Cuadernillo 3° 2023
Cuadernillo 3° 2023
Cuadernillo 3° 2023
SUPERIOR
LENGUA Y LITERATURA
3er AÑO
-2023-
Apuntes de cátedra de uso interno. Lecturas
y actividades.
Unidad II
-El texto argumentativo. Distinción entre opinión y argumentación. El lenguaje
persuasivo y subjetivo. La estructura de la argumentación: introducción, desarrollo (tesis
y demostración) y conclusión. Argumentos: racionales y afectivos. Las estrategias
argumentativas y sus conectores: ejemplificación, comparación, cita de autoridad,
pregunta retórica, concesión-refutación, causa-consecuencia, condición. El
contraargumento. La subjetividad en el lenguaje: subjetivemas y modalizadores.
-Textos argumentativos: textos del discurso propagandístico y publicitario (lingüísticos y
audiovisuales); el discurso político (spots publicitarios; discursos oficiales).
-La argumentación en la oralidad: el debate.
Unidad III
La lengua como construcción cultural y social: luchas de poder. Variaciones del español:
tensiones entre el español peninsular, el español en América y el español rioplatense. El
rol de la Real Academia Española en la regulación del “español correcto”.
Las lenguas indígenas de Argentina. La colonización lingüística. La revitalización de las
lenguas. Argentina como país plurilingüe, pluricultural y pluriétnico.
El español de la argentina: la variedad rioplatense en oposición a variaciones regionales
(el lunfardo, el habla juvenil, las tonadas, el voseo, el seseo, el yeísmo, vocabulario
regional).
Etimología de las palabras: origen y préstamos lingüísticos (griego, latín, árabe,
americano, pueblos indígenas, lenguas modernas, francés, italiano, inglés).
Unidad IV
Textos fundantes de la narrativa ficcional argentina: la identidad nacional como
lucha de opuestos, la dicotomía “civilización y barbarie”
- El matadero (1838 -1874) de Esteban Echeverría.
- El facundo. Civilización y barbarie (1845) de Domingo Faustino Sarmiento (selección
de Fragmentos)
2
- Ensayo: “Echeverría y el lugar de la ficción” de Ricardo Piglia en La Argentina en
pedazos (1993).
- Historieta: “Esteban Echeverría, El matadero”. Dibujos de Enrique Breccia en Ricardo
Piglia: La Argentina en pedazos (1993).
3
UNIDAD I
ORACIONES COORDINADAS Y SUBORDINADAS
La oración SIMPLE está construida por un sujeto y un predicado que describen el mismo
acontecimiento o estado de cosas. En la oración que sigue (1), como ejemplo, tenemos
un núcleo sustantivo (“amigos”) conformando el sujeto y un núcleo verbal (“visitan”)
conformando el predicado:
Ejemplo:
(1) Los amigos de mi abuelo visitan su casa todos los domingos.
Pero, aunque en las oraciones simples también podemos encontrar dos verbos o más, el
sujeto de esos verbos sigue siendo uno, por ello siguen siendo oraciones simples. En el
ejemplo (2), podemos ver que los verbos (“visitan”, “arreglan” y “comparten”) que
componen el predicado compuesto refieren al mismo sujeto (“Los amigos”):
Ejemplo:
(2) Los amigos de mi abuelo visitan, arreglan y comparten su casa todos los
domingos.
En cambio, las oraciones COMPUESTAS son oraciones que describen dos o más
acontecimientos o estados de cosas, aunque entre ellos haya una relación directa e
inmediata. Por esto, decimos que poseen dos o más estructuras, llamadas
PROPOSICIONES, conformadas por dos o más verbos conjugados que refieren a más
de un sujeto. Entre las oraciones compuestas existen dos tipos de relaciones sintácticas:
la relación de coordinación y la de subordinación.
La COORDINACIÓN tiene lugar cuando dos oraciones simples se unen -coordinan- por
un conector al que llamamos nexo coordinante. Cada una de esas oraciones tiene su verbo
conjugado y su sujeto:
Ejemplo:
La casa de la esquina está en venta pero nadie la compra.
Los nexos que dan lugar a la coordinación relacionan elementos que tienen igual función
sintáctica, por lo tanto los elementos coordinados (las dos oraciones simples) poseen la
misma jerarquía sintáctica, es decir que no dependen una de la otra, pueden funcionar
como oraciones independientes. Sin embargo, aunque la oración compuesta esté formada
4
por oraciones simples que se podrían analizar de forma independiente, lo que nos interesa
es el modo en que estas oraciones simples se relacionan entre sí, es decir, nos interesa la
carga semántica que porta el nexo coordinante. Por ejemplo, no obtenemos la misma
interpretación de estas dos oraciones coordinadas aunque las oraciones simples que la
conforman sean exactamente las mismas:
Actividad: explicar cuáles son las interpretaciones que se habilitan a partir del uso de
distintos nexos en las oraciones anteriores.
Tal como ya señalamos, las oraciones coordinadas relacionan dos o más oraciones
simples mediante algún tipo de nexo. Existen dos formas de coordinar:
❖ Copulativo: y, ni
Indica una mera conexión, la adición entre los coordinados.
Pueden ser simétricas: los miembros coordinados pueden cambiar de orden.
Ejemplos:
Marita viene al encuentro o nos vamos todos a buscarla.
Podemos buscar a Alina, o bien la llamo cuando estemos allá.
O decidimos pronto el menú o cerrarán la cocina.
Ejemplos:
Morena fue feliz a comer a la casa de sus suegros pero la velada no resultó como
esperaba.
Cambió el auto, mas la concesionaria sigue sin permitir que lo retire.
El evento no será en el salón sino que se desarrollará en el patio.
6
Conjunciones de coordinación copulativa
La conjunción típica es “y”. Indica conexión o adición entre los miembros coordinados.
Cuando estos son más de dos, se antepone al último cerrando la construcción. Ejemplo:
“Juan escribe, Patricio hace la tarea y Marcia juega en la play”.
La conjunción “y” colocada al inicio de una oración funciona como marcador de discurso
aditivo. En tanto tal, permite relacionar el constituyente que introduce con el texto
precedente. En muchos casos, su presencia introduce una actitud subjetiva de polémica,
disgusto, etc. Ejemplos: “Y así se iban sucediendo los días en ese lugar”. “¿Y ahora qué
te pasa?”.
Esta conjunción se utiliza, además, para expresar los siguientes significados:
Uso consecutivo: introduce una consecuencia. Ejemplo: “La ciudad se inundó y los
habitantes tuvieron que irse del lugar”. Podemos darnos cuenta de este uso ya que la
conjunción “y” puede sustituirse por conectores del tipo “por lo tanto”: “La ciudad se
inundó, por lo tanto, los habitantes tuvieron que irse del lugar”.
Uso adversativo: introduce una oposición entre los miembros coordinados, haciendo
énfasis en la información presentada en el segundo miembro. Ejemplo: “Llueve y no tiene
paraguas”.
Uso temporal: la conjunción permite encadenar eventos que se suceden temporalmente.
Ejemplo: “La profesora entregó los exámenes y los alumnos revisaron los errores”.
Actividad exploratoria 1
Indicá el significado que adquiere la conjunción “y” en cada oración:
● Juan llegó y se acostó en la cama.
● Los docentes realizaron una manifestación y el gobierno desatendió el reclamo.
● La miseria y el hambre doblegaron a Don Pedro de Mendoza y Buenos Aires quedó
despoblada hasta su segunda fundación, en 1580.
● En la escuela, enseñan turismo y los alumnos no tienen bibliografía adecuada ni recursos
para las salidas.
● Julián se compró la Play y Pablo una computadora.
Otra conjunción posible para expresar adición positiva es: “no solo… sino también”.
Ejemplo: “No solo Marcos pintó la pared de la pieza, sino también Lidia colgó las cortinas
y limpió los placares”.
La conjunción “ni”, por su parte, señala la adición de dos o más términos, pero implica
que ellos sean negativos. Ejemplo: “Ni Ivana lavó los platos, ni Matías barrió el
comedor”.
Actividad exploratoria 2
Identifiquen cuáles de las siguientes oraciones presentan errores en el uso de la conjunción “ni”.
Traten de explicar por qué:
● Ni Juan ni Pedro no vinieron.
● Tiene ni dinero ni propiedades.
● Están agotados ni quieren salir.
Actividad exploratoria 3
Indicá el significado que adquiere la disyunción en cada oración:
● “O entrenamos más o vamos a perder el próximo torneo”.
● “El puma o león americano es un animal peligroso”.
● “Siempre estará a su disposición aquí, en París o en la China”
Actividad exploratoria 4:
a) Explicá qué idea se puede deducir de las siguientes oraciones:
● Es político, pero honesto.
● Es hombre, pero lava los platos.
● Es la más joven de sus hermanos, pero terminó primera su carrera universitaria.
● Es mujer, pero juega bien al fútbol.
b) Determiná en qué caso de cada par contratarías a Manuel. Fundamentá por qué,
atendiendo al uso de la conjunción adversativa:
c) Indicá en qué casos Manuel tiene ambas cualidades y en qué casos sólo una. Luego,
intentá explicar la diferencia entre la conjunción “pero” y la conjunción “sino”/ “sino que”.
● Es inteligente pero es haragán.
● No es inteligente sino que es haragán.
● No es inteligente pero tiene buena predisposición para aprender.
● No es inteligente sino que tiene buena predisposición para aprender.
● Es muy capaz pero es muy soberbio.
● No es capaz sino que es soberbio.
8
¡Atención! No confundir la conjunción adversativa “sino” con el condicional “si
no…” utilizado en expresiones como: “Si no hacés actividad física, seguirás con
dolores” (ver Oraciones subordinadas adverbiales condicionales)
Actividad exploratoria 5
Escribí oraciones utilizando las ideas presentadas en las siguientes columnas. Para ello, debés
relacionarlas utilizando conjunciones causales y consecutivas. Como mínimo debés usar una vez
cada oración.
“Trabaja todo el día pero, sin embargo, no está cansada”. (Valor semántico
adversativo/de contraste)
Actividades integradoras
1) Leé las siguientes oraciones y respondé:
a) ¿Cuáles expresan el mismo significado?
b) Indicá en cuáles se afirma que Marina se arrepintió.
c) Indicá en cuáles se afirma que Marina continuó con la misma actitud.
2) Reformulá el enunciado de tal forma que las ideas se conecten de la misma manera,
utilizando otro nexo de coordinación. Podés formular más de una opción.
“Estar desconectado no solo significa quedar excluido de círculos de sociabilidad
políticos, religiosos, educativos, sino también participar en condiciones desiguales dentro
del mercado laboral”.
10
Las oraciones subordinadas
La coordinación no es la única manera que nos ofrece la lengua de vincular dos
proposiciones. La nueva relación entre proposiciones que estudiaremos es la de la
subordinación.
Ejemplo:
Las proposiciones subordinadas están introducidas por nexos como que, donde, si,
aunque, para reconocerlas, es fundamental identificar el verbo principal y, en función de
ello, establecer cuál es la proposición subordinada que estará encabezada por un nexo
determinado (preposición, conjunción subordinante o relacionante).
Ejemplo:
1- Me gustan las personas <que cuidan los animales>.
2- Esa es la casa <cuya puerta está destruida>.
Ejemplos:
11
- Ocupan las habitaciones que están en el otro extremo de la casa.
- Esa es la casa cuyo jardín es increíble.
- Ese es el lugar donde encontré a mi hermana.
- Me gusta la forma como lo dices.
- Recordó la mañana cuando sucedieron los hechos.
En cada uno de los ejemplos los encabezadores relativos resaltados en negrita refieren al
sustantivo ya nombrado que está subrayado en cada oración.
Actividad: Escribir oraciones con PSA que modifiquen a los siguientes sustantivos:
Mochila
Bebé
Fiesta
Carnaval
Examen
Pedido
Ingreso
Pelota
Plazas
La PSA puede modificar a cualquier sustantivo, no sólo al núcleo del sujeto, por ello
puede aparecer dentro del predicado:
Ejemplo:
Ya sabemos que un adjetivo modifica a un sustantivo, por ello tanto adjetivo como
sustantivo deben concordar en género (masculino-femenino) y número (plural-singular):
LOS AUTOS MODERNOS/ LAS CHICAS MODERNAS.
Por lo tanto, cuando construimos PSA debemos seguir esta misma regla. La PSA debe
concordar en género y número con el antecedente sustantivo al cual modifica.
Ejemplos:
Actividad: Elaborar oraciones que contengan cada uno de estos adjetivos en una PSA:
Hermosos
Rotas
Querida
Superficial
Grande
Limpio
12
Algunas aclaraciones sobre los nexos relacionantes
Relacionante QUE:
Relacionante CUYO:
Es una conjunción que siempre concuerda en género y en número con el sustantivo que
le sigue. Posee además un sentido posesivo que hace que sea inadecuado su uso sin ese
valor. Ejemplo: “Los alumnos cuyos padres todavía no hayan firmado la autorización no
podrán concurrir al campamento”, “El libro, cuyas páginas están manchadas, está en
aquel estante”.
Si “cuyo” aparece seguido de más de un sustantivo en singular solo concuerda con el
primero de ellos. Ejemplo: “El libro, con cuyo autor y traductora me he encontrado hoy,
aparecerá publicado muy pronto”.
Relacionante QUIEN:
Es una conjunción que debe concordar en número con su antecedente sustantivo.
Ejemplos: “Se dirigió hacia su abuelo a quien hacía tiempo que no veía”, “Se dirigió hacia
sus abuelos a quienes hacía tiempo que no veía”.
Esta conjunción siempre hace referencia a personas. No resulta adecuada su aparición
cuando sustituye a nombres de cosas o entidades colectivas. Ejemplos: “Son esas
industrias las que contaminan el río”. Pero no: “Son esas industrias quienes contaminan
el río”.
Muchas veces, los relacionantes de las PSA se presentan precedidos de una preposición,
la cual es seleccionada por el verbo de la oración subordinada. Es necesario entonces
prestar atención a la preposición requerida por el verbo. Ejemplos: “Es un amigo a quien
ella también aprecia”, “Juan es una persona en quien no confío”.
Actividad exploratoria 6
Completá los espacios en blanco con la preposición adecuada en cada caso:
A. Federico es el chico _____ quien llamé para el trabajo.
B. El problema _____ el cual discutimos ayer me sigue preocupando hoy.
C. El libro _____ el cual me baso para escribir mi texto se llama “El origen de las
especies”.
D. El tema ______ el que estamos reflexionando es controversial.
Ahora escribí dos oraciones compuestas que presenten PSA antecedidas por alguna de las
siguientes preposiciones: “con”, “por”, “de”
13
Relacionante CUAL:
Las oraciones subordinadas introducidas por el cual, la cual, los cuales, las cuales son
siempre explicativas y van entre comas. Ejemplos: “Debe dirigirse a la oficina 115, la
cual se encuentra en el primer piso”, “Se afirma que la inseguridad se resuelve con
encarcelar menores, lo cual me parece un despropósito”.
El uso de este pronombre en lugar de “que” no es adecuado cuando la oración subordinada
es especificativa. Así, es incorrecto decir “El adjetivo es una palabra la cual modifica al
sustantivo”. En cambio, debe decirse: “El adjetivo es una palabra que modifica al
sustantivo”. Cuando se trata de proposiciones subordinadas adjetivas especificativas, sí
es adecuado usar el pronombre “cual” si este se encuentra precedido por una preposición:
“Esa es la razón por la cual renunció”. En estos casos, también es correcto utilizar el
pronombre “que”: “Esa es la razón por la que renunció”.
Explicativas: van entre comas y permiten informar acerca de alguna cualidad del
antecedente. Ejemplo: “Las víctimas, que fueron rescatadas a tiempo, se encuentran en el
hospital”. (Todas las víctimas fueron rescatadas a tiempo y todas se encuentran en el
hospital).
Actividad exploratoria 7:
Conectar cada par de ideas utilizando la conjunción “que” o la conjunción “la/el/las/los cual(es)”,
según corresponda. En algunos casos, puede haber más de una respuesta. Fundamentar la
resolución para cada caso.
♣ Un mamífero es un animal. El mamífero presenta glándulas mamarias funcionales en las
hembras para alimentar a sus crías.
♣ El hospital Posadas se encuentra en permanente conflicto. El conflicto del hospital
Posadas despierta sensibilidades y pasiones.
♣ En ciertas especialidades la cantidad de pacientes se duplicó y no son pocos los que no
tienen dinero para buscar las dosis de medicinas. Esas dosis de medicinas ya no se
entregan para el mes completo sino por semana o quincena.
♣ Vive en una de las casas humildes. Esas casas bordean el perímetro del hospital.
♣ Los pacientes han sido atendidos finalmente. Los pacientes esperan hace 5 horas en el
hospital.
14
El modo subjuntivo en la PSA
El antecedente sustantivo puede ser CONOCIDO o DESCONOCIDO. Veamos qué
diferencias encuentran en los siguientes ejemplos:
Ejemplos:
A- Busco un libro que me explique el problema.
B- Busco el libro que me explica el problema.
En los ejemplos A y B lo que varía es el modo verbal del verbo de la PSA. En el ejemplo
B el verbo está en Modo Indicativo y en el A, en Modo Subjuntivo.
Cuando el antecedente es conocido (caso B) el verbo de la subordinada se conjuga en
modo indicativo; en cambio, cuando el antecedente es desconocido (caso A) el verbo de
la subordinada se conjuga en modo subjuntivo.
Comparemos las siguientes descripciones que nos ayudarán a pensar en las diferencias
entre el modo subjuntivo y el modo indicativo de los verbos, a partir de las PSA:
- Mi hermano sale con una chica que vive cerca de casa, estudia francés, es
simpática y buena con la familia, y mide 1,70.
- Yo quiero conocer a un chico que viva en Santa Fe, que estudie lo que él quiera,
sea simpático, bueno con los animales y con la familia, y que mida como yo.
Actividades integradoras:
PAR A:
1) Estoy buscando una persona que sepa utilizar Word y Excel para trabajar en la oficina.
2) Estoy buscando a la persona que sabe utilizar Word y Excel para trabajar en la oficina.
PAR B:
1) Necesito un baterista que conozca la música de Queen.
2) Necesito al baterista que conoce la música de Queen.
15
c) Transformá los adjetivos subrayados en PSA:
f) Escribí un párrafo sobre una persona cercana a vos e incluí, al menos, cuatro PSA.
Observen las siguientes equivalencias entre las funciones de los sintagmas nominales y
las proposiciones subordinadas sustantivas:
Sujeto
Me agrada tu visita. (Sintagma nominal)
Me agrada <que vengas>. (PSS)
Aposición
Matías, mi primo, vendrá a la fiesta. (Sintagma nominal)
Matías, <quien es mi primo>, vendrá a la fiesta. (PSS)
Término de preposición
El presentimiento de nuestro problema fue confirmado. (Sintagma nominal)
El presentimiento de <que nadie traería regalos> fue confirmado. (PSS)
Complemento directo
No creo tus mentiras. (Sintagma nominal)
No creo <que compre más regalos para la fiesta>. (PSS)
En general, las PSS pueden sustituirse por un sustantivo o por un pronombre demostrativo
16
(este/a, esto, eso/a, aquel/llo/lla). Las que pueden ser sustituidas deben tener siempre un
antecedente verbal. Ejemplo:
El incidente provocó <la caída de la bolsa> (Sustitución por una construcción sustantiva).
El incidente provocó <eso> (Sustitución por un pronombre).
Las PSS sirven para hacer más concreta una proposición que de
otra manera aparecería de forma abstracta mediante un sustantivo y, por lo tanto,
implicaría mayor dificultad para la comprensión. Esto ocurre porque, a nivel
lingüístico, cuantas menos palabras usamos, más implícitos quedan, y es el
cerebro el que debe trabajar para reponer los vacíos.
Así, si tenemos la oración: “Me sorprende <que una sola
persona pueda hacerle pensar a mucha gente que los judíos eran inferiores y
que no servían para nada>”, toda la estructura que se encuentra marcada
puede reemplazarse por distintos pronombres: eso, esto, aquello, etc.
Por ejemplo: “Me sorprende eso” / “Me sorprende aquello”
Actividades:
1.a) Reconozcan, en las siguientes oraciones, las PSS y marquen los nexos.
b) Reemplacen las PSS que lo habiliten.
f) ¿En cuáles de estos casos te parece que es posible omitir el nexo subordinante “que”?
¿Por qué motivo?
- Estos son algunos de los temas que creo que deberíamos tratar.
- Me dijo que, si quería, que fuera a verlo.
- Pensaba que ibas a pedirme perdón.
g) Las PSS también permiten introducir el discurso referido, esto es, introducen las
palabras de otra persona en el discurso propio. A continuación, te presentamos una serie
de enunciados que contienen citas directas e indirectas. Corregí el uso de los nexos
subordinantes “que” y “si” en aquellos casos en los que no se utilicen adecuadamente:
h) ¿Cuáles de los siguientes verbos admiten en su estructura argumental una PSS? ¿Qué
tienen en común esos verbos en relación a su significado?
i) Armá oraciones con los verbos seleccionados en el punto (h). Tales oraciones deben
presentar PSS.
Casos de DEQUEÍSMO:
Una variante del dequeísmo consiste en sustituir la preposición que exige el verbo
(confiar en; insistir en) por la preposición “de”:
*Confío de que lo hagas. Confío en que lo hagas.
18
Casos de QUEÍSMO:
Un procedimiento sencillo para saber si debe usarse o no la preposición “de” delante del
nexo “que” es reemplazar la proposición sustantiva por “esto” o “algo”. Veamos cómo se
hace.
-Indiquen cuáles son las formas correctas.
-¿En qué casos hay dequeísmo y en cuáles queísmo?
Contó eso/algo.
Contó de eso/algo.
Pensaron eso/algo.
Pensaron de eso/algo.
Se convenció de eso/algo.
Se convenció eso/algo.
-Con cada opción correcta que escogieron redacten una oración compuesta con PSS.
Actividades:
Tipos de PSAdv
El criterio de significado que se considera para la clasificación de los adverbios se utiliza
también para clasificar las PSAdv., algunas de las cuales admiten la sustitución por un
adverbio o por sintagmas nominales o preposicionales con su mismo significado; son las
llamadas subordinadas adverbiales propias.
Existe otro grupo de subordinadas adverbiales que no pueden ser sustituidas por ningún
adverbio. A diferencia de las propias, afectan a toda la oración y no solo al sintagma verbal.
Éstas son las impropias.
-De tiempo: expresan una época o momento en el tiempo y llevan como nexo fundamental
el adverbio relativo cuando, aunque también se utilizan como nexos los adverbios mientras
y apenas, y las locuciones conjuntivas tan pronto como, a medida que, en cuanto, etc.
Comprá pan <cuando vuelvas del trabajo>. Reemplazable por: luego. Sacalo del fuego
<apenas rompa el hervor>. Reemplazable por: entonces.
20
¡Atención! La expresión “es cuando” no debe usarse para encabezar definiciones.
Así, por ejemplo, es incorrecto decir “El asíndenton es cuando se unen dos o más
miembros por yuxtaposición”. En su lugar, puede decirse “El asíndenton es un
procedimiento que consiste en la unión de dos o más miembros por
yuxtaposición”.
-De modo: expresan una forma o manera de realizarse algo y llevan como nexo fundamental
el adverbio relativo como. Sin embargo, también se utilizan como nexos según, conforme y
la locución conjuntiva tal y como.
¡Atención!
“porqué” es un sustantivo masculino. Ejemplo “Ignoro el porqué de su enojo”.
“por qué” es una locución interrogativa introductoria de proposiciones
interrogativas directas e indirectas. Ejemplo: “No entiendo por qué me has
mentido”.
“por que” es equivalente a “por el cual”, “por la cual”, etc. Ejemplo: “No entiendo
el motivo por (el) que se enojó”.
-De finalidad: expresan el fin o la intención que persigue lo expresado por el verbo. El nexo
más frecuente para introducirlas es la locución conjuntiva para que, sin embargo, también
se utilizan otros como la conjunción que y las locuciones conjuntivas a que, a fin de que,
con vistas a que, etc.
El niño lloraba <para que su madre le hiciera caso>. Cerrá la puerta, <que no entre frío>.
Está haciendo un curso <con vistas a que lo asciendan en el trabajo>.
-De concesión: expresan un hecho que, aunque se opone a lo expresado por el verbo, no
impide que se cumpla. Se utilizan los nexos: a pesar de que, si bien, aun cuando, pese a
que, aunque, etc.
-De condición: expresan una condición que ha de cumplirse. El nexo más utilizado para
21
introducir las subordinadas condicionales es si, pero también se suelen utilizar: como, a (con)
condición de que, siempre y cuando, etc.
¡Atención!
Es importante no confundir la conjunción condicional SI con la conjunción SI que introduce
las subordinadas sustantivas. Para ello hay que tener en cuenta que la subordinada condicional
no realiza nunca una función propia de un sustantivo, sino la de complemento circunstancial,
por lo que nunca puede ser sustituida por un pronombre.
Ejemplo:
Dime <si está enfermo> Dime ESO PSS
No vendrá <si está enfermo> *No vendrá ESO PSCond.
1. Corregir los errores que presentan las siguientes oraciones. Fundamentar en cada
caso la corrección y, luego, reescribilas de forma correcta.
23
oración debe expresar el mismo significado que la original.
b. ¿Es posible reemplazar la conjunción “que” subrayada por la conjunción “los cuales”?
¿Por qué?
c. ¿Es posible reemplazar la conjunción “quien” subrayada por la conjunción “quienes”?
¿Por qué?
d. Refomulá el siguiente fragmento utilizando una conjunción de subordinación: “El
premio se entrega cada año y otorga, tanto al autor/a como la traductor/a el mismo
reconocimiento: el premio de £50.000 (64 mil dólares) dividido entre elles”.
e. Reformulá el siguiente fragmento utilizando una PSAdverbial de tiempo, sin que
cambie el sentido del texto original: “Luego de la lectura de 124 obras, el jurado
seleccionó 13”.
Por primera vez hay dos escritoras argentinas entre los 13 finalistas de este
prestigioso galardón que premia a la mejor ficción traducida al inglés. El ganador o
ganadora se conocerá el 19 de mayo.
El gran momento de la literatura argentina escrita por mujeres sigue reafirmándose y no
sólo por mantenerse entre los éxitos de venta sino también por los premios que llegan
desde todo el mundo.
Hoy se conocieron los primeros títulos finalistas del International Booker Prize 2020, los
premios británicos que celebran a las mejores ficciones que han sido traducidas al inglés.
Luego de la lectura de 124 obras, el jurado seleccionó 13 y entre ellas hay dos creaciones
de autoras argentinas: Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara
(traducido como The adventures of Iron China) y Kentukis (Little Eyes), de Samantha
Schweblin, quien volvió a ingresar en esta lista por tercera vez (antes estuvo nominada
por Pájaros en la boca y por Distancia de rescate).
El premio se entrega cada año y otorga, tanto al autor/a como la traductor/a el mismo
reconocimiento: el premio de £50.000 (64 mil dólares) dividido entre elles. Cada
preseleccionado recibirá £1.000, elevando el valor total del premio a £62.000.
Otras voces hispanas que aparecen en la lista son la autora mexicana Fernanda Melchor
y el español Enrique Vila-Matas.
La lista final de seleccionados se anunciará el 2 de abril y el ganador el 19 de mayo. La
ganadora del año pasado fue Cuerpos celestes de Jokha Alharthi, traducida por Marilyn
Booth.
24
ANEXO UNIDAD I
1
Cuadro extraído de Marín (2015) “Escribir textos científicos y académicos”. Fondo de cultura económica
argentina: Buenos Aires.
25
como se puede observar, como se
ve.
Adversativos En dos segmentos del texto, Sin embargo, No obstante, Por el
aparecen enunciados que se contrario
oponen en parte o totalmente.
Prevalece con mayor peso el
que está encabezado por el
conector.
De realce o Destacan algún segmento del En particular, Especialmente,
jerarquización texto para mostrar que es más Fundamentalmente, En especial,
importante que otro. Precisamente, Sobre todo
Consecutivos Indican que un segmento del texto Por consiguiente, Por lo tanto, En
es el resultado de lo que se dice en consecuencia
otro segmento.
26
UNIDAD II
EL TEXTO ARGUMENTATIVO
LA PERSUASIÓN
LA ARGUMENTACIÓN
Cuando se quiere persuadir a alguien de algo se debe argumentar, es decir, buscar razones
que convenzan al otro de lo que se dice.
En la vida cotidiana argumentamos en muchas situaciones: cuando opinamos sobre un
programa de televisión o un grupo musical, cuando criticamos la actitud de alguien,
cuando tenemos que pedir permiso para alguna salida, etc. La opinión
o pedido siempre van acompañados de distintas ideas para defender lo que opinamos
frente a la posición del que no está de acuerdo.
Argumentar es defender un juicio invocando las razones que nos llevan a su defensa.
Concretamente, la argumentación consiste en intentar convencer a un determinado
receptor (individual o colectivo) para que piense de una determinada manera acerca de
un tema concreto. Por ello podemos observar que: “La argumentación se utiliza
normalmente para desarrollar temas que se prestan a controversia, y su objetivo
fundamental es ofrecer una información lo más completa posible, a la vez que intentar
persuadir al lector (u oyente) mediante un razonamiento” (Álvarez, 1995: 25).
