Historizar A Milei

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Lopez, Artemio (compilador)

Historizar a Milei : entre la motosierra y la picana / Artemio Lopez... [et.


al]. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Escuela Justicialista Néstor
Kirchner, 2023.
176 p. ; 23 x 15 cm.

ISBN 978-987-4092-23-6

1. Política Argentina. I. Título.


CDD 320.092

Escuela Justicialista Néstor Kirchner


https://ejnk.ar/

Coordinación editorial: Fernando Ariel López


Correción: Lautaro Vilo y Adrián Dubinsky
Diseño de interior y tapa: Vanesa Sangoi
Fotografía: Gentileza de Página 12
Historizar
a Milei
ENTRE LA PICANA
Y LA MOTOSIERRA

Artemio López
compilador

ESCUELA JUSTICIALISTA NESTOR KIRCHNER


PRESENTACIÓN DE LAS PUBLICACIONES DE LA EJNK

La Escuela Justicialista Néstor Kirchner (EJNK) es un espacio de formación de


cuadros, diseño de herramientas para transformar la realidad, y generación de
contenidos de comunicación política en pos del interés nacional y la construcción
de un país más justo, libre y soberano.
Se trata de un espacio participativo, integrador, federal y democrático, con
perspectiva ambiental, de género y multicultural. Tiene por objetivo contribuir
al debate público generando capacidad crítica desde la filosofía justicialista, en
el marco de un modelo de formación para construir la sociedad que imaginamos
y deseamos.
Escuela, porque la construcción de conocimiento por parte del pueblo es inse-
parable de la militancia y la acción política.
Justicialista, porque es nuestra identidad y el instrumento del Peronismo por
excelencia para todas las grandes transformaciones.
Néstor Kirchner, porque su coraje y creatividad en tiempos de crisis deben ser
la inspiración para generar colectivamente propuestas que permitan construir una
nueva mayoría con protagonismo popular.
Este libro pretende mostrar las continuidades históricas del momento bisagra
que vive nuestro país, donde el neoliberalismo intenta acceder al gobierno ya
no solo reivindicando sus políticas económicas que tanto daño causaron a la
sociedad. Se trata esta vez de reivindicar explícitamente el accionar del Estado
terrorista y las prácticas de persecución, tortura y desaparición de personas que
utilizó la última dictadura para implantar el modelo neoliberal a partir del año
1976. El uso de la tragedia pasada, como advertencia futura. De la picana a la
motosierra. Las voces de nuestros líderes son instrumentos de formación política
y, al mismo tiempo, marco de referencia justicialista para la elaboración de nue-
vas estrategias que impulsen los cambios necesarios en un mundo en constante
transformación.
Con esta publicación, y otras que vendrán, la Escuela Justicialista Néstor
Kirchner busca aportar al debate público con capacidad crítica de nuestros dirigen-
tes y militantes en pos del interés nacional y la construcción de un país más justo.
Te invitamos a formar parte de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner
(https://ejnk.ar) y sumate a los cursos virtuales, a las clases magistrales, a las
mesas federales, entre otras actividades.

Equipo de la EJNK

5
PRÓLOGO

El retorno del Economista


Amado Boudou

En su “EL PLAN PREBISCH. Retorno al coloniaje” don Arturo Jauretche des-


cribe sin vueltas y con claridad el rol que, imbuido en su aura de economista
prestigioso, el señor Prebisch presta a las Fuerzas Armadas que comienzan su
ilegal, antidemocrática, antirepublicana y sangrienta revolución fusiladora que
interrumpe el 16 de septiembre de 1955 la vida institucional de los argentinos.
Es en tal sentido que pone su firma al “Informe económico” que será la coartada
intelectual para propiciar el golpe y poner en marcha políticas económicas con-
trarias a los intereses del pueblo y la nación.
El devenir de la historia deja claro que no solo de violencia y asesinato usando
los recursos del Estado se ocuparían quienes usurparon el poder en 1955, también
interrumpirían la dinámica de transformación de la matriz económica argentina,
aserrando el tronco del proceso de industrialización que incipientemente venía
permitiendo mejorar la distribución del ingreso y aseguraba masivamente dere-
chos a las clases subalternas, que por primera vez conocían un guiño de libertad,
indisolublemente vinculado al trato de igual a igual entre los seres humanos.
Cabe preguntarse entonces si la participación de Prebisch como ideólogo eco-
nómico (prototipo del Economista de aquella hora), vocero de la “necesidad”
de aquel golpe de Estado y garante del Plan que lleva su nombre fue subsidiaria
o parte sustancial de las fuerzas que desencadenaron los hechos trágicos que
además tuvieron efectos tan devastadores como prolongados en la vida de los
argentinos.
La respuesta ya nos fue dada por Rodolfo Walsh al referirse a otro golpe de
estado, mas atroz pero en el que también emerge la figura de un civil, también
un economista, también prestigioso: José Alfredo Martinez de Hoz. En su “Carta
abierta de un escritor a la Junta Militar” publicada el 24 de marzo de 1977, a un
año del retorno de la violencia desde el Estado en la vida pública argentina, nos
iluminaba respecto a la verdadera dialéctica entre economía y violencia al referir
que “(E)n la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la expli-
cación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres
humanos con la miseria planificada”.
Es decir, el tema económico no fue (no es) instrumental, sino el fondo de la
cuestión de la violencia. La violencia de arriba, aquella que incluso apeló al te-
rrorismo de estado con tal de sostener los privilegios de las clases dominantes de
adentro y también sus vínculos estructurales con las fuerzas de afuera que dise-
ñaron y sostienen la matriz exportadora de materias primas, desindustrializada y
con altos niveles de desigualdad en nuestro país. Matriz consolidada y agravada
por la entronización de la dominancia del sistema financiero sobre el resto de las
actividades económicas a escala global.
Claro, no es una historia de nombres solitarios. En el caso de la Revolución
fusiladora Roberto Aleman, Julio Cueto Rúa y Adalbert Krieger Vasena fueron

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solo tres de los economistas prestigiosos -citados por Jauretche- que abogaron
por el cambio de rumbo económico. Años mas tarde Martinez de Hoz fue acom-
pañado por nombres como Domingo Cavallo u Horacio Liendo. Como puede
observarse todos hombres, prestigiosos, de consulta permanente tanto de los due-
ños del poder económico como de sus voceros. Personas que despliegan sus ar-
gumentos cómodamente en medios de difusión que defienden los mismos intere-
ses. Sin embargo, cada vez que tuvieron responsabilidades de gestión económica
sus fracasos fueron estrepitosos y muy nocivos para la vida realmente existente
de las clases populares y la clase media argentina.
Cabría preguntarse cómo se construyen los prestigios y quién los otorga en
nuestro país.
Ya en democracia, después del genocidio llevado a cabo desde el Estado du-
rante la dictadura cívico-militar que terminó con 30.000 detenidos desapareci-
dos, además de la destrucción del aparato productivo, la consolidación de una
deuda externa impagable y -sobre todo- la modificación estructural del patrón
distributivo de largo plazo, los experimentos pergeñados por los Economistas se
repitieron. También algunos nombres.
En la década de los 90 retornaron las peores políticas económicas centrando
todo el discurso y la acción en la “economía” y poniendo en segundo lugar a los
habitantes de nuestro país. “Ramal que para, ramal que se cierra” fue el nombre
de la motosierra de aquellos tiempos. Cultores del “estamos mal, pero vamos
bien”, los Economistas fueron figuras centrales del discurso público aplaudiendo
hasta que sus manos quedaron rojas -tan rojo como el lápiz que blandía el candi-
dato radical a presidente como embrionaria motosierra eliminadora de partidas
presupuestarias-, políticas que día a día empeoraban aquel presente y las pers-
pectivas materiales de las mayorías. El final es conocido. Nos fueron dejando sin
País, cuestión que se visibilizó trágicamente en diciembre de 2001.
También existió una figura descollante, por supuesto Economista, por supues-
to prestigioso: Domingo Felipe Cavallo. El dueño de la verdad indisputable. El
portador del saber. El mimado de los poderosos y los medios de comunicación
hegemónicos. También el sumo sacerdote de una ideología disfrazada de pseu-
do ciencia.
El ascenso y caída de Cavallo parecieron marcar el fin del rol excluyente de
los economistas como portadores de un saber arcano, infuso, inaccesible para el
resto de los mortales. Un saber que de tanto tener razón cumplía una y otra vez
sus verdaderos e inconfesables objetivos. Proteger los privilegios de unos pocos
y devastar los derechos de las mayorías fue el resultado concreto que obtuvieron
los economistas cuando el poder político cedió ante su discurso y su supuesta
sabiduría. Cuando se permitió que el análisis de las decisiones tuviera una sola
dimensión: la dimensión “económica”.
Así, junto con la invención de los “prestigios”, se inventó también la “racio-
nalidad”. Con este mote se clasificó a economistas y políticos según estuvieran
o no a favor de los intereses concentrados. Resulta que existen tantas razones
como intereses y por lo tanto es falaz hablar de una sola racionalidad pues tam-
bién existen tantas racionalidades como intereses. Cada “racionalidad” expresa,
abierta o subrepticiamente, las razones de los intereses que pretende representar.
No existe la racionalidad en abstracto, mucho menos una racionalidad natural o
normal.
Muy por el contrario, en nombre de la supuesta racionalidad se naturalizan
las políticas mas inhumanas, se normalizan los preceptos mas inverosímiles, las
consecuencias mas impiadosas. Por ejemplo, como alguien puede sostener la
libertad de movimiento de capitales y de comercio internacional entre países
mientras respalda que las personas no puedan atravesar libremente las fronteras,
la intersección de estas dos políticas provoca que cada año miles de personas
mueren intentando cruzar un paso fronterizo en busca del sustento mas básico.
¿Quién es capaz de organizar y defender esta institucionalidad? Estamos hablan-
do de leyes y normas creadas por seres humanos no de leyes de la naturaleza
-mucho menos de designios divinos-. Estas cosas no “suceden”… alguien las
hace, las provoca.
Ahora bien, no es cierto que cuando al país le va mal a todos sus ciudadanos
les va mal. Lo que se verifica mediante datos históricos es que cada vez que
gobiernan los “racionales” el país queda devastado en términos de producción,
empleo, endeudamiento y sobre todo ingresos de la población. Pero los resulta-
dos no son simétricos. Cuando mandan los economistas ganan inexorablemente
los dueños del poder económico. Mientras los pobres son cada vez más pobres
y las clases medias resignan patrones de consumo, la riqueza y los ingresos de
los dueños del poder aumentan producto de las decisiones de los Economistas.
Como ya se señaló, el mesianismo y la falta de humildad de Cavallo hizo
implosionar y desaparecer a la Argentina. Fueron cómplices de ese desastre
Fernando de la Rúa y Patricia Bullrrich entre otros. También fueron culpables,
nuevamente, prestigiosos Economistas: Federico Sturzenegger, Ricardo López
Murphy y José Luis Machinea son nombres recordados. Por supuesto todos ellos
contaron con el aval, los elogios y la articulación del Fondo Monetario Interna-
cional.
La llegada de Néstor Kirchner a la presidencia en 2003 puso una pausa en la
historia de los Economistas como dueños del destino de los argentinos. Se toma-
ron decisiones a contrapelo de la opinión de ese selecto club de los Economistas.
Se liberó al país de su verdadero cepo: el FMI. Los dos mandatos de CFK pro-
fundizaron este camino. Hubo mucho espacio para economistas que nada tenían
(ni tienen) que ver con el arquetipo construido de El Economista.
Los resultados son bien conocidos: durante doce años y medio crecieron el
producto, el empleo, los salarios, el número de jubilados, sus haberes, el sistema
educativo, el sistema de salud, la obra pública, la energía, la tecnología. Mientras
tanto, y componiendo un coro monocorde, Los Economistas realizaron sistemá-
ticamente predicciones apocalípticas que nunca se verificaron. Omnipresente en
los medios hegemónicos, el Economista dio cátedra en un loop aburrido pero
eficaz. Sin importar que sus designios no ocurrieran, y mucho menos que cuando
se llevaron adelante sus ideas los resultados fueron calamitosos, la valoración del
sistema hegemónico se mantuvo incólume. Expertos, sabios, soberbios, sabelo-
todo, falaces denostaron una visión política que atendía diversas razones, quitán-
dole el lugar supremacista a la razón de mercado y los intereses que representa.
Con la presidencia de Macri El Economista tendría su reingreso. Si se los

9
presentaba como dueños de la verdad aún cuando sus pronósticos y vaticinios no
se verificaban en la realidad, volvían a ser los predicadores de la religión del mer-
cado y el poder económico les daba nuevamente rienda suelta. Al mismo tiempo
que el gobierno preparaba el terreno para que se desbocara la avaricia y la codicia
de los dueños de la especulación financiera suplantando a la economía real, Los
Economistas preparaban el marco conceptual y normativo para un nuevo cambio
estructural en contra de los ingresos y la producción de los argentinos. Arrin-
conados por las políticas de devaluación, inflación descontrolada, aumentos de
tarifas, tasas de interés incompatibles con la economía productiva y la decisión
consciente de contraer un endeudamiento impagable, los argentinos vivieron una
brutal caída de ingresos y de empleo lamentables y lamentadas.
Los Economistas no se privaron de elogiar frondosamente al presidente Macri
y su racionalidad. Mientras se destruía la vida y los sueños de la población se en-
riquecía a grupos económicos en proporciones que ni ellos mismos imaginaron.
Los Economistas no se privaron de ser actores centrales de este acto. Prat Gay,
Dujovne, Sturzenegger, Sandleris y otros prestigiosos profesionales diseñaron,
llevaron adelante y difundieron profusamente en los medios las bondades de sus
políticas de miseria programada.
Después del fracaso de Macri (junto a Patricia Bullrich y Rodriguez Larreta
entre otros) El Economista volvería a tener un lugar preponderante. Esta vez
con su disfraz de neoliberalismo progre. Guzmán y Kulfas significaron más
continuidades que rupturas en temas de deuda, tarifas, industrialización, tasa
de interés y sobre todo -lamentablemente- ingresos de la población, así como
política distributiva.
Como puede apreciarse El Economista tiene una larga historia. De ninguna
manera es “lo nuevo”. Es solo el peor pasado con una nueva careta. De todos mo-
dos no puede perderse de vista que el personaje y sus atributos han sido siempre
una estrategia de distracción de las clases dominantes y sus intenciones. Luz de
gas. Alguna vez nos dijeron que el problema fue que el proceso estuvo conducido
por asesinos sanguinarios, otra que las fallas fueron las patillas y la corrupción,
luego que la culpa fue de un tipo ido de la realidad… un tonto, también que otro
fracasó por vago… No hay que dejar que nos confundan. Ni aunque todos estos
argumentos fuesen ciertos el problema principal está en sus ideas y el programa
económico que implementaron. No fracasaron (¿fracasaron?) esas personas, lo
que destruyó al país fueron las ideas. Las ideas presentadas, actuadas, difundidas
y representadas por El Economista (los Economistas).
Ahora asistimos a la última versión del Economista, su fase superior. La razón
de mercado como única razón de ser de la humanidad. El mercado como altar
donde sacrificar órganos humanos, vidas, educación, salud, sueños en virtud de
un ser superior: LA ECONOMIA. La “salud” de la economía como único bien
a tutelar. La “vida” de la economía por encima de cualquier vida. Como si fuera
un organismo viviente. Como si ninguna vida de alguien sin poder económico
valiera nada.
El nuevo disfraz puede resultar simpático a un distraído. Puede incluso pare-
cer rupturista y creativo ante la falta de respuesta de un sistema político que no
se atreve a pensar por fuera de la lógica de mercado. Pero sus ideas y su discurso
cargan la putrefacción acumulada de muchos fracasos. Huelen a pasado, suenan
a pasado. Eventualmente traerán el pasado. Podrá ser como tragedia o como far-
sa, sin duda será con dolor para las grandes mayorías y las clases medias.
En cualquier caso, el Economista tiene una larga historia en la historia argenti-
na. Este libro pretende dejar al descubierto esta nueva maniobra de des-historiza-
ción con que pretende presentarse como nuevo un personaje que es el emergente
de las tradiciones mas miserables de nuestra nación. Nada nuevo… con esto ya
nos arruinaron una y otra vez.
En nombre de la libertad se fusiló en el 55; se torturó, desapareció y robó
bebés en el 76; se produjo desempleo y se regaló el patrimonio nacional en los
90s; se destruyó el aparato productivo, se endeudó y se quedaron con los ingre-
sos entre el 2015 y el 23. En todos los casos los ricos se hicieron más ricos y los
pobres más pobres. También en todos estos casos las clases medias se vieron
empobrecidas.
¿Dónde estaría la libertad? La libertad solamente para aquellos que toman
decisiones en los mercados. Los consumidores, en cambio, no tendrían ninguna
libertad. La verdadera libertad es la libertad de no tener miedo por no poder sos-
tener tu familia al día siguiente. La libertad de soñar y realizar.
En nuestro país no hace falta discutir estadísticas: para entender el grado de
concentración de la riqueza basta saber que el tributo a las grandes fortunas al-
canzó solo a 16.000 personas físicas en un país de 47 millones de habitantes.
Queda claro entonces que la opción es defender derechos de las mayorías o los
privilegios de unos poquitos. Libertad para todos o libertad solo para 16.000 a
costa de miseria planificada para el resto. Hoy, como ayer, esta es la bifurcación
que nos ofrece la historia en estas elecciones presidenciales. El sendero ofrece
elegir entre un camino para sembrar o un camino en el cual unos pocos portan
motosierras. Caminos ambos que la argentina ya ha recorrido. Así como El jardín
de los senderos que se bifurcan es una metáfora del tiempo en clave territorial,
los candidatos que se presentan a elecciones y sus ideas también tienen historia.

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CAPÍTULO 1

De Bolsonaro a Milei
El giro al centro de los populismos en Brasil y Argentina
por Artemio López

Introducción

Pensar Brasil, la emergencia de Jair Bolsonaro y el nuevo modo de representa-


ción que ensaya Lula, en apariencia de “mayor moderación” que la que algunos
analistas progresistas esperaban, debe interpretarse a la luz de los cambios es-
tructurales de Brasil y en esta nota explicamos algunas claves.
Las principales -sin pretensión de ser las únicas-, radican en el impacto de
la desindustrialización y la defraudación del PT como alternativa de gobierno,
especialmente durante la gestión de Dilma Rouseff sobre la persistencia de dis-
cursos de ultraderecha racistas, potentes e históricos.
Comparaciones siempre discretas, la aparición de Javier Milei también debe
ser interpretada a la luz de las transformaciones estructurales de la Argentina y
la defraudación del actual gobierno del Frente de Todos presidido por Alberto
Fernández, clivados sobre retazos de discursos de ultraderecha, también racistas
potentes y preexistentes.
En este sentido la candidatura de Sergio Massa apoyada por Cristina Kirchner,
debe leerse básicamente como resultado de esas transformaciones estructurales,
la primarización de la economía argentina (la vuelta del FMI, tutela incluida) y la
defraudación del gobierno del FdT, y no como el simple “deseo” de “correrse al
centro o moderarse” de Cristina Fernández.
En este sentido es posible encontrar paralelismos en el “giro al centro” de
Cristina Kirchner mediante el apoyo a la candidatura de Sergio Massa, que res-
ponde también al patrón de transformaciones estructurales del país y el gobierno
fallido del Frente de Todos, con un patrón similar al corrimiento de Lula y la
aparición del “lulismo” en Brasil.

¿Por qué Lula giró al centro?

La política es economía concentrada.


Lenin

Vamos a intentar desplegar algunos apuntes para un análisis cualitativo de la


elección. Lamentablemente como sabemos, en los últimos años se produjo una
fuerte desindustrialización del país vecino, que afectó notablemente el desa-
rrollo de los Parques Industriales.
En este contexto de primarización económica y su secuela de desempleo, in-
formalidad y carencias extremas crecientes, Lula perdió la centralidad electoral
de los trabajadores industriales como soporte de su liderazgo.

13
En definitiva, cambió la base electoral producto por transformaciones estruc-
turales tras décadas de neoliberalismo y también de los límites de su segundo
gobierno y los estragos del gobierno de Dilma Rousseff, que tuvo más que ver
con el modelo neoliberal clásico que con una propuesta popular democrática.
Es ese cambio en el electorado lo que el politólogo brasileño André Singer,
portavoz y secretario de prensa de Lula hasta 2006, ha denominado “lulismo”
y lo define claramente:
El lulismo es una nueva síntesis de elementos conservadores y no conservado-
res. Por eso es tan contradictorio y difícil de entender. El lulismo valoró el mante-
nimiento del orden, lo cual tuvo resonancia en los sectores más pobres de la po-
blación. En este punto me interesa señalar que, en la formación social brasileña,
hay un vasto subproletariado que no tiene cómo participar de la lucha de clases,
a no ser en situaciones muy especiales y definidas. Así, lo que hizo el lulismo fue
juntar esa valoración del orden con la idea de que un cambio es necesario. ¿Qué
tipo de cambio? La reducción de la pobreza por medio de la incorporación del
subproletariado; lo que yo denomino “ciudadanía laboral”.
De ese modo el lulismo propone transformaciones por medio de una acción
del Estado, pero que encuentra resistencia del otro lado. Basta con prestar aten-
ción a los noticieros para ver cómo la lucha política está puesta todo el tiempo
en las decisiones económicas. El lulismo propone cambios, pero sin radicaliza-
ción, sin una confrontación extrema con el capital y, por lo tanto, preservando
el orden. En ese sentido, es un fenómeno híbrido, que también incorpora a ese
conservadurismo.1
Por este motivo, sostener que Jair Bolsonaro y sobre todo el bolsonarismo
social, es hijo de las redes o fenómenos coyunturales, es una reducción típica de
la patria consultora.

1
“Os Sentidos do Lulismo: Reforma Gradual e Pacto Conservador” Singer, André. São Paulo: Com-
panhia das Letras, 2012.
El liderazgo de Bolsonaro y su sostén social muy extendido, es el efecto de las
transformaciones estructurales de la sociedad brasilera. La primarización como
eje, la defraudación con el gobierno de Dilma y el PT, y complementariamente,
la persistencia a lo largo de los años de una cultura de ultraderecha en parte ex-
tendida de la sociedad brasileña, a la que se agrega como impacto notable pero
lateral, el fenómeno de redes.
Volviendo al tema central de esta nota que se basa en las transformaciones
estructurales que dan fundamento a la nueva dinámica electoral, recordemos que
la participación de la industria en el PBI de Brasil cayó del 46% en la década del
80 al 22,7% en 2015.
Como señalan  Fernando Mattos y Bruno Fevereiro:
La gráfica revela que la participación de la industria de la transformación en
el PBI brasileño sufrió una intensa caída a mediados de los ochenta, después
de haber crecido significativamente a lo largo del periodo 1940 a 1980, como
resultado del esfuerzo industrializador hecho por la economía brasileña en aquel
periodo. Sin embargo, la crisis de la deuda externa y el proceso de hiperinflación
vividos por la economía brasileña pusieron fin a ese esfuerzo industrializador
debido al agotamiento de la capacidad de financiamiento del Estado y los pro-
blemas asociados con la hiperinflación, como la falta de previsibilidad de los
precios y la escasez de crédito de largo plazo, que interrumpieron los procesos
de inversión en la industria.
La apertura comercial abrupta de los noventa, sin dotar a la actividad indus-
trial de condiciones mínimas para enfrentar la competencia externa que se evi-
denciaba en aquel periodo, generó esa acelerada pérdida de participación del
sector en el PBI. En los años siguientes, la manera en que la política económica
fue conducida después de la exitosa transición monetaria promovida por el Plan
Real, así como la concepción sobre las transformaciones promovidas por el plan
de estabilización, acabó acentuando la pérdida de participación relativa del sec-
tor de la industria de la transformación en la renta nacional.2
Participación de la industria en el PBI, a precios básicos

Fuente: ibge (Brasil), elaboración propia.


¿Se desindustrializa Brasil? Fernando Mattos - Bruno Fevereiro - IADE
2

15
Nota metodológica: para 1947–1989, Sistema de Contas Nacionais Consolidadas.
Obs.: Concepto utilizado para 1947–1989 al costo de los factores. Para 1990–1994,
Sistema de Contas Nacionais Referência 1985. Para 1995–2010, Sistemas de Contas Na-
cionais Referência 2000. Para 2010–2012, resultados preliminares estimados a partir de
Contas Nacionais Trimestrais Referência 2000. Obs: Concepto utilizado a partir de 1990
a precios básicos.
Como se mencionó en la primera sección, la pérdida de participación en la
industria en general y en la manufacturera, en particular, en el empleo y la com-
posición del valor agregado, son dos de los principales aspectos que constituyen
la llamada desindustrialización. (…) Los datos oficiales de la evolución de la
participación de la industria brasileña en el empleo y en el PBI revelan que
Brasil está experimentando un proceso de desindustrialización.
No sorprende entonces estructuralmente que Lula pierda centralidad elec-
toral sobre los menguados trabajadores industriales, se produzca un cambió su
base electoral por la primarización e insistimos, los estragos del segundo go-
bierno de Dilma, cuyo paradigma fue el modelo neoliberal clásico que dijo iba
a combatir, defraudación que obligó a señalar a Gilberto Maringoni, profesor de
Relaciones Internacionales, un veterano periodista y militante de la izquierda
brasileña, que:
El ajuste dejó de ser una opción para el gobierno. Es su propia razón de ser.
Si el ajuste termina, el gobierno cae. Por lo tanto, es muy remota la posibilidad
de que Joaquim Levy sea despedido. No es una casualidad que toda la bancada
petista lo aplaudió de pie en el encuentro del lunes16M. Ni el PMBD llegó a
tanto. La contracción, los recortes, el brutal superávit y toda la catilinaria del
neoliberalismo heavy metal – que Dilma acusó a Aécio Neves de querer implan-
tar – llegó para quedarse. No es Dilma quien nos gobierna. Es el ajuste.
Fue básicamente la combinación entre una coyuntura económica negativa que
empezó en el año 2015-aún en el gobierno neoliberal de Dilma-, la primarización
estructural de la economía y una tradición ideológica de derecha racista que tiene
una larga historia en el país, la que generó las condiciones para el surgimiento
de Jair Bolsonaro y el bolsonarismo social y la consolidación del nuevo Lula y
el lulismo.
Volviendo al tema eje de esta breve nota, sobre la desindustrialización de Bra-
sil y la pérdida de predicamento del lulismo sobre los trabajadores industriales,
según datos del año 2015 señalemos que:

• São Paulo cuenta con 458 distritos industriales, 168 condominios empresa-
riales, 41 “arranjos productivos” (clusters), 3 polos industriales y 20 parques
tecnológicos.
• En Rio de Janeiro hay 10 distritos industriales, 12 condominios empresaria-
les, 22 arranjos productivos” (clusters) y 2 polos industriales.
• Minas Gerais cuenta con 48 distritos industriales, 11 condominios empresa-
riales y 33 “arranjos productivos” (clusters)
• Bahia tiene 14 distritos industriales, 18 condominios empresariales, 9 “arran-
jos productivos” (clusters) y 1 polo industrial
• En Goias hay alrededor de 60 distritos industriales, en Rio Grande Do Sul 20
y en Rio Grande Do Norte 6.
Como los datos no admiten opiniones o, mejor dicho, las acotan, veamos los
resultados de São Paulo en las últimas elecciones, por lejos la gran capital indus-
trial de Brasil y otrora bastión del PT y el Lula de los orígenes.
El estado de São Paulo sigue siendo adicionalmente el colegio electoral brasi-
leño más grande, con el 22,16% de todos los votantes.

Esto significa que uno de cada cinco electores del país vota en São Paulo
donde Lula perdió categóricamente. Detrás se encuentra Minas Gerais, con el
10,41% del total de votantes y Rio de Janeiro, con el 8,2% ambos Estados muy
industrializados.
Tal vez durante su gobierno Lula intente recuperar trabajosamente votos del
proletariado industrial paulista defraudado, pero el lulismo va en busca de gober-
nanza sobre el sub proletariado residente masivo del noreste ultra pobre.
Es una estrategia muy comprensible, dada como dijimos, la dinámica electo-
ral que impulsó la primarización económica y las frustraciones con el PT tras la
experiencia de sus últimos gobiernos, en particular el de Dilma.
Es ese el cambio más notable en el electorado y la arquitectura de la coalición
que encabeza hoy Lula y denominamos «lulismo» y el que explica la hegemonía
nordestina en la estrategia electoral de Lula y su llamado “corrimiento al centro”.
Esta nueva base electoral organizadora del lulismo no demanda (ni desea),
como en las décadas de 1980 y 1990, una ruptura con el pasado o un cambio
profundo. Como plantea Giancarlo Summa:
El apoyo a Lula ya no se basa, como en las décadas de 1980 y 1990, en el
deseo de una ruptura con el pasado o de un cambio profundo, sino en la expec-
tativa de contar con un Estado lo suficientemente fuerte como para mejorar el
nivel de vida de la población –y de los más pobres en primer lugar–, pero sin una
radicalización política o una movilización de masas permanente que amenace
el statu quo.
El lulismo devendrá así en una forma de reformismo débil y de conciliación
permanente con las elites políticas y económicas tradicionales. Al optar por

17
apostar todas sus fichas a la actividad gubernamental y a las constantes media-
ciones, el pt se ha convertido en un partido dominado fundamentalmente por los
parlamentarios y administradores, y por los burócratas que controlan los votos
de los afiliados en las convenciones partidarias. Los movimientos sociales y los
sindicatos, que eran el núcleo de la identidad del PT y el centro de los otrora
animados debates internos, se han vuelto cada vez más secundarios.3
Por este motivo es lógico que el lulismo gire a la “moderación” a punto de in-
corporar a la coalición electoral a sectores ultra conservadores. El mapa electoral
fue claro respecto al predominio nordestino.

Fuente: Elaboración TN sobre TSE de Brasil

Fue la defraudación con el gobierno de Dilma Rousseff y la desindustrializa-


ción galopante de Brasil que cambiaron de manera decisiva la dinámica electoral
y explican estructuralmente la emergencia de Bolsonaro, pero también dejan su
marca en el actual gobierno de Lula y el lulismo.

3
Summa, Giancarlo. El Regreso de Lula a un Brasil de rodillas. Nueva Sociedad.
En efecto, el llamado “lulismo” perdió la centralidad de los trabajadores in-
dustriales a punto que, insistimos, pierde las elecciones en San Pablo la capital
industrial y, a contrario sensu, se hace más fuerte en el nordeste pobre sobre el
segmento sub proletario.
Son entonces las transformaciones estructurales de la sociedad en especial
la primarización y la precarización que supone, la que explican el lulismo, pero
también la aparición y consolidación de Bolsonaro, que no es hija predominante
del manejo de redes, tan solo recordemos que el triunfo de Bolsonaro en el año
2018 alguno de los analistas de aquella ocasión, lo atribuyeron a los grupos de
WhatsApp (!).
Bolsonaro tampoco se explica por la existencia de otros elementos coyuntu-
rales como los efectos del “discurso de odio”, que en rigor es consecuencia de
la historia ideológica de la derecha brasilera, fuertemente segregacionista y de
racismo extremo, combinada ahora con estas transformaciones estructurales que
también impactan sobre los segmentos. medios, antiguos trabajadores industria-
les que ven crecer su malestar con la política tradicional.
Los daños estructurales del neoliberalismo fueron muy profundos y en mu-
chos casos ya de larga duración y su reversión por el lulismo, y su coalición de
centro moderado, no está para nada garantizada. Como señalaba anticipatoria-
mente Alejandro Marcó del Pont.4
La decisión de Lula de designar al conservador Geraldo Alckmin como can-
didato a vicepresidente constituye, según Breno Altman, una estrategia que
apunta a reemplazar el debate izquierda/derecha por la discusión democracia/
neofascismo, mismo debate que se da en Europa y, que, seguramente se dará en
Argentina, donde la duda se encuentra del lado de la democracia. Aunque elec-
toralmente conveniente, la incertidumbre sobre la posibilidad de lograr revertir
las políticas neoliberales quizás sea el mayor interrogante.
Gobernar y reconstruir Brasil estragado por el neoliberalismo primarizador
y con una coalición tan amplia como la que triunfara en las últimas elecciones,
con la nueva y extendida base electoral sub proletaria como organizador central
del apoyo al lulismo es complicado, y ya vemos las trabas que debe ir sorteando
Lula día a día en su gobierno.
Un reto muy complejo, pues aún con las “demandas atenuadas” de la nueva
columna vertebral sub proletaria del lulismo, en Brasil parece no haber lugar para
nadie, ni los más carecientes, cuando sabemos que “o 1% mais rico no Brasil
possui 49,3% da riqueza total”5
¿Este proceso de transformaciones estructurales y defraudación con el
gobierno del FdT sobre una cultura de ultraderecha potente aplica a La Argentina?
Veamos.

4
Marcó del Pont, Alejandro. La metamorfosis de Brasil. Conclusión.
5
Digital Money Informe 20/9/2022.

19
¿Por qué Cristina giró al centro?

Sabemos que el epicentro electoral de Javier Milei fueron los segmentos medios
y medios bajos. Ese fenómeno tiene como soporte material las modificaciones
estructurales recientes observadas en nuestro país desde el inicio de la terce-
ra fase neoliberal iniciada en el año 2016, que supuso desindustrialización y,
mediante el acuerdo delictivo llevado adelante durante el gobierno de Mauricio
Macri, el retorno de FMI al país para, entre otras cosas, modelar la política so-
cioeconómica doméstica con sus tradicionales planes de ajuste. Veamos estas
transformaciones en clave electoral.
Unión por la Patria perdió electores en las PASO del año 2023 en particular
en los segmentos medios bajos con ingresos en línea con el umbral de pobreza
y los medios vulnerables que superan, pero no duplican el umbral de pobreza,
la pérdida de votos en la base de la pirámide existe, pero es comparativamente
menor.
También perdió votos Juntos por el Cambio en los segmentos medios ba-
jos, medios vulnerables y altos, pero en una proporción menor (1 a 4) respecto
a UP. Está muy claro que el gran aporte electoral a Javier Milei en la PASO lo
dieron los segmentos medios bajos y medios vulnerables.
Así como en la base del lulismo se encuentra la desindustrialización impac-
tante de Brasil, estimamos que la modalidad de representación que hoy expresa
Sergio Massa, tiene también un soporte estructural en la primarización agrope-
cuaria, que aumentó notablemente durante el gobierno de Mauricio Macri.
La industria, la construcción y el comercio perdieron peso en su participación
sobre el valor agregado bruto de la economía respecto al peso del sector agrope-
cuario, proceso de primarización que comenzó a revertirse en 2021, pero aún se
mantiene muy lejos de los niveles del año 2012 y 2013 e incluso por debajo de
los del año 2018.
En promedio, la primarización del valor agregado de la economía
empeoró un 19% durante el gobierno de Macri.
Esta primarización de la economía argentina entre los años 2015 y 2023, se
patentiza al observar la evolución de los sectores en ese lapso, y el crecimiento
del sector vinculado a la ganadería, en paralelo a la caída de la industria manu-
facturera y otros sectores.

Variación del PBI industrial per cápita, 2019 vs 2015.

Fuente: elaboración propia en base a BM y ONU

Como señala Daniel Schteingart “Entre 2015 y 2019, Argentina fue el país
del mundo que más se desindustrializó. El PBI industrial per cápita cayó 17,2%.
En China, creció 23,9% en el mismo período, en USA 4,4%, en Alemania 3,5%
y en Japón 2,6%.”
La primarización tuvo su correlato, tanto en ingresos de la población cuanto
en la estructura distributiva y finalmente también tuvo su impacto electoral, dan-
do soporte material a la emergencia de fenómenos como LLA y el retroceso de
UP. Veamos esto un poco más de cerca.

21
Salario nominal por puesto de trabajo registrado

Fuente: CEP XXI en base a AFIP. Los datos corresponden al salario bruto por puesto de
trabajo asalariado registrado.

Para imaginar la creciente crisis de ingresos familiares, mostramos como indi-


cador, los datos del salario total, privado y público en el sector formal.
Dejamos de lado el sector informal y cuenta propia, sector muy expandido
pero cuyos datos de ingresos son menos asertivos.
Circunscripto el universo de análisis de este trabajo, para el 8 de agosto el
promedio del salario registrado público y privado bruto era de $298.706 según
datos del Ministerio de Desarrollo Productivo.
Aplicando los descuentos de ley, el salario registrado de bolsillo promedio
alcanzaba el 8 de agosto a $248.000.
Por otra parte, durante julio de 2023, la variación mensual de la canasta básica
alimentaria (CBA) de indigencia y de la canasta básica total (CBT) de pobre-
za, con respecto a junio de 2023, fue de 7,1%. Las variaciones de la CBA y de la
CBT resultaron de 125,7% y 123,7%, en términos interanuales, y acumulan en el
año incrementos de 66,2% y 63,2%, respectivamente.
La canasta de pobreza ascendía en Julio a $248.962 en tanto la canasta de in-
digencia en el mismo mes ascendió a $117.423 para un hogar metropolitano (tipo
2) de 4 miembros. Como se observa el promedio salarial registrado de bolsillo
ya se ubica por debajo del umbral de la pobreza metropolitana, en tanto apenas
duplica a la canasta de indigencia que señala la supervivencia calórica del hogar.
En este sentido el INDEC informa que en el segundo trimestre de 2023 el in-
greso promedio per cápita del total de la población, que corresponde a 29.398.839
personas, apenas alcanzó los $87.310, mientras que la mediana del ingreso per
cápita fue de $65.500.
No sorprende entonces que, en el 2do. semestre de 2023 con tasa de des-
empleo estable en torno al 6,2% entre semestres comparados, hubo sin em-
bargo un aumento en la incidencia de pobreza que alcanzó al 40,1% de la
población nacional respecto del primer semestre de 2022 donde había alcan-
zado el 35,2%.
En el caso de la indigencia, el dato actual de 9,3% implicó un incremento
de 0,5 p.p respecto al primer semestre de 2022 (8,8%) y algo mayor respecto
al segundo semestre de 2022 (8,1%). Un indicador clave que revela situa-
ciones críticas de sobrevida calórica del hogar de no recibir suplementos
externos, que habitualmente lo reciben.
Extrapolando los indicadores al total poblacional, son 18,4 millones de perso-
nas las que están por debajo de la línea de la pobreza, de las cuales 4,2 millones
son indigentes. En los menores de 14 años el indicador de pobreza alcanza ya al
56,2% y la perspectiva inmediata no es a la baja.

Nota: los totales por suma pueden no coincidir por redondeo de las cifras parciales.
Fuente INDEC, Encuesta Permanente de Hogares.

23
Tanta es la penuria salarial que con tasas de desempleo interanual para
los primeros semestres del año 2022 y 2023, la pobreza creció 5 pp.
Ciertamente la evolución de los salarios, muestran el gran deterioro teniendo
en cuenta de que entre los años 2016 y 2019 el salario real cayó en promedio un
20%, pérdida de salario real a la que debe adicionarse estas caídas del período
comprendido entre los años 2019 y 2023.

Para observar una serie larga, veamos la evolución entre los años 2015 y el
estimado a octubre de 2023 del salario conformado por convenio.
Todos los salarios conformados de las actividades registradas caen abrupta y
profundamente respecto a los salarios conformados del año 2015.
Estas carencias en materia de ingresos explican los notables cambios en la
estructura distributiva, aún con tasas de desempleo relativamente bajas como la
actual del 6,2%.

25
El coeficiente de Gini del ingreso per cápita familiar de las personas fue de
0,417 para el segundo trimestre de 2023, en el mismo trimestre de 2022 el valor
fue de 0,414, lo que muestra un aumento de la desigualdad en la comparación
interanual.
Este empeoramiento de la desigualdad echó por tierra el avance obtenido du-
rante las gestiones kirchneristas, cuando en trece años con altibajos, pero de ma-
nera tendencialmente sostenida, se había logrado sacar de la pobreza a millones
de habitantes – en especial niños- y reducir ostensiblemente el Gini que había
dejado la crisis del 2001, que arrojaba en un extravagante 0,538 para el año 2002,
según los datos del Banco Mundial.
Como se observa abajo, la estructura distributiva continúa la senda regresiva
que iniciara el gobierno de Juntos por el Cambio en el año 2016.

Distribución del ingreso según los distintos componentes del valor agrega-
do (en porcentajes), 2016.2022*

*Los datos de 2022 corresponden al promedio de los primeros tres trimestres del año.
Fuente: elaboración propia en base al INDEC (CGI).

La pérdida de 8 puntos de participación de los trabajadores sobre el ingreso


total generado es inédita en democracia salvo en la salida del neoliberalismo en
la crisis del año 2001.
Existen varios indicadores que retratan esta situación. En primer lugar, la
abultada transferencia de ingresos del trabajo al capital, que se cuantifica en 70
mil millones de dólares durante el gobierno del Frente de Todos y que asciende a
101 mil millones si se incorporan los resultados de la gestión de Macri.
En segundo lugar, la fuerte tendencia a la elevación de la rentabilidad de las
grandes empresas oligopólicas y, en especial, las que detentan la estrategia de la
conglomeración empresarial, en base a su capacidad de imponerse en la carrera
de precios.
Así las cosas, el costo salarial cayó 18,6% entre los años 2016 y 2022 en un
descenso menor de la productividad (-5,5%). Circunstancia que se acentuó con
el actual Gobierno, cuando el costo salarial se reduce a 4,5% y la productividad
crece 0,8%.6
Al respecto Pablo Manzanelli economista de FLACSO indica “Dado que el
salario es directamente proporcional al aumento de la participación de los tra-
bajadores en el ingreso y la productividad es inversamente proporcional, ambos
factores -por distintas circunstancias en cada etapa- determinaron la reduc-
ción en el peso relativo de los asalariados en el valor agregado, más aún en
una fase de expansión económica como la del bienio 2021-2022”.
Transferencia de ingresos del trabajo al capital
Diferencial entre productividad y salarios en dólares de 12/2022

Dicho esto, y ante la defraudación que indujo el actual oficialismo y dan


soporte a un patrón distributivo tan regresivo, la desindustrialización y la crisis
de ingresos derivada que se muestra en los datos oficiales impresos sobre una
histórica y persistente cultura de ultra derecha, sostenemos que la aparición de
LLA y su soporte social extendido, es hijo de las transformaciones estructurales
de la sociedad argentina.
La defraudación, primarización y, complementariamente, la persistencia a lo
largo de los años de una cultura de ultraderecha en parte extendida de la socie-
dad, que entre sus antecedentes muestra la reivindicación de la última dictadura
que impregna el discurso “libertario” y a la que se agrega, como impacto notable
pero lateral, el fenómeno de redes.
Por otra parte, y para dar contexto al análisis más estrictamente electoral de
6
CIFRA. Informe Nro. 41

27
la aparición de LLA, nos preguntamos ¿Cuál es el motivo por el cuál un joven o
una joven de entre 16 y 25 años (el 25% del padrón nacional de electores) debiera
tener buena opinión de los gobiernos y dirigentes que fueron protagonistas desde
el año 2016 a nuestros días?
Analicemos ahora como evolucionó el voto de cada fuerza política mayorita-
ria, el domingo 13 de agosto del año 2023 en las PASO nacionales.

Despliegue electoral de Javier Milei

Para vincular el nivel y orientación del voto con la situación de ingresos del
hogar, como indicador proxi, se desagrega la intensidad de voto a cada fuerza
mayoritaria según el salario registrado promedio en los municipios, con datos del
Ministerio de Desarrollo Productivo.
Para vincular el nivel y orientación del voto con la situación de ingresos del
hogar, como indicador proxi, se desagrega la intensidad de voto en la PASO
nacional a cada fuerza mayoritaria, según el salario registrado promedio en los
municipios, con datos del Ministerio de Desarrollo Productivo.

Infografía: Diario La Nación.

Como se observa, Juntos por el Cambio compite con LLA en los municipios
de mayor nivel salarial, mientras pierde mucha presencia en los estratos de me-
nores ingresos, donde toma ventaja ostensible UP, ventaja manifiesta tanto sobre
LLA como por sobre Juntos por el Cambio.
La gran novedad se registra en los municipios poblados de salarios medios ba-
jos y medios vulnerables, donde el dominio de LLA es notable, incluso sobre UP.
Se trata de segmentos medios empobrecidos o vulnerables, cuyos ingresos
apenas alcanzan o no logran duplicar el valor de la LP para un hogar de 4 miem-
bros, que se transformaron en el bastión electoral de la opción libertaria y donde
se concentra el mayor nivel de fuga de electores de las dos grandes coaliciones
surgidas tras la crisis del año 2001.
La magnitud de la sangría de votos de las dos coaliciones tradicionales y de
la que se apropió LLA, provenientes mayoritariamente de segmentos medios
bajos y medios vulnerables, se observa con más claridad comparando en nú-
meros absolutos las dos últimas elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y
Obligatorias Nacionales.
La defraudación del gobierno del FdT se muestra evidente cuando analizamos
lo ocurrido con sus electores entre la PASO del año 2019 y las del año 2023:
El Frente de Todos obtuvo el 11 de agosto de 2019 un total de 12 205 938, o el
47,78% de los votos. El domingo 13 de agosto, la ahora Unión por la Patria llegó
a los 6.460.689 sufragios, sumados los votos de Sergio Massa y Juan Grabois,
apenas poco más de la mitad de lo que consiguió cuatro años atrás. Agreguemos
que la pérdida se dio en el mismo lapso en que el padrón electoral crecía de
33.841,837 electores a 35.394.425, esto es 1.552.428 millones de electores.
Por otra parte, se registra también una merma electoral notable en Juntos por
el Cambio sobre segmentos altos, pero básicamente sobre segmentos medios y
medios bajos. La coalición neoliberal pasa de 8.121.000 a 6.698.029 millones de
electores entre las PASO de los años 2019 y 2023 sumados Bullrich y Larreta,
con una pérdida de 1.422.971 votos.
La merma actual de Juntos por el Cambio, es tributaria ya no solo de la per-
sistente memoria del trauma que provocara la gestión de Mauricio Macri, sino
del efecto Milei, que se constituyó en opción principal para segmento de ingresos
altos, pero y fundamentalmente, reiteramos, para segmentos medios vulnerables
y medios bajos, constituidos en estas PASO en la fortaleza electoral de LLA.
Finalmente, UP registra una gran merma electoral producto central de la crisis
de ingresos que se observa durante su gobierno, con epicentro ya no solo en los
sectores de la base de la pirámide de estratificación, sino y fundamentalmente,
en los segmentos de salarios medios y medios bajos que se convierten así en el
segmento de mayor aporte de electores a LLA.
Resumiendo, la defraudación con los gobiernos propios y el impacto de la
desindustrialización inducida por el neoliberalismo, junto a la preexistencia de
discursos de ultraderecha e incluso racistas en las sociedades argentinas y brasi-
leñas, parecen ser los componentes estructurales del denominado “giro al centro”
tanto de Lula de Silva como de Cristina Kirchner y la aparición de figuras como
Jair Bolsonaro y Javier Milei.
Obviamente hay diversos factores que se sobreimprimen a estos dos aspec-
tos estructurales y deberán ser analizados a la hora de explicar fenómenos tan
complejos como el que se señala en este artículo: El surgimiento de opciones de
ultraderecha y “giro al centro” de los populismos latinoamericanos en Argentina
y Brasil.
Descriptas las causas estructurales de la emergencia de los referentes de ultra-
derecha, analicemos ahora cuanto de novedad aportan y si efectivamente están
desanclados del despliegue histórico del neoliberalismo del que son tan solo una

29
nueva modalidad de aparición electoral.
Nos referiremos en este caso exclusivamente a la experiencia de La Argentina
y al caso de Javier Milei.

Historizar a Javier Milei

Advertía Rodolfo Walsh: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre


que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y
mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores:
la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece
como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”
Pues bien, el paradigma de des historización de la práctica política de los
sectores subalternos, que brillantemente describe Walsh mostrando la operación
ideológica de los sectores dominantes, replica en su matriz conceptual, en el
borramiento de la historia por parte de los aparatos ideológicos de estado, de
aquellos candidatos que en una coyuntura específica son puestos en forma para
reproducir y ampliar los intereses de la llamémosle también “casta” económica,
jurídica y política dominante.
Los candidatos del establishment y dado el fracaso sistemático del proyecto
neoliberal que deben desplegar, aparecen sin historia.
Al respecto, en una reciente investigación7, el licenciado Ariel Lijalad, nos
ofreció una clave central para historizar a Javier Gerardo Milei y mostrarlo como
lo que es: Un mascarón de proa para desplegar la cuarta ola neoliberal en el país.
Los sectores del poder económico no lo “miran” por sus “ideas”, a las que le
prestan escasa atención, sino por su capacidad electoral de ser el nuevo portador
del viejo proyecto neoliberal.
Al respecto señala Carlos Pagni, gran intérprete de pensamiento del establish-
ment: “el mercado no está mirando el programa económico del candidato más
competitivo, mira su capacidad política, su capacidad para gobernar. Habrá
que ver cómo hacen para garantizar gobernabilidad y generar alguna confianza,
pero a su vez ocultarlo para que no parezca que los que vienen en contra de la
casta en realidad ahora están siendo vehículos de la casta”
Para entender a Milei entonces, hay que observar sus bambalinas, qué hay por
detrás, y dirigir entonces la mirada a Victoria Villarruel y sus soportes jurídicos,
políticos y militares que se describen claramente en la investigación de Lijalad.
Parafraseando a Walsh diremos que enfrentar con eficacia a la ultraderecha
requiere historizarla.
Al respecto leemos en el trabajo de Lijalad: “Victoria Villarruel, compañera
de fórmula de Javier Milei, se presenta como una simple militante de la memoria
completa, que no es otra cosa que un eufemismo del negacionismo y la reivindi-
cación del terrorismo de Estado. Pero oculta algo que queda al descubierto en la
escritura fundacional del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus
Víctimas (CELTYV), a la que accedió El Destape, y es la red de contactos que la
7
Lijalad, Ariel. “Negacionismo y negocios: abogados, corporaciones y operadores de la City, los
poderosos nombres detrás de Villarruel.” El Destape web – 10/09/23
https://www.eldestapeweb.com/investigaciones/victoria-villarruel/negacionismo-y-negocios-los-po-
derosos-nombres-detras-de-villarruel-20239100534
vinculan no sólo a ex funcionarios dictatoriales sino principalmente a los estu-
dios jurídicos más importantes de la city porteña, es decir, a los representantes
de las principales corporaciones del país, incluidos los abogados y recaudado-
res de Mauricio Macri. La historia se repite: detrás del genocidio iniciado en
1976 hubo un plan de miseria planificada y concentración de la riqueza; detrás
de su reivindicación actual también.”
Efectivamente, en el desarrollo de la investigación, Lijalad observa que los
mismos actores, (hijos y nietos) que se presentaron detrás de cada ola neoliberal
desplegada en nuestro país a partir de la última dictadura de mediados de los años
70, están hoy presentes en el intento de iniciar la cuarta experiencia.
Se disponen a utilizar para esta noble tarea, frente a la derrota de su delfín
predilecto Horacio Larreta en las PASO y el estancamiento electoral evidente de
Patricia Bullrich, a la nueva figura que, aunque estrafalaria en apariencia, será
orgánica a sus intereses en esta nueva fase neoliberal, a la hora de un eventual
gobierno “libertario”
Este es ya situado en la historia Javier Edgardo Milei, el León, en apariencia
“un personaje sin historia”, hijo del Tic Toc, Mauro Viale, Ale Fantino y poco
más, y al que la patria consultora y analistas de derecha y progresistas Dolce
Gabanna, ya han transformado en algo parecido a la Aloe Vera, encontrándole
análisis tras análisis, focus groups tras focus groups “nuevas propiedades”, en
este caso de eficacia electoral.
Atributos novedosos que al parecer seducen más y más a un electorado tan
desencantado como enojado y esperanzado, tras el fracaso en las últimas admi-
nistraciones de las dos grandes coaliciones surgidas como ya señalamos, tras la
crisis de salida de un cuarto de siglo de hegemonía neoliberal en el año 2001.
Crisis que condensa las dos primeras oleadas neoliberales que, como sabemos - y
si no lo sabemos, sepámoslo-, comenzaron en el año 1976 con la última dictadura
e interrumpió casi sin solución de continuidad en el año 2003 el gobierno popular
- democrático encabezado por Néstor Carlos Kirchner.
Así las cosas, des historizar a Milei parece la tarea de la hora de los sectores
dominantes y el aparato de medios que les es funcional.
Transformarlo en un personaje “sin historia”, como tal novedoso, cuyas con-
diciones estructurales de aparición como la desindustrialización, la defraudación
con los gobiernos propios y una potente cultura de derecha preexistente se invi-
sibilizan.
Entre las condiciones estructurales, y para historizar la emergencia de Javier
Milei, debe considerarse muy especialmente las mutaciones socioeconómicas y
políticas impresas sobre la persistencia de una potente cultura de derecha auto-
ritaria preexistente que se sintetiza muy bien en la categoría de “Autoritarismo
social” que los sociólogos Giselda Catanzaro y Ezequiel Ipar despliegan en el
estudio “Nueva derecha y autoritarismo social” publicado en la revista Mestiza.8
Señalan Catanzaro e Ipar que “La interpretación de dicho proyecto en todas sus
implicancias reclama, sin duda, el estudio de nuevas torsiones en el campo
político. Sin embargo, tenemos que analizar estas transformaciones sin perder
8
Catanzaro, Griselada e Ipar, Ezequiel: “Nueva derecha y autoritarismo social”. Revista Anfibia.
https://www.revistaanfibia.com/nueva-derecha-autoritarismo-social/

31
de vista esa dimensión social más densa y amasada en la larga duración a la
que nos hemos referido recuperando el concepto de autoritarismo social. Su con-
sideración apunta a que no quede incomprendida la complejidad de lo social,
pero también a evitar que la política resulte reductible a un problema de grandes
personajes, cuyas alquimias pueden ser serena, profesional y ecuánimemente
evaluadas al interior del análisis del discurso de los políticos”.
En esta perspectiva, de igual manera que se ocultan las condiciones estruc-
turales de aparición del personaje libertario, se desplaza su articulación plena
con los sectores de poder económico, judicial y militar que le dan soporte, cuya
arquitectura describe pormenorizadamente Lijalad en su estudio de investiga-
ción que resulta clave para des ocultar, historizar y finalmente comenzar a enten-
der la emergencia de LLA en general y su polisémico candidato, en particular.
En fin, que para novedades, los clásicos.
CAPÍTULO 2

Barrani. Anatomía de “El Fascismo”


por Rocco Carbone

El fascismo es un movimiento contradictorio, de afirmación y negación, que es


posible pensar bajo la forma de una interpelación reaccionaria de las multitudes
y como una organización que despliega terror: agita la motosierra como símbolo
concentrado de las políticas que promete. Fascista no es una categoría caduca en
la lengua política popular; tiene vigencia y es pertinente para definir a sujetos que
políticamente piensan y operan de modo antidemocrático -estando contenidos
dentro de las fronteras de la propia democracia-, que remiten a la experiencia his-
tórica del fascismo (rememorando sus acciones, sus símbolos) o que recuperan la
experiencia fascista como un modelo a imitar, incluso en ausencia de discursos
enunciados con nitidez.
Barrani. Esta palabreja indica un estado: estar al margen de la ley y es sinóni-
mo de clandestino, ilícito, ilegal. Desde el corazón de la pandemia la hizo emer-
ger un puntero de la Libertad Avanza infiltrado en el campo propio desde un set
televisivo: Carlos Maslatón. También quiere decir “en negro”, color que indica el
de las camisas clásicas del fascismo (que Javier Milei usa frecuentemente) y que
envuelve siempre un poder sombrío. El fascismo procede del olvido y engaña a
las víctimas (incluso a sus sostenedores) para que se repitan. El rostro fascista
tiene un evidente reverso: el terror. Es para (pre)ocuparse porque esas emergen-
cias, eficaces por cierto, son incompatibles con la convivencia democrática, que
nombra un complejo conjunto de dimensiones: la justicia social, la religiosidad
popular, las grandes tradiciones políticas -peronismo, radicalismo, comunismo-,
la propia Vicepresidenta, los feminismos y las disidencias, el ecologismo, el hu-
manismo de los derechos humanos, el movimientismo social, etc. Por eso mismo
estos leves entramados memoriales dispuestos aquí.

