Procesal Penal
Procesal Penal
Procesal Penal
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
MARIA FERDANDA MOTA BARAJAS
DAVID RAFAEL RODRIGUEZ DE AVILA
ANNA NAOMI ROBLES MORENO
PROLOGO ……………………………………………………………………………. 3
ABSTRACT …………………………………………………………………………….. 4
DESARROLLO………………………………………………………………………….5-54
LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA…………………………………………...8-10
AL DERECHO DE DEFENSA………………………………………………….19-20
DERECHOS HUMANOS………………………………………………………..22-27
EL PROCESO PENAL…………………………………………………………..27-28
ETAPA DE INVESTIGACION…………………………………………………...29-54
CONCLUSIONES…………………………………………………………………………55
PROPUESTA………………………………………………………………………………56-57
The objective of this document is to analyze the reforms that have been implemented to the
Mexican Justice System as well as the concept and principles of Human Rights. Likewise, it
allows us to know the perspective that women and men are deprived of liberty have about
Human Rights, how these affects of benefit their stay in prison and if at some point in their
lives they have faced a violation of your Rights. At the same time we will know the
investigation methods according to the articles and laws, some of them have been affected by
the people who perform them without any consequences. Mexican system has a value rules
and ways to practice them, however while the time came the corruption took the pure of each
word.
VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS DEL IMPUTADO EN LA ETAPA DE
INVESTIGACIÓN
Regulados por los principios y derechos en el procedimiento penal acusatorio tales como
principio de publicidad, de contradicción, de continuidad, de concentración, de inmediación,
de igualdad ante la ley, de igualdad entre las partes, de juicio previo y debido proceso, de
presunción de inocencia.
¿QUIÉN ES EL IMPUTADO?
El artículo 112 del Nuevo Código Nacional de Procedimientos Penales (Código Único)
establece que: “Se denominará genéricamente imputado a quien sea señalado por el
Ministerio Público como posible autor o partícipe de un hecho que la ley señale como delito”
II. A declarar o a guardar silencio. Desde el momento de su detención se le harán saber los
motivos de la misma y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su
perjuicio. Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación,
intimidación o tortura. La confesión rendida sin la asistencia del defensor carecerá de todo
valor probatorio;
III. A que se le informe, tanto en el momento de su detención como en su comparecencia
ante el Ministerio Público o el juez, los hechos que se le imputan y los derechos que le
asisten. Tratándose de delincuencia organizada, la autoridad judicial podrá autorizar que se
mantenga en reserva el nombre y datos del acusador.
La ley establecerá beneficios a favor del inculpado, procesado o sentenciado que preste
ayuda eficaz para la investigación y persecución de delitos en materia de delincuencia
organizada;
IV. Se le recibirán los testigos y demás pruebas pertinentes que ofrezca, concediéndosele el
tiempo que la ley estime necesario al efecto y auxiliándosele para obtener la comparecencia
de las personas cuyo testimonio solicite, en los
V. Será juzgado en audiencia pública por un juez o tribunal. La publicidad sólo podrá
restringirse en los casos de excepción que determine la ley, por razones de seguridad
nacional, seguridad pública, protección de las víctimas, testigos y menores, cuando se ponga
en riesgo la revelación de datos legalmente protegidos, o cuando el tribunal estime que
existen razones fundadas para justificarlo.
VI. Le serán facilitados todos los datos que solicite para su defensa y que consten en el
proceso. El imputado y su defensor tendrán acceso a los registros de la investigación cuando
el primero se encuentre detenido y cuando pretenda recibírsele declaración o entrevistarlo.
Asimismo, antes de su primera comparecencia ante juez podrán consultar dichos registros,
con la oportunidad debida para preparar la defensa. A partir de este momento no podrán
mantenerse en reserva las actuaciones de la investigación, salvo los casos excepcionales
expresamente señalados en la ley cuando ello sea imprescindible para salvaguardar el éxito
de la investigación y siempre que sean oportunamente revelados para no afectar el derecho
de defensa.
VII. Será juzgado antes de cuatro meses si se tratare de delitos cuya pena máxima no
exceda de dos años de prisión, y antes de un año si la pena excediere de ese tiempo, salvo
que solicite mayor plazo para su defensa;
VIII. Tendrá derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá libremente incluso
desde el momento de su detención. Si no quiere o no puede nombrar un abogado, después
de haber sido requerido para hacerlo, el juez le designará un defensor público. También
tendrá derecho a que su defensor comparezca en todos los actos del proceso y éste tendrá
obligación de hacerlo cuantas veces se le requiera, y
IX. En ningún caso podrá prolongarse la prisión o detención, por falta de pago de honorarios
de defensores o por cualquiera otra prestación de dinero, por causa de responsabilidad civil o
algún otro motivo análogo. La prisión preventiva no podrá exceder del tiempo que como
máximo de pena fije la ley al delito que motivare el proceso y en ningún caso será superior a
dos años, salvo que su prolongación se deba al ejercicio del derecho de defensa del
imputado.
1. A la presunción de inocencia
3. A ser informado de los hechos que se le imputan y los derechos que le asisten
8. Al derecho de defensa
LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA
Esta obligación se debe aplicar en términos del artículo 17, párrafo segundo constitucional,
que dispone que “Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales
que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo
sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio será gratuito,
quedando, en consecuencia, prohibidas las costas judiciales”.
Tan es así que el Artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, estipula
que «Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras
no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan
asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.
Cuando la autoridad responsable se niega a prorrogar el plazo para que el inculpado cumpla
con los requerimientos que aquélla le impone a efecto de ejercer su derecho a la libertad
provisional bajo caución, previsto en el artículo 20, apartado A, fracción I, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos viola sus garantías individuales al no otorgarle las
facilidades inherentes para acceder al beneficio de forma inmediata;
El imputado tiene derecho a declarar o guardar silencio durante cualquier etapa del
procedimiento; desde el momento de su detención se le harán saber los motivos de la misma
y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su perjuicio.
