Consumo Manual 2019
Consumo Manual 2019
Consumo Manual 2019
Cultura de Consumo
ESCUELA LATINOAMÉRICA
Año 2019
Prof. Claudio Alvarez Terán
Comunicación y Cultura de Consumo
Imagen de tapa: Foto tomada por el autor en las barracas del Centro Cultural de la costanera de la
ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe.
Índice
1. Planteo General
3. Cultura de Consumo
6. Cultura Mainstream
8. Publicidad
9. Marketing
11. La Marca
PLANTEO GENERAL
Cuando se habla de comunicación en el siglo XXI de inmediato surge la figura predominante de los
medios de comunicación, y como elemento sustancial la información, el entretenimiento y el
espectáculo.
Pero la Comunicación está atravesada por, y atraviesa a, todos los planos de la vida humana: lo
social, lo ideológico, lo cultural y sin duda también, lo económico. No puede entenderse nuestro
tiempo sin dar cuenta de los factores económicos y culturales que lo condicionan y lo
contextualizan, y esencialmente sin comprender que estamos inmersos en una nueva etapa del
sistema económico capitalista, una etapa que dejó atrás el modelo de acumulación basado en la
producción industrial para pasar a un proceso de acumulación signado por los servicios avanzados
y la comercialización de experiencias, un capitalismo que se desmaterializa, un capitalismo cultural
que hace de casi todo un bien comercializable, que a su vez está enmarcado por un escenario
cultural nuevo, llamado Posmodernidad, signado por la búsqueda de la satisfacción y el imperio
del tiempo presente.
La comunicación es elemento definitorio de esta sociedad del siglo XXI, una corriente transversal
que ocupa todos los espacios de nuestra contemporaneidad conformando un verdadero
ecosistema comunicativo, incluyendo obviamente a la cultura y la economía, no solo porque la
industria cultural, o industria de contenidos como más correctamente comienza a ser llamada
actualmente, tienen sentido en tanto empresa comercial, sino porque el sistema económico de
nuestro siglo está asentado y sustentado por el factor comunicacional tanto en lo funcional como
en lo tecnológico.
Cada uno de nosotros somos ciudadanos y actores económicos que ya no somos pasivos, por el
contrario, mujeres y hombres activos e informados, preocupados e inquietos, que cuando actúan
en el ámbito del mercado lo hacen desde el plano de lo emocional, para el consumo de
experiencias buscando significado en los bienes, pero también desde lo reflexivo.
En esta llamada Cultura-Mundo que constituye el modo en el que vivimos existen tres pilares
esenciales que son la individuación, los derechos individuales y el consumo, es decir, el extremo
individualismo y el mayor nivel de consumo posible. Por esa razón el sociólogo argentino Néstor
García Canclini reflexiona acerca de la necesidad de que toda sociedad debe tener una clara
conciencia sobre el sentido de los bienes, porque los bienes tienen tal importancia en nuestra
sociedad que deben ser observados en su relación profunda como herramienta de ciudadanía y no
solo como mero factor de consumo. De aquí se continúa la idea de que a través del consumo se
significa una sociedad, y por ende podemos hablar de una verdadera Cultura hiperconsumista en
nuestro siglo.
Concebir el consumo como un acto de carácter irracional, compulsivo e inútil es un lugar común,
una simplificación similar a entender a los medios de comunicación como omnipotentes
marcadores de conducta sobre mujeres y hombres. 1
Vivimos en una sociedad marcada por el consumo sin limitaciones de sectores sociales, una
sociedad signada por la “democratización de los deseos” 3, donde no se tiene solo como objetivo la
adquisición de lo estrictamente necesario ya que “lo superfluo se ha convertido en una legítima
aspiración de masas”, una sociedad que tiende a una vida aligerada, liviana, en la que el consumo
juega un rol particularmente importante. 4
Lo que hoy se comercializa no son productos sino esencialmente experiencias, las personas no
adquieren bienes por lo que tienen de eficaz o por su utilidad sino por los valores que pueden
representar para cada uno de nosotros. La lógica del valor de cambio y del valor de uso ha sido
sustituida por la del valor-signo. 5
Por lo tanto la vida económica de nuestra sociedad se cruza claramente con el fenómeno
comunicacional, las cosas ya no se venden por lo que tienen de bueno, eso ya no es suficiente, se
requiere ahora de la innovación comunicativa que lleve a dotar de sentido a las cosas, significado y
espíritu, un símbolo: se trata de la presencia protagónica de la publicidad y el marketing creativo,
“la comunicación tiene que tener la forma del espectáculo”. 6
Sumado a esto las industrias de contenidos que impulsan el fenómeno comunicativo “son por
completo industrias de la moda, y sus vectores estratégicos, son la renovación acelerada y la
1
García Canclini, Néstor. El Consumo sirve para Pensar. Diálogos de la Comunicación N° 30, 1991.
2
Martin-Barbero, Jesús. De los Medios a las Mediaciones. Barcelona, Gili, 1989
3
Lipovetsky, G. Roux, E. El Lujo Eterno. Barcelona, Anagrama, 2004
4
Lipovetsky, G. Roux, E. Ibidem
5
Baudrillard, Jean, Crítica de la Economía Política del Signo. México, Siglo XXI, 1987.
6
Lipovetsky, Gilles, La Filosofía del Consumo. Entrevista en Diario Clarín. Buenos Aires, 22/08/04
De acuerdo a nuestros consumos nos mostramos, nuestra identidad se manifiesta por signos
externos que se insertan en bienes físicos, y cuyo valor realmente está dado en esa significación
particular que adquiere la cosa, para unos y otros. Nuestros consumos informan sobre nosotros,
nos expresan.
Todo consumo es un acto cultural, por lo tanto llamar “consumo cultural” solamente a la
adquisición de productos de las industrias culturales es una formulación cuanto menos parcial y
más justo sería llamar a nuestra civilización una “cultura de consumo” y a nuestro sistema
económico un Capitalismo Cultural.
De todos modos el consumo de contenidos culturales es parte esencial de nuestra forma de vida,
es el producto que más consumimos cada uno de nosotros en todo el mundo. Nuestro nivel de
consumo de productos culturales supera a todo otro tipo de productos, y ese consumo es
cotidiano y en cantidad. Por esta razón debemos abordar las particularidades y significados de una
forma de vida alrededor de la cual gira tamaño nivel de consumo de contenidos que generan
sentido en nuestras vidas.
7
Lipovetsky, Gilles, El Imperio de lo Efímero. Barcelona, Anagrama, 1994.
8
García Cancilini, Néstor, Los Estudios sobre Comunicación y Consumo: El trabajo interdisciplinario en
tiempos neoconservadores. Diálogos de la Comunicación N° 32, 1992.
En occidente, nacido en la Europa del siglo XVI, ha prevalecido en los últimos cinco siglos un
modelo cultural llamado Modernidad, una forma de vida, una forma de ver el mundo, un conjunto
de creencias, valores, experiencias, costumbres, ideas, que se consolidó en el siglo XIX en base a
los pilares de la Razón y el Progreso, de un ordenamiento social colectivo, normativo y
disciplinado, persiguiendo verdades definitivas, poniendo la vista en el futuro, respetando las
tradiciones del pasado, postergando las apetencias personales a favor del conjunto, con una
existencia sometida a valores morales universales que se suponían iguales para todos.
Este marco cultural entró en crisis a partir de los dramáticos momentos históricos vividos en la
primera parte del siglo XX con las carnicerías de la Primera Guerra Mundial, la brutal crisis
económica de 1930, la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto judío y la detonación de la Bomba
Atómica. Todos estos estremecedores sucesos llevaron al Hombre a cuestionar el destino de
progreso al que le prometía conducirlo la cultura de la Modernidad. ¿Era esto el reino de la
felicidad prometido durante siglos? La fe en la Razón y el Progreso, pilares de la modernidad, se
vio sacudida a mediados del siglo XX y a partir de esta desilusión el proyecto de la Modernidad
comenzó a desmoronarse.
A partir de la década de 1970 la cultura de la Modernidad entra en una crisis que va a derivar en
una transformación fenomenal en el marco de un proceso mayor de cambio que será conocido
como Globalización y que incluye no solo al plano cultural sino también al económico, social e
ideológico; como consecuencia del cual se produce un debilitamiento del poder político
representado por la institución Estado cediendo su lugar al poder económico en la figura del
Mercado; con la consecuente y progresiva disolución de las expresiones colectivas a favor de una
fragmentación cada vez más profunda de la sociedad cuyos integrantes se van replegando a la más
estricta individualidad.
A partir de esta transformación se genera un nuevo modelo cultural al que se le darán diversos
nombres como Segunda Modernidad (Ulrich Beck), Posmodernidad (Jean Lyotard), Modernidad
Líquida (Zygmunt Bauman), Hipermodernidad (Gilles Lipovetsky) o Sobremodernidad (Marc Auge),
y que para nuestro análisis en el presente curso tomaremos el de Cultura-Mundo, que le da el
propio Gilles Lipovetsky, y que recoge una idea mucho más afín al abordaje del fenómeno del
consumo en nuestra sociedad.
• Mercado
• Consumo
• Sistema Tecnocientífico
• Industrias Culturales
• Individuación
Tener éxito se ha vuelto sinónimo de ganar dinero, y ser célebre de ser famoso, desapareciendo
los valores ajenos a lo económico, e inclusive viejas instituciones se adaptan a esta novedad, la
escuela se la intenta considerar un servicio que hace competir lo público con lo privado, las
empresas públicas utilizan criterios de eficacia, el lujo se pone de moda, el deporte se ha vuelto un
espectáculo comercial.
Globalizarse en el siglo XXI ha dejado de ser una opción, se transformó en una necesidad. Veamos
con mayor detenimiento los cinco pilares de la cultura-mundo
1. Mercado.
El mercado absorbe todas las actividades humanas, incluso algunas que considerábamos
totalmente ajenas a lo económico como el arte, toda vez que dentro de la cultura-mundo no se
aspira a la ruptura rebelde sino al éxito y a la fama. El mercado es el que consagra al artista y
del arte subversivo se ha pasado al arte negocio.
Avanza la unificación de la vida a través del mercado. A todo lugar donde vamos de alguna
manera ya fuimos, todos tienen los mismos anuncios publicitarios, todos con los mismos
shoppings, todos con las mismas indumentarias, todos con la misma música, todos con la
misma comida. El único enfrentamiento legítimo que acepta este modo de vivir debe darse en
el mercado ya que todo otro conflicto que no se sitúe en el mercado es visto como moralmente
malo e inconveniente. Vivimos dentro de una cultura Disney en la que se promueve el
totalitarismo del bienestar, “estar bien” se ha vuelto una obligación, y el bienestar se alcanza
consumiendo.
2. Consumo
El segundo puntal de la cultura-mundo es el consumo marcado por una cultura hedonista que
exalta los placeres y desdeña esfuerzos y sacrificios. Todos queremos gozar y nadie está
dispuesto a ningún sufrimiento. La diversión, la superficialidad y el humor son la referencia
para la vida. Vivimos una cultura marcada por la satisfacción del deseo y la tentación, y que
vive los deseos sin culpas, que ha dejado atrás el tiempo de la heroicidad y la postergación, en
la que todo lo que se quiere, se quiere ya.
Así como las marcas inundan el imaginario cultural, la cultura invade la lógica del mercado,
asignando significado, valores y narración a las marcas, mercantilización a la cultura y cultura a
la mercancía. El dominio de la marca sobre el producto es equivalente al dominio de la
personalidad sobre las ideas en política.
3. Sistema Tecnocientífico
Por otra parte ese entorno tecnocientífico produce un incesante flujo de novedades técnicas y
científicas que transformadas en productos de mercado van generando renovados ciclos de
consumo que alimentan los deseos y permiten su satisfacción.
4. Industrias Culturales
9
Henry Juvin, en G. Lipovetsky – H. Juvin, El Occidente Globalizado. Barcelona, Anagrama, 2011
10
Se entiende por Mainstream a los gustos, preferencias y valores que predominan en una sociedad y se
expresan a través de productos culturales de altísimo impacto popular y enorme difusión masiva.
el espectáculo el paisaje comunicacional del siglo. Del arte ya no se espera una elevación
espiritual sino un momento de placer y diversión.
El arte ha pasado de ser un modo de ver para convertirse en un modo de hacer, de esta manera
la enseñanza del arte como “hacer” ha roto las barreras de la elite de unos pocos y
encumbrados “artistas”, y cualquiera pueda estar hoy en posición de convertirse en un hacedor
de arte. El arte ha perdido ese “aura” de elevación espiritual y a cambio de ello se ha
democratizado. 11
En base a esto las expresiones artísticas como el cine, la música o la pintura pierden sus
aspectos más trascendentes y sobreviven como entretenimiento y para ello se convierten en
industria destinada a comerciar bienes culturales, objetos y actividades, se convierten en
accesorios decorativos de la vida.
Aquí también prevalece la lógica de lo cuantitativo que reemplaza la calidad, hasta los cuadros
ganan prestigio en base a su valor de mercado en lugar del sentido crítico, y se convierten en
una fuente de inversión financiera para personas ricas o empresas.
5. Individuación
Donde hay deseo ya no hay represión, sino expresión y satisfacción, aunque también se abre la
puerta a la frustración si ese deseo anhelado no puede ser cumplido.
11
Rosler, Martha, Clase Cultural, Arte y Gentrificacion. Buenos Aires, Caja Negra, 2017
12
Se entiende por narcisismo la actitud de valorar prioritariamente la propia belleza. Una persona narcisista
es aquella cuyos valores centrales giran en torno a su propio interés exterior. Una sociedad narcisista es
aquella compuesta por personas mirándose preferentemente a sí mismos, no al otro.
Es esta una breve descripción de la Cultura-Mundo, una forma de ver la vida y el universo a través
del filtro de lo económico, inmersa en el territorio del mercado infiltrando todas las actividades de
las personas, y con aspiración de representar la expresión cultural de toda la población mundial.
Este nuevo modelo cultural encuentra su soporte en el Deseo individual y el Presente como única
temporalidad. La satisfacción del deseo aquí y ahora es la base de la cultura-mundo.
No más ciudadanos activos en sociedades de ideales comunes, ahora una suma de individuos
consumidores en busca de la satisfacción infinita de deseos personales persiguiendo el objetivo
anhelado de la felicidad individual. El resultado: una sociedad de consumidores que abordan la
realidad para reconocerla y adaptarse a ella, no para transformarla.
Alta cultura y cultura comercial, arte y moda, vanguardia y mercado ya no son binomios opuestos
sino fuerzas concurrentes unidos en la búsqueda de ganancias. El capitalismo y la cultura ya no son
conceptos enfrentados, nuestra forma de vida ya no impugna al sistema capitalista, sino que
encuentra en el capitalismo el camino para la satisfacción del deseo liberado. A diferencia de la
cultura tradicional que ordenaba nuestras vidas, la cultura-mundo hace lo contrario porque con su
velocidad y cambio desorganiza todo el tiempo, genera incertidumbres, disuelve identidades,
destruye marcos.
Antes teníamos culturas, plurales, muchas, diversas, con una doble función destinada por un lado
a unir a los iguales pero al mismo tiempo para separar a los distintos. Hoy tenemos la cultura-
mundo, sin historia ni geografía, con pretensiones de ser la única cultura, donde todo está junto,
pegado: Mozart y el rap, los grafiteros y los museos. Un nuevo dios Jano de dos caras, por un lado
deja liberado al individuo para perseguir su felicidad, pero por otro lo somete a la necesidad
imperiosa de lograrla. ¿Libertad o Sumisión?
La cultura-mundo nace en occidente, más precisamente en Estados Unidos, pero avanza en todas
partes del mundo y millones de nuevos individuos pasan a formar parte de ella en lugares tan
distantes como la India o China, por todas partes se repite el esquema: individuación + autonomía
+ bienestar + consumo. Hoy la cultura-mundo se expresa en Asia y en América Latina, la
globalización ha dejado de ser exclusivamente occidental.
Todas las culturas aspiran a mejorar su nivel de vida entrando a la sociedad de consumo, aun
cuando rechacen al ideal norteamericano, y por ello es posible encontrar por el mundo
comunidades que expresan ese sentimiento de amor-odio, de arrojarse al mundo del consumo sin
comulgar con el espíritu de la nación que le dio origen.
Se critica la uniformidad porque al pretender abarcar a todo el mundo rompe con la lógica de lo
que llamamos “cultura”, que es la de vincular a los propios que viven del mismo modo y separar a
los ajenos que viven de otra manera, por eso se puede hablar de que la Cultura-Mundo es una
anticultura que funciona por indiferenciación. La única diferencia en ese modelo cultural está dada
por el dinero y la generación de agudas desigualdades.
La cultura-mundo produce culturas híbridas que reúnen diversas particularidades propias y ajenas,
que mezclan gustos musicales, festividades, vestimentas, cocinas, lenguas, tradiciones de diversas
culturas particulares, a través de la difusión y circulación de las diversas prácticas culturales en las
redes de comunicación masiva. De esas hibridaciones es que se nutre también la forma de la
Cultura-Mundo global, no todo consiste en la mera imposición cultural de la potencia
norteamericana.
La segunda crítica sostiene que la cultura-mundo ha eliminado la naturaleza y las relaciones más
básicas del hombre y su entorno, ha eliminado las formas sociales de vinculación de los individuos
y con ello las normas, la confianza y la política, para someterse de manera urgente al mercado
liquidando todo lo colectivo. El hombre ha quedado desnudo y libre, desvinculado de todo, no se
acepta que nada supere el interés individual, nada puede ser más importante que la propia vida.
Millones de personas convencidas de que su individualidad será respetada si se desprende de lo
colectivo.
La cultura-mundo tiene su marca ideológica con el llamado proyecto neoliberal que relaciona
universalidad con mercado, un "totalitarismo blando del enriquecimiento y de la separación del
individuo de todo lo colectivo". 13
La aparición del neoliberalismo como ideología dominante coloca en el centro al mercado con su
impronta hipercapitalista que apela al hiperindividualismo en base a sus principios de
responsabilidad individual y autonomía personal. Para el neoliberalismo el individuo es el
responsable central de sus actos y de las consecuencias de sus actos sin medir las condiciones en
que ellos se producen.
Frente a cualquier problemática generada por el accionar del sistema social, nuestra cultura-
mundo receta soluciones individuales, obviando las responsabilidades sociales de los problemas,
entendiendo que cada persona debe considerarse responsable de su propia vida sin mayor
intervención de la sociedad. El pensador alemán Ulrich Beck lo definió con precisión: “se buscan
soluciones biográficas a problemas sistémicos”.
Incluso el nuevo impulso por el respeto a los Derechos Humanos también abona a una mayor
individuación, ya que los derechos humanos en el siglo XXI se interpretan más como derechos
personales que como derechos colectivos, está centrado más en los derechos individuales de cada
persona que en los derechos del conjunto social.
Este es en breves términos el recorrido por el nuevo modelo de la cultura-mundo, nuestra cultura
actual, esta cultura donde mercado, consumo, individuo y comunicación son factores centrales, y
por esa razón merecen un lugar introductorio en nuestro curso, ya que entender el escenario
cultural donde se desarrolla nuestra vida es la clave para entender la lógica con que se manifiestan
sus exponentes.
Obviamente este nuevo marco cultural tiene su complemento en un nuevo modelo económico
que responde a las necesidades planteadas. Porque si bien el consumo es una expresión cultural,
como hemos visto, se nutre de las producciones que surgen de un nuevo modelo productivo, que
el capitalismo ha alumbrado en el siglo XXI, a una cultura-mundo le corresponde un Capitalismo
Cultural.
Un nuevo modelo económico que ha dejado de ser liderado por la industria para ser comandado
por los servicios, comercializando experiencias humanas más que productos materiales. Y el hecho
13
G. Lipovetsky – H. Juvin, El Occidente Globalizado. Barcelona, Anagrama, 2011
de que las personas hayan asumido que los bienes que compran tienen una escasa vida útil y
deben ser renovados a corto plazo (por efectos del cambio tecnológico o de la moda) demuestra
que lo importante para ellas es el servicio al que se accede más que el bien en sí mismo.
Advierte Alvin Toffler, “seremos la primera cultura de la historia que emplee alta tecnología para
manufacturar el más pasajero y, sin embargo, perdurable de los productos: la experiencia
humana”.
Así hoy ya no se venden autos sino “la experiencia de conducir”, no se venden colchones sino “la
experiencia del sueño placentero”, no se vende ropa sino “la experiencia de sentir”, no se venden
discos sino “la experiencia de escuchar el mejor sonido”, no se venden televisores sino “la
experiencia de la realidad”, no se vende fútbol sino “la experiencia de la pasión”.
Afirma el analista Rolf Jensen que “hemos vivido como cazadores y granjeros, hemos trabajado en
fábricas, pero ahora vivimos en una sociedad basada en la información cuyo ícono es la
computadora. Nos enfrentamos a la Sociedad de los Sueños. Los productos del futuro deberán
agradar a nuestros corazones y no a nuestras cabezas. Es el momento de agregar valor emocional
a los productos y servicios”.
Mientras en la vieja economía industrial podíamos medir cuántas cosas de las que había en un
hogar se habían comprado, hoy debemos observar cuántas de las actividades cotidianas de las
personas son atravesadas por una transacción comercial y como el mercado se infiltra en cada
actividad cotidiana, eso es Capitalismo Cultural, eso es Cultura-Mundo.
CULTURA DE CONSUMO 14
Según cuenta Raymond Williams el término consumir, en una de sus primeras acepciones, se
relaciona con los conceptos de “destruir, gastar, dilapidar, agotar”, lo cual chocaba claramente con
el acento productivista de la época del industrialismo de los siglos XIX y XX, siendo esta la razón
por la que el término consumo se relacionó en aquella época como una consecuencia del trabajo
duro y disciplinado, es decir, que el consumo era una derivación del trabajo, un concepto
subordinado en una economía ligada a la producción de bienes. Resumiendo, el consumo se
entendía en el siglo XX como una actividad disciplinada y discreta; en consonancia con el trabajo
disciplinado y duro que lo permite.
Aquella idea de consumo vinculada al exceso era propia de las tradiciones populares de las ferias y
carnavales de la Edad Media, en los que se habilitaba temporalmente la excitación y el descontrol
de las emociones y los placeres corporales, espacios fronterizos entre lo prohibido y lo fantástico.
Pero las ferias y carnavales eran momentos seleccionados de desorden en un mundo de orden. En
tiempos del industrialismo los momentos de exceso estaban reservados a ciertos espacios de la
ciudad (barrios bajos y grandes tiendas) y al tiempo restringido de las vacaciones y el ocio.
Pero con la aparición de nuevos sectores sociales en ascenso se comenzó a poner en tela de juicio
esta consideración subordinada del consumo al trabajo, para pasar a ocupar un lugar central y
dominante en la cultura de la segunda mitad del siglo XX. Así el consumo pasa a primer plano
aunque siga relacionado con conceptos tales como exceso y desorden, conservando un valor
ciertamente negativo.
El consumo pasa de ser una consecuencia del sistema productivo a ser su causa.
Aparece entonces en escena una nueva ética del consumo, relacionada con el tiempo presente, el
aquí y ahora, la expresión individual, el hedonismo, la belleza corporal, el cultivo del estilo. No es
un consumo dictado por las necesidades fijas sino adherido a nuevas imágenes y signos, no hay
una actitud utilitaria en este nuevo consumo sino una afirmación de un estilo de vida que expresa
la propia individualidad.
14
Basado en “Consumidores y Ciudadanos”, de Néstor García Canclini. México, Grijalbo, 1995, y en “Cultura
de Consumo y Posmodernismo” de Mike Featherstone. Buenos Aires, Amorrortu, 2000
En el siglo XX ya existía una sociedad de consumo, pero con límites, normas y marcos de cómo
consumir, pero hoy existe una sociedad en la que cada uno se ocupa de consumir sin ninguna
limitación más allá de las condiciones económicas particulares, donde los propios ciudadanos son
lo que generan el consumo espontáneamente y en base a sus deseos y necesidades, una sociedad
de consumo a escala hiper, una sociedad de consumidores.
El término “cultura de consumo” subraya el hecho de que el mundo de los bienes nos permite
comprender a la sociedad contemporánea, a partir no solo de su dimensión productiva sino
esencialmente de su dimensión cultural, a partir de la simbología que adquieren bienes y servicios,
no solo por su utilidad sino como portadores y “comunicadores” de significados.
Ya se ha abandonado la idea de ver a los bienes meramente como elementos útiles que tienen un
valor de uso y un valor de cambio, hoy se los considera un signo de identidad.
Para entender esto recurrimos a Jean Baudrillard quien se ocupa de definir de que se trata el
fenómeno del “valor signo” de un bien o de un servicio.
La economía capitalista se ha manejado respecto a los bienes desde el siglo XIX con dos conceptos
enunciados por Carlos Marx, el “valor de cambio” y el “valor de uso”.
Marx sostenía que natural y originalmente la mercancía tiene un valor de uso, funcional, es decir
el valor que la cosa tiene está en relación al uso que se le va a dar a partir de las necesidades
naturales de quien la consume, el valor de uso es determinado por las características propias del
objeto y por el uso específico y concreto que se le da.
En base al uso las mercancías no tienen un valor comparable, ya que por ejemplo, una pala tiene
para un jardinero un valor de uso superior al de un libro, y un libro tiene para un docente un valor
superior a una maceta que tiene un valor mayor para el jardinero.
Precisamente para determinar un valor comparativo entre las cosas, el capitalismo industrial
recurre al valor de cambio, es decir, le asigna a la mercancía un valor adicional que consiste en el
trabajo socialmente necesario para producir el bien. Por ejemplo, ¿cuánto trabajo es necesario
para producir una puerta o un automovil? A partir de ello puede analizarse si el valor de cambio de
una puerta es superior o inferior al de un automovil, más allá de su uso.
Mientras que las necesidades que originan el valor de uso no permiten establecer equivalencias
según los diversos bienes (una pala y un libro no tienen equivalencias entre sí) y por lo tanto no
pueden compararse dos necesidades, ya que ambas son igual de valiosas según el caso; sí pueden
compararse las cantidades de trabajo (socialmente necesario) que tienen las diversas mercancías,
lo que se considera valor de cambio. Allí sí existen equivalencias para analizar el valor entre una
pala y un libro ya que en ambos casos lo que se mide es el tiempo de trabajo socialmente
necesario que ha sido necesario para la fabricación de cada uno de esos bienes.
Pero lo que dice Baudrillard es que hoy ya no se intercambian mercancías por su valor de uso ni
por su valor de cambio, sino que se lo hace por su “valor signo”. El valor signo es lo que significa
esa cosa para quien la compra, que no tiene relación con su utilidad material ni con su costo de
trabajo sino con la posibilidad de los bienes de ser comunicadores de un significado, de satisfacer
a una motivación, una emoción, una vivencia, una sensación, un gusto, una identidad. Se pasa
entonces de una visión materialista a una visión cultural del consumo.
La gente ya no consume bienes por sus características materiales sino por los significados que cada
consumidor extrae de la posesión de la mercancía, así es como la cultura ingresa de lleno a la
economía. El consumo debe entenderse como consumo de signos ya que solo en contadas
ocasiones consumir es una transacción económica racional puramente calculada en busca de la
utilidad de un bien, en la mayor parte de los casos se trata de una actividad esencialmente
cultural, de una experiencia placentera.
Esta tendencia al valor signo de las cosas hace que si yo debo comprar un rallador de queso no
necesariamente voy a comprar el más barato que cumpla con la mera función de rallar, sino que
voy a elegirlo por su diseño, por su estética, por su color, por el hecho de mejorar el estado de mi
cocina, porque me encanta comer pastas, etc.
La cultura es el elemento central del consumo, ninguna sociedad ha estado tan saturada de signos
y de imágenes como nuestra cultura contemporánea, y en este escenario los medios son los
grandes responsables generando tal cantidad de signos e imágenes que han logrado confundir el
límite entre lo real y lo imaginario, creando una cobertura estética de la realidad. Debemos
entender el concepto de estética como lo entendían los griegos marcado por lo emocional, lo
perceptible y sensible. 15
Una consigna de la década de 1960 sobre el tiempo de cambio era que “la cultura es la mercancía
que vende a todas las demás” y hoy se ha convertido en una realidad. La estetización de la
realidad pone en primer plano la importancia del estilo con su permanente búsqueda de nuevas
modas, sensaciones y experiencias, de tal manera que las publicidades dejan de contener
información sobre los productos y ceden lugar a la exposición de imágenes sobre estilos de vida
relacionados con esos productos. Para vender una moto no se explican sus prestaciones sino que
se muestra el marco cultural y emocional en el que se puede hacer uso de esa moto.