27
OPINAR Y ARGUMENTAR
Existen diferencias entre opinar y argumentar. Opinar es sencillamente dar a conocer una
postura personal. Para llevar a cabo una opinión no es necesario argumentar a partir de
hechos de la experiencia, es por esto que existen las denominadas ''opiniones infundadas'',
las cuales no son válidas para un debate racional si son utilizadas ciegamente haciéndose
pasar por argumento. Argumentar es algo totalmente diferente. Para demostrar algo,
convencer o persuadir se deben dar razones valederas. Los argumentos pueden ser
racionales o apelar a las emociones o sentimientos del receptor. En este sentido, los
argumentos pueden clasificarse de acuerdo a la función que cumplen dentro de la
argumentación:
“Un estudio de la ONU concluye que las emisiones globales deben reducirse un 7,6 por
ciento cada año entre 2020 y 2030 para cumplir el objetivo de no superar una subida de
1,5 grados este siglo. Para que eso suceda, señala la ONU, las promesas de disminución
de emisiones de la comunidad internacional deben ser cinco veces más ambiciosas que
las actuales”.
“El calentamiento global nos afecta a todos. Cambiá tus hábitos para que tus hijos no sólo
conozcan a los animales en las enciclopedias”.
La diferencia de los argumentos afectivos con los argumentos anteriores radica en el uso
del lenguaje: se apela al factor emotivo y se espera generar cierta empatía en el
interlocutor. El uso de la argumentación afectiva está condicionado por el tipo de texto,
por eso es esperable que no se utilicen en textos académicos, por ejemplo. Sin embargo,
independientemente de esta clasificación, los tipos de argumentos no se utilizan siempre
en contextos esperables. Por este motivo, un buen ejercicio como interlocutor es poder
identificar el argumento que se está utilizando pero también en qué sentido o con qué
finalidad se lo utiliza.
La fuerza de los argumentos radica en su capacidad de lograr cierto grado de adhesión
por parte del interlocutor. No todos los argumentos tienen el mismo poder de convicción.
Un argumento es sólido cuando está bien construido y es funcional a las premisas y a la
tesis que se expone.
En el siguiente enunciado, por ejemplo, se emplea un argumento consistente:
“Fumar es perjudicial para la salud porque se comprobó que el tabaco es causante
de muchas enfermedades”.
No sería válido en el mismo sentido el argumento que se propone en este otro enunciado:
“Fumar es perjudicial para la salud porque mi abuelo tuvo un accidente mientras
estaba fumando”.
28
ESTRUCTURA DE LA ARGUMENTACIÓN
La estructura argumentativa, ya sea escrita u oral, debe seguir una organización particular
con una lógica interna propia. En este sentido, la introducción, la tesis o hipótesis, el
cuerpo argumentativo y la conclusión son las partes que generalmente componen una
argumentación.
Introducción: presentación del tema con el fin de captar la atención del destinatario
(puede faltar).
Actividad:
A) Lean el siguiente texto.
B) Identifiquen las partes en las que se estructura. Señalen qué elementos presentes
en el texto les han ayudado a distinguirlas.
C) Reformulen la tesis.
No te salva Maratea
Por Licenciado Ramiro -May 30, 2021
29
lxs famosxs de turno.
Tampoco voy a decir que la caridad no es buena. Solo digo que la caridad no puede garantizar
derechos colectivos sostenidos en el tiempo. Tanto las donaciones empresarias como las
colectas ciudadanas son acciones individuales que resuelven un problema puntual. Su
alcance es corto y breve. Supongamos el caso de un medicamento muy caro que gracias a las
donaciones de la gente se logró comprar: la solidaridad de cientos de miles de anónimos/as
beneficiaron a una sola persona. Seguramente esa persona no sea la única con el mismo
problema, ¿entonces qué la hace más merecedora del medicamento que el resto de lxs
necesitadxs? ¿Acaso la salud depende de la suerte? Para ser merecedor de dicho privilegio,
¿qué cualidades se debe tener para conmover a lxs donantes?
Pero, aunque la caridad no discrimine y cualquiera pueda ser favorecidx, sí hay problemas
operativos que plantear ya que las colectas y beneficencias dependen de la voluntad
individual y la buena predisposición de las personas que participan. Y como sabemos, estas
acciones son muy difíciles de sistematizar ya que, sobre todo, la gente se cansa si la
remuneración por la buena acción del día es sentirse bien con unx mismx y nada más. ¿O
acaso no pasa que se da limosna al primero que pide y al resto que pasa se le responde con
un “ya di”? Yo no me atrevería a juzgar a quien hace eso, pero sí advertiría que la caridad rara
vez constituye un proyecto y casi nunca una política. No pueden derivarse de ella soluciones
a escala social sostenidas en el tiempo, es decir, no se pueden dictar leyes y garantizar
derechos.
Los derechos brindan un marco de acción y posibilidades para todxs, no solo para algunos
pocos que han sido bendecidos con la divina providencia de conmover a algún famosx. La
caridad depende de la voluntad de un conjunto de personas que puede desgastarse. El
voluntariado tiene sus límites y los derechos no pueden depender de la buena onda de la
gente. Si no te salva el Estado es muy poco probable que lo haga el mercado o Maratea.
Finalmente, se le podría objetar a la caridad que muchas veces quienes ayudan podrían
contar con menos recursos que lxs ayudadxs. Muy destacable el gesto de ayudar teniendo
poco pero no corresponde ni debería suceder. En el último de los casos, deberían ser quienes
más tienen los que más aporten a estas causas nobles, ya sean empresas o particulares
millonarios. O simples sujetos con ingresos superiores a la media que donen voluntariamente
un poco de lo que les sobra para hacerle un favor a alguien que lo necesita, ya sea una silla de
ruedas o plata para viajar a competir en nombre del país.
O mejor sería que estas donaciones no dependieran de la voluntad de los individuos y que se
puedan transformar en ley. Una onda aporte solidario, así se entiende que es una donación.
Y que se llame “Ley Maratea” y se sancione en un vivo de Instagram, así la gente que más
plata tiene aporta contenta.
30
Ejercicio: Colocar conectores de causa o de consecuencia, según corresponda en cada caso, e
indicar el orden de causa-consecuencia o de consecuencia-causa.
Actividad:
Completar los espacios en blanco, agregando a la concesión dada un marcador textual y
una refutación.
Cita de autoridad: consiste en incluir en el texto lo que dijo una persona o institución
experta en el tema tratado y de esa manera, avalar la opinión de quien redacta. Ejemplo:
Según la Real Academia Española, argumentar significa “Disputar, discutir, impugnar
una opinión ajena”.
Existen diferentes estrategias para incluir las voces ajenas en un texto propio:
31
Estrategia Descripción Marcas distintivas
Actividad:
Incluí la cita dada a través de todas las formas posibles:
32
Estilo Indirecto
Cita Mixta
Paráfrasis
Preguntas retóricas: estas son preguntas que no esperan una respuesta, sino que invitan
al lector a reflexionar sobre algún tema. Ejemplo: Para terminar, ¿estaremos dispuestos
a asumir los desafíos del mundo actual? ¿Seguiremos privilegiando la individualidad?
¿Podremos recuperar la empatía que perdimos?
Comparación: Consiste en poner en relación dos o más elementos para identificar las
semejanzas o diferencias que presentan bajo alguna categoría. Es necesario reconocer qué
elementos se comparan, bajo qué categorías y si la comparación se realiza por semejanza
o por diferencia.
33
Ejemplos de comparación por semejanzas:
- El italiano es una lengua que presenta marcas de tiempo y modo en el verbo. De
igual modo, el español manifiesta estas mismas marcas en dicha clase de palabra.
- El español es similar al italiano en la marcación de tiempo y modo de los verbos.
a. Al igual que las células procariotas, las eucariotas están rodeadas por una
membrana que controla el paso de sustancias hacia el interior y hacia el exterior
de la célula.
b. La vacuna Sputnik usa dos tipos de adenovirus, un virus que produce resfríos. A
esos virus les hicieron una modificación genética y les colocaron un elemento
antígeno: el gen de la proteína Spike. De ese modo, el organismo fomenta
anticuerpos. En contraste, para la vacuna Sinopharm se utilizó el virus del Covid-
19, pero muerto, es decir, inactivado.
Enunciado condicional: estos enunciados están conformados por dos proposiciones que
establecen una relación directa entre sí. Para que se cumpla la segunda proposición, la
primera tiene que ser verdadera. Es decir, la segunda proposición puede pensarse como
la consecuencia de la primera. La estructura de estos enunciados condicionales es la
siguiente: SI…(tal cosa)...ENTONCES….(tal otra).
Por ejemplo: “Si comés las verduras, entonces podrás comer el postre”; “Si el
monocultivo no se detiene, entonces el cambio climático será irreversible”; “Si estudiaste,
entonces no tendrás problemas para aprobar el examen”.
La subjetivación
En la argumentación, suelen aparecer “marcas” o “huellas” de subjetividad que implican
una evaluación o un juicio del emisor respecto de lo que está diciendo. Esas marcas son
los modalizadores y los subjetivemas.
MODALIZADORES
Modalizadores valorativos: implican un juicio, una evaluación, o valorización por parte
34
del emisor (positiva o negativa, buena o mala) respecto de algo:
Positivos
Por suerte
Felizmente
Gracias a Dios
Negativos
Lamentablemente
Por desgracia
Lamento que
Es una pena que
Fue un error
Modalizadores lógicos:
Refuerzan una aseveración
Indudablemente
en forma unánime
sin dudas
con toda seguridad
en verdad
Evidentemente
es claro que
por cierto
en efecto
Suspenden, ponen en duda, refutan una aseveración, una opinión con la que no se
está de acuerdo
no creo
difícilmente
es improbable
no sé si
posiblemente
es probable que
quizá
SUBJETIVEMAS
Con sustantivos:
Peyorativos (desvalorizan): Tu noviecito está en problemas.
Elogiadores (valorizan): Ej.: El auto es una belleza / Qué genio que es / Fue un partidazo
/ Es un equipazo.
Con adjetivos:
Afectivos (indican una reacción emotiva): Es horripilante / es patético
Evaluativos, Cuantitativos o cualitativos: Es grande
Valorativos (positivos o negativos): Es codiciosa / Es hermosa
Con verbos:
35
Evaluaciones, valoraciones, opiniones personales: Me gusta / Creo que no es así
Actividades:
1) Leer el texto “¿Se acabaron los momentos de reflexión?”.
2) Identificar las estrategias argumentativas que utiliza el autor y clasificarlas según
los tipos que desarrollamos.
3) Resaltar los distintos modalizadores y subjetivemas y clasificarlos según su
función.
Hay muchos momentos a lo largo de un día cualquiera en los que, en otra época, a
falta de material de lectura impreso pensaba y miraba a mi alrededor: lo hacía
mientras caminaba o esperaba en algún lado, tomaba el metro, me recostaba en la
cama sin poder dormir o hacía acopio de fuerzas para levantarme.
Ahora, en cambio, en estas situaciones a menudo tomo mi celular para revisar una
notificación, navegar y leer en internet, enviar un mensaje de texto, utilizar una
aplicación, escuchar un podcast o, en raras ocasiones, hacer una llamada telefónica
a la vieja usanza. El último lugar donde hoy tengo garantía de estar a solas con mis
pensamientos es la ducha.
“Encontrar momentos para dedicarse al pensamiento contemplativo siempre ha sido
un reto, ya que siempre hemos estamos sujetos a la distracción”, afirma Nicholas
Carr, autor de “The Shallows”. “Pero ahora que llevamos con nosotros estos
dispositivos multimedia todo el día, esas oportunidades se vuelven aún menos
frecuentes por la sencilla razón de que tenemos esta capacidad de distraernos
constantemente”.
Por ejemplo, los videojuegos: un estudio reveló mejoras en la memoria y la
concentración de personas de edad avanzada cuando juegan a las carreras. En otro
estudio se observó que jugar al Super Mario 64 producía aumentos en la materia gris
en regiones del cerebro asociadas con la memoria, la planificación y la navegación
espacial.
Sin embargo, estas habilidades cognitivas difieren de la reflexión. En un mundo
donde un teléfono o un ordenador casi nunca están fuera de nuestro alcance,
36
¿estamos eliminando la introspección en momentos que podrían haber estado
dedicados a eso? ¿Acaso la profundidad de esa reflexión está en peligro porque nos
hemos acostumbrado a buscar la gratificación inmediata de los estímulos externos?
Si los datos indican algo, la mayoría de nosotros utiliza los teléfonos más de lo que
creemos: los participantes en el estudio calcularon que utilizaban los dispositivos 37
veces durante el día (incluidas todas las ocasiones en que encendemos una pantalla,
desde apagar el despertador hasta hacer una llamada), pero el número real se acercó
a 85. Algunas de las veces tomó menos de 30 segundos. (Los participantes también
subestimaron el tiempo que pasan utilizando los dispositivos por cerca de una hora
—el total real fue de 5,05 horas—, incluyendo llamadas telefónicas y escuchar música
con la pantalla apagada).
Si estás despierto durante 16 horas, encender o revisar tu celular 85 veces
significa hacerlo aproximadamente una vez cada 11 minutos (eso sin contar las veces
que utilizamos internet en una computadora), y 5,05 horas son más del 30 por
ciento del día. ¿Qué efecto podría tener este comportamiento compulsivo en la
reflexión?
Parece contradictorio decir que estamos entrado a una fase cultural irreflexiva, ya
que nuestra época tiende a ser criticada por su ensimismamiento. No obstante, con
frecuencia expresamos nuestro solipsismo de manera externa en vez de explorarlo
internamente, con más énfasis en las imágenes que nunca antes. Cuando hay texto,
los nuevos medios como Instagram por lo general dejan de lado el papel del lenguaje.
Las selfies son algo muy obvio en este caso particular, pero consideremos un tuit. Su
brevedad tiene la longitud perfecta para un aforismo y poco más (a menos que
alguien publique una secuencia).
Además, internet suele recompensar la velocidad por encima de cualquier otra
cosa, una cualidad que contradice al pensamiento deliberativo, además, nuestra
hambre de velocidad va en aumento conforme mejoran las tasas de transferencia de
información. En 2006, Forrester Research halló que los compradores en línea
esperaban que las páginas web se cargaran en cuatro segundos. Tres años más
tarde, el tiempo se redujo a dos segundos. Las páginas web más lentas hacían que
muchos compradores buscaran en otros sitios.
Para 2012, los ingenieros de Google habían descubierto que cuando los
resultados tomaban más de dos quintas partes de segundo en aparecer, la gente
buscaba menos, y retrasarse un cuarto de segundo en comparación con un sitio
rival puede alejar a los usuarios.
“Eso apunta a que, conforme nuestras tecnologías incrementan la intensidad de la
estimulación y el flujo de cosas nuevas, nos adaptamos a ese ritmo”, dijo Carr. “Nos
hacemos menos pacientes. Cuando surgen momentos sin estimulación comenzamos
a sentir pánico y no sabemos qué hacer con ellos, porque nos hemos entrenado para
esperar esa estimulación: nuevas notificaciones, alertas, y similares”.
Esto a menudo se traduce en el discurso que define internet como una demanda de
“momentos estimulantes”, inmediatos y superficiales, en vez de juicios sopesados
con cuidado, ya sea sobre asuntos serios o triviales.
Carr también señaló los argumentos contrarios: formular pensamientos
relativamente simples en internet puede producir otros más complejos mediante
intercambios en tiempo real con la gente, y puede que las personas cuyo reflejo es
publicar algo con prisa en vez de pensar en ello, tampoco habrían sido los pensadores
más deliberativos en una época anterior a los teléfonos inteligentes.
Aun así, Carr considera que nuestro rumbo actual indica “la pérdida de la mente
contemplativa”. “Hemos adoptado el ideal mental de Google, que consiste en tener
una pregunta que se puede responder rápidamente: Preguntas finitas y bien
definidas. Perdida en esa concepción está la idea de que también hay una manera
37
abierta de pensar con la que no siempre estamos tratando de responder una
pregunta. Estás intentando ir al lugar al que ese pensamiento te lleve. Como
sociedad, estamos diciendo que la manera de pensar ya no es tan importante. Se ve
como algo ineficiente”.
Actividad:
1) Leer el texto “¿De quién es la calle?”.
2) Identificar las estrategias argumentativas que utiliza el autor y clasificarlas según
los tipos que desarrollamos.
3) Resaltar los distintos modalizadores y subjetivemas y clasificarlos según su
función.
Son las 10 de la mañana. Caminás por la vereda y te chocás con un tipo que acaba de
bajar apurado de una camioneta que estacionó en doble fila. Luego, estás por cruzar y te
percatás de que una bici en contramano está por pasar al lado tuyo. Las bocinas
acompañan y contextualizan tus ágiles movimientos urbanos.
¿Alguna vez pensaste qué es el espacio público? La calle, la vereda, las plazas, lo son.
Cada lugar en que nos encontremos con otros, pertenece a esta esfera. Pero, ¿qué es lo
que sucede ahí? ¿Por qué no está bueno permanecer en la calle? A simple vista, pareciera
que es solo un lugar de paso, de tránsito. Mientras más rápido te traslades, mejor. La
calle nos pide que nos movamos con velocidad, dicho de otra forma: nos expulsa.
Si pensamos en la palabra calle, inmediatamente la relacionamos a los autos, los
colectivos, los camiones. Tal vez de rebote pensemos en los peatones y en las bicicletas.
Hacemos esta asociación porque concebimos el espacio público como un lugar de
tránsito, pensado para quien pueda adquirir un vehículo y para que estas personas
puedan llegar más rápido adonde se dirigen.
Desde el surgimiento de la producción en serie con el Ford T en 1913 hasta la crisis del
petróleo en 1973, la industria automotriz siempre ha sido determinante para el desarrollo
del capitalismo. El auto como producto quizás es uno de los más acabados de este
sistema. Provoca una sensación de libertad y de autonomía: creés que podés llegar a
cualquier lugar que deseás. O al menos eso muestran las publicidades, que construyen el
deseo en el imaginario colectivo y asocian el tener auto a una cuestión de status. Las
publicidades muestran camionetas cruzando arroyos y escalando montañas: escenarios
donde difícilmente lleguemos con lo que cuesta la nafta.
Espacio público
“La historia de la ciudad es la de su espacio público”, dicen Jordi Borja y Zaida Muxi en
su libro El espacio público. Ciudad y ciudadanía. Y, parafreaseando a los autores,
efectivamente las ciudades no son el lugar de lo doméstico o privado: son el ámbito donde
la población se encuentra, se identifica. Por esto deben ser entendidas como un “sistema
de redes o de conjunto de elementos –calles, plazas, estaciones de colectivos, áreas
comerciales, equipamientos culturales, es decir, espacios de uso colectivo debido a la
apropiación progresiva de la gente– que permiten el paseo y el encuentro, que ordenan
38
cada zona de la ciudad y le dan sentido, que son el ámbito físico de la expresión colectiva
y de la diversidad social y cultural”.
¿Cómo se distribuye el espacio público en las ciudades? En nuestra provincia, en los
últimos 10 años, creció un 60% el parque automotor. Hoy circulan 1.394.519 autos por
todo el territorio provincial. Según el último censo, el territorio provincial tiene
3.397.532 habitantes. En promedio, cada dos personas hay un auto. Por eso, no es
extraño que la planificación urbana de las ciudades esté destinada a hacer más efectivo
el tránsito. En este sentido, las veredas parecerían ser mucho más angostas que la calle.
La cultura del automóvil excluye al ciudadano a pie. Al diseño del espacio público se lo
come todo el pavimento para los autos. Todo está destinado a ir de un punto a otro.
¿Realmente es necesario el uso que hacemos del auto? ¿No podríamos, desde los espacios
de construcción política, apostar a otra alternativa?
De esta manera, encontrarse con ciudadanos –y permanecer en el encuentro– parece ser
una opción poco atractiva. Lo que se valora de una calle es la durabilidad del pavimento.
No hay espacio para el arte tampoco. No hay posibilidad de ser, sólo transitar. La plaza
o el centro cultural convocan, invitan a quedarse; la calle expulsa. Y si coincidimos en
que el espacio público tiene significación social, ¿qué significa entonces que este lugar
nos expulse?
Mi auto
En la distribución del tránsito, a simple vista, la mayor parte del caudal que circula son
autos particulares. Las bicis ocupan un lugar secundario: se meten por donde se pueda,
donde no haya autos. Podríamos afirmar que, en la disputa por el espacio público, en las
ciudades, el que mayor beneficio se lleva es el auto.
Dentro de los negocios privados que se realizan con el espacio público, la proliferación
de autos es una privatización encubierta de ese (nuestro) territorio. Vivimos en una
ciudad con grandes problemas en relación con el transporte público: con recorridos que
no alcanzan a cubrir las demandas de toda la población, con un tren urbano que
representó muchos más costos que beneficios, y con filas de dos horas en el interurbano
que va hasta Paraná.
Todos estos obstáculos empujan a los santafesinos a usar el auto: y el que no pueda
pagarlo, entonces que se joda.
¿Qué hacemos?
Para el problema del tránsito en la ciudad hay soluciones concretas. El impulso del
transporte público es fundamental: recorridos abarcativos, con más líneas que circulen
de este a oeste (de 17 líneas, 12 hacen un recorrido predominantemente de sur a norte).
Otra necesidad es fomentar la bicicleta como una alternativa real de transporte. En la
ciudad sólo hay 30 kilómetros de bicisendas, mientras que la superficie que ocupa
nuestro territorio es de 268 km².
Por citar un ejemplo, en Rosario existe el sistema de bicicletas públicas Mi Bici Tu Bici,
que cuenta con 52 estaciones para llevar y devolver bicis. El sistema rosarino intenta unir
los tramos que dejan incompletos las líneas de buses urbanos. Su equivalente en Santa
Fe, el Subite a la Bici, no representa una opción eficiente a la hora de transportarse: hay
apenas seis estaciones, todas ubicadas en el centro y este de la ciudad, y las bicicletas sólo
pueden usarse tres horas por día. La estación más norte que existe está en la Belgrano.
Es importante empezar a pensar en una red integrada de movilidad, con distintas
alternativas públicas de transporte que estén bien complementadas. Lo que está claro es
que más autos no pueden ser la solución porque implican más congestión, más emisiones
tóxicas al ambiente, más ruido y menos lugar para otros tipos de movilidad. Cómo será
que hasta pusimos cocheras debajo del Parque Alberdi y que se intentó convencer a los
vecinos de la plaza de los Bomberos para poner cocheras en ese espacio público.
Lograr formas más sustentables y eficientes de movilidad requiere abandonar la idea de
que el aumento del parque automotor es sinónimo de progreso. Es necesario abandonar
39
el paradigma del automóvil y encontrar soluciones más democráticas y amigables con el
ambiente.
Actividades:
1. Leé el texto “No somos nuestro trabajo”.
2. Identificar las estrategias argumentativas que utiliza el autor y clasificarlas según
los tipos que desarrollamos.
3. Resaltar los distintos modalizadores y subjetivemas y clasificarlos según su
función.
Los trabajadores del mundo que han sufrido desde hace mucho al fin han obtenido algo de
influencia sobre sus jefes, y su nuevo poder es glorioso de ver.
En Corea del Sur, decenas de miles de miembros de sindicatos organizaron una huelga de un
día la semana pasada para exigir mejores prestaciones y protecciones para los trabajadores
temporales y por contrato. En el Reino Unido, donde el brexit ha provocado una grave escasez
de bienes y de mano de obra, el primer ministro, Boris Johnson, se ha adjudicado el dudoso
crédito de lo que él llama una nueva era de aumento salarial.
Además, en Estados Unidos, una cifra récord de casi 4,3 millones de personas renunció a sus
trabajos en agosto, según el Departamento del Trabajo, y más de 10 millones de puestos
quedaron desocupados, una cantidad un tanto menor a la de julio, cuando hubo alrededor de
11 millones de vacantes. La escasez de trabajadores ha conducido a un aumento de salarios
que ha superado las expectativas de muchos economistas y tal parece que ha desconcertado
a los jefes que están acostumbrados a que los empleados atiendan de inmediato todas y cada
una de sus necesidades.
Hay muchas razones posibles por las que las personas estarían reacias a trabajar en puestos
terribles. La gente que cuenta con la seguridad del subsidio de desempleo y los fondos de
estímulo quizá está esperando a que se abran mejores opciones. Los trabajadores que
pasaron el último año y medio en la primera línea de empleos peligrosos en industrias
ingratas —por ejemplo, la vigilancia del uso de cubrebocas entre clientes beligerantes en
tiendas y restaurantes— tal vez ya están agotados de esa experiencia. Y muchos trabajadores
aún tienen miedo de poner en riesgo su salud en una pandemia que sigue en curso, además
de que la falta de servicios de cuidado para niños y personas mayores ha acumulado costos y
complicaciones que hacen que muchos trabajos no valgan el esfuerzo.
Todo esto tiene lógica. Pero quizá también haya algo más profundo en juego. En esta
repentina reorganización de la vida diaria, es posible que la pandemia haya orillado a muchas
personas a contemplar una posibilidad muy poco estadounidense: que nuestra sociedad está
demasiado obsesionada con el trabajo, que el empleo no es la única manera de encontrarle
un significado a la vida y que a veces no tener trabajo es mejor que tener uno malo.
“La pandemia nos trajo una especie de separación forzada del trabajo y una distancia crucial,
y poco común, de la rutina diaria”, me dijo Kathi Weeks, profesora de género, sexualidad y
estudios feministas en la Universidad Duke. “Creo que lo que estamos viendo en el hecho de
que la gente se rehúse a regresar es una clase de anhelo de libertad”.
Weeks, autora de El problema del trabajo, se cuenta dentro de un puñado de académicos que
abogan por una revaluación a gran escala del papel que tiene el trabajo en las sociedades más
prósperas. Sus ideas han sido denominadas “postrabajo” o “antitrabajo” y, aunque
comparten metas con otros actores del mercado laboral —entre ellos, los sindicatos de
trabajadores y los defensores de un salario mínimo más alto y una red de seguridad social
más fuerte—, el llamado de estos académicos va dirigido a algo más grande que prestaciones
mejoradas.
40
Están cuestionando algunas de las ideas fundamentales de la vida moderna, sobre todo de la
vida en Estados Unidos: ¿y si el trabajo remunerado no es el único uso valioso de nuestro
tiempo? ¿Y si lograr el éxito en tu carrera no es la única manera de ganar estatus y relevancia
en la sociedad? ¿Y si elegir una vida que no se guíe por las neurosis y las obsesiones del
empleo remunerado se puede considerar un estilo de vida perfectamente aceptable y
razonable?
Cabe reconocer que la evidencia detrás de esta revaluación es más anecdótica que rigurosa.
Bien podría suceder que, en cuanto los mercados laborales se relajen, los trabajadores
vuelvan a rendir pleitesía a sus jefes.
Sin embargo, David Frayne, sociólogo y autor de The Refusal of Work, señaló que los eventos
traumáticos suelen hacer que las personas revalúen sus vidas y metas.
“La pandemia ha tenido el potencial de crear ese tipo de disrupción en una escala masiva”,
me dijo Frayne, y la disrupción ha creado nuevas oportunidades políticas para regular los
mercados laborales de maneras que beneficien a los trabajadores. Destacó que, en el Reino
Unido, donde él vive, los políticos han comenzado a considerar la idea de una semana laboral
de cuatro días, un plan que desde hace tiempo se había considerado inviable.
En Estados Unidos, la enorme legislación de política social propuesta por el gobierno de Joe
Biden —que ahora se ha quedado estancada en el Congreso— también se concibió en parte
como una vía para resolver los problemas que padecieron los trabajadores durante la
pandemia. Además, la pandemia abrió un espacio para el debate de ideas más fuera de lo
común para una sociedad que ya no se centra en el trabajo, en particular, un sueldo básico
universal, una política que se está poniendo a prueba en programas piloto distribuidos en
todo el país.
Se puede echar un vistazo a un mundo postrabajo en el foro /antiwork de Reddit “para los que
quieren acabar con el trabajo”, que se ha vuelto viral en los últimos meses, con cientos de
miles de seguidores que comparten su causa subversiva. El foro abunda en publicaciones de
trabajadores iracundos que ya no tolerarán más abusos, así como muchas capturas de
pantalla de gente que cuenta cómo está retando a sus supervisores y renunciando con furia
tras años de explotación.
He estado leyendo las publicaciones del foro desde hace meses y, para mi sorpresa, he
compartido la emoción visceral de ver a las personas recuperar las riendas de su vida de entre
las fauces del capitalismo que roba el alma y destruye la salud.
Me sorprendió encontrar una causa común con personas en este foro porque está claro que
yo tengo muy poco de que quejarme, en cuanto a mi trabajo. Es un hecho que, al menos una
vez al día, siento una inmensa gratitud. El trabajo al que me dedico —escribir esta columna—
es menos demandante a nivel físico y más gratificante a nivel intelectual que cualquier cosa
que tuvieron que soportar mis ancestros para ganarse el pan y —no les digan a mis jefes—
percibo una remuneración más que justa por mi tiempo y esfuerzo. Suena perfecto, ¿no?
Aun así, muchas veces mi trabajo puede sentirse como un infierno abrasador. Tengo esposa
e hijos y dos gatos adorables, pero el trabajo es lo primero que pienso cada mañana y lo último
que me preocupa cada noche. Mi trabajo es dueño de mi mente y mi tiempo, le dedico lo
mejor de mi atención y creatividad y es la causa de mis neurosis más profundas y mi estrés
menos tratable.
