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Código de Aguas Comentario

Este documento analiza cómo los códigos de agua argentinos han incorporado la dimensión ambiental. En 3 oraciones: Los códigos de agua modernos internalizan los principios ecológicos de interdependencia e interrelación entre los recursos hídricos y otros recursos naturales. También receptan que el agua es fundamental para la vida y que su gestión debe considerar los efectos sobre la sociedad y el medio ambiente. El documento examina algunos códigos de agua provinciales desde la década de 1970 que han intentado incorporar enfoques hol

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Código de Aguas Comentario

Este documento analiza cómo los códigos de agua argentinos han incorporado la dimensión ambiental. En 3 oraciones: Los códigos de agua modernos internalizan los principios ecológicos de interdependencia e interrelación entre los recursos hídricos y otros recursos naturales. También receptan que el agua es fundamental para la vida y que su gestión debe considerar los efectos sobre la sociedad y el medio ambiente. El documento examina algunos códigos de agua provinciales desde la década de 1970 que han intentado incorporar enfoques hol

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Citar Lexis Nº 0003/000299 ó 0003/000350

Género: Doctrina
Título: La dimensión ambiental en los Códigos de agua
Autor: Victoria, María A.
Fuente: JA 1999-I-809

DERECHO AMBIENTAL - 06) Regímenes especiales - b) Recursos hídricos

RECURSOS NATURALES - 07) Régimen del agua

--------------------------------------------------------------------------------

SUMARIO: I. Introducción.- II. Recursos hídricos y naturaleza: a) Principios de la


naturaleza; b) Características de los recursos naturales renovables.- III. Recursos hídricos y
desarrollo sustentable: a) Naturaleza y sociedad; b) Efectos nocivos.- IV. Internalización de
lo ambiental: a) Acciones a desarrollar; b) Criterios a aplicar.- V. Instrumentos de la
política hídrica: a) Planificación; b) Legislación.- VI. Recursos hídricos y derechos
humanos.- VII. Conclusiones

I. INTRODUCCIÓN
El Derecho no puede permanecer pasivo ante los reclamos de la naturaleza, es por ello que
en la Argentina se ha intentado dar respuestas, a través de normas legales
(fundamentalmente los denominados Códigos de Aguas provinciales), más allá de cuáles
sean las conductas de los hombres, respecto a las que no sólo deben reprimir sino prevenir.

Diversas son las razones que signan cómo ha de ser dicha normativa. Las mismas no
provienen tanto de los principios de la naturaleza como de los derechos humanos,
implementándose a tales efectos instrumentos de política hídrica, tales son la planificación
hidrológica y la propia legislación de aguas.

En el seno de la normativa opera la relación naturaleza-sociedad, interacción de la cual


deben dar cuenta las disposiciones legales. Por ello es que resulta de interés la búsqueda de
criterios, instituciones y técnicas jurídicas que permitan internalizar adecuadamente dicha
relación, a partir del uso y aprovechamiento de los recursos hídricos, como así también de
los efectos nocivos.

Para su logro se utilizan los métodos inductivo-deductivo, analítico-sintético, en una visión


trialista del derecho (1), tal es considerarlo como norma, hecho y valor, a la vez que una
visión sistémica (2), holística e interdisciplinaria, dinámica del ambiente, del cual forman
parte los recursos hídricos y los propios hombres con sus actividades y conductas.

La importancia del tema radica en la necesidad de un adecuado tratamiento normativo que


internalice la dimensión ambiental y responda a los derechos humanos, ante la escasez de
los recursos hídricos tanto en cantidad como en calidad, produciéndose en algunos casos
daños ambientales irreparables a corto plazo.
Como antecedentes obran, la bibliografía general argentina sobre aspectos jurídicos de los
recursos naturales renovables (3), el ambiente (4), y de los recursos hídricos en particular
(5), como así también algunos documentos internacionales (6) en los aspectos que tratan los
recursos hídricos receptando la dimensión ambiental.

Como limitaciones, operan el análisis comparado de sólo algunos códigos y proyectos de


aguas provinciales de la Argentina (dado que a nivel nacional no se regula al respecto) que
desde la década del '70 vienen internalizando la dimensión ambiental, en un enfoque de
interdependencia con los demás recursos, tanto naturales como inducidos, creados y el
propio hombre, entre ellos: el Anteproyecto de Código de Aguas presentado en 1972 por el
Dr. Joaquín López y la propia ley 5589/73 Ver Texto , ambos de Córdoba, la ley 4869/80
Ver Texto (LA 1980-A-1373) de Santiago del Estero (también en base a un Proyecto de
Código presentado por el autor referido precedentemente); el Proyecto de Ley de Aguas del
diputado Ing. Daniel Welschen, presentado el 10/8/93, con media sanción en la Cámara de
Senadores de Entre Ríos; el Proyecto de Códigos de Aguas de La Pampa, presentado ante la
Honorable Cámara de Diputados de la Provincia en 1996; la ley 4148/96 Ver Texto (LA
1996-A-1082) de Chubut; la ley 2952/96 Ver Texto (LA 1996-A-1508) de Río Negro.
Además, no se analizarán normas sistémicas referidas al ambiente ni aquellas que atienden
a determinados usos o efectos nocivos.

Se trata de un tema de actualidad, al cual los juristas deben contribuir, de ahí el aporte que
se desea realizar.

II. RECURSOS HÍDRICOS Y NATURALEZA


La mayor parte de la naturaleza es vida y sin agua no hay vida. Por ende, el agua
condiciona la existencia de la vida, en sentido genérico, como así también de las vidas de
todos los seres vivientes de los reinos vegetal, animal y humano.

Este condicionamiento, que es la vida o muerte, lleva a la necesidad de un enfoque


holístico, sistémico, dinámico, interdisciplinario del ambiente, por ser el ambiente una
dimensión que corta horizontalmente (7), todos los sectores y actividades, en suma todos
los seres, todas las vidas. No es una variable o un aspecto más sino una parte sustantiva y
compleja de la realidad misma que a veces ha sido dejada de lado (8). Dicha dimensión
opera como un común denominador que amalgama, orienta y da sentido a la existencia y
las acciones (9).

Por ello, el análisis jurídico no puede ser sectorial, sin la internalización de la dimensión
ambiental, ya que ello conduciría a desconocer la interacción de los recursos hídricos con la
naturaleza, como así también con los recursos inducidos, creados y humanos.

La dimensión ambiental no es una variable más a tenerse en cuenta sino que reviste carácter
de sustancial, ya que sin su consideración se pone en riesgo la consideración jurídica que
recepta la estrecha relación entre el agua y los demás seres vivientes y actividades del
hombre.

Naturaleza y ambiente no tienen fronteras, son las bases sobre las cuales los hombres fijan
los límites políticos administrativos (10).

No se trata de oponer desarrollo a naturaleza, por el contrario, de internalizar las


externalidades, de valorar la naturaleza no sólo en términos económicos sino también de
salud, estética, recreación, ya que los bienes de la naturaleza (agua, aire) no son libres, su
degradación implica un costo social y deben ser incluidos en las cuentas patrimoniales.

a) Principios de la naturaleza

En un mundo de interrelaciones y de interdependencia se desarrolla la naturaleza, sobre


ésto nos enseña la Ecología.

Todo está conectado con todo, todo va a parar a alguna parte, la naturaleza quiere lo mejor
(11).

De la esencia misma de la naturaleza surgen los principios que la rigen, los que por cierto
sirven para interpretarla mejor.

La interdependencia, la unidad de los ciclos y la entropía, la gobiernan.

