Enfermedades Benignas y Malignas de Mamas y Tiroides
Enfermedades Benignas y Malignas de Mamas y Tiroides
Enfermedades Benignas y Malignas de Mamas y Tiroides
UNIVERSIDAD DE CARABOBO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD ESCUELA DE MEDICINA “DR.
WITREMUNDO TORREALBA”
SEDE ARAGUA
ASIGNATURA CIRUGIA I
Enferm
edades
Benigna
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Maligna
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Prof. Integrante
y
Tiroides La Victoria, marzo de 2020
INTRODUCCIÓN
Las tumoraciones benignas de la mama constituyen alrededor de 20% de las consultas en
una unidad especializada de patología mamaria. Actualmente, debido a la extensa
información sanitaria sobre el cáncer de mama, la mayoría de las pacientes acude
rápidamente a su médico de familia y/o ginecólogo de zona por la aparición de un bulto en
la mama. Si la paciente es joven (menos de 40 años), generalmente se tratará de una lesión
benigna de la mama.
Enfermedades del tiroides como el bocio eutiroideo, la enfermedad nodular benigna y los
carcinomas de células foliculares, son afecciones tiroideas frecuentes en nuestro medio. El
tratamiento con hormonas tiroideas se prescribe en estos casos. Toda vez que en la
literatura al respecto no existe consenso en relación con indicaciones y beneficio, se decide
revisar la utilidad (riesgo/beneficio) del empleo de esta terapéutica, para lo cual se
revisaron los mecanismos de regulación de la formación y acción de las hormonas tiroideas,
se describen los probables efectos beneficiosos y los deletéreos óseos y cardiovasculares
del uso de dosis supresiva de hormonas tiroideas, y también se comenta la utilidad futura de
los análogos de la tirotrofina en estas afecciones. Por último, se propone se analicen las
indicaciones y utilidad de esta terapéutica en nuestro medio.
Trastornos y Enfermedades Benignas Más Frecuentes en las
Mamas
Los trastornos y las enfermedades benignas de la mama comprenden una amplia gama de
entidades clínicas y patológicas. Los cirujanos requieren un conocimiento profundo de
estos trastornos para brindar explicaciones claras a las mujeres afectadas, instituir el
tratamiento apropiado y evitar un seguimiento innecesario a largo plazo.
Un aspecto muy importante para el tratamiento óptimo de los trastornos y las enfermedades
benignas de la mama es la diferenciación histológica en cambios benignos, atípicos y
malignos. La determinación de la importancia clínica de estas alteraciones es un problema
que se complica a causa de una nomenclatura inconsistente. El sistema de clasificación
elaborado por Page separa los diversos tipos de trastornos de enfermedades benignas de la
mama en tres grupos de importancia clínica: trastornos no proliferativos, trastornos
proliferativos sin atipia y trastornos proliferativos con atipia. Los trastornos no
proliferativos de la mama constituyen 70% de los padecimientos benignos de la mama y no
conllevan un riesgo mayor de desarrollo de cáncer de mama. Esta categoría incluye quistes,
ectasia ductal, mastitis periductal, calcificaciones, fibroadenomas y trastornos relacionados.
Los macroquistes de la mama son un trastorno involutivo, ocurren con una frecuencia alta y
a menudo son múltiples. La ectasia ductal es un síndrome clínico que describe conductos
subareolares dilatados palpables y a menudo acompañados de telorrea viscosa. Una teoría
alternativa considera que la mastitis periductal es el proceso primario que conduce a
debilitamiento de los conductos y dilatación secundaria. Es posible que ambos procesos
ocurran y expliquen en conjunto la amplia gama de problemas que se observan, incluidos
telorrea, retracción del pezón, masas inflamatorias y abscesos.
Aunque suelen tener < 0.5 cm de diámetro, quizá alcancen hasta 5 cm. Un síntoma de
presentación habitual es la telorrea, que puede ser serosa o sanguinolenta. A simple vista
los papilomas intraductales son de color canela rosado, friable y casi siempre unido a la
pared del conducto afectado por un tallo. Rara vez sufren transformación maligna y su
presencia no incrementa el riesgo de una mujer de desarrollar cáncer de mama (a menos
que se acompañen de atipia).
