Predica para El Domingo 1
Predica para El Domingo 1
Predica para El Domingo 1
El tema de este capítulo gira alrededor de la forma en que Dios entrenó a David. Éste es uno
de los capítulos más conocidos de la Biblia. El gran episodio de David y Goliat reveló más que
un ejemplo de valentía humana. Reveló que, aun siendo joven, tenía un corazón dispuesto
para Dios. David no se presentó voluntariamente para pelear contra el gigante porque su
pueblo estaba siendo humillado, sino porque Goliat estaba desafiando a los ejércitos del Dios
vivo. Al presentarse ante un enemigo tan formidable, dio un testimonio público de su fe en
Dios. Por ello destacamos la frase de David en este mismo capítulo, en el versículo 45: "Tú
vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre del Señor de
los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado".
El capítulo 17 es uno de los capítulos más conocidos en toda la Biblia. Leamos ahora los
versículos 1 y 2, donde comienza el episodio en que
"Los filisteos reunieron sus ejércitos para la guerra, se congregaron en Soco, que es de Judá, y
acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. También Saúl y los hombres de Israel se
reunieron, acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos."
Israel estaba nuevamente en guerra con los filisteos, su enemigo perenne y perpetuo. Veamos
el versículo 3:
"Los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado,
quedando el valle entre ellos."
Ahora, estos dos ejércitos estaban acampados uno frente al otro; en un tenso equilibrio,
midiendo sus fuerzas, cada uno esperando que el otro comenzara las hostilidades. Los filisteos
sobre un monte, e Israel sobre el otro monte, con el valle entre ellos. Los filisteos eran la parte
agresora. Leamos los versículos 4 y 5 de este capítulo 17:
"Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín llamado Goliat, oriundo de Gat, que
medía unos tres metros de estatura. Llevaba un casco de bronce en su cabeza y vestía una
coraza también de bronce; la coraza pesaba cincuenta y cinco kilos."
Ahora, como vemos, Goliat era un hombre muy alto. Además, parecía que estos soldados no
querían pelear, sino que preferían decidir la batalla dejando la lucha en manos de Goliat y de
un solo israelita. Continuemos con los versículos 6 al 8:
"En sus piernas tenía canilleras de bronce y una jabalina de bronce a la espalda. El asta de su
lanza era como un rodillo de telar y la punta de su lanza pesaba más de seis kilos. Delante de él
iba su escudero. Goliat se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué
os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo y vosotros los siervos de Saúl?
Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí."
Ahora, todos los días Goliat salía y desafiaba a los israelitas a que enviaran a un hombre para
que peleara contra él. Pero después de transcurridos cuarenta días de provocaciones, nadie
había aceptado el desafío. Y David apareció en la escena porque había traído comida para sus
hermanos, que estaban sirviendo en el ejército. David estaba alarmado porque nadie aceptaba
el desafío. Sus hermanos trataron de enviarle a su casa pero el prefirió quedarse. Cuando Saúl
oyó que David saldría a luchar contra Goliat, intentó colocarle su casco y su armadura. Sin
embargo, David era demasiado joven para llevar tanto peso encima sin haberse entrenado
antes y decidió salir a luchar con el equipo con qué solía hacerlo. Aquí ya tenemos una lección
para nosotros. No tratemos de ser lo que no somos ni de hacer algo para lo cual no hemos sido
llamados. Simbólicamente hablando, si Dios le ha llamado a usar una honda, estimado oyente,
no trate de usar una espada. Si Dios le ha llamado a hablar, entonces hable y si le ha llamado a
hacer otra cosa, pues hágala. Si Dios le ha llamado a cantar, cante. Pero si no le ha llamado a
cantar, ¡por favor, no lo haga! Figurativamente hablando, demasiada gente está tratando de
usar una espada, cuando en realidad la honda es más acorde con su estatura. Leamos ahora el
versículo 40 de este capítulo 17 de 1 Samuel.
"Luego tomó en la mano su cayado y escogió cinco piedras lisas del arroyo, las puso en el saco
pastoril, en la bolsa que traía, y con su honda en la mano se acercó al filisteo."
Algunos creen que David escogió cinco piedras lisas, por si acaso erraba con la primera, y
poder entonces usar las otras 4 piedras. Pero, estimado oyente, David no pensaba fallar. ¿Por
qué entonces escogería cinco piedras? La respuesta la encontraremos en el Segundo Libro de
Samuel, el capítulo 21, versículo 22 donde leemos: "Estos cuatro eran descendientes de los
gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos". Es que
Goliat tenía cuatro hijos, y David estaba seguro que saldrían a luchar contra él tan pronto
como él diera muerte a su padre. Fue por ese motivo que David escogió las cinco piedras.
"El filisteo fue avanzando y acercándose a David, precedido de su escudero. Cuando el filisteo
miró y vio a David, no lo tomó en serio, porque era apenas un muchacho, rubio y de hermoso
parecer. El filisteo dijo a David: ¿Soy yo un perro, para que vengas contra mí con palos? Y
maldijo a David invocando a sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven hacia mí y daré tu
carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes
contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre del Señor de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. El Señor te entregará
hoy en mis manos, yo te venceré y te cortaré la cabeza. Y hoy mismo entregaré tu cuerpo y los
cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y sabrá toda la tierra que
hay Dios en Israel. Y toda esta congregación sabrá que el Señor no salva con espada ni con
lanza, porque del Señor es la batalla y él os entregará en nuestras manos."
Y usted bien sabe el resto de la historia, estimado oyente. El tiempo no es suficiente como para
presentarla detalladamente, pero Dios le dio la victoria a David, que mató a Goliat. La batalla,
como dijo David, era del Señor; y el gigante, y todos los filisteos fueron entregados en manos
de David, y del ejército israelita.