REPLICA
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CARÁTULA: ‘‘VILLALOBOS/DIAZ’’
ROL: C-6713-2023.
REPLICA
Según consta en autos, con fecha 10 de julio del año en curso, el demandado don
Jovanny Pacheco Chacon, evacuó la contestación de la demanda señalando, en suma,
los siguientes argumentos:
(I)
Sumado a lo anterior, señala que la ley del tránsito no modifica el régimen general de
responsabilidad, sino que desarrolla deberes legales de cuidado más detalladamente,
ampliando así el alcance de la culpa infraccional. En dicho orden de ideas, se indica
que el principio general es que el hecho culpable debe ser probado por quien lo
alega.
Que en este punto es necesario hacer una diferencia entre las diferentes etapas del juicio
ordinario. Si bien la demanda es la forma esencial por medio la cual se hace valer la
pretensión y da comienzo a todo juicio ordinario (artículo 253 del Código de
Procedimiento Civil), es parte de la fase probatoria del procedimiento todas aquellas
exigencias de la ley respecto a los puntos que pueden ser controversiales, fijando en
resolución los mismos (artículo 318 Código Procedimiento Civil).
Además, los hechos expuestos en el líbelo dan cuenta de forma clara del
incumplimiento por parte del demandado del deber de cuidado a la hora de conducir un
vehículo de tracción motorizada, toda vez que señala que funcionarios de seguridad
municipal auxiliaron y cursaron un parte por no respetar señalética de “ceda el
paso”
Que, nuevamente, la contraparte confunde los hechos alegados en la demanda con otras
fases del mismo juicio ordinario, toda vez que indica que para tener la correspondiente
legitimación activa, es necesario en primer lugar que el conductor del mismo sea
condenado por una infracción a un precepto del tránsito que haya causado
perjuicio a un tercero.
Además, cabe señalar que esta parte cumple con todos los requisitos legales en la
presentación de la demanda, señalando latamente los antecedentes de hecho y las
circunstancias en que el demandado habría incurrido en un grave incumplimiento a la
ley de tránsito, esto es, no respetar la señalética (ceda el paso)
2.2.- ALEGO AUSENCIA O INEXISTENCIA DE RESPONSABILIDAD CIVIL
DE CARÁCTER EXTRACONTRACTUAL O DE CUALQUIER OTRO TIPO
POR PARTE DE JOVANNY PACHECO CHACON y de MIGDARELEN DIAZ
CARRERO
Se señala que no hay acciones ni omisiones, sin embargo y como ya fue señalado, la
causa directa del accidente es justamente la negligencia en la conducción, derivado del
grave incumplimiento a la ley de tránsito, acción a lo menos culposa, hecho que de por
si opera con una presunción de responsabilidad según el artículo 167 de la Ley de
tránsito:
Art. 167: “En los accidentes del tránsito, constituyen presunción de responsabilidad del
conductor, los siguientes casos:
Sumado a esto, el artículo 2314 señala: “El que ha cometido un delito o cuasidelito
que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena
que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito.”
No emite opiniones respecto a este punto, aún cuando queda claro que la acción de la
contraparte provoca necesariamente daños en la propiedad y en la persona de nuestra
parte.
3.- Que esa acción que causa daño sea imputable a dolo o culpa del infractor.
Nuevamente, parece evidente que una grave falta a la ley de tránsito es a lo menos
culposa, sumado a la presunción de responsabilidad que establece la misma Ley de
Tránsito en su artículo 167 N°10.
Se establece una clara relación causal entre el actuar negligente del demandado y las
consecuencias, puesto que de haber respetado en todo momento las normas de tránsito
establecidas en los artículos 1, 120 inciso 2, 139 inciso 1, 144, 145 numeral 1.1, 165,
167 Nº2, Nº7, Nº10, 168 inciso 1, 169 inciso 1 y 2 de la Ley de Tránsito no habrían
ocurrido los daños señalados en la demanda.
Respecto a este punto, es un acto burdo alegar caso fortuito e imposible de prevenir un
hecho que está en pleno manejo del demandado, como lo es la manipulación de un
vehículo de tracción motorizada, contrario a todos los casos señalados en el Código
Civil en su artículo 45 por ser hechos atribuidos a la naturaleza, o a situaciones
imprevistas y sin propio control.
Ante esto el artículo 165 de la ley de tránsito señala: “Toda persona que conduzca un
vehículo en forma de hacer peligrar la seguridad de los demás, sin consideración de
los derechos de éstos o infringiendo las reglas de circulación o de seguridad
establecidas en esta ley, será responsable de los perjuicios que de ello provengan.”,
por lo que no es posible desconocer en este punto las acciones cometidas de forma
negligente, toda vez que provocaron perjuicios en mi representada y es, por tanto,
responsabilidad del demandado los perjuicios provocados.
Respecto a lo señalado en primer lugar por el demandado, por no tener sustento jurídico
ni relación con lo señalado, se nos hace imposible emitir comentario
La contraparte señala luego que el monto total demandado de $59.091.568 (cincuenta y
nueve millones noventa y un mil quinientos sesenta y ocho pesos) por concepto de daño
emergente y daño moral, resultan absolutamente desmedidos, desproporcionados y
representan un enriquecimiento ilícito. Realizar este tipo de apreciaciones es un sin
sentido, toda vez que es carga de la demandante demostrar estos montos y, como se
demostrará en la etapa procesal correspondiente, están sustentados con informes
médicos, presupuestos, cartolas, etc. En cuanto al punto 3.2.1 y 3.2.2 sucede lo
mismo, toda vez que no corresponde a esta etapa procesal probar los daños.
En torno al daño moral, la doctrina lo ha descrito como aquel que produce una
perturbación injusta en el espíritu del acreedor, sin afectar su patrimonio (Sergio Gatica
Pacheco, “Aspectos de la indemnización de perjuicios por incumplimiento del
contrato”, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1959, pág. 95).
Banderas lo define diciendo que “es aquel que, sin recaer en un bien material
susceptible de ser avaluado en dinero, causa un perjuicio en la psiquis del individuo, ya
sea dañando sus afecciones íntimas, ya bienes morales que a éste le pertenecen, ya
impidiendo al perjudicado la adquisición de bienes no materiales, siempre que unos u
otros sean lícitos o esencialmente internos” (René Banderas “Indemnización de daños
morales”, Memoria de Prueba, 1934). De esta manera, el daño moral se encuentra
orientado a indemnizar el dolor, los sufrimientos o las molestias que sufre una persona
en sus afectos, por lo que catalogarlos como desmedidos parece, a lo menos, un
exceso, por cuanto no tiene conocimiento de lo sufrido por mi representada.
Que en este punto ya parece obvio indicar que los intereses y reajustes deben
establecerse en la resolución que dicte S.S., en caso de acceder a lo solicitado, por la
evidente diferencia de tiempo entre los hechos que dan origen al proceso y la
resolución.