Las enfermedades proliferativas atípicas tienen algunas de las características del carcinoma
in situ, pero carecen de un rasgo definitorio principal de éste o tienen sus características
menos desarrolladas. La hiperplasia ductal atípica (ADH, atypical ductal hyperplasia) tiene
una imagen histológica similar a un carcinoma ductal in situ (DCIS, ductal carcinoma in
situ) de baja malignidad; está formado por células monótonas redondas, cuboides o
poligonales rodeadas por membrana basal con mitosis raras. El diagnóstico puede ser difícil
de establecer sólo con una muestra obtenida por biopsia con aguja gruesa, y la mayoría de
los casos requiere una biopsia por escisión para su clasificación.
Las personas con diagnóstico de ADH tienen mayor riesgo de desarrollar cáncer mamario y
deben recibir la asesoría apropiada acerca de las estrategias para reducir el riesgo. La
hiperplasia lobulillar atípica (ALH, atypical lobular hyperplasia) causa distensión mínima
de las unidades lobulillares con células semejantes a las que se observan en el LCIS. El
diagnóstico de LCIS se hace cuando se observan pequeñas células monomorfas que
distienden la unidad lobulillar ductal terminal. El LCIS típico no se trata con escisión, ya
que la paciente tiene riesgo de desarrollar cáncer mamario invasivo en cualquiera de las
mamas, por lo que se le asesora sobre las estrategias apropiadas para reducción del riesgo.
El LCIS pleomorfo puede ser difícil de distinguir en el DCIS de alta malignidad; algunos
proponen que las pacientes con LCIS pleomorfo se traten de manera similar a las que tienen
DCIS, con atención especial en los márgenes y consideración de radioterapia en caso de
tratamiento de conservación de la mama.
Quistes. Como la biopsia con aguja de las tumoraciones mamarias puede producir
artefactos que dificultan más la mamografía, muchos equipos multidisciplinarios prefieren
obtener imágenes de las tumoraciones mamarias antes de realizar la aspiración con aguja
fina o la biopsia con aguja gruesa. Sin embargo, en la práctica la primera investigación de
las tumoraciones mamarias palpables puede ser una biopsia con aguja, la cual permite el
diagnóstico inmediato de los quistes. El volumen del quiste típico es de 5 a 10 ml, aunque
puede llegar a 75 ml o más. Si el líquido aspirado no es sanguinolento, el quiste se aspira
hasta secarlo, se retira la aguja y se desecha el líquido, ya que el examen citológico de este
fluido no es rentable. Después de la aspiración, la mama se palpa con cuidado para
descartar una tumoración residual. Cuando el líquido del quiste es sanguinolento, se envía
para examen citológico. Un quiste simple rara vez es causa de preocupación, pero un quiste
complejo puede ser resultado de una neoplasia maligna subyacente.
Fibroadenomas. Casi todos los fibroadenomas desaparecen en forma espontánea y tal vez
no se diagnostiquen, por lo que una conducta más conservadora resulta razonable. El
examen cuidadoso mediante ecografía con biopsia con aguja gruesa proporcionará un
diagnóstico preciso. La ecografía puede revelar características específicas patognomónicas
del fibroadenoma, y en una mujer joven (p. ej., < 25 años) en la que el riesgo de cáncer
mamario es de por sí muy bajo, quizá no sea necesaria la biopsia con aguja gruesa. En el
seguimiento a corto plazo, un porcentaje significativo de los fibroadenomas se reduce y
deja de ser palpable. Sin embargo, muchos permanecen palpables, sobre todo los mayores
de 2 cm. Por lo tanto, es necesario asesorar a las mujeres sobre el tratamiento, que incluye
extirpación quirúrgica, crioablación, biopsia asistida por vacío y observación.
Mastitis periductal. Las masas dolorosas y sensibles atrás del complejo pezón-aréola se
aspiran con una aguja número 21 unida a una jeringa de 10 ml. Cualquier líquido que se
obtiene se envía para cultivo en un medio de transporte apropiado para detectar
microorganismos anaerobios. Cuando no se observa pus, se inicia la administración de
metronidazol y dicloxacilina en tanto se esperan los resultados del cultivo. Luego los
antibióticos se continúan con base en las pruebas de sensibilidad. Muchos casos responden
de manera satisfactoria a los antibióticos solos, pero cuando existe una cantidad
considerable de material purulento, se realiza aspiración repetida guiada por ecografía; al
final, es necesario el tratamiento quirúrgico en un porcentaje de casos. A diferencia de los
abscesos puerperales, un absceso subareolar casi siempre es unilocular y a menudo se
relaciona con un solo sistema ductal.
