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Revista de la Red de Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea 1

Año 10, N° 18. Córdoba, junio - noviembre 2023. ISSN 2250-7264


Anabela Ghilini

Sociología, intelectuales y peronismo en los años sesenta y setenta:


la trayectoria de Roberto Carri (1966-1973)
Sociology, intellectuals and Peronismin the sixties and seventies: the trajectory of
Roberto Carri (1966-1973)

Resumen
El presente trabajo analiza la trayectoria política y producción intelectual de Roberto Carri.
Escritor, sociólogo, docente y periodista. Fue una figura intelectual destacada de las Cátedras
Nacionales y un actor central de la Sociología Argentina en los años sesenta y setenta. Se
desempeñó como colaborador en las revistas Primera Plana y en el diario La Opinión y dio
clases en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad del Salvador y en la Universidad
de Mar del Plata. Como militante político del peronismo revolucionario se vinculó al Peronismo
de Base y luego a Montoneros. Entre sus principales publicaciones se destacan: Sindicatos y
Poder en la Argentina. Del Peronismo a la crisis (1967), Isidro Velázquez. Formas Pre
revolucionarias de la violencia (1968), Poder Imperialista y liberación nacional. Las luchas
del peronismo contra la dependencia (1973). El objetivo de este trabajo consiste en comprender
a partir de la trayectoria de Roberto Carri procesos más amplios que tienen que ver con la
historia de la sociología argentina y su interrelación con procesos políticos, culturales y
sociales. En particular, se refiere a los procesos de radicalización política y las transformaciones
del peronismo en aquellos años.
Palabras clave: Sociología; Intelectuales; Peronismo; Roberto Carri

Abstact
This paper analyzes the political trajectory and intellectual production of Roberto Carri. Writer,
sociologist, teacher and journalist. He was a leading intellectual figure of the National Chairs
and a central actor in Argentine Sociology in the sixties and seventies. He worked as a
contributor to Primera Plana magazine and La Opinion newspaper and taught at the University
of Buenos Aires, the University of Salvador and the University of Mar del Plata. As a political
militant of revolutionary Peronism, he was involved in Base Peronism and later in Montoneros.
His main publications include: Sindicatos y Poder en la Argentina. Del Peronismo a la crisis
(1967), Isidro Velázquez. Formas Pre revolucionarias de la violencia (1968), Poder
Imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo contra la dependencia (1973).
The main of this paper is to understand, from the trajectory of Roberto Carri, broader processes
that have to do with the history of Argentine sociology and its connection with political, cultural
and social processes. In particular, it refers to the processes of political radicalization and the
transformations of Peronism during those years.
Keywords: Sociology; Intellectuals; Peronismo; Roberto Carri

Fecha de recepción: 7 de enero de 2022


Fecha de aceptación:11 de julio de 2022

1
Revista de la Red de Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea 2
Año 10, N° 18. Córdoba, junio - noviembre 2023. ISSN 2250-7264
Anabela Ghilini

Sociología, intelectuales y peronismo en los años sesenta y setenta:


la trayectoria de Roberto Carri (1966-1973)

Anabela Ghilini*
Introducción

El presente trabajo analiza la trayectoria política y producción intelectual de Roberto


Carri. Escritor, sociólogo, docente y periodista. Roberto Eugenio Luis Carri nació el 8 de julio
de 1940 en la Ciudad de Buenos Aires y fue una figura intelectual destacada de las Cátedras
Nacionales y un actor central de la Sociología Argentina en los años sesenta. Se desempeñó
como colaborador en las revistas Primera Plana y en el diario La Opinión y dio clases en la
Universidad de Buenos Aires, en la Universidad del Salvador y en la Universidad de Mar del
Plata. Como militante político del peronismo revolucionario se vinculó al Peronismo de Base y
luego a Montoneros. Entre sus principales publicaciones se destacan: Sindicatos y Poder en la
Argentina. Del Peronismo a la crisis (1967), Isidro Velázquez. Formas Pre revolucionarias de
la violencia (1968), Poder Imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo contra
la dependencia (1973).