Me avergüenza decir que no me había dado cuenta de cuánto dominaba mi vida el trabajo
hasta la pandemia, hasta que este meteoro impactó nuestras vidas y me obligó a reconsiderar
lo que estaba haciendo.
No estoy diciendo que voy a renunciar, espero poder conservar este trabajo durante mucho
tiempo. Solo que ahora tengo espacio en mi mente para una verdad que mi adicción al trabajo
previa a la pandemia nunca me permitió contemplar: que incluso un trabajo de ensueño es
un trabajo y, en la incesante cultura de la productividad estadounidense, hemos convertido
a nuestros trabajos en prisiones para nuestra mente y alma. Es hora de liberarnos.
Actividad:
A continuación, te presentamos distintos titulares acerca de la misma noticia: paro
docente 2022. Explicar qué ideas sobre este hecho se implican en cada uno.
41
Publicidad y propaganda
En un mundo mediatizado como en el que vivimos, estamos rodeados de signos lingüísticos,
visuales y audiovisuales. Cada click que hacemos, cada ventana que abrimos nos muestra una
innumerable cantidad de ellos. Sin embargo, estos signos están ahí por algo: necesitan un
interlocutor que posicione su mirada sobre ellos, aunque los objetivos de cada uno son muy
diferentes. Entre otros tantos encontramos las publicidades y las propagandas.
Las publicidades son un medio para convencer al interlocutor de adquirir determinados
bienes o servicios, y para ello utilizan todos los recursos que tienen disponibles, y no sólo
los tecnológicos, sino, fundamentalmente, los discursivos. La publicidad construye una
necesidad y nos persuade e interpela para que creamos que realmente la tenemos. En ese
proceso, la publicidad busca instalar siempre un estereotipo que sea lo suficientemente
flexible como para generar empatía con todo tipo de público y simula ofrecernos bienes
simbólicos: felicidad (por ejemplo, las publicidades de Coca- Cola), un cambio en la
imagen personal (por ejemplo, las publicidades de Asepxia), un cambio de vida para ser
más saludable (por ejemplo, las publicidades de Ser), un cambio en el status social (por
ejemplo, las publicidades de Ford, Audi, Mercedes Benz), entre otros. Es decir, la
publicidad monta todo un artificio para que creamos que nos ofrece estos bienes
simbólicos, pero en la superficie discursiva los elementos que nos permitirían estos
cambios son los productos de su marca. Siempre la finalidad de la publicidad es comercial
o tiene algún fin de lucro.
En cambio, la propaganda no tiene fines de lucro, aunque el aparato discursivo que
maneja también sea un artificio que pretende convencernos de que actuemos de alguna
manera. La propaganda tiene el objetivo social de concientizar a una comunidad respecto
42
de algún problema que nos involucra directamente a todos, y nos brinda conocimientos
básicos acerca de cómo debería actuarse en determinadas situaciones. Sin embargo, ésta
también es utilizada por distintos sectores que no buscan rédito económico sino adhesión
por parte de los interlocutores: sectores políticos, religiosos, académicos, entre otros. Por
lo tanto, el objetivo ya no es exclusivamente social. En este sentido, la propaganda -sea
lingüística, visual o audiovisual- necesita de una serie de argumentos que le permitan
generar adhesión: en algunos casos se utilizarán argumentos racionales (por ejemplo,
campañas de prevención de enfermedades, campañas de vacunación), y en otros casos,
se utilizarán argumentos afectivos (spots electorales, propagandas religiosas). En
cualquiera de estos casos, el mensaje tiene que ser claro, concreto, preciso y breve.
Actividades:
Publicidad:
43
44
Propaganda:
45
46
Construir al enemigo (Eco, 2012)
Adaptación
Hace años, en Nueva York, me tocó un taxista cuyo nombre era difícil de descifrar y me aclaró que era
paquistaní. Me preguntó de dónde era yo y le contesté que italiano. Me preguntó que cuántos éramos y se
quedó asombrado de que fuéramos tan pocos y de que nuestra lengua no fuera el inglés. Por último, me
preguntó cuáles eran nuestros enemigos. Ante mi «¿Perdone?», aclaró despacio que quería saber con qué
pueblos estábamos en guerra desde hacía siglos por reivindicaciones territoriales, odios étnicos, violaciones
permanentes de fronteras, etcétera, etcétera. Le dije que no estábamos en guerra con nadie. Con aire
condescendiente me explicó que quería saber quiénes eran nuestros adversarios históricos, esos que primero
ellos nos matan y luego los matamos nosotros o viceversa. Le repetí que no los tenemos, que la última
guerra la hicimos hace más de medio siglo, entre otras cosas, empezándola con un enemigo y acabándola
con otro.
No estaba satisfecho. ¿Cómo es posible que haya un pueblo que no tiene enemigos? Nada más bajarme,
dejándole dos dólares de propina para recompensarle por nuestro indolente pacifismo, se me ocurrió lo que
debería haberle contestado, es decir, que no es verdad que los italianos no tienen enemigos. No tienen
enemigos externos y, en todo caso, no logran ponerse de acuerdo jamás para decidir quiénes son, porque
están siempre en guerra entre ellos: Pisa contra Lucca, güelfos contra gibelinos, nordistas contra sudistas,
fascistas contra partisanos, mafia contra Estado, gobierno contra magistratura.
Ahora bien, reflexionando sobre aquel episodio, me he convencido de que una de las desgracias de nuestro
país, en los últimos sesenta años, ha sido precisamente no haber tenido verdaderos enemigos. La unidad de
Italia se hizo gracias a la presencia de los austriacos o, como quería el poeta Giovanni Berchet, del «híspido
y engorroso alemán»; Mussolini pudo gozar del consenso popular incitándonos a vengarnos de las
humillaciones sufridas en Dogali y Adua, así como de las demoplutocracias judaicas que nos imponían sus
inicuas sanciones. Véase qué le sucedió a Estados Unidos cuando desapareció el imperio del mal y se
disolvió el gran enemigo soviético. Peligraba su identidad hasta que Bin Laden, acordándose de los
beneficios recibidos cuando lo ayudaban contra la Unión Soviética, tendió hacia Estados Unidos su mano
misericordiosa y le proporcionó a Bush la ocasión de crear nuevos enemigos reforzando el sentimiento de
identidad nacional y su poder.
Tener un enemigo es importante no solo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un
obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestro valor. Por
lo tanto, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo. Pues bien, en esta ocasión no nos interesa
tanto el fenómeno casi natural de identificar a un enemigo que nos amenaza como el proceso de producción
y demonización del enemigo.
Los enemigos son distintos de nosotros y siguen costumbres que no son las nuestras.
Uno diferente por excelencia es el extranjero. Ya en los bajorrelieves romanos los bárbaros aparecen
barbudos y chatos, y el mismo apelativo de bárbaros, como es sabido, hace alusión a un defecto de lenguaje
y, por lo tanto, de pensamiento.
Ahora bien, desde el principio se construyen como enemigos no tanto a los que son diferentes y que nos
amenazan directamente (como sería el caso de los bárbaros), sino a aquellos que alguien tiene interés en
representar como amenazadores, aunque no nos amenacen directamente, de modo que lo que ponga de
relieve su diversidad no sea su carácter de amenaza, sino que sea su diversidad misma la que se convierta
en señal de amenaza.
Véase lo que dice Tácito, un historiador romano, de los judíos: «Consideran profano todo lo que nosotros
tenemos por sagrado, y todo lo que nosotros aborrecemos por impuro es para ellos lícito». Los judíos son
«raros» porque se abstienen de comer carne de cerdo, no ponen levadura en el pan, se entregan al ocio el
séptimo día, se casan solo entre ellos, se circuncidan (fíjense) no porque se trate de una norma higiénica o
religiosa sino «para marcar su diversidad», entierran a los muertos y no veneran a nuestros Césares.
Plinio no encuentra cargos significativos contra los cristianos, puesto que ha de admitir que no se dedican
a cometer delitos sino solo a llevar a cabo acciones virtuosas. Aun así, los condena a muerte porque no
sacrifican al emperador y esa obstinación en rechazar algo tan obvio y natural establece su diversidad.
Una nueva forma de enemigo será, más tarde, con el desarrollo de los contactos entre los pueblos, no solo
el que está fuera y exhibe su extrañeza desde lejos, sino el que está dentro, entre nosotros. Hoy lo
llamaríamos el inmigrado extracomunitario [de la Unión Europea], que, de alguna manera, actúa de forma
distinta o habla mal nuestra lengua, y que en la sátira de es aquel listo y timador, descarado, libidinoso,
capaz de tender sobre el lecho a la abuela de un amigo.
Extranjero entre todos, y distinto por su color, es el negro. En la entrada «Negro» de la Enciclopedia
Británica, primera edición norteamericana de 1798 se leía:
47
En el color de la piel de los negros encontramos diferentes matices; pero todos se diferencian de la misma
manera de los demás hombres en los rasgos de su rostro. Mejillas redondas, pómulos altos, una frente
ligeramente elevada, nariz corta, ancha y roma, labios gruesos, orejas pequeñas, fealdad e irregularidad de
forma caracterizan su aspecto exterior. Las mujeres negras tienen caderas muy caídas, y glúteos sumamente
rollizos, que les otorgan la forma de una silla de montar. Los vicios más conocidos parecen ser el destino
de esta infeliz raza: se dice que ocio, traición, venganza, crueldad, desvergüenza, robo, mentira, lenguaje
obsceno, desenfreno, mezquindad e intemperancia han extinguido los principios de la ley natural y han
acallado las reprimendas de la conciencia. Son ajenos a todo sentimiento de compasión y constituyen un
terrible ejemplo de la corrupción del hombre cuando queda abandonado a sí mismo.
El negro es feo. El enemigo debe ser feo porque se identifica lo bello con lo bueno y una de las
características fundamentales de la belleza ha sido siempre lo que la Edad Media denominará
integritas (es decir, tener todo lo que se requiere para ser un representante medio de una especie, por lo
cual, entre los humanos, serán feos los que carecen de un miembro, de un ojo, tienen una estatura inferior
a la media o un color «deshumano»).
Prisco de Panio en el siglo V d. C. describe a Atila bajo de estatura, con un tórax ancho y una cabeza grande,
los ojos pequeños, la barba fina y encanecida, la nariz aplastada y (rasgo fundamental) la tez oscura. Pero
es curioso cómo se parece el rostro de Atila a la fisonomía del diablo tal como lo verá más de cinco siglos
después Rodolfus Glaber: estatura modesta, cuello fino, rostro demacrado, ojos muy negros, frente surcada
de arrugas, nariz achatada, boca sobresaliente, labios turgentes, barbilla estrecha y afilada, barba caprina,
orejas híspidas y puntiagudas, cabello erizado y desgreñado, dentadura canina, cráneo alargado, pecho
prominente, espalda gibosa (Crónicas, V, 2).
Hediondo. El enemigo siempre huele mal, y un tal Berillon, al principio de la Primera Guerra Mundial
(1915), escribía un La polychrésie de la race allemande, donde demostraba que el alemán medio produce
más materia fecal que el francés, y con un olor más desagradable. Si el bizantino olía mal, mal olía el
sarraceno en la escritura de Felix Fabri (siglo XV):
Los sarracenos emiten un terrible hedor, por lo que se dedican a continuas abluciones de todo tipo; y como
nosotros no olemos mal, a ellos no les importa que nos bañemos con ellos. Claro que son igual de
indulgentes con los hebreos, que apestan aún más […]. De este modo, los sarracenos están contentos de
hallarse en compañía de quienes como nosotros no hedemos.
No puede no apestar el gitano, visto que se alimenta de carroñas, tal como nos enseña Cesare Lombroso
(L’uomo delinquente, 1876). Monstruoso y hediondo será, por lo menos desde los orígenes del cristianismo,
el judío, visto que su modelo es el Anticristo, el archienemigo, el enemigo no solo nuestro, sino de Dios.
Si el Anticristo viene del pueblo de los judíos, su modelo deberá reflejarse en la imagen del hebreo.
Empecemos por el rostro:
Suelen tener el rostro lívido, la nariz aguileña, los ojos hundidos, la barbilla de punta y los músculos de la
boca muy pronunciados. […] Además, los judíos sufren de enfermedades que indican la corrupción de su
sangre, como antaño la lepra y hoy el escorbuto, que le es afín, las escrófulas y los flujos de sangre. […]
Se dice que los judíos despiden siempre un mal olor […]. Otros atribuyen estos efectos al uso frecuente de
verduras de olor penetrante como cebolla y ajo […].
El judío que, como es sabido, tiene su Dios muy particular, nos sorprende primero, en la vida ordinaria, por
su aspecto exterior; a cualquier nacionalidad europea que pertenezcamos, él presenta algo
desagradablemente extraño a esa nacionalidad: involuntariamente deseamos no tener nada en común con
un hombre que tiene esa apariencia […]. No podemos imaginar sobre la escena a un personaje antiguo o
moderno, ya sea un héroe, ya un enamorado, representado por un judío, sin sentir involuntariamente todo
lo impropio, que llega hasta el ridículo, de una tal idea […]. Lo que nos repugna particularmente es la
expresión física del acento judío. […] Nuestro oído se ve afectado de manera extraña y desagradable por el
sonido agudo, chillón, seseante y arrastrado de la pronunciación judía: un empleo de nuestra lengua
nacional completamente impropio […] nos obliga durante una conversación, a prestar más atención a ese
cómo desagradable del hablar judío que a su qué. Hay que reconocer y retener la importancia excepcional
de este hecho para explicar la impresión que nos hacen las obras musicales de los judíos modernos. Cuando
oímos hablar a un judío, la ausencia de toda expresión puramente humana en su discurso nos hiere a pesar
nuestro.
48
Hitler procede con mayor gracia, casi al límite de la envidia:
En los jóvenes la forma de vestir debe estar al servicio de la educación. […] Si hoy en día la perfección
corporal no estuviera relegada a segundo plano por nuestra moda desaliñada, no sería posible que
centenares de millares de jovencitas fueran seducidas por repugnantes bastardos judíos con las piernas
torcidas.
Del rostro a las costumbres, ahí tenemos al enemigo judío matando a niños y bebiendo su sangre. Aparece
muy pronto, por ejemplo, en los Cuentos de Canterbury de Chaucer, donde se relata de un niño; mientras
pasa por el barrio judío cantando, lo secuestran, le cortan el pescuezo y lo tiran a un pozo.
A veces el enemigo se percibe como distinto y feo porque es de clase inferior. En la Ilíada, Tersites es
socialmente inferior a Agamenón o a Aquiles y, por consiguiente, envidioso de ellos.
Entre los portadores de fealdad debida a su posición social están, obviamente, el delincuente nato y la
prostituta; ahora bien, con la prostituta entramos en otro universo, el de la hostilidad o el del racismo sexual.
Al varón que gobierna y escribe, o escribiendo gobierna, la mujer se ha representado como su enemiga
desde siempre. Es más, no nos dejemos engañar por las mujeres angelicales; precisamente porque la
literatura mayor está dominada por criaturas bellas y dulcísimas, el mundo de la sátira — que es en
definitiva el del imaginario popular— demoniza sin cesar a la hembra, desde la Antigüedad clásica, pasando
por la Edad Media, hasta los tiempos modernos. ¿Y quién será el autor de esta cita? ¡Nada menos que
Boccaccio!:
La mujer es un animal imperfecto, recocido por mil pasiones desagradables y abominables solo de pensar
en ellas, por no hablar de razonar de ellas. […] Ningún otro animal es menos limpio que ella: el puerco no
alcanza su suciedad, ni siquiera cuando está emplastado de fango; y si acaso alguien quisiera negarlo,
mírense sus partos, búsquense los lugares secretos donde ellas, avergonzándose, esconden los horribles
instrumentos de mujer.
A nosotros que nos repugna tocar aun con la punta de los dedos el vómito o el estiércol,
¿cómo podemos desear estrechar entre nuestros brazos un simple saco de excrementos?
-Existe un tratamiento diferente respecto de las personas. Así, una persona humilde que
delinque es un chorro o un malviviente, pero si lo hace un funcionario, es a lo sumo una
persona sospechosa o alguien que parecería haber cometido un ilícito. No es sólo la forma
en que se refieren a estos individuos, sino la rapidez con que se juzga en el discurso a
unos culpables y a otros no.
-La discriminación se observa en que aún se mantienen chistes sobre la condición sexual
de las personas o en cómo son tratadas las personas humildes. Un alcohólico de clase
media alta es un hombre de buen vivir. Un loco de igual condición económica es un
excéntrico. Un drogadicto es alguien a quien le gusta relajarse y una prostituta puede
convertirse en alguien que hace desnudos cuidados. Esto evidencia un doble discurso
moral tanto en los medios como en la sociedad.
-¿Por qué los sectores más vulnerables suelen ser los más maltratados?
-En el pasado, las personas humildes se identificaban con gente de trabajo, que luchaba
contra la adversidad, respetuosa y honrada. Pero esa visión ha cambiado mucho. La
posmodernidad pone a aquellos que durante años no han tenido voz en los medios en un
supuesto sitial de "privilegio". Los pobres, los aborígenes, los locos, todo lo que hasta
hace poco era parte de la marginalidad cubre el espacio de lo público con un solo fin:
50
existir a partir de aparecer en la televisión. Si estoy en la TV, existo. No son los pobres
que daban ejemplo lo que les interesa a los medios, sino los pobres "en su miseria": los
obesos en su lucha contra la enfermedad, las madres de delincuentes o de drogadictos,
ésos con los que la clase media no quiere identificarse. Así, la clase media se construye
por oposición. Eso que veo no soy yo, no es mi familia, puedo quedarme tranquila. Si
bien el discurso de los medios apunta a no discriminar, a ayudar y a que ciertos problemas
se conozcan, muchas veces su efecto resulta una mezcla de asistencia y de discriminación
positiva. La cuestión es siempre la misma: desde qué lugar se hace la exposición
mediática y desde qué grado de conocimiento de la problemática real.
-Es interesante observar que los que acceden a ser expuestos en la pantalla son los sectores
carenciados. Tienen una necesidad de protagonismo que la pantalla chica puede darles;
muchas veces se les paga para participar y no cuentan con abogados o personas que los
asesoren. Tienen más para ganar que la clase media, media alta y alta. Muchas personas
de clase media o alta se drogan, delinquen, se alcoholizan, se embarazan en la
adolescencia, pero tienen los recursos para que eso se resuelva de mejor forma y sólo en
el ámbito privado. Los medios no se focalizan en mostrar cómo resolver un problema de
droga por medio de una internación privada, a menos que el drogadicto sea famoso.
-El lenguaje construye una cultura y se retroalimenta de ella. Los sistemas de creencias
de una sociedad son representaciones del mundo donde creemos vivir, que construimos
con el lenguaje. Investigando las estrategias y recursos lingüísticos de un grupo social,
podemos conocer algunos de esos aspectos sociales.
-Es difícil resumir esos cambios, pero pueden señalarse algunas cuestiones relevantes.
Los medios siempre han tenido injerencia en los gobiernos, apoyándolos u oponiéndose,
y también siempre están sometidos a los cambios globales. El discurso de los medios en
los años 80, con el advenimiento de la democracia, fue un espacio para la discusión
política. Aun con temores y ciertas censuras, se abrió paso un discurso que tenía como
eje a las figuras clave del gobierno y de la oposición. En los años 90, con la llegada del
menemismo y la posmodernidad, el discurso de los medios, en muchos casos, acompañó
esa época en que lo vulgar comenzó a mezclarse con la política. A mediados de la década
del 90, los reality shows incorporaron las historias de vida de gente común, siempre con
algo que contar en el límite del buen gusto.
51
-¿Cuáles suelen ser los disparadores de esos cambios?
-No hay una única causa. Influye enormemente la filosofía de vida, una filosofía de vida
estrechamente relacionada con la economía y la cultura. El neoliberalismo no es sólo una
forma de encarar la economía, es ante todo un cambio cultural que se trata de imponer y
que llega a la gente, entre otros canales, a través de los medios. Su correlato filosófico o
cultural es la posmodernidad.
-El discurso es parte de las actividades del hombre. En la medida en que éste cambia,
también lo hace su discurso y viceversa. Así se producen cambios en la cultura, la
ideología, la política, la economía. No es que primero haya un cambio cultural y luego un
cambio en el discurso. Para que se dé un cambio (sea del tipo que fuere) debe también
cambiar el discurso, lo que se traduce en la construcción lingüística de nuevos argumentos
y términos.
-El cambio discursivo tiene que ver con lo social. Los medios pueden acelerar o aletargar
ese cambio. Mostrar siempre un lado de la cuestión, generalizar a partir de hechos
menores, argumentar siempre a favor o en contra de algo o alguien ayuda a que los
cambios en general (y, por lo tanto, el discurso también) tomen un determinado carril.
Esto no es sólo responsabilidad de los medios, sino también de quien los mira, de su
espíritu crítico y su educación.
-La pregunta sobre si una lengua se empobrece o enriquece oculta la suposición de que
se puede dañar la lengua y esto no es así. El lenguaje es un sistema que nos permite pensar
y, por lo tanto, necesitamos de la vida en sociedad para desarrollarlo. Hablar bien o mal
(esto es, respetar o no la norma culta de una lengua) sólo hace que nuestro manejo social
no sea estigmatizado. Si voy a un colegio a que me tomen de maestra y me como las eses,
no me van a tomar, pero si voy a la carnicería a comprar carne, me la van a vender igual,
pronuncie o no la ese final. El lenguaje es como la vida: para desarrollarse debe
mezclarse, recibir términos nuevos, dejar morir otros, estar en continuo movimiento. Esa
tensión lo mantiene vivo. ¿Se empobreció? ¿Se enriqueció? No, sólo vive.
53
UNIDAD III
LA LENGUA COMO CONSTRUCCIÓN CULTURAL Y SOCIAL
Las palabras, al igual que las personas, tienen antepasados que emigraron a nuestra lengua hace
siglos y desde los lugares más variados. Presentamos aquí un breve recorrido por algunas de las
palabras heredadas de otros variados idiomas.
Prerrománico
Sólo se conservan algunos nombres geográficos y algunos sufijos como:
-ego: andariego
-asco, -asca: peñasco, borrasca
-arro, -erro, -orro, -urro: pizarra, cerro, guijarro.
-az, ez, iz, oz, uz para los apellidos patronímicos: Ordaz, Pérez, Muñiz, Muñoz, Ferruz.
Griego
El griego influyó en diversas épocas, antes de la caída del Imperio Romano y,
posteriormente, a través de la lectura de los autores clásicos. Ej.: música, tragedia, drama,
aritmética, atleta, crisis, caries, escuela, etc. Actualmente, muchos tecnicismos de
carácter científico se forman recurriendo directamente a voces griegas, ya que el lenguaje
técnico y científico pretende ser internacional. Ej.: ecografía, sintomatología, patología,
etc.
ACTIVIDAD
Busquen en el diccionario no menos de cuatro palabras formadas sobre los siguientes
vocablos griegos y expliquen su significado: tele (lejos); micro (pequeño); mono (único);
poli (muchos); grafo (escritura); foto (luz); antropos (hombre); filo (amor).
Latín
Alrededor del 70% de las palabras del español provienen del latín porque el español es un latín
transformado con el correr de los siglos. En general, las palabras latinas al pasar al español
sufrieron algunas modificaciones.
ACTIVIDAD
Observen las siguientes palabras y anoten sus derivadas en español. Luego completen la
regla.
54
solum > suelo
Terra >.................................
tempus > ..................................
perna > ......................................
Ponte >..................................
sorte >..................................
porta > ........................................
Germánico
Por lo general las palabras aportadas se refieren a la vida militar: yelmo, brida, espuela,
embajada, heraldo, guante y adjetivos como rica, fresco, blanco, etc.
Árabe
Se calcula que nuestro idioma posee alrededor de cuatro mil palabras de este origen, las
que generalmente comienzan con al- que era el artículo en esa lengua: alférez, azufre,
ajedrez, almíbar, azotea, albornoz, alhajas, almena, alcalde, azotea, atalaya, alcachofa,
albañil, acelga, álgebra, azúcar, azahar, algarrobo, albóndiga, álgebra, algodón, cifra,
azucena, tarifa, zanahoria, alcohol, cero, álgebra, tambor, alfarero, alfombra,
borceguíes, jinetes, alcoba, alazán, aceitunas.
Americano
América ofreció a los españoles paisajes, animales, plantas y costumbres nunca vistos en
Europa. Como no conocían sus nombres, aprendieron a llamarlos con los vocablos
indígenas. Los pueblos que mayores aportes hicieron al idioma español son:
-Los indios caribes de las Antillas: canoa, colibrí, huracán, cacique, maíz, etc.
-Los aztecas (México) hablaban náhuatl: cacao, chocolate, tomate, cacahuete, chapulín
(insecto o niño pequeño), galpón, tiza, etc.
-El imperio quechua (Perú): mate, papa, locro, chacra, pampa, alpaca, vicuña,
quirquincho, vinchuca, vincha, ojala, choclo, zapallo, Andes, Chaco, cancha, etc.
-Los guaraníes: Uruguay, Paraguay, Paraná, ombú, ñandú, tapera, tucán, etc.
-Los araucanos o mapuches: gaucho y poncho.
Lenguas modernas
Con el paso del tiempo, el español también fue enriqueciendo su caudal léxico gracias al
aporte de diferentes lenguas modernas, entre ellas:
55
-El francés: se los llama galicismos. Algunos son muy viejos: jardín, jaula, manjar,
vinagre, servilleta, y otros más modernos: hotel, silueta, chofer, etc.
-El italiano: son abundantes los italianismos en el lenguaje de la música. Ej.: soneto,
terceto, piano, violoncelo, barcarola; en el del comercio: banca, fragata, piloto, etc.
-El inglés: túnel, vagón, yate, sándwich; palabras que nombran deportes: fútbol, tenis,
básquet, etc.), numerosos vocablos referidos a las nuevas tecnologías: software,
bardware, compact disc, discman, y del mundo del espectáculo: rating, sketch, jingle,
show, fan, etc.
Invasiones bárbaras
El Imperio romano en el siglo V es penetrado por las tribus bárbaras. Así se inició el
período de las "invasiones bárbaras". Los bárbaros eran los pueblos germánicos, del
centro de Europa: visigodos y ostrogodos, francos y suevos, alanos y vándalos. Los
visigodos ocuparon casi toda la península ibérica a lo largo de dos siglos.
"Bárbaro" es una palabra de origen latino que designaba al que no hablaba latín, al que
"balbuceaba". A raíz de la guerra con los pueblos germanos se comenzó a utilizar para
nombrar a los pueblos centroeuropeos, que no hablaban la lengua del Imperio.
Las palabras que se incorporaron al latín a partir de esta invasión se llaman
germanismos y aún se usan muchas de ellas. La gran mayoría de las palabras
bárbaras tenían un equivalente latino. Sin embargo, las nuevas formas fueron preferidas
por los hablantes.
Los germanismos se pueden dividir en dos grupos: el de la guerra y el de la paz.
El grupo de la guerra. Incluye locuciones relacionadas con la batalla, por ejemplo:
"guerra", "orgullo", "ufano", "riqueza", "talar", "robar", "guardar", "botín", "ganar",
"galardón", "bandido", "bandera", "guadaña", "espía".
El grupo de la paz. Abarca locuciones derivadas de la convivencia entre romanos
y bárbaros, por ejemplo: "jabón", "toalla", "guante", "cofia", "falda", "agasajar",
"arpa", "ropa".
Dominación árabe
El último rey godo fue derrotado en el año 711 por Tarik y su ejército de moros. Los
musulmanes conquistaron toda la península ibérica en menos de un año, y la
dominación árabe duró ocho siglos.
Durante la ocupación árabe, el intercambio cultural fue muy fructífero y enriquecedor en
todos los sentidos. Fue una época de convivencia entre judíos, musulmanes y cristianos,
lo que dio esplendor a la cultura peninsular. La lengua incorporó una gran cantidad de
arabismos (palabras de origen árabe) que seguimos usando hasta la actualidad. Unos
cuantos ejemplos son: "alfombra", "atalaya", "aceite", "aceituna", "acequia", "albañil",
"alcalde", "alcantarilla", "alcoba", "alcohol", "alfalfa", "algodón", "alhelí", "almohada",
"alquimia", "azahar", "azogue", "azotea", "azúcar", "azucena", "azufre", "azulejo", "cifra",
"hazaña", "jarabe", "jinete", "laúd", "limón", "naranja", "sandía", "tabique", "tambor",
"taza", "zanahoria" y muchas más.
La adopción de arabismos se debe, en parte, al desarrollo de nuevas disciplinas y
costumbres propias de los árabes, como se observa en las palabras relacionadas con
la matemática y la aritmética ("álgebra"); con la horticultura y la jardinería ("albahaca",
"berenjena") o con la higiene corporal ("jarra").
Otra de las razones de la adopción de términos árabes fue la estética de esa lengua. En
efecto, la simple belleza de algunas palabras provocó que se prefirieran a locuciones
que ya existían en latín; un ejemplo es la palabra "azul", que reemplazó a la palabra
latina "coeruleus". Incluso existen palabras árabes para designar conceptos cristianos
referidos a la liturgia, como "almaizal" y "acetre".
La Reconquista
En contacto con las lenguas peninsulares y con el árabe, el latín no evolucionó igual en
57
todas las zonas, y fue originando diferentes dialectos: el castellano, el galaicoportugués,
el astur-leonés, el catalán y el mozárabe. En el norte de la península, en una zona
comprendida entre Cantabria y Burgos, se refugiaron los cristianos que resistían a la
invasión musulmana. Entre ellos nació el castellano, alrededor del siglo IX.
