Marcodiaz,+Gestor a+de+La+Revista,+c6 Jorge+Jaraquemada+R.
Marcodiaz,+Gestor a+de+La+Revista,+c6 Jorge+Jaraquemada+R.
Marcodiaz,+Gestor a+de+La+Revista,+c6 Jorge+Jaraquemada+R.
INTRODUCCION
social en las encíclicas Rerum Novarum ( 1). Quadragesimo Anno (2). Mater
et Magistra (3), Populorum Progressio (4), Laborem Exercens (5).
Sin embargo será a partir de la década del sesenta cuando la Iglesia
entrará a preocuparse fuertemente por lo que denomina crisis estructural de
la sociedad, proponiendo la realización de reformas a partir de una
preocupación por la extrema pobreza. Para Paulo VI el tema del desarrollo será
central en la vinculación Iglesia y mundo. El Episcopado latinoamerica-
no por su parte entraría a pronunciarse sobre la problemática socioeconómi-
ca y política de América Latina en su Conferencia de Medellín de 1968: era
la inevitable influencia de la Constitución Conciliar Gaudium et Spes (6).
Desde la coyuntura anterior la Iglesia Católica entra de lleno en el
debate político, originando un cuadro tensional múltiple que se expresa en:
a) Tensiones al interior de la Iglesia, entre posiciones que privilegian el
rol espiritual y posiciones partidarias de influir en la toma de decisiones a
nivel del Estado para lograr las reformas estructurales a que la Iglesia aspira,
destacándose aquí, por ejemplo, la elaboración de la teoría de la marginali-
dad por el sacerdote jesuita Roger Vekemans. A partir de la última posición
surgirá pronto una tercera corriente que preconizará una militancia política
de la Iglesia dentro del socialismo, como lo sustentan el sacerdote Gustavo
Gutiérrez (7) y los seguidores de la Teología de la Liberación.
b) Tensiones entre Iglesia y autoridad política, que se da cuando las
reformas preconizadas por la Iglesia no encuentran plena acogida en las
autoridades del Estado.
c) Tensiones entre Iglesia y grupos políticos. Esto es una vieja historia:
durante siglos, corrientes liberales tradicionales acusaban a la Iglesia de
concomitancia política con los sectores conservadores y a éstos de sustentar
políticas clericaJistas. Posteriormente sectores de derecha y de izquierda
acusaban a la Iglesia de haberse comprometido con el desarrollismo
democratacristiano.
Y, por último , los sectores políticos no socialistas polemizaban con
aquella Iglesia adherente a la Teología de la Liberación, de lo cual se advierte
que la Iglesia ha pasado a ser un innegable actor político y como tal no es
ajena a la cuestión de la crisis del Estado en América Latina.
Este trabajo estará guiado por un criterio analítico de tipo exploratorio
y descriptivo; se partirá haciendo precisiones doctrinales en torno a los
conceptos de libertad y autoridad en el entendimiento de la Iglesia para
después entrar al análisis de ella como actor social, proyectado en su
influencia política, a partir de la Conferencia de Medellín en 1968, llegando
CAPITULO I
(8) Messner, Johannes. "La cuestión social", Rialp, 1960, pág. 349.
(9) Juan Pablo 11. "Redemptor Hominis ", Nº 12.
(10) " Instrucción sobre libertad cristiana y Liberación", Congregación para la Doctrina de la Fe,
1986, Nº 26.
(11) lbidem, Nº 27.
(12) lbidem, Nº 27.
108 JORGE ANDRES JARAQUEMADA R.
(17) Juan Pablo II y el Orden Social, de la homilía en el Uhru Park de Nairobi, Kenya (7-V-1980),
EUNSA, 1981.
(18) Op. cit., Del discurso al cuerpo diplomático en Nairobi, Kenya (6-V-1980), EUNSA, 198 1.
(19) Pío XI: Radiomemaje de Navidad, 1944.
(20) Evangelio, ética y política, Conferencia Episcopal de Chile (16-VII-1984), pág. 38.
110 JORGE ANDRES JARAQUEMADA R.
hacia su fin último , ni la libertad ni la dignidad humana. Pero con tal de que
estos valores queden a salvo , un pluralismo de las organizaciones profesiona-
les y sindicales es admisible; desde un cierto punto de vista es útil, si protege
la libertad y provoca la emulación ..." (21 ).
