Manual Del Terror

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Traducción del neerlandés de

Gonzalo Fernández Gómez

Las Tres Edades


Índice

1 El arte del terror 11

2 Vampiros 17

3 Hombres lobo 44

4 Fantasmas 62

5 Zombis 85

6 Brujas 95

7 Monstruos 111

8 Películas de terror 129

9 Tres novelas clásicas de terror 151

10 Libros de terror juveniles 163

11 Para terminar 171

Bibliografía 173

Índice de términos 177


A Richard van de Waarsenburg, mi primer editor,
que me dio la oportunidad de escribir este libro
P. V. L.

A Théa
A. S.
1
El arte
del terror

No nos andemos con rodeos: si has comprado este libro


—o te lo han prestado o lo has robado— es porque te gus-
tan las historias de terror. Y eso no tiene nada de malo. No
eres el único al que le gusta estremecerse de miedo. Des-
de que el mundo es mundo circulan entre los hombres
todo tipo de narraciones escalofriantes. Uno casi diría que
no podemos vivir sin ellas. (Por cierto, si has robado el
libro, yo que tú lo devolvería inmediatamente, porque si
no, un viejo amigo mío —un hombre lobo con muy malas
pulgas— va a ir a por ti una de estas noches).

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Si buscas la palabra «terror» en el Diccionario de la Real
Academia, verás que lo definen como «miedo muy inten-
so». Pero lo que no dicen es que con el terror también te
lo puedes pasar en grande, por ejemplo, cuando lees un
libro o ves una película de miedo. Porque las historias de
terror pueden disfrutarse en la cama o en un sofá, donde
sabes que estás seguro y no puede pasarte nada. Eso es
lo bueno. Y si la cosa se pone demasiado aterradora, bas-
ta con taparse los ojos o cerrar el libro y meterse debajo
de las sábanas. Lo peor que te puede pasar es que luego
tengas una pesadilla, pero ese es un precio que merece
la pena pagar por una buena historia de terror. Y al día
siguiente, por supuesto, volverás a coger el libro, porque
no querrás quedarte sin saber qué ocurre con los protago-
nistas.

El horror es un arte. Lo digo en serio. Piensa por ejemplo


en Juan Sin Miedo, un cuento tradicional recuperado por
los hermanos Grimm en el siglo XIX. El protagonista de la
historia es un niño un poco gordo que no pilla lo del arte
del terror y emprende un viaje para descubrir qué es el
miedo y qué se siente cuando se tienen escalofríos de puro
pánico. Pero incluso después de pasar tres noches en un
castillo encantado, Juan sigue sin comprender qué es eso
del miedo. En vista de su valor, el rey lo elige para casarse
con su hija, a lo que él accede con mucho gusto. Al cabo
de un tiempo, la princesa, harta de oír sus lamentos por
no ser capaz de sufrir escalofríos, le echa encima un cubo
de agua fría lleno de pececillos mientras duerme. Juan se
despierta sobresaltado y exclama: «Pero, cariño, ¿qué sig-
nifica esto? ¡Estoy tiritando! ¡Tengo escalofríos! Por fin sé
lo que es estremecerse de miedo». Juan no cabía en sí de
gozo. De modo que ya lo ves: el terror es un arte que no

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todo el mundo domina. Así que si sabes estremecerte de
miedo, está claro que tienes más de dos dedos de frente.

Una de las principales características de las historias de


terror es que en ellas ocurren cosas imposibles en el mun-
do real. Los muertos salen de sus tumbas y las manos
cortadas cobran vida. Podrías llamarlo una realidad al-
ternativa, una realidad paralela en la que todo es posible.
Quien diga que no le gustan las historias de terror no sabe
lo que se pierde.
Piensa por ejemplo en los vampiros, los hombres lobo,
las brujas, los fantasmas, los monstruos y los zombis. Las
leyendas sobre este tipo de criaturas son de todos los
tiempos. En este libro encontrarás información sobre su
origen, sus hábitos, las formas que adoptan, cómo luchar
contra ellas y otras muchas cosas. Todas las criaturas de
las que vamos a hablar guar-
dan relación entre sí. Este
Manual del terror es como un
álbum de familia. Sin esta fa-
milia de seres terroríficos, la
vida y los libros serían mu-
cho más aburridos. Porque,
aunque sabemos que todo
es pura fantasía, son un gran
estímulo para nuestra imagi-
nación.

