Anales 1995
Anales 1995
Anales 1995
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ANALES DEL CARIBE
del Centro de Estudios
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ANALES DEL CARIBE
Centro de Estudios del Caribe
14-15/1995
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teratura de los países del Caribe así Oscar Femández Chuyn
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como el estímulo a la creación artís-
Composición:
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Director del Centro de Estudios del Cada trabajo expresa la opinión de su autor. No
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7 Presentación
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9 LázaraMenéndez. La santería que yo conozco...
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21 Natalia Bolívar. Las distintas manifestaciones de Palo Monte en Cuba
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contemporáneo
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155 Lucía Mercedes de la Torre Urán. El hecho religioso en las prácticas productivas
tradicionales de la comunidad negra del Medio Atrato Chocoano. (Caso Río
Bcbará)
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219 Rawle A. Gibbons.lnfluence ofOrisha on the Popular Arts in Trinidad and Tobago
ic
227 Juan Carlos Quintero Herencia. «Pa la Osha Tambó». Por un cuerpo inmediato:
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los circuitos santeros en la salsa
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Occidente cristiano
m Gertrudis Campos Miljans. La alfarería popular y ritual en la santería cubana
283 Beatriz Almaguer Vera y Roxana Femández Rodríguez. El Fromajé: la perennidad
de lo invisible
291 Rogelio Rodríguez Coronel. Colisiones y resistencia en la literatura cubana de
origen yoruba
297 Maria Pounucr. José Lezama Lima, autor de la primera fenomenologia afrocubana
305 Kitzie McKinney. Simbi Betweel1 Two Waters: Figuring and Transfiguring Spirít
in Jean-Claude Fignolé's Les possédés de la pleine lune
311 Juan León. Sorne Aspects ofSantería and Voodoo in Contemporary U.S. Culture
319 AUTORES
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PRESENTACiÓN
Uno de los aspectos más trascendentales del legado cultural de los hombres y mujeres
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trasladados a América como esclavos se encuentra en las religiones de impronta africa-
na esparcidas por nuestro Hemisferio. Lo que hoy constituyen raigales tradiciones y
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formas de la vida espiritual de pueblos mestizos o «híbridos», y que reciben denomina-
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ción diversa según sea el país de arraigo -santería o regla de Ceba, palo monte, socie-
dades secret3s abakuá, vodú, pocomania, shango, obeah, quimbois, macumba,
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candomblé, umbanda, rastafari, entre otros- también han sido inspiradoras fuentes de
la creación artística.
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Esa es razón más que suficiente para que el Centro de Estudios del Caribe de la Casa de
las Américas, por tercer año consecutivo, auspiciara durante los dias 14 al 25 de agosto
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estudio de los complejos religiosos afrocubanos y las expresiones de las artes visuales
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relacionadas a ellos.
Además de los textos aquí publicados, durante esa etapa se contó con intervenciones
del artista puertorriqueño Dennis Mario Rivera y del afronorteamericano Ben Jones,
quienes brindaron charlas ilustradas acerca de los vínculos entre sus respectivas obras
7
pictóricas personales y las religiones afroamericanas. Los días del Seminario fueron
también ocasión propicia para la inauguración de una Exposición de los jóvenes pinto-
res cubanos Carlos Estévez y Santiago Rodríguez Olazábal.
E.J.R
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LA SANTERíA QUE YO
CONOZCO...
Lázara Menéndez
ocHúN SOBRE LA MEDIA LUNA
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Ni en el pasado ni en el presente la Santería o Regla de Ocha-Ifá ha contado con una
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estructura institucional suprafamiliar que haya tendido a integrar a todos los que se
identifican como santeros, iyalochas, babalochas y babaJaos. Por consiguiente, los
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estudios que la han adoptado como objeto de investigación, indagación o mero recono-
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cimiento SOl: el resultado de acercamientos a determinadas familias rituales o
«santorales» -como las denominan actualmente algunos religiosos- y a personas ini-
ciadas, consideradas representativas en el seno de la familia, de la localidad o en el
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para nuestra reflexión el análisis de aquellos factores que favorecen y/o introducen
cambios en el discurso,.relativarnente normativo, de la práctica. La valoración de la
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caso Por consiguiente hemos de enfocar la valoración del universo santero como un
proceso de construcción por su condición cambiante.
-una empíríca basada en los princípios de una práctica que se asume esen-
cialmente religiosa. Ella cubre una variada gama de respuestas, pues aquí se
inscriben creyentes -santeros o no, que afirman o niegan el credo-; no cre-
yentes -personas que pueden ínteractuar o no con la práctica y que la acep-
tan o rechazan en dependencIa de múltiples factores-; y la más simpática,
aquella que hemos denominado «la categoria del por si acasO» y que se
autodefine como «no creo pero respeto».
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cio como una religión. La descripción y la clasificación de los componentes
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religiosos del universo santero han absorbido la atención de la mayor parte
de los estudios en detrimento del análisis y valoración del mismo, aun desde
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la perspectiva socio-religiosa.
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La 58IltellÍa que yo conozco...
Las herramientas deculturativas, los prejuicios, las manipulaciones del poder y desde
él no lograron siempre hacer tabla rasa con los valores culturales de las poblaciones.
En Cuba, las barreras del rechazo se fueron fracturando con la acción del tiempo, la
realidad y el individuo. Las relaciones interpersonales en el ámbito de la vida cotidiana
-y preferentemente en la instancia del «barrio»- han sido minadas y transgredidas más
allá de las fronteras impuestas por los prejuicios. Aunque de modo oculto, mucho de
ello se debió en el pasado a la acción de los informales líderes de las barriadas y a las
normas sociales refrendadas por los micro-colectivos.
El interés de sectores de la intelectualidad ha condicionado-históncamente- una mira-
da desprejuiciada sobre ciertos factores de la cultura popular y especialmente de la
Santería; tal es el caso del conocimiento científico representado por figuras como Fer-
nando Ortiz. Lydia Cabrera, Rómulo Lachatañeré, Teodoro Díaz Favelo, Argeliers León.
No menos significativos del universo santero resultan las acciones generadas desde la
esfera artística y literaria en sus empeños por apresar ambientes, atmósferas, persona-
jes e instrumentos identificativos del universo santero.
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En esta acción de desmantelar las barreras que pretenden intelectualmente aislar el
ejercicio santero y su proyección cultural, ha sido significativo la política cultural trazada
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por el Gobierno Revolucionario. En su vertiente educacional, la Campaña de
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Alfabetización, la enseñanza laica y obligatoría en los niveles primario y medio, los
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de la población; en sus aspectos artístico y literario, las tareas emprendidas tanto por
los centros de investigación adscritos o vinculados con el Ministerio de Cultura como
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El conocimiento del Universo Ocha-Ifá como entidad, sus valores y contenidos especí-
ficos, desde la perspectiva cultural es deficitariO. A lo largo de la historia, los estudios
realizados en Cuba, como señalamos anteriormente, han privilegiado la enumeración
de las divinidades, sus características y objetos distintivos, la estructura de las ceremo-
nias, la focalización del antecedente etnocultural, entre otros aspectos. En no pocas
ocasiones se le ha tratado de aplicar modelos eclesiásticos derivados casi en su totali-
dad de las religiones institucionalizadas.
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como definidora de una posición-situación en el universo global de la cultura cubana
legitimadora de ciertas fronteras. Con demasiada frecuencia se ha ignorado la luz que
sobre el asunto aportaron las obras de Fernando Ortiz y Lydia Cabrera.
La Regla de Ocha- Ifá ha tendido a verse como un fenómeno del pasado, un hecho
congelado y con ello se ha excluido uno de los aspectos más ricos, la tasa de innovación
y actualización a la que ha estado sujeta. Con demasiada frecuencia nos tropezamos
con estudios que ~omo el saber popular, colectivo y no tan anónimo como algunos
quisieran- repiten informaciones o buscan datos que pueden ser asumidos como verda-
des absolutas. De este modo se silencian las voces de los santeros y se soslayan las
funciones de la Santeria como práctica cultural específica, viva, interactuante y en
constante transformación, dentro del universo cultural cubano.
Hoy, cuando los cubanos hablamos de nuestra cultura, por lo general nos referimos a
ella como el resultado de la transculturación afro-hispana, entendidos -o al menos así
lo entiendo yo- como componentes básicos del proceso de conformación de la cultura
cubana, pero no únicos ni excluyentes. Nos sentimos teóricamente identificados con
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este principio porque hemos aceptado, desde hace mucho tiempo, que somos el resultado
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de un proceso históricamente concretado en determinadas relaciones económicas,
sociales, políticas, éticas, artísticas, estéticas; que compartimos hábitos, costumbres,
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gustos que nos identifican y con los que nos identificamos aunque no los compartimos
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proceso de cambio cultural operado sobre él, especialmente, si son los religiosos. Aun
cuando éstas son aceptadas técnicamente como cubanas, se produce un raro
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extrañamiento con respecto a este segmento de la realidad cultural y resulta que, las
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extraña., incomprensible.
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matices- como respuestas enajenadas a la crueldad y hostilidad del medio, otorgando
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sólo espacio para la copia; es hora de mover los márgenes y retomar la herencia legada
por Ortiz y Lydia Cabrera en la caracterización de nuestra «afro-pagana Santería».
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A partir del triunfo de la Revolución se crea una significativa situación que, desafortu-
nadamente, se mantuvo hasta 1991, año en el que como parte del «proceso de rectifica-
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En el curso de esos treinta y dos años el Estado sostuvo dos políticas, aparentemente
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No puedo asegurar que la famosa frase de «o no llegamos o nos pasamos» sea un signo
de nuestra cultura, pero en este caso podemos comprobar que, por una parte, los
involucrados en la ejecución de aquella política no llegaron a la médula del problema,
porque además de una especial relación con lo sagrado, la Santería proporciona canales
muy diversificados para relacionarse armónicamente con un medio hostil~ y por otra
parte, se pasaron, al hacer que los religiosos se sintieran reprimidos, perseguidos y
atacados en su intimidad, aunque esto no excluyó, desde luego, que se sintieran
beneficiarios de la Revolución, pues muchos de ellos obtuvieron ciertos bienes en el
orden material.
Tanto una como otra posición chocaban en el acontecer cultural nacional. En un senti-
do era impostergable el rescate de las tradiciones culturales, es decir todo aquello que
tuviera que ver con el pasado~ y por otro, convenia un individuo muy racional, capaz de
mcorporar otra espiritualidad, relativamente nueva, muy alejada de la que el hombre
religioso había desarrollado y que consideraba como herencia de sus antepasados.
La asunción global del universo santero se vio limitada por la manera en que la Santería
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y sus participantes fueron integrados-desintegrados al proyecto cultural sostenido por
el Estado a partir de 1961. Con la creación del Conjunto Folklórico y el Instituto de
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Etnologia y Folklore en dicho año, de hecho la música, la danza, la mitología y la
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artesanía rituales de filiación santera; entre otros aspectos, fueron paulatinamente tratadas
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mos objetos eran desligitimados como parte de la vida y la razón de ser del pueblo que
practicaba o participaba en la órbita de esta forma religiosa. El reconocimiento del
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valor simbólico de ese conjunto de elementos en la vida cotidiana del sujeto, las
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relaciones existentes entre ellos, los valores de que eran representativos, quedaron
desarticulados de los discursos que debían privilegiarlos.
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La....... 'P"yo "",,,,,,''''...
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Rápidamente sobrevino una solución para el acontecer religioso que favoreció la ac-
ción rítual: se recurrió a la táctica de la simulación como parte de una estrategia de
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resistencia Al oscilar el fenómeno de nuevo entre los polos de aceptación y rechazo, el
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oríchas. La cultura dominante sentó pautas para que los prejuicios reforzaran la políti-
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No es noticia que los estudios acerca de lo que se reconoce como cultura popular
tradícional, nacional o internacionalmente, han estado influidos -en mayor o menor
medida- por herencias conservadoras que han tendido en no pocas ocasiones a enjui-
ciar la producción simbólica como un resto fósil. Al no favorecerse en Cuba la concep-
ción religiosa del mundo, la proyección social del universo santero se enquistó y apa-
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rentemente congeló su universo imaginal. En realidad la hostilidadfavoreció el fortale-
cimiento del ejercicio santero y la decantación de no pocas de sus acciones y extendió
su radio de operaciones, pues es sabido que hasta 1959 la práctica de la Santería era
una cuestión nacional; a partir de esa fecha y en un proceso paulatino de consolidaciÓn
de la Regla de Ocha-Ifá cuenta con comunidades significativas en Miami, New Jersey,
Puerto Rico, Venezuela y con personas iniciadas en casi todos los países del mundo.
La manera de concebt r el mundo, por parte del hombre santero, está articulada alrededor
de una noción de lo sagrado que compromete una instancia no creada por la acción
humana -eguns, orichas, Iré, osogbo, eri- y otras, corresponsabilidad constructiva de
los humanos -el respeto a los mayores, a la casa, a la familia, a las normas rituales y
sociales-. esta ultima está condicionada por la manera de vivir en el mundo, que no es
Idéntica ni homogénea para todos los santeros
La concepcIón de lo sagrado ttende a actIvar una relación flexible del hombre con el
universo, la naturaleza, la sociedad y con otros hombres; acomodable a las circunstancias
específicas del sujeto, poco hostil a otros credos, religiosos o no, nada autoritaria,
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proclive a la desobediencia por convencimiento del otro y también por ocultamiento de
las acciones
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Hablar de la Santeria como una práctica cultural supone reconocer un modo de vivir y
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sociocultural con el que interactúa el individuo y una manera de conducirse para obtener
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Si aceptamos como noción de cultura aquella que valida tanto la formación del ser
humano, su mejoramiento y perfección, como los productos de esaformación, es decir,
el universo de las actividades, productos intelectuales y manuales del hombre en su
quehacer social independientemente de sus fonnas, contenidos, orientación, grados de
complejidad o distancia de las concepciones y comportamientos respecto a otras, la
Santeria, obviamente es una de esas prácticas.
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La. . . . . que yo OOliOZOO••.
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Al comparar una de las versiones del mito del origen del mundo, específicamente el
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relato de Ochanlá con el titulado «Origen de los Santos africanOS» aparecido primero
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violación de la norma, sino como una evolución lógica del saber en una sociedad en la
que el papel de la tradición no puede asumirse en abstracto, y de esta forma sustantiva
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el rol que ella desempeña en las sociedades tradicionales como tamiz que filtra, ordena
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y fija el conocimiento; en nuestro contexto las instancias del saber -escuelas, acade-
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sociedad. El acceso a ellas ha formado parte de las espectativas populares; este presu-
puesto se vio favorecido por las medidas educacionales que se introdujeron en el país
después del triunfo de la Revolución.
En una cultura oral, o predominantemente oral, la memoria colectiva acredita los actos
y circunstancias que cualifican la vida del conglomerado humano pero, en nuestro
contexto, la cultura gráfica europea suplantó la importancia de la tradición oral en la
instancia hegemónica. La Santería como expresión de una sociedad culturalmente
mestiza logra, a pesar de la marginalidad a la que ha estado sometida, un alto nivel de
comunicación con los «otros» por el dominio que sus practicantes alcanzan del español,
lengua materna y oficial para todo el que nace en la Isla.
17
Los santeros se han nutrido de recursos pertenecientes a otros credos; no sólo se
reconoce el componente católico, sino también rasgos pertenecientes al espiritismo y la
Regla de Palo Monte, lo que viene a mostrar que la Santeria no es hostil a otras creen-
cias institucionalizadas o no, hasta el punto que una misma persona puede ser miembro
de una potencia abakuá, ser palero y santero. La iniciación en cada una de ellas debe
seguir el orden en que se han presentado, esto evidencia, por una parte, cierta tendencia
hacia el ecumenismo, y por otra, la articulación paulatina de una verticalidad entre los
credos populares.
Es posible reconocer la presencia de múltiples elementos culturales pertenecientes a
las más diversas culturas. En el universo de los objetos que cualifican el entorno ritual,
se encuentran hachas bipendes, representaciones similares al caduceo de la medicina,
soperas, pilones y otros, todos portadores de significados históricos: en la mayoría de
los casos. desconocidos por los practicantes, puesto que se han refuncionalizado y
resemantízado en el nuevo contexto del que forman parte.
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Hasta aqui hemos esbozado lo que a nuestro juicio constituye la matiz sociocultural
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basica del corpus santero y cómo la trascendente irradiación del conjunto de sus valo-
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res fuera del ámbito ritual se ve favorecida por la naturaleza difusa de su estructura.
ElIo facilita la interacción de los contenidos rituales con las diversas circunstancias
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LAS DISTINTAS
MANIFESTACIONES DE
PALO MONTE EN
CUBA*
Natalia Bolívar
Soy NDUMBU A NZINGA, planta trepadora que se enreda en espiral. Mis ramas se
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enredan alrededor del país para unificarlo.
Yo soy NANGA, el cojo, pero voy muy lejos. Las piedras de mí estufa son cabezas de
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hombres; mí cuchara de comer es la costilla de un gran pez. Por eso el país es extenso.
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Soy NGIMBI, aquel que hace crecer abundantemente todo lo que nutre y alimenta.
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Las madiadia o falsas cañas de azúcar que se cortan por la mañana. al mediodía
nuevamente se acercan al sol. Por eso el país vivirá siempre.
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Se oye el dulce monólogo del kinfuiti, tocado por congos de origen musundjl susurrando
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sus cantos ancestrales en honor a su deidad y los campos de cañas se mecen al unísono
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etnias diferentes mezcladas y sazonadas con culturas de la amplia costa africana: los
carabalíes3, lucumíes4 , ararás, mandingas6, ganga7, macua8, angolanos y congos.
• Esa presentacién se realizó a tres voces: Natalia Bolívar, Miguel Benavidez y Coralía Hemández Cantada
por Lázaro Roo;, acompañado por el gn¡po «Los Nanys».
21
NaIlIIiaBoIívar
Según datos recogidos por Antonio Couzo en Quiebra Hacha: Tamacuende Yaya, el
San Antonio africano que adquirió su nombre por influencia de los misioneros católicos
portugueses en Angola y el Congo, que viajó las intrincadas selvas de aguas profundas
haciendo su morada en la zona más occidental de Cuba, es una imagen de madera negra
con toscas y raras facciones, cuya historia y origen es apenas conocido, ni siquiera por
los más viejos e íntimos adoradores de esta imagen. Envuelto sigue en las tinieblas del
misterio y la leyenda de hombres y mujeres blancos y negros que sólo repiten lo que
oyeron a sus abuelos.