Inversión del pezón. Más mujeres solicitan que se corrija la inversión congénita del pezón
que las que solicitan la corrección de una inversión del pezón secundaria a ectasia ductal.
Aunque los resultados suelen ser satisfactorios, quienes buscan la corrección por razones
estéticas siempre deben conocer las complicaciones quirúrgicas, que incluyen alteración de
la sensibilidad y necrosis del pezón, y fibrosis posoperatoria con retracción del pezón.
Puesto que la inversión del pezón se debe al acortamiento de los conductos subareolares, es
necesario cortarlos por completo para lograr la corrección permanente del trastorno.
Cáncer de Mama
El cáncer de mama es un proceso oncológico en el que células sanas de la glándula
mamaria degeneran y se transforman en tumorales, proliferando y multiplicándose
posteriormente hasta constituir el tumor.
Actualmente, se conocen más aspectos biológicos y genéticos de las células que originan el
cáncer de mama. Este conocimiento permite planificar los tratamientos en función de estas
características biológicas, que son responsables de los distintos comportamientos de la
enfermedad. Según estas particularidades, podemos conocer la mayor o menor tendencia a
la recaída, a la diseminación o a la mayor o menor sensibilidad a diferentes tipos de
tratamiento (quimioterapia, hormonoterapia, radioterapia y anticuerpos monoclonales).
In situ. Se localiza dentro de los conductos galactóforos que conducen la leche hasta el
pezón.
• Según el lugar donde se origina el tumor y el aspecto de las células que lo forman.
Lobular. Se origina en las glándulas que fabrican la leche.
Inflamatorio. Las células cancerosas bloquean los vasos linfáticos de la piel produciendo
una inflamación en la mama.
El estadio o etapa del cáncer de mama nos indica el grado de extensión del mismo.
• El tumor sigue siendo inferior a 2 cm, pero se extiende a los ganglios de la axila;
• El nódulo ha crecido, sin sobrepasar los 5 cm, con un 50% de probabilidades de haberse
extendido a los ganglios axilares.
Estadio 4 Las células cancerosas se han extendido a otros tejidos y órganos del cuerpo,
proliferando también en alguno de ellos. Es lo que se conoce con el nombre de metástasis.
El origen del cáncer es desconocido. No se puede afirmar que el cáncer de mama afecte con
preferencia a una tipología de mujer determinada. Pero la medicina ha buscado factores que
pudieran indicar una mayor probabilidad de sufrir la enfermedad y los ha denominado
factores de riesgo.
• Edad.
• Ausencia de embarazos.
• Embarazo tardío.
• Tabaquismo.
• Dieta no equilibrada.
• Estrés.
No obstante, hay mujeres con cáncer de mama que no presentan ningún factor de riesgo, y
otras que sí lo presentan y no desarrollan la enfermedad. Por ello, algunos de estos factores
merecen comentarios específicos.
La mitad de los cánceres de mama diagnosticados los padecen mujeres cuya edad se sitúa
entre 35 y 54 años. Por otra parte, está demostrado que el riesgo aumenta con la edad, por
lo que la mayoría de campañas de detección precoz están dirigidas al sector de entre 50 y
69 años.
¿Cómo se diagnostica?
Las técnicas que se emplean para establecer un diagnóstico requieren alta calidad (aparatos
específicos y profesionales expertos en patología mamaria. El empleo de una u otra, o de
varias combinadas, dependerá del criterio del profesional, quien también informará sobre
las razones de la elección de forma específica.
Mamografía: Es una exploración que utiliza los rayos X de baja potencia para localizar
zonas anormales en la mama. Las radiaciones de esta técnica no suponen ningún peligro y
puede localizar tumores que son demasiado pequeños para ser detectados por el tacto. Una
mamografía de buena calidad, junto con el examen médico de las mamas, es el método más
efectivo para detectar el cáncer de manera precoz.
Ecografía: Es una técnica que emplea ultrasonidos que son convertidos en imágenes. Con
ella se pueden diferenciar los tumores formados por líquido (quistes) de las masas sólidas.
La ecografía es una exploración que aporta mucha información, sobre todo en las mujeres
menores de 30 años.