El objetivo de este trabajo consiste en comprender a partir de esta trayectoria procesos


más amplios que tienen que ver con la historia de la sociología argentina y su interrelación con
procesos políticos, culturales y sociales. En particular, consideramos que su itinerario ilumina
aquellos referidos a la radicalización política de una parte significativa del campo cultural e
intelectual. En tal sentido, nuestra investigación intenta aportar al conocimiento de la historia
de la sociología y de los intelectuales en Argentina, así como también contribuir al desarrollo
de la historia cultural e intelectual del período.

Como veremos a continuación, su obra puede leerse a partir de una serie de “combates”:
contra el debilitamiento de la fuerza sindical, contra la represión popular, contra la sociología
académica, contra el desarrollismo como forma de imperialismo.

Los comienzos: La visión sindical y los nexos con el movimiento obrero

La primera militancia político-intelectual de Carri comenzó en la segunda mitad de los


cincuenta en la Federación Juvenil Comunista y posteriormente en un grupo de izquierda
llamado “Círculo de Estudios Sociales Luis Recabarren”, participando además en la revista El
Obrero que editaba este grupo. Tras esa experiencia promediando los años sesenta sobrevino
su primer acercamiento al peronismo junto con Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Ortega Peña
en aquella época jóvenes abogados laboralistas y asesores legales de la Unión Obrera
Metalúrgica (UOM).1A partir de esta nueva amistad, Carri publicaría su primer libro Sindicatos

*
Universidad Nacional Arturo Jauretche, Argentina. E-mail: [email protected]. Una versión preliminar
de este trabajo fue presentada en las XIV Jornadas de Sociología “Sur, pandemia y después” de la UBA, del 1 al
5 de noviembre de 2021.
1
Mauricio Chama sostiene que tanto Ortega como Duhalde durante sus años de militancia universitaria en la
Facultad de Derecho de la UBA recorrerán un itinerario afín hacia el peronismo. Ortega Peña se afilia al Partido
Comunista y milita en la Federación Juvenil Comunista y en el Frente Cultural del P.C. hasta el año 1960 al mismo
tiempo mantiene un intercambio fluido con Juan José Hernández Arregui, intelectual destacado de la “izquierda
nacional” y Cesar Marcos, uno de los principales dirigentes de la “resistencia peronista” que motivarían su ingreso
al peronismo. Por su parte, Duhalde tras un breve paso por el Humanismo, se incorpora al reformismo de Derecho
(MUR) en el ´57 y en este último tramo de su carrera universitaria mantiene contactos con dos minoritarios núcleos
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y poder en la Argentina. Del peronismo a la crisis(1967) abocado a la preocupación por la clase


obrera sindicalizada y una pequeña revista Estudios Sindicales publicada entre octubre de 1966
y febrero de 1967.2Ambas publicaciones ligadas al proyecto editorial Sudestada.3

En ese momento, Carri trabajaba en el Ministerio de Trabajo y desde allí pudo obtener
información para dichas publicaciones. La pequeña revista proporcionaba información sobre
distintas actividades de la Confederación General del Trabajo (CGT): congresos, discursos de
sindicalistas, documentos como las actas de las reuniones de la CGT, entrevistas de los
dirigentes con los funcionarios del Gobierno. También se publicaban resoluciones y
comunicados de diferentes nucleamientos del movimiento obrero. Si bien no se menciona
quiénes conformaban el equipo de redacción ni los autores de las notas, en todos los ejemplares
aparece el estudio jurídico especializado en cuestiones laborales y sindicales, integrado por los
jóvenes abogados laboralistas Peña y Duhalde junto con Laura B. de Duhalde y Ángel Areu
Crespo (Nassif y Dawyd, 2014).

Cabe destacar que ellos establecían un vínculo directo con gremios y sindicatos peronistas
–especialmente con la UOM– en un contexto de fuerte represión sobre el movimiento obrero.
En tal sentido, este libro permite vislumbrar el acercamiento de Carri con el sector de las 62
Organizaciones liderado por Augusto Timoteo Vandor en tiempos de dictadura de Juan Carlos
Onganía.

Sindicatos y poder en la Argentina está dedicado a militantes del sindicalismo peronista


asesinados (Mendoza, Vallese, Mussy, Retamar, Méndez, García) y abre con una frase que
anticipa los tiempos que vendrán: “Un gran silencio que pronto será sonido y furia” (Gago,
2015).