Incisión para mirar

Hay palabras que por la manera en la que son empleadas corren el riesgo de
volverse genéricos dichos para injuriar. No es infrecuente que un insulto sea una
palabra vaciada de historicidad. Al ser usada como buena (adecuada) en situacio-
nes diferentes, si no se determina y no se examina su sentido histórico, político y
lógico, corre el peligro de volverse volátil, un sonido dicho al pasar. Sin embar-
go, en el orden de las costumbres y en los pliegues mentales, un insulto nos habla
de algo residual que puede volver y que, por eso mismo, si vuelve, debe ser exa-
minado. Hay una palabra que en su justa referencia lógica e histórica debería ser
dirigida a sujetos que dicen reconocerse en la identidad de “libertarios” menos
como insulto que como signo descriptivo de prácticas y discursos específicos.
Esa palabra es fascismo, porque los que se dicen “libertarios” predican el recurso
a la violencia -bajo el ropaje de la libertad- en contra del Estado y de la nación

33
popular, y porque despliegan prácticas y discursos animados por la contradicción.
El fascismo clásico no fue un movimiento de una clase o de un grupo de
clases sociales en contra de otra clase u otro grupo. Sería erróneo entenderlo
de otra manera. Sus seguidores -en Italia, de hecho el 2022 se cumplieron cien
años de la oprobiosa marcia su Roma- se encontraban en todas las clases, en
todos los órdenes económicos e intelectuales, entre proletarios y clasemedieros,
entre empresarios y campesinos, entre clericales y antiguos aristócratas, entre
obreros y burgueses. Mussolini e Hitler fueron sostenidos necesariamente por
individuos pertenecientes a todas las clases sociales. También es cierto que el
fascismo encontró fervientes opositores en todas esas clases, conectados por un
común sentimiento (antifascista), un tejido de protección contra todos aquellos
que integraban las mismas clases de los opositores pero que se habían conectado
a esa experiencia violenta y contradictoria. Esto nos habla del origen pluriclasista
del fascismo. Milei lo entiende muy bien, por eso sus manifestaciones remiten
siempre a las libertades individuales. Sobre la base de esa interpelación agrupa
a los seres según sus capacidades individuales y sus “libres” decisiones en una
expansión pluriclasista.
El fascismo y el nazismo fueron hechos y morbos intelectuales y morales,
expresiones menos de clase que de sentimiento. El fascismo emergió en un mo-
mento de depresión, de catástrofe y en un instante de doble decepción: frente al
liberalismo racional y al marxismo. La catástrofe emergía de la Primera Guerra
Mundial que -como la pandemia- estalló de manera sorpresiva, como una sacu-
dida imprevista y como tal conmovió el cuadro de orden, la razonabilidad, la
“tranquilidad” que la civilización occidental venía cultivando desde siglo XIX.
La guerra duró más de cuatro años, se combatió en el corazón y en toda la su-
perficie europea e involucró a todos los pueblos de los países beligerantes, pero
se refractó también sobre la vida de los pueblos de los países neutrales. Esa
catástrofe provocó incertidumbre en el ser humano por la falta de protección y
por la situación de aislamiento en medio de los peligros de la vida. Cuando el ser
humano experimenta una incertidumbre sostenida tiende a sentirse fuerte y segu-
ro si entra a formar parte de un gran ejército, de las masas o de un movimiento
mesiánico. Se trata de la seducción fascinante de la violencia. En la complejidad
creciente del mundo, luego de la catástrofe sin precedentes de la guerra mundial,
el asombro condujo a las masas a una impaciencia sostenida y al desprecio de
la racionalidad, del compromiso y de cierta idea de progreso. En el contexto de
catástrofe, incomodidad y crisis emergió ese movimiento audaz, carente de un
sistema positivo de ideas, pero capaz de atraer y fascinar a las masas incluso a
pesar de la falta de fe de sus afirmaciones: el fascismo.
Sin la pretensión de explicar mecánicamente una escena invocando otra, Milei
-con sus formas violentas, con su culto a la fuerza, acentuado por su puntero-in-
fluencia: Carlos Maslatón- surge en un contexto homólogo respecto del de los
fascismos clásicos: la catástrofe de la pandemia y una crisis tanto del peronismo
(no es casual que la Vicepresidenta invocara recurrentemente el devenir de esa
identidad política popular y gran máquina imaginativa) como del neoliberalismo
mafioso. En las elecciones de medio término de 2021, de hecho, ni el peronismo
ni el neoliberalismo mafioso (que quiere que el peronismo “termine”, deje de
existir, como las otras fuerzas de derecha) ganó. Tampoco perdió.
El fascismo clásico es un movimiento contradictorio, de afirmación y nega-
ción: este es un punto nodal. Supo defender la religión y el ateísmo, cobijar la
cultura y elogiar la anticultura, cruzar tradición literaria (decadentismo) y van-
guardia -D’Annunzio y Marinetti-, custodiar la propiedad privada y el capital
y hablar de estatización de la propiedad, reverenciar las leyes y su violación,
acuñar conceptos ultramodernos y ponerlos en diálogos con categorías moho-
sas de la historia de las ideas. Mussolini se contorneó de la peor burguesía -la
especuladora- y ordenó una campaña contra esa misma burguesía, incluso lin-
güísticamente con el uso del plebeyo voi por sobre el elegante lei. Y, violento
como era, le ofrendó al mundo la ramita de olivo de la paz. El puntero-influen-
cia Carlos Maslatón tiene plena coincidencia con el arte de la guerra-de la paz:
“Amo la carrera armamentista, hoy y siempre. Es muy pero muy bullish diseñar y
fabricar armas. Beneficia económicamente a la sociedad y garantiza la paz mun-
dial” (tuit del 30/11/2021). Las contradicciones del fascismo -su simulación de la
racionalidad argumentativa- despiertan sensaciones psíquicas también de orden
contradictorio, que fascinan y atraen sobre la base de la angustia. Ahí reside su
eficacia en términos de adhesión y a través de esos mecanismos logra agregar
por un lado y por su contrario. Es la táctica de la tenaza. Estas contradicciones
se escenifican en la proxémica de Milei, que contrapuntea violencia y empatía,
reacción y rebeldía. Se escenifican también en sus acciones: en el corazón de la
pandemia recibió dos dosis de Synopharm pero en el debate televisivo previo a
las elecciones de 2021 declaró no querer inmunizarse por la “evaluación de ren-
ta-riesgo”. Lo mismo se verifica en su discurso: “En el capitalismo vos sólo po-
dés ser exitoso sirviendo al prójimo”9. El corazón de la explotación es convertido
en servicio al prójimo y la repulsa, en solidaridad. Sigue Milei: “Cuando castigás
al exitoso, castigás el proceso de acumulación de capital y le arruinás la vida a los
que menos tienen porque son los que no tienen capital y lo necesitan para ser más
productivos, tener salarios reales más altos y salir de la pobreza”. La extorsión de
la plusvalía que es lo que condena a las grandes mayorías a la pobreza, aquí ¡la
resolvería! En esta serie de cosas, la misma tónica contradictoria -el simulacro
de la racionalidad argumentativa- es asumida por el puntero-influencia Maslatón:
“Patricia Bullrich es completamente comunista” (twitt de 30/11/2022) y pocas
horas más tarde retuiteó esta imagen:

9
“Javier Milei explicó por qué el Banco Central restringió la financiación de pasajes, y advirtió sobre
las consecuencias: ‘No es gratis”. La Nación, edición del 26/11/21
www.lanacion.com.ar/lnmas/javier-milei-explico-por-que-el-banco-central-restringio-la-financia-
cion-de-pasajes-y-advirtio-sobre-nid26112021/

35
¿A qué atenerse, entonces? Carlos Maslatón es el triunfo de los magos y los
taumaturgos. Es un homólogo del Astrólogo de Roberto Arlt, que ya no atiende
en la quinta de Temperley sino desde el central Kavanagh potenciado por el nue-
vo embrujo que pesa sobre la humanidad a través de las consignas berretas y el
control del pensamiento descerrajado por las empresas comunicológicas y las
redes sociales que desarrollan nuevos mitos de carácter antiemancipatorio. Y el
mito no es objeto de discusión: es o no es. Interpela menos la razón que la com-
plicidad. Nos captura a través de nuestros deseos. Los mitos se desarrollan cuan-
do son capaces de justificar los deseos, mientras que las experiencias políticas
que son capaces de acuñar mitos se desarrollan cuando logran dirigir los deseos
colectivos. En la escena contemporánea, el cogito, ergo sum parece haber sido
sustituido por el agituamus, ergo sum. Agitación en procura de una expansión
confusional, pues en plena pandemia el taumaturgo agitaba el “peligro comunis-
ta” que estaba condensado -según él- en el gobierno del Frente de Todos: “Yo
fui el primer militante contra el encierro comunista”; “Fui un violador serial de
las imposiciones de una dictadura maoísta”; y “se la pasó despotricando contra
la ‘mentira’ del virus y criticó la ‘dictadura comunista’ de Alberto Fernández”.10
El descalabro de la razón ha profundizado los conflictos y las cisuras que dividen
la humanidad hasta transformarlos en abismos infranqueables a través de los
cuales parece imposible una comprensión recíproca. Sobre la grieta cambiemita,
colocada en la escena pandémica, se ha montado ahora la contradicción fascista,
que apelando al simulacro de la racionalidad argumentativa logra decir cualquier
cosa. Es Milei declarándose “antisistema” mientras se pasea por cuanto progra-
ma de televisión existe sin que ningún periodista le pregunte qué quiere decir
“antisistema”.
Esta es la índole del fascismo: el subibaja, el movimiento pendular entre ex-
tremos opuestos, la mezcla bizarra, estéticamente sintetizada en lo grotesco, ca-
tegoría de la filosofía de la historia del arte, que en Italia se remonta a la Domus
aurea de Nerón, pasando por el Renacimiento, y en la Argentina, a los dramas
sociales y culturales de la inmigración clásica, al teatro de Armando Discépolo,
al tango de Enrique Santos, a la convivencia entre gauchos y papolitanos (Mar-
tín Fierro), al fileteado porteño o a Los siete locos de Arlt. Esto es, el fascismo
encuentra resonancias en los subsuelos de la historia y la cultura por más que
las niegue. Es lo que la lengua popular llama el “enano fascista”: una latencia,
adormecida pero presente, que adecuadamente estimulada puede volver de modo
enérgico. Su emergencia en la Argentina -y en una parte conspicua de América
Latina- habla de la gran crisis histórica de nuestro tiempo, de la crisis política
y cultural nexada con el peronismo y el antiperonismo, y con la crisis desme-
surada -perceptiva y humana- sobredeterminada por la pandemia. El culto de
la fuerza y su eventual aplicación por tramos más o menos largos de tiempos,
¿qué puede generar sino el más desenfrenado reino del terror, que amenaza con
descalabrar los cimientos de una civilización y disgregar un pueblo? Con pudor,
puesto que la filosofía hurga menos en las soluciones que en los problemas

González, José Luis. “Carlos Maslatón. 100 por ciento barrani”. Revista Anfibia, edición online,
10

www.revistaanfibia.com/carlos-maslaton-100-por-ciento-barrani/ (23/8/2021).
vitales, se precisa la movilización de las fuerzas más avanzadas de la nación
popular, de las fuerzas racionales, de las facultades críticas y sagaces que vi-
bran en la fe de la dignidad humana, en la igualdad de los seres de todas las
clases y en la justicia social para evitar catástrofes -aún- de mayor gravedad.

Examinación: anarco-fascismo

Apropiadores. La lengua del campo antagonista (al campo popular) es confu-


sional. Quiero decir, promueve la confusión en el sujeto que la escucha y que
la hospeda en su existencia. Tiene dos movimientos correlativos e inversos. Es
apropiadora de palabras del acervo popular y negadora del devenir de la iden-
tidad propia. Ahora se apropiaron de la palabra “libertarios” como opuesta a
los anarquistas (como América Scarfó, Severino Di Giovanni, Miguel Arcángel
Roscigna o Simón Radowitzky) y la arrojan contra el Estado para estimular
desconfianza hacia las instituciones de lo común. Se dicen anarquistas porque
son fascistas. Pier Paolo Pasolini en Salò o le 120 giornate di Sodoma decía:
“Nosotros los fascistas somos los únicos verdaderos anarquistas, por supuesto
una vez que nos hayamos apoderado del Estado. De hecho, la única anarquía
verdadera es la del poder”. Con Milei y la Libertad Avanza -que no necesaria-
mente entre sus votantes, aunque debe reconocerse que los movimientos fascis-
tas históricamente no emergieron como meros accidente de la historia, sino que
fueron concebidos en el seno de sociedades taladradas por colosales aparatos de
propaganda, la Argentina no es una excepción- se ha desatado entre nosotros el
anarco-fascismo. El fascismo -el “enano fascista”- es una latencia, adormecida o
chiquita pero presente en la historia y en la vida de los pueblos, y adecuadamente
estimulada puede volver de modo enérgico. Puede convertirse en Goliat. Esa
estimulación en la Argentina está siendo provocada por Milei. Este promueve
un anarco-fascismo, uno de cuyos sostenes es Macri. Esta no es una mera infe-
rencia. De hecho, entre las dos figuras existen ríos subterráneos que las nexan:
Carlos Kikuchi, un operador de Milei y Sebastián Pareja, operador de recorridos
sinuosos: “En Buenos Aires la trama política se pone más espesa. Acá Kikuchi
cuenta con un operador de larga data en la rosca bonaerense. Es Sebastián Pareja,
secretario de Menem en su segundo mandato, funcionario de Cambiemos durante
el gobierno de Macri y armador histórico de Emilio Monzó”.11
Lo alucinatorio. Desafortunadamente, en la Argentina se verifica una resisten-
cia ante la palabra fascismo, que se comprueba incluso en algunos sectores del
campo popular. Se la considera una etiqueta fácil cuando en realidad se trata de
un concepto obstinado que mal haríamos en dejar de examinar en sus variaciones
históricas. Negar la palabra no borra ni diluye su operatividad en el campo polí-
tico, donde se evidencia a través de discursos y prácticas sociales. Desestimar la
palabra fascismo referida a Milei y la Libertad Avanza y calificarlos de “extrema
derecha” sirve sólo para atenuar el problema y solapar el peligro que inherente-
mente implican.
11
González, José Luis. El loco. La vida desconocida de Javier Milei y su irrupción de la política
argentina, Planeta: Buenos Aires, 2023, p. 156.

37
La alucinación es una falsa percepción. Digamos que es lo contrario de una
ilusión. La ilusión podemos pensarla como una interpretación errónea de un es-
tímulo exterior que existe realmente. La alucinación en cambio detecta un estí-
mulo externo que no existe. Una alucinación auditiva, por ejemplo, consiste en
oír una voz sin que en el afuera exista un estímulo sonoro. Y en el caso de una
alucinación visual, presenta una imagen irreal que se superpone a un fondo real
existente. Entonces, la alucinación es una percepción falsa porque se verifica en
ausencia de un estímulo externo. La psicopatología habla de la alucinación como
una “percepción sin objeto”. La palabra alucinación deriva del latín hallucinere
que quiere decir “perder la conciencia”. Hallucinere en su raíz tiene la partícula
lux, que quiere decir luz, iluminación, percepción. Si del latín nos transporta-
mos al griego, alucinación se enlaza con ἁλύσκειν (haluskein), que quiere decir
escapar, evadirse. En ese sentido, la alucinación es una fuga de la realidad. Las
alucinaciones pueden producirse en todas las modalidades sensoriales. Hay alu-
cinaciones visuales, auditivas, gustativas, olfativas, táctiles. Pero existen tam-
bién alucinaciones que no son individuales. En los casos en que varios sujetos
comparten la misma experiencia ilusoria, entonces hablamos de alucinación co-
lectiva. El fascismo es una alucinación colectiva,
Podemos imaginarlo como una especie de rayo sorpresivo que surge en el bor-
de de la política. Desde allí, se para y se refracta sobre la vida política y la vida
social, y las descalabra. El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale, 1985), una
novela distópica de Margaret Atwood, piensa la avanzada fascista como algo que
llega de golpe (rayo sorpresivo) y ahí empiezan a caer las disidencias, las muje-
res, las personas discas y toda la lista. Esto es interesante porque para la consoli-
dación del poder fascista se necesita un enemigo: una víctima sacrificial que vie-
ne a permitir la consolidación de ese poder y la activación de un reclutamiento.
Del sacrificio de esa víctima deben participar todos, en mayor o menor medida.
Esa víctima en la Argentina es la vida democrática en común que emergió luego
de la experiencia de la última dictadura, ahora recuperada por Victoria Villarruel.
Fascista y fascismo son fuerzas que están por fuera del acuerdo democrático.
El fascismo lleva a cabo una ruptura con la democracia y de la democracia.
Destruye el ser democrático. La democracia puede ser pensada como un poder
amplio, diseminado, disidente, reconocible en su diversidad. El fascismo usa la
heterogeneidad que invoca con vistas a reinstalar e imponer la homogeneidad. El
poder diseminado, que es el poder democrático, es anulado por el fascismo. Al
mismo tiempo, debemos decir que la democracia, que por supuesto defendemos,
en sí misma, es demasiado pobre, demasiado frágil para entender y detener el fas-
cismo. Sobre todo porque éste no aparece en su forma original: clásica, histórica.
Aunque siempre hay hilos que desde el pasado inervan el presente. Desconocerlo
o negarlo sería incurrir en la negación de esa famosa tesis del Brumario de Marx
de que la historia tiene dos declinaciones.
En cuanto a lo sorpresivo: la política científica del fascismo clásico consistió
en forzar bruscamente un corrimiento del modelo especulativo al modelo prác-
tico. Al cientista se lo obligó a devenir técnico: “útil al mercado”. Hoy Milei lo
dice así: “Que la ciencia y la tecnología queden en manos del sector privado”.
El fascismo alucina la vida y alucinándola, alucina también la política, y de este
modo hace evadir a la política de sí misma. Es una fuerza que coloniza la política
y la descentra de sí misma: out of joint, fuera de quicio, dice Hamlet. Se trata
entonces de una forma política alucinatoria. Ahora, para comprender el espe-
sor real de esa fuerza hay que bucear en esa alucinación. Y bucear dentro de la
alucinación puede hacernos parecer alucinados. Pero no es así porque nuestras
lecturas alucinatorias reponen lo político en la política para hacer emerger de ella
-de la política- una percepción con objeto. Me refiero al propio fascismo que con
la Libertad Avanza está entre nosotros.
Un rasgo decisivo del discurso de Milei consiste en arrojar la palabra fascismo
a sus antagonistas. Y lo hace para llevar a cabo venganzas, desahogar rencores,
devaluar energías, aplastar iniciativas. Esa actitud es bien visto una lógica. Se
trata de la lógica de la negación: no soy yo, son los otros: el fascista no soy yo
sino vos. Si miramos este fenómeno más de cerca es posible hablar de proyec-
ción: usan la palabra fascismo porque ellos son el fascismo. Esa proyección es
en realidad una intervención sobre el presente histórico-social que consiste en
activar una transferencia de su identidad política profunda a sus antagonistas.
De este modo, borran la condición propia (lo que son, digamos) y la reescriben.
Es el ejercicio deliberado del poder. Cuando decimos poder, entre muchas otras
cosas, nombramos también la facultad de determinar la manera en la que se nos
percibe. Por eso mismo pueden asignarse la categoría de libertarios sin serlo,
porque tienen el poder de incidir en cómo se los percibe.
Alucinan la política, pero alucinan también las palabras y la propia lengua.
La lengua fascista es una especie de lengua achatada, configurada por un léxico
pobre, con una sintaxis elemental, estrictamente economicista, como si la eco-
nomía no formara parte de la cultura. Todo esto está hecho adrede para limitar
los instrumentos del razonamiento complejo. De lo que llamamos razonamiento
crítico. De este modo, forjan una realidad cognitiva paralela y alterna. Y en esa
realidad, la reactividad social que deberían recibir ellos (la Libertad Avanza) es
redirigida contra el sujeto colectivo de su desprecio. El sujeto fascista extenúa la
realidad y captura las acciones emancipatorias tendientes a detenerlo. No nos dan
tregua, al punto de que se vuelve difícil objetivar el fascismo.
¿Una categoría europea? Fascismo no es un concepto particular. Indudable-
mente, refiere a la experiencia política italiana y con matices a la alemana, pero a
lo largo de la historia encontramos movimientos y partidos fascistas en otros paí-
ses. En el Reino Unido, por ejemplo, con la British Union of Fascists, conducida
entre 1932 y 1940 por un ex laborista -Oswald Mosley- que se había formado en
la escuela de John Maynard Keynes. Más o menos en la misma época, entre 1932
y 1938, en China -que nada tiene que ver geográficamente con el continente eu-
ropeo- se expandió la sociedad de Camisas Azules del Kuomintang (Partido Na-
cionalista Chino) dirigida por Chiang Kai-shek. El fascismo italiano, por ejem-
plo, consideraba a la Cuba gobernada por Gerardo Machado y Morales como
un lugar apropiado para implantar el primer régimen fascista en América. Julio
Antonio Mella, símbolo del movimiento estudiantil y obrero latinoamericano, a
Machado lo apostrofaba señalándolo como el “Mussolini tropical”. Este mandó
a asesinarlo mientras Mella residía en México. Le encomendó el asesinato a San-
tiago Trujillo, jefe de la policía secreta cubana. Estipulada sobre la base de una

39
paradoja, la eliminación de Mella apuntaba a que “reinara la paz y la tranquilidad
social” en Cuba. Son las oscilaciones propias del fascismo. Tina Modotti, com-
pañera de Mella, a un mes del asesinato sostuvo que “era un símbolo de la lucha
revolucionaria contra el imperialismo y sus agentes, una bandera en la lucha de
los obreros y campesinos de todo el continente; en la conciencia y en los movi-
mientos de masa de los trabajadores”12.En otro orden de cosas, en Cuba -y otros
países de América- Amedeo Barletta revistaba como administrador de los bienes
de la familia Mussolini, además de operar como ideólogo del fascismo con una
marcada influencia en los círculos de poder. Barletta emigró a la Argentina entre
fines del 30 y mediados de los 40, antes de volverse a Cuba. Si lo hizo es porque
en la propia Argentina existió un Partido Fascista Argentino (PFA), en la década
infame. Esa estructura le heredó la sigla a otra institución oscura y federal.
Este repaso un tanto a las apuradas pretende demostrar que la categoría fascis-
mo no refiere a experiencias estrictamente europeas por más que sus eclosiones
conspicuas se dieron en Europa. Quiero decir que el fascismo fue un movimiento
internacional. En el siglo XXI también. Milei y la Libertad Avanza tiene múlti-
ples terminales nerviosas en distintas latitudes latinoamericanas y europeas.
Movimiento de la gran mentira. Todo fascismo tiene un profeta. Sin embargo
las palabras de esos profetas deben de ser examinadas con cuidado. “En todo
el curso de la historia los políticos nunca fueron particularmente respetuosos
de la verdad. Mussolini y Hitler fueron los primeros en hacer de la mentira una
verdadera creencia pública. Esta práctica a menudo confundió a sus enemigos y
también a los historiadores. Muy simplemente, a personas como Hitler y Mus-
solini nunca se les puede tomar ‘la palabra’ y el drama está en que la historia
de las ideas [junto con la vida política] se fija precisamente sobre las palabras
y las citas. Tener que ocuparse de mentirosos confesos como ellos compromete
el método tradicional de la historia de las ideas. [...] Al tratar con figuras como
aquellas de Hitler y Mussolini, la cosa más segura debería ser no confiar nunca
y no creer nada de lo que dijeron. En los discursos públicos, ambos se atenían
notoriamente a la más escrupulosa ambigüedad. [...] Mussolini describía explí-
citamente su propio método como técnica de la ‘ducha escocesa’: Mussolini ‘al-
ternaba continuamente frío y calor, puntos de vistas radicales y conservadores,
actitudes razonables e intransigentes, según lo considerara oportuno en función
de las circunstancias’. El problema entonces no radica en si estos profetas real-
mente creían en ciertas ideas, sino en si realmente podemos creerles incluso
cuando decían que lo hacían”13. Estas contradicciones se pueden apreciar en el
debate televisivo previo a las elecciones de 2021, cuando Milei declaró no querer
inmunizarse por la “evaluación de renta-riesgo” (?). Lo mismo se verifica en su
discurso público: “En el capitalismo vos sólo podés ser exitoso sirviendo al pró-
jimo”, 26/11/2021). El corazón de la explotación -el capitalismo- es convertido
en servicio al prójimo.

12
Cupull, Adys y González, Froilán. Julio Antonio Mella y Tina Modotti contra el fascismo, Edicio-
nes Abril: La Habana, 2005, p. 324.
13
Allardyce, Gilbert. “What fascism is not: thoughts on the deflation of a concept”, American Histo-
rical Review, abril de 1979, pp. 367-388.
La libertad es su negación. No es nada extraño que hablando de fascismo se
cometan errores de juicio, de trazo grueso, de interpretación política e histórica.
Simplificar o, lo que es peor, negar el fascismo produce grandes daños humanos:
tratarlo como una opinión -ademán frecuente en los medios de comunicación
nacionales y en el ámbito político también- y no como un crimen. Una costumbre
errónea es designar con la palabra fascismo todo tipo de reacción. El fascismo es
un sistema de reacción integral y tiende a suprimir sistemáticamente toda forma
de organización autónoma del campo popular. Por eso mismo, Avanza libertad
o la Libertad Avanza son nombres adecuados para nombrar el movimiento anar-
co-fascista, porque puesto que el corazón del fascismo es contradictorio, afirmar
la libertad implica su negación.
Fascismo, capitalismo, estatalidad. Entre las \sdécadas del 20 y el 40 del
siglo pasado, el fascismo se presentó como variante de las tensiones y pujas
del capitalismo en su fase imperialista. Hoy se presenta como alternativa de la
dominación ilimitada del capital, de las corporaciones, y de la “totalización” de
los dispositivos y prácticas neoliberales potenciadas por las cryptoperaciones y
la matrix de las redes sociales. En su momento estuvo empalmado con la exalta-
ción de las identidades nacionales, de la fuerza y organicidad de los Estados, del
poder uniforme y aplanador de la “masa”. En cambio, hoy se expresa con fór-
mulas “individualistas”, atomizadas, de disgregación, de erosión y rechazo del
Estado. Estos que repaso son motivos que pertenecen a las variaciones históricas
del fascismo y a las modulaciones de sus registros. Lo que quiero decir es que
el fascismo varía en función de las variaciones del capitalismo y su relación con
la estatalidad. En este sentido, mal haríamos en leer la historia política de manera
lineal y literal. El nacionalismo del siglo XX, en el XXI devino en sacralización
de la propiedad privada: “dar trabajo”, “sacar de la pobreza”, antes cualidades del
Estado, ahora se volvieron acciones declarativas de los “privados” feudalizados,
máquinas de producción de subjetividad disponibles para el anarco-fascismo. En
esta serie de cosas, los “valores de la raza” se trocaron hoy, en la Argentina, en la
consigna “somos estéticamente superiores”. La cuestión “colonial” en países como
la Argentina se da menos bajo la veta de la expansión que bajo el signo de un sentido
común -aún- no declinado14.
Políticamente. El fascismo excluye a todas las demás fuerzas. De allí la ela-
boración totalitaria de discurso “anti-casta”. Como indicño Américo Cristófalo
en algunas conversaciones, casta comparte raíz con castidad, castizo, castillo,
castellano. Casta señala una supuesta pureza y levanta una especie de fortifica-
ción entre un antagonista construido como otredad corrupta y una afirmación
identitaria basada en la “pureza”. En una inversión prototípica de la lengua de la
reacción, casta indica menos a los otros que a los que se es. De esto desciende
también la oración enunciada por Milei en el búnker de las PASO de la Libertad
Avanza: “Hemos logrado construir esta alternativa que dará fin al kirchnerismo.
Estamos frente al fin de la casta, basada en esa atrocidad que dice que donde hay
una necesidad hay un derecho y cuya máxima expresión es la justicia social”.

14
Comuna Argentina, “Contra el fascismo: un manifiesto”, Diario Tiempo Argentino, edición del
8/11/22 www.tiempoar.com.ar/politica/contra-el-fascismo-un-manifiesto/

41
Mafia y fascismo. Se trata de aversiones nihilistas, arrojadas contra su otredad
social y política, sea el kirchnenismo o la casta. Un punto de contacto decisivo
entre el discurso público de Macri y el de Milei consiste en arrojar respecti-
vamente la palabra mafia y la palabra fascismo en contra de sus antagonistas,
que por otra parte coinciden. Se trata de la lógica de la negación o del espejo
invertido: del no soy yo, son los otros. Activan una transferencia de su identidad
política profunda. Conocemos ese mecanismo. Incluso en la serie Peaky Blinders
se escenifica el empalme entre un fascista como Oswald Mosley y un mafioso
como Thomas Shelby.
Estas cuestiones postulan una simetría y una confluencia: Milei es Macri; que
más que afirmación es pregunta, incertidumbre, hipótesis. Por las declaraciones
de Milei acerca de que la mafia es preferible al Estado, porque Macri tendría un
rol destacado en su eventual gobierno -cumpliría la función de “súper embaja-
dor” para abrir mercados- y porque Macri habría dicho “Si no gobiernan ellos (el
peronismo), ni nosotros (Juntos por el Cambio), gobernaremos nosotros a través
de Javier. Lo importante es el fin del populismo”15. Las mafias abren nuevos mer-
cados activando su herramienta principal: la violencia. Para las mafias como para
el fascismo la violencia (y sus formas) son un factor ordenador y de regulación
social. La violencia es el elemento central sobre el cual se monta la ideología de
esos poderes lóbregos. Para ella no todos son iguales. Están aquellos capaces de
ejercer violencia, de dominarla, refinarla y convertirla en un método confiable de
poder, de orden, y de regulación de la sociedad. Estos sujetos integran una élite.
Más allá, están los débiles: los no-mafiosos y los no-fascistas. Sobre la base de
este binarismo se articulan todas las formas imaginables de la desigualdad. Este
constructo ideológico que repongo aquí lo explicó Luciano Liggio, un mafioso
siciliano (de Corleone) ligado a Cosa Nostra y uno de los mayores imputados del
maxi-proceso de Palermo (1986-1987). Parafraseándolo: estamos nosotros, los
mafiosos, los fascistas, los fuertes y del otro lado están los débiles: “los molus-
cos” (aquí no hay paráfrasis). Las explicaciones de Liggio, por más paradójico
que parezca, tienen una terminación nerviosa en la Argentina, en las intervencio-
nes de Maslatón antes de la música aviolinada que le pone un programa en un set
televisivo. Además de insinuar una suerte de saludo fascista en distintas ocasio-
nes públicas16, desarrolla una filosofía antimoluscos: “Yo no soy como ese 30%
de la población que es débil y que siempre necesita que le digan qué hacer, yo me
gobierno a mí mismo. Así como están los que tienen miedo, los que se sienten dé-
biles, [...] están los que no tienen miedo, los que se sienten fuertes [...]. Yo estoy
en este grupo”17. Más adelante agrega: “Necesito tener enemigos, lo vivo como
una necesidad”. Si se hurga en el arcón de frases epigramáticas de Mussolini
encontramos: “Molti nemici, molto onore” (Muchos enemigos, mucho honor).

15
Renou, Leandro. “Macri ya vende que gobernará vía Milei”, Diario Página 12, edición del 20/08/23
www.pagina12.com.ar/580553-macri-ya-vende-que-gobernara-via-milei
16
“El debate entre Carlos Maslatón, Néstor Pitrola y Roberto García Moritán”, www.youtube.com/
watch?v=s7uEycB90nk&t=837s (8/11/2021). Véase el minuto 24.40 cuando aparece el saludo fascista.
17
González, José Luis. Ibid.
Del genocidio al CONICET. En el fascismo encontramos siempre una propen-
sión al genocidio. Que -lo sabemos- comporta una lesión grave a la integridad de
los integrantes de un grupo, supone el sometimiento intencional de ese grupo a
condiciones de existencia que implican su destrucción física, moral, psicológica,
cognitiva. El fascismo es el crimen que consiste en criminalizarlo todo, en función
de su (supuesta) superioridad esencial. En este sentido, el discurso anti-casta es una
hostilidad a todo lo que no está contenido dentro de los confines de la Libertad
Avanza. Este concierne a la estatalidad, obviamente a todas las expresiones (po-
líticas, sindicales, culturales) del campo nacional y popular pero también a lo que
difusamente llamamos “derecha”. Además, el fascismo tiende a erradicar todo lo
que se le opone. Debe ser entendido -si recurrimos a las experiencias propias de la
historia- como la destrucción del Estado y de la comunidad. No es posible olvidar
que entre 1942 y 1945, en las varias naciones de la Europa ocupada, todos los gru-
pos fascistas participaron del mecanismo mortal de la “solución final”. Auschwitz
no fue solo un problema alemán. Eso -el horror sistemático- es la destrucción del
Estado y de la comunidad. Radicar el fascismo exclusivamente en la nación alema-
na y en la nación italiana significa desestimar el peligro de una fuerza que oportuna-
mente estimulada, de modo palmario, vuelve. Y de hecho, ha vuelto.
Uno de los antagonistas radicales del fascismo es el pensamiento crítico (Gramsci
quizá haya sido su mayor símbolo en la Italia de Mussolini), que en la Argentina
es elaborado en parte por la cientificidad nacional. De allí las declaraciones de Mi-
lei contra el CONICET. El fascismo es el verdugo dispuesto por el capitalismo en
crisis para deshacerse de la emancipación, para desaparecerla. Allí, el genocidio.
Y si la emancipación late en algún lugar es en las culturas del trabajo. De allí que
desciende la promesa de Milei de la voladura de ministerios. El grupo al que quiere
desaparecer es el de los trabajadores organizados (sea en sindicatos o cooperativas)
y con derechos. Rappi (explotación) para todos y todas, dólares (un puñadito) para
todos y todas, sociedad dañada en tanto sumatoria anónima de individuos, lazos
sociales quebrados, Estado de asfixia de la vida común popular. El fascismo quiere
arrojarnos al lugar del dolor.
Fascismo, futurismo, patriarcado. Un artículo de lo más considerable, y que
sin embargo muestra cierta reactividad ante la categoría fascismo, reconoce en
Milei la “propuesta de llevar al máximo de radicalidad el gobierno financiero de
nuestras vidas [... que] se combina a la vez con un discurso reaccionario, misógino y
patriarcal” 16. Y este precisamente es un rasgo clásico del fascismo. Si hurgamos en
el arcón de la historia fascista, descubrimos una vanguardia estética y política -el
Futurismo- con la cual estuvo nexado. Un hilo largo y espeso une el movimiento
artístico y político futurista con la experiencia fascista clásica. El propio Mus-
solini, luego de ser expulsado del Partido Socialista, expresó sus simpatías por
los futuristas, reconociéndolos como fascistas. Y el propio Marinetti -fundador
del Futurismo- en 1924 declaró que el fascismo se nutrió de los principios fu-
turistas. Mutuos reconocimientos. En clave filosófica, Benedetto Croce escribía
una oración sintomática: “Verdaderamente, para quienes tengan sentido de las
18
Gago Verónica y Cavallero, Luci. “PASO 2023: un análisis feminista del rugido del león”, en Diario
Tiempo Argentino, edición del 14/08/23.
www.tiempoar.com.ar/generos/paso-2023-un-analisis-feminista-del-rugido-del-leon/

43
conexiones históricas, el origen ideal del ‘fascismo’ puede encontrarse en el ‘fu-
turismo’”19. Si se aceptan estos lazos, es preciso agregar una capa de revoque. En
1909 Marinetti publicó el Primo Manifesto del Futurismo. En el punto 9 declara:
“Nosotros queremos glorificar la guerra, única higiene del mundo, el militarismo,
el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las bellas ideas por las que
se muere y el desprecio de la mujer”20. Los fascistas se apropian de los modos
libertarios y trastocan su humanismo en gesto destructor. Es también a la luz
de estas conexiones históricas que en nuestra escena contemporánea se puede
explicar lo que anotan Gago y Cavallero: “el voto a Milei tiene un componente
masculino muy importante. Masculino y joven. Que es en parte una reacción a los
avances feministas”. El futurismo era un movimiento juvenil, como toda vanguar-
dia, y despreciaba a la mujer. Si esto se acepta, la categoría en cuestión, fascis-
mo, es todo salvo “demasiado fácil”, “demasiado ineficaz”, ni “abstracta” para
pensar el momento de infortunio que atraviesa el campo nacional y popular y la
Argentina toda, que se balancea entre la euforia (empalmada con la “fe”) de los
30 puntos del campo antagonista y el negacionismo del campo propio.
¿Campaña del miedo? En cuanto a su vertiente europea clásica, el fascismo
puede ser pensado como el triunfo del triunfo de la revolución. De la revolución
bolchevique y de los conatos sagrados de la completa emancipación política y
económica en Italia, Alemania y en España también. Quiero decir que el fas-
cismo clásico fue derrotado porque en el campo antagonista vibraba la revolu-
ción. Esto debe ser motivo de examinación profunda porque la democracia -al
menos en clave histórica- nunca se miró en los ojos del fascismo. A 40 años de
la vuelta a la institucionalidad democrática, ésta (nosotros) deberá examinarse
profundamente para saber constituirse en parapeto del anarco-fascismo. Sin dejar
de recurrir a los modos de lucha -que son modos reflexivos- que conocemos, se
impone la pregunta sobre qué saber para saber qué hacer democráticamente. En
este sentido, es deseable pensar en la efectividad de una campaña del miedo. Una
campaña de ese tipo ante el fascismo elaborada desde el campo propio podría
tener un hondo dramatismo porque el miedo, el resentimiento, la frustración y
las insatisfacciones son la sede de la reserva libidinal movilizada por el fascismo
(además de que la movilización que proyecta es afectiva, pulsional). Una cam-
paña del miedo es problemática también porque el miedo es ambivalente (puede
surtir el efecto de arrojarse aún más a las fauces de lo que no es sino otro tipo de
gato), pero sobre todo porque los ciudadanos que se referencian en la Libertad
Avanza lo hicieron -sospecho suponiendo acertar- por miedo.
Miedo quiere quiere decir incertidumbre (ante el mundo destruido, prueba de
eso es el “cambio climático”, oración precaria que nombra a su vez la precariza-
ción de la existencia de cada ser viviente: humano, animal y natural), decepción
(frente al peronismo y a Cambiemos), empobrecimiento (por la soberanía eco-
nómica acosada e intervenida por el FMI convocado por Macri a mediados de
2018), insatisfacción (el capitalismo es un régimen de insatisfacción permanente,
magnificada por la reducción del consumo), esquizofrenia (ante una existencia
19
Croce, Benedetto. “Il Fascismo e il Futurismo giudicati da Benedetto Croce”, La Stampa, edición
del 15/05/1924.
20
De Micheli, Mario. Le avanguardie artistiche del Novecento, Feltrinelli: Milano, 2014, p. 305.
intervenida por la mediaticidad monopólica y duplicada por las redes sociales,
que en mayor o menor medida afectan todas nuestras existencias, se tenga -o no-
acceso a un celular y una conexión a Internet porque la ciudad es un gran celular,
un gran hermano que mira y escucha a través de sus cámaras).

Mirar en la boca, examinar la cabeza

Menos que un hecho del pasado, el fascismo es una potencia negativa, siem-
pre actual, trágicamente disponible. Es contradictorio y ambivalente -ese es su
signo cognitivo- pues oscila entre atracción y repulsión, dolor y placer, goce y
desprendimiento. Es mal y belleza. En esta dualidad contradictoria estriba el
poder infiltrante de la ideología fascista, su capacidad de movilizar una energía
latente en las sociedades. Algunos de sus signos (la teatralidad, la fascinación y
la anestesia moral a la que induce) hacen a su mecánica hipnótica. Trazos de lo
ambivalente y lo hipnótico los encontramos en un pasaje de un texto referido a
Ximena de Tezanos Pinto. Victoria De Masi la entrevistó para elDiarioAR: “Está
descalza, el pelo sostenido en un gancho, dos aros de pares distintos le enmarcan
la cara. Sus modos son finos. Y son, a la vez, salvajes. La miro, la miro mucho”19.
Cuando se despliega en clave política, la mecánica hipnótica nos vacía de la con-
dición humana, nos desconecta de nuestra historicidad. Se crea así una atmós-
fera de complicidad entre el sujeto fascista y el sujeto fascistizado. La hipnosis
moviliza una energía latente, no agotada y, sin embargo, agotable a través de
sagacidades, discusiones y otras paciencias políticas y militantes populares. Esta
hipnosis la escenificó muy bien El gran dictador, en la que Chaplin-Hynkel, ante
una multitud, pronuncia frases que suenan “a alemán”, pero vaciadas de sentido.
La multitud fascinada en un estado de fuerte atracción emotiva responde con el
saludo nazi: se moviliza. El poder fascista tiene su incidencia también sobre los
medios: el aparato fonatorio de Hynkel tuerce los micrófonos que amplifican
su voz. Vaciar la lengua de materia sensible separa significado de significan-
te, la desarraiga de su historicidad y la desancla de la historia de los pueblos.
Convertir una lengua nacional en meros sonidos es convertirla en una especie
de flauta para encantar serpientes: para convertir al ser en serpiente, en fiera
sedienta de sangre, en agente negativo de la historia, en fuerza tanática contra
la igualdad, la libertad y el lazo social. También Hugo Ball había entendido este
mecanismo y lo escenificó en un viejo poema dadaísta: Karawane. Es la misma
manipulación que Milei imprime a nuestra lengua nacional: “¿Me podés mos-
trar la lista de los 30.000 desaparecidos?”, solicitó en una conferencia de pren-
sa en Tucumán. La lengua vaciada de historicidad niega que 30.000 es la cifra
abierta de un exacto dolor inconmensurable en estado de permanente desborde.
El fascismo impone un orden estrictamente jerárquico a la sociedad y promete
privilegios a las clases que malquista con la igualdad. Y en la larga duración

21
De Masi, Victoria “Ximena, la vecina de Cristina: ‘Tuve un novio kirchnerista, era actor y lo conocí
en Badoo’”, en El Diario AR, edición online, 25/09/22
www.eldiarioar.com/sociedad/ximena-vecina-cristina-novio-kirchnerista-badoo_130_9566245.html

45
-pues el fascismo refiere a los tiempos largos que necesita para gobernar- es
asalto del Estado, para destruirlo. En la Argentina, ese asalto lo encarna una vez
más Milei: “Hay que cerrarlo. El Banco Central es un mecanismo de estafa”22.
El fascismo es el resultado de un engaño, de la coerción y del placer de la
crueldad elaborados contra un pueblo. En su entramado de poder late el extermi-
nio. Eso viene a reponer la película Argentina, 1985, a alertarnos de que, sobre
el filo de los 40 años de la vuelta de la institucionalidad democrática, lo que
creíamos superado -“Nunca más”- puede volver. El arte, en ocasiones, concentra
sobre sí mismo ese poder: recoger partículas suspendidas en el aire, aún caóticas
y discursivamente movedizas, para prefigurar lo que sobrevendrá. Ahí está la “re-
volución” de Los siete locos que en la historia política nacional se verificó el gol-
pe del 6 de septiembre de 1930 o Se viene el estallido que fuera de los confines
musicales -quiero decir, dentro de los rangos de la política- se anticipó a los días
decembrinos de 2001. No existe aún, es cierto, una fuerza política fascista que
se identifique con la “Argentina”, porque no se ha asumido el poder de gobierno.
Esa pulsión, sin embargo, late en el tejido político nacional y en la Plataforma
electoral nacional 2023 de la Libertad Avanza, pues allí se explicita: “Volver a
ser el país pujante que éramos al comienzo del año 1900”. Volver al pasado de la
“gran Argentina” nacional oligárquica.
El fascismo tiene características psicológicas que conectan con las estructuras
caracteriales de sectores sociales más o menos amplios que se vuelven receptácu-
los de la hipnosis, que experimentan atracción ante su praxis política y se adhieren
fanáticamente a aquellos que proclaman su ideología. Es el caso de Revolución
Federal. En Twitter existe un perfil (@n0c___) que desde el 13 de septiembre de
2022 viene insistiendo en las estructuras, los patrones, las mutuas conexiones y
las interacciones entre las cuentas de los integrantes de Revolución Federal y los
perfiles públicos de distintos actores políticos, sociales y comunicológicos regi-
menantadxs en las filas cambiemitas y libertarias. El 25 de octubre publicó dos
tuits: “Analizada toda la HCDN se encontraron 10 diputados con vínculos con
RevFederal”; “Analizada la totalidad de la Legislatura Porteña se encontraron
tres legisladores con vínculos con Revolución Federal”. Son emergencias que
señalan terminales políticas que deberían ser investigadas si un sector conspicuo
del Poder Judicial no estuviera en “Modo Macri”: “Jueces y fiscales que actúan
como si Mauricio Macri o algún otro referente de la oposición estuvieran por ser
o ya fueran gobierno. Son funcionales a Macri”23. En el entramado vincular entre
Macri y Milei está Revolución Federal. Jonathan Morel militó oportunamente la
candidatura de Macri y luego fundó la agrupación Revolución Federal, dentro
de cuya atmósfera están contenidas Brenda Uliarte y Fernando Sabag Montiel
(nacido en San Pablo, Brasil). Gran parte de la violencia que promueve la reac-
ción se pretende ocultar en el uso de la figura del extraño, del extranjero, del lobo
suelto, del electrón perdido. Esta versión se basa en un supuesto antiguo: que la
22
“Milei insiste: ‘Hay que cerrar el Banco Central, es un mecanismo de estafa que favorece a la casta
política’”, en Diario Perfil, edición del 21/09/22 www.perfil.com/noticias/economia/milei-ratifico-
su-idea-de-cerrar-el-bcra-tras-la-polemica-con-el-sector-agropecuario.phtml
23
Hauser, Irina. “La Justicia en modo Macri”, en Diario Página 12, edición del 8/11/22 www.pagi-
na12.com.ar/495524-la-justicia-en-modo-macri
violencia proviene de los intrusos. Uno de los financistas de Morel -según sus de-
claraciones publicadas en un artículo sinuoso entre la apología y la crítica24- fue
el grupo Caputo -integrado por “el hermano del alma” y el ex ministro de Finan-
zas, parientes entre sí- que le encargó muebles por casi 2 millones de pesos. En el
atentado del 1 de septiembre de 2022 contra la Vicepresidenta estuvo involucra-
do también Gabriel Carrizo. Es asistido por dos letrados que comparten buffet y
con terminaciones nerviosas en Juntos por el Cambio: Gastón Marano y Brenda
Salva. Marano revistó como asesor del senador cambiemita chubutense Ignacio
Torres, integrante de la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos
y Actividades de Inteligencia; anteriormente, trabajó en la Oficina de Ciudadanía
de la Embajada de Estados Unidos y más recientemente asesoró a Ramiro Marra,
legislador de la Ciudad de Buenos Aires por la Libertad Avanza. En cuanto a la
otra letrada, Salva, trabajó como asesora de Karina Bachey, diputada por San
Luis, que revista en el bloque PRO y en el interbloque de Juntos por el Cambio.
Quien habilita un resquicio al fascismo no necesariamente admira su ideolo-
gía ni su praxis política. Sin embargo, el campo propio no carece de permeabili-
dad ante la emergencia que se está dando en la Argentina, por negligencia, deses-
timación o ingenuidad. Psicología del nazismo (1941), de Eric Fromm, presenta
una tesis decisiva: que la disposición a someterse psicológicamente al fascismo
podía deberse a un “estado de cansancio interior y de resignación”. Algo de eso
hay también ahora, entre nosotros: cansancio y resignación ante la crisis epocal
aguijoneada antes por la borrasca y luego por el naufragio: la pandemia que
descalabró las formas del sentir y de la experiencia humana, una guerra que tie-
ne refracciones mundiales y la soberanía económica intervenida por la máquina
de guerra constituida por la deuda que el gobierno Macri le solicitó al Fondo
Monetario Internacional. A eso se le adosa el cuatrienio de la mafia y, ahora, la
depresión económica de las clases trabajadoras -con su correlato social y polí-
tico-, provocada por una serie de reveses que terminan afectando la seguridad y
el amor propio, que estropea las esperanzas colectivas, que fragiliza el tejido de
confianza inherente a la representación y a la eficacia de la acción política. La in-
flación, por ejemplo, no es “apenas” una cuestión económica, pues también tiene
una dimensión psico-política. Su descontrol comporta un ataque permanente al
principio de previsibilidad económica personal y a la autoridad del Estado. Y de
la desorientación o del malestar surgen monstruos.

El ángel exterminador

“El fascismo pretendía ser una fuerza de regeneración moral”. Esta oración
integra una fascinante investigación del historiador inglés Christopher Dug-
gan (1986)25. En las circularidades y duplicidades de la historia, regeneración
ahora muta en superioridad y Milei “interpela por la superioridad moral que se

24
Baintrub, Nicolás. “Qué tengan miedo de ser kirchneristas”, Revista Anfibia, edición online
15/09/22 www.revistaanfibia.com/revolucion-federal-que-tengan-miedo-de-ser-kirchneristas/
25
Duggan, Christopher. La mafia durante il fascismo, Rubbettino: Soveria Mannelli, 1986.

47
arrogó”26. El fascismo -sostenía Francesco Ercole, ministro de Educación Na-
cional de Mussolini- representa “la fe en la Nación” y asume como premisa la
libertad del individuo para tender a la grandeza de Italia, en cuyas fastuosidades
retumba la memoria imperial. La Libertad Avanza propone “el respeto irrestricto
del proyecto de vida del prójimo” (un individuo), “la libertad y la propiedad
privada” (Plataforma electoral nacional 2023). Objetivo (tal como se indicaba
antes): “Volver a ser el país pujante que éramos al comienzo del año 1900”. Vol-
ver al pasado. Puesto que aquí no es posible remontarse a ningún fasto imperial,
se apela, pues, a opacidades tardocoloniales.
“La idea, y el comportamiento consiguiente, que el primer fascismo tuvo ha-
cia la mafia se puede resumir con una especie de silogismo: al fascismo le resulta
difícil surgir allí donde el socialismo es débil; en Sicilia la mafia impidió que el
socialismo se fortaleciera: la mafia ya es fascismo. No es una idea infundada,
evidentemente: sólo que era necesario incorporar a la mafia en el fascismo”.
Este pasaje fue escrito por uno de los grandes escritores sicilianos del Novecento
italiano, Leonardo Sciascia27. Dos cuestiones son relevantes para traer al debate
público argentino en función de esta cita. Que la mafia ya es fascismo. Y que el
fascismo encuentra serias dificultades para surgir allí donde la emancipación -di-
gamos, en nuestro caso- es débil. En la Argentina, la emancipación no está en su
momento de mayor lustre y, sin embargo, no declina. Su corazón sigue latiendo.
Ha optado por la retaguardia y una intervención propia de la tensa andadura del
suspenso. Son modos de la política, de lo político y de la lucha para resguardar
una apuesta popular igualitaria, a través de la constitución de un nuevo fren-
tismo: Unidos por la Patria. Su corazón sigue latiendo también en la cultura
del trabajo del campo nacional y popular, cuyos reflejos, incluso ralentizados
últimamente, siguen pulsando. Y puesto que la emancipación es irrevocable, del
estado de ánimo de la pandemia surgió, improvisa, la bronca. El león -un felino
emparentado con la mascota casera- sintió la angustia de esa ley que le mandaba
no moverse; junto con sus contramaestres coqueteó un poder excepcional, una
excepcional libertad. Volvió a reactivarse la fascinación del fascismo: “El públi-
co tiende mayoritariamente a creer a quienes dan una formulación de las ideas
que reflejan los prejuicios populares del momento”28. Sólo los distraídos no lo
entienden, por leer la historia política literalmente -sin atender a duplicaciones y
circularidades- y porque a diferencia de aquel, este no es calvo.
Luego de la marcha sobre Roma (octubre de 1922), un prominente fascista
de Palermo escribió un artículo en el que indicaba: “Debemos barrer todo un
pasado. [...] Debemos luchar encarnizadamente contra todos los hombres del
pasado y del presente, porque sólo ellos son responsables de nuestras infelices
condiciones, porque nunca se han preocupado de otra cosa que no fueran sus

26
Vázquez, Luciana “La mecha Milei enciende la hoguera de las vanidades morales”, en Diario
La Nación, edición del 22/08/23. www.lanacion.com.ar/politica/la-mecha-milei-enciende-la-hogue-
ra-de-las-vanidades-morales-nid22082023/
27
Sciascia, Leonardo “I professionisti dell’antimafia”, Il corriere della Sera, edición del 10/01/1987.
28
Dijkstra, Bram. Ídolos de perversidad. La imagen de la mujer en la cultura de fin de siglo, Debate:
Madrid, 1994, p. 228.
intereses personales y de los de sus turbias clientelas”29. Esta campaña contra las
viejas clientelas políticas se expresaba como un antagonismo con la mafia. En
1925, el secretario del Partito Nazionale Fascista señalaba que: “Nuestra política
debe estar en contra de todos los partidos”30. Estos ejemplos demuestran cómo
el fascismo elabora desde siempre un discurso “anticasta”, por un lado. Se trata
de un relato que antagoniza con todo lo que no se es. Históricamente, se organi-
za en función de una superioridad moral, encarnada en el propio fascismo. Los
fascistas niegan todo lo que no son. Por el otro, los ejemplos citados demuestran
también cómo el fascismo propone un curso exterminador. Sólo es posible de-
terminar rasgos recurrentes en las diversas experiencias límite a partir de refe-
rencias históricas (o testimoniales), que concurren en el acervo documental de
lo acontecido.
El fascismo es un poder que emana de una plenitud dual contradictoria. De
esto desciende que la arremetida contra la mafia significó -a la vez- su defensa.
En junio de 1924, un escuadrón fascista comandado por Amerigo Dumuni ase-
sinó a Giacomo Matteotti, secretario del Partito Socialista Unitario y diputado
del Reino de Italia. Un año después, ese nombre retumbó en el teatro Colón. El
fascismo en la Argentina había organizado una celebración con motivo del 25º
aniversario de la llegada al trono de Vittorio Emanuele III. Las batutas iniciales
del himno de Mameli fueron acompañadas por “Assassini! Ladri! Viva Matteo-
tti!”. Mientras, Severino Di Giovanni hacía llover panfletos desde el gallinero31.
Matteotti se había vuelto blanco de los temores de un orden político lóbrego.
En Sicilia, ese asesinato implicó una polarización de fuerzas, que además tuvo
un complemento económico, pues el fascismo sostenía malamente el comercio
de cítricos, una de las fuentes principales de riqueza de la isla y mecanismo de
acumulación originaria del poder mafioso. Con motivo de las elecciones de 1924,
en Palermo, para zafar de la polarización, el fascio local hizo lugar en sus listas
a un número conspicuo de “fiancheggiatori”: eufemismo que bautizaba como
“laderos” a quienes en verdad eran mafiosos: “En la lista de gobierno había siete
‘boss’ públicamente reconocidos, que aún estaban siendo juzgados por ‘asocia-
ción criminal’”32. El empalme entre poderes dispuestos en forma de quiasmo lo
había señalado también Achille Starace, otro secretario del Partito Fascista. En
noviembre de 1922, le envió una instrucción al secretario del fascio de Sciacca
(provincia de Agrigento): “La Maffia está dispuesta a pasarse a nuestro bando
con armas y bártulos, pero debemos dejarla tranquila”33. Ya sobre los primeros
años de la década de 1920 vemos que la mafia encarnaba un poder mayor que su
dimensión primaria: criminal. La mafia es un poder criminal (solo en parte) que
se expande a la política y el fascismo es un poder político (solo en parte) que se
expande a lo criminal. Aquí la explicación del quiasmo.
En esta serie de la dualidad contradictoria, en el bienio 1926-27, Mussolini
expresó el deseo de depurar las filas del Partito Nazionale Fascista de los ele-
29
Celentano, Mario. “Sin título”, Gazzetta commerciale del Mezzogiorno, edición del 20/12/1922.
30
Farinacci, Roberto Un periodo aureo del Partito Nazionale Fascista. Foligno, 1927.
31
Bayer, Osvaldo.Severino Di Giovanni. El idealista de la violencia, Planeta: Buenos Aires, 2019.
32
Duggan, p. 38.
33
Duggan, p. 17.

49
mentos “extremistas e indisciplinados” (que en Sicilia eran los mafiosos) para
reconfigurarlo sobre bases aún más -parece un chiste- conservadoras. El encar-
gado de esa depuración fue Cesare Mori. Antes de recibir la instrucción de luchar
contra la mafia, Mori había llevado adelante una campaña contra los desertores
de la Primera Guerra Mundial, devenidos bandidos. En un año concretó 13.000
arrestos, que le valieron una reputación, motivo de su promoción a comisario y,
luego, a prefecto34. Además de los desertores, los veteranos de guerra (400.000
sicilianos habían servido en el ejército), que regresaron a Sicilia, desacostumbra-
dos a la cultura del trabajo y con ganas de enriquecerse rápidamente, configura-
ron una “nueva mafia” que se contraponía a la vieja35. Esta situación para Mori
constituyó un problema crucial: ¿quiénes eran los mafiosos a depurar?
El “Prefecto de hierro” (este el sobrenombre de Mori) identificó como blanco
a distintas facciones mafiosas que en la isla se habían alineado con el fascismo.
Su política consistió en discriminar las altas capas mafiosas, la “vieja mafia”
(con un perfil criminal-político-empresarial) de las más bajas, la “nueva mafia”,
que tenía un perfil criminal-militar: “La mafia joven esquivaba y despreciaba la
protección de los políticos porque consideraba su fusil una garantía mejor”36.
En sus memorias, Mori distinguía entre mafia y mala vida: “En el ejército del
malvivir, la mala vida representa la tropa, la mafia, el estado mayor”37. Se ocupó
entonces de “perseguir” a la mala vida, la “mafia giovane”, las capas inferiores
de una asociación compleja, a través de operaciones de policía espectaculares,
con vistas a exhibir el poder del Estado fascista. A esas gestualidades securita-
rias, le seguían juicios masivos, pensados en clave de propaganda. Moraleja: esta
campaña demuestra que el fascismo es gattopardista: “todo debe cambiar para
que nada cambie”. Concepción que remite al novelón de Tomasi di Lampedusa
-Il Gattopardo (1958)- y a una práctica política de quien es favorable a cambios
menos reales que aparentes para no comprometer el poder y los privilegios de
clase. (Tener presente en la Argentina; Milei es la actualización de Macri: retoma
y amplía).
“La proclama de Mussolini de que la mafia había sido derrotada no era más
que retórica. El cambio principal consistió, en realidad, en la prohibición del tér-
mino ‘mafia’. Sólo en este sentido ‘desapareció’ el problema y pareció resolver-
se. La negativa del gobierno a cualquier debate público sobre la criminalidad les
proporcionó a los mafiosos un escudo para seguir practicando sus viejas formas
de violencia privada”38.
Mafia y fascismo responden a un mismo principio cognitivo y organizacio-
nal: empalman ideas y acciones contradictorias. Responden, además, a pautas de
comportamiento y valores relacionados con el ejercicio de la violencia privada.
La demonización del trabajo científico, de parte de Milei, y su violencia discursi-
va (acompañada frecuentemente por fugaces instantes empáticos: a lo Violencia
Rivas, de Capusotto) implicó que en La Plata dos becarias que viajaban en un
34
Spanò, Aristide. Faccia a faccia con la Mafia, Mondadori: Milano, 1978.
35
Loschiavo, Guiseppe. 100 anni di Mafia, Bianco: Roma, 1962.
36
Falzone, Gaetano. Storia della mafia, Pan: Milano, 1975.
37
Mori, Cesare. Con la mafia ai ferri corti, Mondadori: Verona, 1932, pp. 78-79.
vehículo con los logos del CONICET y la UNLP fueran amenazadas por un
hombre a lo largo de varias cuadras; y que una investigadora de Mar del Plata
fuera amenazada por tres hombres que pescaban mientras ella llevaba a cabo un
trabajo de campo en las adyacencias del Faro Querandí. Apenas algunas mues-
tras de violencia privada habilitada por un mecanismo discursivo y performático.

