Bitácxora N° 21 Corregida
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Nombre:
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Objetivo: Reconocer adjetivos calificativos en una lectura.
Instrucciones: Lee y contesta según lo que se solicita.
en vez de contestarle, le dio un empujón con la punta de su cola. Al ver que la boa no le
respondería, el elefantito siguió su camino. Finalmente, en la orilla del río Limpopo tropezó
con un tronco caído. Pero era en realidad… ¡un cocodrilo! El elefantito le preguntó con muy
buenos modales: “Perdone usted, ¿ha visto por estos lugares una cosa llamada cocodrilo? Y
el cocodrilo le dijo: “Yo soy el cocodrilo, ¿qué más quieres saber?”. El elefantito estaba feliz
de haberlo encontrado, así que le dijo con entusiasmo y muy buenos modales: “Usted es al
que andaba buscando hace tiempo. ¿Podría decirme
qué come usted?”. El cocodrilo le dijo entonces:
“Acércate un poco más, pequeñuelo, y te lo diré al oído”.
El elefantito puso la cabeza junto a la boca colmilluda del
cocodrilo y el cocodrilo lo agarró de la nariz. Sin soltar la
nariz del elefantito, le dijo: “Creo que empezaré
tragándome... ¡un elefante!”. “¡Suélteme, que me
lástima!”, le dijo el elefantito (con la nariz tapada). La serpiente boa se deslizó hacia la orilla
del río y le dijo al elefante: “Amiguito, si no tiras hacia atrás con todas tus fuerzas, esta bestia
te llevará de un tirón antes de que puedas decir ¡ay!”. El elefantito empezó a tirar y tirar con
toda su fuerza. Y la nariz se le empezó a alargar y alargar. El cocodrilo daba coletazos en el
agua, y también tiraba y tiraba y no soltaba la nariz del elefante. La nariz del elefantito siguió
alargándose más y más. La boa llegó hasta la orilla del río y se enroscó en una pata de atrás
del elefante, diciendo: “Caminante curioso, vamos a ayudarte un poco...”. Y la boa tiró y tiró y,
al fin, el cocodrilo soltó la nariz del elefante. El elefantito dio las gracias a la boa e,
inmediatamente, envolvió su nariz en cáscaras de banana y la sumergió en las aguas frescas
del río Limpopo. Pero la nariz no se le acortó ni un poquito. La boa le dijo entonces: “¡Ya
verás que te será útil!”.
En ese momento, una mosca se posó en el lomo del elefantito y, casi sin darse cuenta,
levantó la trompa y la espantó. — ¡Primera ventaja! —dijo la boa. Luego, el elefantito sintió
hambre. Alargó la trompa y agarró un manojo de hierbas, lo sacudió para quitarle el polvo y
se lo llevó a la boca. — ¡Ventaja número dos! —exclamó la boa. — Así es —dijo el elefantito.
Y como tenía calor, sin pensar, sorbió una buena cantidad de agua de la orilla del río y la
derramó sobre su cabeza. — ¡Ventaja número tres! —dijo la boa. —Bueno —dijo el elefante
—, ahora me vuelvo a casa —. Y regresó a su hogar balanceando su larga trompa de un lado
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ASIGNATURA: HISTORIA, GEOGRAFÍA Y CS. SOCIALES. ESCUELA JULIO VALENZUELA
PROFESOR: JOSETH MARCHANT- MARÍA FERNANDA NÚÑEZ Obra Don Guanella
CURSO: 4° BÁSICO A-B Rancagua
a otro. Cuando llegó a su casa, todos se alegraron mucho, pero en seguida dijeron: “Mereces
un castigo por irte tan lejos y por lo que has hecho con tu nariz”. — ¡No! —exclamó el
elefantito y, alargando la trompa, con un par de empujones dejó tendidos a varios de sus
hermanos. Después de unos días, los otros elefantes descubrieron que la trompa resultaba
muy útil y, uno tras otro, marcharon hacia la orilla del río Limpopo. Y, desde ese día, todos los
elefantes tienen una trompa exactamente igual a la de aquel curioso elefantito.
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