Problema Del Positivismo Juridico Bobbio
Problema Del Positivismo Juridico Bobbio
Problema Del Positivismo Juridico Bobbio
MAESTRO:
LIC. MIGUEL ESPINOZA DE SANTIAGO
ALUMNA:
Manuel Abraham Valenzuela Huerta
INTRODUCCION
I. FORMALISMO JURIDICO
1
F. Carnelutti, “Bilancio del positivismo giuridico”, en rivista trimestrale si siritto pubblico, I,
1951, pp. 281-300, publicado últimamente en discorsi intorno al diritto Padua, Cedam, 1953, I,
pp. 241-261, y E. Allorio, “la vida del diritto in Italia”, en ius, N.S. 1950, I, pp. 42-73, publicado
últimamente en la vita e la scienza del diritto in Italia e formalismo in Europa, Milán, Giuffré,
1957, pp. 3-46.
2
“Formalismo giuridico e formalismo ético (1954), en studi sulla teoría generale del diritto,
Turín, Giappichelli, 1955, pp. 145-162. Con respecto al problema del formalismo jurídico, ver
también los dos amplios artículos sobre el “formalismo giuridico” en la enciclopedia italiana,
appendice III, vol. I, de R. Orestano y en el Nuovissimo Digesto Italiano de G. Tallero distingue
varios significados de formalismo como carácter de determinados ordenamientos jurídicos, una
determinada actitud del jurista frente al derecho, una determinada concepción del derecho (el
derecho como forma), una determinada concepción de la ciencia jurídica (como ciencia formal),
de un determinado mode de interpretación del derecho. de estos significados el segundo,
tercero, cuarto y quinto corresponden mas o menos al segundo, tercero y cuarto presentados
en este capitulo. sin embargo, existe una cierta correspondencia entre el segundo significado
propuesto por Tallero y el primero considerado por mí (aquel que llamo formulismo ético). falta,
por el contrario, en mi exposición una consideración del formalismo como carácter de
determinados ordenamientos jurídicos.
(AQUÍ TERMINA LA TRANSCRIPCIÓN DEL LIBRO: EL PROBLEMA DEL
POSITIVISMO JURIDICO POR NORBERTO BOBBIO PAG. 7 A LA 13)
CONCLUSIÓN LITERAL
He examinado las diversas acepciones que la expresión “formalismo jurídico”
asume con referencia a cuatro problemas: el de la justicia, el del derecho, el de
la ciencia del derecho y el de la interpretación jurídica; y he verificado cómo de
la acentuación del elemento formal con respecto al elemento material, en los
diversos campos, nacen cuatro teorías diferentes: la concepción legalista de la
justicia (o legalismo), la teoría normativa del derecho (o normativismo), la
concepción de la ciencia jurídica como dogmatica y la llamada jurisprudencia
de conceptos (o conceptualismo jurídico). Aquí a modo de conclusión me
interesa observar dos cosas: por una parte, que las cuatro teorías no se
implican recíprocamente de una manera necesaria y por lo tanto no pueden ser
confundidas, o peor aun identificadas; por otra parte las cuatro expresan una
exigencia común que no puede ser fácilmente eliminada de la experiencia
jurídica y por consiguiente, proponen un problema o una serie de problemas
que no pueden ser descuidados ni mucho menos suprimidos.
6
E. di Robilant, Direttiva económica e norma giuridica, Turín, Giappichelli, 1955.
7
Metaphysik der Sitten, I, S 41.
que no vea la analogía entre este modo de entender el derecho y la doctrina
jurídica contemporánea a la que más conviene el título de teoría del derecho
como forma; me refiero a la teoría pura del derecho de Kelsen (quien, por otra
parte, se confiesa repetidas veces, como es sabido, kantiano). También Kelsen
parte de la coacción como elemento constitutivo del derecho y de la definición
del ordenamiento jurídico como ordenamiento coercitivo. Lo que caracteriza al
derecho no es esta o aquella materia de la reglamentación (todos los
comportamientos humanos, salvo los necesarios o imposibles, pueden ser
regulados jurídicamente), sino la forma de la reglamentación, específicamente
en Kelsen, la reglamentación mediante el ejercicio del poder coactivo. Aquí se
puede hablar de una definición formal del derecho, en la medida en que se
contrapone a todas las definiciones del derecho que contienen una referencia
al contenido, como por ejemplo, “normas jurídicas son aquellas que regulan las
relaciones intersubjetivas entre los hombres”; o una referencia a los valores,
como: “normas jurídicas son aquellas que se inspiran en el valor de la justicia”,
etc.
