Sensacion y Percepcion.

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Maria Cristina Matos Moreta

20220745

Psicología General secc. 200

Informe de lectura: Sensacion y Percepcion.

La naturaleza de la sensación.

Toda la información que tenemos acerca del mundo proviene de nuestros sentidos.
Cada sentido tiene sus propias características, pero existen ciertos principios
básicos comunes a todos ellos.

El proceso básico. La secuencia de eventos que produce una sensación parece


bastante simple. Primero, alguna forma de energía (ondas de luz, vibraciones
sonoras, moléculas químicas transportadas en el aire o la sangre) estimulan una
célula receptora en uno de los órganos sensoriales, como el ojo o el oído. Si el
estímulo es suficientemente fuerte, el receptor envía una señal a lo largo de los
nervios sensoriales al área apropiada de la corteza cerebral Las células receptoras
conectadas a trayectorias nerviosas se especializan en uno u otro sentido. En
efecto, los mensajes sensoriales entran al encéfalo por canales diferentes: el canal
auditivo, el canal del tacto, el canal del olfato, etcétera. Las señales transportadas
por el nervio óptico no son “visuales”, ni son audibles las que vienen del nervio
auditivo. Incluso si las señales en el nervio óptico son causadas por algo diferente a
la luz, el resultado sigue siendo una experiencia visual.

Umbrales Sensoriales.

La energía que alcanza un receptor debe ser suficientemente intensa para tener un
efecto perceptible. La intensidad mínima de energía física requerida para producir
una sensación se denomina umbral absoluto. El Umbral absoluto es la cantidad
mínima de energía que puede ser detectada como estimulación el 50 por ciento de
las veces.

El umbral absoluto para cada uno de nuestros sentidos es notablemente bajo. Los
umbrales absolutos en circunstancias ideales, es decir, en condiciones
extremadamente silenciosas, oscuras, “libres de sabor” o “libres de olor”, son los
siguientes:
• Gusto: 1 gramo (.0356 onzas) de sal de mesa en 500 litros (529 cuartos) de agua.
• Olfato: 1 gota de perfume esparcida en un departamento de tres habitaciones.
• Tacto: el ala de una abeja que caiga sobre la mejilla desde una altura de 1
centímetro (.39 pulgadas).
• Audición: el tic-tac de un reloj a 6 metros (20 pies) de distancia en condiciones muy
silenciosas.
• Visión: la llama de una vela vista a una distancia de 50 kilómetros (30 millas) en
una noche despejada y oscura.

En condiciones normales, los umbrales absolutos varían dependiendo del nivel y


naturaleza de la estimulación sensorial en curso. Por ejemplo, cuando usted entra
en la sala oscura de un cine, difícilmente puede ver algo que no sea la imagen en la
pantalla. Sin embargo, sus ojos se acostumbran gradualmente a la oscuridad. De
igual manera, después de comer una bolsa de palomitas de maíz, necesitaría
mucho más de un gramo de sal en 500 litros de agua para advertir un sabor salado.
Este fenómeno se denomina adaptación sensorial. Nuestros sentidos se ajustan de
manera automática al nivel global promedio de estimulación en un ambiente
particular. Cuando enfrentan una gran cantidad de estimulación, se vuelven mucho
menos sensibles que cuando el nivel global de estimulación es bajo. Del mismo
modo, cuando el nivel de estimulación disminuye, nuestro aparato sensorial se
vuelve mucho más sensible que en condiciones de alta estimulación.

En cada uno de nuestros sentidos, lo que más notamos es el cambio, esto es, el
cambio de la ausencia de estimulación a su presencia, o el cambio de menos a más
estimulación (y viceversa). ¿Cuán fuerte debe ser un sonido antes de que advierta
que ha aumentado su volumen? El cambio más pequeño en la estimulación que se
detecta el 50 por ciento de las veces se denomina umbral diferencial o diferencia
apenas perceptible (dap). Al igual que el umbral absoluto, el umbral diferencial varía
de una persona a otra y de un momento a otro para la misma persona. Y al igual
que los umbrales absolutos, los umbrales diferenciales nos dicen algo acerca de la
flexibilidad de los sistemas sensoriales.

En la década de 1830, Ernst Weber concluyó que el umbral diferencial es una


fracción o proporción constante del estímulo específico, una teoría conocida como
ley de Weber. Los valores de esas fracciones varían significativamente para los
distintos sentidos.

Percepción subliminal.