Biopsia: Una vez detectado el tumor mediante una o varias de las técnicas mencionadas, se
debe realizar una biopsia para confirmar el diagnóstico. Consiste en la extracción de una
muestra de tejido microscópico que puede hacerse por punción, con agujas especiales, o por
intervención quirúrgica. El departamento de anatomía patológica determinará el grado, el
tipo y la distribución de las células tumorales, así como la valoración de los receptores
hormonales y del gen HER2, entre otros. Estas características biológicas proporcionan gran
información sobre el tipo de cáncer de mama y por lo tanto, el tratamiento más adecuado
para cada caso.
Resonancia magnética nuclear o RNM: Se trata de una técnica que obtiene imágenes
sometiendo al paciente a un potente imán que utiliza ondas de radiofrecuencia.
Analítica de sangre: Permite valorar la situación de la paciente, así como el estado de los
diferentes marcadores tumorales específicos para el cáncer de mama.
Gammagrafía ósea: Esta prueba es útil para descartar metástasis óseas. Según los casos,
pueden ser necesarias otras pruebas complementarias como el TAC (Tomografía Axial
Computerizada), PET (Tomografía por Emisión de Positrones), para completar el estudio
de extensión de la enfermedad.
Tratamiento
Existen varios métodos mediante los cuales es posible tratar el cáncer de mama: cirugía,
radioterapia, quimioterapia, terapia hormonal y terapia biológica, pero será un equipo
multidisciplinar, compuesto por oncólogos, cirujanos, expertos en patología mamaria
(senólogos), ginecólogos y radioterapeutas, el que decida el tratamiento más adecuado en
cada caso concreto, dependiendo del estadio, las características del tumor, el estado de
salud de la paciente, etc.
Cirugía: El tratamiento quirúrgico consiste en la extirpación del tejido canceroso, con los
márgenes necesarios, pero dependiendo del grado de afectación y de la valoración del
equipo multidisciplinar, la intervención quirúrgica varía:
Radioterapia Mediante: esta técnica se persigue destruir las posibles células cancerosas en
el área en la que se administra. Es obligada tras un tratamiento quirúrgico de tipo
conservador; a veces se emplea como complemento de la mastectomía.
• Caída del cabello, que tampoco se produce en todos los casos, sino que depende del
fármaco empleado (el pelo vuelve a crecer siempre).
Todos estos efectos hay que consultarlos de forma individualizada con el médico.
Terapia hormonal: Como ya hemos comentado en el apartado de los tipos de cáncer, los
tratamientos, en la actualidad, se planifican en función de los aspectos biológicos y
genéticos de las células que originan el cáncer de mama. Cuando estas células conservan la
capacidad de responder a los cambios hormonales, pueden ser atacadas si las hormonas que
estimulan su desarrollo se suprimen o se administran medicamentos que contrarresten su
efecto sobre el crecimiento.
Inhibidores de la aromatasa: impiden que se formen estrógenos y por lo tanto, que actúen
sobre las células. Sólo son útiles en la mujer postmenopaúsica.
Los efectos secundarios de estos fármacos son parecidos a los síntomas que se dan en la
menopausia, es decir, sofocos, nerviosismo, dolores articulares, etc.
Etiología, patogenia y patología. Se desconoce la causa exacta del inicio del proceso
autoinmunitario en la enfermedad de Graves. No obstante, se han sugerido como posibles
anomalías desencadenantes el puerperio, el exceso de yodo, el tratamiento con litio y las
infecciones bacterianas y virales. Los factores genéticos también participan, dado que los
estudios con identificación de los haplotipos indican que este padecimiento se relaciona con
ciertos haplotipos de antígeno leucocitario humano (HLA) —HLA-B8, HLA-DR3 y
HLADQA1*0501 en pacientes caucásicos, en tanto que HLA-DRB1*0701 tiene un efecto
protector contra ella. Este padecimiento también se vincula a otros trastornos
autoinmunitarios, como diabetes tipo 1, la enfermedad de Addison, anemia perniciosa y
miastenia grave. Una vez iniciado, el proceso induce que los linfocitos T colaboradores
estimulen a los linfocitos B, los cuales producen anticuerpos contra el receptor de la
hormona tiroidea. Se han descrito TSI o anticuerpos que estimulan TSH-R, así como
inmunoglobulinas o anticuerpos que impiden la unión de TSH. Los anticuerpos
estimulantes de la tiroides estimulan a los tirocitos para su crecimiento y producción
excesiva de hormona tiroidea, una característica distintiva de la enfermedad de Graves. Este
padecimiento también se vincula a otros trastornos autoinmunitarios, como diabetes tipo 1,
la enfermedad de Addison, anemia perniciosa y miastenia grave.
