Los Uso de La Diversidad
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Sea lo que fuere lo que uno piense sobre todo ello, e indepen-
dientemente de la sorpresa que uno pueda llevarse al oírle decir tal
cosa a un antropólogo, lo cierto es que se trata sólo de una voz más
de las que forman el coro de hoy día. Los atractivos de la «sorde-
ra hacía la llamada de otros valores» y de un enfoque del tipo «re-
lájese y disfrute» del propio encierro en la tradición cultural pro-
pia, están siendo cada vez más jaleados en el pensamiento social
contemporáneo. Incapaces de abrazar ni el relativismo ni el abso-
lutismo, lo primero porque invalida el juicio, lo segundo porque lo
abstrae de la historia, nuestros filósofos, historiadores y científicos
Sociales vuelven la mirada hacia esa especie de imperméabilité6 del
«somos-quienes-somos» y ellos «son-quienes-son» que Lévi-Strauss
recomienda. Según se considere todo ello como una cómoda arro-
gancia, justificada en los prejuicios, o como la espléndida honesti-
dad «aquí estoy yo» del «si vas a Roma, haz lo que en Milledge-
ville»7 de Flannery O'Connor, ello sitúa claramente la cuestión del
futuro del etnocentrismo —y de la diversidad cultural— bajo una
luz del todo diferente. ¿Es acaso el retroceder, el distanciarse no
importa dónde, La mirada alejada, realmente la manera de escapar
a la extrema tolerancia del cosmopolitismo de la UNESCO? ¿Es
elnarcisismo moral la alternativa a la entropía moral?
8. [NT: Referencia a la consigna del presidente Mao Tse-tung, «que cien flo-
res se abran, que cien escuelas rivalicen». Del periodo del Gran salto adelante,
uno de los lugares en los que puede encontrarse es en su texto De ¡ajusta solución
de las contradicciones en el seno del pueblo.]
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11. [N.T.: Paul Poiret —modisto parisino, cuyo apogeo se da en los años 20,
caracterizado por haber liberado a las mujeres de los corsés y por su diseño de
una falda de través, de corte oriental, ajustada a los tobillos y que hacía difícil el
paso de las mujeres.]
12. [N.T.: El reverendo Jim Jones fue el jefe de la secta milenarista «Templo
del Pueblo». Ésta tuvo su origen en California y reclutaba a sus miembros entre los
negros y los jóvenes marginados. En 1978, Jim Jones ordenó a sus fieles que se
suicidaran y más de novecientas mujeres, hombres y niños murieron así en la sel-
va de la Guyana.]
13. «Mind as Feeling; Form as Presence; Langer as Philosopher», Journal of
Philosopby, 1984: 641-647 («La mente como sentimiento; La forma como presen-
cia; Langcr como filósofo»).
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14. [N.T.: Para entender el sentido de la frase, que hemos traducido casi lite-
ralmente, hay que tener en cuenta que wogs («negrata») es un término sumamente
despectivo que se usa en Londres para referirse a la gente de color. La frase equi-
vale aproximadamente a «África empieza en los Pirineos» dicha por un francés.]
15. [N.T.: El lector puede consultar el cap. 3, «Desde el punto de vista del
nativo: sobre la naturaleza del conocimiento antropológico», de su libro Conoci-
miento local, Paidós, Barcelona, 1994.]
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16. [N.T.: «Aquel hombre» es, obviamente, el Wittgenstein del Tractatus lo-
gico-philosophicus 5.6.]
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(de los iks o de los vándalos), qué significa set uno de ellos; y tanta
mayor claridad ganaremos respecto a nosotros mismos, ya sea en
términos de lo que nos parece remoto al verlo en los otros, como
de lo que nos parece evocador, así como de lo atractivo y lo repe-
lente, lo sensato y lo disparatado —oposiciones éstas que no se
pJtgntean de una manera simple,, pues hay algunos aspectos_ha&
tante atractivos en los murciélagos, como otros bastante repug-
nantes en los etnógrafos.