La declaración del imputado no debe ser considerada como un medio de prueba sino como
un acto de autodefensa. El derecho al silencio implica que no se puede otorgar ningún
significado en contra ni a favor del inculpado. Es importante señalar que actualmente y con
motivo de las reformas a los derechos humanos y constitucional penal en el sistema
acusatorio, el guardar silencio no implica aceptación o perjuicio en contra del imputado.
Es obligación del Juez de control preguntarle al imputado si entiende los cargos que ha
presentado en la formulación de imputación realizada por el Agente del Ministerio Público, y
si es su deseo de declarar o guardar silencio. Es un derecho del imputado, y como derecho
de este último, él puede decidir libremente, cuando ejercerlo.
III. A declara o guardar silencio, en el entendido que el silencio no podrá ser utilizado en su
perjuicio…”
DECLARACIÓN DEL IMPUTADO. “El imputado tendrá derecho a declarar durante cualquier
etapa del procedimiento. En este caso, podrá hacerlo ante el Ministerio Público o ante el
Órgano jurisdiccional, con pleno respeto a los derechos que lo amparan y en presencia de su
defensor.
En caso de que el imputado manifieste a la Policía su deseo de declarar sobre los hechos
que se investigan, ésta deberá comunicar dicha situación al Ministerio Público para que se
reciban sus manifestaciones con las formalidades previstas en este Código.”
La declaración del imputado no debe ser considerada como un medio de prueba sino como
un acto de autodefensa. El derecho al silencio implica que no se puede otorgar ningún
significado en contra ni a favor del inculpado.
Es importante señalar que actualmente y con motivo de las reformas a los derechos
humanos y constitucional penal en el sistema acusatorio, el guardar silencio no implica
aceptación o perjuicio en contra del imputado.
Con el propósito de respetar por parte de todas las autoridades, tal y como lo establece la
Reforma al artículo primero, párrafo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, los Derechos Humanos, se busca evitar la violencia o la tortura para obtener una
declaración.
Se ha demostrado que los policías de investigación y Agentes del Ministerio Público aún
siguen recurriendo a estos mecanismos a fin de obtener una confesión, recurriendo al
famoso “el que calla otorga”, ello debido a una desinformación del imputado sobre este
derecho.
Es obligación del Juez de control preguntarle al imputado si entiende los cargos que ha
presentado en la formulación de imputación realizada por el Agente del Ministerio Público, y
si es su deseo de declarar o guardar silencio. Es un derecho del imputado, y como derecho
de este último, él puede decidir libremente, cuando ejercerlo.
La ley establecerá beneficios a favor del inculpado, procesado o sentenciado que preste
ayuda eficaz para la investigación y persecución de delitos en materia de delincuencia
organizada.”
El imputado tendrá el derecho a que se le informe, tanto en el momento de su detención, así
como en su comparecencia ante el Ministerio Público o el Juez, los hechos que se le imputan
y los derechos que le asisten esto es quién lo acusa y las circunstancias de tiempo, lugar y
modo.
La fracción IV del artículo constitucional que nos ocupa, determina que el imputado tendrá el
derecho a que se reciban los testigos y demás pruebas que ofrezca, concediéndosele el
tiempo que la ley estime necesario y auxiliándosele para obtener la comparecencia de las
personas que presente como testigos, y en los términos que señale la ley.
Existen dos tipos de testigos, los directos, que son aquellos que les constan los hechos por sí
mismos, y los indirectos, cuando el conocimiento de los hechos proviene de terceros u otros
medios, judiciales y extrajudiciales; por ejemplo, los
En ambos casos los testigos no deben tener un interés particular. La obligación de los
testigos es rendir su declaración sobre la información que tienen de los hechos que se
debaten en el juicio oral y proporcionar entrevistas a la defensa y al Ministerio Público
durante las etapas previas al juicio oral.
Al establecer que las partes podrán conocer, controvertir o confrontar los medios de prueba,
así como oponerse a las peticiones y alegatos de la otra parte, salvo lo previsto en este
código.
Todas las pruebas ofrecidas por el imputado deberán ser desahogadas, dentro del
procedimiento penal. De no ser así, constituye una violación a los derechos humanos
constitucionales, y puede traer como consecuencia la reposición del proceso penal.
(Violación al debido proceso)
La Reforma Constitucional Penal pretende garantizar los derechos del imputado, dejando
atrás los vicios y corrupciones del sistema inquisitivo, en el cual el agente del ministerio
público, al integrar la averiguación previa le manifestaba con prepotencia al imputado “AQUÍ
NO SE RECIBEN, NI SE DESAHOGAN PRUEBAS, ESO LE CORRESPONDE AL
JUZGADO.”
El principio de publicidad establece que las audiencias serán públicas, permitiendo ingresar a
ésta no sólo los sujetos intervinientes, sino también el público en general, con las
excepciones previstas por la ley, como lo es la delincuencia organizada, señalada en el
segundo párrafo, proporcionando transparencia a la impartición de justicia, así como
generando confianza y legitimidad entre la sociedad.
El principio de continuidad establece que las audiencias se llevarán a cabo de forma
continua, sucesiva y secuencial, salvo los casos excepcionales previstos en el Código
Nacional de Procedimientos Penales. Y por su parte la fracción que nos ocupa menciona que
la publicidad sólo podrá restringirse en los casos de excepción que determine la ley.
Asimismo, contempla que el juicio se celebrará ante un juez que no haya conocido el caso
previamente, esto es consecuencia de la reforma constitucional penal en el sistema
acusatorio, estableciendo que la presentación de los argumentos y los elementos probatorios
se desarrollarán de manera pública, contradictoria y oral.
