Tema 3
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Tema 3
“De allí surge que la pretensión procesal administrativa constituye el objeto del proceso
administrativo. Así, la pretensión procesal es el objeto del proceso pues en torno a la
pretensión giran todos y cada uno de los acontecimientos del proceso: su iniciación, su
instrucción y su decisión. En su inicio, es fundamental el planteamiento claro de cuál o
cuáles son las pretensiones de las partes en juicio; en su instrucción, el proceso deberá
dirigir los alegatos y pruebas de las partes en torno a la procedencia y comprobación de esa
pretensión, y en su decisión, el proceso deberá ajustarse en un todo al principio de
congruencia y, por tanto, el juez contencioso administrativo deberá resolver sobre t odas las
cuestiones –ni más ni menos– que plantearon las partes, pero nunca podrá modificar la pretensión
formulada, pues la sentencia incurriría en el vicio de incongruencia. Asimismo, siendo la
pretensión el objeto del proceso, es evidente que su desaparición sobrevenida o bien su
satisfacción extraprocesal, dará lugar a la extinción del proceso judicial.
Ahora bien, ¿por qué analizar el contencioso administrativo como Derecho Procesal? No
ignoramos que tradicionalmente se ha entendido en nuestro ordenamiento jurídico, siguiendo
muy de cerca las bases del contencioso administrativo francés –ajeno, vale destacar, al origen y
naturaleza de nuestro sistema contencioso administrativo-, que el objeto del juicio contencioso
administrativo es el acto administrativo, es la actuación administrativa supuestamente lesiva que
se impugna, como anteriormente explicábamos. No obstante, en nuestra opinión, el contencioso
administrativo es Derecho Procesal por dos razones:
En primer lugar, por su carácter judicialita, en el sentido de que, en Venezuela, desde 1830, es
decir, desde nuestra primera Constitución como República independiente y desde el nacimiento
mismo del control jurisdiccional de los Poderes Públicos, el contencioso administrativo ha estado
inserto en el Poder judicial, nunca en el Poder Ejecutivo. Es, por ende, una jurisdicción judicial no
administrativa y por tanto le son aplicables y exigibles todos los principios generales del Dere-
cho Procesal y del proceso judicial .
En segundo lugar, porque la propia Constitución de 1961, y posteriormente la de 1999, por influjo
directo de la legislación española 26, realza la institución de la pretensión procesal como objeto
que caracteriza a los recursos contencioso-administrativo vos, al establecer enunciativamente las
pretensiones procedentes contra la Administración Pública.
Así, el artículo 259 de la Constitución venezolana de 1999, en idénticos términos a los del artículo
206 de la Constitución de 1961, reconoce la existencia de una jurisdicción contencioso
administrativa y otorga rango constitucional a dos vertientes de ésta: su vertiente orgánica,
cuando hace referencia a los tribunales a los que corresponde el ejercicio de las competencias
contencioso-administrativas; y su vertiente procesal, cuando hace referencia a las distintas
pretensiones que pueden plantear los particulares ante dichos tribunales: la nulidad de actos
administrativos generales y particulares; la condena al pago de sumas de dinero; la reparación de
daños originados en responsabilidad de la Administración; las reclamaciones por la prestación de
servicios públicos y, por último, el restablecimiento de las situaciones jurídicas lesionadas por la
actividad administrativa.
Ahora bien ¿cuáles son las pretensiones que pueden plantearse en el contencioso administrativo?
En el marco del proceso administrativo pueden plantearse todas las pretensiones que proceden en
Derecho Procesal: (i) constitutivas, entendidas como aquellas pretensiones mediante las cuales lo
que se pide del órgano jurisdiccional es la creación, modificación o extinción de una situación
jurídico-administrativa, entre las cuales la más destacada en la pretensión de nulidad; mero
declarativas, que serían aquellas mediante las cuales se pide al juez la declaración de existencia o
inexistencia de una situación jurídica, que en el marco del proceso administrativo se reflejaría en la
pretensión de interpretación de leyes, así como cualquier otra en la que se pretenda una
declaración de voluntad; y (iii) de condena, que han sido definidas, en el contexto contencioso
administrativo, como aquellas mediante las cuales el demandante pide al órgano jurisdiccional que
ordene a la Administración la realización de una determinada conducta 28, bien sean condenas de
hacer –frente a las abstenciones o inactividades de la Administración, condenas de no
hacer, frente a vías de hecho y condenas a dar, por ejemplo condenas al pago de sumas de dinero
como consecuencia de la responsabilidad contractual o extracontractual de la Administración; por
último, (iv) pretensiones ejecutivas, que conllevan una declaración de voluntad dirigida al órgano
judicial y formulada frente al ejecutado, a fin de que realice determinada
actuación concreta, para satisfacer un derecho ya declarado
cuya utilidad en el marco del contencioso administrativo sería la posibilidad de ejecución directa
de actos administrativos firmes en sede judicial, aunque no exista en nuestra legislación
un proceso acorde a dicha pretensión .
El análisis del tema de las pretensiones procesales admi nistrativas a la luz de la Ley Orgánica de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa venezolana en 2010 exige partir de
Una premisa fundamental: esta Ley no hizo referencia alguna a las pretensiones procesales
administrativas ni diseñó de los medios procesales desde la pretensión procesal, es decir, según
la naturaleza y características de las distintas pretensiones procedentes en el marco del proceso
administrativo. Solo en tres oportunidades se utiliza el término en todo el texto de la
Ley 39 . La Ley se fundamenta, al igual que lo hacían la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia y la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, en un sistema contencioso
impugnatorio, porque los medios procesales se determinan y regulan en torno al acto
administrativo y, en general, en torno a la actuación administrativa supuestamente lesiva, y no en
torno a la pretensión procesal.
Así, la Ley trae como supuesta innovación la reordenación de los medios procesales contencioso-
administrativos tradicionales en tres nuevos procesos: el de las demandas patrimoniales, el
procedimiento breve y el procedimiento común a los juicios de nulidad, controversias
administrativas y recursos de interpretación de leyes, no obstante, no pasa de ser una rea-
agrupación o simplificación en la cantidad de medios procesa les pero manteniendo la naturaleza
impugnatoria del proceso contencioso administrativo venezolano en el cual, se insiste, la
ordenación y tramitación del juicio gira en torno al acto administrativo, abstención administrativa,
contrato administrativo.
o vía de hecho lesivas y no en la pretensión procesal es decir, en la petición de las partes en juicio.
Tal esquema adjetivo resulta, en nuestro criterio, continuista respecto del sistema impugnatorio
tradicional del contencioso administrativo en Venezuela, separándose radicalmente del proyecto
que había incluso sido aprobado en primera discusión por el Parlamento Nacional en 2007 y que
aun durante el año 2009 fue sometido a discusión, proyecto que establecía una regulación
procesal fundada en la pretensión procesal y que ordenaba los medios procesales según la
naturaleza de ésta: en procedimiento ordinario, sumario y ejecutivo.