MFG Es Documento El Papel de Los Bancos de Desarrollo Agricola en El Acceso Al Credito Rural 11 2002
MFG Es Documento El Papel de Los Bancos de Desarrollo Agricola en El Acceso Al Credito Rural 11 2002
MFG Es Documento El Papel de Los Bancos de Desarrollo Agricola en El Acceso Al Credito Rural 11 2002
Conferencia:
Desarrollo de las Economías Rurales en América Latina y el Caribe:
Manejo Sostenible de los Recursos Naturales, Acceso a
Tierras y Finanzas Rurales
Fortaleza, Brasil
Rommel Acevedo
Javier Delgado
7 de marzo de 2002
El papel de los bancos de desarrollo agrícola en el acceso al
crédito rural
Rommel Acevedo
Javier Delgado
El presente estudio, referido al papel de los bancos de desarrollo agrícola en el acceso al crédito rural, ha
sido elaborado a solicitud del Banco Interamericano de Desarrollo para su presentación en la Conferencia
Rural sobre “Desarrollo de las Economías Rurales en América Latina y el Caribe: Manejo Sostenible de
los Recursos Naturales, Acceso a Tierras y Finanzas Rurales” a realizarse el 7 de marzo de 2002 en
Fortaleza, Ceará, Brasil, en el marco de la Asamblea Anual de Gobernadores del BID.
El documento responde a los términos de referencia planteados conjuntamente por el BID y por la GTZ, y
recoge una experiencia profesional de más de 20 años como funcionario de la Asociación
Latinoamericana de Instituciones Financieras para el Desarrollo (ALIDE), lo que me ha permitido
conocer con cierto detalle la trayectoria de la banca de fomento de América Latina, en este caso la de los
bancos de desarrollo que financian el sector agropecuario, así como los procesos ocurridos en los países
latinoamericanos en el marco de la aplicación de políticas de liberalización financiera.
El estudio comprende cinco secciones o capítulos. Una primera sección introductoria, se refiere a una
visión histórica de la banca de desarrollo agrícola y los diversos esquemas de financiamiento agrícola
imperantes en la región en los últimos cincuenta años. Se presenta, asimismo, un análisis de los resultados
de un reciente levantamiento y análisis de información efectuado por ALIDE sobre el comportamiento de
30 bancos de desarrollo que orientan su actividad exclusivamente o de modo importante al sector rural.
Respecto a las lecciones que nos pueden dejar las experiencias recientes, además de la presentación
panorámica mencionada, en el Capítulo III se ha creído conveniente precisar con mayor amplitud la
experiencia de cuatro países de la región, a saber: Ecuador, Guatemala, México y Perú, en cuyo análisis
se ha identificado los principales obstáculos que han confrontado los bancos de desarrollo para realizar
una adecuada gestión en la intermediación financiera rural y se presentan los logros alcanzados en cada
caso.
En el caso de Ecuador, con el aporte del Economista Jorge Muñoz Torres, ex - Gerente General del Banco
Nacional de Fomento, se ha resumido los esfuerzos realizados por dicha institución bancaria para superar
su situación financiera, debido principalmente a medidas adoptadas por el Congreso Nacional, como
condonaciones de deudas y cesión de activos, que han afectado su situación patrimonial, etapa que
felizmente está siendo superada por disposiciones gubernamentales recientes y la mejora de su gestión,
como se comprueba en los resultados financieros del año 2001.
i
El caso de Guatemala presenta la exitosa conversión de un banco de fomento agrícola de primer piso,
prácticamente en quiebra técnica en 1996, en un banco rural privado, de capital mixto predominantemente
de accionistas privados, que le ha permitido un rápido crecimiento cuadriplicando en cinco años los
montos de activos totales, cartera de préstamos y captación de depósitos, que lo ha colocado entre los
primeros bancos del país.
Gracias a la colaboración del Ing. Javier Delgado Mendoza, Director General Adjunto de los
Fideicomisos Relacionados con la Agricultura (FIRA), de México, se presenta con cierta amplitud la
práctica innovadora de una banca de segundo piso en apoyo a los mercados financieros rurales. Es una
experiencia exitosa de banca de segundo piso que contempla la aplicación de políticas de estímulo a la
banca comercial y a los intermediarios financieros no bancarios para fomentar su presencia en mercados
financieros rurales de poca atracción para la banca comercial.
El otro caso refiere a lo que viene sucediendo en el Perú, país en el que se acaba de crear un banco de
desarrollo agropecuario luego de diez años de eliminada la banca de fomento, debido a que no se pudo
lograr que el sistema bancario tradicional y otros intermediarios financieros cubriesen las necesidades de
financiamiento del sector agrícola y rural, especialmente de los productores agropecuarios de pequeña
escala.
En el Capítulo IV, sobre orientaciones estratégicas, se han revisado las estrategias de política de
organismos financieros internacionales como el BID, las recomendaciones de organismos internacionales
especializados como la FAO, FIDA, y el IICA, y estudios realizados con el apoyo de la GTZ y otras
entidades de cooperación. Igualmente se han tomado en cuenta los estudios, investigaciones y resultados
de reuniones realizados por ALIDE en sus más de 30 años de actividad y la experiencia personal del
autor.
Este análisis nos demuestra que la intervención de los gobiernos en apoyo a la financiación del sector
rural dejó mucho que desear, toda vez que se atacaron los síntomas pero no las causas de los problemas
del acceso al financiamiento por parte de los pequeños y medianos productores rurales.
Estas formas no siempre acertadas de intervención gubernamental fueron de modo general las siguientes:
a) aplicación de tasas de interés concesionales, muchas veces negativas en términos reales; b) apoyo
exclusivo a actividades agrícolas, más que extenderlo a todas las actividades rurales; c) descuido por la
capitalización y generación de depósitos de ahorro en el medio rural; d) establecimiento de mecanismos
de prestación de servicios financieros y promocionales costosos y deficientes.
Como bien ha sido señalado en diversos estudios y foros internacionales, el mercado financiero rural está
afectado por tres factores fundamentales: el riesgo implícito de la agricultura, por la incertidumbre
respecto al rendimiento de las cosechas, al precio de los productos y a pérdidas por desastres naturales; la
existencia de una información imperfecta sobre mercados e historial crediticio; y por elevados costos de
transacción debido a limitaciones de infraestructura física, en el marco legal regulatorio y en el ámbito
institucional.
Para fortalecer los mercados financieros rurales se requiere, a su vez, disponer de tres elementos básicos.
El primero consiste en contar con unas condiciones macroeconómicas favorables, luego disponer de un
conjunto apropiado de políticas para el mercado financiero y el tercer elemento es el estímulo a los
mercados financieros rurales para que éstos sean competitivos. En este marco general, la meta a alcanzar
es promover la formación o la expansión de instituciones financieras en las zonas rurales que tengan
como principio rector los criterios de sostenibilidad, eficiencia y productividad, mejorando el acceso del
productor de pequeña escala a los servicios bancarios.
ii
Al analizar el rol de los bancos de desarrollo y su participación en los mercados financieros rurales, ha
quedado demostrado que la banca de segundo piso ha logrado canalizar con éxito los recursos
provenientes de fuentes multilaterales o de los mercados de capitales, externo e interno, profundizando la
acción de los mercados financieros. En algunos países, además del apoyo crediticio, ofrecen servicios
complementarios al crédito como asistencia técnica, capacitación, innovación tecnológica, estímulos a la
banca privada, etc.
En cambio, los bancos de desarrollo de primer piso especializados en la agricultura, que en su mayor
parte adolecen de graves problemas financieros como consecuencia de las políticas y decisiones de los
respectivos gobiernos, tienen ante sí tres alternativas: su liquidación, su privatización o su
reestructuración.
De las tres opciones, la liquidación de los bancos agrícolas producidas en algunos países, ha generado
vacíos que hasta ahora no han podido ser cubiertas por el mercado. En cuanto a la privatización, es decir
la venta del banco a inversionistas privados, es una opción poco aparente por la delicada situación
financiera de dichos bancos. Queda entonces como una alternativa viable, la reestructuración de los
bancos agrícolas bajo ciertos principios: revisar su misión y objetivos; tener autonomía operativa y de
gestión, eliminando todo tipo de influencia política y de grupos de poder; y convertir al banco en una
empresa privada mixta, mediante la incorporación de la sociedad civil y de inversionistas privados en el
capital accionario, manteniendo el Estado una participación minoritaria.
Para que los países de la región cuenten con instituciones financieras capaces de responder a los
requerimientos del sector rural, es indispensable que se contemple el logro de cuatro objetivos
fundamentales:
a) Garantizar un mayor volumen de recursos para satisfacer las demandas de crédito del sector rural,
para lo cual será importante que se refuerce los esquemas de complementación financiera, donde la banca
de desarrollo tiene un rol que jugar, contribuyendo a elevar los niveles de captación y movilización del
ahorro interno conjuntamente con la captación de recursos del exterior en condiciones competitivas.
b) Elevar el acceso al crédito del sector financiero, pues tradicionalmente la banca comercial ha
concentrado su atención en la demanda de sectores de mayor desarrollo relativo, como el comercio, la
industria, las exportaciones primarias, quedando sin atención importantes sectores constituidos por
productores rurales, pequeña y mediana industria, empresarios independientes, mujeres empresarias, etc.
que requieren el diseño de esquemas y modalidades de financiamiento adecuados.
c) Alcanzar una mayor eficiencia en la canalización de recursos financieros, para cuyo propósito
será importante reducir y eliminar todo tipo de interferencias políticas o de otro carácter en la banca de
desarrollo y otros intermediarios financieros bancarios y no bancarios. En aquellas realidades específicas
en donde los subsidios sean justificados, se requerirá que los mismos no sean absorbidos por los
intermediarios financieros, sino que deben emplearse mecanismos transparentes como las transferencias
directas del presupuesto nacional u otros instrumentos que no afecten la solvencia de los bancos de
desarrollo y los intermediarios financieros en general.
iii
d) Promover e impulsar la reestructuración y modernización de los bancos de desarrollo
agropecuarios, lo que implica una redefinición de su papel y su transformación en instituciones ágiles que
cuenten con una gestión autónoma, sustentada en una diversificación de sus fuentes de recursos y su
canalización a proyectos viables, conjuntamente con una vocación particular para atender a la población
rural.
Cabe señalar que la condición de eficiencia de los bancos de desarrollo está determinada y sujeta al
cumplimiento de su función institucional y social, como también de su función empresarial. La eficiencia
institucional se relaciona con la capacidad de proporcionar acceso al crédito a los sectores con alta
prioridad económica y social, que no son atendidos por la banca comercial, coadyuvando en la creación
de nuevas empresas, la promoción de nuevas inversiones, la generación de empleo, la innovación y
adaptación tecnológica y la promoción del desarrollo empresarial. Por su parte, la eficiencia empresarial
compromete a la banca de desarrollo a actuar a través de patrones similares a los de cualquier
intermediario financiero privado, debiendo observar adecuados niveles de rentabilidad y solvencia
bancaria.
Al pretender la adecuación de los bancos de desarrollo agrícolas al nuevo contexto, no es posible plantear
una solución uniforme y única, puesto que mucho depende de las características de cada país, así como de
las orientaciones y prioridades generales de los gobiernos. Pero si se considera fundamental el
mantenimiento de una clara coherencia entre objetivos, funciones y mecanismos institucionales e
instrumentales a la hora de establecer la misión, las pautas de funcionamiento y los mecanismos de acción
propios de la banca de desarrollo.
Los avances en los procesos de modernización de los bancos de desarrollo se han manifestado en una
expansión de sus activos; en una reducción de sus costos operativos, sustentados en una racionalización
de sus recursos humanos y en mejoras en los aspectos de organización y gestión administrativa y técnica;
y en una incorporación de los avances informáticos, a fin de alcanzar un mejor desempeño institucional.
El autor agradece la colaboración del Ing. Jaime Espinosa Garreta en la definición del enfoque y
contenido del documento.
Documento de trabajo preparado para la Conferencia sobre Desarrollo de las Economías Rurales en América Latina y el Caribe:
Manejo Sostenible de Recursos Naturales, Acceso a Tierras y Finanzas Rurales, a realizarse en Fortaleza, Brasil, el día 7 de
marzo de 2002, con motivo de la Asamblea Anual de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo. Esta Conferencia es
convocada por el Departamento de Desarrollo Sostenible del Banco y patrocinada por el Gobierno de Alemania. Los documentos
presentados en la Conferencia están disponibles en: http://www.iadb.org/sds/ENV/site_47_e.htm. Las opiniones y conclusiones
son del autor y no representan las políticas de las organizaciones mencionadas en el documento, ni la posición oficial del Banco
Interamericano de Desarrollo.
Rommel Acevedo es Director Ejecutivo, Asociación Latinoamericana de Instituciones Financieras de Desarrollo, ALIDE, Perú,
e-mail: [email protected].; Javier Delgado es Director General de Fomento Financiero, Banco M éxico, e-mail:
[email protected].
iv
I. INTRODUCCION
Las políticas de desarrollo agrícola en América Latina previas a las reformas financieras de los ochenta y
noventa, se caracterizaron por una fuerte intervención estatal que, en el ámbito del financiamiento
agrícola y rural, se tradujeron en la creación de instituciones financieras de fomento para atender las
necesidades de financiamiento de los productores del campo, que no eran adecuadamente cubiertas por la
banca comercial. Dichas entidades, en su mayoría de propiedad pública, se financiaron con recursos
provenientes de los presupuestos nacionales, de fondos otorgados por organismos multilaterales de
financiación, y de agencias de ayuda oficial de gobiernos extranjeros.
A inicios de los noventa la existencia de los bancos de desarrollo en general y los bancos agrícolas en
particular, fue materia de fuerte cuestionamiento por parte de los impulsores de las políticas de
liberalización financiera. Las críticas al modelo anterior señalaban que las políticas de crédito dirigido no
habían cumplido con su objetivo de favorecer el desarrollo de los pequeños productores rurales, ya que en
muchos casos los préstamos se habían destinado a favorecer a los sectores más modernos de la agricultura
comercial. Asimismo, se criticó que la asignación de los recursos no se había sustentado en una correcta
evaluación de los proyectos, habiéndose registrado en muchos casos interferencias de carácter político al
momento de tomar las decisiones. A ello, se sumaron los desajustes entre las condiciones crediticias de
carácter preferencial y el costo real del crédito, que determinó resultados desfavorables en la solvencia
financiera de dichas instituciones, que pasaron a depender altamente de los fondos públicos.
Como se recuerda, el modelo tradicional imperante en algunos países de la región desde los años
cincuenta hasta fines de los ochenta, se basó en la concepción de una escasa capacidad y ausencia de
potencial de ahorro en la población rural; en el supuesto que el acceso a los servicios financieros de los
pequeños productores puede ser mejorado con la oferta de crédito subsidiado; y en un excesivo
optimismo en cuanto a los beneficios del crédito a los agricultores, sin considerar otras medidas
complementarias al crédito. Este modelo operó a través de: a) provisión de crédito dirigido a tasas
subsidiadas; b) establecimiento de bancos públicos especializados en la agricultura; c) fijación de cuotas
obligatorias de crédito agrícola a los bancos comerciales; d) exoneración o liberación de garantías
obligatorias de crédito; e) constitución de fondos públicos de protección contra desastres naturales y de
sistemas de garantías de crédito financiados y administrados por el gobierno y/o sistemas públicos de
seguros de cosechas.