Una de las novedades del sistema penal acusatorio es precisamente lo que establece la
fracción que nos ocupa, al señalar categóricamente que el imputado será juzgado en
audiencia pública por un juez o tribunal. Lo que anteriormente en el sistema inquisitivo no
sucedía, ya que en la práctica el juez nunca estaba presente en las audiencias, quien
presidía y llevaba a cabo las audiencias era el secretario de acuerdos en compañía de la
mecanógrafa, y el juez se encontraba en su privado y en algunos casos incluso fuera del
juzgado.
De lo anterior podemos concluir que los datos que señala la Constitución son los datos de
prueba que se encuentran en los registros de la investigación y que son la referencia al
contenido de un determinado medio de convicción aun no desahogado ante el Órgano
jurisdiccional.
AL DERECHO DE DEFENSA
El derecho de defensa, visto como un derecho fundamental es el núcleo del debido proceso.
Los derechos humanos garantizan el derecho a ser oído, y el derecho a guardar silencio, así
como a dar su propia versión de los hechos en ejercicio pleno de su derecho de defensa, lo
cual les da legitimidad y validez a los procesos penales en todas sus etapas.
Con todo lo anterior dejamos atrás los vicios del sistema inquisitivo respecto al derecho de
defensa. El Ministerio Público ya no podrá nombrar a cualquier persona como persona de
confianza. Ahora el defensor será obligatoriamente un licenciado en derecho, facultado para
la defensa y con plena libertad de comunicarse con su defenso, es decir el imputado.
A LA NO PROLONGACIÓN INDEBIDA DE LA PRISIÓN PREVENTIVA
La fracción IX, apartado B, del artículo 20 constitucional, establece: “En ningún caso
podrá prolongarse la prisión o detención, por falta de pago de honorarios de defensores o por
cualquiera otra prestación de dinero, por causa de responsabilidad civil o algún otro motivo
análogo.
La prisión preventiva no podrá exceder del tiempo que como máximo de pena fije la ley al
delito que motivare el proceso y en ningún caso será superior a dos años, salvo que su
prolongación se deba al ejercicio del derecho de defensa del imputado. Si cumplido este
término no se ha pronunciado sentencia, el imputado será puesto en libertad de inmediato
mientras se sigue el proceso, sin que ello obste para imponer otras medidas cautelares”.
La prisión preventiva, al ser una medida de coerción personal está fundada en la necesidad
de evitar los peligros o riesgos procesales de destrucción u ocultación de pruebas, o bien que
el procesado evada la acción de la justicia. Si dichos riesgos desaparecen, de oficio o a
instancia de parte, deberá revocarse la prisión preventiva, y no podrá mantenerse por
factores ajenos a los peligros procesales.
Como aportación de la Reforma Constitucional Penal del Sistema Acusatorio y del artículo Io.
constitucional, podemos resaltar que los derechos humanos del imputado tales como
presunción de inocencia, derecho a declarar o guardar silencio, a ser informado de los
hechos que se le imputan y los derechos que le asisten, a presentar testigos y pruebas, a ser
juzgado en audiencia pública, a acceder a los datos del proceso, a ser juzgado dentro de un
plazo razonable, a tener derecho a una defensa técnica adecuada y a la no prolongación
indebida de la prisión preventiva, están regulados y protegidos por los principios y derechos
del procedimiento penal acusatorio actual, los cuales son el principio de publicidad,
contradicción, concentración, continuidad e inmediación, igualdad ante la ley, igualdad entre
las partes, principio de juicio previo y debido proceso, dejando así atrás los vicios y
corrupciones del sistema inquisitivo.
Con las Reformas Constitucional Penal y de los Derechos Humanos, no sólo se pretende un
cambio del sistema inquisitivo al acusatorio, sino que representa un cambio de mentalidad en
todos y cada uno de los operadores del sistema, por medio de una cultura de legalidad,
debido proceso y respeto a los derechos fundamentales, emanados de la propia naturaleza
humana (Derechos Humanos).
Como lo dice Ferrajoli, los derechos fundamentales “son todos aquellos derechos subjetivos
que corresponden universalmente a los seres humanos en cuanto dotados del status de
personas, de ciudadanos o de personas con capacidad de obrar”. No sólo se trata de
adecuar leyes al nuevo sistema, sino que representa un reto de otorgar seguridad,
transparencia, publicidad y certeza jurídica al imputado.
De gran importancia forjar y tener presentes cuales son los derechos humanos de todos los
mexicanos, de esta manera nos podrá orientar a tener una mejor preparación en todos los
ámbitos, incluyendo la realización del proceso penal en nuestro país.
Por esa razón se explicará la importancia de estos tal como la etapa de investigación en el
proceso penal acusatorio en nuestro país.
Descender a los últimos detalles en una exposición teórica es otro extremo que debe evitarse
porque no es posible plantear la defensa y la promoción de los Derechos Humanos
solamente a partir de casos concretos aun cuando el recurso al caso concreto permite ilustrar
la significación de tal promoción o de tal defensa.
Más aún, la defensa efectiva sólo se da en los casos concretos. La promoción de los
Derechos Humanos sólo se logra mediante la acción apoyada en la teoría que nos asegura
la rectitud del proceder. La referencia anterior también debe explicitarse más. No podemos
tampoco limitarnos a la simple defensa, es decir esperar la violación de los derechos
humanos para actuar.
Estamos llamados por la misma ética que se entiende como el desarrollo de las máximas
potencialidades del hombre, a promover los Derechos Humanos. En efecto, el desarrollo del
individuo y el progreso de una sociedad descansan sobre esta ética que es el principio de
respeto a la dignidad de cada persona y la elevación de su calidad como tal.
Por eso quisiera insistir sobre esta dimensión antes de entrar en los detalles de aplicación
que también son importantes, pero sólo como consecuencia de la faceta promoción de los
Derechos Humanos.
La promoción de los Derechos Humanos es una manera de vivir no una manera de resolver
conflictos. La escuela es el baluarte, después de la familia, de los valores.