En conversaciones con Florentina Larrinaga (89) dijo: Es un santo que vino del central
Tinaja9 , de negros congos. Su casa templo Nso NgangalO era de madera y tejas y la
desbarataron para hacerla nueva en los años 56-57. Todos venian el13 de junio desde
los centrales San Felipe, Begoña, Menocal ll y de todos los lugares; blancos y negros, a
la procesión en su honor. Es una nganga poderosa.
y su hermano Francisco, cuenta que: «Una vez un hombre que estaba orando le tiró un
varazo al santo y le partió un brazo; al poco tiempo el hombre murió. Tiene una misión
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grande por su procedencia conga; su nganga, si no me ocupo de ella, viene en sueños y
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me dice veinte cosas. Mi adoración máxima y mi guía espiritual es Ta Macuende Yaya»
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Sarabanda OGGÚN San Pedro
Son las que proceden de las vastas zonas de la franja central de África que, con su gran
variedad de etnias enriquecieron nuestra cultura nacional. Sus creencias y fundamentos
están divididos en cuatro vertientes a las que se conoce como Mayombe, Briyumba,
Chamalongo o Malongo y Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje.
Todas estas reglas poseen su fundamento o nganga (receptáculo) que contienen elementos
de la naturaleza, al Nfumbe o muerto que será guía de todos los ritos sacromágicos.
Sus propósitos siguen una misma línea: la defensa y protección de su dueño, de sus
ahijados y sus allegados, aunque sus respectivas prendas tengan distintos caminos.
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Hay un viejo dicho entre los paleros: nganga buena, nunca tercia Es decir, que el buen
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trato que uno dé a su nganga será reciprocado por ésta hasta la hora de su muerte.
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LA MAYOMBERÍA
bién denominación o título honorífico. Es la práctica que se conserva más pura Está
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cimentada en la interrelación con los espíritus de los ancestros y de los muertos, con las
vibraciones de todo cuanto existe en la naturaleza El amor que los mayomberos profesan
as o
por la naturaleza y el respeto a que son acreedores por sus profundos conocimientos
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sobre sus secretos y misterios, es una de las virtudes de estos creyentes, a quienes
prejuiciados e ignorantes han llamado peyorativamente «brujos» en diferentes momen-
Fo
tos de la historia.
Sus ngangas, que contienen todo lo que en la Tierra tiene vida, pues para el africano y
sus descendientes criollos todo vibra -hasta la materia que otras culturas consideran
muerta-, son de tamaño pequeño, como las de los antiguos clanes del reino del
Manicongo.
23
Su principal fundamento es Nsasi Siete Rayos, nombre genérico que se da a toda pren-
da Mayombera, y que significa: Lugar de Enterramiento de los Jefes; y también: Antí-
lope o Venado. Estas prendas siempre van escoltadas por un Nkuyo o lucero, con el
cual se abre el cuarto donde se <<juega» palo, y al que se puede describir como una
prenda en miniatura; y por una npaka montada en un tarro de chivo o de toro, que es
uno de los instrumentos auxiliares de la adivinación.
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Cuenta una leyenda, transmitida de padres a hijos, que en las selvas de Mayombe había
un palero muy prestigioso llamado Marokuto, que vivía con su hijo, de nombre Nkanga
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Langa. Este. abochornado porque su padre no le daba sus conocimientos acudió a los
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mayores de tribus cercanas. Marokuto, que era un hombre temerario, había destruido
la tori
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muchas casas de palo, pues quería que la suya fuera la más importante y respetada. Una
noche en que las estrellas huían de su propia luz, estaban plantadas las casas de
Sarabanda, Siete Rayos y Medianoche. Entre los presentes se encontraba Marokuto.
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Su hijo, asiduo a estas casas, tocó a la puerta del Nzo Nganga diciendo su nombre en
palo: «Kuenda Nso» '31e dicen los presentes, yal ver a su padre Marokuto lo saludó con
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gran respeto. Pero éste, lleno de rabia cogió su Nbele (Machete), y en el forcejeo, su
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hijo logró quitárselo y sin querer le cortó la pierna. Marokuto, desangrándose y mori-
bundo le dijo a su hijo: «Mi nganga son tu nganga, pero cuando me nfuiri l 4, que mi
Fo
LA BRIYUMBA
La Briyumba surgió como rama independiente de las Reglas de Palo a finales del siglo
pasado. Su núcleo original puede situarse geográficamente en la provincia de Matan-
zas, donde la religiosidad popular tiene profundas raíces, y donde coexisten la Ocha, el
Palo Monte, las Sociedades Secretas Abakuá y los cultos y deidades de los descendien-
tes de ararás, gangas, iyesá y muchas otras etnias africanas.
24
1M ........ m-.c..má0ll.. dePilo _ 00 ClIb.
En el siglo XIX quienes se dedicaban a practicar algún culto lo hacían de acuerdo con
sus formas más ortodoxas, aquellas que vivían en sus recuerdos y eran transmitidas por
la tradición oral. Pero al paso de los años, aislados de sus orígenes, esos cultos fueron
adquiriendo estilos propios y uniéndose a los de otros grupos con los que más se
relacionaban en la vida cotidiana, aunque no fueran los de su misma etnia
Las iniciaciones en las distintas casas tanto de Briyumba como de Mayombe difieren
en las formas de hacer las marcas y en el instrumento que se emplea para ello. Los
viejos Tatas las realizaban a la usanza de sus mayores, con espuelas de gallos o mejor
aún, de gavilán. Pero esto ha caido en desuso y sólo continúan haciéndolo las casas de
tradiciones ortodoxas o las ubicadas en las zonas rurales del país.
Los cortes o trazos son profundos, para que la sangre corra sobre la prenda, y ésta
pueda identificar a sus hijos. Mientras se practican las incisiones, se canta el siguiente
mambo: «Mengal6 va a correr, como corre la guarironga... »17 La sangre que queda en el
instrumento se enjuaga con un poco de aguardiente sobre la prenda.
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Las prendas de Briyumba son generalmente de tamaño grande, están montadas con
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todos los palos duros, polvos de animales de pelos, de pájaros y de reptiles~ tierra de
diferentes lugares del cementerio, de la cárcel, del bibijagüero, del contorno de las
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palmas, etc~ agua de distintas procedencias. Llevan nombres de paleros famosos, pues
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como en Mayombe nacen de un gajo de sus padrinos que atesoran las que han sido
dadas por los mayores descendientes de esclavos o heredadas por ellos mismos. Otros
nombres están asociados con las famosas y ancestrales prendas, y algunos de ellos son:
de di
Gajo Cielo, Acaba.mundo, Viento Malo, Malongo Vrra Vira, Nbumba Paticongo, Manga
Saya, Tiembla Tierra, Brazo Fuerte, Cobayende y muchas otras que harían la lista
as o
interminable.
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Los ancianos descendientes de esclavos, traidos de las costas de Angola y del Congo,
cuentan que fueron apresados y embarcados siete congos reales con sus séquitos. Estos
hombres, humillados, encadenados, maltratados por esclavistas sin escrúpulos, pasaron
toda clase de privaciones a las cuales no estaban acostumbrados. Hombres nobles,
dulces, que dejaban atrás su familia, se sintieron profundamente desarraigados como
seres humanos y, en la larga travesía, entre olas que jugaban con la embarcación
produciendo mareos y alucinaciones, pidieron a su Sambia (Dios) el castigo para todos
los que se dedicaran a este indigno y cruel comercio. Su rey, llamado Ndumbo, cayó al
agua durante una tormenta y murió. Las mareas se contorsionaron, los rayos se
proyectaron sobre la proa del barco, sembrando el pánico entre la tripulación. Los
restantes congos reales, Nzinga, Mananga, Mboma Ndongo, Nanga, Makunku y
Bakuende, lograron llegar con vida y fueron vendidos a diversas dotaciones, funda-
16 Sangre.
17 Comente de agua.
25
NlIIIIiaBoIíwr
mentalmente ubicadas en la zona de Pinar del Río. Al morir, cada una de sus kriyumbas
se utilizaron para las más prestigiosas ngangas, que todavía se veneran y dan mucho
que hacer en el mundo sacromágico de nuestra idiosincrasia nacional.
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Los devotos de Chamalongo tienen guerreros en calidad de guardieros, que adoptan
distintas formas: de Ayfi2°, garabato y de muñecos confeccionados con palos duros,
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llamados Luceros. Sus nkisis tienen el mismo fin que los de las demás ramas: proteger
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El interés fundamental del chamalongo es dar servício a los creyentes por módicos
precios. Sus prendas han sido montadas a través del «brincarniento» de las de Mayombe,
de di
interior una Matari 21 recogida en la loma, el rio, el mar o el monte. Las piedras aportan
a las prendas de Chamalongo las vibraciones de los poderes de cada uno de los lugares
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en que fueron encontradas. En algunos casos, contienen agua bendita, «para que no se
las confunda con prendas judias».
y dice un refrán de Chamalongo: «El bien se hace sin permiso, el mal sin derecho.»
La Regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje es un producto netamente cubano.
Fue fundada a mediados del siglo XIX por Andrés Facundo de los Dolores Petit. Este
hombre sorprendente y profundamente místico era, al mismo tiempo, Terciario de la
Orden de San Francisco del pueblo de Guanabacoa, devoto de la Regla de Ocha, Isué
2! Piedra.
26
de Bakoko Efor22 en la Sociedad Secreta Abakuá23 , YPadre Nkisi de la Regla que él
mismo fundara. Aunque no hemos podido encontrar pruebas de que Petit fuera también
hermano masón. en la liturgia y los ritos Kimbisa se aprecian rasgos de la masonería
Es posible, pues, afirmar que si hay en Cuba una práctica religiosa real y deliberadamente
sincrética, ésta es la Regla Kimbisa. Petit, según sus seguidores, decía: <<Todas las
religiones son buenas, y cuántas más se profesen mejor.»
as
en español y otras lenguas africanas).
ic
Los padres en la Regla Kimbisa se llaman Padres, Maestros; de igual forma se llama a
ér
s al
las Madres que comulgan con estos ancestros y otros espíritus benéficos a través del
la tori
Am
y de solidaridad con la familia ampliada de los Abakuá; la devoción por los antepasados,
a E
fuente de sabiduría, está presente en toda la liturgia creada por Petit, cuyos rezos y
as o
Las deidades que reverencian los kimbiseros son las más populares del santoral católico
Fo
y sus respectivas identificaciones con los orichas yorobas; en Kimbisa los santos comen /
10 mismo que en la Regla de Ocha, así resulta fácil enumerar algunos a modo de
ilustración. a partir de los nombres que les dan los seguidores de esta secta:
11 C<nliituida por hombres descwdientes de los esclavos traídos del Calabar, sure!te de Nigeria.
27
N.... aolí....
Elegguá, Oggún,
Sarabanda San Pedro
Ochosi
as
y dice un refrán de la Regla Kimblsa: «La noche oscura no tiene amo.»
ic
ér
s al
El dulce murmullo del Kinfuiti, que traslada sus mensajes desde la parte más occidental
hasta las montañas orientales, es un tambor que tiene el parche atravesado por un
la tori
Am
cordelo membrana amarrada a la base; con un elemento de fricción (como una caña
brava o un bejuco) u otro elemento rígido que produce esta conversación en su lengua
de di
con las deidades de su lejana África, en íntima comunión con los montes, llanos, ríos y
a E
Yimbiri CoOOllende
28
LA LEYENDA ÑÁÑIGA
EN CUBA: SU VALOR
DOCUMENTAL
as
abstracto» que las une en su diversidad, su compleja y desconcertante imagen
ic
sociocultural.
ér
s al
Desde el punto de vista económico la plantación azucarera fue, por muy amplio margen,
la condición que la determinó al provocar esas oleadas migratorias abastecidas por la
la tori
Am
incluyendo a Cuba.
Con la trata, llegaron a las Antillas españolas negros procedentes de las factorias y
embarcaderos de la prolongada faja costera del occidente africano y, más allá del Cabo
de Buena Esperanza, del territorio bañado por el Océano Índico. Esos ingredientes
poblacionales fueron compartidos por todas las Antillas, probablemente por toda
Afroamérica, pero no en iguales proporciones.
29
Por una parte, el desarrollo de las plantaciones fue desigual, pasando de pequeñas
Antillas inglesas como Barbados, en el siglo XVII, a grandes islas como Jamaica y la
antigua Hispaniola (en Saint Domingue, su parte francesa) en el siglo XVIII, y a la
española Cuba en el siglo XIX (en realidad desde las últimas décadas del XVIII) cuando
ya las conveniencias del capItalismo industrial, inglés sobre todo, la ilustración de
corte francés con su corolario revolucionario en los «derechos del hombre», y las
«sociedades de amigos del negro», inglesa y francesa, combatían y denunciaban los
horrores de la trata y anunciaban, con su fin, el de la esclavitud de africanos en América.
Por otra parte, la Revolución haitiana, que propició por sustitución el auge económico
de Cuba, mostró con terribles resultados las consecuencias de la masividad esclava con
sus crueldades llevadas hasta las últimas consecuencias. La implantación en gran escala
del régimen de plantaciones en Cuba, y su complemento en la continuidad de la trata y
la esclavitud, fueron por tanto, en la mayor de las Antillas, fenómenos relativamente
tardíos, conservándose cuando ya la mayoria de las naciones europeas habían renunciado
al tráfico de negros y hasta a la esclavitud Cuba fue el último país de la región en abolir
la esclavitud, entre 1880 y 1896, sólo superada en el Continente por Brasil, que 10 hizo
en 1898.
as
Esas caractensticas de gran emigración forzosa de africanos hacia Cuba en tiempos de
ic
crisis de la institución esclavista hicieron que éstos llegaran en gran parte de contrabando,
ér
s al
pues por acuerdo firmado por las Coronas de España e Inglaterra en 18171a primera se
comprometió a liquidar la trata a partir de 1820; así como a que procedieran sobre todo
la tori
Am
del área bantú de Angola-Congo, donde los principales beneficiarios fueron portugue-
ses-brasileños; de la bahía de Benin, en particular de lucurníes masivamente captura-
de di
Camerún conocido como Nuevo y Viejo Calabar. De zona bantú llegó a Cuba el com-
C nd
plejo cultural conocido por Regla Conga, de Palo o Palo Monte con sus variantes
Mayombe, Briyumba y la versión criolla de la Kimbi~ de la Bahía de Benio, con los
Fo
lucurníes yoroba la Regla de Ocha o santería, con su sistema de adivinación de Ifá con
las complejidades de las lecturas, o nueces de coco, caracoles, la cadena y el
complejísimo tablero de Ifá; Ydel Viejo Calabar, con los carabalíes, el expresado en las
sociedades secretas ñáñigas o Abakuá, en sus dos ramas efik y ekoi efor.
Desde luego la herencia africana en Cuba es muy superior al contenido en esos com-
plejos culturales, pero ellos sirven para dar una idea de su riqueza y variedad, acaso
sólo comparable a la brasileña Vcuias razones apoyan su explicación (como 10 expues-
to sobre 10 relativamente reciente de la gran esclavitud en Cuba y el crecido número de
integrantes de dichos grupos étnicos en la composición del pueblo cubano), pero el
factor fundamental que permitió su organización y permanencia por transmisión fue el
llamado Cabildo negro (o Cabildos de africanos), esa peculiar institución autorizada
por el Gobierno Español para que pudieran reunirse los negros «por naciones» y aplacar
con ello sus pesadumbres y rebeldías, a la vez de pretender tenerlos bajo más estricta
vigilancia civil y eclesiástica. Hay referencia a cabildos de este tipo desde el siglo
XVII: Congos, Mandingas, Ararás, Minas, Lucurníes, Carabalíes... distribuidos por
todas las ciudades con crecida población negra en el país.
30
lA leysda ibliiga eII Cuba: 50 vIlor documEllltal
La relación entre los cabildos de nación y los complejos culturales a que hemos hecho
referencia se realizó en un medio urbano. En efecto, la plantación fue el factor económico
determinante para el auge de la trata y de la esclavitud en Cuba, pero no fue en su seno
que las reglas y sociedades mencionadas lograron prosperar smo, a diferencia del Untú,
por ejemplo, fueron y siguen siendo expresiones culturales con génesis y prevalencia
en las ciudades o, al menos, en lo que respecta a la santería y a los abakuá. Las naciones
presentes en ellas, por los Cabildos, pudieron comprender a esclavos y a libres africanos
emancipados, y a su descendencia; condición que perdieron con el tiempo para serlo de
criollos (negros, mulatos y blancos), los cubanos herederos y usufructuarios del legado
de África en Cuba, con sus sincretismos, modificaciones y pérdidas. El medio urbano
permitió contactos más íntimos y «libres» que las plantaciones con sus extenuantes
jornadas de trabajo, la composición multiétnica de las dotaciones, los odios y castigos
rabiosos, el alto índice de mortalidad con la renovación de sus integrantes, y el
embrutecimiento de los esclavos. La reconstrucción mística de la perdida tierra de los
antepasados, con sus leyendas, ritos, jerarquías, organización, cantos, bailes y hasta
lenguas, repetimos. sólo lo pudo hacer propicio el medio urbano con la existencia de
Cabildos de nación, transformados en centros de reunión de «tierras» o «naciones»
as
africanas.
ic
Consecuencia de esto fue que junto (y paralelo) a las manifestaciones culturales oficia-
ér
s al
reajuste que fue denominado por don Fernando Ortiz de transculturación, con creencias
y sistemas de valores que supervivieron durante muchos decenios por esmerado cuidado
Fo
Esa supervivencia no fue fácil, se produjo a pesar del dominio colonial, dando lugar a
lo que ha sido calificado como una situación ambigua que en Cuba, por la persecución
desatada contra ellas a partir del último cuarto del siglo XIX, tuvo su expresión más
acabada en las sociedades secretas masculInas de los ñáñigos.
El territorio del Viejo Calabar es pantanoso, bajo e insalubre, surcado por numerosos
ríos y cañadas~ la principal ocupación laboral de sus habitantes fue la pesca y sus
31
poblados más importantes los de Atakpea, Ikot ltungko y Obutong, en las márgenes del
Río de la Cruz (Cross River), aunque el ámbito del Carabalí en Africa fue mucho más
extenso, abarcando también partes del limitrofe Camerún y al Viejo Calabar, con
embarcaderos, ricos proveedores de la mercancía humana como Bonny, Brass, Ocrika
yel propio Nuevo Calabar (Owome). La trata desde ellos fue sobre todo con negreros
ingleses.
De los efik se dice que fue un pueblo inmigrante, de incierto origen que ya estaba
establecido y controlando el comercio por el Viejo Calabar desde el siglo XVIII. Sus
jefes (abones) se organizaron eficientemente en las llamadas casas-canoas, con las
cuales remontaban el curso de los ríos para obtener o capturar esclavos hacia el interior
del país, de muy variada procedencia tribal en su mayoría iOO, una de las tribus más
populosas y extendidas de la actual Nigeria.