Si bien los intentos por recuperar los territorios ocupados por los musulmanes
comenzaron en el siglo VIII, fue entre los siglos XI y XII cuando las guerras de la
Reconquista cobraron verdadero impulso. Los cristianos empezaron a avanzar hacia el
sur, hasta que a principios del siglo XV se establecieron en Castilla, tomaron León y
edificaron el reinado de Fernando I. Allí se hicieron fuertes; y en el año 1492, con la
toma de Granada, reconquistaron totalmente la península ibérica.
A medida que los cristianos se imponían políticamente, imponían también su dialecto,
el castellano; esto ocasionó la pérdida del astur-leonés y el mozárabe. Sin embargo, el
galaico- portugués y el catalán sobrevivieron y conviven actualmente con el castellano.
El castellano se convirtió entonces en la lengua dominante en toda la península y se
consolidó a través de la literatura con el mester de juglaría, el mester de clerecía y la
obra de Alfonso X.
El español en América
Así como el latín llegó a la península ibérica a través de una conquista, lo mismo ocurrió
con la llegada del castellano a América. Los españoles impusieron su lengua -el
castellano- sobre los idiomas de los distintos pueblos amerindios.
El castellano que llegó a América tenía influencia andaluza, porque muchos
colonizadores eran de esa zona del sur de España. Ya instalado en América, el
castellano se modificó aún más, e incorporó palabras como "canoa", "cacique" y "hule",
herencia de las lenguas indígenas.
La actualidad
La evolución del castellano continúa con la influencia de diversos factores, como la
migración, los medios masivos de comunicación y la ciencia y la tecnología, que día a
día necesitan acuñar nuevos términos para denominar una realidad en permanente
cambio.
Algunos ejemplos de mezcla lingüística en el castellano son los italianismos, como
"piano", "soneto", "capricho"; los galicismos (palabras de origen francés) como "garaje",
"pantalón", "cobarde", "estaca", y los anglicismos (provenientes del inglés) como
"fútbol", "champú", "vagón". Además, en los últimos años, el castellano ha incorporado
numerosos neologismos (palabras nuevas) como "fax", "internet", "lycra",
"ciberespacio", "chequear", "globalización", "desburocratizar", etc.
Hoy el castellano es la tercera lengua más hablada en el mundo, con unos 300 millones
de hablantes, después del chino (1.000 millones) y el inglés (400 millones). Nuestra
lengua sigue expandiéndose: es el segundo idioma en los Estados Unidos, país que
cuenta con varias cadenas de radio y televisión que emiten en castellano. Y es la lengua
que más se estudia como idioma extranjero en Europa.
_____________________________________
Para la lingüística, un dialecto no es una versión reducida o menor de una lengua sino
que es solo una de las tantas formas que puede tomar una lengua. Como este
término se ha utilizado de forma peyorativa, ciertos lingüistas prefieren hablar de
variedad.
Los tipos de variedades que clasifican los lingüistas son las siguientes:
1. TEMPORAL - DIACRÓNICA
2. GEOGRÁFICA - DIATÓPICA
3. Variación SOCIAL
3.a. DIASTRÁTICA
3.b. DIAFÁSICA
Como se ve, expresiones hoy estigmatizadas (como “la azúcar”) eran perfectamente
aceptables en otras épocas.
Podemos ver esta variación en los diccionarios y cómo con la evolución de la lengua
una forma (una palabra) adquiere pluralidad de significados (polisemia):
59
Actividad: buscá estas palabras en diccionario digitales actuales y reflexioná sobre las
diferencias que encontrás.
3. Variaciones sociales
60
Variedades profesionales u ocupacionales: físico nuclear, taxista, maestra.
3.b. Variación DIAFÁSICA o contextual es que se vincula con las diferencias verbales
originadas por la situación en la que se habla o se escribe, así como por las
características de nuestro interlocutor.
Las variedades diafásicas se refieren a los usos lingüísticos exigidos por cada situación,
en la que el hablante, o bien mide el alcance de sus palabras, como en una entrevista,
un discurso, una conferencia..., o bien hace un uso relajado y espontáneo del lenguaje,
como ocurre al hablar con la familia o con los amigos. Las situaciones del primer grupo
pertenecen a un registro formal, mientras que las del segundo pertenecen a un
registro informal o coloquial.
Los límites entre ambos registros no son tajantes, por lo que se puede hablar de
situaciones intermedias. La variedad diafásica está condicionada por cuatro factores: el
oyente y el hablante, el marco en el que se produce la intercomunicación y el tema del
que se habla.
…..
(Censabella, 1999)
….
Tipos de variedades
El español en América
España impuso la lengua española en gran parte del continente americano. Pero en
América habitaban numerosos pueblos indígenas que hablaban sus propias lenguas. Si
bien la mayoría de estos pueblos fueron obligados a dejar de hablar sus lenguas para
hablar el español, las lenguas indígenas no desaparecieron totalmente aunque hoy en día
muchas corren el riesgo de extinguirse.
El español en Argentina
61
Tonadas regionales (cordobesa, porteña, salteña, correntina, etc.)
Vocabulario: hay muchas palabras usadas con diferente significado.
Texto 1: el lunfardo
Tenía apenas once años cuando supo que quería dedicarse a las palabras, a jugar con ellas,
a entenderlas, a difundirlas. Conoce el lunfardo como pocos. Aquí, su análisis de un
vocabulario muy particular, “memoria viva de la historia de la Argentina”.
Por Bárbara Schijman - 3 de abril de 2018 - 01:52
En diálogo con Página12, Oscar Conde, poeta, ensayista y profesor universitario, viaja en
el tiempo hacia los años de 1880 y descansa un rato en los albores del siglo XX para
ubicar el nacimiento del lunfardo, de la mano de la llegada de inmigrantes europeos a la
Argentina. El origen del lunfardo, el argot en las clases sociales, el rol de los medios en
su difusión, la renovación del lenguaje, su exquisitez y su costado lúdico. Además, mitos,
género y violencia alrededor de un “habla popular creada al margen del vocabulario
oficial”.
–¿Qué es el lunfardo?
–La palabra lunfardo es una palabra derivada del romanesco lombardo, una palabra del
habla romana, que quería decir “ladrón”. Esto tiene que ver con una larga tradición
europea, más que italiana solamente. Según esta tradición, como los lombardos fueron
los primeros tipos que se convirtieron en banqueros y, por lo tanto, en prestamistas, a los
ojos del resto de la sociedad eran considerados estafadores, ladrones; de ahí que en el
siglo XIX en Roma corriera la palabra con el sentido de ladrón. Pero su uso es incluso
muy anterior. Ya en la literatura italiana, en el siglo XIV, El Decamerón incorpora la
palabra lombardo como persona poco confiable, estafadora. La palabra técnica desde el
punto de vista lingüístico es argot, un habla popular creada al margen del vocabulario
oficial.
–¿Cuándo nace y en qué contexto?
–Podríamos decir que el lunfardo se forma entre 1870 y 1880, cuando empiezan a llegar
las primeras tandas de inmigrantes europeos, específicamente de italianos. En la primera
etapa, el lunfardo contiene aproximadamente un 50 por ciento de palabras del italiano
estándar, lo que sería el toscano o el genovés. Son las dos lenguas que más le aportan al
lunfardo los primeros 30 años de existencia. En otros casos hay toda una adecuación a la
fonética del hablante del español del Río de la Plata. Y hay, además, un sustrato previo,
un vocabulario popular previo, compuesto por palabras que no provenían del italiano sino
62
que eran tomadas del habla popular, o del habla de los esclavos africanos, brasileñismos,
o palabras del ámbito rural, posiblemente españolas en un origen pero que después
pasaron por el Martín Fierro y por toda la literatura gauchesca. De alguna manera, el
lunfardo fue conformando una síntesis lingüística, una memoria viva de la historia de la
Argentina, que da cuenta de los distintos grupos sociales que han ido dando forma a
nuestro país y que nos recuerda a cada instante quiénes somos y de dónde venimos. Este
es el único vocabulario popular del mundo formado originariamente y en un alto
porcentaje por términos inmigrados, traídos por inmigrantes europeos, especialmente
italianos y españoles, pero no deben olvidarse las sucesivas migraciones internas hacia la
ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, que tuvieron lugar en la Argentina en
particular durante la primera mitad del siglo XX. Así es como el lunfardo recibió el aporte
de lenguas aborígenes, como los quichuismos pucho –colilla–, cache –de mal gusto–, o
cancha –habilidad, o tomadas del guaraní, como matete –desorden–, o del araucano,
pilcha –ropa.
–¿Cuántas palabras en lunfardo existen aproximadamente?
–Entre 6 mil y 7 mil palabras, más unas 3 mil locuciones o expresiones, tales como tirar
los perros, remarla en dulce de leche, pisar el palito. Existen otras palabras que en algún
momento fueron muy populares y que con el tiempo cayeron en desuso.
–¿Por ejemplo, cuáles?
–Bondi,en alusión a tranvía, fue una palabra muy popular en los años 20 y 30 pero que
poco a poco empezó a desaparecer. En los años 60 y 70 no se usaba para nada, y en la
década de 1980 volvió, esta vez con el significado de colectivo u ómnibus. Otras palabras
que fueron muy populares pero que en la década del 50 habían desaparecido son, por
ejemplo, canfinflero –proxeneta–, percanta –mujer joven de condición humilde–, cotorro
–habitación–, y lunfardo –ladrón–. Y luego hay otras que ya no se usan pero que eran
comunes en mi infancia. En los 60/70 se usaban mucho torrar –dormir–, yetatore –persona
de mal agüero–, melonazo –muy torpe–, entre tantas otras. El lunfardo es muy divertido,
y su existencia siempre enriquece el idioma. Tanto que el lema de la Academia Porteña
del Lunfardo es “el pueblo agranda el idioma”.
–¿Qué hace que un término se vuelva lunfardo?
–En los últimos años este punto lo develó José Gobello, que fue el primero en estudiar
seriamente el lunfardo, a partir de su libro Lunfardía que publicó en 1953. Para que un
término se vuelva lunfardo tiene que estar presente esta idea de rebelión, esta idea de
jugar con el lenguaje. Canillita, que es una palabra lunfarda que inventa Florencio
Sánchez en su obra Canillita (1902), es la historia de un nene que vende diarios y al que
llaman así porque es muy flaco, usa pantalones cortos y se le ven las canillitas de los pies.
De ahí que a los diarieros se los llame canillitas. En general las palabras de un argot tienen
un contenido afectivo, que puede ser positivo o despectivo, burlón, irónico, picaresco.
Tienen diferentes matices, según la palabra y el contexto. En muchos casos hay razones
impensadas para que un vocabulario muy marginal aparezca y empiece a ser usado por
todo el mundo. Fenómenos como la existencia de programas como “Policías en acción”,
o la cumbia villera, fenómenos que de repente extienden palabras que tienen un uso
socialmente muy restringido en su origen pero que luego, aunque no las usemos, las
entendemos todos.
–¿Todos los países tienen su lunfardo, todas las sociedades tienen su argot?
–Sí, aunque más que hablar de países, habría que hablar de grandes ciudades. El argot es
un fenómeno urbano, nunca rural. En cualquier parte del mundo, el hombre de campo
trata de hablar lo más correctamente posible porque vive en una zona alejada de las
novedades de todo tipo, también de las lingüísticas, y entonces en las sociedades rurales
63
el lenguaje es mucho más conservador que en las grandes ciudades. Además, porque en
el hombre de campo muchas veces existe un sentimiento de inferioridad que hace que
trate de expresarse correctamente. Pero el argot es algo propio de las grandes ciudades.
Tenemos el argot de París, de donde se toma la palabra porque fue el primero en ser
estudiado. Ya a comienzos del siglo XIX en Francia hay muchos libros escritos por
profesores de la universidad que lo toman como un objeto digno de ser estudiado, también
asociándolo al habla de los delincuentes o, por lo menos, marginales. En esos libros que
empiezan a aparecer a fines del siglo XIX y comienzos del XX está muy claro que el
argot lo comprende todo el mundo, y que incluso lo usan los cantores populares de los
cabarets. Con el lunfardo sucede lo mismo: primero es recogido por el sainete, por el
teatro, y luego por el tango. Y lo que consigue el tango es algo que prácticamente no
existió para otros argots, que es darle una difusión extraordinaria. De ser un argot del Río
de la Plata, de Buenos Aires, de Rosario, de La Plata, de Montevideo, de estas ciudades,
con el tiempo se convirtió en un argot nacional. En las provincias se adopta el habla
hegemónica, lamentablemente. Así como en Buenos aires se impone la moda, se impone
el habla. En casi todos los idiomas existe un vocabulario de este tipo. En Francia el argot,
en Brasil la giria, en Chile la coa, en Estados Unidos el slang. Todos son repertorios
léxicos creados al margen de la lengua general, pero básicamente compuestos de términos
que pertenecen a esa misma lengua. Pero el lunfardo, comparado con ellos, es un
fenómeno lingüístico único.
–¿Por qué?
–Porque en sus primeras décadas de existencia el lunfardo se constituye básicamente
como un sistema de préstamos lingüísticos, que mayoritariamente proceden de un mismo
país: Italia. Para decirlo en pocas palabras, el léxico lunfardo del siglo XIX –por más que
incorpora prelunfardismos (voces populares de uso corriente en Buenos Aires antes de la
inmigración europea masiva) de diversos orígenes– se compone mayoritariamente de
palabras y expresiones tomadas del toscano, del genovés, del napolitano, del siciliano. En
los primeros años del siglo XX, recién se incorporan con fuerza los préstamos del español
popular, del gallego y los juegos idiomáticos tan productivos y característicos como el
vesre o la paranomasia, por ejemplo.
–Recién analizaba la influencia del tango y de la cumbia villera más recientemente.
¿Cómo se difunde el lunfardo hoy?
–La difusión está en manos de los medios, la tele básicamente y, en los últimos años,
Internet en sus diferentes sentidos y plataformas. Por supuesto que la renovación del
lunfardo siempre estuvo en los jóvenes, desde su origen. Los que inventan el lunfardo no
son tipos de 60 años; el 99 por ciento de los neologismos del mundo lo inventan los
jóvenes menores de 25 años. Son ellos quienes renuevan el lenguaje a partir de una
necesidad de dar nombre a realidades desconocidas para las generaciones anteriores.
Claro que en toda renovación hay palabras que duran un mes, dos meses, un año, y
desaparecen. Y otras que perduran y que ese pibe que tiene 15 seguirá usando cuando
tenga 65. En ese uno por ciento restante tenemos aquellas palabras que nacen por
necesidad, son nombres científicos o nombres aportados por los avances científicos. Para
que una palabra sea lunfarda tiene que haber surgido en la Argentina. Y para que una
palabra se convierta en lunfardo tienen que pasar por lo menos cinco años y tener algunas
apariciones estelares en algún lado para que se instale: en la tele, la literatura, el teatro..
–¿El lunfardo se adecua a los cambios de época?
–Creo que sí. Hay una adecuación que se va dando poco a poco. La violencia de género
que uno podía encontrar en aquel lunfardo era aceptada por todo el mundo. Alguna vez
en un congreso sobre tango una investigadora norteamericana dijo: “el lenguaje del tango
64
es muy machista”. Qué curioso, ¿usted diría eso de Hollywood? Porque en todas las
películas de Hollywood de esa época, el cine mudo y luego el cine sonoro, un tipo le pega
a una mujer; en todas. Entonces decir que el tango era machista... ¡La sociedad entera! Y
no solo la sociedad de Buenos Aires o la argentina, el mundo entero lo era. Hoy tenemos
otra mirada sobre la vida; es otra época.
-------------------------------------
“La lengua no es un negocio, pero a menudo se la trata como tal, y entre algunas
corporaciones españolas, por ejemplo, cunde la metáfora de compararla con el petróleo.
España no tiene crudo, se dice, pero perforando en sus yacimientos brotó a borbotones el
idioma español, que terminó por arrojar más y mejores réditos. Pero las perforaciones no
se hacían sólo en Madrid, también en Medellín, en Lima, en Santiago, en Buenos Aires; en
materia idiomática, España siempre sintió que se trataba de “sus” yacimientos, pues no se
cansa de decir que se trata de un “bien común” e “invaluable”, y que por eso es ella la que
se encarga de comercializarlo en el resto del mundo. El patrimonio es compartido, pero la
destilación es extranjera” (Kornfeld, 2013).
1
La lengua nos hace humanos.
No existe sobre la Tierra un pueblo que no tenga lengua. Los hay sin sistema de escritura, pero
no sin una lengua oral o de señas que permita poner nombre a todo lo que existe. La lengua es
poder. Hay lenguas hegemónicas y lenguas sometidas. Lenguas que dominan y lenguas
prohibidas. Como si fueran un ser vivo, las lenguas pueden aparecer, desarrollarse y luego morir.
Y con la lengua que deja de hablarse desaparece un modo de interpretar el mundo, una
cosmovisión, una cultura, el encuentro entre sus hablantes. También se lucha por las lenguas.
Un 21 de febrero de 1952, la policía reprimió a estudiantes y activistas del Movimiento por la
Lengua Bengalí y mató a varios jóvenes que reclamaban el reconocimiento del bangla, su lengua
materna, como lengua oficial de Pakistán, cuyo gobierno había establecido el urdú como única
lengua nacional.
En recuerdo de los estudiantes asesinados, en el año 2000, la Unesco declaró el 21 de febrero Día
internacional de la Lengua Materna.
2
La lengua es identidad.
La lengua materna, también llamada nativa o natal, es aquella que nadie nos enseña. Es la que se
adquiere en la primera infancia por el simple hecho de vivir inmerso en esa lengua.
Desde que nacemos escuchamos hablar, o vemos señar a nuestros padres o cuidadores, a la gente
en la calle, en los comercios, en los medios de comunicación. Nos bombardea cada día un
estímulo oral o visual que activa el área del lenguaje en nuestro cerebro. La lengua aparece y se
hace propia. Adquirimos la gramática de esta lengua materna sin que nadie nos la tenga que
explicar: el orden de las palabras en la oración; el modo de usar los elementos que no poseen
significado propio: artículos, preposiciones, conjunciones; comprendemos las reglas de género y
de número solo porque recibimos el estímulo adecuado.
La lengua será nuestro lazo con el mundo y con los otros.
3
La lengua materna no siempre es exclusiva.
El cerebro no pone límites a la cantidad de lenguas que puede adquirir ni a las que puede aprender
como segunda lengua.
Aquello que escucha hablar alrededor, de forma cotidiana y permanente, lo absorbe y lo
desarrolla. Crecer en dos lenguas enriquece la comunicación, la información a la que tenemos
acceso y las oportunidades laborales.
La página web de la neuropediatra española José María Más señala lo siguiente: "Los niños
66
bilingües son más creativos, y plantean y resuelven mejor problemas complejos. (...) Controlar
dos lenguas y tener que ir cambiando de una a otra favorece otros aprendizajes no lingüísticos al
entrenar el control atencional. Facilita que el niño se centre en las tareas importantes e ignorare
los estímulos irrelevantes".
La periodista y editora Lala Toutonian, quien creció acompañada por dos lenguas, cuenta así su
experiencia: "Nací en Buenos Aires, hija de un padre argentino y una madre griega, ambos hijos
de armenios. En casa, y en las casas del resto de la familia, se hablaban los dos idiomas por igual,
cambiábamos del armenio al castellano muy ´normalmente´ pero mamá siempre destacaba que
no debíamos hablar en otro idioma que alguien no entendiera delante de ellos, porque era una
falta de respeto. Mis abuelos paternos vivían en la casa al lado de la nuestra, donde mi hermana
y yo pasábamos mucho tiempo y allí solo se hablaba armenio. En la escuela, armenia, claro,
teníamos doble jornada, mitad en un idioma, mitad en otra".
"En mi infancia y adolescencia ambas lenguas tenían su peso por igual", continúa Toutonian.
"Hoy, en el entorno familiar, hablamos en armenio en menor medida, dependiendo de la
privacidad del tema, quizá en reuniones de trabajo en el Diario Armenia o cuando recibimos
compatriotas de Armenia o diaspóricos. También entre amigos que conservo de la infancia
intercambiamos el idioma sin más".
"Vivir entre dos lenguas, ambas tan ricas como el español y el armenio me resultó una gran
oportunidad de vida", concluye. "Me generó una inquietud que me llevó a estudiar más idiomas
(hablo seis en total). Los cruces culturales son los que enriquecen, tiranizar trazos de cultura nos
deshumaniza. Me siento afortunada".
4
Las lenguas también surgen cuando no hay otra lengua.
En 1979 el gobierno de Nicaragua reunió a cientos de niños sordos que habían crecido encerrados
en diversas instituciones, privados de educación, y los trasladó a un colegio especial. En poco
tiempo entre ellos nació una lengua de señas que no se basaba en ninguna otra similar, con una
gramática y un vocabulario absolutamente nuevos, que se convirtió en lengua materna para las
siguientes generaciones.
Actriz, guionista y directora teatral, Gabriela Bianco es hija oyente de padres sordos y creció en
un hogar en donde la lengua que predominaba era la de señas argentina (LSA). "Tengo la
sensación de que hasta los cuatro años no era consciente del bilingüismo al que estaba expuesta",
recuerda Bianco. "En un punto, parece claro que la lengua de señas fue la primera porque era la
que se usaba en casa aunque mi madre verbalizara sonidos y, por temor a que yo no ´aprendiera
a hablar´, intentaba hablarme oralmente en español. Pero en verdad nuestra comunicación era
señada y sobre todo, cuerpo a cuerpo. Los primeros años fueron en el territorio del apego a full.
Como en esos años no había sistemas comerciales de luces para despertadores y timbres para las
personas sordas, como hay ahora, debo haber estado muy cerca del cuerpo de mi madre día y
noche en el primer año de vida".
"Creo que fue natural hablar lengua de señas hasta los cinco años aproximadamente", continúa
Bianco, "luego las instituciones y el mundo dieron cuenta de las diferencias entre la lengua oral
y la de señas, sobre todo subestimando mi lengua materna (puro desconocimiento e ignorancia
emocional) y creando una situación de ´anomalía´ donde antes no existía".
"El otro punto central", explica, "es que hablar lengua de señas siendo oyente era una posibilidad
enorme para mi familia, de participar en el mundo a través de mí, de mi otra lengua y de mis
oídos. Y además la lengua de señas me dio una relación intensa con la vida física. El cuerpo es
lenguaje y el lenguaje encarna en el cuerpo de manera explícita, no en vano me dedico al teatro.
Creo que cuando oigo, miro y cuando miro, escucho". Sobre esta lengua que se encarna en el
cuerpo, Gabriela Bianco escribió la obra "Decile que soy francesa", la mirada de una niña CODA
(por la sigla de Child of Deaf Adults, hijo de adultos sordos) en el mundo de las personas sordas.
67
5
La lengua materna puede perderse.
Migrar significa muchas veces cambiar de lengua, quedar desarraigado de un modo de decir las
cosas. Adaptarse a vivir en una lengua que no es la propia implica desafíos que hay que superar
si se quiere ser parte de la nueva sociedad.
Lo supieron los abuelos y los bisabuelos que llegaron al castellano huyendo de las guerras del
otro lado del Atlántico, y que para construir una nueva vida fueron olvidando la lengua en la que
lo habían perdido todo: el ruso, el polaco, el alemán, el italiano.
Rosa Goldburd (ya fallecida), abuela de quien escribe, llegó a Argentina en 1924, con diez años
y junto a su familia, huyendo de la Rusia de los progroms. Qué lengua hablaban entre ellos en
esos primeros años, nunca lo contó, pero de adulto no volvió a pronunciar una palabra en su
lengua materna, apenas algunos diálogos en ídish (una lengua criolla hablada por los judíos
ashkenazís, de Europa oriental, que nació hace mil años de la combinación del alemán, el hebreo
y las lenguas eslavas), y de esos años de la infancia le quedó, solamente, la melancolía del
migrante y un modo de pronunciar la letra r. La tecnología permite a las generaciones actuales,
sin embargo, mantener un contacto mucho más estrecho con su lengua, cuando migran.
Hace poco tiempo Antonio Rosmini, junto a su pareja, ganaron el sorteo por la visa de residente
permanente que realiza cada año el Gobierno de Estados Unidos, y así tocó mudanza de la
provincia de Santa Fe a Houston, Texas; del castellano al inglés.
"Vivir en constante relación con una segunda lengua", cuenta Rosmini, "es un aprendizaje
enorme. Más allá de leer o ver una película en inglés con subtítulos en español, mi relación con
el idioma era muy escasa. Pero a mí me gusta hablar, decir lo que siento y pienso, valoro mucho
una charla con otra persona, siempre pienso que hay algo que aprender, por eso al llegar a Estados
Unidos mi necesidad de comunicarme fue tremenda y con ese impulso interno empecé a hablar
en inglés, a sacar palabras y conjugaciones que no sabía que conocía. Hay días en los cuales sentí
que este es un desafío enorme y que quizás no lo pueda realizar, y otros en los me digo dale para
adelante que se puede. Pero después de tres meses viviendo en Estados Unidos puedo decir que
emigrar es una de las cosas más lindas, locas y desafiantes que se me ocurrió hacer, y en cuanto
al idioma será cuestión de tiempo, de relacionarme con los demás, de buscar estímulos auditivos,
visuales que me ayuden a incorporar y mejorar el idioma".
6
Las lenguas se entrecruzan y crean nuevas lenguas.
Cuando se reúnen personas que no tienen una lengua en común pero que necesitan comunicarse
de algún modo, surge un pidgin.
Un pidgin es una lengua rudimentaria, con una pobre gramática y poco vocabulario. El portuñol
es un buen ejemplo. Otro es el spanglish. A lo largo de la historia surgieron diversos pidgin, por
ejemplo, entre los africanos de distintas naciones que llegaron como esclavos a América.
Cuando estos hablantes del pidgin se unen, se casan, arman comunidades, la lengua que ofrecen
a sus hijos crece, se amplía el vocabulario, se incorpora riqueza gramatical y así nace una nueva
lengua natural o criolla.
Y así como nacen, las lenguas también mueren.
Según datos de la UNESCO, "cada dos semanas, como promedio, una lengua desaparece,
llevándose con su desaparición todo un patrimonio cultural e intelectual".
Una lengua comienza un proceso de desaparición cuando la hablan menos de mil personas.
Una noticia aparecida en los medios en 2007 convirtió en anécdota la siguiente historia: dos
personas mayores, los dos últimos hablantes de la lengua "zoque", de México, hablada por los
antiguos olmecas, habían discutido y dejado de relacionarse, por lo que nadie volvió a hablar esa
lengua y con ella se extinguió una cultura, una tradición, un folclore, una literatura.
Se supone que en el mundo existen aproximadamente 7.000 lenguas, de las cuales casi la mitad
están en peligro de desaparecer.
"Cuando se habla de lenguas y de hablantes existen relaciones de poder", explica la doctora Ana
Carolina Hecht, antropóloga y lingüista, "entonces hay lenguas dominantes que son hegemónicas
68
y las que están en peligro son las lenguas indígenas, las lenguas de la minoría. Lo que podemos
hacer para ayudar a la vitalidad de esas lenguas, entonces, es que sus hablantes tengan la intención
de seguir hablando su lengua, que es un rasgo identitario porque tiene que ver con su historia, con
su cosmovisión. Se necesita por eso que los Estados lleven a cabo políticas educativas y
lingüísticas que estimulen las distintas lenguas, como reconocerlas oficialmente, por ejemplo, que
estén presentes en los medios de comunicación, en la escolaridad, en la vida cotidiana".
En uno de los tantos artículos publicados, Hecht señala que antes de la llegada de los españoles,
en el territorio argentino se hablaban 35 lenguas indígenas. Hoy perduran 16 y el castellano se
identifica como la única lengua del país.
La página del Ministerio de Cultura indica, por otra parte, que a nivel mundial, "el español o
castellano es el segundo idioma que más se habla, solo superado por el chino mandarín y seguido
por el inglés, con más de 500 millones de hablantes, de los cuales el 90% se encuentra en América.
En la Argentina, además, hay más de veinte pueblos originarios que hablan al menos quince
lenguas: toba, pilagá, mocoví, wichi, nivaclé, chorote, tapiete, ava-guaraní, mbya, guaraní,
quechua, tehuelche, mapuche, vilela (considerada extinta en los ´60) y chaná (que permaneció
oculta durante casi 200 años, según las últimas investigaciones)".
----------------------------
Argentina: país pluriétnico y plurilingüe
Texto 1: pueblos y lenguas indígenas en Argentina
Después de un largo tiempo, de siglos de luchas y silencios, la Argentina está comenzando a
reconocer el lugar y el derecho que les corresponde a los pueblos originarios, que han sido y son
habitantes del país desde antes de la colonización española. Desde 1994, en la Constitución
Nacional se reconoce la preexistencia de los pueblos indígenas, su derecho a la tierra, a la propia
identidad, a la educación, a la lengua y a la cultura.