La escuela es el lugar humano en el que los valores son no sólo aplicados como norma de
conducta o como ideales por alcanzar, sino que en la escuela se educa, se enseña, se
adiestra a la práctica de los valores. Creo importante hacer conciencia de esta dimensión
inicial y esencial ya que nuestro ensayo se dirige a la violación de estos derechos
Nuevos valores vinieron a incrustarse en este triple plano como ha sido la laicidad
pregonada en el artículo tercero constitucional y que es el punto de partida de la virtud social
y política por excelencia que es la tolerancia. La cultura griega que penetró a través de
pensadores de todas las épocas nos ha dejado la herencia de la frónesis que mal se ha
traducido por prudencia:
Eso implica una formación disciplinada. No basta con una que otra conferencia que sólo
ilustra el caso, sino es preciso crear las condiciones estructurales en las que podrá
aprenderse a respetar y donde se aprenderá a enseñar el respeto a los valores.
Esta dimensión no suele ser considerada. Para el aprendizaje ético (en este caso a
los Derechos Humanos) se requiere de la acción, de la capacitación, que se dan en
circunstancias concretas de la vida, creadas artificialmente como en el sociodrama o vividas
en las relaciones diarias como en el juego.
Ni la escuela normal, como tampoco la universidad y menos los institutos tecnológicos han
incluido este proceso dentro de sus planes. El racionalismo de los últimos siglos que ha
influido en la creación del modelo de educación que nos ocupa nos ha encerrado en la
simple reflexión teórica.
La escuela, hoy por hoy, es mucho más un sistema orientado a la mente, alguna vez
a los sentimientos, pero nunca (o solo excepcionalmente) al adiestramiento para vivir en
sociedad de manera respetuosa y creativa. El juego como fórmula imprescindible para el
adiestramiento a la relación con el prójimo está ausente de nuestros planes: los niños se
quedan solos en los patios a la hora del recreo y nuestra conciencia descansa sobre ciertas
fórmulas deportivas para subsanar una ausencia grave en el proceso educativo. Sólo por
nombrar un ejemplo.
El niño inicialmente es un ser egoísta, que es una virtud en sus primeros meses de vida
porque es su manera de defenderse y de existir como es él ante lo demás. Es un vicio
cuando rebasa los primeros años de vida.
No apostaría sobre una escuela en la que el alumno indicara qué debe enseñársele. Ni
siquiera en la Universidad. Pero la democracia no se refiere al contenido de las materias,
sino en la manera de relacionarse entre sí los individuos. No es aquí el lugar para desarrollar
el contenido de esta educación, sino sólo la advertencia de que algo podría ocurrir positivo si
atendiéramos esta demanda social.
EL PROCESO PENAL
Una de las finalidades de todo proceso penal en general, con independencia de las
características que los identifican, así como los ritos que están presentes y los roles de los
participantes, es que cuando se comete un delito en contra de una persona determinada,
ésta y su núcleo cercano busquen que se castigue al delincuente por el daño causado. Para
lo anterior, acuden al órgano de justicia.
En general esta sería una situación de gravedad para todos y es por eso que el proceso
penal también tiene como una de sus finalidades la protección del inocente. Sin embargo, en
algunas etapas del proceso se ven afectados los derechos humanos de los mismos.
En función de tales fines es que se organiza el procedimiento penal, con base en los
valores, la idea de justicia y de la verdad que se tiene en una sociedad determinada. Lo
anterior, aunado a la organización política, determina la forma de concebir y, por
consiguiente, de diseñar a los órganos de poder encargados de la investigación, persecución
y administración de justicia. Mientras, que en el sistema inquisitivo se privilegia al castigo de
los culpables, razón por la cual el proceso penal está organizado de una determinada forma
para alcanzar dicho objetivo, en el sistema acusatorio se pone el acento en la tutela de los
inocentes, por ello en el segundo sistema de referencia el procedimiento penal está diseñado
de manera diferente y es regido por una serie de principios que garantizan que las personas
sean sometidas a un juicio justo.
En el nuevo sistema el procedimiento está estructurado de tal manera, que los participantes
juegan un papel diferente. Por ejemplo, el Juez. En el sistema inquisitivo, el Juez juega un
papel muy activo ya que no se concreta a pronunciar sentencia.
En este papel, el Juez cuenta con amplias facultades para llegar a la verdad, que sería
determinada unilateralmente y en forma absoluta.
Una vez conociendo un poco más sobre nuestro sistema penal acusatorio en México
explicaremos en abundancia de que se trata la etapa de investigación en este nuevo
proceso.
ETAPA DE INVESTIGACION
Esta etapa está a cargo del ministerio público y de la policía que actuará bajo la dirección de
este.
La investigación en el nuevo proceso penal es la etapa del proceso que tiene por
objeto consignar y asegurar todo cuanto condujere a la comprobación de un hecho
presuntamente ilícito y a la identificación de quienes hayan participado, para que el órgano
público de persecución penal y/o el querellante particular puedan decidir si deducen
acusación en contra de una determinada persona, pidiendo al tribunal correspondiente la
aplicación de una sanción penal, previo un juicio oral, público y con todas las garantías.
Por esta razón, la investigación se dirige a establecer la efectividad del hecho imputado, con
todas las circunstancias de personas, cosas o lugares, identificar a los testigos del hecho
investigado y consignar sus declaraciones, y, en general, recoger todos los antecedentes que
puedan servir para tomar la decisión acerca del curso de la persecución penal.
Por eso, si el hecho hubiere dejado huellas, rastros o señales, se tomará nota de ellos
y se los especificará detalladamente, se dejará constancia de la descripción del lugar en que
aquél se hubiere cometido, del estado de los objetos que en él se encontraren y de todo otro
dato pertinente, diligencias que permitirán decidir si se acusa y, luego, en caso positivo,
producir la prueba necesaria en el juicio para que la acusación sea acogida.
