El Diácono en La Misa

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El diácono en la Misa

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the United States Conference of Catholic Bishops, "2010.

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El diácono en la Misa
Principios Generales
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El sacrificio eucarístico de la Misa es, ante todo, la acción de Cristo (IGMR 11) y del pueblo de
Dios por medio de la cual “los hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de Cristo, Hijo
de Dios en el Espíritu Santo” (IGMR 16), y los fieles se unen a Cristo en acción de gracias y “el
reconocimiento de las grandezas de Dios” (IGMR 78). La Misa es el "sacramento de unidad"
(IGMR 91-92) en el que los fieles son nutridos de la Mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de
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Cristo (IGMR 28) . Esta unidad se expresa sobre todo en la postura común, (IGMR 42) , en el
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canto comunitario (IGMR 47) , en un silencio reverente (IGMR 45, 56) , y compartiendo el
único pan y único cáliz (IGMR 83, 321). El Misal Romano supone que la liturgia dominical y de
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los días festivos ha de ser celebrada con cantos (IGMR 40, 115) , con un líder de canto, con
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uno o dos lectores (IGMR 109) , y con otros ministros laicos asistentes (IGMR 115). Se
supone también que todos los comulgantes presentes en la Misa, el sacerdote celebrante, el
diácono, los otros ministros y todos en la asamblea, comulgarán del pan y del vino
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consagrados durante esa misma Misa (IGMR 85, 281, 321) , al igual que lo hace el sacerdote
celebrante (IGMR 85, 243). Los libros litúrgicos, sobre todo los que utilizan el sacerdote
celebrante, el diácono, y los ministros deben ser bonitos y apropiados a la celebración (IGMR
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349) en lugar de ser hojas desechables o folletos.

Los principios fundamentales que explican el propósito de las distintas partes de la Misa se
hallan en el Capítulo II (IGMR 27-90); y este capítulo provee la base para las normas más
detalladas que se encuentran en el Capítulo IV (IGMR 112-287). Los Capítulos V (IGMR 288-
318) y VI (IGMR 319-351) presentan también los principios generales relativos al orden de los
muebles en la Iglesia y los requisitos para celebrar la Misa.

Las rúbricas del Misal Romano suponen que la celebración de la Misa tendrá lugar en una
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iglesia (IGMR 288) con un altar independiente (IGMR 299) , un ambón para la proclamación
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de la Palabra de Dios (IGMR 309) , y una sede presidencial utilizada por el sacerdote durante
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ciertos momentos de la celebración litúrgica (IGMR 310) . Aunque el tabernáculo puede
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hallarse en el santuario (IGMR 315b) , todas las rúbricas suponen que estará colocado en una
capilla separada puesto que las rúbricas no hacen ninguna referencia al tabernáculo cuando
describen las acciones del sacerdote y los otros ministros asistentes durante la Misa. Sin
embargo, si el tabernáculo se halla en el santuario, el sacerdote celebrante y todos los
ministros asistentes hacen una genuflexión a la Eucaristía reservada en el tabernáculo
solamente al entrar (al comenzar la Misa) y al salir (al terminar la Misa). Nadie debe hacer
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genuflexiones adicionales durante la celebración de la Misa (IGMR 274) .

Entre los que sirven en la celebración eucarística, después del presbítero, ocupa el primer lugar
el diácono en virtud de la sagrada ordenación recibida. Pues el sagrado Orden del diaconado,
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ya desde la antigua edad apostólica , ha gozado de gran honor en la Iglesia. En la Misa el
diácono tiene su parte propia: en el anuncio del Evangelio y a veces en la predicación de la
Palabra de Dios, en el decir la intenciones de la oración universal, en ayudar al sacerdote, en la
preparación del altar y en el servicio a la celebración del sacrificio, en distribuir a los fieles la
Eucaristía, sobre todo bajo la especie de vino, y en las eventuales moniciones sobre las
posturas corporales y acciones del pueblo (IGMR, 94).

