MArini
MArini
MArini
Massimo MARINI
La Sapienza, Università di Roma
Resumen
En el marco de las reescrituras de material épico-caballeresco procedente del Romancero,
el trabajo se propone analizar Gerineldo, obra dramática estrenada en Madrid en 1908, fruto de
la colaboración entre dos autores de esta época, Cristóbal de Castro y Enrique López Alarcón.
Como sugiere su título, Gerineldo es un drama inspirado en el homónimo personaje, protagonista
con la Infanta de una afortunada serie de romances. Los dos autores acuden al Romancero,
reelaborado a través del filtro Modernista, y con marcados acentos melodramáticos y de lirismo,
para satisfacer las expectativas del amplio público del Madrid de aquello años. Después de una
escueta semblanza de los dos dramaturgos, se desentrañará la tupida red de relaciones
intertextuales que la pieza teatral mantiene con el Romancero y con otros textos muy conocidos
de las letras hispanas.
Palabras clave: Romancero, romance, Modernismo, teatro, reescrituras.
Abstract
In the framework of the re-elaboration of epic and chivalrous material belonging to the
Romancero tradition, this paper aims to analyze Gerineldo, a play performed for the first time in
1908 in Madrid. The play was written by Cristóbal de Castro and Enrique López Alarcón, two
dramatists of that period. As the title suggests, Gerineldo is a play inspired by the character,
namesake, starring a famous series of ballads with the Infanta. The two authors resort to the
Romancero through a Modernist perspective, with noticeable emphasis on melodrama and lyric
elements, in order to satisfy the interests of their public. After a brief biography of both authors,
the article will tackle the dense system of intertextual relationships the play maintains with the
Romancero tradition and other famous texts of Spanish literature.
Keywords: Romancero, Ballad, Modernism, Theatre, Rewritings.
Orillas 12 (2023)
ISSN 2280-4390
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1 Para una biografía más detallada de Cristóbal de Castro, remito al estudio de Antonio Cruz Casado que
precede la edición de Gerineldo (Galeote; Cruz Casado, 2014: 16-20) y a la entrada del Diccionario biográfico
electrónico de la Real Academia de la Historia dedicada al escritor, al cuidado de Cruz Casado.
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2 Véanse las notas biográficas que le dedican al autor García y Liverend (1980-1984, I) y los datos bio-
bibliográficos, sobre todo aquellos relativos a los años del exilio, que recoge Carmen Cañete Quesada
(2012). Contamos también con una breve semblanza al cuidado de Gloria Rey Faraldos (1993).
3 Gerineldo es la primera obra que Castro y Alarcón escriben juntos, pero en esta etapa de sus respectivas
carreras literarias los dos ya habían trabajado con otros dramaturgos (véase Galeote; Cruz Casado, 2014:
23-26). Después de Gerineldo, estrenado el 13 de noviembre de 1908 en el Teatro Español de Madrid, la
colaboración entre los dos escritores se mantiene también al año siguiente, cuando componen juntos tres
obras dramáticas: Las insaciables, Las manos largas y La mano de la reacción, que sin embargo tienen una acogida
menos favorable por parte de público y críticos. Especialmente la primera comedia, de ambientación
picaresca, recibe comentarios negativos, siendo definida “lupanaria”, y tiene que retirarse del cartel
(Caballero, 1909: 11).
4 También el nombre del personaje podría ser un homenaje de los dos autores a su historia literaria. Duque
de Arjona fue Fadrique Enríquez (1388-1430) poeta y mecenas (Tato, 2014); se supone que también Ruy
López Dávalos (1358-1428) obtuvo durante su vida, al menos, el señorío de Arjona, entre otras mercedes
(Perea Rodríguez, 2003: 318, n. 83).
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Gerineldo capitán de los ejércitos castellanos. A este punto, el rey se convence de que
la mejor opción es celebrar los desposorios entre los dos jóvenes –para salvar así el
honor de su hija– y otorgarle a Gerineldo el mando de sus armadas, para rechazar a los
agresores y aplacar al pueblo. Con la aceptación entusiasta de Gerineldo, el Obispo
puede celebrar los desposorios y el joven paje inmediatamente se marcha a la guerra.