El modelo de crédito dirigido en el sector rural, implicó un alto grado de intervención directa del gobierno
en la asignación de recursos financieros a través de las instituciones especializadas de crédito agrícola de
su propiedad y bajo su administración, las que recibieron préstamos concesionales y represtaron esos
recursos a los agricultores, en muchos casos a tasas de interés menores a las del mercado. El Ministerio
de Agricultura era normalmente el responsable de la formulación de la política de financiamiento a la
agricultura, mientras los bancos públicos agrícolas eran regulados por una legislación especial diferente
de la ley bancaria y controlados y supervisados por oficiales del gobierno
En los últimos veinte años ha tenido lugar una profunda transformación del sistema financiero rural, que
paulatinamente se está reconvirtiendo en un nuevo modelo de financiamiento agrícola y rural. Este nuevo
modelo de desarrollo de los mercados financieros rurales se centra en el desarrollo de la sostenibilidad de
las instituciones financieras rurales y en el fomento de una intermediación financiera, basados en la
provisión de servicios orientados por la demanda, lo que incluye facilidades de depósitos y créditos tanto
para actividades agrícolas como para las empresas rurales no agrícolas. El modelo reconoce también que
la provisión de servicios financieros no es necesariamente el camino más rápido y más eficiente para
mejorar los ingresos o reducir la pobreza de las poblaciones rurales, por lo que debe ser complementado
con otras importantes medidas gubernamentales.
1
Los instrumentos a través de los cuales opera el nuevo modelo son: a) desregulación de las tasas de
interés, permitiendo a los intermediarios financieros un margen suficiente para cubrir todos sus costos; b)
movilización de los ahorros rurales; c) regulación prudencial apropiada y supervisión de los
intermediarios financieros rurales no bancarios o cuasi bancarios; d) apoyo al fomento y la capacitación
institucional; y, e) provisión de facilidades de refinanciamiento, en particular para créditos a mediano y
largo plazo, para los intermediarios financieros rurales que califiquen.
Si bien lo experimentado en América Latina nos indica que la modernización de los sistemas financieros
para la agricultura y el medio rural ha avanzado en unos países más que en otros, este proceso aún tiene
mucho por recorrer, sobre todo en aquellos países donde se han producido importantes vacíos
institucionales con el retiro del Estado de esta función, sin que el sector privado lo haya reemplazado
completamente, porque la agricultura continúa siendo un negocio riesgoso para la banca comercial y
persisten los problemas de falta de garantías.
No obstante el fuerte cuestionamiento a la función de banca de fomento, congruente con una reducción
sustancial de la participación del Estado, las limitaciones propias de la liberalización financiera, que
dieron lugar a una escasa o nula atención de los bancos comerciales a los segmentos de menor desarrollo
relativo, ha motivado la discusión acerca de la importancia de contar con la presencia de los bancos de
desarrollo adecuadamente concebidos, por su decidida contribución al financiamiento de las actividades
productivas, en especial las del sector agrícola y de la micro y pequeña empresa.
Un análisis reciente realizado por ALIDE de un conjunto de 30 IFD que apoyan al sector agropecuario en
19 países latinoamericanos, nos indica que sus activos a inicios del año 2001 ascendieron a US$ 200 mil
750 millones, con una cartera de préstamo de US$118 mil millones y una cartera agrícola de
aproximadamente US$42 mil millones (35% de la cartera total), y que pone de manifiesto la importancia
que tienen dichas instituciones en sus respectivos países, a pesar de la ya señalada crítica efectuada a las
actividades de la banca de desarrollo en el pasado.
Los resultados financieros presentados por 27 IFD de la muestra de bancos con cartera agrícola,
pertenecientes a 19 países de América Latina, permiten apreciar que 20 de ellas, pertenecientes a catorce
países, obtuvieron utilidades en el año 2000, mientras que 7 instituciones pertenecientes a cinco países
registraron pérdidas. El ratio utilidades/ingresos para las IFD que registraron utilidades alcanzó un
promedio de 9% en dicho año.
En cuanto a los niveles de morosidad que registra la cartera de préstamos de los bancos de desarrollo que
atienden al sector agrícola, de acuerdo a la información disponible de 23 instituciones financieras se
puede apreciar los resultados siguientes: un primer grupo, constituido por diez instituciones, mantiene su
cartera en condiciones adecuadas, con niveles de morosidad inferiores al 5%. Un segundo grupo
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constituido por cuatro entidades, observa niveles de morosidad entre 5% y 15%, mientras que las
restantes nueve IFD registran niveles de morosidad entre 17% y 33%.
El elevado nivel de morosidad que registra este último grupo de IFD agrícolas, constituye en la coyuntura
actual un elemento preocupante toda vez que afecta sensiblemente su viabilidad como entidades
financieras, por lo que cabe realizar enormes esfuerzos para mejorar la gestión financiera de dicho grupo
de instituciones. Una característica de este grupo es que está conformado por bancos agrícolas
especializados de primer piso y bancos multisectoriales con una importante cartera agrícola.
El hecho de destacar la contribución de las IFD en el financiamiento agrícola y rural, no significa que
ellas deben de ejercer una situación de monopolio, sino por el contrario, se deben de reforzar los
mecanismos y esquemas de actuación coordinada con el conjunto de intermediarios financieros que
brindan apoyo a dicho sector, como son los bancos comerciales, cooperativas, cajas rurales, uniones de
crédito, ONGs, instituciones financieras no convencionales, etc. a fin de movilizar un mayor volumen de
recursos de corto, mediano y largo plazo que se orienten al financiamiento de proyectos de ampliación
productiva, a la incorporación y adaptación tecnológica, así como para la modernización de la
infraestructura de comercialización.
Vale destacar que los servicios no financieros que brindan directa o indirectamente los bancos de
desarrollo agrícola, constituyen un rasgo fundamental que los distingue de otros intermediarios
financieros, y que responde precisamente al rol y la misión para los que fueron creados, cual es apoyar e
impulsar el desarrollo de los pequeños y medianos productores del campo y contribuir a superar las
condiciones de pobreza de los pobladores de la zona rural.
La canalización de los recursos financieros por las IFD agrícolas se realiza a través de dos mecanismos,
uno que opera como banco de primer piso, otorgando créditos de manera directa a los prestatarios, y el
otro que actúa como banca de segundo piso, comprometiendo la coparticipación de la banca privada
comercial y de otros intermediarios financieros no bancarios. Del conjunto de las 30 IFD con cartera
agrícola examinadas en la muestra, 17 actúan como bancos de primer piso, diez como bancos de segundo
piso y tres con atención en las dos modalidades.
No existe un planteamiento uniforme en todos los países de la región, algunos cuentan con un sistema
integrado de financiamiento al agro constituido por una combinación de bancos de segundo y de primer
piso especializados, otros tienen solamente bancos de desarrollo de segundo piso especializado en el agro
o multisectorial, en otros existen bancos agrícolas especializados y finalmente, cierto número de países
cuentan con bancos públicos multisectoriales con una apreciable cartera agrícola.
Cabe señalar, como una apreciación de carácter general que en los países en que existen bancos agrícolas
especializados el PBI agrícola es elevado, lo mismo que la población económicamente activa dedicada a
la agricultura. Esta correlación explica, si no justifica, que los gobiernos de los países vean la necesidad
de un enfoque de banca especializada en el sector.
Se presenta a continuación una clasificación de países según las distintas modalidades o esquemas de
financiamiento del sector rural:
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a) Países que cuentan con un banco de desarrollo agrícola de segundo piso que canaliza sus
recursos principalmente a través de un banco de desarrollo especializado en el sector y de
otros intermediarios financieros
Son los casos de Colombia y México, países que cuentan con un sistema integral de financiamiento al
sector agropecuario, que permite cubrir un gran sector de la población rural con una amplia gama de
servicios bancarios.
En Colombia, la política de crédito agrícola se enmarca en los lineamientos de la Ley 16 de 1990 que
estableció el Sistema Nacional de Crédito Agropecuario y creó el Fondo para el Financiamiento del
Sector Agropecuario (FINAGRO), como una entidad especializada de segundo piso, que canaliza sus
recursos a través del Banco Agrario y otras entidades del sistema bancario.
FINAGRO es una entidad financiera de segundo piso, de economía mixta, que actúa como un banco de
redescuento constituido con aportes del sector público (89%) y del sector privado (11%). En conjunto,
sus operaciones alcanzaron el último año la suma de US$ 789 millones, de la cual el 50% se destinó a
financiamiento de capital de trabajo, 27% para inversión y el resto para la refinanciación de cartera de los
productores cafetaleros afectados por fenómenos naturales.
El Banco Agrario fue constituido en 1998, al liquidarse la Caja Agraria. Es una sociedad de economía
mixta, de primer piso, cuyas operaciones están dirigidas fundamentalmente a financiar las actividades
rurales, agrícolas, pecuarias, pesqueras, forestales y agroindustriales.
De los recursos crediticios del Banco, cuya cartera asciende a US$ 338 millones, el 41% se dirige al
financiamiento de capital de trabajo e inversiones a corto, mediano y largo plazo de los productores del
campo. Canaliza alrededor del 20% de los recursos de FINAGRO, sobre todo aquellos que tienen como
destino al productor de pequeña escala.
En el caso de México, como cabeza del sistema financiero rural se encuentra el FIRA (Fideicomisos
Instituidos en Relación con la Agricultura), una entidad pública de segundo piso perteneciente al Banco
de México (banca central), constituida por una serie de fideicomisos creados para desarrollar las
actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras y agroindustriales. El FIRA, con una cartera de colocaciones
del orden de US$2.126 millones, contribuye con el 32% del financiamiento destinado al sector
agropecuario, lo que refleja su importancia como proveedor de recursos al sector.
A partir de 1990 tuvo lugar una profunda transformación del sistema financiero rural, ante la debilidad de
las entidades bancarias que operaban en el agro y su dependencia permanente de los subsidios estatales.
Se especializaron las funciones de las instituciones que conformaban el sistema financiero rural, de
manera que la atención de los productores de muy pequeña escala ubicados en zonas de siniestralidad
recurrente y baja productividad, se canalizó hacia los Fondos de Solidaridad de Apoyo a la Producción
(PRONASOL), para recibir financiamiento gubernamental con montos bajos y a tasa cero.
Los productores de bajos ingresos, pero con potencial productivo, se acreditaron al Banco Nacional de
Crédito Rural (BANRURAL), banco de primer piso que canaliza recursos provenientes del FIRA, de
Nacional Financiera y del Banco Nacional de Comercio Exterior, instituciones financieras de desarrollo
públicas. En este caso, se decidió que el crédito debía pagarse a tasas de interés real y se impulsaron las
Uniones de Crédito para distribuir recursos a los productores pequeños y medianos.
Como parte de este proceso de ajuste, FIRA dejó de recibir subsidios estatales y sus recursos se nutren de
un fondo establecido por el banco central mexicano. Por su parte, el BANRURAL experimentó a partir de
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1990 una profunda transformación cuyos ejes principales fueron el establecimiento de criterios de
rentabilidad, libertad para financiar cualquier actividad, imposición de garantías adicionales a los créditos,
así como el análisis de riesgo para otorgar el financiamiento. La participación del Banco en el sector es
del 26%, con una cartera de préstamos de US$ 2.825 millones.
En Brasil existe desde hace más de tres décadas un Sistema Nacional de Crédito Rural, cuyos recursos
son de dos tipos: controlados y no controlados. Los controlados son: a) los provenientes de las
instituciones financieras, que tienen carácter obligatorio y el aporte está en función a los depósitos a la
vista de cada entidad (25% de los depósitos); b) los asignados por el Ministerio de Hacienda provenientes
del presupuesto público, del Fondo de Retiro del Trabajador y del Fondo de Inversión Extra-mercado, y
otros aplicados por el Consejo Monetario Nacional (CMN). Los recursos no controlados son los
otorgados libremente por las entidades financieras.
Los fondos aplicados por el Sistema Nacional de Crédito Rural el año 2000 ascendieron a cerca de US$
7.540 millones. Las operaciones con fondos controlados (que representan un poco más del 90% de los
fondos del Sistema), están sujetas a tasas de interés establecidas por el Consejo Monetario, con tasas
diferenciadas para el Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura Familiar (PRONAF). Para
los fondos no controlados las tasas de interés son acordadas libremente entre el cliente y la entidad
financiera.
En cuanto a la evolución del crédito rural, en términos reales creció desde 1969 hasta 1979, y desde
entonces ha venido cayendo, tal es así que en 1995 apenas representó el 76% del crédito otorgado en
1969. En los años siguientes ha recuperado los niveles anteriores, alcanzado 2000 un monto 16.5%
mayor que el logrado hace 20 años.
Brasil cuenta con un sistema de bancos oficiales, de ámbito nacional, regional y estadual, cuya
participación en el total del financiamiento agropecuario es muy importante, aunque ha descendido de 62
% en 1999 a 50% en el 2000. Los bancos de carácter regional cumplen un rol importante como
proveedores de fondos para el sector agrícola en sus respectivas regiones. Así, por ejemplo, la
participación de la cartera agrícola en el Banco de la Amazonia es de 80%, en el Banco do Nordeste del
60 %, y en el Banco Regional do Extremo Sul de 35%.
El Banco do Nordeste do Brasil (BNB) inició sus operaciones en 1952 bajo la forma de una corporación
de economía mixta. Tiene presencia en once estados de la región nordeste del país, a través de 170
oficinas y 480 agentes de desarrollo. Al año 2000 sus activos totales ascendieron a la suma de US$ 4.480
millones y sus colocaciones a US$ 3.330 millones, con una cartera agrícola del 60%, lo que a su vez
constituyó el 32% del financiamiento de la agricultura en la región.
En el año 2000 el Banco extendió 472 mil operaciones de crédito, inyectando US$ 1.424 millones a la
economía regional. Estos resultados significan que el BNB tuvo una participación promedio del 79% en
el financiamiento de la región, más de dos veces que hace seis años, que fue del 34.5%.
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En cuanto a préstamos por sectores, de su cartera total el Banco otorgó US$ 540 millones a la agricultura
(38%); US$ 506 millones a la industria (35%); US$ 296 millones al comercio y servicios (21%) y US$ 82
millones a infraestructura (6%). Esta actividad crediticia significó la creación de 562 mil empleos en el
sector rural, 68 mil en la industria, 13 mil en la infraestructura y 53 mil en el comercio y servicios, con la
consiguiente contribución a la generación de empleo productivo y a la elevación del nivel de vida de la
población.
En el primer semestre del 2001 continuó la expansión del Banco mediante la contratación de 237 mil
financiamientos, lo que representó una expansión del 22% en relación con el mismo período del año
anterior, con un aporte de cerca de US$ 520 millones a la economía regional. La media de operaciones se
redujo a US$ 2.200 evidenciando una estrategia de desconcentración del crédito y minimización del
riesgo. En términos de valores, el sector rural fue el más beneficiado con US$ 188 millones, seguido de
la industria (US$ 167 millones) y del comercio y servicios (US$ 163 millones).
Como resultado de su labor pionera y de desconcentración operativa, al término del primer semestre del
2001 el Banco tiene una base de 1 millón 240 mil clientes, con el 98% de los financiamientos concedidos
a los micro y pequeños empresarios.
Otro caso particular es el Banco do Brasil S.A., una institución de propiedad mixta de primer piso, de
carácter multisectorial, con activos de US$ 70.500 millones y una cartera crediticia de US$ 34.560
millones, orientada de manera esencial a la atención de financiamiento del sector agrícola, al cual dedica
el 70% de sus recursos. El Banco está presente en todo el país a través de su red de más de 3.000
agencias, y en el exterior a través de sus 34 representaciones, subsidiarias y agencias.
El Banco es el instrumento de financiamiento rural más importante del Brasil, puesto que aporta el 60%
del crédito otorgado por el sistema bancario a dicho sector, constituyéndose en el más importante
proveedor de fondos para el área rural. En los últimos años, el Banco consolidó el proceso de su
reposicionamiento en el área rural y agroindustrial, con la estructuración de operaciones que abarca a toda
la cadena productiva.
c) Países que cuentan con un banco de desarrollo agrícola de segundo piso, que canaliza sus
recursos a través del sistema bancario, sin que el país tenga un banco especializado de
desarrollo agrícola
Es el caso de Venezuela, que también cuenta con un Sistema Nacional de Financiamiento Agrícola
(SINFA), que lo integran las instituciones públicas, privadas y mixtas que otorgan o administran créditos,
conceden garantías o cobertura de riesgos para el sector agrícola. El objetivo principal del SINFA es el
desarrollo de un sistema financiero coherente y eficaz, que integre a un mayor número de instituciones
financieras y cuasi-financieras para que actúen en forma conjunta.
