Cuadernillo 5to
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Cuadernillo 5to
5TO AÑO
AÑO: 2023
PROFESORA: LAURA RAMARI
CIENCIA FICCIÓN
El avance tecnológico es un rasgo que caracteriza el panorama actual. Este desarrollo constituye una herramienta
que ha permitido la transformación de la realidad. Así, por ejemplo, la exploración del espacio implicó un
instrumento para el progreso de la tecnología satelital. Cuando el cine todavía era mudo, los viajes espaciales se
podían imaginar gracias a películas como Le voyage dans la lune. Sin embargo, es necesario recordar que dicha
producción fílmica es una adaptación del texto de Julio Verne De la tierra a la luna publicado en 1865. Los viajes
extraordinarios trajeron una visión del universo como espacio infinito. Esa expansión de la mirada permitió pensar
en la probabilidad de vidas en otros planetas y motivó a continuar las expediciones espaciales. El mito ovni nos
envía a películas como ET, Men in black o La guerra de los mundos. Otra vez, se señalará que esta última es una
adaptación del texto homónimo de H. G. Wells publicado en 1898.
Los casos mencionados demuestran que la imprecisión en la definición del género literario ciencia ficción, lleva a
confundirlo con el cine de efectos especiales. Suponiendo que estos textos dijeran algo del modo histórico en que
se formó la cultura del siglo XXI. ¿Por qué la ciencia ficción como género cinematográfico desplazó la
importancia del texto literario? Una causa se hallaría en el cambio en los modos de circulación de la información.
Conviene recordar que a partir de la invención de la imprenta se había impuesto el texto escrito como fuente de
adquisición del conocimiento. En la actualidad nos encontramos frente a un período de extensión de los medios
audiovisuales al entorno educativo. Así, en 1895 fue proyectada la primera secuencia de imágenes en movimiento.
Desde entonces, la producción cinematográfica se abrió camino en la historia de la comunicación.
Ahora bien, el problema del olvido de los textos de ciencia ficción debe ser observado en el campo de la crítica
literaria. Esta disciplina tiene como objetivo establecer criterios para la evaluación de las obras literarias. En este
sentido, se hablaría de una función legitimadora que otorga prestigio institucional. Además, se ocupa de regular la
circulación de los temas investigados. Por lo que respecta a la ciencia ficción, existen dos aspectos que
demuestran que la ciencia ficción ha permanecido olvidada.
El primer aspecto consiste en que no se ha llegado a un acuerdo en la definición formal del origen. Se pueden
reconocer tres hipótesis, cada una de ellas depende de la concepción de ciencia ficción que se maneje (Capanna,
2007). La primera hipótesis es la que sostiene Darko Suvin que ubica el origen en el Renacimiento con Utopías de
Tomás Moro. Para Suvin los relatos de ciencia ficción se caracterizan por producir un extrañamiento cognoscitivo.
Utopías presentaba a los lectores un orden diferente al establecido. La segunda hipótesis es la de Brian Aldiss,
quien afirma que la primera obra de ciencia ficción es Frankenstein de Mary Shelley (1817). Según Aldiss, la
ciencia ficción intenta una búsqueda del lugar del hombre en el cosmos que resulte sostenible en el marco de la
ciencia, expresada en modelos góticos. La presencia del terror en la narración de Frankenstein haría referencia al
rasgo gótico. La tercera, señala que la ciencia ficción surgió como género independiente cuando Hugo Gernsback
en 1926 acuñó el término “scientifiction” y desencadenó un movimiento de publicaciones de revistas. Estas son
las tendencias más destacadas en cuanto a la definición del origen. Está claro que cada una pone énfasis en
cuestiones diferentes.
El segundo aspecto refiere a que la ciencia ficción fue ignorada por el ámbito intelectual. Prueba de ello es el
punto de vista del crítico académico Martin Green (en Capanna, 2007: 219), quien afirma que la ciencia ficción
nunca llegaría a ser literatura “culta” porque su público lector no lo permitiría. Green agrega que la ciencia ficción
al ser juzgada con criterios formales resulta poco convincente para el lector de gusto cultivado. Por lo tanto,
asegura que no llega a ser un género, sino un subgénero. De ahí que Capanna en su texto acuñe el término
“subliteratura” para referirse a los críticos que se encuentran en la línea de Green. De esto se desprende que, la
crítica literaria determina los modos de juzgar los textos y se encarga de establecer una jerarquía de géneros. Pero,
esa tarea construye un canon de lectura por medio de la fijación de fronteras arbitrarias.
