Procesal Penal

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DERECHO PROCESAL PENAL

Profesor: Omar Venegas Gutiérrez


Grupo: LD04S

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
MARIA FERDANDA MOTA BARAJAS
DAVID RAFAEL RODRIGUEZ DE AVILA
ANNA NAOMI ROBLES MORENO

Toluca, Estado de México a 10 de AGOSTO del 2023


ÍNDICE

PROLOGO ……………………………………………………………………………. 3

ABSTRACT …………………………………………………………………………….. 4

DESARROLLO………………………………………………………………………….5-54

¿QUIÉN ES EL IMPUTADO? …………………………………………………5

DERECHOS DEL IMPUTADO…………………………………………………5-7

ARTÍCULO 20 APARTADO B CPEUM……………………………………….8

LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA…………………………………………...8-10

A PRESTAR DECLARACIÓN O GUARDAR SILENCIO…………………..11-14

A SER INFORMADO DE LOS HECHOS QUE SE LE IMPUTAN Y LOS DERECHOS


QUE LE ASISTEN………………………………………………………………………14-15

RECEPCIÓN DE TESTIGOS Y PRUEBAS………………………………….15-17

A SER JUZGADO EN AUDIENCIA PÚBLICA………………………………17-18

A ACCEDER A LOS DATOS DEL PROCESO……………………………...18-19

A SER JUZGADO DENTRO DE UN PLAZO RAZONABLE………………19

AL DERECHO DE DEFENSA………………………………………………….19-20

A LA NO PROLONGACIÓN INDEBIDA DE LA PRISIÓN PREVENTIVA...20-22

DERECHOS HUMANOS………………………………………………………..22-27

EL PROCESO PENAL…………………………………………………………..27-28

ETAPA DE INVESTIGACION…………………………………………………...29-54

CONCLUSIONES…………………………………………………………………………55

PROPUESTA………………………………………………………………………………56-57

FUENTES DE INFORMACION ………………………………………………………….58


PROLOGO

VIOLACION DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LA ETAPA DE INESTIGACION

Este proyecto es realizado por tres estudiantes de la UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA


DE MÉXICO (UNITEC) Con el propósito de entender las violaciones a los derechos humanos
en la etapa de investigación en nuestro sistema panal acusatorio. María Fernanda Mota
Barajas, Ana Naomi Robles y David Rafael Rodríguez De Ávila los encargados de llevar a
cabo el presente proyecto.

En este proyecto de investigación los alumnos se centrarán en la violación de los derechos


humanos en la etapa de investigación, sin embargo ¿conocemos a fondo los derechos
humanos? En relación con esta pregunta abundaremos más en el tema y de esta manera
conocer sobre los derechos humanos. Ya que será de vital importancia para el entendimiento
de este.
ABSTRACT

The objective of this document is to analyze the reforms that have been implemented to the
Mexican Justice System as well as the concept and principles of Human Rights. Likewise, it
allows us to know the perspective that women and men are deprived of liberty have about
Human Rights, how these affects of benefit their stay in prison and if at some point in their
lives they have faced a violation of your Rights. At the same time we will know the
investigation methods according to the articles and laws, some of them have been affected by
the people who perform them without any consequences. Mexican system has a value rules
and ways to practice them, however while the time came the corruption took the pure of each
word.
VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS DEL IMPUTADO EN LA ETAPA DE
INVESTIGACIÓN

Los derechos humanos del imputado, actualmente se encuentran establecidos en el


artículo 20 apartado B, en las nueve fracciones, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, así como también en el Nuevo Código Nacional de Procedimientos
Penales, Código Único.

Regulados por los principios y derechos en el procedimiento penal acusatorio tales como
principio de publicidad, de contradicción, de continuidad, de concentración, de inmediación,
de igualdad ante la ley, de igualdad entre las partes, de juicio previo y debido proceso, de
presunción de inocencia.

¿QUIÉN ES EL IMPUTADO?

El artículo 112 del Nuevo Código Nacional de Procedimientos Penales (Código Único)
establece que: “Se denominará genéricamente imputado a quien sea señalado por el
Ministerio Público como posible autor o partícipe de un hecho que la ley señale como delito”

DERECHOS DEL IMPUTADO

De los derechos de toda persona imputada:

I. A que se presuma su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante


sentencia emitida por el juez de la causa;

II. A declarar o a guardar silencio. Desde el momento de su detención se le harán saber los
motivos de la misma y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su
perjuicio. Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación,
intimidación o tortura. La confesión rendida sin la asistencia del defensor carecerá de todo
valor probatorio;
III. A que se le informe, tanto en el momento de su detención como en su comparecencia
ante el Ministerio Público o el juez, los hechos que se le imputan y los derechos que le
asisten. Tratándose de delincuencia organizada, la autoridad judicial podrá autorizar que se
mantenga en reserva el nombre y datos del acusador.

La ley establecerá beneficios a favor del inculpado, procesado o sentenciado que preste
ayuda eficaz para la investigación y persecución de delitos en materia de delincuencia
organizada;

IV. Se le recibirán los testigos y demás pruebas pertinentes que ofrezca, concediéndosele el
tiempo que la ley estime necesario al efecto y auxiliándosele para obtener la comparecencia
de las personas cuyo testimonio solicite, en los

términos que señale la ley;

V. Será juzgado en audiencia pública por un juez o tribunal. La publicidad sólo podrá
restringirse en los casos de excepción que determine la ley, por razones de seguridad
nacional, seguridad pública, protección de las víctimas, testigos y menores, cuando se ponga
en riesgo la revelación de datos legalmente protegidos, o cuando el tribunal estime que
existen razones fundadas para justificarlo.

En delincuencia organizada, las actuaciones realizadas en la fase de investigación podrán


tener valor probatorio, cuando no puedan ser reproducidas en juicio o exista riesgo para
testigos o víctimas. Lo anterior sin perjuicio del derecho del inculpado de objetarlas o
impugnarlas y aportar pruebas en contra;

VI. Le serán facilitados todos los datos que solicite para su defensa y que consten en el
proceso. El imputado y su defensor tendrán acceso a los registros de la investigación cuando
el primero se encuentre detenido y cuando pretenda recibírsele declaración o entrevistarlo.
Asimismo, antes de su primera comparecencia ante juez podrán consultar dichos registros,
con la oportunidad debida para preparar la defensa. A partir de este momento no podrán
mantenerse en reserva las actuaciones de la investigación, salvo los casos excepcionales
expresamente señalados en la ley cuando ello sea imprescindible para salvaguardar el éxito
de la investigación y siempre que sean oportunamente revelados para no afectar el derecho
de defensa.

VII. Será juzgado antes de cuatro meses si se tratare de delitos cuya pena máxima no
exceda de dos años de prisión, y antes de un año si la pena excediere de ese tiempo, salvo
que solicite mayor plazo para su defensa;

VIII. Tendrá derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá libremente incluso
desde el momento de su detención. Si no quiere o no puede nombrar un abogado, después
de haber sido requerido para hacerlo, el juez le designará un defensor público. También
tendrá derecho a que su defensor comparezca en todos los actos del proceso y éste tendrá
obligación de hacerlo cuantas veces se le requiera, y

IX. En ningún caso podrá prolongarse la prisión o detención, por falta de pago de honorarios
de defensores o por cualquiera otra prestación de dinero, por causa de responsabilidad civil o
algún otro motivo análogo. La prisión preventiva no podrá exceder del tiempo que como
máximo de pena fije la ley al delito que motivare el proceso y en ningún caso será superior a
dos años, salvo que su prolongación se deba al ejercicio del derecho de defensa del
imputado.

Si cumplido este término no se ha pronunciado sentencia, el imputado será puesto en


libertad de inmediato mientras se sigue el proceso, sin que ello obste para imponer otras
medidas cautelares. En toda pena de prisión que imponga una sentencia, se computará el
tiempo de la detención.
ARTÍCULO 20 APARTADO B CPEUM

Derechos del imputado

1. A la presunción de inocencia

2. A prestar declaración o guardar silencio

3. A ser informado de los hechos que se le imputan y los derechos que le asisten

4. Recepción de testigos y pruebas

5. A ser juzgado en audiencia pública

6. A acceder a los datos del proceso

7. A ser juzgado dentro de un plazo razonable

8. Al derecho de defensa

9. A la no prolongación indebida de la prisión preventiva

LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

La fracción I del apartado B del artículo 20 constitucional, establece: “A que se


presuma su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia emitida
por el juez de la causa”

El derecho de presunción de inocencia del imputado consiste en que se respete el debido


proceso legal y que se le reconozca su libertad y que únicamente el Estado pueda privarlo de
su libertad cuando existan suficientes elementos incriminatorios seguido en un proceso penal
en su contra en el que se le respeten las formalidades esenciales del procedimiento, las
garantías de audiencia, las de ofrecer pruebas y testigos para poder desvirtuar la imputación
correspondiente y que actualmente será bajo los principios.
Estos principios garantizarán que el imputado quede exento de la carga de probar su
inocencia. Es ahora obligación del órgano acusador del Estado, es decir el Ministerio Público,
probar la culpabilidad del imputado.

Esta obligación se debe aplicar en términos del artículo 17, párrafo segundo constitucional,
que dispone que “Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales
que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo
sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio será gratuito,
quedando, en consecuencia, prohibidas las costas judiciales”.

El principio de presunción de inocencia es un principio universal, es decir que su validez es


común a todos los pueblos. Es un principio inherente a la naturaleza humana, por lo que se
debe considerar como un derecho fundamental.

Tan es así que el Artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, estipula
que «Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras
no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan
asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.

Cuando la autoridad responsable se niega a prorrogar el plazo para que el inculpado cumpla
con los requerimientos que aquélla le impone a efecto de ejercer su derecho a la libertad
provisional bajo caución, previsto en el artículo 20, apartado A, fracción I, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos viola sus garantías individuales al no otorgarle las
facilidades inherentes para acceder al beneficio de forma inmediata;

lo anterior, tomando en consideración el principio universal de presunción de inocencia del


que todo inculpado goza, consistente en ser tratado como inocente hasta en tanto su
culpabilidad no haya sido probada y declarada mediante una sentencia definitiva, con
independencia de las sospechas o los cargos que sobre él recaigan.
“Al inculpado se le reconozca el derecho a su libertad,

– El estado solo podrá privarlo de la misma, cuando existan suficientes elementos


incriminatorios.

– Se le respeten las formalidades esenciales del procedimiento; específicamente, las


garantías de audiencia y

de ofrecer pruebas para desvirtuar la imputación correspondiente.

– Con sustento de lo anterior, el Juez pronuncie sentencia definitiva declarándolo culpable.

Por lo que toca al principio acusatorio.

– Corresponde al Ministerio Público la función persecutoria de los delitos y la obligación


(carga) de buscar y

presentar las pruebas que acrediten su existencia.

– El principio da lugar a que el gobernado no esté obligado a probar su inocencia.

– El sistema previsto en la constitución reconoce, a priori y expresamente, que al Ministerio


Público le incumbe probar los elementos constitutivos de delito y la

responsabilidad penal del imputado.”

El derecho de presunción de inocencia del imputado consiste en que se respete el debido


proceso legal y que se le reconozca su libertad y que únicamente el Estado pueda privarlo de
su libertad cuando existan suficientes elementos incriminatorios seguido en un proceso penal
en su contra en el que se le respeten las formalidades esenciales del procedimiento, las
garantías de audiencia, las de ofrecer pruebas y testigos para poder desvirtuar la imputación
correspondiente y que actualmente será bajo los principios
A PRESTAR DECLARACIÓN O GUARDAR SILENCIO

La fracción II del apartado B del artículo 20 constitucional, establece: “A declarar o


guardar silencio. Desde el momento de su detención se le harán saber los motivos de la
misma y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su perjuicio. Queda
prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación, intimidación o tortura. La
confesión rendida sin la asistencia del defensor carecerá de todo valor probatorio.”