Tratamiento con yodo radiactivo (131-I). El yodo radiactivo (RAI) representa la base del
tratamiento de la enfermedad de Graves en Estados Unidos. Las principales ventajas son la
omisión de un procedimiento quirúrgico con sus riesgos concomitantes, la disminución del
costo general del tratamiento y la facilidad del mismo.
Bocio multinodular tóxico. El bocio multinodular tóxico casi siempre aparece en personas
> 50 años de edad, a menudo con antecedente de un bocio multinodular no tóxico. Después
de varios años, suficientes nódulos tiroideos se vuelven autónomos para precipitar
hipertiroidismo. Con frecuencia, la presentación es insidiosa, ya que algunas veces el
hipertiroidismo sólo se torna aparente cuando los pacientes reciben dosis bajas de
supresores de hormona tiroidea para el bocio. Algunos sujetos tienen toxicosis por T3, en
tanto que otros sufren hipertiroidismo apático, fibrilación auricular o insuficiencia cardiaca
congestiva. El hipertiroidismo también puede desencadenarse por fármacos que contienen
yodo, como medios de contraste y el antiarrítmico amiodarona (fenómeno de Jod-
Basedow). Los signos y síntomas del hipertiroidismo son similares a los de la enfermedad
de Graves, pero menos serios y sin manifestaciones extratiroideas.
Adenoma tóxico. El hipertiroidismo por un solo nódulo con función intensa casi siempre
ocurre en pacientes jóvenes que detectan el crecimiento reciente de un nódulo antiguo,
junto con los síntomas de hipertiroidismo. Los adenomas tóxicos se caracterizan por
mutaciones somáticas en el gen del receptor para TSH, aunque pueden presentarse también
las mutaciones en el gen estimulante de la proteína G (gsp). La exploración física suele
revelar un nódulo tiroideo solitario sin tejido tiroideo palpable en el lado contralateral. La
gammagrafía con RAI muestra un nódulo “caliente” con supresión del resto de la glándula
tiroides. Estos nódulos rara vez son malignos. Los nódulos más pequeños pueden tratarse
con fármacos antitiroideos y RAI. Los nódulos grandes pueden requerir dosis más elevadas,
lo que puede ocasionar hipotiroidismo. Se prefiere la cirugía (lobectomía con resección del
mismo) para el tratamiento de pacientes jóvenes y aquellos con nódulos grandes. Se ha
reportado el empleo de la inyección percutánea de etanol (PEI) con éxito razonable, pero no
se ha realizado una comparación directa con la cirugía.
Tipos de tiroiditis.
Manifestaciones clínicas. Los síntomas típicos del hipotiroidismo incluyen fatiga, aumento
de peso, estreñimiento, piel seca, depresión y poca tolerancia al ejercicio. Este sería el caso
de los pacientes con tiroiditis de Hashimoto. Estos síntomas con frecuencia incluyen
ansiedad, insomnio, palpitaciones (frecuencia cardíaca rápida), fatiga, pérdida de peso e
irritabilidad. Esto se ve en los pacientes con la fase tóxica de la tiroiditis subaguda no
dolorosa, y la tiroiditis del post-parto. Los síntomas de tirotoxicosis e hipertiroidismo son
idénticos, ya que ambas afecciones son el resultado de niveles altos de hormona tiroidea en
la sangre. Dolor en la tiroides puede verse en pacientes con tiroiditis subaguda.
Dolor tiroideo – El dolor asociado con la tiroiditis subaguda generalmente puede ser
manejado con medicamentos anti-inflamatorios como la aspirina o el ibuprofeno.
Ocasionalmente el dolor puede ser severo y requerir tratamiento con prednisona.
Su aparición suele ser en la edad media de la vida, dependiendo de los distintos tipos. La
incidencia de este tumor ha aumentado en los últimos años pero la mortalidad se ha
mantenido estable. Se han visto diferencias geográficas, siendo en las zonas deficitarias en
Yodo mayor la frecuencia de los carcinomas foliculares.
Factores de riesgo
La causa del cáncer de tiroides no se conoce; la mayoría de las personas diagnosticadas no
tienen ningún factor de riesgo conocido. Sin embargo, existen algunas circunstancias en las
que se ha visto una frecuencia más elevada.