15
El concepto de estética viene de la voz griega aisthetiké que quiere decir tocado por las emociones,
perceptor y sensible a la belleza y su influjo sobre la mente.
Y no solo sucede esto con los bienes sino también con las experiencias que se convierten en
mercancías como los espectáculos deportivos, el turismo, los juegos, las comidas, etc.
En los bienes de consumo habituales y cotidianos se vuelve cada vez más difícil de descifrar cual es
su “utilidad” original para la cual estuvieron creados. ¿Cuál es la utilidad por la que consumo un
yogur con frutas? ¿Y una gaseosa? ¿Cuál es la utilidad de generar contenido en Instagram? Es
posible hablar de un cálculo hedonista que ejerce el consumidor, un cálculo basado en el placer,
una economía emocional.
Los consumidores no adoptan un estilo de vida por tradición o por hábito, sino que hacen del
estilo de vida un proyecto personal, el consumidor no solo “habla” por su vestimenta, sino
también por su casa, a través de su mobiliario, de su automóvil, de sus actividades de ocio, etc.
Hombres y mujeres de esta nueva cultura dispuestos a explorar opciones de vida conscientes de
que solo hay una vida para ser disfrutada, gozada y expresada.
El capitalismo del siglo XXI ha puesto al estilo de vida en primer plano, donde la producción de
diferentes estilos de vida en el espacio social hace que diversos grupos o sectores sociales
compitan por imponer sus propios gustos como los gustos dominantes y legítimos de la sociedad.
Ya no responde a la realidad la visión esquemática de que las clases altas consumen autos
importados, segundas casas, tenis, golf y arte; que las clases medias consumen educación, turismo
y automóviles y las clases bajas consumen fútbol, música popular y vino tinto. El espacio social del
consumo se ha vuelto muy complejo y estos aspectos se interpenetran al punto que los consumos
de unos emulan a los del otro sector tanto de abajo hacia arriba como de arriba hacia abajo.
Intentar relevar los consumos solo por franjas de ingresos no constituye en la actualidad una
metodología acertada. En la actual cultura de consumo las distinciones y jerarquías tradicionales
se derrumban. La cultura de consumo puede ser vista entonces como una parte más del proceso
de democratización de las sociedades, ya que por primera vez los menos poderosos son capaces
de emular a los más poderosos (dentro de sus limitaciones materiales) en sus prácticas culturales y
en sus consumos.
Estamos frente a una doble tendencia: por un lado la emulación y la imitación entre los diversos
sectores sociales, y por otro la diferenciación y la individualización personal dentro de cada grupo;
ambos movimientos formando parte de la dinámica del consumo, entendido como la adhesión a
un grupo social determinado y la diferenciación respecto a los demás miembros de ese mismo
grupo.
Dijimos que en el lenguaje vulgar consumo se equiparaba hasta hace pocas décadas a gasto inútil y
compulsión irracional. Y esta descalificación del acto de consumir se suele asociar a ideas tales
como la supuesta omnipotencia de los medios de comunicación a la hora de incitar a las masas
pasivas a consumir.
Por eso es necesario observar el consumo como un fenómeno complejo y que en ese fenómeno la
relación existente entre medios y consumidores no es tan simple como suponía la vieja idea de la
dominación vertical del primero sobre los segundos. Entre audiencias y medios no hay una
relación directa y mecánica, entre audiencias y medios existen a su vez mediaciones, factores
intermedios como familia, barrio, educación, amigos, grupos de trabajo, experiencias, etc., que
intervienen a la hora de procesar los mensajes, interviniendo en su comprensión, aceptando,
rechazando o negociando el sentido de esos mensajes.
Debemos partir de la base de que el consumo requiere una visión multidisciplinar, no alcanza con
la mirada reduccionista de la economía, deben participar sociólogos, psicólogos, antropólogos,
comunicadores, entre otros analistas para su entendimiento.
Esta definición nos dice que consumir no es un mero acto motivado por el gusto o el antojo
irreflexivo, sino que es un proceso de carácter social y que está motivado por la propia cultura de
la que la persona forma parte, un proceso que no termina en la compra del bien o del servicio sino
que se extiende a su uso. El consumo no es entonces un acto irracional, sino una conducta
compuesta de una múltiple cantidad de racionalidades.
Se pueden observar tres visiones históricas sobre la cultura de consumo que se traducen en tres
paradigmas:
a) Una visión mercantil que indica que la cultura de consumo se genera por la expansión de
la producción capitalista que produce bienes que requieren del consumo. Privilegia la idea
de la cantidad y del valor de cambio por sobre la idea de las cualidades culturales de los
bienes. Da origen al Paradigma Mercantil
b) Una visión sociológica que indica que acceder a los bienes es marcar una posición social
que nos vincule y diferencie con las otras escalas sociales. Paradigma de la Distinción
Actualmente es esta tercera opción la que representa con mayor claridad el comportamiento de
nuestra sociedad del siglo XXI rompiendo con la idea de que el consumo está revestido de valores
negativos, por el contrario vinculando el consumo con el placer y la satisfacción emocional.
En general suele abordarse el fenómeno del consumo como un factor de distinción, una nueva
computadora o un nuevo modelo de auto distingue a sus escasos poseedores del resto; pero así
como un consumo sirve para diferenciarse también sirve para identificarse, y esta es la última
perspectiva de análisis, la racionalidad integrativa de la sociedad.
Isherwood, “el consumo sirve para pensar”, el consumo puede servirnos para entender el
comportamiento de la sociedad.
El consumo no es algo privado y pasivo sino esencialmente social y activo, nos permite observar el
ordenamiento político de una sociedad, cuáles son los consumos de los sectores dominantes y
como se administran las tensiones entre los diferentes sectores de la sociedad.
Pero hoy cuando adquirimos una computadora armada en Argentina, bajo licencia japonesa, con
sistemas operativos norteamericanos, memorias brasileñas y procesadores chinos podemos
preguntarnos “¿qué es lo nuestro?”. Lo mismo pasa cuando encendemos el televisor fabricado en
Brasil para ver una película británica, con actores norteamericanos, guionista indio, filmada en
México y con técnicos latinoamericanos.
Hoy los embotellamientos de tránsito se dan en parecidas autopistas en todo el mundo, los paros
del transporte aéreo se producen en aeropuertos similares, los encuentros entre jóvenes se
producen en las mismas casas de comida rápida, escuchando la misma música, vistiendo las
mismas ropas que en cualquier otra parte del mundo, la cultura aparece como un rompecabezas
ensamblado de múltiples nacionalidades.
Lo que se produce hoy en todo el mundo está disponible aquí al mismo tiempo que en cualquier
otro mercado del planeta, lanzamientos mundiales de productos se dan regularmente. Es muy
difícil saber ya lo que es propio.
La globalización permite que los consumos entre países ricos y periféricos se acerquen:
compramos en similares supermercados, vemos la misma película, escuchamos la misma música,
vestimos la misma ropa.
Existe una cultura-mundo en una sociedad global y existe un proceso globalizado de consumo, y
por lo tanto también una comunidad global de consumidores. Pero esa globalidad que se nos
muestra tan vasta e inabarcable posee códigos unificadores y de entendimiento. Esos códigos no
pasan ni por la etnia, ni por la clase o la nación en la que nacimos, se definen como parte de una
comunidad interpretativa de consumidores, que se relacionan con los objetos de un modo
particular y en muchos casos se fragmentan en comunidades internacionales de consumidores
unidos por una factor de consumo, como pueden ser los jóvenes o los televidentes.
Se han creado símbolos transnacionales gestando una cultura popular global en la cual las formas
y objetos del consumo constituyen un factor esencial. Sin dejar de pertenecer a su cultura nacional
los consumidores populares se relacionan con un imaginario social más allá de las fronteras a
través de los medios y la publicidad, se vinculan con los mismos actores y cantantes, los mismos
héroes deportivos, usan los mismos jeans, compran con la misma tarjeta, bailan los mismos
estilos.
En el siglo XXI se ha producido una descomposición de las instituciones y con ello una pérdida de
confianza en ellas, por ejemplo en las instituciones de la política, por lo cual otros modos de
participación van ganando fuerza, y uno de los caminos para responder a las tradicionales
cuestiones ciudadanas de a dónde pertenezco, cuáles son mis derechos, dónde me informo, quién
me representa, ha sido el del consumo privado de bienes, muchas veces por encima de las reglas
abstractas de la democracia.
Cuando vemos que las campañas políticas se desarrollan en las pantallas de televisión y que en
lugar de confrontarse ideas se confrontan imágenes de candidatos construidas por asesores de
marketing político, es coherente que nos sintamos convocados a ese encuentro como
consumidores aunque se nos llame ciudadanos.
Además el problema se potencia porque hoy ya no basta con desear poseer algo, sino tener la
plena certeza de que ese algo se volverá rápidamente obsoleto y deberé cambiarlo. Del mismo
modo que estamos dentro de un mercado dinámico de renovación permanente, la política se
pliega a esta forma de vida instantánea y efímera y aquellas viejas ideas sostenidas en el tiempo
por grandes relatos ideológicos que prometían el futuro, se transforman en decisiones políticas del
momento, inmediatas, siguiendo las encuestas de opinión, al estilo de la seducción inmediatista
del consumo.
Por eso es necesario comenzar a dejar de lado las viejas teorías que ven en el consumo una
manifestación irracional (y en la política una manifestación racional). Dejar de lado la idea de que
el consumo es el lugar de lo inútil, del lujo, lo suntuario y lo superfluo.
El consumo hoy no debe ser visto como una mera manifestación económica de la persona, sino
como una decisión en la que interviene su psicología, su condición social y su marco cultural.
Como sostiene el argentino Carlos García Canclini, somos consumidores y ciudadanos. Pasamos
horas frente a la televisión o la computadora, jugamos videojuegos, vamos al cine, consumimos
streaming, leemos libros, frecuentamos supermercados y shoppings.
Y ser ciudadano no tiene que ver solo con haber nacido en un país y votar, sino también con las
prácticas sociales y culturales que dan sentido de pertenencia a las personas. Ser ciudadano no es
solo tener derechos y deberes reconocidos por el aparato estatal, sino también reflejarse en las
prácticas culturales y sociales de una comunidad.
Cuando, como sucede en el siglo XXI, la institución Estado pierde solidez y eficacia en nuestras
sociedades, ese espacio vacío es ganado por algo, y ese algo es el mercado. La vieja identidad
única que nos otorgaba aquel estado monolítico de los tiempos del industrialismo ha dejado paso
a múltiples identidades, múltiples formas de ciudadanía: ciudadanía cultural, ciudadanía racial,
ciudadanía de género, ciudadanía juvenil, entre otras, y el mercado se ocupa de ofrecerse como
espacio en el cual convergen estas múltiples ciudadanías que participan a través del consumo. La
diversidad se expresa también en el consumo.
El consumo debe todavía ascender un escalón más en su capacidad reflexiva, y eso sucederá
cuando se produzcan estos requisitos:
• Una vasta y diversificada oferta de productos y mensajes, de acceso fácil y equitativo para
las mayorías
• Información confiable acerca de la calidad de los productos, con efectivo control ejercido
por los consumidores.
Estas acciones políticas vuelven a convertir a los consumidores en ciudadanos e implican concebir
al mercado no como un simple espacio de transacciones comerciales sino como terreno de
interacciones sociales complejas.
El reduccionismo económico del fenómeno del consumo llegó a suponer que las mercancías eran
elementos autónomos y que su dinamismo obedecía a reglas inexorables del mercado en base a la
16
Planteo realizado por el filósofo francés Etienne Balibar
oferta y la demanda. Pero como vemos las funciones que cumplen los bienes en las sociedades
van más allá de la mera función mercantil, que es una de ellas pero no la única.
Mujeres y varones intercambiamos bienes para satisfacer nuestras necesidades culturales, para
integrarnos con otros o distinguirnos de ellos, para satisfacer deseos y pensar sobre nuestra
posición en la sociedad, para cumplir ritos.
Podemos quedarnos solamente con la idea reduccionista de que los consumidores solo cumplen
un rol dentro de un mercado de intercambio comercial; o bien superar ese concepto , aceptar su
complejidad, y establecernos como ciudadanos reflexivos dentro de una sociedad de
consumidores, porque de este modo, vinculando consumo con ciudadanía, estaremos reubicando
al mercado dentro de la sociedad, sacándolo del espacio omnipresente en que quedó colocado y
volver a llevar la discusión al espacio de lo público y al interés de todos.
Lo ultraligero, la miniaturización, la desmaterialización hoy está a la orden del día, a cambio de las
formas anteriores de lo pesado, que remitían a lo respetable y serio, incluso lo caro ya que lo
ligero se relacionaba con lo barato. Pero hoy lo ligero ya no se vincula con lo inmoral, sino con lo
móvil y lo virtual. El lema de este tiempo es “Lo pequeño es hermoso”.
El orden de lo ligero no se reduce a una actitud individual sino que avanza sobre el funcionamiento
de la economía y la cultura global. En el capitalismo de hiperconsumo largos aspectos de la vida
son atravesados por la lógica frívola del cambio continuo, la inconstancia y la seducción. Existe en
el ambiente la difusión de un clima de diversión permanente, un estado de cosas lúdico y
hedonista que incita a los placeres inmediatos y fáciles.
Hasta hace unas décadas incluso la forma de vivir de las clases altas y las clases populares diferían
en torno a este tema, ya que lo ligero solo estaba reservado a las elites, mientras que lo popular
estaba marcado por lo pesado. En cambio ahora todos están ansiosos por la ligereza en materia de
alimentación, de aspecto externo, de movilidad, de comunicación, en definitiva, todos los sectores
sociales han incorporado en su imaginario cultural la pretensión de ligereza como estilo de vida.
Un estilo de vida marcado por el hiperconsumismo se presenta incluso cuando se opta por una
vida alejada del consumo excesivo, cuando por ejemplo se pretende una vida ligera centrada en la
meditación, el yoga o las técnicas de relajación. La ligereza aparece cuando se apunta a un ideal de
vida menos estresante, un presente menos pesado. Vivir mejor es vivir ligero, vivimos la época de
la utopía de lo menos, de las utopías suaves.
La civilización de lo ligero
Vivimos una civilización de lo ligero, que va de la nube a las biotecnologías, de los nano-objetos a
los gadgets de alta tecnología, del culto a la extrema delgadez a la alimentación light, de los
deportes de deslizamiento a las técnicas de relajación, de las tendencias de moda al mainstream.
La hipermodernidad de lo ligero avanza.
Nuestra forma de vivir está alimentada por una gran cantidad de cuestiones vinculadas con la
ligereza como la cada vez mayor liviandad de los materiales de construcción, la atracción por el
entretenimiento, el ocio y la distracción, el gusto por la miniaturización de las cosas, el atractivo
por la decoración, el diseño y la ornamentación, la sensualidad de las superficies lisas y pulidas, la
17
Basado en Lipovetsky, Gilles, De la Ligereza. Hacia una civilización de lo ligero. Anagrama, Barcelona, 2016
También es preciso aclarar que civilización de lo ligero no quiere decir vivir ligeramente, ya que la
vida cotidiana se vuelve pesada cuando está amenazada por el desempleo, la precariedad, la
inestabilidad amorosa, el sobre empleo o los riesgos sanitarios.
Además el neoconsumidor es más vigilante y más crítico que antes, es de evaluar los productos y
cotejar factores antes de decidir una compra. Comprar significa hoy informarse, buscar, elegir,
tomar una decisión, estamos en medio de una reflexividad consumista, que se basa en la
preocupación y la duda. Uno mismo elige y pesa la fruta en el supermercado, si se va de
vacaciones busca en internet todo dato posible, elige hoteles, hace reservas de pasajes, contrata
excursiones. El hiperconsumidor es un prosumidor que al mismo tiempo que consume trabaja en
su consumo.
Es mentira que existe un consumidor despreocupado e impulsivo, porque además no hay una justa
distribución de la riqueza por lo cual el dinero suele ser escaso para la mayoría de las personas,
existe un consumidor que busca ofertas, compara y calcula, optimiza los gastos; por eso para
llegar a esa ligereza se debe atravesar por toda una serie de tareas y preocupaciones, incluso si el
consumo está en sintonía con la protección ambiental.
Ironía hipermoderna: en el presente es la ligereza lo que nutre el espíritu de pesadez. Para tener
un cuerpo trabajado hay que estar lejos de la vida despreocupada ya que hay que interesarse por
la alimentación sana y la actividad física, incluso el hiperconsumo requiere de un trabajo y
dedicación específica contrastando precios, novedades, ofertas, marcas y mercados. Y lo más
pesado de todo es no ser feliz en una civilización que celebra la ligereza hedonista, que produce
deseos de felicidad muchas veces imposibles de satisfacer pese a lo cual se vuelven socialmente
exigibles, promoviendo la presencia de la frustración y la depresión.
Al mismo tiempo que se vive de este modo, la propia economía se reorganiza en torno al principio
de ligereza. Los objetos ya no se definen por su valor de uso ni su valor de cambio, sino por su
significado, una tendencia a lo ligero.
Se trata de una mutación tecnoeconómica. Hasta mediados del siglo XX los sectores más
importantes en el desarrollo económico eran las industrias del carbón y el acero, las llamadas
industria pesadas, pero en esta nueva economía del siglo XXI el desarrollo se apoya en los servicios
Llegando al final del siglo XX las viejas ideologías modernas van cediendo paso a una ética de la
satisfacción inmediata, a una cultura lúdica y hedonista centrada en los goces del cuerpo, de la
moda, de las vacaciones, de las innovaciones. Lo que termina triunfando es un ideal de vida fácil
que descalifica a las grandes metas colectivas marcadas por el sacrifico y la austeridad.
Una vida sin placer ya no es considerada una vida recomendable, vivir sin la ligereza consumista se
ha vuelto sinónimo de vida aburrida. No estamos viviendo una cultura del sentido y del deber, sino
una forma de vida centrada en la evasión, el ocio y el derecho a despreocuparse.
La cultura de consumo ofrece un recreo incesante, aborda todo bajo el signo de la diversión, lo
transforma todo en negocio-espectáculo, es la cultura del entretenimiento generalizado. Incluso
las noticias televisivas tienen este sello, ya que se informan todo tipo de catástrofes pero se dan a
conocer a toda velocidad, de manera discontinua, sin vinculo entre una cosa y otra, se pasa en
cuestión de segundos del drama a la anécdota entretenida, incluso lo trágico se rodea de ligereza.
Los contenidos pueden ser horribles pero en su forma son un todo ligero.
El consumo actual funciona como paliativo de deseos incumplidos, como una forma de consuelo
para recuperar la autoestima, una pequeña embriaguez para olvidar, aunque sea
momentáneamente, las desgracias y frustraciones que cada uno vive.
Estamos en presencia de una vuelta a lo religioso, con o sin Dios, que revela una búsqueda de
realización personal. De la religión ya no se espera la salvación en el otro mundo, sino una vida
satisfactoria en este, no se trata ya de la religión que prepara para la vida eterna sino la que
favorezca la armonía y la paz, la plenitud y la alegría.
Las sabidurías antiguas buscaban rescatar a las personas de sus aspiraciones más banales, incluso
se requerían prácticas rutinarias, autodisciplina, sacrificio y ascetismo para alcanzar la meta, eso se
acabó. Buscamos la ligereza sin sacrificios, ahora mismo, sin ascetismo, una sabiduría de eficacia
inmediata que se logre a partir de un retiro espiritual, un fin de semana de desconexión, una
lectura mística; una sabiduría light a la altura del consumidor. Estamos detrás de una felicidad
interior que ya no nos pida renuncias.
El espíritu de la eficacia del consumismo avanza y también las nuevas religiones prometen esa
ansiada ligereza.
Existe una idea que comienza a crecer que tiende a desintoxicarnos de una dependencia del
consumo que acapara todos nuestros deseos y nuestro tiempo. Menos posesiones más relaciones
sería la premisa.
Aligerar la vida para este camino alternativo sería la reducción del peso del consumo. Pero esta
búsqueda ¿tiene posibilidades reales de imponerse a escala masiva?
Si bien es cierto que hay una tendencia a consumir de otro modo, de manera más sostenible, más
responsable, es muy poco probable que disminuyan nuestras acciones de consumo. Y lo es porque
la apetencia consumista no está ligada a las acciones de marketing de las empresas, sino al estado
social y cultural en el que vivimos. Quizás comencemos más a preocuparnos por el impacto de
nuestros consumos y vayamos a consumos más duraderos, pero al mismo tiempo consumiremos
más servicios, más pasatiempos, más moda y más productos culturales.
Dentro de este movimiento reactivo al hiperconsumismo hay uno nacido en 1986 que promueve
una vida más lenta, slow, comida lenta, ciudades lentas, sexo lento, turismo lento, en definitiva,
desacelerar los ritmos cotidianos, una actitud Slow Life, que privilegie lo mejor antes que lo más, la
calidad antes que la cantidad.
Aligerar la vida no significa ir más de prisa ni hacer las operaciones cotidianas más rápido, sino por
el contrario, desacelerar, recuperar la lentitud y respirar a su ritmo.
Las ciudades van adoptando este cambio hacia lo lento y ligero, contra las ciudades pesadas y
congestionadas comienza a limitarse la circulación de automóviles, se da prioridad al transporte
público, regresa el pequeño comercio, se multiplican las zonas peatonales y se recuperan los
espacios verdes; aunque a nivel global todavía predomina la ciudad hipertrófica y acelerada.
Proliferan los libros y artículos que destacan los valores de la lentitud y una relación más amable
con el tiempo, pero en los hechos seguimos viendo consumidores que no soportan la espera, que
quieren navegación más rápida en sus dispositivos, aunque al mismo tiempo practican la caminata
y usan la bici.
Esta ligereza consumista de nuestro siglo pesa. ¿Pero en qué sentido pesa?
La ligereza, como la pesadez, es una cuestión de grado, las cosas no son ligeras o pesadas siempre
de la misma manera. Por lo general no vemos a la gente agobiada por sentir deseos por lo
novedoso o lo distinto, pero la vida consumista convive con las frustraciones e insatisfacciones que
provoca.
Por otra parte lo más pesado de la vida no es la frivolidad consumista sino la pobreza real, la
angustia de quienes no pueden tener lo suficiente, allí donde termina toda frivolidad, la falta de
horizontes y de futuro, eso es lo realmente pesado en la vida.
Introducción
Hay varias teorías sobre las razones que hacen al fenómeno de la moda coincidente con los
principios generales del consumo. La teoría que abraza al llamado Paradigma de la Distinción,
apunta a explicar la causa de la moda en base al concepto de “distinción social”, es decir por la
tendencia de la sociedad a utilizar la moda del vestir como la forma de diferenciar a un sector
social de otro sector social.
Una segunda teoría, se afilia a la idea del Paradigma de la Individualización, y entiende a la moda
como el impulso de cada uno por sentirse diferente del otro, individuo, personal, a generar el
propio estilo.
La Historia de la Moda está compuesta por dos grandes períodos de larga duración, el primero
transcurre durante 600 años y es el de la formación del concepto moda en sentido estricto y su
relación con el vestuario; y el segundo período, más corto, transcurre durante otros 100 años pero
en este caso se extiende la lógica de la moda a otros aspectos de la vida, estableciéndose una
relación entre producción-consumo-comunicación de masas. En esta última etapa la moda no solo
se limita a ser un placer estético de la vida, es parte de su misma esencia.
Hoy ya superadas esas dos etapas iniciales presenciamos el triunfo absoluto de la moda, que ha
remodelado a la sociedad a su antojo, ha dejado de ser un fenómeno periférico y pasó a ser
hegemónica en un tiempo como el nuestro en el que domina la frivolidad y la seducción, la
democratización de la moda.
Existen dos visiones del fenómeno de la moda en la actualidad, la primera de ellas crítica y la
segunda liberadora.
Según la visión crítica nuestro siglo XXI ha sido caracterizado como el triunfo del interés por el
goce privado por encima de los proyectos colectivos, el triunfo de la seducción que embrutece la
cultura y hunde al ciudadano libre, que se va mimetizando el triunfo de los intereses del
consumidor con la conciencia del elector, el consumidor reemplaza al ciudadano.
Para pensadores del siglo XX como Adorno y Horkheimer 19 la fusión de industria cultural y
publicidad manipula las conciencias, y en este marco de pensamiento la moda significa ocio fácil,
18
Capítulo basado en “El Imperio de lo Efímero” Gilles Lipovetsky. Anagrama, Barcelona, 2009
seducción, fugacidad: la superficialidad del consumo que idiotiza a las masas. La superficialidad es,
para esta perspectiva, el peor de los males.
Como se ve, la moda tiene aspectos cuestionables, pero también muestra potenciales liberadores
para la mayoría de las personas. El tiempo de la moda ha coincidido con el tiempo en el que el
hombre sale del oscurantismo y el fanatismo en el siglo XIV e ingresa paulatinamente en el de una
mayoría de edad que le permite vivir por sí mismo, autónomamente.
No puede hablarse de moda propiamente dicha hasta finales de la Edad Media, en el siglo IV en
coincidencia con el período renacentista, y es en la apariencia del vestir donde la moda se
expresará con mayor brillo, porque entender la moda es entender la magia de las apariencias.
Pero antes de que llegue ese momento, en las sociedades primitivas no había moda, porque si
bien en esas sociedades existía una tendencia a la ornamentación, solo tenía un sentido estético
pero totalmente sometido a normas tradicionales e inalterables. Las sociedades primitivas eran
esencialmente hiperconservadoras por esos la moda no tenía lugar, porque la moda supone la
superioridad de lo nuevo, la descalificación del pasado.
En el Antiguo Egipto, por ejemplo, la vestimenta, la túnica, fue similar durante quince siglos, en
Grecia la vestimenta femenina, el peplos, se mantuvo igual desde el inicio hasta el siglo VI aC, en
Roma la túnica y la toga persistió como la forma de vestir hasta el mismo final del Imperio, el
kimono japonés permaneció igual por siglos. Los cambios fueron en todos los casos muy pocos,
apenas movilizados por influencias de alguna dominación cultural externa, pero no por algún tipo
de dinámica de cambio interno de la sociedad.
En principio debemos establecer que la moda se da en Europa occidental en medio de una serie de
transformaciones económicas y sociales una vez terminadas alrededor del año 1000 las invasiones
externas y asegurado el territorio europeo. A partir de ese tiempo se produce un avance sostenido
del comercio y la expansión de las ciudades con la creación del feudalismo y el aumento de las
ganancias de la nobleza señorial, y con ello el aumento de las cortes ricas y fastuosas.
19
Theodor Adorno y Frank Horkheimer fueron dos filósofos alemanes del siglo XX que formaron parte del
grupo de pensadores de la llamada Escuela de Frankfurt, y ambos autores del libro de la “Dialéctica del
Iluminismo” que por primera vez con amplitud el fenómeno de los medios de comunicación y las industrias
culturales.
A partir del siglo XIII este escenario va generando una nueva formación social que se llamará
burguesía, que a partir de su enriquecimiento fruto de las finanzas y el comercio comienza a copiar
las maneras y gustos de la nobleza. Y aunque la Edad Media también es tiempo de crisis
económicas, de hambrunas y pestes; y pese a ello las ciudades siguieron creciendo y los burgueses
enriqueciéndose, y el uso del lujo y lo fastuoso se traslada a ellos interesados en mostrar los signos
de su creciente poder al igual que la nobleza aristocrática.
Solo puede hablarse de moda cuando “el gusto por las novedades llega a ser un principio
constante y regular”. Y es por eso podemos hablar de moda recién a mediados del siglo XIV
cuando se impone una forma de vestimenta radicalmente distinta a la que ya existía, diferenciada
por el sexo: corto y ajustado para el hombre, largo y envolvente para la mujer, dejándose de lado
el mismo atuendo largo y holgado que ambos indistintamente habían llevado durante siglos.