Los recursos naturales, fundamentalmente los renovables, interdependen entre sí, se


relacionan con cierta dependencia. Y si bien esta interdependencia es genérica, la misma se
vuelve más estrecha cuando se trata del agua y la flora, los bosques, la fauna silvestre, ya
que se trata del medio que posibilita el desarrollo de las otras vidas.

Los modernos códigos de aguas internalizan este principio. El mismo emerge cuando se
procura el aprovechamiento y uso de los recursos hídricos en forma coordinada y armónica
con los demás recursos naturales; promueve la conformación de consorcios de usuarios o
comunidades de usuarios de agua y suelo a fin de asegurar la conservación y el mejor
aprovechamiento de los suelos y otros recursos naturales; exige para el otorgamiento de
concesiones de riego o uso agrícola que los suelos sean aptos para el riego; autoriza la
subdivisión de un predio con derecho de uso concedido la autoridad de aplicación
determinará la extensión del derecho de uso que ha de corresponder a cada fracción en base
a la antieconomicidad o perjudicialidad para la preservación y conservación del suelo o los
propios recursos hídricos; prevé que para el uso de las aguas, el equipamiento o las obras
no afecten a la fauna y flora silvestre; impone a todos los usuarios de aguas para
acuicultura, como condición del goce de sus derechos, la obligación de construir y
mantener a su costa cualquier tipo de instalaciones, o de adoptar medidas adecuadas,
tendientes a conservar y fomentar el desarrollo de la fauna acuática y preservar el hábitat;
regula la tala de bosques y la vegetación para fijar áreas de protección de cuencas, fuentes y
cursos de aguas; efectúa la planificación hidrológica, la cual tenderá a racionalizar los usos
del recurso en armonía con el medio ambiente y los demás recursos naturales.

El principio de la unidad de los ciclos enseña acerca del modo en que se desarrolla la
naturaleza. El agua constituye un recurso unitario que se renueva a través del ciclo
hidrológico, conforma un ciclo desde que nacen hasta que escurren o se evaporan, por lo
que no cabe separar en compartimentos estancos las aguas superficiales, las aguas
subterráneas y las atmosféricas en sus diversos estados gaseoso, líquido o sólido. Unas y
otras se encuentran íntimamente relacionadas, presentan una identidad de naturaleza y
función, y en su conjunto deben estar subordinadas al interés general.

La expresión recursos hídricos es comprensiva de dichos estados y a la vez de los cauces,


lechos, riberas y cuerpos que las contengan y alojen. Concepto que debe ser aplicable a
toda norma o criterio que se relacione con los distintos usos, con la conservación y
preservación, con los principios sobre efectos nocivos o depredatorios que ocasionen o las
afecten y con todo otro criterio relativo al gobierno y administración. Asimismo, la política
hídrica que se formule a través del plan hidrológico debe considerar como criterio el uso
conjunto, alternativo o singular de las aguas superficiales, subterráneas y atmosféricas,
según convenga a las circunstancias de lugar, tiempo y modo; y los inventarios sobre
recursos hídricos que se evalúen deberán tener presente las interrelaciones de las
magnitudes consideradas, especialmente entre las aguas superficiales y subterráneas y entre
las precipitaciones y las aportaciones de los ríos, o recarga de acuíferos.

b) Características de los recursos naturales renovables

No debe inducir a error el término renovable, ya que recursos como el agua, los bosques, la
fauna y la flora silvestre pueden agotarse en cantidad y calidad por el mal uso y/o
aprovechamiento que se haga de los mismos.

El agua se trata de un recurso fácilmente vulnerable y es irregular en la forma de


presentarse en el tiempo, de ahí la necesidad de uso y aprovechamiento racional y óptimo,
en base a principios de conservación y preservación.

Es un bien escaso, valioso y vital. Su carencia implica costos no sólo económicos sino
ambientales y sociales, los que a veces no se tienen presentes en las cuentas patrimoniales.
Su reposición es a largo plazo; los tiempos de la naturaleza no son los tiempos del hombre.

Este enfoque de tipo económico ha sido incorporado por la Conferencia Internacional sobre
Agua y Medio Ambiente en Dublín, Irlanda (enero de 1992), conforme a la cual se
establece que el agua tiene un valor económico en todos sus diversos usos en competencia a
los que se destina y debería reconocérsele como un bien económico (principio 4).
Asimismo, la Agenda 21 de la Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo,
celebrada en Río de Janeiro, Brasil (1992) considera al agua como bien económico y social
y explicita la necesidad de que dicho carácter sea tenido en cuenta en la gestión de la
demanda.

La cantidad y la calidad de las aguas interesa sobremanera. Así la cantidad es tenida en


cuenta a efectos de confeccionar los inventarios, establecer las demandas, llevándose
estadísticas hidrológicas en las que se tengan en cuenta las precipitaciones, evaporaciones,
escorrentías y cuanta información sea relevante para la adecuada evaluación de los recursos
hídricos superficiales y subterráneos, a fin de especificar el plan hidrológico. Queda a cargo
de la autoridad pública el ejercicio de la policía de aguas respecto a todas las medidas
convenientes para preservar no sólo la cantidad sino la calidad, sino también las que
tiendan a lograr un uso racional y eficiente del recurso.

La calidad, específicamente interesa en la planificación hidrológica; los otorgamientos de


derecho de uso; la fijación de condiciones y limitaciones para la implementación de
actividades; la confección de las estadísticas de los inventarios; la fijación de las demandas
conforme a los distintos usos y aprovechamientos; la determinación del volumen anual y la
distribución temporal del retorno y previsión de la calidad previa a cualquier tratamiento;
los retornos de aguas usadas al medio natural; el no perjuicio a terceros por causa del
caudal de agua factible de ser extraído del acuífero; el ejercicio del poder de policía para
preservar las aguas; el otorgamiento de usos especiales, por ejemplo para riego; la
reducción del canon y prioridades frente a otros solicitantes en el momento de renovar la
concesión, cuando el concesionario utilice métodos más racionales de aprovechamiento,
tales como el reuso, reducción de consumo por unidad de producción, utilización de aguas
de menor calidad o de mayor contenido salino en reemplazo de aguas de menor calidad y
que demuestre una reducción de consumo en términos reales establecidos mediante la
diferencia entre los volúmenes derivados de un curso o extraídos del subsuelo y aquellos
reintegrados a la misma fuente sin alteraciones significativas en sus características físicas,
químicas, biológicas; la información sobre acuíferos descubiertos; las aguas utilizadas en
explotaciones mineras o de hidrocarburos, devueltas a cauces naturales de forma que no
ocasionen perjuicios públicos o a terceros; el control de los recursos hídricos que son
utilizados como cuerpos receptores de residuos o efluentes, productos de la actividad del
hombre; la variación del régimen, naturaleza de las aguas sin la correspondiente
autorización; la aplicación de sanciones por contaminación en cuerpos receptores hídricos y
el incumplimiento al régimen de aguas residuales; las comunicaciones que deben efectuar
los consorcios de usuarios de riego a la autoridad de aplicación en relación a cualquier
alteración o modificación o que signifique un peligro real de la alteración o modificación
del régimen existente, como así también respecto a los efectos nocivos.

III. RECURSOS HÍDRICOS Y DESARROLLO SUSTENTABLE

El agua es un vital recurso para el desarrollo socioeconómico cultural y por ende para el
bienestar de la población. Éste es un principio de política hídrica que debe ser internalizado
tanto por la planificación como por la legislación.