El imputado tiene derecho a declarar o guardar silencio durante cualquier etapa del
procedimiento; desde el momento de su detención se le harán saber los motivos de la misma
y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su perjuicio.

La declaración del imputado no debe ser considerada como un medio de prueba sino como
un acto de autodefensa. El derecho al silencio implica que no se puede otorgar ningún
significado en contra ni a favor del inculpado. Es importante señalar que actualmente y con
motivo de las reformas a los derechos humanos y constitucional penal en el sistema
acusatorio, el guardar silencio no implica aceptación o perjuicio en contra del imputado.

Es obligación del Juez de control preguntarle al imputado si entiende los cargos que ha
presentado en la formulación de imputación realizada por el Agente del Ministerio Público, y
si es su deseo de declarar o guardar silencio. Es un derecho del imputado, y como derecho
de este último, él puede decidir libremente, cuando ejercerlo.

Es un derecho del imputado el de no auto incriminarse, así como el de guardar silencio, y


como derecho, él puede decidir libremente, cuando ejercerlo. Esto representa respeto a su
dignidad e integridad física, psíquica o moral.
Es un derecho del imputado de conocer las consecuencias que generarán sus declaraciones
o bien su silencio. Su declaración debe ser en forma espontánea, libre y sin coacción, sin
interrupciones o bien por medio de preguntas las cuales no pueden ser inducidas, capciosas
o impertinentes.

Y por lo tanto la confesión rendida sin la asistencia de su defensor profesional carecerá de


todo valor probatorio. Es importante señalar que actualmente y con motivo de las reformas a
los derechos humanos y constitucional penal en el sistema acusatorio, el guardar silencio no
implica aceptación o perjuicio en contra del imputado.

DERECHOS DEL IMPUTADO. “El imputado tendrá los siguientes derechos:

III. A declara o guardar silencio, en el entendido que el silencio no podrá ser utilizado en su
perjuicio…”

DECLARACIÓN DEL IMPUTADO. “El imputado tendrá derecho a declarar durante cualquier
etapa del procedimiento. En este caso, podrá hacerlo ante el Ministerio Público o ante el
Órgano jurisdiccional, con pleno respeto a los derechos que lo amparan y en presencia de su
defensor.

En caso de que el imputado manifieste a la Policía su deseo de declarar sobre los hechos
que se investigan, ésta deberá comunicar dicha situación al Ministerio Público para que se
reciban sus manifestaciones con las formalidades previstas en este Código.”

La declaración del imputado no debe ser considerada como un medio de prueba sino como
un acto de autodefensa. El derecho al silencio implica que no se puede otorgar ningún
significado en contra ni a favor del inculpado.
Es importante señalar que actualmente y con motivo de las reformas a los derechos
humanos y constitucional penal en el sistema acusatorio, el guardar silencio no implica
aceptación o perjuicio en contra del imputado.

Con el propósito de respetar por parte de todas las autoridades, tal y como lo establece la
Reforma al artículo primero, párrafo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, los Derechos Humanos, se busca evitar la violencia o la tortura para obtener una
declaración.

Se ha demostrado que los policías de investigación y Agentes del Ministerio Público aún
siguen recurriendo a estos mecanismos a fin de obtener una confesión, recurriendo al
famoso “el que calla otorga”, ello debido a una desinformación del imputado sobre este
derecho.

Es obligación del Juez de control preguntarle al imputado si entiende los cargos que ha
presentado en la formulación de imputación realizada por el Agente del Ministerio Público, y
si es su deseo de declarar o guardar silencio. Es un derecho del imputado, y como derecho
de este último, él puede decidir libremente, cuando ejercerlo.

El imputado tendrá el derecho a que se le informe, tanto en el momento de su detención, así


como en su comparecencia ante el Ministerio Público o el Juez, los hechos que se le imputan
y los derechos que le asisten esto es quién lo acusa y las circunstancias de tiempo, lugar y
modo.

Tendrá derecho a la información, a tener conocimiento de que se realiza una carpeta de


investigación en su contra y conocer sus derechos. NO SE TRATA DE ÚNICAMENTE
DARLE UNA HOJA DE DERECHOS AL IMPUTADO PARA SU LECTURA Y SU FIRMA,
COMO SE PRACTICABA EN EL SISTEMA INQUISITIVO, sino de cerciorarse de manera
transparente de que el imputado haya realmente entendido cuáles son sus derechos. Se
trata de un derecho fundamental que es exigible a todas las autoridades y que es un principio
general derivado de la esencia misma de un Estado de derecho.

Dentro de estos derechos, en el sistema acusatorio existen la prisión preventiva, como


excepcional, mecanismos alternativos de solución de controversias y las medidas cautelares
distintas a la prisión preventiva.

Derivado de las Reformas Constitucional Penal y de los Derechos Humanos se establece el


derecho a la información y conocer los derechos del imputado como garantía de un sistema
de derecho garantista y democrático.

Estableciendo una excepción tratándose de delincuencia organizada, en este supuesto, la


autoridad judicial podrá autorizar que se mantenga en reserva, el nombre y datos del
acusador. Esto por razones de seguridad, sin embargo, el imputado tiene el derecho de
conocer los cargos que se le imputan para poder establecer una defensa adecuada.

A SER INFORMADO DE LOS HECHOS QUE SE LE IMPUTAN Y LOS DERECHOS QUE


LE ASISTEN.

La fracción III, apartado B, del artículo 20 constitucional, establece: “A qué se le


informe, tanto en el momento de su detención como en su comparecencia ante el Ministerio
Público o el Juez, los hechos que se le imputan y los derechos que le asisten. Tratándose de
delincuencia organizada, la autoridad judicial podrá autorizar que se mantenga en reserva el
nombre y datos del acusador.

La ley establecerá beneficios a favor del inculpado, procesado o sentenciado que preste
ayuda eficaz para la investigación y persecución de delitos en materia de delincuencia
organizada.”
El imputado tendrá el derecho a que se le informe, tanto en el momento de su detención, así
como en su comparecencia ante el Ministerio Público o el Juez, los hechos que se le imputan
y los derechos que le asisten esto es quién lo acusa y las circunstancias de tiempo, lugar y
modo.

Tendrá derecho a la información, a tener conocimiento de que se realiza una carpeta de


investigación en su contra y conocer sus derechos. No se trata de únicamente darle una hoja
de derechos al imputado para su lectura y su firma, como se practicaba en el sistema
inquisitivo, sino de cerciorarse de manera transparente de que el imputado haya realmente
entendido cuáles son sus derechos.

Se trata de un derecho fundamental que es exigible a todas las autoridades y que es un


principio general derivado de la esencia misma de un Estado de derecho.

Dentro de estos derechos, en el sistema acusatorio existen la prisión preventiva, como


excepcional, mecanismos alternativos de solución de controversias y las medidas cautelares
distintas a la prisión preventiva.

Derivado de las Reformas Constitucional Penal y de los Derechos Humanos se establece el


derecho a la información y conocer los derechos del imputado como garantía de un sistema
de derecho garantista y democrático.

Estableciendo una excepción tratándose de delincuencia organizada, en este supuesto, la


autoridad judicial podrá autorizar que se mantenga en reserva, el nombre y datos del
acusador. Esto por razones de seguridad, sin embargo, el imputado tiene el derecho de
conocer los cargos que se le imputan para poder establecer una defensa adecuada.

RECEPCIÓN DE TESTIGOS Y PRUEBAS


La fracción IV, apartado B, del artículo 20 constitucional, establece: “Se le recibirán los
testigos y demás pruebas pertinentes que ofrezca, concediéndosele el tiempo que la ley
estime necesario al efecto y auxiliándosele para obtener la comparecencia de las personas
cuyo testimonio solicite, en los términos que señale la ley…”

La fracción IV del artículo constitucional que nos ocupa, determina que el imputado tendrá el
derecho a que se reciban los testigos y demás pruebas que ofrezca, concediéndosele el
tiempo que la ley estime necesario y auxiliándosele para obtener la comparecencia de las
personas que presente como testigos, y en los términos que señale la ley.

Existen dos tipos de testigos, los directos, que son aquellos que les constan los hechos por sí
mismos, y los indirectos, cuando el conocimiento de los hechos proviene de terceros u otros
medios, judiciales y extrajudiciales; por ejemplo, los

policías de investigación que realizan la entrevista, también llamados de cargo o de


descargo.

En ambos casos los testigos no deben tener un interés particular. La obligación de los
testigos es rendir su declaración sobre la información que tienen de los hechos que se
debaten en el juicio oral y proporcionar entrevistas a la defensa y al Ministerio Público
durante las etapas previas al juicio oral.

La prueba testimonial para su investigación deberá comprender las circunstancias de tiempo,


modo y lugar. Asimismo, este derecho se encuentra regulado en el artículo seis del NCNDPP,
Código Único, que establece el principio de contradicción.

Al establecer que las partes podrán conocer, controvertir o confrontar los medios de prueba,
así como oponerse a las peticiones y alegatos de la otra parte, salvo lo previsto en este
código.
Todas las pruebas ofrecidas por el imputado deberán ser desahogadas, dentro del
procedimiento penal. De no ser así, constituye una violación a los derechos humanos
constitucionales, y puede traer como consecuencia la reposición del proceso penal.
(Violación al debido proceso)

La Reforma Constitucional Penal pretende garantizar los derechos del imputado, dejando
atrás los vicios y corrupciones del sistema inquisitivo, en el cual el agente del ministerio
público, al integrar la averiguación previa le manifestaba con prepotencia al imputado “AQUÍ
NO SE RECIBEN, NI SE DESAHOGAN PRUEBAS, ESO LE CORRESPONDE AL
JUZGADO.”

A SER JUZGADO EN AUDIENCIA PÚBLICA

La fracción V, apartado B, del artículo 20 constitucional, establece: “Sera juzgado en


audiencia pública por un juez o tribunal. La publicidad solo podrá restringirse en los casos de
excepción que determine la ley, por razones de seguridad nacional, seguridad pública,
protección de las víctimas, testigos y menores, cuando se ponga en riesgo la revelación de
datos legalmente protegidos, o cuando el tribunal estime que existen razones fundadas para
justificarlo.

En delincuencia organizada, las actuaciones realizadas en la fase de investigación podrán


tener valor probatorio, cuando no puedan ser reproducidas en juicio o exista riesgo para
testigos o víctimas. Lo anterior sin perjuicio del derecho del inculpado de objetarlas o
impugnarlas y aportar pruebas en contra.

El principio de publicidad establece que las audiencias serán públicas, permitiendo ingresar a
ésta no sólo los sujetos intervinientes, sino también el público en general, con las
excepciones previstas por la ley, como lo es la delincuencia organizada, señalada en el
segundo párrafo, proporcionando transparencia a la impartición de justicia, así como
generando confianza y legitimidad entre la sociedad.
El principio de continuidad establece que las audiencias se llevarán a cabo de forma
continua, sucesiva y secuencial, salvo los casos excepcionales previstos en el Código
Nacional de Procedimientos Penales. Y por su parte la fracción que nos ocupa menciona que
la publicidad sólo podrá restringirse en los casos de excepción que determine la ley.