La Misa Con un Diácono

Cuando un diácono está presente en la celebración de la Eucaristía, debe ejercer su ministerio


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llevando las vestiduras sagradas . El diácono:

1. Asiste al sacerdote y está siempre a su lado (a menos que lleve el Evangeliario en cuyo
caso va delante del sacerdote) ;

2. En el altar lo ayuda en lo relativo al cáliz y el misal;

3. proclama el Evangelio y, puede, por mandato del sacerdote celebrante, decir la homilía
(ver IGMR, n. 55);

4. dirige al pueblo fiel a través de oportunas moniciones y recita las intenciones de la


oración universal;

5. ayuda al sacerdote celebrante en la distribución de la Comunión y purifica y dispone los


vasos sagrados;
6. si no hay ningún otro ministro, él, si es necesario, cumple los oficios de los demás
ministros (IGMR 171).

Los Ritos Iniciales

Llevando el Evangeliario un poco elevado, el diácono precede al sacerdote en su camino hacia


el altar. De otro modo, irá a su lado (IGMR 172).

Llegado al altar, el diácono, si lleva el Evangeliario, sube al altar omitiendo la reverencia.


Colocado el Evangeliario sobre el altar como es de alabar, juntamente con el sacerdote venera
el altar con un beso. Si no lleva el Evangeliario, hace una inclinación profunda sobre el altar de
manera acostumbrada juntamente con el sacerdote y con él venera el altar con un beso.
Luego, si se emplea el incienso, ayuda al sacerdote a colocar el incienso y a incensar la cruz y
el altar (IGMR 173).

Terminada la incensación del altar, se dirige junto con el sacerdote hacia la sede, y allí
permanece a su lado y le ayuda en caso de necesidad (IGMR 174).

“…Si el tabernáculo con el Santísimo Sacramento está en el presbiterio, el sacerdote, el diácono


y los demás ministros hacen genuflexión cuando llegan al altar y cuando se retiran de él, pero
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no durante la celebración de la Misa…” (IGMR 274)

Liturgia de La Palabra

Mientras se dice el Aleluya u otro canto, si se ha de usar el incienso, ayuda al sacerdote a


colocarlo en el incensario, luego, inclinado profundamente ante él, le pide su bendición, y en
voz baja dice: Padre, dame tu bendición. El sacerdote le da la bendición diciendo: " El Señor esté
en tu corazón. El diácono responde: Amén. Luego hecha una inclinación hacia el altar, toma el
Evangeliario, que está colocado sobre el altar y se dirige al ambón teniendo el libro un poco
elevado, precedido por el ministro con el incensario humeante y por los ministros con los cirios
encendidos. Allí saluda al pueblo, diciendo, con las manos juntas: El Señor esté con ustedes.
Luego, al pronunciar las palabras: Lectura del santo Evangelio según San ____ , con el pulgar
marca el libro con la señal de la cruz y enseguida a sí mismo, en la frente, en la boca y en el
pecho; inciensa el libro y proclama el Evangelio. Terminado esto, aclama: Palabra del Señor.
Todos responden: Gloria a Ti, Señor Jesús. A continuación besa con reverencia el libro diciendo
al mismo tiempo en secreto: Las palabras del Evangelio borren, etcétera. Cuando el diácono
ayuda al Obispo, le lleva el libro para besarlo o él mismo lo besa diciendo en secreto: Las
palabras del Evangelio. En las celebraciones más solemnes el Obispo, si es oportuno, imparte al
pueblo la bendición con el Evangeliario. Luego el Evangeliario puede ser llevado a la credencia
o a otro lugar conveniente y digno (IGMR. 175).
Si falta un lector idóneo, el diácono lee también otras lecturas (IGMR 176). Se debe hacer todos
los esfuerzos para asegurar la presencia de lectores en la celebración de la liturgia Eucarística.

Las intenciones de la oración de los fieles, después de la introducción que corresponde al


sacerdote, las recita el diacono ordinariamente desde el ambón (IGMR 177).