La postura que redujo el papel de la ciencia ficción se encuentra amparada en una tradición que concibe a la
cultura como un espacio de lucha por la hegemonía entre grupos dominantes y dominados. No obstante, esta
polémica merece una relectura, teniendo en cuenta que la cultura no estaría formada por dos niveles
independientes, sino que esos niveles se relacionan recíprocamente. Hasta aquí el problema de la inserción de la
ciencia ficción en los estudios literarios. A continuación se propone un recorrido por la formación de la cultura de
masas.
La invención de la cultura de masas
Fréderic Barbier y Catherine Bertho Lavenir (1996) plantean que a comienzos del siglo XX el desarrollo de la
prensa, del cine y de la radio dio lugar a una cultura del ocio popular. Es decir que aparecen formas de
entretenimiento popular elaboradas por publicistas y empresarios que se enfrentan a las elites defensoras de las
normas culturales clásicas. Frente a este fenómeno, los intelectuales sostienen que la reproducción mecánica
alteraría la naturaleza de los objetos culturales. La reacción de las elites conservadoras es una postura defensiva
ante las transformaciones que representa el acceso de las mayorías a las formas de distracción reservadas a una
minoría.
De esta transformación en los modos de producción, en Estados Unidos durante la posguerra mundial surge una
Literatura de masas que se encuentra vinculada a la producción en serie. En otras palabras, se establecieron
convenciones para la producción de material literario cuyo objetivo no era la originalidad, sino la reproducción del
modelo. Los escritores vendían sus manuscritos a los editores de literatura comercial. Se trataba de ediciones de
bajo costo, denominadas pulps que difundieron una literatura folletinesca destinada al entretenimiento. Había
revistas de distintos géneros, tales como: de misterio, de horror, de detectives, entre otros. También se publicaban
historias del género fantástico-científico escritas por Verne, Wells y Lovecraft. Algunos ejemplos de revistas son:
Weird Tales (1923), Amazing Stories (1926) y Astounding Stories (1930).
A los ojos de la crítica literaria, lo que peligraba era que la difusión de ideas sea sustituida por la oferta de
entretenimiento. Además, esta actitud de censura se veía potenciada considerando las características de la edición:
eran revistas vendidas en kioscos, impresas en papel de diario, con dibujos de monstruos exóticos en colores
saturados. Aquellas condiciones de presentación atentaban a la formalidad que pretende el campo literario.
Estos son los antecedentes que ponen de manifiesto los orígenes de la ciencia ficción como literatura popular. De
todos modos, es preciso advertir que en realidad la ciencia ficción se funda en la época de la Revolución Industrial
y se expande con la cultura de masas. Para encontrar algo más que producto de la industria cultural, esta forma
literaria debería ser observada con mayor detenimiento, operación de lectura que la crítica literaria se había
rehusado a emprender.
Aportes de la Ciencia Ficción
A partir de un estudio de Jaime Rest (1979) se podría hallar una huella que sirva de guía para encontrar algunos
aportes de la ciencia ficción. En efecto, Rest caracteriza a la ciencia ficción como el tipo de narración que:
“suele referir acontecimientos insólitos pero trata de otorgarles verosimilitud con el concurso de los hallazgos
sorprendentes que se han producido en el campo científico durante los últimos tiempos (…) más que en los datos
científicos, este tipo de narración tiene su base de sustentación en la atmósfera que ha creado el avance
tecnológico…” (Rest, 1979:24).