Un traje masculino corto, ajustado al talle, descubriendo las piernas vestidas con calzas. Un
vestido femenino resaltando los atributos de la femineidad, alargando el cuerpo, resaltando las
caderas y el busto.
A partir de ese momento los cambios no hacen más que reiterarse, el cambio deja de ser algo raro
y fortuito para pasar a ser una norma, aunque no todo cambia en la vestimenta, porque
generalmente el cambio afecta a los accesorios y las ornamentaciones, a los elementos más
superficiales.
La moda se convierte así a partir del siglo XV en Europa en un dato de distinción social. La alta
sociedad se vuelca a las novedades, una pasión por lo diferente y lo extranjero, y la novedad es el
dato de diferenciación de la nobleza. Porque mientras el burgués se consagra al ahorro, la
aristocracia se vuelca al dispendio y a la superficialidad del placer mundano.
Estas dos visiones del mundo de burgueses y aristócratas que parecen contradictorias en realidad
convergen en la afirmación del dominio sobre la naturaleza y la autonomía del hombre, afirmando
su supremacía por encima de la figura de Dios, el Hombre se convierte en el centro de las
preocupaciones vitales.
Decíamos que la moda introduce una novedad trascendental: diferencia de manera sustancial la
apariencia de los sexos, con una relativa preponderancia de la moda masculina sobre la femenina
a la hora de la ornamentación y la extravagancia. La moda realza los atributos viriles de los
combatientes, recién cuando esta etapa aristocrática llegue a si fin a mediados del siglo XIX la
moda masculina cederá su lugar de privilegio a la moda femenina.
Por supuesto que esta aparición de la moda despertó muchas reacciones en contrario desde
aquellos que defendían preceptos morales, éticos y religiosos, sobretodo de estos últimos. La
moda choca con los prejuicios y las costumbres tradicionales; se la juzga como fea, ridícula o
inconveniente. La moda despierta desde su propio nacimiento diversidad de opiniones.
Por eso la moda no solo funciona como un elemento de diferenciación de rango, de clase o de
nación, sino que se convierte en un “vector de individualización narcisista”, es decir, una fuerza
que impulsa al disfrute de la propia belleza. Convirtió lo superficial en finalidad.
“La moda es un sistema original de regulación y de presión sociales”. Los cambios de la moda se
vuelven necesarios y urgentes, se “deben” adoptar, se impone a un determinado medio social.
Durante esta etapa aristocrática esa ”presión” por imitar la moda se transmite de arriba hacia
abajo, del superior al inferior. La corte de nobles miraba al Rey y la ciudad tomaba como ejemplo a
los nobles de la corte. De todas maneras esta expansión social de la moda no avanzó por entonces
sobre las clases inferiores. De hecho había normas que prohibían a la gente del pueblo vestirse
como nobles, por lo cual la moda fue durante mucho tiempo un consumo de lujo limitado a la
aristocracia. Solamente a partir del siglo XIV con el avance del enriquecimiento de la clase
burguesa, serán los burgueses los que estarán habilitados a vestir como los nobles.
“Las clases inferiores, a la búsqueda de respetabilidad social, imitan las formas y maneras de ser
de las clases superiores. Estas, para mantener la distancia social y destacarse, se ven obligadas a la
innovación una vez alcanzados por sus competidores. A medida que los burgueses, gracias a su
prosperidad y audacia, consiguen adoptar tal o cual distintivo prestigioso en boga en la nobleza, se
impone el cambio desde arriba para restituir la diferencia social”
No se trata solo de la competencia entre clases lo que dispara la moda sino un proceso de
competencia dentro mismo de las clases superiores. Esto no quiere decir que la moda sea ajena a
la competencia entre clases pero el móvil es la rivalidad entre las personas por hacer alarde de la
riqueza y el lujo.
A medida que la burguesía fue ganando espacios de poder fue aumentando la confusión en el
vestir y los atuendos de los nobles comenzaron a ser utilizados también por la mediana y baja
burguesía, aunque la burguesía retiene de la moda aristocrática solo lo que responde a su forma
de vida más moderada y racional.
central es hacerse ver por medio de los gastos suntuarios. Una clase que se mira para ser imitada
en sus formas pero que carece de poder real. Por eso vemos como en el siglo XV se impone el
espíritu barroco, lo teatral y espectacular, el énfasis y el exceso.
En la moral aristocrática gana espacio la frivolidad, la práctica de los placeres, esencialmente los
placeres del cambio, de la mutación de las formas. La moda no es solo un símbolo de distinción
social, es también “placer de la vista y de la diferencia”. Es a partir del siglo XIV cuando se
intensifica esta tendencia por la búsqueda del placer.
Se genera un proceso de estilización de las normas de vida y del gusto, es la aparición de los
valores cortesanos: a la tradicional exigencia de hazañas y de fuerza para el varón se suma una
exaltación de la figura de la mujer, su idealización, el lenguaje cuidado, la galantería. Quizás la
mayor novedad de la cultura cortesana es la invención del AMOR, el llamado amor cortés.
La práctica del amor cortés o amor galante responde a la sublimación del impulso sexual a través
del culto al amor (desinteresado de las apetencias sexuales), sobrevaloración y celebración de la
mujer amada, sumisión del amante a la amada. En la antigüedad los guerreros eran los que
ganaban el amor de la dama con sus proezas y virtudes viriles, pero a partir del año 1100 comienza
a gestarse una forma más civilizada del amor, la galantería, con lo cual del heroísmo del campo de
batalla se pasa al heroísmo sentimental, el señor se arrodilla frente a la dama, la rodea de
atenciones, sufre por ella, celebra su belleza. Se excluye la vulgaridad en el trato y se poetiza el
cortejo amoroso. Se potencia la SEDUCCIÓN delicada y atenta.
La moda puede considerarse un factor de continuidad de esta misma poética de la seducción. Esta
especial valoración de la mujer conlleva directamente a la legitimidad en las clases altas de
expresar esa valoración en el arreglo personal y los adornos.
Una novedad que trae el amor galante es que el verdadero amor se encuentra fuera del
matrimonio, ya que los matrimonios en los sectores altos de la sociedad en la Edad Media eran
generalmente arreglados por conveniencia familiar, por lo cual el nuevo concepto de amor
propone la libre elección de amante por parte de la dama, privilegiando los sentimientos. Esta idea
Las modificaciones que se producen en la vestimenta de hombres y mujeres a partir del siglo XIV
tiene este sentido, marcar la diferencia entre lo masculino y lo femenino, el traje masculino
dibujando el talle y las piernas, destacándose el tórax y las braguetas de formatos fálicos y el traje
femenino modelando el talle y las caderas, con los escotes destacando el pecho con corsés de
ballenas.
La moda entonces no solo sirve entonces como distinción social (Paradigma de la Distinción) sino
como instrumento de seducción (Paradigma de la Individualización).
A mediados del siglo XIX comienza a transitarse el segundo momento de la moda, la moda
centenaria, que llegará hasta 1960.
La Moda Centenaria, se articula en base a dos nuevas industrias: la Alta Costura por un lado, y la
confección industrial por otro. Un sistema bipolar que vincula la confección de lujo y a medida de
la Alta Costura con la reproducción textil industrial.
Este modelo bipolar permite dar respuesta a una moda que expresa marcada diferencia en
materia de técnicas y precios en medio de una sociedad de grandes diferencias sociales.
El período funciona de la siguiente manera: la Alta Costura monopoliza la innovación, fija las
tendencias, y es consumida por las clases altas, mientras que el sistema industrial la sigue,
inspirándose en ella, para consumo de clases medias y bajas. Es así como este modelo bipolar se
vuelve conceptualmente monocéfalo, de una sola cabeza, circulando siempre en el mismo sentido.
Dijimos que la Moda Centenaria deja de lado a los hombres, efectivamente la fantasía no se lleva
con lo masculino. Los sastres de ropa masculina no alcanzarán nunca en esta etapa el nivel de los
creadores de indumentaria femenina. La apoteosis de la moda de la mujer tendrá su contraparte
en las sombras en que se hunde la moda en el hombre, solo recluida en el traje negro y la corbata.
La Alta Costura tiene su certificado de nacimiento en 1858 cuando Charles Worh funda en París la
primera casa de Alta Costura, con la particularidad de confeccionar modelos inéditos realizados
con antelación y renovados con frecuencia, expuestos en salones de lujo y confeccionados para
sus clientas a medida. A partir de ese momento se multiplican las casas de Alta Costura ordenadas
en base al mismo esquema.
En principio las colecciones de Alta Costura variaban solo en función de las estaciones. Lo que hizo
la Alta Costura más que acelerar el ritmo de la moda fue regularizarlo creando las “temporadas”
bianuales, y disciplinando las transformaciones, puesto que como hemos visto, los cambios de
moda ya habían sido establecidos antes, en la época aristocrática.
La otra cabeza de la bicéfala moda centenaria es la industria del vestir que fabricará en serie
prendas idénticas en todas partes, impulsando un consumo de masas: consumo homogéneo y
estandarizado, movilizado no solo por la confección industrial y por las comunicaciones de masas,
que acabaron con los trajes regionales, sino por la atenuación de las diferencias de indumentaria
entre las diferentes clases.
A partir de 1920 Channel simplifica el vestido femenino y lo hace accesible a todas. Channel
inventa un vestido femenino comparable a lo que Ford hizo con el automóvil: vestido negro,
austero y de manga larga, apto para cualquier sector social. A la primera revolución de la
indumentaria femenina que se da en este período de la moda centenaria con la desaparición del
corsé haciendo más ligera la figura femenina, le sigue el abandono del lujo excesivo, predomina la
estética democrática a la exhibición deslumbrante.
Una de estas distinciones que perduran es la diferencia horaria de uso: una moda de día basada en
la discreción y la comodidad, más democrática, y una moda de noche marcada por la sofisticación,
de mayor sofisticación social.
Uno de los factores novedosos de la Moda Centenaria fue lo deportivo, que modificó la
concepción de la ropa femenina. En 1925 apareció el llamado sportswear, vestimentas que
permiten exhibir las piernas, los brazos, la espalda y el vientre, iniciándose entonces un proceso de
“desnudamiento” del cuerpo femenino. El deporte dignifica el cuerpo “natural”, y no solo impulsa
la evolución del atuendo sino también crea un nuevo prototipo estético de lo femenino: mujer
esbelta, espigada, moderna.
La moda también toma relación con el arte, a semejanza de este se compone de rupturas y
cambios, en este aspecto el arte moderno, de líneas rectas, planos limpios y ángulos, se referencia
en la Moda Centenaria de una mujer de silueta recta y lisa, típica de la década de 1920. Los
volúmenes y curvas de la mujer dejan paso a una apariencia simplificada y depurada.
La moda centenaria aproximó el vestir a todas las clases, pero también el sentir de la moda, las
frivolidades, sobretodo luego de la Segunda Guerra Mundial, en que la moda se vuelve un
fenómeno de masas, donde es más ridículo no estar a la moda que seguir a la moda. La moda pasa
de ser un derecho a ser un imperativo social.
Comienza a generarse un debate en torno a si el creador de Alta Costura es el único que marca el
camino de la moda o si existe de algún modo un intercambio con la demanda del público. Si bien
existe una tendencia “desde arriba” marcada por la Alta Costura, cada vez más deberá negociar
esa tendencia con lo que piensa el consumidor y con lo que expresa la prensa especializada. La
aparición del mercado de masas ofrece alternativas, el consumo de masas impone diversidad y
multiplicación, se abre a las decisiones individuales del público.
La Alta Costura había comenzado a introducir el pantalón en la vestimenta femenina y las mujeres
lo adoptaron masivamente en los años de 1960 y la industria fabricaba más pantalones que faldas,
pero cuando Ives Saint Laurent introduce el jean en sus colecciones ya era una prenda de uso
masivo en la juventud. Este es el dato que indica que la Alta Costura dejó de ser la que impone la
tendencia sino que debe salir a recoger la tendencia que surge en la calle, en el consumidor. Este
nuevo actor, el consumidor activo, es quien establece el fin de la Moda Centenaria y el inicio de la
Moda Abierta.
En esta etapa se abandonarán las pautas estrictas que rigen la moda en tiempos de la Moda
Centenaria. Recordemos que la segunda fase de la moda se basó en el dictado de los creadores, la
producción industrial en serie, las colecciones de temporada y el impulso de la publicidad. Pero a
mediados del siglo XX se generará un cambio cultural que impulsará los cambios en los gustos y las
conductas.
Estos cambios estarán marcados por tres caras, no dos como en la Moda Centenaria: la cara del
dictado estético de los creadores, la cara industrial y una nueva cara, la cara individualista y
democrática del consumidor; a este conjunto se le llamará la “Revolución Democrática del Pret-A-
Porter”, los tiempos de la Moda Abierta.
En la época de la Moda Abierta las casas de Alta Costura perderán su lugar sacralizado de
dictadores de moda, y el nuevo reinado pasará a llamarse Pret-A-Porter, incluso muchas de las
antiguas grandes casas de Alta Costura deberán sobrevivir en virtud de sus propias líneas de Pret-
A-Porter, sus contratos de licencias para perfumes, cosméticos, lencerías, marroquinería y otros
productos; como es el caso de marcas de Alta Costura como Dior, YSL, Balenciaga, Pierre Cardin,
Louis Vuitton, etc.
Las viejas casas de Alta Costura se irán refugiando en la tradición del lujo y en la promoción de su
propia colección de Pret-A-Porter y su marca adosada a múltiples productos, una “marca eterna”
que responde a los intereses del marketing.
Pret-A-Porter también se conoce con el concepto norteamericano ready to wear, es decir, listo
para usar. La novedad es que esa producción industrial de indumentaria se convierte ella misma
en moda, confecciona vestidos accesibles para todos sin dejar de representar la tendencia del
momento. El Pret-A-Porter fusiona industria y moda, y a partir de 1960 dejará de imitar las
tendencias de la Alta Costura para adoptar sus propias decisiones estéticas, y será la consagración
de una nueva figura de mujer la que impulsará el cambio.
Aquel viejo sistema piramidal en el que la Alta Costura ocupa la cúspide se ha sustituido por un
conjunto indiferenciado de marcas sin jerarquías, sin distinciones.
Una de las claves de la Moda Abierta es la incorporación de la juventud, la aparición de una cultura
de masas hedonista y juvenil, que con el aporte del rock, los ídolos y los stars, han convertido a la
juventud en prototipos de la moda.
“Antes, una hija quería parecerse a su madre. Actualmente sucede lo contrario”. Hoy la moda
apunta a reconstruir la edad y deja en segundo lugar el marcar diferencias de clases sociales.
La moda apuntando a lo juvenil se vuelve ampliamente democrática, importan todas las formas,
todos los estilos, aún lo desaliñado, lo descuidado, lo usado. Todos los materiales se vuelven
legítimos, la elegancia se minimaliza y hasta la ironía tiene su espacio.
En los años de 1950 aparecen las primeras modas juveniles, pero eran las primeras
manifestaciones anti-moda (anti-moda centenaria jerarquizada; no se trata de oponerse a la moda
sino a la moda establecida), y a partir de la década de 1960 se amplían estos movimientos
anticulturales con lo hippie, los punk, la new-wave, los rasta, los ska. Nuevos códigos basados en el
anticonformismo, no como una habitual ruptura generacional, sino en base a una nueva cultura
que pretende el placer como objetivo de vida.
La imagen toma una fortaleza como pocas veces antes en la historia, se busca la provocación y el
impacto, expresar una forma de vida, un estilo, el look, el look como gusto por la singularidad, por
la libertad individual y la diferencia, el look contra las formas estandarizadas, inventar la propia
imagen y renovarla a gusto.
El Pret-A-Porter por otra parte revive la moda masculina dormida durante la Moda Centenaria.
Pierre Cardin introduce el Pret-a-Porter masculino creando temporadas para hombres y esta rama
de la moda comienza a crecer pasando del 8% en 1975 al 20% en 1985.
La Moda Centenaria abrió las puertas a la democratización de la moda, un híbrido entre moda
aristocrática y democrática, la Moda Abierta del pret-a-porter alcanza el pleno desarrollo de la
democratización de la moda. La moda industrial deja de ser vulgar y mera copia del modelo de
Alta Cultura, adquiere una relativa autonomía con productos baratos y de calidad estética gracias
a las nuevas técnicas y productos.
La Alta Costura mientras tanto solo conserva las formas, la fiesta, la espectacularidad de los
desfiles, el efecto publicitario de la marca.
Esto no significa que los creadores de moda han desaparecido, lo que sucede es que cambiaron de
rol, ya no imponen de manera exclusiva la tendencia, forman parte ahora de un espacio de
creación libre y múltiple, la moda es plural, polimorfa, ecléctica. El territorio de la moda se ha
fragmentado.
No debemos olvidar el factor cultural que ya hemos marcado como sostén de la democratización
de la moda, los ideales de la individualización, la multiplicación de las revistas para la mujer, el
cine, el estímulo hedonista del siglo XXI, el involucramientos de los varones en la moda y las ganas
de vivir el presente. Y estos preceptos culturales no se reducen a ciertas clases sociales sino que
forman parte del conjunto social, de las clases altas a las bajas, la moda es ya una exigencia de
masas en una sociedad que valoriza el cambio, el placer, el hedonismo, lo juvenil y la novedad,
euforizada por la nuevo y el consumo.
La moda establece una nueva relación con el otro, no una relación de distinción social, sino un
vínculo de seducción que reemplaza el deseo por la elegancia, lo importante no es estar a tono
con el último grito de la moda sino concederse un valor a sí mismo, “agradar, sorprender y parecer
joven”.
El nuevo modelo es imitar al joven, cualquiera fuera la edad, todos usan ropa deportiva, jeans,
zapatillas, camisetas y piel desnuda. El imperativo juvenil requiere una visión vuelta sobre sí
mismo, una igualdad de trato entre sexos, la reaparición del hombre en su preocupación personal,
en su apariencia, incluyéndose en el ciclo narcisista, antes solo reservado a la mujer.
La tradicional ropa seria, austera y gris del varón representa su lugar en el sistema de la sociedad
moderna, es decir, su rol de productor y proveedor; mientras que a la mujer le es permitida la
frivolidad en base a un rol menos comprometido con el sistema productivo. Pero cuando en las
últimas décadas la mujer transforma su rol y se vuelca al mercado de trabajo, si bien su vestimenta
debe reducir su grado de frivolidad y seducción no le es quitada esa condición.
De todos modos este movimiento hacia la igualación de la moda entre sexos tiene sus límites, la
igualdad democrática de la moda se detiene antes de anular las diferencias. Por eso ni los
pantalones, ni las camisas, ni los cabellos cortos han desexualizado a la mujer, sino que adoptan
estilos femeninos. Quizás sean las modas más juveniles las que muestran mayor similitud entre los
sexos, pero a medida que se avanza en edad mayor se vuelve más marcada la diferenciación.
Por otra parte la mujer tiene habilitado socialmente abordar cualquier tipo de vestimenta
masculina sin ser censurada por ello, pero el varón en cambio está sometido a una “codificación
implacable” en materia de moda que le impide abordar emblemas femeninos sin ser cuestionado,
por ejemplo el vestido sigue siendo un tabú para el varón, una prohibición sostenida, esa es la
frontera de la igualdad.
Las mujeres han logrado avances mayúsculos en todos los sectores: la formación profesional, la
familia, el trabajo, la calle, la política, pero al mismo tiempo no han perdido su privilegio de poseer
la coquetería y la seducción. La mujer del siglo XXI es un collage que incluye los avances de sus
derechos sin haber perdido su condición femenina.
En el hombre este neonarcisismo actual hace ver su cuerpo como una entidad indiferenciada, el
cuerpo masculino responde a una imagen global que se pretende saludable y en forma, es una
visión más sintética que analítica. En cambio en la mujer la visión del cuerpo se halla fragmentada
y prevalece una visión analítica de su cuerpo antes que sintética, todas las regiones del cuerpo
femeninos son investigadas y atendidas por la moda, los cosméticos y los consejos estéticos.
Actualmente si bien la gente se interesa por las tendencia de la moda, esta tendencia no se copia
fielmente sino que se adapta, se matiza al propio gusto, se autonomiza de la tendencia. Ahora la
figura del Otro es la de alguien que deber ser tolerado en sus diferencias y se convierte en el
protagonista de nuestra relación y comunicación, en esta nueva relación no entra la burla, sino
que se acepta todo tipo de conducta, sin conflictos. Una moda de rostro humano que no incluye el
“juzgamiento” de lo que no se visten a la moda y sí la aceptación de todas las formas.
Por supuesto que se sigue estando atento a las novedades de la moda, sobretodo las mujeres,
pero no como una “ley” para ser seguida sino como una idea para ser adaptada. La relación del
hombre y la mujer de hoy con la moda es una relación relajada, de convivencia, y esto lo
representa la ropa sport, que se expresa en la ropa “libre”, suelta, que no limite los movimientos,
cómoda, placentera,
El ejemplo del jean es muy claro: es vestido por todas las clases y recoge los valores más preciados
del hombre y la mujer de hoy: uniformización aparente pero diferenciación individual en la
combinación al uso personal. El jean es “libre”, no exige planchado ni pulcritud, incluso puede
asumir el desgaste, tiene un sello juvenil e informal, flexible y sensual.
Recordemos que la moda no persigue ya la búsqueda de expresar una posición social, sino estar
cómodos y seducir, mediante una seducción minimalista, distendida. El consumo de moda radica
en el placer del cambio, no por deseo de ostentación social, sino por un deseo psicológico, en
algunos casos terapéuticos,
El viejo modelo vertical de una moda dictada desde la Alta Costura hacia abajo para ser imitada
está terminado, el nuevo modelo de la Moda Abierta es un modelo de imitación horizontal en una
sociedad de individuos que se reconocen como iguales, que incluso las estrellas o celebridades se
visten “como todo el mundo”.
No se adopta un producto porque se use en la cúspide del sistema social, sino porque es nuevo. El
peso recae en el deseo de la novedad y la seducción. Amamos lo nuevo por ser nuevo.
Como decíamos ya no se identifica la moda por el lujo de las apariencias y la superficialidad, ni por
el dictado disciplinario desde arriba. La moda es hoy entusiasmo de los sentidos y comunicación
publicitaria, acercamiento a los valores de igualación democrática de nuestro tiempo.
Si bien existe una perspectiva clásica que tiene una visión crítica de la moda por haberse
convertido en factor central en el fenómeno del consumo, considerando a la sociedad de consumo
como una sociedad programada y manipulada a través del consumo en beneficio de las clases
dominantes, esta visión de la moda y el consumo debe ser revisada.
La sociedad de consumo también es la sociedad que permite elevar el nivel de vida de todos los
sectores sociales, que produce abundancia de bienes y servicios, la sociedad que hace un culto de
la diversión, que sostiene una moral hedonista y materialista; una sociedad definida por la
dinámica de la moda, la sociedad de la Forma Moda.
Quizás ningún otro factor para la manifestación de la moda como el que hace a la aceleración de
los cambios es el que más la caracteriza. El ritmo acelerado de los cambios de productos y la
precariedad de los objetos industriales convirtieron a la norma de LO EFÍMERO en el factor que
rige la producción industrial y el consumo.
Las propias publicidades funcionan en base a la alusión a lo nuevo: “Es nuevo, es Sony”, “Nuevo
Ford Escort”, “Nuevo LG Arena”, lo nuevo aparece como el imperativo categórico de la publicidad
y el marketing.
En ese camino de la ampliar la oferta la moda desestandariza los productos, multiplica las
diferencias de los productos, amplía las opciones, genera lo que se llama política de gamas, es
decir la ampliación de modelos y versiones, muchas veces modificados en mínimos detalles.
Proliferan gamas, colores, opciones, series limitadas e incluso diseños personalizados, lo cual
explica el segundo elemento del concepto de moda: LA DIFERENCIACIÓN.
Pero las relaciones con las cosas no son por lo general utilitarias sino que radican en lo lúdico, en
el juego, en la diversión, nos seduce el contacto con los bienes y servicios, su manipulación. En el
diseño la dimensión estética se une a la elaboración de los productos industriales y con esa unión
lleva a la moda al más alto grado de realización. Se impuso la tendencia de estudiar estéticamente
la línea y la presentación de los productos, embellecer y armonizar las formas.
Este sistema de producción ha conseguido, por medio de la publicidad, los medios, el cine y la
moda, democratizar la mirada estética, hacer que todos enfoquen su percepción hacia la belleza y
la sensibilidad, de allí que se recurra a las frecuentes modificaciones estéticas de los objetos en la
búsqueda de la SEDUCCIÓN, el tercer pilar de la Forma Moda.
Los más diversos productos entran en el incesante ciclo del diseño y la moda, inclusive con
productos más alejados de la renovación como los productos alimenticios también se someten al
imperativo de la estética industrial. Inclusive los pequeños objetos se vuelven lúdicos y
cambiantes, como es el caso de los relojes por ejemplo.
Fue Estados Unidos donde el diseño industrial de productos alcanzó enorme desarrollo teniendo
como meta “embellecer los objetos y seducir a los consumidores”, el estilo, el maquillaje de los
productos. El diseño tiene como objetivo crear objetos útiles adaptados a las necesidades, con el
propósito de hacerlos “humanos”, dotarlos de belleza plástica.
El diseño desprende a los objetos incluso de su vínculo con el pasado y los vuelve hiperactuales
creando formas contemporáneas sin nexo con el ayer. El diseño se convierte como la moda en
presente social, sin raíces, solo importa la temporalidad del ahora.
La fantasía, el humor y el juego son principios constitutivos de la moda que se han logrado insertar
en el mundo del diseño, unificando lo lúdico con lo funcional, la fantasía con lo funcional.
El Paradigma de la Individualización
Jean Baudrillard fue el primer analista que entendió a la forma moda no como la manipulación de
las conciencias sino como la columna vertebral de la sociedad de consumo, y también entendió al
consumo no como una mera conducta utilitaria del sujeto sino como un impulso al disfrute y al
placer y una marca de identidad.
Recordemos que partimos de la tradicional idea del Paradigma de la Distinción que decía que las
prácticas del consumo estaban destinadas a marcar las diferencias sociales entre consumidores,
marcar el rango social. Esta teoría dice que consumir un producto establece la posición social en la
que se coloca al consumidor, el consumo es visto así como instrumento de jerarquización social.
Para esta tradicional teoría se consume no por placer sino buscando la diferencia social con los
demás, la moda aparece como un signo distintivo de la pertenencia a las clases sociales, la moda
según esta visión reproduce la segregación social.
Pero la nueva visión del consumo si bien no deja de lado la posibilidad de que la moda sirva como
elemento de distinción social privilegia el factor dominante del placer individual por consumir, es
el Paradigma de la Individualización.
Aquí el consumo de objetos busca una satisfacción privada indiferente de los intereses de los
otros, persigue el placer en sí mismo. Cuando la gente persigue el consumo de productos
tecnológicos, de autos, de vestimentas, no lo hace fundamentalmente buscando distinguirse
socialmente del otro, sino que lo hace tras la búsqueda de imágenes y autonomía, el culto al
cuerpo, la sensación de lo nuevo. Se consume cada vez menos para deslumbrar al otro y cada vez
más para uno mismo, se consume movilizado por el individualismo narcisista.
La Forma Moda socializa a la gente para el cambio y la prepara para el reciclaje permanente, por
eso el Individuo Moda carece de lazos profundos, y moviliza su personalidad y sus gustos de modo
fluctuante. La moda es vista como un elemento de racionalidad social imprescindible para
adaptarse a este tiempo veloz que requiere de mentalidades abiertas.
Por supuesto que también tiene su contratara originando dificultades de adaptación social y
acostumbrándonos a la ética hedonista e incapaces de resignar estilos de vida y posiciones
sociales, tornando a los individuos más individualistas, indiferentes por los otros y por lo público,
con la única prioridad afincada en el presente, con intereses individuales sobre el bien común.
20
Bauman, Zygmunt, Sobre la educación en un mundo líquido. Buenos Aires, Paidós, 2013
Por eso la Forma Moda es contradictoria: por un lado genera una actitud positiva para el cambio
en un tiempo de cambios acelerados, y por el otro congela el movimiento social al preocuparse
solo por lo propio. La Forma Moda acelera y petrifica al mismo tiempo, es progresista y
conservadora como una moneda de dos caras.