El principio de inmediación se encuentra íntimamente relacionado con el derecho del


imputado que establece que éste sea juzgado por un juez o tribunal, en virtud de que el
principio de inmediación establece que toda audiencia se desarrollará íntegramente en
presencia del Órgano jurisdiccional, y en ningún caso, el Órgano jurisdiccional podrá delegar
en persona alguna la admisión, el desahogo o la valoración de las pruebas, ni la emisión y
explicación de la sentencia respectiva.

Asimismo, contempla que el juicio se celebrará ante un juez que no haya conocido el caso
previamente, esto es consecuencia de la reforma constitucional penal en el sistema
acusatorio, estableciendo que la presentación de los argumentos y los elementos probatorios
se desarrollarán de manera pública, contradictoria y oral.

Una de las novedades del sistema penal acusatorio es precisamente lo que establece la
fracción que nos ocupa, al señalar categóricamente que el imputado será juzgado en
audiencia pública por un juez o tribunal. Lo que anteriormente en el sistema inquisitivo no
sucedía, ya que en la práctica el juez nunca estaba presente en las audiencias, quien
presidía y llevaba a cabo las audiencias era el secretario de acuerdos en compañía de la
mecanógrafa, y el juez se encontraba en su privado y en algunos casos incluso fuera del
juzgado.

A ACCEDER A LOS DATOS DEL PROCESO

La fracción VI, apartado B, del artículo 20 constitucional, establece: “Le serán


facilitados todos los datos que solicite para su defensa y que consten en el proceso. El
imputado y su defensor tendrán acceso a los registros de la investigación cuando el primero
se encuentre detenido y cuando pretenda recibírsele declaración o entrevistarlo.
Asimismo, antes de su primera comparecencia ante juez podrán consultar dichos registros,
con la oportunidad debida para preparar la defensa. A partir de este momento no podrán
mantenerse en reserva las actuaciones de la investigación, salvo los casos excepcionales
expresamente señalados en la ley cuando ello sea imprescindible para salvaguardar el éxito
de la investigación y siempre que sean oportunamente revelados para no afectar el derecho
de defensa;”

De lo anterior podemos concluir que los datos que señala la Constitución son los datos de
prueba que se encuentran en los registros de la investigación y que son la referencia al
contenido de un determinado medio de convicción aun no desahogado ante el Órgano
jurisdiccional.

En el registro de la investigación debemos distinguir tres tipos de documentos:

– Personas (informe policial)

– Personas que refieren documentos (informe pericial)

--Documentos que comprueben hechos (videos), acciones (fotos), situaciones fácticas


(registros)

A SER JUZGADO DENTRO DE UN PLAZO RAZONABLE

La fracción VII, apartado B, del artículo 20 constitucional, establece: “Sera juzgado


antes de cuatro meses si se tratare de delitos cuya pena máxima no exceda de dos años de
prisión, y antes de un año si la pena excediere de ese tiempo, salvo que solicite mayor plazo
para su defensa;”

AL DERECHO DE DEFENSA

La fracción VIII, apartado B, del artículo 20 constitucional, establece: “Tendrá derecho


a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá libremente incluso desde el momento
de su detención. Si no quiere o no puede nombrar un abogado, después de haber sido
requerido para hacerlo, el juez le designará un defensor público. También tendrá derecho a
que su defensor comparezca en todos los actos del proceso y este tendrá obligación de
hacerlo cuantas veces se le requiera, y.”

El derecho de defensa protege al imputado para no quedar en estado de indefensión, en


cualquier etapa del proceso judicial o del procedimiento administrativo sancionatorio. Es un
derecho a ser oído y formular sus pruebas y testigos de descargo, a lo largo de todas las
etapas del proceso. Este derecho de defensa es irrenunciable, la defensa técnica es
obligatoria.

El derecho de defensa, visto como un derecho fundamental es el núcleo del debido proceso.
Los derechos humanos garantizan el derecho a ser oído, y el derecho a guardar silencio, así
como a dar su propia versión de los hechos en ejercicio pleno de su derecho de defensa, lo
cual les da legitimidad y validez a los procesos penales en todas sus etapas.

Con todo lo anterior dejamos atrás los vicios del sistema inquisitivo respecto al derecho de
defensa. El Ministerio Público ya no podrá nombrar a cualquier persona como persona de
confianza. Ahora el defensor será obligatoriamente un licenciado en derecho, facultado para
la defensa y con plena libertad de comunicarse con su defenso, es decir el imputado.
A LA NO PROLONGACIÓN INDEBIDA DE LA PRISIÓN PREVENTIVA

La fracción IX, apartado B, del artículo 20 constitucional, establece: “En ningún caso
podrá prolongarse la prisión o detención, por falta de pago de honorarios de defensores o por
cualquiera otra prestación de dinero, por causa de responsabilidad civil o algún otro motivo
análogo.

La prisión preventiva no podrá exceder del tiempo que como máximo de pena fije la ley al
delito que motivare el proceso y en ningún caso será superior a dos años, salvo que su
prolongación se deba al ejercicio del derecho de defensa del imputado. Si cumplido este
término no se ha pronunciado sentencia, el imputado será puesto en libertad de inmediato
mientras se sigue el proceso, sin que ello obste para imponer otras medidas cautelares”.

La prisión preventiva, al ser una medida de coerción personal está fundada en la necesidad
de evitar los peligros o riesgos procesales de destrucción u ocultación de pruebas, o bien que
el procesado evada la acción de la justicia. Si dichos riesgos desaparecen, de oficio o a
instancia de parte, deberá revocarse la prisión preventiva, y no podrá mantenerse por
factores ajenos a los peligros procesales.

Como aportación de la Reforma Constitucional Penal del Sistema Acusatorio y del artículo Io.
constitucional, podemos resaltar que los derechos humanos del imputado tales como
presunción de inocencia, derecho a declarar o guardar silencio, a ser informado de los
hechos que se le imputan y los derechos que le asisten, a presentar testigos y pruebas, a ser
juzgado en audiencia pública, a acceder a los datos del proceso, a ser juzgado dentro de un
plazo razonable, a tener derecho a una defensa técnica adecuada y a la no prolongación
indebida de la prisión preventiva, están regulados y protegidos por los principios y derechos
del procedimiento penal acusatorio actual, los cuales son el principio de publicidad,
contradicción, concentración, continuidad e inmediación, igualdad ante la ley, igualdad entre
las partes, principio de juicio previo y debido proceso, dejando así atrás los vicios y
corrupciones del sistema inquisitivo.
Con las Reformas Constitucional Penal y de los Derechos Humanos, no sólo se pretende un
cambio del sistema inquisitivo al acusatorio, sino que representa un cambio de mentalidad en
todos y cada uno de los operadores del sistema, por medio de una cultura de legalidad,
debido proceso y respeto a los derechos fundamentales, emanados de la propia naturaleza
humana (Derechos Humanos).

Como lo dice Ferrajoli, los derechos fundamentales “son todos aquellos derechos subjetivos
que corresponden universalmente a los seres humanos en cuanto dotados del status de
personas, de ciudadanos o de personas con capacidad de obrar”. No sólo se trata de
adecuar leyes al nuevo sistema, sino que representa un reto de otorgar seguridad,
transparencia, publicidad y certeza jurídica al imputado.

El objetivo fundamental es el de asegurar los Derechos Constitucionales de los sujetos


intervinientes en el nuevo Sistema Penal. Con lo anterior estaríamos asegurando la finalidad
pretendida con este cambio trascendental de implementar no sólo un nuevo sistema penal
acusatorio, sino un cambio profundo de toda la justicia penal, más justa y protectora de los
Derechos Humanos.
DERECHOS HUMANOS

De gran importancia forjar y tener presentes cuales son los derechos humanos de todos los
mexicanos, de esta manera nos podrá orientar a tener una mejor preparación en todos los
ámbitos, incluyendo la realización del proceso penal en nuestro país.

Por esa razón se explicará la importancia de estos tal como la etapa de investigación en el
proceso penal acusatorio en nuestro país.

Abordar el tema de los Derechos Humanos de manera muy específica es una


exigencia y una necesidad. No es posible quedarse en las generalidades que finalmente sólo
son referencias que a veces son difíciles de aplicar.

Descender a los últimos detalles en una exposición teórica es otro extremo que debe evitarse
porque no es posible plantear la defensa y la promoción de los Derechos Humanos
solamente a partir de casos concretos aun cuando el recurso al caso concreto permite ilustrar
la significación de tal promoción o de tal defensa.

Más aún, la defensa efectiva sólo se da en los casos concretos. La promoción de los
Derechos Humanos sólo se logra mediante la acción apoyada en la teoría que nos asegura
la rectitud del proceder. La referencia anterior también debe explicitarse más. No podemos
tampoco limitarnos a la simple defensa, es decir esperar la violación de los derechos
humanos para actuar.

Estamos llamados por la misma ética que se entiende como el desarrollo de las máximas
potencialidades del hombre, a promover los Derechos Humanos. En efecto, el desarrollo del
individuo y el progreso de una sociedad descansan sobre esta ética que es el principio de
respeto a la dignidad de cada persona y la elevación de su calidad como tal.

Por eso quisiera insistir sobre esta dimensión antes de entrar en los detalles de aplicación
que también son importantes, pero sólo como consecuencia de la faceta promoción de los
Derechos Humanos.

La escuela más que cualquier institución, considerando aparte el caso de la familia,


que es evidentemente el primer lugar de la educación, es un lugar privilegiado para cumplir
con esta tarea. La educación a los Derechos Humanos es la afirmación de valores y la
transmisión de una idea del hombre, amén de ser una práctica o una cultura.

La promoción de los Derechos Humanos es una manera de vivir no una manera de resolver
conflictos. La escuela es el baluarte, después de la familia, de los valores.

La escuela es el lugar humano en el que los valores son no sólo aplicados como norma de
conducta o como ideales por alcanzar, sino que en la escuela se educa, se enseña, se
adiestra a la práctica de los valores. Creo importante hacer conciencia de esta dimensión
inicial y esencial ya que nuestro ensayo se dirige a la violación de estos derechos

El maestro es un ser humano que ha aceptado la altísima responsabilidad de poner en


práctica en su vida los valores que nuestra sociedad ha defendido por siglos. Valores nacidos
de la cultura judeocristiana que impera hasta nuestros días, pero valores de las culturas
indígenas que son raíces inobjetables. Valores también de la llamada modernidad, hechos de
los aportes de la ciencia y de la información masiva.

Nuevos valores vinieron a incrustarse en este triple plano como ha sido la laicidad
pregonada en el artículo tercero constitucional y que es el punto de partida de la virtud social
y política por excelencia que es la tolerancia. La cultura griega que penetró a través de
pensadores de todas las épocas nos ha dejado la herencia de la frónesis que mal se ha
traducido por prudencia:

Es decir, la virtud activa de las decisiones oportunas y comprometidas. No basta entonces


con enseñar teóricamente los valores que sostienen las declaraciones de los Derechos
Humanos, sino que es imperativo para la escuela y para el maestro concretamente adiestrar
al alumno para que respete los valores y los derechos consecuentes.

Eso implica una formación disciplinada. No basta con una que otra conferencia que sólo
ilustra el caso, sino es preciso crear las condiciones estructurales en las que podrá
aprenderse a respetar y donde se aprenderá a enseñar el respeto a los valores.

Esta dimensión no suele ser considerada. Para el aprendizaje ético (en este caso a
los Derechos Humanos) se requiere de la acción, de la capacitación, que se dan en
circunstancias concretas de la vida, creadas artificialmente como en el sociodrama o vividas
en las relaciones diarias como en el juego.