Para garantizar el cumplimiento de esos objetivos, el Gobierno venezolano dictó una serie de medidas
para reestructurar a la banca pública dedicada al financiamiento del productor agrícola. Como parte de
esas medidas, en octubre de 1999 liquidó al Instituto de Crédito Agrícola y Pecuario (ICAP), que
otorgaba créditos a los pequeños y medianos productores y a sus organizaciones económicas; y
reestructuró al Fondo de Crédito Agropecuario (FCA), transformándolo en el Fondo de Desarrollo
Agropecuario, Pesquero, Forestal y Afines (FONDAFA).
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crédito a las entidades y organizaciones integrantes del sistema de financiamiento rural. A pesar de su
reciente creación, el FONDAFA tiene una cartera de créditos que asciende a US$ 99 millones, de los
cuales el 61% es crédito de largo plazo. A ello, se agregan US$ 56 millones provenientes de fondos en
fideicomiso en instituciones financieras para proveer de garantías a productos o rubros específicos en el
sector agrícola.
En siete países existen bancos de desarrollo de primer piso especializados en el sector rural y son los
casos de Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y República Dominicana.
El Banco Nacional de Fomento ha sido para los pequeños productores agrícolas la única alternativa del
sistema financiero, aún cuando existe en el país un sistema de cooperativas de ahorro y crédito, pero que
están focalizadas en ciertas regiones y ciudades; algunas ONGs también están dando crédito rural, aunque
no necesariamente crédito agrícola; al igual que algunos bancos privados, pero éstos están más
concentrados en la agricultura comercial.
En los últimos diez años, el Banco ha perdido presencia en el sector agrícola a pesar que destina a dicho
sector 91% de sus préstamos, generándose grandes vacíos en el mercado de crédito agrícola y rural. Su
cartera de créditos, que era del orden de los US$ 176 millones en 1992, ha disminuido a US$ 37 millones
en el año 2000, es decir, apenas el 21% de la de aquel año, lo que significó una participación mínima en el
financiamiento del sector.
No es distinto el caso de El Salvador, donde opera el Banco de Fomento Agropecuario, entidad que por
disposición del gobierno otorgaba créditos a tasas subsidiadas a sectores sociales considerados
prioritarios. Es a partir de 1992 que el gobierno de El Salvador abandona su enfoque dirigista, y adopta
un enfoque “inductor” con énfasis en la transferencia suficiente y oportuna de recursos a tasas de
mercado.
En ese marco, se estableció que el financiamiento para el sector agropecuario estaría determinado por las
condiciones imperantes en el mercado, en términos de plazos, montos y tasas de interés.
Complementariamente, se crearon una serie de instrumentos para facilitar el acceso al crédito al sector
agropecuario, tales como: fondos de garantía para los pequeños y medianos productores; certificados de
depósito agropecuario, para captar recursos del público e invertirlos en el agro; créditos prendarios a tasas
preferenciales, que permitan al productor almacenar sus cosechas y esperar precios atractivos; y créditos
de avío, también a tasas de interés favorables al productor, particularmente para la producción de granos
básicos.
A partir de 1992, como resultado de acuerdos con organismos internacionales y de su adaptación a las
nuevas políticas del país, el Banco de Fomento Agropecuario aplicó una serie de medidas para su
fortalecimiento, tales como; a) reconocimiento de pérdidas cambiarias y sinceramiento de los estados
financieros; b) el Estado asumió la deuda con los organismos internacionales, parte de la cual sirvió para
capitalizar al Banco; c) venta de cartera de préstamos y de refinanciamiento; d) constitución de reservas
7
de acuerdo a lo dispuesto por la Superintendencia de Bancos; e) supresión de actividades no bancarias,
como almacenamiento y comercialización de insumos agrícolas y fertilizantes.
Sin embargo, en los últimos años, la situación del Banco de Fomento Agropecuario ha sido precaria. Con
una cartera de préstamos de US$89 millones, desde 1998 prácticamente no generó utilidades y en los dos
últimos años las pérdidas anuales han superado a su patrimonio. La cartera vencida ha sido de 25%,
30.7% y 39%, respectivamente, aun cuando a fines del 2001 descendió a cerca del 29%, cifra todavía alta
pero que indica una mejoría en el comportamiento de la cartera. Cabe señalar que un factor importante de
esta situación es que gran parte de la cartera en mora se debió a la presencia de los fenómenos naturales
que afectaron al país en esos años.
En Guatemala, hasta el año 1996 la entidad responsable de administrar la asistencia financiera del Estado
al sector agropecuario, era el Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (BANDESA), que durante casi tres
décadas fue una entidad financiera importante para el pequeño productor rural. Sin embargo, operaba
más que como un banco, como una institución que otorgaba crédito subsidiado, utilizando para el efecto
los fondos captados en la forma de fideicomisos y transferencias del Banco Central o del presupuesto
público.
Después de un proceso de análisis y evaluación del desempeño y de las posibilidades futuras del Banco,
en 1997 se optó por transformarlo en una nueva entidad con capital mixto, con participación del Estado en
un 30%, y se creó así el Banco de Desarrollo Rural S.A. (BANRURAL), como una sociedad anónima, para
operar en las condiciones de libre mercado.
En Honduras opera el Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (BANADESA) constituido en 1980 y
sustituye al anterior Banco Nacional de Fomento, creado en 1950. Atiende aproximadamente a 20,000
prestatarios con una cartera de préstamos anual de 160 millones de lempiras por año (aproximadamente
US$ 13 millones). Ofrece al productor rural todos los servicios bancarios que presta la banca comercial
incluyendo la captación de depósitos los que actualmente ascienden a 300 millones de lempiras
distribuidos entre más de 50,000 cuentahabientes en todo el país.
Desde su inicio el Banco ha experimentado problemas que en determinados momentos se han tornado
críticos, como por ejemplo, tener una deficiencia patrimonial debido a la emisión de decretos legislativos
autorizando condonación de deudas por más de 300 millones de lempiras, al igual que expropiársele
activos fijos sin la compensación adecuada por el valor de los mismos, deteriorando así el patrimonio del
Banco.
Adicionalmente, otro problema que ha tenido el Banco es que no se hicieron efectivos diversos aportes de
capital autorizados por decretos legislativos en 1980 (L. 75 millones), en l982 (L. 40 millones) y en 1992
(L. 250 millones), lo que le ha significado al Banco cuantiosas pérdidas. En los últimos años se hicieron
algunos aportes de capitalización aunque en montos módicos, que no han solucionado la situación
financiera del Banco. Actualmente se ha planteado la conversión del banco en una entidad de capital
mixto, similar al caso del BANRURAL, de Guatemala.
8
En Panamá se constituyó el Banco de Desarrollo de Panamá (BDA) en 1973, con el propósito de
proporcionar financiamiento a los productores agrarios de escasos recursos y sus grupos organizados. El
Comité Ejecutivo, que es presidido por el Ministro de Desarrollo Agropecuario, tiene 5 miembros, dos de
los cuales son designados por el Poder Ejecutivo en representación de los productores agropecuarios
El 2000 fue un año de satisfactorios resultados para el Banco. En primer término se aprobó el Plan
Estratégico a largo plazo 2001-2010, el Plan Estratégico Táctico 2001-2004 y el plan operativo anual
2001, medidas que han permitido que a partir del ejercicio del año 2000 se haya notado un fortalecimiento
de la institución, en especial de su área financiera, que ha superado la debilidad de la estructura financiera
del Banco a inicios de los noventa. En este aspecto, el patrimonio del BDA se ha elevado de 67 millones
de dólares en diciembre de 1999 a 81 millones de dólares en diciembre del 2000, con un total de activos
de 192 millones de dólares.
La cartera vigente del BDA es de 104 millones de dólares con un monto promedio de 6.600 dólares por
proyecto. Durante el año 2000 el volumen de créditos otorgados fue de 24. millones de dólares, con una
morosidad de la cartera del 26%, cifra elevada pero que se compara positivamente con la mora de 1999
que fue de 32%. En la estrategia del Banco se ha planteado reducir la mora en 5% anual hasta lograr una
meta de 5% a 6% en la cartera activa para el año 2004.
Con una contribución del Banco Interamericano de Desarrollo al Gobierno de Panamá en el marco de su
política de apoyo a la reestructuración administrativa y financiera del país, en el 2001 se convocó a un
concurso internacional para contratar a una firma consultora externa para la revisión de los estados
financieros del Banco, lo que permitirá adoptar las medidas más convenientes para el futuro de la
institución financiera.
En Paraguay, las entidades más importantes en el financiamiento del sector agrícola son el Banco
Nacional de Fomento (BNF), el Crédito Agrícola de Habilitación, y el Fondo Ganadero. La banca
comercial privada generalmente tiene una mayor participación en el subsector pecuario.
El Banco Nacional de Fomento es la institución financiera pública de primer piso con niveles de activos
del orden de los US$ 325 millones, que financia a los sectores de la agricultura, ganadería, forestal,
artesanía, industria y comercio de los productos originarios del país, mediante créditos de corto, mediano
y largo plazo.
El Banco destina al sector agrícola el 62% de su cartera de crédito, que asciende a US$ 199 millones, lo
que significa a su vez el 41% del total de los préstamos otorgados al sector por el sistema bancario. Esto,
sin contar que parte de la cartera de préstamos del sector industrial y comercial, incluye fondos destinados
a las empresas rurales no agrícolas.
El Crédito Agrícola de Habilitación es una dependencia del Ministerio de Agricultura que otorga
financiamiento y asistencia técnica a campesinos que forman parte de los programas sociales de
desarrollo rural impulsados por el Ministerio de Agricultura. Recientemente se ha planteado la
posibilidad de convertir la institución en una entidad financiera privada o mixta, que actúe en términos del
mercado.
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En República Dominicana la atención del gobierno está dirigida a facilitar el financiamiento a los
pequeños y medianos productores agrícolas que carecen de garantías hipotecarias, situación que no les
permite ser sujetos del crédito privado. La canalización de créditos a estos productores está a cargo del
Banco Agrícola de la República Dominicana (BAGRICOLA), siguiendo las pautas delineadas por la Junta
Monetaria del país.
El Banco Agrícola es una institución financiera pública de primer piso con 60 años de existencia y como
tal es un instrumento de la política crediticia del gobierno para el sector. Su cartera de préstamos
asciende a US$ 146 millones y representa el 40% del monto total de los créditos otorgados al sector
agropecuario por el sistema bancario.
Adicionalmente, existen otras dos entidades con competencia en esta materia, el Departamento de
Desarrollo Financiero de Proyectos (DEFINPRO) del Banco Central, que actúa como una ventanilla de
segundo piso, canalizando fondos a los bancos comerciales y a los bancos privados de desarrollo, y el
Banco de Desarrollo Agropecuario , de capital mixto, aunque de reducida dimensión y muy poca
influencia en el sector.
e) Países que cuentan con un banco de segundo piso multisectorial, que canaliza parte de sus
recursos a la agricultura a través del sistema bancario y otros intermediarios financieros no
bancarios
Son los casos de Bolivia, Nicaragua y hasta el año pasado, del Perú, que cuentan con un mecanismo de
financiamiento de segundo piso que canaliza recursos propios, de la cooperación internacional y del
mercado de capitales, a través del sistema bancario y de intermediarios financieros no bancarios.
La contribución de la banca comercial privada al financiamiento del sector agropecuario fluctuó mucho
según las características de rentabilidad y riesgo de las actividades del sector. En los años ochenta, las
colocaciones comerciales para la agricultura y ganadería bajaron drásticamente. Cuando la economía se
estabilizó a fines de esa década, la banca comercial comenzó nuevamente a prestar al sector agropecuario.
Este resurgimiento fue muy lento y se concentró casi mayormente en el departamento de Santa Cruz,
donde se generó un gran incremento en el cultivo comercial de soya y en la industria avícola.
A fines de 1991, del total de la cartera de la banca comercial (equivalente a US$ 1.781 millones), los
préstamos para la agricultura representaron el 16.4% (US$ 292 millones), de los cuales el 76% (US$ 223
millones) estaba colocado en la región de Santa Cruz. A fines de 1994, de una cartera total de alrededor
de US$ 3.084 millones, la cartera agrícola representó el 10.5% (US$ 324 millones), de los cuales el 82%
(US$ 268 millones) se colocaron en Santa Cruz. En el año 2000 aumenta levemente a 10.8% (US$ 391
millones), de ellos el 59% fue para ganadería y actividades conexas.
En 1995 se aprobó una reglamentación para viabilizar la operación de Fondos Financieros Privados
(FFP), quienes podrían actuar como agentes financiadores del sector agropecuario. Sin embargo, las
ONGs, agentes principales de crédito en el área rural, se resistieron a actuar bajo esta modalidad. Como
10
resultado, los fondos privados se orientaron más a atender al sector urbano, destinando apenas el 2.3% de
su cartera al sector agrícola, con lo cual no se cumplió con el cometido principal de su creación.
En 1996 se constituyó la Nacional Financiera Boliviana (NAFIBO), como una entidad de segundo piso,
con el objeto de intermediar recursos a través del sistema bancario y de los intermediarios financieros no
bancarios regulados por la Superintendencia de Bancos. Posteriormente, se modifica la estructura
institucional de NAFIBO, ratificándose su naturaleza como sociedad anónima mixta, de derecho privado,
por lo cual quedó excluida del Presupuesto General de la Nación.
Como banco de segundo piso NAFIBO financia a todos los sectores productivos privados del país pero
particularmente al sector agrícola, al cual destina el 50% de sus préstamos, ascendentes a US$ 122
millones, lo que equivale al 16% del total de financiamiento otorgado a dicho sector. Lo destacable de
ello, es la preminencia del crédito para inversión, que representa el 49% del total de su cartera.
Los recursos de la entidad son intermediados principalmente por el sistema bancario (86%), y en menor
medida por los Fondos Financieros Privados (13%) y otros (1%). Esta gran dependencia podría explicar
mucho que el 57.4% de su cartera esté concentrada en el departamento de Santa Cruz. Respecto a sus
fuentes de fondeo, las principales son el Banco Interamericano de Desarrollo (62%), recursos propios
(17%), y el Banco Central de Bolivia (17%), que en conjunto representan el 96% de los recursos de la
entidad. El saldo de sus colocaciones a diciembre del 2000 ascendió a US$ 122 millones.
En ese marco, la participación del sector agropecuario como destinatario de la provisión de préstamos por
parte del sistema bancario fluctuó mucho pero siempre con una tendencia decreciente. Del total de
desembolsos del sistema bancario en 1992, equivalente a US$ 524 millones, los préstamos destinados al
sector agrícola y ganadero representaban el 38.7% (US$ 202 millones); en 1995 descendió al 19.7% (US$
122.6 millones), y posteriormente en el año 2000 vuelve a bajar al 12.6% (US$ 214 millones). Es decir
que en volumen de créditos prácticamente se está en el mismo nivel de 1992, pero en proporción ha
disminuido considerablemente.
En 1993 se crea la Financiera Nicaragüense de Inversiones (FNI) como una sociedad anónima mixta, que
opera como entidad financiera de segundo piso. Su objetivo es financiar proyectos preferentemente a
través de bancos comerciales privados y otras instituciones financieras o agencias de desarrollo, también
de carácter privado, sujetas a la vigilancia de la Superintendencia de Bancos. Igualmente, promueve la
inversión de capitales y demás actividades financieras para desarrollar el mercado de capitales y la banca
de inversión.
Como banco de segundo piso la FNI cumple un papel importante complementando los recursos del
sistema financiero nacional, dirigidos a los diferentes sectores productivos, sobre todo con recursos de
largo plazo, los mismos que en el año 2000 ascendieron a US$ 78 millones, representando el 54% de sus
desembolsos totales. Particular atención por parte de la FNI tiene el sector agropecuario al cual orienta el
53.7% de su cartera de préstamos anuales. En los años 1999 y 2000 ha aportado el 36% y 16.7% del
financiamiento total otorgado al sector agropecuario.