Es un recurso que debe estar disponible no sólo en la cantidad necesaria sino con la calidad
que se requiere para los diferentes usos y aprovechamientos y en la forma que la propia
dinámica social demanda, lo cual debe ser receptado por la planificación del desarrollo y el
ordenamiento territorial.

La disponibilidad del recurso resulta imprescindible para enmarcar los procesos de


desarrollo en el marco del desarrollo sustentable, el cual procura el mejoramiento de la
calidad de vida del hombre en armonía con la capacidad soporte de su ecosistema y la
forma de no afectar la base de los recursos para las generaciones futuras.
No se trata de pretender volver todo al estado inicial de la naturaleza; por el contrario, de
que el uso y aprovechamiento sea efectuado satisfaciendo tanto las necesidades presentes
como las de futuras generaciones. El mundo se extiende, en el tiempo y en el espacio, más
allá de los que nuestros ojos y conciencia a veces ven.

Escasez y necesidades que es necesario satisfacer, gobiernan la base natural de todo


desarrollo. Presente y futuro ligan en relación al mismo a las actuales generaciones y a las
que vendrán.

El costo del agua no sólo reviste carácter económico sino también social cuando se carece
de la misma en cantidad o calidad, según los usos y necesidades.

Por cierto que no resulta fácil implementar el concepto de desarrollo sustentable si se parte
de la diferencia de disponibilidades de recursos, según sea el grado de desarrollo y calidad
de vida alcanzados, el deterioro que se presenta del medio ambiente y la distribución de
beneficios del desarrollo que afecta a las distintas comunidades de una región o país.

Por ello es que se deben conciliar los intereses económicos con los de conservación del
recurso y así aparece el ambiente como una dimensión del desarrollo. Se trata de la
sustitución de los medios económicos convencionales por modelos integrados de desarrollo
fundados en la unidad concebida como ecosistema humano. Se postula así la sustitución de
criterios productivos tradicionales por criterios ecoproductivos, modificando en el
capitalismo la lógica productiva de la tasa de ganancia a corto plazo en favor de la lógica de
aprovechamiento racional de los recursos naturales ambientales (12).
Para ello la autoridad de aplicación en cumplimiento de las políticas hídricas deberá fijar
condiciones y limitaciones para la implementación y el desarrollo de todo tipo de
actividades que puedan afectar sensiblemente la calidad y disponibilidad de los recursos
hídricos. En tal sentido, de gran utilidad es la inclusión, en los códigos de aguas, de la
declaración de impacto ambiental, la que puede ser solicitada ante la autoridad pública por
cualquier persona, cuando se efectúen aprovechamientos de agua de cierta magnitud, con el
fin de que las causas determinantes del impacto sean removidas.

A su vez la planificación hidrológica tendrá como objetivo general alcanzar la mejor


satisfacción de las demandas de agua, equilibrar y armonizar el desarrollo regional y
sectorial, optimizando el uso del recurso en armonía con la naturaleza.

La degradación de la calidad de las aguas, fundamentalmente está ligada al desarrollo de las


actividades del hombre, entre ellas las económicas (agricultura, ganadería, industria,
minería, etc.).

Ya la Carta Europea del Agua, proclamada por el Consejo de Europa (1968) estipulaba que
el agua es indispensable e insiste sobre la preservación de la calidad. Más tarde, el Informe
Brundlant, entre las agresiones al ambiente se refería a la degradación del régimen de las
aguas y la Declaración de Estocolmo (1972) condenaba todas las formas de contaminación.

La Conferencia de Naciones Unidas sobre el Agua, celebrada en Mar del Plata, Argentina
(1977) adoptó un plan de acción que pone el acento en los recursos basado en el
reconocimiento de un ligamen entre los proyectos de desarrollo de los recursos en aguas y
sus repercusiones cuantitativas y cualitativas.
La relación aguas dulces, ambiente y desarrollo debe estar en el seno de una gestión global
e integrada y debe tomar en consideración todos los aspectos atinentes a la misma. Éste es
uno de los objetivos generales de la Agenda 21, ya que es necesario tomar conciencia de la
dimensión multisectorial de la organización de los recursos en aguas en los contextos de
desarrollo socioeconómico en sus múltiples aplicaciones. Asimismo, este último
documento establece que los gobiernos deben utilizar las leyes, los reglamentos y los
estímulos económicos para favorecer una utilización y una gestión duradera de los recursos
terrestres, con atención particular a las tierras cultivables, promoviéndose nuevos métodos
de administración de la tierra.

La ya mencionada Carta Europea del Agua hace hincapié en la necesidad de una gestión
racional según un plan que concilie al mismo tiempo las necesidades a breve y a largo
tiempo, base necesaria para el logro de un desarrollo sustentable.

La Conferencia sobre Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro, Brasil, prevé que
las autoridades deben promover la internalización de los costos de protección del ambiente
y la utilización de instrumentos económicos, teniendo en cuenta el principio contaminador-
pagador (principio 16).

Asimismo, este documento establece que el derecho al desarrollo debe ser realizado en
vistas a satisfacer equitativamente las necesidades relativas al desarrollo y al ambiente de
generaciones presentes y futuras (principio 3). Para su logro, la protección del ambiente
debe formar parte integrante de procesos de desarrollo y no puede ser considerada
aisladamente (principio 4).

a) Naturaleza y sociedad
No sólo opera la estrecha relación entre los propios recursos naturales sino también entre
éstos y los que implican las relaciones que se dan en la sociedad, fundamentalmente las
económicas, en lo atinente al uso y aprovechamiento de las aguas.

Resultan tan ligados naturaleza y sociedad que con acierto se ha sostenido que el potencial
de desarrollo de una sociedad depende en medida considerable de la base ecológica de los
recursos naturales, a la vez que el tipo y grado de desarrollo afectan directamente a dicha
base ambiental (13). Esta bipolaridad guarda una estrecha relación que las leyes no deben
desconocer, pero tratando de acercar e integrar.

La aceleración de los procesos tecnológicos y la transformación de la organización


productiva y su consecuente alto potencial de deterioro pone de manifiesto la subvaloración
de los recursos naturales. A ello, sin duda ha contribuido la competitividad que opera en los
mercados comunes, por lo que la posición de que más comercio implica mejor ambiente
todavía no es una realidad en América Latina y dista mucho aún de serlo. El comercio se
hace a precios que no incluyen los costos ambientales.

El agua es un recurso que no tiene fronteras y por ende interesa su preservación,


conservación a todas las sociedades, no sólo para su desarrollo económico sino también
social (en términos de salud, recreación, calidad de vida). Es un patrimonio común cuyo
valor debe ser reconocido por todos y, cada uno tiene el deber de economizarla y utilizarla
con cuidado, ya que usarla de manera desconsiderada significa abusar del patrimonio
natural, conforme lo estipula la Carta Europea del Agua ya citada.

Los recursos naturales, en especial el agua, interdependen con los recursos inducidos, por lo
que su uso y aprovechamiento está contemplado en los códigos de aguas, con destino a:
riego, ganadería o uso pecuario, psicultura, acuicultura. En algunos casos se especifica que
el agua para riego puede ser para fines de forestación o mejoramiento para recuperación de
suelos. También interdependen con los recursos creados materiales como ser la industria y
el uso minero y, con el propio hombre, tales son las concesiones para bebida a poblaciones,
de uso recreativo y medicinal.

b) Efectos nocivos

La degradación del ambiente puede ser cuantitativa o cualitativa; sus causas ya sea por
hechos del hombre o bien de la naturaleza.

Entre los hechos causados por el hombre que tienen implicancia cuantitativa respecto a los
recursos hídricos cabe destacar la erosión hidráulica, las aguas no recuperables in situ.