Termina así la segunda jornada.
En la tercera asistimos a un cambio de escena: estamos ahora en el monasterio de
San Millán de Arlanza (así en las acotaciones), donde se halla la familia real. El Rey y la
Reina someten a otro personaje, la Juglaresa, sus temores acerca del destino del reino.
Todo asume una dimensión onírica: los monarcas han tenido en sus sueños presagios
de desventura, como luego asume la Juglaresa, que posee capacidad divinatoria. Es este
personaje quien nos cuenta, en forma de ensueño, la derrota del ejército castellano al
mando de Gerineldo, que ha desaparecido misteriosamente en el furor del combate,
huyendo de la persecución del enemigo. Sin embargo, la Juglaresa asegura a la Infanta
que Gerineldo todavía está vivo: la joven princesa tendrá que ir a buscarlo, disfrazada
de romera. Así, con la despedida de la joven en busca de su enamorado, se cierra la
tercera jornada.
En la cuarta y última, se produce otro cambio de ambientación: estamos en
Francia, y han pasado seis años; un pastor y unas aldeanas se quejan de una misteriosa
enfermedad que afecta al ganado; la atribuyen al maleficio de un conde castellano,
llamado Gerineldo, que vagabundea inquieto por aquellas tierras con sus hombres de
armas. Llegamos a saber también que, de ahí a unos días, se celebrarán unas justas: el
ganador tendrá como recompensa la mano de una condesa francesa, doña Blanca. Entre
los que participarán en la contienda, figura también el conde castellano. Temerosos o
envidiosos de él, algunos caballeros franceses conciertan con los pastores el asesinato
de Gerineldo. Mientras tanto la Infanta, disfrazada de romera, llega a la comarca y,
hablando con un vaquero, aprende lo que está por acontecer. Se produce así la esperada
anagnórisis, y Gerineldo profesa de nuevo su amor a la Infantina, se olvida de las justas
y renuncia a ser rey de Castilla –como en un principio le correspondería– para ponerse
al servicio de su amada. Así, con esta promesa caballeresca, que no sabemos si se
cumplirá o menos, baja el telón.
Ya con este resumen del argumento de la pieza dramática podemos intuir cómo
la historia original de Gerineldo transmitida por el Romancero se ve aquí no solo
modificada, sino ampliada y complementada con las aventuras caballerescas narradas en
otros romances. Primero, el del conde Claros (“Media noche era por filo / los gallos
querían cantar”), aprovechado aquí en la segunda jornada, con la decisión del Rey de
celebrar los desposorios en lugar de ajusticiar al joven, culpable de mantener una
relación ilegítima con su hija. A continuación, en la tercera y cuarta jornadas, se pueden
detectar analogías con el “Romance del conde Niño” (a veces llamado también “conde
Flores” o “conde Sol”), conocido asimismo como “Romance de la Condesita” o “de las
bodas estorbadas” (“Grandes guerras se publican / entre España y Portugal”), que en
la tradición había venido considerándose una continuación del romance de Gerineldo,
REESCRITURAS TEATRALES DE ROMANCES ÉPICO-CABALLERESCOS EN EL SIGLO XX 579
con la Infanta que impide el casamiento de su amado con otra mujer. Como se verá, a
un análisis más detenido del texto asoman aún más ecos romancísticos.
Gerineldo se ha publicado en varias ocasiones. Hace unos años, salió la edición
crítica al cuidado de Manuel Galeote y Antonio Cruz Casado, acompañada por un
estudio muy valioso (Galeote; Cruz Casado, 2014)5. Antes, desde su estreno en 1908 y
hasta la Guerra Civil, la obra de Castro y Alarcón había contado con tres ediciones. Una
primera, al poco de estrenarse, salió por las prensas de la Sociedad de Autores Españoles
(Castro y Alarcón, 1909); unos años después se publicó en el semanal La Novela Teatral
(Castro y Alarcón, 1922); por último, antes de estallar la guerra, en la colección
denominada Breviarios publicada por Manuel Aguilar (Castro y Alarcón, [c. 1935])6.