Antifascismo

Nombrar el fascismo es una estrategia para la emancipación. Hasta tanto las co-
sas que nos inquietan no son nombradas no existen en el para sí. Si no existen re-
flexivamente dejan de tener eficacia en tanto herramientas para la transformación
del mundo. El trabajo que tenemos por delante en el campo nacional y popular es
nombrar las experiencias, incluso cuando son alucinatorias e inquietantes. El fas-
cismo quiere arrojarnos al lugar del dolor, la angustia, la humillación y el exilio.
Disponernos a practicar un antifascismo radical: resistir ese flujo libidinal oscuro
que desmiente la razón y la confunde. La resistencia puede verificarse a través de
la consolidación de un frente de confluencia de las grandes fuerzas democráticas,
de tradición de izquierdas y peronista, pero también centristas y -¡ay!- socialde-
mócratas. Ser antifascista significa situarse del lado de la humanidad y cultivar
un humanismo radical popular. Disponernos a luchar para que fascismo vuelva a
ser una palabra extranjera, una categoría intraducible fuera de un contexto y de
un período histórico. Disponernos a un magno arrojo humanista: devolverle esa pa-
labra a Milei, a su corriente motosierra. Y recuperando la magna experiencia de las
Madres y de Hebe -quienes les devolvieron su horror a los genocidas- también
nosotros -la Argentina que encarna la idea de una democracia radical- debemos
ser capaces de devolverles la palabra fascismo y con esa devolución arrojarlos al
fondo oscuro de la historia de donde han surgido.
Cuando surge el mal, siempre debe oponérsele algo. Tanto Pablo de Tarso,
más conocido como San Pablo, en la Segunda epístola a los tesalonicenses,
como Walter Benjamin, en Tesis de la filosofía de la historia discurren sobre
el concepto de mal radical. Y ambos conceptúan el Katéchon (τό Κατέχον), un
poder frenante, una fuerza capaz de detener el mal radical. El Katéchon es una
fuerza redentora. Si en el campo antagonista está el mal que quiere destruir el
Estado y lo público, en el campo propio está esa fuerza liberadora. Conocemos
su nombre.

51
CAPÍTULO 3

Una campaña sentimental


por Carla Pelliza

Javier Milei no inventó ni las propuestas ni el odio al kirchnerismo, ni esa gran


bolsa en la que cada ciudadano elige a quién estigmatizar y detestar bajo la ‘acu-
sación’ de ser K. Un querido amigo calificó al líder de La Libertad Avanza como,
tal como reza la canción, un “museo de grandes novedades”. Si Juntos por el
Cambio, antes Cambiemos, abrió la puerta a la historia, a volver presente aque-
llas experiencias que fueron catastróficas en el pasado, el libertario regaló un
pase gratis.
Con poco camino recorrido pero mucha historia en sus espaldas, la sorpre-
sa libertaria todavía es foco de los análisis. La política quedó completamente
descolocada frente al resultado de las PASO del 13 de agosto y los que antes se
atrevieron a vaticinar resultados prefirieron esperar y no realizar predicciones.
Por lo tanto, es un fenómeno aún en estudio.
Sin embargo, Milei no surgió de la nada ni sobrevivió, estos años, en base a la
nada; él colaboró a crear, desde fuera de la política, un caldo de cultivo que fue
alimentado durante años por los líderes de los partidos integrantes de Juntos por
el Cambio y que, después del enorme fracaso de su gestión, también tuvieron que
pagar los platos rotos por ser parte de la “casta”.
Ahí apareció el libertario para ubicarse en el espacio del outsider, de la figura
que cayó de un paracaídas, que sufrió como sufrieron los ciudadanos, que se
apena de lo mismo que se apenan todos los argentinos y que odia al mismo grupo
que odia una gran porción de los ciudadanos. un grupo que se convirtió en el gran
problema de la Nación gracias a una construcción discursiva que el propio Milei
ayudó a cimentar.
El líder de La Libertad Avanza pudo leer y utilizar en forma correcta las redes
sociales, logró su amplificación con pocos recursos, se montó al discurso de la
épica, se mostró como auténtico pese a las barbaridades, como una persona sin-
cera frente a el corset de la corrección política. Se quedó con el discurso de la
rebeldía frente a las ficciones montadas por dirigentes y periodistas en los medios
de comunicación para no quedar desencajados en la nueva realidad.
Milei apareció, entonces, para representar a esos grupos sin representación.
No sólo por no sentirse interpelados por la pérdida de derechos que no tienen
sino por ser auténticos ante la falta de autenticidad. Ese “ser yo” no sólo incluye
las propuestas más desgarradoras sino también las equivocaciones y contradic-
ciones más humanas. El libertario, que puede decir lo que quiera porque convoca
más por el carisma que por el contenido, cambió de parecer en innumerables
ocasiones sin pagar el costo.

53
El carisma del líder carismático

Javier Milei habló con Dios pero bajó a tierra y buscó mostrarse auténtico. Se-
gún Iñaki Gutiérrez, el joven de 22 años que se encargó de instalar y viralizar al
presidenciable en Tik Tok, fue imposible guionarlo aunque durante la campaña
se utilizaron guías para marcarle el camino de lo que “funcionaba” en las redes.
Sin ese coucheo, el candidato pudo ser sincero, transparente, ponerse a la misma
altura que sus seguidores, algo que consiguió con el asesoramiento de un joven
usuario e influencer de la plataforma utilizada. Clave para comprender al público
y las herramientas de este nuevo instrumento comunicacional.
En la pantalla se transmitieron propuestas sin profundidad, producto de los
pocos segundos de atención, y se generó el fenómeno de la identificación. Que el
candidato haya tenido la posibilidad de mostrarse enojado, molesto, o con bronca
por las mismas cosas que sus seguidores le abrió las puertas a una representación
genuina en su figura. Un líder que personifica las broncas de varios.
El libertario es un sujeto, cuanto menos, peculiar. Y se mostró con todas sus
debilidades. Habla con los muertos, clonó a su perro, tiene una relación muy es-
trecha con su hermana y, de la nada, se puso en pareja con una mediática. Llegó a
política después de varias charlas con “el número uno”, en referencia a Dios que,
en una de esas conversaciones, le planteó su destino como presidente39. Estos
factores lo llevaron a estar en situaciones muy incómodas en reiteradas oportuni-
dades sin, en principio, demasiados costos aparentes.
Es que, después de haber creado el vínculo, ya no importa lo que diga o haga,
no importa si va o vuelve con sus propuestas, si niega lo que en algún momento
dijo o si se acusa a sí mismo de engañar a la sociedad con iniciativas que ya no
comparte. Lo que importa es lo que representa. Y representa el odio. La bronca.
La salida por arriba. O por abajo.
Milei grita, Milei se enoja, Milei quiere romper todo, Milei llora. Milei quiere
lo que algunos desencantados o trabajadores fuera del sistema pueden querer.
“Ya que esta modalidad no funcionó, mejor que explote todo y empezar de cero”,
se podría pensar. Hay sectores que no tienen los derechos de un trabajo formal,
que no pueden salir de la pobreza aún con empleo y que encontraron en los
“planeros”, en los feminismos, en la redistribución un gran enemigo a combatir.
El libertario llegó para representarlos. Para que los impuestos no se los que-
den los “planeros”, para que los feminismos no excluyan a las masculinidades o
para que no haya redistribución y que cada uno consiga lo que puede conseguir,
aunque su punto de partida sea diferente. Si no te alcanza, a lo sumo, vendé algún
órgano que cotizan en dólares.
Pero así como el odio y el antikirchnerismo - sea lo que eso sea - lo llevaron
a donde está, también parecieron ponerle un techo. El líder carismático, escribie-
ron Yamila Campo y Mariano Juárez en Ensayos Urgentes, no puede abandonar
los rasgos que generan identificación con la masa. En el caso de Milei, “la bronca
y la ira son rasgos clave de su discursividad. Por eso los insultos y los gritos, lejos
de debilitarlo, fortalecen la identificación”.

39
González, Juan Luis. Ibid.
El líder de La Libertad Avanza hizo carne el enojo y se habilitó a sí mismo
la contradicción, porque “el enojo no responde a la racionalidad sino al plano
emotivo”40. Entonces puede decir cualquier cosa, pelearse con uno y luego ami-
garse, estar en contra de la casta y sumar casta a sus filas, pero “lo que no puede
perder es su tono”. Eso le impidió, por ejemplo, abandonar una postura comple-
tamente extrema, con medidas antipopulares para ir en busca de un votante más
moderado.
En el libro “Gestionar las emociones políticas”, del consultor Anoni Gutie-
rrez Rubí, Jaime Durán Barba escribió, tras la proliferación de la inteligencia
artificial y la extensión del uso de la tecnología, que “si un candidato quiere ser
solamente una voz que pronuncia un plan racional, puede perder las elecciones
ante un robot”41.
El plan y la racionalidad son necesarios pero las emociones aparecieron para
pisar fuerte, al servicio de la idea o el deseo de estar mejor. Ahora bien, la época
que atravesamos es particularmente compleja por la fragmentación propia de los
algoritmos y una creciente individualización de los sujetos.
La pandemia y las redes sociales nos recluyeron y alejaron de los lazos socia-
les, dándole más espacio al “me salvo solo”. Otra idea para nada novedosa. Ya no
alcanzaron los programas, sino que hubo que movilizar desde los sentimientos y
el libertario se recostó en ello.

La campaña de la atención

El encierro en las casas llevó a un crecimiento pronunciado en el uso de las


redes sociales para contactarse con el otro y mostrar, de primera mano y sin
filtros, una cotidianeidad diferente. Desde la risa, los retos entre usuarios hasta
las convocatorias a marchas contra el gobierno, llevaron a creaciones de grupos
reaccionarios. Ya habían aparecido algunos youtubers que se dedicaron a mostrar
que la bronca hacia el sistema no era sólo individual, pero en 2021 apareció el
líder político.
“Ya no es solo los likes o el compartir, sino la tasa de retención (de los videos),
si se está viendo diez segundos, quince o cincuenta y cuatro segundos. El sistema
recoge eso y muchísimos más datos. Tengo la posibilidad de ver la gente que nos
mira, cuánto tiempo nos mira, cuántas visualizaciones tiene por hora un video. Te
permite tener una previsibilidad en qué temas te está yendo bien y qué horarios
tenés que subir el video”, explicó en Radio con Vos Iñaki Gutiérrez.
Los datos resaltados por el joven influencer y estratega no son menores, sino
completamente centrales. Jean Louis Missika y Denis Bertrand analizaron que
los algoritmos priorizan los contenidos que pueden generar tráfico hacia las
cuentas, que pueden viralizarse y el alcance logrado va a ser el que termine de
garantizar el éxito o fracaso de la transmisión de una idea. Si logra traspasar los
límites de su círculo más duro, llegará a los medios tradicionales.
40
Levy, Guillermo. Ensayos Urgentes para pensar la Argentina que asoma. Marea Editorial. Argen-
tina, 2023.
41
Gutiérrez Rubí, Antoní. Gestionar las emociones políticas. Gedisa Editorial. Argentina, 2023.

55
“Para captar la atención y potenciar el compromiso ciudadano, el contenido
más impactante es el más eficaz, ya que genera la propagación algorítmica más
rápida y fuerte en las redes. Lo más importante es la velocidad y el alcance de
la circulación del mensaje en las horas siguientes a su publicación, más que su
calidad o relevancia”, sostuvieron los autores.
Las redes sociales y su creciente fugacidad cambiaron la estrategia. Las es-
trategiasporque cada plataforma requiere su tratamiento especializado, así como
no son lo mismo la virtualidad y la presencialidad. La sensación de contacto y el
contacto real.
En las pantallas, se pasó de la información a la atención. La pregunta giró en
torno a cómo hacer para captar a los usuarios por varios segundos. Ni siquiera
minutos. Sabiendo, además, que un debate potente puede, con el correr de los
días, quedar en el olvido.
Lo breve no sólo refiere al mensaje sino al tiempo de “uso” del mismo. En
pocas jornadas, pudo haber quedado en el pasado. Por eso, se volvió indispensa-
ble la necesidad de conocer públicos dentro de públicos y saber cómo usar cada
plataforma según la razón para la cual fueron creadas.
Estas plataformas llegaron para revivir, en la actualidad, el viejo debate en las
plazas. El mensaje ya no se transmite de manera unilateral desde un escenario a
un público en inferioridad de poder, sentado, sino que el candidato y sus votantes
- incluso detractores - pueden conversar de igual a igual, casi de cara a cara. Lo
que genera una sensación de participación e inmediatez.
Además de proporcionar las herramientas para lograr un alcance brutal, no
sólo por la llegada a usuarios directos sino también a los indirectos mediante las
republicaciones, también ayudan a definir la imagen del político a través de esa
sensación de cercanía.
Las emociones, por lo tanto, son clave. Usarlas correctamente, también. El
político debe apelar a ellas para lograr que, del otro lado, se quiera compartir el
mensaje. Pero, a su vez, deberá tener cuidado con los errores, tan masificados
como los aciertos.
Sin embargo, con la virtualidad no alcanza. Es necesario que haya una base
presencial para romper la burbuja. Por eso, el armado de caravanas para lograr
el contacto directo con el líder. El conocimiento en persona y no sólo a través de
una pantalla que, según la red social utilizada, será diferente para todos.
En Twitter, lo primordial es la información en tiempo real y la confrontación.
Nacida como una red para proporcionar datos breves, se convirtió en una arena
de debate cada vez más intenso. En Facebook, el manejo del mensaje es más
emocional, con fotos y videos que acercan a la gente. Permite publicaciones per-
sonalizadas, estadísticas claras para entender los alcances y un importante tráfico
de usuarios hacia otros links.
Instagram profundizó la sensación de cercanía con la imagen como condi-
ción excluyente. Además de proporcionar visibilidad y accesibilidad, logró una
microsegmentación y habilitó el concepto de “comunidad”. Fidelizó lazos y fo-
mentó la interacción. YouTube quedó como un espacio para compartir los videos
de campaña tradicional y comunicación política de las viejas épocas con la inten-
ción de viralizarlos en otras redes sociales.
La más novedosa, Tik Tok, apareció para ofrecer un constante flujo de videos
que parece no terminar. Se convirtió en una plataforma para entretenerse e in-
formarse. Una aplicación que aprendió rápido y, con un par de likes, empezó a
mostrar contenido sólo ligado a los gustos del usuario. En Tik Tok, la clave es la
espontaneidad y la autenticidad.
Sea cual sea la plataforma, tradicional o reciente, aquellos que logren mo-
mentos memorables, recuerdos, permanecerán en la mente de las personas. Si
una motosierra llama la atención, se generarán esos episodios. Si una caravana
incluye al otro, lo hace parte, se hará. Se armará la escenografía para la foto de
Instagram y se generará la condición para la emergencia de un sentimiento. En el
caso de Milei, además del de odio, el de la épica.
Esa sensación se construyó “desde Cemento”, como decíamos los que nos de-
dicamos a seguir a algunas bandas de rock desde abajo hasta la cima. Sus simpa-
tizantes se volvieron parte de la gesta. En el 2021, viajaron desde el interior para
darle fuerzas físicas para fiscalizar en su primera campaña y se transformó en el
“economista que iba a la TV” y ahora puede ser presidente. La gente fue parte.
Para eso, fue muy importante el fomento del vínculo. No sólo de Milei como
representante de la bronca sino de Milei – y sus dirigentes más destacados – re-
plicando los mensajes de los seguidores. Eso no sólo movilizó el algoritmo para
generar más tráfico sino que hizo creer en un candidato potente que, pese a la
agenda abultada, se guardó un tiempo para leer a sus simpatizantes y repostear
sus respuestas o sus creaciones.
Los jóvenes que crearon, de la nada, canales nuevos de YouTube sólo para
difundir las ideas del líder, quienes armaron cuentas en Twitter, Instagram o Tik
Tok para sere voceros del mesías, lo siguen a todos lados, como groupies. Inclu-
so, hasta hacen colectas o comentan lo dificultoso del ahorro para poder viajar al
interior a “cubrir” los actos del libertario. Y todos participan. Se armó comunidad
sin contacto.
Así, La Libertad Avanza no se contentó sólo con robarle a Juntos por el Cam-
bio la idea de la “cambio” que pregonaron sus dos candidatos sino que en el
tramo final también sustrajo el concepto de “épica” embanderado por Patricia
Bullrich durante su interna con Horacio Rodríguez Larreta. Los desnudó. Pero
primero identificó las condiciones que le permitirían hacerse de esas ideas.
Se les anuló la cualidad de transformadores cuando se recordó que Juntos por
el Cambio ya llegó al poder y sólo permitió el regreso del kirchnerismo, el mal a
exterminar. Parte de la historia de fracasos. Se les robó, además, el concepto de
la épica al colocarlos como oposición mainstream, de vínculos con los grandes
poderes. Es sabido que Cambiemos posee una fuerte incidencia en el aparato me-
diático y recursos territoriales, además de gran capacidad de recaudación, propia
de un aparato que “el León” no tiene.
Eso quedó en evidencia días antes de la elección general. Esmeralda Mitre,
presidenta de KMB S.A. del diario La Nación, lanzó en redes sociales que ese
medio “dejó de ser un canal para ser vocero de un partido político”. Entonces, la
censura no afectaría solo a Milei sino también a Sergio Massa y cualquiera “que
le dispute poder a Juntos por el Cambio”. La revelación sirvió para desnudar, aún
más, a la alianza poco novedosa.

57
La campaña de la repetición

Milei tomó la falta de contactos en los medios hegemónicos como una virtud. Si
bien fue uno de los candidatos más mediatizados, lo que se buscó dejar en claro
fue su cualidad de outsider. Por eso, aprovechó las redes sociales que, sin tantos
recursos, pueden proporcionar más masividad que las fuentes de información
tradicionales.
La brevedad y fugacidad de las redes facilitaron, sin embargo, una receta para
nada novedosa en el armado de campañas políticas, la repetición. Las frases cor-
tas, pero memorables, son viejas en la comunicación orientada a tener incidencia
en la opinión pública. El slogan es una marca propia para cada candidato y Milei
logró identificar varios conceptos para mostrar cierta “coherencia” temporal pese
a lo incorrecto de sus mensajes.
Victoria Villarruel, su vice, mucho más preparada y con más contactos entre
los sectores conservadores duros, lo dejó bien en claro en una entrevista a El Tri-
buno, pocos días antes de la elección general. “Nosotros muchas veces tenemos
opiniones políticamente incorrectas con Javier Milei, pero las hemos sostenido
en el tiempo, hemos hablado con sinceridad y hemos dicho las cosas aunque
fueran poco simpáticas. Eso lo vamos a seguir haciendo porque creo que lo más
importante que tiene un político de cara a la sociedad es la credibilidad. Y a mí
eso me parece fundamental, la credibilidad y la coherencia. O sea, vivir como
pensás”.
La Libertad Avanza se abrazó a la idea de mostrarse como personas comunes,
sin filtro, con sus enojos y sus exabruptos a flor de piel, con contradicciones
constantes, sin dar lugar a un crecimiento personal, a un cambio en las posiciones
a medida que pasa el tiempo y se escuchan otras argumentaciones.
Así surgieron la dolarización, la privatización de todo lo que esté en manos
del Estado, entender al cuerpo como una fuente de financiamiento, hablar de la
renuncia a la paternidad o la libre portación de armas. Conceptos breves, pero
con llegada masiva. Esas ideas que generaron rechazo en la sociedad fueron sos-
tenidas por su coherencia en el tiempo. Como si hablar de estas cuestiones hace
años le quitaran su manto de barbarie.
Gracias a ellas, sin embargo, el sujeto presidenciable logró llegar a los titula-
res más importantes. Por rechazo o por adhesión, cualquier propaganda es buena
propaganda y contribuyó a la instalación del fenómeno no detectado a tiempo.
Casi con palabras calcadas sostiene, hace años, la ilusión de la dolarización.
Tampoco fue creativo al calificar al peso argentino como “excremento”, una cua-
lidad que le otorgó hace rato. De forma más macabra, su obsesión con el concep-
to de “abusador de menores”, para referirse al Estado, no llegó para romper sus
moldes discursivos.
Jean Louis Missika y Denis Bertrand escribieron en 2022 que las nuevas for-
mas de comunicarse modificaron la manera tradicional de hacer llegar un men-
saje. Ahora, “la cuestión es traspasar los filtros burbuja” que encierran a distintos
grupos sociales para “conseguir que escuchen otra voz distinta a la que se espera
allí, y generar revuelo”.
Para los autores, “para llegar a las redes sociales se deben cumplir dos crite-
rios sencillos: violencia y brevedad”. Y Milei recurrió a ambas. Conceptos cortos
e impacto para romper fronteras virtuales y dar que hablar.
El arte de la repetición es común en las campañas políticas. Los candidatos re-
producen sus conceptos clave para que los votantes los recuerden, una estrategia
de la psicología del aprendizaje para que la información quede en la memoria.
Mediante la repetición, los postulantes tienen la posibilidad de crear un men-
saje claro, que sea fácil de recordar; también de conectar con los votantes a nivel
emocional; y de diferenciarse de sus oponentes. Esto ya fue utilizado, y con
éxito, en los últimos años.
Barack Obama ganó en Estados Unidos, en 2008, con el “Yes, we can”, des-
pués traído a la Argentina en boca de Mauricio Macri, que castellanizó la frase
al “Sí,se puede”. Donald Trump hizo lo mismo con el famoso “Make America
great again” en 2016.
Milei lo hizo con varios conceptos, uno de ellos firma los comunicados y
cierra sus videos, el “Viva la libertad, carajo”. Sin correcciones políticas que
encorseten al candidato, sin fingir una posición acartonada. Siendo auténtico.
Después repitió otras ideas, como “la casta tiene miedo”, que tuvo una reversión
con “la mafia tiene miedo” en boca de Juntos por el Cambio, que llegó tarde a
todo durante esta campaña.
Las hizo canción. En sus actos, los seguidores entonan melodías típicas de
cancha para que el escenario montado en defensa de los sectores concentrados
tenga su baño popular. Logró la atención a partir del revuelo, traspasó las panta-
llas, llegó a la calle y motivó a que el pueblo, los sectores vulnerables, quieran
defender a los poderosos y deseen pelarse con sus iguales.

La batalla es personal y no política

Así como Milei no inventó la proclama del fin del kirchnerismo, tampoco lo
hizo Bullrich, pero la descalificación fue en ascenso con el crecimiento de los
discursos de odio. El libertario apareció con la misma estrategia, por ejemplo,
que Donald Trump en 2017, basada en el enojo y el desprestigio al otro, en este
caso a los K, por no comulgar con sus ideas.
El ex presidente norteamericano no basó su estrategia en el miedo sino en la
bronca. Buscó descalificar por completo a Hillary Clinton, no por sus ideas sino
por su persona. Y en un contexto de bronca, de contagio de la ira, el insulto no
resta, directamente no tiene costos.
En la Argentina, eso llegó al límite de ponerle un arma en la cabeza a Cris-
tina Kirchner y frenar la investigación judicial cuando amagó con buscar a los
responsables políticos y financieros. En este caso, la bronca personal se montó
sobre la base construida hace muchos años. A CFK se la diagnosticó en televisión
muchas veces, se le abrió el cuerpo de manera simbólica, se conversó sobre su
familia y su vida íntima. El desenlace no pudo ser imprevisto.
Pero no fue la única perjudicada, aunque sí la que más violencia recibió. Patri-
cia Bullrich creó un monstruo y luego fue atacada por ser parte de ese monstruo.
Porque Milei fue un paso más allá que Juntos por el Cambio. No le alcanzó con

59
reivindicar dirigentes y políticas del menemismo sino que dijo que ese fue el
mejor gobierno de la historia de nuestro país. No le alcanzó con la persecución a
pueblos originarios y represiones, tuvo que reivindicar la dictadura cívico militar.
Bullrich demonizó al peronismo, levantó el discurso de la mano dura, se puso
del lado de las fuerzas de seguridad y terminó siendo señalada por su paso por
Montoneros. No por las políticas propuestas para un eventual gobierno sino so-
bre su pasado.
Es sabido que detesta que le recuerden su paso por la organización en los ‘70.
La descoloca, le molesta. Y Milei se aprovechó. A tal punto que ella tuvo que
“primerearlo” en el debate presidencial y aclarar sus actividades de hace 40 años.
A tal punto que le tocó la pregunta incómoda en la mesa de Mirtha Legrand.

El odio no es novedad

El kirchnerismo ganó potencia con la Resolución 125 y las retenciones móvi-


les al agro. Luego, encaró una batalla feroz con los multimedios, en especial el
Grupo Clarín, lo que generó simpatizantes pero también forjó la otra cara de la
moneda y creó odiadores. Nació la grieta. De un lado, los que decidieron defen-
der a los sectores concentrados y, del otro, los que prefirieron ubicarse del lado
de la redistribución, la mejora salarial, el ascenso social, el consumo interno y
la industrialización con un Estado presente que garantice condiciones y reglas.
Al menos desde el 2008, entonces, una porción de la sociedad empezó a odiar
al kirchnerismo. Esa fecha coincidió justo con el ascenso del PRO como espacio
político. Ambos sectores nacieron de la crisis del 2001 pero el Frente para la
Victoria escaló de forma más veloz y penetrante que el partido amarillo, que tuvo
que esperar hasta el 2007 para conquistar la Ciudad de Buenos Aires.
Justo un año antes de la división arbitraria que haremos de la historia, el PRO
empezó a tener más vigor y a plantarse como un espacio diferente al kirchnerista.
Desde ahí, se alimentó la bronca hacia las políticas “populistas”, tanto que se le
impidió a Cristina Kirchner tener su propio Presupuesto o se usurparon las comi-
siones del Congreso históricamente oficialistas. Todo para bloquear una gestión.
Con el paso del tiempo, la bronca creció y su punto cúlmine fue el 2022, con
un arma en la cabeza de CFK, en la puerta de su casa, gatillando sin éxito en dos
oportunidades. Esa fue la marca más dramática de una historia de odio que creó,
no sólo a un grupo de argentinos enojados con la dirigencia, sino también a un
líder carismático que apareció para canalizar y representar ese enojo.
Después del fracaso de Mauricio Macri y un gobierno del Frente de Todos que
no logró satisfacer las demandas de su electorado, Milei surgió con cierta auda-
cia. Él, junto a su séquito, pudo identificar los malestares actuales de la sociedad.
Creció gracias a más de una década de odio y discursos orientados a señalar a
un sector de la población como el responsable de las penurias. Propuso, como
solución, destruir o hacer sufrir a ese sector del mal.
Porque, si uno mira profundamente, sus propuestas son irrealizables y antipo-
pulares. De hecho, hasta se jactan de ser políticamente incorrectos en el tiempo,
de mantener discursos para nada aceptados por la sociedad - como la venta de
armas, de órganos y de niños, la privatización de derechos públicos como la sa-
lud y la educación, o la terrible dolarización sin dólares -.
Esas propuestas alocadas no podrían cumplirse ni ser realidad en una Argenti-
na con resistencia a la quita de conquistas. Pero sí podría ser factible, por el con-
trario, el padecimiento del otro. Particularmente de ese grupo que se construyó
como el origen de los males de la sociedad. Los kirchneristas.
La campaña de Milei - descrita por ellos como la más “épica” de la historia
- se basó en ponerle fin a los K, pero también al “comunismo”. Sirvió para Cam-
biemos en 2015 y volvió con otro envase. Porque después de su fracaso, la alian-
za no podría volver a triunfar. Al menos no bajo la misma forma. Si la derecha
aparece como pulcra en una primera etapa, se torna sucia después de un tropezón.
Macri fue el muchacho de ojos color cielo que pondría fin al populismo. Pero el
populismo volvió y aparecieron la picana y la motosierra.
Entonces, Milei no inventó el odio al kirchnerismo. Se montó sobre él. Y
metió en la misma bolsa a todo ser social que no represente los valores que vino
a defender. Lo que se oponga, se lo que sea, será kirchnerista, será casta, será el
responsable del mal y, por lo tanto, debería ser víctima de lo mismo. Porque si los
problemas no se pueden solucionar, que al menos la pasen mal los que generaron
esos problemas. Esa pareciera ser la razón de existencia del libertario.
La casta es lo que cada uno quiera que sea la casta. Si no me gusta, es casta.
Si considero que me hace mal, es casta. Cualquiera con un enemigo claro podría
identificarse con La Libertad Avanza. Cualquiera podría sumar a un actor social a
ese gran significante vacío que no dice nada y, a la vez, dice todo. Le es funcional
a cualquiera. De ahí que Milei haya logrado acaparar votos de los sectores más
diversos.

Esto ya fue visto

Una vez más, las derechas aprovecharon la crisis para montar sus propuestas
impopulares. Tal fue el hartazgo de la sociedad, tal fue la fragmentación, la lec-
tura de la historia en forma veloz, en formato de 15 segundos en redes sociales,
que Javier Milei pudo plantear hasta la venta de órganos y salir primero en una
elección.
Un sector de la sociedad no beneficiado por la inclusión o la formalización del
empleo, no alcanzado por los derechos tradicionales, que no conquistó nuevos y
que, encima, no llega a fin de mes, leyó las propuestas como una salida novedosa,
no practicada, de esta situación de padecimiento.
Hasta tal punto se llegó, que Milei tuvo la oportunidad de calificar a Carlos
Menem como el mejor de la historia. Ni Mauricio Macri se había animado a tan-
to, porque no hubiera sido permitido. Tuvo que ocultar su tradición para poder
llegar al poder, volver a mentir para conseguir votos. Pero el libertario se pudo
montar sobre un enojo demasiado grande como para aceptar cualquier cosa que
permita ilusionarse con un futuro mejor, posible siempre y cuando el grupo cau-
sante de todos los males deje de tener incidencia.
Encontró el “gancho” cuando implantó el concepto de la dolarización. En

61
una sola palabra pudo canalizar los deseos de varios sectores de la ciudadanía.
Con palabras difíciles, en las que no dejó en claro la imposibilidad de semejante
movida monetaria, en las que no se explicitó la desigualdad por venir. Tampoco
negó la creencia de aquellos que pensaron que empezarían a cobrar en billete
norteamericano. Lo dejó pasar. Lo explicó sin explicar.
La dolarización fue un slogan fácil para que la gente pueda ilusionarse y pro-
yectar en esa palabra los deseos personales. No hacía falta detallar los puntos de
la medida, el estado de las reservas, la falta de soberanía y la quita de decisión po-
lítica sobre la economía. La población puso, en la dolarización, sus ambiciones.
La Fundación Bertelsmann presentó un estudio de opinión en 2019 llamado
El poder del Pasado. En él, aseguró que la mayoría de la ciudadanía europea
presentó un “rasgo reaccionario por nostalgia del mundo anterior”. Nostalgia.
“Nostalgia es un sentimiento que se dispara con el miedo, la ansiedad y el mal
humor”42.
Lo que apareció, en ese caso, fue una palabra clave. La otra, la casta. Es-
tos conceptos son clave para generar imágenes que traigan a la mente algunos
marcos conceptuales previos. La idea, en este caso, de que con el “uno a uno”
la gente podía ir al exterior, comprar productos importados baratos y tener un
sueldo equivalente a la misma nominalidad en dólares. Sin importar los espejos
de colores y los engaños subyacentes. Esa idea despertada por la palabra clave
generó una emoción, la emoción de desear la estabilidad y, a partir de ella, una
acción, la de votar.
Para lograr todo ese recorrido, son necesarios algunos pasos que La Libertad
Avanza pudo identificar y utilizar. En primer lugar, encontrar las palabras para
generar la emoción correcta, acertando en el diagnóstico del problema y la pro-
puesta para una solución.
En el fenómeno Milei, el problema fue la inestabilidad económica sostenida
en el tiempo, el deseo de cobrar en dólares (producto de nuestra mente bimoneta-
ria) y una dirigencia política que no pudo brindar soluciones en los últimos ocho
años. Él apareció como el estabilizador con recetas nuevas, prometió el billete
verde y terminar con los vende humo de los políticos.
En segundo término, vivir esa experiencia con pasión y como algo contagio-
so. En Milei, todo se construyó desde la emoción. La motosierra nació gracias al
deseo de romper todo, de cortar con lo viejo pero cobró un significado más fuer-
te y se volvió política. Ahora también significa “cortar boleta”. Finalmente, en
tercer lugar, establecer un nuevo compromiso político, el de liderar a las masas
hacia un futuro mejor43.
En ese armado, la tragedia pasó a formar parte central. El “cuanto peor, me-
jor” se tomó literal. Los autoritarios gustan del pánico, se alimentan del odio, de
la bronca, de lo malo. Proponen magia y un futuro irrealizable, pero proponen
salir de la situación actual. Romper todo para encontrar la luz, es mejor que no
hacer nada y seguir en la oscuridad. En 2015 se votó algo similar y se creyó en
un “segundo semestre”. En 2023 se dejó la metáfora de lado y se fue a los bifes.

42
Gutiérrez Rubí. Antoní. Ibid.
43
Gutiérrez Rubí. Antoní. Ibid.
Lo que propone Milei es lo que no se probó para sacar al país de la situación
en la que está. Sin embargo, esa receta sí se probó. Es la misma Stacy Malibu de
siempre, solo que “con sombrero nuevo”.
La entrega del país y la incorporación legal de una moneda extranjera ya se
vieron en la Argentina. Y también se vieron las incidencias del partido militar
en la política gubernamental. Menem, como resume Guillermo Levy44, tuvo un
ministro de Defensa que fue embajador y canciller de la Dictadura; un secretario
de Defensa que fundó el diario vocero de la Armada; un ministro que estuvo al
frente del Banco Central durante el gobierno de facto de Leopoldo Fortunato
Galtieri; un ministro de Seguridad bonaerense que se levantó contra Raúl Alfon-
sín, entre varios nombres más.

Notas finales

Javier Milei no surgió de la nada, sino que su ascenso político se basó en una
combinación de factores preexistentes y alimentados durante años para hacer
crecer al monstruo. El desencanto hacia la clase política tradicional y la mo-
dificación en las relaciones de trabajo, en el modo de contactarse con un otro,
fueron clave para dar lugar a la enunciación de discursos que, hace pocos años,
no hubieran sido aceptados.
El libertario aprovechó las redes sociales para generar impacto, lograr mensa-
jes efectistas desde lo insólito y lo extremo para ganar lugar en la agenda pública.
Los medios tradicionales, que pueden mover incluso menos que las nuevas for-
mas de comunicar, se convirtieron en pantallas de lo que sucede en las platafor-
mas y el “León” llegó a todo el país. Rompió la burbuja y ganó horas de estudio,
un ecosistema natural para él, ya que desde allí saltó a la fama.
Milei pudo surgir como el representante de un segmento de la sociedad que
se siente descontento con la situación política y económica en Argentina. Capi-
talizó su descontento y su bronca, convirtiéndose en una figura que encarna ese
sentimiento. Los desencantados no están solos, no son amargados en su casa,
son sujetos sociales que construyeron comunidad y lograron hacerse escuchar
gracias a su líder.
Sin propuestas novedosas, y mucho menos realizables, el libertario se cons-
truyó en base a su autoestima. Un rockstar despeinado, con camperas de cuero
que no tiene miedo de decir lo que piensa, aunque haga ruido. Se mostró como
una figura auténtica, sin filtro. Su estilo y el uso de un lenguaje provocador,
contribuyeron a su atractivo entre ciertos sectores de la población que vieron un
crecimiento de la corrección política en los últimos años. Ya nadie putea, y en su
casa la gente putea. Apareció un puteador famoso y generó identificación.
El uso de las redes sociales fue clave para generar ese vínculo afectivo con el
electorado. Usó Twitter para informar y confrontar, YouTube para una comunica-
ción más tradicional y Tik Tok para generar autenticidad aunque duela. Culpa de
una comunicación efímera, captar la atención se volvió violento. Nada llama a la

44
Levy, Guillermo. Ibid.

63
permanencia más que una duda o algo chocante. Eligió lo segundo.
Eso le bastó para identificar conceptos “gancheros”, que funcionan, que per-
manecen en la mente, que estimulan a reacciones positivas y negativas para dar
publicidad. Llegó a un público joven al que no todos supieron interpelar en su
mismo lenguaje. Al cierre de la campaña, les agradeció personalmente, también
a través de redes sociales. Les dio el honor de haber sido los que impulsaron la
gesta y les dio la misión de convencer a padres y amigos.
La construcción vertical ya no es de arriba hacia abajo, generacionalmente
hablando, sino de abajo hacia arriba. Los chicos, sobreinformados con una segui-
dilla de videos mega breves, fueron difusores de ideas. En Juntos por el Cambio
dijeron, en el tramo final hacia el 22 de octubre, que si cada uno convencía a su
suegro o suegra, entraban al balotaje. Milei pidió que convenzan a padres y ami-
gos. En juventud, ganó el libertario. Los cambiemitas ya resignaron esa porción
de la sociedad para otra etapa.
La intalación de Milei no sólo fue a base de follows y charlas entre grupos
de amigos, sino que también supo usar las herramientas a su alcance. Tuvo una
buena implementación de redes sociales y encontró los conceptos que lo lleva-
rían a la fama. Mauricio Macri tomó, en 2015, la eliminación del impuesto a las
Ganancias y la pobreza cero. En 2019, se abrazó al “Sí, se puede”. En 2023 no
encontraron el slogan a tiempo. Se buscó por el lado de “o somos el cambio o no
somos nada”, argumento que quedó inhabilitado cuando le recordaron su paso
por la gestión y el fracaso posterior. Se buscó por el lado del bimonetarismo, pero
demandó mucha explicación y apareció como una propuesta blanda frente a la
dolarización. Se terminó apelando a “la mafia tiene miedo”, en clara referencia a
“la casta tiene miedo” de los libertarios. Poca épica.
Milei, en cambio, logró captar palabras vacías para que la gente elija la for-
ma de identificarse con ellas. ¿Qué es la casta? ¿Miedo a qué? ¿Cuáles son los
alcances de la dolarización? ¿Por qué el Estado, que siento que no me da nada,
le da a otros que no son yo? Y así con muchos títulos gancheros repetidos una y
mil veces para que queden en la mente de las personas. Construyó una identidad.
A costa de dichos repudiables, Milei apareció como lo que hoy es. Y lo jus-
tificó por la supuesta coherencia en sus palabras. No es repudiable ahora, lo fue
siempre pero no dio el brazo a torcer ante las presiones de los correctos. La
pregunta debería indagar sobre las causas que permitieron que ahora sea un can-
didato con chances y antes no.
Hace unos años, la venta de órganos, de niños, la libre portación de armas o el
arrebato de derechos básicos no hubieran tenido segundos de aire. Pero la bronca
de la sociedad, la necesidad de sentir que se exploran nuevos caminos pero, sobre
todo, la creencia en que un sector debe sufrir, permitieron que sean escuchados y
hasta legitimados. Eso fue posible no gracias a Milei y sus seguidores recientes
sino a una polarización creciente y discursos de odio cada vez más constantes
y brutales. La historia de la estigmatización, de la brutalidad, no es nueva en la
Argentina.
El antikirchnerismo llegó para quedarse siempre y cuando exista el kirchne-
rismo. Los medios, los sectores concentrados y el macrismo encontraron en esa
fuerza política un sujeto ideal para culpar por la falsa pérdida de ganancias. Se
los acusó de todos los males de la sociedad y se alimentó esa idea por más de
una década. Primero, los argumentos fueron suficientes para permitir el ascenso
de un gobierno de derecha más tradicional. Mentirosa, pro concentración. Pero,
pandemia mediante, dio lugar a una construcción más extrema.
Encontrar el problema, saber describirlo, tener a alguien a quien culpar y, en-
cima, prometer una salida hacia el futuro, fueron condimentos importantes para
lograr despertar emociones y, tras ellas, la acción del voto, de la militancia y de
la fiscalización. No hubo detalle, no hubo necesidad de bucear entre las posibili-
dades de concreción de cualquiera de estas iniciativas. La gente, deseosa de que
alguien haga algo, de que alguien señale por dónde ir, de manera diferente, pudo
aceptarlas como una promesa de salida. Ficticia, pero salida al fin.
El problema es que todas esas políticas ya se intentaron en la Argentina y
llevaron al fracaso. Más pobreza, más desigualdad, más exlusión, la entrega de
activos, la pérdida de soberanía. Se pensó que alcanzaría con recordar el fracaso
de la gestión de Mauricio Macri, pero la discusión llevó a recordar las penurias
del menemismo y las tragedias de la dictadura cívico militar.

65
CAPÍTULO 4

El liderazgo de Javier Milei. ¿Un oasis en el archipiélago americano?


por Mariano Fraschini

Las democracias presidencialistas sudamericanas han cumplido, desde aquel año


1979 en el que Ecuador inició el proceso de transición, más de cuatro décadas
de funcionamiento ininterrumpido. A pesar de que durante ese lapso histórico
ha convivido con contextos de incertidumbre económica, crisis sociales e im-
portantes tensiones políticas, ha logrado sobrevivir a la tentación del regreso
autoritario. Las Fuerzas Armadas, pese a tener un protagonismo inesperado en
los últimos años, no se ha convertido en un factor de disrupción en el interior del
régimen democrático. Es cierto, la inestabilidad política no ha desaparecido de la
región, pero los sistemas políticos sudamericanos han encontrado fórmulas alter-
nativas para deshacerse de presidentes impopulares sin necesidad de interrum-
pir el orden constitucional. La flexibilidad del sistema presidencialista en estas
últimas décadas, le ha permitido a la región evitar una inestabilidad sistémica,
y comprimir crisis políticas en la figura presidencial sorteando, de esta forma,
la interrupción del ciclo democrático y el regreso a los gobiernos de facto tan
frecuentes en las décadas del sesenta y del setenta.
Durante estas últimas cuatro décadas, las democracias sudamericanas debie-
ron lidiar con un conjunto de desafíos que, lejos de debilitarla, la fortalecieron.
Durante la década del ochenta, una vez recuperada la democracia en la mayoría
de los países de la región, a excepción de Venezuela y Colombia que no vieron
interrumpido su ciclo electoral, los primeros gobiernos de la transición se enfren-
taron a dos grandes dificultades: el “problema militar” y a la crisis económica.
Esa doble transición (política y económica) no logró ser sorteada completamente
por las primeras administraciones gubernamentales. El “éxito” obtenido en el
campo político, medido en términos de ausencia del regreso autoritario convi-
vió con el fracaso en la arena económica expresada en el desencadenamiento
de procesos hiperinflacionarios. Las salidas anticipadas de Raúl Alfonsín en la
Argentina y Hernán Siles Zuazo en Bolivia, sumada al convulsionado final de
mandato de Alan García en Perú, grafican de manera trasparente las dificultades
de los primeros gobiernos de la democracia. La crisis estructural que se verifica
en la mayoría de los países sudamericanos ofició como una emergencia y abrie-
ron un campo de tolerancia social a las medidas de ajuste que llevaran adelante
los segundos presidentes de la transición democrática.
La agenda reformista durante esta segunda década democrática en la región
implicó un conjunto de trasformaciones en la arena económica que incluyó pri-
vatizaciones de empresas públicas, desregulación, descentralización y una aper-
tura comercial que dio lugar a un proceso de crecimiento económico con un
importante aumento del deterioro social que implicó un incremento de la pobreza
y la indigencia y del desempleo. Los segundos presidentes de la transición a
la democracia debieron lidiar, en muchos casos, con resistencias sociales a las
políticas de ajuste que se tradujo en una inestabilidad política que tuvo como

67
nervio central la figura del presidente. Desde allí que el concepto de Inestabi-
lidad Presidencial (IP) se convirtió en una etiqueta que dio cuenta de una para-
doja política novedosa: régimen democrático estable y presidentes inestables.
Es decir, continuidad del presidencialismo, de las reglas del juego democráti-
co y, por lo tanto, no interrupción del sistema, y presidentes que no lograban
culminar su mandato, que debían renunciar (forzados o no) antes de tiempo,
o eran sometidos mediante instrumentos provistos por la constitución a juicios
políticos o institutos similares, sin que ello diera lugar a una interrupción del
ciclo electoral. Los casos de Collor de Melo en Brasil, Carlos Andrés Pérez en
Venezuela, Abdalá Bucarán en Ecuador y Sánchez de Losada en Bolivia se pre-
sentan como ejemplos paradigmáticos del fracaso de liderazgos emergentes de
una crisis económica y política que no estuvieron a la altura de las demandas
sociales, y no lograron culminar sus mandatos. La contracara de este conjunto de
presidentes inestables, serán Carlos Menem en Argentina, Fernando H Cardoso
en Brasil y Alberto Fujimori en Perú quienes consiguieron llevar adelante una
agenda neoliberal, para nada exenta de conflictos, y que lograron reelegirse. Es
decir, en esa década, los liderazgos presidenciales comienzan a emerger como
una variable explicativa fundamental de la performance política, no sólo de esos
presidentes, sino también del propio sistema político. Esto se verá con mayor cla-
ridad durante la siguiente década, en las que las reelecciones presidenciales serán
un denominador común del ciclo que se abre a partir de finales del siglo XX.
El tercer período desde la recuperación democrática trajo consigo la novedad
del giro a la izquierda en la región. Luego de una década de neoliberalismo, las
consecuencias en el tejido social de la implementación de sus políticas llevaron
a las sociedades sudamericanas a virar ideológicamente hacia esquemas de ma-
yor intervención del estado, redistribución del ingreso y de políticas soberanas.
El puntapié inicial lo dio Hugo Chávez en Venezuela en febrero de 1999, y se
extendió en el siglo XXI a la mayoría de los países. El ciclo populista, como fue
denominado por sus detractores, resultó ser más virtuoso y estable que el ante-
rior, y la inestabilidad presidencial pasó a ser pieza de museo, a pesar de algunas
excepciones45. Los gobiernos del giro a la izquierda constituyen a la fecha el
lapso histórico más extenso desde el regreso a la democrática en los ochenta. Los
más de 20 años de chavismo en Venezuela, los 15 del Frente Amplio en Uruguay,
los 14 (interrumpidos por el juicio político a Dilma Rousseff) en Brasil, los 13 de
Evo Morales en Bolivia, los 12 del kirchnerismo en Argentina y los 10 de Rafael
Correa en Ecuador componen la evidencia de ciclos políticos potentes que a la
fecha no han tenido parangón. Asimismo, fue durante estos primeros tres lustros
del siglo XXI en los que los liderazgos presidenciales exitosos, en términos polí-
ticos y de durabilidad, han logrado fortalecer el ciclo democrático a partir de una
importante ampliación (de acuerdo al país) de derechos civiles, políticos y, sobre
todo, sociales. Los índices de pobreza, indigencia, desigualdad y desempleo han
disminuido de forma elocuente, y le ha permitido a una buena porción de la po-
blación acceder a derechos fundamentales, impensables décadas atrás.
45
Las excepciones en Sudamérica las constituyen Fernando Lugo en 2012, Dilma Rousseff en 2016
y el golpe de estado a Evo Morales en 2019, aunque este último caso no entraría en la etiqueta de
Inestabilidad Presidencial.
A partir del triunfo de Mauricio Macri en Argentina en noviembre de 2015 se
inicia un nuevo ciclo en Sudamérica. Este, de difícil caracterización ideológica,
sobresale por la rápida circulación de las elites políticas, por el retorno de la
inestabilidad presidencial y por los triunfos opositores. En el cuadro que pre-
sentamos a continuación se puede observar la dificultad de precisar en términos
ideológicos el periodo, como así también, la nitidez en la que resalta una lógica
oficialismo-oposición en la que sobresale un importante caudal de victorias de
la segunda y escasas reelecciones presidenciales. Los datos son elocuentes y no
requieren muchas explicaciones.
Ligada a esta etapa de difícil caracterización ideológica, se encuentra la emer-
gencia de nuevos liderazgos que expresan posiciones ideológicas de ultradere-
cha. Estos surgen en un contexto de crisis económicas políticas y sociales, y han
evidenciado una fortaleza electoral como nunca desde el retorno de la democra-
cia en la región. Referencias políticas de este universo ideológico han existido
en las últimas cuatro décadas, pero a la fecha no habían conseguido una cosecha
electoral tan significativa como la de los actuales. Es decir, partidos o expresio-
nes de ultraderecha prexisten en estos últimos 40 años de democracia, pero nunca
habían superado un porcentaje electoral de dos dígitos, y tampoco fueron alterna-
tiva, ni tuvieron incidencia, en el interior del sistema sudamericano.
Sin embargo, a partir del triunfo electoral de Jair Bolsonaro en Brasil en oc-
tubre de 2018, un tipo de liderazgo con características políticas e ideológicas
similares se ha extendido en la región, con suerte electoral dispar. Nos referimos
a las experiencias políticas de José Antonio Kast en Chile, Rodolfo Hernández en
Colombia y de las recientes de Paraguayo “Payo” Cubas en Paraguay y de Javier
Milei en Argentina.
A la fecha, sólo Bolsonaro logró ganar la presidencia, en un ciclo electoral
para nada exento de polémicas que daremos cuenta más adelante, mientras que
Kast y Hernández han caído derrotados en sendos balotajes. El caso de Milei, a la
fecha de culminado este artículo logró ser el candidato más votado en las Prima-
rias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) argentinas con casi un 30% de
los sufragios por encima de las dos grandes coaliciones electorales animadoras
de la última década en nuestro país.
En ese marco, el propósito principal de este artículo es realizar un breve iti-
nerario político de los principales referentes de este nuevo tipo de liderazgo en
la región. En términos metodológicos, para ordenar la lectura en términos más
cristalinos, en cada caso realizamos, en primer lugar, una descripción del con-
texto histórico político que antecede al arribo de estos nuevos líderes de la ul-
traderecha regional, para luego, en una segunda parte, efectuar el análisis del
liderazgo prestando atención a sus principales estrategias de llegada, a su forma
de comunicación y a su manera de construir poder político.
Con ese objetivo, en el primer apartado daremos cuenta del liderazgo de Jair
Bolsonaro en Brasil, atendiendo centralmente a su actividad política con ante-
rioridad a su triunfo electoral. La segunda sección analizaremos el liderazgo de
José Kast en Chile desde sus comienzos hasta la derrota en la segunda vuelta
frente a Gabriel Boric. En el tercer apartado, nos concentraremos en el liderazgo
de Rodolfo Hernández en Colombia, al igual que en los anteriores, atendiendo a

69
su inicio político, su despliegue y su derrota en el balotaje contra Gustavo Petro.
Por último, en la conclusión realizaremos un análisis comparado de las tres ex-
periencias analizadas, sumando en este caso a Javier Milei, y poniendo especial
hincapié en el sistema político, el sistema de partidos, las lógicas políticas que
preceden a la irrupción de estos liderazgos, y a las principales razones del despe-
gue y los límites (y ventajas) que presentan a la hora de imponerse en elecciones
presidenciales.
ELECCIONES PRESIDENCIALES EN AMERICA LATINA DESDE 2015 A 2022

País Año Ganador/a Orientación Orientación Propuesta Reelección


ideológica ideológica Opositora Presidencial
Neoliberal progresista

Argentina 2015 Mauricio Macri X Si No

Perú 2016 Pedro P Kuczynski X Si No

Ecuador 2017 Lenin Moreno X No No

Chile 2017 Sebastián Piñera X Si No

Paraguay 2018 Mario Abdo Benítez X No No

Venezuela 2018 Nicolás Maduro X No Si

Colombia 2018 Iván Duque X Si No

Brasil 2018 Jair Bolsonaro X Si No

Argentina 2019 Alberto Fernández X Si No

Bolivia 2019 Evo Morales X No Sí

Uruguay 2019 Luis Lacalle Pou X Si No

Bolivia 2020 Luis Arce X Si No

Ecuador 2021 Guillermo Lasso X Sí No

Perú 2021 Pedro Castillo X Sí No

Chile 2021 Gabriel Boric X Sí No

Colombia 2022 Gustavo Petro X Sí No

Brasil 2022 Lula da Silva X Sí No

Paraguay 2023 Santiago Peña X No No


Total 18 elecciones 9 sobre 18 9 sobre 18 13 sobre 18 2 sobre 18
(2015-2023) (50%) (50%) (70%) (18%)

Jair Bolsonaro

La experiencia histórica brasileña de los últimos 70 años se destaca por sus sin-
gularidades en la geografía sudamericana. En primer lugar, por tener la dictadura
militar más extensa de la región, con sus particularidades en lo que hace a su
modo de funcionamiento. En segundo término, porque los militares al salir del
gobierno en 1985 condicionaron el ciclo democrático en la transción. En tercer
lugar, porque la democracia brasileña asistió a dos juicios políticos a presidentes
electos durante el periodo 1992-2016 con legitimidades, trayectorias y forma-
ciones partidarias diversas. Por último, porque se trató de uno de los giros a la
izquierda en la región más persistentes, y el primero en los que un candidato
de ultraderecha, como los referentes empíricos que analizamos en esta sección,
triunfa de manera contundente.
Comencemos por el principio. La dictadura brasileña, si sorteamos a la de
Alfredo Stroessner en Paraguay, fue la más longeva de Sudamérica durante las
décadas del sesenta y el setenta. Iniciada en el año 1964 luego del golpe de estado
al presidente democrático João Goulart se extendió hasta 1985, por espacio de
21 años y condicionó, desde su inicio, el proceso democrático. Esto se expli-
ca, porque a diferencia, por ejemplo, de la dictadura argentina, su homónima
brasileña logró un crecimiento económico superlativo (“el milagro brasileño”46)
que le permitió moldear las instituciones a partir de su salida. La estabilidad del
régimen militar, entonces, se basó en el “boom” económico de inicios de los
setenta, en los que crecieron los préstamos e inversiones de capital extranjero,
el gobierno amplió el crédito a los consumidores y a las clases medias, que vie-
ron mejorar las oportunidades de empleo y valorizar las actividades vinculadas
con la administración de empresas y la publicidad. Este “boom” económico, sin
embargo, se desplegó sin que esto haya significado un cambio en el patrón dis-
tributivo. De acuerdo a la especialista Lucía Caruncho “la gestión económica de
los militares, lejos de promover la integración de los sectores tradicionalmente
excluidos, tendió a reproducir un orden sociopolítico mayormente cerrado… la
distribución de bienes y servicios esenciales (como son la alimentación, la vi-
vienda, la salud, la educación y el empleo) capturada por el índice de distribución
igualitaria de recursos no solo se mantuvo relativamente estable entre los años
que duró el milagro económico (1969-1973) sino que no haya registrado mejoras
significativas en el período transcurrido entre los primeros gobiernos de Vargas
(1930-1937/1945) que se corresponden con las reformas sociales en el ámbito
laboral y previsional y el inicio de la liberalización y la restauración democrática
(1974-1985)”47
Otro punto que distingue la experiencia militar brasileña de las otras de la
región es la mayor unidad de las Fuerzas Armadas, asentadas en un cuerpo pro-
fesional moderno articulado y cohesivo, vinculado con un “nacionalismo-auto-
ritario-militar”. Estos elementos hicieron que la dictadura se constituya en un
régimen político estable con características distintivas asociadas a una dinámica
política en las que el status de las instituciones parlamentarias y de algunos par-

46
De acuerdo a Lucía Caruncho “Desde su llegada al poder, los militares llevaron adelante un con-
junto de reformas estructurales destinadas a estabilizar la economía (con problemas inflacionarios,
de cambio y de la balanza de pagos) que crearon las bases para el gran salto económico, conocido
como el “milagro brasileño”, durante los gobiernos del General Artur da Costa e Silva (1967-1969)
y Emílio Garrastazu Médici (1969-1974). Entre 1969 y 1973 el PBI creció a una media anual del 11,
2%, con una variación del 14%, mientras la inflación media anual se mantuvo relativamente baja,
en el 19, 4%, en comparación con el pico del 92, 1% que alcanzó en 1964” Caruncho Lucía (2023):
“Nuevos líderes, viejas causas. Factores estructurales y estilos de liderazgo de Mauricio Macri en
Argentina y Jair Bolsonaro en Brasil”, Tesis para optar al título de Doctora en Ciencias Sociales
Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires.
47
Ibid.

