usar cualquier otra cosa que vaqueros y
camisetas?
—Le daría dinero si él lo da y lo da bien y luego sigue su camino —le
disparó Brittney de regreso.
—Creo que yo ya sopesé los vaqueros, pero Marley, en serio, sería un
crimen poner cualquier otra cosa en ese sexy cuerpo que no sea una de sus
ceñidísimas camisetas. Delicioso. —La última palabra que salió de la boca
de Theresa fue como un jadeo.
—Sí saben que él es una persona —aportó Carissa.
—¿Qué? —preguntó Theresa.
—Carson Steele. Él es una persona —anunció Carissa.
—Ajá. Una persona de incitación masculina la cual Jenessa dice que
tiene una polla realmente grande —contestó Brittney en una risita que fue
encontrada con otra de las de Theresa.
—Estoy segura —dijo fríamente Carissa—. También es realmente
listo. Siempre es escogido para el equipo Beat the Brains cuando el señor
Robinson hace juegos en clase. Sabe todo acerca de historia, así que nadie
lo vence. Y puede que él no tenga mucho, pero también consiguió un trabajo
así que no necesita que le regalen nada, lo que no es una mala cosa. Al
menos eso es lo que mi papá dice. Y Theo y su amigo imbécil estaban siendo
malos con ese chico con todo ese terrible acné y Carson sólo caminó hacia
ellos y cruzó los brazos sobre su pecho, y ellos se dispersaron. No dijo ni
una palabra y ellos se largaron. Eso fue genial, y también fue una cosa genial
de hacer. Y Theo y sus amigos ya no hacen esa clase de cosas, no si Carson
está cerca.
—¿Aaron sabe que tienes debilidad por Carson Steele? —preguntó
Brittney de forma maliciosa.
—No tengo debilidad por él —contestó Carissa bruscamente y Carson
sintió sus entrañas sacudirse—. Simplemente pienso que es un buen tipo.
Y no se merece a alguna chica pretendiendo que está interesada en él solo
para meterse en sus pantalones. Es una persona. Tiene sentimientos. Y si
hiciste eso, Britt, no sería bueno.
—Santurrona —murmuró Brittney.
—Tal vez, pero prefiero ser eso que ser mezquina —contratacó Carissa
inmediatamente.
—Está bien, cálmate, no voy a jugar con Carson Steele —respondió
Brittney.
Carissa no dijo nada. Miró de nuevo hacia el campo.
—Necesito una Coca-Cola —decretó Theresa en el silencio tenso—.
¿Alguien más quiere una Coca-Cola?
—¿Coca-Cola? ¿Estás loca? Hay más calorías en una Coca-Cola que
en un pedazo de pastel de chocolate —indicó Marley.
—Eso no es cierto —regreso Theresa.
—Iré. Conseguiré una de dieta. ¿Alguien quiere? —preguntó Brittney,
levantándose de las gradas.
—Podría tener una de dieta —dijo Marley. Todas se levantaron,
excepto Carissa.
—¿Riss? ¿Quieres venir? —pregunto Theresa.
—Me quedaré aquí, cuidaré nuestros asientos.
Carson miró al resto de las gradas. Ni siquiera estaban medio llenas,
y no había nadie en alguna parte cerca del grupo de chicas malas.
—Está bien —dijo Theresa en voz baja.
—Como sea —murmuró Marley.
Se marcharon.
Carissa se quedó.
La vio inclinarse hacia adelante y poner su mandíbula en su mano,
con los ojos en el campo.
Se preguntó si ella estaba pensando en él.
Se imaginó que no lo estaba. Ella era genial, lo había apoyado, pero él
sería la última cosa en su mente.
La estudió, deseando saber lo que estaba pensando.
Y mientras la estudiaba, sabiendo que ella tenía sus ojos en el campo,
pero sus pensamientos en otro lugar y que no parecían felices, de repente
se acordó de su hermana.
Todo el mundo sabía de la hermana de Carissa Teodoro. Fue hace
mucho tiempo, pero lo que pasó fue tan feo que nadie lo olvidó.
Monstruoso accidente. Trágico. Incluso su papá se puso histérico al
respecto.
Ella había sido una niña pequeña, montando su triciclo en el camino
de entrada. La gente se había ido de la casa de sus padres. No era una gran
fiesta, pero con suficientes personas para que una pequeña niña se perdiera.
Una pareja se quedó, nadie sabía que estaba detrás del auto. No pudieron
verla en su retrovisor, se dirigieron directo hacia ella. Aplastándola hasta la
muerte. Justo en su propio camino.
Si eso no hubiera ocurrido, la hermana seria estudiante de primar
año. Si seguía los pasos de Carissa, sería una animadora de primer año.
Recordó a su padre hablando de eso. Lo recordaba incluso si él solo
había tenido seis en ese momento.
No era algo que olvidaras.
Mirándola desde abajo, su suave rostro, sus pensamientos en otro
lugar, pensó que ella tampoco lo había olvidado, y se preguntaba si se
sentaba en un juego de fútbol de primer año pensando en que su hermana
debería estar animando. Se preguntaba si la destrozaba pensar en esas
cosas.
Y esperaba que no lo hiciera, porque no le gustaba la idea de ella
sintiéndose destrozada.
Sus ojos nunca la dejaron, Carson quería llamarla.
No, quería ir a sentarse con ella. Poner sus brazos a su alrededor.
Decirle cómo se sintió que lo apoyara con las zorras que eran tan perras que
él no entendía por qué les decía amigas.
No lo hizo.
Escuchó la grava desplazándose y miró desde Carissa.
Julie Baum se dirigía hacia él debajo de las radas, con una sonrisa en
su rostro.
Se estaban reuniendo ahí. Una cita.
O el tipo de citas que Carson Steele tenía.
Ella tampoco iba a presentárselo a sus padres. Sus padres pensaron
que estaba en el juego con sus chicas. Carson le compraría una
hamburguesa, encontraría un lugar donde follarla, la regresaría con sus
amigas, y ellas la llevarían a casa.
Lo disfrutaría.
Ella también lo disfrutaría.
Entonces probablemente no pensaría en él, excepto cuando podría
arreglar otra reunión en donde pudiera usarlo para tener un orgasmo y
todavía hacer lo que pudiera para atrapar la atención de ese jugador de
fútbol. El que no tenía cuello que su papá era un cirujano.
Lo cual estaba bien con él.
Era porque, sin incluir al jugador de fútbol sin cuello, él haría lo
mismo.

La bota de Carson conectó con el rostro de su papá y el hombre ni


siquiera gimió cuando su cabeza giró bruscamente.
Fuera de combate.
Carson lo miraba, levantando una mano para limpiar la sangre que
salía de su nariz desde su boca.
Luego escupió sobre él.
Estaba a dos meses de los dieciocho. Más que eso a partir de la
graduación.
Pero a la mierda.
Era hora de irse.
Nunca había puesto una mano sobre su padre, pero esta noche fue
mala. El hombre había estado hecho una furia. Jodidamente furioso acerca
de una nueva mancha de aceite en el suelo del garaje.
Su casa era vieja. Había tantas manchas en el suelo del garaje que
era un milagro cómo su viejo se dio cuenta de una nueva.
Pero lo hizo y lo perdió.
Y por primera vez, Carson también.
Así que él estaba acabado.
Carson iba a desaparecer.
Así que no conseguiría su título.
Mierda pasaba.
Fue al baño y se limpió. Luego fue a su cuarto, cambió su camiseta
ensangrentada por una limpia, y agarró su mochila. Metió todo lo que pudo
en ella. Después de eso, fue al registro AC, se lavó el rostro, y contó el dinero
que había ahorrado y las cartas que había escrito, elaborando,
preparándose para el día en que sería libre. Tomó eso y cualquier cosa que
significaba, cualquier cosa de su habitación (que no era mucho).
Hecho eso, se movió a través de la casa y atrapo todo lo que pudiera
valer algo, incluido la jarra de cambio que su padre siempre estaba llenando.
Incluso vació la billetera de su padre.
Puso todo en el carro que había comprado por quinientos dólares y
que Linus le había ayudado a arreglar. A continuación, se dirigió hacia el
buzón de Linus y empujó su carta. Al otro lado de la calle y hacia el de la
señora Heely, metió la carta de ella en el suyo.
Listo, se metió en su auto.
Una cosa más que hacer antes de irse y él iba a hacerlo.
Manejo hacia el Centro Medico Swedish.
Sabía por qué había enloquecido con su padre. El señor Robinson
estaba fuera ese día y se corrió la voz. No debería haberlo hecho. No era de
su incumbencia. Pero lo hizo.
El hombre había perdió un niño el día antes. Su esposa, embarazada,
dio a luz a su bebé muerto.
Y Carson pensaba que eso apestaba. Apestaba tanto, que no se lo
podía quitar de la cabeza.
Eso no le debería de pasar a nadie, pero nunca a un hombre como el
señor Robinson. Si el chisme era cierto, y pensaba que lo era, habían estado
tratando durante algún tiempo sin llegar a ningún lado.
Y eso estaba mal. Demostraba que el universo estaba jodido.
Porque además de Linus, Carson sabía que ningún hombre sería un
mejor papá.
Por lo tanto, apestaba más para el señor Robinson y el niño muerto
que perdió.
Carson debería haber nacido muerto. El bebé del señor Robinson
debería haber nacido llorando así él podía tenerlo todo lo que el señor
Robinson tenía para dar, que era mucho.
Entró en el hospital, encontró en donde hacían las cosas del bebé, y
tomó un tiempo, enfermeras y doctores y otras personas dándole miradas
mientras daba vueltas por ahí, pero finalmente, vio al señor Robinson
caminar fuera de la habitación. Tenía la cabeza hacia abajo. Incluso si
Carson no podía ver su rostro completamente, el hombre lucía destrozado.
Carson apretó los dientes.
De pronto la cabeza del señor Robinson se levantó. Se detuvo ahí
mismo, en la sala cuando vio a Carson.
Carson puso todo en su rostro. Todo lo que sentía por el hombre. Todo
lo que sentía por el niño muerto del hombre que no tendría una vida para
saber simplemente la maldita suerte que iba a tener la semilla que lo hizo.
Entonces él levantó su mano, con la palma hacia afuera, y la mantuvo
ahí.
El señor Robinson no se movió excepto para levantar su mano en la
misma forma.
Pero Carson vio que sus ojos estaban húmedos.
Le daría eso. Cualquier hombre antes de él, Carson había pensado
que era débil porque su padre le enseñó hace tiempo simplemente cuán
débil era para un hombre llorar.
Había tenido siete cuando había aprendido esa lección, una lección
entregada con un cigarrillo encendido.
No era la primera ni la última vez que su padre había usado ese
método para entregar una lección, pero no había llorado desde entonces.
Pero el señor Robinson lo hizo diferente.
Lo hizo fuerte.
Carson asintió una vez, dejó caer la mano, giró en su bota, y se alejó.

En el estacionamiento del hospital, estaba abriendo la puerta de su


auto, agradeciendo a Cristo que tenía esa identificación falsa, lo que
significaba que podría alquilar una habitación de hotel, cuando escucho una
voz familiar de mujer decir:
—¿Carson?
Su cuerpo se bloqueó, todo excepto su cabeza, la cual giró.
Y vio a Carissa Teodoro venir en su camino.
Pequeña y linda falda. Pequeño y lindo top. Pequeña y linda chaqueta
de punto. Pequeños y lindos botines. Ajustados en sus piernas delgadas.
Rizos miel rebotando sobre sus hombros. Ojos dirigidos directamente hacia
él.
Pero en el instante en el que obtuvo un vistazo a su rostro, se apresuró
hacia él, derrapando para detenerse en el lado opuesto de su puerta.
—¡Oh, Dios mío! —exclamó—. ¿Estás bien?
No ella.
Cualquiera podía verlo así, pero no ella.
En los pasillos, después de que su padre fuera por él, la había evitado.
Saltado las clases que habían tenido juntos.
Pero ahí estaba.
Mierda.
Cuando no dijo nada, ella preguntó:
—¿Estás…? —Miraba hacia el hospital y luego hacia él—. ¿Te vas a
hacer una revisión?
—Ya lo hice —mintió—. Estoy bien.
—¿Seguro? —siguió sobre él—. Luces como que necesitas un paquete
de hielo.
—Lo hago —le dijo la verdad.
—¿No te dieron uno?
Mintió de nuevo.
—Conseguiré uno cuando llegue a casa.
Lo miró y tenía una sensación extraña de que ella sabía que estaba
mintiendo.
No era como que ellos no hablaran.
Ella decía “Hola”, cada vez que había encontrado sus ojos.
Ella se había tropezado por las escaleras cuando estaba en segundo
año y él estaba cerca así que la atrapó. Se había reído, le había dicho que
era torpe, y le agradeció por salvarla de recibir un cabezazo. A cambio, le
había dicho que no había problema y luego se quitó.
Habían tenido un maestro sustituto una vez que era un atolondrado
y seguía tirando la tiza, y Carissa atrapó su mirada y le rodo los ojos.
También había estado delante de él en la fila del Dairy Queen con su
papá una vez cuando él estaba ahí consiguiendo un sundae con chocolate
caliente para la señora Heely y le había compartido que ese Blizzard con
pedazos de Reese’s y Maní era la bomba.
Había más, pero no lo suficiente para que ella supiera que estaba
mintiendo.
Aun así, lo hacía, y lo sabía cuándo ella le preguntó:
—¿Estás seguro que estás bien? —Y sabía que no estaba preguntando
sobre su rostro.
—¿Escuchaste lo del señor Robinson?
Lo había hecho. Lo vio moverse sobre su expresión. Su obvia angustia
extrañamente haciéndola incluso más bonita.
—Sí —dijo en voz baja—. Apesta. Él es totalmente increíble. Sería un
papá increíble.
—Sí —estuvo de acuerdo.
—Así que, ¿estás molesto por él? —preguntó ella.
—¿Quién no lo estaría? —respondió de vuelta.
—Nadie —murmuró ella, aún mirándolo.
Completamente no le creía. Había algo más, pero él no estaba
diciendo.
—Estoy bien, Carissa —dijo con firmeza.
—Si tú lo dices —respondió dubitativa.
Sus ojos se posaron sobre su auto. Ella abrió la boca, pero la cerró y
miró fijamente hacia el auto.
Volvió la cabeza y vio lo que ella vio. Su mochila. Sus cosas. La mierda
de su casa.
Le devolvió la mirada justo a tiempo para que ella pusiera su mano
con la suya, que se encontraba descansando en la parte superior de la
puerta abierta del auto, pareciendo que no le importaba que sus nudillos
estuvieran rojos y ensangrentados.
—Carson —susurró, pero no dijo nada más.
—Estoy bien, Carissa —afirmó, y salió firme, pero también áspero.
Debido a que lo estaba tocando.
Dios, simplemente su mano en la de él se sentía bien.
—Nunca has estado bien. —Lo sorprendió al decirlo. Era tranquilo,
pero también podía decir que estaba enojado. La mano de ella lo apretó
cuidadosamente—. Pero lo estarás.
—Sí —gruñó, sintiendo mucho, demasiado. Su toque, su cercanía. El
conocimiento de que ella le había prestado atención a él como él a ella. El
calor en sus ojos mezclados con ira y compasión.
Sin lastima.
Sabía por qué estaba ahí. Su madre estaba enferma. Algún
tratamiento que no estaba funcionando. Todo el mundo estaba hablando de
eso. No se veía bien.
Había perdido a su hermana.
Iba a perder a su madre.
Y todavía animaba a su equipo hacia la victoria, lo apoyó con sus
amigas zorras, era la chica más popular en la escuela saliendo con el chico
más popular (que seguía siendo un imbécil y no la merecía), se convirtió en
reina del baile de bienvenida con gran sonrisa y era agradable con todos.
No sentía lastima. Había pasado por muchas cosas.
Ella sentía algo más, como él lo hacía. Consiguió esa vida que podía
apestar en serio.
Y esa otra cosa era algo que le gustaba.
Y de nuevo, le gustaba todo sobre Carissa Teodoro.
—Hay cosas buenas ahí afuera para ti, Carson —dijo, inclinando
ligeramente su cabeza hacia su auto, diciéndole que tenía su apoyo.
Diciendo que estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo. Diciéndole que
no pensaba que era débil. Patético. Un perdedor. Lamentable. Diciéndole
que pensaba en algo completamente distinto—. Buenas cosas. Una buena
vida. Una hermosa vida. La conseguirás. Lo sé. Porque te la mereces.
Sin saber qué más decir, murmuró:
—Gracias.
—Estoy recogiendo a mi mamá, pero después de que la deje en casa,
¿quieres…? Quiero decir, ¿estás apurado?
Después de preguntar eso, le sonrió.
Su mundo acabó.
Justo ahí, su mundo había terminado. Porque no había nada que
pudiera ser mejor que Carissa Teodoro de pie a un metro de distancia con
su mano cálida en la de él, sonriéndole.
Nada.
—Podemos ir por un Blizzard antes de que te vayas —terminó.
—Me tengo que ir.
Lo mató, pero esa fue su respuesta.
Esto era porque ella no era de él.
Era oro. Nada la superaba. Sonreía a través del dolor y te hacía
creerlo.
Él simplemente pateó a su padre en el rostro después de darle una
paliza porque estaba harto de conseguir su trasero pateado por nada,
mucho menos algo tan estúpido como una mancha de aceite en el suelo del
garaje.
Esa era su vida. Eso era él.
Eso significaba que no tenía por qué tener un Blizzard con Carissa
Teodoro.
No necesitaba la oscuridad que lo rodeaba, más y más grande cada
día. Oscuridad con la que tenía que luchar para que no perdiera el
conocimiento.
Ella tenía que permanecer de oro.
Y Carson Steele no tenía idea en ese momento cuánto la oscuridad se
extendía a través de él que, al rechazar ese Blizzard, había cometido el error
más grande de su vida.
Y que había cambiado el curso de la de ella en una manera que habría
sangrado para haberla detenido. Sangrado hasta que estuviera seco para
así ella lo pudiera tener mejor.
En ese momento, en el garaje afuera del Swedish, ella estaba
decepcionada. No lo escondía. Pero sí apretó sus dedos más fuertes en los
de él y se inclinó.
Olía a flores.
—Está bien, Carson —dijo en voz baja—. Ve tras tu hermosa vida.
Se aclaró la garganta, sacó su mano debajo de la de ella y murmuró:
—Lo haré.
Su mueca se convirtió en una sonrisa.
Luego ella le probó que estaba equivocado.
Su mundo no había terminado un minuto antes. Termino entonces,
cuando se inclinó, poniéndose de puntillas, levantando su mano y
cerrándola en su hombro mientras se estiraba para tocar con sus labios su
mejilla.
Se quedó inmóvil.
—Hasta más tarde —susurró en su oído, dejándolo ir, y se volvió. Él
observó, sin moverse, mientras hizo esa cosa que hizo, saltar-caminar, su
falda balanceándose de lado a lado, su cabello oscilando, tan llena de
energía y vida incluso después de perder a su hermana, incluso mientras
perdía a su madre, ella simplemente no podía poner un pie enfrente del otro
como una persona normal.
La observó hasta que desapareció en la escalera.
Entonces cambió sus planes.
No se largó de Denver a toda prisa.
Durmió en su auto. Fue a la escuela el día siguiente, llegando tarde,
caminando a través de los pasillos vacíos, dirigiéndose directamente hacia
la taquilla de Carissa Teodoro.
Y por último, abrió su cerradura y colocó un sobre con el nombre de
ella justo en la parte de enfrente, apoyado en sus libros.
Después de que hizo eso, se fue.
Era uno de los dibujos de ella. Su favorito porque tenía la cabeza
echada hacia atrás y estaba riendo.
En la parte posterior había escrito: También tendrás una hermosa
vida. Porque te lo mereces.
No la firmó.

Cuando Carissa Teodoro abrió su taquilla y vio el sobre, sabía


exactamente de quién era.
Y la hizo sonreír.
Porque creía en el fondo de su corazón que el lindo, misterioso,
inteligente y dulce Carson Steele tenía razón.
Iba a tener una vida hermosa.
La pérdida de su hermana. Soportar el luto de sus padres. Ver a su
madre desvanecerse.
Se lo había ganado.
No importaba si lo hacía, iba a trabajar por ello.
Y lo iba a conseguir.
Pero no le diría a nadie, ni a una sola alma, que en realidad no la
quería con Aaron.
Era genial y todo, pero cuando sucediera, realmente sucediera, la
quería con alguien como Carson Steele.
Alguien que también se la había ganado.
No le diría a nadie eso.
Porque en realidad no la quería con alguien como Carson Steele.
Simplemente la quería con Carson.
La había dibujado.
Incluso con su mamá enferma y él teniendo que escapar (ella sabía y
se preocupaba por él, pero estaba contenta que finalmente estaba
escapando), eso la hacía feliz.
Porque eso decía mucho.
Eso decía que tal vez un día él regresaría.
Y entonces eso pasaría.

Ella estaba muy, muy equivocada.


Capítulo 1
Vitrina de la Tienda

Tack

Siete años después…

—¿Es él? —Kane “Tack” Allen, presidente del club de motocicleta


Chaos, sentado a la cabecera de la mesa, le preguntó a los hombres que
estaban sentados alrededor de él.
La mesa estaba hecha de madera brillante en los bordes, el medio de
plexiglás bajo el cual estaba una vieja bandera de Chaos, la primera de su
tipo, cosida por la dama de Hammer, una desnudista que era buena con
una aguja.
Hammer estaba enterrado. Su dama era bisabuela.
La bandera permanecía.
Los únicos en la reunión eran los antiguos. Los que habían estado allí
cuando el hombre había sido un niño colgando alrededor de sus vallas. Los
que vieron. Los que sabían.
Tack sabía la respuesta a su pregunta antes de que Dog respondiera.
—Sí.
—¿Alguien sabe qué le tomó tanto tiempo? —preguntó Big Petey.
No obtuvo respuesta.
Tack miraba la silla que había sido desocupada por Carson Steele.
Tack la había cagado hace años. Lo había visto en los ojos del hombre
cuando se había sentado frente a él, entre los hermanos que quería hacer
sus hermanos, haciendo lo suyo para convertirse en un recluta del CM
Chaos.
Nada en esos ojos, sino secretos.
Sí, Tack la había cagado. Todos ellos lo habían hecho. Habían visto al
chico dando vueltas. Lo vieron hacerlo mucho. Demasiado.
Deberían haberlo aceptado.
La mierda estaba girando, no tenían el tiempo.
Luego él había desaparecido.
Tack no había olvidado. Ninguno de ellos lo había hecho.
Todos ellos tenían sus razones para unirse a la hermandad.
Y leyeron esas razones hace años en Carson Steele.
Demasiado tarde, Tack había mirado en esto. Y no le había gustado lo
que había descubierto.
Esto era por qué él volvió su cabeza, los ojos fijados con Brick, y
preguntó:
—¿Jefferson Steele?
—La misma casa, a cinco kilómetros de distancia, el mismo idiota de
siempre —respondió Brick.
—¿Nuestro hombre tiene algo que ver con su padre? —continuó Tack.
Incrustados en su grande y roja barba, los labios de Brick se torcieron.
Él sabía lo que Tack quería decir con “nuestro hombre”.
Tack había tomado su decisión.
El voto seguiría.
—No ha estado allí durante todo el día, pero por lo que los hermanos
han visto desde que hizo su primera aproximación, no —le dijo Brick.
—¿Sabes dónde ha estado? —preguntó Tack.
Brick negó con la cabeza.
—Hermano —cortó Hound y Tack miró en su dirección—. Si quieres
algo de información, pregunta. Él quiere su parche, te lo dirá.
—No hagas que un hombre como ese comparta sus secretos —
murmuró Tack.
Hound asintió. Él sabía que sería verdad.
—Vi su trabajo y es jodidamente de primera clase —interpuso Hop, y
Tack dio a su hermano su atención—. Él puede construir motos y autos
como ese, deberíamos tomarlo como hermano sólo para que nos haga unas
cuantas.
—No aceptamos hermanos, porque puedan construir motocicletas —
declaró Big Petey.
—Entonces no has visto sus dibujos. —Boz entró en la conversación—
. Podría ser un crío debilucho todavía atado al delantal de su mamá y yo le
votaría para hermano, él podría construirlos. Son salvajes. —Boz miró a
Tack—. Son Chaos.
—Por suerte para nosotros, él no es ningún crío debilucho, sino que
parece un hombre que sacaría tus ojos y lo haría sonriendo, tú lo verías
divertirse —señaló High.
Él no lo haría sonriendo, pensó Tack. El hombre no sonreía. El hombre
tenía una mirada en él que decía que nunca lo había hecho.
Esto molestaba a Tack.
Y lo hacía creer aún más que era hora de traer a Chaos a la vida de
Carson Steele.
Hermanos.
Motocicletas.
Pertenencia.
Y, si él tenía suerte, encontraría a una perra con quien se acostaría
para abatir ese escudo que Carson Steele había levantado y traerle dicha.
—¿Más conversación, o votamos? —preguntó Tack a la mesa.
—No tengo nada que decir, él tiene mi voto —dijo Hop.
—Tenía mi voto cuando estaba mirando desde la valla —murmuró
Dog.
—Él está dentro para mí —agregó Boz.
Pete, High, Arlo, Hound, y Brick decidieron igual.
Como tenía que ser, fue unánime cuando Tack agarró el martillo y lo
bajó.
—Voto preliminar hecho, llama al resto de los hermanos. La votación
se mantiene igual, tenemos un nuevo recluta —anunció Tack.
Boz apartó la silla, su mano en el bolsillo para agarrar su teléfono.
Brick se inclinó hacia adelante para atrapar la botella de tequila. Los
hombres comenzaron a tomarse la mierda.
Tack sintió los ojos de Dog y miró al hombre sentado a su derecha.
—Sangre cálida y roja fluye en las venas de Chaos, hermano —dijo
Dog en voz baja—. Ese chico no tiene nada sino hielo. Piedra fría.
—Ya veremos —respondió Tack.
—Lo haremos, pero tenemos problemas, Tack, del tipo que se resuelve
con lealtad, bolas, y fuego. Viví un buen pedazo de vida. He hecho mucho.
Visto mucho más. Aunque yo comprobara que tuviera mi cuchillo y mi arma,
corría hacia el lado contrario de ese tipo de mal humor en un callejón oscuro.
Así que, creo que tiene las bolas. Pero no estoy seguro que tenga los otro dos
en él.
—El tiempo lo dirá —murmuró Tack.
—El muchacho tiene secretos —murmuró Dog de nuevo.
—El muchacho nunca ha tenido una cosa en su vida que quisiera —
respondió Tack—. Estamos dándole eso. Primera vez. Tiene veinti-jodidos-
cinco años. La primera vez, Dog. Ahora, vamos a ver cómo juega eso.
—El hermano tiene oscuridad en él, que no se molesta en ocultar,
secretos que no comparte. Con los problemas que tenemos, Tack, eso me
pone incómodo —declaró Dog.
—Tuvimos el voto, Dog, si tenías un problema, deberías haber abierto
la boca —respondió Tack.
Dog negó con la cabeza.
—Vi a ese chico observarnos, al igual que tú. Debería haber hecho
algo entonces. No está en mí alejarlo ahora.
—Nadie que no tenga fuego camina cinco kilómetros para ver a
hombres trabajando en autos, Dog. Y él no estaba en esa cerca observando
a hombres trabajando en autos. Estaba en la ventana, los bolsillos vacíos,
el rostro pegado al cristal, mirando fijamente lo que quería, pero no podía
tener. Apostaría, que para sobrevivir, hizo a un lado ese fuego. Tenemos que
ayudarlo a dirigirlo y asegurarnos que flamee brillante, que no le queme.
Dog mantuvo la mirada de Tack. Luego asintió bruscamente y apartó
la mirada.
El resto del club entró, tuvieron unas palabras, y votaron.
Fue unánime.
Carson Steele era un recluta. Un recluta que poco después sería
bautizado Joker.
Y si lo lograba esta vez, apartaba su mierda, demostraba su valía…
Él sería Chaos.

Le llevó un año y tres meses.


Y lo logró.
Capítulo 2
Todo lo que quería

Carissa

—Aaron, en serio, estoy en un aprieto.


Traté de no sonar como que estaba suplicando. No se sentía bien
mendigar.
Pero él había oído mi suplica y había aprendido que el ruego no
siempre funcionaba.
—Tú traes a Travis a mi casa en cuarenta y cinco minutos o tendrás
problemas, Carissa —dijo Aaron en mi oído y luego colgó.
Me quedé allí en el borde de la hierba sucia, mirando hacia abajo el
teléfono, con mi bebé en mi cadera, con el tráfico de la hora punta que se
arrastra de Denver en la I-25 frente a mí junto con mi viejo, feo,
principalmente usado, Toyota Tercel rojo con su neumático pinchado.
Aaron, mi ex marido, conducía un SUV Lexus negro.
Aaron, mi ex marido, también acababa de negarse a venir a ayudarme
a cambiar la llanta pinchada a pesar de que tenía a nuestro hijo conmigo y
yo estaba en la estúpida autopista en hora punta.
No podía creer esto.
Debería, con nuestra historia, yo había hecho la vista gorda a todo lo
que él me hizo pero finalmente ya no pude. Nada debería sorprenderme. Y
yo estaba colgando de un hilo delgado con la esperanza de que todavía lo
hiciera. Que podría ser sorprendida. Que no había perdido esa capacidad.
Que todavía creía que la gente podría ser decente. Incluso Aaron.
Odiaba admitirlo, pero pensé que pronto podría perder la capacidad
de creer que Aaron podría ser decente. Especialmente después que acababa
de colgarme.
No pude reflexionar sobre esto.
Mi labio temblaba y me mordí para hacer que se detenga, pero no lo
hizo me esforcé demasiado para contener las lágrimas mientras miraba mi
auto.
Había llorado mucho el último año y medio. Y tengo que admitir, sin
importa lo que esto me hizo, lloré mucho para tratar de conseguir mi
camino. Esto siempre funciono con mi padre. Durante mucho tiempo había
funcionado con Aaron.
Hace un año y medio, que dejó de funcionar. Por lo menos con Aaron.
Pero necesitaba llorar. Tenía mi niño conmigo, su pequeño puño
aferrado a la cadena de platino del collar que mi padre me dio la Navidad
después que mamá murió, su otra mano golpeando mi hombro,
completamente ajeno (gracias a Dios) a nuestra situación extrema. Yo no
sabía qué hacer con él si trataba de cambiar el neumático yo misma. No
pensaba que fuera seguro dejarlo en el auto. El tráfico se arrastraba, pero
todavía no estaba tan recargado.
¿Qué pasaba si sucedía algo?
Me preocupé, mordí el labio y parpadeé para alejar las lágrimas
mientras recorría a través de mis opciones.
Mi padre estaba en Nebraska cuidando de mi abuela. Él, obviamente,
no podía venir y ayudar.
Asimismo, no necesitaba evidencia adicional de que había cometido
un horrible error pasando diez años de mi vida al lado de Aaron Neiland,
finalmente aceptar su anillo, sus votos de honrarme en la salud y la
enfermedad hasta que la muerte nos separara (todas mentiras, obviamente).
Todo esto antes encontrándome embarazada del hijo de Aaron mientras
estaba engañándome (de nuevo), esta vez con una modelo. Entonces me
enfrente a él, después de lo cual Aaron me dijo que terminamos y que se iba
a casar con su modelo.
No, papá no necesitaba eso.
Además, yo no tenía ningún amigo. Nunca había tenido realmente
amigos verdaderos, pero no había sido consiente hasta que se demostró
cuando Aaron y yo nos vinimos abajo y ellos (todos ellos) se fueron con
Aaron.
Y yo no tenía tiempo para hacer otras nuevas. Tenía un bebé. Tenía
un trabajo a tiempo completo como empleada de la tienda de comestibles. Y
tuve un ex marido, que era abogado, junto con su padre y todos sus colegas,
que han hecho su misión de hacer mi vida miserable.
Él estaba teniendo éxito.
Yo sabía lo que quería. Él quería que yo me hiciera a un lado,
entregarle a mi hijo para que él y Tory pudieran criar a Travis, y así Aaron
podía olvidar que rompió mi corazón, destrozó mi alma, destruyó mi sueño,
y arruinó mi vida.
A Aaron no le gustaban recordatorios de sus fracasos. Debido a su
padre siendo impulsado, y la conducción de Aaron, mi ex-marido hizo lo
posible por no fallar. Sin embargo, como eso rara vez ocurre, él anuló
cualquier recuerdo, de la misma manera que no tenía ninguna indicación
en su vida de que él era menos que perfecto.
Era un defecto. Era un fracaso. Tenía que desaparecer.
No iba a desaparecer.
No sabía cómo iba a hacerlo. Después de obtener mi divorcio, recibí
un acuerdo (que ahora sabía era tan pequeña que era una broma) y la
manutención de los hijos (ya que el ingreso de Aaron era mucho mayor que
el mío) y casi la custodia completa de Travis (ya que tenía sólo dos meses de
edad en ese momento).
Esto era bueno.
Era bueno hasta que Aaron me llevó de vuelta a la corte y lo hizo malo.
Dado que Aaron había nacido dentro de los chicos buenos del mundo
jurídico de Denver (su padre es un juez), había logrado ganar (o confabular)
la custodia parcial y una disminución de la pensión alimenticia.
Luego me llevó de vuelta otra vez y ganó la mitad de la custodia sin
ninguna manutención infantil.
Estábamos divorciados oficialmente hace seis meses, el decreto llegó
dos meses después de que nació nuestro hijo (sola, ya que papá conducía
desde Nebraska, y Travis llegó rápidamente). En ese tiempo, yo había ido a
la corte dos veces y sabía que Aaron estaba buscando cualquier pequeña
cosa que podría utilizar para demostrar que no era apta para cuidar de
Travis o que había roto nuestra disposición para que pudiera meterme en
(más) problemas.
Hacía tiempo que me había quedado sin dinero para un abogado. Papá
envió mucho, pero yo pare de preguntarle después del segundo viaje a la
corte. Él se preocupaba por mí. Él era todo lo que me quedaba (exceptuando
por Travis), pero en lo único que podía pensar era en Travis y yo, éramos
también lo único que él tenía también, y que ya había pasado por suficiente.
No podía arrastrarlo a través de esto conmigo.
Sin embargo, podría obtener un nuevo abogado.
El que tenía era caro y habíamos superado algunas cosas antes de
que tuviera que dejarlo ir. Estaba claro que estaba preocupado por su
capacidad de defenderme teniendo en cuenta la potencia de fuego en la
espalda de Aaron.
Pero cuando le rogué (y está bien, lloré), mi abogado me había dicho
que podría pagarle en cuotas.
Sin embargo, se acumularon (y todavía estaba pagando). No podía
permitírmelo más. Necesitaba un auto nuevo. Con el tiempo, necesitaría un
apartamento con un dormitorio más y de preferencia uno que estuviera en
un barrio mucho mejor. Necesitaba encontrar tiempo y dinero para ir a la
escuela de belleza para que pudiera aprender a hacer peinados. Yo era
buena en los peinados. Tenía un talento natural. Había pasado mucho
tiempo tratando de averiguar en lo que era buena, lo que podría hacer, y eso
fue lo único.
Y estilistas en agradables salones obtenían enormes propinas.
Yo necesitaba grandes propinas.
Yo necesitaba muchas cosas.
Así que había tratado de encontrar un abogado menos costoso.
No muchos estaban dispuestos a representarme (esto, me temía, era
por Aaron y lo que con su padre hacían), pero había encontrado uno. Y sería
mucho menos costoso, si, en sus palabras, con esa sonrisa aceitosa en su
rostro, yo doblaba mis rodillas (repetidamente), mientras él se enfrentaba a
Aaron por mí
No necesito explicar lo que era ponerme de rodillas significaba.
Además, no me falta explicar verbalmente por qué me levanté de la silla en
su oficina y me fui.
Así que podría conseguir un nuevo abogado, simplemente no me gustó
la forma en que él quería que pagara los honorarios.
Pero en ese momento, lo que más necesitaba era cambiar mi
neumático, regresar a la carretera, llevar a mi hijo con su padre antes de
que fuera demasiado tarde y Aaron registrara esto en la lista de cosas para
usar para hacer perder a su ex esposa la custodia de su hijo y con suerte
desaparecerla para siempre. Después, tenía que encontrar la manera de
conseguir un neumático de repuesto, o la forma de pagar uno nuevo, y
finalmente, llegar a mi turno de noche en la tienda.
Iba a tener que poner a mi bebé en el auto y confiar en Dios que nadie
golpearía mi vehículo.
No tenía buenos pensamientos acerca de esto. No había tenido una
gran cantidad de suerte en mi vida.
Algo de mi mala suerte estaba fuera de mi control.
Aaron no lo estaba.
Eso era yo.
Ese fue mi error.
Y era algo grande.
Miré a Travis, su pequeño rostro de bebé con sus grandes y
prominentes mejillas y sus bailarines ojos que se habían vuelto de color
marrón, como los míos, al igual que los de su abuelo, y él gorgoteaba hacia
mí, con sus pequeños rojos y húmedos labios curvado hacia arriba, con su
pequeño puño golpeando mi hombro.
Bien, así que Aaron no era un total fracaso. Me dio a Travis.
—Vamos a estar bien —le dije a mi hijo en un apretón.
—Goo —replicó.
Sonreí.
—Mami puede hacer esto.
—Goo, goo, gah. —Golpeó con el puño y giró mi collar, tirando con
fuerza contra mi cuello.
Sonreí ampliamente a pesar de que todavía quería llorar y empecé a
ir hacia el auto.
Entonces oí un fuerte ruido cada vez más fuerte ya que se estaba
acercando.
Me detuve y giré la cabeza hacia un lado.
Fue entonces cuando me quedé helada.
Me quedé helada porque vi uno de esos motero montado en su grande
y ruidosa moto bajando sobre la acera.
Y él no era uno de esos moteros recreacionales. Yo sabía esto con un
vistazo. Su cabello negro era muy largo, demasiado largo, y salvaje. Tenía
una barba completamente negra en su rostro. Estaba recortada pero no tan
recortada (como si no tuviera barba). Tenía gafas negras de sol que cubrían
sus ojos, gafas que lo hicieron ver siniestro (como los ciclistas, en mi mente,
solían ser). También usaba una chaqueta de cuero negro, parecía mirar
ambos lados como para darle una paliza a alguien, vaqueros desgastados y
botas de motocicleta negra.
Se detuvo y yo contuve la respiración. Apagó la moto y puso el
caballete antes de bajar una larga pierna con su pesado muslo como
arrancando la bota de la moto.
Travis chilló.
Dejó ir mi collar, y se retorcía en mis brazos, estaba impulsando sus
puños con entusiasmo.
Empecé a respirar, sentí que mi corazón latía rápido, cuando el motero
se dirigió hacia mí, con las gafas de sol apuntándome, entonces
bruscamente se detuvo con una extraña sacudida.
Me estudió, con el rostro impasible, de pie como si estuviera atrapado
en suspendida animación, yo lo estudié de vuelta.
No conocía motociclistas. Nunca había conocido a un motociclista. Los
motociclistas me asustaban.
Ellos lo hacían porque parecían espeluznaste. También porque yo
había oído que eran espeluznantes. Ellos tenían amigas que llevaban blusas
de tubo y tenían cuchillos en el cinturón, conducían demasiado rápido y
demasiado peligroso. Se metían en peleas de bares y tenían peleas contra
otros motociclistas, hacían cosas para ser puestos en la cárcel y todo tipo
de cosas que daban miedo.
Cuando estos pensamientos cayeron en mi cabeza, él se descongeló,
comenzó a moverse hacia mí, y con una voz profunda de motorista, llamó:
—¿Tienes un problema?
Travis chilló de nuevo, impulsándose de los brazos, luego se rio
mientras el motero continuó avanzando.
Y mientras lo hacía, lentamente, mis ojos se movieron al tráfico.
Estaba parachoques contra parachoques, arrastrándose por lo que no
podría ser más de treinta kilómetros por hora. Mirándolo, yo sabía que había
estado allí durante al menos diez minutos, al teléfono, con el bebé en la
cadera, auto con una llanta ponchada.
Y ni una sola persona se detuvo a ayudar.
Ni uno.
Volví la cabeza hacia atrás para ver el motero que ahora estaba un
metro de distancia, con los ojos bajos, sus gafas de sol dirigidas a mi
pequeño bebé.
Él se había detenido para ayudar.
—Yo... tenga una llanta ponchada —me obligué a decir.
Las gafas de sol se dirigieron a mí y sentí mi cabeza ir hacia un lado
cuando lo hicieron porque le di un vistazo más de cerca.
Y lo que vi me hizo sentir extraño.
¿Lo conocía?
Se sentía como si lo conociera
Entrecerré mis ojos para mirarlo más de cerca.
Era un motociclista. Yo no conozco a ningún motero, así que no lo
conocía. No podía.
¿O podría?
—¿Tienes una Triple A? —preguntó.
Ojala.
—No —respondí.
Levantó una mano con un guante de cuero negro.
—Dame las llaves, quédate detrás de la carretera. Me haré cargo de
ello.
¿Él se encargaría de ello?
¿Así de repente?
¿Debo dejar que un motociclista cambie mi neumático?
Mejor pregunta: ¿Tenía otra opción?
Dado que la mejor respuesta a la pregunta era definitiva, dije:
—Yo... bueno, eso es muy amable.
En este punto, Travis se abalanzó hacia el motorista. Luché para
mantenerlo cerca, pero mi pequeño era fuerte y tiende a conseguir lo que
quiere, y no sólo porque es fuerte.
En ese momento, él consiguió lo que quería.
El motorista avanzó, levantando las enguantadas manos, tomó a
Travis por los lados y lo apartó suavemente de mi brazo.
Lo acomodó con una facilidad y una confianza natural que me hizo
exhalar divertida contra su revestido pecho con camiseta y chaqueta de
cuero negro y me miró.
El motorista tomó a mi bebé, y por alguna razón, esa visión se archivó
en mis bancos de memoria. Los únicos que mantenía desbloqueados. Los
que más me han gustado abrir y revivir. Los que me incluían haciendo las
galletas con mi madre. Los que incluía las enseñanzas de papá cuando me
enseñó a montar una bicicleta y la forma en la que me había mirado cuando
alejé sin ruedas de entrenamiento, tan orgullosa, tan feliz. Los que incluían
la Pascua antes de que mi hermana Althea muriera cuando ella ganó la
búsqueda de huevos de Pascua y papá consiguió esa impresionante imagen
de nosotras en nuestros vestidos de volantes de Pascua, en colores pastel,
llevando nuestros sombreros de Pascua, organizando nuestras cestas de
Pascua, abrazándonos y riendo con otras chicas.
No pertenecía allí. No en esos archivos. No esté motorista.
Pero de alguna manera, lo hizo.
—Tengo al niño. Con las manos libres, puedes obtener las llaves —
dijo y yo sabía cómo lo dijo que era una orden, sólo gentilmente.
—Uh... bien —murmuré, apartando la mirada de él que todavía
sostenía a Travis, que se había quedado hipnotizado con la barba del
motorista y tiraba de ella. Tirando con fuerza. Tirando con la fuerza de bebé
que sabía que ya era una fuerza a tener en cuenta.
Sin embargo, el motociclista no apartó el rostro. Su barbilla se sacudió
ligeramente con los jalones, pero a él no pareció importarle.
Ni siquiera un poquito.
Sus ojos se quedaron simplemente dirigidos a mí hasta que aparté la
mía.
Busqué en el bolso que estaba enredado por encima de mi hombro y
salí con las llaves.
Lo hice justo a tiempo para ver que el motorista había inclinado la
barbilla hacia Travis y su resonante voz motorista preguntó:
—¿Vas arrancarme algunos bigotes por mí, chico?
Travis rio, le dio un puñetazo en la boca con su puño y entonces
arrancó las gafas de sol del motorista.
Di una respiración rápida, con la esperanza de que Travis no estuviera
haciendo enfadar al motero.
No lo hizo.
Él sólo murmuró:
—Sí, chico, guárdalas por mí.
Luego trasladó a Travis a mis brazos, se llevó mis llaves y caminó sin
prisa a mi auto.
Tenía el maletero abierto para el momento en que me obligué a
caminar y di dos pasos hacia delante.
—Uh... señor
El giro la cabeza, sólo eso, no movió un músculo del resto de su
cuerpo, y dijo con un gruñido sordo:
—Hazte a un lado de la carretera.
Di tres pasos apresurados hacia atrás.
Volvió su atención a mi baúl.
—Me preguntaba —llamé, haciendo malabares con una activo Travis,
que estaba tratando de escapar ya que él prefería claramente el cuero y los
bigotes a su madre—, tu nombre.
—Joker —respondió él, su mano de la cajuela sosteniendo las
herramientas, que arrojó al asfalto con un fuerte sonido metálico. Me
estremecí cuando él regresó y sacó la llanta de repuesto.
Joker. Su nombre era Joker.
No, no lo conocía. Yo sabía que no conocía ningún Joker.
Y de todos modos, ¿quién le pondría a un hijo Joker?
—Soy Carissa. Este es Travis —grité mientras se movía alrededor del
otro lado del auto y vi la parte posterior de su chaqueta. En ella había cosido
un parche muy interesante que incluía un águila, una bandera americana,
llamas, y en la parte inferior, la palabra chaos.
Oh Dios. Él pertenecía a la banda de motoristas Chaos.
Incluso yo sabía acerca de la banda de motoristas Chaos. Esto era
porque cuando era pequeña, mi padre tenía todas sus cosas para nuestro
auto en su tienda de autoservicios para autos en Broadway, una tienda
llamada Ride. Casi todo el mundo sabía sobre autos y no querían que nadie
les molestara.
—Son motociclistas, pero son honestos —había dicho papá—. Si no
tienen una parte, no te darán otra que no funcionará. Te dicen que la
conseguirán, será en una semana, y luego la tienen en una semana. No sé
acerca de bandas. Ellos realmente saben cómo dirigir un negocio.
Cuando este recuerdo se filtró en mi cabeza, me di cuenta que el
hombre llamado Joker no respondió.
—¡Esto es muy agradable! —dije mientras él desaparecía en cuclillas
sobre el otro lado de mi auto. El otro lado del auto significaba justo al lado
del tráfico.
Eso me preocupaba. No iba rápido y me había apartado de ahí, mi
neumático de repuesto estaba en el césped y él estaba maniobrando, pero
todavía era peligroso.
Él no respondió de nuevo, así que grite:
—¡Por favor, ten cuidado!
Su voz profunda regresó.
—Estoy bien.
—Está bien, pero quédate de esa manera. ¿De acuerdo? —le grité.
Nada por parte de Joker.
Me quedé en silencio. Bueno, no realmente. Volví mi atención a mi
forcejeo con mi hijo e hice todo para apartar su atención del motero que ya
no podía ver pero tenía muchas ganas de alcanzar.
—Está ocupado, bebé, ayudándonos, arreglando nuestro auto.
Travis me miró y gritó un molesto:
—¡Goo gah! —Y entonces metió una de las patillas de las gafas de sol
de Joker en la boca.
Lo balanceé en mi cadera e intenté suavemente quitarle las gafas para
que Travis no las dejara con baba o peor, las rompiera.
Travis chilló.
—No podemos agradecerle a Joker por su ayuda rompiendo sus gafas
—expliqué.
Travis liberó las gafas de mi agarre tentativo, y para que no se
rompieran, las solté. Entonces las blandió en el aire con júbilo victorioso por
un par de segundos antes de bajarla y meter los lentes contra su boca donde
los lamió.
Suspiré y miré hacia donde Joker estaba trabajando, aunque todavía
no podía verlo, con cuidado (pero en voz alta, para ser escuchada por encima
del tráfico y la distancia) compartí:
—Travis está babeando sobre sus gafas.
Joker se enderezó, cargando mi neumático con él y lanzándolo con un
vaivén de sus amplios hombros cubiertos por la chaqueta de cuero en el
maletero (algo que hizo con una mano, lo que fue impresionante), esto
haciendo a mi auto rebotar terriblemente.
Sus ojos fueron a los míos.
—Tengo una docena de pares. Si las rompe no es un jodido problema.
Entonces se volvió a agachar.
Contuve una reprimenda de que no debería usar la palabra con J.
Aaron maldecía todo el tiempo. Lo encontraba grosero, y con el tiempo
molesto, y finalmente terminó preocupándome que usara ese lenguaje
alrededor de nuestro hijo.
No tenía idea si lo hacía.
Pero probablemente sí.
En vez de enfocarme en eso, lo hice en el hecho de que Joker parecía
realmente agradable.
No parecía, lo era.
Todas las personas pasaron a mi lado, sin ayudar, pero él se detuvo.
Ahora él estaba cambiando un neumático y, salvo por la vez que mi
padre me hizo hacerlo para que pudiera asegurarse de que sabría cómo si
se diera la situación cuando tendría que hacerlo, nunca lo había vuelto a
hacer. Pero sabía que no era muy divertido.
Había dejado que Travis tirara de los pelos de su barba, le quitara sus
gafas e incluso dejó caer la buena posibilidad de que un bebé que no conocía
las rompiera.
Miré a las gafas y supe que eran costosas. Decían LIBERTY en el
costado. Eran atractivas pero fuertes. No creía que las hubiera conseguido
de un estante giratorio.
Y no quería que por detenerse a ayudarnos perdiera sus costosas
gafas, aunque él era muy agradable y parecía no importarle.
—Por favor, bebé, no rompas esas gafas —susurré.
Como si mi bebé de ocho meses me entendiera, dejó de lamer los
lentes y empujó las gafas en mi dirección.
Sonreí y murmuré:
—Gracias, mi Googly-foogly. —Tomé las gafas e inclinó para soplarle
en el cuello.
Él chilló de alegría.
Dado que eso siempre le gustaba tanto, como siempre, lo volví a hacer.
Luego otra vez. Y dado que no tenía otra parte dónde ponerlas, empujé las
gafas de Joker en mi cabello para poder ajustar a Travis con el fin de hacerle
cosquillitas.
Se retorció en mis brazos y chilló más fuerte.
Dios, qué hermoso sonido era.
Ningún sonido mejor en el mundo.
Ninguno.
Seguí jugando con mi niño, y haciéndolo, de repente no me preocupé
de estar parada en la I-25 con un motero de una banda de moteros
cambiando mi neumático, y que pronto le estaría entregando mi bebé a mi
ex y a Tory, por lo que no lo tendría por toda una semana.
En este momento, éramos Travis y yo.
Habíamos sido él y yo por un año y medio, parte de ese tiempo él
estuvo en mi vientre, el resto él era mi vida entera.
Había querido una familia. Después de que Althea murió, había
comenzado a querer eso y lo hice con mis muñecas, luego mis Barbies, luego
en mis sueños.
Eso era todo lo que quería. Todo lo que siempre había querido.
Un marido, una casa. Muchos bebés.
No me importaba que eso dijera de mí que no ansiaba una carrera.
Que no soñaba con cruceros o tiaras o ser importante, llevando un maletín,
levantándome y yendo a un trabajo demandante.
Quería lavar la ropa.
Quería cocinar galletas.
Quería tener lista la cena para cuando mi marido e hijos llegaran a
casa.
Quería ser una mamá de fútbol (sin embargo, no quería una minivan,
quería algo como el Lexus SUV de Aaron).
Eso es todo lo que quería.
Quería ser una buena esposa y madre estupenda.
Y nuevamente, no me importaba un poco lo que las personas
pensaran que eso decía de mí.
Mi madre trabajó. Había trabajado incluso antes de que Althea
muriera.
Había trabajado después también.
En ese entonces no me importó. Eso la hacía feliz.
Pero ahora, quería esos momentos de regreso, los de ella cuando
estaba en el trabajo. Esos momentos que ella estaba lejos cuando llegaba a
casa luego de la escuela.
Los quería de regreso.
Quería que mi padre los tuviera de regreso.
Y eso era lo que iba a darle a mi marido. Iba a darles a mis hijos lo
mismo.
Eso es todo lo que quería, darle a mi familia eso.
Todo lo que siempre había soñado.
Ese sueño tuvo que cambiar. Aaron lo destruyó para que yo tuviera
que modificarlo.
Por lo que ahora éramos solamente Travis y yo, semana de por medio.
Ese era mi nuevo sueño y si de verdad me esforzaba, podía
convencerme de que lo estaba viviendo.
Aunque no era así.
Ni de cerca.
Pero lo haría.
—Listo.
Mi cabeza se alzó y vi a Joker parado en el césped a pocos metros.
—Miré tu neumático, esperaba que se tratase de un clavo —me
informó—. No lo era. Explotó. Tu rodadura está baja en todos ellos. Todos
necesitan ser reemplazados.
Mi burbuja de alegría conmigo y mi bebé estalló mientras la vida se
presionaba en ella, la presión, como siempre, demasiada para que la
burbuja de bondad soportara.
No podía permitirme neumáticos nuevos.
—No puedes conducir con ese repuesto —siguió diciendo Joker, pero
lo estaba haciendo mirándome detenidamente—. No por mucho. Tienes que
ver eso, tan pronto como puedas.
Dejé de pensar en neumáticos, mi incapacidad para permitírmelos, y
la ausencia de tiempo con el que tenía que lidiar, y me quedé mirando a sus
ojos.
Eran grises. Un extraño y contundente gris acero.
Estaba lejos de ser poco atractivo.
También era familiar.
—¿Sí? —preguntó en un apuro y mi cuerpo se sacudió porque mi
mente estaba enfocada en intentar descubrir cómo sus ojos podían parecer
tan familiares.
Travis se lanzó.
Y sin embargo, sorprendentemente Joker al instante levantó sus
manos ahora desnudas hacia mi hijo y lo tomó de mí, acurrucándolo cerca,
natural, tomando esa hermosa carga como si lo hubiera hecho desde el
momento en que Travis nació.
Algo cálido me atravesó.
—¿Sí? —preguntó Joker.
—Eh, sí. Nuevos neumáticos. No manejes en ese repuesto —contesté.
—Ve a Ride, les daré tu nombre. Te harán un descuento.
Y ahí fue cuando algo sucio me atravesó.
La suciedad era el hecho de que mi auto tenía veinte años,
descolorido, oxidado, desgastado y probablemente sólo funcionando porque
Dios me amaba (eso esperaba), y todo eso no le pasó desapercibido.
Fue humillante.
Y mientras todo eso me atravesaba, más lo hizo. De repente, chorros
desagradables se vertieron sobre mí.
El hecho de que no había bajado los últimos siete kilos del peso del
bebé.
El hecho de que no había sido capaz de permitirme hacerme mechas
claras en los últimos siete meses por lo que mi cabello no se veía del todo
bien, las mechas rubias doradas comenzaban diez centímetros de mis raíces
de una manera Ombré para nada atractiva.
El hecho de que estaba vestida para ir a trabajar con una camisa polo,
caquis, y pantalones y no con un lindo vestido y zapatos bellos.
El hecho de que él tenía gafas costosas, una motocicleta costosa, una
chaqueta de cuero, y podría ser desaliñado, pero era alto, ancho, tenía ojos
interesantes, era amable, generoso con su tiempo, genial con los niños, y un
buen samaritano.
—Tienes tiempo para hacerlo y puedes esperar —prosiguió—. Les
pediré que revisen tu auto. Asegurarme de que sea bueno.
Oh no.
Estaba sintiendo lástima de mí.
Más suciedad me atravesó.
—No… no. —Sacudí la cabeza, alargando la mano para tomar a Travis
de él. Fue una hazaña ya que Travis no quería irse, pero lo superé y metí
firmemente a mi hijo en mi cadera—. Yo… ya has sido muy amable.
Debería… —Di vuelta mi mano libre—. Tengo dinero… —Dejé la frase sin
acabar y me di la vuelta para buscar mi bolso, pensando que el billete de
veinte dólares dentro no era suficiente, pero era todo lo que tenía. También
estaba pensando que desafortunadamente iba a tener que usar mi tarjeta
de crédito para conseguir gas.
—No es necesario. Sólo ve a Ride. Ordena ese repuesto, ¿sí?
Me volví hacia él.
—¿Estás seguro?
—No quiero tu dinero.
Eso fue firme, de una manera como si estuviera ofendido, algo que de
verdad yo no quería hacer, así que, vacilantemente, asentí.
—Has sido realmente amable.
—Sí —murmuró—. Cuídate.
Y entonces se giró hacia su moto.
¡Simplemente se giró hacia su moto! No podía dejar que hiciera eso y
se alejara.
No sabía por qué pero no hubo duda en ese segundo, supe en mis
huesos que no podía permitir al motero llamado Joker alejarse.
—¡Joker! —grité.
Se dio la vuelta.
Cuando vi sus ojos, no supe que hacer, por lo tanto, no hice nada.
—Cierto —dijo, caminó hacia mí y se acercó más que antes.
Incluso mientras Travis intentaba lanzarse hacia él, alzó la mano y
contuve la respiración.
Sentí sus gafas deslizarse de mi cabello.
—Gracias —murmuró y se dio la vuelta.
—De verdad, gracias —mascullé, esperaba que este no fuera un
esfuerzo flagrante por detenerlo (aunque fue un esfuerzo para detenerlo) y
nuevamente se giró hacia mí—. No sé qué decir. Siento como que debería
decir algo, me ayudaste un montón.
—Saca a ti y a tu bebé de la carretera y cuídense, eso es todo lo que
tienes que hacer.
—Oh. Sí. Por supuesto. Debería hacer eso —balbuceé.
—Hasta luego —dijo y se movió a su motocicleta.
—Hasta luego —dije como él, no queriendo que se fuera.
No entendía esto.
Bien, me ayudó y fue de verdad muy amable.
Y bueno, yo estaba sola. Como, muy sola. Sin familia cercana. Sin
amigos. Sin marido. Bebé nuevo. Nueva vida que no me gustaba tanto
(excepto la dicha presencia de mi nuevo bebé).
Y Joker se detuvo y me ayudó, haciendo de un problema que yo
tendría que resolver en uno de esos momentos inexistentes cuando dejé que
alguien más lo hiciera y pude jugar con mi hijo, incluso si ese momento fue
al costado del tráfico interestatal.
Eso significó mucho.
Pero no quería que se fuera de una manera que no se trataba
solamente de no querer ver lo último de una persona que me hizo un acto
de bondad.
Era diferente.
Y era aterrador.
Pero lo que era más aterrador fue que estuvo sobre su moto y la hizo
rugir.
Casi había terminado.
Se habría ido.
Y yo estaría sola.
No era eso (o sólo eso).
Era que él se habría ido.
Abrí la boca para gritar algo por encima del ruido de su motocicleta y
Travis me golpeó en la mandíbula.
Bajé la mirada hacia mi hijo.
Tenía que ponerlo a salvo.
Y luego llevarlo a su padre.
Cerré los ojos, los abrí y vi a Joker mover su barbilla de una manera
impaciente hacia mi auto.
Así que me apresuré en ir allí, abrí la puerta del pasajero, puse a mi
hijo seguro en su asiento, rodeé el auto y entré.
Joker no se mezcló en el tráfico hasta que yo lo hice. Tampoco
abandonó la interestatal hasta que yo lo hice. Me siguió fuera de la rampa
hacia Speer Boulevard.
Luego se giró.
Y se había ido.
Capítulo 3
Sobre sus rodillas

Carissa

Me miré en el espejo y pude bloquear todos los pensamientos, pero no


lo que veía.
El vestido no estaba mal. Era una talla más grande de lo que había
vestido antes de Travis, pero era lindo. Era imitación de seda rosa debajo de
una capa de gaza de chiffon de un color más claro con algunas mariposas
negras sobre ella. No tenía mangas. Pero sí una corta y coqueta falda, la
parte de arriba estaba llena de pliegues en el frente, un cuello redondo con
un pequeño moño en la base, y otro moño en la cintura.
Ocultaba lo que quedaba de mi pequeña barriga de embarazo.
También ocultaba el sobrepeso que gané con Travis.
Lo completé con mis increíbles sandalias negras con delgadas tiras en
forma de T, con una mariposa de dobles alas sobre los dedos de los pies y el
tacón en forma de cuña de corcho.
No había necesidad de mencionar que todo era barato, lo compré en
una rebaja, la única forma en que podía permitirme comprar ropa para mí,
la cual necesitaba ya que la vieja no me quedaba.
Aun así, era lindo. O al menos así me parecía.
Me había arreglado el cabello, estaba más lleno y con rizos más
pronunciados. También me regalé una nueva pedicura rosa. Usé mi
maquillaje bueno, no tan dramático en los ojos porque en los labios llevaba
un color rosa con destellos. Y me había puesto mi perfume caro, algo que
rara vez hacia debido a que ya casi se acababa y no podía permitirme otro.
Ya estaba lista.
Antes de que pudiera pensar en lo que me esperaba, salí de la
habitación y me dirigí hacia la otra que era tres en una: Cocina, comedor y
sala de estar.
Tomé de la barra el pastel de chocolate y nueces de corteza dura hecha
en casa, que previamente había cubierto con papel film.
Y de nuevo, antes de que pudiera pensar, me lancé hacia mi auto y
conduje fuera.
Ya hacía dos días que Joker había arreglado mi neumático. Aun usaba
el repuesto. No había tenido tiempo para lidiar con él, la lavandería, el
trabajo, limpiar la casa, por no hablar del tiempo que me tomo hacer el
pastel y la pedicura.
Ahora, lidiaría con esto.
Y le daría mi agradecimiento a Joker.
Esto me ponía nerviosa, por lo que no pensé en ello mientras me
dirigía hacia la avenida principal, bajaba por ella e iba directo hacia Ride.
Continuaba sin pensarlo mientras entraba y pasaba por las plazas de
estacionamiento donde dejarías el auto si ibas a la tienda.
Me dirigí directamente hacia la gran estructura detrás de tres grandes
áreas de estacionamiento.
El garaje.
Me estacione en una de ellas que estaba casi vacía. Abrí mi puerta, le
eché un vistazo a mis lindas sandalias y salí de mi auto.
Antes de que pudiera agarrar el pastel de los asientos traseros, dos
hombres salieron. Uno era alto, de cabello negro, algo larguirucho pero con
algo de músculos, llevaba un portapapeles y tenía los ojos puestos sobre mí.
El otro también era alto pero con grandes hombros, llevaba vaqueros
engrasados y una camiseta manchada de aceite, y también tenía sus ojos
sobre mí.
El de los vaqueros engrasados era un tipo normal, como cualquier
otro.
Pero el larguirucho era increíblemente guapo.
—¡Hola! —los llamé con un pequeño saludo con la mano, sonrisa
brillante y me acerqué a ellos.
Ambos me miraron, normalmente, esto no me haría sentir extraña.
Papá me decía lo hermosa que era desde que podía recordar. Mamá había
hecho lo mismo. Aarón lo había dicho tantas veces desde que nos conocimos
y empezamos a salir cuando éramos estudiantes de primer año, que yo le
creía a él (hasta hace poco) y yo también lo creía.
Sabía que no era fea. Y más importante, por ese entonces sabía que
era amada.
Ahora, no tanto.
Actualmente, era más grande (dos tallas más en pantalones), tenía
algo de barriga por el bebé, un gran trasero y un marido que me había dejado
por una modelo talla cero.
Ningún vestido o zapatos lindos iban a cubrir nada de eso. Reconocía
las miradas de admiración. Las había tenido desde que tenía memoria.
Ahora, me preguntaba lo que estos dos hombres pensaban. Yo, con
veinticinco años (casi veintiséis), abandonada, madre soltera (aunque ellos
no sabían eso, pero sentía como si lo llevará grabado por todo el cuerpo),
bajando de un auto viejo y usado, llevando un vestido coqueto pero barato,
con lindos zapatos de mariposas igualmente baratos, hacía que mi sintiera
estúpida en este momento y, peor aún, desesperada.
Debí de haber usado mis vaqueros desgastados.
No.
Ni debí de haber venido siquiera.
—Hola —dijo el larguirucho.
Me acerqué un poco más.
—Uh… sí, oye. —Él sonrió. Era muy atractivo. Ignoré eso y continué—
: Soy Carissa. Carissa Teodoro. Hace un par de días…
El hombre larguirucho inclinó la cabeza y me interrumpió.
—¿La chica de Joker?
Mi boca se cerró.
La chica de Joker.
¿Por qué eso sonaba tan bien?
—Sí, la rueda de repuesto. Tercel. Joker nos avisó. Estamos cubiertos
—dijo el hombre de los vaqueros engrasados, girándose y gritando—. ¡Oigan!
¡Que alguien venga a buscar este auto! ¡La chica de Joker está aquí!
Miré de él, con la boca abierta, al hombre larguirucho con el
portapapeles (pensando, ya que él tenía el portapapeles, probablemente era
alguien con autoridad). Pero no dije nada porque él me estaba mirando de
arriba abajo con sus atractivos ojos verdes y sus labios torcidos como si algo
fuera divertido.
Inmensamente divertido.
—Necesitaremos tus llaves —afirmó cuando sus ojos se encontraron
con los míos de nuevo.
—Yo, bien, sí, por supuesto. —Las dejé colgando enfrente de mí,
mientras un hombre en overol corría en nuestra dirección—. Tengo cierta
situación financiera —compartí mi eufemismo—. ¿Así que me pueden dar
un estimado antes de que se encarguen de todo?
Los dos hombres me miraron como si estuviera loca, antes de que el
hombre larguirucho dijera:
—Vamos a dejar que Joker se encargue de eso.
Asentí y le dije:
—Tengo que tomar mi bolso y algo de la parte de atrás.
El hombre de los vaqueros engrasados se acercó a mí, atrapó mis
llaves y me dijo:
—Tómalos, nena.
Lo miro, asiento amablemente, luego me precipito a mi auto. Me
inclino y agarro mi bolso del asiento de Travis en el auto. Luego voy atrás y
tomo el pastel.
Cuando cierro la puerta y me doy la vuelta, veo que ellos dos están
ligeramente ladeados hacia la derecha, con las cabezas inclinadas y los ojos
en mi trasero (o en el caso del hombre larguirucho, en mis piernas).
Siento el rubor golpear mis mejillas y pregunto:
—¿Está Joker?
Todos se enderezan y miran mi rostro.
—Ella le trajo paste —dijo entre dientes el hombre larguirucho.
—Jodidamente brillante —murmuró el hombre de los vaqueros
engrasados.
—¿A Joker siquiera le gustan los pasteles? —preguntó ligeramente el
hombre de overol. Pero mi corazón dio un vuelco.
¿A él no le gustaban los pasteles?
¿A todo el mundo no le gustan los pasteles?
¡Oh, no! ¿Y si a él no le gustan los pasteles?
—¿A Joker le gusta algo? —preguntó el hombre de vaqueros
engrasados.
—Apuesto a que hoy a él le gustan las mariposas —dijo el hombre
larguirucho.
—Hoy a mí me gustan las mariposas—declaró el hombre de vaqueros
engrasados.
Me aclaré la garganta.
Los labios del tipo larguirucho se torcieron nuevamente mientras
señalaba con su barbilla hacia la derecha y dijo:
—Recinto.
—¿Perdón? —pregunté.
—Joker está en el recinto, cariño. El edificio de allí. —Señaló con su
pisapapeles en esa dirección y luego esbozo una sonrisa muy atractiva, pero
sin dudas significativa—. Ve derecho por allí. Si él no está en el frente, habrá
alguien que lo llamará por ti.
Miré hacia donde indicaba y vi un gran edificio largo, que recorría todo
un lado de la propiedad de la parte trasera del taller mecánico que estaba
más allá del garaje. Tenía una tienda a lo largo del frente, mesas de picnic
debajo de ella (cinco para ser precisa), una gran parrilla de barril a un
extremo y cuatro barriles de cervezas que se veían listos para ser usados a
un lado del edificio, cerca de la parrilla. Por ultimo una fila de motocicletas
estacionadas en la parte delantera. También había un conjunto de puertas
dobles.
Volví a mirar a los hombres.
—¡Gracias! —les dije con otra brillante sonrisa, ignoré la sensación
extraña que ellos me hacían sentir y mi incapacidad para entender si era de
buena o mala forma, y luego me dirigí hacia el recinto, llevando mi pastel
por delante con mis dos manos, muy consciente de que me estaban
observando.
Fue una caminata larga, y cuando llegué al final, equilibrando el
pastel en una mano mientras con la otra agarraba el mango de una de las
puertas, abriéndola y por casualidad miré hacia atrás viendo lo que ya
presentía.
Ni uno sólo de los hombres se había movido, y sus ojos estaban sobre
mí.
Más sentimiento de extrañeza me invadió, pero aunque estaba
bastante lejos, ellos tenían que saber que yo los estaba viendo. Y alcé una
mano y la ondeé antes de deslizarme a través de las puertas.
Sólo el hombre con overol me devolvió el gesto.
Volví a equilibrar el pastel en ambas manos, di dos pasos y me detuve
debido al hecho de que no podía ver nada.
El lugar estaba a oscuras. Después de estar expuestos al sol de
Denver, los ojos necesitaban tiempo para adaptarse al cambio.
Lo cual me tomó tiempo, finalmente podía enfocar los avisos de
cervezas hechos de neón. Luego lo demás.
Y no era nada bueno.
Muebles deteriorados. Mesas de billar. Un gran y largo bar. Banderas
en las paredes, como las que habían encima del taller, debajo de la bandera
de los Estados Unidos. Fotos en las paredes. Calcomanías de Harley-
Davidson, una vez más pegadas sobre las paredes. Y no de forma ordenada.
Ni limpia.
Simplemente era espantoso.
—¡Hola! —Escuché y giré mi cabeza.
Tenía compañía.
En la esquina del bar, estaba un hombre de pie, su brazo apoyado
sobre la barra. Tenía una barba de chivo. Él era grande. Rudo, pero no
obstante era bien parecido. Tenía una hermosa mujer pelirroja vestida con
una delicada blusa y una ajustada falda frente a él, sentada en un taburete.
Estaba parado muy cerca de ella. Parecían el ying-yang, él un motociclista
muy masculino y ella muy femenina con clase, y era obvio que a la mujer
no parecía importarle.
Detrás de la barra había otro hombre con oscuro y desordenado
cabello, un bigote sobre su labio que también bajaba por los lados. Un
parche de barba en el medio de su barbilla, bajo su labio inferior. Un
adorable bebé más joven que Travis sostenido firmemente en su brazo, el
cual estaba decorado con un tatuaje de llamas danzantes. Y finalmente, una
elegante, alta e impresionantemente hermosa morena en su otro brazo (que
también tenía llamas).
Por último, sentada al lado de la pelirroja estaba una señora negra
con un vestido por el cual tendría que vender mi riñón para poder pagarlo
si fuera de mi estilo (y no lo era, era un vestido elegante, vanguardista y
sofisticado. Yo era coqueta, con volantes, algunas veces con flores,
definitivamente con mariposas. Con sólo mirarlo sabía que ella nunca usaría
mi vestido ni bajo amenaza de muerte). Su cabello estaba perfectamente
peinado. Sus ojos eran agudos de la manera en que nunca podrías hacerte
el tonto y salirte con la tuya.
Esos ojos, al igual que los del resto, estaban sobre mí.
Y los restos de su almuerzo de comida rápida estaban sobre la barra.
—¡Hola! —dije y me acerqué unos pasos.
Los ojos de los hombres cayeron en mi falda de inmediato.
Las mujeres se miraron entre sí.
—Estoy buscando a Joker —les informé.
Las mujeres volvieron a mirarme.
—¿Qué dijiste? —preguntó la mujer negra, sonando como si se
estuviera ahogando.
—Um… Joker. —Levanté mi pastel—. Él me ayudo hace un par de
días atrás. No tuve la oportunidad de agradecerle apropiadamente. Así que
vine a hacerlo ahora.
Al segundo de haber terminado de hablar, me sobresalté cuando el
tipo con la barba de chivo giró la cabeza hacia un lado y rugió:
—¡Joker!
—Mierda santa. —Suspiró la pelirroja.
—Esto… es… impresionante —susurró la morena.
—Chica, mueve tu mariposeado trasero hasta aquí —ordenó la mujer
negra—. Necesito un mejor vistazo.
Haciendo caso omiso de esa orden, sintiendo su movimiento, mis ojos
se deslizaron hacia el hombre con bigote para ver su cabeza caer. Él estaba
mirando sus zapatos, pero sus hombros temblaban.
El bebé en su regazo gorgojeó.
La puerta detrás de mí se abrió. Me volví hacia ella y vi al hombre
larguirucho entrar.
Él miró directo a la barra.
—No podía perderme esto.
Con una profunda voz de motociclista (que no era tan atractiva como
la de Joker, pero sí lo suficiente), que temblaba al igual que sus hombros,
el hombre del bigote respondió:
—Por supuesto que no.
Yo estaba confundida.
—Hermana —comenzó a decir la mujer negra y la miré—. Veo que
Joker no te comunicó el código de vestimenta o, mejor aún, decidiste
ignorarlo, así que menea tu trasero con mariposas ya que no llevas una
camiseta sin mangas y unos shorts realmente cortos. —Ella hizo una
reverencia con su cabeza—. Te felicito. Por ser quien eres. Que se jodan los
moteros.
La pelirroja y la morena se echaron a reír.
Aún continuaba confundida. Más ahora que ninguna de las tres
mujeres frente a mi vestían camisetas sin mangas ni shorts cortos.
—¿Disculpa? —pregunté.
—¡Joker! —rugió el hombre con barba de chivo de nuevo.
Y salté nuevamente.
—¿Qué?
Esto vino de la parte posterior de la gran sala, y mis ojos volaron para
encontrar a Joker saliendo de una puerta que parecía conducir a un pasillo.
Luciendo irritado.
También se veía como un alto, oscuro, barbado motociclista siniestro.
Y me gustaba la última parte.
Un montón.
Mis piernas comenzaron a temblar.
—Tenemos compañía —declaró una grave voz.
Joker me miró.
Estuve a punto de dejar caer el pastel.
La agarré bien y solté un alegre:
—¡Hola!
Él siguió acercándose, sus ojos mirando de la barra hacia mí. Se
detuvo a metro y medio de distancia.
—Yo vine a, uh… encargarme de mi neumático como me dijiste que lo
hiciera e hice esto para ti. —Extendí el pastel, con ambas manos aún debajo
de ella, con una sonrisa tentativa en mi rostro—. Como agradecimiento.
Él observó el pastel. Su expresión no decía nada.
Pero yo estaba viendo como observaba e pastel, y nuevamente tuve
esa sensación de que a él ya lo conocía de antes y no sólo porque hacía dos
días atrás me había ayudado a cambiar mi neumático.
Era un extraño sentimiento. Un sentimiento que se sentía como si
estuviera sacudiendo mis bancos de memoria.
Pero también estaba tirando de mi fibra sensible.
Ya no podía concentrarme en ese sentimiento, o poner un bloqueo a
esa certeza de que lo conocía, cuando él se paró mirando hacia el pastel y
vino hacia mí, tomó el pastel, caminó a la barra, tiró el plato en esta sin
preámbulos y miró más allá de mí, al chico desgarbado.
—¿Se están encargando de su montura? —preguntó.
—Se pusieron de inmediato —respondió el chico larguirucho.
—Bien. —Joker volvió su atención hacia mí—. Ellos lo solucionarán.
—Yo… um. Está bien —contesté.
—El pastel está bien —continuó—. A los hermanos les gustará.
¿A los hermanos les va a gustar?
¿Él no iba a tomar nada?
Tal vez no le gustaba el pastel.
¡Maldita sea!
Mi teléfono comenzó a sonar en mi bolso cuando dije:
—Bueno, eso está bien. Pero…
—Aprecio que hayas venido —me interrumpió. Luego miró a la barra—
. Tengo mierda que hacer.
Estaba teniendo problemas con el bolso en mi brazo tratando de llegar
al teléfono. Esto me hacía sentir una variedad de cosas. Todas ellas malas.
—Es bueno verte de nuevo, uh… —Se detuvo justo cuando mi mano
se cerró alrededor de mi teléfono y mi cabeza se sacudió cuando lo hizo.
—Carissa —susurré.
—Sí, ha sido bueno verte. Ten cuidado —devolvió él.
Se había olvidado de mi nombre.
Eso dolía.
Realmente dolía.
Pero…
¿Por qué?
Para ocultarlo, miré a mi teléfono mientras oía una voz ronca:
—Joker.
Pero yo ya no estaba escuchando porque la llamada era de Tory.
Hacía mucho tiempo que Aaron había delegado la comunicación sobre
todo, a su prometida. La mayoría, siempre era sobre Travis, ya que ahora
eso era todo lo que yo y Aaron teníamos de que hablar.
Eso era malvado. También era horrible. Y por último, era mucho
Aaron.
Lo odiaba.
No era agradable, pero también la odiaba a ella. Ella me robó el
marido. Tenía que pasar cada semana con él y todas las demás viviendo mi
sueño, siendo una familia con mi bebé. Ella conducía un Mercedes deportivo
que Aaron compró para ella y estaba regularmente en anuncios en el
periódico para grandes almacenes locales o en anuncios de la televisión para
tiendas de muebles, sentada en tumbonas y sofás, sus largas y delgadas
piernas desnudas y siempre estiradas.
Ella era hermosa. Tenía un cabello castaño oscuro brillante que
sospechaba que era brillante sin ningún producto, lo que era irritante. Era
más alta que yo, probablemente por trece centímetros. Tenía una gracia
natural. Y a pesar que yo no estaba ni siquiera cerca de la colina, demonios,
ni siquiera podía ver la colina, ella era casi cuatro años más joven que yo de
modo que me hacía sentir como si fuera cincuenta años mayor que ella.
Obviamente, por esas razones y por otro millar más, no quería tomar
su llamada.
Pero ella tenía a mi hijo.
Por lo que tenía que tomarla.
—Discúlpenme —murmuré, sabiendo que probablemente nadie me
estaba prestando atención. Me alejé un paso, me volví de lado a los otros, y
puse el teléfono en mi oreja—. Tory.
—Uh, hola, Carissa.
Ella no sonaba bien.
Mi piel empezó a hormiguear.
—¿Está todo bien? —pregunté.
—Está bien, no te asustes. Todo está bien ahora. Va a estar bien.
Aaron no quería que te llamara porque es normal, eso pasa, los doctores
dicen…
Mi espalda se puso recta y mi corazón se encogió aun mientras mi
mano agarraba el teléfono con tanta fuerza, si me quedaba alguna atención
que dirigir, habría dolido.
—¿Los doctores? —susurré.
—Sí, dicen que va a estar bien. Pero tuvimos que llevar a Travis al
hospital anoche.
—¿Hospital? —grité, y de nuevo, si pudiera prestar alguna atención,
me habría dado cuenta que de la habitación se había alertado.
—Él está bien. Bien —dijo a toda prisa—. Sólo eran anginas. Tan
pocas, le costaba tanto toser, daba miedo pero está totalmente bien. Los
doctores se hicieron cargo de él. Le enviaron a casa. Aaron no quería que te
dijera nada, pero pensé que debías saberlo.
Mi cabeza está zumbando, mi piel todavía hormiguea, mi corazón late
tan fuerte que puedo sentir el ruido sordo en mi pecho, mientras digo:
—Estoy yendo a tu casa.
—¡No! —gritó—. No, Carissa, no hagas eso.
—¡Él es mi hijo! —espeté—. Él ha estado en el hospital, no se siente
bien, así que ahora llegaré a tu casa. —Miro hacia arriba y le digo a la
primera persona que veo, que resulta ser el chico desgarbado—. Necesito mi
auto. Inmediatamente.
Él me estaba estudiando pero cuando hablé, alzó su barbilla, se dio
la vuelta y corrió hacia fuera.
—¡Carissa! —Me llamó Tory desde el teléfono—. No puedes venir aquí.
Estaba yendo hacia la puerta mientras le susurré:
—Párame.
—No me hagas lamentar haberte dicho esto. Si Aaron sabe que estás
aquí sin permiso, se va a molestar. Conmigo. Pero sabes que lo estará mucho
más contigo. Y él irá por ti, Carissa.
Tenía mi mano en el pomo de la puerta, pero me detuve ante sus
palabras.
—Ningún juez me va a quitar mi derecho de ver a mi hijo cuando está
enfermo —declaré.
—Vamos, Carissa —dijo de vuelta quedamente, con suavidad, pero
rápidamente y con decisión—. Ya deberías saber que su padre conoce un
montón de jueces y que van al golf juntos. Ellos harán lo que sea que él
quiera que hagan.
Cerré mis ojos y lo hice con fuerza, mis dedos agarrando la manija de
la puerta con más fuerza.
Lo sabía. Había aprendido la lección, por el momento, dos veces.
—No puedes venir aquí —siguió Tory y abrí mis ojos, mirando sin ver
la puerta—. No estoy de acuerdo con él de mantener esto lejos de ti. Quería
que te llamara anoche. Él se negó. Está en la oficina ahora, nos dejó a Travis
y a mí hace poco tiempo para tener algunas reuniones de trabajo. Dijo que
volvería, trabajaría desde casa. No sé cuándo será eso. Sólo sé que si estás
aquí, él lo perderá. Tú también lo sabes. Siento que esto sea el modo en que
es, pero ambas sabemos que es de este modo. Estoy cuidando de Travis. Los
médicos dicen que estará bien. Ya está mejor. Está teniendo cuidado. Y
cuando Travis se sienta mejor y Aaron esté en el trabajo, voy a llevarlo a tu
tienda para que lo puedas ver. ¿Bien?
Eso es lo que conseguía.
Eso era todo lo que conseguía.
Mi hijo estaba enfermo y con el fin de evitar una demanda y tener más
de él sacado de mí, una demanda de la que no me podría defender porque
no me podía pagar un abogado, tenía que esperar que la joven y bella novia
de mi exmarido me llevara a mi bebé a mi trabajo. Cerré los ojos de nuevo,
inclinándome hacia delante, y no sentí mi frente golpear la puerta.
—Carissa —me solicitó Tory—. ¿Está bien?
—Está bien —susurré entrecortadamente.
No estaba bien.
Nada estaba bien.
Y lo peor de todo, mi bebé no estaba bien y yo no podía verlo.
—Está bien —susurró de vuelta. Entonces—: Lo siento tanto.
Realmente la odiaba, y en ese momento odiaba que ella me estuviera
haciendo que fuera más difícil para mí odiarla, incluso cuando ella tenía a
mi bebé y yo no.
También odiaba lo que tenía que decir a continuación.
—Gracias por llamarme.
—Si algo cambia, encontraré un modo de llamarte de nuevo. Pero está
bien. Lo prometo.
—Está bien.
—Nos vemos en la tienda mañana. ¿Sí?
—Sí.
—Adiós, Carissa.
—Adiós, Tory.
Ella colgó.
Mantuve mi teléfono en mi oreja, mi frente en la puerta, mi mano
agarrando el mango, mis ojos se apretaron con fuerza.
—¿Qué fue eso?
Las palabras vinieron hacia mí con una profunda voz de motorista que
conocía pero que no capté.
Mi bebé con sus mejillas regordetas y los ojos de su abuelo estaba
enfermo sin mí.
Las palabras vinieron de nuevo.
—¿Qué fue eso?
De nuevo no las capté porque mientras estaba allí, lo supe.
Tenía que hacer algo. Tenía que poner fin a la misión de hacerme
miserable de Aaron.
No tenía elección.
—Carissa, ¿qué fue eso?
—Tengo que ponerme de rodillas —susurré.
—¿Qué?
Me aparté de la puerta y miré a mi lado.
Joker estaba cerca.
—Estaba equivocada. No necesito mi auto —anuncié—. Pero esperaré
en la oficina o iré y visitaré la tienda. Voy a ir al garaje primero para hacerles
saber. —Abrí la puerta arrastrándola—. Disfruta del pastel.
No llegué a salir porque Joker cerró sus dedos alrededor de mi brazo
y me tiró de vuelta. Eso llamó mi atención, un poco, y noté distraídamente
que los dos hombres (uno todavía con su bebé) y las tres mujeres de la
habitación estaban todos reunidos cerca detrás de Joker y me estaban
mirando.
Miré a los ojos de acero de Joker.
—¿Va algo mal con Travis? —preguntó.
—Tiene anginas —dije, mi voz plana—. Estoy segura que está bien.
—Cariño, tengo mi auto aquí. Mientras trabajan en el tuyo, puedo
llevarte. —La dama negra empezó.
La detuve sacudiendo mi cabeza.
—No tengo permitido entrar en la casa de mi exesposo sin su permiso.
—Tu niño está enfermo. —El hombre con bigote me dijo algo que sabía
muy bien.
Enderecé mi espalda y me encontré con sus ojos.
—Mi exmarido es un abogado. Al igual que su padre, antes de
convertirse en juez. Al igual que su abuelo, que también hizo lo de ser juez.
Todos ellos en Denver. Eso significa que si él no me quiere en su casa, no
voy.
—Estás jodidamente bromeando —dijo Joker entre dientes y le miré.
—No lo estoy —dije secamente.
Su mano se tensó sobre mi brazo.
Mis ojos empezaron a picar.
—Si me sueltas, saldré de tu camino.
—¿Qué significa lo de ponerse de rodillas? —preguntó Joker.
Agua sucia me atravesó, y sentí una carga incómoda golpear el aire
ante su pregunta.
Sacudí la cabeza, tirando de mi brazo de su agarre.
—No importa.
—¿Qué significa eso?
No podía tomar más.
Di un tirón fuera de su agarre, me incliné hacia él y grité:
—¡No importa! —Lancé ambas manos, aún chillando—: ¡Nada
importa! ¡Nada excepto él! ¡Travis! ¡Eso es todo lo que importa!
Entonces me di la vuelta, tiré de la puerta, y salí corriendo.
—Joker, no. Roja, ve. —Oí una grave voz decir mientras corría.
Luego—: Hop, detenlo. Red, ve.
Lo oí.
Pero sólo corrí.

Tack

La puerta de la sala de reuniones se abrió y los ojos de Tack, junto


con los de los chicos que estaban con él, fueron hacia allí.
El vio a su mujer pavoneándose a través.
Normalmente, se habría tomado el tiempo para apreciarlo. Era un
hábito. Lo hacía a diario.
En ese momento, vio la expresión de su rostro y no se tomó ese
momento.
Miró alrededor de la habitación. Con Dog y Brick en la apertura de
Grand Junction, la nueva tienda del club, había hecho de Hop y Shy sus
lugartenientes. Hop había sido un hermano durante décadas. Shy era más
nuevo. Hop estaba casado con la mejor amiga de su mujer, Lanie. Shy
estaba casado con la hija de Tack, Tabitha.
La habitación estaba completa con su hijo, Rush, como también por
Boz, Hound, Speck.
Y Joker.
—¿Dónde está? —Joker cortó.
Tyra miró a Joker mientras se movía hacia el asiento de su marido en
la cabecera de la mesa. Joker había estado caminando bajo la atenta mirada
de sus hermanos. Ahora que se había detenido, sus piernas clavadas y
paradas ampliamente, sus manos en sus caderas, secretos detrás de sus
ojos, oscuros en la superficie, acercándose al negro.
Pero ese negro podía desintegrarse en un segundo. Tack lo sabía.
No se helarían.
Arderían en un resplandor caliente de modo que los pudiera consumir
a todos.
Pero especialmente una chica llamada Carissa. Tack supo al minuto
en que la vio que ella no era sólo una chica en un lindo vestido con unos
zapatos que eran tan sexys como de ridículo fue que Joker la ayudara a
cambiar un neumático.
La chica era otra cosa.
—Elvira la está llevando a casa —le dijo Tyra a Joker y se volvió hacia
Tack—. Hawk le dejó tener la tarde libre. Se está quedando con ella. Lane
tomó a Nash y fue de vuelta al trabajo. Ella y yo vamos a ir a casa de Carissa
después para pasar el rato con ella y Elvira.
Tack asintió.
Tyra levantó su redondo culo en su falda apretada sobre la mesa a su
lado y giró su torso hacia la habitación, pero mantuvo los ojos clavados en
su hombre.
Él los leyó antes de que hablara. Ella había sido su mujer por mucho
tiempo. Le había dado dos hijos. Le había dado una multitud de fenomenales
orgasmos. Le había dado su amor. Ella le había dado su redención. Le había
dicho que él había devuelto a su mundo los colores. Ella hacía su vida
completa.
—Lenny no la dejará volver a la carretera con ese auto —le dijo ella a
Tack en voz baja, pero la habitación la podía oír—. Dijo que era un cacharro.
Tack, cariño, Lenny dice que le tomaría unos cuatro mil dólares en piezas y
mano de obra para hacer que sea seguro.
—Hazlo —dijo en breve.
—Ese auto no lo vale —respondió ella.
—¿Ella tomará un auto gratis de nosotros? —preguntó.
—No es probable —respondió ella.
—Dile a Lenny que lo haga.
Sus labios se curvaron hacia arriba.
Él sabía lo que significaba. Significaba que conseguiría su
agradecimiento por su bondad hacia una chica que aún no conocía.
Él no lo hacía por eso.
Sino que estaba mirando hacia delante de ello.
—¿Qué significa lo de ponerse en sus rodillas? —preguntó Joker, y
Red se volvió hacia él mientras Tack llevaba sus ojos a su hermana—. ¿Ella
te lo dijo?
Cuando su mujer no respondió, Tack la miró para verla mirando hacia
Hop y Boz.
Ellos eran los que estaban más cerca de Joker.
Era una advertencia.
Tack se puso alerta.
Ella dirigió su atención hacia Joker.
—Ella estaba muy molesta, Joker. Compartió una gran cantidad de
cosas.
—¿Compartió eso? —dijo en un mordisco Joker.
—Sí —dijo Tyra en voz baja.
—¿Y? —la incitó Joker.
—Hermano —comenzó Hop, empezando a despegar su cuerpo de su
silla.
—¿Y? —Joker gritó, su enfoque en Red.
—Su exmarido es aficionado en presentar mociones. Como parte de
estas mociones, y él ganándolas, significa que ella no recibe una
manutención por su hijo, independientemente que sus ingresos sean más
que el triple que los de ella. Por lo tanto, ya no es capaz de pagar los
honorarios de un abogado —respondió Tyra.
—Eso no responde a mi pregunta, Cherry —dijo Joker como una
advertencia.
La mejor chica de Tyra, su hija, algunos de sus familiares, y muchos
de sus amigos la llamaban Ty-Ty. La llamaban Red. Los hermanos la
llamaban Cherry.
—Dijo que le tenía una forma alternativa de pago.
Hop y Boz se acercaron. Su hijo, Rush, no siendo estúpido, también
hizo lo mismo.
Pero Joker no era tonto.
Él no iba a perderlo.
Se levantó y toda la habitación sintió un escalofrío.
—Nombre —susurró.
Tyra miró a Tack.
Tack miró a Joker.
—Ella va a dárselo a Boz y a Hound. Ellos se ocuparán de él —declaró.
—Oh no, no lo hará —respondió Joker.
—¿Qué es ella para ti? —preguntó Tack.
—No es asunto tuyo —respondió Joker.
—Vi lo que vi en mi propio club, Joker. Lo vi y no me gustó. Ninguna
madre debería pasar por lo que he visto hoy. Eso la afectó. Así que, ¿quién
es ella para ti?
—Hermano, no voy a volver a repetirlo —devolvió Joker.
—Tenemos dos opciones con esto —replicó Tack—. Ignorarlo, lo que
significa que dejamos a un hermano hacer lo que tenga que hacer y no
cubrimos sus espaldas, o vamos todos. Si todos estamos dentro, tenemos
que saber qué estamos haciendo.
—Nadie está pidiendo que vayan.
—Entonces no te sientes en esta sala con tu parche y pienses que
alguna vez te dejaríamos ir solo, sin que tus hermanos te cubran la espalda.
Eso quiere decir que mis dos opciones son una mierda. Sólo hay una. Así
que tenemos que saber, ¿quién es ella para ti?
—Nadie.
Era una mentira. Todo el mundo en la sala lo sabía. Y no les gustó.
Pero a Joker le dio igual.
—Fui a la escuela con ella. Era porrista.
Eso no fue una sorpresa.
—¿Recuerdan hace veinte años cuando una chica en su triciclo quedó
aplastada por un auto en el camino de la entrada? —preguntó Joker.
El aire de la habitación se puso pesado.
Recordaban.
—Esa era su hermana —terminó Joker.
—No me jodas —murmuró Hop.
—Lo era, y también perdió a su madre poco después —continuó Joker.
—¿Una amiga de la secundaria vino a buscarte aquí? —preguntó
Tack.
—Ella no tiene ni idea de quién soy —contestó Joker.
Cabello color miel. Buenas piernas. Fantástico culo. Excelentes tetas.
Ojos brillantes.
Tack parecía no creérselo.
—¿No te recuerda? —preguntó Tack.
—No. Y me alegro. No soy el mismo chico que ella conocía. No me
reconocería de todas formas.
Eso fue todo, y a Tack no le gustó. Pero no tenía otra opción. Joker
quería esto y ni él, ni ninguno de sus hermanos, podían hacer otra cosa.
—¿Dónde quieres al club en todo esto? —preguntó Tack.
—Asegúrense de que no me metan en la cárcel después de que haga
que ese abogado se trague sus propias bolas.
Tack apretó los dientes para detener una sonrisa antes de continuar.
—¿A cuál de los abogados?
—Strike está en eso. Asegúrate de que no me metan en la cárcel
después de que haga que ese abogado se trague sus propias bolas y le hago
lo mismo al otro mientras le meto su polla en el culo.
—No vas a hacer nada de eso, ella dice que su ex los tiene cubiertos,
que podía sentirlo —le advirtió.
Joker apretó la mandíbula.
—Todo esto por una chica que no te recuerda —observó Tack con
cautela.
—Su hermana fue atropellada, hombre —dijo Joker entre dientes,
mientras miraba a Tack.
Él tenía dos hijos pequeños, y un hijo y una hija mayor. Lo sentía en
el fondo de sus entrañas. Sabía que sí, Dios no lo quiera, todo estallaba, sus
hijos estarían destrozados.
—Ha pasado bastante tiempo, pero ninguno de nosotros ha olvidado
a los tipos de la secundaria que eran unos idiotas —dijo Joker—. Ni a
aquellos que simplemente trataban de hacer su camino sin sufrir demasiado
daño. Ella no era ninguna de las dos.
—¿Era una buena chica?
—Fue la última persona que vi en Denver antes de dejar atrás a mi
viejo. Ella sabía lo que yo estaba haciendo. Probablemente sabía que era
menor de edad. Definitivamente sabía que lo era. Me dio un beso en la
mejilla y me deseó que tuviera una hermosa vida.
Allí estaba.
Y esto era más de lo que Joker nunca les había dado. En voz alta por
lo menos.
La voz del Joker de repente se quedó en silencio.
—Tengo esa vida. Lo que ella quería para mí. Tengo cosas buenas a
mi alrededor. Ella no. Esa mierda no está bien. Ahora, eso es todo lo que
vas a sacar de mí, hermano. Ella vale la pena. Carissa Teodoro no sostuvo
toda la alegría que había en la tierra en sus venas para que luego se la
quitaran toda, no sin retribución. Eso es lo que sé. Eso es lo que estoy
diciendo. Y eso es lo que estoy haciendo. Si el club está bien con eso, están
conmigo, sino están fuera. Pero eso es lo que está pasando.
No dijo nada más.
Tampoco esperó la respuesta.
Se marchó.
Tack miró a su hijo.
—Rush, con él —ordenó en voz baja.
Rush asintió y siguió a su hermano.
—Bebé —susurró Tyra y Tack la miró—. Hay mucho más ahí por
contar.
—¿Por qué no me sorprende? —murmuró.
No lo dudó.
—Ella está lastimada, Kane. Tiene un trabajo a tiempo completo por
el que no le pagan mucho. Los beneficios son grandes ya que le gusta en lo
que trabaja, pero los ingresos se van en los gastos de guardería y en los
pagos a su antiguo abogado. Se lleva bien con su padre, pero él está en
Nebraska. Ella no va a decirle lo que está pasando, insistente en protegerlo,
y ahora tengo una mejor comprensión de por qué.
Ella hizo una pausa y Tack asintió.
Él también lo entendía.
Tyra siguió adelante.
—Sus amigos se quedaron con su ex. Ya sabes, ella tiene un auto de
mierda. También tiene un apartamento de una habitación en una muy mala
parte de la ciudad. Y está convencida, y suena como que tiene razón, que
su ex estaba llevando a cabo una estrategia para llevarse a su hijo lejos de
ella para poder formar un hogar con su prometida y olvidar que ella incluso
existió.
—¿Cuál es tu opinión sobre esta chica? —preguntó Tack.
—Mi opinión es, que perdió a una hermana, a una madre, que su ex
jode su cabeza, y ella todavía se pone un vestido bonito, camina
directamente a un recinto de moteros con un pastel casero y mira a Joker
como si él no montara a horcajadas en una Harley sino en un caballo blanco.
Si no recuerda quién era él en la escuela secundaria, no importa. Ella sabe
quién es él ahora y no se pondría vestidos bonitos si no tuviera la esperanza
de llamar su atención. A ella le gusta. Le causó una gran impresión, y lo
hizo por algo más que ser un buen chico que se detuvo para cambiar sus
neumáticos.
Ella dio un suspiro.
Tack la miró a los ojos y siguió en silencio.
Y continuó:
—Pero ella se rompió hoy, Tack. Ella no es una chica que haga una
mamada por servicios legales, pero iba a hacerlo. Ama a su hijo y se está
quedando sin opciones. Está asustada. Está intentando con todas sus
fuerzas mantener esas piezas rotas juntas para que no se hagan añicos.
—Sé una cosa sobre esto, Red, si está en apuros, su padre no querría
que estuviera desprotegida. Tienes una hija. Yo querría saberlo. Speck
también lo hace.
—Su padre está en Nebraska al cuidado de su madre, quien tiene una
enfermedad de Alzheimer muy avanzada, su abuelo falleció, y su padre no
tiene el corazón para dejarla en una residencia.
Mierda.
—Tenemos que ayudarla a salir adelante —murmuró Tack.
—Tú no lo harás, Elvira está de muy mal humor. Este tipo, su ex, ha
sido un idiota durante mucho tiempo. Carissa puso su cara de póker y lo
ignoró. Su error. Elvira no lo ve de la misma manera. Ella está lista para
estallar y eso significa que va a darle la lata a Hawk hasta que él tome
cartas en el asunto.
Tack sintió que sus labios se curvaban.
Elvira era la chica de Tyra y Hawk era el jefe de Elvira. Hawk era un
tipo diferente de hermano de Tack por una variedad de razones. Y Hawk era
un hombre que conseguía cosas y no le importaba lo que tuviera que hacer
para conseguirlo.
Tack miró a la habitación.
—Boz, Hound, lidien con el hombre que piensa que la coacción como
pago de sus honorarios legales es algo que puede hacer y convénzanlo de
que está equivocado.
Boz asintió. Hound parecía extasiado.
Tack negó con la cabeza.
Tyra les dio el nombre del abogado.
Se marcharon.
Él miró a Speck.
—Ve con ellos. Asegúrate de que Hound no mata a nadie.
Speck le lanzó una sonrisa y se fue.
Tack se volvió hacia Hop.
—Necesitamos todo lo que podamos conseguir de su ex y su padre.
—Tienen amigos jueces, lo que nos agrega problemas a los que ya
tenemos, Tack —advirtió Hop.
—¿Vas a quedarte mirando cómo esa chica escucha que no va a poder
ver a su hijo enfermo?
La mandíbula de Hop se apretó.
—¿Vale la pena todo esto? —preguntó Tack.
—No preguntes esa mierda. Sabes que sí. Pero mi trabajo es señalar
donde está este club —contestó Hop—. Y, en resumen hermano, esta mierda
es más grande de lo que pensamos que era.
No estaba equivocado.
—Voy a averiguar —continuó Hop—. Entonces sabremos si
necesitamos un encuentro.
Tack levantó la barbilla. Hop se fue.
Tack miró a su esposa.
—¿Tengo ganas de hablar de Big Petey en la apertura del centro de
día?
Oyó la risa suave.
—Ya tiene a dos gamberros.
—A Pete le gustan los bebés.
Entonces, sus ojos se suavizaron y lo miró unos momentos.
—Voy a llamarlo.
Ella saltó de la mesa y él disfrutó del espectáculo. Luego se inclinó
hacia él para tocar su boca con la suya.
Esto le gustaba demasiado, pero tendría que esperar hasta más tarde.
Ella movió su culo mientras salía, y esta vez Tack se tomó su tiempo
para apreciarlo.
Shy se movió hacia él y tomó asiento a su lado, a su izquierda, donde
se sentaba en las reuniones. Era una posición que se había ganado
rápidamente porque era inteligente y leal con sus hermanos y con la familia
Chaos.
—Tab es amable —dijo.
Tab era la hija de Jack, una chica tímida que lo había tenido difícil.
Y Shy tenía razón. Tabby era amable y normalmente abierta a
contratar a nuevas hermanas.
Tack miró a su hermano e hijo ante la ley.
—Comprueba si ella está reclutando.
Shy asintió.
Tack miró hacia la puerta.
—Va por ella.
Eso fue Shy. Él estaba hablando acerca de Joker.
Ya lo sabía. Él tenía el amor de una buena mujer.
Tack sabía por lo que estaba pasando.
Miró hacia Shy.
—Antes de que esta mierda se venga abajo, asegúrate de que él la
tenga cubierta.
Shy rodó los ojos.
—Las cosas cambiaron cuando ella hizo esa llamada.
Shy no dijo ni una palabra.
—Él no va a poder con esta mierda, Shy, va a joder las cosas para ella.
Y si no abre los ojos y ve las mariposas, va a joder las cosas para él mismo.
—Voy cubrirla con Rush.
—Sí.
Shy asintió, se levantó de su silla y rodeó la mesa detrás de Tack.
Tack observó la puerta cerrarse detrás de él.
Luego dejó correr sus pensamientos.
Ellos no necesitaban esta mierda.
Ellos estaban en guerra. Actualmente las cosas estaban tranquilas,
pero eso podría cambiar en un abrir y cerrar. Benito Valenzuela tenía un
plan, quería a Chaos y no iba a sentarse tranquilamente durante mucho
tiempo.
Ellos no necesitaban esa mierda.
¿Lo que significa ponerse de rodillas?
Tenían que tomar esta mierda.
—Maldición —murmuró, apoyó las manos en los brazos de la silla y
se empujó hacia arriba.
Tenía una mujer y niños que alimentar, televisión para ver, una
esposa que follar, y dormir y dormir.
Allí era donde estaba su cabeza.
Mañana, ya se vería.
Capítulo 4
Sabía igual de bueno en su lengua

Joker

No había ring. Sólo cemento y una multitud de espectadores que


salían del camino cuando los peleadores se acercaban demasiado.
Pies descalzos. Pecho desnudo. Nudillos desnudos.
Joker lo golpeó con un gancho derecho pero supo incluso antes de
lanzar el golpe que el tipo lo tomaría y caería.
Con un discordante ruido sordo, lo hizo.
La multitud rugía.
Joker sólo se paró ahí, mirándolo fijamente, tomando una profunda
respiración y flexionando sus dedos.
No había réferi. Sólo estaba un promotor, una asquerosidad llamada
Monk quien tenía negocios legales dirigiendo un club nocturno local. Pero
para estos negocios tomaba apuestas y tenía a algunos de sus matones
actuando como controladores de multitud y cadeneros, expulsando a
cualquiera que mostrara no haber hecho una apuesta.
Así que esperó hasta que Monk deambuló hacia él, agarró su mano y
la levantó.
La multitud volvió a rugir.
Joker arrancó su mano de la de Monk, sin gustarle ni un poco que la
rata lo tocara y se alejó.
No miró hacia la valla, donde sabía que Rush y Shy estaban apoyados,
observando la acción a través de la muchedumbre. Sus hermanos sabían
que él peleaba de manera clandestina. Rush y Shy no eran los primeros en
venir a verlo. Hound estaba casi en todas las peleas.
No. Él miró hacia la chica que había localizado antes, hizo un
movimiento con su cabeza, y ella sonrió enormemente, moviéndose de
inmediato hacia la puerta.
Luego él caminó hacia su mierda, se puso su camiseta, calcetines y
botas y agarró su corte. Fue hacia el chico de Monk y recogió su pago.
Empujó el sobre en su bolsillo trasero, movió los hombros para ponerse su
chaqueta, y después de eso, soportó palmadas en la espalda, golpeteos a
sus brazos e ignoró a cualquiera que tratara de detenerlo, se empujó por la
puerta y salió de ahí.
Subiendo los escalones hacia el callejón.
Ella estaba en su moto.
No tendrían compañía. Él era uno de los últimos peleadores de la
noche, pero todo el mundo se quedaba hasta el final. Había sangre por ser
extraída, sudor por derramarse. Dinero por ganar. O por perder. Nadie se
iría.
Incluso si lo hicieran, no le importaba ni una mierda. Y ella era una
groupie de las luchas, tampoco le importaría.
—Hola —le susurró ella cuando él se acercó, y se movió más cerca de
su moto.
Dejó que su labio se curvara y gruñó.
—Pared.
Ella se veía decepcionada pero a él no le importaba ni una mierda.
Ella pudo haber estado decepcionada pero se movió directo a la pared
de ladrillos del callejón.
Se detuvo, dándole la cara. Joker hizo un movimiento brusco con su
cabeza una vez a manera de “no”.
Observó su cara cambiar cuando ella lo entendió, no decepcionada,
para nada.
Luego ella se dio la vuelta para enfrentar a la pared, levantando sus
manos hacia ésta. Se movió detrás de ella y levantó de un tirón su falda de
mezclilla miró hacia abajo a su culo desnudo.
A comando.
Él no sabía que esa era la forma en que ella lo jugaba, pero por el tipo
de chica que era, podía adivinarlo.
Carissa no iría a comando. Jamás.
Sacó a Carissa de su mente y le dio a la chica el mínimo absoluto de
lo que necesitaba para estar lista. Escuchó su ambicioso gemido cuando él
había terminado de hacer eso y pateó sus pies para separarlos.
Ella sacó su culo.
Se desabrochó, sacó su polla, lidió expertamente con el condón que
sacó de su bolsillo, entró, y la cogió contra el muro, apenas tocándola, sólo
lo suficiente para mandarla por el borde.
La empujó hacia ahí con ella haciendo un montón de ruido,
especialmente cuando tomó la caída.
Joker no hizo ruido, ni siquiera cuando se plantó hasta la raíz y se
descargó con fuerza.
Y ese fue el único momento en que él le dio algo, pero lo hizo porque
no pudo evitarlo. Inclinando su cuello para descansar su frente en su
hombro mientras que al alivio de venirse le pisaba los talones el alivio de
sacarle la mierda a golpes a alguien.
Apresuró su recuperación, se sacó, le bajó la falda de un tirón, y
gruñó:
—Lárgate.
Ella se dio la vuelta hacia él, queriendo más.
Ellas siempre querían más.
—Jo…
—Largo.
Ella asimiló su rostro, su tono, asintió, y se apresuró a alejarse.
Dejando el condón usado en el callejón, sin dudar ni un segundo que
se unió a otros de su tipo, Joker fue a su moto. Luego montó hacia el
Complejo.
No fue una sorpresa cuando entró que Rush estuviera sentado en la
barra, con Shy detrás de ésta. Había visto sus motos antes de entrar.
A diferencia de Joker, Rush tenía su propio lugar, no se quedaba con
frecuencia en el Complejo, generalmente sólo después de fiestas. Shy tenía
un nidito de amor con Tab, y Shy sólo tenía a Tab, así que a menos que
Tabby estuviera con él jamás tomaba una cama en el Complejo.
También sabía que Tack los había puesto a cuidar su espalda. Ambos
lo habían visto pelear, ninguno iba con frecuencia, pero estuvieron ahí esa
noche por una razón diferente.
Y estaban en el Complejo en ese mismo instante por la misma razón.
Shy tomó la botella de tequila que estaba frente a él, sirvió un
caballito, y deslizó el vaso por la barra hacia Joker. Joker lo levantó, lo tomó,
e incluso aunque no quería, se movió hacia sus hermanos.
Ambos le agradaban. Pero no estaba de humor.
Cuando Chaos lo tomó como recluta y se enteró que Rush era un
recluta junto con él —y recordó al tipo, sabiendo que era el hijo de Tack,
Rush siendo el chico que Joker solía ver con su padre en el garaje— no
pensó que le agradaría.
Joker sabía qué eran los celos, pero no le importaba. El tipo tuvo todo
lo que valiera algo toda su vida, y Joker no había tenido nada de esa mierda.
No le tomó mucho darse cuenta que sí le agradaba. Rush era sólido.
Inteligente. Era leal a sus hermanos. Amaba a su hermana y tenía las bolas
para demostrar cuánto. Lo mismo con su papá, incluso si chocaban en
ocasiones. Lo mismo con su madrastra y medios hermanos. Podía ser
gracioso. Era honesto, pensaba para hablar, era un compañero alerta,
pendiente y preparado cuando iban a patrullar, y era un excelente
compinche cuando salían y Joker estaba de humor para una cogida que no
fuera contra la pared de algún callejón.
Shy era uno de los tenientes de Tack. Había sido un miembro
completo por más tiempo que él y Rush. Era un montón como Tack, quien
era un montón como Rush. Amaba su club, amaba a sus hermanos, amaba
a su mujer, y no en ese orden. Tabitha Allen Cage venía primero para su
esposo Parker “Shy” Cage. El camino para volverse un miembro completo
incluía comer un montón de mierda de los hermanos, limpiar vómito y otra
porquería que era incluso más asquerosa, surtir las repisas en la tienda,
probar su lealtad e inteligencia en las rondas, y aprender la historia de
Chaos.
Shy enganchándose con la única e inigualable princesa de Chaos no
se volvió popular. Podías cogerte cualquier coño que quisieras, tanto como
lo quisieras, tomar a una como tu mujer si querías, tratarla como tú
quisieras, era tu problema.
Pero no le hacías eso a la familia.
Sin embargo Shy no se la estaba cogiendo, y la roca descansando
contra la banda que ella tiene en su dedo lo probaba. Llegó casi hasta el
punto en que era ella o sus hermanos. Él hizo claro que llegado a ese punto,
la escogería a ella.
Fue una decisión que sorprendió. Pero siendo Tabby, los hermanos
hicieron claro que era la decisión correcta.
Joker llegó a ellos, se inclinó en la barra, y bajó su caballito.
Shy lo rellenó.
—Gracias, hermano. Gané dos grandes contigo esta noche —
murmuró Rush.
Shy levantó de golpe su barbilla.
—Y yo hice una adición a mi reserva para el siguiente juego de
pendientes para Tab.
Joker no dijo nada. Sólo bebió el tequila.
Se sentía bien que sus hermanos apostaran por él, pero entonces,
serían estúpidos si no lo hicieran. Había estado en el circuito clandestino
por un largo tiempo, mucho antes de estar en Chaos. Tenía una reserva de
efectivo en una caja de seguridad en su habitación en el Complejo, que había
estado incrementando durante años, todo ganado peleando.
Jamás perdía.
Él era un talento natural. Había tenido años de aprendizaje de cómo
soportar abuso y continuar de pie. También podía leer al oponente. Y tenía
un montón de incentivo para sacarle la mierda a cualquiera que le levantara
los puños.
—Boz, Hound y Speck se encargaron de ese abogado —le dijo Shy.
Tack, como siempre, enviaba a los indicados. Hound era un lunático.
Boz no era mucho mejor. Pero Speck mantendría la mierda en orden.
Sin embargo habrían hecho su punto. Solo era que Speck evitaría que
se volviera desordenado.
Bajó el vaso y Shy lo volvió a llenar.
No lo levantó antes de que Shy empezara a hablar.
—Creo que entiendes lo que pasó hoy, Cherry, Lanie y Elvira
contrataron la firma de tu chica.
No su chica.
Carissa Teodoro jamás sería su chica.
Joker permaneció en silencio pero miró a Shy a los ojos.
—Mierda como esa, una chica como esa, ellas se vuelven mamá gallina
por todo el lugar —continuó Shy.
No era una sorpresa. No estaba seguro de entender por qué Elvira,
quien trabajaba para un hombre llamado Hawk, un hombre que era sin
lugar a dudas todo un cabrón, pero sus negocios eran turbulentos, era tan
cercana al club. Hawk era cercano a Tack. Había una razón y Joker había
aprendido esa historia también. Pero que Elvira se quedara… él no tenía
idea. Ella no era su gente, y por ello no se refería a negra, sino motera.
Pero ella encajaba. Era divertidísima.
Y no tomaba mierda ni dejaba que cualquiera de sus hermanas la
tomara. Tyra y Lanie eran más calladas al respecto, pero eran iguales.
Joker no dijo nada, solo bebió otro trago.
—Lo que estoy diciendo es —la voz de Shy bajó cuando la mano de
Joker cayó—, ella está en la nómina, hermano, y la mierda se esparce.
Mierda como, tú cogiendo a otra groupie de peleas en el callejón, que podría
llegar a sus oídos, y tu chica… —Negó con la cabeza—. Eso la dañaría.
Joker finalmente habló.
—No es mi chica.
Las cejas de Shy se levantaron juntas.
—La mujer te trajo un pastel.
Ella lo hizo, y él quería probarla. No había tenido eso desde que la
señora Heely se había preocupado por él. No fue hasta que las viejas damas
de Chaos hacían barbacoas y los muchachos hicieron sus asados de cerdo
y cualquier persona encontraba una razón para hacer una fiesta, lo que
pasaba seguido, y las personas traían buena comida que hacían para comer.
Quería probar la bondad de Carissa que podía poner en un pastel.
Probablemente había un montón. Tanto que el pastel podía ganar un
premio.
Pero entonces, ese pastel yaciendo por ahí, se imaginó que sus
hermanos la habían diezmado.
Joker dejó de pensar en el pastel y cambió de tema, preguntándole a
Shy:
—¿Seguro que quieres ser la persona que me diga a quién puedo
follar?
—Puedes follar perras moteras, fanáticas peleadoras, mezclarlas, me
importa una mierda —respondió Shy—. Solo digo que tomas el camino que
conduce a ella, quieres mantener las mariposas en tu cama después de que
las llevaste ahí, los días de coños vacíos han terminado. Me imagino que lo
sabes, al ver lo que Tack tiene con Cherry, Hop con Lanie, yo con Tab. Solo
digo.
Joker agarró la botella y se sirvió otro trago.
Después de que lo tomó, de nuevo miró hacia Shy.
—Sin buscar poner las mariposas en mi cama. Pero incluso si así
fuera, ella no es así, así que no la llevaría ahí.
—El vestido era barato, hermano, lo mismo como los zapatos. Pero era
todo lo que tenía. Se los puso, se maquilló, se peinó y movió su trasero
dentro de una guarida de motociclistas para traerte un pastel. Quieres
mariposas, en este punto, tienes que mover tu dedo. Quieres mantenerlas,
tienes que ser inteligente.
—No conoces a Carissa —le dijo Joker.
—Sé que ninguna perra hace un pastel para un hombre que tiene en
la mira —contestó Shy.
—De nuevo, no conoces a Carissa —respondió Joker —. Es una chica
buena. Le hice un favor. No es del tipo que deja pasar eso sin recompensa.
Eso es.
—¿Es del tipo de ofrecerse a sí misma antes de hacerlo? —Rush entró
en la conversación—. No la vi, hermano, pero las palabras vuelan. Podría
haber ido a la panadería de Tessa y traerte unos pastelillos. Pero te hizo un
pastel y se ofreció para entregarla.
—Jesús, carajo, ¿a quién le importa una mierda el pastel? —escupió
Joker.
—Te debería de importar —dijo Shy en voz baja. Antes de que Joker
pudiera contestar, Shy continuó—. Estás asentado, tienes tu parche. Haz
tu cosa. Respaldas a tus hermanos. Pero a nadie le ha pasado desapercibido,
hombre, que estás aquí, pero no lo estás. Das lo que necesitas dar para tus
hermanos para mantenerte aquí y eso es todo. Quieres a esta familia, al
igual que todos la queremos. —Pasó una mano—. Te has ganado tu lugar
en ella. Sabemos que significa algo para ti. Pero fuera lo que necesitas dar,
no lo regresas Jack.
A Joker no le gustaba esa mierda.
—¿Tienes un problema conmigo teniendo mi parche? —preguntó en
voz baja.
—Tengo un problema con un hermano que me agrada, un hermano
que respeto, un hermano que veo llegando a algo, él recibe los desechos, y
es bueno con eso —contestó Shy—. No me has dicho, lo que es parte del
problema, pero mi suposición es, cualquier familia que hayas tenido
apestaba. Lo entiendo. Mis padres fueron asesinados, perdí a la familia que
me gustaba, estuve atascado en una que odiaba. Así que encontré una que
funcionó para mí. Tú encontraste una que funcionó para ti. Es tiempo que
vayas por todo, Joke. Y es tiempo para dejar de aceptar los deshechos, por
alcanzar lo que mereces, y apoderarse de las mariposas.
Joker se volvió hacia Rush.
—¿Te golpea? —Miró hacia Shy—. A todos ustedes, ¿es que esta
mierda está pegada?
—¿Qué mierda? —preguntó Rush.
—Está plática —contestó Joker lacónicamente—. No lo siento. No es
de tu maldita incumbencia, y no estoy bien con que lo hagas de tu
incumbencia.
—Entonces eso dinos, que nunca has tenido a nadie alrededor que dé
una mierda lo suficiente para hacer de tus asuntos suyos así pueden hacer
su parte para guiarte a feliz —replicó Rush.
Joker apretó los dientes.
—Simplemente para sacarlo todo —siguió Rush—. Puedes decirte a ti
mismo, hermano, que no quieres atrapar mariposas, y eso tal vez funcione
para ti. Eso tal vez podría impedirte intentar y obtener lo que quieres. Espero
jodidamente que no lo haga. Eso depende de ti. Esta charla es parte de
nosotros haciendo lo que está bien para ti y haciendo lo que podemos para
abrirte los ojos. Quienes mantenerlos cerrados, tu decisión. Pero mientras
tanto, mientras el club se adentra en los problemas de Carissa Teodoro,
mantén sostenida tu mierda. Estuviste actuando como un león enjaulado
hoy, Joker, listo para ir por la garganta de alguien que se interpusiera en tu
camino. Ella no lo pidió, pero todos los del club están adentro porque saben
lo que estás negando. Ella es algo para ti. Ya que es algo para ti y tú eres
familia, ella es familia. Mientras, los hermanos y las viejas damas ordenan
su mierda, tienes un maldito trabajo. Sin jodidamente arruinarlo.
—Nadie le pidió al club meterse —señaló Joker.
—Tú lo hiciste, al poner su nombre en el garaje y decirles a los chicos
que le den VIP en un maldito Toyota Tercel de veinte años —comenzó Shy—
. También lo puedes negar, pero yo no gastaría el esfuerzo. La vimos, te
vimos. Sabemos.
Joker había tenido suficiente.
—¿Terminamos? —preguntó.
—Espero que tú no, pero supongo que terminamos —respondió Shy.
Joker agarró la botella, no se molestó en verterla, sino se hecho un
gran trago.
La azotó en la barra, y sin mirar a ningún de ellos, merodeó hacia la
sala de atrás.
Fue a su cuarto, encendió la luz y puso esa conversación en su cabeza.
Podría haber pensado en eso. Podría haber considerado mariposas.
Pero no lo hizo.
Porque ella no lo recordaba.
Pensó que lo hizo, afuera en la I-25 cuando se acercó primero, la
reconoció, y ella lo miró con esos grandes ojos marrones. Pensó que había
algo ahí.
Entonces no lo había.
Paso de nuevo después de que había terminado con la llanta. Estaba
seguro que lo reconoció.
Entonces, no lo hizo.
De hecho, cuando se acercó primero a ella, parecía que no sabía si
gritar o salir corriendo.
Fue bajo pretender que no recordaba el nombre de ella ese día. Vio su
dolor. Maldita sea, lo sintió. Y no haría esa mierda de nuevo.
Pero eso era lo más lejos que iría.
La vida de ella esta jodida y eso apestaba. Su hijo era lindo. A
diferencia de ella, a él no le importaban los motociclistas, y lucía como ella,
lo cual era bueno desde que el idiota de su ex era un idiota y esa mierda
estaba escrita en todo él. Joker no iba a parar al club de cuidar su espalda.
Parecía que ella necesitaba a buenas personas en su vida, y era tiempo de
que las tuviera. Nunca había sido buena con eso, un jurado de miembros
de chicas perras sin tener el número uno de la calidad que necesitaba ese
equipo, siendo una perra.
Pero ella tendría su mierda ordenada. Si estaba buscando sexo,
también encontraría eso. Con sus tetas grandes y dulce culo redondo, todo
ese maldito cabello, esos ojos, ella era la que solo tenía que doblar su dedo.
Y cuando estaba lista para encontrar un hombre que quisiera
mariposas en su cama y las quisiera mantener ahí, también encontraría eso.
Sin problemas.
Simplemente no iba a ser él.
Si le hubiera dado una sonrisa y dicho su nombre, cualquier momento
que la golpeó mientras estaba cambiando su llanta que lo recordaba, tal vez.
Pero eso también era dudoso.
Él podía negar que esto apestaba, ella no lo reconoció. No podía negar
que tomó un bocado de él. Pero no se sorprendió.
Carson Steele se había ido. El único lugar que ese nombre existía era
en su licencia. Él era Joker. Lo sabía desde la última vez que la vio que había
crecido más alto. Sabía que había puesto más musculo. No se afeitaba y no
había cortado su cabello en años, así que no era el mismo tampoco. Y había
visto mucho, hecho mucho, follado mucho, peleado mucho desde entonces.
No era el mismo chico que ella conocía.
Pero en conclusión, Joker solo tenía coños vacíos, y no preveía que un
día iba a cambiar. No se podía negar lo que Tack tenía con Cherry, Hop con
Lanie, Shy con Tabby era bueno. Ero era tan claro como lo podía conseguir.
Tenían lo que necesitaban en sus camas y en sus vidas, y no podían dejar
de hacerle saber a sus mujeres que lo apreciaban.
Pero Joker no era Tack, Hop o Shy. Sin importar que le diera la
espalda al nombre que le dieron, era el hijo de Jefferson Steele.
Y siempre lo sería.
Tomó el punto de Shy y Rush que no les daría la espalda a sus
hermanos, y tenían razón. Esa mierda tenía que cambiar. Esto era sólido.
Era bueno. Era real. Era suyo. Había ido por esto. Se lo había ganado.
Finalmente, tenía una familia, una que quería.
Y tal vez era tiempo de dejar otras buenas cosas en su vida.
Pero le estaba dando a Carissa Teodoro la única cosa que le podía dar.
Y era la única cosa que estaba obteniendo de Joker.
Se movió en el cuarto, eludiendo su corte. Se estaba lanzando al final
de la cama cuando vio que alguien había puesto el pastel de Carissa en la
mesita de noche. Empujaron el cambio, navajas, envolturas de condón, y
botellas vacías de cerveza fuera del camino y lo pusieron ahí, completamente
intacto, aún envuelto con plástico.
Como si no pudiera detenerse, caminó directo a él, arrancó la
envoltura y clavó los dedos a un lado. Un enorme pedazo cubriendo sus
dedos curvados se desprendió en su mano.
Lo levantó y empujó tanto como podía conseguir en su boca.
Y se quedó inmóvil.
Cada golpe que había aterrizado. Cada patada. Cada vez que un
hombre caía a sus pies. Cada vez que había hundido su polla en un coño
apretado. El momento en que Kane Allen le dijo que era un recluta de Chaos.
El día que le entregaron su parche.
Nada de esto sabía tan bien en su lengua como este pastel.
Maldición.
Se sentó en el borde de su cama y comió el resto de su mano, lamiendo
sus dedos.
Entonces, cavó y comió más.
Cuando estaba lleno y una tercera parte del pastel había
desaparecido, alisó la envoltura de vuelta, fue al baño, tomó una ducha y
lavó sudor y sangre de su piel, los residuos del condón usado y del coño
vació de su polla.
Cuando había terminado, vagó de nuevo a la habitación, apagó la luz,
cayó en la cama y durmió con su estómago lleno de la bondad de chocolate
con nueces de Carissa Teodoro.
Y cuando despertó, tuvo el resto para el desayuno.
Capítulo 5
Yo tuve eso

Carissa

Me senté en la barra de mi cocina mirando con mis ojos hinchados y


cansados hacia los artículos que había dejado allí.
Mis ojos estaban hinchados debido a que Tyra y Lanie habían venido
con la cena anoche para unirse a Elvira y a mí y se habían quedado por un
rato. Habían sido dulces y de apoyo de un modo tan genuino con el que
lamentablemente tenía tan poca experiencia, por lo que también era la razón
por la que no acababa de confiar en ello.
Aun así, se lo di a ellas. Todo.
La muerte de Althea.
Aaron pidiéndome salir en el instituto, y puesto que él era rico, lindo
y un buen jugador de fútbol, yo aceptándolo, que me catapultó a los chicos
populares, un lugar en el que nunca realmente me había sentido cómoda,
pero me había quedado.
La muerte de mamá.
El rumor que decía que Aaron había tenido sexo con mi supuesta
mejor amiga, Marley, cuando éramos estudiantes, haciendo esto porque yo
no me abriría de piernas. Pero él se había pegado a mí por alguna razón,
incluso a pesar de que no me abrí de piernas hasta el día antes que se fuera
hacia Massachusetts para ir a la universidad.
También compartí que ignoré ese chisme.
Y les dije que, cuando él aún estaba en los dormitorios durante su
primer año había ido a visitarlo, oí a sus amigos riéndose de una chica
llamada Katie y cómo tenían un plan para mantenerla alejada de Aaron
mientras yo lo visitaba.
Compartí que también ignoré eso.
También les dije sobre Aaron diciendo que no podía vivir sin mí en
nuestro primer verano de vuelta, por lo que a pesar de los deseos de mi
padre, dejé UC y me trasladé a Cambridge, conseguí un trabajo en The Gap
y un apartamento con otras cuatro chicas. Traté de entrar en una escuela
allí, pero entre la lucha por pagar el alquiler y Aaron, no lo conseguí.
También les dije sobre el momento cuando Aaron se graduó en la
universidad y rompió conmigo durante tres meses y salió con una
compañera de estudios.
Luego compartí que él había regresado de rodillas, con anillo y todo,
y que nos habíamos casado en una enorme boda que la madre de Aaron
decretó que debía ser mi padre el que pagara pero que claramente no
disfrutó. Y eso fue no porque estaba dando a su niñita sino porque no era
un gran fan de a quién se la estaba dando. Luego seguí con mi trabajo ahora
como gerente de The Gap, mientras que Aaron terminaba la facultad de
derecho.
Y compartí que nos mudamos al hogar después de su graduación, el
hogar siendo una casa que nos estaba esperando a que nos mudáramos, ya
que sus padres nos la habían dado por nuestra boda.
Había tomado un trabajo a tiempo parcial en una tienda exclusiva que
pagaba poco, pero que a pesar de ello, ellos esperaban que llevara ropas que
costaban una fortuna (la suya, y ellos sólo me daban un diez por ciento de
descuento). Este empleo era algo que la madre de Aaron decretó como
“aceptable” antes de que empezáramos nuestra familia, cuando yo debería
renunciar y cuidar de dicha familia (no estaba de acuerdo con la primera
parte, pero sí con la segunda).
Aaron tomó su posición como asociado más reciente en la vieja firma
de su padre, que era la vieja firma de su abuelo, lo que significaba, que a
pesar que ambos la dejaran para ser jueces, su nombre aún estaba en el
encabezado. Y a pesar que Aaron era un asociado reciente, lo estaban
pasando por la vía rápida para ser socio. Dándole casos con mucha carne.
Poniéndole como segundo en los grandes nombres de la empresa para que
pudiera aprender de los mejores.
Todo esto significaba que trabajaba brutalmente ciento veinte horas a
la semana, que ahora sabía que no era cierto porque un número de esas
horas había estado cortejando y ganándose a Tory.
Y por último, compartí que tener a Travis fue idea de Aaron. Puede
que no lo hubiera usado desde hacía tiempo, pero tenía un cerebro, lo que
significaba que tenía indicios de que las cosas con mi marido no estaban
bien. Nunca hubiera llevado un niño a esto.
Pero él estaba todo sobre nosotros, nuestro futuro, nuestra familia,
haciendo nuestra fuerza más fuerte (sus palabras), una de esas veces no
entendí —y lo entiendo aún menos ahora que estoy fuera— cómo él era tan
devoto a mí que no parecía real.
Tal vez porque no lo era.
Pero era hermoso.
Por lo que de nuevo hice la vista gorda y cedí, dejando mi trabajo
cuando empecé a mostrarlo, y poco después terminando en el infierno.
Les dije todo esto y más.
Así que lloré mucho. Lanie había llorado conmigo. Tyra soltó unas
lágrimas un par de veces.
Elvira sólo se veía enojada.
Si no fuera tan divertida y amable y agradable, ella me asustaría. Por
suerte, ella era todas esas cosas (pero también daba miedo).
Se fueron y ahora mis ojos estaban cansados porque después de que
lo hicieran, a pesar de que se sintió bien soltarlo, compartirlo con gente que
parecía que les importaba, no dormí.
No lo hice porque no quería hacer cosas malas por las que Dios
frunciría el ceño (seriamente) por mantener a Travis.
No a menos que fuera el último recurso.
Y no lo era.
Aún no.
Por eso había puesto estas cosas en la barra.
El collar de platino con el diamante colgante de cuatro quilates que
papá me había dado. Los pendientes de perlas y diamantes que mi abuela
me dio para que llevara en mi boda. La pulsera de esmeraldas y diamantes
que los padres de Aaron me dieron cuando nos comprometimos. Los
brazaletes de oro que Aaron me compró para San Valentín todos los años
(que también coincidía con nuestro aniversario de boda, un cliché, ahora
vergonzoso, conmigo siendo una romántica empedernida con énfasis en
empedernida).
Y mis anillos de compromiso y de boda.
Empezaría vendiendo las cosas inútiles que Aaron y sus padres me
dieron y luego me movería a los otros cuando fuera necesario.
Y encontraría un abogado que tomara mi caso, fuera implacable, me
consiguiera la manutención que Travis se merecía, y le dejara claro a Aaron
que no me iba a ninguna parte.
Si esto se acababa, encontraría otros modos, vender los muebles que
conseguí con el divorcio y que tenía almacenados (bueno, papá los tenía, ya
que pagaba por la unidad) serían algunos de ellos.
Y si llegaba a eso, me pondría de rodillas.
Sólo tenía que agotar todas mis otras opciones primero.
Pero no iba a perder a mi hijo.
Ante este pensamiento, hubo un golpe en la puerta y miré hacia allí.
No necesitaba compañía y no podía comprender cómo tenía alguna.
Nadie me visitaba.
Pero yo había dejado mi auto en Ride y tenía el turno de día en la
tienda. Necesitaba tomar el autobús. Había mirado una ruta y me dejaba a
unas tres cuadras de la tienda. Pero no tenía ni idea del tiempo que me
tomaría. Mi viaje normal duraba veinte minutos, pero había añadido otros
treinta sólo por si acaso.
Tenía que estarme yendo.
Me deslicé del taburete y fui a la puerta. Miré por la mirilla, vi que el
chico con mono de Ride estaba parado fuera (de nuevo con un mono), y con
un poco de confusión, abrí la puerta.
—Hola —saludé, lista para decirle que me podría haber llamado con
el presupuesto. No le había dado exactamente mi número, pero Tyra era la
gerente de oficina de Ride y se lo había dado a ella.
Él habló antes de que pudiera.
—El auto está abajo.
Extendió mis llaves y mi mano se levantó automáticamente para
tomarlas.
Las dejó caer en la palma de mi mano y continuó hablando.
—Nuevos neumáticos. Nueva trans. Bujías nuevas. Nuevos
parachoques. Escape nuevo. Cambio de aceite. Ah, y nuevos limpias. Los
chicos llenaron el depósito y lo detallaron también. Está todo bien.
Parpadeé hacia él.
—¿Trans?
—Transmisión.
¿Transmisión?
¿Qué demonios?
Eso costaba una fortuna.
—¿Transmisión? —susurré.
—Sí.
—Yo… uh, pedí un presupuesto.
Él me interrumpió.
—Cuenta de Ride.
—¿Perdón?
—Sin cargo. Ride lo está cubriendo. Significa que Chaos lo está
cubriendo. Tú no debes nada.
¿Cómo?
¿Por qué?
¿Qué?
Él miró hacia atrás, y luego hacia a mí.
—Luego —dijo, y sin esperar a que me despidiera, o una de las
muchas otras cosas que podría haber dicho, trotó hacia el aire libre y corrió
fuera de nuestro edificio de apartamentos.
Lo miré y estaba a punto de llamarle cuando sonó mi teléfono. Él ya
estaba en las escaleras en L del edificio y tenía un teléfono sonando por lo
que cerré la puerta con llave, y corrí hacia mi teléfono en la barra de la
cocina.
En la pantalla aparecía Número Desconocido.
Lo tomé de todos modos.
—¿Hola?
—¿Puedo hablar con Carissa Teodoro? —preguntó una voz de una
mujer profesional.
—Soy yo.
—Bien, espere por la señora Howard, por favor.
—¿Perdón? ¿Quién? —pregunté.
—La señora Howard. De Gustafson, Howard y Pierce. Espere por
favor.
Oh no. No me gustaba esto.
¿Aaron había descubierto una nueva forma de crearme problemas?
Gustafson, Howard y Pierce sonaba como una firma de abogados. No
necesitaba más de estos en mi vida, excepto el que vendiera las falsas
muestras de Aaron que me iba a comprar.
—Señora Teodoro —dijo una voz de mujer profesional.
—Uh… sí –contesté.
—Bien. Hola. Soy Angelique Howard, pero mis clientes me llaman
Angie.
—Bueno, está bien —dije antes de que siguiera hablando.
—Recibí una llamada del señor Allen esta mañana, por lo que me estoy
presentando ante ti antes de enviarte de vuelta a mi asistente. Ella tomará
los detalles de tu último abogado para que podamos contactar con ellos y
obtener sus archivos. Cuando los tengamos, iré por encima de lo que ha
estado pasando con tu ex esposo y construiré una estrategia.
No sabía lo que estaba pasando así que empecé por la parte más fácil
al principio.
— ¿El señor Allen? —pregunté.
— Sí. El señor Allen. Kane Allen. Gerente de Operaciones de Ride Auto
Tiendas y Diseño Personalizado. Tenemos un contrato con ellos, y mi
especialidad es el derecho de familia. Así que voy a estar ocupándome de
usted.
Yo no hablé porque no podía.
Ella no necesitaba que yo lo hiciera. No había terminado.
— Una vez que vea lo que está pasando, voy a pedirle a Leanne que la
contacte y fijaremos una reunión para que podamos encontrarnos cara a
cara, y hablar de lo que vamos a hacer en el futuro. ¿Estás bien con eso?
No. No lo estaba. Sobre todo porque no tenía idea de lo que estaba
ocurriendo.
— Yo, bueno, tengo que admitir, señora Howard… —Empecé.
—Angie.
— Correcto, Angie —dije rápidamente—. Tengo que admitir, que no sé
lo que está pasando.
—¿El señor Allen no habló con usted?
No lo hizo. Ni siquiera estaba segura que supiera quién era.
—No realmente —le contesté.
—Está bien, entonces, Chaos está utilizando su acuerdo de contrato
con nosotros para revisar lo que el señor Neiland ha estado haciéndole a
usted. Voy a decir por lo poco que he oído que suena sospechoso. Para ser
honesta, aunque creo que esto es algo que no le va a sorprender, Neiland y
Belkirk han existido por tanto tiempo, que comenzaron el club de buenos
muchachos en Denver y disfrutan de su condición de miembros fundadores.
Lo cual, voy a compartir, encuentro molesto. Por lo tanto, voy a disfrutar
indagando en esto.
—Yo…
—Por lo tanto, al final, todo está en buenas manos. Sólo dígale a
Leanne dónde podemos conseguir sus archivos y voy a empezar.
—Bien…
Ella me interrumpió.
—Mucho gusto en conocerla, incluso por teléfono. Tenga un buen día.
No oí nada hasta que oí a la primera voz regresar y decir:
—Hola de nuevo, señora Teodoro. Estoy lista para recabar la
información sobre su antigua empresa.-
—Creo que necesito hablar con el señor Allen primero —compartí.
—Correcto. Bueno. Haga eso. Mientras tanto, deme los detalles de su
último abogado. Angie está con muchas ganas de seguir con esto y ella me
ha hecho dejar libre su tarde para hacerlo.
¿Dejar libre su tarde?
¿Esta tarde?
—Está bien, entonces tal vez debería hablar con la señora How… es
decir, Angie, de nuevo por un momento —intenté.
—Ella ya está con otra llamada.
Tomé una respiración profunda.
—Señora Teodoro, lo siento por apurarla —dijo Leanne cuando tomé
mi tiempo haciendo eso—. Pero Angie quiere estos archivos para esta tarde,
así que tengo que conseguirlos rápido. ¿El nombre de su antiguo abogado?
Dejé escapar el aliento, diciéndole el nombre de mi antiguo abogado.
—Buen hombre —murmuró ella—. No tan bueno como Angie. ¡Está
bien! —gritó alegremente—. Estamos en ello. Que tenga un día encantador,
señora Teodoro.
No esperó a que yo compartiera ese sentimiento. Ella colgó.
Me quedé mirando mi teléfono, preguntándome cómo incluso ellos
consiguieron mi número.
Entonces pensé en Tyra. O Lanie. Tal vez Elvira. Habíamos compartido
números anoche. Tal vez fue eso.
Sentí algo mordiendo mi palma, así que lo levanté y lo miré.
Las llaves de mi auto.
Nueva trans.
Miré hacia la puerta.
Kane Allen. Gerente de Operaciones de Ride Auto Tiendas y Diseño
Personalizado. Tenemos un contrato con ellos, y mi especialidad es el derecho
de familia. Así que voy a estar ocupándome de usted.
Kane Allen, Gerente de Operaciones de Ride Auto Tiendas y Diseño
Personalizado.
Y Joker era un miembro del club que corría dicho negocio.
Algo desagradable se deslizó a través de mí. Y después de que ayer,
horneara el pastel para Joker, lo tuviera dejándolo a un lado como si no
significara nada, la llamada de Tory, mi hijo estando enfermo, mi
mortificación frente a cinco personas que no conocía (y Joker) provocó que
gritara como una loca, quebrándome enfrente de tres mujeres a las que
tampoco conocía, todo lo que Aaron estaba haciéndome, yo no lloré (de
nuevo). No me sentí mortificada (de nuevo).
Me enojé.
No había nada que pudiera hacer respecto a ese enojo. No en ese
momento. Tenía que ir a trabajar.
Y estaba esperando que Travis se sentiría lo suficientemente bien para
que Tory pudiera llevarlo a verme.
Después de eso, haría algo acerca de ese enojo.
Seguro.