De a acuerdo con esta definición, la ciencia ficción combina dos formas discursivas heterogéneas. Por un lado, se
trata de textos que se inscriben en la serie literaria. Por otro lado, los rasgos de verosimilitud se consiguen a partir
de las descripciones precisas de técnicas y teorías provenientes del discurso científico. Cabe señalar que el
discurso científico ha sido desde siempre uno de los rasgos que caracteriza a la comunidad académica. Aquella
comunidad que se negaba a reconocer el valor de este género literario. Así pues, las relaciones entre esos dos
discursos habilitarían a reconocer la importancia de sus aportes.
La ciencia ficción estuvo ligada a la noción de “anticipaciones literarias” (Capanna, 2007: 38). En efecto, muchas
de las ideas expuestas en la producción literaria inspiraron a los estudios científicos y tecnológicos. Este es el caso
del submarino, anticipado por Julio Verne en Veinte mil leguas de viaje submarino publicado en 1869. Además, en
algunas ocasiones los escritores eran científicos que usaron las revistas populares para conjeturar aquello que
todavía no podían llevar al laboratorio. De ahí que, esta rama de la producción literaria haya promovido una
actitud abierta ante el cambio tecnológico o social. Estas narraciones proporcionan un enfoque científico que
predispone a juzgar la realidad con objetividad y aceptar los beneficios del desarrollo del conocimiento.
Por lo tanto, una lectura crítica dejaría ver la posibilidad de acercamiento al discurso científico que los lectores
ajenos podrían conocer a través de la literatura. De manera que la difusión de la ciencia ficción por medio del
modelo de la industria cultural no tendría que ser un obstáculo para reconocer su relevancia. Ese acontecimiento
se debería interpretar como un momento en la historia de su circulación. Podría pensarse que la aceptación hubiera
sido otra, si los textos se hubieran expandido en condiciones de presentación más sobrias.
Los estudios en torno a los textos de ciencia ficción se vieron oscurecidos por el peso hegemónico de otros ejes
temáticos. Tal vez, sería necesario adoptar un enfoque que integre equilibradamente la variedad de producciones
literarias. Después de todo, teniendo en cuenta que la crítica literaria se alimenta de las discusiones, le resultaría
productivo considerar que la cultura no puede ser homogénea. El reconocimiento de la productividad del sector
popular invita a volver a pensar los límites trazados.
JaimeRest
Si admitimos, como lo hacen algunos especialistas en la materia, que ciencia ficción se inicia con el
Frankenstein de Mary Shelley, cabe entonces juzgar que esta especie narrativa está íntimamente vinculada al
cuento fantástico moderno y a la novela detectivesca. Surge, como ellos, en la primera mitad del siglo XIX,
en virtud de la división que sufre la “novela gótica” y es, a semejanza de ellos, un intento de superar
dialécticamente por medio de la imaginación uno de los principales conflictos ideológicos que se originan en
dicho período: el enfrentamiento entre el racionalismo secularista heredado de la Ilustración filosófica y el
irracionalismo sobrenaturalista –de estirpe medieval– que reaparece como consecuencia de la óptica
romántica. Cada una de las formas narrativas mencionadas depende resolver este problema mediante una
solución particular, que en todos los casos se basa en la conveniente articulación entre lo misterioso y lo
racional. El cuento fantástico propone una salida ambigua que consiste en dejar que el misterio quede
circundado de vaguedad, como para que nunca pueda decidirse si el hecho insólito es un efectivo síntoma del
orden sobrenatural o meramente un indicio de locura u onirismo. El relato detectivesco propone un misterio
insuperable para todos, salvo para la inteligencia privilegiada de un investigador capaz de resolver todo con
absoluta racionalidad. Por su parte, la ciencia ficción suele referir acontecimientos insólitos pero trata de
otorgarles verosimilitud con el concurso de los hallazgos sorprendentes que se han producido en el campo
científico durante los últimos tiempos. Sea como fuere, más que en los datos científicos específicos, este
tipo de narración tiene su base de sustentación en la atmósfera que ha creado el avance tecnológico, con sus
