Kristen Ashley - Chaos 03 - Ride Steady-1
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alguno.
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Índice
Sinopsis Capítulo 15
Prólogo Capítulo 16
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
Capítulo 10 Epílogo
Capítulo 11 Próximo Libro
Capítulo 12 Sobre la Autora
Capítulo 13
Capítulo 14
Sinopsis
El viaje de su vida…
Hubo un tiempo en que Carissa Teodoro creyó en los finales felices.
El dinero, el matrimonio, la maternidad: todo parecía fácil… hasta que
despertó a la fea verdad sobre su príncipe azul. Ahora es una madre soltera
que lucha por salir adelante mientras reflexiona sobre sus errores, cuando
un caballero vagamente familiar viene a rescatarla sobre un motor de una
tonelada de caballos de fuerza.
Monta y sujétate bien…
En la secundaria, Carson Steele era un chico malo y solitario que
colocó a Carissa en un pedestal donde quedó mucho más allá de su alcance.
Hoy día, es un motero corpulento conocido solo como Joker, y por la forma
en que actúa Carissa, está claro que está cayendo rápidamente. Aunque
capturarla es algo irresistible, saber qué hacer con ella es una historia muy
diferente. El Club Motero Chaos probablemente no es la mejor opción para
una buena chica como Carissa. Latima que contenerse es tan
condenadamente duro. Ahora, cuando los secretos de Joker salen a la luz y
una amenaza externa pone en peligro al club, Joker debe decidir si mantener
una relación estable con Carissa o seguir montando para siempre…
Chaos #3
Prólogo
Siempre genuino
Tack
Carissa
Carissa
Tack
Joker
Carissa
Carissa
—¿Qué mierda?
Miré hacia arriba, empujando hacia atrás un rizo que se había
escapado del pañuelo rojo que había atado (bastante adorablemente, creo
yo) alrededor de mi cabeza para mantener mi gruesa melena rizada hacia
atrás y vi a Joker en la puerta de su habitación, pareciendo bastante
enfadado.
El tirabuzón cayó sobre mi ojo.
Los ojos de Joker se estrecharon en él.
—¿Qué mierda estás haciendo? —preguntó de nuevo cuando no
respondí a su pregunta inicial.
—Eso son veinte centavos —contesté.
—¿Hunh? —gruñó.
—Las malas palabras regulares son un centavo —le dije—. Malas
palabras como maldiciones son una moneda de diez centavos. Todo el
mundo sabe que la palabra con M es una mala por lo que, a partir de ahora,
vas a pagarme cada vez que maldigas, haciendo que me debas veinte
centavos.
Sacudí el cabello, con pañuelo y todo.
—Lo daré a la caridad o algo así. Con todo lo que maldices,
probablemente seremos capaces de construir un refugio en una semana.
No se veía menos enfadado cuando terminé de hablar pero dio dos
pasos hacia mí.
—Carissa, ¿qué estás haciendo en mi habitación?
Era el día después de mi beso con Joker. Un día en el que pensé en
nada más que en Joker... y en ese beso. Un día y una noche sin dormir en
la que pensé largo y tendido sobre ello y tomé una decisión.
Quería más.
Había una gran variedad de razones para esto.
Era guapo. No era mi tipo, pero en realidad, ¿quién sabe cuál es mi
tipo? Todo lo que había tenido fue a Aaron, y sabía sin duda que Aaron era
el tipo equivocado para mí.
Así que, tal vez, Joker era mi tipo.
Él también era agradable. Seguro, maldecía constantemente y en un
principio parecía que no gastaba ni un pensamiento en mí, pero él y sus
amigos habían hecho un montón de cosas buenas por mí, todas ellas
enormes. Pero comenzó con él, lo que significaba que él lo inició.
Además, después de nuestro beso, había visto el plato del pastel en la
mesita de noche de su habitación.
El plato del pastel vacío.
Por lo tanto le había gustado mi pastel.
Y por último, estaba ese beso.
A decir verdad, el resto podría desaparecer. Solamente ese beso lo
haría tan bueno, que me haría querer más.
Él actuó como si pudiera quedarse conmigo o dejarme, pero incluso si
yo solamente hubiera besado a Aaron, y nos besamos mucho, nosotros
nunca habíamos (jamás) compartido un beso como ese.
No sabía lo que estaba haciendo que Joker diera marcha atrás. Yo
podía tener sólo a Aaron como experiencia, pero no había ninguna forma de
malinterpretar ese beso. Si una mujer se arroja en tus brazos y no la quieres,
la empujas lejos. No metes tu lengua en su boca, redefines su mundo, y la
lanzas directamente a tu cama.
Le gustó tanto como a mí.
Pero no me importaba lo que lo estuviera frenando. Estaba a punto de
hacer lo necesario para poner fin a esto.
Miré alrededor de la habitación que ahora tenía una cama desnuda,
cuatro fundas llenas de ropa sucia, una caja llena de botellas para reciclar,
y dos bolsas grandes llenas de basura. Entonces miré hacia mí, llevando
mis Converse rojo, mis vaqueros con agujeros en las rodillas (y hasta los
muslos), mi linda camiseta que declaraba mi devoción por Betty Boop, un
Windex y una toalla de papel en mis manos.
Después de eso lo miré a él.
—Estoy limpiando tu habitación.
—Por el jodido amor de Dios, ¿por qué? —preguntó con los dientes
apretados.
—Eso son treinta centavos —respondí con desaprobación.
Él no respondió. Enderezó su torso ligeramente, puso sus dedos
alrededor de sus caderas, y me frunció el ceño asustándome más que
cualquier forma de hablar.
—Ayer, tenías razón. —Le informé, levantando la barbilla—. Sería una
idiota si no tomara lo que tú y tus amigos me están ofreciendo. Es
extraordinariamente amable, demasiado amable, pero estoy en un aprieto.
Un mal aprieto. Necesito ayuda. No tengo amigos. Mi padre está en Nebraska
al cuidado de mi abuela, y no quiero que esté preocupado por mí. Y mis
opciones son limitadas. Pero sobre todo, estoy preocupada por mi hijo. Estoy
preocupada por el comportamiento de su padre, un padre que claramente
no conoce la diferencia entre el bien y el mal, o cómo ser respetuoso. Ahora,
tengo que hacer todo lo posible para asegurarme de que mi hijo tiene una
buena crianza.
Levanté la botella de Windex, me señalé con el pulgar y seguí
hablando.
—Así que voy a aceptar su oferta —declaré—. Sin embargo, tanta
generosidad me hace sentir incómoda, así que voy a estar haciendo lo que
pueda para devolvérselos. Y dado que fuiste tú quien empezó todo esto, eres
el primero. Voy a limpiar tu habitación porque nadie debería vivir así. —
Agité la botella de Windex—. Así que voy a limpiar tu habitación.
—No quiero que limpies mi cuarto —contestó.
—Y yo no quería que gente que no conocía me ofreciera la ayuda que
necesitaba. Tampoco quería tener una vida en la que me viera obligada a
tomar esa ayuda sin importar lo embarazoso que fuera para mí. Pero no
siempre se puede conseguir lo que queremos —repliqué.
Su ceño fruncido me asustó aún más.
—Lo que te está pasando no es vergonzoso.
Sostuve su mirada.
—Te equivocas, Joker.
Su mandíbula se apretó.
Me aclaré la garganta y enderecé los hombros, llevándonos de nuevo
al punto.
—Pero lo estoy tomando, por lo que también estoy dando algo de
vuelta. Contigo primero.
—No vas a limpiar mi habitación —declaró.
Negué con la cabeza.
—Demasiado tarde. Está a medio hacer.
Eso no era exactamente verdad. Su habitación estaba muy sucia.
Todavía tenía mucho trabajo que hacer. Además, había tenido que comprar
cosas para la lavandería, por lo que no podría llevar todo a lavar hasta el día
siguiente. Por lo tanto, no terminaría hasta mañana.
—No quiero que hurgues entre mis cosas.
Sentí el calor subir por mi cuello, pero lo ignoré y contesté:
—Hablando de tus cosas. He encontrado un sobre lleno de dinero en
los vaqueros que estaban en el suelo en el cuarto de baño. Está allí.
Hice un gesto a su tocador.
—Y yo, uh... te felicito por tu obvio compromiso con el sexo seguro.
Sin embargo, los preservativos están ahora en el cajón de tu mesita de
noche, no esparcidos entre las envolturas en la parte superior. De acceso
más fácil, ya que no tendrá que buscar a través de los envoltorios para
encontrar uno nuevo.
En ese momento, se veía en condiciones de ser sujetado, o en
condiciones de sujetarme a mí. Se inclinó ligeramente hacia mí.
—Esa es la razón de que….
—Lo estoy haciendo, Joker —susurré—. Puedes asustarme todo lo que
quieras y fruncirme el ceño y enfadarte, pero lo estoy haciendo. Estoy
haciendo lo que tenga que hacer para sentirme mejor con todo lo que estás
haciendo por mí. Tengo que hacerlo.
Solté una respiración y terminé.
—Y te pido que me dejes.
Su mandíbula se apretó de nuevo.
Lo observé apretar la mandíbula, pensando en dos cosas.
Una que, por alguna razón, eso me pareció muy atractivo.
Dos, que no me sentí ni un poco mal por mentir al omitir el hecho de
que estaba allí para hacer otras cosas. Las que incluyen estar cerca de él,
intentar coquetear con él, y hacer todo lo posible para conseguir que me
bese de nuevo y/o me pida una cita (dado nuestro pasado estaba esperando
por y).
Por supuesto, yo quiero darle algo a cambio a él y al club. Seguro.
Es sólo que quería otras cosas también. Nos miramos el uno al otro
por un buen rato. El tiempo suficiente para que tuviera un fuerte deseo por
poner fin al concurso de miradas y arrojarme a sus brazos, pero esta vez,
no permitiendo que él me soltara.
Por desgracia, cuando estaba casi a punto de hacerlo, rompió el
concurso, preguntando:
—¿Mi ropa está en esas bolsas?
—Sí —respondí, levantando la mano con la toalla de papel en ella, con
la palma hacia fuera—. Estoy haciendo la colada y no estoy escuchar
ninguna impertinencia que tengas que decir sobre ello.
—¿Tienes lavadora y secadora en tu casa?
—No, voy a llevarlo a la lavandería.
Su mirada fue aterradora otra vez.
—Butterfly, no vas a pagar para hacer mi colada.
—Absolutamente sí —contesté.
—Si tienes que hacer estas mierdas para sentirte mejor, hazlo. Pero
hay una lavadora y una secadora aquí. Fuera del salón, en la parte trasera.
—Eso son treinta y cinco centavos —le dije, no compartiendo mi alivio
de que tuvieran una lavadora y una secadora. Eso me ahorrará toneladas
de tiempo, por no hablar de dinero.
Cruzó los brazos sobre su pecho.
—Sabes que con toda esta mierda que estás tirando no hay ni una
jodida manera de que alguna vez me vuelva a parar y ayudar a una mujer a
cambiar su neumático.
—Eso son cincuenta centavos.
Se me quedó mirando.
Luego se volvió sobre sus botas y se dirigió a la puerta, murmurando:
—No me jodas.
—¡Sesenta centavos! —le grité a su espalda.
Pero él se había ido.
Me quedé mirando la puerta, preguntándome cómo fue.
No hubo besos, ni siquiera miradas acaloradas (fuera del calor del
enfado, y esas no cuentan). Ni siquiera actuó como si estuviera hablando
con una mujer que había besado (completamente) el día anterior.
Eso era malo.
Pero me había dejado de forma relativamente fácil que limpiara su
espacio y lavara su ropa.
Sin embargo, esto podría ser para no tener que estar cerca de mí y
pelear por ello.
Eso también sería malo.
Pero podría ser que le gustara la idea de que estuviera colgando
alrededor porque le gustaba la idea de que yo estuviera a su alrededor.
También podría ser, puesto que, obviamente, no tenía a nadie para cuidar
de él, que le gustara la idea de que alguien hiciera eso.
Antes de que pudiera tomar mi decisión acerca de si era bueno o malo,
algo llamó mi atención en la puerta y miré distraídamente.
Uno de los hombres que habían estado sentados con Joker en el bar
el día anterior estaba de pie en ella. Era mayor que Joker. Más robusto. Con
canas en su cabello castaño oscuro que era más corto que el de Joker, pero
todavía desordenado. Llevaba una barba de aproximadamente unas nueve
semanas, también con partes plateada.
También tenía sus ojos clavados en mí.
—Uh, hola —saludé.
—Hola —respondió.
—Te vi ayer, pero no me presenté. Soy Carissa.
—High.
—Um...
Incliné mi cabeza hacia un lado, preguntándome por qué me estaba
saludando de nuevo.
—Hola.
—No, bebé. Ese es mi nombre. High. Con un g y h1.
—¡Oh! —Le sonreí—. High. Correcto, hola, High. Encantada de
conocerte.
No regresó ese sentimiento.
Él me dio una mirada que me dejó clavada en el lugar y dijo en voz
baja:
—No te rindas.
Sentí en mi idiota cabeza la confusión.
—¿Con el cuarto de Joker?
—Con Joker —indicó.
Sentí mis ojos agrandarse.
Él desapareció.
1 Juego de palabras. High la saluda con un Hi (hola en inglés) que es muy parecido
fonéticamente a High, así que cuando él se presenta, Carissa escucha mal y piensa que la
está saludando de nuevo.
Tenía algo más de mariposa que me encajara.
Pero esto era yo. La nueva yo. Una madre soltera, trabajadora del
supermercado con pantalones de color caqui y Converse.
Y si él me pedía una cita y con el tiempo me besaba de nuevo, esta
sería la mujer que estaría besando.
No había pensado mucho en mí. No por mucho tiempo. Tal vez nunca.
Había estado avanzado por la vida por inercia durante tanto tiempo, que en
realidad no sabía quién era yo.
Sólo sabía que en este momento, la mayor parte de mí, estaba siendo
una mamá y una empleada de una tienda de comestibles.
Así que el uniforme de LeLane sería.
Abrí la puerta y seguí caminando a medida que mis ojos se
acostumbraban a la penumbra.
Acababan de acostumbrarse cuando oí.
—Maldita sea, ¿te mudas?
Volví la cabeza hacia la derecha y vi Joker en el bar con otras tres
personas. Uno de ellos era el chico desgarbado de la primera vez que había
estado aquí. Los otros dos eran un hombre y una mujer. Ambos se veían de
mi edad y se parecían mucho al hombre con perilla que conocí la primera
vez que estuve aquí. Tenían que ser hermano y hermana. Sin embargo, ella
estaba con el chico larguirucho. Sabía esto por la forma casual en la que
tenía el brazo sobre sus hombros.
Todos estaban fuera de la barra, Joker estaba detrás de ella.
—Creo que la cifra es ahora de setenta centavos —contesté.
Joker llevó ambas manos a la barra, bien abiertas, apoyó su peso en
ellas, y dejó caer la cabeza.
Era guapo, incluso en una pose de frustración.
—¿Setenta centavos? —preguntó la chica, y dejé de mirar a Joker para
mirar hacia ella.
—Me debe cinco centavos por cada mala palabra y diez centavos por
cada una realmente mala —expliqué.
Ante mi explicación, sin vacilar, la chica se echó a reír. Tomó un
momento para que los dos chicos lo procesaran, de hecho, se veían tan
sorprendidos que no estaba muy segura de si iban a resolverlo. Pero una vez
que lo hicieron, se unieron a ella.
Joker levantó la cabeza y les frunció antes de volver su ceño hacia mí.
—Sábanas limpias, ropa limpia, Butterfly —indicó airadamente—. Así
que, ¿por qué estás aquí hoy?
Me detuve en su grupo y lo miré.
—En primer lugar, ¿vas a presentarme? —le pregunté.
—Shy, Tab, Rush —dijo breve y groseramente—. Ahora ¿por qué estás
aquí?
No hice caso a su presentación grosera y miré al grupo.
—No nos conocemos oficialmente. Soy Shy —dijo el chico larguirucho,
haciendo también caso omiso de la rudeza de Joker.
—Hola —le contesté.
—Tab —dijo la chica—. Tabby, Tabitha, como prefieras.
Asentí, sonriendo.
—Encantada de conocerte. Soy Carissa.
Ella me devolvió la sonrisa.
—Rush —dijo el último—. Tab es mi hermana. Tack mi padre.
Asentí de nuevo.
—Correcto, puedo ver el parecido familiar. Encantada de conocerte.
Él también sonrió.
Yo ya estaba sonriendo.
—Oye —llamó Joker y miré hacia él de nuevo—. ¿Quieres responder
a mi pregunta?
Puse mi mano en la barra.
—Estoy recibiendo la impresión de que no me quieres aquí.
—Viendo que ayer fuiste a través de mi mierda, toda ella, sólo necesito
saber que esperar hoy —respondió.
—Difícilmente necesito limpiar tu habitación cada día, Joker —
repliqué.
—Por lo menos hay eso —murmuró.
—En realidad estoy aquí para conocer a Big Petey —compartí—. Tyra
me llamó y dijo que él cuida sus hijos, y podría estar dispuesto a tomar a
Travis a un precio más reducido que las tasas de la guardería.
—Reducido —murmuró Rush entre dientes y mis ojos fueron a él.
—Sí —confirmé—. Eso me ayudaría mucho. La guardería es muy cara.
—Big Petey ama a los niños —me dijo Tabby—. Ty-Ty es mi madrastra,
y Ride y Cut son mis hermanitos. Pete los cuida todo el tiempo. Él lo adora.
Ellos le quieren.
Tenía que admitir, eso era un gran alivio. Necesitaba un descanso de
las tasas de la guardería y por lo tanto tenía que explorar esa opción, pero
tenía que admitir cierto temor acerca de lo que implicaría el cuidado de un
motorista con los niños.
Aunque los nombres de sus hermanos pequeños me sorprendieron.
No deberían, considerando los que ya había oído antes, Joker, High, Shy,
Rush, etc., pero lo hicieron.
—Sólo para que estés preparada, Butterfly, reducido significa gratis —
dijo Joker.
Le miré.
—¿Perdón?
—Reducido sería gratis —reiteró Shy—. Puedes ofrecer, pero Pete no
tomará tu dinero.
No esto de nuevo.
—Pero… —Empecé.
—No luches contra eso —dijo Tabby en una voz suave que tenía un
tono en él que llamó mi total atención—. Él es lo suficientemente mayor para
ser un abuelo, pero su hija murió antes de que le pudiera dar nietos. Él ama
a los niños. Amaba a su hija. Lo destrozó perderla, como debería. Pero no
ayudó que cuando la perdió, cualquier posibilidad de su legado murió con
ella. Él es un hombre de una mujer, y lo digo en el sentido que imaginarás,
pero también en el sentido de que es un hombre de un solo hijo, un hijo que
era una niña, él la amaba con locura, y ella se ha ido. Le gustarás. Querrá
ayudarte como querría ayudar a su hija si ella lo necesitara. Y si él lo ofrece,
puedes hacerle pucheros por un rato, pero acéptalo. Estás haciendo más
por él de lo que él lo está haciendo por ti. En serio.
Mi voz era también suave cuando respondí:
—Eso es muy triste. Y gracias por compartirlo. Pero en realidad él
estaría haciendo más por mí que yo por él.
—No por ser directa, bebé, pero tienes un hijo vivo, él tiene una hija
muerta. ¿Crees que eso es cierto? —preguntó Tabby.
La miré a los ojos un momento, sintiendo mi corazón retorcerse ante
sus palabras, antes de susurrar:
—Buen punto.
Ella sonrió.
—Bien.
—¿Cómo está funcionando el auto? —preguntó Shy.
Me volví hacia él y sonreí brillantemente.
—Bien. Gracias por eso. Fue realmente…
—Ni lo menciones —me cortó, firme pero amable.
Me callé.
—¿Cuándo tendrás a tu niño de vuelta? —preguntó Rush.
—Lunes —contesté.
—Vamos a tener una cosa aquí, en el recinto, el sábado por la noche.
Eres bienvenida —me dijo y mi mundo se iluminó.
Una cosa, estaba suponiendo que significaba una fiesta.
Una fiesta a la que Joker probablemente asistiría. Y nadie podía ser
maleducado en una fiesta.
—¿De verdad? —pregunté con entusiasmo.
Hubiera jurado que oí a Joker hacer un ruido como un gruñido pero
lo ignoré.
—Sí —respondió Rush por encima del ruido de Joker.
—Seria genial, que pudieras venir —dijo Tabby—. Se pone ruidoso
pero es un buen momento. Y nosotras las chicas tenemos que soltarnos el
pelo, ¿me escuchas?
La escuché, ella estaba justo enfrente de mí.
Pero después de que la escuchara, me di cuenta y mi mundo se volvió
oscuro.
—Trabajo en el turno de tarde. No salgo hasta tarde.
Ella sonrió de nuevo.
