Tema 3
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1.3
Recién Nacido
Prematuro El examen neurológico
del recién nacido prematuro
A. García-Alix y G. Arca
CONTENIDOS
Introducción
Objetivos del examen
Antes de iniciar el examen
• Importancia de la edad gestacional y edad posmenstrual
• El desarrollo cerebral y los estímulos del entorno en el prematuro
• Terminología y evaluación utilizada en el neonato
• Condiciones del examen neurológico del neonato prematuro
Estructuración y secuencia del examen
• Estructura del examen
• Secuencia del examen
Esquemas de examen neurológico neonatal para prematuros
• El examen neurológico del hospital Hammersmith (Londres)
• El Neo Neuro & Up
El examen (aspectos y dominios)
• Tamaño y crecimiento de la cabeza
• Capacidad para despertar y mantener la vigila
• Función motora: tono-fuerza muscular
• Función motora: movimientos espontáneos y patrones motores
• Reflejos miotáticos
• Reflejos primitivos
• Neuroconducta
El examen neurológico al alta hospitalaria del prematuro
El examen neurológico en la perspectiva del razonamiento diagnóstico
Bibliografía
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Módulo 1: Prematuridad. Conceptos. Factores maternos, sociales y familiares
Tema 3: El examen neurológico del recién nacido prematuro
INTRODUCCIÓN
El examen neurológico (EN) neonatal es la aproximación clínica a la evaluación funcional del sistema
nervioso central (SNC) del neonato menor de 44 semanas posmenstruales y su objetivo es establecer la
integridad y madurez de dicho sistema. El desarrollo del SNC es un largo proceso que comienza en las
primeras semanas de la gestación y se prolonga hasta años después, cuando el cerebro alcanza su confi-
guración adulta. Una parte sustancial de este desarrollo ocurre antes del nacimiento y continúa durante la
infancia y la niñez. Por tanto, el sistema nervioso experimenta durante los primeros años de vida un proceso
de cambio neurobiológico continuo (neurodesarrollo) que se traduce en una función neurológica especí-
fica para cada edad. Este concepto ontogénico del desarrollo neuronal explica por qué las características
neurofuncionales difieren considerablemente entre un recién nacido de 26 semanas y uno de 34 semanas
de gestación, y entre este y uno de 42 semanas (Tabla. 1.3-1). Estos cambios en la función neurológica
traducen el estado dinámico de rápido desarrollo del SNC que tiene lugar en este período de la vida y que,
por tanto, acontecen durante el ingreso del prematuro en las unidades de neonatología. Por ello, conocer la
conducta neurológica esperada para cada edad gestacional (EG) o posmenstrual (EPM) es un prerrequisito
obligado para: a) interpretar el examen neurológico, b) establecer si el nivel neuromadurativo del neonato
es óptimo, y c) detectar alteraciones de la función neurológica.
Precisa Periodos de
Periodos de Dura más de
aparente vigilia
Escasos estimulación suave
un minuto ++ +++ vigilia largos
para despertar (minutos)
Precisa
Despierta de
estimulación
forma No No Alerta espontánea
suave para
espontánea
despertar
Inicia
Alterna ocios Periodos alternos de vigilia y sueño
sueño-vigilia
No – alternacia
Dos estados de sueño
vigila - sueño
Aceptable Capacidad
Pobre organización de los estados, fragilidad y pobre integración para regular
Capacidad de
Muy pobre integración del sistema nervioso autónomo con la de sistemas su estado ante
autorregulación
atención y la actividad motora y estabilidad el aumento de
de estados estimulación
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Tabla 1.3-1. Desarrollo estructural y funcional del sistema nervioso central (Cont.)
Postura
(tono muscular)
La principal dificultad para el clínico que desea realizar una evaluación neurológica de un neonato
menor de 37 semanas de EPM está condicionada no solo porque el comportamiento y la capacidad funcio-
nal difieren del nacido a término, sino también por los cambios madurativos que se producen en cada uno
de los dominios de la función neurológica durante el período de tiempo que media entre las 24 semanas
y la edad de término. Además, cuanto menor es la EG, mayor es la dificultad para detectar alteraciones
de la función neurológica, orientar el carácter de la agresión sobre el cerebro y establecer el pronóstico
mediante el EN.
