Participemos en La Religiosidad Popular y La Evangelización

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PARTICIPEMOS EN LA RELIGIOSIDAD POPULAR Y LA EVANGELIZACIÓN 3ro

Cuando hablamos de “religiosidad popular” unimos dos palabras. La “religiosidad” equivale


a la práctica y esmero en cumplir las obligaciones religiosas. Y la religión, como virtud, mueve a dar
a Dios el culto debido. “Popular” es lo relativo al pueblo; lo que es peculiar de él o procede de él;
es decir, lo que viene de la gente común.

En nuestros días se ha hecho problemática la definición de religiosidad popular. No basta con decir
que se trata de la religión del pueblo o de las clases subalternas, ya que el concepto mismo de
"pueblo» ha conocido profundos cambios en el curso de las épocas históricas. El interés actual por la
religiosidad popular es fruto de una sensibilidad completamente moderna y su estudio se hace hoy
dentro de una óptica multidisciplinar, sobre todo bajo el impulso de la antropología cultural y de la
psicología social. Al mismo tiempo surge una conciencia más clara del hecho de que la religiosidad
popular interpela a la teología, tanto en sus aspectos mejores y proféticos como en sus limitaciones
evidentes.

Dios está lejos y a la vez está cerca. Algo de esto se percibe en la religiosidad popular. La Iglesia
debe velar para purificar, fortalecer y elevar todas estas manifestaciones de fe (cf “Lumen
gentium”, 13).
Las formas clásicas de la religiosidad popular son las diferentes formas de devoción vinculadas a los
santuarios (sobre todo las peregrinaciones), las fiestas patronales, las procesiones, las diversas formas
de culto a los santos locales, los votos, las bendiciones, las variadas manifestaciones de culto mariano
y de folclore religioso (que a menudo, como es sabido, constituyen reviviscencias palpables de cultos
paganos, a veces disfrazadas muy superficialmente de ingredientes cristianos). Respecto a las formas
oficiales de culto, la religiosidad popular se caracteriza sobre todo por unos gestos más intensos, de
mayor implicación emotiva, de un sentido más fuerte de la fiesta; se encuentra a menudo un
vínculo profundo entre la religión y los problemas concretos del grupo humano. Existe además una
forma «mixta»: un modo popular de usar la religión tradicional de manera eminentemente
supersticiosa y propiciatoria.
También son evidentes los límites y los riesgos de este tipo de religiosidad, que pueden sintetizarse en
la tendencia a utilizar lo sagrado de manera formal y auto tranquilizante, a menudo con resabios
mágicos.

Superada va la actitud de suficiencia «ilustrada» que veía en la religiosidad popular solamente los
aspectos infantiles, mágicos, supersticiosos y paganos (o todo lo más, formas atávicas de desahogo
del sentimiento o de la angustia colectiva), así como la opinión de que se trataba de una mera
manifestación de la "cultura del pueblo», alternativa a la oficial o hegemónica, portadora por tanto
de contestación ( al contrario, muchas veces la religiosidad popular se presenta sumamente
tradicionalista y conservadora), se empieza a comprender que es también portadora en su género
de una experiencia humana y religiosa profunda y a menudo de una auténtica fantasía creadora y
de «teología narrativa», aunque advertida y expresada de formas distintas de las habituales.

Pablo VI en la Evangelii nuntiandi observa que en la religiosidad popular se manifiesta muchas


veces una auténtica sed de Dios, que sólo pueden conocer los pobres y los sencillos. A veces se
advierte en ella el eco de problemas existenciales no resueltos racionalmente. Diversas
manifestaciones de religiosidad popular se configuran como rituales ligados a momentos de crisis y
de transición, o dotados de especiales valores de liberación. En este sentido se puede recordar,
aunque esto se salga de nuestro ámbito, la importancia especial que se atribuye a la celebración de
ciertos sacramentos, percibidos también como ritos de afianzamiento o de paso, ligados a los
momentos fuertes de la existencia biológica (el nacimiento, la muerte, la unión sexual, la
fertilidad...).

RELIGIOSIDAD POPULAR: LA EXTERIORIZACIÓN DE NUESTRA FE.