71
tidos continuaron siendo legales. Es decir, el Congreso continuó funcionando,
los partidos políticos aceptados por el régimen, Alianza de Renovación Nacional
(ARENA) y el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), participaban de un
juego electoral con escasas incertezas, y el boom económico lubricó una estabili-
dad política poco común durante los setenta. Para 1979, luego de 15 años de dic-
tadura, comenzó una incipiente apertura democrática, luego de que el presidente
Joao B. Figuereido introdujera un conjunto de reformas, permitiendo la formación
de nuevos partidos, decretando una amnistía general (los exiliados pudieron vol-
ver al país) y una convocatoria para el año 1982 de elecciones de gobernadores48.
La apertura electoral abolió el “bipartidismo forzado entre la oposición
consentida”49 y habilitó a otras agrupaciones partidarias para competir en las
siguientes elecciones. En este marco, el oficialista ARENA devino Partido De-
mocrático Social (PDS), el MDB pasó a llamarse Partido do Movimento De-
mocrático Brasileiro (PMDB), el Partido Comunista Do Brasil (PCdoB) volvió
a actuar y nació del seno del sindicalismo militante, del movimiento católico y
de núcleos intelectuales de izquierda, el Partido dos Trabalhadores (PT). Esta
oposición fortalecida por la liberalización del régimen contó con el apoyo de la
Iglesia que asumió una posición abiertamente crítica al gobierno militar, y con la
de un sindicalismo urbano activo y más autónomo del Estado que llevó adelante
un extenso plan de lucha ampliando su capacidad de organización y presión. Las
huelgas pasaron de ser inexistentes entre 1969 y 1977 a un promedio anual de
214 entre 1978 y 1984, una evidencia que revelaba que la distención militar se
potenciaba con una oposición que despertaba de su larga siesta. En ese marco, “el
punto cúlmine fue la campaña diretas já, liderada por el PMDB, cuyo objetivo
inmediato fue presionar al Congreso para que autorizara a que las primeras elec-
ciones presidenciales democráticas tras el golpe de 1964 (dispuestas para el 15
de enero de 1985) fueran directas –y no a través del colegio electoral–. En efecto,
se trató de la mayor campaña política hasta ese entonces. No solo por su masivi-
dad, sino porque las manifestaciones se transformaron en un símbolo cívico de
unidad nacional a favor de la restitución de las libertades”50.
Sin embargo, y a pesar de ese renovado activismo social, las elecciones para
presidente y vicepresidente fueron reguladas por el Acto Institucional Nº 2 que
decretó que fueran realizadas por la mayoría absoluta del Congreso Nacional
en sesión pública y a través de votación nominal. La presión social no logró
doblegar al régimen y las elecciones se realizaron bajo el formato del gobier-
no de facto resultando ganador Tancredo Neves en binomio con José Sarney.
A diferencia del caso argentino donde la dictadura se derrumbó post Malvinas,
y no pudo controlar el proceso posterior de apertura democrática, en Brasil,
al igual que en Chile (caso que trataremos en el próximo apartado) las Fuer-

48
Tombesi, Lucia. “El legado de Lula da Silva: inclusión, distribución y presidencias dominantes en
Brasil” en Fraschini Mariano y García Santiago (comp). Liderazgos en su laberinto. Cómo ejercen el
poder los presidentes sudamericanos del siglo XXI, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2021.
49
Caruncho, Lucía. “Nuevos líderes, viejas causas”. Factores estructurales y estilos de liderazgo de
Mauricio Macri en Argentina y Jair Bolsonaro en Brasil”, Tesis para optar al título de Doctora en
Ciencias Sociales Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. 2022.
50
Ibid.
zas Armadas moldearon el régimen plural que se abría a partir de las eleccio-
nes de 1985 y cerraron las puertas a la revisión de lo actuado51. Asimismo, los
militares brasileños mantuvieron un grado de legitimidad social importante
que les permitió obtener cierto prestigio civil, elemento crucial que permitirá
comprender el ascenso de Jair Bolsonaro al gobierno el 1 de enero de 2019.
La atención dedicada en este capítulo a la dictadura, elemento que se repetirá
con el caso de Kast en Chile, remite a la importancia otorgada a esa etapa histó-
rica regional en la emergencia de estos nuevos liderazgos de ultraderecha. Por
lo tanto, el tiempo que se abre en 1985, y que se extiende por más de 30 años en
Brasil será trabajado de forma más concisa ya que a pesar de resultar un proceso
que coadyuva en la comprensión del fenómeno Bolsonaro, no tiene la importan-
cia que tuvo (y tiene) la comprensión del “prestigio” que la dictadura mantiene
en dicho país.
Las elecciones directas, finalmente se realizaron en 1989 y Fernando Collor
de Mello venció en una reñida segunda vuelta electoral a Ignacio Lula da Silva.
Comenzaba la década del noventa en la región, y con ello las reformas estruc-
turales orientadas al mercado. A pesar de que Collor había superado el 50% de
los sufragios, este importante porcentaje de votos no se tradujo a bancas parla-
mentarias. Su partido apenas contaba con el 5% de los ediles en ambas cámaras
y su coalición de gobierno se aproximaba al 30% con el total de sus aliados. Sus
dos planes de estabilización macroeconómica no tuvieron el éxito esperado y
la inflación navegó por los cuatro dígitos hiriendo la gobernabilidad del primer
presidente electo popularmente. Sus continuas peleas con el Congreso, y una
denuncia de corrupción familiar le abrieron paso a un Juicio político que Collor
no logró evitar, ni con su renuncia anticipada en octubre de 1992. La sucesión
presidencial recayó en su vice Itamar Franco, quien llevó a la cartera económica
a Fernando H Cardoso, uno de los intelectuales más prestigiosos del país, una
movida clave para la supervivencia del gobierno y de la transición al siguiente.
Con el timón de la economía en manos de Cardoso y la aplicación de planes
de estabilización de cepa ortodoxa, la hiperinflación fue cediendo y la actividad
económica mejorando en sus indicies más relevantes.
Este hecho le permitió al exponente de la Teoría de la Dependencia candi-
datearse para presidente en las elecciones de octubre 1994 y vencer en primera
vuelta a Lula. La mejoría económica, junto al descenso inflacionario, se convir-
tieron en los principales factores explicativos del triunfo. Una vez en el gobierno
Cardoso logró cimentar un vínculo no exento de nubarrones, pero estable, con el
Parlamento, lo que le aseguró llevar adelante una agenda de gobierno neoliberal
incremental y consensuada con los partidos opositores. En un escenario partida-
rio y legislativo fragmentado, Cardoso hizo uso de sus recursos de poder para
51
“Las Fuerzas Armadas lograron retener amplios apoyos sociales, iniciar y controlar la transición
hacia la democracia y, consecuentemente, mantener buena parte de sus privilegios y prerrogativas
institucionales. En estas condiciones, una vez instalado el Estado de derecho, los primeros gobiernos
democráticos no llevaron adelante políticas de indemnización a las víctimas ni a sus familiares, y
mucho menos juzgaron a las Fuerzas Armadas. Así las cosas, la historia de Brasil parece indicar que
la influencia política de los militares en el Estado y su participación en los gobiernos civiles es la
regla, no la excepción” Caruncho, Lucia. “El Ressentiment”, Revista El Estadista, 2022 En línea en:
https://elestadista.com.ar/el-estadista/el-ressentiment-n52495

73
estabilizar su gobierno en una dirección reformista. Esto le permitió reelegirse
cuatro años después, venciendo nuevamente a Lula con un margen superior al
20% de los votos.
El último mandato de Cardoso coincidió con la crisis del sudeste asiático de
1997, de Rusia de 1998 y de un agotado neoliberalismo incapaz de dar respuesta
a las nuevas demandas sociales por una distribución del ingreso más equitativa
en un país que a pesar del crecimiento económico no movió sustancialmente los
índices de pobreza e indigencia. En ese marco, el triunfo de Lula en 2002, en
línea con una región que de a poco giraba a propuestas progresistas, inició uno de
los periodos de gobierno monocolor en la presidencia más extensos de la historia
democrática del país.
Desde 2002 hasta el juicio político a Dilma Rousseff en 2016, el PT se con-
virtió en la fuerza hegemónica en Brasil. El éxito de sus tres primeros gobiernos
(los dos de Lula 2003-2011 y el de Dilma 2011-2015) habilitaron un nuevo man-
dato en un contexto sumamente complejo en lo político y en lo económico. La
venturosa década, cubierta de una ampliación de derechos inédita para el país52y
de un crecimiento sostenido en todos los índices de la economía, daba lugar a
una recesión histórica en el inicio del cuarto gobierno del PT. Si el liderazgo
político de Lula había sido central para sortear conflictos políticos en sus prime-
ros gobiernos, y decisivo para la elección de su sucesora, para el año 2015 era
una estrella que comenzaba a apagarse. Una economía en terapia intensiva, y la
activación de supuestos casos de corrupción impulsados por un poder judicial
parcial con una sólida cobertura mediática que se desquitaba de años de derrotas
electorales, ofició como marco para la destitución de Rousseff. La emergencia
de movilizaciones sociales policlasistas a partir de 2013 terminó de peinar un
escenario adverso al oficialismo. El gobierno petista tampoco colaboró en evitar
su deterioro, ya que abrazó las políticas neoliberales ortodoxas contrarias a las
prometidas en la campaña de 2014, y desmovilizó sus bases de apoyo partidarias
al compás de un ajuste que “reforzó la reprimarización económica y su secuela
de desempleo, informalidad y carencias extremas crecientes, perdiendo la centra-
lidad electoral de los trabajadores industriales”53
La sucesión presidencial recayó en Michel Temer, el vicepresidente del aliado
PMDB, que lejos de enderezar el rumbo, profundizó los aspectos negativos de
la economía brasileña. Las denuncias de corrupción no se apagaron e involucra-
ron inclusive al propio presidente y sus ministros. La prisión de Lula previo al
52
Según Tombesi “Entre 2003 y 2010, el salario mínimo experimentó un reajuste nominal de un
155%, llegando las ganancias reales a alcanzar el 53,67%, recomponiendo el valor del real y conser-
vando a través de los años el poder adquisitivo de la población. “(...) Brasil logró traducir cada punto
de crecimiento en una reducción más significativa del Gini (una reducción de 0,4% en el Coeficiente
de Gini por cada 1% de aumento del PBI per cápita)”. Para finales del mismo año, el programa Bolsa
Familia alcanzaba ya a cuatro millones de familias. El número de pobres se habría reducido de 50
a 30 millones, mientras que la cantidad de indigentes disminuyó a la mitad”. Tombesi Lucia: ” El
legado de Lula da Silva: inclusión, distribución y presidencias dominantes en Brasil” en Fraschini
Mariano y García Santiago (comp) Liderazgos en su laberinto. Cómo ejercen el poder los presidentes
sudamericanos del siglo XXI. Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2021.
53
López, Artemio y Fraschini, Mariano. “El viejo joven Lula y el complicado desafío de reconstruir
un gigante”, Diario Perfil, edición del 4/11/2022. En línea en: https://www.perfil.com/noticias/inter-
nacional/el-viejo-joven-lula-y-el-complicado-desafio-de-reconstruir-un-gigante.phtml
inicio de la campaña para la elección de 2018 no hizo más de ponerle un manto
de incertidumbre a la disputa política. Y es en ese cuadro de inestabilidad pre-
sidencial, política, económica y social en que la candidatura de Jair Bolsonaro
comenzaba a tomar fuerza. Un histórico diputado que durante décadas se mantu-
vo en un segundo plano político, emergía con una fuerza inédita en este contexto
de penurias sociales, de defenestración de los políticos tradicionales y de crisis
económica estructural.
Bolsonaro inició su carrera militar en la Escuela Preparatoria de Cadetes del
Ejército​ en 1973, y se mantuvo dentro de las filas castrenses hasta fines de los
ochenta. Durante esos años se destacó como líder en los reclamos por mejoras sa-
lariales por lo que fue suspendido en varias oportunidades. En 1988 ingresó en la
vida política como concejal de la ciudad de Río de Janeiro por el Partido Demó-
crata Cristiano (PDC). Dos años más tarde, logró convertirse en diputado federal,
de nuevo con la sigla del PDC, para más tarde reelegirse por siete mandatos en
los que fue candidato de varios partidos. Apenas atado a estructuras partidarias,
Bolsonaro logró convertirse en un diputado tradicional, con un núcleo de ideas
que fungieron en un cruce entre el nacionalismo, el conservadurismo y el ca-
tolicismo. La reivindicación de las causas militares y del golpe de 1964 fueron
trasversales a su mudanza partidaria. Asimismo, su extenso paso por el Congreso
se caracterizó por su escasa notoriedad, y sus diatribas hacia el comunismo y la
izquierda, convirtiéndose en un furibundo opositor a las políticas de género e
igualdad de derechos. Durante sus casi 25 años ininterrumpidos en el Congreso
brasileño logró aprobar sólo dos proyectos de ley y una enmienda54 sobre más
de 100 presentados. A pesar de su significativa permanencia en la Cámara nunca
logró presidir el cuerpo legislativo. Lo intentó tres veces (el último un año antes
de ganar la presidencial) y siempre obtuvo resultados marginales.
Sin embargo, a partir de la votación legislativa de la primera década del si-
glo XXI su presencia en los medios y en el radar político comienza a modificar
su, hasta ese momento, natural segundo plano. En la elección de 2010 fue el
undécimo diputado más votado del estado de Río de Janeiro, y en el 2014 lo-
gró conver-tirse en el primero en el mismo distrito55. Esto, sumado al deterioro
económico y político que se inicia ese año en el país, alimentó sus ambiciones
políticas y los sueños presidenciales.
Durante sus mandatos como diputado defendió el derecho a la adquisición
de armamento legal para evitar invasiones del Movimiento de los Trabajadores
Rurales Sin Tierra (MST)56, se mostró partidario de la castración química para
los violadores, condenó a la homosexualidad y se reveló como un férreo opo-
sitor a la aplicación de leyes que otorguen derechos al colectivo de Lesbianas,

54
“Bolsonaro aprobó apenas dos proyectos en 26 años de Congreso” en Jounal do Brasil, edición del
23/07/2017. En línea en: https://www.jb.com.br/pais/noticias/2017/07/23/bolsonaro-aprovou-ape-
nas-dois-projetos-em-26-anos-de-congresso.html
55
O GLOBO, en línea: https://oglobo.globo.com/politica/deputado-mais-votado-no-rio-bolsona-
ro-reclama-de-ter-apoio-esnobado-por-aecio-14327229
56
“Bolsonaro llega a Cuiaba defendiendo el uso del fusil contra el MST”, en Gaceta Digital. En línea
en: https://www.gazetadigital.com.br/editorias/politica-nacional/bolsonaro-chega-a-cuiaba-defend-
endo-uso-de-fuzil-contra-mst/461910

75
Gays, Bisexuales y Trans (LGBT). De forma idéntica se mostró en contra del
matrimonio entre personas del mismo sexo, y de la adopción de hijos por parejas
homosexuales. En una entrevista con la actriz de Hollywood Ellen Page, el líder
brasileño justificaba su posición expresando que “cuando era joven, en términos
de porcentajes, había pocos gays … Con el tiempo, debido al libertinaje, las
drogas y con las mujeres también trabajando, aumentó bastante el número de
homosexuales”57. En agosto de 2008 fue sentenciado a pagarle 10 000 reales a la
política María do Rosário, del PT, por decirle durante una discusión televisada
que “no merecía ser violada” porque era “muy fea”58
Por el mismo andarivel discursivo se manifestaba en contra de la legalización
de las drogas, y se mostró en desacuerdo con las cotas raciales para afrobrasile-
ños. En 2017 fue sentenciado a pagar una multa de 50.000 reales por comentarios
de índole racista en contra de afrodescendientes59. En lo que sí se mostró favora-
ble es en la pena de muerte, ya que según su posición “el bandido sólo respeta lo
que él teme”. ​De igual manera, se mostró partidario de la reducción de la edad
de imputabilidad penal y votó en contra de la ley para ampliar el uso de armas no
letales. Su defensa de lo actuado por la dictadura militar fue una constante a lo
largo de su trayectoria política, inclusive durante el ejercicio de su presidencia.
Los tres años anteriores a la elección presidencial de 2018 resultan ser el
tiempo histórico donde la situación económica y social se agudiza a grados
históricos y las investigaciones acerca de los supuestos hechos de corrupción
en torno al Lava Jato ocupan los mayores espacios en los medios y en la opi-
nión pública. Es el mismo tiempo en que es investigado Lula y un conjunto
de políticos y empresarios afines por corrupción, hechos que comienzan a ser
visualizados como un elemento trasversal a la clase política tradicional. Es
en ese marco, en el que con mayor intensidad se despliega la instalación pú-
blica de Bolsonaro, una figura que se va consolidando como la contracara de
la descomposición que corroe al sistema político60. Las redes sociales fueron
fundamentales en la construcción su figura, y en el 2015 fue considerado por
el instituto FSB como el parlamentario más influyente en ese campo. Con una
57
“Las frases homofóbicas de Jair Bolsonaro en la dura entrevista con Ellen Page: "No la veo como
gay, en la calle le silbaría porque es linda", en Diario Clarín, edición del 12/10/2018. En línea en:
https://www.clarin.com/mundo/polemicas-frases-jair-bolsonaro-dura-entrevista-ellen-pa-
ge-veo-gay-calle-silbaria-linda_0_-DyUXPmn2.html
58
Video en línea en: https://web.archive.org/web/20170308221806/https://www.youtube.com/wat-
ch?v=atKHN_irOsQ
59
“Justicia de Brasil condena al diputado de ultraderecha Bolsonaro por ofensas raciales”, Portal Sputnik
3/10/2017. En línea en: https://mundo.sputniknews.com/americalatina/201710041072864780-qui-
lombolas-negros-comentarios-ofensivos-racismo/
60 Según Ignacio Pirotta, “Bolsonaro comenzó su precampaña prematuramente, en 2015, recorriendo
el país mientras era diputado federal. Organizó actos y caravanas, reuniendo seguidores y registrando
y difundiendo los eventos por redes sociales. Poco a poco fue forjando un estilo de campaña que
lo mostraba simple, espontáneo, rodeado de fervor popular y con una comunicación directa con sus
seguidores. Bolsonaro ostentaba una forma de hablar que lo aproximaba al ciudadano común, y a
diferencia de otros políticos “hablaba el idioma de la gente” (Solano 2018). De aquí en más, este
estilo comunicacional constituiría un importante RP de estrategia política”. Pirotta, Ignacio: “Ascen-
so y radicalización de Jair Bolsonaro. Desde la precampaña al primer año y medio de gobierno” en
Fraschini, Mariano y García, Santiago (comp) Liderazgos en su laberinto. Cómo ejercen el poder los
presidentes sudamericanos del siglo XXI. Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2021.
estrategia de permanente confrontación, Bolsonaro ya era el centro de las inte-
racciones en la “red antipetista” durante ese año61, y en 2017 se convirtió en el
político brasileño con más seguidores en Facebook. Este protagonismo mediá-
tico será central en su táctica electoral y las “fake news” ocuparán durante la
campaña electoral un lugar distintivo en el interior de su estrategia confrontativa.
Para enero de 2018 y en vista a la carrera electoral presidencial, Bolsonaro
se afilió al Partido Social Liberal (PSL), el noveno partido desde que inició su
carrera política. Este dato no constituye una novedad para el sistema político
brasileño ya que, en su mayoría, la mudanza de espacio partidario62 forma parte
de una gimnasia común para los políticos de ese país63.
Para abril de 2018, cuando Lula era finalmente encarcelado, Bolsonaro conta-
ba con una intención de voto de 11% ante la pregunta abierta y del 17% cuando
era estimulada a partir de ser parte de una de las opciones. Su nivel de conoci-
miento se había cuadriplicado y su intención de voto también comparado con un
año atrás. Es decir, las peripecias de Lula en la Justicia brasileña durante ese año
electoral fue clave en el aumento de las chances del ahora candidato del PSL,
más aún cuando el expresidente fue inhabilitado para participar en la compulsa.
En ese sentido, el retiro de la candidatura de Lula como candidato del PT y su
reemplazo por un desconocido Fernando Haddad ofició de bálsamo para las po-
sibilidades de Bolsonaro de imponerse en octubre de 2018. Sin embargo, no se
comprendería el éxito del ex militar de no sumar al análisis sus bases de apoyos
que devinieron decisivas en la coyuntura de ese año electoral.
De acuerdo a Ignacio Pirotta, el bolsonarismo asume contenidos definidos
que coinciden con los elementos salientes de su contexto de surgimiento, es decir
“la polarización petismo vs antipetismo, la crisis de representación (antipolítica)
y la ola conservadora (punitivismo, defensa de la familia, liberalismo económico
e intolerancia). Partiendo del supuesto de la existencia de una hegemonía cultural
marxista y de la imposición por esta de lo “políticamente correcto”, el
bolsonarismo se moviliza contra el establishment político y cultural”64.
61
Durante el juicio político contra Dilma Rousseff, el diputado Bolsonaro había justificado su voto
afirmativo “por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante”, el militar que, durante la dictadura
brasileña, torturó a la, en ese momento, presidenta Dilma Rousseff.
62
Los presidentes con alta popularidad son un estímulo muy grande para esa estrategia de cambio
partidario por parte de los integrantes del Poder Legislativo, en el que la flexibilidad política y la
negociación permanente del “ley a ley” es moneda corriente. Así también lo es su reverso, un primer
mandatario que sufre de una caída en su imagen y un deterioro de la gestión de gobierno, el juicio
político se convierte en una de las herramientas más utilizadas para superar las crisis políticas del
poder ejecutivo. Las salidas anticipadas de Collor y Rousseff son muestras cabales de esto último,
como así también las crisis superadas por Cardoso y Lula cuando el Parlamento fue sobre su posición
político institucional sin éxito.
63
Como apunta correctamente Lucía Tombesi “Sin embargo, la corrupción sistémica dentro del par-
lamento brasileño no es la única variable a tomar en cuenta si quiere analizarse el comportamiento
del organismo. La legislatura de Brasil cuenta a su vez con cierta volatilidad, en lo que refiere a la
lealtad que se mantienen dentro de las alianzas, que dependen y van cambiando según la popularidad
momentánea del presidente y el contexto nacional” Tombesi Lucia (2021): “El legado de Lula da
Silva: inclusión, distribución y presidencias dominantes en Brasil”, en Fraschini Mariano y García
Santiago (comp) Liderazgos en su laberinto. Cómo ejercen el poder los presidentes sudamericanos
del siglo XXI, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2021.
64
Pirotta, Ignacio: “Ascenso y radicalización de Jair Bolsonaro. Desde la precampaña al primer año
y medio de gobierno” en Fraschini Mariano y García Santiago (comp) Liderazgos en su laberinto.
Cómo ejercen el poder los presidentes sudamericanos del siglo XXI, Editorial Prometeo, Buenos
Aires, 2021.

77
La alianza del bolsonarismo incluía a buena parte de las Fuerzas de seguri-
dad, no sólo militares, sino también policías, que abrevaban en un candidato que
desde el inicio de su carrera política defendió de manera corporativa a las fuerzas
del orden. De hecho, a medida que Bolsonaro crecía en las encuestas, se iban in-
corporando a su dispositivo político militares de diverso rango que resultaron ser
vitales luego del triunfo electoral. La elección de una figura militar para ocupar
el cargo de vicepresidente refuerza lo afirmado, ya que Hamilton Mourão, un ge-
neral del Ejército que había pasado a la reserva solo siete meses antes de las elec-
ciones, coronó institucionalmente los apoyos de esta importante fuerza militar.
En segundo lugar, el apoyo proveniente de los empresarios ligados al agrone-
gocio y de los sectores del capital financiero lubricó la metamorfosis ideológica
del candidato quien adhirió a las máximas del liberalismo económico, dejando
atrás las visiones nacionalistas y desarrollistas características del legado de la
dictadura brasileña. El nombramiento de Paulo Guedes, un hombre formado en
la neoliberal Escuela de Chicago, como ministro de economía en su gobierno es
una decisión presidencial que guarda íntima conexión con el objetivo de garanti-
zar el apoyo de estos sectores. Esto se reforzaría con la designación Tereza Cris-
tina Corrêa da Costa Dias, presidenta del Frente Parlamentario de la Agricultura,
como ministra de Agricultura.
En tercer lugar, los sectores nucleados en el antiglobalismo resultan ser otro
de los actores centrales de la coalición. A diferencia de los dos primeros, el apoyo
de este sector es de carácter político- ideológico, y es el que proveyó durante la
campaña electoral (y luego en la presidencia) de la narrativa que dotó de mayor
centralidad al liderazgo de Bolsonaro. Este espacio, el más ideologizado de los
que acompañaron al líder brasileño, expresó la militancia más extremista que
proponía el cierre del Congreso y del Supremo Tribunal Federal (STF) y resultó
ser el espacio que le otorgó a Bolsonaro una mayor potencia movilizadora.
Por último, y para nada lo menos importante, los sectores evangélicos fueron
uno de los últimos sectores en incorporarse al bolsonarismo. En el caso del obis-
po Edir Macedo (Iglesia Universal del reino de Deus y dueño de la TV Record)
dio el apoyo a inicios de octubre, días antes de la primera vuelta65.
Las elecciones del 7 de octubre de 2018 resultaron históricas para la ultrade-
recha brasileña. Su candidato obtuvo el 46,03% de los sufragios66. Más atrás que
daron Fernando Haddad (PT) con el 29,28% y Ciro Gomes (PDT) con el 12,47%.
La derecha tradicional brasileña nucleada en el PSDB (el histórico contendiente
del PT en las cuatro elecciones anteriores) tuvo una de sus peores elecciones
de su historia, ya que su candidato Geraldo Alckmin apenas alcanzó el 4,76%.
Como dijimos más arriba, el escenario político de estas elecciones descansó en
la incesante polarización en torno al eje petismo/antipetismo, en un contexto de

65
Para un estudio más profundo del “bolsonarismo” se sugiere la lectura de Pirotta, Ignacio (2021):
“Ascenso y radicalización de Jair Bolsonaro. Desde la precampaña al primer año y medio de gobier-
no” en Fraschini Mariano y García Santiago (comp) Liderazgos en su laberinto. Cómo ejercen el
poder los presidentes sudamericanos del siglo XXI, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2021.
66
Durante buena parte de la campaña electoral, Bolsonaro estuvo internado recuperándose de las
secuelas del atentado sufrido en el estado de Minas Gerais el 6 de septiembre.
crisis de los partidos tradicionales de la derecha y en una atmósfera conservadora
nunca antes expresada en las urnas en Brasil.
A pesar de la amplia diferencia con el segundo, Bolsonaro no pudo evitar
la segunda vuelta67. La misma se realizó tres semanas después y el candidato
del PSL cosechó el 55,13% de los votos frente al 44,87% de Haddad. Pese a la
contundente victoria electoral, el bolsonarismo no logró la mayoría absoluta en
el bicameral parlamento brasileño, aunque, como es tradicional en el funciona-
miento del presidencialismo de coalición del país, la posibilidad de enhebrar
acuerdos con otras bancadas estuvo siempre a mano del primer mandatario. Sin
embargo, una vez en el gobierno, Bolsonaro acentuó su estrategia de confronta-
ción y radicalización que poco rédito le dio en relación al legislativo. Pero, cómo
adelantamos en la introducción, no es esta etapa la que consideramos central
para el objetivo de este texto, por lo que este primer caso de estudio culmina con
el triunfo electoral de Bolsonaro. De todas formas, es oportuno señalar que los
cuatro años de gobierno del líder brasileño encuentran en estos antecedentes un
factor explicativo de lo que fue su presidencia. La radicalización preelectoral fue
una estrategia que se extendió durante su mandato, y le otorgó al presidente una
centralidad política impar. La carrera política de Bolsonaro anterior al triunfo
electoral y su presidencia de 2019-2023 confluyen en las mismas características
en relación a su liderazgo. No se observan diferencias entre una etapa y la otra, ya
que Bolsonaro mantuvo incólume su estrategia de confrontación y radicalización.
En octubre de 2019, Bolsonaro se convirtió en el segundo presidente suda-
mericano de ir por la reelección y no conseguirla68. En una segunda vuelta muy
reñida cayó derrotado por el expresidente Lula por 50,9% a 49,1%, en una elec-
ción caracterizada por una polarización histórica entre los dos candidatos que
dominaron la política en Brasil durante la última década. La estrategia de radica-
lización política, que Bolsonaro no abandonó ni aun cuando los datos electorales
previos a la votación corroboraban su factible derrota, fue dejada de lado.
La misma mostró su límite en la elección de 2019, cuando enfrentó a un “viejo
joven” Lula que edificó una alianza electoral amplia, que incorporaba sectores
moderados y políticos tradicionales del arco de la derecha brasileña, y que pivo-
teaba en el antagonismo “democracia vs dictadura”.
El bolsonarismo no aceptó fácilmente la derrota, y a principios de enero de
este año tomó por asalto la Plaza de los tres poderes en Brasilia como protesta
67
“Entre la primera y la segunda vuelta el instituto Datafolha realizó una encuesta sobre los motivos
del voto a ambos candidatos. En el caso del candidato de la derecha radical, a partir de una pregunta
espontánea (abierta) y múltiple, la encuesta mostró que los principales motivos giraban en torno a la
crisis de representación, la polarización con el PT y el conservadurismo”
Renovación/alternancia/un candidato nuevo/un candidato que nunca fue presidente: 30%
Porque rechaza al Partido de los Trabajadores: 25%
Por las propuestas de seguridad: 17%
Imagen y valores personales: 13%
Tiene las mejores propuestas/plan de gobierno: 12%
Combate a la corrupción/impunidad: 10%
Fuente: elaboración propia en base a encuesta Datafolha del 17 y 18 de octubre de 2018”
Pirotta, Ibid.
68
Mauricio Macri fue el primero tras ser derrotado por Alberto Fernández en la primera vuelta elec-
toral de 2019 en Argentina.

79
por la victoria electoral de Lula. Luego de varias horas la movilización antidemo-
crática fue repelida y la mayoría de sus líderes puestos en prisión.
Para concluir, en la actualidad Bolsonaro se encuentra inhabilitado por la jus-
ticia brasileña hasta el año 2030 para presentarse a cargos electivos. El líder
brasileño fue declarado culpable de “abusos de poder”, por sembrar mentiras y
sospechas infundadas acerca del sistema de elección de su país ante embajadores
de países extranjeros.

José Antonio Kast Rist

El sistema político chileno también sobresale por sus particularidades en el ar-


chipiélago sudamericano. En este caso, porque a diferencia de la mayoría de los
países de la región, Chile se distingue por no haber tenido durante las décadas
del cincuenta y el sesenta ciclos democráticos- autoritarios y dictatoriales. Será
a partir del golpe de estado de 1973, del que hace poco tiempo se cumplieron 50
años, que el país trasandino se sumará a la lista de países con gobiernos de facto.
Hasta esa fecha Chile gozaba de un sistema de partido consolidado a partir de
tres grandes coaliciones que expresaban en su abanico la totalidad del sistema
de preferencias electorales del país: la derecha nucleada en torno a diferentes
armados coyunturales, el centro político conducido por la Democracia Cristiana
y el Partido Radical, y la izquierda constituida a partir de la Unidad Popular y que
incluía Socialistas y Comunistas. Los tres gobiernos previos al golpe de estado
de 1973 provenían de esos espacios políticos, Jorge Alessandri por la derecha
(1958-1964), Eduardo Frei por la DC (1964-1970) y Salvador Allende por la iz-
quierda (1970 hasta el golpe). La histórica profesionalidad y apego democrático
de las Fuerzas Armadas chilenas se puso a prueba luego de la victoria de Allende,
sobre todo a partir de la radicalidad de la “vía democrática al socialismo” y la
crisis económica originada por una derecha que nunca se resignó a recuperar
rápidamente (y a cualquier precio) el gobierno. El 11 de septiembre de 1973,
finalmente, los militares dieron el golpe de estado e inauguraron una de las dic-
taduras más extensas, represivas y estables del cono sur.
El golpe de estado fue un parteaguas para el sistema político trasandino. La
inauguración del modelo neoliberal, una novedad chilena para la época69, a me-
diados del setenta significó un corte trascendental con las políticas que se venían
aplicando durante los últimos 30 años. La reforma del estado llevada adelante
por la dictadura implicó, por un lado, una ambiciosa política de privatizaciones
que abarcó a casi todas las actividades económicas (a excepción del cobre que
continuó en manos estatales) desde el petróleo, la minería, las jubilaciones, los
seguros, los servicios públicos y la aeronavegación, y por el otro, un proceso de
desregulación del estado, de los precios del mercado y de las actividades econó-
micas en general que operó en el mercado del trabajo y los salarios. El resultado
final fue un proceso de acumulación del capital en detrimento del trabajo que
69
Recordemos que los “paladines” del neoliberalismo como esquema económico en el mundo serán
Margaret Thatcher y Ronald Reagan a partir de finales de la década del setenta. En ese sentido, Chile
se convierte en el país que inaugura ese ciclo a partir de la dictadura de Pinochet.
tuvo como consecuencia una ampliación de la brecha entre los ingresos de los
más ricos y los más pobres, y que continúa siendo uno de los legados de la dicta-
dura, que aún la democracia no logró mejorar a pesar del crecimiento económico
de las primeras dos décadas. Por último, la apertura comercial completó el pro-
ceso de desnacionalización con el ingreso de inversiones extranjeras atraídas por
las facilidades impositivas y de rentabilidad otorgadas por el gobierno de facto.
En el campo político la dictadura dejó una huella indeleble que se extiende a
la fecha: la Constitución de 1980. Aprobada en un plebiscito sin registros elec-
torales el 11 de septiembre de ese año, condicionó a la transición democrática
desde sus inicios. En ese marco, la nueva Constitución le otorgó ochos años de
mandato a Pinochet, garantizó un conjunto de “enclaves autoritarios” y un siste-
ma electoral binominal (incentivando un juego de coalición y asegurándole a la
derecha una representación segura), impuso importantes límites a las reformas
legislativas (4/7 para poder realizarlas), dio lugar a la inclusión de senadores
vitalicios (sobre todo militares, uno de ellos será por bastante tiempo el propio
Pinochet), y garantizó la existencia de un sistema de mayoría absoluta para elegir
al primer mandatario.
El 5 de octubre de 1988 se realizó el plebiscito prescripto por la constitución
de la dictadura, y la Concertación de Partidos por la democracia (la Democracia
Cristiana, el Radical, el Partido de la Democracia y el Socialista) venció por el
56% de los votos, iniciando el proceso de democratización en el país. Este se
plasmará con la victoria del democristiano Patricio Aylwin sobre el exministro
de economía de Pinochet Hernán Büchi en las presidenciales del 14 de diciembre
de 1989, marcando el final del gobierno de facto.
La democracia chilena post dictadura se vertebró a partir de un siste-
ma de partidos de dos grandes coaliciones: la derecha nucleada en torno a la
Unidad Democrática Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), y
la Concertación, una alianza de partidos progresista que pivoteaba en torno
a la Democracia Cristiana y el Socialismo, más el aporte del Partido Comu-
nista y el Radical. Los primeros cuatro gobiernos de la democracia provinie-
ron de las filas de la Concertación, Patricio Aylwin (1990-1994) Eduardo Frei
(1994-2000) Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010) quienes
maquillaron la herencia neoliberal pinochetista como sistema económico, in-
troduciendo un conjunto de políticas inclusivas, pero no lograron modificar el
texto constitucional al cual emparcharon durante los veinte años de gobierno70.
70
De acuerdo al Observatorio de Liderazgo en América Latina (OLPAL), 2023: “Los resultados
económicos, a pesar de que a la “experiencia chilena” se los popularizó por ser un “modelo exitoso”,
estuvieron muy lejos de ser promisorios. El PBI entre 1973 y 1989 creció a un 3% anual (el mismo
nivel que la década anterior en un contexto de retracción mundial), teniendo en ese periodo dos
grandes crisis como las de 1975 y sobre todo la de 1982 en donde el PBI se contrajo en un 14%. El
salario retrocedió 21% en la primera década de gobierno, y el poder adquisitivo en un 11,6%. La
desocupación pasó de un 5,7 en 1973 a un 19,5 en 1982. El gasto social per cápita, en línea con las
medidas descriptas más arriba, se redujo en un 22,6% durante toda la dictadura, el consumo general
bajó en 8% (medido en quintales, el consumo por hogar del 40% más pobre pasó del 419 de 1969 a
316, mientras que, en el mismo lapso, el 20% más rico lo hizo del 362 a 1112) y la pobreza ascendió
desde el 17% de 1969 al 47% de 1985. La deuda externa pasó de 4864 millones de dólares en 1975
a 15542 millones en 1981. A pesar de que a partir de 1986 la economía chilena volvió a la senda del
crecimiento, y le permitió a Pinochet resultar competitivo en el plebiscito realizado dos años más

81
A pesar de los datos auspiciosos en el terreno económico, la Concertación no
logró retener el gobierno en la elección de 2009. El conflicto estudiantil durante
el gobierno de Bachelet implicó el ingreso a la escena pública chilena de un actor
que no fue fácilmente integrable en un sistema político escasamente abierto a
respuestas inmediatas. A pesar de culminar con una imagen positiva superlativa,
Bachelet no logró ungir un candidato competitivo, y permitió que la derecha, con
la emergencia de un liderazgo que se despegó más que ninguno de sus predece-
sores de la herencia de la dictadura, recupere el gobierno luego de dos décadas
de hegemonía progresista.
A partir de 2010, el sistema chileno ingresa en un nuevo ciclo político en el
que las dos coaliciones de partidos tradicionales no logran dar respuestas a las
nuevas demandas sociales que tuvieron como eje el campo educativo, la salud y
la calidad democrática. En soledad, los liderazgos de Piñera y Bachelet, que se
reparten el gobierno entre aquel año y el 2022, logran estabilizar momentánea-
mente el sistema político trasandino. Pero no se convierten en canales de articu-
lación de demandas insatisfechas y deben dejar el gobierno sin poder incidir en
su sucesión.
Durante el último gobierno de Piñera acontecen un conjunto de manifesta-
ciones de distinto calibre que logran conmover al sistema político chileno has-
ta conseguir el histórico plebiscito para derogar la constitución pinochetista en
octubre de 2020. Estas movilizaciones multitudinarias recogen la herencia de
aquellas acaecidas durante la primera década del siglo XXI, y potencian sus de-
mandas alterando al sistema y obligando a la derecha tradicional a derogar el
texto constitucional, al que resistió durante décadas. Sin embargo, a pesar de los
avances en ese campo por parte de una nueva izquierda afincada en liderazgos
juveniles, la derecha chilena no se quedó quieta. A la acción contestataria por
izquierda, provino la reacción por derecha. En ese marco político institucional
plagado de incertezas, es en el cual ingresa José Antonio Kast como expresión
de una reacción contra los avances progresista de una izquierda potente y re-
juvenecida en su activación militante. Un liderazgo que amplió los márgenes
históricos de ese núcleo ideológico-político en una dirección reaccionaria, y en-
sanchó más a la derecha la oferta electoral de ese espacio tradicional chileno.
Nacido el 18 de enero de 1966, de profesión abogado, este hijo del histórico
dirigente pinochetista Michael Kast Schindele logró convertirse en la esperanza
de una derecha que ya no disimula sus gustos por la dictadura a la que defiende
abiertamente y reivindica en lo actuado. Kast militó desde la juventud en las filas
de la Unión Demócrata Independiente (UDI), apoyó el “Si” a la continuidad de
Pinochet en el plebiscito de 1988, fue concejal de la comuna de Buin, en el sur de
Santiago, entre 1996-2000, y fue diputado por cuatro mandatos sucesivos entre
2002-2018. En la cámara de diputados fue tres años jefe de la bancada de la UDI,
y durante sus mandatos su radio de acción legislativa fue en las comisiones de
Educación, Juventud y Familia.

tarde, los datos son elocuentes y revelan que la dictadura militar resulto un “milagro” por su perma-
nencia”. Portal web del Observatorio de Liderazgo Político en América Latina. En línea en: http://
olpal.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/sites/298/2023/09/Nota-Chile-50-anos-Golpe.pdf
Su militancia en el interior de la UDI culminó en 2016, luego de que Kast
lanzara su campaña electoral a la presidencia como candidato independiente. A
pesar de que las encuestas preveían que su candidatura no concitaría más del 3%
de los sufragios, para sorpresa de los analistas Kast se alzó con el 7,9% de los
votos en una elección polarizada entre Piñera y el candidato independiente de la
Concertación Alejandro Guillier. En la segunda vuelta apoyó al expresidente, y
durante el lapso que duró el mandato preparó sus próximas jugadas que lo lleva-
rían a disputar la siguiente elección presidencial.
La primera estación fue la conformación de un nuevo espacio político, y con
ese objetivo fundó a partir de 2018 el movimiento Acción Republicana, el em-
brión de lo que sería un año más tarde el Partido Republicano. Su apoyo a la can-
didatura de Jair Bolsonaro para la elección brasileña lo ubicó ideológicamente en
el campo de una ultraderecha regional, novedosa por su potencia electoral, y esa
afinidad, a pesar de algunas diferencias menores, se mantuvo hasta la fecha. En
pleno proceso electoral en el vecino país declaraba que “Bolsonaro al menos dice
con fuerza y con valentía las cosas que cree, a diferencia de otros políticos. Y es
una persona que habla fuerte en contra de la delincuencia, narcotráfico, corrup-
ción, identidad de género; es una persona que defiende con fuerza a la familia;
no está involucrado en actos de corrupción… Las personas están cansadas de
gobiernos autoritarios e intervencionistas, que ven el Estado como la respuesta
a todos los problemas y luego lo utilizan para adoctrinar a las personas y some-
terlas a su ideología. Luego de casi una década de sometimiento a la izquierda
chavista, Latinoamérica está dando un giro hacia la libertad y hacia la defensa
del sentido común”71.
El posicionamiento del líder chileno en cuestiones económicas y de género
son las clásicas de la derecha extrema, como observamos en Bolsonaro, y resul-
tan ser contradictorias en su ecuación: libertad sin límites en el plano económico
y conservadurismo sin restricciones en lo social. El lenguaje comenzaba a tener
una partitura ideológica en la que emergía un pliegue declamatorio que descan-
saba en la libertad económica como principio y valor supremo, junto al rechazó a
la identidad de género y la ampliación de derechos civiles en esa materia.
En cuanto a lo económico, su programa gira en el clásico neoliberalismo clá-
sico regional sostenido en la baja impuestos a los ricos, el fomento de una in-
versión privada sin restricciones estatales, el achicamiento del estado en cuanto
a jurisdicción, funcionalidad y estructura, y en una disminución paulatina de los
aranceles públicos. Nada nuevo bajo el sol. Garantizar cual biblia económica
“la propiedad y la igualdad ante la ley y un libre mercado que fomente la libre
inversión”. Sin embargo, según Carlos Retamal, lo de Kast es un “neoliberalismo
católico 2.0”, una nueva vía “teoconservadora neoliberal” chilena, un símbolo
de un “teo-neo-conservadurismo” en el que se mezclan los relieves religiosos,
católicos, y hasta fundamentalistas, pero mucho más radicalizados de lo que ha-
bíamos conocido hasta ahora, con el enfoque clásico conservador chileno y con

71
José Antonio Kast sobre Bolsonaro: "Representa la esperanza de Brasil", en la Tercera digital. En
línea en: https://www.latercera.com/politica/noticia/jose-antonio-kast-bolsonaro-representa-la-espe-
ranza-brasil/322463/

83
el modernismo económico de Hayek, Friedman y sus Chicago Boys”72.
En materia de política de género su propuesta tampoco resulta novedosa. “No
hay nadie que le haya hecho más daño a este Gobierno que la derecha light”,
declaró en redes sociales durante 2019 cuando un grupo de legisladores del ofi-
cialismo piñerista se abrieron a la adopción homoparental en el país. Su condena
al matrimonio igualitario, al aborto (aún en casos de violación) y su propuesta de
eliminar el Ministerio de la Mujer emparda su propuesta con la del líder brasileño
y, como veremos en la conclusión, con Milei. Según el sociólogo Pablo Beytía,
Kast “está llenando un vacío, que tiene que ver con la parte de la población va-
lóricamente conservadora, con temas como el aborto, el matrimonio … no hay
ningún candidato que se oponga a dichas luchas sociales de la manera en que lo
hace él”73.
La etiqueta a la que se adhiere Kast durante esos años es la de ser el “candida-
to del sentido común” o el de “derecha a secas”. “Es como cuando a mí me acu-
san de pinochetista. Yo lo que digo es que defiendo las cosas buenas del gobierno
militar, que sentó las bases de la modernidad, que restableció la institucionalidad,
y rechazo las violaciones a los derechos humanos” declaraba cuando era consul-
tado por su apoyo a la dictadura. A pesar de desligarse de la figura de Pinochet,
Kast siempre reivindicó su “legado económico”. En el mismo sentido ideológico
comparando las dictaduras de los setenta con las “actuales” que se desarrollan en
Cuba y Nicaragua se preguntaba “dígame si las dictaduras entregan el poder a la
democracia y si hacen una transición a la democracia y se respeta. Eso es lo que
no hacen otros países y en Chile se hizo”74. A decir de Macarena García Lorca
“sus presentaciones provocan revuelo en las redes sociales y enfrenta diferentes
actitudes en sus adversarios, pero se le reconoce un estilo pausado, no esquivas
preguntas, levanta banderas de la derecha más conservadora y defiende sus ideas
con vehemencia”75.
Para mayo de 2019 el líder chileno lanzó el Centro de Estudios de Ideas Re-
publicanas, en línea con la creación del flamante Partido Republicano. Consi-
derado como un centro de pensamiento el mismo bregaba por “representar las
ideas de derecha”, teniendo como “pilares fundamentales la Familia, la libertad
y la Republica con el objetivo de ser el vínculo entre la Academia y la sociedad
civil”. En ese mismo mitin Kast afirmaba que la intención del Centro será la
de “representar a la derecha sin complejos, aquella que no se conforma con el
predominio de la izquierda y que quiere volver a poner en primer lugar princi-
pios fundamentales como la libertad, responsabilidad, autoridad y el esfuerzo”76.
72
Retamal, Jaime. “El “teo-neo-conservadurismo” de José Antonio Kast” en “Le Mostrador”, 2017.
En línea en: https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2017/11/08/el-teo-neo-conservadurismo-
de-jose-antonio-kast/
73
Cano, Manuela: “¿Quién es José Antonio Kast, el político ultraderechista que quería ser presi-
dente de Chile?”. En línea en: https://www.france24.com/es/am%c3%a9rica-latina/20211119-elec-
ciones-chile-jos%c3%a9-antonio-kast-ultraderechista-presidente
74
Ibid.
75
García Lorca, Macarena. “Una semana con Kast. El extraño mundo del candidato de la derecha
dura”, 2021. En línea en: https://www.theclinic.cl/2017/09/19/una-semana-jose-antonio-kast-extra-
no-mundo-del-candidato-la-derecha-dura/
76
Echeverría, Ignacio. “José Antonio Kast lanza el Instituto de Ideas Republicanas”, 2019. En línea en:
https://web.archive.org/web/20190718142814/https://www.radioagricultura.cl/politica/2019/05/26/
jose-antonio-kast-lanza-el-instituto-de-ideas-republicanas.html
Todo un decálogo tradicional de estas fuerzas en donde el esfuerzo individual, la
tradición liberal y la religión confluyen tumultuosamente en un artefacto político
ideológico muy particular bajo las lógicas del siglo XXI.
Un año después y ya consolidado el liderazgo en el interior de la derecha
chilena, Kast participó con su firma de la “Carta de Madrid”, una declaración de
intenciones de diversos líderes de Occidente para frenar “el avance del comunis-
mo”, el cual “supone una seria amenaza para la prosperidad y el desarrollo de
nuestras naciones, así como para las libertades y los derechos de nuestros com-
patriotas”. La Carta contó con el apoyo de más de cincuenta líderes procedentes
de 15 países de América y Europa, entre los que se destacaban dirigentes como
Donald Trump y Giorgia Meloni, entre los más importantes. La “Carta” insistía
en que “el avance del comunismo supone una seria amenaza para la prosperidad
y el desarrollo de nuestras naciones, así́ como para las libertades y los derechos
de nuestros compatriotas (desde allí que) el Estado de derecho, el imperio de la
ley, la separación de poderes, la libertad de expresión y la propiedad privada son
elementos esenciales que garantizan el buen funcionamiento de nuestras socie-
dades, por lo que deben ser especialmente protegidos frente a aquellos que tratan
de socavarlos”77. Para Kast, la participación en ese tipo de encuentros mundiales
significaba asumir un perfil ideológico nítido, y convertirse en una referencia
local de un conjunto de líderes que asumían la tarea titánica de “luchar contra el
comunismo”, ahora no el claramente identificado con los intereses geopolíticos
de la ex Unión Soviética, sino en los gobiernos que priorizaban un rol del estado
más integral, y asumían la opción geopolítica de EEUU frente al avance indete-
nible de China.
Las protestas de octubre y noviembre de 2019 por el aumento en el costo del
pasaje del metro devino en una movilización multitudinaria que excedió, y por
mucho, la demanda original. Durante días la sociedad chilena vio inundada la
capital del país por millares de jóvenes que protestaban por los aumentos en los
medios de transporte, y que se identificaban con las protestas estudiantiles que
fueron marca registrada en la última década en el país. Bajo el lema “No son 30
pesos, son 30 años” el movimiento contestario sintetizó una de las demandas
fundamentales de la etapa como era la transformación del texto constitucional de
la dictadura. El gobierno se vio conmovido por la persistencia y multitudinaria
protesta, y convocó a una Asamblea Constituyente para reformar la constitución
de 1980.
Pensada para abril de 2020 fue pospuesta para el 25 de octubre de ese año, y
el triunfo del “Si” a reformarla fue del 80%. Una cifra histórica que sorprendió
a propios y extraños. En ese marco de avanzada de las fuerzas de izquierda, que
desbordó con creces a la oferta electoral histórica de la Concertación, la derecha
chilena exhibió el temor proverbial que suele adquirir en situaciones de elevada
incertidumbre. En ese contexto, las fichas en favor de liderazgos como el que ex-
presaba Kast se hicieron presente. De acuerdo con Jorge Schaulsohn la derecha
tradicional, se sintió violentada por la hegemonía política y cultural que había
77
El Confidencial “La carta de Abascal para "frenar el avance comunista" que firman 50 líderes mun-
diales”. En línea en: https://www.elconfidencial.com/espana/2020-10-26/eeuu-italia-venezuela-abas-
cal-lanza-una-carta-de-intenciones-para-luchar-contra-la-izquierda-en-occidente_2805072/

85
alcanzado la izquierda más dura, por lo que la emergencia de Kast brotaba “como
un candidato que los defiende y representa ante lo que aparece como la conquista
de Roma por la izquierda”78.
Las elecciones convencionales para reforma la constitución durante mayo de
2021 representaron una continuidad electoral del plebiscito. Las fuerzas de la
izquierda tradicional y, sobre todo, las juveniles surgidas en torno a las protestas
de 2019 lograron un triunfo contundente que les aseguró el control de la Conven-
ción Constituyente. A pesar de que unitariamente la derecha fue la más votada
con cerca del 21% de los sufragios, el Partido Republicano no realizó una buena
elección. Asimismo, la suma de las fuerzas progresistas superaba el 60% de los
votos, destacándose el Frente Amplio y el Partido Comunista quienes obtuvieron
más sufragios que los tradicionales Partidos Socialista y Demócrata Cristiano. La
emergencia de nuevos partidos y liderazgos fue una novedad para el sistema po-
lítico chileno, acostumbrado a una dirigencia en donde los apellidos se repiten y
la extracción social de sus referentes son primordialmente de la elite económica.
La derecha, entonces, se preparó para el siguiente test electoral, el más impor-
tante de los últimos años, ya que implicaba la elección presidencial. Y es a partir
de ese momento que la figura de Kast adquiere un relieve político significativo.
Recordemos el contexto: una revuelta social histórica que duró semanas con epi-
centro en Santiago a fines de 2019, la emergencia de la pandemia del Covid-19
y el triunfo electoral del “Si” durante 2020, y el comienzo de la redacción de la
nueva Constitución en ese año 2021. Kast, que había sido desde sus inicios el
que se había opuesto con mayor ahínco al movimiento social emergente, resultó
ser uno de los principales críticos de las medidas adoptadas por Piñera durante
las cuarentenas obligatorias impulsadas por el gobierno, y se había manifestado
abiertamente en contra de la nueva Constitución. Ese es el marco que abre la
campaña electoral para la elección presidencial.
A pesar del territorio adverso en el que se encontraba la derecha, el contexto
no podía ser más propicio para las aspiraciones de Kast. El cuestionamiento a la
derecha moderada chilena por su mala gestión de la pandemia, el avance de las
fuerzas de la izquierda más radical a partir de su potencia movilizadora y de sus
brillantes elecciones en el plebiscito y en la de convencionales, y el comienzo de
una crisis migratoria y de seguridad a la que la sociedad chilena miraba con aten-
ción, emergían como un nuevo campo minado para las ofertas partidarias tradi-
cionales. En ese sentido, las preocupaciones sociales se extendían a nuevos ejes
y luego del comienzo de la convención constituyente encargada de parir la nueva
constitución, los desvelos sociales comenzaron a desplazarse a otras temáticas.
Una escalada de la violencia y del crimen organizado obligaron a Piñera a
decretar el estado de emergencia en varias zonas al sur del país durante ese año
2021. En ese cuadro, las banderas de la inseguridad comenzaron a flamear con

78
Schaulsohn, Jorge. “José Antonio Kast, el retrato hablado de la UDI”, 2021. En línea en: https://
www.ex-ante.cl/opinion-jose-antonio-kast-el-retrato-hablado-de-la-udi-por-jorge-schaulsohn/
Y agregaba: “Hay en sectores importantes de la derecha un agotamiento, un rechazo hacia las políti-
cas transaccionales, excesivamente pragmáticas que han caracterizado los gobiernos de Piñera y que
produjeron la pérdida de identidad y “desastres” como el voto del Apruebo y la Convención Consti-
tucional, los retiros del 10%, iniciativas como el matrimonio igualitario”.
fuerza y el candidato del Partido Republicano resultó ser el acreedor principal de
esas demandas insatisfechas que inundaban con fuerza el paisaje político chileno.
En ese nuevo contexto, “la mano dura y el orden” vs “la anarquía y el desorden”
se convertían en disyuntivas atractivas para aspirantes como Kast que estructu-
raron su discurso en ese eje “policial, militar y jurídico”. Asimismo, el proble-
ma migratorio fue otro de los temas introducidos en campaña que favorecieron
las posibilidades del candidato republicano. Emulando el discurso de Trump en
relación a México, Kast propuso para Chile crear una “zanja” en el norte del te-
rritorio con el objetivo de controlar la inmigración irregular. Según Campos-He-
rrera, Kast “ha propuesto, de cierta forma, un modelo similar al (del expresidente
estadounidense Donald) Trump para que los migrantes no pasen y ha dicho que
va a endurecer las políticas migratorias en el país”79. Estas propuestas, lejos de
ahuyentar el voto, le sumó al candidato ultraderechista, ya que el discurso antiin-
migración se encontraba legitimado en buena parte de la sociedad, y se lo acusa-
ba a Piñera de haber dejado las puertas abiertas a una inmigración descontrolada.
Estos nuevos ejes de debate, ligados a la educación, las pensiones, el trans-
porte público, la política inmigratoria y la seguridad fueron desplazando lenta-
mente el clivaje pinochetismo/ antipinochetismo, el cual modeló las primeras
elecciones post dictadura. En consecuencia, con ese cambio de eje los partidos
tradicionales comenzaron a perder potencia política y electoral en detrimento de
nuevas fuerzas, como las que emergieron de las protestas estudiantiles a partir
de 2011, y la de esta nueva derecha que encarna el Partido Republicano de Kast.
El 21 de noviembre de 2021 se realizaron las elecciones presidenciales y José
Antonio Kast se impuso, para sorpresa general, con el 27,9% de los sufragios
(1 961 387 votos) frente a un Gabriel Boric nucleado en la oferta de Apruebo
Dignidad, que cosechó el 25,83% de las preferencias. Dos dirigentes que a pesar
de la distancia etaria expresaban la nueva cosmovisión política del país. Los
partidos tradicionales redondearon votaciones minoritarias, exhibiendo que los
nuevos tiempos requerían de respuestas novedosas y no ancladas en el pasado
reciente.
El mismo día del triunfo, Kast renunció al Partido Republicano exaltando que
“de manera simbólica quiero dejar este pin que me acompañó por todo Chile,
y decir que el Partido Republicano está aquí (y se tocó el pecho), pero que hoy
día dejo la presidencia del partido para poder asumir con mucha amplitud, con
mucho corazón, a todos aquellos que nos miraban con distancia; queremos abra-
zar a todo Chile. Dejo el pin para asumir con humildad la posibilidad de llegar
a ser presidente de la República”80. Al siguiente, recibió los apoyos de su ex
partido UDI y días más tarde de Evolución Política y de Renovación Nacional,
todos espacios políticos del centro a la derecha. A pesar de avanzar hacia un
balotaje en donde los candidatos suelen moderar sus discursos de cara a cap-
tar del voto “del medio”, Kast mantuvo la línea política de la primera vuelta.
79
Cano, Manuela. “¿Quién es José Antonio Kast, el político ultraderechista que quería ser presidente
de Chile?”, 2021. En línea en: https://www.france24.com/es/am%c3%a9rica-latina/20211119-elec-
ciones-chile-jos%c3%a9-antonio-kast-ultraderechista-presidente
80
Herrera, Mariela. “La propuesta de Kast tras el triunfo: una renuncia y diez puentes”, 2021. En línea
en: https://ellibero.cl/actualidad/la-propuesta-de-kast-tras-el-triunfo-una-renuncia-y-diez-puentes/

87
El domingo 19 de diciembre en la segunda vuelta Kast obtuvo el 44,13 %
de los sufragios frente a un triunfante Gabriel Boric, que cosechó el 55,87 % de
los votos, transformándose en el presidente chileno más joven de su historia. En
cambio, Kast se convirtió en el primer candidato que, desde la recuperación de-
mocrática, tras ganar el primer turno electoral, pierde el balotaje. A pesar de ello,
resultó ser el candidato perdedor con la votación más alta de la historia del país.
Sin embargo, no todas resultaron malas noticias para el líder chileno. Los pri-
meros meses de gobierno de Boric no se caracterizaron por ser apacibles para el
joven presidente, que debió sortear problemas internos a su coalición de gobier-
no y cuestionamiento por parte de la oposición. Y en ese contexto llegó el plebis-
cito constitucional del 4 de septiembre de 2022, a seis meses del nuevo gobierno.
Para sorpresa general, ahora fue el “No” a la nueva constitución redactada por la
convención constituyente de mayoría progresista la victoriosa con un contunden-
te 61,9% de los sufragios. Con una participación muy elevada, de más del 85%
del padrón (el proceso electoral con mayor participación en la historia de Chile)​
casi 8 millones votos rechazaron la propuesta del nuevo texto constitucional.​Las
acciones de Kast volvían a subir luego de la derrota del balotaje.
Esto obligó a una nueva convocatoria constitucional, esta vez con una me-
cánica electiva diferente, pero el resultado final volvió a favorecer a la derecha
chilena. El partido más votado fue el Republicano de Kast con el 35,4% de los
sufragios seguido por la Unidad por Chile, afín al gobierno, con el 28,5%. La
sumatoria de las fuerzas de derecha replicaron los guarismos obtenidos para el
plebiscito, y se encontraron en el 65% de los votos. Una vez más, las fuerzas de
la ultraderecha chilena, con Kast como principal referente volvían a imponerse
a la derecha tradicional en las preferencias electorales. De acuerdo a Álvaro Ra-
mis, “los sectores de centroderecha, incluso del centro político, deberán optar
por llegar a acuerdos con esta nueva fuerza hegemónica en la derecha, o aplicar
un cordón sanitario que le aísle y le contenga”80, con resultados impredecibles.
Para concluir, en la actualidad el gobierno de Boric ha mejorado sus índices
de popularidad luego de dos derrotas electorales y varios cambios en el elenco
ministerial. El ingreso de políticos tradicionales y con experiencia a los minis-
terios fortaleció la posición política institucional del primer mandatario. En ese
marco, Kast se encuentra a la espera del final de la redacción de la nueva constitu-
ción chilena, elaborada por expertos y con una mayoría de convencionales afines
ideológicamente al candidato derrotado en la última elección presidencial. El 17
de diciembre de este año será la fecha en la que el electorado chileno decidirá si
está vez reemplaza (o no) el texto constitucional de 1980. Esa elección será clave
para las posibilidades de Kast de convertirse en el próximo presidente de su país.