Cuatro horas más tarde, Tory trajo a Travis. Yo estaba en mi


registradora y los vi entrar.
Mi corazón dio un vuelco. Mi hijo estaba pálido pero también se veía
bien para mí, estiró sus brazos en mi dirección, y chilló (roncamente).
Él quería a su mamá.
Mi corazón se calentó mientras mi garganta cosquilleaba.
Mi gerente, Sharon, quien era encantadora y que también sabía que
Travis estaba enfermo (y algo acerca de Aaron siendo un imbécil), me dejó
terminar con mi cliente y tomar mi almuerzo.
Mi tienda de alimentos estaba en LeLane. Era un mercado de
alimentos gourmet. Tenía todas las cosas que las tiendas normales tenían,
como la mostaza y la crema agria, pero eran mucho más caras. También
tenía un montón de otras cosas que las tiendas normales no tenían, como
langostas vivas, una vitrina de queso que haría que cualquier francés
suspirara con deleite (supuse, yo nunca había conocido a un francés), y
cosas similares. Había seis de ellas en la zona de Denver, una en Boulder,
una en Fort Collins, dos en Colorado Springs, y dos en Pueblo.
Era manejada por la familia. Ellos se encargaban de sus clientes y
empleados, y lo que hacían al final daba grandes beneficios, siendo
agradable cuando tomabas tus horas (por ejemplo, ellos hacían todo lo
posible para déjame trabajar los días cuando tenía a Travis, así que no tenía
que pagar extra por la horas después de horario de la guardería), y pagaban
relativamente bien.
Pero eran caros. También tenían descuentos para los empleados, pero
yo no los usaba. A menos que Travis estuviera consumiéndolo, era genérico
todo el tiempo.
Tory, sin embargo, no dudaba al comprar en LeLane. Lo cual era como
ella pasaba su tiempo mientras yo alimentaba a mi hijo y pasaba tiempo con
él en la sala de descanso.
Cuando mis treinta minutos terminaron, escondí mi desesperación de
mi hijo y penosamente salí.
Tory me estaba esperando en su Mercedes.
—¿Puedo asegurarlo? —pregunté.
Ella asintió y se alejó de la puerta del lado del pasajero, pero lo hizo
para abrirla para mí.
Lo puse dentro, le hice cosquillas, lo hizo reír, luego lo besé justo en
sus húmedos labios abiertos.
Eso lo hizo agarrar mi cabello.
Luché contra las lágrimas.
—Te veo en un par de días, pastelito.
—¡Goo gah!
Le sonreí, besé su boca de nuevo, luego su mejilla, su cabeza, y
teniendo que ir a trabajar, pero prefiriendo soportar la tortura, me separé.
Miré a Tory.
—Gracias.
—Me alegro de que tuvieras tiempo con él.
Trataba de no prestarle mucha atención, pero en ese momento lo hice.
Ella tenía un aspecto extraño. No altivo (lo que no era a menudo, pero
pasaba). Ni feliz (lo que era a menudo). Ni indiferente (también a menudo).
Preocupada.
No pregunté. No quería saber. Pero si tuviera que adivinar, ella podría
tener veintiún años y ser delgada y hermosa con un abogado prometedor,
en una de las firmas más ricas y establecidas en Denver como su prometido,
pero lo que estaba sucediendo con Aaron y conmigo no podía escapársele.
Yo era apenas mayor que ella y había sido reemplazada. Entonces
empujada al suelo. Luego pateada cuando estaba caída. Y por último,
alejada de mi hijo cuando estaba enfermo.
Si ella no controlaba a Aaron (y no lo haría, sería yo en pocos años),
mi conjetura era que estaba comenzando a darse cuenta que podría
enfrentar lo mismo.
Era desagradable, pero eso no era mi problema.
Mi problema era que tenía que dejar a mi hijo, ir a trabajar, y después
del trabajo, ir a Ride.
—Gracias de nuevo y cuídate —murmuré, cerrando la puerta de mi
hijo, dándole un saludo con un dedo y una gran sonrisa a través de la
ventana mientras él me miraba, pareciendo como cuando estaba a punto de
empezar a llorar.
—Sí, tú también —respondió Tory cuando me di vuelta rápidamente
y me apresuré de vuelta a la tienda.

Cuatro horas y media después de eso, me dirigí a Ride.


Nuevamente no estacioné en las plazas de estacionamiento de la
tienda. Tampoco estacioné en una de las grandes bahías del garaje.
Estacioné fuera del Complejo en el espacio abierto por la línea de
motocicletas.
Agarré mi bolso, saqué mis pies calzados en Converse azul marino,
aparté la parte inferior de mi vestido caqui del asiento, y cerré la puerta.
Acomodé mi bolso en el hombro y marché hacia las puertas dobles del
complejo.
Abrí una, entré y parpadeé rápidamente contra la repentina
oscuridad, sin dejar de caminar, mis ojos fueron al bar.
Este entró en foco y vi que era mi día de suerte.
Entre otros cuatro hombres, Joker estaba sentado allí.
—Yo, nena —dijo uno de ellos.
—Yo —respondí con arrogancia, mis ojos nunca dejando a Joker.
Entonces no perdí un segundo—. Joker, lo siento por molestarte de nuevo,
pero ¿puedo hablarte?
—¿Travis está bien? —preguntó Joker al instante.
Era dulce que él preguntara y era dulce que fuera instantáneo.
Pero yo no estaba en un estado de ánimo dulce.
—Sí, lo vi en el almuerzo. Él está pálido y tiene un poco de tos todavía,
pero está bien. Ahora, ¿podemos hablar?
—¿No estamos hablando? —preguntó.
—En privado. —Eso salió casi como cortante.
En ese momento, me sentía de mal humor y miré a los otros tres
hombres. A ninguno de los cuales yo había conocido o visto. Todos los cuales
parecían curiosos, y no lo ocultaban, e inmensamente divertidos, y no lo
ocultaban tampoco. Lo último era el estado de ánimo en la habitación.
Eso tampoco me incomodaba.
No tenía sentido tampoco. No encontraba nada divertido.
—¿Por qué no la llevas a tu habitación, Joker? —sugirió uno de los
tipos.
—Sí, vamos allá —estuve de acuerdo.
Hubo una carcajada truncada, la que fue truncada cuando yo miré al
hombre que la estaba soltando.
Él apretó los labios, pero al momento en que lo hizo, sus ojos se
pusieron enormes, como si aguantar su buen humor iba a hacer estallar su
cabeza.
—Sala —dijo Joker y yo lo miré.
—¿Lo siento?
Él se levantó de su taburete y señaló con la cabeza hacia la parte
posterior.
—Mi habitación está fuera de la sala.
—Correcto —dije brevemente, enderecé mis hombros, y yo muy bien
podría haber balanceado mi cola de caballo mientras me daba la vuelta y
me dirigía hacia la puerta por la que Joker había salido ayer. Hice esto sin
saber que mi marcha tenía un montón de rebote asociado a ella. Pero sentí
los ojos, así que lo hice sabiendo bien que todos me seguían.
Llegué a la puerta y oí a Joker dirigir:
—Izquierda.
Fui a la izquierda.
—Para —ordenó cuando estaba a dos puertas del final.
No era sorprendente que fuera un largo pasillo teniendo en cuenta que
era un edificio largo. Pero era sorprendente el número de puertas en este.
Me paré fuera de una que estaba abierta y me asomé.
No era grande, no era pequeña.
Lo que era, es que estaba sucia.
Tragué.
Sentí a Joker cerca y miré para ver que estaba de pie en el lado
opuesto de la puerta agitando un brazo hacia la habitación.
Entré.
Él vino detrás de mí.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó mientras yo me daba la vuelta y
vi que estaba cerrando la puerta.
—Tu habitación necesita ser limpiada —anuncié.
—¿Qué? —preguntó.
—Tu habitación —extendí un brazo—, necesita ser limpiada.
—Voy a poner a mis criadas en eso —murmuró, luego preguntó—: ¿Es
por eso que tenías que hablar en privado?
Negué con la cabeza, volví a enderezar mis hombros, y declaré:
—Tengo una nueva trans.
Sus cejas se dispararon.
—¿Dilo de nuevo?
Señalé con el pulgar a mí misma.
—Tengo una nueva trans.
Él sacudió la cabeza.
—No lo entiendo.
—Una nueva transmisión.
—Sabes lo que es una trans —declaró él.
—Tengo una —le dije.
—También se eso. Nosotros no tratamos con Tercels pero los chicos
localizaron una, la montaron anoche en el tuyo.
—¿Por qué? —pregunté.
—¿Por qué? —repitió.
—Sí —le espeté—. ¿Por qué?
—Porque tú necesitabas una.
—Estoy segura que sí —repliqué—. Eso todavía no explica por qué
tengo una. —Antes de que él pudiera decir nada, agregué—: Una gratis.
Él se inclinó un poco hacia atrás, mientras cruzaba los brazos sobre
su pecho.
Fue entonces cuando me di cuenta que su pecho era bastante bien
definido, como se podía ver a través de su apretada camiseta negra, y sus
brazos eran incluso mucho más definidos. Los bíceps abultados y sus
antebrazos eran todos nervudos.
—¿Tenías un par de grandes para colocar una nueva transmisión? —
preguntó él y mi mirada se disparó desde la repentina y absorta
contemplación de sus brazos a sus ojos.
—Si tuviera un par de miles de dólares para colocar, como tú dices,
una nueva transmisión, compraría un nuevo auto —respondí.
—Y esa sería una buena decisión —murmuró.
No hice caso de eso.
—Pero en este momento no necesito un auto nuevo ya que tengo una
nueva transmisión, nuevos neumáticos, nuevos limpiaparabrisas, un
cambio de aceite, de lejos se ve mucho más limpio que esta habitación y
huele a pino.
—¿Qué? ¿Querías que oliera a auto nuevo? —preguntó él y yo lo miré.
Entonces grité:
—¡No! Yo no quería mi auto reparado. Gratis.
Él sacudió la cabeza.
—No entiendo tu problema, Butterfly.
Ignoré el apodo, el cual sin duda era lindo y me hizo sentir muy bien,
y declaré:
—Yo no soy un caso de caridad, Joker.
—Yo sé eso —respondió.
—Entonces, ¿por qué tengo un auto impecable y como nuevo, que
funciona mejor que cuando lo compré, y un nuevo abogado que está
tomando mi caso a través del contrato con la Pandilla de Motociclistas
Chaos?
—Club.
—¿Perdona?
—Somos un club, no una pandilla.
—¿Hay una diferencia?
—Absolutamente.
Cerré mi boca ya que su respuesta fue tan firme, que era granito.
Él no mantuvo su boca cerrada.
—Escucha, puedes tener una idea acerca de los motociclistas. Y en
algunos casos, esa idea daría en el punto. En el caso de Chaos, los chicos
aquí, a ellos no les gusta que las mujeres sean molestadas por imbéciles. Lo
perdiste en nuestra sala común cuando fuiste molestada por un imbécil, y
un niño está involucrado, entonces si sus damas te respaldan, ellos van a
meterse. El club se metió. Eso significa que tienes a gente cuidándote. Mi
consejo, no entres aquí con tu actitud y ponerte apestosa por eso. Déjalos
hacerlo. Lucha contra eso, y ellos todavía lo harán y perderás la imagen que
estás tratando de salvar en este momento porque no tendrás más remedio
que ceder.
—Eso es ridículo —declaré.
—Eso es Chaos —replicó.
—Apenas me conocen. De hecho, fuera de ti, ninguno de los hombres,
en realidad lo hace —le dije.
—No importa. Entraste con pastel casero. Pavoneaste tu culo directo
hacia Chaos con pastel casero para un hermano que te hizo una buena
acción. Luego fuiste maltratada por tu ex. Ninguna buena mujer logra ser
maltratada en Chaos sin retribución. Él va a sentir nuestro desagrado, y eso
es sólo la forma en que es. Una vez más, no lo pelees.
Aunque algo acerca de eso me hizo sentir algo que no era desagradable
en lo más mínimo, aun así, no podía dejarlo pasar.
—Eso es un poco loco.
—Ese es nuestro mundo —respondió—. Te reclamamos, eres nuestra.
No te eches para atrás.
Sacudí mi cabeza con confusión.
—¿Me has reclamado?
—Yo no. Chaos lo ha hecho.
Eso no se sentía agradable. De alguna forma dolía.
—Escucha —siguió él—, vi la forma en que me miraste cuando me
detuve para tratar con tu neumático. Esa es la forma en que mucha gente
mira a mis hermanos y a mí. Ellos hacen suposiciones. Juzgan. Tú pudiste
haber hecho eso por un segundo, pero luego lo dejaste ir. Después de eso,
te presentaste aquí, y te lo diré directo, a menos que quieran piezas de
automóviles o una moto a medida, nadie se presenta aquí. Definitivamente
no con un pastel. No, a menos que ella sea una groupie de motorizados, una
chica que disfruta de un intercambio rudo, o una mujer preparada para la
vida de una dama que está anunciando su intención. Y ninguna de esas
perras trae pastel. Juzgamos en respuesta y así será que, juzgamos a las
personas que nos juzgan, o viven vidas estrechas o tienen palos en sus
culos. Pero las personas que se abren a nuestro mundo sin mierda para
colorearla, las dejamos entrar. Tú conociste a Elvira. Ella es uno de ellas.
Ahora, tú eres otra. Cualquier cosa que amenazara a Elvira, cada hombre
que tiene un parche se lanzaría a protegerla. Tan loco como tú piensas que
es, ayer, te convertiste en Elvira, pero en un lindo vestido de mariposa y
zapatos atractivos.
Él pensaba que mi vestido era lindo.
Y mis zapatos eran sexy.
Vaya.
—Tenía a mi hijo y yo estaba en una situación algo insegura —le dije,
sintiendo la necesidad de explicarle la primera reacción que tuve sobre él,
la cual desafortunadamente no se perdió—. Cualquier hombre que se
hubiera acercado a nosotros…
—Te escuché. Lo entiendo—me interrumpió con voz tranquila—. Pero
aun así la tuviste porque yo era un motociclista.
Eso era cierto, desgraciadamente.
No había nada que más que decir, pero él merecía escucharlo.
Así que lo dije.
—Lo siento.
—Gracias. ¿Ya hemos terminado?
Su brusquedad era fastidiosa y molesta.
Además yo no había terminado.
—Yo no te juzgo —le dije—. O a tu gente. Ellos son muy agradables.
—Me alegra que piénsese de esa manera. ¿Ahora, hemos acabado?
No, no le he hecho.
—A pesar de que todos ustedes han sido tan amables, me siento
incomoda aceptando ayuda de personas que no conozco.
—Supéralo.
Esperaba algo más, pero eso fue todo.
Que lo superara.
—No estoy segura que pueda —le compartí.
—Inténtalo más duro —respondió él.
Me quedé mirándolo.
Entonces lo vi.
Él me observó de vuelta y cuando lo hizo, murmuró:
—Mierda, no hemos terminado.
—¡No, no lo hemos hecho! —grité—. Tu gente prácticamente me
compró un nuevo auto y me consiguió abogado gratis.
—¿Carissa, sabes lo que es un honorario de contratación? —preguntó
él.
—Sí —le espeté.
—Entonces sabes que este club le da a esa maldita firma de abogados
un montón de dinero de mierda para estar a nuestro servicio.
Afortunadamente, no los necesitamos a menudo, de modo que ellos se
sientan sobre sus culos sin hacer una mierda. Así que es bueno que hagan
algo para que tenga merecido ganarse ese sueldo.
Eso tenía sentido, así que deje ese tema en paz, por ahora.
—Tú no deberías maldecir —lo amoneste fuertemente.
Su cabeza se echó hacia atrás.
—¿Hablas en serio?
—Soy una dama. Eso es grosero.
—Eres una dama. Pero yo soy un motociclista y hago lo que
jodidamente quiero —disparó de respuesta.
—¿Hablas así enfrente de Tyra?
—Sólo la has conocido por un día, Butterfly. Ella también tiene su
boca.
Las mujeres maldicen a menudo, así que él probablemente tenía
razón.
Intente por otro lado.
—¿Hablas así enfrente de tu madre?
—No tengo. Y nunca la tuve. Ella se largó antes de que yo pudiera
gatear. Por lo tanto, no. No lo hago. Porque nunca tuve la oportunidad de
hacerlo.
Me quedé en silencio, lamentándolo profundamente, pero sin poder
creerlo porque no lo podía imaginar.
Travis se deslizaba como un loco. Lo cual significaba que la madre de
Joker se fue antes de que él tuviera la edad de Travis.
—¿Cómo puede ser posible? —le susurré.
—Quién sabe —replicó mordazmente, descruzando un brazo y
señalando con su dedo hacia mí, pero sus siguientes palabras no fueron
hiriente. Lejos de eso—. Esa es la razón por la que Chaos te ha ayudado.
Por esa mirada en tu rostro. Por esas palabras que salieron de tu boca. —
Volvió a cruzar el brazo sobre su pecho—. No te cabe en cabeza como una
mujer le puede hacer eso a su hijo. Y sabemos que tu niño necesita ese tipo
de mujer en su vida. Así que jodidamente supéralo y déjanos jodidamente
ayudarte. Maldita sea.
—Esas fueron tres malas palabras en una misma frase —le dije en voz
baja.
Él lanzo ambas manos al aire.
—¿Y a quién mierda le importa?
Su respuesta fue graciosa y me entraron ganas de reír, de verdad que
sí. Yo no podía recordar la última vez que lo hice sin que la razón fuera algo
que hizo Travis.
—¿Ahora, hemos jodidamente acabado? —preguntó él.
—No —susurré en respuesta.
—¿Y ahora qué? —preguntó molesto, plantando sus manos en las
caderas.
No me perdí eso.
Sus nudillos tenían costras. Pero sus dedos eran largos, no elegantes,
pero sí apuestos. Eran manos de hombre trabajador. Debían ser rudas.
Incluso podía ver manchas de grasa alrededor de las uñas.
Algo sobre eso causaba cosas dentro de mí.
Mi atención cambio de sus manos a su entrepierna. Los vaqueros eran
desgastados. Pero lo eran más alrededor de la entrepierna.
Subí hacia un cinturón negro con remaches plateados que ya había
visto, que colgaba más allá del cierre de manera sutil, el cuero no estaba
muy rígido.
Continúe subiendo de su abdomen plano hacia su gran pecho y
hombros amplios y musculosos brazos.
Y terminé en su largo cabello negro que parecía grueso, desordenado,
era ondulado y rozaba sus hombros. Su barba no era espesa y recortada,
pero estaba a dos días de estar desaliñada.
Él era alto.
Y estaba molesto.
Sentí esto último porque era el tipo de hombre que su estado de ánimo
afectaba una habitación y lo comprendí porque lo estaba experimentando
en ese momento. Pero también sabía que no era sólo eso o porque éramos
los únicos en la habitación y teniendo esta conversación que lo molestaba
así que obviamente lo sentía.
Era él. Tenía ese tipo de poder respaldado por su personalidad.
Moví mis ojos a los suyos.
Acero. Un extraño color plano que parecía impenetrable. Y de repente
tuve un nuevo sueño. Uno que no involucraba maternidad, hacer galletas,
lavar la ropa y ser una ama de casa.
Un sueño que se centraba en penetrar lo impenetrable.
—¿Entonces? ¿Qué? —dejó salir airadamente.
Mientras hablaba, volé a través del cuarto.
Él tuvo la oportunidad de detener mi arranque pero no lo hizo antes
de que mi cuerpo chocara contra el suyo, mis manos fueran a ambos lados
de su cabeza y me levantara de puntillas y tiré de él hacia abajo.
Entonces presioné mis labios con fuerza contra los suyos.
Un suspiro más tarde, algo extraño sucedió.
Extraño y mágico.
Sus brazos se cerraron a mi alrededor, y si pudiera pensar en algo,
me preocuparía por mis costillas.
Pero no podía pensar en nada, porque su lengua entró en mi boca y
cambió mi mundo.
Mi mundo entero.
Ya no tenía una hermana muerta.
Ni una madre muerta.
Tampoco un padre solitario que cuidaba de su anciana madre, cada
vez más debilitada por el Alzheimer.
Y sí que menos un ex marido, al que una vez amé, y pensé que me
apreciaría, protegería y me ayudaría a construir mi sueño, pero que ahora
estaba haciendo de mi vida una miseria y tratando de alejar a mi hijo de mi
lado.
Tenía esto.
Todo esto. Y me lo dio un motociclista llamado Joker con sólo
sostenerme tan fuerte entre sus brazos que me dolía, pero de buena forma,
y quien estaba invadiendo mi boca con su lengua de una manera que
indicaba que podía hacerlo por siempre y nunca tendría suficiente.
Mis manos dejaron su cabeza para así poder rodear con mis brazos
su cuello, acercándolo más.
A cambio, una de sus manos se deslizó por mi columna vertebral. Él
tiró de mi cola de caballo fuerte y enredó sus dedos en mi cabello, ahuecando
la parte posterior de mi cabeza, inclinándola de un lado mientras él
inclinaba la suya hacia el otro. Profundizando el beso de una manera
intoxicante, mientras su otra mano se deslizaba y agarraba mi trasero.
Eso se sintió muy bien.
Él se movió hacia atrás.
Fui con él.
Nos seguimos besando.
Entonces, se volteó rápidamente y caímos.
Él aterrizó sobre su espalda. Caí encima de él, apenas si tuve tiempo
de registrar la bella sensación vertiginosa de la caída antes que él me diera
vuelta y usara el peso de su duro cuerpo para presionarme contra la cama.
Su mano en mi trasero subió, sus dedos llevándose mi camisa polo
color azul marino de LeLane con ellos, sacándola de mis pantalones caqui,
y luego sentí calor, piel contra piel.
Y tenía razón.
Sus manos eran ásperas.
Se sentía celestial, lloriqueé contra su lengua.
Al instante en que lo hice, él se separó.
Yací en la cama, parpadeando hacia él mientras estaba parado al pie
de la cama, un dios motociclista con largo y desordenado cabello, barba
larga que hacía a la piel alrededor de mi boca picar, su pecho subiendo y
bajando de una manera que yo quería sentir, el acero de sus ojos centrados
en mí.
—Joker… —susurré.
—Esto fue demasiado lejos. Mi culpa. No trates de hacer esta mierda
de nuevo, porque no va a suceder de nuevo. Pero si lo intentas nuevamente,
lo que pase será tu culpa.
Tenía el deseo bastante inusual y electrizante de intentarlo otra vez, y
otra vez y otra vez.
—Si necesitas echarte un polvo, haznos un favor a mis hermanos y a
mí, encuéntralo fuera de Chaos. Y si no quieres la ayuda de Chaos, esa es
tu decisión —dijo cortantemente.
No dijo nada más.
Se dio vuelta sobre sus botas y salió del cuarto, cerrando la puerta
detrás de él.
Capítulo 6
Libre

Carissa

—¿Qué mierda?
Miré hacia arriba, empujando hacia atrás un rizo que se había
escapado del pañuelo rojo que había atado (bastante adorablemente, creo
yo) alrededor de mi cabeza para mantener mi gruesa melena rizada hacia
atrás y vi a Joker en la puerta de su habitación, pareciendo bastante
enfadado.
El tirabuzón cayó sobre mi ojo.
Los ojos de Joker se estrecharon en él.
—¿Qué mierda estás haciendo? —preguntó de nuevo cuando no
respondí a su pregunta inicial.
—Eso son veinte centavos —contesté.
—¿Hunh? —gruñó.
—Las malas palabras regulares son un centavo —le dije—. Malas
palabras como maldiciones son una moneda de diez centavos. Todo el
mundo sabe que la palabra con M es una mala por lo que, a partir de ahora,
vas a pagarme cada vez que maldigas, haciendo que me debas veinte
centavos.
Sacudí el cabello, con pañuelo y todo.
—Lo daré a la caridad o algo así. Con todo lo que maldices,
probablemente seremos capaces de construir un refugio en una semana.
No se veía menos enfadado cuando terminé de hablar pero dio dos
pasos hacia mí.
—Carissa, ¿qué estás haciendo en mi habitación?
Era el día después de mi beso con Joker. Un día en el que pensé en
nada más que en Joker... y en ese beso. Un día y una noche sin dormir en
la que pensé largo y tendido sobre ello y tomé una decisión.
Quería más.
Había una gran variedad de razones para esto.
Era guapo. No era mi tipo, pero en realidad, ¿quién sabe cuál es mi
tipo? Todo lo que había tenido fue a Aaron, y sabía sin duda que Aaron era
el tipo equivocado para mí.
Así que, tal vez, Joker era mi tipo.
Él también era agradable. Seguro, maldecía constantemente y en un
principio parecía que no gastaba ni un pensamiento en mí, pero él y sus
amigos habían hecho un montón de cosas buenas por mí, todas ellas
enormes. Pero comenzó con él, lo que significaba que él lo inició.
Además, después de nuestro beso, había visto el plato del pastel en la
mesita de noche de su habitación.
El plato del pastel vacío.
Por lo tanto le había gustado mi pastel.
Y por último, estaba ese beso.
A decir verdad, el resto podría desaparecer. Solamente ese beso lo
haría tan bueno, que me haría querer más.
Él actuó como si pudiera quedarse conmigo o dejarme, pero incluso si
yo solamente hubiera besado a Aaron, y nos besamos mucho, nosotros
nunca habíamos (jamás) compartido un beso como ese.
No sabía lo que estaba haciendo que Joker diera marcha atrás. Yo
podía tener sólo a Aaron como experiencia, pero no había ninguna forma de
malinterpretar ese beso. Si una mujer se arroja en tus brazos y no la quieres,
la empujas lejos. No metes tu lengua en su boca, redefines su mundo, y la
lanzas directamente a tu cama.
Le gustó tanto como a mí.
Pero no me importaba lo que lo estuviera frenando. Estaba a punto de
hacer lo necesario para poner fin a esto.
Miré alrededor de la habitación que ahora tenía una cama desnuda,
cuatro fundas llenas de ropa sucia, una caja llena de botellas para reciclar,
y dos bolsas grandes llenas de basura. Entonces miré hacia mí, llevando
mis Converse rojo, mis vaqueros con agujeros en las rodillas (y hasta los
muslos), mi linda camiseta que declaraba mi devoción por Betty Boop, un
Windex y una toalla de papel en mis manos.
Después de eso lo miré a él.
—Estoy limpiando tu habitación.
—Por el jodido amor de Dios, ¿por qué? —preguntó con los dientes
apretados.
—Eso son treinta centavos —respondí con desaprobación.
Él no respondió. Enderezó su torso ligeramente, puso sus dedos
alrededor de sus caderas, y me frunció el ceño asustándome más que
cualquier forma de hablar.
—Ayer, tenías razón. —Le informé, levantando la barbilla—. Sería una
idiota si no tomara lo que tú y tus amigos me están ofreciendo. Es
extraordinariamente amable, demasiado amable, pero estoy en un aprieto.
Un mal aprieto. Necesito ayuda. No tengo amigos. Mi padre está en Nebraska
al cuidado de mi abuela, y no quiero que esté preocupado por mí. Y mis
opciones son limitadas. Pero sobre todo, estoy preocupada por mi hijo. Estoy
preocupada por el comportamiento de su padre, un padre que claramente
no conoce la diferencia entre el bien y el mal, o cómo ser respetuoso. Ahora,
tengo que hacer todo lo posible para asegurarme de que mi hijo tiene una
buena crianza.
Levanté la botella de Windex, me señalé con el pulgar y seguí
hablando.
—Así que voy a aceptar su oferta —declaré—. Sin embargo, tanta
generosidad me hace sentir incómoda, así que voy a estar haciendo lo que
pueda para devolvérselos. Y dado que fuiste tú quien empezó todo esto, eres
el primero. Voy a limpiar tu habitación porque nadie debería vivir así. —
Agité la botella de Windex—. Así que voy a limpiar tu habitación.
—No quiero que limpies mi cuarto —contestó.
—Y yo no quería que gente que no conocía me ofreciera la ayuda que
necesitaba. Tampoco quería tener una vida en la que me viera obligada a
tomar esa ayuda sin importar lo embarazoso que fuera para mí. Pero no
siempre se puede conseguir lo que queremos —repliqué.
Su ceño fruncido me asustó aún más.
—Lo que te está pasando no es vergonzoso.
Sostuve su mirada.
—Te equivocas, Joker.
Su mandíbula se apretó.
Me aclaré la garganta y enderecé los hombros, llevándonos de nuevo
al punto.
—Pero lo estoy tomando, por lo que también estoy dando algo de
vuelta. Contigo primero.
—No vas a limpiar mi habitación —declaró.
Negué con la cabeza.
—Demasiado tarde. Está a medio hacer.
Eso no era exactamente verdad. Su habitación estaba muy sucia.
Todavía tenía mucho trabajo que hacer. Además, había tenido que comprar
cosas para la lavandería, por lo que no podría llevar todo a lavar hasta el día
siguiente. Por lo tanto, no terminaría hasta mañana.
—No quiero que hurgues entre mis cosas.
Sentí el calor subir por mi cuello, pero lo ignoré y contesté:
—Hablando de tus cosas. He encontrado un sobre lleno de dinero en
los vaqueros que estaban en el suelo en el cuarto de baño. Está allí.
Hice un gesto a su tocador.
—Y yo, uh... te felicito por tu obvio compromiso con el sexo seguro.
Sin embargo, los preservativos están ahora en el cajón de tu mesita de
noche, no esparcidos entre las envolturas en la parte superior. De acceso
más fácil, ya que no tendrá que buscar a través de los envoltorios para
encontrar uno nuevo.
En ese momento, se veía en condiciones de ser sujetado, o en
condiciones de sujetarme a mí. Se inclinó ligeramente hacia mí.
—Esa es la razón de que….
—Lo estoy haciendo, Joker —susurré—. Puedes asustarme todo lo que
quieras y fruncirme el ceño y enfadarte, pero lo estoy haciendo. Estoy
haciendo lo que tenga que hacer para sentirme mejor con todo lo que estás
haciendo por mí. Tengo que hacerlo.
Solté una respiración y terminé.
—Y te pido que me dejes.
Su mandíbula se apretó de nuevo.
Lo observé apretar la mandíbula, pensando en dos cosas.
Una que, por alguna razón, eso me pareció muy atractivo.
Dos, que no me sentí ni un poco mal por mentir al omitir el hecho de
que estaba allí para hacer otras cosas. Las que incluyen estar cerca de él,
intentar coquetear con él, y hacer todo lo posible para conseguir que me
bese de nuevo y/o me pida una cita (dado nuestro pasado estaba esperando
por y).
Por supuesto, yo quiero darle algo a cambio a él y al club. Seguro.
Es sólo que quería otras cosas también. Nos miramos el uno al otro
por un buen rato. El tiempo suficiente para que tuviera un fuerte deseo por
poner fin al concurso de miradas y arrojarme a sus brazos, pero esta vez,
no permitiendo que él me soltara.
Por desgracia, cuando estaba casi a punto de hacerlo, rompió el
concurso, preguntando:
—¿Mi ropa está en esas bolsas?
—Sí —respondí, levantando la mano con la toalla de papel en ella, con
la palma hacia fuera—. Estoy haciendo la colada y no estoy escuchar
ninguna impertinencia que tengas que decir sobre ello.
—¿Tienes lavadora y secadora en tu casa?
—No, voy a llevarlo a la lavandería.
Su mirada fue aterradora otra vez.
—Butterfly, no vas a pagar para hacer mi colada.
—Absolutamente sí —contesté.
—Si tienes que hacer estas mierdas para sentirte mejor, hazlo. Pero
hay una lavadora y una secadora aquí. Fuera del salón, en la parte trasera.
—Eso son treinta y cinco centavos —le dije, no compartiendo mi alivio
de que tuvieran una lavadora y una secadora. Eso me ahorrará toneladas
de tiempo, por no hablar de dinero.
Cruzó los brazos sobre su pecho.
—Sabes que con toda esta mierda que estás tirando no hay ni una
jodida manera de que alguna vez me vuelva a parar y ayudar a una mujer a
cambiar su neumático.
—Eso son cincuenta centavos.
Se me quedó mirando.
Luego se volvió sobre sus botas y se dirigió a la puerta, murmurando:
—No me jodas.
—¡Sesenta centavos! —le grité a su espalda.
Pero él se había ido.
Me quedé mirando la puerta, preguntándome cómo fue.
No hubo besos, ni siquiera miradas acaloradas (fuera del calor del
enfado, y esas no cuentan). Ni siquiera actuó como si estuviera hablando
con una mujer que había besado (completamente) el día anterior.
Eso era malo.
Pero me había dejado de forma relativamente fácil que limpiara su
espacio y lavara su ropa.
Sin embargo, esto podría ser para no tener que estar cerca de mí y
pelear por ello.
Eso también sería malo.
Pero podría ser que le gustara la idea de que estuviera colgando
alrededor porque le gustaba la idea de que yo estuviera a su alrededor.
También podría ser, puesto que, obviamente, no tenía a nadie para cuidar
de él, que le gustara la idea de que alguien hiciera eso.
Antes de que pudiera tomar mi decisión acerca de si era bueno o malo,
algo llamó mi atención en la puerta y miré distraídamente.
Uno de los hombres que habían estado sentados con Joker en el bar
el día anterior estaba de pie en ella. Era mayor que Joker. Más robusto. Con
canas en su cabello castaño oscuro que era más corto que el de Joker, pero
todavía desordenado. Llevaba una barba de aproximadamente unas nueve
semanas, también con partes plateada.
También tenía sus ojos clavados en mí.
—Uh, hola —saludé.
—Hola —respondió.
—Te vi ayer, pero no me presenté. Soy Carissa.
—High.
—Um...
Incliné mi cabeza hacia un lado, preguntándome por qué me estaba
saludando de nuevo.
—Hola.
—No, bebé. Ese es mi nombre. High. Con un g y h1.
—¡Oh! —Le sonreí—. High. Correcto, hola, High. Encantada de
conocerte.
No regresó ese sentimiento.
Él me dio una mirada que me dejó clavada en el lugar y dijo en voz
baja:
—No te rindas.
Sentí en mi idiota cabeza la confusión.
—¿Con el cuarto de Joker?
—Con Joker —indicó.
Sentí mis ojos agrandarse.
Él desapareció.

Al día siguiente, me dirigí a la puerta del recinto preguntándome si


había tomado la decisión correcta.
Había llegado antes de mi turno en LeLane, y después de hacer lo que
tenía que hacer, tenía que ir directamente a LeLane. Así que llevaba puesto
mi polo del uniforme LeLane, pantalones de color caqui, y Converse (aunque
el uniforme de LeLane no requería Converse, estas eran mi guiño de estilo
porque todo el mundo sabía que Converse era genial).
Joker había mencionado que había pensado que mis vestidos eran
lindos y mis tacones sexys. No tenía muchos vestidos y zapatos bonitos
(bueno, los tenía, pero ninguno de ellos me cabe ya), pero yo era el tipo de
chica de vestido lindo y tacones.

1 Juego de palabras. High la saluda con un Hi (hola en inglés) que es muy parecido
fonéticamente a High, así que cuando él se presenta, Carissa escucha mal y piensa que la
está saludando de nuevo.
Tenía algo más de mariposa que me encajara.
Pero esto era yo. La nueva yo. Una madre soltera, trabajadora del
supermercado con pantalones de color caqui y Converse.
Y si él me pedía una cita y con el tiempo me besaba de nuevo, esta
sería la mujer que estaría besando.
No había pensado mucho en mí. No por mucho tiempo. Tal vez nunca.
Había estado avanzado por la vida por inercia durante tanto tiempo, que en
realidad no sabía quién era yo.
Sólo sabía que en este momento, la mayor parte de mí, estaba siendo
una mamá y una empleada de una tienda de comestibles.
Así que el uniforme de LeLane sería.
Abrí la puerta y seguí caminando a medida que mis ojos se
acostumbraban a la penumbra.
Acababan de acostumbrarse cuando oí.
—Maldita sea, ¿te mudas?
Volví la cabeza hacia la derecha y vi Joker en el bar con otras tres
personas. Uno de ellos era el chico desgarbado de la primera vez que había
estado aquí. Los otros dos eran un hombre y una mujer. Ambos se veían de
mi edad y se parecían mucho al hombre con perilla que conocí la primera
vez que estuve aquí. Tenían que ser hermano y hermana. Sin embargo, ella
estaba con el chico larguirucho. Sabía esto por la forma casual en la que
tenía el brazo sobre sus hombros.
Todos estaban fuera de la barra, Joker estaba detrás de ella.
—Creo que la cifra es ahora de setenta centavos —contesté.
Joker llevó ambas manos a la barra, bien abiertas, apoyó su peso en
ellas, y dejó caer la cabeza.
Era guapo, incluso en una pose de frustración.
—¿Setenta centavos? —preguntó la chica, y dejé de mirar a Joker para
mirar hacia ella.
—Me debe cinco centavos por cada mala palabra y diez centavos por
cada una realmente mala —expliqué.
Ante mi explicación, sin vacilar, la chica se echó a reír. Tomó un
momento para que los dos chicos lo procesaran, de hecho, se veían tan
sorprendidos que no estaba muy segura de si iban a resolverlo. Pero una vez
que lo hicieron, se unieron a ella.
Joker levantó la cabeza y les frunció antes de volver su ceño hacia mí.
—Sábanas limpias, ropa limpia, Butterfly —indicó airadamente—. Así
que, ¿por qué estás aquí hoy?
Me detuve en su grupo y lo miré.
—En primer lugar, ¿vas a presentarme? —le pregunté.
—Shy, Tab, Rush —dijo breve y groseramente—. Ahora ¿por qué estás
aquí?
No hice caso a su presentación grosera y miré al grupo.
—No nos conocemos oficialmente. Soy Shy —dijo el chico larguirucho,
haciendo también caso omiso de la rudeza de Joker.
—Hola —le contesté.
—Tab —dijo la chica—. Tabby, Tabitha, como prefieras.
Asentí, sonriendo.
—Encantada de conocerte. Soy Carissa.
Ella me devolvió la sonrisa.
—Rush —dijo el último—. Tab es mi hermana. Tack mi padre.
Asentí de nuevo.
—Correcto, puedo ver el parecido familiar. Encantada de conocerte.
Él también sonrió.
Yo ya estaba sonriendo.
—Oye —llamó Joker y miré hacia él de nuevo—. ¿Quieres responder
a mi pregunta?
Puse mi mano en la barra.
—Estoy recibiendo la impresión de que no me quieres aquí.
—Viendo que ayer fuiste a través de mi mierda, toda ella, sólo necesito
saber que esperar hoy —respondió.
—Difícilmente necesito limpiar tu habitación cada día, Joker —
repliqué.
—Por lo menos hay eso —murmuró.
—En realidad estoy aquí para conocer a Big Petey —compartí—. Tyra
me llamó y dijo que él cuida sus hijos, y podría estar dispuesto a tomar a
Travis a un precio más reducido que las tasas de la guardería.
—Reducido —murmuró Rush entre dientes y mis ojos fueron a él.
—Sí —confirmé—. Eso me ayudaría mucho. La guardería es muy cara.
—Big Petey ama a los niños —me dijo Tabby—. Ty-Ty es mi madrastra,
y Ride y Cut son mis hermanitos. Pete los cuida todo el tiempo. Él lo adora.
Ellos le quieren.
Tenía que admitir, eso era un gran alivio. Necesitaba un descanso de
las tasas de la guardería y por lo tanto tenía que explorar esa opción, pero
tenía que admitir cierto temor acerca de lo que implicaría el cuidado de un
motorista con los niños.
Aunque los nombres de sus hermanos pequeños me sorprendieron.
No deberían, considerando los que ya había oído antes, Joker, High, Shy,
Rush, etc., pero lo hicieron.
—Sólo para que estés preparada, Butterfly, reducido significa gratis —
dijo Joker.
Le miré.
—¿Perdón?
—Reducido sería gratis —reiteró Shy—. Puedes ofrecer, pero Pete no
tomará tu dinero.
No esto de nuevo.
—Pero… —Empecé.
—No luches contra eso —dijo Tabby en una voz suave que tenía un
tono en él que llamó mi total atención—. Él es lo suficientemente mayor para
ser un abuelo, pero su hija murió antes de que le pudiera dar nietos. Él ama
a los niños. Amaba a su hija. Lo destrozó perderla, como debería. Pero no
ayudó que cuando la perdió, cualquier posibilidad de su legado murió con
ella. Él es un hombre de una mujer, y lo digo en el sentido que imaginarás,
pero también en el sentido de que es un hombre de un solo hijo, un hijo que
era una niña, él la amaba con locura, y ella se ha ido. Le gustarás. Querrá
ayudarte como querría ayudar a su hija si ella lo necesitara. Y si él lo ofrece,
puedes hacerle pucheros por un rato, pero acéptalo. Estás haciendo más
por él de lo que él lo está haciendo por ti. En serio.
Mi voz era también suave cuando respondí:
—Eso es muy triste. Y gracias por compartirlo. Pero en realidad él
estaría haciendo más por mí que yo por él.
—No por ser directa, bebé, pero tienes un hijo vivo, él tiene una hija
muerta. ¿Crees que eso es cierto? —preguntó Tabby.
La miré a los ojos un momento, sintiendo mi corazón retorcerse ante
sus palabras, antes de susurrar:
—Buen punto.
Ella sonrió.
—Bien.
—¿Cómo está funcionando el auto? —preguntó Shy.
Me volví hacia él y sonreí brillantemente.
—Bien. Gracias por eso. Fue realmente…
—Ni lo menciones —me cortó, firme pero amable.
Me callé.
—¿Cuándo tendrás a tu niño de vuelta? —preguntó Rush.
—Lunes —contesté.
—Vamos a tener una cosa aquí, en el recinto, el sábado por la noche.
Eres bienvenida —me dijo y mi mundo se iluminó.
Una cosa, estaba suponiendo que significaba una fiesta.
Una fiesta a la que Joker probablemente asistiría. Y nadie podía ser
maleducado en una fiesta.
—¿De verdad? —pregunté con entusiasmo.
Hubiera jurado que oí a Joker hacer un ruido como un gruñido pero
lo ignoré.
—Sí —respondió Rush por encima del ruido de Joker.
—Seria genial, que pudieras venir —dijo Tabby—. Se pone ruidoso
pero es un buen momento. Y nosotras las chicas tenemos que soltarnos el
pelo, ¿me escuchas?
La escuché, ella estaba justo enfrente de mí.
Pero después de que la escuchara, me di cuenta y mi mundo se volvió
oscuro.
—Trabajo en el turno de tarde. No salgo hasta tarde.
Ella sonrió de nuevo.
—Nena, esta es una fiesta de motociclistas. Seguirá hasta que cada
uno haya conectado o haya perdido el conocimiento. Ven cuando sea.
Tenía la sensación que su ruidoso estaba más allá de mi ruidoso ya
que nunca había hecho algo ruidoso. Pero también esperaba que Joker
estuviera allí, y en un ambiente de fiesta, así que iba a tener una mente
abierta y estaba más que decidida a mostrarme.
—¿Trabajas cada día?
Volví mi cabeza hacia Joker ya que él hizo la pregunta.
—Sí —contesté.
—¿Cada día? —presionó.
—Sí —repetí. Luego me expliqué—: En su mayoría. Verás, mi gerente,
Sharon, es muy agradable. Ella trata de programarme tantos días como
pueda cuando Aaron tiene a Travis, así que yo pueda tener mis días libres
cuando lo tengo y así me puedo ahorrar un día de guardería y quiero pasar
mi tiempo con él. Y de vuelta, tomo los turnos de tarde y noche, cuando
Travis está con su padre porque la gente prefiere los turnos de día.
—Así que, cuando no tienes a tu niño, ¿cuándo tienes una vida? —
preguntó Joker, sonando extrañamente molesto. O más molesto de lo que
ya había estado.
—Mi vida es Travis —respondí y algo se movió en su rostro que no me
gustó, sabiendo lo que su madre le hizo a él. Pero hice mi mejor intento por
ignorarlo ya que probablemente no le gustaría que lo notara, especialmente
en compañía, y seguí hablando—. Y de todos modos, sólo son ocho horas y
media al día, por lo que no es como si siempre estuviera allí. Excepto por las
horas extras —murmuré la última parte—. Todo el mundo puede usarlas y
Sharon es justa, pero ella me da una buena cantidad a mí porque lo
necesito.
Él me miró, aún viéndose molesto, y yo le devolví la mirada, ni siquiera
un poco molesta.
No lo estaba porque no te molestabas por una chica que no te gustaba
y probablemente querías invitarla salir a una cita que podría terminar en
un beso (yo esperaba).
Así que mientras me miraba, lo miraba de vuelta. También sonreía
brillantemente.
Sus ojos se posaron en mi boca y pareció aún más molesto.
Mi sonrisa se amplió mientras que mi estómago se sentía caliente.
En ese momento, la puerta del recinto se abrió y yo por desgracia tuve
que apartar la mirada del guapo motorista molesto, Joker, hacia la puerta.
—¡Hola, Pete! —gritó Tabby al hombre entrando.
Yo no dije nada.
En su lugar, tomé la instantánea decisión de que, si él querría
ocuparse de Travis, yo le dejaría.
Eso no era porque tuviera un chaleco de cuero encima de una
maltrecha camiseta negra que había sido lavada tantas veces que ahora era
gris. Tampoco era porque sus vaqueros estaban descoloridos, demasiado
grandes en él (lo que era una hazaña, ya que el hombre no era pequeño), y
tenían manchas en ellos, a pesar de que los pantalones estaban limpio. Es
más, tampoco era porque tuviera una perilla muy larga, barba en sus
mejillas, unas patillas tupidas y una masa de cabello gris plomizo recogido
en una cola de caballo en su nuca. Y por último, no era porque tenía un tipo
que gritaba: ¡Me encanta la cerveza!
No, fue porque tenía ojos amables, en su rostro que se iluminó cuando
estos ojos encontraron a Tabby. El aspecto general podría ser aterrador para
algunos, pero para mí, se veía como un Santa Claus Motorista.
—Hola, preciosa, ¿cómo estás? —llamó a Tabby.
—Estoy bien, Pete. Esta es Carissa.
El gran Petey caminó penosamente hacia mí, y lo hizo con una sonrisa
y una mano enorme levantada en mi dirección.
—Me imaginé que lo eras. Hola, chica.
Tomé su mano. Su calor colosal se cerró alrededor de la mía, firme
pero no con fuerza.
Sí, iba a dejarlo cuidar de mi hijo.
—Hola —le respondí. —Es un placer conocerte.
Le dio a mi mano un apretón antes de soltarla y dirigirse hacia el bar.
—¿Tu idiota todavía tiene a tu hijo?
Asumí correctamente por la palabra que se refería a Aaron.
—Em, sí, hasta el lunes.
—Un asco, preciosa —murmuró.
—Estoy de acuerdo —murmuré de vuelta.
Me sonrió.
—Tyra lleva sus hijos con ella a la oficina, mucho, pero yo también los
tengo mucho tiempo, así que tu pequeño mocoso tendrá mucha compañía.
—Em… ¿eso es demasiado para ti? —le pregunté.
—Me las arreglaré —declaró—. Tyra lleva mucho a sus hijos a la
oficina, y a su viejo le gusta tener a los chicos con él un montón, así que los
tendré un montón, pero no demasiado, así tu hijo va a tener compañía, pero
también tú y yo vamos a tener mucho tiempo a solas.
—Creo que es importante que él socialice —le dije.
—Va a tener mucho de eso, dado que el hermano y hermana de Ride
y Cut van a venir a verlos y todos los niños y sus abuelas en este club no
son exactamente introvertidos. Será bueno.
—Suena como si lo fuera —estuve de acuerdo.
—Tienes que traerme tu hijo cuando puedas. Vamos a ver cómo va, lo
traes cuando lo vuelvas a tener. Él y yo vamos a tener un encuentro y
saludarnos.
Sonreí.
—Suena excelente.
Me sonrió de vuelta.
—Ahora, sobre el pago... —empecé pero me detuve cuando levantó su
mano.
—Hablamos de eso después —dijo él.
—Ese después va a ser un nunca —murmuró Tabby detrás de mí y el
Gran Petey le guiñó un ojo.
Oh Dios.
—No, en serio, tal vez deberíamos…
Pete me miró.
—Hablamos de eso después, preciosa —dijo sin ceder, pero con
gentileza, y terminó con un—: ¿Sí?
Lo analicé, pensando en su hija y Tyra, la que no me parecía una
mujer que dejaría sus hijos alguna vez con cualquier persona, y dije:
—Sí.
Ahí fue cuando sus ojos se movieron alrededor de mi cabeza y luego
se dio la vuelta, inclinándose más en el bar, diciéndole a Joker:
—Me gusta tu chica, Joke. Linda. Dulce. Cabello salvaje significa lado
salvaje. —Volvió a mirarme—. A nosotros los motociclistas nos gustan
salvaje.
Luché contra el rosa que sentía trepando por mis mejillas mientras
Joker le decía a Pete:
—No seas un idiota.
—Creo que esos son setenta y cinco centavos —señaló Tabby.
El Gran Petey la ignoró y le preguntó a Joker:
—¿Cómo estoy siendo un idiota?
—Ya sabes —respondió cortante Joker, me miró, alzó su barbilla,
ignoró a todos los demás, y caminó junto a la barra hasta salir por la puerta.
Eso me pareció grosero.
Mirando a mi alrededor, vi que ninguna de mi compañía se sentía
igual. Todos claramente pensaban que era divertido.
Me lo tomé a pecho (aunque estaba un poco preocupada, si a los
motociclistas les gustaba salvaje, eso no era yo) y anuncié:
—Tengo que ir a trabajar. Fue genial conocerlos a todos.
—Dame tu número —dijo Tab—. Tal vez tú y tu pequeño y yo podemos
ir a almorzar o algo.
¡Me encantaba esa idea!
—¡Genial! —exclamé.
Intercambiamos números. Todos nos dijimos adiós. Pete y yo sacamos
una cita para volver a vernos, con Travis. Y me fui.
Escaneé el enorme espacio de asfalto afuera del Complejo, buscando
a Joker.
No estaba en ningún lugar a la vista.
Me ponía nerviosa, porque en serio, tenía que ponerme a pensar en
por qué parecía querer evitarme al mismo tiempo que parecía estar tan
interesado en mí.
Pero este no era el momento. Tenía que ir a trabajar.
Así que me monté en mi auto y me dirigí a LeLane, pensando que
podía ponderar esa pregunta en mi cabeza durante años sin tener nunca
una respuesta. El único que tenía esa respuesta era Joker.
Tal vez le preguntaría. Tal vez a los motociclistas les gustaba la
honestidad y las charlas directas.
Y mientras manejaba a LeLane, eso es lo que decidí.
Y con suerte, después de que resolviéramos lo que sea que lo retenía,
me invitaría a una cita.
Pensar en esto significaba que entraría a LeLane sonriendo.

Al día siguiente, mientras estaba en mi baño arreglándome para


trabajar, mi teléfono sonó.
Lo miré, vi que era Tabby y contesté.
—Hola, Tabby.
—Hola, cariño. ¿Cómo van los trucos?
—Están bien, creo.
Ella se rio.
Le sonreí al teléfono.
Ella dejó de reírse y dijo:
—Escucha, toda chica necesita saber en qué se está metiendo cuando
va a pasar una noche fuera, y dado que nunca has estado en una fiesta de
motociclistas, pensé en llamarte y darte un adelanto.
Eso era amable.
También era sorprendente. Nunca nadie había hecho eso por mí.
Claro, cuando había tenido amigos que salían por las noches, siempre
nos habíamos vestido de punta en blanco, habíamos ido a bares
presuntuosos, habíamos bebido Martinis o algo parecido, así que sabía en
qué me estaba metiendo.
Y en ese momento se me ocurrió, que nunca había pensado que eso
fuera muy divertido.
Me gustaba la parte de arreglarme, pero nunca me gustaron los
Martinis. Siembre hacia una mueca cuando les daba un sorbo, porque no
me parecía que supieran bien. Y no era una buena bebedora, así que uno
me tenía achispada de una forma que no era divertida. Era más como que
simplemente quería irme a casa, ponerme ropa cómoda, y estirarme frente
al televisor.
Más allá de eso, la meta de la noche era principalmente que mis
amigas ligaran con chicos, o escucharlas decir cosas maliciosas de todas las
otras mujeres dentro del bar. Dado que ya tenía a un chico (en ese entonces),
era el extraño excluido en la primera parte. Y nunca me gustó la segunda
parte. Era cruel.
Esto me hacía sentir inquieta, porque de repente me empecé a
preguntar por qué salía con ellas en lo absoluto, cuando nunca me divertí
realmente.
Me había preguntado mucho desde entonces por qué tenía las amigas
que tenía, todo el camino de vuelta a la preparatoria, cuando no sentía que
encajara con ellas, pero especialmente cuando me dejaron después de que
lo hizo Aaron.
Incluso aunque me lo preguntara, tampoco había llegado a ninguna
conclusión.
—Entonces —continuó Tabby, alejando mi mente de esos asuntos—,
primero que todo, las perras de los motociclistas no son fanáticas de
montones de capas de ropa, y con eso me refiero a que muestran piel. Pero
tú vístete como sea que te sientas cómoda. Casual, sin embargo. Te podrías
sentir rara si te apareces toda acicalada.
—Está bien —estuve de acuerdo.
—Y dado que Ty-Ty y Lanie estarán en casa con sus hijos, así que las
únicas personas que vas a conocer son algunos de los chicos, que podrían
estar comprometidos de otra manera, y yo, te mandaré un mensaje cuando
Shy y yo lleguemos allá, así vas a tener a alguien con quien estar.
Otra vez, súper amable.
—Gracias, Tabby.
—No lo menciones —dijo—. También, estamos de acuerdo con casi
todo, y la privacidad muchas veces no es una prioridad. Solo para que lo
sepas.
—Em… ¿qué? —pregunté confundida.
—Darse besos, ser ruidoso, agarrar traseros, fumar hierba, nómbralo,
puede pasar —me explicó—. Si no quieres algo, la familia es lo que es porque
todos en ella quieren la libertad de ser simplemente eso, así que nadie va a
forzarte a hacer nada. Pero necesitas saber las cosas.
Eso era amable, también. Un poco aterrador, no era una gran fanática
de la marihuana (aunque nunca la había probado; igual, no tenía ganas de
hacerlo). Pero igualmente era dulce.
Así que de nuevo le dije “Gracias” a Tabby.
—Nosotras chicas, tenemos que cuidarnos las unas a las otras.
Esa no había sido mi experiencia.
Sin embargo, le dije:
—Claro.
—Está bien, tengo que irme. Te mando un mensaje cuando estemos
allí mañana, y nos vemos allí. ¿Está bien?
—Sí, y gracias, otra vez.
—No hay problema, cariño.
—Nos vemos después.
—Sí, después, Carissa.
Colgó.
Puse el teléfono en el mostrador y lo miré fijamente, sintiendo una
variedad de cosas. Primero, estaba un poco asustada. Una fiesta de
motociclistas era algo completamente nuevo para mí, y tenía la sensación
de que parte de ella sería impactante, y partes de ella no lo serían. Pero todo
sería el mundo de Joker, y me gustaba Joker, así que tenía que ser valiente
y no irme con prejuicios. Las cosas podrían ponerse locas, pero mi
experiencia hasta ahora era que, en el fondo, estas personas eran buenos
seres humanos. Me aceptaban tal como era; tenía que hacer lo mismo.
También estaba un poco más que nerviosa. Joker estaría ahí y, de
nuevo, me gustaba Joker. Pero él se portaba extraño con respecto a cómo
se sentía sobre mí. Y nunca había tenido que llamar la atención de alguien.
Había llamado la atención de Aaron cuando tenía catorce y eso había sido
todo. No era que estuviera fuera de práctica, no tenía práctica. Y me gustaba
Joker lo suficiente para que significara mucho que pudiera bajar ese escudo
que había alzado por cualquier razón. Simplemente no tenía idea cómo
actuar para hacer eso.
Además, estaba un poco confundida. Principalmente porque apenas
conocía a este hombre, pero todo esto me parecía muy importante.
Demasiado importante. Más importante de lo que, racionalmente, debería
ser.
Pero finalmente, y más importante, estaba emocionada. Había estado
terriblemente sola desde que había perdido a Aaron. La pregunta de Joker
sobre cuándo podía vivir mi vida había dado en el blanco. No tenía ninguna
vida. Tenía a mi hijo y tenía mi trabajo y tenía mi preocupación constante
sobre lo que iba a golpearme después.
Pero tenía a mi hijo. Y no estaba enseñándole nada que fuera bueno
si le enseñaba que mi vida era cerrada. Si le enseñaba que la vida trataba
de sacrificios, y no vivir. Si no tenía nada aparte de él para sentirme feliz,
en vez de simplemente ser feliz con todas las cosas que tenía que hacer, y
buenos amigos para hacerlas.
Estaba tan emocionada por tener cosas emocionantes en las que
pensar.
Esas cosas siendo Joker. Cómo se sentía su barba contra mi piel
cuando me estaba besando. En su sabor. En cómo había apretado sus
brazos a mi alrededor. En cuánto quería saber cómo se sentía su cabello
(debí haberme arriesgado cuando mis brazos lo rodeaban, pero sus hombros
se sentían tan bien que no lo hice). En cómo quería saber qué había detrás
de esa guardia que tenía sobre sus ojos. En cómo quería saber si le gustaba
mi pastel.
Y estando principalmente emocionada, por primera vez en tanto
tiempo que no era capaz de recordar (aparte de haber tenido a Travis) era
feliz. Tenía la primavera bajo mis pies. Tenía algo que esperar con ganas.
Y se sentía bien.
Me sentía terrible.
Esto era un desastre.
Un total, y completo desastre.
Y no hablaba del desastre que era yo al asumir que, dado que era una
fiesta, lo correcto era llevar algo cuando nadie llevó absolutamente nada. Así
que quedé como una idiota cuando entré con dos bolsas de nachos de
LeLane y un enorme contenedor de su guacamole especial (que había sido
hecho a pedido).
Aunque fue embarazoso, los nachos y guacamole habían
desaparecido, y no llevaban más de una hora en la mesa.
—¿Quieres una fría, chica?
Giré la cabeza lejos de la lastimera imagen de Joker con la morena de
minifalda y top ajustado en la mesa de billar (¡Sabía que las nenas de los
motociclistas usaban tops ajustados!).
Joker no sonreía ni coqueteaba. Pero de todas formas coqueteaba. Lo
sabían. Lo sabía por la forma en que ella se movía a su alrededor y le daba
miradas conocedoras y se frotaba contra él a cada oportunidad y se bebía
los labios después de cada shot.
Yo llevaba cuarenta y cinco minutos en la fiesta. Llegué después de
mi turno, habiendo corrido a casa a cambiarme porque Tab me escribió para
decir que ella y Shy ya estaban ahí, por lo que llegué bastante tarde (al
menos para mí).
Y cuando llegué, la fiesta estaba en pleno apogeo. Había mucha gente,
muchas mujeres, otros motociclistas de distintos clubs (si los parches en la
ropa servían de referencia), y era lo que Tabby dijo que sería. La música era
fuerte. La gente era ruidosa. Había muchos enrollándose. Toqueteos.
Coqueteos. Bebidas. Shots siendo bebidos. Y muchos que fumaban, incluso
marihuana.
En este lío, aunque Tab me encontró enseguida y me dio una bebida,
Joker ni siquiera me había mirado.
Ni una vez.
Miré al chico detrás de la barra. Acababa de conocerlo, me dijo que se
llamaba Snaper. Era de la misma edad que Rush/Shy/Joker en el club.
Actualmente, era uno de los varios barman (aunque no parecía haber alguno
oficial, los chicos iban, las chicas venían, si querías algo, te lo hacías o le
pedías al que estaba en la barra que te lo prepare).
Tenía una cerveza tibia en una mano y estaba sentada en un
banquito, la mirada fija en Joker, y Tabby había ido al baño.
Por lo que estaba sola.
De nuevo.
Incluso en la fiesta de motociclistas.
—¿Disculpa? —le pregunté, procesando tarde sus palabras.
—Fría —dijo, inclinando la cabeza hacia mi botella que estaba aún
medio llena—. Tira esa mierda tibia y te conseguiré una fría.
—Em… —No pude responder porque no podía pensar.
Sólo podía sufrir.
¿Por qué dolía tanto?
¿Por qué quise venir?
Joker, ahora era claro, no me quería.
Quizás simplemente besaba a todas las que lo besaban. Era un tipo.
Los tipos seguramente hacían eso. Y era evidente por los envoltorios de
condones usados que tenía experiencia. Quizás simplemente besaba bien
porque había tenido mucha práctica.
Pero yo de ninguna manera le di la impresión de que quería que se
detuviera.
Él lo había detenido.
Volví a ser alejada de mis pensamientos cuando Snapper me quitó el
vaso de la mano, lo arrojó (junto con su líquido contenido) en un cesto de
basura, y tomó otro vaso limpio. Luego fue a uno de los barriles detrás de la
barra y me preparó otro.
Volvió y lo dejó frente a mí.
—Gracias —murmuré, y al hacerlo, aproveché para mirarlo bien.
Tenía cabello rubio claro, largo y atado en un rodete sobre su cabeza.
Tenía ojos azul claro y pestañas rubias, una combinación rara y atractiva.
Tenía barba rubia, aunque yo sé que se afeitaba (aunque no muy seguido,
al parecer) dado que los bigotes de su barbilla eran más largos que el resto
por lo que imaginé que cuando se sentía de humor prolijo, simplemente
usaba una barba candado. También tenía buenos pómulos, dientes muy
blancos que parecían aún más blancos por su bronceado, y una nariz recta.
—¿Tú eres la del niño? —preguntó, y de nuevo esa suciedad me bañó.
Bajé la mirada a mi cerveza, levantándola y antes de beber respondí:
—Sí. Soy el caso de caridad oficial de Chaos.
Dejé el vaso en la barra, aún mirándolo, pero no pude seguir adelante
con mi plan, que era sentir lástima por mí misma y buscar a Tabby para
decirle que me iba (y pronto) porque sentí una mano suave bajo mi barbilla,
levantándola.
Mis ojos se encontraron con los de Snapper.
—Todos tenemos malos momentos —dijo en voz baja, quitando su
mano—. Sólo tuviste suerte de haber caído en la dirección correcta.
—Esa es una forma de verlo —le dije.
—La única forma, nena —dijo de inmediato—. Nosotros somos los que
nos ocupamos de los nuestros.
Alcé las cejas.
—¿Disculpa?
—Si no valieras la pena, no nos molestaríamos.
Eso fue tan dulce que toda la suciedad me dejó y no pude evitar
sonreír.
—Qué dulce.
Sonrió.
—Quizás. Pero es cierto.
—Eso también es dulce.
Siguió sonriendo y me ofreció:
—¿Quieres un shot?
Sacudí la cabeza.
—No. No debería. Vine en auto.
—Si te emborrachas, te subo a mi moto y te llevo a casa.
—Yo… bueno… eso es amable, pero mi hijo vuelve a casa pasado
mañana y tengo mucho que hacer además de un turno de trabajo.
Probablemente no debería estar con resaca.
—Tu decisión —murmuró.
—Aunque nunca me he subido a una moto —dije, y me miró.
—¿Estás bromeando?
Sacudí la cabeza.
Sonrió, y se tomó su tiempo al hacerlo.
—Entonces a la mierda la cerveza. Es la mejor sensación de tu vida,
subirte a una moto. Te llevaré a pasear.
Mi noche desastrosa comenzó a mejorar.
—¿De verdad?
—Absolutamente.
Miré hacia la mesa de billar y vi que en el corto tiempo que estuve
distraída, Joker y su morena habían dejado de jugar y ahora estaba Rush
con una pelirroja.
La chica de Rush no usaba un top. Tenía una camiseta de Harley y
vaqueros ajustados, más similar a mi estilo. Salvo la camiseta de Harley (la
mía era una de los Broncos ajustada al cuerpo) y salvo los vaqueros
ajustados. Yo llevaba vaqueros, pero no ajustados, salvo en el trasero donde
todos mis vaqueros parecían ajustarme estos días.
Escaneé el cuarto y vi que Joker había desaparecido.
Al igual que su morena.
Se me encogió el corazón.
—¡Oye! —Oí a Snapper gritar y lo miré para encontrarlo mirando más
allá de mí. Me volví y vi a Tabby dirigiéndose hacia nosotros—. Llevaré a
Carissa en mi moto. ¿Quieres cuidar su bolso o dejarlo en el cuarto de Shy
o algo?
Ante su pedido, la mirada de Tabby fue a las mesas de billar. Cuando
las escaneó, por algún motivo, se le endureció el rostro antes de suavizarse
al mirarnos.
—Sin problema. Vayan. Diviértanse.
—Nunca me he subido a una moto —le dije, y sonrió.
—Entonces ve. Disfrútalo. —Se agachó cerca de mí—. Cuidado, con el
viento en tu cabello, y la luna en tu piel, te vas a enamorar.
No estaba segura que fuera algo bueno. Me había enamorado de algo
que no podía obtener, y si me enamoraba con el viento en mi cabello y la
luna en mi piel, sin alguien que me lo diera, no podía tener eso tampoco.
Pero al diablo.
Quizás esta sería mi única vez en una moto.
Y quizás el beso que me dio Joker sería el único beso increíble que
jamás recibiría.
Y quizás mi sueño de una familia o mi otro sueño de atravesar el acero
de la mirada de Joker ya se habían perdido.
Pero yo seguía de pie.
Así que aceptaría lo que podía obtener.
Tabby apoyó una mano en mi bolso, arriba de la barra.
—Yo me encargo. Vayan.
—Gracias —susurré.
Me guiñó el ojo.
Miré a Snapper.
—Vamos.
—Te encuentro al final del bar, nena.
—¡De acuerdo! —grité, salté de mi banco, sonreí a Tabby, quité mi
chaqueta del asiento y corrí al final del bar.
Cuando llegué, Snapper se había puesto la chaqueta de cuero. Me
tomó la mano y me guio fuera hacia su moto. Luego se subió antes de
instruirme en cómo hacer lo mismo.
La moto rugió, retrocedió en un ángulo, y salimos disparados por la
carretera.
Se metió en Broadway y lo entendí.
El viento en mi cabello.
La luna en mi piel.
El cuero de su chaqueta en mis fosas nasales.
La solidez de su cuerpo bajo mis manos.
Nos acercamos a la rampa de la I-25 y gritó:
—¡Sostente!
—¿Disculpa? —grité de regreso.
—¡Sostente! —gritó, sacando una mano del manubrio para tirar de la
mía desde su cintura alrededor de su estómago.
Volvió a poner su mano en el manubrio y subimos la rampa, yendo
más, más, más rápido, el viento desparramando mi cabello y picando mi
piel. Envolví ambos brazos alrededor de él, puse mi barbilla en su hombro,
respiré el aire y el cuero, y lo entendí.
De inmediato.
El porqué de esto era la vida para un motociclista.
Nada de límites. Quieres usar drogas, las usas. Quieres usar un top,
lo usas. Quieres beber shots, los bebes. Quieres enrollarte en un sofá de un
cuarto lleno de gente. Lo haces.
Quieres vivir, vives.
Quieres ser libre, te subes a la moto y sales hacia la noche.
No bebes Martinis que no disfrutas. No tomas un trabajo que tu
suegra te consiguió. No tomas mierda de tu ex, jamás.
Haces lo que quieres.
Eres libre.
En todo lo que me estaba sucediendo, todo lo que estaba sintiendo,
toda la decepción de la noche y la bizarra devastación que sentí la primera
vez que esto sucedió, yo en la parte trasera de una moto, porque hubiera
preferido que fuera con Joker… pero en ese entonces, en ese momento, lo
dejé ir.
Me dejé ir, me sostuve de Snapper y me dejé sentirlo.
Sentí algo raro y hermoso y abrumador.
Sentí algo que ciertamente no había sentido nunca antes.
Me sentí libre.
Capítulo 7
Él te entregó a mí

Joker

Joker salió disparado de su moto y se dirigió al Complejo, su mente


consumida —como lo había estado desde que esa mierda ocurrió—, por la
visión de Snapper tocando el rostro de Carissa, de Carissa sonriendo.
Él había estado montando por un buen rato. El tiempo suficiente para
conseguir que esa basura saliera de su cabeza.
Pero no había funcionado.
Llevó la mano a la puerta, la abrió, y no le sorprendió ver que la fiesta
había terminado. La música era baja, en la sala común quedaban unas
cuantas mujerzuelas y moteros desmayados en el sofás, pero por lo demás
la habitación estaba despejada. Era por la mañana temprano, el resto o bien
se habían enganchado a alguien y ya habían sido enviados a sus jodidas
casas, o estaban todavía con sus perras en sus camas, o se habían
desmayado.
—Maldita sea, muévete.
Las palabras rimbombantes de Shy sonando a su derecha hicieron a
Joker girar la cabeza hacia él.
Los ojos de su hermano estaban sobre él y una mirada bastó para que
Joker supiera que el hombre estaba molesto.
Jesús, ¿y ahora qué?
—¿Algo nuevo? —preguntó.
—Ella vino por ti —espetó Shy—. Y justo en su cara, tú te enrollas con
Stacy. Buen movimiento de mierda, Joke. Mierda. En serio.
Joker se detuvo donde Shy, Tab, y High estaban congregados en el
bar, High dentro de la barra, con botellas y vasos delante de él, al parecer
haciendo chupitos.
Que High estuviera ocupado en esta actividad no era una sorpresa.
High no había estado en la fiesta. Tenía una vieja dama y niños. A él
le gustaba estar cerca de sus hijos, por lo que era raro, a menos que fuera
cosa de familia, que festejara.
No es lo mismo con una vieja dama, es más agradable estar de su
lado.
La historia oficial en Chaos es que High y su mujer nunca habían
estado muy comprometidos.
El la dejo embarazada e hizo lo correcto para su hijo, error de High.
Desde entonces, nunca había estado en el Complejo. Joker la conocía y creía
que no tenía lo que se necesitaba para ser una vieja dama. Era raro que ella
se mostrara en algo relacionado con Chaos, envió a la mierda a sus hijos y
a su familia, pero no venía ni se presentaba con su hombre. Así que él había
puesto un techo sobre ella y sobre sus niños.
Por lo tanto, era frecuente que cuando los niños de High estaban
dormidos, él dejara atrás a su mujer, en un hogar que estaba lejos de ser
feliz, viniera al recinto, y tomara unos cuantos tragos.
Dejó de pensar en High y se centró en Shy.
—¿Ella llegó bien a casa? —preguntó.
—¿Te importa siquiera una mierda? —contestó Shy, y Joker sintió que
su ánimo comenzaba a despertarse.
No iba a hacer esto de nuevo.
—Creo que esto quedó claro la otra noche, no es tu asunto con quién
follo —replicó—. Pero, sólo diré que Stacy estaba totalmente ebria, la perra
tenía problemas para conducir en su estado, y por eso no follé con ella, u
otra persona y llevé su trasero a casa. Entonces di un paseo. No follé una
mierda.
Shy se relajó visiblemente.
—A ella le gustas —dijo Tab en voz baja.
Y tenía razón.
Definitivamente a Carissa le gustaba.
Por otra parte, Carissa no me reconocía, razón por la cual Tab también
estaba equivocada.
—A ella le gusta tener en su vida a la gente que le aporte mierda —
refutó Joker.
—¿Hay alguna razón por la que tengas un bloqueo por esta zorra? —
preguntó High.
Joker no dijo nada. No lo compartió.
Miró a High.
High no dijo nada tampoco, era un duro hijo de puta.
Pero una vez que High le contara sobre la charla que tuvieron cuando
Joker estaba hasta arriba de vodka, no sería agradable. Eso le hizo
desgraciado. Y para empeorar las cosas, no había máscara alguna para su
gesto de preocupación y los cabrones pudieran leerlo.
Joker se había quedado sorprendido como la mierda cuando el
hombre se lo contó, pero también se había sentido agradecido. Su hermano
le dijo mucho acerca de cómo se sentía acerca de Joker, y Joker no se perdió
nada de eso.
Había decidido que era el momento de contarlo.
Así que dijo:
—No soy ese tipo.
—¿Qué tipo? —preguntó High.
—El chico que ella necesita —respondió Joker.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Shy.
Joker lo observo.
—Porque no me gustan las mariposas. Son hermosas, pero delicadas,
y yo no tengo paciencia para manejar cualquier cosa con cuidado.
—Tal vez estás equivocado —señaló High.
—Y tal vez tuve una vida que me demostró que tengo razón —le
respondió Joker.
—No podrás saberlo a menos que lo intentes —expuso Tabby.
—¿Y acabar mientras tanto con ella? —preguntó Joker antes de negar
con la cabeza—. Ella no necesita esa mierda.
Ninguno de ellos tenía una respuesta a eso y él sabía por qué.
Sabían que tenía razón.
—Ella está a salvo en casa —le dijo Tabby—. Me envió un mensaje
cuando llegó. Pero antes se fue a dar un paseo con Snapper.
Mierda.
Joker apretó los dientes, apartando la idea de Carissa envuelta
alrededor de su hermano en su moto a la parte posterior de su mente, donde,
por su bien, había puesto su increíble puto beso, y el hecho de que ella se
lanzó sobre él, no al revés. Esto le hizo perder la esperanza porque parecía
que si ella quería encontrar a un hombre, iba a hacer esa mierda en Chaos.
—Es bueno saber que está a salvo —murmuró, inclinando su barbilla
hacia ellos y alejándose.
Nadie lo detuvo por lo que se fue a su habitación, se quitó la ropa, y
se dejó caer en la cama.
Se recostó en la cama y mientras lo hacía, olió el suavizante en sus
sábanas.
Y eso lo hizo pensar en Carissa.
Y no se durmió.

Al día siguiente, Joker pasó con su moto frente a la explanada del


taller. El lugar era un desastre, había autos en todas partes, neumáticos
apilados, un gran panel en el ventanal de la sucia oficina, uno de ellos roto
y sujeto con cinta. Miró tras las puertas de los dos garajes donde había
autos elevados con hombres trabajando en ellos.
Considerándolo, no estaba destartalado. Estaba deteriorado porque
tenían mucho trabajo y no tenían tiempo para organizarlo.
Le gustó esto.
Estacionó su moto manteniendo los ojos en el taller.
Él había venido. Finalmente.
Y ahora caminaba en su dirección. No sabía por qué, pero pensó que
tenía algo que ver con Carissa. Ella había estado a su alrededor más de una
vez, mordiendo su lengua y gimiendo (y Cristo, él tuvo que enterrar esa
mierda, porque solo un gemido le habría hecho perder el control y arrancarle
la ropa), y ella todavía no sabía quién era él.
Esto tenía que ir de una manera determinada.
Si no fuera así, se subiría a su moto y lo dejaría todo atrás.
Todo.
Para siempre.
Vio al hombre venir limpiándose la mano con un trapo.
—¡Eh, hermano! ¿Necesitas algo? —gritó.
Joker no respondió. Sólo se puso junto a su moto, tapando el parche
en la parte posterior que no tenía ni idea de si el hombre había visto. Pero
si lo hubiera hecho, el chico sabría que estaba tratando con un Chaos, y
tendría que acabar con esas formas. Joker también tenía los brazos
cruzados sobre el pecho, sombras cubriendo sus ojos, que miraban hacia la
bahía.
—Amigo, en serio, ¿necesitas algo? —gritó el hombre.
Joker no se movió.
El hombre lo miró, giró la cabeza para mirar detrás de él, luego sus
ojos volvieron a Joker. Algunos latidos después, un hombre negro y grande
se acercó caminando hasta el final de la bahía.
Allí estaba él.
El propietario del establecimiento. El hombre que lo había comprado
hace cinco años y lo hizo prosperar.
Joker se preparó.
El hombre lo miró, e incluso desde lejos, Joker pudo ver que lo
observaba fijamente.
Él sintió que sus entrañas se apretaban.
Entonces el rostro de Linus Washington se iluminó con una gran
sonrisa y gritó:
—¡Mierda!
Joker sintió que su cuerpo se aflojaba cuando Linus comenzó a correr,
en su dirección.
—¡Mierda! ¡Car! —gritó mientras corría—. ¡Jesús! ¡Increíble!
Llegó junto a Joker y no dudó antes de atraparlo en sus brazos,
manteniéndolo firme contra su pecho y abrazándolo, mientras lo golpeaba
en la espalda.
Joker cerró los ojos detrás de sus gafas de sol y devolvió el gesto.
Linus lo liberó, pero sostuvo sus manos entre ellos, sacudiéndolas de
un lado a otro hasta que finalmente dejó ir a Joker.
—Cristo, es bueno verte. No me jodas —Sus ojos se inclinaron hacia
abajo y su sonrisa se mantuvo constante—. Te ves bien.
—Lo mismo digo, Lie.
Linus aceptó el comentario levantando una mano y dándole una
palmada en el hombro.
—¿Dónde has estado, Car?
—Por los alrededores. Volví hace poco más de un año.
La sonrisa permaneció en su sitio incluso cuando declaró:
—Bueno, bésame el culo, imbécil. Más de un año y esta es la primera
vez que vienes a verme
—No hay gran cosa en visitar el viejo barrio —le dijo Joker.
Luego él pasó a mentir:
—Acabo de enterarme de tu lugar, y decidí dejarme caer por aquí.
Era mentira porque Joker había sabido sobre el taller de Linus incluso
antes de acercarse a Chaos para unirse a sus filas.
Pero en aquel entonces, no estaba listo.
Él no sabía por qué estaba listo ahora, sólo lo estaba. Así que había
seguido como si nada.
—Ya no vivo en el “barrio”. Tengo tres hijos. Mi mujer se quedó
embarazada y necesitábamos una casa de dos dormitorios. Nos mudamos a
Littleton hace cuatro años.
Joker estudió el rostro de un hombre feliz y dijo en voz baja:
—Me alegro por ti, hermano.
—No estás tan contento como yo —respondió Linus en el mismo tono
de voz—. Tienes que venir a conocer a mis hijos, Car. Dos niños, y la del
medio, una niña. El ojito derecho de su padre. Y mis hijos —hinchó el
pecho—, fuertes. Amo a su madre, estoy hecho un viejo orgulloso.
Joker asintió.
Eso le gustaba demasiado.
—¿Kamryn? —preguntó.
—La mujer se pone más bonita cada día —le dijo Linus—. No sé cómo
lo hace. Le digo que creo que hace vudú. Ella se ríe y cae en mi polla. Seis
semanas más tarde, está embarazada. Esa es mi vida.
—He oído cosas peores —comentó Joker.
—Apuesto a que lo has hecho —dijo Linus.
Joker le preguntó:
—¿La señora Heely todavía vive en el mismo sitio?
La alegría desapareció del rostro de Linus y Joker se preparó.
—Kam le consiguió una nueva casa hace un año. Una residencia, por
lo que no es como una de esas pocilgas en la que va a morir. Le salvó la vida.
Ella envejeció, tenía más dificultades para moverse, se cayó. Por suerte, ella,
Kam y los niños habían planeado hacer algo ese día y Kam la encontró. Está
bien.
—Mierda —murmuró Joker.
—Estaba preocupada por ti —le dijo Linus—. Te largaste, y ese imbécil
no hizo nada. Solo molestaba a la señora Heely acerca de cómo su hijo había
muerto, y el suyo estaba vivo, respirando y siendo buen chico. Gritó y peleó
para que la sacaran de ahí. Imposible saber lo que tu padre haría si perdía
su mierda. Incluso con una señora mayor.
Esa era la puta verdad.
—Tienes que ir a verla, Car. Va a estar fuera de sí si apareces.
Joker contuvo el aliento antes de tomar una decisión y asentir.
—¿Dónde está? Voy a dejarme caer.
Linus le sonrió.
Entonces sus ojos notaron la chaqueta y la moto de Joker antes de
volver a su rostro.
—¿Has encontrado un lugar al que pertenecer?
Joker asintió.
—¿Estás bien ahí?
—Conseguí hermanos. Buenos chicos. No sabía qué hacer pero son
pacientes mostrándome el camino.
—Bien, Car —murmuró Linus.
—Joker —lo corrigió—. He dejado al chico que era con mi padre en
casa. Lo soy sólo en el papel. Ahora, soy Joker. Es una mejor opción para
mí.
Linus sostuvo su mirada.
— Lo entiendo.
Él inclinó su cabeza hacia un lado y sus labios se curvaron.
—¿Buscaste una buena mujer?
—Algunas.
Linus frunció los labios.
—Quiero decir cierto tipo, hijo.
—Sabes lo que quiero decir, y no.
—Eres joven —murmuró.
No se sentía joven, pero aún lo era.
Eso no cambió quién era y cómo pensaba vivir su vida, y ninguna
buena mujer sería parte de eso. Pero Linus no necesitaba saber eso.
—Estás trabajando —dijo Joker—. Te dejaré solo. Pero dame detalles
sobre la señora Heely, voy a ir a "rondarla".
—Claro que sí —dijo Linus, girando e invitándolo—. Ven a la oficina.
Tengo que llamar a Kam para conseguir la dirección.
Joker le siguió.
Linus hablaba mientras caminaba.
—No mientas, Car... quiero decir, Joker. Quiero tu culo en mi mesa.
Quiero que Kam también te vea, y quiero que conozcas a mis hijos.
Joker tomó otra decisión.
—Estaré allí.
Linus le dio otra sonrisa.
Diez minutos más tarde, se fue con la dirección de la señora Heely, el
número de Linus en su teléfono, y el suyo en el de Linus. Todo eso después
de otro fuerte abrazo golpeando la espalda.
Él se marchó viendo a Linus de pie fuera del taller, sin dejar de
sonreír.
Joker no sonrió.
Pero eso no quería decir que no se sentía bien.

—¡Oh por Dios! —gritó la señora Heely, sus manos yendo hacia arriba
delante de ella antes de que se acercara más, lo agarró de ambos lados de
la cabeza, sin dejarlo ir—. ¡Carson!
Ella acababa de abrir la puerta y, como Linus, sabía exactamente
quién era él.
Sacudió la cabeza de lado a lado.
—¡Oh Dios misericordioso! ¡Misericordioso! ¡Qué fantástica sorpresa!
¡No lo puedo creer! ¡Simplemente no puedo!
—Qué hay, señora Heely —la saludó.
Ella dejó caer las manos y entrecerró los ojos.
—¿Qué hay? ¿Qué tipo de saludo es “Qué hay”, Carson Steele?
Antes de que pudiera responder (que no iba a hacerlo), se acercó a él.
—¿Y cuándo fue la última vez que te cortaste el cabello? ¿O te
afeitaste?
—Me gusta así —le contestó.
—Te ves desaliñado —replicó—. Eres un chico guapo. No deberías
ocultarte debajo de todo —hizo un circulo a cinco centímetros de su rostro—
, eso.
—¿Me vas a dejar entrar o me dejarás de pie fuera de la puerta por la
siguiente hora, librándote de mi trasero? —le preguntó.
Ella puso los ojos en blanco, fingiendo estar enojado aun cuando no
lo estaba. Él lo sabía. Lo vio en el gesto de su boca.
También lo sabía porque ella solía hacer eso.
Lo había echado de menos, pero no lo supo hasta ese momento.
—Tu lenguaje. Siempre tuve en mente tu lenguaje. La culpa es de tu
padre. —Lo atravesó con la mirada—. Y muchas otras cosas.
No tuvo la oportunidad de decir nada porque ella se hizo a un lado.
—Ven aquí —ordenó, agitando su mano para que él se moviera y
entrara—. Si hubiera sabido que ibas a venir, habría hecho galletas. Ya que
no hice, te daré Chips Ahoy o galletas Oreo. Creo que también tengo algo de
Wafers Nilla.
Maldición, se sentía bien saber que algunas cosas no cambiaban.
—Puede que no lo hayas notado, querida, pero ya no tengo ocho años
—murmuró, entrando detrás de ella y cerrando la puerta.
Ella se volvió hacia él.
—Yo tampoco y todavía me gustan las galletas.
Se le quedó mirando, giró los ojos otra vez y se desplazó a través del
pequeño espacio de la sala de estar y una cocina aún más pequeña.
Joker la siguió, no le gustaba lo que veía. No es que fuera un hoyo,
sólo que era pequeña. Ella la había llenado con cosas familiares para él,
decorándola. Pero no era como la casa en la que había vivido, donde había
vivido décadas de su vida sola.
Y no había ninguna bandera sobre la puerta.
—¿Dónde está la bandera? —preguntó con cuidado al tiempo que
entraba en la cocina.
—Tenemos un club de Dios donde todos vamos a hacer cosas tales
como bingo y noche de película, cada película que muestran califica como
PG. Les hablé de la bandera. Me dijeron que la dejara volar —respondió ella,
agarrando las tres marcas de galletas, poniéndolas en el mostrador, y
arrastrando los pies hasta la nevera para sacar la maldita leche.
Estuvo a punto de sonreír, porque el último vaso de leche que Joker
había bebido, se lo había dado ella.
—Qué bien que todavía la tengas a la vista —le dijo y ella lo miró luego
de bajar un vaso.
—Nunca la dejo fuera de mi vista, cariño.
Joker luchó por tragarse el nudo que repentinamente le estaba
apretando la garganta.
Ella le sirvió la leche.
Luego de hacer eso, la deslizó junto con las galletas hacia donde él
estaba apoyado con la cadera contra el mostrador.
—¿Dónde has estado?
—Por todas partes —contestó, alcanzando una Oreo. La miró a los
ojos—. En casa ahora.
—Bien, Carson —dijo suavemente.
—Ya no más Carson. Me conocen como Joker, señora Heely. Dejé al
hijo de mi padre atrás.
Ella asintió, sorprendiéndolo con su fácil aceptación de ello, sus ojos
moviéndose a su parche antes de alzarse nuevamente a los suyos.
—Encontraste un hogar.
—Sí, y hermanos.
—Escuché que algunos de esos chicos motoristas son de armar líos —
notó—. Escuché que algunos de ellos pueden cuidar de sí mismos.
—Tengo a ambos.
Sonrió.
—Supongo que eso es bueno.
—Lo es —le aseguró.
—Te eché de menos —susurró ella, tomándolo por sorpresa. La
mirada en su rostro, su tono, la tristeza en ello, contemplándolo, sus
entrañas se hicieron trizas—. Me preocupé por ti, mucho. Te extrañé, mucho
más. Pensé en ti cada día y…
Él la calló metiendo una Orea en su boca y atrayéndola en sus brazos.
Ella lo rodeó por la cintura y empujó su rostro en su pecho. Ella era fuerte,
sin embargo, y no le sorprendió cuando lo tuvo inmovilizado y no perdió el
control en el tiempo que él masticaba y tragaba la galleta.
Pero cuando ella inclinó la cabeza hacia atrás, dijo:
—Dios se llevó a mi muchacho. Luego él te entregó a mí.
Ahí fue cuando sus entrañas comenzaron a sangrar.
Miró fijamente su rostro arrugado. Un rostro que recordaba desde que
podía recordar. Sus ojos avellana brillantes con lágrimas.
Él no tenía idea.
Mierda.
Ninguna idea.
Pero debió saberlo. Ella le había dado millones de pistas.
Su voz fue ronca cuando comenzó a hablar:
—Señora Heely…
Ella negó con la cabeza.
—No seguiremos con eso. Estás aquí. Estás sano. Eres fuerte.
Encontraste un lugar donde encajas. Estoy contenta. Si tenías que irte para
encontrar eso, entonces está bien. Pero esta vez, por esta anciana, ¿te
quedarías un tiempo?
Joker le do un apretón y nuevamente salió ronca cuando dijo:
—No voy a ninguna parte.
Apartó sus brazos de alrededor de él para apoyar las manos en su
pecho.
Por su parte, Joker no la soltó.
—Bien —susurró antes de darle dos palmadas en el pecho con ambas
manos y salirse de su agarre—. Ahora, come tus galletas y cuéntame todo.
Y no dejes nada afuera, incluso si se trata de algo jugoso. Les he estado
contando a las personas de aquí sobre ti por un año. Todos tenemos que
ponernos al día y estamos hartos y cansados de PG.
—Sabes que no voy a decirte cosas que sean jugosas —respondió
Joker.
Ella le lanzó una mirada.
—Soy mayor que tú, apenas me sorprenderías.
—¿Quieres apostar? —preguntó.
—Inténtalo —contratacó.
Y ahí fue cuando sucedió.
Los labios de Joker temblaron.
No fue grande desde el exterior.
Pero aun así fue enorme.