Imagen 1

trotskistas: Palabra Obrera y Praxis. Recién hacia fines del ´61 se asumirá como peronista por influencia de
Hernández Arregui y el propio Ortega Peña. (Chama, 2006).
2
La Revista Estudios Sindicales publicada durante los primeros meses de la dictadura de Onganía, era dirigida por
Roberto Carri (firmaba con su apellido materno, Cappagli) con el apoyo de Ortega Peña y Duhalde. Se publicaron
un total de 10 números. Esta revista tenía una periodicidad quincenal y fue publicada entre octubre de 1966 y
febrero de 1967. La misma dio cuenta, entre otros acontecimientos, de la primera huelga general a la dictadura -el
14 de diciembre de 1966- y de las primeras discusiones acerca del posicionamiento frente al gobierno militar.
Asimismo, brindó información de distintos conflictos obreros, especialmente de las primeras ramas industriales
afectadas por la política de racionalización económica de la dictadura (Nassif y Dawyd, 2014).
3
Esta editorial impulsada por Rodolfo David Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde desde fines de 1965 al igual
que otras como Tiempo Contemporáneo, De la Flor y Centro Editor de América Latina atrajo a muchos jóvenes
que se oponían a la dictadura de Onganía y contribuyeron a crear el clima político-intelectual de la nueva izquierda.
En el marco de la prohibición política decretada por Onganía se propusieron revisar y reapropiarse de los aportes
del pensamiento nacional y editaron las obras de diversos autores “que iban de Rodolfo Puiggrós a Leonardo
Castellani, y de Jorge Abelardo Ramos a Leónidas Lamborghini, entre tantos otros” (Duhalde, 2001:130). Quienes
conformaban el equipo estable de la editorial, además de Ortega Peña y Duhalde, se encontraban Marcelo y Carlos
María Duhalde, Roberto Carri, Mario Hernández, Alfredo Andrés y Panceira. Esta incursión en el nacionalismo
popular también se manifestó en la creación de Ortega Peña y Duhalde junto con el sociólogo Roberto Carri -con
quien habrían entablado una sólida amistad- del “Centro de Cultura Carlos Guido y Spano” que funcionaba en la
calle Lavalle 166 de la ciudad de Buenos Aires.
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Portada del libro Sindicatos y poder en la Argentina. Del peronismo a la crisis, Editorial
Sudestada, 1967

De acuerdo con el semanario Primera Plana, el primer libro de Carri ocupó la lista de
los más vendidos en el país desde su edición en 1967 hasta comienzos de 1968, e incluso
alcanzó el tercer puesto (Dawyd, 2019). En este libro, Carri elabora un relato histórico que va
desde los orígenes del peronismo a la crisis del golpe militar de 1966, conceptualizando tres
etapas (peronista, “Revolución Libertadora” y sindical), marcadas cada una de ellas por los
vaivenes políticos y la relación entre Estado y sindicatos en cada uno de estos momentos. Un
punto de inflexión estará dado por la sanción de la Ley de Asociaciones Profesionales, que
marcaría el comienzo de la etapa peronista con la formación de organizaciones de masas,
constituyendo a partir de entonces a la clase trabajadora como un factor de poder. La etapa
siguiente comenzaría con el golpe de estado de 1955 en la que surgen nuevos dirigentes
sindicales al calor de la resistencia peronista y finalmente la tercera etapa cuyo comienzo estaría
dado por la restauración de la ley de Asociaciones profesionales en 1958 marcando una nueva
etapa “sindical” en la que se destaca la aspiración a actuar como fuerza política. Al concluir el
trabajo Carri afirmaba:

Estudiar los sindicatos en su relación particular con el Estado es un buen método


porque acostumbra a observar el problema fundamental de la política que es el
problema del poder. Hoy los sindicatos están en crisis, pero el problema del poder
sigue más presente que nunca, y centrado en él debe continuar la elaboración
teórica, y si deja de ser teórica mucho mejor (Carri, 1967:171-187).

