Diego Gerardo Schiavone

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Voces:
CONVENIO COLECTIVO DE TRABAJO ~ DESPIDO SIN CAUSA ~ EMPLEADO PUBLICO ~
ESTABILIDAD DEL EMPLEADO PUBLICO ~ IUS VARIANDI ~ LAUDO ~ LEY DE CONTRATO DE
TRABAJO
Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación(CS)
Fecha: 09/06/2009
Partes: Diego Gerardo Schiavone c. Estado Nacional (Administración Federal de Ingresos Públicos)
Publicado en: IMP2009-17 (setiembre), 1392
Cita: TR LALEY AR/JUR/14862/2009
Hechos:
La Cámara revocó la sentencia de primera instancia en cuanto había condenado a la demandada a abonar
una indemnización por daño moral y declarado la nulidad de las disposiciones, por las que la Administración
Federal de Ingresos Públicos dio por finalizadas las funciones que desempeñaba el actor como Agente Judicial
Titular y rechazó el recurso jerárquico. Para así resolver, el a quo consideró que de acuerdo con el art. 2o, inc. a,
de la Ley de Contrato de Trabajo, las relaciones de índole laboral entre los empleados y la Administración
Pública Nacional, comprendidas dentro de un convenio colectivo de trabajo —como ocurre en la especie con el
Laudo 15/91—, quedaban excluidas de la aplicación de las normas del derecho administrativo, por lo que la
cuestión debía ser resuelta según la ley citada. Contra tal pronunciamiento, se interpuso recurso extraordinario
federal que, denegado, motivó la queja. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, por mayoría, declaró
inadmisible el remedio intentado.

Sumarios:
1 . Corresponde dejar sin efecto la sentencia que, al rechazar la nulidad de las decisiones del empleador,
consideró que el único derecho que le asistía al actor era el de considerarse despedido sin justa causa —ante el
alegado ejercicio abusivo del ius variandi— y demandar la indemnización prevista en la Ley de Contrato de
Trabajo, sin advertir que el régimen laboral específico que vinculaba a las partes, esto es, el Laudo 15/91, prevé
que todo agente permanente tiene derecho "a conservar el empleo, la jerarquía y el nivel alcanzados" —conf.
art. 11 del Estatuto—, lo cual era relevante para determinar de qué modo podía el actor defenderse ante la
alegada retrogradación en el cargo, máxime cuando el vínculo que lo unía con el empleador era de empleo
público, y por consiguiente le asistía el derecho a la estabilidad consagrado en el art. 14 bis de la Constitución
Nacional, el que se integra con el derecho a la carrera (del voto en disidencia del doctor Fayt. La Corte por
mayoría rechaza el recurso por aplicación del art. 280 del Cód. Procesal)
Texto Completo:
DICTAMEN DE LA PROCURACIÓN GENERAL
Suprema Corte:
-I-
La Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo -Sala IV- revocó la sentencia de primera instancia que -al
hacer lugar a la demanda de Diego Gerardo Schiavone contra la Administración Federal de Ingresos Públicos
(Dirección General Impositiva)- había declarado la nulidad de las resoluciones 720/99 y 795/00 y condenado al
pago de una suma de dinero con intereses en concepto de daño moral (v. fs. 561/564 y su aclaratoria de fs. 601
de los autos principales, a cuya foliatura corresponderán las siguientes citas).
Para resolver de ese modo, los jueces de la cámara señalaron, en primer término, que no existía controversia
en cuanto a que la relación entre las partes se rige por el laudo 15/91, en virtud del cual se determinó la
aplicación de un convenio colectivo de trabajo y enfatizaron que, por decisión expresa del legislador (art. 2º,
inc. a de la Ley de Contrato de Trabajo, en adelante LCT), las relaciones entre los empleados y la
Administración Pública incluidas en el ámbito de un convenio colectivo de trabajo no se rigen por las normas
del derecho administrativo, sino por las propias de la Ley de Contrato de Trabajo y que, por lo tanto, el tema en
debate debe ser resuelto de acuerdo con lo que ésta prescribe.
Desde esa perspectiva, estimaron improcedente el reclamo del actor de que se declare la nulidad de las
decisiones de su empleador, por medio de las resoluciones antes indicadas, porque fueron adoptadas al amparo
de la facultad que le otorga el art. 66 de la LCT de organizar económica y técnicamente la empresa, explotación
o establecimiento y, en caso de que el trabajador entienda que aquél hizo un ejercicio abusivo de dicha potestad
-es decir, si considera que la modificación alteró las bases de la relación en una medida que no permite su
continuación-, entonces debe denunciar el contrato de trabajo y exigir las indemnizaciones correspondientes