Rodolfo Hernández

El caso colombiano se distingue del chileno y el brasileño porque durante los


sesenta y, sobre todo, durante la inestable década de los setenta para Sudaméri-
Ramis, Álvaro. “El fin del “piñerato”. Portal Le Monde Diplomatique, 2019. En línea en: https://
81

www.eldiplo.org/notas-web/el-fin-del-pinerato-2/
ca, no sufrió alteraciones institucionales. Desde la recuperación democrática en
1958, tras una guerra civil sangriente tras el asesinato de Jorge Eliciar Gaitán el
9 de abril de 1948, no volvieron a realizarse golpes militares en el país. Luego
de una década de enfrentamientos armados entre los Partidos Liberal y Con-
servador, ambas agrupaciones partidarias decidieron poner fin al antagonismo
armado y efectuar un acuerdo general que prometía no volver a la disputa por
fuera del ámbito político-electoral. El pacto entre ambas fuerzas comenzó con el
denominado “Frente Nacional”, designación que corporizó el compromiso entre
los dos partidos tradicionales de acordar candidaturas unitarias, para el lapso
electoral 1958- 1974. Por medio de esta alianza, ambas agrupaciones políticas se
comprometieron a alternar en forma equitativa el poder ejecutivo y legislativo,
dominando la escena política sin intervención de terceros partidos con posibili-
dades concretas de disputar su hegemonía electoral. Luego de 1974 la disputa
entre el PL y el PC fue abierta, con predominio del primero, y se extendió hasta
la asunción presidencial de Álvaro Uribe en agosto de 2002.
Este esquema funcionó sin grandes sobresaltos hasta la década del ochenta
cuando surgieron con fuerza los Carteles del narcotráfico con epicentro en Mede-
llín y Cali. A este primer gran desafío a la legitimidad estatal se les sumaron la de
dos nuevos grupos ilegales: la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC) y los paramilitares nucleados en las Autodefensas Unidas
de Colombia (AUC). Durante esa década y la siguiente Colombia convivió en
forma cotidiana con una violencia estructural que exigió de recursos monetarios,
logísticos y de infraestructura que el Estado carecía para enfrentarla con éxito.
En ese marco de debilidad estatal, a mediados del noventa tras su triunfo electo-
ral Ernesto Samper es denunciado por recibir financiamiento por parte del Cartel
de Cali. Este episodio deslegitimó desde el inicio al gobierno liberal, y proyectó
la imagen de un Estado y de una dirigencia política en descomposición que no
merecían confianza, ni apoyo internacional. En efecto, y luego de conocidos al-
gunos detalles de la operación, la Justicia inició el denominado “Proceso 8000”
en contra de Samper, de algunos de sus ministros y de los principales dirigentes
políticos de ambos partidos. La Casa Blanca llegó a hablar de “narcodemocracia”
para definir al régimen político colombiano y redujo sus vínculos diplomáticos
con el país al trato de director de la Policía en torno del tema del narcotráfico82.
En ese cuadro, el intento de su sucesor, el conservador Pastrana por lograr un
acuerdo con las FARC resultó un esfuerzo en vano, y terminó en un rotundo fra-
caso. La oferta del gobierno a la guerrilla para iniciar el proceso de paz (oficial-
mente comenzado el 7 de enero de 1999) fue la desmilitarización de cuatro mu-
82
Durante la década del noventa la violencia política, según datos de Juan Gabriel Tokatlian, “se
expresó con casi 10 muertos por día, teniendo entre los años 1998-2000 más de 500 masacres (ases-
inato colectivo de cuatro o más personas indefensas), en su gran mayoría cometidas por el paramil-
itarismo... Entre 1995 y 2000, se han llevado a cabo unos 12 mil secuestros a manos de los actores
armados, de la criminalidad común y hasta de los cuerpos de seguridad del Estado. En toda la década
del noventa, la cifra de homicidios superó los 250 mil. Desde 1996 se ha manifestado un éxodo al
exterior de casi 350 mil colombianos. En los últimos tres lustros se ha producido el desplazamiento
interno forzado de más de 1.800.000 de personas”. Tokatlian, Juan Gabriel (2002): “Colombia: más
inseguridad humana, menos seguridad regional”, en Francisco Rojas Aravena y Moufida Goucha
(eds.) Seguridad humana, prevención de conflictos y paz en América Latina y el Caribe, Santiago de
Chile: Unesco/ Flacso.

89
nicipios en la zona del Caguán, base de la llamada Zona de Distensión, un área
de 42.000 km² en el departamento de Caquetá, en el sur del país. Los gestos del
presidente colombiano colisionaron contra la falta de interés real de las FARC
por alcanzar la paz, y derivaron en el fracaso del proceso en febrero de 2002.
Debido a la crisis local, el presidente Pastrana se vio compelido a buscar apo-
yo financiero en el exterior. Los EEUU se mostraron menos reticentes que con
el gobierno anterior de Samper a la colaboración económica, y en el marco de la
guerra al terrorismo internacional el gobierno de George Bush (h) utilizó el Plan
Colombia como una herramienta militar contra la producción de coca y contra
la guerrilla. El 11 de septiembre de 2001, en ese sentido, implica un antes y un
después en la política internacional, y en la articulación económico- militar entre
EEUU y Colombia alrededor de las temáticas del narcotráfico y las FARC. La
lógica que subyacía a este proyecto multimillonario, financiado por el tesoro nor-
teamericano, era que sólo dotando de más armamento militar y poder de fuego
sería posible derrotar completamente a la guerrilla colombiana, y limitar con ello
la enorme influencia regional del narcotráfico.
En este contexto de frustraciones y de un Estado débil e impotente para ofre-
cer seguridad a la población triunfa en las elecciones de 2002 Álvaro Uribe, uno
de los liderazgos políticos más importantes de la historia reciente del país, y en
el que en su figura permite dar cuenta del tiempo político iniciado en el siglo
XXI. Sus dos gestiones a cargo del ejecutivo resultaron sumamente fructíferas
en términos de control de la inseguridad pública y de desgaste de la capacidad de
fuego que hasta ese momento tenía las FARC. En cuanto al otro grupo armado,
los paramilitares, Uribe logró desactivarlos a partir de acuerdos de desarme con
penas exiguas y desmovilización.
Durante su primera presidencia Uribe logró reducir la capacidad armada de
la guerrilla, a partir de encarcelar a algunos de sus cabecillas y de recuperar el
control territorial de una buena parte de la geografía bajo dominio insurgente.
Este jaqueo permanente a las FARC, nunca antes observado en la historia re-
ciente, le permitió al primer mandatario contar con un importante apoyo popular
para lograr su reelección. Y fue en este segundo mandato en la que el presidente
colombiano logró sus mayores éxitos en esta arena militar. En ese sentido, el año
2008 resultó clave ya que el Estado colombiano logró abatir a Raúl Reyes Reyes,
el canciller de la guerrilla y virtual número dos de la organización, y recuperar
a la dirigente política Ingrid Betancourt luego de 6 años en manos de las FARC.
Asimismo, durante ese año fallecía su líder Manuel Marulanda, al compás de una
ofensiva estatal que logró disminuir notablemente el poder blindado guerrillero.
Los logros en esas áreas le permitieron al líder colombiano reformar la cons-
titución para lograr reelegirse (el segundo en la historia hasta ese momento) y
tensar el sistema político a partir de la búsqueda de un tercer mandato que la
Constitución le negaba. A pesar de contar con los votos en el parlamento y con
el apoyo popular, la Corte Constitucional le negó un nuevo mandato. A pesar del
revés, Uribe se convirtió, desde ese momento, en una referencia ineludible de la
política colombiana.
Los siguientes presidentes colombianos a partir de ese año fueron designados,
apoyados, o triunfaron por el favor o en oposición a Uribe. Para la elección de
2010 su apoyo a Juan Manuel Santos resultó decisivo para que éste triunfara por
casi el 70% de los votos en segunda vuelta. Luego de la victoria, la política de
Santos viró hacia el acuerdo con unas debilitadas FARC lo que alejó a Uribe de
su delfín. Para la elección de 2014 mudó su apoyó a Oscar Zuluaga para enfrentar
la reelección de Santos. Pese a que su candidato resultó victorioso en la primera
vuelta, no logró evitar la derrota en la segunda y que Santos se convirtiera en el
tercer presidente reelecto de la historia del país.
A pesar de las múltiples denuncias presentadas en sede judicial que revelaban
sus nexos con el paramilitarismo, el expresidente mantuvo un altísimo nivel de
apoyo en la opinión pública hasta hace unos años. Su férrea oposición al pacto
con las FARC iniciado por Santos durante el 2011, no le quitó el respaldo popular
y logró tras el triunfo en el plebiscito de 2016 rechazar los acuerdos de paz del
gobierno. Luego del triunfo del “No”, el gobierno santista debió revisar dichos
acuerdos y enhebrar nuevos para finalmente llevar a cabo el proceso que culminó
en la desmovilización de la histórica guerrilla.
Para la sucesión presidencial de 2018, Uribe apoyó la candidatura de Iván
Duque, quien triunfó frente a un Gustavo Petro que se colaba por primera vez
desde una posición progresista en un balotaje en el país. El gobierno de Duque
no cumplió con las expectativas creadas (un retorno exitoso al uribismo), y las
movilizaciones populares acaecidas durante los meses de octubre y noviembre
de 2019 y retomadas producto de la crisis sanitaria originada por la pandemia a
partir del 2021, erosionaron la capacidad política del poco experimentado presi-
dente. Estas grandes movilizaciones representaron una novedad para el tradicio-
nal paisaje político colombiano, poco acostumbrado a la ocupación popular del
espacio público. A medida que se fueron apagando la violencia de los grupos ar-
mados, los debates políticos se fueron desplazando a otras arenas sociales, sobre
todo las de carácter económico que tomaron (y en algunos casos retomaron) una
fuerza vital desconocida. El declinar de la guerrilla durante la segunda década del
siglo XXI acompañó la desaparición de los carteles durante los noventa y las del
paramilitarismo a mediados del 2000, relajando el control militar estatal y dando
lugar a un nuevo escenario político institucional83.
En síntesis, cerrados los acuerdos de paz con la FARC, uno de los grandes
problemas irresueltos hasta 2018, la sociedad dio inicio a nuevas demandas so-
ciales. La seguridad fue desplazada como vector principal de insatisfacción ha-
cia demandas de nuevo cuño ligada a cuestiones socioeconómicas, de género,
de reivindicación indigenista y de cuestionamiento a la clase política, entre las
más importantes. Esto implicó una novedad para el sistema político colombiano
escasamente acostumbrado a esta gimnasia popular, y dio lugar al abandono de
propuestas “duras” como las uribistas que anclaba su discurso en la lucha contra
la guerrilla como principal oferta electoral. En esta nueva etapa, las demandas de
83
Según Jordana Timerman estas movilizaciones “comenzaron por una reforma impositiva, pero ráp-
idamente se expandieron a demandas sociales y de seguridad, en un país donde los paramilitares y
grupos criminales han llenado el vacío de poder que dejaron las FARC tras el acuerdo de paz. La
sangrienta represión de las manifestaciones por parte de las fuerzas de seguridad solo profundizó el
grito de indignación”. Timerman Jordana: “Colombia y la amenaza de la antipolítica”, Le Monde
Diplomatique, Edición 276, 2022. En línea en: https://www.eldiplo.org/276-el-peligro-avanza/co-
lombia-y-la-amenaza-de-la-antipolitica/

91
mejoras en la calidad de vida de una sociedad en donde la desigualdad social y
la pobreza se mantiene en promedios altos durante décadas, resultan ser desafíos
que ya no reclaman las respuestas intransigentes del uribismo. En ese marco de
nuevas expectativas sociales se abría la campaña electoral para las elecciones
de mayo de 2022. Y en ese contexto novedoso en términos políticos y sociales,
emergía el liderazgo de Rodolfo Hernández.
Nacido el 26 de marzo de 1945 en la provincia de Santander, este veterano
dirigente político colombiano logró su mayor nivel de conocimiento cuando dis-
putó palmo a palmo la segunda vuelta electoral de junio del año anterior, donde
cayó derrotado por el actual presidente Gustavo Petro. A pesar de transitar en la
política del país durante más de dos décadas, Hernández logró instalarse en la
opinión pública nacional a partir de esa disputa decisiva. Pese a ser Ingeniero
civil de profesión, el santanderino se mudó al rubro de la construcción alcan-
zando una fortuna superior a los 100 millones de dólares edificando viviendas
para familias pobres durante los años ochenta y noventa. “Alcancé a tener 1.500
casas hechas sin vender, y pagando intereses. Ante esa situación, se me ocurrió
financiar yo mismo a la gente y quitar al banco de en medio. A los tres años pa-
gué las cuotas iniciales y las cuotas mensuales de las casas, pasé toda la deuda y
me quedé con las hipotecas. Ese día me volví rico”84, declaraba para el diario el
Tiempo en 2022.
La pérdida de su hija en 2004 y el secuestro de su padre por la guerrilla marca-
ron su posición política, en un país en donde la violencia, como vimos más arriba,
formó parte de la cotidianeidad social durante décadas. En un reportaje durante
la campaña electoral con el programa “El País de los Jóvenes” de Caracol Tele-
visión Hernández declaraba que “a mi hija me la mataron, ¿por qué la mataron?,
porque el Estado nunca cumplió, entonces me cogieron a mí de chivo expiatorio,
hubiera podido ser uno de ustedes y los matan al no aceptar la exigencia de ellos,
yo tenía que pagarles 2 millones de dólares… Pagan, yo tengo tres hijos más,
lo cogen a él y luego cogen al otro y luego cogen al otro y luego toda mi familia,
eso no tiene fin, me tocó amarrarme los calzones y afrontar este dolor”85.
Su primera incursión en la política fue como concejal de su natal Piedecuesta
en el distrito de Santander durante el lapso 1990-1996. Sin embargo, una vez ele-
gido en su primer mandato no se posesionó y renunció antes de asumir86. Quin-
ce años más tarde financió la campaña y apoyó la candidatura del liberal Luis
84
Tibble Loreda, Christopher (2022): “Rodolfo Hernández: detalles de la vida del candidato presi-
dencial”, en Diario Tiempo, versión digital, 29/5/2022. En línea en: https://www.eltiempo.com/elec-
ciones-2022/presidencia/rodolfo-Hernández-a-segunda-vuelta-presidencial-entrevista-con-el-candi-
dato-654684
85
Caracol Televisión 28 de abril de 2022. En línea en: https://noticias.caracoltv.com/politica/elec-
ciones-colombia/rodolfo-Hernández-en-el-pais-de-los-jovenes-ex40
Y en relación al secuestro de su padre agregaba: “Las FARC secuestraron a mi papá, lo tuvieron 135
días preso, salió loco del sitio donde lo tenían en Santander, el Cerro La Aurora, de Bucaramanga
para Barranca antes del puente de Sogamoso a mano derecha, está el Cerro La Aurora, allá estuvo mi
papá, tuvimos que ir allá a sacarlo”
86
De acuerdo al medio digital “La Silla Vacía” Hernández "solo mandó una carta renunciando a
su investidura a finales de 1992, cuando vencía su período”. En línea en: https://cnnespanol.cnn.
com/2022/06/18/rodolfo-Hernández-quien-es-perfil-trump-elecciones-candidato-presidencial-co-
lombia-orix/
Francisco Bohórquez quien ganaría la elección a la alcaldía de Bucaramanga
para el periodo 2012-2016. Las relaciones entre ambos, sin embargo, se hicieron
tirantes y Hernández presentó su propia candidatura para la elección de 2015 con
el movimiento cívico Lógica, Ética y Estética. Su discurso de campaña giro en
torno a la anticorrupción y a la promesa de construir 20.000 viviendas para las
familias más vulnerables. El triunfo de Hernández en las elecciones del 25 de
octubre de 2015 en la capital de Santander por apenas 4.470 votos de diferencia
con el candidato liberal, le permitieron asumir su primer cargo público ejecutivo.
Su gestión como alcalde se caracterizó por las grandes inversiones en el cam-
po de la cultura y el deporte, el achicamiento del déficit fiscal (sobre todo la
reducción de la deuda contraída anteriormente por el municipio) y por la lucha
contra la corrupción. Sin embargo, su administración no estuvo exenta de con-
tradicciones, claroscuros y polémicas. A pesar de que su gobierno fue altamente
valorado de acuerdo a las encuestas, Hernández renunció tres meses y medio an-
tes de culminar su mandato por “presunta participación política indebida”, luego
de ser sancionado con una pena de suspensión provisoria del cargo. Con ante-
rioridad había sido suspendido por tres meses por la Procuraduría General de la
Nación luego de agredir físicamente con una cachetada al concejal de esa ciudad,
John Claro (lo acusó además de tener “rabo de paja”), a finales de noviembre de
201887. Asimismo, el “escándalo de Vitalogic” que se “re- descubrió” durante la
campaña electoral presidencial fue otro registro de los aspectos negativos de su
gobierno. Sin embargo, su gestión también fue recordada por el saneamiento de
las cuentas públicas, ya que recibió la Alcaldía con un déficit de $236.000 millo-
nes y la dejó con un superávit de $48.000 millones88, y por la entrega mensual
de su sueldo a estudiantes de universidades públicas, quienes debían tener un
promedio superior a 4.0 sobre 5.0 para recibirlo. Conocido popularmente como
“los Pilos del Alcalde”89 resultaba, al decir de Hernández, “una pequeña ayuda,
al menos esto les servirá para los gastos menores. El compromiso es que sean
los mejores”.
Culminada la página en la Alcaldía no se esperaba mucho más de Hernández.
Al menos no un salto de calidad como el que emprendería años más tarde. Sin
embargo, sorprendió a propios y extraños inscribiéndose en el marco de su novel
agrupación partidaria “Liga de Gobernantes Anticorrupción” como candidato a
la elección presidencial de mayo de 2022. Lo acompañó como candidata a vice-
presidenta Marelen Castillo, una académica, investigadora y docente de diversas
universidades del país.
Debido a que fue el candidato presidencial más adinerado de todos los que
compitieron en la elección decidió financiar su campaña electoral con su pa-

87
En plena campaña electoral presidencial Hernández recordaría el hecho y expresaría “El cachetazo
me lo perdonaron porque se la pegué a un ladrón, le estaba dando duro a la corrupción”, Podcast “A
fondo con María Jimena Duzan”. En línea en: https://open.spotify.com/episode/2A2l2EzJBldn1ZD-
D3Ad3I3
88
Portal digital “El Colombiano”, 18/4/2022. En línea en: https://www.elcolombiano.com/colombia/
rodolfo-Hernández-y-como-fue-su-alcaldia-en-bucaramanga-elecciones-2022-AC17260770
89
Portal digital “Periódico 15”, 25/8/2017. En línea en: https://www.periodico15.com/los-pi-
los-del-alcalde-continuan-sin-recibir-el-subsidio-economico/

93
trimonio90. En esa línea prometió donar su sueldo de presidente y rechazar los
aportes de campaña, aunque más tarde recuperó parte de su inversión aceptando
una reposición de votos cercana a los 3000 millones de pesos91. En un video
publicado en las redes sociales, que comenzaban a ser su canal de comunicación
predilecto con el pueblo colombiano, declaraba que “hoy me comprometo a do-
nar mi sueldo como presidente de la República y a entregárselo a los más necesi-
tados. Yo no necesito plata porque esa ya la trabajé. Lo que quiero es devolverles
a los colombianos un poco de lo que me han dado”92.
​Rodolfo Hernández ha sido considerado durante la campaña electoral como
el “Trump colombiano” y su figura fue destacada por sus similitudes con las de
los dos líderes analizados en forma precedente. Si bien es cierto que comparte
con Bolsonaro y Kast ciertos recursos de personalidad política y de canales de
comunicación similares para acercar la propuesta a la ciudadanía y conectar cara
a cara (presencial y virtual) con sus seguidores, y se asemeja a Trump al poseer
un acaudalo patrimonio personal, Hernández presenta algunas discrepancias con
estos líderes. A diferencia de los tres, el santanderino está a favor del matrimonio
igualitario, la adopción por parte de parejas homosexuales, la legalización de la
marihuana medicinal y recreativa, la eutanasia y el suicidio asistido. Sobre el
aborto, inclusive asegura que “los colombianos deben decidir si quieren o no
quieren el aborto, independientemente de mi opinión que es a favor”93. En lo
relativo a presentarse como un empresario exitoso que triunfó en el ámbito pri-
vado por su capacidad y talento, y en su cruzada contra “la corrupción de la clase
política”, ahí sí Hernández se asemeja a su par estadounidense y lo tiene como
una referencia a nivel internacional.
A lo que el líder colombiano apunta de frente es hacia la “politiquería y la
corrupción”. A los “políticos ladrones” promete “sacar a patadas”, y en va-
rias oportunidades durante la campaña electoral los trató de “sinvergüenzas”,
“atracadores”, inclusive de “drogadictos”. Ante las acusaciones recibidas por
parte de sus opositores en relación a su inexperiencia política y su ignorancia
en de terminadas áreas temáticas de gobierno (en las que el santanderino no
disimula su desconocimiento94), su respuesta siempre era la misma: “yo no co-
90
Revista Semana, Portal Digital, 24/8/2021. En línea en https://www.semana.com/semana-tv/
vicky-en-semana/articulo/rodolfo-Hernández-dice-que-cuenta-con-10000-millones-de-pesos-y-re-
chaza-recibir-aportes-en-campana/202131/
91
Portal digital “Noticias Caracol”, 1/6/2022. En línea https://noticias.caracoltv.com/politica/elec-
ciones-colombia/rodolfo-Hernández-dice-que-solo-recibira-3-mil-millones-por-reposicion-de-vo-
tos-rg10
92
“Cómo construyó Rodolfo Hernández su fortuna y qué tan grande es”, en Portal Infobae 20/5/2022.
En línea en: https://www.infobae.com/america/colombia/2022/05/20/como-construyo-rodolfo-
Hernández-su-fortuna-y-que-tan-grande-es/
93
Declaraciones de Hernández a Podcast “A fondo con María Jimena Duzan”. En línea en: https://
open.spotify.com/episode/2A2l2EzJBldn1ZDD3Ad3I3
94
En ese sentido se expresa Jordana Timerman: “Este sentimiento de enojo profundo apuesta a la
novedad, sin que le importe demasiado la idoneidad, el plan de gobierno o la posible gobernabilidad
del candidato que lo exprese. Lo que importa, en estas últimas elecciones regionales, es castigar a
los partidos establecidos a quienes los votantes culpan por los altos niveles de inequidad, pobreza
y corrupción”. Timerman Jordana (2022): “Colombia y la amenaza de la antipolítica”, Le Monde
Diplomatique, Edición 276, 2022. En línea en: https://www.eldiplo.org/276-el-peligro-avanza/co-
lombia-y-la-amenaza-de-la-antipolitica/
nozco todo el estado, pero tengo la personalidad de sacar a todos los ladrones
(el pueblo la sabe, mi lema es) no robar no mentir no traicionar, no acordar
con politiqueros”95. Según su principal estratega de campaña Ángel Beccassino
“la alianza de Roberto es con la gente, no con los dirigentes, (y el mérito de
él es que) se muestra tal cual es, aun con sus metidas de pata… La propuesta
de Rodolfo es de centro, la tercera vía entre el uribismo y Petro”96 Sin lugar a
dudas el ámbito que más asiduamente visitó, cuidó y difundió el candidato Her-
nández fueron las redes sociales. Llamado por algunos el “rey del Tik Tok”97,
el santanderino apostó fuertemente a instalar su candidatura en las redes, so-
bre todo, en esa nueva herramienta de creación china, en detrimento de otras
formas de campaña, como el “volanteo”, el “cara a cara” o la participación en
los medios tradicionales. De hecho, no fue de la partida en los debates presi-
denciales, una instancia en la que no suele quedar siempre bien parado, inclu-
sive le dijo “no” al de la segunda vuelta. Estos elementos hicieron que su dis-
curso conectara muy rápidamente con los jóvenes, en especial la franja etaria
de entre 26 a 32 años, en donde pega “el discurso de la anticorrupción, no el
de la guerrilla uribista, y donde es visto como un abuelo simpático, y que no
va a robar”98. En términos territoriales, su fortaleza electoral la encuentra en el
oriente del país, siendo para algunos analistas un fenómeno regional y populista.
Durante la campaña electoral Hernández ha tenido palabras de admiración ha-
cia el liderazgo de Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, como así también
ha tomado como referencia discursiva al presidente de México, Andrés López
Obrador. Este pragmatismo lo llevó a prometer, en plena campaña electoral, el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela, el fin del servicio
militar obligatorio y el cierre de una veintena de embajadas entre las que mencio-
nó Austria, Bolivia, Uruguay y República Dominicana, entre otras.
Al comienzo del año 2022, su figura no concitaba grandes apoyos populares.
De hecho, los guarismos electorales de Hernández no alcanzaban los dos dígitos
para el inicio de la campaña. Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha de
la elección de mayo, su candidatura crecía sostenidamente en las encuestas, y
desafiaba con romper la polarización entre el candidato del progresismo Gustavo
Petro y el del uribismo Fernando “Fico” González. Sin embargo, los analistas
políticos y las encuestas pre- electorales diagramaban una segura segunda vuelta
entre estos dos candidatos, ubicando a Hernández muy atrás en las preferencias.
En silencio, el santanderino escalaba en las preferencias populares, y a 15 días
de la votación algunas encuestas lo ubicaban muy cerca de González. La sema-
na anterior a la elección Hernández peleaba palmo a palmo el segundo lugar, y
emergía como un desafío para quien punteaba en las encuestas.
El 29 de mayo, finalmente, las urnas hablaron y Petro encabezó las prefe-
rencias en esta primera vuelta con más del 40% de los sufragios frente a un
95
Declaraciones de Hernández a Podcast “A fondo con María Jimena Duzan”. En línea en: https://
open.spotify.com/episode/2A2l2EzJBldn1ZDD3Ad3I3
96
Declaraciones de Ángel Beccassino al Podcast “A fondo con María Jimena Duzan”. En línea en:
https://open.spotify.com/episode/1U95SLwRXLcCBKTgBamPrf
97
Para un análisis del uso del tik-tok, véase https://actualidad.rt.com/actualidad/430300-rey-tik-
tok-controvertido-candidato-presidencial-colombia
98
Ibid.

95
sorprendente Hernández que alcanzó el 28,1% de los votos, dejando fuera del
balotaje al uribista González, quien arañó el 24% de las preferencias. De la mano
de las redes sociales, este veterano dirigente santanderino se metía en la recta
final electoral, y desafiaba a un Petro consolidado, pero a 10% de la meta. El
“viejito sabroso” como se hacía llamar Hernández logró quebrar la polarización
que hacía meses suponía un duelo seguro entre Petro y Gutiérrez y “su ascenso
vertiginoso de las últimas semanas se debió a que pudo captar el voto uribista
“desencantado”, deglutir las preferencias electorales del centro ideológico ex-
presado por Fajardo y atraer al votante que resiste un cambio por izquierda”99.
En la segunda vuelta, Hernández fue derrotado por Petro, pero alcanzó el
nada despreciable 47.31% de los votos, dentro de una elección reñida y con final
abierto. Como contempla la Constitución colombiana, el perdedor del balotaje
se asegura un curul en el Senado de la Nación, y la vicepresidenta otro en la
cámara de representantes. A pesar de que estuvo en duda hasta último momento,
Hernández terminó aceptando con la condición de apoyar siempre los proyectos
que favorezcan a la mayoría, y sobre todo a los más pobres, y prometió que
continuaría con su cruzada anticorrupción. Sin embargo, dos meses después, el
santanderino renunciaría a su curul alegando que su presencia en el legislativo
era comparable a “tener a Lionel Messi de portero”. En un hilo de Twitter, una
vez más las redes sociales como su principal vehículo de difusión, Hernández
justificaba su decisión100.
Luego de la renuncia, el líder colombiano obtuvo la personería de su partido
LIGA, del cual es su primer titular. A la fecha, y en un contexto político dinámico
en el que Petro debió cambiar de coalición de gobierno en dos oportunidades,
Hernández se apunta como candadito a gobernador de su natal Santander. A pesar
de los problemas de salud que lo aquejaron este año, y que el CNE revocó su
inscripción a la votación (por tres sanciones anteriores que le ha impuesto este
organismo), el líder colombiano insiste con su candidatura, la cual asegura ser
“imbatible”. Por intermedio de su Twitter (ahora X) escribió “Soy Santandereano
no me rindo” y en una extensa carta que acompaña la publicación dijo estar “listo
para ganar las elecciones” y que “como buen santandereano no encuentro en mi
diccionario la palabra rendirse…. enfrentar las adversidades con la fuerza de mi
alma y de mi corazón; las dos cosas más hermosas que me ha dado la vida para ganar
cualquier batalla, por dura que se presente…No pudieron conmigo los maltratos
de la enfermedad que estoy superando, ni los críticos implacables que se ensañan
con mis verdades no pudieron, no podrán conmigo los politiqueros y los corrup-
tos, enemigos de la democracia que quieren seguir prohibiéndome, como han
intentado hacerlo siempre. Aquí estoy: ¡de pie!”101. A la fecha, el Partido de Her-
nández apoya su candidatura y el desenlace electoral aún se encuentra en proceso.

99
Fraschini, Mariano. “Petro contra el “Trump a la colombiana”, en Le Monde Diplomatique, versión
digital, 2022. En línea en: https://www.eldiplo.org/275-la-argentina-que-no-llega-a-fin-de-mes/pet-
ro-contra-el-trump-a-la-colombiana/
100
Declaraciones de Rodolfo Hernández, en la red social X, el 21 de septiembre de 2022. En línea en:
https://twitter.com/ingrodolfohdez/status/1572656660329500672
101
Declaraciones de Rodolfo Hernández, en la red social X, el 11 de octubre de 2023. En línea en:
https://twitter.com/ingrodolfohdez/status/1712097308144193805
Conclusión

Llegados a este punto, estamos en condiciones de realizar un análisis compara-


tivo de los tres liderazgos políticos examinados, incorporando el caso de Javier
Milei. El objetivo central de este artículo fue estudiar a los referentes de la ul-
traderecha sudamericana en sus principales aspectos, para poder tener una mejor
visión del fenómeno que está ocurriendo en nuestro país. Este libro analiza el li-
derazgo de Milei, su irrupción, sus características y se interroga acerca de lo que
representa el mismo. Para tener una visión más abarcativa, este texto buceó en
los liderazgos regionales que tienen con el político argentino un conjunto de se-
mejanzas discursivas, ideológicas, políticas y de armado partidario. Se desprende
de este examen algunas cuestiones que merecen ser atendidas con análisis más
precisos y con ejes más definidos. A continuación, presentamos algunas conclu-
siones mediante un conjunto de viñetas explicativas muy breves:

• En todos los casos analizados el sistema de partidos anterior a la emergencia


de estos liderazgos se desmanteló paulatinamente. El bipartidismo coalicio-
nal chileno, el clivaje uribismo vs antiuribismo en Colombia y la hegemonía
presidencial del PT con los aportes del PSDB y del PMDB en Brasil fueron
desapareciendo para darle vida a un nuevo tipo de liderazgo, por izquierda y
por derecha, a excepción de Brasil en que el retorno de Lula al gobierno rela-
tiviza el punto final del esquema partidario.
• En segundo término y ligado a lo anterior, la fuerza de la derecha tradicional
que dominó la política en la última década se vino a pique electoralmente, el
PSDB brasileño que había sido el antagonista principal del PT en las últimas
cuatro elecciones, y que había sido gobierno previamente, se deshilachó y no
llegó al 5% en la elección que ganó Bolsonaro; la derecha santista en Colom-
bia no logró despertarse electoralmente en las últimas dos compulsas y obtu-
vo porcentajes de votos residuales; y en Chile, el piñerismo como corriente
moderada en el interior de la derecha chilena ha tenido votaciones muy bajas
desde que su líder salió del gobierno.
• El emergente de esta crisis partidaria, y en sentido amplio de representación,
no es necesariamente un líder ultraderechista. Esto se visualizó en Chile, ya
que Kast fue derrotado por un outsider por izquierda como era Boric, ni en
Colombia donde Hernández cayó frente a un político tradicional como Petro.
La excepción en este caso es Bolsonaro en Brasil ya que fue el único en obte-
ner un resultado electoral favorable, pero una vez que ese liderazgo se puso a
prueba desde el gobierno, no pudo reelegirse.
• El cuarto punto a destacar es que los líderes de la ultraderecha analizados
tienen un recorrido político- partidario previo, no son outsider al sistema, aun-
que claramente los tres se construyen desde ese lugar: Kast y Bolsonaro fue-
ron diputados nacionales durante décadas y Hernández fue alcalde y concejal.
Ligado a este último punto, los tres candidatos construyeron su liderazgo
desde un lugar antagónico a la clase política tradicional. Los políticos son
considerados “bandidos”, “corruptos”, “ladrones”, “inoperantes”, entre otros
epítetos, y culpables de todos los males del país. A pesar de ser los tres polí-

97
ticos tradicionales en relación a los tiempos de actuación (la mayoría de ellos
inclusive pasaron por muchos partidos, como Bolsonaro) logran re- construir-
se como candidatos outsiders al sistema.
• En todos los casos analizados antecedieron movilizaciones populares con
nuevas demandas que los gobiernos de turno fueron incapaces de suturar po-
líticamente. Las de Colombia se “llevaron puesto” literalmente al presidente
Duque, las de Chile hicieron lo propio con Piñera y las de Brasil erosionaron
la presidencia de Rousseff hasta llevarla al juicio político.
• Los tres líderes descriptos utilizaron asiduamente las redes sociales, y estas
fueron el canal principal de su relación con la sociedad, un punto que explica
en gran parte su exponencial crecimiento102. El “rey del Tik Tok” Hernández,
las “fake news” como política de Kast103 y las redes en general de Bolsonaro.
En todos los casos, les permitieron llegar a un electorado joven que resultó
ser, en la mayoría de los casos, el envión electoral necesario para disputar la
presidencia104.
• A excepción de Hernández, que tiene una posición que podemos reconocer
como avanzada en estos temas, Kast y Bolsonaro reivindican la dictadura
militar de sus países y tienen un discurso contrario al aborto, a las políticas de
género y a la ampliación de derechos de las minorías sexuales.
En los tres casos se alientan esperanzas de cambio político, económico y social
con un discurso de derecha extrema, que no disimula su vocación desiguali-
taria105. El neoliberalismo como buque insignia y el discurso antiestatal como
bandera representan el telón de fondo de las propuestas electorales de Bolso-
naro, Kast y Hernández.

102
Según la mirada de Caruncho, Lucía. “Se trata de líderes cuyos vínculos con sus seguidores se
construyen, centralmente, a través de un potente elemento aglutinador: el resentimiento – el ressen-
timent, tan lucidamente descripto por Richard Sennett en 1977–, en estos casos contra el orden ex-
istente y, por extensión, la democracia. De allí que su discurso sea particularmente antiigualitario,
pero también –y esto es fundamental– representativo”. Caruncho Lucia: “El Ressentiment”, Revista
El Estadista, 2022. En línea en: https://elestadista.com.ar/el-estadista/el-ressentiment-n52495
103
José Kast ha sido acusado muchas veces de instalar “fake news” en los medios y redes sociales.
Entre sus “victimas” se encuentran la expresidenta Bachelet acusada de encubrir el tráfico de inmi-
grantes haitianos en Chile y el presidente Boric acusado en campaña con una ficha clínica falsa, entre
las más importantes.
104
De acuerdo a Pirotta, un estudio de campo realizado en la periferia de Porto Alegre por Pin-
heiro-Machado y Scalco (2018) revela que “en el año 2016 aproximadamente un tercio de los estudi-
antes varones de nivel secundario tenían interés en la figura de Bolsonaro. Ya para 2017 la mayoría
de los jóvenes entrevistados en esa investigación se identificaban con el futuro presidente. La aprox-
imación se daba en torno al discurso contra el feminismo, a favor del punitivismo y del rescate de
valores encarnados por los militares: firmeza, disciplina y autoridad. Además, era frecuente la frase
de que Bolsonaro era alguien que estaba “contra todo lo que está ahí”, idea que sintetizaba su saliente
carácter antipolítico (Leiras 2020). A su vez, ya en el año de la elección y a medida que crecía el
apoyo a su figura, era común observar la relativización de parte de su discurso, visto por algunos de
sus simpatizantes y votantes no como un discurso de odio, sino algo humorístico, manifestaciones
impulsivas y sin importancia o simplemente exageraciones de sus opositores (Solano 2018)”. Pirotta
Ignacio: “Ascenso y radicalización de Jair Bolsonaro. Desde la precampaña al primer año y medio de
gobierno” en Fraschini Mariano y García Santiago (comp) Liderazgos en su laberinto. Cómo ejercen
el poder los presidentes sudamericanos del siglo XXI. Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2021.
En el caso de Hernández los apoyos juveniles están explicados en el análisis de este liderazgo.
• Además de la defensa de un neoliberalismo tradicional como paradigma
económico, la lucha contra “el comunismo”, la adoración de los valores de
la “libertad” y “el esfuerzo personal” y un posicionamiento anti partidario (y
por momentos antipolítico) emergen con nitidez en las distintas alocuciones
de los tres casos analizados.
• Los tres liderazgos poseen trayectorias partidarias diferentes y tienen apo-
yos sociales, políticos y económicos distintos. En este punto, los contras-
tes surgen a la vista, ya que las bases de apoyo en cada uno de los casos,
varía de país en país. El peso de los militares y el evangelismo es mayor
en Bolsonaro que en los otros. El de Kast se asienta más en una derecha
ideológica que precede a su emergencia, elemento que no se presenta con
la misma intensidad en los casos de Bolsonaro y Hernández. Por último, el
líder colombiano tiene el apoyo más heterogéneo y menos estructurado a
nivel ideológico y de bases de sustentación que en el brasileño y en Kast.

¿Qué elementos comunes existen entre estas tres experiencias y la de Milei?


¿Son mayores las diferencias que las similitudes? ¿Pueden rastrearse en estos
liderazgos procesos sociales, económicos o políticos similares a los del referente
de la ultraderecha en la Argentina?
Si recorremos nuevamente las viñetas podemos encontrar rápidamente ca-
racterísticas y procesos semejantes que ligan el liderazgo de Milei con estos
referentes analizados. En primer lugar, la construcción de poder que realizó el
líder argentino en contra de la partidocracia tradicional con la etiqueta de “la
casta” es una característica que liga la experiencia de nuestro país con los ca-
sos descriptos. En segundo término, la utilización frecuente de las redes socia-
les, en especial el “Tik Tok”106, como vehículo de difusión de su figura y sus
ideas, es otro elemento que se destaca como trasversal a los cuatro líderes sud-
americanos. En tercer lugar, el posicionamiento anti derecho en general (en el
caso del argentino considera una “aberración” a la justicia social), y la defensa
105
De acuerdo a Jordana Timerman “Los candidatos de extrema derecha se imponen como un tsu-
nami que se alimenta del hartazgo contra Estados desconectados de las preocupaciones cotidianas
de sus ciudadanos y contra los políticos de turno. Alientan esperanzas de cambio con promesas de-
sligadas de los hechos e instalan una realidad alternativa que parece irrebatible. En su apogeo, estos
candidatos parecen inmunes a los argumentos basados en la lógica. Sin embargo, las derrotas de Kast
y Bolsonaro muestran que existen estrategias para contrarrestar la influencia de la extrema derecha,
aunque también, como en cualquier otra elección, hay factores coyunturales y de liderazgo que re-
sultan determinantes”. Timerman, Jordana: “Ideas para enfrentar a la extrema derecha”, Le Monde
Diplomatique, Edición digital, 2023. En línea en: https://www.eldiplo.org/notas-web/ideas-para-en-
frentar-a-la-extrema-derecha/
106
Como bien apunta el Observatorio de Liderazgo Político en América Latina, para Milei “Su más
destacado recurso de poder de estrategia política de índole comunicacional ha sido el desplegado en
las redes sociales en distintos tipos de plataformas de fuerte consumo adolescente – juvenil, sector so-
cial en el cual ha encontrado apoyo y cierto arraigo con sus discursos mesiánicos y grandilocuentes.
La viralización de sus videos en Tik Tok o You Tube y de sus declaraciones en X (ex Twitter), son
claros ejemplos del modus operandi comunicacional del líder anarcocapitalista, como él mismo se
autodefine”. Portal web del Observatorio de Liderazgo Político en América Latina. En línea en:106
Como bien apunta el Observatorio de Liderazgo Político en América Latina, para Milei “Su más de-
stacado recurso de poder de estrategia política de índole comunicacional ha sido el desplegado en las
redes sociales en distintos tipos de plataformas de fuerte consumo adolescente – juvenil, sector social

99
de la dictadura militar de dos de los tres políticos analizados vinculan íntima-
mente la experiencia de Milei con estos liderazgos de ultraderecha de Brasil
y Chile107. Por último, el discurso neoliberal, llevado a un extremo por Milei
en Argentina, enlaza también estas experiencias “libertarias”. Adicionalmente
podríamos agregar un último elemento, que es el declive de la derecha tradi-
cional como otro de los factores que permiten comprender el ascenso de estos
líderes de ultraderecha, aunque en el caso argentino no tiene los grados, ni la
intensidad, de las tres experiencias analizadas más arriba. Al menos, por ahora.
Por último y para ir cerrando este artículo, a diferencia de los tres casos
analizados no se observa en el argentino una licuación del sistema de partidos
como en las otras experiencias. De hecho, lo parejo del resultado de las PASO
de agosto inhibe manifestarse en una dirección explicativa que se afirme en un
sistema partidario en declinación. Si bien es cierto que las dos coaliciones que
protagonizaron la política argentina en los últimos ocho años (veinte si conta-
mos los doce precedentes del kirchnerismo) han tenido un rendimiento electoral
más bajo que lo habitual, ambas formaciones, a la fecha, no evidencian haber
comenzado un proceso de un descalabro político similar a lo observado en las
experiencias analizadas. Otra diferencia con los casos de Brasil, Chile y Co-
lombia es que el ascenso de un liderazgo de las características de Milei no fue
antecedido por las movilizaciones populares que sí se vieron en los tres casos
examinados, por lo que la emergencia del candidato de Avanza Libertad no pare-
ciera ser una expresión de una insatisfacción social con capacidad movilizante.
Y por último, las bases de apoyo que sostienen al político argentino distan de
ser similares con los tres casos analizados: a diferencia de Bolsonaro que contó
con un apoyo sostenido y público por parte de las fuerzas de seguridad, Milei
carece del mismo; en cuanto a Kast que militó desde sus inicios en un Partido
tradicional de la derecha chilena y que contó con recursos simbólicos y parti-
darios desde el comienzo de su vida política, Milei hizo su presentación en la
arena mediática como analista económico; con Hernández, las diferencias son
en materias de libertades civiles y en el posicionamiento en materia de género.
Como siempre la singularidad de los procesos políticos y económicos en
nuestra región resultan ser el principal factor explicativo de las dinámicas que se
despliegan en cada país. En igual sentido debe analizarse y comprenderse a estos

en el cual ha encontrado apoyo y cierto arraigo con sus discursos mesiánicos y grandilocuentes. La
viralización de sus videos en Tik Tok o YouTube y de sus declaraciones en X (ex Twitter), son claros
ejemplos del modus operandi comunicacional del líder anarcocapitalista, como él mismo se auto-
define”. Portal web del Observatorio de Liderazgo Político en América Latina. En línea en: https://
www.sociales.uba.ar/investigacion/observatorios/
107
Como acertadamente indica José Natanson esta aparente contradicción de glorificar la libertad
como valor trascendental y ser un defensor de la dictadura y crítico de la ampliación de derechos
de las minorías, no es novedoso en nuestro país, ya que “este liberalismo básico se conjuga con un
rechazo cerrado a los avances en materia de género y derechos de las minorías, un mix que no resulta
tan extraño en Argentina: es, al fin y al cabo, el de los gobiernos militares, que combinaron neolib-
eralismo económico con reaccionarismo cultural. La inclusión en La Libertad Avanza, el partido de
Milei, de dirigentes que han construido sus carreras reivindicando la última dictadura, como Victo-
ria Villarruel, expresa esta amalgama”. Natanson José: “Esto no puede pasar aquí”, en Le Monde
Dplomatique, Edición 276, 2022. En línea en: https://www.eldiplo.org/276-el-peligro-avanza/esto-
no-puede-pasar-aqui/
cuatro liderazgos, con sus semejanzas, que son evidentes, y sus deferencias, que
permiten atender las especificidades y no trasladar mecánicamente las experien-
cias particulares.
A la fecha, y a pesar de la suerte dispar de los mismos, los liderazgos emer-
gentes de la ultraderecha parecen ser un fenómeno de no fácil asimilación para
los analistas políticos. Como en el caso de quién escribe estas líneas, parafra-
seando al notable politólogo Norberto Bobbio, de quitarse el ropaje académico
y ponerse el de ciudadano, no observo ningún elemento motivante y positivo en
la aparición de estos liderazgos. Más bien sospecho que este nuevo fenómeno,
que de a poco se va instalando en la mayoría de los países sudamericanos, resulta
ser un retroceso para nuestras democracias representativas en su funcionamien-
to y en el aporte que los mismos puedan proporcionar para consolidar nuestras
instituciones.

101
CAPÍTULO 5

¿Quiénes vamos a ser?


por Roberto Marafioti

En pocos meses más Argentina estará en condiciones de recordar los 40 años de


democracia ininterrumpida. Sin embargo, existen dudas acerca de qué significará
para el conjunto de la sociedad. La posibilidad de que la Argentina se vuelva un
país inhóspito, con falta de derechos generalizados está al alcance de la mano.
Motivos de frustración existen y son variados. Se trata de no cumplir la mal-
dición china: “que vivas en tiempos interesantes y no te des cuenta de ello hasta
que hayan terminado”.
Las líneas que siguen tratan de explicar solo algunos de los aspectos del
presente.
La reaparición de una derecha vigorosa, como no se había visto desde hace
muchos años, resultó un acontecimiento inédito. Hace juego con movimientos
similares que se dan en otros lugares de América Latina y del mundo. En nues-
tro medio, replicamos actitudes, pero con un matiz peculiar, distintivo y hasta
barroco.
¿Qué tiene de similar Jair Bolsonaro, Santiago Abascal, José Antonio Kast,
Donald Trump, Víctor Orbán, Marine Le Pen, Giorgia Meloni o Isabel Díaz Ayu-
so con Javier Milei? Tienen mucho en común, pero también tienen diferencias.
Cada uno tiene una matriz que reivindica el neoliberalismo y el conservado-
rismo. El racismo y la xenofobia los unifica, el rencor ante la inmigración los
vuelve solidarios. El nacionalismo es más o menos fuerte en cada caso. El único
que admira a la escuela austriaca de economía es nuestro candidato de extrema
derecha. Es superficial materializar en el mercado y el dinero la solución para
todos los problemas de la humanidad. Es una fundamentación precaria y fugaz.
Extravagancias, conductas atrabiliarias, gestos y actos iracundos se advierten
en Trump o Bolsonaro, pero aquí le hemos incorporado delirios místicos, cone-
xiones divinas y representaciones de actos violentos.
Las actitudes de los personajes vernáculos, las referencias a las que apelan
obligan a preguntarse por qué tienen apoyo fuerte en todos los sectores sociales.
La política argentina de los próximos años deberá convivir con estos personajes
y sus justificaciones que resultan difíciles de comprender para una lógica que se
ha ejercido históricamente con otras maneras y estilos. Más allá del resultado
electoral, Massa como Presidente, tendrá que vérselas con sectores más extremos
que el PRO.
Por otra parte, no se trata solo de personajes aislados. Responden a una de-
manda ciudadana que ve en los políticos a personas tan alejadas de las preocupa-
ciones cotidianas que se aproximan a aquellos que le prometen ser contundentes
y terminantes. La mayoría de los votantes de Milei no tiene necesariamente una
conciencia estricta y detallada de las medidas que propone y las consecuencias
que pueden tener para la Argentina la dolarización, la desaparición del Banco

103
Central, la reivindicación de la dictadura, la venta de órganos o la libre portación
de armas. Buscan medidas que frenen la inflación y le resuelvan la vida diaria.
Tienen bronca porque no se cumplieron los contratos electorales.
Las grandes empresas ya han realizado sus apuestas y basculan entre el ma-
crismo y Milei. Por su parte, éste responde a Black Rock, la mayor administrado-
ra de fondos del mundo y con una historia en nuestro medio que estremece. No
hay aquí casta política, solo casta económica.
El electorado del líder de La Libertad Avanza (LLA, en adelante) es un con-
junto reciente, no estable ni conformado como una unidad, se va organizando en
un proceso en donde sus líderes van tomando más relevancia que otros porque
adoptan características siempre mediáticas, extravagantes o excepcionales.
No son personajes que ostenten una formación profesional política ni trayec-
toria militante sino todo lo contrario, se hacen conocidos porque dan en la tecla
de aquello que los medios hegemónicos buscan ávidamente.
Ramiro Marra es una muestra clara de esto y no es el único. Como influencer
o como director de Bull Market Group, una empresa familiar Fintech, llegó a le-
gislador de la Ciudad. Siempre se destaca por juicios vehementes o desopilantes
que se combinan con gestos iracundos, análogos a los de su mentor.
No es lo mismo Victoria Villarruel, que tiene una trayectoria en un campo es-
pecífico de defensa de la dictadura y los genocidas. Se puede, en este caso, seguir
una línea muy nítida de reivindicación que lleva más de una década.
El negacionismo afirma que es preciso ganar la batalla cultural contra el pe-
ronismo, el kirchnerismo o cualquier fuerza política que la ubican dentro del
infierno marxista-comunista al que remiten y que es difícil de precisar.
El cordobés Agustín Laje108 publicó precisamente La batalla cultural. Allí
alude a la importancia de Antonio Gramsci y cuestiona el economicismo reinan-
te. Este reconocido paleolibertario, minarquista y antifeminista realizó cursos
de contraterrorismo en EEUU y cumple con todos los rasgos propios de LLA en
cuanto a exabruptos y perplejidades, aunque en un tono más afinado y “culto”
que Milei. Afirma la necesidad de estudiar las cuestiones sociales y familiares
simbólicas como testimonio de una realidad concreta. Se trata de una guerra
“metapolítica”.
Desde una postura radicalmente diferente, para analizar los impactos que el
fascismo traficante en LLA propone y sus impactos sobre el escenario reciente y
futuro, es interesante revisar las exposiciones de Daniel Feierstein109. Él afirma
que el resurgimiento de la derecha es fruto de un trabajo elaborado, de manera
lateral y sesgada, desde hace años, cuestionando las posiciones que reivindican
las políticas de memoria, verdad y justicia, advirtiendo que, para las generacio-
nes nuevas, son temas poco conocidos. La cuestión no es menor porque lleva a
desconocer las bases sobre las que se asienta nuestro sistema democrático.
108
Laje, Agustín. La batalla cultural. Reflexiones críticas para una nueva derecha. Sekotia, Buenos
Aires. 2020. Otros títulos de él son: Generación idiota. Una crítica al adolescentrismo y El libro
negro de la nueva izquierda.
109
Feierstein, Daniel E. El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argen-
tina, FCE, Buenos Aires. 2011. Memorias y representaciones: Sobre la elaboración del genocidio.
FCE. Buenos Aires. 2012. Pandemia. Un balance social y político de la crisis del COVID-19. FCE.
Buenos Aires. 2021.
Contexto internacional de la derecha

Desde su inicio, el neoliberalismo manifestó su costumbre de priorizar la eco-


nomía por encima de la política. En 1947 Friedrich Hayek reunió a un grupo
de economistas, historiadores y filósofos en el Hotel du Parc en Mont Pelerin,
cerca de Montreux, Suiza. De allí tomó el nombre de Sociedad Mont Pelerin.
Se trataba de redefinir las funciones del Estado a partir de diferenciar un orden
liberal (siempre fueron críticos del New Deal de Roosevelt) y otro totalitario, que
incluía al régimen soviético pero que alcanzaba también al Estado de Bienestar
extendido en la Europa de postguerra. El peronismo, claro, caía en el saco del
totalitarismo.
Las ideas de libertad, individuo, derecho privado y mercado fueron conceptos
que se veneraron pero que no tuvieron una aplicación concreta hasta el golpe de
estado de Chile con Augusto Pinochet y los Chicago Boys que sí adoraban estas
ideas. En Argentina, Álvaro Alsogaray era representante de esta corriente, aun-
que nunca tuvo una presencia electoral importante (a pesar de los ministerios que
ocupó) hasta la llegada de Carlos Menem. La familia Benegas Lynch, admirada
por Javier Milei, tiene una larga historia en importar las ideas ultraliberales en
Argentina. En 1957, Alberto Benegas Lynch creó el Centro de estudios sobre
la libertad. Apoyó el golpe del ’55 y convocó a Ludwig von Mises y Friedrich
Hayek a dar conferencias. Apoyó la dictadura de Pinochet. El nieto “Bertie”, es
admirado por Milei, con quien se sumó a la actividad política y es candidato a
diputado por la provincia de Buenos Aires110.
Es interesante observar que los distintos regímenes dictatoriales y semi-de-
mocráticos posteriores a la caída del peronismo quisieron adoptar ideas liberales,
pero siempre se encontraron con los frenos del nacionalismo, el desarrollismo o
algún neoperonismo. La proscripción del peronismo fue el telón de fondo de esta
limitación.
La colonización del peronismo que logró Menem permitió que el Consenso de
Washington (1989)111 se aplicase sin limitaciones.
Tanto Margaret Thatcher como Ronald Reagan tuvieron como objetivo de
sus gobiernos limitar el papel del Estado. Los años 90 en América Latina fueron
expresión de la voluntad de privatizar, recortar derechos laborales, modificar la
distribución del ingreso y mudar las estructuras sociales vigentes. En buena me-
dida, el trabajo realizado en cada uno de nuestros países, con matices, logró su
cometido.
Paulatinamente, la socialdemocracia europea fue ganada por los principios
del neoliberalismo y si se observa la situación actual de la Unión Europea no hay
dudas respecto a su participación en el juego orquestado por EEUU.

110
Su padre, también Alberto, reivindica la venta de órganos y del antiabortismo.
111
Recordemos brevemente las premisas: I. Disciplina fiscal, ausencia de déficit fiscal.
II. Reducción de la inflación. Las políticas de ajuste y reforma estructural tienen su origen en la crisis
de la deuda. III. Reducción del gasto público. IV. Reforma Tributaria. V. Tasas de interés determina-
das por el mercado y positivas. VI. Tipo de cambio competitivo. Crecimiento de las exportaciones.
VII. Apertura del comercio exterior. VIII. Inversión Extranjera Directa (IED). IX. Privatizaciones de
empresas de propiedad estatal. X. Desregulación como forma de promover la competencia.

105
La expansión de la OTAN hacia el Este determinó la intervención de Rusia
en Ucrania y tiene consecuencias que aún están en desarrollo pero que dejan en
claro que la Unión Europea es un títere del gobierno de EEUU.