Ni la escuela normal, como tampoco la universidad y menos los institutos tecnológicos han
incluido este proceso dentro de sus planes. El racionalismo de los últimos siglos que ha
influido en la creación del modelo de educación que nos ocupa nos ha encerrado en la
simple reflexión teórica.
La escuela, hoy por hoy, es mucho más un sistema orientado a la mente, alguna vez
a los sentimientos, pero nunca (o solo excepcionalmente) al adiestramiento para vivir en
sociedad de manera respetuosa y creativa. El juego como fórmula imprescindible para el
adiestramiento a la relación con el prójimo está ausente de nuestros planes: los niños se
quedan solos en los patios a la hora del recreo y nuestra conciencia descansa sobre ciertas
fórmulas deportivas para subsanar una ausencia grave en el proceso educativo. Sólo por
nombrar un ejemplo.

Otra dimensión de este proceso de promoción de los Derechos Humanos es el aprendizaje a


la democracia. Desde la escuela (como desde la familia), el niño aprende a comportarse de
manera democrática.

El niño inicialmente es un ser egoísta, que es una virtud en sus primeros meses de vida
porque es su manera de defenderse y de existir como es él ante lo demás. Es un vicio
cuando rebasa los primeros años de vida.

La educación (adiestramiento y capacitación) a la democracia es un proceso de amplio


alcance. Y aquí es bueno detenernos en los componentes de esta tarea. La promoción de los
Derechos Humanos en la escuela implica el desarrollo de un sistema democrático de
enseñanza y de administración.

La participación en la toma de decisiones y la toma de conciencia de esta


responsabilidad son dos vertientes que deberán considerarse en este proceso. El sistema
escuela es aún vertical, es decir autoritario. Un niño formado en este ambiente solamente
podrá repetir este mismo esquema y si, por desgracia, encuentra en su casa un sistema del
mismo corte, sólo podremos esperar a un dictador en potencia o un "aquí truenan mis
chicharrones" como dice el verbo popular.
La educación a los Derechos Humanos nos obliga a pensar de nuevo en el esquema global
de la enseñanza. Todos estaremos de acuerdo sobre un principio que no puede evadirse: el
niño va a la escuela para aprender y debe ser el adulto quien le indique qué debe aprender
de acuerdo a la cultura ambiente.

No apostaría sobre una escuela en la que el alumno indicara qué debe enseñársele. Ni
siquiera en la Universidad. Pero la democracia no se refiere al contenido de las materias,
sino en la manera de relacionarse entre sí los individuos. No es aquí el lugar para desarrollar
el contenido de esta educación, sino sólo la advertencia de que algo podría ocurrir positivo si
atendiéramos esta demanda social.

EL PROCESO PENAL

Una de las finalidades de todo proceso penal en general, con independencia de las
características que los identifican, así como los ritos que están presentes y los roles de los
participantes, es que cuando se comete un delito en contra de una persona determinada,
ésta y su núcleo cercano busquen que se castigue al delincuente por el daño causado. Para
lo anterior, acuden al órgano de justicia.

El proceso penal también persigue otras finalidades, no solo busca el fincamiento de


responsabilidades, ya que existe la posibilidad de que quien esté imputado de la comisión de
un delito no sea culpable, sino inocente. El hecho de que una persona sea acusada
erróneamente afectaría no solo a la esfera individual del inculpado, sino también la social.

En general esta sería una situación de gravedad para todos y es por eso que el proceso
penal también tiene como una de sus finalidades la protección del inocente. Sin embargo, en
algunas etapas del proceso se ven afectados los derechos humanos de los mismos.

Lo anterior, se consagra en el artículo 20, apartado A, fracción I, de la Constitución Política


de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM):
“El proceso penal tendrá por objeto el esclarecimiento de los hechos, proteger al inocente,
procurar que el culpable no quede impune y que los daños causados por el delito se
reparen”.

En función de tales fines es que se organiza el procedimiento penal, con base en los
valores, la idea de justicia y de la verdad que se tiene en una sociedad determinada. Lo
anterior, aunado a la organización política, determina la forma de concebir y, por
consiguiente, de diseñar a los órganos de poder encargados de la investigación, persecución
y administración de justicia. Mientras, que en el sistema inquisitivo se privilegia al castigo de
los culpables, razón por la cual el proceso penal está organizado de una determinada forma

para alcanzar dicho objetivo, en el sistema acusatorio se pone el acento en la tutela de los
inocentes, por ello en el segundo sistema de referencia el procedimiento penal está diseñado
de manera diferente y es regido por una serie de principios que garantizan que las personas
sean sometidas a un juicio justo.

En el nuevo sistema el procedimiento está estructurado de tal manera, que los participantes
juegan un papel diferente. Por ejemplo, el Juez. En el sistema inquisitivo, el Juez juega un
papel muy activo ya que no se concreta a pronunciar sentencia.

En este papel, el Juez cuenta con amplias facultades para llegar a la verdad, que sería
determinada unilateralmente y en forma absoluta.

En consecuencia, puede ordenar que se recaben determinados medios probatorios,


interrogar a los testigos e incluso formular la acusación. En cambio, en el sistema acusatorio
el Juez es espectador, y quien realiza la acusación es una de las partes, por lo que el Juez
es quien valorará las pruebas a partir de los puntos de vista contrastantes entre las partes.
En tal virtud, se puede decir que ambos sistemas, aunque comparten determinadas
finalidades, se aplican a través de un énfasis distinto. Esto debido a que el contexto en el que
son aplicados cambia. En base a lo anterior, también el procedimiento penal es regido por
diferentes principios y reglas.

Una vez conociendo un poco más sobre nuestro sistema penal acusatorio en México
explicaremos en abundancia de que se trata la etapa de investigación en este nuevo
proceso.

ETAPA DE INVESTIGACION

La etapa de investigación tiene como objeto o finalidad determinar si hay fundamento


para iniciar un proceso penal, mediante la obtención de pruebas que permitan sustentar la
acusación y garantizar la correcta defensa del imputado.

Esta etapa está a cargo del ministerio público y de la policía que actuará bajo la dirección de
este.

La investigación en el nuevo proceso penal es la etapa del proceso que tiene por
objeto consignar y asegurar todo cuanto condujere a la comprobación de un hecho
presuntamente ilícito y a la identificación de quienes hayan participado, para que el órgano
público de persecución penal y/o el querellante particular puedan decidir si deducen
acusación en contra de una determinada persona, pidiendo al tribunal correspondiente la
aplicación de una sanción penal, previo un juicio oral, público y con todas las garantías.

Por esta razón, la investigación se dirige a establecer la efectividad del hecho imputado, con
todas las circunstancias de personas, cosas o lugares, identificar a los testigos del hecho
investigado y consignar sus declaraciones, y, en general, recoger todos los antecedentes que
puedan servir para tomar la decisión acerca del curso de la persecución penal.
Por eso, si el hecho hubiere dejado huellas, rastros o señales, se tomará nota de ellos
y se los especificará detalladamente, se dejará constancia de la descripción del lugar en que
aquél se hubiere cometido, del estado de los objetos que en él se encontraren y de todo otro
dato pertinente, diligencias que permitirán decidir si se acusa y, luego, en caso positivo,
producir la prueba necesaria en el juicio para que la acusación sea acogida.

“El esclarecimiento de los hechos materia de la denuncia o querella, y determinar si hay


fundamento para abrir un juicio penal contra una o varias personas, mediante la obtención de
la información y la recolección de los elementos que permitan fundar, en su caso, la
acusación y garantizar el derecho a la defensa del imputado.”

Uno de los principios mas importantes en la etapa de investigación es el principio de


legalidad.

El principio de legalidad consiste en someter la actuación de autoridades y personal


que se encuentran al servicio de la Administración a los criterios y parámetros legalmente
establecidos.

Se entiende por principio de legalidad entendemos aquel principio con arreglo al cual el
ministerio público debe aclarar la situación y promover la acción pública. Si así no fuera,
¿cómo podrían llegar ante el tribunal los hechos punibles?

De acuerdo el carácter otorgado de organismo público, que posee el Ministerio Público


institucionalmente, como los fiscales y demás funcionarios que lo integran, deben actuar
respetando estrictamente la legalidad vigente. Se trata de una manifestación del principio de
legalidad, enfocado en general, que los fiscales en el ejercicio de sus funciones deberán
actuar objetivamente "velando únicamente por la correcta aplicación de la ley".
El principio de legalidad significa la integración de un conjunto de normas que se
encuentren vigentes, en un determinado lugar, ya que si no tienen vigencia no podrán
aplicarse a casos concretos, por lo cual dicho principio está encaminado a los servidores
públicos que procuran y administran justicia, ya que sólo están facultados a realizar lo
ordenado por la ley.

Dicho principio encuentra su fundamento constitucional en los artículos 14 párrafo segundo


y el artículo 19 párrafo quinto, y cada uno de ellos menciona.

El articulo 14 nos hace referencia sobre a la irretroactividad de la ley, cuando


perjudique a una persona. De igual forma respecto a este principio nos encontramos que
nadie podrá ser privado de la libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, si no
existieren un juicio antes las autoridades correspondientes y se haya llevado a cabo un
procedimiento que exigiere el cumplimiento de esta privación hecho.

En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía, y aún por
mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al
delito de que se trata. Por su laso el artículo 19 de la ley antes mencionada regula cuestiones
sobre las detenciones y formalidades de los pazos, auto de vinculación, y estableciendo que
dichas actuaciones deben ser realizadas apegadas al derecho.

Todo proceso se seguirá forzosamente por el hecho o hechos delictivos señalados en


el auto de vinculación a proceso. Si en la secuela de un proceso apareciere que se ha
cometido un delito distinto del que se persigue, deberá ser objeto de investigación separada,
sin perjuicio de que después pueda decretarse la acumulación, si fuere conducente.
El derecho penal, a diferencia de las otras ramas del Derecho, se rige por el principio de la
exacta aplicación de la ley, es decir sólo lo que la ley prevé como delito y sanción, puede ser
aplicada al individuo. Dicho principio se observa bajo el fundamento de nullum crimen nulla
poena sine lege. Es decir:

Ninguna pena sin ley penal antes formulada (nulla poena sine lege previa).
Ninguna pena sin ley penal escrita (nulla poena sine lege scrita).
Ninguna pena sin mandato expreso textual de la ley (nulla poena sine lege stricta).

Las ventajas del principio de legalidad son:

1. Prohibir la interpretación de la analogía.

2. Prohibir la aplicación del Derecho consuetudinario para fundamentar o agravar la pena.

3. Prohibir la aplicación retroactiva de la ley penal en perjuicio del autor; y, Prohibir las leyes
penales indeterminadas o imprecisas.

El origen el principio de legalidad se encuentra con Anselmo Von Feuerbach, su mayor mérito
es el haber logrado el desplazar el arbitrio de los jueces mediante el establecimiento de
conceptos y tipos precisos y claros, en cuya formulación era insuperable el maestro, de ahí
surge el principio de legalidad fundamental y permanente del Derecho Penal de nullum
crimen nulla poena sine lege.

Finalmente se afirma que el principio de legalidad es la columna vertebral de todo sistema


penal ya que en él descansa la fundamentación de la pena o medida de seguridad, no en la
moral ni en la ética, si no por el contrario en la norma.

La relación entre los derechos humanos y la delincuencia a la que se alude con mayor
frecuencia es negativa: defender los derechos humanos, se dice, es lo mismo que defender
delincuentes. La relación entre los derechos humanos y la delincuencia a la que se alude con
mayor frecuencia es negativa: defender los derechos humanos, se dice, es lo mismo que
defender delincuentes.