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En el Perú resalta la desaparición del Banco Agrario en 1992, entidad pública que en el período
1990/1991 aportó el 72% del crédito agrario, siendo el 89% de sus clientes productores con menos de 20
hectáreas. La medida se adoptó en el entendido que la banca comercial se haría cargo del financiamiento
del sector.
Si bien la banca comercial ha aumentado sus colocaciones a la agricultura, puesto que su cartera agrícola
se incrementó de US$55 millones en 1990 a US$258 millones en 1995 y a US$378 millones en el año
2000, la misma concentró sus préstamos en la región de la costa y en la agricultura comercial, y
consecuentemente apenas financió a 23 mil unidades productivas, equivalentes al 10% de los agricultores
que eran clientes del Banco Agrario. Por otra parte, la participación porcentual del crédito agrícola del
total prestado por la banca comercial muestra una ligera disminución del 4.6% en 1991 a 3.3% en 1995,
nivel que se mantiene en el año 2000, lo cual indica que los bancos continúan percibiendo el sector como
un negocio de gran riesgo y sin mayor atractivo.
Como una institución financiera de segundo piso opera la Corporación Financiera de Desarrollo
(COFIDE), entidad pública que capta recursos externos y administra fondos de fideicomiso para
orientarlos a los diferentes sectores productivos a través de intermediarios financieros regulados por la
Superintendencia de Bancos, como: bancos comerciales, entidades financieras, cajas municipales, cajas
rurales de ahorro y crédito, y EDPYMES (Entidades de Apoyo a la Pequeña y Microempresa).
A diciembre del 2000 COFIDE tuvo colocaciones del orden de los US$ 745 millones (cerca del 80% son
de mediano y largo plazo), canalizados a través de las entidades intermediarias de crédito principalmente
a los pequeños y medianos productores. En los años 1999 y 2000 COFIDE ha destinado al sector agrícola
el 5.4% y el 5.2% respectivamente del total de sus recursos. La participación de COFIDE en el
financiamiento agrícola global está en alrededor del 15%, con la ventaja que parte importante de sus
recursos son de mediano y largo plazo.
Otras entidades que participan en el financiamiento del sector son las Cajas Rurales de Ahorro y Crédito,
creadas en 1994, que dedican a la agricultura el 54% de su cartera (US$ 34 millones), al igual que las
Cajas Municipales de Ahorro y Crédito, entidades urbanas que tienen una limitada participación en la
agricultura (en 1996 cerca del 13% de su cartera se dedicaba al sector, pero en el año 2000 sólo dirigen el
8.6% por un monto equivalente a US$ 16 millones).
En conjunto, las cajas rurales y cajas municipales tienen una cartera de créditos de aproximadamente US$
50 millones en el sector agrícola, que sumados a la del sistema bancario hacen un total de US$ 428
millones colocados en el sector.
Dada las limitaciones de la situación actual del financiamiento agrícola y rural y de los resultados de la
acción de la banca comercial y de las diferentes instituciones y programas creados para tal fin, el Poder
Legislativo aprobó en el mes de diciembre del 2001 la Ley que creó el Banco Agropecuario, de capital
mixto del orden de US$ 70 millones y con un aporte inicial del Estado de US$ 30 millones, que podrá
efectuar operaciones de primer y segundo piso. Se espera que el nuevo Banco comience a operar a partir
de mayo de 2002, una vez que se aprueben sus reglamentos operativos.
Ciertos países de la región cuentan con bancos públicos de carácter multisectorial, que desempeñan las
funciones de banca comercial y de banca de desarrollo, manteniendo una importante cartera de créditos
agropecuarios. Ellos son Argentina, Chile, Costa Rica, y Uruguay
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En Argentina opera el Banco de la Nación Argentina, que es una institución pública de primer piso,
creada hace 110 años, con una activa cartera crediticia en apoyo a los sectores productivos, ascendente a
US$ 10.400 millones. La presencia del Banco está ampliamente extendida en todo el país a través de más
de 600 sucursales. Su actividad financiera está orientada principalmente al sector agropecuario, en el
cual participa con el 34% de sus colocaciones, lo que equivale al 61% del financiamiento agrícola
nacional. En cuanto a la distribución geográfica de su cartera de préstamos, más del 60% se canaliza
fuera de la Capital Federal de Argentina, contribuyendo de esta manera a la descentralización y desarrollo
regional del país
Recientemente, el Banco ha reformado su carta orgánica con lo que ha obtenido una mayor autonomía
operativa, reafirmando al mismo tiempo su objetivo primordial de financiar la eficiente transformación y
comercialización de la producción agraria y promover y apoyar el comercio exterior.
En Chile , en 1990 el nuevo gobierno propuso al país una opción de fortalecimiento de su ruralidad, a la
que reconoce como un espacio de expresión social, cultural y política de la población que vive y trabaja
en el medio rural.
Según este enfoque, al Estado le corresponde apoyar preferentemente a los agricultores más débiles,
proporcionándoles los instrumentos para su mejor inserción en los circuitos comerciales, así como al
acceso a la tecnología y al financiamiento. A su vez, como la internacionalización de la economía obliga
a acuerdos económicos, tecnológicos y financieros, corresponde también al Estado generar condiciones
para fortalecer la competitividad y la capacidad de gestión de la empresa agrícola. Así mismo, se postula
que para enfrentar la pobreza rural, deben combinarse las políticas orientadas a la integración productiva
y económica, con políticas sociales, enfatizándose en la necesidad de un desarrollo rural ambientalmente
sustentable, comprometiéndose a proteger los recursos naturales, incluyendo la restauración de áreas
degradadas.
El Banco del Estado de Chile (Banco Estado) es una entidad pública de primer piso de carácter
multisectorial que, en su rol de fomento, promueve actividades productivas en empresas y sectores que,
por insuficiencias de información, escasa historia financiera o mayores niveles de riesgo, no han sido
suficientemente cubiertos por la banca privada. Se trata de actividades relevantes para el desarrollo del
país y que se estima necesario incentivar o mantener, sin que ello implique el otorgamiento de subsidios.
En este aspecto, el Banco Estado ha cumplido un rol destacado principalmente en el financiamiento de la
pequeña empresa y microempresa, del sector agrícola y de la pesca artesanal.
La cartera de préstamos del Banco es de aproximadamente US$ 6.000, de la cual el 5% corresponde a la
cartera agrícola, siendo su participación en las colocaciones agropecuarias totales del sistema del 14.3% a
febrero del 2001. Respecto al desempeño del Banco cabe resaltar que en los últimos cuatro años su
rentabilidad sobre el patrimonio en promedio ha sido de 9.8%. Sin embargo, corresponde indicar que sus
utilidades están gravadas con un impuesto especial de 40% que afecta sus rentas, el cual no es aplicado al
resto del sistema bancario.
Por su parte, el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), que es una institución de fomento
dependiente del Ministerio de Agricultura, cuyo objetivo es apoyar el desarrollo productivo de los
pequeños agricultores para insertarlos en los mercados, posee una cartera de préstamos de US$ 153
millones. Su apoyo cubre diferentes ámbitos: financiamiento, asistencia técnica, fomento de la
asociatividad, gestión empresarial, etc.
En el caso de Costa Rica, a partir de la segunda mitad de los ochenta, las políticas crediticias
agropecuarias sufrieron importantes modificaciones que dieron lugar al abandono paulatino de los
esquemas de créditos preferenciales y de bajo costo, afectando principalmente a los pequeños y medianos
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productores, en la medida que las alternativas disponibles de crédito se tornaron escasas, caras, y de
mayor exigencia en garantías.
Con estas nuevas políticas, el Banco Central dio libertad a los intermediarios financieros para asignar el
crédito según la demanda, y para fijar las tasas de interés pasivas y activas. Es decir, el sector
agropecuario, para acceder al crédito, tuvo que competir en igualdad de condiciones con los otros sectores
de la economía nacional que generalmente son de menor riesgo, mayor rentabilidad y mayor seguridad de
recuperación.
Como resultado de ello, y ante la disminución del crédito bancario al sector, surgieron una serie de
entidades crediticias alternativas constituidas por ONGs, cooperativas, fundaciones, y proyectos de
desarrollo rural, que se rigen por la política financiera vigente.
En este proceso de cambios, la banca oficial siguió siendo la fuente principal de recursos para el sector
agrícola. En el año 2000, el 77% del financiamiento recibido por dicho sector provino de los bancos
públicos.
El Banco Nacional de Costa Rica es una entidad autónoma del Estado de derecho público, con personería
jurídica e independencia en materia de administración. Con su amplia red de 136 oficinas en toda la
Nación y con un volumen de activos de US$ 2.694 millones, es la institución bancaria más grande del
país y de Centroamérica.
La cartera de préstamos del Banco asciende a US$ 1.312 millones, con el 16% de la misma dedicada a la
agricultura, lo cual representa el 56% del financiamiento total otorgado por el sistema bancario a ese
sector. El Banco es una entidad sólida y rentable, como lo muestran los resultados de los últimos siete
años, particularmente en el período 1997-2000 donde su rentabilidad sobre el patrimonio (utilidad neta
del período/ patrimonio) en promedio fue 10%. Su principal fuente de financiamiento y que le ha
permitido ampliar sus operaciones son los depósitos del público, que representan el 89% del total de
pasivos. Aquí cabe señalar que hasta 1996 los bancos estatales tenían el monopolio de la captación de
depósitos del público, pero pese a la eliminación de esta restricción, el Banco tiene el 36% de
participación en el mercado de depósitos, la misma que viene aumentando desde 1998.
El Banco de la República Oriental del Uruguay, fundado en 1896, es el banco más importante del país,
con activos totales de US$ 4.750 millones y colocaciones por el orden de US$ 3.590 millones que
equivale al 42% de la cartera del sistema bancario. Si bien es de carácter multisectorial, mantiene una
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importante cartera agrícola que asciende al 30% de su cartera total, proporción que a su vez representa el
72% del total de financiamiento otorgado por el sistema bancario a dicho sector.
Experiencia de Ecuador
El Banco Nacional de Fomento del Ecuador (BNF) fue creado hace 74 años, con capital estatal y con un
mercado objetivo único de servir a los sectores agrícolas y pecuarios del Ecuador. El BNF ha registrado
en los últimos 10 años los impactos de las decisiones desacertadas y sesgadas de intereses políticos que le
han causado un efecto negativo a su patrimonio en aproximadamente US$ 100 millones, al haberse
aprobado en esta última década ocho Leyes en el Congreso Nacional, mediante las cuales en varias
formas se condonaron tanto capital e intereses de deudores del Banco, de manera indiscriminada. La
última ley fue aprobada en enero del año 1998 y significó un monto de US$ 40 millones de pérdidas
directas para el Banco y un monto de US$ 16 millones de pérdidas indirectas.
Frente a este entorno, se planteó la necesidad de reformar y reestructurar el BNF, de tal forma que éste
apoyase la reactivación del sector productivo del país frente a la alternativa de cerrarlo definitivamente.
Las preguntas a responder eran: ¿Debe mantenerse abierto el BNF?, ¿Si se lo mantiene abierto: Cuánto le
costaría al Estado?, ¿Políticamente es atractivo tenerlo abierto, pero sin operar?, ¿De mantenerlo abierto:
Cuál sería su función? ¿Debería ser de primer piso o de segundo piso?, ¿Si se lo cierra: Cuál sería el costo
de cerrarlo? ¿Y el costo social?.
La limitante que más pesó en las decisiones fue la falta de recursos que el Estado tenía para este propósito
y su poco “retorno político.”
1
Toma en consideración el aporte del economista Jorge Muñoz Torres, ex Gerente General del Banco Nacional de
Fomento, del Ecuador
15
BANCO NACIONAL DE FOMENTO
LEYES DE CONDONACION
FECHA LEY REG. CONCEPTO VALOR*
OFICIAL miles dólares
10/24/1985 17 299 Condonación de intereses, comisiones y 770.0
gastos judiciales a deudores de cartera
castigada del BNF
10/11/1987 69 746 Condonación de capital, intereses y gastos 2,481.0
judiciales de los beneficiarios de préstamos
de las sucursales: Baeza, Lago Agrio y
Francisco de Orellana que fueron afectados
por el sismo del 5 y 6 de marzo de 1987
02/19/1992 142 878 Condonación de intereses adeudados al 656.9
BNF y facilitación del pago de obligaciones
tributarias
06/01/1994 53 452 Rehabilitación de pequeños productores que 8,354.0
están en mora con el BNF
08/29/1995 s/n 769 Emergente de apoyo a los sectores 2,384.0
productivos del Cordón Fronterizo
04/29/1996 935 Rehabilitación de productores que están 21,414.0
10/22/1996 972 en mora con el BNF y capitalizacion de la
Institución
01/02/1998 49 227 Reestructuración de deudas pendientes de 68,160.0
pago con el BNF y capitalización de la
Institución
TOTAL 104,219.9
NOTA:
(*) A la cotización de la fecha de expedición de la Ley.
El Plan Estratégico que se definió, contempló el cierre del Banco como alternativa económica: el costo
era de US$ 110 millones. El contrapeso era que eliminado el BNF, no quedaría ninguna institución
financiera viable pública o privada que atienda eficientemente el área rural del país.
Dentro del entorno macro se debe tomar especial nota de tres grandes factores imperantes en la economía
del Ecuador en ese momento:
2. La crisis bancaria que llevó a la quiebra al 75% de la banca privada del país en 1998-1999 y
que venía represada desde 1975.
3. Impacto económico no resuelto, en las áreas rurales producto del desastre ocasionado por el
Fenómeno del Niño del año 1998.
El Banco Nacional de Fomento no podía escaparse de esta crisis y en 1998, sus principales índices lo
llevó a una virtual quiebra técnica.
De los varios escenarios considerados, se optó por el de reestructurar al Banco en fondo y forma.
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En los temas de forma, se tenía que reducir la estructura física y orgánica, para poder tener bajo control
los costos operativos y administrativos del Banco. Su estructura era:
1,998 2,001
Número Operaciones de Crédito 31,258 86,500
Número de Funcionarios 2,211 1,160
Total Oficinas 94 92
Número de Sucursales 77 75
Número de Agencias 17 17
En las reestructuraciones de fondo, se debió adecuar a la Ley Orgánica del Banco acorde con las normas
de prudencia y regulaciones vigentes en el mercado financiero nacional e internacional. Para ello era
necesario cambiar la Ley Orgánica vigente, de 1973, (época del gobierno militar) y cuyo contenido no
reflejaba la realidad actual ni futura del país. Esto implicaba una reforma a través del Congreso Nacional
y del mismo Poder Ejecutivo. Luego de los cambios en la Ley se debían cambiar también los instructivos
y reglamentos internos del BNF, para hacer operativa la propuesta Ley. Todos estos cambios se estimaba
que demorarían de manera optimista entre 18 a 24 meses en su implementación, si es que se contaba con
el debido apoyo político.
Los cambios puntuales que eran necesarios realizar tanto en la Ley Orgánica, como en las regulaciones de
la Superintendencia de Bancos y los instructivos y reglamentos internos del BNF eran:
1. Cambio del objetivo del Banco, de un banco exclusivo agrícola a un banco de amplio
espectro en finanzas rurales, con énfasis en el pequeño productor o empresario rural.
3. Cambio de la estructura del Directorio del Banco, para que éste sea más profesional y menos
politizado.
4. Obtener la cancelación de deudas del Estado a través del Ministerio de Economía y Finanzas,
para que luego, el Banco establezca metas de autosostenibilidad en su desempeño futuro.
5. Lograr la autonomía financiera del Banco y evitar que sea parte de la carga fiscal del Estado
en el presupuesto.
6. Facultar al Banco a establecer alianzas estratégicas o convenios con otras entidades afines,
para buscar la mejora en la eficiencia de la distribución y cobranza de sus recursos.