Se destaca el apéndice que Carri escribe para la reedición de este libro en 1969
(Sindicalismo de participación, sindicalismo de liberación), aunque el libro no se reeditó. En
este texto que formó parte de una ficha de la materia que Carri dictaba como Sociología especial
“Poder, estratificación y alienación”, es posible advertir su desplazamiento político a favor del
compromiso con los sectores más combativos del peronismo, ligados a la CGT de los
Argentinos liderada por Raimundo Ongaro junto con la denuncia de la burocracia sindical
(Gago, 2015:70).
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Si bien reivindicaba el papel de las 62 Organizaciones hacia atrás, influido tanto por
Miguel Gazzera como por Amado Olmos a quien él conocía del sindicato de Sanidad, no deja
de ser condenatorio de los nexos entre cierta dirigencia sindical y la cúpula militar. Dice Carri:

Incapaz de estructurar un partido político coherente, organizado y con claridad en


los objetivos, el movimiento nacional peronista derivó en las organizaciones
gremiales el cumplimiento de ese papel. De allí nuestra definición del movimiento
sindical como una de las principales fuerzas políticas del país, e indudablemente la
única que mereció tal nombre en el seno de las clases populares. En la etapa política
inaugurada por la Revolución Argentina las cosas así planteadas cambiaron
fundamentalmente, y ni siquiera se mantiene un movimiento sindical con capacidad
de lucha e influencia como para dirigir la resistencia popular contra la entrega
descarada y absoluta del patrimonio nacional a los capitales monopolistas.

Dejando atrás la impronta vandorista de sus primeros trabajos, Carridiferencia el


“sindicalismo de liberación” del “sindicalismo de participación”. Así rectificaba su posición
acerca del sindicalismo, que en esos años precisamente se debatía entre posiciones
participacionistas y combativas. “El drama del sindicalismo argentino sigue siendo este, o
define claramente los fines políticos de apoyo al sistema como hacen los participacionistas, o
lo repudia como hizo la CGT de los Argentinos” (Carri, 1971: 148).

La CGTA pareció encarnar la opción que Carri buscaba para que desde el sindicalismo
se fortaleciera el movimiento nacional para oponerse al gobierno militar. Ello quedó explicitado
en el “Programa del 1° de Mayo”, base programática de la CGTA desde el cual se convocó a
un gran frente político-gremial para confrontar con la dictadura.

Por ese entonces, profundizando su compromiso político, Carri también se ligaría al


Peronismo de Base (PB) y las FAP, al igual que Ortega Peña y Duhalde. Las FAP fue una de
las primeras organizaciones políticas armadas del peronismo, conocida como “la P” que surgió
en 1968 en torno a una serie de acuerdos mínimos: el peronismo como Movimiento de
Liberación Nacional; el regreso de Perón; la identificación el imperialismo y la oligarquía como
principales enemigos; y la lucha armada como estrategia. Las FAP fueron conocidas por la
operación de Taco Ralo en la que intentaron establecer un foco guerrillero y rural. Si bien Taco
Ralo fue una experiencia poco prolongada en el tiempo –además de que la mayor parte de
quienes participaron en ella cayeron presos– puede pensarse como una experiencia “puente” en
tanto dio lugar a nuevas formas de lucha y se convirtió en el primer símbolo del accionar de las
organizaciones político-militares de los setenta (Raimundo, 2004; Stavale, 2012). Tras la caída
en Taco Ralo y el apresamiento de sus máximos dirigentes, se suscitan varios debates internos
y se vuelcan a otro tipo de actividades ligadas a experiencias sindicales. Estos posicionamientos
políticos guardan relación con la segunda publicación deCarri: Isidro Velázquez. Formas
prerrevolucionarias de la violencia.

Los años sesenta: radicalización política y cultural

Ya en su segundo libro Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de la violencia,


publicado en 1968, Carri expresa una sociología tercermundista y fanoniana y reivindica la
violencia política. Este ensayo aborda la historia de un peón de origen rural que sufrió una serie
de hostigamientos por parte de la policía de Colonia Elisa, Chaco como símbolo de rebeldía
popular, espontánea y violenta. Su publicación tenía el propósito de que estuviera en la calle al
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cumplirse el primer aniversario del asesinato de Isidro Velázquez y de su lugarteniente Gauna


(Duhalde, 2001:133).

En este libro Carri reconoce la influencia de Los condenados de la Tierra (1963) de Franz
Fanon que fue la guía teórico-política de su trabajo. Al respecto sostiene Carri: “Deseo señalar
que es en la obra de Frantz Fanon donde se replantea radicalmente el problema de la violencia
y de la espontaneidad, obra que fue la ‘guía’ teórico-política de este trabajo” (Carri, 1968b).