Para el sociólogo norteamericano Richard Sennet 21, existen dos perspectivas tradicionales acerca
de la pasión por consumir:
1. El consumo es impulsado por la publicidad y los medios que moldean el gusto de la gente
y sus intereses, tal como tradicionalmente lo planteó Vance Packard 22.
2. El consumo es impulsado por el fenómeno de la obsolescencia programada, es decir por la
tendencia de los bienes a tener una durabilidad breve previamente establecida.
La particularidad es que ambas posturas coinciden en ver al consumidor como un ser pasivo:
prisionero de la publicidad o de los deseos.
Lo que Sennet propone es una tercera idea para explicar cómo se impone la idea del consumidor
permanente desde el proceso productivo, y lo hace en base a la relación de dos conceptos
vinculados con la producción, el de Plataforma y el de El Dorado.
Lo que hace el consumidor es buscar diferencias en productos cada vez más homogéneos, busca El
Dorado dentro de las Plataformas y eso es lo que la mayoría de las veces define su decisión de
consumir. Y esta idea no solamente es válida para los productos sino también para los servicios, y
recurre Sennet al ejemplo del turismo, cuando la gente viaja por muchas ciudades parecidas
visitando lugares muy parecidos, por el mero hecho de viajar; este es el Dorado, el disfrute de una
experiencia personal, sobre aquella plataforma estándar que es el turismo. O el caso de los
celulares que suelen incluir un modelo Dorado sobre una Plataforma, como pasa entre el Samsung
y el Samsung Edge o el IPhone y el IPhone Plus.
21
Richard Sennet, La Cultura del Nuevo Capitalismo. Barcelona, Anagrama, 2006
22
Vance Packard fue un sociólogo norteamericano que analizó profundamente los mensajes de los medios y
especialmente los fundamentos de la publicidad y la persuasión.
Se observa entonces una doble tendencia que pareciendo divergente en realidad converge. Por
una parte la comoditización de los productos, es decir gustos y consumos estandarizados a nivel
global que conforman las plataformas del consumo, por ejemplo todos los celulares parecen
iguales, todos los aparatos de televisión parecen iguales; y por otra una costumización del
consumo en la que el consumidor exige la personalización del producto, el dorado.
No compramos las cosas por lo que son, sino que las compramos por lo que podríamos hacer con
ellas, aunque en la amplia mayoría de los casos no lo hagamos nunca: reproductores de audio
capaces de almacenar miles de temas, autos que pueden alcanzar cientos de kilómetros por hora,
hipermercados llenos de productos; todos factores potenciales que nunca abarcaremos en su
totalidad.
Por lo tanto Sennet hace coincidir la presencia de una cultura que valoriza el cambio y la
desposesión por un lado, y que cuando predomina la posesión lo hace en realidad el deseo por esa
posesión, la potencia, más que el efectivo uso posesivo.
Una idea coincidente con la de Plataforma y Dorado que elabora Sennet es la que desarrolla
Alessandro Baricco alrededor de la idea de Centro y Periferia afirmando que en el consumo existe
una migración del sentido desde el centro de los bienes y servicios hacia las regiones periféricas de
lo accesorio; y para explicarlo utiliza la metáfora de la hamburguesa de Mc Donald, cuyo centro es
el medallón de carne picada pero no es lo que le da sentido a la hamburguesa sino que es lo
accesorio: el queso, el pepino, los aderezos, las papas fritas, el contexto, etc. Del mismo modo hoy
en día ir al cine no es solamente el centro, “mirar una película”, sino que el sentido de la
concurrencia a la sala se lo da lo periférico: la liturgia del consumo con la gaseosa, el pochoclo, el
shopping, etc.
Ídolos y estrellas
Las estrellas han tenido un amplio protagonismo en el fenómeno moda, logrando destronar desde
comienzos del siglo XX a las mujeres de clase alta en este aspecto. Famosas actrices de aquella
época como Greta Garbo, Marlene Dietrich, Jean Harlow o Joan Crawford marcaron tendencia en
sus estilos imitados por la audiencia. Entre los varones actores como Clark Gable, James Dean o
Marlon Brando hicieron lo mismo.
Sin embargo aún por encima de la belleza está la personalidad de la estrella, lo que
verdaderamente la define. “Mostradme una actriz sin personalidad y le mostraré una actriz que no
es estrella” decía la actriz, y también estrella, Katherine Hepburn.
La estrella al igual que la moda es la personalización del actor o la actriz, es una forma mediática
de su personalidad, tiene su sello, es su construcción mágica, y se moldean en la seducción y la
personalización, al igual que la moda.
Este panorama de las estrellas que comenzó en las primeras décadas del siglo XX en el cine tuvo
una brutal aceleración a finales de ese mismo siglo cuando los cantantes y grupos de éxito hicieron
su aparición impulsadas por la combinación del rock y la publicidad, y a tal punto esta irrupción
produjo un cambio acelerado en la rotación de estrellas que ellas mismas ingresaron en un
proceso de renovación personal, de este modo se pueden observar “muchas” Madonnas
diferentes a través del tiempo, “muchos” Michael Jacksons, la aparición de “la estrella mutante”.
Pero la belleza inaccesible de aquellas viejas estrellas de antaño se ha sustituido por una sucesión
indefinida de ídolos fugaces, ídolos que adquieren la particularidad de ser “parecidos” al común de
la gente, más humanos, más carnales, más personalizadas. De este modo las estrellas bajan de su
antiguo pedestal inalcanzable. Hoy el ídolo y la estrella son “gente común” al alcance de la mano,
se exhiben en las revistas y en las pantallas en todas sus formas, incluso en sus vidas privadas y
familiares, esto genera un proceso de desacralización de las estrellas y una democratización de su
existencia.
Las stars ya no seducen por ser “diferentes” sino por ser “como nosotros”, y nosotros podemos ser
como ellos, imitación como en la moda. Sobretodo son las generaciones juveniles quienes más se
inclinan a la imitación de actitudes, rompiendo con el molde establecido siguiendo la actitud y
conducta de su ídolo, afirmando de ese modo una diferencia y autonomía con su medio familiar y
social. Por eso, desde esta perspectiva, tener un ídolo se convierte en dar testimonio,
paradójicamente, de estar participando de su propia construcción de identidad.
Y otra novedad es que aquella vinculación con las estrellas hasta hace pocas décadas estaba
reservada al universo femenino se ha generalizado a todos los públicos. Hoy el culto a los ídolos se
caracteriza mucho menos por una cuestión de identidad sexual que por una cuestión generacional,
ya que cada vez esa atracción que se siente por las estrellas se manifiesta más precozmente,
inclusive entre niños de muy baja edad.
Nuestra sociedad-moda ha liquidado el poder del pasado encarnado en la tradición y el poder del
futuro representado por las ideologías. Vivimos en tiempos breves, en el perpetuo cambio de
normas y en el estímulo constante de vivir el ahora.
El sociólogo francés del siglo XIX Gabriel Tarde fue el primero en enfocarse en analizar la
trascendencia del fenómeno moda y lo describió como una forma de relación entre las personas,
“un vínculo social caracterizado por la imitación y el amor por las novedades extranjeras”. Para
Tarde “la sociedad es la imitación”, porque la imitación provee a la sociedad de lazos comunes de
identificación.
Tarde intentó comprender la moda como un momento alternado con la tradición en el desarrollo
de las sociedades. A un momento de tradición le sigue un tiempo moda, de manera que moda y
tradición serían las dos formas de la imitación que permite mantener unida una sociedad. La moda
imita a los contemporáneos, la tradición imita a los antecesores.
“Todo nuevo, todo bueno”, es la premisa que menciona Tarde. Para él se produce y reproduce un
ciclo en el que la moda es una forma transitoria entre dos períodos de tradición. Durante los
momentos de tradición reina la imitación de los modelos antiguos que luego es sucedido por fases
de moda que propagan imitación de novedades extranjeras que rompen con la costumbre, para
ser sucedido por otra fase de tradición, y así sucesivamente. Pero para Tarde por más fuertes que
sean las fases de moda, siempre prevalecen las costumbres, el prestigio de los antepasados, y de
ese modo se continúan en el tiempo la particularidad de cada sociedad.
Este análisis era brillante y justificado para el siglo XIX cuando la moda no había alcanzado la
penetración y extensión que en la actualidad, pero en el siglo XXI ya no se sostiene de manera tan
sólida cuando en nuestra cultura, nuestra economía y nuestra sociedad está marcada por el signo
de la seducción y lo efímero en toda su integridad.
La Forma Moda ha cambiado la relación entre moda y costumbre por primera vez en la historia
humana y esta es la novedad: nuestra sociedad funciona al margen del poder regulador del
Pasado, y el PRESENTE se convierte en la temporalidad dominante. Es el Reino de la Moda sea en
materia “de educación, de saber, de consumo, de deporte, de relaciones humanas, de ocio”;
“nuestros modelos están aquí y ahora, no detrás de nosotros”.
Actualmente no hay una alternancia de Tiempo de Tradición con Tiempo Moda, sino una
secuencia indefinida de momentos de moda.
Ya no son las costumbres ancestrales las que estructuran el comportamiento de las sociedades, el
espíritu tradicional deja paso al espíritu de la novedad. Hoy domina “Todo nuevo, todo bueno”, la
moda es nuestra ley, no solo en el saber o las técnicas, sino en nuestros propios valores: el
hedonismo, el goce material, la sexualidad desculpabilizada, el aprovechamiento de la vida.
El pasado es utilizado y recuperado en la moda y el arte, pero se lo utiliza como mezcla de estilos,
como patchwork, como reciclaje, traer el pasado para valorizarlo como presente: el reinado de lo
neo y de lo retro.
Inclusive el arte, que osciló entre la relación con el pasado sagrado y la ruptura de futuro, también
ha empezado a ser inundado por el tiempo presente. Muchos de los artistas más importantes de
nuestro siglo, como Damien Hirscht o Banksy, hacen arte efímero, arte destinado a ser disfrutado
ahora.
Las influencias sociales provienen cada vez menos de la pertenencia a clases, naciones o grupos de
edad. Los tiempos de la imitación cerrada y total, ha dejado paso a la imitación individual y parcial.
Se adoptan pequeñas influencias, a veces superficiales.
Por eso es un error creer que el tiempo de la Forma Moda es el de la uniformización de las
conductas. No estamos frente a una sociedad en la que todos se comportan igual, si bien hay una
tendencia a la homogenización del gusto y el modo de vida a escala global (oradando las culturas
locales) también hay un movimiento hacia la fragmentación de los estilos de vida, que no dejan de
diferenciarse entre las personas.
Se habla de una etapa hiperindividualista del hombre actual, pero sería simplista catalogar a esta
etapa como egocéntrica, narcisista y meramente perseguidora de placeres. Si bien el narcisismo es
el carácter central de nuestra cultura siglo XXI no es la dirección exclusiva, suelen aparecer luchas
sociales que reúnen a las personas detrás de un mismo objetivo. Nuestra sociedad
hiperindividualista no logró hacer desaparecer las luchas sociales, pero sí es cierto que esas luchas
ya no responden a un orden superior que las establece, como podría ser una ideología u
organización, sino que responden a instancias personales del conjunto de los individuos que
componen el movimiento social.
“El reino del Ego no se alza sobre el desierto de lo social, sino que ha colonizado la esfera de las
acciones colectivas”. Quiere decir que muchos de los movimientos sociales persiguen razones
particulares afirmadas en las identidades diversas, e incluso esos movimientos sociales recurren a
la imagen, al hecho espectacular, a los medios de comunicación, inclusive a la moda para
expresarse.
La Forma Moda ni genera un egocentrismo recalcitrante ni rompe todos los vínculos sociales, sino
que la sociedad se multiplica en átomos independientes, que somos cada uno de nosotros,
adoptando diversas formas de vida social. Esos átomos sociales, nosotros, nos reagrupamos en
base a preocupaciones individuales, a intereses comunes, a reivindicaciones concretas, a deseos
de ayuda mutua e identidad personal.
Este cambio ha generado también una transformación social: aumento de personas que viven
solas, gente que se queja de no ser comprendidas o escuchadas, reclamos por no poder
expresarse, sensación de que cada uno habla solo de sí mismo. El reino de la Forma Moda agudizó
el conflicto interpersonal, hay más autonomía privada pero también más crisis íntimas.
CULTURA MAINSTREAM 23
Cuando hablamos de consumo en el siglo XXI existe un producto ineludible de consumo que es el
que generan las tradicionalmente llamadas Industrias Culturales, que forman parte de las bases de
la Cultura-Mundo que ya hemos descripto. En palabras del sociólogo francés Gilles Lipovetsky
también se trata de industrias de la moda, y por ende funcionan en base a la renovación
permanente, la diversificación y un estrecho vínculo con el mercado. En ningún otro rubro como
en la Industria Cultural se observa tanto la inconstancia y la imprevisibilidad de los gustos.
Para tener una idea clara podemos decir que a mediados del siglo XX el tiempo promedio para la
explotación comercial de una película de cine era de 5 años aproximadamente, ahora es de menos
de un año y actualmente un programa televisivo puede ser levantado del aire en pocas emisiones.
En la actualidad el ciclo de ventas de un super-éxito musical no supera los seis meses y raros son
los libros de gran venta (llamados best-sellers) que están un año en las listas de más vendidos.
Cada mes una novedad musical empuja a otra, un libro empuja al siguiente, una película desplaza
a la que sigue, una serie sustituye a la anterior, en un proceso constante de obsolescencia
renovada.
Las expresiones culturales durante el siglo XX tomaron dos caminos, por un lado la llamada Alta
Cultura y por otro la Cultura Popular. La Alta Cultura estaba vinculada con sectores minoritarios de
alto poder adquisitivo y con producciones culturales consideradas de mayor nivel, perdurables y
de calidad, a las que se reservaba el título de “arte” (pintura, ballet, ópera, lírica, etc.); mientras
que la Cultura Popular se la consideraba reservada al consumo de la gente del pueblo siendo
consideradas esas producciones como de menor calidad o escasa trascendencia, algo así como un
mero “entretenimiento” (cine, radio, tango, folklore).
Las Industrias Culturales se fueron especializando en la difusión de esa Cultura Popular, ya que la
Alta Cultura se la consideraba por fuera de las relaciones mercantiles y de consumo porque al
estar destinada a ser consumida por minorías no hacía necesario recurrir a ninguna intermediación
para su acceso. De alguna manera los sectores sociales más altos accedían a la Alta Cultura
exentos del fenómeno de consumo por lo cual la Cultura Popular se transformó en contenido
básico de la industria cultural, como es el caso de la radio, el cine y finalmente la televisión.
Esta caracterización de la Alta Cultura como la verdadera cultura de calidad sin necesidad de los
medios de comunicación y la Cultura Popular como una expresión de menor jerarquía
especialmente relacionada con las industrias de medios, fue separando los conceptos de Cultura
(como sinónimo de Arte) y de Mercado, como si se tratase de elementos irreconciliables; a tal
punto que el célebre filósofo alemán Walter Benjamin consideró al cine como una expresión
cultural que no era arte, ya que no podía concebir que una obra de arte pudiera reproducirse,
siendo la característica central de la obra de arte su originalidad. La reproductibilidad de la obra de
23
Basado en el libro Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas, de Frederic Martel.
Esta separación entre cultura y mercado, que consideraba que el involucramiento de las
producciones culturales con el mercado solo era posible para las expresiones menores propias de
la cultura popular comenzó a ser revisado activamente a partir de los cambios operados a finales
del siglo XX, cuando la televisión, el cine, la literatura y la música se convirtieron en servicios de
altísima demanda por parte de la gente, enorme penetración espacial y alcance global; estos
cambios se consolidaron cuando los medios tradicionales comienzan a cruzarse a comienzos del
siglo XXI con los nuevos medios digitales emergentes de la Internet y sus modalidades de
intercambio; ya que las industrias culturales convirtieron en un producto de consumo a todas las
expresiones culturales, sin discriminar audiencias ni calidades, eliminando la distinción entre alta
cultura y cultura popular. A partir de entonces el mercado será el espacio común de ambas
expresiones culturales.
En todos los países del mundo, y obviamente en la Argentina también, los llamados consumos
culturales (películas, programas televisivos, espectáculos deportivos, libros, programas de radio,
música, etc.) representan gran parte de los consumos de las personas teniendo en cuenta el
tiempo y el dinero dedicado a ellos, todos los días consumimos gran cantidad de contenidos
culturales, más que cualquier otro producto o servicio, y ante esta realidad estamos viviendo una
verdadera guerra global por los contenidos entre las empresas que los producen.
La guerra por los contenidos se libra en los medios de comunicación con el objetivo de controlar
la información, en la televisión por dominar los formatos de los programas y en la cultura en
general por conquistar mercados en base a la difusión de películas, de música, de programas de
televisión, de series, de juegos y de libros, sumando a ellos un nuevo campo de batalla: la internet.
Estamos frente a una fenomenal disputa de poder que circula por los mercados de consumo con el
objetivo de imponer influencia a través de la cultura y la información, se trata del llamado Poder
Suave (soft power) 24 en el que se enfrentan países dominantes que pretenden, a través de la
producción de contenidos culturales, mantener su posición privilegiada generando significado en
los cerebros de las personas, así como también países emergentes que pretenden comenzar a
ocupar un lugar en el mercado de los contenidos culturales y países dominados que solo se
dedican a consumir contenidos producidos fuera de sus fronteras.
El llamado Poder Suave es la herramienta más utilizada por los países poderosos por imponer su
visión del mundo, pero también es la más adecuada que tienen los países que no son grandes
potencias económicas o militares para ejercer alguna influencia a nivel global, dando forma a la
imagen que se quiere transmitir de la propia cultura, e incluso para lavar la imagen de gobiernos
afectados por algún tipo de escándalo. Joseph Nye, politólogo estadounidense, lo ha definido con
la mayor claridad: “el Poder Suave se ejerce por medio de la atracción, no de la fuerza o la
coerción”.
En esa geografía los Estados Unidos ocupan el liderazgo a nivel global con el 50% de las
exportaciones mundiales en materia de contenidos culturales, seguido por una Europa en declive
con el 25%, y detrás de ellos un pelotón de países emergentes que comienzan a ganar porciones
del mercado, como es el caso de Japón, India, Rusia, Brasil, China, Corea del Sur, Egipto, Sudáfrica,
los países del Golfo Pérsico y Australia.
Habitualmente los países exportadores de bienes y servicios culturales también son grandes
importadores, con una sola excepción: Estados Unidos, que es el primer exportador pero tan solo
el quinto importador de contenidos, mientras que Europa es el segundo exportador pero el primer
importador de contenidos.
En este marco estamos hoy frente al fenómeno del llamado mainstream, entendiendo el concepto
de mainstream como el de una producción cultural que aspira a grandes audiencias con productos
dirigidos a la idea de una “cultura para todos” también llamada “cultura comercial” o “cultura
dominante”. El mainstream es lo contrario de la cultura de “nichos” dirigida a audiencias
pequeñas, a la contracultura, que es la cultura que va en sentido contrario a la establecida. El
manistream es la producción de contenidos culturales de alcance global y de consumo masivo.
24
Opuesto a la idea de Hard Power que estaría dada por la imposición de fuerza por medios militares o
económicos.
Si bien hay quienes entienden el mainstream como “cultura barata” y uniformizada debe quedar
claro que la cultura mainstream es la que llega a la mayoría de los hogares en todo el mundo y a
los dispositivos mediáticos de la amplia mayoría de la población global, programas masivos de
televisión, grandes eventos deportivos, ídolos musicales, películas de alta audiencia, libros best
sellers, etc.
El viejo concepto de Industria Cultural ha quedado superado para expresar esta realidad y
debemos comenzar a hablar de Industrias Creativas o de Contenidos, ya que las industrias de
contenidos culturales ya no funcionan como las viejas fábricas del siglo XX de producción en serie
e integrada por parte de un único productor, sino que funcionan como las empresas del siglo XXI, a
través de una red de centenares de medianas y pequeñas empresas independientes que aportan
su trabajo para alcanzar el producto final, cuya financiación es responsabilidad de la gran empresa,
que por lo tanto se lleva la mayor parte de los beneficios.
Como se ve no es cierto que toda la industria cultural esté en manos de los norteamericanos, pero
lo particular en este caso es que el origen de los propietarios de estas grandes empresas del
entretenimiento no inciden en el carácter de sus contenidos, ya que las películas, la música o los
libros que se lanzan al mercado tienen todos el sello del espíritu comercial estadounidense.
El hecho de que Estados Unidos sea por lejos el primer exportador de contenidos del mundo hace
que el resto de los países sientan la necesidad de evitar verse invadidos por la marea de películas,
música, televisión y libros norteamericanos, y por eso comienzan a generar proyectos de
producción de índole local. De todos modos hoy no es suficiente preocuparse por la invasión de
contenidos norteamericanos, ya que, depende de la región, otros actores se muestran igual de
poderosos, como Japón amenazando los mercados de Corea del Sur y Hong Kong, o China
intentando penetrar en los mercados de Japón e India, o México y Brasil avanzando sobre los
consumos culturales en toda Latinoamérica. Esto demuestra que Estados Unidos ha dejado de ser
el único actor que pretende hacer uso del soft power.
La nueva geometría de las industrias creativas, está conformada por dos líneas de acción:
• Intercambios Norte-Sur, cada vez más asimétricos, es decir con mayor fuerza de
penetración de los países centrales a los países periféricos, como es el caso de Estados
Unidos o Europa sobre Asia o América Latina.
• Intercambios Sur-Sur, dominados por algunos países regionalmente fuertes que venden
contenidos a países vecinos, como es el caso de Brasil o México en América Latina.
Desde 1990 las industrias del entretenimiento de los Estados Unidos se encuentran en la segunda
posición en materia de exportaciones del país solo detrás de los productos de la industria
aeroespacial, y dentro de sus productos el cine ocupa el lugar central. Hollywood difunde su cine a
105 países obteniendo los mayores beneficios en Canadá, Japón, Gran Bretaña, España, Alemania,
Francia, Australia, Italia y México, y en los últimos años debemos agregar a Brasil y Corea del Sur.
Un hito fundamental de la cultura mainstream se produce en el año 2000, ya que ese año por
primera vez la industria de contenidos de los Estados Unidos generó mayores beneficios fuera del
país que en su interior. Este dato que luego continuó creciendo llevó a la industria a plantearse
que sus producciones debían tener una perspectiva menos norteamericana y más universal, cosa
que incluso se observa en la diversidad de nacionalidades de los actores, los directores, los
músicos y guionistas que participan en los films del mainstream estadounidense, como ha sido el
caso de los directores y guionistas mexicanos Alfonso Arau, Guillermo del Toro, Alejandro
Gonzalez Iñarraitu y Alfonso Cuarón y los brasileños Jose Padilha, director, y Rodrigo Santoro,
actor.
El negocio del cine de los grandes estudios globales se basa en películas de gran presupuesto y
enorme difusión, llamados blockbusters o tanques 25, y una enorme cantidad adicional de filmes
“americanizados” en su estilo y temáticas, o bien, sin ser específicamente estadounidenses, de
estilo “universal”, en la búsqueda de captar el interés de cualquier tipo de público. Los franceses
hacen películas para franceses, los indios para indios, los argentinos para argentinos, pero los
norteamericanos hacen películas formateadas para el gusto de todo el mundo.
25
Películas tanque de gran presupuesto son por ejemplo Batman, Rápido y Furioso, Terminator, Los juegos
del hambre, Star Wars, Spiderman, Harry Potter, etc. etc.
De las 10 películas más taquilleras de todos los tiempos 9 fueron estrenadas entre el 2009 y 2018
(la restante en 1997), todas mainstream en las que invirtieron en promedio unos 200 millones de
dólares en la gestación de cada una de ellas, de los que el 60% se dedicaron a la promoción y la
publicidad, para recaudar un promedio de 1.700 millones de dólares cada una en todo el mundo.
Como se puede ver un éxito económico brillante.
Uno de los factores que Estados Unidos ha priorizado para fidelizar a las audiencias con las salas
de cine frente al embate de la televisión y la internet es generar espacios físicos agradables que
entreguen a los espectadores un plus a la película misma, la periferia de la que hablaba Baricco, en
la forma de climatización, seguridad, estacionamiento, comodidad y servicios como el del
consumo de bebidas y comestibles. Muchos multicines encuentran en la venta de pochoclo y
gaseosas más ingresos que en la propia venta de entradas, a tal punto que existen salas que tienen
exclusividad con Coca-Cola o Pepsi y en relación a ello se ha establecido que las películas de acción
generan mayor consumo de pochoclo que las comedias románticas o los dramas, y que el 90% del
consumo que realizan los asistentes a las películas lo hacen antes de comenzar su proyección.
Los multicines tienen un ordenamiento de estadio muy inclinado donde cada fila es más alta que
la anterior de manera que la visión sea perfecta y se genere una sensación de individualización y
por otra parte se instalan dentro de los grandes centros comerciales que constituyen en nuestro
siglo el espacio de reunión preferido de la gente. Además la cantidad de salas de un multicine
permite que los grandes tanques puedan programarse en varios horarios y atraer de ese modo a
los adolescentes, una franja de grandes consumidores de cine, que usualmente no programan sus
horarios.
En materia cinematográfica los grandes estudios, que llamaremos majors, cumplen la función de
bancos financiadores de los proyectos cinematográficos, lo cual les permite mantener el poder y
quedarse con lo más preciado del producto cultural: los derechos de propiedad intelectual, el
copyright; porque los derechos le permitirán después multiplicar el producto hasta el infinito en
diversos formatos y a través de diversos soportes para maximizar los beneficios.
1. Aparece un proyecto de parte de una productora que lo presenta en uno de los grandes
estudios (majors), este proyecto es analizado por el estudio y si lo aprueba le entrega lo
que se llama “Luz verde”, que habilita a comenzar la película. La Luz Verde significa que el
estudio ha decidido poner el dinero necesario para financias el proyecto.
2. El productor de la película establece contratos con el director, los técnicos, los actores, los
guionistas y centenares de personas que participan del proceso creativo.
Como decíamos los estudios ponen la plata pero en muchos casos ese dinero a su vez es aportado
por una red de inversores en el negocio: co-productores, cadenas de televisión que compran
derechos futuros, editores de videojuegos, webs de streaming26 para su futura difusión por
internet, ventas internacionales 27 y hasta subvenciones del gobierno de Estados Unidos que
promociona la producción de filmes.
La producción de una película mainstream desarrolla una serie de actividades previa a su estreno:
1. Definir el perfil de la audiencia, que suele tener como referencia los 25 años, hacia arriba o
hacia abajo. Lo más arriesgado es hacer una película para chicas menores de 25 años, ya
que los análisis de audiencia demuestran que mientras las chicas acompañan a los chicos a
ver películas de acción, los varones no hacen lo mismo con las chicas para ver películas
destinadas a ellas.
2. Desarrollar un Focus Group, que consiste en reunir una cantidad pequeña de personas
elegidas para plantearles una batería de preguntas relacionadas con el tema del film para
ajustarse al gusto del público.
3. Comenzar una campaña de difusión previa utilizando los programas de espectáculos de las
cadenas televisivas.
5. Utilización de internet lanzando los trailers en las redes, abrir páginas web y foros de
discusión que generen una reproducción viral y dar la sensación en el público de estar
formando parte de la creación del film, al tiempo que se comienza a vender los productos
derivados.
26
El streaming es una tecnología que permite visualizar videos por internet desde una base ubicada en una
web. La más conocidas actualmente son Netflix y Popconrtime.
27
Actualmente las películas tanques recaudan más dinero en el exterior que en el interior de Estados
Unidos.
Mientras que el arte regularmente se renovaba a través de lo que se dio en llamar “movimiento
vanguardista” que consistía en un movimiento de avanzada que rompía con la estética o el espíritu
de los contenidos vigentes en una época determinada modificando los cánones artísticos
imperantes hasta ese momento (como fueron el impresionismo, el surrealismo, el dadaísmo, etc.);
las industrias creativas por el contrario se renuevan en base a fórmulas ya probadas y seguras, las
“novedades” mediáticas no suelen producir rupturas sino continuidades de lo ya conocido y
probado en el éxito.