Joker se estacionó en el lote de estacionamiento y de inmediato vio


que el Tercel de Carissa era uno de los mejores autos allí.
Se detuvo, lo puso en punto muerto y miró en los alrededores.
Cuatro pisos. Forma de L. Todo de ladrillos. Todos apartamentos. En
el exterior pasarelas hechas de cemento. Feas barandillas de metal. Lo
mismo para las escaleras, unas en el frente, unas en la curva de la L. Ni una
sola cosa lo hacía parecer distinto de lo que era. Departamentos baratos
para aquellos suficientemente desafortunados como para tener que vivir allí.
Y vio a unos pocos de esos suficientemente desafortunados para tener
que vivir allí.
Un hombre y una mujer juntos en la pasarela al lado de la barandilla,
en el segundo piso. El hombre estaba fumando, la mujer parecía que lo
estaba insultando, el hombre parecía como a dos segundos de hacer lo que
considerara necesario para hacerla callar.
Una anciana en la planta baja, con la cabeza gacha, en bata, los pies
en pantuflas, observándolos, probablemente para poder compartir lo que
viera. Pero lo estaba haciendo de una manera en que Joker supo que ella lo
había presenciado antes. De la pareja. De otros. Y ella había visto mucho
más.
Un par de niños pasando alrededor de los autos, pareciendo
totalmente inocentes, pero lo que sea que se tratara, no era nada inocente.
Joker miró al tercer piso, le echó un vistazo y vio los números que
estaba buscando, la del medio colgando boca abajo.
Apartamento 323.
El apartamento de Carissa.
Sintió a su boca apretarse a la vez que sacaba el teléfono del bolsillo.
Su pulgar se movió sobre la pantalla y lo llevó a su oreja.
—Hermano —respondió Tack.
—¿Dónde estás?
—Es domingo. ¿Dónde estaría?
En casa, con su mujer y sus niños.
—Necesito tener una charla —le dijo Joker.
—¿Cuán secreta tiene que ser esta charla? —preguntó Tack.
—Puede depender de ti. Comparte lo que tenga que decir con Cherry,
llama. Pero aparte de eso, silenciosa.
—¿Dónde estás?
—En ningún lugar bueno.
—No quiero hacerte arrastrar el culo hasta aquí, no quiero tener que
llevar mi culo hasta la ciudad. Por lo tanto, ayúdame, Joke. ¿Dónde queda
la mitad de camino?
—Morrison Inn —le dijo Joker.
—En treinta —contestó Tack y desconectó la llamada.
Joker metió el teléfono en su bolsillo, miró hacia el apartamento de
Carissa, sabiendo que ella estaba allí porque su auto lo estaba y dilucidando
si se encontraba allá arriba sola, matando el tiempo hasta que su pequeño
estuviera de vuelta.
Él no iba a dar los pasos que sabía que ella tenía que tomar, cargando
a su hijo, llevando los alimentos, golpeando en su puerta para hacerla sentir
menos sola.
Tenía que conformarse con la certeza de que en algún momento
mañana ella tendría a su hijo de vuelta.
Estaría bien.
O tan bien como podría estar.
Rodeó el estacionamiento y condujo fuera de Denver hacia las laderas
de la montaña para llegar a Morrison Inn.
Tenía una cerveza frente a él en el bar cuando Tack entró.
Esperó hasta que Tack tuvo su propia cerveza antes de comenzar.
—Escuché el rumor de que los inquilinos del viejo departamento de
Tyra dieron una notificación.
Tack tenía la cerveza en sus labios, sus ojos en la barra, cuando
respondió.
—Escuchaste bien.
—Quiero que se lo ofrezcas a Carissa.
Los ojos de Tack se dirigieron hacia él.
—Decirle alguna tontería que Tyra lo compró hace años, hipoteca baja
o pagada o cualquier cosa. Me importa una mierda —le dijo Joker—.
Descubriré lo que está pagando ahora. Le agregas un par de cientos para
que ella no pueda leer el engaño. Cual sea la diferencia, me haré cargo del
resto.
Tack le dio un trago y bajó la cerveza pero Joker no había terminado.
—También necesito conseguir algo de información.
—¿Eso sería?
—Un hombre llamado Robinson. Quiero saber dónde está. Quiero
saber cómo está.
—¿Quieres decirme quién es? —preguntó Tack.
—Lo conocí una vez. Un buen hombre. Lo último que supe, había
sabido lo que podía implicar. Perdió un bebé. Quiero asegurarme de que la
vida para él ha resultado bien.
Tack lo estudió por un instante, lo hizo con algo de intensidad, Joker
lo soportó, entonces Tack dijo:
—Necesito más que Robinson.
—Te conseguiré lo que necesites.
Tack asintió, apartó la mirada, levantó su cerveza y tomó otro trago.
Mantuvo su mirada en el fondo del bar cuando dijo:
—No es usual en mí, decirle a un hombre dónde poner su pene, pero
lo cierto es, no soy el único hermano que está prestando atención y hay un
pedazo dulce disponible. Un pedazo sólo abierto para ti y no lo estás
aceptando.
Mierda, esto no.
—No voy a tener esta conversación de nuevo.
Tack lo miró.
—Puedes romper el ciclo.
Joker sintió su ceño fruncirse.
—¿Dilo de nuevo?
—He visto tu lucha. He trabajado a tu lado. No fumas. Nunca
pregunté. Ahora estoy preguntando. ¿Cómo conseguiste esas quemaduras
de cigarrillos en el interior de tus brazos?
Joker se apartó.
Tack apoyó los antebrazos sobre la barra pero lo hizo deslizándolos
un poco hacia Joker, sus ojos nunca abandonando los de su hermano.
—Joke, es tu historia para contar cuando quieras. Es tu historia para
guardar si nunca quieres contarla. Pensé que tenías secretos. Lo que te está
conteniendo con esta chica, creo que estoy equivocado. No tienes secretos.
Tienes demonios.
—Tuve un padre de mierda —dijo entre dientes Joker, sorprendido de
que lo soltara. Pero no inquieto por ello.
Con lo que había hecho ese día, el momento había llegado.
Algo letal se deslizó en los rasgos de Tack.
—¿Te quemó?
—Y otras cosas, sí.
—Jesucristo —siseó Tack, volviendo a mirar a su cerveza.
—Hace mucho tiempo —le dijo Joker.
—El chico en la valla.
—¿Huh?
Tack lo miró.
—Ya sabes, hermano. Te conozco por más de un año. Eres el niño en
la valla.
Joker no dijo nada, pero lo sintió muy hondo en sus entrañas.
—Te quemó. —La voz de Tack fue tensa—. Y te dejé parado en esa
jodida valla.
La última persona culpable de esta mierda era Tack.
Joker comenzó a decirle eso.
—Tack…
Tack lo interrumpió.
—Tus cicatrices, tu llamada, pero lo conocemos. Sabemos dónde vive.
Y sabemos cómo hacerlo sufrir. Sólo dilo, y tus hermanos irán de inmediato.
Joker negó con la cabeza.
—Él no es digno de su tiempo.
—Jodes con esta chica por ahí, la dejas deslizarse a través de tus
dedos, te equivocas. Porque eso no es propio de ti. Esas son cosas de él.
—Estoy haciendo lo correcto por ella.
—Ahí es donde te equivocas.
Joker cerró la boca.
Tack tomó otro trago de cerveza y miró a la parte posterior del bar.
—No estás solo. Todos estamos involucrados. No queremos que esa
semilla crezca. Debemos detenerla desde ya porque si no lo hacemos, nos
va a convertir en nuestros propios viejos. —Miró de nuevo a Joker—. Cada
hermano que tienes, que temía esa semilla, acabó con ella, Joke.
Encontraron Chaos, rompieron el ciclo.
—Rush no lo hizo —señaló Joker—. Un hermano no tiene por qué
hacerlo.
—Sí, tiene que hacerlo —expresó Tack con firmeza, una declaración,
en cierto modo, que llegó a Joker hasta el fondo. Rush y su padre no
estuvieron de acuerdo en muchas cosas, sobre todo en lo que respecta a la
dirección del club. Además de nunca mantenerlo en secreto.
Tack siguió.
—Eres la próxima generación, Joker. En este momento, los hermanos
más importantes de nuestro club son aquellos que están estableciendo el
camino a partir de donde abordaremos a la generación que reclutes. Un
camino que, para ese momento, si te quedas en el correcto, construirás una
fundación que espero como nunca sea la maldita cosa más extraordinaria.
Los que aún quedamos por aquí, fuimos escogidos con cuidado. Ahora
tienes que elegir muy bien. Shy se encargará de eso, y Rush tiene sus ideas.
Pero esperemos a ver lo que Rush nos trae a la mesa. Shy mantendrá todo
bajo control. Si tú logras controlar el resto, estaré mucho más tranquilo.
Joker no lo entendía.
—¿Shy mantendrá todo bajo control?
Tack alzó la barbilla.
—Mi chica velaba por la familia, se encargaba de controlarla. Está la
vida en la que ella se estaba encaminado y luego está la vida que nosotros
llevamos. La vida que llevamos es importante para mí, y quería que ella fuera
parte de la misma. Shy la trajo de vuelta.
Fue entonces cuando Joker comprendió. Tabby había estado
comprometida con un fisioterapeuta que nunca vivió plenamente. El hombre
murió en un accidente de auto.
Luego vino Shy.
Tack no esperó a que él lo confirme, siguió hablando.
—Supongo que tu padre no te dio este consejo, así que yo lo haré. Un
hombre se define de muchas maneras. Una de ellas es la mujer que escoge
tener a su lado.
—Dice mucho —murmuró Joker, volviéndose a su propia cerveza, y
antes de tomar un sorbo, terminó—, viendo como mi madre dejó a mi padre
antes de que yo tuviera la edad suficiente para entender.
—Más importante que eso, es la mujer que opta por tener a un hombre
a su lado —declaró Tack en los talones de las palabras de Joker, y Joker lo
miró de nuevo—. No tendrías tu parche si ninguno de tus hermanos pensara
que no encajarías en Chaos. Tu viejo eligió el tipo de mujer que abandonaría
a su hijo, eso lo define a él. Tu madre abandonó a su hijo, eso la define a
ella. Sólo recobra la compostura y explora lo que te están ofreciendo justo
ahora, ya lo has superado antes porque sabes que lo que te ofrecen no viene
con esa clase de mierda.
Era el momento de compartir.
Y así lo hizo.
—Se trata de que yo la proteja, Tack.
—¿Contra qué?
Se inclinó hacia su hermano y siseó entre dientes:
—Demonios.
Tack sostuvo su mirada y susurró en respuesta:
—Te dio una paliza.
—No valía la pena.
—¿Él?
—Yo.
—Hermano. —Tack se deslizó aún más cerca—. Él plantó esa semilla.
—Lo sé. Pero no quiere decir que no formó raíces.
—Temes la oscuridad. —Era una declaración.
Una correcta.
—Ella no necesita oscuridad. —Joker dijo a Tack algo que cualquiera
sabría con tan sólo mirar a Carissa—. Jamás debería haberla tenido y ha
tenido una vida de ella. Lo que hay dentro de mí está soltándose cada vez
más, y va a engullirla.
—Tienes que encontrar una manera de liberarla.
—¿Cómo?
—¿Quieres la verdad? —preguntó Tack.
—Absolutamente —respondió Joker.
—Si tus hermanos no te han llevado a esa revelación, entonces,
deberías hundir tu polla en el dulce lindo y mojado coño.
Joker se echó hacia atrás.
—No estoy jodiendo, hombre —le dijo Tack.
Joker no volvió a decir nada.
Tack lo estudió antes de comentar:
—Crees que soy un sometido.
Joker no respondió. No le faltaría el respeto a un hermano así, sobre
todo, no a Tack.
Pero él pensaba eso.
Absolutamente.
Tack sonrió y tomó un trago de su cerveza.
Después de dejarla sobre la mesa, dijo reflexivamente, sin dejar de
sonreír.
—Tal vez lo soy. Sin embargo, la forma en que soy y la mujer que tengo
llevando el látigo, es una buena cosa a ser.
—Claro —comenzó a decir Joker y recibió la mirada de su hermano
una vez más—. Voy allí, ella tiene un niño. Su ex la jode, y va a seguir
jodiéndola, hombre, y si pierdo los estribos, entonces, ¿dónde queda ella?
La expresión divertida de Tack desapareció.
—Eso justo ahí es lo que tienes que resolver.
—¿Qué?
—Es lo que creo que es, todo lo que tienes que hacer es mirarla, y te
cierra.
—¿Cierra?
—¿Crees que sería capaz de hacer una mierda para lastimar a mi
mujer?
Joker sintió el calor subirle a la garganta.
—¿Mis niños? —presionó Tack.
—No —pudo decir Joker.
—Ella es lo que yo creo, todo cierra.
—¿Y si no lo hace?
—Entonces no es quien creo que es.
—Lo es —dijo inflexiblemente Joker y Tack lo miro un poco antes de
romper a reír.
Joker no se rio.
Bueno, él nunca lo hacía.
Pero en ese momento, simplemente no había una mierda que le
pareciera graciosa.
Aún riendo, Tack dijo:
—Jesús, Joker, tú ya conoces tu camino.
—También conozco el de ella, y no es el camino de ser la mujer de un
motociclista. Mierda, Tack, fue porrista.
Tack volvió a perder la risa y fulminó a Joker con la mirada.
—Ahora, hermano, si no crees que eres lo suficientemente bueno, que
tu vida es lo suficientemente buena, y que la familia que puedes darle es lo
suficientemente buena, entonces tenemos un problema aún mayor.
—No metas esa mierda en esto, porque sabes que no corresponde. Tú
también me entiendes. Hay mujeres construidas para la vida. Hay mujeres
que la toleran. Pero ella se merece una casa con vallado blanco, Tack.
—Pues dale una. Ninguna ley dice que no puedes vivir con una valla
blanca.
Jesús.
Mierda.
Mierda.
El también sentía ese ardor en la garganta. Tan fuerte que tuvo que
beber un largo trago de licor para adormecerlo.
Tack se volvió de la barra para mirar completamente a Joker.
Y luego lo dijo:
—Ese hijo de puta, te enseñó a pensar que eres basura. Tú lo
aceptaste. Eras un niño. No tenías otra maldita opción. Pero estaba
equivocado, Joke. Y la única persona que no parece entenderlo eres tú.
Entiéndelo. Supéralo. Quita tu cabeza de tu trasero. Y busca lo que te
mereces. Encuentra un poco de puta felicidad. Si no es esta chica, no lo es.
Pero sea lo que sea, lo quiero para ti. Tus hermanos lo quieren para ti. Sus
mujeres lo quieren para ti. El único que no está buscándote eso mismo, eres
tú.
Joker miró hacia otro lado, levantó la cerveza y volvió a beber.
—Es tu decisión no aceptar eso —dijo Tack, y Joker lo sintió terminar
su cerveza y moverse para bajarse del banquillo.
Pero él no había terminado. Y dejó su última carta para el final.
—Bueno, no son muchas las personas en este planeta con las que me
sentaría a beber una cerveza. Pero, verás, mi mujer está arriba en la
montaña con mis hijos. Y tú tienes mi cariño, Joke, tengo todo el tiempo del
mundo para ti. Pero sinceramente, preferiría estar montaña arriba viendo a
mis hijos destrozar la casa y a mi mujer sentada mirándolos pensando que
es una ternura cuando no lo es antes que estar aquí abajo contigo,
moviéndote revolcarte en una mierda que ya es pasado. Sabes cómo me
siento respecto de mi club. Piensa en eso.
Kane Allen era un hombre sabio, y fuerte, por lo que Joker lo pensó.
Y Joker pensó en Rider y Cutter y el hecho de que Tack no mentía.
Esos chicos eran unos matones y ninguno aún llegaba a los diez años.
Entonces pensó en Tyra, sus faldas ajustadas, su trasero en esas
faldas ajustadas, el acto de clase y elegancia que ella era de pies a cabeza,
y el hecho de que el único hombre del planeta que había podido tocar ese
trasero estaba sentado a su lado.
Y entonces pensó que no quería ser la clase de hombre que se
revolcaba en el pasado. Pero creía que estaba actuando como uno.
Y por último, Joker pensó que todo eso daba para pensar.
—Ve —murmuró, volviendo a beber y sin mirar a su hermano.
—Tyra va a buscarlo. Meteremos a Carissa en esa casa.
Joker lo miró.
Tack siguió hablando,
—Veo que no he arreglado tu mierda, y eso me preocupa, pero son tus
problemas para solucionar, tú escoge tus tiempos. Ahora necesitas eso,
tiempo. Pero si necesitas hablar de nuevo, Joker, estaré en el banquillo de
al lado. Lo repetiré hasta que me quede sin voz. Lo diré todas las veces que
sea necesario hasta que lo entiendas. Me importas tanto que lo haré. Y
ahora, me voy. Pero si me necesitas de nuevo —inclinó la cabeza hacia la
barra—, allí mismo estaré.
Luego, después de sacar la billetera, arrojar unos billetes sobre la
barra, y palmear a Joker en el hombro, Tack se fue.
Joker lo vio irse.
Luego se terminó su cerveza.
Se pidió otra.
Bueno, puedes besarme el trasero, imbécil. Más de un año, ¿y esta es
la primera vez que vienes a verme?
Dios se llevó a mi chico. Y luego me entregó a ti.
Me necesitas de nuevo, allí estaré.
Con todos esos pensamientos rondándole, Joker se tomó su tiempo
para terminar la segunda cerveza.
Cuando acabó, dejó. La botella vacía en la barra, salió hacia su moto,
a casa en el Complejo, y derecho a una habitación limpia.
Con sábanas mayormente limpias.
Capítulo 8
Me siento afortunada

Carissa

—Creo que le gustas —le digo a Big Petey a través de una sonrisa.
A pesar que, del modo en que Travis, quien Big Petey estaba
sosteniendo, estaba tratando de engullir la nariz de Pete, yo más bien diría
que fue amor a primera vista.
Era martes, al final de la mañana, y estaba de pie en la barra del
Complejo de Chaos al lado de Big Petey, quien estaba en un taburete y se
acababa de apoderar de mi hijo.
—Ooo, él es tan lindo. Recuerdo los días cuando ellos eran todos
cálidos y serpenteantes bultos de bondad —arrulló Tyra, de pie tras la barra.
Pete evitó tener su nariz amputada por los dientes de leche y las encías
y lo hizo inclinando su cabeza y soplando una ruidosa pedorreta en la mejilla
rechoncha de Travis, haciendo a mi bebé reír y retorcerse más, lo que me
hizo sonreír aún más.
Una vez que hizo eso, Pete se volvió hacia Tyra y ordenó:
—No te hagas ideas, mujer. Tu hombre ya está ahorrando, no para la
futura matrícula universitaria, sino para el futuro dinero de la fianza. No
necesita más dolores de cabeza en forma de vándalos.
Miré a los dos niños con cabezas oscuras que actualmente estaban
luchando por el suelo del Complejo, gruñendo y dándolo todo, algo que Tyra
estaba ignorando, por lo que supuse que era normal, y pensé que Pete no
estaba equivocado.
—Tack me daría diez niños más si los quisiera —contestó Tyra.
—La definición de locamente enamorado —dijo Pete entre dientes,
volvió su atención hacia Travis y lo aconsejó con seriedad—: Aprende pronto,
pequeño hombre, encuentra a una mujer fea así ella terminará
deshaciéndose por hacer tu voluntad, no a una chica guapa por la que
acabaras rompiendo tu espalda por hacer la suya.
—¡Pete! —soltó Tyra.
Él la miró de nuevo.
—¿Qué?
Tyra lo fulminó.
Me mantuve fuera de esto sólo porque Travis aún tenía que aprender
a entender inglés.
Afortunadamente para Big Petey (o tal vez Tyra), en ese momento, un
ruido de un fuerte choque sonó en la habitación y miré para ver que Rider
y Cutter habían golpeado con una silla.
Pero todavía estaban luchando.
Miré a Tyra.
—Uh… ¿esto es normal?
Ella dejó de mirar a Big Petey y me miró.
—Soy hija única, pero Tack tenía un hermano con el que no ha
hablado en años.
Eso no respondía a mi pregunta, pero ella no había terminado.
—Él dijo que realmente nunca tuvieron nada que ver el uno con el
otro. De vuelta hasta que eran jóvenes. Él también tenía una hermana.
No pensaba que el tiempo pasado de esa última parte fuera una buena
cosa, pero no llegué a reaccionar ya que ella siguió.
—Dijo que siempre estaban peleándose todo el tiempo. Pero él la
adoraba. También dijo que Tabby y Rush estaban constantemente en ello
desde niños hasta adolescentes. Y ellos son súper cercanos. —Ella miró a
sus hijos—. Mis niños siempre están juntos, a veces luchando o discutiendo,
a veces no. Lo que sea que esto sea significará otra cosa después. Sabiendo
eso, los dejo estar.
Esto era comida para el pensamiento por si tenía la suerte de darle a
Travis un hermano.
Estaba considerando esta noción cuando la puerta principal se abrió
y torcí mi cuello para ver a Tack atravesándola. Mientras él se movía
alrededor de la barra y venía hacia nosotros, le dio una elevación de barbilla
a Pete, un guiño hacia mí, y una sonrisa a su mujer que hizo que mi corazón
se agitara con felicidad por Tyra.
—¿Has hablado con Carissa? —preguntó.
—¡No! —Tyra lloró—. ¡Ostras! Con ella apareciendo con Travis, me vi
envuelta con el bebé y se me olvidó.
—¿Hablarme de qué? —pregunté.
Tack llegó a Tyra mientras Tyra me miraba.
—Tack y yo todavía poseemos mi antiguo lugar. Lo alquilamos por
dinero extra. Y nuestros inquilinos dieron aviso hace una semana.
No sabía por qué me estaba diciendo esto, así que cuando ella dejó de
hablar dije:
—Está bien.
—Pensé que tal vez querrías echarle una mirada —dijo Tack.
—Yo…—Empecé pero sólo llegué allí.
—Una casa pequeña —declaró Tyra y ante eso, mi corazón golpeteó.
¿Travis y yo en una pequeña casa?
¿Cómo de maravilloso sería eso?
—Dos habitaciones —continuó.
¿Dos dormitorios?
¡El cielo!
—Rehíce la cocina cuando estuve allí, lo que fue hace un tiempo, pero
todavía está bien —siguió—. Y pusimos una nueva moqueta por todo el lugar
y repintamos después de los inquilinos anteriores a estos y nuestros
actuales inquilinos sólo han estado allí unos pocos meses. Por lo que está
muy bien.
—Yo, uh… yo… —tartamudeé.
—Necesitamos a alguien en quien podamos confiar —me dijo Tack—.
Quien no nos deje tirados. Saliéndose antes de tiempo porque tienen un
niño, se quedó embarazada, necesitan un lugar más grande. Los anteriores
a estos tuvieron un cachorro, no nos lo dijeron, no pagaron un depósito para
animales, el cachorro destrozó el lugar. Lo que compró una nueva moqueta
y pintura y un dolor en nuestros culos. No vale la pena la molestia de
enfrentarnos con una pareja por un edificio familiar. Pero necesitamos
alguien estable. Regular. De la familia, lo que significa de nuestra familia,
que sabemos que tendrán cuidado del lugar.
Definitivamente yo cuidaría de su lugar.
Sin embargo, probablemente tendría que empezar vendiendo el
plasma (y luego algo más) para pagarlo.
—Bueno… —empecé.
Tyra me cortó de nuevo.
—Seiscientos dólares al mes.
Mis ojos se agrandaron.
¿Seiscientos al mes?
Esto era sólo unos cientos más de lo que ya estaba pagando
actualmente para el lugar no tan genial en el que estaba criando a mi hijo.
¡Un trato!
Ella se fijó en mis ojos grandes y añadió rápidamente:
—Además cable gratis. —Cuando no hablé porque la emoción me
enmudeció, lanzó—: Y electricidad pagada.
—Yo, uh… ¿una casa por seiscientos dólares? —finalmente solté.
—Es agradable. Realmente linda. En un buen barrio. Y dijiste que no
estabas muy emocionada de donde te estás quedando —dijo Tyra a modo de
respuesta.
En este punto, Tack estaba sosteniendo su teléfono.
—Desplázalo, chica. Esas son imágenes. Podemos llevarte a una
vuelta cuando sea. El lugar estará abierto a final de mes, lo que significa
una semana.
Tomé el teléfono y me desplacé a través de las fotos. No eran grandes
en el teléfono pero todavía pude ver que el lugar no era agradable.
Era muy agradable. Limpio y atractivo, con personalidad.
No algo que costara seiscientos dólares al mes.
Y aquí estaba de nuevo.
Esto no era un trato, era un robo.
Y yo sería el ladrón.
Maldita sea.
Le di a Tack su teléfono, diciendo.
—Esto es muy dulce pero no podría.
—¿Por qué no? —preguntó.
—Porque pueden obtener más si se lo alquilan a otra persona —
expliqué lo que él muy bien sabía.
—Sí, y podemos conseguir más dolores de cabeza con perros y
saltadores de contratos y mierda de esa —contestó.
—Sin mencionar, el coste de colocar un anuncio en el periódico —
añadió Tyra.
No sabía lo que costaban los anuncios pero sí sabía que costaran lo
que costaran no cubriría lo que no estaban haciendo si alquilaban el lugar
a alguien que pudiera permitírselo.
—Y no vamos a ir a través de una empresa de gestión —añadió Tack—
. Por lo que tendremos que ir a través de aplicaciones, para cheques de
crédito, dejar mierda para mostrarlo, es un dolor en el culo. Lo tomas, no
tendremos que hacer ninguna de estas mierdas.
De acuerdo, bueno, me podía imaginar que nada de eso era divertido,
sin mencionar que consumirá tiempo y dinero.
—¿Cuándo finaliza tu contrato? —Tack presionó.
—Es de mes a mes. Donde estoy, saben que no deben tratar algo de
más de seis meses. Los inquilinos son bastante transitorios —dije—. Una
vez hice mis primeros seis meses, fueron mes a mes.
—¿La notificación? —preguntó.
—Tendría que comprobarlo, pero creo que es de una semana.
—Ríndete. Te llevaremos. Los chicos ayudarán. En primer lugar, Tyra
te mostrará los alrededores para que así sepas si es donde quieres estar.
Yo ya sabía que era donde quería estar. Yo, Travis, una limpia y
agradable casita que no estaba en mi actual barrio. Era donde quería estar.
Pero aprovecharme de ellos no era quien quería ser.
Abrí la boca para responder, sin saber cómo darle la vuelta, pero no
solté una palabra.
La puerta principal se abrió de nuevo, todos los ojos fueron allí,
incluyendo los míos, y cerré mi boca mientras que esta vez mi corazón se
detenía antes de que se acelerara cuando Joker entró.
Por desgracia, mi paseo con Snapper había desaparecido el domingo
por la mañana. Lo supe cuando me levanté con un dolor extraño que tenía
a Joker y su morena escrito por todas partes. Por suerte, tenía trabajo para
sacarlo de mi mente y a Travis de vuelta de modo que el dolor se fue cuando
mi pequeño volvió a llenar mi vida.
Pero incluso con el trabajo (y Travis) no pensé en mucho aparte de
Joker, y había llegado a la conclusión que no era culpa de Joker. Él no me
había dado falsas esperanzas. No me había dado ninguna indicación (aparte
de devolverme ese beso) de que estuviera interesado en absoluto.
Por lo que era toda yo.
Aun así, había dolido.
Y verlo en ese momento, trajo el dolor de vuelta.
Lo sentí asentarse mientras Joker hacía casi lo mismo que Tack
cuando entró, excepto que él vino por la parte exterior de la barra, y después
de levantar e inclinar su barbilla hacia los otros en la habitación, sus ojos
fueron hacia mí.
—Butterfly —murmuró.
Otro salto en mi corazón.
Los apodos, obviamente, eran una cosa de motoristas. Los padres de
Joker no le habían llamado Joker, seguro. Y Shy no era Shy, Tabby me había
dicho el sábado por la noche que su verdadero nombre era Parker. Lo mismo
con High, Snapper, y el resto (aunque no sabía sus nombres reales, sólo
conocía lo que Tab se refería como sus nombres del club).
Dicho eso, Ride y Cut eran los nombres de los niños de Tyra y Tack,
pero eran acortados de Rider y Cutter.
Por lo que apodar era una cosa de los clubs de moteros.
Aun así, me hubiera gustado que Butterfly tuviera un significado
distinto.
Mientras estaba deseando eso, Joker pasó más allá de mí.
E hizo eso para ir directamente hacia Big Petey.
Y lo hizo para que así pudiera tirar con fuerza a Travis de los brazos
de Pete, levantarlo para que estuvieran cara a cara, y preguntar:
—¿Cómo va eso, chico?
Tomando eso, de repente tuve problemas para respirar.
Travis se llenó de alegría y trabó sus dos manos en la barba de Joker.
Joker tiró de él como si fuera a darle un beso, pero no lo hizo. Sólo
tocó su frente con la de Travis antes de bajarlo, haciendo que Travis perdiera
su agarre de sus bigotes. Luego metió el pequeño trasero de Travis en su
mano, colocando su espalda en la curva de su brazo, y se volvió hacia mí.
—¿Todo bien? —preguntó.
Aunque yo no estaba segura acerca de su pregunta, en ese momento,
Joker sosteniendo a mi hijo enfrente de mí, todo estaba definitivamente bien.
—Eh… sí —murmuré.
Entonces con el fin de permanecer sana, aparté mis ojos de Joker y vi
que Big Petey tenía su cabeza baja para mirar a su regazo, pero pude por el
lado de su rostro que sus labios estaban curvados hacia arriba.
Eché mi mirada detrás de la barra y vi que Tyra se veía como si
estuviera tratando de no reír. Sus ojos estaban en Joker, y estaban bailando.
Tack también estaba mirando a Joker, y sus labios estaban curvados
hacia arriba también, pero él también estaba sacudiendo su cabeza.
No sabía qué significaba todo esto, y no le di ningún tiempo para
averiguarlo.
No podía.
Porque no sabía qué hacer.
O qué decir.
Lo que sí sabía era que ese dolor se había intensificado tanto como
disminuido. La contradicción no podía ser real, pero lo era y lo sabía porque
podía sentirlo.
—¿Le dijiste sobre tu lugar? —preguntó Joker y volví mis ojos de
nuevo hacia él para ver que se estaba dirigiendo a Tack y a Tyra.
—Sí —respondió Tack—. Ella se estará mudando a final de mes.
Abrí mi boca una y otra vez y no salió nada antes de que Joker
hablara.
—Bien. Es seguro, Carrie, y limpio. También está cerca de LeLane.
Mi cuerpo se bloqueó.
¿Carrie?
Lo miré y el dolor se había ido.
Entonces algo que dijo me golpeó.
—¿Está cerca de LeLane? —pregunté.
—Tu tienda. Sólo tal vez cinco, diez minutos de distancia —contestó
Joker.
En mi vida, cinco, diez minutos era mucho mejor que veinte. Sin
mencionar que ahorraría en gasolina. No miles de dólares, pero todos los
ahorros significaban algo para mí.
Además, tenía totalmente la intención de pagarle a Big Petey algo por
cuidar de Travis, pero sabía que lo que fuera que pagara probablemente no
se acercaría a lo que estaba pagando de guardería. El centro de Travis era
impresionante, pero era caro.
Mi actual alquiler era súper barato. Pero pagar lo que fuera que fuera
a pagarle a Big Petey, lo que sería menos de lo que estaba actualmente
pagando de la guardería, era muy probable que cubriera el coste adicional
de vivir en el antiguo lugar de Tyra.
Y por último, donde vivía era ruidoso. No era seguro. No era atractivo.
No estaba bien cuidado. Era demasiado pequeño. Y vivía en el tercer piso.
Desde que de ningún maldito modo iba a dejar a mi hijo en mi apartamento
mientras llevaba comestibles (o lo que fuera) eso significaba que tenía que
subir los dos tramos de escaleras varias veces, transportando lo que fuera
necesario junto con Travis. Y eso era un dolor en el trasero.
Todo eso significaba que no tenía más remedio que aceptar su bondad.
De nuevo.
Puede, que cuando me volviera una estilista, Tyra me dejaría hacerle
el cabello de forma gratuita y me dejaría hacer eso por toda la eternidad.
Mire de Joker hacia Tack y Tyra.
—¿Podemos arreglarlo para que Travis y yo lo visitemos mañana?
¿Digamos, después de que haya terminado mi turno?
El rostro de Tyra se iluminó.
—Seguro.
—Da el aviso hoy, sin embargo, nena —me ordenó Tack.
Asentí.
—Hola. —Todos escuchamos.
Miré hacia el otro lado, inclinándome hacia un lado, y vi a Snapper en
nada más que unos largos pantalones cortos y zapatos de gimnasia, llevando
una camiseta blanca de tirantes en su mano, su pecho bien definido
exhibiéndose (y cubierto por una capa de sudor). Se estaba dirigiendo hacia
fuera de la puerta que daba al pasillo lateral y también, por lo que había
aprendido en el día de limpieza, en una sala de reuniones, una sala de
entrenamiento, algunas puertas cerradas que no sabía lo que eran, y una
sala de lavandería.
—Hola, Snapper —llamé y sus ojos vinieron hacia mí antes de sonreír.
—Hola, nena.
Alcancé y agarré a Travis de Joker (haciendo esto evitando sus ojos).
Travis se agarró de mi cabello de inmediato, pero no lo sentí (tenía mi cuero
cabelludo endurecido ya que él lo hacía un montón y mi cuero cabelludo no
tuvo más remedio que endurecerse). Una vez que lo tuve, me dirigí a
Snapper.
—Este es mi hijo, Travis —declaré y miré hacia Travis—. Travis, este
es Snapper. Se llevó a mamá de paseo en moto el sábado y estuvo realmente
bien.
Travis gorgoteó, mirando hacia Snapper mientras trataba de comerse
su propio puño.
—Hola, hermanito —dijo Snapper en voz baja, levantando una mano
hacia Travis, lo que significaba que Travis perdió interés en comerse su
propio puño, envolviendo sus dedos de bebé alrededor del dedo índice de
Snapper, y tirando de este hacia su boca.
Apenas consiguió mojarlo antes de que Travis ya no estuviera en mis
brazos. Tampoco tenía su agarre en el dedo de Snapper.
Estaba sujeto contra el pecho de Joker.
A Travis no le importaba, y lo supe cuando él comenzó a golpear la
mejilla con barba de Joker y luego cayó hacia adelante y le lamió los bigotes
negros.
Eso hizo que el dolor volviera, pero a través de él, me sorprendí de la
maniobra de Joker.
De hecho, estaba sorprendida de que lo hubiera hecho la primera vez
con Big Petey (aunque no de manera tan agresiva).
Y estaba tan sorprendida, que estaba a punto de decir algo.
Pero entonces lo sentí.
La tensión en la sala.
Fue entonces cuando lo vi.
Incluso con un bebé sorbiendo su barba, Joker tenía sus ojos pegados
en Snapper y él no estaba mirándolo con el amor fraternal de un motorista.
Quería dar un paso atrás.
Más aún, quería agarrar a mi hijo y luego tomar un paso atrás.
Pero no me perdí la pesadez de la situación y sentí que algún
movimiento no sería una buena idea.
Así que me quedé quieta y esperé.
Afortunadamente, la espera no duró mucho.
Extrañamente, terminó con Snapper diciendo en voz baja:
—Lo entiendo.
A lo que Joker retumbó aún más bajo:
—Bien.
Sentí que mis ojos se abrían más, incluso si no tenía ni una remota
idea de lo que estaba ocurriendo.
Travis dejó de lamer su bigote y declaró: “Bee, bo, bha”, y tiró del
cabello de Joker.
Joker lo ignoró y siguió frunciéndole el ceño hacia Snapper.
—Hermanos, él última día del mes, déjenlo libre. Necesitamos a los
hombres para que muden a Carissa al viejo lugar de Tyra —anunció Tack a
través del aire espesado.
Snapper retrocedió, me dio un vistazo, y dijo,
—Me apunto. —Levantó su camiseta hacia mí—. Qué bueno verte,
nena. Tu niño es lindo.
Después de eso, se fue con pasos largos sin que yo fuera capaz de
decir algo. Levanté la mirada hacia Joker, sin saber si quería gritar,
estampar mi pie en el suelo, exigir una explicación, o reír histéricamente.
No hice ninguna de esas cosas.
Joker todavía tenía a Travis sostenido en alto pero ahora tenía su
cabeza girada hacia él.
—Sé que tú no tienes nada, amiguito, pero te crecerá y como que a mí
me gusta mi cabello donde está.
Travis emitió un “dee dah”, y le pegó a Joker en la boca.
Esa boca se retorció.
Muy bien.
Suficiente.
—Voy al centro comercial —anuncié.
Quiero decir, cuando tu vida estaba en confusión, ¿qué otra cosa
hacía una chica?
No tenía dinero para comprar nada en el centro comercial, pero a
Travis le encantaba. Él era sociable y estaba dedicado a encantar a
cualquiera dentro de medio metro de distancia de él. Necesitaba esas
oportunidades, y no eran posibles cuando estábamos atorados en nuestro
diminuto departamento.
Así que al centro comercial era.
Me estiré hacia Joker y rápidamente desvié mis ojos cuando los suyos
vinieron a los míos.
Agarré a mi niño justo mientras Tyra declaraba,
—¡Extraordinario! Ride, Cut y yo iremos. Llamaré a Elvira.
Coloqué a Travis contra mi cuerpo mientras me giraba hacia ella.
—¿Elvira no está en el trabajo?
—Hawk tiene una política de “descanso para ir de compras” —me dijo
Tyra.
Ella dijo esto y sabía que lo decía en serio porque su cabeza estaba
inclinada y su pulgar se movía sobre su teléfono.
Observé, pensando que quería trabajar para quien sea que fuera este
Hawk.
—Estaré en tu casa una hora antes de que tengas que irte para tu
turno mañana —me dijo Big Petey, bajándose de su banco—. Puedes
mostrarme reglas antes de que te vayas.
—Gracias, Big Petey. Eso sería genial —contesté.
Levantó una mano y se fue caminando lentamente.
—Ride, Cut dejen de tratar de matarse en uno al otro y traigan sus
traseros aquí —ordenó Tack, haciéndome pensar que Tyra debería instigar
su propia recaudación de maldiciones dado que sus chicos eran lo bastante
mayores para entender el idioma español.
—Nos vemos, Butterfly —murmuró Joker y mis ojos fueron hacia él
justo mientras mi corazón volvía a voltearse.
—Este, nos vemos, Joker.
Me dio una mirada que no decía nada, con firmeza detrás de su muro
de acero, luego caminó tranquilamente hacia el pasillo trasero.
—Elvira —dijo Tyra en su teléfono—. Tú. Yo. Carissa. Mis chicos.
Travis de Carissa. Centro comercial y almuerzo. En treinta minutos. —Una
pausa—. ¿Cuál centro comercial crees? Te vemos ahí. —Me miró y sonrió—
. Andando.
No había estado de compras con amigas desde antes de embarazarme.
No tenía dinero para chucherías, con una renta más alta a la vista,
una considerable deuda todavía por ser pagada a mi antiguo abogado, y
deudas no monetarias acumulándose con mis nuevos amigos.
Incluso con todo esto, almuerzo y el centro comercial en el horizonte
con mujeres que me agradaban, no… podía… esperar.
Así que no lo hice.
Travis y yo nos pusimos en marcha.

—Si no te compras eso —Elvira empezó, poniéndose de pie, rebotando


y sosteniendo a mi hijo con ella mientras contenía su mano para que él (ya
no) pudiera golpearla con ella—, yo lo compraré para ti.
—Y yo voy a comprar el otro. La camiseta con todas lentejuelas
rectangulares en ella —declaró Tyra.
Estábamos en el vestidor para discapacitados de una tienda en la que
jamás había estado.
Todos nosotros. Incluyendo a Rider y a Cutter, quienes había probado
mediante un incidente con un maniquí en una tienda anterior que
necesitaban vigilancia constante.
Y yo estaba parada enfrente del espejo en mis jeans y top ajustado sin
tirantes.
No era un top ajustado sin tirantes promedio.
Era de un tenue verde bosque en un suave, elástico pero ajustado
tejido de punto. Tenía un borde doblado en la cima y una costura por debajo
de los pechos. Y bajaba por mi abdomen y más abajo, para meterse en mi
jeans.
Era un top con clase.
Y yo no podía creerlo con mis pechos más grandes, pero se veía
realmente lindo.
Más que eso, Tyra tenía razón. También me había probado una blusa
negra que tenía lentejuelas plateadas rectangulares cosidas en un
extraordinario diseño en el frente, y aunque eso tampoco era mi atuendo
normal, todavía se veía fabuloso.
Se veía como de nena motera.
Pero nena motera chic.
Me observé preguntándome si alguna vez tendría el nervio para vestir
tal top.
Luego pensé en Joker con su morena y desee poder permitírmelo.
En ese pensamiento, mi teléfono timbró.
—Yo lo atiendo —dijo Tyra, sentándose en la banca, antes de excavar
en mi bolso, que estaba en la banca a su lado.
Sentí una pequeña mano golpear mi muslo y bajé la mirada para ver
a Cutter ahí parado, su cabeza inclinada hacia atrás, los ojos verdes de su
madre en un rostro que evocaba a su padre en mí.
—Bonito —me dijo.
Bueno, ahí estaba otro voto a favor.
Le sonreí.
—Gracias, cariño.
—Dice número desconocido —expresó Tyra y me giré hacia ella para
ver que tenía su brazo extendido, con el teléfono hacia mí.
Lo agarré, tomé la llamada, y lo puse en mi oreja.
—¿Hola?
—¿Señorita Teodoro? —preguntó una mujer que sonaba familiar.
—Sí.
—Espere un momento por Angie, por favor.
Oh. Mi abogada.
Escuché un clic y luego escuché,
—¿Señorita Teodoro?
—Hola, Angie. Por favor, llámame Carissa —corregí.
O Carrie.
O Butterfly.
Pero esos eran de Joker.
Volví a mirar el top, pensando que tal vez podría permitírmelo, si
pudiera convencer a Sharon de que me diera algo de tiempo extra la
siguiente semana.
—Sólo quería ponerme en contacto, decirte que conseguimos los
archivos, y los he estado revisando. Te transferiré de vuelta a Leanne para
programar una reunión pero quería preguntarte acerca de la lactancia
materna.
Dejé de pensar en tops y mis ojos se desenfocaron mientras le di mi
atención a Angie.
—¿Disculpa?
—Lactancia materna. Hay una nota en el expediente de tu abogado
que dice que el señor Neiland rechazó tu leche materna durante sus
derechos de visita con Travis e inició a tu hijo en la fórmula sin discutirlo
contigo. ¿Es eso verdad?
Lo era, pero traté de no recordarlo porque en ese momento había
estado tan herida, y tan enojada, que había llamado a mi abogado para
contarle al respecto.
Siendo que, al principio, cuando Aaron tenía a Travis por periodos
cortos de tiempo, el hecho de que yo lo amamantaba no era un problema.
Sólo me sacaba leche extra y se la entregaba cuando le entregaba a Travis,
y, de ser necesario, pasaría a dejar más a su casa.
Pero cuando Aaron obtuvo la custodia compartida, me fue más difícil
mantenerme al día con el suministro y demanda, es decir que no podía
entregar lo de una semana en una sola vez. Esto significaba que tenía que
aparecer en la casa de Aaron más seguido, pero también, debido a que
trabajaba y no podía estar a entera disposición cuando Aaron llamaba, Tory
tenía que venir a mi casa o a la tienda para conseguir más leche.
Por lo tanto, esto había sucedido durante dos visitas antes de que
dejaran de agendar ocasiones para recoger más leche, lo que obviamente me
preocupó.
Luego al final de su tiempo con Travis, Aaron me entregó a mi hijo,
diciéndome que ya no iba a alimentar a Travis con mi leche, sino con
fórmula. También declaró que era mejor para Travis si dejaba de
amamantarlo y cambiaba a la fórmula, esencialmente ordenándome que lo
hiciera.
Ahora, yo no era el tipo de mujer que quería amamantar a su hijo
hasta que tuviera cinco.
Pero era el tipo de mujer que quería darle a mi hijo el tipo de nutrición
y conexión que sólo podía obtener de mí hasta que fuera una opción
saludable dejar de hacerlo.
Así que, por supuesto, me negué. Mis momentos alimentando a Travis
eran míos. Eran hermosos. No había forma de describir lo significante que
era esa conexión, y no tenía intención de renunciar a ella.
Desafortunadamente, la decisión de Aaron tenía una variedad de
ramificaciones. La primera siendo, dado que yo estaba tirando un montón
de leche al drenaje una vez que el congelador se llenaba (y tenía que tomar
descansos en el trabajo para sacarla), esto se volvió costoso y perturbador,
más que necesario para la nutrición de mi hijo.
Aun así, habría continuado haciéndolo, pero luego fue claro que Travis
estaba teniendo problemas con adaptarse al constante cambio. Ya sufría de
confusión con las mamilas cuando pasaban las idas y vueltas entre mi
pecho y la necesidad de Aaron de usar biberones. Sin mencionar el tener
que soportar las idas y vueltas entre su mamá y su papá.
Pero luego Travis empezó a regurgitar más, teniendo problemas con
regresar al pezón cuando lo tenía de regreso, estaba malhumorado y dormía
de manera irregular, y al final, no estaba ganando peso en la forma que
debería.
Dado que Aaron llanamente se negó a regresarlo a mi leche, no tuve
otra opción sino cambiar a la fórmula.
Y desgarradoramente, las alimentaciones de Travis se estabilizaron,
tenía mejor humor, dormía pacíficamente y se veía más saludable.
En ese momento, había estado devastada, la experiencia fue peor al
darme cuenta de lo indefensa que yo estaba con respecto a lo que sucedía
con mi bebé.
Y también me aterrorizaba.
—Es verdad —le respondí a Angie—. Me exigió que cambiara de leche
materna a la fórmula, y aunque me negué al principio, Travis tuvo
problemas con el cambio, Aaron no quiso escuchar nada acerca de aceptar
mi leche, así que tuve que ceder.
Escuché a Tyra jadear pero no me di la vuelta hacia ella. Permanecí
enfocada en Angie.
—Dice en su acuerdo de custodia que asuntos de salud y bienestar
deben ser decididos igualmente entre tú y tu exesposo —me dijo Angie, algo
que yo ya sabía.
—Puede que diga eso, pero esa no es la forma de hacer las cosas de
Aaron —compartí—. Si él quiere hacerlo, lo hace.
—Eso no pudo haber sido fácil para ti o para tu hijo —señaló Angie.
—Absolutamente no lo fue —confirmé—. Para ninguno de los dos.
Pero a Aaron muy poco lo importa lo que es fácil para o, aparentemente,
para Travis. De hecho, justo la semana pasada Travis tuvo laringitis. Aaron
lo llevó al hospital, y no me informó que lo hizo. Su prometida lo compartió
conmigo después de que pasó, pero Aaron no me contactó en absoluto.
Solicité ver a mi hijo, pero esto fue negado. Lo vi dos días después, pero sólo
porque la prometida de Aaron lo llevó a escondidas a mi lugar de trabajo así
que pude pasar treinta minutos con él.
Hubo un pesado silencio antes de que Angie dijera:
—Cuando hables con Leanne, por favor haz nuestra cita lo más pronto
que puedas, Carissa. Hay una cantidad de mociones que podría presentar.
Mientras tanto, pensaré a fondo en las cosas para poder discutir plenamente
nuestras opciones de estrategia a seguir durante nuestra reunión.
—¿Podrías darme una pista? —pregunté, mi corazón golpeteando.
—Por supuesto —respondió—. Primero, no hay manera de que la
ayuda financiera que puedes proveer a tu hijo no debería ser aumentada
por tu exesposo. La discrepancia entre sus percepciones es vasta. Segundo,
aunque tu matrimonio no fue muy largo, tu acuerdo, considerando que el
procedimiento empezó cuando estuviste embarazada, fue escandalosamente
bajo. No había forma de que pudieras montar un hogar apropiado para ti y
para tu hijo con ese tipo de dinero. Tu esposo más que tiene los medios para
haber ayudado a proveerte con eso, no sólo a través de sus ingresos sino
también con el fondo fiduciario que recibió cuando cumplió veinticinco, y
dos más que sustanciales herencias que recibió en los últimos cuatro años.
Tomó aire antes de continuar y escuché con toda mi atención, mi
corazón seguía golpeando en mi pecho porque ella sonaba enfadada y con
muchas ganas de luchar. No había tenido nadie más que a mí misma de mi
lado desde hacía tanto tiempo que era muy emocionante tener a alguien
hablando por mí y ayudándome a luchar.
—Además, tu ex marido dado su acuerdo firmado no tiene el derecho
de tomar decisiones unilaterales de la magnitud de cesar la lactancia
materna. Y por último, a pesar de que fueran anginas, y supongo, así como
espero que su hijo se sienta mucho mejor, cualquier enfermedad debe ser
comunicada a un ex-cónyuge. Es una situación sin precedentes que no se
le informara de su dolencia, ni se le concediera acceso a él mientras estaba
enfermo. Por lo que entendí del señor Allen, esta situación era dudosa en el
mejor de los casos. Ahora, comprendiéndola totalmente, es mucho peor. Voy
a pelear como una loca, Carissa. Sólo espero que tú lo hagas también.
—Lo haré —susurré, mientras mi corazón golpeaba más rápido,
porque ella no sonaba loca.
Sonaba indignada.
—Entonces, por favor, haz una reunión con Leanne tan pronto como
sea posible. Me quedaré hasta tarde si tienes que trabajar. Instruiré a
Leanne sobre eso. Ten cuidado, Carissa, y espero verte pronto.
Ella me transfirió y hablé con Leanne. Establecimos una reunión al
día siguiente después de que saliera del trabajo y colgué, entonces me quedé
ahí con un lindo top, mirando el teléfono.
Hice esto pensando que tal vez, sólo tal vez, finalmente, había
esperanza.
—¿Tu ex te hizo que dejaras de amamantar?
Me di la vuelta ante la pregunta de Tyra.
Ella estaba mirando hacia mí, con los ojos llenos de lágrimas, sin
embargo, por la expresión de su rostro, no sabía si eran lágrimas de
camaradería de una madre pasándolo mal o lágrimas de furia.
—Sí —le dije.
—Oh, Dios mío —susurró—. Odio a tu ex totalmente.
—¡Lo odio también! —gritó Rider con lealtad.
Forcé una sonrisa hacia él, pero dije:
—Eso es dulce, guapo, pero realmente no deberías odiar a la gente.
—Deberías si son idiotas —contestó Rider.
Ahora, ¿cómo podría contra-argumentar eso?
—Tyra, aviso —dijo Elvira, y por su tono, mis ojos fueron directos a
ella.
Con una mirada, vi que Elvira no se sentía molesta por una madre
pasándolo mal.
No estaba más que planamente furiosa.
—Tu hombre tiene menos de un mes para ordenar su culo estúpido,
sino haré que Hawk lo haga por él —advirtió.
—¡Vira dijo culo! —gritó Cutter. Aunque por qué lo señalaba cuando
su padre decía lo mismo y nadie decía una sola palabra, no lo sabía.
Tampoco lo pregunté.
Esto se debió a que Tyra dijo:
—Estamos en ello, Elvira.
—Será mejor que lo estés —le espetó y luego me miró—. Top y
camiseta. Vi un vestido lindo por ahí si vas a intentarlo, chica. No me
importa lo que digas. Si te ves así de linda con eso —señaló con el dedo
hacia mí—, tengo que traértelo.
Levantó su mano con la palma hacia afuera cuando abrí mi boca.
—Cierra la boca —ordenó—. No se me escapa que eres una hermana
cuya circunstancia actual dice que no puedes cuidarte a ti misma, y
ninguna hermana mía se ve tan bien con ese top y esa camiseta.
Probablemente ese vestido lo conseguirá. Así es la vida. Tuviste tu
oportunidad. Ahora es mi turno.
Entonces, cogiendo a Travis con ella, se volvió en sus tacones de aguja
de ante morado y salió del vestidor.
Miré a Tyra.
—Vas a conocer a Elvira y te inclinarás ante ella como el resto de
nosotros —me informó.
Tenía la sensación de que lo haría.
—Y tiene razón —continuó Tyra con suavidad—. Es necesario que te
cuides, Carissa. Lo disfrutarás, pero confía en mí, tanto como tú lo
disfrutarás, ella lo disfrutará más.
Sentí un escozor en los ojos y mordí el labio que había comenzado a
temblar. Ya que tenía que hacer eso, no podía responder.
Solo asentí.
Ella me miró asentir y siguió hablando con suavidad.
—Vas a estar bien.
—Ya me has ayudando mucho. Demasiado —le respondí, con voz
chirriante.
Se puso de pie y se acercó. Cuando lo hizo, colocó su mano en mi
mejilla y se inclinó hacia mí.
—Todos hemos tenido nuestros momentos. Y si somos afortunados,
tenemos a personas cubriendo nuestra espalda en esos momentos. Tú has
tenido mala suerte, cariño. Pero tu suerte ha cambiado.
Me quedé mirándola a los ojos.
Y con labios de nuevo temblando, asentí.
Treinta minutos después, todas nos fuimos a la tienda. Yo empujaba
el cochecito vacío de Travis (Tyra cargaba con él ahora), y en él había una
bolsa que contenía una linda camiseta, un top impresionante, una fabulosa
camiseta sin mangas, un vestido de pétalos de rosa con un cuello de barco,
una blusa, y una falda acanalada del lado que no era exactamente mi estilo.
Pero era perfecta.
Lo mejor es que fue un regalo. No había tenido uno de estos en mucho
tiempo.
Almorzamos en el patio de comidas, mientras que Rider y Cutter
aterrorizaron a todos los niños del parque infantil.
Comí, charlé, e incluso reí... sentí.
Me sentí como cuando estaba montando con Snapper.
Pero esta vez, por primera vez, no me sentía libre.
Me sentía afortunada.
Capítulo 9
¿Te gusta mexicana?

Carissa

Fue después del almuerzo, y más compras que incluían a Tyra


comprándome un par de pendientes de aro realmente muy grandes, con una
cosa webby en el medio, pero en su mayoría incluía a Tyra y Elvira
acumulando cinco bolsas de compras cada una.
También fue después de que Tyra hablara con sus inquilinos y ellos
nos dejaran entrar, así yo podía ver su casa.
Era mejor de lo que podía imaginar de sólo mirarlo en una pequeña
pantalla de teléfono.
En la vida real, era un sueño hecho realidad.
Pero ahora, era la hora de la cena y yo estaba de vuelta en casa, en
un lugar en el que no quería estar y un lugar que estaba encantada que no
sería mi casa por mucho tiempo.
Tenía a mi hijo en mi cadera, mi bolso y la bolsa de pañales de Travis
por encima de mi hombro, mi bolsa de compras en la mano, mi pie levantado
para dar el primer paso que llevaba a muchos, pasos que pronto no tendría
que subir cuando llegara a casa con mi bebé (y allí estaba, yo sintiéndome
aún con más suerte), cuando oí:
—Hola.
Me di la vuelta, me paré en seco y miré, por desgracia con la boca
abierta, a Joker dirigiéndose hacia mí.
¿Qué demonios?
—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté mientras él llegaba hasta
mí.
—Lo tengo —murmuró, y antes de que pudiera hacer un movimiento
para detenerlo, agarró a Travis.
Entonces, antes de que pudiera decir una palabra de eso, habló.
—Aquí revisando tu casa. Ver cuántos camiones necesitamos para
mover tu mierda.
Mierda no era una gran palabra, pero no valía la pena un centavo, así
que lo deje pasar.
Y decepcionada no era exactamente la palabra correcta para la
emoción que estaba sintiendo porque él estaba justo allí para revisar mi sitio
para ver cuántos camiones necesitaban, pero para mi tranquilidad mental
no pensé demasiado en cuál sería la palabra correcta.
—Bueno, está bien —murmuré.
Él se quedó parado allí.
Miré hacia él.
—Butterfly, mueve tu culo hasta ahí —ordenó.
Esa valía centavos.
—Otros cinco centavos —le dije.
Él negó con la cabeza y luego la sacudió hacia las escaleras.
Suspiré y me moví en esa dirección.
Subí. Travis y Joker subieron detrás de mí.
Caminaba por la pasarela. Joker con Travis caminaba conmigo.
Abrí la puerta y entré en mi apartamento. Joker metió a Travis
después de que yo lo hice.
Él cerró la puerta y miró a su alrededor.
Yo también lo hice.
El único bono de Tory (fuera de que ella tuviera la bondad humana
suficiente para informarme que mi hijo estaba enfermo y luego llevarlo a
verme) era que quería decorar mi casa después de que Aaron me sacara de
esta. Algo que Aaron la dejó hacer. Por lo tanto, conseguí la mayor parte de
los muebles, que utilicé para hacer de mi casa un lugar mucho más
agradable.
Esto significaba lo Joker estaba viendo que era incongruente.
Siendo eso un hermoso, caro y cómodo sofá modular, beige claro, de
gamuza, que se comía casi cada centímetro del espacio y rodeado de una
fabulosa, grande, pesada y tallada mesa cuadrada de café y enfrentado a un
enorme centro de entretenimiento que incluía un gran televisor de pantalla
plana que ocupaba todo el espacio de la pared con ninguno de sobra.
Los atractivos taburetes de madera con asientos tejidos en mi bar no
pertenecían al lugar tampoco. Ni los electrodomésticos de la encimera y la
parafernalia de la cocina que eran todos muy caros porque eran de lo mejor.
Todo esto nos fue dado durante nuestra fiesta de compromiso, mi baby
shower, y nuestra boda, y esos regalos eran en su mayoría de los amigos de
los padres de Aaron.
Y por último, estaban los accesorios, marcos pesados de plata (que
ahora no contenían fotos de Aarón y de mí a través de los muchos años que
estuvimos juntos sino que tenían fotos de Travis, Travis y yo, Travis y mi
padre, o mi padre, mi madre, y Althea), costosos adornos decorativos y un
sistema de sonido Bose que no metí en la sentencia de divorcio. Me lo dejé.
Pero por suerte, Aaron o bien no se dio cuenta o estaba tan ocupado
teniendo relaciones sexuales con la modelo apenas legal, y haciendo de mi
vida una miseria, que no tenía la energía para luchar para recuperarlo.
Joker no podía ver mi juego de dormitorio, el cual también ocupaba
la totalidad del espacio en mi pequeño dormitorio, especialmente con la
cuna de Travis y la mesa de cambio empujada contra una pared.
Incluso había conseguido el edredón y las sábanas. Todo lo cual era
magnífico, elegante, incluso regio.
Como lo sería.
Yo había escogido el sofá modular.
Pero la madre de Aaron había elegido nuestros muebles de dormitorio.
Además tenía la unidad de almacenamiento por la que mi padre pagó
(diciendo que la necesitaba para sus cosas, pero yo había estado allí, él tenía
dos cajas de cartón almacenadas ahí, el resto del espacio estaba ocupado
con las sobras de mi matrimonio). Este contenía mi mesa de comedor y los
muebles de la habitación de invitados de una de nuestras cuatro
habitaciones de huéspedes.
Algo que yo intentaría vender si lo hubiera necesitado.
Como no lo hice, sería capaz de utilizarlo (o la mayor parte de esto),
cuando me mudara a la casa de Tyra.
Más suerte.
—Veo que el idiota te dejó con algo —murmuró Joker.
—Moneda —le espeté.
Me miró, ignoró mi comentario, y declaró:
—Pienso que necesitamos más que un par de camiones.
—Eso sería útil —confirmé—. También tengo un juego de comedor que
sería genial si tú lo recuperaras de la unidad de almacenamiento de mi
padre.
—Nosotros nos ocuparemos de eso —declaró, y en vez de asentir,
sacudir mi mano, desearme una buena noche, entregarme a mi hijo, y salir
por la puerta, caminó hacia mi cocina, alrededor de la barra, y hacia la
nevera. Luego preguntó—: ¿Algún deseo para la cena?
Me quedé donde estaba y lo miré fijamente. Entonces me quedé
mirando la puerta de la nevera cuando en su mayoría él desapareció detrás
de esta.
Yo todavía estaba mirando cuando él se enderezó, miró hacia Travis,
quien estaba estudiando las maravillas del interior de la nevera con la
atención absorta de un bebé, y preguntó:
—¿Espagueti?
Travis lo miró y respondió:
—Guh.
—Sí. Suena bien para mí —respondió Joker, desapareció detrás de la
puerta de la nevera y volvió a salir con un paquete de carne de
hamburguesa. Sus ojos volvieron a mí—. ¿Sartén?
—Ah…
—¡Dah! —declaró Travis.
Joker lo miró y luego a mí.
—¿Cuándo come él?
—Ahora.
—Tú lo alimentas. Yo voy a hacer espaguetis.
Está bien.
¿Qué estaba pasando?
—Um… Joker…
—Deja tu bolso, Butterfly, y agarra a tu niño —ordenó.
—¿Vas a cenar conmigo? —pregunté.
—Sí, después de que la cocine —respondió.
No sabía qué hacer con eso, así que pregunté:
—¿Por qué?
—¿Por qué no? —respondió.
No tenía respuesta a eso.
Afortunadamente, me dio más.
—Estoy aquí. Es la hora de cenar. Tú necesitas comer. Yo necesito
comer. Alimenta a tu niño. Voy a hacer mierda para alimentarte.
Me gustaba la idea de cenar con Joker. De lo que no estaba tan segura
era de por qué Joker quería cenar conmigo.
Tal vez sólo estaba siendo amable.
Tal vez era solo que tenía hambre.
No pregunté.
En su lugar, compartí:
—Creo que la cifra actual es de ocho y cinco centavos.
Él negó con la cabeza y luego sacudió suavemente a mi hijo como un
mensaje para mí.
—Agarra a tu niño, Carrie.
Carrie.
Tres personas me llamaban así.
Pero eso comenzó con Althea.
Cuando ella era pequeña, no podía decir Carissa y en su lugar dijo
Ca-ri-ri, que se transformó en Carrie.
Mis padres me llamaban así en ese entonces, también.
Cuando perdimos a Althea, ellos se detuvieron.
Nadie había acortado jamás mi nombre a Carrie de nuevo. De hecho,
excepto por llamarme “dulzura” a veces, otros “bella”, y “bebé” cuando
estábamos teniendo relaciones sexuales, cuando dejó de llamarme Riss hace
siglos por cualquier razón, Aaron no había tenido ninguna otra cosas dulce
o apodo lindo para mí.
El regreso de Carrie debería haber traído malos recuerdos. Tal vez
incluso doler.
Pero no lo hizo.
No, me gustaba que Joker me llamara Carrie.
—Nena, niño —dijo con impaciencia.
Salté, agarré la bolsa de Travis y mi bolso, me trasladé a la cocina, y
agarré a mi hijo.
Esto comenzó con Joker y yo moviéndonos alrededor, yo poniendo a
Travis en su silla alta y preparando su comida de bebé y Joker quitándose
la chaqueta, arrojándola en un taburete, luego abriendo y cerrando
armarios, agarrando cosas y empezando a preparar nuestra cena.
Tiré de la silla alta en torno a los taburetes, me senté en uno, y
comencé a alimentar a mi hijo.
Lo hice mientras también observaba a Joker. Así que lo vi sazonar la
dorada carne con sal, pimienta, y albahaca seca. También lo vi leer
detenidamente mi magra colección de especias como si estuviera buscando
algo.
—¿Qué necesitas? —pregunté.
—Hojuelas de pimienta roja —respondió.
—No tengo esas.
Se volvió hacia mí.
—¿No te gusta el picante?
—Sí. Yo solo… —Me encogí de hombros—. De hecho, solo como lo que
como siempre ya que es rápido. No gasto mucho tiempo en eso porque no
tengo ese tiempo o la energía.
Estaba eso, por supuesto, pero también que las hojuelas secas de
pimienta roja cuestan dinero y eran innecesarias, por lo que no estaban en
mi armario.
Su mandíbula se flexionó y cerró la puerta de las especias.
Me concentré en alimentar a Travis, quien estaba golpeando sus
puños, uno en el que tenía un gigantesco conjunto de llaves de plástico,
contra la bandeja de la silla.
Pero hice de esto una charla.
O, tal vez, un semi-interrogatorio.
—¿Tú sabes cómo cocinar?
—Sí.
—¿Autodidacta?
—Aprender o ganar.
Miré a él, la cuchara cargada del bebé en el aire.
—¿Aprender o ganar?
Mantuvo los ojos en la cuchara que estaba usando para empujar la
carne alrededor.
—Aprender o ganar que mi padre se molestara. A él le gustaba su
comida. Aprendí a hacer lo que le gustaba porque yo no estaba disfrutando
con las consecuencias.
Tomé aire para calmar el tumulto de sentimientos que su declaración
causó y obligué a que mi tono fuera indiferente, como si estuviera
preguntando por el tiempo, cuando dije:
—Así que, sin madre, y tu padre no era tan genial, tampoco.
—Hitler no era tan genial. Mi padre era un idiota.
Mi mirada se disparó hacia él. Debe haber sentido mi horror, porque
me miró.
—Relájate, Butterfly. Es una broma. —Sostuvo mi mirada—. Pero mi
padre era un idiota.
Asentí, pensando que él no quería que yo hiciera una gran cosa de
eso, a pesar de que era una gran cosa, así que miré de nuevo a Travis.
Sólo entonces dije suavemente:
—Lo siento, Joker.
Joker no respondió.
Correcto.
Él estaba siendo amable. No me estaba evitando. De hecho, estaba
haciendo lo contrario. También parecía encantado con Travis. No muchos
hombres (asumí, no había puesto a prueba esta teoría) querían salir con
madres solteras y sus bebés. Desde luego, ellos no presumían de dichos
bebés en cada oportunidad que les daban.
No si sólo pretendían ser amigos. O, en esencia, disfrutar de una
comida.
Y él me estaba llamando Carrie.
La esperanza llameó y tomé una decisión.
Era el momento de explorar.
Aclaré mi garganta y empujé los aplastados guisantes en la boca de
mi muchacho.
Él los escupió, yo los recogí y los empujé de nuevo, diciendo ultra
casualmente:
—Así que, esa linda morena con la que estabas el sábado. ¿Esa es tu
novia?
—¿Stacy?
Su nombre era Stacy.
Uf.
—No fui presentada.
Travis golpeó las llaves contra la bandeja.
—No es una novia.
Mi corazón dio un vuelco.
Joker continuó:
—Una mujer decente. Hasta que se emborracha. Entonces la decencia
se va por la ventana, viendo como ella no tiene problema en meterse detrás
de un volante cuando está vuelta mierda. Se puso de esa manera el sábado,
yo sabía que la mierda pasaría, así que la llevé a su casa.
La esperanza empezó a arder tan brillante que no la controlé cuando
mi cabeza se levantó y pregunté:
—¿Eso es así?
Joker miró de la hamburguesa hacia mí.
—Eso es así, Carrie —dijo suavemente.
Lo dijo suavemente.
Y él me estaba mirando de una manera que me dijo que quería que yo
creyera esas palabras.
—Oh —susurré.
No dije nada más.
Joker tampoco lo hizo.
Pero nos miramos el uno al otro a través de mi cocina, y la nueva
manera en que él empezó a mirarme hizo que mi piel comenzara a
hormiguear.
—¡MOO ma! —gritó Travis.
Mi cabeza se sacudió hacia él.
—¿Qué, bebé?
Golpeó las llaves contra la bandeja.
—¡Gah!
—¿Dijiste “moo ma”? —pregunté, quiero decir, ¿mi hijo acaba de
llamarme mamá?
Golpeó las llaves y pateó sus pies.
Él quería más guisantes.
Bueno, no quería más guisantes. Él quería terminar con los guisantes
así podríamos llegar a los melocotones.
Le di más guisantes, pero después de que lo hice, miré hacia atrás a
Joker, y sabía que cuando lo hice, estaba sonriendo brillantemente.
—Creo que fue mi primer mamá —compartí con alegría.
—Sonó como eso para mí —estuvo de acuerdo Joker.
Pero yo estaba mirándolo sintiéndome aún más alegre.
Ya que por primera vez desde que lo había conocido, él estaba
sonriendo.
No era el motociclista guapo.
No.
Era el increíble motociclista.
Quería levantarme y saltar arriba y abajo, por una serie de razones.
En su lugar, compartí:
—Creo que eso es adelantado.
—El chico es un genio.
Sonreí más grande.
—Él va a decir alguna otra cosa, si tú no llenas su barriga —advirtió
Joker.
Miré hacia abajo a un airado Travis.
—Lo siento, travieso saltarín.
—¡Ba, ba, ba! —espetó.
Le sonreí y le di más guisantes.
Joker abrió un armario y cogió una caja de espaguetis.
Y me senté en mi taburete, en mi apartamento de mala muerte lleno
con su magnífico mobiliario, una vez más, experimentando algo nuevo. Otro
algo que no había sentido antes de que Joker rodara por el arcén de la I-25
y en mi vida.
Normal.
Común.
Una mujer alimentando a su hijo mientras un hombre trabajaba en
su cocina para alimentarlos.
De la forma en que debería ser.
De la forma en que yo siempre había querido que fuera.
La única cosa que realmente quería para mí.
Y mi bebé.

Me senté en mi sofá, con los pies en el asiento, las rodillas en el pecho,


los brazos alrededor de mis pantorrillas, los ojos en el televisor, nerviosa
como podría estarlo.
Esto era porque mi hijo tenía el estómago lleno de alimentos para
bebés y fórmula, y no mucho después, decidió terminar la noche.
Él estaba en su cuna en mi habitación.
Y yo tenía el estómago lleno de espaguetis que Joker me sirvió, y no
mucho después, decidió que íbamos a ver la televisión.
Así que estábamos sentados en mi sofá, viendo la televisión.
Durante la cena, la conversación no había estado fluyendo libre, sobre
todo porque Travis la restringía, como era su costumbre. Pero las cosas
habían sido bastante fáciles.
Hasta que Joker se había invitado a sí mismo a acampar delante de
la televisión y luego hizo justamente eso.
Yo había conseguido acostar a Travis y me uní a Joker.
Ahora no sabía qué hacer.
Los hombres podían ser amigos de las mujeres, esto era cierto (aunque
no tenía amigos hombres, todavía, era cierto, lo había visto en la televisión).
¿Pero podrían los motociclistas ser amigos de las mujeres? ¿Eran la
clase de tipos que se quedaban a cenar y ver TV sólo porque sí?
Yo tenía entendido, aunque no había sido confirmado, que Joker vivía
en el Complejo. Y que no tenía televisión en su habitación. Había una detrás
de la barra en la zona común, pero no en su habitación. Tal vez sólo quería
un espacio cómodo para descansar. Un cambio de escenario.
O tal vez yo le gustaba.
Pero descansar, él lo estaba haciendo. Los pies en alto. Las botas
puestas. Los tobillos cruzados. Los talones descansando en mi mesa de café.
Estaba encorvado, no muy lejos de mí, los brazos extendidos y apoyados en
el respaldo del sofá. Su mano estaba tan cerca de mi hombro, se sentía como
si estuviera flotando allí, apuntando para atacar.
Esto significaba que yo estaba tan nerviosa, tan insegura, tan ansiosa,
que ni siquiera sabía lo que estábamos viendo.
En realidad, para todo eso, estaba tratando también de controlar que
mi boca se abriera y preguntara lo que estaba sucediendo, al mismo tiempo
que estaba controlando mi cuerpo para evitar que se lanzara en sus brazos.
En otras palabras, era una ruina.
Lo que debería hacer era preguntar.
Me gustaba.
Él estaba (tal vez) dando indicaciones de que yo le gustaba.
Yo debería saber. Debería ser una niña grande y sacar el tema. Sólo
agarrar el mando a distancia, golpear silencio, voltearme hacia él y decir las
palabras, “Joker, ¿qué está pasando aquí?”.
Fácil.
¿Por qué no podía hacerlo?
Tragué.
Entonces me mordí el labio.
Después de eso, tomé una respiración profunda.
Que se quedó atascada en mi garganta cuando la mano de Joker,
posicionada para atacar, golpeó.
Hizo esto mediante la captura de un mechón de mi cabello, luego
girándolo alrededor de su dedo.
Me obligué a respirar y hacerlo de manera constante para que no
pudiera oírme hiperventilando.
Está bien, eso se sentía bien.
De acuerdo, ¿qué amigos hombres de las mujeres enroscan el cabello
alrededor de sus dedos?
No.
No podían.
¿O sí?
Temiendo moverse de modo que no apartara sus dedos jugando con
mi cabello, deslicé mis ojos a un lado. No podía verlo totalmente, pero pude
ver que tenía su atención en el televisor.
Bien, ahora, ¿qué significaba eso?
Tenía que saber. No podía sentarme allí un momento más y no
saberlo.
—¿Joker? —llamé e inmediatamente me aclaré la garganta ya que eso
salió ronco.
—¿Sí, nena? —preguntó distraídamente.
Pero yo me quedé helada.
De acuerdo, los amigos hombres no llamaban “nena” a las mujeres.
No de la forma cálida, íntima, aunque distraída, como él acababa de decirlo.
Sentí un tirón en mi cabello y ese tirón, sin importar cuán ligero, se
disparó directamente sobre mi cuero cabelludo, crepitando por mi cuello, y
explotando en el centro de mi ser.
—¿Carrie?
Poco a poco, volví la cabeza y lo vi mirándome.
Parecía relajado. Se veía cómodo. Se veía en casa. Se veía increíble.
—¿Qué necesitas, Butterfly? —murmuró.
Sabía lo que necesitaba.
Pero no le dije.
No de manera verbal.
Bajé a mis pies, me giré, planté una mano en el sofá y me lancé a sus
brazos.
Esos brazos se cerraron a mi alrededor, y justo antes de que mi boca
golpeara la suya, el miedo me saturó cuando pareció alzarse del sofá como
si intentara alejarme.
Pero no lo hizo.
El venía hacia mí para que así pudiera deslizar su brazo por mi
espalda, por encima de mi trasero, para engancharse alrededor de la parte
posterior de mis rodillas. Él envolvió su otro brazo alrededor de mi espalda
mientras me arrastraba en su regazo y luego se dejaba caer a su lado,
llevándome de espalda al sofá.
Y fue su boca la que conectó con la mía.
Al segundo que lo hizo, no perdí el tiempo. Abrí los labios a modo de
invitación y conduje mis dedos en su cabello.
Era espeso, ligero, sensacional.
Su lengua se deslizó en mi boca.
La tenía de vuelta.
Gracias a Dios, que lo tenía de nuevo.
Sostuve su cabeza contra mí a medida que nos presionaba y él no
dejaba de besarme.
Cambió de posición de modo que mis muslos ya no se encontraban
colgando sobre su regazo, sino extendidos a mi lado y también de mí.
Y siguió besándome.
Me di la vuelta hacia él, presionando mi cuerpo a lo largo del suyo,
manteniendo una firme mano en su cabello para que así no me dejara a
medida que arrastraba la otra mano por su espalda.
Y siguió besándome.
Él tiró de mi camiseta de mis vaqueros y la alzó por completo, sus
callos ásperos rastrillando por mi piel, provocando escalofríos a lo largo de
su camino, un sendero que lo llevó hasta mi costado.
Me apreté más.
Joker siguió besándome.
Después por mis costillas.
Me sostuve con más fuerza.
Joker siguió besándome.
Por debajo de mi seno.
Me quedé inmóvil.
Joker barrió su pulgar a lo largo de mi piel, la punta un susurro contra
la curva de la parte inferior de mi seno.
Gemí.
Sonó un teléfono celular.
Joker rompió el beso, pero no se apartó.
Él empujó su rostro en mi cuello.
Ni siquiera intenté contener mi súplica susurrada.
—No, no, no.
—Mierda, mierda, maldición —gruñó.
—¿Joker? —llamé trémula.
Él levantó la cabeza y la sostuve con más fuerza mientras movía su
mano de mi camiseta y llegaba a su bolsillo trasero por su teléfono.
Lo sostenía con fuerza porque me gustaba tenerlo sobre mí. Me gustó
lo que habíamos estado haciendo. Y no quería que me dejara ir o que
detuviera lo que habíamos estado haciendo.
Pero sobre todo, lo sostenía con firmeza porque él me estaba mirando
a los ojos y los suyos ya no eran de acero embotado.
Eran como una hoja de acero fundido en llamas.
—Ten paciencia, Carrie —murmuró antes de volver su cabeza, miró el
teléfono y apretó la mandíbula. Oí un pitido, el teléfono estaba en su oreja,
y decía—: Una puta sincronización de mierda.
Cerré los ojos.
Pero no lo solté.
Los abrí cuando dijo:
—No lo olvidé. Pero tenía dos horas antes de tener que estar allí.
Lo observé. Él escuchó. Luego gruñó:
—Maldito Valenzuela.
¿Valenzuela?
—Sí. Estoy con Carrie. Me llevará veinte. —Pausa y, a continuación—
: Carissa. —Otra pausa antes de—: Cierto. Nos vemos.
Oí un pitido y entonces me miró.
—Tienes que irte —dije en voz baja.
—Tengo que hacerlo siendo las palabras claves.
Vaya, eso era dulce.
Sonreí.
Sus ojos se posaron en mi boca y él hizo un sonido como un gemido.
Eso me hizo dejar de sonreír y soltar abruptamente:
—¿Qué está pasando aquí, Joker?
Sus ojos volvieron a los míos.
—¿Te gusta la comida mexicana?
Mi cabeza se sacudió en el sofá.
—Uh… sí.
—¿Trabajas mañana?
Asentí.
—Tengo el turno de día.
—Cierto, lo que va a pasar aquí es que, mañana, Travis estará en una
silla alta en Las Delicias, mientras yo te alimento con los mejores burritos
de chicharrones en Denver.
Me derretí debajo de él.
Una cita.
Me estaba pidiendo ir (¡junto a Travis!) a una cita.
¡Podría usar mi top ajustado!
De repente, dejé de derretirme.
—Los chicharrones son trozos de grasa de tocino frito, esencialmente
—compartí.
—¿Y qué?
—Bueno —procedí con cautela y un poco mortificada—, no he perdido
los últimos kilos después del bebé.
—Y a mí me gusta —anunció.
Parpadeé.
—Por lo tanto, en un esfuerzo para mantenerlo como me gusta, vas a
comer chicharrones —finalizó.
Me encantaban los chicharrones.
Es decir, eran esencialmente tocino y todo incluso el tocino con
minuciosidad era increíble.
Me encantaban más de lo que yo le gustaba como soy.
—Está bien —accedí, comenzando a derretirme de nuevo. Sin
embargo, dejé de derretirme cuando recordé—. Oh, no. Después del trabajo
tengo que ir a conocer a mi nuevo abogado.
—Burritos después de que te lleve a conocer a tu abogado.
Después que me llevara.
Sonreí.
Sus ojos volvieron a posarse en mi boca.
Luego sus labios lo hicieron y me besaron, dulce pero breve.
Levantó la cabeza y dijo en una manera que sabía que no quería
decirlo:
—Me tengo que ir, Butterfly.
Mi respuesta salió de la misma manera.
—Está bien, Joker.
Se levantó de mí, pero lo hizo agarrando mi mano y jalándome con él,
así que estaba de pie.
Él no me soltó a medida que me llevaba al taburete. Sólo entonces me
soltó para poder agarrar su chaqueta y ponérsela de inmediato.
Pero reclamó mi mano de nuevo cuando tomó los cuatro pasos a la
puerta. La abrió, se volvió hacia mí, y me llevó delante de él.
Incliné la cabeza hacia atrás justo a tiempo para que su mano se
envolviera ligeramente alrededor de mi mandíbula.
—¿Cuándo es tu cita? —preguntó.
—A las seis —respondí.
—¿Distancia a la oficina desde aquí?
—Está más cerca del trabajo.
—De acuerdo. Vendré a recoger a Travis, te recogeré en el trabajo, te
llevaré allí, y después la cena.
—Necesitarás el asiento para bebé de Travis.
—Déjaselo a Big Petey.
Asentí.
Sus dedos se hundieron en mi piel y automáticamente me puse de
puntillas.
Fue la decisión correcta ya que su cabeza se inclinó hacia mí.
Acarició sus labios con los míos, sus bigotes rozando la piel que
habían sensibilizado antes, haciendo que mis rodillas se debiliten de modo
que tuve que estirar mis manos y atrapar su camiseta en su vientre.
Terminó el toque demasiado pronto, pero cuando levantó la cabeza,
su pulgar áspero se deslizó por mi mejilla mientras sus ojos de acero se
desplazaron sobre mi rostro.
—Tan jodidamente hermosa —murmuró y fue una maravilla que mi
cuerpo no se saliera de su agarre para poder girar con alegría.
—Gracias por la cena —susurré y él me miró a los ojos.
—No es nada, Carrie.
Sonreí.
Su pulgar se frotó sobre mi labio inferior antes de que las yemas de
sus dedos se clavaran ligeramente sobre él para luego soltarme.
Estaba orgullosa de haber aguantado y permanecido de pie en lugar
de perder su toque y tambalearme.
—Nos vemos, Butterfly —dijo.
—Nos vemos, Joker —respondí.
Avanzó hacia la puerta, pero miró hacia atrás, haciéndolo por encima
de su hombro revestido de cuero, un motociclista siniestro que tenía un
toque ligero, una mirada fundida, le gustaba los bebés, y tenía una boca con
talento.
Puse una mano en el borde de la puerta y levanté la otra para
despedirme rápidamente.
Su boca se curvó, sacudió la cabeza, y luego desvió la mirada y
desapareció por la puerta.
Quería verlo alejarse.
No lo hice.
Cerré la puerta, cerré sus tres cerraduras, le di la espalda, y sonreí a
mis enormes muebles.
Luego alcé ambas manos y aplaudí justo delante de mí, en silencio,
pero en repetidas ocasiones.
Después de eso, con un pequeño baile me fui a ver a mi bebé.

Joker

No, no, no.


Aun con la dulce y juguetona suplica de Carissa en su cabeza, Joker
estacionó al final de la línea de tres motocicletas, se bajó de la suya y se
dirigió hacia el callejón oscuro.
A mitad de camino, vio a Speck, Boz y Hop con dos prostitutas.
Todos los ojos puestos en él.
Sus ojos estaban sobre las prostitutas.
—¿Tan temprano?
—Heidi necesita hablar contigo —dijo Hop, sonando impaciente.
Por otra parte, él debería estarlo. Su vieja dama era jodidamente
hermosa. Y su bebé era la cuarta parte del mundo de Hop, el resto era de
sus otros dos hijos y su mujer.
Él patrullaba como todos lo hacían.
Luego llevaba su trasero a casa.
Sin embargo esta noche no le tocaba patrullar. Pero él estaba ahí
porque tenía una habilidad especial con las putas.
Pero estas putas, al menos una de ellas, tenía algo que ver con Joker.
Joker miró a la rubia, sacudió su cabeza, dejo de caminar, giró y se
regresó.
Oyó sus tacones detrás de él y le dio ventaja cuando se detuvo y esperó
a que lo alcanzara.
Cuando ella lo hizo, se le acercó.
—Estoy jodida, Joke.
—Nena, eres una puta que trabaja para Valenzuela. ¿Puedes decirme
algo que no sepa y que me importe una mierda?
—Estoy embarazada.
Joker apretó sus dientes y miró sus botas.
—Benito va a enloquecer —siseó ella.
Él la miró.
—¿Sabes de quién es, o te embarazó un fulano?
—Imposible que sea de un cliente. Siempre uso protección. Es de mi
novio, Brent.
—¿Y Brent dice…? —preguntó.
El rostro de ella se endureció.
—Brent dice que no es suyo.
—¿Estás segura de eso?
Su rostro se puso aún más duro y sus ojos se volvieron piedra.
—Sí —dijo cortantemente.
—¿Vas a quedártelo? —preguntó.
—Lo dudo —respondió ella entre dientes.
—Y me estás diciendo esto por qué…
—Voy a conseguir un comprador.
Él se quedó mirándola.
—Lo que significa que estaré fuera de comisión —afirmó ella—. Por lo
tanto tú vas a necesitar alguna otra estúpida perra que se meta con Benito.
Mierda.
—Y ni te molestes en preguntarme que me quede cerca —continuó—.
Si Benito descubre que estoy embarazada me hará abortar y con suerte
antes de que me saque la mierda a golpes. Así que me estoy yendo para
saltarme la parte de la golpiza. Esto será un trabajo fácil. Si consigo a los
compradores, he oído que pagan todas las cuentas médicas. Te pagan un
apartamento, la alimentación, hasta te dan ropa. Además de grandes fajos
de efectivo.
Permitiéndole a su labio enrollarse, él se preguntó si su vida sería
mejor si su madre lo hubiese vendido a alguna pareja desesperada por tener
hijos.
La respuesta a eso sería que probablemente sí.
—Necesito que me des una gran mano —le dijo ella.
—¿No podías decirle esto a Hop?
—Sólo hablo contigo.
Eso era cierto. Y él no tenía ni idea de porqué. Excepto que ella había
tratado de meterse con él un par de veces, buscando reemplazar a Brent,
quien tenía cero bolas y un hábito con la metanfetamina, con un hombre
esperanzada que al chuparle la polla la alejaría de ese lunático idiota.
El problema de ella era que Joker no tenía problemas con follarse a
una perra tonta, pero sí a una perra codiciosa.
—¿Consigues a otra chica que se pueda enganchar? —preguntó él.
—Tal vez por un par de miles.
Sí.
Perra codiciosa.
—Danos un nombre, ella nos da información sólida, y tú obtendrás tu
bono.
Ella asintió.
—Ahora que tú estás aquí, yo estoy aquí, ¿tienes algo para mí?
—Creo que Benito está guardando lo mejor para el final. Todavía está
enfocando en el territorio de Ruiz.
Esto, ya lo sabían ellos.
Benito Valenzuela, era un patológico traficante de drogas, productor
porno y proxeneta quien vio una oportunidad cuando un par de peces
gordos fueron puestos fuera del negocio y se movió hacia algo que le
prometía una vida más larga.
Él fue tras ello, se lo apropio, lo hizo de la forma fácil y se volvió
imparable.
También tenía una misión.
Apoderarse de Denver.
Toda la ciudad.
Incluyendo Chaos, el área de siete kilómetros alrededor de Ride que
Chaos decretó libre de drogas y prostitutas. Lo decretaron y lo respaldaron
haciendo a los hermanos patrullar todas las noches para mantener su parte
limpia.
Ellos ya habían estado peleando con Valenzuela por un tiempo. Chaos
se enfocó en otros problemas. Valenzuela dirigió su atención a otro territorio.
Pero habían tenido problemas, incluyendo invadir un estudio pornográfico
para liberar a la mejor amiga drogadicta de Tabby, quien estaba pagando su
deuda con Valenzuela al hacer su debut en películas porno.
Valenzuela no se lo tomó bien.
Desde entonces, había estado haciendo cosas en el territorio de
Chaos, lo usual, enviando traficantes y prostitutas, causando dolores de
cabeza pero nada extremo.
Pero lo extremo se acercaba. Cada miembro del club se había
propuesto obtener toda la información que pudieran conseguir sobre
Valenzuela a través de cualquier medio.
Él no se había olvidado de Chaos.
El problema de ellos no era sólo con él. Sino con cada uno de los
movimientos que él hacía, si conseguía más dinero eso se traducía a más
poder.
Pero nadie era imparable.
Eso lo había aprendido Joker tanto en el pasado como en el presente,
Valenzuela ya había sido un problema para el club.
Pero ahora él era una posible amenaza.
En el pasado hubo un tiempo en que Chaos se hubiera movilizado en
cualquier momento para neutralizar esa amenaza.
Sin embrago, Tack había llevado al club de negociaciones hostiles que
terminaban en violentos enfrentamientos con baños de sangre a maniobras
defensivas que se centraban únicamente en defender el territorio del club.
Si Valenzuela los amenazaba directamente, todo el club se movería
para destruirlo a él.
Hasta entonces, ellos mantendrían su mierda limpia y a sus familias
seguras de algún retroceso.
Este era el problema que Rush tenía con su padre. Porque incluso si
Tack llevara al club a hacer maniobras antagónicas y dar lugar a la
violencia, aun así Tack estaba resuelto a lo que sea con tal de mantener
limpio su territorio.
Rush sentía que el club debería dejar que la policía patrullara.
Hasta ese momento a Joker le importaba una mierda lo que el club
hacía. Fuera lo que fuera, él estaba abordo.
Pero estando de pie en un callejón con una puta en vez de estar
explorando las distintas maneras de hacer gemir a Carissa Teodoro en su
sillón, él ahora tenía otra opinión.
Y hasta ese momento, Joker no entendía por qué Tack no arreglaba
ese problema con su hijo.
Pero estando de pie en ese callejón un día después de que tomará la
decisión que debió de haber tomado años atrás en el estacionamiento fuera
de un hospital, lo entendía.
Debido a que estaba de pie en un callejón con una puta. Lo que no
estaba haciendo era explorar las maneras en que podía hacer gemir a
Carissa, algo que no sabía hasta dónde lo podía llevar, sólo que sabía que
quería hacerlo.
Y Tack había dirigido al club lejos de un oscuro camino a través de
sangre y luego venganza limpia.
Él se había ganado sus cicatrices.
Ahora, sus hermanos más nuevos, quienes no habían atravesado ese
fuego de cambiar a Chaos, eran el futuro del club. Ellos tenían que
demostrar su valía y ganarse sus propias cicatrices.
Tack tendría que retirarse algún día.
Y el club quedaría a merced de quien lo sustituyera.
Pero Tack sabía que por eso no podría haber liderazgo con alguien sin
conocimiento. Porque el respeto no se exige, se gana. Y no hay
entendimiento sin experiencia.
Mierda, el hombre lo tenía complicado.
—¿Estás ahí? —le llamé ella la atención.
Él se concentró en ella.
—Necesitas agarrar a tu amiga y largarte de nuestro territorio.
—Lo mismo de siempre —murmuró.
Él no le respondió porque era una pérdida de tiempo. Ella estaba en
lo cierto. Chaos no permitía prostitutas en su territorio. Se lo habían dicho
más de una vez. También a su amiga.
—Dame el nombre de tu reemplazo antes de que desaparezcas —le
ordenó él.
—Como sea.
Él la estudio antes de aconsejarla.
—Chica, déjalo ir, te vas aprovechar de una pareja desesperada, así
que déjalo ir.
—No sé hacer nada más —le respondió bruscamente.
—Tienes un cerebro. Aprende —le replicó él.
Ella vio su réplica, y como de costumbre, no dudo en tomarla.
Se movió hacia él, la dureza se había ido de su rostro, cambiando a
algo falso.
—Puedes quedarte conmigo. Compartiré las ganancias y saldré de
esta vida por un tipo decente.
Joker dio un paso atrás. No dijo nada; dejó que sus acciones hablaran.
Ella ladeo la cabeza y susurró:
—¿Seguro que puedes hacerlo mejor?
Hace un día él habría considerado esa pregunta.
Hace nueve años, habría sabido la respuesta a ella, y no era nada
buena.
Pero en ese momento, el suave toque de la piel de Carissa aun en sus
manos, la sensación de sus dedos contra su cuero cabelludo y la visión de
esa cursi despedida estaban grabados en su cerebro, pero aun así no estaba
seguro de la respuesta.
Pero él estaba comenzando un nuevo camino.
—Cuídate, Heidi —dijo para concluir el asunto, incluso aunque lo
decía, sabía que ella haría de todo para cuidarse a sí misma.
Incluso vender a su bebé, para lograrlo.
—No tengo otra opción, Joker —le respondió.
Se alejó de él, agarró a su amiga y se fueron.
Sus hermanos se le acercaron.
—No soy un fan de estar esperando en un callejón con una puta sólo
para que la reina consiga un poco de atención —declaró airadamente Boz.
—No hay ninguna reina —compartió Joker—. La perra está
embarazada. Desaparecerá antes del amanecer, pero dice que va a conseguir
un reemplazo.
—¿Y estamos conteniendo el aliento por eso? —preguntó Speck.
—No lo aconsejaría —respondió Joker.
—Lo pensaré —declaró Hop—. Y dije que lo pensaría para que lo
abordemos, y hacer un plan.
Hop miró a Joker.
—¿Esta noche estás con Rush?
—Voy en camino al recinto para encontrarlo —confirmó Joker.
Hop asintió y dijo:
—Casa. —Luego se alejó y se fue de allí.
Sin hermosas mujeres en sus camas, ni niños debajo de sus techos,
Boz, Speck y Joker salieron del callejón hacia sus motos a ritmo lento.
—¿Y esa perra es de confianza? —preguntó Speck.
—No dijo mucho esta noche, pero al menos nos advirtió dónde tiene
Valenzuela puesta su atención, y su información rara vez se equivoca —le
respondió Joker.
—¿Crees que ella va a desaparecer antes de que Valenzuela se entere
de que está jugando en los dos bandos? —volvió a preguntar Speck.
Joker negó con la cabeza.
—Ella no sabe ni una mierda sobre nosotros, por lo tanto no tiene
nada que ofrecer. Si es tan estúpida para compartir que compartió con
nosotros, va a estar en la morgue para mañana. Puede que Heidi no sea
mucho, pero no es ninguna estúpida.
Speck no dijo nada.
Ellos se montaron en sus motocicletas, pero antes de que se
separaran, Boz dijo:
—Patrullaje intenso.
Y cuando él lo dijo, Joker lo sintió.
Algo nuevo.
Patrullar, a Joker no le importaba una mierda lo que pasara. Él hacía
lo que tenía que hacer para proteger a su club y lo que era de ellos.
Pero en ese momento, él sabía que iba a estar más agudo en el
patrullaje.
No es que no lo fuera antes.
Por eso mismo, cuando algo raro pasara y las cosas se pusieran feas,
él se iba asegurar de que nada feo le ocurriera a él.
Y Joker tenía planes para mañana en la noche y por ninguna maldita
razón se los iba a perder.
Capítulo 10
Bebo cerveza

Carissa

—Si conseguimos un juez que sea muy amigo de cualquiera de los


Neiland, puedo pedir que se abstenga. No tengo ni idea de si lo hará. Pero si
no lo hace, estableceré una apelación.
Era la noche siguiente y estábamos en la sala de conferencias en
Gustafson, Howard y Pierce, Angie, Joker, Travis y yo. Y Angie estaba
explicando su estrategia, que era esencialmente para conseguir una
manutención por hijos, revisar la custodia para mi muy joven hijo para que
pasara la mayor parte del tiempo con su madre, como debía ser (según mi
opinión, y ahora la de Angie), y por último, hacer lo mejor para golpear a
Aaron y a su padre en sus manos, fuerte, por lo que me habían estado
haciendo.
Una estrategia con la que estaba de acuerda con todo mi corazón.
Ella siguió hablando.
—Estoy realmente sorprendida de que el juez que tuviste no se
abstuviera él mismo. Es conocido por tener una estrecha y larga relación
con el juez Neiland.
Eso era algo que sabía. ¡Demonios, el hombre había ido a mi boda!
No tuve la oportunidad de compartir esto antes de que Angie
continuara.
—Tu último abogado es muy bueno, pero tengo la sensación de que
no le dijo al juez que conocía que debía abstenerse porque eso lo pondría a
disgusto con el hombre. Los jueces tienen largas memorias. Se supone que
deben ser objetivos, pero también son humanos. Si no se abstienen ellos
mismos, no les gusta que se lo pidan. Tampoco les gustan las amenazas de
apelación. No tengo el mismo problema que tu anterior abogado. Ellos saben
eso, y eso debería funcionar a nuestro favor.
Quería saltar sobre la mesa y besarla.
En vez de eso, sólo le sonreí antes de volver mi cabeza hacia Joker,
quien estaba sentado a mi lado.
Fue entonces cuando quise besarlo.
Eso era porque Joker estaba alimentando a Travis, quien estaba
felizmente sentado en su muslo.
Era la hora de cenar de Travis. No podíamos esperar por Las Delicias
y una sillita alta. Mi niño necesitaba su comida.
Y Joker me dijo que tenía que enfocarme.
Así que cuando nos asentamos, yo me enfoqué en Angie y Joker se
enfocó en mi hijo.
Ahora, con una facilidad sorprendente, empujaba zanahorias en la
boca de Travis, la jarra sobre la mesa frente a él, su atención en Travis, pero
sabía que estaba escuchando a Angie.
Tomándolo en cuenta, pensé que nunca había estado más guapo.
—Ya tengo asistentes de abogados trabajando en la moción que vamos
a presentar —continuó Angie y la miré de vuelta—. Esperamos hacer eso
mañana, como muy tarde el día siguiente.
—Eso sería genial. —le dije suavemente.
—Te advierto que por lo general, como un primer paso, el abogado se
acercaría al abogado contrario para tratar de negociar este tipo de cosas
fuera de la corte. Sin embargo, creo que estamos más allá de eso en este
momento.
Asentí.
—Estoy de acuerdo.
Ella asintió de vuelta.
—Ahora, si el señor Neiland hace o dice algo que te hace enojar o te
incómoda o que encuentras cuestionable de cualquier modo, documéntalo.
Empezando con lo que ocurrió con Travis y su gripe la semana pasada.
Fechas. Horas de las llamadas. Qué se ha dicho. Etcétera. Todo lo que
puedas recordar. También me informas a mí.
Asentí.
—Tengo altas esperanzas en esto, Carissa —me dijo—. Es
inconcebible lo que ha estado pasando. Mi sensación en las tripas es que si
no tenemos suerte con la sala en que aterricemos, sólo significará que tus
circunstancias tomarán más tiempo para cambiar. Per haré todo lo que esté
en mi poder para encargarme de esto con rapidez.
—No sé qué decir —contesté—. Gracias.
Ella sonrió.
—No me lo agradezcas. Me están pagando. Pero, independientemente,
amo mi trabajo. Pero cuando se trata de este tipo de casos, AMO mi trabajo.
Estaba contenta por eso. Me gustaba. Ella parecía buena y obstinada,
y en este caso ambas funcionaban para mí.
Aun así.
—Gracias de todos modos —contesté.
—Mi placer —dijo luego miró hacia a Joker y de vuelta a mí—. Siéntate
libre de usar esta habitación para encargarte de Travis. Pero tengo unas
pocas cosas más que hacer antes de ir a casa. Así que si no te importa, me
iré.
—Por supuesto que no. Por favor ve. Y gracias por tu tiempo —dije.
Ella asintió hacia mí, hizo lo mismo con Joker y se fue.
Miré a Joker y empuje mi silla de cuero hacia él.
—Ella es increíble —susurré con entusiasmo.
—El club no va a mantener a idiotas —respondió él, y cualquier
pedazo de sus palabras fue inexistente ya que sus labios se curvaron
ligeramente.
Podría haber sido una curva muy ligera, pero lo tomaría.
Miré abajo hacia Travis, luego hacia él.
—¿Quieres que termine?
—Lo tengo.
Él ciertamente lo tenía.
—Podemos acabar con las zanahorias y darle la deliciosa pera en LD
—dije.
—Bien.
—Eres bueno en eso —observé con cuidado porque no quería que
pareciera que estaba entrometiéndome.
Todavía quería saberlo. El hombre era un motero. Por lo que sabía él
no tenía hijos (algo que incluso en esta etapa temprana entre nosotros,
esperaba que ya hubiera compartido conmigo). Pero él era bastante bueno
con ellos.
—Hace mucho tiempo, alquilé una habitación en un sótano —contestó
fácilmente—. Una mujer necesitaba el dinero. Ella tenía un hombre que era
un imbécil. Estaba fuera más de lo que estaba en casa. Ella tenía hijos, uno
era un bebé. Ella trabajaba. También bajaba el alquiler si ayudaba.
Necesitaba que ella bajara el alquiler, así que ayudé.
Eso explicaba esto.
—Eso estaba bien —señalé.
—Sus hijos eran la bomba.
Eso estaba bien también.
—Ella probablemente lo apreció —le dije, incluso a pesar de que no la
conocía, todavía sabía que no había duda sobre ello.
—Lo hacía. Luego se enganchó a la metanfetamina. Me había ido para
ese entonces, pero lo último que oí, sus hijos estaban en el sistema.
—Oh, no —susurré.
Él hizo malabares con Travis, el tarro, y la cuchara raspando los restos
y murmuró:
—Un modo de vida.
—No es la vida que conozco.
Su cabeza no se movió pero aun así, sus ojos fueron hacia mí.
—No.
Esa única palabra fue baja. Significativa. No estaba segura que
entendí el significado. Sólo sabía que me gustaba.
Travis gorgoteó a través del último bocado de zanahoria mientras
Joker ordenaba:
—Casi está acabado. Empaca. Vamos a la carretera. Estoy
jodidamente muerto de hambre.
¡Uf!
—Ya casi llegas al dólar, Joker —compartí, todavía sintiendo
esperanza y montando la ola de felicidad de ver a Joker alimentando a
Travis, pero sin embargo molesta.
—Sabes que no dejaré de ser yo —comentó, metiendo la cuchara en el
tarro vacío y levantando el babero de Travis para limpiar su boca.
—Sabes que Travis puede haber dicho su primera palabra anoche. Ya
que fue mamá, eso me hizo feliz. Que su segunda palabra sea la palabra con
J no me haría lo mismo.
Sus ojos fueron a los míos. Entonces hice un ligero sonido de sorpresa
cuando su mano se disparó y cogió la parte trasera de mi cabeza, algo que
podía hacer sentado ya que estaba inclinada sobre la bolsa de pañales de
Travis, que había dejado en mi asiento desocupado.
Después de eso, me atrajo hacia él por lo que mi boca estaba sobre la
suya.
Él me dio un duro y corto beso.
—¡Bah, buh, bah! —gritó Travis.
Joker libero la presión en mi cuello sólo lo suficiente como para que
me moviera hacia atrás unos centímetros.
Me miró a los ojos.
Los suyos, no los podía leer. Eso no significaba que no me estuviera
diciendo algo. Sólo que no sabía qué era.
Lo que sí sabía era que la protección se había ido. No estaba excluida
por el acero.
Sólo no sabía qué hacer con ello ahora que estaba dentro.
Entonces me dejó ir sin dar más y me moví fuera de su camino
mientras él se enderezaba en su silla.
Recogimos. Teníamos a Travis preparado. Joker tiró de la bolsa de
pañales de mi mano y se la colgó en el hombre a pesar de que seguía
teniendo a Travis en su brazo. Y nos fuimos. Hicimos esto en una espaciosa
camioneta con doble cabina. Él me recogió del trabajo. La “chatarra roja”
(tal y como Joker había bautizado anoche a mi auto) fue dejado atrás.
Estaba libre el día siguiente. Joker me dijo que él, o “uno de sus hermanos”
estaría alrededor por la mañana para ayudarme a recogerlo.
Así que fue una cita adecuada, con él recogiéndome y todo.
Está bien, él me había recogido del trabajo trayendo a mi hijo con él,
y empezamos en la oficina de mi abogada hablando de la lucha contra mi
ex, así que no fue una cita normal, pero aun así fue una adecuada.
Eso me hizo feliz.
Travis estaba atado en el asiento detrás de nosotros, balbuceando a
la nada, y yo estaba viendo a Denver deslizándose y oliendo el olor de auto
nuevo.
—Así que, no obtuviste pino —comenté.
—¿Repítelo?
—Tu auto. Es obvio que acaba de ser limpiado y obtuviste el olor a
auto nuevo —dije—. No a pino.
—Tengo olor a auto nuevo porque este no es un auto limpio. Es un
auto nuevo. He comprado hoy esta camioneta.
Me quedé quieta.
Pero sólo por un momento.
Luego giré rígidamente mi cabeza hacia él.
Él tenía una moto. Eso lo sabía.
Pero este día tenía una cita con una mamá soltera que tenía un bebé
con una sillita para el auto.
Así que ahora él tenía una camioneta con doble cabina.
Joker se paró en un semáforo rojo y me miró.
Y cuando lo hizo, vi gracias a las luces nocturnas de la ciudad de
Denver, a su rostro suavizarse.
Era una visión de la belleza.
—Me gusta un montón el modo en que me estás mirando, Butterfly —
dijo en voz baja—. Pero tengo una moto y no vivimos en Arizona. Podemos
tener tiempos. Normalmente, cuando el tiempo era malo y tenía que ir algún
lado, tenía que pedir prestado el vehículo de otro. Eso ha pasado de moda.
Tengo que llevarte a ti y a tu niño a cenar, pero eso no significa que el tiempo
no había llegado.
Lo escuché todo, pero especialmente la parte del “tengo que llevarte a
ti y a tu niño a cenar”, por lo que sonreí brillantemente.
Él sacudió su cabeza esperando, y seguimos cuando la luz estuvo
verde.
Él conducía y, mientras lo hacía, quería sostener su mano. No estaba
segura si estábamos en ese punto pero estaba segura que quería hacerlo y
mucho.
El problema era que él conducía con su muñeca, esa muñeca siendo
la derecha estaba cubriendo el volante. Por lo tanto, no podía agarrar su
mano.
Además, tenía algunas preocupaciones sobre esto ya que la camioneta
era grande y probablemente más fácil de maniobrar si sus dedos estaban
envueltos alrededor del volante.
No dije nada ya que él los envolvió rápidamente alrededor de dicho
volante con el fin de estacionar en paralelo fuera de Las Delicias.
Fuimos dentro. Conseguimos una de las cabinas laterales medio
ovaladas. Nos dieron una sillita alta. Pedimos. Le di a Travis sus peras y
luego algunos Cheerios para que jugara, comiera y los girara alrededor.
Finalmente, Joker y yo comimos.
Todo el día, había estado esperando por esto como si fuera la víspera
de Navidad.
Pero no había estado en una primera cita desde que Aaron me llevó al
minigolf hace más de una década.
Y Joker era tan distinto a Aaron que no era gracioso.
Así que todo el día estuve tan nerviosa como una loca.
Pero no debería haberlo estado. De algún modo, las cosas entre Joker
y yo eran sólo fáciles. La conversación fluyó.
Y yo no era la que la hacía fluir.
Él habló. Sobre todo sobre el club, y eso era mayormente sobre sus
hermanos, a quienes claramente respectaba e incluso por los que se
preocupaba mucho.
Me dijo todos sus nombres del club. Me dijo todos sus nombres reales
(el único momento raro fue cuando le pregunté el suyo, él no contestó, y
pareció como si estuviera fingiendo que no me había oído, pero
probablemente sólo no me habría oído). Me dijo acerca de sus viejas damas.
Cuánto tiempo habían estado en el club. Sobre Ride, la tienda, el garaje, y
la nueva tienda que estaban abriendo en Grand Junction, lo que significaba
que estaban buscando nuevos reclutas ya que todos los miembros de Chaos
hacían su “tiempo” en Denver antes de trasladarse en otras ramas, como
Fort Collins, Boulder, Colorado Springs, y la pronto a ser Grand Junction.
También me dijo que diseñó y construyó algunas construcciones
personalizadas.
—Estoy trabajando en una —dijo entre dientes—. Te lo mostraré a ti
y a Travis la próxima vez que estén en Chaos.
No estaba realmente en el tema de los autos.
Pero no podía esperar para ver el suyo.
Ante mis suaves preguntas de sondeo, también me dijo acerca de sí
mismo y lo hizo fácilmente también.
Sin dudar.
Compartió que era hijo único (lo que, con sus padres, era
probablemente bueno, a pesar de que para él, en ese desastre, fue triste que
no tuviera al menos una persona a quien amar y que le amara de vuelta).
Descubrí que sólo era unos pocos meses mayor que yo. Eso explicaba por
qué vivía en el recinto porque “no hay motivo por el que pagar alguna cama
cuando tenía una vida en la que todo lo que necesitaba era una habitación”
(también lo encontré triste, pero no tuve tiempo para reflexionar).
Me gustaba que fuera fácil. No era como si él siguiera y siguiera,
compartiendo profundamente, abriendo una ventana a su alma, confiando
en mí con todas sus esperanzas y sus sueños.
Pero era una primera cita y no pensaba que era lo que obtenías en
una primera cita. Sin embargo, él no estaba cerrado y con secretos tal y
como sus ojos parecían que estaría.
Lo tomé sencillo. De hecho, me lo comí todo porque encontré que
quería saberlo todo sobre Joker. Así que cuando él me lo dio sencillo, no
presioné por más. Le dejé decir lo que tenía que decir y no sondeé por más.
Con lo sencillo que me daba, supe que llegaría, así que no había razón para
presionar.
Eso significaba (en mi mente) que cuando terminamos de comer, la
cita fue un éxito rotundo.
O pensé que lo fue.
Joker terminó su comida antes que yo ya que había pasado parte del
tiempo durante la comida vigilando a mi bebé. Así que tomé los últimos
mordiscos de mi burrito de chicharrones mientras Joker sostenía a un
somnoliento Travis contra su pecho, la cabeza de Travis cayendo sobre su
hombro.
Fue entonces cuando levanté la vista de mi plato casi limpio y me
quedé boquiabierta porque Lee e Indy Nightingale, la famosa pareja de
Denver quienes tenían su historia contada en los libros de Rock Chick,
estaban caminando desde la parte trasera del restaurante, hacia nuestra
dirección.
No podía dejar de mirar no sólo porque eran famosos sino que también
porque, francamente, Lee Nightingale era incluso más hermoso en persona.
Y en las fotos de él que había visto en el papel, era fabuloso.
Y al igual que Joker cuando estaba con Travis, ya que Lee tenía una
niña pelirroja sujeta contra su pecho, apoyando su mejilla sobre el hombro
de su padre, él era incluso más hermoso.
Sin mencionar que Indy Nightingale era un bombón. Al igual que lo
era el mini-Lee Nightingale que estaba sosteniendo su mano y caminando a
su lado.
Me obligué a dejar de mirarles y estaba a punto de golpear a Joker por
debajo de la mesa cuando Lee Nightingale miró hacia nosotros, inclinó la
cabeza y se detuvo.
—Joke —saludó.
¡Oh, Dios mío! ¡Lee Nightingale conocía a Joker!
—Lee —respondió Joker.
¡Nombres de pila!
—Hola —dijo Indy Nightingale y miré hacia ella para ver que se estaba
dirigiendo a mí.
—Hola —contesté, esperando que fuera casual.
Ella sonrió.
—Tu bebé es lindo.
—Gracias. Tus niños también lo son.
Ella siguió sonriendo.
—Lo llevas bien.
Eso vino profundo y fácil de Lee y lo miré para ver que estaba
señalando con una magnífica sonrisa llena de diversión hacia Joker y Travis.
—No me enojes. Carissa me multa cada vez que maldigo —respondió
Joker.
Me calenté por dentro.
—¿Eso funciona? —me preguntó Indy curiosa.
—Por ahora no —contesté.
—Me lo imaginaba —murmuró.
De repente Lee fue todo negocios.
—Tack llamó. Estoy en tu problema. Tendré resultados en un día o
dos.
—Lo apreciaré —respondió Joker.
Lee asintió.
—Este es Lee y yo soy Indy, por cierto —me dijo Indy—. Y estos son
nuestros hijos, Callum y Suki.
Como si no lo supiera. Todo el mundo en Denver los conocía. A pesar
de que no sabía sobre Callum y Suki.
—Un poco como que sé quiénes son —admití.
—Me imaginé eso también —dijo con una sonrisa de sin problemas.
Le sonreí de vuelta y luego di mi granito de arena.
—Como Joker dijo, soy Carissa y este es mi bebé, Travis.
—Tan lindo —repitió Indy.
—Sí —murmuró Suki un poco adormilada—. Lindo bebé.
Le sonreí.
Lee se giró hacia mí.
—Carissa, un gusto conocerte y lamento hacer esto corto, pero
tenemos que irnos. Mi nena necesita su cama.
Completamente guapo.
Me giré y le sonreí.
—Un gusto, igualmente.
—Los dejaremos en ello —dijo Lee—. Hasta luego.
Lee elevo su barbilla, Indy saludó, Callum dio un manotazo distraído
(completamente un mini-me), y Suki solo dio un pequeño saludo en
despedida.
Cuando estuve segura que se habían ido, me giré hacia Joker y siseé
entusiasmada.
—No puedo creer que conozcas a Lee Nightingale.
—Es unido con el club.
¡Qué genial!
—¿Es tan asombroso como parece? —pregunté.
—Si por asombroso te refieres al supremo pateaculos y tan bueno en
su trabajo que da miedo, entonces sí.
Sonreí y dije:
—Pateac es un centavo, cariño.
Cuando terminé de hablar, tomé un brusco suspiro.
Hice esto porque sus ojos se entrecerraron de una forma en la que
todo el calor acumulado calentó mi piel.
Joker no habló de lo que había detrás de su mirada derretida.
Murmuró quedamente:
—Está casi dormido. Butterfly. Él no está escuchando nada.
—Aun así.
—Y un pateaculos es un pateaculos. No hay otra palabra para ello.
Tenía que darle eso.
—Como sea —murmuré, tomando la última papa, sumergiéndola en
la famosa salsa de LD, y comiéndomela. Le tomé a mi Sprite, entonces Joker
y yo hicimos toda la cosa de empacar, salir y poner todo en el auto.
Pero haciéndolo, algo que era solo una parte de la vida se convirtió en
algo nuevo que me gustó, compartir una tarea con Joker.
Nos llevó a casa y de nuevo tomó al bebe y la pañalera, dejándome
solo con mi bolsa para llevar por las escaleras, otro descanso por el que
estaba extremadamente agradecida.
Pero estaba de nuevo nerviosa.
Travis estaba dormido. Desde el cambio de pecho/formula se había
convertido en un buen durmiente. Y cuando caía por la noche, en la mayor
parte de los casos, se mantenía así.
Eso significaba que obtenía un cambio adormilado de pañal y después
a su pijama y finalmente a su cuna.
Después de eso estaría a solas con Joker en mi casa en mi enorme
sofá.
Sí, estaba nerviosa, pero en una manera que me gustaba.
Mi estómago tenía mariposas. Mis labios tenían una sonrisa jugando
en ellos. Mi noche había sido grandiosa.
Esperaba que fuera a ponerse mejor.
Y solo supe (como la noche anterior) que tendría el noble sentimiento
de irme a la cama esperando por el día siguiente.
Y yo estaba pensando todo esto cuando Joker tomó el último escalón
y giró en las escaleras conmigo en sus talones.
De repente me estampé con su espalda porque se había detenido.
—¿Está todo…?
—Compañía —gruñó.
Su horrible tono me hizo mirar alrededor de él y fue entonces cuando
mi corazón se detuvo.
Aaron, aún en uno de sus fabulosos trajes para el trabajo, estaba
parado en el rellano fuera de mi puerta. Estaba inclinado hacia ella, sus
manos enredadas alrededor de ella, pero su cabeza estaba girada y sus ojos
apuntando hacia nosotros.
Me paré sin moverme.
Sorprendentemente, no era porque pensara que la visita de Aaron a
mi apartamento en el que no había estado por meses y meses fuera un mal
augurio (lo creía, y Tory, si podías creerlo, hacia el cambio de Travis hacia
mí cuando lo regresaban y Aaron nunca venía a la puerta cuando yo se lo
llevaba).
No, lo hice porque no podía creer lo que estaba viendo.
No de nuevo.
No podía creer cómo había cambiado lo que estaba viendo.
Aaron era guapo. Había sido un hombre joven muy guapo que se había
transformado en un excepcionalmente guapo adulto. Tenía cabello oscuro
que era mucho y grueso y saludable. Tenía ojos inusualmente azules que
era afilados e interesantes. Tenía una mandíbula fuerte, una frente alta y
hermosos labios. Y era alto, delgado y musculoso, con hombros anchos.
Vestía un traje de manera impecable.
Nunca me canse de verlo. Aun cuando me preguntaba sobre las cosas
malas que decía o hacía en la preparatoria. Aun cuando estaba haciéndome
tonta a cosas que me hacía. No importaba en qué remolino estuvieran mis
pensamientos que estaba pretendiendo que no existían, le daba una mirada
y me volvía a enamorar.
Pero en ese momento, él no estaba cerca, pero lo veía parado ahí,
confiado, su postura demostrando autoridad, y no me hacía sentir nada.
Se veía simple. Simple y ordinario. Un atractivo extraño en un muy
elegante traje. Podrías voltear a verlo por segunda vez, pero una vez que
estuviera fuera de la vista, estaría fuera de la mente.
O al menos de la mía.
Se había ido.
Como magia.
Pero algo más estaba ahí.
Y después de todos esos años y todo lo que había pasado, eso también
era mágico.
Lo que era, era furia.
Él no me había visto en meses y ¿pensaba que podía aparecerse en mi
casa la noche del miércoles, así de la nada?
No lo creo.
Y él necesitaba saber eso.
Inmediatamente.
Me lancé alrededor de Joker para caer sobre Aaron y compartir mis
pensamientos.
No llegué muy lejos porque Joker atrapó mi mano.
—Firme, Butterfly —murmuró.
Tomé un respiro y lo miré. Levantó las cejas.
Miré la elevación de cejas y me di cuenta que tenía razón. No
necesitaba volverme loca en el pasillo.
Podía hacerlo en mi sala.
Asentí y murmuré:
—Firme.
Firme.
Eso era lo que necesitaba. En una vida que se sentía fuera de control
desde el momento en que los amigos de mis padres habían atropellado a mi
hermanita en la salida hasta hace unos días, a través de mi culpa, pero
algunas veces no, no había tenido firmeza.
Necesitaba firmeza.
Estaba llegando ahí.
Y Aaron no me iba a quitar eso.
Joker cargando a Travis, su pañalera, y sosteniendo mi mano,
caminamos hacia Aaron.
—Esto es una sorpresa —le dije cuando nos acercamos.
Aaron estaba viendo a Joker.
—¿Te gustaría saludar a la madre de tu hijo? —pregunté.
—¿Te conozco? —le pregunto Aaron a Joker, su mirada
intensificándose.
—No, no lo haces —respondí cortésmente antes de que Joker
pudiera—. Este es un amigo mío. Ahora, lo siento, ¿perdí una llamada o un
mensaje diciendo que ibas a venir? Algo sobre la custodia, por cierto, dice
específicamente que debería saber.
Aaron finalmente dejó de examinar a Joker y me miró.
—No.
—¿Hay algo con lo que pueda ayudarte? —ofrecí
—Podríamos no hacer esto en el pasillo, Carissa. Eso ayudaría —
contestó Aaron.
—Lamento que no soy una gran fan de ti estando en mi casa —le
regresé.
—Carrie —dijo Joker por lo bajo.
Giré mi cabeza para verlo.
Él sacudió su cabeza una vez.
Entendí lo que estaba comunicándome.
Estábamos hacienda una moción y yo necesitaba ser una buena
chica, no un cabrón como Aaron. No necesitaba darle nada de munición
como él me había estado dando.
—Pasa —susurré, dejando la mano de Joker para hurgar en mi bolsa.
Tomé mis llaves y nos dejé pasar.
Me moví alrededor encendiendo las luces, cuando terminé, vi a Aaron
solo dentro de la puerta, Joker con Travis dormido en su pecho cerca de la
barra.
—¿Puedo sostener a mi hijo? —le preguntó a Joker Aaron.
Joker miró directamente hacia mí.
Cuando lo hice, mi único pensamiento fue, Honestamente, podría
amar a este hombre.
—Está bien—dije bajo.
Joker no se veía como si le gustara, pero se movió hacia a Aaron y le
pasó a un todavía-casi-dormido-pero-parpadeando Travis a los brazos de
Aaron.
—Hola, chico. Hola, mi niño. —Aaron lo arrullo cuando tuvo a su hijo.
Lo vi hacer esto y pasó de nuevo.
Solía odiar esto. Había odiado que amara tanto a Travis. Odiaba que
él era (probablemente) un buen padre. Odiaba que no nos diera todo eso a
Travis y a mí.
Pero en ese momento no lo odiaba.
No me importaba en lo más mínimo.
Porque Joker le daba de comer sus zanahorias a mi hijo y lo cargaba
por las escaleras. Y más, lo dejaba chuparle la barba, jalar su cabello y más.
Y a él le gustaba hacerlo también.
Y ahora Travis tenía a Big Pete. Y a Tira. Y Elvira. No solamente yo.
No solo yo y un abuelo a un estado de distancia.
Mi hijo tenía más.
No necesitábamos a Aaron.
Travis y yo estábamos construyendo nuestra propia familia.
—Puedo imaginar que esto es lindo para ti, Aaron, teniendo un
momento con nuestro hijo fuera del horario establecido —remarque—. Pero
es tarde, él necesita su cuna, yo trabajé hoy, y estoy cansada. Así que, si
viniste para eso, por favor termínalo así podemos seguir con nuestra noche.
Mi ex esposo acomodó a nuestro hijo en su hombro y me miró.
Sí, interesantes ojos azules.
Pero solo interesantes.
—Me merezco eso.
Sentí el fuego asentado en mi estómago empezar a bullir.
Él nunca era lindo conmigo. Estos días, él no era nada hacia mí.
Contuve el fuego y respondí:
—Ahora veo. Sabes sobre Gustasen, Howard & Pierce.
Aaron dejó que se viera una mueca.
—La comunidad de abogados es…
Sacudí mi cabeza.
—Sinceramente, no para ser grosera, no me importa. No mentí cuando
te dije que estaba cansada. Acabamos de cenar. Tengo cosas que hacer antes
de mañana. ¿Podrías por favor explicar qué haces aquí, para que puedas
irte y yo hacerlas?
Él miró a Joker y después hacia mí.
—Estaba esperando poder hablar solos.
—Eso no va a pasar. —Joker puso un gruñido por lo bajo.
Oh, diablos sí, podría amar a este hombre.
-—¿Y quién eres exactamente? —le preguntó Aaron a Joker
-—¿Es eso su problema? —me preguntó Joker.
Dios, quería besarlo.
—Debería saber con quién está pasando tiempo mi hijo —recalcó
Aaron, su profunda voz que una vez podía hacerme creer cualquier cosa,
casi a punto de reventar.
—Este es un amigo mío —dije rápidamente y atrapé los ojos de
Aaron—. Se llama Joker y nosotros estamos… —me detuve y lo dije—…
saliendo.
—¿Saliendo? —preguntó Aaron incrédulamente.
Y dolorosamente.
—Tú perdiste el interés en mí, pero eso no significa que todos los
hombres lo hicieran —le respondí.
—Claro que no, eres hermosa —escupió Aaron y yo parpadeé—. Pero
tienes un trabajo y un hijo que criar.
—Viendo como tú trabajas tanto, estoy sorprendida que lo olvidaras
—disparé de vuelta—. Pero tú también tienes un trabajo. Y un hijo. Sin
mencionar una prometida.
Aaron me frunció el ceño antes de tomar una profunda respiración,
se pasó la mano por su espeso, brillante y oscuro cabello, y reorganizó sus
facciones.
—No he venido aquí para pelear —contestó cuando se centró de nuevo
en mí.
—Me alegro de que lo menciones, puesto que todavía no hemos
establecido concretamente a qué has venido —regresé.
—Si tienes problemas, Carissa, vamos a acabar con ellos uno a uno
—declaró.
Lo miré fijamente.
Entonces miré a Joker.
—¿Es una broma?
Joker me miró a los ojos y entonces observó el resto de mi rostro.
Después de hacer eso, él me sonrió.
Completamente. Grandiosa y hermosamente. Dientes blancos contra
su espesa barba y completamente negra.
Era todo lo que necesitaba.
Me giré hacia Aaron.
—No contestas mis llamadas.
—Lo haré en el futuro.
—¿También compartirás conmigo en el futuro si mi hijo está enfermo?
Su rostro se convirtió en piedra.
Tory iba a pagarlo caro, pero no me importaba.
En cualquier caso, señalé:
—No deberías estar enojado con ella. Hizo lo correcto. Cien por ciento.
Ella no es su madre. Pero tú eres su padre y quien debería habérmelo dicho.
—¿Y contratar a la empresa más cara de Denver para manejar tu
berrinche? —contraatacó Aaron.
¿Gustafson, Howard y Pierce era la empresa más cara de Denver?
No.
Espera.
¿Mi berrinche?
—Se llevaron a mi hijo al hospital, Aaron —dije, con voz temblorosa
por la furia.
—Solo eran anginas —resopló Aaron.
—Se llevaron a mi hijo al hospital, Aaron —repetí.
Sacudió la cabeza.
—Ese no es el punto. El punto es, que no puedes permitírtelo.
—No —le contesté—. El punto es que estás aterrado que vaya a usar
el poco dinero que tengo para luchar con abogados contra la poderosa red
Neiland y vayas a tener que pagar tus honorarios, así como la manutención
que deberías de estar dándole a Travis.
—Si quieres dinero, Carissa, sólo tienes que preguntar —replicó.
—¿A quién? ¿A Tory? —le contesté—. Puesto que te niegas a hablar
conmigo, supongo que te refieres a eso.
Su boca se endureció.
—Tú has creado esta situación, Aaron. Sé que duele, y eres el padre
de mi hijo, por lo que no me da ningún placer señalar que has fallado otra
vez. Pensaste que ya que jugaste conmigo y me maltrataste durante años
iba a dejar que me pisotearas. Pero ya no estás tratando con una niña que
perdió la mitad de su mundo a los dieciocho años y que se aferró a lo único
que tenía con ella. Estás tratando con una madre y eso es una raza
completamente diferente. Así que te aconsejo que cambies tus tácticas y tus
objetivos porque esta lucha es una que no hay manera de que puedas ganar.
—No quiero hacerte más daño, Carissa —dijo suavemente.
Qué mentiroso.
Él no quería que su fallo épico se saliera de control y dañara su
reputación.
—Entonces habla con mi abogado —sugerí—. Podemos hacer
encontrarnos a arreglar el acuerdo para que sea más beneficioso para
nuestro hijo. Pero eso sucederá con mi abogado presente. Sea como sea no
va a suceder a última hora en el salón de mi casa en una reunión que estaba
destinada a ser una emboscada. Ahora, por favor, dame mi hijo y márchate.
Aaron se me quedó mirando. Lo hizo durante un tiempo. Demasiado
largo. Tanto que en realidad podría sentir a Joker perdiendo la paciencia.
Y yo con él.
Entonces Aarón dijo:
—Has cambiado.
—Eso es lo que sucede cuando una chica sueña con nada más que
ser parte de una familia feliz y su marido la engaña y luego le da una patada
en los dientes. Repetidamente. Si ella puede recogerse a sí misma,
aprenderá, y esa chica se convertirá en una mujer que va a luchar, arañar
y morir antes de dejar que la hundan de nuevo.
—Todavía me gustaría hablar contigo a solas —intentó Aaron.
—Creo que ya dejamos eso claro —declaró Joker.
Aaron miró hacia él. Lo hizo con rabia al principio, pero luego lo hizo
de forma extraña. No con la ira, sino enfocado en él, como si no lo estuviera
mirando, como si quisiera poner su dedo en algo y no supiera qué.
De todas formas, yo ya había terminado.
—Aaron, mi hijo —exigí.
Mi ex marido volvió su atención hacia mí.
Entonces él se acercó y fue entonces cuando sentí a Joker tensarse.
Pero Aaron se detuvo y me observó mientras se inclinó para besar la
cabeza de Travis.
—Buenas noches, hombrecito —susurró.
Uf.
Con cuidado, me pasó a nuestro hijo y una vez que lo tuve, lo abracé
suavemente
Aaron me miró.
—Te ves bien, Carissa —murmuró.
Otra mentira. No lo hacía. Por desgracia, en mi primera cita con el
guapo motero Joker yo llevaba mi uniforme de LeLane, mi cabello en una
cola de caballo, y mi maquillaje tenía diez horas de vida. No había tenido
tiempo para ponerme mi top.
En cambio sí llevaría mi top cuando me encontrara con Aaron y con
nuestros abogados. Él podría sorprenderse pero no diría ningún wow. Así
que podía besar mi trasero.
—Buenas noches, Aaron.
Me miró a los ojos.
Suspiré y puse una expresión de aburrimiento.
—Buenas noches, Riss —susurró.
Uf de nuevo.
Él no me había llamado Riss desde la secundaria.
¡Idiota!
No dije nada.
Aaron me dio la espalda, le dio a Joker una mala mirada, y fue hasta
la puerta.
Joker caminó también hasta allí y no dudó en cerrar y asegurar la
puerta al minuto en que Aaron salió.
—Necesito revisar a Travis —anuncié cuando se giró hacia mí—. No
tengo ninguna cerveza o cualquier cosa pero toma lo que sea. Enciende el
televisor. Ponte cómodo. Saldré en un momento.
—Tienes que escribir esa mierda que acaba de pasar, nena. Vamos a
repasarlo juntos para asegurarnos de que no se te pase nada. Y mañana
llamarás a Angie.
—De acuerdo. Lo haremos después de que acueste a Travis.
Joker me estudió de cerca.
—¿Estás bien?
—Estoy fabulosa —le dije—. Él está asustado y cree que puede jugar
conmigo, pero ya he terminado con sus juegos. Sólo quiero que se aclare
todo para que pueda cuidar de mi hijo de la forma que se merece y seguir
adelante con mi vida.
Dicho eso, me di la vuelta y me dirigí al dormitorio.
Algo lamentable ya que me perdí la mirada que Joker me dio, al
principio de incredulidad.
Entonces él estaba sonriendo.

Estaba tirada en el sofá.


No, corrección.
Estaba tirada sobre Joker que estaba tendido de espaldas en el sofá.
No había habido manoseos, lo cual era decepcionante.
Pero cuando volví de poner a Travis en la cama, Joker y yo nos
sentamos en mi bar mientras grababa la visita de Aaron.
Hecho eso, nos dirigimos hacia el sofá, Joker delante de mí. Así que
cuando me moví delante de él, me agarró por las caderas y nos llevó contra
los cojines, él a mi espalda y yo presionada contra él. Me tensé en el buen
sentido, pensando que iba a empezar la sesión manoseos. Pero eso fue todo
lo que hizo.
Me gustó la forma en que me besó. Quería más.
Pero algo acerca de esto era (casi) mejor.
Parte de eso era mejor porque Joker sintió que esto era lo que yo
necesitaba, y no una sesión caliente y pesada.
En su mayoría era mejor porque esto era exactamente lo que
necesitaba a pesar de que yo no lo sabía, porque hasta ese momento, no
sabía que existía.
Hacer el vegetal en frente de la televisión, relajarnos, despejar la
mente, nuestros cuerpos pegados, los dedos de Joker acariciando
suavemente mis rizos, su cuerpo duro, fuerte y caliente por debajo del mío,
su respiración estable y tranquila. Solo eso. Solo nosotros. Nada más.
Nada difícil.
Nada agotador.
Nada molesto.
Nada perturbador.
Muy bien, también era nada emocionante.
Pero estar acostada sobre Joker hacía que me gustara este tipo de
nada.
No era lo mismo que tener nada estando sola.
Era muy diferente.
Y eso me gustó de muchas maneras diferentes.
—Bebes cerveza —murmuré con voz tranquila y algo somnolienta.
—¿Es una pregunta o una afirmación? —La voz profunda de motero
de Joker vibró bajo mi mejilla.
—Es una afirmación.
—Entonces voy a confirmarlo. Bebo cerveza.
Sonreí contra su pecho.
—Conseguiré algunas.
—Traeré algunas.
—Puedo conseguirlas yo.
—¿Sabes lo que me gusta?
—Mmmm no.
—Entonces voy a traerlas yo.
Se lo permito, pero sólo porque si estaban en mi nevera, sabría lo que
le gustaba y así podría reponerlo cuando se agotaran.
—¿Esa pregunta significa que voy a volver a venir?
Él quería eso.
También yo.
Me derretí más profundamente en él y presioné mi mejilla en su pecho.
Eso era parte de mi respuesta.
El resto de ella fue:
—Eres mucho más cómodo que mi sofá.
Sus dedos dejaron de jugar con mi cabello para que poder enredar los
dedos en él.
Eso no era parte de su respuesta, era toda su respuesta.
Y era buena.
—Lo hiciste bien con ese culo esta noche, nena —dijo, la vibración en
su pecho era un ruido calmante—. Te mantuviste firme, lo superaste.
Me encantaba que él pensara que eso. Me encantaba.
Y me encantó lo que hice esta noche. Estaba orgullosa de mí misma.
Otra nueva sensación que me gustaba.
—Gracias, cariño —murmuré.
Su otro brazo me rodeó y me dio un ligero apretón.
Pasaron unos minutos antes de que preguntara en voz baja:
—¿Vas a quedarte dormida, Butterfly?
—¿Te importa?
—Maldición, no.
Le gustaba tenerme ahí.
Me encantó porque a mí también me encantaba estar ahí. Justo ahí.
Sin hacer nada con Joker.
—Un dólar y cinco centavos —murmuré, parpadeé, volví a parpadear,
sentí algo temblar, pero se sentía bien.
Así que me quedé dormida y me perdí algo viniendo del cuerpo
caliente, duro, fuerte y motero de Joker...
Risa.
Capítulo 11
Lo que te necesito

Carissa

Fui empujada suavemente antes que me ubicara, pero me ubiqué


parpadeando.
No sabía dónde estaba, aunque cuando mis ojos se abrieron
finalmente todo llegó a mí.
Soñolientamente me empujé sobre mis antebrazos en los cojines y
levanté mi cabeza para ver vaqueros a la cadera alrededor del brazo de mi
sofá.
Miré hacia arriba y sobre el respaldo y vi a un fenomenal motero de
cabello desordenado y ojos somnolientos.
—¿Cariño? —llamé y él me miró.
En el segundo que lo hizo me convertí en un charco de baba en el sofá.
—Escúchalo moverse —dijo en voz baja.
Me quedé mirando fijamente.
Joker desapareció.
Me empujé para sentarme y estaba de pie cuando entró Joker,
llevando a Travis, que estaba frotando su rostro en la camiseta negra de
Joker, al mismo tiempo que la apretaba en su pequeño puño.
Nuevamente me quedé mirando fijamente mientras me convertía en
un nuevo charco de baba, pero esta vez de pie.
Puse mi baba en orden, caminé hacia Joker y le sonreí antes de
acercarme, poner una mano en la espalda de mi hijo y susurrar:
—Buenos días, bebé.
Travis frotó su rostro de nuevo, levantó su cabeza de una manera
tambaleante, luego se rindió y plantó su mejilla en el pecho de Joker.
Baba total.
Mi hijo amaba a su mami y le encantaba conseguir abrazos matutinos
de mi parte.
Pero definitivamente también le gustaba Joker. Lo supe porque él era
feliz donde estaba y no se estiraba para llegar a mí.
Encontré que me gustaba eso. Todo ello. Me gustaba que a Travis le
gustara y me gustaba que Joker le gustara darlo.
Me incliné y besé la cabeza de Travis.
—¿Lo quieres o primero quieres entrar al baño? —preguntó Joker.
Mi mirada se levantó hacia la suya.
—¿Qué quieres?
—Soy fácil.
Lo era.
Solo que no sabía cómo podía serlo. Había tenido una vida de mierda
y ahora pertenecía a un club de motociclistas.
Pero definitivamente era fácil.
—Me lo llevaré. —Ofrecí, moviendo mi otra mano hacia Travis—. Vas
primero.
Hicimos la transferencia del bebé. Luego tomamos nuestros turnos
haciendo las cosas matutinas en el cuarto de baño. Mientras Joker hacía lo
suyo, con facilidad practicada equilibrando a mi bebé, hice café.
Tuvimos nuestras tazas y Joker estaba detrás de la barra, yo estaba
en un taburete mientras Travis se sacudía el sueño en mis brazos, cuando
Joker preguntó:
—¿Qué hay en tu día?
—Tengo que conseguir mi auto —murmuré mientras Travis hacía
movimientos que conocía, así que me bajé del taburete y me agaché para
ponerlo sobre su trasero en el suelo.
Fui a buscar una variedad de cosas de una cesta en la sala de estar.
Le traje su selección de juguetes y Travis los miró fijamente, todavía
sacudiéndose el sueño, pero también decidiendo.
—Te llevo a eso —dijo Joker y yo lo miré—. Después que vayamos por
tu auto, ¿necesitas lavar ropa? Podemos llevarla al recinto.
Había dicho podemos.
Me gustaba eso, pero sacudí mi cabeza.
—Hago ese tipo de cosas cuando no tengo a Travis, así puedo estar
con Travis y no con él en una lavandería.
—¿Comestibles? —continuó Joker.
—Lo mismo —le dije—. Estamos bien.
Él asintió y miró por encima de la barra mientras Travis se inclinaba
hacia adelante, presionando sus manos de bebé en los botones, haciendo
ruido en el teclado de juguete. Disfrutaba el sonido. Sabía esto a partir de
la experiencia, pero se confirmó cuando inclinó su cabeza hacia atrás y se
rio.
Sonreí a mi hijo mientras pensaba en ello, decidí lo que quería, así
que fui por ello.
Miré a Joker.
—¿Estás, uh... ocupado hoy?
Su mirada pasó de Travis hacía mí.
—No.
—¿Quieres, tal vez... pasar el día con Travis y conmigo?
Sus labios se curvaron hacia arriba.
—Sí.
Y otra vez era baba.
—Travis necesita desayunar y bañarse. Necesito darme una ducha. Y
entonces… empezar.
—Tengo los primeros dos cubiertos, ocúpate de ti.
La idea de una ducha que no fuera necesariamente rápida por la
finalidad de conseguir asearme y salir, así podría rescatar a mi hijo de su
lugar seguro en un asiento saltador o porque tenía un millón de cosas por
hacer cuando mi hijo no estaba conmigo, era una promesa del cielo.
—Su bañera de bebé está en… —Empecé.
—Dame lo que necesito, Carrie, luego yo me hago cargo.
Incliné mi cabeza.
—¿Estás seguro?
—Han pasado algunos años, pero no vas a estar en la luna. Si tengo
problemas, sé dónde encontrarte.
En la ducha.
Sentí piel de gallina extenderse en mi piel.
Luego asentí.
Después de eso, le di lo que necesitaba y di instrucciones sobre cómo
hacer el cereal de Travis y preparar su baño. Entonces saqué un pañal nuevo
y la ropa de mi niño para el día, fui por mis propias cosas y me dirigí hacia
la ducha.
No me regocijé en ellos. No me apresuré.
Pero había estado bien.
Sabiendo que Travis estaba en buenas manos y que podía solo cuidar
de mí era el cielo.

—Luce… interesante —dije, luchando con Travis en mis brazos.


