Análisis de Las Directrices de Riad
Análisis de Las Directrices de Riad
Análisis de Las Directrices de Riad
De tal suerte que del conjunto de disposiciones que componen las directrices en análisis, señalan
que el desarrollo óptimo de la juventud es parte esencial de la prevención del delito en la sociedad, y para
prevenirla, es menester que se procure el sano desarrollo de los adolescentes. Sin embargo, es fundamental
centrar la atención en el niño, de tal suerte que los programas preventivos (normas programáticas) deben
centrase en el bienestar de los jóvenes desde su niñez. Como punto de partida dichas directrices se refieren a
las medidas de prevención de la delincuencia juvenil, que trata de la importancia de la familia y que el
Estado (Gobierno) deberá adoptar políticas públicas eficaces y útiles que permitan a los niños criarse en un
ambiente familiar y social estable, y si esto no fuera posible, buscar la manera de incluir a los niños a la
sociedad en un ambiente sano y óptimo para su desarrollo. Al respecto cabe definir que la familia, es la
unidad central encargada de la integración social primaria del niño, es decir, es la primera institución, el
primer grupo al que pertenecemos desde nuestro nacimiento, de ahí que los gobiernos y la sociedad deben
tratar de preservar la integridad de la misma. Ésta tiene la obligación de cuidar y proteger al niño
asegurándole su bienestar físico, mental y emocional, es decir, de fallar la primera institución que es la
familia, es muy probable que el niño no se desarrolle en un ambiente que permita su sano desarrollo,
consecuentemente tales acontecimientos desafortunadamente potencializan la posibilidad de que ese niño o
adolescente se convierta en un delincuente.
Otro punto importante se refiere a la obligación por parte del Estado de brindar educación, y
dicta que la enseñanza pública tiene que enfocarse en transmitir los valores fundamentales y fomentar el
respeto de la identidad y de las características culturales del niño, en este sentido se menciona que se tienen
que prever el establecimiento de servicios especiales de alojamiento adecuado a los jóvenes que no puedan
seguir viviendo en sus hogares o que carezcan de él, también menciona que los organismos
gubernamentales deberán asumir la responsabilidad del cuidado de los niños sin hogar o de los niños
de la calle o en cualquier situación de riesgo social.
Con respecto a la legislación y administración de justicia, menciona que deberán aplicarse leyes
que prohíban la victimización, los malos tratos y la explotación de los niños o jóvenes, y que ninguno de
ellos deberá ser objeto de medidas de corrección o castigos severos o degradantes en el hogar, escuela o
cualquier otra institución, así como impedir que se difunda la estigmatización, victimización y
criminalización de los jóvenes, estableciendo leyes que lo garanticen.
Así las cosas, hoy días tenemos que la realidad que viven los niños y jóvenes en el País es otra, y
que el noble objetivo de las directrices de Riad, no se cumple; pues cada día aumenta el número de hogares
disfuncionales, circunstancia que orilla a los niños al refugio de la calle, o de modelos a seguir nocivos, así
mismo tenemos que las “políticas públicas” que el Estado desarrolla son estériles, pues no cumplen con su
verdadero objetivo de procurar el sano desarrollo físico, mental, social y profesional de los niños mexicanos.