Aunque estos tres propósitos permanecen, los objetivos actuales de la evaluación neurológica del
neonato son bastante más amplios (Tabla 1.3-2). El examen neurológico permite no solo señalar una posible
desviación patológica, sino también evaluar el proceso de cambios secuenciales en la actividad funcional
en relación con la edad posmenstrual. Un aspecto que se olvida con frecuencia es que un examen neu-
rológico solo traduce el estado funcional del sistema nervioso en un momento dado, aquel en el cual la
exploración se realiza.
Utilizando una analogía, un examen aislado es como una «foto fija» que corresponde exclusivamente
al momento en que se realiza. La valoración de los movimientos generales (véase más adelante) ha puesto
de manifiesto el enorme valor de las evaluaciones seriadas a partir del ingreso y durante las semanas
siguientes tras el alta. A lo largo de este capítulo se enfatiza reiteradamente acerca del valor de las evalua-
ciones seriadas como un buen indicador de la naturaleza del proceso subyacente, así como de la gravedad
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de una agresión aguda o crónica al sistema nervioso, y sobre el mayor valor predictivo que poseen frente
a un examen aislado.
Entre la diversidad de razones y propósitos señalados para realizar un examen neurológico a un neonato,
una razón, enfatizada por Ellison y Brazelton, es su utilidad para tranquilizar a los progenitores acerca de
la capacidad de sus hijos. Todos los progenitores de neonatos prematuros desean y solicitan información
acerca de la función neurológica de sus hijos, presenten o no patología cerebral en los estudios ultraso-
nográficos realizados durante el ingreso. Cualquier circunstancia que pueda agredir al sistema nervioso,
o cualquier signo que evoque una potencial afección de este, es fuente de ansiedad prolongada para las
familias.
La presencia de los padres durante algunos de los exámenes permite incorporarlos como participantes
activos en el proceso de observar y aprender del comportamiento de su hijo, gracias a las apreciaciones
precisas del examinador sobre el comportamiento individual del niño. Este abordaje interactivo individuali-
zado, centrado en el niño y dirigido a la familia, se concreta no solo en la información que es transmitida a
los padres, con el fin de que conozcan mejor a su hijo, sino que ayuda a reforzar su confianza y autoestima
en su capacidad para interaccionar con él, y aumenta las actitudes paternales de atención y participación
más activa en la crianza. En los niños prematuros, este enfoque permite compartir las preocupaciones
de los padres acerca del futuro desarrollo de su hijo, ayudarles a descifrar mejor las señales que emite su
hijo y buscar las respuestas más adecuadas. Al clínico, le permite establecer recomendaciones y pautas
para mejorar la interacción de los padres con su hijo, facilitar el inicio de las interacciones primarias y de
vinculación y ofrecerles apoyo psicológico. Esta estrategia, deudora de Brazelton y su escala NBAS para
evaluar el temperamento neonatal, y más particularmente del programa «Cuidado neonatal individualizado
con atención preferente al desarrollo» (NIPCAP), es una parte esencial del modelo de asistencia pediátrica
individualizada y centrada en la familia.
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Por eso, conocer la EG, el peso al nacimiento y la EPM de un neonato prematuro son aspectos cruciales
antes de realizar el EN. La consideración de estos factores puede aportar información directa o indirecta
acerca de:
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corregida» y «edad posconcepcional» son utilizados constantemente en neonatología, pero con frecuencia
son utilizados de forma imprecisa o confusa y muchas veces como sinónimos unos de otros. Se ha señalado
con razón que el uso incorrecto de estos términos limita la interpretación de los datos neuroevolutivos. La
figura 1.3-1 señala, mediante un diagrama, la terminología para la edad utilizada durante el período neo-
natal. Desde el punto de vista epidemiológico, dado que la morbimortalidad global y la morbimortalidad
neurológica son mayores a menor edad gestacional, es muy práctica la subdivisión de los recién nacidos
pretérmino en:
EDAD POSTMENSTRUAL
(semanas)
28 S
Valoración
EDAD CORREGIDA
(días, semanas, meses)
Edad gestacional (EG). Término utilizado para señalar la edad al nacimiento y corresponde al tiempo transcurrido entre
el primer dia después del último periodo menstrual y el día del parto. Es expresada en semanas completas.
Edad concepcional. Tiempo transcurrido desde el día de la concepción hasta el nacimiento. Es sólo disponible en los
embarazos conseguidos con tecnologías de reproducción asistida como fertilización o implantación. Para calcular
en estos casos la edad gestacional es necesario sumar 2 semanas a la edad concepcional. Edad gestacional y edad
concepcional no son términos sinónimos e intercambiables.