Luego de varios intentos, finalmente en el año 2000, con la “Ley para el Reordenamiento Económico y de
las Finanzas Públicas” más conocida como la Ley Trole II, se logró el cambio de la Ley del BNF, aunque
no en la totalidad, pero si los más importantes puntos fueron abordados: cambio del objetivo del Banco,
eliminación del interventor permanente, devolución parcial de las deudas del Estado, reestructuración
parcial del Directorio, facultar las alianzas estratégicas y convenios con entidades rurales afines, etc.
17
La implementación fue inmediata y la situación financiera del Banco cambió y se consolidó
sustancialmente:
Se realizaron acciones complementarias para mejorar el desempeño del BNF, como la inclusión de un
seguro agropecuario, en alianza con una compañía de seguros privada sin costo para el Banco, y
financiando dentro del préstamo la prima al agricultor. Esto evitaría en el futuro la descapitalización del
Banco ante un fenómeno natural por pérdidas de cosechas; y evitaría también el pretexto político de
proponer otra condonación.
Adicionalmente, en busca de la eficiencia administrativa, se optó por operar con grupos de sujetos de
crédito. Se establecieron alianzas estratégicas con grupos de productores agrícolas, cámaras de la
microempresa, cámaras de la pequeña industria, agroindustrias, centros de capacitación rural, de
transferencia de tecnología, que llevarían al Banco a mejorar su capacidad de cobranza, vía la mejora de
productividad en actividades rurales, con capacitación y trabajo en grupos de interesados.
El objetivo de la estrategia anterior era trabajar a través de grupos de no menos de 30 integrantes, para
obtener economías de escala, con los complementos de capacitación técnica, cobranza grupal, ahorro rural
y sustitución de agiotistas, que llegan a cobrar hasta el 10% mensual en las áreas rurales. Bajo este
mecanismo se ha logrado diversificar la cartera del Banco por los subsectores que se indican:
a. Agricultura 34%
b. Ganaderia 49%
c. Equipos/Herramientas 1%
d. Artesania/PYME 7.6%
e. Comercio 4.4%
Adicionalmente, los logros obtenidos a noviembre del 2001 son los de haber colocado US$ 78 millones
en crédito, entre 20,000 transacciones a un promedio de US$3.900 generando aproximadamente 100 mil
18
plazas de trabajo por año, sin costo alguno para el Estado, y aumentando los depósitos a la vista en 324%
en el mismo período.
El nivel de recuperación de esta cartera es del 99.24% y ha sido consistente en los últimos tres años,
desde la implementación del presente sistema.
Cabe recalcar que todas las actividades crediticias se pactan en términos establecidos por el mercado, no
existiendo ningún tipo de subsidio.
Para diversificar los ingresos del Banco se realizaron contratos de servicios financieros con varias
entidades privadas y estatales, donde se cobran comisiones por los servicios (transacciones) prestados,
mejorando no sólo los ingresos por comisiones, sino que se mejora también el ahorro rural, de
instituciones e individuos, lo cual ayuda a la liquidez del Banco y su capacidad de brindar alternativas de
financiamiento cuando la necesidad así lo amerite.
Año 2000-2001
Saldos en miles de dólares
Con estos antecedentes, las proyecciones del Banco a partir del 2002 se muestran alentadoras, pues el
BNF a partir del segundo trimestre debe ya ser rentable e independiente financieramente del Estado:
PLAN DE OPERACIÓN
UTILIDAD/(PÉRDIDA) 3.315,8
19
Cabe asegurar que esta estructura financiera y social perdure en el tiempo. Para ello es necesario un
cambio último en la Ley: Facultar al BNF a que abra su capital y que tenga una estructura de capital
mixto, donde las agrupaciones rurales de preferencia, organismos multilaterales y el Estado sean quienes
establezcan las estrategias futuras del BNF, como el centro de un Sistema de Finanzas Rurales,
autosostenible y cumpliendo con el objetivo por el que fue creado: ayudar al desarrollo de las áreas
rurales del país, eliminar la pobreza rural y crear ingresos sostenibles de la población rural.
Como en todo proceso de cambio, existen resistencias naturales a este tipo de gestión. Dentro de los
principales obstáculos que se encontraron en la experiencia del BNF en Ecuador, cabe mencionar los
siguientes:
4. Poca agilidad en la toma de decisiones financieras, debido al marco legal restrictivo, por ser
entidad pública, y no poder responder a la dinámica propia del mercado financiero
globalizado.
Las lecciones que nos dejan esta experiencia y que se puede aprovecharlas para fortalecer aquellas
debilidades en áreas y temas específicos hacia el futuro, podrían resumirse en las reflexiones siguientes:
2. La inversión estatal en las zonas urbanas es de 16 a 20 veces más alta que en las zonas
rurales, donde la población es similar; sin embargo, la densidad poblacional es largamente
más intensa en las zonas urbanas.
3. La densidad poblacional en las zonas rurales al ser más baja, hace que el costo de
distribución y oferta de servicios financieros en estas zonas sea más elevado por transacción,
lo cual obliga a que se establezcan otras estrategias de distribución que tiendan a aminorar los
costos y aumentar la eficacia en el suministro de adecuados servicios financieros.
4. Consecuencia de esta misma realidad, baja densidad poblacional, se hace poco atractivo a
inversionistas privados el incursionar en finanzas rurales en el sentido extenso de la palabra,
creándose una falsa realidad de que no hay capacidad de pago ni de ahorro en el área rural,
siendo la realidad lo contrario.
5. La población rural está dominada por pequeños productores con un alto porcentaje de
participación femenina, cuyo perfil es empresarial. Esta característica les aumenta la
vulnerabilidad económica ya que como todo inversionista, toma riesgos directamente y, en
muchos casos, sin el respaldo de un entorno económico no muy definido ni apropiado, lo cual
incide en el bajo retorno respecto al riesgo tomado.
20
Experiencia de Guatemala
El Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (BANDESA), era el banco estatal de Guatemala dedicado
fundamentalmente al financiamiento agrícola: la cartera crediticia en 1996, su último año de
funcionamiento, ascendía a US$ 38.5 millones de los cuales el 76% lo constituía cartera vencida (mora);
la cartera de depósitos oscilaba en los US$ 64 millones; los servicios bancarios a nivel nacional lo
realizaba a través de una red de 65 agencias; sus activos totales ascendían a US$ 90 millones y por
situaciones enteramente políticas, sufrió varias condonaciones de deudas para clientes privilegiados, a
pesar que los mismos tenían capacidad de pago para honrar sus obligaciones.
Al estar BANDESA al borde de la quiebra, el Gobierno se vio obligado a tomar la decisión de privatizarlo
para lo cual se procedió previamente a su saneamiento, iniciando el proceso con una revisión drástica de
la cartera recuperable y la no recuperable, a los efectos de identificar la cartera crediticia sana, y castigar
contra reservas ya constituidas la cartera irrecuperable.
La decisión final fue que el Banco Nacional de Desarrollo Agrícola debía abrir la oportunidad a los
sectores de la Sociedad Civil para que participaran libremente como inversionistas de la nueva institución
financiera mediante la compra de acciones de una entidad organizada como sociedad anónima, para lo
cual fue emitida en 1997 la Ley de transformación del BANDESA a Banco de Desarrollo Rural,
S.A.(BANRURAL).
Dicha Ley estableció que el Banco Nacional de Desarrollo Agrícola, conservando su personalidad
jurídica, se transforma en un Banco de capital mixto, con participación multisectorial, el que se organizará
en forma de sociedad anónima con arreglo a la legislación general de la República y cuyo nombre
comercial será Banco de Desarrollo Rural, que podrá abreviarse como BANRURAL.
La Ley señaló que el Banco así creado tiene como objeto principal promover el desarrollo económico y
social del área rural del país, mediante el estímulo y facilitación del ahorro, la asistencia crediticia, la
prestación de otros servicios financieros y auxiliares de crédito a las cooperativas, organizaciones no
gubernamentales (ONGs), asociaciones campesinas, micro, pequeños y medianos empresarios, individual
o gremialmente considerados, directamente o por medio de otras entidades reconocidas por la Ley.
A los cinco años de haber iniciado operaciones, el Banco de Desarrollo Rural S.A. es una institución que
promueve el desarrollo económico de la nación y protege la formación del capital, del ahorro y de la
inversión, con un amplio portafolio de servicios financieros, especialmente para apoyar proyectos que
además de su beneficio social, generan utilidades y contribuyen a hacer realidad el acceso oportuno de la
población rural a los servicios crediticios y financieros.
El Banco realiza todas las operaciones bancarias, financieras y de confianza a nivel nacional e
internacional, incluyendo las referidas a banca comercial, hipotecaria y de inversión, almacén de depósito
y casa de bolsa. Entre otros servicios, también realiza transferencias de fondos, cobranza de servicios
públicos, pago de planillas de sueldos del gobierno, recibe pago de impuestos, de jubilados y otros.
21
El Banco otorga préstamos, servicios financieros y servicios de crédito a los sectores agropecuario,
artesanal, comercial, industrial, servicios turísticos y los demás sectores económicos del país y el
financiamiento complementario a comunidades para proyectos de electrificación.
El BANRURAL no se limita a ofrecer financiamiento como banca de primer piso, también estructuró el
financiamiento de segundo piso. Para ello realiza operaciones de financiamiento, refinanciamiento y
cofinanciamiento a intermediarios de servicios que canalizan recursos crediticios a las micro, pequeñas y
medianas empresas rurales.
Otra actividad del Banco es la administración de fideicomisos de los sectores público y privado, que han
sido constituidos con fondos de organismos internacionales, de Gobiernos amigos, fondos del Estado,
organizaciones nacionales como cooperativas, grupos mayas y de la micro empresa; entre otros,
BANRURAL administra un fondo de fideicomiso del Banco Centroamericano de Integración Económica
(BCIE) por cien millones de dólares para financiar sistemas de riego en áreas potenciales.
El BANRURAL es considerado una institución financiera muy exitosa al grado de ocupar al momento el
cuarto lugar en importancia del sistema bancario de Guatemala. La política ya no es influyente en las
decisiones que se toman para otorgar los créditos y el nombramiento del personal ya que el Gobierno
representa el 30% del capital accionario.
La cartera crediticia aumentó de US$ 38.5 millones en 1997 a US$ 63 millones en 1998, a US$ 115
millones en 1999 y a US$ 140 millones en el 2000); en la actualidad, la cartera vencida (préstamos en
mora) es del 2.86%; la captación de depósitos ha crecido de US$ 64 millones a US$ 230 millones; y los
activos totales han aumentado en estos años de US$ 90 millones a US$ 330 millones. Este
comportamiento ha significado que BANRURAL sea el quinto banco en utilidades y el segundo en
rentabilidad a diciembre del año 2000.
BANADESA BANRURAL
1997 2000
US$ US$
Activos totales 90 333
Cartera de préstamos 38.5 140
Captación de depósitos 64 230
Cartera en mora 76% 2.86%
Gran parte del éxito del Banco se atribuye a la motivación de todos los empleados basada en un plan de
incentivos por resultados obtenidos y al reparto de utilidades. Asimismo, en el Banco se manejan algunas
estrategias que le rinden mejores dividendos tales como la de no comprar activos como inmuebles para
sus agencias por lo que mejor arriendan los locales; tampoco compran vehículos para los peritos
agrónomos, éstos tienen que adquirirlos, para lo cual el Banco les presta el financiamiento y les reconoce
el kilometraje y depreciación.
22
La estructural actual del Directorio del BANRURAL la constituyen 12 personas que representan seis
sectores, cada uno con dos representantes: Estado; Cooperativas; Organizaciones No Gubernamentales;
Mujeres rurales y Pueblos Indígenas; Micro y pequeñas empresas; y, público en general.
Experiencia de México
Práctica innovadora de la banca de segundo piso en apoyo a los mercados financieros rurales2
La experiencia mexicana plantea los elementos básicos para un nuevo modelo de financiamiento y se
enfoca hacia el aprovechamiento de la infraestructura financiera privada existente, mediante mecanismos
que incentiven su mayor participación en el financiamiento al sector rural; la diversificación de los
actores en primer piso al inducir la creación, desarrollo y fortalecimiento de intermediarios financieros
que complementen a los ya existentes; así como el establecimiento de mecanismos efectivos de
administración de riesgos. Se plantea que el rol gubernamental en la Banca de Desarrollo sea el
correspondiente a una institución de Segundo Piso, tomando en consideración la experiencia de los
Fideicomisos Instituidos con Relación a la Agricultura (FIRA), del Banco de México, cuya derrama ha
representado en la última década en promedio el 40% del financiamiento total bancario destinado al
sector rural.
Los FIRA fueron instituidos por el Gobierno Federal, hace poco más de 47 años. Desde su fundación,
han sido administrados por el banco central (Banco de México) manteniendo las tres políticas básicas
siguientes: a) actuar siempre como banco de segundo piso; b) inducir siempre la participación del sector
privado; y c) apoyar no sólo el fomento de la oferta de productos y servicios financieros, sino también, la
formación y desarrollo de mejores sujetos de crédito con fomento tecnológico (apoyo a la demanda).
Hasta mediados de los noventa FIRA actuó bajo el modelo básico de fomento de la participación de la
banca privada, primero en un escenario de economía totalmente cerrada hasta 1988 y con apertura parcial
de 1988 a 1994. Los apoyos brindados a la banca de primer piso en este período fueron a) fondeo vía
operaciones de descuento; b) toma de riesgo vía servicio de garantía; y c) apoyo a la formación de
estructuras técnicas vía reembolso parcial de su costo.
Sin embargo, un estudio del Banco Mundial realizado a mediados de los noventa, reveló características
del mercado financiero rural mexicano que ameritaba la necesidad de adoptar nuevas estrategias. El
estudio resaltaba que las características generales que presentaban los mercados financieros rurales en
México, eran: estar poco desarrollados; dar a las empresas rurales poca oportunidad de recibir servicios
financieros, debido a la debilidad tanto de la oferta como de la demanda de crédito; ser mercados
altamente fragmentados (ciertos oferentes atienden solo a ciertos demandantes); existir limitada
competencia; enfrentar dificultades para ajustarse a las reformas económicas y expansión del sector
informal, debido principalmente a que el vacío que había dejado el retiro de instituciones formales no
había sido cubierto por organizaciones propias.
Como consecuencia del análisis de los factores anteriores, FIRA adoptó una estrategia de cambio que
contempló los siguientes componentes: a) reconocimiento de que los mercados financieros rurales en
México son poco profundos; b) existencia explícita de la necesidad de contar con la intervención de
prácticas innovadores reorientando el papel de la banca de desarrollo (segundo piso) para reactivar y
vincular la oferta y la demanda de servicios financieros y no financieros en el medio rural; c) iniciar un
conjunto de acciones con el propósito de inducir la formación de un mercado financiero rural más
completo, contando así con un sistema financiero rural viable.
2
Toma en consideración el aporte del Ing. Javier Delgado Mendoza, Director General Adjunto de Fideicomisos
Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) - Banco de México
23
En consistencia con el diagnóstico descrito en el párrafo anterior, las acciones que se determinaron como
más significativas para facilitar la formación de un sistema financiero viable fueron:
En este contexto, para impulsar el desarrollo de los mercados financieros rurales, FIRA ha formulado
acciones estratégicas orientadas al fortalecimiento de la oferta y la inducción de la demanda, cuya
evolución y experiencia ha pasado por dos épocas: la primera en momentos de crisis bancaria de 1995 a
1998 y la segunda post crisis, de 1999 a la fecha. Ambas pueden ser consideradas como una etapa de
transición hacia un nuevo sistema financiero rural bosquejado por el actual Gobierno mexicano (2001-
2006).
La estrategia de transición para la primera época se basó en mantener el esquema original de fomentar la
oferta de servicios financieros y no financieros con FIRA como banco de segundo piso y la participación
de la banca privada en primer piso, buscando profundizar su participación en el sector rural mediante el
otorgamiento de incentivos cuando atiende la demanda de créditos pequeños(menos de US$ 10,000) en
favor de los agricultores menos desarrollados.
