Jagagɨaɨ Completo Con ISBN
Jagagɨaɨ Completo Con ISBN
Jagagɨaɨ Completo Con ISBN
Rɨazéyue
(y otros narradores mɨnɨka)
ISBN 978-958-48-0494-5
A Jürg Gasché,
A Fernando Urbina.
A Juan Álvaro Echeverri.
1
Escritor y profesor de literatura de la Universidad de Antioquia, Colombia. Entre sus obras se cuentan
Para que se prolonguen tus días (1998), Stolpersteine (2008), Déjanos encontrar las palabras
(2011), Zweistimmige Gedichte (2012), Finales para Aluna (2013), Contra editores (2014), Utopías
móviles (2014) y Komuya uai. Poética ancestral contemporánea (2015). Este estudio hace parte de la
Estrategia de sostenibilidad del GELCIL, otorgada por el CODI de la Universidad de Antioquia para
el periodo de 2013-2014 y es uno de los resultados del proyecto Yuaki rafue. Estudio de los géneros
poéticos minika de la ceremonia de frutas.
10
2
Del trato inhumano que han padecido estas culturas hay testimonios desde hace más de cien años
(Roger Casement, 2012, 2014). Los métodos han sido diversos, pero el resultado siempre ha sido el
mismo: o se les esclaviza o se les elimina, bajo el principio inaceptable, por supuesto, de que son
primitivas. Con razón el viajero irlandés registró en su diario, el 23 de septiembre de 1910, que en La
Chorrera, una de las ciudades inventadas por la invasión en el territorio indígena, “uno está rodeado
de criminales por todos lados” (2014, 28).
3
Nos acogemos a los datos suministrados por el Ministerio de Cultura de Colombia en su mapa de lenguas
(http://www.lenguasdecolombia.gov.co/mapalenguas/inicio.swf), aunque bajo la denominación uitoto
se agrupa además a los okaina y nonuya, con 137 y 228 habitantes respectivamente. El Ministerio de
Cultura de Perú clasifica a la lengua mɨnɨka dentro del grupo murui muinanɨ, cuya población es de 1109
personas que se identifican como indígenas (http://bdpi.cultura.gob.pe/pueblo/murui-muinani).
hablantes del mɨnɨka, por ejemplo, son conscientes de que la palabra sirve para
propiciar el conocimiento, es decir, para formular preguntas que permitan
traducir la sabiduría de la Madre (el planeta Tierra) y para entender el origen
de sus hijas (todas las especies que provienen de y regresan a ella). En este
sentido, los mɨnɨka coinciden con las investigaciones biológicas más actuales.
De acuerdo con “Kaɨ komuiya úaiyaɨ jiyakɨ jágaɨ”, el jágaɨ del origen de
nuestras lenguas, cantado por Juan Kuiru en lengua mɨnɨka, todas las lenguas
ancestrales vienen del vientre de la madre. Eso quiere decir que antes en esta
tierra no existían los humanos (“Jáe bínɨemo komɨnɨna iñena”), pero ya existía
el lenguaje de la madre, su energía dadora de vida. Los seres son fruto de ese
lenguaje ancestral que hoy llamamos tejido celular. Los humanos salieron del
Komɨmafo, del hueco del origen. Una vez que fueron paridos por la madre
se bañaron en un lago. En ese instante percibieron las señales del lenguaje
primigenio. Eran señales que culebreaban (“rukai, rukai”). Tales serpenteos
en el agua provocaron el agradecimiento y la admiración del misterio de
la vida. Los nuevos seres dijeron: “¿Mɨnɨka?”. En la imagen del mundo del
mɨnɨka, todos habitamos el mismo vientre, el ero biko. La palabra mɨnɨka
significa literalmente ¿qué?, ¿qué es?, ¿qué es esto? En el “Kaɨ komuiya úaiyaɨ
jiyakɨ jágaɨ”, el movimiento serpenteante que hace la boa en el agua se traduce
en palabra. La palabra es traducción del lenguaje de la madre. Antes de decir
rukai, nosotras ya lo habíamos aprendido de la madre que a su vez le entregó
una lengua a cada especie. También somos seres serpenteantes, seres de agua.
De tal forma que el origen de nuestras lenguas es una traducción de las etapas
del parto. Los seres salieron del vientre de la madre, brotaron, germinaron de
la tierra, y luego se bañaron. De la tierra se alzaron los humanos, igual que los
árboles. Portando los códigos de lectura del vientre llegamos a este plano del
mundo para comunicar los secretos de la vida, para cantar. El Komɨmafo es
útero y vagina. Es imagen del parto. El vientre de la Madre la fuente nutricia
del saber. El lenguaje nos fue enseñado desde ese vientre. Así que cuando
decimos que antes no había nada (mɨnɨkadɨ iñede) esto no significa que la nada
era vacío; todo lo contrario, la nada era la totalidad del cuerpo de la madre.
De cada uno de los órganos de esa madre salieron las especies.4 Mɨnɨka jaɨnoi
iñede, no había agua, porque todavía no había salido del cuerpo de la madre,
4
Los biólogos y los astrónomos han demostrado que el polvo esparcido después de la explosión de la
supernova es el mismo que se haya en las partículas diminutas de una bacteria, de una flor, de una
mariposa (Curtis y Sue Barnes, 1994, 47).
de una comunidad. A esta razón se debe que aún hoy nuestras comunidades
indígenas y afrodescendientes padezcan de una enfermedad incurable: la
vergüenza étnica. No se sienten ni indígenas ni afros y tampoco quieren
serlo. Cuando lo indígena es una condición del pensar y del sentir la vida,
entonces las miradas que tenemos en torno a lo literario, para restringirnos
a un campo específico, varía radicalmente. En ese momento entendemos que
fuera de la epismete letrada existen modos de pensar (formas de organizar el
conocimiento) que aún nosotros los eurocéntricos no hemos explorado y en los
que reposa un territorio vastísimo de la imaginación humana. Seguir creyendo
que la literatura eurocéntrica posee una superioridad posicional frente a
los relatos ancestrales mɨnɨka significa privarse de una tradición narrativa
milenaria en la que se piensa y recrea la vida en términos complementarios a
la biología y la ecología.
Si bien es cierto que dentro de la imaginación mɨnɨka existen numerosos
kɨrɨgaɨaɨ (canastos del conocimiento que narran y cantan la invención y la
preservación de la vida), aquí prestaremos atención a un único género: el
jagagɨ. El jagagɨ es un canto dialogado en torno a la vida en el bosque. Antes
de destapar un jagagɨ, se recomienda pedir permiso a los ancestros de la
selva, para que no se activen las fuerzas negativas que ponen en peligro a la
humanidad. Esta idea, risible en nuestro medio, recuerda, sin embargo, que la
poesía y la magia tienen un origen común: la sanación o la enfermedad a través
del lenguaje5. Los jagágɨaɨ enseñan sanando, pero en manos inescrupulosas,
como las de Buinaizeni, uno de los personajes de la antología, también pueden
enfermar. Abrimos hoy este canasto con el fin de emprender una tarea muchas
veces aplazada: la educación poética desde el arte y el pensamiento indígenas,
aún excluidos de nuestras escuelas y universidades. Mɨnɨka uaimona, desde
la palabra mɨnɨka, queremos leer estos jagágɨaɨ para ayudar a sanar nuestras
enfermedades contemporáneas.
El jagagɨ está vivo y se canta en el siglo xxi en el bosque tropical y en las
grandes ciudades de Colombia y Perú. El jagagɨ se teje a varias voces. Es un
kɨrɨgaɨ (canasto del conocimiento) y va protegido por las plantas medicinales
(dɨona, jíbina, farékatofe). Su espacio de socialización es la construcción
multifamiliar (anáneko) y, en algunos casos, sirve como antesala a las grandes
5
De hecho la “alquimie du verbe”, para decirlo con Rimbaud (1993, 133), es una de las constantes de
la poesía moderna (Friedrich, 2009) desde Novalis hasta Gottfried Benn, sin olvidar las tradiciones
latinoamericanas desde el Modernismo hasta Jorge Luis Borges (Gutiérrez Girardot, 1983).
6
No separar esas dimensiones fue uno de los grandes logros de la filosofía que dio lugar al avance
de la biología y de la química. Para Leibniz, por ejemplo, todos los seres son esencialmente
metaformoseables. “Car tous les corps sont dans un flux perpetuel comme des rivieres: et des parties
y entrent et en sortent continuellement” (1998, 50).
7
Quisiéramos incluir un quinto, el ikakɨ (156), mencionado por Miguel Guzmán y Juan Kuiru (252),
pero aún no hemos podido explorar su relación explícita con el jagagɨ y con el bakakɨ, otro género
por estudiar. En cualquiera de los géneros narrativos mencionados se habla siempre de una historia
que enseña a partir de los fracasos de los personajes. Los ejemplos de Dɨjoma y Káfeniño (252) son
claros y muy representativos del mal uso del poder de las plantas.
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Dicho proceso es de larga duración. Por ejemplo, los primeros seres de vida, según los biólogos,
fueron los procariotas y surgieron “al menos hace 3.500 millones de años” (Curtis y Sue Barnes,
1994, 38).
poder. De ahí que cada pueblo sea responsable del uso y la interpretación de ellas.
Las plantas transmiten las enseñanzas del cosmos en su incesante expansión. Parir
el mundo, darle vida a través de la palabra, no fue exclusivamente la tarea de los
antepasados, sino que es la tarea de los vivos de hoy, quienes en su aprendizaje con
los antepasados, que nunca se han ido, van haciendo y conociendo cada ser de la
naturaleza, van comprendiendo a los visibles y los invisibles en un viaje interior.
El jagagɨ está vivo cuando se activa como hilo conductor de la colectividad. Cada
vez que alguien abre su canasto, lo pone al servicio de la comunidad y de su
propia purga. Narrar es limpiarse de impurezas, de furias y resentimientos. A
esas pruebas se someten los personajes del jagagɨ: Eino, la madre, Moo, el padre,
Jitóma y Kécha, los hijos, Buiaño y Buinaima, las energías del agua, Taɨfenɨaɨ,
las energías negativas. De tal forma que la formación del mundo, el parto de
las especies, el origen del clan, el descubrimiento de las enfermedades y de las
medicinas y las vivencias de los seres en el mundo no son apenas narrados,
sino sobretodo experimentados, celebrados, discutidos, padecidos. Desde el
punto de vista médico, cabría repetir la pregunta que Benjamin hacía en torno
a los fenómenos estéticos: “Ja ob nicht jede Krankheit heilbar wäre, wenn sie
nur weit genug —bis an die Mündung— sich auf dem Strome des Erzählens
verflößen ließe?” (1991, 430). Si toda enfermedad es curable cuando se le deja
transcurrir solo lo suficiente —hasta la desembocadura— en la corriente del
narrar, entonces podríamos definir el dolor como un estado del ser que no se
resiste al flujo narrativo. A ese flujo, cantado y colectivo, le apuestan los mɨnɨka
cuando abren el canasto del jagagɨ. El jagagɨ abre las puertas del ser, va hasta
sus orígenes, remueve capas. La experiencia estética es la mejor medicina y llega
incluso a curar problemas sociales y a detener guerras. La experiencia estética
propiciada por las plantas enseña a vivir bonito.