La idea de umbrales absolutos implica que ciertos eventos en el mundo exterior


ocurren fuera de nuestra conciencia. Pero ¿Es posible influir en la gente mediante
información de la que no tiene conciencia? La respuesta es un sí con reservas. Por
ejemplo, en un estudio se expuso a un grupo experimental a una lista subliminal de
palabras relacionadas con la competencia, mientras que un grupo control fue
expuesto a una lista subliminal de palabras neutrales. Las palabras se proyectaron
sobre la pantalla con demasiada rapidez, de modo que los participantes no fueran
capaces de identificarlas. Pero más tarde, cuando participaron en un juego, los
integrantes del grupo experimental se mostraron especialmente competitivos. Estos
estudios y otros similares indican que en un laboratorio controlado la gente procesa
y responde a información de la que no tiene conciencia. Pero esto no significa que
“obedezca” de manera automática o mecánica a mensajes subliminales en la
publicidad, la música de rock, las cintas de autoayuda o cualquier otra forma. Por el
contrario, los estudios científicos independientes demuestran que los mensajes
ocultos fuera del laboratorio no tienen efecto significativo en la conducta.

Percepción Extrasensorial.

Algunas personas afirman tener un poder adicional de percepción que está más allá
de los sentidos normales. Este poder inusual, conocido como percepción
extrasensorial, o PES, se define como “una respuesta a un evento desconocido no
presentado a ninguno de los sentidos conocidos”. La PES se refiere a una variedad
de fenómenos, que incluyen la clarividencia (conciencia de un objeto o evento
desconocido), la telepatía (conocimiento de los pensamientos o sentimientos de
alguien más), y la precognición (conocimiento previo de eventos futuros). La
operación de la PES y otros fenómenos psíquicos es el foco de atención de un
campo de estudio llamado parapsicología.

Todas las sensaciones ocurren como resultado de la misma serie básica de eventos,
pero cada uno de los sistemas sensoriales del cuerpo trabaja de manera un tanto
diferente. Esos sistemas sensoriales individuales contienen células receptoras que
se especializan en convertir un tipo particular de energía en señales nerviosas. El
umbral al que ocurre esta conversión varía de un sistema a otro. Lo mismo sucede
con los mecanismos mediante los cuales los datos sensoriales se procesan, se
codifican y se envían al encéfalo.

Visión.

Para identificar objetos en el ambiente por medio del tacto o el gusto tenemos que
estar en contacto directo; para oler o escuchar cosas podemos estar alejados. Con
la visión podemos percibir el menor detalle de los objetos cercanos, captar amplios
panoramas de campos abiertos y montañas distantes o mirar las estrellas situadas a
cientos de años luz.

El Sistema Visual

La luz entra al ojo a través de la córnea, la cubierta transparente protectora que se


encuentra en la parte frontal del ojo. Luego pasa a través de la pupila, la abertura en
el centro del iris, la parte coloreada del ojo. Ante la luz muy brillante, los músculos
del iris se contraen para reducir el tamaño de la pupila, lo que protege al ojo y nos
ayuda a ver bien en presencia de luz brillante. Cuando la luz es tenue, los músculos
se relajan para abrir la pupila y permitir que entre tanta luz como sea posible.
Dentro de la pupila, la luz pasa a través del cristalino, que la enfoca en la retina, el
revestimiento interno sensible a la luz que está localizado en la parte posterior del
globo ocular. El cristalino cambia de forma para enfocarse en objetos que están
cercanos o lejanos; normalmente está enfocado a una distancia media. Un punto en
la retina, donde el nervio óptico
abandona el ojo hacia el
encéfalo, no tiene células
receptoras: es lo que llamamos
el punto ciego. Incluso cuando la
luz de un objeto pequeño se
enfoca directamente sobre el
punto ciego, el objeto no será
visto.

Sobre la retina, directamente


detrás del cristalino, se
encuentra un punto deprimido
llamado fóvea. ). La fóvea ocupa
el centro del campo visual, y
aquí las imágenes se enfocan
de manera más nítida. Cuando deseamos examinar algo con detalle fino, lo
acercamos a la fóvea.