Se entiende por principio de legalidad entendemos aquel principio con arreglo al cual el
ministerio público debe aclarar la situación y promover la acción pública. Si así no fuera,
¿cómo podrían llegar ante el tribunal los hechos punibles?
En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía, y aún por
mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al
delito de que se trata. Por su laso el artículo 19 de la ley antes mencionada regula cuestiones
sobre las detenciones y formalidades de los pazos, auto de vinculación, y estableciendo que
dichas actuaciones deben ser realizadas apegadas al derecho.
Ninguna pena sin ley penal antes formulada (nulla poena sine lege previa).
Ninguna pena sin ley penal escrita (nulla poena sine lege scrita).
Ninguna pena sin mandato expreso textual de la ley (nulla poena sine lege stricta).
3. Prohibir la aplicación retroactiva de la ley penal en perjuicio del autor; y, Prohibir las leyes
penales indeterminadas o imprecisas.
El origen el principio de legalidad se encuentra con Anselmo Von Feuerbach, su mayor mérito
es el haber logrado el desplazar el arbitrio de los jueces mediante el establecimiento de
conceptos y tipos precisos y claros, en cuya formulación era insuperable el maestro, de ahí
surge el principio de legalidad fundamental y permanente del Derecho Penal de nullum
crimen nulla poena sine lege.
La relación entre los derechos humanos y la delincuencia a la que se alude con mayor
frecuencia es negativa: defender los derechos humanos, se dice, es lo mismo que defender
delincuentes. La relación entre los derechos humanos y la delincuencia a la que se alude con
mayor frecuencia es negativa: defender los derechos humanos, se dice, es lo mismo que
defender delincuentes.
Como casi siempre conviene empezar por el principio, no está de más recordar que en
los últimos cincuenta años la criminología ha sufrido una honda transformación. Al abandonar
la vieja concepción del delito como un acto meramente individual y concebir la criminalidad
como un fenómeno social, como una parte más de la vida social -y recuérdese que no hay y
no ha habido nunca una sociedad sin delincuencia-, nuestra perspectiva cambia por entero.
Tal vez una metáfora sirva para aclarar el punto: si se piensa en la sociedad como un
tapiz, por supuesto un tapiz tan complejo y variado como las sociedades plurales,
heterogéneas y contradictorias en las que hoy vivimos, la delincuencia es sólo un hilo más.
Es un hilo, claro, que ocasionalmente ayuda a formar el dibujo, pero que también a
menudo lo tuerce y descompone. ¿Podría, por ejemplo, entenderse cabalmente nuestra
sociedad -descubrirse su dibujo-, o explicar cómo funciona en ella el poder, sin considerar la
corrupción? Lo que no debe perderse de vista es que el hilo del crimen se entrelaza y anuda
a muchos más, de tal manera que viene a ser muy improbable que al modificar o tirar de otro
de los hilos no se afecte de alguna manera al de la delincuencia.
No sólo la situación económica general del país resulta determinante para el curso
que sigue la criminalidad. Hay otros factores que ejercen una influencia semejante y el más
claro es el empleo, en este caso medido en términos de la proporción que representa de la
población total la que cuenta con trabajo remunerado.
Así en este caso se sabe que los jóvenes que recién llegan a la edad laboral son los
más afectados al escasear el empleo y, como resultado, muchas uniones conyugales que
estaban programadas se posponen o se olvidan y en consecuencia aumenta la proporción
que los solteros representan de la población total, crece el número de madres solteras y a la
larga disminuye el número medio de miembros por familia -cada uno de ellos, por sí sólo, un
factor criminógeno.
El último caso que conviene destacar es el de la disparidad en la distribución de los
ingresos. Como bien se sabe en los últimos veinte años, sobre todo de 1983 a la fecha, ha
venido aumentando la diferencia entre los ingresos de los que más ganan y los que menos
reciben.
En 1970 el diez por ciento de la población que recibía los mayores ingresos ganaba lo
mismo que el 54.4 por ciento de la población más pobre. En 1996, conforme a la encuesta
nacional de ingresos y gastos de los hogares realizada por INEGI, los ingresos del diez por
ciento más rico equivalían a los que recibía el 70.6 por ciento de la población más pobre.
Esta inequitativa concentración de la riqueza, que, por supuesto hace a los ricos cada
vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres, no pasa desapercibida para el crimen y
por cada punto porcentual que aumenta la diferencia entre unos y otros, la delincuencia
crece 3 por ciento. No está de más señalar, así sea de pasada, que la pobreza por sí sola no
es criminógena, por el contrario: los municipios más pobres son también casi siempre los que
tienen los más bajos índices delictivos, por supuesto en términos del número de delitos por
habitante.
Lo que dispara la criminalidad, reitero, no es la pobreza por si sola, sino el roce entre
ella y la riqueza: los municipios que tienen el mayor número de crímenes por persona son,
también, aquellos en los cuales la inequidad es más acusada.
Aunque quede mucho por decir de este modelo de interpretación del crimen, quizá sea
prudente emprender el camino de regreso a nuestro tema central y destacar un hecho:
multiplicar las fuentes de trabajo y llegar a una situación de pleno empleo; lograr que el
crecimiento económico se traduzca en desarrollo y todos los miembros de la sociedad tengan
acceso a los servicios de salud y educación; conseguir, en suma, que la riqueza producida se
reparta menos inequitativamente, no son meros ideales.
Son deberes de gobierno. Son obligaciones que los gobernados tienen derecho a
exigir de sus gobernantes. Son, para emplear la terminología hoy en boga, derechos
humanos. Debe reconocerse, sin duda, que la expresión “derechos humanos” adolece de
muchos defectos.