Además de aquellas teorías que tratan de encontrar el elemento
característico del derecho en su presentación como forma de fenómenos
económicos y sociales en general, se puede hablar con toda propiedad de
formalismo jurídico, con mayor razón aún, debido a su amplia difusión, para
aludir a la doctrina corriente entre los intérpretes del derecho positivo estatal o
internacional conocida con el nombre de “normativismo”. En su definición más
corriente, el normativismo es aquella doctrina según la cual un hecho (en el
sentido más amplio) es jurídico cuando es considerado en función de una
norma jurídica que le atribuye determinadas consecuencias. Es característico
de la teoría normativa remitir el criterio distintivo del derecho del hecho a la
norma; con otras palabras, de su contenido –según el cual, un hecho puede ser
económico, social o moral- a su forma, según la cual no puede ser más que
ordenado, o bien prohibido, o bien permitido. Aquí, “forma” es entendida en el
sentido más común de “recipiente”, es decir, de un continente que no cambia
con el cambio del contenido; actos humanos y hechos naturales, relaciones e
instituciones se vuelven jurídicos desde el momento en que entran dentro del
esquema normativo proporcionado por un determinado ordenamiento. La teoría
del derecho como forma, en el sentido especificado en primer lugar y el
normativismo, no coinciden necesariamente, aun cuando sean a menudo
confundidos y se encuentren la una al lado del otro en los mismos tratados. La
primera es una teoría general del derecho que responde a la pregunta: “¿cuál
es la naturaleza del derecho?” el segundo es un modo de considerar los
fenómenos jurídicos, un punto de vista sobre la actividad jurídica, en general y
sobre todo el mundo de la experiencia jurídica, considerada como una
experiencia sub specie legis, que responde a la pregunta: “¿cómo se distinguen
los hechos jurídicamente relevantes de los irrelevantes?”. La diferencia resulta
también de la diferenciación de las doctrinas a las cuales ambos se oponen. La
definición del derecho como complejo de normas cuya eficacia es reforzada
mediante el poder coactivo, se contrapone a cualquier teoría que trate de
definir el derecho mediante la referencia a la noción del bien común; la teoría
normativa del derecho se contrapone a las teorías sociológicas y realistas. Lo
que aquí es necesario decir es que mientras que a la primera especie de
formalismo se oponen algunos juristas, la segunda es uno de los presupuestos
de su trabajo de intérpretes, una de las herramientas de trabajo a la que parece
no podemos renunciar. Esto prueba, si aún fuese menester, la necesidad de
distinguir entre las diversas especies de formalismo y de rechazar toda
polémica que no tenga en cuenta las distinciones.
9
E. Allorio, “La pluralita degli ordenamenti giuridici e l’acertamento giudiciale”, en Rivista di diritto civile, I,
1955, p. 262.
10
E. Allorio, “Osservazioni critiche sulla sansione”, en Rivista del diritto civile, II, 1956, p. 5. El subrayado
es mío.
11
Studi sulla teoría generale del diritto, p. 4, 34.
12
Ver como conclusión de una serie de estudios sobre los problemas más discutidos de la teoría general
del derecho, el trabajo “Limiti fra formalismo e dommatica”, 1936, publicado en la recopilación de las
principales obras del autor titulada Formalismo e sapere giuridico, Studi, Capelli Editore, 1962.
regularidad de los comportamientos, es decir, un estudio que prescinde de toda
investigación de carácter psicológico sobre los motivos de la acción. No vamos
a juzgar si los términos “teoría formal del derecho” y “formalismo” son
convenientes o si es posible encontrar términos más adecuados; lo que aquí
interesa es que ni la teoría formal del derecho, ni el formalismo, en el sentido
de Cammarata, son propuestos como la única forma posible del conocimiento
jurídico. Ponen de relieve, eso es todo, la importancia y la autonomía de los
problemas de la estructura y los distinguen de los problemas sociológicos,
históricos, psicológicos, etc. Por consiguiente, objetar a las investigaciones
estructurales ser formales, es como objetar a un caballo ser equino.
Finalmente, deben distinguirse estas investigaciones estructurales de las
investigaciones de lógica jurídica, que también son llamadas de pleno derecho,
aunque con otra acepción, formales. Si no se quiere crear confusión idiomática,
convendrá hablar de lógica jurídica en sentido estricto, es decir, de
investigaciones sobre la estructura de las proposiciones normativas y sobre el
razonamiento jurídico; en tanto tal, la lógica jurídica –que con el mismo criterio
que la lógica, de la cual es parte, puede ser llamada con acierto, ciencia formal-
no cae en ninguno de los significados de formalismo explicados hasta ahora.
Se puede hablar en realidad de una lógica jurídica en sentido estricto, es decir
de lógica aplicada al derecho, de dos modos diferentes: como lógica de las
proposiciones normativas y como investigación del razonamiento de los
juristas.13 Son dos campos de investigación; el primero es en gran parte nuevo
y se encuentra en etapa de roturación, el segundo se halla en etapa de revisión
y de renovación a través del interés por la retórica, diferente de la lógica. Las
distinciones, por ejemplo, entre imperativos positivos y negativos o entre
imperativos categóricos e hipotéticos, son distinciones lógicas, cuya
elaboración es obra de la lógica jurídica en sentido estricto. Nótese la diferencia
entre estos tipos de distinción y las distinciones, por ejemplo, entre normas del
derecho substantivo y normas del derecho procesal, entre normas del derecho
estatal y normas del derecho internacional. El ejemplo muestra claramente que
la lógica jurídica es una rama del estudio del derecho, sobre cuya utilidad y
fecundidad se puede discutir todo lo que se quiera, pero que no hay que
13
Para mayor información sobre este punto remito a mi trabajo “Diritto e lógica”, Rivista internazionale di
filosofía del diritto, XXXIX, 1962, pp. 11-44.
confundir con una concepción formalística del derecho cualquiera que ésta sea.