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(confr. arts. 242 y 245 LCT).


Estimaron que esa situación es la que se produjo en el sub lite, donde la demandada, en ejercicio de sus
facultades, modificó las condiciones laborales, por lo que si el actor consideraba que aquélla había ejercido en
forma irrazonable o abusiva esa atribución debió proceder a considerarse despedido sin causa (art. 66 LCT),
pero como no fue esa su actitud y mantuvo la relación, por el criterio básico que establece la LCT, carece de
acción para reclamar que se restituyan las condiciones de trabajo.
En tal sentido, recalcó que ello es así " más allá que las (condiciones laborales modificadas por la
demandada) pudieron traducirse en un ejercicio irrazonable que limita los derechos del trabajador, en cuyo caso,
éste exclusivamente pudo solicitar que se declare la rescisión contractual ".
Los demás rubros que reclamó el actor (salarios adeudados, diferencias salariales) fueron rechazados por
iguales motivos y, en cuanto a la sanción por daño moral, que había sido admitido en primera instancia, los
jueces consideraron que las molestias que le pudieron haber causado al actor el sumario administrativo en el que
estuvo involucrado -que la demandada adoptó en ejercicio de su facultad de organizar la empresa e investigar la
conductas de sus empleados- fueron compensadas con la declaración final en la que se hizo mención a que su
conducta no era pasible de reproche disciplinario.
- II -
Disconforme con este pronunciamiento, el actor dedujo el recurso extraordinario de fs. 570/599, que fue
denegado (fs. 622). Ante ello, se presenta directamente en queja ante la Corte.
Sostiene, en sustancial síntesis, que el pronunciamiento se aleja de las circunstancias de hecho y de derecho
probadas en autos, conducentes para decidir el proceso, lo que importa una resolución arbitraria e incompatible
con el adecuado servicio de justicia. Asimismo, resuelve en contra de normas legales surgidas de pactos y
convenciones internacionales.
Dice que la postura procesal asumida por el a quo frustra los derechos a la carrera administrativa en
condiciones de igualdad y el resguardo de la estabilidad en el cargo, privándolo de la protección judicial,
circunstancia que no se puede admitir desde el punto de vista constitucional, porque es función de los jueces
revisar los actos administrativos y que, por una desafortunada interpretación del marco legal vigente, se
restringió el acceso a la jurisdicción.
Por último, plantea la inconstitucionalidad del art. 11 inc. c) de la convención colectiva aprobada por el
laudo 15/91 y del decreto 618/97.
- III -
Estimo que existe en autos materia federal que justifica su examen en esta instancia, sin que obste a ello que
las cuestiones debatidas sean de derecho común o de hecho y prueba pues, si bien tales cuestiones son como
regla ajenas a la vía del art. 14 de la ley 48, lo resuelto sobre temas de esta índole admite revisión en supuestos
excepcionales cuando el tribunal ha omitido considerar extremos conducentes para la solución de la causa
(Fallos: 310:925 y 328:3649).
La sentencia, en efecto, por las razones que se mencionan a continuación, carece de un examen razonado de
planteos decisivos para obtener un pronunciamiento fundado que ocasiona una grave lesión del derecho de
defensa en juicio del impugnante.
- IV -
La Corte ha declarado que en aras de lograr el buen servicio debe reconocerse a la Administración una
razonable amplitud de criterio en el ejercicio de sus facultades discrecionales, sin que las decisiones atinentes a
la política administrativa constituyan una materia justiciable, en tanto las medidas adoptadas no impliquen
respecto de los agentes una descalificación o una medida disciplinaria encubierta (Fallos: 321:703).
Ha expresado también, en el mismo sentido, que es de esencia de la relación de empleo público la potestad
del empleador de variar las funciones encomendadas en razón de la concreta necesidad del servicio, siempre que
tales modificaciones sean impuestas de modo razonable y no signifiquen la asignación de tareas impropias de la
posición escalafonaria que corresponde al agente (Fallos: 318:500 y su cita).
Por tal motivo, en lo que se refiere al principio del ius variandi -que rige tanto en la relación de empleo
público como en la de carácter privado-, en virtud del cual la forma y la modalidad de la prestación del trabajo
si bien pueden ser modificadas por el empleador, ello no debe importar un ejercicio irrazonable de tal facultad