Estábamos en las entrañas del garaje en Ride, y Travis no quería estar en
mis brazos, sino arrastrándose por todas las nuevas e interesantes cosas a
su alrededor mientras cautivaba a todos los hombres trabajando.
Después nos encargamos de recoger mi auto. Después Joker me
consintió con un gran desayuno. Un desayuno que estuvo delicioso y
abundante, pero interrumpido conmigo llamándole a Angie con mi informe,
así como conmigo contactando a mi casero para darle aviso que me estaba
mudando.
Angie hizo nota de la visita de Aaron y lo hizo con alegría, sabiendo
como yo que estaban preocupados.
Mi casero me informó que mi aviso no era de una sino de dos semanas,
pero independientemente, el primer día del mes se aproximaba y tenía que
pagar todo el mes o cuando lo desocupara, sacrificaría mi depósito de
seguridad.
Ésta no era la mejor noticia y cuando la compartí con Joker, tampoco
lo hizo feliz.
Pero no tuvo ninguna respuesta verbal y decidí resolverlo más tarde,
sin querer preguntarle a Tyra y Tack que esperaran un mes, sino también
no querer perder la oportunidad de esa casa.
Ahora estábamos en Ride, mirando la “construcción” de Joker.
Pero para mí, parecía como un montón de chatarra de metal colocado
sobre un piso del garaje. Había formas. No era una persona de autos, así
que no podía ponerlos juntos.
Joker se dirigió hacia la pared, donde había algunos ganchos
sobresaliendo en el que había puestos papeles y archivos. Sacó una carpeta
de uno y regresó.
Lo abrió y se volvió hacia mí.
—Esto es lo que va a ser.
Me quedé mirando fijamente porque en el archivo estaba el bosquejo
del auto más genial que jamás hubiera visto. Había sutiles toques de color
sombreados en él (amarillo canario y rojo fuego). Pero fueron las líneas
formando la visión de Joker lo que me cautivó.
—¿Tú dibujaste eso? —pregunté.
—Sí.
Miré hacia él, sorprendida y también humilde por lo que parecía ser
un talento notable.
—Eso es, bueno... es totalmente increíble.
Giró el archivo hacia él y lo miró.
—No es mi mejor. No es mi peor.
Si no era su mejor, quería ver su mejor.
—¿Me mostrarías más? —pregunté y sus ojos vinieron hacia mí.
—Si estás interesada, sí —respondió casualmente.
—Me interesa —dije en voz baja.
Esta vez, Joker se quedó mirándome fijamente y observé, de pie tan
quieta como pude con Travis luchando con mi agarre, haciéndolo fascinante.
Una vez más, el acero de sus ojos estaba guardándose de mí. Esos
ojos estaban trabajando y supe en lo más profundo que estaban trabajando
en una buena dirección.
Pero no dijo nada.
—Si es privado —dije rápidamente—, no tienes que compartirlo
conmigo.
—Vendo esta mierda, Carrie. No es privado.
Asentí.
Cerró la carpeta.
—¿Puedo verlo de nuevo? —pedí.
Su atención regresó a mí antes que lo abriera y lo miré de nuevo.
Realmente era increíble. Podía verlo enmarcado. El auto
probablemente iba a estar fabuloso, pero el dibujo era una cosa de belleza.
Pero repentinamente, mirándolo, algo me llamó la atención. Incliné mi
cabeza y seguí mirando, ese algo tiraba de mí.
—Es solo un auto, nena —murmuró Joker antes que pudiera saber
bien que era ese algo.
Miré de nuevo hacia él.
—Tienes mucho talento. Quiero decir, realmente. Si quien sea que
finalmente sea el dueño del auto no es dueño de ese dibujo, deberías
enmarcarlo y venderlo.
Eso me hizo ganar ardiente acero, una mirada que podía leer, una
mirada que perdí cuando Joker se acercó, se inclinó y puso sus labios en
los míos.
De inmediato atacó, empujando con fuerza, raspando mi labio inferior
contra mis dientes porque Travis se molestó, chillando y golpeando nuestras
mejillas con sus puños de bebé.
Joker se separó y miré hacia Travis, señalando:
—Necesita vagar libremente.
—Puede vagar libremente en la oficina. Es prácticamente a prueba de
niños —oí decir a Tyra.
Me di la vuelta en dirección de su voz para verla caminar hacia
nosotros.
—Hola.
—Hola, cariño —dijo mientras se detenía cerca. Miró a Travis,
levantando sus manos—. Hola, bonito. ¿Quieres causan estragos en la
oficina de la tía Ty-Ty?
Travis levantó los brazos, lanzando su cuerpo de bebé hacia ella,
dando gritos.
Eso quería decir que sí.
Ella lo cogió y nos dijo a Joker y mí:
—Tómense su tiempo. Estaremos cerca.
Sin otra palabra, en sus sexys tacones con su apretada falda y
encantadora blusa que no parecían encajar con un garaje, se alejó
pavoneándose, subió algunos escalones y desapareció por una puerta con
mi bebé.
—Tengo más bocetos en mi habitación.
Miré de nuevo hacia Joker.
Bocetos en su habitación.
Quería ver bocetos.
Más esperé que Tyra cuidaría de mi hijo para una media hora
mientras Joker me llevaba a su habitación con el pretexto de mostrarme
bocetos, pero en realidad fuera a estarse besando conmigo.
—Genial —susurré.
Las barbas alrededor de la boca se torcieron mientras pasaba un
brazo alrededor de mis hombros y me conducía fuera de la bahía,
dirigiéndonos hacia el recinto.

Joker no se besuqueo conmigo.


Me mostró bocetos.
Estaba en lo correcto. Algunos eran mejores que el que vi, algunos no
tan sorprendentes.
Pero todos ellos eran impresionantes.
Me paré al lado de la cuna de Travis, mirándolo, esperando nada.
Y finalmente no me estaba dando nada después de una inusual hora
donde tuvo problemas para conciliar el sueño.
Podría haber sido nuestro día ajetreado y el hecho que había tenido
siestas en lugares con los que no estaba familiarizado lo que le hizo tener
problemas para encontrar el sueño nocturno.
Podría haber sido que realmente le gustaba Joker y no quería
dormirse cuando tenía a su nuevo amigo motero alrededor.
Fuera lo que fuera, había caído y finalmente podría unirme a Joker en
la sala de estar.
Salí de mi habitación, entrecerrando la puerta, así estaba abierta solo
un poco, para dejar sin luz, pero todavía ser capaz de oírlo si lo necesitaba.
Me moví hacia la sala de estar, anunciando en voz baja.
—Cayó.
—Eso tomó un tiempo —señaló Joker.
—Lo hizo —estuve de acuerdo.
—¿Es normal eso? —preguntó mientras rodeaba el sofá.
—¡No... oh! —grité porque me acerqué y las manos de Joker se
dispararon y me agarró por las caderas.
Caí en él mientras guiaba la caída, mi trasero hacia su regazo.
Fue un día ocupado, pero no uno agotador. Aun así, no me importaba
acabarlo estirándome en la parte superior de Joker sobre mi sofá y viendo
televisión.
Sin embargo, encontré en el corto plazo que no iba a estirarme en la
parte superior de Joker y ver televisión.
Joker iba a estirarse encima de mí y tenía la sensación de la mirada
en sus ojos que, aunque la televisión estaba encendida, no estaríamos
viéndola.
Era una sensación que me hacía feliz.
Cuando estuve de espaldas en el sofá y él estuvo presionándose sobre
la longitud de mi costado, miré a sus ojos, sintiendo el pulso latir con fuerza
en mi cuello.
—Hola —susurró.
Oh.
Vaya.
—Hola —susurré de regresó.
Él cerró sus dedos en torno al costado de mi cuello y los deslizó hasta
mi mandíbula.
—¿Estás bien? —preguntó.
Tragué. Luego asentí.
—¿Quieres estar mejor?
Mi estómago dio un salto mortal.
Oh sí. Definitivamente quería estar mejor.
Presioné una mano en su pecho y respiré.
—Sí.
Él bajó la cabeza y contuve la respiración mientras sostenía mi mirada
y deslizaba el costado de su nariz a lo largo del costado de la mía.
Oh.
Vaya.
—Tan jodidamente bonita —murmuró.
—Joker —respondí con voz ronca.
Frotó su pulgar a lo largo de mi mejilla y siguió mirándome a los ojos
fijamente.
Me retorcí un poco.
—¿Qué quieres, Butterfly?
Me estaba haciendo pedirlo.
¿Por qué era tan excitante?
—Quiero que me beses.
Hizo otro deslizamiento de nariz y mantuvo la mirada con mis ojos
cuando añadió la punta de su lengua deslizándose a lo largo de mis labios.
Eso ya me hizo mejor. Mucho mejor, un gemido se deslizó por mi
garganta.
Al instante, su mirada ardió, inclinó su cabeza y me besó.
Lo rodeé con mis brazos, presionándome hacia arriba y devolviéndole
el beso.
Esto inició una sesión de besuqueos en mi sofá que incluyo algunos
adorables tanteos, y para mí, un montón de estremecimientos, derretirme y
gemir.
Joker de nuevo tuvo su mano en mi top e hizo el deslizamiento de
pulgar en la parte inferior de mi pecho, barriendo hacia arriba para abarcar
el costado y se sintió tan bien, que terminé con el besuqueo.
Quería más.
No tenía la clara idea de cuánto más, pero sabía que quería que dejara
de provocarme y al menos pasar a segunda base.
Tampoco sabía cómo decirle eso, pero mi cuerpo sí y no se demoró.
En un profundo maullido, liberé mi pierna de su enredo con la suya, rodeé
su muslo con mi pantorrilla y deslicé mi parte más íntima de mí contra su
dura longitud.
En el momento en que lo hice, su mano salió de mi top. Torció su
brazo detrás de él para enganchar sus dedos alrededor de la parte posterior
de mi rodilla, sosteniéndola ahí, pero también rompió el beso.
—De acuerdo. Eso es todo.
Ante su sorprendente declaración, parpadeé justo antes de tensar mi
agarre en él.
—¿Qué? —pregunté.
—Carrie —dijo suavemente mientras yo me obligaba a
concentrarme—. Esa oferta, de verdad, quiero tomarla, justo ahora, en tu
sofá. Pero, tengo que decirte, nena, que esto no es eso. Esto no es yo
cogiéndote por primera vez en tu sofá. Quiero lo que estás ofreciendo, pero
no voy a dártelo. No así. Cuando vayamos ahí, lo tendrás de la forma en que
lo mereces. La forma correcta para la chica que tú eres.
—Yo, este… yo, bueno…
Me fui apagando porque todavía estaba en las últimas de cierto estado
de ánimo y al mismo tiempo (lentamente) procesando lo que dijo.
Y era increíblemente encantador.
Independientemente, mi cierto estado de ánimo me estaba urgiendo a
que lo urgiera a llevar las cosas más lejos en mi sofá.
—Cuando Travis esté con su papá y seamos tú y yo de manera que
pueda enfocarme únicamente en ti y tú puedas regresarme eso, iremos ahí
—dijo Joker—. Mientras tanto, nos prepararemos para ello.
—Eres muy bueno en prepararte para ello —le dije, porque lo era.
Aaron y yo tuvimos nuestras veces. Hubo un periodo cuando esas
veces eran frecuentes y tan buenas que no sabía que podía haber algo mejor.
Esas veces se volvieron poco frecuentes y luego se volvieron no tan buenas.
Pero el sólo besarse con Joker era mejor que cualquier vez con Aaron.
Dejé de pensar en eso y empecé a caer de vuelta en ese cierto estado
de ánimo cuando vi el humor en los ojos de Joker mientras murmuraba:
—Te mantendré al corriente.
—Bueno, de acuerdo —accedí, principalmente porque no parecía que
tuviera opción.
—Ahora veremos TV.
No era una fanática de ver TV. Me gustaba leer misterios (aunque un
romance de vez en cuando funcionaba).
Pero justo entonces no tenía absolutamente nada de interés en la TV.
Sin embargo, sin ninguna otra opción abierta para mí, dije:
—De acuerdo.
—Luego voy a irme, Carrie. Necesitas una buena noche de sueño en
tu cama.
En realidad no había pensado en ello hasta entonces pero la mejor
noche de sueño que había tenido en un largo tiempo fue la noche en el sofá.
O, más acertadamente, en Joker.
No compartí esto.
De nuevo no por elección, dije:
—De acuerdo.
Joker no se movió así que yo tampoco. Lo que hicimos fue mirarnos
fijamente el uno al otro, lo que me hizo sentir extraña y repentinamente
incómoda.
Hasta que dijo:
—Me gustas.
Por su propia voluntad, mi mano empuño su camisa.
—De una manera en la que quiero hacer esto bien —continuó—. Para
ti y para Travis.
Bien, podía ponerme a bordo con eso.
—También me gustas —le dije tímidamente.
—Entendí eso cuando frotaste ese calor contra mi muslo.
Sentí mi rostro estallar en un diferente tipo de calor.
Luego sentí el cuerpo de Joker empezar a temblar y vi su boca en una
completa sonrisa.
—El rosa es lindo, Butterfly, pero no hay necesidad de ello. Esa mierda
fue sexy.
—Este… bien —murmuré.
—Linda y sexy. Sólo conozco una perra que puede hacer eso.
Ese cierto estado de ánimo me dejó, así como mi mortificación, e
inmediatamente empecé a fulminarlo con la mirada.
—Primero que nada, Joker, no soy una perra. Y segundo, nuestro día
fue tan agradable que no compartí mi conteo, pero sí creo que has
acumulado una deuda de veinte dólares y veintisiete centavos.
—Esa es la parte linda —regresó al instante.
—Deja de halagarme al mismo tiempo que me molestas.
—Linda, sexy, y puede arreglárselas contra un motero o un cabrón en
traje con un palo en su culo, eso también siendo lindo y sexy.
Decidí no responder, sólo fulminarlo con la mirada.
—¿Estás lista para ver TV? —preguntó.
—Como sea —murmuré.
Me dio otra sonrisa que me negué a reconocer que me gustaba, bajó
su cabeza, tocó su boca con la mía, luego soltó mi pierna y nos movió para
que su espalda estuviera contra el respaldo del sofá, y yo estaba acurrucada
frente a él, y estábamos de cucharita de frente a la TV.
Se sentía maravilloso.
Lo que era molesto.

En mi primer descanso del día siguiente, fui al pequeño casillero


cuadrado en la habitación de personal en LeLane donde guardaba mi bolso.
La noche anterior, Joker dejó mi casa alrededor del momento en que
mis párpados empezaron a caer. Hizo esto guiándome hacia la puerta de la
mano, dándome un suave beso de buenas noches, luego yéndose.
Ahora estaba de vuelta en el trabajo, Big Petey estaba en mi casa con
Travis, y yo me estaba preguntando qué seguía.
También estaba esperando, dado que Joker y yo intercambiamos
números, que justo entonces me enteraría de lo que seguía porque quería lo
que fuera que siguiera con Joker realmente mucho.
Mientras extraía mi bolso, mordí mi labio, queriendo que hubiera un
texto o un correo de voz de su parte, incluso si era sólo para decir hola, lo
que mediría que estaba pensando en mí. Después de lo que dijo la noche
anterior acerca de tratarme como la chica que él me veía, no quise que fuera
uno de esos tipos que juegan juegos para hacerse los geniales.
Sostuve mi bolso y toqué el botón del final para iluminar la pantalla.
Había un texto que decía: Tienes un descanso, me llamas. Y en la
cima decretaba que era de Joker.
Mi corazón se puso ligero y mi pulgar voló sobre la pantalla. En nada
de tiempo marqué el número de Joker.
Sonó tres veces antes de:
—Hola, Butterfly.
Mi corazón se puso más ligero.
—Hola, Joker.
—Si se te antoja, podría llegar a tu casa esta noche con comida china
para llevar.
No era una exageración decir que después de que las facturas eran
pagadas, mi presupuesto para lavandería, comida, gasolina y limitados
artículos diversos estaba tan estirado (como siempre lo estaba), que al final
de mes tenía seis dólares y cincuenta y cinco centavos para llegar al
siguiente mes. Y si algo surgía, lo que pasaba frecuentemente, tenía que
usar mi tarjeta de crédito. Y como sólo podía pagar el monto mínimo
mensual, el balance jamás bajaba y, alarmantemente, casi cada mes se
incrementaba.
Este no había sido siempre el caso. Al principio, cuando tenía pensión
alimentaria, tenía algo de espacio para respirar. Cuando perdí eso, papá
había ayudado, pero dejé de tomar su dinero porque me hacía sentir
culpable. Él todavía estaba trabajando. Cuando tuvo que ir a ayudar a la
abuela, tuvo suerte que su compañía lo transfiriera. Pero le estaba pagando
a una señora para que cuidara a la abuela durante el día; no necesitaba mi
carga añadida.
Así que las cosas se habían puesto tensas hasta el punto donde
escatimé en absolutamente todo que no estuviera relacionado con Travis.
No había almuerzos en el centro comercial. No había Las Delicias. No
había comida china para llevar. No para mí. No por tanto tiempo que no
recordaba la última vez que tuve comida china.
En otras palabras, comida china para llevar sonaba genial.
Joker llevándola a mi casa y comiéndola conmigo sonaba aún mejor.
—Eso suena perfecto.
—¿A las seis, tu casa? —preguntó.
—Sí —respondí.
—Mándame un texto con lo que te gusta. Estoy llegando a Twin
Dragon.
—Entendido.
—¿Tu día ha sido bueno? —preguntó.
No lo había sido. Era sólo otro día.
Ahora era un buen día.
No supe si debía decirle eso.
Luego decidí que debería decirle eso.
—Era normal. Acaba de ponerse mejor.
Eso me consiguió silencio y me preocupé por haber dado demasiado
tan pronto antes que él murmurara:
—Me gusta eso, Butterfly.
No demasiado tan pronto.
¡Fiiiuuu!
—Bien, tengo que dejarte ir —me dijo.
No quería que lo hiciera pero sólo tenía quince minutos y necesitaba
algo de ese tiempo para refrescarme en el baño.
—Yo también.
—Más tarde, Carrie.
—Más tarde, pero, este… ¿Joker?
—¿Sí?
Tomé aliento.
Luego le dije.
—No había estado en un restaurante durante seis meses, que fue la
última vez que papá vino de visita. No había tenido comida china para llevar
por más tiempo del que puedo recordar. Y me encanta la comida mexicana
y la china. —Volví a tomar aliento por mi nariz y dije—: Gracias por darme
eso. Significa un montón.
—Nena, sólo es comida.
—A lo mejor para ti, pero para mí es un regalo.
Estuvo otra vez en silencio y otra vez estuve preocupada pensando
que no debí decirle eso antes que él declarara:
—Tu ex es un completo cabrón de mierda.
Yo usaría palabras diferentes pero él tenía razón.
—Se pondrá mejor, una vez que descubra cómo ir a la escuela para
ser estilista y luego encontraré un salón, clientes, y empezaré a tener
propinas —le aseguré.
—Cierto. —Su palabra se escuchaba de lejos alentadora.
—Pero, también, ya se ha puesto mejor porque te conozco.
—Regla —declaró instantáneamente.
Su extraña palabra me hizo parpadearle a los casilleros.
—¿Perdón?
—Regla. No puedes ser de ese modo en el teléfono. Sólo puedes ser así
cuando pueda besarte.
Levanté una mano y la presioné en el frío acero de mi casillero,
apoyándome en él porque mis rodillas de repente no me sostenían.
—¿Me escuchaste? —preguntó.
—Sí, Joker.
—Bien. A las seis. Envíame en un texto lo que te gustaría comer. Más
tarde —dijo secamente.
—Más tarde, Joker.
Colgó.
Retiré mi teléfono de mi oreja y me le quedé mirando antes de sonreírle
y esto fue antes que lo sacudiera en el aire tres veces felizmente.
Luego le envié por texto mi selección de comida china favorita, puse
mi teléfono en mi bolso, cerré mi casillero, y me puse a hacer mis cosas.

Las manos de Joker levantaron mi cabeza de mi cabello lo que


significaba levantar mis labios de los suyos.
—Terminamos.
¡No! ¡Ni siquiera había llegado a segunda base!
Era después de la comida china para llevar. Después que Joker jugara
en el suelo con Travis por un rato, esto consistiendo en Joker acostado sobre
su espalda en el estrecho espacio de suelo disponible para él entre el sofá y
el muro, dejando que Travis se trepara sobre él mientras soltaba risitas
(esto, incidentalmente, también me convirtió en líquido). Era también
después que Joker le diera su biberón mientras yo perdía el tiempo en
tonterías. Y finalmente, era después que lo acostara.
Nos habíamos estado besando. Era sexy e intenso. Acababa de llevar
a cabo un milagro al hacer que Joker se bajara de mí hacia un costado y
luego maniobrando para estar yo en la cima.
Si él no iba a ir a segunda base, yo sí. Así que había metido mis manos
debajo de su camisa. Su piel era suave. También era ardiente. Y tal vez lo
mejor de todo, estaba cubierta de lo que sólo podía describir como acero
flexible.
No podía tener suficiente. De eso. De su cabello. De su lengua. De su
masculino olor a motero. Hasta había pasado mis labios sobre su barba para
besar su lóbulo y el segundo en que lo hice quería volverlo a hacer.
Podía sentirlo duro contra mi estómago a través de sus vaqueros. Me
gustaba esa sensación.
¿Cómo podía decir que habíamos terminado?
—Sólo un poco más —lo persuadí, decidiendo que ahora era un buen
momento para pasar mis labios sobre su barba otra vez.
—Carissa —gruñó—. No —terminó de manera inflexible.
Lo miré y dije a borbotones mi mentira medio desesperadamente,
—Tú no me conoces, Joker. En realidad soy una zorra.
Estalló en carcajadas.
Era la primera vez que lo hacía. Era profunda y suntuosa y escucharla
era una experiencia multisensorial, todas ellas buenas.
Pero aun así me molestó.
—¿Eso es gracioso? —pregunté.
Se concentró en mí.
—Llegué aquí con comida, ¿estabas en tu camiseta de LeLane?
—No —dije de golpe, aunque no tenía idea de por qué hacía esa
pregunta en este punto de nuestra conversación, y no sólo porque él sabía
la respuesta.
—No. Llegaste a casa y te cambiaste a una camiseta que tiene más
volantes en ella que cualquier cosa que haya visto.
—Es linda —repliqué, preocupada que él no pensara lo mismo.
—Lo es. Igual que tú. Eres tú. Mi Butterfly con sus alas. Lo que no es,
es lo que una zorra vestiría para tentar a su hombre a que la coja en su sofá
frente a las noticias.
Era seguro decir que estaba en lo correcto, de cualquier modo no
confirmé eso verbalmente.
—No dije que quería ir hasta el final —le dije—. Sólo que no quiero
detenerme.
—Carissa, ¿sientes eso contra tu estómago?
Mordí mi labio porque lo hacía.
—Hazme un favor —dijo para terminar.
Él tenía un buen punto, uno muy bueno, yo estaba siendo egoísta y
necesitaba enfriarlo por su bien.
Alejé la mirada, alejándome sin fuerzas, repentinamente avergonzada.
Joker rodó así que estuve atrapada contra el respaldo del sofá y
ordenó:
—Mírame.
—Esto es vergonzoso —le dije a su garganta.
—No sé cómo. Ningún hombre que estuviera en tus brazos pensaría
otra cosa, acerca de que tú quieras más de él, que no fuera lo jodidamente
suertudo que es. —Sus palabras hicieron que mis ojos se levantaran hacia
los suyos—. Eres honesta al respecto y no juegas juegos, eso es incluso
mejor.
—¿En verdad piensas eso?
—Claro. Pero todavía no estoy tocándote en tu sofá. No ahora. No la
primera vez. —Me sonrió—. A lo mejor la tercera.
Empujé su pecho y lo volví a hacer débilmente pero esta vez lo hice
por una razón diferente que lo hice sonriendo ligeramente.
Después que hice eso, enredé mis dedos en su camisa e incliné mi
cuello para que mi frente descansara en la base de su garganta.
Sus siguientes palabras sonaron contra la cima de mi cabello.
—La próxima semana, te llevaré a una cena agradable. Puedes
arreglarte. Lo haremos bien. Luego te daré lo que necesitas.
—Eso sería agradable —susurré, y lo sería. Me puso nerviosa pero
también me emocionó que tuviera una variedad de cosas para esperar: Una
cena agradable, una oportunidad de arreglarme, una noche con Joker… y
lo que yo necesitaba.
Era seguro decir que Aaron dejándome a mi edad era un golpe a mi
confianza. Luego entonces, si eso pasara a cualquier edad, sospecho que
igual lo sería.
Nunca fui una chica de pavonear sus bienes, pero era una chica que
sabía, debido a la atención de Aaron, que tenía algo de bienes. Después de
Aaron, supuse que no era así.
Que le gustara a un guapo y masculino hombre como Joker, el que
obviamente se sentía atraído por mí, queriendo pasar tiempo conmigo, y
queriendo darme eso al mismo tiempo que me respetaba era brillante. Lo
traía de vuelta, ese sentimiento de que puede que tenga algo de bienes. Y
eso significaba mucho para mí.
Justo como todo lo demás que Joker lo hacía parecer tan fácil de
darme significaba un montón.
—Ahora, apesta, pero tengo planes mañana en la noche —continuó.
Eso sí apestaba.
—¿El día siguiente, estás libre? —preguntó. Asentí, mi frente
moviéndose en su pecho luego incliné mi cabeza hacia atrás y atrapé sus
ojos—. Si quieres, haremos algo.
—Quiero —dije bajito.
Él también quería. No encerraba eso detrás de sus ojos. Me lo dio
directo a mí.
Y se sentía como un regalo.
Se inclinó, tocó sus labios en mi nariz, mi boca, luego se movió y los
deslizó por mi mejilla hacia mi barbilla.
Se colocó de nuevo detrás de mí y atrapó mi mirada.
—Ahora, tengo que irme a casa, Carrie.
Mal plan.
—De acuerdo.
Me dio un apretón, y antes de que lo quisiera (mucho antes) nos
bajamos del sofá y nos pusimos de pie. Tomó mi mano e hizo el ir por su
chamarra y encaminarse hacia la puerta llevándome con él.
Acunó mi mejilla, rozó sus labios en los míos, y me dio su, “más tarde”,
pero esta vez, añadió:
—Me reportaré mañana.
—De acuerdo.
—Noches, nena.
—Noches, cariño.
Su rostro se suavizó antes que se moviera hacia el sendero y fuera de
vista.
Suspiré, cerré la puerta y recargué ahí mi espalda.
Me pregunté acerca de cuáles eran sus planes para la siguiente noche.
Luego decidí preguntarle cuando se reportara al día siguiente.
Después de eso, fui a mi habitación, lavé mi rostro, cepillé mis dientes,
y me fui a la cama.
Me acosté en la enorme cama King con sus sábanas de millones de
hilos pensando que, sin la promesa de Joker siendo parte de mi día, no tenía
mucho que esperar de mañana.
Aun así esperaba el mañana.
Y especialmente el día siguiente.
Pero principalmente la noche de la siguiente semana donde me
arreglaría, tendría cena con Joker…
Luego obtendría lo que necesitaba.
Capítulo 12
Chaos es un coño

Joker

A la mañana siguiente se puso de pie en el lavamanos del pequeño


baño que estaba unido a su habitación en el Complejo y se miró a sí mismo
en el espejo.
Lo había jodido, y si no lo ponía en orden pronto, sabía que él iba a
estar jodido.
No había duda de que le gustaba a Carissa. No había duda de que
ellos iban a algún lado, y esto se debía a que no había duda de que él iba a
llevarlos a ese punto.
El problema era, que al hacer eso, ella eventualmente necesitaría
saber su nombre.
Entonces lo reconocería.
A él no le gustaba pensar cómo esa mierda se iría cuesta abajo.
Y sabía que lo reconocería, al igual que su ex.
Más de una vez la había visto estudiándolo de una forma como si no
estuviera solo mirándolo. De una forma que él tenía que cubrir esa mierda,
sacárselo de la mente, llevarla lejos de la comprensión de que eso sería
incómodo para los dos.
De tal manera que, en parte, era ahora sobre él.
Fue Joker quien pretendió que no sabía su nombre. Fue Joker el que
sabía de la barba, el cabello, el tamaño, la vida que llevaba, la fácil
sinceridad que le estaba dando a ella no era la del Carson Steele que ella
una vez había medio conocido en la secundaria. Fue Joker quien
deliberadamente la guio a verlo como Joker, y no como Carson Steele. Fue
Joker el que sabía que tenía que dárselo a ella. Fue Joker el que sabía que
debía hacerlo.
Así que fue Joker quien estuvo jugando el juego.
No fue Carissa.
Si fuera él, si alguna perra jugaba con él así, se alejaría y no miraría
atrás.
Pero Carissa fue firme.
La habían hecho polvo, pero con todo lo que le había pasado, había
seguido adelante.
No había nada en la nevera de ella o en la alacena que tuviera una
etiqueta de marca, ni siquiera la maldita salsa de tomate, y a ella no parecía
importarle.
Sin mencionar que ella tenía un hijo, que era su primer hijo, pero ella
lo había manejado y había tenido la responsabilidad de tenerlo, no como si
hubiera sido el primero sino como si fuera el quinto.
Y como lo recordó, a diferencia de sus amigos, antes en la escuela, ella
no tenía muchísimo dinero, pero su familia tenía un estilo de vida
acomodado. Había tenido linda ropa. Conducía un carro usado pero decente
en la escuela. No parecía querer nada.
Ahora, esto no era ni de cerca igual.
Por último, su ex provenía de una familia que tenía dinero hasta para
tirar al techo, y todavía parecía como si estuviera muy muy lejos de hacerle
daño. Pero Carissa vivía en un apartamentucho con mierda genérica en la
nevera y todas esas cosas a su alrededor que le recordaban su fallido
matrimonio y todo lo que perdió y no parecía como si se dejara llevar por la
mierda.
Lo que a ella le importaba era su hijo. Él no comía comida genérica.
Él no vestía ropa barata.
Y eso era todo lo que ella necesitaba.
Así que quizás, si ella podía seguir adelante tan fácilmente con todo
lo que le había pasado, si Joker le explicaba, ella lo entendería y él no la
perdería.
Solo que no tenía ni una maldita pista de cómo decírselo.
—¿Joker?
Miró hacia la puerta y luego se fue hacia ella para ver a High de pie
en el interior de su habitación.
—Hola.
High dio un respingo, alzó su mandíbula y preguntó:
—Heidi se puso en contacto contigo.
Joker sacudió su cabeza.
—No.
—Mierda —murmuró High.
La salida de Heidi significaba que el club estaba intranquilo. La mujer
no les dio mucho, pero al menos tenían un club donde la atención de
Valenzuela se dirigía otro lado.
—Hop está buscando convertir a una —compartió Joker.
—Sí, él le habló a una, pero ella se rehusó —le resumió High—. Él va
a ser cuidadoso. Cuanto más se acerca, está más expuesto a que uno de
ellos le diga eso a Valenzuela.
Joker no tuvo que responder porque lo que High decía era cierto.
—Rómpeme los huevos cuando me enamore de una de esas perras,
ellas nos dan algo de sombra por encima de la polla, pera la tormenta
permanece —murmuró High—. Necesitamos ser proactivos con esta mierda.
High no había estado totalmente de acuerdo con el cambio de
dirección de Tack con respecto al club. Pero entonces todos había aprendido
de la manera dura con la mierda extrema que pasó con Cherry años atrás
que necesitaban concentrarse en cubrir las espaldas de los demás, no en
pelear dentro de los rangos.
Eso no significaba que High fuera el hombre amable que prefería
sentarse alrededor con su pulgar en el trasero.
—Al final se resolverá de una u otra manera, hermano —le dijo Joker.
—Sí, y sería bueno que sucediera ahora en lugar que cuando esté en
posición de tener que tomar a un soldado de Valenzuela con su cuchillo,
haciéndolo desde mi silla de ruedas en una casa de asistencia.
Joker le sonrió.
La cabeza de High se movió cuando lo captó.
Luego cruzó sus brazos sobre su pecho y preguntó:
—¿Las cosas van bien con tu Butterfly?
Joker se inclinó contra el quicio y sostuvo su mirada.
—En su mayoría.
—¿No dejándote entrar en sus pantalones? —preguntó High.
Joker casi se rio.
Nunca en su vida pensó que estaría en la posición de poner el freno
en una cosita caliente, especialmente si la pieza era Carissa.
Pero lo estaba.
No compartió eso con High.
Solo dijo:
—No es eso.
—¿Qué pasa?
—Fuimos juntos a la preparatoria. No conocimos. Ahora, ella no me
recuerda —le dijo Joker.
—Esa parte de la historia me la contó Rush —contestó High.
—No la he informado.
High asintió incluso mientras remarcaba:
—También me dijo Rush que le gusta.
—Sí, pero, hermano, estoy enamorado de ella de una forma que
seguirá por un buen rato. Tiene que conocerme. Una mujer jugó este
escenario de la forma en que lo he jugado con Carrie, ha cuidado mi espalda.
El enfoqué de High en él se profundizó.
—Entiendo tu punto.
—Tengo que salir limpio. Solo no sé cómo.
—Quieres decir que no sabes cómo sin molestarla de manera que se
vaya.
Joker asintió.
—A eso me refiero.
—Esto es lo que sé, Joke —dijo High y su repentino cambio de tono
hizo a Joker prepararse—. Tienes que ser el hombre que eres. No puedes ser
nada más. Y tiene que entender el hombre que eres y quererlo, nada más.
Darle a ella una oportunidad, no puedes reprimir lo que eres. Nada de ello.
Luego es su decisión. Quiere al hombre que eres, jodido y todo, se queda.
No lo quiere, no la quieres tú a ella.
Joker igualó su tono cuando hizo la confidencia.
—La he querido desde la preparatoria.
—¿Porque tiene un gran trasero? —respondió High.
Joker sintió su mandíbula apretarse y a través de sus dientes
contestó:
—Ni cerca siquiera.
—Entonces sé directo —respondió High—. Leíste algo en esta mujer
que es la indicada para ti. Lo viste en ella desde ese entonces. Puedo que te
lo haga difícil, pero si es esa chica y tú estás ahí por ella como ella por ti,
esto será una piedra en el camino, pero luego montarás estable.
—Sí, yo y ella y su ex, quien repentinamente está interesado en volver
a conectar —murmuró Joker.
—Ahora, esa mierda es tuya —declaró High, levantando su mano y
apuntando en dedo en dirección a Joker—. Se dice que le hizo mal en una
forma que no es de hombre. Tú cuidas de tus bebés incluso si tu ex es una
perra y tienes que lidiar con ella. Te comes esa mierda por tus hijos. Su ex
no es una perra y está comiendo coño de modelo y no prestando atención a
la mamá de su bebé. Su ex no es un hombre, no tendrás problema en
terminar con él si necesita hacerse.
—Carissa no es el tipo de chica al que le gusta la forma en que un
motero haría valer su punto meando alrededor de su parche —apuntó Joker.
—Eso no es lo que quise decir —replicó High—. Lo que quise decir es,
no muchas mujeres quieren una polla floja en su cama, sin importar de
dónde venga esa polla floja, se revuelca o lo que sea. Tú no eres ese hombre.
Ella ve eso, se relacionará con él porque su hijo comparte su sangre, pero
eso es todo lo que será para ella. Tú eres el hombre para ella y su hijo, serás
todo lo demás.
Esperaba como el infierno que High estuviera en lo correcto. Sobre
todo ello.
Su teléfono en su bolsillo trasero sonó y cuando lo hizo, High
preguntó:
—¿Estás bien?
Lo estaba. Eso era todo.
Su hermandad.
Es por eso que se había unido. Eso era lo que quería.
Sólo era que, hasta hace poco, no había hecho uso de todo lo que
podían darle.
Otra jodida que no perpetraría de nuevo.
—Bien, High. Gracias, hermano —murmuró Joker, sacando su
teléfono de sus vaqueros.
—Viendo, entonces nos vemos luego —respondió High y se fue.
Joker miró su teléfono, tomo la llamada y lo puso en su oreja.
—Tack.
—Hola, Joke. Lee llamó. Tiene información sobre tu Robinson.
Joker se movió hacia su vestidor, donde ahora había un tazón con sus
monedas en él. Monedas que solían estar esparcidas por todos lados, incluso
sobre el suelo.
Él sonrió y contestó.
—¿Qué te ha dicho?
—Maestro, como dijiste antes que lo era. Una preparatoria en
Highlands Ranch. Titular. Casado. Paga sus impuestos. Cinco años con su
actual hipoteca.
Joker lo interrumpió.
—Sé eso, ese Nightingale fue exhaustivo, pero no necesito saber ese
tipo de mierda.
—Dame una pista. ¿Qué necesitas? —preguntó Tack.
—¿Tiene una familia?
—Casado. Una vez y todavía. Han estado juntos por once años —le
dijo Tack.
—¿Sin hijos?
—Lee no mencionó niños.
—Llamaré a Lee.
Hubo una pausa antes de:
—Lo tengo.
—¿Y Tack?
—Sí.
—Gracias —murmuró, agarrando su cartera y metiéndola en su
bolsillo trasero, atorando la cadena en su cinturón.
—Lo que necesites, Joke —murmuró Tack de regreso y colgó.
Joker levantó sus llaves, se encogió dentro de su cuero y se movió
hacia la puerta, su atención de vuelta a su teléfono, su pulgar moviéndose
hacia el contacto de Nightingale.
Escuchó los sonidos el tiempo suficiente para pensar que saltaría el
buzón de voz antes que Lee contestara:
—Joke.
—Lee. Hablo para algo de seguimiento sobre Robinson —le dijo Joker.
—¿Qué necesitas? —preguntó Lee.
—¿Tiene hijos?
—No.
Maldición.
—¿Qué tan minucioso fuiste? —presionó Joker.
—¿Qué tan minuciosos somos normalmente?
Tenía todo.
—Sé que él y su esposa perdieron un bebé hace ocho años. Quiero
saber a dónde llevó eso.
—Todavía están casados.
—Necesito más, Lee —dijo Joker en voz baja. Habiendo caminado a
través del edificio, estaba pasando a través de la puerta frontal del recinto.
—Retuve lo suficiente para reportarle a Tack. No sé los específicos del
archivo. Estoy fuera de la oficina. Espera, conectaré a Shirleen.
Shirleen era la recepcionista de Nightingale y Shirleen solía ser la
mitad de un formidable equipo de tía y sobrina que comerciaban con yerba
en Denver. Shirleen y su sobrina se salieron de esa muerte años atrás,
haciendo el espacio para que Valenzuela sembrara el caos.
A pesar de las consecuencias, se necesitó valor, mucho, para que
Shirleen hiciera eso. La había conocido. Le gustaba. Por eso y porque era
jodidamente divertida, diciéndolo como era, y había sido una traficante de
drogas que escondía un corazón de oro, un corazón que ahora dejaba brillar,
era imposible que no te gustara.
De repente Shirlee se unió a la conversación.
—Más vale que sea bueno. Mis uñas están frescas.
—Shirleen. Tengo a Joker en la línea. Necesito que abras el archivo
Robinson —ordenó Lee.
—Eres afortunado que hacer clic en mi mouse no arruine mi nueva
manicura —murmuró ella.
Joker se detuvo en moto y sonrió hacia sus botas.
—Archivo abierto, necesito indicaciones —declaró Shirleen.
—Registros médicos. La esposa —le dijo Lee.
—¿Qué estoy buscando? —pregunto ella.
—Bebés —le dijo Joker.
—Ya revisé el archivo, hijo. El hombre no tuvo bebés —confirmó
Shirleen innecesariamente.
—Intentos de tenerlo —aclaró Joker.
—Ah. Correcto. Esperen.
Joker esperó.
Lee esperó.
Shirleen regresó.
—Tres abortos. Una muerte al nacer, lo que rompe mi corazón. Otro
aborto. Más del corazón de Shirleen rompiéndose. Parece que después de
eso, se dieron por vencidos. Esperen de nuevo.
Joker espero, pero se sentía como si todo su pecho se comprimiera.
—Otro archivo. Luke lo acaba de añadir esta mañana —dijo Shirleen—
. Adoptaron. La mamá lo dio rápido, tomo su dinero para mantenerse bien
durante el embarazo. Entregó al bebé, lo tuvieron por diez días y ella cambió
de parecer. Estoy revisando mientras hablo, pero por lo que veo, parece que
la chica lo hizo legalmente. Era joven y estaba asustada. Miró a su bebé,
cambio de idea. Su derecho. Todavía rompe mi corazón de nuevo por tu
chico y su mujer.
—Jesucristo —siseó Joker.
—¿Es eso lo que necesitabas? —Lee se unió.
Lo era. Aunque no era lo que él quería.
—Sí.
—Quieres compartir con nosotros ¿por qué quieres esa mierda sobre
este chico? —preguntó Lee y Joker sabía que no era una solicitud. También
sabía que Lee no era conocido por compartir información tan detallada sobre
un hombre que era bueno en papel con un motero curioso.
—Era mi profesor en la preparatoria. Se preocupaba por mí. La última
vez que lo vi estaba en el hospital después que su esposa perdiera a su hijo
al nacer. Estoy buscando reconectar con él, quería estar seguro que
estuviera bien antes que hiciera eso.
—Bueno, mi suposición es que no lo está. —Shirleen dio su opinión.
Joker miró hacia su moto mientras la idea llegaba a su mente al
mismo tiempo que sus labios se movieron.
—Pagaré, deberé algo, me importa una mierda, pero te necesito a ti y
tus chicos en una cosa más.
—¿Qué sería? —preguntó Lee.
—Una puta. Llamada Heidi. Su apellido es Smith, lo que significa que
su apellido no es Smith. Estaba en el grupo de Valenzuela. Salió del radar
hace algunos días. Necesito encontrarla.
—¿Esto a través de Tack? —preguntó Lee cuidadosamente.
Preguntaba cuidadosamente porque sabía que el club tenía asuntos
con Valenzuela. También sabía que Tack y sus hermanos trabajaba junto
con los grupos de hermanos que Tack tenía fuera del club. Refiriéndose a
Hawk y dos policías llamados Mitch Lawson y Brock Lucas. Los chicos
Nightingale no eran así y Joker sabía por la forma en que Lee hizo la
pregunta que no quería que lo fueran.
—Es por mí —contestó Joker.
—Necesito que te expliques, hombre —le dijo Lee así que Joker
explicó.
—Heidi Smith salió del radar hace algunos días porque está
embarazada. Valenzuela le daría una paliza si lo supiera y ella quiere estar
saludable porque esta buscado un comprador para su bebé.
—Oh por Dios —dijo Shirleen.
Lee no dijo nada.
—¿Harán eso? —apuntó Joker.
—Te entiendo Joke —dijo Lee tranquilamente—. Dice mucho de ti que
estés buscado hacer esto por este hombre. Pero él y su esposa han pasado
por un infierno. No necesitan que una prostituta buscando dinero joda con
sus vidas.
—Alguna buena chica podría cambiar de idea al mirar a su bebé, Lee,
pero ¿crees que una perra como Heidi engañaría a Chaos?
Lee se quedó en silencio un segundo antes de decir:
—Te entiendo.
—¿La encontrarás?
—Demonios, sí, la encontraremos —acordó Shirleen por Lee.
—Jesús —murmuró Lee.
—Se lo daré a Luke. No, Vance. Como sea. Estamos en ello —declaró
Shirleen.
—Ya la escuchaste —agregó Lee, sonando dolido.
—Mantenme al tanto, pásame la factura. O acepta un favor. Lo que
decidas, está hecho —les dijo Joker.
—Lo arreglaremos —contestó Lee.
—Bien. Estupendo. Gracias. —Joker giró la pierna sobre su
motocicleta y terminó con un—: Hasta luego.
Recibió sus saludos, desconectó, y estaba a punto de volver a poner
el teléfono en su bolsillo cuando éste sonó en su mano.
Le dio la vuelta, miró la pantalla y sonrió al agarre de su motocicleta.
Lo llevó hasta su oído.
—Hola, Butterfly.
—Hola, Joker —respondió Carissa, pero su voz sonó tensa.
—¿Todo está bien? —preguntó.
—Uh… acabo de recibir una llamada de Angie.
Mierda.
—¿Tu ex? —instó cuando ella no continuó.
—No, aunque ella compartió que el abogado de Aaron la contactó para
acordar una reunión.
—¿Vas a aceptar?
—Angie me aconseja que debería. Probar las aguas. Así que va a
aceptar.
Ella no dijo más.
—Está bien, entonces ¿cuál es el problema? —preguntó.
—Bueno, también me dijo que contactó a mi casero y le exigió una
copia de mi contrato con ella.
Bien.
Joker había llamado a la asistente de Angie el día de ayer. Se alegró
de que ella no lo retrasara.
—¿Y? —empujó Joker.
—Bueno, no he tenido tiempo para buscar mi contrato de alquiler,
pero Angie le echó un vistazo. Al parecer, mi memoria no está tan defectuosa
y tenía razón. El aviso es solamente de una semana.
Gracias, carajo.
—Entonces ella lo llamó para preguntarle por qué me dio una
información errónea —continuó—. Él le dijo que los términos del acuerdo
habían cambiado y que yo había sido informada de eso en la escritura. Ella
le pidió mi aceptación firmada de ese cambio y cuando él dijo que estaba
teniendo problemas para encontrarlo, le dijo que yo me iría para finales del
mes. También le dijo que sacaría evidencia de fotos del estado en que dejé
el departamento, y si había algún problema con la devolución de mi
depósito, yo lo vería una última vez. En la corte.
Joker se alegró por esto también, pero fue una alegría cautelosa dado
que no podía distinguir el tono de ella.
Por lo que preguntó:
—Esto es bueno, ¿cierto?
—Considerando que me estaba preparando para recibir el golpe
aplastante de tener que informarle a Tyra y Tack que deberían poner la casa
en el mercado porque no creía justo que tuvieran que esperar un mes sin
alquiler y yo no podía darles el alquiler de un mes y pagar por este sitio
también, sí. Es bueno.
Joker decidió pedir explicaciones.
—No estoy seguro si te estoy entendiendo bien, Carrie.
—Entonces no me estás entendiendo —respondió ella
tranquilamente—. Fuiste tú.
—Lo fue —confirmó, todavía cauteloso.
—Estás cuidando a Trevor y a mí.
Joker no habló porque finalmente entendió.
“Eres el hombre para ella y su hijo, serás todo lo demás”.
Sí. High tenía razón.
Carissa siguió:
—No sé si llorar o dar volteretas, pero no puedo hacer ninguno porque
estoy en el trabajo y no puedo arruinar mi rímel, debido a que no traje el
tubo, y podrían enojarse conmigo porque estoy segura que dar volteretas es
una violación a la salud y seguridad.
—No es para tanto. En mi opinión, tu casero quería engañarte. No lo
logró. Probablemente tú mirarías con el tiempo tu contrato y lo
cuestionarías. Sería un dolor de cabeza, pero mi Butterfly no acepta que la
jodan. Lo habrías confrontado. Acabamos de ahorrarte esa molestia, Carrie.
—Lo hicieron —estuvo de acuerdo—. Lo aprecio y no sé cómo
expresarlo.
Sabía cómo podía hacerlo pero eso esperaría hasta después de que
salieran a su cita la siguiente semana.
—Podría lavar tu motocicleta —sugirió ella.
—Lo único que tienes que hacer con esta motocicleta es poner el
trasero en la parte posterior de ella. No la lavas. Tampoco me pagas. No es
necesario. Nos estamos conociendo, pero si queremos hacer esto bien, así
es cómo empezamos, Carissa. Te encuentras en la posición en la que te
ayudo. Somos más que conocidos ahora, habrá un tiempo en que me
regreses el favor. Es así. Acéptalo.
No recibió respuesta.
—¿Carrie? —dijo entonces.
—Quiero llorar o dar volteretas nuevamente —le dijo, su voz
estrangulada.
Él sonrió y no habló.
La escuchó aclararse la garganta antes de continuar
—Esas son las buenas noticias. Lo malo es que he perdido días
importantes de empacar por lo que tengo que ponerme a hacer eso pronto.
Y más importante tenemos dos cajeros ausentes con la gripe. Sharon
necesita que tome un turno mañana.
Él no quería que ella tomara un turno mañana. Quería tener otro día
con ella y su hijo, esta vez empacando cajas.
Pero pensó que ella necesitaba ese turno. Probablemente le pagaban
una miseria pero era mejor que nada, a pesar de que se tratara de
prácticamente nada.
—Entendido. ¿Cena y te ayudo a empacar las cajas mañana?
—Sí —dijo ella en voz baja.
Ella quería eso.
Demonios, sí.
—Llevaré algo y cocinaré.
—Espero que no cocines una mierda.
Comenzó a reírse por la primera maldición que había escuchado de
ella.
—Será una buena mierda —dijo entre risas.
—Como sea —dijo ella, sonando divertida.
—Bueno, Butterfly. Dale a Travis un abrazo de mi parte, ¿sí?
Un dulce y en voz baja:
—Sí, cariño.
Cariño.
Ninguna vieja dama llamaba a su hombre cariño.
Joker amaba jodidamente eso de Carrie.
—Bien, hasta mañana —dijo.
—Hasta mañana, Joker. No puedo esperar.
Y amaba jodidamente que ella le diera eso. Sin tonterías. Ella no podía
esperar y así se lo dijo.
Compartió sus sentimientos sobre eso al profundizar la voz cuando le
dijo:
—Hasta después, nena.
—Adiós.
Esperó a que se desconectara antes de meter en teléfono en su bolsillo,
encender su moto, retroceder y arrancar.

—Había esperado que visitaras al barbero antes de aparecer en cena


familiar —dijo la señora Heely luego de que la esposa de Linus, Kamryn,
abriera la puerta de su casa y Joker entrara.
—Creo que te ves de maravilla —dijo Kam suavemente, acercándose a
su lado, tocando levemente su mano, luego estirándose y besando su mejilla
con barba.
Él la miró y vio la dulce sonrisa en su hermoso rostro. Linus era un
hombre con suerte, pero aun así con Kamryn Washington se ganó la lotería.
—Eres una incitadora —susurró la señora Heely.
—Deja de hablar, mujer y dame un abrazo —ordenó Joker.
Sus ojos se iluminaron, su rostro perdió su fingida irritación y se
movió hacia él y a sus brazos.
Cerró los brazos alrededor de ella y se inclinó para besarle la coronilla
de la cabeza.
Ella olía como siempre, hace unos días atrás y como cuando le traía
su cena.
Se preguntó si a su hijo le gustaba su aroma y pensó que el sujeto
nunca habría pensado en ello. También consideró que si él pensaba que lo
perdería, pensaría en ello y le gustaría.
Como a Joker.
—¡Amigo! —gritó Linus.
La señora Heely retiró los brazos pero Joker no la dejó ir lejos. La
mantuvo cerca con un brazo sobre sus hombros.
—Esta amenaza es Jackson —declaró Linus, su mano en la cabeza de
un niño que estudiaba con curiosidad a Joker, hasta que su padre
suavemente le giró la cabeza y comenzó a reír, poniendo sus ojos en blanco
para poder darle un vistazo a su padre—. Este es Tyler. —Linus dejó ir a su
hijo y se agachó para tocarle la cabeza a uno pequeño sentado en un
escalón, comiendo de un cuenco de uvas—. Y esta —continuó Linus,
girándose y alzando a una bella niña que se estaba ocultando detrás de su
papá—. Es Candance. Mi pequeña Candy. —La miró al rostro y le ordenó—
: Dile hola al amigo de papá, Joker.
Ella ondeó la mano rápidamente para luego esconderse más cerca de
su padre.
—¿Joker? ¿Como Batman? —preguntó Jackson.
—No, hijo, él es un buen tipo —respondió Linus.
Jackson tuvo una mirada en su rostro que parecía decir que no
comprendía esto pero lo estaba intentando.
Fue gracioso y Joker quiso desternillarse de la risa al observarlo.
Pero no lo hizo
Porque él lo estaba internalizando.
La casa era una construcción nueva, en un terreno pequeño, pero no
significaba que no fuera grande. También era agradable. Limpia. Decorada.
Todo en la personalidad colorida y alegre de Kam… y su familia. Y Linus,
con su hermosa esposa, sus tres saludables hijos, el hombre de familia de
pie entre todo lo que construyó, las cosas más importantes de su vida.
Mujer. Hijos. Y la casa que podía darles.
Contempló con alegría la suerte que Linus tuvo.
Pero lo contempló pensando por primera vez en su vida, que él quería
esto.
Solamente esto.
Una mujer maravillosa. Unos bellos hijos. Una casa limpia decorada
con la calidez que su mujer quisiera darle a su familia.
—¿Vas a quedarte ahí sin quitarme los ojos de encima, o vas a quitarte
la chaqueta y beber alguna cerveza de tu viejo amigo? —preguntó Linus.
Joker soltó a la señora Heely para quitarse la chaqueta, respondiendo:
—Cerveza.
—Ahora que las presentaciones están completas, Linus, ¿te gustaría
compartir cómo te sientes acerca de la falta de aseo de Car... Joker? —
preguntó la señora Heely
Linus volvió sus risueños ojos hacia la mujer.
—Respeto, señora Heely, pero incluso cuando él era un niño, era bien
parecido. Podía tener cabello de hippie y todavía ser así.
Esto decía mucho viniendo de Linus, que podría trabajar en un garaje
pero en ese momento estaba bien vestido. Siempre se había cortado el
cabello cerca de su cabeza, con limpias líneas afiladas por todas partes y la
verdad se cuidaba.
—No estoy de acuerdo —espetó la señora Heely.
—Sería más lindo con el cabello más corto —opinó Candace con
timidez.
—Esa es una chica con gusto —declaró la señora Heely, avanzando y
llegando a Linus de una manera que era imposible malinterpretar lo que
quería.
Linus no lo malinterpretó. Bajó a su hija y la señora Heely la reclamó
inmediatamente.
Tomando su mano, ella la llevó por los escalones de la sala que
conducían hacia la parte posterior de la casa y una cocina grande y abierta,
diciendo:
—Tenemos que mantenernos juntas, Candy. Ahora, vamos a ayudar
a mami con la cena.
—Está bien, mamá Heely —respondió Candace.
—Esa es mi señal —murmuró Kamryn y él la miró—. Así que me alegro
de que estés aquí, Carson.
Él asintió.
Ella entró en la casa.
—Amigo —llamó Linus—. Cerveza.
—Sí —respondió Joker y se dirigió hacia él pensando que la próxima
vez, traería a Carissa y Travis.
Eso sería después de que le dijera que era Carson y que pudiera dejar
de ser un idiota y darle todo para que supiera lo que estaba obteniendo, el
hombre que era, cómo llegó a ser ese hombre.
Y entonces verían.

Después de cenar con sus amigos, Joker estaba entrando en el recinto


cuando sonó su teléfono.
Miró a la derecha, vio a algunos de sus hermanos pasando el rato con
cerveza, tragos, y una botella de vodka. Se dirigió hacia allí, mientras
sacaba su teléfono.
—¿Cerveza o trago? —gritó Rush.
—Cerveza —murmuró Joker, mirando su teléfono.
No sabía por qué tomó la llamada. Él no quería hablar con el hombre,
y ya no tenía ninguna razón para hablar con él.
Pero al final se alegró de hacerlo, aún si fue el comienzo de un final
incierto.
Empezó con él poniendo el teléfono en su oreja y diciendo:
—No hay razón para que me llames. —A lo que Monk respondió:
—Tengo a mis luchadores, un sótano lleno de hijos de puta sedientos
de sangre, y las apuestas en mi atracción principal. Una atracción principal
cuyo culo no está aquí.
—Te lo dije cuando me enviaste un mensaje hace días, Monk, estoy
fuera.
Él había dicho eso a Monk. Recibió el mensaje de Monk acerca de la
próxima pelea el día en que decidió hacer su juego con Carissa.
El dinero que había ganado en peleas era bueno. Tan bueno que tenía
un pastón y podría comprar una camioneta con efectivo sin apenas hacer
una mella en ello. Pero también cobraba un cheque de un hermano de Ride,
lo que no lo haría millonario, pero era sustancial. Ya no necesitaba luchar.
Sin mencionar que, cualquier buen luchador sabía cuándo renunciar.
Con los puños desnudos, si tenía suerte, podría tener un par de años más
en él. Pero si tenía una mujer como Carissa en su vida, no tenía ninguna
razón para tomar esos golpes.
—No puedes simplemente salir —respondió Monk mientras Joker se
detenía junto a sus hermanos en el bar.
—Mierda. Disculpa. ¿Firmamos un contrato y lo olvidé? —preguntó
él.
—No, Joke, pero eres mi principal puta atracción. No puedes
simplemente retirarte —regresó Monk.
Eso era una mentira. Monk tenía dos monstruos que siempre
luchaban después de Joker. Jugaban con esa multitud como los
profesionales que eran, total carnicería.
Y Joker nunca se perdió una pelea, cuando Monk le había pedido
hacer repetidamente para que ambos pudieran sacar provecho de ello. Esto
significaba que Joker era algo seguro. Desde su entrada en el circuito en
Denver, estaba invicto.
Así que no estaba nada cerca de la atracción principal de Monk. Lo
que era, era un luchador a quien la gente le gustaba ver, apostar y ganar, y
Monk aceptaba eso porque ganaban con Joker, así que tenían dinero para
apostar a los monstruos que venían después de él, peleas en las que podrían
perder su dinero.
—Puedo. Lo hice. Está hecho —respondió Joker.
—No me jodas. Cobarde. —Joker sintió que su columna vertebral se
puso rígida.
—¿Dilo de nuevo? —susurró él.
—Todos ustedes. Cobardes de Chaos. Y no es una sorpresa. Todo el
mundo lo dice. Tu líder y sus lugartenientes están tan amarrados por sus
perras, han sido dirigidos por sus pollas demasiado tiempo, es una maravilla
que tengan polla aún. Comes suficiente coño, follas suficiente coño, te
conviertes en un cobarde. Eso es lo que le ha pasado a Chaos. Chaos es
cobarde.
—Muy bien —dijo Joker lentamente, sintiendo la vibra en la
habitación cambiar cuando sus hermanos sintieron la ira saliendo de él en
olas—. Tienes cinco segundos para asegurarme que no acabo de escuchar
lo que acabo de escuchar.
—Me escuchaste —siseó Monk—. Ya aposté por ti, hijo de puta. Me
dejas tirado, eso es... simplemente... cobarde. —Joker le colgó y volvió su
atención a los hombres con él.
Rush, Hound, Roscoe, Boz.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Roscoe.
Joker les dijo, terminando con:
—Monk tiene tres gorilas y un tipo que se ocupa del dinero. Pueden
darle una friega a un hombre, individual y colectivamente. Sabiendo esto,
¿quién tiene ganas de dar un paseo?
No le sorprendió a Joker que cada hombre tenía ganas de montar su
moto.
Y todos lo hicieron.

Al parecer Joker iba a darle un último espectáculo a Monk y su grupo


sediento de sangre.
Simplemente no era el espectáculo que Monk quería.
Hound tenía dos gorilas abajo antes de que estuvieran a tres metros
en la habitación, despejando el camino para que Joker hiciera una línea
directa hacia Monk.
Rush sacó al tercer gorila.
Boz estaba frenando el hombre del dinero con la punta de su cuchillo.
Y Joker estaba inclinado sobre Monk, que había perdido desde hace
tiempo sus pies, sujetándolo por el cuello y golpeando su puño en la
sangrienta e hinchada piel de su rostro.
Antes de que Monk se desmayara, Joker se detuvo, tiró de él hacia
dentro a cinco centímetros de su rostro y demandó:
—Dime una vez más que Chaos es cobarde.
—J-Jo…
Joker lo golpeó de nuevo.
Monk hizo un húmedo ruido que sonaba como si viniera de su nariz
y garganta.
Tiró de él de nuevo y ordenó:
—Dime otra vez, hijo de puta. Dilo. Chaos es cobarde. —Monk negó
con la cabeza—. Bien —escupió Joker—. Ahora, estás jodido porque yo
estaba teniendo una buena noche, sintiéndome como en casa, iba a beber
un par de cervezas con mis muchachos, y tu mierda me puso en mi moto
así que no pude hacer eso. Lo que has dicho, sin embargo, eso es algo más.
Eso es sobre Chaos, no es sobre mí. Y eso significa retribución de larga
duración.
Otro ruido húmedo de Monk, este lleno de miedo, mientras trataba de
alejarse.
Joker lo sacudió violentamente y luego lo mantuvo quieto y declaró:
—Valenzuela no ordena está pelea, y no lo hace porque tú me tenías
peleando. No está listo para su ronda con Chaos, así que se está
manteniendo alejado. Ahora, él va a saber que no hay Chaos en esta pelea.
¿Qué va a significar para ti?
Otro ruido de miedo antes de:
—No-no, Joke, él…
Joker lo interrumpió:
—Hablaste demasiado. Te di la oportunidad de retractarte de esa
mierda. No lo hiciste. Ahora pagas.
—Le-le daré una parte a Chaos —ofreció Monk rápidamente—.
Comprar la paz.
—Voy a compartir eso con Tack. Cuando haya terminado de comer el
coño de su mujer, le presentaré eso al club, nos pondremos en contacto
contigo —masculló Joker, se echó hacia atrás, y aterrizó un poderoso golpe
que había funcionado para él numerosas veces en el pasado.
A un hombre como Monk, lo destruyó.
Y a su ahora fracturado pómulo.
Él estaba fuera.
Joker lo dejó caer y se enderezó, volviéndose a Rush, que estaba
hablando con el único hombre de Monk que quedó.
—No hacemos nuestra declaración y tú consideras pagar, piensa otra
vez. Si no sales con la respuesta correcta y te vemos cuando no te queremos
ver, la mierda se va a poner fea.
El chico miró a los cuatro hombres en el suelo, sólo uno de los cuales
estaba gimiendo y tratando de levantarse, dos tenían heridas del cuchillo de
Hound y gemían, pero sin tratar de levantarse, y no se necesitaba un lector
de mentes para saber que consideraba que la mierda ya estaba fea.
Con su mensaje transmitido, Roscoe declaró:
—Vamos a manejar.
Todos ellos salieron, y aunque la multitud se había juntado, no
perdieron tiempo sacando la mierda del camino.
Estaban en sus motocicletas cuando Joker miró a Boz.
—¿Quieres que le diga esto a Tack?
—Estoy en ello —respondió Boz.
Joker asintió.
Montaron.
Entonces Chaos montó.

Tack

En la oscuridad, Tack se sentó a un lado de la cama suya y de Red,


hablando en su teléfono.
—No. Todo bien. Pero quiero a los hermanos reunidos por la mañana.
—Lo tienes, hombre —replicó Boz—. Más tarde.
—Sí, más tarde —dijo Tack, alejó el teléfono de su oreja, golpeó el
botón, y lo arrojó sobre la mesita de noche.
Luego deslizó los dedos de una mano por su cabello, seguido
instantáneamente por la otra mano, y descansó sus codos en sus rodillas.
Chaos es cobarde.
Eso no podía seguir.
Sintió a Tyra deslizar su mano de la parte baja de su espalda hasta
su columna vertebral antes de que él sintiera su posición, de rodillas, esas
rodillas se separaron, el interior de sus muslos presionaba a sus caderas.
Sintió su frente golpear su espalda mientras sus labios tocaban las manos
en su cuello.
—Háblame —susurró ella—. ¿Está todo bien?
—Sí —respondió él y no era mentira.
Lo estaba.
Por ahora.
Sus hermanos enviaron un mensaje.
El correcto.
Y no se anduvieron por las ramas
Pero no fue suficiente.
Era hora.
Y lo odiaba.
Mañana, analizarían lo que pasó, lo que se dijo, lo que se hizo, y lo
que estarían haciendo.
El nuevo mensaje de Tack sería para cualquier otra persona que
pensara esa mierda.
También sería para Valenzuela.
Chaos iba a reclamar más territorio. Iban a limpiarlo. Iban a
mantenerlo a salvo.
Una vez que el club votara, Chaos ya no estaría a siete kilómetros de
Ride.
Serían diez.
Valenzuela sostenía posiciones firmes hacia el norte, este y oeste.
Él contratacaría.
Pero era hora.
El club se reuniría, entonces Tack se sentaría con Hawk, Brock, y
Mitch. Mitch iba a volverse loco. Lawson no era una flecha recta, pero era
tan recta como venían. Tack y Brock estaban trabajando esto para ponerle
un fin a Valenzuela que no significaría sangre, sino que significaría tiempo
en la cárcel, desmantelando las operaciones de Valenzuela de una manera
que le diezmaría.
Pero esa mierda llevaba tiempo.
Demasiado tiempo, al parecer.
—Kane, estás asustándome un poco.
Se levantó y retorció, dejando caer las manos y enroscando sus dedos
alrededor de su muslo.
—Los chicos tuvieron algunos problemas esta noche, lo neutralizaron.
No estoy contento con el problema que tuvieron, pero se encargaron de los
negocios —le dijo a ella—. Pero, Red, tienes que saber, algo viene. Nunca
hubo ninguna manera de detenerlo, pero ha llegado el momento de que
salgamos a enfrentarlo. Y tienes que prepararte para lo que va a venir.
—Bebé —susurró ella, deslizando una mano alrededor de su costado
a su estómago.
—Todo va a estar bien —prometió él.
—Sé que lo hará —respondió ella.
Cero vacilación.
Simplemente, sé que lo hará.
Esa era su esposa.
La madre de dos de sus hijos.
La mujer de sus sueños.
Él echó la cabeza hacia atrás y no necesitó hacer más. Ella le dio su
boca.
Él la alejó más para ponerla de espaldas en su cama.
Luego ella le dio todo lo demás.
Capítulo 13
Eso no ha cambiado

Carissa

Me senté en un taburete en el complejo de Chaos, preguntándome


como sigo sentada considerando que yo estaba tan agotada que apenas
podía pensar, cuando Tack apareció.
Como de costumbre, sus ojos se dirigieron directo a Tyra, que se había
apoderado de Lanie, el bebé de Hop y Nash, y lo estaba acostando,
mimándolo y arrullando.
—Jesús, mujer, cada bebé que está a diez pasos tuyo te lo quedas.
¿Tengo que embarazarte de nuevo? —le preguntó Tack.
Ella lo enfrentó con los ojos, que eran fáciles de leer.
Tack los leyó. Yo sabía esto cuando miró al techo y murmuró:
—No me jodas. A este precio, yo viviré en una zona libre de niños
cuando tenga ochenta años.
—Como si a ti no te gustaran también —le devolvió Tyra.
Tack apartó los ojos del techo y miró a su esposa.
Él, también, era fácil de leer.
Él ama esto. Pero amaba más darle lo que ella quería.
Empecé a sentir calor sólo viéndolos juntos, cuando Tack miró la
barra y preguntó:
—¿Qué carajo?
—Carissa trajo todos los day-old de la panadería de LeLane —dijo
Lanie, a medio comer un bollo de crema suspendido a dos centímetros de
su boca—. Y todo el mundo sabe que los day-old en LeLane son mejores que
los de fresca en cualquier otro sitio
Esto era cierto.
Por mucho que mis amigos de Chaos dijeron que yo no necesitaba
hacer nada para agradecerles, tenía que hacer algo para retribuirles.
Y hoy es el día de la mudanza, así que realmente tenía que hacer algo.
Los inquilinos de Tack y Tyra estarían fuera en unos días, entonces
los muchachos sacarían mis cosas temprano del almacén y mi apartamento.
Mañana estaría ocupada con el desembalaje, limpiando mi antiguo
lugar y haciendo mis deberes que no hice cuando Travis estaba alrededor,
pero ahora lo tenía que hacer porque no lo había hecho en una semana.
Y a continuación, Travis y yo por fin estaríamos en un lugar agradable.
El tipo de lugar que deseas darle a tú bebé.
No podía esperar.
Todavía quería más que nada acurrucarme en algún lugar y tomar
una siesta.
Esto se debía a la gripe que había atacado a los cajeros de LeLane y
ahora estaba arrasando a través de la tienda. No fue el dispositivo de
veinticuatro horas de gripe. Más bien como la gripe de noventa y seis horas.
Otros dos cajeros habían fallado, un sujeto de productos, dos chicos de la
carnicería, y un técnico floral. Esta era toda la mano disponible en LeLane
y yo podía echarles una mano, así que me contrataron. Yo había tomado
turnos extras, turnos dobles o medio turno.
Esto sería impresionante normalmente. Estaba acumulando una
tonelada de medios turnos.
Pero también tenía a mi hijo. No me importa trabajar así cuando él
estaba con Aaron, pero odiaba hacerlo cuando lo tenía yo.
Sin mencionar, que tenía cajas para empacar y todo tipo de cosas que
hacer, como encontrar el tiempo para hacer una media docena de llamadas
para cambiar los servicios públicos.
Así que no había parado por días, ordenando las cosas en las pausas
para el almuerzo, obligándome a llenar al menos cinco cajas antes de que
llegara la noche, obteniendo así el sueño mínimo, arrástrame fuera de la
cama y conseguir ponerme en marcha nuevamente.
Solo para decir, si no empaco nunca más una cocina en mi vida, sería
feliz. Parecía como nada, pero todas cosas estaban ocultas detrás de los
armarios. Cuando había logrado envolver todas las cajas, parecía que podría
llenar diez cocinas.
Debido a esto, y odiaba admitirlo, hice de todo lo que pude, pero
cuando le entregué a Travis a Aaron el día anterior, estuve aliviada.
Necesitaba un descanso que de ninguna manera podría conseguir. Había
estado tan preocupada con el traslado, que realmente no había notado que
Aaron había llegado. Él había abierto la puerta. También trató de entablar
una conversación, me dio un vistazo de cerca y me preguntó si estaba bien.
Yo había permitido esto (aunque no compartía la forma en que lo
estaba haciendo) desde que él necesitaba saber que me estaba trasladando,
así que lo dije que le enviaría un texto con más detalles. Entonces me incliné
recibió a mi niño, lo besó y se fue, mi mente estaba llena con lo que tenía
que hacer a continuación (un cambio) y al mismo tiempo luchando contra
el deseo de arrastrarme en el asiento trasero de mi auto y dormir durante
una semana.
No era de extrañar que Joker notara todo lo que esto me estaba
costando e interviniera, trayéndonos a Chaos con él. Big Petey, Joker, y una
vez Tabby y Shy cuidaron a Travis mientras yo trabajaba. Y después de que
Joker me viera casi caer dentro de una caja, perdiendo la lucha contra el
sueño, Tyra, Lanie y Tabby, se acercaron a terminar de empacar las cajas
cuando yo estaba en el trabajo.
Así que, obviamente, compré un montón de pasteles de crema, éclairs,
mille-feuilles, y bocadillos a mitad de precio, porque el cliente que los ordenó
no los había recogido, además de mi descuento del veinte por ciento por ser
empleada de la tienda que estaba vigente.
Así que ya los había ordenado.
Y por suerte, debido a que mi próximo cheque de pago venía con el
aumento, yo en realidad podría (en su mayoría) permitírmelo.
Todavía LeLane estaba en medio de la epidemia de gripe, pero los dos
cajeros que se habían ido estaban de vuelta, lo que significaba que tenía dos
días de descanso.
Dos días de descanso donde me gustaría trasladar mis cosas, sacar
las cosas, haciendo tareas, y mandados.
No podía esperar a vivir en esa casa.
Pero necesitaba otro día de descanso.
O tres.
O mis pies estarían muertos.
O, más acertadamente, mi trasero muerto en un taburete en Chaos.
También estaba fingiendo. Estaba empezando a conocer a estas
personas, y sí ellos se lo olfateaban, tendría problemas, ellos me
secuestrarían, me llevarían al hotel de lujo más cercano, encerrándome en
una habitación, y sólo molestándome al enviar un masajista y, tal vez, un
dermatólogo.
—Cariño, esto es genial —dijo Tack, y me centré en él para verlo
inclinando la cabeza hacia la barra cargada con pasteles pero me estaba
mirando a mí—. Innecesario, pero genial.
Puse una brillante sonrisa en mi rostro mientras lo contradecía.
—Necesario y es lo menos que podía hacer.
Él sonrió.
Boz, con un anillo de chocolate pegado en los largos bigotes alrededor
de la boca, declaró:
—Nunca puse un pie en esa tienda. Pensaba que ellos estaban en sus
propios culos. Sí ellos consiguen éclairs como este, iré cada día.
Bono extra, había conseguido un nuevo cliente para LeLane.
Él empujó la segunda mitad de su cuarto éclair en la boca y yo le
brindé mi sonrisa más brillante.
—¡Mierda! ¿Qué carajo? —escuché a Hound (que estaba en el otro
extremo de la barra, aniquilando los bocadillos).
Después de esto oí un silbido y un sonido bajo.
Y, por último, Boz gritó:
—¡No me jodas! ¡Joker se limpió bien!
Eso hizo que sonriera con ganas, aunque no entendía la reacción a
Joker ya que no lo había visto aún. Sin embargo, cualquier promesa de
Joker próximo a mí me haría sonreír realmente.
Joker me había dicho que tenía algo que ver esa mañana y vendría
por mí a las nueve y media. Yo le dije que tenía algo que llevar al complejo
por lo que me encontraría con él allí.
Ahora él estaba allí.
Y eso me hizo feliz.
Hasta que apareció a la vista.
Eso me congeló.

Era él. Yo sabía que lo era. Lo pude ver en sus ojos. El color de su
cabello. Sus habituales jeans, camiseta y chaqueta de cuero.
También pude ver su rostro.
Todo él.
Se había afeitado.
También se había cortado el cabello. Se lo recortó a los lados, no como
un corte de pandilla, sino mucho más corto, desordenado y largo en la parte
superior, pero no tan largo como solía. Todavía le caía sobre la frente, pero
no como antes.
Él tenía una muy buena mandíbula.
Incluso tenía atractivas orejas.
Y por último, no parece él. Incluso si todavía lo hacía.
No, ahora parecía un niño que una vez conocí. Un niño crecido.
Carson Steele.
Sus ojos se fijaron en mí y sus labios se movían mientras seguía
viniendo hacia mí.
—Hola, Butterfly. ¿Estás lista por hoy?
No contesté.
Estaba ocupada mirando.
Esto no podía ser verdad.
Me quedé mirándolo preguntándome ¿cómo podría no haberlo
notado? Preguntándome ¿cómo esto podría ser real?
Pero no lo había pasado por alto. La primera vez que se acercaba este
hombre en la I-25, sabía que lo conocía. Y más tarde de esa primera cita,
me había sentido de la misma manera. Y una y otra vez, repetidamente.
Sabía que lo conocía.
Pero no logré acertar de donde, ya que él había cambiado. Desde que
nos vimos por última vez los años estaban escritos en su rostro, en cada
centímetro de su cuerpo.
Pero era más. El cabello. La barba. La mayor parte de su cuerpo.
La forma en que se mantenía a sí mismo. La forma de vestir. La
compañía que él mantenía.
Carson Steele había sido un solitario.
Joker tenía una banda de hermanos. Una gran familia de buenas y
amables personas.
De repente, se me ocurrió con claridad cegadora que Aaron había
sentido lo mismo. Por eso había estudiado Joker tan de cerca.
¡Hasta le había preguntado si lo conocía!
Y por último, Joker me conocía. Había sabido que era yo al segundo
de acercarse a mí en la I-25. Se había quedado completamente inmóvil,
mirándome fijamente.
Él me conocía.
Entonces.
Y desde entonces.
Y él no dijo nada. Le dije mi nombre, y él no dijo que me conocía y yo
lo sabía.
Él no dijo nada.
¿Por qué no dijo nada?
¡Incluso fingió que había olvidado mi nombre!
—¿Carrie? —me llamó cuando se detuvo cerca.
—¿Por qué no dijiste nada? —le susurré, mirándolo profundamente a
los ojos.
Ellos no habían sido francos aquel entonces. Él era demasiado joven
para haber tenido tiempo para construir esa guardia. Todas las niñas en la
escuela podrían leer la inquietante melancolía del misterioso forastero que
era Carson Steele directo de sus ojos. Cada chica había querido calmar su
salvaje alma.
Todas las niñas en la escuela.
Incluyéndome a mí.
Fue entonces cuando lo supe. Supe en el momento más humillante de
mi vida por qué él había hecho lo que hizo.
De vuelta en el día en que le había gustado. En que me sonrió. Había
sido genial conmigo. Me había levantado la barbilla. Y esa horrible noche
cuando lo vi golpeado (otra vez) y escapé, me había dado su tiempo.
Y mucho más.
Más de aquello estaba en mi armario al día siguiente cuando me dio
belleza.
Y esperanza.
La esperanza que había muerto, pero la había sentido, sabiendo que
él se había tomado su tiempo para llegar a mi casillero y darme eso.
Por lo que no era como si él hubiera querido hacerle pagar a una chica
mala de la escuela secundaria (sin embargo, yo no era una chica mala,
acabo de darme cuenta de ellos, así que era culpable por asociación, aun
así, Carson Steele era más inteligente que eso).
No.
Era porque sentía pena por mí. La animadora. Los reina del baile. La
chica del mariscal de campo. Reducida a casi nada, varada en la orilla de la
carretera, de unos veinte años y divorciada con un bebé, sin amigos, sin
familia, sin dinero, horrible auto, ropa barata, y un trabajo en una tienda
de comestibles.
Sentía lástima por mí.
—¿Decir nada acerca de qué? —preguntó, sacándome de mis
abismales pensamientos.
Y al hacerlo, la humillación quemó tan profundo, sabía que si no
dejaba salir este sentimiento, sería destruida.
Por lo tanto, grité:
—¡Sobre todo, Carson Steele!
Su cabeza se sacudió. Su rostro cambió. Y el aire de la habitación se
quedó plano.
Entonces levantó una mano hacia mí.
Me levanté de prisa, golpeando sobre el taburete. Se cayó con estrépito
y yo casi me vengo abajo con él, pero afortunadamente me mantuve de pie
para alejarme de él, chillando:
—¡No me toques!
—Carrie —susurró.
—¡Fuera! —Escuché a Tack.
—No he probado un bollo de crema. —Oí responder a Boz.
—¡Fuera! —Escuché el grito de Tack.
Vagamente sentí el cuarto vaciarse, pero yo estaba demasiado
ocupada retrocediendo y centrándome en Joker.
Y mi ardiente mortificación.
—No lo puedo creer —le susurré.
—Escúchame —comenzó.
—¡No! —le grité—. Fingiste que olvidaste mi nombre. ¡Tú no me
olvidaste!
—Carrie —dijo suavemente, moviéndose con cautela en mi dirección—
. Nena, toma un respiro y escúchame.
—¿Por qué? —le espeté—. Tú eres listo, Carson. ¡Tú sabías que
cuando te vi por primera vez te reconocí! —grité—. Pero no dijiste una
palabra. Dejaste que me presentara y no dijiste una palabra. Tú hiciste todo
esto… —levanté una mano—… porque sentiste pena por mí, y no dijiste una
palabra.
—Carissa, en serio, escúchame —gruñó mientras yo me movía,
rodeando la habitación para caminar a la puerta y escapar, estaba haciendo
eso cuando él me siguió.
—Yo no lo entendía —lancé hacia él—. Nadie es tan agradable.
Guardería. Casa nueva. Asesor jurídico. Demasiado. Demasiado amable.
Demasiado fácil. No lo entendía —murmuré—. Ahora lo entiendo.
—¡Carissa, maldita sea, tiene que callarte y escucharme! —cortó.
—No, no —repliqué, tomando una decisión precipitada, porque
necesitaba poner fin a esto. No necesitaba esto otra vez. Necesitaba escapar
de la amenaza de quemarme al final. Había aguantado suficiente,
demasiado. No podría soportarlo más—. Voy a explicarle a Tyra y Tack por
la casa. Y conseguiré un poco de dinero para Big Peter. Y pondré el resto.
Pero no más caridad para Carissa Caso de tu parte, Carson Steele. ¡Me largo!
Declaré esto, con mi corazón rompiéndose, mi interior retorciéndose
en las llamas, reducido a cenizas, traté de esquivarlo para llegar a la puerta.
Se movió con rapidez, capturándome por la parte superior de mi brazo
en un firme agarre y yendo resueltamente hacia la parte posterior del
complejo, llevándome con él.
Me apresuré para seguirle el paso y no ser arrastrada, viéndome
obligada a caminar hacia el fondo dando gritos.
—¡Quítame las manos de encima!
—¡Cierra la boca! —replico.
—No me hables de esa manera, Carson Steele —grité—. ¡Quítame tus
estúpidas manos de encima!
No lo hizo. Me arrastró por el pasillo, me llevó a su habitación
lanzándome bruscamente dentro, casi caigo hacia atrás, él cerró la puerta
de golpe.
—¡Déjeme salir!—grité.
—Te quería —respondió—. En la escuela secundaria, te deseaba. Qué
malo, mi vida era una mierda, como era una mierda cada puto día, y para
darle a mi cabeza un poco de paz, te dibujaba.
Quise decir algo cuando mi estómago se apretó tan duro, pensé que
estaría enferma.
Él me había notado.
—Fuiste la última persona con quien salí antes de abandonar mi
jodida vida, tú significabas todo lo que quería. Años después, te vi de nuevo,
y tú no me conociste.
Oh, no.
—Carson —susurré.
—Ese maldito dolor —se obligó a dejarlo salir, yo sabía que esas tres
palabras le estaban costado.
Mucho.
Demasiado.
Sí, yo estaría enferma.
—Yo…
—No sabías quién coño era yo —me interrumpió terminando la frase
ácidamente.
—Lo hice —le dije—. Simplemente no te reconocí completamente y
tampoco tú dijiste nada cuando me presenté junto con Travis.
—Tienes razón —replicó—, no lo hice. Piensa en eso, Carissa. Tienes
una vida que no tiene nada de lo tú querías, pero aun así, fuiste lo
suficientemente tonta como para querer a un chico. Te gusta. Él era
agradable contigo y lo utilizas para conseguir un poco de paz de la pocilga
que llamas hogar y del imbécil que llamas padre. Años después lo vuelves a
ver, y él no sabe quién diablos eres, ¿qué harías?
Por desgracia, vi su punto.
Apareció el hombre que era, un macho, un verdadero motorista a
quien no le gustan este tipo de cosas, pero tampoco le gusta admitir que le
dolía.
Por no mencionar todo lo que dijo acerca de su casa, de su padre, pero
el hecho de utilizarme para conseguir paz me mató.
Lamentablemente, por estar meditando en todo esto, no le respondí a
tiempo, por lo que tuvo su oportunidad de seguir adelante.
—Ahora que han pasado semanas desde que yo, mis hermanos, sus
mujeres te hemos aceptado, hemos cuidado, atendido tu chico, te das
cuantas de tu error y ¿me sacas en cara que lo hago por maldita caridad?
—Eso fue…
—Jodido y feo —lo termino por mí otra vez.
Él estaba en lo correcto.
—Me sorprendió —me defendí débilmente.
—Sí, a mí también. Me sorprendió que la reina de la graduación
pudiera recordar que alguna vez yo existí.
Muy bien, espera.
Ese fue un golpe bajo.
Tenía razón. Había metido la pata.
Pero no me merecía eso.
—Joker, por supuesto que te recordaba —dije con cuidado.
—¿Ah sí? Tuve mi lengua en tu boca, tus manos por mi camisa, me
miraste directo a mis ojos rogando por más, Carissa, y esa mierda no pasó.
Oh no.
Absolutamente no.
—¡Tu cabello está diferente! —contesté con brusquedad.
—Igual que el tuyo —me disparó de vuelta.
Esto era cierto. Estaba más largo. Igual que el de él.
Aun así.
—Tenías barba.
—Tú tienes un bebé.
¡Maldición!
—¡Eres un motero! —grité.
—Eres una empleada en una tienda de comestibles —regresó.
¡Él era demasiado!
—¡Han pasado años! —grité a todo pulmón.
—Sí, han pasado —susurró ominosamente.
Pero supe lo que quería decir.
Habían pasado años y aun así me reconoció.
Él no obtuvo lo mismo de mi parte.
Pero aunque él tenía razón, su reacción era equivocada.
—Bien, tienes razón. Tienes toda la razón. Y lo siento, Joker —siseé,
siento no haber reconocido al chico por el que tuve un flechazo y lo tuve a
lo grande en la preparatoria. Honestamente, no sé cómo no lo hice. Aunque,
sabes, pude haber tenido unas cuantas cosas en mi mente, digamos, una
llanta ponchada y una porquería de departamento y un exesposo cuyo único
deseo parecía ser hacer mi vida miserable. Pero aun así no sé cómo no te
reconocí. Especialmente considerando el hecho de que, casi de inmediato,
empecé a tener un flechazo por el hombre en que te convertiste incluso más
grande que el que tuve en aquel entonces.
Terminé de hablar y lo hice respirando con dificultad, tan enfocada en
lo que estaba diciendo que no me di cuenta que su expresión cambió.
—¿Qué? —susurró.
—¿Qué de qué? —dije de golpe, sintiendo todavía muchas cosas,
incluyendo enojo.
—¿Tenías un flechazo por mí? —preguntó.
Me quedé mirando durante un segundo y lo hice con intención antes
de aventar mis manos al aire y contestar:
—Como si no lo hubieras sabido.
—No lo sabía.
Me incliné hacia él y siseé:
—Tonterías.
El ominoso susurro estuvo de vuelta con su:
—Cuidado, Carissa.
—¿Con qué? —pregunté airadamente—. Cada chica tuvo un flechazo
contigo y fingir que no sabías es risible. Completamente sabías.
—No acerca de ti.
—Entonces sí sabías —presioné.
—No acerca de ti.
—¡Oh Dios mío! —grité, estrechándole mis ojos—. No puedes pensar
ni por un segundo que te creo. Cada vez que te veía te sonreía. ¡Una vez
hasta me tropecé para poder caer sobre ti para que me atraparas, por amor
de Dios! ¡No pude ser más obvia!
Su cuerpo se puso completamente tenso pero yo no había terminado.
—Y honestamente, la última vez que te vi, te invité a salir a una cita.
Sabía que te estabas yendo. Supuse que tenías que hacer lo que tenías que
hacer. Y te admiré por tener el valor de hacerlo. Aun así, fue mi último
intento para hacer que me notaras. Sabía que tenías que irte pero quería
que lo hicieras con suerte pensando en mí para que si volvías, me recordaras
y…
Me interrumpió.
—Cállate.
—¡No! —grité.
—Cállate, Carissa, ahora —gruñó.
Me callé y lo hice debido a la forma en que me estaba mirando.
De repente no sentí el dolor ardiente de la humillación.
Ni enojo.
Me sentí quemándome pero no de dolor.
Era algo completamente diferente.
—Lo tenías a él —dijo tan bajo que apenas si lo escuché.
Pero lo escuché y lo entendí.
—Si me hubieras dado una señal, la más pequeña pista, lo hubiera
dejado para poder tener mi oportunidad contigo.
Joker se quedó mirándome.
Lo dejé hasta que ya no pude soportarlo.
—Por favor no te enojes conmigo —susurré.
Joker no respondió.
—Por favor —rogué.
Joker dijo nada. Sólo siguió mirándome fijamente de una forma que
me hizo pensar que estaba diciendo algo, sólo que no estaba segura de
entenderlo.
Pero tenía un presentimiento. No estaba segura de estar en lo correcto
pero era demasiado importante para no aprovechar mi oportunidad.
Así que aproveché mi oportunidad.
Me apresuré hacia adelante tres pasos y me le aventé encima
esperando con todo en mí que me atrapara.
Pero esta vez, no me atrapó. No cerró sus brazos a mi alrededor y me
besó.
Tampoco me alejó.
Se inclinó, me sujetó, me levantó y me giró hacia su costado. Luego
dio varios largos pasos y me arrojó a la cama.
Mientras aterrizaba, aspiré, lo que era bueno dado que él cayó,
aterrizando justo encima de mí.
Ahí fue cuando me besó.
Y yo le regresé el beso. Duro. Deseándolo. Deseando a Joker.
Deseando a Carson Steele. Sin creer que los tuviera… a ambos.
Así que no estaba por dejarlos ir.
Por suerte para mí, supe por la forma en que sus manos se estaban
moviendo sobre mí que esta vez, él tampoco me iba a dejar ir. No iba a
detenerse.
Esto era todo. Él y yo. Joker y Carrie. Carson y Carissa. Conectando.
Finalmente.
Quería eso. Quería eso más que a nada que alguna vez haya querido…
excepto que mi bebé estuviera feliz y sano y mi hermana y madre estuvieran
vivas, pero estaba en un cercano cuarto lugar.
Y eso decía mucho.
Así que fui por ello. Me entregué completamente. No quería que
recuperara la razón y se diera cuenta que aún estaba enojado conmigo
porque no lo reconocí. O se diera cuenta que estábamos en su cama en el
complejo, no en mi casa después de una cita especial. O de cualquier cosa
que pudiera hacerlo detenerse.
Quería que esto pasara ahora. Quería mostrarle cómo me sentía por
él en aquel entonces.
Pero más que nada, quería mostrarle lo que significaba para mí ahora.
Quería eso con tantas ganas, que lo eché a perder.
Completamente.
Empezó después de que él me quitara mi camiseta. Inmediatamente
le quité la suya y lo hice, fallando mi puntería y golpeando la cima de mi
cabeza con fuerza en su quijada. Tan fuerte que gruñó y se retiró.
Ambos nos estábamos sentando, pero yo estaba inclinada sobre él, así
que me levanté y susurré:
—Lo siento.
Sus ojos encontraron los míos, pasó sus manos por mi cabello y jaló
mi boca hacia la suya. Luego nos volvió a recostar y todo estuvo bien.
Pudo haberse puesto mejor.
Pero en lugar de eso se puso peor cuando me tuvo sobre mi espalda,
me estaba excitando con su lengua en mi boca, y casi se deslizaba hacia
segunda base, su áspera mano callosa tan cerca de mi pecho que podía
sentir el fantasma del éxtasis que simplemente sabía que traería, entonces
chupé su lengua con demasiada fuerza dentro de mi boca mientras
arrastraba mis uñas por su costado.
Rompió el beso y se alejó de golpe de mi toque.
Humillante.
Completamente.
—Yo…—Empecé, sintiendo calor en mis mejillas que no tenía nada
que ver con lo que estábamos haciendo.
—Relájate —susurró.
—De acuerdo —le susurré de regreso.
Se inclinó hacia mí y siguió besándome.
Luego besó otras partes de mí. Me gustaba tanto que era irreal. Me
sacó de mi cabeza y me hizo concentrar en lo que me estaba haciendo.
Ahí fue cuando me encantó, mi cuerpo demostrándoselo al
presionarse contra él, gemidos subiendo por mi garganta, mis manos
moviéndose sobre él tan fervientemente para internalizar la cálida y lisa
dureza que era suya por todos lados.
Le hizo cosas a mis pechos que Aaron había hecho pero no pensé en
Aaron porque Aaron fue olvidado con la forma en que Joker lo hizo. Borré
completamente el recuerdo de Aaron.
Sabía por qué.
Había más sentimiento detrás del toque, del gusto, de las sensaciones.
Más pasión. Más experiencia. Más talento.
Más de todo.
Lo palpé. Lo sentí. Lo amé.
Luego viajó hacia abajo, sus labios moviéndose sobre mi estómago,
sus manos en el botón de mis vaqueros.
Una vez que lo desabrochó, se irguió sobre sus rodillas, sentándose a
horcajadas sobre mí, y yo lo observé aturdida.
Extrañaba la barba.
Me encantaba el cabello.
Dios, era extraordinario.
Esa cara. Esos ojos fundidos y mirándome. Su rostro duro y hermoso.
Su pecho…
Me tensé cuando bajó mi cierre y se movió para sacarme los vaqueros
por mis piernas.
Eso no me emocionó porque su pecho era todo lo que podía ver.
Y sus brazos.
Perfección. Clavícula definida sobresaliendo de hombro a amplio y
definido hombro. Bíceps abultados. Venas prominentes cubriendo sus
antebrazos interior y exteriormente. Sus costillas eran crestas exquisitas.
Los músculos de sus abdominales eran profundos y definidos. Y tenía
tatuajes que no pude apreciar completamente con todo lo que estaba
pasando, pero aun así eran fascinantes.
Luego estaba la V.
La V.
Los músculos alrededor de sus huesos coxales se delineaban en un
definido relieve dirigiéndose hacia la cintura de sus vaqueros desgastados.
Él no era extraordinario.
Era perfecto. Era el protector de pantalla de toda mujer. Era un
espectacular de tres pisos de alto.
Era deslumbrante.
Y yo no lo era.
—Joker —dije mientras me quitaba mi último Converse.
Su cabeza se giró hacia mí.
—Yo…—Empecé, pasando mis manos por mi estómago, todo lo que
había pasado se perdió. Acostada en su cama, todo lo que era yo con todo
lo que era él, no quería hacer otra cosa excepto levantarme, vestirme, y
largarme.
No quería que me viera.
—No —susurró.
Sacudí mi cabeza.
—No creo que…
Alejó la mirada y me sacó mis vaqueros por mis tobillos.
—¡Joker!
Subió sobre mí, apoyando una mano en la cama a mi lado, con el
brazo extendido, sus ojos sábanas de acero fundido.
—No lo hagas —gruñó.
—No estoy segura…
Su mano cayó plana entre mis pechos y se deslizó hacia abajo.
—Quieres esto —declaró.
Lo quería.
Ahora no estaba segura. Lo golpeé en la quijada, lo rasguñé con
demasiada fuerza, casi aspiré su lengua por mi garganta, y tenía una barriga
pos parto (sin mencionar un trasero pos parto la cual, afortunadamente en
mi posición actual, no podía ver).
Su mano siguió avanzando, incansablemente empujando entre mis
brazos que estaban rodeando mi estómago para esconderlo.
—Quiero esto —siguió hablando.
Quería creer eso.
—Eres perfecto —susurré.
Su mano se deslizó dentro de mis bragas, sus dedos enterrándose
profundo, arrastrándose con fuerza contra mi clítoris. Perdí todo
pensamiento cuando su toque hizo que mi espalda se arqueara
despegándose del colchón y mis manos se dispararon hacia arriba, los dedos
curvándose en la cintura de sus vaqueros. Mis ojos se cerraron y un gemido
fue arrancado de mi garganta.
—Tú también —murmuró bruscamente, arrastrando sus dedos hacia
atrás y haciéndolo más fuerte.
—Oh Dios —exhalé.
—Sí. —Molió, empujó, arrastró, rodeó.
Oh mi Dios.
—Joker. —Jadeé, inconscientemente levantando mis rodillas y
separando mis piernas para darle un mejor acceso.
—Demonios sí, Carrie —gimió cuando se movió para ya no estar a
horcajadas sobre mí sino posicionado entre mis piernas.
—No te detengas con eso —rogué, abriendo mis ojos, intentando
enfocarme en él, presionándome en él, sintiéndolo construirse, todo lo que
me estaba dando, y haciéndome retorcer—. Por favor.
No hizo lo que pedí. Arrastró su dedo con fuerza contra mi clítoris otra
vez y lo enterró dentro de mí.
Oh sí.
Mi cuello se arqueó hacia atrás, mi cabeza presionándose en la
almohada, mis ojos volviendo a cerrarse mientras me empujaba sobre su
mano y gemía.
—De acuerdo, puedes parar con lo otro, quédate con esto.
—Cualquier cosa que quieras, Butterfly. —Su voz me llegó, grave pero
divertida mientras sacaba su dedo y lo empujaba hacia adentro. Hizo eso
durante un tiempo, me dejé llevar por eso durante un tiempo,
retorciéndome, jadeando, estimulándome, luego lo sacó y metió dos dedos
mientras su pulgar iba hacia mi clítoris.
Mi cuerpo se sacudió y quité una mano de sus vaqueros para
envolverla alrededor de su muñeca para mantenerlo precisamente donde
necesitaba que estuviera.
—Oh Dios. —Exhalé, mis ojos abriéndose—. Sí. Así. Más de eso.
—Sí. Así —gruñó, su voz ya no más divertida y ahora tan grave, que
se sentía como un toque ardiente, cubriéndome—. Más de eso.
Intenté asimilar la expresión que iba con su tono pero no pude. Estaba
cerca y girando cada vez más cerca muy pero muy rápido.
—¿Estás lista para mí, Butterfly? —preguntó.
Jamás había estado más lista.
—Sí —jadeé—, sí, ahora, Joker. Por favor.
Perdí sus dedos pero no perdí las sensaciones debido a la ardiente,
violenta y deliciosa forma en que me arrancó mis bragas por mis piernas.
Jadeé y sentí su peso orientarse hacia mi cadera izquierda cuando
escuché abrirse un cajón y a él ordenar:
—Ayúdame, Carrie.
No sabía lo que quería y abrí mis ojos para ver que tenía la esquina
de un empaque de condón entre sus dientes. Todavía estaba elevado en una
mano sobre la cama pero ya no estaba presionado en mi cadera.
Sus ojos me estaban consumiendo.
Con mucha suerte, dado que yo estaba tan lejos de pensar que no era
gracioso, me golpeó que para usar ese condón, él necesitaba ser liberado de
sus vaqueros.
Y yo lo necesitaba liberado de sus vaqueros.
Inmediatamente.
Era tan sexy, tan increíblemente extraordinario mirar sus ojos
mientras desabotonaba sus vaqueros, los bajaba por sus caderas y lo sentía
liberarse, duro y listo para mí, que jamás lo olvidaría, ese momento después
de que él me hubiera dado tanto, sabiendo que estaba por obtener todo de
él.
—Gracias, nena —murmuró.
—Date prisa —rogué.
Joker se dio prisa. Sus ojos manteniendo los míos cautivos, no le tomó
nada de tiempo lidiar con las cosas. Luego lo sentí guiarse hacia mí y
empujar a través de mi humedad.
—Sí —susurré.
—¿Lista? —respondió susurrando.
Este era Joker.
Y yo.
Joker.
Carson Steele.
Oh sí. Estaba lista.
Asentí.
—Absolutamente.
Se deslizó dentro.
Mi cabeza fue hacia atrás otra vez mientras gemía:
—Oh sí, sí, cariño.
Empezó a moverse, suspendido sobre mí, lento y constante pero con
su apoyo, profundo.
Oh sí.
—Más —rogué.
—Envuelve tus piernas alrededor de mis muslos —ordenó.
Hice lo que se me dijo.
—Ahora sólo tómame.
Abrí mis ojos mientras él pulsaba entre mis piernas, muy lejos pero
aun así cerca, conectados. Levanté mis manos y me sujeté de su cintura.
—Levanta, inclina, muévete conmigo, Carrie —instruyó, su voz ahora
áspera.
Me levanté, atrapando su ritmo y moviéndome con él.
Oh Dios. Mucho mejor.
—Sí. —Jadeé.
—Sí —gruñó—, agárrate, nena.
Lo sujeté con más fuerza con mis dedos en su cintura y mis piernas
alrededor de sus muslos.
Cuando lo hice él fue más profundo. Más rápido.
—Sí —gemí, mis dedos enterrándose con fuerza.
Su mano libre deambuló por mi estómago, hacia abajo y dentro, como
en dentro dentro.
Y eso fue todo
—¡Sí! —grité, mis dedos enterrándose en su cintura, mis piernas
apretadas tan fuerte que levanté mis caderas de la cama y él golpeó dentro
de mí mientras me atravesaba, calor abrasador como jamás había
experimentado, largo y caliente y salvaje y hermoso de una forma en que
pensé que duraría para siempre y quería que así fuera mientras Joker seguía
hablándome.
—Dios. Mierda. Mierda —gruñó, sus dedos ya no más manipulando
mi clítoris sino moviéndose para que él pudiera sujetar su mano en mi
cadera, mantenerme quieta e introducirse profundo—. Maldición —
susurró—, maldición —gimió y se empujó dentro de mí.
Abrí mis ojos, aguantando, y vi su cuello inclinarse, su cabeza hacia
abajo, mientras empujaba una última vez y permanecía plantado dentro, y
supe, incluso si fue en silencio, que él tuvo lo que me había dado.
Permanecí debajo de él, respirando con dificultad, sujetada a él como
si nunca quisiera soltarlo (y creo que de hecho no quería), glorificándome en
la sensación de él llenándome, observándolo con lo que no podía ser otra
cosa sino dicha absoluta mientras los temblores de su orgasmo pasaban por
su poderoso cuerpo mientras los fragmentos de la gloria del mío pasaban
por mi cuerpo.
Y seguí observando, internalizándolo en mi memoria, mientras sus
fragmentos lo dejaban.
Ni un segundo después, levantó su cabeza y dijo:
—Ahora vuelvo. —Se salió de mi agarre, se dio la vuelta, se puso de
pie y ahí fue cuando lo observé caminar hacia el baño, ajustando sus
vaqueros.
Me quedé mirando fijamente la puerta de baño abierta donde
desapareció e hice esto durante un solo segundo antes de que me golpeara.
Le había pegado en la quijada. Lo rasguñé con demasiada fuerza.
Y él me había instruido.
Había estado casada y mi esposo tenía un deseo sexual saludable.
Aaron se ponía de ánimo muy seguido. Algunas veces, hasta yo me ponía de
ánimo, y hasta el final, Aaron estuvo feliz con complacerme a mí (así como
yo a él).
Acababa de tener buen sexo, del tipo que nunca había tenido antes,
por lo que en realidad acababa de descubrir qué genial era el sexo.
Pero yo había pensado que lo que Aaron y yo teníamos era genial.
Ahora sabía que no era malo, a veces. La mayoría de las veces era lo
que era.
Pero nunca había sido genial.
Y supe en ese momento que era por mi culpa.
Yo no era genial.
¡Ni siquiera era buena!
Yo no era nada.
Con Aaron no me importaba. Tenía la sensación de que entendía mejor
ahora por qué me sustituyó, pero todavía no me importaba.
Con Joker…
Cerré los ojos.
Oh, no.
Una nueva quemazón de humillación ardió a través de mí mientras
me movía en un frenesí en la cama, buscando mi ropa interior.
Las vi colgando de un lado. Las cogí, me incliné y metí mis pies.
Colapsando con mi espalda en la cama, levanté mis caderas y las jalé
hacia arriba, mi mente girando una y otra vez.
Joker había empezado besando y acariciando, pero al final apenas me
había tocado.
Él solo había terminado la acción, tomándome con él, dándome la
gloria, dándose a sí mismo (sin mi ayuda en absoluto y tal vez no era la
gloria, ni siquiera había gruñido, tal vez era sólo una somera liberación
corporal).
Había estado pasando por los movimientos para lograrlo.
Sí, claro que sí.
Humillante.
Pensaba que ser el caso de caridad de Chaos era malo.
Esto era peor.
Rodé fuera de la cama, agarrando frenéticamente mis vaqueros. De
pie junto a la cama, me incliné. Un pie dentro, luego el otro, los jalé hacia
arriba.
Y choqué con un cuerpo duro detrás de mí.
Los dedos se curvaron alrededor de mis caderas.
—¿Qué haces, nena? —gruñó Joker en mi oído.
—Tengo que irme —susurré, saliendo de su agarre sólo para
encontrarme jalada hacia atrás y chocando de nuevo contra su cuerpo.
Pero esta vez sus dedos no se sujetaron alrededor de mis caderas. Dos
fuertes brazos se cerraron alrededor de mi vientre.
—¿Tienes que irte?
Este fue otro gruñido, pero este no era un gruñido semi-curioso de
post-sexo.
Éste sonaba bordeando el enojo.
—Sí. —Luché contra su agarre.
—¿Por qué? —preguntó él, sofocando mi lucha con aterradora
facilidad.
Por otra parte, ahora tenía un conocimiento muy íntimo a través de la
vista y de sentir el tipo de poder en su cuerpo.
—Déjame ir —dije en voz baja, deteniendo mis movimientos porque
sabía que eran en vano y rezando para que me escuchara.
Él no me escuchó.
—¿Por qué? —repitió, su voz ahora abiertamente molesta e
inclinándose hacia áspera.
—Yo… eso fue… Yo no… —Tragué—. Hoy, me estoy mudando.
—Carissa, acabo de follarte por primera vez después de una escena,
donde ambos soltamos mucha mierda, que tenemos que superar. Creo que
la mudanza puede esperar en este momento.
— Por favor, déjame ir así podemos…
Dejé de hablar cuando me dio una suave sacudida.
—Dime por qué estás actuando alterada.
¡Maldita sea!
—Yo estaba… eso fue… —cerré mis ojos y admití en voz baja—,
embarazoso.
Su agarre se aflojó mientras murmuraba:
—¿Qué demonios?
Tomé ventaja, saliendo de sus brazos y dando un paso rápido
alejándome, volteándome hacia él, pero sin encontrar completamente sus
ojos.
—Lo siento. Eso fue… —Negué con la cabeza—. Lo siento. Lo siento
mucho. No debería haber comenzado eso.
—¿No deberías haber comenzado eso?
—No.
Su cabeza se inclinó hacia un lado y su tono se volvió desagradable.
—Así que la chica dorada Carissa Teodoro pensó que quería un trato
áspero, lo consiguió, y ahora se ha despertado y se dio cuenta al conseguirlo,
que ella no lo quería y que además, está contaminada.
Yo parpadeé y encontré de inmediato sus ojos.
—¿Qué?
Él no me dijo eso.
Dijo entre dientes:
—Que se joda esto. —Para demostrar esto, lanzó su mano hacia arriba
entre nosotros, su rostro frío y duro y aterrador antes de proseguir con
crudeza y seriamente a la ofensiva—: Y jódete. Quieres irte, maldita sea vete.
Lo miré mientras comprendía sus palabras. Todas sus palabras.
Cuando comprendí totalmente, no me gustó nada.
—¿Estás… tú crees...? —No pude terminar porque estaba luchando
por tratar de bloquear lo que estaba sintiendo.
No, estaba luchando por tratar de bloquear el hecho de que me estaba
sintiendo más enojada de lo que me había sentido alguna vez en mi vida.
—¿Quieres irte? —Se volvió a un lado y ondeó un brazo hacia la
puerta—. Mierda vete.
—¡Te golpeé en la mandíbula! —grité.
Esta vez, Joker parpadeó.
Bajé mis ojos a su costado y vi las marcas rojas que mis uñas hicieron.
Luché contra la mueca de dolor y volví a mirar su rostro.
—Te lastimé —espeté.
—Caris…
Me incliné hacia él.
—Tuviste que instruirme —le susurré—. Eso fue embarazoso —seguí
siseando. Me recosté—. Quiero decir, tengo un hijo. Difícilmente soy virgen,
pero no podía hacer frente a todo lo que estaba sintiendo y ¡lo eché a perder
todo! —grité.
Hizo un movimiento hacia mí, pero yo levanté mi mano y él se detuvo.
—Se suponía que fuera hermoso. Se suponía que fuera perfecto. Tú
fuiste perfecto. Tú eres perfecto. ¡Mírate! —Lloré—. Eres como… hermoso de
pies a cabeza. Cada centímetro. Y yo… —pasé una mano de forma cortante
por mi frente—, no.
—Butterfly…
—No. Butterfly no funciona aquí, Joker. Eso fue horrible. Yo lo hice
de esa manera. No para mí. Para mí fue asombroso. Pero para ti… al final,
no me besaste, apenas me tocaste, simplemente hiciste lo que tenías que
hacer para acabar de una vez.
De repente, con esas palabras saliendo de mi boca, se hicieron reales,
quería llorar, y justo así de repente, quería más de lo que alguna vez había
querido en toda mi vida, tener la fuerza para no hacerlo.
Pero yo sabía que iba a hacerlo, así que tenía que salir de allí.
Y para hacer eso, necesitaba mi camiseta, mis zapatos.
Miré a mis pies.
También necesitaba mis zapatillas.
Ni siquiera me di cuenta que él sacó mis zapatillas.
¿Cuándo sacó mis zapatillas?
Lo hizo y yo no podía detenerme.
Tenía que irme.
Con el fin de hacer eso, me agaché y cogí mi camiseta del suelo y luego
empecé a apartar la ropa de cama para encontrar mis zapatillas.
—Nena —dijo él suavemente.
Encontré una y la hice una bola en mi puño, buscando la otra.
Su mano acarició la piel de mi columna vertebral justo por encima de
mis vaqueros.
—Carrie —dijo suavemente.
—Esto es… esto fue… no puedo creer que metí la pata con esto —
susurré, mi voz quebrada—. Se suponía que fuera especial y yo… yo… te g-
golpeé en la mandíbula.
Conseguí que eso saliera (apenas) y entonces yo estaba sobre mi
espalda en la cama con Joker encima de mí.
Miré a un lado y rogué temblorosa:
—Por favor, déjame ir.
—Te digo algo —respondió y yo apreté mis labios mientras dejaba caer
mis cosas y levanté mis manos hacia el calor implacable de sus hombros y
empujé (de nuevo sin éxito, él no se movió ni un centímetro)—. La primera
vez que te tenía, sobre todo desnuda, húmeda y caliente, en mi cama de una
manera en la que iba a lograr enterrar mi pene dentro de ti, la única manera
en que eso iba a estropearse era conmigo esperando por toda la maldita
cosa.
Me quedé helada.
Luego enderecé mi cabeza y miré.
—Si se pone así de caliente, Carrie, la mierda sucede. No me importa
un carajo que casi revientas mi mandíbula con tu cabeza, especialmente
cuando lo haces después de rasgar mi camiseta e ir por mí con tu boca.
Mis labios se separaron.
—Y, créeme, tú no puedes rasguñarme demasiado duro. Eso me tomó
por sorpresa, pero me gustó jodidamente mucho. El problema fue, que
después de que lo hiciste, te volviste asustadiza y no seguiste con eso.
—¿En serio? —le susurré.
—Mierda, sí —respondió él con firmeza—. Es por eso que te dije que
te relajaras. El resto, nena, es que estabas terminando conmigo, y yo sabía
por qué y necesitaba conseguir que pasaras eso. No es por joder con tu
cabeza, pero tuve mi parte de cuerpos duros. Me gustaban. Me gustan las
mujeres en un montón de diferentes variedades. Pero si tengo que elegir, mi
preferencia sería el tuyo. Suave, dulce, seriamente húmeda, y
definitivamente caliente.
—Yo… —dije en voz baja y luego terminé diciendo—: ¿En serio?
—¿Por qué mentiría cuando lo que digo tiene el objetivo de
conseguirme más de ti? Si no me gustara jodidamente lo que conseguí, no
mentiría, maldición. Yo te dejaría irte.
Eso tenía sentido.
—Y Carrie, sé lo que quiero en la cama, y no soy un hombre que tiene
un problema con eso de la comunicación. No se trata de instrucciones. Se
trata de conseguirlo de la manera en que quiero hacerlo y guiarte hasta ahí
conmigo. Tú estabas en el momento, totalmente en lo que yo estaba
haciendo, lo que fue jodidamente genial. Pero tenía la intención de hacerlo
mejor. Y, cariño, tienes que saber, que la mierda no va a detenerse. Yo sé lo
que quiero, tú vas a dármelo mientras yo te lo doy a ti, y aprenderás a
entenderte con eso también.
Eso también tenía sentido.
Y era más que un poco excitante.
—Mierda —gruñó y me tensé debajo de él ante la intensidad—. Apesta
que no entendieras lo que yo conseguí ahí fuera, Carrie. Tú caliente y
húmeda, y te retorcías y jadeabas y yo tuve que ver toda la maldita cosa.
Eso fue magnífico. Increíble. Mejor de lo que podría imaginar, y Butterfly,
tuve un montón para imaginar desde aproximadamente el tiempo en que
tenías catorce años.
Oh.
Vaya.
—Y jodidamente apesta que tú no reaccionaras con la misma maldita
cosa —finalizó.
—Lo hice, al principio —le dije, vacilante—. Tú fuiste… eres increíble,
pero lo fuiste, durante un rato y justo después… —Vacilé y luego seguí
adelante—. Entonces solo dijiste, “regresaré” y no me besaste ni nada.
—Si te besaba de nuevo habría querido que durara un tiempo, y que
nos llevara directo a alguna acurrucada post follada lo que yo esperaba
conduciría a más mierda, y yo no podría hacer nada de eso con un condón
usado en mi polla.
—Oh —susurré, de nuevo sintiendo vergüenza y otra vez esta era
diferente.
—Sí. Oh —respondió él, sin parecer avergonzado, y ya no viéndose
más frustrado. En su lugar, pareciendo como si estuviera luchando contra
la risa, lo que tuvo el afortunado resultado de hacerme sentir menos
avergonzada.
—Creo que pude haberlo echado a perder de nuevo —le dije y él
hundió su rostro más cerca de mí.
—No, tú lo sientes, tú lo compartes. No te contengas conmigo,
Butterfly.
Ese era un buen consejo. Un buen consejo para una relación que se
estaba construyendo entre dos personas.
Lo que yo esperaba con todo lo que acababa de ocurrir que todavía
estuviéramos haciendo.
Con este pensamiento, espeté:
—¿Estás enojado conmigo?
Sus cejas se levantaron.
—¿Acerca de qué?
Si él tenía que preguntar entonces no estaba molesto, así que no creía
que yo debería recordarle todas las razones por las que podría estarlo.
Pero él sólo me había dicho que no me contuviera por lo que pensé
que debería seguir con eso.
—Bueno, ahí estoy yo sin reconocerte —le recordé cuidadosamente—
. También ahí estoy yo lanzándome a un drama después de que tú me hiciste
el amor por primera vez. Entonces ahí estoy yo acusándote de tratarme como
una caridad…
Él me interrumpió al sugerir:
—Tal vez deberías parar.
Cerré la boca.
Me miró a los ojos y luego de repente preguntó:
—¿De verdad te enamoraste de mí en aquel entonces?
Asentí y respondí en voz baja:
—Sí.
Cerró los ojos y sacudió la cabeza, y terminó el movimiento alejando
la mirada de mí.
Levanté mi mano y la presioné en su suave mejilla, obligándolo a
volverse.
Cuando abrió los ojos, le dije:
—Tu cabello se ve bien, pero echo de menos la barba.
Apenas terminé de hablar antes de que él hiciera un ruido que sentí
desgarrar a través de mí. Estaba lleno de dolor, lo que no me gustó, y algo
más que no podía leer.
Él no dudó en darme ese algo más.
—Jodido.
—¿Cómo? —pregunté.
—Debería llevarte por un Blizzard.
Él recordaba. Él me recordaba pidiéndole ir al Dairy Queen el día que
desapareció.
Mis ojos comenzaron a arder.
—Llévame esta noche —susurré.
Él cerró los ojos de nuevo, pero esta vez dejó caer su frente así esta
descansaba sobre la mía.
Deslicé mi mano de su rostro para envolver mi brazo alrededor de sus
hombros e hice lo mismo con mi otro brazo alrededor de su espalda.
—Lo siento mucho por no haberte reconocido. —Él abrió los ojos y
levantó la cabeza, pero no fue muy lejos. Tomé eso como que no se estaba
alejando así que seguí hablando—. Incluso lo supe cuando me mostraste
tus dibujos. Simplemente no podía poner mi dedo en esto. —Forcé una
sonrisa, mis ojos aún ardiendo—. Tengo tu esbozo de mí. Todavía lo tengo.
Incluso lo había enmarcado y acostumbraba mantenerlo en mi dormitorio.
Pero cuando nos casamos, Aaron no me dejaba ponerlo…
—Deja de hablar.
Me callé de nuevo.
Joker no lo hizo.
—Siempre fuiste tú. Sólo tú. Yo estaba contigo en aquel entonces,
Carissa, en una gran puta manera.
Sentí una lágrima deslizarse por el lado de mi ojo.
Joker la observó antes de mirar de nuevo hacia mí.
—Y eso no ha cambiado.
Oh, Dios.
No podía soportar más.
Me eché a llorar.
Joker dejó caer su peso sobre mí por un momento, así nos pudo rodar
sobre nuestros costados y recogerme cerca en sus brazos.
Lo sostuve con fuerza mientras hundía el rostro en su perfecto pecho
y lloraba.
—¡N-n-no puedo creer que no te reconocí! —Lloré en su piel.
Me sostuvo con un brazo y con la otra mano acarició mi cabello.
—No lo hiciste. Apenas me vi como yo. Supéralo. Yo lo hice.
Eché la cabeza hacia atrás y grité:
—¡Te lastimé!
—Acabo de follarte, Butterfly, y voy a hacerlo de nuevo apenas pueda,
así que supongo que lo superé.
Parpadeé.
Luego le golpeé el brazo.
—Nosotros no follamos —siseé, dejando en claro que no me gustaba
ser forzada a usar la palabra con f—. Hacemos el amor.
Se me detuvo la respiración cuando su rostro cayó y de repente bajó
la voz para decir:
—Claro. Eso es lo que te hice. Me alegra que lo entendieras. Y es lo
que seguiré haciéndote. Pero prepárate, Carrie, porque voy a follarte, y por
lo que acaba de suceder, sé que te gustará.
Comencé a respirar erráticamente y no respondí.
Al parecer comencé a respirar erráticamente y visiblemente, porque
preguntó:
—¿Quieres que te lo haga ahora?
Realmente lo quería.
Por desgracia, tenía que decir:
—Hoy me mudo.
Se vio perplejo por un segundo como si hubiera olvidado los planes
del día, lo cual fue tierno y dulce. Nunca había visto a Joker ser lo primero,
y me gustaba, pero lo había experimentado siendo lo segundo, y eso siempre
me gustó.
Luego se le aclaró el rostro y murmuró:
—Mierda.
—Sí.
—Será mejor que lo hagamos —dijo.
No quería hacerlo. Mi agotamiento había desaparecido en el drama y
el acto de amar, pero ahora, especialmente después del drama, y más
especialmente después del acto de amar, lo único que quería hacer era
hundirme en su calor y dormir.
No podía hacer eso, así que repetí:
—Sí, será mejor que lo hagamos.
Me apretó pero sin soltarme.
Me miró suavemente a los ojos y dijo:
—Debería decir que lamento no habértelo dado después de haberte
dado una buena noche como te mereces. Pero no lo lamento. Sólo por si las
cosas se retuercen para ti, quiero asegurarme de que quede claro. Me gusta
que haya sucedido de una forma que nunca olvidaré. Espero que hayas
superado la mierda que tenías encima porque significaría mucho para mí
que sintieras lo mismo.
Cerré los ojos, me apreté más, hundí la cabeza y metí mi rostro en su
garganta.
—He superado la mierda. Y siento lo mismo —susurré.
—Bien —murmuró contra mi cabeza—. Ahora, apesta, pero vamos a
mudarte.
—Sí, sí que apesta. —Eché la cabeza hacia atrás—. Pero voy a
mudarme. Y Travis y yo viviremos en un lugar lindo y estaremos a salvo. Y
eso será todo.
—Sí —respondió con una sonrisa.
—Así que quizás me besarás para que nos pongamos a lo nuestro —
sugerí.
—Sí —repitió con una sonrisa.
Pero no me besó.
—¿Joker?
—Carissa Teodoro está en mis brazos en mi cama pidiéndome que la
bese —dijo en voz baja como si hablara para sí mismo y no pudiera creerlo.
Me tensé.
Luego me obligué a relajarme y rodé a Carson “Joker” Steele sobre su
espalda, conmigo encima, murmurando:
—Si él no me besa, yo lo besaré.
Y comencé haciendo justo eso.
Por suerte para mí, a Carson “Joker” Steele le gustó.
Y me devolvió el beso.