El cine mainstream hace intentos permanentes de innovación y cambio, pero una vez que una
película se vuelve exitosa se dedicará a la producción de secuelas, y ahora precuelas, que intentan
reproducir el éxito al infinito. Lo mismo pasa cuando un programa de televisión alcanza alto grado
de aceptación que intenta sostenerse sin cambios y hasta llega a sere convertido en un “formato”,
que se vende a otros medios con “seguridad” de éxito. En este sentido la renovación mediática se
asemeja a la de la forma moda, ya que se trata de una aventura sin riesgo aplicando variaciones
con pequeñas diferencias, como si se tratara de un Dorado sobre una Plataforma probada, por
ejemplo Spiderman, al que se le agrega sucesivamente un dorado para generar Spiderman 2,
Spiderman 3…
Entre los estudios majors se destaca Sony, uno de los seis grandes productores de la industria del
entretenimiento global, se trata de una empresa japonesa originalmente dedicada a productos
electrónicos que decidió incursionar en el negocio de los contenidos en 1989 cuando compró los
estudios norteamericanos Columbia, Tri Star y parte de MGM, al mismo tiempo que adquirió las
discográficas Columbia, RCA, Arista, CBS y Epic.
Pero no todo el cine mainstream norteamericano está formado por la producción de tanques de
gran inversión y éxito seguro, la mayoría de las películas no lo son, y muchas veces se promociona
a un grupo de contenido cinematográfico como cine independiente o indie, que es la categoría
bajo la cual se agrupan las llamadas “películas de autor”, que supuestamente tienen mayor nivel
artístico que los tanques, tienen menores presupuestos y priorizan las calidades por encima de las
recaudaciones, aspirando a audiencias más reducidas, que se encuentran en general fuera de
Estados Unidos.
Pero lo paradójico es que el cine independiente norteamericano no lo es tanto, ya que todos los
estudios que producen este tipo de películas están vinculados empresariamente con los estudios
majors, como el caso de Focus Features, que pertenece a Universal, Fox Searchtlight que
pertenece a Fox, Sony Classics que pertenece a Sony, Paramount Vantage que pertenece a
Paramount, New Line Cinema que pertenece a Warner, Miramax, DreamWorks y Pixar que
pertenecen a Disney.
El objetivo de que las majors “escondan” su responsabilidad en las películas independientes tiene
varias caras, por un lado conservar la imagen mainstream de los grandes estudios y por otra darle
un espíritu independiente a cierto tipo de películas en las que los actores gustan de participar; sin
perder de vista que muchas veces se cuida la imagen internacional de la película que puesta en el
exterior con el sello de un estudio independiente es mejor considerada.
Hay una clara distribución de trabajo entre los estudios majors y los independientes, los primeros
ponen el dinero y los segundos llevan a cabo los proyectos y ponen el toque artístico, se trata de
separar dos factores que a los ojos de cierto público son irreconciliables: dinero y arte.
El modelo Disney
Su idea es explotar al máximo la idea del mainstream creando desde obras de arte a espectáculos
de fuegos artificiales, pasando por películas, programas de TV, música, teatro, radio, espectáculos
para cruceros, juguetes, integrando elencos que salen de gira por el mundo pero adaptan esos
espectáculos a las particulares audiencias de cada país y comercializando la marca Disney como
franquicia. Todo esto se resume con la palabra sinergia, que significa que todos los productos
suman impulsando a los demás.
Se produce una película cuyos derechos pertenecen a Disney y a partir de allí comienzan a
desgajarse infinidad de productos derivados, esa película tiene música que se vende, luego se
editan los DVDs, al tiempo se realiza una serie televisiva, luego se transforma en un musical para el
teatro, un espectáculo para los parques temáticos, además de juguetes, prendas de vestir y otros
tipos de subproducto.
Por otra parte Disney es un enorme conglomerado económico que reúne no solo los estudios
Disney, sino también la cadena televisiva norteamericana ABC, una gran cantidad de parques
temáticos, los estudios Touchstone, Miramax y Pixar, la editorial de comics Marvel, numerosas
cadenas de cable como ESPN, teatros en Nueva York, centenares de Disney Store alrededor del
mundo, entre otros componentes.
Una particularidad de Disney es que también produce películas para adultos, con otra temática
diferente a la de su habitual perfil dedicado a los niños, y a los niños que los adultos llevan dentro;
pero para “proteger” su marca de las temáticas más comprometidas de algunas de sus
producciones los hace a través de dos estudios de su propiedad que son Touchstone y Miramax.
Disney logró revertir la relación de las comedias musicales para teatro y el cine, ya que lo habitual
era que primero se produjese una comedia musical en New York y dado su éxito fuera llevada al
cine, pero a partir del Rey León se invirtió el proceso y de allí en más el teatro comenzó a tomar los
contenidos del cine para convertirlos en comedias musicales.
Por todo esto es que Disney se ha convertido en el emblema de la cultura mainstream globalizada
con ganancias anuales superiores a los 4.500 millones de dólares.
De la misma manera que sucede con el cine la música también forma parte de la cultura
mainstream, ya que se consume masivamente de manera global, y también su producción se
encuentra concentrada en pocas empresas.
Cuando de música se habla los géneros son múltiples, pero existe uno que es el paradigma de la
música mainstream, que es el Pop, hacia este estilo convergen casi todos los géneros, desde el
rock hasta el jazz, desde la música latina al folklore, todos quieren ser Pop.
Es muy difícil establecer cuándo nace la música pop y quién fue su creador, lo que sí está claro es
que fueron las industrias de la música las responsables del armado de este género sin género de
carácter universal que es el pop. Hay quienes ubican el origen en el avance de la música negra
norteamericana gracias el sello Motown en la década de 1950 con artistas como Ray Charles o
Aretha Franklin, otros lo referencian con la aparición de artistas como Elvis Presley, The Beatles o
Tina Turner a partir de 1960, algunos la ubican en 1980 con el lanzamiento del canal MTV; pero
sea como haya sido el pop es un estilo indefinible, universal y de consumo global, lo que en el siglo
XX eran caminos diversos, el de la música realizada con pretensiones artísticas y el de la música
destinada a producir ganancias hoy confluye en el mismo punto: ser mainstream.
La estrategia final fue la vinculación de la música y las imágenes con la aparición del canal MTV en
1981. A partir de allí se convierte en el vehículo de difusión global de la música, y esencialmente
impone estilos como el soft rock y la música pop. MTV fue una apuesta y una revolución en el
mercado ya que obligó a la industria a ocuparse de la producción de videos y transformar la
música en imágenes. MTV convirtió en estrellas mundiales a figuras como Duran Duran, Madonna
y fundamentalmente Michael Jackson, que fue la figura que hizo a la cadena televisiva abandonar
el rock por el pop.
Fue tal el avance arrollador de MTV que incluso permitió popularizar un género de muy difícil
aceptación pública, como el rap, que cargaba con una serie de condiciones complejas: letras
conteniendo palabras soeces, temáticas relacionadas con cuestiones sociales o sexuales y autores
negros de clase baja muchas veces vinculados con el delito. Pero el rap también se convirtió en
mainstream merced a MTV, por eso puede decirse que esta cadena fue el eslabón que terminó
uniendo el mercado y la música.
El problema de MTV fue el mismo que destruyó a la industria discográfica tradicional: la llegada de
la digitalización y la internet. La aparición de la red de redes a nivel hogareño global y la web
Youtube terminó rápidamente con el dominio de MTV en el panorama del video musical y obligó a
la cadena televisiva a mutar hacia otros contenidos, también vinculados con las jóvenes audiencias
de entre 15 y 34 años pero esta vez por medio de los talk-shows y realitys abandonando el clip
musical.
El mejor ejemplo de este cambio lo evidenciará la década del 90 la transformación del grupo
Nirvana que surge como una banda alternativa y que a partir de la venta de su primer disco
Nevermind, del cual se esperaban vender 200 mil copias y se vendieron más de 10 millones, es
insertado masivamente en el canal global MTV y se convierte a Kurt Cobain en una estrella
mundial. Nirvana pasó a ser mainstream sin perder autenticidad cool.
En Argentina el rock nacional a partir de los 60 instaló la idea aceptada de que había dos vertientes
populares: la música comercial y la llamada música progresiva no vinculada al mercado; hoy esas
dos vertientes se han fusionado en una sola privilegiando la imagen, la actitud y el estilo dentro
del mercado; siendo Charly García quien mejor define este cambio en un verso de la canción “Dos,
Cero, Uno (Transas)” del disco Clics Modernos (1983): “El se cansó de hacer canciones de protesta
y se vendió a Fiorucci”, se refería a sí mismo y a una popular marca de pantalones jeans de la
época.
Decíamos que como en el cine el modelo de producción de la música es el mismo, pocos grandes
sellos majors con una enorme cantidad de sellos menores vinculados que suelen especializarse en
ciertos géneros. Los cuatro grandes de la música son Universal (Francia), Sony (Japón), EMI (Gran
Bretaña) y Warner (Estados Unidos), aunque en este panorama debiera agregarse un recién
llegado que se ocupa de gran parte de la distribución de música a nivel global: Apple con su
sistema ITunes, ya que con la crisis de la tradicional industria discográfica a partir de la evolución
de los intercambios por internet las empresas de la música se enfocan en la negociación de
diferentes formatos digitales para alimentar dispositivos como los celulares.
El mercado global del pop se digita desde muy pocas ciudades norteamericanas: Los Ángeles la
vertiente rock, Nueva York también el rock y el jazz, Miami los géneros latinos y Nashville la
música cristiana.
Las empresas han desarrollado diversas estrategias para imponer la música mainstream en el
mercado, y una de sus mejores tácticas es el llamado Playlist que consiste en generar una lista
limitada de temas, alrededor de cincuenta, que se repiten incesantemente en las radios,
especialmente contratadas para ello, y muchas veces emisoras que forman parte del grupo
económico de la discográfica.
El negocio de la música sufrió un durísimo golpe a comienzos del siglo XX con la aparición de los
intercambios de música digital por internet mediante el formato MP3 y las plataformas como
Napster o Emule, por lo cual la música grabada se debilitó de manera creciente debiendo derivar
el negocio hacia las presentaciones en vivo de los músicos, y la venta de música digital.
El fin de la crítica
Hubo una figura paradigmática en los medios de comunicación de todos los países en el siglo XX
que fue el crítico, la persona encargada de establecer cuáles eran las expresiones culturales que
merecían ser llamadas “artísticas” y cuáles no, qué películas o cuáles libros eran buenos o malos
en términos artísticos. Esta tarea que inicialmente se hacía predominantemente a través de los
diarios ha sufrido enormes cambios en los últimos años toda vez que la cultura comercial comenzó
a desbordar todos los géneros, los estilos y las disciplinas artísticas, transformándolas.
En este siglo el arte ha pasado de ser un “modo de ver” para convertirse en un “modo de hacer”,
de esta manera se masifica la posibilidad de hacer arte y se desjerarquiza la función de ver arte,
dañando de ese modo el status de autoridad que tenía el crítico en el siglo XX.
El nuevo horizonte mainstream reúne arte, medios y entretenimiento como objeto de análisis de
la crítica, y el crítico se va transformando en una especie de meteorólogo que indica por dónde
circulan las corrientes de moda del arte y el entretenimiento. La prueba de esta mutación está en
que los diarios hoy incluyen en la misma sección la televisión, el cine, la música y la literatura,
reunidos en base a la sección de “Arte y Entretenimiento”.
Según manifiesta el filósofo francés Jean-Luc Nancy el tiempo de la crítica coincidió con el tiempo
en que existieron reglas de belleza, la pérdida de un criterio concreto de belleza transformó la
crítica en algo muy dificultoso ya que debería poder establecer diferencias entre bueno y malo.
Por eso en este marco de difusión masiva de la cultura mainstream el crítico pierde importancia y
vigencia y comienzan a proliferar en las webs o aplicaciones los propios usuarios que recomiendan
consumo de contenidos según criterios propios, la recomendación viene a reemplazar al juicio
crítico, el influencer al crítico.
Incluso esta situación afectó a la crítica de libros, que dentro de los productos culturales siempre
mantuvo una jerarquía superior incluso al cine, la música o la televisión. Hoy los libros también
han perdido su diferenciación en géneros a la hora de la difusión y se reúnen en base a dos
grandes categorías: la ficción y la no-ficción, y los críticos literarios compiten hoy con los
booktubers de la red.
La distribución de los libros en los comercios donde se venden está vinculada a las necesidades de
la industria, ya que las grandes cadenas de librerías en todo el mundo, así como los
hipermercados, exponen los títulos que las editoriales les remiten mediante acuerdos comerciales
para que se exhiban en las puntas de góndolas o en las mesas de entrada del comercio. En
definitiva, los libros que se ponen en conocimiento del gran público son los que las grandes
editoriales multinacionales han decidido que sean best-sellers, y que finalmente lo serán, sin que
para ello intervenga el gusto de los libreros. El mismo modelo comercial que las editoriales utilizan
en las librerías y los hipermercados lo adopta Amazon en su gigantesca web global de venta de
libros, ya que aparecerán promocionados a primera vista los mismos libros que las editoriales
pretenden que sean éxito de ventas.
En Latinoamérica el consumo de contenidos culturales está dominado por Estados Unidos, con la
aparición de fuertes actores regionales como México y Brasil, aunque podría decirse que el
entretenimiento mainstream latino tiene su epicentro en Miami.
La cadena televisiva O Globo de Brasil es la sexta empresa televisiva del mundo y produce en sus
propios estudios enorme cantidad de contenidos, esencialmente sus telenovelas que se emiten
durante todo el día con hasta seis programas en el aire consecutivamente, siendo el primer país
que colocó en horario central de las 21.00 la emisión de la telenovela de mayor éxito, ya que
tradicionalmente era un producto que ocupaba las horas de la tarde reservado para las amas de
casa.
El mercado para las telenovelas brasileñas es muy amplio, tanto que exporta telenovelas a 104
países, siendo los más importantes los países latinoamericanos, Portugal y naciones de Oriente
Medio y el Magreb, a tal punto que han desarrollado temáticas árabes para apuntar a ese
mercado. Brasil ha hecho de las telenovelas su primer producto cultural de exportación y se
encuentra en estos momentos intentando ingresar también al mercado latino de Estados Unidos,
cosa altamente difícil ya que se encuentra dominado por las cadenas mexicanas.
Para las telenovelas argentinas además de países de la región también hay un importante mercado
en países de Europa Central y Oriental, como Rumania, Rusia, Polonia, Serbia y República Checa,
ya que suelen identificarse más fácil con los personajes a partir de su aspecto europeo más que
latino.
Actualmente el mercado de las telenovelas latinoamericanas está en auge y existe una altísima
competencia entre las producciones de Argentina, Venezuela, Colombia, Brasil y México para
participar en un mercado altamente rentable como es el de la población latina de Estados Unidos
compuesta por más de 50 millones de personas, lo que la constituye en la comunidad latina más
numerosa del continente solo superada por la población de México y Brasil. Hasta el momento el
liderazgo de Televisa mexicana es muy claro, pero otras cadenas argentinas y brasileñas intentan
penetrar en ese mercado, incluso con alianzas con empresas majors de Estados Unidos, como son
Sony, Warner o Disney que empiezan a invertir en producciones realizadas en Latinoamérica, fuera
de Estados Unidos, para ganar consumidores latinos dentro de Estados Unidos.
Hay que tener en cuenta que el mercado televisivo es diferente al del cine ya que no es
especialmente proclive a la exportación de productos terminados, llámense series, dramas o
telenovelas, puesto que se trata de realidades mucho más locales, salvo la excepción de los de
origen norteamericano. Por esa razón no son exactamente los contenidos sino los formatos los
que terminan siendo productos exportables, y en materia televisiva la compra y venta de formatos
está muy en auge: talk-shows, entretenimientos, realitys, concursos, series e inclusive formatos
de telenovelas.
Así como la producción televisiva en América Latina está muy diversificada en cada país de la
región, no sucede lo mismo con la música, ya que en este caso la producción de música para el
mercado mainstream se encuentra claramente concentrada en un punto, y no se trata de una
ciudad de ningún país latinoamericano, sino de Miami, la capital del Pop Latino. Las cuatro majors
de la música tienen una sede en Miami para la producción de artistas latinos que confluyen desde
todos los países del subcontinente e incluso desde España.
Originalmente la música que identificó a Miami fue la música cubana, por efecto de la gran
migración de población de Cuba que se concentró en la ciudad luego de la Revolución acaecida en
La Habana en 1959, pero se trata de una música de cubanos de Miami, diferente a la folclórica
música de la isla mucho más difícil de encuadrarse en un producto mainstream; aunque en las
últimas décadas no ha sido Cuba la fuente de inspiración de la música mainstream latina, sino
Puerto Rico, la cuna del reggaetón.
El reggaetón es una música urbana emparentada con el rap y el hip-hop, que se comienza a hacer
popular en Nueva York a partir de los inmigrantes boricuas y expandiéndose de la mano de los
millones de los latinos que viven en Estados Unidos logrando uniformizar los diversos estilos
musicales que se consumían según la procedencia de los latinos. El éxito de este género se explica
a partir de quienes lo consumen que son la segunda y tercera generación de los inmigrantes, es
decir, latinos nacidos en Estados Unidos. El reggaetón es la música que, como dice Daddy Yankee,
permite a la segunda generación sentirse latina. Cuando las empresas majors descubren el
fenómeno de esta música urbana inmediatamente la capturan para llevarla al mercado y
convertirlas en un éxito de la cultura mainstream, que llega incluso a ser consumida por no latinos
en Estados Unidos.
Miami es la ciudad elegida por la industria para ser epicentro del mercado musical latino, lo que
no quiere decir que no exista industria musical local en cada país, pero está reservada a géneros
muy propios como el tango, el rock nacional y el folklore en Argentina, el samba y la bossa nova en
Brasil o las rancheras en México; cuando se habla de pop latino, la Meca es Miami, y hacia allí
peregrinan los grandes ídolos como Shakira, Juanes, Alejandro Sanz, Diego Torres y Ricky Martin
ya que esta ciudad representa el trampolín de difusión no solo para el interior de Estados Unidos y
para el continente latinoamericano, sino también para Europa y el resto del mundo.
Latinoamericana tiene gran cantidad de ricas y profundas expresiones culturales, tiene cine,
televisión y música, pero no ha logrado establecer un sistema de mercado para esas producciones,
y en general se presenta un permanente espacio de competencia entre cada país. Las telenovelas
argentinas intentan penetrar en Colombia y Venezuela, las brasileñas en Argentina, las mexicanas
en Brasil, las venezolanas en Argentina y en México, etc. etc., cosa similar ocurre con la
cinematografía; y en esa disputa el mercado queda abierto para la incursión del más poderoso,
Estados Unidos, que es el único con la capacidad y penetración suficientes para ocupar este
mercado de más de 450 millones de consumidores.
La excepción nace en 2005 con una experiencia novedosa en Latinoamérica que es la creación de
la cadena televisiva Telesur, con sede en Venezuela y financiada por los estados de Venezuela,
Argentina, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Bolivia, y difusión gratuita por los cables de la
región. Su mayor visibilidad se produce a partir de 2009 cuando se realiza la cobertura del Golpe
de Estado en Honduras, ya que mientras la CNN lo muestra como un recambio institucional
normal, es Telesur la que mostrará al mundo la realidad de la ruptura institucional hondureña.
Así en los países del Golfo Pérsico se genera una fuerte industria cultural destinada al resto de los
países de la región intentando sostener los valores propios del islam, particularmente en materia
de relaciones familiares, sexualidad, mujeres e ideología política. En Oriente Medio el formato de
producción de la industria se origina en el Golfo Pérsico, que pone el dinero, pero se realizan en
Egipto, en Líbano o en Siria.
Al Jazira se puede captar en cualquier país de Asia y Medio Oriente con una simple antena
parabólica, pero paradójicamente está prohibida en Tunez, Marruecos, Argelia e Irak por sus
posiciones políticas enfrentadas con los gobiernos de estos países. Su posición independiente ha
hecho que sea fuertemente criticada por Estados Unidos y amenazada por los talibanes afganos, y
su objetivo es plantear una visión árabe-islámica de la realidad del mundo y especialmente de una
región tan convulsionada como el Oriente Medio y Cercano, la visión alternativa a la
estadounidense de la CNN, una verdadera batalla por el sentido, máxime luego del atentado en
Nueva York en setiembre de 2001 cuando se produce el mayor quiebre entre la región y el mundo
occidental.
En 2006 Al Jazira lanza la versión en inglés para su difusión en Europa y Estados Unidos
intentando convertir a esta cadena en un medio global de contenidos mainstream, no solo en lo
meramente periodístico sino incluyendo canales deportivos de alta audiencia que retransmiten
eventos internacionales así como el fútbol de las principales ligas árabes.
Un caso particular en Asia es el de Turquía, ya que es un país bisagra entre ese continente y
Europa, y pretende ocupar ese espacio de puerta del mundo musulmán con una síntesis de la
cultura europea e islámica, con una versión de la cultura musulmana mucho más moderada que
sin dejar de serlo tiene un claro estilo americanizado. Con una fuerte producción mainstream local
ha empezado a exportarla, comenzando por los países de Europa del Este, del Cáucaso y de
Oriente Medio, y ha logrado penetrar en el mercado latinoamericano.
En el resto de Asia la cuestión de la cultura mainstream está dominado por la presencia de dos
enormes mercados potenciales de consumo de contenidos culturales: los 1.300 millones de chinos
y los 1.200 millones de indios. Este fabuloso mercado potencial, uno de cada tres habitantes del
planeta, es apetecido por todos los conglomerados culturales, especialmente de los Estados
Unidos.
Los majors de Estados Unidos han intentado congraciarse con el mercado chino realizando
películas relacionadas con su cultura, como Kung-Fu Panda, Tigre y Dragón o La casa de las dagas
voladoras, pero aún estas películas tuvieron dificultades de distribución en China.
De todas manera la población china no está impedida de acceder a los productos culturales
norteamericanos ya que China es el centro mundial de pirateo de CDs y DVDs que se venden de
manera ilegal por todo el país, al mismo tiempo que la población adquiere antenas parabólicas y
decodificadores en el mercado negro y accede de ese modo a las emisiones televisivas abiertas de
los países vecinos del sudeste asiático.
El premio consuelo del mercado chino para las empresas multinacionales de contenidos ha sido
Hong Kong, ya que se trata de un especial territorio, muy occidentalizado y recién recuperado por
el estado chino en el año 2000 luego de que Gran Bretaña le devolviera su soberanía, de tal modo
que Hong Kong mantiene un status especial dentro de China en el que se le respetan muchas
prácticas comerciales prohibidas en la zona continental del país. Hong Kong es el centro del
Los intentos de penetración en el mercado chino de los gigantes mediáticos Sony y Fox fracasaron
estruendosamente luego de una década de intentos infructuosos. Las empresas mediáticas
gloables desistieron por ahora de involucrarse en China y comenzaron a fijar su vista en el otro
gigante asíatico, la India; y empezar a considerar que si bien Kung-Fu Panda no tuvo éxito como
estrategia de penetración en China, quizás si lo tuviera ¿Tu quieres ser millonario? para ingresar en
la India.
En la India las empresas culturales globales hallaron otro escenario, mucho más abierto a las
inversiones, con más posibilidades de obtener ganancias y casi ninguna censura, pero hallaron
también un problema diferente: la existencia de una formidable industria de contenidos locales
manejada por empresas indias, sobre todo en materia cinematográfica, el conocido Bollywood.
En la India la tarea para el poderoso complejo cultural norteamericano es muy grande si quiere
conquistar ese mercado, las estrategias deben incluir la producción de películas dirigidas al
mercado indio, con sus particularidades, como el idioma hindi, la presencia de sus dance & songs,
con sus melodramas, con una larga extensión de más de 3 horas con intermedios para charlar, que
el bien triunfe siempre sobre el mal, que se privilegie la realidad sobre la fantasía, ya que quienes
apostaron por productos estrictamente norteamericanos han fracasado, hay que “localizarse o
morir”.
La gran empresa de medios de la India es Reliance que produce cine y música, tiene multicines,
posee canales de TV abierta y por cable, radios, provee telefonía celular e internet, llega a toda la
geografía del país, y aspira también a convertirse en un jugador de alcance mundial. Por ejemplo,
ya tiene 240 cines en Estados Unidos, es accionaria de DreamWorks y participa activamente en
diversas producciones de películas intentando vender cultura mainstream en el corazón de la
cultura mainstream, y para ello cuentan con una ventaja esencial: es el país anglófono más grande
del mundo con la audiencia más grande del planeta y con millones de emigrantes indios viviendo
en Europa y Estados Unidos, y que sus productos son mucho más baratos que los de Hollywood.
Otro gran país asiático es Japón, que en principio parece una gran potencia global en materia de
contenidos, pero a poco de observar con mayor detalle se descubre que no lo es tanto. Podemos
identificar ciertos productos de exportación global, como los animé, el mangá y el J-Pop; pero en
lo que hace a los contenidos informáticos no es tan poderoso como parece porque maneja los
soportes y la distribución, telefonía y consolas de juego por ejemplo, pero no los contenidos.
Japón ha vendido muy bien los productos que carecen de identificación con el país pero no lo hace
tan bien con los fuertemente identificados con su cultura, como es el caso del arte y el
entretenimiento. La única excepción ha sido el manga y el animé, y en algún momento la
producción de videojuegos, que luego fue absorbida por Europa, más allá de eso todos sus
contenidos culturales eran consumidos localmente.
La música contemporánea japonesa se llama J-Pop, y como extensión también la música coreana
se llama K-Pop. El J-Pop tiene dos mercados, uno el mercado asiático al que se difunde como
música, y otro el Europeo al que llega como producto derivado de los animés, los videojuegos y las
series de televisión. El J-Pop ha transformado la tradicional cultura japonesa y se convirtió en el
contenido de exportación a toda la región asiática.
Fue a partir de 1990 cuando las industrias creativas de Japón decidieron modificar la estrategia y
“volver al Asia”, y con el apoyo del Estado japonés comenzaron a dinamizar su industria
cinematográfica, del videojuego y de la música. No fue casual que en la década del 90 Sony y
Matshuita se lanzaron a comprar industrias creativas en Estados Unidos como los estudios
Columbia y Universal.
Los fenómenos del J-Pop y el K-Pop son extraordinarios en materia de consumo mainstream,
donde alcanzan a centenares de millones de personas; ya que está destinada a toda la región
asiática utilizando la estrategia de que los cantantes, casi todos muy jóvenes y hasta adolescentes,
cantan en el idioma del lugar de difusión, incluso en mandarín para penetrar en China, y se han
convertido en contenido para los millones de celulares en poder de ciudadanos asiáticos. A tal
punto han logrado convertir a estos dos estilos en cultura mainstream que el 80% de la música
que se consume en Japón es propia, el K-Pop representa el 80% de la música que se vende en
Corea del Sur y el pop en ambas versiones asiáticas representa el 70% de la música que se
consume en Hong Kong, dejando muy por detrás los poderosísimos mainstream de la música
anglosajona.
El país que ha logrado capturar con más éxito el gusto de los consumidores asiáticos es Corea del
Sur, a través de sus series televisivas que respetan estos códigos sin por ello eludir situaciones de
En lo que respecta a Europa ha sido durante el siglo XX un líder en materia de producción cultural,
pero ya en el siglo XXI no ha hecho más que retroceder en el mercado global del entretenimiento,
por cuatro razones:
1. Los europeos ya no están solos y no es solamente Estados Unidos su gran rival en materia
de producción de contenidos culturales, sino múltiples países de diversas regiones.
3. La tradicional tendencia de los europeos por jerarquizas las expresiones de la alta cultura
en detrimento del entretenimiento de grandes audiencias que es el mainstream, al que
consideran de segundo orden.
4. No existe una unidad cultural europea, sino muchos fragmentos nacionales cuyo gusto es
diferente. Podría decirse que los países europeos tienen dos culturas, la propia y la
norteamericana.
De todas maneras ninguna parte del mundo se encuentra exenta de la marea del mainstream
norteamericano ya que las novedades tecnológicas en materia de redes y conexión, bajadas de
internet y copias de CDs y DVDs logran superar cualquier limitación que se pretenda, y hacen que
las películas, las series, las canciones lleguen a todas partes del mundo. Por eso la mejor forma
que tienen los países de protegerse de la avalancha global de contenidos con sello norteamericano
es generar sus propias industrias locales y potenciarlas.