Jagagɨ es una denominación rizomática (Deleuze y Guattari, 1977), propia de las
literaturas pequeñas (Kafka, 2000, 253). Sigue las raíces de las yucas, alimento
fundamental en la cultura mɨnɨka, y comporta una dimensión ético-política. Los
componentes de la palabra jagagɨ devienen de un tipo de tejido que involucra otros
hilos que conectan conocimientos sobre otras capas de la Tierra, tanto las de más
arriba como las de más abajo; en la mente del mɨnɨka el planeta ha sido siempre
esférico (ko). Jagagɨ es el canasto del mundo de la profundidad y se relaciona
con otros canastos de capas más próximas o que se refieren directamente a esta
superficie que pisamos. Dentro de la estructura dialogada del jagagɨ se esconden,
por lo menos, dos kɨrɨgaɨaɨ más: el jágaɨ y el ígaɨ, ambos de naturaleza expositiva.
En el jágaɨ se cuenta una historia antigua, tal vez por fragmentos, mientras que
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No estudiaremos estos géneros en el presente libro. Esperamos presentar un informe detallado
sobre cada uno de ellos en futuras investigaciones. Además, en caso de que los hechos lo permitan
probar, quisiéramos refutar lo aquí dicho con una idea contraria: es decir, que los otros géneros más
pequeños en extensión, pero mayores en cantidad, son los que dan fibras, tejido, forma y contenido
al jagagɨ.
Todo jagagɨ yoraɨma está acompañado de un jagagɨ faɨrioraɨma, aquel que tiene
la responsabilidad de replicar, de contestar y complementar lo cantado. De esta
forma dialogada surge una narración a dos o más voces. Y tal vez deberíamos
indicar, sin miedo a equivocarnos, que un buen jagagɨ cuenta en realidad con
dos jagagɨ yoraɨnɨ, dos que se cuentan la historia, los dos que se cuidan la
espalda y se corrigen mutuamente. Con onomatopeyas o juicios abreviados el
jagagɨ faɨrioraɨma participa en el proceso de creación, dinamizando la historia y
haciéndola más real, más cercana al público que la escucha. Utiliza expresiones
como jɨ (para asentir), jmm (para contrastar y aumentar la expectativa), uáfuena
(para reafirmar: “¡Así fue!”). Estos recursos reciben el nombre de jejɨmaja, lo que
se replica. Tomemos un ejemplo de la antología:
Jɨ.
Daɨnanona ráuaide.
Jmm.
Ie jɨaɨ fia jagaɨza,
Jmm, fia jagaɨza.
ja raɨre meronɨaɨ kaitaɨbite.
Jmm, kaitade.
Jɨaɨe yɨkɨde.
Jɨ, ie yɨkɨka.
Jmm.
Jɨaɨe ie
jizaɨnguaɨ toɨna ja gaɨga.
Jɨ, gaɨga.
(11610)
10
Las citas de los jagágɨaɨ que componen nuestra antología irán acompañadas solo del respectivo
número de la página.
La traducción dice:
Otra vez llegaba a la cabecera de un río.
Otra vez devoraba.
Otra vez estos cuerpos se descomponían.
Entonces tomó ukue.
Entonces volvió a cortar.
Entonces volvió a gritar:
“¿Qué me pasa? Me duele mi corazón,
después de devorar a Deeijoma.”
En aquel momento este dejó de cortar.
Entonces seguía asustando.
Entonces caminaron con palos golpeando el camino.
Las voces de los actores (nuio, Deeijoma, tribus) se escuchan al mismo tiempo.
No hay distingo entre ellas y su combinación es posible porque responden a
un principio común: la acción de uno repercute en la acción de los otros.
¿Quién llegaba a la cabecera de un río? ¿Deeijoma? ¿Nuio? ¿Los cuerpos en
descomposición? ¿Quién tomó el ambil de monte (ukue)? ¿Quién vuelve a
y deja de cortar? ¿Quién vuelve a gritar y a asustar? La nuio se lamenta,
Deeijoma corta y las gentes toman medidas de precaución en el mismo
instante. Si toda la tierra puede ser perforada (“bie nanɨedɨ najeri ziboka”, 86),
desde el fondo hasta arriba, entonces también es posible fundir los tiempos y
mirar sus actores como si se ubicaran en el mismo plano o dentro de un único
vientre.
3. Combinar velocidad con lentitud. A veces prima lo primero y el tiempo
pasa sin que nos demos cuenta16, y en ocasiones el tiempo se detiene en los
detalles que se repiten y repiten sin tregua ni pausa. En referencia a Dɨjoma,
Kuyoteca dice, en menos de una línea, que al regreso de un viaje de tres años
16
No sorprenderá a los lectores de Lezione americane de Calvino (2014), un estudioso y amante de
los relatos orales y las historias fantásticas, que el jagagɨ yoraɨma recurra a artificios parecidos.
Según Calvino la “opposizione leggerezza-peso” (7), si pensamos en la relación nuio/Dɨjoma, ayuda
a entender cuál es el valor cognitivo de la ficción. Librar a las cosas del peso que tienen o imprimirles
más peso llama inmediatamente la atención del espectador sobre un modo distinto de explicar los
fenómenos. La levedad del lenguaje facilita la conciencia sobre el uso del lenguaje y prepara el
descubrimiento de nuevos recursos. Así mismo, para imprimir velocidad al relato se utiliza una
“successione d´avvenimenti tutti fuori della norma” (36). El jagagɨ, precisamente, colecciona eventos
fuera de la norma secuencial, espacial y temporal.
dentro de la boa venía calvo, pero que “pasó una luna y en el otro comienzo de
la luna ya tuvo sus cabellos” (394). La repetición tiene un efecto paradógico:
lo que sucedió no ha dejado de suceder. En los jagágɨaɨ de nuestra antología
hay varios ejemplos ligados a la cartografía del territorio. El recorrido de los
personajes da cuenta del origen de cada topónimo. Aunque el jagagɨ yoraɨma
conoce esos nombres por su actividad como explorador del territorio, él
mismo, durante la narración del jagagɨ, hace explícito su significado, es decir,
retorna al momento anterior a la dotación de sentido. Tomemos algunos de
ellos de la versión de Jitómaña Jitómagaro, en la que también es visible la
concomitancia de las acciones:
“¿Nɨe izoi itɨkue?”, daɨde nuio.
“Dɨjoma guitadɨkue ero korina”.
Ie jira Komaiji.
“Dɨjoma guitadɨkue nobɨa”.
Ie jira Nobɨrae.
“Dɨjoma guitadɨkue kue ero ekerena”.
Ie jira Ekɨredɨji.
“Dɨjoma guitadɨkue ero kororina”.
Ie jira Koromaiji. (180)
cada pausa se puede aprender el origen de los lugares sagrados del territorio
ancestral. Si el jagagɨ yoraɨma se ocupa del bosque, entonces suele dar cuenta
de cada planta, de cada especie animal. Para él la selva, el pulmón de la
madre, no es comprensible en una palabra. Las especies son la selva, sin ellas
no existiría el territorio. Narrar aquí es dibujar el mapa del territorio de un
clan, incluyendo por supuesto el vínculo con determinados organismos vivos.
Si un foráneo preguntara de dónde a dónde va el territorio habitado por una
comunidad, el jagagɨ yoraɨma tendría a mano una prueba documental. Bastaría
contar el jagagɨ para certificar que tales lugares ya tienen nombre, es decir,
pertenecen a una historia de origen y están ligados a unos conocimientos
específicos.
En la cita de la página anterior la Nuio se preguntó qué le estaba pasando. Y
las respuestas deben coincidir tanto con la historia que la inventa a ella como
con la historia del clan que habita el territorio. En la historia contada, Nuio
se había tragado a Dɨjoma. Ahora esa historia debe explicar el nombre de un
sitio ancestral. Lugar y palabra se reflejan especularmente. Así la primera
respuesta a su primer síntoma de malestar, que el estómago le suena, es que el
lugar donde tuvo esta sensación se llama Komaiji, es decir, el pozo que suena.
Por su segundo malestar de debilidad la cascada que se le aparece recibe el
nombre de Nobɨrae, es decir, la cascada de la debilidad. A su tercer síntoma,
que el estómago le traquea, le acompaña el Ekɨredɨji, esto es, el pozo que
traquea. A su cuarto, que el estómago le ronca, el pozo que ronca, Koromaiji.
Recordar los nombres ancestrales del territorio tiene grandes consecuencias
para la cohesión de la comunidad, en especial en un contexto de colonización.
Los mɨnɨka viven bajo las normas del Estado colombiano, quien substituyó los
nombres del territorio ancestral por nombres cristianos. Por eso en los mapas
de Colombia y Perú los lugares sagrados de los mɨnɨka han recibido nombres
de santos, San Antonio, San Francisco, y de figuras mitológicas griegas como
las amazonas. Esta invisibilización ha provocado el olvido y el desprecio
de los saberes propios y ha permitido que se incorporen a la vida cotidiana
indígena los valores occidentales. En este contexto, el jagagɨ es una lucha por
la recuperación del territorio ancestral. De ahí la importancia de los nombres
de las tribus, ligados a los seres que habitan sus tierras. Rɨazéyue recuerda
que los personajes del jagagɨ son Neérefo (seres de palmito), Burárefo (seres
del reino de las plantas parásitas), Efɨrefo (seres de los árboles amarillos), etc.
Función similar cumplen los nombres de los ríos. Saber el nombre es saber su
valor ecosistémico, su historia. Kudumani17, por ejemplo, es el río grande de
peces pequeños. Mientras que el mundo entero sigue hablando del Amazonas,
es decir, del río de las mujeres cazadoras, de un solo seno, que devoran a los
machos y los usan apenas como especímenes, imagen tomada de Heródoto
y transportada a América por la literatura caballeresca que controlaba la
imaginación de los conquistadores (Leonard, 1983), para los mɨnɨka ese gran
río hace parte de su territorio sagrado, justamente porque tiene un nombre
que rememora la historia de esta parte del planeta: Monaiya Namani. Monaiya
quiere decir “amancer” y Namani “río de todos los ríos”. El nombre ancestral
del río Amazonas, así como de todos los otros accidentes geográficos que se
mencionan en nuestra antología del jagagɨ, es portador de un conocimiento
valioso para la humanidad. Es un aporte a la geografía física del planeta.
