Pruebas Hepaticas
Pruebas Hepaticas
Pruebas Hepaticas
Módulo 13 (Química clínica), número 10. Editora Médica Colombiana S.A., 2008®
E
l hígado lleva a cabo varias funciones bioquímicas, de síntesis y de excreción, por lo cual
no hay una prueba que tenga la capacidad de detectar el estado de la función total del
hígado. Para esto se utilizan un conjunto de pruebas, denominadas pruebas de función
hepática. Para una correcta interpretación de las pruebas hepáticas, es necesario acompañarlas
de una historia clínica completa y de un examen físico apropiado, y muchas veces recurrir a las
pruebas imaginológicas e incluso a la biopsia [1]. Las enfermedades hepáticas son comunes y
muchas veces silenciosas, y son una causa importante de muerte en el mundo. Las principales
entidades asociadas a daño hepático incluyen las enfermedades virales, la esteatohepatitis no
alcohólica y el exceso de alcohol, entre otras.
1. Médico especialista en Patología Clínica. Profesor Facultad de Medicina, Universidad de Cartagena, Colombia. Médi-
co Director, Laboratorio Clínico Eduardo Fernández. Bocagrande Carrera 1, Edificio Seguros Bolívar, Local 4. Cartage-
na, Colombia. [email protected]
2. Médico General. Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia.
3. Estudiante IX Semestre, Facultad de Medicina, Universidad de Cartagena. Cartagena, Colombia.
4. Médico Interno, Facultad de Medicina, Universidad de Cartagena. Cartagena, Colombia.
Las pruebas de función hepática se utilizan en general para: 1) determinar presencia o ausen-
cia de daño hepático; 2) realizar diagnósticos específicos; 3) determinar severidad y establecer
pronósticos; y 4) monitorizar el curso de la enfermedad hepática.
Algunas pocas pruebas hepáticas miden funciones fisiológicas identificables, como ocurre con
la bilirrubina, la albúmina y el tiempo de protombina, mientras la mayoría no mide una función
específica sino que indica la presencia de daño y la falta de permeabilidad de las vías biliares.
Entre estas pruebas están las aminotransferasas, la gamma glutamil transpeptidasa y la fosfatasa
alcalina. Por último, están las pruebas que evalúan la reacción al daño hepático, como las globu-
linas o los anticuerpos tisulares, y las pruebas que apuntan a una etiología específica, como son
los marcadores de infección viral [2].
Las pruebas de función hepática no deben interpretarse como resultados anormales aislados,
sino utilizando paneles con patrones característicos que permitan identificar o aproximarnos al
diagnóstico de las enfermedades hepáticas, esto debido a que las pruebas pueden ser anormales
en muchos procesos que no son precisamente de origen hepático, como por ejemplo la sepsis,
el infarto agudo de miocardio, las infecciones como la brucelosis y la endocarditis bacteriana
subaguda, entre otros [3].
The National Academy of Clinical Biochemistry y la American Association for the Study of Liver
Diseases, recomiendan un panel específico de exámenes para ser usado en la evaluación inicial
de un paciente con una enfermedad hepática conocida o sospechada, designado como “panel
de función hepática”, que está compuesto por los siguientes analitos [4]:
Proteínas totales
Albúmina
Fosfatasa alcalina
Bilirrubina total
Bilirrubina directa
Enfermedad hepática
La enfermedad hepática puede clasificarse en dos categorías de acuerdo al daño: necrosis
celular y colestasis. Las principales causas se enuncian en la tabla 1 [4] .
Necrosis celular
La necrosis celular puede ser aguda o crónica y aun dentro del contexto de la presentación
clínica, es difícil diferenciarlas a partir de unos resultados del panel de función hepática [7].
Sin embargo, una elevación marcada de las aminotransferasas (valores mayores de 10 veces los
límites de referencia), es indicativo de necrosis celular aguda, mientras que elevaciones menos
marcadas (menos de 7 veces los límites de referencia) indican necrosis celular crónica, todo esto
dentro de un contexto clínico apropiado [7]. Adicionalmente, la necrosis celular crónica se ca-
racteriza por una albúmina sérica disminuida y en presencia de hepatitis crónica activa, hepatitis
autoinmune o cirrosis, por un aumento de las globulinas (hipergammaglobulinemia), indicando
respuesta inmune a la enfermedad [8-10].