Edad cronológica. Tiempo transcurrido desde el nacimiento y por tanto es la edad postnatal y se da en días, semanas,
meses o años.
Edad postmenstrual. Es el tiempo transcurrido desde la fecha de la última menstruación y el nacimiento más la edad
cronológica. Esta edad se da en semanas y se utiliza principalmente durante el periodo neonatal.
Edad corregida. Describe la edad en niños prematuros antes de los tres años y representa la edad del bebé desde
la fecha esperada de parto a las 40 semanas. En la práctica se calcula de la siguiente forma: edad corregida = edad
cronológica — (40 semanas — EG al nacimiento). En este cálculo cada uno de los meses del niño equivale a cuatro
semanas. La edad cronológica y la edad corregida son completamente diferentes en el prematuro y nunca deben
utilizarse de forma equivalente.
Debido al enorme valor que supone conocer la edad gestacional y posmenstrual en neurología neo-
natal, en el primer examen clínico del recién nacido el neonatólogo siempre presta atención a los signos
físicos y aspectos neurológicos que revelan la madurez. En ocasiones puede ser necesaria una valoración
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clínica estructurada y detallada dirigida exclusivamente a estimar la edad gestacional. Cuando se dispone
de una estimación en relación con la fecha de la última menstruación con confirmación ultrasonográfica,
la estimación clínica precisa de la edad gestacional no es necesaria. Sin embargo, es necesaria cuando el
embarazo no ha sido controlado y cuando existen incertidumbres, por hemorragias en el primer trimestre,
o cuando existen claras discrepancias entre la edad gestacional estimada por la última menstruación y la
estimada por ultrasonografía fetal, o bien entre estas edades y la madurez aparente del recién nacido.
Se dispone de diversos métodos para estimar la edad gestacional del recién nacido. Estos varían en
complejidad: desde la simple observación de las características físicas a evaluaciones radiológicas, neu-
rofisiológicas o imageneológicas. La evaluación clínica de la edad gestacional puede ser realizada en la
misma cabecera del paciente y se han desarrollado diversos esquemas:
Cada método se fundamenta en la asunción de que tanto las características somáticas como las neu-
romusculares maduran a un ritmo predecible. Los diferentes métodos clínicos son menos precisos que la
evaluación ecográfica fetal, y muestran en general una variabilidad de ± 2 semanas respecto a la estable-
cida basándose en la fecha de la última menstruación y la ecografía fetal precoz.
Los esquemas más útiles son aquellos que combinan características somáticas y neurológicas, como
son los esquemas Dubowitz o Ballard. La realización de estos esquemas combinados ha constituido una
herramienta de aprendizaje neuromadurativo de primer orden para generaciones de neonatólogos, ya que
mediante ellos se aprende a:
• Reconocer la onda ascendente (caudocefálica) de aumento del tono flexor de los miembros que
tiene lugar entre las semanas 22 y 42 de gestación.
• Las maniobras operativas esenciales para estimar el tono muscular del neonato.
• Reconocer las marcadas desviaciones de lo esperado como indicadoras de un trastorno neurológico
subyacente.
• Temperatura del entorno. Aun cuando el EN del prematuro menor de 32-34 semanas posmenstrua-
les se realiza con este dentro de la incubadora, la apertura sostenida de sus ventanas puede dar
lugar a pérdida de calor y estrés térmico a los pocos minutos de iniciar el examen. Ante esta cir-
cunstancia, el neonato tolerará mal el examen y podrá mostrar dificultad para asimilar los estímulos
del examen y presentar desorganización fisiológica. La pobre tolerancia al estrés térmico que puede
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acontecer durante el examen, cuando no se presta atención a la temperatura del entorno, es mayor
cuanto menor es la edad gestacional o posmenstrual del bebé.
• La iluminación del entorno debe ser uniforme y no directa sobre el niño, pero aunque debe per-
mitir detectar cambios en la coloración y marcas cutáneas, nunca ser tan excesiva que moleste al
neonato y le desanime a abrir los párpados de forma espontánea y a mantener los ojos abiertos en
los mayores de 28 semanas. En los neonatos que están recibiendo fototerapia, es importante apagar
«las luces» y retirar el cobertor de protección ocular.