Imagen 2
Portada del libro Isidro Velázquez, formas prerevolucionarias de la violencia, Editorial
Sudestada, 1968

También establece un diálogo crítico con el historiador Eric J. Hobsbawm quien había
publicado el libro Rebeldes Primitivos. Estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos
sociales en los siglos XIX y XX (1968) en el cual hace un recorrido por las formas en el que
campesino reacciona ante la exclusión, las relaciones y condiciones que propician el
levantamiento de estos grupos sociales frente a la injusticia.4 Carri plantea que no resulta
adecuado el término de “bandolerismo” –en tanto hace aparecer a estas clases como “primitivas
o prepolíticas”– y prefiere utilizar el término de “rebelde” para dar cuenta de la resistencia de
la comunidad rural, reconociendo su potencialidad revolucionaria.5 Sostendrá: “Definir a un
hombre como bandolero social no es la consecuencia del estudio sino el preconcepto del cual

4
Roberto Carri reconoce en el prólogo de su libro la seriedad intelectual de Eric Hobsbawn más allá de las
diferencias que establece con su trabajo.
5
En la lectura peculiar que Horacio González realiza de este texto, lo relaciona con el Facundo y el Martín Fierro
debido a que se trata de un drama de justicia, similar al que plantean estas dos obras clásicas de la literatura
argentina (González, 2015).
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se parte” (Carri, 1968b:104) cuestionando a los sociólogos que utilizaban como modelo o
preconcepto para luego adecuarlo a la realidad.

Carri va a retomar la noción de “proletariado total” para dar cuenta de un proletariado


rural que caracteriza en contrapunto con la clase obrera industrial: “desposeídos totales” y
sometidos, por estar en áreas coloniales, a la “violencia absoluta”. Al ser las clases más
explotadas por el “neoimperialismo” serían las únicas capaces de subvertir el sistema
capitalista. Escribirá Carri que “el sistema produce a Velázquez de la misma forma que produce
a las clases oprimidas y por ello, Velázquez expresa el rechazo del orden vigente” (Carri,
1968:34). El enfoque propuesto en este ensayo reivindica a estas luchas como una anticipación
de las luchas de liberación de los pueblos contra el imperialismo.6

También puede encontrarse en este ensayo una crítica al profesionalismo sociológico y al


método propio de la sociología. En aquel momento, este debate se ligaba directamente con la
discusión más general sobre el compromiso político de los intelectuales. Carri da cuenta de ello
en Isidro Velázquez cuando se refiere a los “bandoleros científicos” pues él se resiste a pensar
el conocimiento social fuera del contexto político que atraviesa el país y escindido de la lucha
política por la transformación social (Nahmías, 2015).

Esta será una reflexión recurrente en los diferentes trabajos de Carri. No es casual que ese
mismo año debatiera con Francisco Delich –en ese momento integrante del Centro de
Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO)– en una conocida polémica acerca de la
recepción del libro de Arturo Jauretche, El medio pelo en la sociedad argentina, apuntes para
una sociología nacional (1966) (Delich, 1967; Carri, 1968).En la presentación de este libro,
Jauretche consideró que su trabajo constituía un aporte para la sociología nacional y propuso el
“método del estaño” para señalar el saber espontáneo que surge de la sociabilidad, de las
sabidurías populares. Carri entró en polémica con Delich al repudiar su actitud de calificar como
“no científicas” las contribuciones que no se adaptan al “riguroso” método científico.
“Jauretche tiene una posición política muy conocida (radical, forjista, peronista)” y sus
conclusiones expresarían su particular opinión sobre la independencia nacional. Para Carri la
actitud de Delich pasa por alto la tradición política del autor y la época en la que se inscribe la
obra, dimensiones claves para comprender que la misma constituye un aporte para la
comprensión de la realidad argentina. Y aludiendo a sus competidores en el campo sociológico
afirma: “Y no interesa si el sociólogo científico se proclama marxista, funcionalista o
estructuralista; cualquiera de esas formulaciones separada de la experiencia histórica y un
determinado medio social, es igualmente perniciosa”.