La situación latinoamericana en los inicios del siglo XXI

Si bien el Consenso de Washington dejó de ser el espejo en donde se debían


mirar los distintos países, sus principios siguieron vigentes, sobre todo entre los
economistas neoliberales y conservadores.
El inicio del siglo XXI vio cambiar drásticamente la situación internacional.
Aquí señalaremos solo tres puntos que se proyectan hacia el presente e influirán
en el futuro:

• la aparición de gobiernos nacionales y populares que cuestionaron la hege-


monía de EEUU y que dejaron de lado los postulados del Consenso de Was-
hington. La voluntad de conformar un bloque latinoamericano fue un síntoma
de independencia que duró más de un decenio expresado en la participación
de las masas en los procesos iniciados en el continente, el distanciamiento
respecto de EEUU y el multilateralismo político y comercial. Las maniobras
mediáticas y judiciales, junto con las pérdidas en algunas elecciones, deter-
minaron una paulatina decadencia y la apertura de un proceso no concluido.
Brasil, Colombia y México son la expresión acabada de los nuevos tiempos.
• el surgimiento de fenómenos de extrema derecha que se vio reforzado, a
partir de la pandemia del COVID-19, por un énfasis en la falta de libertad que
implicaba el respetar las medidas sanitarias de cuidado colectivo y comunita-
rio. El cuestionamiento y la politización de la política pública de acceso a las
vacunas como un enfrentamiento geopolítico reavivó conflictos sepultados
con el fin de la guerra fría.
• la aparición de China como potencia internacional que disputa el comercio
en la región y se involucra en las inversiones de infraestructura de grandes
dimensiones. Esta tensión se advierte nítidamente en la voluntad de militari-
zar imponiendo bases norteamericanas en la región ante eventuales conflictos
bélicos.

EEUU no ve con buenos ojos el avance de Brasil para la explotación petrolera


en el Amazonas e impulsa a ExxonMobil en Esequibo, una región en histórica
disputa entre Guyana y Venezuela.
Guillermo Lasso permitió en Ecuador que las fuerzas armadas norteamerica-
nas intervinieran en ese país para luchar contra el narcotráfico, desconociendo el
ejemplo de Colombia que, cuando tomó actitudes similares, terminaron fortale-
ciendo la belicosidad entre las partes.
Perú, a partir del golpe de Estado contra Pedro Castillo, también se sumó a los
ejercicios militares conjuntos con EEUU.
En Paraguay, el anterior gobierno de Mario Abdo Benítez le otorgó la con-
cesión al Cuerpo de Ingenieros del ejército norteamericano el dragado y bali-
zamiento del río Paraguay. El nuevo presidente, Santiago Peña Palacios, no de-
nunció este acuerdo y, por su orientación general, ratificará la conducta de su
predecesor.
El conflicto de EEUU con China y Rusia hizo que se interesara mucho más
por el histórico “patio trasero”, pero ahora con mayor presencia militar y con un
explícito interés por los recursos naturales de la región112.
Para que estos objetivos puedan cumplirse la condición es la desintegración
del continente y, sobre todo, entre Brasil y Argentina.
El cambio cultural que vive la región se expresa asimismo en los resultados
electorales. La primera década del siglo tuvo elecciones contundentes respecto a
favorecer una posición de distanciamiento respecto de EEUU. En la actualidad, a
pesar del triunfo de Gabriel Boric en Chile, Xiomara Castro en Honduras y Luis
Arce en Bolivia, solo México con Andrés Manuel López Obrador se sostiene con
comodidad en el gobierno. El resto, empezando por el agónico triunfo de Lula
da Silva, son procesos electorales que muestran el decaimiento de las posiciones
más transformadoras. La derrota del correísmo en Ecuador se suma a la tensión
en la región. Parece que la “institucionalización del carisma” es un problema que
se repite en distintos procesos en Latinoamérica y que no cuenta con mecanismos
claros de solución. Se trata, pues, de un tiempo que anuncia un cambio de ciclo.

Los jaques a un gobierno nacional-popular

A nivel local, la asunción del gobierno de Alberto Fernández se dio después de un


gobierno calamitoso. El vínculo con el FMI y el monto de la deuda contraída fue-
ron las trampas letales para la administración que asumió en diciembre de 2019.
No será aquí el lugar para realizar juicios definitivos sobre la figura del presi-
dente que a lo largo de estos cuatro años mostró algunas actitudes firmes y otras
vergonzosas113. Pero si se hace un balance, el resultado es mucho mejor que la
alternativa electoral que se enfrentó en 2019.
La gestión de acceso al derecho a la salud durante la pandemia, hasta hoy,
es reconocida como ejemplar. Tanto a nivel nacional como en las provincias y,
particularmente, en la provincia de Buenos Aires.
Se llevó adelante una gestión que puso prioridad en el reconocimiento de los
derechos de los jóvenes, los ancianos, los trabajadores, las mujeres y las disiden-
cias. De esto se trata cuando se habla del riesgo de perder derechos si gana la
derecha. De perder aguinaldo, vacaciones, jubilaciones, pensiones, el acceso a la
IVE, ILE, ESI, etc.
Se sancionó, en diciembre de 2020, la ley de interrupción voluntaria del em-
barazo (IVE) que implicó un reconocimiento al movimiento feminista que luchó
por el acceso a decidir sobre el propio cuerpo. Una reivindicación que incluyó la
apertura del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
112
La comandanta Laura Richardson lo explicitó sin tapujos. Ver: https://www.pagina12.com.
ar/517903-litio-petroleo-y-agua-dulce-estados-unidos-ni-disimula-sus-i
113
Los casos de Milagro Sala, Vicentín y la escandalosa foto de Olivos en la pandemia, por citar solo
los ejemplos más claros e iniciales, fueron fenómenos que aniquilaron la credibilidad presidencial.

107
Se abrieron las paritarias salariales tratando de morigerar el impacto de la in-
flación que es el mayor problema de esta gestión de gobierno y quizás el caballo
de Troya que permita volver a la derecha.
La actividad desarrollada en la obra pública, tanto a nivel nacional como pro-
vincial y municipal, es reconocida incluso por sectores que no son afines al go-
bierno. Se retomó el plan Procrear que permite el acceso a la vivienda a sectores
desprotegidos, tanto a nivel nacional como provincial. El problema de la vivien-
da también es real y se intentó afrontar, pero la solución sigue siendo acuciante.
La ley de alquileres se sancionó a último momento, pero el problema de los
alquileres es un tema a resolver.
La labor en cultura y educación merecen tomarse en cuenta, incluso advir-
tiendo que se restituyó la paritaria docente que, de todas maneras, no sirvió para
resolver los conflictos salariales que subsistieron en algunas provincias (con ex-
cepción de la provincia de Buenos Aires) y que hicieron que se perdieran días de
clase. Este es un punto conflictivo porque genera mucho descrédito en la educa-
ción pública entre las familias cuando los chicos no van a las escuelas. Así, se
fomenta la privatización del sistema educativo que igual sigue siendo un ejemplo
para América Latina. La entrega de computadoras se retomó y es una herramien-
ta fundamental para que los estudiantes adquieran herramientas tecnológicas in-
dispensables.
Se sancionó la ley de moratoria previsional que permitirá que se amplíe el
universo de jubilados/as. El PAMI mejoró sus servicios y dio acceso a remedios
gratis a un universo muy vasto en momentos en los que se requieren más medi-
caciones.
El programa Pre-viaje amplió el desarrollo del turismo con participación del
Estado nacional y posibilitó que los jubilados acrecentaran sus alternativas de
viajar y conocer el país.
Argentina se sumará como miembro pleno a los BRICS a partir de 2024.
Es un dato principal dado que brindará posibilidades de ampliar negociaciones
con actores que ofrecen alternativas de comercio y negociaciones más amplias
y beneficiosas. Este es el resultado de llevar adelante una posición multilateral
en cuestiones de política exterior. El fortalecimiento de la relación con China es
una actitud clave que merece reconocimiento cuando, desde otros sectores, se
promueve el intervencionismo norteamericano.
Se continuó con la reivindicación de la soberanía de Malvinas. Los dos can-
didatos de la derecha a la presidencia desafían con una alianza concreta con el
Reino Unido continuando la posición del macrismo de entregar las islas.
Las relaciones con el poder judicial fueron pésimas. Este sector se mostró
implacable, militante e intransigente. Llegando incluso a que, después del intento
de magnicidio contra la Vicepresidenta, la jueza María Eugenia Capuchetti se
diera el lujo de no investigar la causa y dejarla solo como un asunto circunscripto
a unos loquitos de Revolución Federal. Los teléfonos de los implicados, los insti-
gadores y los que financiaron el atentado fueron dejados de lado. La vinculación
de la familia Caputo y del diputado Gerardo Milman fueron abandonadas en la
labor investigativa. La presidenta de Cambiemos, Patricia Bullrich, no solo no
condenó el atentado, sino que tampoco pidió la renuncia del diputado implicado.
La seguridad es un tema fundamental en momentos en los que el delito se
incrementa a partir del aumento de los excluidos. El narcomenudeo y otros de-
litos fueron combatidos, pero ese combate no ha sido acompañado de políti-
cas públicas de distribución del ingreso que permitan la integración social de
esos sectores, por lo que la sensación de algunos sectores, es que es un área con
poca efectividad. Los riesgos existen, las cifras no solucionan el problema de las
personas concretas que tienen que vivir en estado de exclusión, convivir con el
riesgo y el estado de alerta máximo todo el tiempo. La inseguridad también debe
considerarse cuando se condena a prisión a Milagro Sala y la catarata de causas
que se le iniciaron para impedirle cualquier tipo de actividad política114.
La Ciudad de Buenos Aires, que funciona como una caja de resonancia na-
cional, cuenta con un Ministerio de Seguridad y una Policía de la Ciudad que
dejaron mucho más que desear que el ministerio y la policía administrados por la
gestión nacional, y se vieron envueltos en escándalos que fueron opacados por la
alianza mediática con el macrismo115.
Hablar de la pandemia, la guerra en Ucrania y la sequía se convirtieron en
herramientas que, aunque válidas, no modifican la impresión popular de un go-
bierno que perdió credibilidad por falta de ejecutividad, por una errada política
de comunicación y por la estrepitosa caída de la imagen presidencial aun tenien-
do en cuenta que cuando se inició y en los primeros momentos de la pandemia
alcanzó el 80% de aprobación. El nivel de pobreza y la desigualdad alcanzados
en un gobierno popular donde creció el empleo, pero no se logró una distribución
de los beneficios, son una herida lacerante que carece de justificación.
La trampa del endeudamiento con el FMI fue la responsable del sostenimiento
de una matriz de distribución cada vez más injusta y que se reflejó en los sucesi-
vos comportamientos electorales. La marca del peronismo dejó de convocar a las
mayorías porque el gobierno no cumplió con el pacto electoral. Es simple y no
hay que rasgarse las vestiduras, solo tomar nota y conocer que la derecha no se
despliega por generación espontánea.
Las medidas del ministro Sergio Massa (reducción del impuesto a las ganan-
cias, devolución del IVA, beneficios impositivos para las Pymes, etc.) a partir del
acuerdo con el FMI, intentan reparar no solo la devaluación producida después
de las PASO, sino que también buscan más equilibrio distributivo en sectores que
sufrieron los mayores golpes después de la pandemia.
Los pronósticos para 2024 son esperanzadores en la faz económica por la ven-
ta de combustible a partir de la puesta en funcionamiento a pleno del gasoducto
construido en tiempo récord, pero nadie puede asegurar que podrán cumplirse
porque el eventual cambio de orientación a manos de la ultraderecha solo traerá
más padecimientos para los argentinos y producirá un mayor desequilibrio regio-
114
Eso se unió a crímenes que son juzgados de modo capcioso y parcial. Sergio Maldonado, Rafael
Nahuel, Ismael Bermúdez y Facundo Ferreira. Durante el actual gobierno hubo casos de abusos poli-
ciales que o se han juzgado o están en trámite. Facundo Astudillo Castro y Lucas González, uno en
medio de la pandemia y otro a la salida de un entrenamiento, dan cuenta de la falta de solvencia del
aparato policial ya sea provincial o federal. El problema es que una candidata reitere que saluda a los
gendarmes que participaron del hecho y que encuentre eco en representantes de su fuerza.
115
División Palermo fue una serie de Netflix de 2023, de alto impacto que hizo referencia al funcio-
namiento de esta fuerza, ridiculizando su actuación cotidiana.

109
nal. El presidente Lula lo expresó fervientemente.
No pretendo extenderme en estos puntos porque me interesa profundizar los
aspectos vinculados al eje de este trabajo que tiene que ver con la derecha, sus
múltiples manifestaciones y el grado de aceptación que alcanzó para sorpresa de
todos los que tenemos interés por las cuestiones públicas y políticas.
La frustración y la desesperanza generan conductas que llevan a cobijarse
bajo las alternativas mesiánicas que disfrazan un aventurerismo histriónico e
irresponsable. La antipolítica es el refugio de las narrativas del sentido común.
Hay un agotamiento a nivel mundial de la política tradicional. El peronismo se
redujo a una alternativa electoral de poder, pero ha perdido la hegemonía. Es-
tas circunstancias nunca son definitivas. Son ciclos que bajan y suben. Hay una
porción considerable del electorado que perdió la confianza en el peronismo y el
kirchnerismo. Busca otra cosa, un cambio de rumbo que no logra identificar. Y
se recuesta sobre razonamientos generalizadores y atropellados. El bochornoso
gesto de Martín Insaurralde abona el rechazo de una actividad que debería pro-
mover el bienestar y la transformación pública.
Los jóvenes que rondan entre los 18 y los 30 años, en términos generales, vie-
ron pocas de las realizaciones de 2003 a 2015. No las identifican, ni las experi-
mentaron y pasaron ocho años que no significaron un cambio en esa búsqueda de
otra perspectiva. A esto se le debe sumar la pandemia y cierto machismo reactivo
que resurgió entre los jóvenes. De allí la importancia de la figura de Axel Kici-
loff, que logra ponerle dinamismo y empuje a su gestión de gobierno. La provin-
cia de Buenos Aires se destacó por la ejecutividad, la realización de obras públi-
cas y el manejo político de una situación que no fue favorable desde 2021, pero
que el gobernador sorteó con habilidad, decisión y manteniendo siempre la rei-
vindicación de Cristina Kirchner como jefa del espacio político del que participa.
Alberto Fernández se llevará el peso de ser responsable de una presidencia
que, si cambia de signo político, significará una derrota tremenda para el futuro
del campo nacional.
Por su parte, Sergio Massa cuenta con una ostensible voluntad de poder y,
tomando en cuenta sus competidores, no cabría duda respecto a un triunfo, pero
las sociedades no se manejan solo por imágenes, pareceres subjetivos o deseos
parciales. Hay un ethos presidencial que ya resulta claro y le calza a la perfec-
ción, pero la realidad es que el desengaño, el bolsillo y la frustración pesan en los
ciudadanos a la hora de ir a votar. Las elecciones no se resuelven con encuestas ni
con debates desleídos que tienen un sinnúmero de reglas pensadas para provocar
tropiezos o caídas que sirvan al discurso televisivo. Una buena porción de los
votantes definen sus preferencias en las últimas 72 horas. Eso, que es una regla
general, veremos si en esta oportunidad ocurre.

Un candidato al borde del ataque de nervios

La biografía de Milei es resultado de una investigación realizada por el periodis-


ta Juan Luis González116. Es profusa en datos inauditos y rasgos personales del
candidato a la presidencia.
116
González, Juan Luis. Ibid.
Milei estudió economía en la Universidad de Belgrano y completó allí su
primera maestría, que combinó con otra en la Universidad Di Tella. Conformó
sus ideas definidas entonces como “anarcocapitalismo”. Para poder terminar de
pagar los estudios hizo una pasantía rentada en el mismo Banco Central que
propone demoler.
Pero no son estas las únicas incongruencias. El repudio a la casta política
(jamás señala a la casta judicial) no incluye el haber sido asesor en Diputados de
Ricardo Bussi y tampoco el haber sido economista de la Fundación Acordar del
gobernador Daniel Scioli.
Milei construyó su imagen fuera de los grandes medios aun cuando su primera
aparición se dio en un programa de Mariano Grondona y el periodista Pablo Rossi.
Da cuenta del deterioro de la política argentina que un economista117 nulo para
las relaciones sociales, públicas, políticas y hasta personales pueda llegar a la
Casa Rosada. No es un desgraciado privilegio de nuestro país.
Rafael Bielsa sostuvo que desayunó durante 10 años en la empresa de Eurne-
kian, y siempre Milei le aseguró que odiaba la política. Luego en 2018 decidió
cambiar su posición e introducirse en ella. Bielsa incluso le llega a otorgar “ho-
nestidad intelectual”.
El candidato Milei cree que se comunica con su perro-hijo Conan fallecido
y su hermana Karina (“la Jefa”, como la definió su hermano) tomó cursos para
poder tener contactos extrasensoriales con animales118.
La responsable de dictar los cursos a Karina es Celia Liliana Melamed. Su
ámbito de especialidad es la “comunicación interespecies” o, como a veces reco-
noce, la “telepatía con animales”.
La sospecha acerca de la inestabilidad emocional de un candidato rememora
ejemplos históricos en donde el desequilibrio psíquico no significó impedimento
para el acceso al gobierno. Incluso mediante mecanismos democráticos de par-
ticipación ciudadana.
Milei tiene experiencia en el stand-up y en los escenarios. Es un personaje
estrafalario, afín a la televisión y, si todavía existieran, sería propio de las revistas
de la calle Corrientes. Por eso le calza tan bien Fátima Florez, forman un dúo
desbordante y hacen juego entre lo chabacano y lo grosero, llave del alto grado
de popularidad. Nada está librado al azar. Mirtha Legrand les puede decir que
son “chicos raros”, pero al rato Milei le espeta “Mi vida espiritual es tema mío”,
cerrando una pregunta incómoda acerca de su comunicación con el fallecido
Conan119.
El lenguaje de Milei es ramplón, rústico, primitivo, falto de matices. Se mue-
ve como pez en el agua cuando ejercita el diálogo de sordos. Un diálogo que nie-
ga la existencia del otro en la medida en que promueva la pregunta. Esta puede
ser un desafío para el desarrollo de su exposición que debe carecer de réplica.

117
Quizás sea capaz en su profesión ya que fue consultor del banco HSBC y durante años estuvo
contratado por la Corporación América de Eduardo Eurnekian.
118
Conan lo asesora como gabinete en la sombra. Lo comunica con dios.
119
La página https://perpetuate.net/ tiene fotos del candidato, de su perro muerto y de los clones que
produjo para perpetuar su mascota.

111
Se descompensaría velozmente. Sus enunciados son perentorios y conclusivos.
Milei imagina que su apellido es capaz de sancionar “su ley” como “mi ley”,
un recurso inapelable y fatal. Su nombre es destino y síntoma. El problema es
que quiere operar sobre una sociedad. Se trata de un “accidente del sistema”120,
es expresión de una realidad que inundó a la política en la pandemia y que se vio
confrontada a crecientes insatisfacciones y reclamos que la derecha aprovechó.
Milei se siente cómodo en la acusación, no da derecho a réplica, lo desconoce.
Vocifera desde el púlpito, su lugar preferido; debería ser pastor de las iglesias
electrónicas de donde extrae un porcentaje importante de los votos.
Culpa a “todos ustedes que avalan el robo de la emisión monetaria”. Afirma
que no adhiere a la agenda global de París sobre cambio climático porque se trata
de “marxismo cultural”. El sambenito de comunista no fue descubierto por Milei,
se usó durante decenios para descalificar al adversario.
Pero hay que reconocer que inaugura un ciclo político y un estilo (un ethos)121
que logró superar la dicotomía grieta por la de casta122. Incluso él mismo, que
proviene del mismo círculo de la casta, aparece ante las audiencias como alguien
que no forma parte de ella. Los insultos y aullidos silencian la evidencia. Ellos,
los otros, son la casta; nosotros, la política nueva, el cambio.
El pathos que emplea alude a recursos o temas sencillos destinados a excitar
a un público atraído por las emociones que desencadena. No hay justificación ni
desarrollo expositivo. No hay apelación a la participación popular, solo se trata
de acompañar a quien promete tomar medidas imposibles, contundentes o que
ponen en juego valores éticos consensuados históricamente.
La espectacularización le permite el desempeño actoral que realiza. Habla,
gesticula y llega a accionar con un bate de béisbol ante una piñata que represen-
ta el Banco Central. Enarbola una motosierra para preanunciar recortes. Sabe
manejarse en los tablados, aunque actúa como político. Ni Menem, que mostró
sus habilidades danzarinas en los almuerzos, se atrevió a tanto. Y esto no habla
bien de la política argentina de los últimos 40 años, sino que habla muy mal del
presente.
Milei afirma que el mejor economista y ministro de economía de la Argentina
fue Domingo Cavallo. Es una afirmación fútil, temeraria, pero que instala un uni-
verso de discurso que remite a la imposición de un programa económico articu-
lado sobre la variante del dólar, de las privatizaciones, de la reducción de las em-
presas públicas, la desocupación, la pobreza y la desregulación de la economía.
El artilugio de Milei para ganar la discusión no se da por el razonamiento sino
por la intimidación. No se trata de la verdad de lo que se enuncia sino del efecto
que provoca el enunciado. Todos los que no lo votan son zurdos o comunistas
y son “excrementos humanos”. El odio mayor se lo lleva Raúl Alfonsín y el
radicalismo. Se vanagloria de haber tenido un punching-ball con el rostro del
expresidente.
120
Flavia Costa utiliza esta expresión en otro contexto.
121
Ethos, pathos y logos son conceptos de Aristóteles destinados al estudio de los discursos públicos.
122
El concepto de casta proviene de Podemos, en España. Santiago Caputo llegó al equipo de cam-
paña de Milei cuando ya estaba otro asesor de imagen, Mario Russo. Ellos trabajaron el concepto de
confrontar con 'la casta', una marca que ahora se quiere registrar en los discursos de Milei y que se
la adjudica Ramiro Marra.
Se busca la parálisis comunicativa por la conmoción de lo que se escucha e
impide el desarrollo del diálogo y se tiene que volver sobre cuestiones que ya se
habían dado por saldadas. La desocupación, la caída de las pequeñas empresas
o el grado de pobreza alcanzado por ese programa económico son cuestiones
que dilatan, quitan el foco de atención acerca de las cuestiones centrales que se
deberían discutir.
De allí el empleo de la injuria, la descalificación y la anatemización del adver-
sario. No se trata de exponer diferencias, el asunto es la aniquilación del discurso
del otro, de su sistema de pensamiento. Esa certeza es inconmovible. La política
no tratará más de exposiciones sino de golpes de impacto. La herramienta orga-
nizada desde la tecnología de los 140 caracteres se extiende a la vida cotidiana.
No es preciso escuchar largas exposiciones con fundamentos y recursos retóricos
que en otro momento lograban impactar al auditorio, se trata de ser capaz de
aniquilar al otro con golpes que lo descoloquen o le impidan tener capacidad de
reacción. Los planteos deben ser desafiantes para obligar a la otra parte a tener
que responder, explicar, ejemplificar y, en definitiva, girar en torno a aquello que
él expone.
En este aspecto coinciden con la estrategia discursiva de Patricia Bullrich,
que no tiene empacho en decir que ellos van a exterminar al kirchnerismo. Se
convierte así en el garrote del PRO, emula el estilo tosco y arrabalero de Milei.
Carlos Melconian, regente de la candidata Bullrich, también se ejercita en ese
tipo de discurso que busca mimetizarse con el lenguaje callejero y prosaico.
Las manifestaciones populares que tienen a Milei como centro son también
gestuales, muestran algarabía de varones mayoritariamente jóvenes, con un apo-
yo fervoroso pero que es injustificado si se les hace ahondar su elección.
No hay proyecto colectivo en Milei, solo destrucción y medidas terminantes.
El proyecto social está ausente en su discurso. Solo le falta repetir la afirmación
de Thatcher acerca de la inexistencia de la sociedad y el individuo como eje del
universo.
La aparición de discursos de odio cuyos emisores se enorgullecen de for-
mularlos radicaliza las diferencias, diseña subjetividades alteradas, promueve
los fantasmas de los permanentes enemigos frente a la pureza, la honestidad, la
república.
Quien primero instaló la duda acerca de los desaparecidos fue Macri y la
Alianza Cambiemos. Ese mecanismo es el que permitió que se vuelvan a debatir
todas las cuestiones relacionadas con la dictadura. El camino estaba sembrado
para que pudiera aparecer Milei y su candidata a vicepresidenta señalando que lo
que hubo fue una guerra y que se cometieron excesos.
Volvimos en un rayo instantáneo al juicio de 1985. Las torturas, los vuelos de
la muerte, los robos de bebés o la sustitución de identidad son fenómenos que no
obedecieron a planes organizados. El genocidio fue sistemático y planificado y
se lo oculta tras los “excesos”.
La misma secuencia argumentativa presentada por los militares antes de dejar
el poder reaparece después de más de cuarenta años. Obligando a tener que reite-
rar asuntos que se pensaban asentados en la memoria colectiva.

113
La tecnología en nuestras vidas y la derecha en la tecnología

Los últimos 30 años trajeron un cambio tecnológico de consecuencias civiliza-


torias. Nunca como ahora, asistimos a la incorporación de la técnica a nuestra
vida cotidiana. Hoy es imposible pensar en un ciudadano sin un celular, con
todas las implicaciones que ello supone.
Las herramientas contemporáneas de producción de subjetividad se organizan
sobre la base de las telecomunicaciones instantáneas. Las vidas, para seguir fun-
cionando, deben conectarse como si fuera el oxígeno que nos permite vivir. El
paso del capitalismo industrial al capitalismo financiero conectivo consiste en la
rapidez con la que cada uno se conecta.
Las aplicaciones de los teléfonos celulares trajeron la ilusión de una participa-
ción colectiva de los usuarios, dando lugar a las narrativas del sentido común. Un
sentido común que forma parte de la vida cotidiana, de las experiencias vividas
y de las relaciones sociales, aunque en gran parte se nutre del legado recibido.
Pero, como arriesga Alejandro Dolina, el sentido común siempre es de derecha.
Las narrativas del sentido común son impermeables a los retos de las certe-
zas. Se trata de enunciados, a veces emocionales, que se afirman sin necesidad
de apelar a la experiencia o, es más, desconfiando de ella. Se pueden adherir a las
expresiones de Milei con firmeza.
Estos rasgos se corresponden con otros, como la imposición de la verdad a
partir de lo que se afirma, sin la necesidad de convicción. Bastará recordar un do-
cumental de 2020 de la plataforma HBO, Post verdad: desinformación y el costo
de las fake-news, cuyo director es Andrew Rossi. Allí, se refiere a un conjunto de
casos en EEUU en los que se prueba la falsedad de ciertas noticias a las que se
hace referencia, pero simultáneamente, se muestra los efectos de verosimilitud
provocados en cada momento.
Un grupo importante de ciudadanos norteamericanos es proclive a abrazar
teorías conspiracionistas (se puede tratar del comunismo, el darwinismo, el isla-
mismo, China, Rusia confundida con la Unión Soviética, o el espacio exterior),
creacionistas o terraplanistas como las que se reforzaron durante la pandemia del
COVID-19.
Al inicio del film, en uno de los primeros testimonios, un asesor político y
teórico de la extrema derecha, Jack Burkman, al preguntársele si existe la verdad,
responde que la verdad como tal no existe y que, “como la filosofía ha demostra-
do, solo existen percepciones de la misma”. A partir de allí, todo se organiza por
el ethos persuasivo del orador y de los medios económicos que disponga para di-
fundir sus afirmaciones. Este fenómeno de construcción de creencias colectivas
a partir de un sentido común básico tiene múltiples expresiones.
El sentido común forma parte de la vida cotidiana, de las experiencias vividas
y de las relaciones sociales, aunque en gran parte se nutre del legado recibido.
El sentido común como facultad inferencial está presente en toda acción humana
donde el interés se antepone al deber. Emplea razonamientos y argumentaciones
simples, familiares, naturales y heredadas. Establece encadenamientos sorpre-
sivos o forzados. Los principios básicos de la lógica clásica de identidad, no
contradicción y tercero excluido son aplicados o desconocidos con vertiginosa
rapidez 123.
Todas aquellas conclusiones heterogéneas a las que las personas llegan, no
por medio de una reflexión crítica, sino porque constituyen verdades preexis-
tentes, son las que se identifican como sentido común. Complejas raíces de los
conocimientos colectivos, contradictorios, cambiantes y componentes reversi-
bles son ingredientes de una forma de estructurar el pensamiento presente en la
vida cotidiana.
Para Antonio Gramsci, estudioso como pocos del sentido común, es un nudo
multifacético y entrelazado de, por un lado, visión clara (buen sentido), que no
se deja engañar por la sofistiquería de los vendedores de humo; pero, por el otro,
de miopía ciega aferrada defensivamente a lo cómodo y lo familiar. Es neófobo
y conservador. Pero es más que eso, sus pequeñas perlas de buen sentido reflejan
el espíritu creativo del pueblo.
Ese sentido común anatemiza a los políticos, a los inmigrantes, enaltece el in-
dividualismo extremo, el antifeminismo, el antiabortismo, la homofobia, enfatiza
las diferencias sociales como naturales, el racismo, el antislamismo. La posesión
de armas para uso personal ha ido imponiendo un nuevo diccionario en la cultura
política, un nuevo sistema de valores a partir de construir un sentido común que
no se cuestiona y se infiltra como el deber ser que emana desde los medios ma-
sivos y las redes sociales.
Este sentido común funciona como régimen alternativo de la verdad. Siempre
se supo que lo que importa en los discursos sociales es la verosimilitud, ahora se
le agrega, en muchos casos, la mendacidad como mecanismo de expansión de
formas de pensamiento que tampoco requieren sistematicidad, solo presencia.
Un ejemplo básico del sentido común estigmatizante se da en el titular de un
noticioso televisivo: Piqueteros cortan el Puente Pueyrredón. La gente indigna-
da. Se trata de un enunciado orientado a sostener que la que está indignada es la
gente que está fuera de la manifestación. Cualquiera se podría preguntar por qué
se produce ese reclamo que, con seguridad, tiene algún origen. Los “piqueteros”
son vaciados de voluntad y solo la gente indignada es la que posee derecho a
demandar su libre circulación. A su vez, pone en evidencia la noción de mercado
discursivo en donde el ideologema124 toma la forma de un contenido semántico
que está cargado por el que lo emplea y aquel al que se apunta. Estos ideolo-
gemas son breves unidades de sentido que, en la forma del agravio y amenaza,
logran una aceptabilidad difusa (pero también resistencias, disputas de sentido).
La indignación es patrimonio de los que son interrumpidos en su tránsito: el in-
dividuo prima sobre la voluntad colectiva.
Otro caso es el de los inmigrantes, el hecho de verificar la retórica demoni-
zadora demostrando su falsedad, o citando evidencias que muestren el impacto
positivo de la inmigración, resultan impotentes contra una porción del sentido
común impuesto por los medios que reitera que los inmigrantes son malos y
peligrosos.
123
Los ejemplos clásicos son: “Todos los políticos roban”, “La política es sucia”, “Los políticos son
corruptos”.
124
Pequeños contenidos semánticos cargados de ideología.

115
La aparición de los inmigrantes, de los portadores de una etnia diferente o de
una religión no reconocida o de las distintas orientaciones sexuales son objetos
de escarnio e impugnación. Del mismo modo, se descalifica cualquier procedi-
miento institucional que haya funcionado para la gestión de los conflictos socia-
les. De allí, la reprobación que se llevan los sectores vinculados a la fuerza del
trabajo porque no se les reconoce ningún derecho ni la posibilidad de mejorar su
vida. Las hegemonías neoliberales y la primacía del tecno-capitalismo financiero
han sido capaces de organizar ficciones argumentativas en donde se promueve el
esfuerzo individual como característico del ascenso social. La herencia de gran-
des fortunas de generación en generación es promovida como una garantía de la
justicia del régimen imperante. La política se convierte en una mera narración.

Discursos sociales y discurso de odio

“El odio es más viejo que el amor”


Sigmund Freud

Los discursos sociales funcionan en un espacio amplio en donde interactúan, se


enfrentan, se diluyen y se imponen unos a los otros. Tampoco son eternos, actúan
en un tiempo y espacio. Y esto vale para todos, sino no podríamos explicar cómo
una ideología como la liberal tiene caídas y picos de aceptación social.
En este sentido, es fácil advertir que ciertas recurrencias, en términos semán-
ticos, sintagmáticos y enunciativos, implican el mecanismo de prevalencia que
van teniendo las palabras en un contexto y en un tiempo determinado. Esto su-
pone una lucha por la “hegemonía discursiva” que se instala como un combate
en donde existen ganadores y perdedores. Hablar en el espacio público no es ni
inocente ni carece de consecuencias. Siempre expresa el dispositivo ideológico
que trata de prevalecer en medio del conjunto de otros discursos. Agustín Laje, a
quien citamos antes, lo dice de otros modos, pero lo tiene presente.
La idea de “hegemonía discursiva” alude a los límites de lo decible y lo pen-
sable en una época determinada. El discurso social presenta en cada momento
posibilidades de designar fenómenos que no se nombraban en un momento o que
fueron olvidados o tapados por circunstancias históricas y vuelven a lograr acep-
tabilidad, seducción y enamoramiento social por segmentos de las audiencias.
Se vuelve decible, opinable y narrable algo que estaba oculto según un nuevo
ordenamiento del trabajo discursivo. De allí la necesidad de pensar las políticas
de memoria, verdad y justicia como herramientas que deben ser cuidadas y reins-
taladas ante la posibilidad del olvido.
La hegemonía no es solo aquello que, en medio del vasto rumor de los dis-
cursos sociales, se manifiesta con más fuerza o se dice en varios lugares (…). La
hegemonía es un conjunto de mecanismos unificadores y reguladores que ase-
guran a la vez la división del trabajo discursivo y un grado de homogeneización
de retóricas, tópicas y doxas transdiscursivas. (…) Por tanto, la hegemonía se
compone de reglas canónicas de los géneros y los discursos, de las precedencias
y estatus de los diferentes discursos de las normas del lenguaje correcto y de las
formas aceptables de la narración, de la argumentación y, de manera más general,
de la cognición discursiva, y un repertorio de temas que se imponen a todos los
espíritus, pero de tal suerte que su tratamiento abre el campo de debates y disen-
sos regulados por convenciones de forma y de contenido125.
Emplear términos, elegir palabras, recordar momentos de la historia, por citar
solo algunos de los elementos, no es inocente ni carece de consecuencias. Hay
detrás de cada una de estas selecciones mecanismos que implican la intención de
influir sobre los interlocutores o sobre los públicos a los que se dirige quien habla.
En un momento del poema “Didáctica de la patria”, Leopoldo Marechal dice:
al recibir un nombre, se recibe un destino. No son solo las palabras las que des-
encadenan acciones, los enunciados apuntan a tener consecuencias en términos
de las conductas que desatan. Nadie habla solo por hablar, siempre se quiere
hacer algo, producir una acción con lo que se dice. Esa es la función pragmática
del discurso. Si nos centramos en el universo político, vemos una orientación
muy precisa, que es la de ganar voluntades.
El discurso político supone un proponente, un oponente y un tercero que es
aquel al que se busca influir o incorporar a una facción política. Esto supone que
el proponente organiza su exposición de modo de resaltar la coherencia de aque-
llo que se dice y de la verosimilitud que busca alcanzar. Esto es de lo que carece
el discurso de Milei, es verosímil pero no es coherente.
El odio es una relación humana originaria, efecto de la finitud y la multiplici-
dad fáctica propia de la condición humana (tal vez a ese carácter primario aludía
Freud cuando le asigna más antigüedad al odio que al amor). Sucede porque el
otro -que está siempre ahí- es primariamente una perturbación del deseo. El odio
abruma e impide el libre desarrollo de la argumentación.
La argumentación es la exposición de un conjunto de secuencias lógicas or-
ganizadas de manera tal que el expositor y el auditorio estén en condiciones de
seguir los pasos. Hoy, el ritmo de las exposiciones lleva a que no necesariamente
estos movimientos se sigan. El fenómeno buscado es que actúe como residuo en
el auditorio, como resto que operará en la conciencia.
Durante años se insistió y se sigue insistiendo que el kirchnerismo y Cristina
Fernández son ladrones, se investigó y no se comprobó nada. Se logró sostener
esa convicción a partir de la amalgama organizada entre los medios masivos
hegemónicos, las redes sociales y el poder judicial. No es la primera vez que
ocurre en nuestra historia. Los ejemplos se pueden multiplicar aquí y a nivel
internacional.
Durante la pandemia se vieron manifestaciones que expresaban su posición
contraria al gobierno aun a riesgo de poner en peligro la vida. Era odio a un
gobierno que se lo identificaba con el peronismo. Esas conductas que fueron
sostenidas por representantes de la derecha o extrema derecha en Argentina y
se condescendían con ejemplos similares o incluso más extravagantes en otros
sitios. El movimiento antipandemia se dio a nivel global. Entre nosotros, uno
de los adalides de esa posición fue el negacionista, mediático y fundador de
UPAU en la Ucedé, Carlos Maslatón (por entonces aliado de Javier Milei y lue-
Angenot, Marc. El discurso social. Los límites históricos de lo pensable y lo decible. Siglo XXI,
125

Buenos Aires. 2010.

117
go rompió con él en 2021), que encabezaba las manifestaciones contrarias a los
cuidados, al uso de los barbijos y ostentaba conductas desafiantes a las normas
sanitarias acordadas.

La derecha tecnológica y sus fundamentos

El surgimiento a nivel mundial de discursos de ultraderecha vinculados a la pre-


sencia cada vez más activa de la tecnología de las redes sociales y de los medios
masivos forman una unidad que se consolida en la circulación y consumo de sus
productos.
Las grandes concentraciones del capital financiero se han fijado en las tec-
nologías de la información y las comunicaciones. Desde allí han orientado sus
intereses hacia las redes sociales que se han multiplicado creando la ilusión de
que sus participantes tienen un lugar de emisión común.
Lejos de las promesas iniciales, las redes son campos de batalla en donde se
enfrentan inmensos capitales financieros y donde algunos de sus participantes
creen que pueden llevar adelante una tarea alternativa a los grandes monopolios
mediáticos.
En 2010, Le Monde señaló a Julian Assange como el personaje del año. Times
Magazine y New York Times eligieron a Mark Zuckerberg como la estrella de la
primera red social.
Dos modelos de visibilidad y expresividad se contraponían. No eran tanto
las grandes estructuras de la sociedad las que adoptaban nuevos hábitos, sino
los cuerpos, las miradas o su ausencia, las que tomaban un giro inesperado. Se
trataba de un cambio de ethos, de ser en el mundo.
Hoy Assange sigue en prisión, con riesgo de vida por haber cuestionado los
mecanismos de circulación de la información, y Zuckerberg, acrecentó su capital
con la compra de WhatsApp e Instagram y sigue negociando metadatos insertán-
dose en la política contemporánea.

¿Discursos de odio o historia de odio?

Se ha instalado desde los medios internacionales y locales el concepto de discur-


so de odio. En la historia, estos recursos resultaron ser antesala de genocidios,
discriminación y violencia a gran escala.
La principal deriva afectiva del odio es la guerra, la aniquilación del otro.
Así, quienes proponen estos mecanismos discursivos, más que liberales pare-
cen hobbesianos. Para Hobbes el otro es básicamente una amenaza. Para él, las
causas de la guerra se centran en tres deseos: de propiedad, de seguridad y de
superioridad126.
La historia argentina está sobrepoblada de movimientos destinados a barrer
con los opositores que se los considera como amenaza en la medida en que res-
126
Es una afirmación apresurada, pero me interesa contraponer la visión del hombre como lobo del
hombre, frente a una concepción más liberal-consensualista de la sociedad.
pondieran a intereses populares. Desde Moreno a Dorrego, desde Rosas a Yri-
goyen, los líderes populares han engendrado una prolongada lista de adversarios
políticos e intelectuales que no dudaron en ejercer y fundamentar la violencia
para hacerse del poder. Los bombardeos a Plaza de Mayo en 1955 solo muestran
una continuidad histórica que pusieron en acto un discurso de odio que estuvo
larvado en los años de transformaciones del peronismo.
No es preciso abundar mucho. San Martín terminó en el exilio y ahora nos
desayunamos, gracias a Emilio Ocampo, que fue agente inglés. Rosas terminó
exiliado. Hipólito Yrigoyen fue vituperado a partir de la caída de su gobierno,
como Perón que tuvo que vivir en el exilio 18 años.
En la actualidad, el odio de la derecha lo encabezan los medios, las redes, y la
justicia. El recurso de las fake-news es una herramienta poderosa para el sosteni-
miento de esta estrategia que sorprende y paraliza.
Las redes trataron de brindar una imagen de medios alternativos donde la
participación y democratización sería un objetivo principal. En muchos casos
generaron la ilusión de mayor proximidad por parte de los políticos.
Se construyó la idea de audiencias novedosas en donde cada uno podía ex-
presar su opinión propia o decidir acerca de los juicios ajenos. Rápidamente in-
corporaron la posibilidad de subir imágenes y, en algunos casos, se orientaron de
modo fundamental a ellas.
Al mismo tiempo, fueron los sitios donde se multiplicaron las fake-news los que
se convirtieron en espacios tóxicos destinados a producir mentiras e impunidad.
Las redes se convirtieron en alternativas a la concentración mediática operada
en la mayoría de los países en donde el periodismo tradicional aliado al poder
judicial se dedicó a la persecución de líderes populares. Esto no implica ni objeti-
vidad ni imparcialidad, solo cabe preguntarse quién miente más, si el periodismo
tradicional o las redes sociales. Los medios hegemónicos locales han fortalecido
su poder en los últimos ocho años y no hubo una política alternativa fuerte de
competencia con esos sectores. La concentración y monopolización mediática
no tuvieron un límite, y cuando se aprobó la medida que asignaba a internet el
carácter de servicio público accesible a toda la población, la medida se apeló
judicialmente y terminó dormida en los cajones.
La compra de Twitter por Elon Musk refuerza lo que afirmamos. Compró la
empresa casi en el valor de la deuda externa contraída por el macrismo. En la
pandemia fue propulsor del negacionismo imponiendo el trabajo presencial a
pesar del aislamiento en los países que lo llevaron adelante.
Musk es un personaje extravagante que hace juego con los libertarios locales,
aunque estos nunca llegarán a tener conductas tan desafiantes y provocadoras,
simplemente porque estamos en los confines de donde se toman las decisiones
más trascendentales para la humanidad.
Pero si queremos poner algunos nombres a los ideólogos de la ultraderecha
podemos concentrarnos en Steve Bannon, Nick Land y Elon Musk127. Cada uno
127
Existe una cantidad relevante de pensadores de distintas corrientes de ultraderecha que están muy
activas y tienen una presencia internacional relevante. William Mac Askill es uno de los preferidos
de Musk y adhiere a una corriente de largoplacismo radical. Otros nombres son Sadie Plant y Curtius
Yarbin, por citar solo unos pocos.

119
con características específicas y con proyectos propios comparten la ilusión de
un horizonte en donde los individuos se las arreglan solos y son artífices de sus
éxitos y sus destinos. La meritocracia aliada a la tecnología y a X (antes Twitter).
Steve Bannon fundó The Movement, una especie de internacional de la extre-
ma derecha y antiderechos. Se dedica a asesorar campañas de este espacio y es el
principal inversor de Cambridge Analytica, la empresa que accedió a los perfiles
de los usuarios de Facebook.
Nick Land es uno de los fundadores del aceleracionismo de derecha. Se define
como postestructuralista y desarrolla en sus últimos trabajos sus ideas antiiguali-
tarias y antidemocráticas. Tiene una escritura alejada del perfil académico, aun-
que fue profesor en distintas universidades y combina la teoría filosófica con la
ciencia, la poesía, la ficción y las perfomances. Se identifica con la neoreacción
y la Ilustración Oscura128.
Mario Vargas Llosa termina siendo un liberal arcaico frente a estos personajes
cuya característica central es la búsqueda de beneficios que articulen el manejo
de la tecnología con los beneficios económicos y las sociedades cada día más
desiguales.

Conclusiones urgentes

Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.
Octavio Paz

En los análisis anteriores hubo una gran ausente: la vicepresidenta. Cristina Fer-
nández de Kirchner. Ella fue sentenciada en un juicio amañado por fiscales y
jueces vinculados al macrismo, al escándalo de Lago Escondido y a los medios
hegemónicos. Su condena es inhabilitación perpetua por el delito de administra-
ción fraudulenta. La casta mediática y judicial operaron a pleno, la mayoría del
poder judicial habrá celebrado, junto a la Corte Suprema, el fallo.
El presidente se lamentó y consideró injusta la medida. Poco para un persona-
je que ocupó cuatro años un sitio por decisión de la condenada. En fin.
El peronismo tampoco tuvo una actitud muy firme y solidaria. Las grandes
agrupaciones y movimientos sociales que reivindicaron su gobierno y su even-
tual candidatura esperaron un gesto mágico que alterara la realidad. No ocurrió.
Las líneas que siguen se escriben luego del resultado de las elecciones genera-
les en donde se impuso Sergio Massa y tendrá que competir el 19 de noviembre
con el segundo, Javier Milei.
El escenario del ballotage presenta una complejidad nunca vista en otros mo-
mentos de nuestra historia reciente.
128
Se trata de un movimiento antidemocrático y reaccionario que se considera la antítesis del Ilumi-
nismo. Es contrario al igualitarismo y al pensamiento de que existe una tendencia hacia una libertad
mayor y un racionalismo generalizado. Se concibe enfrentado al liberalismo y al marxismo.
Sergio Massa se presentó en el escenario del domingo postelectoral como el
presidente de todos los argentinos. No nombró a Perón, a Néstor Kirchner ni a
Cristina Kirchner. No habló de peronismo. Se presentó con un estilo firme de
presidente, casi de presidente en ejercicio. Hizo subir al escenario a su familia y
a la de Agustín Rossi en un gesto incapaz de replicar el candidato de LLA. Buscó
consolidar una figura que viene construyendo a lo largo de la campaña solo. Solo,
sin ninguna referencia hacia el pasado reciente y hacia los personajes que, dentro
del peronismo, definieron la política de los últimos veinte años.
Dejó en claro su posición respecto al rol activo del Estado como garantía
de cohesión social para alcanzar un mayor equilibrio en la distribución de las
riquezas.
Massa recorrió todo el país como candidato y como ministro de Economía,
visitó las provincias dando especial interés a las del norte grande y caminó la
provincia de Buenos Aires con Axel Kiciloff, sabedor de la importancia de este
distrito en términos electorales.
Definió medidas económicas de muy vasto alcance sin la participación del
Presidente. La devolución del IVA y el reintegro del impuesto a las ganancias son
gestos que tuvieron un efecto concreto sobre el electorado. Lo mismo ocurrió con
la enunciación acerca del subsidio al transporte que alertó a los usuarios acerca
de lo que significaría la pérdida de ese beneficio.
El desdoblamiento electoral por parte de las provincias generó una pérdida de
gobernaciones a manos de la oposición que resultó beneficiada. Pero aquí hay
cinco provincias que serán de origen radical, otras del PRO (como CABA y Entre
Ríos) y otras de experonistas aliados circunstanciales de la oposición.
El peronismo ganó la provincia de Buenos Aires y la figura de Axel Kiciloff
que se recorta de manera notable respecto del resto de los gobernadores. Al ganar
la provincia accede a convertirse en un político con más fuerza, que aúna capa-
cidad de trabajo, un discurso contundente y habilidad para acordar en espacios
hostiles. Ha demostrado, desde el ’19 hasta ahora, capacidad para convertirse en
gobernador de todos los bonaerenses, vocación de transformación y voluntad de
apoyar un proyecto que reconoce a Cristina Fernández como cabeza del espacio.
Las dos figuras con mayor peso actual en el movimiento nacional tienen un
origen que no es el peronismo clásico. Massa tiene su origen en UPAU y UCE-
DE, dos formaciones liberales que tuvieron cierto peso en los años ’80. El caso
de Kiciloff es diferente porque proviene de un conglomerado de agrupaciones
estudiantiles juveniles volcadas a la izquierda en el medio de la debacle del 2001
y llega al peronismo a partir del discurso de asunción de Néstor Kirchner. Son
casos que demuestran con nitidez que no es el origen el que garantiza el resul-
tado. Aquí el peronómetro no funciona y mucho menos la dosis de peronismo
contenida en sangre. Se trata de líderes que demuestran en su accionar y en su
discurso, la capacidad de funcionamiento y ejecución. Son tiempos nuevos para
generaciones nuevas.
Massa promete un gobierno de unidad nacional frente a una oposición que
ahora, acaudillada por Javier Milei, sostiene que hay que sepultar al kirchneris-
mo. Se fue conformando así un polo que reúne a Patricia Bullrich con su denun-
ciante como montonera tirabombas y con Macri como eventual ingeniero de una

121
nueva alianza de derecha.
El equipo que rodea a Milei no está en condiciones de presentar programas de
gobierno que supongan el control efectivo de las instituciones. Cada vez que se
le ocurrió sugerir algún nombre para determinadas áreas, se produjeron tropiezos
que mostraron debilidad, improvisación o sobreactuación muy difícil de sostener
en el tiempo. El caso del voucher educativo, la ruptura de relaciones con China,
Brasil y el Vaticano, junto al cuestionamiento a los programas de educación se-
xual integral (ESI), la venta de órganos y el cierre de ministerios, sólo dan cuenta
de urgencia y precariedad intelectual.
Patricia Bullrich descubre después de perder la candidatura, la importancia de
la educación gratuita y obligatoria y la necesidad de respeto a las diversidades,
además de la libertad de expresión. Durante el gobierno de Macri fueron princi-
pios no respetados y ahora los lleva a un ámbito político donde explícitamente
se los ha impugnado.
Su interés, coincidente con Milei, es la condena al kirchnerismo. Será cues-
tión de ver la performance del candidato libertario cuando tenga que exponer un
programa de gobierno en el debate televisivo.
El país vive un riesgo económico y una fragilidad que no pueden descono-
cerse. La Constitución de 1994 se ha mostrado como una herramienta que no
permitió la unificación nacional, sino que, por el contrario, es una herramienta
funcional al neoliberalismo. La explotación de los recursos naturales, la falta de
control de las vías navegables y la limitada posibilidad de intervención del go-
bierno nacional tienen una responsabilidad clara en la norma legal fundamental.
El poder legislativo se convertirá en un espacio donde se deberán buscar coin-
cidencias capaces de alcanzar gobernabilidad. LLA sumó un bloque que pasa de
tener tres miembros a cuarenta. Contará además con ocho senadores. No es poco
si se considera que no existía en el 2020. Se desconoce el grado de cohesión
de la fuerza. Sólo se puede sospechar que no debe ser muy fuerte a partir de lo
que fue su conformación. Macri intentará influir y, eventualmente, tener alguna
capacidad de dirección de este sector que le resulta más cómodo a sus principios
que el radicalismo o la Coalición Cívica. Una gran incógnita es hacia dónde evo-
lucionará LLA si pierde la contienda electoral.
El grado de confrontación y disputa alcanzados por los sectores que partici-
parán en el ballotage, hace que aparezca como demasiado voluntarista el recurso
del gobierno de unidad nacional, si es que además se advierte que se necesitará
un gobierno sólido para que se puedan tomarse medidas destinadas a favorecer a
las mayorías, reducir la pobreza y frenar la inflación.
La realidad política a partir del 10 de diciembre será otra. Con un peronismo
distinto, diferente, desconocido. La experiencia de las confrontaciones palacie-
gas ha dado un pésimo resultado.
Gane uno u otro, el hecho desencadenará fuertes consecuencias sobre la rea-
lidad política y la vida de los argentinos. La victoria atrae aliados y la derrota
centrifuga.
Pensar un gobierno de unidad nacional con los niveles de confrontación y
violencia alcanzados hasta aquí requerirá de una sofisticación y elaboración pro-
pias de grandes estadistas. Y salvo Massa, que muestra un gran conocimiento del
Estado nacional y tiene habilidad política para el manejo de las diferencias, no se
ven en el horizonte actores similares.
¿Quiénes vamos a ser después del 10 de diciembre? Apostamos a una realidad
argentina que siempre da sorpresas. A veces para bien, otras no tanto.

123
CAPÍTULO 6

El plan judicial de La Libertad Avanza. El Retorno del Partido Militar y el


terrorismo económico
por Natalia Salvo

El entramado de relaciones políticas judiciales y militares

La Libertad Avanza (LLA) tiene una propuesta en la dimensión jurídica y para


la estructura del Poder Judicial puramente instrumental; utilizar el derecho y ese
poder del Estado en tanto herramienta para consolidar un programa económico
neoliberal y disciplinar a las personas u organizaciones que se opongan a ello.
Podrá decirse que el derecho -en tanto discurso de poder- y la estructura judi-
cial nunca tuvieron un propósito diverso que el enunciado en el párrafo anterior,
lo cierto es que esta expresión política de ultraderecha es, por primera vez luego
del advenimiento de la democracia, una terminal de los resabios del partido mi-
litar que encarnó la última dictadura en la Argentina, además de una estructura
partidaria del establishment empresarial beneficiario directo del terrorismo de
Estado.
Su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, no solo pertenece a una
familia castrense involucrada con la dictadura más sangrienta de nuestro país y
los levantamientos carapintadas al gobierno de Raúl Alfonsin, sino que su praxis
académica y política repugna los principios democráticos fundamentales y el
compendio normativo nacional e internacional relativo a los derechos humanos.
Esta candidata reivindica a viva voz el terrorismo económico y militar, y en-
troniza un negacionismo flagrante respecto de la existencia, comisión y gravedad
de los delitos de lesa humanidad acaecidos entre 1976 y 1983 en manos de las
Fuerzas Armadas, y en connivencia con la pata civil del conglomerado patronal.
El facilitamiento de espacios acondicionados para el secuestro y tortura den-
tro de las fábricas o la información personal de los trabajadores que dieron estas
firmas, fue la evidencia flagrante de los beneficiarios directos del terror y la renta
extraordinaria obtenida a través de un modelo de acumulación financiera.
La desaparición, tortura y muerte de esos trabajadores, con más su disciplina-
miento por la pérdida de derechos, resultaron capitales para allanar el camino a
la implementación del terrorismo económico.
Tal como describe Inés Nostertefano y Mariano Pasin “El Nunca Más de la
CONADEP registra que el 30,2% de los detenidos-desaparecidos denunciados
son obreros y el 17,9% empleados”129. Era imprescindible suprimir la resistencia
del pueblo trabajador conocedor de sus derechos y conquistas para consolidar el
objetivo económico mencionado.
Por primera vez este binomio que compone LLA reflota la teoría de los dos
demonios, alude a errores y excesos por parte de las fuerzas armadas y, así, legiti-
ma subrepticiamente la existencia de centros clandestinos de detención, tortura y
129
https://enfoquesindical.org/articulo/noticias/dialogos-entre-argentina-y-espana-sobre-la-memo-
ria- la-verdad-la-justicia-y-el

125
exterminio, el robo de bebes y la supresión de su identidad, y la desaparición, tor-
tura y exterminio de personas. Para ellos se trata solo de una cuestión de niveles
de tolerabilidad o de la tan mentada gradualidad en el ejercicio de la violencia.
Este axioma oculta la ruptura del orden democrático, homologa la violencia y
muerte sistemática producida a través de la estructura estatal con la que emergió
de distintas organizaciones políticas en los años 70.
Es la otra cara de la teoría de los dos demonios, pero de la misma moneda.
Nicolas Casullo decía que el sentido común es de la derecha y tanto Marx
como Gramsci hablaban de la materialidad del lenguaje como canal de produc-
ción de sentido y relaciones sociales. Desde esta perspectiva debe entenderse la
trascendencia de los asertos y eufemismos que en materia de derechos huma-
nos y dictadura comenzaron a gestarse voluntariamente antes de la asunción de
mauricio Macri a la primera magistratura, y que continuaron con los latiguillos
negacionistas de los integrantes de LLA.
El curro de los derechos humanos o la “historia completa” son una simple
muestra.
La singularidad de esta alianza política reside en la utilización de las reglas
del juego democrático para justificar y reivindicar el terrorismo de estado y eco-
nómico. En esas reglas se encuentra el Sistema de Justicia (jueces/zas, fiscales/
las, abogados/as), el derecho en particular y el Estado de Derecho en general.
Rocco Carbone130 supo explicar bien este fenómeno. Desde el gobierno de
Mauricio Macri advirtió el modus operandi propio y característico de las orga-
nizaciones mafiosas: entrelazar lo legal y lo ilegal, es decir, usar la estructura
del Estado para los objetivos propios de organizaciones criminales, por ejemplo,
lavado de activos.
Ya no hacía falta el terrorismo de Estado para aplicar el terrorismo económico
(dos sucesos imposibles de escindir), sino cooptar la estructura estatal para el
mismo fin; la distribución regresiva del ingreso, quitando a las mayorías a través
de la poda del salario para transferir a las minorías por medio de la ampliación
de la tasa de rentabilidad y ganancias extraordinarias, con el instrumento de la
bicicleta financiera.
Tal como sucedió entre 2015 y 2019 -cuaternio donde por primera vez la dere-
cha llega al gobierno a través del voto popular sin fraude político-, el partido que
lidera Javier Milei conlleva la misma propuesta: utilizar el Poder Judicial con el
fin de perseguir opositores de toda laya y garantizar por medio de fallos judicia-
les políticas de gobierno expoliatorias de las mayorías. De igual modo, usar las
carteras ministeriales con esos mismos objetivos.
A diferencia del gobierno de Mauricio Macri, LLA ofrece idénticas propues-
tas sin eufemismos y de manera desembozada. Para esa tarea cuenta con la ar-
ticulación invaluable de su candidata a vicepresidenta. Victoria Villarruel posee
reales y efectivos contactos con abogados y abogadas que integran los estudios
jurídicos más importantes de nuestro país, esos que asesoran (y asesoraron) a los
grupos económicos concentrados que, otrora, apoyaron la dictadura de Aram-
buru, Onganía y Videla.
Filósofo y analista político, autor de Mafia Argentina. Radiografía del Poder Político. CEFMA,
130

Buenos Aires, 2021.