Como casi siempre conviene empezar por el principio, no está de más recordar que en
los últimos cincuenta años la criminología ha sufrido una honda transformación. Al abandonar
la vieja concepción del delito como un acto meramente individual y concebir la criminalidad
como un fenómeno social, como una parte más de la vida social -y recuérdese que no hay y
no ha habido nunca una sociedad sin delincuencia-, nuestra perspectiva cambia por entero.

Tal vez una metáfora sirva para aclarar el punto: si se piensa en la sociedad como un
tapiz, por supuesto un tapiz tan complejo y variado como las sociedades plurales,
heterogéneas y contradictorias en las que hoy vivimos, la delincuencia es sólo un hilo más.

Es un hilo, claro, que ocasionalmente ayuda a formar el dibujo, pero que también a
menudo lo tuerce y descompone. ¿Podría, por ejemplo, entenderse cabalmente nuestra
sociedad -descubrirse su dibujo-, o explicar cómo funciona en ella el poder, sin considerar la
corrupción? Lo que no debe perderse de vista es que el hilo del crimen se entrelaza y anuda
a muchos más, de tal manera que viene a ser muy improbable que al modificar o tirar de otro
de los hilos no se afecte de alguna manera al de la delincuencia.

La razón es obvia: en el gabinete de trabajo y por necesidades propias de la


investigación, podemos separar un problema de otro y suponerlos independientes, más en la
realidad social todos se comunican entre sí. Para volver al ejemplo del tapiz: sin duda puede
darse el caso de que cierto hilo, o sea una determinada circunstancia social, no tenga
ninguna relación directa con el del crimen, pero es muy poco probable que no la tenga
tampoco con ningún otro que sí la tenga, y de ahí que, al tirar de él, así sea en menor grado,
también se modifique al crimen.
Sabemos -por supuesto sólo con la probabilitaria incertidumbre de que es capaz la
ciencia, y más aún las ciencias sociales-, que hay factores claramente asociados al crimen.
Son tantos y tan diversos que sería imposible listarlos todos.

Pero a manera de ejemplo puede registrarse que al aumentar la proporción que


representan los hombres solteros de una población; o al disminuir el número medio de
miembros por familia; o al crecer el porcentaje de quienes han concluido la primaria o la
secundaria; o al ocurrir otro tanto con quienes moran en departamentos para renta, la
delincuencia conocida invariablemente tiende a crecer y, en términos del número de delitos
por habitante, es más elevada que en las zonas en las que sucede lo contrario.

No sólo la situación económica general del país resulta determinante para el curso
que sigue la criminalidad. Hay otros factores que ejercen una influencia semejante y el más
claro es el empleo, en este caso medido en términos de la proporción que representa de la
población total la que cuenta con trabajo remunerado.

La relación con el crimen es también negativa: a más empleo menos delincuencia y a


la inversa, cuando las fuentes de trabajo disminuyen, la delincuencia suele crecer. El empleo,
por otra parte, sirve también de ejemplo de cómo un factor, además de la influencia directa
que puede ejercer sobre la delincuencia, multiplica su acción al influir sobre otros factores.

Así en este caso se sabe que los jóvenes que recién llegan a la edad laboral son los
más afectados al escasear el empleo y, como resultado, muchas uniones conyugales que
estaban programadas se posponen o se olvidan y en consecuencia aumenta la proporción
que los solteros representan de la población total, crece el número de madres solteras y a la
larga disminuye el número medio de miembros por familia -cada uno de ellos, por sí sólo, un
factor criminógeno.
El último caso que conviene destacar es el de la disparidad en la distribución de los
ingresos. Como bien se sabe en los últimos veinte años, sobre todo de 1983 a la fecha, ha
venido aumentando la diferencia entre los ingresos de los que más ganan y los que menos
reciben.

En 1970 el diez por ciento de la población que recibía los mayores ingresos ganaba lo
mismo que el 54.4 por ciento de la población más pobre. En 1996, conforme a la encuesta
nacional de ingresos y gastos de los hogares realizada por INEGI, los ingresos del diez por
ciento más rico equivalían a los que recibía el 70.6 por ciento de la población más pobre.

Esta inequitativa concentración de la riqueza, que, por supuesto hace a los ricos cada
vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres, no pasa desapercibida para el crimen y
por cada punto porcentual que aumenta la diferencia entre unos y otros, la delincuencia
crece 3 por ciento. No está de más señalar, así sea de pasada, que la pobreza por sí sola no
es criminógena, por el contrario: los municipios más pobres son también casi siempre los que
tienen los más bajos índices delictivos, por supuesto en términos del número de delitos por
habitante.

Lo que dispara la criminalidad, reitero, no es la pobreza por si sola, sino el roce entre
ella y la riqueza: los municipios que tienen el mayor número de crímenes por persona son,
también, aquellos en los cuales la inequidad es más acusada.

Aunque quede mucho por decir de este modelo de interpretación del crimen, quizá sea
prudente emprender el camino de regreso a nuestro tema central y destacar un hecho:
multiplicar las fuentes de trabajo y llegar a una situación de pleno empleo; lograr que el
crecimiento económico se traduzca en desarrollo y todos los miembros de la sociedad tengan
acceso a los servicios de salud y educación; conseguir, en suma, que la riqueza producida se
reparta menos inequitativamente, no son meros ideales.
Son deberes de gobierno. Son obligaciones que los gobernados tienen derecho a
exigir de sus gobernantes. Son, para emplear la terminología hoy en boga, derechos
humanos. Debe reconocerse, sin duda, que la expresión “derechos humanos” adolece de
muchos defectos.

Quizá el más grave sea que se encuentra enraizada en el iusnaturalismo propio del
siglo XVIII y de ahí que se crea y se afirme que “los derechos humanos son los inherentes a
la naturaleza humana, sin los cuales no se puede vivir como ser humano”. Tomo tan jocosa
definición del artículo segundo del reglamento interno de la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos.

El primer punto conduce a una ambigüedad insalvable, ya que a partir de la definición


que ofrece la CNDH, viene a ser “derechos humanos” todo lo que la gente crea, sienta o
suponga propio de su “naturaleza”, todo cuanto estime necesario para “vivir como ser
Humanos”.

Como esto es totalmente independiente de que lo consagre el orden jurídico, los


“derechos humanos” vienen a ser inexigibles y quedan en oscuras y vagas pretensiones que
pueden reducirse o cancelarse según lo exijan las circunstancias del momento o lo demande
la opinión pública. Confinar los derechos humanos al éter de las concepciones metafísicas,
no es el resultado de una postura meramente teórica y responde a claros y deliberados
intereses. Quizá los más importantes sean dos.

El primero es negar que los derechos humanos tengan un origen histórico. En este
sentido, suele admitirse que se desarrollaron en tres generaciones diferentes -al menos
hasta ahora.

La primera, que comprende la libertad religiosa, las libertades civiles, las garantías
penales exigibles al Estado y parte importante de los derechos políticos, empezó a gestarse
en el siglo XVI a raíz de las guerras de religión. Maduró después en la lucha contra los
soberanos absolutos y encontró expresión final en la Declaración de los derechos del hombre
y del ciudadano promulgada en 1789. Las Constituciones todas del siglo XIX -como la
nuestra del 1857-, los reconocieron y protegieron sin reservas. La segunda generación es
propia ya de nuestro siglo, así haya encontrado origen en el desarrollo del movimiento obrero
y en las luchas de los campesinos y jornaleros sin trabajo que ocurrieron a lo largo de los
cien años anteriores.

Hoy se los cobija con la expresión “derechos humanos”, más hubo décadas en que se
prefirió llamarlos, de manera redundante, derechos “sociales”. Los primeros acuerdos de la
Organización Internacional del Trabajo, la Constitución mexicana del 1917 y la de Weimar
poco después, abrieron el camino para lograr su aceptación y reconocimiento.

Además de los laborales, que forman el núcleo central, es común comprender en esta
generación el derecho a la educación, la asistencia a la invalidez y a la vejez, y algunos
aspectos de la larga lucha de la mujer por su igualdad.

La tercera generación sigue prolífica todavía, mas todo mundo acepta que su
primogénita fue la Declaración Universal de Derechos Humanos, promulgada en 1948 por la
Organización de las Naciones Unidas. Los derechos que hay en ella, y en sus numerosas
hermanas menores, son de naturaleza tan diversa que escapan a la generalización. Hay
derechos ecológicos y derechos que defienden las diferencias culturales y jurídicas de los
grupos indígenas; hay principios que protegen a los menores y reglas sobre nacionalidad y
ciudadanía; hay acuerdos que obligan a los Estados a luchar contra el racismo y la
discriminación en todas sus formas, y señalamientos sobre la libertad reproductiva de la
mujer.

Y hay incluso -si se quiere apenas en gestación-, debates sobre la eutanasia, sobre el
patrimonio genético de la persona y sobre la “propiedad” que pueda tener sobre los órganos
que componen su cuerpo.
El universo al que se alude con la expresión “derechos humanos” es muy complejo,
pero no hay duda de que los derechos que forman su núcleo central son los que tiene la
ciudadanía frente al gobierno y son, propiamente, derechos de los gobernados frente a los
gobernantes.

Negar su origen histórico y reducirlos a vagas pretensiones es, por otra parte, un
camino muy eficaz para alentar la idea de que los derechos humanos son concesiones o
dádivas que las autoridades le otorgan a la población por mera generosidad. Por supuesto no
es así: son obligaciones jurídicas consagradas en la ley.

No hay uno solo que no esté consagrado sea en la Constitución general de la


República, sea en alguno de los múltiples tratados que nuestro país ha suscrito y que, sólo
en materia que nos ocupa, suman 88 de 1945 a la fecha. Y recuérdese además que según
ordena el artículo 133 de nuestra Ley Fundamental, forman parte de la “Ley Suprema de toda
la Unión” -literalmente así la llama-, la propia Constitución y todos los tratados o
convenciones internacionales que el presidente haya firmado y a los que el Senado les haya
dado su aprobación.

A esto añade expresamente que “los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha
Constitución, leyes y tratados a pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en
las Constituciones y leyes de los Estados”.

Al hablar, pues, de los derechos humanos no estamos hablando ni de anhelos ni de


dádivas, sino de obligaciones y derechos expresamente consagrados en disposiciones
propias del orden jurídico positivo.
El derecho al trabajo es un claro ejemplo: no sólo lo consagra el primer párrafo del
artículo 123 constitucional, sino que al suscribir la Carta de las Naciones Unidas en 1948, el
gobierno mexicano se obligó a promover "trabajo permanente para todos" (Artículos 55 y 56),
y al firmar la Carta de Punta del Este convino en hacer el esfuerzo necesario para que al
concluir la década 1961-1970 hubiera "ocupación productiva y bien remunerada para todos
los trabajadores total o parcialmente desocupados" (Título I, inciso 4).

La consecuencia es obvia: si falta el empleo -y por ello crece la delincuencia-el hecho


se debe a que el gobierno, por remiso o incapaz, ha dejado cumplir con su obligación de
promoverlo. Y si crece el crimen porque no se ha procurado favorecer la equidad, ni la
igualdad de oportunidades para todos, independientemente de su género, raza, creencias
religiosas o nivel de ingresos -como puede leerse en varios artículos de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos-, es también porque nuestros gobiernos han descuidado
-a menudo deliberadamente-, el cumplimiento de esta obligación.