A su vez la degradación cualitativa hace imposible o dificulta nuevos usos, lo cual genera a
su vez una disminución cuantitativa. Entre sus causas se señalan: desplazamiento de
recursos hídricos meteóricos, salinización de suelos y aguas, contaminación hídrica,
sedimentación de cursos de agua, transmisión de enfermedades, inundaciones, etc.

Entre los hechos de la naturaleza perjudiciales se pueden citar las sequías e inundaciones.

Los modernos códigos de aguas contemplan los efectos nocivos, entre ellos: las
degradaciones al medio ambiente y los recursos naturales, causados por residuos de
explotaciones mineras en las que se utilizare agua para la producción y, las aguas utilizadas
en la recuperación secundaria de petróleo o gas natural, deberán ser depositadas a costa del
minero o la empresa petrolera en los lugares y de forma tal que no dañen al medio ambiente
y los recursos naturales; la defensa contra efectos nocivos, entre ellos inundaciones,
desecación de pantanos, revenimiento, salinización, filtraciones, etc., fijándose la
obligación de no inficionar las aguas.

También contemplan en lo atinente a la contaminación: la obligación general de las


personas que hagan uso común de las aguas en el sentido de no contaminar la fuente o
curso de aguas; la de los concesionarios de impedir la contaminación de los acuíferos por
parte de los concesionarios de aguas subterráneas o bien de devolver las aguas a los cauces
en condiciones de volumen normal y de calidad adecuada, de forma que no ocasionen
perjuicios públicos a terceros; la presentación de documentación que brinde descripciones y
especificaciones técnicas de toda medida u obra que tenga por objeto evitar perjuicios a
terceros y la contaminación ambiental por parte de quienes deseen ser concesionarios de
uso industrial; la supervisión de establecimientos y estabilidad de las obras y los posibles
efectos contaminantes en las concesiones de uso recreativo. La autoridad pública debe
efectuar un control de la contaminación y establecerá sanciones (clausura, multa, etc.) en
función del costo del tratamiento del efluente, la que no podrá ser menor que determinada
cantidad de veces superior al valor del mismo, cuando se contaminen cuerpos receptores
hídricos y se infrinja el régimen de calidad de aguas residuales. Además, también se
sanciona el vuelco o derrame continuo u ocasional, de desechos o sustancias de cualquier
origen que no constituyan aguas residuales industriales a cuerpos receptores hídricos,
produciendo su alteración, degradación o contaminación o que pongan en riesgo la salud o
bienestar de la población.

No debe olvidarse el tratamiento de efluentes y de agua de descarga para evitar alteraciones


perjudiciales de las aguas, acuíferos y el ambiente, reglamentándose las actividades y
acciones humanas que aún sin que en forma habitual u ocasional originen vuelcos de
desechos o efluentes son capaces de degradar o deteriorar el recurso o poner en riesgo la
salud o el bienestar de la comunidad, debiendo ajustar su actividad a las normas de la
reglamentación en cada caso concreto, creándose un registro de usuarios de cuerpos
receptores hídricos. Asimismo, se deben establecer normas sobre reutilización de aguas,
determinándose bajo qué condiciones operan las mismas.

Respecto al uso de aguas residuales urbanas con fines de riego se permitirá sólo para la
utilización forestal o en explotaciones donde no exista el riesgo de contaminación de
productos destinados al consumo humano o animal.

En relación a la eliminación de residuos sólo podrá hacerse en aguas corrientes, acuíferos


confinados no aprovechables para ningún otro uso y espejos de agua sólo podrán ser
utilizados en el caso de residuos orgánicos no sintéticos y en cantidades tales que no
superen su capacidad de autodepuración o que no modifiquen en forma inconveniente el
proceso de eutroficación, toda otra formación acuosa queda vedada para la eliminación de
residuos. La autoridad de aplicación podrá elaborar una nómina de productos que no
pueden ser desechados por volcado o inyectado en aguas de ningún tipo; dicha nómina
incluirá en forma irreversible a los metales pesados, tóxicos y a los elementos radicativos;
la sanción de los infractores a esta norma será la multa cuyo mínimo deberá ser equivalente
al costo de descontaminación. El lavado de sales de tierras cultivadas no se considerará
eliminación de residuos cuando la descarga se haga en cursos de agua corriente o en
espejos de aguas reservados a tal efecto; el aumento de sales en dichas aguas no será
considerado contaminación y no se tomarán acciones para reducirlo, salvo con fines
experimentales hasta que se disponga de tecnologías que probablemente eliminen los
efectos secundarios adversos.

IV. INTERNALIZACIÓN DE LO AMBIENTAL


La dimensión ambiental puede ser receptada a través de las conductas descriptas por la
normativa jurídica plasmada en los códigos de aguas, conforme a acciones o ejercicio del
uso y aprovechamiento de los recursos hídricos, tendientes a la preservación, conservación,
defensa, restauración, resguardo, recuperación, mejoramiento, conforme a criterios de
gestión, económicos, axiológicos y ambientales.

Esto se funda en la necesidad de resguardar el ambiente, los recursos naturales renovables y


la calidad de vida humana.

En términos generales la "preservación es la defensa de los recursos hídricos contra los


efectos contaminantes o dañosos que atenten contra su integridad, calidad, estabilidad y
accesibilidad, de modo que se ampare y salvaguarde su utilización inocua.

La "conservación" implica el uso racional de los recursos hídricos en cuanto al tiempo y


forma, de tal modo que se garantice su máximo aprovechamiento y utilidad según los usos
previstos y las exigencias de la salud pública, cuando correspondiere.

El uso, conservación y preservación no son objetivos que puedan ser considerados


independientemente.

Los recursos de aguas dulces no son inagotables, se hace imprescindible preservarlos,


conservarlos, mejorarlos, controlarlos. Y en la búsqueda de soluciones se debe atacar las
causas antes que los efectos, adoptándose medidas compensatorias e incentivos
acompañados de una concientización respecto al recto uso de los recursos hídricos (14).
Las normas deben referirse al uso óptimo de los recursos, tanto cuantitativa como
cualitativamente; en el primer sentido se pueden imponer reservas, vedas, cuando se tiende
a evitar el desperdicio de aguas en irrigación y el reuso de dichas aguas o el reciclaje de las
aguas industriales y la recarga obligatoria de acuíferos.

En sentido cualitativo las normas procuran el control de la contaminación de las aguas,


fijándose estándares de calidad según los usos, destino o aptitud o bien se fijan niveles
cualicuantitativos de inmisión de aguas servidas, reglas de concertación de empresarios y
organismos estatales para acordar respecto a la determinación de cargas que implica la
contaminación.

También revisten carácter cualitativo las normas que tienden a evitar la degradación de los
suelos o evitar la explotación de bosques protectores de cuencas.

a) Acciones a desarrollar

Los códigos de aguas sustantivan las acciones de preservación y conservación respecto al


uso y aprovechamiento de los recursos hídricos y lo hacen respecto a los diversos usos y
aprovechamientos en general cuando se refieren a la finalidad que persiguen los mismos, a
lo cual agregan la defensa contra los efectos nocivos de las aguas, obras y álveos, en
algunos casos. Preservación y conservación son de aplicación al agua en sus diferentes
estados, sus cauces, lechos, riberas y cuerpos que las contengan o alojen.