• El ambiente sonoro debería ser lo más tranquilo posible. Debido a la incapacidad del neonato
para filtrar selectivamente los impulsos, sonidos bruscos o un medio sonoro muy contaminado por
ruido perturbador, como ocurre en la unidad de cuidados intensivos, esto puede desorganizar su
conducta y producir inestabilidad fisiológica. Además, como a partir de las 35 semanas el neonato
prematuro se habitúa rápidamente a los impulsos sensitivos —entre estos, los estímulos auditivos
perturbadores del ambiente—, se dificulta la valoración de la capacidad de habituación, así como
de la orientación a un estímulo sonoro animado (la voz suave del examinador) o inanimado (sona-
jero).
• El escenario clínico en el cual el neonato prematuro es examinado puede ser muy diverso,
pudiendo estar gravemente enfermo, o bien en el período de convalecencia, o solo poseer un
antecedente perinatal o familiar de riesgo neurológico. En los prematuros extremos o en aquellos
enfermos, el examen neurológico puede verse dificultado, además de por su labilidad vegetativa,
por la ventilación mecánica, los cables, sensores y electrodos, catéteres, férulas de inmoviliza-
ción y vías de perfusión intravenosa. En estas circunstancias, el examinador necesita adaptarse al
escenario y, en la medida de lo posible, intentar obtener, a pesar de las dificultades, la máxima
información posible.
Tabla 1.3-3. Signos sugestivos de mala tolerancia del neonato prematuro al examen neurológico
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Realizar el examen neurológico del prematuro en el menor tiempo posible dejando para el
final del examen los ítems de mayor molestia para el niño. Se debe interrumpir si aparecen
signos de mala tolerancia al examen neurológico, como alteración de la frecuencia cardíaca,
respiratoria, coloración, cambios marcados en el tono, llanto persistente…
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• Observación de la frecuencia y regularidad de la respiración, del estado de nutrición y el color, de la forma y tamaño de
la cabeza.
• Tamaño de la cabeza y exploración de suturas y fontanelas.
• Búsqueda de marcas sugestivas de traumatismo obstétrico, y reconocimiento de estigmas cutáneos, rasgos dismórficos
craneofaciales, deformaciones y malformaciones congénitas.
Valoración de:
• Capacidad para despertar y mantener la vigilia.
• Tono y fuerza muscular.
• Actividad motora espontánea: movimientos generales y segmentarios.
• Reflejos primitivos.
• Reflejos miotáticos.
• Sensibilidad (tacto ligero, dolor).
• Neuroconducta: labilidad de los estados y organización de estos, consolabilidad, irritabilidad, llanto, orientación visual y
auditiva.
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• Estar organizado para examinar los diferentes dominios de la función neurológica del neonato.
• Estar estandarizados y graduados de forma que permitan establecer la desviación de la respuesta en
cada uno de los ítems frente a la considerada normal.
• Ser fácil de usar.
• Poder ser realizado en un tiempo razonable, que por lo general se considera entre 10 a 30 minutos;
• Ser fiable y fidedigno (reproducible).
• Ser válido para establecer la integridad y madurez del sistema nervioso.
• Ser sensible para detectar cambios en el estado del paciente y predecir trastornos ulteriores.
La fiabilidad de los diferentes exámenes neurológicos y escalas de neuroconducta, así como la validez
de estos, han recibido escasa atención, de modo que en la actualidad disponemos de poca información
sobre los datos normativos para la mayoría de estas herramientas clínicas estandarizadas.
Entre los esquemas de examen disponibles para los neonatos (que no se comentarán aquí por estar
dirigidos al neonato a término) se encuentran el «Examen neurológico de Prechtl» y la «Valoración neu-
rológica Amiel-Tison para el neonato a término o a las 40 semanas de edad corregida». A continuación
se señalan otros esquemas que sí están diseñados para evaluar a los neonatos pretérmino, si bien estos
esquemas no son útiles para los prematuros extremos antes de alcanzar las 28 semanas posmenstruales.
Hasta el momento presente, no se han desarrollado modificaciones de los esquemas originales con objetivo
de poder evaluar este grupo etario.