Esta misma ala jurídica fue de importancia trascendental en la persecución
judicial que se desató ente 2015 y 2019. A través de sus fundaciones u ONG
iniciaban denuncias falsas y/o causas armadas con el fin inmediato de perseguir
mediática y judicialmente, y con la finalidad mediata de disciplinar a la sociedad
y a la política ante la instalación de un modelo económico de exclusión.
En esta persecución, los servicios de inteligencia tuvieron un papel protagónico.
La troika configurada por los medios concentrados y hegemónicos de comu-
nicación, la estructura de inteligencia puesta al servicio del espionaje interno de
un enemigo social construido por la derecha, y el sistema de justicia, fueron el
instrumento de persecución y disciplinamiento que allanó el camino para otro
ciclo neoliberal en la Argentina.
En la última dictadura que padeció nuestro país entre 1976/1983, el brazo
jurídico que asesoró a la junta militar cumplió un rol vertebral en la elaboración
de leyes que ya el mismo 24 de marzo de 1976 estaban escritas.
Para consolidar un modelo económico de valorización financiera, el sistema
legal debía derogar o mutilar algunas leyes protectorias (ej: Ley de Contrato de
Trabajo, Estatuto del Docente, Ley de Asociaciones Sindicales, entre otras) y
crear otras, ejemplo, la Ley de Entidades Financieras, aún vigente.
Claro que hubo más experiencias históricas donde el Poder Judicial sirvió
para consolidar y afianzar las relaciones de poder en el seno de la sociedad.
En 1930 la Corte Suprema convalidó el golpe de Estado a Yrigoyen con la
famosa acordada que materializó la doctrina de los gobiernos de facto131, si acaso
puede portar ese nombre la afrenta ilegal, tradición cortesana que desembarcó en
la “doctrina Irurzun”, también de autoría material de un cortesano del Máximo
Tribunal, Ricardo Lorenzetti. Con esta “doctrina” se instaló el principio de cul-
pabilidad revirtiendo la inocencia que impone el art. 18 de la CN.
Otra experiencia clasista que arrastra el máximo tribunal se representó en la
negativa de la Corte a tomar juramento a los primeros jueces del fuero del trabajo
en el año 1946, respuesta del establishment jurídico y patronal sintomáticos de
un Poder Judicial reaccionario a las conquistas sociales.
El itinerario no culmina en la década del 40, continua como refuerzo de cada
período neoliberal -terrorismo de Estado o no mediante-, tanto en la última dicta-
dura cívico militar como en los años 90 con la llamada Corte Suprema de Justicia
de la mayoría automática.

Las Propuestas de La Libertad Avanza en materia jurídica

Con el dato insoslayable que importa la conexión de los integrantes de la fórmu-


la presidencial de LLA -particularmente la red de contactos asiduos y estrechos
de su candidata a vicepresidenta-, con militares integrantes del gobierno de facto
en la última dictadura y su condición de terminal política de ese sector castrense,
es innegable que tras de estos se encuentran los y las abogadas de grandes estu-
131
http://www.saij.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-autonoma-buenos-ai-
res-acordada-sobre-reconocimiento-gobierno-provincial-nacion-fa30996876-1930-09-10-
/123456789-678-6990-3ots-eupmocsollaf

127
dios jurídicos locales que coadyuvaron al diseño del plan económico dictatorial
y le otorgaron un ropaje de legalidad al golpe de Estado.
Aunque presenten este esquema como novedoso, lo cierto es que implica la
consolidación de la estructura judicial persecutoria.
En su plan de gobierno, el líder de LLA propone privatizar empresas públicas,
arancelar la educación y la salud, suprimir los derechos laborales y la indemni-
zación ante el despido arbitrario, entre otras propuestas. ¿Qué instrumento va a
utilizar para dar paños de legalidad y legitimar esa poda de derechos?El derecho
y el Poder Judicial para custodiar las modificaciones peyorativas de las normas
fundamentales. Dice en ese programa: “El Estado argentino es la principal cau-
sa del empobrecimiento de los argentinos. No solamente por su tamaño elefan-
tiásico que lo torna impagable sino también por la maraña de regulaciones que
se desprenden de cada una de las oficinas estatales que entorpecen el funciona-
miento de la economía”.
En la dictadura estas modificaciones legales se hicieron a través de la Co-
misión de Asesoramiento Legislativo (CAL) y los autores intelectuales fueron
abogados del establishment económico, parte de las usinas académicas de la elite
e integrantes de un Poder Judicial que jamás se democratizó luego del terrorismo
de Estado.
En el segundo período neoliberal, de la mano de los dogmas del Consenso de
Washington, se inició con la Ley 23.696 que implementó la reforma del Estado.
El decreto 1757 del año 1990 crea los comités de racionalización del gasto
público, impone un esquema de reducción de personal, suprime organismos y
privatiza los servicios jurídicos del Estado. Esa privatización jurídica hoy es a
cara descubierta sin necesidad de norma alguna.
La asociación civil que creó y preside Victoria Villarruel CELTYV (Centro
de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas), contiene el entramado
de relaciones entre Fuerzas Armadas, estudios jurídicos y abogados necesarios
para idear las normas precisas con el fin llevar a cabo a miseria planificada que
prometen y su correlato jurídico.
La similitud de procesos y propuestas actuales continúa.
En el año 1991, con el decreto 2284, se desregula el comercio interno y el co-
mercio exterior de bienes y servicios, se efectúa una reforma fiscal y del mercado
de capitales, y se limita la negociación colectiva como medio de distribución de
la riqueza en el seno de las relaciones colectivas y productivas del trabajo.
Entre el 2015 y el 2019, Macri y su mesa judicial -a través del sistema de justi-
cia devenido en brazo ejecutor-, garantizó las medidas de gobierno por medio de
fallos judiciales economizando el diálogo político ante la incapacidad o negativa
a formar los consensos en el ámbito correspondiente.
El denominador común es la utilización del ordenamiento legal para imple-
mentar y consolidar un sistema económico y suprimir (o en el mejor de los casos,
limitar), los derechos sociales.
En ese plan de gobierno, Milei apela a idénticos mantras que fueron la ante-
sala de la dictadura cívico militar -y la justificaron como el mal menor-, como el
achicamiento del Estado, el salario como causa de la inflación o la obstrucción de
las normas protectorias para el desarrollo de la economía. De igual forma, apela
a la identificación de la libertad de mercado como la única libertad existente,
jerarquizando y naturalizando la preeminencia de la economía por los derechos
sociales.
En este contexto LLA no solo -al igual que en los otros períodos neoliberales,
con o sin terrorismo de Estado-, utiliza el derecho como instrumento de consoli-
dación de las relaciones de poder e implantación de un modelo económico, sino
que adiciona la vertiente del negacionismo desembozado y el desembarco del
partido militar en las estructuras de poder.
Milei plantea suprimir once ministerios y sumar uno de Capital Humano, es
decir, eliminar el ministerio de trabajo para mercantilizar al trabajador quitando
el sentido protectorio de la normativa laboral.
Uno de los ministerios subsistentes es el de Justicia, imprescindible para la
reforma judicial de hecho y derecho que propone.
Esta puede sintetizarse en los siguientes puntos:

• Despolitización, aludiendo a una suerte de independencia e imparcialidad


ya consagrada en la Constitución Nacional, lo que encubre el relegamiento de
aquellos integrantes del sistema de justicia que no simpaticen con LLA. Algo
similar sucedió en pleno macrismo por medio del Consejo de la Magistratura
de la Nación. Este organismo que tiene por misión constitucional (entre otras)
sancionar la conducta de los jueces fue un ariete de persecución de magistra-
dos no obedientes al poder político;
• Nombramiento del juez de la Corte Suprema de Justicia que actualmente
se encuentra vacante;
• Elección de un Ministro de Justicia y un Procurador General de la Na-
ción “respetado en el Poder Judicial” ;
Reformar el Consejo de la Magistratura de la Nación con el fin de reducir la
participación del estamento político;
• Transferir el Poder Judicial Nacional a la ciudad de Buenos Aires. Los
tribunales de CABA, manejado por JxC, son el reservorio de lo que quedó de
la mesa judicial macrista.
• Agilización del nombramiento de vacantes en tribunales federales.

El Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas

Como referí anteriormente, estos objetivos van a llevarse a cabo con el entra-
mado de relaciones que tiene la candidata a vicepresidenta por LLA Victoria
Villarruel, cuya patina de objetividad e imparcialidad la brinda la asociación que
creó y preside: Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas
(CELTYV).
Ya en la nominación misma emerge la reivindicación de la teoría de los dos
demonios y la homologación de la violencia estatal respecto de la ejercida por las
organizaciones políticas en los años 70.
La apropiación de la nominación plasma el aserto que afirma “quién nomina
domina”, y esta candidata militó incansablemente el negacionismo de los crí-

129
menes de lesa humanidad cometidos en la dictadura y la invisibilización de los
beneficiarios del plan económico propulsado por el terrorismo de Estado.
El periodista Ari Lijalad en una nota para el portal de noticias El Destape
afirma “En ese doble esquema de funcionarios civiles de dictaduras (que traen
como anexo a los defensores de genocidas) y abogados del establishment es que
radica el poder real detrás de Villarruel”.132
A través de su investigación, pone en evidencia las relaciones de Villarroel
con el statuo quo abogadil, la participación que tienen los mismos en la asocia-
ción CELTYV, la integración también de militares que participaron en la última
dictadura y el papel central que cumplirá -de ser gobierno y para la pretendida
reforma judicial-, el llamado Colegio de Abogados de la calle Montevideo, una
entidad siempre funcional a las dictaduras empresario-militares.
En suma, el poder económico concentrado detrás de estas instituciones.
La resignificación de los derechos la hacen las terminales de la derecha me-
diática, universitaria, política, judicial (y ahora en su terminal militar), en su
expresión más conspirativa, reaccionaria o moderada, pero siempre en represen-
tación de los intereses objetivos y corporativos del capital concentrado.
La reflexión de los tiempos más oscuros de nuestra historia y la nominación
del terror con sus proyecciones actuales, son ejercicios fundamentales en la tarea
de identificar mecanismos de disciplinamiento social tendientes a la aceptación
de un destino natural ante la exclusión económica.
La dictadura cívico militar que se inició el 24 de marzo de 1976 llevó a cabo
un verdadero proceso de desarticulación del Estado de Bienestar, así como la
imposición de un modelo económico antiproductivo y expulsivo de las mayorías.
La consolidación de ese objetivo era imposible sino se precedía de un esquema
de destrucción de derechos.
El discurso antipolítico también tuvo protagonismo. Así, se apeló a la “refun-
dación moral de la nación” y a la reivindicación de un occidentalismo cristiano,
que enaltecía la propiedad privada, la familia patriarcal y la tradición oligárquica
identificada con la universalización de raíces nacionales, en verdad, tributarias
de una minoría enriquecida.
Hoy vemos encarnada esa subjetividad en el vaciamiento de la política como
herramienta de transformación, la autogestión del sujeto mediada con la lógica
de rentabilidad, el emprendedurismo y la meritocracia, el poder político medra-
do por los poderes fácticos, y el plafón naturalista que sustenta el ideario de las
nuevas derechas radicalizadas.
Los poderes fácticos degradaron el Estado de Derecho, usando su estructura
y desde sus entrañas. Con la ayuda de sus terminales políticas, mediáticas y ju-
diciales construyeron figuras lingüísticas y significantes vacíos para la obtención
de sus fines especulativos. República, libertad, igualdad, independencia judicial
pasaron a ser expresiones antitéticas a su significado primario.
Hoy, LLA, tiene los mismos objetivos, y la dimensión judicial connivente
tiene un papel central porque se propone legitimar la dictadura más sangrienta
de nuestro país.
132
https://www.eldestapeweb.com/investigaciones/victoria-villarruel/negacionismo-y-nego-
cios-los-poderosos-nombres-detras-de-villarruel-20239100534
Las propuestas jurídicas laborales de LLA

En el marco de las relaciones productivas de trabajo -y en su dimensión jurídi-


ca-LLA propone desregular el carácter tuitivo de los derechos sociales.
Dice que la justicia social es una aberración y suprimir el art. 14 bis de la CN
una necesidad. Esa norma plasma la tutela unilateral respecto de las personas que
trabajan, sean autónomas o dependientes.
La diferencia entre el Estado Liberal de derecho del Estado Social de Derecho
-que se funda en la justicia social en tanto principio constitucional-, es el reco-
nocimiento por parte del último de la desigualdad estructural, material y objetiva
que produce un modo de producción capitalista en las personas que prestan su
propia energía para subsistir, y la que aporta el capital.
En síntesis, la llamada causa laboral es la aceptación y juridificación del anta-
gonismo radical e irreductible entre capital y trabajo.
Sin justicia social no hay capitalismo sustentable.Es decir, la justicia social
-como los derechos laborales-, solo existen en un modo de producción capitalis-
ta. Los y las representantes de LLA suelen tildar de comunista (y contraria a la
libertad), toda regulación del trabajo que cumpla el mandato constitucional del
14 bis: el trabajo digno y con derechos.
Es una verdadera aporía porque la justicia social presupone la posibilidad de
apropiarse del trabajo ajeno, legitimando y legalizando la propiedad privada del
fruto del trabajo de otro/a.
El art 14 bis repotenciado por los tratados internacionales con jerarquía cons-
titucional es la aceptación -y a su vez el límite-, a la imposición del capital y su
lógica (también legitima y legal) de rentabilidad y ganancia.
La norma surge de la convencional constituyente de 1957, con el peronismo
proscripto y luego del golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955. Recoge
escasamente los derechos sociales estipulados en la Constitución Nacional de
1949, derogada por la dictadura militar que tomo el poder de facto en 1955.
Aún así, este artículo que Milei pretende eliminar (aunque sea a través de una
flexibilización de hecho o judicial), establece el principio protectorio para los y
las trabajadoras.
En su primer párrafo materializa las condiciones contractuales de un trabajo
digno:

• Condiciones dignas y equitativas de labor: Condiciones contractuales res-


petuosas de la persona humana. La OIT acuñó el término trabajo “decente”
que en definitiva resulta un concepto insuficiente porque no pondera el goce,
que si lo hace el trabajo en dignidad. A través de la propuesta de LLA de
establecer un modelo de mercantilización de las personas que trabajan, por
medio de la narrativa de la libertad irrestricta de comercio, estas condiciones
de trabajo van a ser irrealizables porque se fundan en una estructura de orden
público laboral o contrato legalmente intervenido, donde sus condiciones no
son “libremente” disponibles para las partes sino normas imperativas.
• Jornada limitada: La primera conquista histórica que desencadenaron los
sucesos históricos del Día Internacional del Trabajo o el Día Internacional de

131
la Mujer Trabajadora, la Patagonia Rebelde y la Semana Trágica signados por
la lucha de las 8 horas de descanso, 8 horas de esparcimiento y 8 de trabajo.
Cada vez que el capital entró en crisis como consecuencia de la retracción de
su participación en el PBI, el derecho a la jornada limitada (o su reducción)
entró en crisis. En la actualidad pos pandemia es la discusión mundial que
llevo a Bélgica, Islandia, Inglaterra con gran éxito en 61 empresas, Alemania
y Japón en las empresas mas trascendentes y España también con un proyecto
piloto a 6 horas diarias, (entre otros países) a implementar la reducción de la
jornada de trabajo sin mengua salarial. Chile, fue el último ejemplo en La-
tinoamérica. Argentina tiene, luego de Colombia, la jornada de trabajo más
extensa de ese continente. La extensión de la jornada de trabajo es central
ya que marca la línea divisoria entre el tiempo que se pasa a disposición del
empleador (aunque no se trate de trabajo efectivo), y el tiempo libre. Se en-
cuentra fuertemente vinculado al derecho al goce, descanso y las vacaciones
pagas. Recordemos las expresiones de referentes políticos de juntos por el
cambio: la imposición de vacaciones mentales, por ejemplo. En esta sintonía,
la propuesta de LLA de ir hacia la “libre contratación” (derecho disponible sin
principio protectorio ni normas imperativas), la jornada se va a “consensuar”
del mismo modo que en el siglo XIX donde llegaban a 16 o 18 horas.
• Descanso y vacaciones pagados: Este derecho establecido a través del
1440/45 de la Secretaría de Trabajo y Previsión, disponía la obligación del
empleador de la licencia anual ordinaria para el descanso y esparcimiento
del trabajador. La mercantilización de las personas que trabajan -como fuera
dicho- a través de la cultura del descarte, la preeminencia de la libertad de
comercio por sobre el orden público laboral y la finalidad del derecho de
evitar la cosificación de las personas humanas, es la narrativa utilizada para
cuestionar un derecho casi centenario. La propuesta de Milei se traduce en
contrataciones libres o modalidades contractuales inestables y temporales (Ej:
contrato a plazo fijo, temporada, aprendizaje, etc) para suprimir de hecho este
derecho.
• Retribución justa y salario mínimo vital móvil: Este derecho garantiza el
efectivo goce de los restantes derechos establecidos en la Constitución Na-
cional, es la puerta de acceso al disfrute de los derechos sociales, económicos
y culturales. El mismo art. 116 de la Ley de Contrato de Trabajo dispone
el programa constitucional de derechos que debe asegurar el salario mínimo
vital y móvil, mientras que la remuneración justa se articula con las tareas
efectivamente realizadas y la categoría revestida. Esta directamente vincula-
do a la política económica y tributaria en el marco de un esquema equitativo
en la distribución de la riqueza nacional, y la participación del trabajador en
el PBI. De hecho, la agudización del fenómeno de la precarización laboral
(vgr: trabajadores registrados con empleo formal con salarios por debajo de la
CBT y CBA). Con la propuesta económica de una economía de valoraización
financiera, apertura comercial, y flexibilización laboral de hecho, la remune-
ración va ir en franco descenso.
• Igual remuneración por igual tarea: Establece la prohibición del diferente
trato remuneratorio que obedezca a causales subjetivas de discriminación ne-
gativa. Milei desconoce la desigualdad estructural de género, y en la remune-
ración (con una brecha remuneratoria que osciló en los últimos años entre un
27% y 30%), por tanto, en la necesidad de intervención legal y a través de la
negociación colectiva de mecanismos que erradiquen esa brecha.
• Participación en las ganancias de las empresas, con control de la pro-
ducción y colaboración en la dirección: En la actualidad la vehiculización
de este derecho constitucional es a través de la negociación colectiva, ya que
jurisprudencialmente es considerada una cláusula programática. La “liberali-
zación” en el marco de las relaciones de trabajo y la destrucción del modelo
sindical que propicia Milei a través de la fulminación del modelo sindical
argentino, torna inviable cualquier posibilidad de concreción de este derecho.
• Protección contra el despido arbitrario y estabilidad del empleado pú-
blico; Este derecho es el que prohíbe el establecimiento de un fondo de cese
laboral o seguro por desempleo, ya que ante el acto ilícito del despido inmoti-
vado corresponde (como ante cualquier producción de un daño) una indemni-
zación. Esta indemnización tiene doble finalidad, por un lado reparar un daño
causado por un acto ilícito (la segregación inmotivada de un trabajador de la
empresa, privándolo de mantener un derecho humano fundamental), y por el
otro, un efecto disuasorio para que el empleador o realice ese acto ilícito pero
eficaz jurídicamente hablando, ya que produce sus efectos propios.

LLA propone un Fondo de Cese Laboral: La principal propuesta es la pro-


moción de un seguro por desempleo, eliminando las indemnizaciones derivadas
de un despido arbitrario, sin causa. El esquema que propugna es el establecido en
el estatuto de la construcción implementado en la última dictadura cívico militar
(1981) a través de la regla estatal Ley 22.250, para favorecer a la obra pública. Es
un sistema de capitalización individual que impone un aporte mensual los prime-
ros 12 meses de la relación laboral de 12% de la remuneración bruta a cargo del
empleador, y luego de 8%. Este fondo de cese laboral implica negar una mínima
estabilidad para trabajadores que, ante la posibilidad de un despido libre, no van
a contar con una garantía mínima para reclamar otros derechos que emanen del
contrato de trabajo. Además, favorece a los empleadores incumplientes, y a los
cumplidores les va a un “impuesto” al trabajo.
En el segundo párrafo, el art. 14 bis de la CN consagra los derechos colectivos
del trabajo, que son un instrumento para la incorporación de derechos individuales:

• Organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple ins-


cripción en un registro especial. Este derecho expresa el derecho humano
fundamental a la libertad sindical, hija de la libertad de asociación. Es el de-
recho colectivo del trabajo por excelencia, que vertebra toda acción sindical,
ya sea en el marco de las relaciones de asociación, negociación o conflicto.
Hoy en día asistimos a un fenómeno social preindustrial de criminalización
y retorno a la penalización de los derechos colectivos del trabajo emanados
de la libertad sindical (ej: huelga), tipificándolos como delitos penales. Sin
libertad sindical no hay derechos individuales del trabajo ni ejercicio posible
de los colectivos.

133
Milei dice que promoverá la libertad de afiliación sindical ya que existe en el
modelo sindical argentino la afiliación obligatoria. Esto no es cierto. El Convenio
87 de la OIT impone el principio de libertad de afiliación, consagrado en la Ley
de Asociaciones Sindicales (Ley 23.551, art. 12) y la posibilidad de no afiliarse y
desafiliarse en el art. 4 de esa ley.
Esta propuesta va de la mano de otra; “democratizar el movimiento sindical,
eliminando el unicato”. Se trata de romper con el principio de la unión hace a
la fuerza, la concentración sindical (en la actuación y representación del ínterés
colectivo en el sindicato mas representativo) y el modelo sindical de unidad
promocionada, que dispone la preeminencia de los sindicatos de actividad por
sobre los de empresa para propiciar la acumulación de contrapoder sindical.
Esto fue establecido por la Ley Banelco 25.250, derogada por la Ley 25.877 en
marzo de 2004:

• Concertar convenios colectivos de trabajo; la negociación colectiva es


la forma de distribuir la riqueza en el seno de las relaciones productivas y
colectivas de trabajo. LLA, al proponer la negociación por empresa en los
convenios colectivos y la posibilidad de negociar por debajo de los índices de
protección de la ley, vacía de contenido la negociación colectiva y su función.
• Recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. LLA pro-
pone, a través de la Ley Antibloqueo (penalizar cualquier acción gremial ante
conflictos colectivos de trabajo), terminar con el derecho de huelga y la inter-
vención estatal para su resolución.
• Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para
el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabili-
dad de su empleo. LLA propone limitar los mandatos sindicales y achicar el
estado con la oferta de retiros voluntarios. De esta forma, el llamado fuero sin-
dical (Tutela Sindical Específica consagrada entre los arts. 48 y 52 de la Ley
de Asociaciones Sindicales), va a ser inocuo. Los despidos de trabajadores
estatales a través del encubrimiento en acuerdos mutuos, terminará por violar
la estabilidad del empleado público.

En el último párrafo se establecen los derechos de la seguridad social, que


están a cargo del Estado de manera integral e irrenunciable:

• Seguro social obligatorio; LLA, al proponer eliminar planes sociales, va


a suprimir cualquier intervención estatal para cubrir contingencias biológi-
cas (Ej: invalidez) o sociales (Ej: AUH, embarazo, nacimiento), por seguros
privados, al igual que sucedió para las jubilaciones y pensiones móviles con
las AFJP.
Las propuestas de LLA fueron implementadas en la última dictadura cívico
militar, en los gobiernos de Carlos Menem y de la llamada Alianza, y por último
de Mauricio Macri. Ninguno amplió el empleo, ni terminó con el desempleo, ni
generó mas PYME, y en todos los períodos el papel del derecho en general y el
Poder Judicial fue consolidar las relaciones de poder del capital concentrado.
El Poder Judicial y el derecho son ámbitos de disputa en tanto estructuras de
poder y discurso hegemónico.
CAPÍTULO 7

Derecha radical en la Argentina: Qué hacer


por Nicolás Tereschuk y Abelardo Vitale

Un artículo que busque aportar al análisis del ascenso de opciones de derecha


radical siempre enfrenta varios problemas.
El primero es caer en la fascinación y en la impotencia. Encandilados como
una liebre ante un farol en medio de la noche nos paralizamos y parece que ya
nada puede hacerse.
De la mano de esto va el voluble ego de los circunstanciales cientistas socia-
les. Nos ha tocado exponer durante la campaña electoral de 2023 ante compañe-
ras y compañeros algunas de las principales conclusiones de este texto y siempre
es placentero obtener atención y eventualmente recibir algún elogio. Este círculo
vicioso de la recompensa muchas veces hace olvidar el objetivo que debe guiar-
nos: conocer la realidad para poder transformarla.
Otro inconveniente es minimizar la paradójica sorpresa con la que siempre se
despliegan este tipo de fenómenos políticos. Aunque los sectores progresistas,
del campo nacional y popular somos aquellos que sostenemos y sabemos que es-
tos discursos y estrategias políticas pueden repetirse una y otra vez en la Historia
-por eso, por ejemplo, propugnamos la necesidad de Memoria, Verdad y Justicia-
siempre nos vuelven a sorprender. Y está bien que así sea porque la realidad ante
estos fenómenos se vuelve distópica. Y nadie está del todo preparado para eso.
Un problema adicional que suele aparecer es precipitarse en la atribución de
responsabilidades. Como la realidad que se configura a partir del ascenso de
estos fenómenos no nos gusta, nos apresuramos a buscar responsables, culpa-
bles. Hay analistas que siempre ven los mismos culpables en todo análisis que
encaran. La política siempre es una tragedia en la que no podemos eludir nunca
la propia responsabilidad. Por tanto, a nadie le cabe el infantilismo de pronunciar
“yo no fui, fue otro”.
Advertidos sobre estos inconvenientes podemos, ahora sí, compartir los re-
sultados de un estudio que realizamos junto con Ezequiel Ipar y Lucía Wegelin,
del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA) de la
Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
El estudio tiene una historia. El intento de magnicidio de la vicepresidenta
Cristina Kirchner, el 1 de setiembre de 2022, fue un hecho que significó un antes
y un después en la realidad política argentina. Ante el impacto de esa situación,
de ese pasaje “de las palabras a los hechos” y de su impresión de que los
discursos de odio, así como la posible candidatura de Javier Milei per-
meaban conversaciones políticas de distintos sectores sociales, el minis-
tro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, nos planteó es-
tudiar con mayor profundidad la circulación de ese tipo de discursos.
Entre el 14 y el 22 de febrero de 2023 desarrollamos 12 grupos focales (5
grupos presenciales con participantes de AMBA y 7 grupos virtuales con distri-
bución regional nacional).

135
Se realizaron 4 grupos focales con simpatizantes de Milei, así como otros
tantos con simpatizantes peronistas y con inscriptos en las capacitaciones ofreci-
das por el ex Ministerio de Producción de la Nación, luego por el Ministerio de
Economía, en el plan denominado “Argentina Programa”, dirigidas a introducir
a trabajadores en la Economía del Conocimiento.
En cada categoría hubo grupos de jóvenes (entre 18 y 29 años) y adultos (en-
tre 30 y 45 años). En todos los casos participaron personas sin empleos formales,
puesto que nos interesaba indagar, sobre todo, estas cuestiones en el seno de los
sectores populares, con lo cual la precarización laboral funcionaba como un pre-
dictor de encuadre socio-económico.
Antes que priorizar qué descubrimos preferimos subrayar qué llaves, qué he-
rramientas concretas se abren para quienes queremos trabajar para derrotar a las
opciones de derecha radical, evitando que sumen nuevas adhesiones y, de ser
posible, provocando que se les desgajen apoyos.
Al mismo tiempo, y a modo de spoiler: ¿Cómo entendemos que es la forma
más idónea para usar estas herramientas? A través de todo aquello que permita
terminar en conversaciones cara a cara o, eventualmente, en recomendaciones
de contenidos por parte de personas de confianza. Se trata de los mecanismos
comunicacionales con mayor potencia y efectividad para desmontar algunos de
los pilares en que se asienta, hoy por hoy, el apoyo de estos sectores ciudadanos
a los planteos de esta derecha radical.

Herramientas:

Dar cuenta de un clima general

En el análisis de todos los grupos surgieron dos impresiones sobre la Argentina


actual.
• La primera y principal es que la situación es mala (en los grupos más opti-
mistas) y desastrosa (en lo más pesimistas).
• La segunda es que todos los grupos manifiestan incertidumbre, desprotec-
ción e inseguridad frente al futuro.
Si esto es así, cualquier conversación que parta de la base de negar o minimi-
zar esa situación está destinada a que no exista escucha.

¿Hasta dónde se puede conversar con ciertas posiciones?

Cuando consultamos a cada uno de los grupos sobre cuál es la situación del país
el “mapa de calor” de la negatividad se vuelve casi unánimemente “rojo”. Apa-
recen algunos destellos “amarillos” y “verdes” en algunos grupos de peronistas,
pero con una intensidad mucho menor a los sentimientos negativos.
Aún así, ese rojo tiene diferentes grados. Para algunos grupos el país está
“convulsionado” o “descendiendo”. En “crisis constante” o la está “pasando
mal”. Sin embargo, entre los grupos de simpatizantes de Milei, algunos de ellos,
sobre todo en el caso de un grupo de jóvenes, marcaron que el país está “roto”.
Un asterisco de cómo conciben estos grupos el concepto “roto”. A diferencia
de las generaciones mayores, “roto” no es entendido aquí como algo “que nece-
sita ser reparado”, tal como podría entender un adulto que debe ser reparado en
un service un electrodoméstico “que se rompió”. Por el contrario, estos jóvenes
conciben “lo roto” como hoy se entiende la rotura de un teléfono celular: es
preferible tirarlo a la basura y comprar uno nuevo antes que intentar repararlo.
Así, la idea de que el país está “roto” habilita soluciones y posiciones extre-
mas, lo que puede incluir situaciones de violencia con grupos puntuales de la
sociedad.
¿Podemos seguir conversando a partir de esa posición? ¿Qué pasa si esa posi-
ción se “extiende” al resto de los sectores de la población?
En principio, creemos que esa idea no la podemos “dejar pasar” al momento
de entablar una conversación (privada o pública). Si aceptamos que la Argentina
está rota, de ahí se sigue que casi la totalidad de propuestas de Milei, incluso las
más agresivas, paranoides y delirantes, son válidas.

La información no nos salva, pero cómo ayuda

El desconocimiento sobre temas básicos y generales de la realidad política, so-


cial, económica y cultural de la Argentina es mucho más fuerte en los grupos
más duros de simpatizantes de Javier Milei que en los otros grupos con los que
trabajamos.
Estos votantes pueden pensar que Vaca Muerta es un boliche o una parrilla
de Puerto Madero. Creen que YPF es una empresa que da pérdida, no que el año
pasado ganó 2 mil millones de dólares. Si se les dice que en Neuquén está el
segundo yacimiento mundial de gas, piensan que de allí aún no se está extrayen-
do nada para ningún hogar ni industria de la Argentina. Pueden argumentar que
Milei es “de centro” porque se opone a dirigentes “de izquierda” y “de derecha”.
No siempre son refractarios a la información y a la conversación sobre esos
elementos de la realidad. A partir de tomar conocimiento pueden desarrollar más
debates y reflexiones. Y “abrir” más ventanas.
La forma en que estos sectores dicen informarse, con un predominio absoluto
de redes sociales y portales por sobre medios tradicionales, es un punto a consi-
derar y que bien debiera habilitar una reflexión crítica de los sectores democrá-
ticos en nuestro país y en el mundo acerca de un territorio digital absolutamente
tóxico y manipulado, muy lejano a aquellas consideraciones tradicionales sobre
“la esfera pública” y su importancia para un debate sensato y dentro de los cáno-
nes del republicanismo y la institucionalidad.
Entonces: La información no nos va a salvar. Pero puede ayudar a generar
algún recorrido mayor sobre el que, quizás, desarrollar algún terreno compartido.

Señalar al cielo no ayuda a conversar

El estado de malestar que atraviesa a todos los grupos consultados es de tal pro-
fundidad que al momento de atribuir responsabilidades sobre por qué estamos
como estamos ya ninguno de los grupos considera que el país está como está por
cuestiones “macro”.

137
La deuda externa, la pandemia de covid, la guerra en Europa entre Ucrania y
Rusia o la sequía que afectó a la Argentina en 2023, fenómenos de enorme im-
pacto, en algunos casos históricos sobre la situación del país, se conoce, pero de
ningún modo funcionan como explicativos o justificativos de la crisis económica
o social existente. Bien por el contrario, sí se señalan como responsables de la
actual y grave situación a personas o grupos particulares, ya sea por lo hecho o
lo no hecho.
Para los adherentes a Milei son “los políticos en general” y para los votantes
de Unión por la Patria podrán ser “los empresarios”, el “Poder Judicial” o “las
potencias extranjeras”. Pero ya las atribuciones de responsabilidad son más “ho-
rizontales” y cercanas. Eso hace también que sean más intensas y cargadas de
cierta emocionalidad irracional.
Algo similar ocurre cuando los votantes se topan con los datos “positivos” de
la gestión actual -que los hay, como por ejemplo la creación de empleo registrado
o el importante crecimiento de la industria-: ni resultan verosímiles ni abren la
posibilidad de una charla sobre el futuro de la Argentina. Muchas veces generan
descreimiento o risas. No ayudan a sostener la charla que queremos desarrollar.

Exigir “que se vayan todos” no es lo mismo que reclamar que “alguien ven-
ga a arreglar esto”

Sobre el clima “antipolítico” que se detecta en una primera escucha conviene


complejizar “lo dicho” de lo subyacente en ese “decir”. Tras un manto de enojo y
rechazo a todo lo que sea “políticos” pudimos observar a partir de este estudio lo
que denominamos una “antipolítica demandante”. Es decir: se requiere de los di-
rigentes políticos para estabilizar la economía y establecer, al menos, una expec-
tativa de futuro diferente. Los votantes abren una ventana, quizás por última vez,
para que les expliquen cómo los candidatos piensan estabilizar esa economía. No
con eslóganes, sino contando con la mayor claridad posible esos mecanismos.

Una palabra en común: “Néstor”

Cuando exploramos sobre cuándo el país estuvo un poco mejor, hay un nom-
bre que cruza todos los grupos, incluso entre los adherentes a Milei: Néstor
Kirchner. Así como en los grupos peronistas se puede hablar de “Néstor y
Cristina”, en los grupos de adherentes a Milei pueden decir sin problemas
“Menem y Néstor” (nunca Mauricio Macri). o “Néstor” y 1880”. Aunque
quienes lo señalan no hayan vivido ninguno de esos momentos históricos.
Este hallazgo, que en principio podía resultar sorpresivo, deja de serlo cuando
simplemente se inquiere sobre los motivos que sustentan esta posición: la llegada
de Néstor Kirchner a la Presidencia de la Nación expresa la última “salida de una
crisis” anterior al actual estado de las cosas.
No más sacrificios

Ninguno de los grupos que consultamos quiere dar “un cheque totalmente en
blanco” a nadie para combatir la inflación ni cree que la salida del país requiere
más “sacrificios” para ellos. Recordemos: hablamos aquí de sectores populares,
inclusive entre los adherentes a Milei. No se trata de esos ciudadanos y ciuda-
danas que fueron los primeros adherentes a esta derecha radical y que podían
y pueden ser estereotipados como “jóvenes de clase media alta, minadores de
criptomonedas y nativos digitales”.
Entonces: ¿cómo se conjuga esto con una fuerza política de derecha radical
que habla de recortar en 15 puntos del producto el gasto público? ¿Hasta dónde
“el recorte es el otro” puede ser sostenible en términos de sostén de un probable
futuro gobierno de Milei?
¿Cómo funciona políticamente la lógica una fuerza de derecha radical que
busca masividad, pero no tiene en los inmigrantes como el “otro” el foco de su
ataque?

Alguien tomó las decisiones por mí

Estos jóvenes que adhieren a la propuesta de Milei piensan que están pagan-
do “los platos rotos” por malas decisiones que tomaron otros que vinieron
antes. Quieren salir de la híper-precarización, estabilizar su vida, poder pro-
yectar y disfrutar de los frutos de su trabajo. No hablan de una motosierra
ni de eliminar ministerios. Quieren vivir mejor.
Así, tampoco son refractarios a las “cuestiones ambientales”. Con una lógica
similar, consideran que las generaciones que los precedieron abusaron del pla-
neta y de sus recursos y “les quitaron” parte del futuro que les pertenece. Aquí
se da un peculiar choque de visiones con el discurso negacionista del cambio
climático que expresa el propio Milei, lo que también constituye una brecha de
sentido a través de la cual puede establecerse un diálogo con ellos desde otras
posiciones políticas.

No sé lo que dice, pero lo quiero ya

Cuando consultamos a los adherentes de Milei si podían mencionar las pro-


puestas del candidato “libertario” en ningún caso se podía repetir o explicar
ninguna posición sobre ningún tema puntual.
Las adhesiones se sustentaban principalmente sobre la “novedad” (no estuvo
en los gobiernos anteriores), sumado al “conocimiento” sobre el principal pro-
blema (la economía), a lo que se superponen el “coraje”, así como la “pasión” y
la “locura” (en parte, un arma de doble filo, atractiva y peligrosa).
En este sentido, va de suyo que quien pueda cuestionar la “novedad” o la
capacidad y el conocimiento económicos de Milei tendrá una palanca importante
para limitarlo. Por otra parte, conlleva un riesgo alto para el propio Milei en
caso de que llegara a acceder al gobierno: sus propios adherentes tendrán pocas
contemplaciones si “lo que sabe de economía” no logra “arreglar rápido esto”.

139
Dilemas morales: los mercados extremos

Cuando los votantes se enteran de que Milei promueve -abierta o velada-


mente, según el momento- la portación libre de armas, la compra .y venta
de órganos, el comercio de niños, la eliminación de la obligatoriedad de la
educación primaria, el arancelamiento de la educación, dar de baja la Edu-
cación Sexual Integral o permitir la contaminación libre de los ríos, los gru-
pos rápidamente se “parten”. Como le pasó a Pampita Ardohain, quien dijo
que un país con armas libres no es el que quiere para sus hijos, las primeras
que toman distancia son las mujeres.
Los votantes jóvenes de Milei creen, como dijimos, en el cambio climático,
pero también en la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y en la de Edu-
cación Sexual Integral. No creen que quitando todo eso se esté haciendo justicia
o que sus vidas vayan a mejorar.
El peligro del extremismo no pasa desapercibido para todos los “simpatizan-
tes” de esta propuesta de derecha radical.
No “estresar” ese voto, no “problematizar” qué se está planteando, cómo se
va a implementar, cuáles son los detalles y las consecuencias le permite a Milei
tener más recorrido.
Decir que el candidato no va a poder hacer lo que propone no parece una
vía muy idónea para convencer a sus votantes de cambiar su voto ya que
muchos de ellos ya lo dicen o lo intuyen.
El candidato de derecha radical se convierte en una especie de “significante
vacío” si nadie lo relata. Muchos de sus votantes le hacen decir cosas que jamás
dijo (como que en realidad sólo plantea cobrar la salud o la educación públicas
“a los extranjeros”) o minimizan o relativizan aquello que no les gusta del candi-
dato, como sus ataques y agresiones a mujeres en el espacio público (“él es así,
ya está mejorando”).

La derecha radical no ofrece poco, ofrece mucho

El esquema de pensamiento que proponen las fuerzas autoritarias y de derecha


radical ofrecen mucho en el mundo y también en la Argentina.
El razonamiento es simple y conocido. La experiencia de la crisis es que algo
falta. Faltan oportunidades y perspectivas de estabilidad para proyectar un futu-
ro. Ante eso, alguien nos dice -y lo creemos- que alguien se lo robó.
La táctica del “chivo expiatorio” puede ser apuntar a “los políticos” -como en
la Argentina- pero también a “los musulmanes” que se roban “nuestras oportu-
nidades y nuestras tradiciones” a través del “gran reemplazo”. O las disidencias
sexuales que se roban “nuestra identidad”.

Ante eso, estas derechas radicales proponen un castigo (infinito) con


el doble significado de justicia y cura. Obtenemos una recompensa moral
mientras, al mismo tiempo, solucionamos el problema. La “magia” del neo-
fascismo se concreta. Aquello que es culpable y peligroso tiene que ser su-
primido.
El resultado será la antipolítica, con variaciones hacia el autoritarismo, la jus-
tificación de la violencia política y el peligro de supresiones diversas.
Esta situación requiere preocuparse y ocuparse. Encontrar las llaves para des-
activar las adhesiones a estas posiciones extremas.

Verdaderos liberales son los votantes

Con respecto a las costumbres extrañas de Milei, los argentinos parecen ser fir-
mes defensores del Artículo 19 de la Constitución. Ese que señala que “las accio-
nes privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la
autoridad de los magistrados”.
A ningún grupo de votantes le preocupa demasiado lo que el candidato
de derecha radical elija hacer “puertas adentro” de su intimidad. En esto sí
somos casi todos liberales.

¿Continuará?

A la hora de escribir estas apresuradas líneas, a poco de comenzar el mes de octu-


bre donde se realizarán las elecciones generales desconocemos la deriva electoral
que esta flamante opción de derecha extrema terminará cosechando en las urnas.
Tal como expresamos reiteradamente a lo largo de este artículo, el objetivo
del estudio aquí comentado no perseguía una mera pretensión académica o inves-
tigativa. Por el contrario, su finalidad era clara y era política: intentar encontrar
esos pliegues o brechas entre la oferta de Milei y los modos efectivos de adhesión
de sus simpatizantes. O mejor aún: detectar algunas claves que permitan disputar
esa adhesión y ponerla en crisis y, por qué no, romperla.
Sin embargo, y mientras esa labor militante es puesta en práctica en estos
días por miles de argentinos, de diferentes ideologías y adscripciones partidarias,
preocupados por la posibilidad cierta de que una inédita expresión extremista
alcance el gobierno haciendo uso de una democracia que al mismo tiempo pone
en riesgo cierto de supervivencia, cabe hacerse algunas preguntas que exceden lo
meramente electoral y la coyuntura más cercana.
De todas ellas elegimos estas: ¿cuánto de estas posiciones de una ultraderecha
anarcoliberal sedimentarán como “sentido común” en nuestra sociedad? ¿Cuál
es la distancia efectiva que existe entre la cruzada ideológica que expresa Javier
Milei y los deseos y aspiraciones de muchos y muchas que hoy encuentran esa
vía para expresar lo que no es más que un profundo malestar y decepción con las
opciones políticas tradicionales de la Argentina? ¿Qué desafíos de fondo genera
esta emergencia en el resto del sistema político nacional y cuáles renovaciones
alumbrará? ¿Hasta qué punto una sociedad de tradición plebeya y movilizada
como la Argentina estaría dispuesta a tolerar un gobierno de Milei que efectiva-
mente lleve adelante sus propuestas más radicales?
De la respuesta que podamos darnos dependerá de que el presente, tan an-
gustioso y preocupante para aquellos que como nosotros y tantos millones de

141
argentinos, queremos fortalecer a la Argentina haciendo más fuertes también los
lazos que nos unen como comunidad, no sea más que un efímero momento de
zozobra en el largo camino hacia una Patria cada día más justa, más soberana,
más igualitaria y más democrática.
CAPÍTULO 8

No dejes que esto suceda (Laissez ne faire pas)


por Moira Goldenhörn

La crueldad como expresión política y el anarcocapitalismo como variantes


la necropolítica y el capitalismo gore en un mar de contradicciones

Una invitación a pensar sobre las prácticas reales de LLA


y a sentir sus implicancias en nuestra vida cotidiana
con perspectiva feminista crítica en clave decolonial

¿Hay algo más gore en el escenario político electoral que un candidato haciendo
campaña con una motosierra? ¿Ha habido, en 40 años de democracia, alguna
propuesta política más cruel que negar el acceso a la salud para bebés, a la par
que se propone la legalización de la compra y venta de niños, de órganos huma-
nos, alquiler de vientres y de la sexualidad de las mujeres? ¿O acaso podemos ver
algo menos liberal en la agenda de mujeres que negar el acceso al aborto seguro
y gratuito, el que incluso el mismo Milton Friedman, mentor de LLA, avaló?

Algunas aclaraciones en referencia al marco teórico que propone LLA, re-


torciéndolo como falacia de autoridad, y el enfoque desde el cual lo anali-
zamos

Estas preguntas que acompañan del encabezado buscan mostrar algunas de las
contradicciones que desde la plataforma de “La Libertad Avanza” se plantean
como verdades absolutas, aunque de perogrullo, claro; y que como tales denotan
la obviedad aprendida dentro de un discurso fake que se retroalimenta de frus-
traciones y soluciones mágicas indemostrables para su descarga, a la vez que en-
cuentra como sujeto político para su expresión a un pueblo harto, fogoneado por
intereses que le son ajenos, y manipulado fácilmente en ese estado de exaltación
que, de todos modos, reconoce una base genuina para su hartazgo. Es decir, que
tanto la plataforma política como el oscilante andamiaje conceptual de LLA se
asienta en lugares comunes con tintes de pseudoverdad, que legitiman y habilitan
el ejercicio de la violencia espectacularizada –esto es, a la búsqueda de un espec-
tador- como válvula de escape ante una realidad adversa y frustrante.
Digamos entonces que hablamos aquí de “capitalismo gore” para referirnos,
según lo ha enunciado la filósofa mexicana Sayak Valencia, a un sistema econó-
mico que, desde su perspectiva, ha convertido la violencia en un negocio ren-
table. Sin embargo, en este giro del devenir social que ha tomado ribetes de un
tren fantasma político al proponer como “estaciones de la libertad avanzando” la
legalización de armas, prisión a piqueteros, retrotraer la edad de imputabilidad al
estadío previo a la Ley Agote y la negación de derechos de las infancias como,
la venta de órganos, niños y vientres, extractivismo ambiental y sexual, nega-

143
cionismo político y del cambio climático entre otras diversas “atracciones”; no
tenemos solamente la exhibición de las muestras de violencia en los cuerpos una
advertencia disciplinatoria al estilo de las muertas de Ciudad Juárez133, sino que
es, motosierra en mano y guillotina en plaza, una invitación política a ejercer la
crueldad individual con respaldo Estatal.
Y, paralelamente, hablamos de necropolítica en consonancia con la tesis del
Filósofo camerunés Achille Mbembé quien plantea con este término su referen-
cia a la acción política cuando la soberanía consiste en ejercer un control sobre
Ia mortalidad, y definir Ia vida como el despliegue y Ia manifestación del poder
en tanto “hacer morir y dejar vivir” se ha vuelto lema de las sociedades de con-
trol emergentes del neoliberalismo tardío. Si bien él plantea su tesis para hablar
de África, también plantea que la podemos hacer extensiva al cuarto mundo;
es decir, a aquella población perteneciente a nuestro “primer mundo” o “países
emergentes” que, sin embargo, viven en un estado de absoluta precariedad. Son
los parias que no han sido expulsados de Ia sociedad del bienestar, sino que
ocupan los márgenes de ésta: seres invisibles que habitan no lugares (Ia calle,
los aeropuertos, las estaciones de tren, los hospicios, los campos profundos, las
“villas miseria”, etc.) cuya vida se halla en manos del necropoder.
Del diálogo entre estas dos tesis, podemos entender de dónde surge la poten-
cia política de un ser humano empuñando una motosierra frente a las masas, que
se unen, como hemos visto, también en “caravanas de las motosierras” como ha
ocurrido por ejemplo en Corrientes134. Porque, fundamentalmente, quien mira
extasiado ante la invitación a ejercer el poder sobre la vida y la muerte de las
personas, siente que es parte luego de generaciones de postergaciones, dolores
y miserias; se siente parte, y nada menos que del selecto grupo que empuña la
motosierra, no de las masas que serán cortadas por ella.
Y este “sentirse parte al fin” lo vemos reflejado en la propia vida de líder
como cuando, extasiado ante inesperados festejos de cumpleaños masivos, sopla
la bengala de la torta a riesgo de quemarse o causar un incendio, o cabecea una
pelota embriagado por el increíble convite, sintiendo una revancha victoriosa en
un momento que jamás imaginó posible y olvidando el acto que lo llevó a donde
estaba. No hay nada de malo en los festejos o los juegos de pelota, pero preste-
mos atención al hambre emocional que origina grandes dolores cuando quien lo
padece se encuentra con un cúmulo de poder.
Analicemos entonces, algunas de las premisas políticas y éticas que plantean
los personajes de LLA, marcando también cómo se suman ejemplos históricos
de prácticas políticas totalitarias y terroristas de diverso origen e incluso contra-
dictorias.

133
Segato, Rita. La guerra contra las Mujeres. Prometeo, Buenos Aires, 2016.
134
https://realpolitik.com.ar/nota/54400/javier-milei-invito-a-sus-militantes-a-ir-con-motosier-
ras-y-machetes-a-un-acto-politico/
https://www.youtube.com/watch?v=q7m70eL9A5Q&t=1s
https://www.instagram.com/p/CxneG8iAUa-/
El oxímoron político de un Leviathan anárquico

Hablamos de oxímoron político, porque aeste “absolutismo anarco capitalista,


neoliberal libertario” ha vuelto a la versión hambrienta y carnívora del viejo Le-
viathan en la atracción más cotizada del tren fantasma; como exhibición estrella
de un bestiario imposible, donde se propone garantizar no ya la seguridad y el
coto a las pasiones humanas para la convivencia democrática en base al cumpli-
miento de acuerdos previos, sino un Estado garante de su liberación y ejercicio
del poder absoluto y cruel como “novedoso” parámetro de justicia y paz social.
Y las comillas obedecen a la necesidad de marcar una nueva contradicción,
porque la “novedad” de LLA se parece en mucho a las sociedades absolutistas
pre estatistas en lo que Hobbes plantea como “estado de naturaleza” donde las
personas viven en una continua inseguridad producida porque guiarse únicamen-
te por lo que él llama “el instinto de supervivencia” y el deseo de dominio sobre
los demás como expresión de tal; pero también se parece otro tanto al período
del terror instaurado por Robespierre, cuando se pretendió imponer la ejecución
ejemplar de la nobleza para una supuesta bonanza del pueblo.
De más está decir que en ninguna de las dos experiencias políticas las mayo-
rías populares encontraron paz ni bienestar, y que tanto el fin de la dinastía de los
Estuardo como de Robespierre mismo, se produjo por la guillotina. Y, más aún,
que la contradicción se amplía todavía más si consideramos que los absolutistas
no eran liberales y que Robespierre mismo era un representante de lo que desde
LLA denominan “los zurdos”. Entonces, ¿cuál es el fundamento último filosófico
de LLA? ¿Cuáles son las prácticas políticas que podemos esperar de ellos y ellas
en el ejercicio del poder? ¿Tiene acaso alguna relevancia el dato de haber sido
Robespierre huérfano de madre e hijo de un padre despreocupado por su bien-
estar y de sus hermanos? ¿Cuánto influyen en la vida política las circunstancias
personales de las personas que ostentan el poder?

Prácticas sociales y ética mínima de las relaciones humanas: crueldad vs.


ternura; odio y miedo vs. alegría y amor. Nuevas subjetividades desde el
odio, el miedo y la crueldad

Quizás la potencia más transformadora del peronismo como propuesta política


haya sido la de plantear la felicidad y el amor como necesidades políticas del
pueblo, trascendiendo en mucho la idea de la mera idea de igualdad económica
que ya viene construyéndose como postulado, muchas veces por medios violen-
tos como única solución, desde las izquierdas. Porque la idea de la felicidad del
pueblo como requisito necesario para la grandeza de la nación implica muchas
más cuestiones que la igualdad económica: el reconocimiento a la igualdad polí-
tica de la mujer, la inclusión de las diversidades sexuales, los cuidados a los niños
y a los adultos mayores como política de Estado pero protegiendo a las infancias
como el mayor tesoro de la Patria; y lógicamente a sus madres también, desde el
bienestar personal y el trabajo como motor del hogar.
La noción de un Estado benefactor vivenciado en cuerpo y alma por quienes

145
sufrieron hambre, golpes, abusos, frío, cansancio extremo, pérdidas irreparables,
desarraigo de la guerra para arraigar en la miseria, fue reparador en las fibras
más íntimas de la humanidad; ese Estado protector y buen padre cuando no se
ha tenido uno, pero además buena madre para prodigar los cuidados y cobijos
que han faltado en biografías signadas por inmensos dolores ha resultado ser
inolvidable ha sido la primer experiencia de ternura para millones de argentinos
y argentinas, ha sido la ternura hecha política como parámetro ético de la praxis
cívica. Veamos aquí cómo, los padecimientos personales y sociales son sublima-
dos en la práctica política construyendo una nación de felices hermanos; en lugar
de plantear el terror y la destrucción de lo existente.
Quizás, también, sea por este motivo, revivido y amplificado con la consigna
kirchnerista de “el amor vence al odio”, que nos resulta tan hiriente e incompren-
sible la naturalización de la crueldad como pauta cultural y política; así como
la alienación indolente de nuestra propia humanidad ante el sufrimiento de los
más débiles, por ejemplo cuando vemos que personajes grotescos disfrazados de
superhéroes exigen el cercenamiento de derechos para niños y mujeres, como
una nueva edición en la banalización del mal. Y es que esta naturalización tan ex-
tendida la podemos observar ya desde hace bastante como relajación moral a la
tolerancia de la crueldad; pensemos tanto desde los espectáculos televisivos que
centran su argumento en el maltrato al invitado, hasta la propuesta de, motosierra
en mano e insulto en boca, generar más pobres con las corridas cambiarias, la do-
larización y la privatización de la salud y la educación públicas. Lo preocupante
en este planteo de LLA es la normalización de una única forma de vivenciar la
libertad como habilitación institucional para el ejercicio de la crueldad por parte
de la ciudadanía de a pie, como reivindicación política de los postergados.
Entendemos entonces que nuestro país viene siendo usina social desde donde
emergen nuevas subjetividades que, ante el miedo y la frustración que produce
la incertidumbre económica y la violencia social, se ven empoderadas desde el
ejercicio de la crueldad y la imposición del terror; afianzándose en el régimen
político más aceptado en la historia de la humanidad: el patriar-capitalismo135
con sus contra-pedagogías de la crueldad136 y el ejercicio de diversas formas de
violencia para la dominación y sometimiento, y en paralelo la acumulación de
riqueza para consolidar ese poder hegemónico del más fuerte.
En estos momentos tan conmocionantes, si hay voces que se alzan para ad-
vertir sobre las consecuencias que implica esta política de la potencia de muerte
espectacularizada, son las voces de las madres; pero no me refiero a las Madres
de gestas inmensas, sino a las madres en minúscula, a las mujeres que siendo
mamás descubren la fragilidad y la ternura al cargar un ser humano minúsculo

135
Utilizo el neologismo “patriarcapitalismo” para explicar este fenómeno de alianza patriarcal (priv-
ilegios masculinos) y capitalista (resulte de un beneficio económico) que oprime y somete a las
mujeres dentro del sistema.
136
Concepto de la Dra. Rita Segato, que refiere a “todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan
y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad en cosas”, es decir, formas de transmitir
pauras culturales para la constitución de sujetos a partir de la cosificación de su vida. Esto implica
poner al sujeto a disposición de principios económicos extractivistas desde lo mensurable, lo vend-
ible, lo comprable y, por supuesto, su respectiva obsolescencia.
por fuera de su cuerpo que lo creó. A las miles de mujeres que, contagiadas por
esa pulsión de vida han permitido que la humanidad se reproduzca en cantidad y
dignidad. Son las que trabajan por los demás, porque ante la injusta distribución
de las tareas de cuidado, de todos modos se hacen cargo y posibilitan el alimento,
el refugio, la educación para la vida y la alegría. Y, aún con todo el patriarcado
y su pedagogía de la crueldad en contra, también expanden la ética del cuidado
y la ternura hacia los varones que se atreven a vivir su masculinidad en libertad.
Es que, al fin y al cabo, la potencia misma de la humanidad sigue estando en
la ternura y el cuidado de la fragilidad de la vida como práctica cultural, no en
su aniquilación. La humanidad realiza sus potencias desplegando creatividad y
alegría, no mediante la manipulación del odio, el miedo o el terror.
En este sentido, llama la atención el mecanismo que propone LLA para des-
naturalizar la maternidad y des-culturizarla reemplazándola por una actividad
lucrativa: proponen terminar con el aborto legal seguro y gratuito, tanto por argu-
mentos pseudo religiosos como esgrimiendo su líder razonamientos tales como
“si pudieran vender a los bebés, no habría tanta insistencia con el aborto”137.
Como si fuera poco, su candidata y cosplayer Lilia Lemoine propone eliminar la
responsabilidad parental (literal, sólo la responsabilidad del “padre”, del proge-
nitor biológicamente masculino o progenitor no gestante) y consecuentemente,
negar los derechos de niños, niñas y adolescentes a recibir alimentos y cuidados
por sola voluntad de su progenitor138. Asimismo, además de su propuesta lisa y
llana de la venta de bebés y niños vivos para la adopción; el líder también habla
de la venta humana “en partes”, es decir, órganos humanos. ¿Qué camino le
queda entonces a una mujer, embarazada contra su voluntad, perseguida por el
Estado para no abortar, y garantizado el “derecho” del progenitor a no dar identi-
dad alimentos ni cuidados a su hijo? Pues vender a su hijo, entero o en pedazos.
Debemos ser muy claros en este punto, es el punto de inflexión para el no retorno
a la humanidad tal como la conocemos.