Lo mismo puede decirse del derecho de todos a participar en la conducción de la vida


social y política y en la toma colectiva de decisiones; en el derecho a obtener por su trabajo
un salario suficiente para llevar una vida digna; en el derecho de todos a la educación y a los
servicios de salud y en muchos, muchos más.

Como de una u otra manera sucede lo mismo con todos los derechos humanos que
establecen deberes a cargo del gobierno del Estado -y son los más-, la conclusión final es
exactamente la contraria al punto en que empezamos: lo que alienta el crimen es el
incumplimiento o la violación de los derechos humanos, no su defensa. Quiero evitar
cualquier duda sobre el punto: la delincuencia aumenta en una medida proporcional al grado
en que el gobierno del Estado viola o descuida los derechos que tienen frente a él los
gobernados.
Vamos: la primera y fundamental causa social del crimen está en la violación a los
derechos humanos. Para decirlo con simpleza: la criminalidad surge, sobre todo, del mal
gobierno.

el sistema penal tradicional consideraba a las víctimas del delito de manera secundaria en
razón de que el Ministerio Público decidía, sin intervención de las mismas, si se ejercitaba
acción penal ante los tribunales, aunado al hecho de que en pocas ocasiones se procesaba a
los inculpados, y cuando esto sucedía, y el juez determinaba, a petición del representante
social la reparación del daño por su carácter de pena pública, generalmente las
circunstancias limitaban las posibilidades de acceso a la justicia de las víctimas.

Para visibilizar a las víctimas, en 1969 se expidió la Ley sobre auxilio a las víctimas del
delito del Estado de México y a finales de la década de los 80's y principios de los 90's se
crearon las agencias del Ministerio Público especializadas en delitos sexuales y violencia
familiar.

Es en 1993 que se elevan a rango constitucional los derechos de las víctimas de


delitos a recibir atención médica de urgencia y asesoría jurídica, así como a coadyuvar con el
Ministerio Público y a la reparación del daño cuando procediera, derechos que se ampliaron
con las reformas constitucionales en materia penal de 2000 y 2008 con las que se creó un
apartado específico relativo a los derechos de las víctimas de delitos.

Si bien es cierto que se han logrado avances en materia de víctimas, principalmente


normativos, también lo es que existe la necesidad de fortalecer las políticas públicas que
hagan posible el cumplimiento de los derechos que tutela la LGV y otros ordenamientos, así
como generar indicadores que permitan observar y medir su eficiencia.

Al respecto, se han creado instrumentos que aportan algunos datos estadísticos e


información en materia de víctimas que pueden orientar la toma de decisiones.
Uno de los más significativos es la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción
sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2017, de la que se desprende que en 2016 se cometieron
31.1 millones de delitos que impactaron a 11.7 millones de hogares mexicanos con al menos
una víctima, victimizando a 24.2 millones de personas, lo que representa más de una quinta
parte de la población nacional reportada en el referido año (127.5 millones de personas).
El comportamiento de la incidencia de víctimas del delito divididas por sexo, muestra que los
hombres son objeto de un mayor número de delitos.

Si bien es cierto que se han logrado avances en materia de víctimas, principalmente


normativos, también lo es que existe la necesidad de fortalecer las políticas públicas que
hagan posible el cumplimiento de los derechos que tutela la LGV y otros ordenamientos, así
como generar indicadores que permitan observar y medir su eficiencia.

Al respecto, se han creado instrumentos que aportan algunos datos estadísticos e


información en materia de víctimas que pueden orientar la toma de decisiones.
Uno de los más significativos es la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre
Seguridad Pública (ENVIPE) 2017, de la que se desprende que en 2016 se cometieron 31.1
millones de delitos que impactaron a 11.7 millones de hogares mexicanos con al menos una
víctima, victimizando a 24.2 millones de personas, lo que representa más de una quinta parte
de la población nacional reportada en el referido año (127.5 millones de personas).

El comportamiento de la incidencia de víctimas del delito divididas por sexo muestra que los
hombres son objeto de un mayor número de delitos.

Los 24.2 millones de víctimas de delitos registradas en la Encuesta Nacional de Victimización


y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2017, realizada a personas mayores de 18
años que recoge datos del año 2016, requieren información y orientación jurídica respecto de
sus derechos reconocidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la
Ley General de Víctimas y los ordenamientos locales en esta materia, así como sobre las
instituciones públicas de los ámbitos federal, estatal y municipal, con atribuciones para
proporcionarles asistencia, apoyo y acompañamiento para observar que se cumpla con su
derecho de acceso a la justicia, a la verdad y a la reparación del daño. Por ello, y ante el
desconocimiento general del reciente marco jurídico nacional e internacional protector de los
derechos de las víctimas de delitos y de violaciones a derechos humanos, este Organismo
Nacional redobló esfuerzos en la implementación de actividades de toma de conciencia, con
vertiente informativa, de especialización o actualización, tales como cursos, talleres,
conferencias, foros nacionales e internacionales, a fin de difundir los derechos humanos de
ese grupo de atención prioritaria, prevenir su victimización secundaria, informar sobre las
obligaciones del Estado y contribuir a la construcción de una cultura de respeto a los
derechos humanos de las víctimas.

En ese sentido, en materia de promoción de los derechos de las víctimas del delito y
de violaciones a derechos humanos, en el periodo que se reporta se realizaron 86 eventos
de promoción sobre derechos de las víctimas en los que se contó con la participación
de 6,261 asistentes, entre personas servidoras públicas, estudiantes, representantes de
organizaciones civiles, colectivos y familiares de víctimas de los estados de Baja California
Sur, Ciudad de México, Coahuila, Colima, Estado de México, Morelos, Guerrero, Jalisco,
Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y
Yucatán, así como del extranjero (Guatemala).

Del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas se desprende que


en nuestro país hay más de 34,000 personas desaparecidas; del Informe Especial sobre
Desaparición de Personas y Fosas Clandestinas en México que hizo público la CNDH en el
mes de abril, se advierte que, del 1 de enero de 2007 al mes de septiembre de 2016, se han
localizado 855 fosas clandestinas.
En ese contexto, durante el periodo que se reporta, la CNDH ha fortalecido sus actividades
de vinculación con instituciones públicas, colectivos de víctimas con familiares desaparecidos
y organizaciones civiles para facilitar su interlocución, así como el acompañamiento a
familiares y colectivos de víctimas con integrantes desaparecidos en diversas acciones de
búsqueda en las entidades federativas con mayor incidencia en esta problemática, a saber:
Coahuila, Estado de México, Guerrero, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Querétaro, San Luis
Potosí, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz.

Entre dichas actividades destacan las siguientes:

1. Búsqueda de fosas clandestinas para la localización de víctimas directas

2. Asistencia a reuniones con autoridades locales y federales

3. Presencia en diligencias para recabar muestras genéticas a fin de confrontarlas con los
restos humanos localizados e identificar a las víctimas directas y

4. Participación en mesas de revisión de expedientes con fiscalías y/o procuradurías de


justicia en los ámbitos local y federal, con el objeto de verificar los avances en las
investigaciones, propiciar el conocimiento de la verdad, el acceso a la justicia y la reparación
integral del daño.

Con dichas actividades se ha contribuido a que familiares de personas desaparecidas


conozcan las circunstancias en las que sucedieron los hechos; a que se les permita
coadyuvar con las autoridades en la búsqueda y localización de sus seres queridos; a que
reciban información sobre los resultados de las pruebas de ADN realizadas y contrastadas
con los restos óseos localizados en fosas clandestinas ubicadas en distintas entidades
federativas y en el caso de una identificación positiva, a la restitución de los mismos.
Con las revisiones de averiguaciones previas y/o carpetas de investigación que integran las
procuradurías y fiscalías de justicia en los ámbitos federal y local, se busca verificar avances
en la investigación de casos de desaparición y, sobre todo, propiciar la participación plena de
las víctimas indirectas en las investigaciones, pues como lo ha establecido la CNDH “la
privación continua de la verdad acerca del destino de un desaparecido constituye una forma
de trato cruel e inhumano para los familiares cercanos”, lo cual tiene como propósito el
acceso a la justicia, el conocimiento de la verdad y la reparación del daño.

Los datos y resultados de tales actividades se remiten al Programa de Presuntos


Desaparecidos de este Organismo Nacional, instancia a la cual le corresponde el registro y
seguimiento de los casos sobre personas desaparecidas, mismos que se detallan en el
apartado correspondiente a ese programa.

El acompañamiento también fue extensivo a las víctimas de otros delitos y violaciones


a derechos humanos que lo solicitaron.
En ese sentido, se efectuaron 195 vinculaciones con instituciones públicas, organizaciones
sociales, colectivos y familiares de víctimas, en diversas entidades federativas del país para
concertar acciones conjuntas.

A fin de difundir el contenido y alcance de las recientes modificaciones a la Ley General de


Víctimas y, en general, del marco jurídico protector de los derechos humanos de las víctimas,
sensibilizar a la población en general y coadyuvar en el fortalecimiento de una cultura de
respeto y observancia a los mismos, se revisaron y actualizaron 3 materiales de divulgación.
Asimismo, se distribuyeron 54,002 materiales entre trípticos, cuadernillos y folletos en
diversas entidades federativas del país.
El artículo 114, fracción VI de la Ley General de Víctimas, prevé la intervención de la
CNDH en "...campañas de información, con énfasis en la doctrina de la protección integral de
los derechos humanos de las víctimas, en el conocimiento de las leyes y las medidas y los
programas que las protegen, así como de los recursos jurídicos que las asisten", por lo que a
fin de atender tal mandato, se elaboró un proyecto de campaña de difusión en radio del
derecho de las víctimas a recibir, después de haber ocurrido el hecho victimizarte, ayuda
inmediata de las comisiones ejecutivas de víctimas federal y de las entidades federativas y
donde éstas aún no existan, de las Secretarías de Gobierno, así como la asignación de un
asesor victimar, con el objeto de reposicionar el tema en la agenda pública.

Ante el inacabado proceso de implementación de la Ley General de Víctimas, de


establecimiento y efectiva operatividad del Sistema Nacional de Atención a Víctimas (SNAV),
este Organismo Nacional coadyuvó en la asistencia a víctimas, proporcionándoles
orientación jurídica y apoyo psicológico, a través de la atención en crisis y psicoterapia breve,
convirtiéndose así en un puente entre víctimas y las comisiones ejecutivas de atención a
víctimas y, en su caso, entre las instituciones públicas de las esferas federal y local que
forman parte del SNAV para la facilitación de los servicios requeridos.

En consecuencia, en el marco del eje relativo a la atención victimológica, en el periodo que


se reporta se apertura ron 3,815 expedientes de los cuales se concluyeron 3,815. Se dio
atención a 3,828 personas.

El Sistema Penitenciario Mexicano integrado por una gama amplia y diversa de


establecimientos penitenciarios se caracteriza por una gran variedad de
problemáticas que se suscitan día con día al interior de los centros de reclusión,
entre estas destacan la sobrepoblación; hacinamiento, condiciones de
autogobierno/cogobierno, ausencia de perspectiva de género en las políticas y
acciones dirigidas a la población femenil privada de la libertad; imposición
excesiva de la pena de prisión; falta de personal capacitado y suficiente que
favorezca la reinserción social efectiva, la seguridad y la atención de aquellos
aspectos que afectan significativamente los derechos humanos de las personas
privadas de la libertad en los centros penitenciarios del país.