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que ocasione un perjuicio moral o material al agente, quien, como consecuencia de aquél, resulta afectado por
un "pase" o traslado.
Sobre la base de tales principios considero que asiste razón al apelante en cuanto sostiene que la sentencia es
arbitraria por haber prescindido de las circunstancias de hecho y de derecho probadas en autos conducentes para
decidir el proceso y por privarlo del adecuado acceso a la justicia.
En efecto, a mi juicio, los planteos del apelante referidos a la violación al derecho a la carrera administrativa
en condiciones de igualdad -porque, al disponerse su traslado se lo privó del cargo superior que ya poseía- y al
resguardo de la estabilidad en el cargo expuestos en el escrito inicial (fs. 2/59) y reiterados al contestar el
memorial de la demandada a fs. 514/546 no fueron tratados específicamente por el a quo, de modo tal que el
argumento de la sentencia en cuanto, por aplicación del art. 66 de la LCT, sólo cabía la posibilidad de que el
actor se diera por despedido ante el cambio de tareas, deviene meramente conjetural, máxime cuando la
demandada no cuestionó la vigencia ni la aplicación del convenio colectivo aprobado por el laudo 15/91, al cual
el accionante había atribuido el carácter de régimen especial que consagra la estabilidad propia (confr. doctrina
de Fallos: 310:619).
Ello es así -sostuvo el Tribunal en este último precedente citado-, porque dentro del plexo normativo
aplicable la rescisión del contrato pudo no ser la única alternativa ante el ejercicio abusivo del ius variandi,
desde que aun la ley que invoca el a quo como sustento de su decisión establece que, en caso de duda, las
situaciones deben resolverse a favor de la continuidad o subsistencia del contrato (art. 10 de la LCT).
Más aun cuando en la actualidad la ley 26.088 (publicada en el B.O. 24-04-2006) sustituyó el texto del art.
66 de la ley 20.744 y agregó que el trabajador frente a tales circunstancias puede considerarse despedido "o
accionar persiguiendo el restablecimiento de las condiciones alteradas. En este último supuesto la acción se
substanciará por el procedimiento sumarísimo, no pudiéndose innovar en las condiciones y modalidades de
trabajo, salvo que éstas sean generales para el establecimiento o sección, hasta que recaiga sentencia definitiva".
Habida cuenta de lo expuesto y de la jurisprudencia del Tribunal que consagra la obligación de la
Administración de respetar la posición escalafonaria del empleado, autorizando a aquélla a ejercer el ius
variandi en forma tal que no le cause al empleado perjuicio material ni moral, la admisión del a quo de que la
conducta de la demandada fue irrazonable y limitativa de los derechos del trabajador (v. fs. 562 vta. último
párrafo), significó admitir -aunque tácitamente- que la conducta de la Administración fue arbitraria.
Por lo expuesto, opino que corresponde declarar procedente el recurso extraordinario en este aspecto e
invalidar lo decidido, pues media relación directa e inmediata entre lo resuelto y las garantías constitucionales
que se dicen vulneradas (Fallos: 313:253).
-V-
Sin embargo, estimo que debe desestimarse el recurso impetrado en cuanto a los agravios referidos a las
indemnizaciones por diferencias de salarios y daño moral, al igual que los planteos para que se declare la
inconstitucionalidad del art. 11, inc. c), de la convención colectiva aprobada por el laudo 15/91 y el decreto
618/97, pues aun dejando de lado lo escasamente claro de los argumentos esgrimidos, lo cierto es que el
recurrente no logra poner en evidencia la razón de sus reproches de tenor constitucional (Fallos: 326:2200).
Por otra parte, cabe recordar -en torno del segundo planteo mencionado en el párrafo anterior- que la Corte
ha entendido que la declaración de inconstitucionalidad de una ley o de alguna de sus partes es un acto de suma
gravedad institucional que debe ser considerado como una ultima ratio del orden jurídico (Fallos: 326:3024),
por lo cual el interesado debe demostrar claramente de qué manera aquellas contrarían a la Constitución
Nacional, causándole de ese modo un gravamen y que tal circunstancia ocurre en el caso concreto (Fallos:
310:211).
Sobre la base de tales conceptos, advierto que los planteos efectuados por el apelante sobre este aspecto
carecen de la debida fundamentación por estar desprovistos de sustentos fácticos y jurídicos ciertos y efectivos,
pues incurre en afirmaciones dogmáticas sin lograr precisar y demostrar en forma fehaciente el perjuicio que le
originan las normas que tacha de inconstitucionales (confr. doctrina de Fallos: 314:407).
- VI -
Por ello, opino que corresponde hacer lugar parcialmente a la queja y al recurso extraordinario interpuestos,
en consecuencia, dejar sin efecto la sentencia impugnada por los motivos expuestos en el acápite IV y devolver
los autos al tribunal de origen a fin de que, por medio de quien corresponda, proceda a dictar un nuevo fallo con
arreglo a lo expresado y desestimar los planteos mencionados en el acápite V. Buenos Aires, 28 de septiembre