69
Según Avellana y Messineo (2021):
71
En ese contexto general, desde hace algunos años, encuestas específicas (Encuesta
Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005) y el Censo Nacional de Población (CEN 2010)
recogen información sobre los y las ciudadanos/as pertenecientes a pueblos originarios. No
obstante, hay que considerar que estas estadísticas tienen sus limitaciones, dado que, como
consecuencia de la discriminación que han sufrido, muchos/as de ellos/as ocultan su
pertenencia a un pueblo durante el censo o la encuesta. Es importante destacar que esta
situación se está modificando poco a poco, ya que distintos grupos están recobrando su
identidad y tomando conciencia de su ser indígena.
Bibliografía consultada:
Carrió, Cintia (2014): “Lenguas en Argentina. Notas sobre algunos desafíos” en Kornfeld, Laura (Comp) (2014): De
lenguas, ficciones y patrias. Los Polvorines, Buenos Aires. Universidad Nacional de General Sarmiento.
Martínez Grau, Jorgelina (2019): “La compleja realidad de las lenguas indígenas en Argentina”, CONICET. Disponible
en: https://www.conicet.gov.ar/la-compleja-realidad-de-las-lenguas-indigenas-en-
argentina/#:~:text=Seg%C3%BAn%20las%20cient%C3%ADficas%2C%20las%20lenguas,acci%C3%B3n%20migrante%
20de%20pa%C3%ADses%20lim%C3%ADtrofes.
Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (2014): “Curso de introducción al trabajo. Guía de
actividades para talleristas. Pueblos indígenas, identidad, derechos e interculturalidad”. Buenos Aires: Ministerio de
Actividad
Luego de leer los textos, visualicen el siguiente documental: “Guardianes
de la lengua: Chaná” (capítulo completo en Canal Encuentro”)
6. Finalmente, para concluir con todo lo trabajado hasta aquí, recorran la página de
Clacso “Celebrando las lenguas indígenas de América” a la que pueden acceder
escaneando el QR. Allí encontrarán palabras de las lenguas indígenas que no tienen
traducción directa al español y que nos muestran cómo la lengua está directamente
vinculada con la cultura. Elijan una palabra para comentarla al grupo en la siguiente
clase.
73
UNIDAD IV
LA NARRATIVA FICCIONAL ARGENTINA:
LA IDENTIDAD NACIONAL
EL MATADERO
Esteban Echeverría
84
“El Matadero” de Esteban Echeverría
Antes de la lectura:
a) Investigar qué características particulares adoptó el Romanticismo en la Argentina
(ideario romántico local).
b) Explicar quiénes fueron los Unitarios y Federales, quién fue Juan Manuel de Rosas y
en qué período gobernó.
c) ¿Cómo se le llamaba a la policía de Rosas? (pueden buscarlo en apuntes de historia)
Te dejamos el enlace con la narración oral del cuento en la voz del actor Salo Pasik (el
relato oral es optativo)
- Narración oral:
Después de la lectura:
A partir de la lectura del cuento “El Matadero” de Esteban Echeverría resolver las
siguientes consignas:
1-Contextualización:
a) ¿En qué época del año se sitúa los hechos que ocurren en el Matadero y qué relación
tiene con la iglesia? Explicar por qué se puede afirmar que en este texto hay una fuerte
crítica a la iglesia.
2-La descripción como recurso relevante en el relato:
a) Responder: ¿Qué relación establece Echeverría entre el matadero y los federales? ¿Qué
personaje aparece en escena que es diferente al resto? ¿Qué lo hace distinto?
b) Explicar con ejemplos el siguiente análisis parcial del texto:
“En la primera parte de “El matadero” predomina la descripción del festivo juego
sangriento entre lo animal y lo humano...”
4- Características románticas:
a) Identificar en el cuento dos características de la literatura romántica en Argentina y
explicarlas.
b) Uno de los tópicos (temas) centrales del texto es el de civilización/barbarie. Para la
doctrina a la que adhiere Echeverría, el vocablo civilización se significa como sinónimo
de luz (pensamiento lógico y racional), civilidad, urbanidad, orden y progreso; por
oposición a la barbarie que remitía a oscuridad, salvajismo, anarquía y atraso. Según
85
esto, explicá cómo se manifiesta este tópico (Civilización-barbarie) en el episodio de la
llegada del unitario al matadero.
c) ¿Por qué se puede decir que el episodio del toro es comparable a lo que sucede con el
unitario?
5- El narrador
a) El último párrafo del texto presenta características particulares. Comparen al narrador
de este párrafo con el del resto del relato. ¿Perciben algún cambio de tono respecto de la
narración de los hechos en el resto del texto? ¿Qué efectos produce este último fragmento
en el lector?
86
87
88
89
90
91
92
93
94
Echeverría y el lugar de la ficción, La Argentina en pedazos. 1993
El origen. Se podría decir que la historia de la narrativa argentina empieza dos veces: en El
matadero y en la primera página del Facundo. Doble origen, digamos, doble comienzo para una
misma historia. De hecho los dos textos narran lo mismo y nuestra literatura se abre con una
escena básica, una escena de violencia contada dos veces. La anécdota con la que Sarmiento
empieza el Facundo y el relato de Echeverría son dos versiones (una triunfal, otra paranoica) de
una confrontación que ha sido narrada de distinto modo a lo largo de nuestra literatura por lo
menos hasta Borges. Porque en ese enfrentamiento se anudan significaciones diferentes que se
centran, por supuesto, en la fórmula central acunada por Sarmiento de la lucha entre la civilización
y la barbarie.
La primera página del Facundo. Sarmiento inicia el libro con una escena que condensa y sintetiza
lo que gran parte de la literatura argentina no ha hecho más que desplegar, releer, volver a contar.
¿En qué consiste esa situación inicial? "A fines de 1840 salía yo de mi patria, desterrado por
lastima, estropeado, lleno de cardenales, puntazos y golpes recibidos el día anterior en una de esas
bacanales de soldadescas y mazorqueros. Al pasar por los barrios de zonda, bajo las Armas de la
Patria, escribí con carbón estas palabras: On ne tue point les idées. El gobierno a quien se
comunicó el hecho, mando una comisión encargada de descifrar el jeroglífico, que se decía
contener desahogos innobles, insultos y amenazas. Oída la traducción. Y bien, dijeron ¿qué
significa esto?". Anécdota a la vez cómica y patética, un hombre que se exilia y huye, escribe en
francés una consigna política. Se podría decir que abandona su lengua materna del mismo modo
que abandona su patria. Ese hombre con el cuerpo marcado por la violencia deja también su
marca: escribe para no ser entendido. La oposición entre civilización y barbarie se cristaliza entre
quienes pueden y quienes no pueden leer esa frase escrita en otro idioma: el contenido político de
la frase está en el uso del Francés. El relato de Sarmiento es la historia de una confrontación y de
un triunfo: los bárbaros son incapaces de descifrar esas palabras y se ven obligados a llamar a un
traductor. Por otro lado esa Frase (que es una cita de Diderot, dicho sea de paso) se ha convertido
en la más famosa de Sarmiento, traducida libremente por él y nacionalizada como: "Bárbaros, las
ideas no se matan".
El lenguaje y el cuerpo. La historia que cuenta El matadero es como la contracara atroz del mismo
tema. 0 si ustedes quieren: El matadero narra la misma confrontación pero de un modo paranoico
y alucinante. En lugar de huir y de exiliarse, el unitario se acerca a los suburbios, se interna en
territorio enemigo. La violencia de la que Sarmiento se zafa esta ahora puesta en primer piano. Si
en el relato que inicia el Facundo todo el poder está puesto en el uso simbólico del lenguaje
extranjero y la violencia sobre los cuerpos es lo que ha quedado atrás, en el cuento de Echeverría
todo está centrado en el cuerpo y el lenguaje (marcado por la violencia) acompaña y representa
los acontecimientos. Por un lado un lenguaje "alto", engolado, casi ilegible: en la zona del unitario
el castellano parece una lengua extranjera y estamos siempre tentados de traducirla. Y por otro
lado una lengua "baja", popular, llena de matices y de flexiones orales. La escisión de los mundos
enfrentados toca también al lenguaje. El registro de la lengua popular, que está manejado por el
narrador como una prueba más de la bajeza y la animalidad de los "bárbaros", es un
acontecimiento histórico y es lo que se ha mantenido vivo en El matadero.
La verdad de la ficción. Hay una diferencia clave, diría, entre El matadero y el comienzo del
Facundo. En Sarmiento se trata de un relato verdadero, de un texto que toma la forma de una
autobiografía; en el caso de El matadero se trata de una pura ficción. Y justamente porque era
95
una ficción pudo hacer entrar el mundo de los "bárbaros" y darles un lugar y hacerlos hablar. La
ficción como tal en la Argentina nace, habría que decir, en el intento de representar el mundo del
enemigo, del distinto, del otro (se llame bárbaro, gaucho, indio o inmigrante). Esa representación
supone y exige la ficción. Para narrar a su grupo y a su clase desde adentro, para narrar el mundo
de la civilización, el gran género narrativo del siglo XIX en la literatura argentina (el género
narrativo por excelencia, habría que decir: que nace, por lo además, con Sarmiento) es la
autobiografía. La clase se cuenta a sí misma bajo la forma de la autobiografía y cuenta al otro con
la ficción. Todo lo que hay de imaginación literaria en el Facundo viene de ese intento de hacer
entrar el mundo de Facundo Quiroga y de los bárbaros. Sarmiento hace ficción pero la encubre y
la disfraza en el discurso verdadero de la autobiografía o del relato histórico. Por eso su libro
puede ser leído como una novela donde lo novelesco está disimulado, escondido, presente pero
enmascarado.
Un texto inédito. En El matadero está el origen de la prosa de ficción en la Argentina. Pero ese
origen, podría decirse, es oscuro, desviado, casi clandestino. Escrito en 1838 el relato permaneció
inédito hasta 1874 cuando Juan María Gutiérrez lo rescató entre los papeles póstumos de
Echeverría (que había muerto en Montevideo, exiliado y en la miseria, en 1851). ¿Por qué no lo
publicó Echeverría? Basta releerlo hoy para darse cuenta de que es muy superior a todo lo que
Echeverría publicó en su vida (y superior a lo de todos sus contemporáneos, salvo Sarmiento).
Habría que decir que Echeverría no lo publicó justamente porque era una ficción y la ficción no
tenía lugar en la literatura argentina tal como la concebían Echeverría y Sarmiento. "Las mentiras
de la imaginación" de las que habla Sarmiento deben ser dejadas a un lado para que la prosa logre
toda su eficacia y la ficción aparecía como antagónica con un uso político de la literatura.
Una opción. El Facundo empieza donde termina El matadero. Entre la cita en francés de Diderot
de Sarmiento y la representación del lenguaje popular en El matadero, en la mezcla de lo que allí
aparece escindido, en la relación y el antagonismo se define una larga tradición de la literatura
argentina. Pero a la vez la importancia de esos dos relatos reside en que entre los dos plantean
una opción fundamental frente a la violencia política y el poder: el exilio (con que se abre el
Facundo) o la muerte (con la que se cierra El matadero). Esa opción fundante volvió a repetirse
muchas veces en nuestra historia y se repitió en nuestros días. Y en ese sentido podría decirse que
la literatura tiene siempre una marca utópica, cifra el porvenir y actualiza constantemente los
puntos clave de la política y de la cultura argentina.
96
El gaucho Martín Fierro
Carta aclaratoria
97
La Vuelta de Martín Fierro
Cuatro palabras de conversación con los lectores
Entrego a la benevolencia pública, con el título La vuelta de Martín Fierro, la segunda parte de una
obra que ha tenido una acogida tan generosa, que en sus seis años se han repetido once ediciones con
un total de cuarenta y ocho mil ejemplares.
Esto no es vanidad de autor, porque no rindo tributo a esa falsa diosa; ni bombo de Editor, porque no
lo he sido nunca de mis humildes producciones.
Es un recuerdo oportuno y necesario, para esplicar por qué el primer tiraje del presente libro consta de
20 mil ejemplares, divididos en cinco secciones o ediciones de 4 mil números cada una -y agregaré,
que confío en que el acreditado Establecimiento Tipográfico del Sr. Coni, hará una impresión
esmerada, como la tienen todos los libros que salen de sus talleres.
Lleva también diez ilustraciones incorporadas en el testo, y creo que en los dominios de la literatura
es la primera vez que una obra sale de las prensas nacionales con esta mejora.
Así se empieza.
Las láminas han sido dibujadas y calcadas en la piedra por D. Carlos Clerice, artista compatriota que
llegará a ser notable en su ramo, porque es joven, tiene escuela, sentimiento artístico, y amor al trabajo.
El grabado ha sido ejecutado por el Sr. Supot, que posee el arte, nuevo y poco generalizado todavía
entre nosotros, de fijar en láminas metálicas lo que la habilidad del litógrafo ha calcado en la piedra,
creando o imaginando posiciones que interpreten con claridad y sentimiento la escena descrita en el
verso.
No se ha omitido, pues, ningún sacrificio a fin de hacer una publicación en las más aventajadas
condiciones artísticas.
En cuanto a su parte literaria, sólo diré que no se debe perder de vista al juzgar los defectos del libro,
que es copia fiel de un original que los tiene, y repetiré, que muchos defectos están allí con el objeto
de hacer más evidente y clara la imitación de los que lo son en realidad.
Un libro destinado a despertar la inteligencia y el amor a la lectura en una población casi primitiva, a
servir de provechoso recreo, después de las fatigosas tareas, a millares de personas que jamás han
leído, debe ajustarse estrictamente a los usos y costumbres de esos mismos lectores, rendir sus ideas e
interpretar sus sentimientos en su mismo lenguaje, en sus frases más usuales, en su forma más general,
aunque sea incorrecta; con sus imágenes de mayor relieve, y con sus giros más característicos, a fin de
que el libro se identifique con ellos de una manera tan estrecha e íntima, que su lectura no sea sino una
continuación natural de su existencia.
Sólo así pasan sin violencia del trabajo al libro; y sólo así, esa lectura puede serles amena, interesante
y útil.
¡Ojalá hubiera un libro que gozara del dichoso privilegio de circular incesantemente de mano en mano
en esa inmensa población diseminada en nuestras vastas campañas, y que bajo una forma que lo hiciera
agradable, que asegurara su popularidad, sirviera de ameno pasatiempo a sus lectores! pero:
Enseñando que el trabajo honrado es la fuente principal de toda mejora y bienestar.
Enalteciendo las virtudes morales que nacen de la ley natural y que sirven de base a todas las virtudes
sociales.
Inculcando en los hombres el sentimiento de veneración hacia su Creador, inclinándolos a obrar bien.
Afeando las supersticiones ridículas y generalizadas que nacen de una deplorable ignorancia.
Tendiendo a regularizar y dulcificar las costumbres, enseñando por medios hábilmente escondidos, la
moderación y el aprecio de sí mismo; el respeto a los demás; estimulando la fortaleza por el espectáculo
del infortunio acerbo, aconsejando la perseverancia en el bien y la resignación en los trabajos.
Recordando a los Padres los deberes que la naturaleza les impone para con sus hijos, poniendo ante
sus ojos los males que produce su olvido, induciéndolos por ese medio a que mediten y calculen por
sí mismos todos los beneficios de su cumplimiento.
Enseñando a los hijos cómo deben respetar y honrar a los autores de sus días.
Fomentando en el esposo el amor a su esposa, recordando a esta los santos deberes de su estado;
encareciendo la felicidad del hogar, enseñando a todos a tratarse con respeto recíproco, robusteciendo
por todos estos medios los vínculos de la familia y de la sociabilidad.
98
Afirmando en los ciudadanos el amor a la libertad, sin apartarse del respeto que es debido a los
superiores y magistrados.
Enseñando a hombres con escasas nociones morales, que deben ser humanos y clementes, caritativos
con el huérfano y con el desvalido; fieles a la amistad; gratos a los favores recibidos; enemigos de la
holgazanería y del vicio; conformes con los cambios de fortuna; amantes de la verdad, tolerantes,
justos y prudentes siempre.
Un libro que todo esto, más que esto, o parte de esto enseñara sin decirlo, sin revelar su pretensión, sin
dejarla conocer siquiera, sería indudablemente un buen libro, y por cierto; que levantaría el nivel moral
e intelectual de sus lectores aunque dijera naides por nadie, resertor por desertor, mesmo por mismo,
u otros barbarismos semejantes; cuya enmienda le está reservada a la escuela, llamada a llenar un vacío
que el poema debe respetar, y a corregir vicios y defectos de fraseología, que son también elementos
de que se debe apoderar el arte para combatir y estirpar males morales más fundamentales y
trascendentes, examinándolos bajo el punto de vista de una filosofía más elevada y pura.
El progreso de la locución no es la base del progreso social, y un libro que se propusiera tan elevados
fines, debería prescindir por completo de las delicadas formas de la cultura de la frase, subordinándose
a las imperiosas exigencias de sus propósitos moralizadores, que serían en tal caso el éxito buscado.
Los personajes colocados en escena deberían hablar en su lenguaje peculiar y propio, con su
originalidad, su gracia y sus defectos naturales, porque despojados de ese ropaje, lo serían igualmente
de su carácter típico, que es lo único que los hace simpáticos, conservando la imitación y la
verosimilitud en el fondo y en la forma.
Entra también en esta parte la elección del prisma a través del cual le es permitido a cada uno estudiar
sus tiempos. Y aceptando esos defectos como un elemento, se idealiza también, se piensa, se inclina a
los demás a que piensen igualmente, y se agrupan, se preparan y conservan pequeños monumentos de
arte, para los que han de estudiarnos mañana y levantar el grande monumento de la historia de nuestra
civilización.
El gaucho no conoce ni siquiera los elementos de su propio idioma, y sería una impropiedad cuando
menos, y una falta de verdad muy censurable, que quien no ha abierto jamás un libro, siga las reglas
de arte de Blair, Hermosilla o la Academia.
El gaucho no aprende a cantar. Su único maestro es la espléndida naturaleza que en variados y
majestuosos panoramas se estiende delante de sus ojos.
Canta porque hay en él cierto impulso moral, algo de métrico, de rítmico que domina en su
organización, y que lo lleva hasta el estraordinario estremo de que, todos sus refranes, sus dichos
agudos, sus proverbios comunes son espresados en dos versos octosílabos perfectamente medidos,
acentuados con inflexible regularidad, llenos de armonía, de sentimiento y de profunda intención.
Eso mismo hace muy difícil, sino de todo punto imposible, distinguir y separar cuáles son los
pensamientos originales del autor, y cuáles los que son recogidos de las fuentes populares.
No tengo noticia que exista ni que haya existido una raza de hombre aproximados a la naturaleza, cuya
sabiduría proverbial llene todas las condiciones rítmicas de nuestros proverbios gauchos.
Qué singular es, y qué digno de observación, el oír a nuestros paisanos más incultos, espresar en dos
versos claros y sencillos, máximas y pensamientos morales que las naciones más antiguas, la India y
la Persia, conservaban como el tesoro inestimable de su sabiduría proverbial; que los griegos
escuchaban con veneración de boca de sus sabios más profundos, de Sócrates, fundador de la moral,
de Platón y de Aristóteles; que entre los latinos difundió gloriosamente el afamado Séneca; que los
hombres del Norte les dieron lugar preferente en su robusta y enérgica literatura; que la civilización
moderna repite por medio de sus moralistas más esclarecidos, y que se hallan consagrados
fundamentalmente en los códigos religiosos de todos los grandes reformadores de la humanidad.
Indudablemente, que hay cierta semejanza íntima, cierta identidad misteriosa entre todas las razas del
globo que sólo estudian en el gran libro de la naturaleza; pues que de él deducen, y vienen deduciendo
desde hace más de tres mil años, la misma enseñanza, las mismas virtudes naturales, espresadas en
prosa por todos los hombres del globo, y en verso por los gauchos que habitan las vastas y fértiles
comarcas que se extienden a las dos márgenes del Plata.
El corazón humano y la moral son los mismos en todos los siglos.
Las civilizaciones difieren esencialmente. «Jamás se hará, dice el doctor Don V. F. López en su
prólogo a Las neurosis, un profesor o un catedrático Europeo, de un Bracma; « así debe ser: pero no
99
ofrecería la misma dificultad el hacer de un gaucho un Bracma lleno de sabiduría; si es que los Bracmas
hacen consistir toda su ciencia en su sabiduría proverbial, según los pinta el sabio conservador de la
Biblioteca Nacional de París, en «La sabiduría popular de todas las Naciones» que difundió en el nuevo
mundo el americano Pazos Kanki.
Saturados de ese espíritu gaucho hay entre nosotros algunos poetas de formas muy cultas y correctas,
y no ha de escasear el género, porque es una producción legítima y espontánea del país, y que en
verdad; no se manifiesta únicamente en el terreno florido de la literatura.
Concluyo aquí, dejando a la consideración de los benévolos lectores, lo que yo no puedo decir sin
estender demasiado este prefacio, poco necesario en las humildes coplas de un hijo del desierto.
¡Sea el público, indulgente con él! y acepte esta humilde producción, que le dedicamos como que es
nuestro mejor y más antiguo amigo.
La originalidad de un libro debe empezar en el prólogo.
Nadie se sorprenda por lo tanto, ni de la forma ni de los objetos que este abraza; y debemos terminarlo
haciendo público nuestro agradecimiento hacia los distinguidos escritores que acaban de honrarnos
con su fallo, como el Señor D. José Tomás Guido, en una bellísima carta que acogieron deferentes La
Tribuna y La Prensa, y que reprodujeron en sus columnas varios periódicos de la República. -El Dr.
D. Adolfo Saldias, en un meditado trabajo sobre el tipo histórico y social del gaucho. -El Dr. D. Miguel
Navarro Viola, en la última entrega de la Biblioteca Popular, estimulándonos, con honrosos términos,
a continuar en la tarea empezada.
Diversos periódicos de la ciudad y campaña, como El Heraldo, del Azul, La Patria, de Dolores, El
Oeste, de Mercedes, y otros, han adquirido también justos títulos a nuestra gratitud, que conservamos
como una deuda sagrada.
Terminamos esta breve reseña con La Capital, del Rosario, que ha anunciado La vuelta de Martín
Fierroo, haciendo concebir esperanzas que Dios sabe si van a ser satisfechas.
Ciérrase este prólogo, diciendo que se llama este libro La vuelta de Martín Fierro, porque ese título le
dio el público, antes, mucho antes de haber yo pensado en escribirlo; y allá va a correr tierras con mi
bendición paternal.
JOSÉ HERNÁNDEZ
100
El fin
Ficciones (1994) - Jorge Luis Borges
Recabarren, tendido, entreabrió los ojos y vio el oblicuo cielo raso de junco. De la otra
pieza le llegaba un rasgueo de guitarra, una suerte de pobrísimo laberinto que se enredaba
y desataba infinitamente... Recobró poco a poco la realidad, las cosas cotidianas que ya
no cambiaría nunca por otras. Miró sin lástima su gran cuerpo inútil, el poncho de lana
ordinaria que le envolvía las piernas. Afuera, más allá de los barrotes de la ventana, se
dilataban la llanura y la tarde; había dormido, pero aún quedaba mucha luz en el cielo.
Con el brazo izquierdo tanteó, hasta dar con un cencerro de bronce que había al pie del
catre.
Una o dos veces lo agitó; del otro lado de la puerta seguían llegándole los modestos
acordes. El ejecutor era un negro que había aparecido una noche con pretensiones de
cantor y que había desafiado a otro forastero a una larga payada de contrapunto. Vencido,
seguía frecuentando la pulpería, como a la espera de alguien. Se pasaba las horas con la
guitarra, pero no había vuelto a cantar; acaso la derrota lo había amargado. La gente ya
se había acostumbrado a ese hombre inofensivo. Recabarren, patrón de la pulpería, no
olvidaría ese contrapunto; al día siguiente, al acomodar unos tercios de yerba, se le había
muerto bruscamente el lado derecho y había perdido el habla. A fuerza de apiadarnos de
las desdichas de los héroes de las novelas concluimos apiadándonos con exceso de las
desdichas propias; no así el sufrido Recabarren, que aceptó la parálisis como antes había
aceptado el rigor y las soledades de América. Habituado a vivir en el presente, como los
animales, ahora miraba el cielo y pensaba que el cerco rojo de la luna era señal de lluvia.
Un chico de rasgos aindiados (hijo suyo, tal vez) entreabrió la puerta. Recabarren le
preguntó con los ojos si había algún parroquiano. El chico, taciturno, le dijo por señas
que no; el negro no contaba. El hombre postrado se quedó solo; su mano izquierda jugó
un rato con el cencerro, como si ejerciera un poder.
La llanura, bajo el último sol, era casi abstracta, como vista en un sueño. Un punto se
agitó en el horizonte y creció hasta ser un jinete que venía, o parecía venir, a la casa.
Recabarren vio el chambergo, el largo poncho oscuro, el caballo moro, pero no la cara
del hombre, que, por fin, sujetó el galope y vino acercándose al trotecito. A unas
doscientas varas dobló.
Recabarren no lo vio más, pero lo oyó chistar, apearse, atar el caballo al palenque y entrar
con paso firme en la pulpería.
Sin alzar los ojos del instrumento, donde parecía buscar algo, el negro dijo con dulzura:
-Ya sabía yo, señor, que podía contar con usted.
El otro, con voz áspera, replicó:
-Y yo con vos, moreno. Una porción de días te hice esperar, pero aquí he venido.
Hubo un silencio. Al fin, el negro respondió:
-Me estoy acostumbrando a esperar. He esperado siete años.
El otro explicó sin apuro:
-Más de siete años pasé yo sin ver a mis hijos. Los encontré ese día y no quise mostrarme
como un hombre que anda a las puñaladas.
-Ya me hice cargo -dijo el negro-. Espero que los dejó con salud.
El forastero, que se había sentado en el mostrador, se rió de buena gana. Pidió una caña
y la paladeó sin concluirla.
-Les di buenos consejos -declaró-, que nunca están de más y no cuestan nada. Les dije,
entre otras cosas, que el hombre no debe derramar la sangre del hombre.
101
Un lento acorde precedió la respuesta del negro:
-Hizo bien. Así no se parecerán a nosotros.
-Por lo menos a mí -dijo el forastero y añadió como si pensara en voz alta-: Mi destino
ha querido que yo matara y ahora, otra vez, me pone el cuchillo en la mano.
El negro, como si no lo oyera, observó:
-Con el otoño se van acortando los días.
-Con la luz que queda me basta -replicó el otro, poniéndose de pie.
Se cuadró ante el negro y le dijo como cansado:
-Deja en paz la guitarra, que hoy te espera otra clase de contrapunto.
Los dos se encaminaron a la puerta. El negro, al salir, murmuró:
-Tal vez en éste me vaya tan mal como en el primero.
El otro contestó con seriedad:
-En el primero no te fue mal. Lo que pasó es que andabas ganoso de llegar al segundo.
Se alejaron un trecho de las casas, caminando a la par. Un lugar de la llanura era igual a
otro y la luna resplandecía. De pronto se miraron, se detuvieron y el forastero se quitó las
espuelas. Ya estaban con el poncho en el antebrazo, cuando el negro dijo:
-Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su
coraje y toda su maña, como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano.
Acaso por primera vez en su diálogo, Martín Fierro oyó el odio. Su sangre lo sintió como
un acicate. Se entreveraron y el acero filoso rayó y marcó la cara del negro.
Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo
dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una
música...
Desde su catre, Recabarren vio el fin. Una embestida y el negro reculó, perdió pie, amagó
un hachazo a la cara y se tendió en una puñalada profunda, que penetró en el vientre.
Después vino otra que el pulpero no alcanzó a precisar y Fierro no se levantó. Inmóvil, el
negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Limpió el facón ensangrentado en el pasto y
volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás. Cumplida su tarea de justiciero, ahora
era nadie. Mejor dicho, era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un
hombre.
102
Biografía de Tadeo Isidoro Cruz - Jorge Luis Borges, El
Aleph (1949)
(1829-1874)
El seis de febrero de 1829, los montoneros que, hostigados ya por Lavalle, marchaban
desde el Sur para incorporarse a las divisiones de López, hicieron alto en una estancia
cuyo nombre ignoraban, a tres o cuatro leguas del Pergamino; hacia el alba, uno de los
hombres tuvo una pesadilla tenaz: en la penumbra del galpón, el confuso grito despertó
a la mujer que dormía con él. Nadie sabe lo que soñó, pues al otro día, a las cuatro, los
montoneros fueron desbaratados por la caballería de Suárez y la persecución duró nueve
leguas, hasta los pajonales ya lóbregos, y el hombre pereció en una zanja, partido el
cráneo por un sable de las guerras del Perú y del Brasil. La mujer se llamaba Isidora
Cruz; el hijo que tuvo recibió el nombre de Tadeo Isidoro.
Mi propósito no es repetir su historia. De los días y noches que la componen, sólo me
interesa una noche; del resto no referiré sino lo indispensable para que esa noche se
entienda. La aventura consta en un libro insigne; es decir, en un libro cuya materia puede
ser todo para todos (I Corintios 9:22), pues es capaz de casi inagotables repeticiones,
versiones, perversiones. Quienes han comentado, y son muchos, la historia de Tadeo
Isidoro, destacan el influjo de la llanura sobre su formación, pero gauchos idénticos a él
nacieron y murieron en las selváticas riberas del Paraná y en las cuchillas orientales.
Vivió, eso sí, en un mundo de barbarie monótona. Cuando, en 1874, murió de una viruela
negra, no había visto jamás una montaña ni un pico de gas ni un molino. Tampoco una
ciudad. En 1849, fue a Buenos Aires con una tropa del establecimiento de Francisco
Xavier Acevedo; los troperos entraron en la ciudad para vaciar el cinto; Cruz, receloso,
no salió de una fonda en el vecindario de los corrales. Pasó ahí muchos días, taciturno,
durmiendo en la tierra, mateando, levantándose al alba y recogiéndose a la oración.