De acuerdo con los datos presentados en el Cuaderno Mensual de Información


Estadística Penitenciaria Nacional, emitido por el Órgano Administrativo
Desconcentrado Prevención y Readaptación Social (OADPRS), de la Secretaría
de Gobernación, actualmente existen 360 centros penitenciarios en el país.

Hasta septiembre de 2017, estos centros albergaban una población total de


208,343 personas, y en general reportan una capacidad instalada de
212,083 lugares, no obstante, dada la distribución que existe de las personas en
reclusión a nivel nacional, en el 33.88% (122) de los establecimientos
existe sobrepoblación.

Del total de las personas privadas de la libertad en el país, 197,516 (94.80%) son
hombres y 10,827 (5.20%) son mujeres, de este universo 170,025 (81.61%) se
encuentran sujetas al fuero común y 38,318 (18.39%) al fuero federal, mientras
que 79,786 (38.29%) se encuentran en proceso y 128,557 (61.70%) se encuentran
cumpliendo una sentencia.

Una perspectiva de la problemática que se presenta en el Sistema Penitenciario


Nacional se puede observar de las evaluaciones anuales derivadas del
Diagnóstico Nacional Penitenciario, tanto en centros federales como estatales y
municipales.

En este sentido se ha evidenciado que existe una gran insuficiencia de actividades


laborales, educativas y deportivas, así como de capacitación para el trabajo,
además de que, la deficiencia en la atención de la salud de las personas en
reclusión continúa siendo, en la generalidad de los centros, una problemática
mayor, ocasionada tanto por la falta de personal médico como de equipo y
fármacos necesarios para atención de la salud.

A lo anterior, se le suman problemáticas tales como, las malas condiciones de


diferentes áreas de los establecimientos penitenciarios, la presencia cada vez
mayor de grupos delincuenciales que generan autogobierno y violencia al interior
de éstos.

Es importante señalar que los parámetros bajo los cuales se atienden las quejas y
se efectúan las supervisiones penitenciarias, tiene como base la normatividad
nacional e internacional, siendo el referente normativo internacional fundamental
para el trabajo de la Comisión Nacional, las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Nelson Mandela).

A través del DNSP se ha identificado que las principales problemáticas que inciden
de forma preponderante en el Sistema Penitenciario Nacional, y que han
permanecido en índices similares durante los últimos años, se encuentra: la falta
de separación entre procesados y sentenciados (77.8%), deficientes condiciones
materiales y de higiene en diversas instalaciones de los centros (76.3%), el
hacinamiento (43.8%), la sobrepoblación (32%), insuficiente personal médico, de
seguridad y custodia (68.7%), deficiencia en la atención al derecho de protección
de la salud (48.8%); así como, la presencia de condiciones de autogobierno y
violencia al interior de los establecimientos penitenciarios (49.6%).

Las problemáticas existentes en los centros penitenciarios del país inciden


principalmente en la vulneración de los siguientes derechos humanos de las
personas privadas de la libertad son el derecho a la reinserción social, el derecho
a la salud, derecho a la integridad personal, a permanecer en una estancia digna y
el derecho a la seguridad jurídica.

De acuerdo con los datos de los últimos diagnósticos emitidos, los estados
que por más de tres años permanecen con las evaluaciones más bajas son:
Guerrero, Hidalgo, Nayarit, Quintana Roo y Tamaulipas.

El Sistema Penitenciario Nacional se integra por centros tanto locales como


federales y en este sentido las diversas autoridades responsables que son
susceptibles de violentar los derechos humanos de las personas en reclusión,
pudiendo ser el personal directivo, administrativo y técnico, así como como el de
seguridad y custodia.

Como parte de los factores que persisten e impiden mejorar las condiciones y trato
de las personas que se encuentran privadas de la libertad son en general la falta
de conocimiento y capacitación del personal en materia penitenciaria y de
derechos humanos, falta de perfiles adecuados y vocación, así como los
esquemas de corrupción que se enquistan en los centros.

Ante tal circunstancia, a efecto de mejorar las condiciones de las personas


privadas de la libertad, para hacer efectiva la reinserción social, resulta
indispensable que se fortalezca la protección y observancia de los derechos
humanos a través de una política nacional en la que participen los poderes del
Estado.
Para ello, resulta necesario que se establezcan lineamientos claros,
sustentados y consecuentes con la realidad, que hagan posible el fortalecimiento
de una cultura de la legalidad y respeto a los derechos humanos de las personas
privadas de la libertad, que impliquen el derecho a la reinserción, el derecho a la
salud, derecho a la integridad personal, a permanecer en una estancia digna y el
derecho a la seguridad jurídica.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos tiene dentro de sus atribuciones, señaladas
en el artículo 6°, fracciones VII, IX y XII de la ley que le rige, supervisar el respeto de los
derechos fundamentales dentro del sistema penitenciario del país, así como el impulsar la
observancia de los derechos humanos en el país, así como formular programas y proponer
acciones en coordinación con las dependencias competentes que impulsen el cumplimiento
dentro del territorio nacional de los tratados, convenciones y acuerdos internacionales,
signados y ratificados por México en materia de derechos humanos; en con el artículo 15,
fracción VIII del mismo ordenamiento, que señala la facultad del Titular de la Comisión para
formular las propuestas generales, conducentes a una mejor protección de los derechos
humanos en el país.

La Comisión Nacional realiza permanentemente visitas de supervisión a los centros de


reclusión del país con el propósito de proteger los derechos humanos de quienes se
encuentran privados de la libertad.

Es así que ante la necesidad de identificar puntualmente las condiciones que permitan
garantizar el respeto a los derechos humanos de internos, este Organismo Autónomo cuenta
con una metodología de supervisión, llevada a cabo mediante visitas y recorridos en centros
penitenciarios previamente determinados, donde se aplican las Guías de Supervisión
diseñadas específicamente con ese objetivo, para posteriormente llevar a cabo el
procesamiento de la información y el análisis de resultados, que concluye con la elaboración
del Diagnóstico anual que se da a conocer a las diversas autoridades competentes en la
materia.
Es importante señalar, que para aplicar las Guías de Supervisión que
conforman parte de la metodología de evaluación en materia de derechos humanos, es
necesario el apoyo y coordinación con los organismos locales de protección a derechos
humanos.

Es así que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, lleva a cabo anualmente la
realización del Diagnóstico Nacional en materia penitenciaria, con el objetivo de que las
autoridades penitenciarias pertinentes puedan orientar políticas públicas tendentes a
garantizar el respeto de los derechos humanos de las personas privadas de la libertad que se
encuentran en los centros de reclusión del país; aunado a ello, a través de
diversos pronunciamientos se contribuye a la implementación de buenas prácticas y
aplicación de estándares internacionales que favorezcan a la reinserción social y contribuyan
a la optimización del sistema.

Con el objeto de promover la observancia de los derechos humanos, el 23 de febrero, se


suscribió un Convenio de Colaboración con el Observatorio Ciudadano del Sistema
Penitenciario, a fin de promover el estudio, análisis e investigación en materia de Justicia y
Derechos Humanos.

Asimismo, ante la demanda de fortalecer el estado de derecho y la cultura de la


legalidad, el 14 de septiembre se firmó la Carta de Intención con la Oficina de Naciones
Unidas contra la Droga y el Delito; y el 28 del mismo mes se realizó una reunión de trabajo
para la presentación del Programa de Acción para Fortalecimiento de actividades en pro del
derecho a la reinserción social en la que participaron representes la UNODC,
y personas servidoras públicas del Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y
Readaptación Social.
En ese contexto, del 29 de septiembre al 3 de octubre se llevó una visita de trabajo a
las “Islas Marías”, en donde se llevaron a cabo reuniones con servidoras y servidores
públicos de ese Centro, y con representantes de la Oficina de Naciones Unidas contra la
Droga y el Delito, así como de la sociedad civil para la implementación del Plan de Acción
para fortalecer el Sistema Penitenciario con un enfoque de Derechos Humanos,
comprometiéndose a colaborar y brindar el apoyo necesario para el logro de los objetivos.

En ese marco, se entregaron ejemplares de las Reglas Mínimas de la Naciones Unidas para
el Tratamiento de los Reclusos “Reglas Mandela” a toda la población interna, lo que motivo a
la instalación de un lugar para la promoción y difusión de los derechos humanos en la
comunidad penitenciaria, creándose espacio de oportunidad en ese penal.

Así también, con objeto de establecer y desarrollar estrategias de apoyo y colaborar en


acciones conjuntas de promoción y divulgación, entre las que se incluyen, entre otras,
Conferencias, Congresos, Cursos y Talleres cuya temática esté relacionada con la
reinserción social y los Derechos Humanos, el 17 de octubre, se suscribió un convenio de
colaboración con la organización “Desarrollo Social y Recuperación de Valores" A.C.

Por su parte, con el propósito de desarrollar las acciones de cooperación para la difusión de
las Reglas "Nelson Mandela"; así como la difusión de buenas prácticas y experiencias
exitosas en el ámbito penitenciario, el 2 de noviembre se suscribió una Carta de Intención
con el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el
Tratamiento del Delincuente (ILANUD).

Además, con el establecer y desarrollar estrategias de apoyo, para llevar a cabo


acciones de promoción, divulgación, análisis y estudio de los derechos humanos, el 22 de
diciembre se suscribió un Convenio de Colaboración con el Instituto Nacional de Ciencias
Penales.
A través de la Recomendación General No. 30 Sobre Condiciones de Autogobierno
y/o Cogobierno en los Centros Penitenciarios de la República Mexicana, emitida el 8 de
mayo de 2017 se formularon propuestas que incidan a la adopción de medidas concretas
que permitan fortalecer el sistema penitenciario nacional.

Por su parte, el 30 de septiembre, se emitió el Informe Especial de la Comisión


Nacional de los Derechos Humanos sobre personas mayores en los centros penitenciarios
de la República Mexicana, en el cual se plantean diversas propuestas dirigidas a garantizar
la debida atención a este grupo de población con pleno respeto de sus derechos humanos a
protección de los derechos Humanos de las presuntas víctimas de violaciones a los mismos,
es prioridad para este Organismo Nacional.

Por ello, con base en el artículo 40 de la Ley de la CNDH y los artículos 116 y 117 de su
Reglamento Interno, son requeridas a las autoridades competentes medidas precautorias o
cautelares, cuando son necesarias acciones o abstenciones por parte de las y los servidores
públicos a fin de evitar la consumación irreparable de violaciones a los Derechos Humanos, o
la producción de daños de difícil reparación a las personas afectadas, así como para solicitar
su modificación cuando cambien las situaciones que las justificaron.

Dichas medidas pueden ser de conservación o restitutorias, según lo requiera la


naturaleza del asunto, para que sin sujeción a mayores formalidades sea procurada la
conservación o restitución a las personas en el goce de sus derechos humanos.

En este año fueron solicitadas a diversas autoridades 165 medidas precautorias o


cautelares, dentro de las cuales 54 fueron originadas por la tramitación de expedientes de
presuntas violaciones a derechos humanos y las restantes 111 fueron solicitadas a fin de
proteger los derechos humanos de las personas afectadas, aun sin la apertura de algún tipo
de expediente.
Las autoridades a quienes se solicitaron las medidas precautorias o cautelares con
mayor frecuencia son las siguientes:

Destaca el hecho de que la autoridad más frecuentemente requerida para brindar protección
a las personas en riesgo de violación inminente a sus derechos humanos es la Guardia
Nacional, quien en todos los casos ha respondido con oportunidad y prontitud, seguida de los
gobiernos de los estados de Chiapas, San Luis Potosí y Sonora, y el Instituto Nacional de
Migración.