Aliada a los efik, la tribu bantú ekoi pobló parte del actual territorio cameruniano (de
donde fueron expulsados por los alemanes al ocupar el país) y de la próxima Nigeria.
Todavía a principios del siglo XX el Comisionado Inglés en Nigeria P. Amaury Folbot
as
reportó que en su organización eran muy visibles rastros de un superado y remoto
ic
período matriarcal. En comparación con los efik, los ekoi tenían la ventaja de ser una
tribu antigua y respetada, poseedora de una eficiente organización para el control
ér
s al
el Viejo Calabar, los efik, que se habían establecido en territorios suyos, de las subtribus
kwa Yefut, a los cuales pagaron derechos, se encontraron en desventaja. La situación
así planteada concluyó en un acuerdo entre los dos grupos tribales.
de di
a E
Como en general en todo el continente africano al sur del Sabara, la organización social
as o
La sociedad masculina del leopardo, ngbe (leopardo, en ekoi) llegó a ser la más poderosa
y temída de esas sociedades en el Viejo Calabar, integrada hasta con un cuerpo represivo
nutrido con sus miembros más jóvenes, juramentados para obedecer a los viejos jefes
poseedores de los cargos más altos en la sociedad y de «casas-canoas».
Ngbe sirvió para imponer terror en el medio geográfico de los ekoi en parte del cual, en
el Río de la Cruz, convivieron los efik, y más allá de dicho medio la sociedad mostró
ser muy eficiente para conseguir esclavos en otras tribus pues por un principio propio
de las comunidades primitivas africanas, en tránsito hacia sociedades esclavistas, la
sangre común -principio totémico con resultado tabú- no podía ser enajenada a extra-
ños, principio que, no obstante, fue frecuentemente violado. La adquisición de escla-
vos para mercados americanos creó un estado de guerra constante entre los ekoi y sus
vecinos, con su secuela de terror, de muerte y de descomposición social. De esa fonna
32
Laloy.....iaiiig.... Cuba: 5uVlI1or do<um...ta1
integrantes de tribus limítrofes a los ekoi, como los bantú bakokó, los ekuri-akunakuna,
los ibidio y los ibo llegaron a Cuba como carabalíes, hacinados en los barcos de la trata
a partir de su embarque en los villorrios ekoi-efik del Viejo Calabar.
Según testimonio de un viejo esclavista del Río de la Cruz de la primera mítad del siglo
xvrn, Antera Duke del poblado de Atakpa donde la autoridad máxima recibía el nombre
de Iyomba, éste se hallaba ya dividido en barrios (quartiers) controlados por jefes de
clanes y familias ampliadas de las etnias efik y ekoi, todos interesados en la trata, ricos
y temídos propietarios de «casas-canoas» para hacer la guerra y jefes de la sociedad de
hombres leopardo. Eran sólo ellos los que podian hacer trata con los capitanes de los
barcos negreros que esperaban en el rio, en sus naves, el arribo y venta de esclavos.
Esa convivencia ekoiJefik se repitió en otro importante centro esclavista del Río de la
Cruz, en !kot Itungko, donde a principios del siglo XIX conoció el reverendo mísionero
Waddell a un jefe ekoi que tenía el apodo de CamefÚn, con el cual vuelve a establecerse
la extensión de la tribu ekoi hasta el país vecino a Nigeria del Sur. Los efik y los ekoi se
observaban recelosos y envidiosos, pero no se atrevieron a atacarse mutuamente por
as
temor a las consecuencias porque ambos eran fuertes y compartían los secretos de la
sociedad del leopardo, aunque en dos ramas con sus jefes respectivos. La versión ngbe
ic
de los efikfue ekpe (leopardo en efik): ambas sociedades (o grupo de ellas) los ingleses
ér
s al
Ngbe y ekpe existieron a partir del lazo de unión ekoi-efik con nuevas sociedades,
incluyendo a tribus vecinas subordinadaS a los jefesjobones efik: o ekoi del Viejo Calabar,
de di
Las sociedades del Leopardo del Viejo Calabar (pero sin leopardos por no ser parte de
C nd
islaya partir de ella al del Caribe Yal afroamericano. Su complejo cultural, básicamente
religioso y regido por un peculiar reglamento ético, de obligatorio cumplimíento, es de
los más espectaculares y granados.
Pero en Cuba, a diferencia de lo que ha sido la historia de las reglas de Ocha YConga,
las sociedades secretas de ex-hombres leopardos, el ñañiguismo (por ñaña: hermano
en sociedad, y ngo: una de las palabras que sirven para designar al leopardo en bantú)
o abakuá (posiblemente por los ekoi kwa a quienes los ingleses llamaron abakpa: en
sus tierras, como se expuso, se establecieron los efik al llegar al Viejo Calabar) no
abarcó todo el país, limitó su presencia a tres centros urbanos relacionados con el mar:
las ciudades de La Habana y pueblos o barrios vecinos como Marianao, Regla,
Guanabacoa, de Matanzas Yde Cárdenas.
33
(exceptuando a la propia madre) o tercer plano, como obedientes responsables de sus
hogares e hijos, impedidas de participar con ellos en sus creencias y fiestas rituales
(barocos). Discriminación femenina que alcanza hasta los animales inmolados para las
ceremonias: los gallos y el chivo Mbori, el macho cabrio que debe esperar en ellsaroko,
la parte exterior del fambá donde se realizan los episodios rituales que pueden ser
vistos por profanos.
as
(encarnaciones de poderes ultramundanos) y para Abasí que en Cuba se sincretiza con
ic
el dios cristiano y que entre los efik fue la máxima deidad celeste, creadora de todos Y
después indiferente a destinos y acontecimientos, pero a quien, en última instancia, van
ér
s al
en la regla de Ocha donde es frecuente que sea la mujer el centro de la vida familiar y
a E
la promotora de sus nuevos ingresos como «madrina», aun cuando su jerarquía más
alta, la de babalao con acceso al tablero de lfá, es privilegio masculino.
as o
C nd
Es este aspecto del ñañiguismo el que más pudo contribuir para su arraigo, a pesar de
cambios sociales y de persecuciones oficiales: una aceptación utilitaria, conveniente
para propietarios y administradores de empresas desde tiempos coloniales del siglo
XIX. En centros de trabajo como esos, la práctica mostró la conveniencia de contratar
grupos de obreros con un jefe o mayoral confiable para la patronal, y la organización
ñáñiga sirvió para esos fines con grupos de afiliados dirigidos por uno u otros de sus
jerarcas: se propició el lucro con pactos entre abOnes y empresas.
Algunos barrios de La Habana se hicieron famosos por la particular fisonomía que les
dio la presencia en su vecindario de numerosos ñáñigos, con la característica en muchos
de sus integrantes de una actitud exhibicionista, jaquetonay regida por normas especiales
que abrieron losfambás a delincuentes o predelincuentes. En tiempos de enfrentamiento
34
entre sociedades de las ramas efik y ekoi, la mala fama de dichos barrios, por su
peligrosidad social, con la del ñañiguismo, se incrementó, a lo cual contribuyó,
hiperbolizando hechos y denigrando sus ritos y sistema de creencias, la prensa más
desvergonzada y sensacionalista del país.
A ese vinculo se unió el mencionado entre el fambá y el hogar del ñáñigo. El centro de
su vida estaba en el primero y de ahí proyectaba su interés sobre el segundo. La presencia
social del ñañiguismo desbordó el marco de su templo o centro de reunión extendiéndose
a todos los demás lugares donde hubiera presencia suya, incluyendo lugares como
prisiones y actividades como la política.
Así se insertaron los abakuá en los medios urbanos. Así se produjo la conversión ngbe-
as
Ife, sociedades secretas de hombres leopardos del Viejo Calabar, en sociedades secretas
ic
de ex-hombres leopardos traídos como esclavos, a su nuevo medio americano donde
por raza y condición social fueron despreciados y perseguidos. No conocemos si existen
ér
s al
Pero el complejo cultural ñáñigo con sus posibilidades laborales también fue deseado
por los blancos. Y como antaño se efectuara en Africa el pacto entre obones que cedió
de di
el sagrado y poderoso secreto de los ekoi a los efik, en Cuba se efectuó el pacto (no
a E
aceptado por todos) entre jefes negros y blancos que aspiraban a alcanzar la categoría
de abones con sus privilegios. La rama que entregó el secreto fue la ekoi y la efik la que
as o
se opuso. Con el paso de los años, con enfrentamientos que llegaron a ser cruentos, en
C nd
los fambás se impusieron valores, que dejaron de ser de «blancos» o de «negros» para
serlo sólo de ñáñigos, de hombres con creencias y comportamientos individuales y
Fo
El mito o leyenda ñáñiga es un drama conservado en Cuba con distintas variantes que,
no obstante, guarda invariable su esencia Es posible que hasta en el Viejo Calabar no
llegara a integrarse en una mitología coherente y única, aceptada por todas las tribus de
Ngbe YEkpe. Esas variantes se refieren en particular a genealogías, orígenes, papel de
los héroes y relaciones entre ekoi y efik. En síntesis el argumento mítico recoge los
siguientes aspectos y episodios:
En tierras de Usagaré, en Bekura Mendó un inefable poder esperaba su reen-
carnación en forma de pez (Tanze). Se trataba de un respetado jefe muerto,
un antepasado cuya presencia (captura del pez) se disputaban las tribus (na-
ciones o tierras) efiky ekoi (efi yefo o efoecoi). Su posesión convertiría ala
tribu en la más poderosa de África. El pez era divino.
35
Los brujos (Nasakós) de efi y de efo utilizaron sus artes mágicas (Ntubican
y_Mañongo umpabio) para localizar a Tanze, que nadaba en las aguas del río
Ottun, y capturarlo. El brujo de efo era «medio Congo».
Pero fue una mujer (Sikan, Sikoneka) quien, sin saber lo sucedido, logró
apoderarse de Tanze: una noche, en algún momento, el codiciado pez se
introdujo en la gran calabaza que había dejado sumergida en el río el día
anterior. A la mañana siguiente la joven volvió al río a buscarla y llevar a su
hogar el agua necesaria para sus quehaceres: en el agua estaba Tanze. Sikán
era de Efor, ekoi por su etnia tribal.
Nasakó vio en su espejo mágico lo sucedido y envió a un respetado obón
(Mokongo) para que se apoderara de Tanze y lo llevara a su presencia.
Sikán habia oído (bautismo sacro) la voz sublime de Tanze, pero no sabía
qué era o de dónde procedía. El sonído la hizo sagrada e inmortal. El primer
poseedor de(secreto fue una mujer ekoi.
as
Mokongo llegó junto a Sikan y le arrebató la calabaza de Tanze, con el pez
en su interior. Le preguntó: ¿Lo has visto?, ¿sabes qué es? Lajoven aterro-
ic
rizada, negó: «No. no sé» y i .. ./a mujer perdió el SECRETO-PODER, que
ér
s al
do fe de lo sucedido.
Conducida ante Nasakó, quien recibió el Secreto, se ordenó aislar a Sikán
de di
en una cueva (iriongo). El brujo indagó con siete semillas de mate y los
a E
sus trabajos para construir el objeto sagrado en que intentaría fijarla antes
de que enmudeciera para siempre.
Fo
Llevó a Tanze al río, pero el pez murió. Con su piel Nasakó cubrió la calaba-
za de Sikán (El Sése), el primer tambor sagrado, la «urna de la brujería».
Buscaba un asiento para su Voz, pero el sagrado Sése permaneció mudo. No
obstante, consagró con él a los siete jefes de las siete tribus de efor y creó la
ley que los uníó como hijos de obón Tanze.
En su piel la voz del pez era sólo un recuerdo. Mokongo vigilaba a Sikán en
la cueva y Nasakó continuó trabajando para hacer el receptáculo que
debía reproducir la voz de Tanze. Ensayó con pieles y carapachos de anima-
les, con la piel de un congo... nada sirvió.
Junto a una ceiba se sacrificó a Sikán, condenada por los siete jefes de Efor
en sentencia confirmada por tres golpes de mpegó (tambor de justicia y su
portador). Moko-Ekwenon la decapitó, introdujo su cabeza en el Sése,junto
a la de Tanze, conservó su sangre y sus ojos, con los del pez, y los puso
sobre el parche del Sése.
36
Iyamba, rey de Efor, se había opuesto al sacrificio de Sikán. persiguió a
Nasakó y a Mokongo y, pasado el tiempo, convencido de que la nueva
«religión» era un tesoro para su tribu, ingresó a ella. A Isún, marido de
Sikán, lo hícieron guardián de la Voz: Isunekwe.
s
Hasta ahí llega la trama de la leyenda ñáñiga que consideramos expresa el carácter
a
dogmático de abak:uá en Cuba. Su segunda parte debió ser posterior, quizás elaborada
ic
en Cuba y carece de contenido místico para ser sólo un relato hístórico que explica su
ér
s al
expansión por las tierras del Viejo Calabar, en particular la recepción del secreto-poder
la tori
Am
por los efik. Esa hístoria es mucho más reciente y revela los nexos con la trata esclavista
por el Viejo Calabar. En el libro Los ñáñigos titulamos esa parte como «el pacto de los
abones», aunGue en la leyenda sagrada también se constataban pactos entre abones,
de di
primero de la propia tribu ekoi, después entre éstos y, además, con jefes de la tribu
a E
bantú bakokó.
as o
Los efor impusieron el terror de Ek\.w (de los hombres leopardo), impidiendo
C nd
Efik los envidiaba. Se declararon la guerra; los ekoi capturaron al híjo del
rey efik y pidieron rescate. Ekoi poseía el poder de Ek\.w; efik la sal, las
telas, la pólvora y las armas de fuego de los blancos.
Abakuá creció en efik y creció con ellos por tierras bibí (ibibio, tribu vecina
del Río de la Cruz), pero es ekoi la madre de abakuá.
37
La valiosa leyenda de los ñáñigos cubanos es un destacado ejemplo de la utilidad
histórie<rcultural que posee ese género literario. Durante muchos años transmitida
oralmente y conservada con tanta fidelidad cuanto ha sido posible como historia sagrada
El rito ñáñigo la reproduce y como afirmó Malinovski, muestra ser una «fuerza viva»
donde la magia se mueve en la gloria de las tradiciones pasadas «<Toda creencia engendra
su mitologia, pues no hay fe sin milagros y el mito principal recuenta simplemente el
pristino milagro de la magia» )
as
africano del Carabalí donde Ngbe fue engendrado estaba por tanto habitado por bantús
occidentales
ic
ér
s al
.AJgo parecido sucede con los nombres/títulos de las personalidades de abakuá en Cuba,
la tori
Am
con reiterada aceptación de algunos de ellos, como Nasak:ó y Ekweñón, como «medio
congos», y de otros, como Mokongo, con palabra compuesta por «Moko-Ngo» con
equivalencia en «Moko», según Curtin, a «bantú occidental» exportado como esclavo
de di
En Cuba son «tierras» .de Efor (Ekoi Efo), Bak:oko y Usugaré, todas pobladas por
bantús occidentales en Afnca.
Fo
La filiación con el pez, por división social del trabajo, fue más femenina que masculi-
na: las mujeres tenian la responsabili<4W de la agricultura y la pesca en ríos, lagunas y
arroyos; en tanto los hombres se dedicaban a la caza, «hacer la guerra» y la pesca en el
mar. Tanze es un pez que posee en primera instancia una mujer que, gracias a él, se
hace grande, sagrada e inmortal. Pero ese misterio pasa a los hombres -por la fuerza y
luego de asesmar a la mujer- , quienes al hacerlo suyo, adquieren los provechos de sus
poderes. Es lógico deducir que de lo que se trata es del paso de una sociedad matriarcal,
de la cual quedaron muchas evidencias entre los ekoi (pasando a Cuba la expresión
«antes de los hombres mandaban las mujeres en África»), a una patriarcal con la iden-
tificación ~peración mágica- del Pez con el Leopardo: en el ñañiguismo se conserva
dicho fenómeno acompañado de la frase «Pez-Leopardo». Obon Tanze, se repite, es un
antepasado pero también se recoge que es Abasí, la deidad celeste efik (su equivalente
ekoi es Obassi Osaw, con una contraparte terrestre: Obassi Nsi), de forma que cuando
suena la Voz (Uyo) de Ekwe los creyentes saben que están presentes Tanze y Sikán,
Abasí y el Leopardo; y como en el parche del tambor también están los espíritus (el
aliento) de los antepasados y de todos los iniciados (el placerio) se puede proceder a
efectuar el baroco ceremonial.
38
Laley...cIai.llitig.... Cuba: su volor docnmeatal
Pero hay más, desde el punto de vista etimológico Sikán se descompone en Nsi-Kan,
con «Nsi» traducida como tierra y «Kan» como conquistar o ganar, por tanto la palabra
tiene el significado de «ganar (o conquistar) la tierrID>. Y como una vez que Sikán es
bautizada por Tanze se transforma en Sikaneka, con «Eka» significando madre en efik,
queda como la madre que gana (o conquista) la tierra, una expresión que se ajusta con
precisión a su alto significado en la leyenda ñáñiga. Con Tanze (pez-agua) y Sikán
(mujer-tierra) se logra también la presencia en Ekwe del mundo material, completado
con el celeste Abasí y los muertos del Inframundo. La leyenda es un excelente ejemplo
de pensamiento prefilosófico.
En ellsaroco (exterior del cuarto sagrado) y el Fambá se remedan, con altísimo grado
de emotividad síquica, los episodios de su leyenda en la geografia del recueroo sagraOO,
lograda mediante signos trazados sobre el suelo que parten de la puerta, en el caso del
Fambá, para concluir en flechas por el camino de la vida, en el altar donde se exhibe la
parafernalia abakuá (a su vez «rayada») y ellriongo. una de las esquinas, oculta por
una cortina, donde se conserva y se manipula Ekwe como antaño se ocultó a Sikán en
ellriongo (la cueva) de Nasakó: el Fambá-lriongo con su complemento en el menos
as
sagrado lsaroko, en su unidad, recrea la historia y el medio geográfico africano en que
se fundó la primera sociedad del Leopardo ekoi, en Usagaré, entre los ríos del Rey y de
la Cruz. ic
ér
s al
la tori
Am
los miembros de las sociedades secretas y los antepasados reciben partes de dicho
alimento en una comunión sagrada.
as o
C nd
A resultados del análisis de la leyenda ñáñiga como los expuestos pueden agregarse
Fo
muchos otros. En definitiva las sociedades secretas abakuá en Cuba son preciosos
modelos de la conservación y adaptación a un medio extraño (y hasta hostil), de caros
valores africanos que llegaron en los barcos de tráfico negrero para integrarse al mosaico
cultural de una nueva nación en un proceso de reajuste y cambio que el sabio Don
Fernando Ortiz calificó de transculturación.