Estaba de pie en la casa de Tyra, mi casa, aún procesando todo


mientras Joker cerraba la puerta a los últimos en irse, Tabby y Shy.
Estaba dentro.
No en el sentido de que mañana tendría que desempacar todo antes
de volver al trabajo el día siguiente y al mismo tiempo buscar la ropa limpia
y hacer las compras y volver a mi viejo hogar para limpiar a fondo.
En el sentido de que todo estaba desempacado, incluso las fotos
colgadas en las paredes, las cajas habían desaparecido, y no tenía que volver
a mi viejo hogar, salvo para devolver las llaves.
Esto se debía a que los hombres habían movido las cosas, juntado los
muebles, puesto la TV y me preguntaron dónde quería las cosas así ellos
podrían ponerlas en las paredes. Snapper incluso había montado mi
aspirado de mano en el cuarto de servicio.
Esto fue hecho mientras las mujeres desempacaban, y no fue
solamente Tyra, Tabby y Lanie. Elvira había aparecido, trayendo con ella
unas mujeres llamadas Gwen y Tess (quienes eran divinas, agradables y
tenían toneladas de energía). Por no mencionar a las otras mujeres de Chaos
que vinieron, incluyendo, para mi incredulidad pero al final una profunda
gratitud, Stacy (Joker la había subestimado; ella no era sólo una mujer
decente, era realmente buena).
Mis platos estaban en los armarios. Mi cama estaba hecha. Los
juguetes de Travis estaban en sus cestas. Mi TV estaba lista y el cable ya
funcionaba. Mis ropas estaban en el armario. Y con Stacy liderando al grupo
en mi viejo hogar antes de aparecer en el nuevo, mi apartamento estaba
impecable y tenía un montón de imágenes en mi móvil que ella tomó y me
envió por mensaje para probar ese hecho en caso de que mi casero decidiera
meterse conmigo.
—¿Carrie? —llamó Joker.
Lo miré y anuncié:
—Voy a tener que comprar más pastas.
Sus labios se curvaron y me gustó.
Pero en serio, realmente extrañaba la barba.
Se acercó hasta pararse frente a mí y puso sus manos en mis caderas.
—¿Vas a quedarte dormida de pie o serás capaz de lograr llegar a la
cama?
Tenía una regla estricta, sin importar lo que el día conllevara: Sábanas
limpias, cuerpo limpio para poner en esas sábanas.
No comí los bombones mientras todos estaban trabajando.
Necesitaba una ducha.
—Tengo que darme una ducha —le dije.
Sus dedos se clavaron en mis caderas mientras murmuraba:
—Hazlo. Te dejaré hacerlo. Pasaré mañana.
¿Se iba?
Antes de poder pensar si era correcto o no, alcé mis manos
rápidamente y me aferré a su camiseta con ambos puños.
Sus ojos se calentaron.
Era correcto.
Gracias a Dios.
—Mi cama es muy cómoda —susurré.
Yo era algo tímida pero no me importaba. Tenía que decirlo así no se
marcharía.
—¿Me quieres contigo?
Asentí.
—¿Me quieres en la ducha contigo?
De pronto, no me encontraba agotada de pie. De pronto, tenía mucha
energía.
Y necesitaba una ducha.
Volví a asentir.
Él sonrió. Era una nueva sonrisa y era impresionante. Tanto, que la
sentía por todo mi cuerpo.
Pero luego dijo:
—Me muero de hambre.
Eran las siete y treinta. Había ordenado un montón de pizzas pero las
habíamos comido hace horas.
—Ducha —declaró Joker y me volví a concentrar en él—. Te
limpiamos, ordenamos, comemos. Te quedas dormida en tu comida, y te
llevaré a la cama. —Había acercado más su rostro—. Te llevaré por un
Blizzard mañana.
Algo que esperar.
De hecho, muchos algos.
Le sonreí.
—Es un trato.
Agachó la cabeza y tocó mi boca con la suya.
Se sentía dulce.
Levantó la cabeza.
—Hagamos esto.
—¿Joker?
—Aquí.
Apoyé mis manos en su pecho, adorando esa palabra, amando que
fuera cierto, adorando todo lo que la hacía significar.
—Gracias por todo.
—No tienes que…
Me presioné con fuerza contra su pecho y me alcé de puntillas para
tocar su boca con la mía.
Una vez que hice eso y él se quedó en silencio, dije con suavidad:
—Sé que no. Y adoro no tener que hacerlo. Pero lo necesito. Entonces
—deslicé mis manos hacia arriba por sus hombros y apoyé mis dedos—,
gracias.
Hizo un sonido que me encantaba en el fondo de su garganta, agachó
la cabeza y me besó.
Mientras lo hacía, me arrastró a la ducha.
Ahí, no lo golpeé en la mandíbula con mi cabeza.
Aunque lo rasguñé y con fuerza.
Él tenía razón, dado que me había soltado y relajado, descubrí que a
él le gustaba eso.
Mucho.
Luego de la ducha, no me quedé dormida sobre mi arroz con camarón
frito.
Pero me quedé dormida en el instante en que mi cabeza se apoyó en
el pecho de Carson “Joker” Steele en mi cama.
Y lo hice con sus brazos rodeándome.
Luego de eso, dormí profundamente.
Y relajada.
Capítulo 14
Deja que la sanación empiece

Joker

Joker intentó acallar el murmullo de las bolsas de plástico mientras


desempacaba los comestibles que salió a buscar mientras Carissa dormía.
Podría terminarse la salsa de tomate genérica y entonces habría
terminado con esa mierda.
Él no podía decir que esto fuera generoso. No le gustaba la salsa de
tomate genérico y tenía la intención de comer en casa de ella y hacerlo con
frecuencia.
Por lo que definitivamente estaba terminado con esa mierda.
También tenía la intención de dormir en cama de ella y también
hacerlo con frecuencia.
Era en parte por su colchón. Era firme pero cómodo. Sus colchones
en el recinto no eran geniales. Había heredado su habitación de Dog después
que el hombre se fuera hacia la Gran Intersección, y sus hermanos
claramente no lo habían reemplazado cuando él había heredado la
habitación hace años.
Pero esto era sobre todo acerca de tener a Carissa Teodoro, quien lo
había flechado en la preparatoria y había lloriqueado, retorcido y gemido
para él, poniendo en evidencia que nunca habría de jodidamente olvidar la
primera vez que la tuvo, acurrucada con él sobre ese colchón.
Se movió alrededor de la cocina de Carissa, guardando los comestibles
y gustándole lo que estaba haciendo. No sólo porque le estaba dando salsa
de tomate de marca, sino porque tenía una gran cocina agradable donde
podía cocinar, poner toda su mierda buena y cuidar de su hijo.
Metió una bolsa de maíz congelado en el congelador, cerró la puerta,
captó algo por el rabillo de su ojo y se detuvo en seco.
Carissa estaba de pie en la entrada de la cocina en una gran camisa
de dormir sin forma que probablemente compró para su embarazo. Colgaba
bajo, casi hasta sus rodillas. Era de color rosa y tenía un cuello abierto con
un pequeño borde de encaje. Era la única pista de cualquier feminidad.
Al instante odió la cosa. No se ajustaba a ella. Parecía como si hubiera
estado en casa de su abuela, decidiera quedarse a pasar la noche, y
necesitara algo prestado para dormir.
No odiaba el hecho que su cabello fuera un desastre. Parcialmente
enredado por el sueño, que era dos veces más grandes de lo que
normalmente era, y su chica tenía un montón de cabello.
Su rostro estaba un poco hinchado y sus ojos aletargados. Eran las
once y media y estaba escrito por toda ella que había dormido bien durante
las catorce horas y media que lo había hecho.
Eso, al igual que su gran cabellera de cama, era lindo.
Ahora estaba de pie al otro lado de la cocina de él, sin moverse, y Joker
no sabía si estaba allí porque todavía estaba despertándose o estaba
preparándose para entregarle mierda por comprarle sus comestibles.
Podía entender cuán difícil era aceptar la bondad. Había vivido bajo
esa carga con Linus y la señora Heely durante años. Sabías que lo
necesitabas, tenías que aceptarlo, incluso salir y tomarlo en alguna ocasión.
Pero te preocupaba que nunca serías capaz de devolverlo y esa no era una
buena sensación.
Sin embargo, tenía que llevarla a un lugar donde superara eso. Estaría
recibiendo amabilidad durante mucho tiempo de parte de Joker, sus
hermanos y sus familias, por lo que tendría que aprender a no luchar contra
ello.
Abrió la boca para comenzar esa lección cuando ella susurró:
—Carson Steele en mi cocina.
Él cerró su boca y se quedó mirándola, sintiendo una ligereza en el
pecho que nunca había sentido en su vida.
Ella siguió, su somnoliento rostro cariñoso, diciéndole todo incluso
mientras lo ponía en palabras.
—Mi motero, guardando los comestibles.
Mi motero.
Se volvió completamente hacia ella.
Como era su manera, corrió hacia él.
No tuvo más remedio que atraparla, y cuando lo hizo, ella se lo llevó
hacia atrás y chocó contra el mostrador, el dolor del golpe subiendo por su
columna vertebral.
Pero no le importó una mierda viendo que tenía el culo de ella en sus
manos, el interior de sus muslos presionados contra sus caderas y sus
manos a cada lado de su cabeza.
Ella movió sus pulgares a lo largo de sus mejillas, sus ojos mirando,
haciendo este murmullo:
—Barba de tres días.
—Carrie. —Fue lo único que pudo obligar a salir.
Su mirada atrapó la de él.
—Quiero la barba de vuelta, cariño. ¿La dejarás crecer para mí?
Caminaría a través del infierno para ella así que no hacía falta decir
que iba a dejarse crecer la barba de nuevo por ella.
—Sí —respondió.
Sus ojos se suavizaron mientras sus labios se curvaban hacia arriba.
Ella le dio esa mirada por un instante antes de decir suavemente:
—Todavía cuidando de mí.
Se refería a los comestibles.
—No luches contra ello —aconsejó.
—Dime que vas a comer algo de ellos y no lo haré.
Con eso quería decir que lo quería alrededor.
Él le sonrió.
—La salsa de tomate genérica es horrible.
Ahí fue cuando ella le sonrió.
Entonces ahí fue cuando él termino con su conversación y comunicó
eso deslizando una mano desde su culo por su espalda y hasta su cabello,
ejerciendo presión sobre él.
No necesitaba hacerlo. Ella inclinó su rostro hacia él y le dio su boca.
Ella podría haber estado medio dormida, pero aun así se había
cepillado los dientes.
Sabía jodidamente brillante.
Aunque, ella siempre lo hacía.
Aún tomando su boca, giró su espalda del mostrador y colocó el
trasero de ella sobre él. Ella acomodó sus piernas alrededor de las caderas
de él cuando él metió una mano por su camisón luego dentro sus bragas.
Esto lo hizo hacer un gemido mientras ella presionaba su calor contra
su entrepierna.
Demonios, sí.
Él rompió el beso, pero no la conexión de sus labios.
—¿Quieres café? —preguntó.
—Sí —respondió ella, con la respiración entrecortada, algo que puso
a su polla, ya endurecida, más dura.
—¿Desayuno?
—Sí.
—¿Antes o después te darte tu follada?
Con eso, se presionó toda contra él y apretó sus brazos alrededor de
los hombros de él.
—Creo que… después —dijo con timidez, pero todavía sosteniendo su
mirada.
—Como tu cama — murmuró él.
—Entonces hagámoslo allí —murmuró de vuelta, deslizando una
mano por el cabello de él para acunar la parte posterior de su cabeza.
—Así será, Butterfly —respondió él, la levantó del mostrador, tomó su
boca, y, besándola, la llevó fuera de la cocina y hacia su nuevo dormitorio.
A ella le gustaba que él la besara. Se animaba con ello. A él también
le gustaba, porque ella sabía muy bien, hacía ruidos, daba de regreso, y
también se perdía así fue capaz de quitarle el camisón sin apenas notarlo.
Después de eso, él le dio su boca en otros lugares, tomándola esta vez
y haciéndolo perezosamente, como no lo hizo en su cama en el recinto o en
la ducha.
Tenía grandes pechos, más grandes que en la preparatoria, con
pezones rosados que se tensaron instantáneamente contra su lengua
cuando él los llevó a su boca. Escuchó su pesada respiración volverse en
jadeante y ella deslizó ambas manos en su cabello para sostenerlo hacia
ella, mostrándole que le gustaba lo que estaba haciendo.
Jesús.
Carissa.
Yendo de un pecho al otro, la tenía presionándose hacia arriba,
agarrando su cabello antes que él se deslizara hacia abajo, rodeando el
ombligo con su lengua, y hacia abajo, su cuerpo saliendo de su cama.
Él enroscó sus dedos alrededor del lado de sus bragas y las quitó de
un tirón, su cuerpo sacudiéndose, sus ojos encerrados ensanchándose de
una manera que hizo saltar a su rígida polla.
Colocó sus manos en las caderas de ella, la arrastró hasta el borde de
la cama y se dejó caer de rodillas.
—Joker. —Exhaló ella.
No dijo nada.
En su lugar, arrojó sus piernas sobre sus hombros, viendo los
relucientes rizos miel entre sus piernas, su polla tan dura y restringida
contra sus vaqueros, que dolía.
Y le gustaba.
Se sumergió y pasó su lengua a través de su humedad.
También sabía muy bien allí.
Perfección.
Sus talones se clavaron y empujó su coño en su boca cuando se
arqueó en la cama y gritó:
—¡Joker!
Demonios, sí.
Se inclinó y bajó hacia ella, agarrando sus caderas y tomándola más
profundo en su boca mientras la lamía, se la comía, chupaba su clítoris, y
follaba su coño con su lengua. A ella le encantaba, lo demostró, sus piernas
sujetadas a su alrededor, sus sonidos a la deriva hacia él o perforando la
habitación bruscamente. Cuando deslizó los dedos de una mano en su
cabello y esos dedos se apretaron en un puño, sus ruidos llegando rápidos
y desesperados, su cuerpo moviéndose frenéticamente en su agarre, él sabía
que estaba lista.
Se levantó.
—¡Oh!
Escuchó su frustrada sorpresa mientras se empujaba a través de sus
piernas y se inclinó hacia ella, cerniéndose con su mano en la cama.
Era caliente como la mierda verla luchar para enfocarlo incluso
mientras apretaba un puño en su camisa y tiraba de él hacia ella, la otra
mano deambulando cerca de los rizos miel entre sus piernas.
—¿Lista para ser follada? —preguntó.
—Sí —respondió al instante.
Cristo. Se había ido.
Perfección.
—Nena, te voy a follar. ¿Lista para eso? —presionó.
Ella tiró más fuerte de su camisa.
—Sí, Joker —dijo con impaciencia.
Él casi sonrió.
En cambio, deslizó su mano libre por su vientre, tirando de ella a un
lado y jugando con sus rizos.
Cuando lo hizo, observó a sus labios abrirse y sintió sus caderas
levantarse para profundizar su contacto.
—Joker —rogué.
—Dilo, Butterfly —ordenó suavemente.
Sus ojos se abrieron brevemente y se encendieron.
Entonces ella se humedeció los labios y él casi se perdió viéndola
hacer eso antes de decir:
—Apúrate cariño, y fóllame.
Eso es lo que quería.
Eso es lo que le daría.
Volteándola sobre su estómago, tiró de ella hacia arriba para que sus
rodillas estuvieran en el borde del colchón, su jodido culo fenomenal en
forma de corazón justo allí para él, la suave piel de su espalda, la masa de
sus rizos a lo largo de los hombros y todo sobre la cama.
Él sacó su cartera y lidió con el condón con una sola mano mientras
deslizaba sus dedos por su humedad para mantenerla lista.
Pero incluso mientras lo hacía rápido, tomó demasiado tiempo.
Lo supo cuando ella rogó:
—Carson, cariño, por favor.
Miró desde su culo para ver que ella tenía su cuello girado, su rostro
lleno con necesidad.
Carissa Teodoro.
Un pequeño pedazo caliente.
Mierda, su pequeño pedazo caliente, desnuda, culo al aire, labios
rogando.
Sosteniendo sus ojos, colocó la punta y no dudó antes de conducirse
dentro.
Su culo se levantó mientras su espalda se arqueaba hacia la cama y
su cabeza se disparaba hacia atrás, sus rizos volando.
Jesús.
Maldición.
Perfección.
—Muévete. —Jadeó ella.
Se movió, saliéndose, empujando, y dándoselo rápido.
—Más fuerte —rogó ella, retrocediendo, levantándose sobre sus
antebrazos para dar su apalancamiento.
Total y jodidamente perfecto.
La tomó con más fuerza.
—Más rápido, más, Carson, por favor —gimió ella, dejando caer su
cabeza y conduciendo hacia atrás para encontrar sus embestidas.
Él deslizó una mano alrededor de su cadera y dentro, la encontró, y
ella comenzó a moverse.
—Maldita perfección —gruñó él, estrellándose en su coño,
manipulando su clítoris, observándola tomándolo, viendo a su amor
consiguiéndolo y jodidamente amando dárselo a ella.
—No pares —suplicó ella.
¿Estaba loca?
No iba a parar. Cristo, deseaba que nunca tuviera que parar.
—¡Oh, Dios, Joker, no pares! —exclamó, perdiéndolo, su cuello
arqueado, su culo levantado, sus sollozos viniendo constante pero tomando
cada vez que tomaba su polla—. Cariño. —Jadeó—. Cariño —gimió—.
¡Joker! ¡Sí! —gritó y él sintió el empapado calor de ella apretándolo y supo
que ella estaba allí.
Tomó su dedo de su clítoris, agarró sus caderas y la atrajo de nuevo
hacia sus embestidas, escuchándola venirse, sintiéndolo, jodidamente
amándolo. Dejando que su elegante humedad lo apretara y tirara fuera de
él, se condujo profundo y siguió haciéndolo, golpeando de nuevo contra su
polla, escuchando sus dulces y agudos ronroneos mientras la tomaba.
Entonces lo consiguió. Su cabeza tirándose hacia atrás, la folló
mientras se venía dentro de ella, haciendo ambas cosas duro.
A medida que empezó a salir de él, dejó caer su cabeza y después de
unos cuantos latidos las suaves mejillas de su culo entraron en foco.
Sus dedos aún sujetos alrededor de sus caderas, la tomaron suave
mientras deslizaba sus manos hasta sus mejillas, viendo su coño tomar su
polla, sus pulgares se movieron sobre las ondulaciones de su culo. Un culo
que había visto en bragas de animadora. Un culo que había visto moverse
en sus pantalones color caqui. Un culo que había deseado tenerlo así
durante tanto tiempo, que no era jodidamente divertido. Un sueño que había
inventado, con la mano en su polla, bombeando hasta venirse, el sueño tan
bueno que, incluso masturbándose, el orgasmo siempre era increíble.
Pero no como la cosa real.
Nada parecido.
Ni siquiera cerca.
—Cariño —llamó ella, su tono vacilante, y Joker dejó de mirar sus
pulgares moverse sobre su carne y miró hacia ella.
Vio que su cuerpo estaba tenso y su cuello estaba torcido, sus ojos en
él inseguros.
Él se retiró, le dio la vuelta, la levantó en sus brazos y puso una rodilla
sobre la cama. Los movió del borde y la dejó sobre su espalda, su peso
golpear el cuerpo blando, presionándolo en la cama, sintiéndolo contra él,
sus muslos sosteniéndolo apretado contra sus caderas.
Él levantó una mano y movió una maraña de rizos fuera de su rostro.
Luego se inclinó y la besó, suave, profundo, tan jodidamente dulce, y
él siguió haciéndolo hasta que ella lo estaba agarrando fuertemente con
todos sus miembros.
Sólo entonces él rompió el beso y pregunto:
—¿Estás bien?
—Sí —susurró, pero no necesitaba hacerlo. La incertidumbre se había
ido. Estaba mirándolo, aturdida, su cuerpo cálido y flojo bajo el suyo, aun
cuando sus miembros todavía estaban enrollando fuertemente.
Repentinamente, miro hacia su nariz.
—Me gustó la parte donde tú... um, me diste vuelta. O, debería decir
las, uh... partes.
Sonrió a pesar que no era el tipo de hombre que se establecía un
proceso de golpe a golpe para una gran follada.
Pero si ella quería eso se lo daría.
—Y cuando tuviste tu, bueno... —sus ojos cayeron hasta su boca—,
boca entre mis piernas.
Él sonrió más grande.
Sus ojos se deslizaron a los de él, luego a su cabello y, finalmente, a
su oreja.
—Y la... —se mordió el labio, lo dejó irse y trajo su mirada a la de él—
, cosa en el borde de la cama. Se sintió... —su mano se deslizó hacia arriba
en su cabello y su voz se volvió baja—, un poco travieso.
Eso era lindo, pero si ella pensaba que eso era travieso, y le gustaba
de esa manera, él tenía mucho que enseñarle.
A pesar que se quedó con esa idea, algo que le molestaba al respecto.
Sus palabras llegaron a él.
No te detengas.
Ella lo había dicho en su cama en el recinto.
Maldición, incluso las había dicho cuando la estaba tocando en la
ducha.
Y sabía por qué lo decía.
Su ex se detenía. Su ex no recorría la distancia con ella antes de tomar
venirse. Su ex no la follaba sobre sus rodillas en la orilla de la cama.
Jesús, con un pequeño número caliente como Carissa, ¿cuál era el
problema de ese idiota?
—¿Joker? —llamó, y se concentró en ella.
Una parte de él quería preguntar. Una parte de él quería saber si
alguna vez había sido atendida en cualquier forma, en la cama o fuera de
ella, por Aaron Jackhole Neiland.
Al resto de él le importaba una mierda. Se lo daría por todos los medios
a su alcance.
—Justo aquí, Carrie —murmuró.
Sus labios se curvaron en una sonrisa suave y deslizó una mano hacia
arriba y alrededor para acunar su mandíbula y otra vez correr su pulgar por
su barba.
—Entonces, compraste los comestibles, eso solo deja la colada. —Su
sonrisa creció—. En otras palabras, un día de descanso. —Movió su mano
hacia abajo, deslizándose el dedo por su mandíbula antes de caer de nuevo
por el costado de su cuello y acariciar su garganta, diciéndole—: No he
tenido uno de esos en mucho tiempo.
—Entonces vamos a descansar —susurró él.
Ella siguió sonriendo, incluso cuando levantó su cabeza y rozó su boca
contra la de él.
Se recostó sobre la cama y siguió acariciando, arrastrando su pulgar
hasta su garganta y de regreso a su mandíbula.
—¿Dormiste bien? —preguntó él.
—Impresionante —respondió.
Esa vez, él sonrió.
Luego dijo:
—Tengo que encargarme de este condón y conseguirle a mi chica un
poco de café.
—Eso estaría bien —respondió ella.
Él se inclinó y le devolvió el toque de labios antes de decidir que no
era suficiente. Enredando sus dedos en el lado de su cabello, inclinó su
cabeza y tomó su boca en un beso lento y mojado.
Ella devolvió lo que obtuvo.
Él rompió el beso, se levantó de la cama, su brazo envuelto alrededor
de ella para llevarla con él. Ella fue directamente por el camisón mientras él
se inclinaba para levantar sus bragas, levantando sus vaqueros. Su camisa
estaba cayendo sobre sus caderas cuando él le entregó las bragas, se inclinó
para tomar otra probada de su boca y luego susurró:
—Encuéntrame en la cocina.
—Está bien, cariño.
Él sonrió.
Ella le devolvió la sonrisa.
Se dirigió al baño, se hizo cargo de su asunto, y se unió a su chica en
la cocina.

Esa noche, Joker se sentó frente a Carissa en una cabina en Dairy


Queen.
Habían ido allí para algo más que Blizzards. Él había comprado sus
tiras de pollo y papas fritas, para él una hamburguesa y aros de cebolla.
Ellos los habían comido, pasando el rato, el ánimo suave y fácil.
Luego él había vuelto a la barra para conseguir sus Blizzards.
Para ambos, fueron de pedazos de Reece’s en copas, y ella había tenido
razón todos esos años. Era el mejor.
Él tragó una cucharada y la miró para ver sus ojos hacia un lado, la
copa de Blizzard arriba, la cuchara vacía y olvidada en sus dedos, sus
pensamientos a un kilómetro de distancia.
—Butterfly.
Su cabeza se sacudió y ella lo miró.
—Hola —dijo en voz baja.
Maldición, él sintió eso en su polla.
—Hola —respondió él e inclinó la cabeza—. Estás a un millón de
kilómetros.
—No, sólo ocho años.
—¿Qué? —preguntó él.
Fue entonces cuando ella aterrizó el golpe, dándole más dolor que no
le importaba sentir.
—Esperé ocho años para sentarme y tomar un Blizzard contigo,
Carson.
Él sintió su garganta comenzar a arder.
—Me alegro de que te cortaras el cabello —dijo, con voz tranquila, sus
ojos en él firmemente, su intención era decir algo con ellos y más que sus
palabras—. Me gustaba antes, pero se ve muy bien ahora.
—Eso es bueno, Butterfly —murmuró él.
Ella tragó y cuando lo hizo, algo inundó su rostro que no le gustó.
—Me gustaría haberte recordado en la I-25. Me gustaría haberlo
hecho, así podría haber tenido mi Blizzard…
Él dejó caer la cuchara en la copa y extendió la mano, agarrando la
mano que sostenía la cuchara y manteniéndolo apretada.
—Detente.
—No quiero que mires hacia atrás y estés enojada conmigo.
—Lo superé.
—Dices eso pero…
Él tiró suavemente su mano.
—He terminado, Carrie. Estás tomando todo esto en ti misma, pero
no olvides que tenía que renunciar a ti, liberarte, y no lo hice. Dejé pasar
demasiado tiempo. Eso está en mí. No lo tomes todo, porque no es tuyo. Lo
jodiste. Lo jodí. Parejo.
Ella miró fijamente sus ojos. Lo hizo mucho tiempo.
Los de ella empezaron a ponerse brillantes, pero cuando estaba a
punto de decir algo para detener esa mierda, ella inhalo una respiración por
la nariz y dijo:
—Me alegro de que cortaras tu cabello.
Él sabía lo que eso significaba. Él sabía que significaba que estaba
contenta de que pasaran eso. Que tenían lo que tenían ayer. Esa mañana.
Ese día. Se alegraba de que estuvieran aquí, comiendo Blizzards.
Significaba mucho para ella. Muchísimo.
Y eso significaba mucho para él.
La dejó ir, ordenando:
—Come tu Blizzard.
—Está bien —dijo con voz temblorosa, volviendo su atención de nuevo
a su copa.
Pero él no había terminado.
—Quiero que termines para que pueda llevar tu culo a casa y
desnudarlo.
Los ojos de ella se dispararon a los suyos.
—Así que date prisa —dijo.
La melancolía se alejó de su rostro cuando la emoción se instaló en
ella que cambió directamente a insolente.
—No voy a apurar mi primer Blizzard con Carson Steele.
—Vas a obtener otros de mí.
Ella enderezó los hombros y se volvió aún más insolente.
—Este es el primero. Estoy saboreándolo.
—Nena, vas a saborear más, traga eso, mete tu culo en mi camioneta
y te llevo a casa. Tengo ganas de hacer que mi chica se sienta traviesa.
Otro destello en su mirada antes de que ella volviera su atención
directo a su helado. Joker se echó hacia atrás y volvió su atención al suyo.
Lo hizo sonriendo.
Al final, era Joker quien no tenía ganas de hacer sentir a su chica
traviesa.
Después de su primer Blizzard juntos, tan ridículo como era,
porquería de la escuela, una fantasía perdida revivió en una cama con un
fenomenal colchón, él se tomó su tiempo.
Él cuidadosamente la construyó para ella, para ambos.
Pero él no folló a Carissa.
Le hizo el amor.
Despacio.
Suavemente.
Así que cuando la hizo venir, ella susurró, “Carson”, en su boca.
Fue el mejor momento de su vida.
Y lo fue, en una forma en que se determinó que no permanecería así
haciendo ese momento la primera vez en su vida que quiso más.
E iba a conseguirlo.
Además, incluso si tenía que reventar sus pelotas, comer mierda,
caminar a través del infierno…
Él iba a dárselo.

Al final de la tarde del día siguiente, Joker tenía su culo descansando


en su moto que estaba estacionada al lado de un SUV de cinco años, con
los brazos cruzados sobre su pecho, sus ojos a la puerta del instituto.
Los últimos quince minutos que estuvo allí, él había conseguido
miradas. Había conseguido preguntas. Él había dado respuestas vagas. Y
había esperado.
La espera había terminado cuando vio al señor Robinson salir por la
puerta.
A través de sus gafas de sol, Joker lo asimiló. Había envejecido, pero
era un testimonio para el hombre que no se veía golpeado. Lo había pasado
para tener un niño, pero también era un profesor de instituto. Les pagan
una mierda, aguantaban un montón de mierda, tenían uno de los trabajos
más importantes que cualquier persona podría tener, y tenían poco respeto,
y lo único que él parecía era un hombre que salía de su trabajo, listo para
ir a casa con su esposa y cenar. Joker lo vio caminar a la SUV y que no se
sorprendió, cuando el señor Robinson le registró casi al momento en que
salió de la puerta. Mantuvo a Joker en su punto de mira, mientras caminaba
los diez lugares de estacionamiento a su camioneta.
A Joker tampoco le sorprendió que no dejara una moto en un
estacionamiento de maestros como los demás.
Él se detuvo y preguntó:
—¿Puedo ayudarte?
—Es bueno verlo de nuevo, señor Robinson —respondió Joker.
Su cabeza se inclinó. Sus ojos se estrecharon.
—Lo siento, ¿yo...? —Empezó antes de que su rostro se iluminara—.
¿Carson? —preguntó en voz baja.
Joker asintió, se levantó de su moto y se dirigió a la acera.
Él extendió la mano.
El señor Robinson la tomó, su rostro rompiéndose en una sonrisa.
—Carson —repitió, estrechando la mano de Joker y sacudiéndola—.
Sí. Seguro. Es bueno verte también.
Terminaron en un apretón antes de que lo interrumpieran y Joker
preguntara:
—¿Cómo van las cosas?
—Las cosas son cosas —respondió el señor Robinson, sin dejar de
sonreír, diciendo que estaban normales, pero que no le importaba—. ¿Tú?
—Las cosas están bien.
La mirada del señor Robinson creció mientras estudiaba a Joker y
dijo:
—Es bueno saberlo.
—Sí —murmuró Joker, se aclaró la garganta y le dijo—: He estado de
vuelta por un rato. Pensé en usted. Quería contactar. No estaba en ese lugar.
Ahora yo.
—Es bueno escucharlo, también. —Parecía luchar con lo que quería
decir a continuación, lo venció y le preguntó—: Saliste…
Joker se la hizo fácil.
—Obtuve mi diploma. Tomé clases nocturnas. Ahora soy un mecánico
con licencia. Soy un hermano de Chaos y diseño y construyo autos en Ride.
—Lo que quería hacer —murmuró el señor Robinson.
Él recordaba. Todos los niños que veía año con año, el hombre
recordaba.
—Sí —estuvo Joker de acuerdo.
—¿Estás casado? ¿Establecido? ¿Viendo a una chica?
—¿Recuerda a Carissa Teodoro?
Ante eso, el señor Robinson sonrió enorme y comentó:
—Veo que finalmente logró que te fijaras en ella.
Mierda. El hombre no se perdía nada, ni siquiera Joker, quien quería
que fuera cierto y prestar atención, lo vio.
—Sí. —Fue todo lo que dijo. Luego se fue por ello—. ¿Están realmente
las cosas bien con usted?
Si recordaba el enamoramiento de Carissa, a Joker queriendo ser un
mecánico, él seguro como la mierda no olvidaría dónde estaban la última
vez que se vieron el uno al otro... y por qué estaban allí. Incluso si no era su
asunto, el señor Robinson se la dio, también fácil.
—Están bien. No hemos sido capaces de... —Se detuvo, se aclaró la
garganta y siguió—. Nos hemos instalado en lo que necesitamos ser.
Queríamos más. Pero tienes que aprender cuándo dejarlo ir y centrarte en
lo que tienes. —Sonrió, era parte triste, parte desafiante—. La chica más
bonita que he visto, la mejor esposa que un hombre puede tener. Podría ser
peor.
Seguro como la mierda que podría.
Joker solo esperaba que pudiera encontrar una manera de darle algo
mejor.
Él no dijo eso.
Le dijo:
—Usted tiene surte.
La sonrisa permaneció en su lugar cuando el señor Robinson
respondió:
—Me alegra que estés de acuerdo.
Ese día, mientras Carissa estaba de turno, Joker había trabajado en
Ride. Ella saldría pronto y Robinson había trabajado todo el día.
Necesitaba dejarlo llegar a casa con su esposa y la cena.
Así que se metió la mano en su bolsillo trasero, sacó su cartera, sacó
una tarjeta, y empujó su billetera de vuelta mientras extendía la tarjeta a
su antiguo profesor de historia.
—Tarjeta de Ride. Puede llamar, pregunte por mí. Pero mi celular está
en la parte de atrás. En caso de que esté interesado en lo que estoy
construyendo, puede pasarse. En cualquier momento. Dígame cuándo,
estaré allí y le mostraré.
El señor Robinson no dudó.
—No me podrías mantener lejos.
Eso le dio en la garganta, y Joker forzó un trago para alejarlo antes de
que dijera bruscamente:
—Bien. Lo dejo ir. Llame cuando quiera. —Él alzó la barbilla y terminó
con—: Es bueno verlo de nuevo, señor Robinson.
—De hombre a hombre ahora, Carson. Soy Keith.
Joker le asintió.
—Keith.
Se dieron la mano de nuevo y Keith Robinson levantó la tarjeta.
—Te llamaré.
—Lo esperaré.
Robinson le dio una sonrisa y se dirigió a su SUV.
Joker fue a su motocicleta.
Montado en ella, miró a la izquierda en la cabina de la camioneta.
Robinson estaba cambiando la velocidad, haciéndolo mirando hacia
abajo y también haciéndolo sonriendo.
Se había preocupado.
Joker le había dado un cierre. También le había dado alivio.
Pero en el instituto Keith Robinson le había dado a Joker mucho más.
Y con ese pensamiento, el impacto de todo lo que Carissa se vio
obligada a aceptar debido a circunstancias lo golpeó con tanta fuerza que se
sintió como un poderoso puñetazo en el estómago.
Él había escapado, trabajado como un burro, comido mierda,
caminado a través de un infierno, conseguido su diploma, trabajado para
obtener una licencia de mecánico, salido por el otro lado.
Así que se había olvidado cómo se sentía. Cuán profundo iba. Cuán
intenso era el deseo, cuán extrema era la esperanza de estar algún día en
posición de devolver a aquellos que pusieron brillo en una vida oscura,
cortando a través del negro.
Sin darse cuenta, incluso si habían pasado años, una vez que había
abierto sus ojos, se había puesto en un curso de dar vuelta.
Y asimilando la sonrisa que le dio a un hombre que respetaba,
determinó que se quedaría fiel a ese curso.
Sin importar lo que hiciera falta.

Cuando ella entró por la puerta trasera, Joker estaba en la estufa de


Carissa, revolviendo la espesa salsa, la cena en la esquina, porque ella le
había enviado un mensaje hace media hora con Salgo en treinta.
Entonces estoy de camino a casa. Es mejor que estés allí, cariño,
porque MUERO de hambre.
Había estado allí.
Se volvió para a verla entrar y lanzar su bolso sobre el mostrador.
—¡Eh! —saludó.
Ella le sonrió.
Entonces parpadeó.
Después de eso ella le preguntó:
—¿Qué diablos es eso?
Él bajó la mirada a la cacerola y luego a ella.
—Salsa Étouffée.
Sus ojos se agrandaron.
Jodidamente lindo.
—¿Como en, camarones étouffée?
—No. Conseguí cangrejos. Así que, como en, cangrejos étouffée.
Se acercó a él, con los ojos en la cacerola.
—¿De dónde sacaste cangrejo?
—Lo conseguí en LeLane cerca de Ride. También conseguí la mezcla
de étouffée en LeLane cerca de Ride.
Su cabeza se echó hacia atrás y sus ojos capturaron los de él.
Ahora ella estaba haciendo pucheros.
Total y jodidamente lindo.
—¿No viniste a mi tienda?
—Carrie, me diste media hora para juntar esta mierda. Ride está cerca
de tu departamento, pero tu LeLane pasa esta casa por diez minutos. El
LeLane por Ride está a sólo unos minutos fuera del camino.
—Ya veo —murmuró ella, sus ojos vagando de vuelta a la cacerola.
—¿Terminaste la charla? —preguntó, y ella alzó la vista hacia él.
—No estoy segura.
Absoluta y jodidamente lindo.
—¿Qué tal si terminas por un minuto y me besas?
—Puedo hacer eso —dijo ella.
—Entonces hazlo —le ordenó cuando ella no lo besó
Ella sonrió.
Eso fue lo más lindo de todo.
Entonces se puso de puntillas con la mano en sus abdominales.
Después de eso, lo besó.
Él le devolvió el beso.
Cuando terminó, la dejó cambiarse de su traje de LeLane.
Y, finalmente, ambos sentándose en su mesa de comedor, él alimentó
a su chica hambrienta.
Jesús, pero ella era una pequeña pieza caliente.
Después de la cena y acampar enfrente de la televisión él lo había
empezado, con ella. Lo había hecho con la intención de liarse con ella en su
enorme sofá y luego llevarla a su fantástico colchón.
Pero ahora se encontraba sentado en su culo, su chica montándolo a
horcajadas, frotando su caliente entrepierna contra la suya dura con sus
manos arriba, su camisa deambulando por todo su cuerpo, y si ella no
dejaba esa mierda con su coño, sus manos y su lengua en su boca, él iba a
venirse en sus vaqueros.
Necesitaba meter su polla en su coño o las cosas se liarían
No tuvo esa oportunidad cuando de repente sus manos se metieron,
obligando a sus brazos a levantarse con ellas, para que pudiera arrancar su
camiseta.
Dejándola hacer eso, Joker tenía la intención de llegar a su bragueta,
preguntándose cómo podría hacer eso, y sacarla de sus vaqueros, y ponerse
un condón, todo ello en el lapso de tres segundos.
Carissa tenía la intención de poner su boca sobre él.
Pero él la sintió repentinamente quieta y se encontró con su línea para
la bragueta desviada cuando ella cogió su muñeca con los dedos y levantó
su brazo.
¿Qué carajo?
—Carrie... —comenzó él, centrándose en ella, pero cuando lo hizo, él
también se quedó quieto.
Y ante la mirada en su rostro, la ligereza en su pecho que se estaba
acostumbrando a sentir, se volvió pesada y oscura.
—¿Qué...? —susurró ella, sus dedos liberando su muñeca solo para
arrastrarse por el interior de su bíceps.
Él alejó su brazo.
Los ojos de ella cortaron los suyos.
—Joker…
Él puso sus manos en su culo y murmuró:
—Llevemos esto a la habitación.
Ella se puso firme y lo mantuvo donde estaba acomodando sus manos
sobre sus hombros y presionando hacia abajo.
—Levanta el brazo, déjame ver —exigió ella.
—Nena —se frotó contra ella, un mensaje que ella no podía
malinterpretar—, estoy de cierto humor.
—Levanta el brazo —dijo suave pero firme—. Cariño, déjame ver.
—No es nada.
—Déjame ver.
—Carissa, no es…
Él se calló cuando vio las lágrimas de repente llenar sus ojos.
—¿Tú... fumaste? —preguntó.
Mierda.
—Nena…
Ella lo interrumpió, diciendo rápidamente:
—Los chicos hacen eso. Se emborrachan y se desafían entre sí. ¿Es
así como conseguiste esas?
Él apretó los dientes y a través de ellos, dijo:
—No.
Su barbilla tembló y ella susurró:
—Él te dio esas.
Ella lo sabía. Ella sabía que su viejo lo había quemado.
Joker envolvió sus brazos alrededor de ella y la atrajo hacia sí.
—Hace mucho tiempo. Ahora, Carrie…
—Él te dio esas.
—Carissa, no es…
—¡Él te las dio!
Ante su grito enfurecido, sus brazos se aflojaron y ella se arrancó de
ellos, encontrando sus pies.
—Te las dio —espetó ella, las lágrimas aún en los ojos, pero no
cayendo, su rostro volviéndose rosa.
Él salió del sofá y ella retrocedió rápidamente.
—Me alejé de él, ¿recuerdas? —señaló él, eligiendo un tono calmante.
Y fallando.
—No lo suficientemente pronto —dijo ella entre dientes.
Mierda.
—Ven aquí, Carrie.
—Te dejó y te entregó a ellos —dijo entre dientes.
Tenían que salir de esta.
—Fue hace mucho tiempo —repitió él—. Estoy curado. Se acabó. Deja
que se quede atrás.
Ella lo miró fijamente, con su pecho subiendo y bajando rápidamente,
respirando con dificultad tratando de contener lo que estaba sintiendo, todo
lo que estaba sintiendo, que era algo visiblemente enorme.
Y era por él.
Por él.
Jesús.
Luego se dejó ir y cuando lo hizo, Carson "Joker" Steele volvió al
mismo segundo en el que vio a una mujer cargando a un bebé al lado de la
I-25 y decidió parar y ayudarla. Carson Steele estaba exactamente donde él
siempre necesitaba que estuviera, siendo la mujer que él necesitaba a su
lado, haciéndolo ser el hombre que nunca soñó en convertirse.
Pero de alguna manera lo era.
Y todo esto sucedió cuando ella declaró:
—No estás curado, Carson. No de eso. Dios mío. —Sacudió ambas
manos—. Llegar a ser un hombre tan magnífico habiendo pasado a través
de lo que has pasado, haciéndolo solo, sin nadie que te facilitara el camino,
con tanto dolor, sin una madre, ni hermano, ni hermana. Haciendo todo por
ti mismo y luchando para abrirte camino hasta convertirte en todo lo que
eres ahora. No es sorprendente. Es un maldito milagro.
Su cuerpo era una piedra, sólo su boca se movió:
—Ven aquí, Carrie.
Ella lo ignoró, sacudió su cabello y declaró:
—Voy a ayudarte a sanar.
—Ven aquí, Carrie.
Sacudió la cabeza, sus ojos se agrandaron, y finalmente movió el
jodido culo hacia él.
En el segundo en que ella se acercó, la llevó hasta el sofá.
No iba a hacerle el amor.
La besó con fuerza, aplastando su boca.
Y a ella no le importó una mierda.
La tocó, desgarrando su ropa, y rasgando su ropa interior.
Y ella gimoteó contra él.
Entonces entró en ella y ella lo tomó. Su boca tomó su lengua al
mismo tiempo que su cuerpo se agitaba violentamente con cada embestida.
Bajó sobre él, gimiendo por su orgasmo, su coño se apretó alrededor
de su pene, mientras él trataba de encontrar su clítoris con su pulgar.
Una vez que lo encontró, Joker se vino brusca y rudamente, agarró en
un puño su cabello para mantenerla inmóvil para llevarla con él.
Y ella volvió a gemir, agarrándolo con fuerza, tragándose sus gemidos.
Cuando hubo terminado, tuvo dos pensamientos.
Uno era que se alegraba de que ella estuviera ya caliente porque había
tardado tres segundos en ponerse un condón y entrar en ella.
La otra era que había perdido el control y ella definitivamente estaba
caliente por él.
Pero ella era Carissa. Su chica.
Y esa mierda no debería ocurrir.
Así que, aún recuperándose de su orgasmo, levantó ambas manos
para cubrir ambos lados de su cabeza y la miró a los ojos.
—¿Te he hecho daño?
—De ninguna manera. —Jadeó ella, temblando aún—. Ni de cerca —
terminó con un suspiro.
—No me mientas —advirtió.
—Eso fue… —Negó con la cabeza entre sus manos—. No sé qué era,
pero era mucho de lo que sea que fuera. Estoy pensando que voy a escribir
un diario.
La miró a los ojos.
—Nunca he tenido un diario —continuó ella.
Siguió mirándola, tratando de saber si estaba mintiendo.
—Pero esto tiene que ser registrado para la posteridad.
Después dejó caer su frente contra él.
—Por otra parte, debería haber comenzado ese diario hace dos días.
Estaba cansada por la mudanza y todo eso —continuó—. Sin embargo, justo
después del turno de mañana, voy a salir y conseguir uno.
Levantó la cabeza y observó su sonrisa mientras él sentía que le
acariciaba el cabello con su mano.
—Para acabar nuestra discusión anterior —susurró ella.
Él se puso tenso, pero ella continuó:
—Voy a sanarte, Carson Steele. Va a suceder. Eso es todo. No
necesitas contestar.
Tenía en la punta de la lengua decirle que no lo necesitaba. Ya no.
Que ella ya lo había hecho.
Que le había hecho ver lo que todo el mundo excepto su padre vio.
Le hizo ver más allá de lo que su padre le hizo ver.
Pero no dijo nada.
Quería ver lo que ella iba a hacer. También calló porque tenía la
intención de cuidar de ella y darle todo lo que necesitara, y sabía que ella
necesitaba esto.
Y él finalmente se dio cuenta que era un hombre que se merecía una
buena mujer, una que haría precisamente eso.
Eso significaba que, al final, cuando él simplemente la besó, ella le
devolvió el beso, aferrándose a él, dándole todo, de manera que cuando se
rompió el beso, él estaba sonriendo.
Que comience la curación.
Capítulo 15
Estás en ello, ya ganando al indicado

Carissa

Saber que Joker estaba en mi casa después de mi turno al siguiente


día y Travis todavía en casa de su padre, no salí y conseguí un diario.
Pero tampoco me fui a casa.
Me fui a Ride.
Me estaba acostumbrando a los carros y las motocicletas, así que
sabía cuándo la moto de Tack estaba fuera al frente, tan bien como el
Mustang vintage de Tyra. Por lo tanto, me fui a la oficina primero.
Subí las escaleras, atravesé la puerta y golpeé la suciedad.
Porque en esta estaba Tyra, sentada en su silla de escritorio. Sentado
en su escritorio estaba Tack. Pereceando en el sofá estaba Hound. Y de pie
al lado de la puerta del garaje estaba Hop, sosteniendo algunos papeles y
analizándolos con High.
—Hola, Carrie —saludó Hound.
—Hola, Hound —saludé de vuelta con una sonrisa, envié esa sonrisa
en dirección de Tack—. Hola.
—Hola, cariño —respondió con una expresión de bienvenida, pero
también me estaba observando atentamente.
—¿Todo bien en la casa? —preguntó Tyra.
La miré.
—Perfecto.
Ella sonrió, le sonreí de vuelta y entonces le di una sonrisa a Hop y
High mientras los saludé antes de mirar directamente a Tack.
—¿Podemos hablar? —pregunté.
Se enderezó lentamente mientras la mirada de Tyra se movía a su
esposo.
—¿Necesitan privacidad? —preguntó Hop y volteó hacia su dirección.
—No en realidad. —Regresé mi atención de vuelta a Tack y ya que
Joker estaba en mi casa y yo quería estar allí con él, pero también porque
estaba nerviosa por hacer esto, me puse en marcha—. ¿Joker tiene que
hacer algo con su padre?
El ambiente se volvió divertido, fue lo que me pareció que estaba
diciendo, pero lo ignoré tan bien como el hecho de que la expresión de Tack
se puso completamente en blanco.
—Tienes que preguntarle a él, chica —dijo gentilmente.
Asentí bruscamente.
—Eso significa que no. Así que la pregunta dos es, ¿conoces a su
padre?
—Nunca conocí al hombre —me dijo Tack.
—¿Sabes dónde vive? —presioné.
—Nena —escuché a High llamarme y miré en su dirección—. No seas
una tonta, pero tienes que decírselo a tu hombre.
—Me dijiste que no me rindiera —respondí, mi voz hecha un susurro,
y observé a su boca cerrarse. Cuando lo hizo le compartí—: Él dijo que
estaba en ello.
—Quizás lo está —aportó Hound.
Me giré hacia él pensando lo mucho que dijo.
Y eso que dijo fue que en su tiempo como un hermano, Joker tampoco
se lo había confiado a ellos.
Pero me di cuenta que High sabía. Que Tack también lo sabía.
Miré de Hound a Hop.
Él lo sabía también.
Habían estado alrededor de él y no eran estúpidos. Probablemente
habían visto las cicatrices.
Así que yo sabía que ellos sabían.
—Carrie, nena, escúchame —dijo Tack, y me voltee para ver que él se
levantaba del escritorio y me enfrentaba—. El hombre tendrá que enfrentar
su propia mierda en su propio momento.
Lo escuché alto y claro.
Solo que no me gustó lo que tuvo que decir.
Eso era, lo que ellos sabían y ellos no habían hecho ni una sola cosa
al respecto.
Enderecé mis hombros y mantuve su mirada fija.
—Está bien, entiendo. Así que esto es mío.
—Nena… —empezó Tack.
—No —dije suavemente y vi cerrar su boca—. Ellos lo lastimaron.
Ahora ellos necesitan ser lastimados.
Las cejas de Tack se levantaron.
—¿Ellos?
—Su madre —le conté—. Voy a encontrarla también.
Tack liberó su respiración antes de decir en voz baja:
—Él está consiguiendo llegar allí. Tú en su vida, él está avanzando en
una dirección en la que no estaba cerca de tomar antes de que te encontrara.
Eso se sintió bien.
Pero no lo suficientemente bien.
—Quizás, pero él no está allí —respondí—. Y lo sabes. No pudiste
hacer nada porque tienes un código de motociclista macho que tienes que
seguir. Pero yo no.
Tack giró su cabeza hacia su esposa.
—Red, ¿vas a ayudarme aquí?
Tyra se encogió de hombros.
—Yo no sigo el código de motociclista macho tampoco.
Después de que ella dijo eso, me sonrió.
Le devolví la sonrisa.
—Confía en mí, no es una buena idea. —Tack le gruñó a su mujer y
me miró—. En serio, Carissa.
—Tú lo sabías —dije, y suavicé mi tono—. Tú lo sabes.
—Lo hacía y lo hago —confirmó—. Y te diré algo que debes aprender
cariño. Tú aceptaste esta vida, tú entraste en nuestro mundo, tú metiste a
mi hermano en tu cama, y si quieres que siga ahí, esto tiene que
establecerse. Si mi mujer peleara mis batallas por mí, no estaría feliz. Y
Joker es un hermano por un motivo, ese motivo es que, como todos aquí,
compartimos una sangre de diferente variedad.
Entendía lo que me quería decir, y que lo que me decía no sonaba
bien.
Tragué.
—Piensa en eso y no hagas nada apresurado —dijo Tack.
Quizás debería tomar su consejo.
Miré a Tyra.
Ella se rascó la nariz y torció la cabeza.
No entendí eso, y en la compañía de los hermanos Chaos, no podía
preguntar.
Cedí ante Tack.
—De acuerdo. No me apresuraré.
Pareció relajarse visiblemente, lo que me asustó por si pudiera estar
equivocándome.
—Yo… Joker está en mi casa. Tengo que ir.
—Dile que le enviamos saludos —dijo Hound con buena intención.
Le sonreí temblorosamente y asentí.
Luego me despedí y salí de allí.
Me subí en mi auto y retrocedí de mi lugar junto a las escaleras.
De acuerdo, eso no salió como pensaba. Quizás debería haberlo
pensado mejor y más.
Pero no había podido sacarlo de mi mente. Incluso después de lo que
pasó la noche anterior (la parte buena en el sofá, antes y después del drama),
dormirme de nuevo con Joker, despertarme con Joker (de nuevo),
prepararme y salir al trabajo (con Joker… de nuevo), podía obligarme a
dejarlo ir.
Pero todo el día estuve escaneando productos, viendo el interior de
sus bíceps. El patrón aleatorio de anillos blancos rodeados por piel
arrugada.
Docenas de ellos.
Por todos lados.
¿Cuándo pasó por eso?
No podía imaginar al chico que conocí en la secundaria permitiendo
que sucediera. Lo había visto con el labio partido y los ojos morados,
caminando raro. Pero aunque ahora era más grande, tenía más musculo,
no había sido un flacucho antes. Habría luchado si su padre hubiera
intentando hacerle eso.
¿Verdad?
Sacudí mi cabeza al conducir.
Lo habría hecho.
Cualquiera lo habría hecho.
Quemando.
Eso podría significar una de dos cosas. Su padre se lo hizo cuando era
más chico y no podía defenderse, lo que era impensable. O su padre se lo
hizo de mayor, pero sólo después de haberse asegurado de que no pudiera
defenderse, lo que también era impensable.
Pero de todas formas; no podía parar de pensar en eso.
Así que tenía que hacer algo al respecto.
Estaba a mitad de camino a casa cuando me llegó un mensaje. Siendo
madre, y ahora novia (o eso esperaba, no era oficial, pero eso era el único
pensamiento que me hacía sonreír durante el día), no lo ignoré. Tomé mi
teléfono y lo miré cuando llegué a una luz roja.
Era un mensaje de Tyra:
No te preocupes. Me encargo.
Oh no.
No estaba segura que fuera algo bueno.
No respondí, pero volvió a sonar mientras yo dudaba, esperando que
la puerta del garaje de Tyra abriera (el portón abría automáticamente, ¿esto
podía mejorar?).
Entré y estacioné, pero antes de poder salir miré el texto y vi que era
de Elvira.
Tyra llamó. Estamos arreglando la mierda. Dame unos días.
Esto significaba darle a su jefe, quien por lo que yo sabía era un
investigador privado o algo, unos días. Elvira, sabía porque ella amenazó
con eso repetidamente en cada ocasión que lo permitiera (o no), lo
arrastraría en esto.
¿Qué había hecho?
Salí del auto sintiéndome rara. No como debería sentirme al saber que
entraba en una casa encantadora, limpia, y segura, con mi novio alto,
apuesto y motociclista (o al menos yo pensaba que era mi novio, era
temprano pero estábamos compartiendo mucho juntos) quien estaba
volviendo a dejar crecer su barba para mí.
Entré por la puerta buscando a Joker, esperando que estuviera en la
cocina (me había acostumbrado a que él cuidara de mí), sólo para
encontrarla vacía.
Tiré mi bolso y empecé a moverme hacia la sala de estar en la parte
delantera de la casa. Abrí la boca para llamarlo justo cuando Joker dobló la
esquina y entró en la cocina.
Él me estaba sonriendo.
Me detuve y le miré.
Una camiseta de manga corta oscura, vaqueros, botas negras y
pesadas, larga barba de tres días, cabello desordenado. Tan, tan guapo.
—Hola, Butterfly.
—Creo que metí la pata de nuevo.
Se detuvo en seco, no solo por lo que había dicho, sino también porque
debió de haber leído algo en mi rostro al examinarlo de cerca.
—¿Con qué has metido la pata? —preguntó lentamente.
Tomé una respiración profunda y comencé:
—Lo primero que quiero decir es que estaba molesta.
Dejé de hablar.
Joker no dijo nada.
Seguí adelante.
—Y también que soy muy consciente de que eres un hombre.
Su rostro se puso un poco aterrador.
Pero aún permaneció en silencio.
—Un hombre muy hombre —continué.
Su rostro se puso más aterrador.
—Un hombre muy hombre motero —insistí.
—Jesús —gruñó—. ¿Qué has hecho?
Oh bien.
Cuanto más rápido, mejor, al igual que jalar de una tirita.
—De alguna manera yo estaba allí y Tack, Hop, Hound y Tyra estaban
allí, y yo, bueno... —hice una pausa y después terminé a toda prisa—, les
pregunté dónde vive tu padre.
Miró al techo.
—Estaba molesta —le recordé.
Me miró.
—Él tiene que pagar —le susurré.
—Sí, Carrie, ¿y cómo vas a hacer que lo pague?
Esa era una buena pregunta.
—No había llegado a esa parte del plan —admití.
—Correcto —indicó, cruzando los brazos sobre el pecho—. Supongo
que sabes que Tabby fue detrás de Shy y contrató a un investigador privado
para encontrar el tipo que mató a sus padres.
No, no lo sabía. Yo ni siquiera sabía que los padres de Shy habían sido
asesinados.
Qué horrible.
—Eso no fue muy bien —continuó Joker informándome.
Maravilloso.
—Um... ¿lo de contratar a un investigador? —pregunté, curiosa por
más de una razón, preguntándome si Tabby había utilizado al jefe de Elvira.
—Sí. Y la mierda se puso muy jodida. El trabajó se acabó, pero fue
desagradable.
Apreté los labios y rodé los ojos.
Joker negó con la cabeza.
—Butterfly, eres linda todo el tiempo, más linda algunas veces que
otras, y es jodido porque en este momento estás siendo un dolor en el culo
y esa es una de esas veces que eres más linda. Pero tienes que superar esto.
Mi viejo ya no existe para mí. Está fuera de mi vida, y no hay forma que
pueda volver.
—Él te marcó —le susurré.
—Sí, Carrie, me marcó. Lo tomé. Sobreviví. Salí de esa mierda. Y él
sigue allí. Sé dónde está. En la misma casa. Las mismas tipas en el mismo
sofá. La misma y el mismo vodka. Una vida vacía, llena de amargura y enojo
por absolutamente nada. Pero todos los días, cuando entro al recinto con
mi parche, sé que significa que estos son mis hermanos. Todos los días entro
en el garaje sabiendo que no tengo nada, pero con mis manos y mi cerebro
puedo crear cosas que me gustan. Y ahora, con ustedes siendo parte de mi
vida y todos los días tengo algo más. Algo que nunca pensé conseguir. Algo
que él no podría conseguir. Algo que no puede tener. No sé si mi madre era
una buena mujer pero sé que lo dejó y lo dejó vacío. Ese no soy yo. Tengo
hermanos. Tengo trabajo. Y ahora, te tengo a ti y a tu hijo. Él vive una vida
de dolor. Yo no. No necesito hacer el esfuerzo para vengarme, para darle
más dolor. Todo lo que tengo es mi venganza, bebé.
Esto era tan enorme, tan profundo, tan inteligente y tan sorprendente,
viniendo de un hombre del que estaba empezando a pensar que real,
realmente no tenía defectos (en absoluto), y que era mío.
—Creo que me estoy enamorando de ti —dije bruscamente y vi su
rostro cambiar.
Habría corrido a buscar mi teléfono para inmortalizar su expresión si
no hubiera estado cautivada por ella, no queriendo perderme ni un instante.
—Quita el “creo”, Carrie, porque yo sé que estoy enamorado de ti.
Me le quedé mirando un momento, inundada por todo lo que me hacía
sentir, antes de levantar la mano y agitándola delante de mi rostro, mientras
decía:
—Voy a llorar.
—Entonces, por el amor de Dios, ven aquí para que puedas estar en
mis brazos mientras lo haces.
En ese momento, me puse a llorar.
Cuando lo hice, no me moví ni un centímetro porque él vino hasta mí
y me envolvió en sus brazos.
Y yo lo envolví en los míos.
En medio de ello, me eché hacia atrás y miré su rostro con los ojos
llorosos, llorando a viva voz.
—Desearía tener esa llanta desinflada. ¡La enchaparía en bronce!
—Cierra la boca, maldita bobalicona —respondió Joker, su cuerpo
temblando, su voz vibrando con humor, sus brazos apretándose en torno a
mí.
—No me llames bobalicona —dije entre resuellos, acercándome.
—No actúes como una.
—No estoy actuando como una bobalicona —espeté—. Estoy
compartiendo contigo que me gustas… —me puse de puntillas para
acercarme a su cara—… mucho.
—No lo has mantenido en secreto.
—Tal vez debería empezar a hacer eso —desafié, quitando un brazo de
alrededor de él para poder limpiarme el rostro.
—Butterfly, te aviso. No empieces a jugar nuevos juegos cuando estás
ganando el que ya estás jugando.
Eso me hizo cerrar la boca.
Sé que estoy enamorado de ti.
Sus palabras llenaron mi cabeza con tantas cosas que no pude
soportarlo y por eso, presioné mi rostro en su pecho.
—No tengo ganas de cocinar —anunció directamente, como si no
estuviéramos teniendo una importantísima conversación, del tipo que
cambia vidas, del tipo que cambiaba al mundo—. Tú has estado de pie
detrás de una caja registradora todo el día así que no vas a cocinar tampoco.
Vamos a ir a Beau Jo.
Todo abandonó mi mente a la vez que mi cuerpo se llenaba de regocijo
y apartaba mi rostro de su pecho.
—¿Pizzas campestres? —pregunté entusiasmada.
—No voy a ir allí por sus ensaladas.
Le sonreí entusiastamente.
Luego dejé de sonreír y dije en voz baja:
—Yo, uh… tengo que cambiarme y arreglarme.
—Es pizza en Beau Jo, Carrie. No un lugar lujoso como The Broker.
—También tengo que llamar a Tyra y Elvira para sacarlas del caso —
admití—. Tyra estaba allí cuando Tack se negó a ayudarme en mi búsqueda
de venganza en contra de tu padre. Ella no estuvo de acuerdo con Tack y no
desperdició tiempo reuniendo las tropas.
Él frunció el ceño.
—Esto significa que Elvira va a involucrar a Hawk.
Me mordí el labio.
En ese preciso instante el teléfono sonó.
Me mantuvo quieta mientras lo sacaba de su bolsillo, lo miró, me miró
en una manera que no pude descifrar pero parecía como si quisiera reír.
Entonces tocó la pantalla y lo llevó a su oreja.
—Hola, Hawk.
Mis ojos se agrandaron.
Joker volvió a mirarme pero dijo en el teléfono:
—Sí, llegó a casa, confesó ser una bobalicona y hablamos
detenidamente. Estás fuera de servicio.
Eso era todo. El varonil código de los hombres.
Elvira lo arrastró y Hawk no desperdició tiempo en decírselo.
Joker hizo una pausa, murmuró:
—Ujum. —Otra pausa antes de decir—: Le diré. —Una pausa final
antes de—: Sí, después. —Entonces metió el teléfono de nuevo en su bolsillo
y declaró—: A Gwen le agradas. La pasó bien ayudándote con la mudanza.
Estamos invitados a cenar con el único requisito de llevar a Travis. Gwen te
ordenó directamente eso.
—Será agradable —dije con cuidado. Entonces proseguí igual de
cuidadosa—. No obstante, antes de continuar, sólo quiero señalar que no
confesé realmente ser una bobalicona.
Arqueó las cejas.
Dejé pasar eso.
—Y agregaré que eso fue asombro en cierta manera espeluznante,
Hawk llamándote inmediatamente cuando comenzamos a hablar sobre él.
—Lee Nightingale es un supremo cabrón. Hawk es un confiable
superhéroe que no usa un ridículo traje. No es broma. Probablemente sintió
nuestra discusión a través de poderes que consiguió cuando su madre lo
estaba teniendo y consiguió ser golpeado por un rayo o algo así. No hago
preguntas. Es un aliado. También es hermano de Tack. Estoy feliz de que
no sea un enemigo.
—Como que ahora quiero conocerlo —compartí.
—Eso es bueno, lo veremos cuando vayamos a comer a su
apartamento.
—Cierto —murmuré.
—Hablando de comer, tan dulce como es tener entre mis brazos, tu
hombre necesita ser alimentado.
Mi hombre.
Sonreí.
Era mi novio por completo.
Carson Steele y Carissa Teodoro, novio/novia.
Eso me hacía feliz.
¡Incluso teníamos nombres que coincidían!
Joker me observó sonreír, me observó seguir haciéndolo sin moverse,
por lo que me sacudió y dijo:
—Cena, Carrie.
Fue cuando se me ocurrió que yo era la que tenía que soltarlo y
ponerme en marcha.
Y se me ocurrió que tenía que hacerlo porque él no quería soltarme.
Fue entonces cuando me di cuenta que no había besado a mi hombre
desde que llegué a casa del trabajo.
Por lo tanto, me puse de puntillas dentro de mis zapatillas y lo hice.
Él asumió el control, como estaba acostumbrado a hacer.
Pero no me importó.
Entonces me preparé y mi hombre me llevó por una pizza campestre.

En la oscuridad en mi cama, estoy acostada encima, extendida sobre


el cuerpo desnudo de Joker.
No era tarde. No era temprano. Tenía un estómago lleno de pizza
campestre y un cuerpo que había sufrido dos orgasmos increíbles. Y había
conseguido el último sin causarle a Joker una lesión corporal.
Estaba teniendo una extraña sensación que era eufóricamente feliz de
una manera pacífica que no comprendía bien. Nunca la había sentido.
Pero tenía la sensación de que era satisfacción.
Al nunca haber tenido esa sensación, no habría dicho que era uno de
los más profundos sentimientos en la miríada que uno podía experimentar.
Pero realmente, de verdad lo era.
Deslizando lentamente mis manos sobre su piel cálida, mi nariz a lo
largo de su mandíbula rasposa, mis labios a los largo de su garganta, Joker
me sostuvo con un brazo envuelto en mi espalda, su mano ahuecando mi
trasero, su otra mano en mi cabello, jugando con éste
—¿Eres mi hombre? —susurré contra la piel de su cuello.
Su mano en mi trasero apretó.
—Sí —contestó fácilmente.
Sí.
Eufóricamente feliz, pero pacíficamente.
Deslicé mis labios hasta su oreja.
—¿Soy tu mujer?
—Ambos van de la mano, Butterfly.
Eso se arraigó en mí y en vez de hacerme querer saltar por todas
partes y dar volteretas, me hizo derretirme más contra él, donde se suponía
que estuviera yo.
—Me haces feliz —declaré.
Como si me estuviera diciendo que lo hiciera, su mano en mi cabeza
me acercó más a su rostro.
—Mira mi vida, Carson. Aparte de Travis, la felicidad es difícil. Pero
honestamente, podría estar en mi viejo apartamento, pagando una fortuna
por la guardería de Travis, usando un kétchup de marca desconocida en
frituras de papas de marca desconocida, pero si también te tuviera, sería
feliz.
—Tienes que callarte o vas a ser follada, Carrie.
—Yo… —Sacudí la cabeza confundida—. ¿Qué?
Quitó su mano de mi cabello, la entrelazó con la mía, las empujó entre
nosotros y solté una brusca bocanada cuando envolvió mis dedos alrededor
de su duro pene.
—Seguir siendo dulce va a hacer que te folle, no lentamente y suave,
con dureza. Estás cansada, tienes que ir a dormir, tienes que callarte.
No lo estaba escuchando.
Lo estaba sintiendo duro en mi mano.
Él estaba listo de nuevo.
¡Ya!
Automáticamente (honestamente, se sentía tan bien que no pude
evitarlo), lo acaricié.
—Bien, nena, tú lo pediste —gruñó Joker antes de moverse.
Rápido.
Estaba de pie, yo en sus brazos, luego me encontré de nuevo en la
cama.
—Tengo que preparar a mi chica —murmuró para sí, sus dedos
envolviéndose alrededor de mis tobillos y separándolos.
—Carson —susurré.
Eso es todo lo que pude decir.
Se agachó profundamente y su boca estuvo entre mis piernas.
Todo mi cuerpo se estremeció y no desperdició tiempo en prepararme.
Cuando estuve tan lista que pensé que me dejaría llevar, de algún
modo tiró de mí, me alzó, me giró, me plantó en la cama, y estuve de rodillas
en las almohadas, de cara a la cabecera.
Joker estaba allí pero no junto a mí por unos segundos antes de sentir
su rodilla separándome todavía más, y entró por delante y atrás.
Tocó mi clítoris, su pene embistiendo profundamente.
Mi cabeza cayó hacia atrás, chocó con su hombro, y su mano se
envolvió alrededor de mi mandíbula, girándola hacia él.
Tomó mi boca, me trabajó, y sí, me folló.
Me gustó de esa manera. No podía negarlo. Era una buena locura.
Asombrosa.
Así que me vine rápidamente y llegué a la gloria en la sensación,
moviéndome con él, empujando mis manos hacia atrás para sujetar sus
caderas y sentir el poder de ellas flexionándose mientras seguía embistiendo
en mi interior, maullando luego jadeando ante cada golpe hasta que él
también se corrió.
Se enterró profundamente y bajó su frente a mi hombro.
—Bien —dije entre jadeos, todavía no controlando mi respiración—.
Si esa es la ceremonia oficial para ir en serio, mañana voy a esperar un
anillo de compromiso. Pero te advierto, voy a romper contigo mañana a la
noche así podremos arreglarnos y decidir volver a ser serios nuevamente.
Joker me rodeó con su brazo, empujó su rostro en mi cuello y todavía
unido a mí, estalló en carcajadas, su diversión meciéndole dentro de mí de
una manera que se volvió una parte de mí y eso fue en una manera que
nunca olvidaría.
Aaron nunca había hecho eso. Aaron y yo nunca, jamás habíamos
tenido un momento así. Así de simple. De notable. De memorable. De bello.
La risa de Joker se redujo a risitas y besó mi cuello.
—Lista de pendientes de mañana, anillo de compromiso y
abastecernos de condones —murmuró.
—Apruebo esa lista —le dije.
Podía sentirlo, de verdad sentirlo, su sonrisa contra mi piel.
Deslicé mis manos a lo largo de sus brazos y lo mantuve sujeto.
Nos quedamos así, desnudos, íntimos, unidos, y quise gritar de alegría
que él quisiera eso y al mismo tiempo dándomelo.
Por lo que cuando el momento pasó se deslizó fuera suavemente, me
dio la vuelta entre sus brazos, me acomodó de nuevo en la cama y besó mi
sien antes de subir los cobertores y decir:
—Ya regreso.
—Está bien, cariño.
Eso se ganó un rápido beso en los labios antes de hacer lo que dijo.
Estuvo en la cama a mi lado, acercándome cuando preguntó:
—¿Quieres tus bragas?
—Mm-hmm.
Se giró, alcanzó algo en el suelo y me las dio.
Me las puse debajo de los cobertores.
—¿Pijama? —preguntó.
—Está debajo de la almohada.
—Butterfly, sólo decía, tienes un cuerpazo y esa cosa no lo favorece.
—Bueno, no lo haría, es un pijama de embarazada.
—Tiene que desaparecer.
Parpadeé a través de la oscuridad mientras nuevamente me envolvía
en sus brazos.
—Travis ya no está en tu vientre, Carrie. Eres una mamá, pero
también una hermosa mujer con un hermoso cuerpo y un hombre en tu
cama que aprecia ambas cosas. Desaparécelo.
—Yo, bueno… —Hice inventario de los cajones mentalmente y me
pregunté si mis camisones pre-bebé se verían bien. No me los había
probado. Ni uno. Eran lindos y algunos lindos/sexys por lo que no tenía
razones para probármelos.
Hasta ahora.
—Está bien —terminé.
—Ahora, ¿estás bien usando solamente bragas?
Sentí su cuerpo duro tensarse contra mí, sus brazos tirándome sobre
él, y me apoyé contra su pecho en tanto presionaba mis brazos a sus
costados y mi mejilla en su hombro.
—Sí —murmuré—. Estoy bien solamente con bragas.
Para mostrar su aprobación, sumergió la mano dentro de las dichas
bragas y nuevamente me ahuecó el trasero.
Suspiré.
Mi cuerpo se estaba aflojando, mis ojos cerrándose, cuando Joker
habló.
—¿Carrie?
—¿Sí, cariño?
—Significa todo, jodidamente todo, querías usar todos los recursos
para enfrentarte a mi padre por mí. Tengo hombres que lo harían por mí.
Algunas personas de aquel entonces. Y a ti. Eso es todo. Y tienes que saber,
eso significa todo.
Cerré mis ojos con fuerza, volví mi cabeza presioné mis labios contra
la base de su garganta y dije allí mismo:
—Bien.
—No quiero que hagas una tontería.
Sonreí y me acomodé, con la mejilla en su hombro.
—No lo haré.
—Bien —murmuró, dándole a mi trasero un apretón.
—Sin embargo, si veo a tu padre, aunque no tengo idea de cómo se
ve, no seré responsable por enviarle una mirada asesina.
Hubo una sonrisa en su voz cuando respondió:
—Eso puedes hacerlo.
—Y si más tarde apareciera con su auto rayado, lo diré ahora, no fui
yo.
Su cuerpo tembló, me regodeé de ello, aunque su humor no hizo
ningún sonido.
Pero la sonrisa fue profunda en su voz cuando ordenó:
—Cállate y duerme.
—Sólo para aclarar, voy a hacerlo pero solamente porque ya iba a
hacerlo de todas maneras.
—Si ibas a hacerlo, ¿por qué no te callas?
—Sólo lo estaba diciendo por decir.
—Sigues sin callarte.
—Como sea —murmuré.
—Y sigues —señaló.
Alcé la cabeza y espeté:
—¡Joker!
Me agarró la nuca, me acercó, me levantó, y me dio un beso corto,
dulce y duro
Luego puso mi mejilla de regreso en su hombro, mi frente en el costado
de su cuello y dijo:
—Ahora cállate y duerme.
Sonreí en su garganta.
Entonces me callé, cerré los ojos y me quedé dormida.
Capítulo 16
Final de la historia

Carissa

Con un instinto nacido en el segundo en que los nadadores de Aaron


fertilizaron mi ovulo, ese siguiente lunes, yo sabía que mi hijo estaba en
camino a la puerta de enfrente sin mí viéndolo a través de la ventana.
Así, después de una semana que incluía a mí y a mi hijo asentándonos
en una nueva casa, un solo turno doble desde que la epidemia de gripa en
LeLane estaba desapareciendo, y pasando un montón de tiempo con mi
nuevo novio, estaba descansando (mas como moviéndome con anticipación)
mientras Joker estaba conmigo en el sofá.
Así, con emoción de lo que me depararía una mejor semana —eso
teniendo a mi hijo de regreso— me levanté, planté una rodilla, y me lancé
sobre Joker y la parte de atrás del sofá.
Desafortunadamente, cuando hice eso escuché a Joker gruñir. Esto
me dio la sensación incómoda de que había plantado mi rodilla sobre alguna
parte de Joker. Así que, cuando mi pie descalzo toco el suelo detrás del
sillón, detuve mi loca carrera y lo miré.
—Jesús, Carrie —murmuro, levantándose mientras me miraba, labios
temblando, una mano en su estómago.
—Lo siento —susurré, después sonreí—. Travis está en casa.
Obtuve una sonrisa en respuesta que decía más que sus labios
temblando que él no estaba enojado conmigo, así que me doblé, tomé su
cabeza a ambos lados, le di un beso rápido, lo solté y corrí a la puerta.
El timbre sonó justo cuando llegue a ella.
La destrabé y la abrí.
Y ahí estaba Aaron, no Tori, sosteniendo a Travis en su brazo, su
pañalera colgada de su hombro.
Aaron estaba erguido, como siempre, pero se había quitado su traje y
estaba en jeans y una linda camisa que era rosa y funcionaba bien con su
color.
Vi esto, pero más que nada veía a mi bebé.
Levantando mis manos, las aplaudí quedo enfrente de mí, sonriéndole
a mi hijo.
Extendí mis manos hacia él.
—Hola, bebé. Bienvenido a tu nueva casa.
Travis sonrió una húmeda, boca abierta sonrisa a su mami, se torció
en los brazos de su padre, y se lanzó hacia mí.
Atrapándolo y jalándolo hacia mí, esperaba que nunca olvidara
momentos como este. Viendo los ojos de mi bebé brillar cuando veía a su
mamá. Viéndolo estirarse hacia mí. Atrapando su pequeño y caliente cuerpo
en mis brazos. Pequeños momentos que podrían ser olvidados fácilmente,
pero que eran tan preciosos que siempre serían recordados.
Lo abracé, besando su cuello, dándole apretones y escuchando sus
risitas de bebé mientras se estiraba hacia mi cabello y jalaba.
Se sentía maravilloso.
Me giré lejos de la puerta, murmurando:
—Puedes dejar la pañalera en el suelo junto a la puerta. Gracias,
Aaron.
—Jesús, sabía que te conocía —dijo Aaron y me giré para verlo viendo
a Joker—. Maldición, eres Carson Steel.
Mire hacia Joker para verlo sobre sus pies.
Sus ojos estaban sobre Aaron.
—Sí —respondió
Muy bien, no había esperado que ese momento llegara, desde que no
había esperado que Aaron regresara a Travis. Aunque sabía que
eventualmente sucedería, pero no esperaba que eventualmente llegara tan
rápido.
Pero ahora estaba hecho y era tiempo familiar, Travis, Joker y yo, así
que también era momento de seguir adelante.
—Gracias por traerlo —le dije a Aaron firmemente y repetí—. Puedes
dejar la pañalera a un lado de la puerta.
Aaron me miro y sus cejas se alzaron.
—¿Estás saliendo con Carson Steel?
Mire a Joker y después de regreso a Aaron, respondiendo.
—Bueno… sí. —Cuando él parecía haber no encontrar las palabras, y
considerando que no me importaba lo que tuviera que decir, repetí de
nuevo—. Solo lanza la pañalera a un lado de la puerta, yo la recojo después.
—Tú me dijiste que no sabía quién era —señaló Aaron, no dándose
cuenta de mi pequeña insinuación de que debería irse.
No le iba a explicar mi error a mi ex esposo.
Así que, en su lugar, le pregunté:
—¿Lo conocías en la preparatoria?
—Sabes que no, no realmente —dijo Aaron—. Pero aun así lo conocía,
Carissa.
—¿Es necesario pasar por esto antes de que te vayas? —Joker se unió
y regresé mi mirada a él para verlo mirar a Aaron fijamente, pero viéndose
impaciente.
Cambié mi mirada para ver a Aaron también estudiando a Joker.
Tomó una respiración y regresó su mirada a mí.
—Necesito tener unas palabras —anunció.
Fabuloso.
—Mierda —murmuró Joker, obviamente sitiándose como yo
Los ojos de Aaron se deslizaron hacia él.
—No necesitas estar aquí.
—De hecho —dije rápidamente—, esta es mi casa, así que yo tomo la
decisión. Y mi decisión es que Joker no va a ninguna parte. Ahora, tengo
que pasar tiempo con mi hijo. Así que, si necesitas tener una palabra, tenla,
Aaron, así podemos seguir con nuestra noche.
Mi corazón se hundió, cuando dije esto, porque Aaron dio un paso
dentro, cerró la puerta detrás de él, y dejó la pañalera en el suelo.
Con este movimiento, sentí la tensión golpear la habitación, y no solo
la mía, mientras abrazaba a mi hijo, que tenía un puñado de mi cabello, el
cual estaba empujando en su boca. Delicadamente lo saqué de su agarre, y
él inmediatamente empuñó mi blusa y se inclinó hacia adelante, metiendo
eso en su boca.
Todo esto pasó mientras Aaron miraba alrededor.
Yo sabía lo que estaba viendo. Me gustaba que lo viera porque me
gustaba que lo estaba viviendo y me era posible dárselo a Travis. No era una
enorme casa de cuatro habitaciones como la que había dejado con Aaron y
en la que ahora vivía con Tori. Solo eran dos habitaciones, un baño, una
sala que compartía el espacio con el comedor.
Pero a pesar de eso, era muy linda y simple a la vista.
Y nuestros ex muebles se veían fantásticos en ella.
Aaron me dio su mirada.
—Esta es una gran casa, Riss
Riss.
Ugh.
—Gracias, lo sé —respondí
—¿Ese so lo que querías decir? —urgió Joker.
Aaron le lanzó una mirada matadora y regresó su atención a mí y
rápidamente reorganizó su expresión.
Ugh de nuevo
—Estoy complacido de que hayas encontrado un lugar como este —
me dijo
—Yo también —dije lo obvio.
—Si lo que quieres es un tour, no estoy seguro de estar bien con Carrie
haciéndolo —añadió Joker.
Aaron lanzó su mirada a Joker.
—Esto iría mucho más rápido si no participaras.
—Esto iría mucho más rápido si fueras directo al punto —dijo Joker
racionalmente.
Luché contra mi risa y vi la mandibular de Aaron tensarse.
—Está bien —intervine y cuando recuperé la atención de mi ex esposo,
pregunté—: ¿Qué necesitas, Aaron?
Él dejó de verse molesto y empezó a verse más como algo que conocía
muy bien de él.
Compungido
Abracé a Travis mas cerca y me preparé.
—Escucha —empezó—. Mi abogado va a llamar a tu abogado mañana,
pero pensé, desde que te vería, te diría de una vez. Voy a tener que posponer
nuestra reunión.
Sentí más tensión en la habitación, era en su mayoría mía pero
definitivamente algo de Joker y miré a Aaron, sabiendo exactamente lo que
estaba planeando.
Él iba a intentar posponer nuestra reunión hasta que las vacas
estuvieran en casa y lo haría. Había una variedad de razones para esto.
Podría estarlo haciendo solo para molestarme. Podría estarlo haciendo
porque él no quería pasar su precioso tiempo yendo a pelearme en corte.
Podría estarlo haciendo porque sabía que Angie era la mejor y que perdería
así que quería alargar los preliminares tanto como pudiera. O podría estarlo
haciendo porque sabía que haciéndolo me cansaría hasta el punto en el que
me daría por vencida.
Lo que fuera que estuviera haciendo lo estaba haciendo para él, con
nulos pensamientos sobre mí.
O sobre su hijo.
La misma vieja historia
—Antes de que saltes a conclusiones, Riss —siguió rápidamente—,
tuve este gran caso adelantado. No estamos listos. Estamos en corte esta
semana y me voy a ir directo a la oficina de aquí. Estaré hasta el cuello en
ello y necesitaré estar en corte el día que se supone será la reunión. Este
caso va a estar por un tiempo, al menos algunas semanas. Ahora te estoy
diciendo que apreciaría si tuvieras paciencia con el proceso.
—Tienes que estar bromeando —gruñó Joker, y Aaron giró con ojos
enojados hacia él.
—Hombre, tú no estás en esto —cortó.
Él asintió como si entendiera, y mientras yo lidiaba con la sorpresa de
eso, siguió hablando.
—Yo sé que las cosas son difíciles, probablemente más difíciles con
esta mudanza porque la renta no puede ser barata. Aprecio cualquier
sacrificio que estés haciendo por nuestro hijo para tenerlo en una linda casa.
Así que mientras, hasta que podamos agendar otra reunión para discutir
los cambios que estamos haciendo, en la pañalera de Travis, hay cinco mil
dólares en efectivo.
Parpadeé.
Aaron siguió hablando
—Si este caso me toma todo el tiempo que creo que va a tomar, te daré
la misma cantidad cuando te regrese a Travis después de su siguiente vez
conmigo.
—Yo… —Empecé.
—Tómalo, Butterfly —dijo Joker bajo.
Vi a Aaron lanzarle otra mirada acida, cuando yo, también, miraba a
Joker.
—Tal vez debería de hablar con Angie —sugerí.
—Quieres hablar con Angie, hazlo. Pero por ahora toma el dinero —
respondió Joker—. Puedes regresarlo si ella dice que es una mala idea.
—Yo sé que no es de mi incumbencia —dijo Aaron cuidadosamente, y
lo miré para ver que me estaba hablando—. Pero este es un lugar realmente
lindo, Carissa. Yo… —Sacudió su cabeza y lo siguiente salió como si lo
estuviera forzando—. He visto tu ropa. Tu auto. Sé que eras infeliz teniendo
a Travis en tu antiguo lugar y estoy esperando que reduzcas aún más tus
gastos para darle este lugar. Te estoy pidiendo que me dejes ayudar.
Con sus palabras, algo empezó a construirse dentro de mí. Una
presión que no entendía, pero sabía que tenía que ver con el hecho de que
mi ex esposo, que mató mi sueño y destruyó mi vida, forzándome a
reconstruirla y hacerla de la forma difícil, se sintiera mal por mí.
Sacudí mi cabello, enderecé mis hombros y trabé mi mirada con la de
él.
—Estoy bien.
—Déjame ayudar —repitió Aaron.
—No estoy segura de qué estás haciendo, pero si esto es una llamada
de atención para ti, bien. Podemos arreglar esto mediante nuestros
abogados. Hasta entonces, Aaron, no necesito tu lastima.
Él se encogió y yo jalé a mi hijo más cerca, su olor, su calor, su
pequeño cuerpo de bebé dándome la fuerza mientras él, suertudamente
parecía estar bien girando mi blusa en su mano y alternando con mojarla
con saliva de bebé mientras esto pasaba.
—No te tengo lastima, Riss —dijo Aaron gentilmente.
Y de nuevo con el Riss.
Más hablándome amablemente.
¿Cuál era su juego?
No, realmente no me importaba. Lo quería fuera de mi casa para que
así pudiera tener un poco de tiempo de Travis (y Joker).
—Tienes razón —le dije para poner las cosas en movimiento—. Es más
caro aquí. Pero mi vida ha cambiado así que no es el sacrificio que tú crees
que es.
—Carrie —murmuró Joker y sonó como una advertencia.
No escuché esa advertencia.
—Y también tienes razón. —Seguí hablando—. Es tiempo de que dejé
de sacrificar. Hay cosas que Travis necesita desde que está creciendo, como
ropa nueva. Y hay cosas de las que tengo que ocuparme para hacer mi vida
menos apretada. Pero yo estaré viendo por ellas. Si Angie dice que está bien,
tomaré tu dinero para Travis. Pero solo para que sepas, estaré vendiendo los
muebles del cuarto de invitados, el brazalete que tus padres me dieron, los
brazaletes que solías darme y nuestros anillos de boda. Esto debería
ayudarme a arreglar algunas cosas financieramente, así pues, puedes dejar
de sentir lastima por mí.
Cuando terminé de hablar, miré a mi ex esposo porque parecía como
si lo hubieran golpeado, su rostro pálido, sus ojos adoloridos.
—¿Vas a vender mis brazaletes? —susurro
No podía entender su reacción, pero tenía que admitir, lo que fuera,
me causaba problemas.
Así que mi respuesta fue suave.
—Sí. Aaron. Son míos, tú me los diste, pero no vivo la vida que
representan. No la parte donde me los diste, pero tampoco la parte donde
encajaban con el rol que tenía. Trabajo en un supermercado. No soy una
señorita que almuerza que necesita joyería cara. Necesito otras cosas. Así
que los voy a hacer útiles.
Fue como si no hubiera dicho una palabra.
El tono de Aaron era torturado cuando preguntó:
—¿Nuestros anillos de boda?
Mi cabeza giró en automático con confusión mientras sentía a Travis
revolverse en mis brazos, miré hacia él para ver que había sentido el
comportamiento raro de su padre y ya no estaba concentrado en mi camisa,
sino en su padre. Fue entonces cuando Joker estaba en mi espacio, sus
manos en Travis.
Lo miré.
—Habla con él —susurro, lanzando su cabeza hacia Aaron—. Yo tengo
a Travis.
Entonces el sí tenía a Travis porque mi hijo estaba en sus brazos y
estaba yéndose con Travis mirando su rostro.
Me giré para verlos irse hacia el pasillo, Joker murmurando:
—¿Quieres ver tu habitación?
Travis chilló “da, da, vuh”, y jaló la oreja de Joker
—Realmente no entiendo tu respuesta Aaron —le dije y
delicadamente—, pero reitero que esas cosas me fueron dadas. Son mías.
Tengo usos para ellas y las estaré poniendo a esos usos.
—Te di tu anillo de compromiso en los ladrillos del muelle Boston —
respondió—. Te pedí que te casaras conmigo con las luces en el agua.
Él lo hizo. Puso una rodilla en esos ladrillos. El reloj apenas había
tocado media noche. Sostuvo mi mano y me miró, preguntándome si quería
ser su esposa, las luces de Boston iluminando el momento, haciéndolo
parecer casi como una fantasía.
En cualquier otra circunstancia habría sido completamente
romántico. En ese entonces, me convencí de que lo era.
Pero en verdad, los meses antes, él había estado con otra mujer.
—No quieres hacer esto —le advertí calmadamente—. No necesito la
manipulación emocional de cualquier otro. Pero solo por decir, sé lo que
estuviste haciendo y con quién lo estabas haciendo cuando lo propusiste.
Tengo municiones. Quieres fuego por fuego. Te lo daré. Pero preferiría que
no fuéramos por allí.
Negó la cabeza como si de repente se diera cuenta de dónde estaba y
qué estaba pasando.
Luego comenzó:
—No te estoy manipulando emocionalmente, Riss. Dios.
—Nunca, ni una vez, mostraste ninguna intención de preocuparte por
lo que abandonaste —respondí—. Ahora estoy luchando y tengo un hombre
en mi vida y repentinamente…
—Hablando de eso —me interrumpió, sus ojos yendo al pasillo y de
regreso a mí—. ¿Carson Steele? Cariño, ¿en serio?
Oh no.
Absolutamente no.
—No te atrevas —espeté, mi espalda enderezándose, a decir verdad,
podía sentir mis ojos disparando témpanos de hielo.
La espalda de Aaron también se enderezo.
—Él es…
Me incliné hacía él.
—Mío —dejé salir y me enderecé—. Es genial con Travis y maravilloso
conmigo. Maravilloso, Aaron. Impecable. Increíble. La manera en que me
trata, algo que nunca he tenido en mi vida… —Arrojé una mano hacia él,
haciendo un punto sabiendo que no se lo perdió cuando su rostro se
endureció—. Tú no puedes juzgar. Tú no puedes decir ni una cosa. Eso me
pertenece. No comparto mis pensamientos acerca de con quien pasas tu
tiempo. Espero que devuelvas el favor.
—No paso mi tiempo con el fracasado de la secundaria que creció para
ser lo que diablos sea que es ahora, pero solo al verlo, sé que no es bueno
—respondió Aaron.
Oh no.
¡Absolutamente no!
—No, tú pasas el tiempo con una mujer quien no tiene problema con
dormir con un hombre casado —respondí agriamente—. Un hombre casado
que tenía una esposa embarazada. Que luego aceptó el anillo de ese hombre
después que desechó a su esposa mientras aún estaba embarazada. Una
mujer quien se detiene a mirar a su hombre hacer la vida de la madre de su
hijo miserable. Ella mostró recientemente signos de humanidad, Aaron. Pero
no te atrevas a pensar que puedes comparar cuando Joker limpie el piso
con ella.
Lucía furioso, pero no lo negó.
En su lugar, buscó en su bolsillo trasero y saco su billetera.
Caminando hacía la mesa de centro que compramos juntos para el hogar
que se suponía íbamos a compartir para la eternidad, abrió su billetera,
tomo un puñado de dólares y los arrojó en la mesa.
Luego se giró hacía mí.
—Sé que te gusta tu ropa. Necesitas lucir bien para tu perdedor, usa
eso. —Apunto a los billetes—. No vendas mis anillos.
No podía imaginar por qué se preocupaba un poco por esos anillos.
Nunca antes le habían importado.
Pero no pude pensar en eso. Tenía que pensar en el hecho que mi
cabeza estaba a punto de explotar con la presión por la acumulación de
furia como nunca antes había experimentado.
—Para tu información —siseé—. Cuando venda todas esas cosas. Lo
estaré usando para pagar las cuentas de mi antiguo abogado. Sería adorable
tener unas cuantas nuevas camisetas y algunos zapatos que sean lindos
que no estén hechos de plástico. Pero a Joker le gusto como soy. No me
necesita en sandalias de doscientos dólares. Me toma como vengo.
—No lo haría, verlo como Joker, o lo que demonios sea la cosa con esa
mierda, el nombre de jodido Carson, probablemente no sabe que los zapatos
pueden costar doscientos dólares.
—Sospecho que sus botas de motociclista no son baratas —repliqué.
Los labios de Aaron se curvaron mientras preguntaba burlonamente:
—¿Botas de motociclista? ¿En serio?
Tenía la respuesta en la punta de mi lengua, pero no logré decirla
porque Joker habló desde la entrada del pasillo.
—Estás listo, amigo. Vete.
Lo miré para ver que aún tenía a Travis y ahora Travis tenía un juguete
que estaba metiendo en su boca.
Incluso tan enojada como estaba, no fui ajena al hecho que Joker lucía
fabuloso con mi hijo en sus brazos.
Esto me hizo preguntarme cómo luciría si sostuviese a nuestro hijo en
sus brazos.
Probablemente igual. No más. No menos.
Simplemente fabuloso.
—No soy tu amigo —gruño Aaron.
—No, no lo eres —respondió Joker.
Hubo un silencio. Era tenso. Había hostilidad en el aire.
Acumulándose.
Cuando estaba a punto de ponerle un alto al caminar hacía la puerta
y abrirla, Aaron hizo una extraña pregunta.
Y se la preguntó a Joker.
—¿Crees que puedes vencerme?
Sentí que mi aliento se atoraba, entendiendo la pregunta y no
gustándome… ni… un… poco.
Joker también entendió la pregunta.
Completamente.
Este es el por qué respondió.
—Tú perdiste mucho antes de que yo entrara en la escena.
—Caballeros… —Comencé.
—Ya lo veremos —habló Aaron por sobre mí, su intento de mirada
iracunda y fija en Joker.
Joker negó, su labio curvado hacía arriba, y murmuró:
—Lo que sea.
—Hemos terminado —anuncié, caminando hacía la puerta,
abriéndola y mirando a Aaron—. Si no te importa…
Aaron apartó su mirada de Joker y me miró. Después me estudió por
un momento que se volvió muy largo.
Observó mi cabello, y que, si lo tiran hacia abajo, vuelve a su lugar, lo
sabía, porque era lo que pasaba cuando Joker jugaba con él. Y mientras
estábamos descansando, Joker había estado jugando con él.
También observó mi lindo top que era crema, en su mayoría, con
cuello redondo, mangas largas, tenía pequeñas flores naranjas en él con
pequeñas hojas verdes y se ajustaba bien sobre la camisola mandarina que
llevaba debajo. Y miró mis usados y gastados pantalones militares verdes
de tiro bajo que obtuve por una canción en una tienda de segunda mano.
Habían tenido una mancha de grasa que había limpiado con OxiClean, y
ahora no eran gastados y sin mancha permanente sino gastados y no
permanentemente asombrosos.
No era un conjunto que hubiese usado en cualquiera de los años que
estuve con él.
Era lindo, pero era ingenioso, pero no por elección sino porque era
todo lo que me podía permitir.
Aun así, me gustaba, y me gustaba aún más porque encajaba con mi
nuevo yo.
Linda e ingeniosa.
Esa era yo.
Afortunadamente, antes que tuviera que acercarme a él por detrás
para moverlo, camino hacia mí que estaba junto a la puerta.
Parecía que iba a ir directo a la puerta, pero lamentablemente se
detuvo y bajó su mirada a mí.
—No hemos terminado, Riss —dijo suavemente, su tono uno que
conocía. Era el tono que usaba cuando estaba tratando de obtener algo de
mí. Que yo lo perdonara. Que yo me cambiara al vestido que quería que
usara en la cena con sus padres y no el que yo había escogido. Que yo fuera
a la cama para que pudiera tener sexo conmigo.
El hecho que lo estuviera usando ahora no me daba una buena
sensación.
—Tu y yo nunca terminaremos —seguí—. Ambos sabemos eso.
Me lanzó una mirada con sus intensos ojos azules que solían
deshacerme, pero ahora me hacían luchar contra el impulso de rodar mis
ojos antes de que sus perfectamente formados labios se curvaran.
—Cuídate, cariño —murmuro, permitiendo que su boca formara una
sonrisa, y luego salió por la puerta.
La cerré bruscamente detrás de él, poniéndole seguro, girándome
hacia Joker y declaré:
—Diría que es quedarse corto que no me emociona que ha encontrado
una forma diferente de ser molesto.
Joker rompió en risas.
Lo miré, gustándome. Seguí mirándolo, gustándome más cuando
Travis quedó hechizado por la risa de Joker antes de que decidiera unirse a
su modo de bebé golpeando su juguete contra la boca de Joker.
Joker comenzó a reírse y miró a mi hijo.
Cuando lo hizo, Travis fue con gusto a empujar el juguete en su boca
mientras al mismo tiempo se lanzaba y trataba de aferrarse a la boca de
Joker, juntando de este modo tanto los labios húmedos y el juguete en el
rostro de Joker.
—Vamos, toma a tu hijo antes de que mastique mis labios —dijo Joker
de manera inentendible por el juguete y el bebé.
No fue una petición en su totalidad (pero decidí tomarla como tal).
Cuando de nuevo estaba acunando a mi hijo, sentí la mano se Joker
sobre mi cadera, y alcé mis ojos a los suyos.
—¿Estás bien? —preguntó calmadamente.
—Intenta ser más irritante —respondí.
—Capté eso. —Comenzó—. Así que, ¿estás bien?
Suspiré.
Luego dije:
—Si pude sobrepasar las otras maneras en que ha sido irritante, podré
superar esta.
Joker apretó mi cadera.
—Sí, Carrie. Lo harás.
Le sonreí mientras me subí y besé su mandíbula con su barba de tres
días.
Travis me golpeó en la cabeza con su juguete.
Esto me hizo reír y le devolví mi atención a mi hijo. Lo que comenzó a
sacar esa escena con Aaron fuera de mi mente y hacer lo que debería haber
sido capaz de hacer diez minutos atrás.
Darle la bienvenida a casa a mi hijo. Darle el tour completo por la
casa. Y terminar el tour pasando tiempos con mis dos chicos, mi bebé y mi
motociclista, en mi nueva segura, limpia y linda casa.

—Va a tratar de recuperarte.


Era esa noche. Travis está dormido. Era tarde. Era pasada las
noticias. Después de hacer el amor con Joker en mi cama. El monitor de
bebé que tenía almacenado, pero no había tenido que usar en meses desde
que Travis tenía que dormir en el mismo cuarto que yo en el apartamento
estaba encendido, la luz roja brillando, estaba en la mesa de noche en el
lado de Joker, donde mi motociclista lo puso.
—Cariño —susurré, pero no dije nada más.
Lo que pasó con Aaron, no quería pensar en ello.
Pero lo supe inmediatamente.
Aaron era intensamente competitivo. Lo noté todo ese tiempo atrás en
la secundaria. Siempre me desagradó, y esa era la única cosa que no
escondía, sino que demostraba. Incluso peleamos acerca de ello más de una
vez.
La primera vez que lo comencé a notar fue cuando el equipo perdió un
juego de fútbol y Aaron reaccionó a ello de una manera que era un poco
aterradora.
Y no solo yo sino su madre, quien en su mayoría dejaba hacer a su
esposo lo que sea que quisiera, se agitaba cuando padre o hijo se desafiaban
el uno al otro por lo que sea. Podía ser un juego de mesa o un juego de tenis.
Se adentrarían en ello, y cada uno, con una perversidad que era aterradora.
El padre de Aaron se mofaba de él cada vez que Aaron cometía un
error, y odiaba eso.
Pero no tanto como el comportamiento de Aaron. Aaron presumía
cada vez que tenía una victoria sobre su padre. También odiaba eso. Era
despiadado, lo mantenía al punto que era cruel, y siempre pensé que
hablaba mal sobre él.
Demonios, acerca de ambos.
No tenía idea si el comportamiento de Aaron cambió hace un par de
semanas porque sabía que tenía un buen abogado o porque me vio
caminando a mi apartamento con Joker.
O si uno llevo a lo otro.
Solo sabía que el paisaje de mi vida estaba cambiando en una variedad
de formas, incluyendo cualquier cambio que Aaron tuvo que forzar por
cualquier medio posible.
Y ver a su ex-esposa con otro hombre tuvo un efecto que no podría
haber adivinado, considerando la manera en que me trataba. Pero
probablemente debería haberlo hecho.
Y como siempre, no me gustó.
—Va a hacer lo que sea que pueda para tenerte, y va a correr a su
actual perra con la escoba para hacerlo —me informó Joker.
Suspiré, levanté mi mejilla desde donde estaba descansando en el
pecho de Joker, y encontré sus ojos a través de las sombras.
—Él y yo hemos terminado —declaré.
—Escuché mucho de lo que dijiste cuando Travis y yo no estábamos
en la habitación, Butterfly, así que sé que estás conmigo. —Sonreí a través
de la oscuridad, pero Joker continuó—. Eso no es lo que me molesta. Ese
idiota va a echar con la escoba a su perra, y va a hacer lo mismo contigo y
tu chico. Hombres como a él no les importa una mierda sobre nada… salvo
ganar.
—Lo sé —dije tranquilamente.
—Vas a llamar a Angie, decirle toda esa mierda —aconsejó Joker.
—Lo haré, mañana —prometí.
—Y tú y ella van a salir con alguna manera que va a dejarle claro que
cualquier acuerdo que decidas de cómo cuidas de tu hijo es tuyo. Lo que sea
que pase por su cabeza que hacer para tratar de mejorarme, lo va a dejar
pasar.
—Le mencionaré eso a Angie.
Tenía esperanza que esto terminaría, pero Joker continuó.
—Sé que fue tuyo, que te preocupas por él, le diste años de tu vida, tu
mano, un chico, y sé que te jodió y lo superaste. Pero debes saber, tu ex era
un idiota monumental en la secundaria, y pienso que la madurez no llegó
muy lejos con él.
—Era solo… —comencé, no en defensa de Aaron, más en defensa de
por qué aguante con la manera que Aaron era.
—No estabas alrededor —me interrumpió Joker—. Mirando hacia
atrás, la verdadera mierda que sacaba, la mierda estúpida que estaba más
allá de los límites, Carrie, la sacaba solo cuando no estabas allí para ser
testigo. Sí supieras lo hijo de perra que era, lo hubieras dejado antes de
llegar a segundo año, y mi idea es, que lo sabía.
No me gustaba cómo sonaba eso.
—¿Como qué? —pregunté.
—No importa. —Joker no respondió—. Espero que los chicos sobre los
que tiró basura lo superarán. Era tan brutal, que probablemente no lo
hicieron. Pero eso no estaba en ti. Todos sabían que eras genial. Todos
también sabían que él no lo era.
—¿Él… te hizo algo a ti? —pregunté titubeantemente.
−Trató —respondió Joker y sentí que mi cuerpo se paralizaba—. Me
acorraló, pero en un mal momento. Tenía un vecino, el hombre aún es
amigo, estaba manejando cuando se estaban preparando para la paliza, tu
ex hijo de perra y cinco de su grupo. Linus bajó de su camioneta y compartió
algo de sabiduría con ellos. Era un adulto. Es un hombre grande. Una
mirada y sabes que puede cuidarse a sí mismo. Y tiene una manera de usar
las palabras. Las palabras que usó lo dejaron claro, si alguna vez jodían
conmigo, lo jodían a él, y la manera en que los jodería de regreso sería
sorprendente.
Estaba batallando con sentimientos contradictorios de alivio que el
viejo vecino de Joker hubiera llegado en buen momento y enojada que Aaron
y sus amigos hubieran apuntado a Joker, así que no pude responder antes
que Joker siguiera.
—No hubiera importado si Linus no se hubiera presentado. Puedo
cuidarme, y para ese tiempo había aprendido a tomar una paliza.
Eso no me hizo sentir mejor.
Joker aún no había terminado.
—Pero otros chicos no tenían eso. Neiland los jodió como pudo. Hay
acosadores, y hay gente como Neiland. Rompió el molde de los acosadores.
Era un tirano. Era el rey de la escuela, le gustaba su culo en ese trono, y
activamente buscó maneras de asegurarse que nadie olvidará que ese era
su lugar. Quería admiración. Pero también quería humillación. Aquellos que
consideraba débiles, los quería acobardados. Y lo consiguió como sea que lo
necesitara para llegar a ello con su grupo de amigo quienes no eran nada
más que los ejecutores de la secundaria.
—Esto me hace sentir enferma, Carson —le dije la verdad, mi
estómago comenzó a agitarse con nauseas.
Deslizó su mano por mi espalda, al lado de mi cuello, las callosidades
raspando mi piel, haciéndola temblar en una manera que era extrañamente
placentera, probablemente porque eran parte de él. Luego deslizó sus dedos
en mi cabello, y cuando volvió a hablar, su tono era gentil.
—Se acabó ahora, nena, y sé que te estoy aterrando. Apesta que tenga
que hacer eso. Puedo ver que estás lista para pelear, capaz de hacerlo, veo
descaro y fuego en ti, y estás harta de él. Dejaste eso claro. Pero estoy
haciendo lo que estoy haciendo ahora porque estoy preocupado como la
mierda que siendo feo se va a poner más feo. Y vas a tener que fortalecerte,
Carrie. Porque no obtiene lo que quiere y si no recibe el mensaje que esta es
una batalla que debería dejar, va a venir contra ti con todo lo que tiene.
—No —dije suavemente—. Va a venir por ti.
Esa era la verdad, y me hizo sentir peor.
—Eso, no tienes que preocuparte —dijo Joker.
—Pero… —Mi voz era una pizca más alta—. Tiene mucho dinero y
conoce gente en altos…
—¿Piensas que cualquiera jode con Chaos?
Me calló porque tenía la sensación que no lo hacían. O si eran lo
suficientemente estúpidos para tratarlo, no llegaban muy lejos.
Quiero decir, todos los tipos eran realmente amables conmigo porque
eran simplemente realmente amables.
Pero aun así, cada uno de ellos era un poco aterrador.
Incluido Joker.
—Soy Chaos. Y, Butterfly, te reclamé, y puede que no entiendas esto
porque no lo hemos discutido así que lo dejaré claro ahora. Reclamarte
también te hace Chaos. La pelea quizás se ponga fea, y tienes que prepararte
para eso. Pero con la manera que tienes todo resuelto en tu cabeza y el fuego
que tienes en tu espalda, nunca perderás.
—Ugh —murmuré antes de enterrar mi rostro en el lado de su cuello,
hice eso porque no tenía respuesta. Sabía que estaba en lo correcto sobre lo
bueno, pero también sobre lo malo.
Estaba feliz de tenerlo y su fuego, pero aun así no estaba esperando
ver lo que sea que Aaron escondía en su manga.
Joker uso sus dedos en mi cabello para masajear mi cuero cabelludo
suavemente. Extrañamente hizo el truco. Incluso con todo lo que estábamos
discutiendo, solo sus dedos clavándose de manera firme pero gentil era
confortable.
Así que me relajé contra él.
—Quizás quiera poner en bronce ese neumático, pero si sigo siendo
un dolor en tu parte baja, puede que desees que nunca existiera —murmuré
contra su piel.
—Mírame.
Mi relajado cuerpo instantáneamente se puso firme frente a la
severidad de su orden.
No estaba rígida. Estaba más allá de eso. Era algo que solo nunca
había oído de él, pero nunca lo había oído en absoluto.
Estaba destinado a ser obedecido.
Sin cuestionar.
Y obedecí.
Sin cuestionar.
Cundo alcanzó mi mirada a través de las sombras, su mano bajó,
dedos en mi cabello, palma en mi oreja, pulgar acariciando mi pómulo. No
lastimaba, pero trasmitía un mensaje.
El toque era una afirmación. Otra orden. Dijo que me reclamó, y esa
era una demostración física, supe en ese instante que tenía que entender,
hacerlo completamente y sin cuestionar.
Repentinamente encontré difícil el respirar.
—No sé dónde esto nos llevará —comenzó—. Tú y yo y tu chico. Sé lo
que tenemos. Sé que me gusta lo que tenemos. Sé que quiero mantenerlo
fuerte y hacerlo más fuerte. Mierda pasa. Espero como la mierda que nos
pase a nosotros, pelearemos hasta el otro lado. Pero sé esto y debes saberlo
también: No importa qué pase, nunca, jamás, a joder nunca, Carissa, me
arrepentiré de bajar para prestarte ayuda a ti y tu chico. Es la mejor decisión
que alguna vez he tomado en mi vida, y sé eso en la manera que sé que lo
sentiré hasta al día que jodidamente muera.
Su pulgar aún estaba en mi mejilla así que sintió la silenciosa lágrima
que cayó de mi ojo y colisionó con él.
—¿Te asustas con eso? —preguntó titubeantemente.
—Es la cosa más hermosa que alguna vez he escuchado —susurré
roncamente.
Y lo era. Excepto la primera vez que escuché el llanto de Travis,
absolutamente lo era.
—Entonces me tienes. —Su voz ya no era dura, pero era firme.
—Te tengo, cariño.
Me jaló para besarme.
Esa también era una afirmación. Como su mano en mí, sus palabras
para mí, ese momento en la oscuridad en mi cama, incluso con todo lo que
compartimos antes, era el comienzo y también era el final.
Era suya, ciertamente, de seguro, no importa lo que haya pasado
antes, empezó justo allí.
Era de Carson “Joker” Steele.
Fin de la historia.
También era mío, pero con un masculino hombre motociclista, eso era
secundario. Iba con el territorio, mano a mano con tomar su reclamo.
Eso no me molestaba. No me causaba problema. No me incomodaba.
Absolutamente me emocionaba.
Eso quizás sea malo, pero en ese instante, por la primera vez en mi
vida, no me importaba si era incorrecto. Si era malo, no quería estar bien.
Joker compartió todo esto con su boca. Luego rompió el beso,
dejándome sin aliento, y encajé mi rostro de regreso en su cuello.
—Ahora, nena, duerme —ordenó espesamente—. Incluso si tienes el
día libre mañana, Travis se levantará temprano y tenemos un día junto con
tu chico en tu nueva casa. No te quiero exhausta.
Quería volver a llorar. Llorar con alivio que la vida había traído este
hombre hacía mí. Llorar con felicidad que logró atravesar el espinoso camino
que me alejó en la secundaria, pero luego me volvió a encarrilar.
No lo hice.
Me acurruqué más cerca, con mi brazo envuelto a su alrededor
jalándolo hacia mí como yo lo hice, y ubiqué mis ojos sobre su garganta
hacia la luz roja encendida en el monitor. Donde lo puso. Así, aunque
durmiéramos acurrucados, el monitor de bebé aún estaba más cerca de él
así estaba seguro de oír si Travis nos necesitaba.
Nosotros.
Nosotros.
Ese pensamiento también casi me hace llorar.
Pero no lo hice.
Porque estaba acabada.
En ese momento supe que finalmente lo había superado.
Había perdido a Althea. Había perdido a mamá. Lidiar con el dolor y
asegurarme que nunca perdía nada más, me puse una venda, cometí
errores, y luego mi sueño había muerto.
Pero ahora la pérdida había acabado.
La venda cayó.
Y tenía a Travis.
Luego tuve a Joker.
Y me dio a Chaos.
Así que estaba terminado.
Había terminado de perder.
Y estando lista, ojos abiertos, cabeza alzada, espalda recta, cabeza en
el juego, estaba lista para ganar.
Capítulo 17
Un motero llamado Joker

Carissa

A primera hora de la tarde siguiente, estaba paseando por el área de


la sala de estar/comedor, rebotando a mi hijo, que estaba berreando.
Joker entró desde la cocina con una gaseosa fresca en la mano y me
detuve, mirando hacia a él, todavía rebotando, y declaré:
—No lo entiendo. Ha tenido su siesta, fue más corta de lo normal, pero
eso no es una gran cosa con él. Aun así, se despertó inquieto. Comió su
comida luego se puso de mal humor. Pero ha tenido su comida, su pañal
está limpio, ha sido bañado. Puede ponerse gruñón el primer día después
de regresar de con su papá, pero no de esta manera. —Miré a Travis y
terminé en un murmullo—: Tal vez no se siente bien. Tiene otro diente que
le está saliendo. Tal vez eso sea todo.
Travis no tuvo respuesta, excepto seguir llorando ruidosamente.
Mi cabeza se levantó cuando sentí a Joker acercarse.
—Nuevo lugar, Butterfly —dijo por encima del lloriqueo de Travis—.
Esta vez, tiene más a que acostumbrarse. Nueva habitación. Nuevo espacio.
Lejos de su papá.
Esto tenía sentido, y me pregunté por qué no había pensado en eso.
Joker dejó la lata sobre la mesa del comedor, me quitó a mi hijo de los
brazos, y se alejó, también rebotándolo.
Observé mientras se inclinaba en la cesta de juguetes de Travis y la
recogía. Entonces vi que volvía y volteaba toda la cosa por el suelo detrás
del sofá.
En ese momento, Travis saltó ligeramente en sus brazos, metió su
puño en su boca, dejó de berrear, comenzó a lloriquear, y les dio a las
acciones de Joker toda su atención viéndose como el Travis que siempre
estaba listo para hacer un desastre de casi cualquier cosa.
Joker se agachó y plantó el trasero de bebé de Travis en el suelo junto
a los juguetes. Cuando tuvo a mi hijo abajo, en el otro lado de los juguetes
dejó caer su cadera y se tendió a su lado, extendiendo largas piernas en
vaqueros, pies descalzos, deslavada camiseta negra colocada firmemente a
través de su pecho, la parte superior de su cuerpo descansaba sobre un
antebrazo.
Seguí observando mientras Joker recogía una jirafa azul y picaba a
Travis en el vientre con ella.
Travis retiró la mano de su boca y levantó ambos puños en el aire a
sus costados antes de ir tras la jirafa.
Joker la retiró luego pico a Travis en el vientre con ella de nuevo.
Travis fue por ella de nuevo, pero casi de inmediato perdió interés en
ello, con todos los juguetes esparcidos por el suelo. Se inclinó hacia delante
y agarró un anillo rojo.
—La jirafa se quedará sola, chico —le dijo Joker, picándole en el
vientre con ella de nuevo.
Sobre su cadera, apoyando su mano en el anillo, la cabeza de Travis
se levantó para mirar a Joker. Luego, se empujó completamente hacia
adelante y se arrastró a través de los juguetes, llevando el anillo con él, en
dirección a Joker. Golpeó sus manos, incluyendo la que tenía el anillo, en el
pecho de Joker, y Joker cayó de espaldas.
Travis emitió una risita antes de llevar, la ahora olvidada dona, con él
hacia el mejor juguete jamás.
El vivo y activo gimnasio de la selva de motero.
Se arrastró sobre la parte superior de Joker, golpeándolo con su dona,
mientras Joker llevaba sus manos hacia los lados de Travis, donde era más
sensible.
Entonces le hizo cosquillas.
No pocas risitas ante eso, Travis lo perdió y fue entonces cuando vi al
motero y al bebé fingir una lucha en el suelo entre un montón de juguetes,
Joker dejando ganar a Travis, mientras era tocado repetidamente en el
rostro, cabeza, cuello, hombros y pecho por una dona de plástico rojo.
Joker lo aguantó sonriendo, algunas veces riendo, y dándole toda su
atención a mi hijo, que ya no estaba llorando, sino teniendo el mejor
momento de su vida.
Lo vi sonriendo y sabiendo sin lugar a dudas que me gustaría tener
más momentos como ese. Momentos en los que Joker haría algo con lo que
yo sabría de inmediato que me estaba enamorando de él. Y lo vi amándolo,
porque sabía que Joker me daría eso, al mismo tiempo amando que le estaba
dando lo que le estaba dando a mi hijo.
Entonces me quedé mirando mientras Joker agarraba a Travis y lo
levantaba en el aire, enviándolo a volar unos cuantos centímetros, la risa de
Travis rebotó a través de la habitación, y Joker lo atrapó, llevándolo hasta
su rostro.
—Ahora, muchacho, este lugar no es tan malo, ¿cierto? —preguntó.
La respuesta de Travis fue golpear a Joker en el pómulo con la dona
que no había soltado y gritar:
—¡Bah la dah!
—Eso es lo que pensé —murmuró Joker.
Tomé una respiración por mi nariz y lo hice profundamente para
controlar la emoción hinchándose dentro de mí.
Luego fui a la cocina y me conseguí una lata de refresco.
Una de marca.
Una que un motociclista llamado Joker dejó en mi nevera.

Joker

El día siguiente, con lentes y guantes puestos, un arma en su mano,


brillos estallando, Joker oyó:
—¡Joke! ¡Cherry quiere hablar contigo en la oficina!
Se volvió del metal que estaba trabajando para ver a Roscoe en la cima
de las escaleras que llevaban a la oficina en el garaje de Ride. Cuando Roscoe
encontró su mirada, giró la cabeza hacia la puerta cerrada y bajó las
escaleras.
Joker dejó el equipo, los guantes y lentes, y se dirigió a la oficina.
Ya había entrado y la puerta se estaba cerrando detrás de sí cuando
chocó de frente con el rostro de Cherry.
Retrocedió rápidamente.
—¿Nena, necesitas que traiga a Tack?
—Yo… eh… —Sacudió la cabeza, su largo cabello rojo rozándole los
hombros, y al verlo, volvía a demostrar que valía la pena que un hombre
atravesara una lluvia de balas por ella—. Esto es sobre ti.
Se le retorció el estómago y logró decir:
—¿Carrie?
—No, cariño —dijo suavemente—. Tú.
—¿Yo qué? —preguntó secamente.
—Hace veinte minutos, me llamaron Wilde and Hay —le dijo.
—¿Disculpa?
—Wilde and Harry —repitió.
—¿Y qué mierda es eso?
Ella frunció el ceño.
—¿No conoces Wilde and Harry?
Joker comenzaba a impacientarse.
—Con todo respeto, Cherry, hay cosas que quiero hacer hoy en mi
auto y Carrie tiene el turno diurno. Lo que significa que quiero estar en su
casa cuando ella llegue, por lo que tengo que hacer mis cosas.
—Wilde and Harry es una revista, Joker —le informó.
—¿Ajá, y…?
—Una muy buena —prosiguió ella—. Famosa. Respetada. Hacen
cosas serias, artículos grandes. También hacen entrevistas extensas con
celebridades. No de las que lamen traseros. De las que no aceptan mierda.
Se meten en la política. Hacen columnas de viajes. Reseñas de películas,
programas de TV. Hablan de problemas sociales. Usan los mejores
fotógrafos…
Joker la interrumpió.
—Nena, no sé a dónde quieres llegar.
—Quieren hacer una nota sobre Ride.
Joker la miró.
Luego sonrió.
—Eso es jodidamente fantástico.
—Sí, Joke —respondió, mirándolo con intensidad—. Dijeron que
quieren entrevistar a los hermanos que hacen todo pero enfocándose en los
que diseñan. Me enviaron fotos de lo que quieren fotografiar y pidieron por
los hermanos que diseñaron esas estructuras en particular. Acabo de recibir
su correo. Y estas son las que quieren mostrar.
Se estiró hacia su computadora, giró el monitor, y él lo miró. Había
un correo abierto con imágenes adjuntas. Ella tomó el ratón y comenzó a
pasarlas.
Eran seis estructuras. Todas hechas por él.
—En otras palabras, Joke —dijo mientras él miraba las fotos—. Te
quieren a ti.
Él la miró.
—Enviarán a Henry Gagnon —siguió—. Y antes de que preguntes, es
su mejor fotógrafo. Trabaja con celebridades. Va a zonas de guerra y todo
eso. Hace todo. Tuvo una exhibición en el Museo de Arte de Denver y yo
arrastré a Tack a verla e incluso Tack admitió que era increíble. Porque lo
es. Y quieren que él tome fotos de tus estructuras, de ti construyéndolas, y
fotos tuyas.
—Si me preguntas, diles que sí. Será bueno para Ride —dijo Joker—.
Pero las construcciones son más que sólo yo, Cherry. Si vienen, que se
enfoquen en todo lo que hacemos aquí.
Ella inclinó la cabeza.
—No pensé que tú…
No pudo terminar porque la puerta frontal se abrió y ambos vieron a
Tack entrar.
Él le sonrió a su mujer pero luego vio a Joker y se dirigió hacia él.
Joker sabía por la expresión en el rostro de Tack y lo que vino después
que Cherry había llamado a su esposo para contarle esta noticia.
Y lo que vino después fue que Tack caminó directo hacia él, alzó sus
manos, agarró a Joker de la parte de atrás del cuello y le dio un tirón hacia
adelante.
Allí, Joker se quedó inmóvil.
Él había visto a Tack hacerle eso a Rush, recordando el día en que
Rush era un niño y Joker había estado de pie observando, y él seguía
haciéndolo.
También había visto a Tack dándole a Rush lo que hizo a
continuación.
Tack tiro de él hacia adelante y sus pechos colisionaron, la mano de
Tack apretó dolorosamente el cuello de Joker mientras enrollaba su brazo a
su alrededor y le daba golpes en la espalda a Joker, con fuerza.
Pero se sentía bien.
Entonces Tack cerró su puño en la parte de atrás de su camiseta y lo
sostuvo allí mientras le decía en voz baja y grave a su oído:
—Lo sabía, hermanos, lo sabía. Te queríamos con nosotros porque te
queríamos con nosotros. Pero Hop y Boz lo dijeron sin rodeos, tienes el
talento para llevar a Ride al siguiente nivel. Lo hiciste, y no tuviste que
alardear para hacer eso. —Lo empujo de regreso pero no lo dejo libre
mientras miraba a Joker a los ojos—. Esto es algo bueno de ver mientras el
bebé de mi mujer me vuelve loco, y calculo por el momento que hemos
terminado o estaremos desembolsando unas doce matrículas universitarias.
—Sonrió ampliamente—. Y vas a lograrlo así que puedo darme el lujo de eso.
Joker no pudo decir nada. Le dio una mirada al rostro de Tack,
satisfacción, orgullo, respeto, todas la emociones que solo Tack le estaba
dando, su mente no podía ingeniarse ninguna palabra.
—Después de que Cut le subió al horno cuando estaba preparando
brownies y los incinero junto con el sartén donde estaban, he decidido que
no quiero otro niño, porque puede que no cocine a menudo, pero mi esposo
es bueno en eso y me gustan los zapatos, no tengo que comprar nuevos
artículos para la cocina cada dos semanas. En otras palabras, desde que
tenemos nuestras manos llenas, estoy presionando a Shy para que recoja
toda su mierda y él y Tab puedan esencialmente darme un bebé que ellos
tendrán por su propia cuenta. De esa forma, sus hijos pueden incinerar
brownies y yo consigo reírme de que mis sartenes estén a salvo.
Tack dejo a Joker irse para regresar con su esposa y la mirada que le
había estado dando a Joker desapareció.
Completamente.
Ahora se veía enfermo.
—No me vuelvas a decir esa mierda de nuevo —ordenó.
—¿Qué mierda? —preguntó Cherry luciendo confusa.
—Hablándome sobre presionar a mi nena para que tenga otro hijo.
—Tack, ella lo va a hacer —señaló Cherry.
—Sí, lo hará, y lidiaré con eso cuando ella lo haga. Pero no tengo que
hablar jodidamente de ello antes de que suceda —gruñó Tack.
Cherry le dio una sonrisa enorme.
Tack regresó a su modo enojado y asaltó a Joker y dijo secamente:
—Estoy orgulloso de ti, hermano. Esto va a ser enorme para Ride.
Tuvimos atención, no en esta escala. Tú nos la conseguirás con tu talento.
Sabíamos en el minuto que vimos tus dibujos lo que había en ti para
hacerlos realidad. Tus construcciones son excepcionales, Joke, y estoy
jodidamente emocionado porque van a conseguir la atención que merecen.
Después de eso, con un ceño fruncido a su mujer, se volteó y salió de
la oficina hecho un torbellino.
Joker estaba de pie inmóvil, mirando fijamente la puerta.
—Ellos lo merecen —dijo Cherry en voz baja, y Joker se obligó a
mirarla—. Ellos y tú lo merecen. —Siguió—. He visto muchísimos carros y
motos salir de este garaje, Joker, y siempre han sido espectaculares. Pero
tus cosas están por encima de lo mejor.
Él no sabía qué hacer con eso o con todo lo que le hicieron sentir,
sobre todo lo que le hizo sentir Tack, por lo que acababa de decir.
—Gracias.
—Dándole esto a Ride, estás haciendo mucho por tus hermanos —
continuó—. Tack hace los libros, y desde que empezaste a construir, los
ingresos del garaje han aumentado el 27 por ciento. Siempre hemos tenido
una lista de espera para clientes pero esa era de seis meses por lo general.
Ahora es de un año, así que estas cosas buenas no van a parar y sospecho
que Tack va a llevar el tema de la expansión del garaje a discusión a la mesa
del club antes de que se salga de control. Y esa expansión es toda por ti.
La garganta de Joker de repente se sintió rasposa.
—Nosotros lo hacemos bien, las tiendas, el garaje —continuó ella
suavemente—. Pero todos quieren hacerlo mejor, especialmente cuando eso
va a traernos más. Le has dado a tus hermanos más, Joker, y a sus familias.
Deberías saber que nadie se pierde eso, que es apreciado.
Todavía no era capaz de que le surgiera algo que decir, solo levantó de
un golpe su barbilla y murmuró:
—Gracias de nuevo, Cherry. Y arregla todo con esa revista. Cuando
ellos estén listos, estaré allí.
—Está bien, cariño —respondió suavemente.
Joker asintió y salió corriendo.
Regresó de vuelta al trabajo para descargar lo mucho que estaba
sintiendo.
También lo consiguió.
Fue por lo que hizo, que amaba hacer lo que hacía que lo reconocieran.
Se sentía bien, esa mierda que viene de afuera, fuera de este garaje, fuera
de su mundo.
Se sentía mejor que viniera de sus hermanos.
Pero era más.
Mientras trabajaba llegó a la comprensión de que nunca podría
pagarles a la gente en su vida que lo puso allí mismo. A quienes le dieron
todo lo que podían dar para mantenerlo sano y mostrarle que había bondad
en este mundo, lo que lo detuvo de ser enterrado bajo la oscuridad.
Pero ellos no necesitaban que se los recompensara. Si eres una buena
persona, haces cosas buenas. Tan simple como eso.
Pero ellos sabían, así como ahora Joker sabía, que lo bueno construye
cosas buenas. Así que lo que le dieron a Joker significaba que no había
perdido la percepción. No darse por vencido y convertirse en un drogadicto,
un delincuente, un golpeador de mujeres idiota en un sofá, bebiendo y
descuidado, o haciendo bebés sólo para llenar sus vidas de oscuridad.
En su lugar, él estaba en la posición que le retribuyeron. Sus
hermanos. Para Carissa. Para Travis.
Lo bueno que recibió de las personas que se preocupaban por él se
regresaba, tal vez no a ellos, sino a las personas que lo merecían.
Y de eso se trataba todo. El significado de la vida. Por eso cada persona
en el planeta estaba allí.
Consiguieron lo que dieron y luego dieron lo que han conseguido, y
era de la medida de cada uno si podían superar la mierda que venía con la
vida y todavía lograban encontrarlo y enfocarse en lo bueno y ponerlo allí
afuera.
Él era ese hombre.
Y estaba feliz de ser ese hombre.
Así que siguió trabajando, dando bondad a sus hermanos hasta que
llegó el momento de dejarlo todo e irse a casa con su mujer y su hijo, donde
también les daría la bondad que ellos no sabían le daban con sólo respirar.
Y él la tomaría.
Y la daría de nuevo.