—Nena, esta es una fiesta de motociclistas. Seguirá hasta que cada
uno haya conectado o haya perdido el conocimiento. Ven cuando sea.
Tenía la sensación que su ruidoso estaba más allá de mi ruidoso ya
que nunca había hecho algo ruidoso. Pero también esperaba que Joker
estuviera allí, y en un ambiente de fiesta, así que iba a tener una mente
abierta y estaba más que decidida a mostrarme.
—¿Trabajas cada día?
Volví mi cabeza hacia Joker ya que él hizo la pregunta.
—Sí —contesté.
—¿Cada día? —presionó.
—Sí —repetí. Luego me expliqué—: En su mayoría. Verás, mi gerente,
Sharon, es muy agradable. Ella trata de programarme tantos días como
pueda cuando Aaron tiene a Travis, así que yo pueda tener mis días libres
cuando lo tengo y así me puedo ahorrar un día de guardería y quiero pasar
mi tiempo con él. Y de vuelta, tomo los turnos de tarde y noche, cuando
Travis está con su padre porque la gente prefiere los turnos de día.
—Así que, cuando no tienes a tu niño, ¿cuándo tienes una vida? —
preguntó Joker, sonando extrañamente molesto. O más molesto de lo que
ya había estado.
—Mi vida es Travis —respondí y algo se movió en su rostro que no me
gustó, sabiendo lo que su madre le hizo a él. Pero hice mi mejor intento por
ignorarlo ya que probablemente no le gustaría que lo notara, especialmente
en compañía, y seguí hablando—. Y de todos modos, sólo son ocho horas y
media al día, por lo que no es como si siempre estuviera allí. Excepto por las
horas extras —murmuré la última parte—. Todo el mundo puede usarlas y
Sharon es justa, pero ella me da una buena cantidad a mí porque lo
necesito.
Él me miró, aún viéndose molesto, y yo le devolví la mirada, ni siquiera
un poco molesta.
No lo estaba porque no te molestabas por una chica que no te gustaba
y probablemente querías invitarla salir a una cita que podría terminar en
un beso (yo esperaba).
Así que mientras me miraba, lo miraba de vuelta. También sonreía
brillantemente.
Sus ojos se posaron en mi boca y pareció aún más molesto.
Mi sonrisa se amplió mientras que mi estómago se sentía caliente.
En ese momento, la puerta del recinto se abrió y yo por desgracia tuve
que apartar la mirada del guapo motorista molesto, Joker, hacia la puerta.
—¡Hola, Pete! —gritó Tabby al hombre entrando.
Yo no dije nada.
En su lugar, tomé la instantánea decisión de que, si él querría
ocuparse de Travis, yo le dejaría.
Eso no era porque tuviera un chaleco de cuero encima de una
maltrecha camiseta negra que había sido lavada tantas veces que ahora era
gris. Tampoco era porque sus vaqueros estaban descoloridos, demasiado
grandes en él (lo que era una hazaña, ya que el hombre no era pequeño), y
tenían manchas en ellos, a pesar de que los pantalones estaban limpio. Es
más, tampoco era porque tuviera una perilla muy larga, barba en sus
mejillas, unas patillas tupidas y una masa de cabello gris plomizo recogido
en una cola de caballo en su nuca. Y por último, no era porque tenía un tipo
que gritaba: ¡Me encanta la cerveza!
No, fue porque tenía ojos amables, en su rostro que se iluminó cuando
estos ojos encontraron a Tabby. El aspecto general podría ser aterrador para
algunos, pero para mí, se veía como un Santa Claus Motorista.
—Hola, preciosa, ¿cómo estás? —llamó a Tabby.
—Estoy bien, Pete. Esta es Carissa.
El gran Petey caminó penosamente hacia mí, y lo hizo con una sonrisa
y una mano enorme levantada en mi dirección.
—Me imaginé que lo eras. Hola, chica.
Tomé su mano. Su calor colosal se cerró alrededor de la mía, firme
pero no con fuerza.
Sí, iba a dejarlo cuidar de mi hijo.
—Hola —le respondí. —Es un placer conocerte.
Le dio a mi mano un apretón antes de soltarla y dirigirse hacia el bar.
—¿Tu idiota todavía tiene a tu hijo?
Asumí correctamente por la palabra que se refería a Aaron.
—Em, sí, hasta el lunes.
—Un asco, preciosa —murmuró.
—Estoy de acuerdo —murmuré de vuelta.
Me sonrió.
—Tyra lleva sus hijos con ella a la oficina, mucho, pero yo también los
tengo mucho tiempo, así que tu pequeño mocoso tendrá mucha compañía.
—Em… ¿eso es demasiado para ti? —le pregunté.
—Me las arreglaré —declaró—. Tyra lleva mucho a sus hijos a la
oficina, y a su viejo le gusta tener a los chicos con él un montón, así que los
tendré un montón, pero no demasiado, así tu hijo va a tener compañía, pero
también tú y yo vamos a tener mucho tiempo a solas.
—Creo que es importante que él socialice —le dije.
—Va a tener mucho de eso, dado que el hermano y hermana de Ride
y Cut van a venir a verlos y todos los niños y sus abuelas en este club no
son exactamente introvertidos. Será bueno.
—Suena como si lo fuera —estuve de acuerdo.
—Tienes que traerme tu hijo cuando puedas. Vamos a ver cómo va, lo
traes cuando lo vuelvas a tener. Él y yo vamos a tener un encuentro y
saludarnos.
Sonreí.
—Suena excelente.
Me sonrió de vuelta.
—Ahora, sobre el pago... —empecé pero me detuve cuando levantó su
mano.
—Hablamos de eso después —dijo él.
—Ese después va a ser un nunca —murmuró Tabby detrás de mí y el
Gran Petey le guiñó un ojo.
Oh Dios.
—No, en serio, tal vez deberíamos…
Pete me miró.
—Hablamos de eso después, preciosa —dijo sin ceder, pero con
gentileza, y terminó con un—: ¿Sí?
Lo analicé, pensando en su hija y Tyra, la que no me parecía una
mujer que dejaría sus hijos alguna vez con cualquier persona, y dije:
—Sí.
Ahí fue cuando sus ojos se movieron alrededor de mi cabeza y luego
se dio la vuelta, inclinándose más en el bar, diciéndole a Joker:
—Me gusta tu chica, Joke. Linda. Dulce. Cabello salvaje significa lado
salvaje. —Volvió a mirarme—. A nosotros los motociclistas nos gustan
salvaje.
Luché contra el rosa que sentía trepando por mis mejillas mientras
Joker le decía a Pete:
—No seas un idiota.
—Creo que esos son setenta y cinco centavos —señaló Tabby.
El Gran Petey la ignoró y le preguntó a Joker:
—¿Cómo estoy siendo un idiota?
—Ya sabes —respondió cortante Joker, me miró, alzó su barbilla,
ignoró a todos los demás, y caminó junto a la barra hasta salir por la puerta.
Eso me pareció grosero.
Mirando a mi alrededor, vi que ninguna de mi compañía se sentía
igual. Todos claramente pensaban que era divertido.
Me lo tomé a pecho (aunque estaba un poco preocupada, si a los
motociclistas les gustaba salvaje, eso no era yo) y anuncié:
—Tengo que ir a trabajar. Fue genial conocerlos a todos.
—Dame tu número —dijo Tab—. Tal vez tú y tu pequeño y yo podemos
ir a almorzar o algo.
¡Me encantaba esa idea!
—¡Genial! —exclamé.
Intercambiamos números. Todos nos dijimos adiós. Pete y yo sacamos
una cita para volver a vernos, con Travis. Y me fui.
Escaneé el enorme espacio de asfalto afuera del Complejo, buscando
a Joker.
No estaba en ningún lugar a la vista.
Me ponía nerviosa, porque en serio, tenía que ponerme a pensar en
por qué parecía querer evitarme al mismo tiempo que parecía estar tan
interesado en mí.
Pero este no era el momento. Tenía que ir a trabajar.
Así que me monté en mi auto y me dirigí a LeLane, pensando que
podía ponderar esa pregunta en mi cabeza durante años sin tener nunca
una respuesta. El único que tenía esa respuesta era Joker.
Tal vez le preguntaría. Tal vez a los motociclistas les gustaba la
honestidad y las charlas directas.
Y mientras manejaba a LeLane, eso es lo que decidí.
Y con suerte, después de que resolviéramos lo que sea que lo retenía,
me invitaría a una cita.
Pensar en esto significaba que entraría a LeLane sonriendo.
Joker
—¡Oh por Dios! —gritó la señora Heely, sus manos yendo hacia arriba
delante de ella antes de que se acercara más, lo agarró de ambos lados de
la cabeza, sin dejarlo ir—. ¡Carson!
Ella acababa de abrir la puerta y, como Linus, sabía exactamente
quién era él.
Sacudió la cabeza de lado a lado.
—¡Oh Dios misericordioso! ¡Misericordioso! ¡Qué fantástica sorpresa!
¡No lo puedo creer! ¡Simplemente no puedo!
—Qué hay, señora Heely —la saludó.
Ella dejó caer las manos y entrecerró los ojos.
—¿Qué hay? ¿Qué tipo de saludo es “Qué hay”, Carson Steele?
Antes de que pudiera responder (que no iba a hacerlo), se acercó a él.
—¿Y cuándo fue la última vez que te cortaste el cabello? ¿O te
afeitaste?
—Me gusta así —le contestó.
—Te ves desaliñado —replicó—. Eres un chico guapo. No deberías
ocultarte debajo de todo —hizo un circulo a cinco centímetros de su rostro—
, eso.
—¿Me vas a dejar entrar o me dejarás de pie fuera de la puerta por la
siguiente hora, librándote de mi trasero? —le preguntó.
Ella puso los ojos en blanco, fingiendo estar enojado aun cuando no
lo estaba. Él lo sabía. Lo vio en el gesto de su boca.
También lo sabía porque ella solía hacer eso.
Lo había echado de menos, pero no lo supo hasta ese momento.
—Tu lenguaje. Siempre tuve en mente tu lenguaje. La culpa es de tu
padre. —Lo atravesó con la mirada—. Y muchas otras cosas.
No tuvo la oportunidad de decir nada porque ella se hizo a un lado.
—Ven aquí —ordenó, agitando su mano para que él se moviera y
entrara—. Si hubiera sabido que ibas a venir, habría hecho galletas. Ya que
no hice, te daré Chips Ahoy o galletas Oreo. Creo que también tengo algo de
Wafers Nilla.
Maldición, se sentía bien saber que algunas cosas no cambiaban.
—Puede que no lo hayas notado, querida, pero ya no tengo ocho años
—murmuró, entrando detrás de ella y cerrando la puerta.
Ella se volvió hacia él.
—Yo tampoco y todavía me gustan las galletas.
Se le quedó mirando, giró los ojos otra vez y se desplazó a través del
pequeño espacio de la sala de estar y una cocina aún más pequeña.
Joker la siguió, no le gustaba lo que veía. No es que fuera un hoyo,
sólo que era pequeña. Ella la había llenado con cosas familiares para él,
decorándola. Pero no era como la casa en la que había vivido, donde había
vivido décadas de su vida sola.
Y no había ninguna bandera sobre la puerta.
—¿Dónde está la bandera? —preguntó con cuidado al tiempo que
entraba en la cocina.
—Tenemos un club de Dios donde todos vamos a hacer cosas tales
como bingo y noche de película, cada película que muestran califica como
PG. Les hablé de la bandera. Me dijeron que la dejara volar —respondió ella,
agarrando las tres marcas de galletas, poniéndolas en el mostrador, y
arrastrando los pies hasta la nevera para sacar la maldita leche.
Estuvo a punto de sonreír, porque el último vaso de leche que Joker
había bebido, se lo había dado ella.
—Qué bien que todavía la tengas a la vista —le dijo y ella lo miró luego
de bajar un vaso.
—Nunca la dejo fuera de mi vista, cariño.
Joker luchó por tragarse el nudo que repentinamente le estaba
apretando la garganta.
Ella le sirvió la leche.
Luego de hacer eso, la deslizó junto con las galletas hacia donde él
estaba apoyado con la cadera contra el mostrador.
—¿Dónde has estado?
—Por todas partes —contestó, alcanzando una Oreo. La miró a los
ojos—. En casa ahora.
—Bien, Carson —dijo suavemente.
—Ya no más Carson. Me conocen como Joker, señora Heely. Dejé al
hijo de mi padre atrás.
Ella asintió, sorprendiéndolo con su fácil aceptación de ello, sus ojos
moviéndose a su parche antes de alzarse nuevamente a los suyos.
—Encontraste un hogar.
—Sí, y hermanos.
—Escuché que algunos de esos chicos motoristas son de armar líos —
notó—. Escuché que algunos de ellos pueden cuidar de sí mismos.
—Tengo a ambos.
Sonrió.
—Supongo que eso es bueno.
—Lo es —le aseguró.
—Te eché de menos —susurró ella, tomándolo por sorpresa. La
mirada en su rostro, su tono, la tristeza en ello, contemplándolo, sus
entrañas se hicieron trizas—. Me preocupé por ti, mucho. Te extrañé, mucho
más. Pensé en ti cada día y…
Él la calló metiendo una Orea en su boca y atrayéndola en sus brazos.
Ella lo rodeó por la cintura y empujó su rostro en su pecho. Ella era fuerte,
sin embargo, y no le sorprendió cuando lo tuvo inmovilizado y no perdió el
control en el tiempo que él masticaba y tragaba la galleta.
Pero cuando ella inclinó la cabeza hacia atrás, dijo:
—Dios se llevó a mi muchacho. Luego él te entregó a mí.
Ahí fue cuando sus entrañas comenzaron a sangrar.
Miró fijamente su rostro arrugado. Un rostro que recordaba desde que
podía recordar. Sus ojos avellana brillantes con lágrimas.
Él no tenía idea.
Mierda.
Ninguna idea.
Pero debió saberlo. Ella le había dado millones de pistas.
Su voz fue ronca cuando comenzó a hablar:
—Señora Heely…
Ella negó con la cabeza.
—No seguiremos con eso. Estás aquí. Estás sano. Eres fuerte.
Encontraste un lugar donde encajas. Estoy contenta. Si tenías que irte para
encontrar eso, entonces está bien. Pero esta vez, por esta anciana, ¿te
quedarías un tiempo?
Joker le do un apretón y nuevamente salió ronca cuando dijo:
—No voy a ninguna parte.
Apartó sus brazos de alrededor de él para apoyar las manos en su
pecho.
Por su parte, Joker no la soltó.
—Bien —susurró antes de darle dos palmadas en el pecho con ambas
manos y salirse de su agarre—. Ahora, come tus galletas y cuéntame todo.
Y no dejes nada afuera, incluso si se trata de algo jugoso. Les he estado
contando a las personas de aquí sobre ti por un año. Todos tenemos que
ponernos al día y estamos hartos y cansados de PG.
—Sabes que no voy a decirte cosas que sean jugosas —respondió
Joker.
Ella le lanzó una mirada.
—Soy mayor que tú, apenas me sorprenderías.
—¿Quieres apostar? —preguntó.
—Inténtalo —contratacó.
Y ahí fue cuando sucedió.
Los labios de Joker temblaron.
No fue grande desde el exterior.
Pero aun así fue enorme.
Carissa
—Creo que le gustas —le digo a Big Petey a través de una sonrisa.
A pesar que, del modo en que Travis, quien Big Petey estaba
sosteniendo, estaba tratando de engullir la nariz de Pete, yo más bien diría
que fue amor a primera vista.
Era martes, al final de la mañana, y estaba de pie en la barra del
Complejo de Chaos al lado de Big Petey, quien estaba en un taburete y se
acababa de apoderar de mi hijo.
—Ooo, él es tan lindo. Recuerdo los días cuando ellos eran todos
cálidos y serpenteantes bultos de bondad —arrulló Tyra, de pie tras la barra.
Pete evitó tener su nariz amputada por los dientes de leche y las encías
y lo hizo inclinando su cabeza y soplando una ruidosa pedorreta en la mejilla
rechoncha de Travis, haciendo a mi bebé reír y retorcerse más, lo que me
hizo sonreír aún más.
Una vez que hizo eso, Pete se volvió hacia Tyra y ordenó:
—No te hagas ideas, mujer. Tu hombre ya está ahorrando, no para la
futura matrícula universitaria, sino para el futuro dinero de la fianza. No
necesita más dolores de cabeza en forma de vándalos.
Miré a los dos niños con cabezas oscuras que actualmente estaban
luchando por el suelo del Complejo, gruñendo y dándolo todo, algo que Tyra
estaba ignorando, por lo que supuse que era normal, y pensé que Pete no
estaba equivocado.
—Tack me daría diez niños más si los quisiera —contestó Tyra.
—La definición de locamente enamorado —dijo Pete entre dientes,
volvió su atención hacia Travis y lo aconsejó con seriedad—: Aprende pronto,
pequeño hombre, encuentra a una mujer fea así ella terminará
deshaciéndose por hacer tu voluntad, no a una chica guapa por la que
acabaras rompiendo tu espalda por hacer la suya.
—¡Pete! —soltó Tyra.
Él la miró de nuevo.
—¿Qué?
Tyra lo fulminó.
Me mantuve fuera de esto sólo porque Travis aún tenía que aprender
a entender inglés.
Afortunadamente para Big Petey (o tal vez Tyra), en ese momento, un
ruido de un fuerte choque sonó en la habitación y miré para ver que Rider
y Cutter habían golpeado con una silla.
Pero todavía estaban luchando.
Miré a Tyra.
—Uh… ¿esto es normal?
Ella dejó de mirar a Big Petey y me miró.
—Soy hija única, pero Tack tenía un hermano con el que no ha
hablado en años.
Eso no respondía a mi pregunta, pero ella no había terminado.
—Él dijo que realmente nunca tuvieron nada que ver el uno con el
otro. De vuelta hasta que eran jóvenes. Él también tenía una hermana.
No pensaba que el tiempo pasado de esa última parte fuera una buena
cosa, pero no llegué a reaccionar ya que ella siguió.
—Dijo que siempre estaban peleándose todo el tiempo. Pero él la
adoraba. También dijo que Tabby y Rush estaban constantemente en ello
desde niños hasta adolescentes. Y ellos son súper cercanos. —Ella miró a
sus hijos—. Mis niños siempre están juntos, a veces luchando o discutiendo,
a veces no. Lo que sea que esto sea significará otra cosa después. Sabiendo
eso, los dejo estar.
Esto era comida para el pensamiento por si tenía la suerte de darle a
Travis un hermano.
Estaba considerando esta noción cuando la puerta principal se abrió
y torcí mi cuello para ver a Tack atravesándola. Mientras él se movía
alrededor de la barra y venía hacia nosotros, le dio una elevación de barbilla
a Pete, un guiño hacia mí, y una sonrisa a su mujer que hizo que mi corazón
se agitara con felicidad por Tyra.
—¿Has hablado con Carissa? —preguntó.
—¡No! —Tyra lloró—. ¡Ostras! Con ella apareciendo con Travis, me vi
envuelta con el bebé y se me olvidó.
—¿Hablarme de qué? —pregunté.
Tack llegó a Tyra mientras Tyra me miraba.
—Tack y yo todavía poseemos mi antiguo lugar. Lo alquilamos por
dinero extra. Y nuestros inquilinos dieron aviso hace una semana.
No sabía por qué me estaba diciendo esto, así que cuando ella dejó de
hablar dije:
—Está bien.
—Pensé que tal vez querrías echarle una mirada —dijo Tack.
—Yo…—Empecé pero sólo llegué allí.
—Una casa pequeña —declaró Tyra y ante eso, mi corazón golpeteó.
¿Travis y yo en una pequeña casa?
¿Cómo de maravilloso sería eso?
—Dos habitaciones —continuó.
¿Dos dormitorios?
¡El cielo!
—Rehíce la cocina cuando estuve allí, lo que fue hace un tiempo, pero
todavía está bien —siguió—. Y pusimos una nueva moqueta por todo el lugar
y repintamos después de los inquilinos anteriores a estos y nuestros
actuales inquilinos sólo han estado allí unos pocos meses. Por lo que está
muy bien.
—Yo, uh… yo… —tartamudeé.
—Necesitamos a alguien en quien podamos confiar —me dijo Tack—.
Quien no nos deje tirados. Saliéndose antes de tiempo porque tienen un
niño, se quedó embarazada, necesitan un lugar más grande. Los anteriores
a estos tuvieron un cachorro, no nos lo dijeron, no pagaron un depósito para
animales, el cachorro destrozó el lugar. Lo que compró una nueva moqueta
y pintura y un dolor en nuestros culos. No vale la pena la molestia de
enfrentarnos con una pareja por un edificio familiar. Pero necesitamos
alguien estable. Regular. De la familia, lo que significa de nuestra familia,
que sabemos que tendrán cuidado del lugar.