Amanecer en el pensamiento mɨnɨka se refiere a emerger de las capas más
profundas a las capas más externas. Amanecer es hacerse visible en un
momento dado, pues antes estaba oculto, sumergido bajo esta capa de la tierra.
El río Amazonas era, en ese contexto del jagagɨ, un mar subterráneo al cual
desembocaban cientos de ríos de gran extensión. “No el río de las mujeres
caníbales, sino el río grande del amanecer”, aclararía el jagagɨ yoraɨma. La
nuio del jagagɨ ha hecho por consiguiente el mismo recorrido que el jagagɨ
yoraɨma en la historia del jagagɨ: ha pasado de las capas más profundas a
las capas más altas, dando sentido a su propia historia y a la historia de una
cultura. La nuio es emisaria de la historia del río que a la vez es el mensajero
de los ancestros.
17
En lengua inga este río se llama Putumayo.
Otro hecho que llama la atención del contenido del jagagɨ es la presencia
expresa de la diversidad cultural. En las diferentes versiones del Dɨjoma jagagɨ
se sabe hacer mención a culturas lejanas y cercanas, si se sigue el amplio
recorrido de la nuio por el planeta. Aún no nos atrevemos a aventurar ninguna
explicación al respecto. Es posible que los jagágɨaɨ, relatos ancestrales contados
hoy, evidencien pruebas sobre el contacto de los pueblos indígenas con otras
civilizaciones desde tiempos inmemorables, lo que no sería una sorpresa si se
tiene en cuenta las teorías acerca del origen diverso y las migraciones de los
pueblos que poblaron al continente americano desde la era de las glaciaciones.
También se podría pensar que el jagagɨ tiene la capacidad de incorporar a los
relatos milenarios temas y personajes de épocas futuras. Así se entiende, por
ejemplo, la repartición del cuerpo de la nuio entre varias culturas (tanimuka, bora,
andoque, jimoma, etc.) en la versión de Miguel Guzmán. En algunos jagágɨaɨ
de hoy, especialmente los que han sido contados en español a los misioneros
y a los investigadores, se percibe, además, la presencia occidental. Sus relatos
están poblados de nombres y motivos bíblicos. Estos relatos, por supuesto,
no hacen parte de nuestra antología y deberían estudiarse como ejemplo de
la colonización de los discursos, método empleado por los evangelizadores
desde la Colonia hasta nuestros días. Este método se les enseña a los indígenas
predicadores para que ellos mismos borren la identidad de los clanes y de sus
integrantes, quienes se ven obligados a portar un nombre judeocristiano, en
detrimento de sus nombres ancestrales. Con este método se ha llegado incluso a
decir que los indígenas están preparados para recibir a Jesús, pues sus jagágɨaɨ
fueron una de las enseñanzas que les dejó Santo Tomás de Aquino.
Si Dɨjoma se hace devorar por la nuio no lo hace apenas para ir al rescate
de los adornos de su hija, Nɨbaɨkɨeño, la mujer provocadora devorada por la
nuio. También tiene un propósito civilizador, transformador. En el interior
de la nuio, Dɨjoma se encuentra con un karijona, es decir, con un miembro
de una cultura indígena caribe que vivió en disputa con los mɨnɨka. En otras
versiones, Dɨjoma recibe de parte de un rɨama, es decir, de un blanco, el esquejo
de la yuca o algunas herramientas. En otras, también se habla de un afro18. La
18
Tendríamos dos opciones para interpretar esta relación entre el mundo indígena americano y el
africano. La primera hablaría de la presencia de antepasados africanos en territorio indígena desde
tiempos remotos. Así lo propone Zapata Olivella (2010) cuando incorpora a la jerarquía de los orichas
las esculturas megalíticas con rasgos negroides que nos legaron los olmecas. Otra hablaría de la
presencia de los afrodescendientes llevados al territorio indígena. En el caso de los mɨnɨka, se sabe
que durante el periodo de las caucherías fueron asaltados por un comando de barbadenses afros,
quienes habían sido contratados por la Peruvian Company. A estos personajes hacen alusión Pedro
Gómez Valderrama (1984) y Mario Vargas Llosa (2010).
capacidad para neutralizar las fuerzas en tensión y así disuadir los problemas.
El talento como domadora de boas es una atracción impetuosa e inquietante,
demasiado inquietante para los humanos e, incluso, afecta el reino de las boas.
Es obediente al padre, sigue sus indicaciones, pero no sabe que sus caprichos
de niña mimada son producto de los deseos incontrolados del padre. Si nos
atenemos a la idea de que la nuio es una invención del padre, Nɨbaɨkɨeño es
la víctima del padre (o del tío). Si, por el contrario, el padre es la víctima de
los caprichos de la hija —querer domesticar a una nuio es inadmisible, contra
natura—, entonces la aventura del padre dentro de la boa provocada por la
curiosidad de la hija lo conduce felizmente a la exploración del conocimiento.
Una acción equivocada, con sus correspondientes consecuencias funestas,
traería sin embargo descubrimientos favorables. La hija provoca la experiencia
del padre con una pregunta recurrente para el proceso de conocimiento:
“¿Mɨnɨkana ekaye?” (166), qué le damos de comer. La boa, en tanto fruto
de la imaginación del padre, es un ser insaciable; siempre pide más y más.
Nunca encuentra la medida límite. De esta manera la hija es la que propicia la
investigación del padre y la invención de nuevos instrumentos para atrapar a
la nuio o para traerle comida. Por supuesto que la boa imaginada termina por
devorar a los febriles amantes del conocimiento.
La menor, Ekofayɨango, es la mujer sabia, mesurada, portadora de la
circunspección del yarumo. Apoya a distancia a su hermana en la empresa
de sacar del bañadero a la nuio, solo cuando es apenas algo transparente y
diminuto, pero no se compromete a alimentarla cuando ha desbordado los
límites de lo imaginado. En las versiones de Jitómaña y de Jɨrékuango, la
muerte de Ekofayɨango es la consecuencia de su desobediencia y de la
infidelidad de la madre. Jɨrekuango dice que por no seguir las instrucciones del
padre fue devorada por el gavilán real. Se negó a ponerse las hojas de yarumo
sobre la cabeza para distinguirse de las otras víctimas del padre iracundo.
Claramente no las necesitaba, pues ella era el mismo yarumo. El padre, no
obstante, la devoró. Desobedecer al padre también fue su fortuna. De todos
los habitantes de la tribu, Ekofayɨango fue la única que supo enfrentar al
devorador de humanos. Incluso se burló de él. Le robó un huevo empollado
del nido y se lo cambió por una bola de almidón.
La desobediencia de Ekofayɨango también está asociada al origen de la
poesía crítica. En algunas versiones del jagagɨ, la sociedad reacciona frente
19
Es imposible no señalar la similitud entre el jagagɨ y el Inferno de Dante. En esta
obra también se habla, aunque desde un universo simbólico muy diferente, de “una
selva oscura” (2014, 1) y de una bestia que “non lascia altrui pasar per la sua via”.
Su naturaleza es “malvagia” y “dopo ´l pasto ha piú fame che pria” (6), después de
comer tiene más hambre. Por eso se entiende que el pensar, la poesía, “rinova la
paura” (1), aviva el miedo y posibilita la salvación.
20
Mircea Eliade llama la atención sobre este rasgo distintivo del intelectual indígena: la erudición y el
lenguaje especializado. Un sabedor indígena domina varias regiones del conocimiento científico y
esto se ve reflejado en su discurso. “El vocabulario poético de un chamán […] abarca 12 000 palabras,
mientras que su lenguaje usual […] no pasa de las 4 000”. En tal sentido el sabedor desempeña al
mismo tiempo varios oficios: “cantor, poeta, músico, adivino, sacerdote y médico” (2009, 42).
Jɨ.
Mei ie mo kɨode.
Jmm, kɨode.
Jɨ. Ja toɨ monaite.
Jmm.
“Ei”, uaidote Dɨjoma.
Jmm, uaidote.
“Ei, mei toɨ monaiteza,
ja mei jerie ekayeza
ráuaitɨkue.”
Jmm, ráuaite. (116)
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S. V. H.
Fakuidanide;
jogayoide.
Muidomo raɨnadate,
nɨfomei jaaireɨnide.
Uyizaigamo daa nanɨemo,
raaɨzaide zenizenikeizaide.
Ziiteite kaɨ mootaɨ duereide.
No podía levantarse;
permanecía acostado.
Finalmente se sentó,
pero no podía caminar.
Aunque se bañaba en agua tibia,
permanecía sentado y se arrastraba por el suelo.
Infeliz, nuestro antepasado sufría mucho.
“¿Jaa nɨfoode?”
“Ebireide”, doozaɨbide.
Yote mootaɨmo, jɨbe faɨrioñede.
“¿Cómo es?”
“Es hermoso”, dijeron.
Le informaron al padre, pero no contestó nada.
Por eso las dos hermanas trataron de atraparlo con una olla.
Pero él no se dejaba atrapar, siempre caía al río.
Las dos bregaban mucho.
Luego trajeron un cernidor.
De este también se caía.
Dane zotaikeide.
Nia, dane ekademo, zotade onoyɨ motodo.
“Ebe, koko tooɨdɨ aimetaite, ore, moo”, doode.
Atɨano yokɨde.
Dane eiyuena ofide koredɨ.
“Ore, moo, koko tooɨ guiyedɨ ite.”
“Jaa, dane ekayeza.”
Nia dane ekade jizadɨ imeieɨ tooɨ eiyodirina.
Iemo zotaikeide dane onoyɨkɨ motodo.
“Ore, moo, koko tooɨdɨ aimetaite.”
“Jaa, ekayeza.”
“Ekadɨkokodɨ”, doode.
Ahora le dieron una cantidad igual al tamaño del fruto del castaño.
Pero una vez más se acabó la comida.
Y volvieron a colar.
72 Rɨazéyue
Jɨdaide, yɨɨde.
Jai rɨride dofora jaiageɨ rɨte.
Nia jai rɨriyano bite, imeieɨ koredɨ keeide.
Eede naimakɨdɨ.
Nuio rɨga izie iyuneite.
Jino jaka makariñede.
Makariñenari.
Dane imakɨ kɨnaimona neidada jaiyanokoni zibode.
Dane inodo zotaikeida, uite iyuneite.
“Jaa”, doozaide.
Nia baanokeizaide Deeijomadɨ deeireɨnide.
Nia baajaide.
Jino ñodade.
Raɨnazaɨbide.
Yɨɨde.
Ɨfogɨdɨ muikode, jɨnatiru.
Ino dokedokekeide nuiodɨ.
Jaa ie biya,
jaiei nɨnomo nuio jereimo ziiteite.