Las células receptoras La retina de cada ojo contiene las células receptoras
responsables de la visión. Dichas células sólo son sensibles a una fracción del
espectro de energía electromagnética, el cual incluye a la luz junto con otras
energías. La retina contiene dos tipos de células receptoras, los bastones y los
conos, nombres que obedecen a su forma característica. La retina de cada ojo
contiene alrededor de 120 millones de bastones y 8 millones de conos. Los
bastones responden a diversos grados o intensidades de luz y oscuridad, pero no a
los colores; son los principales responsables de la visión nocturna. Los conos nos
permiten ver colores así como luz y oscuridad. Al operar sobre todo en la luz del día,
los conos son menos sensibles a la luz que los bastones.

Tanto los bastones como los conos se conectan con neuronas especializadas
llamadas células bipolares, las cuales sólo tienen un axón y una dendrita. En la
fóvea, los conos por lo general se conectan con una sola célula bipolar, una especie
de “línea privada” al nervio óptico. En otros lugares, varios bastones y/o conos por lo
regular comparten una sola célula bipolar. Las células receptoras fuera de la fóvea
comparten información, lo que incrementa la sensibilidad a la luz pero reduce los
detalles finos en la señal que va al encéfalo. Como resultado, la visión periférica es
algo borrosa.

La conexión uno a uno entre los conos y las células bipolares en la fóvea permite
una máxima agudeza visual, que se define como la capacidad de distinguir
visualmente los detalles finos.

Adaptación. La adaptación es el proceso por el cual nuestros sentidos se ajustan a


diferentes niveles de estimulación. En la adaptación visual la sensibilidad de los
bastones y los conos cambia de acuerdo con la cantidad de luz disponible. El
proceso mediante el cual los bastones y los conos se vuelven más sensibles a la luz
en respuesta a niveles bajos de iluminación se denomina adaptación a la oscuridad.
El proceso mediante el cual los bastones y los conos se vuelven menos sensibles a
la luz en respuesta a niveles incrementados de iluminación se denomina adaptación
a la luz.

Del ojo al encéfalo En realidad no “vemos” con nuestros ojos sino con el encéfalo.
Los
mensajes
del ojo
deben
seguir su
camino al
encéfalo
para que
ocurra la
visión.
, las

conexiones entre ojo y encéfalo son bastante intrincadas. Para empezar, los
bastones y los conos se conectan con las células bipolares en muchos números y
combinaciones diferentes. Además, las interneuronas enlazan las células receptoras
entre sí y las células bipolares entre sí. Eventualmente, esas células bipolares se
enganchan con las células ganglionares, a la salida del ojo. Los axones de las
células ganglionares se unen para formar el nervio óptico, que lleva mensajes de
cada ojo al encéfalo.

Después de que abandonan los ojos, las fibras que componen los nervios ópticos se
separan y algunas de ellas cruzan al otro lado de la cabeza en el quiasma óptico. El
quiasma óptico es el punto cercano a la base del encéfalo donde algunas fibras del
nervio óptico de cada ojo cruzan al otro lado del encéfalo. . Las fibras nerviosas del
lado derecho de cada ojo viajan al hemisferio derecho del encéfalo; las del lado
izquierdo de cada ojo viajan al hemisferio izquierdo. De esta forma, la información
visual acerca de cualquier objeto en el campo visual izquierdo, el área a la izquierda
del espectador, irá al hemisferio derecho.

Vision de color

Los seres humanos, al igual que muchos animales (pero no todos) ven el color, al
menos durante el día. La visión de color es sumamente adaptativa para un animal
que necesita saber cuándo está madura la fruta o cómo evitar plantas y bayas
venenosas (que tienden a ser de un tono brillante), al igual que hicieron nuestros
antepasados.

Propiedades del color. Los psicólogos llaman matices a esos diferentes colores, y en
mayor extensión, el matiz que vea depende de la longitud de onda de la luz que
llega a sus ojos. Los psicólogos se refieren a esta viveza o riqueza de un matiz
como su saturación. La brillantez, la cual varía en gran medida de acuerdo con la
fuerza de la luz que entra en sus ojos. El matiz, la saturación y la brillantez son tres
aspectos separados de nuestra experiencia del color. La mayoría de la gente puede
identificar alrededor de 150 matices distintos pero las graduaciones de saturación y
brillantez nos permiten ver muchas variaciones en esos matices.

Teorías de la visión del color.


Durante siglos, los científicos han sabido que es posible producir los 150 matices
básicos mezclando unas cuantas luces de diferentes colores. Específicamente, es
posible crear cualquier matiz combinando luces rojas, verdes y azules (los colores
primarios para las mezclas de luz). Por ejemplo, las luces roja y verde se combinan
para dar el amarillo; las luces roja y azul se combinan para producir el magenta. La
combinación de luces roja, verde y azul de igual intensidad produce el blanco. El
proceso de mezclar luces de diferentes longitudes de onda se denomina mezcla
aditiva de color porque cada luz agrega longitudes de onda adicionales a la mezcla
global.