Quizá el más grave sea que se encuentra enraizada en el iusnaturalismo propio del
siglo XVIII y de ahí que se crea y se afirme que “los derechos humanos son los inherentes a
la naturaleza humana, sin los cuales no se puede vivir como ser humano”. Tomo tan jocosa
definición del artículo segundo del reglamento interno de la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos.
El primero es negar que los derechos humanos tengan un origen histórico. En este
sentido, suele admitirse que se desarrollaron en tres generaciones diferentes -al menos
hasta ahora.
La primera, que comprende la libertad religiosa, las libertades civiles, las garantías
penales exigibles al Estado y parte importante de los derechos políticos, empezó a gestarse
en el siglo XVI a raíz de las guerras de religión. Maduró después en la lucha contra los
soberanos absolutos y encontró expresión final en la Declaración de los derechos del hombre
y del ciudadano promulgada en 1789. Las Constituciones todas del siglo XIX -como la
nuestra del 1857-, los reconocieron y protegieron sin reservas. La segunda generación es
propia ya de nuestro siglo, así haya encontrado origen en el desarrollo del movimiento obrero
y en las luchas de los campesinos y jornaleros sin trabajo que ocurrieron a lo largo de los
cien años anteriores.
Hoy se los cobija con la expresión “derechos humanos”, más hubo décadas en que se
prefirió llamarlos, de manera redundante, derechos “sociales”. Los primeros acuerdos de la
Organización Internacional del Trabajo, la Constitución mexicana del 1917 y la de Weimar
poco después, abrieron el camino para lograr su aceptación y reconocimiento.
Además de los laborales, que forman el núcleo central, es común comprender en esta
generación el derecho a la educación, la asistencia a la invalidez y a la vejez, y algunos
aspectos de la larga lucha de la mujer por su igualdad.
La tercera generación sigue prolífica todavía, mas todo mundo acepta que su
primogénita fue la Declaración Universal de Derechos Humanos, promulgada en 1948 por la
Organización de las Naciones Unidas. Los derechos que hay en ella, y en sus numerosas
hermanas menores, son de naturaleza tan diversa que escapan a la generalización. Hay
derechos ecológicos y derechos que defienden las diferencias culturales y jurídicas de los
grupos indígenas; hay principios que protegen a los menores y reglas sobre nacionalidad y
ciudadanía; hay acuerdos que obligan a los Estados a luchar contra el racismo y la
discriminación en todas sus formas, y señalamientos sobre la libertad reproductiva de la
mujer.
Y hay incluso -si se quiere apenas en gestación-, debates sobre la eutanasia, sobre el
patrimonio genético de la persona y sobre la “propiedad” que pueda tener sobre los órganos
que componen su cuerpo.
El universo al que se alude con la expresión “derechos humanos” es muy complejo,
pero no hay duda de que los derechos que forman su núcleo central son los que tiene la
ciudadanía frente al gobierno y son, propiamente, derechos de los gobernados frente a los
gobernantes.
Negar su origen histórico y reducirlos a vagas pretensiones es, por otra parte, un
camino muy eficaz para alentar la idea de que los derechos humanos son concesiones o
dádivas que las autoridades le otorgan a la población por mera generosidad. Por supuesto no
es así: son obligaciones jurídicas consagradas en la ley.
A esto añade expresamente que “los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha
Constitución, leyes y tratados a pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en
las Constituciones y leyes de los Estados”.
Como de una u otra manera sucede lo mismo con todos los derechos humanos que
establecen deberes a cargo del gobierno del Estado -y son los más-, la conclusión final es
exactamente la contraria al punto en que empezamos: lo que alienta el crimen es el
incumplimiento o la violación de los derechos humanos, no su defensa. Quiero evitar
cualquier duda sobre el punto: la delincuencia aumenta en una medida proporcional al grado
en que el gobierno del Estado viola o descuida los derechos que tienen frente a él los
gobernados.
Vamos: la primera y fundamental causa social del crimen está en la violación a los
derechos humanos. Para decirlo con simpleza: la criminalidad surge, sobre todo, del mal
gobierno.
el sistema penal tradicional consideraba a las víctimas del delito de manera secundaria en
razón de que el Ministerio Público decidía, sin intervención de las mismas, si se ejercitaba
acción penal ante los tribunales, aunado al hecho de que en pocas ocasiones se procesaba a
los inculpados, y cuando esto sucedía, y el juez determinaba, a petición del representante
social la reparación del daño por su carácter de pena pública, generalmente las
circunstancias limitaban las posibilidades de acceso a la justicia de las víctimas.
Para visibilizar a las víctimas, en 1969 se expidió la Ley sobre auxilio a las víctimas del
delito del Estado de México y a finales de la década de los 80's y principios de los 90's se
crearon las agencias del Ministerio Público especializadas en delitos sexuales y violencia
familiar.
El comportamiento de la incidencia de víctimas del delito divididas por sexo muestra que los
hombres son objeto de un mayor número de delitos.
En ese sentido, en materia de promoción de los derechos de las víctimas del delito y
de violaciones a derechos humanos, en el periodo que se reporta se realizaron 86 eventos
de promoción sobre derechos de las víctimas en los que se contó con la participación
de 6,261 asistentes, entre personas servidoras públicas, estudiantes, representantes de
organizaciones civiles, colectivos y familiares de víctimas de los estados de Baja California
Sur, Ciudad de México, Coahuila, Colima, Estado de México, Morelos, Guerrero, Jalisco,
Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y
Yucatán, así como del extranjero (Guatemala).
3. Presencia en diligencias para recabar muestras genéticas a fin de confrontarlas con los
restos humanos localizados e identificar a las víctimas directas y
Del total de las personas privadas de la libertad en el país, 197,516 (94.80%) son
hombres y 10,827 (5.20%) son mujeres, de este universo 170,025 (81.61%) se
encuentran sujetas al fuero común y 38,318 (18.39%) al fuero federal, mientras
que 79,786 (38.29%) se encuentran en proceso y 128,557 (61.70%) se encuentran
cumpliendo una sentencia.