Ie zaai abɨ jokojokode inokoni ie nooireikoni.
Ie zaai jofomo bite.
Dane ie jizakoni erozaɨbide.
Ie jizadɨ mootaɨna kaɨmade.
Jaiya, úikomona,
uieko káɨjɨ noiye ziráimona baɨíkabite.
Ie níkɨnɨkɨdode Dɨjoma.
A la ida, en su presencia,
el káɨjɨ de su rostro solía saltar del zirái al bañadero.
A ese quería atrapar, Dɨjoma.
Níkɨdode.
Are íya íkoɨnia jíaɨe anamo zɨtade.
Iemo baɨíde.
Afe baɨíya ote duera jiza.
Ebire eroide.
(Jirátubide núio.
Ie bɨga uiéko káɨjɨ
baiéna jaiya.
Yúkote.)
Ie toɨde Dɨjoma.
Ie toɨde.
Atɨde.
Atɨde, juyeko eromo ie jónega.
Jónia abɨna jáɨnoina tíbikaide.
Jira nane nokákojɨmo jónete.
Jónia abɨna jáɨnoina tíbikaide.
Jírari nogómo jónete.
Jónia abɨna jaɨnoina tíbikaide.
Ie jira jofo abɨ énɨemo ifo fɨnode, áfemo jónete.
Dɨnómo ite, afe nuio úrue.
Intentaba.
Después de un rato por fin puso debajo otra nasa.
En esta quedó atrapada.
Sacó lo atrapado y era una cría pequeña.
Era agradable a la vista.
Ráɨnazaide dɨnomo.
Ie jiza kɨmaɨmo ite zírie jɨyide.
Ua jɨyide. Ua jɨyide.
Ie yezika jóriaɨ úritade akónido.
Fuirɨ, bené jaide.
Se sentó allí.
Enhebró las chaquiras que su hija tenía en el cuello.
Rápidamente enhebraba. Rápidabmente enhebraba.
Al mismo tiempo hacía hablar por encima a su jóriaɨ.
Por aquí, río abajo se fue.
(Jɨ, Jíbegɨi.
Ja Joaiye eraɨ fuirɨri ite Jíbegɨi.
Iemona bite.
Fuirɨ bie Ɨa Jaɨnágɨma íkoɨkoni
ite naji, Jífibei.)
Káɨjɨ jágaɨ 103
(Sí, Jíbegɨi.
Jíbegɨi está más abajo de la bocana del Joaiye.
Desde allí venía.
Aquí abajo, en la punta de la recta Ɨa Jaɨnágɨma
está el pozo Jífibei.)
104 Kuegáromui
Maiña daɨna,
yezika kuebɨkɨ faɨtáikaide.
Nuio kɨráigɨ átuedo kekétate.
Ba daɨí ketákano itúruna baɨíde.
Jira tɨɨde.
Tɨanona, jabínote jaɨyɨkɨ.
Fakáduanona ja náidakaide.
Juidode:
“Fiichss”.
Káɨjɨ jágaɨ 109
Bite.
Meita ua naako yezika íteri, faɨkánokaiga.
Ie jiza faɨkánokaiga.
Ie dɨno írebaimo jiya afe Dɨjoma.
Irebaimo jide.
Mei ame gaɨta bonoka.
Iemo bɨtaka afe Dɨjoma.
Ie jobáina.
Venía.
Justo cuando estaba en su propia casa, fue activada.
Por su hija fue activada.
En ese lugar, dentro de la trampa, ese Dɨjoma.
Atrapado en la trampa.
La leña amontonada fue encendida.
Allí fue atrapado ese Dɨjoma.
De esa forma quemado.
Jmm, dɨbɨde.
Jɨ.
Ifeyana jaiya yezika, ja guitade.
Jmm, guitade.
Danomo jaka yɨkaide.
Jmm, yɨkaide.
Jɨ.
Afe yezika nuio ei dukɨde.
Jmm, yezika.
Nɨ toɨkañede, nɨ jamaio.
Nɨ ana dɨnena ie jiza jenode.
Anana raɨte, baie Juaɨdɨjimo.
Jmm, raɨte.
Jmm, jmm, jmm.
Jorema jagagɨ 123
Jɨ.
En ese instante llegó la mamá de la nuio.
Jmm, en ese instante.
Que no estaba domesticada, que era cualquiera.
Que desde abajo buscaba a su hija.
Desde abajo escarbó, allí en el pozo Juaɨdɨji.
Jmm, escarbó.
Jmm, jmm, jmm.
124 Jitóma Faɨrinama
Faibena jaduyanona,
ja ie jiza fɨnodoga.
Jɨ.
Bie ie zirinigɨ.
Ua bie ie onoɨ igoɨaɨ.
Jogoɨ iniaɨ, ie beno inigɨ.
Dueraita beno ie zirie baide.
Benona ja raia jaiya, jizaɨda jaiya.
Uafue.
Jɨ. Uafue.
Uafue.
Meita.
Fɨnoduano ja baɨ batɨ naidanega.
Jmm, fɨnoduano.
Jɨ.
Ie ja baie tubide, tubide.
Bite, bite, ua meita, ua nɨnomo.
Bie eimoɨ rɨye yɨnoñedeza.
Ua ie jiza zonoikaide.
Jmm, zonoikaide.
Ua meifodo jaɨnoi.
Ie mei.
Dɨjoma zukañede.
¿Uafuena?
Jɨ, uafuena.
Jagɨyɨ uanona urite naɨraɨmo:
“Jaka mei bie izaɨdino.
Kue mei rafue fɨnodɨkueza,
Jorema jagagɨ 127
Entonces.
Luego de ser maquillada, fue puesta adelante.
Jmm, maquillada.
Jɨ.
En ese momento golpeó y golpeó el agua.
Y vino, vino, de verdad, no se sabe de dónde.
Pero no recibió la carne de jabalí.
Más bien arrastró a su hija.
Jmm, la arrastró.
Y detrás de ella el agua.
Pues bien.
Dɨjoma no se entristeció:
¿De verdad?
Jɨ, de verdad.
Respirando profundo, le habló a su pueblo:
“Siempre pasa lo mismo.
Pero como ya he preparado rafue,
128 Jitóma Faɨrinama
omoɨ kaɨmabɨri.
Baie izaɨdɨno”, daɨde.
Jmm, daɨde.
Mokama yoiadɨ:
“¿Akɨ, kaɨ afe manue jetadɨkaɨ?”)
Ie meita,
Dɨjoma nuio eromo raɨnademo,
da dama rɨamana kɨode.
Ba nɨño ie guitaka.
Jmm, guitaka.
Ja ɨfo rɨdugude; ie kade.
Jmm, kade.
Jɨ.
Afemɨe oniba afemɨe raɨina mei,
Dɨjoma ie jiza ramo jaide.
Meita ie zirie eromo fia iya izoi ite.
Ua meita ja ie uiga foigaɨdo,
afe jɨyikana jaide.
Jmm, jɨyikana jaide.
Ja dukɨde.
“Bie ja monayajimo bitɨoza,
fɨgo itɨoza”, daɨde, “ñr, ñr, ñr”.
“Biedɨ bagodɨ namaniza” daɨna yezika.
“Fɨgo itɨoza, Dɨjoma”, daɨna yezika.
Jorema jagagɨ 135
Pues bien,
cuando Dɨjoma se sentó dentro de la nuio,
vio a un rɨama solo.
No se sabe dónde se lo había tragado.
Jmm, tragado.
Tenía la cabeza redonda, pelada; estaba vivo.
Jmm, vivo.
Jɨ.
Mientras el otro estaba sentado a un lado,
Dɨjoma fue a traer las cosas de su hija.
Adentro sus chaquiras estaban intactas.
Con la cuerda de cumare que llevaba
las iba enhebrando.
Jmm, las iba enhebrando.
Sí había llegado.
“Ya llegaste al río del amanecer,
con cuidado”, dijo, “ñr, ñr, ñr”.
“Este es el río de las olas”, dijo ahora.
“Con cuidado”, Dɨjoma, dijo ahora.
136 Jitóma Faɨrinama
Ja biye eraɨmo,
ja baie ie uiga kuekongodo,
jayɨ ja jabo,
kotakana ite.
Ua jabo kotade,
jabo kotakana.
Meita ua jabo jiriñua yezika,
ua fɨa ñuitade.
Nuiomo jirikañena yezika,
fɨa gɨgɨde.
Fɨa gɨgɨde.
Jmm, fɨa gɨgɨde.
Ja ua ie komekɨ zojikaide.
Meita ua fia arɨ enɨedo dokaide.
Jmm, dokaide.
Ya su corazón desfallecía.
Entonces justo subió a la tierra revolcándose.
Jmm, revolcándose.
Jmm.
iemo mei be nɨe jɨruifue ite ua.
Jmm, ite.
Ua ɨbuaɨ oodemo ja dukɨde.
Jmm, dukɨde.
Ie aɨmo ja yotiaɨoɨ
Jmm.
Dɨjoma meine biya.
Jmm.
Ja ua jɨaɨngomo dukɨde.
Jmm, jɨaɨngomo.
Jɨruifue jagagɨ 145
Jmm.
justo en ese momento había infidelidad.
Jmm, había.
Llegó justo cuando se sacaban y sacaban los piojos.
Jmm, llegó.
A su esposa le avisaron
Jmm.
que Dɨjoma había regresado.
Jmm.
Jɨ.
Nuiogɨtofe ie atɨka, jira daɨde:
Jmm, daɨde.
“Ei”.
Jmm, ei.
Jɨ.
Ie jɨte ie jiza jino.
Jmm, jɨte.
Jɨ.
Ua mei nado jujɨ aidode.
Jmm, aidode.
Jɨ.
Ie jiza jaɨyɨkɨ ote
Jmm, ote.
ie atɨka juzítofemona.
Jmm, juzítofemona.
Ua afe jaɨyɨkɨ ie jɨgɨna maménote.
Jmm, maménote.
Jɨruifue jagagɨ 147
Jɨ.
Como traía nuiogɨtofe, dijo:
Jmm, dijo.
“Hija”.
Jmm, hija.
Jɨ.
Su hija lo sembró afuera.
Jmm, lo sembró.
Jɨ.
Ella inmediatamente arrancó el tubérculo.
Jmm, arrancó.
Jɨ.
Su hija sacó almidón
Jmm, sacó.
de la juzítofe que él había traído.
Jmm, de la juzítofe.
Justo de ese almidón Dɨjoma formó un huevo.
Jmm, formó.
148 Jɨrekuango Monayatofe
Jɨ.
Ja baie ie aɨɨnirena ɨba oiakade.
Jmm, oiakade.
“Ei,
oɨfo faibena bɨtano jaitɨoza.
Jmm, bɨtano.