A tono con el clima contestatario de esos años, la articulación entre ciencia y compromiso
político lo llevará a asumir un posicionamiento radical que –sin salirse de la disputa académica–
implicó redefinir a la sociología como disciplina científica. Como veremos a continuación, el
rechazo y cuestionamiento hacia la sociología científica se articuló con la denuncia de la
dependencia en el ámbito académico-científico y en términos más generales, con la denuncia
por la dependencia del país y el orden social opresor e imperialista que intentaban revocar.

Las Cátedras Nacionales: Una apuesta por repensar la Sociología desde el peronismo

6
Albertina Carri, hija de Roberto Carri, realizó una importante relectura de este libro a través del cine documental
con su película “Cuatreros” que se estrenó en octubre de 2016. También es conocido su trabajo anterior “Los
Rubios” en el que realiza un ensayo artístico sobre su propia historia familiar.
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Roberto Carri fue uno de los principales impulsores de la experiencia universitaria de las
Cátedras Nacionales de la Carrera de Sociología de la UBA donde se desempeñaba como
docente. Estas cátedras son frecuentemente recordadas porque estimularon la reorientación de
intelectuales y militantes universitarios hacia el peronismo. Además, renovaron el ámbito de
las Ciencias Sociales al articular el conocimiento acerca de la realidad social nacional y
latinoamericana con la lucha por la liberación y la revolución (Rubinich, 1999, 2003; Moscona,
2010). Asimismo, es preciso soslayar que estas cátedras fueron minoritarias y su importancia
derivó no del peso numérico sino de la tarea política y crítica desarrollada a través de ellas. Si
pudieron mantenerse durante casi tres años de permanente contradicción con las autoridades
universitarias se debió fundamentalmente a la participación activa de los estudiantes (Ghilini,
2020).

Desde allí Carri reivindicó una ciencia social comprometida frente a la “sociología
científica” dominante, identificada con la sociología de Gino Germani y sus
discípulos.7Respaldó una concepción del saber científico que enfatizó su carácter político. Al
respecto, Carri hizo referencia a las características de una “sociología nacional” que ellos
pretendían fundar:

Una ciencia al servicio de la Liberación Nacional se construye como respuesta


militante a la ofensiva cultural del imperialismo; resolviendo dentro de sus
posibilidades los problemas que la práctica de las masas populares hacen surgir de
la compleja realidad de nuestra patria; historiando nuestra dependencia y
extrayendo enseñanzas de las luchas que nuestro pueblo ha realizado; señalando la
continuidad histórica que estas luchas tienen y muestran el camino de la liberación
definitiva de nuestra patria: San Martín, Rosas, Yrigoyen, Perón; elaborando los
procedimientos conceptuales en nuestra propia realidad social y aprendiendo
críticamente de las experiencias históricas de otros pueblos; rechazando como
forma de dominación cultural y política las modas científicas que los defensores de
la “verdadera ciencia” intentan vender como la última palabra […] (Carri, 1969:
65).

La ciencia es entendida por este autor como una respuesta militante a la ofensiva cultural
del imperialismo en clara oposición con las categorías de “objetividad” y “neutralidad
valorativa” elementos centrales de quienes defendían a la sociología como profesión. El
presupuesto de la “objetividad científica” funcionaría como un mecanismo que ocultaba las
relaciones de poder y la dependencia en el campo del conocimiento. Estas críticas a la
“sociología científica” y la sociología como profesión se nutrieron también de las perspectivas
radicalizadas norteamericanas y europeas.8

Asimismo, el término cientificista expresaba el rechazo de los sociólogos nacionales a la