La libertad es la facultad humana de determinar la propia conducta en
orden a obrar o no obrar u obrar de un modo o de otro, eligiendo los medios
más propios a su fin . Por ello se dice que el hombre es responsable de sus
actos, pues en él está el moverse a obrar o no, y mediante qué medios (22).
La naturaleza del hombre le exige avanzar hacia su fin ; para ello el
entendimiento presenta a la voluntad diversos bienes finitos que ésta puede
elegir o rechazar, pues ellos, por su limitación o insuficiencia, no pueden
hacer que la voluntad los quiera necesaria o inevitablemente; tienen entonces
una razón suficiente para mover a la voluntad pero no una razón
determinante para ello. Sólo la visión directa de Dios, la visión de los
bie naventurados, hace obrar necesariamente a la voluntad , de modo que ésta
no puede dejar de amar a Dios, ser infinito, que es su objeto adecuado.
En este transitar hacia su encuentro con el Creador el hombre debe
ejercer su libertad en orden a lograr los bienes morales que le permitan un
más pleno desarrollo posible. Esta libertad del hombre encuentra su raíz en
la espiritualidad del alma humana, espiritualidad que es herencia de haber
sido creado a imagen y semejanza de Dios, fundamento último de libertad
y, por ende, la libertad es el "signo eminente de la imagen divina en el
hombre" (23).
1.2 Autoridad
(25) Messner, Johannes, "Etica Social, Política y Económica a la luz del Derecho Natural", Rialp,
1967, págs. 323-324.
(26) Ibídem, pág. 324.
112 JORGE ANDRES JARAQUEMADA R.
(29) Juan XXIII, "Pacem in Terris" , publicaciones en "El Diario Ilustrado", pág. 13.
(30) Ibídem, pág. 9.
(31) Tomada de "Juan Pablo 11,el orden social", op. cit.
114 JORGE ANDRES JARAQUEMADA R.
CAPITULO II
LA REUNION DE MEDELLIN Y
LA OPCION SOCIALIZANTE
(32) Al respecto cabe recordar la abundante literatura que sobre la acción de Fray Bartolomé de las
Casas se produjo en Chile, en el período de la Unidad Popular, mostrándola como una defensa de
los "oprimidos".
(33) La alusión a México es en función a la crisis Iglesia-Estado en los tiempos de la Revolución. Sobre
el particular véase Graciarena, Jorge, y Franco, Rolando, "Formaciones sociales y estructuras de
poder en América Latina", Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 1981, y Di Te!la, Tor-
cuato, "Sociedad y Estado en América Latina" . Eudeba, Buenos Aires, 1985.
(34) Véase Di Tella, Torcuato, "Sociología de los Pro cesos Poiíticos" , grupo Editor Latinoamericano,
1985.
IGLESIA CATOLICA Y CRISIS DEL ESTADO EN AMERICA LATINA 11 5
(35) Sobre el Concilio Vaticano II véase la Constitución Conciliar "Gaudium et Spes" ("La Iglesia y el
mundo de hoy), Ediciones Paulinas, 1967 .
116 JORGE ANDRES JARAQUEMADA R.
(37) Una interesante alusión al proceso de radicalización de la Iglesia desde una óptica de la sociología
marxista la en con tramos en Ribeiro, Da rey, "El dilema de América Latina, estructuras de poder y
fuerzas insurgentes", Siglo XXI Editores, 1982, décima edición.
(38) Véase Conferencia Episcopal Latinoamericana de Obispos, "Documento conclusivo de Medellín " ,
Ediciones Nueva Esperanza, 1968.
118 JORGE ANDRESJARAQUEMADA R.
( 39) Almeyda Medina, Clodomiro, "El proceso de construcción de las vanguardias" , en Revista Nue-
va Sociedad, Nº 61,julio-agosto, 1981.
IGLESIA CATOLICA Y CRISIS DEL ESTADO EN AMERICA LATINA 119
CAPITULO III
(40) Sosa, Arturo,"Los cristianos y las organizaciones populares", en Revista Nueva Sociedad, Nº 64,
enero-febrero, 1983.