De eso se trata Europa, de una multiplicidad de industrias locales sin una identidad europea
común, y que de ese modo queda expuesta a la penetración del mainstream norteamericano; una
especie de reproducción del modelo latinoamericano de no poder lograr establecer una industria
regional fuerte con identidad común.
La excepción más llamativa es la penetración global que tiene la industria del videojuego francés
en la figura de las empresas Ubisoft y Vivendi, esta última recientemente vendida al gigante
norteamericano Activision Blizzard, empresas que crean los juegos en Estados Unidos y los
fabrican en China, una estrategia parecida a la de la empresa norteamericana Epic Games aliada
con la china Tencent Holding. Así como hace la japonesa Sony con las películas y la alemana
Bertelsmann con los libros, los franceses producen videojuegos sin que se trate de videojuegos
con identidad francesa.
Nos queda una región del mundo por abordar, y es el África Subsahariana, cuyos verdaderos
mercados de productos culturales están en la calle con la venta de todo tipo de Cds, DVDs o libros
fruto de la piratería. Es Europa el canal fundamental de la cultura africana en base a su tradición
colonial, siendo las capitales del intercambio Londres y París a la manera de como Miami opera
con Latinoamérica. Cuando un artista africano sobresale, debe pasar por Londres o París para
alcanzar el resto del continente, en el caso de los anglófonos por la capital británica y los
francófonos por la francesa.
Quizás los únicos experimentos locales con posibilidades son los que se desarrollan en Sudáfrica y
Nigeria, ambos con una fuerte industria cinematográfica con penetración en los países de la
región. De todos modos hay una fuerte presencia sur-sur en África con intentos de penetración de
industrias creativas como la de Brasil y China, que compiten con Estados Unidos por ese mercado,
lo cual no es un buen augurio hacia el futuro para los europeos que todavía dominan los flujos
culturales africanos.
Finalmente cabe hacer un comentario sobre el impacto que las nuevas tecnologías y la conexión
en red global generan en el mercado global de consumo de contenidos.
La novedad actual es que los contenidos tienen una enorme facilidad para llegar a cualquier
persona en cualquier lugar del planeta. El formato digital ha cambiado el negocio cultural como lo
demuestra lo sucedido con la industria discográfica por efecto de la copia de CDs y el intercambio
de archivos vía internet, igual que lo que está sucediendo con el cine y las redes, y la mezcla que
hoy se produce entre la televisión por aire, la televisión por cable y ahora la televisión por
streaming, así como la aparición de los libros electrónicos para la industria editorial.
Las redes se comienzan a apropiar de la distribución de los contenidos, como lo explican Netflix,
Spotify o Amazon, o los formatos On-Demand. ¿Cuál será el futuro? ¿Qué pasará con los derechos
de propiedad intelectual? ¿Qué destino le espera a los servicios culturales que intermedian entre
contenidos y audiencias? ¿Se debilitará la cultura mainstream a partir de la fragmentación
temática que generaría la transmisión de contenidos por internet, o los productos mainstream
encontrarán en la red un canal aún más poderoso para su negocio?
SMART 28
La(s) internet(s)
Es casi una idea establecida en el pensamiento común que en todas partes las prácticas digitales
son iguales, las páginas también y que los usos se unifican, que todo está conectado y el mundo es
plano.
Pero la hipótesis de Fredric Martel es que no toda la Internet es igual. En Gaza, en La Habana o en
Sowetto son distintas; una internet de combate y emancipación, una internet de censura o una
internet de supervivencia, en cada caso.
La idea es que internet si bien es un fenómeno global no tiene una característica global sino local,
que la internet está territorializada, que sus características están marcadas por cada territorio.
Recordemos que China es un país en el que las libertades políticas y civiles se encuentran
marcadamente restringidas y controladas, y encontró un mecanismo para controlar los contenidos
de internet sin censurarla.
China es el único país del mundo que ha logrado construir un internet nacional de carácter
ofensiva. Con 500 millones de usuarios, la misma cifra que suman Estados Unidos y Europa juntos,
la internet china es una red potente, porque parte de la base de la desconfianza, y el objetivo de
evitar un Tianamen digital 30, lo que busca es ganar la batalla digital.
China intenta evitar que internet se convierta en una vidriera de libertades para su población para
lo cual desarrolla una política ofensiva no basada exactamente en la censura tradicional, sino que
el corazón del proyecto es la territorialización de la red y el afianzamiento del nacionalismo chino.
Para ese objetivo lo que ha hecho China es construir una Internet paralela, propiamente china. Y
para ello se ha valido de la experiencia de la Internet conocida, y de ese modo existe un Facebook
propio llamado Renren, un Twitter chino llamado Weibo, un Youtube propio llamado YouKu, un
28
Extraído de Martel, Fredric, Smart. Buenos Aires, Taurus, 2015
29
Se llama Soft Power a la aplicación de la comunicación, medios tradicionales y nuevas tecnologías, para el
control social y eventualmente el dominio cultural sobre otras sociedades.
30
En 1989 se produjo una revuelta estudiantil en la Plaza de Tiananmen, en Beijing, en reclamo de mayores
libertades políticas y públicas. El episodio terminó con una sangrienta represión militar sobre miles de
jóvenes con el resultado de un número nunca definido de muertos, heridos y encarcelados.
Mercado Libre llamado Alibaba, y un Google chino llamado Baidu, todos ellos funcionando y con
centenares de millones de usuarios.
Indian Technologies
El corazón del modelo de la India es la suma de offshoring con outsorcing, es decir deslocalización
y tercerización. 31
Por ejemplo, Yahoo deslocaliza en India sus actividades de programación y subcontrata esa tarea
en una cantidad de pymes indias. Así de los 7 mil empleados que trabajan para Yahoo en la India,
solo 3 mil son empleados de Yahoo el resto son de empresas tercerizadas que no pertenecen a
Yahoo.
Este proceso se llama bangalorización de una empresa 32, consistente en deslocalizar servicios en la
India pagando salarios entre 5 y 10 veces menores en condiciones de tercerización.
El call center ha sido una especialización de cientos de miles de trabajadores indios gracias al uso
del inglés, pero últimamente los call centers se han trasladado a Filipinas o Indonesia, que también
hablan inglés pero que cuentan con menores costos laborales aún.
A cambio de esto los jóvenes indios han elevado sus aspiraciones, que ya no se contenta con un
puesto de operador telefónico. India es el país que produce más ingenieros de habla inglesa fuera
de Estados Unidos, 4.300.000 indios se gradúan cada año en la universidad, 1.300.000 de ellos son
ingenieros en diversas ramas informáticas.
Con este marco formativo la India no se propone competir con los chinos por la fabricación de
dispositivos, sino que aspiran a quedarse con el negocio del software, tanto así que ya existe una
colonia de profesionales indios en la propia Sillicon Valley de Estados Unidos. Pero como los indios
han decidido adaptarse a todo y sobrevivir en el mundo digital, construyen su modelo rompiendo
con la dependencia única de Estados Unidos y abriéndose a Europa y Asia, para ir modificando
31
En la economía de hoy se llama deslocalizar una empresa a llevar la fabricación del producto a otro país
buscando reducir costos, y tercerización es subcontratar algún tipo de servicio o tarea en lugar de tener
empleados propios que lo hagan.
32
Por Bangalore, o Bengaloore en su nombre indio, la ciudad tecnológica de la India.
El futuro tecnológico de la India está en el llamado SMAC: Social Media – Mobile – Analytics –
Cloud (Red Social – Celular – Análisis – Nube). Quieren dejar de programar y pasar a crear, aportar
valor, hacer una deslocalización más inteligente que no solo aporte trabajo sino también
conocimiento e innovación.
El Regulador
Desde que en 2013 un analista privado al servicio de la agencia de inteligencia norteamericana
NSA, Edward Snowden, sacó a la luz las actividades de control que la NSA ejerce sobre
prácticamente la totalidad de las comunicaciones del planeta, esta agencia de espionaje se
convirtió en la bestia negra de todos los que quieren una internet neutral y libre, pero mirándolo
bien Google puede ser mucho peor que los espías de la NSA.
Google manipula los resultados de su buscador, y lo mismo hace con Youtube, y Android no hace
más que agudizar el problema, a lo que debemos sumar Google Maps, y Facebook se ha
convertido en un problema global en materia de archivo de datos personales de cientos de
millones de personas en todo el mundo.
El secreto de Google está en la utilización de datos privados con fines comerciales, un verdadero
espionaje privado, una NSA privada, en la que ni siquiera se puede asegurar privacidad en el uso
del Gmail.
El pecado original es el grado de crecimiento de Google, que constituye una empresa con posición
dominante en el mercado de la red digital y que el gobierno de Estados Unidos dejó que se
construyera. Ahora que el “monstruo” está vivo es muy difícil desarmarlo, ya que no existe en
Estados Unidos un organismo estatal que pueda hacerlo, ni siquiera el Congreso, donde la bancada
republicana no ve mal los monopolios, ni tampoco en la Casa Blanca, ya que Google es uno de los
grandes contribuyentes a las campañas políticas de todos los candidatos presidenciales.
En Estados Unidos la capacidad de regular el sistema de comunicaciones es muy leve, existe lo que
se puede llamar un “regulador impedido”, baste recordar que a comienzos de siglo una acción
legal del gobierno norteamericano logró que Microsoft liberase su sistema Windows del
monopolio del navegador Explorer, hoy la capacidad de Google es muchísimo mayor que lo que la
de Microsoft en 1999 y no hay ninguna acción legal de parte del gobierno norteamericano para
impedirlo.
Entre otros factores negativos que tienen los monopolios es que conspiran contra la innovación ya
que impiden el crecimiento de pequeñas empresas, que en materia de tecnología de
comunicaciones son los gérmenes del cambio y las incubadoras de novedades.
De la Cultura al Contenido
El intercambio de archivos pareció herir de muerte a la industria discográfica a comienzos del siglo
XXI, aún cuando tuvo éxito en sus reclamos ante los estrados judiciales y compañías como Napster
tuvieron que cerrar, la capacidad de intercambiar gratuitamente archivos digitales de música no se
detuvo.
Pero con mucho esfuerzo la industria musical se acomodó a lo digital, y hoy existe un sistema de
oferta legal de música digital de amplio éxito.
1. la radio digital gratuita, lineal y sin descargas, que tiene publicidad y paga derechos de
autor;
3. los servicios de acceso a música ilimitada pagos, con descargas a través de una aplicación
(como Spotify o Pandora).
Youtube fue en su momento uno de los factores que amenazó la industria de contenidos
audiovisuales, pero hoy su modelo de negocio permite abonar el 50% de sus ingresos por
publicidad a la industria de los contenidos, y todo hace suponer que su evolución alcanzará
modelos parecidos a lo que son Spotify o Netflix.
El usuario también ha comenzado a cambiar su modo de pensar, ya que desde que Napster generó
el convencimiento de que “la música es gratis” ha habido grandes cambios y actualmente una
plataforma como Spotify parece la tabla de salvación de la Industria. Muy pronto los ingresos por
pagos de abono de servicios streaming de música alcanzarán la cifra que significaba la venta de
CDs cuando se produjo la debacle. Spotify ya ha pagado a la Industria Musical la suma de 1.000
millones de dólares en derechos.
Los viejos productos culturales se han ido transformando en servicios, flujos y suscripciones. La
música ha dejado de ser un objeto que se posee para transferir a ser un acceso mediante el cual se
puede escuchar desde múltiples dispositivos y dónde uno se encuentre.
Lo mismo podemos decir de los libros e incluso de las películas. El futuro del mercado de cultura
está en el acceso por suscripción y no en la apropiación por compra. Hemos pasado de los
productos culturales a los servicios culturales en una mutación esencial, en la cual el contenido se
puede adaptar a todos los soportes y a todas las plataformas.
Tal es el grado del cambio que hoy estamos frente a un boom de consumo de servicios culturales:
Spotify, ITunes, SoundCloud, Movistar +, Netflix, Amazon Prime, HBO, Hulu, y muchos más.
Si uno observa la web se encuentra con fenómenos paradójicos como el de la música clásica y el
jazz. La música clásica solo representaba un 3% de la venta de música grabada a fines de los
noventa, frente al 33% que constituía a principios de los sesenta. Hoy la música clásica representa
el 10% de la venta de accesos en ITunes lo cual la pone en franca situación de recuperación.
Inclusive es tal el avance del streaming que la vieja radio herziana parece estar en vías de
extinción.
GAFA
Las llamadas empresas GAFA (Google – Amazon – Facebook – Apple) ingresan al mercado de
manera arrolladora, y cuando abordan algún sector antes inexplorado lo hacen de manera
disruptiva.
La relación de las GAFA es solamente conceptual, las une su carácter de ser digitales y
norteamericanas, inclusive entran en conflicto y competencia entre sí: Apple y Google en los
celulares, Amazon y Apple en las tablets, en la música y los libros electrónicos, Amazon y Google
en el comercio electrónico y la nube, Facebook y Google en la redes sociales, el video y la
fotografía. Pero sus diferencias no evitan que se reúnan cuando es necesario para defender su
terreno común, y su terreno común es la cultura desmaterializada.
Las espectaculares infraestructuras de Google, Facebook, Amazon y Apple revelan una de las
condiciones más espectaculares de la cultura del futuro que es la desaparición de los productos
culturales a manos de los servicios culturales, y en este aspecto el grado de avance de las GAFA las
puede convertir no ya en las más importantes empresas en este aspecto, sino en las únicas.
Así las páginas de comercio online ofrecen a los clientes productos que no suponían que les
interesaran, y los servicios de venta de libros a sus lectores libros que no conocían que existieran,
y ya no son los lectores los que lee libros sino los libros los que buscan lectores para ser leídos.
Este formato no solo es de las GAFA, lo usa Netflix, lo usa Spotify y hasta las páginas que ofrecen
cursos académicos o viajes turísticos.
Una particularidad del mercado online es que es un rubro que si bien tiene carácter global se
encuentra altamente localizado, ya que la casi totalidad de los consumos que se realizan se hacen
en relación con ofrecimiento locales.
La recomendación
Como ya hemos visto en este mundo digital no solo desaparecerán los productos culturales,
también lo hacen los críticos, que están siendo reemplazados por la recomendación.
La recomendación es lo contrario a la serendipia 33, ya que no es que encuentro algo buscando otra
cosa, sino que no busco nada y lo encuentro igual.
Existe una fuerte tendencia a la desintermediación, que es el fin de los intermediarios, entre ellos
el crítico cultural que tenía como función decirnos qué película o qué libro merecía verse, o que
nuevo álbum musical escucharse.
Amazon es capaz de suponer qué literatura te gustaría leer no solo por el almacenamiento de
datos de tus búsquedas o tus lecturas anteriores, sino a través del registro que deja el mouse en el
lector Kindle de libros electrónicos. Amazon puede identificar si te saltaste algún capítulo en la
lectura, si has releído otro o bien si te detuviste en alguna parte en del libro o si abandonaste su
lectura.
Del mismo modo los artículos periodísticos son ordenados ahora por la cantidad de lecturas que
tienen y no por su calidad según algún crítico especializado.
La única de las GAFA que no tiene motivación de convertirse en mediadora directa de sus usuarios
es Facebook, que para ello realiza acuerdos comerciales con plataformas como Netflix, Spotify,
Mercado Libre, Despegar, y otras que ejercerán de mediadores dentro del muro. Es lo que ha
comenzado a llamarse F-Commerce en lugar de E-Commerce. Incluso Twitter comercializa los
datos de los millones de tuits que publican sus usuarios.
Gran parte de estos cambios se deben al invento de las llamadas cookies, ideadas en 1994, que es
un pequeño archivo que se instala en el navegador del usuario y registra información de su
navegación, es lo que se llamará el Social Marketing, con una publicidad que, a partir de los datos
del usuario se vuelve sincrónica y geolocalizada, porque no hay que perder de vista el avance de
navegación de los celulares que van dejando detrás a las PC y las tablets.
Actualmente la Industria Cinematográfica de Estados Unidos tiene más ingresos por su explotación
fuera que dentro del país, y el gusto del espectador medio en el mundo se va acercando cada vez
más a ese híbrido que representa el cine norteamericano, entre lo local y lo global.
33
Se llama serendipia al fenómeno de encontrar una cosa casualmente cuando lo que se buscaba era otra
cosa. Es habitual en las investigaciones científicas por ejemplo.
El problema es que el gran negocio del cine estadounidense no es la sala sino el consumo en el
hogar, lo que se llama el Home Entertainment. Las películas que pasan inicialmente por la sala de
cine, luego llegan al DVD, más tarde al cable codificado, luego al cable generalista, y más tarde a
los aviones, la hotelería y el consumo sin restricción.
El problema es que la realidad digital rompe este camino contractual que tenían las películas hasta
hace poco tiempo, ya que la venta de cine en DVD se ha desplomado, aún cuando la venta online
ha tenido su crecimiento, aunque menor.
Allí es donde entra el “problema Netflix”, que por el momento sigue respetando la cadena de
sucesos y presenta sus películas con suficiente tiempo de retraso respecto a los estrenos en salas,
y para evitar que este modelo destruya el negocio, Hollywood se ha decidido a hacerlo suyo, y por
eso comienzan a aparecer otras empresas al estilo Netflix, propiedad de los estudios majors como
es el caso de Sony y Disney. Como contrapartida Netflix y HBO producen sus propias películas y
series convirtiéndose en verdaderas nuevas majors.
Game Over
Disrupción es la palabra de moda que se usa para expresar la alteración que genera en cualquier
escenario el fenómeno digital.
Así como el cine, el libro, la música y la televisión debieron replantear su modelo de negocio, el
videojuego, que pese a que tiene una naturaleza propiamente digital, no escapa a la disrupción.
En Bengaloruu, la India, se desarrollan gran cantidad de los mejore juegos que se consumen en el
mundo, han pasado de la deslocalización al desarrollo completo de juegos, y la India no es el único
caso, otros países de Asia están en el mismo camino. Incluso hay casos de juegos que Estados
Unidos deslocaliza en Singapur y Singapur deslocaliza en la India.
El caso de China es otro muy especial, ya que hasta hace poco tiempo estaba aislada y solo se
utilizaban los juegos gratuitos de PC, y culturalmente se desalentaba el uso de videojuegos, en
cambio hoy varias empresas chinas producen juegos de video y el gobierno los protegió, mediante
la censura, del ingreso de juegos japoneses o de Estados Unidos.
El objetivo chino es lograr superar a Estados Unidos, Japón y Europa en lo que son los juegos para
celulares, ya que en el mercado de las consolas eso ya es imposible. China puede desarrollar
fácilmente sus juegos desmaterializados para celulares en base a la construcción de su propio
internet local con redes como Weibo (equivalente a Twitter), Renren (Facebook) y YouKu
(Youtube).
Hay que tener en cuenta que el mercado de los videojuegos a nivel global supera actualmente al
del cine en las salas y al de la música, siendo el fenómeno Fortnite el último caso que expone esta
importancia, con más de 100 millones de usuarios y 2.000 millones de dólares de ganancias, hasta
el punto de que un gigante como Netflix considere a los videojuegos de este tipo como su
Japón también está actuando desde el propio Estado impulsando el renacimiento de su industria
de videojuegos intentando regresar al liderazgo, apuntando sus contenidos al mercado asiático. Es
que Japón no quiere limitarse a ser el líder del mercado de consolas, con Sony y Nintendo, ya que
ha perdido el tren en lo que hace a la producción de juegos a manos de Estados Unidos, Canadá y
Francia.
Epílogo
El internet es un fenómeno global, que permite un acceso global a contenidos, pero cuya lógica de
éxito se asienta en su territorialización, es decir, en responder a las particularidades locales de los
usuarios. Un ejemplo de ello es el avance que tienen los celulares como dispositivos de acceso a
internet, siendo los celulares dispositivos de arraigo local.
La aparición e imparable crecimiento de la Internet de las Cosas (IoT) hará que esta
territorialización se vaya agudizando, y a diferencia de la vieja internet basada en la PC de
escritorio los smartphones suman a esa territorialización a través del fenómeno de geolocalización
del dispositivo, que lleva a establecer contenidos íntimamente ligados al lugar por lo que deberá
entenderse a la Aldea Global de Mc Luhan no como un mundo único sino como un lugar de
conexión planetaria con persistencia territorial.
Somos un haz de identidades: somos hombre o mujer, somos de una determinada religión,
pertenecemos a una etnia, tenemos una posición social, hablamos una lengua, ejercemos una
profesión, tenemos una determinada idea política, y todas estas identidades compiten entre sí,
por lo que reducir a una persona a una única identidad estándar sería simplificarlo. En internet
esas múltiples identidades se despliegan, porque internet es el territorio de la diversidad más
diversa.
De todos modos hay un grave problema, los contenidos de internet están territorializados y
dispersos, pero las herramientas, conexiones y plataformas están nucleados en Estados Unidos,
altamente monopolizadas, sin posibilidades de control, y esto es mucho poder.
Frente a esto quizás exista un antes y después de Snowden. Las revelaciones de Edward Snowden
en 2013 sobre el grado de control que el gobierno norteamericano tiene sobre la privacidad de sus
ciudadanos, y de los del resto del mundo, seguramente ha impactado en la población y generado
una toma de conciencia respecto a su actividad y conducta en la nube.
Comienza a circular la idea de una “soberanía digital”, para ello se piensa en relocalizar datos, pero
es muy difícil de llevar a cabo y muy fácil de hacerlo fracasar, ya que los datos pueden duplicarse
fácilmente y no existe infraestructura mayor para este objetivo que la de las GAFA. Por otra parte
no es que solo los GAFA dependen de los datos, cualquier otro formato nacional, sea Orkut en
Brasil, Daylimotion en Francia o Baidu en China dependen para su desarrollo de la captación de
datos privados.
PUBLICIDAD 34
Introducción
Decíamos que todos los estratos sociales, del más alto al más bajo, hace valer su propia elección a
la hora del consumo, el poder cultural de LO NUEVO, el gusto por lo nuevo, acceder a las
posibilidades de elección entre las opciones presentadas.
En este contexto la publicidad parece una actividad con excelente porvenir ya que las marcas se
encuentran instaladas en prácticamente todo nuestro entorno. La publicidad, una forma
socialmente legitimada de comunicación ha logrado acceder a una consideración artística, ha
ingresado en los museos y las exposiciones, en los concursos y los ciclos de exhibición.
La publicidad inclusive ha dejado de estar ligada solo a los productos y se ha involucrado con los
gobiernos y los partidos políticos, generándose la forma de publicidad de servicios, de causas de
interés general y también de promoción de candidatos políticos.
Con la publicidad la comunicación queda incorporada a las redes de la Forma Moda, ya no como
una herramienta de manipulación sino como un factor más de lo superficial y de la seducción. Se
basa en un arma clave: la sorpresa. La publicidad debe ser una comunicación inesperada y para
ello se vale de la originalidad, el cambio permanente y el mensaje efímero.
La idea de que la publicidad es una afirmación con visos de certezas ya no responde al modelo
actual, hoy se prefiere más que una publicidad que afirma una supuesta verdad basándose en el
humor, el asombro o la diversión. Se busca una comunicación publicitaria chispeante, delirante,
fantástica, extravagante, conceptos todos que se resume en uno: CREATIVA.
De este modo la publicidad de hoy convierte productos en “seres vivientes” y crea marcas con
“personalidad” y “carácter”. No se trata de enumerar las prestaciones y las ventajas de un
producto o un servicio sino comunicar la “personalidad de marca”, humanizar la marca, darle un
“alma”, y de eso se encargarán el marketing y la publicidad.
A las audiencias las seduce una publicidad original y espectacular, donde la realidad quede
suspendida momentáneamente. La publicidad debe poetizar el producto, la marca debe idealizar
lo que es ordinario, y como la publicidad está destinada a SEDUCIR, el arma fundamental es la
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Extraído de “La Publicidad Cuenta su Historia” de O. Aprile, A. Borrini, M. Daschuta y J. Martinez. La
Crujía, Buenos Aires, 2009
Para seducir todo tipo de recursos son utilizados: juegos de palabras, aliteraciones (repetición de
un sonido en una misma frase de forma reiterada), redoblamiento de sílabas (como si se tratase
de lenguaje infantil), doble sentido, oximorones (frases que contienen conceptos contrapuestos
entre sí), filmes emotivos o fantásticos. La publicidad no se limita al sentido de realidad,
transgrede los límites de lo real en su creatividad.
Al igual que la moda la publicidad está hecha para ser olvidada, es un producto biodegradable,
desaparece sin dejar rastros.
o una primera postura que entiende a la publicidad como un instrumento que dirige y moldea
las necesidades de las personas, que guía los comportamientos desde fuera y trampea la
libertad de los consumidores. Esta postura entiende a la publicidad como coerción, como
presión, como elemento que fuerza la voluntad de las personas más allá de sus deseos
o una segunda postura, más novedosa, que vincula a la publicidad con la comunicación, y por lo
tanto con la seducción y con la diversión lúdica. Esta segunda postura entiende que la
publicidad no intenta reformar al hombre y sus costumbres, sino que lo toma tal cual es,
incentivando una sed de consumo que YA existe a partir de las ideas de bienestar y de
innovación, proponiendo continuamente nuevas necesidades.
Por eso es que la publicidad no solo se limita al terreno del consumo, sino que cada vez es más
utilizada a fin de promover cuestiones sociales como la toma de conciencia de los ciudadanos y un
cambio de actitudes sobre diversos temas de trascendencia como el consumo de drogas, de
alcohol, la violencia de género, los accidentes de tránsito, el sexo seguro, etc. En estos casos las
campañas no recurren al adoctrinamiento sino al humor y la ocurrencia, intenta no proclamarse
como la palabra JUSTA o VERDADERA, sino que se ocupa de sugerir a ciudadanos conscientes la
gravedad de estos problemas, en sintonía con una sociedad que valora el encuentro, la
flexibilidad, el cambio, la autonomía, una sociedad que cree más en la autocorrección de las
conductas que en el adoctrinamiento.
En estos casos, al igual que en las publicidades de productos, no se trata de crear lo que no existe
sino de impulsar comportamientos que de algún modo están latentes en la sociedad, pero
insuficientemente practicados.
Pero sea cuál sea la postura frente a la publicidad debemos coincidir en que su peor condición es
la de intentar hacer comprar tal marca, un dato vital para las empresas pero totalmente menor
para la vida común de las personas. Por eso el “poder” de la publicidad es superficial,
momentáneo, un instante en el que el público asume la novedad sin demasiado compromiso, un
poder sin consecuencias, por eso no suena demasiado real la acusación que se hace a la publicidad
de ser una expresión totalitaria.
La publicidad no tiene esa fuerza que se suele suponer, la de aniquilar la reflexión, solo tiene
poder en el “tiempo efímero de la moda”. Se dice que aplana los cerebros, que uniformiza los
gustos, que atrofia la facultad de juzgar de las personas; pero lo único cierto es que la publicidad
puede generar mayores ventas de un producto, apoyándose en la cultura del consumo y la
búsqueda urgente del placer, porque solo gracias a este aspecto hedonista de nuestra cultura
actual se activa la búsqueda de personalidad y autonomía, porque la publicidad intenta promover
la individualización.
La publicidad puede generar en un principio cierta masificación del gusto, pero a mediano plazo
estimula la desestandarización, la búsqueda de la diferencia, de lo distintivo de cada uno. Actúa
sobre el deseo provocando su apertura y su urgencia, un deseo móvil y abierto, engendra el deseo
moda y deja atrás la culpabilización por el consumo, glorifica las novedades, desculpabiliza la
compra, libera el fenómeno del consumo.
En Estados Unidos ya en 1950 comienza a adaptarse la comunicación política con los principios, las
técnicas y la estética publicitaria. El marketing comercial cede sus instrumentos al marketing
político, y así como el marketing comercial no intenta lavarle el cerebro a nadie sino vender un
producto, el marketing político no intenta convertir ideológicamente a nadie sino de vender un
candidato.
Para dar forma a esa seducción se recurre a la vida privada del candidato, a las entrevistas suaves,
la atracción emocional, la sonrisa, el estilo. Se recurre a la creatividad y el humor del publicista con
una clara tonalidad afectiva y emocional. No es suficiente decir “la verdad”, sino que hay que
decirla con imaginación y humor. De nuevo, no se persigue la Verdad sino ser Creíble.