Carissa

Era tarde cuando llegue a casa. Tuve un inusual turno de tarde que
Sharon trató de no darme porque tenía a Travis, pero no podía tener
favoritismos, así que pasó.
Escuché la televisión encendida pero no vi a Joker en la cocina así
que dejé mi bolso en la encimera, caminé a través de la cocina y hacía la
sala de estar.
Me detuve quieta cuando vi a Big Petey, Roscoe, y Boz desparramados
por todo mi sofá, junto con Joker.
—Hola, chica —dijo Big Petey a la televisión, pero alzó la botella de
cerveza en su mano como un saludo para mí.
—Carrie —dijo también Roscoe a la televisión sin alzar su botella de
cerveza.
—Nena, luciendo bien —comenzó Boz, su cabeza girada en mi
dirección, con una maliciosa sonrisa.
Le sonreí de regreso a Boz luego le di mi atención a Joker mientras
sus ojos iban a la parte de atrás del sofá.
—Los chicos vinieron —me dijo innecesariamente—. Travis está
dormido.
—Está bien, cariño —dije, sabiendo que era pasada su hora de dormir,
feliz de que estaba teniendo su sueño, pero decepcionada al mismo tiempo
porque no pude acurrucarlo antes de que se fuera a acostar.
Boz giró su cabeza hacia Joker.
—Cariño —murmuró.
—Jódete —respondió Joker.
Ignoré eso desde que tenía tareas prioritarias que hacer y estaba a
punto de hacerlas. Esto quiere decir que caminé a la habitación de Travis.
La puerta estaba cerrada contra el sonido de la televisión, estaba bien con
eso considerando que también noté que el monitor de bebé estaba situado
en la mesa de centro junto a los pies de Joker.
Revisé a mi hijo, poniendo la mano en su pecho, sintiendo su calor,
su calmada respiración. Luego alcé mi mano hacia mi boca, tocando la
punta de mis dedos con mis labios, luego poniéndolos sobre su suave y
regordeta mejilla.
No se movió. Estaba fuera de juego.
Silenciosamente, dejé el cuarto y cuidadosamente cerré la puerta
detrás de mí.
Cuando llegué al área sala de estar/comedor, los ojos de Joker
estuvieron sobre mí.
—¿Está bien? —preguntó.
Dios, era tan asombroso.
—Si —respondí—. ¿Puedo… um, hablar contigo?
Sus cejas se arrastraron juntas, luego miró a los hombres antes de
ponerse de pie.
Revisé a los tipos sentados en mi sofá, sin moverse, ojos pegados a la
pantalla, botellas de cerveza en sus manos y dispersas sobre las superficies.
Había en la televisión un tipo corpulento con una barba picuda y cabeza
calva usando unas extrañas gafas hablando mientras chispas volaban en
un cuarto de concreto detrás de él.
No tenía idea de cuál programa era, solo que probablemente no me
interesaría. No estaba enganchada con chispas voladoras.
Luego entonces, ¿quién sabía? Pensé que no me interesaban los
motociclistas y estaba realmente equivocada sobre eso.
También tenía una sensación que me gustaba, viendo mi gran sofá
cubierto por hombres bebiendo cerveza. Tuve la esperanza de que un día
estaría lleno de bebés y luego ocupado por todos lados cuando los bebés
crecieran.
Pero tomaría a los motociclistas.
Por ahora.
Sentí a Joker acercarse y lo miré justo antes de girarme y caminar por
el corredor.
Fui directo a mi cuarto y Joker me siguió.
Di cuatro pasos y me giré para mirar a Joker cerrando la puerta detrás
de él.
Se quedó justo enfrente de la puerta.
Pensé que eso era extraño, pero no lo comenté.
Pregunté:
—¿Algo que debieras decirme?
Miró hacía la pared al otro lado la cual era la sala de estar, luego de
regreso a mí.
—Debería haber dicho algo, Butterfly —dijo tranquilamente—. No
quieres a los chicos alrededor, está bien. Saldré y…
Alcé una mano y hablé, interrumpiéndolo.
—Son bienvenidos cuando sea que los quieras aquí. O cuando sea que
ellos quieran venir. No es eso.
Su cabeza se inclinó y preguntó:
—¿Si eso no es entonces qué?
—Algo que deberías haber compartido ayer —presioné.
—Carrie, solo escúpelo.
—¿Wilde and Hay?
La expresión de Joker se volvió divertida.
—Tyra me llamó —le dije—. Dijo que recibió una llamada ayer y te dijo
ayer.
Espere, no respondió, así que continúe.
—Te lo dijo ayer pero no me lo mencionaste.
Joker solo seguía mirando divertidamente y sin decir nada.
—Cariño, eso es grande.
Se encogió de hombros.
Comencé.
—Carson, eso es sorprendente —le dije.
—Construir autos para vivir, Carrie. Ride ha tenido prensa antes. Esto
no es fuera de lo ordinario.
—Lo es —dije suavemente—. Porque no es acerca de Ride. De acuerdo
con Ty-Ty, es sobre ti.
—Es sobre ambos.
—Es sobre ti.
Nos miramos el uno al otro. Esto duro un rato.
Para dejarlo pasar, lo que me llevaría quizás a obtener un beso de hola
(tardíamente), comencé:
—Eres magnifico, Carson Steele. Y si quieres pasar esto como si no
fuera nada, está bien. Eres un varonil tipo motociclista. Tengo que darte
eso. Pero todos saben que es increíble. Tú eres increíble. Así que podemos
saber eso y puedes ir sobre tu negocio. Iré a hacer piruetas después y luego
quizás compartir una botella de champaña con las viejas damas. No tienes
que estar involucrado. Ahora que eso está hecho, quiero un beso de hola.
—Eso, me veo forzado —murmuró, sus labios curvados hacía arriba,
todo esto mientras venía a mí y prontamente obligado.
Cuando terminó su obligación. Tenía mis brazos alrededor de sus
hombros, una mano en su cabello, y estaba presionándome cerca.
—Anda, vincúlate con tus hermanos —ordené un poco sin aliento—.
Necesito un bocado y luego necesito ir a la cama. Tengo un turno diurno
mañana.
—Me desharé de ellos tan pronto termine el programa —me dijo.
—Deshazte de ellos cuan sea —murmuré, parándome de puntillas
para besar su mandíbula. Me eché hacía atrás y atrapé su mirada—. Pero
bésame cuando vengas a la cama.
Me sonrió con sus ojos.
—Estaré feliz de también ser obligado a eso.
Le regresé la sonrisa.
—Y estaré feliz que lo hagas.
Se inclinó para tocar su boca con la mía antes de liberarse de mi
agarre. Luego me reclamó enseguida con un brazo envuelto alrededor de mis
hombros el cuál uso para guiarme a la puerta.
Deslicé mi brazo por su cintura y caminamos en esa dirección,
teniendo que ponernos de lado para pasar por la puerta para permanecer
unidos, pero nos volvimos a unir por el corredor.
Nos separamos en la entrada del corredor, después me dio un ligero
beso en la sien.
Joker fue al sofá.
Fui a la cocina, hablando para preguntar si alguien necesitaba una
cerveza fresca.
Obtuve cuatro sí. Tomé cuatro botellas para los chicos y obtuve una
suave mirada de mi motociclista cuando lo hice.
Después de eso, comí algunas galletas y queso, lo acompañé con algo
de agua con gas saborizada, y apagué la cocina. Le di las buenas noches
verbales a los chicos.
La de Joker fue dada físicamente mientras me inclinaba sobre el sofá
y él echó su cabeza hacía atrás así podía darle un breve beso.
Agregó una caricia con sus dedos a lo largo de mi mandíbula con una
última mirada cálida. Memoricé eso para regresársela un día.
Revisé a Travis una última vez, y luego me estrellé en mi cuarto,
repentinamente estaba exhausta en una manera que sabía estaba acabada
después de un largo día.
Pero era la primera vez desde esa vez que tuvimos la conversación
sobre mi camisón de embarazo que iba a la cama sin Joker. Así que era la
primera vez que iba a cama necesitando un camisón, viendo que Joker
siempre estaba de humor cuando nos acostábamos e iba a desnudarme.
Después de eso, usualmente tenía suficiente fuerza para ponerme unas
bragas y caer dormida.
Así que fui a mis cajones cansadamente me inquieté mientras
buscaba a través de mis camisones antes del embarazo.
Tomé uno elasticado (por razones obvias) que tenía una imprudente
parte baja (también escogida por razones obvias) y una blusa acanalada,
cintura imperio, una pequeña línea de encaje blanco a través de la parte
superior y dobladillo, y era de un azul transparente.
Me lo puse y encajaba apretadamente en mis pechos (sin sorpresa)
pero por lo demás, mirándome, no estaba mal. Aun así, me inspeccioné en
el espejo del baño principal mientras cepillaba mis dientes y lavaba mi
rostro.
Eso sería. Y de cualquier forma, estaría dormida así que no tendría
que lidiar con cuál sea la reacción de Joker hasta la mañana.
Fui a la cama sin pensar en mi camisón sino pensando acerca de cómo
me gustaba saber que los amigos de mi novio (quienes también eran mis
amigos) estaban compartiendo en mi sofá mirando televisión y se sentía
bien. Se sentía normal. Se sentía como algo que podría encajar en mi
revisado sueño, el cual se estaba volviendo mejor de aquel que pensé quería.
Me dormí pensando en eso.
Fui despertada por el beso de Joker, el cual incluyó su mano sobre mi
cadera, sintiendo el camisón.
A pesar de que estaba despierta sabiendo tempranamente cómo Joker
se sentía sobre el camisón que podía sentir, pero no ver mucho.
Y lo que supe era que le gustaba.
Y supe aquello, cuando Joker había acabado de mostrarme cómo se
sentía, caí de regreso a un satisfactorio sueño acurrucada con mi
motociclista con el camisón en el suelo, usando nada salvo bragas.
Joker

Al día siguiente, Joker estaba caminando a través del recinto después


de tomar una ducha y cambiarse de ropa. A pesar de que Carissa estaba
fuera, él trabajaba ese día en el garaje porque su construcción estaba en la
fecha límite. Ahora, había terminado con lo que necesitaba hacer, se duchó,
y se iba con ella.
Tenía sus manos en la puerta principal cuando su teléfono sonó.
Lo sacó mientras jalaba para abrir la puerta y dio un paso hacía la luz
de día de Denver, lo que quería decir que tenía mirar con los ojos
entrecerrados hacia su teléfono.
Sonrió, tomó la llamada, y puso el teléfono en su oreja mientras
sacaba las gafas de su cabello y las ponía sobre sus ojos.
—Hola, Lie —saludo.
—Está bien, amigo, no puedes pavonear tu grandeza Carson de
regreso a nuestras vidas y luego desaparecer —dijo Linus como respuesta—
. La señora Heely está furiosa. Lo que quiere decir aparición obligatoria en
su casa para cenar. Martes. Y Car, prepárate porque mi crío y tú en su casa
para la cena es un buen ajuste. Pero no está recibiendo un no por respuesta.
Llamó a Kam y le dio la lata por ti, lo que quiere decir que mi mujer me dio
la lata por ti. Y a pesar de que Kam le ofreció nuestra cocina, la señora Heely
se está poniendo firme. Su casa. Imaginé que quiere decir que todos estamos
dentro porque tiene la intención de llevarnos con sus compinches. Es grande
haciendo eso. Los viejos jinetes de la posición, y la mejor munición que
tienen es jactarse acerca de cuánta gente da una mierda por ellos. Así que
mejor estate en tu juego porque vas a ser molestado por un montón de
chismosas y a ninguna de ellas les va a gustar tu peinado.
Joker se detuvo en su motocicleta y estaba sonriendo cuando dijo:
—Lo siento, Lie. Tengo mierda en la que tengo que estar concentrado.
Pero te daré y a la señora Heely una llamada si puedo llegar.
—No me oíste, Car —respondió Linus—. Es una aparición obligatoria.
No hay y sí acerca de esto.
—Tengo que hablar con mi chica y ver si está disponible.
Esto trajo varios minutos de silencio.
—¿Tu chica?
—La mierda se ha ido y tengo que estar enfocado —explicó Joker.
—Correcto —dijo Linus lentamente—. Hace unas semanas viniste a
mi garaje diciéndome que habías estado alrededor por un tiempo y recién
tenías tu mierda resuelta para acercarte, pero ninguna mujer involucrada
en esa mierda. ¿Ahora tienes una y es una que traerías con Kam y la señora
Heely?
—Sí —respondió Joker fácilmente.
—Uh, hijo, quizás no entiendes esto. No traes solo cualquier mujer
con Kam y especialmente no con la señora Heely. Esas mujeres la van a
tomar como buitres. Nada más que lo mejor para su chico que dejaron entrar
en sus corazones, pero perdieron y luego recuperaron solo muy
recientemente.
Eso se sentía bien, pero aun así Joker compartió:
—Nunca traería nada sino lo mejor a cualquiera de ellas, hermano.
Linus estaba otra vez callado antes de decir:
—¿Estás diciendo que esto es serio?
—Estoy diciendo que cuando la conozcas, sabrás que sería un tonto
de no hacerlo de esa manera. Y, Lie, no soy tonto. Así que no ando jodiendo
alrededor para hacerlo de esa manera.
—Mieeeeeerda —presionó Linus—. Puedes decir eso de nuevo. Solo
han pasado un par de semanas.
—No como tú, sé que lo hice bien, no esperé un año para marcarla
como mía —le dio mierda Joker.
—Bajo el cinturón, amigo —respondió Linus, una sonrisa en su voz—
. Ahora tengo que esperar como la mierda que no tenga trabajo. Esto tengo
que verlo.
—Voy con ella ahora. Le preguntaré. Te envió un mensaje si puedo
confirmarlo y me pondré en contacto con la señora Heely —dijo Joker.
—Correcto, de cualquier manera, espero verte pronto.
—Lo harás, Lie. Dile a Kam que dije hola, y lo mismo a tus chicos.
—Lo tienes. Hasta luego, Car.
—Hasta luego, Lie.
Desconectaron y Joker metió su teléfono en su bolsillo antes de
montar su motocicleta. Estaba montando hacia Carissa cuando sintió que
sonaba. Montando, no lo contestó.
Aún estaba montando cuando lo sintió vibrar con un mensaje.
En una luz roja, lo sacó.
La llamada pérdida era de Carissa.
El mensaje también era de ella.
Te necesito en casa, cariño.
No le gustó eso, la llamada y luego un mensaje y lo que eso podría
decir con toda mierda por la que estaba pasando.
Pero le gustó la manera que usaba la palabra casa.
Le mandó un rápido mensaje de regreso: Casi allí.
Luego puso su trasero para allá.
Estacionó en la parte trasera y entró por la puerta trasera para verla
en la cocina, Travis sobre su cadera, sus ojos sobre él, y su expresión
abiertamente asustada.
Tampoco le gustó eso. Para nada.
—Habla conmigo —ordenó y salió casi como un gruñido.
—Está bien, fui a ese lugar que Stacy te dijo que me dijeras que dan
buen dinero y no te engañan con las joyas usadas.
—Sabía que estabas haciendo eso hoy, Carrie —le dije, y sí sabía. Solo
esperaba que Stacy estuviera en lo correcto y no jodieran a su chica porque
estaba de humor para tener una cena y relajarse con su mujer y su chico,
no salir y enseñarle a algún imbécil joyero una lección con sus puños.
—Bueno, antes de ir, lo miré en internet. Revisar para ver lo que
debería recibir, sabes, en subastas online y otros lugares, solo en caso que
aún tratara de engañarme.
—Correcto —dejó salir cuando ella dejó de hablar.
—Y no lo hicieron. En realidad, me dieron más. Eran cosas de calidad
y mi anillo de compromiso era de tres quilates y medio. Los brazaletes
costaron casi lo mismo que el anillo de compromiso. Era un montón,
Carson. Mucho más de lo que esperaba. Y no tienen comisiones. Los compró
justo allí. —Negó con la cabeza—. Es suficiente para pagar la cuenta de mi
abogado y mi tarjeta de crédito y comprarle a Travis algo de ropa nueva y
tener algo de sobra para en realidad comenzar a ahorrar para cuando quizás
sea capaz de ir a la escuela para ser estilista. Quiero decir, debería haber
pensado en hacer eso hace meses.
—Nada de esto explica por qué luces asustada —apuntó.
—Bueno, estaba emocionada —comenzó, balanceando más fuerte a
Travis sobre su cadera, lo que trajo la atención de Joker hacía el niño y vio
tardíamente que Travis tenía un anillo con una cabeza de pato en su mano.
En el minuto que obtuvo la atención de Joker, lanzó, el anillo estaba en el
suelo y se estiró hacía Joker con ambos brazos, girándose para hacer eso.
Carissa lo contuvo, pero Joker no la dejó hacerlo por mucho. Se estiró
hacia delante y jaló al chico de los brazos de ella hacía los suyos.
Travis se estiró y se pegó a su labio.
Joker lo ignoró y alzó una ceja hacia Carissa.
Ella se sobresaltó, sus ojos en su hijo y miró a Joker.
—Estaba emocionada —repitió.
—Dijiste eso —le dijo, y cuando lo hizo, Travis hizo un ruido,
claramente molesto de sentir que el labio de Joker se movía mientras él
estaba pegado a ellos.
—Así que —continuó inmediatamente—, fui al banco. Hice un
depósito. Comenzar una cuenta de ahorros. Luego fui con mi viejo abogado
para saldar la cuenta.
Cuando se detuvo y no continuó, la apresuró.
—¿Y?
—Y… estaba pagada.
El agarre de Joker sobre Travis se apretó justo cuando Travis perdió
interés en su labio, soltándolo, y comenzó a golpear su mano contra la base
de la garganta de Joker.
Bajó la vista a él y murmuró:
—Estaré contigo en un segundo, chico.
—Bah, lah, gah —respondió Travis.
—Tengo que hablar con tu mamá —le dijo Joker.
-¡Bah, lah, dah! -Lloró Travis.
—Paciencia, hijo —pidió Joker.
—¡Gah! —gritó Travis con una bofetada en la garganta.
Joker volvió a mirar a Carissa.
—Neiland —adivinó tranquilamente.
Asintió.
—Pregunté. Lo confirmaron. No fue anónimo. Quería que supiera.
Joker apretó sus dientes contra su labio inferior, a punto de exclamar
maldición, pero se detuvo justo mientras Carissa seguía hablando.
—Como sabes, Angie dijo que mantuviera el dinero que me dio el
lunes, usarlo, pero mantener registro de él, para que lo use, y no volverme
loca. Pero esto…
La encarriló y preguntó:
—¿La llamaste acerca de esto?
—Sí, justo antes de llamarte. Dijo que no era mi problema si tenía la
decisión de pagar esas cuentas. No lo pedimos. Fue hecho por su propia
decisión, así que no puede venir detrás de nosotros o usarlo contra nosotros.
Y pensó que era un poco extraño que mi viejo abogado lo aceptara sin
informarme, pero pagos son pagos y a todos le gusta que les paguen. Una
vez pagado, si no obtiene lo que quiere de ese gesto, Aaron no puede ir detrás
de ellos para recuperarlo. Desde que el pedido no vino desde nosotros y
nosotros no hicimos nada para incentivarlo a hacer eso, ella tampoco puede
ver alguna manera de que pueda usarlo para llegar a mí. Pero está cautelosa.
Tenía razón de ser cautelosa.
Este era el comienzo.
—Está empezando su juego tratando de comprar su camino de
regreso. Es una estrategia defectuosa —estableció—. Siendo directos, te dio
esa deuda, Carrie. Es suya. Siempre ha sido suya. Nunca ha sido tuya. No
está siendo hombre finalmente y aceptando su responsabilidad por esa
cagada. Está haciendo otra jugada. Pero eso no es culpa tuya. Él hizo lo que
hizo. Lo único que puedes hacer es seguir adelante sin esa responsabilidad
que no era tuya en primer lugar. Si esto significa que respires mejor
financieramente, entonces está bien, porque no deberías haber tenido que
tomar ese golpe en primer lugar. —Levantó a Travis un par de centímetros
y terminó—: Hecho.
—¿Crees que es así de fácil? —preguntó ella.
—¿Por qué no lo sería? —preguntó en respuesta.
—Porque nada con él es alguna vez así de fácil.
Joker finalmente se movió hacia ella, y cuando llegó allí, enroscó su
mano alrededor de un lado del cuello de ella y se inclinó.
—Tienes dos opciones —comenzó—. Puede preocuparte por esto o
puedes dejar que se haga. Tiene más que tirar hacia ti, ambos sabemos eso.
Pero no tiene sentido que conviertas algo fácil en algo difícil sólo por fingir
que algo es fácil.
—Eso tiene sentido —murmuró, sus ojos moviéndose hacia su hijo
mientras su mano hacía lo mismo para llegar a descansar sobre la espalda
de Travis.
—Butterfly —llamó Joker y obtuvo su atención—. Quiere entrar. Está
empezando eso tratando de hacer que pienses que lo siente. Puedo ver ese
juego. Entrando aquí, él puede construir sobre eso.
—No va a construir sobre eso —respondió bruscamente.
Joker sonrió.
Ella era su chica, directa, sin tonterías, y quería asegurarse que él lo
supiera, incluso con su ex llamando a su puerta.
A él le gustaba, pero estaba bastante sorprendido que no lo necesitara.
Sabía que él estaba allí. Sabía por qué. Sabía que éste era su lugar
para estar. Porque sabía que merecía estar allí.
Y esto era porque sabía que no la perdería contra su ex. Desde el
principio, la forma en que ella estaba con su ex y la forma en que estaba con
Joker, no era una lucha. En realidad, era fácil de comprobarlo.
Tack había tenido razón.
Sabiendo que iba a terminar el día con su polla enterrada dentro de
ella, durmiendo con el peso de ella descansando contra él, sabiendo que le
daría lo que se había ganado, podía mantener la calma, principalmente
porque él no quería arruinarlo haciendo algo estúpido y perdiendo algo de
eso.
Sin mencionar que Carissa había demostrado que tenía carácter y no
sólo no tomaba su mierda, sino que era capaz de lanzarla de vuelta.
Eso no quería decir que el tipo no era irritante como la mierda y Joker
no estaba preocupado por lo que el idiota pretendía hacer pasar a su chica.
Sólo significaba que Joker no empeoraría las cosas para su chica perdiendo
su mierda.
No entraría en nada de eso con ella.
Él dijo:
—Solo está estableciendo su juego.
—Le pagaba a los abogados ciento cincuenta dólares al mes. No podía
permitírmelo, pero ese era el plan de pago que aceptarían. Eso va a significar
mucho para mí —declaró—. Y lo que apesta es que pensaré en él cuando
esté pagando mis cuentas cada mes y no tenga que pagar eso.
—Pensarás en él durante un mes, entonces dejarás de hacerlo.
—Me hará pensar en él de otras maneras —dijo.
—Sólo en maneras que te irriten.
—Esto es cierto —murmuró, sus ojos deslizándose de nuevo hacia su
hijo.
—Nena —llamó y miró de nuevo hacia él—. Está hecho. Tienes el poder
para creer eso. Así que hazlo.
—Está bien, voy a hacer eso porque tengo hambre y he cocinado esta
noche y está bueno. Pero una cosa más.
—¿Qué? —preguntó él.
—Big Petey no aceptará dinero.
Joker dejó caer su mano y se echó hacia atrás.
—Carrie, te dije que…
—Sé lo que dijiste, pero es inaceptable. Se ha negados hasta ahora
tres veces. Así que cuando pasó su cartera en el mostrador ayer, puse
trescientos dólares en ella. Hoy, cuando fui a la alacena por algo de comida
para Travis, esos billetes estaban metidos entre los tarros.
Joker comenzó a reírse.
—No es divertido —le espetó.
—Lo es —respondió, sin dejar de reír.
—No lo es —respondió ella.
Dejó de reír (lentamente) y cedió ante ella.
—Treinta años o menos, Butterfly, estarás en un momento en tu vida
cuando tu casa esté vacía y tengas tiempo en tus manos que quieras llenar
con lo que te guste hacer. Este muchacho —levantó a Travis de nuevo—,
podría estar casado, tenido hijos, tal vez necesité a su ma. Entrarás, de
manera regular o sólo para que él pueda llevar a su mujer por un helado,
¿quieres hacerle pagar?
Su rostro le dijo que su punto estaba demostrado, pero todavía
replicó:
—Big Petey no es mi padre.
—Big Petey es el padre de todos —disparó Joker de regreso—. Le gusta
de esa forma. Ha vivido mucho tiempo para construir ese respecto. Se lo ha
ganado y debería conseguirlo. Dáselo.
Ella otra vez le dijo sin palabras que había hecho su punto, pero eso
no significaba que no lo iba a presionar.
—Apenas me conoce.
—El amor y el cariño no llegan con el tiempo. Sólo llegan. Mi viejo
vecino del que te hablé, Linus, me echó un vistazo y supo que necesitaba a
un buen hombre en mi vida. No intervino hasta después de haber pasado
años de conocerme. En el momento en que tuvo mi atención, me invitó a ver
un partido. Lo necesitaba tanto, que no lo hice esperar por años antes de ir
y observar ese juego. Mientras crecía, tuve dos lugares seguros. Su casa y
cada vez que estaba con otra vecina en la mía, la señora Heely. Y tampoco
me dio lo que tenía para mí después de tomarse años para llegar a
conocerme bien.
Él se inclinó de nuevo, sosteniendo a su hijo, tocándola sólo con su
frente en la suya, y terminó:
—Sé que das cosas buenas. Y sé que te gusta la forma en que se siente
cuando se las das. Si estuvieras en su posición para hacer el bien, lo harías.
Ponte en sus zapatos. Siente lo que él siente cuando te da algo. Entonces
deja que Pete tenga eso.
Ella le sostuvo su mirada cerca y él vio la de ella brillar.
Travis dio una palmada en la mejilla de él.
Él observó sonreír a los ojos de ella.
—Está bien, cariño —susurró ella.
Se inclinó para besarla y consiguió otro golpe de parte de Travis, por
lo que por desgracia lo hizo breve.
Cuando se apartó, le preguntó:
—¿Con que vas a alimentarme?
Ella sonrió.
—Carnitas.
Con el drama terminado, se dio cuenta que podía olerlas. También se
dio cuenta que no había preparado nada para él, salvo ese pastel. Pero a
partir de su experiencia con el pastel y por lo que podía oler, sabía que
estaba a punto de darle algo más que iba a hacer que se enamorara de ella
aún más.
—Atiendes a Travis, voy a ordenar la cena —le ordenó.
—Lo tengo —murmuró él, moviéndose hacia el armario con la comida
del bebé, reprimiendo una sonrisa sólo de pensar en Pete poniendo el dinero
allí.
—¡Gah, duh, buh, buh, buh, muh! —Travis colocó su orden cuando
Joker abrió el armario.
—¿Carson? —llamó ella.
Él se giró hacia ella.
Luego se quedó inmóvil.
Ella no dijo nada. Se limitó a mirarlo.
Pero la suavidad en sus rasgos. El calor en sus ojos. La forma en que
sostenía su cuerpo. No tuvo que decir nada.
Eso lo decía todo.
Entonces el rostro de ella se hizo más suave, sus ojos más cálidos, y
frunció sus labios un poco, sin hacer ruido, solo mandándole un beso.
Después de eso se dio la vuelta.
Joker se volvió hacia el armario y su voz fue era más ronca de lo
normal cuando le preguntó a Travis:
—¿Qué te parece, muchacho? ¿Zanahorias?
—Buh nuh —rechazó Travis y Joker lo miró para observarlo con la
mirada fija hacia el armario con un serio rostro de bebé.
Joker sonrió.
Entonces, su pecho aligerado sostenido en su brazo, sus botas sobre
el suelo de una cocina en una casa propiedad de gente buena y ocupada por
su sueño, escogió patata dulce y carne.

Carissa

Ese domingo, estaba de pie en la habitación de Joker en el recinto en


mis vaqueros anchos, Converse, y la camiseta de Ride en la que había
derrochado en una celebración de no más honorarios de abogados (Speck,
en la caja registradora en la tienda, trató de dármela gratis, me negué,
hicimos un trato de cuarenta por ciento de descuento, así que fue un muy
pequeño derroche).
Estaba mirando alrededor en el lío que se había acumulado en lo que
había pensado que fue un corto período de tiempo desde la última vez que
limpié.
Travis se arrastraba a través de los escombros, que en su mayoría era
ropa sucia, y por suerte sin riesgos de asfixia con cosas como monedas,
teniendo el mejor momento de su vida.
Nos dirigíamos a comer, pero en el camino Joker tuvo que detenerse
para tener una reunión rápida con sus hermanos.
Así que ahí estaba yo, enfrentando a lo que podría no haber sido tan
colosal como el primer desafío, pero aun así era un desastre.
Mi cuerpo se sacudió cuando Joker sorprendentemente se asomó por
la puerta mucho antes de lo que esperaba, anunciando:
—La reunión se terminó, Butterfly.
—No tomó mucho tiempo —señalé.
—Era importante, pero no había mucho que decir —respondió, sin
venir hacia mí, sino yendo directamente por Travis, mientras lo veía doblarse
profundamente y tirar suavemente del calcetín que Travis estaba a punto de
meter en su boca desde su puño del bebé—. No chupe los calcetines, chico,
sucios o no.
Travis, sentado en su trasero, golpeó sus puños en sus muslos y gritó:
—¡Bah, jah, kah, lah!
—Lo que sea —respondió Joker, lo agarró y lo levantó.
Travis chilló en protesta, prefiriendo las maravillas sobre el suelo de
Joker a lo que yo pensaba que era mucho más maravilloso, estar en sus
brazos.
—¿Quieres que nos vayamos? —me preguntó.
—¿Alguna vez lavas la ropa? —le pregunté.
—No hasta que tengo que hacerlo —me dijo.
—¿Se te ha ocurrido que puedes tirar tu ropa en mi piso y el milagro
de la lavadora de Tyra la limpiará cuando lave la ropa, algo que ocurre con
regularidad?
El aire en la habitación se cargó con electricidad, pero yo no lo entendí.
—¿Joker? —llamé cuando se quedó allí, sosteniendo a un Travis
luchando por estar de vuelta en el suelo—. Carson —dije cuando seguía sin
responder.
Joker sacudió su cabeza ligeramente, sacudiéndose para salir de su
extraño estupor.
Luego dijo:
—Carrie, te dije que no tienes que resarcirme de esa manera.
—Lavo la ropa, Joker. Soy una mujer. Me gusta la ropa limpia —
respondí—. También soy una madre que le gusta que su hijo tenga ropa
limpia. En otras palabras, no hay problema si los vaqueros y camisetas de
mi motero están en una carga con el resto de nuestras cosas.
Su voz fue extrañamente suave cuando dijo:
—Nena, veo que no estás entendido que este es un salto de hacia
dónde nos estamos dirigiendo, y por mucho que me guste ese salto, no lo
daré si no entiendes de lo que se trata esto.
—¿Entender qué?
—Que tire mi ropa sobre tu suelo.
—Preferiría el cesto —contesté—. Pero tomaré el suelo si no tengo que
transportar tus cosas de aquí a casa o hacer un viaje especial y hacerlo en
las máquinas de aquí.
—Carrie, todavía no estás entendido —presionó con cuidado.
—¿Qué? —pregunté con impaciencia.
—Un hombre y una mujer están en un lugar determinado, cuando él
tira su ropa en su suelo.
Tiré mis manos en el aire.
—Bueno, obviamente. Pero estoy viendo que tú no lo entiendes. Una
mujer tiene que estar en un lugar determinado con un hombre para
permitirle alimentar a su bebé y reclamarlo cada vez que está cerca. Así que
estoy allí. Un motero apuesto es el único ser que se detiene para ayudarme
con mi neumático en la hora pico, con el tráfico congestionado de la I-25,
ese motero siendo tú, llegué allí rápidamente. Tú eres quien se quedó atrás,
dejando tu ropa sucia en el edificio equivocado.
El aire comenzó a vibrar cuando susurró:
—¿En serio me estás pidiendo mudarme contigo?
Mi cabeza se sacudió hacia un lado por la sorpresa.
Generalmente era tan rápido.
—¿Tengo que pedírtelo? Es decir, —lancé una mano hacia la cama—,
¿cuándo fue la última vez que dormiste aquí?
No respondió.
Lo miré fijamente.
—¿Soy tuya?
—Jo... —Apretó sus dientes y forzó a salir—: Sí.
—Entonces, ¿qué no estoy entendiendo? —pregunté.
—Es rápido —señaló.
—Está bien, lo es —estuve de acuerdo—. Pero, ¿es malo?
Se me quedó mirando.
Luego dijo:
—No.
—Si te asusta, no lo haremos oficial —ofrecí—. Podemos hacerlo oficial
cuando me lleves a una cita donde pueda usar mi fabulosa nueva camiseta
que no he sido capaz de ponerme desde que Elvira me la compró. Pero
podemos empezar con que dejes tu ropa donde es conveniente para mí.
Joker seguía mirándome fijamente.
—Entonces, ¿deberíamos buscar una bolsa de basura o tiene una
maleta o algo? —le pregunté.
No se movió.
—Joker —llamé.
Fue entonces cuando lo hizo.
Eso.
Puso su mano para cubrir el lado de la cabeza de Travis y presionó el
otro lado contra el pecho, antes de decir:
—Me molesta lo mucho que quiero follarte en este momento, viendo
que no puedo hacerlo.
Fue mi turno para no decir nada.
En parte por el hecho que me di cuenta en ese momento que, desde
la reunión con Angie, había maldecido, pero sólo frente a mí.
Nunca frente a Travis.
Salvo en ese momento, cuando Travis no tendría idea de lo que dijo,
sino porque yo no lo quería, Joker hizo que él no pudiera escucharlo de
todos modos.
Luego, más de lo mismo sucedió allí mismo, delante de mí.
Travis chilló, se empujó para alejarse, agarró el dedo pulgar de Joker,
lo metió en su boca y lo mordió. Era un bebé, así que todo iba a su boca.
Pero habían estado saliéndole los dientes y ya tenía uno saliendo, de manera
que la mordedura y su terquedad actual era por eso. Y sabía por experiencia
que no se sentía genial.
Joker ni siquiera hizo una mueca de dolor.
Y teniendo eso, supe todavía más que Joker iba a ser un excelente
padre, y lo sabía porque ya era uno. Podría no compartir sangre con mi hijo
y Travis ya tenía un padre.
Pero ahora tenía dos.
Otra parte fue lo que me dijo dándome un escalofrío, haciéndome
querer lo que él quería en una forma que yo también lo quería, allí mismo,
en ese mismo momento. Y me encantaba que él lo quisiera. Me encantaba
que mi guapo y varonil motero me deseara, justo como yo a él, haciéndome
sentir deseable.
Y la última parte era que iba a darme su ropa para lavar, lo que
significaba dejar su ropa en mi casa, significaba algo muy importante para
él. Él quería eso. Después me demostró que lo hacía.
Finalmente me ordené.
—¿Hay alguien por allí para cuidar a Travis durante media hora? —
pregunté y salió entrecortadamente.
—En planes de domingo. Todos ellos. Se dispersaron —respondió
Joker y salió en voz ronca.
—Maldición —susurré.
—Más tarde —dijo y era una promesa. Podía decirlo por la mirada en
su rostro que me hizo temblar de nuevo.
—Está bien. —Todavía estaba susurrando.
—Traviesa —dijo en voz baja.
Otro escalofrío. Uno más grande. Y mis piernas comenzaron a
temblar.
—Está bien —repetí con voz entrecortada.
—Ahora, el almuerzo.
Asentí.
—Después que te alimente, regresaremos y recogeremos mi ropa.
Otro asentimiento, pero esta vez lo hice con la curiosa sensación de
estar completamente encantada ante la idea de tener más ropa que lavar.
Levantó su mano hacia mí.
—Ven aquí, Butterfly.
Fui allí.
Tomé su mano.
Agarró la mía fuertemente.
Luego nos llevó fuera de su habitación hasta su camioneta, donde
puso a mi hijo en su asiento de seguridad en la parte posterior.
Nos llevó a comer.
Y más tarde, después de volver y recoger su ropa en una bolsa de lona
(así como en una bolsa de plástico), mientras Travis tenía su siesta
vespertina, Joker cumplió su promesa.
Tuvimos una silenciosa, necesariamente contenida pero espectacular
celebración de lavandería en mi sofá.
Y fue traviesa.
Capítulo 18
Vacilar

Joker

A la noche siguiente Joker se sentó en su camioneta, al ralentí en la


acera enfrente de una enorme casa que gritaba Estoy jodidamente cargado.
Hizo esto de observar a Carissa caminar por el sendero de la casa que
alguna vez compartió con su ex-idiota, llevando a su niño y su bolsa de
pañales.
Había estacionado de forma visible, y lo había hecho así para que él
pudiera ver y ser visto.
No se sorprendió, cuando el idiota abrió la puerta.
Tampoco se sorprendió que, incluso después de que Carissa le diera
besos y abrazos a su chico y se lo entregara y la bolsa, su idiota la
mantuviera enganchada en una conversación.
Además, no se sorprendió, de que él viera al idiota ubicarlo en el
momento en que el hombre había abierto la puerta.
Cuando esto se prolongó, Joker no tocó la bocina. No salió de la
camioneta, la rodeó, e hizo su presencia conocida de manera más agresiva
apoyándose contra esta y observando. O más agresiva que eso, caminar
hasta la casa.
Él esperó.
Le costó.
Pero Carissa era quien era, donde estaba ella con ese idiota, y donde
ella estaba con Joker.
Así como él sabía que ella haría, cuando tuvo suficiente, lo cortó y se
volvió de espaldas, mientras el tipo estaba todavía hablando.
Joker miró el volante y contuvo una sonrisa.
Oyó que la puerta se abrió y giró la cabeza para mirarla entrar.
Al segundo en que su puerta estaba cerrada y ella tomó el cinturón,
no perdió el tiempo metiéndolos en el camino.
Oyó el clic y dejó de ir lento, pisando el acelerador cuando preguntó:
—¿Estás bien?
—Cada vez, odio eso. —Hizo una pausa y fue más bajo cuando
repitió—: Lo odio.
Él podía ver eso, no le gustó mucho tampoco.
—¿Qué puedo darte, Butterfly? —preguntó en voz baja.
Ella no respondió.
La miró.
—¿Quieres cenar?
—No tengo hambre —murmuró.
—¿Quieres hablar? —ofreció.
—Nada de hablar —dijo.
—¿Te dio problemas? —preguntó Joker.
—Sólo preguntó un montón de cosas acerca de Travis. Cómo fue
nuestra semana. Nunca ha preguntado antes, por lo que no es difícil de leer
que en realidad no le importa ahora. Es sólo el juego que está jugando.
—¿Habló de pagar al abogado?
—No, a pesar de que parecía como que esperaba que yo dijera algo.
Pero no voy a decir gracias porque él se ocupe de una deuda que lanzó sobre
mí.
Oh sí, el tipo esperaba que ella dijera algo. Y fue una buena jugada
que no le diera lo que quería.
—Si quieres, la próxima vez te quedas en la camioneta, y yo llevaré a
Trav hasta la puerta —ofreció Joker.
—Puede que quiera —dijo en voz baja, y él la miró de nuevo para ver
si estaba mirando por la ventana lateral.
—¿Estas lista para mañana por la noche? —preguntó, mirando hacia
atrás al camino y esperando que un cambio de tema pudiera ayudar.
Pero incluso mientras esperaba, sabía que esto apestaba. La tenía,
mientras su hijo no estaba cerca y era Carissa. Ella era su chica. Era bueno
hasta el punto de que era increíble.
Pero tenerla cuando su chico estaba alrededor era algo más. Ella era
Carissa, su chica, su chica con sus dos muchachos con ella, y eso la hacía
tan feliz que no era bueno. Era espectacular.
Él se dio cuenta que se había vuelto para enfrentarlo cuando ella
preguntó:
—¿Cenar con las personas que hicieron tu vida soportable cuando
estabas con tu padre?
—Sí —respondió.
—Absolutamente —declaró resueltamente.
Él la miró de nuevo y entonces regresó a la carretera antes de
preguntar con cuidado:
—¿Nerviosa?
—No. Soy una buena novia. Los padres de Aaron siempre me amaron.
Hasta que él me echó, así es.
Se tragó la risa, sin cuestionar el hecho de que ella era una buena
novia ya que él estaba bien familiarizado con eso, pero aun así, le advirtió:
—La señora Heely perdió a su hijo. Él estaba en el ejército. Murió
sirviendo. Entonces, ella me adoptó extraoficialmente. Nunca lo he probado,
pero pienso que podría ser protectora.
—Bien —afirmó.
—Y exigente —continuó.
—Debería serlo. Tú mereces lo mejor.
Él le sonrió a la carretera, murmurando:
—Suerte que conseguí eso.
Ahí fue cuando sintió sus dedos envolverse alrededor de su muslo.
Cambió de manos en el volante y sacó sus dedos de su muslo
envolviendo los suyos alrededor de los de ella. Luego los dejó descansar allí,
dándoles un apretón.
—En una semana, lo tendremos de vuelta —dijo él en voz baja.
—En una semana, lo haremos —respondió ella de la misma manera.
Se quedaron en silencio, mientras él los condujo a casa.
Permanecieron en silencio sobre todo cuando llegaron a casa,
recalentaron las carnitas sobrantes, y se las comieron acostados en el sofá.
Joker hizo esto, dándole tiempo a Carissa para hacer frente a la
pérdida de su hijo. No le dio espacio, porque ella dejó claro que no quería
eso, pegándose, siguiendo su habitual delicadeza con él, pero le dio su
espacio en su cabeza.
Él tomó ese tiempo para estar en su propia cabeza.
Había cambiado su patrullaje cada vez que le tocaba desde que se
entregó a él. Dos semanas, estuvo con ella cada noche durante toda la
noche.
Esto no era un problema. Sin una mujer o niños en su vida, había
aceptado patrullar para sus hermanos tan a menudo, que tenía suficientes
marcadores para estar con ella un mes y aún tener algo de sobra.
Pero tenía que volver a la calle.
Tack quería que el club reclamara más territorio y el club había estado
de acuerdo. Habían empujado y obtenido la misma acción, simplemente más
de lo mismo, advirtiendo a distribuidores y prostitutas que salieran de su
territorio ampliado.
Había sido fácil, demasiado fácil. Los muchachos estaban
sospechando. Nadie estaba diciendo nada, y Benito Valenzuela no había
devuelto el golpe, pero Joker necesitaba salir a la calle. Él necesitaba
conseguir la sensación de esto.
Hablar con sus fuentes. Mantener su presencia allí. Ser uno con sus
hermanos y mostrar eso a aquellos que deberían verlo.
Carissa no sabía que él patrullaba, y tendría que hablar de eso con
ella pronto. Le daría esa noche porque lo necesitaba. Se daría a sí mismo la
siguiente noche porque era una gran noche para él, Carissa, Linus, la señora
Heely.
Pero el miércoles, su culo tenía que estar en la calle.
Por lo que tenían que tener esa conversación.
No entonces.
Sólo pronto.
Con este pensamiento, decidió que necesitaba otra cerveza. Sus platos
estaban en la mesa de café, por lo que también decidió que debían estar en
el fregadero.
Estaba a punto de encargarse de eso cuando Carissa se movió,
repentinamente girando para montarse a horcajadas sobre él.
Echó la cabeza hacia atrás, poniendo sus manos en sus caderas
mientras la miraba a los ojos para verlos en su camiseta.
—¿Nena? —susurró.
Ella levantó la mirada hacia él.
—Te necesito.
Había algo en su tono. Algo que no le gustaba. Era lo mismo lo que
ella le dio con sus palabras y la expresión de su rostro.
Era necesidad.
Pero lo que necesitaba… no, por qué lo necesitaba, en ese momento,
de repente girando para montarlo, ese tono en su voz, la expresión de su
rostro, le preocupaba.
En cualquier caso, lo necesitaba, por lo que iba a dárselo.
Él deslizó sus manos por sus costados y susurró:
—Toma lo que necesites.
Ella tomó su oferta.
Pero no lo besó.
Se aferró a su camiseta y tiró de esta hacia arriba. Él levantó sus
brazos para ella y ella tiró de esta quitándosela, lanzándola detrás del sofá.
Entonces se metió.
No en su boca.
En su cuello.
Pasó un tiempo allí, entonces curvó su espalda para darle lo mismo a
su pecho.
Sus pezones.
Bajando, él abrió las piernas mientras ella se deslizaba fuera de su
regazo sobre sus rodillas hacia el suelo.
Mierda.
Mierda.
Ella iba a chupársela.
No había hecho eso todavía, y sólo la idea de ver sus rizos color miel
extendidos por toda su entrepierna mientras lo trabajaba con su boca hizo
que su pene, ya endurecido con lo que había estado dándole, latiera.
Él quería eso.
Pero ella no había ido allí. Aún no. Él consiguió que se soltara y le dio
un buen momento, pero él hizo todo el trabajo.
Esto no le molestaba. A él le gustaba. Bajar y trabajarlo. Bajar sobre
ella y trabajarlo.
Pero incluso aunque lo deseaba, ella haciéndole esto a él ahora, no se
sentía correcto.
Ella deslizó sus labios sobre la cintura de sus jeans y su voz era gruesa
cuando él preguntó:
—¿Estás tomando lo que necesitas, Butterfly, o dándome lo que tú
crees que necesito?
Ella inclinó la cabeza hacia atrás, los dedos en su cremallera, y mordió
su labio mientras el pulso en su pene levantaba sus bolas con sólo una
mirada a su rostro.
Ella estaba en la zona.
Totalmente.
—Tengo que darte lo que necesitas —susurró.
—Nena, déjame darte eso a ti —susurró él mientras ella liberaba el
botón número dos.
Ella sacudió su cabeza.
—No esta vez, cariño.
Ella no podía extrañarse que él cediera en todo pero aun así, se sentía
bien saber que no lo esperaba.
—Carrie…
Otro botón a continuación.
—Quieres darme eso a mí, déjame.
Ella lo deseaba, estaría loco si no la dejaba tenerlo.
—Está bien, nena, no voy a detenerte.
Ella sonrió. Era suave y apenas allí, pero le hizo algo a sus ojos que
hizo que todo su cuerpo se apretara.
Luego dejó caer su cabeza, terminó con su bragueta y clavó los dedos
en los lados de los jeans para tirarlos hacia abajo.
Su pene voló libre y oyó su rápida, y caliente, ingesta de aire antes de
que fuera por este.
Sin conducirse como si hubiese estado hambrienta, ella se agarró, lo
posicionó, y lo tomó profundo en su boca húmeda y caliente.
Jesús.
Mierda.
Joker se deslizó por el sofá mientras su cabeza automáticamente cayó
hacia atrás y apretó su cuerpo para evitar levantarse, tomando el relevo,
follando su boca, que se sentía tan condenadamente dulce.
Entonces ella sopló, y Jesús, sin contenerse, chupó con fuerza,
bombeó con su mano más duro, lo tomó profundo. Si necesitaba un
descanso, le daba lamidas, rodeándolo, acariciando con su mano.
Ella podría ser torpe. Podía estar tan excitada que chocaba, golpeaba,
arañaba, mordía, se movía en una dirección cuando él quería que fuera en
la otra. Era lindo. Era excitante. Era ella.
Pero ella jodidamente impresionaba al seguir adelante.
—Mierda, Carrie —gimió, tan ido que casi no tenía en él advertirle de
lo que estaba a punto de tragar, cuando la perdió.
Fue ahí cuando ella fue de darle lo bueno a darle lo fenomenal.
—Condón, dulzura —susurró ella, su rostro enrojecido, sus ojos idos,
sus movimientos apresurados.
Él hizo lo que le pidió, buscando en su bolsillo para sacar la cartera,
sin apartar ni un momento los ojos de ella mientras se ponía de pie y se
quitaba la ropa. Justo enfrente de él. De pie entre sus piernas.
Sus ojos lucieron calientes y hambrientos clavados en su pene
mientras él se colocaba el condón y apenas llegó a la base antes de que ella
se subiera en él.
—Lo necesito —rogó, girando sus caderas, y él le dio lo que quería,
sosteniendo su polla para que ella la tome.
Encontró la punta y se sumergió por completo.
Joker la sostuvo por la cintura cuando se arqueó con fuerza, con la
cabeza cayendo hacia atrás, entregándole su cabello, mandíbula, pechos,
vientre, coño.
Mierda.
Maravillosa.
—Móntame, nena —gimió.
Ella enderezó la cabeza y al instante envolvió sus brazos con firmeza
alrededor de sus hombros, aferrándose mientras se movía, tomándolo
rápido y profundo, y como de costumbre, vocal. Dándole gemidos. Aullidos.
Gemidos. Gritos suaves. Conduciéndolo hasta el borde.
Presionó su sien con la suya, le dio sus ruidos justo en su oído
mientras él recorría su piel con las manos. Ahuecando un pecho, retorció el
pezón, y solo con eso, ella mordió el lóbulo de su oreja y su coño apretó su
pene.
Mierda, se deshizo.
Su control se rompió. Él la alzó de su pene y la puso de rodillas junto
a él en el asiento, de frente a la parte trasera del sofá.
—¡No! Joker, no te detengas.
No lo hizo. Él se puso de rodillas detrás de ella. Con su mano alrededor
de su pene, deslizó la punta a través de su humedad, encontrándola, y
siguiendo adelante.
Ella se aferró a la parte trasera del sofá y ladeó su culo aún más alto.
Su pequeño lugar caliente.
Cristo.
—Ahí vamos, Butterfly —gruñó, tomándola, toda ella, sus manos
desplazándose sobre ella, pellizcando sus pechos, tirando de sus pezones,
haciéndola rodar, moviéndose sobre su vientre, más abajo, una de sus
manos adentrándose y rodeando su clítoris.
—No pares —rogó ella, moviéndose con él, su cabello rebotando y
rozándole la cara mientras él dirigía su barbilla por su cuello y observaba
sus tetas también rebotando cada vez que él la embestía.
Mierda.
—No te detengas —gruñó él.
—No pares, cariño, por favor —gimió ella, levantando una mano del
sofá, girando el brazo y aferrando la parte posterior de su cabeza con ella,
sosteniéndolo fuerte contra sí misma.
Él deslizó la lengua por su cuello antes de susurrar:
—No voy a parar, Carrie. Voy a darte lo que necesitas. Tómalo,
Butterfly.
Ella lo tomó, aceptando sus embestidas a medida que cabalgaba su
pene a través de ellas, dándole a sí misma.
Ella giró la cabeza y él sostuvo su mirada, sabiendo que estaba cerca
de allí con un solo vistazo.
—Cariño. —Suspiró ella.
Él tomó su boca.
Cuando introdujo la lengua en su interior y la saboreó, todo su cuerpo
se quedó inmóvil mientras se corría, sus dedos empuñando el cabello de él,
su gemido conduciéndose por su garganta, su cuerpo moviéndose sólo
porque él no dejó de follarla porque no podía.
Y no lo hizo. Él la besó. La cogió. Tiró de su teta y rodeó su clítoris
hasta que sus gemidos llenaron una vez más su boca, ahora en gritos,
perdiéndose en el placer otra vez, sacudiéndose en sus brazos violentamente
cuando ella rompió el beso, mordiendo con fuerza su labio inferior antes de
soltarlo y gemir:
—Carson.
Es entonces cuando se condujo más profundo y se dejó ir, y Cristo,
fue tan condenadamente magnífico que hundió sus dientes en el hombro de
ella y en lugar de gemir, él tomó aire y gimió con fuerza antes de hundir sus
dientes con más fuerza.
—Sí —susurró ella, y a través de su orgasmo vagamente percibió que
ella seguía corriéndose mientras aceptaba su marca y su cuerpo se
estremecía en su agarre.
La sostuvo hasta que los dos dejaron de sacudirse y mantuvo el
asimiento en ella después de que el orgasmo se había ido.
Luego salió de ella, empujándola fuera del sofá con él de modo que
ambos estaban de pie. La sostuvo con firmeza incluso cuando él la volvió
para mirarla de frente y se subió los pantalones con una mano mientras la
aferraba con su otro brazo.
Inclinó la cabeza para besar sus labios entreabiertos, con los ojos
abiertos y la mirada fija en los de ella nebulosos. Al ver esa neblina, sus
labios sonrieron cuando rozaron los de ella.
—Quédate, ya regreso —murmuró, esperó su asentimiento soñador
en acuerdo y volvió a sonreír cuando él la soltó y rápidamente rodeó el sofá.
Se inclinó para alcanzar su camisa, la alzó, y odió cuando la vio de pie
allí, todavía jadeante, su rostro relajada y desenfocada de su orgasmo doble,
su hermoso cuerpo a la vista, mientras él estaba al otro lado de la parte
posterior del sofá y tenía que hacer lo que tenía que hacer.
Pero era lo que ella necesitaba, así que susurró:
—Butterfly.
Se concentró en él y Joker le lanzó la camiseta.
Justo cuando lo hacía, Carrie se inclinó y se dejó caer en el sofá, pero
la atrapó y miró hacia él.
—Gracias, cariño.
Sonrió cuando ella empezó a amontonar la camiseta de él, y entonces
se dirigió al cuarto de baño para ocuparse de los asuntos.
Volvió a salir y no tardó en reclamarla y acomodarla donde la quería
para lo que había decidido que iba a ocurrir a continuación mientras la
follaba e iba al baño.
Lo que significaba que le puso su camiseta y acomodó sobre su
espalda en el sofá con él encima de ella. Entonces alcanzó el control remoto
y apagó el televisor.
Después de eso, plantó sus antebrazos en los cojines y enmarcó su
cabeza entre sus manos.
—En primer lugar, ¿tomas la píldora? —comenzó.
Ella parpadeó y luego sacudió la cabeza.
—No.
—¿Por qué?
—Bueno, eh… no la necesitaba.
—Tienes una polla en cama al que le gusta tu coño, así que eso es
tiempo pasado —señaló lo más obvio y entonces sugirió lo que era en
realidad una orden—: Empieza con ella.
—Es co-pago —dijo ella en voz baja.
—¿Cómo dices? —preguntó.
—Tengo seguro. Aaron aseguró a Travis así que no es tan malo, pero
escogí el plan que me costaba menos y cualquier prescripción tiene un co-
pago bastante grande…
—Carrie, me ofrecería a pagar pero eso sería un desastre contigo solo
por decirlo, sin los honorarios de los abogados probablemente puedes
permitirte asumir un co-pago. Luego tu hombre se puede hacer la prueba.
Estoy limpio así que puedo tomarte sin nada entre nosotros.
Sus ojos se agrandaron y susurro:
—Oh.
Ella quería eso.
—Así que nos ponemos manos a la obra, ¿sí? —demandó.
Ella asintió.
—Correcto, ¿qué opinas de hacerlo de inmediato? —dijo él.
La boca de ella hizo un puchero y asintió de nuevo.
Eso estaba hecho.
Lo siguiente.
—Está bien, en segundo lugar —empezó—. No me atrevo a
mencionarlo después de que solo me ofreciste este pedazo caliente y dulce
de culo, tanto como me gusta, y ese culo estando desnudo justo ahora y
todo lo que estás vistiendo es mi camiseta, y me gusta eso demasiado, pero
¿tu ex alguna vez te llevó allí?
—Me llevó… —Vaciló, su cabeza recostada en el cojín—. ¿A dónde?
—Allí, Carrie, allí —replicó Joker—. ¿Te hizo terminar? ¿Te hizo
venirte?
Él observó su expresión ir de cautelosa hasta que el rosa se deslizó a
sus mejillas, pero solo Carissa, se lo seguía concediendo.
—Algunas veces, después, él me daba el tiempo.
Maldita mierda.
—¿No durante?
—Yo no… No era… —Pasó saliva—. Tú eres mejor.
—No mierda —le respondió—. ¿Pero ni una vez?
Ella deslizó su mano por su espalda hasta sus omoplatos.
—Lo que quiero decir es que tú eres mejor conmigo. Tú, bueno… lo
traes fuera de mí.
Él sacudió su cabeza.
—No, Carissa, tú lo tienes, lo dejas libre y me lo das. Lo tenías con él.
Él sólo no se hizo cargo de eso. Algunos hombres son egoístas y son todo
sobre sus pollas. Confía en mí, eres una jodida realmente caliente. No toma
casi ningún esfuerzo leer todo eso e ir por ello. El hecho de que ese hijo de
puta ni siquiera intentara hacer ese esfuerzo me enfurece.
Lucía confusa.
Adorablemente confusa.
Pero él estaba enojado con su maldito ex, así viéndolo, se encontró
con que no había ni un solo momento cuando ella fuera adorable y no
traspasara a través de su rabia.
—Yo… bueno, cariño, ¿no te gustaría que me dieras algo que él no me
ha dado? —preguntó.
—No, porque significa que no lo tuviste, por malditos años, los cuales
apestaron para ti. Sin mencionar que te mantuviste pidiéndome que no me
detuviera, cuando no había forma de que lo haría hasta que no te llevara
allí.
El rostro de ella se cerró y su voz era un susurro cuando dijo:
—Dejaré de hacer eso.
Ella lo tomó a mal, así que él presionó al interior de un lado de su
cabeza con una mano.
—No, Carrie. Haces que venga de forma natural. No me quejo de que
quieras que espere por ti. Eso es demasiado sexy. Cualquier hombre te
querría desnuda, húmeda, jadeante y rogando por más. Estarían locos si
no. Ese es el punto. Cualquier hombre estaría loco si no, y si ellos fueran
cualquier hombre de todos, te darían eso, y no te lo darían algunas veces
después en compensación. Esa mierda es jodida. Pero ahora, tengo que
saber lo que tengo en mi manos. Pensé que entendía de dónde venía eso
pero ahora lo sé con certeza. Y me enoja.
Ella empezó a acariciar su columna mientras lo asimilaba con cautela.
—Creo que los dos entendemos que Aaron no era suficiente en
muchas maneras.
—Bueno, eso es importante —respondió—. Entonces de nuevo, todas
las formas que puedas cuidar de tu mujer lo son. Él sólo no hizo ni una
mierda con cualquiera de ellas.
Sintió que el cuerpo de ella se endurecía y luego se aflojaba casi de
inmediato bajo él, pero no se dio cuenta realmente.
Él estaba enfocado.
Y ellos tenían una cosa más que tratar.
—Ahora, Butterfly, lo tendrás ahora mismo soy bueno en cualquier
momento que me quieras para follar y alejar tus preocupaciones. Pero
después te daré mi polla, tienes que darme lo que sea que quieras darme.
Un orgasmo es una cosa muy buena. Dos de ellos es mejor. Pero nunca
borrarán lo que está jodiendo tu cabeza.
Ella observó el interior de sus ojos dándose cuenta que eran fáciles de
leer, que él se había dado cuenta antes de que su mirada se deslizara a un
lado, luego a su barbilla, y finalmente de vuelta a los suyos cuando dijo:
—Quiero esto hasta el final.
¿Qué mierda?
—No voy a ir a ninguna parte —gruñó.
Ella envolvió ambos brazos alrededor de él y lo sostuvo fuertemente.
—Lo sé, cariño. Eso no es lo que quiero decir.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que él está siendo bueno conmigo. Dándome dinero.
Trayéndome a la puerta a Travis, y tú estuviste alrededor para ver los
resultados de la última vez que hizo un desastre conmigo. Acabo de empezar
a llegar al otro lado de eso y ahora está cambiando las tácticas y yo… yo
no… —Sacudió su cabeza—. No quiero atravesar por eso de nuevo.
Ahí estaba.
—Y no quiero arrastrarte a través de eso conmigo —terminó ella.
Y ahí estaba todo.
—Lo repetiré, Carissa, no voy a ningún lado.
—Somos nuevos —le dijo ella.
—Somos sólidos —le dijo él.
—Yo… eres asombroso. —Su voz de repente subiendo de tono—. ¿Yo?
¿Mis desastres? ¿Mi equipaje? ¿Mi hijo? Lo tomaste todo. Los hombres no
hacen eso. ¿Cuándo será suficiente?
Él instantáneamente se dio cuenta de su error.
No más espacios para la cabeza de Carissa.
—Jesús, nena, ¿de dónde viene esa mierda? —preguntó.
—No solía tener ningún equipaje, y todavía el hombre que me dio a mi
hijo hace un par de horas tuvo suficiente y se deshizo de mí.
—Ahí es de donde viene —murmuró él.
—Verlo —siguió ella—, me recuerda que se deshizo de mí. No pienso
en eso. Me lanzó lejos. Y eso fue devastador. Honestamente no creo que
hubiera sobrevivido. En el momento. Pero había estado con él un largo
tiempo y las vendas se fueron secando. Y tuve un bebé en mi panza, lo cual
lo hizo peor. Y no tuve nada más que un montón de muebles y un acuerdo
que era una broma, no fue divertido. Fui solamente demasiado joven y
estúpida con miedo a no saber que era solo eso. Así que eso fue eso. Pero lo
que tengo contigo, si lo mismo sucediera, ¿qué haría? ¿Qué haría Travis?
Perdí un mal esposo que eventualmente descubrimos era malo y quizás por
el camino lo hubiera querido perder. Pero eso nunca va a suceder contigo.
—No, jodidamente no va pasar.
Su barbilla se echó para atrás con las palabras de él.
O quizás era su tono.
No dio una mierda por eso. Él no había terminado de hablar.
—Entiendo que lo veas, y con jodiendo con tu cabeza, todo esto sale a
la superficie. Pero Carissa, no soy él.
—Por supuesto —susurró ella.
—Quiero tu coño libre y abierto para mí. Quiero venirme dentro de ti
así tendrás mi semen en tu interior y quiero eso de una forma que sé voy a
seguir queriéndolo. Esa mierda no está pasando. Eres para mí. Pensé que
eso lo había dejado claro.
—Lo hiciste.
Ella se lo concedía.
Pero él aún no paraba de hablar.
—Un hombre como yo no va a vivir sin su coño, Carrie. Así que quiero
al tuyo exclusivamente, y por mucho tiempo que significa que te quiero de
ambas formas y no te quiero sólo porque quiero follarte. Te quiero. Pensé
que ya lo había dejado en claro.
—Em… bueno, lo hiciste.
—Entonces deja ir esa mierda.
—Yo… de acuerdo. —Ella le sostuvo la mirada y preguntó
dudosamente—: ¿Estás… em… enojado conmigo?
—No, estoy enojado con él por arruinar tu cabeza tanto que no puedes
simplemente estar debajo de mí con mi camiseta puesta sabiendo que eres
un paquete completo. Un buen trasero. Hermosamente linda. Una completa
boba. Dulce. Amable. Divertida. Testaruda. Sarcástica. La mejor mamá del
mundo. Eres el tipo de paquete por el cual los hombres entregarían su pene.
—Se presionó contra ella—. Toma.
—Oh —susurró.
—Y preferiría tenerte disponible tanto como pueda, pero estoy
pensando que debo trabajar para que lleguemos a ese punto y él me dio eso
pero más que nada te dio eso a ti y como dije, eso me molesta.
—Em… bueno, sólo digo, tu manera colorida de compartir todo lo que
piensas ha sido educativa en ese aspecto.
—¿Así que mi mensaje quedó claro?
Ella volvió a inclinar la cabeza y alzo la mirada.
—Bueno, eres Carson Steele, el chico del que todas estábamos
enamoradas en la secundaria. Y eres Joker, el miembro de Chaos
considerado un genio por Wilde and Hay. Y estás aquí, declarándome tu
devoción hacia mi... em, parte especial, después de hacerme llegar al clímax
dos veces. Por lo que creo que estoy bastante feliz aquí acostada debajo de
ti con tu camiseta porque si a ti te gusto yo por completo, entonces, te digo,
que tu paquete completo me gusta mucho más.
Finalmente, Joker se relajó y comenzó a reír.
Ella prosiguió.
—Por lo que, sí, me parece que quedó claro tu mensaje.
—Bien —le respondió, aún riendo.
Ella le puso una mano en la mejilla y deslizó el pulgar por su
abundante barba, sin dejar de mirarlo a los ojos.
—Voy a sobrevivir a lo que sea que me tenga preparado —le dijo en
voz baja—. Pero quizás tú debas soportarlo conmigo.
Ahí Joker dejó de reír.
—Lo soportaré contigo, Carrie, pero mientras lo haga, tú tendrás que
aceptar mi honestidad.
Y con eso, ella finalmente sonrió.
—Me gusta tu honestidad.
—Genial.
—También me gusta el sexo en el sofá —declaró.
—Eso lo descubrí ayer cuando viniste aquí.
Ella siguió sonriendo.
Pero comenzó a desaparecer cuando ella inclinó la cabeza y lo besó
antes de volver a dejarla caer en el almohadón. Entonces estaba
mortalmente seria.
—Sigo enamorándome de ti, Carson.
Jodidamente brillante.
Ella le dio lo que necesitaba con una mirada.
Y él le dio a ella lo que necesitaba tomando su boca.
Se besaron. Se acurrucaron. Se tocaron. Hablaron de cosas
importantes en susurros, como de Linus y la señora Heely y del papá de ella.
Lo hicieron por un largo rato, en el cual él logró que ella estuviera en paz.
Y poner los platos en el fregadero fue lo último que él hizo antes de
unírsele en la cama, donde Carissa se quedó dormida encima de él, con su
camiseta puesta.

Cuando el celular sonó en la mesita, Joker abrió los ojos.


Carissa seguía presionada a su lado, estirándose y alzando la cabeza
mientras él tomaba el aparato. Miró la pantalla, vio quién llamaba y a qué
hora, y se tensó antes de atender.
—¿Sí?
—Perdona, hermano, sé que estás en la cama con Carrie por lo que
odio decirte esto, pero Nightingale encontró a Heidi —le dijo Tack—. Pero no
el Nightingale que tú pusiste. Hank.
El hermano de Lee.
Un policía.
Mierda.
Sentía que no podía ser algo bueno.
—Joke, odio aún más decir esto, pero lo que encontraron fue feo.
Tengo que avisarles a todos los hermanos.
—¿Dónde? —gruñó.
Tack le pasó la dirección y antes de colgar le dijo:
—Pues móntate.
—Lo haré —respondió Joker, colgó y se giró hacia su chica.
—¿Está todo bien? —preguntó inmediatamente.
—Negocios del club, Carrie, tengo que irme —le dijo.
Entre las sombras ella vio el reloj despertador.
—¿Negocios del club a las dos y media de la mañana?
—Tengo que irme —repitió—. Averiguaré qué sucede, y cuando vuelva,
te lo explicaré.
Ella se irguió sobre sus antebrazos.
—¿Alguien salió herido?
—No —mintió—. No en el club. —Le dijo la verdad—. Pero no creo que
sea algo bueno, y debo irme.
—Oh... em... de acuerdo, cariño.
No lo dijo con seguridad pero debía irse, así que se inclinó y la besó.
Y entonces salió de la cama.
Treinta y cinco minutos más tarde, estaba sobre su moto afuera de la
dirección que Tack le había pasado. Pero aunque Tack sólo le hubiera dicho
el barrio, lo habría podido encontrar. Estaba rodeado de patrulleros, con las
luces encendidas, una cinta de escena del crimen acordonando todo, y hasta
curiosos, a pesar de la hora que era. Tanta actividad policial los hizo
levantarse de las camas para salir a ver lo que pasaba.
Joker se dirigió al grupo de motocicletas, estacionó la suya y vio a sus
hermanos reunidos en la acera. Tack se encontraba allí y ya se le habían
unido Hop, Shy, Boz, High, Roscoe, y Snapper.
Lee Nightingale y su mano derecha, Luke Stark, estaban con ellos.
Y por último, Hawk Delgado, Mitch Lawson y Brock “Slim” Lucas
también se encontraban ahí.
En otras palabras, esencialmente todos los matones de Denver, afuera
del resto del equipo de Lee, el resto del equipo de Hawk, el resto de los
hermanos de Chaos y Knight Sebring y su equipo. Joker no se sorprendió
de ver que Knight no se encontraba allí, dado que Knight no estaba del buen
lado de la ley ni caminando por la línea divisoria como Chaos, Nightingale,
y Delgado.
Pero considerando cuál era el trabajo secundario de Knight y lo que
Joker sospechaba que estaba a punto de descubrir, Knight Sebring se
interesaría.
Y si lo hacía, entonces esa mierda que Joker conocía en sus entrañas
acababa de volverse un desastre que explotaría a lo grande. Joker se acercó
al gran grupo de hombres que observaban a Tack.
Pero cuando se ajustaron para permitirlo en el círculo, fue Lee quién
hablo.
—Lo siento, Joker, Hank tomo el caso. Sabía que estaba en ello por ti
así podía darme aviso si oía algo. Oyó algo y me llamo.
—Heidi lo trajo —adivino Joker.
—Sí —confirmo Lee.
—Joke, hermano —le hablo Tack, y Joker lo miro—. Hay una razón
para que los hermanos estén aquí. Necesitas ver. Pero antes de seguir con
la cinta, necesitas mantener tu mierda junta.
—Dices que es feo —dijo Joker.
—Este tipo de cosas nunca es linda —respondió Tack
tranquilamente—. Pero esto es peor.
—¿Valenzuela? —pregunto Joker.
—Absolutamente —gruñó High, y era un gruñido furioso que era más
allá de Valenzuela haciendo un movimiento y haciéndolo usando una mujer.
Así Joker sabía que esto no se iba a ver feo.
Iba a ser feo.
Miro a Tack.
—Muéstrame.
Tack asintió y se giró hacia Lee, pero Luke Stark ya lo había
desenvuelto y estaba poniendo la cinta con el hermano de Lee, Hank.
Tack y Joker se movieron en esa dirección, después de alzar su
mentón, Hank sacó la cinta. Joker y Tack se agacharon. Hank dejó caer la
cinta y comenzó a caminar. Joker y Tack lo siguieron.
—Una llamada anónima al nueve-uno-uno la atrajeron —murmuró
Hank—. Probablemente una adicta usando este callejón para una dosis o
conectar para comprar.
Se detuvo y miró a Joker.
—¿Estás bien?
No. No lo estaba. No podía decir que le gustaba Heidi, pero podía decir
que no quería que lo que sea le pasó le pasará a ella.
—Estoy bien —respondió.
Hank asintió y siguió caminando.
Policías estaban moviéndose por todas partes, tomando fotos,
poniendo marcas en el asfalto, anotando basura, juntándose y conversando.
Finalmente llegaron a ella.
Había sido cubierta.
—Hazme un favor, ¿sí? —dijo Hank, y un uniformado miró en su
dirección, captó el mensaje, y se arrodilló junto al cuerpo.
Cuando lo hizo, Joker notó que el uniformado era un buen policía.
Supo esto con la manera cuidadosa con que elevó la sábana sobre Heidi.
Era una mujer muerta en un callejón quien merecía respeto. No era solo un
cuerpo en exposición, y la trataba de esa manera.
Joker la miró y se congeló sólidamente.
Esto no era porque vio a una Heidi sin vida.
Era porque la palabra Chaos había sido marcada en su frente.
—Feo —dijo Tack tranquilamente a su lado—. Pero, Joke, hay más y
tampoco es bueno.
—Muéstrame —gruñó Joker.
El uniformado miró a Hank y debe haber recibido el adelante porque
levantó aún más la sábana.
Su camiseta estaba levantada.
Y en su estómago, la palabra Joker estaba marcada.
—Mierda, mierda, mierda —dejó salir Joker.
El uniformado dejó caer la cubierta.
—Tack dice que tus chicos la conocían —acotó Hank, y Joker lo miró.
—La cuadrilla de Valenzuela, enviados a trabajar por nuestro parche
—le dijo Joker lo que sabía Tack ya le había dicho.
—¿Es especial para ti? —preguntó Hank.
—Teníamos una relación —compartió Joker.
—¿Quieres compartir eso conmigo? —presionó Hank.
—Consiguió efectivo por información sobre Valenzuela —le dijo Tack—
. Ya te dije eso, Nightingale.
—Estoy tratando de entender por qué Valenzuela, si él hizo esa mierda
de marcar el nombre de uno de tus chicos en su estómago —respondió
Hank.
—Como ya te dije, informaba y su contacto era Joker —respondió
Tack.
—Y estaba embarazada —dejó salir Joker, y Hank lo miró.
—¿Era tuyo?
—No —dijo Joker—. Nunca la toque.
—¿Valenzuela piensa diferente? —prosiguió Hank.
—Obviamente —murmuró Joker.
—Podría ser un mensaje diferente, hermano. Solo diciendo que sabía
que era tuya —le dijo Tack.
—Podría ser, pero no importa jodidamente cuál sea el mensaje de ese
imbécil, excepto el hecho que una mujer y su bebé están muertos debido a
ello —respondió Joker.
—Calma, Joke —advirtió Tack, leyéndolo fácilmente.
—Estoy calmado —cortó, pero no lo estaba.
Aún extendería el esfuerzo para descubrirlo. No podía mantenerse
quieto, pero estaba lo suficientemente al límite para no perder su mente, dio
la vuelta sobre sus botas, y encontrar alguien a quien lastimar.
—Tack dice que dejó la cuadrilla de Valenzuela porque estaba
embarazada, ¿eso es correcto? —preguntó Hank.
Joker asintió y agregó:
—Se había ido, Hank. Estate sorprendido que aún estuviera en la
ciudad. Valenzuela hizo esto, sin duda, pero la rastreó para hacerlo.
—Antes que esto pasara, Lee me dijo que la estabas buscando porque
compartió que estaba lista para encontrar un hogar para su bebé —continuó
Hank.
Esa era una buena forma de ponerlo.
—Si —confirmó Joker.
Hank se acercó así que Tack se acercó.
Pero Joker no alejó sus ojos de Hank.
—Bastante claro que esto no es Chaos, pero también está claro como
la mierda que lo que era confuso solo se puso más confuso. No está en mí
saber qué estabas haciendo con Mitch y Slim. No quiero estar en
conocimiento. Lo que sé es que tienes a dos de mis hermanos en
conocimiento. Tienen sangre azul. Y van a mantener a su equipo limpio.
Pero necesito coartadas para todo Chaos, y me importa una mierda que eso
repercuta en tus refuerzos. Haces lo que tengas que hacer para mantener
ese equipo limpio.
—Los tienes —dijo Tack.
Hank se giró hacia Joker.
—Por el amor de Dios, dime que tienes una coartada.
—Con mi mujer toda la noche.
Hank suspiró y asintió.
—¿Por qué le ruegas a Dios? —preguntó Tack, y Hank lo miró.
—Por qué Joke está en la mira, y estar en la mira de Valenzuela no es
algo bueno. Quizás solo sea esa mujer —inclinó su cabeza a la calle donde
Heidi estaba—. Quizás sea una venganza específica. Valenzuela juega por
todos los ángulos, y Chaos es conocido por su arma de elección. Esos serían
los cuchillos.
—No voy a marcar mi propio nombre y el de mi club en el cuerpo de
una mujer muerta —gruñó Joker.
—No, no lo harías —dijo Hank—. Pero la historia pasada, cuando
Chaos era un club diferente, miembros tenían un modo con los cuchillos y
estaban tan alzados sobre sus propios culos, que no les importaba marcar
su territorio.
Esta era una historia no compartida mientras era un recluta, y Joker
miró a Tack.
Tack lucía furioso.
—Esa no es historia pasada, Hank, es historia antigua —comenzó
Tack—. Solo un jodido hizo eso, y su espalda esta ennegrecida por poner a
Chaos allí con mierda como esa, sin mencionar que está viendo como está
pasando hasta que muera por tener su cabeza metida en su culo. Marcó a
Chaos, pero cuando el club estaba jodido, estaba más jodido, e incluso los
hermanos quienes querían caminar ese oscuro camino se encaminaron
antes de que lo sacara del club y removiera su parche.
—A pesar de que quieras reclamar aquello, aún era Chaos. Mierda
como esa se hace legendaria, y las leyendas nunca mueren —respondió
Hank.
—¿Así que crees que Valenzuela está inculpando al club? —preguntó
Tack.
—Creo que no pasó desapercibido a nadie que estás limpiando un
nuevo parche, y nadie incluye a Valenzuela —dijo Hank a modo de
respuesta—. Ahora, tú ya sabes cuidar tu espalda, así que no lo repetiré —
miró a Joker—. No sé si eras cercano a ella, pero lamento tu perdida.
No era cercano a ella, pero no quería a ella y su pequeño muertos.
—Gracias —murmuró.
Hubo una sacudida de manos, y Tack y Joker caminaron hacia la
cinta. Cuando lo hicieron, Joker vio que Lee se había quebrado y estaba
parado con Luke y otro miembro de su equipo, Hector Chavez.
Se miraron, y asintieron, y se agacharon bajo la cinta para ir con sus
propios grupos, el cual había crecido para incluir a cada miembro de Chaos,
excluyendo aquellos en ronda, pero incluyendo a Big Petey.
Apenas se detuvieron antes de que Hawk declarara:
—Sé que no les va a gustar, pero pienso que necesitan parar de
reclamar más territorio.
—Eso no va a pasar —replicó Tack.
—Una mujer está muerta —respondió Hawk.
—Chaos no la mató —dijo Tack.
—Tu avance fue muy agresivo —replicó Hawk.
—Está hecho y no va a ser desecho —comenzó Tack—. Tomamos
nuestro territorio, nos mantenemos firmes.
—¿Entonces qué? —preguntó Hawk—. Su juego de regreso fue ese. —
Y apuntó a la cinta, indicando a Heidi.
—Correcto —dijo Brock Lucas, la mirada sobre Hawk—. Tú y Tack
pueden discutir sobre el color del cielo.
No importa cuán cercanos Hawk y Tack fueran, era la condenada
verdad. Luego otra vez, bueno antes de Cherry, Tack había hecho una
movida por la ahora esposa de Hawk y la madre de sus tres chicos. Una
jugada que fue casi exitosa. La mierda cayó para hacerlos hermanos, pero
incluso los hermanos peleaban. Especialmente cuando mujeres estaban
involucradas. Ambos hombres eran buenos con lo que tenían. Pero ningún
hombre nunca deja esa clase de mierda ir.
—Alguien habló, entregando a Heidi —dijo Hop.
—Aquel que trataste de dar vuelta —replicó Hawk a Hop.
—Podría ser cualquiera de ellos. Todos ellos sabían que se entregó a
Joker —le dijo Snapper a Hawk.
—Correcto, y estaba buscando una manera de enviar un mensaje, y
lo repetiré, su jugo de regreso fue ese —gruñó Hawk.
—Chaos hizo su jugada. No pueden retractarse, Hawk, y lo sabes —
cortó Brock—. Y algo tenía que dar, todos lo sabíamos —dijo esto mirando
a su compañero y amigo policía, Mitch Lawson—. Valenzuela es avaricioso,
pero es cuidadoso, hemos estado todos acostados esperando sin que nada
pasara. Va a andar en puntillas para cometer un error. Chaos presionó y
vamos a esperar que caiga. Por ahora, en línea baja, nadie es responsable
por esa mujer en el callejón excepto Valenzuela. Cualquiera de nosotros
puede asegurar eso, porque todos nosotros estábamos de acuerdo con
Chaos presionando. Solo no sabíamos cómo Valenzuela iba a contraatacar.
Apesta, pero esto es guerra, y estos jodidos no pelean justo. Ni siquiera
cerca. Así que vamos a bancarla y vamos a seguir nuestro camino.
Vigilancia. Información. Mensaje. ¿Ahora puedo irme con mi esposa?
—Lo sé, me voy a casa con la mía —dijo Tack.
Lawson miró a los cielos.
No estaba a bordo, supo Joker. Luego otra vez, era un tirador experto.
O tan experto como podía ser, fue un comando, un ex agente encubierto de
la DEA, y un motociclista con una misión.
Pero tan tirador experto como era, era aún un mejor hombre. Un
hombre que cuidaba la espalda de sus hermanos no importaba qué
significara eso.
Así que quizás no estuviera a bordo, pero estaba de acuerdo con lo
decidido.
Los hombres se separaron, pero Joker captó miradas entre los
hermanos, estas emanaban de Tack y su teniente, Hop y Shy.
Ninguna palabra fue intercambiada, pero Joker sabía.
Heidi quizás haya sido lo que Heidi era por razones que tuviera para
ser eso.
Pero estaba al cuidado de Chaos, era suya.
Ahora estaba muerta en un callejón, su bebé muerto en su interior,
con palabras marcadas en su piel.
Así el equipo se expandió a sus misiones de vigilancia, información y
mensaje.
Pero Chaos solo agregó venganza.
Varios de sus hermanos se apretaron cerca de Joker mientras
caminaban a sus motocicletas.
Mientras se paraba para ponerse sus guantes, sintió una mano en su
hombro y se giró para ver a Shy.
—¿Estás bien? —preguntó Shy.
—Estoy bien —respondió Joker.
—Jodida manera de ponerlo, hermano, lo siento —dijo Shy.
Joker no tenía respuesta para eso porque lo que Shy dijo era verdad.
—Escucha a Lucas —dijo Snapper, quien su motocicleta estaba junto
a la de Joker—. No está en ti.
Sabía que no estaba. Tiempo había pasado. Se había ido. A salvo.
Nightingale la encontraría, pero no la encontró en ningún lugar cercano a
Denver.
También la encontró Valenzuela. La arrastró de regreso y la utilizó
para su mensaje.
—Lo diré una vez más —dijo Joker a Snapper, pero lo hizo tranquilo,
no enojado—. Estoy bien.
—Monten —dijo Joker, ya sobre su motocicleta.
Aquellos a su alrededor se alejaron y Joker subió su pierna sobre su
motocicleta.
Encendieron, retrocedieron.
Luego como uno, Chaos marchó.

Carissa se sentó en la cama, piernas cruzadas frente a ella bajo las


mantas, usando su camiseta, luces encendidas, y lo miró.
No sorprendentemente, que esperara por él.
No sorprendentemente, cuando regresó, le preguntó si todo iba bien.
No sorprendentemente, lucía muy jodidamente preocupada.
Mucho más temprano de lo que quería compartir a esta hora tan
profundo en la mañana solo quería ir a dormir, compartió.
Todo.
O todo lo que sabía sus hermanos les decían a sus viejas damas. No
había mentiras, pero no quiere decir que las viejas damas no fueran
protegidas de algunas verdades.
Algunos hermanos compartían más que otros.
Bastaba decir, Joker no incluyó el hecho que acababa de estar en una
escena del crimen donde había una mujer asesinada con su nombre y el de
su club marcado en su piel.
Pero sabía la historia de Chaos y su misión, su territorio y vigilancia.
También sabía algunas historias sobre Valenzuela.
Ahora eran pasadas las cinco de la mañana, y tenía todo lo que iba a
obtener.
—Butterfly, es tarde. Tienes turno en un par de horas y tengo una
fecha de entrega. Solo lo retrasé un montón por ti, no quiero presionar, pero
necesito que me hables así sé cómo estás.
—Así que… —Comenzó, se detuvo, comenzó otra vez—. Eres… —Otra
vez se detuvo y luego comenzó—. Esencialmente… —Su cabeza se hizo a un
lado—. ¿Un vigilante?
Realmente no había nada esencialmente sobre ello.
—Esencialmente —comenzó.
—¿Y hay malos tipos quienes están furiosos contigo porque salvaste
a la amiga de Tabby, quien era una adicta de estar en una película porno?
Nunca en su vida quería estar discutiendo filmes porno con su buena
chica, Carissa, a menos que tuviera su cabello salvaje y tuviera el deseo de
ser seriamente traviesa y mirar una con él.
No fue por ello.
Solo dijo:
—Sí.
—La policía está involucrada, así que la esperanza es que no llegue a
eso.
—¿Pero estás en peligro? —susurró.
—Potencialmente —dijo.
Ella calló.
—Tú no. Este tipo sabe que su problema es con los hermanos —le
aseguró.
—No había pensado en eso —murmuró.
Maldición.
—Nena… —comenzó.
—No quiero ofenderte al hacer comparaciones —dijo sobre él y
continuó—. Pero Aaron defiende criminales. Tú… no.
Eso era bueno.
Pensó.
Así que le dio más con la esperanza de hacerla entender.
—Como dije, el club estaba atado a una mierda asquerosa —le dijo—
. Tack tomo el club, fue hostil, y los sacó. Esto fue antes de mí. Pero espero
esté de más decir, no sería un hermano si aún fueran lo que eran. Dicho
eso, sin decir que si supiera dónde Tack los estaba dirigiendo, no estaría
dispuesto a poner el club donde está ahora. Tenemos dos misiones.
Mantener la tienda y el garaje funcionando, mantener nuestro parche limpio
así esa mierda jamás puede tocar otra vez al club. Me uní sabiendo ambas
y dando mi lealtad a ambas. Chaos no es un club del que soy un miembro
de ello, Carrie. Es parte de mí. Ese trabajo es parte de mí. Y necesito que
entiendas eso.
—Bueno, por supuesto.
Fue entonces cuando la estaba mirando.
—¿Eso es todo? —pregunto.
—¿Qué es eso?
—¿Estás bien con ello?
Se encogió de hombros.
—Si cambiaras mi rueda y me llevaras a tomar café, compartiendo
todo esto, probablemente no. Pero ahora te conozco. Los conozco. Sé quién
eres. Sé por lo que te vales. Y no es por el garaje, y la tienda y vigilar. Es la
familia. ¿Así que estoy feliz con mi nuevo, guapo y masculino novio
motociclista, y sus hermanos están peleando por poder con un tipo malo?
No. ¿Estoy bien con el hecho de que me tomaste como soy, todo mi equipaje,
la manera que mi vida estaba revuelta, las desconocidas maneras con que
Aaron esperaba mantenerme revuelta, y no dudaste? Si. Un millón de veces
sí. Así que no diría mucho de mí si a la primera oportunidad, dudara de ti.
Maldita sea, la amaba.
Directo, a sus entrañas, por el resto de su vida, la amaba.
No le dijo eso.
Le dijo:
—La mierda de hombre masculino motociclista que dijiste es linda,
Butterfly, pero también es tonta.
Sonrió, poniéndose de rodillas, gateó hasta donde estaba sentado al
borde de la cama, se giró. Se acercó, aterrizando su cadera para presionarla
sobre la suya, y puso una mano en su pecho.
—No soy tonta —susurró.
Totalmente lo era.
—Lo que sea —susurró de regreso.
—No estoy segura que pueda regresar a dormir por toda la hora que
pude hacer eso —compartió.
—¿Qué estás segura puedes hacer? —preguntó.
Se inclinó y recorrió su nariz por su mandíbula.
Eso es lo que estaba esperando sería su respuesta.
Y esa era una respuesta para un montón de cosas, todas de lo que
justo habían hablado.
Una respuesta que le gustaba.
Afortunadamente, también estaba seguro que podía hacer eso.
Así que la jaló en sus brazos, la puso sobre su espalda, y lo hicieron.
Capítulo 19
Una buena novia

Carissa

Mientras mi motociclista estaba en la cocina preparando el café, con


ojos adormecidos, yo estaba de pie en el baño lavándome los dientes,
pensando en todo lo ocurrido la noche anterior y más temprano esa mañana.
Le di a Joker lo que necesitaba darle cuando charlamos.
Eso no significaba que lo que dijo no me alarmara.
Lo hacía.
Y a la luz del nuevo día, cansada y a punto de enfrentar trabajo y una
gran cena para conocer a los amigos esa noche, la alarma aumentó.
Aún cepillándome, vi a Joker entrar al baño vistiendo sólo sus
vaqueros (y me refiero a sólo eso, se los puso sin nada debajo para hacer el
café), su milagroso pecho (y hombros, y cabeza, y rostro, etc.) a la vista.
Y vi sus tatuajes.
Tenía una gran variedad que me explicó eran tatuajes de Chaos. Uno
enorme en su espalda, uno en la cara interna de sus bíceps, y uno en la
cara externa del antebrazo.
También tenía uno sobre su pectoral izquierdo que era una carta de
un comodín.
Para ser sincera, nunca me gustaron los tatuajes. Se me hacían muy
comunes, no como algo vulgar, sino porque todos se hacían uno, y así
dejaban de ser geniales.
Pero Joker me había explicado la historia de sus tatuajes de Chaos, y
la de la carta del comodín era obvia.
Por lo que cambié de opinión.
Para empezar, eran impresionantes de ver. No era experta en arte,
pero evidentemente eran arte. Arte sobre la piel.
Pero eran más. Contaban la historia de la persona que los llevaba. La
tinta por siempre en la piel era su historia, o lo que era importante para
ellos, o las lecciones que habían aprendido y no querían olvidar. Esto me
hizo prestar más atención a los tatuajes de todos los hermanos de Chaos, y
dejé de juzgarlos mientras leía sus vidas, sus pensamientos, sus lecciones
en la piel.
Para Joker, lo que más me gustaba era que sus tatuajes mostraban
que su vida comenzó al unirse a la hermandad. No tenía tatuajes de antes,
ninguno que se hubiera hecho por enojo al dejar a su padre para hacer su
propia vida comenzando con un auto lleno de cosas y nada más.
Me gustaba que, en cambio, hubiera tatuado su piel cuando encontró
su lugar, y como estaba tan seguro que lo era, que prometió serle fiel y lo
puso de forma permanente en su cuerpo.
Viniendo de un hombre como Carson “Joker” Steele, eso decía mucho
del lugar que había hallado.
Levanté la mirada de su pecho a sus ojos mientras él se posicionaba
detrás de mí. Seguí cepillándome pero lo hice de forma automática cuando
puso una mano en mi cadera y la deslizó debajo de mi camisón (otro de tela
elástica, estilo blusa, que aún quedaba y se veía bien, color verde) hasta mi
estómago.
Luego lo vi agachar la cabeza y besar mi hombro.
Fue ahí que mis ojos viajaron a mi hombro y vieron el chupetón que
me había dejado ahí. Era mucho más que una simple marca. Tenía bordes
morados que mostraban claramente dónde había clavado sus dientes.
Y fue ahí donde Joker apoyó sus labios ahora.
Mi estómago se hundió y yo cerré las piernas mientras su mano se
deslizaba por mis costillas y movía sus labios para besarme el cuello.
Me soltó, se alejó, y buscó su propio cepillo de dientes.
Pero yo seguía cepillándome y mirando esa marca.
Mi reacción física fue sólo a medias por el toque de Joker, porque me
gustaba, su intimidad, su familiaridad, y la belleza de verlo dármelo frente
al espejo.
Mayormente, era por esa marca. Porque él la besó. Porque él la hizo.
Y porque yo la tenía.
Y tenerla, y cómo la obtuve, lo que se dijo después, y más tarde, la
forma honesta en que Joker me dio lo que tenía que darme más temprano
esta mañana, la tensión que sentía se desvaneció.
Chaos eran motociclistas. Y estar cerca de ellos implicaba que aprendí
que los motociclistas eran como las personas normales. Estaba segura que
había clubes más tenebrosos, más peligrosos, otros que atraían a ese tipo
de personas. Probablemente habría otros más casuales, sobre montar los
fines de semanas y juntarse con amigos, otro tipo de hermandad que no era
una familia.
Y luego estaba Chaos.
No se me escapaba que eran hombres rudos, duros, y complicados.
Incluso antes de que Joker compartiera lo que me compartió, no habría
esperado que cantaran en el coro de la iglesia los domingos.
Pero Tack eligió a Tyra.
Y Hop eligió a Lanie.
Y Tabby eligió a Shy.
Se habían casado. Estaban teniendo hijos.
Y eran devotos.
No como Aaron había sido “devoto” conmigo.
Eran devotos.
De verdad.
Sin mencionar que Stacy era muy agradable y no era la esposa de
nadie, pero a los chicos les encantaba tenerla cerca y podía ver por qué.
Porque los chicos eran rudos, duros, complicados, gente de familia, y
leales a sus almas. Podría ser una definición del bien diferente que incluía
vigilancia, lo que en realidad no era algo bueno.
Pero era bueno para ellos.
¿Y quién era yo para juzgar?
No podía decir que me alegrara que mi motociclista y sus amigos que
ahora eran mis amigos estuvieran posiblemente en peligro.
Podría decir que sabía con todo mi ser que no sólo podían cuidar de
sí mismos, no harían nada estúpido para ponerse en peligro. Lo que estaba
ocurriendo con este tipo malo no se trataba de eso. No iban de eso. Y no
harían pasar a sus seres queridos a través de eso.
Así que tenía que confiar, y había pasado una década confiando en el
hombre equivocado, por lo tanto, había aprendido.
Esta vez, estaba en lo cierto. También lo sabía en lo profundo de mi
ser.
Sintiéndome contenta con esto, habiendo resuelto todo en mi cabeza,
dejé de cepillarme, escupí, me enjuagué, y me dirigí hasta mi hombre. Me
acerqué, obligándolo a alejarse del mostrador, y seguí adelante.
Él besó la marca que me dio.
Yo besé la marca que se dio a sí mismo, deslizando mis labios por la
carta del comodín.
Luego incliné mi cabeza hacia atrás y le susurré:
—Voy a preparar café.
Él siguió rozando mi piel pero sus ojos, ya calientes de mi tacto, se
suavizaron.
Me permití un momento para asimilarlo antes de alejarme para
conseguirnos a mi hombre y a mí un poco de café.

En mi primera pausa para el café en el trabajo, ya no estaba


sintiéndome contenta.
Esto se debía a que habíamos tenido una mañana lenta y Sharon, yo
y los otros cajeros tuvimos tiempo de charlar.
Les había compartido que estaba viendo a alguien y que iba a conocer
a sus amigos esa noche.
Ellos se quedaron sorprendidos por mí (ninguno sabía todo acerca de
Aaron, pero todos sabían que era un idiota).
Luego, Sharon me preguntó qué iba a llevar.
Y al instante empecé a sentir pánico, porque conocer a los amigos de
tu hombre no implicaba una camiseta ajustada o un vestido de algodón
ceñido o una camiseta con lentejuelas.
¡Especialmente cuando uno de ellos vivía en una casa asistida!
Y no tenía ninguna ropa post embarazo que sirviera.
Ni una cosa.
Así que tenía que formar un plan, cosa que hice.
Y ahora estaba en la sala de descanso con el teléfono en mano y estaba
sonando en mi oído.
—Hola, nena, ¿qué hay? —preguntó Elvira en mi oído como saludo.
—¡Momento de pánico! —chillé.
—Eh… ¿cómo?
—He quedado con los amigos de Joker esta noche —le dije en un
apuro—. No, como, amigos motorizados. Como, a la mujer que cuidó de él
cuando era un niño y su padre estaba fuera de parranda y lo dejó solo en
casa sin cenar. Y cuando digo niño, quiero decir, que tenía ocho años.
—Ay —murmuró.
—Además el hombre que le dio un buen ejemplo en su vida, ya que no
tenía uno, también va a estar allí. ¡Y su familia!
—Señor, Carissa, esta mierda es importante. —Elvira me dijo algo que
ya sabía.
—Lo sé, y no tengo nada que ponerme.
—Oh-oh —murmuró, entendiéndome por completo, justo como sabía
que lo haría desde que era una chica.
—Estoy en el trabajo, pero Tyra dice que puedes tener tiempo libre
para ir de compras —dije tomando la iniciativa (y esperanzada).
—Seguro. Lo tengo. Estoy en ello —respondió inmediatamente.
Parpadeé hacia mi taquilla.
Eso fue fácil.
—¿En serio? —pregunté.
Ella no respondió. Sólo dijo:
—Por supuesto.
—Um… bueno, también necesito zapatos.
—Por supuesto, nena —repitió.
Cielo, esto duele. Realmente duele. Sorprendentemente, después de
meses sin mucho dinero era un milagro que pudiera respirar, tenía miles de
dólares en una cuenta de ahorros y mis gastos mensuales habían
disminuido drásticamente.
Pero había sido tiempos apretados y cualquier cosa podía suceder
(como tu automóvil necesitando cuatro neumáticos nuevos). Ahora tenía un
respaldo cuando sentía como si nunca hubiera tenido un respaldo en mi
vida. Era bueno tenerlo. Y estaba aterrada de arruinarlo, definitivamente no
por ropa nueva.
Además, no había gastado dinero en mí durante tanto tiempo,
centrándome en Travis y sus necesidades (como debía ser), se sentía raro el
sólo considerar hacerlo.
Extraño como en culpable.
—Carissa —añadió Elvira con impaciencia.
—Bueno, tal vez doscientos, a lo sumo, en todo.
¡Ufff!
—¿Necesitas ropa interior? —preguntó.
De hecho, en cierto modo la necesitaba, pero no sabía cómo pedirle a
Elvira que se encargue de eso. De todos modos, sólo Joker la vería, y a
diferencia de mis camisones, nunca había mencionado nada de mi ropa
interior (que era, sin duda, ni de cerca dignas de mencionar) así que no creía
que fuera una prioridad.
—Necesitas ropa interior —decidió por mí—. ¿Cuándo tienes que estar
ahí?
—A las seis y media.
—En tu casa. Las cinco.
—Llego a casa a las cinco y diez.
—Tu casa, a las cinco y diez.
—Está bien —susurré.
—En eso. Nos vemos —dijo y entonces la escuché colgar.
—¿Acabo de cometer un error? —le pregunté a la taquilla.
No hubo respuesta, y necesitaba un poco de café más y llegar a mi
caja, por lo tanto, no podía esperar a lo que nunca iba a venir a mí de un
manojo de acero.
Tampoco podía seguir preocupándome.
Y de todos modos, Elvira ya estaba en marcha. Era Elvira. No la había
conocido desde hace mucho tiempo pero sabía una cosa.
A menos que fuera un hombre llamado Hawk interviniendo (y no lo
era), no había vuelta atrás.

En mi hora de almuerzo, fui a mi taquilla para buscar mi teléfono y


ver si Joker me había escrito (porque siempre me escribía cuando estaba en
el trabajo, y de costumbre era dulce).
La abrí como la había abierto varias veces durante meses.
Pero esta vez, lo hice y me quedé helada porque, mirando en blanco
en la taquilla, un recuerdo me golpeó, y sobre ese llegó otro.
Todas estas eran mis cosas, excepto los muebles de la habitación de
invitados, pero ahora estaban fuera de la taquilla. Todo estaba
desempaquetado. Todo a la vista.
Pero el boceto que Carson Steele me dio antes de irse de la ciudad y
luego regresar como Joker no estaba en mi casa.
—Oh, no —susurré, porque también había recordado de pronto algo
entre toda la agitación del último año que había olvidado por completo.
Tenía cosas en el ático de la casa de Aaron. Un par de cajas llenas de
anuarios, algunos álbumes de fotos, monedas conmemorativas que el tío de
mi madre me dio por razones que no entendía, pero siempre las había
conservado.
Y ahí es donde estaba el boceto de Joker, enmarcado y escondido
porque a Aaron no le gustaba, sin importar que se tratara de mí y que era
precioso. Cuando nos mudamos juntos después de la boda, lo saqué una
vez y él me había dicho (no me preguntó) que lo guardara.
Lo guardé.
Y luego, en el momento que mi vida era un desastre, lo dejé atrás.
—No —susurré de nuevo.
Tenía que recuperarlo.
¡Maldita sea!
Agarré mi teléfono, lo volví hacia mí, y deslicé el pulgar en la pantalla.
Como de costumbre, Joker me había escrito, y como de costumbre,
era dulce.
Esta vez, era: Estás en mi mente.
Eso me gustó.
Lo que no me gustó fue la notificación por encima que decía que tenía
una llamada perdida y un correo de voz de Aaron.
Uff.
Bueno, tenía a mi hijo y podría tratarse de Travis, por no hablar de
que necesitaba hablar con él acerca de las cajas, así que rápidamente le
envié un mensaje de vuelta a Joker: Yo también, cariño. Te veo esta
noche.
Y entonces escuché al correo de voz de Aaron, que se limitaba a decir:
—Hola, Riss. Cuando tengas un segundo, llámame. ¿Bien? Nos
vemos, dulzura. —Todo esto como si nos dejáramos mensajes de voz entre
sí todos los días debido al hecho de que estábamos enamorados, casados,
teníamos un bebé, y todo era miel sobre hojuelas.
Esta no era una sorpresa. Esta era la forma en que se comportaba
cuando intentaba volver a meterse en mi lado bueno, ya que de lo contrario
me mantenía alejada.
Pero esta vez, no sentí esperanza por su comportamiento.
Sólo sentí exasperación.
Tomé aliento y pulsé el botón de devolución de llamada, esperando
que todo estuviera bien con Travis, esperando además que Aaron no saliera
con ninguna tonterías sobre el hecho de recuperar las cajas en su ático, y
por último, esperando que cayera al correo de voz (por supuesto, sólo si
Travis estaba bien).
El teléfono sonó dos veces antes de él contestar:
—Hola, Riss.
Luché contra una arcada y pregunté:
—¿Travis está bien?
—Está bien, nena.
¿Nena?
Nunca me había llamado nena.
—Escucha —continuó—. Voy a estar trabajando esta noche. ¿Puedes
venir a la oficina? Tenemos que hablar. Conseguiré comida y podemos
hablar sobre eso o cualquier cosa.
¿Estaba loco?
—Tengo planes para esta noche, Aaron —le dije—. Así que tal vez
puedes decirme qué es lo que quieres discutir mientras puedes ahora.
—Me gustaría hacerlo en persona.
—¿Se trata de Travis? —insistí.
—En cierto modo —respondió evasivo.
No tengo tiempo para esto.
—Está bien, Aaron, estoy en el trabajo en mi hora del almuerzo y tengo
que comer, así que no tengo mucho tiempo. Me ayudaría mucho si pudieras
ser más preciso.
Vaciló por un momento antes de decir:
—Se trata de Travis, tú y yo.
¿Tú y yo?
—Puede que no te hayas enterado de esto, pero no hay un tú y yo —
señalé.
—Riss…
—Para —susurré.
Él se detuvo.
Luego empezó de nuevo.
—Estuvo mal decir eso.
Tenía tanta razón.
Entonces, como solía hacer, entendió mal.
—La manera incorrecta de ir sobre el asunto. Esto es importante. Le
pediré a mamá que cuide de Travis y te llevaré a cenar para que así podamos
hablar. Puede que necesite un poco de tiempo antes de que pueda escapar
del trabajo, pero te llevaré a un sitio bonito.
Estaba loco.
—Aaron, por favor no hagas esto —dije tranquilamente.
—¿Hacer qué? —pregunto—. ¿Sentarme con mi esposa a hablar sobre
nuestra familia?
¿Su esposa?
¿Nuestra familia?
Quería patearlo. Desde que no podía, perdí la paciencia con él.
—No puedo hacer esto ahora —lo corté.
—Lo arruiné —dijo gentilmente—. He estado pensando mucho, no
puedo sacarlo de mi cabeza. Lo arruiné, Riss, y quiero arreglarlo. Estoy
tratando de arreglarlo. Y tengo que hablar contigo sobre lo que he estado
pensando.
—Solo digo que no puedo hacer esto ahora —le recordé—. Estoy en el
trabajo. Tengo que almorzar y regresar a mi caja.
Antes de que pudiera continuar para poder terminar nuestra
conversación, murmuró:
—Odio que trabajes como cajera en una jodida tienda de alimentos.
Deje pasar eso, desde que en realidad él me puso en esa caja pero no
pensé que eso terminaría nuestra conversación más rápidamente si le
recordaba eso.
En su lugar, seguí con lo que quería decir.
—Ya que estás aquí. Descubrí que después de la mudanza dejé
algunas cosas en tu ático. Un par de cajas. Me gustaría recuperarlas.
—Las llevare a tu casa esta noche —ofreció instantáneamente.
Eso fue fácil, lo que era bueno, solo no lo que necesitaba.
—Como dije, tengo planes —le dije—. ¿Pero quizás pueda pasar
después del trabajo alguna noche esta semana y tenerlas?
—Lo que sea que quieras, Riss. Saldré de la oficina y estaré allí. Y
quizás puedas cenar con Travis y conmigo o algo.
¿Qué hay de Tory?
No pregunté.
Dije:
—Te enviaré un mensaje, para dejarte saber.
—Genial. Subiré y las bajaré.
Estudié mi banco de memoria y no podía recordar así que solo podía
esperar que las cajas estuvieran cerradas y selladas.
Y también podía solo esperar que no las revisara. Le dije sobre el
bosquejo y quién lo había hecho. Si lo veía de nuevo, quién sabía qué haría
con él.
Y lo quería de regreso.
No, lo necesitaba de regreso.
—Correcto, um… te hablo luego, Aaron.
—Está bien, cariño, ten un buen día.
Me estaba poniendo enferma.
Aun así, para mantenerlo lejos de volverse un idiota (o exponer que
aún era uno), dije:
—También ten un buen día. Buena suerte con el caso.
—Gracias, cariño.
Tragué de regreso una arcada y dije adiós.
No esperé que regresara mi despedida antes de arrancar, correr,
conseguirme un sándwich desde el Deli, regresar a la sala de receso, y
comerlo mientras llamaba a Joker y contarle mi última historia de ridiculez
de Aaron (aunque dejé fuera la parte donde Aaron aún tenía el bosquejo de
Joker).
Cuando acabé de decirle y tenía precisamente seis minutos antes de
regresar a mi caja, me recalcó:
—Tengo que admitir, esta mierda es algo divertida.
—Me alegro que pienses eso —murmuré.
—Déjalo ir, Butterfly —aconsejó—. Y la mejor manera de hacerlo es
darle vuelta desde lo que parece que es para ti, un dolor en tu trasero, para
lo que en realidad es. Desesperados actos de un imbécil quien jodió su vida
al dejar ir la mejor cosa que tenía en ella. Ganas al solo ser tú. Está frotando
su propia nariz en su perdida.
Esa era una mucho mejor manera de verlo.
—Gracias, cariño —dije suavemente.
—No hay problema, Carrie. ¿Vas a regresar? —preguntó.
—Sí —contesté tristemente.
—Está bien, nena, te veo esta noche.
—Está noche.
—Hasta luego, Butterfly.
—Adiós, cariño.
Cerré mi teléfono, lo puse en mi casillero, tomé el resto de mi soda de
un trago, limpié y regresé a mi caja.

Me apresuré por la puerta trasera, arrojando mi bolso a un lado,


donde lo escuché resbalar contra la encimera y caer al piso.
Ni siquiera me detuve a mirarlo.
Solo me detuve en la encimera y lancé el gran arreglo de flores de
LeLane que había comprado como la caja de cupcakes que conseguí en la
pastelería y luego reanudé mi carrera.
Cuando lo hice, Joker se dirigió hacia la cocina, diciendo:
—Carissa, Elvira y…
—¡No hay tiempo, no hay tiempo, no hay tiempo! —Lloré, agitándole
mi mano y sin mirarlo tampoco mientras corría por un lado.
Rodeé la esquina de la cocina hacía la sala de estar y me patiné hasta
detenerme en seco sobre mis Converse.
Todo mi interior tembló frente a lo que estaba delante de mis ojos.
Esto sería Elvira parándose (en un fabuloso vestido envolvente y aún
más fabulosos tacones de plataforma) junto a mi mesa de centro con mi sofá
cubierto en tantas bolsas, que era aterrador.
Excepto por una pequeña sección que estaba ocupada con un alto
hombre negro (largo como alto y musculoso) con una cabeza rapada y una
perfectamente formada barba de candado. Estaba estirado con sus piernas
estando casualmente cruzadas.
No le presté atención al hombre negro.
—¡Teníamos presupuesto! —chillé.
—Lo sé, lo sé, lo sé —respondió Elvira, alzando sus manos, palmas
hacía mí, presionándolas en mi dirección repetidamente—. Pero, chica, no
hago lo lindo, hago asombroso. Me volví loca, termine en Forever 21 y tuve
un quiebre. Me puse tan extrema, tuve que llamar a Malik.
Con la palabra Malik, ondeó su mano hacía el hombre en mi sofá y lo
miré.
—Soy Malik —dijo en una voz que se deslizó sobre mí como jarabe
caliente—. El hombre de Elvira.
Estaba en pánico, pero aun así, a pesar del excepcional estilo de
Elvira, su hermoso rostro, su fabulosa piel, y el cabello que sabía incluso
sin la educación de estilista que intentaba tener un día, le encajaba
absolutamente perfecto, tomé el precioso tiempo de estar asombrada frente
a su hombre.
No es que ella no pudiera atraparlo.
Solo que era guapo tipo Hollywood en el sentido que estaba bastante
segura era famoso, porque si había algo correcto en este mundo,
simplemente él lo era.
—Uh… hola —salude tímidamente.
Sus labios llenos se curvaron, exponiendo sus blancos dientes.
Mi cuero cabelludo comenzó a temblar.
—Malik puede comprar —comenzó Elvira y aparte mis ojos de su
hombre—. Es tan bueno en ello, me podía retirar. Por ejemplo —desplazó su
mano por su fabuloso vestido para salir, indicando sus más fabulosos
zapatos, diciéndome que Malik los escogió, lo que decía todo—. No me
retiraré, porque si no puedo comprar, quizás podría dejar de respirar, pero
solo dice que es bueno en ello.
—Puedo ver eso, Elvira —chillé, caminado hacía atrás del sofá—.
¡Desde que hay siete mil bolsas en mi sala de estar! —terminé gritando esto.
—Podemos devolver lo que no quieras —respondió—. Pero ahora
tenemos mucho para elegir y no tienes mucho tiempo. Así que, chica —
movió su mano hacía mí—, trae tu trasero para acá.
Llevé mi parte trasera para allá, y lo hice al poner una mano en el
respaldo del sofá y lanzándome, lo que tiro cinco bolsas al suelo.
Las cejas de Elvira se alzaron. Escuché una profunda risa que era
como seda vocal, junto con una ruda risa motociclista que era casi el mejor
sonido en el mundo (secundada solo por la risa de Travis).
Ignoré todo eso y comencé a sacar cosas de las bolsas.
Elvira se unió y comenzamos a sacar conjuntos (vergonzosamente con
ropa interior combinada pero no pude dejar la vergüenza de hacer esto
enfrente de Malik y posiblemente él había escogido alguno de ellos por mí,
tenía que enfocarme) cuando escuché a Joker decir:
—Señora Heely, voy a dejarle saber que probablemente vamos a estar
un poco atrasados.
Con eso, mi cabeza se giró a un lado, mi visión se nubló con vivido
horror y chillé:
—¡No le digas eso! ¡Va a pensar que soy grosera! ¡Nunca has ido tarde
a una cena, incluso si es familiar! ¡Vamos a ir a tiempo incluso si me mata!
Joker me sonrió y siguió.
—Carrie acaba de salir del trabajo y está escogiendo un atuendo.
Sentí que mis ojos se volvieron enormes mientras mi corazón se
detenía.
Pensé que quizás me desmayaría mientras Elvira murmuraba:
—Hombres. No tienen idea. —Luego sentí su mano sobre mi brazo y
sus labios en mi oído—. Enfócate.
Asentí repetidamente.
—Correcto, sí, enfocarse. Correcto.
En nada de tiempo (desde que la mitad solo Elvira podía lucirlo,
algunas solo Lanie podía lucirlas, otras solo Tyra podía lucirlas, y solo tres
conjuntos yo podía lucirlos) lo redujimos.
Ellos estaban dispersos sobre mi sofá y estaba saltando de pie en pie.
—¿Qué piensas? —pregunté.
—Me gustan todos. Son perfectos para ti. No puedo decidirme.
¡Mierda! —respondió Elvira, mi pánico claramente se transmitió a ella.
—¿Qué paso con, “No estoy nerviosa. Seré una buena novia”? —
preguntó Joker y mi cabeza (y la de Elvira) otra vez se dispararon en su
dirección—. Vuelvan a eso —terminó.
—No estás ayudando —le informó Elvira.
—Querida. —Calma vino a mí mientras una mano golpeó mi espalda
y salté, giré mi cabeza y atrapé la mirada cálida como expresso de Malik—.
Rosa —dijo suavemente.
Bajé la mirada y repentinamente fue como un faro.
Era absolutamente el rosa.
Me incliné, alzándolo (fino vestido rosa con cuello en V, delicados
encajes adornándolo, el mismo que las cortas mangas, con un modesto pero
revelador largo que era de varios centímetros sobre mi rodilla, además de
ropa interior, y sandalias de plataforma crema entretejidas que tenían brillos
dorados que se enredaban en la tela y cintas que se envolvían y se ataban
al tobillo).
Empujando entre Elvira y Malik, moviéndome alrededor del sofá,
gritando:
—¡Gracias! —Y seguí corriendo por el corredor, gritando—: ¡Te debo
una!
Luego corrí hacía mi cuarto y cerré la puerta.

Me senté en la camioneta de Joker, jalando el borde de mi falda,


pensando que era modesto cuando estaba parada, no mucho cuando estaba
sentada, y esto me estaba enloqueciendo.
—Butterfly, relájate. No te van a comer.
Miré al lado para ver a Joker, a quien no había notado durante mi
crisis más temprano se había afeitado.
—Luces dulce —continuó.
—Gracias —murmuré, jalando mi borde.
Me miró y de regreso a la carretera antes de preguntar:
—¿Qué cambio de la calma de ayer a la mega locura de hoy?
—Sharon me preguntó qué iba a usar —respondí.
—¿Eso es todo lo que tomó?
—Eso y la comprensión de lo que uso no es solo un reflejo de mí, sino
de ti. Y que le di una buena novia a los padres de Aaron, probablemente
porque en el interior, esperaba mostrar, que no era una imbécil total y sabía
en algún lugar en mi interior que Aaron era un total imbécil. Así que
probablemente en realidad no me importaba qué pensaban de mí porque,
en lo profundo, sabía no estarían en mi vida por mucho. Por desgracia, no
me di cuenta antes de que desperdiciara años en él y le diera un hijo.
Afortunadamente para mí, también tuve ese niño. Pero ahora, contigo, estas
personas, lo que significan para ti y lo que te dieron, ellos importan. Lo que
piensan de mí y lo que piensan de ti escogiéndome es importante. He allí…
la mega locura.
Estábamos conduciendo a través de un área residencial, pero, aun
así, Joker cambio de dirección inmediatamente en la curva detrás de un
auto estacionado. Jadeé mientras dirigía la camioneta hacía el
estacionamiento, desabrochó mi cinturón, me envolvió con un brazo y me
jaló hacía él.
Luego me besó, duro y exhaustivamente, con lengua.
Estaba respirando fuertemente cuando rompió el beso, y tan
sorprendente como era, no pregunté por qué era.
Sabía por qué era.
Su gente importaba, él importaba, y le gustaba que supiera.
Así que, en lugar, moví una mano que tenía en su cabello a su suave
mejilla.
—Te deshiciste de tu barba —susurré.
—Sí —susurró de regreso—. Corté mi cabello y me afeité por la señora
Heely. No le gustaba cómo estaban antes. —Se detuvo antes de terminar—.
Y ella importa.
Sentí que mis ojos se humedecían.
—Le explicaré a ella, Carrie —continuó—. Lo dejaré crecer de nuevo
para ti. Lo entenderá y lo aceptará.
—Tu rostro, cariño, tu decisión.
Lo miré sonreír antes de que se moviera aún más cerca (y no estaba
tan lejos), se inclinó, y deslizó su nariz por mi mandíbula, deteniendo esa
pizca de fabulosidad al dejar un suave beso en mi cuello.
Luego me regresó a mi asiento y giró el volante.
Inhalé un firme respiro y me abroché.
Joker salió.
En unos pocos minutos, giramos a un complejo que era claramente
un hogar de ancianos.
Instantáneamente lo odié.
Era limpio. Era atractivo. Había flores y ventanas de caja.
Pero cada unidad era pequeña.
Joker me había dicho que la señora Heely no perdió a su hijo en la
guerra sino durante alguna operación militar. Había estado en las Fuerzas
Especiales y las cosas habían ido mal. Su equipo había logrado su objetivo,
pero tristemente habían perdido dos hombres haciéndolo, uno de ellos el
hijo de la señora Heely.
No tenía idea cuán mayor ella era, pero no importaba.
Era la hija de mi padre. Mi abuelita no estaba de buena forma, y aún
vivía en casa porque mi papá lo había hecho posible.
Por lo tanto, creía que nadie debería vivir en un lugar como este.
Y el hijo de la señora Heely que había estado en las Fuerzas
Especiales, estaba absolutamente segura estaba de acuerdo conmigo.
—Allí está la bandera —murmuró Joker y miré a la derecha, a lo que
claramente era la casa club, y vi la deshilachada bandera ondeando allí.
También me contó sobre eso.
Y mirándola, sentí que debería estar ondeando mucho más cerca de
la mujer quien solo tenía ese andrajoso pedazo de tela en lugar de su hijo.
Joker se estacionó detrás de una GMC Acadia negra y miré a la
diminuta línea de casas. Una con ventanas de caja que tenía las luces
encendidas, cortinas abiertas, personas visibles a través de la ventana, y la
puerta estaba abierta.
—Oh, Jesús —susurré.
—Te amarán —murmuró Joker, y escuché su puerta abrirse. Vi a una
mujer mayor en un lindo vestido con perfectamente peinado cabello plateado
acercándose por el camino, sonriendo.
—¡Se afeitó! —Lloró de alegría.
—Te dije —dijo con tono bajo para mí.
Sonreí.
Me abrió mi puerta, la cerró, y tomamos un paso antes que la mujer
quien tenía que ser la señora Heely se pegó al rostro de Joker.
La bajó y la movió de lado a lado.
—Allí está. El guapo —declaró.
La amé instantemente.
—No sé acostumbre a ello. A Carrie le gusta la barba —respondió
Joker.
Mi corazón se apresuró y mi mano se alzó para golpear su brazo.
—¿Quieres que no le agrade? —chillé.
Joker se liberó del agarre que la señora Heely tenía sobre él y me
sonrió mientras deslizaba sus brazos alrededor de sus hombros.
—Señora Heely esta es Carrie —presentó.
—Qué vestido más lindo —recalcó, mirándome de manera amable en
lugar de una manera afilada, lo que era un alivio.
—Gracias —respondí, alzando una mano.
—Oh, no —dijo, tomándola y apretándola, su mirada cambió
completamente. Era aún amable pero también acogedora y muy cálida—.
Damos abrazos en esta familia.
Esta familia.
Dios, estaba feliz que Joker tuviera eso.
A pesar que era extraño como ella lo enfatizaba.
Mientras Joker dejó caer su brazo de su alrededor, se inclinó y la
abrazo. Ella lo abrazó de regreso.
Hasta, ahora bien.
Escuché la puerta trasera de la camioneta abrirse y cerrarse mientras
avanzábamos el uno junto al otro.
—De parte de Carrie. Ella trabaja en LeLane. Y trajo algunas cosa para
usted —dijo Joker, sosteniendo la caja de la panadería por la cuerda y el
ramo de flores en su otro brazo.
La señora Heely levantó las manos.
—¡Es demasiado! —gritó, pero no dudo en extender la mano y tomar
ambas cosas de Joker. Acercó su rostro a las flores y dijo arrebatándoselas
a Joker—: ¡No he tenido flores en la casa en años!
De acuerdo, eso también era bueno.
Yo sonreí de nuevo.
—Entra. Candy tiene que ver tu nuevo aspecto, Carson —declaró la
señora Heely, luego nos ordenó con voz de una madre mandona—: ¡Vamos!
Fuimos (ella nos estaba dando su lado mandón), pero después en su
casa, Joker no tomó mi mano. Deslizó su brazo alrededor de mis hombros y
me guio.
Cuando llegamos, me pareció que estaba bien. El lugar era muy
pequeño. Además parecía más pequeño por un montón de muebles que
estaban en la sala de estar, por no hablar de un hombre grande, bien
parecido, su bella esposa, y sus tres niños que estaban allí también.
Nos quedamos junto a la puerta con Joker cerrándola tras nosotros,
el hombre me dio una mirada y extrañamente irrumpió en una estrepitosa
risa.
Estaba rígida.
Joker lo sintió.
—¿Algo te parece divertido hermano? —preguntó Joker con una baja
de advertencia.
El hombre, que tenía que ser Linus, mantuvo la risa (aunque no
fuerte) y sacudió la cabeza, diciendo a través de ella.
—Car, amigo, tú eres el único motociclista del tipo duro en el planeta
que consiguió a la reina del baile de graduación como su mujer.
—Yo era la reina del baile. Sólo fue en el baile —le dije, con mi voz tan
rígido como mi cuerpo.
Él se rio aún más.
La hermosa mujer con él, que yo sabía era su esposa Kamryn, le dio
una palmada en el brazo (mucho más duro de lo que había golpeado a Joker
más temprano).
—¡Ya basta, Linus! —dijo entre dientes.
Dejó de reír con tanta rapidez, que me sorprendió.
Él también se centró en mí.
—Eres hermosa —susurró, con la voz ronca—. Perfecta.
La fuerza de sus palabras y la emoción detrás de ellas me hicieron
apoyarme en el costado de Joker y su brazo se apretó alrededor de mi
hombro en respuesta.
Linus observaba a Joker y su voz seguía siendo áspera con el
significado.
—Sé que ya te olvidaste de él, Car, pero lo juro por Cristo, pagaría por
ver su rostro, desde que llegaste como todo lo que eres con esta chica en tu
brazo. Pagaría por ver esa mierda.
—Deja de maldecir delante de los niños —lo reprendió Kamryn.
Linus la abrazó por la cintura y la apretó a su lado.
Miré a Joker.
—Creo que me gusta.
—Me gustaría más si él vigilaría su boca —declarado la señora Heely.
Kamryn le sonrió y luego se giró y me sonrió.
También le sonreí en respuesta.
—Candy, la señorita Carissa me dio flores. ¿Quieres ayudar a tu
madre Heely a ponerlas en agua? —le preguntó la señora Heely a una
preciosa niña que estaba sentada en un sillón balanceando las piernas
vistiendo un bonito vestido.
Ella no dudó en saltar a la derecha de la silla y caminar hasta la
señora Heely.
Cuando ella se acercó, agarró la mano de la mujer.
Al parecer, esa era su respuesta.
Antes de que ellas llegaran a la puerta de la cocina, Candy se volvió
un poco con timidez y llamó:
—Me gusta su cabello, señor Carson.
—Gracias, muñeca —le respondió Joker.
Kamryn me extendió la mano.
—Hola, Carissa, encantada de conocerte. Soy Kam.
De este modo se inició, las presentaciones, estrechando las manos,
abrazos, sonrisas, pero esto terminó con un grito de la señora Heely a través
de una vista desde la cocina:
—He hecho el favorito de Carson, mi receta de asado. Pero también he
hecho coles de Bruselas, y estoy diciendo ahora mismo, todos mis hijos lo
están comiendo. —Señaló con una rosa mandarina a Joker través de la
abertura antes de girar a Linus—. Incluso mis muchachos grandes. ¿Me
entienden?
—Sí, señora —respondió Linus con una sonrisa.
—Mierda — dijo en voz baja Joker.
—¿Qué acabo de oír? —dijo la señora Heely.
—Simplemente no ponga mucho de esas... cosas en mi plato —le
respondió Joker a cambio.
—Seis —le regresó.
—Dos —contraatacó Joker.
—Cuatro —regateó.
—Dos —repitió Joker.
—Tres —espetó ella.
—De acuerdo —dijo Joker.
Empecé a reír.
Kam rio conmigo.
Todo mi pánico desapareció, y finalmente pude conseguir ser una
buena novia.