(41) Ibídem.
120 JORGE ANDRES J ARAQUEMADA R.
(42) Richard, Pablo, "América Latina: El Rol PolÍtico e Histórico de la Iglesia", Revista Nueva Sociedad
Nº 36, mayo-junio 1978, pág. 18.
(43) lbidem, pág. 18.
(44) " Declaración de ochenta sacerdotes católicos". ¿Consecuencia cristiana o alienación política?,
Instituto de Estudios Políticos, Ed. del Pacífico, 1972, pág. 152.
IGLESIA CATOLICA Y CRISIS DEL ESTADO EN AMERICA LATINA 121
socialismo; allí figuraban entre otros Martín Gárate, Pablo Richard y Sergio
Concha. Fueron mucho más allá de una valoración del socialismo, llegando a
propiciar una colaboración cristiano-marxista. "Esta colaboración será
facilitada por un lado en la medida en que el marxismo se presente cada vez
más como un instrumento de análisis y transformación de la sociedad y , por
el otro, en la medida en que los cristianos vayamos depurando nuestra fe de
todo aquello que nos impida asumir un compromiso real y eficaz" ( 45).
En abril de 1972 se realiza el primer encuentro latinoamericano; su
secretario general fue el jesuita Gonzalo Arroyo y a él concurrieron invitados
sacerdotes y laicos. Ya en el discurso inaugural de Arroyo se advierte que la
finalidad central es estructurar a los cristianos de izquierda para incorporar-
los a un quehacer socialista. No basta ser solamente cristiano; es necesario a
juicio de Arroyo optar políticamente, pues solamente así se irá auna sociedad
más justa, para lo cual se requiere de la mediación de " la teoría
revolucionaria". La integración al marxismo queda más que evidente cuando
dice: "La fe en sí no es socialista, pero implica un esfuerzo permanente por
romper las cadenas de la opresión y edificar un mundo nuevo. Por eso
muchos cristianos se motivan en su fe para el compromiso con el
socialismo" ( 46). Veamos a continuación algunos párrafos del documento
final del encuentro. Se parte de una crítica frontal a la estructura del Estado
y a la conformación de la sociedad civil en América Latina; de más está decir
que la causa de la crisis son "las relaciones capitalistas de producción", las
cuales desembocan "fatalmente en un necesario enfrentamiento de clases".
Cabe advertir que a lo largo de todo el documento se evidencia el uso de una
terminología marxista como el que se ha señalado. Los cristianos deben
incorporarse a la lucha de clases para cumplir su rol "liberador" y allí
conjugar su acción con la de los marxistas no cristianos. "Crece la conciencia
de una alianza estratégica de los cristianos revolucionarios con los marxistas
en el proceso de liberación del continente. Alianza estratégica que supere
alianzas tácticas u oportunistas de corto plazo. Alianza estratégica que
significa un caminar juntos en una acción política común, hacia un proyecto
histórico de liberación. Esta identificación histórica en la acción política no
significa para los cristianos un abandono <le su fe, por el contrario, dinamiza
su esperanza en el futuro de Cristo" (47).
Justifican el uso de la violencia a partir de lo que ellos llaman "la
radicalidad del amor cristiano", donde la fe cristiana "se convierte en
fermento revolucionario crítico y dinámico que agudice la exigencia de la
lucha de clases" (48). De aquí se desprende un término que se usa hasta
nuestros días: cristiano comprometido. El documento dice: "El cristianismo
comprometido en la praxis revolucionaria descubre la fuerza liberadora del
amor de Dios" ( 49).
Muy ilustrativo resulta que la conclusión del documento sea una larga
cita no del Evangelio sino del Che Guevara. Si la transcribimos aquí es para
(45) Ibjdem, pág. 15 3.
(46) "Los Cristianos y el Socialismo", Primer encuentro latinoamericano, Siglo XXI, 1973, "Discurso
inaugural de Gonzalo Arroyo", pág. 19.
(47) Ibídem, "Documento final", pág. 266.
(48) Ibídem, pág. 272.
(49) Ibídem, pág. 273.