En su edición, Galeote y Cruz Casado indican en el minucioso aparato crítico a
pie de página cuando los dos autores aprovechan el Romancero –tanto de tradición oral
como escrita– para componer su obra. Hay, sin embargo, algunos pasajes más que
demuestran una filiación directa entre algunos poemas y nuestra pieza dramática, en su
mayoría pertenecientes a la veta del Romancero. En las páginas que siguen, analizaré una
selección de fragmentos de la obra en los que se aprecia la variedad de fuentes empleadas
por Castro y Alarcón, no tan solo el romance de Gerineldo y sus continuaciones. Se
verá asimismo cómo los dos autores se apropian de textos ya clásicos de la literatura
hispana para refundirlos en su obra.
Gerineldo I.II: 74 “Romance del Conde Fernán González” (vv.
11-16)
DUQUE [DE ARJONA].
Villas y castillos tengo Villas y castillos tengo
todos a mi mando son; todos a mi mandar son.
unos me dejó mi padre De ellos me dejó mi padre,
y otros los ganara yo. de ellos me ganara yo:
Los que me dejó mi padre los que me dejó mi padre
tuvieron de población poblelos de ricos hombres,
hidalgos y ricos hombres las que yo me hube ganado
de noble casa y de pro; poblelas de labradores
los que yo me hube ganado quien no tenía más de un buey
los poblara el labrador, dábale otro, que eran dos;
que si casaba a una hija, al que casaba su hija
yo le daba un rico don dole yo muy rico don.
y si pedía dineros,
también se los daba yo.
Cancionero de galanes, el Cancionero de romances ([1546]7 y 1550, en esta última edición con
adiciones) y en la “Silva I” de Esteban de Nájera (1550). Además, se publicó en la
colección decimonónica Primavera y flor de romances (Wolf; Hofmann, 1856, I: 54-55, n.
17)8. Según apunta Paloma Díaz-Mas (1994: 84), el romance ya se había asomado a las
tablas: Lope de Vega lo incluyó con algunas modificaciones en su El conde Fernán
González; y se cita también en un drama anónimo del siglo XVII titulado Comedia de la
libertad de Castilla. De hecho, entre las fuentes aprovechadas por los dos autores tampoco
falta el teatro áureo, como destacan los críticos. En la primera jornada se retoman con
pequeñas variaciones versos de El alcalde de Zalamea de Calderón: “y no hubiera un
Condestable / si no hubiera un labrador”, cambiándose el original “capitán” por
“Condestable”, para adaptarse al contexto en el que se emplea la cita (véase Galeote;
Cruz Casado, 2014, I.II: 75, n. 8 y 9).
Prosiguiendo en la historia, frente a la eventualidad de una costosa guerra con
Portugal, el Rey no sabe qué decisión tomar. Así, entra en escena un personaje judío,
Samuel, que asegura al Rey el apoyo económico de los prestamistas. Para remarcar la
disponibilidad de sus correligionarios, usa una anfibología:
Gerineldo I.III: 79 Francisco de Quevedo Alonso de Castillo
(Obra poética, II: 499) Solórzano (Harpías en
Madrid: 89)
SAMUEL. que a un llamamiento real Por ser cristiana, y no vieja, Diaquilón contra durezas
los judíos españoles me alegra el tribu de Dan. fuiste boca en lo eficaz,
son de la tribu de Dan. Tú, más vieja que cristiana, no con el gremio del don,
en paganos puedes dar. sino con el tribu de dan.