Jakafaɨmo o jaiadɨ,
Jmm, jaiadɨ.
Jɨ.
faibe bɨtano jaitɨoza”, afengo fakadote.
Jmm, fakadote.
Jɨ.
Ie mei Dɨjoma ja majañona jaiyena ja fɨnorite.
Jmm, fɨnorite.
Jɨ.
Meita ja majañona jaideza,
Jmm, jaideza.
Jɨ.
meita kaifo amena ɨkoɨmo,
ie jɨyaɨ niga.
Jmm, niga.
Jɨruifue jagagɨ 149
Jɨ.
Quería cobrárselas a su esposa por conseguir marido.
Jmm, quería.
Jɨ.
cúbrete con hojas de yarumo”, se despidió de ella.
Jmm, se despidió.
Jɨ.
Luego Dɨjoma se preparó para irse de majaño.
Jmm, se preparó.
Jɨ.
Como se fue de majaño,
Jmm, se fue.
Jɨ.
entonces arriba, en la punta del árbol,
tejió su nido.
Jmm, tejió.
150 Jɨrekuango Monayatofe
Jɨ.
Afemo baie ie atɨka juzitofe,
Jmm, atɨka.
ie atɨka juzitofe.
Jmm, juzitofe.
Jɨ.
Ua ja jonete.
Jmm, jonete.
Jɨ.
Nano fueñe,
Jmm.
Jɨ.
Ie ja zeritanona ja ráokade.
Jmm, ráokade.
Jɨ.
Para eso fue traída la juzitofe,
Jmm, traída.
fue traída la juzitofe.
Jmm, juzítofe.
Jɨ.
Y de verdad lo puso.
Jmm, puso.
Jɨ.
Al comienzo,
Jmm.
al comienzo, empollaba.
Jmm, empollaba.
Jɨ.
Cuando se rompió el cascarón, salió a cazar.
Jmm, salió a cazar.
Jɨ.
Ie urue ekaekade komɨnɨna ja.
Jmm, komɨnɨna.
Jɨ.
Ua daɨi komɨnɨ ja fuitiaɨoɨ.
Jmm, fuitiaɨoɨ.
Jɨ.
Ja Dɨjoma ja ua komɨnɨ rɨa ja.
Jmm, rɨa.
Jɨ.
Ie ua ja iraɨfuena,
Jmm.
onoñeno
Jmm, onoñeno.
Jɨ.
Faibe ifomo bɨtañena jirari.
Jmm, jirari.
Jɨ.
Jae yotemo kakañede.
Jmm, kakañede.
Jɨ.
Mei ie ɨkoɨnia nai ie jiza rɨte.
Jmm, rɨte.
Jɨruifue jagagɨ 153
Jɨ.
A su cría le daba y le daba de comer komɨnɨ.
Jmm, komɨnɨ.
Jɨ.
Y así se acabaron los komɨnɨ.
Jmm, se acabaron.
Jɨ.
Y así los komɨnɨ fueron devorados por Dɨjoma.
Jmm, devorados.
Jɨ.
Y por último,
Jmm.
sin darse cuenta,
Jmm, sin darse cuenta.
Jɨ.
Por no cubrirse la cabeza con hojas de yarumo.
Jmm, por eso.
Jɨ.
No escuchó lo que antes le había advertido.
Jmm, no escuchó.
Jɨ.
Por esa razón, se comió a su propia hija.
Jmm, se la comió.
154 Jɨrekuango Monayatofe
Jɨ.
Dɨnomo fuite Dɨjoma jagagɨ.
Jmm, fuite.
Jɨ.
Ie ja nɨe.
Jɨ.
Aquí termina Dɨjoma jagagɨ.
Jmm, termina.
Jɨ.
Este es el final.
Naimɨe aima.
Fia ua naɨraɨ,
naamo guitakana uite
naa ua ayoko dɨga guitaka.
Ja dɨnori ediaiyɨnoɨ.
Jɨɨɨ jɨɨɨ
Jadieza, jadieza
iya anamo bɨraɨrioi dɨkue.
Jɨɨɨ jɨɨɨ.
Jɨɨɨ jɨɨɨ.
Así es, así es.
Por eso soy un fracasado.
Jɨɨɨ jɨɨɨ.
Ie ja monañe, Dɨjoma
abɨ fɨnodiaɨoɨ ie jiza Nɨbaɨkɨeño izoi.
Ja ɨme izido kɨmoɨmo jɨtade.
Ɨfokɨmo meriko jɨtade,
Ie ɨfo muiñeyena.
Foie uite ie jiza zirife jɨyiyena.
Jɨaɨ yera unazi uite
nɨ ie uñoitiaiyɨnoɨ.
Daɨi ñeta joraimo bajade.
Nauaido nuio jɨrite.
Naga fezido tubide tubide.
“Nabezimo raɨnaitɨoza”.
Ie izoi nabezimo raɨnade.
Ie Nɨbaɨkɨeñomo erokaide.
Ja tɨide,
mei jarɨfenemo raɨnadeza.
Ja ie jorema daɨde:
“Naɨ koko iya namani Kotue.
Bie Kudumanimo itɨkoko.
Bie Monaiyajimo itɨkoko.
Bie Ekoromajimo itɨkoko.
Bie Jiaɨmajimo itɨkoko.
Yúkua jagagɨ 179
Y vio a Nɨbaɨkɨeño.
Estaba muerta,
pues se había sentado al lado izquierdo.
Su jorema le dijo:
“Todavía es el río Kotue, donde vivimos.
Y aquí estamos en el Kudumani.
Y aquí estamos en el Monaiyaji.
Y aquí estamos en el Ekoromaji.
Y aquí estamos en el Jiaɨmaji.
180 Jitómaña Jitómagaro
Ja ie jorema daɨde:
“Fɨgo itɨoza ja meine erodɨkokoza“.
Meita Dɨjoma nuio eromo,
Nɨbaɨkɨeño zirie jɨyikana bite.
Ua daɨ bite meine
jae ie jaiya namanido.
Su jorema le dijo:
“Ten cuidado, estamos regresando”.
Entre tanto, Dɨjoma, al interior de la nuio,
venía ensartando las chaquiras de Nɨbaɨkɨeño.
Y en verdad así regresó otra vez
por los ríos por donde se había ido.
Ie ibɨrɨmona erokaide
ie aɨ ie ama dɨga
naze fuemo ɨbuaɨ oodiaiyɨnoɨ.
Afemɨena kɨoñediaiyɨnoɨ.
Ie Ekofayɨango gɨrekaidemo,
ie moona kɨode meine bitena.
Ie ei gɨrekaidemo,
uafuena ie ɨnɨ.
Ie jira afengo Buinaizaɨni yibiñote.
Ie Buinaizaɨni erokaidemo, Dɨjoma.
Meita meaidaitiaiyɨnoɨ.
Daɨde Ekofayɨangona:
“Bie ñue ritɨoza.
Ja aiyuena yezika tɨritɨoza”.
“Jii”, daɨde Ekofayɨango.
Le dijo a Ekofayɨango:
“Siembra esto bien.
Cuando sea grande, la debes rallar”.
“Bueno”, le respondió Ekofayɨango.
Dɨjoma merɨdaite
Nɨbaɨkɨeño ranɨaɨmo erokaide.
Ie rɨikaide.
Nɨbaɨkɨeño ramo jaya meinona,
ie ama ie aɨ oteza.
Ie baɨfene ja reiyao fɨnode,
nɨ ja jofo eroikana
meine ie naɨraɨ rɨte.
Estaba enojado.
Cuando fue por las cosas de Nɨbaɨkɨeño,
su hermano se puso a vivir con su esposa.
Por esta razón preparó trampas,
pensando en hacerle daño
otra vez a su tribu.
Dɨjoma rɨikaideza:
Nɨbaɨkɨeño ramo jaya meinona.
Ie uai ɨnoñena baɨfene,
afemakɨmo ebekotaide.
Meita daɨi ja fɨnoriteza,
iraɨfuena Ekofayɨango rɨte.
Afe mei
kaifo biko eromo jaide.
Májaño iyinona.
Kaɨ Jitómagaro
daɨi yotɨkaɨ Dɨjoma jagagɨna.
Da itofedo.
Yúkua jagagɨ 189
Así sucedió.
A Dɨjoma su hija todos los días
le daba almidón de comida.
Desde arriba Dɨjoma
devoraba a su gente.
Así devoró a su mujer.
Así a su hermano.
Así acabó con toda la tribu.
Dɨjoma
nuizi manoda fɨnode.
nano fueñi ie aama dɨga ifɨrede, Zeniro.
Afe ie aama jamanomo fɨenide;
Daɨde:
“¡Moo, be kue toɨ!”.
Le dijo:
“¡Padre, ten mi toɨ!”.
Ie ja ua komɨnɨ jɨrite.
Ja ua rafue fɨnode.
Rafue fɨnode.
Komɨnɨ jɨrite ie jiza tóɨri akáriyena.
Ni la hija sabía
ni Dɨjoma sabía
quién se había convertido en nuio.
Él no sabía que su hermano se había ido de nuio.
Ja nuiyo ie guitáde.
Meita dai au afe raufe fuite.
Ja komɨnɨ jaidɨmakɨ.
La nuio se lo devoró.
Y así se acabó ese rafue.
Y la gente se fue.
Llegó al Faibemani.
Llegó al Kudumani.
De allí pasó al Monaiya Namani.
Pero así no lo mató, tampoco le hizo daño.
Y ya había llegado al Monaiyai.
De allí se devolvió.
Regresó enferma, esa nuio.
Dentro de la nuio estaba Dɨjoma.
Su joriaɨ le venía informando:
“Pues así llegamos otra vez al sitio del que habíamos partido”, dijo su joriaɨ.
¡Omoɨ, kakareiri!
Dɨga jitaɨnɨ,
ñuera jitaɨnɨ iya.
Ɨma roiyadɨ
afemɨe dɨga jɨyírite;
afemɨe dɨga zaizaide.
¡Todos, escuchen!
Muchas jovencitas,
había hermosas jovencitas.
“Uiritɨ jaitɨomɨngoɨ,
nɨ kue io Éfa ifórona kue faɨtaye”.
“Nɨ oni koko jiaiyɨnori”, daɨde Jiménakɨ.
“El camino de Jiménakɨ es donde estará puesta la pluma del Búru”, dijo Ɨme.
Ɨme daɨde:
“Bene kue jofo ite”.
Jofomo itɨmakɨ.
Guitɨmakɨ.
Iemo ja nauide.
Jiménakɨ jɨkanote:
“¿Nɨno ɨnɨitɨkue?”.
Ɨme daɨde:
“Jadɨ ɨnɨ”.
“Ieiñede. Meyériede”.
Estaban en la casa.
Comieron.
En eso atardeció.