La preservación y conservación deben estar ínsitas en los principios y criterios de política


hídrica a aplicarse, compatibilizándose la gestión pública del agua con la ordenación de la
planificación y el uso y aprovechamiento de los recursos naturales provinciales, en miras a
la restauración de la naturaleza. A tales fines, los inventarios que permiten implementar el
plan hidrológico deben prever, junto a la asignación y reserva de recursos para usos y
demandas actuales y futuras, la conservación y recuperación del medio ambiente.

Es obligación de los estados provinciales disponer las medidas conducentes para resguardar
y conservar el equilibrio ecológico y ambiental en cuanto pueda depender de la utilización
de las aguas.

El criterio de prevención debe estar presente en la planificación hidrológica; en tal sentido,


el inventario del plan hidrológico contendrá los criterios y evaluación sobre estudios,
actuaciones y obras para prevenir y evitar los daños, los perímetros de protección y las
medidas de conservación y recuperación del recurso y entorno afectados, conservándose los
suelos a través de planes hídricos-forestales y de conservación de suelos.

Asimismo, se dispondrá en relación a la preservación del medio ambiente y los recursos


hídricos en las medidas que se adopten respecto al uso recreativo de las aguas y en cuanto a
la concesión de aguas subterráneas estarán siempre sujetas a la existencia de caudales y al
régimen de explotación que la autoridad determine, para la adecuada conservación,
preservación y óptimo aprovechamiento de las disponibilidades hídricas.

En el caso de subdivisión de un predio con concesión de aguas para riego, la autoridad de


aplicación previa autorización debe analizar si de dicha subdivisión se pudiera derivar
antieconomicidad o ser perjudicial para la conservación y preservación del suelo o los
recursos hídricos. Ello muestra una vez más la interdependencia de los recursos naturales,
específicamente: suelo y agua, entendiéndose que el agua es inherente al suelo.
Consecuente con ello, la autoridad de aplicación puede adoptar en el ejercicio de la policía
de aguas todas las medidas que sean convenientes para preservar la calidad y cantidad de
agua y aquéllas que tiendan al uso racional y eficiente del recurso. Asimismo se
implementan los consorcios de usuarios de riego o regantes a fin de lograr un mejor
aprovechamiento y conservación del suelo y otros recursos naturales.

b) Criterios a aplicar

Tanto en la fijación de políticas hídricas como en la planificación hidrológica y la gestión


hídrica los códigos de aguas deben aplicar criterios ya sea de gestión, económicos,
ambientales y axiológicos. Éste es el modo de no contraponer la producción a la
conservación, lo económico a lo ecológico. Se trata de intentar que las actividades que
aplican el uso y aprovechamiento de las aguas sean ecoproductivas, que internalicen la
dimensión ambiental.

En relación a los criterios de "gestión", debe tratarse de una gestión unificada, con
descentralización de funciones y participación de los usuarios. La misma debe receptar los
principios de la naturaleza, en este sentido los criterios de cuenca, uso y aprovechamiento
múltiple, coordinado, armónico, compatibilidades en las prioridades y preferencias de usos
en base no sólo a disponibilidades sino al carácter social de las demandas y la preservación
y conservación de los recursos naturales para el logro del desarrollo sustentable. La gestión
debe conciliar disponibilidades, demandas, calidad, cantidad, preservación y conservación
de los recursos hídricos.

La gestión integrada, global de los recursos, tomándose en consideración los aspectos del
ambiente y desarrollo de uso múltiple ha sido preocupación de la Agenda 21 ya
mencionada.
Respecto a los criterios "económicos", están presentes en las disposiciones de los códigos
de agua cuando se refieren a: la economicidad, la optimización, la eficacia, la eficiencia, la
rentabilidad, la internalización de costos ambientales (externalidades) por aplicación del
principio contaminador-pagador.

La economicidad del empleo del agua ha de ser considerada en la planificación hidrológica


y, más específicamente, cuando se trata de usos especiales no podrán ser utilizadas las
aguas para riego de tierras que por salinización, alcalinización, encenegamiento o cualquier
otro proceso de degradación hayan sido o sean susceptibles de ver disminuida su capacidad
productiva hasta límites que tornen antieconómica su explotación, salvo que se demuestre
fehacientemente que se pueden recuperar o que se evitarán riesgos mediante técnicas
específicas a aplicar.

Asimismo, en caso de subdivisión de predios con derecho a uso concedido de riego, la


autoridad de aplicación determinará la extensión del derecho de uso que ha de corresponder
a cada fracción, pudiendo adjudicar o denegar a alguna de tales fracciones si evalúa y
establece que el uso del agua en ella puede resultar antieconómico o perjudicial para la
conservación y preservación del suelo o los recursos hídricos.

La optimización del uso de las aguas debe ser prevista en la planificación, como una
imposición de los códigos de agua; en tal sentido la autoridad de aplicación planificará y
ejecutará las acciones necesarias para el óptimo conocimiento, conservación, regulación,
preservación y utilización de los recursos hídricos.
Específicamente en las concesiones de uso de agua para riego los titulares que logren, por
obras de mejoramiento o mediante la aplicación de técnicas o tecnologías especiales,
obtener la utilización, más eficiente o eficaz de los caudales que tienen acordados, podrán
hacer uso de tales reservas o ahorros de agua para el riego de mayor superficie que la
comprendida originariamente en la concesión, a tal fin podrán solicitar a la autoridad de
aplicación la ampliación de la concesión; bajo condición de mantener el régimen así
optimizado de utilización, la que una vez acordada será inscripta.

También los concesionarios de explotaciones de uso de aguas para riego que utilicen
sistemas de riego eficientes en el uso del agua tendrán prioridad.

Asimismo, los concesionarios o permisionarios que no hicieren uso de las obras de desagüe
particulares y generales en función de promover y realizar el óptimo aprovechamiento de
los recursos hídricos, quedarán exentos de la contribución que les fuera impuesta. Por otra
parte, la autoridad de aplicación puede establecer restricciones y limitaciones al dominio
privado necesarias o convenientes para el gobierno óptimo de los recursos hídricos
estableciendo obligaciones de hacer, no hacer y dejar de hacer.

La eficiencia en la gestión de las aguas es un deber de la autoridad de aplicación, la que


debe promover y procurar el mayor grado de eficiencia en su utilización, controlando su
derroche, contaminación o degradación, posibilitando así la disponibilidad para usos
escalonados, a cuyo fin adoptará los recaudos, técnicas y tecnologías que tiendan a su
aprovechamiento más eficiente e integrado. Los concesionarios, a su vez, tienen la
obligación de usar efectiva y eficientemente el agua.

Por otra parte, en el régimen de aguas subterráneas la autoridad de aplicación podrá adoptar
en el ejercicio de la policía de aguas todas las medidas que sean convenientes para
preservar la calidad y cantidad de agua y aquéllas que tiendan a lograr un uso racional y
eficiente del recurso.

La eficiencia y la eficacia interesa, como se señaló precedentemente, para las concesiones


de riego cuando se efectuaren ahorros y reservas de aguas, pudiendo ser utilizadas en
mayor superficie que la comprendida originariamente, conforme a autorización de la
autoridad de aplicación.

La rentabilidad, eficacia y eficiencia del uso de agua se tendrá en cuenta a fin de que la
autoridad de aplicación altere el orden establecido para los usos especiales, para áreas
determinadas. Implícitamente la rentabilidad es considerada en caso de concurrencia de
solicitudes referidas a la misma fuente y categoría de usos; en tales casos la autoridad de
aplicación decidirá en beneficio de aquélla que representare mayor importancia y utilidad
económico- social.

La función económico-social del emprendimiento determina la prelación en las concesiones


de uso industrial.