4 años en lugar de 120 días de Sodoma: libremercado de carne y almas en


una Saló del Plata

Pensar entonces en un Estado a cargo de personas que han basado sus propuestas
políticas en el ejercicio de las más variadas violencias contra las masas popula-
res, tanto en lo simbólico ejerciendo manipulación psicológica, insultos y gritos
a periodistas, hasta la más reciente y descarada agresión económica a los salarios
y propuestas concretas contra las infancias y maternidades; y que además prome-
ten legitimar todo ello desde la institucionalidad estatal como régimen autoritario
con una bandera de humo “libertario”, nos lleva a tener que recurrir, para graficar
estas ideas, a los lugares más bajos y oscuros de la psiquis humana, tanto indivi-
dual como colectiva, que ya hemos conocido mediante las artes visuales.
137
Entrevista “Javier Milei con Emmanuel Dannan”, 18/03/23. Disponible en: https://youtu.be/
NJFEjSNSiVO?si=C9k8FHbPnsyDXzeh
138
Entrevista de Guadalupe Vázquez y Diego Lewen. “Una hora y gracias” con Lilia Lemoine,
17/10/23. Disponible en: https://www.youtube.com/live/82SBcPtyTnk?si=zt_vPC8iEQdQkuvM

147
En este sentido, lejanos quedan del imaginario popular actual los perturbado-
res infiernos de El Bosco, pero no tanto las producciones cinematográficas que,
apelando al grotesco, exhiben en un escenario de postverdad armas de corte pro-
duciendo sangrientos desmembramientos, mutilaciones, cortes de arterias y de-
más escenas sangrientas. Pues bien, ¿a dónde parece apuntar, en la superficie, la
exhibición de las motosierras y machetes en actos políticos de LLA? Claramente
al planteo de una política gore, nutrida de fetiches porno, cosplay e incestuosos.
El primer problema que podemos observar a priori radica en la dificultad que
parece tener la ciudadanía de a pie cuando, harta de las crisis económicas que
a sus ojos parecen ser producto y parte de las peleas partidarias de “la casta”,
no puede diferenciar el escenario ficticio y fake de la realidad y la verdad, el
espectáculo mediático de la política ciudadana. Es decir, la dificultad que pre-
sentan algunas personas para distinguir un contenido de consumo gore de una
propuesta política seria para su propio bienestar y el de la Patria; para distinguir
la exaltación delirante de un individualismo exitista que pretende protagonizar la
historia mediante la empuñadura de la motosierra como seducción del poder más
macabro. Pensemos en la propuesta mileísta de la mutilación de los cuerpos de
personas pobres para la ablación y transplante de órganos humanos mercantili-
zados. Más gore, imposible. Incluso parece ser trillado argumento de contenido
para el consumo en cine distópico de terror.
Pero podemos ir un poco más allá en el análisis si tenemos en cuenta algunos
otros indicios de la conducta real de los actores y actrices gore en su cosplay
político que los tiene como protagonistas. Por ejemplo, tomemos el permanente
guiño a totalitarismos de derecha, tanto al fascismo como al nazismo mediante la
moda de las camisas negras, el autoritarismo en la comunicación y el desprecio
permanente de todas las demás personas que no comulgan con sus ideas, el plan-
teo de una pretendida superioridad también estética, que incluye cirugías para
recortar rasgos judíos prominentes; pero que, siguiendo en este esquizoide pico-
teo de conservadurismos, en ejercicio libre y pleno de su incoherencia política,un
candidato se autodenomina verdadero mesías de Yahvé, generar un gobierno de
corte teocrático y propone como primera medida trasladar la embajada de Tel
Aviv a Jerusalem.
Y en medio de esta delirante propuesta cercenadora de derechos variopinta,
florece la crueldad con los más vulnerables como expresión política: mujeres, an-
cianos y niños, personas con discapacidad, migrantes: todos y todas “sobran” si
no pueden sobrevivir por sus propios medios. En este “País de la Libertad” nadie
está obligado a ayudarles ya que la Estatal de sus Derechos Humanos es vendido
en este perverso escenario de marketing político como “un robo hacia las per-
sonas de bien”. Y de esto hemos tenido mentas, a las que debemos referirnos: en
los años de reinado macrista conocimos de su amistad con una Christine Lagarde
que expresaba sin tapujos que no es conveniente para la economía que los viejos
vivan tanto; así, en su correlato local, se les impidió a los adultos mayores y per-
sonas con discapacidad acceder a remedios y pensiones, como en la actualidad
se impone mediante el terror a los y las trabajadores de la salud la exclusión del
sistema de salud pública de quienes no son “ciudadanos de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires”. Es decir, necropolítica en su máxima expresión: el gobierno da
efectivas muestras de ser quien tiene el poder de decidir entre sus súbditos quién
muere y quien vive y sin necesidad de crímenes mafiosos, de desplegar ejércitos
ilegítimos, vuelos de la muerte o destinar a los fallecidos a fosas comunes de
personas sin nombre: solamente privando de los derechos humanos básicos que,
desde 1945 a la fecha, con no pocos retrocesos, pero también muchos avances,
se habían ido conquistando en nuestro país como garantía para la vida humana y
su dignidad inherente.
Pero los niños no, los niños están al margen de todo esto, porque podremos
venderlos –enteros o en partes- en este Estado Totalitario de la Libertad Para Ser
Cruel. Hemos conocido en la década pasada la serie “los juegos del hambre” o
más recientemente “el juego del calamar”, donde no vemos muchas voces pre-
guntándose qué clase de “juegos” son éstos, o por qué naturalizamos el ejercicio
del terror como un juego y la competencia de muerte como única estrategia de
supervivencia posible ante el terror ¿Hasta dónde seremos capaces de llegar para
sobrevivir en un orden del terror? ¿Qué seremos capaces de hacer por dinero en
una sociedad, por ejemplo, ya habituada por siglos a prostituir mujeres, niñas y
niños pobres?
Porque, retomando el hilo, también tenemos también en el cine algunos indi-
cios de lo que fue la realidad superposición de dos órdenes totalitarios del terror:
el fascismo de Mussolini y el Nazismo, en el norte de Italia durante los últimos
años de la segunda guerra mundial. Las vivencias propias del director son las
que, relacionadas con la obra del Marqués de Sade y la Divina Comedia, dieron
lugar a su film “Saló o los 120 días de Sodoma” que se sitúa durante la ocupa-
ción nazi que restauró a Mussolini en el poder como mandatario a cargo de la
“República Social Italiana” o “República de Saló”, títere del nazismo. En él, se
muestran todo tipo de perversiones, vejaciones y torturas a las que, cuatro hom-
bres poderosos y cuatro prostitutas aliadas, someten a una veintena de jóvenes
con la complicidad de unos cuantos sirvientes. Por la brutalidad de las escenas la
película fue prohibida en diversas oportunidades en varios países. Pero, más allá
de la explicitación del dolor y la perversión, el punto a considerar aquí creo que
lo plantea el epílogo del film, con una escena en la que parte de los sirvientes se
acostumbra a los gritos de horror de las víctimas, que sólo les producen molestia
auditiva y los tapan con un vals, el que finalmente bailan, mientras las víctimas
padecen. ¿Somos los argentinos y argentinas capaces de ser cómplices de las
atrocidades que ya están comenzando a plantearse y cometerse en la campaña?

La muerte como espectáculo de poder frente a la desaparición de los cuerpos

Otra de las incongruencias que encontramos en la nutrida filosofía de esta pro-


puesta política es el contraste entre esa potencia homicida por mano propia, exal-
tada con la guillotina primero y la motosierra y el machete después, con la des-
aparición forzada de personas durante la última dictadura militar, en la que los
miles de cuerpos asesinados y vejados fueron ocultados y en su enorme mayoría
permanece aún desconocido su destino.
También nos encontramos aquí con un planteo deshumanizante, al reforzar

149
la idea de las desapariciones de cadáveres, por un lado, que fueron cobardemen-
te escondidos pretendiendo así evitar la responsabilidad penal; y por otro lado,
naturalizando el poder de algunos pocos elegidos para matar sangrientamente y
festejados por la comunidad, a quienes se les opongan, pretendiendo ser esto un
acto “de justicia”.
Deshumanizar la muerte impidiendo el rito de despedida como pasaje a otro
plano del existir; deshumanizar la vida alentando al asesinato como linchamiento
de una pretendida casta y sus supuestos colaboradores; deshumanizar la muerte
de quien es asesinado mostrándolo como trofeo de un supuesto vencedor para or-
gullo de ellos y disciplinamiento de “los otros”. Nada que envidiar en este punto
a las matanzas españolas o el desmembramiento de Túpac Amaru. Cinco siglos
igual para un partido político que pretende también cambiar la historia nacional
y plurinacional argentina donde “los españoles no son los malos”.

Laissez ne faire pas: algunos riesgos del absolutismo neoliberal para los fe-
minismos actuales

Expresados todos estos puntos, me atrevo a desplegar un abanico de posibles –y


previsibles- implicancias para las mujeres, feminidades y personas LGBTIQ+
cuando se ha performateado un sentido común de origen mediático sin más raíz
que los prejuicios patriarcales y capitalistas propios del desconocimiento de la
realidad y su abordaje sesgado por los privilegios.
Un sentido común que confunde el pleno ejercicio de la libertad tanto con la
concreta posibilidad que entraña para los poderosos sustraerse al control Estatal
de la legalidad para ejercer a su gusto un descontrol cruel contra toda persona
que no esté dispuesta a aceptar “su ley” (devaluación, dolarización, privatización
de la salud y la educación, privatización de las rutas, del acceso a justicia, etc.);
como con las magras posibilidades de acción en un marco de autonomía restrin-
gida por las privaciones de quienes son sometidos a ese poder sin freno. Es decir:
para unos pocos la libertad de matar, para otros muchos, la libertad de morirse;
para unos pocos la libertad de comprar bebés y órganos humanos de toda edad,
para muchas la libertad de vender a sus hijos completos o en trozos, o sus propios
órganos o su “capacidad reproductiva instalada”.
Traigo aquí entonces la negación misma del apotegma fundamental del libe-
ralismo, como ironía ante la propuesta de “permitir el abandono” de todo lo que
implica responsabilidad colectiva: los cuidados, las responsabilidades civiles, los
valores morales; es decir, la libertad de no hacer lo más básico para la super-
vivencia y reproducción de la vida humana y permitir que nadie haga nada por
proteger, cuidar o salvar vidas. Dejemos que el otro sucumba al lado nuestro,
porque el Estado avala y promueve que así sea. Ya no hay responsabilidad del
empleador por el bienestar del empleado, del Estado por sus súbditos, de los
padres por los hijos…
Escuchamos ahora como ejes de campaña que, además del libre derecho ya
“conquistado” a prostituirnos, vender nuestros óvulos o alquilar nuestro vientre
para vender el fruto humano, ahora también podremos vender a nuestros propios
hijos e hijas, podremos vender nuestros órganos o los de nuestros hijos e hijas
para sobrevivir, pagar estudios o acceso a salud entre otras nuevas posibilidades
prometedoras que se nos abren en el horizonte de “la libertad”. Y resalto el punto
de vender niños, enteros o sus órganos, porque resulta curioso que, entre tantas
“libertades” promocionadas en este nuevo régimen, se anuncia que ya no vamos
a tener la libertad de decidir si queremos parir o abortar, pero los hombres sí po-
drán, como mencionamos previamente, tener la libertad de no responsabilizarse
por los hijos engendrados.
Es que el negacionismo político como preludio necesario al extractivismo
económico no se limita sólo al medio ambiente: negar el patriarcado y el orden
social y político que implica para las mujeres pariciones forzadas, venta de ni-
ños, legalización de la explotación sexual y reproductiva, justicia privada “de
libre acuerdo”, son milenios de retrocesos para las mujeres y niñeces en una sola
plataforma política; cuando las mujeres llevamos siglos de lucha por el reco-
nocimiento de la igualdad política y subjetiva con los hombres, y décadas para
que, estando reconocida, los efectores del sistema judicial reconozcan el orden
estructural de desigualdad patriarcal que pesa sobre nosotras y nuestros hijos e
hijas y funden los procesos y resoluciones con perspectiva de género.
Dentro de este esquema de análisis de escenarios distópicos inminentes, po-
dríamos decir que las mujeres, reducidas al rol de paridoras obligadas y siervas
sexuales, nos encontramos a las puertas de Gilead, pero en una versión extracti-
vista también en lo ambiental.

Consideraciones finales. Comienzo de la crisis ética en la ciudadanía y nece-


sidad de respuestas comunitarias desde el buen vivir

“Ese muerto me saca de mi espectralizada y cómoda visión de la muerte, me


arranca de las lógicas mediáticas que nos muestran que lo malo siempre les pasa
a los Otros. Me hace caer en la cuenta de que yo soy los Otros, sin ningún tipo
de atisbo humanista, buenrollismo o diletantismo solidario. Es decir, ese muerto
me reafirma que estoy atravesada de forma irrevocable por el género, la raza, la
clase y la distribución geopolítica de la vulnerabilidad. Ese muerto me dice que
yo también soy responsable de su desmembramiento, que mi pasividad como
ciudadana cristaliza en esa impunidad. Ese muerto y la mirada sin miedo de mi
hermana me dicen que debo hacer algo con ELLO, porque si no ESO hará algo
conmigo.
That is the very beginning”139
Cito el párrafo final de Capitalismo Gore como advertencia, como comienzo
de lo que debe ser el freno claro y palpable en esta caída a lo más bajo de la hu-
manidad. Pero, también, como una intervención política disruptiva, entendiendo
que, ante las propuestas del terror absoluto, siempre tenemos la posibilidad de
hacer comunidad en defensa propia y como despliegue de la potencialidad que
traemos como seres para la espléndida existencia140.
Valencia, Sayak. Capitalismo Gore. Editorial Melusina, España, 2010.
139

Ver desarrollo en Goldenhörn, M. (2020). Los derechos de las mujeres trabajadoras en el contexto
140

del neoliberalismo tardío. Aportes para una filosofía humanista del derecho del trabajo. Ab-Revista
de Abogacía, (6), 83-93. Recuperado a partir de https://publicaciones.unpaz.edu.ar/OJS/index.php/
ab/article/view/704

151
Retomo los interrogantes que disparó mencionar las series del tipo “los juegos
del hambre” o “el juego del calamar”, para plantear que algunas personas, pese
a todo, estamos muy en desacuerdo con sumarnos a reglas sociales que implican
exterminar para poder vivir. Sabiendo que, si bien desde los márgenes la viven-
cia de algunas realidades implica este “modo supervivencia” en el intercambio
social, no creemos que deba poder asimilarse al imperativo categórico para las
políticas públicas. Esas conductas de supervivencia extrema que se riñen con la
ley, las buenas costumbres, los cuidados debidos por humanidad y los Derechos
Humanos, son producto de un régimen económico mundial y trasnacional que
conocemos como “anarcocapitalismo” en su faz más actual, posterior al neolibe-
ralismo o capitalismo neoliberal de los años ’90, el que a su vez fue posterior al
liberalismo financiero de los ’70 y ’80; y que viene a imponerse como respuesta
al resurgimiento de algunos estados de bienestar en América y Europa.
Pensemos cómo, además, el cambio en la interacción social ha ido influen-
ciándose por estos órdenes económicos para posibilitar su implantación: ante
las dictaduras de los años ’70 que posibilitaron el neoliberalismo financiero, el
“no te metás” y “por algo será”; y la nihilización de la vida y la indolencia ante
el sufrimiento de los perjudicados por esta nueva “cuestión social” de las pri-
vatizaciones y Estados mínimos de los años ’90. ¿No nos damos cuenta que la
exacerbación de odios, el planteo de grietas, la invención de un sujeto colectivo
como “casta” a ser ajusticiada por mano propia y el embrutecimiento de la pobla-
ción para dificultar el pensamiento crítico responde a una necesidad del mercado
global de inmiscuirse en el manejo directo de la cosa pública? Porque ejercer el
pensamiento crítico implica también no caer en las trampas lingüísticas y los ca-
muflajes de los que son capaces personas sin escrúpulos en la campaña política.
Recordemos que el candidato de LLA prometió, al salir victorioso de las PASO,
literalmente “terminar con la aberración de la justicia social y la falacia que dice
que donde hay una necesidad, nace un derecho”.
Entonces, en este momento bisagra de la historia de nuestra Patria y de la Pa-
cha a quien nos debemos, tenemos la oportunidad de protagonizarla como héroes
o como verdugos de nuestro Pueblo y nuestra Casa Común. La opción es nuestra,
en esto sí seguimos siendo libres y soberan@s. Retomar el planteo filosófico
de la humanidad como merecedora de felicidad y alegría genuina, basada en la
soberanía política de cada quien, responsablemente, sobre su vida; en la justicia
social como parámetro de la libertad, pero yendo un paso más allá, rescatando y
valorando los mandatos éticos de los pueblos del Abya Yala que ya habían en-
tendido que los seres humanos existimos para nuestra “espléndida existencia”141,
el buen vivir, en armonía con los otros, con el ambiente y con un ser superior.

141
Rivadeneira Nuñez, Guadalupe. "Sumak Kawsay - Espléndida Existencia - Buen Vivir". 2016 en
https://es.scribd.com/document/640629961/Sumak-Kawsay-Guadalupe-Rivadeneira
CAPÍTULO 9

En busca del tiempo perdido


por Ana Monsell

La salud mental es un componente esencial de la salud y el bienestar que susten-


ta nuestras habilidades personales y colectivas para tomar decisiones, construir
relaciones y moldear la sociedad en la que vivimos.
La simple normatividad fisiológica o la homeostasis no son suficientes como
condiciones para la vida en sociedad. La salud mental es un proceso continuo en
el que cuerpo y mente operan de manera inseparable; y es crucial para la partici-
pación de las personas en la sociedad, ya sea como seres políticos, seres que se
comunican o sujetos históricos.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la salud es “el completo
estado de bienestar físico, mental y social”. Definición un tanto inadecuada para
entender los desafíos del mundo actual.
Freud, en 1939, cuando un periodista le preguntó qué era para él una persona
sana, madura e integrada en la sociedad dijo: “cualquier persona capaz de amar
y trabajar”. Una respuesta ciertamente inquietante que habrá que pensarla de
acuerdo a un contexto histórico en el que la idea de estado de bienestar en las
naciones empalidece.
Si bien el auge de la atención a la salud mental se originó en la posguerra
con la necesidad de establecer políticas y enfoques sociales que aseguraran la
estabilidad social (el primer Congreso Mundial de Salud Mental fue en Londres
en 1948) fue a raíz de la pandemia del COVID-19 que en Argentina paso a te-
ner mayor relevancia en la sociedad y fue puesta en un plano de visibilidad que
históricamente no había tenido.
La pandemia puso en evidencia su importancia ya que en ella confluyeron
situaciones singulares y determinaciones colectivas de la vida social.
La crisis sanitaria ha tenido un impacto significativo en la salud emocional y
psicológica de personas de todas las edades, y esto ha llevado a la aparición de
diversas respuestas y mecanismos de afrontamiento.
Durante este período excepcional, hemos sido testigos de cómo las condi-
ciones de vida, la incertidumbre y las medidas de salud pública han contribuido
al deterioro de la salud mental de muchas personas, en particular de los más
jóvenes y aquellos que viven en situaciones de mayor vulnerabilidad social y
económica.
La pandemia del COVID-19 provoco aislamientos, nuevas formas de relacio-
narse, angustia, incertidumbre, duelos por pérdidas de seres queridos, pérdidas
de trabajo, pérdidas de relaciones, rupturas de parejas y distanciamiento intrafa-
miliares.
Los sentimientos frente a lo inesperado, desconocido, sumados a la crisis eco-
nómica en la que estaba inmersa Argentina desde 2015, aumentaron los casos de

153
depresión, ansiedad, síntomas fóbicos e incluso suicidios. La pandemia ha sido
desencadenante innegable para el agravamiento y también para el surgimiento
de estos cuadros.
Las consecuencias inmediatas frente a la incertidumbre que generó lo inédito
y desconocido del nuevo virus y su directa relación con la muerte, fueron globa-
les, pero también subjetivas y particulares. El reclamo por la salud mental, sin
embargo, generalizado. Es decir, el conjunto de hábitos, modos de vida, costum-
bres, creencias, saberes, ideales, deseos, se conmovieron de tal modo que afecto
la salud pública en general y la salud mental en particular.
La vida empezó a depararnos cambios vertiginosos y se instalaron nuevas
tensiones en nuestra sociedad: salud o economía, aislamiento o apertura a la cir-
culación, cuidado o “libertades”.
Comenzó a percibirse una cultura del odio y destrucción, que si bien ya se vi-
sualizaba en germen floreció de manera apabullante en la pandemia y pospande-
mia. Abiertamente se proclamaba destruir la salud pública, la educación pública,
la tolerancia a las diferencias, el medioambiente, las diversidades, la justicia. Sin
tener en cuenta que así la salud mental, tan importante para la protección de toda
la sociedad, quedaba seriamente amenazada.
El personal de salud no tenía herramientas suficientes ni tradicionales para
abordar la enfermedad y de manera repentina, todas las rutinas, la vida cotidiana,
la organización del tiempo, la forma en que nos relacionábamos con otros, expe-
rimentaron un cambio radical.
Hoy se puede pensar que el mayor impacto lo sufrieron los grupos sociales
más vulnerables (aquellos sin empleo formal, quienes residían en áreas carentes
de servicios públicos de calidad) y los más jóvenes, que sintieron que las polí-
ticas de cuidados (aislamiento, cuarentenas) no los incluía especialmente ni los
tenía en cuenta como sujeto social.
Se agravaron las desigualdades existentes en la sociedad dejando a estos gru-
pos en una situación aún más precaria.
Los adolescentes, que por su condición esperan un espacio de libertad para
poder independizarse y terminar de forjar identidades, se vieron privados de ele-
mentos esenciales para su bienestar emocional. La falta de interacción social, la
suspensión de actividades recreativas y deportivas, así como la transición a la
educación virtual, dejaron a muchos con sentimientos de aislamiento, ansiedad
y depresión.
Así, este episodio traumático colectivo, además de acelerar la desigualdad
en un grupo, también ha exacerbado las dificultades que ya enfrentaban estos
grupos poblacionales.
Hoy podemos inferir que si bien el temor y la angustia por lo desconocido
afectaron a todos, para los jóvenes que necesitan y están en proceso de cons-
trucción de identidades, que necesitan contacto con sus pares para construir su
autonomía, desarrollar su identidad, su sexualidad, que requieren de otros cuer-
pos para terminar de reconocer el propio, que necesitan estar lejos de la mirada
paterna; dada la creciente cantidad de consultas y el aumento de síntomas como
ansiedad, insomnio, trastornos alimentarios, comportamientos adictivos, miedos
y angustia ante la incertidumbre, esta experiencia fue probablemente aún más
traumática y difícil de sobrellevar para ellos.
Con la salida de la pandemia, se sitúa el comienzo de algunas tendencias po-
lítico-sociales actuales. Ha habido un aumento significativo en la promoción de
discursos que enfatizan una noción muy particular de libertad. La crisis sanitaria
mundial desencadenada por la COVID-19 creó un escenario propicio para que
este discurso se intensificara y se propagara de manera más amplia.
Probablemente este enfoque ha ganado aún más terreno de lo que hubiera sido
posible sin la influencia de las consecuencias de la pandemia.
Este discurso de “la libertad” se basa en una interpretación particular de la
libertad individual, que a menudo se asocia con la oposición a las restricciones
gubernamentales y a la regulación estatal. Se ha argumentado que las medidas de
salud pública destinadas a contener la propagación del virus, como los confina-
mientos y las restricciones a la movilidad, limitaron las libertades personales. En
este contexto, algunos han abogado por la eliminación de estas restricciones en
nombre de la libertad individual.
Un ejemplo concreto de este discurso podría ser la resistencia a las medidas
de distanciamiento social y el uso de mascarillas. Esta narrativa ha encontrado
eco en algunos sectores de la sociedad, lo que ha llevado a debates y tensiones
significativas en torno a las políticas de respuesta a la pandemia.
Esta interpretación de la libertad individual se ha visto reforzada por diversas
corrientes políticas y económicas, como el liberalismo libertario que aboga por
un mínimo intervencionismo del Estado en la vida de las personas. Sin la crisis
de la pandemia, probablemente, este discurso no hubiera adquirido la misma
preminencia ni hubiera encontrado tanta resonancia en la sociedad.
Así entra en juego Javier Milei sosteniendo que el mundo perdió perspectiva,
que con las medidas gubernamentales tomadas para controlar la pandemia murió
más gente que si no se las hubiera tomado, señalando que se impusieron cuaren-
tenes innecesarias que coartaban la libertad y que precipitaron la crisis económi-
ca y a lo que denuncio como una violación flagrante a los derechos individuales.
Sus consignas de ideario liberal lograron entonces capturar, entre otros, el recla-
mo de libertad gestado durante la pandemia, el rechazo a la crisis económica y la
ausencia de perspectiva, la cancelación de futuro.
Especialmente para los grupos más afectados en los que la búsqueda de satis-
facción de necesidades se teje con la rapidez y eficiencia del ahora y la singulari-
dad y el individualismo se erigen como pilares fundamentales.
La depresión y la alienación se incrementaron y pasaron a ser síntomas de
una juventud marcada por falta de proyectos colectivos, de utopías. Jóvenes que
evidenciaron un sentido de pérdida y una sensación de vacío.
Mark Fisher en Los fantasmas de mi vida, explora cómo la cultura popular,
la música, el cine y otros aspectos de la cultura contemporánea reflejan esta sen-
sación de desesperanza y alienación. En las que la tecnología y redes sociales
juegan un rol predominante agravando los problemas de aislamiento y con ello
de salud mental. Tecnología que cumplo un rol fundamental en la divulgación
del liberalismo.
Así el liberalismo y la lógica del capitalismo han llevado a la desaparición de
utopías y proyectos políticos transformadores.Con sus promesas fácilmente de-

155
codificables, a través de significantes luminosos (libertad, casta y dolarización)
que circularon y se viralizaron en redes lograron captar la simpatía de los más
afectados.
El futuro se fue erosionando. ¿Fueron por la libertad perdida? ¿Por la perte-
nencia anhelada? ¿Por los dólares que les permitirían pensar en un futuro que
parecía sin horizontes?
Un poco de identidad, otro poco de pertenencia, seguridad, tranquilidad y
esperanza a aquellos que reclamaban libertad frente a las políticas de encierro
durante la cuarentena. Aquel sector de la sociedad cuyas condiciones materia-
les de existencia se encontraban y encuentran profundamente afectadas con un
estado de vulnerabilidad que los convirtió en el blanco perfecto del “rockstar”
disruptivo y revolucionario que los guiaría a través de la apolítica.
Aunque sus consignas no abordan la matriz subyacente de desigualdad, ni la
distribución de ingresos, ni verdadera libertad, y tampoco amenazan los intere-
ses de los sectores más acomodados y mucho menos el reclamo de atención en
salud mental, muchos de ellos se vieron “atrapados” en el camino de la liberad
de Milei.
Como diría Mark Fisher, “la cancelación del futuro ha sido acompañada por
una deflación de expectativas”.
Recurrieron a discursos que promovían la libertad como solución a sus pre-
ocupaciones y malestar. El discurso libertario, que enfatiza la limitación de la
intervención gubernamental en la vida de las personas y la promoción de la liber-
tad individual, ganó terreno especialmente en los jóvenes y más vulnerables. La
búsqueda de la libertad, en su forma más simplista, se convirtió en una respuesta
a la sensación de restricción que la pandemia había impuesto a la vida cotidiana.
Todo ello sin tener en cuenta que la salud mental es un componente integral
del bienestar de una sociedad y no puede ser pasada por alto. No debe reducirse
a la búsqueda de libertad individual ya que es fundamental que el Estado des-
empeñe un papel protagónico en la contención, el apoyo y la promoción de la
salud mental de la población. En la que la provisión de servicios sea accesible,
en la que se acentúe la importancia del cuidado emocional y la implementación
de políticas que aborden las desigualdades sociales que contribuyen al deterioro
de la misma.
La pandemia ha resaltado la necesidad de prestar una atención seria a la salud
mental en la sociedad actual. El deterioro experimentado por muchos, en especial
los jóvenes, ha llevado a la búsqueda de soluciones, como el discurso neoliberal,
que enfatiza la libertad individual. No obstante, es crucial recordar que la salud
mental es un derecho fundamental que debe ser respaldado por el Estado y la so-
ciedad en su conjunto, a través de políticas concretas y acciones que promuevan
un bienestar emocional sostenible para todos.
El tratamiento individual es indispensable, pero la intervención de la proble-
mática desde el Estado y lo colectivo es fundamental. Un acontecimiento mun-
dial, inesperado, un trauma colectivo debe enfrentarse de manera colectiva.
No hay salud sin salud mental y no hay salud mental sin inclusión social.
El Estado debe continuar y reforzar la promoción y protección de la salud
mental ya que sus efectos perduran en la sociedad. Es una prioridad trabajar
en políticas sostenibles y estrategias a corto, mediano y largo plazo para abor-
dar los problemas y consecuencias de la pandemia y la crisis socioeconómica.
La colaboración entre el sector público y organizaciones no gubernamentales es
esencial para garantizar necesidades de toda la población para que sean atendidas
de manera efectiva.
Es crucial reactivar a la memoria histórica para recuperar esos futuros perdi-
dos. Escapar de la temporalidad detenida en la que se vivió (y que aún persiste)
para revitalizar el compromiso político y la construcción de una visión de futuro
más sólida. Reinventar la solidaridad, la confianza y la proyección a largo plazo
en un contexto tan desafiante y complejo.

157
CAPÍTULO 10

Javier Milei a través de la lupa de la opinión pública


por Ana Monsell, Santiago Giorgetta y Manuel Zunino

Climas de época: cambiemos, saquemos, probemos

Llamar época a un periodo presidencial de cuatro años es demasiado, pero en un


mundo en el que, como señala Bauman142 el tiempo se redujo a cero y la veloci-
dad creciente imprime su vértigo a la realidad, tiene algo de sentido.
En todo caso, para ser cautos, siguiendo a Mora y Araujo143 podemos hablar de
ciertos “estados de la opinión pública” que resultan tanto de acciones realizadas
con una finalidad estratégica como de acciones cotidianas algo más espontáneas.
Hay actores que tienen mayor capacidad de imponer sus encuadres sobre la
realidad, generando conversación y climas propicios para cumplir sus objetivos.
Por lo tanto, se vuelve relevante explorar cómo se construyen o configuran
esos climas de opinión y en qué condiciones resultan efectivos al hacer juego o
reavivar percepciones prexistentes en los actores individuales.
Así como en la campaña presidencial de 2015 se impuso el significante “cam-
biemos”, en 2019 “saquemos” (a Mauricio Macri), este año -de acuerdo con lo
que registramos en nuestros estudios- el significante que predominó las semanas
previas y posteriores a las PASO fue “probemos”.
Los votantes de Javier Milei creen que “sabe de lo que habla” y que es “dis-
tinto” (antes que nuevo). Pero no tienen total confianza en que pueda cumplir su
promesa, y si llega, serán los primeros en exigir resultados. En una sociedad con
muchos problemas y poca paciencia, ¿cuánto tiempo tiene hasta empezar a ser
considerado un integrante más de “la casta”?
La intención de este capítulo es buscar algunas pistas en los registros de opi-
nión pública, para comprender cómo es percibido Milei por la sociedad, qué
atributos positivos y negativos lo definen, por qué lo eligieron los que lo hicieron
y qué esperan de él.

Agilidad y espacios vacíos: algunas razones del triunfo de Milei en las PASO

Los espacios vacíos tienden a ocuparse y los ágiles tienen más posibilidades que
los fuertes de sacar ventaja. Estas dos premisas se cumplieron el 13 de agosto.
Un ligero Milei, corriendo desde atrás, le ganó de mano a las toscas estructuras
de las coaliciones.
Si observamos los movimientos de los meses anteriores a los comicios, pode-
mos detectar que lo sorpresivo de su victoria en las PASO no indica una situación
azarosa.

142
Bauman, Zygmunt. La globalización, consecuencias humanas. FCE, 1998
143
Mora y Araujo, Manuel. El poder de la conversación T1. La Crujía, 2012

159
Quien nomina domina. Milei tuvo el acierto de construir un encuadre efec-
tivo que lo diferenció del resto. A partir de allí, se blindó frente a los comenta-
rios del periodismo, los consultores, y demás actores de la política. En lugar de
hacerle daño, el ataque continuo de lo que denominó “la casta” lo fortalece. Su
problema no es lo que digan de él, sino hasta qué punto extremo puede llegar
con sus ideas y las contradicciones a las que se exponen sus promesas de cam-
paña desenfrenadas.
Ocupó un espacio vacío. Aprovechó el contexto (recuerdo oscuro del gobier-
no anterior y presente tormentoso) y pudo expresar con mayor precisión, que
Juntos por el Cambio la pulsión del votante opositor. Mientras Patricia Bullrich y
Horacio Rodríguez Larreta, competían por ofrecer una idea desgastada de orden
proyectada como represión, Milei se embanderó en significantes vacíos: casta,
dolarización y libertad como señuelos endosados por sus votantes con significa-
dos profundos y emocionales, y se apropió de un valor en alza, el cambio.
Fue más determinante la experiencia que las ideas. Lo concreto y lo cotidiano
primaron sobre lo ideológico. Frente a la crisis económica y la percepción de
falta de acción por parte del gobierno, se ha creado una sensación de vacío de
poder y malestar entre la población.
En este marco la búsqueda y encuentro con un líder mesiánico se vuelve rele-
vante debido a la perdida de sentido. Un clásico fenómeno de masa, idealización
de un líder que implica alienación y pérdida de capacidad crítica, se atienen a su
discurso sin cuestionarlo y hasta lo justifican.
Es común escuchar a sus votantes decir : “Hay cosas de Milei que se sacan
de contexto, como lo de la venta de órganos que hablaba de algo desde un punto
filosófico no aplicable en sociedad”, “es loco pero muy inteligente y la gente
inteligente es exagerada, extremista, y la mente de la gente inteligente anda mas
rápido”. Frente a la crisis de la democracia representativa144, surge quien cataliza
la insatisfacción con un sistema que no da respuesta a problemas relacionados
principalmente con el vínculo ingresos/costo de vida, y que, a diferencia del res-
to, propuso una salida con anterioridad al inicio de la campaña.
Entre tanta desconexión conectó. Quien vea en sus votantes pura bronca se
equivoca. Los votantes de Milei comparten un elemento unificador: saben lo que
no desean, lo que no quieren. Han experimentado desatención en los últimos dos
gobiernos, sus vidas en el mejor de los casos no mejoraron y se sintieron parti-
cularmente ignorados.
Si bien el pedido de ser escuchados es mayoritario y trasversal entre electores
de distintos signos, en este grupo se evidencia y agrega la ausencia de un espacio
que les brinde identidad, pertenencia, seguridad, tranquilidad y esperanza.
En sus demandas predominan la necesidad de combatir la inflación, mejorar
los salarios y, sobre todo, ser escuchados. Su descontento y enojo, capaces de
atenuarse solo si se les concede el lugar que merecen, potencian la conexión.
Este sentimiento poderoso subestimado por la política, como si las emociones
no existieran, aunque la inclusión y la identificación efectivas siempre pueden
ser un bálsamo. Es aquí donde Milei entra en juego, atrayendo a aquellos des-
provistos de horizonte, carentes de grupos de pertenencia, anhelantes de cambios
inmediatos, impulsados por deseos individualistas y meritocráticos.
144
https://www.latinobarometro.org/lat.jsp
Entonces, mientras las dos coaliciones acusaban al electorado de haber caído
en la apatía, Milei buscó encarnar el ánimo social, conforme a su imagen de re-
belde, disruptivo y revolucionario guiando a través de la anti-política.
En una primera etapa ganó la atención desde el descontento, representando
la figura del verdugo (que cuanto más “loco” más eficiente y brutal en su come-
tido), pero más tarde logró adherir narrativamente una meta relacionada con la
posibilidad de un futuro (incierto) pero potencialmente mejor.
Generó épica y entusiasmo colectivo. Hábilmente articuló la rabia y el sen-
timiento de desamparo en sus seguidores. Su atractivo deriva no tanto de sus
ideas, sino de las emociones que proyecta.
En contextos en que el voto se siente más de lo que se piensa145, fue quizás el
único que planteó la campaña como una experiencia atractiva para sus votantes.
Invitó a dar una batalla, y conformó un nosotros (aunque difuso, blando, transito-
rio) frente a “los privilegios de la casta” y los congregó en busca de una hazaña.

¿Nuestra sociedad se ha derechizado?

A una velocidad récord propia del tiempo en que vivimos, se generó en los años
recientes un consenso casi total sobre la idea que podría resumirse en la siguiente
premisa: “nuestra sociedad se ha derechizado” y que “se trata de un fenómeno
global”, lo que da la impresión de que se encuentra fuera de nuestro dominio y
posibilidades de acción.
Javier Milei vendría a encarnar ese fenómeno y sería quien con su centralidad
mediática y competitividad electoral comprueba la tesis.
Sin embargo, que la oferta política se haya derechizado no define linealmente
al electorado, aunque sin dudas tiene efectos performativos sobre él.
La forma que adquiere para la política ese sujeto complejo e híbrido que es el
electorado, se torna definitoria para establecer sus estrategias de comunicación.
Esa imagen que se construye en simultaneo y de muchas maneras (encuestas,
grupos focales, análisis, preguntas de periodistas, conversaciones privadas entre
los actores, etc.) tiene como resultado delimitar las agendas políticas, el tono de
la discusión, los temas de los que se debe (y puede) debatir y los que no poseen
tanta relevancia, así como las palabras y las ideas que se repetirán hasta el can-
sancio. En la actual campaña, por ejemplo, uno de los grandes ejes es “orden”.
A grandes rasgos podemos observar que, así como en 2015 predominó la idea
“la sociedad quiere un cambio” y en 2019 “la sociedad reclama moderación”, en
la actualidad se impuso como signo que “la sociedad se derechizó”.
Al final, ya no importa si la imagen que se hace la política de los votantes
coincide con la realidad, porque está flotando en el aire y los jugadores actúan
como si lo fuera. Su eficacia consiste en modelar el juego, definir los marcos de
interpretación, acción y decisión, que en cada campaña electoral se activan y son
percibidos como aceptables y exitosos.

145
Más allá de la racionalidad, de las demandas tangibles y de las circunstancias presentes, el voto
fluye con mayor impulso por las corrientes emocionales e inconscientes.

161
A esta idea de la derechización prosiguió un diagnóstico compartido repetido
al unísono y presentado también con la fuerza de una tendencia global e irrever-
sible: “la sociedad está desconectada, desinteresada, apática”.
Así, muchos dirigentes parecieran satisfechos (o impotentes) con cargar la
responsabilidad sobre ese otro difícil de descifrar y conformarse con disputar
algunos segundos de su atención mediante golpes de efectos, tik-toks y spots
descontracturados.
Respecto al debate sobre la “derechización” recomendamos leer, entre otros,
los últimos informes de Pulsar UBA146 o del Observatorio Social de la Universi-
dad de La Matanza147.
Ambos dan cuenta de un electorado complejo, paradójico y difícil de encasi-
llar, en el que se combinan giros conservadores con un arraigamiento de princi-
pios progresistas y un profundo sentimiento democrático. Un electorado que en
su mayoría no demanda menos Estado, sino un Estado mejor que atienda más y
de mayores respuestas.
Entonces, puede que la sociedad no se haya “derechizado” o que estemos bajo
un efecto sinécdoque confundiendo una parte con el todo. Pero la política termi-
na asumiendo ese encuadre como válido y definiendo en consecuencia su oferta,
contenidos y formas para intentar acercarse a un electorado, que para su sorpresa
cada vez se distancia más.
¿Será entonces, que la derechización discursiva de la clase política es la que
genera apatía? Y en cambio, como planteamos en los apartados anteriores, más
que tratarse de una coincidencia con las ideas de Milei (las cuales en muchos ca-
sos no entienden o ni siquiera conocen), el clima de opinión mezcla resignación y
esperanza en la clave de “probemos” y reclama que la política esboce soluciones.

La estructura y composición del voto de Milei

A diferencia de procesos electorales anteriores, las características demográficas


indican con un alto nivel de certeza probabilidad de voto y presentan cortes sig-
nificativos para segmentar a los votantes.
En términos etarios, se observa una diferencia muy marcada: en el grupo de
16 a 34 años predomina Javier Milei, en el grupo de 35 a 54 años Sergio Massa
y entre quienes tienen 55 años o más la que gana es Bullrich.

146
https://pulsar.uba.ar/creencias-sociales/
147
https://observatoriosocial.unlam.edu.ar/general/cuestionario-sobre-confianza-en-instituciones/
En cuanto a los jóvenes seguidores de Milei, observamos que, más allá del
lugar que encuentran frente a la crisis de representación y la búsqueda de solucio-
nes “inmediatas” a través de propuestas diferentes, se produce en ellos un fenó-
meno rupturista significativo. Se presenta una diferencia significativa respecto al
pasado, en donde los padres, la familia, solían desempeñar un papel relevante en
la transmisión de valores, normas y creencias, especialmente en asuntos políticos
y se votaba muchas veces según la tradición política familiar, la influencia en la
formación de identidades políticas.
Este cambio va de la mano con el espíritu de la época. Muchos jóvenes desa-
fían las normas y valores establecidos sin tener en cuenta la historia transmitida.
“Caída del padre”, en el sentido de que la influencia y autoridad se han debilitado
en comparación a generaciones anteriores. Entonces, adoptan actitudes disrupti-
vas y encuentran en Milei un referente perfecto que encarna esas características.
Por otra parte, el voto de Milei tiende a estar masculinizado, marcando una
diferencia promedio de 6 hombres y 4 mujeres cada 10 votantes. Este es uno de
los obstáculos que se le presento a La Libertad Avanza. Se trata de una fuerza con

163
menor apoyo del voto femenino, en parte debido al discurso violento y machista
del libertario, pero también a que Milei siempre negó que exista la brecha salarial
de género como así también la violencia de género148.

Ahora, el apoyo a Javier Milei por nivel educativo (como aproximado del
nivel socio-económico) marca una tendencia clara en niveles medio-bajos, en los
que compite con Sergio Massa y se diferencian de Patricia Bullrich, que crece en
apoyos a mayor nivel educativo.
La tendencia favorable a Javier Milei en los sectores sociales de menores re-
cursos se verifica en su performance en las PASO tanto en la Ciudad como en la
Provincia de Buenos Aires. En el primer caso se impuso hacia el sur de la Ciudad
y en el segundo caso hacia el segundo y tercer cordón del Gran Buenos Aires.

148
https://www.newsweek.com.ar/opinion/por-que-el-voto-femenino-es-el-principal-obstaculo-para-
que-milei-gane-en-primera-vuelta/
¿Cómo vemos a Javier Milei?

Sabemos que un mismo objeto puede ser visto de formas muy distintas y hasta
diametralmente opuestas, según el punto de vista del observador.
La atracción hacia Javier Milei puede entenderse principalmente porque es
quien representa una imagen de agente de cambio y renovación en un contexto
de desconfianza y escepticismo hacia la clase política tradicional.
Sus votantes no necesariamente acuerdan con todo, sino que eligen selectiva-
mente algunos puntos de su enfoque, su apoyo, que son anteriores y más potentes
que la mera ideología política.
Milei supo capitalizar el descontento, el malestar subjetivo. Su estilo de-
safiante, transparente y osado parece resonar en un público que busca lideres
auténticos.
Su particularidad radica no solo en el rechazo a la política sino en enfatizar la
idea de libertad individual sin responsabilidad social. Sin embargo, las dudas so-
bre su capacidad para gobernar y la falta de estructura política pueden ser reflejos

165
de la necesidad de una figura ya establecida. La contracara entre fortalezas y debi-
lidades refleja la complejidad de las dinámicas psicosociales y políticas en juego.
A pesar de su relativo desconocimiento, consideran que sus propuestas, espe-
cialmente aquellas relacionadas con la economía: “su profundo conocimiento”
(como dicen en los grupos focales), le otorgaría una sólida base para abordar
cuestiones económicas y financieras. Es el principal motor ya que ven en él un
faro de estabilidad, incluso les trae recuerdos (confusos) de tiempos que a la
distancia les parecen mejores.
Los seduce además la propuesta en educación ya que las consideran distin-
tas, con un enfoque innovador: “permitiría igualdad de oportunidades”. Y el ser
“desequilibrado” pero a la vez “sincero” y dispuesto a expresar sin reservas lo
que piensa: “es como un auto, a algún lado te lleva, es un auto honesto, porque
cuando tiene un ruidito te lo dice al toque, tiene un sensor que te va marcando
las cosas” genera aún mayor empatía.
Si bien muestran cierto reparo con carácter impredecible y tono inapropiado,
por la falta de un plan claro, de experiencia y estructura para la implementación
de sus propuestas, su decisión y sensibilidad -reflejada en su amor por los perros-
lo humaniza y los acerca.
Como contracara, aquellos que afirman que no lo votarían, lo ven desconectado
de la realidad. Consideran que su enfoque económico puede ser caótico, riesgoso
y encuentran sus propuestas poco claras. Les disgusta su estilo de comunicación
agresiva, su falta de experiencia política, así como la ausencia de estructura sólida
detrás de él. Sin embargo, reconocen que representa una ruptura con lo estable-
cido, con aquellos que también los decepcionaron, y que encarna la frustración y
enojo de muchos, lo que de alguna manera suscita intriga y atractivo.
Esta dualidad de percepciones resalta la complejidad de su figura y de la co-
yuntura. En un contexto en el que se exacerbo la desigualdad en términos so-
cio-económicos149 y predomina la incertidumbre sobre el futuro, el rechazo a la
política se convirtió en la fuerza, el estímulo que unificó y moldeó una identidad
radical.

Libertad, igualdad, fraternidad


¿Qué quieren decir
con eso de la libertad?
Usted se puede morir,
eso es cuestión de salud,
pero no quiera saber
lo que le cuesta un ataúd.
Alfredo Zitarrosa

¿Cuáles son los valores, las pasiones y necesidades que llevan a elegir uno u otro
candidato?

149
https://centrocifra.org.ar/informe-de-coyuntura-n-41/
En el escenario de la política nacional surgieron nuevas figuras que se autode-
nominan “libertarios”, aspirando a desplazar aún más el centro de atención hacia
un enfoque que propone ideas más radicales en términos de liberalismo.
Muchas preguntas surgen frente a la conmoción de los fundamentos de-
mocráticos instituidos en 1983. Porque más allá de las razones que pue-
dan explicar y justificar la decisión de un grupo sin dudas heterogéneo
del electorado, es la primera vez que un candidato con un discurso que
promueve la violencia política y social, que reivindica la dictadura mili-
tar, tiene altas posibilidades de llegar a través del voto a ser presidente.
Desde la Revolución Francesa, la noción de libertad se ha erigido como uno
de los valores fundamentales en la esfera política. Sin embargo, ¿qué significa
realmente la libertad?, ¿Qué implica realmente ser libre?, ¿Cómo se relaciona
con la justicia?, ¿De qué libertad habla Milei?
La libertad individual se considera un valor supremo y se aboga por limitar la
intervención del Estado en la vida de las personas. Sin embargo, la libertad tiene
sus límites, incluso los partidos más liberales dejan supeditada la libertad a la
justicia para evitar explotación y desigualdad.
Así entonces, definir la justicia, especialmente la justicia social, es un tema
que nos interpela. La justicia social implica dar a cada uno lo que le corresponde,
pero ¿Qué es lo que corresponde?
La justicia social se ve afectada por las desigualdades iniciales en la sociedad.
Cuando algunos individuos comienzan con ventaja debido a la herencia, el lugar
en el que nacieron, la igualdad se desdibuja. En este contexto, la justicia social
implica una corrección de estas disparidades iniciales para garantizar que todos
tengan igualdad de oportunidades.
¿Qué quedó rechazado, excluido, desoído, para ser recogido por el discurso
del neoliberalismo con tanto éxito?
Pobreza, exclusión y vulnerabilidad social de grandes sectores de la población
dejaron el campo fértil para que la tentación se vuelva probabilidad. En este con-
texto la figura de Milei encarno propuestas ilusorias incitando al individualismo
y “la libertad” que solo garantizan destrucción y desigualdad.
En los discursos que respaldan a Milei, se puede identificar una fuerte necesi-
dad de líderes con autoridad sin prestar tanta atención a sus propuestas políticas
específicas. Se manifiesta un anhelo de encontrar a alguien que personifique el
liderazgo y sea capaz de ofrecer soluciones y esperanza en medio de un contexto
que se percibe como potencialmente catastrófico.
Aquí Milei, con la agresividad latente en su discurso refleja la furia, la indig-
nación y el resentimiento que lo caracterizan y se presenta como una defensa apa-
sionada de la libertad, en particular la libertad económica. Aboga por una mínima
intervención estatal y la eliminación de regulaciones. Atrae a aquellos que anhe-
lan cambios inmediatos impulsados por deseos meritocráticos e individualistas.
Pero para Milei los límites no existen, la ley carece de autoridad. Parece creer
que puede imponer su propia visión de la legalidad y así promueve una libertad
desprovista de normativas en la que el fin es la barbarie, el desorden y la des-
trucción.
Su visión se asemeja a una suerte de “darwinismo económico” en la que se

167
sostiene que la competencia desenfrenada y la supervivencia del más apto con-
ducirán al progreso y la prosperidad. Sin embargo, es crucial considerar si este
enfoque de “libertad” sin restricciones encaja realmente con los principios de
igualdad y fraternidad fundamentales en una sociedad justa.
Javier Milei repite como un credo una definición de libertad que socava la
patria y perjudica a la sociedad queriendo representar la idea de “libertad adoles-
cente”, bandera en donde la elección por la apertura e interacción con el mundo
son pilares.
Milei representa un enfoque anarcocapitalista que defiende la propiedad pri-
vada pero no la intervención estatal, lo que podría llevar a la necesidad de recu-
rrir a la violencia para proteger la propiedad privada, lo que irónicamente pone
en riesgo lo que se pretende proteger.
Personifica un modelo de estado que no tiene su propia moneda y que introdu-
ce un nuevo paradigma político en el que los más poderosos pueden derrumbar
las oportunidades de progreso sin un árbitro que haga cumplir las leyes, perjudi-
cando así a la población.
Este enfoque podría resultar en la pérdida de derechos laborales, la falta de ac-
ceso a educación pública, atención médica gratuita, seguridad y viviendas dignas.
Enfrenta a la sociedad con la cuestión moral de olvidar los crímenes de lesa
humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar.
La pregunta es por el estatuto, el lugar de la libertad.
Desde la Revolución francesa “libertad, igualdad, fraternidad” son represen-
tantes de valores fundamentales, que juntos, conforman un equilibrio necesario
en cualquier sociedad democrática.
La libertad es esencial pero no puede existir en un vacío. Son necesarias la
igualdad, fraternidad y justicia para garantizar que todas las personas tengan la
oportunidad de ejercer sus derechos y vivir una vida digna.
Cabe preguntarse ¿Qué entienden sus seguidores por libertad? Para algunos
la promesa de autonomía individual y oportunidades sin restricciones. Pero es
esencial reconocer que “la verdadera” libertad debe estar mediada por la ley y
la justicia para evitar que se convierta en una herramienta para la desigualdad.
Así, la justicia social y la igualdad de oportunidades se erigen como desafíos
claves en la búsqueda de una sociedad más justa y libre. Comprender la relación
entre libertad y justicia es esencial para forjar políticas y sistemas que aborden
las desigualdades y promuevan un mundo más equitativo.
Como dijo el religioso francés del siglo XIX Henri Lacordaire: “entre el fuerte
y el débil, entre el rico y el pobre, entre el amo y el servidor, es la libertad la que
oprime y la ley la que libera”

“No sabemos qué sorpresas nos deparará el pasado.” (Pascal Quignard)

Sumergidos en lo vertiginoso, el presente es todo, la inmediatez es la norma. La


búsqueda de satisfacción de necesidades se teje con la rapidez y eficiencia del
ahora. La singularidad y el individualismo se erigen como pilares fundamentales.
Y el tiempo, que el reloj no puede apresar, genera la percepción de movimien-
tos, transcurre sin detención en una dimensión imaginaria de desacomodación
respecto del tiempo cronológico. Un tiempo en donde no tener historia parece ser
el capital político de actores como Milei.
¿Cómo pasamos de intentar minimizar y justificar la tentativa de homicidio
a Cristina Kirchner diciendo que el perpetrador era un loco suelto, a romantizar
la idea de la locura sosteniendo que Milei sería un loco que si tiene éxito se con-
vierte en un genio?
¿Qué paso con la memoria, la historia y el tiempo que, aunque fugaz, permi-
te que más allá del esfuerzo por negar historia aparecen y se signifique de otra
manera?
Puede haber historia sin memoria, aunque no hay memoria sin historia.
Aunque vivamos en una época en donde algunos valoran la inmediatez y nie-
gan el pasado, incluso aprecian su ausencia, siempre hay elementos que emergen
en el presente y se reinterpretan en función de perspectivas futuras.
Vivir en “el país de no me acuerdo”150 inexorablemente conduce a dar un paso
hacia el desconcierto y perderse. En el lugar de este desencuentro, la memoria y
el pasado, a pesar de nuestros esfuerzos por suprimirlos, siempre logran hacerse
presentes y moldear nuestra visión del futuro.
Argentina ha atravesado periodos de turbulencia política y social en su his-
toria. La memoria colectiva de estos eventos ha influido en la identidad del país
y en la forma en que se abordan los temas políticos y sociales en la actualidad.
El discurso político juega un papel importante en la construcción de la narra-
tiva histórica en la forma en que se comprende los acontecimientos pasados. Y
aunque se quiera recurrir a la retórica que busca influir en la memoria colectiva
y percepción del tiempo histórico, aunque se quiera negar, la memoria siempre
ocupara un privilegiado y valioso lugar que puede anticipar y prevenir el sufri-
miento y la tragedia.
Resignificar la historia es algo que siempre sucede invariablemente y para ello
no hay negación que valga.

150
https://www.letras.com/maria-elena-walsh/en-el-pais-de-nomeacuerdo/

169
AUTORES/AS

Amado Boudou | Economista y político argentino. Fue Vicepresidente de la Re-


pública Argentina (2011-2015), Ministro de Economía (2009-2011) y Director
del ANSES (2008-2009) .

Artemio López | Director general de la consultora Equis. Autor de más de 500


investigaciones sobre mercado de trabajo, distribución del ingreso, pobreza y
consumo, publicadas en diversos libros, revistas especializadas y periódicos na-
cionales e internacionales.

Rocco Carbone | Dr. en Filosofía por la Universität de Zürich, Suiza. Trabajador


del CONICET y de la Universidad Nacional de Quilmes. Se ocupa de literatura
argentina y teoría del poder criminal.

Carla Pelliza | Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA). Periodista.

Mariano Fraschini | Doctor en Ciencia Política, docente de la UBA y FLACSO.


Es director del Observatorio de Liderazgo Político en América Latina.

Roberto Marafioti | Profesor universitario de grado y postgrado en Universi-


dades Nacionales e Internacionales. Semiólogo. Analista del discurso político.

Natalia Salvo | Abogada Laboralista, docente Universitaria en UBA y UNPAZ.


Asesora sindical, presidenta de la Corriente de Abogados Laboralistas 7 de Julio.

Nicolás Tereschuk | Politólogo (UBA), docente de grado y posgrado en la UBA


y Flacso Argentina. Actualmente se desempeña como director nacional de Rela-
ciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la República
Argentina.

Abelardo Vitale | Comunicador (UBA) y docente de posgrado en Comunicación


Política (FSoc/UBA). En la actualidad es Subsecretario de Contenidos Públi-
cos en la Secretaría de Medios de la Nación. Profesor universitario de grado
y postgrado en universidades nacionales e internacionales. Semiólogo. Analista
del discurso político.

Moira Goldenhörn | Abogada feminista especializada en técnica legislativa y


políticas públicas, docente e investigadora en Sociología Jurídica.

Ana Monsell | Psicologa (UBA). Analista cualitativa Consultora Proyección.

Manuel Zunino y Santiago Giorgetta | Directores de la Consultora Proyección.


ÍNDICE

7 PRÓLOGO
El retorno del Economista. Amado Boudou
13 CAPÍTULO 1
De Bolsonaro a Milei. El giro al centro de los populismos en Brasil y
Argentina. Artemio López
33 CAPÍTULO 2
Barrani. Anatomía del fascismo. Rocco Carbone
53 CAPÍTULO 3
Una campaña sentimental. Carla Pelliza
67 CAPÍTULO 4
El liderazgo de Javier Milei ¿Un oasis en el archipiélago sudamerica-
no?. Mariano Fraschini
103 CAPÍTULO 5
¿Quiénes vamos a ser?. Roberto Marafioti
125 CAPÍTULO 6
El plan judicial de Libertad Avanza. El retorno del Partido Militar y el
terrorismo económico. Natalia Salvo
135 CAPÍTULO 7
Derecha radical en la Argentina: Qué hacer. Nicolás Tereschuk y Abe-
lardo Vitale
143 CAPÍTULO 8
No dejes que esto suceda (Laissez ne faire pas). Moira Goldenhörn
153 CAPÍTULO 9
En busca del tiempo perdido. Ana Monsell
159 CAPÍTULO 10
Javier Milei a través de la lupa de la opinión pública. Ana Monsell,
Santiago Giorgetta y Manuel Zunino

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