Definitivamente yo cuidaría de su lugar.
Sin embargo, probablemente tendría que empezar vendiendo el
plasma (y luego algo más) para pagarlo.
—Bueno… —empecé.
Tyra me cortó de nuevo.
—Seiscientos dólares al mes.
Mis ojos se agrandaron.
¿Seiscientos al mes?
Esto era sólo unos cientos más de lo que ya estaba pagando
actualmente para el lugar no tan genial en el que estaba criando a mi hijo.
¡Un trato!
Ella se fijó en mis ojos grandes y añadió rápidamente:
—Además cable gratis. —Cuando no hablé porque la emoción me
enmudeció, lanzó—: Y electricidad pagada.
—Yo, uh… ¿una casa por seiscientos dólares? —finalmente solté.
—Es agradable. Realmente linda. En un buen barrio. Y dijiste que no
estabas muy emocionada de donde te estás quedando —dijo Tyra a modo de
respuesta.
En este punto, Tack estaba sosteniendo su teléfono.
—Desplázalo, chica. Esas son imágenes. Podemos llevarte a una
vuelta cuando sea. El lugar estará abierto a final de mes, lo que significa
una semana.
Tomé el teléfono y me desplacé a través de las fotos. No eran grandes
en el teléfono pero todavía pude ver que el lugar no era agradable.
Era muy agradable. Limpio y atractivo, con personalidad.
No algo que costara seiscientos dólares al mes.
Y aquí estaba de nuevo.
Esto no era un trato, era un robo.
Y yo sería el ladrón.
Maldita sea.
Le di a Tack su teléfono, diciendo.
—Esto es muy dulce pero no podría.
—¿Por qué no? —preguntó.
—Porque pueden obtener más si se lo alquilan a otra persona —
expliqué lo que él muy bien sabía.
—Sí, y podemos conseguir más dolores de cabeza con perros y
saltadores de contratos y mierda de esa —contestó.
—Sin mencionar, el coste de colocar un anuncio en el periódico —
añadió Tyra.
No sabía lo que costaban los anuncios pero sí sabía que costaran lo
que costaran no cubriría lo que no estaban haciendo si alquilaban el lugar
a alguien que pudiera permitírselo.
—Y no vamos a ir a través de una empresa de gestión —añadió Tack—
. Por lo que tendremos que ir a través de aplicaciones, para cheques de
crédito, dejar mierda para mostrarlo, es un dolor en el culo. Lo tomas, no
tendremos que hacer ninguna de estas mierdas.
De acuerdo, bueno, me podía imaginar que nada de eso era divertido,
sin mencionar que consumirá tiempo y dinero.
—¿Cuándo finaliza tu contrato? —Tack presionó.
—Es de mes a mes. Donde estoy, saben que no deben tratar algo de
más de seis meses. Los inquilinos son bastante transitorios —dije—. Una
vez hice mis primeros seis meses, fueron mes a mes.
—¿La notificación? —preguntó.
—Tendría que comprobarlo, pero creo que es de una semana.
—Ríndete. Te llevaremos. Los chicos ayudarán. En primer lugar, Tyra
te mostrará los alrededores para que así sepas si es donde quieres estar.
Yo ya sabía que era donde quería estar. Yo, Travis, una limpia y
agradable casita que no estaba en mi actual barrio. Era donde quería estar.
Pero aprovecharme de ellos no era quien quería ser.
Abrí la boca para responder, sin saber cómo darle la vuelta, pero no
solté una palabra.
La puerta principal se abrió de nuevo, todos los ojos fueron allí,
incluyendo los míos, y cerré mi boca mientras que esta vez mi corazón se
detenía antes de que se acelerara cuando Joker entró.
Por desgracia, mi paseo con Snapper había desaparecido el domingo
por la mañana. Lo supe cuando me levanté con un dolor extraño que tenía
a Joker y su morena escrito por todas partes. Por suerte, tenía trabajo para
sacarlo de mi mente y a Travis de vuelta de modo que el dolor se fue cuando
mi pequeño volvió a llenar mi vida.
Pero incluso con el trabajo (y Travis) no pensé en mucho aparte de
Joker, y había llegado a la conclusión que no era culpa de Joker. Él no me
había dado falsas esperanzas. No me había dado ninguna indicación (aparte
de devolverme ese beso) de que estuviera interesado en absoluto.
Por lo que era toda yo.
Aun así, había dolido.
Y verlo en ese momento, trajo el dolor de vuelta.
Lo sentí asentarse mientras Joker hacía casi lo mismo que Tack
cuando entró, excepto que él vino por la parte exterior de la barra, y después
de levantar e inclinar su barbilla hacia los otros en la habitación, sus ojos
fueron hacia mí.
—Butterfly —murmuró.
Otro salto en mi corazón.
Los apodos, obviamente, eran una cosa de motoristas. Los padres de
Joker no le habían llamado Joker, seguro. Y Shy no era Shy, Tabby me había
dicho el sábado por la noche que su verdadero nombre era Parker. Lo mismo
con High, Snapper, y el resto (aunque no sabía sus nombres reales, sólo
conocía lo que Tab se refería como sus nombres del club).
Dicho eso, Ride y Cut eran los nombres de los niños de Tyra y Tack,
pero eran acortados de Rider y Cutter.
Por lo que apodar era una cosa de los clubs de moteros.
Aun así, me hubiera gustado que Butterfly tuviera un significado
distinto.
Mientras estaba deseando eso, Joker pasó más allá de mí.
E hizo eso para ir directamente hacia Big Petey.
Y lo hizo para que así pudiera tirar con fuerza a Travis de los brazos
de Pete, levantarlo para que estuvieran cara a cara, y preguntar:
—¿Cómo va eso, chico?
Tomando eso, de repente tuve problemas para respirar.
Travis se llenó de alegría y trabó sus dos manos en la barba de Joker.
Joker tiró de él como si fuera a darle un beso, pero no lo hizo. Sólo
tocó su frente con la de Travis antes de bajarlo, haciendo que Travis perdiera
su agarre de sus bigotes. Luego metió el pequeño trasero de Travis en su
mano, colocando su espalda en la curva de su brazo, y se volvió hacia mí.
—¿Todo bien? —preguntó.
Aunque yo no estaba segura acerca de su pregunta, en ese momento,
Joker sosteniendo a mi hijo enfrente de mí, todo estaba definitivamente bien.
—Eh… sí —murmuré.
Entonces con el fin de permanecer sana, aparté mis ojos de Joker y vi
que Big Petey tenía su cabeza baja para mirar a su regazo, pero pude por el
lado de su rostro que sus labios estaban curvados hacia arriba.
Eché mi mirada detrás de la barra y vi que Tyra se veía como si
estuviera tratando de no reír. Sus ojos estaban en Joker, y estaban bailando.
Tack también estaba mirando a Joker, y sus labios estaban curvados
hacia arriba también, pero él también estaba sacudiendo su cabeza.
No sabía qué significaba todo esto, y no le di ningún tiempo para
averiguarlo.
No podía.
Porque no sabía qué hacer.
O qué decir.
Lo que sí sabía era que ese dolor se había intensificado tanto como
disminuido. La contradicción no podía ser real, pero lo era y lo sabía porque
podía sentirlo.
—¿Le dijiste sobre tu lugar? —preguntó Joker y volví mis ojos de
nuevo hacia él para ver que se estaba dirigiendo a Tack y a Tyra.
—Sí —respondió Tack—. Ella se estará mudando a final de mes.
Abrí mi boca una y otra vez y no salió nada antes de que Joker
hablara.
—Bien. Es seguro, Carrie, y limpio. También está cerca de LeLane.
Mi cuerpo se bloqueó.
¿Carrie?
Lo miré y el dolor se había ido.
Entonces algo que dijo me golpeó.
—¿Está cerca de LeLane? —pregunté.
—Tu tienda. Sólo tal vez cinco, diez minutos de distancia —contestó
Joker.
En mi vida, cinco, diez minutos era mucho mejor que veinte. Sin
mencionar que ahorraría en gasolina. No miles de dólares, pero todos los
ahorros significaban algo para mí.
Además, tenía totalmente la intención de pagarle a Big Petey algo por
cuidar de Travis, pero sabía que lo que fuera que pagara probablemente no
se acercaría a lo que estaba pagando de guardería. El centro de Travis era
impresionante, pero era caro.
Mi actual alquiler era súper barato. Pero pagar lo que fuera que fuera
a pagarle a Big Petey, lo que sería menos de lo que estaba actualmente
pagando de la guardería, era muy probable que cubriera el coste adicional
de vivir en el antiguo lugar de Tyra.
Y por último, donde vivía era ruidoso. No era seguro. No era atractivo.
No estaba bien cuidado. Era demasiado pequeño. Y vivía en el tercer piso.
Desde que de ningún maldito modo iba a dejar a mi hijo en mi apartamento
mientras llevaba comestibles (o lo que fuera) eso significaba que tenía que
subir los dos tramos de escaleras varias veces, transportando lo que fuera
necesario junto con Travis. Y eso era un dolor en el trasero.
Todo eso significaba que no tenía más remedio que aceptar su bondad.
De nuevo.
Puede, que cuando me volviera una estilista, Tyra me dejaría hacerle
el cabello de forma gratuita y me dejaría hacer eso por toda la eternidad.
Mire de Joker hacia Tack y Tyra.
—¿Podemos arreglarlo para que Travis y yo lo visitemos mañana?
¿Digamos, después de que haya terminado mi turno?
El rostro de Tyra se iluminó.
—Seguro.
—Da el aviso hoy, sin embargo, nena —me ordenó Tack.
Asentí.
—Hola. —Todos escuchamos.
Miré hacia el otro lado, inclinándome hacia un lado, y vi a Snapper en
nada más que unos largos pantalones cortos y zapatos de gimnasia, llevando
una camiseta blanca de tirantes en su mano, su pecho bien definido
exhibiéndose (y cubierto por una capa de sudor). Se estaba dirigiendo hacia
fuera de la puerta que daba al pasillo lateral y también, por lo que había
aprendido en el día de limpieza, en una sala de reuniones, una sala de
entrenamiento, algunas puertas cerradas que no sabía lo que eran, y una
sala de lavandería.
—Hola, Snapper —llamé y sus ojos vinieron hacia mí antes de sonreír.
—Hola, nena.
Alcancé y agarré a Travis de Joker (haciendo esto evitando sus ojos).
Travis se agarró de mi cabello de inmediato, pero no lo sentí (tenía mi cuero
cabelludo endurecido ya que él lo hacía un montón y mi cuero cabelludo no
tuvo más remedio que endurecerse). Una vez que lo tuve, me dirigí a
Snapper.
—Este es mi hijo, Travis —declaré y miré hacia Travis—. Travis, este
es Snapper. Se llevó a mamá de paseo en moto el sábado y estuvo realmente
bien.
Travis gorgoteó, mirando hacia Snapper mientras trataba de comerse
su propio puño.
—Hola, hermanito —dijo Snapper en voz baja, levantando una mano
hacia Travis, lo que significaba que Travis perdió interés en comerse su
propio puño, envolviendo sus dedos de bebé alrededor del dedo índice de
Snapper, y tirando de este hacia su boca.
Apenas consiguió mojarlo antes de que Travis ya no estuviera en mis
brazos. Tampoco tenía su agarre en el dedo de Snapper.
Estaba sujeto contra el pecho de Joker.
A Travis no le importaba, y lo supe cuando él comenzó a golpear la
mejilla con barba de Joker y luego cayó hacia adelante y le lamió los bigotes
negros.
Eso hizo que el dolor volviera, pero a través de él, me sorprendí de la
maniobra de Joker.
De hecho, estaba sorprendida de que lo hubiera hecho la primera vez
con Big Petey (aunque no de manera tan agresiva).
Y estaba tan sorprendida, que estaba a punto de decir algo.
Pero entonces lo sentí.
La tensión en la sala.
Fue entonces cuando lo vi.
Incluso con un bebé sorbiendo su barba, Joker tenía sus ojos pegados
en Snapper y él no estaba mirándolo con el amor fraternal de un motorista.
Quería dar un paso atrás.
Más aún, quería agarrar a mi hijo y luego tomar un paso atrás.
Pero no me perdí la pesadez de la situación y sentí que algún
movimiento no sería una buena idea.
Así que me quedé quieta y esperé.
Afortunadamente, la espera no duró mucho.
Extrañamente, terminó con Snapper diciendo en voz baja:
—Lo entiendo.
A lo que Joker retumbó aún más bajo:
—Bien.
Sentí que mis ojos se abrían más, incluso si no tenía ni una remota
idea de lo que estaba ocurriendo.
Travis dejó de lamer su bigote y declaró: “Bee, bo, bha”, y tiró del
cabello de Joker.
Joker lo ignoró y siguió frunciéndole el ceño hacia Snapper.
—Hermanos, él última día del mes, déjenlo libre. Necesitamos a los
hombres para que muden a Carissa al viejo lugar de Tyra —anunció Tack a
través del aire espesado.
Snapper retrocedió, me dio un vistazo, y dijo,
—Me apunto. —Levantó su camiseta hacia mí—. Qué bueno verte,
nena. Tu niño es lindo.
Después de eso, se fue con pasos largos sin que yo fuera capaz de
decir algo. Levanté la mirada hacia Joker, sin saber si quería gritar,
estampar mi pie en el suelo, exigir una explicación, o reír histéricamente.
No hice ninguna de esas cosas.
Joker todavía tenía a Travis sostenido en alto pero ahora tenía su
cabeza girada hacia él.
—Sé que tú no tienes nada, amiguito, pero te crecerá y como que a mí
me gusta mi cabello donde está.
Travis emitió un “dee dah”, y le pegó a Joker en la boca.
Esa boca se retorció.
Muy bien.
Suficiente.
—Voy al centro comercial —anuncié.
Quiero decir, cuando tu vida estaba en confusión, ¿qué otra cosa
hacía una chica?
No tenía dinero para comprar nada en el centro comercial, pero a
Travis le encantaba. Él era sociable y estaba dedicado a encantar a
cualquiera dentro de medio metro de distancia de él. Necesitaba esas
oportunidades, y no eran posibles cuando estábamos atorados en nuestro
diminuto departamento.
Así que al centro comercial era.
Me estiré hacia Joker y rápidamente desvié mis ojos cuando los suyos
vinieron a los míos.
Agarré a mi niño justo mientras Tyra declaraba,
—¡Extraordinario! Ride, Cut y yo iremos. Llamaré a Elvira.
Coloqué a Travis contra mi cuerpo mientras me giraba hacia ella.
—¿Elvira no está en el trabajo?
—Hawk tiene una política de “descanso para ir de compras” —me dijo
Tyra.
Ella dijo esto y sabía que lo decía en serio porque su cabeza estaba
inclinada y su pulgar se movía sobre su teléfono.
Observé, pensando que quería trabajar para quien sea que fuera este
Hawk.
—Estaré en tu casa una hora antes de que tengas que irte para tu
turno mañana —me dijo Big Petey, bajándose de su banco—. Puedes
mostrarme reglas antes de que te vayas.
—Gracias, Big Petey. Eso sería genial —contesté.
Levantó una mano y se fue caminando lentamente.
—Ride, Cut dejen de tratar de matarse en uno al otro y traigan sus
traseros aquí —ordenó Tack, haciéndome pensar que Tyra debería instigar
su propia recaudación de maldiciones dado que sus chicos eran lo bastante
mayores para entender el idioma español.
—Nos vemos, Butterfly —murmuró Joker y mis ojos fueron hacia él
justo mientras mi corazón volvía a voltearse.
—Este, nos vemos, Joker.
Me dio una mirada que no decía nada, con firmeza detrás de su muro
de acero, luego caminó tranquilamente hacia el pasillo trasero.
—Elvira —dijo Tyra en su teléfono—. Tú. Yo. Carissa. Mis chicos.
Travis de Carissa. Centro comercial y almuerzo. En treinta minutos. —Una
pausa—. ¿Cuál centro comercial crees? Te vemos ahí. —Me miró y sonrió—
. Andando.
No había estado de compras con amigas desde antes de embarazarme.
No tenía dinero para chucherías, con una renta más alta a la vista,
una considerable deuda todavía por ser pagada a mi antiguo abogado, y
deudas no monetarias acumulándose con mis nuevos amigos.
Incluso con todo esto, almuerzo y el centro comercial en el horizonte
con mujeres que me agradaban, no… podía… esperar.
Así que no lo hice.
Travis y yo nos pusimos en marcha.
Carissa
Joker
Carissa
Carissa
Joker
Tack
Carissa
Era él. Yo sabía que lo era. Lo pude ver en sus ojos. El color de su
cabello. Sus habituales jeans, camiseta y chaqueta de cuero.
También pude ver su rostro.
Todo él.
Se había afeitado.
También se había cortado el cabello. Se lo recortó a los lados, no como
un corte de pandilla, sino mucho más corto, desordenado y largo en la parte
superior, pero no tan largo como solía. Todavía le caía sobre la frente, pero
no como antes.
Él tenía una muy buena mandíbula.
Incluso tenía atractivas orejas.
Y por último, no parece él. Incluso si todavía lo hacía.
No, ahora parecía un niño que una vez conocí. Un niño crecido.
Carson Steele.
Sus ojos se fijaron en mí y sus labios se movían mientras seguía
viniendo hacia mí.
—Hola, Butterfly. ¿Estás lista por hoy?
No contesté.
Estaba ocupada mirando.
Esto no podía ser verdad.
Me quedé mirándolo preguntándome ¿cómo podría no haberlo
notado? Preguntándome ¿cómo esto podría ser real?
Pero no lo había pasado por alto. La primera vez que se acercaba este
hombre en la I-25, sabía que lo conocía. Y más tarde de esa primera cita,
me había sentido de la misma manera. Y una y otra vez, repetidamente.
Sabía que lo conocía.
Pero no logré acertar de donde, ya que él había cambiado. Desde que
nos vimos por última vez los años estaban escritos en su rostro, en cada
centímetro de su cuerpo.
Pero era más. El cabello. La barba. La mayor parte de su cuerpo.
La forma en que se mantenía a sí mismo. La forma de vestir. La
compañía que él mantenía.
Carson Steele había sido un solitario.
Joker tenía una banda de hermanos. Una gran familia de buenas y
amables personas.
De repente, se me ocurrió con claridad cegadora que Aaron había
sentido lo mismo. Por eso había estudiado Joker tan de cerca.
¡Hasta le había preguntado si lo conocía!
Y por último, Joker me conocía. Había sabido que era yo al segundo
de acercarse a mí en la I-25. Se había quedado completamente inmóvil,
mirándome fijamente.
Él me conocía.
Entonces.
Y desde entonces.
Y él no dijo nada. Le dije mi nombre, y él no dijo que me conocía y yo
lo sabía.
Él no dijo nada.
¿Por qué no dijo nada?
¡Incluso fingió que había olvidado mi nombre!
—¿Carrie? —me llamó cuando se detuvo cerca.
—¿Por qué no dijiste nada? —le susurré, mirándolo profundamente a
los ojos.
Ellos no habían sido francos aquel entonces. Él era demasiado joven
para haber tenido tiempo para construir esa guardia. Todas las niñas en la
escuela podrían leer la inquietante melancolía del misterioso forastero que
era Carson Steele directo de sus ojos. Cada chica había querido calmar su
salvaje alma.
Todas las niñas en la escuela.
Incluyéndome a mí.
Fue entonces cuando lo supe. Supe en el momento más humillante de
mi vida por qué él había hecho lo que hizo.
De vuelta en el día en que le había gustado. En que me sonrió. Había
sido genial conmigo. Me había levantado la barbilla. Y esa horrible noche
cuando lo vi golpeado (otra vez) y escapé, me había dado su tiempo.
Y mucho más.
Más de aquello estaba en mi armario al día siguiente cuando me dio
belleza.
Y esperanza.
La esperanza que había muerto, pero la había sentido, sabiendo que
él se había tomado su tiempo para llegar a mi casillero y darme eso.
Por lo que no era como si él hubiera querido hacerle pagar a una chica
mala de la escuela secundaria (sin embargo, yo no era una chica mala,
acabo de darme cuenta de ellos, así que era culpable por asociación, aun
así, Carson Steele era más inteligente que eso).
No.
Era porque sentía pena por mí. La animadora. Los reina del baile. La
chica del mariscal de campo. Reducida a casi nada, varada en la orilla de la
carretera, de unos veinte años y divorciada con un bebé, sin amigos, sin
familia, sin dinero, horrible auto, ropa barata, y un trabajo en una tienda
de comestibles.
Sentía lástima por mí.
—¿Decir nada acerca de qué? —preguntó, sacándome de mis
abismales pensamientos.
Y al hacerlo, la humillación quemó tan profundo, sabía que si no
dejaba salir este sentimiento, sería destruida.
Por lo tanto, grité:
—¡Sobre todo, Carson Steele!
