Efeta 654
Efeta 654
Efeta 654
En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del
pueblo, diciendo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó
a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros
criados encargándoles que dijeran a los convidados: “Tengo preparado el banquete, he matado
terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”.
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a
los criados y los maltrataron y los mataron. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron
con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: “La boda está
preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos
los que encontréis, llamadlos a la boda”.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La
sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en
uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió la boca. Entonces el rey
dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y
el rechinar de dientes”. Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».
Algunos invitados maltratan y matan a los siervos que entregan las invitaciones. Pero, no
obstante la falta de adhesión de los llamados, el proyecto de Dios no se interrumpe. Ante el
rechazo de los primeros invitados Él no se desalienta, no suspende la fiesta, sino que vuelve a
proponer la invitación extendiéndola más allá de todo límite razonable y manda a sus siervos a
las plazas y a los cruces de caminos a reunir a todos los que encuentren. Se trata de gente común,
pobres, abandonados y desheredados, incluso buenos y malos —también los malos son invitados
— sin distinción. Y la sala se llena de «excluidos». El Evangelio, rechazado por alguno,
encuentra acogida inesperada en muchos otros corazones.
La bondad de Dios no tiene fronteras y no discrimina a nadie: por eso el banquete de los dones
del Señor es universal, para todos. A todos se les da la posibilidad de responder a su invitación, a
su llamada; nadie tiene el derecho de sentirse privilegiado o exigir una exclusiva. Todo esto nos
induce a vencer la costumbre de situarnos cómodamente en el centro, como hacían los jefes de
los sacerdotes y los fariseos. Esto no se debe hacer; debemos abrirnos a las periferias,
reconociendo que también quien está al margen, incluso ese que es rechazado y despreciado por
la sociedad es objeto de la generosidad de Dios. Todos estamos llamados a no reducir el Reino
de Dios a las fronteras de la «iglesita» —nuestra «pequeña iglesita»— sino a dilatar la Iglesia a
las dimensiones del Reino de Dios. Solamente hay una condición: vestir el traje de bodas, es
decir, testimoniar la caridad hacia Dios y el prójimo.
REUNIÓN RECOLECTORES
7:30 p.m. – Casa Pastoral Recibieron el bautismo del Agua y
del Espíritu:
REUNIÓN PADRES DE FAMILIA DE NIÑOS –
PRIMERA COMUNIÓN
Ainhara Adames Cubillo
7:30 p.m. – Templo
Omar Esteban Sanchez Guiro
Jueves, 19 de Octubre
Aria Quintero Ortega
Próximos a contraer matrimonio:
Obituario