Es de lamentar que la frecuente confusión entre formalismo jurídico y lógica
jurídica esté conduciendo a muchos estudiosos del derecho a una actitud de
desconfianza con respecto a la lógica jurídica, justamente en el momento en
que ella suscita el interés de los lógicos y cuando debería auspiciarse la
colaboración entre lógicos y juristas.14 Quede bien claro que el estudio de la
lógica jurídica, en el doble sentido de lógica de las proposiciones normativas y
de lógica de la jurisprudencia, no implica en absoluto una concepción general
del derecho como forma exenta de contenido o como sistema racional
hipotético deductivo, y no insinúa tampoco la pretensión, temida por los juristas,
de que se quiera llegar a una formalización rigurosa del razonamiento jurídico.
CONCLUSIONES
La palabra “forma” es uno de los términos claves de nuestro lenguaje
filosófico. Como todas las nociones claves ha sido adoptada con tan
innumerables significados o familias de significados, que aquí no cabría,
suponiendo que esto fuera posible, intentar un análisis; sería como querer
rehacer la historia de la filosofía. Por cierto, al menos en un vasto y relevante
grupo de significados indica, en un fragmento cualquiera de la realidad, el
elemento constante con respecto a lo variable; es decir, aquello que no
participa del cambio, sino que, acogiéndolo, lo fija. Pero en este continuo
retorno del concepto de forma en los diversos planos en los que se articula la
experiencia jurídica, está, aunque no siempre consciente, la exigencia de
afirmar la función estabilizadora del derecho. Dentro de la mutación histórica, el
derecho representa aquello que detiene el movimiento, que lo canaliza y
solidifica; en la variación de las acciones humanas representa la determinación
de un orden. La tendencia de los juristas al formalismo surge, pues, de la
naturaleza misma y de las funciones del derecho en la sociedad.
PAGINA 27
FINAL DEL TEXTO.
14
Un primer encuentro entre lógicos y juristas, provocado por aquellos, se realizpo en un coloquio en
Lovaina, el 8 y el 9 de Septiembre de 1958. Pero la actitud de muchos juristas participantes fue la de
aquel que huye de un enemigo que lo persigue. Ver las actas del congreso Logique et Analyse, I, 1958,
nos. 3-4.
CONCLUSIONES PERSONALES
Teorías formales: cualquiera que tenga una sistematicidad establecida y
generalmente constante; Teoría formalista: la que trata el capítulo, son las que
ven al derecho como una FORMA. Es importante hacer esta distinción para
entender de qué habla el presente texto.
Kant dice que en las relaciones jurídicas no es relevante el POR QUÉ,
sino el CÓMO, es decir la forma. Esto es, la ley no regula a los hombres el qué
hacer, sino el cómo hacer.
Se dice que la base de toda legislación es LA COACCIÓN, como
podemos ver en la fórmula “si quieres hacer A, debes cumplir B”. Es este
elemento el que convierte el derecho natural en derecho positivo.
También tenemos el NORMATIVISMO, que sanciona a los hechos como
jurídicos (es decir que les otorga esta cualidad), dándoles de esta forma ciertas
consecuencias, aquí los estudiosos usan la palabra FORMA como una especie
de contenedor, en el que, si el hecho se adecúa a la norma, adquiere ciertas
consecuencias (ejemplo sería el tipo penal).
Una manera de diferenciar estas teorías entre sí, que podemos decir que
son “compañeras”, pero no son iguales, es que el formalismo atiende a la
naturaleza de la norma, mientras que el normativismo, en un sentido mucho
más general, trata de lo que es jurídico y lo que no lo es.
Cuando nos referimos al derecho como ciencia, no es en el sentido más
estricto de la palabra que se refiere a conocer hechos del mundo físico; sino en
un sentido mucho más amplio, la ciencia del derecho trata de hacer
calificaciones de hechos y construir un sistema.
Construcción: definir un hecho, acto, relación o institución con el fin de
insertarlo al sistema de conceptos jurídicos (ejemplo: alguien debió “construir”
la institución del Fideicomiso, a fin de poderlo reglamentar e insertarlo en el
sistema jurídico). En este estudio científico, es incorrecto e fútil al jurista
explicar una figura por su origen o sus motivos de existencia, si no se establece
su actual situación normativa.
También podemos entender el formalismo científico como un estudio
“frío” de la normatividad, en el que no vienen a colación las razones
psicológicas, históricas, o de cualquier otra índole del comportamiento o de la
norma, siendo únicamente relevante la estructura de la calificación jurídica
(norma), en relación a la figura, hecho, institución, etc. que regula.