Esa dinámica supervivencia ha sido el resultado sociocultural del caro cuidado por
conservar raíces ancestrales, haciéndolas valer en una sociedad diferente, previniendo
con su ayuda peligros y mandatos vejatorios, y mitigando desalientos que podían ser
fatales por cosificación de sus portadores, discriminados y vulnerables. Su u:ansmisión!
preservación no tuvo que ser el resultado de un acuerdo predeterminadO, sino una
prolongación generacional aceptada por útil y por tenerse fe en ella, pasando de los
carabalíes a los criollos, de los africanos a los cubanos multiétnicos, única vía que en
efecto, podía garantizar su vigencia, hasta hoy.
39
Fo
C nd
as o
a E
de di
t
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s al
Am
_#
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ic
as
.,...
PRESENCIA
-
AFROCARIBENA EN LA
PINTURA CUBANA
MODERNA
Adelaida de Juan
Presente en todo el Caribe, la transculturación se manifestará en la esfera de la plástica
por medio de pequeños ídolos, fetiches, altares, pinturas de raíz religiosa en sus diversas
as
formas (pinturas corporales, «firmas», pinturas murales, de piso y de tablillas, etc.),
máscaras, objetos rituales y cotidianos, abalorios de diversos tipos.
ic
ér
s al
Junto a otras manifestaciones culturales, sobre todo la muslca y la danza, habrán de
constituir una base profunda y popular para la determinación de rasgos diferenciados
la tori
Am
formas cuyo parentesco con las raíces del sincretismo afroide son evidentes. Por otra
parte, la presencia del hombre/mujer negros o mulatos como personajes protagónicos
as o
en las obras plásticas da evidencia, asimismo, de una realidad reflejada de muy diversas
C nd
41
A .....dadeJuaa
que nuestro pintor ha sabido captar esencIas de nuestra realidad de un modo propio y
universal a la vez. De hecho, la pintura de Lam no es, en ningún momento, descriptiva
de elementos representativos de liturgias, idolos o ritos. Con pocas líneas y trazos
coloca detalles que funcionan como asideros evocadores; sus imágenes sugieren más
que definen: la herradura, las tijeras, el cuchillo, la jícara, los cuernos, la flecha, la
rueda: cada objeto se ha independizado de su contexto totalizador y se basta a sí mismo
para indicar lo imprescindible a la imaginación del espectador y provocar su
participación. En ningún momento esta pintura deletrea a Changó (deidad yoruba pa-
trona del trueno y del rayo, que se iguala a la Santa Bárbara católica), a Oggún (deidad
yoruba de la guerra y la 1ucha, que se iguala a San Pedro) ni a ninguna otra, sino que las
apunta en el parámetro más amplio de su mundo Imaginativo.
La simbologia en la obra de Lam hace referencia a uno de los «aportes afroides» estu-
diados por Ortiz. Los temas carnales abarcan la feminidad como una constante, cifrada
sobre todo en los senos maternos, que cuelgan frutalmente. (Recordemos cuadros como
Las nupcias, 1941; Flor-luna, 1949; Trenzas de agua, 1950; Le zig-zag d 'un espoir,
1915). En reiteradas ocasiones, Lam ha creado una extraordinaria figura femenina cuyo
rostro es una máscara o un estilizado instrumento dentado (La novia para un dios,
as
1959). La presencia masculina está dada fundamentalmente por los cuernos fuertes y
punzantes (Le rencontre, 1954). En uno y otro caso, el ser humano no aparecerá en
ic
ningún momento con la totalidad de sus contornos realistas tradicionales; sus elementos,
ér
s al
mejor en la tierra (Belial, 1941, o en Entre parientes, 1969); a veces, los ojos,
desorbitados, se presentan en forma de planos romboides que recuerdan a los iremes
de di
(diablitos) ñáriigos.
a E
están en muchas de las más conocidas obras del pintor, sobre todo a partir de la década
del cuarenta (La Jungla, 1943, y Le reveil du printemps, 1913). En ellas alcanza un
Fo
42
Otros artistas cubanos han trabajado, en las últimas cuatro décadas, una temática pro-
veniente de los atributos y los ritos de la santería. Recordemos obras de Martinez Pe-
deo como el Cuarto Fambá, o Giahuba Baigial, de Roberto Diago; la Caridad del
Cobre, de Mariano; Carnaval O Diablitos de Portocarrero, sobre quien volveremos
más adelante, de fines de la década del cuarenta En años más recientes, con el perfil
conceptual antropológico que caracteriza su obra, José Bedia ha reelaborado muchos
de los raigales elementos africanos de nuestra identidad; con caracteres bien personales,
la autodidacta Minerva [López] realiza una simbiosis entre identificables elementos
afrocubanos y la mitología popular campesina Debemos destacar aquí una indagación
de honda proyección en estas temáticas por parte de René Portocarrero. Este interés ha
tomado varios caminos: ha plasmado la figura de El brujo en cuadros y en un pequeño
mural en cerámica (1955), en el cual el personaje en cuestión tiene el gallo del sacrificio
ritual mientras el fondo se puebla de alas y hojas como cuernos. (Ha sido muy frecuente
entre los brujos afrocubanos el empleo de cuernos como fetiches; al parecer está
vínculado con el culto a Obatalá, una de las deidades superiores del panteón yoruba,
que se iguala a la Virgen de las Mercedes católica). En ocasiones, ha reiterado las
imágenes de la Santa Bárbara que suele pintar con su espada reluciente en
composiciones en las cuales predomina el rojo, uno de los colores de su equivalente
as
Changó. También ha insistido en los Diablitos, denominación que fue dadafundamen-
talmente a los negros vestidos a la manera ancestral africana en las festividades en que
ic
se permitía a los esclavos el acceso libre a la calle. En sus Bembé (baile africano cono-
ér
s al
cido desde los tiempos coloniales en Cuba), apunta a una de las manifestaciones de
la tori
Am
carácter festivo por medio de las cuales se exteriorizó siempre un aspecto de la cultura
popular.
de di
Será sobre todo en sus reiteradas series sobre los Carnavales (que entroncan
orgánicamente con su colección paradigmática de Color de Cuba), en las que alcanzará
a E
la vorágine del carnaval, festejo polivalente desde épocas antiguas, que en el mestizaje
C nd
descendientes, que han pasado a integrar el acervo cultural del país. En su tratamiento
ele los Carnavales de inicios de la década de 1970, Portocarrero ha suprimido muchos
ele los asideros factuales que caracterizaban sus series anteriores sobre el mismo tema.
Con ello, parece haberse facilitado la entrada en el movimiento y el ritmo internos del
carnaval, cuya carga emotiva se remite a la dicotomia de la época inicial del carnaval
antillano. En ella, el tiempo y el espacio (mediodía o noche; calle abierta o salón cerrado)
indicaban unajerarquización social. Portocarrero se sumerge en un carnaval en el cual
el sincretismo ya se ha interiorizado del todo: por eso sus Carnavales, a diferencia de
otras versiones sobre el tema, de corte costumbrista, que han sido elaboradas en nuestra
plástica desde hace siglo y medio, no hay un primer plano despoblado que distancia al
espectador de la escena que se desarrolla ante él. En Portocarrero, el Carnaval es el
ámbito en el cual nos movemos, respiramos y vibramos al ritmo que ha percibido el
artista desde siempre.
Tres décadas después de la eclosión ele la obra definitoria de Lam, se da a conocer una
nueva promoción de artistas, algunos de los cuales hemos mencionado, surgidos y
formados en condiciones bien diferentes de las que rodearon a las generaciones previas
y que se integran, con carácter propio, a la ininterrumpida línea del arte moderno en
Cuba. En esta generación de creadores egresados de las nuevas escuelas y talleres ele
43
AddIida de JII8II
arte fundados por la Revolución, pronto se destacará una figura que, al igual que Larn
en la década del cuarenta, buscará ~ncontrará, diria con razón Picasso- su mundo
expresivo en las ancestrales raíces africanas de nuestra nacionalidad. Manuel Mendive
(1944) también realiza un inicial aprendi~e académico (en su caso, sólo en La Habana);
muy rápidamente, sin embargo, se despojará de él para desarrollar lo que habrá de ser
su modo característico, que difiere radicalmente de Larn en lo que se refiere a su manera
de acercarse y de recrear un mundo plástico que ha hecho suyo. En él se observa. como
basamento de los aportes afroides, un voluntario primitivismo que apunta no a laauseneta
de un entrenamiento técnico, sino a su temario y a su simbolismo propios. Mendive
continúa, a su manera, una tradición fuertemente enraizada en nuestro pueblo y que es
la de su ámbito familiar inmediato. Lejos de abjurar del ambiente de un hogar en el cual
se perpetúa la conservación de las tradiciones de antecedentes yorubas -los ritos, los
ritmos, los cantos, la lengua- Mendive las potenciará con el instrumental plástico que
ha recibido. Este le sirve precisamente como herramienta para dar forma creadora a
nuevos mundos en los cuales la transmutada raíz africana encontrará novedosos cauces
de expresión.
El agua es para Mendive lo que la fronda fue para Lam. Aparece no sólo en los varios
s
cuadros centrados específicamente en las deidades vinculadas al mar y los rios (Ochún
a
y, sobre todo, Yemayá, que se igualan a la Caridad del Cobre ya la Virgen de Regla),
ic
sino en muchos otros temas. Es una representación plástica que sugiere, por extensión,
ér
s al
el agua que circunda y define la isla, el agua que desde tiempos remotos ha significado
el devenir constante y fluido.
la tori
Am
mitología yoruba presente en la santería cubana, una creación superior en la cual esa
mitologia es un sustrato iluminador de la vida real de todos los dias. 1968 es un año
a E
conmemoración de los «cien años de lucha» librados por nuestro pueblo para alcanzar
C nd
que anteriormente había constituido su fuente más constante. Somos testigos, a partir
de este momento, de una continuada imbrícación de «lo cotidiano con lo mitológico»,
como acertadamente señalara Nancy Morejón. La cotidianeidad es vivida por Mendive
de modo intenso y detallista a la vez. Surge entonces una sostenida presencia de
elementos contradictorios y complementarios. Constantemente Mendive nos recuerda,
en escenas de jolgorio, danzas, coitos (endokós en yoruba, y titulo de varias series), la
presencia de la muerte. Puede ser el espíritu cubierto de un largo paño blanco que se
mece en un sillón en medio del baile, o que asoma en las aguas que llegan hasta el
malecón donde están las parejas; o puede flanquear la entrada de la casa donde se oye
y se baila el son. En la puerta y en el techo de esta misma casa, aparece la figura de
doble rostro que también acompaña tantas escenas pintadas por Mendive. No olvidemos
que el Elegguá es una de las deidades más presentes en la santeria: abre y cierra los
caminos, alude a la risa y al llanto, a la vida ya la muerte. Este es uno de los recordatorios
constantes de Mendive; este es uno de los modos de imbricar una simbología mitológica
particular, con una realidad también particular vivida por el artista.
Esta realidad está dada, evidentemente, por el momento lustorico definido por el proceso
revolucionario cubano. Mendive introduce, de modo natural, sus vivencias como parte
del pueblo: la historia se convertirá, para él, también, en una mirada doble. Mirará
44
hacia atrás para revivir Instancias de la incorporación de nuestros antecesores africa-
nos a la vida de la isla: en sus aspectos dolorosos (Barco negrero), pero sobre todo en
sus figuras heroicas (Maceo; Martí, Che); en sus escenas de lucha (El palenque, en el
cual Ikú, deidad genérica de la muerte, cabalga alIado de los perseguidores, mientras
los esclavos fugitivos se ocultan, bravíos y seguros, en la manigua que esta en la franja
superior del cuadro). En el aspecto más comprensivo de este mismo interés por las
luchas libertadoras, recorrerá, a lo largo de la década del setenta, los «cien años de
lucha», de modo que su mirada enlaza el pasado con el futuro; testimonio de ello son
diversas obras que se centran en Che, Martí con la 0'á (dueña del cementerio), obra
de 1970.
Lapresencia del hombre y la mujer negros como personaje temático en las obras plásticas
ha sido reveladora de su posición en la estructura social del país. Tema irradiado de la
pintura académica del siglo XIX, salvo en algún caso excepcional en que aparece el
esclavo doméstico, se expandirá en las litografías costumbristas de las marquillas de
cigarros yen las publicaciones periódicas. A partir de 1868, en que se inician las guerras
de liberación, las caricaturas expresivas de la ideología metropolitana presentaban
peyorativamente al negro vinculado al blanco en esas luchas. De hecho se generalizó el
as
uso de una palabra de origen africano -mambí- para señalar al insurrecto, blanco o
negro, que peleaba porla liberación del país. Frustrada ésta en 1898 por la intervención
ic
norteamericana, no será hasta la tercera década del presente siglo que resurgirá, en un
ér
s al
moderna cubana creará entonces sus primeras obras; en ellas se dirigirá, entre otras, a
la representación de la clase más oprimida de la nación. Aparecerán los campesinos y
de di
los obreros en sus marcos sociales reales. Se inserta así el negro como figura de diversas
a E
obras: dibujos de Jaime Valls, de Hernández Cárdenas (quien hiciera un notable Sabás
para el extraordinario poema de Nicolás Guillén); óleos como La rumba y Losfunerales
as o
de Papá Montero de Eduardo Abela (de quien escribiera entonces -1929- Alejo
C nd
Carpentier que «ha querido plasmar el alma de escenas criollas»); de Carlos Enriquez
El rapto de las mulatas (1938) en el que se ejemplifica la posición de prepotencia de la
Fo
45
exposición. En ella, Martí, Maceo, Fidel, el Che, están rodeados de hombres y mujeres
cuyas pieles recorren variadas gamas cromáticas e integran un todo unitario. El tema
central de nuestra plástica de estas últimas décadas es el pueblo cubano. Y como ha
encamado ya en la realidad, nuestra plástica contemporánea proclama lo que en 1891
escribiera José Martí: «Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro.
Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro.»)
as
ic
ér
s al
la tori
Am
de di
a E
as o
C nd
Fo
46
ANTECEDENTES Y
REPERCUSiÓN DE LA
OBRA DE MANUEL
MENDIVE
as
presencia en la pintura cubana se ubica en una zona muy definida de la producción
ic
cultural nacional relacionada con los componentes africanos y caribeños en su más
acusada dimensión. En esta línea, además de Lam, había otros pintores que estaban
ér
s al
produciendo entre 1941 y 1948. Hay una figura mayor, Roberto Diago, un pintor ex-
la tori
Am
traordinario ~n una formación muy sólida como artista que se fue proyectando con el
componente africano, hasta que por razones de una naturaleza suicida en su personali-
dad muere a finales de los años 50, con una obra más bien en canúno a la abstracción.
de di
Luis Martínez Pedro, excelente dibujante, diseñador y pintor trabajó alrededor del tema
a E
del Cuarto Fambá. También hay obras de Mario Carreño y Cundo Bermúdez que estu-
vieron muy vinculadas con estos signos de nuestra expresión nacional.
as o
C nd
Sobre esta tradición, a principios de los años 60, conúenza a perfilarse Mendive, sólo
que en su obra, quizás de algún modo relacionado con Lam, había algo distinto a otros
Fo
pintores, que en ocasiones 10 hacían por moda mtelectual. En Mendive esta vertiente
resultaba auténtica. El hecho núsmo de pertenecer a una familia vinculada a las prácticas
religiosas de ascendencia africana y de habitar en un espacio -la barriada de Luyan~
en el que era muy normal la práctica de estas religiones, demuestra cómo esta presencia
le venía de cuna y no era incorporada por una reflexión de carácter intelectual. Hay
quienes han utilizado los elementos africanos contenidos en la plástica popular tradicional
como un recurso estructural, formal o técnico para renovar la creación artística, para
darle nuevos canúnos, incluso encontrar una identificación con la idiosincrasia nacional.
En cuanto a la apreciación de la obra de este creador hay algunos puntos de vista
erróneos. Hay quien lo ha situado en una dimensión nOlve, prinútiva, como si no existiera
en su obra una sólida estructuración profesional. En Mendive, la núsma formación
artística que había recibido en la Academia, desde los inicios. comienza a ser subvertida,
uniendo elementos de la formación profesional con otros procedentes del mundo
artesanal de los ambientes populares vinculados a la decoración y la ritualidad. Un
rasgo que lo diferencia bastante ele un pintor popular es su actualización y conocinúento
del proceso de evolución formal, técnica y conceptual del arte universal. Lo que sucede
47
es que de allí solamente ha tomado el espíritu de renovación sin necesidad de someterse
a cambios bruscos que pudieran afectar su individualidad expresiva. Otros han planteado
que en su obra predomina el carácter ritual ante el artístico, lo han valorado más con los
códigos de las imágenes de la ritualidad procedente de África que con los códigos de
su propia creación artística. Pero además, en Mendive hay una dimensión cultural coral;
ha trabajado muy enterado de lo que ocurre en otros géneros como la danza, el teatro,
el ballet y la música.
Él crea acompañado de la música, pero no de la ritual sino de la clásica, y esto nos
habla de su universalidad. No es un artista maniatado en una sola dirección de la
organización cultural de nuestra identidad. En él se está produciendo un proceso
tentacular de interrelación que le permite asumirlo todo como cultura humana, más que
como cultura geográfica. Una obra abierta a las preocupaciones del hombre, a sus
Simbolismos, a su visceral humanismo. Esto es vital para comprender la evolución que
lo conduce a las performances o escenificaciones plásticas que desarrolla en los últimos
años.
La obra plástica.de este cubano encarna aspectos hereditarios afrocaribeños vigentes
as
en la tradición cultural de su nación. Siempre ha sido así: desde la segunda mitad de los
ic
sesenta, cuando superó los estereotipos académicos a través de una manera de hacer
que se valía de artesanales maderas quemadas y esgrafiadas, hasta sus posteriores
ér
s al
que alguna gente puede identificar con la muy en bog¡l «mala pintura». Es, la suya, una
a E
concepción artística que procede de una intensa y profunda aprehensión del folklore de
Cuba; no asumida mecánicamente, sino en calidad de transposición al lenguaje
as o
cuanto pinta (y digo PlOta, porque es lo que siempre hace, hasta en los dibujos y en los
muñecos o en la carroza que hizo para el carnaval habanero de 1988), Mendive integra
Fo
48
AJdocodealIlo Y ~ deJa ohra de Mm'" Meadive
dificil tomar una imagen de Mendive y remitirla a un mito específico o una representa-
ción. alegórica y ceremonial determinada porque en su obra hay una abstracción más
profunda que lo lleva a recrear esas imágenes y a transmitirle algo que proviene de una
distinta relación con los mitos, incluso de los contemporáneos en su propia existencia
ambiental.