Se pretende un político que moldee una personalidad mediática, no se acepta que no sea seductor
y distendido, se da forma a la política espectáculo.
La política espectáculo tiene dos vías de análisis posibles: la primera pensar que elude los
problemas de fondo, sustituye las ideas por el encanto personal y la emoción por sobre el
razonamiento, infantilizando al ciudadano que se descompromete con la vida pública. Los
discursos políticos según esta perspectiva se vuelven lavados, se eluden los temas importantes de
tal manera que todos los candidatos, de derecha o de izquierda, parecen decir lo mismo, porque
no importa mucho el contenido de los discursos sino la forma.
El segundo análisis posible prefiere ver que la seducción contribuye a fortalecer las instituciones
democráticas, ya que al aportar una forma espectacular para la comunicación el discurso político
se hace menos aburrido, menos “extraño”, más atractivo; lo cual aumenta el acercamiento del
ciudadano a la política. La Forma Moda según esta segunda perspectiva, entra de lleno en esta
perspectiva sobre la comunicación política ya que amplía la difusión de lo político, la seducción
suavizaría los debates, bajaría a los políticos de los pedestales y los acercaría al común de la gente.
Consideraciones Generales
Sin la participación de los Anunciantes, las empresas productoras, no sería posible ni la publicidad
ni la supervivencia de los medios.
Si faltan las Agencias de Publicidad, si bien carecería el proceso del aporte profesional, es el único
componente del que podría prescindirse.
Definiciones
• La Publicidad no crea las ventajas del producto, solamente las refuerzo (William Bernbach)
• Es más fácil escribir diez pasables y efectivos sonetos, que crear una publicidad efectiva
(Aldous Huxley)
Si bien hay quienes retroceden hasta la antigüedad para buscar el inicio del uso de la publicidad,
podría decirse que la primera época dorada fue durante la belle epoque en Francia, entre 1890 y
1914, con el llamado “afichismo francés” en el cual se unieron la expresión publicitaria con el arte,
generando lo que en su momento se llamó arte para pobres.
Esas expresiones artísticas del afichismo no tardaron en llegar a la vía pública de la Argentina del
Centenario, económicamente rica y pujante, los propios artistas franceses se ocuparon de darle
relieve a anuncios como los de la bebida Bilz, las zapatillas Langosta y sobre todo para Geniol, con
su famosísima Cabeza Torturada del no menos famoso analgésico.
Hacia 1840 aparecen en Europa y Estados Unidos las primeras agencias de publicidad, imponiendo
la organización del trabajo publicitario y establecieron la relación con los medios. Esas agencias
desembarcaron en Argentina en 1929, y ligándose a la radio primero y a la televisión luego, el
proceso publicitario argentino comenzó su camino más intenso.
Esta publicidad exterior tenía un competidor: los medios gráficos, esencialmente la revista
ilustrada Caras y Caretas, la primera en colorear los mensajes publicitarios.
Luego la radio tuvo su época dominante en las décadas de 1940 y 1950 cuando la mayor parte de
la inversión publicitaria era destinada a las emisiones radiales, pero cuando llegó la televisión todo
cambió y también cambió la forma de pensar la publicidad, y comenzó a vérsela como una
profesión y hasta como una ciencia.
Se comenzó a vincular a la publicidad con las ciencias de la conducta, a bucear en las mentes de
los consumidores en busca de los mecanismos que los impulsasen a la compra. Incluso en los años
de 1950 aparecieron las denuncias acerca de la llamada publicidad subliminal, formas publicitarias
ocultas que supuestamente insertaban en la mente de la gente ideas y necesidades que los
impulsaban a consumir un producto determinado.
En base a este cambio hoy la publicidad dejó de ser mal mirada y goza de la aprobación de las
audiencias y detenta una buena imagen en la sociedad, siendo que en el giro de la publicidad
informativa a la publicidad entretenida se ganó adeptos, sobre todo entre las nuevas
generaciones.
Durante mucho tiempo la publicidad fue un mal necesario para las empresas, se consideraba un
gasto dentro de un mercado de escasa competencia y oferta de pocos productos, los niños y los
jóvenes no tenían participación en las decisiones de consumo.
Fue hacia mediados del siglo XX con el fin de la Segunda Guerra Mundial cuando Estados Unidos
comienza a exportar sus productos al mundo, y en la Argentina aparece la Coca-Cola, los primeros
envasados con marca, y las llamadas marcas genéricas, que consiste en aplicar a los productos los
nombres de las únicas marcas disponibles: Frigidaire para las heladeras, Gillete para las hojas de
afeitar, Flit para el insecticida, Gomina para el fijador de pelo, etc.
En la década de 1960 comenzó un salto productivo de la industria argentina, al mismo tiempo que
las automotrices europeas y norteamericanas vuelven a instalarse en el país y la llamada línea
blanca de artefactos para el hogar se vuelve de consumo masivo, se abren tímidamente los
primeros supermercados donde se comienzan a ver diversidad de productos para el consumo,
siendo que en la Argentina el consumo cotidiano se realizaba en los almacenes de barrio con
escasa diversidad de productos.
Veamos a continuación un recorrido por las diferentes etapas en que transcurrió la historia de la
publicidad.
Contexto
Estas tres décadas se caracterizan por ser los años del “Progreso y el Orden” en la Argentina.
Detrás de esta consigna se encuentra la consolidación del modelo agro-exportador que hace
crecer al país de manera acelerada, pero que sobre todo enriquece al poder económico, los
propietarios de la tierra, que son los mismos que detentan el poder político, conjunción a la que
se le da el nombre de oligarquía.
En 1912 se dicta la llamada Ley Saenz Peña, que amplía el voto a la totalidad de la población
masculina, lo cual permitirá que en 1916 acceda al poder el primer presidente verdaderamente
elegido por el voto popular: Hipólito Yrigoyen, dando comienzo así a 14 años de gobiernos
radicales.
Es el tiempo de las grandes migraciones provenientes de Europa. Desde 1860 a 1895 la población
total del país se triplica (pasa de 1.300.000 a 4.000.000 de habitantes) por lo tanto cuando el
período comienza la Argentina en buena medida por ciudadanos extranjeros que han llegado para
probar suerte y afincarse, sobre todo desde España e Italia.
A comienzos de siglo las grandes industrias eran Alpargatas (indumentaria y calzado), Bagley
(galletitas), Noel (golosinas), La Martona (lacteos), Rigolleau (vajilla) y Quilmes (cerveza). Por lo
cual es una etapa en que los negocios crecen.
Los medios eran esencialmente los diarios. Para 1913 la totalidad de la prensa gráfica publicaba
más de medio millón de ejemplares al día, siendo La Prensa y La Nación los dos diarios líderes.
Recién en 1920 se produce la primera transmisión radial y en 1922 sale al aire la primera emisora,
Radio Sudamérica (hoy Radio Mitre). Ya al final de nuestra etapa,
en 1928 aparece el primer diario en formato tabloide, se trata de El
Mundo.
La Historia
comprometida, y la logra revivir a partir de la difusión masiva de sus productos a través de carteles
y afiches callejeros, incorporando en ellos a las celebridades de la época, como la actriz Lillie
Langtry. Para ello recurrió a una inversión de dinero muy grande que permitió salvar la empresa
de la quiebra. La publicidad inglesa pasó rápidamente a los Estados Unidos, quienes la hicieron
progresar, sobretodo en base a la aparición en 1896 de una bebida destinada a curar el dolor de
cabeza llamada Coca-Cola y en 1898 de otra dirigida a combatir la dispepsia llamada Pepsi.
En Argentina si bien se registran actos publicitarios en la época colonial con los pregones en las
calles, los comercios no tenían vidrieras ni exhibidores, por lo cual todo se remitía a mostrar los
productos directamente al público en las veredas o colgados de las puertas, lo cual generaba
críticas de las autoridades ya que solían obstaculizar el tránsito peatonal.
Los primeros anuncios formales pueden encontrarse en el primer diario del Río de la Plata, El
Telégrafo Mercantil, creado en 1801. En ese diario los anuncios esencialmente trataban sobre
compra-venta o pérdida de esclavos, y era costumbre de la época publicarlos en la portada del
diario.
Así como situamos el inicio de la publicidad profesional en Gran Bretaña en 1851, en el caso de
nuestro país la fecha es 1898, cuando se crea la primera agencia publicitaria por la acción del
inmigrante austríaco Juan Ravenscroft quien había obtenido licencia para poner anuncios en las
líneas del ferrocarril, propiedad de los ingleses, tanto en estaciones como en vagones.
Además 1898 coincide con la salida del primer número de la revista ilustrada Caras y Caretas, en la
que se publicarán los primeros anuncios, incluso algunos coloreados.
En lo que hace a las marcas en 1876 se promulgó la Ley de Marcas, cuyo registro fue inaugurado
por la bebida Hesperidina de la fábrica Bagley, luego el cognac Martell que incluso registró el
envase convirtiéndose en el comienzo de la era del packaging en el país. Poco después se registró
la marca Vermouth y la ginebra holandesa Reall Holllands. Como se ve bebidas, medicamentos y
tónicos fueron las primeras marcas en registrarse.
anunciados sin ningún control ni limitación legal. Inclusive en 1905 cuando se crea el diario La
Razón uno de sus principales auspiciantes eran los cigarrillos Vuelta Abajo, que como promoción
incluían en el atado bonos que podían canjearse por diversos productos.
En 1915 aparece en la Avenida de Mayo el primer cartel luminoso del país, el primero de una
rápida serie de instalaciones, y en 1926 comienza a usarse el techo de los tranvías como espacio
publicitario, e incluso en las manijas aparecían publicidades de marcas como los helados Laponia, y
ni los boletos se salvaban de la ofensiva publicitaria.
2- LA MADUREZ (1929-1959)
Contexto
La caída de la bolsa de Nueva York provoca la más grande crisis económica moderna en todo el
mundo, que en la Argentina se agudiza con el derrocamiento militar del presidente Hipólito
Yrigoyen, elegido por el voto popular.
En las décadas de 1930 y 1940 la radio se convierte en el medio de mayor difusión e impacto. El
radioteatro tenía audiencias masivas modificando los usos y horarios de la gente. Primero con
temáticas dirigidas al público adulto, pero ya a partir de 1950 con historias dedicadas al público
joven, como Tarzán, Batman o Sandokán.
Las radios encuentran en el fútbol un ámbito de difusión de amplio impacto y altamente popular y
cuando en 1956 llega la tecnología del transistor las radios se vuelven portátiles lo que potencia
aún más su utilización, aunque al poco tiempo se encontrará con la presencia de su gran
competidor: la televisión.
Mientras que en el mundo comienza en 1939 la Segunda Guerra Mundial, en nuestro país se va
terminando la llamada “Década Infame” marcada por la sucesión de gobiernos fraudulentos y
poco ocupados por defender los intereses de los más poderosos, para desembocar en la
Revolución de 1943 cuyo resultado será la aparición de la figura de Juan Domingo Perón en el
escenario político nacional, que ejercerá la presidencia por el voto popular desde 1946 hasta 1955
cuando es derrocado por otro golpe militar.
Al concluir esta etapa la televisión comenzaba su impactante desarrollo con la presencia de tres
canales privados (9, 11 y 13) y uno estatal (el 7).
La Historia
A comienzos de esta etapa llegan al país las primeras agencias de publicidad extranjeras ya que la
actividad se mostraba madura y su presencia ayudará a impulsarla aún más. A partir de 1930
aparece la palabra marketing para referirse a las acciones promocionales que involucran a la
publicidad.
Esta etapa es muy parecida a la anterior pero gana en profundidad, extensión y calidad. Si la
publicidad nació en el período anterior en este se consolidó y alcanzó momentos de gran
esplendor.
Aparecen en 1933 los primeros anuncios que promovían premios, los cigarrillos 43 prometía
100.000 pesos para el ganador y el slogan de su competidora, cigarrillos Particulares, era “Buen
tabaco y premios”. En 1935 se comienzan a editar las primeras revistas destinadas
específicamente a la mujer: Vosotras y Chabela.
La radio se encontraba en su apogeo y la publicidad con los versos cantados ocupaba un espacio
central en ese crecimiento. Curiosamente los productos medicinales llevaban la delantera e
incluso unían a esta tendencia terapéutica a productos no relacionados con la medicina como la
manteca Tulipán que se recomendaba para los resfríos en el invierno, Toddy lo hacía como
alimento infantil y la yerba Tarassi se sugería para los estreñidos, a la par del famoso laxante
Cirulaxia.
Los radioteatros eran la estrella de la radio y por lo tanto el lugar disputado por las empresas para
anunciar sus productos, incluso, a la par de la tendencia nacida en los Estados Unidos, ponían su
propia marca en el título de los programas, como El Glostora Tango Club. Toddy promociona el
radioteatro para niños Tarzán.
En 1926 se crea la primera gran empresa dedicada a poner anuncios en la vía pública, que incluyó
también publicidad en los telones de los cines, lugar de entretenimiento masivo por la época, los
primeros anuncios en las pantallas del cine se verán en 1956.
Así como en la anterior etapa llegó la publicidad a los tranvías, esta se mantiene y se extiende a los
colectivos y subtes, en todo lugar posible.
Un factor llamativo fue la llegada de los grandes afichistas franceses al país, especialmente
Mauzán, quien hizo magistrales afiches para Bilz, pomada Hydra o productos de tocador Griet, con
sus continuadores argentinos como los dibujantes Divito, Landrú o Salinas en productos como
cigarrillos Commander o Chocolate Águila. Y el Art Noveau estalla en afiches y etiquetas, como el
de las galletitas Canale.
En 1942 ingresa en la Argentina la bebida Coca-Cola, lo cual resultará un hito dentro de la historia
del consumo. Recién dos décadas después llegará su competidora Pepsi.
Pero la gran novedad del período es la llegada de la televisión en 1951, siendo su primer gran
impacto la transmisión del renunciamiento de Eva Perón en la Avenida 9 de Julio. Los primeros
anuncios televisivos eran presentados en vivo por figuras tan populares como Guillermo Brizuela
Mendez o Pinky, aunque recién en 1960 podremos hablar de una televisión plenamente
comercial.
Contexto
Al iniciar la década el ruso Yuri Gagarin se convertía en el primer astronauta, iniciándose una
carrera por la conquista del espacio entre Estados Unidos y la Unión Soviética que alcanzará su
punto más alto con la llegada del norteamericano Neil Amstrong a la Luna en 1969, un eslabón
más de la larga lista de enfrentamientos entre las dos superpotencias en el marco de la Guerra
Fría.
El Citroen 3CV y el Fiat 600 invaden las calles, los centros de veraneo comienza a llenarse de gente,
despuntan los primeros supermercados y aparecen las primeras tarjetas de crédito.
Entre los medios es la etapa dominante de la televisión, y las marcas se involucran con los
principales programas: Odol Pregunta, la Cabalgata Deportiva Gillete, el Reporter Esso, Casino
Phillips, y otros. En 1961 se contabilizan 700.000 aparatos de TV y en 1972 se llega a los 4.500.000.
Es tal la atracción que la televisión tiene para con los anunciantes que el Estado en 1972 establece
que la tanda comercial debe ser de entre 8 y 10 minutos por hora, para evitar los excesos.
La Historia
La década de 1960 fue la primera década dorada de la publicidad, que coincide con un estallido de
creatividad artística renovadora, a tal punto que en 1969 se alcanzó un record histórico de
facturación publicitaria, 400 millones de dólares, que solo será superado 20 años después.
En 1961 la televisión alcanzó a la radio en porcentaje de pauta publicitaria, aunque seguía siendo
dominada por la prensa gráfica que absorbía el 40% del total de la pauta.
La televisión desafió a los publicistas a encontrar un lenguaje particular a la hora de diseñar los
anuncios para la pantalla, ya que en los inicios solamente se trataba de meros mensajes
radiofónicos con imagen. Fueron dos creativos los que abrieron la etapa rompiendo este estilo
radial e imponiendo una nueva estética relacionada con lo televisivo Hugo Casares con anuncios
tales como Fritz y Franz de cerveza Bierckert, el Shock de Susana Gimenez para el jabón Cadum, las
Ardillitas de Ginebra Llave o las Gatitas de lanas San Andrés, y David Ratto con los comerciales de
cigarrillos Jockey Club estableciendo el más famoso slogan para este tipo de productos: “Jockey
Club, la pura verdad”.
Mientras crece la publicidad televisiva, la radial se estanca en mensajes leídos por el locutor de
turno, perjudicada por un sistema de comercialización que cotiza por palabra en lugar de hacerlo
por tiempo, es decir, un anunciante paga según la cantidad de palabras que componen su mensaje
y no por el tiempo que dura su emisión.
Al poco tiempo se comenzará a invertir el proceso, ya no serán las celebridades las que se sumen a
los anuncios sino que la publicidad comenzará a generar figuras que se suman al espectáculo,
como Susana Gimenez, con su famosos Shock, el actor Arturo Maly luego de un comercial de
Cinzano o Norman Brisky por su participación en un corto publicitario de Gillette.
Un factor novedoso de esta etapa es la producción de las llamadas campañas genéricas, dedicadas
a algún tema en particular, por ejemplo recomendar el consumo de leche (“Tome más leche, tome
salud”), promover el consumo de vino (“La bebida de los pueblos fuertes”), así como el consumo
de manteca, de manzana o de yerba mate. Otro factor es la aparición de la primera campaña
comparativa, en este caso entre Chrysler y Ford
A finales del período, en 1973, comienza una profunda crisis económica internacional con
repercusión en la Argentina, que además es acompañada en nuestro país por un proceso de
convulsión política marcado por definiciones ideológicas definitivas. Descendieron las
facturaciones publicitarias y comenzaron a darse una serie de cuestionamientos ideológicos a la
publicidad, que culminaría con la prohibición de que las empresas trasladasen los costos
publicitarios a los precios de los productos.
Contexto
En 1973 la Argentina registra el regreso de Perón al poder luego de 18 años de exilio y proscripción
política de su partido para hacerse cargo de su tercera presidencia elegido por abrumadora
mayoría del pueblo argentino.
La expectativa del regreso de Perón se da en el marco de una aguda crisis económica nacional e
internacional, y un ambiente político abrumado por la violencia producto de la actuación de
organizaciones armadas de distintos signos políticos, la fuerte presencia del poder militar y los
primeros pasos del terrorismo de estado con la aparición de la Triple A.
En 1974 muere Perón y el poder queda en manos de la vicepresidente, su esposa Isabel Martinez,
sin la capacidad necesaria para enfrentar un escenario de gravísima crisis institucional a la que se
sumará en 1975 el estallido económico de la hiperinflación merced al llamado “Rodrigazo”.
Finalmente en marzo de 1976 se produce el golpe militar que iniciará el período más sangriento de
la historia política de la Argentina moderna. En lo económico la dictadura comenzó un proceso de
desindustrialización aniquilando la industria nacional abriendo la economía al ingreso de una
verdadera invasión de productos importados, favorecidos por una fiebre de consumo producto del
ingreso de dólares como consecuencia del impactante crecimiento de la deuda externa.
Los medios de comunicación radiales y televisivos siguen en poder del Estado, habiendo sido
estatizados por Perón en 1974, y luego fuertemente controlados por la autoridad militar,
incluyendo la aplicación de la censura. Ante este panorama se desata una novedad consistente en
la aparición de gran cantidad de emisoras FM que dan forma a un fenómeno nuevo: la audiencia
juvenil.
La Historia
A partir de 1973 el negocio publicitario en Argentina debió enfrentar una de sus peores crisis, la
doble presión ideológica y económica lo llevó a su punto más bajo, reduciéndose la inversión
publicitaria per cápita de 7,5 a 4,1, recordemos que el gobierno peronista impidió a las empresas
trasladar sus costos publicitarios a los precios de los productos dado lo cual se cortaron
drásticamente los presupuestos de las empresas en materia de publicidad.
Una de las novedades de esta etapa, de tanta convulsión política, fue obviamente la inclusión de la
publicidad en el mensaje político, aunque este comienzo fue muy tímido y no fue aprovechado por
casi ninguno de los partidos político, salvo por una organización llamada Nueva Fuerza, que en
1973 representaba a la derecha política, y que desarrolló una costosa campaña publicitaria en
televisión que significó un rotundo fracaso en las urnas. Recién una década después, en 1983, una
vez terminada la dictadura militar, la publicidad desembarcará con éxito en la política apuntalando
el triunfo electoral de Ricardo Alfonsín.
De todos modos la publicidad no abandonó el uso de celebridades para apuntalar los anuncios y
en 1981 sale al aire la primera intervención publicitaria de Maradona, en un comercial de Coca-
Cola, el famoso muñeco Topo Gigio en los anuncios de galletitas Terrabusi (“Dígale sí a Terrabusi”),
la pareja Susana Gimenez y Carlos Monzón con las camisas Perfecta Lew y Guillermo Vilas
aportando a la publicidad de Topper.
Un hecho significativo es que en 1975 sale al aire el comercial “Hércules” de Ford. Este comercial
se convertirá en uno de los más premiados en todo el mundo y pasará a ocupar un lugar mítico
dentro de la historia publicitaria argentina.
En los Estados Unidos comienza a desarrollarse un formato publicitario que con el tiempo se
volverá muy difundido, que es el llamado “advertorial”, consistente en campañas empresariales
destinadas a reaccionar ante informaciones que pudieran resultar perjudiciales para sus
productos, llegándose incluso a involucrarse en debates públicos mediante la publicación de
supuestos editoriales. El primer caso fue el de la cámara de laboratorios medicinales CAEME que
realizó una campaña reclamando libertad para que los médicos pudieran prescribir medicamentos
que no estuvieran en los listados oficiales.
Dos factores que afectarán positivamente la cultura del consumo registran su inicio durante esta
etapa: la inserción de los códigos de barra en los productos (1980) y la aparición de los primeros
cajeros automáticos (1979)
Como prueba del impacto que la publicidad y el consumo tienen sobre la cultura de las sociedades
en 1981 sale aire una campaña de la ricota Mendicota que instalará desde entonces la costumbre
popular de los ñoquis del 29.
Al finalizar el periodo aparecía en el ámbito de los medios una gran novedad: la presencia del
primer sistema de TV por Cable, VCC, en la localidad de Martínez, provincia de Buenos Aires.
5- EL DESTAPE (1983-1992)
Contexto
El gobierno de Alfonsín termina con los problemas limítrofes con Chile, promueve los juicios a las
Juntas Militares de la dictadura y crea la CONADEP, Comisión encargada de recoger los
testimonios de las víctimas de la guerra sucia de la dictadura que se plasma en el libro Nunca Más.
Los grandes problemas que debió enfrentar Alfonsín se resumen en dos: crisis económica afectada
por la crisis de la deuda externa en la región latinoamericana y sublevaciones militares que
reclaman el cese de los juicios por torturas y desapariciones y que van a dar como resultado las
leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Menem asume en 1989 y a los pocos meses abrumado por la crisis inflacionaria decide dar un
vuelco a su programa de gobierno, dejando de lado sus promesas electorales y adoptando un plan
de gobierno neoliberal vinculado férreamente a los Estados Unidos. Pone en marcha un plan de
desregulación y privatización de la economía, apertura a los productos importados y enfrenta la
hiperinflación con la instalación de la convertibilidad que coloca al peso argentino en igualdad al
dólar.
Los medios se vuelven a privatizar y crecen los aparatos de radio y de televisión en los hogares,
mientras que se van generando las grandes corporaciones multimedia como el caso del Grupo
Clarín.
En el orden internacional es el fin de la Guerra Fría, con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la
disolución de la Unión Soviética en 1991, creando un escenario de un mundo en el que capitalismo
avanza sobre los espacios abandonados por el socialismo. Surge el concepto de Globalización para
indicar que el planeta ha ingresado en la época del mercado único global de la mano del sistema
capitalista. El mercado de consumo en su máxima expresión.
La Historia
Esta etapa trae novedades en materia de medios y consumo, como la instalación definitiva de los
llamados “chivos” o PNT, así como la difusión de la cultura del zapping a partir de la masificación
de la presencia de los controles remotos televisivos.
Ratto vincula con sus mensajes al candidato Alfonsín con la Argentina, su imagen con la bandera
detrás, sus iniciales RA relacionadas con la República Argentina, y el cierre de sus discursos
recitando el preámbulo de la constitución son hitos centrales de la campaña. Lo que logró Ratto
fue posicionar a Alfonsín no como un candidato, sino como si ya fuera presidente.
Por supuesto que la llegada de la democracia en 1983 liberó a los publicitarios de todo tipo de
censuras a la hora de crear, por lo que comienzan a verse algunos desnudos y escucharse palabras
transgresoras. Al mismo tiempo se produce una renovación conceptual en la publicidad con la
llegada de términos tales como marketing, branding, teleshopping, advertorial, infomercial,
product placement, entre otras. Inclusive se multiplican los avisos publicitarios directamente
expresados en inglés, como el caso de Benetton.
Hacia fines de esta etapa hace su aparición un dispositivo tecnológico que revolucionará las
comunicaciones: el teléfono celular; Movicom en 1989 y poco después Miniphone.
Contexto
Se viven tiempos de estabilidad económica bajo la presidencia de Carlos Menem, que luego de
reformar la Constitución es reelegido en la primera magistratura nacional.
La radio tiene un giro conceptual al establecerse el horario principal de emisión en las mañanas
(antes era la tarde) y al multiplicarse las emisoras, tanto AM como FM y la proliferación de las
llamadas “emisoras truchas”, que dan como resultado que más de 10 millones de personas
sintonicen programas radiales en la Argentina.
La Televisión también enfrenta una transformación, las telenovelas van perdiendo audiencia y la
va ganando un nuevo género que hace su aparición de manera espectacular, el Reality Show.
Además la TV se ve impactado por la incidencia de los canales de cable que transmiten cine, series,
programas infantiles, música y deportes, segmentando las audiencias y por lo tanto
revolucionando el mercado publicitario.
El siglo se cierra con una incipiente nueva crisis económica en Argentina, afectada por una enorme
y creciente deuda externa y por una paridad “uno a uno” del peso con el dólar que había ya
perdido sus beneficios como estabilizador de la economía y comenzaba a perjudicar tanto el
consumo como la producción.
En las elecciones de 1999 triunfa la oposición unida en la Alianza entre radicales y sectores de
centro-izquierda encabezada por Fernando de la Rua. El gobierno de la Alianza que tantas
esperanzas despertó en el electorado nunca va a poder encauzar sus pasos, ya que convivirá con
una cada vez más complicada situación económica, una deuda externa que condiciona todo tipo
de medidas y una crisis institucional que termina con la renuncia del propio Vicepresidente, Carlos
Chacho Alvarez.
La Historia
Entre los nuevos talentos se destacan Carlos Bacetti y Ramiro Agulla, creadores de la recordada
campaña de Quilmes que comienza a vincular la marca con el fútbol, aunque viejos publicistas
como Ratto siguen presentes con novedades como “El Desafío Pepsi” que resulta un ejercicio de
publicidad comparativa que tiene un gran impacto y termina en los tribunales.
Durante la década de 1990 se comienza a utilizar centralmente el humor para captar la atención,
así como a la narración de historias que incluyan una promesa, un desarrollo y un remate, casi
siempre con la marca y el slogan al final.
El uso del PNT se masifica en los medios, en todos los programas radio y televisión, e incluso
ingresa al cine coronándose en el año 2000 con el estreno de Náufrago, con Tom Hanks, que se
considerará como el comercial más largo del mundo, en este caso de Federal Express, Fedex.
Un factor fundamental que quedará en la historia de esta etapa es que 1992 Tim Berners Lee crea
la World Wide Web, el formato que popularizará el uso de la red internet en el mundo.
Contexto
El siglo se inicia en setiembre de 2001 con la caída de las Torres Gemelas en Nueva York por efecto
de un atentado del terrorismo fundamentalista islámico.
En la Argentina tres meses después, en diciembre de 2001, se desata una verdadera rebelión
popular de doble vía, por un lado saqueos que tienen como protagonistas a los sectores menos
favorecidos de la sociedad, y por otro lado el “cacerolazo” protagonizado por las clases medias.
