Problemas de Historia Argentina
Problemas de Historia Argentina
Problemas de Historia Argentina
Licenciatura en Historia
Problemas de Historia Argentina
Prof. Mg Horacio Collazo
Alumno: Gustavo Carlos Espinosa
Legajo: 52398
Fecha: 07/09/2023
Actividad 5
Consigna:
En base a la lectura del artículo de Paula Alonso, “La política en sus laberintos: el
Partido Autonomista Nacional entre 1880 y 1890” publicado en H. Sábato y A. Lettieri, La
vida política en la Argentina del siglo XIX. Armas, votos y voces. Buenos Aires, FCE, 2003 y
el capítulo 1 del libro de Martín Castro, El ocaso de la república oligárquica: poder, política
y reforma electoral, 1898-1912, responder:
1. Explicar el rol de facciones y ligas de gobernadores en la dinámica
interna del Partido Autonomista Nacional.
2. Describa los rasgos fundamentales del funcionamiento del PAN en relación a
las características del gobierno federal y a las relaciones establecidas entre presidente y elites
provinciales.
Respuesta 1
El sistema político nacional de la década del ochenta se vio influenciado por el diseño
institucional de la nación y de las provincias. El sistema federal y la elección indirecta del
presidente dieron un papel importante a los gobernadores provinciales, quienes controlaban la
política en sus territorios y aseguraban la representación en el Colegio Electoral. El principio
de no reelección consecutiva aumentaba la ambición del presidente en ejercicio de elegir a su
sucesor y esperar un favor a cambio. Aunque el presidente tenía recursos para llevar a cabo
esta tarea, los aspirantes al poder no esperaban pasivamente ser favorecidos por él. Los
candidatos a la presidencia no comenzaban su carrera electoral mediante la organización
formal de un partido y una campaña pública para obtener votos, sino a través de una campaña
sigilosa y secreta. Esto implicaba establecer pactos de apoyo mutuo entre quienes controlaban
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o pretendían controlar las políticas provinciales y los candidatos a la presidencia. Estos pactos
de apoyo mutuo se conocían como "ligas".
Las ligas tenían como objetivo principal asegurarse el control político a nivel nacional
para la próxima elección presidencial. Las alianzas se basaban en cálculos numéricos de
poder, teniendo en cuenta el número de provincias, electores, bancas en el Congreso, recursos
y apoyo mediático que cada líder de la liga tenía. Las ligas se ponían a prueba en cada
elección, ya sea a nivel nacional o provincial, para determinar su poder e influencia. A pesar
de que la mayoría de las elecciones nacionales no eran competitivas en este período, la
formación de listas, la elección de sucesores y el constante flujo de elecciones provinciales y
nacionales generaban tensiones, alianzas e intrigas entre las diferentes ligas. El mundo
“interliguista” estuvo fuertemente influenciado no solo por el diseño institucional, sino
también por la propia naturaleza del PAN.
A falta de una estructura interna y reglas claras para la selección de candidaturas
nacionales, se generaron divisiones internas entre sus líderes y la competencia entre las ligas
fue determinante en la elección presidencial. Esta competencia exacerbó el carácter faccioso y
personalista de la política argentina, ya que las ligas se formaban en torno a sus líderes, sin
basarse en programas o políticas prestablecidas. Esta falta de consistencia provocó constantes
cambios y rupturas en las ligas. Durante la década de 1880, el PAN logró tener el control de
las catorce gobernaciones provinciales, y en las elecciones nacionales no hubo una oposición
organizada contra ellos.
Durante esos años, la competencia política entre los diferentes partidos fue
reemplazada por la rivalidad dentro del partido único. Entre 1881 y 1885 existieron cuatro
ligas principales, que se redujeron a dos seis meses antes de las elecciones presidenciales de
1886. La principal liga era la roquista, liderada por Roca, seguida por la liga de Dardo Rocha
y la de Juárez Celman. Estas dos últimas ligas tenían ambiciones presidenciales y se
enfrentaban entre sí. Además, existía una cuarta liga liderada por Bernardo de Irigoyen, que
había sido ministro de Relaciones Exteriores y del Interior.