Jiménakɨ preguntó:
“¿Dónde dormiré?”.
Ɨme dijo:
“Duerma por ahí”.
Jɨkánotɨmakɨ:
“¿Buú kaɨ abɨ nemuiya?”.
“Kueiñede”, daɨde Jiménakɨ.
“Ɨme”.
“Iéiñede kueiñede”, daɨde Ɨme.
“Kué nemuiye onoirede, fia ijɨroɨana juide; kué naɨmérede fɨruiñedɨkue”.
Ɨme daɨde:
“Oó jaka nemuika, Jiménakɨna”.
“Iéiñede, kuiñede”.
Despertaron en la mañana.
Jiménakɨ había defecado a su lado.
Ellas preguntaron:
“¿Quién hizo popo a nuestro lado?”.
“Yo no fui”, dijo Jiménakɨ.
“Fue Ɨme”.
“Eso no es así, yo no fui”, dijo Ɨme.
“Mi popo se conoce, se dispersa en bolitas; no me gusta lo dulce”.
Ɨme dijo:
“Tú hiciste popo, Jiménakɨ”.
ja rɨire ite.
Ɨme dɨga uaiyotaide.
Buú dɨga makánede,
dama makade.
Uáioyogaɨ yoteza,
Ɨme nɨbaɨakade.
Ɨme nɨbáɨano baiye
rɨngo iaɨnguaɨ ie oyena.
Doníai nitíaiyɨnoɨ.
Ñeta jaidiaiyɨnoɨ.
Ragɨnɨaɨ jaikoɨdiaiyɨnoɨ ua nana.
“¿Aiyo ií?”.
Ie jitɨramo jaidiaiyɨnoɨ.
Dukɨdiaiyɨnoɨmo
nɨne efizɨide.
Ɨme ana fɨebide.
Jiménakɨ yɨua.
Ikɨkaɨ abɨ nifiredeza,
ie abɨ eiya.
Jiménakɨ iemo Ɨme dɨga uaiyogaɨ jágaɨ 225
“¿Hay bastante?”.
“A mí no me gusta eso.
Si te gusta, ve tú mismo y come”,
dijo Ɨme.
“¡Oye, ya no viviré!
¡Oye me quedé inmóvil!
Parece que caeré de aquí arriba,
parece que caeré de aquí arriba”,
dijo Jiménakɨ.
Uruiyaɨna
ie oruaɨ otátate.
Entró en la casa;
en su canastico traía ñame.
Afengotɨaɨ yotɨmakɨ:
Oróyaɨaɨ otátate.
Afe mei dɨno ɨnɨde.
Ɨnɨde uzungo.
Afengodɨ raɨnáikai.
Raɨnáikaiyanona ie jɨguida yɨnote.
Yɨnua yezika jɨguida fia raruzite, raruzite.
Batɨ nɨne zairóɨzikana, jabɨkana.
Batɨ nɨne iodo jaide ua kɨobikainede.
Ella se levantó.
Levantándose, cogió su bastón.
Que en el instante se partió, se partió.
Por allí se fue tambaleando, revolcándose.
Por ese camino se fue sin que la vieran.
Eroide, ua eroidemo
jaide batɨ nɨne uzungo.
Kɨoikaide, ua batɨ nɨne kɨoikaide
nofɨgomai kɨgɨdo.
Anaba nɨne ifodo, batɨ yɨkaizaide.
Jɨkánotɨmakɨ:
“¿Ie mei uruiyaɨ?”.
Ellas le preguntaron:
“¿Y los niños?”.
El niño respondió:
Okainaɨaɨ ie taɨfenɨaɨna.
Ja mei efɨde.
Ua dai, ua dai.
Se fueron a perseguirla,
se fueron y llegaron hasta un túnel.
Raiyana jónetɨmakɨ,
jifizaɨna jónetimakɨ,
ñeta ja betɨmakɨ.
Bia, bia, ua bia.
Jɨkánotɨmakɨ:
“¿Niga ite?”.
“Naɨ ite”, daɨde urue iaiyɨnoɨ.
Oni yɨnota.
Bia, bia.
“¿Nɨga ite?
Raɨre yone o ɨfo kue bútaiza”.
“Yone jabe
o ɨfo bɨgɨdo butaitɨkue”.
Ja juáiñota jɨkanote:
“¿Nɨga ite?”.
“Iñéediii”, daɨde.
Preguntaron:
“¿Cuántos están vivos?”.
“Aún hay”, dijeron los dos niños.
“¿Cuántos viven?
Di rápido o te golpeo la cabeza”.
“Di ahora
o te golpeo la cabeza con este palo”.
“¿Cuántos hay?”.
“Ningunooo”, dijo.
Ie ɨiyo fakófɨrede,
ónokue ruikaite.
Ñue ifɨrediaiyɨnoɨ.
jakafaɨmo ei kuruina.
Mei jaka urue uiñofɨrede.
Ie ja damono ie ɨiyo ie mirɨngo fakádote:
Nɨezi daɨiñeno.
Uriñeno jofomo bitiaɨnguaɨ.
No dijo nada.
Sin hablar, las dos se vinieron a la casa.
“Ieiñede ua bono,
ñuiro, ua beé.
Bɨjɨiyano fuú, yiraiyan fuú”.
Maɨguirikongona baɨizaide.
Jirari ja jakánotɨmakɨ:
“¿Nɨnóri ite jadie ie?”.
Bofáizaɨ ie ígaɨ 249
Su hermano lo sabía:
“Te había advertido que no tocaras el aguacate maduro de la gente.
¡Fue tu culpa!”.
Ua jiya, ua jaiya.
Ja ua mona naúide.
Ua jaiya, ua jaiya.
Ja mona naúide.
Ja ua naɨo.
Komɨnɨ fia nɨne feiraitɨmakɨ;
taɨfenɨaɨna jaidɨmakɨ.
Y lo seguían, lo seguían.
El día atardeció.
Ya era de noche.
Las personas se perdieron;
se convirtieron en taɨfe.
Kɨnerenɨ,
Káfeniño ikakɨ.
eirue Kɨneyumi
aɨ, Enokaizaɨ eirue,
Jáeidɨ namákɨza
Káfeniño fɨnórite.
Kuebérena fɨnórite.
Ie mei fɨmaiñede.
Ie baɨfene ie yúkote.
Jirari Jikɨnizaɨ
mei ua dega.
Iaɨoɨ kubɨkɨga
ie rɨábɨkɨaɨ,
ie kɨráizekuaɨ,
ie jabeyuɨ, nana.
Ellos destazaban
sus piernas,
sus costillas,
sus tripas, todas sus partes.
Ja ie ɨni biakana
ɨfodɨna afengo meine bita
abɨ zoruano uai joide.
Dai ua ñefɨrede.
Dai jáifɨrede, meine bifɨrede.
Ja ua baɨ ie jaiya
jirari ie ɨnina daɨde:
“O biadɨ,
rágoda títaitɨoza”.
Dai ua daɨifɨrede.
Ɨfokɨ daɨde:
“¿Mɨnɨkana abɨ zoroitɨkue?”.
La cabeza dijo:
“¿A qué cuerpo me voy a unir?”.
Afengo jefáiredeza.
Ie kɨmójɨri zoideza,
nɨezi afémɨe guiri.
“Mei ua jefáiredeza
ɨreizaitɨkue”, daɨde.
Fia orúide.
Arɨ ota,
uiyobefe zoiyoda
afemo jino guɨfode.
Ñeta daɨde:
“¡Ore, rɨngo!
Kue guiyɨ daɨzaɨdɨo.
Mai jɨrekai, ana jadɨne raɨ, gui.
Kue guiyɨ, daɨfɨredɨo,
kue rɨyɨ, daɨfɨredɨo”.
“¡O guiri!
O kue guiyɨ, daɨfɨredɨo.
Jubie jeɨa,
Káfeniño ikakɨ 263
Estaba repleto.
Lo sacó arriba,
extendió hoja de platanillo
y sobre ella arrojó todo.
Luego dijo:
“¡Oye, mujer!
Tú siempre dices que quieres comer.
Ya despégate, siéntate allí abajo y come.
Quisiera comer, dices,
quisiera comer carne, dices”.
“¡Come!
Tú siempre dices que quieres comer.
Que aguantas hambre,
264 Juan Kuiru
jebaiye jeɨa.
Jirari kue jenókaza”, daɨde.
Káfeniño daɨde:
Káfeniño dijo:
O reɨkɨ rɨngodɨkue.
Jino o fɨéri”, daɨde.
Ie tobeni, zibe,
ɨnárako, gobeje,
yokofe, tɨáfai, razaba.
Ua nana kaifodo fadoɨka.
Él no le contestó.
Su abanico, tiesto,
escurridor, machucador,
cernidor, rallador, escobilla.
Todo se lo lanzó encima.
Ɨkaɨdenia ja daɨde:
Dɨno fuite.
Káfeniño ikakɨ 269
Al final dijo:
Aquí termina.
Glosario
A
Aigadɨgei: Guía de la conciencia. Ver jorema.
Aima: Sabedor que emplea de manera indebida su conocimiento.
Anáneko: Casa multifamiliar en la que se realiza el rafue. Literalmente: ana:
abajo; ne: negɨka: lo tejido, enlazado; ne: dónde, y ko: iko, media esfera.
La anáneko representa a la mujer en estado de gestación.
Andoke: Pueblo del bajo Uriyamani. Uno de los hijos del tabaco, la coca y la
yuka dulce. Se le conoce como el pueblo del hacha.
B
Biko: Este cosmos. Viene de bie: este y de iko: media esfera. El cosmos en
el pensamiento mɨnɨka se divide en varios; tres son conocidos: el kaifo
biko (cosmos de arriba), el ero biko (el vientre) y el anabiko (cosmos de
abajo). Biko: esta casa, esta anáneko.
Bofáizaɨ: Gusanos no comestibles. Nombre de un clan desaparecido.
Bora: Pueblo del medio Kotue. Uno de los hijos del tabaco, la coca y la yuka
dulce. También organizan bailes colectivos parecidos al rafue.
Buinaizaɨni: Personaje del mundo del agua. Bu: quién. I: ite, existe. Na: nama,
dueño. Nana: todos. I: iye, río. Zaɨ: sufijo nominal plural, gente. Ni: en
forma de banda o tira. Gente que repta y es dueña del mundo del agua.
Buineima: Personaje del mundo del agua.
Buinaizeni: El buineima que se arrastra. Ver Buinaizaɨni. Hermano de
Deeijoma.
Burárefo: Gente de las especies parásitas. Bu: quién. Ra: cosa. Re: rete: tapar.
Ifo: huevo. Gente que tapa los orificios de un organismo.
Búru: Búho.
Butuko: Cuchillo pequeño de madera.
272
Ch
Chogai: Canto de un pájaro.