Galeote y Cruz Casado califican el juego lingüístico sobre la tribu bíblica como
“de tipo conceptista” (Galeote; Cruz Casado, 2014, I.III: 79, n. 10). En efecto, pertenece
a la tradición de la poesía áurea de tono burlesco. Tenemos dos ejemplos con este
mismo doble sentido cómico: uno en Francisco de Quevedo, quien lo usa en un
romance suyo, rubricado “Púrgase una moza de los defectos de que otra enfermaba”
(“La Escarapela me llamas, / y débeslo de fundar / en que en mí pela la cara, / como
en ti la enfermedad”), un colorido altercado entre dos prostitutas lleno de agudezas de
ingenio verbal. Otro, en la “Estafa primera” de Las harpías en Madrid de Alonso de
Castillo Solórzano, en una sátira dirigida a una dama pedigüeña.
En la tercera escena de esta primera jornada se produce un juego de espejismos
que nos muestra de forma bastante clara el proceso al que los dos autores someten sus
fuentes, en este caso el rico y fecundo repertorio del Romancero. Galeote y Cruz Casado
anotan que aquí, por primera vez, el paje recibe un apellido: se le llama Gerineldo
Montalbán. Como destacan los editores, este apellido está sacado directamente del
En la misma escena los cuatro versos del romance vuelven a citarse, según un
procedimiento que, como veremos, es bastante usual en la pieza. Esta vez es la Reina
quien habla:
Gerineldo II.III: 98 “Muerte del maestre de Santiago” (vv. 1-4)
REINA. Mañanita de los Reyes Mañanita de los Reyes
la primer fiesta del año, la primer fiesta del año,
la cabeza de este paje cuando damas y doncellas
te pido como aguinaldo al rey piden aguinaldo.
Se trata de unos versos sacados del “Romance del cerco de Granada” (“Estando
el rey don Fernando / en conquista de Granada”), con el célebre parlamento de don
Alonso de Aguilar, cuya fortuna se ve acrecentada también por el uso reiterado que
Cervantes hace del fragmento en el Quijote (I, 43; II, 22, 23, 74)11. El mismo dístico se
11Véanse Galeote y Cruz Casado (2014, II.VII: 113, n. 12). Sobre la difusión del romance, véase Rosell
(2006: 303-305); sobre la presencia de romances en la primera parte de la novela de Cervantes, véase
Altamirano (1997: 312-336).
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repite en la parte final de esta intervención de Gerineldo, quien asegura al rey su empeño
en la guerra que está a punto de estallar.
En esta escena siguen aflorando versos de romances muy conocidos. Es
Gerineldo quien declama ahora el famoso “Romance de la Rosa fresca” (“Rosa fresca,
rosa fresca / tan garrida y con amor”, Galeote; Cruz Casado, 2014: II.VII, 115, n. 14)
asimismo colocado entre comillas por los editores modernos, dada la notoriedad del
romance en cuestión.
Gerineldo II.VII, 115 “Romance de Rosa fresca”, vv. 1-812
GERINELDO. “Rosa fresca, rosa fresca, – Rosa fresca, rosa fresca,
tan garrida y con amor” tan garrida y con amor,
cuando te tuve en mis brazos cuando yo os tuve en mis braços
no te supe servir, no, no vos supe servir, non,
y cuando voy a servirte y agora que os serviría
no te tengo, en mi dolor. no vos puedo haber, non.
INFANTINA. Tuya fue toda la culpa, – Vuestra fue la culpa, amigo,
paje de mi corazón, vuestra fue, que mía no.
que yo me puse en tus brazos
tan garrida y con amor.
REY. Te la entrego, Gerineldo,
que ella me lo demandó;
te la entrego por esposa
tan garrida y con amor.
12 El romance se publicó en el Cancionero General¸ en el Cancionero de romances de Martín Nucio y en las Silvas
de Esteban de Nájera. Cito del facsímil de la colección de Nájera (“Silva I”: 455-456). Para la fortuna del
romance, véase Dumanoir (1998: 55, n. 45).
13 Nótese además que el clérigo aquí retoma a lo divino el íncipit del Poema de Fernán González (López Guil,
2001: 135).
