Cárceles Pascual, Juan F. - La Pintura Al Óleo
Cárceles Pascual, Juan F. - La Pintura Al Óleo
Cárceles Pascual, Juan F. - La Pintura Al Óleo
evolución
Introducción
Uno de los aspectos que primero destacan cuando se estudia la obra de arte
pictórica -el cuadro- considerada como fenómeno material, es que, al contrario de lo que
su aparente homogeneidad parece indicar, se caracteriza por la heterogeneidad de sus
componentes. Está constituida por muy diversos elementos, los cuales, debidamente inter
relacionados, dan lugar a esa unidad coherente y armónica que denominamos cuadro.
Como es sabido, tanto el soporte como la preparación pueden ser los mismos para
muy distintos procedimientos pictóricos; hallándose en el tercer estrato, de los anteriores
señalados (película pictórica), el elemento diferenciador que permite hablar de distintos
Procedimientos Pictóricos. Se trata del aglutinante, cuya sustancia , única o
predominante, es lo que da lugar a las distintas denominaciones: óleo, temple de huevo,
temple de caseína, acrílico, etc.
Dicha oxidación es facilitada por la acción de la luz; de ahí que las pinturas al óleo
sequen mejor en los espacios iluminados que en la oscuridad, además de ser preferibles
los espacios aireados mejor que confinados, para una más fácil renovación del oxígeno
disponible.
Aunque entre los artistas, e incluso en los tratados que estudian los procedimientos
y técnicas de la pintura, a estos aceites se les denomina aceites secantes, con un concepto
más riguroso, desde el punto de vista de la tecnología de las grasas, no sería aceptable tal
generalización.
Esa capacidad de oxidación que presentan estos aceites permite que los mismos,
al solidificarse, produzcan una película de gran consistencia, lo que, sumado a su gran
adherencia, hace posible la aplicación de la pintura al óleo sobre los más variados
soportes. Ello se ve ampliamente favorecido por el hecho de que a la fuerte adherencia y
consistencia de la película pictórica se suma una notable flexibilidad y elasticidad de la
misma; si bien es cierto que estas últimas propiedades van desapareciendo de manera
gradual con el paso del tiempo. Por lo que, llegado un momento, la película pictórica al
óleo pierde ese carácter; siendo ésta la principal causa de la aparición del característico
cuarteado de las pinturas al óleo antiguas.
II. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
II.1.Empleo del aceite como aglutinante pictórico en las culturas griega y romana.
Las más importantes fuentes documentales que han llegado hasta nosotros,
relativas a la pintura en la Antigüedad Clásica, están constituidas por los escritos de
Vitruvio y Plinio.
Describe Vitruvio (Libro VII, cap. IX) la manera de proteger el bermellón de las
decoraciones murales situadas a la intemperie. Consiste este método en la impregnación
de la superficie pintada con un medio a la encaústica; constituido éste por cera púnica
(cera tratada con agua de mar y nitrato potásico; y decolorada al sol en placas delgadas)
y aceite, y fijado mediante calor. Este tratamiento protector era habitualmente aplicado a
las estatuas, según manifiesta Vitruvio, por griegos y romanos, siendo denominado
ganosis por los griegos.
PLINIO el Viejo (Cayo Plinio Secundo), naturalista romano que murió durante la
erupción del Vesubio que sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano, en el año 79 d.
de C.
Al igual que Vitruvio, Plinio refiere el empleo del aceite formando parte del
aglutinante de la encáustica; además de su uso con fines medicinales. Pero no hace
ninguna mención al uso específico del aceite como aglutinante único para mezclar los
pigmentos, en lo que se pudiese considerar una pintura al óleo.
Así, pues, tomando como fuente documental las obras de Vitruvio y Plinio no
puede afirmarse (como de manera atrevida hacen algunos autores) que los pintores
griegos y romanos conocieran un procedimiento pictórico asimilable a la pintura al óleo(
en esto hemos de coincidir con lo que afirma en este sentido A. P. Laurie: The Painter ´s
Methods and Materials; cap.II,p.23).
Cabe citar, como muestra de lo que decimos, el caso del manuscrito conocido
como la Hermeneia o Libro de los pintores del monte Athos, del monje Dionisio de
Furna; hallado a mediados del pasado siglo y que, por el lenguaje con que está escrito y
por contener recetas medievales, se creyó perteneciente al siglo XII, hasta que hace pocos
años los investigadores han podido demostrar que fue escrito en la primera mitad del siglo
XVIII .
Contiene detalladas descripciones acerca del método que había de seguirse para
la preparación de soportes ( tabla y piedra o columnas ), mezclando blanco con aceite; así
como la forma en que debían ser aplicados los colores al óleo, para su uso pictórico, lo
que denota que su empleo era perfectamente conocido en aquel tiempo (Laurie, ibídem,
pp.27-28; Eastlake, Methods & Materials of Painting of the Great Schools & Masters;
vol. I, pp.33 y ss. ).
Realmente, el primer gran tratado artístico de la Edad Media, sobre cuya autoría
no existe duda, es el titulado De diversis artibus (Schedula diversarum artium: Sobre
diversas artes o Libro de diversas artes), cuyo autor fue el monje benedictino alemán
Teófilo (“Qui et Rugerus” : Schlosser.)
Se trata de un manuscrito que los investigadores datan hacia el año 1100. Lo
componen tres libros que tratan, respectivamente, sobre la pintura, trabajo del vidrio y
trabajo de los metales; lo que permite constatar, en primer lugar, que en la Edad Media
no existía valoración diferenciadora alguna entre la pintura y otros oficios artesanales.