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cuales, además de valorar el tono, los reflejos primitivos y la excitabilidad, también se incorporan diversos
ítems inspirados en conceptos del NBAS de Brazelton, con el fin de examinar la capacidad de interacción
del neonato con su entorno. Asimismo, el examen incorpora algunos ítems no valorados en otros exáme-
nes, como son: la facilidad de su cuidado, el número de alimentaciones en un período de 12 horas, así
como si el cuidador necesita despertar al bebé para alimentarlo. Aunque el examen dispone de diagramas
ilustrativos en los ítems relacionados con el tono, a diferencia del Hammersmith neonatal neurological
examination no contiene en el protocolo las instrucciones adecuadas para la realización de cada maniobra.
Los ítems son graduados de forma variable, según el ítem valorado de 3 a 7 puntos.
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a 5 mm, un crecimiento cefálico superior a 1 cm/semana o > 2 mm por día, y la presencia de fontanelas
a tensión. Un ritmo de crecimiento cefálico superior a 2 cm/semana deja lugar a pocas dudas sobre una
hidrocefalia adquirida, pero este es un hallazgo tardío.
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Tabla 1.3-7. Signos sugestivos de mala tolerancia del neonato prematuro al examen neurológico
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En general, dan la impresión de complejidad, fluidez y elegancia y pueden durar de unos pocos
segundos a varios minutos.
Existen varios tipos de MG que se clasifican de acuerdo a sus características y que presentan un
determinado desarrollo temporal (Fig. 1.3-2). Los movimientos pretérmino y los de contorsión del neonato
a término son muy similares, pero los pretérmino son más variables y más bruscos y rápidos. Los MG se
valoran basándose en la fluidez, variabilidad y complejidad de estos y constituyen un apropiado indicador
del estado neurológico. De todos los dominios del examen neurológico, la evaluación de los movimientos
generales constituye hoy el dominio más relevante para el clínico por cuanto la presencia de MG normales
durante la etapa pretérmino, a la edad de término y durante las primeras 8 semanas postérmino constituye
un excelente marcador de normalidad neurológica. Por el contrario, la presencia de MG alterados durante
estas semanas identifica a neonatos y pequeños lactantes con alto riesgo de parálisis cerebral o trastorno
del neurodesarrollo.
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Movimientos
de ajetreo
(fidgety)
Movimientos
de cortosión
Movimientos pretérmino (writhing)
8 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65
Edad Postmenstrual en semanas (PMT)
Figura 1.3-2. Patrón temporal de los movimientos generales en el neonato y el lactante pequeño
En el prematuro, la evaluación secuencial de los MG desde el nacimiento hasta el final del 5º mes
parece ser el aspecto del examen más importante para identificar a los lactantes que presentarán parálisis
cerebral o trastorno del neurodesarrollo a los 2 años de edad (Fig. 1.3-3).
Normal
MG normales Presentes (E 82-100%)
MGs de contorsión 46 - 60 sem PMT
(writhing) MGs de ajetreo
(38-48 sem PMT) MG patológicos (fidgety) Parálisis cerebral
Ausentes
persistentes (S 85 - 100%)
Figura 1.3-3. Valor predictivo de los movimientos generales (MG). MGs: movimientos generales; sem: semanas; PMT:
postmenstrual; S: sensibilidad; E: especificidad.
Reflejos miotáticos
La presencia de estos reflejos miotáticos (RM) requiere la existencia de un arco reflejo espinal intacto e
involucra de 1 a 3 segmentos de la médula espinal. En general, su evaluación debe ser considerada junto
con la aportada por los otros dominios del examen neurológico neonatal, particularmente el examen de
la función motora.
Los RM son más bruscos y rápidos en los prematuros y muestran una marcada variabilidad en la inten-
sidad de la respuesta, tanto entre exámenes en el mismo niño y entre distintos neonatos. En general, se debe
prestar atención a la velocidad, la fuerza y la amplitud de la respuesta y del movimiento del miembro, así
como a la posible presencia de clono o difusión contralateral. Los RM deben ser valorados en ambos lados
del cuerpo y las respuestas comparadas entre ambos lados.
Reflejos primitivos
Bajo el término reflejos primitivos (RP) se incluyen un número de respuestas motoras relativamente este-
reotipadas (reacciones posturales y patrones motores complejos) desencadenadas por estímulos. Los RP
forman parte de la conducta motora normal del neonato. Estas respuestas motoras están presentes en el
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período neonatal y desaparecen siguiendo un orden predecible durante el primer año de vida. Los RP son
polisinápticos y se considera que están mediados principalmente por niveles inferiores del SNC, el tronco
encefálico y la médula espinal. En la tabla 1.3-9 se muestra la ontogenia de estas respuestas motoras este-
reotipadas.