Liturgia de La Eucaristía

Terminada la oración universal, permaneciendo el sacerdote en su sede el diácono prepara el


altar con la ayuda del acólito; a éste le toca en particular tener cuidado de los sagrados vasos.
Asiste también al sacerdote cuando recibe los dones del pueblo. Luego pasa al sacerdote la
patena con el pan que se va a consagrar; vierte el vino y unas gotas de agua el cáliz, diciendo
en secreto: El agua unida al vino sea signo, y le presenta el cáliz al sacerdote. La preparación del
cáliz y la infusión del vino y del agua pueden también hacerse en la credencia. Si se emplea el
incienso, el diácono ayuda al sacerdote en la incensación de las ofrendas y de la cruz y del
altar, y luego él o el acólito inciensa al sacerdote y al pueblo (IGMR 178).

Durante la Plegaria Eucarística, el diácono está en pie junto al sacerdote, un poco retirado
respecto de él para ayudar, cuando hace falta, en lo relativo al cáliz o al misal.

Desde la epíclesis hasta el momento de la elevación del cáliz, el diácono ordinariamente


permanece arrodillado. Si están presentes muchos diáconos, uno de ellos durante la
consagración puede poner el incienso en el incensario e incensar en el momento de la
elevación de la hostia y del cáliz (IGMR 179).

Para la doxología final de la Plegaria Eucarística, de pie al lado del sacerdote, tiene el cáliz
elevado, mientras aquél eleva la patena con la hostia hasta el momento en que el pueblo haya
aclamado Amén (IGMR 180).

Una vez que el sacerdote haya dicho la oración de la paz y: La paz del Señor esté siempre con
ustedes, y el pueblo haya respondido: Y con tu espíritu, el diácono, si se practica este rito, hace
la invitación a la paz diciendo, con las manos juntas y dirigido hacia el pueblo: Dense
fraternalmente la paz. Él la recibe del sacerdote y puede ofrecerla a los otros ministros más
cercanos (IGMR 181).

Terminada la comunión del sacerdote, el diácono recibe del sacerdote la Comunión bajo las
dos especies, y luego ayuda al sacerdote a distribuir la comunión al pueblo. Si la comunión se
da bajo dos especies, él ofrece el cáliz a los que van comulgando y, terminada la distribución,
inmediatamente consume junto al altar toda la sangre de Cristo remanente con la ayuda, si es
necesario, de otros diáconos y presbíteros (IGMR 182). En ausencia de otros ministros puede
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ser auxiliado por ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión (SSV 37) .
Terminada la comunión, el diácono vuelve al altar con el sacerdote. Recoge las partículas, si
las hay, y luego lleva el cáliz y los demás vasos sagrados a la credencia, y allí los purifica y
ordena como de costumbre, mientras el sacerdote ha vuelto a su sede. Sin embargo, se puede
también dejar los vasos decentemente cubiertos en la credencia sobre el corporal y
purificarlos inmediatamente después de la Misa, una vez despedido el pueblo (IGMR 183).

Rito de Conclusión

Dicha la Oración después de la Comunión, el diácono da breves avisos al pueblo, si hay que
darlos, a no sere que prefiera hacerlo personalmente el sacerdote (IGMR 184).

Si se usa la oración sobre el pueblo o la fórmula de bendición solemne, el diácono dice:


Inclínense para recibir la bendición. Una vez dada la bendición por el sacerdote, el diácono se
encarga de despedir al pueblo diciendo, con las manos juntas y dirigido al pueblo: Pueden ir en
paz (IGMR 185).

Luego, juntamente con el sacerdote, venera el altar besándolo, y haciendo una inclinación
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profunda , se retira en el mismo orden en que había llegado (IGMR 186).

Notas

1. Para las citas de la IGMS se utiliza: ORDENACION GENERAL DEL MISAL ROMANO.
Institutio Generalis Missalis Romani; Tercera Edición típica, Incluyendo las adaptaciones
para las diócesis de los Estados Unidos de América. Edición provisional para estudiar. LTP,
Chicago, Ill. EUA, 2003

2. “…en la Misa se dispone la mesa, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo
en la que los fieles encuentran el mensaje y el alimento cristiano…”.