Su cabeza se sacudió. Su rostro cambió. Y el aire de la habitación se
quedó plano.
Entonces levantó una mano hacia mí.
Me levanté de prisa, golpeando sobre el taburete. Se cayó con estrépito
y yo casi me vengo abajo con él, pero afortunadamente me mantuve de pie
para alejarme de él, chillando:
—¡No me toques!
—Carrie —susurró.
—¡Fuera! —Escuché a Tack.
—No he probado un bollo de crema. —Oí responder a Boz.
—¡Fuera! —Escuché el grito de Tack.
Vagamente sentí el cuarto vaciarse, pero yo estaba demasiado
ocupada retrocediendo y centrándome en Joker.
Y mi ardiente mortificación.
—No lo puedo creer —le susurré.
—Escúchame —comenzó.
—¡No! —le grité—. Fingiste que olvidaste mi nombre. ¡Tú no me
olvidaste!
—Carrie —dijo suavemente, moviéndose con cautela en mi dirección—
. Nena, toma un respiro y escúchame.
—¿Por qué? —le espeté—. Tú eres listo, Carson. ¡Tú sabías que
cuando te vi por primera vez te reconocí! —grité—. Pero no dijiste una
palabra. Dejaste que me presentara y no dijiste una palabra. Tú hiciste todo
esto… —levanté una mano—… porque sentiste pena por mí, y no dijiste una
palabra.
—Carissa, en serio, escúchame —gruñó mientras yo me movía,
rodeando la habitación para caminar a la puerta y escapar, estaba haciendo
eso cuando él me siguió.
—Yo no lo entendía —lancé hacia él—. Nadie es tan agradable.
Guardería. Casa nueva. Asesor jurídico. Demasiado. Demasiado amable.
Demasiado fácil. No lo entendía —murmuré—. Ahora lo entiendo.
—¡Carissa, maldita sea, tiene que callarte y escucharme! —cortó.
—No, no —repliqué, tomando una decisión precipitada, porque
necesitaba poner fin a esto. No necesitaba esto otra vez. Necesitaba escapar
de la amenaza de quemarme al final. Había aguantado suficiente,
demasiado. No podría soportarlo más—. Voy a explicarle a Tyra y Tack por
la casa. Y conseguiré un poco de dinero para Big Peter. Y pondré el resto.
Pero no más caridad para Carissa Caso de tu parte, Carson Steele. ¡Me largo!
Declaré esto, con mi corazón rompiéndose, mi interior retorciéndose
en las llamas, reducido a cenizas, traté de esquivarlo para llegar a la puerta.
Se movió con rapidez, capturándome por la parte superior de mi brazo
en un firme agarre y yendo resueltamente hacia la parte posterior del
complejo, llevándome con él.
Me apresuré para seguirle el paso y no ser arrastrada, viéndome
obligada a caminar hacia el fondo dando gritos.
—¡Quítame las manos de encima!
—¡Cierra la boca! —replico.
—No me hables de esa manera, Carson Steele —grité—. ¡Quítame tus
estúpidas manos de encima!
No lo hizo. Me arrastró por el pasillo, me llevó a su habitación
lanzándome bruscamente dentro, casi caigo hacia atrás, él cerró la puerta
de golpe.
—¡Déjeme salir!—grité.
—Te quería —respondió—. En la escuela secundaria, te deseaba. Qué
malo, mi vida era una mierda, como era una mierda cada puto día, y para
darle a mi cabeza un poco de paz, te dibujaba.
Quise decir algo cuando mi estómago se apretó tan duro, pensé que
estaría enferma.
Él me había notado.
—Fuiste la última persona con quien salí antes de abandonar mi
jodida vida, tú significabas todo lo que quería. Años después, te vi de nuevo,
y tú no me conociste.
Oh, no.
—Carson —susurré.
—Ese maldito dolor —se obligó a dejarlo salir, yo sabía que esas tres
palabras le estaban costado.
Mucho.
Demasiado.
Sí, yo estaría enferma.
—Yo…
—No sabías quién coño era yo —me interrumpió terminando la frase
ácidamente.
—Lo hice —le dije—. Simplemente no te reconocí completamente y
tampoco tú dijiste nada cuando me presenté junto con Travis.
—Tienes razón —replicó—, no lo hice. Piensa en eso, Carissa. Tienes
una vida que no tiene nada de lo tú querías, pero aun así, fuiste lo
suficientemente tonta como para querer a un chico. Te gusta. Él era
agradable contigo y lo utilizas para conseguir un poco de paz de la pocilga
que llamas hogar y del imbécil que llamas padre. Años después lo vuelves a
ver, y él no sabe quién diablos eres, ¿qué harías?
Por desgracia, vi su punto.
Apareció el hombre que era, un macho, un verdadero motorista a
quien no le gustan este tipo de cosas, pero tampoco le gusta admitir que le
dolía.
Por no mencionar todo lo que dijo acerca de su casa, de su padre, pero
el hecho de utilizarme para conseguir paz me mató.
Lamentablemente, por estar meditando en todo esto, no le respondí a
tiempo, por lo que tuvo su oportunidad de seguir adelante.
—Ahora que han pasado semanas desde que yo, mis hermanos, sus
mujeres te hemos aceptado, hemos cuidado, atendido tu chico, te das
cuantas de tu error y ¿me sacas en cara que lo hago por maldita caridad?
—Eso fue…
—Jodido y feo —lo termino por mí otra vez.
Él estaba en lo correcto.
—Me sorprendió —me defendí débilmente.
—Sí, a mí también. Me sorprendió que la reina de la graduación
pudiera recordar que alguna vez yo existí.
Muy bien, espera.
Ese fue un golpe bajo.
Tenía razón. Había metido la pata.
Pero no me merecía eso.
—Joker, por supuesto que te recordaba —dije con cuidado.
—¿Ah sí? Tuve mi lengua en tu boca, tus manos por mi camisa, me
miraste directo a mis ojos rogando por más, Carissa, y esa mierda no pasó.
Oh no.
Absolutamente no.
—¡Tu cabello está diferente! —contesté con brusquedad.
—Igual que el tuyo —me disparó de vuelta.
Esto era cierto. Estaba más largo. Igual que el de él.
Aun así.
—Tenías barba.
—Tú tienes un bebé.
¡Maldición!
—¡Eres un motero! —grité.
—Eres una empleada en una tienda de comestibles —regresó.
¡Él era demasiado!
—¡Han pasado años! —grité a todo pulmón.
—Sí, han pasado —susurró ominosamente.
Pero supe lo que quería decir.
Habían pasado años y aun así me reconoció.
Él no obtuvo lo mismo de mi parte.
Pero aunque él tenía razón, su reacción era equivocada.
—Bien, tienes razón. Tienes toda la razón. Y lo siento, Joker —siseé,
siento no haber reconocido al chico por el que tuve un flechazo y lo tuve a
lo grande en la preparatoria. Honestamente, no sé cómo no lo hice. Aunque,
sabes, pude haber tenido unas cuantas cosas en mi mente, digamos, una
llanta ponchada y una porquería de departamento y un exesposo cuyo único
deseo parecía ser hacer mi vida miserable. Pero aun así no sé cómo no te
reconocí. Especialmente considerando el hecho de que, casi de inmediato,
empecé a tener un flechazo por el hombre en que te convertiste incluso más
grande que el que tuve en aquel entonces.
Terminé de hablar y lo hice respirando con dificultad, tan enfocada en
lo que estaba diciendo que no me di cuenta que su expresión cambió.
—¿Qué? —susurró.
—¿Qué de qué? —dije de golpe, sintiendo todavía muchas cosas,
incluyendo enojo.
—¿Tenías un flechazo por mí? —preguntó.
Me quedé mirando durante un segundo y lo hice con intención antes
de aventar mis manos al aire y contestar:
—Como si no lo hubieras sabido.
—No lo sabía.
Me incliné hacia él y siseé:
—Tonterías.
El ominoso susurro estuvo de vuelta con su:
—Cuidado, Carissa.
—¿Con qué? —pregunté airadamente—. Cada chica tuvo un flechazo
contigo y fingir que no sabías es risible. Completamente sabías.
—No acerca de ti.
—Entonces sí sabías —presioné.
—No acerca de ti.
—¡Oh Dios mío! —grité, estrechándole mis ojos—. No puedes pensar
ni por un segundo que te creo. Cada vez que te veía te sonreía. ¡Una vez
hasta me tropecé para poder caer sobre ti para que me atraparas, por amor
de Dios! ¡No pude ser más obvia!
Su cuerpo se puso completamente tenso pero yo no había terminado.
—Y honestamente, la última vez que te vi, te invité a salir a una cita.
Sabía que te estabas yendo. Supuse que tenías que hacer lo que tenías que
hacer. Y te admiré por tener el valor de hacerlo. Aun así, fue mi último
intento para hacer que me notaras. Sabía que tenías que irte pero quería
que lo hicieras con suerte pensando en mí para que si volvías, me recordaras
y…
Me interrumpió.
—Cállate.
—¡No! —grité.
—Cállate, Carissa, ahora —gruñó.
Me callé y lo hice debido a la forma en que me estaba mirando.
De repente no sentí el dolor ardiente de la humillación.
Ni enojo.
Me sentí quemándome pero no de dolor.
Era algo completamente diferente.
—Lo tenías a él —dijo tan bajo que apenas si lo escuché.
Pero lo escuché y lo entendí.
—Si me hubieras dado una señal, la más pequeña pista, lo hubiera
dejado para poder tener mi oportunidad contigo.
Joker se quedó mirándome.
Lo dejé hasta que ya no pude soportarlo.
—Por favor no te enojes conmigo —susurré.
Joker no respondió.
—Por favor —rogué.
Joker dijo nada. Sólo siguió mirándome fijamente de una forma que
me hizo pensar que estaba diciendo algo, sólo que no estaba segura de
entenderlo.
Pero tenía un presentimiento. No estaba segura de estar en lo correcto
pero era demasiado importante para no aprovechar mi oportunidad.
Así que aproveché mi oportunidad.
Me apresuré hacia adelante tres pasos y me le aventé encima
esperando con todo en mí que me atrapara.
Pero esta vez, no me atrapó. No cerró sus brazos a mi alrededor y me
besó.
Tampoco me alejó.
Se inclinó, me sujetó, me levantó y me giró hacia su costado. Luego
dio varios largos pasos y me arrojó a la cama.
Mientras aterrizaba, aspiré, lo que era bueno dado que él cayó,
aterrizando justo encima de mí.
Ahí fue cuando me besó.
Y yo le regresé el beso. Duro. Deseándolo. Deseando a Joker.
Deseando a Carson Steele. Sin creer que los tuviera… a ambos.
Así que no estaba por dejarlos ir.
Por suerte para mí, supe por la forma en que sus manos se estaban
moviendo sobre mí que esta vez, él tampoco me iba a dejar ir. No iba a
detenerse.
Esto era todo. Él y yo. Joker y Carrie. Carson y Carissa. Conectando.
Finalmente.
Quería eso. Quería eso más que a nada que alguna vez haya querido…
excepto que mi bebé estuviera feliz y sano y mi hermana y madre estuvieran
vivas, pero estaba en un cercano cuarto lugar.
Y eso decía mucho.
Así que fui por ello. Me entregué completamente. No quería que
recuperara la razón y se diera cuenta que aún estaba enojado conmigo
porque no lo reconocí. O se diera cuenta que estábamos en su cama en el
complejo, no en mi casa después de una cita especial. O de cualquier cosa
que pudiera hacerlo detenerse.
Quería que esto pasara ahora. Quería mostrarle cómo me sentía por
él en aquel entonces.
Pero más que nada, quería mostrarle lo que significaba para mí ahora.
Quería eso con tantas ganas, que lo eché a perder.
Completamente.
Empezó después de que él me quitara mi camiseta. Inmediatamente
le quité la suya y lo hice, fallando mi puntería y golpeando la cima de mi
cabeza con fuerza en su quijada. Tan fuerte que gruñó y se retiró.
Ambos nos estábamos sentando, pero yo estaba inclinada sobre él, así
que me levanté y susurré:
—Lo siento.
Sus ojos encontraron los míos, pasó sus manos por mi cabello y jaló
mi boca hacia la suya. Luego nos volvió a recostar y todo estuvo bien.
Pudo haberse puesto mejor.
Pero en lugar de eso se puso peor cuando me tuvo sobre mi espalda,
me estaba excitando con su lengua en mi boca, y casi se deslizaba hacia
segunda base, su áspera mano callosa tan cerca de mi pecho que podía
sentir el fantasma del éxtasis que simplemente sabía que traería, entonces
chupé su lengua con demasiada fuerza dentro de mi boca mientras
arrastraba mis uñas por su costado.
Rompió el beso y se alejó de golpe de mi toque.
Humillante.
Completamente.
—Yo…—Empecé, sintiendo calor en mis mejillas que no tenía nada
que ver con lo que estábamos haciendo.
—Relájate —susurró.
—De acuerdo —le susurré de regreso.
Se inclinó hacia mí y siguió besándome.
Luego besó otras partes de mí. Me gustaba tanto que era irreal. Me
sacó de mi cabeza y me hizo concentrar en lo que me estaba haciendo.
Ahí fue cuando me encantó, mi cuerpo demostrándoselo al
presionarse contra él, gemidos subiendo por mi garganta, mis manos
moviéndose sobre él tan fervientemente para internalizar la cálida y lisa
dureza que era suya por todos lados.
Le hizo cosas a mis pechos que Aaron había hecho pero no pensé en
Aaron porque Aaron fue olvidado con la forma en que Joker lo hizo. Borré
completamente el recuerdo de Aaron.
Sabía por qué.
Había más sentimiento detrás del toque, del gusto, de las sensaciones.
Más pasión. Más experiencia. Más talento.
Más de todo.
Lo palpé. Lo sentí. Lo amé.
Luego viajó hacia abajo, sus labios moviéndose sobre mi estómago,
sus manos en el botón de mis vaqueros.
Una vez que lo desabrochó, se irguió sobre sus rodillas, sentándose a
horcajadas sobre mí, y yo lo observé aturdida.
Extrañaba la barba.
Me encantaba el cabello.
Dios, era extraordinario.
Esa cara. Esos ojos fundidos y mirándome. Su rostro duro y hermoso.
Su pecho…
Me tensé cuando bajó mi cierre y se movió para sacarme los vaqueros
por mis piernas.
Eso no me emocionó porque su pecho era todo lo que podía ver.
Y sus brazos.
Perfección. Clavícula definida sobresaliendo de hombro a amplio y
definido hombro. Bíceps abultados. Venas prominentes cubriendo sus
antebrazos interior y exteriormente. Sus costillas eran crestas exquisitas.
Los músculos de sus abdominales eran profundos y definidos. Y tenía
tatuajes que no pude apreciar completamente con todo lo que estaba
pasando, pero aun así eran fascinantes.
Luego estaba la V.
La V.
Los músculos alrededor de sus huesos coxales se delineaban en un
definido relieve dirigiéndose hacia la cintura de sus vaqueros desgastados.
Él no era extraordinario.
Era perfecto. Era el protector de pantalla de toda mujer. Era un
espectacular de tres pisos de alto.
Era deslumbrante.
Y yo no lo era.
—Joker —dije mientras me quitaba mi último Converse.
Su cabeza se giró hacia mí.
—Yo…—Empecé, pasando mis manos por mi estómago, todo lo que
había pasado se perdió. Acostada en su cama, todo lo que era yo con todo
lo que era él, no quería hacer otra cosa excepto levantarme, vestirme, y
largarme.
No quería que me viera.
—No —susurró.
Sacudí mi cabeza.
—No creo que…
Alejó la mirada y me sacó mis vaqueros por mis tobillos.
—¡Joker!
Subió sobre mí, apoyando una mano en la cama a mi lado, con el
brazo extendido, sus ojos sábanas de acero fundido.
—No lo hagas —gruñó.
—No estoy segura…
Su mano cayó plana entre mis pechos y se deslizó hacia abajo.
—Quieres esto —declaró.
Lo quería.
Ahora no estaba segura. Lo golpeé en la quijada, lo rasguñé con
demasiada fuerza, casi aspiré su lengua por mi garganta, y tenía una barriga
pos parto (sin mencionar un trasero pos parto la cual, afortunadamente en
mi posición actual, no podía ver).
Su mano siguió avanzando, incansablemente empujando entre mis
brazos que estaban rodeando mi estómago para esconderlo.
—Quiero esto —siguió hablando.
Quería creer eso.
—Eres perfecto —susurré.
Su mano se deslizó dentro de mis bragas, sus dedos enterrándose
profundo, arrastrándose con fuerza contra mi clítoris. Perdí todo
pensamiento cuando su toque hizo que mi espalda se arqueara
despegándose del colchón y mis manos se dispararon hacia arriba, los dedos
curvándose en la cintura de sus vaqueros. Mis ojos se cerraron y un gemido
fue arrancado de mi garganta.
—Tú también —murmuró bruscamente, arrastrando sus dedos hacia
atrás y haciéndolo más fuerte.
—Oh Dios —exhalé.
—Sí. —Molió, empujó, arrastró, rodeó.
Oh mi Dios.
—Joker. —Jadeé, inconscientemente levantando mis rodillas y
separando mis piernas para darle un mejor acceso.
—Demonios sí, Carrie —gimió cuando se movió para ya no estar a
horcajadas sobre mí sino posicionado entre mis piernas.
—No te detengas con eso —rogué, abriendo mis ojos, intentando
enfocarme en él, presionándome en él, sintiéndolo construirse, todo lo que
me estaba dando, y haciéndome retorcer—. Por favor.
No hizo lo que pedí. Arrastró su dedo con fuerza contra mi clítoris otra
vez y lo enterró dentro de mí.
Oh sí.
Mi cuello se arqueó hacia atrás, mi cabeza presionándose en la
almohada, mis ojos volviendo a cerrarse mientras me empujaba sobre su
mano y gemía.
—De acuerdo, puedes parar con lo otro, quédate con esto.
—Cualquier cosa que quieras, Butterfly. —Su voz me llegó, grave pero
divertida mientras sacaba su dedo y lo empujaba hacia adentro. Hizo eso
durante un tiempo, me dejé llevar por eso durante un tiempo,
retorciéndome, jadeando, estimulándome, luego lo sacó y metió dos dedos
mientras su pulgar iba hacia mi clítoris.
Mi cuerpo se sacudió y quité una mano de sus vaqueros para
envolverla alrededor de su muñeca para mantenerlo precisamente donde
necesitaba que estuviera.
—Oh Dios. —Exhalé, mis ojos abriéndose—. Sí. Así. Más de eso.
—Sí. Así —gruñó, su voz ya no más divertida y ahora tan grave, que
se sentía como un toque ardiente, cubriéndome—. Más de eso.
Intenté asimilar la expresión que iba con su tono pero no pude. Estaba
cerca y girando cada vez más cerca muy pero muy rápido.
—¿Estás lista para mí, Butterfly? —preguntó.
Jamás había estado más lista.
—Sí —jadeé—, sí, ahora, Joker. Por favor.
Perdí sus dedos pero no perdí las sensaciones debido a la ardiente,
violenta y deliciosa forma en que me arrancó mis bragas por mis piernas.
Jadeé y sentí su peso orientarse hacia mi cadera izquierda cuando
escuché abrirse un cajón y a él ordenar:
—Ayúdame, Carrie.
No sabía lo que quería y abrí mis ojos para ver que tenía la esquina
de un empaque de condón entre sus dientes. Todavía estaba elevado en una
mano sobre la cama pero ya no estaba presionado en mi cadera.
Sus ojos me estaban consumiendo.
Con mucha suerte, dado que yo estaba tan lejos de pensar que no era
gracioso, me golpeó que para usar ese condón, él necesitaba ser liberado de
sus vaqueros.
Y yo lo necesitaba liberado de sus vaqueros.
Inmediatamente.
Era tan sexy, tan increíblemente extraordinario mirar sus ojos
mientras desabotonaba sus vaqueros, los bajaba por sus caderas y lo sentía
liberarse, duro y listo para mí, que jamás lo olvidaría, ese momento después
de que él me hubiera dado tanto, sabiendo que estaba por obtener todo de
él.
—Gracias, nena —murmuró.
—Date prisa —rogué.
Joker se dio prisa. Sus ojos manteniendo los míos cautivos, no le tomó
nada de tiempo lidiar con las cosas. Luego lo sentí guiarse hacia mí y
empujar a través de mi humedad.
—Sí —susurré.
—¿Lista? —respondió susurrando.
Este era Joker.
Y yo.
Joker.
Carson Steele.
Oh sí. Estaba lista.
Asentí.
—Absolutamente.
Se deslizó dentro.
Mi cabeza fue hacia atrás otra vez mientras gemía:
—Oh sí, sí, cariño.
Empezó a moverse, suspendido sobre mí, lento y constante pero con
su apoyo, profundo.
Oh sí.