—A continuación, quiero una Candy —declaré un tanto cansada, el


estómago lleno de asado, patatas, pan, y las coles de Bruselas (que
detestaba pero me obligué a comer cinco), tarta de manzana y helado, y con
esto, varios vasos de vino.
Después de toda esa comida el escaso sueño de la noche anterior,
estaba lista para acurrucarme con Joker y luego a la cama (con Joker).
Estábamos en su camioneta y casi en casa y yo estaba encantada con
una niña llamada Candy.
Bueno, yo estaba encantada de todos ellos, pero Candy fue tan dulce.
Ella no dijo prácticamente nada y era tímida como podría esperarse.
Pero también amaba mucho a sus padres, le susurraba a su madre y "mamá
Heely "con las manos en sus cuellos, soportaba a sus traviesos hermanos
con una gran dosis de paciencia, y estudiaba a Joker tímidamente como si
estuviera enamorada de él.
Y por todo eso (especialmente lo último) era exactamente por qué ella
era tan adorablemente dulce.
—¿Dilo de nuevo? —me preguntó Joker, con mi mano sobre su muslo.
—Una niña —le expliqué.
Su mano se sobresaltó en la mía, la buena compañía, buena comida,
y el estado de ánimo inducido por el vino desaparecieron al instante cuando
me di cuenta de lo que acababa de decir.
Volví la cabeza hacia él.
—No inmediatamente, por supuesto.
Por las luces del tablero, lo vi sonreír hacia la carretera mientras
murmuró:
—Por supuesto.
Me callé y miré hacia el camino.
Nos quedamos en silencio durante un momento antes de que Joker
preguntara:
—¿Cuántos quieres?
—¿Cuántos qué? —le pregunté, con obstinación, miedo después que
aceptó a mi hijo (que, por cierto, no era suyo) era demasiado pronto para
que estuviéramos hablando de futuros hijos.
Pero sentía más miedo que se asustara.
Joker no me siguió el juego.
Me habló francamente.
—Yo cuatro. Eso incluye a Travis. Y me importa una mierda lo que
sean.
Yo no estaba respirando bien cuando giré otra vez para mirarlo.
Por lo tanto, sonaba divertido cuando le pregunté:
—¿Quieres cuatro niños?
—Incluido Travis.
Mi corazón dejó de latir.
—Esto nos tomara tiempo. ¿Crees que podrás tener a tres más? —me
preguntó.
Yo estaba en condiciones de tener siete más (bueno, tal vez eso era un
poco exagerado).
—Sí —grité.
Me apretó la mano.
—Bueno.
Me quedé mirándolo.
Entonces le expliqué:
—Todo lo que quería era ser esposa y madre.
Lo vi sonreír hacia el camino otra vez antes de que él bromeara.
—Impresionante. ¿No deseas ser la ardiente empleada de la tienda de
comestibles?
—Perdí a mi hermana cuando tenía seis años — dije en voz baja, su
mano oprimió nuevamente la mía, pero esta vez no la soltó—. Y a mi madre
cuando tenía diecisiete años. Con la pérdida de la mitad de mi familia, sé
que puede deslizarse a través de mis dedos tan fácilmente. Así que todo lo
que quería era pasar cada minuto de mi día cuidando de mi marido y mi
niño.
Joker no dijo nada, pero el aire de la cabina estaba lejos de estar
ligero.
Tragué saliva, pensando que leí sus pensamientos, y miré de nuevo al
parabrisas.
—Es una excusa. Lo sé. Debería querer ser un diseñador gráfico,
presidente de un banco o algo por el estilo.
—El trabajo más importante en el mundo.
Miré de nuevo hacia él.
—No es algo patético —declaró con firmeza, con su mano aún
sosteniendo firmemente la mía. Vi que se la llevó a los labios y rozó los
nudillos. Estaba respirando con dificultad de nuevo cuando depositó
nuestras manos en su muslo nuevamente—. Ni una puta cosa.
—Bueno, ahora, quiero ser una estilista —le confesé.
—Entonces hazlo —dijo—. Nosotros saldremos adelante. Quieres
media jornada y el resto del tiempo con la familia, eso pasa. Quieres jornada
completa, lo que sea. Los días en los que no conseguiste lo que querías están
hechos, Carrie.
—No puedo tomar clases de noche con mi horario de trabajo —le dije.
Me miró de nuevo y de nuevo a la carretera antes de responder:
—Un día a la vez. Una semana a la vez. Nos ocuparemos de tu ex.
Estaremos juntos y nos haremos firmes, llegaremos a ser inquebrantable.
Ya nos las arreglaremos
—Es fácil contigo —dije sin rodeos, eché otro vistazo y seguí—. No me
di cuenta de lo duro que era con él, hasta que vi lo fácil que es contigo.
—Butterfly, creo que los dos hemos tenido tiempos bastante duros.
Podríamos conseguir algunos fáciles.
Me hubiera gustado estar conduciendo. Si yo lo estuviera haciendo,
justo en ese segundo, me habría detenido para darle un beso.
Ya que no podía hacer eso, miré de nuevo hacia delante, murmurando:
—Deseo totalmente broncear ese neumático.
Joker comenzó a reírse.
Luego giró hacia el callejón que corría detrás de la casa de Tyra y dejó
mi mano para ir a la puerta del garaje y abrirla con el control que le había
dado.
Se estacionó al lado de los restos de la chatarra roja y apagó el motor.
Caminamos hasta la parte trasera de la casa abrazados mutuamente.
Me dejó ir para abrir la puerta (obviamente, yo también le había dado
las llaves de la casa).
Joker esperó a que entrara primero, lo que hice. Arrojé mi bolso a un
lado y no encendí la luz desde que el interruptor estaba justo junto a la
puerta y yo no quería hacerle esperar ni un momento para entrar. Él tendría
que encender la luz.
Excepto que no lo hizo.
Oí cerrarse la puerta, a continuación, con un grito silencioso, fui
arrastrada hacia atrás y me encontré atrapada, mis manos enfrente de mí.
Entonces jaló mi falda hacia arriba y sentí el pecho de Joker
presionado mi espalda.
Mi respiración era entrecortada.
Su mano se deslizó sobre mi trasero.
—Vi estas bragas en el sofá. Sabiendo que estarían sobre ti, follando
conmigo toda la noche.
Bueno, tal vez él había notado mi habitual ropa interior, pero como
eran de un pack promocional de cinco unidades y no eran excitante para la
imaginación de ninguna manera, como la semi-tanga rosa, con encaje, que
actualmente estaba llevando, él no había dicho nada.
Él deslizó su dedo por el borde del encaje llevándolo por encima de la
parte superior de mi mejilla, y no se detuvo hasta que desapareció en mi
hendidura.
Empecé a jadear.
—Vestido fuera, Butterfly —gruñó.
Inmediatamente, el área entre mis piernas estaba completamente
mojada mientras temblaba contra la puerta.
—¿Aquí? —le pregunté sin aliento.
—Ahora—me respondió.
En el mínimo espacio proporcionado, me quité el vestido.
—Separa las piernas —gruñó.
Moví mis piernas y sentí el calor empapar mis partes íntimas.
Deslizó su dedo hacia abajo, alrededor y a través.
Oh sí.
Deslice mi cabeza hacia atrás sobre su hombro.
Su otra mano se deslizó de mi cadera a mi vientre y hasta mi pecho.
Giré la cabeza y presioné mis labios contra su cuello.
—Esta noche, fuiste una novia perfecta ante mis amigos, nena —
susurro.
—Gracias. —Me quede sin aliento cuando sus dedos se deslizaron
entre mis piernas.
—Ahora me lo vas a dar a mí.
—E-está bien —tartamudeé.
Él rozo el pezón a través del sujetador de encaje con el pulgar y yo
gemí.
Luego se apartó.
Pero sólo por un medio segundo antes de que me diera la vuelta, me
levantó; arrojándome por encima del hombro, caminó por la cocina a
oscuras, por la casa a oscuras, al dormitorio, donde me arrojó sobre la cama.
Encendió la luz antes de que empezara a follarme.
Sin embargo, quedó demostrado de manera irrevocable a través de
procedimientos muy agradables que a él le gustaba la ropa interior
agradable, linda y sexy.
Yo iba a regresar los conjuntos que no había usado. Los amaba pero
un derroche era todo lo que yo podía manejar.
Pero estaba dejándome la ropa interior.
Toda ella.
Seguro que sí.
Capítulo 20
Inicio y Fin

Joker

A la mañana siguiente, Joker estaba en la oficina de Cherry


sirviéndose un café y a punto de tomar una rosquilla cuando su celular
comenzó a sonar.
Dejó la taza, sacó su teléfono y miró la pantalla.
Era un mensaje de Tack.
Slade. LO ANTES POSIBLE. Sin armas.
Joker apretó los dientes y dejó el café donde estaba. Cherry se
encontraba en el garaje hablando con alguien.
Lo que significaba que no tenía que perder tiempo despidiéndose.
Por lo que no lo hizo.
Salió de Chaos hacia Broadway, comprendiendo el mensaje de Tack.
Slade era el club nocturno que pertenecía a Knight Sebring.
Sebring sabía de Heidi.
Y estaba molesto.
Knight Sebring estaba forrado. En la superficie, y Joker sospechaba
que debajo de ella también, era todo clase.
Pero si uno hería a una mujer, él le cortaba la garganta, lo haría
personalmente, y se alejaría ya olvidando su existencia. En contradicción a
esto, tenía un grupo de prostitutas.
No era un chulo.
Era un protector.
Joker no era un genio de las finanzas, pero sabía que Sebring hacía
su dinero en ese club. Mucho dinero. El hombre vendía más bebidas en una
noche que cualquier otro bar o club de todo el centro de Denver. E incluso
si sus entradas eran carísimas, noche tras noche, el lugar explotaba.
Él tomaba un porcentaje de sus chicas, pero Joker conocía a los
hombres de su equipo. Eran habilidosos. Eran fríos. Creían en la misión de
Sebring. Y no estaban todo el día a disposición de Sebring para controlar las
multitudes y mantener las drogas fuera del club (otra cosa con la que tenía
cero tolerancia). Estaban a su disposición las veinticuatro horas del día para
proteger a sus chicas.
Su equipo era grande, y les pagaba para que echaran clientes y
castigaran seriamente al que se atreviera a tratar mal a una, lo que debía
ser un costo para su negocio. El hombre aceptaba esa pérdida en su negocio
secundario porque era así de rico.
El rumor era que Sebrig lo hacía porque su madre había sido una
prostituta, y había sido una porque era drogadicta. Él había vivido en ese
mundo con ella desde su nacimiento, y le había dejado marcas.
Joker lo entendía. Él había entrado al circuito de luchas clandestinas
porque había recibido tantos abusos físicos que tenía que soltarlos, y la
forma en que lo hizo era tan violenta como la forma en que lo recibió.
Tan retorcido como era lo que Sebring hacía, de niño él no pudo
proteger a su mamá. Entonces ahora, hacía lo que podía para compensar la
falta de poder que debe haberse marcado a fuego en su alma. Sí, Joker
definitivamente entendía eso.
Estacionó afuera de Slade junto a las motos de Tack, Hop, y Shy.
Luego se dirigió a la puerta que durante la noche estaba rodeada por un
cordón de terciopelo rojo. Tomó el picaporte y abrió.
Slade era donde los hombres que se ponen gel en el cabello y las
mujeres que gastan ochocientos dólares en zapatos se enrollaban. Por lo que
Joker sólo iba allí en situaciones como esta. Cuando estaba vacío,
silencioso, como una caverna, una enorme cascara de opulencia que daba
miedo a la luz del día.
Mientras cruzaba el enorme lugar, vio a Tack, Hop y Shy dirigiéndose
hacia él.
Se encontraron a mitad de camino.
—Knight sabe de Heidi —comenzó Joker.
Tack alzó la barbilla.
—No hace falta decirlo, pero no está feliz.
—¿Queremos que se meta en esto? —preguntó Joker—. Cuando se
trata de estas mierdas, no tiene control y no le importa hacer desastres.
—Considerando la participación de Valenzuela y el hecho de que
Knight conoce todo, cuando se enteró lo de Heidi, no se volvió un animal ni
estalló el Armagedón —le dijo Tack.
—Lo que sería el por qué estamos aquí ahora. Y por qué Mitch y Slim
están ahora en la oficina de Knight con Hank Nightingale y Valenzuela está
en camino.
Eso fue una sorpresa.
—Estás bromeando —dijo Joker.
—No —respondió Tack—. Él tiene algo que decir y quiere que nos
sentemos para decirlo. Sea lo que sea, Knight accedió a no hundir su cabeza
y en su lugar actuar como mediador.
—Lo que hizo a Heidi, estamos aquí, ¿decimos que no vamos a hundir
su cabeza? —preguntó Joker y continuó antes de que cualquiera pudiera
responder—. Y si eso es cierto, ¿por qué?
—Knight dice que hizo un caso convincente de que él no lo hizo —dijo
Tack.
—Y una mierda —dijo Joker entre dientes.
—Sabes que Sebring no es idiota —dijo Shy en voz baja.
Él sabía eso.
Maldición.
¿Pero si Valenzuela no lo hizo, quién?
Joker miró a Hop y a Shy antes de volver su mirada de vuelta a Tack.
—Si esta es la sentada que creo que es, no estoy seguro de por qué
estoy aquí, hermano. No soy un lugarteniente.
—Porque una mujer tenía tu nombre tallado en su estómago —declaró
Hop, y Joker se volvió hacia él.
Eso era una suficientemente buena razón.
Joker asintió.
—Vamos, pero Joke —Tack lo miró y Joker le dio sus ojos—, Knight
no nos dirige a una emboscada, ya sea verbal u otra. Hay una razón por la
que estamos aquí. Pero Valenzuela es un comodín. Él no parpadeará ante
las jodidas buenas intenciones de Knight para hacer algo para desnudar la
bestia de cualquiera de nosotros. Así que, sea lo que sea que el hijo de puta
tenga que decir, no le des la bestia a él. Mantén tu mierda.
Joker asintió de nuevo.
Recorrieron el resto del camino a través del espacio y dentro del
recibidor hacia una puerta que tenía a uno de los chicos de Sebring, un
hombre llamado Live, de pie a su lado. Hicieron saludos no verbales
mientras el tipo abría la puerta, y se dirigieron arriba por unas escaleras
que conducía a la oficina a prueba de sonido de Sebring.
Como Tack dijo, Knight estaba allí, así como Mitch, Slim, y Hank, y
también la mano derecha de Knight, Rhashan Banks.
Se hicieron los saludos, y ellos justo acababan cuando el teléfono de
Rhash sonó. Él lo miró y luego a Knight.
—Valenzuela está aquí —anunció.
En el momento en que Valenzuela entró en la habitación con su
soldado, el aire se volvió estancado. Ni un solo hombre quería estar en
presencia de los dos que entraron, y cuan satisfactorio se suponía que tenía
que ser, eso fue comunicado.
Los hombres tomaron asiento en la mesa de conferencias de Sebring
junto a la ventana que daba al club y Joker observó cómo eso pasaba para
que así pudiera estar donde Tack le necesitaba.
Knight se sentó, al igual que Tack, Mitch, Brock, Hank, y Valenzuela,
ante la mesa. Shy se tiró en el sofá de Sebring. Hop se sentó en el brazo del
sofá. El soldado de Valenzuela se paró cerca de su espalda. Rhashan se
inclinó contra la puerta.
Así que Joker tomó asiento en el brazo de una de las sillas enfrente
del escritorio de Sebring.
Valenzuela empezó.
Y lo hizo con una sorprendente apertura.
—Vengo a hacer un trueque.
—¿Un trueque con qué? —preguntó Knight, viéndose enojado porque
sea lo que fuera que él pensaba que esto era, no era eso.
—Sé quién mató a Heidi. Doy eso, tú… —los ojos de Valenzuela fueron
a Tack—, haces retirar a Chaos.
—¿Y cómo sabes eso? —preguntó Mitch.
Valenzuela miró a Joker.
—Tengo pájaros que cantan también.
La espalda de Joker se tensó, pero mantuvo su asiento cuando los
ojos de Hop rodaron hacia él.
—Vamos a considerar nuestro territorio como doce kilómetros
alrededor e Chaos, y tú nos das el nombre —dijo Tack.
Tack estaba renunciando a tres kilómetros por Heidi.
Decía mucho sobre él, aunque jodió su casa. Merecería la pena.
Valenzuela lo miró.
—Retira a Chaos —indicó—. Con eso quiero decir a Ride.
Shy movió su culo del sofá hasta el borde de este y Hop se puso de pie
pero se quedó atrás.
Lo hicieron porque era un insulto. La vida de Heidi valía mucho, pero
Chaos renunciando a lo que les había costado sangre, lo que significaba
ceder, renunciar, y dejar que la suciedad infestara su territorio era pedir
jodidamente demasiado.
Brock, que tenía más experiencia de una manera muy real, viviendo
entre escoria como Valenzuela cuando estaba encubierto para la DEA, se
puso de pie.
—Esto es una pérdida de tiempo.
—No se precipite, detective —instó Valenzuela.
—Entonces haz una oferta que no sea una mierda —replicó Brock.
Valenzuela sonrió.
—Te doy el nombre, me das las peleas de Monk. —Miró hacia Tack—.
Y un marcador.
Mierda.
Maldita sea.
Deberle a Valenzuela.
Joker esperaba jodidamente que Tack no le diera eso.
Y ellos no tenían las peleas. Los chicos las habían declinado. Dejaron
que Monk entrara.
Extrañamente, Valenzuela no sabía eso.
Brock se sentó de nuevo.
—¿Has estado hablando con Monk? —preguntó Tack.
Él negó.
—Dice que eso va a través de su luchador. —Entonces inclinó su
cabeza hacia Joker.
Maldita mierda.
Habían permitido que Monk entrara y todavía estaba usando el
nombre del Joker para mantener su mierda libre de Valenzuela.
—Tienes las peleas. —Tack le dio algo que no tenían, lo que significaba
que no costaba dárselo—. Sin marcador.
Valenzuela negó, pero dijo:
—Sin marcador, entonces me quedo con los tres kilómetros.
—Eso está fuera de la mesa, viendo cómo mostraste falta de respeto
empezando de la manera que lo hiciste.
—Entonces ningún nombre a menos que haya un marcador —regresó
Valenzuela.
—Correcto —replicó Tack—. Marcador con condiciones. Sin perras.
Sin drogas. Sin delitos. Nada jodidamente ilegal. Lo que significa que
ninguna ejecución. Sin transporte. Sin músculo.
—Esto deja vender galletas, Tack, y yo no vendo galletas —contestó
Valenzuela, su voz volviéndose impaciente.
—Te deja teniendo un mes de Chaos girándose en la otra dirección. Y
quiere eso, Benito, y sabes que me obtienes a mí —replicó Tack.
Joker sabía que Valenzuela tenía a Tack. Brock y Mitch estaban allí
por esa razón.
Chaos estaba manteniendo su parche limpio.
También estaban mantenido etiquetas. Cualquier cosa que escuchara
era alimento para los policías.
Valenzuela simplemente no podía saber lo que estaban, o no estaban,
escuchando.
La verdad era que, la mayoría de los bajos fondos en la calle estaban
cagados de miedo por Valenzuela, lo que significaba que Chaos
generalmente obtenía un carajo.
Pero Valenzuela no sabía eso.
—Sabes —se inmiscuyó Hank—, que estoy escuchando esta mierda
como cortesía a los hombres que respeto. Pero también soy el oficial de
investigación en el homicidio en cuestión. Así que, si conoces un nombre,
haz tu jodido trato rápido y dilo o serás esposado por obstrucción a la
justicia.
La boca de Valenzuela se tensó y Joker dejó caer su cabeza mientras
contenía una sonrisa.
Hank estando ahí no había sido su llamada. Por mucho que Lee se
montara sobre la línea de la ley, haciendo lo que tenía que hacer para
conseguir hacer cualquier trabajo que tuviera que hacer, Hank era como
Mitch. Un tirador recto. Fácilmente podría renunciar a su placa y hacer fajos
de billetes con su hermano.
En cambio, protegía y servía.
Valenzuela había asumido erróneamente que Hank era uno con su
grupo.
Tack había traído un socio.
Así esa mierda que acaba de irse para abajo era divertida.
—En esas peleas, Chaos recientemente envió un mensaje.
Ante estas palabras de Valenzuela, la cabeza de Joker se volvió a
levantar.
Sintió un escalofrío deslizarse por su espina dorsal cuando vio los ojos
de Valenzuela sobre él.
—Sabía acerca de Heidi —dijo en una espeluznante voz baja—. Pensé
que eras el hombre que la sacaría de la vida. Ella haría cualquier cosa por
ti.
La garganta de Joker se cerró.
No sabía eso. Lo hizo. Pero aun así no lo sabía.
Valenzuela no había terminado.
—La dejé hacer lo que tenía que hacer. La hacía feliz, y Heidi hacía un
mejor trabajo cuando era feliz. Pero todos sabían lo que estaba haciendo.
Todos.
—Jesús, dánoslo —gruñó Tack.
—Vendetta. Contra Chaos —declaró Valenzuela—. ¿Y quién quedaba
en Denver que tuviera suficiente historia para saber acerca de la tarjeta de
llamada de un antiguo hermano Chaos solía dejar que también tiene ese
tipo de venganza y que no soy yo?
—Monk —susurró Joker.
Hank se levantó listo para rodar antes que Chaos lo hiciera.
—¿Esta es tu palabra o tienes más? —preguntó.
—Tine maneja la transacción —le dijo Valenzuela a Hank—. Si puedes
encontrarlo, podría ayudarte.
Tine era el hombre del dinero de Monk.
Y Valenzuela lo había forzado a salir. Así que, si lo dejaba respirar,
era vapor.
Hank no perdió más tiempo. Se dirigió hacia la puerta.
—Hank —llamó Tack. Hank miró hacia atrás, aún moviéndose—.
Encuéntralo antes que nosotros.
Hank no dijo nada.
Se dirigió hacia la puerta.
—He oído que has colgado los guantes, por así decirlo —dijo
Valenzuela, y Joker volvió a mirar hacia él para ver que el idiota tenía sus
ojos en él—. Si alguna vez quieres luchar por mí, no me importa tener sangre
Chaos sobre mi cemento.
Joker sólo lo miró fijamente.
Pero permitió que su labio se levantara.
Valenzuela sonrió y se apartó de la mesa, diciendo:
—Creo que hemos terminado aquí.
Estaba a dos pasos de la mesa antes que Knight hablara.
—Benito.
Valenzuela se dio la vuelta.
—Si alguna vez piensas en usarme de nuevo para negociar tu mierda
sin que compartas conmigo que quieres negociar tu mierda, vuélvelo a
pensar —advirtió Knight.
—Sebring, eres consciente de que no actúo por ser bondadoso de
corazón —respondió Valenzuela.
—Viendo que no tienes uno, sí. No me perdí eso —declaró Knight—.
Pero me dijiste que querías paz y un lugar seguro para aclarar que no
estuviste involucrado en lo que le sucedió a esa mujer para que Chaos no
actuara bajo presunciones. Quieres un lugar neutral y a mí para mantener
esa paz, no me engañas con una frase de mierda o un jugador en esta ciudad
que se preocupa solamente de sí mismo va a tener que reconsiderar su
posición.
Convencido de que estaba hecho de acero, Valenzuela simplemente
sonrió.
Dado que él no lo estaba, Knight lo sabía, y le gustaba faltarle el
respeto tanto como lo hacía Tack, agregó:
—Y deja de enviar tus mujeres a trabajar a Chaos.
Valenzuela dejó de sonreír.
—¿Eres tú preocupándote por ti mismo?
—Sabes de las mujeres —dijo Knight en voz baja, y Joker miró a Shy.
Los labios de Shy se alzaron y sus ojos se iluminaron.
Jodida mierda.
Knight estaba soltando un desafío.
—Haces negocios a tu manera, los haré a la mía —replicó Valenzuela.
—Te informo que tu manera no es una que me agrade, tendremos otra
reunión y no será tan amable —disparó Knight.
—No quieres involucrarte en esto —advirtió Valenzuela.
—Cuida de tus mujeres —ordenó Knight.
Hop se movió y Joker lo miró para ver que se había sentado en el brazo
del sofá nuevamente. También había bajado la cabeza.
Él hizo eso para ocultar su sonrisa.
En ese momento, Joker lo supo.
Sebring claramente estaba usando la reunión, y la manera que
Valenzuela jugaba, como una excusa para intervenir.
No había muchos rufianes que fueran cabeza a cabeza con Knight.
Puede que haya estado considerando lanzar el reto por un tiempo.
Pero el momento había llegado.
Joker se preguntó si Tack, y Hop lo sabían desde antes de la reunión,
pero no importaba realmente.
Ya sea que quisieran o no, Sebring estaba en el equipo.
Valenzuela no dijo nada más. Él y su soldado se marcharon.
Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, Joker anunció:
—Quiero a Monk.
—Joke —dijo Mitch con un suspiro.
—Hank se ocupará de ello —intervino Brock.
Tack se puso de pie, con los ojos en Brock.
—Tiene un día.
Mitch miró al techo.
Brock se inclinó hacia adelante para alcanzar su teléfono,
murmurando:
—Mejor llamo a Lee para conseguir su culo con su hermano antes de
que la mitad de nuestro equipo sea encarcelado, esperando el juicio por
homicidio.
—Lo tomaré como que acabas de anotarte en la lista de invitación para
nuestra pequeña tertulia con café —observó Mitch, ahora mirando a
Sebring.
Knight sonrió.
—Llevaré los pasteles.
—Maldición —murmuró Mitch.
Hop le sonrió a Shy, quien le devolvió la sonrisa.
Joker no sonrió.
Apretones de mano, gratitud, barbillas alzadas y cabeceos fueron
dados y Chaos se marchó.
Joker esperó hasta que estuvieron de pie junto a sus motos antes de
repetir:
—Quiero a Monk.
Tack, con la cabeza gacha mientras se ponía los guantes, redujo sus
ojos en Joker.
—Monk ya no existe.
Otro escalofrío se deslizó por la espalda de Joker mientras miraba
fijamente a los ojos de Tack, viendo una mirada en ellos que nunca antes
había visto en algún hombre en su vida.
Tack terminó de ponerse los guantes y girar la pierna sobre su
motocicleta, Joker no hizo lo mismo porque Hop alargó una mano y envolvió
sus dedos alrededor del antebrazo de Joker por un instante antes de
soltarlo, diciéndole que espere.
Él esperó.
Tack arrancó.
Joker miró a Hop.
—Hank conseguirá a Monk —dijo Hop.
Joker abrió la boca para hablar, pero Hop siguió.
—Y Monk se hundirá.
Joker cerró la boca.
—Estarás limpio. Chaos estará limpio. Pero tendremos un favor
menos —terminó Hop.
—¿Va a funcionar para ti? —preguntó Shy.
La cabeza de Joker se llenó con Heidi muerta en el callejón. Había sido
bonita. Arruinada por un hombrecito con un pene pequeño que había sido
avergonzado por motociclistas y la había usado para hacerlos pagar.
Ella había estado atraída por Joker. Él no entendía cómo ella había
puesto sus esperanzas en él, pero supo que había sentido algo por él.
Nunca lo había hecho reír. Lo molestaba sobre todo, y nunca había
sido agradable.
Sobre todo, cuando estuvo con ella, no sintió nada.
Pero ella fue la hija de alguien. Iba a darle a alguien un hijo. Y no
había manera de decir lo que pudo haber sido si se le hubiera permitido
seguir respirando.
Ahora estaba muerta.
No, no funcionaba para él.
Pero tenía una mujer, un niño, una hermandad, una familia.
Por lo que tenía que bastar.
Alzó su barbilla.
Hop asintió.
Shy le dio una palmada en el hombro.
Se subieron a sus motos y se fueron.

Esa noche luego de la cena, Carissa, sentada a su lado en el sofá,


comenzó a golpear fuerte con el dedo al portátil en su regazo, gruñendo:
—¡Unh! ¡Unh! ¡Unh! —Con cada golpe.
Luego lo lanzó sobre la mesita, donde resbaló, llevando la pequeña
canasta donde ella ponía el control remoto junto con éste.
La canasta cayó.
El portátil seguía arriba pero a medias, ya que colgaba de la mesa.
—¡Está roto! —gritó.
—Eso espero, de lo contrario lanzarlo no fue lo más inteligente —
murmuró Joker, sus ojos todavía en la TV.
La sintió girarse hacia él.
Ella ignoró su comentario y preguntó:
—¿No tienes un portátil que pueda usar para poner los muebles en el
depósito de Craigslist?
—No tengo un depósito, y limpiaste mi cuarto. ¿Encontraste un
portátil? —preguntó en respuesta.
—No —dijo entre dientes, jodidamente linda.
—Entonces… no —respondió.
—¡Ugh! —gruñó, también linda, así que miró en su dirección y la vio
bajar la cabeza contra el respaldo del sofá, lo que fue también lindo.
Se giró hacia ella, envolviendo un brazo a su alrededor inclinándose
para estar cara a cara.
—Te compraré un portátil para tu cumpleaños.
Ella alzó la cabeza del sofá un poco.
—Eso no va a ayudarme a vender los muebles ahora. Papá está
pagando por ese depósito. Tiene dos cajas allí. Podemos poner las cajas en
el garaje y hacerle ahorrar ese dinero.
—Un regalo anticipado de cumpleaños.
Ella puso sus ojos en blanco y volvió a bajar la cabeza.
Supo que eso no había acabado.
Todavía.
—Butterfly, hiciste una cita con Elvira para regresar ropa y zapatos y
dos trajes que se verían espectaculares en ti y costaron ni de cerca ocho mil.
Tienes dinero en el banco pero no lo gastas. Gracias a Dios que no te sentiste
de igual manera sobre las bragas y los sujetadores. Pero nada de eso cuesta
tanto como un portátil y sin embargo no lo quieres. Con eso dicho, debo
preguntar, ¿cuándo vas a cortar una tajada del pastel para comprarte un
portátil que necesitas ahora y este año?
Ella alzó la cabeza otro centímetro.
—Después de poner los muebles de dormitorio en el patio, pegue
carteles por el vecindario, y me siente allí todo el día esperando a que alguien
pase y me pague lo que estoy pidiendo, y así no tener que hacerle un agujero
a mis ahorros al tener que comprarme un portátil.
—Muy bien. Pero, ¿cuánto deseas ganar con esas cosas?
—Todo costó casi seis mil dólares, casi no ha sido usado, y tiene
menos de tres años de antigüedad, por lo que esperaba tal vez cinco mil
dólares.
Él se recostó, todavía vuelto hacia ella y ella se levantó.
—¿Seis mil dólares? —preguntó.
—La madre de él lo escogió —masculló—. Incluye colchones, que son
caros, y los muebles que no son precisamente de la tienda Ikea. —Sus ojos
se apartaron—. Le podía dar urticaria si iba a Ikea. Aunque el lugar como
laberinto me asusta un poco, adoro el piso inferior donde están todos los
aparatos.
—Qué tal esto. —Él ignoró todo su divagar sobre Ikea y el hecho de
que gastó seis veces más en un juego de dormitorio de invitados que él en
su primer alquiler lejos de su padre—. Llevo el portátil y veo si Cherry tiene
alguien que mire computadoras. Ella tiene una en la oficina, no puede
funcionar bien todo el tiempo, y aunque la mujer es muchas cosas, geek
informática no es una de ellas. También pasamos por ahí así consigues esa
cosa disponible. Pero no aceptas nada de menos de tres mil, Carrie. Si es
casi nueva y de calidad, no aceptas la barata. Vendes tanto como puedas,
consigues un portátil confiable y el banco el resto.
—Eso suena como un plan —dijo ella.
Eso fue sencillo.
Ahora lo último.
—Estás preocupada por tu padre pagando por ese depósito,
mudaremos las cosas al recinto o al almacén de la tienda. Lo ponemos allí.
Ella sonrió.
—Mi varonil motociclista. Tiene una respuesta para todo.
—Mi Butterfly bobalicona. Tiene un don para ponerme duro incluso
cuando está siendo una completa bobalicona —respondió.
Los ojos de ella ardieron y su mano subió para golpearlo en el pecho.
—Un poco arriba, nena —murmuró él.
Su mirada se calentó todavía más, pero cuando su mano se deslizó
hacia abajo, preguntó:
—¿Es natural tanto sexo?
Eso decía que su ex no solamente carecía de talento, sino que parecía
que tampoco tenía mucho vigor.
—¿Natural para qué? —preguntó de regreso, acercándose, apuntando
a su mandíbula.
—Natural para la salud del cuerpo. O sea, no me gustaría que
sufrieras de un ataque cardíaco en tus veinte con todo el esfuerzo que pones
es satisfacerme.
Satisfacerme.
Y la mujer no creía que fuera una bobalicona.
Sonrió, terminó de pasar los labios por su mandíbula, se alzó y la
presionó más cerca.
—Creo que mi cuerpo puede soportarlo —le dijo.
—Bueno, eso está bien —murmuró, con los ojos en su boca, lo cual
sintió en ésta y también en su pene.
—¿Qué es lo que deseas, Carrie? —susurró.
Ella alzó la mirada y susurró de regreso:
—Puedes comenzar besándome, cariño.
Comenzó allí.
Tiempo después, terminó en lugar muy diferente.

Tack

Tack estaba de pie en la terraza de su casa, sus ojos en la silenciosa


oscuridad del bosque de su montaña.
Tenía el celular en el oído y estaba sonando.
—Tack —saludó Knight.
—Oye, ¿escuchaste algo? —preguntó Tack.
—Todavía no —respondió Knight.
—Lee encontró a Tine. Cantó para Hank. Están acusando a Monk en
este preciso instante por conspiración para cometer asesinato —le dijo Tack.
Knight quedó callado.
Tack le dio unos cuantos segundos antes de decir en voz baja:
—Tenemos que hacer un acuerdo.
—Él aguanta el juicio —respondió rápidamente Knight—. Va a caer.
Quiero que se retuerza.
—Estoy de acuerdo —contestó Tack.
—Nos encargaremos después que caiga.
Tack aspiró una bocanada de aire a través de la nariz.
Entonces declaró:
—Tienes un favor de Chaos.
—No —dijo Knight en voz baja—. Ningún favor de Chaos. Hago esto
por una mujer que no conocí llamada Heidi.
Tack escuchó la desconexión.
No sonrió a su teléfono.
Bajó la mano y miró fijamente la paz tranquila de su montaña.
Entonces se dio la vuelta y regresó dentro con su mujer e hijos.
Capítulo 21
Mi lugar

Carissa

La tarde siguiente, estaba en la estufa haciendo la cena. Joker todavía


se encontraba en Ride. Hubo una reunión de los hermanos. Por lo tanto, por
primera vez cuando ambos habíamos trabajado durante el día, iba a estar
en casa más tarde que yo.
Esto significaba que conseguía mi casa toda para mí, otra primera vez.
No me importaba la soledad. Me gustaba.
Pero no era una mujer que quería una gran familia sólo porque sí.
Prefería la compañía.
Así que estaba deseando que él estuviera en casa.
En ese pensamiento, mi teléfono sonó.
Prendí el agua que finalmente herviría para el brócoli y fui hacia el
mostrador donde estaba mi teléfono.
Vi el nombre en la pantalla y suspiré.
Entonces tomé la llamada y puse el teléfono en mi oreja.
—Hola, Aaron. ¿Travis está bien? —saludé.
—Hola, Riss. Está bien —respondió—. Escucha, tengo algunos
internos trabajando en cosas para mí en la oficina y eso significa que tengo
un descanso. Pensé que podría llevar a Travis y podríamos salir todos a
cenar.
No me importaría que trajera a Travis, pero sólo si Aaron lo dejara y
él pudiera cenar con Joker y conmigo.
No le dije esto a Aarón porque no pensé que estaría muy de acuerdo
con esa idea.
—No estoy segura que sea una buena idea —murmuré.
—Te llevaré tus cajas.
Maldición.
Quería esas cajas.
—¿La sacaste del ático? —pregunté con cautela.
—Sí, Riss. Puedo sólo cárgalas, agarro a Travis, y podríamos estar allí
en quince minutos.
Bajó las cajas y las estaba trayendo.
Tal vez no había mirado en su interior.
—¿Qué tal las traes cuando me regreses a Travis, el lunes? —sugerí.
—Me gustaría verte antes, cariño —dijo en voz baja.
—Aaron… —Empecé.
—No deberíamos estar separados —declaró, una declaración que
realmente me preocupaba—. Esto no es bueno para nosotros. Para Travis.
Para ti, tener que estar de pie detrás de una caja en una jodida tienda de
comestibles durante todo el día. Travis estando con personas que no son
sus padres, mientras ambos trabajamos.
Era un idiota.
Sabía que eso me llegaría. Sabía que yo quería ser una madre y ama
de casa.
Pero las cosas habían cambiado. Big Petey era impresionante. Y por
mucho que odiara admitirlo, Tory amaba a Travis. Ella lo cuidaba durante
el día para Aaron, y por lo que sabía, le gustaba hacerlo. No era lo óptimo,
pero cualquier niño debería tener la mayor cantidad de gente que lo amara,
que pudiera conseguir.
Además, me gustaba mi trabajo. LeLane era genial. Me emplearon
cuando estaba embarazada, sabiendo que tendría que tomar un permiso de
maternidad de forma inminente, pero aun así lo habían hecho. Sharon
manejaba los horarios de todos lo mejor que podía para adaptarse a sus
vidas. Empleaban gente agradable. Era un negocio de familia, y como tal,
trataban a sus empleados como si fueran familia.
Registrar comestibles podría no ser un reto, pero me gustaba la gente.
Me gustaba charlar con la gente que venía a través de mi fila. Me gustaba
hacer que los que me resultaban familiares, se sintieran una parte de la
familia LeLane.
No pagaba mucho, pero era un buen trabajo.
No me gusta la forma en que había empezado a referirse a ello.
Tampoco creo que debería contarle eso.
—Estoy pensando que deberíamos empezar a hablar sólo a través de
nuestros abogados —le dije en cambio.
—No hagas eso, Riss. No a Travis.
Chantaje emocional.
Otra cosa no tan nueva de Aaron.
Pero estaba en un aprieto.
Necesitaba esas cajas. Necesitaba estar en su gracia para que no se
enfadara e hiciera algo feo, no sólo con esas cajas sino a mí y a través de mí
a nuestro hijo.
Pero también necesitaba que él dejara de hacer esto.
Pisando con cuidado, dije:
—Aaron, si has estado pensando en las cosas, me gustaría pedirte que
pienses más. Piensa acerca de toda el agua que hay debajo del puente.
Piensa sobre lo que ha ocurrido y dónde estamos ahora y el hecho que nos
lleva a seguir adelante, pero haciéndolo de una manera en la que podamos
cuidar de nuestro hijo, sólo que por separado.
—Siempre has sido tú —susurró.
Cerré mis ojos, sintiendo el calor de la ira golpear mis mejillas.
También hacía esto, diciéndome estas cosas, tratando de hacerme
sentir especial después que me desgarró.
Y de todos modos, ¿qué pasa con Tory?
No tuve la oportunidad de preguntar eso.
—Sabes eso, Riss —continuó él—. No importa lo que hemos pasado,
sabe que siempre has sido tú. Siempre serás tú.
—No importa lo que me hiciste pasar —susurré, incapaz de detener
que se saliera de mi boca.
—Yo sé —estuvo de acuerdo inmediatamente—. Sé que la jodí. Sé que
lo hice repetidamente. Y sé que esta es la mayor cagada de todas.
Podría no tomar más, pero lo más importante, no quería hacerlo.
—No puedo hacer esto —le dije—. No quiero hacerlo nunca, pero si
sientes que debes, no puedo hacerlo ahora. Tampoco quiero hacerlo a través
del teléfono.
—Entonces déjame llevar a nuestro hijo.
—No creo que sea una buena idea —le dije con firmeza—. No hace
falta decir que quiero ver a Travis, pero Joker estará aquí pronto. Si estás
bien con él estando aquí entonces está bien. Joker puede cuidar a Travis
mientras hablamos. A él le gustaría eso. Pero si vienes, quiero que traigas
las cajas, y antes que vengas, tengo que hablar con Joker para preguntar si
él está de acuerdo con eso.
—¿Por qué necesitarías preguntarle? —preguntó—. Es tu casa.
—Porque tenemos planes —contesté—. Le estoy haciendo de cenar en
este momento, y es grosero cambiar de planes en el último segundo o forzar
a alguien a pasar tiempo con alguien con quien podría no desear pasar
tiempo después de haber tenido un largo día en el trabajo.
—Saber que pertenece a una pandilla de moteros —me informó Aaron
repentinamente, y mi cabeza se sacudió mientras escarcha se formaba por
toda mi piel.
—Si —dije lentamente—. Sin embargo, se trata de un club, no una
pandilla —corregí—. Aunque lo que me gustaría saber es cómo lo sabes.
—¿Tenías la intensión de ocultarme eso? —preguntó.
—No. Es sólo que Joker en realidad no es de tu incumbencia —
compartí.
—Pasa el tiempo con mi esposa y mi hijo.
—Tu ex esposa, Aaron —corregí de nuevo—. Y sí, pasa tiempo con su
hijo. También lo hace Tory. ¿Vamos a ir con Tory contra Joker, o dejé claro
mi punto la última vez?
—Eso podría afectar si Tory fuera a estar en mi vida por mucho más
tiempo.
Tomé una respiración entre dientes.
Ahí estaba la respuesta acerca de Tory.
—Esto no eres tú, Carissa, pasando el tiempo con un tipo en una
pandilla de moteros —me dijo.
—No me conoces —susurré—. Pasamos una década juntos, y en ese
tiempo no hiciste el esfuerzo de conocerme.
—Desde luego que no lo hice, si eres el tipo de mujer que piensa que
está bien exponer a su hijo a una pandilla de moteros.
—Club —espeté.
—Lo que sea —espetó de vuelta.
Está bien.
Había terminado de pisar con cautela.
—No lo es. Es importante —lo eduqué—. Y, además, al no tomarte el
tiempo para conocerme, fallaste en aprender que no soy estúpida. Pude
haber hecho cosas estúpidas porque te amaba, pero no soy estúpida. Y al
no ser estúpida, sé que esto es una amenaza.
—Riss…
Lo interrumpí.
—Me estás investigando. No me gusta eso, Aaron. Es invasivo y
ofensivo y en última instancia será destructiva. Te diré ahora, me gustaría
mucho si pudiéramos superar lo que ha pasado entre nosotros para
construir una relación que sea considerada el uno con el otro con el fin de
proporcionar una educación saludable para nuestro hijo. Eso es lo que me
gustaría.
Tomé una respiración rápida y antes que él pudiera decir algo, porque
tenía mucho que decir que él necesitaba escuchar, continué.
—Hasta que pueda conseguir encargarme de Travis financieramente,
también me gustaría tu ayuda financiera. No será por décadas. Será hasta
que pueda conseguir una educación para construir una carrera donde
pueda hacer más dinero. Y aún más, mientras que todavía está muy joven,
me gustaría que tuviera una vida familiar más estable en vez de estar de ida
y vuelta cada semana. Y como su madre, creo que debe pasar ese tiempo
conmigo. Con el fin de darle tiempo para hacer algo crucial en su vida,
vínculo con su padre, estoy dispuesta a darte días, noches, etcétera, con tu
hijo para que pueda seguir haciéndolo. Eso es lo que quiero de ti. Todo lo
que quiero de ti.
Tomé otra respiración rápida y me lancé de nuevo.
—Lo que no quiero hacer es luchar contigo. No quiero que Travis
crezca con dos padres que se odian entre sí, que siempre están luchando y
discutiendo. Eso no sería bueno para nuestro hijo. A medida que crece,
mientras consigo levantarme, seré menos dependiente de tu ayuda
financiera y él necesitará más tiempo con su padre. Si podemos llegar a un
lugar donde podamos tomar estas decisiones e instigar estos cambios
cuando se necesiten sin desgarrarnos el uno al otro, Travis se beneficiará.
Pero diré que, si peleas conmigo, pelearé. Y si peleas conmigo, Aaron, me
dirá exactamente cómo te sientes, no sólo acerca de mí, sino acerca de tus
deberes como padre para nuestro hijo.
Tomé otra respiración y terminé, dándoselo completamente con la
esperanza que por una vez en su vida le importaría lo que tenía que decir y
me escuchara.
—La idea de que volvamos a estar juntos, Aaron, sinceramente, no
quiero hacerte daño. Sé que podrías no creer eso, pero es la verdad. Sin
embargo, hemos terminado. No me has hecho daño. Me destruiste. Me
levanté, me recompuse de vuelta, y salí de eso más fuerte, viendo los errores
que cometí en el pasado. Estoy encantada que dado el amor que una vez
tuvimos, hicimos a un hijo que ambos adoramos. Pero ya no hay nada allí.
Tengo un hombre en mi vida por quien estoy llegando a preocuparme
enormemente. Me trata bien, y está enamorándose de nuestro chico. A decir
verdad, si te preocupas por mí en absoluto, no sólo me permitirás tener eso,
sino que lo querrás para mí. Y con eso, esta conversación ha terminado.
Sólo te pido que por favor pienses en todo lo que he dicho. Y te pido que,
cuando me traigas de vuelta a Travis el lunes, también me traigas mis cosas.
Ahora, ten una buena tarde.
Con eso, sin saber si era lo correcto no dejarlo que dijera una palabra,
y preocupada porque no lo fuera, desconecté la llamada.
Bajé el teléfono no sólo inquieta por esencialmente colgarle a Aaron y
cómo iba a reaccionar a eso, sino francamente preocupada por toda la
conversación.
Podría o no haber roto con Tory (pero parecía que sí).
Podría o no después que había dicho mi parte desear regresar
conmigo.
Pero también podría estar diciendo estas cosas para comprar tiempo
para buscar venir a nuestra reunión, o al tribunal, con cualquier munición
que sentía que necesitara, arrastrando a cualquier persona que sintiera que
ayudaría a su causa, y, a su sola discreción trayendo abajo a todos los que
sentía que podía utilizar para conseguir lo que quería.
Miré alrededor de mi preciosa cocina, que todavía tenía que asimilar.
Era por lo menos tres veces el tamaño de la cocina en mi antiguo
apartamento, y en ese momento me di cuenta que no era mucho más
pequeña que la cocina que tenía en la casa en que había vivido con Aaron.
Una casa que sus padres nos compraron para nuestra boda. Una casa
que ni siquiera había visto antes que se me diera como un gran regalo
sorpresa con toda la fanfarria que su padre hizo mientras estábamos en la
pista de baile en nuestra recepción con él y su esposa haciendo el gran
anuncio. Y tras regresar de Massachusetts, me mudé a ella.
Caminé fuera de la cocina, en el comedor/sala de estar y miré
alrededor.
Mis muebles encajaban aquí. El mobiliario que había elegido era
atractivo y acogedor y cómodo, encajaba en esta casa.
Perfectamente.
Como si lo hubiera comprado para aquí.
Éste era mi lugar.
Ésta era yo.
Me acerqué a la ventana de gran marco junto a la mesa del comedor
y me asomé.
Gran jardín. Espacio para que jueguen los niños. Lo mismo en la parte
trasera con una agradable terraza. Un lugar para parrillada. Un lugar para
relajarse.
Un vecindario tranquilo.
Esperé y observé e hice esto durante un rato.
Sólo dos autos condujeron por la calle. No la recorrieron rápidamente.
No tenían música a todo volumen. Condujeron tranquilamente a través de
un tranquilo y seguro vecindario familiar.
—Éste es mi lugar. Ésta soy yo —susurré.
Estaba donde tenía que estar para mi hijo.
Pero también para mí.
Tenía al hombre que necesitaba tener quien amaba a mi hijo.
Pero también estaba enamorado de mí.
Aaron iba a sacar todo lo que pudiera.
Y lo iba a arruinar todo.
Escuché la puerta trasera abrirse mientras me enfocaba en un cartel
en el patio de una casa al otro lado de la calle.
—Carrie, el agua está hirviendo —llamó Joker.
—¿Puede apagarla? —respondí, mis ojos pegados a ese cartel.
Segundos pasaron.
—Hola. —Escuché.
—Hola —respondí, los ojos en ese cartel.
Lo sentí acercarse. Sentí su mano ligera en la parte baja de mi
espalda. Sentí su calor. Sentí su fuerza.
—Hola —dijo en voz baja, una sílaba, una palabra repetida, pero el
cambio de tono lo decía todo.
—La casa del otro lado de la calle está en renta —le dije, mirando
fijamente hacia ese cartel.
—¿Sí? —preguntó con suavidad.
—Deberíamos hablar con la señora Heely. Ver si quiere mudarse.
Sacarla de ese lugar —le dije.
—Carrie.
—¿Sí?
—Mírame, Butterfly.
Arranqué mi mirada del cartel y lo miré.
Él también me miraba.
—Mierda, nena, ¿qué sucedió?
—Aaron me está investigando.
Su mandíbula se apretó.
—Sabe que perteneces a Chaos —le dije.
—No estoy escondiendo eso, ni lo ocultaría nunca —me dijo.
—Lo sé —susurré.
Se me quedó mirando fijamente. Lo hizo durante un rato, su mano en
mi espalda, ligera, no reclamando como usualmente me tocaba.
Sólo ahí.
Repentinamente anunció:
—Luché en el circuito clandestino de luchas.
Parpadeé.
Entonces pregunté:
—¿Qué?
—Peleas ilegales, apuestas ilegales. Lo hice por años. Nunca me
atraparon. Hice un jodido montón de dinero. Todo en efectivo. No pague
impuestos sobre ello y no lo haré si no tengo que hacerlo.
Me quedé mirando fijamente.
Joker siguió hablando.
—No vivía una vida tranquila, pero nunca hizo nada realmente
estúpido y nunca fui atrapado haciendo las cosas semi-estúpidas que hacía.
En otras palabras, no tengo una hoja de antecedentes penales, Carissa.
—Yo... está bien —contesté.
—He tomado drogas —continuó, y mi cabeza se levantó rápidamente—
. Fumado hierba. Esnifado coca. Nada más. No me importa la melosidad de
una articulación, pero no me gusta un golpe alto. Pero como un luchador,
tampoco hacía cosas buenas para mí, así que dejé de hacer esa mierda hace
mucho tiempo.
Estaba sacudiendo la cabeza ligeramente mientras repetía:
—Está bien.
—Chaos ha sido un club limpio por más de una década —continuó—
. Ni un solo miembro ha sido atrapado por algo más que delitos menores.
Ebriedad y alteración del orden público, ese tipo de mierda. Hay algunos
chicos que han sido fichados por la policía, pero nada serio. No en un largo
tiempo.
Con eso, algo empezó a abrirse paso lentamente dentro de mí, y eso
mismo comenzó a llenarme de calidez.
—Está bien, Joker —susurré.
—Y eso que no te conté hace un par de noches —siguió—, era algo
que sabía que te asustaría y algo que sabía que el club tenía controlado. Un
informante de Chaos, una mujer, una ex prostituta, fue asesinada. No fue
asesinada por el tipo que tiene un problema con el club. Fue asesinada por
una rata llena de resentimiento. Me mata tener que contarte esto porque
quería protegerte, pero tienes que saberlo todo por si ese imbécil se entera.
Ella tenía palabras grabadas en la piel, una era Chaos y la otra mi nombre
porque era mi informante.
—Dios mío. —Respiré hondo, sintiendo mis ojos abrirse como platos.
—No era una buena mujer pero trataba de hacer las cosas bien por el
club, incluso si al hacerlo, tenía que pagar por ello. Ese era su mundo y así
tenían que ser las cosas. Pero ella está muerta y va a ser vengada. El club
tratará con eso, pero no directamente. La forma en que se ha hecho nunca
va a influir en el club.
Me di la vuelta hacia él, poniendo una mano sobre su estómago,
sintiendo lo que estaba dándome, por qué estaba dándomelo, llenándome
con un calor que me penetró hasta los huesos.
—Joker…
—Es eso —declaró—. Eso es todo de mí. O todo lo que tiene que ver
conmigo que puede dañarlos a ti y a Travis. Ahora, la verdad, si me dijeras
que necesitas que deje el club porque piensas que eso fortalecería tu caso,
te diría que lo consideraría. Pero eso diría algo de ti. Algo acerca de lo que
piensas de mis hermanos, de quién soy. Y al final, sé que eso me jodería, lo
que jodería lo nuestro. Así que no puedo darte eso, Carrie.
—Yo…
—Pero me alejaría.
Me quedé inmóvil.
Él siguió hablando.
—Eso me mataría. Te quiero en mi vida. Quiero a tu hijo en mi vida.
Me gusta lo que tenemos, y me gusta la idea de a dónde estamos yendo, lo
que estamos construyendo. Nunca he tenido sueños. Pero ahora sueño con
eso. Con dártelo a ti. Darte tu dulce. Y más. Tener eso para mí. Pero por ti
y por tu hijo, si es lo que necesitas, me alejaré.
No.
¡No, no, no!
—¿Eres un luchador? —pregunté con voz ronca, la emoción me
obstruía el pecho, necesitaba preguntarle eso porque no podía ni siquiera
pensar en cómo él acabaría con todo lo que me había dado.
—Tenía un padre que me golpeaba —contestó y yo traté de contener
un estremecimiento—. Tenía que dejarlo ir. Sacarlo de mi sistema. Así que
lo hice.
—¿Una mujer fue asesinada? —continué.
—Sí. Y no sé por quién ni cómo ni cuándo, pero si el responsable
pierde el pellejo, sabré por qué.
Me quedé en silencio.
Su mano me dejó.
Me sentí despojada.
—Carissa, si esto tiene que pasar, va a pasar ahora —declaró—. Si
necesitas acabar con esto, me iré. Si me das más de ti, más de Trav, y tomas
esta decisión más tarde, me arrancarás un pedazo de mí que nunca sanará.
—Si te alejaras de mí, me matarías.
Giró la cabeza de golpe hacia mí.
Pero yo no había terminado.
—Y si alguna vez le dieras la espalda al club, nunca te perdonaría,
Carson Steele.
Joker se quedó ahí, completamente inmóvil, mirándome fijamente.
—Aaron va hacer todo lo posible por arruinarlo todo —le dije—. Y
puede que tenga éxito. Eso me asusta. No, me aterroriza, porque no quiero
pasar por eso de nuevo. Pero esta vez, no quiero meterte a ti ni a nadie más
que me importe en esto. Dicho eso, no importa lo que él me quite, ni contra
qué me estrelle la próxima vez, y la siguiente, y quizás incluso la siguiente
a esa, siempre y cuando siga teniendo a Travis y siempre y cuando siga
teniéndote a ti.
Dejé salir la última palabra y luego mi cabeza estaba contra el piso y
Joker estaba sobre mí.
Él estaba tironeando mi ropa.
Yo le devolví el gesto.
Desesperados, respirando con dificultad, ropa volando, labios
rozándose, bocas conectándose, lenguas saboreándose, manos vagando,
uñas arañando, dedos enredándose, nos metimos el uno en el otro, Joker
encima, yo encima, y de vuelta, y otra vez, hasta que no pude soportarlo
más.
—Condón, cariño —supliqué respirando acelerada.
Extendió la mano y quitó los jeans de nuestro camino.
—De espaldas, ábrete, sostente para mí, Carrie —ordenó.
Me quité de encima de él, me puse de espaldas e hice lo que me pidió.
Se puso el condón y en un segundo estaba cubriéndome.
Pero al contrario de lo frenético que había sido hasta ese punto, en
ese momento, con su cuerpo sobre mí, mis piernas rodeando sus caderas,
mis brazos apretando su espalda, mis manos extendidas sobre sus
omoplatos, sus ojos trabados en los míos, su peso apoyado sobre un codo,
su otro brazo debajo de mí, rodeándome la cintura, sentí la punta y luego él
se deslizó lentamente dentro de mí.
Abrí los labios mientras lo tomaba palmo a palmo hasta que estaba
enterrado dentro de mí por completo.
—Tan jodidamente bonita —murmuró, su mirada aún en mí.
Cerré los ojos.
Estaba enamorada.
Los abrí y susurré:
—Por favor, por favor, no vuelvas siquiera a mencionar que vas a
dejarme.
Su respuesta fue bajar la cabeza y rozar su nariz contra la mía
gruñendo:
—No lo haré, Butterfly.
—Nunca, Carson. Prométemelo.
—Te lo prometo, nena.
Rocé sus labios con los míos.
—Gracias, cariño.
Inclinó la cabeza y me besó.
Luego tan lentamente como entró en mí, me hizo el amor, en el suelo
del comedor.
Necesariamente, por supuesto, terminó siendo más rápido, más
fuerte, impresionante, arrollador.
Asombroso.
Y después, acostada en el suelo con Joker encima de mí y sintiendo
el clímax abandonarme mientras su peso y su calor se presionaban contra
mí, me llegó de nuevo esa certeza.
Este era mi lugar.
Esta era yo.
Este era el lugar exacto al que pertenecía.
—¿Apagaste la estufa? —pregunté.
El cuerpo de Joker se sacudió con su risa corta y sorprendida.
Luego inclinó la cabeza, mirándome a los ojos, y respondió:
—Sí, Carrie.
—Bien —murmuré.
Alzó una mano y quitó unos rizos de mi frente antes de decir:
—Vamos a estar bien.
Asentí.
—Todo va a salir bien, cariño —susurré.
Lo miré fijamente a los ojos y supe que lo estaría.
Lo supe.
Porque sabía, acostada ahí en el suelo con Joker aún dentro de mí,
aplastándome con su peso, que este era su lugar.
Y como yo, a él le gustaba su lugar.
Así que nunca lo dejaría.
Joker

El día siguiente, Joker esperó un buen rato, apoyado en su moto al


lado del SUV Lexus negro. Él finalmente apareció.
Dirigiéndose hacia su auto a la salida del juzgado, el maldito lo vio, se
detuvo, sacó su teléfono, y le tomó una foto a Joker.
Joker no se movió.
Sabía lo que imbécil haría.
Aaron Neiland no era un hombre que dejara pasar la oportunidad de
una confrontación.
Así que hizo lo que Joker sabía que haría.
Caminó derecho hacia Joker y declaró:
—No puedes intimidarme.
—Ella es feliz.
El hombre se quedó petrificado.
—Aunque estés en el teléfono jodiendo con su cabeza, o después,
cuando te metas ahí y me cueste arreglarla, ella es feliz. Es la madre de tu
hijo, hombre, deberías querer que sea feliz. No ha tenido mucha felicidad en
su vida, pero ahora está un lugar estable. Está en paz. Déjala ser y concédele
eso.
—Se merece algo mejor —replicó Neiland.
—Tienes razón —estuvo de acuerdo Joker—. Tuviste tu oportunidad
y la destrozaste. Ahora ha encontrado a alguien mejor.
Neiland alzó el labio superior en una mueca desdeñosa.
—¿Estás diciendo que eres mejor que yo?
—Estoy diciendo que soy mejor para Carissa.
Él negó.
—Es increíble que te convencieras a ti mismo de eso.
—No —replicó Joker—. Lo que es increíble es que ustedes dos tuvieran
un hijo. Creaste un maldito milagro, hombre, y al hacerlo, asumiste una
responsabilidad. Y la madre de ese niño perdió a su hermana. Su madre. El
hombre que amaba la engañó, la sacó a patadas de su cama, de su casa,
metió a otra mujer ahí, la obligó a vivir en un lugar de mierda que no era
seguro para ella ni para su bebé, y él puede quedarse ahí parado creyendo
que es mejor que yo para ella. Eso es increíble.
Incapaz de contradecir ese punto, se dio la vuelta para alejarse.
—No voy a hablar contigo acerca de mi familia.
Era demasiado importante así que Joker no lo dejó ir.
—Todo lo que te pido es que la dejes ser feliz.
Neiland se giró de vuelta.
—Yo puedo hacerla feliz.
—Qué gran trabajo que has hecho en eso.
Se inclinó hacia Joker.
—Ella te necesita ahora, amigo. ¿Qué pasará cuando no te necesite?
—Seguirá estando conmigo.
Se echó hacia atrás, con una sonrisa repugnante.
—¿Estás seguro?
—Absolutamente.
—En tus sueños, Steele —se burló.
Joker se alejó de su moto y se giró para enfrentarlo, observando que
el hombre se ponía alerta pero mantenía su posición. Sin embargo sus ojos
disparándose de un lado a otro lo decían todo.
No quería ser humillado, pero necesitaba un plan de escape porque
sabía que si la cosa llegaba a los puños, Joker le daría una paliza.
Pero Joker no se movió ni un milímetro hacia él.
—No quería entrar en esto, y no te lo diré todo. Es cosa mía y de Carrie.
Pero ella recibe de mí lo que tú no le diste en un montón de aspectos,
Neiland. Le encanta. A veces, ruega por ello.
—Vulgar, pero no sorprendente —siseó.
—Te equivocas conmigo —dijo Joker en voz baja—. Captas una parte,
pero no todo. Eres tan egocéntrico que crees que ella tiene que trabajar para
merecerte. Tú vas por tu propio camino, haces tus cosas, te follas a quien
quieres cuando quieres. Le pones prueba tras prueba, y ella pasa, acepta lo
que sea que tú quieras o está fuera. Conmigo, me lo ha dicho, está cómoda.
Yo le doy comodidad. Estamos cómodos el uno con el otro. Y eso es porque
sabe dónde está conmigo y qué suelo pisa, hombre, no es inestable. Ahora,
te pregunto, si la quieres tanto de vuelta, si quieres tu familia, entonces
debo creer que sientes algo por ella. Aunque sea un poco. Sino, esto no se
trata de ella sino de tu necesidad de vencerla, o a mí, o a ambos. Pero si
sientes algo por ella, lo que quiero saber es por qué no querrías que se
sintiera cómoda.
Otra vez, incapaz de contradecirme, Neiland anunció:
—Hemos terminado. —Y se giró para irse.
—Por supuesto que sí —murmuró Joker, mirando sus botas.
—De hombre a hombre, como obviamente quieres que sea esto —dijo
Neiland y Joker alzó la mirada hacia él—. Una vez que haya terminado
contigo, Carissa no querrá que estés cerca de ella ni de su hijo.
—Buena suerte con eso, amigo —respondió Joker.
Otra mueca.
—No tienes ni idea.
Sin vacilar, Joker le dio sus ideas.
—Ella sabe que era un luchador. Ella sabe que fumaba marihuana.
Ella sabe y le gustan todos los miembros del club.
—¿Ella sabe que una puta tenía tu nombre tallado en su vientre? —
replicó él.
—No compartí la localización, pero sí, ella sabe eso también.
Neiland parpadeó.
—¿Tienes más? —preguntó Joker, pero sabía que no, así que Neiland
se quedó allí mirándolo, Joker negó—. Entonces supongo que hemos
terminado.
—Estamos lejos de terminar.
Joker siguió negando y comenzó a volverse hacia su moto.
—Ella tiene a un hombre con antecedentes penales cuidando a
nuestro hijo —espetó, y Joker sonrió pero lo hizo para que no riera.
Lo miró de nuevo.
—Buena decisión, ve tras Pete. Eso funcionará.
Neiland mostró incertidumbre durante un solo latido antes de
ocultarlo y dijo:
—Eso no dice que Carissa sea capaz de tomar decisiones apropiadas
sobre la crianza de nuestro hijo.
—¿Estás seguro que quieres compartir toda tu estrategia conmigo? Si
lo haces, está bien, pero dame un segundo para conseguir algo de papel
para que pueda tomar notas.
—Eres un idiota —se burló.
—Estoy enamorado de tu exmujer —respondió Joker, sin diversión en
su voz, sus ojos centrados en los de Neiland—. La he amado desde el
instituto, hombre. Ella lo es todo para mí. La vas a arrastrar, eso apestará,
pero la levantaré de nuevo. Vas a rasgarla, voy a odiar verlo jodidamente,
pero la juntaré de nuevo. Haz lo que tengas que hacer para que sientas que
tienes el pene más grande. Pero debes saber esto, al final, será ella y yo. Así
que haz tu tiro. Gasta tu dinero. Anota esas marcas en tu alma. Deja
cicatrices en tu hijo. Presiónala hasta el punto en que ella no pueda soportar
ni mirarte. Pero hazlo sabiendo que todo es por tu culpa. Al igual que todo
lo que ocurrió antes, es todo por ti.
Con eso, Joker se despidió. Volviéndose hacia su moto, montándola,
dándole al contacto, dando marcha atrás, ni siquiera dio una mirada al
hombre.
Se alejó sabiendo que esto no sería el final. También se alejó sabiendo
que tenía que tener una charla con sus hermanos.
Pero se alejó con la esperanza de que fuera lo que fuera lo que el
hombre hiciera, no dejara cicatrices en su hijo.
El resto, Joker lo tenía a mano.

No se sorprendió de que Carissa estuviera tensa ese lunes mientras


esperaba que Neiland le devolviera a Travis.
Él solo no sabía todas las razones por las que ella estaba tensa.
Cuando el hombre apareció, como había estado haciendo un hábito,
Joker dio un paso atrás, asegurándose de que ella sabía que tenía su
espalda y de que Neiland registrara su presencia.
Esta vez, afortunadamente, la devolución duró un tiempo mucho más
corto.
Pero le retorció nauseabundamente sus entrañas, observar que
Neiland trataba de arrastrarse hasta su culo, decidiendo ignorar a Joker y
enfocarse sólo en ella, dando tanta sacarina, que era una maravilla que la
habitación no explotara con esta.
Pero ella estaba toda sobre su niño, forzando la cortesía, y las dos
cajas con las que Neiland hizo un gran espectáculo yendo a la parte trasera
de su auto y consiguiéndolas para ella.
Ella fue sólo un poco agresiva cerrando la puerta en su culo.
Pero una vez que él se había ido, mimando a Travis, ella se movió a la
ventana de la derecha y lo observó alejarse.
Así lo hizo Joker también.
Al segundo en que el Lexus salió de la acera, Carissa estuvo en su
espacio.
—Dile hola a Joker, pastelito. Mami tiene que hacer algo realmente
rápido —dijo, dándole a Travis un beso, un abrazo y tendiéndoselo a Joker.
Entonces se dejó caer hacia las cajas, arrancando la cinta.
Joker le dio sus propios mimos al niño, contento de tenerle de vuelta,
su peso en sus brazos, oyendo los ruidos que hacía.
Pero sus ojos estaban en Carissa.
Ella buscó en la primera caja en un frenesí, y viéndolo, Joker sintió
su estructura tensarse.
—Carrie, ¿qué demo…?
Se cortó cuando ella hizo un ruido extraño, lleno de pánico, se volvió
desesperadamente a la siguiente caja y arrancó la cinta.
Travis comenzó a inquietarse en su brazo.
—Carrie —susurró mientras ella apartaba las solapas y excavaba
dentro.
Entonces, de repente, tiró de un marco contra su pecho y cayó de culo,
con las rodillas hacia arriba, envolviendo su parte superior sobre esto,
meciéndose.
Él se puso en cuclillas a su lado.
—Bebé.
—Ahora tengo todo lo que necesito de él. Ahora no necesito nada de
él. Ahora tengo todo lo que necesito —dijo como un canto, su voz ronca.
Travis hizo un sonido infeliz mientras Joker levantaba su mano y
tiraba de su cabello, lejos de su hombro.
Él vio las lágrimas mojar su mejilla.
—Carrie —su voz también estaba espesa—, habla conmigo.
Sus ojos húmedos se acercaron a él mientras ella dejaba caer sus
brazos y la parte de atrás del marco golpeaba sus muslos, mostrando lo que
había en este.
Joker lo miró y su garganta se cerró.
—Ahora tengo todo lo que necesito —susurró, sus palabras
temblando.
Joker se dejó caer sobre una rodilla, apretando su brazo en su cuerpo,
sosteniéndola cerca mientras deslizaba los dedos de su otra mano por su
cabello, apartándolo hacia atrás suavemente.
Él fue por el beso.
Travis les dio lo que necesitaban, permitiéndoles tiempo para que la
boca de Joker se moviera en la de ella, bebiendo y al mismo tiempo dándole
a ella todo lo que tenía para dar en vez de decir todo lo que tenía que decir.
Entonces el chico había terminado y ambos lo supieron cuando él
gritó, agarrándoles y tirando el cabello de ambos.
Lo que significaba que cuando ellos dejaron de besarse, estaban
sonriendo.

Esa noche en una gran cama con sábanas caras y un colchón


fantástico, mientras un niño pequeño dormitaba en su cuna en una
habitación lejos, Carson Steele y Carissa Teodoro dormían un sueño
profundo, enredados juntos con un boceto en un marco reposado en la
mesilla de noche de Carissa.
En su lugar apropiado.
Donde debería estar.
Al igual que lo estaba todo y cada ser en ese hogar.
En su lugar apropiado.
Precisamente donde deberían estar.
Capítulo 22
Estar en lo correcto

Joker

Joker estaba de pie en el garaje, con las manos en las caderas,


mirando fijamente al auto que estaba construyendo. El capó estaba abierto,
el nuevo motor brillaba, la protección contra rasguños cubría los costados,
el interior estaba vacío porque los asientos que habían ordenado tardaban
un par de días en llegar.
Pero si no se demoraban, podrían estar girando la llave para el final
del día siguiente.
Solo esperaba que arrancara. Con todas las reformas que le había
hecho, siempre había algún riesgo, y si no arrancaba, averiguar por qué
podría llevarle tanto media hora como media semana.
—¡Joker! ¡Cariño! ¡Tienes visita!
Se dio la vuelta hacia la puerta ante el llamado de Cherry.
Luego sonrió cuando vio al hombre que caminaba detrás de ella.
El señor Robinson. Keith.
El hombre tenía la mano extendida antes de que se encontraran, y
Joker se la estrechó cuando lo hicieron.
—Me dijiste que llamara —dijo Keith—. Pero estaba cerca así que
pensé en pasarme por aquí.
—Me alegro de que lo hicieras —contestó Joker, rompiendo el
contacto.
Keith desvió la mirada hacia el auto.
—¿Es tuya?
Joker miró al auto también.
—Estoy trabajando en ella ahora, sí.
Joker sintió los ojos del hombre puestos en él cuando declaró:
—Es una belleza.
Miró a Keith y sonrió.
—¿Quieres verla?
Keith asintió y Joker lo condujo hacia el auto.
—¿Y cuál es tu responsabilidad con este? —preguntó Keith mientras
caminaban.
—Toda —le dijo Joker.
Se detuvieron junto al auto y Keith lo miró.
—¿Disculpa?
—Diseño, chasis, cuerpo, tubo de escape, suspensión, transmisión,
motor, ruedas, interiores, pintura. —Miró al auto—. De parachoques a
parachoques, del techo a las ruedas, es mía.
—Eso es… eh… yo… Carson… —Joker volvió a mirar a Keith mientras
tartamudeaba—. Es increíblemente impresionante.
Eso se sentía bien, pero aun así, Joker se encogió de hombros.
—Es mi trabajo —murmuró y continuó—: No es que me haya puesto
a coser cuero ni nada. Para la mayor parte de los interiores contratamos a
alguien que los hiciera o los restauramos, usando unos materiales de puta
madre que encontramos en vehículos que ya no se podían restaurar. Los
reconstruimos y manipulamos para adaptarlos al auto. Y yo no pinté.
Tenemos un chico que nos hace esa parte, y otro que pinta las líneas finas.
Visualicé los retoques que se hacen pintando con aerógrafo, yo hago algo de
eso, pero consume mucho tiempo, tenemos la fecha límite encima y no tengo
ese tiempo, así que hay un chico que ayuda…
—¿Tú pintas con aerógrafo? —preguntó Keith y Joker se encogió de
hombros otra vez.
—Sí.
Lentamente, Keith sonrió antes de decir:
—Me gustaría ver algo de eso.
Joker asintió.
—Cherry tiene en la oficina un libro de antiguos trabajos. Puedo…
Dejó de hablar cuando oyó:
—¡Cariño!
Se dio la vuelta y ni siquiera trató de contener la gigantesca sonrisa
cuando vio a Carissa caminando apresurada hacia él llevando un lindo
vestido que le llegaba hasta los muslos, dejando expuestas sus piernas de
la rodilla hacia abajo, con sandalias de tacón alto, el cabello suelto y algo
despeinado, maquillaje ligero, y Travis apoyado en su cadera.
Y con ella estaba la señora Heely.
—¡Mira a quién traje! —exclamó, girándose un poco para señalar a la
señora Heely.
—Hola, Butterfly —le dijo y miró a la mujer a su lado—. Mamá Heely.
La señora Heely rodó los ojos.
Carissa se acercó a él, apoyó una mano en su estómago y se alzó para
besar su mandíbula con barba incipiente.
Travis se agarró de tal forma que cuando ella se alejó, él seguía
sosteniéndose a Joker. Joker captó la indirecta y tomó al niño en sus brazos.
—Hola, chico —le dijo.
—Bue dae, bah —contestó Travis.
—¿Tuviste un buen día? —preguntó Joker.
—¡Bah! —estuvo de acuerdo Travis, alzando los brazos y dándole a
Joker un manotazo en la mandíbula con una mano y en la boca con la otra,
que empezó a retorcerle y tironearle.
Joker lo dejó hacer con una sonrisa.
Luego se dio la vuelta y se agachó hacia la señora Heely así ella podía
ponerle una mano en la mejilla.
Sus ojos estaban sonriendo pero sus labios murmuraron:
—Y otra vez, no se bañó.
Él siguió sonriéndole mientras ella se enderezaba.
—¡Oh, Dios mío! ¡Mira esto! ¡Todo viene de tu dibujo y es increíble! —
exclamó Carissa y Joker se volvió hacia ella para ver sus manos juntas
delante de ella.
Luego ella se inclinó sobre la cubierta del guardabarros y viéndola
hacerlo, él decidió que después de lograr ignición, de que las pruebas de
funcionamiento estuvieran hechas, sería tarde, y el garaje estaría vacío, él
bajaría el capó y la follaría allí misma.
En esos zapatos.
Ella se volvió hacia él y exclamó de nuevo.
—¡Increíble! —Se volvió para mirar a la señora Heely—. ¿No es
increíble?
—¿Construiste esto, Carson? —preguntó la mujer, y Carson la miró
para ver que ella se veía igual que se veía Carissa.
Asombrada.
—Sí —murmuró.
La señora Heely movió sus ojos brillantes con orgullo hacia él.
—Obviamente, no me veo a mí misma tras el volante, pero eso no lo
hace menos magnífico.
—Veo que es unánime —añadió Keith, y Joker atrapó a Carissa
enderezándose del auto y volviéndose hacia él.
—Lo siento mucho. Interrumpimos. Yo… —Sus ojos se pusieron
enormes, Carson vio cuán lindo era, y ella golpeó sus manos delante de ella
tres veces y gritó—: ¡Señor Robinson!
—Me has atrapado —dijo Keith con una sonrisa.
Carissa corrió hacia él y le dio un rápido abrazo. Ella se echó hacia
atrás, con las manos todavía en sus bíceps, sonriendo como una loca en su
rostro.
—¡Esto es tan maravilloso! —exclamó—. ¿Estás aquí porque te
enteraste de Wilde and Hay?
Ella lo dejó ir y se apartó un paso mientras Keith negaba, viéndose
ligeramente confundido, y preguntó:
—Lo siento, no. ¿Wilde and Hay?
—Están haciendo un gran reportaje sobre Joker —dijo y luego
agregó—, Carson —cuando Keith siguió viéndose confuso.
El hombre se paró viéndose confundido mientras sus ojos iban
lentamente hacia Joker.
—No —respondió en voz baja hacia Carissa—. Sólo venía a ver el
trabajo de Carson. No tenía ni idea. —Su voz se hizo más baja—. Pero no
me sorprende.
Joker levantó a Travis, quién soltó su labio, pero se aferró a su camisa,
y los ojos de Keith fueron al niño.
Joker dejó de sentir lo bueno que estaba calentando su pecho, y él se
preparó cuando Keith asimiló a Travis.
Sus ojos volvieron.
—No mencionaste que tú y Carissa tenían un hijo.
Antes de que Joker pudiera decir nada, Carissa empujó bajo su brazo,
obligándolo a envolverlo alrededor de sus hombros (no es que no lo hubiera
hecho de todos modos), y abrazándolo de su cintura mientras se presionaba
a su lado y decía:
—Travis es de Aaron Neiland, señor Robinson. Estábamos casados.
Ahora ya no y estoy con Jo… Carson.
—Ah —murmuró Keith.
Carissa se estiró y tiró suavemente de la mano de Travis de la camisa
de Joker. Agitándola hacia Keith, ella ordenó:
—Di hola al señor Robinson, Googly.
—Gah doo —dijo Travis, tiró de su mano de su mamá y se metió el
puño en la boca. El señor Robinson sonrió.
—Es por eso que estamos aquí, cariño, o algo así —dijo y Joker miró
abajo para verla mirándola hacia él—. La señora Heely quería conocer a
Travis así que lo traje por aquí. Estuvimos charlando. Entonces hablamos
con Kam. Vamos a tener todos una cena fuera esta noche. ¿Está eso bien?
Ella tenía un motivo ulterior, lo sabía. Había estado maquinando en
conseguir que la señora Heely fuera a la casa al otro lado de la calle desde
que supo que estaba en alquiler.
Era un martes. Ni siquiera habían tenido a Travis durante veinticuatro
horas. Y ahora estaba usando la petición de la señora Heely para conocer al
chico como una excusa para discutir lo que quería.
Tener a la señora Heely al otro lado de la calle en absoluto apestaría,
por lo que dijo:
—Está bien para mí.
—¡Genial! —gritó, saltando un poco a su lado con entusiasmo, algo
que era lindo y sexy. Entonces se apartó—. ¡Oh, Dios mío! Soy tan grosera.
señor Robinson, esta es la señora Heely. Ella solía ser la vecina de Carson
pero en realidad es la familia de Carson —anunció.
La señora Heely se hinchó visiblemente con orgullo mientras ofrecía
su mano.
—El señor Robinson fue nuestro profesor de historia en la escuela
secundaria —le dijo Joker.
Los ojos de la señora Heely se iluminaron.
—Encantada de conocerlo, y es tan agradable ver a un profesor tomar
un interés continuo en sus alumnos.
Estaban sacudiendo las manos cuando Keith respondió.
—Siempre ha habido un montón de cosas para estar interesado en
Carson, como se evidencia allí mismo.
Ellos se separaron con la señora Heely sonriendo.
—Estoy totalmente de acuerdo.
—Yo también —murmuró Carissa en voz baja.
Mierda, todo este grupo no dejaba de decir lo asombroso que él era,
aunque tenía que reconocerlo. Se sentía genial, pero seguía siendo incómodo
como la mierda.
Como si supiera lo que estaba sintiendo, Carissa acabó con eso en ese
mismo momento.
—Ahora, odio decirlo, pero ya es tarde y tenemos que ir a la tienda de
comestibles. —Miró a Keith—. De repente estamos alimentando a nueve
personas. Necesito conseguir comida. —Inclinó la cabeza hacia un costado—
. ¿Le gustaría unirse a nosotros?
—En otra ocasión, Carissa. Mi esposa y yo tenemos planes esta noche
—contestó Keith.
—Es una pena, pero lo entiendo. Poca anticipación. Nos pondremos
de acuerdo para cenar otra noche. —Se giró hacia la señora Heely—. ¿Lista
para ir a la tienda?
—Cuando tú lo estés —contestó la señora Heely.
Volvió hacia donde estaba Joker, alzando las manos hacia su hijo.
—Vamos, nene, mami y la señora Heely necesitan ir pronto a la tienda
de comestibles.
Travis se sacudió en brazos de Joker, tratando de agarrarse a su
mandíbula, y exclamó:
—¡Bah, moo mah!
Ella miró a Joker como lo hacía cada vez que Travis decía “moo mah”,
convencida de que era “mamá”.
Joker no sabía si Carissa tenía razón. Pero le gustaba ver su rostro
cuando pasaba.
—Él está bien conmigo —le dijo.
—Seguro que sí —dijo la señora Heely, con una sonrisa en su voz.
—No tienes tu camioneta —le dijo Carissa.
—Pasa por aquí cuando hayan terminado de hacer las compras,
puedes llevarlo a casa y yo conduciré detrás de ti —dijo él.
—Está bien, cariño —murmuró Carissa, inclinándose hacia él, y esta
vez Joker giró la cabeza así ella encontraba sus labios, no su mandíbula—.
Te veo luego —susurró cuando se alejó. Se inclinó hacia Travis, que presionó
el rostro contra el cuello de Joker, creyendo que ella iba a intentar
separarlos.
Ella sopló una trompetilla en su cuello y él rio pero siguió apretujado
contra Joker.
Carissa se alejó.
—Fue muy agradable verlo otra vez, señor Robinson —dijo.
—Keith, Carissa —solicitó él.
—Keith —repitió cálidamente.
Se estrecharon las manos. La señora Heely se despidió de Keith.
Carissa volvió para otro roce de labios con Joker y otra trompetilla para
Travis. Después de eso, Keith y Joker observaron a Carissa y a la señora
Heely caminar hacia la chatarra de auto de su mujer.
Con su madre alejándose, Travis expuso su plan y comenzó a forcejear
para bajarse, mostrando que aunque podía gustarle Joker, lo que realmente
quería era gatear sobre toda la tierra y mugre del taller.
Joker lo sostuvo con fuerza, con los ojos clavados en el dulce trasero
de la madre de Travis.
—¿Qué edad tiene?
Ante la pregunta de Keith, Joker quitó sus ojos del trasero de Carissa
y miró al hombre a su lado.
—Nueve meses.
Algo se movió en el rostro de Keith que era fácil de leer. Tristeza e ira.
—Por favor dime que el señor Neiland es un mejor padre de lo que
obviamente fue como marido —solicitó.
Sí.
Nada se le pasaba a Keith Robinson. Sabía exactamente cuán imbécil
era Aaron Neiland en el pasado, que era el por qué era un imbécil aún mayor
ahora.
—Hasta lo que sé, busca a su hijo.
—Y Carissa te tiene a ti —dijo Keith en voz baja.
—Y yo los tengo a ambos —contestó Joker.
—¿Te gustaría saber cuál es uno de los mejores sentimientos en el
mundo, Carson? —preguntó Keith.
Joker no estaba seguro de querer saber. Con todo lo que acababa de
pasar, cualquier cosa podía venir de eso. Y no era solo todo lo que había
pasado, sino que Joker estaba sosteniendo en sus brazos lo que Keith y su
esposa no podían tener.
Aun así, dijo:
—Claro.
Keith lo miró profundamente a los ojos, Joker se tensó ante la fuerza
de su mirada, y el hombre susurró:
—Estar en lo correcto.
Joker contuvo el aliento.
Travis exclamó:
—¡Bah goo dee fah luh dah koo!
Keith sonrió, miró el auto de Joker y dijo:
—Ahora, si tienes tiempo, muéstrame todo.
Sosteniendo a un enojado Travis, hizo eso.

Sentado a la mesa del comedor de Carissa con los platos sucios que
contenían los restos del pastel de cereza que había hecho la señora Heely en
la cocina de Carissa, Joker sintió algo.
Miró hacia su derecha.
Estaba sentado a la cabecera de la mesa.
Carissa, siendo Carissa, le había dado a la señora Heely la otra punta
de la mesa.
Así que ella estaba sentada a su derecha.
Y cuando la miró, vio que ella tenía los ojos puestos en los sofás y una
mirada en su rostro que él sintió en su estómago.
Joker giró la cabeza hacia ese lado y vio a los chicos de Linus y Kam
gateando por todo el sofá, luchando con un montón de gruñidos.
Candy estaba sentada a un lado, su pequeño vestido impecable, sus
ojos en sus hermanos como si no supiera qué hacer con ellos pero lo que se
le estaba ocurriendo no era mucho.
Mientras la miraba, vio a Travis gatear alrededor de la esquina del
sofá, giraba su trasero con pañales, golpeaba sus puños en sus rodillas, y
chillaba:
—¡Kee lah!
Quería más de la acción de los chicos.
Joker miró de regreso a Carissa.
Ella solo quería eso. Todo ello.
Niños y bebés por todo su sofá y sala de estar.
Y mirando la mezcla de paz, felicidad y deseo en su rostro, Joker
determinó no asustarla como la mierda al forzarlos a avanzar a la velocidad
que quería, eso sería llevarla a la joyería la próxima semana, apegar su
trasero al suyo la semana después cuando tuvieran a Travis de regreso, y
plantar un niño en su panza al segundo que uno de sus chicos conquistara
uno de sus óvulos.
Pero no iba a retrasarlo.
Quizás un mes.
Si pudiera descifrarlo, dos.
—¡Tengo dos chicos que mejor se calmen o van a tener sus pompas
azotadas por la mano de papi! —declaró Linus al segundo después que
escucharon un estruendo, lo que significaba que la pelea cayó del sofá.
Joker miró en esa dirección y vio que Candy tenía su cabeza en
dirección a la mesa del comedor y tenía clarificado que una pequeña de cinco
años estaba al tanto del estado de los chicos hoy.
Sus ojos regresaron a Carissa cuando la sintió pateándolo debajo de
la mesa.
Lo estaba mirando.
Él alzo sus cejas.
Ella inclinó su cabeza al final de la mesa.
Negó con la cabeza.
Lo volvió a patear e inclino su mentón hacía él casi
imperceptiblemente.
Suspiró.
Había encontrado el momento en este torbellino que era organizar esta
cena para llevarlo a un lado y decirle que era Joker quien tenía que hablar
el tema con la señora Heely. A pesar de que era la idea de Carissa, dijo que
no conocía a la señora Heely tan bien y quizás se viera raro viniendo de ella,
el hecho que quisiera que la mujer se mudará enfrente.
Joker imaginó que a la señora Heely le importaría una mierda. A ella
obviamente le gustaba Carissa. Le gustaría la idea que la mujer de Joker,
como Joker, la quería cerca.
Carissa reiteró que se podría ver extraño.
No estaba de acuerdo.
Fue llamada para ir antes que pudieran llegar a un acuerdo, pero
obviamente ella sintió que, en alguna parte entre su apresurada
conversación susurrada en el pasillo, él había estado de acuerdo con su
manera de pensar.
Inclinó su cabeza al final de la mesa otra vez y esta vez fue mucho
más perceptible.
—Butterfly, solo háblale —dijo en voz alta.
Sus ojos se volvieron enormes y luego se entrecerraron.
—¿Hablarle a quién? —preguntó Kam.
Joker volvió su atención a Kam.
—Carissa tiene algo que quiere mencionarle a la señora Heely.
—¿Sí? —preguntó la señora Heely—. ¿Qué es, querida?
—En realidad Joker tiene algo que mencionar —dijo Carissa.
—No fue mi idea, Carrie —le recordó.
Ella lo volvió a patear debajo de la mesa.
Dejó caer su cabeza y sonrió a su plato de pastel de cereza.
—Bueno, alguien escúpalo —declaró Linus.
Joker volvió su mirada a su mujer y otra vez alzó sus cejas.
Hizo un ruido irritado que era jodidamente lindo antes de clavar su
mirada a la mesa.
—Hay una casa en renta enfrente —anunció.
Linus miró a Kam.
Las cejas de la señora Heely se juntaron confusamente.
—¿La hay?
—Tiene dos dormitorios —declaró Carissa—. No pequeña, no
inmensa, mucho como esta casa. Pasé por allí y hablé con el arrendatario
actual. Es muy amable y ama esa casa, pero obtuvo un trabajo en Boulder
así que se muda para allá.
—¿Así es? —dijo la señora Heely, aún lucía confundida.
—Tiene un gran patio pero eso debería estar bien. No hay muchas
plantas y arbustos que mantener —siguió Carissa.
La señora Heely no lucía menos confusa.
Jesús.
—Carrie quiere que se mude allí, señora Heely —comenzó Joker.
Linus le sonrió a Kam.
La atención de Joker fue desviada por Travis apresurando su trasero
por el suelo hacía la mesa del comedor.
—Yo… um, yo… bueno, no sé qué decir —dijo la señora Heely
mientras Joker hizo atrás su silla y se levantó para coger a Travis.
—El letrero de renta tiene un número. Puedo llamar. Podemos ir a
mirarlo —le dijo Carissa.
—Estoy en un lugar, cariño —respondió la señora Heely.
—Lo sé —dijo Carissa y Joker podía oír la precaución.
Se inclinó y alzó a Travis.
Travis inmediatamente apunto un brazo hacía el sofá.
Joker lo llevó para allá.
—Pero este lugar es más grande —siguió Carissa—. Y es más cercano
a Carson. Él oficialmente no vive aquí, pero está aquí mucho. Y él cortaría
tu césped.
Joker se sentó de regreso en el sofá y miró a Linus, y no trató de
esconder cómo se sentía sobre que ahora iba a podar el césped de la señora
Heely, algo que no sabía era parte del trato.
Linus estaba temblando y lo estaba haciendo fuertemente, tratando
de no reírse en voz alta.
—Carissa, estás siendo muy dulce, pero soy feliz donde estoy —le dijo
la señora Heely.
Joker vio la mirada en el rostro de su chica, sabiendo que no creía
eso.
—Tengo compañía —dijo gentilmente la señora Heely—. Cuando sea
que quiera hay compañeros alrededor. Tenemos cosas que hacer. Planean
actividades de esparcimiento y todos nos subimos a buses y vamos. Es
divertido. Y aún tengo mi auto, así que no es como si no tuviera mi libertad.
Solo debo dejarle saber a alguien que me marcho.
—Está bien —murmuró Carissa.
—Y estoy a mitad de camino entre tú, Carson y Travis, y Linus, Kam
y los chicos. Lugar perfecto —indicó la señora Heely.
—Correcto —dijo Carissa, arreglando su plato frente a ella.
—Adoro que me quieras cerca —dijo la señora Heely en un fuerte
susurro, y Joker miró la parte de atrás de su cabeza—. Eso es muy dulce.
Pero tengo amigos donde estoy, y me gusta que puedo seguir cuidando de
mi propio lugar. Cualquier cosa más grande, incluso lo mínimo más grande,
sería mucho para mí.
—Podría ayudar —se ofreció Carissa inmediatamente.
—Quieres que Carson tenga su familia —respondió la señora Heely
tranquilamente y la espalda de Joker se enderezó de golpe.
No sabía que era por eso. Solo pensó que era Carrie siendo Carrie,
cuidando de la gente, cuidando a la mujer quien significo algo para él como
su padre cuidó de la mujer que lo crio.
Carissa no respondió, pero no pasó desapercibido para Joker que evitó
mirarlo.
Y allí estaba, eso era.
—No estoy lejos —dijo la señora Heely.
—Tiene razón. Fue una idea estúpida. Lo siento. No debería haberlo
mencionado —respondió Carissa y Joker podía ver el rosa en sus mejillas.
Hizo un movimiento para levantarse y empezar a juntar los platos.
—Carrie —la llamó la señora Heely.
Carissa dejó de moverse, plantando su trasero de regreso en su silla,
y miró a la señora Heely.
La señora Heely no dijo nada.
Pero de nuevo, Joker no vio su rostro.
Lo que vio fue que la señora Heely en realidad dijo algo. Solo que no
con palabras. Lo supo cuando el rostro de Carissa se suavizó, sus ojos
especialmente. Lo supo cuando Linus se aclaró su garganta. Y lo supo
cuando Kam se agitó, sacando su servilleta de su regazo y repentinamente
echándose atrás, tomando algunos platos, evitando sus ojos, y moviéndose
directamente a la cocina.
—Está bien —susurró Carrie.
—Está bien —regresó el susurro la señora Heely.
Lo que sea que dijo fue enorme.
Eso sería, imaginó, la señora Heely pasándole oficialmente la tarea de
cuidar a Joker a su chica.
Joker no hizo un gran asunto de ello. Estaba acabado y las mujeres
empezaron a limpiar la mesa.
Así que se unió a los chicos en el sofá, o en realidad dejo a Travis
hacerlo, pero permitió esto cuando pudo prestar atención mientras esperaba
con los hijos de su amigo asegurándose que Jackson y Tyler no hacían
ningún daño.
Linus se le unió y lanzó mierda con su amigo mientras las mujeres
lanzaban mierda sobre platos sucios en la cocina. Luego lanzaron mierda
recostados en el sofá de Carissa, los hombres con cervezas frescas, Kam y
Carrie con su vino, la señora Heely con su descafeinado.
Ellos hicieron esto hasta que fue tiempo para que Linus y Kam
emprendieran camino a casa y Carson pusiera su trasero en su camioneta
para llevar a la señora Heely a la suya.
Todo fue bien hasta que estaba llevando a la señora Heely a su puerta
y repentinamente disparó:
—¡Sí, Bertie! ¡Este es el Carson del que te hablé! —Mientras apretaba
su brazo.
Miró a través de la ligera luz para ver la sombra de una mujer en su
entrada en el lugar junto al de la señora Heely.
Estaba saludando como una lunática.
Alzó una mano y luego la dejó caer.
—Tiene seis hijos —susurró la señora Heely—. Seis. Ellos siempre
vienen y luego está lista para decirnos que están arreglando los
interruptores de la luz. Trayendo su favorito de LaMar. Llevándola por
elegantes cenas con bistec. —Su voz se volvió engreída cuando lo dijo—.
Pero ninguno de ellos ha encontrado una esposa, y alguno de ellos está en
sus cuarenta. Seis hijos, sin esposas. Y ni un solo nieto.
Joker los detuvo en su puerta y bajó la vista para ver su rostro que
decía claramente que ella había ganado.
—Bien, tienes cuatro —murmuró.
Entrecerró sus ojos hacia él.
—Mejor que tenga más.
Sintió su labio temblar.
—¿Me estás diciendo que embarace a Carrie?
—Te estoy diciendo que, si no lo haces, va a expirar de anhelo.
No se lo perdió entonces.
—Lo dudo —murmuró molestando.
—Quiere estar unida a ti —respondió la señora Heely. No estaba
molestando, así que sintió ese golpe en su pecho, y también era cálido—.
Quiere que tengas todas las coas que no tuviste. Quiere dártelas
personalmente. También lo quiere para ella, pero lo quiere más para ti.
Joker se paró recto pero no dijo nada.
Pero pensó lo que la señora Heely no dijo era lo que Carissa en realidad
quería.
Quería curarlo.
Y para hacer eso, estaba usando una familia.
Quizás necesitaba dejarla fuera de la duda en eso y dejarle saber que
ya estaba hecho.
—¿Te gusta? —preguntó tranquilamente.
—No hay nada que no me guste. Voy a decir que estaba insegura
cuando compartiste que a su edad ya tenía un hijo y ya estaba divorciada.
Pero verla contigo, su hijo, no me ha dicho su historia, pero puedo
imaginarla bien. Antes de aprender que es correcto, ponemos nuestra
confianza en la gente equivocada, y nunca es bueno para empezar aventuras
de vida, especialmente aquellas importantes como el matrimonio, cuando
somos muy jóvenes incluso para conocernos a nosotros mismos. Pero se
recuperó de ello bastante bien, yo creo.
—Lo ha hecho —estuvo de acuerdo Joker.
—Suficientemente lista para no rendirse… en varias cosas… tanto
como para buscar ayuda.
Joker sabía lo que estaba diciendo así que sonrió.
La señora Heely puso una ligera mano sobre su pecho.
—Me gusta por ti. Me gusta la manera que eres con ella. Te ve feliz.
—Lo soy, señora Heely —confirmó.
Podía jurar que vio sus ojos brillar mientras dijo:
—Quién podría haber pensado que Carson Steele atraparía
mariposas.
Allí fue cuando Joker lanzo su cabeza atrás y rio.
La señora Heely rio con él.
Cuando dejaron de hacerlo, la dejó a salvo dentro y caminó a su
camioneta, sabiendo que Bertie estaba mirando porque podía verla en su
ventana.
Cuando regresó a la casa de Carissa la encontró en el cuarto de Travis,
su hijo en sus brazos, con su pijama puesto. Estaba acunándolo y
meciéndolo mientras paseaba por el cuarto. Travis tenía sus manos
alrededor de su botella con ella mirándolo, sus ojos cayendo.
Joker se recostó contra el marco y miró, pensando que necesitaba una
silla mecedora en ese cuarto y decidió conseguirle una.
Cuando Carissa se giró en su dirección, lo vio, y allí fue cuando se la
volvió a dar.
Un rostro suave. Cálidos ojos. Labios fruncidos. Lanzándole un beso.
Lo tomó con un alzamiento de mentón y luego se marchó y la dejo que
tuviera algo de tiempo con su niño.
Cuando tuvo a Travis derrotado, vino y pasó algo de tiempo
estirándose en el sofá con su otro chico.
Jugó con su cabello, sus ojos en la TV sintiendo su peso, sus suaves
pechos presionados a su lado.
Le dio tiempo.
Luego murmuró:
—Sabes que estoy bien.
—Sé que estás bien —murmuró de regreso.
—No, nena, estoy bien —dijo, enfatizando en ello pero dejándolo a la
ligera, ojos aún en la TV—. No tienes que hacerme mejor.
—Está bien —susurró.
—A la señora Heely le gusta donde está —le dijo.
—Esos lugares no son los mejores —le dijo.
—No crees eso, entiendo eso. Pero es feliz allí.
—Correcto —murmuró.
—No quiere decir que no le guste la compañía —declaró.
—Claro —respondió.
—Mucha de ellas.
Hubo un silencio antes de ella dijera:
—Eso nosotros podemos hacerlo.
Nosotros.
Sonrió a la TV jugando con su cabello, y lo dejó pasar.
Carissa sintió el silencio y también lo dejó pasar.
Terminaron el programa, y allí fue cuando Joker decidió que era
tiempo de ir a la cama.
Puso algo de esfuerzo, pero al final no tomó mucho para que Carrie
estuviera de acuerdo.
Capítulo 23
Nosotros éramos libres

Carissa

Ese siguiente martes, con mi hijo tristemente de vuelta con su padre,


quien estaba afortunadamente siendo amable pero mayormente dejándome
sola, esto fue después del trabajo y Joker y yo fuimos de compras al
supermercado.
Me detuve de repente en el pasillo al lado de la repisa de frijoles (no
estábamos en LeLane; ellos eran geniales y daban descuento de empleados
en algunas cosas, pero eran muy caros para las necesidades cotidianas).
Joker, arrastrándome, encorvado sobre el carro y empujándolo con
los antebrazos, se detuvo solo avergonzado de golpearse contra mí y
murmuró:
—Jesús, nena.
Miré en su dirección.
—¿Te gusta el chili?
—Claro.
—Chili —declaré y comencé a tomar latas de frijoles.
—Ya sabes, una lista ayuda —observó él.
—Tengo una lista mental —le dije, lanzando frijoles rojos en el carro y
devolviéndome por negros.
—¿Está el chili en ella? —preguntó.
Lo miré.
—¿No quieres chili?
—Lo que quiero es no vagar en cada pasillo, así no estaremos aquí por
una hora, en lugar de estar aquí veinte minutos obteniendo mierdas de una
lista.
—Si me apegó a una lista, la inspiración no puede golpear, como si de
hecho tengo antojo de chili —le dije.
Él sacudió la cabeza, sonriendo y murmurando:
—Lo que sea.
No estaba molesto.
Él era sencillo.
Así que volví y tomé frijoles negros. Luego tomé frijoles con chile.
Terminé con pinto.
Four-bean chili. El mejor.
Lancé el último dentro y dije:
—Eso debería hacerlo.
Estaba a punto de comenzar a caminar pero lancé una mirada hacia
él primero.
Me detuve completamente porque Joker estaba congelado, inclinado
sobre nuestro carro, sus ojos dirigiéndose abajo en el pasillo, una mirada
en su rostro que no podía ser descrita de otra forma más que hechizado.
Giré mi cabeza hacia el otro lado y ahí fue cuando me congelé.
Hice esto porque allí estaba un hombre al final de pasillo. Alto.
Amplios hombros. Cabello negro plateado que estaba desordenado y
desaseado. Un perfil excepcionalmente apuesto. Horribles ropas que
estaban arrugadas y desgastadas y no en el buen sentido. Una seria barriga
de bebedor. Él estaba frunciendo el ceño a los estantes, su lado hacia
nosotros.
Pero Carson Steele estaba escrito por todo él.
El papá de Joker.
Oh mi Dios.
El papá de Joker.
Forcé mi cabeza hacia Joker y vi que él estaba en movimiento.
Este movimiento de él se había enderezado. Manos en la barra del
carro, estaba dando la vuelta.
—¿Terminamos en este pasillo? —preguntó secamente.
No lo habíamos hecho.
Pero ahora lo habíamos hecho en su mayoría.
—Claro, cariño —dije suavemente.
Él ni siquiera me miró.
Salió del pasillo inmediatamente.
Miré hacia atrás del otro lado y vi el perfil del papá de Joker mientras
refunfuñaba a una mujer mayor quien estaba girando su carro en el pasillo
mientras él caminaba fuera de este. Su gruñido era tan feroz que la mujer
lo miró fijamente en conmoción.
Esperé y lo vi moverse al lado opuesto del que nos dirigíamos.
Dejé salir un suspiro de alivio y rápidamente seguí a Joker.
Tuve un padre que me golpeaba. Tuve que dejar eso ir. Tuve que dejarlo
salir. Así que lo hice.
Pero él no lo hizo.
Él no lo dejo salir. Quizás intentó, luchando de forma ilegal (lo que sea
que eso signifique, pero eso conjura imágenes de un club de pelea, imágenes
que eran abrumadoras, imágenes que me hacían sentir enferma por él, que
se había convertido en eso para dejar salir su furia, furia dada a él por su
padre, así que aún no había preguntado).
Pero si él la hubiera dejado salir, no habría abandonado el pasillo.
Habría caminado por este, el cual era hacia donde nos estábamos
dirigiendo, e ignorado a su padre. O, si su padre lo vio y no lo ignoró, lo
habría enfrentado seguro con el conocimiento de que era pasado.
Él no había hecho eso.
Sabía de lo que acababa de presenciar, que tampoco lo había visto
desde que había vuelto.
Por supuesto él no lo habría buscado. Estaba más allá de eso.
O diciéndose a sí mismo que lo estaba.
Ellos indudablemente no corrían en los mismos círculos.
Además, Joker vivía en una habitación en el complejo del club de
motocicletas. No tenía una cocina que mantener abastecida. Encontrarse a
su padre en la tienda de comestibles no iba a suceder.
Pero ahora él estaba conmigo así que tenía una cocina y lo hizo.
Y Joker no lo dejó caer de su espalda.
Él se retiró.
Mi Joker no se retiraba.
Él se movió hacia delante. Construía fabulosos autos. Tomó a una
madre soltera y su hijo. Patrullaba las calles con sus hermanos para
mantenerlos a salvo.
Pero de su padre, un aún hermoso pero envejecido hombre, con
barriga de cerveza quien le gruñó a una mujer anciana por meterse en su
camino en una tienda de comestibles, Joker se retiró.
Esto me molestaba por obvias razones.
Pero mayormente lo que acababa de pasar me probaba que mi
motociclista no era bueno, como dijo que era.
No era bueno en absoluto.
Y eso era muy, muy preocupante.

—¿Sí?
—Linus, es Carrie.
—Carrie, cariño, ¿qué pasa? —preguntó Linus a través del teléfono en
mi oreja.
Me estaba escondiendo en el baño.
Esto era inmaduro y posiblemente peligroso, considerando por qué lo
estaba haciendo y el hecho de que Joker podría enojarse por ello.
Pero lo estaba haciendo.
También había hurtado el teléfono de Joker para obtener el número
de Linus. Tenía a Kam y la señora Heely.
Pero en esto tenía que ser Linus.
—¿Puedes hablar por un segundo, Linus? —respondí de vuelta.
—Seguro —dijo, pero esa única palabra fue cautelosa.
Tragué aire.
Luego hice lo que tenía que hacer.
Esto susurrando.
—¿Qué tan malo fue?
—Lo siento, ¿cariño? —preguntó.
—El papá de Carson —seguí susurrando—. ¿Qué tan malo fue?
Hubo una pausa antes de que él preguntará:
—¿Car está bien?
—Esta noche vimos a su padre.
—Mierda —murmuró Linus.
—Él, bueno… Linus, él… corrió lejos —compartí, la culpa me llenó
porque le di al amigo de Joker esa debilidad, pero algo más fuerte me estaba
llevando adelante—. Mi Carson… mi Joker no es así.
—No —dijo Linus.
—Vi las quemaduras de cigarrillo —le confié.
—Sí, la señora Heely me dijo sobre eso —respondió inmediatamente—
. Ella las vio también cuando Car tenía ocho.
Oh no.
¿Ocho?
—Antes de mi tiempo —continuó Linus—. Pero ella me dijo sobre ellas.
También le dijo a Servicios Sociales sobre ellas. No tengo idea de cómo ese
hijo de puta se libró de esa. Solo sé que lo hizo y las quemaduras se
detuvieron.
Ocho.
Obtuvo esas quemaduras cuando tenía ocho.
No quise preguntar lo que tenía que preguntar.
Pero pregunté porque tenía que ser preguntado.
—¿Qué más?
—¿Él te ha hablado sobre esto en absoluto? —preguntó Linus en
cambio.
—Él no lo esconde —le dije—. Habla libremente de ello. Podrías pensar
que él era lo que quería que yo creyera, sobre eso. Pero cuando vi las
quemaduras, trató de esconderlas, apartarse, pasar de ello. Yo… bueno, no
sé cómo acercarme o incluso si debería, ya que está convencido que está
más allá de eso —me detuve y compartí suavemente—: No está más allá de
eso, Linus.
—Hay muchas formas de joder a un niño, y Jefferson Steele las hizo
todas —declaró Linus.
Mi pecho se comprimió.
Linus siguió hablando.
—Tenía demasiadas mujeres, no escondía, de vista o sonido, lo que él
hizo con ellas incluso a una edad demasiado joven para que un niño viera
esa mierda. Pero también cuando Carson se estaba volviendo mayor y todo
lo que podría estar en su mente era esa mierda. Car, no sabe de qué está
hecho, no tiene idea de cómo no fue torcido por eso, pero lo vi con sus chicas.
Sé que hubo muchas de ellas, me imagino que obtuvo a algunas de ellas,
pero por lo poco que vi cuando él estaba con ellas, las respetaba.
Yo vi eso también. Y cada chica que tuvo amaba estar con él (lo cual
era una tortura para mí en ese entonces, afortunadamente, la suerte
cambio).
Esas chicas nunca lo tuvieron por mucho.
—En la cima de eso, sacaba la mierda de él —dijo Linus—. Dejándolo
en pie, pero no le importaba dejarlo visible. Le gritaba. No seguro más que
un par de días pasaron antes de que toda la cuadra lo escuchara caer sobre
Car. Llamándolo pedazo de mierda. Partiéndolo. Nunca escuché a Car decir
una palabra de vuelta, Carrie, ni una vez.
Estaba bastante segura que podía sentir mi corazón sangrando, y
tanto como odiaba el sentimiento, tenía que concentrarme en contenerlo así
era incapaz de responder.
En cualquier caso, allí no había nada que decir.
—No obtuvo bien de ese hombre —continúo Linus en mi silencio—. Si
no estaba gritándole o pegándole, Carson no existía. Eso es, excepto para
servirle. Todo era hecho en esa casa, aspirar, sacar la basura, comida
cocinada, Carson lo hacía porque su viejo se lo ordenaba. De ningún modo
habría obtenido lo que obtuvo si le decía al tipo que se fuera a la mierda, así
que lo hacía. Era un esclavo, Carrie, azotado y roto. Era un chico fuerte,
construido, sin idea de por qué no luchaba de vuelta. Pero no lo hizo. Luego
él tomo demasiado y peleó de vuelta. Ese fue el final.
—Ese no fue el final —susurre.
A eso, Linus no replicó.
—¿Qué hago? —pregunté.
—Quédate con él, dale lo que le estas dando. Él lo aprecia, cariño.
Sabía que lo hacía.
Solo que no era suficiente.
No dije eso.
—Escúchame, cariño —dijo Linus gentilmente—. Car ya ganó. Él está
del otro lado. Buen trabajo. Buenas personas a su alrededor. Bonita chica.
Linda casa. Un chico al que puede amar y arreglar los males que le hicieron
a él. Solo sé paciente. Carso no es tonto. Llegará a término y lo hará de
principio a fin. Solo quédate con él mientras va a través de ese proceso.
Linus probablemente no estaba equivocado.
Pero eso tampoco era suficiente.
—Está bien —mentí, más culpa golpeándome porque no era una gran
admiradora de las mentiras.
—¿Estás bien? —me preguntó Linus.
Los amigos de Joker eran tan maravillosos.
—Estaré bien —le dije, esperando que eso no fuera una mentira.
—Muy bien, Carrie. Sostente fuerte, quédate firme, la parte difícil está
hecha, llegar a este punto y encontrarse el uno al otro. Ahora tienes la parte
fácil.
Él solo está la mitad, correcto.
Joker me la dio fácil.
Yo solo quería que él tuviera la suya.
—Gracias, Linus —dije.
—Sin problema, Carrie. Te veo luego, querida.
—Si. Di hola a Kam y los chicos por mí.
—Lo haré. —No me pidió que hiciera lo mismo considerando que
probablemente sabía que Joker nunca estaría al tanto de esta
conversación—. Hasta luego.
—Adiós.
Desconecté pero continúe sosteniendo el teléfono y toqué la pantalla.
Lo hice rápido y lo hice antes de que pudiera pensar en ello.
Y una vez que estuvo hecho, puse el teléfono en mi oreja.
—Hola, chica, es tarde. ¿Está todo bien? —preguntó Elvira.
—Yo… no —contesté.
—¿Travis? —pregunto ella rápidamente.
—No —contesté justo igual de rápido, luego me lancé—. Bien,
escucha, lo lamento. Lamento arrastrarte dentro de esto de nuevo pero
Joker vio a su papá en la tienda de comestibles esta noche. Su respuesta
fue… —sacudí mi cabeza, no sobre darle a ella lo que le di al amigo de Joker,
y continuar—. Prométeme que no iras con tu jefe y te prometo que haré algo
para pagar de vuelta este favor, pero quiero la dirección de su papá, y espero
que la puedas obtener para mí.
—¿Qué vas a hacer?
—No lo sé. Quizás nada. Yo solo… solo me siento mejor teniéndola.
Elvira no respondió y a través de su silencio pensé en su pregunta.
¿Qué iba a hacer?
Nada.
No iba a hacer nada.
—Tienes razón —dije, mis hombros cayendo—. Esto es estúpido. La
última vez que comencé esto, Joker me dijo…
—Te conseguiré la dirección con una condición. No vayas ahí sin
refuerzos.
Mi cabeza se sacudió.
—¿Ir a dónde?
—A cualquier lugar, chica —devolvió.
—Probablemente no haga nada. Es solo…
—Vas a hacer algo. Va a ser una locura. Y una perra loca con una
venganza quien viste zapatos de mariposa va a obtener su jodida mierda
fuera. Te daré la dirección. Tú obtendrás tu coraje para hacer un
movimiento, antes de que lo hagas, haz una llamada.
No mentí. Probablemente no iba a hacer nada. ¿Que había allí para
hacer? ¿Ir a la casa del papá de Joker e intimidarlo para que se disculpará
por ser un abusivo, escoria, quemador de niños, esclavista…. estúpido?
Aun así, me dije, quería esa dirección solo por si acaso, Dios no
quisiera, algo pasará como que Joker necesitará un riñón.
No preguntaría por dicho riñón. Usaría mis ahorros para contratar a
alguien que golpeara la puerta del padre de Joker y lo dejara en una bañera
llena de hielo después de recolectar su riñón y llamará al 911 así el padre
de Joker podría sobrevivir, solo con un riñón.
Esto era extremo y un poco escalofriante de que incluso pudiera
pensar así.
Pero allí estaba.
—Está bien, lo prometo —le dije a Elvira.
—La tendré para ti mañana.
—Gracias.
—Siempre cuido tu espalda, chica. Ahora tengo un hombre que poner
de humor porque yo estoy de humor. Suerte para mí, él va de humor para
béisbol un poco, poco de humor de algo en medio segundo, y lee miradas
así que todo lo que tengo que hacer es caminar hacia fuera y mirarlo. Así
estaré en eso.
Sonreí.
—Diviértete.
—Espero que tú también obtengas tu diversión. Hasta luego, Carrie.
—Adiós, Elvira.
Aspiré una bocanada de aire, desconecté, y me miré en el espejo.
Solo estaba obteniendo la dirección. Eso era todo. No iba a hacer nada
con ella. Solo me sentiría mejor teniéndola.
Tenía un padre que me golpeaba.
Car tenía ocho.
Sí, solo me sentiría mejor teniéndola.
Con ese pensamiento, dejé el baño.

El día siguiente estaba de pie en el cuarto de descanso mirando


fijamente el texto en mi teléfono.
Era la dirección.
Mi primer pensamiento fue una excusa.
Mi segundo pensamiento fue que tenía que hacer esto cuando Travis
estaba aún con su papá y tenía que hacerlo antes de que me acobardará.
No sabía lo que era.
Simplemente supe que tenía que hacerlo.
Y pronto.
Por eso fue que mi dedo se movió sobre la pantalla y llevé el teléfono
a mi oreja.
—Hola, cariño —respondió Tyra—. ¿Cómo están las cosas?
—¡Todo estupendo! —dijo alegremente con falso entusiasmo—.
Escucha, Joker está patrullando esta noche y no he tenido una salida de
chicas en años y tengo un top corto que no he usado.
Ella no dijo nada por un largo rato que casi me asustó antes que dijera
vacilante:
—No estoy segura que un top corto sea para usar una noche donde
Joker no esté para verte.
Ese era punto sobre el que reflexionar pero no tenía el tiempo para
hacerlo.
Podía sentir que me estaba acobardando.
—Usaré una chaqueta encima —prometí.
—Yo… bueno…
—¿Estás libre? —la interrumpí.
—Bueno, seguro —dijo.
—¡Qué bien! —Salió con falsa alegría nuevamente—. Yo, eh… llamaré
a Tabby. Y tal vez a Lanie. Y a Elvira. Decidiremos a dónde ir y luego iremos.
—Bueno, cariño, esperaré.
—¡Estupendo! —dije con forzado entusiasmo—. Te mandaré un
mensaje con los planes.
—Fantástico.
—Bien, te veo luego —dije.
—Correcto, Carrie, nos vemos.
Colgamos. Envié un montón de mensajes. Casi estaba hiperventilando
cuando llamé a Joker para dejarle saber que iba a salir con las chicas esa
noche.
No fue de sorprender que él pensara que era una idea estupenda dado
que le gustaba que tuviera una vida, amigas y diversión (no mencioné la
parte del top corto) y luego me prometió que estaría bien pasando el rato
con sus hermanos en el recinto antes de patrullar.
Con todo esto, llegaba tres minutos tarde al regresar a mi caja.
Eso nunca antes me había sucedido.
Sharon no comentó nada.
Y rogué no hacer desastres con mi caja porque por el resto del turno,
mi mente estuvo dando vueltas.
Me faltaron un dólar y setenta y dos centavos.
Eso solamente me había pasado dos veces antes.
Nuevamente, Sharon no comentó nada.
Luego fui a casa.