584 MASSIMO MARINI
Según anotan los editores, este fragmento se puede asimilar, aun en el uso de una
lengua mucho más arcaizante, a la cuaderna vía, forma métrica típica de la poesía del
mester de clerecía (Galeote; Cruz Casado, 2014, II.VII: 116, n. 15). En realidad, como
se puede apreciar en el cotejo aquí presentado, se trata de otra cita propiamente dicha,
y no solamente de una atmósfera recreada por los dos autores: de forma muy semejante
empieza la Vida de Santo Domingo de Silos de Gonzalo de Berceo.
La jornada segunda se cierra con otra referencia muy evidente al Romancero.
Gerineldo II.VII, 116 “Romance del marqués de Mantua”, vv. 724-
74114
GERINELDO. Juro por Dios poderoso – Juro por Dios poderoso
por la fe de San Millán, por Santa María su Madre
por el Santo Sacramento y al santo Sacramento
y la Santa Trinidad, que aquí suelen celebrar,
de no comer a manteles de nunca peinar mis canas
ni en techado reposar, ni las mis barbas cortas,
hasta volver por la Infanta, de no vestir otras ropas
mi esposa noble y leal, ni renovar mi calzar,
o de morir en los [sic] guerras de no entrar en poblado
de Castilla y Portugal, ni las armas me quitar,
peleando como noble sino fuere una hora
por mantener la verdad. para mi cuerpo limpiar;
de no comer a manteles
ni a mesa me asentar
fasta matar a Carloto
por justicia o pelear,
o morir en la demanda
manteniendo la verdad.
14Cito de la edición de las Silvas (t. II, f. 122). Para la difusión del romance, véase la ficha núm. 1589 en
Pan-hispanic Ballad project.
REESCRITURAS TEATRALES DE ROMANCES ÉPICO-CABALLERESCOS EN EL SIGLO XX 585
Llegamos, pues, a la tercera jornada. Como ya se ha dicho, se abre con una escena
ambientada en el monasterio de Arlanza, donde la Juglaresa interpreta los sueños del
Rey y de la Reina. Ambos contienen presagios nefastos:
Gerineldo III.I, 120 “Romance de doña Alda”, vv. 27-4015
REINA. Soñé que estaba en un monte “Un sueño soñé, doncellas,
con muy fiera tempestad que me ha dado gran pesar:
y bajo las altas nubes que me veía en un monte
un azor volando va. en un desierto lugar;
Tras él un águila viene bajo los montes muy altos
volando y a nacerle [sic] mal, un azor vide volar;
volando con tanta fuerza tras dél viene una aguililla
que al fin alcance le da. que lo afincaba muy mal.
El azor, con grandes cuitas, El azor, con grande cuita,
se me entraba en el brial metiose so mi brial,
y el águila, con gran priesa, el aguililla, con grande ira,
de allí lo quiere sacar. de allí lo iba a sacar;
Con sus garras lo despluma, con las uñas lo despluma,
su pico le hace sangrar, con el pico lo deshace”.
(Casi entre sollozos)
y la sangre me salpica
de rojo todo el brial
Asimismo, el sueño del rey es cita de otro romance. Según Galeote y Cruz Casado
(2014, III.1: 121, n. 6), se retoma casi al pie de la letra de uno de los romances de
Montesinos, en el que su padre, el conde Grimaldos, refiere otro sueño con malos
presagios. He aquí las dos versiones frente a frente.
Gerineldo III.1, 120-121 “Romance del conde Grimaldos”, vv. 130-
14316
REY. Vi en los sueños que he tenido “que vi una águila volar;
un gran águila volar; siete halcones tras ella
siete alcones [sic] en pos de ella mal aquejándola van,
malaquejándola van y ella por guardarse de ellos
y ella, por de ellos huirse, retrújose a mi ciudad;
retrújose a mi ciudad encima de una alta torre
y encima de una alta torre allí se fuera a asentar.
allí se vino a posar. Por el pico echaba fuego,
El pico tiene de oro por las alas alquitrán;
las alas son de metal, el fuego que de ella sale
por el pico echaba fuego, la ciudad hace quemar;
por las alas alquitrán. a mi quemaba las barbas,
Las llamas que de ella salen y a vos quemaba el brial.
prendiendo van la ciudad, ¡Cierto tal sueño como éste
a mí me quema en las manos no puede ser sino mal!”.
y a mi Reina en el brial
Una versión de los dos romances, recogidos por vez primera en la Silva de varios romances de Esteban de
17
Nájera, se puede ver en Beltran y Marini (2018: 261, n. 64; 300, n. 78).