Dentro del variado proceso creador de Mendive están -como señalaba Marx- «la natu-
raleza y la sociedad misma moldeadas ya de una manera inconscientemente artística
por la fantasía popular» 1 ; pero igualmente se exterioriza su personalidad, o lo que es lo
mismo: el conjunto de percepciones y placeres, enfoques y dilemas que le son
característicos. En ello se diferencia también del artista naive dedicado a mostrar de
modo ilustrativo las vivencias y tradiciones. Pues Mendive instituye una mitología
individual, que objetiva mediante recursos visuales de mitos y simbologías
etnoculturales, y que estructura con medios expresivos del acumulado técnico-forma1
del arte. Únicamente entendiéndolos como libres lecturas poéticas de las figuraciones
plásticas de este pintor, pueden aceptarsejuicios donde se presentan sus imágenes como
registros directos de algún sistema de creencias, como exposición pormenorizada de
as
fetiches y objetos ceremoniales, de actos rituales y sentimientos ancestrales específicos.
Porque en Mendive hay mucho más que aquello que puede detectarse en las producciones
ic
tribales de África o en las folklóricas del Caribe: están expresadas también sus
ér
emociones, alegrías, angustias y sensaciones cotidianas de artista cubano de nuestra
s al
época.
la tori
Am
Cuando uno analiza la evolución cromática en su obra advierte que hay registros y
claves de color que tienen que ver mucho con su ambiente de vida y estados de ánimo.
de di
Mendive pinta lo que cree y cree en las representaciones que pinta. Pero lo hace desde
a E
que desarrolla, tiende a darnos lo que Bajtín denomina «la unidad intuitiva concreta»
del «mundo natural» y del «mundo del hombre». En sus imágenes se humaniza la
naturaleza y se naturaliza el hombre. Por eso, tan importante o más que la procedencia
yomba o bantú de las referencias míticas de las obras, lo es la formulación de inadvertidos
vínculos de la conciencia con la naturaleza, es decir, la presencia en su pintura de
interrelaciones poéticas del hombre con animales y vegetales provistos de cualidades y
poderes humanos. Me refiero a la función que en Mendive poseen las categorías-
imágenes «que sirven tanto para la representación argumental de la vida humana, como
para la representación de la naturaleza». 2
Hay obras de Mendive, especialmente las del último período de creación -el más dis-
cutido, quizás el más distante de la percepción fácil o turistíca- en las que se pueden
49
apreciar cómo se funden elementos de la naturaleza humana con la ambientaI. del mun-
do de la zoología, de la botánica. En este sentido hay antropopatismo (relación directa
entre la dimensión antropológíca y la natural). No por gusto decidió trasladarse a vivir
a una zona de campo, donde se teje la naturaleza. Se genera una especie de acuerdo
entre la selva de su imaginación y la selva real. De ahí que en ocasiones haya tomado a
la naturaleza como galeria; es una especie de retorno de su creación figural hacia su
terreno originario.
Esto explica que sus animales parezcan venir de lo que Jorge Luis Borges califica
como «jardin zoológico de las mitologías»3, y que muchas de sus figuras «mítico-
artísticas» reproduzcan en sus acciones el comportamiento diverso de la naturaleza.
Puede afirmarse, por tanto, que en las hibridaciones, símbolos y situaciones de sus
cuadros, dibujos, cerámicas, «objetos pictóricos» y «escenificaciones plásticas» adquiere
condición de arte lo que antes ha sido proyectado sobre personas, animales, paisajes y
plantas. Su creación alcanza entonces la connotación de un «oratorio visual» que surge
de la interpretación de los vinculos entre entelequias míticas, experiencias vitales y
contexto natural. Es eso lo que en buena medida pone de manifiesto, valiéndose de
as
arquetipos y metáforas, signos cosmogónicos y elementos simbióticos.
Quien conoció el ámbito de la barriada de Luyanó donde antes vivió y creó Mendive, y
ic
conoce el paisaje de la periferia de La Habana que ahora le sirve de morada, puede
ér
s al
sus realizaciones plásticas. Si en las obras de etapas anteriores (incluso en las nacidas
de su viaje a Nigeria) se notaba la separación formal entre las visiones animales y
vegetales, entre sus símbolos y el fondo tropical, dentro de lo que actualmente produce
de di
reino vegetal y los del animal, los del mito y el espacio voluptuoso de la naturaleza.
Con esta última modalidad expresiva que es sin duda momento de síntesis, resulta más
as o
parece haber llegado a una fase donde lo pictórico se bifurca en fantasmagorías gestuales
sobre el espacio bidimensional y actuaciones teatrales que dan vida a la pintura en las
coordenadas del espacio real.
Sus performances son pinturas teatralizadas, pintura en movimiento y una dinámica
lógica de la imagen. Se nota cómo sus imágenes surgen, mueren, se reproducen y
resucitan. En la representación mítica ceremonial se tienden a ver las imágenes estáticas
pero Mendive las pone en movimiento. Hay un proceso que le permite desarrollar
acciones. Y es este sentido de movimiento lo que torna imprecisos los contornos de la
última etapa. Desde mediados de los 80 hay un desplazamiento de la misma imagen
dentro del fondo, el principio de la reversabilidad fondo-figura deviene dinámico como
en el cinetismo.
Es necesario aclarar que un modo más «sinfónico» y complejo de sentir e imaginar la
fusión de creencia y realidad, y una explicable evolución en los intereses estéticos,
J Jorge Luis Borges: Manual de zoología fantástica. México-Buenos Aires. Fwdo de Cultura Ecmómica,
1957. p. 8.
50
AóloedadoI y ...........óa deJa obra de Maa.... MOIldive
debían contar con una via pictórica de expresión diferente a las que había utilizado en
sus realizaciones de antes de la mitad de los ochenta. Por tal camino, las percepciones
y pensamientos trajeron consigo el instrumento de objetivación adecuado para comu-
nicarse. Sucedió lo que Erwin Panofsky expone al escribir: (<También en los objetos
materiales surge, por tanto, la belleza por influencia de la idea, pero sólo a condición
de que -yen la medida en que- su materia sea preparada y dispuesta en cuanto a que se
adapte en orden, medida y modo a la sustancia de la idea en la que ella debe encontrar
su propia expresión». 4 Como materialización de sus visiones artísticas de ahora, apareció
en Mendive el sistema creador que podía contener cuanto precisaba transmitir por
medio de la sugestión y la sugerencia. Las sensaciones confusas y los entrelazamientos
de elementos y ambientes, su peculiar antropopatismo y ciertos deseos sublimados, el
Caribe en él implícito y una mayor universalización de la poética, encontraron en la
doble actividad de tiempos recientes -en pinturas y performances- el canal que le
provee dinamismo dentro del diverso movimiento de artes plásticas que ha venido
desarrollándose en la Cuba de los años ochenta y noventa.
Vale la pena insistir en la idea de que en las creaciones de Mendive se funden las
as
cosmogonías con la cotidianidad, los deleites sexuales con las ánimas, hasta hacer de
cada serie suya una especie de fábula donde lo fantástico y la realidad conviven. Incluso
ic
lo histórico se nos muestra codificado mediante significados míticos. Por ello en su
ér
s al
realizado Semejante suma puede hallarse, así mismo, en los performances que estructura
Mendive. Aparte de contar con un equivalente pictórico del tatuaje, que permite
as o
básico que articula lo humano con lo mítico y lo natural. Son escenificaciones que
generalmente ocurren en lo que Carlos Fuentes define como «tiempo absoluto del mito»,
Fo
51
incluye en su discutible libro Dos décadas vulnerables de las artes plásticas
latinoamericanas: 1950-1970, cuando dice: «El aporte que Latinoamérica puede dar a
lo lúdicro radica, justamente, en su diversa naturaleza, en su interpenetración de
elementos míticos reales, con contextos mágicos que afloran de las culturas andinas,
centroamericanas o caribes de donde provienen.»5
Para concluir queria subrayar algunos aspectos que hemos abordado. En la obra de
Mendive más que la presencia de los mÍtos procedentes de sus propias creencias
religiosas está viva la dimensión universal humana Su creación no puede ser explicada
sólo por medio de las referencias etnográficas y antropológicas sino que requiere una
explicación en consecuencia con ese principio coral presente en ella; es necesario
remitirse a los procesos tradicionales y contemporáneos en los campos de la música, el
teatro, la danza y de las diferentes formas simbióticas de la contemporaneidad. Lo otro
a señalar es que en Mendive el componente africano ya no es un componente sometido,
aplastado -ni siquiera en resistencia- sino que es un componente triunfal, activo y
dominante; es ese sentido del mito llevado a una dimensión humanista, equivalente a la
que puede tener la cultura occidental. Su arte no solamente se inscribe en una tradición
as
de la cultura plástica cubana que asume la trayectoria caribeña y africana sino también
ante un nuevo campo de experimentación, una manera posmoderna, conceptual,
ic
vinculada a los posvanguardismos.
ér
s al
la tori
Am
De esta manera, está estructurando un nuevo modo de formalizar esta relación tradición-
contemporaneidad que ha tenido en Cuba otras manifestaciones como son los casos de
los artistas Santiago Rodriguez Olazábal y BeIkys Ayón. Una manera de asumír la
de di
cubana y caribeña hacia una proyección donde estos elementos son vias para llegar a
finalidades más complejas de la creación artística.
as o
C nd
Fo
, Marta Traba: Dos décadas vulnerables de las artes plásticas latinoamericanas: 1950-1970, México,
Siglo XXI Editores, 1973, p. 45.
52
PINTURA, RELIGIOSIDAD
POPULAR Y
TRANSCULTURACIÓN
EN EL CARIBE
CONTEMPORÁNEO
Yolanda Wood
Los conceptos del enunciado serán utilizados en su capacidad metodológica-instrumental
para indagar sobre el libre juego artístico con el arsenal de fuentes religiosas legadas
as
por la diversidad integrativa de las sociedades caribeñas y la capacidad electiva del
artista contemporáneo para recomponerlas y refuncionalizarlas en la realidad cultural
ic
del Caribe a través de su pintura
ér
s al
caribeña desde una perspectiva antropológica cultural. denomina a esta región «pueblos
nuevos». La geografía cultural del Caribe es la resultante de complejos procesos
de di
socioculturales donde los encuentros étnicos han resultado una especie de condicionante
a E
colonial impuestas desde hace cinco siglos. Ahora. a fines del segundo milenio, el
C nd
53
V_daWood
La condición colonial del Caribe Yla diversa procedencia de los colonizadores deter-
minó la imposición de los sistemas de creencias imperantes en los centros metropolita-
nos: catolicismo, protestantismo; el cristianismo se extendió por toda la región en sus
diversas variantes. Estas se establecían sobre formas animistas, totémicas y mágicc>-
religiosas, practicadas por las sociedades agroalfareras extendidas por la región del
Caribe a la llegada de los conquistadores. El exterminio temprano de la población
aborigen no permitió a estas tradiciones constituirse en el ingrediente que distingue la
personalidad cultural, aunque logró sin embargo una importante permanencia en la
base léxica y en otros aspectos de la cultura, incluso en los propios cultos y ritos de
carácter popular. En ellos intervendrían también muy significativamente los proceden-
tes de África. Entre los siglos XVII y XVIII se produce la entrada masiva de negros
como mano de obra en las plantaciones caribeñas. Con ellos nuevos mitos, loas y orichas
ampliarian y diversificarian, para enriquecerlo, el campo textual religioso en el Caribe,
mezclados de forma tal que ofrecen productos sincréticos nuevos como la santería, el
palo o el vodú, entre otros.
En la sucesión migratoria que caracteriza la demografia caribeña la llegada de hindúes
as
y chinos en el siglo XIX introducirá nuevas formas de religiosidad, insertas también en
la cultura popular, aunque de manera aún más puntual.
ic
Sin embargo, estas cadenas culturales participantes en el proceso transcultural no se
ér
s al
A ello habria que añadir la incomprensión del sector dominante hacia las formas de la
a E
1 Osvaldo SándJ.ez: «Sincretismo, poWnodemismo y <,ultura de resiltwcia». Kuba ok, Cauílogo de la Ex-
posición <<Arte Actual de Cuba». I marzo-13 mayo 1990. Stlidtische Kunsthalle DüsseldOlf in
Zusanunwarbeit mil dem. w colaboraciéll cm el Cwtro de Desarrollo de las Artes VIsuales de Cuba.
p. 19.
54
Pialln, ,.¡¡pOli..... popalar Y1rIlluoui_ón ... ti CllIibe coalomporlÍlleo
as
alusión, cita, parodia o collages. La acción consciente que ello significa por parte del
ic
artista, constituye un proceder de carácter intertextual ante su realidad transcultural. En
su libertad electiva y en su recombinatoria sintética, la imagen deviene portadora de un
ér
s al
profundo carácter sincrético al actuar con los recursos de la modernidad para indagar
la tori
Am
arsenal de procedimientos acumulados por los textos icónicos del pasado, una libertad
de elección para asumir la memoria o integrar los componentes de la cultura masiva en
Fo
amplia expansión.
Por eso decía Manfred Pfister que «la intertextualidad ha devenido la marca de fábrica
misma del posmodernismo». 2 Sin embargo, el propio autor indaga sobre cierto com-
portamiento del concepto y precisa que «es un fenómeno que en modo alguno está
. restringido a la escritura posmodernista»,3 toda vez que en una perspectiva diacrónica
los textos son también referencia permanente a otros textos, ya que la apropiación
textual no deviene sólo de la realidad, sino de la ganancia enriquecedora de una multi-
plicidad de textos que se entrecruzan en coordenadas espacio temporales concretas.
Con palabras de Pfister: «no hay texto sino sólo relaciones entre textos». 4
1 Op. cit., p. 9.
55
YoIadaWood
De tal modo que la intertextualidad podria ser interpretada como una condición
existencial del texto y entonces su análisis adquiere la connotación funcional de
herramienta metodológica para la evaluación de su comportamiento en determinada
condicionalidad histórica, tanto en el plano diacrónico como sincrónico. El ejercicio
de aplicación instrumental presupone el ejercicio critico a partir de algunos presupuestos
esenciales que permitan explicar cómo y por qué se asume como recurso de creación y
de apropiación artística.
En las condiciones particulares del tema de estudio, valdría la pena indagar sobre la
capacidad del concepto para penetrar a una interpretación de la pintura del Caribe
contemporáneo y muy especialmente a la pintura de los últimos veinte años en la región.
Es precisamente en este siglo donde de manera más orgánica se logra una autonomía
para el arte y un status de funcionamiento social que aún en condiciones asincrónicas
se extiende por todo el Caribe. . .
En la pintura del Caribe contemporáneo parece haber una vocación intertextual más
bien producida por una voluntad regeneradora que por una condicionalidad textual. En
as
ello intervienen dos factores histórico-culturales que resultan de las condiciones en las
ic
cuales se desenvuelven la creación y los creadores. Por una parte una intención
reconstructiva histórica y por otra una operación naturalizadora de nuestra mísmídad
ér
s al
Caribe contemporáneo sobre todo en los últimos cincuenta a sesenta años. Esos artístas
que han aportado una sustancialidad caribeña a sus pinturas, sin facilismos DI
Fo
Los precursores partieron de una visualidad implantada desde los centros emisores,
que entonces coincidian con los centros metropolitanos. Las condiciones coloniales de
dominación fueron legitimadoras de un paradigma, que en lo artístico, remítía a los
modelos de autoridad histórica. Esos textos canónicos hacían impenetrable la entrada
de otros textos visuales, que por el propio modo de estratificación social establecido
por la colonia eran considerados primitivos, y por lo mismo, invalidados del
reconocimíento de sus valores originales y participacionales en el sistema de la cultura.
Sin embargo, con las fuentes de religiosidad hegemónica, coexistían otras, indicadoras
de la múltiple formación socio-cultural caribeña, confórmadoras también de nuestra
visualidad e insertas básicamente en las zonas marginalizadas de 10 popular, que sólo
contemporáneamente ha logrado penetrar al espacio de la pintura.
De modo que en el arte pictórico contemporáneo hubo una acción legitimadora de
textos inexplorados en el campo especifico de las artes plásticas. que dinamizó no sólo
56
PiIIWn, nligioeidad popular Y II1lIIscaI_ÓD ea el Cmbe coatempoláneo
as
«autorreferencias», con palabras de Nelly Richards. Ellas se verifican de distinto modo:
por la procedencia social del creador y sus propias vivencias, por su religiosidad, por
ic
su formación, etc. Ellas pueden intervenir pero no determinar, porque la condición de
ér
s al
sino como textos alternativos en simultaneidad, como arsenal que remite cuando más a
presentes anteriores pero presentes al fin, por el mismo mestizaje de tiempos
a E
57
V"'Wood
as
El procedimiento intertextual-transcultural «penetra a la historia y se inserta en ella»
ic
(Kristeva, citada por Pfister). Es así como el artista del Caribe logra ser original. Al
vulnerar el modelo de codificación visual europea occidental en el que desarrolló su
ér
s al
58
Jliaqn, ~ popular y 1IoDI<:UIturoáÓR cm d CanDe COIllllmporáneo
De tal modo que la composición estructuradora de la forma actúa ella misma como
componedora de sentido. El montaje, desde la fragmentación selectiva integrada
creadoramente funciona en una dimensión ideológica, etnológicay cultural. En ocasiones
se expresa a nivel sígnico-simbólico, más por «convenciones culturales» que por la
inmediatez relacional entre idea-imagen y objeto. En ese comportamiento sígnico la
pintura del Caribe penetra a una escala trascendente, que supera los localismos e indaga
sobre una perspectiva humana y universal aunque parta de los textos-referencias que
conviven en nuestra realidad.
as
En esta conversión sígnica interviene no sólo una imagen enunciativa-figurativa, sino
ic
también aquella que procede por recursos de relación contextual menos evidentes. En
ér
s al
este caso sin embargo, se perfilan evocaciones de alta densidad informativa dadas por
elementos sensoriales que reconocemos insertos en la cultura caribeña. Entonces la
la tori
Am
Por estos modos de comportamiento, la pintura del Caribe no ha sido en general una
as o
porque creó una tendencia nueva, sino porque exploró un sustrato. s Los procesos de
desfasaje en relación con los centros emisores-metropolitanos no permiten estudiar
Fo
nuestro arte pictórico a partir de los ciclos estilísticos de la pintura internacional. Por
demás ella se estructura desde una perspectiva paradigmática-generalizadora en una
especie de metarrelato unificador que desconoce las diferencias. No presupone ser
posmodemo el hecho de reconocerlas, este es quizás un conflicto para la centralidad
que la había ignorado, pero no para el que adquirió la conciencia de lo diferente y se
reconoció como tal. El primer acto de diferenciación y autonomía fue la descolonización
y la independencia. Con ella se desencadena la reflexión sobre nosotros mismos y la
identidad.