La teoría tricromática explica cómo combinar los colores primarios para producir
cualquier otro matiz. También da cuenta de algunos tipos de ceguera al color. Las
personas con visión de color normal se denominan tricrómatas. Los tricrómatas
perciben todos los matices combinando los tres colores primarios. Sin embargo,
aproximadamente el 10 por ciento de los hombres y el uno por ciento de las mujeres
muestran alguna forma de ceguera al color. r. Los dicrómatas son ciegos al
rojo-verde o al azul-amarillo. Entre los seres humanos, los monocrómatas, que no
ven ningún color y sólo responden a las sombras de luz y oscuridad, son
sumamente raros. Pero la teoría tricromática no ofrece una explicación adecuada de
todas las experiencias de color.

La teoría del proceso oponente también explica las posimágenes de color, los
miembros de cada par trabajan en oposición entre sí, lo cual explica por qué nunca
vemos un azul amarillento o un verde rojizo.

La Audición.

Sonido. La sensación que llamamos sonido es la interpretación que hace nuestro


encéfalo del flujo y reflujo de las moléculas de aire que golpean en nuestros
tímpanos. Cuando algo se mueve en el ambiente, se produce presión, pues las
moléculas de aire o líquido chocan entre sí y luego se apartan de nuevo. Esta
presión transmite energía en cada colisión, creando ondas sonoras.

La frecuencia de las ondas se mide en ciclos por segundo, que se expresan en


unidades llamadas hertz (Hz). La frecuencia es el principal determinante de la altura
tonal del sonido, es decir, qué tan alto o qué tan bajo es. El oído humano responde a
frecuencias comprendidas entre 20 Hz y 20,000 Hz. Un doble bajo puede llegar a
ser tan bajo como 50 Hz, y un piano tan alto como 5,000 Hz. La altura de la onda
representa su amplitud, la cual, junto con la frecuencia, determina el volumen
percibido de un sonido. El volumen se mide en decibeles.
El oído. La audición empieza cuando las ondas sonoras chocan contra el tímpano y
lo hacen vibrar. La agitación del tímpano provoca que tres minúsculos huesos del
oído medio, el martillo, el yunque y el estribo, se golpeen en secuencia y lleven las
vibraciones al oído interno. El último de estos tres huesos, el estribo, está adherido
a una membrana llamada ventana oval. Las vibraciones de la ventana oval, a su
vez, son transmitidas al líquido dentro de una estructura con forma de caracol
llamada cóclea. La cóclea está dividida a lo largo por la membrana basilar, la cual es
rígida cerca de la ventana oval pero gradualmente se vuelve más flexible hacia su
otro extremo. Cuando el líquido en la cóclea empieza a moverse, la membrana
basilar se tensa en respuesta.

Conexiones nerviosas El sentido de la audición es en verdad bilateral. Cada oído


envía mensajes a los dos hemisferios cerebrales. En camino hacia los lóbulos
temporales, los mensajes auditivos pasan al menos a través de cuatro centros
encefálicos inferiores, es decir, siguen una ruta mucho menos directa que los
mensajes visuales.

Teorías de la audición.

De acuerdo con la teoría del lugar, el encéfalo determina la altura tonal advirtiendo
el lugar de la membrana basilar donde el mensaje es más fuerte. Esta teoría afirma
que cualquier onda sonora tiene un punto en la membrana basilar en el que las
vibraciones son más intensas. De esta forma, los sonidos de alta frecuencia
ocasionan la mayor vibración en la base rígida de la membrana basilar; los sonidos
de baja frecuencia resuenan con más fuerza en el extremo opuesto. El encéfalo
detecta la localización de la actividad más intensa de la célula nerviosa y se basa en
esto para determinar la altura tonal de un sonido.

La teoría de frecuencia de la discriminación de la altura tonal sostiene que la


frecuencia de las vibraciones de la membrana basilar como un todo, y no sólo parte
de ella, se traduce en la frecuencia equivalente de los impulsos nerviosos. Así, si un
manojo piloso es jalado o empujado con rapidez, sus células pilosas envían un
mensaje de alta frecuencia al encéfalo. Sin embargo, como las neuronas no pueden
descargar con tanta rapidez como la frecuencia del sonido con la altura tonal más
alta que puede escucharse, los teóricos han modificado la teoría de la frecuencia
para incluir un principio de andanada.