REESCRITURAS TEATRALES DE ROMANCES ÉPICO-CABALLERESCOS EN EL SIGLO XX 587
porque en realidad ya está casada. Luego, la joven dice ser viuda, y que quiere entrar en
un monasterio, pero aún no se ha dado la noticia de la supuesta muerte de su marido.
Volviendo a los ecos intertextuales, en esta primera escena de la jornada tercera,
cuando la Juglaresa cuenta la derrota de Gerineldo como si de un sueño de la Infanta se
tratara, los dos autores acuden a otro afortunado ciclo del Romancero para describir el
fracaso bélico, como no dejan de apuntar los editores. Se trata, esta vez del “Romance
del rey don Rodrigo y de la pérdida de España” (“Las huestes de don Rodrigo /
desmayaban y huían”), que bien se presta para la descripción del desbarato general
consecuente a la batalla.
Gerineldo III.I, 126 “Romance del rey don Rodrigo”, vv. 19-24,
49-50
JUGLARESA. La espada tiene hecha sierra Las armas lleva abolladas,
de los golpes que daría, que eran de gran pedrería,
el almete de abollado la espada lleva hecha sierra
en la frente se le hundía, de los golpes que tenía,
[...] el almete, de abollado,
“¡Sin un puñado de tierra en la cabeza se le hundía,
que pueda decir que es mía!” [...]
“hoy no tengo una almena
que pueda decir que es mía”.
Los versos del poema aquí se emplean en una escena intermedia, que introduce la
trama secundaria de la rebeldía de la nobleza. La Abadesa se queja con el Rey de los
excesos cometidos por las tropas al mando del duque de Arjona. Como luego apuntan
los editores, en la misma escena asoman los versos de otro famoso romance,
perteneciente al ciclo de Bernardo del Carpio.
Gerineldo III.V, 133, 134-135 “Romance de Bernaldo del Carpio”, vv. 12-
23, 44, 86-87
DUQUE. ¡Mántengate Dios, el Rey! – Cuatrocientos sois, los míos,
18El poema está documentado por primera vez en la Silva (III: 290); cito de la edición de Beltran y Marini
(2018: 320, núm. 83). Para la transmisión de este romance, reelaborado a partir de material cronístico,
remito al estudio introductorio de Vicenç Beltran a la edición facsímil de la colección de Nájera (Silva III:
64-65).
REESCRITURAS TEATRALES DE ROMANCES ÉPICO-CABALLERESCOS EN EL SIGLO XX 589
Es el que empieza “Las cartas y mensajeros / del rey a Bernaldo van”19. Galeote
y Cruz Casado detectan algunos de los versos más conocidos del romance. Sin embargo,
a un análisis más detenido del pasaje, se puede observar a nivel microtextual cómo los
dos autores reorganizan el material que entresacan de su fuente. En primer lugar,
adelantan un verso, de sabor formulario, con el saludo de Bernardo al rey (“Dios vos
mantenga, buen rey”), papel que en este caso asume el duque de Arjona. Luego retoman
casi al pie de la letra los versos que en el romance venían antes, cuando Bernardo se
dirige a los suyos antes de ir a entrevistarse con el rey. Sin embargo, si en el romance
todo el fragmento formaba parte de un único parlamento de Bernardo, en el drama se
divide dentro del diálogo hostil entre los personajes de la Abadesa y del duque de
Arjona, que se desafían ostentando las fuerzas de las que disponen. Empieza la Abadesa,
retomando casi palabra por palabra los famosos versos de Bernardo “cuatrocientos sois
los míos / los que comedes mi pan”; la cita prosigue enumerando los demás hombres
de armas con los que puede contar la Abadesa. El duque de Arjona le hace eco,
respondiéndole con las palabras del propio Bernardo: “Doscientos traigo conmigo,
etc.”, citando asimismo la amenazadora frase dirigida al rey “si mala me la dijere, / peor
se la he de tornar”. Luego el mismo Duque retoma otro fragmento del romance, cuando
le dice al rey “Mentís vos... / que no decís la verdad”; el Rey también participa en este
19La primera documentación del romance se halla otra vez en la “Silva” (II: 333); cito de la edición de
Beltran y Marini (2018: 184, n. 43).