La identidad caribeña se ha construido en una perspectiva dialógica con la alteridad,
con esa imagen no sólo que tenemos del otro sino la que el otro tiene de nosotros. Un
autor martiniqueño ha reflexionado intensamente sobre este problema conducente en
gran medida al exotismo. René Ménil define tres formas esenciales de comportamiento
exótico. El primero lo distingue como natural, dos humanidades colocadas frente a
J «(H)achazos». Entrevista realizada a Juan Acha por Alexis Somoza y Félix Suazo. El Caimán
Barbudo, La Habana, mar. 1990, p. 10.
59
y..... Wood
frente se presentan como extrañas una a la otra Un exotismo diferente, «el exotismo
colonial» que deriva de una condicionalidad de existencia social en la cual la situación
de dominación es la que define los rasgos de la mirada, y finalmente se refiere a un
«exotismo contraexótico» desarrollado por una actitud de negación como sustrato y
que en su opinión genera un nuevo conflicto: «mostrarme como no soy en la intención
de ser originales». 6
Este resulta un evidente peligro en el manejo de los textos visuales, y puede verificarse
en esos compo.ltamientosestéticos, tanto por una realidad presentada en KodakPolaroid,
a la manera de decir del puertorriqueño Antonio Martorell cuando estudia algunas
características de una estética caribeña o un excesivo folk1orismo que puede llegar a
iluminar con gas de neón los hounfors haitianos para realizar en ellos performancesy
happenings.
as
términos de interpretación, nuestra versión de liberación cultural. La posmodernidad
no se desenvuelve históricamente para el Caribe en condiciones similares a la
ic
modernidad. Desde esta última comenzó, asincrónicamente en la región, un proceso
ér
s al
pictórico que está en desarrollo. Este surgió con sellos distintivos que le otorgan su
peculiaridad, la principal de ellas fue la identidad en la negación-afirmación de la
la tori
Am
modernidad.
de di
un fenómeno de los siglos XIX y xx. y que ha significado la reflexión sobre nuestra
personalidadcultural no conformada por aculturaeión, pues las culturas formativas no
Fo
fueron asimiladas unas por otras. Melville Herskovits precisa la necesidad de estudiar
en su contexto específico ese suceso interactivo cultural del que por sincretismo surgen
nuevos valores a partir de los contactos interculturales. El concepto de transculturaeión
del cubano Fernando Ortiz distinguía una peculiar existencia de esas culturas en su
proceso transitivo. De modo que en el cruce heterogeneizador de culturas la pureza de
cualquiera de los textos tomados en unilateralidad puede indicar imitación. Ya hoy se
acepta la necesidad de su refuncionalización en nuestros contextos, «ligar el arte a los
contenidos de identidad». Del mismo modo se supone la actuación con los textos-
referencias, pues su asimilación mimética y reproductora puede significar también la
falta de recontextua1ízación crítica
60
Pia-. rdigiooicIod popular Y tnasaIIturo<ióa ... el CaDbe ooa_pormeo
intertextual, de modo que los pintores muchas veces para seguir avanzando han tenido
que abandonar la pintura. Quizás más que abandonarla, interpenetrarla con diversos
recursos y técnicas para lograr además de algún modo escindir la distancia entre la
estética occidental y popular.
De modo que como los textos, tanto modelos como referencias, ocupan un espacio de
movilidad histórica por estar sus componentes generadores activos en el espacio cultural.
y por otra parte, como ellos mismos no son textos inmóviles sino que fueron y son
textos en una dinámica transcu1tural, sus posibilidades de uso y combinatorias son
infinitas así como las que pueden rendir a la labor creativa de la pintura actual, que al
indagar sin reparos en nuestra personalidad cultural, encuentra allí el variado acervo de
un sustrato de religiosidad popular que la nutre y enriquece.
as
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61
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WIFREDO LAM:
MODERNISMO DESDE
ELCARIBE
'Gerardo Mosquera
Everything is gonna be 0// right
as
BOB MARLEY
ic
La lústoria dd arte ha sido en buena medida un relato eurocéntrico, vamos descubrién-
ér
s al
dola como una construcción Made in the West que ha excluido, disminuido,
la tori
Am
cados y estéticas de aquella producción y sus procesos. Hace tiempo René Etiemble
C nd
~ notas se enrumban en esa vía, intentan esbozar una interpretación de Lam desde
Africa en América. Como se trata de un artista paradigmático del modernismo latino-
americano, su análisis podría extenderse hacia una lectura del arte moderno en Améri-
ca Latina desde América Latina. Aspira a abrir caminos en valorar la obra del pintor
cubano, menos como resultado del surrealismo o de la presencia de lo «primitivo», lo
africano o lo afroamericano en el arte moderno, y más como fruto de la cultura cubana
y del Caribe Ycomo pionera de Wla acción del Tercer Mundo en la escena contemporá-
nea. Se trata en mayor medida de un cambio de punto de vista que de Wla lectura
diferente. Porque las fuentes culturales de Lam han sido ampliamente reconocidas,
pero subordinadas al arte occidental de vanguardia, nunca al revés, desde ellas mismas,
analizando su acción propia sobre ese arte, su construcción particular de cultura «cul-
ta» contemporánea. El desplazamiento de perspectiva al que me refiero dejaría de en-
63
fatizar, por ejemplo, en la intervención de estos elementos culturales en el surrealismo,
para entender este movimiento como un espacio donde aquellos se manifestaron fuera
del campo tradicional, convertidos en accionadores de la cultura de vanguardia desde
ellos mismos. A esto debe haberse referido el propio Lam cuando dijo que él era un
«caballo de Troya»2.
as
comentó: «¡Hay que haber visto mucho Poussin para hacer esto!» Aunque la tensión
del «¿quién come a quién?» está más o menos presente en toda relación intercultural,
ic
sus procesos, aun bajo condiciones de dominio, resultan más bien un «toma y daca»,
ér
s al
como decía Fernando Ortiz. El papel activo del receptor de elementos ajenos, quien los
la tori
Am
escoge, adapta e innova, fue resaltado hace mucho tiempo en la antropologia por Boas,
Lowie, Kroeber, Herskovits y otros. Es curioso que casi simultáneamente los modernistas
brasileños habían planteado como programa la «antropofagia» selectiva de la diferen-
de di
un campo neutral sino de dominio, con una praxis que asume tácticamente las contra-
dicciones de la dependencia y las deformaciones poscoloniales.
as o
C nd
1 Primitive Art, de Franz Boas, es de 1927 y un año después se fundó la Revista de.Antropofagia, e:o
wyo primer número apareció el Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade. Para un e:ofoque
a'ÍtÍoo de su programa ver Zita Nunes: Os males do Brasil: antropofagia e a questiio da rafa, Rio
de Janeiro, 1990.
64
subordinadas tienen que aprovechar para sí las posibilidades que les brinda la nueva
situación y su retórica descentralizadora. Uno de los desafíos ineludibles, más
poscolonial que posmodemo, es la transformación en beneficio de ellas de la cultura
dominante, deseurocentralizándola sin mella de su capacidad de acción contemporá-
nea.
El viraje de punto de vista en la lectura de Lam intenta romper los dualismos y recont>-
cer las hibridaciones, complejidades e «inautenticidades» propias de la dinámica
poscolonial, al tomar conciencia de la acción cultural del orbe periférico en los procesos
contemporáneos, del modernismo a la posmodernidad. Porque a pesar de las estructu-
ras de dominio prevalecientes, la ruptura de las totalizaciones que esta última conlleva
pudieran ser, como sugiere Kapur, consecuencia y no descripción «de un universo
realineado» por la praxis de sociedades antes desplazadas por completo. s Esta praxis no
consiste en una vuelta al pasado anterior a la globalización traída por la expansión
occidental, sino en la construcción de cultura contemporánea -<:apacitada para actuar
hic et nune- desde una pluralidad.de perspectivas.
as
El diálogo intercultural implícito en la obra de Lam ejemplifica un empleo ventajoso
ic
de la diversidad «ontológica» en la etnogénesis de las nuevas nacionalidades latinoa-
mericanas, de la cual el Caribe resalta como paradigma. Nacidas de procesos de
ér
s al
ladas desde dentro por ingredientes no occidentales muy activos. La cultura europea
está en sus ongenes, no resulta ¿yena de la manera en que puede serlo para los africanos
o los asiáticos, divididos entre su viejo acervo tradicional y el impuesto por el colonia-
de di
lismo. Lam pintaba academia, cubismo o surrealismo dentro de una tradición familiar,
a E
así fuera como segundón. Su valor estuvo en hacer un giro cualitativo y fundamentar su
arte en aquellos componentes de origen africano vivos en la cultura cubana. En cierto
as o
> Geda Kapur: «Tradición y cw.tt:mpcr:meidad ID las Bellas Artes del Tercer Mundo», ID Debate abiel1o:
'ITadición y contemporaneidad en la plástica del Tercer Mundo, ID Biwal de La Habwa, 1989, p. 12.
, Gaardo Malquaa: «Tercer Mundo y cuhura occidwtal», Lápiz, Madrid, a VI, n. 58, abril de 1989, p. 24-5.
65
Asombra que la critica y la investigación del arte no hayan valorado a Wilfredo Lam
como el primer artista que presentó una visión desde lo africano en América en toda la
historia de la plástica de galería. Este acontecimiento, que ocurre entre 1941 y 1942,
marca un hito indiscutible en el devenir del arte, y es el logro crucial del pintor, mucho
más allá de lo que pueda haber contribuido a la renovación americana del surrealismo,
el cubismo, el expresionismo abstracto' o el modernismo en general. Además, porque
lo que hizo por ellos fue resultado del enriquecimiento que aportó al brindarles una
carga de significados nuevos, al multiplicar sus alcances, al emplearlos para introducir
el vuelco de perspectiva dentro de ellos mismos, no contradiciéndolos sino apropián-
dolos, reciclándolos, adaptándolos, resemantizándolos. En este sentido era también
heraldo de ese desafío heterodoxo contra el monismo occidental, mediante el reajuste
en vez del rechazo, que se extiende hoy espontáneamente en la periferia.
A mí me parece que esto es una cuestión clave. Durante mucho tiempo Lajungla, este
famoso cuadro de Lam que ha estado en exhibición permanente en' el Museo de Arte
Moderno de New York se vio ubicada a un costado del guardarropa. Un brillante criti-
co asiático norteamericano, John Yau, escribió un texto que publicó enArts MagazineS
as
donde discutía el porqué el MOMA tenia que tener a Lam junto al guardarropa. Era un
poco porque la obra de Lam rompía el discurso teológico del arte moderno organizado
ic
por el MOMA en sus salas superiores, y entonces no se sabía dónde ubicar a Lam.
ér
s al
Desgraciada..nente la historia del arte y sobre todo Estados Unidos han tenido a Lam
la tori
Am
como una suerte de nota al pie cuando se discute el surrealismo. Finalmente, después
de este artículo y la presión que otras personas hicimos, Lam, en el nuevo
reacondicionarniento del MOMA, está dentro de las salas, en la parte del surrealismo.
de di
Sin embargo, lo que no se ve es el aporte que para la historia del arte hiciera Lam
a E
cuando por primera vez usa el modernismo como un espacio para la expresión de
contenidos culturales afroamericanos y afrocubanos en particular. Este guo en la inter-
as o
, Poc vía de pintoces como GülXy y Pollock, mmos poc el aUlcmatismo surreafuta que poc la sensibilidad
<<primitiva». Gerardo Mosquera: <<Algunos aproes de America Latina a la "plástica unive=U"", ICSAC.
Cahier 4, Bruselas, marzo de 1985, p. 14-5.
• Jolm Yau: <<Please, Wait by Ihe Coatroom. Wifredo Lam in Ihe Musewn of Modem Art», Al1s Magazine,
New Ycd, n. 4, dicitmbre de 1988, p. 56-9.
66
Wiliedo Lom: mo4emismo deode el Calibe
Pero Wtfredo Lam es el primero donde la presencia de África aparece de cuerpo ente-
ro, como factor decisivo de la expresión. Este acontecimiento responde a un proceso
complejo. Hijo de un chino inmigrante y una mulata. en su ambiente de formación en
Sagua La Grande deben de haber tenido gran peso la familia materna., oriunda del
lugar, Ysu medio. Su madrina fue una sacerdotisa ligada al cabildo de Santa Bárbara
(Changó), que todavía existe en el pueblo, ubicado en una región de fuerte tradición
afrocubana. Aunque Lam no se inició en la santeria. sí se formó en contacto con ella y
en un contexto donde participaban las tradiciones de ancestro africano. 9 Aún si no
hubiera sido así, insisto en que lo africano, en mayor o menor medida, está presente en
todo caribeño, por ser un factor constitutivo de su cultura. y los acervos afrocubanos
resultan familiares para todos.
Cuando el artista sale de Cuba en 1923 no busca el París de las vanguardias, sino la
España académica. Allí adquiere un oficio clásico y se gana la vida haciendo retratos.
A fines de la década del veinte pinta algunos cuadros en la corriente del surrealismo
español, con resabios académicOs. Sólo a mediados de los treinta se interna en los
lenguajes modernos. En París -llega en 1938 a causa de la guerra- se consolida como
as
modernista tardio, con el apoyo de Picasso. La pintura de 1938 a 1940,10 aunque se
basa mucho en la máscara y el geometrismo africanos, lo hace a la manera del malague-
ic
ño y, en general, de la Escuela de París: como recurso formal en primera instancia.
ér
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dentro de una «cocina» ya acuñada por ésta. un lenguaje epigonal constituido por una
la tori
Am
según veremos-, y 1941, como sus dibujos para ilustrar FataM01-gana, de Breton. En
estas obras surgía ya la poética que lo caracterizará en adelante. La evolución tiene que
ver sin duda con su vínculo con los surrealistas y la fascinación de éstos por las culturas
tribales, aunque Lam, un solitario en virtud de su biografia heterodoxa. desplazada
entre varios mundos y poéticas, nunca se afilió al movimiento.
Pero comienza a emplear recursos caros al imaginario visual surrealista. como los ojos
dobles y adopta la figuración pictórica de Julio González, que será la base de la suya
propia Se inclina a figurar seres mitológicos, fantásticos y a la vez más carnales que
sus personajes anteriores, esquematizados por el geometrismo africano-cubista La
máscara del África va interesando menos por su lección de sintesis -enseñanza
morfológica-, en beneficio de su hazaña inventiva por modelar lo sobrenatural-ense-
• Sobre este aspecto crucial de su biografia ccnsuhar Antrnio Núñez Junénez: Wifredo Lam, La Habana,
1982, y Max-Pol Fouchet: op. cit.
10 Sobre la evo1ucién de la pintura de Lam debe cmsultarse José Manuel Noceda y Roberto Cobas Amate:
«Wifredo Lam descmocido», catálogo de la IV Bienal de La Habana, 1991, p. 155-60.
67
ñanza mitopoiética y expresiva-, basada en la anterior. A diferencia de otras represen-
taciones religiosas, la máscara no se limita a dar rostro a lo sagrado: debe personificar-
lo, volverlo una presencia en movimiento, una entidad fisica que podamos ver y sentir
a nuestro lado. Decía Lezama Lima que «la máscara es la permanencia del orden sobre-
natural en los efimeros». 11 Con ella se representa lo sobrenatural como natural, se hace
real lo maravilloso. !2
Al momento de su llegada a Cuba, Lam parece haber ido orientándose hacia su poética
definitiva en medio de tantos Y tan rápidos desplazamientos. La atmósfera cultural
introducida por el surrealismo había propiciado que su propio mundo, el de su cultura,
fuera manifestándose en un ejercicio de modernidad. La llegada a Cuba fue el encuen-
tro con ese mundo en la realidad, y su desbordamiento en la pintura El arribo no
produce el deslumbramiento ante el trópico, sino ante la pertenencia. Viene a ser la
confirmación y el hallazgo final de su espacio. Es un «retomo al país natal» en el
sentido del largo poema de Aimé Césaire. James Clifford ha indicado que quizás no
hay retomo para nadie a un país natal, sólo notas de campo para su reinvención. La
obra del cubano puede ser vista en esa perspectiva, relacionada con la negritud como
as
construcción neológica y consciente de un paradigma negro.
ic
En la isla el pintor redescubre su universo cultural en cuanto universo artístico pers~
ér
s al
nal. Fascinado por lo africano y lo «primitivo» gracias al arte moderno, había ido dan-
la tori
Am
to difuso ni un sueño, una añoranza, o algo que está en el museo. La folk1orista cubana
a E
Lydia Cabrera resultó clave para este acercamiento, al introducir al pintor en aquellos
medios e instruirlo acerca de sus mitos, liturgias y representaciones. Lam también que-
as o
en que era la anagnórisis, en cuanto hombre del Caribe, de alguien formado como
modernista en Europa, sin contradicciones, energizando los diversos costados implíci-
tos en la nueva experiencia.
11 José Lezama Lima: <<HOOlenaje aRené Plrlocarrero», en su La cantidad hechizada, La Habana, 1970, p.
380.
11 Diríamos así en alusiál a Carpentier, quien usa a Lam COOlO paradigma de su cmcepto de lo real-
maravilloso en el prólogo a El reino de este mundo (1949), dalde lo wunCla por primera vez
11 Fanando Ortiz: «Las visimes del cubano Lam», Revista Bimestre Cubano, La Habana, voL LXVI, n. 1,
2 Y 3, julio-diciernbre de 1950, p. 269. &te texto, publicado también COOlO mmografia cm el titulo
W'ifredo Lam y su obra vista aJravés de significados criticos, La Habana, 1950, CCIlltituye una de las
ÍIlterpJ'CtaCÍmes fundamwtales del pintor, y un sabroso ejemplo del barroqwsmo w la prosa cubana.
'4 Alejo Carpwtier: «Un pintor de América: el cubano Wifredo Lain>"El NaCIOnal, Caracas, 1947. RqlJ'~
ducido w el catálogo de la Exposición Antológica "Homenaje a W'ifredo Lam» 1902-1982, Madrid.
Museo de Arte Cmtemporáneo, 1982. p. 77-8.
68
Wifredo Lom: modemismo desde <i Caribe
as
comunica un universo no regido por la polaridad bien-mal, luz-tinieblas, cielo-infier-
no, dios-diablo de la tradición cristiana, originada en el Oriente. Corresponde con la
ic
pluralidad del politeísmo sudanés y de las religiones tradicionales bantú, ajenas a la
ér
s al
pictórica occidental, que Lam emplea como referente o estructura plástica y al mismo
as o
metamorfosis, porque todo está lleno de enérgica presencia espiritual. Así, llegó a pin-
tar El despertar de la naturaleza muerta en 1944.