D
Deeijoma: El que corta y se arrastra. Dete: cortar, serruchar. Ver Dɨjoma.
Dɨɨjoma: El que sabe aguijonear. Dɨte: aguijonear. Ver Dɨjoma.
Dɨɨo: Dɨe: sangre. O: tú. Canto para llorar por la sangre derramada, para llorar
por tu fracaso.
Dɨjoma: Personaje de la tribu del tabaco. Dɨ: dɨona, planta de tabaco, y Dɨe:
sangre. Jo: jorema y jorode (arrastrarse). Ma: mamekɨ, sufijo de nombre
masculino. El que es esencia y poder del tabaco.
E
Éfa: Guacamayo.
Efɨrefo: Gente de un árbol amarillo. Efikaɨ: moena de la familia labracea de
género ocotea.
Egáirakɨ: Planta de poder para dar luz. Egaide: iluminar. Raa: cosa de poder.
Kɨ: Ikɨ: fuego.
Ekeredɨ: Almendro silvestre. Caryocar glabrum. Ekɨraɨ: almendro del que se
fabrica el maguaré (ver juaraɨ).
Ekɨredɨji: Pozo en el río Kotue. Ekɨ: ekɨrede: traquear. Dɨ: dɨe: sangre. Ji: iji:
pozo. Pozo de sangre que traquea.
Ekofayɨango: Nombre femenino, segunda hija de Dɨjoma. Eko: ekonote,
desanudar. Fa: faibe: hoja de yarumo blanco o pluma de pájaro yarumo.
Yɨ: yɨide: llevar en la mano. Ango: aɨngo, mujer sabia. Ngo: sufijo
nombre femenino. Mujer sabia del yarumo.
Ekoromaji: Pozo en el río Kotue. Ekoro: ekorogɨ: planta silvestre de color
rojo. Ma: mamekɨ: nombre. Iji: pozo. Nombre del pozo de plantas rojas.
Enokaizaɨ: Clan de la gente de las grullas.
Erei: Peine tejido de hojas. Ere: hoja de palma puy. Mauritia carana.
Glosario 273
F
Faibe: Hoja de yarumo blanco.
Fuekue: Cumbrera, parte más alta del techo de una casa ancestral mɨnɨka. La
parte frontal tiene una abertura que sirve de ventana y de observatorio
astronómico.
Faibemani: Faibe: hoja de yarumo blanco. Imani: río. Río de las hojas del
yarumo blanco.
Faira: Caño que desemboca en el río Kotue. Fai: faɨride: flotar, salir a flote. I:
iye, río. Ra: cosa. Objeto que flota en el río.
Faɨrinaji: Pozo en el río Kotue. Faɨ: faɨride: flotar, salir a flote. Na: nana, por
completo. Iji: pozo.
Faɨrinama: Faɨride: flotar. Raa: cosa. Ma: dueño. Dueño de la cosa que flota.
Fákua: Gallina ciega, de plumas negras.
Feyirefo: Gente de umarí negro.
Fɨde: robar. Do: ido, semilla. El que roba semillas.
Fɨdo: Guara. Roedor pequeño de pilambre negro y con puntas blancas.
Fɨkaɨaɨ: Palomas grises.
Fue: Nombre de un afluente del Kotue.
Fuemani: Boca del río.
Fuerama: Fue: fueñe, el primero. Ra: rafue. Ma: dueño. Al que primero se le
informa del rafue.
G
Gagɨbɨrɨ: Lugar sagrado. Ga: gaɨrirako: lugar de encuentro. Gɨ: gɨride: sentir
mareo. Bɨrɨ: ibɨrɨ: lugar. Rɨ: rɨireyena, para ser fuerte. Lugar elegido
para visionar con plantas medicinales que permiten la transformación
del humano en animal.
Gagɨkaɨ: Flauta fabricada de una especie de bambú.
Gagɨrefo: Gente de la flauta de una especie de guadua. Gagɨkaɨ: flauta
mediana.
Gɨgɨ: Gɨgɨde: arrastarse. Sonido que se escucha cuando algo se arrastra.
274
I
Ɨa Jainagɨma: Ɨa: zorro negro. Jainade: halar. Gɨma: recta de un río. Recta del
río donde estiraron al zorro negro.
Ɨgónadɨji: Ɨgoi: chagra recién quemada. Ɨgode: quemar un tronco. Ji: Iji: pozo.
Pozo del tronco quemado.
Ikakɨ: Igagɨ, parte de un jagagɨ. Cuenta la historia de un personaje que aparce
en varias historias. Es una tira de todo el tejido. Forma narrativa similar
al jagágɨ, jágaɨ, ígaɨ. Una historia de un personaje ancestral donde se
cuenta las consecuencias de no guardar respeto a lo prohibido.
Ikɨkaɨ: Árbol de juansoco (couma macrocarpa), propio de las selvas tropicales
de Centro y Sur América. Sus frutos son carnosos y de su tronco se
obtiene una sustancia pegajosa que sirve para decorar el cuerpo.
Ɨkɨru: Olla de barro.
Ɨme: Boruga (cuniculus paca). Roedor de los bosques tropicales. Por sus
hábitos de higiene representa la belleza corporal. Su carne es muy
apetecida.
Ɨmeraiaɨ: Gente de la lapa o boruga.
Ɨre: Cerca que atraviesa una quebrada. En su fabricación se utilizan hojas de
platanillo y de la palma de milpeso.
Itofe: Estaca, esqueje de yuca. Parte o versión de un jagagɨ.
Iyaɨma: Sabedor de una comunidad. En este caso es el sabedor de los animales.
Iyaɨngo es su nombre femenino.
Iyaraima: El consuegro.
Iyino: Esencia de una planta. I: ite: existir. Yi: yiikɨ: planta de poder. No:
noide, bañarse. Poder de una planta que se adquiere mediante el uso
dietado. Sirve para la transformación y activa la comunicación con el
jorema.
J
Jabada: Jae: antes, ya. Ba: baɨde: caer. Canción lamentosa para recordar el
fracaso, la caída, de Dɨjoma.
Glosario 275
Jagagɨ: Ja: jae, antes. Jafaikɨte, exhalar lentamente para crear. Ga: ígaɨ, hilo.
Gaɨte: amontonar. Gɨ: gɨrɨride, sonido de la naturaleza que se escucha
como un trueno. Género poético de carácter fundacional que teje los
hilos y los alientos de los ancestros, los saberes milenarios, en una gran
historia.
Jagagɨ yoraima: El que avisa a través del jagagɨ yoraingo.
Jagagɨ faɨrioraima: El que contesta la palabra del jagagɨ. La que contesta:
jagágɨ faɨriorango.
Jágaɨ: Parte de un jagagɨ, cuenta una etapa o esqueje del personaje.
Jakáfaɨ: Chagra, parcela donde se cultivan los alimentos básicos de una
familia.
Jarɨ: Jarɨna: Especie de palma para sacar sal vegetal.
Jejɨmaja: Recurso narrativo que entafiza la estructura dialógica del jagagɨ.
El jagagɨ faɨrioraima responde las palabras del jagagɨ yoraima con
fórmulas retóricas que le sirven para ratificar, cuestionar o dinamizar la
narración. Casi siempre emplea jmm, ji, jɨɨ, pero con bastante frecuencia
repite el último verbo o la expresión uafuena utilizados por el jagagɨ
yoraima.
Ji: Exclamación para afirmar. También quiere decir “sí”.
Jɨ jɨ jɨ: Se utiliza para contrastar o hacer eco en los cantos y, en los diálogos,
para indicar que se está de acuerdo. Recurso del jejɨmajɨ.
Jɨ: Jɨ: Jɨkode: asentir, decir sí.
Jiaɨmaji: Pozo rojo en el río Kotue. Jiaɨ: jiaɨrede: estar rojo. Ma: mamekɨ:
nombre. Ji: iji: pozo. También significa maní rojo.
Jibegɨ: Nombre del pozo de la oscuridad. Ji: jitɨrede: oscuro.
Jídɨ: Nombre que recibe una palomita gris que pertenece a las Fɨkaɨngo
(palomas rojas).
Jidígɨzi: Planta especial para atrapar al pez dormilón. Jidɨma: pez dormilón.
Gɨ: ragɨ, planta.
Jíbie dute: (Mambear) mascar hojas de coca. Durante esta práctica se
enseñan mediante cantos y narraciones los conocimientos ancestrales
de la comunidad.
276
Jifa: Nombre de una quebrada afluente del Kotue. Jifade: inclinarse. Jijide:
agacharse. En este lugar se agacharon dos personajes de un jagagɨ para
tomar agua, por eso la quebrada se llama jifa.
Jifibei: Jifina: planta de ají. Hoja de esta planta.
Jifikotue: Afluente del Kotue donde hay hoja de ají.
Jɨgagɨ: Árbol del cual se saca la corteza para fabricar el moigaɨ (taparrabo).
Jɨfiai: El retrato de una persona, su copia, su semejante. Forma de jorema.
Jikɨnizaɨ: Ratones pequeños y negros.
Jimenakɨ: Zarigüeya (didelfimorfo). Marsupial americano. Vive en montañas
y selvas y se caracteriza por un olor bastante fuerte.
Jimoma: Gente que se viste como el mico nocturno.
Jimuai: Tipo de rafue del yuaɨ o ceremonia de frutas.
Jɨrekuango: Mujer que afloja los nudos. Jɨrekaide: aflojar, solucionar un
problema con sabiduría. Abuela del clan ɨmeraɨ (boruga).
Jitóma: Sol. Dueño de la energía lumínica.
Jitóma Faɨrinama: Faɨride: flotar. Faɨrina: que flotó. El sol que rebalsó.
Abuelo del clan Jitómagaro de lengua nɨpode.
Jitomaña: Palma del sol. Cantor del clan Jitómagaro de San Antonio.
Jmm: Onomatopeya para contestar o corresponder al narrador de un jagagɨ.
Ver jejɨmaja.
Joaiye: Afluente del Kotue.
Jodáyu: Trampa para pescar kudunɨaɨ, peces diminutos, plateados. Se fabrica
de bejucos.
Jorema: Guía o consciencia. Jo: jofo, adentro. Re: retáirite: estar oculto. Ma:
morfema del sustantivo masculino. Voz de un ser vivo que le habla al
humano adentro, en su propia cabeza. Se activa por el uso de medicinas
que limpian el cuerpo: una (yagé), dɨona (tabaco), jibina (coca). Cuando
es femenino se llama joreño y cuando es plural, joriaɨ.
Joriaɨ: Jorema en plural.
Glosario 277
Juaɨ: Tambor cilíndrico. Ju: jubene: un lado. Aɨ: esposa. Instrumento musical
y “teléfono” de la selva. Está compuesto por dos cilindros de unos dos
metros de largo. El más grueso es la hembra y el más delgado el macho.