Colestasis
Esta variedad de daño celular es el resultado de un flujo biliar disminuido o ausente.
En el caso de colestasis extrahepática, tanto los niveles de bilirrubina sérica como de fosfatasa
alcalina están aumentados; la bilirrubina por una falla en la excreción de la misma y la fosfatasa
alcalina debido a un aumento en su síntesis hepática [8, 9]. En el caso de una colestasis intra-
hepática focal, la fosfatasa alcalina se incrementa por inducción de la misma colestasis, pero la
bilirrubina se mantiene dentro de los límites normales, esto debido a que sólo un 10% de tejido
hepático es capaz de mantener concentraciones de bilirrubina normales en el suero [8]. Esta di-
sociación entre la fosfatasa alcalina sérica y la bilirrubina es característica de la colestasis intrahe-
pática focal [9], y cuando se acompaña de una concentración sérica elevada de deshidrogenasa
láctica (LDH), puede ser indicativo de metástasis hepática [8].
altas concentraciones en las células hepáticas, donde catalizan la transferencia de grupos aminos
para producir ácido pirúvico y oxaloacético, respectivamente, utilizando vitamina B6 como co-
factor [11]. Cuando se presenta daño en la membrana celular del hepatocito, estas enzimas que
se encuentran en el citoplasma de las células pasan al plasma, aumentando su concentración en
circulación. Las transaminasas son sensibles pero poco específicas del daño de los hepatocitos,
siendo la ALT más específica que la AST, ya que ésta no sólo se encuentra en el hígado sino tam-
bién en el músculo esquelético y cardiaco, en el riñón y en los eritrocitos [4, 9, 12].
Deshidrogenasa láctica
La deshidrogenasa láctica (LDH) es una enzima que se encuentra en el citoplasma de los
hepatocitos y cataliza la oxidación reversible de ácido láctico a ácido pirúvico. Existen cinco
isoenzimas, LD1 a LD5, distribuidas en hígado y otros tejidos como el músculo cardiaco, riñón y
eritrocitos, lo cual también le resta especificidad a esta prueba como indicadora de daño hepá-
tico [11]; sin embargo, puede ser una prueba útil en combinación con otras pruebas hepáticas y
en ciertos diagnósticos diferenciales [8, 13, 14].
Gamma-glutamil transferasa
La gamma-glutamil transferasa (GGT) regula el transporte de aminoácidos a través de las
membranas celulares al catalizar la transferencia de un grupo glutamil a los aminoácidos libres. Su
medición concomitante con la fosfatasa alcalina es fundamental en la determinación del origen
de unos valores altos de fosfatasa alcalina, ya que la gamma-glutamil transferasa proviene casi
exclusivamente del hígado y no es producida por el hueso; así, unos valores elevados de fosfatasa
alcalina acompañados de unos valores elevados de la gamma-glutamil transferasa se asocian con
una enfermedad del tracto biliar [9, 10].
Pruebas metabólicas
Bilirrubina
La bilirrubina es el principal metabolito del grupo hemo de la hemoglobina, mioglobina y
los citocromos. Diariamente se producen alrededor de 250 mg a 350 mg de bilirrubina, 85%
como resultado de la destrucción de los eritrocitos viejos [16]. La mayoría de la bilirrubina es
transportada unida a la albúmina (directa o conjugada) y sólo una pequeña fracción circula libre
(indirecta o no conjugada). La fracción directa corresponde a menos del 20% de la bilirrubina
total. El aumento de la bilirrubina total junto con el aumento de la bilirrubina directa se presenta
cuando hay necrosis y colestasis, en tanto que concomitante con el aumento de la indirecta se
asocia con hemólisis o síndrome de Gilbert [4, 9, 10].
Tiempo de protrombina
El tiempo de protrombina (TP) es dependiente de la actividad de los factores de coagulación
I, II, V, VI y X, todos ellos sintetizados en el hígado, por ello es la prueba con mayor utilidad para
detectar anormalidades en la coagulación asociadas con daño hepático.