Fo
Percibo también una relación con Elegguá en su discurso. Este dios, el Exu brasileño,
el Eshu-Elegbara yoruba, el Legba ewe-fon, es el único cuya imagen-fundamento Lam
adopta, descrita casi literalmente, como elemento presente en la gran mayoria de sus
cuadros. Elegguá es el trickster, el principio de incertidumbre, diacrónico, de cambio,
por contraposición a Orula-Ifá, el principio estructurador, el saber acumulado. Elegguá
es el dueño de las puertas y los cruces de caminos, abre y cierra todo, pero resulta
imprevisible, travieso, azaroso. 17 El sentido mutante de la pintura de Lam, donde todo
parece transformarse en otra cosa inesperada, pudiera relacionarse con el díos. Su arte
1$ Desiderio Navarro: ,<Lam y Guillén: mWldos comtmicantes», en Sobre Wifredo Lam, La Habana, 1986;
.<Leer a Lam», en su Ejercicios del criteno, La Habana, 1988.
" Femando Ortiz: op. cit., 1950, p. 259.
17 SobreElegguá cmsuhar: Roger Bwtide: «Inmigratirn el métamorphoses d'un dieu» Cahiers Intemationaux
de Sociologie, París, 1956; Lydia Cabrera: El monte, La Habana, 1954; Juana Elbein dos Santos: .<Exu
Bara, PrincipIe of Individual Life in the Nago System», en La notion de personne en Afrique noire,
París, 1973; Joan Wescott: «The Sculpture and M)1hs of Eshu-Elegba», Africa, Lrndres, a. xxxn, n.
4, octubre de 1962.
69
es también una metamorfosis, un «canto de ósmosis», como el autor tituló una de sus
pinturas. Igualmente se afilia con Elegguá el desplazamiento de visión traído por este
arte, en cuanto cambio fundamental en sí y por la encrucijada cultural que representa.
La gran transformación que tiene lugar en la pintura de Lam no es formal: el artista
siempre continuará en deuda con Picasso, González, Matisse, el geometrismo africano
y la tradición clásica del arte de Occidente. Lo trascendental que ocurre es un cambio
de sentido. La dación de nuevo sentido proviene de un objetivo diferente y su metodo-
logía, que introducen giros significativos en un lenguaje propicio, sin determinar la
radical invención de otro. Picasso y muchos modernos se inspiraron en la máscara y la
estatuaria africanas para conseguir una renovación principalmente formal del arte de
Occidente, en total desconocimiento del contexto de estos objetos tanto como de sus
significados y funciones. Lam descubre la plástica africana y «primitiva» en Picasso, y
comienza a emplearla a la manera de éste. Pero bajo el impulso del surrealismo va
activando su mundo personal de un modo en que ésta determina un trabajo más
interiorizado con aquellas formas. El redescubrimiento de Cuba determina una eclo-
sión de 10 africano dentro de su propia formación cultural, una salida de su
as
Weltanschauung caribeña y de la relación de ésta con su medio natural y social. En
cuanto artista moderno, deja de trabajar con las geometrizaciones africanas para, por
ic
primera vez de manera coherente, natural y espontánea en el arte moderno, trabajar con
ér
s al
su sentido.
la tori
Am
los procesos poscoloniales. Lam rellena el cubismo de los significados que éste había
as o
«cubano», veremos que los primeros son seres humanos geometrizados, y los segun-
dos entidades mitológicas casi nunca individualizadas del todo. No es que el pintor
realice una resemantización de las máscaras africanas, volviendo a dotarlas de sus
significados de origen. No hay cita en estricto de tipos específicos de máscaras, dado
el grado de descomposición, mezcla y reelaboración de las fuentes, aunque alguna,
como la gbon de los senufo, pueda aún reconocerse. La intertextualidad es aquí más
bien genética y de sentido. Lam se inspira en la imaginación semiótica de las máscaras,
para conseguir por cuenta propia y dentro de un imaginario más personal lo que aqué-
llas procuraban: la construcción de lo fantástico-natural, vinculado con un medio y una
concepción del mundo. Procura una aproximación abstracta al sentido místico que las
máscaras intentaban expresar en sus contextos, mediante los recursos y funciones, ne-
cesariamente diferentes, de la pintura de caballete y el arte a la manera occidental
actual, como actividad autónoma, autosuficiente, «desinteresada», como lenguaje
imaginalligado a lo estético. Esta aproximación le sirve para expresar su visión desde
sí mismo y desde lo africano en América.
No existe tampoco una codificación precisa en Lam, a pesar de lo mucho que se descri-
be su pintura como conjunto de símbolos. Él mismo ha dicho: «no soy dado a hacer uso
'70
Wifiedo Lam: moderDi<mo deode el CllIibe
as
ciencia africana interiorizados y disueltos participan en la conformación de la sensibi-
ic
lidad y el imaginario caribeños, con su particular mundo simbólico. Por ejemplo, se ha
indicado la naturalidad con que el pensamiento mitológico actúa en el Caribe dentro de
ér
s al
tructuras propias del pensar mitológico, y de reflejar una realidad donde la magia y el
a E
ños de los explotadores».21 Este programa tan ingenuo sólo puede tomarse en sentido
figurado, como postura dentro de su propio arte; como poética. Hay una predilección
por formas agresivas, púas, cuernos, dientes, que en ocasiones llenan todo el cuadro,
como en las Escolopendras; por formas repulsivas, que refieren a alimañas,
serpentiformes a veces; por formas grotescas, de «gros ortei/», como los pies grandes
y ciertas deformaciones. Este épater le bourgeois a la manera del surrealismo se dirige
en el sentido de ofensiva tercermundista contra el gusto legitimado y, en última instan-
cia, contra la estética occidental «distinguida». Pero lo hace desde el interior de la
l' Va: la inta:praacirn de es.a obra realizada por Suzanne Garrigues: «Cultura y revoiucirn en La eTerna
presencia de Wifredo Lan1». en PlásTica del Caribe, op. cit., p. ¡ 83-92.
20 Roga: Bastide: «Le principe de coupure d le comportement afro-brésilien». Anais do XJCY! Congresso
Internacional de AmericanisTas, Sao Paulo. 1955, p. 493-504.
ZI Citado por Max-Pol Foumd: op. ciT., p. 31.
71
modernidad, y aún del clasicismo, que nunca abandona sino cambia de signo, en una
contraposición dialéctica. El corte anticolonial que proclaman las tijeras del personaje
de Lajungla no busca una ruptura utópica, quiere un viraje y a la vez una síntesis capaz
de ser legitimadas por la modernidad, obteniendo un espacio no occidental dentro de
Occidente, descentralizando, transformando, deseuropeizando... Realmente, la pintura
de Lam, sobre todo en su «periodo cubano» tiene poco de decorativo a pesar de su
belleza. Todavía hoy sus cuadros chocan a muchos. La ironía de que los «explotado-
res» cultos los hayan colgado bien pronto en las salas de sus casas puede verse, al igual
que el vaso mitad vacío o mitad lleno, como reificación o infiltración, pues tiene de
ambos. En tales ambivalencias y contradicciones se da el juego de la cultura poscolonial,
sobre todo aquella del inmigrante en los centros, que es absorbido a la vez que transfor-
ma desde dentro.
as
«salvaje» revoltijo de máscaras, rabos, cuernos, crines, espinas y cuanta referencia fito
ic
y zoomorfa le ha permitido crear sus figuraciones mitológicas. En ellas parece
explicitarse una oposición integrada entre el aristocratismo académico y un
ér
s al
«primitivismo» dionisíaco. Ya en una tinta de alrededor de 1943 una bella mujer des-
la tori
Am
nuda, dibujada a la manera del Picasso clásico, se mira al espejo y éste le devuelve la
imagen de un ser mitológico. Estas piezas metaforizan esa suerte de critica tercermun-
de di
dista a Occidente que integra su programa artístico. Lo mismo ocurre en una Venus en
pose y en piezas sobre temas clásicos de la pintura occidental y el cristianismo, como
a E
sentido de que se lleva a cabo, insisto, dentro de los medios y tradiciones occidentales
C nd
mismos, que son reelaborados con una óptica y morfología opuestas, pero capaces de
metamorfosearlos hacia una elegancia nueva, diferente. Estas piezas constituyen casi
Fo
Estamos ante un cometido pioneril que sufren las contradicciones planteadas por su
propia estrategia, por ejemplo, la permanencia de cierto exotismo, propio de la visión
deslumbrada occidental sobre todo surrealista hacia lo africano y en general, hacia
todo lo primitivo, estetizado como misterio, magia, tinieblas, fantástico, etc. Pero esta
obra no es contradictoria en sí misma pues se fundamenta en asumir la compleja con-
tradicción de los procesos poscoloniales claves en la biografía de su autor para junto
con la de otros modernistas latinoamericanos iniciar el largo camino de la posible
deseurocentralización de la cultura occidental transformándola en cuanto metacultura
de la contemporaneidad. El artista, es decir Lam, como Elegguá, es dueño de los saberes
de la encrucijada.
72
COMPLEJOS REUGIOSOS
AFROCUBANOS y SU
APROPIACiÓN EN
CREADORES CUBANOS
CONTEMPORÁNEOS
Ivonne Muñiz
A ningún caribeño le resulta insólito que en su cotidianidad y en la propia dinámica
contemporánea convivan -y se encuentren en interacción- lo real, lo inmediato y lo
as
moderno, la magia, el mito, las tradiciones y la religiosidad popular.
ic
Este comport&miento cultural revelado, a manera de síntesis, en la vida colectiva de
ér
s al
nuestras sociedades, no sólo se proyecta en el universo sagrado y ritual del creyente~ se
extiende también a otras zonas culturales. Sucede así en la práctica artística, escenario
la tori
Am
encuentro y un choque étnico cultural que se produjo de manera dinámica entre pue-
as o
blos que -ron diversos niveles de desarrollo- confluyeron en un mismo tiempo histó-
C nd
73
Abordaremos la apropiación artística de esta fuente, su recontextualización en el dis-
curso artístico, en algunos casos desacralizado y desmitificado, asumida no como ele-
mento formal o temático sino recurriendo a su esencia ya sus valores antropológico y
sociológico. En otros casos, incorporada como fuente viva en textos que suman la
experimentación artística a la poética ritual del artista creyente.
Con las influencias del conceptualismo, el Arte Povera, el Pop Art, el Body Art, los
performances, los happenings y el arte posmoderno donde la representación no está
sujeta a patrones de forma y estilo sino en función de transmitir al receptor conceptos
e ideas, los artistas cubanos de esta generación desacralizaron modos convencionales
de representación de las referidas tradiciones.
as
y si no, ¿cómo interpretar el hecho de que el lenguaje visual de los complejos religio-
ic
sos afrocaribeños sea una de las temáticas a la que más se recurre actualmente en la
ér
s al
creación artíatica del Caribe? Creo que lejos de proponerse constituir -alSi en su gran
la tori
Am
sociedades. Y -¿por qué no?- un signo de distinción cultural reafirmado por la colec-
tividad en un momento de crisis espiritual.
as o
C nd
Pero más allá de una preocupación por indagar cuáles han sido las formas de interpre-
Fo
tar los creadores cubanos el lenguaje visual de los complejos religiosos afrocubanos o
cómo se han apropiado de estas tradiciones, nos interesa precisar cuál ha sido la géne-
sis socio-cultural de esta práctica artística, su impacto, efecto y trascendencia en la
sociedad. En primer lugar precisar cómo el acercamiento e incursión artística en esta
zona cultural no se ha comportado de un modo forzado, externo o simulado. Sus expo-
nentes no se han ubicado en la posición de espectadores pasivos: la mayoría ha sido
parte de este proceso, y definen su papel como portadores y participantes activos.
En sentido general, se ha dado una interiorización, una reflexión, una búsqueda e in-
vestigación sobre los sistemas de pensamiento, la cosmovisión, las nociones de carác-
ter filosófico, sus valores éticos, sus formas de expresión social, sus comportamientos
y su inserción social. Por otra parte, se han estado procesando artísticamente vivencias
colectivas, problemas existenciales del ser humano, inquietudes y asideros espirituales
desde concepciones estéticas que reclaman del espectador la aceptación in si/u, mo-
mentánea, dado el carácter generalmente efimero de esta producción. Y es precisamen-
te en este sentido donde se produce la ruptura respecto a generaciones anteriores, a
nivel de una transgresión de géneros, códigos, canales de comunicación y lenguajes
expresivos.
74
eom"CÚ05 tdigi050S a&ocub8llOS y su apropiaciÓ1l en creadores cubanos contemporaneos
Desde el Earth art. Ana incursionó en el universo mítico y ritual de las religiones
afrocubanas buscando una via para restablecer su comunicación con el ser humano y la
naturaleza. Apoyada en sus acciones artisticas. en las que recurria al lenguaje del Body
art. Land art. fotografía. video y «escultura», transmitía sus propias reacciones
sicológicas y sus reflexiones socio-filosóficas y estéticas. Su cuerpo devino en un
as
medio, un recurso, un objeto de expresión, en el que se fundían aspectos corporales y
ic
espirituales. los primeros en función de los segundos. El centro de interés de su arte fue
el ser humano y su identidad cultural desde una concepción mística del mundo. y tomó
ér
s al
evocó un rito preparatorio del ceremonial ñ~go o abakuá. Frotó su cuerpo con sangre
a E
y rodó sobre un lecho preparado con plumas blancas, representando el gallo blanco
que se sacrifica en la ceremonia.
as o
C nd
En Juan Francisco Elso, magia. religión y mito, presentes en su propia vida. estaban
también en función de su poética. Arte y vida integrados y conciliados, comunicándo-
se, enriqueciéndose y complementándose en el proceso creativo.
De 1986 es la instalación suya titulada Por América. en la que aparece la figura de José
Marti, héroe nacional. La imagen de Martí se proyecta como ícono revolucionario,
guerrero y guardián de su propia tierra: la América. Martí deviene imagen sagrada,
figura mística por su trascendencia histórico-ética y humanidad íntegral. Gerardo
75
Mosquera ha descrito cómo el artista vistió la escultura con tierra y por dentro la «tra-
bajó» y «cargó» con su propia sangre y la de su esposa, y otros elementos ocultos, a la
manera de un nkisi kongo. 1
En Maria Magdalena Campos (1959), una de las exponentes más jóvenes, el acerca-
miento al universo mítico e iconográfico de las religiones afrocubanas ha estado en
as
función de su identidad femenina. De nuevo aparece la presencia del individuo como
ic
referente fundamental; esta vez con un interés más directo, la reafirmación de su iden-
tidad sexual, de su identidad como mujer, con sus propios atributos: sicológicos, socia-
ér
s al
les y corpora!es. En una fotografia de 1989 aparece retratada la artista con el torso
la tori
Am
desnudo mientras sostiene delante de sus senos dos imágenes religiosas muy populares
en nuestro país. A la derecha la Vrrgen de la Caridad del Cobre, sineretizada con Ochún,
oricha identificada con el amor, la femineidad y el río, símbolo de la gracia, la sensua-
de di
ría o regla de Ocha como Yemayá, madre de todos los orichas, dueña de las aguas y el
mar, savia de la vida, diosa de la maternidad.
as o
C nd
1 Geranio Mosqueea: Arte Cubano Actual (Catálogo], Centro Cultural/Arte Contempocáneo, México,
1992.
76
Te nace ahogado con el cordón es el título de una fotografía que pertenece a la serie
Para Concebir, realizada entre 1985-1986. La artista se refiere a la creencia popular de
que la mujer durante el embarazo no puede usar cadena o collar colgado en su cuello
pues ello puede traer efectos o consecuencias mortales para su bebé. Otra fotografía de
la serie es No matar ni ver matar animales, acto prohibido por determinadas supersti-
ciones a la mujer embarazada.
Estas me las dio la ceiba y su savia y su aire me dan vida, es la referencia visual directa
a las huellas fisicas del parto, marcando el trauma en el tejido de su abdomen, la herida,
la cicatriz y la presencia de dos muñequitos delatando el hecho de haber concebido
jimagüas. La ceiba se subraya como ícono sagrado.
Como una constante aparecen las transcripciones orales y el texto que sirve de comple-
mento y apoyo a la imagen. El espectador puede encontrarse enfrentado a dos niveles
de lecturas que se definirán según su sistema de orientación de la recepción, los signi-
ficados asimilados por él, sus ideas o concepciones filosóficas. Pudieran leerse estos
trabajos como una forma de reafirmar esas creencias o entenderse como una manipula-
as
ción artística o de representación simbólica, para dar paso a la negación. La artista ha
comentado:
ic
ér
s al
Sus altares expresan la fascinación por el Kitsch. Incorporará imágenes de los años 50,
sugiriendo su presencia en la decoración de algunos hogares en la Cuba contemporá-
nea: los índios, las japonesas, los leopardos, las panteras, los elefantes, las frutas, re-
producidos actualmente en yeso. Aparecen también exvotos y objetos difundidos por
la índustria religiosa que se continúan copiando: Virgen de la Caridad, Virgen de Re-
gla, San Lázaro, Santa Bárbara, etc. Incluye también elementos que nos remiten a los
2 Marta María Pá"ez Bravo: «Comentario ArtístiCO» en Made in Havana, Contemporary Ar1 from Cuba,
Art Gallery lÍNew South \Vales, Au&ralia, 1988, p.28.
77
cultos afrocubanos, específicamente la santeria: un recipiente con atributos de orichas,
la campana para llamar a Elegguá, un Osun. Las piezas inducen al receptor a una re-
flexión, a una conceptualización, a un distanciamiento para evaluar sus propias accio-
nes de sacralización.
Uno de los artistas más activos y de mayor trascendencia de esta generación fue José
Bedia (1959). En su arte encontramos algo más que representación, recuperación e
incorporación mitológica y ritual; es el resultado de un proceso reflexivo sobre el ca-
rácter sagrado de la naturaleza humana y su acción en el universo. Esta etapa se co-
mienza a revelar en 1985 con sus instalaciones Perfi1de un pueblo y Sarabanda contra
Siete Rayos-, posteriormente fue El golpe del tiempo, instalación de 1986, Gran Premio
de la TI Bienal de la Habana, que transmite su experiencia de convivencia con la pobla-
ción india Sioux, en las reservas de Rosebud, Dakota del Sur.
Su perspectiva etnográfica y antropológica lo condujo a profundizar también en la
cosmogonía de los mitos y oficios del Palo Monte, complejo religioso de origen bantú
conocido también como Regla Conga, practicada en nuestro país, a veces, en relación
as
sincrética con otras religiones como la santeria.