—Más —rogué.
—Envuelve tus piernas alrededor de mis muslos —ordenó.
Hice lo que se me dijo.
—Ahora sólo tómame.
Abrí mis ojos mientras él pulsaba entre mis piernas, muy lejos pero
aun así cerca, conectados. Levanté mis manos y me sujeté de su cintura.
—Levanta, inclina, muévete conmigo, Carrie —instruyó, su voz ahora
áspera.
Me levanté, atrapando su ritmo y moviéndome con él.
Oh Dios. Mucho mejor.
—Sí. —Jadeé.
—Sí —gruñó—, agárrate, nena.
Lo sujeté con más fuerza con mis dedos en su cintura y mis piernas
alrededor de sus muslos.
Cuando lo hice él fue más profundo. Más rápido.
—Sí —gemí, mis dedos enterrándose con fuerza.
Su mano libre deambuló por mi estómago, hacia abajo y dentro, como
en dentro dentro.
Y eso fue todo
—¡Sí! —grité, mis dedos enterrándose en su cintura, mis piernas
apretadas tan fuerte que levanté mis caderas de la cama y él golpeó dentro
de mí mientras me atravesaba, calor abrasador como jamás había
experimentado, largo y caliente y salvaje y hermoso de una forma en que
pensé que duraría para siempre y quería que así fuera mientras Joker seguía
hablándome.
—Dios. Mierda. Mierda —gruñó, sus dedos ya no más manipulando
mi clítoris sino moviéndose para que él pudiera sujetar su mano en mi
cadera, mantenerme quieta e introducirse profundo—. Maldición —
susurró—, maldición —gimió y se empujó dentro de mí.
Abrí mis ojos, aguantando, y vi su cuello inclinarse, su cabeza hacia
abajo, mientras empujaba una última vez y permanecía plantado dentro, y
supe, incluso si fue en silencio, que él tuvo lo que me había dado.
Permanecí debajo de él, respirando con dificultad, sujetada a él como
si nunca quisiera soltarlo (y creo que de hecho no quería), glorificándome en
la sensación de él llenándome, observándolo con lo que no podía ser otra
cosa sino dicha absoluta mientras los temblores de su orgasmo pasaban por
su poderoso cuerpo mientras los fragmentos de la gloria del mío pasaban
por mi cuerpo.
Y seguí observando, internalizándolo en mi memoria, mientras sus
fragmentos lo dejaban.
Ni un segundo después, levantó su cabeza y dijo:
—Ahora vuelvo. —Se salió de mi agarre, se dio la vuelta, se puso de
pie y ahí fue cuando lo observé caminar hacia el baño, ajustando sus
vaqueros.
Me quedé mirando fijamente la puerta de baño abierta donde
desapareció e hice esto durante un solo segundo antes de que me golpeara.
Le había pegado en la quijada. Lo rasguñé con demasiada fuerza.
Y él me había instruido.
Había estado casada y mi esposo tenía un deseo sexual saludable.
Aaron se ponía de ánimo muy seguido. Algunas veces, hasta yo me ponía de
ánimo, y hasta el final, Aaron estuvo feliz con complacerme a mí (así como
yo a él).
Acababa de tener buen sexo, del tipo que nunca había tenido antes,
por lo que en realidad acababa de descubrir qué genial era el sexo.
Pero yo había pensado que lo que Aaron y yo teníamos era genial.
Ahora sabía que no era malo, a veces. La mayoría de las veces era lo
que era.
Pero nunca había sido genial.
Y supe en ese momento que era por mi culpa.
Yo no era genial.
¡Ni siquiera era buena!
Yo no era nada.
Con Aaron no me importaba. Tenía la sensación de que entendía mejor
ahora por qué me sustituyó, pero todavía no me importaba.
Con Joker…
Cerré los ojos.
Oh, no.
Una nueva quemazón de humillación ardió a través de mí mientras
me movía en un frenesí en la cama, buscando mi ropa interior.
Las vi colgando de un lado. Las cogí, me incliné y metí mis pies.
Colapsando con mi espalda en la cama, levanté mis caderas y las jalé
hacia arriba, mi mente girando una y otra vez.
Joker había empezado besando y acariciando, pero al final apenas me
había tocado.
Él solo había terminado la acción, tomándome con él, dándome la
gloria, dándose a sí mismo (sin mi ayuda en absoluto y tal vez no era la
gloria, ni siquiera había gruñido, tal vez era sólo una somera liberación
corporal).
Había estado pasando por los movimientos para lograrlo.
Sí, claro que sí.
Humillante.
Pensaba que ser el caso de caridad de Chaos era malo.
Esto era peor.
Rodé fuera de la cama, agarrando frenéticamente mis vaqueros. De
pie junto a la cama, me incliné. Un pie dentro, luego el otro, los jalé hacia
arriba.
Y choqué con un cuerpo duro detrás de mí.
Los dedos se curvaron alrededor de mis caderas.
—¿Qué haces, nena? —gruñó Joker en mi oído.
—Tengo que irme —susurré, saliendo de su agarre sólo para
encontrarme jalada hacia atrás y chocando de nuevo contra su cuerpo.
Pero esta vez sus dedos no se sujetaron alrededor de mis caderas. Dos
fuertes brazos se cerraron alrededor de mi vientre.
—¿Tienes que irte?
Este fue otro gruñido, pero este no era un gruñido semi-curioso de
post-sexo.
Éste sonaba bordeando el enojo.
—Sí. —Luché contra su agarre.
—¿Por qué? —preguntó él, sofocando mi lucha con aterradora
facilidad.
Por otra parte, ahora tenía un conocimiento muy íntimo a través de la
vista y de sentir el tipo de poder en su cuerpo.
—Déjame ir —dije en voz baja, deteniendo mis movimientos porque
sabía que eran en vano y rezando para que me escuchara.
Él no me escuchó.
—¿Por qué? —repitió, su voz ahora abiertamente molesta e
inclinándose hacia áspera.
—Yo… eso fue… Yo no… —Tragué—. Hoy, me estoy mudando.
—Carissa, acabo de follarte por primera vez después de una escena,
donde ambos soltamos mucha mierda, que tenemos que superar. Creo que
la mudanza puede esperar en este momento.
— Por favor, déjame ir así podemos…
Dejé de hablar cuando me dio una suave sacudida.
—Dime por qué estás actuando alterada.
¡Maldita sea!
—Yo estaba… eso fue… —cerré mis ojos y admití en voz baja—,
embarazoso.
Su agarre se aflojó mientras murmuraba:
—¿Qué demonios?
Tomé ventaja, saliendo de sus brazos y dando un paso rápido
alejándome, volteándome hacia él, pero sin encontrar completamente sus
ojos.
—Lo siento. Eso fue… —Negué con la cabeza—. Lo siento. Lo siento
mucho. No debería haber comenzado eso.
—¿No deberías haber comenzado eso?
—No.
Su cabeza se inclinó hacia un lado y su tono se volvió desagradable.
—Así que la chica dorada Carissa Teodoro pensó que quería un trato
áspero, lo consiguió, y ahora se ha despertado y se dio cuenta al conseguirlo,
que ella no lo quería y que además, está contaminada.
Yo parpadeé y encontré de inmediato sus ojos.
—¿Qué?
Él no me dijo eso.
Dijo entre dientes:
—Que se joda esto. —Para demostrar esto, lanzó su mano hacia arriba
entre nosotros, su rostro frío y duro y aterrador antes de proseguir con
crudeza y seriamente a la ofensiva—: Y jódete. Quieres irte, maldita sea vete.
Lo miré mientras comprendía sus palabras. Todas sus palabras.
Cuando comprendí totalmente, no me gustó nada.
—¿Estás… tú crees...? —No pude terminar porque estaba luchando
por tratar de bloquear lo que estaba sintiendo.
No, estaba luchando por tratar de bloquear el hecho de que me estaba
sintiendo más enojada de lo que me había sentido alguna vez en mi vida.
—¿Quieres irte? —Se volvió a un lado y ondeó un brazo hacia la
puerta—. Mierda vete.
—¡Te golpeé en la mandíbula! —grité.
Esta vez, Joker parpadeó.
Bajé mis ojos a su costado y vi las marcas rojas que mis uñas hicieron.
Luché contra la mueca de dolor y volví a mirar su rostro.
—Te lastimé —espeté.
—Caris…
Me incliné hacia él.
—Tuviste que instruirme —le susurré—. Eso fue embarazoso —seguí
siseando. Me recosté—. Quiero decir, tengo un hijo. Difícilmente soy virgen,
pero no podía hacer frente a todo lo que estaba sintiendo y ¡lo eché a perder
todo! —grité.
Hizo un movimiento hacia mí, pero yo levanté mi mano y él se detuvo.
—Se suponía que fuera hermoso. Se suponía que fuera perfecto. Tú
fuiste perfecto. Tú eres perfecto. ¡Mírate! —Lloré—. Eres como… hermoso de
pies a cabeza. Cada centímetro. Y yo… —pasé una mano de forma cortante
por mi frente—, no.
—Butterfly…
—No. Butterfly no funciona aquí, Joker. Eso fue horrible. Yo lo hice
de esa manera. No para mí. Para mí fue asombroso. Pero para ti… al final,
no me besaste, apenas me tocaste, simplemente hiciste lo que tenías que
hacer para acabar de una vez.
De repente, con esas palabras saliendo de mi boca, se hicieron reales,
quería llorar, y justo así de repente, quería más de lo que alguna vez había
querido en toda mi vida, tener la fuerza para no hacerlo.
Pero yo sabía que iba a hacerlo, así que tenía que salir de allí.
Y para hacer eso, necesitaba mi camiseta, mis zapatos.
Miré a mis pies.
También necesitaba mis zapatillas.
Ni siquiera me di cuenta que él sacó mis zapatillas.
¿Cuándo sacó mis zapatillas?
Lo hizo y yo no podía detenerme.
Tenía que irme.
Con el fin de hacer eso, me agaché y cogí mi camiseta del suelo y luego
empecé a apartar la ropa de cama para encontrar mis zapatillas.
—Nena —dijo él suavemente.
Encontré una y la hice una bola en mi puño, buscando la otra.
Su mano acarició la piel de mi columna vertebral justo por encima de
mis vaqueros.
—Carrie —dijo suavemente.
—Esto es… esto fue… no puedo creer que metí la pata con esto —
susurré, mi voz quebrada—. Se suponía que fuera especial y yo… yo… te g-
golpeé en la mandíbula.
Conseguí que eso saliera (apenas) y entonces yo estaba sobre mi
espalda en la cama con Joker encima de mí.
Miré a un lado y rogué temblorosa:
—Por favor, déjame ir.
—Te digo algo —respondió y yo apreté mis labios mientras dejaba caer
mis cosas y levanté mis manos hacia el calor implacable de sus hombros y
empujé (de nuevo sin éxito, él no se movió ni un centímetro)—. La primera
vez que te tenía, sobre todo desnuda, húmeda y caliente, en mi cama de una
manera en la que iba a lograr enterrar mi pene dentro de ti, la única manera
en que eso iba a estropearse era conmigo esperando por toda la maldita
cosa.
Me quedé helada.
Luego enderecé mi cabeza y miré.
—Si se pone así de caliente, Carrie, la mierda sucede. No me importa
un carajo que casi revientas mi mandíbula con tu cabeza, especialmente
cuando lo haces después de rasgar mi camiseta e ir por mí con tu boca.
Mis labios se separaron.
—Y, créeme, tú no puedes rasguñarme demasiado duro. Eso me tomó
por sorpresa, pero me gustó jodidamente mucho. El problema fue, que
después de que lo hiciste, te volviste asustadiza y no seguiste con eso.
—¿En serio? —le susurré.
—Mierda, sí —respondió él con firmeza—. Es por eso que te dije que
te relajaras. El resto, nena, es que estabas terminando conmigo, y yo sabía
por qué y necesitaba conseguir que pasaras eso. No es por joder con tu
cabeza, pero tuve mi parte de cuerpos duros. Me gustaban. Me gustan las
mujeres en un montón de diferentes variedades. Pero si tengo que elegir, mi
preferencia sería el tuyo. Suave, dulce, seriamente húmeda, y
definitivamente caliente.
—Yo… —dije en voz baja y luego terminé diciendo—: ¿En serio?
—¿Por qué mentiría cuando lo que digo tiene el objetivo de
conseguirme más de ti? Si no me gustara jodidamente lo que conseguí, no
mentiría, maldición. Yo te dejaría irte.
Eso tenía sentido.
—Y Carrie, sé lo que quiero en la cama, y no soy un hombre que tiene
un problema con eso de la comunicación. No se trata de instrucciones. Se
trata de conseguirlo de la manera en que quiero hacerlo y guiarte hasta ahí
conmigo. Tú estabas en el momento, totalmente en lo que yo estaba
haciendo, lo que fue jodidamente genial. Pero tenía la intención de hacerlo
mejor. Y, cariño, tienes que saber, que la mierda no va a detenerse. Yo sé lo
que quiero, tú vas a dármelo mientras yo te lo doy a ti, y aprenderás a
entenderte con eso también.
Eso también tenía sentido.
Y era más que un poco excitante.
—Mierda —gruñó y me tensé debajo de él ante la intensidad—. Apesta
que no entendieras lo que yo conseguí ahí fuera, Carrie. Tú caliente y
húmeda, y te retorcías y jadeabas y yo tuve que ver toda la maldita cosa.
Eso fue magnífico. Increíble. Mejor de lo que podría imaginar, y Butterfly,
tuve un montón para imaginar desde aproximadamente el tiempo en que
tenías catorce años.
Oh.
Vaya.
—Y jodidamente apesta que tú no reaccionaras con la misma maldita
cosa —finalizó.
—Lo hice, al principio —le dije, vacilante—. Tú fuiste… eres increíble,
pero lo fuiste, durante un rato y justo después… —Vacilé y luego seguí
adelante—. Entonces solo dijiste, “regresaré” y no me besaste ni nada.
—Si te besaba de nuevo habría querido que durara un tiempo, y que
nos llevara directo a alguna acurrucada post follada lo que yo esperaba
conduciría a más mierda, y yo no podría hacer nada de eso con un condón
usado en mi polla.
—Oh —susurré, de nuevo sintiendo vergüenza y otra vez esta era
diferente.
—Sí. Oh —respondió él, sin parecer avergonzado, y ya no viéndose
más frustrado. En su lugar, pareciendo como si estuviera luchando contra
la risa, lo que tuvo el afortunado resultado de hacerme sentir menos
avergonzada.
—Creo que pude haberlo echado a perder de nuevo —le dije y él
hundió su rostro más cerca de mí.
—No, tú lo sientes, tú lo compartes. No te contengas conmigo,
Butterfly.
Ese era un buen consejo. Un buen consejo para una relación que se
estaba construyendo entre dos personas.
Lo que yo esperaba con todo lo que acababa de ocurrir que todavía
estuviéramos haciendo.
Con este pensamiento, espeté:
—¿Estás enojado conmigo?
Sus cejas se levantaron.
—¿Acerca de qué?
Si él tenía que preguntar entonces no estaba molesto, así que no creía
que yo debería recordarle todas las razones por las que podría estarlo.
Pero él sólo me había dicho que no me contuviera por lo que pensé
que debería seguir con eso.
—Bueno, ahí estoy yo sin reconocerte —le recordé cuidadosamente—
. También ahí estoy yo lanzándome a un drama después de que tú me hiciste
el amor por primera vez. Entonces ahí estoy yo acusándote de tratarme como
una caridad…
Él me interrumpió al sugerir:
—Tal vez deberías parar.
Cerré la boca.
Me miró a los ojos y luego de repente preguntó:
—¿De verdad te enamoraste de mí en aquel entonces?
Asentí y respondí en voz baja:
—Sí.
Cerró los ojos y sacudió la cabeza, y terminó el movimiento alejando
la mirada de mí.
Levanté mi mano y la presioné en su suave mejilla, obligándolo a
volverse.
Cuando abrió los ojos, le dije:
—Tu cabello se ve bien, pero echo de menos la barba.
Apenas terminé de hablar antes de que él hiciera un ruido que sentí
desgarrar a través de mí. Estaba lleno de dolor, lo que no me gustó, y algo
más que no podía leer.
Él no dudó en darme ese algo más.
—Jodido.
—¿Cómo? —pregunté.
—Debería llevarte por un Blizzard.
Él recordaba. Él me recordaba pidiéndole ir al Dairy Queen el día que
desapareció.
Mis ojos comenzaron a arder.
—Llévame esta noche —susurré.
Él cerró los ojos de nuevo, pero esta vez dejó caer su frente así esta
descansaba sobre la mía.
Deslicé mi mano de su rostro para envolver mi brazo alrededor de sus
hombros e hice lo mismo con mi otro brazo alrededor de su espalda.
—Lo siento mucho por no haberte reconocido. —Él abrió los ojos y
levantó la cabeza, pero no fue muy lejos. Tomé eso como que no se estaba
alejando así que seguí hablando—. Incluso lo supe cuando me mostraste
tus dibujos. Simplemente no podía poner mi dedo en esto. —Forcé una
sonrisa, mis ojos aún ardiendo—. Tengo tu esbozo de mí. Todavía lo tengo.
Incluso lo había enmarcado y acostumbraba mantenerlo en mi dormitorio.
Pero cuando nos casamos, Aaron no me dejaba ponerlo…
—Deja de hablar.
Me callé de nuevo.
Joker no lo hizo.
—Siempre fuiste tú. Sólo tú. Yo estaba contigo en aquel entonces,
Carissa, en una gran puta manera.
Sentí una lágrima deslizarse por el lado de mi ojo.
Joker la observó antes de mirar de nuevo hacia mí.
—Y eso no ha cambiado.
Oh, Dios.
No podía soportar más.
Me eché a llorar.
Joker dejó caer su peso sobre mí por un momento, así nos pudo rodar
sobre nuestros costados y recogerme cerca en sus brazos.
Lo sostuve con fuerza mientras hundía el rostro en su perfecto pecho
y lloraba.
—¡N-n-no puedo creer que no te reconocí! —Lloré en su piel.
Me sostuvo con un brazo y con la otra mano acarició mi cabello.
—No lo hiciste. Apenas me vi como yo. Supéralo. Yo lo hice.
Eché la cabeza hacia atrás y grité:
—¡Te lastimé!
—Acabo de follarte, Butterfly, y voy a hacerlo de nuevo apenas pueda,
así que supongo que lo superé.
Parpadeé.
Luego le golpeé el brazo.
—Nosotros no follamos —siseé, dejando en claro que no me gustaba
ser forzada a usar la palabra con f—. Hacemos el amor.
Se me detuvo la respiración cuando su rostro cayó y de repente bajó
la voz para decir:
—Claro. Eso es lo que te hice. Me alegra que lo entendieras. Y es lo
que seguiré haciéndote. Pero prepárate, Carrie, porque voy a follarte, y por
lo que acaba de suceder, sé que te gustará.
Comencé a respirar erráticamente y no respondí.
Al parecer comencé a respirar erráticamente y visiblemente, porque
preguntó:
—¿Quieres que te lo haga ahora?
Realmente lo quería.
Por desgracia, tenía que decir:
—Hoy me mudo.
Se vio perplejo por un segundo como si hubiera olvidado los planes
del día, lo cual fue tierno y dulce. Nunca había visto a Joker ser lo primero,
y me gustaba, pero lo había experimentado siendo lo segundo, y eso siempre
me gustó.
Luego se le aclaró el rostro y murmuró:
—Mierda.
—Sí.
—Será mejor que lo hagamos —dijo.
No quería hacerlo. Mi agotamiento había desaparecido en el drama y
el acto de amar, pero ahora, especialmente después del drama, y más
especialmente después del acto de amar, lo único que quería hacer era
hundirme en su calor y dormir.
No podía hacer eso, así que repetí:
—Sí, será mejor que lo hagamos.
Me apretó pero sin soltarme.
Me miró suavemente a los ojos y dijo:
—Debería decir que lamento no habértelo dado después de haberte
dado una buena noche como te mereces. Pero no lo lamento. Sólo por si las
cosas se retuercen para ti, quiero asegurarme de que quede claro. Me gusta
que haya sucedido de una forma que nunca olvidaré. Espero que hayas
superado la mierda que tenías encima porque significaría mucho para mí
que sintieras lo mismo.
Cerré los ojos, me apreté más, hundí la cabeza y metí mi rostro en su
garganta.
—He superado la mierda. Y siento lo mismo —susurré.
—Bien —murmuró contra mi cabeza—. Ahora, apesta, pero vamos a
mudarte.
—Sí, sí que apesta. —Eché la cabeza hacia atrás—. Pero voy a
mudarme. Y Travis y yo viviremos en un lugar lindo y estaremos a salvo. Y
eso será todo.
—Sí —respondió con una sonrisa.
—Así que quizás me besarás para que nos pongamos a lo nuestro —
sugerí.