Es importante señalar que los parámetros bajo los cuales se atienden las quejas y
se efectúan las supervisiones penitenciarias, tiene como base la normatividad
nacional e internacional, siendo el referente normativo internacional fundamental
para el trabajo de la Comisión Nacional, las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Nelson Mandela).
A través del DNSP se ha identificado que las principales problemáticas que inciden
de forma preponderante en el Sistema Penitenciario Nacional, y que han
permanecido en índices similares durante los últimos años, se encuentra: la falta
de separación entre procesados y sentenciados (77.8%), deficientes condiciones
materiales y de higiene en diversas instalaciones de los centros (76.3%), el
hacinamiento (43.8%), la sobrepoblación (32%), insuficiente personal médico, de
seguridad y custodia (68.7%), deficiencia en la atención al derecho de protección
de la salud (48.8%); así como, la presencia de condiciones de autogobierno y
violencia al interior de los establecimientos penitenciarios (49.6%).
De acuerdo con los datos de los últimos diagnósticos emitidos, los estados
que por más de tres años permanecen con las evaluaciones más bajas son:
Guerrero, Hidalgo, Nayarit, Quintana Roo y Tamaulipas.
Como parte de los factores que persisten e impiden mejorar las condiciones y trato
de las personas que se encuentran privadas de la libertad son en general la falta
de conocimiento y capacitación del personal en materia penitenciaria y de
derechos humanos, falta de perfiles adecuados y vocación, así como los
esquemas de corrupción que se enquistan en los centros.
Es así que ante la necesidad de identificar puntualmente las condiciones que permitan
garantizar el respeto a los derechos humanos de internos, este Organismo Autónomo cuenta
con una metodología de supervisión, llevada a cabo mediante visitas y recorridos en centros
penitenciarios previamente determinados, donde se aplican las Guías de Supervisión
diseñadas específicamente con ese objetivo, para posteriormente llevar a cabo el
procesamiento de la información y el análisis de resultados, que concluye con la elaboración
del Diagnóstico anual que se da a conocer a las diversas autoridades competentes en la
materia.
Es importante señalar, que para aplicar las Guías de Supervisión que
conforman parte de la metodología de evaluación en materia de derechos humanos, es
necesario el apoyo y coordinación con los organismos locales de protección a derechos
humanos.
Es así que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, lleva a cabo anualmente la
realización del Diagnóstico Nacional en materia penitenciaria, con el objetivo de que las
autoridades penitenciarias pertinentes puedan orientar políticas públicas tendentes a
garantizar el respeto de los derechos humanos de las personas privadas de la libertad que se
encuentran en los centros de reclusión del país; aunado a ello, a través de
diversos pronunciamientos se contribuye a la implementación de buenas prácticas y
aplicación de estándares internacionales que favorezcan a la reinserción social y contribuyan
a la optimización del sistema.
En ese marco, se entregaron ejemplares de las Reglas Mínimas de la Naciones Unidas para
el Tratamiento de los Reclusos “Reglas Mandela” a toda la población interna, lo que motivo a
la instalación de un lugar para la promoción y difusión de los derechos humanos en la
comunidad penitenciaria, creándose espacio de oportunidad en ese penal.
Por su parte, con el propósito de desarrollar las acciones de cooperación para la difusión de
las Reglas "Nelson Mandela"; así como la difusión de buenas prácticas y experiencias
exitosas en el ámbito penitenciario, el 2 de noviembre se suscribió una Carta de Intención
con el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el
Tratamiento del Delincuente (ILANUD).
Por ello, con base en el artículo 40 de la Ley de la CNDH y los artículos 116 y 117 de su
Reglamento Interno, son requeridas a las autoridades competentes medidas precautorias o
cautelares, cuando son necesarias acciones o abstenciones por parte de las y los servidores
públicos a fin de evitar la consumación irreparable de violaciones a los Derechos Humanos, o
la producción de daños de difícil reparación a las personas afectadas, así como para solicitar
su modificación cuando cambien las situaciones que las justificaron.
Destaca el hecho de que la autoridad más frecuentemente requerida para brindar protección
a las personas en riesgo de violación inminente a sus derechos humanos es la Guardia
Nacional, quien en todos los casos ha respondido con oportunidad y prontitud, seguida de los
gobiernos de los estados de Chiapas, San Luis Potosí y Sonora, y el Instituto Nacional de
Migración.
México es un país que enfrenta diversas problemáticas sociales, entre ellas la violación de
Derechos Humanos, derivado de lo anterior el Estado ha tratado de disminuirlos a través de
los Derechos Socia- 30 les, siendo aquellos que encontramos en la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, tales como: acceso a la educación laica y gratuita, salud y
vivienda, reparto de tierras, derecho a un trabajo digno, a un salario y a la seguridad social,
entre otros.
Sin embargo, el esfuerzo ha sido nulo, debido a que, en los últimos años, los índices de
delincuencia, pobreza y desempleo en el país han incrementado, es por ello que la acción
colectiva se hace presente, a través de los movimientos sociales, los cuales exigen al Estado
garantizar el acceso a la justicia, seguridad y al Estado de Derecho, situación que ha
generado un alto índice de violencia por la represión de las fuerzas policiales.
Tal como se analizó en los fragmentos de las personas privadas de la libertad, si bien
existen instituciones enfocadas en proteger y fomentar el respeto a los Derechos Humanos,
en muchas ocasiones la justicia o injusticia está presente aunado a la incompetencia o poca
capacidad de quienes la ejercen. Referente al rol que desempeñamos en la situación actual
del derecho social en México, en casos muy particulares nos enfocamos siempre en apoyar a
algunos de los grupos vulnerados: mujeres, niñas, niños y adolescentes, personas indígenas,
adultos mayores y personas con discapacidad.