Fue ésta una obra conocida y que debió gozar de cierto predicamento entre los
artesanos y estudiosos del arte durante la Edad Media, pero que se perdió, cayendo en el
olvido, hasta su posterior redescubrimiento en el siglo XVIII, como veremos más
adelante.
Así, pues, el manuscrito de Teófilo viene a demostrar que la pintura al óleo era
suficientemente conocida y debió estar bastante extendida entre los artistas (al menos en
el norte europeo ) a finales del siglo XI; si bien es probable que su técnica estuviese aún
lejos de alcanzar la ductilidad y posibilidades expresivas que posee en la actualidad.
Para finalizar con las referencias al manuscrito de Teófilo, citaré tan sólo un dato,
quizás anecdótico pero que considero es de gran interés por ser éste el único tratado en
que he hallado noticias del mismo.
Por último, finalizando con las fuentes de la Edad Media, cabe citar otro
documento bastante más tardío que, si bien no tiene la trascendencia de un tratado, no por
ello deja de resultar de gran interés para nosotros, dada su proximidad.
Además de por su rico contenido, resulta atractivo este tratado por la época en que
está escrito ( a caballo entre la Edad Media que finaliza y el Renacimiento que se
vislumbra ), lo que se pone de manifiesto en el lenguaje empleado por su autor,
constantemente impregnado de reminiscencias medievales.
Los más recientes investigadores sitúan la datación del manuscrito hacia 1390,
considerando que lo más probable es que ninguno de los códices conservados actualmente
sea obra autógrafa (Schlosser, La Literatura artística, p.97).
Laurie (op. cit., pp. 31-32 ) opina que la traducción es errónea, al menos en el caso
de la exposición al sol, ya que al no indicarse el tiempo debe durar la operación los
resultados podrían ser variables. Así, lo que en las ediciones de Pérez-Dolz y Daniel V.
Thompson es traducido: ”...y tenlo allí hasta que disminuya a su mitad, que será perfecto
para pintar”; Laurie sugiere que debe ser traducido: ”...y si lo mantienes allí ( bajo el sol)
hasta que se blanquee, resultará perfecto para pintar”.
Se basa para ello en que, según afirma, la palabra mezzo (medio, mitad) es un
término que a veces es empleado en el sur de Italia con la significación de “pálido”,
“blanqueado”.
Todo ello viene a demostrar que en el siglo XIV la pintura al óleo era conocida y
empleada por los pintores italianos; si bien la tradición de su uso no estaba tan arraigada
como en el norte europeo, como se deduce de lo expresado por Cennini, que en el capítulo
89 dice: “Antes de pasar adelante, te quiero enseñar a pintar al óleo en el muro, o en
tabla, como tanto acostumbran los alemanes...” (Pérez-Dolz, p. 73; Daniel V. Thompson,
p. 57).
Según el autor, “este aceite seca muy rápido”, adquiere “una dura consistencia”
y “se volverá transparente como el cristal” (Laurie, op. cit., pp. 32-33).
Otro dato novedoso que aporta este manuscrito, es la recomendación que su autor
hace de añadir “tres gotas de barniz” a cada color preparado con este aceite antes de
guardarlo en recipientes.
Si bien su obra como pintor pasa desapercibida para muchos estudiosos del arte,
no ocurre otro tanto con su obra literaria, a la que debe una justa fama.
Fue tan acusada la influencia ejercida por la obra de Vasari, que Karel van
Mander, pintor flamenco (1548-1606) famoso por su Libro de pintores (Schilderboek,
1604), al referirse a Van Eyck se limita a repetir los tópicos introducidos por Vasari.
Como única aportación novedosa del autor flamenco, cabe citar la fecha de 1410 como la
del “descubrimiento”, según van Mander, de la pintura al óleo por parte de Jan van Eyck.
Fruto de este descubrimiento fue su obra Von Alter der Oelmalerei aus dem
Theophilus Presbyter (De la antigua pintura al óleo por el Monje Teófilo) de 1774,
rebatiendo lo expuesto por Vasari respecto al óleo y van Eyck. Para ello transcribió
algunos capítulos del manuscrito, siendo ésta la primera ocasión en que el mismo fue
impreso.
En los XIX y XX son varios los investigadores que han seguido profundizando en
el estudio de los orígenes y evolución de la pintura al óleo.
Se pueden destacar, por la relevancia que han alcanzado sus trabajos, a los
siguientes: Sir Charles Lock Eastlake (Materials for an History of Oil Painting=Methods
& Material of the Great Schools siglos & Masters, Londres, 1847), Mary P. Merrifield
(Original Treatise Dating from the XII to the XVIII Centuries on the Art of Painting,
Londres, 1849; otros sobre pintura al fresco, 1846), Max Doerner (Malmaterial und
Seine Verwendung im Bilde, Berlín-Viena, 1921), A.P. Laurie (The Painter´s Methods
and Materials, Londres, 1935; varios desde comienzo de siglo), Daniel Varney Thomson
(The Materials and Techniques of Medieval Painting, Londres, 1936; varios más, entre
ellos la traducción de Cennini), Ralph Mayer (The Artist´s Handbook of Materials and
Techniques, Nueva York, 1940), Maria Bazzi (Abecedario Pittorico, Milán, 1960).
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MERRIFIELD, Mary P., (Original Treatise Dating from the XII to the XVIII Centuries
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YARZA, Joaquim et alt., Arte Medieval I y Arte Medieval II, Barcelona, Editorial
Gustavo Gili, S. A. 1982.