A su vez los criterios "ambientales" están insertos en lo atinente a la posibilidad de


establecer zonas, subzonas y áreas. Así las zonas se determinarán atendiendo a criterios
fisiográficos y para las otras unidades se considerarán además los hidrográficos,
medioambientales, según cada caso estime conveniente adoptar.

Es necesario no descuidar los criterios "axiológicos", los que posibilitarán el logro del
desarrollo sustentable y el respeto por los derechos humanos al ambiente, la salud, la
calidad de vida, la biodiversidad; tales son: la equidad, la racionalidad, la justicia y el
interés social.

Equidad en el aprovechamiento y uso, también se habla de proporcionalidad.

Racionalidad en el uso y aprovechamiento del recurso agua, así la autoridad de aplicación


cuando resultare conveniente, para el más justo aprovechamiento del recurso podrá sustituir
total o parcialmente la fuente de provisión para aquellos usos que se determinen, por otra de
similar cantidad y calidad. Racionalidad de criterios que han de ser tenidos en cuenta en la
planificación hidrológica y, específicamente cuando la autoridad de aplicación declare que
los recursos hídricos subterráneos de una zona están en proceso de salinización, debiendo a
la vez imponer una ordenación de todas las extracciones para lograr una explotación más
racional y proceder a la revisión del plan, si correspondiere.

En las concesiones de uso industrial, se puede prever que todo concesionario que utilice
métodos más racionales de aprovechamiento del agua, tales como el reuso, reducción de
consumo por unidad de producción, utilización de aguas de menor calidad o de mayor
contenido salino en reemplazo de aguas de mejor calidad, tecnologías secas o mayor
eficiencia en los intercambiadores y en centrales de energía y que demuestre una reducción
de consumo en términos reales establecidos mediante la diferencia entre volúmenes
derivados de un curso o extraídos del subsuelo y aquéllos reintegrados a la misma fuente
sin alteraciones significativas en sus características físicas, químicas y biológicas, tendrá
derecho a beneficiarse con una reducción significativa del canon y tendrá prioridad frente a
otros solicitantes en el momento de renovar la concesión.

También en base al criterio de racionalidad se pueden establecer restricciones al dominio


privado, imponiendo a los propietarios y usuarios obligaciones de hacer, no hacer y dejar de
hacer. Y los consorcios de usuarios de manejo de agua y suelo tendrán como finalidad
asegurar la más racional y provechosa utilización del agua y los demás recursos naturales
para el mejor ejercicio de los usos que los códigos de aguas pudieran prever. Asimismo, la
racionalidad en la gestión ha sido considerada en la Carta Europea del Agua ya referida.

El interés social, a su vez, puede ser tenido en cuenta para la alteración del orden de usos
especiales, en zonas o áreas determinadas. A veces suele ser considerado de modo
combinado plasmándose en utilidad económico-social, a fin de posibilitar el adecuado
desarrollo de actividades económicas. Se trata de criterios de ecodesarrollo y
sustentabilidad (15).

También es considerado dicho interés social cuando la autoridad de aplicación es facultada


para resolver qué actividades o acciones humanas, aún sin que en forma habitual u
ocasional originen vuelcos de desechos o efluentes y que degraden el ambiente o deterioren
el recurso o pongan en riesgo la salud o el bienestar de la comunidad, deben ajustarse a
reglamentaciones de cada caso en concreto con arreglo a los principios contenidos referidos
a la conservación y protección de los recursos hídricos.

Asimismo interesa el primado de intereses colectivos respecto a los individuales, en una


vocación redistributiva de costos de preservación.

El agua debe ser usada con responsabilidad social, ya que hacerlo de manera
desconsiderada es atentar y abusar del patrimonio natural que pertenece a la humanidad.

Los criterios mencionados a veces se conjugan entre sí, internalizando a su vez la


dimensión ambiental, ya que no pueden actuar como compartimentos estancos.
La Agenda 21 estipula que las cuestiones ecológicas, sociales y económicas deben ser
consideradas conjuntamente.

V. INSTRUMENTOS DE LA POLÍTICA HÍDRICA

La política hídrica que establezca el Estado debe fijar principios y criterios que recepten los
principios de la naturaleza, fundamentalmente. A través de la misma, la autoridad de
aplicación podrá ejercitar sus funciones, estableciendo limitaciones, restricciones,
condiciones, obligaciones y prohibiciones al uso y aprovechamiento de las aguas.
Asimismo, en aras al desarrollo sustentable pueden fijarse limitaciones y condiciones para
la implementación y desarrollo de todo tipo de actividades que puedan afectar
sensiblemente la calidad y la disponibilidad de los recursos.

Son instrumentos para hacer efectiva la política hídrica la planificación y la legislación. La


primera será optativa si no es receptada con carácter obligatorio por la normativa jurídica.

La Agenda 21 recomienda que los gobiernos deben utilizar las leyes, reglamentos y
estímulos económicos para favorecer una utilización y una gestión durable de los recursos
terrestres con una especial atención a las tierras cultivables.

a) Planificación
Es función del Estado la planificación y a tales fines debe efectuarla para posibilitar la
ejecución de acciones necesarias para el óptimo conocimiento, conservación, regulación,
preservación y utilización de los recursos hídricos y los demás con los que interdepende.

El objetivo general de la misma es alcanzar la satisfacción de las demandas de agua y


equilibrar y armonizar el desarrollo regional y sectorial, optimizando el uso del recurso,
protegiendo su calidad, economizando su empleo y racionalizando sus usos en armonía con
el medio ambiente y los demás recursos naturales.

Para su desarrollo es interesante implementar un plan hidrológico provincial, el que a su


vez contemplará unidades: zonas, subzonas y áreas.

Las zonas se determinarán atendiendo a criterios fisiográficos y, para las subzonas y áreas,
además se considerarán criterios hidrográficos, medioambientales, de gestión, de
demandas, de calidad u otros que se estime necesario considerar.

El plan hidrológico puede comprender: el inventario de los recursos hídricos; la asignación


y reserva de recursos para usos y demandas actuales y futuras, como así también la
conservación, la recuperación del medio ambiente, los criterios de prioridad y de
compatibilidad de usos en función del tiempo; también el orden de preferencia entre los
distintos usos y aprovechamientos, la tipificación general de las aguas naturales y de
vertido considerando la calidad; pautas generales para la ordenación de los vertidos en
aguas residuales; normas básicas sobre mejoras y transformaciones en regadío que aseguren
el mejor aprovechamiento conjunto de recursos hídricos; perímetros de protección y las
medidas para la conservación y recuperación del recurso y entorno afectados; planes
hídrico-forestales y de conservación de suelos oficiales; normas para procedimiento de
recarga y protección de acuíferos; criterios de evaluación sobre estudios, actuaciones y
obras para prevenir y evitar los daños debido a inundaciones y otros fenómenos hídricos;
los criterios de evaluación de los aprovechamientos y la fijación de los condicionantes
requeridos para su ejecución; la infraestructura básica requerida por el plan.

Dicho plan contendrá la estimación de las demandas actuales y de las previsibles, de los
distintos usos; además abarcará los criterios de prioridad y de compatibilidad de usos que
deben aplicarse en las distintas zonas, estableciéndose por unidades zonales los órdenes de
preferencia entre los diversos usos y aprovechamientos.

Servirán de instrumentos del plan hidrológico: el inventario de obras hidráulicas y la


disponibilidad de recursos; los datos sobre niveles piesométricos en acuíferos; las
estadísticas de: calidad de las aguas, la hidrológica disponible sobre precipitaciones,
evaporaciones, escorrentías (de utilidad para la evaluación cuantitativa y cualitativa de las
aguas superficiales y subterráneas) y, la de suministros y consumos de agua en las
diferentes unidades zonales, especificando el origen del recurso aplicado y los usos a que se
destina.