Estos incentivos fueron: a) control y toma de riesgo; b) pago de estímulo económico, como compensación
al costo de transacción; y c) utilización de agentes privados para la atención de acreditados (agentes
parafinancieros, uniones de crédito u otro tipo de agentes).
Para la segunda época, las acciones se han centrado en la reorientación estratégica de FIRA y su cambio
estructural para centrar su actuación en: 1) el sector real, con acciones de Fomento Tecnológico:
transferencia de tecnología, capacitación y asistencia técnica, en una orientación para la articulación de
Redes de Valor tomando como eje la agroindustria y 2) el Fomento Financiero, con la misión de
coadyuvar en la misión de formar mercados financieros rurales más completos, expandiendo la frontera
del financiamiento en asociación con los agentes privados, fomentando la formación e integración de
intermediarios financieros no bancarios (regulados y no regulados), diversificando los conceptos de
inversión (tradicionales y no tradicionales), desarrollando el mercado de mecanismos para la
administración del riesgo (coberturas, seguros, etc.), y desarrollando sistemas de Microfinanzas.
A continuación se detallan las prácticas de inducción con las que se ha venido trabajando en FIRA en las
dos épocas mencionadas.
Se considera como premisa básica que la banca de desarrollo debe cumplir con su responsabilidad de ser
alentadora de la banca comercial privada y de formular estrategias para interesarla en las operaciones
prioritarias en que supuestamente no quiere participar; todo en lugar de simplemente insistir en sustituirla
o en promoverla.
24
Por el contrario, debe buscarse desestatizar el crédito y no estatatizarlo más, por depender los deudores
directamente en la práctica de una institución gubernamental de financiamiento y porque no se impida en
realidad que todos los riesgos sean del sector público. Cualquiera puede realizar labores de
intermediación, lo difícil es que verdaderamente se absorba las posibles pérdidas, sin traspasarlas a la
banca de desarrollo. Es recomendable que los clientes de la banca de desarrollo de primer piso vayan
pasando a la banca comercial privada con el apoyo de un segundo piso de fomento.
En este contexto y dadas las condiciones del entorno en México, FIRA con el propósito de incrementar la
canalización de recursos financieros al sector rural, en particular a la población con menor desarrollo
relativo, a través de la banca comercial privada, ha complementado su servicio de fondeo (descuento,
préstamos y margen de intermediación), con esquemas de garantía de recuperación parcial de crédito,
mecanismos para compartir costos de transacción y esquemas operativos tipo parafinanciero.
• Garantías de crédito
La banca de segundo piso, al contar con la demanda agregada de servicios que le hace llegar la banca de
primer piso, logra una economía de escala que da viabilidad y autosuficiencia al otorgamiento de
garantías de crédito. Este es el caso para el otorgamiento de un servicio de garantía que cubra el riesgo
del proyecto, con la ventaja de tener una dispersión y distribución por su cobertura a todo el país.
Con este instrumento, la participación de los FIRA en el riesgo de crédito va desde un 40% hasta un 90%
del monto del saldo insoluto de crédito (incluye principal e intereses), el acceso de la banca a este servicio
es de manera directa y automática, y su costo que cubre el prestatario, está en función de la cobertura de
riesgo asumida por FIRA. Cuando ocurra la eventualidad de un quebranto, para lo cual es suficiente que
el acreditado no cubra puntualmente el pago de sus financiamientos, el desembolso se convierte en un
crédito contingente al acreditado con la responsabilidad de la banca de dar seguimiento a su recuperación,
en función de la capacidad de pago de los acreditados beneficiarios.
Vale destacar que para la administración del servicio de garantía, FIRA cuenta con sistemas tecnológicos
(actuariales, informáticos y contables) que permiten tener un manejo técnico y transparente, identificando
niveles de riesgo o siniestralidad por regiones geográficas, líneas de producción, tipo y tamaño de crédito,
intermediarios financieros de primer piso y otras variables de interés, tanto institucional como del sector
rural.
Un atractivo adicional para que la banca comercial privada utilice este servicio de garantía, lo constituye
el impacto que tiene su uso en la disminución de requerimientos de capitalización y provisión de reservas
preventivas que la regulación prudencial les exige. Aspectos que permiten que la banca con una misma
base de capital, multiplique hasta en cinco veces su operativa con la expectativa de incrementar su
rentabilidad considerablemente bajo la premisa de que la banca comercial cuenta con criterios
empresariales y una adecuada tecnología crediticia.
La solidez de los resultados obtenidos en esta materia son reflejo de la experiencia que desde 1972 tiene
FIRA al respecto; siendo la única institución en México que otorga este tipo de servicio a actividades
agrícolas y no agrícolas en el sector rural, privilegiando el desarrollo de proyectos en las zonas de menor
desarrollo relativo. El índice de siniestralidad histórico de las garantías otorgadas asciende a 2.9%, y su
operación ha sido autosostenible financieramente, contando con reservas suficientes para continuar con su
operación. La participación de FIRA en el riesgo de recuperación de los créditos es de 30.7% respecto al
monto total fondeado para dicho ejercicio, que ascendió a 2,854 millones de dólares.
25
• Costos de transacción - bancarización de prestatarios
Los ingresos que un intermediario financiero tiene por el margen de intermediación que de manera
adicional cobra al costo de su fondeo, al ser porcentual le da mayores ingresos absolutos conforme el
crédito es más grande. Para ello cuenta con un incentivo natural para no atender los créditos cuyo tamaño
no le genera ingresos suficientes para cubrir al menos sus costos fijos de transacción. Esta circunstancia,
es causa que potenciales prestatarios no tengan la oportunidad de recibir el apoyo de crédito aun cuando
cuenten con proyectos viables que demandan créditos de monto pequeño.
Con el objetivo de promover que los productores de pequeña escala que tienen necesidades de crédito
para proyectos viables tengan la oportunidad de contar con un crédito, FIRA estableció el pago de un
subsidio que compense a la banca los costos fijos de transacción. El incentivo se paga por cada individuo
que recibe un crédito pequeño y para atenderlo se puede utilizar agentes externos y organizarlos en
grupos, buscando economías de escala que hagan más eficiente y rentable la operación.
Para la banca comercial privada, en 1992 FIRA implantó el Sistema de Estímulos a la Banca (SIEBAN),
con el propósito señalado de incrementar el interés y rentabilidad de la banca por atender créditos de poca
cuantía, mediante el otorgamiento de esta cuota de estímulo financiero, que no sólo le permite compensar
a la banca sus costos fijos de transacción en estas operaciones sino, a su vez, dar acceso a la cultura del
crédito bancario comercial a los productores de menores ingresos.
Esta acción estratégica, desde su origen a la fecha, ha permitido incorporar a más de 700,000 nuevos
beneficiarios de crédito, que representan aproximadamente el 50% de la población actualmente atendida
por FIRA, observándose una reducción en el costo de atención de cada nuevo beneficiario incorporado de
US$ 147 / beneficiario en 1993, a US$ 70 / beneficiario el 2001.
El desarrollo del mercado de financiamiento a los pequeños productores, requiere estimular unidades de
tipo empresarial que complementen a la banca comercial privada, sin ser sustitutos de ella. Las opciones
pueden incluir ciertos intermediarios financieros de facto, como empresas comerciales e industriales que,
al ser sujetos de crédito de la banca comercial, pueden recibir fondos para redistribuirlos a sus usuarios
con recursos más limitados y que no califican para ser acreditados. En un ámbito más amplio, pueden
concurrir diversos “agentes parafinancieros” que apoyen con varios servicios a la banca, sin
necesariamente ser canales de la intermediación financiera por sí, pero si coadyuvantes de ella.
26
Atención especial merecen las agrupaciones de solicitantes de crédito con fuertes intereses gremiales, que
pueden llegar a representar altos riesgos de presiones políticas a largo plazo y tener resultados
contraproducentes. Este comportamiento riesgoso se ha observado con empresas que podrían haber sido
modelos de agentes parafinancieros, pero que no lo han sido en la práctica, como los ingenios azucareros,
pues más bien se han dedicado a la intermediación financiera de facto en un sector con fuerte injerencia
gremial y escaso comportamiento empresarial.
El buen acreditamiento ante la banca comercial privada, que tienen algunas empresas comerciales e
industriales (capital, capacidad empresarial, conocimiento del mercado, cumplimiento como deudores,
etc.) puede también aprovecharse de otras formas, y no sólo para ser canales redistribuidores de los
fondos de la banca de desarrollo. La calidad del sujeto bancario puede hacerse extensiva a las
operaciones de otros demandantes que no la tienen en el mismo grado, o que no podrían alcanzarla de
inmediato.
Como alternativa de la intermediación propiamente dicha, las empresas acreditadas ante la banca
comercial privada pueden apoyarla de otra manera, para que sea la que otorgue directamente el crédito.
Al proporcionar información sobre los pequeños productores, o proporcionar avales a los créditos
recibidos por éstos, se puede facilitar la banca de menudeo. Este camino permitiría a la banca de
desarrollo tener mayor seguridad sobre el trato que se dé a los demandantes de pequeños montos y
permitiría incorporar directamente a los mismos como sujetos de crédito.
Además de los agentes que presten servicios parafinancieros con motivos de lucro, conviene considerar a
los que pueden surgir de la amplia gama de mecanismos de participación ciudadana de carácter altruista.
Típicamente, los organismos de esta naturaleza tratan de obtener aportaciones de fondos públicos para
soportar actividades privadas y no se preocupan, estrictamente hablando, ni de fortalecer los dispositivos
de financiamiento de mercado, ni de impulsar la banca privada al menudeo. No obstante, la banca de
desarrollo puede atraer la concurrencia de instituciones de beneficencia, como un mecanismo de
fortalecer los mencionados mecanismos de mercado.
Como puede apreciarse, las posibilidades y modalidades de los servicios parafinancieros son muy
diversas, pero son vitales de un lado, para bajar los costos de menudeo de la banca, y de otro lado, para el
desarrollo de mercados más perfeccionados, como los de burzatilización. Se trata entonces también de un
puente entre las operaciones a detalle y las de mayoreo.
En FIRA, la incorporación de este tipo de esquema se inició formalmente en 1994, y desde entonces a la
fecha ha venido creciendo de manera significativa con una tasa de crecimiento media anual de 23.5%,
representando el monto financiado a través de esta modalidad el 15 % de su operativa total.
27
OPERACIÓN DE LOS FIRA CON INTERMEDIACIÓN DE AGENTES PARAFINANCIEROS
Especial mención merece este tipo de esquemas operativos en el que se facilita la participación de la
banca comercial privada utilizando como una ramificación a algunas Organizaciones Auxiliares del
Crédito (OAC), que están reguladas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, tales como Uniones
de Crédito, Sociedades de Ahorro y Préstamo, Almacenadoras y Arrendadoras, entre otras.
Para tal propósito, FIRA ha establecido incentivos para fomentar estas alianzas, aprovechando el
conocimiento y presencia de las organizaciones auxiliares de crédito en algunos nichos específicos del
sector rural, estableciendo de esta manera mecanismos eficientes de dispersión del riesgo al incorporar
capital privado en el financiamiento.
Es relevante la intervención de las Uniones de Crédito, que son intermediarios cuyos accionistas son los
propios acreditados, cuya participación en los resultados operativos de los FIRA representaron el 3.6% en
el ejercicio 2001, en beneficio de alrededor de 36,000 productores con la participación de 56 Uniones de
Crédito.
Para hacer llegar servicios financieros a segmentos del mercado rural que por sus características
específicas no son atractivos de manera natural para la banca comercial privada, es necesario generar
canales de distribución o intermediación alternativos y complementarios a ésta, con la expectativa que los
resultados que se esperan no se obtendrán en el corto plazo y se requiere grandes esfuerzos para su logro;
resultados que están asociados con la incorporación de nuevos canales de distribución que demandan
tecnologías y sistemas de financiamiento para una adecuada gestión crediticia.
Mediante este programa, FIRA, a partir de 1997 permite la incorporación de empresas que actúen como
intermediarios financieros (denominados Agentes PROCREA) para la canalización de financiamientos
por cuenta y orden de dichos fideicomisos, en favor de la población rural con requerimientos de crédito de
poca cuantía; aprovechando a los bancos privados como “ventanilla” a cambio de una comisión que les
pagan dichos Agentes.
28
Los Agentes PROCREA distribuyen recursos fondeados al 100% por FIRA, de quien reciben un estímulo
financiero para compensar costos de transacción y comparten el riesgo de la recuperación de los
financiamientos en un 10%, mediante una contragarantía.
Reconociendo el bajo grado de desarrollo de intermediación financiera que tienen los intermediarios
financieros no bancarios y el alto potencial que representa su presencia en los mercados financieros
rurales, FIRA ha instrumentado una estrategia que permita su fortalecimiento y desarrollo, la que
incorpora fundamentalmente los elementos que a continuación se describen.
Al mes de febrero del 2002, de 137 intermediarios financieros no bancarios (56 Uniones de Crédito y 81
Agentes PROCREA) que participan con FIRA, cuatro Uniones de Crédito cuentan con una calificación
emitida por empresas calificadoras de riesgo de prestigio internacional; los Agentes PROCREA están en
proceso de realizar sus diagnósticos respectivos que les permitirán acceder a una posterior calificación.
Es conveniente hacer notar que con esta estrategia se está incorporando la participación en los mercados
29
financieros rurales de dos agentes más: las empresas de diagnóstico y las calificadoras, que
tradicionalmente no habían incursionado en estos mercados.
Como ya se ha resaltado, uno de los factores principales que limitan el financiamiento al sector rural lo
constituyen sus riesgos inherentes y la alta percepción que sobre ellos tienen los intermediarios
financieros, razón que motiva que la banca de desarrollo participe con estrategias y acciones para su
administración, entendida como un proceso que involucra la identificación de los riesgos, su medición y
las acciones para su administración (disminución y transferencia).
Con esta visión, FIRA desde su origen ha implementado estrategias, acciones e instrumentos que
permiten que los diferentes participantes en los proyectos financiados asuman parte de los riesgos
potenciales que éstos presentan, incentivando su concurrencia con las variables de riesgo y rentabilidad,
entre los que destacan:
Los FINCAS son empresas de los propios acreditados que tienen como propósito brindar servicios de
cobertura de riesgos asociados a la producción, precios de productos e insumos y solvencia moral de sus
asociados, así como algunas otras contingencias relacionadas con sus proyectos de inversión.
Este mecanismo constituye un instrumento de administración de riesgo privado que puede constituir un
primer piso en materia de cobertura de riesgos. De hecho, así funciona puesto que se pueden recibir
servicios de segundo piso, ya que en el caso de riesgos productivos se puede contar con reaseguro y
coaseguro de instituciones privadas u oficiales, o bien el servicio de retrogarantía para las contingencias
asociadas al riesgo moral.
Las bondades de este instrumento permiten desarrollar entre los productores una cultura de previsión y
manejo del riesgo; contar con un instrumento de protección de los activos de las empresas de las posibles
contingencias a que están expuestas; fomentar la responsabilidad solidaria de los socios y su
capitalización; fortalecer los sistemas de organización, producción, comercialización y servicios
complementarios; generar seguridad y confianza en los intermediarios financieros y demás agentes
económicos en la canalización y recuperación de los créditos otorgados; contribuir a la integración
empresarial de los productores, y propiciar el ahorro y la generación de flujos de efectivo suficientes y
acorde a sus compromisos.
30
La evolución en la formación de empresas de este tipo (FINCAS), desde su inicio en 1986, ha sido
creciente de tal suerte que al cierre del 2001 se registraron 506 FINCAS con un monto de reservas de US$
48.5 millones, en respaldo de una cartera de créditos de US$ 243 millones de dólares, en beneficio de 136
mil productores rurales.
• Nuevos productos
Es claro que la banca de desarrollo, además de aprovechar a la banca comercial privada existente, así
como incorporar y desarrollar nuevos intermediarios financieros no bancarios complementarios a ésta,
procurando esquemas de apoyo que permitan su operación en un marco de eficiencia y rentabilidad,
requiere retomar el liderazgo para coordinar esfuerzos en la generación de productos financieros y no
financieros innovadores con orientación hacia la satisfacción de los usuarios finales de los
financiamientos. Esta situación plantea la necesidad de contar con estudios detallados de los mercados
financieros rurales que permitan identificar las debilidades u oportunidades que se presentan tanto por el
lado de la oferta como de la demanda.