corriente sociológica identificada con el estructural-funcionalismo y sus seguidores. Al
respecto, Eliseo Verón coincide con Carri y crítica al cientificismo en tanto este contendría una
“concepción ingenua de la ciencia y del conocimiento” al suponer la neutralidad completa en
7
La noción de “sociología científica” es una expresión propia de aquellos años que hace referencia a la orientación
teórico-metodológica de la disciplina que fuera impulsada por Gino Germani basada en la investigación empírica
de corte neutral valorativo y correspondiente a la sociología funcionalista que replicaba métodos de las ciencias
naturales. Germani se opondría a la “sociología de cátedra” precedente asociada con la filosofía social y el
ensayismo (Blanco, 2006).
8
En el primer número de la revista ATM se publicará un artículo de Daniel Cohn Bendit (1968), figura del mayo
francés, quien denunciaba a una sociología “perro guardián de todos los poderes del mundo burgués” que
“alquilaban sus servicios” para asegurar la ganancia y el mantenimiento del orden capitalista.
8
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Año 10, N° 18. Córdoba, junio - noviembre 2023. ISSN 2250-7264
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el trabajo científico. Verón consideraba que “la ideología es una dimensión estructural de toda
comunicación, inclusive de la ciencia” (Verón, 1970). Pese a ello, este autor acusará a la
sociología nacional de asumir una posición extrema, a la que denomina como anticientificista
y a la cual define como una “contra ideología”, en tanto “ignora y oculta la práctica científica,
negando además la propia identidad profesional”. En palabras de Verón: “Al renunciar a las
exigencias del método científico, nos abandonamos en los brazos del discurso ideológico y por
añadidura nos podemos dejar invadir por el agradable sentimiento de ser escritores
revolucionarios”.9

El uso del término “cientificista” o “anticientificista” en tanto categorías nativas aparece


en aquel entonces como una forma de ofender a los adversarios. Resulta interesante el análisis
de Gastón J. Gil (2011) cuando da cuenta de la connotación de “estigma” con la que muchas
veces fueron utilizados estos términos, ya que comúnmente operaban como una marca de
“desacreditación” de los involucrados (con un fuerte contenido moral).

Estos interrogantes tuvieron una conocida formulación por parte del destacado
investigador proveniente de las ciencias exactas Oscar Varsavsky10 quien contribuyó a
cuestionar algunas de las reglas del campo científico, definiendo como cientificista a aquel que
“renuncia a preocuparse por el significado social de su actividad, desvinculándola de los
problemas políticos” (Varsavsky, 1969:125). Según Varsavsky, la actitud del cientificista es
la de quien privilegia su carrera y relega sus deberes sociales. Asimismo, parte de sus
contribuciones fueron considerar que el desarrollo científico debía estar vinculado
estrechamente con los intereses nacionales y cuestionar la idea de una “ciencia universal”
entendida como una adaptación a un sistema de dependencia cultural.

Más allá de los múltiples significados y usos del concepto cientificismo este término se
asoció tempranamente con aquellas posiciones que cortaban los nexos entre políticas científicas
y política. No obstante, un rasgo típico de los años sesenta fue el creciente compromiso de los
intelectuales. Carri respaldó una concepción del saber científico que enfatizó su carácter
político y articuló el objeto de la Sociología con los intereses nacional-populares y una
exigencia apremiante como la lucha por la “liberación nacional” y la revolución.

Los años setenta: Poder imperialista y liberación nacional

El tiempo en que vivió y escribió Roberto Carri fue de acelerados cambios sociales y
políticos. Carri piensa y escribe como docente, ensayista, periodista, investigador y militante.
En 1973, publicó Poder imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo contra la
dependencia, un libro en el que compiló artículos anteriormente publicados en la revista
Antropología 3er Mundo y Envido.

La pregunta de este libro es cómo enfrentar a los desarrollistas y burócratas que vuelven
a funcionar como la punta de lanza del enemigo imperialista (Gago, 2015). Los países del
Tercer Mundo y de América Latina en particular, son estructuralmente imperialistas,
significando así el modo de vida de las sociedades dependientes.
9
En efecto, para Verón la propuesta de las Cátedras Nacionales se sitúa en los “bordes” de la ciencia. Un trabajo
reciente de Blois, ubica a Verón en una posición intermedia entre el “cientificismo” y la “negación de la ciencia”,
ya que intentaba mantenerse en dos circuitos cada vez más diferenciados: el de los centros privados y las
conexiones con fundaciones extranjeras y el de la FFYL con estudiantes y jóvenes graduados cada vez más
radicalizados en sus posicionamientos respecto a la politización de la sociología (Blois, 2020: 139).
10
Oscar Varsavsky (1920-1976) matemático argentino. Se destacan sus publicaciones: Ciencia, Política y
Cientificismo (1969) y Hacia una política científica nacional (1972).
9
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Año 10, N° 18. Córdoba, junio - noviembre 2023. ISSN 2250-7264
Anabela Ghilini

El Imperialismo es el modo de vida de la sociedad capitalista contemporánea, su


estructura determinante […] concentra el poder económico, político, militar y
cultural; en él la historia tiene un sentido claro y definido que es otorgado a los
imperialistas por la concentración de las decisiones en un grupo específicamente
delimitado (Carri, 1973).