Trastornos Auditivos.

Lejos de no escuchar suficiente sonido, algunas personas escuchan demasiado


sonido del tipo equivocado y sufren mucho por ello. Casi todos hemos escuchado en
alguna ocasión un zumbido constante de tono alto que persiste incluso en la
habitación más silenciosa. Este sonido, que parece provenir del interior de la
cabeza, se denomina tinnitus, y se estima que aqueja aproximadamente a una de
cada ocho personas en algún grado. En algunas personas se vuelve
insoportablemente fuerte —como el chirrido de los frenos del metro— y no
desaparece. En la mayoría de los casos, el tinnitus es resultado de la irritación o
daño de las células pilosas. La exposición prolongada a sonido fuerte o toxinas,
ciertas condiciones médicas e incluso algunos antibióticos llegan a causar daño
permanente de las células pilosas. En muchos casos es posible obtener alivio con
medicamentos, implantes que crean “ruido blanco” (o que bloquean el sonido) y
biorretroalimentación

Los otros sentidos

La visión y la audición dominan la conciencia humana; confiamos principalmente en


esos dos sentidos para obtener información acerca de nuestro ambiente. Nuestros
otros sentidos —incluyendo el olfato, el gusto, el equilibrio, el movimiento, la
presión, la temperatura y el dolor— también están en juego, aun cuando tenemos
menor conciencia de ellos.

Olfato. El olfato es el más primitivo y evocador. Encontramos algunos aromas


atrayentes y otros repulsivos, pero rara vez percibimos los olores como neutrales.
Un simple olorcillo es capaz de desencadenar recuerdos súbitos, inesperados, con
carga emocional, ya sea de un verano en el mar, un romance olvidado o el hogar de
la niñez. Parte de la razón por la que los olores evocan recuerdos poderosos es
anatómica. Algunos de los nervios de la nariz están directamente conectados con la
amígdala y el hipocampo, centros encefálicos inferiores que participan de manera
destacada en la emoción y la memoria.

Gusto. Para entender el gusto, debemos distinguirlo primero del sabor. El sabor de
la comida surge de una combinación compleja de gusto y olfato (como se ilustró al
inicio del capítulo). Si se tapa la nariz mientras come, desaparece la mayor parte del
sabor de la comida, aunque todavía reconoce las cualidades básicas del gusto:
dulce, ácido, salado y amargo. En otras palabras, tiene el gusto pero no el sabor.
Recientemente, los investigadores encontraron evidencia de al menos un gusto
adicional, umami, que explica nuestra sensibilidad al glutamato monosódico (GMS)
y las proteínas relacionadas.Las células receptoras para el sentido del gusto se
localizan en las papilas gustativas, la mayoría de las cuales se encuentran en la
punta, los lados y la parte posterior de la lengua. Un adulto tiene alrededor de
10,000 papilas gustativas. Las papilas gustativas están alojadas en las papilas de la
lengua, protuberancias que puede ver si mira su lengua en el espejo. Cada papila
gustativa contiene un grupo de receptores o células gustativas.

Sentidos Cinestésicos y vestibulares.

Los sentidos cinestésicos proporcionan información acerca de la rapidez y dirección


de nuestro movimiento en el espacio. De manera más específica, transmiten
información sobre el movimiento de los músculos, los cambios de postura, y la
tensión de músculos y articulaciones. Terminaciones nerviosas especializadas,
llamadas receptores de estiramiento, están adheridas a las fibras musculares; y
diferentes terminaciones nerviosas, conocidas como órganos tendinosos de Golgi,
están adheridas a los tendones, que conectan el músculo con el hueso. En conjunto,
estos receptores proporcionan retroalimentación constante del estiramiento y
contracción de músculos individuales. Esta información viaja a través de la médula
espinal a la corteza de los lóbulos parietales, la misma área que percibe el sentido
del tacto.

Los sentidos vestibulares nos dan señales acerca de nuestra orientación o posición
en el espacio, lo que nos permite saber cuál es la dirección hacia arriba y cuál hacia
abajo. Los impulsos nerviosos de ambos órganos vestibulares viajan al encéfalo a lo
largo del nervio auditivo, pero su destino último en el encéfalo sigue siendo un
misterio. Ciertos mensajes del sistema vestibular van al cerebelo, el cual controla
muchos de los reflejos implicados en el movimiento coordinado. Otros alcanzan las
áreas que regulan los órganos corporales internos, y otros encuentran su camino
hacia el lóbulo parietal de la corteza cerebral para análisis y respuesta.