122 JORGE ANDRES JARAQUEMADA R.
ahorrarnos una evaluación más de fondo del encuentro, pues ella habla por sí
sola: "Los cristianos deben optar definitivamente por la revolución y muy en
especial en nuestro continente donde es tan importante la fe cristiana en la
masa popular; pero los cristianos no pueden pretender, en la lucha
revolucionaria, imponer sus propios dogmas, ni hacer proselitismo para sus
iglesias; deben venir sin la pretensión de evangelizar a los marxistas y sin la
cobardía de ocultar su fe para asimilar a ellos". "Cuando los cristianos se
atrevan a dar un testimonio revolucionario integral, la revolución latino ameri-
cana será invencible, ya que hasta ahora los cristianos han permitido que su
doctrina sea instrumentalizada por los reaccionarios" (50).
Este fenómeno provocará variadas reacciones; desde la izquierda hay
varias profundizaciones, entre ellas el documento "Del socialcristianismo al
cristianismo revolucionario" (51 ), donde lo central es una fuerza crítica a la
opción socialcristiana al ser acusada peyorativamente de reformista.
Desde el centro merecen destacarse las críticas del sociólogo democrata-
cristiano Claudio Orrego Vicuña. Orrego parte por dejar en claro aquellos
principios inmutables de la fe que por privilegiar la praxis los cristianos
socialistas habían ido olvidando. "Los cristianos - dirá- tienen un sentido
finalista de la historia en que se confunde la existencia de la creación con la
inmortalidad del alma y del reino definitivo de Dios sobre los hombres" (52).
No entiende Orrego el cambio social como una reforma radical d e
estructuras, así como señala que el cambio en sí no es positivo sino neutro.
Sólo será positivo en la medida " en que avanza hacia formas superiores de
libertad y solidaridad humanas ... (lo contrario) por mucho que represente
cambios en relación a situaciones pretéritas no es progreso sino que
regresión". Lo cual lleva al sociólogo socialcristiano a concluir que: "Sólo el
camino de la libertad y la solidaridad van abriendo al hombre no sólo hacia
una mayor conquista ·de su mundo exterior y exterior sino que lo van
orientando hacia su vocación espiritual de infinito" (53).
En definitiva, para Claudio Orrego los cristianos son libres en sociopolí-
tica, constituyendo una perversidad reduccionista el identificarlos con la
opción socialista. Sólo coloca una condición: la fidelidad a la inspira_ción d el
humanismo evangélico.
La Iglesia Católica también reacciona a través de varios documentos, el
primero de ellos la Carta Pastoral "Evangelio, política y socialismo", de
mayo de 1971, en que básicamente dice que la Iglesia como un todo no opta
políticamente, pero que impulsa a los cristianos al compromiso político,
siendo éstos los que optan. Reconoce que en el Chile de esos días "no se está
construyendo un socialismo cualquiera, sino un socialismo de inspiración
marcadamente marxista" (54). Dirá luego que acepta la validez de algunos
elementos de análisis y acción del método marxista que los cristianos pueden
utilizar "a condición de integrarlos en un contexto humanista más amplio".
El documento concluye diciendo que la Iglesia prestará al gobierno de
Allende "mediante su fidelidad al evange lio el servicio de la unidad, el del
diálogo, el de la apertura sincera a todos" (55).
Diferente es en su contenido y en su tono la carta pastoral "Fe cristiana
y actuación política", publicada en octubre de 1973. El primer énfasis es la
voluntad de la Iglesia de salir al paso de cualquier utilización indebida de ella
en el campo político. Luego de lo anterior el documento se encamina
derechamente a atacar al grupo Cristianos por el Socialismo. Arguyen al
efecto los siguientes puntos:
l. Hay aspectos importantes de la fe que el grupo omite.
2. Los conceptos y el lenguaje son indeterminados.
3. Se mezclan ideas "de pretensión científica" con principios de la fe.
4. Hacen acusaciones injustas a la Iglesia que conducen "a afirma ciones
inaceptables e injuriosas, y todavía más lamentables por proceder de
sacerdotes que están en ejercicio de su ministerio".
5. No se acepta que se llegue a identificar al pueblo de Dios con la clase
proletaria consciente de su situación, "menos aún podemos aceptar que
la pretensión universal de la propia Iglesia de Cristo, situada por encima
de las clases así como de las naciones, sea una pretensión burguesa o un
apoyo objetivo a la estructura capitalista".