viajes espaciales, experimentos de computación, trasplante de órganos humanos, procedimientos para el
dominio psicológico de individuos o comunidades y para el “lavado de cerebros”, a lo cual se suman variadas
hipótesis sobre la naturaleza maleable del espacio y del tiempo o sobre distintos fenómenos astronómicos,
metereológicos y ecológicos. De manera general, el cuento fantástico alcanzó su apogeo entre 1880 y 1914,
en tanto que el relato detectivesco conoció su plenitud en el período intermedio entre las dos guerras
mundiales; en cambio, la ciencia ficción, si bien ya había sido anticipada por H. G. Wells desde la década de
1890, sólo ha ido adquiriendo proporciones significativas en los últimos años, como resultado de las
revolucionarias aplicaciones que popularizaron los descubrimientos de la física atómica. Hasta cierto punto,
algunos comentaristas opinan que la ciencia ficción ocupa en nuestro tiempo un lugar análogo al que poseía
la invención mítica primitiva: nos permite asimilar por medio de metáforas adecuadas la experiencia
alienadora que tienen ciertos fenómenos –naturales o artificiales– cuyo significado y alcance sobrepasan y
anonadan al hombre común, dotado de conocimientos que resultan insuficientes para comprender o
interpretar acontecimientos científicos que parecen insólitos, que tienen efectos deshumanizadores y que
desencadenan –o se supone que pueden llegar a desencadenar– procesos de consecuencias imprevisibles para
la perduración de la vida o el desarrollo de la cultura y la sociedad, según la concepción de éstas que ha
tenido vigencia hasta el presente. Por lo tanto, la ciencia ficción, que en su origen fue una especie a la que
se imputó marginalidad, hoy en día cuenta con autores que la han convertido en vehículo de especulaciones
metafísicas o morales de notable significación para nuestra época. Los tipos principales de la anécdota de
ciencia ficción pueden reducirse a tres: 1) la inventiva humana pone en funcionamiento mecanismos que
finalmente escapan al dominio del hombre; 2) seres inteligentes no humanos se introducen en el mundo del
hombre; 3) fenómenos naturales imprevistos alteran la situación del hombre en la tierra o amenazan la
subsistencia de las especies vivientes. En consecuencia, cabe agregar que, así como las formas tradicionales
de la narrativa de ficción sirvieron para examinar el destino humano en el ámbito conocido de la sociedad de
su tiempo, la ciencia ficción explora las condiciones de la existencia humana actual, perturbada por las
acechanzas de factores imprevistos, desconocidos o amenazadores, que están ligados a la atmósfera
psicológica de un sorprendente adelanto de la ciencia y de la técnica.
Rest, Jaime, Conceptos de literatura moderna, La Nueva Biblioteca Nº 4, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1979.
Los relatos de Ciencia Ficción
El género ciencia ficción reúne su denominación dos palabras que provienen de ámbitos
aparentemente en pugna: el científico, vinculado con el conocimiento comprobable y verdadero, y
el literario, donde se deja de lado la cuestión de la verdad y funciona el concepto de verosímil. La
expresión es traducción de "sciencie - fiction", término del inglés bajo el cual se difundieron estos
relatos originados en la literatura anglosajona. Las narraciones consideradas de ciencia ficción
pueden ser muy diferentes, pero todas suponen los avances científicos y tecnológicos del siglo xx
en adelante, que hacen verosímiles las historias contadas.
La palabra utopía (del griego "utopos", que significa "lugar que no existe") se refiere a los planes,
proyectos o sistemas optimistas que se presentan como irrealizables en el momento de su
formulación. Muchos relatos de ciencia ficción presentan un mundo utópico.
ACTIVIDAD:
1) Hacé una lista de películas que presenten un mundo distópico y otras con un mundo utópico,
según lo leído anteriormente.
Mundo utópico:
mundo distópico:
● comenzamos con la lectura de la novela “Frío” de Rafael Pinedo.
COSMOVISIÓN REALISTA
Comenzamos reflexionando...
Observá el cuadro “Niños comiendo
uvas y melón” de Bartolomé Esteban
Murillo (1650) y luego respondé:
a) ¿Qué aspecto presentan los
niños de la imagen?
b) ¿Qué connota el gesto de cada
uno de ellos?
c) ¿Cuál podría ser su historia de
vida?
e) Pensá situaciones concretas en las que una persona pueda ser considerada pícara.