Pruebas inmunológicas
Inmunoglobulinas y anticuerpos tisulares
El panel de función hepática incluye la determinación de proteínas totales y de albúmina, lo
cual permite calcular la concentración de globulinas totales. Un aumento de las inmunoglobuli-
nas (Ig) totales es indicativo de una enfermedad hepática crónica o de una gammapatía [17].
Las enfermedades autoinmunes pueden también causar daño hepático. Entre las principales
están la cirrosis biliar primaria, para la cual se utilizan los anticuerpos mitocondriales como prue-
ba diagnóstica, y la colangitis esclerosante primaria, en donde se pueden encontrar positivos los
anticuerpos anti-citoplasma de neutrófilos (ANCA), los anticuerpos anti-músculo liso (anti-SMA)
y los anticuerpos antinucleares (ANAs) [18-21].
Marcadores virales
Algunos virus tienen la capacidad de causar daño hepático agudo o crónico. Los virus de la
hepatitis A, B y C, y los arbovirus son hepatotóxicos, en tanto que los virus Epstein-Barr, citome-
galovirus, varicela-zoster, herpes simplex, virus de la inmunodeficiencia humana, adenovirus y
ecovirus inducen una hepatitis que puede ir desde leve hasta agresiva [11].
Hepatitis A
La infección aguda por virus de la hepatitis A (HAV) se confirma por la detección de IgM
anti-virus de la hepatitis A, la cual aparece temprano en el curso de la infección y tiene alta sen-
sibilidad y especificidad. La IgG aparece una a dos semanas más tarde y permanece durante toda
la vida. En la práctica se utiliza la prueba de anticuerpos totales para determinar la infección por
este virus [22, 23].
Hepatitis B
La infección aguda por el virus de la hepatitis B (HBV) se confirma por la presencia del antí-
geno de superficie (HBsAg), el cual es el primer marcador en aparecer, aun antes de que las tran-
saminasas comiencen a elevarse. Posteriormente se pueden detectar los anticuerpos anti-core
Tabla 2. Marcadores virales de la infección por virus (anti-HBc), los cuales sirven como marcador de
de la hepatitis B infección reciente o actual, los anticuerpos an-
Hepatitis B aguda ti-antígeno e (anti-HBe) y más adelante, el an-
HBsAg
■ ticuerpo anti-antígeno de superficie (anti-HBs)
Anti-HBc IgM
■
[22-24]. En la tabla 2 se enuncian las pruebas
Hepatitis B crónica de anticuerpos contra la hepatitis B y su aplica-
HBsAg
■
ción clínica [11].
Anti-HBc IgG
Hepatitis C
■
Anti-HBs IgG
■
La coinfección con los virus de la hepatitis B y C produce una infección hepática más severa,
con mayor probabilidad de desarrollar cirrosis y carcinoma hepatocelular [26].
Marcadores genéticos
Las enfermedades genéticas más importantes que causan enfermedad hepática son la hemo-
cromatosis hereditaria, la enfermedad de Wilson y la deficiencia de alfa 1-antitripsina.
Hemocromatosis hereditaria
La hemocromatosis hereditaria es una enfermedad genética que se produce como consecuen-
cia de mutaciones en los genes que controlan el metabolismo del hierro, produciendo una acu-
mulación progresiva de hierro que conduce a cirrosis hepática, carcinoma hepatocelular, diabetes
mellitus e insuficiencia cardiaca [27]. Los pacientes con hemocromatosis hereditaria presentan
valores de saturación de la transferrina superiores al 45% y niveles altos de ferritina sérica. El diag-
nóstico se confirma por análisis fenotípico y por biopsia hepática [28].
Enfermedad de Wilson
La enfermedad de Wilson es una enfermedad genética que se produce como consecuencia
de mutaciones en el gen ATP7B que controla el metabolismo del cobre, causando problemas he-
páticos y neurosiquiátricos. Los pacientes presentan niveles disminuidos de cerulomplasmina por
debajo de 20 mg/dL y acumulación de cobre que se observa en la biopsia hepática [29, 30].
En la tabla 3 se enuncian las principales pruebas hepáticas más utilizadas, de acuerdo con la
función o daño que evalúan [5].
Si la historia clínica o el examen físico dan sospecha de disfunción hepática, los resultados
del panel de función hepática dentro de los límites de referencia no excluyen enfermedad
[5, 32].