—Sí —repitió con una sonrisa.
Pero no me besó.
—¿Joker?
—Carissa Teodoro está en mis brazos en mi cama pidiéndome que la
bese —dijo en voz baja como si hablara para sí mismo y no pudiera creerlo.
Me tensé.
Luego me obligué a relajarme y rodé a Carson “Joker” Steele sobre su
espalda, conmigo encima, murmurando:
—Si él no me besa, yo lo besaré.
Y comencé haciendo justo eso.
Por suerte para mí, a Carson “Joker” Steele le gustó.
Y me devolvió el beso.
Joker
Carissa
Carissa
Carissa
Joker
Carissa
Era tarde cuando llegue a casa. Tuve un inusual turno de tarde que
Sharon trató de no darme porque tenía a Travis, pero no podía tener
favoritismos, así que pasó.
Escuché la televisión encendida pero no vi a Joker en la cocina así
que dejé mi bolso en la encimera, caminé a través de la cocina y hacía la
sala de estar.
Me detuve quieta cuando vi a Big Petey, Roscoe, y Boz desparramados
por todo mi sofá, junto con Joker.
—Hola, chica —dijo Big Petey a la televisión, pero alzó la botella de
cerveza en su mano como un saludo para mí.
—Carrie —dijo también Roscoe a la televisión sin alzar su botella de
cerveza.
—Nena, luciendo bien —comenzó Boz, su cabeza girada en mi
dirección, con una maliciosa sonrisa.
Le sonreí de regreso a Boz luego le di mi atención a Joker mientras
sus ojos iban a la parte de atrás del sofá.
—Los chicos vinieron —me dijo innecesariamente—. Travis está
dormido.
—Está bien, cariño —dije, sabiendo que era pasada su hora de dormir,
feliz de que estaba teniendo su sueño, pero decepcionada al mismo tiempo
porque no pude acurrucarlo antes de que se fuera a acostar.
Boz giró su cabeza hacia Joker.
—Cariño —murmuró.
—Jódete —respondió Joker.
Ignoré eso desde que tenía tareas prioritarias que hacer y estaba a
punto de hacerlas. Esto quiere decir que caminé a la habitación de Travis.
La puerta estaba cerrada contra el sonido de la televisión, estaba bien con
eso considerando que también noté que el monitor de bebé estaba situado
en la mesa de centro junto a los pies de Joker.
Revisé a mi hijo, poniendo la mano en su pecho, sintiendo su calor,
su calmada respiración. Luego alcé mi mano hacia mi boca, tocando la
punta de mis dedos con mis labios, luego poniéndolos sobre su suave y
regordeta mejilla.
No se movió. Estaba fuera de juego.
Silenciosamente, dejé el cuarto y cuidadosamente cerré la puerta
detrás de mí.
Cuando llegué al área sala de estar/comedor, los ojos de Joker
estuvieron sobre mí.
—¿Está bien? —preguntó.
Dios, era tan asombroso.
—Si —respondí—. ¿Puedo… um, hablar contigo?
Sus cejas se arrastraron juntas, luego miró a los hombres antes de
ponerse de pie.
Revisé a los tipos sentados en mi sofá, sin moverse, ojos pegados a la
pantalla, botellas de cerveza en sus manos y dispersas sobre las superficies.
Había en la televisión un tipo corpulento con una barba picuda y cabeza
calva usando unas extrañas gafas hablando mientras chispas volaban en
un cuarto de concreto detrás de él.
No tenía idea de cuál programa era, solo que probablemente no me
interesaría. No estaba enganchada con chispas voladoras.
Luego entonces, ¿quién sabía? Pensé que no me interesaban los
motociclistas y estaba realmente equivocada sobre eso.
También tenía una sensación que me gustaba, viendo mi gran sofá
cubierto por hombres bebiendo cerveza. Tuve la esperanza de que un día
estaría lleno de bebés y luego ocupado por todos lados cuando los bebés
crecieran.
Pero tomaría a los motociclistas.
Por ahora.
Sentí a Joker acercarse y lo miré justo antes de girarme y caminar por
el corredor.
Fui directo a mi cuarto y Joker me siguió.
Di cuatro pasos y me giré para mirar a Joker cerrando la puerta detrás
de él.
Se quedó justo enfrente de la puerta.
Pensé que eso era extraño, pero no lo comenté.
Pregunté:
—¿Algo que debieras decirme?
Miró hacía la pared al otro lado la cual era la sala de estar, luego de
regreso a mí.
—Debería haber dicho algo, Butterfly —dijo tranquilamente—. No
quieres a los chicos alrededor, está bien. Saldré y…
Alcé una mano y hablé, interrumpiéndolo.
—Son bienvenidos cuando sea que los quieras aquí. O cuando sea que
ellos quieran venir. No es eso.
Su cabeza se inclinó y preguntó:
—¿Si eso no es entonces qué?
—Algo que deberías haber compartido ayer —presioné.
—Carrie, solo escúpelo.
—¿Wilde and Hay?
La expresión de Joker se volvió divertida.
—Tyra me llamó —le dije—. Dijo que recibió una llamada ayer y te dijo
ayer.
Espere, no respondió, así que continúe.
—Te lo dijo ayer pero no me lo mencionaste.
Joker solo seguía mirando divertidamente y sin decir nada.
—Cariño, eso es grande.
Se encogió de hombros.
Comencé.
—Carson, eso es sorprendente —le dije.
—Construir autos para vivir, Carrie. Ride ha tenido prensa antes. Esto
no es fuera de lo ordinario.
—Lo es —dije suavemente—. Porque no es acerca de Ride. De acuerdo
con Ty-Ty, es sobre ti.
—Es sobre ambos.
—Es sobre ti.
Nos miramos el uno al otro. Esto duro un rato.
Para dejarlo pasar, lo que me llevaría quizás a obtener un beso de hola
(tardíamente), comencé:
—Eres magnifico, Carson Steele. Y si quieres pasar esto como si no
fuera nada, está bien. Eres un varonil tipo motociclista. Tengo que darte
eso. Pero todos saben que es increíble. Tú eres increíble. Así que podemos
saber eso y puedes ir sobre tu negocio. Iré a hacer piruetas después y luego
quizás compartir una botella de champaña con las viejas damas. No tienes
que estar involucrado. Ahora que eso está hecho, quiero un beso de hola.
—Eso, me veo forzado —murmuró, sus labios curvados hacía arriba,
todo esto mientras venía a mí y prontamente obligado.
Cuando terminó su obligación. Tenía mis brazos alrededor de sus
hombros, una mano en su cabello, y estaba presionándome cerca.
—Anda, vincúlate con tus hermanos —ordené un poco sin aliento—.
Necesito un bocado y luego necesito ir a la cama. Tengo un turno diurno
mañana.
—Me desharé de ellos tan pronto termine el programa —me dijo.
—Deshazte de ellos cuan sea —murmuré, parándome de puntillas
para besar su mandíbula. Me eché hacía atrás y atrapé su mirada—. Pero
bésame cuando vengas a la cama.
Me sonrió con sus ojos.
—Estaré feliz de también ser obligado a eso.
Le regresé la sonrisa.
—Y estaré feliz que lo hagas.
Se inclinó para tocar su boca con la mía antes de liberarse de mi
agarre. Luego me reclamó enseguida con un brazo envuelto alrededor de mis
hombros el cuál uso para guiarme a la puerta.
Deslicé mi brazo por su cintura y caminamos en esa dirección,
teniendo que ponernos de lado para pasar por la puerta para permanecer
unidos, pero nos volvimos a unir por el corredor.
Nos separamos en la entrada del corredor, después me dio un ligero
beso en la sien.
Joker fue al sofá.
Fui a la cocina, hablando para preguntar si alguien necesitaba una
cerveza fresca.
Obtuve cuatro sí. Tomé cuatro botellas para los chicos y obtuve una
suave mirada de mi motociclista cuando lo hice.
Después de eso, comí algunas galletas y queso, lo acompañé con algo
de agua con gas saborizada, y apagué la cocina. Le di las buenas noches
verbales a los chicos.
La de Joker fue dada físicamente mientras me inclinaba sobre el sofá
y él echó su cabeza hacía atrás así podía darle un breve beso.
Agregó una caricia con sus dedos a lo largo de mi mandíbula con una
última mirada cálida. Memoricé eso para regresársela un día.
Revisé a Travis una última vez, y luego me estrellé en mi cuarto,
repentinamente estaba exhausta en una manera que sabía estaba acabada
después de un largo día.
Pero era la primera vez desde esa vez que tuvimos la conversación
sobre mi camisón de embarazo que iba a la cama sin Joker. Así que era la
primera vez que iba a cama necesitando un camisón, viendo que Joker
siempre estaba de humor cuando nos acostábamos e iba a desnudarme.
Después de eso, usualmente tenía suficiente fuerza para ponerme unas
bragas y caer dormida.
Así que fui a mis cajones cansadamente me inquieté mientras
buscaba a través de mis camisones antes del embarazo.
Tomé uno elasticado (por razones obvias) que tenía una imprudente
parte baja (también escogida por razones obvias) y una blusa acanalada,
cintura imperio, una pequeña línea de encaje blanco a través de la parte
superior y dobladillo, y era de un azul transparente.
Me lo puse y encajaba apretadamente en mis pechos (sin sorpresa)
pero por lo demás, mirándome, no estaba mal. Aun así, me inspeccioné en
el espejo del baño principal mientras cepillaba mis dientes y lavaba mi
rostro.
Eso sería. Y de cualquier forma, estaría dormida así que no tendría
que lidiar con cuál sea la reacción de Joker hasta la mañana.
Fui a la cama sin pensar en mi camisón sino pensando acerca de cómo
me gustaba saber que los amigos de mi novio (quienes también eran mis
amigos) estaban compartiendo en mi sofá mirando televisión y se sentía
bien. Se sentía normal. Se sentía como algo que podría encajar en mi
revisado sueño, el cual se estaba volviendo mejor de aquel que pensé quería.
Me dormí pensando en eso.
Fui despertada por el beso de Joker, el cual incluyó su mano sobre mi
cadera, sintiendo el camisón.
A pesar de que estaba despierta sabiendo tempranamente cómo Joker
se sentía sobre el camisón que podía sentir, pero no ver mucho.
Y lo que supe era que le gustaba.
Y supe aquello, cuando Joker había acabado de mostrarme cómo se
sentía, caí de regreso a un satisfactorio sueño acurrucada con mi
motociclista con el camisón en el suelo, usando nada salvo bragas.
Joker
Carissa
Joker
Carissa
Joker
Tack
Carissa
Joker
Sentado a la mesa del comedor de Carissa con los platos sucios que
contenían los restos del pastel de cereza que había hecho la señora Heely en
la cocina de Carissa, Joker sintió algo.
Miró hacia su derecha.
Estaba sentado a la cabecera de la mesa.
Carissa, siendo Carissa, le había dado a la señora Heely la otra punta
de la mesa.
Así que ella estaba sentada a su derecha.
Y cuando la miró, vio que ella tenía los ojos puestos en los sofás y una
mirada en su rostro que él sintió en su estómago.
Joker giró la cabeza hacia ese lado y vio a los chicos de Linus y Kam
gateando por todo el sofá, luchando con un montón de gruñidos.
Candy estaba sentada a un lado, su pequeño vestido impecable, sus
ojos en sus hermanos como si no supiera qué hacer con ellos pero lo que se
le estaba ocurriendo no era mucho.
Mientras la miraba, vio a Travis gatear alrededor de la esquina del
sofá, giraba su trasero con pañales, golpeaba sus puños en sus rodillas, y
chillaba:
—¡Kee lah!
Quería más de la acción de los chicos.
Joker miró de regreso a Carissa.
Ella solo quería eso. Todo ello.
Niños y bebés por todo su sofá y sala de estar.
Y mirando la mezcla de paz, felicidad y deseo en su rostro, Joker
determinó no asustarla como la mierda al forzarlos a avanzar a la velocidad
que quería, eso sería llevarla a la joyería la próxima semana, apegar su
trasero al suyo la semana después cuando tuvieran a Travis de regreso, y
plantar un niño en su panza al segundo que uno de sus chicos conquistara
uno de sus óvulos.
Pero no iba a retrasarlo.
Quizás un mes.
Si pudiera descifrarlo, dos.
—¡Tengo dos chicos que mejor se calmen o van a tener sus pompas
azotadas por la mano de papi! —declaró Linus al segundo después que
escucharon un estruendo, lo que significaba que la pelea cayó del sofá.
Joker miró en esa dirección y vio que Candy tenía su cabeza en
dirección a la mesa del comedor y tenía clarificado que una pequeña de cinco
años estaba al tanto del estado de los chicos hoy.
Sus ojos regresaron a Carissa cuando la sintió pateándolo debajo de
la mesa.
Lo estaba mirando.
Él alzo sus cejas.
Ella inclinó su cabeza al final de la mesa.
Negó con la cabeza.
Lo volvió a patear e inclino su mentón hacía él casi
imperceptiblemente.
Suspiró.
Había encontrado el momento en este torbellino que era organizar esta
cena para llevarlo a un lado y decirle que era Joker quien tenía que hablar
el tema con la señora Heely. A pesar de que era la idea de Carissa, dijo que
no conocía a la señora Heely tan bien y quizás se viera raro viniendo de ella,
el hecho que quisiera que la mujer se mudará enfrente.
Joker imaginó que a la señora Heely le importaría una mierda. A ella
obviamente le gustaba Carissa. Le gustaría la idea que la mujer de Joker,
como Joker, la quería cerca.
Carissa reiteró que se podría ver extraño.
No estaba de acuerdo.
Fue llamada para ir antes que pudieran llegar a un acuerdo, pero
obviamente ella sintió que, en alguna parte entre su apresurada
conversación susurrada en el pasillo, él había estado de acuerdo con su
manera de pensar.
Inclinó su cabeza al final de la mesa otra vez y esta vez fue mucho
más perceptible.
—Butterfly, solo háblale —dijo en voz alta.
Sus ojos se volvieron enormes y luego se entrecerraron.
—¿Hablarle a quién? —preguntó Kam.
Joker volvió su atención a Kam.
—Carissa tiene algo que quiere mencionarle a la señora Heely.
—¿Sí? —preguntó la señora Heely—. ¿Qué es, querida?
—En realidad Joker tiene algo que mencionar —dijo Carissa.
—No fue mi idea, Carrie —le recordó.
Ella lo volvió a patear debajo de la mesa.
Dejó caer su cabeza y sonrió a su plato de pastel de cereza.
—Bueno, alguien escúpalo —declaró Linus.
Joker volvió su mirada a su mujer y otra vez alzó sus cejas.
Hizo un ruido irritado que era jodidamente lindo antes de clavar su
mirada a la mesa.
—Hay una casa en renta enfrente —anunció.
Linus miró a Kam.
Las cejas de la señora Heely se juntaron confusamente.
—¿La hay?
—Tiene dos dormitorios —declaró Carissa—. No pequeña, no
inmensa, mucho como esta casa. Pasé por allí y hablé con el arrendatario
actual. Es muy amable y ama esa casa, pero obtuvo un trabajo en Boulder
así que se muda para allá.
—¿Así es? —dijo la señora Heely, aún lucía confundida.
—Tiene un gran patio pero eso debería estar bien. No hay muchas
plantas y arbustos que mantener —siguió Carissa.
La señora Heely no lucía menos confusa.
Jesús.
—Carrie quiere que se mude allí, señora Heely —comenzó Joker.
Linus le sonrió a Kam.
La atención de Joker fue desviada por Travis apresurando su trasero
por el suelo hacía la mesa del comedor.
—Yo… um, yo… bueno, no sé qué decir —dijo la señora Heely
mientras Joker hizo atrás su silla y se levantó para coger a Travis.
—El letrero de renta tiene un número. Puedo llamar. Podemos ir a
mirarlo —le dijo Carissa.
—Estoy en un lugar, cariño —respondió la señora Heely.
—Lo sé —dijo Carissa y Joker podía oír la precaución.
Se inclinó y alzó a Travis.
Travis inmediatamente apunto un brazo hacía el sofá.
Joker lo llevó para allá.
—Pero este lugar es más grande —siguió Carissa—. Y es más cercano
a Carson. Él oficialmente no vive aquí, pero está aquí mucho. Y él cortaría
tu césped.
Joker se sentó de regreso en el sofá y miró a Linus, y no trató de
esconder cómo se sentía sobre que ahora iba a podar el césped de la señora
Heely, algo que no sabía era parte del trato.
Linus estaba temblando y lo estaba haciendo fuertemente, tratando
de no reírse en voz alta.
—Carissa, estás siendo muy dulce, pero soy feliz donde estoy —le dijo
la señora Heely.
Joker vio la mirada en el rostro de su chica, sabiendo que no creía
eso.
—Tengo compañía —dijo gentilmente la señora Heely—. Cuando sea
que quiera hay compañeros alrededor. Tenemos cosas que hacer. Planean
actividades de esparcimiento y todos nos subimos a buses y vamos. Es
divertido. Y aún tengo mi auto, así que no es como si no tuviera mi libertad.
Solo debo dejarle saber a alguien que me marcho.
—Está bien —murmuró Carissa.
—Y estoy a mitad de camino entre tú, Carson y Travis, y Linus, Kam
y los chicos. Lugar perfecto —indicó la señora Heely.
—Correcto —dijo Carissa, arreglando su plato frente a ella.
—Adoro que me quieras cerca —dijo la señora Heely en un fuerte
susurro, y Joker miró la parte de atrás de su cabeza—. Eso es muy dulce.
Pero tengo amigos donde estoy, y me gusta que puedo seguir cuidando de
mi propio lugar. Cualquier cosa más grande, incluso lo mínimo más grande,
sería mucho para mí.
—Podría ayudar —se ofreció Carissa inmediatamente.
—Quieres que Carson tenga su familia —respondió la señora Heely
tranquilamente y la espalda de Joker se enderezó de golpe.
No sabía que era por eso. Solo pensó que era Carrie siendo Carrie,
cuidando de la gente, cuidando a la mujer quien significo algo para él como
su padre cuidó de la mujer que lo crio.
Carissa no respondió, pero no pasó desapercibido para Joker que evitó
mirarlo.
Y allí estaba, eso era.
—No estoy lejos —dijo la señora Heely.
—Tiene razón. Fue una idea estúpida. Lo siento. No debería haberlo
mencionado —respondió Carissa y Joker podía ver el rosa en sus mejillas.
Hizo un movimiento para levantarse y empezar a juntar los platos.
—Carrie —la llamó la señora Heely.
Carissa dejó de moverse, plantando su trasero de regreso en su silla,
y miró a la señora Heely.
La señora Heely no dijo nada.
Pero de nuevo, Joker no vio su rostro.
Lo que vio fue que la señora Heely en realidad dijo algo. Solo que no
con palabras. Lo supo cuando el rostro de Carissa se suavizó, sus ojos
especialmente. Lo supo cuando Linus se aclaró su garganta. Y lo supo
cuando Kam se agitó, sacando su servilleta de su regazo y repentinamente
echándose atrás, tomando algunos platos, evitando sus ojos, y moviéndose
directamente a la cocina.
—Está bien —susurró Carrie.
—Está bien —regresó el susurro la señora Heely.
Lo que sea que dijo fue enorme.
Eso sería, imaginó, la señora Heely pasándole oficialmente la tarea de
cuidar a Joker a su chica.
Joker no hizo un gran asunto de ello. Estaba acabado y las mujeres
empezaron a limpiar la mesa.
Así que se unió a los chicos en el sofá, o en realidad dejo a Travis
hacerlo, pero permitió esto cuando pudo prestar atención mientras esperaba
con los hijos de su amigo asegurándose que Jackson y Tyler no hacían
ningún daño.
Linus se le unió y lanzó mierda con su amigo mientras las mujeres
lanzaban mierda sobre platos sucios en la cocina. Luego lanzaron mierda
recostados en el sofá de Carissa, los hombres con cervezas frescas, Kam y
Carrie con su vino, la señora Heely con su descafeinado.
Ellos hicieron esto hasta que fue tiempo para que Linus y Kam
emprendieran camino a casa y Carson pusiera su trasero en su camioneta
para llevar a la señora Heely a la suya.
Todo fue bien hasta que estaba llevando a la señora Heely a su puerta
y repentinamente disparó:
—¡Sí, Bertie! ¡Este es el Carson del que te hablé! —Mientras apretaba
su brazo.
Miró a través de la ligera luz para ver la sombra de una mujer en su
entrada en el lugar junto al de la señora Heely.
Estaba saludando como una lunática.
Alzó una mano y luego la dejó caer.
—Tiene seis hijos —susurró la señora Heely—. Seis. Ellos siempre
vienen y luego está lista para decirnos que están arreglando los
interruptores de la luz. Trayendo su favorito de LaMar. Llevándola por
elegantes cenas con bistec. —Su voz se volvió engreída cuando lo dijo—.