Son, dice Danto en el mismo artículo que cité hace un mo-
mento, «los hiatos existentes entre yo y los que piensan diferente
a mí —que es como decir cualquiera, y no únicamente aquellos se-
gregados a causa de diferencias en cuanto a generación, sexo, na-
cionalidad, sectas, incluso raza— [los que] definen los lindes rea-
les del yo». Son, como también dice, las asimetrías entre lo que
creemos o sentimos y lo que creen o sienten los otros, lo que hace
posible localizar dónde nos situamos nosotros ahora en el mundo,
lo que se siente estando allí y adonde querríamos o no ir. Oscure-
cer estos hiatos y estas asimetrías relegándolos al ámbito de la re-
primible o ignorable diferencia, a la mera desemejanza, que es lo
que el etnocentrismo hace y está llamado a hace/ (Lévi-Strauss lleva
toda la razón cuando afirma que el universalismo de la UNESCO
los oscurece negando toda su realidad), es apartarnos de tal cono-
cimiento y de esta posibilidad: la posibilidad de cambiar nuestra
mentalidad de forma amplia y genuina.
Lo que tiende a ocurrir en las tinieblas —la única cosa que pa-
rece permitir una concepción de la dignidad humana acorde con
«una cierta sordera hacia la llamada de otros valores» o «una com-
paración con comunidades defectivas respecto de las nuestras»—
es, o bien la aplicación de la fuerza para asegurar la conformidad
a los valores propios de los que poseen la fuerza; o una tolerancia va-
cua que, sin comprometerse con nada, nada cambia; o bien, como
aquí, donde falta la fuerza y donde la tolerancia es innecesaria, un
regateo continuo hacia un fin ambiguo.
Seguramente hay casos donde éstas son, de hecho, las alterna-
tivas prácticas. Una vez metido de lleno en el sermón, no parece
que se pueda hacer mucho con el reverendo Jones excepto impe-
dirle físicamente que reparta la Subvención Kool (KoolAid). Si la
gente cree que el rock punk ha llegado donde ha llegado, enton-
ces, mientras no se pongan a tocar en el metro, allá ellos con sus
oídos y su funeral. Y es que es difícil (algunos murciélagos son
más murciélagos que otros) saber siquiera cómo se debería proce-
der con alguien que sostiene que las flores tienen sentimientos y
que los animales no. El paternalismo, la indiferencia, incluso la
arrogancia, no siempre son actitudes inútiles de cara a la diferen-
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ta de que debamos amarnos los unos a los otros o morir (si éste es el
caso —negros y africaners, árabes y judíos, tamiles y singaleses—
estamos, por lo que se ve, condenados). Se trata de que debemos
conocernos los unos a los otros y vivir según este conocimiento
o acabar aislados en un mundo de absurdo soliloquio a lo Beckett.
La tarea de la etnografía, o en cualquier caso un&de eUas, es
ciertamente el proveernos, como las artes y la historia, de,relatos
y escenarios para refocalizar nuestra atención; pero no de relatos y
escenarios que nos ofrezcan una versión autocomplaciente y acep-
table para nosotros mismos al representar a los demás reunidos en
mundos que nosotros no queremos ni podemos alcanzar, sino re-
latos y escenarios que, al representarnos, permitan vernos, tanto a
nosotros mismos como a cualquier otro, arrojados en medio de un
mundo lleno de indelebles extrañezas deias que no podemos li-
brarnos.
Hasta hace más bien poco (ahora el asunto está cambiando,
en parte al menos gracias al impacto de la etnografía, pero sobre
todo porque el mundo está cambiando), la etnografía estaba más
bien sola en esta tarea, pues la historia invertía mucho tiempo en
reconfortar nuestra autoestima y en alentar nuestro sentido de es-
tar yendo a alguna parte al hacer la apoteosis de nuestros héroes y
satanizar a nuestros enemigos o al lamentarnos de las glorias pasa-
das. Por su parte, el comentario social de los novelistas tuvo un ca-
rácter principalmente interno —una parte del Oeste que sostenía
un espejo, plano en Trollopeo curvo en Dostoievski, ante la otra—.
Incluso la literatura de viajes, que cuando menos se ocupaba de
superficies exóticas (junglas, camellos, bazares, templos), las utili-
zaba en gran medida para demostrar, en circunstancias difíciles, la
elasticidad de las virtudes recibidas —el inglés, tranquilo; el fran-
cés, racional; el americano, inocente—.Ahora que la etnografía no
está ya tan sola y las extrañezas con las que se tiene que ver van
creciendo de manera más oblicua y más difuminada y se destacan
menos como anomalías salvajes —hombres que se creen descen-
dientes de ualabis o que están convencidos de que una mala mi-
rada les puede matar—-, su tarea, localizar esas extrañezas y des-
cribir sus formas, puede resultar más difícil en algunos aspectos,
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