En el PAN, la competencia interna varió en intensidad según la provincia. En Buenos
Aires, Mendoza y San Luis, no hubo grandes conflictos y cada liga mantuvo su dominio sin
problemas. El rochismo se mantuvo fuerte en Buenos Aires durante el mandato de Dardo
Rocha y su sucesor, Carlos D'Amico. Roca intentó sin éxito organizar un autonomismo
nacional que rivalizara con el rochismo en Buenos Aires. Mendoza y San Luis se mantuvieron
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leales a Roca desde el principio. En las provincias donde la competencia fue más intensa, se
lograron resoluciones pacíficas mediante acuerdos, en los que el presidente actuaba como
árbitro y garante. Esto ocurrió en La Rioja en 1882, Jujuy en 1883, Córdoba y Santa Fe en
1885. En La Rioja, Roca y Juárez Celman coexistían incómodamente, y en 1882 Roca
negoció directamente la elección de un gobernador roquista, tras la muerte repentina de
Jaramillo. En Jujuy, se mantuvo principalmente leal a Roca. En Córdoba, las tensiones
principales surgieron entre los seguidores de Juárez Celman y Roca, ya que Rocha no logró
aumentar su influencia en la provincia. La competencia electoral fue otro mecanismo utilizado
para resolver las rivalidades entre las diferentes ligas, además de los acuerdos protagonizados
por el presidente.
Sin embargo, sería un error evaluar el éxito de la política de Roca en las provincias y
el papel del PAN en la política nacional simplemente por el resultado de las situaciones
provinciales. La política nacional del nuevo gobierno, sus objetivos y métodos, jugaron un
papel importante en la estrategia del presidente en relación a la política interna del partido y,
por lo tanto, el éxito de esta última debe evaluarse en relación a los objetivos establecidos en
la primera. El gobierno de Roca se presentó como la administración que traería paz y orden,
poniendo fin a años de anarquía y revoluciones, y marcando el comienzo de una nueva era
para una Argentina moderna. Una nueva etapa en que, a diferencia del pasado, las elecciones
en las provincias se llevaban a cabo de manera tranquila.
El papel principal del PAN era mantener la paz dentro de la política nacional, además
de asegurar el apoyo político al presidente. El partido actuaba como un mecanismo donde las
diferentes ligas competían y realizaban acuerdos. Se evitaron acciones extremas como
intervenciones federales o apoyo a revoluciones. El partido y el presidente representaban el
orden y consideraban la preservación de la unidad del partido y la paz en las provincias como
metas prioritarias. Estos objetivos limitaban las acciones del presidente, pero al mismo tiempo
garantizaban su éxito. El PAN fue el principal instrumento a través del cual el presidente
consiguió mantener la paz y asegurar el establecimiento del Estado nacional.
Respuesta 2
la consolidación de un sistema federal en los años ochenta del siglo XIX benefició a
las élites dirigentes de las provincias menos desarrolladas del país, dándoles una influencia
política desproporcionada al lugar que ocupaban dentro de la economía nacional. El régimen
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político establecido después de 1880, centrado en el Partido Autonomista Nacional (PAN),
regulaba los conflictos entre las élites provinciales sin promover un sistema de partidos
competitivo. Se basaba en el uso de prácticas de clientelismo político para construir poder y
consolidar coaliciones provinciales. El presidente tenía un papel central en la resolución de
conflictos entre las élites provinciales y esto influenciaba los alineamientos políticos. Las
rivalidades y la resolución de conflictos estaban lejos de seguir reglas formales establecidas,
lo que daba más margen de maniobra al líder del partido y del poder ejecutivo. La falta de
límites claros entre el gobierno nacional y el partido reforzaba la importancia de los
liderazgos personales.
El PAN, siendo una poderosa maquinaria política, reunía a diversas élites gobernantes
en una amplia organización política que se presentaba como la expresión de la estructura de
poder estatal, establecida alrededor de la presidencia y los gobiernos provinciales.
Debido a la marcada división dentro de la vida política y el papel destacado del partido
político dominante, la figura del jefe de estado se convirtió en una pieza central e inevitable
en la regulación de las rivalidades entre facciones. Esta característica del sistema político
contribuye a explicar la importancia del liderazgo personal en la arena nacional y su función
en la resolución de disputas entre facciones, que se forman principalmente en torno a grupos
de "amigos políticos" o camarillas personales. Es comprensible, entonces, que la adhesión
partidaria o facciosa estuviera en gran medida basada en la lealtad construida a través de
incentivos y recompensas. Por lo tanto, no es sorprendente que la política personalista fuera
una de las características destacadas del sistema político entre 1880 y 1916. La
correspondencia política entre políticos provinciales y líderes nacionales revela la extensión
del personalismo en el sistema político de la época
Después de la revolución de 1890, el gobierno central mantuvo la influencia sobre la
política provincial a través de la intervención federal, un mecanismo constitucional que
permitía al gobierno intervenir en las provincias para varias situaciones. En la práctica, esta
intervención era utilizada por el gobierno central para consolidar su poder, suprimir facciones
políticas opositoras y restaurar aliados políticos que hubieran sido depuestos. Además, el
gobierno central ejercía su influencia en la política provincial a través del control de los
nombramientos en las unidades burocráticas federales en las provincias. Esto les permitía
favorecer a sus aliados provinciales y asegurar el control sobre la vida política provincial.