La ictericia clínica aparece cuando los valores séricos de bilirrubina total superan los 2,5 mg/
dL [3].
Lapresencia de bilirrubina directa mayor de1 mg/dL en un lactante, siempre indica enfer-
medad [3].
El daño de la membrana de los hepatocitos causa la salida de las aminotransferasas a la cir-
culación, tienen alta sensibilidad pero son relativamente inespecíficas de daño hepatocelular,
siendo la ALT más hepato-específica que la AST, ya que la mayor parte de su producción se
limita al hígado, mientras la AST se produce además en tejidos como músculo cardiaco y
esquelético, riñón y glóbulos rojos [36-38].
Entre más alta sea la relación ALT/fosfatasa alcalina, más probable es el diagnóstico de necrosis
celular aguda; hay excepciones, en la hepatitis aguda alcohólica tanto la ALT como la AST
tienen generalmente menos de 10 veces los valores de referencia y en la colangitis ascenden-
te causada por coledocolitiasis, la AST y la ALT pueden elevarse en mayor proporción que la
fosfatasa alcalina [5, 32, 34, 40].
La fosfatasa alcalina es el mejor indicador de obstrucción biliar pero no diferencia colestasis
intrahepática de extrahepática [32, 35].
En la obstrucción biliar (colestasis) puede observarse aumento de 3 a 10 veces los valores de
referencia de fosfatasa alcalina, con aumento de las aminotrasferasas menos de 10 veces sus
valores de referencia [3, 41].
Diagnóstico específico
Enla hepatitis viral aguda, la relación AST/ALT es usualmente menor de 1, mientras que en la
hepatitis alcohólica aguda, la relación generalmente es mayor de 2 [4, 5].
En el daño hepático crónico por alcohol, la relación AST/ALT es usualmente mayor de 1, pero
este patrón también es encontrado en otras variedades de daño hepático crónico, como son
cirrosis, metástasis hepática y colestasis extra e intrahepática.
En pacientes con cirrosis o hipertensión portal con una relación AST/ALT mayor de 3 sugiere
cirrosis biliar primaria [3].
Valores
marcadamente elevados (más de 100 veces los valores normales) de AST y ALT, acom-
pañados de incrementos comparables de la LDH sugieren necrosis isquémica [5].
Pequeños incrementos de AST con ALT normal aunque podrían ser causados por un daño
hepático alcohólico oculto, usualmente se deben a una causa no hepática que elevan la AST
[5, 36].
Incrementos leves a moderados de ALT y AST son típicos del daño hepático crónico, valores
en este rango con una relación AST/ALT menor de 1 ayudan a distinguir esteatohepatitis no
alcohólica de la enfermedad hepática relacionada con el alcohol [5].
Un aumento rápido de las aminotranferasas hasta valores muy altos (por ejemplo, mayores
de 600UI/L, y con frecuencia mayores de 2.000UI/L), seguido de una disminución brusca
después de 12 a 72 horas es típico de obstrucción aguda del conducto biliar [3].
Un predominio de fosfatasa alcalina (3 a 10 veces los valores normales) sobre ALT y AST (me-
nos de 10 veces los valores normales), favorece el diagnóstico de colestasis, sobre todo si se
acompaña de aumento de la bilirrubina total y de la directa (relación bilirrubina directa/bili-
rrubina total mayor de 40%). El patrón colestásico puede deberse a obstrucción extrahepática
o colestasis intrahepática difusa debido a drogas o a cirrosis biliar primaria [3].
En el adulto hombre o mujer no embarazada el origen de una fosfatasa alcalina elevada se
deriva del hígado o del hueso, cuando se acompaña de un aumento de la bilirrubina o de
evidencia de enfermedad hepática, se confirma el origen hepático [5].
La manera más práctica de diferenciar entre el origen hepático u óseo de una elevación de la
fosfatasa alcalina es realizando una determinación de la gamma-glutamiltransferasa (GGT); en
enfermedad hepática se incrementa en mayor proporción comparado con el límite superior
normal, si por el contrario la GGT es normal o sólo ligeramente elevada la fuente de la fosfa-
tasa alcalina es de origen óseo [5].
Aumentos aislados de la fosfatasa alcalina, con el resto del panel hepático normal, general-
mente tienen origen en una enfermedad ósea [5].
