Engels, Friedrich - Carta A Margaret Harkness 1888
Engels, Friedrich - Carta A Margaret Harkness 1888
Engels, Friedrich - Carta A Margaret Harkness 1888
FRIEDRICH El'GEU;
misma f(¡rma. De nin~ún modo soy enemigo de la poesía de tendencia como tal.
El padre de la tragedia, Esquilo, y el padre de la comedia. Aristófanes. eran
ambos fuertes poetas de tendencia, y no lo eran menos Dante y Cen·antes: lo
mt;jor de Kabale und Uebe1 [Intriga y amor] de Schiller es que es el p1imer drama
político de tendencia en Alemania. Los rusos y noruegos modernos. que publi-
can excelentes noyelas, son todos poetas de tendencia. P<~ro creo que la tenden-
cia debe surgir de la situación y la a<.Tión mismas, sin que se llame la atcndún
expresamente sobre ella, y el poeta no tiene por qué darle en mano al lector la
solución histórica futura de los conflictos sociales. A esto se agrega que la novela.
en nuestras circunstancias, se dirigt~ generalmente a kctores que provienen de
círculos burgueses, es decir, que no forman parte directamente de nuestro nw-
dio. y según mi opinión también la nowla de tendencia socialista realiza com-
pletamente su vocación si, a través de una descripción fiel de las circunstancia~
reales, rompe las ilusiones convenciouall~s dominantes acerca de ellas. sacll(k
el optimismo del mundo burgués. vuelve inevitable la duda sobre la validet
eterna de lo existente, aun sin ofrecer ella misma una solución en forma din·cta.
e incluso en algunos casos sin tomar partido ostensiblemente. A su conocimien-
to preciso y representación maravillosamente vital tanto del pueblo campesino
austríaco como de la "sociedad" vienesa, la multitud se le prcscma como mate-
rial, y usted ha demostrado en Stefan que también sabe tratar a sus héroes con la
fina ironía que documenta el dominio del poeta sobre su creación ...
*En: Übt'T Kumt ttnd /,itr.mtur, 1, pp. 157-9. Tmducci<Ín de Silvina Rotcmhcrg.
'Drama lmrguésdc Schillcr (1782-3).
1 No\'cla d<: M. llarkncss.
··< >rgani.r.aciún rcli¡.,Tiosa-filantrópica que fue fundada en Inglaten·a por William Booth t:n .. J
<ttu• IH65.
EscRITOS soBRE LITERATURA
ocultar la !;íbula, vulgar para ella, b¡~jo un montón de enredos y adornos artificia-
les y sin embargo no hubiera podido escapar al destino de ser sorprendida en
esa actitud. Usted sintió que podía darse d lt~io de contar una vi~ja historia,
porque estaba en la situación de hacer de ella una llUC\'a historia con solo contar-
la manteniendo la fidelidad a lo real.
Su :\1r. Arthm· Grant es una obra maestra.
Si tuvient que critica¡· algo, es que la novela quizás no es lo suficientemente
realista. Realismo significa, e11 mi opinión, la reproducción fiel de caract.cres
típicos bajo circunstancias típicas adem<ís de la fidelidad al detalle. Pues bien,
los caracteres de su novela son suficientememe típicos tal como están descriptos,
pero las circunstancias que los rodean y que los motivan a actuar quizás no lo
sean en igual medida. En City girlla clase trab<tiadora aparece como una masa
pasiva, que es incapaz de arreglárselas y c¡ue ni siquiera aspira a hacerlo. Todos
los intentos de sacarla de su abúlica miseria vienen de afuera, de arriba. Si bien
esta era una descripción acertada en 1800 o en lH 1O, en los días de Saint-Simon
y Robcrt Owen, no puede presentársela como tal en 1887 a un hombre que tuvo
a lo lar~o de casi 50 aiios el honor de participar en la mayoría de las luchas del
proletariado combativo. La insurn•cción rebelde de la clase trabajadora contra el
ambie111e de opresión que la mdca y sus intentos -convulsivos, semiconscien-
tes o consciemes- de recuperar su posición de seres humanos, {i.lrman parte de
la historia y deben por dio reclamar un lugar en el ámbito del realismo.
Estoy muy !(;jos de \·er una falta en que usted no haya escrito, a fin de ensalzar
las concepciones sociales y políticas del auto1; una novela que sea franca y direc-
tamente socialista -una ''novela de tendencia" como la llamamos nosotros, los
alemanes-. !'\o me rcliero de níngün modo a eso. Cuanto nuí.s ocultas perma-
nezcan las opiniom:s del autor, tanto Jll(;jor para la obra de arte. El realismo del
que hablo puede manifestarse incluso a pesar de las opiniones del autor. Permí-
t.ame un ejemplo. Hal1.ac, a quien considero un maestro del realismo mucho m<ís
grande que todos Jos Zolas fmssés, fm~sents el á venir", nos da en /.a romMie !m maine
[Comedia humana] una historia maravillosamente re;t!ista de la "sociedad" han-
cesa al describir casi ;u1o tras ailo, siguiendo la forma dt" una crónica, las prog-re-
sivas acometidas de la burguesía en ascenso co1llra la sociedad noble, la cual se
reconstruyó luego de 1815 y restableció, hasta donde pudo, el est;índar de la
víeille jJolitesse jí·an(aise7 • Describe cómo los últimos restos de esta sociedad que
considera ~jemplar sucumbieron paulatinamente ante el ataque del vulgar \'
rico advenedizo o cómo fueron disueltos por este; cómo la grande drnm". cuva
infidelidad conyugal repn:sentabu tan solo un mt:to<lo para hacerse valer que se
correspondía perfectamente con la manera en que había sido casada, era reem-
plazada por la esposa burguesa que le ponía los cuernos a su (:sposo a cambio de
dinero o guardarropas; y en torno a esta imagen central a~rupa una hiswría
completa de la sociedad francesa, de la cual he aprendido más de lo que ht·
reunido de los todos los historiadores, economistas y estadísticos profesionales
x Gran dama.
KARL "MARX • fRIEURICH E::-.:GELS
'' St• trata dd lt:vantamiento del .5 a16 ele junio el<: 1832 en París, que fue conjurado por d al.t
j¡:¡¡uit·nb dd partido republicano, la "Sociedad para los ckrcchos humanos y ele la burguesía""
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