Por el contrario, los obispos dirán que: "La Iglesia, inspirada en la
palabra y en la acción de Cristo Salvador, cree que no es la lucha de clases lo
que vence al mal, sino que hay un camino más excelente e incluso más
eficaz: vencer al mal por el bien, ahogar el mal en bien sobreabundante, dar
la vida por amor, para convertir y desarmar al que era enemigo" (56). Más
adelante acusará al secretariado de los cristianos por el socialismo de ejercer
una especie de magisterio paralelo al de los obispos, lo cual impulsa a la
Conferencia Episcopal no sólo a rechazar al grupo, sino a prohibir la
pertenencia a él: "La ambigüedad ya no puede continuar, porque es
perjudicial a la Iglesia y produce desorientación en muchos fieles, además de
ser en sí misma un abuso del sacerdocio y de la fe. La Iglesia de Cristo no
soporta ese daño. Por lo tanto, y en vista de los antecedentes que hemos
señalado , prohibimos a sacerdotes y religiosos(as) que formen parte de esa
organización, y también que realicen - en la forma que sea, institucional o
personal, organizada o espontánea- el tipo de acción que hemos denunciado
en este doumento" (57). El documento lo firmaron el Cardenal Raúl Silva
Henríquez, presidente de la Conferencia Episcopal, y el Obispo Auxiliar de
Concepción, Carlos Oviedo Cavada, Secretario General.
CAPITULO IV
(58) Véase Gutiérrez, Gustavo. "Teología de la Liberación". Ediciones Sígueme, Salamanca, 1972.
IGLESIA CATOLICA Y CRISIS DEL ESTADO EN AMERICA LA TINA 125
(68) Ratzinger, Cardenal, Joseph. " Instrucción sobre algunos aspectos de la " Teología de la
Liberación", en Revista de Ciencia Política, ·vol. VI, NO 2, 1984, Universidad Católica de
Santiago.
(69) Op. cit.
IGLESIA CATOLICA Y CRISIS DEL ESTADO EN AMERICA LATINA 129
CAPITULO V
(70) 111 Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Puebla, Documento de Consulta, Nº
819.
(71) lbidem, Nº 826.
(72) Ibídem, Nº 829.
(73) Ibídem, Nº 836.
(74) Ibídem, NO 851.
130 JORGE ANDRES JARAQUEMADA R.
CAPITULO VI
LA OPCION POR LA LIBERTAD EN LA
IGLESIA CATOLICA LATINOAMERICANA
Desde Medellín hasta ahora se advierte una creciente preocupación de la
Iglesia de América Latina por la libertad. Ha sido su participación como
actor en la defensa de los derechos humanos lo que ha permitido apreciar
dicha acentuación; sin embargo, en muchos otros aspectos la Iglesia
continental ha permanecido al lado de formas estatizantes de convivencia
social, incluso poco se ha dicho sobre el impacto del desarrollo tecnológico y
nada respecto de la estimulación para crear nuevas riquezas. Joseph Ramos,
al criticar a la teología de la liberación, aludirá a la problemática de la mane-
ra siguiente: " Por otra parte, es una posición ideológica y ahistórica la suya
(Gustavo Gutiérrez) el creer que las relaciones sociales son hasta nuestros
(83) Torres, Sergio "América Latina y la Conferencia de Puebla", en "Chile-América", NOS 48-49,
noviembre-<iiciembre 1978, págs. 133-141.
(84) Dri, Rubén, en "Iglesia y Estado en América Latina", SEPLA, 1979, pág. 41.
(85) Celedón, Roberto. "La cuestión socialista en el pensamiento de la Iglesia" , Cuadernos ESIN, Nº
13, pág. 18.
IGLESIA CATOLICA Y CRISIS DEL ESTADO EN AMERICA LATINA 133
(86) Ramos, Joseph. " Teología de la Liberación", en Revista &tudios Públicos, Otoño, 1983.
(87) Novak, Michael. "El Espíritu del Capitalismo Democrático", Tres Tiempos, 1986, pág. 335.
(88) Ibídem, pág. 335 .
134 JORGE ANDRES JARAQUEMADA R.