En este rubro, FIRA ha iniciado trabajos sobre los mercados financieros rurales en México, que le
permitirán generar y adecuar productos financieros y no financieros a las necesidades tanto de los clientes
como de los oferentes (intermediarios financieros de primer piso), procurando de esta manera contribuir
en la vinculación de la oferta con la demanda, como componente importante del rol que debe de cumplir
como banca de desarrollo.
En tanto se logra tener plena identificación de los mercados financieros rurales, se han venido
desarrollando productos genéricos que juegan un papel importante en satisfacer las necesidades del sector
rural, toda vez que no estaban disponibles para el mismo, como son, entre otros, el arrendamiento
financiero, el microcrédito, la cobertura de tasas de interés, una garantía dinámica y el financiamiento de
actividades no agrícolas.
Experiencia de Perú
La existencia de la banca de fomento en el Perú se remonta a la misión Kemmerer, en los primeros años
de la década de los treinta. Así se constituyeron sucesivamente el Banco Agrario, el Banco Industrial, el
Banco Minero y el Banco de la Vivienda, como bancos encargados de promover el financiamiento de las
actividades productivas del país.
Estas instituciones financieras funcionaron exitosamente hasta la década de los ochenta, durante la cual se
presentaron dos catástrofes, la primera de carácter político social, con la aparición de los movimientos
terroristas, que trajo consigo la paralización de la minería y de gran parte de la agricultura, y la segunda
de carácter económico, con la presencia de una elevada inflación, que alcanzó los cuatro dígitos, con la
consiguiente inestabilidad de la economía del país.
Frente a esta coyuntura, el sistema bancario del país entró en crisis financiera, por la incapacidad de los
acreditados de cumplir sus compromisos con los bancos o en caso de pagarlos, lo hacían con una moneda
devaluada, que significó un desbalance de la situación patrimonial de las entidades bancarias y
financieras. Así, se produjo la quiebra del sistema mutual de ahorro y crédito para la vivienda, de la
banca cooperativa, y gran número de cooperativas de ahorro y crédito.
31
A partir de 1990 se adoptaron una serie de medidas de liberalización financiera y de apoyo a la banca
comercial, para evitar su evidente quiebra técnica. En cambio, la decisión que se adoptó respecto a la
banca de fomento fue la de liquidarla, sin considerar las consecuencias que esta medida podría tener para
el financiamiento de actividades productivas como la agricultura de pequeña escala y la pequeña y
mediana empresa industrial y de servicios.
En el caso específico de la agricultura, hasta el año 1985 el Banco Agrario cumplía un eficiente rol de
canalizador de recursos al agro, otorgando en ese año un volumen de créditos por US$ 325 millones,
frente a US$ 35 millones de la banca comercial. En los primeros años del nuevo gobierno de tendencia
social demócrata que gobernó el país en el período 1985-1990, se dio un gran impulso al financiamiento
agrícola, elevándose en 1996 el monto financiado a US$ 870 millones por parte del Banco Agrario y a
US$ 70 millones de la banca comercial, tendencia que continuó en 1987 (US$ 732 millones y US$ 104
millones, respectivamente).
La capacidad de financiamiento del Banco Agrario descendió a US$ 133 millones en 1990 debido a los
niveles de inflación del país y aumentó a 224 millones en 1991 pero con una casi nula recuperación de
cartera, al pagar los pocos agricultores que honraron sus créditos con una moneda sumamente devaluada.
Al producirse el cierre del Congreso de la República en abril de 1992, el Gobierno adoptó la medida de
cerrar los cuatro bancos de fomento, otorgando al mismo tiempo a la Corporación Financiera de
Desarrollo (COFIDE), entidad pública encargada de promover la inversión privada, la función de banca
de desarrollo de segundo piso, para todos los sectores productivos.
Al desaparecer el Banco Agrario, la banca comercial comienza a incrementar sus volúmenes de créditos
dedicados a la agricultura de US$ 88 millones en 1991 a US$ 378 millones en el 2000, pero su acción no
llega a los agricultores de pequeña escala, concentrando sus préstamos en las medianas y grandes
empresas agroindustriales o en la agricultura de exportación.
Ante esta situación, el Gobierno adoptó algunas medidas, como la creación en 1992 de los Fondos de
Desarrollo del Agro (FONDEAGROS), manejados directamente por los Gobiernos Regionales cuyos
fondos, que ascendieron aproximadamente a US$ 320 millones, prácticamente se liquidaron en cinco años
por la falta de pago de los agricultores debido a desastres naturales causados por el Fenómeno del Niño y
también por la existencia de una cultura de no pago por tratarse de recursos asignados directamente por el
Estado. En 1996 los recursos existentes de los FONDEAGROS fueron asignados a COFIDE para su
canalización a través de Cajas Rurales.
Otro mecanismo creado por el Estado para aliviar la falta de crédito a los campesinos fue la constitución
de fondos rotatorios administrados por el Ministerio de Agricultura, para conceder préstamos en insumos
(semillas, fertilizantes, agroquímicos) y en alquiler de herramientas y equipos, a los productores agrícolas
de menos de 3 hectáreas. Más que un sistema de financiamiento, fue un mecanismo de compensación
social.
En 1994 se crean las Cajas Rurales de Ahorro y Crédito, como entidades privadas que pueden realizar
gran parte de las actividades bancarias, pero las mismas no tienen mayor éxito. De 18 cajas rurales
iniciales, en la actualidad sólo existen 12, pero la mayor parte de ellas adolecen de graves problemas
financieros. Su contribución al financiamiento del agro ha sido limitada, pues se inició con un programa
de créditos de US$ 2.5 millones y al año 2000 su cartera crediticia ascendió a US$ 34 millones, alrededor
del 8% del financiamiento anual al sector rural. Aún cuando pueden captar ahorros del público, la mayor
parte de sus recursos provienen de COFIDE y de la cooperación externa.
32
En la campaña electoral del año 2001, los principales partidos políticos en contienda ofrecieron la
creación de un banco agrario como parte de su plataforma electoral. Acogiendo esta inquietud, el
Gobierno de Transición (noviembre 2000-julio 2001) convocó en el mes de febrero la colaboración de
ALIDE y del FIRA - Banco de México, para establecer las bases de un sistema nacional de
financiamiento de la agricultura y el sector rural y presentarla el gobierno que resulte elegido. Es así que
uno de los primeros actos del nuevo Ministro de Agricultura, en agosto de 2001, fue instalar una comisión
para elaborar el proyecto de ley de creación de un mecanismo de financiamiento para el agro.
En el mes de diciembre del 2001 el proyecto de creación del Banco Agropecuario es aprobado por
unanimidad y aclamado por todos los sectores políticos y organizaciones agrarias. La ley establece un
banco mixto, con 40% de participación accionaria del Estado y el 60% a cargo del sector privado. El
Estado dará un aporte inicial de US$ 30 millones y se espera que las organizaciones vinculadas al agro y
los inversionistas privados cubran el saldo, hasta llegar a US$ 70 millones fijados para el capital del
Banco.
El nuevo Banco Agropecuario tendrá una doble función, es decir que actuará como banco de segundo
piso, canalizando recursos que pueda captar de la cooperación externa y de los mercados de capitales, a
través del sistema bancario y de las instituciones financieras no bancarias. Por otra parte, podrá conceder
préstamos directos hasta por un monto de 15 unidades impositivas tributarias (aproximadamente US$ 13
mil) asignados preferentemente a agricultores de pequeña escala que integren asociaciones o consorcios
que participen en cadenas productivas que consideran la producción, transformación y comercialización
de un mismo producto agropecuario. De esta forma se asegura la posibilidad de retorno de la inversión y
de la cancelación de los préstamos.
Para asegurar la independencia de actuación del Banco, se ha determinado que el directorio lo integren
siete miembros, tres designados por el Estado y cuatro por los accionistas privados. Los representantes
del Gobierno serán elegidos por un período de cinco años y los privados serán renovados anualmente por
la junta de accionistas.
Adicionalmente a su labor crediticia, el Banco tendrá una tarea promocional en materia de constitución de
fondos de garantía, la creación de seguros agrarios, y la prestación de servicios de asistencia técnica,
capacitación, innovación tecnológica y comercialización. Se espera que el nuevo Banco, denominado
AGROBANCO, inicie sus funciones en mayo de 2002.
Al efectuar un análisis de la financiación rural en América Latina y el Caribe, se advierte que a partir de
1950 y hasta fines de la década de los ochenta, los gobiernos asumieron en forma preponderante la
atención de las necesidades de financiamiento del sector, intervención que tuvo un propósito de carácter
político y social, de acuerdo al criterio imperante en esos años derivado de la concepción de la Alianza
para el Progreso impulsada por el gobierno de los Estados Unidos, a fin de permitir el acceso al crédito a
grandes segmentos de la población que eran considerados insolventes por la banca comercial.
Esta forma de intervención de los gobiernos dejó mucho que desear, toda vez que se atacaron los síntomas
pero no las causas de los problemas del acceso al financiamiento por los pequeños y medianos
productores rurales. Estas formas no siempre acertadas de intervención gubernamental fueron de modo
general las siguientes: a) aplicación de tasas de interés concesionarias muchas veces negativas en
términos reales; b) apoyo exclusivo a actividades agrícolas, más que extenderlos a todas las actividades
rurales; c) descuido por la capitalización y generación de depósitos de ahorro en el medio rural; d)
33
establecimiento de mecanismos de prestación de servicios financieros y promocionales costosos y
deficientes.
A fines de la década de los ochenta en algunos países de América Latina y a principios de los noventa en
los demás países, se emprendió una política de liberalización y de reformas financieras que produjeron
beneficios y cambios positivos en la intermediación financiera, que han sido visibles en los mercados
urbanos pero que, sin embargo, no han tenido un impacto significativo para lograr el cambio en los
mercados financieros rurales, que continúan siendo segmentados e ineficientes, con el consiguiente efecto
negativo mayormente para los productores de bajos ingresos.
Al retirarse o reducir el Estado sus actividades en el sector agrícola, en el contexto de los procesos de
apertura económica, se indujo a los bancos comerciales a aumentar su presencia en las zonas rurales, en
particular mediante la concesión de préstamos al sector agrícola. Esto se hizo por medio de directrices
que exigían a los bancos comerciales asignar un porcentaje de sus préstamos totales al sector agrícola, o
poniendo a su disposición en el Banco Central servicios de redescuento en condiciones favorables, o bien
garantizando determinados porcentajes de créditos concedidos con fines concretos.
También en este caso los resultados fueron por lo general menores a los esperados y el grupo
supuestamente destinatario, es decir los agricultores de pequeña escala, se benefició muy poco de estas
medidas. En los países en los que los bancos comerciales llevaron a cabo actividades en las zonas rurales,
en la mayoría de los casos las mismas han servido para atender a las necesidades a corto plazo de los
agricultores de gran escala, los comerciantes locales y las industrias localizadas en la zona.
Con el objeto de superar esta situación, se hicieron esfuerzos para involucrar en la prestación de servicios
financieros a intermediarios no bancarios regulados por los órganos de control y supervisión, como
uniones de crédito, cajas rurales, cajas de crédito, cajas municipales, bancos comunales, así como a
diversas organizaciones rurales, cooperativas, asociaciones de agricultores, ONGs, etc. a quienes se
utilizó como canales de asignación de recursos a la par que brindaban otros servicios de asistencia técnica
y de capacitación a los productores de pequeña escala.
En un comienzo, esta última alternativa no dio resultados favorables, por cuanto los agricultores
consideraron que los créditos formaban parte de la ayuda privada, generalmente de carácter internacional.
También, por falta de experiencia, estas entidades tuvieron poca recuperación de los créditos y, por otra
parte, no consideraron el mantenimiento del valor de la moneda en mercados cambiarios volátiles, en los
casos en los que se utilizó recursos externos.
Como producto de la experiencia, cabe señalar que esta corriente de canalización de recursos se ha
incrementado y ha perfeccionado sus servicios, constituyendo en la actualidad una alternativa positiva en
el campo de las microfinanzas rurales.
Entre los principales obstáculos que enfrentan los mercados financieros rurales, y por consecuencia la
banca de desarrollo, que limitan el acceso al financiamiento del sector rural, se pueden citar los
siguientes:
La demanda por servicios financieros en las áreas rurales se ve restringida, entre otros motivos, por: a)
elevados costos de transacción para los deudores y depositantes; b) elevados riesgos para los deudores y
depositantes; c) falta de capacidad de endeudamiento de los hogares-empresas rurales; d) falta de
34
productos financieros y no financieros adecuados a las necesidades de los beneficiarios finales; y, e) falta
de información adecuada sobre los servicios de crédito y de depósitos disponibles.
Por el lado de la oferta, las transacciones financieras rurales encuentran serias dificultades como
consecuencia de: a) deficiencia de la información, que dificulta la evaluación del riesgo de prestar; b)
incentivos de los deudores y de los acreedores que no son necesariamente compatibles, lo que da origen al
riesgo moral; c) dificultades para hacer valer los contratos, lo que acentúa las posibilidades de pérdida por
falta de recuperación de los préstamos; d) dificultades para diversificar los riesgos; e) dificultades para
diluir los costos fijos de la infraestructura financiera.
Por consiguiente, antes de poder organizar mercados financieros rurales duraderos se deben de disponer
de tres elementos fundamentales. El primero consiste en unas condiciones macroeconómicas
favorables, que comprendan adecuados niveles de inflación y tipos de cambio, la liberalización de la
reglamentación de importaciones y exportaciones que afecta a los productos agrícolas, el mantenimiento
de políticas económicas previsibles, y un margen elevado de estabilidad jurídica, de seguridad y de orden.
El tercer elemento fundamental es el estímulo a los mercados financieros rurales para conseguir que
sean competitivos. Para esto se puede recurrir a la creación de nuevos bancos u otras instituciones
financieras que estén dispuestas a prestar sus servicios en las zonas rurales. Las políticas deben también
ofrecer la posibilidad de implantar nuevos procedimientos, tecnologías y productos financieros.
Como bien ha sido señalado diversos estudios y foros internacionales, el mercado financiero rural está
afectado por tres factores fundamentales: el riesgo implícito de la agricultura, una información
imperfecta, y elevados costos de transacción.
Las fuentes de riesgo en el sector rural son mayores y distintas de otros sectores y tienen relación con la
incertidumbre respecto al potencial rendimiento de los predios agropecuarios, la variación de los precios
de los productos, lo que depende de mercados variables y la pérdida o daño de los cultivos por causas de
la naturaleza.
En cuanto a la información imperfecta, los factores limitantes son la escasez de datos y los problemas de
información debido a la distancia física, al aislamiento del productor y a la ausencia de sistemas de
comunicación en el medio rural. La transmisión de datos sobre producción y mercado es costosa y por
otra parte, ante la ausencia de un historial crediticio, se complica la evaluación de la capacidad de
endeudamiento de los productores y las actividades de seguimiento de los préstamos.
El tercer factor a considerar son los costos de transacción, que enfrentan varias limitaciones en el
ambiente físico (carencia de infraestructura adecuada); en el marco legal y regulatorio (carencia de títulos
de propiedad y de una regulación y supervisión prudentes); y en el ámbito institucional, donde es notoria
la falta de incentivos gubernamentales, falta de capacidad gerencial, escasa investigación, falta de
mecanismos apropiados para hacer cumplir los contratos, etc.
35
Frente a este panorama, los nuevos enfoques del financiamiento rural y de la participación del Estado,
persiguen el objetivo de incrementar los ingresos de los productores de pequeña escala y de disminuir la
pobreza en el sector rural. Para aumentar los ingresos cabe considerar la combinación de políticas
macroeconómicas y sectoriales eficientes, crear con urgencia un marco jurídico y normativo adecuado y
corregir las disfunciones del mercado. Para reducir la pobreza tal vez no sea suficiente elevar el ingreso
rural medio si el nivel de oportunidades de progreso no llega a todos por igual, lo cual puede justificar un
conjunto de programas de intervenciones dirigidas.