Incrementos de la bilirrubina total con una relación directa/total menor de 20%, indican he-
mólisis o síndrome de Gilbert y en ambos casos la bilirrubina total es usualmente menor de 3
a 4 mg/dL y rara vez mayor 6 mg/dL [3, 35, 44].
Una relación de la bilirrubina directa/bilirrubina total entre 20% y 40% apoya la existencia de
necrosis hepatocelular más que una obstrucción extrahepática o alteraciones del metabolis-
mo de la bilirrubina, como son el síndrome de Dubin-Johnson y el síndrome de Rotor [3].
Relaciónbilirrubina directa/bilirrubina total entre 40% y 60% se produce cuando hay daño
hepatocelular o colestasis extrahepática.
Una relación bilirrubina directa/bilirrubina total mayor de 50% apoya la existencia de una
colestasis extrahepática más que la existencia de daño hepatocelular.
En la hemólisis no complicada, a excepción que ésta coexista con una enfermedad hepatobi-
liar, la bilirrubina total sérica no supera valores de 5 mg/dL.
En general, en la ictericia hepatocelular el aumento del nivel sérico de la bilirrubina total es
menor (menos de 10 mg/dL) que en los carcinomas periampulares (menor de 20 mg/dL) o en
la colestasis intrahepática o extrahepática [3].
Un aumento del nivel sérico de bilirrubina con fosfatasa alcalina normal sugiere hiperbilirru-
binemias o estados hemolíticos constitucionales [3].
Severidad de la enfermedad
Elpanel de función hepática es de mayor utilidad como ayuda diagnóstica que como indica-
dor de severidad de la enfermedad [5].
La ALT y la AST son pobres indicadores de la severidad del daño hepático agudo, la bilirrubina
total y la albúmina son más útiles en este contexto [5, 39].
Una AST que alcanza un pico de 1.000 a 9.000 UI/L y disminuye en un 50% al cabo de tres
días, y hasta menos de 100 UI/L al cabo de 1 semana, sugiere hígado de shock con necro-
sis centrolobular, por ejemplo como consecuencia de una insuficiencia cardiaca congestiva,
arritmias, sepsis o hemorragias gastrointestinales [3].
En hepatitis viral aguda, valores de bilirrubina total mayores de 25 mg/dL indican daño hepá-
tico severo [7, 39].
Enla hepatitis alcohólica aguda una bilirrubina total mayor de 5 mg/dL indica un pronóstico
pobre.
En la enfermedad hepática crónica los valores de albúmina disminuyen con la progresión a
la cirrosis [45-47].
Un aumento aislado de GGT es una prueba de tamización y monitorización del alcoholismo.
El aumento de GGT debido a alcohol o fármacos anticonvulsionantes no se acompaña de un
aumento de la fosfatasa alcalina [51].
En la tabla 4 se enuncian las pruebas hepáticas más utilizadas, de acuerdo con la sospecha
clínica [5].
Hepatitis aguda N N a
a
<1 N a
a a
Hepatitis
N N a
>2 N a
a a
alcohólica aguda
Hepatitis crónica a
a
a
a
1 N a
a
a
Enfermedad
a
a
a
a
>1 N a
a
a
alcohólica crónica
Colestasis difusa
N a
N a
a
a
1 a
a
a
intrahepática
Obstrucción
N a
N a
a
a
1 a
a
a
extrahepática
Enfermedad focal
N a
N a
a
a
1 a
N N a
intrahepática
Summary: Liver function tests are used to detect, specifically diagnose, estimate
the severity, and monitor the course of hepatic disease. Effective interpretation of
the hepatic function panel requires knowledge of the underlying pathophysiology
and the characteristics of the panel tests. Using a schematic approach, hepatic
alterations are classified into two categories: 1) cellular necrosis and 2) colestasis,
and applying the hepatic function panel recommended by The National Academy of
Clinical Biochemistry and The American Association for the Study Of Liver Diseases,
main tests are interpreted to initially evaluate the suspected or known hepatic
diseases according to their ability to detect cellular injury, lack of biliary permeability,
anionic organic metabolism and protein synthesis. Finally some recommendations
are presented to interpretate the panel within the clinical context.
Module 13 (Clinical chemistry), number 10. Editora Médica Colombiana S.A., 2008®
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