Sensaciones de movimiento
Quizá cobramos mayor conciencia de nuestros sentidos vestibulares cuando
experimentamos mareos. Ciertos tipos de movimiento, como viajar en barcos,
automóviles, aviones e incluso en camellos y elefantes, desencadenan fuertes
reacciones en algunas personas. Nuestros ojos le dicen al encéfalo que nos
estamos moviendo, pero los órganos del oído interno insisten en que seguimos
sentados. Las siguientes son algunas técnicas para evitar el mareo:

• Evite leer mientras viaja en automóvil, barco o avión.


• Nunca se siente en un asiento que esté frente a la parte trasera (viendo hacía
atrás).
• Trate de sentarse en un asiento del frente y mirar los objetos distantes. Esto
permitirá que sus ojos experimenten el mismo movimiento detectado por su cuerpo
y sus sentidos vestibulares.
• Abra una ventana. Eso ayudará a estimular los receptores de la piel,
proporcionándole otra sensación de movimiento.
• Si es necesario, un médico puede recomendarle medicamentos para evitar el
mareo. No obstante, es mejor permitir que su sistema vestibular se adapte al
movimiento proporcionándole entradas consistentes de otros sentidos.

Los sentidos de la piel.

De todos nuestros sentidos, el tacto puede ser el más reconfortante. Al tocar y ser
tocados por otros, superamos, al menos momentáneamente, nuestro aislamiento y
damos y recibimos ternura y atención. El tacto juega un papel crucial en el
desarrollo humano. Hace algunos años, los bebés prematuros eran colocados en
“aislamiento”, alimentados por vía intravenosa y se les tocaba tan poco como fuera
posible por considerar que eran demasiado frágiles para el contacto.

Nuestra piel es en realidad nuestro órgano sensorial más grande. Una persona que
mide 1.80 metros de altura tiene alrededor de 2 metros cuadrados de piel. Además
de protegernos del ambiente, contener los líquidos corporales y regular nuestra
temperatura interna, la piel es un órgano sensorial con numerosos receptores
nerviosos distribuidos en diversas concentraciones a lo largo de su superficie. Las
fibras nerviosas de todos esos receptores viajan al encéfalo a través de dos rutas.
Parte de la información pasa por la médula y el tálamo y de ahí a la corteza
sensorial en el lóbulo parietal del cerebro, que es donde se presume que surgen
nuestras experiencias del tacto. Otra información pasa por el tálamo y luego a la
formación reticular, la cual, como vimos en el capítulo anterior, es responsable de
activar el sistema nervioso o tranquilizarlo.

Los receptores de la piel dan lugar a las sensaciones de presión, temperatura y


dolor, pero la relación entre esos receptores y nuestras experiencias sensoriales es
sutil. Los investigadores creen que nuestro encéfalo utiliza la información compleja
acerca de los patrones de actividad recibida de muchos receptores diferentes para
detectar y discriminar entre las sensaciones de la piel. Por el contrario, tenemos
fibras calientes que aceleran su tasa de descarga cuando la piel se calienta y la
hacen más lenta cuando la piel se enfría. El encéfalo puede usar la información
combinada de esos dos conjuntos de fibras como base para determinar la
temperatura de la piel. Si ambos conjuntos se activan a la vez, el encéfalo por lo
regular interpreta su patrón combinado de descargas como “caliente”. De esta
forma, en ocasiones puede pensar que está tocando algo caliente cuando en
realidad está tocando algo caliente y algo frío al mismo tiempo. Este fenómeno se
conoce como calor paradójico.

Dolor

El dolor funge como señal de advertencia, diciéndonos que hemos sido lastimados o
que algo está mal. Demanda nuestra atención y nos impulsa a actuar (Eccleston y
Crombez, 1999). El dolor también nos dice que nuestro cuerpo está luchando e
informa a nuestras defensas cuándo han reaccionado demasiado y les indica
detenerse. La sensación de dolor, tan inoportuna como familiar, es
extraordinariamente compleja. Uno podría suponer una relación directa entre el
daño al cuerpo y el dolor. Pero en algunos casos la herida física no es acompañada
de dolor. En otros casos, la gente siente dolor aun cuando no haya sido herida o
mucho después de que la lesión haya sanado.