Ausente o
Abducción
solo Incompleto, Completo,
Moro y aducción 37 s 5-6
apertura de no aducción llanto audible
completa
la mano
Cervical tónico
Ausente Emergiendo Presente Presente 1-2 m 6-9
asimétrico
Larga
Succión latencia, Completo Completo Completo 34-36 s 4
débil
Permite
Presente y elevar al
Prensión palmar Emergiendo Débil 32 s 6-9
fuerte niño de la
cuna
La utilidad de los RP en el EN es limitada. Sin embargo, pueden ser muy útiles en determinados
escenarios clínicos; tienen una mayor relevancia para valorar trastornos de la neurona motora inferior
(médula, nervio, unión neuromuscular, músculo), y particularmente de trastornos del sistema nervioso
periférico, que para valorar trastornos de la neurona motora superior (corteza y vías motoras descen-
dentes). Por otra parte, la valoración de la intensidad, la simetría, la calidad de la respuesta y la habi-
tuación de esta aportan información más relevante sobre la integridad funcional del SNC que consignar
su presencia o ausencia. La disminución global en la respuesta o su ausencia no tiene un significado
específico, sino que suele señalar un proceso difuso, generalmente una encefalopatía aguda cursando
con depresión del SNC. Las respuestas asimétricas sugieren lesiones focales, principalmente periféricas
y más rara vez centrales.
En la práctica clínica, en el prematuro menor de 32 semanas de EPM es suficiente con valorar solo
unos pocos reflejos, como aquellos que su valoración conlleva menor desorganización conductual y que
pueden ser evaluados con el neonato en la incubadora: el reflejo de succión y de hociqueo o búsqueda,
así como la prensión palmar y plantar. Cuando el propósito del examen o la naturaleza de la disfunción
neurológica lo aconsejen, pueden ser añadidas más respuestas motoras primitivas al examen.
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Neuroconducta
Por neuroconducta entendemos el conjunto de capacidades que permiten al recién nacido (RN) inte-
raccionar de forma dinámica coherente y selectiva con su medio. Los neonatos muestran varios patrones
distintos de conducta, denominados «estados» (Tabla. 1.3-10). En la tabla 1.3-11 se muestra la ontogenia de
los estados de conducta. Durante el examen se puede observar cada uno de los estados y se debe prestar
atención a la variabilidad, la labilidad de los estados (el número de cambios), la cantidad de tiempo que
permanece en cada uno y la autorregulación, así como la facilidad para adaptarse a un nuevo estado tras
algún estímulo externo o interno.
Movimientos Vocalización
Estado de conducta Respiración Ojos Abiertos
espontáneos (Llanto)
No
Estado 1
Regular No Excepto No
Sueño profundo
sacudidas
Estado 2
Irregular No Ocasionales No
Sueño ligero
Estado 3
Irregular Si y No Suaves y escasos No
Somnoliento
Estado 4
Regular Si No No
Vigilia tranquila
Estado 5
Irregular Si Si No
Vigilia activa
Estado 6
Irregular Si No
Llanto
A partir de las semanas 22-23, el feto y el neonato prematuro van adquiriendo progresivamente una
sorprendente capacidad para suprimir respuestas reflejas obstaculizantes, acostumbrarse a estímulos per-
turbadores, así como un patrón dinámico de cambios de estado y la capacidad de interaccionar con el
entorno y responder a estímulos sensoriales mediante conductas predecibles (Tabla. 1.3-1). La evaluación
de la conducta del RN forma parte del examen neurológico en este período de la vida.
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Tabla 1.3-11. Ontogenia de los estados de conducta y correlato con estado electroclínico
Párpados no fusionados, vigilia (ojos abiertos) breve e infrecuente alternando con sueño (ojos
24-28 semanas
cerrados). No concordancia entre la conducta y el EEG
Los 6 estados de conducta están bien definidos. El neonato muestra atención a estímulos
auditivos y visuales durante la vigilia. Competencia en la regulación de los estados de conducta.