Comprendió (más allá de las palabras y aun del entendimiento) que nada tenía que ver
con él la ciudad. Uno de los peones, borracho, se burló de él. Cruz no le replicó, pero en
las noches del regreso, junto al fogón, el otro menudeaba las burlas, y entonces Cruz (que
antes no había demostrado rencor, ni siquiera disgusto) lo tendió de una puñalada.
Prófugo, hubo de guarecerse en un fachinal; noches después, el grito de un chajá le
advirtió que lo había cercado la policía. Probó el cuchillo en una mata; para que no le
estorbaran en la de a pie, se quitó las espuelas. Prefirió pelear a entregarse. Fue herido en
el antebrazo, en el hombro, en la mano izquierda; malhirió a los más bravos de la partida;
cuando la sangre le corrió entre los dedos, peleó con más coraje que nunca; hacia el alba,
mareado por la pérdida de sangre, lo desarmaron. El ejército, entonces, desempeñaba una
función penal; Cruz fue destinado a un fortín de la frontera Norte. Como soldado raso,
participó en las guerras civiles; a veces combatió por su provincia natal, a veces en contra.
El veintitrés de enero de 1856, en las Lagunas de Cardoso, fue uno de los treinta cristianos
que, al mando del sargento mayor Eusebio Laprida, pelearon contra doscientos indios. En
esa acción recibió una herida de lanza.
En su oscura y valerosa historia abundan los hiatos. Hacia 1868 lo sabemos de nuevo en
el pergamino: casado o amancebado, padre de un hijo, dueño de una fracción de campo.
En 1869 fue nombrado sargento de la policía rural. Había corregido el pasado; en aquel
103
tiempo debió de considerarse feliz, aunque profundamente no lo era. (Lo esperaba, secreta
en el porvenir, una lúcida noche fundamental: la noche en que por fin vio su propia cara,
la noche en que por fin escuchó su nombre. Bien entendida, esa noche agota su historia;
mejor dicho, un instante de esa noche, un acto de esa noche, porque los actos son nuestro
símbolo.) Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un
solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es. Cuéntase que
Alejandro de Macedonia vio reflejado su futuro de hierro en la fabulosa historia de
Aquiles; Carlos XII de Suecia, en la de Alejandro. A Tadeo Isidoro Cruz, que no sabía
leer, ese conocimiento no le fue revelado en un libro; se vio a sí mismo en un entrevero
y un hombre. Los hechos ocurrieron así:
En los últimos días del mes de junio de 1870 recibió la orden de apresar a un malevo, que
debía dos muertes a la justicia. Era éste un desertor de las fuerzas que en la frontera Sur
mandaba el coronel Benito Machado; en una borrachera, había asesinado a un moreno en
un lupanar; en otra, a un vecino del partido de Rojas; el informe agregaba que procedía
de la Laguna Colorada. En este lugar, hacía cuarenta años, habíanse congregado los
montoneros para la desventura que dio sus carnes a los pájaros y a los perros; de ahí salió
Manuel Mesa, que fue ejecutado en la plaza de la Victoria, mientras los tambores sonaban
para que no se oyera su ira; de ahí, el desconocido que engendró a Cruz y que pereció en
una zanja, partido el cráneo por un sable de las batallas del Perú y del Brasil. Cruz había
olvidado el nombre del lugar; con leve pero inexplicable inquietud lo reconoció... El
criminal, acosado por los soldados, urdió a caballo un largo laberinto de idas y de venidas;
éstos, sin embargo, lo acorralaron la noche del doce de julio. Se había guarecido en un
pajonal. La tiniebla era casi indescifrable; Cruz y los suyos, cautelosos y a pie, avanzaron
hacia las matas en cuya hondura trémula acechaba o dormía el hombre secreto. Gritó un
chajá; Tadeo Isidoro Cruz tuvo la impresión de haber vivido ya ese momento. El criminal
salió de la guarida para pelearlos. Cruz lo entrevió, terrible; la crecida melena y la barba
gris parecían comerle la cara. Un motivo notorio me veda referir la pelea. Básteme
recordar que el desertor malhirió o mató a varios de los hombres de Cruz. Éste, mientras
combatía en la oscuridad (mientras su cuerpo combatía en la oscuridad), empezó a
comprender. Comprendió que un destino no es mejor que otro, pero que todo hombre
debe acatar el que lleva adentro. Comprendió que las jinetas y el uniforme ya le
estorbaban. Comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro gregario; comprendió que
el otro era él. Amanecía en la desaforada llanura; Cruz arrojó por tierra el quepis, gritó
que no iba a consentir el delito de que se matara a un valiente y se puso a pelear contra
los soldados, junto al desertor Martín Fierro.
104
Cuentos
Los otros urbanos: migración interna hacia las ciudades
A LAS OCHO vino José María con la noticia, casi sin rodeos me dijo que Celina acababa de morir.
Me acuerdo que reparé instantáneamente en la frase, Celina acabando de morirse, un poco como
si ella misma hubiera decidido el momento en que eso debía concluir. Era casi de noche y a José
María le temblaban los labios al decírmelo.
—Mauro lo ha tomado tan mal, lo dejé como loco. Mejor vamos.
Yo tenía que terminar unas notas, aparte de que le había prometido a una amiga llevarla a comer.
Pegué un par de telefoneadas y salí con José María a buscar un taxi. Mauro y Celina vivían por
Cánning y Santa Fe, de manera que le pusimos diez minutos desde casa. Ya al acercarnos vimos
gente que se paraba en el zaguán con un aire culpable y cortado; en el camino supe que Celina
había empezado a vomitar sangre a las seis, que Mauro trajo al médico y que su madre estaba con
ellos. Parece que el médico empezaba a escribir una larga receta cuando Celina abrió los ojos y
se acabó de morir con una especie de tos, más bien un silbido.
—Yo lo sujeté a Mauro, el doctor tuvo que salir porque Mauro se le quería tirar encima.
Usté sabe cómo es él cuando se cabrea.
Yo pensaba en Celina, en la última cara de Celina que nos esperaba en la casa. Casi no
escuché los gritos de las viejas y el revuelo en el patio, pero en cambio me acuerdo que el taxi
costaba dos sesenta y que el chófer tenía una gorra de lustrina. Vi a dos o tres amigos de la barra
de Mauro, que leían La Razón en la puerta; una nena de vestido azul tenía en brazos al gato
barcino y le atusaba minuciosa los bigotes. Más adentro empezaban los clamoreos y el olor a
encierro.
—Andá velo a Mauro —le dije a José María—. Ya sabes que conviene darle bastante alpiste.
En la cocina andaban ya con el mate. El velorio se organizaba solo, por sí mismo: las caras,
las bebidas, el calor. Ahora que Celina acababa de morir, increíble cómo la gente de un barrio
larga todo (hasta las audiciones de preguntas y respuestas) para constituirse en el lugar del hecho.
Una bombilla rezongó fuerte cuando pasé al lado de la cocina y me asomé a la pieza mortuoria.
Misia Manita y otra mujer me miraron desde el oscuro fondo, donde la cama parecía estar flotando
en una jalea de membrillo. Me di cuenta por su aire superior que acababan de lavar y amortajar a
Celina; hasta se olía débilmente a vinagre.
—Pobrecita la finadita —dijo Misia Martita—. Pase, doctor, pase a verla. Parece como
dormida.
Aguantando las ganas de putearla me metí en el caldo caliente de la pieza. Hacía rato que
estaba mirando a Celina sin verla y ahora me dejé ir a ella, al pelo negro y lacio naciendo de una
frente baja que brillaba como nácar de guitarra, al plato playo blanquísimo de su cara sin remedio.
Me di cuenta de que no tenía nada que hacer ahí, que esa pieza era ahora de las mujeres, de las
plañideras llegando en la noche. Ni siquiera Mauro podría entrar en paz a sentarse al lado de
Celina, ni siquiera Celina estaba ahí esperando, esa cosa blanca y negra se volcaba del lado de las
lloronas, las favorecía con su tema inmóvil repitiéndose. Mejor Mauro, ir a buscar a Mauro que
seguía del lado nuestro.
De la pieza al comedor había sordos centinelas fumando en el pasillo sin luz. Peña, el loco
Bazán, los dos hermanos menores de Mauro y un viejo indefinible me saludaron con respeto.
—Gracias por venir, doctor —me dijo uno—. Usté siempre tan amigo del pobre Mauro.
—Los amigos se ven en estos trances —dijo el viejo, dándome una mano que me pareció
una sardina viva.
Todo esto ocurría, pero yo estaba otra vez con Celina y Mauro en el Luna Park, bailando en
el Carnaval del cuarenta y dos, Celina de celeste que le iba tan mal con su tipo achinado, Mauro
de palmbeach y yo con seis whiskies y una mamúa padre. Me gustaba salir con Mauro y Celina
105
para asistir de costado a su dura y caliente felicidad. Cuanto más me reprochaban estas amistades,
más me arrimaba a ellos (a mis días, a mis horas) para presenciar su existencia de la que ellos
mismos no sabían nada.
Me arranqué del baile, un quejido venía de la pieza trepando por las puertas.
—Esa debe ser la madre —dijo el loco Bazán, casi satisfecho.
«Silogística perfecta del humilde», pensé. «Celina muerta, llega madre, chillido madre.» Me
daba asco pensar así, una vez más estar pensando todo lo que a los otros les bastaba sentir. Mauro
y Celina no habían sido mis cobayos, no. Los quería, cuánto los sigo queriendo. Solamente que
nunca pude entrar en su simpleza, solamente que me veía forzado a alimentarme por reflejo de su
sangre; yo soy el doctor Hardoy, un abogado que no se conforma con el Buenos Aires forense o
musical o hípico, y avanza todo lo que puede por otros zaguanes. Ya sé que detrás de eso está la
curiosidad, las notas que llenan poco a poco mi fichero. Pero Celina y Mauro no, Celina y Mauro
no.
—Quién iba a decir esto —le oí a Peña—. Así tan rápido…
—Bueno, vos sabés que estaba muy mal del pulmón. —Sí, pero lo mismo…
Se defendían de la tierra abierta. Muy mal del pulmón, pero así y todo… Celina tampoco
debió esperar su muerte, para ella y Mauro la tuberculosis era «debilidad». Otra vez la vi girando
entusiasta en brazos de Mauro, la orquesta de Canaro ahí arriba y un olor a polvo barato. Después
bailó conmigo una machicha, la pista era un horror de gente y calina. «Qué bien baila, Marcelo»,
como extrañada de que un abogado fuera capaz de seguir una machicha. Ni ella ni Mauro me
tutearon nunca, yo le hablaba de vos a Mauro pero a Celina le devolvía el tratamiento. A Celina
le costó dejar el «doctor», tal vez la enorgullecía darme el título delante de otros, mi amigo el
doctor. Yo le pedí a Mauro que se lo dijera, entonces empezó el «Marcelo». Así ellos se acercaron
un poco a mí pero yo estaba tan lejos como antes. Ni yendo juntos a los bailes populares, al box,
hasta al fútbol (Mauro jugó años atrás en Racing) o mateando hasta tarde en la cocina. Cuando
acabó el pleito y le hice ganar cinco mil pesos a Mauro, Celina fue la primera en pedirme que no
me alejara, que fuese a verlos. Ya no estaba bien, su voz siempre un poco ronca era cada vez más
débil. Tosía por la noche, Mauro le compraba Neurofosfato Escay lo que era una idiotez, y
también Hierro Quina Bisleri, cosas que se leen en las revistas y se les toma confianza.
Íbamos juntos a los bailes, y yo los miraba vivir.
—Es bueno que lo hable a Mauro —dijo José María que brotaba de golpe a mi lado—. Le
va a hacer bien.
Fui, pero estuve todo el tiempo pensando en Celina. Era feo reconocerlo, en realidad lo que
hacía era reunir y ordenar mis fichas sobre Celina, no escritas nunca pero bien a mano. Mauro
lloraba a cara descubierta como todo animal sano y de este mundo, sin la menor vergüenza. Me
tomaba las manos y me las humedecía con su sudor febril. Cuando José María lo forzaba a beber
una ginebra, la tragaba entre dos sollozos con un ruido raro. Y las frases, ese barboteo de
estupideces con toda su vida dentro, la oscura conciencia de la cosa irreparable que le había
sucedido a Celina pero que sólo él acusaba y resentía. El gran narcisismo por fin excusado y en
libertad para dar el espectáculo. Tuve asco de Mauro pero mucho más de mí mismo, y me puse a
beber coñac barato que me abrasaba la boca sin placer. Ya el velorio funcionaba a todo tren, de
Mauro abajo estaban todos perfectos, hasta la noche ayudaba caliente y pareja, linda para estarse
en el patio y hablar de la finadita, para dejar venir el alba sacándole a Celina los trapos al sereno.
Esto fue un lunes, después tuve que ir a Rosario por un congreso de abogados donde no se
hizo otra cosa que aplaudirse unos a otros y beber como locos, y volví a fin de semana. En el tren
viajaban dos bailarinas del Moulin Rouge y reconocí a la más joven, que se hizo la zonza. Toda
esa mañana había estado pensando en Celina, no que me importara tanto la muerte de Celina sino
más bien la suspensión de un orden, de un hábito necesario. Cuando vi a las muchachas pensé en
la carrera de Celina y el gesto de Mauro al sacarla de la milonga del griego Kasidis y llevársela
con él. Se precisaba coraje para esperar alguna cosa de esa mujer, y fue en esa época que lo conocí,
cuando vino a consultarme sobre el pleito de su vieja por unos terrenos en Sanagasta. Celina lo
acompañó la segunda vez, todavía con un maquillaje casi profesional, moviéndose a bordadas
anchas pero apretada a su brazo. No me costó medirlos, saborear la sencillez agresiva de Mauro
y su esfuerzo inconfesado por incorporarse del todo a Celina. Cuando los empecé a tratar me
106
pareció que lo había conseguido, al menos por fuera y en la conducta cotidiana. Después medí
mejor, Celina se le escapaba un poco por la vía de los caprichos, su ansiedad de bailes populares,
sus largos entresueños al lado de la radio, con un remiendo o un tejido en las manos. Cuando la
oí cantar, una noche de Nebiolo y Racing cuatro a uno, supe que todavía estaba con Kasidis, lejos
de una casa estable y de Mauro puestero del Abasto. Por conocerla mejor alenté sus deseos
baratos, fuimos los tres a tanto sitio de altoparlantes cegadores, de pizza hirviendo y papelitos con
grasa por el piso. Pero Mauro prefería el patio, las horas de charla con vecinos y el mate. Aceptaba
de a poco, se sometía sin ceder. Entonces Celina fingía conformarse, tal vez ya estaba
conformándose con salir menos y ser de su casa. Era yo el que le conseguía a Mauro para ir a los
bailes, y sé que me lo agradeció desde un principio. Ellos se querían, y el contento de Celina
alcanzaba para los dos, a veces para los tres.
Me pareció bien pegarme un baño, telefonear a Nilda que la iría a buscar el domingo de
paso al hipódromo, y verlo en seguida a Mauro. Estaba en el patio, fumando entre largos mates.
Me enternecieron los dos o tres agujeritos de su camiseta, y le di una palmada en el hombro al
saludarlo. Tenía la misma cara de la última vez, al lado de la fosa, al tirar el puñado de tierra y
echarse atrás como encandilado. Pero le encontré un brillo claro en los ojos, la mano dura al
apretar.
—Gracias por venir a verme. El tiempo es largo, Marcelo.
—Tenes que ir al Abasto, o te reemplaza alguien?
—Puse a mi hermano el renguito. No tengo ánimo de ir, y eso que el día se me hace eterno.
—Claro, precisás distraerte. Vestíte y damos una vuelta por Palermo.
—Vamos, lo mismo da.
Se puso un traje azul y pañuelo bordado, lo vi echarse perfume de un frasco que había sido
de Celina. Me gustaba su forma de requintarse el sombrero, con el ala levantada, y su paso liviano
y silencioso, bien compadre. Me resigné a escuchar —«los amigos se ven en estos trances»— —
y a la segunda botella de Quilmes Cristal se me vino con todo lo que tenía. Estábamos en una
mesa del fondo del café, casi a solas; yo lo dejaba hablar pero de cuando en cuando le servía
cerveza. Casi no me acuerdo de todo lo que dijo, creo que en realidad era siempre lo mismo. Me
ha quedado una frase: «La tengo aquí», y el gesto al clavarse el índice en el medio del pecho
como si mostrara un dolor o una medalla.
—Quiero olvidar —decía también—. Cualquier cosa, emborracharme, ir a la milonga,
tirarme cualquier hembra. Usté me comprende, Marcelo,… —El índice subía, enigmático, se
plegaba de golpe como un cortaplumas. A esa altura ya estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa,
y cuando yo mencioné el Santa Fe Palace como de pasada, él dio por hecho que íbamos al baile
y fue el primero en levantarse y mirar la hora. Caminamos sin hablar, muertos de calor, y todo el
tiempo yo sospechaba un recuento por parte de Mauro, su repetida sorpresa al no sentir contra su
brazo la caliente alegría de Celina camino del baile.
—Nunca la llevé a ese Palace —me dijo de repente—. Yo estuve antes de conocerla, era
una milonga muy rea. ¿Usté la frecuenta?
En mis fichas tengo una buena descripción del Santa Fe Palace, que no se llama Santa Fe ni
está en esa calle, aunque sí a un costado. Lástima que nada de eso pueda ser realmente descrito,
ni la fachada modesta con sus carteles promisores y la turbia taquilla, menos todavía los junadores
que hacen tiempo en la entrada y lo calan a uno de arriba abajo. Lo que sigue es peor, no que sea
malo porque ahí nada es ninguna cosa precisa; justamente el caos, la confusión resolviéndose en
un falso orden: el infierno y sus círculos. Un infierno de parque japonés a dos cincuenta la entrada
y damas cero cincuenta. Compartimentos mal aislados, especie de patios cubiertos sucesivos
donde en el primero una típica, en el segundo una característica, en el tercero una norteña con
cantores y malambo. Puestos en un pasaje intermedio (yo Virgilio) oíamos las tres músicas y
veíamos los tres círculos bailando; entonces se elegía el preferido, o se iba de baile en baile, de
ginebra en ginebra, buscando mesitas y mujeres.
—No está mal —dijo Mauro con su aire tristón—. Lástima el calor. Debían poner
extractores.
(Para una ficha: estudiar, siguiendo a Ortega, los contactos del hombre del pueblo y la
técnica. Ahí donde se creería un choque hay en cambio asimilación violenta y aprovechamiento;
107
Mauro hablaba de refrigeración o de superheterodinos con la suficiencia porteña que cree que
todo le es debido.) Yo lo agarré del brazo y lo puse en camino de una mesa porque él seguía
distraído y miraba el palco de la típica, al cantor que tenía con las dos manos el micrófono y lo
zarandeaba despacito. Nos acodamos contentos delante de dos cañas secas y Mauro se bebió la
suya de un solo viaje.
—Esto asienta la cerveza. Puta que está concurrida la milonga.
Llamó pidiendo otra, y me dio calce para desentenderme y mirar. La mesa estaba pegada a
la pista, del otro lado había sillas contra una larga pared y un montón de mujeres se renovaba con
ese aire ausente de las milongueras cuando trabajan o se divierten. No se hablaba mucho, oíamos
muy bien la típica, rebasada de fuelles y tocando con ganas. El cantor insistía en la nostalgia,
milagrosa su manera de dar dramatismo a un compás más bien rápido y sin alce. Las trenzas de
mi china las traigo en la maleta… Se prendía al micrófono como a los barrotes de un vomitorio,
con una especie de lujuria cansada, de necesidad orgánica. Por momentos metía los labios contra
la rejilla cromada, y de los parlantes salía una voz pegajosa —«yo soy un hombre honrado…»—
; pensé que sería negocio una muñeca de goma y el micrófono escondido dentro, así el cantor
podría tenerla en brazos y calentarse a gusto al cantarle. Pero no serviría para los tangos, mejor el
bastón cromado con la pequeña calavera brillante en lo alto, la sonrisa tetánica de la rejilla.
Me parece bueno decir aquí que yo iba a esa milonga por los monstruos, y que no sé de otra
donde se den tantos juntos. Asoman con las once de la noche, bajan de regiones vagas de la
ciudad, pausados y seguros de uno o de a dos, las mujeres casi enanas y achinadas, los tipos como
javaneses o mocovíes, apretados en trajes a cuadros o negros, el pelo duro peinado con fatiga,
brillantina en gotitas contra los reflejos azules y rosa, las mujeres con enormes peinados altos que
las hacen más enanas, peinados duros y difíciles de los que les queda el cansancio y el orgullo. A
ellos les da ahora por el pelo suelto y alto en el medio, jopos enormes y amaricados sin nada que
ver con la cara brutal más abajo, el gesto de agresión disponible y esperando su hora, los torsos
eficaces sobre finas cinturas. Se reconocen y se admiran en silencio sin darlo a entender, es su
baile y su encuentro, la noche de color. (Para una ficha: de dónde salen, qué profesiones los
disimulan de día, qué oscuras servidumbres los aíslan y disfrazan.) Van a eso, los monstruos se
enlazan con grave acatamiento, pieza tras pieza giran despaciosos sin hablar, muchos con los ojos
cerrados gozando al fin la paridad, la completación. Se recobran en los intervalos, en las mesas
son jactanciosos y las mujeres hablan chillando para que las miren, entonces los machos se ponen
más torvos y yo he visto volar un sopapo y darle vuelta la cara y la mitad del peinado a una china
bizca vestida de blanco que bebía anís. Además está el olor, no se concibe a los monstruos sin ese
olor a talco mojado contra la piel, a fruta pasada, uno sospecha los lavajes presurosos, el trapo
húmedo por la cara y los sobacos, después lo importante, lociones, rimmel, el polvo en la cara de
todas ellas, una costra blancuzca y detrás las placas pardas trasluciendo. También se oxigenan,
las negras levantan mazorcas rígidas sobre la tierra espesa de la cara, hasta se estudian gestos de
rubia, vestidos verdes, se convencen de su transformación y desdeñan condescendientes a las
otras que defienden su color. Mirando de reojo a Mauro yo estudiaba la diferencia entre su cara
de rasgos italianos, la cara del porteño orillero sin mezcla negra ni provinciana, y me acordé de
repente de Celina más próxima a los monstruos, mucho más cerca de ellos que Mauro y yo. Creo
que Kasidis la había elegido para complacer a la parte achinada de su clientela, los pocos que
entonces se animaban a su cabaré. Nunca había estado en lo de Kasidis en tiempos de Celina,
pero después bajé una noche (para reconocer el sitio donde ella trabajaba antes que Mauro la
sacara) y no vi más que blancas, rubias o morochas pero blancas.
—Me dan ganas de bailarme un tango —dijo Mauro quejoso. Ya estaba un poco bebido al
entrar en la cuarta caña. Yo pensaba en Celina, tan en su casa aquí, justamente aquí donde Mauro
no la había traído nunca. Anita Lozano recibía ahora los aplausos cerrados del público al saludar
desde el palco, yo la había oído cantar en el Novelty cuando se cotizaba alto, ahora estaba vieja y
flaca pero conservaba toda la voz para los tangos. Mejor todavía, porque su estilo era canalla,
necesitado de una voz un poco ronca y sucia para esas letras llenas de diatriba. Celina tenía esa
voz cuando había bebido, de pronto me di cuenta cómo el Santa Fe era Celina, la presencia casi
insoportable de Celina.
Irse con Mauro había sido un error. Lo aguantó porque lo quería y él la sacaba de la mugre
108
de Kasidis, la promiscuidad y los vasitos de agua azucarada entre los primeros rodillazos y el
aliento pesado de los clientes contra su cara, pero si no hubiera tenido que trabajar en las milongas
a Celina le hubiera gustado quedarse. Se le veía en las caderas y en la boca, estaba armada para
el tango, nacida de arriba abajo para la farra. Por eso era necesario que Mauro la llevara a los
bailes, yo la había visto transfigurarse al entrar, con las primeras bocanadas de aire caliente y
fuelles. A esta hora, metido sin vuelta en el Santa Fe, medí la grandeza de Celina, su coraje de
pagarle a Mauro con unos años de cocina y mate dulce en el patio. Había renunciado a su cielo
de milonga, a su caliente vocación de anís y valses criollos. Como condenándose a sabiendas, por
Mauro y la vida de Mauro, forzando apenas su mundo para que él la sacara a veces a una fiesta.
Ya Mauro andaba prendido con una negrita más alta que las otras, de talle fino como pocas
y nada fea. Me hizo reír su instintiva pero a la vez meditada selección, la sirvientita era la menos
igual a los monstruos; entonces me volvió la idea de que Celina había sido en cierto modo un
monstruo como ellos, sólo que afuera y de día no se notaba como aquí. Me pregunté si Mauro lo
habría advertido, temí un poco su reproche por traerlo a un sitio donde el recuerdo crecía de cada
cosa como pelos en un brazo. Esta vez no hubo aplausos, y él se acercó con la muchacha que
parecía súbitamente entontecida y como boqueando fuera de su tango.
—Le presento a un amigo.
Nos dijimos los «encantados» porteños y ahí nomás le dimos de beber. Me alegraba verlo a
Mauro entrando en la noche y hasta cambié unas frases con la mujer que se llamaba Emma, un
nombre que no les va bien a las flacas. Mauro parecía bastante embalado y hablaba de orquestas
con la frase breve y sentenciosa que le admiro. Emma se iba en nombres de cantores, en recuerdos
de Villa Crespo y El Talar. Para entonces Anita Lozano anunció un tango viejo y hubo gritos y
aplausos entre los monstruos, los tapes sobre todo que la favorecían sin distingos. Mauro no estaba
tan curado como para olvidarse del todo, cuando la orquesta se abrió paso con un culebreo de los
bandoneones me miró de golpe, tenso y rígido, como acordándose. Yo me vi también en Racing,
Mauro y Celina prendidos fuerte en ese tango que ella canturreó después toda la noche y en el
taxi de vuelta.
—¿Lo bailamos? —dijo Emma, tragando su granadina con ruido.
Mauro ni la miraba. Me parece que fue en ese momento que los dos nos alcanzamos en lo
más hondo. Ahora (ahora que escribo) no veo otra imagen que una de mis veinte años en Sportivo
Barracas, tirarme a la pileta y encontrar otro nadador en el fondo, tocar el fondo a la vez y
entrevemos en el agua verde y acre. Mauro echó atrás la silla y se sostuvo con un codo en la mesa.
Miraba igual que yo la pista, y Emma quedó perdida y humillada entre los dos, pero lo disimulaba
comiendo papas fritas. Ahora Anita se ponía a cantar quebrado, las parejas bailaban casi sin salir
de su sitio y se veía que escuchaban la letra con deseo y desdicha y todo el negado placer de la
farra. Las caras buscaban el palco y aun girando se las veía seguir a Anita inclinada y confidente
en el micrófono. Algunos movían la boca repitiendo las palabras, otros sonreían estúpidamente
como desde atrás de sí mismos, y cuando ella cerró su tanto, tanto como fuiste mío, y hoy te busco
y no te encuentro, a la entrada en tutti de los fuelles respondió la renovada violencia del baile, las
corridas laterales y los ochos entreverados en el medio de la pista. Muchos sudaban, una china
que me hubiera llegado raspando al segundo botón del saco pasó contra la mesa y le vi el agua
saliéndole de la raíz del pelo y corriendo por la nuca donde la grasa le hacía una canaleta más
blanca. Había humo entrando del salón contiguo donde comían parrilladas y bailaban rancheras,
el asado y los cigarrillos ponían una nube baja que deformaba las caras y las pinturas baratas de
la pared de enfrente. Creo que yo ayudaba desde adentro con mis cuatro cañas, y Mauro se tenía
el mentón con el revés de la mano, mirando fijo hacia adelante. No nos llamó la atención que el
tango siguiera y siguiera allá arriba, una o dos veces vi a Mauro echar una ojeada al palco donde
Anita hacía como que manejaba una batuta, pero después volvió a clavar los ojos en las parejas.
No sé cómo decirlo, me parece que yo seguía su mirada y a la vez le mostraba el camino; sin
vernos sabíamos (a mí me parece que Mauro sabía) la coincidencia de ese mirar, caíamos sobre
las mismas parejas, los mismos pelos y pantalones. Yo oí que Emma decía algo, una excusa, y el
espacio de mesa entre Mauro y yo quedó más claro, aunque no nos mirábamos. Sobre la pista
parecía haber descendido un momento de inmensa felicidad, respiré hondo como asociándome y
creo haber oído que Mauro hizo lo mismo. El humo era tan espeso que las caras se borroneaban
109
más allá del centro de la pista, de modo que la zona de las sillas para las que planchaban no se
veía entre los cuerpos interpuestos y la neblina. Tanto como fuiste mío, curiosa la crepitación que
le daba el parlante a la voz de Anita, otra vez los bailarines se inmovilizaban (siempre
moviéndose) y Celina que estaba sobre la derecha, saliendo del humo y girando obediente a la
presión de su compañero, quedó un momento de perfil a mí, después de espaldas, el otro perfil, y
alzó la cara para oír la música. Yo digó: Celina; pero entonces fue más bien saber sin comprender,
Celina ahí sin estar, claro, cómo comprender eso en el momento. La mesa tembló de golpe, yo
sabía que era el brazo de Mauro que temblaba, o el mío, pero no teníamos miedo, eso estaba más
cerca del espanto y la alegría y el estómago. En realidad era estúpido, un sentimiento de cosa
aparte que no nos dejaba salir, recobrarnos. Celina seguía siempre ahí, sin vernos, bebiendo el
tango con toda la cara que una luz amarilla de humo desdecía y alteraba. Cualquiera de las negras
podría haberse parecido más a Celina que ella en ese momento, la felicidad la transformaba de un
modo atroz, yo no hubiese podido tolerar a Celina como la veía en ese momento y ese tango. Me
quedó inteligencia para medir la devastación de su felicidad, su cara arrobada y estúpida en el
paraíso al fin logrado; así pudo ser ella en lo de Kasidis de no existir el trabajo y los clientes.