Pero ninguno de ellos ha encontrado una esposa, y alguno de ellos está en
sus cuarenta. Seis hijos, sin esposas. Y ni un solo nieto.
Joker los detuvo en su puerta y bajó la vista para ver su rostro que
decía claramente que ella había ganado.
—Bien, tienes cuatro —murmuró.
Entrecerró sus ojos hacia él.
—Mejor que tenga más.
Sintió su labio temblar.
—¿Me estás diciendo que embarace a Carrie?
—Te estoy diciendo que, si no lo haces, va a expirar de anhelo.
No se lo perdió entonces.
—Lo dudo —murmuró molestando.
—Quiere estar unida a ti —respondió la señora Heely. No estaba
molestando, así que sintió ese golpe en su pecho, y también era cálido—.
Quiere que tengas todas las coas que no tuviste. Quiere dártelas
personalmente. También lo quiere para ella, pero lo quiere más para ti.
Joker se paró recto pero no dijo nada.
Pero pensó lo que la señora Heely no dijo era lo que Carissa en realidad
quería.
Quería curarlo.
Y para hacer eso, estaba usando una familia.
Quizás necesitaba dejarla fuera de la duda en eso y dejarle saber que
ya estaba hecho.
—¿Te gusta? —preguntó tranquilamente.
—No hay nada que no me guste. Voy a decir que estaba insegura
cuando compartiste que a su edad ya tenía un hijo y ya estaba divorciada.
Pero verla contigo, su hijo, no me ha dicho su historia, pero puedo
imaginarla bien. Antes de aprender que es correcto, ponemos nuestra
confianza en la gente equivocada, y nunca es bueno para empezar aventuras
de vida, especialmente aquellas importantes como el matrimonio, cuando
somos muy jóvenes incluso para conocernos a nosotros mismos. Pero se
recuperó de ello bastante bien, yo creo.
—Lo ha hecho —estuvo de acuerdo Joker.
—Suficientemente lista para no rendirse… en varias cosas… tanto
como para buscar ayuda.
Joker sabía lo que estaba diciendo así que sonrió.
La señora Heely puso una ligera mano sobre su pecho.
—Me gusta por ti. Me gusta la manera que eres con ella. Te ve feliz.
—Lo soy, señora Heely —confirmó.
Podía jurar que vio sus ojos brillar mientras dijo:
—Quién podría haber pensado que Carson Steele atraparía
mariposas.
Allí fue cuando Joker lanzo su cabeza atrás y rio.
La señora Heely rio con él.
Cuando dejaron de hacerlo, la dejó a salvo dentro y caminó a su
camioneta, sabiendo que Bertie estaba mirando porque podía verla en su
ventana.
Cuando regresó a la casa de Carissa la encontró en el cuarto de Travis,
su hijo en sus brazos, con su pijama puesto. Estaba acunándolo y
meciéndolo mientras paseaba por el cuarto. Travis tenía sus manos
alrededor de su botella con ella mirándolo, sus ojos cayendo.
Joker se recostó contra el marco y miró, pensando que necesitaba una
silla mecedora en ese cuarto y decidió conseguirle una.
Cuando Carissa se giró en su dirección, lo vio, y allí fue cuando se la
volvió a dar.
Un rostro suave. Cálidos ojos. Labios fruncidos. Lanzándole un beso.
Lo tomó con un alzamiento de mentón y luego se marchó y la dejo que
tuviera algo de tiempo con su niño.
Cuando tuvo a Travis derrotado, vino y pasó algo de tiempo
estirándose en el sofá con su otro chico.
Jugó con su cabello, sus ojos en la TV sintiendo su peso, sus suaves
pechos presionados a su lado.
Le dio tiempo.
Luego murmuró:
—Sabes que estoy bien.
—Sé que estás bien —murmuró de regreso.
—No, nena, estoy bien —dijo, enfatizando en ello pero dejándolo a la
ligera, ojos aún en la TV—. No tienes que hacerme mejor.
—Está bien —susurró.
—A la señora Heely le gusta donde está —le dijo.
—Esos lugares no son los mejores —le dijo.
—No crees eso, entiendo eso. Pero es feliz allí.
—Correcto —murmuró.
—No quiere decir que no le guste la compañía —declaró.
—Claro —respondió.
—Mucha de ellas.
Hubo un silencio antes de ella dijera:
—Eso nosotros podemos hacerlo.
Nosotros.
Sonrió a la TV jugando con su cabello, y lo dejó pasar.
Carissa sintió el silencio y también lo dejó pasar.
Terminaron el programa, y allí fue cuando Joker decidió que era
tiempo de ir a la cama.
Puso algo de esfuerzo, pero al final no tomó mucho para que Carrie
estuviera de acuerdo.
Capítulo 23
Nosotros éramos libres
Carissa
—¿Sí?
—Linus, es Carrie.
—Carrie, cariño, ¿qué pasa? —preguntó Linus a través del teléfono en
mi oreja.
Me estaba escondiendo en el baño.
Esto era inmaduro y posiblemente peligroso, considerando por qué lo
estaba haciendo y el hecho de que Joker podría enojarse por ello.
Pero lo estaba haciendo.
También había hurtado el teléfono de Joker para obtener el número
de Linus. Tenía a Kam y la señora Heely.
Pero en esto tenía que ser Linus.
—¿Puedes hablar por un segundo, Linus? —respondí de vuelta.
—Seguro —dijo, pero esa única palabra fue cautelosa.
Tragué aire.
Luego hice lo que tenía que hacer.
Esto susurrando.
—¿Qué tan malo fue?
—Lo siento, ¿cariño? —preguntó.
—El papá de Carson —seguí susurrando—. ¿Qué tan malo fue?
Hubo una pausa antes de que él preguntará:
—¿Car está bien?
—Esta noche vimos a su padre.
—Mierda —murmuró Linus.
—Él, bueno… Linus, él… corrió lejos —compartí, la culpa me llenó
porque le di al amigo de Joker esa debilidad, pero algo más fuerte me estaba
llevando adelante—. Mi Carson… mi Joker no es así.
—No —dijo Linus.
—Vi las quemaduras de cigarrillo —le confié.
—Sí, la señora Heely me dijo sobre eso —respondió inmediatamente—
. Ella las vio también cuando Car tenía ocho.
Oh no.
¿Ocho?
—Antes de mi tiempo —continuó Linus—. Pero ella me dijo sobre ellas.
También le dijo a Servicios Sociales sobre ellas. No tengo idea de cómo ese
hijo de puta se libró de esa. Solo sé que lo hizo y las quemaduras se
detuvieron.
Ocho.
Obtuvo esas quemaduras cuando tenía ocho.
No quise preguntar lo que tenía que preguntar.
Pero pregunté porque tenía que ser preguntado.
—¿Qué más?
—¿Él te ha hablado sobre esto en absoluto? —preguntó Linus en
cambio.
—Él no lo esconde —le dije—. Habla libremente de ello. Podrías pensar
que él era lo que quería que yo creyera, sobre eso. Pero cuando vi las
quemaduras, trató de esconderlas, apartarse, pasar de ello. Yo… bueno, no
sé cómo acercarme o incluso si debería, ya que está convencido que está
más allá de eso —me detuve y compartí suavemente—: No está más allá de
eso, Linus.
—Hay muchas formas de joder a un niño, y Jefferson Steele las hizo
todas —declaró Linus.
Mi pecho se comprimió.
Linus siguió hablando.
—Tenía demasiadas mujeres, no escondía, de vista o sonido, lo que él
hizo con ellas incluso a una edad demasiado joven para que un niño viera
esa mierda. Pero también cuando Carson se estaba volviendo mayor y todo
lo que podría estar en su mente era esa mierda. Car, no sabe de qué está
hecho, no tiene idea de cómo no fue torcido por eso, pero lo vi con sus chicas.
Sé que hubo muchas de ellas, me imagino que obtuvo a algunas de ellas,
pero por lo poco que vi cuando él estaba con ellas, las respetaba.
Yo vi eso también. Y cada chica que tuvo amaba estar con él (lo cual
era una tortura para mí en ese entonces, afortunadamente, la suerte
cambio).
Esas chicas nunca lo tuvieron por mucho.
—En la cima de eso, sacaba la mierda de él —dijo Linus—. Dejándolo
en pie, pero no le importaba dejarlo visible. Le gritaba. No seguro más que
un par de días pasaron antes de que toda la cuadra lo escuchara caer sobre
Car. Llamándolo pedazo de mierda. Partiéndolo. Nunca escuché a Car decir
una palabra de vuelta, Carrie, ni una vez.
Estaba bastante segura que podía sentir mi corazón sangrando, y
tanto como odiaba el sentimiento, tenía que concentrarme en contenerlo así
era incapaz de responder.
En cualquier caso, allí no había nada que decir.
—No obtuvo bien de ese hombre —continúo Linus en mi silencio—. Si
no estaba gritándole o pegándole, Carson no existía. Eso es, excepto para
servirle. Todo era hecho en esa casa, aspirar, sacar la basura, comida
cocinada, Carson lo hacía porque su viejo se lo ordenaba. De ningún modo
habría obtenido lo que obtuvo si le decía al tipo que se fuera a la mierda, así
que lo hacía. Era un esclavo, Carrie, azotado y roto. Era un chico fuerte,
construido, sin idea de por qué no luchaba de vuelta. Pero no lo hizo. Luego
él tomo demasiado y peleó de vuelta. Ese fue el final.
—Ese no fue el final —susurre.
A eso, Linus no replicó.
—¿Qué hago? —pregunté.
—Quédate con él, dale lo que le estas dando. Él lo aprecia, cariño.
Sabía que lo hacía.
Solo que no era suficiente.
No dije eso.
—Escúchame, cariño —dijo Linus gentilmente—. Car ya ganó. Él está
del otro lado. Buen trabajo. Buenas personas a su alrededor. Bonita chica.
Linda casa. Un chico al que puede amar y arreglar los males que le hicieron
a él. Solo sé paciente. Carso no es tonto. Llegará a término y lo hará de
principio a fin. Solo quédate con él mientras va a través de ese proceso.
Linus probablemente no estaba equivocado.
Pero eso tampoco era suficiente.
—Está bien —mentí, más culpa golpeándome porque no era una gran
admiradora de las mentiras.
—¿Estás bien? —me preguntó Linus.
Los amigos de Joker eran tan maravillosos.
—Estaré bien —le dije, esperando que eso no fuera una mentira.
—Muy bien, Carrie. Sostente fuerte, quédate firme, la parte difícil está
hecha, llegar a este punto y encontrarse el uno al otro. Ahora tienes la parte
fácil.
Él solo está la mitad, correcto.
Joker me la dio fácil.
Yo solo quería que él tuviera la suya.
—Gracias, Linus —dije.
—Sin problema, Carrie. Te veo luego, querida.
—Si. Di hola a Kam y los chicos por mí.
—Lo haré. —No me pidió que hiciera lo mismo considerando que
probablemente sabía que Joker nunca estaría al tanto de esta
conversación—. Hasta luego.
—Adiós.
Desconecté pero continúe sosteniendo el teléfono y toqué la pantalla.
Lo hice rápido y lo hice antes de que pudiera pensar en ello.
Y una vez que estuvo hecho, puse el teléfono en mi oreja.
—Hola, chica, es tarde. ¿Está todo bien? —preguntó Elvira.
—Yo… no —contesté.
—¿Travis? —pregunto ella rápidamente.
—No —contesté justo igual de rápido, luego me lancé—. Bien,
escucha, lo lamento. Lamento arrastrarte dentro de esto de nuevo pero
Joker vio a su papá en la tienda de comestibles esta noche. Su respuesta
fue… —sacudí mi cabeza, no sobre darle a ella lo que le di al amigo de Joker,
y continuar—. Prométeme que no iras con tu jefe y te prometo que haré algo
para pagar de vuelta este favor, pero quiero la dirección de su papá, y espero
que la puedas obtener para mí.
—¿Qué vas a hacer?
—No lo sé. Quizás nada. Yo solo… solo me siento mejor teniéndola.
Elvira no respondió y a través de su silencio pensé en su pregunta.
¿Qué iba a hacer?
Nada.
No iba a hacer nada.
—Tienes razón —dije, mis hombros cayendo—. Esto es estúpido. La
última vez que comencé esto, Joker me dijo…
—Te conseguiré la dirección con una condición. No vayas ahí sin
refuerzos.
Mi cabeza se sacudió.
—¿Ir a dónde?
—A cualquier lugar, chica —devolvió.
—Probablemente no haga nada. Es solo…
—Vas a hacer algo. Va a ser una locura. Y una perra loca con una
venganza quien viste zapatos de mariposa va a obtener su jodida mierda
fuera. Te daré la dirección. Tú obtendrás tu coraje para hacer un
movimiento, antes de que lo hagas, haz una llamada.
No mentí. Probablemente no iba a hacer nada. ¿Que había allí para
hacer? ¿Ir a la casa del papá de Joker e intimidarlo para que se disculpará
por ser un abusivo, escoria, quemador de niños, esclavista…. estúpido?
Aun así, me dije, quería esa dirección solo por si acaso, Dios no
quisiera, algo pasará como que Joker necesitará un riñón.
No preguntaría por dicho riñón. Usaría mis ahorros para contratar a
alguien que golpeara la puerta del padre de Joker y lo dejara en una bañera
llena de hielo después de recolectar su riñón y llamará al 911 así el padre
de Joker podría sobrevivir, solo con un riñón.
Esto era extremo y un poco escalofriante de que incluso pudiera
pensar así.
Pero allí estaba.
—Está bien, lo prometo —le dije a Elvira.
—La tendré para ti mañana.
—Gracias.
—Siempre cuido tu espalda, chica. Ahora tengo un hombre que poner
de humor porque yo estoy de humor. Suerte para mí, él va de humor para
béisbol un poco, poco de humor de algo en medio segundo, y lee miradas
así que todo lo que tengo que hacer es caminar hacia fuera y mirarlo. Así
estaré en eso.
Sonreí.
—Diviértete.
—Espero que tú también obtengas tu diversión. Hasta luego, Carrie.
—Adiós, Elvira.
Aspiré una bocanada de aire, desconecté, y me miré en el espejo.
Solo estaba obteniendo la dirección. Eso era todo. No iba a hacer nada
con ella. Solo me sentiría mejor teniéndola.
Tenía un padre que me golpeaba.
Car tenía ocho.
Sí, solo me sentiría mejor teniéndola.
Con ese pensamiento, dejé el baño.
Me senté en mi auto con mis vaqueros buenos (el único que tenía,
post-embarazo), el top corto, botas de tacones altos de cuero negro (de antes
del divorcio y antes del embarazo, eran de diseñador, costaban una fortuna
y por suerte, mis pies no habían cambiado de tamaño con Travis) y una
chaqueta de cuero negra (también de antes del divorcio y estaba contenta
que todavía me sentara bien y se viera estupenda) y toqué mi teléfono.
Envié un mensaje grupal a las chicas. ¡Llegando tarde! ¡Lo siento!
¡Emergencia de cabello! ¡Llego pronto!
Alcé la vista del teléfono y me quedé mirando la casa.
Bien, iba a hacer esto.
Momento de hacerlo.
Cierto, sólo abre la puerta y haz esto.
Mi teléfono sonó en mi mano y me sobresalté.
Bajé la mirada hacia este y mi corazón dio un vuelco cuando vi que
era Tory.
Recibí la llamada y llevé el teléfono a mi oreja.
—Tory, ¿Travis se encuentra bien?
—Lo entiendo —susurró sorbiendo las lágrimas.
Oh no.
Esto no estaba sucediendo.
Ni siquiera quería hacer esto, no podía imaginar por qué me estaba
llamando para hacer esto, pero en ese momento, simplemente no podía
hacerlo.
—Tory, estoy en el medio de al…
—Te lo robé, por supuesto que lo robarías de vuelta.
¡Maldita sea!
—En serio, escucha, ahora no puedo…
—Y si no fueras tú, sería alguien —me interrumpió—. ¿Si él había
dejado a su bella, dulce y jodidamente embarazada esposa, que quedaba
para mí? Esto. Me dijo que quería espacio hace dos semanas. Así que como
es su casa, tuve que mudarme con una amiga. Esta noche, él oficialmente
me echó.
Ugh.
Pero, ¿si Tory se había ido, quién estaba cuidado a Travis mientras
Aaron estaba en el trabajo? ¿Y por qué su abogado no le había dicho a mi
abogado este cambio de circunstancias?
No iba a tener una conversación sobre eso con Tory.
Desafortunadamente, tendría que tenerla con Aaron a través de Angie.
—Bueno, puedo escuchar que estás molesta —le dije—. Pero…
—No regreses con él —siseó, hipó, y siguió—: Él solamente lo hará de
nuevo.
—No voy a regresar con él, Tory. Estoy con otro hombre.
—Él dijo que iban a regresar —me dijo, ahora sonando perpleja—. Dijo
que estábamos terminando porque ustedes estaban volviendo a ser una
familia.
—Mintió —compartí—. Pero esto es entre tú y él. No existe un yo y él.
Cuando dije que estoy con alguien más, estoy con él. Estamos viviendo
extraoficialmente juntos. Y Aaron lo sabe.
—¡Ese malnacido! —gritó.
Negué.
—Sé que estás molesta y enfadada, y lo lamento por ti. Tenemos una
extraña relación y no puedo decir que hayas sido mi persona favorita.
Tomaste algunas decisiones que me afectaron de maneras no muy
agradables. Pero al final, llegué a donde quería estar en parte a eso. Así que
no puedo tenerte animadversión. Y debido a eso, lo diré ahora mismo, no se
siente así, pero ahora estás en mejores circunstancias. Ahora puedes
encontrar a alguien que será bueno para ti. Y Aaron no es muy bueno en
eso.
—¡Tienes razón sobre eso! —espetó al mismo tiempo que mi teléfono
zumbaba en mi mano de la manera que hacía cuando tenía otra llamada.
—De todas maneras, estoy en el medio de algo y tengo otra llamada
en espera. Tengo que irme. Pero cuídate.
—Empezaré a hacer eso —me dijo con aspereza—. Y él puede irse a la
mierda.
—Bien, bueno… buena actitud —me obligué a decir
alentadoramente—. Ahora, me tengo que ir.
—Cierto. Lo siento. Ni siquiera sé por qué llamé. Es patético. Solo
estaba…
Mi teléfono siguió notificándome de otra llamada por lo que la
interrumpí.
—Tory, tengo que irme.
—Cierto. Bueno… uh… hasta luego.
—Adiós. Buena suerte —respondí, saqué el teléfono de mi oreja,
deslicé la pantalla sin mirarla realmente y lo volví a poner en mi oreja.
—¿Hola?
—Hola, Riss.
Aaron.
¿Por qué yo?
¿Por qué?
—Aaron, yo…
—Quiero que sepas que te escuché. Lo que dijiste durante nuestra
última conversación telefónica. Sé que quieres que piense en las cosas.
Prometo que lo estoy haciendo. Pero me gustaría que tú también pensaras
las cosas. Y mientras estás en eso, deberías saber, he acabado con Tory.
Hasta que pueda ingresarlo a una guardería en el trabajo, mamá va a estar
cuidando a Travis mientras estoy en el trabajo. Tory se mudó oficialmente
esta noche.
Tenía en la punta de la lengua decirle que ella compartió eso conmigo
pero necesitaba que desconectara el teléfono. Había mandado por mensaje
la excusa de llegar tarde a las chicas y se me estaba agotando el tiempo para
hacer lo que tenía que hacer y alcanzarlas para que ellas fueran mi coartada.
—Gracias por la información, Aaron, pero estoy en el medio de algo.
—¿Con Joker? —preguntó, burla deslizándose en su tono de voz.
—No, está con sus hermanos esta noche. Me estoy yendo con las chica
y estoy manejando y sabes que no me gusta hablar por teléfono cuando
estoy manejando —mentí.
—Sí, lo sé —afirmó de inmediato—. Y tienes toda la razón en no
hacerlo. Es poco seguro.
Puse mis ojos en blanco.
Siempre hablaba por teléfono en su auto y no se limitaba a hablar por
Bluetooth en el artefacto de la oreja.
—Te dejaré ir —terminó.
—Genial. Gracias. Eso sería estupendo.
—Hablaremos luego.
Esperaba que no.
—Adiós, Aaron.
—Adiós, cariño.
Ugh.
Colgué, lancé el teléfono en el asiento a mi lado, agarré las llaves, y
antes de que cualquier otra cosa pudiera suceder o pudiera persuadirme a
mí misma de hacer lo que iba a hacer, abrí la puerta, saqué una pierna y
me arrastré fuera de mi auto.
Rápidamente, corrí a través de la calle y me aproximé a la casa.
Por suerte, el papá de Joker estacionó su camioneta afuera. No sabía
por qué, tenía un garaje, pero lo hacía.