Me senté en mi auto con mis vaqueros buenos (el único que tenía,
post-embarazo), el top corto, botas de tacones altos de cuero negro (de antes
del divorcio y antes del embarazo, eran de diseñador, costaban una fortuna
y por suerte, mis pies no habían cambiado de tamaño con Travis) y una
chaqueta de cuero negra (también de antes del divorcio y estaba contenta
que todavía me sentara bien y se viera estupenda) y toqué mi teléfono.
Envié un mensaje grupal a las chicas. ¡Llegando tarde! ¡Lo siento!
¡Emergencia de cabello! ¡Llego pronto!
Alcé la vista del teléfono y me quedé mirando la casa.
Bien, iba a hacer esto.
Momento de hacerlo.
Cierto, sólo abre la puerta y haz esto.
Mi teléfono sonó en mi mano y me sobresalté.
Bajé la mirada hacia este y mi corazón dio un vuelco cuando vi que
era Tory.
Recibí la llamada y llevé el teléfono a mi oreja.
—Tory, ¿Travis se encuentra bien?
—Lo entiendo —susurró sorbiendo las lágrimas.
Oh no.
Esto no estaba sucediendo.
Ni siquiera quería hacer esto, no podía imaginar por qué me estaba
llamando para hacer esto, pero en ese momento, simplemente no podía
hacerlo.
—Tory, estoy en el medio de al…
—Te lo robé, por supuesto que lo robarías de vuelta.
¡Maldita sea!
—En serio, escucha, ahora no puedo…
—Y si no fueras tú, sería alguien —me interrumpió—. ¿Si él había
dejado a su bella, dulce y jodidamente embarazada esposa, que quedaba
para mí? Esto. Me dijo que quería espacio hace dos semanas. Así que como
es su casa, tuve que mudarme con una amiga. Esta noche, él oficialmente
me echó.
Ugh.
Pero, ¿si Tory se había ido, quién estaba cuidado a Travis mientras
Aaron estaba en el trabajo? ¿Y por qué su abogado no le había dicho a mi
abogado este cambio de circunstancias?
No iba a tener una conversación sobre eso con Tory.
Desafortunadamente, tendría que tenerla con Aaron a través de Angie.
—Bueno, puedo escuchar que estás molesta —le dije—. Pero…
—No regreses con él —siseó, hipó, y siguió—: Él solamente lo hará de
nuevo.
—No voy a regresar con él, Tory. Estoy con otro hombre.
—Él dijo que iban a regresar —me dijo, ahora sonando perpleja—. Dijo
que estábamos terminando porque ustedes estaban volviendo a ser una
familia.
—Mintió —compartí—. Pero esto es entre tú y él. No existe un yo y él.
Cuando dije que estoy con alguien más, estoy con él. Estamos viviendo
extraoficialmente juntos. Y Aaron lo sabe.
—¡Ese malnacido! —gritó.
Negué.
—Sé que estás molesta y enfadada, y lo lamento por ti. Tenemos una
extraña relación y no puedo decir que hayas sido mi persona favorita.
Tomaste algunas decisiones que me afectaron de maneras no muy
agradables. Pero al final, llegué a donde quería estar en parte a eso. Así que
no puedo tenerte animadversión. Y debido a eso, lo diré ahora mismo, no se
siente así, pero ahora estás en mejores circunstancias. Ahora puedes
encontrar a alguien que será bueno para ti. Y Aaron no es muy bueno en
eso.
—¡Tienes razón sobre eso! —espetó al mismo tiempo que mi teléfono
zumbaba en mi mano de la manera que hacía cuando tenía otra llamada.
—De todas maneras, estoy en el medio de algo y tengo otra llamada
en espera. Tengo que irme. Pero cuídate.
—Empezaré a hacer eso —me dijo con aspereza—. Y él puede irse a la
mierda.
—Bien, bueno… buena actitud —me obligué a decir
alentadoramente—. Ahora, me tengo que ir.
—Cierto. Lo siento. Ni siquiera sé por qué llamé. Es patético. Solo
estaba…
Mi teléfono siguió notificándome de otra llamada por lo que la
interrumpí.
—Tory, tengo que irme.
—Cierto. Bueno… uh… hasta luego.
—Adiós. Buena suerte —respondí, saqué el teléfono de mi oreja,
deslicé la pantalla sin mirarla realmente y lo volví a poner en mi oreja.
—¿Hola?
—Hola, Riss.
Aaron.
¿Por qué yo?
¿Por qué?
—Aaron, yo…
—Quiero que sepas que te escuché. Lo que dijiste durante nuestra
última conversación telefónica. Sé que quieres que piense en las cosas.
Prometo que lo estoy haciendo. Pero me gustaría que tú también pensaras
las cosas. Y mientras estás en eso, deberías saber, he acabado con Tory.
Hasta que pueda ingresarlo a una guardería en el trabajo, mamá va a estar
cuidando a Travis mientras estoy en el trabajo. Tory se mudó oficialmente
esta noche.
Tenía en la punta de la lengua decirle que ella compartió eso conmigo
pero necesitaba que desconectara el teléfono. Había mandado por mensaje
la excusa de llegar tarde a las chicas y se me estaba agotando el tiempo para
hacer lo que tenía que hacer y alcanzarlas para que ellas fueran mi coartada.
—Gracias por la información, Aaron, pero estoy en el medio de algo.
—¿Con Joker? —preguntó, burla deslizándose en su tono de voz.
—No, está con sus hermanos esta noche. Me estoy yendo con las chica
y estoy manejando y sabes que no me gusta hablar por teléfono cuando
estoy manejando —mentí.
—Sí, lo sé —afirmó de inmediato—. Y tienes toda la razón en no
hacerlo. Es poco seguro.
Puse mis ojos en blanco.
Siempre hablaba por teléfono en su auto y no se limitaba a hablar por
Bluetooth en el artefacto de la oreja.
—Te dejaré ir —terminó.
—Genial. Gracias. Eso sería estupendo.
—Hablaremos luego.
Esperaba que no.
—Adiós, Aaron.
—Adiós, cariño.
Ugh.
Colgué, lancé el teléfono en el asiento a mi lado, agarré las llaves, y
antes de que cualquier otra cosa pudiera suceder o pudiera persuadirme a
mí misma de hacer lo que iba a hacer, abrí la puerta, saqué una pierna y
me arrastré fuera de mi auto.
Rápidamente, corrí a través de la calle y me aproximé a la casa.
Por suerte, el papá de Joker estacionó su camioneta afuera. No sabía
por qué, tenía un garaje, pero lo hacía.
Lo que me iba la mar de bien.
Así que hice que tenía que hacer.
Fui al lado del pasajero —el lado del conductor podía ser visto desde
la casa y las cortinas estaban abiertas— sostuve la llave firme en posición
en mi mano, para luego arrastrar la punta con fuerza contra el metal de la
puerta trasera a lo largo de la plataforma de carga, a lo largo de la puerta
del pasajero y arriba del guardabarros, la pintura enroscándose cuando lo
hacía.
Me detuve, aparté mi llave y miré fijamente la marca.
Listo.
Hecho.
¿Me sentía mejor?
Era inmaduro y un poco demente, pero por supuesto que se sentía
bien.
Sonreí para mí misma, me giré para regresar a mi auto y me detuve
en seco.
—Con las manos en la masa —murmuró Tabby, mirando la marca.
—¿Ahora qué? —preguntó Tyra, mirándome.
—Chica, a plena luz del día, ¿estás loca? —preguntó Elvira, también
mirándome.
—Adoro tus botas —notó Lanie, mirando mis botas.
—¿Qu-qué están haciendo aquí, chicas? —pregunté, mirándolas de
pie a un metro de mí en la entrada del papá de Joker.
—Seguimos tu trasero —dijo Elvira—. ¿Noche de salida de chicas
cuando estás toda cachonda con tu motociclista, jugando a la casita, no has
sacado ese top corto por semanas? —Negó—. No somos estúpidas. Ese top
corto es una protección en caso de que vayas presa, Joker tiene que sacarte,
te ve con ese top, no te azota el culo por ser estúpida salvo en una manera
que te guste.
No había pensado eso complemente, de hecho.
Aunque deseé haberlo hecho. Joker no se había puesto travieso hasta
ese nivel, pero encontré el pensamiento intrigante.
—Entonces… ¿ahora qué? —preguntó Tyra.
—¿Trajiste una bolsa de mierda? —preguntó Lanie.
—De… ¿qué? —pregunté.
—Mierda —dijo Lanie—. Para prender fuego y arrojar a su puerta.
—¿Mierda? —preguntó burlonamente Tabby para luego mirarme—.
Tengo un encendedor y podemos prender fuego a algo, pero llamaremos a
los bomberos antes de hacerlo.
—Y, digo, que hagamos esa mierda cuando no sea de tarde, que sea
de noche, así no tendremos todavía luz solar y cada ojo en el vecindario
puesto en nosotras —intervino Elvira.
—No voy a prender fuego a la casa del padre de Joker —susurré,
horrorizada.
—Llamaremos a los bomberos antes por lo que no habrá mucho daño
—reiteró Tabby.
—Eres digna hija de tu padre —murmuró Tyra, pero casi sonó
orgullosa.
—Eso es incendio provocado, sería un delito grave —les dije.
—Esto es vandalismo —compartió Elvira, señalando con una mano a
la camioneta.
—Lo sé, pero estoy bastante segura que no es un delito grave —
contesté.
—Está el delito por vandalismo —respondió Elvira.
Oh no.
¿Lo había?
¿Rayar un auto con una llave era delito de vandalismo?
Tal vez lo era. Era una linda camioneta. Nueva. Limpia. Él obviamente
la cuidaba, lo que significaba que le importaba.
Conseguir arreglar eso, probablemente costaría mucho dinero.
—Uh-oh —murmuró Elvira mientras yo consideraba la alarmante
posibilidad de que no había cometido un delito menor, que de hecho había
cometido un delito grave.
—Vamos —susurró Lanie.
—¡Qué demonios! —gritó un hombre.
Me sobresalté, giré y eché mi cabeza hacia atrás para mirar al muy
enojado padre de Joker.
Uh-oh.
—Nos vamos, ahora —dijo Tyra con urgencia.
Eso sonó como una buena idea.
Comencé a hacer eso cuando el padre de Joker preguntó:
—¿Rayaste mi camioneta? —Seguí intentando irme pero no llegué
muy lejos cuando me agarró con fuerza del brazo y vociferó—: ¡Perra!
¿Rayaste mi camioneta?
Su mano dolía.
Y él me estaba tocando.
Por eso, sin siquiera pensarlo, liberé mi brazo de un tirón, retrocedí el
otro. Las llaves todavía en posición y lo giré hacia él con todo, poniendo todo
mi cuerpo en ello.
—¡Ay! —grité cuando el impacto quebró a través de mi mano hasta mi
palma, donde tenía las llaves.
—Jesús, ¡mierda! —gritó, al no haber anticipado mis acciones.
El insignificante golpe probablemente lo tomó por sorpresa,
haciéndolo retroceder dos pasos, girando la parte superior de su cuerpo
hacia un lado, acercándose las manos a su rostro.
—¡Vamos, vamos, vamos! —gritó Tabby, agarrando mi mano y tirando
de mí.
Miré con horror a las llaves presionadas en la unión entre mi pulgar
y mi dedo índice mientras notaba la picadura en mi mano. Entonces él se
enderezó.
Y vi la marca.
Había cortado la carne de su mejilla con mi llave y estaba sangrando.
Profusamente.
Y parecía enojado.
Muy enojado.
Puse en movimiento mis botines de tacón de aguja y corrí.
—¡Sigue al líder! —gritó Tyra.
—¡La tengo! —gritó Tabby—. Estoy con Curly2.
¿Curly?
Llegamos a la chatarra de color rojo y sacó las llaves de mi mano.
—Yo conduzco —declaró.
Yo estaba temblando de pies a cabeza, así que estaba de acuerdo con
eso.
Corrí hasta el lado del pasajero mientras el padre de Joker llegaba al
auto.
Por suerte, Tabby ya estaba lista.
La sangre corría por su mejilla mientras yo trataba de abrir la puerta,
y gritaba para que arrancara, pero ella ya estaba lista.
Apenas tuve mi trasero en el asiento cuando aceleró, con las puertas
aún abiertas y todo.
Él se tambaleó hacia atrás.
Y Tabby pasó junto a la parte trasera del Mustang de Tyra que estaba
frente a nosotras, cerrando de golpe la puerta del auto con el movimiento
del vehículo.
Por desgracia, yo tuve que extender la mano y cerrar la mía.

2
Curly: Rizado.
Lo hice, sujetándome por mi vida y cerrándola inmediatamente.
Entonces me puse el cinturón de seguridad.
Sólo entonces me di cuenta que estaba hiperventilando.
—Eso fue increíble —murmuró.
Ella estaba loca.
La miré para ver que estaba sonriendo como la loca que creía que era
hacia el parabrisas.
—Rallar su camioneta, rallar su rostro. El jodido abusador, superado
por una chica con el cabello rizado. Totalmente... jodidamente... increíble —
decretó Tabby.
Sus palabras me golpearon.
Me empaparon.
Y empecé a sonreír.
Ella tenía razón.
Lo era.
Absolutamente lo era.
Totalmente... jodidamente... increíble.

Seguí a Lanie, Tyra, y Elvira dentro de un establecimiento muy


elegante en el que nunca había estado. Elvira fue hasta la barra, apoyó una
mano en ella, la hizo resonar con sus dedos, y un camarero vino derecho a
ella.
—Cinco cosmos y una bolsa de hielo, de inmediato, pero no en ese
orden.
—Tengo que conducir, Elvira —le dije y su cabeza se giró hacia mí.
—Te llevaremos a casa.
Di un vistazo y callé.
El camarero puso una toalla llena de hielo sobre la barra.
—Mano —ordenó Elvira.
Me acerqué y le di mi mano.
Ella la agarró por la muñeca, la colocó sobre la barra y dejó la toalla
con hielo sobre ella.
Eso se sintió bien.
—Ahora, chica, ¿qué mierda? —preguntó.
—Um… —le contesté.
—¿Qué dije acerca de un respaldo? —Empujó.
—Bueno, eh... sólo decir, que si no hubieran aparecido, estoy bastante
segura que habría salido de allí gracias a mis llaves.
—Bien, vamos a hablar de eso —afirmó, y luego repitió—: ¿Qué
demonios?
—¿Qué mierdas qué? —pregunté.
Sus cejas se levantaron.
—¿Rallar su auto? ¿Qué pensabas conseguir con eso?
Enderecé mis hombros y respondí:
—Me hizo sentir mejor.
—Ya te escuché —respondió al instante—. Lo que quiero decir es, ¿qué
va a hacer eso por tu hombre?
—Nada —declaré—. No voy a decírselo. Mi trabajo es estar a su lado y
permitirle tratar con esto durante el tiempo que necesite. Lo que hice esta
noche fue para mí.
—Totalmente increíble. —Oí murmurar a Tabby.
Elvira se me quedó mirando.
—Tiene una buena camioneta —le dije a Elvira—. Su casa está en mal
estado. Su cuerpo está deteriorado. Él le frunce el ceño a las ancianas en la
tienda de comestibles, así que claramente está de un perpetuo mal humor,
por no hablar de que es grosero. Pero su camioneta es bonita, bastante
nueva y limpia. A él le gusta. Ahora está en mal estado. No debería de tener
nada bueno y ahora no lo tiene.
—Sí, como el rostro —murmuró Tyra.
La miré y ahora que todo había terminado, me sentí un poco enferma
de eso.
—Ese no era el plan.
Ella me sonrió.
—Fue un buen extra.
Me mordí el labio.
—¿Has terminado con esa mierda? —preguntó Elvira y yo me volví
hacia ella.
—Creo que sí.
—Ya terminaste —declaró—. Pero si se te sube otro ataque de locura
por el trasero y decides seguirle la corriente —se inclinó hacia mí—, llama a
tus chicas.
—Está bien —susurré.
—Mierda —murmuró ella, mirando al costado—. ¿Dónde está mi
cosmo?
—Aquí —dijo el barman, poniendo en fila cinco copas de Martini y
empezando a llenarlas con el contenido de la coctelera—. Solo para que lo
sepan, estas son cortesía del tipo que está ahí. —Movió su cabeza hacia el
costado del bar pero sus ojos se quedaron fijos en mí—. Quiere que tú,
particularmente, sepas que espera que tu mano este bien.
Miré al otro lado del bar al hombre en traje, sin corbata, con cabello
rubio oscuro y ojos muy atractivos que me estaban mirando, sonriendo.
—¡Ella es de Chaos! —gritó Tabby—. ¿Qué no ves la camiseta?
El tipo parpadeó.
Empecé a sacudirme, pero no del miedo, de algo completamente
distinto.
Entonces empecé a reírme.
Lanie empezó a reírse conmigo.
Tyra se partió de la risa.
Elvira murmuró:
—Perras motociclistas. Que alguien me mate.
Fue ahí cuando Tabby soltó una carcajada.
Al igual que yo.
Estaba sentada en el sofá de mi sala, las botas puestas, sin chaqueta,
una luz encendida a mi lado, esperando.
Y preocupada.
Eran casi las tres de la mañana y el efecto de los cosmos (me había
tomado dos, lo que era uno de más, pero sabían muy bien) y la hora de las
chicas había terminado.
Hace varias horas, Elvira me había traído a casa en mi auto con Tyra
siguiéndonos.
Se había unido a ellas y se habían marchado entre saludos y sonrisas.
El tiempo de chicas había sido bueno.
Los cosmos eran deliciosos (nunca había probado uno).
Pero ahora me estaba golpeando lo que había hecho.
Había vandalizado el auto del papá de Joker y no me había salido con
la mía.
Él me había atrapado. Me había visto. Había visto a todas las chicas.
Podría identificarme si nos poníamos en fila.
Probablemente podría identificarnos a todas si nos poníamos en fila.
Y luego lo había golpeado, haciéndole daño.
Él había llamado a la policía.
Me encontrarían.
Nos encontrarían.
Y estaríamos en problemas, y Joker se daría cuenta que hice algo
estúpido. No tenía otra opción aparte de lidiar con su padre mientras este
presentaba cargos en mi contra. Todo podría explotar hasta el cielo si me
veía forzada a explicar que mis acciones eran porque mi novio motociclista
había sido abusado.
Y con todo eso, Joker podría no perdonarme nunca.
Y no me gustaba pensar en lo que Hop y Shy harían.
O, tragué con el pensamiento, Tack.
¡Eek!
Salté sobre mis pies cuando escuché la puerta de atrás abriéndose.
Joker estaba en casa.
Era la hora de enfrentar la música.
Giré mi cabeza a un lado y lo vi dar la vuelta por la esquina,
quitándose su chaqueta.
La tiró sobre el respaldo de una silla del comedor, se giró, me vio y se
detuvo.
—Cariño… —susurró, su rostro adquiriendo una expresión que nunca
había querido ver antes—. ¿Es Travis?
Lentamente, me levanté, diciendo:
—No, cariño. Travis está bien.
—¿Entonces que…?
—Hice algo estúpido —solté—. Y la policía podría llegar en cualquier
momento. O podrían arrestarme en LeLane mañana, cuando me hayan
rastreado. O podrían…
—¿Qué demonios? —me cortó para preguntar.
—Te vas a enojar —le dije.
—Bueno, entonces me voy a enojar, pero dime qué demonios está
pasando —me contestó.
—Vi a tu papá en el supermercado —dije rápidamente, y no pensé que
fuera bueno que su torso entero se tambaleara haca atrás casi como si
estuviera evadiendo un golpe—. Vi tu reacción —empujé a salir—. Me alteró.
Encontré su dirección. Luego fui a su casa y rayé su camioneta con unas
llaves.
Ninguna sacudida de torso con eso.
Joker parpadeó.
—Desafortunadamente —proseguí—, tuve que pedirle a Elvira ayuda.
Estaba usando la salida de chicas como coartada, y como nunca habíamos
tenido una de esas, y salí de la nada con la idea, sabían que algo estaba
pasando. Me siguieron. Y después de que rayara su auto con las llaves, se
encontraron conmigo en su casa. Mientras estábamos discutiendo si
debíamos o no quemar su casa… que fue idea de Tabby, por cierto, no mía
—añadí rápidamente para que no pensara que estaba completamente
desquiciada—, tu papá salió.
—Demonios —siseó él.
Cerré mis ojos con fuerza, los abrí con rapidez y seguí hablando.
—Vio su camioneta y se enojó un poco. Para alejarme tuve… —No
pensé que fuera una buena idea decirle a Joker que su papá me había
atacado, así que me salté esa parte—, bueno, estuve forzada a ponerme
física. Se me olvidó que tenía mis llaves en la mano cuando le di un
puñetazo. Se cayó y cuando estábamos corriendo, vi que le había roto la piel
y que estaba sangrando.
Joker me miraba fijamente.
—Así que me tiene por vandalismo y asalto —dejé salir—. Y estaba
bastante enojado, así que he estado esperando despierta para decirte y/o
enfrentar a la policía cuando vengan a nuestra puerta.
Joker solo me miraba fijamente.
Seguí hablando.
—Tienes mi permiso para usar mis ahorros como dinero de fianza. Y
si Aaron logra usar este acto demente para conseguir la custodia completa
de mi hijo, todo lo que pido es que escondas los cuchillos afilados y las hojas
de afeitar.
—Ven aquí.
—Yo... —Sacudí mi cabeza—. ¿Qué?
—Trae tu trasero aquí.
Su expresión y tono no me daban nada.
Debatí los méritos de ir a él.
Debatí los méritos de no ir a él.
Y lo hice en segundos, y luego fui a él.
Se giró mientras lo hacía, así que cuando me detuve a un metro de
distancia, me estaba afrontando por completo.
—Primero que todo, mi papá es un pene —declaró.
—Bueno, eso lo sé, Carson —susurré.
—Es un pene, pero también piensa que tiene uno bastante grande. De
ninguna manera le reportaría a la policía que una mujer lo marcó. No
recibiría ese golpe por el crédito que cree merecer, pero sobretodo, no
permitiría que lo golpeara y marcara una ex porrista de cabello crespo.
—¿En serio? —pregunté, esperanza floreciendo.
Asintió.
—En serio. No va a pasar. Incluso aunque no lo hubieras marcado, y
solo lo hubieras golpeado, no compartiría eso con nadie.
Bien, eso era algo bueno.
—Bien —susurré.
—Segundo —empezó, y la diminuta cantidad de relajamiento que
había conseguido se deslizó lejos—. Te vio. Me vio. En el supermercado
mientras estabas poniendo los frijoles en el carrito, me miró directamente a
mí… y a ti. Supo con una mirada quién eras para mí, que tenemos juntos,
qué tengo yo. Podría haberme aproximado y restregarle esto en la cara, ¿pero
por qué demonios perdería mi tiempo con esa mierda? No vale la pena. Estar
en un supermercado con una chica hermosa a la que le gusta estar conmigo
y no puede dejar de hablar de chili lo golpeó más fuerte de lo que yo alguna
vez hubiese podido hacer si hubiese hecho el esfuerzo. Me fui para salir de
su espacio. Él no se lo merece, pero yo tenía a una chica linda conmigo que
no podía dejar de hablar de chili. Nos estábamos preparando para una linda
noche, porque eso es lo que siempre tenemos. Si lo dejaba entrar a eso,
significaba que ella podría no tener una buena noche. Así que nos saqué de
ahí.
—Oh —dije suavemente, pensando que tal vez debí haber discutido
las cosas con él antes de salir disparada a cometer actos de vandalismo.
Continuó como si yo no hubiese hecho el sonido.
—Sin mencionar que ir por el supermercado no es la gran cosa
conmigo. Cuando estás en uno te vas a dar vueltas como si estuvieses en
un centro comercial. Así que ahora estoy viendo que, si tengo que ir a la
tienda, voy a ir solo. Si tú tienes que ir, vas sola, pero mientras estés fuera,
voy a contactar a mis hermanos, solo por si acaso tenemos que preparar
una partida de búsqueda. Por la manera en que eres en una tienda de
comestibles, o si alguna vez vas a un centro comercial, va a ser sin mí.
¿Trato?
¿Cómo terminamos hablando de la manera en la que compramos?
No creí que fuera una buena idea requerir esa información.
Simplemente dije:
—Trato. —Luego pregunté—: ¿Entonces él le hizo mala cara a esa
mujer porque te vio conmigo?
—¿Que él hizo qué?
—Le lanzó una mirada envenenada a esa mujer mayor —le dije, luego
añadí—: Fue muy grosero.
—¿Quién sabe por qué hace lo que hace? —preguntó Joker—. Pero sí,
probablemente. Le pateé el trasero y lo dejé frío en el piso de su sala la
última vez que lo vi. Años después, estoy con una adorable, dulce ex-porrista
de cabellos dorados, que fue alguna vez reina del baile. Y antes de que lo
digas —dijo cuando abrí mi boca—, todo eso está escrito sobre ti. Él es un
idiota, y un idiota contra las mujeres, pero no se perdería nada de eso.
—Está bien —susurré.
—Mi mamá era jodidamente preciosa, pero incluso en sus mejores
días no fue capaz de conseguirse algo como tú, y me estoy inclinando en un
carrito mientras tú lanzas suficientes frijoles para alimentar con chili a mi
club entero.
—Nunca sabes cuándo va a caer sobre ti el antojo de comer chili —
dije en voz baja—. La mayoría de esos eran para la despensa, solo por si
acaso.
Me miró fijamente.
Luego murmuró (como si fuera algo malo):
—Jesús, lo haces para mí.
—Yo hago… —Hice una pausa, sin estar segura—: ¿Qué hago para ti?
—Todo.
Empecé a respirar de manera graciosa.
—¿Lo rayaste con las llaves? —preguntó.
Asentí.
—¿Vehículo y rostro?
—Ese último fue algo así como un error, un poco asqueroso, y no me
siento orgullosa…
—Butterfly, necesito que entiendas esto —me interrumpió
firmemente—. He estado enamorado de ti desde la preparatoria. Voy a estar
enamorado de ti cuando camines por el altar hacia mí, empujes nuestro
primer hijo, nuestro segundo, nuestro tercero, llores cuando se vayan a la
universidad, los molestes para que te den nietos, y te sientes junto a mí en
nuestro sofá en nuestra habitación de ancianato de vida asistida. Tengo eso.
Tengo a mi familia. Tengo a mis hermanos. Estoy sanado. No tienes que ir
rayando el auto de mi papá. Estoy bien. Deja de intentar hacer que me sienta
así. Ya lo lograste.
Amé todo lo que dijo.
Pero me concentré en una cosa.
—¿Has estado enamorado de mí desde la preparatoria? —dije.
—¿Viste de verdad ese dibujo que te di?
Lágrimas llenaron mis ojos.
Había estado enamorado de mí desde la preparatoria.
—Sí, Carrie —respondió—. Eres tú. Siempre has sido tú. Siempre
serás tú. Maldita sea, siempre.
Aaron había dicho eso más de una vez, y cada vez hasta la última me
había convencido a mí misma a creerlo.
Ahora que Joker lo dijo, reconocí la diferencia de inmediato.
No tenía que convencerme a mí misma de nada.
—¿Puedo… puedo…? —Empecé a hablar al mismo tiempo que
empezaba a llorar—. ¿Estás enojado conmigo?
—Aparte de desear que me hubieses dicho qué estabas planeando,
para que pudiese cuidarte si lo necesitabas, no.
Seguí llorando, pero también empecé a reírme.
—Ahora, Butterfly, dije algo —exigió.
—¿Qu-qué? —pregunté entre lágrimas y risa.
—¿Saliste con las chicas de igual forma?
Asentí, respirando profundamente para controlar mis emociones
contradictorias.
—Tomamos cosmos. —Levanté mi mano—. Y me dieron hielo par a mi
mano.
Su mandíbula se apretó con fuerza y creí saber por qué.
—Está bien —le aseguré—. Elvira me dio hielo rápidamente. Se siente
un poco tensa, pero está bien.
Sus ojos se detuvieron en los míos y mi corazón se detuvo.
—¿Me estás diciendo que saliste con las chicas a beber algo usando
esa camiseta?
—Em… —balbuceé.
—¿Em? —Empujó, inclinado su cabeza a un costado.
—Un tipo me compró un trago —compartí.
Su rostro cambió.
¡Frase equivocada!
—Tabby le dijo que yo era de Chaos inmediatamente —seguí
rápidamente.
—Ven aquí —gruñó.
Estaba a un metro de distancia.
—Estoy aquí, Carson.
—Ven… aquí.
Lo miré fijamente, debatiéndome los méritos de cruzar ese metro.
Luego lo hice, debatiendo los méritos de no cruzar esos dos pasos.
Crucé esos dos pasos.
Joker levantó su mano instantáneamente, enganchó un dedo en la
parte de arriba de mi camiseta y lo deslizó de un lado a otro.
Mis piernas empezaron a temblar.
—Hay ropas que se usan cuando sales con las chicas —dijo
suavemente—. Y hay ropas que se usan cuando sales con tu hombre. ¿Tengo
que explicarlo, o me entiendes?
—Te entiendo —susurré.
Hizo retroceder su dedo, pero se detuvo a medio camino, y lo enterró
en el espacio entre mis pechos.
Mis labios se separaron.
—¿Tu mano de verdad está bien? —preguntó.
Asentí, concentrándome en mantenerme parada y respirar, en lugar
de hablar.
—Bien, cariño —bajó su cabeza hacia mí—, porque vas a necesitar
usarla.
Oh sí.
Pasé mis dientes por mi labio inferior.
Joker lo observó.
Me estremecí mientras él observaba.
Y cuando terminé con mis dientes y el estremecerme, jaló mi camiseta
hasta que estuve presionada contra él.
Luego, finalmente, bajó su cabeza y me besó.

El amanecer estaba besando el cielo.


El viento estaba en mi cabello.
Mis brazos estaban envueltos alrededor del estómago de Joker.
Mi mejilla estaba presionada contra su cuero.
El sol se estaba alzando en un día después de una noche en la que no
había dormido nada.
Y tampoco mi motociclista.
Pero después de que me dijo que me había amado desde la
preparatoria, superamos mis historias de lunática, y me quitó mi camiseta
en una manera que me hizo saber que iba a revisar mis ahorros, volver a la
tienda, y comprar una en cada color, y me hizo el amor en el sofá, me
preguntó si quería un paseo.
Sería nuestra primera vez juntos en su motocicleta.
Obviamente dije que sí.
De repente, el viento dejó de sacudir mi cabello mientras él disminuía
la velocidad para estacionarse, bajando una bota para estabilizarse en la
curva.
Dejé de estar perdida en lo que Joker y su motocicleta me estaban
dando y levanté la vista para mirar a mi alrededor.
Hice esto mientras Joker dejaba salir un largo y bajo silbido.
Luego vi en dónde estábamos y mis brazos convulsionaron a su
alrededor.
—Demonios, Butterfly, de extremo a extremo —murmuró Joker
mientras ambos mirábamos a la camioneta de su padre—. Lindo.
Sonreí.
Luego me presioné más cerca y me levanté para que así mis labios
estuvieran contra su oreja.
—Sabes, yo también te amo.
Mantuvo sus ojos contra la camioneta, y preguntó:
—¿En serio?
Apreté su estómago tan fuerte que gruñó.
Luego giró su cabeza, me miró, y cuando lo hizo, estaba sonriendo,
sus dientes de un blanco brillante y hermoso contra los inicios de barba
negra que se estaba dejando crecer por mí.
—Sé que me amas, Carrie —dijo suavemente.
—Bien —susurré.
—Bésame, cariño.
Me empujé hacia adelante y besé a Joker en su motocicleta en la curva
de la casa de su padre. Lo besé con fuerza. Lo besé profundamente. Le di mi
lengua y lo besé húmedamente. La aceptó y me besó de vuelta con más
fuerza, más profundidad, y más humedad.
Cuando nos separamos, mantuve su mirada y dije:
—Me estoy sintiendo enferma. Puede que tenga que tomarme el día
libre.
Sus ojos sonrieron y sus labios murmuraron:
—Mi chica buena, yéndose de rebelde.
—Solo por esta vez —susurré.
—Sera mejor que te lleve a casa para que podamos meterte a la cama.
Quería eso, pero sin embargo, le di otro apretón.
—Podemos hacer eso, pero antes, ¿podemos pasearnos un poco más?
—Incliné mi cabeza hacia un lado—. ¿Por favor?
—Lo que quieras, Carrie.
Sonreí.
Joker tocó su boca contra la mía.
Se giró para mirar al frente.
Puse mi cabello contra su hombro.
Arrancó.
El viento empezó a mover mi cabello.
El sol se levantó rosa contra el cielo de Denver, ambos lo recibimos al
mismo tiempo, juntos sobre la motocicleta de Joker.
Éramos libres.
Capítulo 24
Hazlo mejor con eso

Carissa

Me bajé de la motocicleta de Joker primero.


Cuando lo hice, bajé la falda de mi vestido.
Si hace un año me hubieran dicho que saldría a una cena elegante en
un vestido ceñido y sandalias de tiras de tacón alto, haciendo esto con un
motero en su motocicleta, habría pedido que comprobara tu temperatura.
Pero la comida estuvo deliciosa. La compañía mucho mejor. Joker y
yo finalmente habíamos conseguido nuestra elegante cita para cenar en The
Broker. Grandes camarones. Filete jugoso. Vino delicioso (para mí; Joker
bebió cerveza).
Sólo Joker y yo.
Travis venía a casa mañana.
Así que la vida era buena.
Y ahora, por alguna razón, en lugar de llevarnos a casa después de la
cena, estábamos en Ride.
No en el recinto Chaos; había estacionado fuera de los escalones que
llevaban a la oficina del garaje.
Había luces altas en el techo iluminando el espacio, y observé a Joker
mientras bajaba de su moto.
—¿Qué estamos haciendo aquí, cariño? —pregunté cuando se volvió
hacia mí.
—Build está terminado —indicó, estirándose para tomar mi mano—.
El tipo que lo hizo construir vendrá mañana a recogerlo. Quiero que lo veas
antes que lo haga.
Le sonreí grande y brillante porque también quería eso.
Me llevó a subir los escalones y soltó mi mano para abrir la puerta.
Entró, encendiendo la luz mientras lo hacía, y lo seguí.
Cerró la puerta detrás de mí, y pensé que era extraño que la cerrara,
pero no pregunté la razón, mientras tomaba mi mano de nuevo y me
trasladaba hacia otra puerta que llevaba al garaje.
Lo atravesamos y me quedé parada en el rellano en la parte superior
de la escalera. Joker golpeó interruptores y las luces del techo parpadearon,
llenando el espacio con brillo.
El auto, amarillo canario con una plétora de elegantes y fantásticas
rayas rojas arremolinándose, curvándose y clavándose que conducían desde
los huecos de las ruedas todo el camino hacia abajo por los lados, brillaba
en el suelo.
—¡Oh, Dios mío! —grité, corriendo por las escaleras y bajándolas, mis
ojos en el auto—. Es increíble.
Lo era. Bajo contra el suelo. Curvas increíbles. Una rendija estrecha
para un parabrisas.
¡Camino fresco, pero tan sexy!
Corrí hacía él sobre mis tacones y lo asimilé desde una perspectiva
más cercana.
Era aún mejor.
—Tengo miedo de tocarlo —dije.
—Ni siquiera es mi mejor trabajo y ella actúa como si hubiera pintado
la Mona Lisa —murmuró Joker desde detrás de mí.
Me giré y lo miré.
—Puedes ser humilde porque debes ser humilde. Eso no quiere decir
que no sea increíble.
Él me sonrió.
Amaba esa sonrisa.
Amaba a ese hombre.
—Gracias por mostrarme —dije.
Sus manos fueron a mis caderas y de inmediato empezaron a caminar,
arrastrándome hacia atrás, murmurando:
—De nada, Butterfly.
Dado que nos estábamos moviendo, yo iba hacia atrás y lo hacía en
los tacones, levanté mis manos para no perder el equilibrio doblando mis
dedos sobre sus hombros.
Él se movió ligeramente, pero se mantuvo moviéndome hacia atrás.
—Uh... —Empecé, me callé y estaba a punto de comenzar de nuevo
cuando el dorso de mis piernas golpeó el auto.
Fue entonces cuando supe lo que estaba tramando.
Y me gustaba lo que estaba tramando.
—Joker —susurré.
Movió sus manos de mis caderas, hacia atrás para acunar mi trasero.
Automáticamente, mis dedos se clavaron en el cuero en sus hombros
mientras me arqueaba para él.
—¿Vas a querer ver todas mis construcciones cuando las termine? —
preguntó en voz baja.
—Por favor —respondí con voz entrecortada.
—Entonces, nena, tienes que saber, si te las muestro, me compensas
tomando mi follada sobre el capó.
—Oh —susurré, respondiendo a esa demanda deslizando mis manos
para sujetarlas firmemente en el costado de su cuello.
—¿Tenemos un trato?
—Nunca he... yo... ¡oh! —terminé en un grito cuando sus manos se
deslizaron hacia abajo, sus dedos curvándose en el borde de mi falda y
tirándola hacia arriba.
—¿Tenemos un trato? —repitió y deslizó sus manos dentro de mi ropa
interior para acunar mi trasero, piel contra piel.
—Trato. —Jadeé.
Sonrió, inclinó su cabeza y me besó.
Deslicé mis manos en su cabello y lo besé de vuelta.
Empujó mis bragas hacia abajo hasta que cayeron al suelo del garaje.
Entonces me agarró donde mis muslos se encontraban con mi trasero y me
levantó.
Sentí el frío acero del auto en mi trasero.
Lloriqueé en su boca mientras se inclinaba sobre mí, empujándome
hacia atrás, y pude sentir la áspera tela de sus vaqueros mientras separaba
mis piernas para acomodar sus caderas.
—Me gusta este vestido —murmuró contra mis labios, arrastrando su
mano dentro de mi vestido por mi costado, arriba y arriba.
—Me alegra —dije en voz baja, moviendo mis manos hacia su
chaqueta y empujándola sobre sus hombros.
Su boca fue hacia mi cuello mientras sus manos me dejaban para que
pudiera empujar su chaqueta por sus brazos.
La oí deslizarse hasta el suelo mientras iba hacia su cuello.
—¿No lo vamos a rayar? —pregunté, metiendo mis manos hacia abajo
y tirando de su camisa (no una camiseta, una linda para nuestra cita de
lujo, a pesar que aun así llevaba su chaqueta, porque siempre llevaba su
chaqueta) fuera de sus vaqueros.
—Si lo rayamos, lo arreglaré —respondió, luego deslizó su lengua por
mi cuello hasta mi oreja mientras deslizaba su mano sobre las costillas
hasta mi pecho.
—Está bien —murmuré cuando me estiré dentro de su camisa,
trazando la caliente piel de su espalda y luego cambiando de dirección y
clavando las yemas de mis dedos en la cintura de sus vaqueros.
Presionó sus caderas entre mis piernas.
Mordisqueé su mandíbula.
Su boca fue desde mi oreja hacia mis labios y me besó.
Le devolví el beso y presioné ligeramente hacia arriba a medida que
arrastraba mis dedos por el interior de la cintura de su pantalón, los saqué
y los deslicé por encima de su entrepierna.
Gimió y presionó su dureza en mi mano.
Lo palmeé.
Gruñó y se molió contra mí.
Jadeé contra sus labios y apreté mis muslos contra sus caderas,
palmeándolo con más fuerza, presionando y frotando.
—Maldición, mi pequeño pedazo sexy —gruñó contra mi boca, su
pulgar arrastrándose con fuerza contra mi pezón por encima de mi sostén.
—Sí —obligué a salir—. Sexy. —Jadeaba—. Joker. —Lloriqueé con
necesidad.
Deslizó su mano alrededor de mi cadera, abajo y a través de mi
humedad.
Ese era mi motero.
Siempre me daba lo que necesitaba.
Me presioné en su mano y maullé.
Condujo dos dedos en mi interior.
Me arqueé, mi cabeza golpeando acero, mis rodillas abriéndose y gemí.
Sentí a Joker permanecer cerca, pero aun así se alejó, y supe que
estaba observando mientras su pulgar rodaba fuerte en mi pezón, su otra
mano entre mis piernas trabajaba, empujando sus dedos, su pulgar
haciendo círculos en mi clítoris.
Agarré sus caderas con mis muslos, frotaba su entrepierna con mi
mano mientras se molía contra ella, mi otra mano agarrando la carne de su
costado, mis uñas clavándose.
Al mismo tiempo, monté su mano y susurré:
—Nene, no te detengas.
—No lo haré, Butterfly, dame tu espectáculo —gruñó.
Le di lo que quería, retorciéndose y revolviéndome, arqueándome y
balanceándome, gimiendo y maullando en la parte superior de su auto
mientras me trabajaba y observaba.
De repente, mi cabeza se sacudió hacia arriba y mis ojos se abrieron.
—¡Carson! —grité, ahuecando duramente su entrepierna, entonces mi
cabeza cayó hacia atrás mientras el orgasmo se impulsaba a través de mí y
me revolví y retorcí, arqueé y gemí.
A la mitad de ello, perdí su mano, pero tomé su polla.
No fue amable. No fue lento. No estábamos haciendo el amor.
Estábamos follando sobre su auto.
Me encantaba.
Bajando, lo trabajé mientras golpeaba en mi interior para volver a
construirlo, piernas y manos, dedos y labios, boca y lengua, la suya y la mía.
Finalmente, exigió en un gruñido y un empuje en mi interior:
—Llega ahí, Carrie.
Mi mano en su cabello se hizo puño y respiré:
—Estoy ahí, cariño.
Entonces lo estuve.
Y él lo estuvo.
En su fabuloso auto.
En un garaje llamado Ride.
Fue travieso.
Fue increíble.
Era Joker.
Y era yo.

A la noche siguiente, sintiendo cerca a Joker, quedándose alerta en


mi espalda como siempre lo estaba cuando no estaba en la misma
habitación conmigo (como lo estaba entonces), abrí mi puerta principal.
Sonreí brillantemente y palmeé mis manos suavemente frente a mí
antes que me estirara por mi hijo en los brazos de Aarón, y diera:
—Hola, Googly-Foogly.
Travis se retorció hacia mí, con sus brazos extendidos, y lo atrapé,
jalándolo cerca, respirando su aroma, besando la parte superior de su
cabeza.
—Carissa, ¿podemos hablar? —preguntó Aarón, y levanté mi mirada
hacia él.
—Bueno…
Sus ojos fueron más allá de mí.
—A solas.
Realmente deseaba que dejara de hacer esto.
Tomé una respiración y dije:
—Aaron, yo no…
—No —respondió Joker por mí.
Aaron volvió a mirar hacia mí.
—Riss, te estoy pidiendo diez minutos a solas.
—Realmente no hay nada puedas decir que Joker no pueda escuchar
—contesté.
—Como una cortesía —dijo él entre dientes—. Sólo diez minutos. ¿No
puedes darle eso al padre de tu hijo?
Lo estudié.
Alguien estaba perdiendo la paciencia.
Maldita sea.
No me sentía en un estado de ánimo cortés. Tenía a mi hijo de vuelta.
Tenía a un motero que me amaba. Había cosas que hacer, televisión que
ver, y cosas normales y fáciles en familia por hacer.
Antes que pudiera tocar el tema con Aaron, sentí acercase a Joker.
Me volví hacia él, y tenía sus manos sobre Travis.
Lo miré a los ojos mientras jalaba a mi hijo de mis brazos.
—Diez minutos, Carrie —murmuró.
Luego se volvió hacia Aaron y levantó una mano.
Aaron lo miró mientras se movía para quitarse la pañalera de Travis
de su hombro antes de engancharla en la mano de Joker.
Joker la tomó, enganchándola sobre su hombro, y alejándose,
murmurando hacia Travis:
—Bien, tienes diez minutos para decirme todo acerca de tu viaje con
tu padre.
—Jew jah kah.
Parpadeé porque eso sonaba algo así como Joker.
—Carissa —llamó Aaron y me sobresalté antes de mirar hacia él para
ver que estaba en el interior, la puerta cerrada detrás de él.
Suspiré.
—¿Sobre qué querías hablar? —pregunté.
Sus ojos se dirigieron hacia la sala, y su voz estaba tranquila cuando
estableció:
—Hay otros quinientos dólares en la bolsa de Travis.
Traté de forzar agradecimiento en mi "Gracias".
—Asumo que —continuó—, dado que Steele todavía está aquí no has
pensado en las cosas.
Realmente necesita hacer que entendiera esto.
Así que junté mis manos delante de mí en un esfuerzo físico por
demostrar mi sinceridad y sostuve su mirada.
—Lo siento. En serio. Pero, Aaron, por favor, créeme cuando te digo
que no había nada en que pensar.
Su boca se apretó.
Di un pequeño paso hacia él, queriendo que creyera que estaba siendo
genuina (porque lo era) pero no quería acercarme demasiado.
—Esto es... es... —Batallé para encontrar las palabras antes de
encontrarlas—. Es muy lindo. Significa un montón que estés pensando en
Travis y quieras darle una familia. Pero las familias vienen en una gran
cantidad de maneras diferentes, y ahora tiene una grande. Tú y tus padres.
Joker y yo y nuestros amigos.
—Sí, quiero darle a nuestro hijo su familia, pero estás pasando por
alto el hecho que también quiero a mi esposa de vuelta —respondió.
—Creo que ya he respondido a eso, Aaron —le dije.
—Me deshice de Tory por ti —espetó.
¿Se deshizo de ella?
Apreté mis labios, cantando en mi cabeza, no te enojes, no te enojes,
no me enojes.
Me sostuve a eso y dije cuidadosamente:
—Siento que hayan roto. Eso debe ser duro.
Él levantó sus manos y dijo entre dientes:
—¿Qué es lo que quieres? Ella se ha ido. Fue un error. Ni siquiera sé
lo que estaba pensando. Pero se terminó. Te estoy dando dinero. Estoy
siendo genial respecto al maldito tipo. ¿Me quieres de rodillas? ¿Quieres que
te ruegue? ¿Quieres una disculpa escrita en el cielo? ¿Qué carajos quieres?
—Te dije lo que quiero, Aaron —le recordé, tratando de hacerlo con
calma.
Se inclinó hacia mí.
—Esto es lo mejor para nuestro hijo. Para nosotros. Para ti.
Me mantuve en calma y sostuve su mirada cuando respondí:
—Creo que sé lo que es lo mejor para mí.
—¿Sí? —Se inclinó hacia atrás, lanzando una mano hacia el pasillo—
. ¿Y él lo es? Maldito Carson Steele. El solitario de la escuela secundaria. El
perdedor de la escuela secundaria. Miembro de una banda de moteros. ¿Qué
clase de vida te va a dar, Carissa?
Estaba yendo demasiado lejos, diciendo esas cosas acerca de Joker.
Sabía que no debía engancharme. Lo sabía.
Pero lo hice de todos modos.
—No me va a engañar, por ejemplo —respondí, y los ojos de Aaron se
estrecharon—. Me ama, por ejemplo, real y verdaderamente, en el sentido
que es auténtico. En el sentido que creo en ello... totalmente. En el sentido
que creo en ello de una manera que sé en mi corazón de corazones que es
para siempre. Luego está el hecho que no me pide cambiar mi vestido por
uno que cree que es más apropiado. También está el hecho que no ve mal
mi trabajo. Ama a mi hijo como si fuera suyo. Tiene amigos fantásticos que
son leales y se preocupan mucho acerca de él, algo que se ha ganado. Es
talentoso. Tiene un gran trabajo en el que es muy bueno, incluso Wilde and
Hay lo saben, que es la razón por la que quieren hacer un artículo sobre su
obra.
Aaron se quedó mirándome fijamente.
—Pero al final —continué—, realmente no debería pedírseme que
explique esto porque realmente no es asunto suyo.
—Puedo darte una vida mejor —me dijo Aaron.
—Ya sé que eso no es cierto —repliqué, y el rostro de Aaron se convirtió
en piedra.
—También te amo, Riss —dijo abruptamente.
Ahora sabía lo que era el amor.
Y sabía que di eso a Aaron.
Sólo que él no lo dio de vuelta.
—Espero que escuches esto, Aaron —respondí—. Porque es
importante para ti y tu futuro y la mujer que algún día podrías tener en él,
pero si piensas que eso es amor, la forma en que me has tratado, es
necesario que lo pienses de nuevo. Ahora tengo amor, así que sé por la forma
en que me trataste que no entiendes la manera correcta de hacerlo.
Sus ojos destellaron con dolor, y supe que eso no era una buena cosa.
Aaron arremetía cuando era herido.
Tenía razón.
El dolor se desvaneció y su labio se curvó cuando dijo en voz baja:
—Nunca pensé que fueras así. Si hubiera sabido cómo te gustaba, no
habría tenido que buscar a Tory.
Estaba confundido, tanto así que, pregunté estúpidamente:
—¿De qué estás hablando?
Su mueca se volvió a una mirada maliciosa, se acercó más, inclinando
la cabeza hacia mí, y a pesar que realmente estaba muy cerca, pensé que lo
mejor era mantenerme firme.
Esa vez, estuve equivocada.
—¿Te gusta sucio, nena? —susurró—. ¿Te gusta rudo? ¿Te gusta que
te follen?
Sentí que una capa de acero recubría mi columna, no miré hacia otro
lado, y respondí:
—De hecho, sí.
Su cabeza se sacudió con sorpresa.
—Me gusta ser follada, conseguirlo duro y rudo en ese sofá —le dije
casualmente, lanzando una mano hacia el sofá—. En la cama. En el suelo.
—Lancé mis manos detrás de mí—. En el capó de una de las construcciones
de Joker. —Enrollé los dedos de mis pies y cambiado mi tono a sugerente—
. En cualquier lugar que él lo quiera, como quiera darlo, y me lo da bien,
Aaron. Lo sé porque lo recibo bien, cada vez, y lo he tenido a la inversa,
donde no sabía si mi hombre se esforzaría. Así que sí, oh sí, me gusta de
esa forma.
Levantó su cabeza para poder mirarme.
—Eres repugnante.
Incliné mi cabeza hacia un lado.
—No entiendo. Me acabas de decir que encontraste a Tory para que te
lo diera sucio. ¿No te gusta de esa forma?
Él cerró su boca.
—Lo estás haciendo muy, pero muy bien, amigo.
Di un salto y un paso atrás, girando la cabeza para ver a Joker de pie
con el hombro apoyado en la pared de la puerta a la sala.
Travis estaba sobre sus brazos, andando lento y arrastrándose,
tirando el cabello y balbuceando.
La postura era tranquila y relajada.
Pero Joker no lo estaba en absoluto
Sus ojos estaban fijos en Aaron, y estaba sorprendida que un rastro
de fuego no saliera de ellos directo a mi ex marido.
—Te largas, o Carrie tomara a Travis y yo te expulsaré —siguió Joker—
. Y no tiene el tiempo para pensar en ello. Utiliza la puerta —gruñó—. Ahora.
Aaron lo miró.
—¿Qué te dije? —preguntó Joker, y sentí un escalofrío cubrir mi piel
con su tono de voz y la expresión de su rostro.
—Ya hemos terminado —abrevió Aaron, y mis ojos se fijaron en él para
ver que me estaba observando—. Y tú te jodiste, nada volverá a hacer como
era, nena.
Con eso, se volvió hacia la puerta, la abrió y la cerró detrás de él con
un golpe.
—No otra vez.
Esto era por Joker, y estaba inmóvil con ese tono frío.
Me volví hacia él.
—A partir de ahora solo con abogados, Carissa, ¿me estás
escuchando?
Él había escuchado.
Tenía la sensación de que había escuchado todo.
Asentí.
—Nosotros solucionaremos esta mierda pronto, no se nos ira de las
manos, tú no tendrás que ver a ese cabrón, cuando viene por Travis o
cuando se va —puntualizó—. Lo haré yo.
Asentí, pero dije suavemente:
—Lo siento. Esto fue mi culpa. Perdí la calma…
—No fue tu culpa —dijo algo descontrolado, interrumpiéndome—.
Pero está hecho, es decir, ¿estás conmigo?
Asentí de nuevo.
Travis, sintiendo la atmósfera, comenzó a inquietarse.
Joker, sintiendo a Travis inquieto, se volvió hacia él, tomándolo, a
continuación, lo giró y lo besó en la frente.
Después de hacer eso, ordenó en voz baja:
—Tu Joker está molesto y tu bebé puede calmarlo.
Travis lo estudió.
A continuación, su cabeza se tambaleó un poco antes de que él la
dejara caer sobre el hombre de Joker, primero la mejilla, tomando el escote
de la camiseta de Joker como si supiera que Joker estaba molesto y estaba
dándole un abrazo bebé.
¡Dios!, amaba a mi chico.
Y yo amaba a mi motorista.
Tomé una respiración.
—Está molesto —le susurré.
Joker asintió.
Luego dijo:
—Recibe a tu hijo. Él necesita ahora a su madre.
Sonreí. Yo estaba dudosa pero lo logré y me dirigí a través de la sala
para llegar a mi chico.
Y a mi motorista.

A la mañana siguiente estaba cambiándole el pañal de Travis en el


suelo la sala de estar. Tenía el turno de la tarde, que era pésimo. Pero Joker
estaba en el trabajo, y él vendría a casa para cuidar de Travis mientras yo
estaba en el trabajo. Entonces yo tendría a Travis y Joker en casa para
dormir conmigo, por lo que todo sería bueno.
M teléfono celular sonó en la cocina mientras presionaba el ultimo
broche del pañal.
A Travis había que cambiarle el pañal con más frecuencia con el
cambio de la rutina, al instante se giró y empezó a gatear hacia los juguetes
dispersos en el suelo.
Yo tomé el pañal sucio enrollándolo, me levanté rápidamente, y me
precipité a la cocina para agarrar mi teléfono.
No era sorprendente, pero sí un poco aterrador, era Angie.
—Hola —saludé, en dirección a la habitación de lavandería con el
pañal.
—Hola, Carissa. Es Leanne. ¿Podría esperar a Angie?
—Por supuesto —respondí.
Sosteniendo el pañal con que estaba lidiando.
Estaba de vuelta en la cocina cuando Angie habló.
—Hola, Carissa. ¿Cómo estás?
—Estoy bien, Angie. Déjame adivinar —dije, dirigiéndome al fregadero
para lavar mis manos—. Los abogados de Aarón han estado en contacto.
—¿Ocurrió algún incidente? —preguntó.
—Ocurrió durante la entrega de ayer —le dije—. No he tenido la
oportunidad de llamarte.
—Dímelo a ahora —ordenó.
Me lavé las manos y lo hice.
—Pues bien, en cuanto nos demanden propondremos una reunión tan
pronto como sea posible, la verdad es que no me sorprende tanto —comentó
cuando terminé de contarle—. Necesito que me des tú horario de trabajo en
Leanne para esta semana, así podemos programar la reunión.
—Voy a hacer eso, pero, Angie, tengo que decir que la confrontación
será desagradable, así que mejor a partir de ahora debemos hablar sólo a
través de nuestros abogados. Y si esto se prolonga, yo no me siento cómoda
en presencia de Aaron, por lo que habrá alguien más llevando a Travis con
Aaron y no seré yo quien abra la puerta cuando lo traiga a mi casa.
—¿Sera el señor Steele? —preguntó.
—Probablemente —le dije—. Sin embargo, podría ser otro amigo.
Simplemente no seré yo.
—Tomaré nota. Y si esto se prolonga, voy hacer que sea parte del
acuerdo. Pero me llamaras inmediatamente para compartir cualquier
comunicado a través de mí. Sí tiene noticias del señor Neiland, sólo deberán
ser si hay una emergencia acerca de tú hijo. Si no es así, me lo dirás tan
pronto como sea posible.
—Gracias, Angie.
—No hay problema, Carissa. Ahora te dejo tranquila para tu cambio
de turno en Leanne.
—Está bien. Te hablo luego.
—Adiós. Cuídate.
Ella hizo el traspaso. Le di mi horario en Leanne mientras caminaba
en la sala de estar y observaba a Travis re-ordenando los juguetes dispersos.
Finalizamos la llamada y de inmediato llamé a Joker.
Le di la noticia.
—No es una sorpresa —dijo cuando se lo conté.
—Está enfadado, lo que significa que estoy asustada —le dije.
—Estarás bien, Carrie. Pero sí él hace algo en tu contra, entonces voy
a estar allí para hacerte sentir bien de nuevo.
—Lo sé —susurré, con los ojos sobre mi hijo que estaba jugando.
—Ten paciencia, esto acabara pronto —prometió.
—Está bien.
—Te amo.
Cerré los ojos.
Aaron no me había hecho bien.
Entonces Joker estaba allí para hacerme sentir bien otra vez.
Cuando abrí los ojos, estaba sonriendo.
—También te amo.
Podía oír la sonrisa en su voz cuando dijo:
—No te me escaparas más tarde, Butterfly.
—Más tarde, cariño.
Cortamos la comunicación.
Antes de irme a trabajar unas horas más tarde, Leanne llamé.
Aaron no estaba jugando.
La reunión se fijó para el jueves por la tarde, con fantasma de que algo
malo sucedería.
Así que llamé a Joker.
Y él me tranquilizó.

Joker

Al colgar con Carissa, Joker le envió un mensaje a Tack.


Está sucediendo.
Cinco minutos más tarde, él regresó: Nos vemos en la mesa.
Joker no perdió el tiempo para salir del garaje y caminar a través de
la explanada al recinto. Fue directamente a la mesa de Chaos en la sala de
reuniones.
Tack era el único allí. Estaba de pie junto a su asiento en la cabecera
de la mesa, con dos montones de carpetas que descansan sobre la mesa
delante de él.
Uno de ella era muy alta. La otra no era tan alta, pero tampoco
reducida.
Joker cerró la puerta tras él, entró en la habitación, y parado, con los
ojos en Tack.
—Esto —dijo Tack, con sus dedos presionando el montón más alto de
carpetas—, son de Chaos. Angie tiene copias. Ella no será tomada por
sorpresa.
Joker asintió. No hacía falta dar las gracias. Tack sabía que lo que
estaba dando era enorme, y sabía que Joker lo agradecía.
También sabían que tenían el trato de confidencialidad
abogado/cliente.
—Esto —continuó Tack, tocando con la puntas de sus dedos de la otra
pila—, Angie también los tiene. Es necesario que lo estudies hermano, y a
continuación decidir usarlos si las cosas se ponen feas, o si necesitas darle
el visto bueno a Angie. Su ex no está sucio. Pero es un infiel, y yo sé que
Carrie sabe eso. Yo simplemente no creo que ella no supiera que él ha tenido
su polla en muchos coños, él hace que Shy en sus años mozos pareciera un
angelito.
Mierda.
Esto significaba que él podría alegar que ella, también, debería
hacerse la prueba.
Mierda.
—Es el padre que está metido en la mierda hasta el fondo —continuó
Tack—. Esta mierda suelta tiene poderes destructivos que si se mezcla con
tu viejo, mierda que odio, no estoy convencido que nuestra chica lo pueda
manejar. Pero es asunto tuyo. Y de ella. Si ellos lo fuerzan, sé inteligente en
cómo la usan. Si llegan a ese punto y necesitan una sesión de estrategia, ya
sabes dónde encontrarme.
Joker asintió de nuevo.
Tack le sostuvo la mirada, y Joker vio la mirada que tenía después de
reunirse con Sebring y Valenzuela. No era exactamente la misma, pero sólo
porque no era por la misma razón.
Ahora, Joker sabía la razón porque él le había contado a Tack los
insultos que Aaron Neiland había tratado de hacer tragar a Carrie.
Y a Tack no le había gustado eso.
Por lo tanto la voz de Tack era de granito cuando declaró:
—Ellos no van a quitarle a su hijo, el tiempo de joder a Carissa
Teodoro ha terminado.
La voz del Joker fue un tranquilo gruñido cuando dijo:
—Tú sabe que tienes mi amor, hermano.
—Y yo —volvió Tack—. Y es un privilegio, Carson.
Joker sintió eso en su garganta, pero sólo asintió de nuevo.
Tack le indicó con la cabeza hacia el final de la sala, donde había un
armario que contenía una caja de seguridad.
—Léelo. Y cierra con llave cuando que lo hayas hecho.
—Sí.
Tack se movió, palmeando el hombro de Joker mientras salía.
Joker fue a las carpetas.
No tocó la pila más alta.
Pero leyó todas las páginas de la pila más reducida.
Cuando hubo terminado, las guardo nuevamente, y él no estaba
sonriente.
Pero sí estaba aliviado.
Chaos los tenía cogidos de las pelotas.
Pero Carrie nunca lo sabría.
No, a menos que lo necesitase.
Y todo lo que Joker podía hacer era esperar como la mierda que ella
nunca lo necesitara.

Carissa

—Bien, esto no es bueno —susurré.


Estaba sentada en la sala de conferencias de Angie. No estaba usando
blusa. Me acobardó el escote.
En cambio llevaba mi vestido de mariposa y zapatos. No fue ocasional,
exactamente.
Se trataba de quién era yo.
Pero también, era mi vestido de la suerte. Lo consideraba así porque
me hacía pensar en Joker.
Joker quien había estado completamente tranquilo desde que todo
esto nos cayó encima, por suerte, ya que (hasta ese momento) su calma me
había tranquilizado.
Él estaba allí, pero no en la oficina de Angie con Travis porque Angie
dijo que no debemos incitar a Aaron con su presencia o hacer evidente que
yo necesitaba de su apoyo.
Tanto Joker como yo estuvimos de acuerdo.
Así que estaba cerca, pero demasiado lejos.
Pero él estaba cerca, y eso era todo lo que yo necesitaba saber.
—No, tienes razón. Esto no es bueno —murmuró Angie.
Yo no tenía necesidad de mirarla para saber que estaba haciendo lo
mismo que yo, mirar a través de las ventanas de su sala de conferencias a
Aaron acercarse con su abogado.
Y su padre.
—Intimidación —dijo Angie rápidamente, y me obligó a apartar la
mirado de los hombres acercarse y mirarla; ella dobló su mano alrededor de
mi antebrazo apoyado sobre la mesa—. A ti, no a mí —continuó y apretó el
brazo—. Yo esperaba esto, Carissa.
Ella parecía muy confiada, afortunadamente.
Así que asentí.
Los hombres entraron.
Aaron me miro fríamente.
Su padre me miro fulminantemente.
Me senté y me puse a pensar en mi hijo sentado en el césped de mi
patio trasero con mariposas flotando a su alrededor mientras él se reía.
A mí me funcionó.
Leanne ofreció a los caballeros vasos con agua y luego se sentó en el
extremo de la mesa con su ordenador portátil, mientras que los hombres se
establecieron en el otro lado de Angie y de mí.
—Bien, vamos a empezar —dijo Angie—. Creo que ustedes han
recibido nuestro comunicado donde nos gustarías empezar con las
negociaciones.
Aaron me miró fríamente de nuevo.
Su abogado abrió la boca para hablar.
Pero fue su padre el que respondió.
—Nos veremos en los tribunales. Mi hijo va a pedir la custodia
completa. Nosotros declararemos a la señora Teodoro no apta. Cuando
hayamos terminado, y si es que ella consiguiera alguna visita, serán
supervisadas.
Se me apretó el estómago, y poco a poco, miré a mi ex marido.
Él me miraba y su mirada era glacial.
—Es una pena que hayamos perdido el tiempo, entonces —dijo Angie
indiferentemente—, nos veremos en los tribunales.
—Su cliente debería estar consciente de que después de esta reunión,
nos pondremos en contacto con el Servicio de Protección al Menor, para
iniciar aquellas acciones a fin de sacar a mi nieto de una casa que se ha
vuelto peligrosa —declaró el padre de Aaron.
Mis labios se separaron, y lo miré lentamente.
—¿Le importaría compartir los motivos que va a utilizar? —preguntó
Angie cortésmente.
—Dudo mucho que ella no lo sepa —respondió el señor Neiland—. Sin
embargo, si ella no está al tanto, debiera saber. Ella tiene un hombre
llamado Peter Waite cuidando de mi nieto. Él es un miembro de una banda
de motoristas que es conocida por ser una banda criminal, y él mismo tiene
una historial de actividades delictivas.
—Peter Waite —dijo Angie, sonando confundida—. ¿Un hombre
conocido como Big Petey?
—No sé cómo lo llaman, Angie —dijo el señor Neiland con
impaciencia—. Sólo sé que es una inconsciente al permitir que un niño sea
atendido por un conocido criminal.
—Bueno, Big Petey es también un hombre que ganó la lotería de
Illinois hace unos nueve años —dijo Angie al padre de Aaron.
Mi cabeza se volvió lentamente hacia ella.
Ella siguió hablando.
—Se ganó una buena cantidad de dinero. Él también dio la mayor
parte a un hospicio que estaba, en ese momento, cuidando a su hija
enferma. Donó mucho dinero. Lamentablemente, su hija no resistió. Pero su
generosidad ha hecho que cientos de pacientes y su familias puedan hacer
uso del servicio de este hospicio, y, por lo que sé, gracias a su fuerte
donación se ha ganado un premio.
Parpadeé.
Ella siguió hablando.
—También es voluntario en un hospicio aquí en Denver. Está a cargo
del centro de cuidado infantil. Supervisa a otros seis voluntarios y él y sus
voluntarios atienden y cuidan a niños y jóvenes mientras las familias de los
pacientes los están visitando. Sin embargo, él sobre todo hace trabajos como
ofrecer la mayor parte de su tiempo a mi cliente para cuidar a su hijo
mientras ella está trabajando, así como el cuidado de dos de los niños de
Kane y Tyra Allen; el señor Allen es el responsable de la administración de
un conocido negocio. Pero Big Peter la mayor parte de las veces se ocupa del
joven hijo de Hopper y Elaine Kincaid. La señora Kincaid, usted
probablemente no lo sabe, es dueña de su propia agencia de publicidad. Es
nueva, aun así, fue declarada recientemente por una revista de Denver como
la principal agencia de Denver.
Mis ojos se agrandaron.
Vaya.
¡Vamos, Angie!
—Me gustaría suponer que el señor y la señora Allen y los señores
Kincaid, por no mencionar el director del hospicio, podrían presentarse
como testigos en cuanto a las habilidades de señor Waite para proporcionar
cuidado de los niños —afirmó Angie.
Traté de no sonreír.
—Y es verdad —continuó Angie—. Hace diecisiete años, Big Petey fue
detenido por el robo de un automóvil. Sin embargo, fue puesto en libertad
antes del juicio por falta de pruebas. A pesar de que aparece en su registro
de arresto, sería dudoso que un juez tomara eso en cuenta durante una
audiencia de custodia considerando que el caso fue sobreseído por falta de
pruebas. —Levantó la mano, pero no dejó de hablar—. Y, antes de que usted
lo mencione, entiendo que él hizo algunos servicios a la comunidad por ser
declarado culpable de ebriedad y desorden público. Sin embargo, esto
ocurrió sólo unas semanas después del servicio fúnebre de su hija, por lo
que creo que su comportamiento se entendería. Oh y, por supuesto, el juez
permitió que este servicio se haga en el hospicio donde, después, lo llevaron
como voluntario.
—Esto no niega el hecho de que mi nuera se asocie con una banda de
motoristas —replicó el señor Neiland—. Y yo pienso que usted y ella
entienden precisamente lo que quiero decir con “asociarse”.
—Me gustaría que tuviera mucho cuidado de cualquier menosprecio
público con el club de motoristas Chaos, juez Neiland —dijo Angie.
—¿Es una amenaza? —preguntó el padre de Aaron con sarcasmo.
Angie miró al abogado de Aaron y ofreció:
—Steven, tal vez usted necesita un momento para hablar con su
cliente.
—Casi nunca lo hace —lanzó el señor Neiland, y lo sorprendí volviendo
su atención hacía mí—. Tenemos un testigo que atestiguara que observaron
a su novio agredir a un hombre en una lucha clandestina, y varios de sus
miembros de la banda con él, y él hizo esto brutalmente. El hombre quedó
ensangrentado, maltratado, inconsciente y casi sin respirar. Y que está
permitiendo a este hombre estar cerca de mi nieto.
Mi cuerpo dejó de funcionar.
Por suerte, Angie no lo hizo.
—¿Se presentaron cargos?
—¡¿Qué?! —espetó el padre de Aaron.
—Juez Neiland, ¿se presentaron cargos? —repitió lentamente.
—No, pero…
—No —lo interrumpió bruscamente—. Y este hombre del que hablas,
señor Steele supuestamente agredido, ¿no está actualmente encarcelado sin
fianza por ordenar el asesinato de una joven mujer embarazada? —preguntó
Angie.
Me erguí.
—Ese no es el punto —dijo el señor Neiland entre dientes.
—Así es —dijo Angie.
—Es por demás —dijo el señor Neiland entre dientes.
—Tienes razón. Lo es —concedió ella, pero no lo dejó seguir—. Ahora,
este testigo que tú dices que tienes, ¿estaban en una lucha clandestina
ilegal?
El padre de Aaron apretó los labios.
Angie no abandonó.
—¿Este testigo, dijo, que esta lucha clandestina ilegal sucedió cuando
ellos estaban tomando un paseo por la noche, luego, por ventura,
inmediatamente telefonearon a la policía, considerando que era una lucha
clandestina ilegal, donde supuestamente se produjo un asalto?
Vi la mirada del padre de Aaron en Angie.
Oí a Angie abordar al abogado de Aaron.
—Steven, de nuevo, ¿te gustaría un momento para hablar con tu
cliente?
Miré a Aaron.
Él estaba mirando a la mesa.
¡Sentado allí, escuchando esta maldad, sin participar, y mirando
fijamente a la estúpida mesa!
—Lo amo —anuncié.
La cabeza de Aarón se levantó.
—Carissa —dijo Angie en voz baja, su mano de regreso en mi brazo
sobre la mesa.
El padre de Aaron hizo un sonido de disgusto.
Pero yo estaba mirando los ojos de Aaron.
—Te amé una vez, y tú me destruiste.
—Carissa, por favor déjame hablar —instó Angie a mi lado.
Yo no aparté la mirada de Aaron.
—Esto es —le dije—. He terminado. No voy a permitirte que me hieras
más. Que me lastimes directamente. Que me lastimes a través de Carson.
Que me lastimes usando a mis amigos. Que me lastimes por completo. Que
los lastimes por completo. Yo sé lo que esto significa —levanté una mano
ligeramente, señalando nuestra vil reunión—. Estás listo para destruirme.
De nuevo. Quitándome la felicidad por la que trabajé duro. Así que
felicitaciones, Aaron. Por fin lo has hecho. Has convertido amor en odio. Yo
no quería eso. No para mí o para ti, y sobre todo no para Travis. Sé que no
es agradable odiar a alguien, pero puedo decir que ahora es oficial. Tu
disposición a ser parte en esto ha logrado eso. Lo que será, será lo que tú
fuerces a ser. Voy a tratar con eso. Si tú me obligas a caer, caeré luchando.
Si tomas todo de mí, estoy de acuerdo con eso, siempre y cuando siga
manteniendo a mi bebé. Sin embargo, no habrá nada que me vaya a hacer
dejar de odiarte. Voy a verte de nuevo sólo cuando tenga que verte. Aparte
de eso, espero nunca verte.
Me puse de pie y los ojos de Aaron me siguieron.
Estaban heridos y sufriendo.
Los míos sostuvieron los suyos, de forma constante, mientras lo
hacían porque no me importaba ni un poco lo que él estaba sintiendo.
—No puedo imaginar, qué haría que un hombre que tiene el amor de
una mujer, una mujer que no quiere nada más que vivir una vida amándolo
y a los bebés que harán, esforzarse en volver eso en odio. Si pudiera soportar
la vista de ustedes, estaría interesada en que me explicaras eso. Pero no
puedo soportar el mirarte. Por lo que seguirá siendo un misterio. —Miré
inmediatamente a Angie y le dije—: Lo siento, Angie, pero tengo que irme.
Ella asintió.
—Vete, Carissa.
Me di la vuelta, las sentí y las odié también.
Pero vinieron, las lágrimas, mientras caminaba a ciegas hacia la
puerta, demasiado abrumada por lo que estaba sintiendo, el miedo
arrastrándose dentro de mí, incluso para preocuparme de que podría
tropezar y hacer un tonto de mí misma.
No lo hice.
Llegué a la puerta, puse la mano en la manija, y la abrí.
Miré por encima de mi hombro por última vez al hombre que una vez
amé.
Entonces me alejé.

Aaron

—Ellos apenas tenían sobre que basarse.


—Juez Neiland, teníamos un plan. Usted no se adhirió al plan. Eso no
fue bien. Ahora, lo insto a escucharme…
Aaron Neiland no estaba escuchando mientras caminaba por delante
de su padre y su abogado.
Fue idea de su padre venir ese día.
Él no había visto a Carissa recientemente. No sabía cómo había
cambiado.
Y el pomposo cabrón no habría escuchado de todos modos.
A Aaron no le importaba una mierda si él venía o no. Todo el juego era
una tribuna para que pudiera ver el rostro de Carissa cuando le dijeran que
estaban llevando su culo a los tribunales.
Hizo esto porque quería verla comenzar a hundirse.
Ella hacía todo por Travis. Todo por la familia. Así que él sabía que se
hundiría.
Así que estaba sorprendido como la mierda cuando no lo hizo.
Caminó directo a los ascensores pero mientras lo hacía, lo vio.
Y cuando lo vio, no miró. Apartó la vista de inmediato.
Pero estaba quemado en su cerebro de todos modos.
Él sabía dónde estaba la oficina de Angie en esa habitación.
Mierda, debería haber tomado el camino largo.
Pero no lo hizo.
Así que lo vio.
Carissa presionando su rostro en el pecho de Carson Steele, la cabeza
del hombre inclinada, los labios en su cabello, sus hombros sacudiéndose
con sus lágrimas. Él estaba sosteniendo a Carissa cerca con un brazo, la
mano enterrada en sus rizos, el jodido hijo de Aaron sujetado apretado en
su otro brazo.
Esa visión fue borrada por otra que tampoco le gustaba, ver esa última
mirada de dolor y odio lanzada en su dirección a través de sus lágrimas,
mientras Aaron se metía en el ascensor.
Las puertas se cerraron sobre él, su padre, y su amigo y colega,
Steven.
—Hijo, vamos a volver a la oficina y… —Comenzó su papá.
Él volvió su cabeza y atrapó la mirada de su padre.
—Por favor cállate.
Su barbilla se sacudió en su cuello.
—¿Perdón?
Escuchó sus palabras.
No puedo soportar el mirarte.
Su padre la había cagado. Su investigador les advirtió fuertemente
que no se metieran con Chaos. Si ellos lo hacían, el investigador les dijo que
Kane Allen activaría a Nightingale o a Delgado: “Y a menos que puedan abrir
las puertas de sus armarios por completo y sólo luz celestial brille sin ningún
esqueleto colgando, ellos los van a destripar a los dos”.
Sus palabras.
Precisamente.
Ni su padre, ni Aaron podían abrir esas puertas.
Así que Chaos estaba fuera de los límites.
Pero su padre era tan jodidamente arrogante, su cabeza tan metida
en su maldito culo, que pensó que podría salirse con la suya.
La estrategia era sacudir a Carissa con sus noticias sobre Peter Waite
y compartir que su novio era capaz de golpear a un hombre hasta sangrar.
Sacudirla y hacerla repensar. Sacudirla y conducirla de vuelta a Aaron.
Aaron no había previsto que Angie estaría tan informada sobre sus
clientes Chaos. Ella había hecho parecer a Steele como un defensor de la
justicia, y Carissa ni siquiera había parpadeado.
Ella lo sabía todo, o si no lo sabía todo, sabía lo suficiente para no
importarle una mierda.
Entonces ella había salido, directo a los brazos de Steele.
Directo a sus brazos.
—Dije, cállate.
El rostro de su padre se retorció.
—No dejes que esa pequeña perra se meta en tu cabeza —dijo él entre
dientes—. Ella ha estado jodiendo con esta desde que tenía malditos catorce
años.
Carissa era una pequeña perra ahora. Pero por más de una década,
había sido todo, desde un ángel a un demonio dependiendo del estado de
ánimo de su padre.
Su madre siempre la había querido.
Su madre detestaba a Tory.
A su padre no le importaba mirar a las tetas de Tory en cualquier
momento en que ella estaba cerca, pero pensaba que era una rompe hogares
de clase baja, y había compartido eso directamente a la cara de Aaron.
Repetidamente.
Nunca ganaría con su padre.
Pero Carissa siempre había sido una ganadora con su madre.
Uno de cada dos no había sido malo.
Aaron avanzó hasta que estuvo cara a cara con su padre, el hombre
se presionó hacia el lado del ascensor.
—Aaron—susurró Steven.
—Nunca llames a Carissa una perra.
—Crie a un hijo débil —se burló su padre—. La mente llena de faldas.
No puedo soportar el mirarte.
Las puertas se abrieron.
Aaron se alejó de su padre y salió.

Aaron Neiland no fue a su oficina.


Se fue a su casa.
La casa que su maldito padre le empujó por su garganta.
Él sabía que Carissa la odiaba. Era grande e imponente, tomaba una
eternidad limpiarla, no era ella. Ni siquiera un poco.
Podría haber sido ella, si hubieran trabajado para esto, si hubieran
comenzado con algo más pequeño y él hubiera sido capaz de darle algo más
grande y hacerlo de forma gradual, pero sus padres los plantaron en esta
cuando él estaba justo comenzando como un asociado junior…
No.
Se dirigió a la cocina, abrió un armario, agarró un vaso, abrió otro
armario, cogió una botella, pero se detuvo antes de servirse.
La botella contenía un costoso whisky escocés.
Su padre bebía escocés.
Se quedó mirando la botella.
Maldita sea, ¿por qué bebía whisky? Lo odiaba.
Lo vertió por el desagüe e hizo lo que le gustaba.
Una ginebra con tónica.
Entonces hizo lo que el imbécil en una película romántica haría.
Se dirigió a la caja que Tory había llenado y puso en el armario de una
de las habitaciones de huéspedes. La sacó. Agarró el álbum de boda. Se fue
a la cama y lo dejó caer en esta.
Tomó algo de ginebra y abrió la tapa.
La primera imagen era de Carissa sentada en un césped verde, el ramo
en su mano, el enorme vestido extendido por todas partes, sus ojos
levantados y sin mirar a la cámara, sino desplazados hacia la derecha.
Ella se estaba riendo.
Carissa le había pedido a su fotógrafo poner una foto de los dos juntos
al comienzo del álbum.
El padre de Carissa había insistido en pagar por la boda, incluyendo
al fotógrafo, pero aun así, incluso aunque ella no estaba pagando por ello,
su madre había vetado los deseos de Carissa y elegido esa foto.
Como de costumbre, su madre consiguió lo que quería.
Aaron se quedó mirando la imagen, su intestino retorciéndose.
Miró su rostro en la foto y recordó ese momento. Lo recordaba con
exactitud.
Había pasado media hora después de que habían sido declarados
casados. Él había pasado la mitad del tiempo en la parte de atrás de su
limusina besándose con su bella esposa, disfrutando inmensamente, y
también disfrutando de molestar a sus padres, que querían su culo y el de
su esposa delante del fotógrafo.
Pero cuando esa foto fue tomada, él estaba parado a la izquierda del
fotógrafo y todo había sido acerca de Carissa. Todo acerca de cómo
asegurarse de que él estaba cerca de ella allí mismo, en ese hermoso vestido.
Todo sobre asegurarse de como él siempre había sabido que ellos tendrían
eso, él en un esmoquin, ella en un vestido de novia.
Había sido feliz, feliz por sí mismo, feliz por ella, y a causa de eso él
había estado tomando el pelo.
La había hecho reír y el fotógrafo había tomado la foto.
No puedo soportar el mirarte.
Tragó, mirando el álbum.
Esa había sido la foto favorita de Aaron. A él le gustaba enfrente.
Nunca había dicho nada, pero siempre que abría ese álbum, esa era
precisamente la imagen que quería ver.
Carissa viéndose hermosa y feliz, riendo porque él le dio eso.
Le gustaba decirse a sí mismo que era lo que intentaba darle por el
resto de su vida, aun cuando sabía que estaba en el camino de convertirse
en su padre, por lo que también sabía que era una maldita mentira.
La había jodido. También sabía eso. Era como si no pudiera evitarlo.
Su padre le dijo que esto pasaba. “Sólo tienes que sacarlo de tu
sistema, hijo. Eres joven. Lo harás. Cuando lo hagas, si ella vale la pena tener
a un Neiland y sabe lo que es bueno para ella, estará ahí. Créeme”.
Así que él siempre lo supo, que al final, sería ella.
Era tan ridículamente arrogante, que no sabía, que al final, para ella
no debería ser él.
Su mente se llenó con ella llorando en el brazo de Carson Steele.
La he amado desde la escuela secundaria, hombre.
Aaron tomó más ginebra y se quedó mirando la foto.
Conseguirás arrastrarla, eso apestará, pero yo la recogeré.
Carissa lo miraba a él.
Riéndose.
Conseguirás desgarrarla, voy a odiar jodidamente observarlo, pero yo
la voy a arreglar.
Se tomó lo último de la ginebra.
Empújala hasta el punto que no pueda soportar el mirarte. Pero hazlo
sabiendo que todo es tu culpa. Al igual que todo lo que ocurría antes, todo es
tu culpa.
Mierda, el idiota tenía razón.
Nunca debería haber permitido que su padre viniera ese día. Él no
tenía ni idea de lo que estaba pensando.
No tenía diecisiete años e iba a la oficina del director.
Tenía malditos veintiséis años e iba a una reunión para negociar el
futuro de su hijo.
Tan incómodo como era, tan horrible como se sentía llegando a la
conclusión, Aaron no tenía opción.
Había demasiado en juego con las partes más importantes de eso,
siendo la felicidad y el bienestar de la mujer que amaba y su hijo.
Y esa conclusión era el hecho de que era hora de que creciera de una
puta vez.
Lo amo.
Tomó aliento antes de que dejara el vaso a un lado y metiera la mano
en el bolsillo interior de la chaqueta de su traje.
Sacó su teléfono e hizo la llamada a su investigador.
—Envíame por texto el celular de Steele —ordenó.
El hombre envió un mensaje.
Aaron hizo otra llamada.
— Yo.
—Steele. Neiland.
Silencio.
—Si no la haces feliz, voy a destruirte, no me importa un carajo el peso
que tengas detrás de ti con ese club.
Steele seguía sin decir nada.
Aaron tomó otro aliento.
Tranquilamente, se lo confesó.
—De hecho sí la amo.
Eso le consiguió algo.
—Con la próxima que tengas, hazlo mejor con esa.
Entonces Carson Steele le colgó.
Aaron apretó los dientes.
Entonces agarró su vaso, bajó a la cocina, se sirvió otra bebida, y
llamó a su abogado.
Capítulo 25
Comienzo

Joker

—Lo haré, Angie. Y gracias. —Una pausa entonces—: Bien. Llamaré


cuando lo decida. Gracias de nuevo por todo. Adiós.
Carissa dejó caer su teléfono y miró a Joker.
—No lo entiendo —declaró.
Joker había estado observándola tumbado en el sofá, con las piernas
fuera, respaldado, hablando por el teléfono mientras su hijo se arrastraba
sobre ella, alternando el tratar de comer su vestido y jugar con la cabeza del
pato de juguete que estaba arrastrando con él.
Ella puede que no lo entendiera.
Pero Joker lo entendió.
Aaron Neiland tenía un alma.
A duras penas, pero tenía una.
—Te dije que me llamó, Carrie —le recordó en voz baja.
—Lo sé. Pero él ofreció una solución de doscientos cincuenta mil
dólares para ver el cuidado y la crianza de Aaron, mientras que deje el
trabajo y vaya a la escuela —anunció.
Santa mierda.
El cuerpo de Joker se tensó.
Ese imbécil no llegaría a hacerse cargo de su chica.
Si ella quería dimitir e ir a la escuela, él podía meterse su dinero por
el culo. Joker se haría cargo de eso para ella.
No tuvo oportunidad de decirlo ya que ella siguió hablando.
—Ella también dijo que el abogado de Aaron dijo que una vez termine
con la escuela y empiece mi carrera, que él seguirá con la manutención de
Travis hasta que tenga dieciocho, si así lo deseo. Cualquier ajuste debido al
coste de vida o a las necesidades de Travis deberían ser solicitadas a través
de mi abogada y él lo considerará. Y si Travis va a la universidad, una
decisión sobre un soporte continuo y quién pagará la matrícula y los otros
gastos se negociarán en ese momento.
—¿Visitas? —Joker se forzó a soltar.
—Él siente que Travis está haciendo frente al programa actual y me
anima a que permita que siga siendo del mismo modo sin más
negociaciones.
—¿Y? —preguntó Joker.
—¿Y qué? —preguntó de vuelta.
—¿Qué opinas de todo esto? —soltó.
Ella levantó su mano del teléfono y la utilizó para atrapar a su hijo
antes de que él rodara fuera de ella y el sofá después de que se pusiera
demasiado involucrado golpeando su vientre con el pato y perdiera el
equilibrio.
—No sé qué pensar, cariño. —Era un grito suave, probablemente para
no asustar a Travis—. Esa reunión fue desagradable. Te dije lo desagradable
que fue. ¿Ahora esto?
—Tuvo un cambio de corazón.
—Aaron no tiene de esos —murmuró, poniendo ambas manos en
Travis y poniéndolo en el suelo ya que él se estaba inclinando hacia allí y
gruñendo.
Una vez en el suelo, Travis se movió hasta donde Joker estaba estirado
enfrente a ella, empujándose sobre sus rodillas y golpeó a Joker en la cadera
con el pato.
Joker agarró al niño y lo arrastró sobre su estómago.
Él se arrastró por todo su cuerpo.
—Entonces ha ocurrido un milagro —le dijo—. Sigue la corriente.
¿Qué más puedes hacer?
—No quiero su dinero —todavía estaba murmurando, con sus ojos en
su hijo.
—Carrie —la llamó.
Ella lo miró.
—No quiero.
Él odiaba la idea de su ex cuidando de ella.
Pero aun así, esa era una mierda de tonelada de dinero.
Así que dolía, pero por ella, tenía que preguntar.
—¿Eso es inteligente?
—Tal vez no, pero, Joker, él fue desagradable. O, su padre lo fue, y su
padre es una extensión de él.
—Te entiendo, pero…
—LeLane me contrató cuando estaba embarazada —lo interrumpió
para decirlo—. Ellos se adaptan a mi horario lo mejor que pueden. Se
merecen lealtad. Quiero ser una estilista, pero quiero ser yo quien me haga
una estilista. No darle a alguna mujer un cabello fabuloso y pensar que
Aaron fue quien lo hizo para que pudiera hacer eso.
Joker sintió que sus labios se contraían.
—Así que, tomaré la ayuda —declaró—. Y él tiene razón. Travis está
bien con este calendario, y si Aaron deja de ser un idiota, entonces
funcionará aún más para él porque sentirá que funciona para todos
nosotros. Trabajaré durante un tiempo en LeLane, y con el dinero de apoyo
de Travis viniendo, ahorraré para mi propia educación. Una vez que esté allí
y pueda hacerlo por mí misma, voy a ir por ello.
—Estás rechazando un cuarto de millón que, en resumen, ese chico
te debe, nena —dijo suavemente.
—Estoy rechazando dinero por culpabilidad que le hará sentirse mejor
por ser tan malo conmigo —contestó—. No me importa si se siente mejor o
no. No me importa él en absoluto. Tomaré su dinero de manutención para
Travis, porque él es el papá de Travis. Aparte de eso, él no existe para mí.
Él sonrió.
—Tus palabras —dijo.
—Lo son. Ahora, es hora de alimentar a mi familia. ¿Haces tú la cena
y yo la de Travis, o al revés?
—¿Alguna vez me harás ese chili que me prometiste?
Ella le sonrió.
—Supongo que voy a cocinar yo.
Joker le devolvió la sonrisa y luego agarró su hijo.
Lo subió hasta su pecho mientras el niño chillaba.
Cuando lo tuvo cara a cara, dijo:
—Eso significa que yo te tengo a ti.
Y por sus problemas, se encontró en la cara con un pato.

Tres semanas después, Joker estaba caminando desde Ride al recinto


cuando sonó su teléfono.
Lo sacó, vio quién lo estaba llamando y lo puso en su oreja.
—Hola, Lee.
—¿Estás ocupado ahora mismo?
—No —contestó, viendo que no lo estaba. El ex de Carissa tenía a
Travis así que ella tenía un turno en la tarde. Él había acabado con lo que
quería acabar de su nueva construcción ese día, así que se estaba dirigiendo
al recinto para tomar unas cervezas con sus hermanos.
—Te necesito en el Hospital de Niños —le dijo Lee.
Joker se detuvo en seco.
—¿Por qué?
—Llamando por un marcador, hermano —dijo Lee en voz baja.
Maldita sea.
—Estoy en mi moto —dijo Joker.
—Maternidad —respondió Lee.
Mierda.
—Entendido. Estaré allí.
Empujó su teléfono en el bolsillo y fue a su moto.
Entonces montó hacia el hospital.
Entro en maternidad sólo para ver que Lee no estaba solo.
Hank estaba con él.
—Estoy aquí, ¿qué? —preguntó cuando se detuvo cerca.
—Necesito que te vistas —le dijo Lee.
—¿Qué?
Lee golpeó en una puerta. Se abrió, una enfermera se asomó, miró a
Joker, entonces levantó la mano y dobló su dedo.
Joker miró a Lee, a Hank, entonces a la mujer.
La siguió.
Una vez dentro de la puerta, se vistió. Cubriendo sus botas.
Poniéndose por encima una bata sobre su camiseta.
Una vez hecho, ella lo dirigió a una habitación que tenía unas
pequeñas incubadoras.
Ella se detuvo junto a una y él se paró con ella, miró abajo, y se quedó
mirando al bebé más pequeño que había visto en su vida. El niño no podía
ser más grande que su mano. Tenía tubos en la boca y en sus delgados
brazos, algodón pegado sobre sus ojos, piel amarillenta, y mechones de
suave cabello rizado negro.
—Prematuro —dijo la enfermera en voz baja—. Adicta.
Esas dos palabras cortaron a través de su estómago, y Joker dirigió
sus ojos a ella.
—Ella estará bien —dijo—. Ha llegado así de lejos, no la pararemos
ahora.
Joker miró abajo al bebé, quien no era un él sino un ella.
—¿Puede ser cargada? —preguntó.
—No, pero puede ser tocada —respondió la enfermera—. A través de
esos agujeros de al lado. Deja que te traiga un guante.
Ella le trajo un guante.
Joker se puso el guante, empujó a través, y tenía razón. La niña era
tan grande como su mano.
Pero ella parecía tan frágil, que dudó en tocarla. En cambio, presionó
su dedo en la palma de su mano.
Y cuando lo hizo, sus dedos se cerraron alrededor.
Apretadamente.
—Te dije que ella estará bien —murmuró la enfermera.
Joker se quedó mirando a la niña, sintiendo algo penetrar en él a
través de la punta de su dedo.
Luego, suavemente tiró de su dedo y de su mano fuera del agujero.
Él asintió hacia la enfermera y se dirigió a la puerta. Se quitó la mierda
que se había puesto y volvió a la entrada.
—No me jodan con esto —le gruñó a Lee.
—La mujer vino, tuvo al bebé, se fue. Apenas se había recuperado
antes de desaparecer. Nadie la ha visto desde entonces —le dijo Hank—. Ha
pasado una semana y media.
Joker lo fulminó con la mirada.
—Ella estaba colocada cuando vino. Abandonó a su bebé —continuó
Hank.
—¿Y cuánta gente está en espera por este niño? —preguntó Joker.
—Ninguno —declaró Hank.
—Raza mixta —dijo Lee en voz baja, y Joker estrechó sus ojos hacia
él, sabiendo que eso no significaba una mierda para la gente que quería un
niño—. Nacido prematuro, adicto, una mierda seria, Joke. Y todos los
sistemas se han ido ahora, pero nadie tiene ninguna idea de lo que le pasará
a este niño. Cómo crecerá. Cómo se desarrollará. Puede que haya problemas
con el tiempo, y esos problemas y sus probabilidades han hecho que los que
estaban en espera retrocedieran. Esta pequeña necesita a alguien especial
que pueda aguantarlo y no le importe una mierda lo que vayan a enfrontar,
siempre que tengan un hijo que amar. Ahora, si no encontramos a alguien
que le den una hermosa vida de todos modos, ella crecerá en el sistema.
—¿Así que lo que estás diciendo, es que quieres que vaya a mi profesor
de historia de la escuela quien ha pasado a través de un escurridor con su
mujer y ofrecerle un niño con problemas y una madre desaparecida? —
preguntó.
—Si piensas por un segundo que dirán que no, entonces no, no quiero
esa mierda —respondió Lee.
—Mi suposición, es que ellos no parpadearán por el niño. Pero la
madre ha desaparecido. Si ella regresa...
—Ella no volverá —declaró Hank.
—Si ella regresa… —comenzó Joker de nuevo.
—Ella no volverá —dijo Lee con firmeza.
Joker se lo quedó mirando.
Entonces preguntó:
—¿Papá?
—El padre está fuera de la foto —dijo Hank.
Mierda.
Ellos conocían al padre.
También conocían a la madre.
Lo sabían todo.
Maldición.
—¿Cuán fuera de la foto? —presionó Joker.
—Mucho —le dijo Hank.
Joker miró entre los dos.
A continuación soltó.
—Si les hago ilusiones, y mierda sucede, tendremos un problema.
—No habrá ningún problema —respondió Lee de modo inflexible.
Joker tomó un latido.
Entonces dijo:
—Tienes que darme veinticuatro horas.
—¿Por qué? —preguntó Lee.
—Porque tengo que hablar con Carissa —dijo.
—Bien dicho. Ella puede respaldarte con tu profesor —murmuró
Hank.
En realidad, él no había pensado en eso. Pero ella se pondría en eso
también.
Lo que había pensado era en esos pequeños dedos cerrados alrededor
del suyo.
Apretados.
—Sí —estuvo de acuerdo—. Pero tengo que hablar con ella sobre todo
porque, si dicen que no, tengo que saber si ella está bien con tomar a un
bebé que puede que tenga problemas en el futuro.
La cabeza de Lee se sacudió, y Hank miró.
Joker se alejó.

Al día siguiente, de pie en el recinto con Carissa a su lado, su mano


apretada en la suya, Joker contempló a Keith Robinson, quien estaba de pie
con la cabeza inclinada y la mano envuelta sobre la parte posterior de su
cuello.
Eran los únicos en la habitación.
Esperaron.
Él se tomó su tiempo.
Finalmente, dejó caer su mano y miró a Joker.
—No puedo poner a mi mujer a través de esto de nuevo.
Joker asintió.
Él le había dado la información, y no estaba sorprendido por su
decisión. El hombre amaba a su esposa. Si Carissa hubiera pasado por lo
que Keith vio pasar su esposa, Joker diría lo mismo.
—Entonces Carissa y yo nos la quedaremos.
Keith parpadeó antes de cambiar su rostro.
—Eso es honorable Carson —miró a Carissa— Carissa, cariño —volvió
a Joker—, pero créanme cuando les digo que si las cosas cambian, se
enamorarán en un instante, y los corazones se rompen muy fácilmente.
—He sido asegurado por las personas que pueden hacer eso que las
cosas no cambiarán —le dijo Joker, repitiendo algo que ya había compartido.
—Piensas eso y luego…
—Keith, no me entiendes —lo cortó Joker en voz baja—. Estas
personas no se habrían acercado a mí si no supieran que las cosas no
cambiarían.
Keith lo miró a los ojos.
Joker le dejó.
Carissa apretó su mano y se apoyó en su brazo.
—Tal vez debería hablar con mi esposa —susurró Keith.
Carissa hizo un sonido como si estuviera luchando contra las
lágrimas.
—Tal vez deberías —respondió Joker—. No hay presión. De cualquier
modo, esa niña tendrá un hogar. Pero tú tienes mi número. Estaremos en
el hospital.
Keith asintió y no perdió el tiempo después del apretón de manos con
Joker y dejar que Carissa tocara su mejilla antes de que se pusiera en
marcha.
—¿Rezas?
La tranquila pregunta de Carrie le hizo mirar hacia ella para ver que
ella estaba mirando tras Keith.
—No —respondió.
Su mirada fue a él.
—Empieza —susurró.
Él miró en sus ojos.
Entonces empezó.

Joker estaba reposado sobre sus hombros contra una pared en la sala
de maternidad del Hospital de Niños, viendo a Keith Robinson entrar en una
habitación con un médico y un oficial de la CPS.
Carissa y la esposa de Keith estaban vestidas y en una habitación con
la incubadora, sosteniendo la nueva hija de Keith.
La puerta se cerró tras Keith, y cuando lo hizo, Joker sintió un susurró
detrás de su cuello.
Se volvió al instante y se preparó.
Al final del pasillo estaba Knight Sebring.
Junto a él estaba una mujer que Joker conocía. Ella había estado en
el terreno de Chaos a menudo. La había expulsado de allí él mismo unas
cuantas veces. Era un ratón, una escama, y una adicta. Ella no tenía qué
hacer en la vida. Era demasiado débil. Esa vida la iba a masticar, era sólo
cuestión de tiempo.
No la había visto en meses, y había pensado que la vida la había
masticado. Ahora vio que se veía frágil y cansada, y estaba llevando una
sudadera voluminosa con una capucha y una gorra de béisbol calada sobre
su frente.
Knight inclinó su cabeza hacia un lado.
Joker alzó la barbilla.
Knight asintió.
La mujer se llevó la mano a su boca y su cuerpo se sacudió mientras
su rostro se derrumbaba.
Knight puso una mano en su espalda, le dio la vuelta, y
desaparecieron.
Así que este no era el trato de Lee.
Era de Knight.
Lo que significaba que la mujer que acababa de desaparecer, lo hizo
segura, lo haría limpia. Knight le estaba dando una nueva vida, con el
conocimiento de que su hija sería amada.
Joker contuvo el aliento.
Luego miró a sus botas y lo soltó.
Carissa se sentó a su lado en su camioneta mientras conducían desde
el hospital.
—¿Sabes que te amo? —preguntó en voz baja.
—Sé que me amas, Carrie —respondió del mismo modo, apretando su
mano que sostenía sobre su muslo.
Ella le devolvió el apretón.
Montaron en silencio.
Ella lo rompió con:
—Quiero otro.
—Lo sé, Butterfly.
—Pronto —susurró.
Él lo haría pronto. Se habría planteado poner uno en ella esa noche,
pero él había sido declarado limpio (algo por ella, que ella ya había pensado,
teniendo en cuenta que su ex la había reemplazado, y era algo que vino como
una cuestión de rutina a través de ella teniendo a Travis) y ahora estaba
tomando la píldora.
—Lo haremos pronto —prometió.
Eso le hizo obtener otro apretón.
—¿Quieres ir a Las Delicias? —preguntó.
—Sí, pero ese es nuestro lugar familiar, tú, Travis y yo —contestó, y
sintió su pecho aligerarse—. ¿Por qué no conseguimos una hamburguesa o
algo?
—Lo que quieras, Carrie —murmuró.
Ella apretó su mano de nuevo.
Él condujo al Bar My Brother por una hamburguesa.
Y después, él la llevó al Dairy Queen por un Blizzard.

—¡Joke!
Él volvió su cabeza hacia el grito de Lenny, y por lo que vio, Joker
murmuró un “Discúlpame” al fotógrafo con el que estaba hablando.
Luego sonrió mientras caminaba por el garaje hacia Carissa, quien
estaba llevando un dulce top con mierdas brillantes cosidas delante,
vaqueros aún más dulces, y las botas hasta el tobillo de tacón alto negras
con las que la había follado la noche que ella había rayado el auto de su
padre.
También tenía un gran cabello, un montón de maquillaje, y una
enorme sonrisa brillante. Todo el paquete significaba que Joker estaba
luchando contra su pene volviéndose duro mientras caminaba hacia ella.
Cuando ella se acercó, lo hizo aún más difícil porque ella envolvió sus
brazos de inmediato a su alrededor, presionándose firmemente y echó la
cabeza hacia atrás.
En respuesta, él sumergió y deslizó sus dedos en los bolsillos traseros
de sus vaqueros.
—Estoy vestida como la nena de un motorista en caso de que Henry
Gagnon suceda que tenga un vistazo de mí —anunció—. No quiero
decepcionarle.
Ella no podría hacer eso aunque estuviera llevando ese feo camisón
que por suerte no había visto desde que él pidió que perdiera.
—En otras palabras, no podías permanecer lejos —le respondió.
Sus ojos brillaron mientras se presionó más cerca.
—¿Con Wilde and Hay aquí para instigar su fabulosa difusión sobre
mi viril motorista y sus hermanos? De ningún modo.
Él sonrió.
Ella siguió hablando.
—Y tengo dos buenas noticias que tengo que compartir de inmediato
—le dijo, diciendo el “dos” y el “inmediato” apretadamente.
—¿Sí?
Ella empezó con:
—En primer lugar, Megan llamó. Ella y Keith se llevarán a Isadora a
casa hoy.
Habían pasado sólo unas pocas semanas desde que se había tomado
la decisión. Ellos necesitaban que Isadora ganara peso, aprendiera a
succionar para que pudiera alimentarse, y tuviera los ojos destapados.
Supuso que todo eso había pasado.
—Grandes noticias, Butterfly —murmuró finamente.
—Sí, increíbles, y toma esto —continuó—. Aaron me llamó.
El cuerpo de Joker se puso tenso.
—¿Dilo de nuevo? —demandó.
Ella sacudió su cabeza, sin dejar de sonreír.
—Voy a decir que estuve un poco asustada cuando vi su nombre en
mi teléfono, porque se supone que no me debe llamar a no ser que haya una
emergencia con Travis. No la había. Él está bien.
—¿Entonces, por qué te llamó ese idiota? —dijo Joker entre dientes.
—Porque —seguía sonriendo—, ¡él tiene una cita!
Joker frunció el ceño.
—¿Y pensó que eso te importaba una miera porque…?
—Porque Aaron me pidió que, en vez de su mamá y papá cuidando a
Travis mientras llevaba a esta mujer fuera, tal vez tú y yo podríamos hacerlo.
Fue entonces que Joker miró hacia ella.
—Le dije que sí, por supuesto —continuó—. Él lo traerá mañana por
la noche.
—Estás de mierda.
Ella siguió sonriendo pero sacudiendo su cabeza, su cabello
cepillando sus hombros, dándole un espectáculo que realmente le gustaba.
—No.
El tipo tenía un alma.
Y estaba avanzando.
Y la mayor sorpresa de toda esa mierda, finalmente estaba
demostrando que quería darle a Carrie lo que ella realmente quería, una
relación entera entre ellos por el bien de Travis.
Tal vez él sí amaba a Carissa.
Pero con este tipo de amor, Joker podía tratarlo.
Su alivio fue tan grande que dejó caer su cabeza para que su frente
descansara sobre la de ella.
—Sí, cariño. Esto es impresionante —susurró ella, mirándolo a los
ojos.
—Sí, Carrie, lo es, nena —estuvo de acuerdo.
—Joker, hermano, entiendo que el culo de Carrie en esos pantalones
exige las manos de un hombre en sus bolsillo, ¡pero hay mierda sucediendo!
—gritó Boz.
Joker observó los ojos de Carissa sonreír.
Entonces sintió sus labios rozar los suyos.
Él se metió e hizo el beso más profundo y húmedo, pero no podía
hacerlo más largo.
Cuando se separó, preguntó:
—¿Vas a pasar el rato?
—No me perdería esto —susurró.
Él sonrió.
Entonces besó su frente y la dejó ir.

Joker tiró del cochecito de paseo fuera de la parte trasera de la


camioneta, lo sacudió, y empujó con su pie en el pedal para bloquearlo.
Al segundo en que terminó, Carissa estaba justo allí, plantando el culo
de Travis en este.
Pero ella lo estaba haciendo siendo una descarada.
—No puedo creer que nos estés llevando al centro comercial.
—Querías una hamburguesa. Tenemos a tu niño, no podemos ir a un
bar, y Johnny Rockets está aquí —le recordó él.
Ella miró arriba mientras examinaba el garaje, asegurándose de que
era seguro antes de empezar a empujar el cochecito.
Ella se puso a su lado y declaró:
—Sólo decir que Gunther Today es más divertido y no está en el centro
comercial.
—Tengo hambre y ese está más lejos —murmuró.
—Por, cómo, cinco minutos —replicó.
Él ignoró eso para maniobrar el cochecito por unas escaleras con
Carissa observando, y luego ella se precipitó hacia delante para abrir la
puerta.
—Y sólo decir —siguió de nuevo cuando estuvieron dentro—, que no
podrías haber estacionado más lejos. Johnny Rockets está todo el camino al
otro lado.
—Viendo que puede que haya estado allí una vez, pero no me acuerdo
de si lo he hecho porque lo he bloqueado, no me lo he memorizado.
Eso era cierto.
Principalmente.
—Lo que sea —dijo ella, pero podía oír su sonrisa.
También podía sentir su pulgar en su cinturón.
Lo que significaba, que cuando se movieran por el centro comercial e
hiciera su vuelta, ella tenía que ir con él.
—Jo…
Ella se interrumpió y él sabía por qué.
No podía perderse la tienda en la que estaban.
Desde que ya lo había averiguado, no perdió tiempo y la guio justo
donde tenían que estar.
En silencio, Carissa lo siguió.
Mientras que Travis balbuceaba y pateaba con sus pies, Joker colocó
el cochecito de costado contra la vitrina por lo que el chico tenía una vista
antes de que enganchara la cintura de Carie y la atrajera hacia sí.
—Hola —un vendedor les dio la bienvenida—. ¿Hay algo con lo que los
pueda ayudar en el día de hoy?
Ya que ya lo había averiguado, Joker señaló inmediatamente a la caja
y respondió:
—Queremos ver ese.
Él oyó a Carrie tomar aliento.
—Por supuesto. Es hermoso. Una fabulosa elección. Un momento —
dijo el vendedor, con las llaves tintineando.
Él oyó a Carrie comenzar a respirar pesadamente, así como sintió su
cuerpo empezar a temblar.
Una alfombra de terciopelo se puso sobre el cristal y entonces el anillo
de compromiso de Tiffany fue dejado en esta.
—Aquí tiene —dijo el vendedor.
Joker lo atrapó, agarró la mano de Carissa, y lo deslizó en su dedo
anular.
Necesitarían otro tamaño. Era demasiado grande.
Pero por ahora, el gesto serviría.
Él la miró a los ojos, que estaban fijos en el anillo, justo mientras una
lágrima se escapaba y se deslizaba por su mejilla.
Él sintió eso.
Y amó cómo se sintió.
—¿Qué tal este por un anillo de compromiso? —susurró.
Otra lágrima se deslizó por su mejilla mientras sus dedos se cerraron
alrededor de su mano y su mirada se clavó en la suya.
—Es perfecto —susurró.
—¡Joe, joe kah! —gritó Travis.
Los ojos de Carissa se volvieron enormes un latido antes de que ella
se echara a reír y, al mismo tiempo, echándose a llorar.
Joker la tomó en sus brazos, tomó su boca riendo y llorando en un
largo y húmedo beso, y a través de este, él oyó al vendedor murmurar:
—Me encanta mi trabajo.

La puerta principal se abrió y Joker miró hacia allí para ver a Carissa
entrar.
—Hola —llamó Boz desde su lado de la mesa del comedor.
—Carrie —saludó Snapper, también en la mesa.
—Nena —dijo Roscoe, a su otro lado.
—Hola, Carrie —llamó Rush, al pie de mesa.
Hound gruñó.
Joker sólo mantuvo sus ojos en su mujer y sonrió.
Ella le devolvió la sonrisa, diciendo: “Hola” a los hombres en la mesa
bebiendo cerveza y jugando al póquer.
Pero ella fue directa a él.
Poniendo su mano en su mandíbula, se inclinó y le dio un beso antes
de repetir mucho más suave:
—Hola.
Como siempre.
Directo a su pene.
—Hola, nena, ¿qué tal la noche de chicas? —preguntó.
—Bien. Pero… um, ¿puedo hablar contigo un segundo?
Él trató de leer su rostro, vio algo en lo que no podía poner un dedo,
no le gustó eso, así que asintió y no perdió tiempo en poner sus cartas boca
abajo sobre la mesa.
—Volveré —les dijo a sus hermanos.
—Tiempo para unas frescas —anunció Roscoe, empujando hacia atrás
sus silla.
Joker se levantó y Carissa tomó su mano.
Ella lo acompañó por el pasillo, preguntando:
—¿Estás ganando?
—No he perdido la casa —dijo a modo de respuesta.
Ella le lanzó una sonrisa mientras se movían a su habitación.
—Hound está acabando con tu botín de nuevo.
Joker no le devolvió la sonrisa, él todavía estaba tratando de leerla,
pero respondió.
—El hombre es un sabio del póquer.
Su sonrisa se volvió una risa y le preguntó:
—¿Puedes cerrar la puerta?
Joker la cerró y entonces le dio toda su atención, pidiendo:
—Por favor, dime que tú y tus perras no decidieron que anoche era la
noche de encender la casa de mi padre en llamas.
Ella se echó a reír.
Él la observó, esperando que eso fuera un no.
Ella se puso seria y le informó:
—No. Y en realidad, esto es más mostrar que decir.
Carissa dándole un espectáculo.
Él pensó en Roscoe consiguiendo unas frescas.
Entonces pensó que ninguno de sus hermanos estaría demasiado
preocupados si ellos cerraban de golpe y dejaban de jugar porque él puede
que no les dijera que iba a obtener un espectáculo, pero podrían adivinarlo,
y no serían hermanos si fueran el tipo de hombres que se interponen en el
camino de eso por un juego de póquer.
Así que cruzó sus brazos sobre su pecho y ordenó:
—Así que… espectáculo.
—Para enfrentar esto, diré que me gusta mi anillo de compromiso.
Joker sacudió su cabeza pero lo hizo sonriendo.
Él sabía eso. En la semana desde que lo había conseguido, la había
visto mirándolo. Incluso había hecho un hábito de frotar el diamante contra
su labio inferior más que de vez en cuando.
Si él atrapaba la última y estaba en condiciones de hacerlo, la pondría
en una posición de usar ese labio de un modo diferente, entre otras cosas.
—Y también —continuó—, esta es la culminación de lo que Elvira
llama un ‘cabello salvaje’, algo que me dijo que pasa cuando el cosmo dos
se vuelve al cosmo tres.
—Butterfly, sigue con ello.
Ella deslizó sus manos por la falda de su lindo vestido, con los ojos en
los suyos pero sus ojos bajaron a sus manos.
—Además, hay que decir que Tyra está en conocimiento de
prácticamente todo —le informó.
Joker no dijo nada. Él estaba observando como tiraba de la falda de
su vestido.
Ella se movió a un lado, diciéndole:
—Incluyendo dónde los hermanos consiguen sus tatuajes.
Su pecho se apretó porque él vio las bragas y debajo de ellas, en la
esquina superior derecha de su culo, desde su cadera, bajo su cintura, un
vendaje.
Con cuidado, puso sus bragas abajo sobre su vendaje mientras él
permanecía inmóvil y observaba.
Todavía en silencio y observándolo, ella apartó el vendaje.
—Yo obtuve un anillo —susurró—. Esta es tu promesa.
Sin mover un músculo, Joker se quedó allí mirando la pringada carne
roja en la que, pequeño pero jodidamente magnífica, había la carta que él
había diseñado para su tipo de los tatuajes para que pusiera sobre su pecho.
Pero estaba en el culo en forma de corazón de su chica.
—No soy una persona de tatuajes, pero pensé… ¿Joker?
Ella dejó de llamarle porque él había dejado caer sus brazos y se había
vuelto sobre sus botas.
Él abrió la puerta y gritó por el pasillo.
—¡La fiesta se ha acabado! ¡Fuera!
Él escuchó un “¿Qué demonios?”, y una carcajada, pero eso fue todo
lo que escuchó antes de que cerrara la puerta y se volviera.
—Cariño, eso fue grosero… ¡oh!
Ella gritó porque él la estaba acechando.
Ella estaba retrocediendo.
Tenía una mano arriba y lo estaba mirando de cerca mientras se
movía.
—¿Eso significa que te gusta? —preguntó.
Él no le dio una respuesta verbal.
Pero un momento después, cuando él no estaba haciendo lo habitual
de ver su coño tomando su pene, sino que sus ojos estaban clavados en su
carta de su culo mientras ella lo tomaba de rodillas, sus gemidos
amortiguados por las sábanas dónde su rostro estaba presionado, él se
imaginó que ella entendió el mensaje.

Él se imaginó que ella también entendió el mensaje cuando se sentó


a su lado, balbuceando planes de boda, sobre compañeros de trabajo en
LeLane, las predicciones de ella y sus chicas de cuando Malik podría hacer
la pregunta, mientras él se inclinaba atrás en la silla, el zumbido sonando
mientras su tipo de tatuajes trabajaba en su pecho.
Al igual que la carta de joker, este era su diseño, así que él podía
cambiar la baraja a lo que sea que quisiera que fuera.
Por lo que la carta que el tipo estaba tatuando sobre su corazón al
lado de la del joker era la reina de corazones.
Y mariposas.

La puerta trasera se abrió y Carissa entró volando llevando bolsas de


papel de LeLane en una mano, una enorme pila de revistas escondidas bajo
el otro brazo, su bolso sobre su hombro, y llevaba el polo y los caquis de
LeLane, con Converse en sus pies.
Joker estaba en el horno.
Travis estaba inestable sobre sus pies mientras corrió hacia ella,
gritando:
—¡Miimah! —Entonces tropezó, aterrizó sobre sus manos y rodillas,
echó la cabeza atrás y se rio.
—Googly —saludó dejando la bolsa, las revistas, y el bolso y cortando
con sus ojos a Joker—. Por favor, dime que estás dorando la carne molida.
—Viendo como recibí un mensaje hace cinco minutos diciéndome que
hiciera eso y que estoy de pie en el horno… sí.
Ella le sonrió, se inclinó, recogió a su niño, le dio besos, cosquillas y
lo acurrucó, luego lo puso de nuevo abajo y fue directa a Joker.
Sus ojos brillaban.
—¿Lo viste? —preguntó.
Él asintió.
—Tyra compró el doble de lo que tienes por allí. —Él señaló con la
cabeza hacia el mostrador donde ella había arrojado su mierda.
—¿Lo leíste? —presionó.
—Uh… sí —respondió.
—¡Es asombroso! —gritó—. Tan increíble. Tan genial. ¡Tan tú! Y los
hermanos. Voy a enmarcarlo. ¡Cada página! —declaró.
—Me imaginé que lo harías, siendo una tonta —murmuró, luchando
contra su sonrisa.
—No me hagas enfadar cuando estoy tan feliz. —Saltó de repente y
gritó—: ¡Me tengo que cambiar! ¡Ya vuelvo! Hay helado en esa bolsa, échalo
en el congelador, cariño, ¿quieres?
Entonces ella no esperó a que él respondiera. Apretó sus labios y le
lanzó un beso, lo que él pensó que era lindo, y normalmente amaba cuando
ella hacía eso, pero no tanto en este momento cuando ella acababa de llegar
a casa y él preferiría algo jodidamente muy diferente.
Él no lo entendió.
Ella corrió fuera de la cocina.
Joker se volvió a la carne, inclinándose, atrapó a Travis y lo plantó en
su cadera.
—Joejoekah, loo lah, kah, kah.
—Te escuchó —murmuró Joker mientras caminaba hacia la bolsa,
tomaba el helado (tres botes), y los ponía en el congelador.
Luego fue hacia la revista, agarró la de encima de la pila, la puso a un
lado y la abrió.
Encontró la página y susurró.
—Aquí está, chico.
—Dah, noo, fah, lah —respondió Travis.
—Eso es lo que pienso —dijo Joker.
Él se quedó mirando la imagen.
Tomaba ambas páginas. Una de sus construcciones, una motocicleta,
púrpura, con una jodidamente brillante pinstriping, e incluso él tuvo que
admitir que el encuadre era inspirador.
En las letras grandes arriba decían, Personalización Genial y debajo
de eso, más pequeño, decía Club de Motocicletas Chaos en Denver, dirigido
por el diseño del intelectual Carson “Joker” Steele, lleva monturas
personalizadas a la siguiente estratosfera.
Los hermanos estaban reunidos alrededor de la moto en el garaje.
Todos ellos. Joker en la rueda delantera, con los brazos cruzados sobre su
pecho, Tack a su lado, su brazo echado casualmente sobre los hombros de
Joker, sus botas cruzadas por los tobillos.
La pared del fondo estaba detrás de ellos, sus herramientas y equipos
se alineaban en la parte inferior contra esta, una bandera enorme de Chaos
se extendía de un lado a otro a través de la pared.
Boz estaba sonriendo como un lunático, pero el resto de sus hermanos
estaban mirando a la cámara naturales, viéndose tipos duros.
Era una gran foto de mierda.
Él pasó la página a una mejor.
En la esquina superior derecha, una foto de lado de Joker en los
brazos de Carissa, sus manos hundidas en sus bolsillos traseros, su
atención centrada en nada más que el uno al otro.
Estaban sonriendo.
Debajo de esta, decía. No puedes tener a motoristas sin chicas
motoristas. Steele con su prometida, Carissa.
—Miimah —murmuró Travis y Joker miró al chico para ver que sus
ojos estaban fijos en la revista, sus dedos haciendo girar su labio.
—Sí, hijo, esa es tu mamá.
Travis lo miró.
—Miimah.
—Sí, chico.
Travis tomó sus dedos de su labio y los enroscó alrededor del de Joker.
—Joejoekah.
—Sí —susurró Joker—. Soy tu Joker.
El chico se tambaleó un segundo y entonces cayó hacia adelante y
dejó un beso descuidado con la boca abierta en su mano y en la boca de
Joker.
Él se tambaleó hacia atrás.
—Yo también te quiero, chico —susurró Joker.
Travis rio.
Entonces se retorció y alcanzó el suelo.
Al igual que haría si podía hacerlo por tanto tiempo como pudiera,
Joker le dio a Travis lo que quería y lo puso en el suelo.

—Maldición, esta mierda está buenísima —declaró Boz, recogiendo su


tercera ración del chili de Carissa y arrojándola en una cama de Fritos de
queso con chili.
Viendo a su hermano hacer eso, Joker pensó que era bueno que su
mujer hubiera hecho un tanque.
Él fue a la nevera, agarró un par de frías, les quitó las tapas, y las
sacó, yendo directamente hacia Linus, quién, en medio de la aglomeración
de gente, estaba al lado de la ventana del comedor, Candy sentada en su
cadera.
Joker le entregó una cerveza a su amigo y obtuvo un murmullo de:
—Gracias, Car.
—Sin problema —respondió, volviéndose a la habitación donde todos
sus hermanos, sus perras, y los amigos de Chaos, incluyendo a Elvira y
Malik, a Lawson y su familia, Delgado y su familia, ambos hermanos
Nightingale y sus familias, con las adiciones de la familia de Linus, la señora
Heely, y Keith, Megan y Dora Robinson, estaban metidos en su casa y la de
Carissa.
Por suerte, algunos de ellos estaban disparando mierda en la cocina
y otros estaban fuera en la intemperie en la parte posterior, o no habría
suficiente espacio.
Incluso si no había espacio, la tonelada de mierda de niños en ese
momento en su terreno encontraban modos de correr alrededor, que es lo
que estaban haciendo.
Joker sintió algo ligero tocar su hombro.
Se volvió y vio a Candy inclinarse hacia él.
Miró a Linus mientras tomaba su peso, más pesado del que estaba
acostumbrado, la sujetó a su lado.
Ella envolvió su brazo alrededor de su cuello y se apoyó en su hombro.
—Mi bebé tiene un flechazo —dijo Linus en voz baja.
Joker volvió su cabeza y le sonrió.
—Excelente dispersión en esa revista, Car —dijo Linus más fuerte—.
Kamryn compró cinco de ellas. Ella quiere saber si puede conseguir que tú
y tus hermanos las firmen.
Al oír eso, Joker se preguntó si quedaba alguna copia en Denver,
considerando que cualquier mujer remotamente asociada con Chaos las
estaba acaparando. Stacy había comprado diez (e hizo que cada hermano
las firmara). Elvira había comprado veinte (y había mandado a los hermanos
que las firmara).
—Orgulloso —susurró Linus.
Joker levantó su cerveza y tomó un trago, pero no le miró.
—Todo lo que voy a decir es que eso es muy fuerte, Car —siguió
Linus—. Y no sólo porque eres famoso.
Con todo lo que estaba sintiendo, la única cosa que Joker tenía para
dar la dio.
Él asintió.
Linus, como siempre, tomó lo que tenía que dar con alegría y le dio
una palmada en su espalda.
Joker sintió esa luz en su pecho mientras sentía algo más.
Sus ojos se movieron al sofá y vio a su chica sentada cerca de la señora
Heely, Indy Nightingale, y de Gwen Delgado, todas ellas charlando como si
no estuvieran siendo arrastradas por los niños o esquivando casualmente
juguetes voladores.
Pero los ojos de Carissa estaban encima del respaldo del sofá y estaba
mirando hacia Candy.
Su mirada se movió a él.
—Pronto —pronunció.
Ella sonrió.
La cosa más hermosa que había visto.
Ella apretó los labios y le lanzó un beso hacia él, con su casa llena de
gente, él lo aceptaría.
Y entonces esa era la cosa más hermosa que nunca había visto.
Ella se dio la vuelta rápidamente cuando Suki Nightingale aterrizó en
su regazo.
Él la oyó reír mientras observaba hacerlo.
Su pecho se hizo aún más ligero.
Porque fue entonces cuando esa fue la cosa más hermosa que nunca
había visto y sabía que la vería de nuevo y de nuevo y de nuevo.
Fácil.
Estable.
Hermoso.
Ella le dio lo que le había prometido que tendría.
Una vida hermosa.
¿La mejor parte?
Él lo dio de vuelta.
Epílogo
Oh, Sí

Había kilómetros de serpentinas crema, rosa y melocotón retorcidas y


estiradas desde la tienda Ride hasta el garaje Ride.
Había tiendas instaladas. En sus esquinas, las cintas ondeaban bajo
grandes y resplandecientes mariposas melocotón y rosa.
Debajo de las tiendas había mesas cubiertas con telas cremas que
centelleaban con purpurinas esparcidas. Encima había platos plásticos
rosados de pastel y tenedores melocotones de plástico, en el centro, ramos
de rosas cremas, rosa y melocotón con pequeños toques de verde retorcidos
y trenzados haciendo espirales alrededor de las flores, pequeñas mariposas
con brillos sobresaliendo.
De pronto, cuando la música de fondo de Godsmack haciendo su
cover de “Rocky Mountain Way” acabó, una voz áspera se escuchó por
encima del altavoz, diciendo:
—Carrie, tu motero quiere tu culo en la pista de baile.
Fue entonces cuando una mujer con un vestido strapless de encaje
con lo que parecía como diamantes brillando por encima caminó hacia la
pista de baile. La falda voluminosa que llegaba casi hasta sus tobillos
ondeaba contra sus piernas sobre sandalias de tacón alto melocotón.
Tenía un diamante colgando de una cadena alrededor de su cuello.
Sus rizos color miel estaban recogidos en un moño flojo en su nuca. Llevaba
perlas en sus orejas.
Pero tenía maripositas metidas en su cabello.
También tenía un pequeño bulto de bebé en su vientre.
Estaba sonriéndole al hombre de cabello negro que lo tenía más corto
a los lados y desordenado en la coronilla. Él tenía una barba tupida. Estaba
de pie en la pista de baile usando unos vaqueros y una camisa crema.
Él le estaba sonriendo también.
Ella alzó la mano hacia él cuando se encontraba a pocos pasos de
distancia.
Él la tomó cuando se acercó.
No desperdició tiempo en atraerla en sus brazos, y la mujer no dejó
de sonreír cuando él hizo eso. De hecho, su sonrisa fue más grande, casi
dividiendo su rostro.
Entonces los compases de apertura de Louis Armstrong cantando
“What a Wonderful World” comenzaron a sonar.
La mujer echó la cabeza hacia atrás y su carcajada pudo ser
escuchada por encima de la música.
Fue una risa a pesar de que casi sonó como un sollozo.
El hombre la observó y el blanco de sus dientes que se vio a través de
su barba no desapareció mientras lo hacía.
Entonces ella inclinó la cabeza hacia adelante y enterró el rostro en
su cuello a la vez que envolvía sus brazos alrededor de sus anchos hombros.
Él apoyó la mandíbula contra el costado de su cabeza y la meció en
sus brazos.
Un grupo de personas se movió, y Jefferson Steele ya no pudo ver a
su hijo bailando con su nueva esposa en la recepción de su boca desde
donde estaba de pie en la cerca.
Era momento de irse de todas maneras.
Ni siquiera sabía por qué había venido, excepto por el hecho de que
por primera vez en años, se encontró con el jodido Linus Washington y el
hombre no se calló sobre Carson y su novia Carissa, contándole que ellos
iban a casarse.
Volvió la cabeza hacia la camioneta que tuvo que estacionar a un
millón de malditos kilómetros de ahí porque Broadway estaba repleto de
autos, camionetas y motocicletas.
Pero se detuvo en seco cuando un hombre canoso con una barba en
forma de perilla estaba de pie allí con los brazos cruzados sobre su pecho.
—Lo entendiste. —Su voz fue baja, áspera y hostil—. Ahora no
regreses jamás.
Jefferson Steele se tomó un instante para considerar la idea de si
podría derribar al imbécil.
Le tomó un solo segundo.
Entonces asintió, se dio la vuelta, apartándose y caminó hacia su
camioneta.
Tack Allen caminó hasta la cerca y miró hacia el patio de Ride.
Todo lo que pudo ver por encima de la multitud era un lado de la
cabeza de Joker, su rostro ensombrecido por los rizos color miel de Carissa.
Echó un vistazo y vio a su mujer.
Tyra tenía a su nieta metida en sus brazos, pero le estaba sonriendo
a Travis, que se encontraba de pie sobre sus piernitas regordetas
golpeándola en su muslo.
Elvira se acercó y lo alzó en el aire.
Travis se rio tan fuertemente, que Tack pudo escucharlo.
Sintió a sus labios curvarse y movió sus ojos nuevamente en dirección
a la pista de baile justo cuando Louis cantaba “oh yeah”.
Tack caminó hacia la fiesta, estando de acuerdo.

Fin
Próximo
Libro
La llama nunca muere…
Millie Cruz sabe lo que es
arder por alguien. Ella era joven y
salvaje y él era feroz y aún más
salvaje; un motociclista de Chaos
que hizo que su corazón latiera
desbocado. Se enamoraron a
primera vista y la vida era buena,
hasta que descubrió que no podía
ser la mujer que él necesitaba y
organizó todo de modo que él no
tuviera más opción que alejarse.
Veinte años más tarde, Millie
tiene la oportunidad remota de
encontrarse con su antiguo amor, despertando un deseo que ella
simplemente no puede ignorar.
Y esta vez, no lo dejará irse…
El chico malo Logan “High” Judd ha visto su cuota de problemas con
la ley. Sin embargo, fue una hermosa mujer que lo rompió. Después de
poner fin a un matrimonio sin amor, High se sorprende cuando su verdadero
amor vuelve a entrar en su vida. Millie sigue siendo magnífica, pero es solo
un fantasma de sí misma. High está intrigado por el cambio, pero su traición
lo hirió profundamente, y él no quiere volver a arder. A medida que High se
sumerge en la venganza por la traición de Millie, se romperá otra vez cuando
se dé cuenta de cómo Millie atravesó el fuego por su hombre…

Chaos #4
Sobre la Autora

Kristen Ashley nació en Gary, Indiana, Estados Unidos. Casi mató a


su madre y a sí misma al nacer, ya que tenía enredado el cordón umbilical
alrededor del cuello. Creció en Brownsburg, Indiana pero ha vivido en
Denver, Detroit, Colorado, entre otras ciudades.
Su sueño siempre fue convertirse en escritora. No tiene un género
literario definido ya que salta constantemente de una serie a otra.
Auto publica la mayor parte de sus libros entre los que se encuentran
las series:
Unfinished Hero
Rock Chick
Dream Man
Colorado Mountain
The Burg

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