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de 2007. Laura M. Monti.


FALLO DE LA CORTE SUPREMA
Buenos Aires, 9 de junio de 2009.
Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por la actora en la causa Schiavone, Diego Gerardo c/ Estado
Nacional (Administración Federal de Ingresos Públicos)", para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación dio origen a la queja en examen, es inadmisible (art. 280 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, habiendo dictaminado la señora Procuradora Fiscal, se desestima la queja. Reintégrese el depósito
de fs. 1 por no corresponder (conf. fs. 110). Notifíquese, devuélvanse los autos principales y, oportunamente,
archívese.
RICARDO LUIS LORENZETTI - ELENA I. HIGHTON DE NOLASCO - CARLOS S. FAYT (en
disidencia) - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAÚL ZAFFARONI -
CARMEN M. ARGIBAY.
DISIDENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON CARLOS S. FAYT
Considerando:
1º) Que la Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo revocó la sentencia de primera
instancia en cuanto había condenado a la demandada a abonar una indemnización por daño moral y declarado la
nulidad de las disposiciones Nº 720/99 y 795/00, por las que, respectivamente, la Administración Federal de
Ingresos Públicos resolvió dar por finalizadas las funciones que desempeñaba Schiavone como Agente Judicial
Titular y rechazar el recurso jerárquico deducido en sede administrativa.
Contra tal pronunciamiento, la actora interpuso el recurso extraordinario que, denegado, motiva la presenta
queja.
2º) Que para así resolver, el a quo consideró que de acuerdo con lo establecido en el art. 2º, inc. a, de la Ley
de Contrato de Trabajo, las relaciones de índole laboral entre los empleados y la Administración Pública
Nacional, comprendidas dentro de un convenio colectivo de trabajo -como ocurre en la especie con el Laudo
15/91-, quedaban excluidas de la aplicación de las normas del derecho administrativo, por lo que la cuestión
debía ser resuelta de conformidad con lo dispuesto por la ley citada. Asimismo, sostuvo que la garantía
constitucional establecida en el art. 14 bis referente a la estabilidad de los empleados públicos no era aplicable
al caso ya que el actor no había sido objeto de un despido.
3º) Que, sentado ello, afirmó que no resultaba procedente la pretensión de que se declare la nulidad de las
disposiciones cuestionadas ya que, según el art. 64 de la Ley de Contrato de Trabajo, el empleador tenía la
facultad de organizar "económica y técnicamente la empresa, explotación o establecimiento". Agregó que si en
el ejercicio de esa facultad se lesionaba algún derecho del que gozaba un trabajador, éste tenía la posibilidad de
denunciar el contrato (art. 242 de la LCT) y percibir las indemnizaciones previstas en la norma (art. 245 y cc. de
la LCT). Apuntó -entonces- que si el actuar de la administración había resultado "irrazonable" o "abusivo", el
empleado debía considerarse despedido sin causa (art. 66 de la LCT). Por otra parte, rechazó el reclamo del