También se suelen estipular planes de gestión ambiental de obras hidroeléctricas, los que
deberán elaborar un diagnóstico expeditivo de la situación ambiental referido a cada
emprendimiento, con la identificación de los problemas globales y sectoriales,
fundamentalmente en áreas bajo riego, determinando la influencia de los embalses en el
comportamiento de las capas freáticas y el drenaje de los suelos; formular la evaluación de
las modificaciones ambientales que se producirán por el desarrollo de los aprovechamientos
y su relación con el sistema; determinar las acciones que posibiliten la normal convivencia
con el riego que tiene toda obra de este tipo y procurar que el balance neto del
emprendimiento resulte positivo; promover la inserción en la planificación regional;
incorporar en los contratos de estudios, proyectos, obras, la dimensión ambiental de
acuerdo a los programas específicos del plan de gestión ambiental.
El plan de gestión deberá contener programas de: clima; geología, geomorfología y
sismología; erosión, sedimentación y degradación de tierras; flora y fauna; hidrología;
calidad de agua; fauna ictícola; limpieza de vaso del embalse; llenado del embalse;
compensaciones, expropiaciones y relocalizaciones; patrimonio cultural; aspectos
especiales; usos múltiples y desarrollo inducido; calidad de vida, salud y seguridad del
trabajo; vaciado del embalse; defensa civil.

Los proyectos deben basarse en una gestión integrada de proyectos.

La planificación y la gestión son esenciales para mantener el aprovisionamiento de las


aguas de buena calidad, sostener las actividades humanas, luchar contra las enfermedades y
proteger las funciones hidrológicas, biológicas y químicas de los ecosistemas de la tierra,
según lo afirma la Agenda 21.

b) Legislación

Tanto la política hídrica como la planificación hidrológica que delinean la gestión,


administración, fiscalización y evaluación de los recursos hídricos sólo reviste
obligatoriedad si con tal carácter lo estipulan las normas jurídicas.

En este sentido el Derecho, a través de la legislación, que es una de sus fuentes, permite la
implementación de la política y la planificación hidrológica. Al respecto provee de
institutos y técnicas, las que a veces tienen eminente carácter "técnico" (por ser ésta la base
de la normativa que internaliza la dimensión ambiental) como ser la declaración de impacto
ambiental (para algunas actividades como la minera) y la evaluación de impacto ambiental,
los monitoreos y controles, la determinación de estándares de calidad de las aguas según los
usos, el reuso de las aguas, la recarga de acuíferos, determinaciones de las demandas según
los usos, etc.

Otras instituciones y técnicas tienen base "económica", como ser: los diferentes cánones,
las tasas compensatorias, las contribuciones de mejoras, créditos, subsidios, los derechos
ambientales transferibles, los costos de mantenimiento de sistemas comunes de
disposiciones de efluentes conforme a prorrateo.

Del ámbito de la planificación y el ordenamiento territorial son la zonificación, los planes.


Al ámbito de las ciencias de la comunicación y de la educación corresponden a la difusión,
la promoción, la investigación científica y la tecnológica, la capacitación y la
especialización, la participación ciudadana a través de consorcios de usuarios de riego y
suelo.

La participación ciudadana es una recomendación de la Agenda 21, en lo que hace a la


toma de decisiones y a las campañas de sensibilización ecológica.

Mientras que estrictamente "jurídicas" lo son los permisos; las concesiones de uso y
aprovechamiento de las aguas; las expropiaciones; las limitaciones y restricciones al
dominio; las servidumbres de acueducto, para abrevar ganado, avenamiento, desagüe, de
recibir las aguas, para realizar estudios, obras, ordenamiento de cuencas, protección y
conservación de aguas, tierras, obras, control de inundaciones, avenamiento, desecación de
pantanos, tierras anegadizas cuando resulte de interés público o para garantizar el ejercicio
de uso común y libre acceso a las aguas para permitir el ejercicio regular de derechos
privativos sobre aguas públicas otorgadas regularmente y no sea posible o conveniente el
uso de bienes públicos; los convenios sobre contaminación; los catastros; los registros de
aguas públicas, privadas, de empresas perforadoras de pozos, de usuarios de cuerpos
receptores hídricos; los inventarios de aguas en las que se deja constancia del grado de
contaminación; los censos de aguas superficiales y subterráneas; la renuncia; la caducidad;
la indemnización; las sanciones: multas, suspensiones, clausura de establecimientos,
decomisos; la indemnización.

Revisten carácter interdisciplinario el ordenamiento territorial, la evaluación de impacto


ambiental y la declaración de impacto ambiental, el daño ambiental. Este último
cumplimentado a través de una responsabilidad objetiva, por lo que en tema de
contaminación aunque se pague no se puede contaminar más allá de lo permitido.

VI. RECURSOS HÍDRICOS Y DERECHOS HUMANOS

En la base del uso y aprovechamiento de los recursos hídricos y de la regulación de los


efectos nocivos operan los derechos humanos fundamentales al ambiente, la salud, la
calidad de vida, el desarrollo sustentable, la biodiversidad.

Todos ellos requieren de una valoración social de la naturaleza y el ambiente. Se trata de la


búsqueda de la dimensión social del hombre. Y es en este sentido que opera la justicia, la
equidad, la proporcionalidad, la racionalidad, la solidaridad del recurso agua, bien escaso
por cierto, patrimonio de la humanidad y no sólo de las generaciones presentes sino futuras.

De ahí la necesidad de que el hombre no sólo respete el agua sino que impida que otros la
degraden no sólo cuantitativa sino cualitativamente.
De este modo el valor justicia no sólo mirará a los hombres sino también a las cosas y los
bienes de la naturaleza y el medio ambiente en el cual vive (16).

VII. CONCLUSIONES

Los recursos hídricos al abarcar fundamentalmente las aguas se constituyen en un recurso


natural imprescindible para la existencia de cualquier clase de vida terrestre.

Su escasez hace necesario su racional, óptimo, equitativo, eficiente y justo uso,


aprovechamiento y protección respecto a los efectos nocivos, si se quiere el logro del
desarrollo sustentable.

Las normas jurídicas deben internalizar la dimensión ambiental, receptando los principios
de la naturaleza y, formular principios de política hídrica realizables a través de la
planificación hidrológica.

Los usos y aprovechamientos deben ser otorgados conforme a criterios de gestión,


económicos, ambientales y axiológicos, partiéndose de la necesidad de la conservación,
preservación, defensa, mejoramiento, restauración de las aguas en su interdependencia con
los demás recursos naturalezas renovables y con los recursos inducidos, los creados por el
hombre y el propio hombre.

Regular el presente, pero pensando en el futuro, las diversas demandas del recurso, en
cuanto a calidad y cantidad, aplicando las modernas tecnologías en las actividades
económicas, la recuperación de aguas, la fijación y control de estándares de calidad y
grados de emisión, previendo a través de la declaración y/o evaluación de impacto
ambiental y, sancionando cuando fuere necesario a través de multas, clausuras de
establecimientos, aplicando el principio contaminador pagador, controlando el uso y
aprovechamiento de los recursos, monitoreando y fiscalizando, indemnizando el daño
ambiental, imponiendo obligaciones de hacer para restaurar la degradación o
contaminación efectuada, conforme a una responsabilidad solidaria.