México es un país que enfrenta diversas problemáticas sociales, entre ellas la violación de
Derechos Humanos, derivado de lo anterior el Estado ha tratado de disminuirlos a través de
los Derechos Socia- 30 les, siendo aquellos que encontramos en la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, tales como: acceso a la educación laica y gratuita, salud y
vivienda, reparto de tierras, derecho a un trabajo digno, a un salario y a la seguridad social,
entre otros.

Sin embargo, el esfuerzo ha sido nulo, debido a que, en los últimos años, los índices de
delincuencia, pobreza y desempleo en el país han incrementado, es por ello que la acción
colectiva se hace presente, a través de los movimientos sociales, los cuales exigen al Estado
garantizar el acceso a la justicia, seguridad y al Estado de Derecho, situación que ha
generado un alto índice de violencia por la represión de las fuerzas policiales.

En el caso del Sistema Penitenciario, se puede desarrollar un derecho social mediante la


acción colectiva siempre y cuando haya presunción de violación de los Derechos Humanos.

Tal como se analizó en los fragmentos de las personas privadas de la libertad, si bien
existen instituciones enfocadas en proteger y fomentar el respeto a los Derechos Humanos,
en muchas ocasiones la justicia o injusticia está presente aunado a la incompetencia o poca
capacidad de quienes la ejercen. Referente al rol que desempeñamos en la situación actual
del derecho social en México, en casos muy particulares nos enfocamos siempre en apoyar a
algunos de los grupos vulnerados: mujeres, niñas, niños y adolescentes, personas indígenas,
adultos mayores y personas con discapacidad.

En el caso de las personas privadas de la libertad se cuenta con el Manual del justiciable y
las Reglas de Brasilia sobre el acceso a la justicia de las personas en condición de
vulnerabilidad.

A manera de conclusión, se requiere de la intervención de diversas disciplinas de las


Ciencias Sociales desde el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas para
obtener un buen resultado en cuanto a la reinserción social efectiva y disminuir el índice de la
reincidencia.

Toda persona acusada de un delito tiene derecho a un proceso justo.7 A la luz de esta
justificación se sostiene que la incorporación de una prueba obtenida de un modo
inapropiado puede afectar ese derecho. El argumento se construye de esta manera. Toda
persona acusada tiene derecho a presentar su caso en un procedimiento contradictorio y,
para ello, cuenta con derechos procesales de defensa que constituyen garantías mínimas
para que el proceso pueda ser justo. Que éstas sean respetadas es una condición necesaria,
aunque no suficiente, para la justicia del proceso.

Entre esos derechos se encuentran la posibilidad de controlar la evidencia de la acusación y


presentar su propia prueba, de contar con un abogado defensor y con el tiempo y los medios
adecuados para preparar su defensa, el derecho a guardar silencio y a no ser obligado a
declarar contra sí mismo, todo ello ante un juez independiente e imparcial a cargo del
proceso. En ciertas oportunidades, la incorporación de prueba obtenida de un modo
inapropiado puede socavar alguno de esos derechos esenciales y, con ello, poner en
entredicho la justicia del procedimiento

La dirección jurídica de la investigación, representa el control de legalidad de la


investigación y de los actos que se realizan, en su sentido amplío, que implica no sólo el
cumplimiento con las normas penales, sino también el cumplimiento de las disposiciones
constitucionales y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Ello permite definir
las actividades que cada una de las personas que intervienen deben realizar pero también
servirá para deslindar responsabilidades en caso de que se presenten violaciones a
derechos humanos por parte de dichas autoridades, permitiendo corregir cualquier error,
doloso o negligente, que pudiera cometerse durante la investigación.

El modelo constitucional diseñado para México establece claramente cuales son los
actos de investigación que requieren control judicial, los cuales debe ser regulados en la
legislación procesal, verificando que esta cumpla con todos los estándares fijados para ello.
La forma en que se decide determinar las funciones que deba realizar el Ministerio Público es
determinante también para hacer efectiva la función del policía de investigación, en
consecuencia el diseño de actuación de ambas autoridades debe ser planeado de forma
conjunta, sistémica e integral, con el propósito de que las facultades de una se encuentren
correspondidas por la otra.

CONCLUSIONES
De acuerdo con la Constitución, así como con los Tratados Internacionales, todo presunto
culpable cuenta con una serie de derechos dentro del procedimiento penal acusatorio:
Derecho a la presunción de inocencia; Derecho a no ser sometido a detenciones
arbitrarias; Derecho a conocer las razones de la detención; Derecho a ser informado de
sus derechos; Derecho a comunicarse con alguien (no ser incomunicado); Derecho a ser
mantenido en un lugar de detención reconocido; Derecho a condiciones dignas de
detención; Derecho a tener acceso a asistencia letrada desde el arresto; Derecho a la
integridad personal (a no ser sometido a tortura o malos tratos, inhumanos o
degradantes); Derecho a la igualdad ante la ley y ante los tribunales; Derecho a un fiscal
imparcial y objetivo; Derecho a tener acceso a un doctor; Derecho a no declarar (a
guardar silencio); Derecho a que no se prolongue la prisión por falta de pago a defensor;
Derecho a un defensor de su elección; Derecho a un defensor de oficio; Derecho a
defenderse personalmente; Derecho a comunicarse con su defensor en confidencialidad;
Derecho a ser presentado a un tribunal o a un juez sin demora; Derecho a impugnar la
legalidad de la privación de la libertad; Derecho a la reparación por detención ilegal;
Derecho a la privacidad y a la intimidad; Derecho a la defensa adecuada; Derecho a
conocer los cargos que se le imputan a la persona; Derecho a ser juzgado sin dilaciones,
o ser puesto en libertad; Derecho a enfrentar el juicio en libertad; Derecho a que no se
admitan pruebas ilícitas en el juicio; Derecho a contar con tiempo y medios necesarios
para la defensa; Derecho a la irretroactividad de la ley; Derecho a la única persecución;
Derecho de apelación; Derecho de indemnización por error judicial; Derecho a un
intérprete; Derecho a ser oído por un tribunal competente, independiente e imparcial;
Derecho a un juicio público; Derecho de hallarse presente en el proceso; Derecho a un
juicio justo; Derecho a presentar pruebas y examinar testigos; Derecho a que un juez
explique la sentencia en audiencia pública; Derecho a un recurso efectivo; Derecho a
que se le proporcione asistencia migratoria cuando sea de otra nacionalidad.

PROPUESTA

Uno de los propósitos de este ensayo es el proponer alguna solución para el problema
planteado, nos hemos dado cuenta en la deficiencia que existe en el sistema penal y que en
distintas ocasiones esa deficiencia pone en desventaja a la autoridad durante el proceso.

Creemos en la importancia de la capacitación y adiestramiento de los servidores públicos, así


como autoridades judiciales.

El Instituto de la Judicatura del Consejo del Poder Judicial del Estado tiene, entre otras
actividades, la tarea de capacitar, especializar, actualizar y formar de manera continua a los
funcionarios públicos que laboran en el Poder Judicial, así como de aquellos operadores
jurídicos que deseen ingresar a formar parte del mismo.

Por esta razón, el Instituto ha implementado una serie de cursos y actividades académicas
encaminadas a cumplir con tal encomienda.

De manera específica, el Instituto pretende auxiliar en la capacitación de quienes se


desempeñan como secretarios de acuerdos y proyectistas adscritos a las salas penales del
Supremo Tribunal de Justicia del Estado, motivo por el cual propone la realización del
programa académico denominado Curso de Capacitación sobre el Sistema de Justicia Penal
Acusatorio y Oral para secretarios de Acuerdos y Proyectistas de Sala Penal del Supremo
Tribunal de Justicia del Estado.

OBJETIVO CENTRAL

Proporcionar a los participantes del Curso, los conocimientos esenciales del proceso penal y
los temas relacionados; desarrollar en ellos las destrezas específicas que dicho sistema
procesal requiere de los operadores jurídicos, tanto en lo relativo al análisis de información,
interpretación y selección de normas, valoración objetiva y racional de la prueba, el sistema
de recursos y la justificación de la decisión judicial de segundo grado.

Una vez finalizado el Curso, los participantes tendrán las competencias laborales necesarias
para el desarrollo de sus funciones en el ámbito del sistema de justicia penal oral

No solamente es importante impartir cursos sobre la manera de llevar el proceso, creemos es


de suma importancia crear internados sobre el conocimiento de los derechos humanos del
imputado.

Los servicios de capacitación en Derechos Humanos surgen como una estrategia para
facilitar la actualización en esa materia, entre las personas que laboran en el servicio público,
con la intención de prevenir la violación a los derechos humanos de las personas con
quienes trabajan.

En nuestros días, de acuerdo con información proporcionada por la Secretaría de la Función


Pública, hay 1 millón 600 mil personas servidoras públicas en el país a nivel federal; cifra que
muestra la magnitud de la población objetivo a la que es necesario llegar para impulsar la
cultura de respeto a los derechos humanos y el Estado de Derecho.

Cabe señalar que además de las labores de prevención, el Programa de Educación incide en
la atención de las recomendaciones que hace la propia Comisión Nacional a las instituciones
públicas, facilitando las acciones de capacitación que se solicitan para solventar las
observaciones.

En este sentido, es importante destacar la existencia de programas permanentes de


capacitación para el personal del poder judicial, así como autoridades judiciales; con la
intención de disminuir el número de recomendaciones que reciben las instituciones de dichos
sectores. Asimismo, las organizaciones de la sociedad civil forman parte de la población
objetivo que se atiende, con la intención de coadyuvar a su conocimiento sobre los derechos
humanos y la forma de hacerlos efectivos, hecho que repercute en la población con la que
trabajan, que en su mayoría pertenece a algún grupo de atención prioritaria.

REFERENCIAS
Documentales
· Violaciones a los derechos humanos del imputado en la etapa de investigación, Marco
Antonio León Fernández, Primera edición: agosto, 2016

· Conoce tus derechos humanos en el nuevo sistema penal acusatorio, CNDH México,
Primera reimpresión: julio, 2018
· Manual sobre Derechos Humanos y prueba en el proceso penal, Pablo Rovatti,
Primera edición: noviembre de 2021

· EL debido proceso legal y la convención americana sobre derechos humanos, Víctor


Manuel Rodríguez Rescia. https://www.corteidh.or.cr/tablas/a17762.pdf

· La debida diligencia en la investigación de graves violaciones de derechos humanos


[en términos de la jurisprudencia de la corte interamericana de derechos humanos].
Juan Carlos Abreu y Abreu
· https://fgjem.edomex.gob.mx/sites/fgjem.edomex.gob.mx/files/files/Acercade/Derechos
%20Humanos/2021-MAYO/Debida-diligencia-investigacion-dh-INACIPE.pdf
· Temas de Derecho Penal y Vio lación de Derechos Humanos, Victor Manuel
Quinteros, Primera edición: marzo de 2012
· Las violaciones de derechos humanos en el sistema penal mexicano, Alicia Beatriz
· Carpeta de Investigación
· Informe de actividades. (2022). CNDH. Recuperado 9 de agosto de 2023,
de https://informe.cndh.org.mx/menu.aspx?id=80089
· Derechos humanos. (2023). pdf. Recuperado 9 de agosto de 2023,
de https://generaconocimiento.segob.gob.mx/sites/default/files/document/biblioteca/
790/20230116-derechos-humanos-reinsercion-social-y-justicia-restaurativa-en-
mexico.pdf
·
Jurisprudencia
· Corte Interamericana de Derechos Humanos

LEGISLATIVA
· Código de Procedimientos Penales del Estado de México

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