Lo que me iba la mar de bien.
Así que hice que tenía que hacer.
Fui al lado del pasajero —el lado del conductor podía ser visto desde
la casa y las cortinas estaban abiertas— sostuve la llave firme en posición
en mi mano, para luego arrastrar la punta con fuerza contra el metal de la
puerta trasera a lo largo de la plataforma de carga, a lo largo de la puerta
del pasajero y arriba del guardabarros, la pintura enroscándose cuando lo
hacía.
Me detuve, aparté mi llave y miré fijamente la marca.
Listo.
Hecho.
¿Me sentía mejor?
Era inmaduro y un poco demente, pero por supuesto que se sentía
bien.
Sonreí para mí misma, me giré para regresar a mi auto y me detuve
en seco.
—Con las manos en la masa —murmuró Tabby, mirando la marca.
—¿Ahora qué? —preguntó Tyra, mirándome.
—Chica, a plena luz del día, ¿estás loca? —preguntó Elvira, también
mirándome.
—Adoro tus botas —notó Lanie, mirando mis botas.
—¿Qu-qué están haciendo aquí, chicas? —pregunté, mirándolas de
pie a un metro de mí en la entrada del papá de Joker.
—Seguimos tu trasero —dijo Elvira—. ¿Noche de salida de chicas
cuando estás toda cachonda con tu motociclista, jugando a la casita, no has
sacado ese top corto por semanas? —Negó—. No somos estúpidas. Ese top
corto es una protección en caso de que vayas presa, Joker tiene que sacarte,
te ve con ese top, no te azota el culo por ser estúpida salvo en una manera
que te guste.
No había pensado eso complemente, de hecho.
Aunque deseé haberlo hecho. Joker no se había puesto travieso hasta
ese nivel, pero encontré el pensamiento intrigante.
—Entonces… ¿ahora qué? —preguntó Tyra.
—¿Trajiste una bolsa de mierda? —preguntó Lanie.
—De… ¿qué? —pregunté.
—Mierda —dijo Lanie—. Para prender fuego y arrojar a su puerta.
—¿Mierda? —preguntó burlonamente Tabby para luego mirarme—.
Tengo un encendedor y podemos prender fuego a algo, pero llamaremos a
los bomberos antes de hacerlo.
—Y, digo, que hagamos esa mierda cuando no sea de tarde, que sea
de noche, así no tendremos todavía luz solar y cada ojo en el vecindario
puesto en nosotras —intervino Elvira.
—No voy a prender fuego a la casa del padre de Joker —susurré,
horrorizada.
—Llamaremos a los bomberos antes por lo que no habrá mucho daño
—reiteró Tabby.
—Eres digna hija de tu padre —murmuró Tyra, pero casi sonó
orgullosa.
—Eso es incendio provocado, sería un delito grave —les dije.
—Esto es vandalismo —compartió Elvira, señalando con una mano a
la camioneta.
—Lo sé, pero estoy bastante segura que no es un delito grave —
contesté.
—Está el delito por vandalismo —respondió Elvira.
Oh no.
¿Lo había?
¿Rayar un auto con una llave era delito de vandalismo?
Tal vez lo era. Era una linda camioneta. Nueva. Limpia. Él obviamente
la cuidaba, lo que significaba que le importaba.
Conseguir arreglar eso, probablemente costaría mucho dinero.
—Uh-oh —murmuró Elvira mientras yo consideraba la alarmante
posibilidad de que no había cometido un delito menor, que de hecho había
cometido un delito grave.
—Vamos —susurró Lanie.
—¡Qué demonios! —gritó un hombre.
Me sobresalté, giré y eché mi cabeza hacia atrás para mirar al muy
enojado padre de Joker.
Uh-oh.
—Nos vamos, ahora —dijo Tyra con urgencia.
Eso sonó como una buena idea.
Comencé a hacer eso cuando el padre de Joker preguntó:
—¿Rayaste mi camioneta? —Seguí intentando irme pero no llegué
muy lejos cuando me agarró con fuerza del brazo y vociferó—: ¡Perra!
¿Rayaste mi camioneta?
Su mano dolía.
Y él me estaba tocando.
Por eso, sin siquiera pensarlo, liberé mi brazo de un tirón, retrocedí el
otro. Las llaves todavía en posición y lo giré hacia él con todo, poniendo todo
mi cuerpo en ello.
—¡Ay! —grité cuando el impacto quebró a través de mi mano hasta mi
palma, donde tenía las llaves.
—Jesús, ¡mierda! —gritó, al no haber anticipado mis acciones.
El insignificante golpe probablemente lo tomó por sorpresa,
haciéndolo retroceder dos pasos, girando la parte superior de su cuerpo
hacia un lado, acercándose las manos a su rostro.
—¡Vamos, vamos, vamos! —gritó Tabby, agarrando mi mano y tirando
de mí.
Miré con horror a las llaves presionadas en la unión entre mi pulgar
y mi dedo índice mientras notaba la picadura en mi mano. Entonces él se
enderezó.
Y vi la marca.
Había cortado la carne de su mejilla con mi llave y estaba sangrando.
Profusamente.
Y parecía enojado.
Muy enojado.
Puse en movimiento mis botines de tacón de aguja y corrí.
—¡Sigue al líder! —gritó Tyra.
—¡La tengo! —gritó Tabby—. Estoy con Curly2.
¿Curly?
Llegamos a la chatarra de color rojo y sacó las llaves de mi mano.
—Yo conduzco —declaró.
Yo estaba temblando de pies a cabeza, así que estaba de acuerdo con
eso.
Corrí hasta el lado del pasajero mientras el padre de Joker llegaba al
auto.
Por suerte, Tabby ya estaba lista.
La sangre corría por su mejilla mientras yo trataba de abrir la puerta,
y gritaba para que arrancara, pero ella ya estaba lista.
Apenas tuve mi trasero en el asiento cuando aceleró, con las puertas
aún abiertas y todo.
Él se tambaleó hacia atrás.
Y Tabby pasó junto a la parte trasera del Mustang de Tyra que estaba
frente a nosotras, cerrando de golpe la puerta del auto con el movimiento
del vehículo.
Por desgracia, yo tuve que extender la mano y cerrar la mía.
2
Curly: Rizado.
Lo hice, sujetándome por mi vida y cerrándola inmediatamente.
Entonces me puse el cinturón de seguridad.
Sólo entonces me di cuenta que estaba hiperventilando.
—Eso fue increíble —murmuró.
Ella estaba loca.
La miré para ver que estaba sonriendo como la loca que creía que era
hacia el parabrisas.
—Rallar su camioneta, rallar su rostro. El jodido abusador, superado
por una chica con el cabello rizado. Totalmente... jodidamente... increíble —
decretó Tabby.
Sus palabras me golpearon.
Me empaparon.
Y empecé a sonreír.
Ella tenía razón.
Lo era.
Absolutamente lo era.
Totalmente... jodidamente... increíble.
Carissa
Joker
Carissa
Aaron
Joker
Joker estaba reposado sobre sus hombros contra una pared en la sala
de maternidad del Hospital de Niños, viendo a Keith Robinson entrar en una
habitación con un médico y un oficial de la CPS.
Carissa y la esposa de Keith estaban vestidas y en una habitación con
la incubadora, sosteniendo la nueva hija de Keith.
La puerta se cerró tras Keith, y cuando lo hizo, Joker sintió un susurró
detrás de su cuello.
Se volvió al instante y se preparó.
Al final del pasillo estaba Knight Sebring.
Junto a él estaba una mujer que Joker conocía. Ella había estado en
el terreno de Chaos a menudo. La había expulsado de allí él mismo unas
cuantas veces. Era un ratón, una escama, y una adicta. Ella no tenía qué
hacer en la vida. Era demasiado débil. Esa vida la iba a masticar, era sólo
cuestión de tiempo.
No la había visto en meses, y había pensado que la vida la había
masticado. Ahora vio que se veía frágil y cansada, y estaba llevando una
sudadera voluminosa con una capucha y una gorra de béisbol calada sobre
su frente.
Knight inclinó su cabeza hacia un lado.
Joker alzó la barbilla.
Knight asintió.
La mujer se llevó la mano a su boca y su cuerpo se sacudió mientras
su rostro se derrumbaba.
Knight puso una mano en su espalda, le dio la vuelta, y
desaparecieron.
Así que este no era el trato de Lee.
Era de Knight.
Lo que significaba que la mujer que acababa de desaparecer, lo hizo
segura, lo haría limpia. Knight le estaba dando una nueva vida, con el
conocimiento de que su hija sería amada.
Joker contuvo el aliento.
Luego miró a sus botas y lo soltó.
Carissa se sentó a su lado en su camioneta mientras conducían desde
el hospital.
—¿Sabes que te amo? —preguntó en voz baja.
—Sé que me amas, Carrie —respondió del mismo modo, apretando su
mano que sostenía sobre su muslo.
Ella le devolvió el apretón.
Montaron en silencio.
Ella lo rompió con:
—Quiero otro.
—Lo sé, Butterfly.
—Pronto —susurró.
Él lo haría pronto. Se habría planteado poner uno en ella esa noche,
pero él había sido declarado limpio (algo por ella, que ella ya había pensado,
teniendo en cuenta que su ex la había reemplazado, y era algo que vino como
una cuestión de rutina a través de ella teniendo a Travis) y ahora estaba
tomando la píldora.
—Lo haremos pronto —prometió.
Eso le hizo obtener otro apretón.
—¿Quieres ir a Las Delicias? —preguntó.
—Sí, pero ese es nuestro lugar familiar, tú, Travis y yo —contestó, y
sintió su pecho aligerarse—. ¿Por qué no conseguimos una hamburguesa o
algo?
—Lo que quieras, Carrie —murmuró.
Ella apretó su mano de nuevo.
Él condujo al Bar My Brother por una hamburguesa.
Y después, él la llevó al Dairy Queen por un Blizzard.
—¡Joke!
Él volvió su cabeza hacia el grito de Lenny, y por lo que vio, Joker
murmuró un “Discúlpame” al fotógrafo con el que estaba hablando.
Luego sonrió mientras caminaba por el garaje hacia Carissa, quien
estaba llevando un dulce top con mierdas brillantes cosidas delante,
vaqueros aún más dulces, y las botas hasta el tobillo de tacón alto negras
con las que la había follado la noche que ella había rayado el auto de su
padre.
También tenía un gran cabello, un montón de maquillaje, y una
enorme sonrisa brillante. Todo el paquete significaba que Joker estaba
luchando contra su pene volviéndose duro mientras caminaba hacia ella.
Cuando ella se acercó, lo hizo aún más difícil porque ella envolvió sus
brazos de inmediato a su alrededor, presionándose firmemente y echó la
cabeza hacia atrás.
En respuesta, él sumergió y deslizó sus dedos en los bolsillos traseros
de sus vaqueros.
—Estoy vestida como la nena de un motorista en caso de que Henry
Gagnon suceda que tenga un vistazo de mí —anunció—. No quiero
decepcionarle.
Ella no podría hacer eso aunque estuviera llevando ese feo camisón
que por suerte no había visto desde que él pidió que perdiera.
—En otras palabras, no podías permanecer lejos —le respondió.
Sus ojos brillaron mientras se presionó más cerca.
—¿Con Wilde and Hay aquí para instigar su fabulosa difusión sobre
mi viril motorista y sus hermanos? De ningún modo.
Él sonrió.
Ella siguió hablando.
—Y tengo dos buenas noticias que tengo que compartir de inmediato
—le dijo, diciendo el “dos” y el “inmediato” apretadamente.
—¿Sí?
Ella empezó con:
—En primer lugar, Megan llamó. Ella y Keith se llevarán a Isadora a
casa hoy.
Habían pasado sólo unas pocas semanas desde que se había tomado
la decisión. Ellos necesitaban que Isadora ganara peso, aprendiera a
succionar para que pudiera alimentarse, y tuviera los ojos destapados.
Supuso que todo eso había pasado.
—Grandes noticias, Butterfly —murmuró finamente.
—Sí, increíbles, y toma esto —continuó—. Aaron me llamó.
El cuerpo de Joker se puso tenso.
—¿Dilo de nuevo? —demandó.
Ella sacudió su cabeza, sin dejar de sonreír.
—Voy a decir que estuve un poco asustada cuando vi su nombre en
mi teléfono, porque se supone que no me debe llamar a no ser que haya una
emergencia con Travis. No la había. Él está bien.
—¿Entonces, por qué te llamó ese idiota? —dijo Joker entre dientes.
—Porque —seguía sonriendo—, ¡él tiene una cita!
Joker frunció el ceño.
—¿Y pensó que eso te importaba una miera porque…?
—Porque Aaron me pidió que, en vez de su mamá y papá cuidando a
Travis mientras llevaba a esta mujer fuera, tal vez tú y yo podríamos hacerlo.
Fue entonces que Joker miró hacia ella.
—Le dije que sí, por supuesto —continuó—. Él lo traerá mañana por
la noche.
—Estás de mierda.
Ella siguió sonriendo pero sacudiendo su cabeza, su cabello
cepillando sus hombros, dándole un espectáculo que realmente le gustaba.
—No.
El tipo tenía un alma.
Y estaba avanzando.
Y la mayor sorpresa de toda esa mierda, finalmente estaba
demostrando que quería darle a Carrie lo que ella realmente quería, una
relación entera entre ellos por el bien de Travis.
Tal vez él sí amaba a Carissa.
Pero con este tipo de amor, Joker podía tratarlo.
Su alivio fue tan grande que dejó caer su cabeza para que su frente
descansara sobre la de ella.
—Sí, cariño. Esto es impresionante —susurró ella, mirándolo a los
ojos.
—Sí, Carrie, lo es, nena —estuvo de acuerdo.
—Joker, hermano, entiendo que el culo de Carrie en esos pantalones
exige las manos de un hombre en sus bolsillo, ¡pero hay mierda sucediendo!
—gritó Boz.
Joker observó los ojos de Carissa sonreír.
Entonces sintió sus labios rozar los suyos.
Él se metió e hizo el beso más profundo y húmedo, pero no podía
hacerlo más largo.
Cuando se separó, preguntó:
—¿Vas a pasar el rato?
—No me perdería esto —susurró.
Él sonrió.
Entonces besó su frente y la dejó ir.
La puerta principal se abrió y Joker miró hacia allí para ver a Carissa
entrar.
—Hola —llamó Boz desde su lado de la mesa del comedor.
—Carrie —saludó Snapper, también en la mesa.
—Nena —dijo Roscoe, a su otro lado.
—Hola, Carrie —llamó Rush, al pie de mesa.
Hound gruñó.
Joker sólo mantuvo sus ojos en su mujer y sonrió.
Ella le devolvió la sonrisa, diciendo: “Hola” a los hombres en la mesa
bebiendo cerveza y jugando al póquer.
Pero ella fue directa a él.
Poniendo su mano en su mandíbula, se inclinó y le dio un beso antes
de repetir mucho más suave:
—Hola.
Como siempre.
Directo a su pene.
—Hola, nena, ¿qué tal la noche de chicas? —preguntó.
—Bien. Pero… um, ¿puedo hablar contigo un segundo?
Él trató de leer su rostro, vio algo en lo que no podía poner un dedo,
no le gustó eso, así que asintió y no perdió tiempo en poner sus cartas boca
abajo sobre la mesa.
—Volveré —les dijo a sus hermanos.
—Tiempo para unas frescas —anunció Roscoe, empujando hacia atrás
sus silla.
Joker se levantó y Carissa tomó su mano.
Ella lo acompañó por el pasillo, preguntando:
—¿Estás ganando?
—No he perdido la casa —dijo a modo de respuesta.
Ella le lanzó una sonrisa mientras se movían a su habitación.
—Hound está acabando con tu botín de nuevo.
Joker no le devolvió la sonrisa, él todavía estaba tratando de leerla,
pero respondió.
—El hombre es un sabio del póquer.
Su sonrisa se volvió una risa y le preguntó:
—¿Puedes cerrar la puerta?
Joker la cerró y entonces le dio toda su atención, pidiendo:
—Por favor, dime que tú y tus perras no decidieron que anoche era la
noche de encender la casa de mi padre en llamas.
Ella se echó a reír.
Él la observó, esperando que eso fuera un no.
Ella se puso seria y le informó:
—No. Y en realidad, esto es más mostrar que decir.
Carissa dándole un espectáculo.
Él pensó en Roscoe consiguiendo unas frescas.
Entonces pensó que ninguno de sus hermanos estaría demasiado
preocupados si ellos cerraban de golpe y dejaban de jugar porque él puede
que no les dijera que iba a obtener un espectáculo, pero podrían adivinarlo,
y no serían hermanos si fueran el tipo de hombres que se interponen en el
camino de eso por un juego de póquer.
Así que cruzó sus brazos sobre su pecho y ordenó:
—Así que… espectáculo.
—Para enfrentar esto, diré que me gusta mi anillo de compromiso.
Joker sacudió su cabeza pero lo hizo sonriendo.
Él sabía eso. En la semana desde que lo había conseguido, la había
visto mirándolo. Incluso había hecho un hábito de frotar el diamante contra
su labio inferior más que de vez en cuando.
Si él atrapaba la última y estaba en condiciones de hacerlo, la pondría
en una posición de usar ese labio de un modo diferente, entre otras cosas.
—Y también —continuó—, esta es la culminación de lo que Elvira
llama un ‘cabello salvaje’, algo que me dijo que pasa cuando el cosmo dos
se vuelve al cosmo tres.
—Butterfly, sigue con ello.
Ella deslizó sus manos por la falda de su lindo vestido, con los ojos en
los suyos pero sus ojos bajaron a sus manos.
—Además, hay que decir que Tyra está en conocimiento de
prácticamente todo —le informó.
Joker no dijo nada. Él estaba observando como tiraba de la falda de
su vestido.
Ella se movió a un lado, diciéndole:
—Incluyendo dónde los hermanos consiguen sus tatuajes.
Su pecho se apretó porque él vio las bragas y debajo de ellas, en la
esquina superior derecha de su culo, desde su cadera, bajo su cintura, un
vendaje.
Con cuidado, puso sus bragas abajo sobre su vendaje mientras él
permanecía inmóvil y observaba.
Todavía en silencio y observándolo, ella apartó el vendaje.
—Yo obtuve un anillo —susurró—. Esta es tu promesa.
Sin mover un músculo, Joker se quedó allí mirando la pringada carne
roja en la que, pequeño pero jodidamente magnífica, había la carta que él
había diseñado para su tipo de los tatuajes para que pusiera sobre su pecho.
Pero estaba en el culo en forma de corazón de su chica.
—No soy una persona de tatuajes, pero pensé… ¿Joker?
Ella dejó de llamarle porque él había dejado caer sus brazos y se había
vuelto sobre sus botas.
Él abrió la puerta y gritó por el pasillo.
—¡La fiesta se ha acabado! ¡Fuera!
Él escuchó un “¿Qué demonios?”, y una carcajada, pero eso fue todo
lo que escuchó antes de que cerrara la puerta y se volviera.
—Cariño, eso fue grosero… ¡oh!
Ella gritó porque él la estaba acechando.
Ella estaba retrocediendo.
Tenía una mano arriba y lo estaba mirando de cerca mientras se
movía.
—¿Eso significa que te gusta? —preguntó.
Él no le dio una respuesta verbal.
Pero un momento después, cuando él no estaba haciendo lo habitual
de ver su coño tomando su pene, sino que sus ojos estaban clavados en su
carta de su culo mientras ella lo tomaba de rodillas, sus gemidos
amortiguados por las sábanas dónde su rostro estaba presionado, él se
imaginó que ella entendió el mensaje.
Fin
Próximo
Libro
La llama nunca muere…
Millie Cruz sabe lo que es
arder por alguien. Ella era joven y
salvaje y él era feroz y aún más
salvaje; un motociclista de Chaos
que hizo que su corazón latiera
desbocado. Se enamoraron a
primera vista y la vida era buena,
hasta que descubrió que no podía
ser la mujer que él necesitaba y
organizó todo de modo que él no
tuviera más opción que alejarse.
Veinte años más tarde, Millie
tiene la oportunidad remota de
encontrarse con su antiguo amor, despertando un deseo que ella
simplemente no puede ignorar.
Y esta vez, no lo dejará irse…
El chico malo Logan “High” Judd ha visto su cuota de problemas con
la ley. Sin embargo, fue una hermosa mujer que lo rompió. Después de
poner fin a un matrimonio sin amor, High se sorprende cuando su verdadero
amor vuelve a entrar en su vida. Millie sigue siendo magnífica, pero es solo
un fantasma de sí misma. High está intrigado por el cambio, pero su traición
lo hirió profundamente, y él no quiere volver a arder. A medida que High se
sumerge en la venganza por la traición de Millie, se romperá otra vez cuando
se dé cuenta de cómo Millie atravesó el fuego por su hombre…
Chaos #4
Sobre la Autora