Nada la ataba ahora en su cielo sólo de ella, se daba con toda la piel a la dicha y entraba otra vez
en el orden donde Mauro no podía seguirla. Era su duro cielo conquistado, su tango vuelto a tocar
para ella sola y sus iguales, hasta el aplauso de vidrios rotos que cerró el refrán de Anita, Celina
de espaldas, Celina de perfil, otras parejas contra ella y el humo.
No quise mirar a Mauro, ahora yo me rehacía y mi notorio cinismo apilaba comportamientos
a todo vapor. Todo dependía de cómo entrara él en la cosa, de manera que me quedé como estaba,
estudiando la pista que se vaciaba poco a poco.
—¿Vos te fijaste? —dijo Mauro.
—Sí.
—¿Vos te fijaste cómo se parecía?
No le contesté, el alivio pesaba más que la lástima. Estaba de este lado, el pobre estaba de
este lado y no alcanzaba ya a creer lo que habíamos sabido juntos. Lo vi levantarse y caminar por
la pista con paso de borracho, buscando a la mujer que se parecía a Celina. Yo me estuve quieto,
fumándome un rubio sin apuro, mirándolo ir y venir sabiendo que perdía su tiempo, que volvería
agobiado y sediento sin haber encontrado las puertas del cielo entre ese humo y esa gente.
Cabecita negra
Germán Rozenmacher
El señor Lanari no podía dormir. Eran las tres y media de la mañana y fumaba enfurecido,
muerto de frío, acodado en ese balcón del tercer piso, sobre la calle vacía, temblando,
encogido dentro del sobretodo de solapas levantadas. Después de dar vueltas y vueltas en
la cama, de tomar pastillas y de ir y venir por la casa frenético y rabioso como un león
enjaulado, se había vestido como para salir y hasta se había lustrado los zapatos. Y ahí
estaba ahora, con los ojos resecos, los nervios tensos, agazapado escuchando el invisible
golpeteo de algún caballo de carro verdulero cruzando la noche, mientras algún taxi daba
vueltas a la manzana con sus faros rompiendo la neblina, esperando turno para entrar al
amueblado de la calle Cangallo, y un tranvía 63 con las ventanillas pegajosas, opacadas
de frío, pasaba vacío de tanto en tanto, arrastrándose entre las casas de uno o dos a siete
pisos y se perdía entre los pocos letreros luminosos de los hoteles que brillaban mojados,
apenas visibles, calle abajo. Ese insomnio era una desgracia. Mañana estaría resfriado y
andaría abombado como un sonámbulo todo el día. Y además nunca había hecho esa
idiotez de levantarse y vestirse en plena noche de invierno nada más que para quedarse
110
ahí, fumando en el balcón. ¿A quién se le ocurriría hacer esas cosas? Se encogió de
hombros, angustiado. La noche se había hecho para dormir y se sentía viviendo a
contramano. Solamente él se sentía despierto en medio del enorme silencio de la ciudad
dormida. Un silencio que lo hacía moverse con cierto sigiloso cuidado, como si pudiera
despertar a alguien. Se cuidaría muy bien de no contárselo a su socio de la ferretería
porque lo cargaría un año entero por esa ocurrencia de lustrarse los zapatos en medio de
la noche. En este país donde uno aprovechaba cualquier oportunidad para joder a los
demás y pasarla bien a costillas ajenas había que tener mucho cuidado para conservar la
dignidad. Si uno se descuidaba lo llevaban por delante, lo aplastaban como a una
cucaracha. Estornudó. Si estuviera su mujer ya le habría hecho uno de esos tés de yuyos
que ella tenía y santo remedio. Pero suspiró desconsolado. Su mujer y su hijo se habían
ido a pasar el fin de semana a la quinta de Paso del Rey llevándose a la sirvienta así que
estaba solo en la casa. Sin embargo, pensó, no le iban tan mal las cosas. No podía quejarse
de la vida. Su padre había sido un cobrador de la luz, un inmigrante que se había muerto
de hambre sin haber llegado a nada. El señor Lanari había trabajado como un animal y
ahora tenía esa casa del tercer piso cerca del Congreso, en propiedad horizontal, y hacía
pocos meses había comprado el pequeño Renault que estaba abajo, y había gastado una
fortuna en los hermosos apliques cromados de las portezuelas. La ferretería de la avenida
de Mayo iba muy bien y ahora tenía también la quinta de fin de semana donde pasaba las
vacaciones. No podía quejarse. Se daba todos los gustos. Pronto su hijo se recibiría de
abogado y seguramente se casaría con alguna chica distinguida. Claro que había tenido
que hacer muchos sacrificios. En tiempos como estos, donde los desórdenes políticos eran
la rutina, había estado al borde de la quiebra. Palabra fatal que significaba el escándalo,
la ruina, la pérdida de todo. Había tenido que aplastar muchas cabezas para sobrevivir
porque si no, hubieran hecho lo mismo con él. Así era la vida. Pero había salido adelante.
Además cuando era joven tocaba el violín y no había cosa que le gustase más en el mundo.
Pero vio por delante un porvenir dudoso y sombrío lleno de humillaciones y miseria y
tuvo miedo. Pensó que se debía a sus semejantes, a su familia, que en la vida uno no podía
hacer todo lo que quería, que tenía que seguir el camino recto, el camino debido y que no
debía fracasar. Y entonces todo lo que había hecho en la vida había sido para que lo
llamaran “señor”. Y entonces juntó dinero y puso una ferretería. Se vivía una sola vez y
no le había ido tan mal. No señor. Ahí afuera, en la calle, podían estar matándose. Pero
él tenía esa casa, su refugio, donde era el dueño, donde se podía vivir en paz, donde todo
estaba en su lugar, donde lo respetaban. Lo único que lo desesperaba era ese insomnio.
Dieron las cuatro de la mañana. La niebla era espesa. Un silencio pesado había caído
sobre Buenos Aires. Ni un ruido. Todo en calma. Hasta el señor Lanari tratando de no
despertar a nadie, fumaba, adormeciéndose. De pronto una mujer gritó en la noche. De
golpe. Una mujer aullaba a todo lo que daba como una perra salvaje y pedía socorro sin
palabras, gritaba en la neblina, llamaba a alguien, gritaba en la neblina, llamaba a alguien,
a cualquiera. El señor Lanari dio un respingo y se estremeció, asustado. La mujer aullaba
de dolor en la neblina y parecía golpearlo con sus gritos como un puñetazo. El señor
Lanari quiso hacerla callar, era de noche, podía despertar a alguien, había que hablar más
bajo. Se hizo un silencio. Y de pronto gritó de nuevo, reventando el silencio y la calma y
el orden, haciendo escándalo y pidiendo socorro con su aullido visceral de carne y sangre,
anterior a las palabras, casi un vagido de niña, desesperado y solo. El viento siguió
soplando. Nadie despertó. Nadie se dio por enterado. Entonces el señor Lanari bajó a la
calle y fue en la niebla, a tientas, hasta la esquina. Y allí la vio. Nada más que una cabecita
negra sentada en el umbral del hotel que tenía el letrero luminoso “Para Damas” en la
puerta, despatarrada y borracha, casi una niña, con las manos caídas sobre la falda,
111
vencida y sola y perdida, y las piernas abiertas bajo la pollera sucia de grandes flores
chillonas y rojas y la cabeza sobre el pecho y una botella de cerveza bajo el brazo. —
Quiero ir a casa, mamá —lloraba—. Quiero cien pesos para el tren para irme a casa. Era
una china que podía ser su sirvienta sentada en el último escalón de la estrecha escalera
de madera en un chorro de luz amarilla. El señor Lanari sintió una vaga ternura, una vaga
piedad, se dijo que así eran estos negros, qué se iba a hacer, la vida era dura, sonrió, sacó
cien pesos y se los puso arrollados en el gollete de la botella pensando vagamente en la
caridad. Se sintió satisfecho. Se quedó mirándola, con las manos en los bolsillos,
despreciándola despacio. —¿Qué están haciendo ahí ustedes dos? —la voz era dura y
malévola. Antes de que se diera vuelta ya sintió una mano sobre su hombro. —A ver,
ustedes dos, vamos a la comisaría. Por alterar el orden en la vía pública. El señor Lanari,
perplejo, asustado, le sonrió con un gesto de complicidad al vigilante. —Mire estos
negros, agente, se pasan la vida en curda y después se embroman y hacen barullo y no
dejan dormir a la gente. Entonces se dio cuenta de que el vigilante también era bastante
morochito pero ya era tarde. Quiso empezar a contar su historia. —Viejo baboso —dijo
el vigilante mirando con odio al hombrecito despectivo, seguro y sobrador que tenía
adelante—. Hacete el gil ahora. El voseo golpeó al señor Lanari como un puñetazo. —
Vamos. En cana. El señor Lanari parpadeaba sin comprender. De pronto reaccionó
violentamente y le gritó al policía. —Cuidado, señor, mucho cuidado. Esta arbitrariedad
le puede costar muy cara. ¿Usted sabe con quién está hablado? —Había dicho eso como
quien pega un tiro en el vacío. El señor Lanari no tenía ningún comisario amigo. —Andá,
viejito verde andá, ¿te creés que no me di cuenta que la largaste dura y ahora te querés
lavar las manos? — dijo el vigilante y lo agarró por la solapa levantando a la negra que
ya había dejado de llorar y que dejaba hacer, cansada, ausente y callada mirando
simplemente todo. El señor Lanari temblaba. Estaban todos locos. ¿Qué tenía que ver él
con todo eso? Y además ¿qué pasaría si fuera a la comisaría y aclarara todo y entonces
no le creyeran y se complicaran más las cosas? Nunca había pisado una comisaría. Toda
su vida había hecho lo posible para no pisar una comisaría. Era un hombre decente. Ese
insomnio había tenido la culpa. Y no había ninguna garantía de que la policía aclarase
todo. Pasaban cosas muy extrañas en los últimos tiempos. Ni siquiera en la policía se
podía confiar. No. A la comisaría no. Sería una vergüenza inútil. —Vea agente. Yo no
tengo nada que ver con esta mujer — dijo señalándola. Sintió que el vigilante dudaba.
Quiso decirle que ahí estaban ellos dos, del lado de la ley, y esa negra estúpida que se
quedaba callada, para peor, era la única culpable. De pronto se acercó al agente que era
una cabeza más alto que él y que lo miraba de costado, con desprecio, con duros ojos
salvajes, inyectados y malignos, bestiales, con grandes bigotes de morsa. Un animal. Otro
cabecita negra. —Señor agente —le dijo en tono confidencial y bajo como para que la
otra no escuchara, parada ahí, con la botella vacía como una muñeca, acunándola entre
los brazos, cabeceando, ausente como si estuviera tan aplastada que ya nada le importaba.
—Vengan a mi casa, señor agente. Tengo un coñac de primera. Va a ver que todo lo que
le digo es cierto —y sacó una tarjeta personal y los documentos y se los mostró—. Vivo
ahí al lado — gimió, casi manso y casi adulón, quejumbroso, sabiendo que estaba en
manos del otro sin tener ni siquiera un diputado para que sacara la cara por él y lo
defendiera. Era mejor amansarlo, hasta darle plata y convencerlo para que lo dejara de
embromar. El agente miró el reloj y de pronto, casi alegremente, como si el señor Lanari
le hubiera propuesto una gran idea, lo tomó a él por un brazo y a la negrita por otro y casi
amistosamente se fue con ellos. Cuando llegaron al departamento el señor Lanari prendió
todas las luces y le mostró la casa a las visitas. La negra apenas vio la cama matrimonial
se tiró y se quedó profundamente dormida. Qué espantoso, pensó, si justo ahora llegaba
112
gente, su hijo o sus parientes o cualquiera, y lo vieran ahí, con esos negros, al margen de
todo, como metidos en la misma oscura cosa viscosamente sucia; sería un escándalo, lo
más horrible del mundo, un escándalo, y nadie le creería su explicación y quedaría
repudiado, como culpable de una oscura culpa, y yo no hice nada mientras hacía eso tan
desusado, ahí a las 4 de la madrugada, porque la noche se había hecho para dormir y
estaba atrapado por esos negros, él, que era una persona decente, como si fuera una basura
cualquiera, atrapado por la locura en su propia casa. —Dame café —dijo el policía y en
ese momento el señor Lanari sintió que lo estaban humillando. Toda su vida había
trabajado para tener eso, para que no lo atropellaran y así, de repente, ese hombre, un
cualquiera, un vigilante de mala muerte, lo trataba de che, le gritaba, lo ofendía. Y lo que
era peor, vio en sus ojos un odio tan frío, tan inhumano, que ya no supo qué hacer. De
pronto pensó que lo mejor sería ir a la comisaría porque aquel hombre podría ser un
asesino disfrazado de policía que había venido a robarlo y matarlo y sacarle todas las
cosas que había conseguido en años y años de duro trabajo, todas sus posesiones, y
encima humillarlo y escupirlo. Y la mujer estaba en toda la trampa como carnada. Se
encogió de hombros. No entendía nada. Le sirvió café. Después lo llevó a conocer la
biblioteca. Sentía algo presagiante, que se cernía, que se venía. Una amenaza espantosa
que no sabía cuándo se le desplomaría encima ni cómo detenerla. El señor Lanari, sin
saber por qué, le mostró la biblioteca abarrotada con los mejores libros. Nunca había
podido hacer tiempo para leerlos pero estaban allí. El señor Lanari tenía cultura. Había
terminado el colegio nacional y tenía toda la historia de Mitre encuadernada en cuero.
Aunque no había podido estudiar violín, tenía un hermoso tocadiscos y allí, posesión
suya, cuando quería, la mejor música del mundo se hacía presente. Hubiera querido
sentarse amigablemente y conversar de libros con el hombre. Pero ¿de qué libros podría
hablar con ese negro? Con la otra durmiendo en su cama y ese hombre ahí frente suyo,
como burlándose, sentía un oscuro malestar que le iba creciendo, una inquietud sofocante.
De golpe se sorprendió de que justo ahora quisiera hablar de libros y con ese tipo. El
policía se sacó los zapatos, tiró por ahí la gorra, se abrió la campera y se puso a tomar
despacio. El señor Lanari recordó vagamente a los negros que se habían lavado alguna
vez las patas en las fuentes de plaza Congreso. Ahora sentía lo mismo. La misma vejación,
la misma rabia. Hubiera querido que estuviera ahí su hijo. No tanto para defenderse de
aquellos negros que ahora se le habían despatarrado en su propia casa, sino para enfrentar
todo eso que no tenía ni pies ni cabeza y sentirse junto a un ser humano, una persona
civilizada. Era como si de pronto esos salvajes hubieran invadido su casa. Sintió que
deliraba y divagaba y sudaba y que la cabeza le estaba por estallar. Todo estaba al revés.
Esa china que podía ser su sirvienta en su cama y ese hombre del que ni siquiera sabía a
ciencia cierta si era un policía, ahí, tomando su coñac. La casa estaba tomada. —Qué le
hiciste —dijo al fin el negro. —Señor, mida sus palabras. Yo lo trato con la mayor
consideración. Así que haga el favor de... —el policía o lo que fuera lo agarró de las
solapas y le dio un puñetazo en la nariz. Anonadado, el señor Lanari sintió cómo le corría
la sangre por el labio. Bajó los ojos. Lloraba. ¿Por qué le estaba haciendo eso? ¿Qué
cuentas le pedían? Dos desconocidos en la noche entraban en su casa y le pedían cuentas
por algo que no entendía y todo era un manicomio. —Es mi hermana. Y vos la arruinaste.
Por tu culpa, ella se vino a trabajar como muchacha, una chica, una chiquilina, y entonces
todos creen que pueden llevársela por delante. Cualquiera se cree vivo ¿eh? Pero hoy
apareciste, porquería, apareciste justo y me las vas a pagar todas juntas. Quién iba a
decirlo, todo un señor... El señor Lanari no dijo nada y corrió al dormitorio y empezó a
sacudir a la chica desesperadamente. La chica abrió los ojos, se encogió de hombros, se
dio vuelta y siguió durmiendo. El otro empezó a golpearlo, a patearlo en la boca del
113
estómago, mientras el señor Lanari decía no, con la cabeza y dejaba hacer, anonadado, y
entonces fue cuando la chica despertó y lo miró y le dijo al hermano: —Este no es, José
—lo dijo con una voz seca, inexpresiva, cansada, pero definitiva. Vagamente, el señor
Lanari vio la cara atontada, despavorida, humillada del otro, y vio que se detenía
bruscamente y vio que la mujer se levantaba con pesadez, y por fin, sintió que algo
tontamente le decía adentro “Por fin se me va este maldito insomnio” y se quedó bien
dormido. Cuando despertó, el sol estaba tan alto y le dio en los ojos, encegueciéndolo.
Todo en la pieza estaba patas arriba, todo revuelto y le dolía terriblemente la boca del
estómago. Sintió un vértigo, sintió que estaba a punto de volverse loco y cerró los ojos
para no girar en un torbellino. De pronto se precipitó a revisar los cajones, todos los
bolsillos, bajó al garaje a ver si el auto estaba todavía, y jadeaba, desesperado a ver si no
le faltaba nada. ¿Qué hacer? ¿A quién recurrir? Podría ir a la comisaría, denunciar todo,
pero ¿denunciar qué? ¿Todo había pasado de veras? “Tranquilo, tranquilo, aquí no ha
pasado nada”, trataba de decirse pero era inútil: le dolía la boca del estómago y todo
estaba patas para arriba y la puerta de calle abierta. Tragaba saliva. Algo había sido
violado. “La chusma”, dijo para tranquilizarse, “hay que aplastarlos, aplastarlos”, dijo
para tranquilizarse. “La fuerza pública”, dijo, “tenemos toda la fuerza pública y el
ejército”, dijo para tranquilizarse. Sintió que odiaba. Y de pronto el señor Lanari supo
que desde entonces jamás estaría seguro de nada. De nada.
Rapado
Martín Rejtman
De Rapado, Interzona, Buenos Aires, 2007.
Lucio toma una decisión repentina: entra en la peluquería —son las seis y media de la tarde; casi
verano— y decide hacerse rapar. Primero, con una tijera le sacan la mayor parte del pelo. Después,
una maquinita le afeita la cabeza. En su casa, su hermana le acaricia el cuero cabelludo y con una
media sonrisa le dice: "Estás lindísimo". Hay una amiga de su madre que no lo reconoce, y al
verlo pasar baja rápidamente los ojos al diario que estaba leyendo. Lucio entra al baño, se quita
la ropa, la sacude. Abre la ducha y deja que el agua corra por su cuerpo.
Decide, otra vez casi repentinamente, que va a robar una moto. Quiere irse de vacaciones, lo
echaron del trabajo y no tiene dinero, y además, hace dos meses le robaron una a él. Cada vez que
Lucio camina y ve una moto estacionada examina el tipo de cadena y candado, y se fija si además
de eso no hay alguna llave de traba o contacto. Recorre concesionarias de nuevas y usadas y finge
ser un posible comprador; se hace explicar cómo funcionan y se muestra muy preocupado por la
seguridad. Hasta que un día, con el sol rajante de las dos de la tarde, en una calle poco transitada
de Floresta, Lucio ve cómo un tipo de unos veintiocho años le da un golpe fuerte y seco al candado
de una Honda 550 con un martillo y lo rompe, en el mismo momento en que levanta la cabeza y
mira a Lucio a los ojos. Se sube a la moto, arranca, y da vuelta la esquina.
Lucio se acerca al árbol al que estaba atada la moto. Todavía quedan en el aire partículas de polvo
y restos de humo blanco. Se agacha y recoge un pedazo de candado. Busca la parte que falta y las
une.
Cuando vuelve a pararse, respira el humo blanco y siente cómo las partículas de polvo se
depositan sobre su cuerpo y sobre su cabeza pelada.
Dobla la esquina. A mitad de cuadra ve la moto parada, cerca del cordón de la vereda. Mira
alrededor y no ve a nadie. Se acerca. Se sube. Intenta arrancarla. No funciona: "Estará ahogada",
piensa. "Hay que esperar."
Mira hacia todos lados, se siente observado y piensa que no hay nada más ridículo que ser culpado
por un robo inútil de otra persona. Se baja y con su pañuelo limpia huellas digitales en las partes
114
de la moto que tocó. El pelo crece, pincha, se va haciendo un felpudito y Lucio tiene que volver
a raparse. Esta vez, un amigo le afeita la cabeza con la Philips del padre. Ahora, más que una
decisión repentina de cambiar de aspecto, piensa Lucio, es una manera de dejar las cosas tal como
están.
Con una sierra intenta cortar una cadena. El dueño de la moto sale de una casa, enfrente. Es tarde,
las tres y media de la mañana. Lucio corre hasta perder el aliento. Se sienta en un zaguán. Está en
Devoto.
Oye pasos que se acercan corriendo. Ve al dueño de la moto. Tienen la misma edad. Los dos
tienen la cabeza rapada. Se para delante de Lucio. Ambos tratan de recuperar el ritmo normal de
la respiración.
Lucio todavía tiene la sierra en la mano. Se miran un instante. Desvían las miradas. El dueño de
la moto saca un paquete de cigarrillos. Enciende uno. Lucio lo mira. El otro da una pitada. Junta
saliva y escupe a Lucio en la cara. Lucio se limpia con el brazo mientras el otro se va.
La misma noche, junto a otra moto, Lucio se da cuenta de que el candado está mal pasado y cierra
sobre una sola argolla de la cadena; la moto está libre. Se sube y arranca. Es un ciclomotor, una
Zanella.
Da vueltas por la ciudad vacía. No tiene cómo cerrar la cadena, y no sabe qué hacer con ella.
Cuando empieza a amanecer la lleva a su casa, la mete en el ascensor y la sube hasta el sexto piso.
La estaciona en su cuarto, que es muy angosto. Los días siguientes no la saca a la calle por miedo
a que aparezca el dueño. De a poco la va despintando (era verde oscuro) pero no puede sacarle
toda la pintura. Así que cubre algunas partes con otro color y va tomando el aspecto de un
camouflage, una moto militar. Esos días, Lucio casi no sale de la casa. Encerrado en su cuarto
con la moto, pinta y despinta, escucha música, y busca dinero en bolsillos de pantalones, sacos y
camisas colgados en el placard. Encuentra algún billete arrugado y lavado (ahora desteñido) y un
candado partido en dos.
Sale sólo para las comidas. Sus padres desde hace tiempo no le preguntan nada. Ya no le dicen
que estudie o que busque algún trabajo. De vez en cuando, Lucio saca algunos billetes de la cartera
de la madre. Sabe que ella sabe y que el padre también sabe y que ellos saben que él sabe, pero
todos fingen no saber.
Aproximadamente un año y medio atrás, el padre de Lucio viajó tres días al interior mandado por
el banco. Al volver tenía el pelo completamente blanco. Por esa causa estuvo deprimido varios
meses; le dieron licencia en el trabajo y se quedaba todo el día en su cuarto, durmiendo con la
boca entreabierta. Lucio en esa época pasaba poco tiempo en la casa. Trataba de dilatar la vuelta
por miedo a encontrarse con su padre muerto. Pero aparentemente el padre de Lucio nunca había
tenido la menor intención de suicidarse. Ni siquiera tomaba alcohol.
Un psiquiatra mandado por el banco empezó a tratarlo intensivamente y a los tres meses el padre
volvió al trabajo en horario reducido. Después, todo volvió a ser como antes. Ahora, durante las
comidas que Lucio comparte con sus padres, todo es como antes. A su madre también le
empezaron a salir canas, pero decidió teñirse de su mismo color. Jueves de por medio va a la
peluquería con la hermana de Lucio; ella se tiñe, la hermana se retoca.
Pasa un tiempo prudencial y la moto, cree Lucio, está irreconocible. Con la pintura nueva está
completamente cambiada, en un bosque pasaría totalmente inadvertida. Además, le pegó una
calcomanía de Angelo Paolo en el tanque de nafta. Entonces decide sacarla a la calle. Carga nafta,
la mezcla con aceite y elige una ruta que va hacia el sur. Hace sesenta kilómetros y se queda sin
combustible. Tiene que dejar la moto atada contra un poste de alambrado y hacer dedo hasta la
estación de servicio más cercana. Lo lleva un camión. El conductor tiene unos treinta y cinco años
y es tan flaco que a Lucio le parece imposible que pueda dominar un vehículo tan grande. Termina
de cargar el tanque y tira el bidón por el aire lo más lejos que puede, dentro del campo, intentando
pegarle a una vaca. No le da pero logra asustarla.
La moto se vuelve a quedar después de menos de diez minutos de viaje. Está cerca de un taller
mecánico. La lleva empujando, lo hacen esperar entre dos y tres horas. Después, sale una mujer
en overol que le dice que no tiene arreglo. Ya es de noche, hace calor, Lucio está cansado. Otra
vez se lleva la moto a pie. Intenta arrancarla y lo consigue. Hace cien metros y vuelve a quedarse,
así que la deja abandonada en el medio de la ruta, con la esperanza de que algún camión se la
115
lleve por delante y explote.
En Mar del Plata, de madrugada, Lucio espera en la puerta de una peluquería. Tiene el pelo más
crecido, pincha, parece casi un felpudo. Cuando abren, un hombre mayor lo hace sentar en un
sillón hidráulico, le pasa un delantal blanco por sobre el cuerpo y le dice: "Qué sucio lo tenés".
Cuando termina de cortarle, Lucio se queda sentado en el sillón hidráulico mirándose al espejo.
El hombre, después de un largo silencio, le dice:
—Son cincuenta australes.
Lucio se para y, sacudiéndose la ropa, le dice que no tiene dinero.
—Va a tener que aceptarme este reloj.
El peluquero levanta el teléfono:
—Estoy llamando a la policía
Lucio lo mira sin moverse de su lugar. El hombre agarra la navaja que usó para raparle la cabeza
y lo amenaza, como si quisiera defenderse de un posible ataque. Pero ninguno de los dos se
mueve. Vuelve a marcar con la mano que sostiene el tubo, pero no puede comunicarse.
Lentamente, Lucio avanza hacia él y a la puerta. Pasa a su lado sin darle la espalda y sale de la
peluquería caminando para atrás. Tropieza con uno de los escalones, pero no pierde el equilibrio,
y se queda parado en la vereda, viendo cómo el peluquero marca otra vez el mismo número de
teléfono.
—Corré, guachín...
Eso le gritaron.
El hombre dudó un momento. Tenía unos sesenta años, vestía un traje italiano de los caros. Ya
no tenía el Rolex de oro que lucía en la muñeca izquierda cuando salió de su casa a la mañana,
bien temprano, ni el anillo de sello con sus iniciales, ni la cadena con la imagen de Jesús de
Nazareth. No conservaba ninguno de sus objetos más queridos, pero no le importaba. Lo único
que no deseaba perder todavía estaba en su poder. El grito rebotó en la noche como un látigo.
Otra vez.
—Corré, guachín...
Un sonido corto y seco, como las órdenes que se les dan a los perros.
Entonces sí, el tipo comenzó a moverse. Primero despacio, como si sus piernas estuvieran presas
de algún extraño pudor, y después más rápido, acelerando el ritmo con cada paso. Por unos
instantes creyó realmente que lo iban a dejar escapar, que la pesadilla terminaría allí. Se metió
por uno de los pasillos que tenía más cerca pensando que tal vez podía encontrar la salida si
lograba perderlos. Intentó vislumbrar las luces de alguna avenida, pero fue en vano. La villa es
un verdadero laberinto para quien no la conoce. De noche ni siquiera la policía se atreve a entrar
a El Peligro.
Tito le dio una profunda chupada a la pipa de aluminio que acababa de encender y cerró los ojos.
"La mezcla está de diez", dijo y lo miró al Tripa con admiración. Esta vez la combinación estaba
perfecta: pasta base de cocaína, polvo de limpieza para estirar la dosis, una pizca de vidrio de
tubo fluorescente bien molido y un poco de marihuana, el toque maestro del Tripa. "Él mezclará
bien, pero el que consiguió la pasta fui yo", se quejó Nenu. Tito no le dio bola. Ninguno de los
tres tendría más de dieciséis años. Aunque eran muy distintos tenían algo en común, parecían
miembros de la misma familia. Estaban desarreglados pero limpios. Lucían zapatillas de marca y
116
buenas remeras. Durante unos minutos se pasaron la pipa con rigor democrático, en realidad se
trataba de un artefacto armado con un pedazo de antena de televisor. Cuando la ronda terminó, a
una orden de Tito sacaron los fierros y fueron a buscar al hombre que acababan de liberar.