pago de ciertas diferencias salariales y de la indemnización por daño moral.
4º) Que los agravios relativos al vicio de arbitrariedad suscitan cuestión federal suficiente para habilitar la
vía extraordinaria pues la sentencia no constituye derivación razonada del derecho vigente con referencia a las
circunstancias concretas de la causa, lo que conduce a su descalificación como acto judicial válido.
5º) Que ello es así pues la cámara consideró que el único derecho que le asistía al actor era el de
considerarse despedido sin justa causa -ante el alegado ejercicio abusivo del ius variandi- y demandar, en
consecuencia, la indemnización prevista en la Ley de Contrato de Trabajo para tales supuestos, sin advertir que
el régimen laboral específico que vinculaba a las partes, esto es, el Laudo 15/91, preveía que todo agente
permanente tenía derecho "a conservar el empleo, la jerarquía y el nivel alcanzados" (conf. art. 11 del Estatuto).
Tal precepto constituía una cuestión de evidente relevancia para determinar de qué modo podía el actor
defenderse ante la alegada retrogradación en el cargo; máxime cuando el vínculo que unía a aquél con la
Administración Nacional de Ingresos Públicos era de empleo público, y por consiguiente le asistía el derecho a
la estabilidad consagrado en el art. 14 bis de la Constitución Nacional, el que, como ha señalado esta Corte, se

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integra con el derecho a la carrera (conf. causas "Madorrán" (Fallos: 330:1989, considerando 5º) y
R.129.XXXVII "Ruiz, Emilio David c/ D.G.I. s/ despido", de fecha 15 de mayo de 2007).
6º) Que en atención al modo como se resuelve, deviene innecesario examinar los agravios dirigidos a
cuestionar el rechazo del reclamo por diferencias salariales. Por su parte, el remedio federal es inadmisible, por
cuanto se impugna en él el rechazo de la indemnización por daño moral, por carecer en este aspecto de
suficiente fundamentación.
7º) Que, en tales condiciones, y sin que lo expresado implique abrir juicio sobre el acierto de los argumentos
por medio de los cuales el demandante pretende demostrar la retrogradación que invoca, corresponde dejar sin
efecto el fallo de cámara por existir relación directa e inmediata entre lo resuelto y la garantía constitucional de
la defensa en juicio (art. 14 de la Constitución Nacional).
Por ello y habiendo dictaminado la señora Procuradora Fiscal de la Nación, se hace lugar a la queja y al
recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada con el alcance indicado. Devuélvase el depósito
de fs. 1 por no corresponder (conf. fs. 110). Vuelvan los autos al tribunal de origen a fin de que, por medio de
quien corresponda, se dicte un nuevo fallo con arreglo al presente. Agréguese la queja al principal, notifíquese y
remítase.
CARLOS S. FAYT.
Recurso de hecho deducido por Diego Gerardo Schiavone, actor en autos, por propio derecho.
Tribunal de origen: Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo.
Tribunales que intervinieron con anterioridad: Juzgado Nacional de Primera Instancia del Trabajo N° 44.

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