En el caso de las personas privadas de la libertad se cuenta con el Manual del justiciable y
las Reglas de Brasilia sobre el acceso a la justicia de las personas en condición de
vulnerabilidad.
Toda persona acusada de un delito tiene derecho a un proceso justo.7 A la luz de esta
justificación se sostiene que la incorporación de una prueba obtenida de un modo
inapropiado puede afectar ese derecho. El argumento se construye de esta manera. Toda
persona acusada tiene derecho a presentar su caso en un procedimiento contradictorio y,
para ello, cuenta con derechos procesales de defensa que constituyen garantías mínimas
para que el proceso pueda ser justo. Que éstas sean respetadas es una condición necesaria,
aunque no suficiente, para la justicia del proceso.
El modelo constitucional diseñado para México establece claramente cuales son los
actos de investigación que requieren control judicial, los cuales debe ser regulados en la
legislación procesal, verificando que esta cumpla con todos los estándares fijados para ello.
La forma en que se decide determinar las funciones que deba realizar el Ministerio Público es
determinante también para hacer efectiva la función del policía de investigación, en
consecuencia el diseño de actuación de ambas autoridades debe ser planeado de forma
conjunta, sistémica e integral, con el propósito de que las facultades de una se encuentren
correspondidas por la otra.
CONCLUSIONES
De acuerdo con la Constitución, así como con los Tratados Internacionales, todo presunto
culpable cuenta con una serie de derechos dentro del procedimiento penal acusatorio:
Derecho a la presunción de inocencia; Derecho a no ser sometido a detenciones
arbitrarias; Derecho a conocer las razones de la detención; Derecho a ser informado de
sus derechos; Derecho a comunicarse con alguien (no ser incomunicado); Derecho a ser
mantenido en un lugar de detención reconocido; Derecho a condiciones dignas de
detención; Derecho a tener acceso a asistencia letrada desde el arresto; Derecho a la
integridad personal (a no ser sometido a tortura o malos tratos, inhumanos o
degradantes); Derecho a la igualdad ante la ley y ante los tribunales; Derecho a un fiscal
imparcial y objetivo; Derecho a tener acceso a un doctor; Derecho a no declarar (a
guardar silencio); Derecho a que no se prolongue la prisión por falta de pago a defensor;
Derecho a un defensor de su elección; Derecho a un defensor de oficio; Derecho a
defenderse personalmente; Derecho a comunicarse con su defensor en confidencialidad;
Derecho a ser presentado a un tribunal o a un juez sin demora; Derecho a impugnar la
legalidad de la privación de la libertad; Derecho a la reparación por detención ilegal;
Derecho a la privacidad y a la intimidad; Derecho a la defensa adecuada; Derecho a
conocer los cargos que se le imputan a la persona; Derecho a ser juzgado sin dilaciones,
o ser puesto en libertad; Derecho a enfrentar el juicio en libertad; Derecho a que no se
admitan pruebas ilícitas en el juicio; Derecho a contar con tiempo y medios necesarios
para la defensa; Derecho a la irretroactividad de la ley; Derecho a la única persecución;
Derecho de apelación; Derecho de indemnización por error judicial; Derecho a un
intérprete; Derecho a ser oído por un tribunal competente, independiente e imparcial;
Derecho a un juicio público; Derecho de hallarse presente en el proceso; Derecho a un
juicio justo; Derecho a presentar pruebas y examinar testigos; Derecho a que un juez
explique la sentencia en audiencia pública; Derecho a un recurso efectivo; Derecho a
que se le proporcione asistencia migratoria cuando sea de otra nacionalidad.
PROPUESTA
Uno de los propósitos de este ensayo es el proponer alguna solución para el problema
planteado, nos hemos dado cuenta en la deficiencia que existe en el sistema penal y que en
distintas ocasiones esa deficiencia pone en desventaja a la autoridad durante el proceso.
El Instituto de la Judicatura del Consejo del Poder Judicial del Estado tiene, entre otras
actividades, la tarea de capacitar, especializar, actualizar y formar de manera continua a los
funcionarios públicos que laboran en el Poder Judicial, así como de aquellos operadores
jurídicos que deseen ingresar a formar parte del mismo.
Por esta razón, el Instituto ha implementado una serie de cursos y actividades académicas
encaminadas a cumplir con tal encomienda.
OBJETIVO CENTRAL
Proporcionar a los participantes del Curso, los conocimientos esenciales del proceso penal y
los temas relacionados; desarrollar en ellos las destrezas específicas que dicho sistema
procesal requiere de los operadores jurídicos, tanto en lo relativo al análisis de información,
interpretación y selección de normas, valoración objetiva y racional de la prueba, el sistema
de recursos y la justificación de la decisión judicial de segundo grado.
Una vez finalizado el Curso, los participantes tendrán las competencias laborales necesarias
para el desarrollo de sus funciones en el ámbito del sistema de justicia penal oral
Los servicios de capacitación en Derechos Humanos surgen como una estrategia para
facilitar la actualización en esa materia, entre las personas que laboran en el servicio público,
con la intención de prevenir la violación a los derechos humanos de las personas con
quienes trabajan.
Cabe señalar que además de las labores de prevención, el Programa de Educación incide en
la atención de las recomendaciones que hace la propia Comisión Nacional a las instituciones
públicas, facilitando las acciones de capacitación que se solicitan para solventar las
observaciones.
REFERENCIAS
Documentales
· Violaciones a los derechos humanos del imputado en la etapa de investigación, Marco
Antonio León Fernández, Primera edición: agosto, 2016
· Conoce tus derechos humanos en el nuevo sistema penal acusatorio, CNDH México,
Primera reimpresión: julio, 2018
· Manual sobre Derechos Humanos y prueba en el proceso penal, Pablo Rovatti,
Primera edición: noviembre de 2021
LEGISLATIVA
· Código de Procedimientos Penales del Estado de México