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juego de referencias, pues dos veces acude con pocas variaciones a los versos que en el
mismo romance profería el otro rey: “Prendeldo, mis caballeros, / que atrevido se me
ha”. Entre estas dos repeticiones encontramos otra cita, con la apelación a los
doscientos caballeros que Bernardo –y ahora el duque de Arjona– trae consigo: “¡Hola,
aquí todos los míos / los que coméis de mi pan! / ¡Por fin es llegado el día / en que
honra habéis de ganar!”.
Al final de esta escena, en el alboroto general que la entrada del duque de Arjona
ha producido en la corte, se crean dos bandos enfrentados: uno está formado por los
defensores del Rey, con el Condestable en primera fila, y otro por los partidarios del
Duque. Aquí tenemos una última cita sacada del Romancero que remata la escena.
Gerineldo III.V, 136 “Reto de Diego Ordóñez”, vv. 69-79
DUQUE. Por eso reto a la Corte Por tanto que desafía
de cortesanos indignos al traidor de Arias Gonzalo,
al Rey de mala corona, y a todos los zamoranos,
a la Reina, sin juicio, pues en ella se han hallado,
a los Condes, a los Duques, y a los panes, y a las aguas,
a los viejos y a los niños; y a lo que no está criado,
desde las hojas del árbol y aun a todos los nacidos
hasta las piedras del río... que en Zamora son hallados,
y a los grandes y pequeños
aunque no sean engendrados.
La parte final del monólogo del Duque se compone siguiendo muy de cerca el
romance del inusitado reto de Diego Ordóñez a Zamora, en el que el héroe castellano,
tras la muerte del rey Sancho II, desafía a la ciudad entera, considerada responsable de
la muerte del soberano por mano de Bellido Dolfos. El cotejo con el fragmento no deja
lugar a dudas de que aquí también se reelaboraron los versos del famoso romance. Entre
las varias versiones que han sobrevivido hasta nuestros días, he elegido la que recoge
Wolf en su Primavera y flor de romances, la que empieza “Después que Vellido Dolfos, /
aquel traidor afamado”, por ser la más cercana a la del texto y por ser una de las posibles
fuentes a las que acudieron Castro y Alarcón20.
La jornada tercera se cierra con una escena, la sexta, donde la Infantina se despide
de la Juglaresa y de sus padres para ir en busca de su Gerineldo disfrazada de romera.
El cuadro, cargado de acentos patéticos, da juego para la evocación de otro romance, el
de Flérida, compuesto para rematar la Tragicomedia de don Duardos de Gil Vicente (1522),
que había sobrevivido durante siglos como pieza autónoma en los pliegos impresos y
también en la tradición oral, tanto española como portuguesa y sefardí21.
20 Me he basado en la versión documentada en Pan-hispanic ballad project (ficha núm. 1443). Para textos y
detalles bibliográficos sobre el Romancero del cerco de Zamora, véase Laskaris (2006: 252-275, nn. 39a-40b,
sobre los romances del reto de Diego Ordóñez).
21 Como no deja de subrayar Costa Fontes, se trata de uno de los pocos ejemplos de un texto de autor
conocido que ha tenido difusión tanto impresa como oral, extendiéndose también al romancero
tradicional portugués. Sobre la tradición oral del romance, véanse Calderón Calderón (1991); Costa
Fontes (1977, 1997) y, más recientemente, Boto (2020).