Pero el arte del terror consiste precisamente en hacer du-


rante un rato como si todo fuera auténtico. Usando la ima-
ginación, las historias de miedo pueden ser tan terroríficas
como tú quieras. Para quien no tiene fantasía, una suave
llamada a la puerta no es más que una suave llamada a la

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puerta. Pero para quien domina el arte del terror, esa lla-
mada puede significar algo muy distinto. ¿Quién acecha
al otro lado de la puerta? ¿Un vampiro? ¿Un monstruo
con ocho brazos? ¿Un hombre con un gancho de hierro?
¿El dentista? El buen artista del terror no dormirá tran-
quilo hasta que no sepa quién llama a la puerta. Quien
no entienda el arte del terror se meterá tranquilamente
en la cama a dormir, porque no tiene ningún miedo. Pero
una noche, mientras duerme plácidamente sin sospechar
nada, tal vez vengan los monstruos a por él...

En este Manual del terror encontrarás una amplia descrip-


ción de todas estas criaturas. A veces tienen hábitos co-
munes o incluso se parecen en algún rasgo físico. Y todas
ellas comparten al menos una cosa: siempre ha habido
narradores que cuentan sus historias para provocar esca-
lofríos a sus oyentes o lectores. Y siempre los habrá.
Observarás que la gran familia del terror puede divi-
dirse en dos grupos. Por un lado están las criaturas com-
pletamente inventadas, como los vampiros y los hombres
lobo, y por otro, las que existen o han existido de verdad,
como las brujas y los zombis. En cuanto a los fantasmas,
no sabemos con seguridad si existen o no. Hay gente que
afirma haber tenido apariciones, pero la mayoría de las
personas jamás los ha visto. Tú mismo puedes decidir si
quieres creer en ellos o no.

Además de ser un libro de consulta, este Manual del terror


también puede resultar útil si te sientes amenazado.
Por ejemplo, si notas que tu profesor tiene tanto pelo
en el pecho que empieza a asomar por encima del cuello
de la camisa, y si además observas que tiene las cejas muy
pobladas y unidas en el centro (caso crítico de unicejo), tal

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vez sea una buena idea leer
con calma el capítulo dedi-
cado a los hombres lobo. Y si
tu profesora está muy pálida
últimamente y te ha llamado
la atención que sus colmi-
llos parezcan cada día más
afilados, te recomiendo que
leas cuanto antes el capítulo
de los vampiros. Tal vez no
sea todavía demasiado tarde
para salvar el pellejo.
El libro está lleno de información sobre todas esas cria-
turas con las que tanto nos gusta pasar miedo en el mun-
do de la realidad alternativa, pero con las que esperamos
no encontrarnos en la vida real. Y, en cualquier caso, si
lees con atención este libro, sabrás cómo protegerte con-
tra ellas. Cuando lo hayas leído entero, podrás conside-
rarte un auténtico artista del terror.

Quiero darle las gracias a Eddy C. Bertin por su aporta-


ción al capítulo dedicado a las películas de terror. La can-
tidad de películas de este género es inabarcable, pero mu-
chas de ellas no tienen nada que ver con la parte divertida
del terror. Me refiero a todas esas películas morbosas y
sangrientas del género gore. Ese no es el tema de este li-
bro. Por eso no incluimos aquí películas con asesinos ar-
mados con sierras mecánicas y otros anormales, con esce-
nas en las que arrancan piernas y brazos por diversión y
arrojan cubos de sangre sobre la pantalla.
La mayoría de las películas que encontrarás en este li-
bro todavía están disponibles en DVD o Blu-ray, o en los
distintos servicios de vídeo en línea.

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También hay un capítulo con un amplio comentario
sobre tres novelas clásicas del género de terror: Frankens-
tein, Drácula y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. En
realidad, son libros escritos originalmente para adultos,
pero, puesto que son los precursores del género de terror
moderno, creo que deben figurar aquí. Muchas gracias
también a Jack Didden, que hizo la investigación sobre
estas tres obras y escribió ese capítulo.
Al final del manual encontrarás además una larga lista
de libros de terror recomendados. Algunos ya están des-
catalogados, pero los considero demasiado importantes
como para dejarlos fuera de la lista. Además, siempre
puedes buscarlos en la biblioteca o intentar conseguirlos
de segunda mano.

Y para terminar: disfruta de los escalofríos que te propor-


cionan las historias de terror, pero no olvides mirar debajo
de la cama antes de apagar la luz, porque nunca se sabe...

PAUL VAN LOON

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