Gabriela y Su Sobrino
Gabriela y Su Sobrino
Gabriela y Su Sobrino
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Godoy Mendoza
A LA SAGRADA MEMORIA DE
GABRIELA, EMELINA Y GRACIELA,
ILUMINADAS EN LA ETERNIDAD.
arraza de
f
Rindió homenaje allá a la gran Selma L gerloff,
premiada, como ella, con el laurel de la Academ a Sueca.
Deshojó pétalos sobre su tumba y pisó reverente el suelo
de Marbacka, donde naciera la autora de Nils Holgerson.
Y otra vez Francia, la capital del mundo. Nápoles,
la costa azul con Rapallo y Niza. De ahí viajó a América,
donde habría de morir.
Y la vimos por segunda vez, en 1954, cuando al ba-
jarse del auto en esta hostería, fui la primera en abra-
zarla y escuchar sus palabras, grabadas en mi alma: “Tú
eres la Única que me queda en esta vida”...
La acompañé hasta Montegrande y al regreso m e
el último abrazo.
En sus cartas me hablaba de Chile y sus gentes, pe-
día datos de plantas y animales autóctonos. La obsesiona-
ba la reforma agraria y el niño. Los niños de su Patria,
de su Montegrande inolvidabie, eran su lacerante preocu-
pación, <‘con sus pies desnudos y bocas pedigüeñas”.
Desde California hizo envios de zapatos y trajes
para los escolares de aquel pueblo, y, en su testamento no
los olvidó, donándoles sus derechos de autor, de lo que se
publicara acá en el Sur de América.
S u f e religiosa era un sentimiento muy suyo: creía
en el más allá, en Buda y Jesucristo. San Francisco era SU
guía y a él lo dejó como su albacea, en la benemérita orden
Franciscana.
En una de sus cartss, desde Monrovia, el 14 de Abril
de 1947, me decía “Mi sentido de la muerte es muy otro del
normal de nuestra gente. A mí me ha costa.do mucho ven-
cer dentro de mi a la muerte fisica, es decir la imagen mór-
bida de eso y cuanto ella contiene. Creo que la he vencido
no hace más de un aíío, después de dos años de sangrea-
miento interior por Juan Miguel. Ahora yo rezo a Emelina
w Yin juntamente, a ambos los invoco y creo que ambos lle-
gan. Y aunque no la vivo como muerta, les pido rezar con-
migo, según reza él desde hace mucho. Yo he perdido el
stpego natural a la vida y creo que más sirvo para la otra
que para ésta. Ella como Yin, me zyudará a la faena que
me quede aquí abajo”.
Cuando nos visitó en 1954 nos dejó estos consejos:
“Al niño no se le reprenda por sus locuras, por nada de
lo que llamamos absuido. El niño es algo aparte. Su sensi-
bilidad es todo, es algo muy grande y muy respetable, La
sensibilidad es algo tan fino como el alma y se confunde con
e11a’’.
Y sabiendo de cerca, en plena guerra europea, lo
que era la xenofobia, nos dijo y encargó: “Nuestra humanl-
e
Provenza
B e d a r r i-d e s
En 1928 Gabriela fue a vivir a este pequeño pueblo
de Provenza, de apenas 2.000 habitantes, en el Departamen-
to de Vaucluse, con sus pequeños ríos de Oureza y Sorgue. Tal
como Vicuña de esos años, con sus mlsmos árboles, como
higueras, moreras, naranjos, granados.
AqÚí en esta cálida y amorosa tierra de Mlreya y
Vicente; Calendal y Esterela; con su viento Mistral, corretea-
ba Yin-Yin (1) con sus escasos cuatro años, por el jardín de
la quinta San Luis, acaso chupando moreras o desgranando
granadas, seguido por su amiga chilena, la encantadora ni-
ña Pradera Florida Urquieta Alday, que Gabriela llevó des-
de La Serena y a quien cariñosamente trataba de sobrina.
1CONSULADO DE CHILE
mrm/Idc
De mi consideración:
En el secreto de la noche
mi oración sube como las lianas,
así cayendo y levantando
y atanteos como el ciego,
pero viendo más que el buho.
Por el tallo de la noche
que t ú amabas y que yo amo,
ella sube despedazada
y rehecha, insegura y cierta.
Aquí la rompe una derrota.
más allá un aire l a endereza.
Una camada de aire la aupa,
un no se qué me la derriba.
O ya trepa como la liana
y el geiser a cada salto
recibidos y devueltos.
O ella es y yo no soy;
ella crece y yó perezco.
Pero yo tengo mi duro aliento
1 mi razón, y mi locura,
y la retengo y la rehago
al pie del tallo de la noche.
Ya no más su vertical
como un paso adelantado
abriéndome con su mástil
los duros cielos de estaño
Y conjugando en la marcha
el álamo con el álamo.
El crepúsculo se me tarda
o se me apura sobre la tierra.
Maduro en fruta nunca ViSta
fija, alba, calenturienta.
Todavía, Miguel, me valen,
como al que fue saqueado,
el voleo de tus voces,
las saetas de tus pasos
y unos cabellos quedados,
por lo que reste del tiempo
y albee de eternidades.
Todavía no me vuelven
marcha mía, cuerpo mío
Todavía estoy contigo
parada y fija en tu trance,
detenidos como en puente,
sin decidirte tu a seguir,
y yo negada a devolverme.
Página NS
1) Juan Miguel Godoy Mendoza
(Yiri . Yin) .................................. 5
Isolina Barraza de Estay ......................7
Recordando a Gabriela ...................... 9
Provenza
Bedarrides ................................ 13
En Madrid ................................. 15
En Petrópolis .............................. 17
Palma Griillén y Yin-Yin .(................... 19
Carta Colectiva enviada por Gabriela
a varias amigas en Chile .................... 21
9) Defunción de Juan Miguel ................... 27
10) Poemas de Gabriela
Recordando a Juan Miguel ................... 33
11) Luto ...................................... 35
12) La Liana ................................... 37
13) Una Palabra ................................ 39
14) Mi Artesano Muerto ......................... 41
15) Mesa Ofendida ............................... 45
16) El Costado Desnudo ........................... 47
17) Los Dos ..................................... 51
18) Aniversario .................................. 53
19) La Abandonada ............................... 55
20) Palabras Finales ............................. 57