REESCRITURAS TEATRALES DE ROMANCES ÉPICO-CABALLERESCOS EN EL SIGLO XX 591
Como se puede apreciar el pasaje se inspira en el incipit del primer “Gozo de Santa
María” que Juan Ruiz inserta en su Libro de Buen Amor. Como en la escena de los
desposorios, aquí también Castro y Alarcón acuden a otras fuentes poéticas conocidas
para construir su relato dramático y enriquecerlo.
Asistimos a una operación parecida en el diálogo que el pastor Bonreír mantiene
con las aldeanas; este refiere las palabras del conjuro que la gente del lugar le ha oído
pronunciar a Gerineldo una noche para hechizar el ganado. La inserción de este
maleficio puede considerarse un homenaje a otro famoso conjuro, el que pronuncia
Celestina en el tercer auto de la Tragicomedia de Calisto y Melibea.
te conjuro, Satanás!
Como apuntan los editores, la primera edición del texto contenía aquí un
manifiesto error de lectura, “hormiguero” por “miguero”. Se trata evidentemente de
una dificultad de comprensión del texto ya corregido, por otra parte, en la edición de
Aguilar de hacia 1935 (Galeote; Cruz Casado, 2014, IV.III: 143). La expresión procede
directamente del habla de los pastores, e indica el momento en que comienza la jornada
y estos preparan sus migas. Nótese que la misma expresión aparece luego en una
colección lírica de marcado sabor popular posterior a nuestro drama, de otro autor
andaluz coetáneo. Se trata de Romances del Ochocientos de Fernando Villalón (1929), que
contiene un poema donde se emplea la misma expresión pastoril. En la pieza teatral de
Castro y Alarcón el personaje la usa en un canto de caminante y de viaje, con su típica
atmósfera nocturna.
Llegamos, pues, al desenlace de la historia. A partir de la escena sexta de la cuarta
y última jornada, Castro y Alarcón reanudan la historia tradicional de Gerineldo,
contaminándola otra vez con el ya mencionado romance de la Condesita o “de la boda
estorbada”; siguen muy de cerca sus pautas narrativas, al igual que retoman al pie de la
letra algunos versos, como no dejan de destacar los editores (Galeote; Cruz Casado,
2014, IV.VI: 151 y nota 5). Las analogías con el romance de la Condesita son evidentes:
la Infantina, disfrazada de romera, mantiene un diálogo con un vaquero, aquí llamado
Jusepe, que la informa de las inminentes bodas de Gerineldo con una condesa, doña
Blanca. La joven inicialmente piensa vengarse de la traición de Gerineldo matándole
con la ayuda de los pastores que, como sabemos, consideran al castellano responsable
de la enfermedad que padece su ganado. Luego, al hallarse con su enamorado cambia
de idea: impide las bodas con la condesa, pero evita que los pastores maten a Gerineldo.
594 MASSIMO MARINI
24 Véanse a este propósito las breves pero llamativas palabras de elogio que, desde las columnas de El
Imparcial, Benavente le dedica a Gerineldo y a los dos poetas que revitalizan el teatro dramático en verso
por él abogado (Benavente, 1908: 3). Otros críticos ponen en relación directa Benavente y los dos autores
después del estreno de la pieza: Alsina (1908: 1); Iglesias Figueroa (1908: 12) y Miquis (1908: 8). Incluso
sus detractores, en este caso para poner de manifiesto cómo los dos autores habían traicionado el
llamamiento de Benavente a la escritura teatral en verso. Entre ellos, Pedro Caballero, que firma una
crítica muy dura al drama de Castro y Alarcón desde las columnas del periódico católico La lectura dominical;
tras referir la postura poética de Benavente, aun reconociendo que los versos de Gerineldo “suenan a ratos”,
sentencia que “el verso es el gran enemigo de los cómicos medianos”, criticando así no solo a los dos
autores, sino también a la compañía de actores que había llevado la obra a las tablas, definiendo el estreno
“una verdadera ejecución capital” (Caballero, 1908: 762-763).
REESCRITURAS TEATRALES DE ROMANCES ÉPICO-CABALLERESCOS EN EL SIGLO XX 595
BIBLIOGRAFÍA