En un sentido amplio y general, cuando hacemos alusión al concepto de “Religiosidad Popular”,


estamos haciendo referencia expresa a la religión que practica y profesa el “Pueblo”; sin que ello
lleve consigo un enfrentamiento o distanciamiento con las autoridades eclesiásticas, o se interprete
como una concepción distinta de entender la Fe, con respecto a otros cristianos.
Por razones culturales y de tradición, al hablar de religiosidad popular, nos fijamos en la
religiosidad popular relacionada con la Iglesia, y en nuestro caso concreto con la Iglesia Católica.
Cuando nos referimos a la religiosidad Popular Cristiana ó catolicismo popular, tenemos que
descartar rotundamente, el pensar que defendemos o practicamos una religiosidad distinta o
paralela a la religión oficial, o que existe una tajante y manifiesta separación entre la religión oficial
y religiosidad popular. Nada más lejos de la realidad, apostillamos una afirmación: la religiosidad
popular católica vive con Fe y convencimiento la religión; y lejos de estar opuesta a la canónica o
religión oficial, es un natural complemento a nuestras creencias que lleva consigo un valor añadido:
la transmisión de padres a hijos a través de la historia y la tradición de una costumbre y forma de
sentir la religión, que ha reforzado nuestra Fe.
Lo que sí descartamos de plano, son las opiniones de aquellas personas que entienden que la
religiosidad popular es producto de una inculturación.

Actualmente todo el conjunto de actos, creencias, devociones, hermandades, etc., que se ha


dado en llamar genéricamente, “religiosidad popular”, siguen los cauces de la religión oficial y
hay una preocupación cada vez mayor, por parte de las Cofradías y Hermandades de celebrar
actos más en consonancia con las formas canónicas, tales como, Triduos, Quinarios, Septenarios, Vía
Crucis, etc., todos ellos previos a la procesión penitencial, para una mayor y mejor preparación
interna, de cara a la manifestación pública de penitencia a celebrar.

No dudamos que tiempos atrás, y puede que aún queden algunas reminiscencias, existiesen ciertos
comportamientos, ritos o actos muy vinculados a las creencias y tradiciones religiosas de
determinados pueblos, que estuviesen distanciados del verdadero sentido del cristianismo; para ello
estamos asistiendo a una depuración de formas de religiosidad popular, tanto por la acción pastoral
de autoridades eclesiásticas, como por olvido de costumbres de otro tiempo.

LA RELIGIOSIDAD POPULAR, responde a una religiosidad afectiva, donde su principal


característica es exteriorizar y sacar a la calle sus más íntimos sentimientos, haciendo publica su Fe.
Dentro de las distintas facetas que puede presentar la religiosidad popular, vamos a referirnos
de manera muy particular a la religiosidad de tipo colectivo, es decir, Hermandades y Cofradías.

Las Cofradías religiosas con sus imágenes se constituyeron en cauce organizativo de la religiosidad
popular. Tanto en la religiosidad popular individualmente concebida, como en las Cofradías y
Hermandades, tienen un papel destacado las imágenes. Por medio de estas se puede elevar el
sentimiento religioso individual, para lo que es muy importante esforzarse y procurar dar un sentido
estético y expresivo a las representaciones religiosas.
La religiosidad popular antes de que llegara la Reforma religiosa en Centroeuropa, buscaba una
forma de expresión penetrante y a la vez pretendía entender mejor sus sentimientos de piedad
utilizando las imágenes.

San Juan de Avila en aquellos tiempos de lucha para evitar la escisión religiosa, consideraba útil con
fines catequistas el uso de la imágenes frente a los protestantes, que veían que con ellas se llegaba a
la idolatría.

La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, a través de las imágenes policromadas y barrocas se


acercaba al pueblo de muchas formas expresivas: Cristos agonizantes, sufrimientos de Vírgenes que
han de acompañar a Cristo en su Pasión, etc. El pueblo ve en estas representaciones todo el drama
Pasional y lo vive.

Por ello afirmamos, que las representaciones pasionales de Semana Santa, donde con el sufrimiento
y sacrificio se hace penitencia, son una muestra característica de la religiosidad popular,
constituyendo una verdadera catequesis en la calle, por lo que ante los ojos de los que contemplan
los desfiles procesionales, debemos esforzarnos en dar testimonio cristiano y cofrade ante este mundo
cada vez mas materialista y desentendido del sufrimiento humano.

*Realiza un resumen o mapa conceptual. Ilustra el Tema.

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