4. Sexo y edad: son más frecuentes en mujeres con edades comprendidas entre 30 y 50
años. Parece relacionarse una mayor incidencia de este tipo de cáncer en mujeres
con la historia reproductiva y el uso de anticonceptivos orales.
Manifestaciones clínicas
La mayoría de los nódulos tiroideos son benignos, pero la única forma de tener certeza es
analizando las células del mismo.
Diagnóstico
3. Punción-aspiración con aguja fina (PAAF): una vez que tenemos un nódulo tiroideo
identificado con ecografía, debemos analizarlo. Esta técnica consiste en la obtención de
células a través de una aguja muy fina mediante aspiración para después observarlas al
microscopio. Es una técnica poco dolorosa y rápida de realizar, con muy pocos efectos
secundarios. Su precisión diagnóstica es del 90 % para las lesiones benignas y del 60-80 %
para las malignas. En ocasiones el resultado puede ser no concluyente por lo que puede ser
necesario repetirla.
4. Biopsia: algunas veces, las células que se obtienen por punción no son suficientes o
definitivas para el diagnóstico y es necesaria una muestra más grande que consiste en la
extirpación de la zona sospechosa para su posterior análisis. Es un procedimiento más
complicado que requiere anestesia y produce más molestias por lo que únicamente se
realiza en casos difíciles de diagnosticar mediante otras técnicas.
Pronóstico
La supervivencia global a cinco años está en torno a 96,9 %, siendo 99,7 % para estadios
localizados y de 57,8 % para estadios avanzados; esta puede variar en función de varios
factores:
1. Tipo histológico: la supervivencia de los carcinomas papilares a los 10 años está entre el
80 y 95 %, mientras que en los foliculares oscila entre el 65 y 85 %. Sin embargo rara vez
se consiguen supervivencias a más de 2 años en los carcinomas medulares y anaplásicos.
2. Edad: es el factor más importante en los carcinomas diferenciados, ya que por debajo de
los 40 años son pocos los pacientes que fallecen a consecuencia del tumor pero a partir de
los 50 años la curva de supervivencia desciende bruscamente.
Tratamiento
- En ocasiones puede ser necesaria la cirugía de los ganglios del cuello (disección cervical).
Puede considerarse en caso de nódulos cervicales palpables y con biopsia positiva. En los
casos en los que no existen nódulos palpables, su indicación está cuestionada. Está indicada
de entrada en los carcinomas medulares de tiroides.
2. Tratamiento con yodo radiactivo (I-131): el tiroides absorbe el Yodo del cuerpo; con
esta técnica se intenta localizar cualquier célula en el organismo que capte yodo y después
se destruye. Se administra una cápsula de I-131 con el fin de destruir el tejido tiroideo
residual y cualquier resto de tumor que haya podido quedar y para facilitar el seguimiento
mediante gammagrafía. No está indicado en todos los casos sólo en aquellos que tras la
cirugía tienen los márgenes afectados, hay enfermedad residual, en variedades histológicas
agresivas o en casos que tienen algún factor de mal pronóstico. Se realiza de forma
complementaria a la cirugía, el mejor momento es a las 3- 4 semanas de la cirugía y la dosis
establecida es de 30-10 mCi para eliminar el remanente tiroideo o de 100-200 mCi si hay
constancia de enfermedad neoplásica residual. Se tolera bastante bien y tiene pocos efectos
secundarios.
En los últimos años se han aprobado muchos fármacos, terapias diana, que han relegado a
la quimioterapia a líneas muy tardías de tratamiento.
2. Radioterapia: su utilidad en el cáncer de tiroides es limitada, ya que en aquellos tumores
que captan yodo se administra yodo radiactivo. Su finalidad es fundamentalmente paliativa,
para controlar fundamentalmente el dolor, el crecimiento local o prevenir las fracturas
óseas en los casos de metástasis.
3. Terapias dirigidas: en los últimos años se han aprobado varias terapias dirigidas para el
tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides resistente a Yodo radiactivo.
Revisiones y seguimiento
Una vez tratado con éxito un cáncer de tiroides, hay que realizar revisiones periódicas con
el objetivo de detectar las posibles recaídas y controlar los efectos secundarios.
- Analítica completa.
- Ecografía cervical.
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http://www.seom.org/seomcms/images/stories/recursos/infopublico/publicaciones/
HABLEMOS_CANCER_MAMA.pdf
https://www.thyroid.org/wp-content/uploads/patients/brochures/espanol/
tiroiditis.pdf