Me gusta el subte porque es como el cumpleaños de quince de una prima lejana al que todos se ven
obligados a ir aunque nadie tenga ganas. En él converge la mezcla más exótica de seres humanos,
una suerte de feria llena de colores y ruido y voces estridentes y alguna que otra imagen triste.
Los pibes se metieron al vagón a los gritos. Eran tres y ninguno tenía más de ocho años. Eran
flaquitos y chabacanos, maleducados sin maldad, medio pillos pero compañeros. Uno solo tenía
zapatillas, el más chiquito.
Y cuando digo chiquito no hablo de la cantidad de años sino de la cantidad de costillas que le conté
sobre la piel desnuda. El más chiquito tenía las zapatillas y también tenía las tarjetitas. Las fue
repartiendo mientras hablaba a los gritos y el otro le respondía a los gritos y un tercero le gritaba a
la gente que les tiraran una moneda, que Dios los bendiga. Una señora se tapó los oídos.
Recién cuando pasaron en retirada escuché hablar al pibe que tenía sentado enfrente. Él también
habrá tenido unos ocho años.
-Mamá, ¿por qué gritan los nenes?-, preguntó, sin sacarles los ojos de encima. Eran ojos de
asombro. ¡Qué libres eran los nenes que podían jugar en el subte!, habrá pensado.
-Porque son negros-, dijo la madre y sentí como si de repente me hubieran apretado el pecho. Pensé
que había escuchado mal y presté atención. No sé por qué tuve miedo.
-Porque son negros. Y cuando sean grandes, van a ser ladrones. Vos tenés que tener mucho cuidado
con esos chicos, ¿sabés?
La cara del nene cambió como cambia la luz de la tarde cuando es verano y son las ocho menos diez
y hay sol y de repente son las ocho y todo se ha puesto oscuro. Sus ojos se apagaron y los ratoncitos
de curiosidad que espiaban desde las pupilas se atacaron entre ellos. Sus cejas se torcieron hacia
adelante y sus labios se convirtieron en una línea recta y severa. Creo que hasta se le cayó un poco
de magia de los bolsillos.
-¿Sabés?
-Sí, mamá.
No entiendo muy bien lo que me ocurrió a mí. Se me aceleró el corazón y mi garganta se puso
rígida y quería salir del tren aunque estuviera en movimiento. Quise ser yo el que gritara ahora, pero
me pareció más virtuoso el silencio de quien sabe que nunca se humilla a alguien delante de sus
hijos.
Tenías la oportunidad de sembrar una semilla de amor y preferiste perpetuar el odio. Elegiste
enseñar a tener miedo. Podría haberte perdonado la falsa misericordia de quien observa y murmura
‘pobrecitos’ pero masticaste tanta bronca que ya no sabés hacer ni eso. Ay, nene, ojalá alguien te
explique que tu vieja ese día estaba enojada y que los pibes de la calle no se juntan para jugar, sino
porque tienen miedo. Los pibes de la calle no gritan porque son negros, gritan porque son invisibles.
Lazarillo de Tormes fue publicada en 1554 en España y se encuadra dentro del surgimiento de un
nuevo género, la novela picaresca. Este género irrumpe para mostrar la realidad más cruda del
imperio español: la pobreza de las clases bajas, el descontento social, la mezquindad de los más
privilegiados y los abusos del clero y la nobleza.
El género toma su nombre del protagonista, un pícaro que logra sobrevivir por medio de su ingenio
y astucia en un medio social que le es adverso y marginal. Así, el pícaro se opone al ideal del
caballero que se había destacado hasta entonces en la narrativa medieval. Veamos a continuación
otras características que definen al género:
Carácter autobiográfico de la narración: el protagonista de la novela cuenta su historia
desde los orígenes empleando la primera persona. Las circunstancias que narre acerca de su
vida le permitirán dar cuenta de aquello que el autor desea criticar de la realidad. En el caso
de Lazarillo de Tormes, el narrador en primera persona se dirige, mediante una carta, a
alguien de un nivel social más alto (la fórmula que utiliza es “Vuestra Merced”). Esta
estructura de carácter epistolar le dará unidad a las distintas situaciones vividas por el
protagonista al servicio de distintos amos, y transformará el conjunto de historias de una
novela.