38-42 semanas
En el EEG, el sueño comienza con sueño activo, el cual representa el 50 % del sueño y el 50 %
restante, a sueño pasivo
La evaluación de la orientación visual y auditiva muestra la capacidad del RN para controlar su estado
de conducta y actividad motora, orientarse activamente (girar la cabeza y los ojos de forma integrada) y
mantener su atención en el estímulo. Ambas capacidades neurosensoriales pueden ser evaluadas a partir
de las 34 semanas posmenstruales. La orientación visual inanimada se explora preferentemente con una
carta de contraste, mantenida a 25-30 cm aproximadamente de los ojos del niño; y cerca del término, en
la orientación visual animada, el niño persigue el desplazamiento de la cara del examinador con movi-
mientos coordinados de la cabeza y los ojos. La valoración de la orientación auditiva inanimada (sonajero)
o animada (voz del examinador) a un estímulo auditivo se presenta primero a un oído y después al otro.
Cerca del término, la respuesta al sonajero o la voz consiste en un cese de la actividad motora, mayor
apertura de los párpados, desviación lenta de los ojos hacia el sonido y giro de la cabeza hacia el estímulo
con búsqueda de este con los ojos.
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La escala Neurobehavioral Assessment of the Preterm Infant (NAPI) fue diseñada como una herra-
mienta específica para evaluar la madurez neurológica relativa de los recién nacidos pretérmino. Por tanto,
a pesar de su nombre no está dirigida a evaluar la neuroconducta, sino que su propósito es monitorizar
el progreso del desarrollo del recién nacido prematuro mediante una valoración de la madurez. La escala
NAPI ha sido propuesta como una herramienta para:
La escala está construida con 7 ítems que muestran cambios durante el desarrollo: 1) signo de la
bufanda, 2) ángulo poplíteo, 3) desarrollo motor, 4) alerta y orientación, 5) irritabilidad, 6) calidad
del llanto, y 7) porcentaje de tiempo dormido. Cada uno de los ítems es puntuado desde la respuesta
más inmadura a la más madura. La valoración de cada ítem no tiene en cuenta el estado de conducta
en que se encuentra el recién nacido desde que los autores argumentan que este requerimiento no
es factible en la práctica clínica. La escala NAPI es aplicable a neonatos estables a partir de las 32
semanas de EPM.
• La velocidad del crecimiento posnatal del perímetro cefálico (alerta si < 0,8 cm/semana).
• El estado de vigilia: antes de la semana 25 se considera que están «dormidos»; a partir de las
semanas 27-28 es posible despertar al neonato con estímulos táctiles y la duración de la vigilia
aumenta progresivamente hasta durar algunos minutos. A las 32 semanas despiertan sin nece-
sidad de estímulos.
• El tono y la fuerza muscular.
• El patrón de los movimientos generales.
• Los reflejos miotáticos y arcaicos.
• La neuroconducta.
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1. Perímetro cefálico Mismo percentil que el peso Crecimiento cefálico inferior al percentil de
nacimiento
2. Suturas craneales En contacto (< 5 mm) Cabalgamiento o cresta en las suturas
3. Seguimiento visual Fácil de obtener Pobre orientación auditiva o visual
4. Interacción social Receptivo Ausente o irritabilidad constante
5. R
eflejo de succión y alimentación Rítmico y eficaz. Capaz de Succión débil, irregular o pobre coordinación
oral alimentarse por boca succión-deglución. No alimentación oral
6. Tono cervical Equilibrio entre músculos Marcado rezago de la cabeza o retrocollis
flexores y extensores
7. Tono axial Más flexión que extensión Hiperextensión o marcada hipotonía
8. Dedos y pulgares Movimientos independientes y Manos fuertemente cerradas. No abducción del
abducción del pulgar pulgar o primer dedo del pie hiperextendido
Independientemente del esquema utilizado para valorar el estado neurológico al alta, debido a la
disponibilidad limitada de recursos y medios, el examen neurológico permite seleccionar antes del alta a
aquellos prematuros que se beneficiarán más de su inclusión precoz en programas de intervención precoz.
La estrategia de incluir a los neonatos en dichos programas exclusivamente basándose en los hallazgos en
la ultrasonografía cerebral ignora que la ausencia de una lesión cerebral no excluye la posibilidad de dis-
capacidad ulterior. Esta estrategia puede pasar por alto un número considerable de neonatos en riesgo que
pueden ser detectados mediante el examen neurológico a la edad posmenstrual de término. La considera-
ción de las manifestaciones neurológicas entre los criterios de inclusión de los programas de seguimiento
o intervención es una estrategia adecuada para hacerlos más eficientes.
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