Sin embargo, las intervenciones gubernamentales siempre deben de tener como finalidad complementar,
facilitar o mejorar el mercado en una perspectiva de largo plazo, a fin de eliminar las causas de la pobreza
y las ineficiencias del mercado.
En los últimos años, en virtud de las políticas de liberalización financiera, ha disminuido el papel de las
instituciones financieras de propiedad y administración estatal, aunque todavía son los principales
proveedores de crédito a los productores rurales de pequeña escala en varios países de la región. Entre los
problemas más comunes que tiene que afrontar la banca pública se encuentran las altas tasas de mora,
estructuras con elevados costos administrativos, rotación frecuente de directivos y de funcionarios de alto
nivel, interferencia política en el proceso de aprobación de préstamos y procedimientos de operación
lentos por su condición de entidad estatal, lo que eleva los costos de transacción a los prestatarios.
Cuando la banca de desarrollo actúa en un primer piso, las posibilidades de pérdidas se incrementan por
la limitada viabilidad de la cobranza de los créditos, que se refleja en quebrantos traducidos en un alto
costo para la sociedad. Sin embargo, dadas las condiciones de algunas regiones, solamente es posible
hacer llegar los recursos al medio rural por conducto de la banca de desarrollo de primer piso,
presentándose una tasa de recuperación esperada muy baja, puesto que los productores asocian estos
recursos con ayudas gubernamentales, por lo que es vital proyectar una imagen de capacidad efectiva para
recuperar los créditos.
En este marco general, los bancos de desarrollo públicos de primer piso especializados en la agricultura,
que salvo algunas excepciones la mayor parte adolece de graves problemas financieros por las
consideraciones mencionadas, tienen por delante tres alternativas: liquidación, privatización o
reestructuración y fortalecimiento institucional.
De las tres opciones, la liquidación de los bancos agrícolas producida en algunos países latinoamericanos
ha generado vacíos que hasta ahora no han podido ser cubiertos por el mercado, en tanto que la opción de
privatización puede ser complicada por la delicada situación financiera de las instituciones como por la
falta de interés de los inversionistas privados.
Queda entonces, como una alternativa viable, la reestructuración y fortalecimiento de aquellos bancos
agrícolas en los cuales es posible efectuar un cambio de su misión y de sus objetivos, teniendo en cuenta
el irrestricto respeto a su autonomía operativa y de gestión, de modo tal de lograr que dichas instituciones
sean inmunes a la influencia política y de grupos de poder.
36
Por otro lado, ha quedado demostrada la importancia de las instituciones financieras de segundo piso, que
han logrado la profundización de los mercados financieros, al canalizar con éxito recursos provenientes
de fuentes multilaterales o del mercado de capitales, interno y externo. Sin embargo, los programas
crediticios de estas instituciones deben diseñarse con mucho cuidado para evitar la asignación arbitraria
de recursos de largo plazo y la fijación igualmente arbitraria de tasas de interés, ya que estas medidas
pueden debilitar los esfuerzos de movilización de recursos, de la captación de ahorro y retardar el
desarrollo de mercados secundarios.
Cabe señalar a este respecto, que en un reciente estudio de la FAO y la GTZ sobre la función de la
financiación del desarrollo agrícola, se plantea que dadas las características singulares de la financiación
agrícola y el alto porcentaje de población rural que hay en los países en desarrollo, resulta legítimo que el
Estado apoye el desarrollo agrícola y rural mediante el establecimiento de un marco de políticas
adecuadas para que los mercados de financiación agrícola y rural funcionen eficientemente y a un costo
razonable.
Por otra parte, cabe señalar que el desarrollo agrícola y rural y el fortalecimiento de los mercados de
financiación rural como parte de una política general del sistema financiero, pertenecen a distintas esferas
políticas. Respecto del sector financiero, los gobiernos, en general, no deberían de obligar a las
instituciones financieras a orientar sus préstamos hacia grupos destinatarios específicos o intentar escoger
ganadores y perdedores de suerte que neutralicen la eficiente intermediación financiera y la óptima
asignación de recursos financieros.
Este rol de la banca de desarrollo, es importante particularmente cuando: a) las partes que participan en la
transacción se encuentren más alejadas entre sí; b) las obligaciones de las partes contrastantes en el
tiempo estén más distanciadas entre ellas; y, c) haya más incertidumbre en las acciones de las partes
contratantes o en los eventos exógenos que afectan el resultado de la transacción.
Para procurar el cumplimiento del papel de la banca de desarrollo, la orientación estratégica que se
propone contiene tres líneas básicas de acción: a) inducir y promover el establecimiento de un marco
normativo y prudencial congruente a las necesidades de servicios financieros rurales; b) desarrollo de la
capacidad financiera orientada a los clientes, induciendo la participación de instituciones financieras
37
sostenibles dedicadas a servir a los clientes rurales; y c) promoción de instrumentos financieros
innovadores y técnicas de administración del riesgo (ahorro, seguros, tarjetas electrónicas, arrendamiento
financiero, factoraje, certificados de depósito, agricultura por contrato y coberturas de precios y
financieras).
V. RECOMENDACIONES
2. Resulta indispensable que nuestros países cuenten con instituciones financieras con
capacidad para responder a los requerimientos del sector en condiciones de montos y plazos
que hagan posible el acceso al crédito y los servicios de fomento y promoción, en términos
más amplios que aquellos que plantea la liberalización financiera. Como se ha reconocido,
las políticas de liberalización financiera no llegan a resolver el problema de segmentación
crediticia, que es característica en los mercados financieros latinoamericanos y que se
expresa en una preferencia de los bancos comerciales para canalizar sus recursos a las
empresas más grandes y con mayor grado de modernidad, quedando en consecuencia sin
atención vastos sectores de la economía, entre ellos principalmente los productores de menor
desarrollo relativo del sector rural.
3. En tal sentido, será importante que el financiamiento del desarrollo rural en América Latina,
contemple el logro de cuatro objetivos fundamentales:
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del diseño de esquemas y modalidades de financiamiento adecuados para atender sus
necesidades de capital de trabajo, promover sus inversiones productivas y favorecer la
capitalización de sus unidades empresariales.
5. El trato directo de los bancos de desarrollo con los prestatarios finales, esto es, la modalidad
de banca de primer piso, ha significado históricamente grandes riesgos de pérdidas
patrimoniales para la institución y para el sector público, que recurrentemente se han debido
a interferencias políticas y de grupos de poder económico para la orientación y recuperación
de los préstamos. Ello no invalida, en ciertos casos, la presencia del gobierno que se
justifica porque no todos los resultados que ofrece el mercado son económica y socialmente
aceptables, como lo demuestra el escaso interés de los bancos comerciales por
consideraciones de costos y riesgos.
39
actúen como contrapeso de la administración pública. Por eso, la canalización de los
recursos de fomento debe realizarse preferentemente por medio de la banca comercial
privada o de los intermediarios financieros no bancarios, que en la mayoría de los casos es el
mejor camino para lograr una distribución eficiente y un sistema aceptable para la
administración de los riesgos del financiamiento.
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g) Integración de redes de valor: consolidación organizativa horizontal y vertical; estudios
de oportunidades de negocios - productos / cadenas/ redes -; “mapeo” geográfico de las
oportunidades de negocio; estímulos hacia la integración; concurso de proyectos de
impacto, incentivos.
11. Los claros avances que se advierten en un buen número de bancos de desarrollo, se enmarca
en una nueva concepción del fomento no asociada a tasas de interés de niveles insuficientes
para cubrir costos, sino a la prestación eficiente y oportuna de servicios financieros y
promocionales a grupos económico-sociales no atendidos por la banca comercial. El apoyo
de las IFD no se concibe más como indiscriminado para todo tipo de proyectos y clientes,
sino que atiende selectivamente a la rentabilidad social y también a la rentabilidad privada
de los proyectos, a la cobertura de los costos fijos y variables de los bancos y a la generación
de una utilidad razonable para la institución financiera. Asimismo, la asistencia a la
clientela se plantea como una atención a la demanda con un horizonte de tiempo limitado, al
cabo del cual los clientes estarán en condiciones de acceder al crédito de la banca comercial.
En suma, es la calidad de las políticas y la gestión de un banco lo que, además de una base
de capital adecuada, permite lograr un desempeño exitoso.
12. Para ello será vital el mantenimiento de una adecuada transparencia en las relaciones entre
los bancos de desarrollo y el gobierno, a fin de evitar interferencias políticas y asegurar una
adecuada autonomía en la gestión de las IFD, a través de un régimen legal y estatutario que
permita actuar con independencia de juicio a sus autoridades y gestores, los que deberán ser
designados sobre la base de criterios profesionales y no políticos.
13. Desde luego, al pretender la adecuación de las IFD agrícolas al nuevo contexto, no es
posible plantear una solución uniforme ni única, puesto que mucho depende de las
características de cada país, así como de las orientaciones y prioridades generales de los
gobiernos. Pero si se considera fundamental el mantenimiento de una clara coherencia entre
objetivos, funciones y mecanismos institucionales e instrumentales a la hora de establecer la
misión, las pautas de funcionamiento y los mecanismos de acción propios de la banca de
desarrollo.
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14. A este respecto, vale anotar que los avances en los procesos de modernización de las IFD se
están manifestando, de manera general, en una expansión de sus activos, así como en una
reducción de sus costos operativos, sustentados en un proceso de racionalización de los
recursos humanos, mejoras en los aspectos de organización y gestión administrativa y
técnica, e incorporación de los avances informáticos a fin de permitir un mejor desempeño
institucional. De lo que se trata es de asegurar la disponibilidad de servicios financieros a
los pequeños agricultores a precios razonables que sea congruente con la viabilidad
financiera y técnica de los bancos de desarrollo. Tal es el desafío que se tiene por delante y
que alcanza a la colectividad toda, los gobiernos, los organismos internacionales, los bancos
multilaterales, las instituciones financieras de desarrollo, y los agricultores.
42
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(BNCR). Ponencia presentada en el Seminario Agrícola “Políticas y Modalidades de Financiamiento para el
Pequeño Productor Agrícola y Rural”. XXXI Reunión Ordinaria de la Asamblea General de ALIDE. San
José, Costa Rica, 24 y 25 de Mayo.
Vidotto, Carlos Augusto. 2000. Crise e reestructuraçao de uma estatal financeira: o Banco do Brasil, do cruzado
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Wenner, Mark y Proenza Francisco J. 2000. Rural finance in Latin America and the Caribbean: challenges and
opportunities. Working Paper. Banco Interamericano de Desarrollo. Washington, D.C. Marzo.
45
ANEXOS
ARGENTINA
BANCO DE LA NACION ARGENTINA 1º 10.388 36.4 3.763
BANCO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 1º 10.786 7.57 8.23
BOLIVIA
NACIONAL FINANCIERA BOLIVIANA 2º 122 50 61
BRASIL
BANCO DO BRASIL 1º 34.563 70 24.194
BANCO DO NORDESTE DO BRASIL 1º 3.331 60 1.992
BANCO NACIONAL DE DESENVOLVIMIENTO ECONOMICO SOCIAL 2º 38.333 8.3 3.182
BANCO REGIONAL DE DESENVOLVIMIENTO DO EXTREMO SUL 1º 631 35 220.8
BANCO DE DESENVOLVIMIENTO DE MINAS GERAIS S.A. 1º 236 19 44.8
CHILE
BANCO DEL ESTADO 1º 5.994 4.8 288
INSTITUTO DE DESARROLLO AGROPECUARIO (INDAP) 1º 153 100 153
COLOMBIA
BANCO AGRARIO 1º 338 41.1 139
FINAGRO 2º 789 100 789
COSTA RICA
BANCO CREDITO AGRICOLA DE CARTAGO 1º 128 8.5 10.9
BANCO NACIONAL DE COSTA RICA 1º 1.312 16 210
ECUADOR
BANCO NACIONAL DE FOMENTO 1º 37 91 33.7
CORPORACION FINANCIERA NACIONAL 2º 867 27.9 242
46
CARTERA AGRICOLA POR PAISES
EL SALVADOR
BANCO DE FOMENTO AGROPECUARIO 1º 89 100 89
BANCO MULTISECTORIAL DE INVERSIONES 2º 386 11 42.5
GUATEMALA
BANCO DE DESARROLLO RURAL 1º 141 42 59.2
HONDURAS
BANCO NACIONAL DE DESARROLLO AGRICOLA 1º 13 78 10.1
MEXICO
BANCO NACIONAL DE CREDITO RURAL 1º 2.826 100 2.826
FIDEICOMISOS INSTITUIDOS EN RELACION
CON LA AGRICULTURA (FIRA) -BANCO DE MEXICO 2º 2.126 59.9 1.273
NICARAGUA
FINANCIERA NICARAGUENSE DE INVERSIONES 2º 78 53.7 41.9
PANAMA
BANCO DE DESARROLLO AGROPECUARIO 1º 104 100 104
PARAGUAY
BANCO NACIONAL DE FOMENTO 1º 199 62 123.4
PERU
CORPORACION FINANCIERA DE DESARROLLO (COFIDE) 2º 745 5.2 38.7
PUERTO RICO
BANCO DE DESARROLLO ECONOMICO PARA PUERTO RICO 2º 114 17.4 19.8
REPUBLICA DOMINICANA
BANCO AGRICOLA DE LA REPUBLICA DOMINICANA 1º 146 100 146
URUGUAY
BANCO DE LA REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY 1º 3.593 30 1.078
VENEZUELA
FONDO DE DESARROLLO AGROPECUARIO, PESQUERO,
FORESTAL Y AFINES (FONDAFA) 2º 99 100 99
I. PAISES QUE CUENTAN CON IFDs ESPECIALIZADAS EN PIB AGRO PEA AGRO
EL AGRO % %
II. PAISES QUE CUENTAN CON BANCOS DE SEGUNDO PIB AGRO PEA AGRO
PISO ESPECIALIZADOS EN EL AGRO % %
III. PAISES QUE CUENTAN CON BANCOS PIB AGRO PEA AGRO
MULTISECTORIALES DE PRIMER Y SEGUNDO PISO % %
ARGENTINA 6.7 13
BOLIVIA 14 40
BRASIL 11.7 31.2
CHILE 8.4 16.5
COSTA RICA 18.9 30.8
NICARAGUA 35 42
PERU 13.8 40
URUGUAY 14.3 18.8
48
PRINCIPALES MAGNITUDES FINANCIERAS DE LAS IFDs AGRICOLAS EN EL 2000
CARTERA CONTRIBUCION AL
ACTIVOS PRESTAMOS PATRIMONIO AGRICOLA FINANCIAMIENTO
INSTITUCION PAIS US$ M US$ M US$ M % AGRICOLA %
BANCO NACIONAL DE CREDITO RURAL MEXICO 3.626 2.826 182 100 2.6
BANCO AGRICOLA DE LA REP. DOMINICANA REP. DOMINICANA 241 146 27 100 39.5
CARTERA CONTRIBUCION AL
ACTIVOS PRESTAMOS PATRIMONIO AGRICOLA FINANCIAMIENTO
INSTITUCION / FINANCIERA PAIS US$ M US$ M US$ M % AGRICOLA %
CORPORACION FINANCIERA DE
DESARROLLO (COFIDE) PERU 1.325 745 393 5.2
49
PRINCIPALES MAGNITUDES FINANCIERAS
DE LAS IFDs AGRICOLAS EN EL 2000
CARTERA CONTRIBUCION
ACTIVOS PRESTAMOS PATRIMONIO AGRICOLA AL
INSTITUCION / FINANCIERA PAIS US$ M US$ M US$ M % FINANCIAMIENTO
AGRICOLA %
BANCO DE CREDITO AGRICOLA DE CARTAGO COSTA RICA 468 128 28 8.5 3.9
50