3. “La postura uniforme, seguida por todos los que toman parte en la celebración, es un
signo de unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregada para la sagrada
Liturgia, ya que expresa y fomenta al mismo tiempo la unanimidad de los participantes”.

4. “Reunido el pueblo, mientras entra el sacerdote con el diácono y los ministros, se da


comienzo al canto de entrada. El fin de este canto es abrir la celebración, fomentar la
unión de quienes se han reunido…”.

5. “También como parte de la celebración ha de guardarse en su tiempo silencio sagrado”


(45). “…En ella son convenientes también unos breves espacios de silencio…” (56).

6. “Téngase por consiguiente, en gran estima el uso del canto en las celebraciones…; que no
falte el canto de los ministros y del pueblo en las celebraciones que se llevan a cabo los
domingos y fiestas de precepto” (40). “…Misa con el pueblo…; conviene que, mientras sea
posible se tenga esta celebración con canto y con el número adecuado de ministros…”
(115).

7. “Si están presentes muchos que pueden ejercitar un mismo ministerio, nada impide el que
se distribuyan…, pueden éstas distribuirse entre diversos lectores…”

8. “Es muy de desear que los fieles participen, como está obligado a hacerlo el mismo
sacerdote, del Cuerpo del Señor con Hostias consagradas en esa misma Misa…” (85); “La
Comunión tiene sentido de signo más pleno cuando se hace bajo las dos especies…”
(281); “…Conviene que el pan eucarístico se haga en tal forma que el sacerdote pueda
realmente partir la hostia en partes diversas y distribuirlas, al menos a algunos fieles…”
(321).

9. “Se debe procurar de manera particular que los libros litúrgicos, sobre todo el Evangeliario
y el Leccionario, que se destinan a la proclamación de la Palabra de Dios y por eso gozan
de una particular veneración, sean en la acción litúrgica realmente signos y símbolos de
las cosas celestes, y por tanto verdaderamente dignos, decorosos y bellos”.

10. “Para la celebración de la Eucaristía el pueblo de Dios se congrega generalmente en la


iglesia…”.

11. “Constrúyase el altar separado de la pared, de modo que se le pueda rodear fácilmente y
la celebración se pueda hacer de cara al pueblo.”.

12. “La dignidad de la palabra de Dios exige que en la iglesia haya un sitio conveniente para
su anuncio, hacia el que, durante la liturgia de la palabra, se vuelve espontáneamente la
atención de los fieles… El ambón, según la estructura de cada iglesia, debe ser de tal
naturaleza, que permita al pueblo ver y oír bien a los ministros ordenados y a los lectores”.

13. “La sede del sacerdote celebrante debe significar su oficio de presidente de la asamblea y
de director de la oración…, su puesto más adecuado será de cara al pueblo, al fondo del
presbiterio… Evítese toda apariencia de trono…”.

14. “…o en alguna capilla apta para la adoración y oración privada de los fieles, que esté
conectada orgánicamente con la iglesia y sea visible para los fieles”.

15. “…Si el tabernáculo con el Santísimo Sacramento está en el presbiterio, el sacerdote, el


diácono y los demás ministros hacen genuflexión cuando llegan al altar y cuando se
retiran de él, pero no durante la celebración de la Misa…”.

16. Véase Pablo VI, Carta Apostólica, Sacrum diaconatus ordinem, AAS 59(1967), 697-704;
Roman Pontifical, De Ordinatione Episcopi, presbyterorum et diaconarum, editio typica
altera, 1989, n. 173.
17. “para el diácono: el alba, la estola y la dalmática. Esta última, por necesidad o por grado
inferior de solemnidad, puede omitirse”.

18. Nota del corrector: se repite este número aunque no es necesario dado que ya fue citado
anteriormente en el mismo sentido. Únicamente se hace por seguir el texto en inglés.

19. Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos de América, El Sacrificio Santo y
Vivo [SSV] (Junio del 2001).

20. Si hay un tabernáculo en el presbiterio, todos hacen una genuflexión.

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