Verosimilitud: el aspecto autobiográfico y la descripción detallada de los diversos tipos
sociales, sus costumbres y los ambientes en los que se mueven hacen que la narración
resulte verosímil. Del mismo modo, el lenguaje llano empleado en el relato también
contribuye a la verosimilitud de la historia, ya que Lázaro es un personaje de baja extracción
social, no letrado (el lenguaje utilizado es acorde con su origen humilde).
Sátira de vicios y costumbres: por medio de la crítica o burla se ponen de manifiesto las
costumbres y vicios de la sociedad. Este procedimiento literario se emplea para generar
humor y, en ocasiones, se recurre a él con un fin moralizante. La crítica apunta a la
corrupción, la hipocresía, el “falso honor”, la ambición, la avaricia y la falta de solidaridad
por parte de los estamentos sociales más privilegiados.
Pasa la secuencia editada. Se ve la cara del pibe en primer plano. Se le caen los mocos, está agitado,
tiene los ojos redondos, los pelos negros parados, las mejillas sucias, serruchito en las puntas de los
dientes. Algunos le faltan, todavía no le crecieron, o los perdió. Corte. Está parado, con el arma en
la mano. Dice: “No, al hospital no me llevás ni ahí o te cueteo. ¿Qué, tenes miedo vos, puto?”
-Quedó bien. Dale, poné toda la carne que nos quedan quince minutos.
Las imágenes se suceden con vértigo, parecen sacadas de videojuego. Se ve al pibe caminando por
las calles sucias de un barrio precario como un pac-man avanzando en un laberinto enloquecido, de
pasillos angostos y a medias de cualquier cosa. La cámara lo toma de espaldas. Como señales de
tránsito a toda velocidad se ven manos que salen de las casillas agitando saludos. Apena visibles
entran y salen de cuadro los azules de los uniformes de la policía y el gris de un traje de un tipo de
traje. Llegan a una esquina.
-Pará, pará.
Otra vez la cara del pibe que mira la cámara y a los que están detrás como no sabiendo qué hacer,
como perdido. El perrito no se le separa, está parado a su lado pero no está perdido, está tenso,
como amenazado. Se ve un mango con anillos grandes, a de Lolo, alcanzarle una hamburguesa y
una coca al pibe, otra hamburguesa para el animal. El nene se la come medio desesperado, con la
boca abierta, se ven los pedazos de pan y de carne dándole vueltas entre la lengua y los dientes. El
perro desconfía, huele con insistencia lo que le tiraron, pero al final gana el hambre y se la come.
-Contame otra vez lo que me dijiste antes, lo del transa, ¿te animás?
-Claro que me animo. Yo no le tengo miedo a nada. Maté a uno pero no me hicieron la denuncia
porque era un transa. No me quiso regalar una bolsita de droga y se lo di en la boca. Le di un tiro
por acá, que le salió por acá.
-Y robaste, ¿por qué robaste?
-Porque estaba aburrido.
El perrito sigue inquieto, da vueltas alrededor del pibe. En un costado está estacionando un
patrullero. Sigue hablando del chico. El de las hamburguesas le pregunta si no le tiene miedo a la
policía.
-No le tengo miedo a nada, ya te dije. Yo tengo más años que lo que entrenaron ellos, no saben
manejar una pistola. Yo sí sé, ya la viste a la mía, es una Bersa Thunder, con regulación
automática, para que no te tire para atrás.
-Sacá lo de la comida, sacá la voz de Lolo, bruleale la cara al pibito y dejá lo demás hasta la pistola
y ahí cortamos. En cinco nos dan aire.
El técnico hace lo que le dicen y se va de la cabina de edición. La película sigue sin que nadie la
mire. El chico termina de hablar y se desinfla, como la bolsita que aspiraba al principio. Lolo se le
acerca con otra botella de coca. El perro se decide, le salta y le muerde un hombro. El tipo le pega
dos patadas y el animal queda hecho un bollo. El chico llora con el revólver en la mano. Lo apoya
en el piso para abrazar al perrito que gime. La pantalla se pone negra.