También puede suponerse que sentimos dolor cuando se estimulan receptores


específicos del dolor. De hecho, los científicos han tenido dificultades para localizar
los receptores del dolor. El candidato más probable es la simple terminación
nerviosa libre, la cual también contribuye a nuestro sentido del tacto o presión. La
investigación más reciente sugiere que las lesiones estimulan la liberación de
sustancias químicas que convierten a las terminaciones nerviosas libres de
sensores del tacto y la presión en sensores del dolor.

Percepción

La percepción consiste en descifrar patrones significativos en la maraña de la


información sensorial. La percepción tiene lugar en el encéfalo. Usando la
información sensorial como materia prima, el encéfalo crea experiencias
perceptuales que van más allá de lo que sentimos directamente. El primer plano de
la pintura de Signac, Saint-Tropez en una tormenta eléctrica, corresponde a la
sensación: meras “señales” de color.Sin embargo, vistos como un todo, esos puntos
se convierten en una pintura, una ilustración gráfica de cómo la percepción
transforma las meras sensaciones en un todo significativo.
Organización Perceptual

Una faceta importante de la percepción es la distinción de las figuras con respecto al


fondo contra el que aparecen. Una silla con tapicería colorida sobresale contra las
paredes desnudas de una habitación. Una estatua de mármol se percibe como una
figura completa separada de la pared detrás de ella. La distinción figura-fondo atañe
a todos nuestros sentidos, no sólo a la visión. Podemos distinguir un solo de violín
contra el fondo de la orquesta sinfónica, una sola voz entre el parloteo de una fiesta
de cóctel y el olor de las rosas en una florería. En cada caso, percibimos algunos
objetos como “figuras” y otra información sensorial como “fondo”.

Constancias Perceptuales. La constancia perceptual se refiere a la tendencia a


percibir los objetos como relativamente estables e inalterables a pesar de los
cambios en la información sensorial. Una vez que hemos formado una percepción
estable de un objeto, podemos reconocerlo casi desde cualquier posición, casi
cualquier distancia, bajo casi cualquier iluminación. Una casa blanca parece una
casa blanca de día o de noche y desde cualquier ángulo. Vemos la misma casa. La
información sensorial puede cambiar al modificarse la iluminación y la perspectiva,
pero el objeto se percibe como constante. Sin esta capacidad, encontraríamos al
mundo muy confuso

La constancia de tamaño
depende en parte de la
experiencia (información
acerca del tamaño de los
objetos almacenada en la
memoria) y en parte de las
señales de distancia.
Los objetos familiares
también tienden a ser vistos
con una forma constante,
aunque las imágenes
retinianas que arrojan
cambien al verlos desde
diferentes ángulos (esto se
denomina constancia de
forma). Un plato es percibido
como un círculo incluso cuando está inclinado y la imagen retiniana es oval. Una
puerta rectangular proyectará una imagen rectangular sobre la retina sólo cuando se
vea directamente de frente.
Percepción de distancia y profundidad.

La habilidad para juzgar distancia y profundidad es de crucial importancia para que


un organismo se mueva con libertad en su entorno. También las personas deben
juzgar constantemente la distancia entre ellas y otros objetos. Cuando camina por
una habitación, su percepción de la distancia lo ayuda a no tropezarse con los
muebles. Si extiende la mano para recoger un lápiz, automáticamente juzga a qué
distancia debe extender el brazo. Por supuesto, también evalúa la profundidad de
los objetos, es decir, qué tanto espacio total ocupan. Esto es un proceso mucho más
notable de lo que la mayoría de la gente se percata, ya que la imagen del mundo
sobre la retina es esencialmente plana o bidimensional. Algunas de esas señales
dependen de los mensajes visuales que un ojo solo puede transmitir; a éstas se les
llama señales monoculares. Otras, conocidas como señales binoculares, requieren
el uso de ambos ojos. La visión binocular nos permite hacer juicios más precisos
acerca de la distancia y la profundidad, en particular cuando los objetos están
relativamente cerca. Pero las señales monoculares por sí solas a menudo son todo
lo que necesitamos para juzgar con bastante precisión distancia y profundidad.