Lo mejor que tiene la pasta base es que se llama igual que yo: Francisco, Paco para todo el mundo.
La sensación que provoca el paco es breve. Pero es sabido que lo bueno y breve, dos veces bueno.
Dura hasta dos o tres minutos casi siempre y llega a cinco o seis sólo las primeras veces. Hay que
considerar que un orgasmo también es fugaz, más breve que el flash que provoca la pasta base de
la cocaína, pero a quién no le gusta. Además el efecto es veloz como una bala. Una inhalación
sólo demora segundos en expandir el placer. Enseguida estallan en el cerebro bengalas de colores.
Eso sí, es tremendamente adictivo. Por eso aunque la dosis cueste apenas unos pesos, los que se
inician en el consumo se quedan delirados con el primero y ya no pueden parar. Es como sacar
un ticket al paraíso por dos mangos, por unas monedas locas. Tito es muy capaz de clavarse una
docena en una noche. En ese caso, lo barato sale caro. Con la cocaína, en cambio, una vez que se
paga ya está. Eso dice Tito cuando anda seco y enojado. Y agrega: "No hay que comprar el verso
de que es una droga barata, te juro que podés llegar a perder todo por ella".
Los tres pibes trabajan para mí. Nada más cierto. Se podría decir que laburan para Paco y por el
paco. Me gustaría que no hagan juicios morales. Y si van a hacerlos prefiero que no me escuchen
más. Me hacen acordar a los boludos que critican a la cumbia villera y después la piden a los
gritos para bailar en sus fiestas. Cuando se tiene el estómago lleno y el cuerpo caliente, criticar es
muy fácil. Esto es una guerra y si ustedes, los neutrales, no se dieron cuenta, lo lamento mucho.
Pero la ignorancia no los pone a salvo. Tampoco los hace menos responsables. Como dice la
Santa Biblia: "Al tibio lo vomitaré". Me encanta esa frase. Mientras ustedes se rascan el higo,
estafan o despiden obreros, yo trato de sobremorir. También me gusta esa palabra: "sobremorir",
porque en el barrio ya no se puede hablar de sobrevivir. Por lo menos a estos chicos los saqué de
la calle. Hice una especie de justicia social. Los pibes andaban locos por la pasta antes de que yo
los reclutara. Eran lo que se llama "muertos vivos". No aguantaban ni media hora sin Rimar. La
pasta base no tiene ni un cinco por ciento de cocaína pero es barata y por eso se hizo popular.
La mayoría de los que fuman son pendejos. Usan unos cañitos de metal huecos. En el fondo del
tubo ponen tabaco quemado o marihuana para poder encender y mantener el calor, y así el "polvo
mágico" se volatiliza bien. El paco es una mujer fatal. Un solo beso y sos suyo para siempre, le
pertenecés. Provoca una compulsión insoportable. Altera el cerebro de tal manera que no se puede
parar. He visto a nenitas de escuela primaria prostituirse por dos pesos y a chicos de pantalón
corto tirarse debajo de un tren en crisis de abstinencia. Pero todo tiene su lado positivo. Aunque
nunca hubiesen conocido el paco, ninguno de esos mártires modernos hubiese llegado a la
mayoría de edad. Convengamos algo: la policía mata más que la cocaína. Como decía antes, lo
breve y bueno, dos veces breve.
Cuando los rescaté, Tito, Nenu y el Tripa estaban en cualquiera. Tito llevaba casi una semana sin
dormir, paraba en Constitución, en la estación de trenes, y me contó que hasta llegó a hacer
asquerosidades sólo para que le habilitaran una dosis. Nenu tenía delirio persecutorio, lloraba
todo el tiempo y decía que la cana lo buscaba para matarlo. Y el Tripa para lo único que se
levantaba de la cama era para afanar. Después quemaba la plata en su cañito de antena. Los
encontré durante una noche de reviente después de uno de los recitales de Dama Negra. La Dama
es mi grupo de cumbia. Porque eso soy yo, un negro cien por ciento cumbiero. Un tipo que zafó
por la música. La cumbia me ayudó a salir de la miseria primero y del paco después.
Yo también estuve hasta las manos de pasta. Al principio sólo tomaba de la buena, pero un día,
alguien de la banda trajo paco y me fumé dos. Me pegó fuerte, quedé superpila, duro, entero.
Tocamos toda la noche y yo estaba como para comerme a un león. Después empezaron los
problemas. Esto hay que tenerlo claro: al final siempre te descontrolás. Nunca termina bien. Es
como querer frenar un Fórmula 1 que viene a 300 kilómetros por hora en cinco metros. Seguro te
la ponés. Llegué a gastarme cien mangos por noche en esa mierda. Iba por el camino previsible:
117
hospital, cárcel, cementerio. Pero después salí. Claro que tuve que hacer varios tratamientos. Mi
vieja me ayudó, me ayudó mucho. Ahora mismo vivo con ella. Y la cumbia también hizo lo suyo.
La cumbia te puede salvar la vida.
Así como me ven estoy limpio. Aunque a veces tengo alguna recaída, estoy limpio. Sigo viviendo
en El Peligro, pero tomé mis precauciones. Armé una especie de fortaleza en mi casa. Elevé la
altura de las paredes del fondo como dos metros, puse vidrios incrustados en el cemento para que
los que quieran trepar se corten los dedos, y rejas por todos lados. También instalé cámaras afuera
para saber quién se acerca, quién toca el timbre, quién viene de buena onda y quién viene a buscar
bardo. En la casa armé una salita para hacer música. Ahí tengo la computadora con el Pro Tools
y equipos de válvula para grabar la voz, el bajo y la percusión. Y pensar que yo empecé a tocar
con un teclado que parecía de juguete, comprado por izquierda. Hasta los dieciocho no tuve uno
legal. Ahora cuando vienen los vagos de la Dama no lo pueden creer. No se quieren ir. Nos
quedamos tocando hasta cualquier hora o jugando con la Playstation.
La vida podría haber seguido así hasta el final de los tiempos. Componer, grabar, tocar en vivo,
subir chicas a la 4x4, aceptar alguna entrevista para la tele pero sólo para cagarme en los estúpidos
que te ponen cartelitos a su antojo, y fuckear a los que dicen que mis letras hacen apología del
delito. Si serán boludos, yo vivo en el delito y cuento lo que veo. No entienden nada. No importa.
Lo que quería contar es que la vida podría haber seguido así hasta que urbanizaran el barrio, es
decir hasta nunca jamás de los jamases. Pero nada dura en la villa, y menos si es algo bueno.
Cuando empezó la pelea entre las bandas se me ocurrió adoptar a los angelitos. Así los llamaba,
por aquello de "los angelitos de la guarda". Mi abuela hablaba de espíritus puros que te cuidan
cuando sos chiquito. Los angelitos evitan que te caigas de un árbol o te dan un empujoncito para
que no te pise un auto. Eso decía mi abuela Delia. Y eso era lo que yo necesitaba, en especial
después que mataron al Tano Rizzo.
El Tano era nuestro manager, el primer chabón que se dio cuenta de que nosotros hacíamos algo
diferente de todo. El Tano entendió que el sonido de la Dama Negra no sólo era cumbia, era
canción testimonial, grito de revancha, rencor concentrado. ¿Por qué mierda habré nacido aquí?
¿Por qué no puedo ir a la escuela? ¿Por qué los ratis me persiguen? ¿Por qué me pegan? ¿Por qué
tengo que ir a cirujear? ¿Por qué me violan? Porqués de todos los colores, en especial negros. Y
después, cuando las preguntas sin respuesta se asientan en el fondo del corazón, es posible
levantar el orgullo de origen y hacer música. Eso habíamos inventado, lo que después la gilada
llamó cumbia villera y se extendió como fuego sobre la paja seca. Y fue el Tano el que se avivó
antes que nadie.
De la pelea de las barras que hacen el aguante en los recitales compartidos a los cruces entre los
músicos no pasó ni una semana. La bronca más grande se daba con Flor de Cardo, una banda de
Ensenada, que sonaba bien pero sin tanto contenido en las canciones. El Tano los había cagado
feo cuando logró que nosotros firmáramos por tres años con el sello discográfico con exclusividad
y agregó una condición genial: en el año de lanzamiento de cada cedé de la Dama, las otras bandas
se tenían que callar, es decir no podían grabar. Después de todo, nosotros éramos la versión
original. Por un instante, imaginé la bronca que iba a levantar, pero nunca pensé que llegarían a
bofetearlo por eso. Lo emboscaron en el microcentro. Me contaron que el Tano salió tranquilo de
un banco y que cuando vio la moto que se le venía de contramano pensó que lo iban a afanar.
Pero no, el tipo que venía detrás del conductor sacó un arma y le pegó un tiro en la cabeza. No lo
bolsiquearon ni le llevaron la billetera ni nada.
Juro que lo lloré como si fuera mi papá. El Tano Rizzo me había inventado. Me había sacado de
la mugre. Después que lo enterraron ni siquiera lo consulté con los muchachos, no quería explicar
nada y temía que intentaran convencerme. Entonces llamé a los angelitos. Los pibes eran mis
espíritus puros. Tito, Nenu y el Tripa ahora comían todos los días, tenían ropa limpia, un refugio
decente y todo lo que podían necesitar. Pero tenía que utilizarlos pronto porque la adicción les
había puesto fecha de vencimiento. Esa misma noche el productor de la Flor apareció muerto en
118
uno de los pasillos de la villa. A diferencia de lo que había pasado con el Taño, le habían afanado
hasta los zapatos.
Con ese crimen empezó una historia de muerte que debíamos cortar de alguna manera. La pelea
nos estaba jodiendo a todos. Se suspendieron presentaciones y en las radios censuraban nuestros
temas; en los diarios pasamos de la sección de Espectáculos a la de Policiales; hubo redadas en la
villa y la compañía suspendió la grabación de un cedé que estaba contratado. Nosotros metemos
cinco mil personas por presentación, imagínense. Yo no puedo parar, lo único que sé hacer es
cumbia. Si paro me hago pelota, vuelvo a la merca, al paco, caigo y no me levanto más. Y no lo
digo sólo por mí: la gente de las luces, los de la organización, los músicos y sus familias, ellos
tampoco pueden parar. Por eso llamé a los chicos otra vez.
Tito, Nenu y el Tripa no parecen peligrosos y eso me fascina. Son flaquitos, pequeños, casi
insignificantes. Cuando uno los ve juntos, dan la sensación de que se los podría ahuyentar de un
cachetazo, como se espanta a las moscas. Son perfectos. Los cité en mi casa y les expliqué la
situación con la mayor claridad que pude. Les dije que si la guerra no terminaba todo se iba a la
mierda. Que si la cosa no volvía a ser como antes, ellos mismos acabarían otra vez durmiendo en
la estación de trenes, afanando o prostituyéndose por una dosis. Tito me pidió permiso para
prender la pipita de antena: "Eso no va a pasar, nosotros lo vamo' a arreglar", dijo, "esos tipos no
vuelven a cantar". No hizo falta decir más. Les preparé un bolso con paco y plata como para un
año y les dije que no quería verlos nunca más, que de esta manera quedábamos a mano. Nos
abrazamos con fuerza y para espantar la tristeza nos tomamos unas cervezas. Tito, Nenu y el Tripa
llegaron al cumpleaños cerca de la medianoche del 4 de febrero. Entraron sin problemas, la fiesta
era en una casa del barrio Tubio, en Laferrere, y las puertas estaban abiertas a todo el mundo. La
hermana del cantante de Flor de Cardo festejaba sus quince años en un fondo con piso de tierra,
árboles frutales y una pileta a medio terminar. La banda entera estaba allí y, más allá del baile
desenfrenado, del vino y la porquería que corría como un río desbordado, la expectativa estaba
puesta en los músicos. Hacía un par de meses que no tocaban en vivo y nadie dudaba de que ese
era el mejor regalo que podían hacerle a la homenajeada, una gordita de tetas grandes y mirada
pícara.
Después del vals que enseguida devino en cumbia, la gente empezó a ponerse impaciente: "¡Flor,
Flor, Flor!", empezaron a alentar. A una seña invisible para el resto de los presentes, unos plomos
comenzaron a instalar los equipos de sonido y acomodaron los instrumentos. Tito vio cómo los
cuatro músicos del grupo se metieron en una de las habitaciones, tal vez para cambiarse. En
general ellos utilizaban la misma ropa en cada show, siempre con tonos verdes y una estética de
púas y pinchos. A Paco le parecía un horror pero al Tripa le gustaba ese look lineal y agresivo.
Lo entendía. Los angelitos se miraron y comenzaron a atravesar la maraña de invitados hasta
alcanzar el living de la casa. En unos minutos quedaron frente a la puerta de la habitación. Una
rubia teñida les dijo que si querían autógrafos tendrían que esperar a que la banda terminara de
tocar. Los chicos asintieron tímidamente y le sonrieron. Cuando la mujer se fue hacia el patio, a
un gesto de Tito sacaron los fierros, las tres pistolas nueve milímetros que alguna vez
pertenecieron a la policía los hacían más pequeños todavía. Nenu abrió la puerta de una patada.
La prensa llegó a preguntarle a Paco por la matanza en el cumpleaños de Laferrere y el músico
aseguró que estaba espantado. Luego para distender salió con una de sus muletillas:
—Yo, Johnny. Ya no me llamo Paco. El paco es malo para todos. Ahora soy Johnny. Yo ni me
meto. Sólo hago cumbia.
119
“El negro” – Fernando Morales
Al negro lo agarramos en plena calle, mirando dejo hablar no me voy más. Hágase cargo,
la vidriera de una joyería. Ante esta evidente agente.
tentativa de robo a mano armada (estoy seguro Tomé el negro del brazo. Estaba pálido.
de que tenía un arma oculta entre sus ropas) no Seguramente no se sentía bien. Tal vez había
tuvimos más remedio que llevarlo detenido. comido algo que la cayó mal, qué sé yo. Se
El juicio fue sumamente simple, como deberían volvió hacia mí temblando.
ser todos los juicios. Nos sentamos sobre —Por favor... haga algo...
cajones de manzana, en el sótano de la —Cómo no —dije. Y le di un cachiporrazo en
comisaría. Lo incómodo de la situación el ojo.
garantizaba la brevedad del acto. Y para el
acusado preparamos una serie de delitos que no Caminábamos por los pasillos del penal rumbo
dejaban lugar a dudas sobre su culpabilidad. a la celda.
Me puse de pie. —A mí me habían dicho que en este país reina
—Honorable Señor Juez: le hemos traído a este la democracia.
nnnegro —dije, mirándolo despectivamente— —¿Quién lo duda? Un negro puede elegir cómo
para que usted lo juzgue con toda equidad y morir. Pero —reflexioné un momento— no
después lo condene. trates de confundirme: ¿qué tienen que ver los
—Ajá. ¿Qué hiciste, negro? negros con la democracia? Un negro es una
—Bueno, yo... cosa que está ahí y de repente ya no está.
—¡Calláte! Y contestá: ¿qué hiciste? "¿Adónde se fue el negro que estaba ahí?", se
—Nada, yo... pregunta uno sorprendido; mira hacia todos
—¡Calláte! ¿Qué hizo, agente? lados y recién cuando mira hacia abajo ve al
—Lo sorprendimos siendo negro, Usía. Se negro todo desparramado en el suelo con un
paseaba por las calles imitando el modo de agujero en la frente. ¿Es el tercer ojo de los
caminar de las personas. Hablaba como tibetanos? No señor, es un agujero de bala. "Ah,
persona, se reía como persona, lloraba como aquí está el negro que estaba ahí", dice uno y se
persona. Y además se lo acusa de robo a mano olvida del asunto. ¿Ha ocurrido un suceso
armada en una joyería; robo con agravantes: trascendental en el mundo? ¿Se ha vestido de
asesinato del joyero, la mujer del joyero y dos luto algún país? No. Simplemente un negro ha
hijos pequeños del matrimonio de joyeros — cambiado de posición. —El negro me miraba
lancé un sollozo desconsolado ante tanto horrorizado.
horror. —¡Pero yo vivo, soy un ser viviente! Me
—Suficiente. Que lo ejecuten. Me acerqué y le enfurecí.
hablé al oído. —¿Estás insinuando que la policía no sabe lo
—Esteee... hay que guardar las apariencias, que hace?
Usía. Usted sabe cómo es la gente. —No... yo sólo...
El honorable señor juez me miró. —Para que sepas, negro, las fuerzas del orden
—Sí, es verdad —dijo—. Decime negro: ¿qué no dan abasto. Yo tengo un cupo diario de
hacías mezclado con la gente? negros: si quieren más que me paguen horas
—Pero si yo... extra.
—¡Calláte! ¿qué hacía este negro mezclado con —El negro se puso a llorar; se golpeaba la
las personas, agente? cabeza contra la pared, gritaba cosas acerca de
Me encogí de hombros. la vida y la justicia. Parecía loco.
—Lo de siempre, Usía: intrigando, ofendiendo —Oíme, ¿estás loco? —dije dándole con la
a la sociedad, incitando a la rebelión, violando cachiporra en la nuca para calmarlo. Quizás no
ancianas inválidas, comiéndose uno que otro debí hacerlo: lanzó un quejido ahogado y se
niño blanco, agrediendo a las... cayó al piso. Le di una patada en las costillas.
—Suficiente. Que lo ejecuten. —¡Vamos! No es hora de dormir, negro
—Usía, yo... desfachatado.
—Vos nada. Vos te callás. Agente: a fuego No parecía tener la más mínima intención de
lento, por favor. reaccionar, así es que lo flexioné
—¡Quiero hablar, carajo! convenientemente y lo até con toda
meticulosidad hasta darle forma de pelota.
—¡Calláte, negro! Dentro de media hora tengo Después se lo presté a los muchachos del penal
una reunión con los muchachos del Ku. Si te para que jugaran al fútbol.
120
—Padre, yo no entiendo nada de esa otra vida,
Soy un sentimental. Quizás fue por eso que me ¿por qué no hace algo para que no me maten en
decidí a visitar al negro —o lo que quedaba de ésta?
él— en la enfermería del penal. Pobre negro. El cura quedó un momento en silencio. Se
Tenía todas las costillas quebradas, fracturas en repatingó en el sillón, encendió un habano y sin
las tibias y peronés, traumatismo de cráneo, sacárselo de la boca dijo:
conmoción cerebral y tal cantidad de —Hijo negro: yo me ocupo de las almas, de los
moretones y magulladuras que empecé a cuerpos se encarga la sociedad. —Y abrió los
sospechar que su estado físico no era óptimo. brazos como diciendo "en fin".
Me acerqué y tras mirarlo un momento deduje
que el hombro derecho debía ser esa masa A la mañana siguiente llegó el indulto para el
informe que asomaba por debajo de la rodilla negro. Con el cabo no estuvimos de acuerdo,
izquierda. Acerté. Lo palmée en el hombro. así es que lo hicimos un bollo y lo tiramos al
—Se te ve pálido, negro —dije por decir algo. cesto. De cualquier manera, para estar
En algún lugar tenía la boca. Por ahí salió un prevenidos, el cabo se disfrazó de viejita
balbuceo. simpática y le pidió un autógrafo, a lo que el
—E... estoy con... contento. Hi... hice trrrre... negro accedió gustoso. Fue así como
tres go... les. conseguimos un contraindulto, manifestando
—Bueno, no está del todo mal considerando que en ningún caso aceptaría que se le
que es la primera vez que jugás de pelota. —El devolviera la libertad que estaba muy lejos de
negro se quedó un momento en silencio. Tanto, merecer. Cuando se enteró de lo que había
que creí que se había muerto; pero la firmado se quiso morir. Aprovechamos la
experiencia me ha enseñado que los negros no ocasión para sugerirle que se suicidara. Pero no
se mueren si uno no les tiende una mano. Volví quiso.
a palmearlo.
—Bueno, negro. A curarse rápido que no es De ahí en más los acontecimientos se
cuestión de morir enfermo. Mirá que estás precipitaron. Un intento de fuga fue premiado
condenado a muerte, y no hay nada más con una ráfaga de ametralladora que dejó
desagradable que un cadáver desprolijo. paralítico al negro. Después arremetió con la
El negro dijo jaja y volvió a quedar en silencio. silla de ruedas contra el muro del penal con la
Qué cínico. Seguro que ni tenía ganas de reírse esperanza de derribarlo. Esta tentativa
infructuosa dejó como saldo:
El sacerdote le explicó cómo era el Reino del Un brazo amputado.
Señor, lo bien que se estaba allí y el status Un ojo insubordinado.
espiritual que eso significaba. Le explicó que Una cantidad no precisada de tumores
hay otra vida después de ésta, lo que horrorizó malignos que le afectaron el habla, la visión del
al negro, que dijo "¡Como! ojo sano y los nervios.
¿Otra más?" Y también le explicó que todos los Un injusto resentimiento contra la policía.
ángeles y los serafines y los querubines que
anduvieran por ahí saldrían a recibirlo a la No hubo más intentos de fuga. Ante tan
puerta y sonarían gloriosas las trompetas y recomendable proceder el director del penal en
Pedro el portero diría muchas palabras difíciles persona le hizo entrega de una medalla.
terminadas en mente y en ados adecuadas para
la ocasión y que por fin entraría al Cielo de los En su última semana de vida el negro era una
Negros y sería feliz. ¿Y todo por cuánto? Por lágrima, un suspiro, una melancolía grande
sólo veintitrés Padrenuestros y cuarenta color chocolate. La Comisión de Alegramiento
Avemarías pagaderos de la siguiente forma: ideó mil juegos para distraerlo: El Paralítico
once Padrenuestros y diecinueve Avemarías al Lanzado a la Distancia. El Cieguito Molido a
contado en el momento de suscribir el contrato Patadas. La Sillita Voladora de la Ventana del
y el saldo en cómodas cuotas mensuales y Primer Piso al Patio. Pero todo fue inútil. El
consecutivas con el veintidós por ciento de negro languidecía como una lechuga al sol. Ya
interés. no sonreía como antes, ya no era el mismo. La
Para el negro no estaba muy claro eso del alma vida lo había golpeado duramente. La vida es
y los serafines y las trompetas; sí sabía que una cachiporra de caucho.
tenía frío y hambre y ganas de seguir viviendo.
Todo —Estás viejo, negro —le dije. No me escuchó:
estaba sordo. No respondió: estaba mudo. No
lo demás era un gran lío. Cuando pudo cortar el hizo un solo gesto, ni un ademán: estaba
aluvión de palabras dijo, angustiado: paralítico. Era una calamidad. Uno de esos
121
malditos hipocondríacos a los que todo les sirve que llevaba la Biblia a todas partes me explicó
de excusa para sentirse mal. Le apoyé una que cuando un negro bueno muere su alma sube
mano sobre el hombro, y cuando se acercó la al cielo y su cuerpo descansa en la tierra por
Comisión de Despenamiento di vuelta la cara. toda la eternidad.
Sonó el primer disparo. Una lágrima rodó por El cabo se disfrazó de angelito, pero sin éxito.
mi mejilla. Soy un sentimental. Así que con respecto al alma no se pudo hacer
nada. Al cuerpo lo desenterramos todas las
Lo enterramos en medio de un grave silencio. tardes, a las cinco y le damos una paliza de
Todo el penal estaba allí, rogando por su eterno novela.
descanso. Pregunté qué era aquello. Un preso
122
REVISIÓN USO DE LETRAS
Se escribe v:
● En los verbos terminados en -olver, -ervar: disolver, conservar.
● En las palabras graves terminadas en -avo, -ava, -evo, -eva, -eve, -ivo e -iva: clavo,
nuevo, activo
● En el pretérito perfecto simple del modo indicativo y en el pretérito imperfecto
del subjuntivo de los verbos andar, estar, tener: anduve, estuviera, tuviese.
● En los prefijos vi-, vice-, viz- (que significan ‘en lugar de’): virrey, vicegobernador,
vizconde.
● En los sufijos -ívoro, -ívora (‘que se alimenta de’): herbívoro.
● En las palabras que comienzan con ad-, ob-, sub— seguidos de v: adversario, obvio,
subvención.
● Después de la consonante n: invierno
ACTIVIDADES
1) Completá los espacios en las palabras con V o B según corresponda:
Ca__le
Estu__o
Contri__uir
Escla__o
Ad__ersario
__icecónsul
Í__amos
Disol__er
2) Indicá si los siguientes enunciados son verdaderos (V) o falsos (F). Corregí en tu
carpeta los falsos.
123
Confiabilidad se escribe con b porque termina en -bilidad. ____
Distribuir se escribe con b porque el grupo -ibu- se escribe con b. ____
Obtuso se escribe con b porque está delante de t. ____
Basural se escribe con b porque comienza con el grupo bas. ____
Carníboro se escribe con b porque termina con el sufijo -íboro. ____
Vicedirector se escribe con v porque comienza con el prefijo vi-. ____
Adverso se escribe con v porque deriva de adversario. ____
LOS USOS DE C, S Y Z
Se escriben con c:
Se escriben con s:
Se escriben con z:
● Los adjetivos terminados en -az, -ez, -iz, -oz e -izo: capaz, soez, feliz, atroz,
124
escurridizo.
● Los sustantivos abstractos terminados en -anza, -ez, -eza: bonanza, honradez, proeza.
● El sufijo -azo (que significa ‘golpe’): botellazo, palazo.
● El sufijo aumentativo -azo, -aza, que puede tener un matiz afectivo: amigazo, madraza.
ACTIVIDADES
1) Tachá la opción incorrecta en cada caso:
Solven c/s ia
Condi c/s ión
Tardan c/z a
Capata c/z es
tortilla s/z o
To c/s er
Septuagé s/z imo
Raton c/s ito
Perdi s/z
Hermosa
Peces
Tandilense
Eficaz
Triste:__________________
Sencillo: _______________________
Añorado: _________________________
LOS USOS de G Y J
Se escriben con g:
▪ Las palabras que terminan en -gión, -gional, -gente, -gencia: región, regional, urgente,
urgencia.
▪ Las palabras terminadas en -logia (que significa ‘estudio’): Antropología, cardiología.
▪ Los verbos terminados en -ger, -gir: proteger, exigir.
▪ El prefijo geo- (que significa ‘tierra’): Geología.
▪ Los grupos gen-, gest-: genial, gestación.
▪ El sufijo -algia (que significa ‘dolor’): neuralgia.
125
ACTIVIDADES:
1) Proponé, en tu carpeta, un ejemplo más para cada una de las reglas anteriores.
2) Escribí oraciones con los ejemplos que propusiste.
Se escriben con j:
▪ Las palabras terminadas en -aje, -eje, -jería, -jero, -jera: coraje, hereje, cerrajería,
relojero, pasajera.
▪ Las formas verbales de los infinitivos que terminan en -jar, -fer, -jir: trabajar, tejer,
crujir.
▪ Las formas irregulares de los verbos que terminan en -cir: conducir, conduje.
▪ El pretérito perfecto simple de los verbos traer y decir: trajiste, dijiste.
ACTIVIDAD
1) Completá con la letra que falta:
Astrolo__ía
Cora__e
Tra__eron
Exi__ió
Reco__iste
__eografía
Reful__ente
Extran__ero
LOS USOS LL e Y
● Las palabras que comienzan con lla-, lle-, llo-, llu-: llave, llevar, llorar, lluvia.
● Las palabras que terminan en -illo, -illa, y sus derivados: cuchillo, costilla; acuchillar,
costillar.
● Las palabras que terminan en -alle, -elle, -elle: calle, muelle, sello.
● Algunos verbos terminados en -illar, -ullar, -ullir. encasillar, arrullar, bullir.
● Después de las sílabas iniciales de palabra fa-, fo-: fallar, folleto.
Se escriben con y:
● Las palabras que terminan con el sonido i, si está precedido por otra vocal: ley, soy.
● Las palabras que comienzan con los prefijos ad-, dis- sub-: adyacente, disyuntor,
subyugar.
● Algunas formas de los verbos terminados en -oir y -uir: oyeron (oír), concluyó (concluir).
● El gerundio del verbo ir: yendo.
126
● El plural de las palabras que terminan con y: ley: leyes.
ACTIVIDADES
1) Tachá en cada caso lo que no corresponda:
Ll/y ovizna
Ho ll/y o
Casti ll/y o
Vay ll/y e
Conclu ll/y era
Si ll/y a
2) Completá las oraciones con la conjugación del verbo indicada entre paréntesis:
El ruido se ___________ desde la otra habitación. (Oír, pretérito perfecto simple del
Modo Indicativo).
Él ______________ que se trataba de una mala jugada de sus nervios (Creer, pretérito
perfecto compuesto del Modo Indicativo). Aunque ______________ que no había
nada que temer, sabía que no era cierto. (Concluir, pretérito perfecto del subjuntivo).
LOS USOS de H
Se escriben con h:
● Las palabras que comienzan con los diptongos hia-, hue- y hui-: hiato, hielo, huevo,
huir.
● Las formas verbales de los infinitivos haber, hacer, hallar, hablar.
● Las palabras que comienzan con los prefijos hecto- (“cien”), hemi- (“medio”), hidro-
(“agua”), hiper- (“grande”), homo- (“igual, semejante”), hipo- (“caballo”/”bajo”),
hema- (“sangre”), hexa- (“seis”), hepta- (“siete”): hectolitro, hemiplejia,
hidrolavadora, hipertrofia, homogéneo, hipodérmico, hematoma, hexaedro,
heptágono.
ACTIVIDAD
1) Escribí, en tu carpeta, dos nuevos ejemplos para las reglas de uso de la H.
127