Concesiones, permisos, caducidades, renuncias, registros, catastros, inventarios, vedas,


limitaciones, reservas, restricciones y limitaciones al dominio, expropiación,
indemnización, estadísticas, tasas, canon, contribuciones de mejoras, créditos, ayudas,
subsidios, participación ciudadana, educación, capacitación, promoción, difusión,
propaganda, son instituciones y técnicas que receptan los códigos de aguas de las décadas
del 70 al 90, a tales fines.

Pero si bien esto es de utilidad, la realidad demuestra la falta de eficacia jurídica de la


normativa: ya sea porque se carece de la voluntad de hacerla cumplir o falta la
reglamentación de estándares. A menudo, no se llevan, por más que se dispone al respecto,
catastros, inventarios, registros, estadísticas que muestren eficientemente cuáles son los
recursos que se disponen en cantidad y calidad. Y si no se conoce que es lo que se tiene
difícilmente se pueda preservar, conservar, controlar.

Se necesita también de la investigación científica y técnica, de la capacitación y


especialización que permitan la optimización y el uso racional del recurso, su recuperación
y reutilización.
Las normas jurídicas por sí solas no bastan. Quizás los códigos de aguas de las últimas tres
décadas (70 al 90) son lo que realmente han internalizado la dimensión ambiental. Pero ello
no es suficiente, se hace necesario el consenso social para su aplicación y la
concientización sobre el plexo de derechos, obligaciones, prohibiciones, cargas de los
usuarios y de los particulares en general; de los deberes de los funcionarios a quienes les
corresponden hacerlos cumplir. Sólo así podrán ser respetados los derechos humanos
fundamentales, a la salud, calidad de vida, biodiversidad, y el desarrollo sustentable.

Y dado que la escasez de agua dulce es determinante para la vida, un imperativo que no
puede esperar más tiempo es la compatibilización de los intereses económicos con los
ecológicos, tratando de conciliar las necesidades a breve y largo plazo. Tenemos una deuda
con el futuro, no se puede seguir esperando para tomar las previsiones y medidas necesarias
para saldarla, como juristas y como ciudadanos nos debemos a ello ya en los umbrales del
2000.

NOTAS:

(1) Goldschmidt, Werner, "Introducción filosófica al Derecho", Ed. Depalma, Bs. As.,
1980; Reale, Miguel, "Teoría tridimensional del Derecho", Ed. Edeval, Valparaíso, Chile,
1978, p. 7 a 149; Victoria, María Adriana, "Legitimación del conocimiento científico que
interesa al Derecho agrario", en Grandes tendencias del Derecho agrario moderno 2, Unión
Mundial de Agraristas Universitarios, Ed. Gayacán Centroamericana S.A., Costa Rica,
1994, p. 365.

(2) Waisman, Alberto-Correa, Elsa, "Aspectos instrumentales y gestión ambiental", en el


Curso de Postgrado en Gestión Integral del Medio Ambiente, INCYTH, CELA, UNC,
INTA, Catamarca, 1991, p. 1.
(3) Cano, Guillermo, "Recursos naturales y energía", La Ley, Fondo Editorial de Derecho y
Economía, Bs. As., 1979; Pigretti, Eduardo, "Derecho de los recursos naturales", Ed. La
Ley, Bs. As., 1975; Valls, Mario, "Recursos naturales. Lineamiento de su régimen
jurídico", 2ª ed. actualizada, t. I y II, Ed. Abeledo- Perrot, Bs. As., 1992.

(4) Cano, Guillermo, "Derecho, política y administración ambiental", Ed. Depalma, Bs.
As., 1978; Pigretti, Eduardo, "Derecho ambiental", Ed. Depalma, Bs. As., 1993; Pigretti,
Eduardo, "Criterios y principios de derecho ambiental", CIFCA, Madrid, marzo de 1983.

(5) Marienhoff, Miguel, "Régimen y legislación de las aguas públicas y privadas",


Biblioteca de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires",
Serie II, Obras n. 9, distribuido por Abeledo-Perrot, Bs. As., 1971; López, Joaquín,
"Normas ambientales", CIFCA, Madrid, marzo de 1983; Victoria, María Adriana,
"Configuración legal de los recursos hídricos ante el impacto ecológico", en IV Congreso el
NOA y el medio ambiente, Universidad Nacional de Catamarca, San Fernando del Valle de
Catamarca, Catamarca, noviembre de 1994; Victoria, María Adriana, "Il marchio legale
dell'impatto ecologico dell'uso e approffitamento delle acque nell'attivitá agraria", en 4
Agricultural Law. Regime juridique de l'eau dans l'agriculture. Union Mondiale Des
Agraristes Universitaires, Tome I, Túnez, 1997, ps. 351 a 365; Díaz, Federico, "Uso y
conservación de las aguas subterráneas en la agricultura", en 4 Agricultural Law. Regime
juridique de l'eau dans l'agriculture, ob. cit., ps. 117 a 141; Victoria, María Adriana-Díaz,
Federico-Maud, Ana María-Tomé, Myriam, "Pautas básicas para una legislación de aguas",
Boletín geoindustrial, año IV ns. 6-7, Edición Especial, Universidad del Norte Santo Tomás
de Aquino, Secretaría de Investigación y Desarrollo, San Miguel de Tucumán, Tucumán,
noviembre de 1997, ps. 45 a 54.
(6) Nuestra propia agenda, Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente en América Latina,
BID, Washington, 1990; "Nuestro futuro común", Comisión Mundial del Medio Ambiente
y del Desarrollo, Alianza Editorial, Madrid, 1987; Agenda 21, Conferencia sobre
Desarrollo y Medio Ambiente, Naciones Unidas, Río de Janeiro, 1992; "Carta Europea del
Agua", Consejo de Europa, Strasburgo, 1968.

(7) Gligo, Nicolo, "Medio ambiente en la planificación latinoamericana. Vías para una
mayor incorporación", en "La dimensión ambiental del desarrollo", t. I, CEPAL, ILPES,
PNUMA, Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., 1986, p. 33.

(8) Sánchez, V., "La problemática del medio ambiente y la planificación", Documento de
trabajo editado por el Colegio de Mexico, 1983, ps. 16 a 18.

(9) Victoria, María Adriana, "Marco jurídico de la planificación y gestión ambiental en el


Derecho comparado", en II Jornadas Regionales del NOA sobre política ambiental y
desarrollo sustentable, Municipalidad de Santiago del Estero, Universidad Nacional de
Santiago del Estero, 4, 5 y 6 de junio de 1993.

(10) Victoria, María Adriana, "Configuración legal de los recursos hídricos ante el impacto
ecológico", ob. cit.

(11) Commoner, citado por Martín Mateo, Ramón, "Derecho ambiental", Institutos de
Estudio de Administración Local, Madrid, 1977, p. 10.
(12) Brañes Ballesteros, Raúl, "La incorporación jurídica de la dimensión ambiental", en
"La dimensión ambiental en la planificación del desarrollo", t. I, ob. cit., p. 105.

(13) Sunkel, Osvaldo, "La dimensión ambiental en los estilos de desarrollo de América
Latina", CEPAL, PNUMA, 1ª ed., Santiago de Chile, 1981.

(14) Victoria, María Adriana, "Configuración legal de los recursos hídricos ante el impacto
ecológico ambiental", ob. cit.

(15) Victoria, María Adriana-Díaz, Federico y otros, "Pautas básicas para una legislación
de aguas", ob. cit., p. 51.

(16) Victoria, María Adriana, "Il marchio legale dell'impatto ecologico dell'uso e
approffitamento delle acque...", ob. cit., p. 365.

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