Señales Monoculares. Los objetos distantes tienen una apariencia brumosa y un


trazo borroso, un fenómeno conocido como perspectiva aérea. En un día despejado,
las montañas suelen parecer mucho más cercanas que en un día brumoso, cuando
sus trazos se vuelven indistintos. Un objeto cercano también parece tener una
textura rugosa o detallada (esta señal de distancia se denomina gradiente de
textura). Al aumentar la distancia, la textura se hace cada vez más fina, hasta que
no puede distinguirse con claridad, si es que acaso se advierte. Por ejemplo, un
hombre parado sobre una playa de guijarros distingue entre las piedras grises y la
grava frente a sus pies. Sin embargo, cuando mira hacia la playa, las piedras
parecen volverse cada vez más pequeñas y finas hasta que, a la larga, no puede
distinguirlas. La perspectiva lineal se refiere al hecho de que, como saben todos los
estudiantes de dibujo, dos líneas paralelas que se extienden en la distancia parecen
unirse en un punto sobre el horizonte

Señales Binoculares. La visión estereoscópica, el resultado de combinar las dos


imágenes retinianas, hace más exacta la percepción de la profundidad y la
distancia. Como nuestros ojos se encuentran a una distancia aproximada de 6
centímetros, cada uno de ellos tiene una visión ligeramente diferente de las cosas.
La diferencia entre las dos imágenes que los ojos reciben se conoce como
disparidad retiniana.

Localización de Sonidos. Así como usamos señales monoculares y binoculares para


determinar la profundidad y la distancia visual, nos basamos en señales
monoaurales (un oído) y binaurales (dos oídos) para localizar la fuente de los
sonidos. En una señal monoaural, los sonidos fuertes se perciben más cercanos
que los sonidos tenues, y los cambios en el volumen se traducen en cambios en la
distancia. Las señales binaurales operan de acuerdo con el principio de que como
los sonidos provenientes de un lado de la cabeza alcanzan un oído poco antes que
al otro (en el rango de una milésima de segundo), la diferencia de tiempo entre las
ondas sonoras que llegan a los dos oídos se registra en el encéfalo y nos ayuda a
hacer juicios precisos de la localización.

Percepción del movimiento. La percepción de movimiento implica información visual


de la retina y mensajes de los músculos alrededor de los ojos cuando siguen un
objeto. En ocasiones, nuestros procesos perceptuales nos juegan trucos y
pensamos que percibimos movimiento cuando los objetos que miramos se
encuentran, de hecho, inmóviles. Por esta razón, los psicólogos distinguen entre
movimiento real y aparente. El movimiento real se refiere al desplazamiento físico
de un objeto de una posición a otra. La percepción del movimiento real depende
sólo en parte del movimiento de las imágenes a través de la retina del ojo. La
percepción del movimiento real parece estar menos determinada por imágenes que
cruzan la retina que por la forma en que la posición de los objetos cambia en
relación con el fondo percibido como inmóvil.

Ilusiones Visuales.

Las ilusiones visuales muestran gráficamente las maneras en que usamos una
variedad de señales sensoriales para crear experiencias perceptuales que pueden
corresponder (o no) con lo que sucede en el mundo real. Al entender cómo somos
engañados al “ver” algo que no está ahí, los psicólogos pueden comprender las
maneras en que los procesos perceptuales operan en el mundo cotidiano y en
circunstancias normales.

Las ilusiones perceptuales por lo regular ocurren porque el estímulo contiene


señales engañosas que distorsionan el tamaño u orientación percibida de objetos
comunes, lo que da lugar a percepciones inexactas o imposibles.

Características del observador: Diferencias individuales y Cultura.

La percepción es una combinación de información de nuestros sentidos, la


experiencia previa y el cableado de nuestro encéfalo.

Motivación. Nuestros deseos y necesidades dan forma a nuestras percepciones. Es


muy probable que la gente que tiene una necesidad perciba algo que piensa que
podrá satisfacer esa necesidad.

Expectativas. Las ideas preconcebidas acerca de lo que se supone que vamos a


percibir también influyen en la percepción al hacernos borrar, insertar, transportar o
modificar de alguna otra manera lo que vemos.
Estilo Cognitivo. El estilo cognoscitivo también puede verse desde la perspectiva de
los “igualadores” y los “exagerados”, aquellos que nivelan las distinciones entre los
objetos y los que las magnifican.

Experiencia y Cultura. Los


antecedentes culturales también
influyen en las percepciones de la
gente. El lenguaje que la gente
habla afecta la forma en que
percibe su entorno, las diferencias
culturales en las experiencias de
las personas también determinan
cómo usan las señales
perceptuales..

Personalidad. Varios
investigadores han demostrado
que nuestra personalidad
individual influye en nuestras
percepciones.

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