Su punto de vista crítico del comportamiento de los países centrales en el Tercer Mundo
lo llevó a discutir el rol del capital extranjero en el país y a partir de aquí, elaboró un fuerte
cuestionamiento del programa del desarrollismo, tanto en el plano teórico, como en su versión
política concreta con Arturo Frondizi y Juan Carlos Onganía.

Imagen 3
Portada del libroPoder Imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo
contra la dependencia, Editorial Efecé, 1973

Pero el mismo sistema imperialista produce la oposición a su dominio. El imperialismo


provoca una respuesta cultural, política y revolucionaria que se expresará en los movimientos
de liberación nacional. Carri planteaba que “las revoluciones china, coreana, vietnamita,
cubana, argelina, ponen nuevos límites a la dominación imperialista y al mismo tiempo
expresan un proceso nuevo: las luchas nacionales de tres Continentes que rompen de raíz los
marcos en que se desenvolvía el sistema mundial” (Carri, 1973).

El peronismo es expresión de las luchas contra la dependencia. Ahora bien, en esta etapa
Carri advierte que el frente antiimperialista no suprimía las contradicciones en el peronismo.

Las luchas sociales en el peronismo son objetivas pero hay una que es fundamental,
la que enfrenta a los trabajadores con los representantes directos del gran capital en
el movimiento de masas: la burocracia sindical y sus aliados de la burocracia
política. La resolución de esta contradicción es tan importante para garantizar el
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desarrollo del proceso revolucionario como el enfrentamiento con los monopolistas


y su aparato político-militar de ocupación (Carri, 1973).

En relación con ello, se publicará en Antropología 3er Mundo el documento autocrítico


“De base y con Perón. Un documento autocrítico de las ex cátedras nacionales” (1972) firmado
por Carri y que puede leerse a modo de cierre de un ciclo. Los que firmaron ese documento
adherían a la conformación de una Alternativa Independiente (AI) del peronismo, a partir de la
construcción organizativa de sus bases.

El lanzamiento de la AI guarda relación con un debate que se suscitó al interior de las


FAP alrededor de 1971 entre los denominados “clasistas” y los movimientistas u oscuros. Los
primeros definieron su postura en base a los siguientes postulados: 1. El rol central de la clase
obrera como sujeto revolucionario, 2. La existencia de contradicciones al interior del
movimiento peronista y la imposibilidad de establecer una alianza con la burguesía nacional, 3.
La relativización del rol atribuido a Perón en la conducción del proceso revolucionario, aunque
este aspecto no fue expresado públicamente, provocó tensiones constantes hacia dentro y hacia
afuera de la organización(Raimundo, 2004:467). Tal como se expresa en el documento
autocrítico:

La alternativa independiente que asumimos con el peronismo de bases, es el


peronismo mismo y se corresponde con la necesidad de ser fieles a Perón, que desde
la proscripción y el exilio golpea con lo que tiene al régimen entreguista, para que
la clase obrera continúe desde abajo organizándose para la reconquista del poder,
para construir una patria libre, justa y soberana, una patria socialista. Rechazamos
todo vanguardismo pequeño burgués o intelectual y nos sumamos a la construcción
de la organización desde las bases que permitirá al pueblo peronista vencer en esta
larga guerra de liberación. Con la clase obrera y con Perón continuaremos luchando
hasta la victoria definitiva (“De base y con Perón. Un documento autocrítico de las
ex cátedras nacionales”, 1972).

En aquel entonces, “socialismo” y “liberación nacional” serán dos grandes tópicos


político-ideológicos que–en sus múltiples interpretaciones– constituirán los pilares sobre los
que se consolidará el proyecto político de gran parte de los sectores juveniles. Siguiendo el
itinerario político de Carri, en 1973 ingresa a Montoneros, organización en la que se desempeñó
como responsable de la “Columna Sur”. Pero la política represiva canceló esta etapa
drásticamente y el 24 de febrero de 1977 fue secuestrado de su hogar en Hurlingham junto a su
esposa, Ana María Caruso.

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“De base y con Perón. Un documento autocrítico de las ex cátedras nacionales” (1972):
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