Los dos juntos reciben el nombre de juaraɨ.
Juaɨdɨji: Pozo en el río Kótue de nombre maguaré. Juaɨ: tambor. Ji: iji: pozo.
Juaraɨ: Par de cilindros que conforman el maguaré.
Juan Kuiru: Sabedor de los Jitómagaro de Milán. Hijo de Noinuiyɨ (Aurelio
Kuiru).
Juzibido: Pájaro que anida en la mata de juzigɨ (yuca brava).
Juzítofe: Estaca de yuca brava.
K
Kaɨjɨ: Semen. Kaɨ; nuestro/a, ijɨ: semilla. Kaɨrede: pepa aceitosa. Nuestra
semilla, es decir, la sabiduría.
Káfeniño: La mujer de las grullas. La grulla (aménokaɨdo) es grande y de
color gris.
Kanimani: nombre del río Putumayo. Ver Kudumaiu.
Kañɨdoro: Semilla de las piñas. Kañɨ: Kañɨki: rodilla, pez sin escamas. Ɨdoro:
yema peduncular de la piña. Yema de la piña que lleva el nombre de
rodilla y no tiene espinas.
Kɨnerenɨ: Clan de la gente de la palma de canangucho (kɨnena). También se
le llama moriche, mauritia flexuosa.
Kɨneyumi: Ancestro de los Kɨnerenɨ, hijos del canangucho. Cuando se
abrevia el nombre se le llama Yumi.
Kodue: Nombre de un caño afluente del Kotue. Ko: koride, sonar. Due: duera:
pequeño. Sonido de agua pequeña.
Komaiji: Pozo en el Kotue. Ko: koride, sonar. Ma: mamekɨ: nombre. Ji: iji:
pozo. Pozo que suena.
Komɨnɨ: Kome: gente, persona. Mɨ: mɨma, hermano, familiar. Nɨ: nɨkaɨde,
soñar. Aquellos que piensan y sueñan con sus hermanos. Seres humanos.
Koroɨma: El que ronca. Koro: Korode: roncar, hacer ruido en las hojas.
278
Koromaiji: Pozo en el Kotue. Korode: roncar. Ma: mamekɨ: nombre. Ji: iji:
pozo. Pozo que ronca.
Kotue: Nombre ancestral del río Igaraparaná. Ko: koride, sonar. Tue: tote,
correr el agua. Río que corre y suena.
Kudumaiu: Kudumani. nombre del río Putumayo.
Kudumani: Nombre ancestral del río Putumayo. Kudu: nombre de un pez
muy pequeño, el sambico. Mani: imani, río grande. En un jagagɨ el
personaje Jitóma tomó agua de este río y en su boca se metió un pez
pequeño.
Kuebere: Conjunto de pastos de hojas aserradas y muy filosas. La hierba de
kueberɨ tiene un poder especial.
Kuegáromui: Nombre del abuelo del clan de la yuca brava. Kue: kuete:
escribir. Ga: gaite, amontonar. Ro: rocade, cargar. Rote, cantar. Mui:
muite: untar. El que canta y escribe.
Kuekongo: Herramienta pequeña que corta.
Kuerungo: Cuchillo pequeño.
Kuiru: Apellido del clan Jitómagaro de Milán. Kuiruaɨ: hormigas agresivas
que atacan de noche.
Kuiyo: Kue: yo. Iyo: Io, camino. Grito de nuio que significa “soy el camino”.
Kuiyo Buinaima es el yerno de Monaya Jurama, el padre de la
abundancia.
Kure: Nombre de un caño pequeño donde abundan peces pequeños llamados
kudunɨaɨ.
M
Májaiño: Májaño.
Májaño: Ma: makade, caminar. Ja: jaide: ir. Ño: eiño: madre. El que camina
y se va (vuela) como madre. El gavilán real.
Maruku: Pájaro de color negro que canta en las noches.
Morena: Preparación de plantas de poder. Se emplea durante el proceso de
transformación del cuerpo humano en cuerpo de animal. Mal utilizada
sirve para hacer daño.
Glosario 279
Nobɨrae: Nombre de una cascada en el Kotue. No: Nofɨe: piedra. Nobɨ: nobɨde,
estar desalentado. Rae: tronco caído. Cascada escarpada que debilita.
Nobɨrai: Nobɨrae.
Nobɨraiji: Pozo de la debilidad.
Nofɨko: Hoyo de las piedras. Nombre ancestral de La Chorrera (Amazonas).
Nofɨiji: Pozo de las piedras.
Nokae: Nombre del caño Nokae. También significa canoa en idioma bue.
Nuida: Nombre de una planta mágica. Nui: nuio, boa. Da: ida, vara, línea.
Planta empleada en el estudio de la transformación en nuio.
Nuifo: Nuio: boa. Ifo: hueco de la boa.
Nuio Joruada: Joruada: jorode: arrastrarse. Da: ida: zanja. La zanja por donde
se arrastró la nuio (boa).
Nuio: Nombre ancestral de la boa (eunectes murinus). Puede ser macho o
hembra. Nu: nukaioikaide, serpentear. Io: camino. Camino serpenteante.
Nuiogɨñobɨ: Nuiogɨtofe.
Nuiogɨtofe: Tallo de la yuca en forma de nuio. Nuio: boa. Gɨ: gɨte, frotar,
restregar. Tofe: itofe, estaca. Yuca venenosa que, según un jagagɨ, fue
transformada en almidón, al restregarla.
Nuiomaraɨ: De ra: cosa, tronco. Nuio: boa. Tronco de la boa.
Nuionɨaɨ: Plural de nuio.
Nuirai: Árbol de la boa. Nuio: boa. Rai: sufijo que identifica el tronco de un
árbol.
Nuiróngo: Nuida.
Nuiuenɨ: Gente de la nuio. Se dice que fueron los que domesticaron la yuca
brava o nuiogɨtoge.
Nuizɨ: manoda o preparación de plantas que imita el poder de la nuio.
Ñ
Ñe: Onomatopeya para indicar que se está buscando una idea, que se tiene
dudas. Ñete: hacer, buscar.
Glosario 281
O
Oberefo: Gente de umarí negro. Oberaɨ: plana de umarí negro (poraqueiba
serícea).
Ófuaɨ: Panguanas, pedices. Hay de varios colores.
Omiye: Caño del pez cheo. Omima: nombre del pez cheo. Iye: río pequeño.
Orikona: planta para pescar. Su fruto sirve de carnada para los peces.
R
Raa: Objeto de poder. Suelen ser personales.
Rafue: Ceremonia de armonización. Ra: raa, cosa. Fue: boca. Es decir,
palabra de sanación. En la expresión “rafue ite” significa razón, causa,
noticia. “Rafue fɨnode” se refiere a la preparación de una celebración
multitudinaria en la anáneko. El rafue es el espacio de escenificación
general de la cultura, pues allí intervienen todos los lenguajes: la
narración, el canto, la danza, la gastronomía, los tejidos, la pintura
corporal, las medicinas. Existen tantos tipos de rafuenɨaɨ como
motivos y formas de socialización y de interacción entre los clanes y
entre los clanes y la naturaleza. El rafue enseña a los seres humanos
el respeto mutuo y el respeto por el medio ambiente. Cuatro son los
rafuenɨaɨ básicos, como cuatro son los estantillos de una anáneko:
yadiko (ceremonia de la pisada del tronco que representa a la nuio),
zɨkɨi (ceremonia de la guadua), yuaɨ (ceremonia de las frutas) y menizaɨ
(ceremonia de las tortugas).
Rafuenama: dueño del rafue.
Rágoda: Raíces elevadas de algunos árboles. Salen de la tierra en forma de
aleta de varios metros.
Rɨama: El que come carne roja. Rɨ: rɨte, comer carne roja. Ma: morfema del
sustantivo masculino. También existe la forma femenina: rɨango. En
el jagagɨ, rɨama hace referencia a los karijona, rivales ancestrales de
los mɨnɨka. Por extensión, también se refiere a la cultura invasora, es
decir, al hombre blanco, destructor y consumista que llegó durante la
explotación del caucho.
282
Rɨazéyue: Abuelo del clan de rozɨyɨ, piña. Rɨa: fruta cultivada. Cultivo de
piña, conjunto de piñas. Preuss dice que se llamaba Rosendo y que
vivía en el río Orteguaza, en el Departamento del Caquetá.
T
Taɨfenɨaɨ: Plural de taɨfe, ser que maneja energías negativas.
Tanimuka: Pueblo del río Apaporis. Gente de la ceniza.
Tapaje: Técnica de pesca que consiste en represar el agua de un caño con
hojas fuertes.
Tekore: Sabana en la bocana del caño Jifa, afluente del Kotue.
Tooɨ: Ver toɨ.
Toɨ: Toɨde: acariciar, domesticar. Mascota. En el jagagɨ puede ser la cría de
una especie animal o vegetal o una idea elaborada por la imaginación
humana.
U
Uidomani: Uriyamani.
Uiñoi: Pozo de la costilla perforada.
Ukue: Yera silvestre. U: uite: llevar. Kue: yo. El que me lleva, me conduce.
Ceniza que se obtiene de la corteza de un árbol de la familia
myristicaseae.
Ukufo: Ukuna: árbol que se emplea para preparar miel. Fo: ifo: hueco. Hueco
de la fruta de este árbol. Ukufo también significa conjunto de estrellas.
Ukurai: Ukuna.
Una: Liana del yagé. U: uzuma, abuelo. U: uite, llevar. Na: nado,
inmediatamente. Abuelo que activa la comunicación con el jorema.
Unazi: El poder del yagé. Una: liana del yagé. Zi: ziiño, sabedor, poderoso,
indestructible. Medicamento que revisa el estado del cuerpo y de la
mente.
Uriyamani: Nombre ancestral del río Caquetá. Uriya: celos. Mani: imani, río
grande. En uno de los jagagɨaɨ, los personajes tuvieron una discordia en
este río por culpa de los celos. Los mɨnɨka lucharon contra los karijona
por una mujer de medicina que fue raptada.
Glosario 283
Página de “Das Schlangenungeheuer” en la versión de Konrad Theodor Preuss, 1921. Aquí se puede ver en la columna
izquierda la transcripción que hizo Preuss del ígagɨ de Rɨazéyue. En la columna derecha la traducción al alemán. Esa
edición no permite ver el jejɨmaja ni la extensión de los versos, pero conserva elementos conceptuales muy importantes
para su comprensión.
Contenido
Buinaizeni ígaɨ 58
Ígaɨ del dueño del mundo del agua
Rɨazéyue
Káɨjɨ jágaɨ 92
Jágaɨ de la semilla y la sabiduría
Kuegáromui
Glosario 271
Anexo 284