Todo esto desencadenado cuando el gobierno de Fernando de la Rua y su ministro de economía
Domingo Cavallo enfrentan la crisis económica y financiera con el llamado “corralito bancario”.
Esta rebelión popular que tiene como consecuencia la muerte de más de dos decenas de personas
obligará al presidente de la Rua a renunciar y entre el 23 de diciembre de 2001 y el 2 de enero de
2002 se sucederán cuatro presidente en el cargo, hasta que los caminos institucionales depositan
el poder en Eduardo Duhalde por parte de la Asamblea Legislativa. Duhalde logra encauzar el
poder político y comienza a transitar una serie de reformas económicas para enfrentar a la más
fenomenal crisis económica de la historia argentina con los más altos niveles de desempleo y la
casi desaparición de la moneda nacional. Se declara el no pago de los intereses de la deuda
externa (default) y se abandona el sistema de convertibilidad “uno a uno” entre peso y dólar,
impulsándose de ese modo un sinceramiento de la economía y una lenta recuperación industrial.
Producto de las muertes de los militantes populares Kosteki y Santillán en una manifestación en la
estación Avellaneda el gobierno de Duhalde debe acelerar la salida electoral, que dará como
resultado la victoria del candidato oficialista, Néstor Kirchner en 2003.
Entre 2003 y 2008 la Argentina crece a niveles elevadísimos, en torno al 8% anual, uno de los
países con mayor nivel de crecimiento en el mundo, solo superado por países como China.
La Historia
En este marco de crecimiento la Argentina volverá a ocupar un lugar central entre la creatividad
publicitaria mundial, incorporándose a los 10 países de mayor creatividad en el universo de la
publicidad.
El hecho de que el mundo comercial sea uno solo, también produjo una globalización de la
publicidad, unificando metodologías, estéticas, formatos y tendencias. Y los creativos argentinos
logran un rápido vínculo con estas novedades. De esta manera la Argentina se convertirá en un
mercado para la publicidad mundial, y sus creativos y técnicos convocados para comerciales en
todo el mundo, generando una especie de taiwanización de la publicidad argentina.
Las empresas de mayor inversión publicitaria al terminar la etapa son Unilever (alimentos como
Savora, Maizena, Lipton, Knorr, Hellmands, Ades; cuidado del hogar como Skip, Vívere, Drive, Cif,
Ala; cuidado personal como Rexona, Sedal, Ponds, Lux, Dove, Axe), Danone, Johnson & Son (con
sus marcas Fuyi, Off, Ziploc, Ceramicol, Raid, Baigon, Blem, Echo, Glade), Telecom, Cencosud
(Jumbo, Disco, Vea, Easy), Presidencia de la Nación, Editorial AGEA (Grupo Clarín),Procter &
Gamble (Pantene, Ariel, Gillette, Duracell, Pumpers, Magistral), Glaxo Smith-Kline (laboratorio
medicinal) y CTI (telefonía celular)
MARKETING
Si el cliente se transformó esencialmente en un consumidor de significados, el objetivo de la
empresa es lograr que ese usuario se vincule con el significado de la marca o del producto por el
mayor tiempo posible. No solo vender sino volver a vender, este objetivo excede el de la
Publicidad. Allí comienza la función del Marketing.
Para ese objetivo de fidelización 35 los sentidos de la comunicación son hoy de 360 grados con la
necesidad de que funcione una verdadera sinergia entre todos los canales de difusión de mensajes
de una empresa para sus productos. La empresa tiene pues como objetivo consolidar la más fuerte
relación posible con sus clientes, retenerlos, y eso se hace a través de la comunicación empresaria
llamada marketing 36.
El especialista norteamericano en marketing Al Ries considera que los vínculos entre psicología y
marketing son muy grandes ya que si la psicología es “el estudio del comportamiento humano”, el
marketing es “el estudio del comportamiento humano en el mercado”.
“Entender al comprador, crear una relación de confianza y hacer más fácil” la vida del cliente son
los tres elementos claves necesarios para ganar la lealtad de los compradores que observa el
especialista en fidelización Frederick Newell.
Hay que tener en cuenta que un 55% de los clientes abandona a su proveedor porque siente que
no le prestó suficiente atención. Y que además fidelizar a un cliente propio es más barato que
conseguir un nuevo cliente, tal lo afirma la Harvard Business Review que establece que sale siete
veces más caro conseguir un nuevo cliente que fidelizar uno propio.
35
Las empresas apuntan a fidelizar a tres tipos de clientes: primero a los que compran mucho pero generan
bajos beneficios, luego a los que compran poco pero dejan altos rendimientos, pero sobre todo a los que
consumen con mucha frecuencia y generan altos beneficios, este último sector es el prioritario.
36
A mediados de los años 90 las empresas estadounidenses gastaban más de un billón de dólares al año –es
decir uno de cada seis dólares del PBI- en marketing. Los gastos en publicidad ascendían a 140.000 millones
mientras las promociones comerciales (marketing) ascendían a 420.000 millones, equivalente al PBI del
duodécimo país más rico del planeta.
37
Claro que estas estrategias no deben considerarse absolutas, sino que son solo herramientas para el
marketing, no se puede pensar que se puede fidelizar a un cliente solo mediante los puntos de una
promoción, ya que en tal caso cuando la promoción llega a su fin el cliente se esfuma.
del marketing, que también recurre a los eventos para identificar marcas con valores. Y esto se
observa por ejemplo en ciertas marcas apoyando recitales o paradores en las playas. Mientras que
Rolex prefiere auspiciar eventos de alta cultura, Pepsi prefiere recitales de música popular y las
cerveceras espectáculos deportivos.
De este modo quien se vincule a Rolex se sentirá una persona culta, quien beba Pepsi
experimentara cierta rebeldía generacional, el que consuma cerveza estará accediendo a la
experiencia de sentirse parte del deporte.
Por eso las empresas en búsqueda de fidelizar a sus clientes comienzan a “personalizar” sus
productos pretendiendo generar en cada consumidor la idea de ser una persona especial para la
marca, que puede consumir productos y servicios especialmente realizado para él, personales,
exclusivos. Estos son los llamados “costumizables” (personalizados), que consisten en que el
consumidor pueda elegir las particularidades del producto que va a comprar en materia de color,
diseño, detalles. Esta costumización ya se presenta en la indumentaria, la industria automotriz, la
del calzado, etc.
Ya bien lo afirma la revista The Economist, “olvídense de China, India e Internet, El crecimiento de
la economía está manejado por las mujeres”. Artículos tan actuales como las cámaras digitales o la
navegación por Internet son consumidos en un 60% por mujeres.
Uno de los factores centrales que vuelcan el marketing hacia la población femenina es que las
mujeres privilegian el diseño y el servicio por encima de cualquier otra consideración a la hora de
comprar un producto, y como diseño y servicio son factores esenciales de los productos de
nuestro modelo económico la relación resulta inevitable.
Para lograr la fidelidad de los clientes, cualquier sea la estrategia de marketing, requiere una
previa actitud positiva del consumidor hacia el producto o servicio, y para ello lo que intentan los
especialistas en marketing es insertar, a través de técnicas comunicacionales, valores culturales a
servicios o bienes. Inyectar significación cultural a nuestras compras. Y para ello es necesario
conocer “el alma” del cliente.
Cuando alguien compra determinada prenda está comprando acceso a un estilo de vida. No es lo
mismo comprar Adidas que Nike, así como no significa lo mismo vestir GVNY que Ona Saez, o Yves
Saint Laurent que Dior.
El mundo del jean, por ejemplo, aparece como un rubro productivo donde las marcas ocupan un
papel central. Por ejemplo en la Argentina los consumidores de jeans prefieren en un 80% la
compra de un original de marca a cualquier otro sucedáneo. Lo mismo sucede en el mercado de
las zapatillas y la ropa deportivas.
La compra de marcas nos introduce en ese mundo en el que se diseñan valores y significados
compartidos. La ropa se convierte de tal modo en un sucedáneo para vivir estilos de vida y
experiencias imaginarias. Sentirse más sexy, más cool, más retro, etc.
La idea de la nueva era del marketing es que “la imagen no representa el producto sino que el
producto representa la imagen”.
En esa búsqueda de insertar valor al producto se intentan alcanzar los valores más apreciados para
la gente en este tiempo, para que consumiendo el producto el consumidor se reconozca en ese
valor. Tal es el caso de la “ética” por ejemplo. De este modo quien vista cierta remera se sentirá un
defensor de la naturaleza o quien tome un café cultivado por agricultores que pueden sostener
dignamente a sus familias sentirá una profunda satisfacción ética.
Es esta la razón del auge del consumo ético, que se basa en el llamado “Marketing de la Triple P”:
People, Planet y Profit (Gente, Planeta y Beneificio), es decir preocupación por lo social y por la
ecología sin resignar el objetivo de beneficio comercial. Empresas que quieren ganar dinero pero
maximizando su contribución social y ecológica. Ya existen datos que indican que en el mundo uno
de cada tres consumidores realizan su elección de compra en virtud de criterios sustentables y
ecológicamente amigables de los productos o servicios que consumen; y si se toman solo los
países centrales la cantidad de consumidores comprometidos con la ética de lo que consumen se
ubica entre el 50 y el 70%.
El sistema económico ha inventado formas de consumo que hacen suponer a los consumidores
que están colaborando para hacer el mundo más justo o solidario sin que deba intervenir ningún
sistema o solución política, solo nosotros, las simples personas.
Esos son los llamados intangibles, apuntan a la emoción en un tiempo en el que lo emocional
ocupa el centro de la escena y esa identificación emocional es clave para lograr la pretendida
fidelización del cliente.
Por eso afirmamos que los consumidores se han convertido ante todo en consumidores de
símbolos, más que en compradores de productos y el principal exponente de esos símbolos es la
marca.
El hito de este Imperio de las Marcas se da en 1988 cuando la tabacalera Philip Morris compró a la
alimenticia Kraft por 12.600 millones de dólares, un precio seis veces superior al valor teórico de la
empresa.
¿Dónde estaba la diferencia de valor que hizo que Philip Morris pagará más de lo que Kraft valía?
Precisamente allí, en la palabra “Kraft”. Lo que compró fue la marca.
A este camino hacia las marcas se acoplaron empresas como Reebok, Nike, Benetton o Calvin
Klein, pero hubo otras que siempre tuvieron claro que lo que vendían era una marca no un
producto, como Coca Cola, Pepsi, Mc Donald’s, Burger King o Disney.
Crear el Mito de la Marca se convirtió en el principal objetivo de las empresas, porque toda
empresa o incluso todo país, envidia la capacidad instantánea de transmisión de valores que
ostenta la cinta de la Coca Cola o el tilde de Nike.
El Mito se crea a partir de liberar a la Marca del producto y ligarla a un estilo de vida, una actitud,
un conjunto de valores, una imagen, una idea.
Así Polaroid dejó de vender cámaras fotográficas para vender “lubricantes sociales”, IBM no vende
computadoras sino “soluciones empresariales”, Swatch no vende relojes sino “idea del tiempo”,
Diesel no vende jeans sino un “estilo de vida”. Volvo promete seguridad, Nike superación y Coca
Cola promete felicidad. Mientras esas promesas se cumplen en el imaginario del cliente, esa marca
se revaloriza.
El logo, que a principios de la década del 70 estaba oculto a la vista, pasa durante los años 90 a ser
un accesorio esencial de la moda, que incluso aumenta de tamaño hasta el punto de convertir a
las prendas en simples portadoras de marcas. El lagarto se terminó comiendo a Lacoste.
IMAGEN CORPORATIVA38
Empresa e Imagen
En nuestro mundo del siglo XXI estamos inmersos en un alud permanente de imágenes
provenientes de la propaganda, la publicidad, las informaciones, las señales, los carteles, las
fachadas de comercios, los medios, etc.
De lo que hablamos cuando hablamos de imagen de una empresa es de la IMAGEN MENTAL, que
trasciende el concepto como representación (eikon) para alcanzar el concepto como imagen
mental (imago).
La imagen de la empresa es la imagen que está en la cabeza de la gente, es una imagen psicológica
no es un objeto, y por ese motivo, la forma que encuentra la empresa para “trabajar” su imagen,
para gestionarla, es por medio del significado de sus acciones y comunicaciones. Es decir, las
acciones y comunicaciones de la empresa son las que generan la imagen mental de ella en las
personas. Ya que la imagen de la empresa que tienen los individuos responde a percepciones,
deducciones, experiencias, sensaciones y emociones en relación a esa empresa y van a marcar la
conducta de las personas en relación a la empresa.
Un problema importante es que los múltiples mensajes que emite una empresa no siempre
emergen de una única fuente, ni tienen un criterio homogéneo, lo cual puede deberse a dos
38
Basado en “Imagen Corporativa en el Siglo XXI”, de Joan Costa. Buenos Aires, La Crujía, 2009
Imagen Corporativa
Como se ve la imagen corporativa no es el final del accionar de la empresa sino que forma parte
esencial de su accionar, su propio estilo, su personalidad para conectarse con sus públicos.
La imagen corporativa no es un recurso de urgencia para aumentar las ventas, para eso existe el
marketing y la publicidad. Las funciones de la imagen corporativa son:
4. Impulsar nuevos productos y servicios, ya que una imagen de marca o empresa posee
valores instalados que generan seguridad en base a sus éxitos anteriores.
5. Generar una opinión pública favorable a través de una imagen valiosa, que exponga
conducta ética, transparencia, participación social, promoción cultural.
7. Acumular reputación y prestigio para crecer. La imagen de la empresa tiene dos caras: una
cuantitativa: la notoriedad, y otra cualitativa, la notabilidad. Que una empresa sea muy
conocida, notoria, no significa que su imagen sea sólida, notable.
8. Atraer a los clientes y fidelizarlos. La imagen de marca atrae más consumidores que la
gestión publicitaria o promocional, porque es mucha más fácil vender productos de una
empresa notoria y notable.
Como se ve las funciones de la Imagen Corporativa son múltiples y muy importantes y se sostiene
en dos fuerzas creadoras: la ACCIÓN PRODUCTIVA (el hacer) y la ACCIÓN COMUNICATIVA (el
comunicar), que deben estar alineadas y compenetradas una con la otra, ya que la eventual
contradicción entre lo que se dice que se hace, Acción Comunicativa, y lo que efectivamente se
hace, la Acción Productiva, es muy negativa para una organización. Hay pocas cosas tan
perjudiciales para una empresa que diga que es una cosa y que sus acciones demuestren que no es
eso que su comunicación pregona.
Por otra parte imagen e identidad están expuestas hoy en día como nunca a la consideración
social, es decir la posibilidad de que la gente y los medios “ataquen” de algún modo la imagen de
una empresa.
a) Capacidad crítica de los individuos y los medios para cuestionar la imagen empresarial o
de marca.
c) Situaciones de alto riesgo que puede darse por alguna circunstancia que ponga en
cuestionamiento la imagen de marca (como le sucedió en su momento a Mc Donalds con
la contaminación de sus comidas o a Nike con la acusación de explotación laboral en la
fabricación de sus productos).
d) Procesos de fusiones o compras, que requieren que dos identidades y dos imágenes se
conviertan en una sola para no entrar en colisión.
No hay alternativas en este sentido, o se deja que esos factores liberados a su suerte produzcan
espontáneamente una imagen al azar, o se los convierte en herramientas estratégicas con un
sentido específico gestionado por la empresa para intentar que la imagen se parezca en lo posible
a lo que la empresa quiere.
Un ejemplo de ello es el caso de una entidad financiera sólida y notoria, objetivamente la primera
entidad financiera en el ranking de su país, pero el público en general e inclusive sus propios
clientes la consideraban la tercera de su país. Y como vivimos en un mundo de apariencias,
cuando esas apariencias se instalan como reales se convierten en realidades. El hecho de que la
gente “viera” a esta entidad financiera como la tercera en el ranking convertía esta apariencia en
la realidad, aunque para el ranking fuese la primera, porque como decíamos antes la imagen no
está en el producto ni en el logo sino en la mente de los consumidores.
Los mensajes de la empresa pueden ser conscientes (publicidad) o inconscientes y esos mensajes
contribuyen a definir la IMAGEN CORPORATIVA en el público. Y el problema del cruce entre
mensajes inconscientes y los voluntarios es que suelen generar contradicciones, por eso es
necesario que la empresa otorgue el mismo o mayor interés en el segmento de comunicaciones
involuntarias que el de los mensajes elaborados conscientemente.
Algunas empresas siguen creyendo todavía que la imagen de la empresa es el logotipo, en lugar de
verla como el resultado de una red de comunicación que se extiende y está presente en todas las
manifestaciones del accionar de la empresa.
Por eso, toda estrategia de comunicación tiene que comprender a sus destinatarios y no puede
estar disociada de la estrategia general de la empresa.
Cuando se encara la construcción de la imagen de una empresa se deben hacer preguntas como:
• Cuáles son las causas, positivas o negativas, que han generado esa imagen.
Se debe partir de lo que se tiene, de lo real, de cuál es la imagen instalada en la mente del público
para luego proyectar la imagen que se pretende, no al revés, porque partiendo de la imagen actual
es que se pueden realizar todas estas preguntas y más para conocer las razones que dieron forma
a la imagen, conocer la opinión de los clientes y del público en general, escuchar críticas y
recomendaciones, observar experiencias pasadas, valorar los aspectos diferenciadores de la
empresa, valorar la importancia de la comunicación no verbal.
LA MARCA39
Las marcas son objetos culturales que interesan y llaman la atención, la marca no es simplemente
un nombre sino que es un medio que permite identificar, indicar, señalar, recordar, erotizar y
hacer sentir al público consumidor, la marca es un discurso que integra una historia o una
narración. Pero también, y esencialmente, es parte un proceso estratégico elaborado por la
empresa con la vista puesta en los clientes a los que quiere captar y en las otras marcas de las que
se busca diferenciar.
La marca se define entonces como una construcción simbólica que resume una oferta de
productos o servicios. Un “conjunto de expectativas, memorias, historias y relaciones que, en
conjunto, dan como resultado que un consumidor se decida por un producto o servicio en lugar de
otro”.
39
Basado en “La Marca. Identidad y Estrategia”, de Carlos Ávalos. Buenos Aires, La Crujía, 2010
Desde la perspectiva del público la marca es una percepción e interpretación. El público percibe
una red de asociaciones (colores, formas, imágenes, etc.) que constituyen un conjunto significativo
que permite formarse un criterio sobre la marca.
Es necesario que entre Marca y consumidor se genere un vínculo común de ideales y valores. Por
ejemplo, marcas emblemáticas como Harley-Davidson han construido toda una identidad de
marca alrededor de una forma de vida, que comparten con sus usuarios, y que incluso se ha
derivado desde las motocicletas a una enorme gama de productos desde camisas y remeras hasta
llaveros o perfumes.
Según la definición solo aquellas organizaciones que logren contagiar su entusiasmo, sus valores y
su visión del mundo obtendrán las preferencias de su público. Por lo tanto una buena estrategia
de marca busca generar en la mente del consumidor un grupo de asociaciones que ayuden a hacer
visibles valores, atributos e ideas compartidos que permitan fortalecer la marca.
Cuestión estratégica
La estrategia es la dirección que tiene una empresa en el largo plazo, tratando de obtener ventajas
a partir de sus recursos, dentro del entorno cambiante en que se desarrolla su actividad en busca
de alcanzar sus objetivos.
Cuando se trata de una estrategia de marca es necesario tener en claro que la marca es un activo
de largo plazo de la empresa cuya identidad tendrá consecuencias sobre los modos de hacer de la
organización. Por ejemplo, si se trata de una marca Premium toda la organización debiera tener un
comportamiento Premium, en sus insumos, en su diseño, en sus procesos.
Por otra parte nunca se logra una marca definitiva, acabada, es un continuo hacer.
A finales de la década de 1960 dos grupos médicos franceses que actuaban en tareas humanitarias
en África volvieron a su país altamente frustrados por la falta de capacitación de los voluntarios
que trabajaron en la misión y por la flagrante violación de derechos humanos que se producían en
el terreno al que fueron a brindar servicios.
Esa frustración se transformó en reacción ya que pocos años más tarde se creó la organización no
gubernamental Médicos sin Fronteras (MSF) con el objetivo de brindar ayuda médica y sanitaria a
zonas en conflicto.
En su Carta Fundacional se lee que “MSF aporta su ayuda a poblaciones en situación precaria,
víctimas de catástrofes de origen natural o humano y de conflictos armados, sin discriminación de
raza, religión, filosofía o política (…) actuando en la más estricta neutralidad e imparcialidad”
Esta Carta Magna, como cualquier otra de cualquier otra organización, es la hoja de ruta de la
marca en pos de sus objetivos, porque la marca debe enunciar con claridad y sencillez su
identidad, y eso no es fácil.
Así, por ejemplo, resulta imposible definir a Disney sin aludir a su pertenencia a un mundo mágico
y de entretenimiento familiar. Del mismo modo no hay dudas que si se trata de la marca BMW su
característica esencial es el prestigio de la ingeniería alemana. Pero para las marcas más comunes
no resulta sencillo encontrar este factor esencial que las define, y esa es la tarea de la estrategia
de marca.
Encontrar la enunciación de lo esencial que define a una marca es muy trascendente. Por ejemplo,
Ser logró multiplicar su marca en una serie de diversos productos más allá del yogurt original
porque en ninguno de ellos se pierde el factor esencial de la marca “0% culpa, 100% sabor”. El
factor esencial estratégico de la marca Ser es lo saludable, lo vital, y ese factor esencial es
aplicable a cualquiera de sus productos.
Por ejemplo ligar la marca con el país o región de origen le da cierto estereotipo para la imagen
que adoptará la marca. Un producto alemán sin duda se vinculará en la mente del consumidor con
los rasgos paradigmáticos del pueblo alemán: fríos, eficientes y serios.
En rubros como el bancario por ejemplo prima la seriedad, continuidad y seguridad, y difícilmente
se presente una marca bancaria que proponga la rebeldía o la irreverencia. Del mismo modo es
difícil generar una identidad de marca de intimidad y cercanía para una gran empresa global.
La Metáfora de la Marca
Todo mensaje de marca se encuadra en una metáfora dominante, estas metáforas son dispositivos
que sintetizan nuestros modos de ver el mundo y de las cosas, y que la marca intenta representar.
Se considera que los públicos tienden a “filtrar” la información que obtienen de las promesas que
realizan las marcas, para clasificarlos en siete grandes metáforas dominantes.
• Equilibrio
• Transformación
• Viaje
• Contención
• Recurso
• Conexión
• Control
Equilibrio: Incluye criterios de armonía y equilibrio, tanto físico, como psicológico, social o
económicamente. Este tipo de mensajes es propio de productos y servicios de salud. Activia o Té
La Virginia por ejemplo.
Contención: Estos mensajes ayudan a cumplir dos funciones, por un lado dejan afuera lo no
deseado y por otro ayudan a guardar y conservar lo deseado. Típicas metáfora de marcas de
barrios cerrados, colegios privados, pero también de una amplia diversidad. Colgate, “protección
total”.
Conexión: Responde a la inveterada necesidad que tienen las personas de sentirse parte.
“Pertenecer tiene sus privilegios” (American Express) es clásicamente una metáfora de conexión.
La metáfora de conexión está directamente relacionada con el concepto de identidad. El Museo
Renault o los negocios Sony Style apuntan a la misma metáfora.
Recurso: Esta metáfora se basa en mensajes que ofrecen recursos necesarios para lograr nuestras
metas o propósitos. Así la CNN se presenta como la “única” fuente global de noticias.
Control: Hay una tendencia psicológica de las personas en requerir fuertes motivaciones para
adquirir control sobre relaciones, eventos y recursos necesarios para desarrollar sus actividades. El
sector bancario es un rubro en el que la metáfora de control está relacionada con sus marcas.
Como vemos hay segmentos de bienes y servicios que se especializan en ciertas metáforas en
particular. En el rubro automotriz los segmentos de bajo precio se vinculan más con la metáfora
del viaje, el segmento medio se relaciona con metáforas de control y transformación y en el
segmento de alta gama siembre subyace la metáfora de la conexión.
El Spokeman
Existe una táctica difundida en el marketing que es la de utilizar personas conocidas para
campañas de comunicación, y esto obedece a la idea de transferir ciertos valores de la persona a
la marca. Pero hay una instancia superior de esta táctica que es lo que se llama spokeman o
vocero de la marca.
Podríamos decir que en la táctica de relación personaje-marca existe un primer nivel que es el de
los modelos que prestan su aspecto físico a la marca (como el caso de Messi con Pepsi), un
segundo nivel es el de personajes que no solo prestan su cara, sino también sus propios rasgos de
personalidad y hasta ciertos valores (como Axel con Garbarino). El último nivel es el de los
spokeman o voceros, que son personas que se convierten en la cara visible de la marca (como lo
hizo Michael Jordan con Nike), cuando se logra establecer un vínculo dinámico entre el spokeman
y la marca es muy bueno. Pero el riesgo es que la persona tenga alguna dificultad personal que
termine afectando a la personalidad de la marca (casos como el de Kate Moss con problemas de
drogas o Tiger Woods con problemas de infidelidad son ejemplo de ello).
El Nombre de la Marca
Un buen nombre de marca es esencial, porque se puede ahorrar mucho esfuerzo en tiempo y
dinero para su vinculación con el público si el nombre es adecuado.
• Continuo. Es preferible que cuando por alguna razón los nombres de marca no son los
adecuados, mejor transformarlos que cambiarlos radicalmente. Caterpillar es un nombre
de marca largo y relacionado con un rubro particular (maquinarias), cuando Caterpillar
decidió involucrarse con productos de consumo masivo como los calzados, decidió
modificar su nombre por CAT.
Por otra parte existe una clasificación especialmente destinada a ordenar los tipos de nombres de
marca, pudiendo ser:
• De Fundadores. Cuando la marca adopta el nombre del fundador, algo usual hasta
mediados del siglo pasado: Ford, Sony, Disney.
• Descriptivo. Los nombres tienen relación con el hacer o el origen de la marca. MoviStar,
Leader Price, Aceitera General Deheza.
• Inventado. En este caso el nombre no tiene ninguna explicación lógica, aunque puede
resultar exitoso, requiere mucho esfuerzo y trabajo dotar la marca de significado. Un
ejemplo de ello es Kodak.
• Metafórico. Nombres que aportan significado y asociaciones positivas. Nike, que en griego
significa victoria, Etiqueta Negra relacionando elegancia con clase en materia de
indumentaria masculina, La Serenísima como expresión de alimentos lacteos.
• Siglas. El mayor inconveniente de este tipo de nombres es que las siglas son muchas en el
mercado y pueden surgir equivocaciones. Siglas exitosas como YPF, Arcor, Sancor, Ades,
CNN, etc.
Tagline
Dijimos que toda marca es en sí misma un discurso de la personalidad de la empresa, pero suele
haber marcas que suman un segundo nivel discursivo, un segundo texto, una frase que va
inmediatamente debajo del logo y que tiene por objeto sintetizar el concepto o la esencia que hay
detrás de la marca. Se trata del tagline, también llamado slogan.
Un tagline debe ser corto, diferente al de la competencia, original, capturar la esencia de la marca,
ser fácil de recordar y pronunciar, motivas una respuesta emocional.
• Superlativo: intenta colocar a través del nombre de marca al producto como el mejor.
Carrefour, el precio más bajo. Arcor, le damos sabor al mundo. Clarín, el gran diario
argentino.
La empresa Molinos decidió crear una marca premium de mayonesas, a la que llamó Gourmet.
Para ello preveía un sabor distinto, un packaging especial y con un precio superior al 10% del
resto, especialmente a la mayonesa del líder Hellmans.
El proyecto funcionó y alcanzó el 12% del mercado, pero la empresa decidió ganar mayor
porcentaje aún del mercado y para ello bajó el precio y abarató costos, esto impacto en el envase,
que pasó a ser de plástico e incluso en sachets, se abarató la impresión de las etiquetas y hasta se
uso la misma logística que con otros aderezos de la empresa como Fanacoa o Ri-K.
El resultado fue que Gourmet perdió su porción de mercado ganado como producto premium y no
pudo avanzar dentro del resto ya que perdió su especificidad de compra, su personalidad. La
marca prometía una identidad que el producto no reflejaba.
BIBLIOGRAFÍA
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