En su instalación titulada El bien y el mal, estamos ante la presencia de lo complemen-
ic
tario de los opuestos, de dos líneas paralelas que coexisten en la vida, el diálogo entre
ér
s al
la vida Yla m~rte, plasmado también en Ndoki bueno, ndoki malo, donde el artista se
la tori
Am
refiere a la dualidad que puede tener el ndoki: al hacer mal al destinatario le estás
haciendo un bien al interesado.
de di
Dos dibujos realizados en 1985, Los cuatro vientos de Elegguá y Vive en la línea son
recuperados por el artista en la instalación que presenta en la Exposición Mágicos de la
Tierra, en 1989, en el Centro Georges Pompidou, en París. Bedia dibujó un gran
Sarabanda acostado, reposando sobre la línea del ferrocarril en unas proporciones con-
siderables: 8 rns de largo, 4 ms. de altura y 3 rns. de ancho. Cerrando la viga en cada
extremo dos paños anudados con el color atribuido a Oggún. El artista construyó las
tres casas de los guerreros (SarabandalOggún, ElegguálLucero y Ochosi) sobre la tie-
rra representando el cuarto ritual o monanso mbela; en cada una su taburete, los signos
gráficos representativos y evocativos de las tres deidades, su aguardiente, sangre y
atributos. En el fondo de las casa pintó a Oggún, los cuatros vientos de Elegguá y el
perfil del venado de Ochosi. Bedia explicaba:
78
mensa mayoria, atravesando por un período de fuertes influencias exteriores
de orden transcultural, producto de su encuentro (no deseado ni voluntario)
con la civilización occidental. Mi situación personal es similar pero a la
inversa. Soy una persona con una formación occidental que mediante un
sistema voluntario consciente, premeditado, de índole intelectual, pretende
un acercamiento a las culturas primitivas y experimentar sus influencias igual-
mente de manera transcultural. 4
Otro exponente ~ esta generación es Ricardo Rodríguez Brey (1965), quien incursionó
en dos líneas temáticas en tomo a nuestra historia e identidad cultural.
La primera fue a partir de 1980, dirigida a la historia de América. Utilizó como pretex-
to viajes científicos de Humboldt, para realizar obras cuyo interés era marcar las visio-
nes deslumbradas del extranjero por la realidad americana. Fragmentos de los diarios y
libros de notas de Humboldt se convirtieron en puntos de partida para un análisis de la
naturaleza. sociología y etnología de nuestras tierras.
En 1985 sus investigaciones se encaminaron hacia una dirección etnográfica y
as
antropológica, precisamente concentrada en el estudio de la estructura de los mitos y
rituales de las religiones afrocubanas. Las obras de esta etapa son el producto de re-
ic
flexiones miticas, no históricas, sobre procesos actuales en el universo del creyente y la
ér
s al
to original pueden adquirir otras funciones y como los van a regir otras leyes. Cómo
a E
elementos naturales, objetos y artefactos elaborados por el hombre toman otra conno-
tación que supera a la de su valor autónomo, se mistifican y se les atribuye fuerzas
as o
79
de Ocha, corpus religioso del cual es profundo conocedor. Su discurso deviene en
proyección litúrgica y sagrada de una realidad espiritual de la cual ha sido protagonis-
ta. Una buena parte de su creación artística de tendencia conceptualista va a incorporar
de manera reelaborada elementos de la estética representacional de la santería. Sus
instalaciones se caracterizan por una marcada magia artesanal siendo este uno de sus
rasgos identificadores en el orden estético y formal. En ellas incorpora elementos
extrapictóricos, recuperados y usados: la madera, plumas de aves, algodón. papel he-
cho a mano, piedra o metal. Toda su práctica artistica está marcada por una consciente
y directa relación con sus creencias y fe en los principios de esta religión. Su orienta-
ción filosófica constituye una via de acceso hacia la comunicación con un mundo so-
brenaturaI, las diferentes divinidades y lo mágico conjugando dos zonas: lo religioso
sobrenatural y lo social religioso, la fusión del misticismo de la creencia y el diálogo
entre el creyente y el cosmos.
Para Belkis Ayón, joven grabadora cubana, el universo de las Sociedades Secretas
Abakuá es su referente nutricio. Sus calografías, siempre trabajadas en blanco y negro,
proyectan desde su perspectiva femenina historias imaginadas y metáforas de situaeio-
as
. nes míticas y rituales de estas asociaciones. En algunos casos recrea también imágenes
de su participación restringida como espectadora (dado el carácter machista y exclu-
ic
yente de las concepciones abakuá) en cíertas ceremonias.
ér
s al
Zayda del Río, excelente dibujante, portadora de un lenguaje lírico y poético, ha reali-
la tori
Am
más que una apropiación hay una recuperacíón de mitos y oraciones de un mundo
sagrado presente en nuestra cotidianidad. Los orichas y santos no son reproducidos a la
a E
obra de arte -que en cierta medida funcionan con independencia de la intención cons-
Fo
ciente del artista- determina que no debamos situamos ante ciertas convenciones de
clasificación para precisar qué tipo de arte es el que hemos estado analizando. Pero la
presencia de una producción marcada por determinado universo religioso, podria
interpretarse más como un arte ritual que como apropiación. representación o arte ale-
górico-referencial.
Múltiples interrogantes pueden surgir en el acto de la percepción pues el espacio de
lectura es amplio así como los códigos de interpretación; pero más allá de esta preci-
sión. como habíamos planteado inicialmente, nos interesa subrayar la génesis socio-
cultural de este hecho.
Este arte ha estado abordando una zona reconocida socialmente, se ha estado nutriendo
de vivencias colectivas, partiendo de arquetipos, mitos, sistemas filosóficos y religio-
sos vivos en nuestra sociedad. Es una resultante artística del propio contexto social. No
es éste un arte aislado de la dinámica social, su trascendencia está dada por la propia
búsqueda de valores en la actividad sico-social del ser humano, sus problemas
existenciales y sus contradicciones. El traspaso o apropiación reflexiva de estos valo-
res no es superficial, tampoco es externo; hay una comunicación directa con el actor,
con el practicante, con la colectividad, una coparticipación, una sensibilidad que le
80
permite expresarse con un lenguaje simbólico-cultural que no se divorcia del proceso
social. Son valores existentes, reconocidos y encarnados por la sociedad en la vida
diaria
s
tidad; y corno piedra angular se encuentra el ser humano, sus inquietudes espirituales,
a
y la conexión directa arte-ser humano, arte-sociedad, arte-vida, arte-identidad nacio-
nal. ic
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81
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s al
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ic
as
APUNTES SOBRE LA
PRESENCIA AFRICANA
EN LA HISTORIA
SALVADOREÑA
as
difuminados en el panorama indígena, en el amplio mundo de mestizaje y
transculturación. Hasta hace poco, en realidad, la historiografía salvadoreña, con muy
ic
contadas excepciones, hizo a un lado ese bagaje negro en la herencia del pasado Yla
ér
s al
presencia negra en su historia, pero que por la mezcla racial ha perdurado con sorpren-
a E
dente insistencia en un alto porcentaje de la población que lleva sangre mulata en sus
venas, en la casi totalidad de casos sin tener conocimiento en absoluto del ancestro, al
as o
cual los textos de historia y el sentimiento popular sumió en el olvido y calló el mensa-
C nd
je.
Fo
De todas las antiguas provincias del reino de Guatemala, las dos que conforman actual-
mente El Salvador, la alcaldía mayor de San Salvador --después intendenci~ y la alcal-
día mayor de Sonsonate, son de las que verán en menor grado el arribo de africanos en
el perlodo colonial, y lo será prácticamente nulo en el federal y el republicano. Con la
vista puesta sólo en el Océano Pacífico y una abundante población autóctona, el noto-
rio desarrollo agrario de las viejas provincias hispano-salvadoreñas no vio la necesi-
dad de importar mano de obra esclava, fuera del caso de la industria añilera que para
los parámetros étnicos de El Salvador tuvo un significado apreciable. Sin embargo, los
descendientes mulatos no faltarán en ningún momento en el paisaje humano del país.
Actualmente, en El Salvador existe un naciente interés por desentrañar esa impronta
africana de entre el bagaje cultural de una república hibrida hasta la médula.
En la segunda mitad del siglo XVI, en la provincia de Sonsonate, específicamente en la
región llamada Los Izalcos, era de lo más común y cotidiano ver en las plazas de los
pueblos, el día del mercado, negros esclavos vender golosinas, queso y carne por cuen-
ta de sus dueños entre la muchedumbre indígena. Estos africanos eran personas de
83
Pedro Aalollio Es<:oIaate Aso<>
confianza de los amos, y hasta se puede decir que en muchos casos cumplían una
función intimidatoria entre los indios nahua-pipiles del occidente salvadoreño, fomen-
tada deliberadamente por los españoles. A estos negros se les apartó de la convivencia
con indígenas, por considerarse que los podían molestar con un comportamiento dífe-
rente y contestatario, tan distinto de los sumisos indios, que llevaban a sus espaldas el
peso máximo de la tragedia y la explotación. Los esclavos africanos vivian en casas y
heredades de sus amos y en haciendas de ya considerable ganaderia Algunos servirán
como calpisques, o recolectores de tributos de indígenas de encomienda.
La alcaldía mayor de Sonsonate era en los decenios finales del XVI y principios del
as
XVII un verdadero pulular de comerciantes y viajeros debido a la existencia de uno de
los dos puertos más importantes de la Centro América española en el mar del Sur, el
ic
puerto de Acajutla, que servia directamente a la misma Santiago de Guatemala. Habi-
ér
s al
litado desde los albores coloniales, sirvió como centro de un considerable tráfico marí-
timo, atraído por la existencia de Sonsonate, en los parajes de los lzalcos, del más
la tori
Am
preciado producto de exportación de ese entonces, el cacao, que allí fructificaba como
en ninguna otra parte de Mesoamérica -después de llegar casi a su extinción los
de di
atraer indígenas foráneos como mano de obra inmigrante, por la fama de esos pueblos
izalqueños donde el dinero corria en esos años como en ningún otro sitio del istmo
Fo
centroamericano.
En 1553 se fundó la villa de La Trinidad, para albergar a los mercaderes españoles, que
por levantarse a orillas del Tio Cenzúnat, o Sensunapan, se llegó a conocer como La
Trinidad de Sonsonate, o sólo Sonsonate. Aquí se podía encontrar un mosaico de
andantes y comerciantes de todo tipo y especie, que arribaban en barcos procedentes
de Panamá, del Perú y de la Nueva España mexicana, o por tierra desde sitios tan
distantes como Oaxaca y Ciudad de México, engolosinados por una halagüeña pers-
pectiva de bonanza fácil y expedita.
El cacao tenía un alto precio, especialmente en México, donde la demanda era mayor
para estas almendras de cacao que se convertían en bebida o en moneda corriente -según
84
el uso precolombino-. Acajutla, junto con el otro puerto tan frecuentado, El Realejo en
Nicaragua, fueron los más destacados en esos siglos y se tenían muy en cuenta en cartas
marítimas Yportulanos.
as
se fundó en 1525 por primera vez, refundada en 1528. San Miguel lo fue en 1530.
ic
Muchos pobladores poseían esclavos africanos, tanto para el servicio de casa y hereda-
des, como para ser enviados a lavar oro al territorio de Honduras. En San Miguel, en un
ér
s al
un esclavo ya valorado en 25 pesos oro. El precio ha subido y contrasta con los 9 pesos
que el Gobernador Pedro de Alvarado daba como valor en una declaración de 1530, en
época de la pavorosa esclavización de indíos por cualquier subterfugio, como ser es-
de di
particularmente esperados en las minas hondureñas, pues los esclavos indígenas esta-
C nd
85
Todavía los sansalvadoreños enviaban cuadrillas a los placeres de oro en Honduras o a
centros mineros. Pero la situación cambió, pues la liberación de los esclavos indígenas
infundíó un temor a la dísminución de mano de obra autóctona, máximo con las Leyes
Nuevas aplicadas de manera tan drástica por ciertos funcionarios como el admirable
Alonso López de Cerrato, segundo presidente de la Real Audiencia. Así. un incremen-
to del africano se vio por las provincias. En tiempos del alcalde mayor Pedro Aguilar
Lasso de la Vega, en la Semana Santa de 1625, ocurrió el mayor a1zamíento de escla-
vos negros que vio la jurisdicción de San Salvador. Se dijo que fueron unos 2000: «En
la provincia de San Salvador de Guatimala, el año de 625 estuvieron convocados por
al~arce 2000 negros en la Semana Santa i se supo tan a tiempo que justiciando algunos
se atajó el dañO... »2
Los negros huyeron a los montes y amenazaron con matar a todos los españoles que
encontraran. Lasso de la Vega organizó una milicia de 200 hombres, más 40 que le
llegaron de la ciudad de la Nueva Valladolid de Comayagua, en Honduras, y así pudo
atajar el peligro.
as
Que estando alzados los negros de la provincia de San Salvador del servicio
de sus amos y amotinados en la montaña para matar a los españoles de la
ic
provincia acudió [Lasso de la Vega] con más de doscientos hombres y su
ér
s al
Si bien el cacao fue el producto más importante en el siglo XVI, duró poco tiempo su
as o
auge, hasta las primeras décadas del XVII, porque otro cultivo lo fue sustituyendo en
C nd
forma acelerada como el principal de las tierras salvadoreñas: el añil o índigo. Mien-
tras que la presencia negra en la provincia cacaotera de Sonsonate no 10 fue precIsa-
Fo
mente para trabajar en los sembradíos, pues el cacao fue asunto de indígenas en la casi
totalidad de casos, quienes lo cultivaban en sus ancestrales tierras comunitarias -aun-
que hubo cacaotales en poder de ciertos españoles y criollos-, no obstante que la pr~
ducción fuera a dar a manos de mercaderes asentados en la Villa de la Trinidad, des-
contada la parte de los tributos tasados de los encomenderos y lo que iba a rodar como
moneda, ya con el añil será otra cosa.
El índigo o añil era la tinta que resultaba de la planta silvestre mesoamericana xiquilite,
o xiuquilitl, obtenida a través de un proceso de fermentación y oxidación en agua.
Desde los comienzos de los siglos españoles se supo de las ventajas y cualidades de esa
tinta de color azul intenso que ya de por si tendría un mercado asegurado en Europa,
donde eran conocidos los colorantes vegetales asiáticos. Caso diferente del cacao, que
tuvo que abrirse paso en el gusto europeo para desembocar en el universal chocolate.
2 !bid.
86
Muy pronto se remitieron a España muestras de este tinte asombroso, al que, sin dar su
nombre, ya aludía el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en el Sumario de la Histo-
riaNatural de las Indias, editado por primera vez en Toledo en 1526. Una Real Cédula
del 13 de junio de 1558 pedía información sobre esta tinta que llegó a constituir el
mayor bien exportable del Reino hasta el siglo XIX.
Al igual que el cacao, el añil era producción del bajío, no de tierras altas, pero exigía
condiciones diferentes de suelo: el húmedo para los cacaotales, el seco para el xiquilite.
Nicaragua fue la primera provincia centroamericana donde la tinta añil alcanzó niveles
de producción importantes, pero pronto será la alcaldía de San Salvador la de primacía
absoluta, lo que durará hasta los inicios republicanos.
En 1571 Y1572, el viajero inglés John Chilton mencionaba ya la rampante labor añilera
en obrajes de tinta, cuando todavía el cacao del occidente salvadoreño es una ventur~
sa realidad para los peninsulares y criollos. Es muy luego que se encuentran obrajes
documentados en Sonsonate.
as
Los centros de producción añilera eran estos obrajes, siempre a orillas de ríos o en
nacimientos de agua, donde se fermentaban las plantas pilas de piedras y ladrillos, y
ic
después de un procedimiento bastante sencillo pero cuidadoso se obtenia una masa
ér
s al
acuosa que st: sacaba al sol, puesta en moldes wa formar «panes» de tinta. El trabajo
la tori
Am
era sucio y maloliente; el bagazo podrido de la hierba servía después como abono de la
tierra Bandadas de bichos perniciosos y moscas rondaban por los obrajes, sitios que se
volvíeron infecciosos centros de enfermedades. Desde la segunda mitad del siglo XVI
de di
se prohibió a los dueños de obrajes añileros ocupar indígenas en las labores de la tinta
a E
(1563), por las dolencias resultantes y las consecuencias mortales para los indios. A
pesar de lo estatuido por la Corona, los indios seguían prestando trabajo en obrajes,
as o
por lo que la Real Audiencia sentenció en definitiva el no uso de mano de obra indíge-
C nd
entonces su presencia en los obrajes importantes -aunque ya se daba alguno-. Más que
todo será la alcaldía mayor de San Salvador y sus distritos donde llegará a extraordina-
rios niveles de producción el añil, además de una superlativa calidad en lugares corno
en los términos de San Miguel y San Vicente de Austria.
Pretender que el rey envíe a su costa algún negro a ésta u otra província es
tiempo perdido, que habrá dos años y medio que los portugueses ponían
diligencia en hacer un asiento, obligándose a traerlos a su costa a las partes
que S.M. ordenase, y que no lo habían conseguido. 4
87
Pedro AAtoIIio Ei<:aiaDte A=
Efectivamente, el desarrollo de los obrajes afuleros, no sólo en San Salvador y sus limites
provinciales, sino en Sonsonate también -aunque aquí con menor importancia-, así como
en el sur de la província de Guatemala propiamente dicha, y en Nicaragua, reclamaron la
existencia de mano de obra esclava, por considerarse que los negros eran más fuertes y
robustos que los indios y más resistentes a las enfermedades, y dadas las disposicio-
nes legales de no permitirse indios. Además, en estos inicios de la proliferación de
obrajes de tinta aún no se daba suficiente oferta de mano de obra de mestizos de
indígena y español, así como de mulatos libres.
as
Durante algún tiempo, los barcos del comercio de esclavos africanos que llegaban al
norte hondureño suplieron la demanda de negros que podía darse en la banda salvado-
ic
reña del sur, aunque en su mayor parte quedaran en los trabajos de mineria de Hondu-
ér
ras. Las embarcaciones bajaban buena cantidad de esclavos, sin atender en tantos
s al
estos barcos fueron apareciendo con algunos atisbos de regularidad, que coincidió
con la terminación de la esclavitud indígena. Pero pronto las autoridades, al ver el
de di
peligrosamente.
as o
C nd
tráfico apareció. De esto se beneficiará Centro América, pero al poco tiempo la situación
había variado.
Impetrada que fue la licencia, tomó corriente este tráfico, de modo que a los veinte años
ya no se lamentaba su falta. En acuerdo de justicia de 3 de mayo de 1613, se habla del
arribo de una nao llegada a Santo Tomás cargada de negros, a que se oponía el Oidor
Solís, dando por razón la muchedumbre de negros que había en estas prOVIncias, y el
riesgo de que acrecentándose se podrían levantar, como 10 habian conseguido hacer en
México. En otro de 16 de agosto de 1618 se mencionaba el arribo de una embarcación de
negros llegada a Trujillo, que fue admitida a petición de los mineros de Tegucigalpa.
Arribando después dos naos cargadas de negros al propio Trujillo, el ayuntamiento en
4 de septiembre de 20, resuelve oponerse a sU admisión por ser más de los que se
necesitaban. En acuerdo de 22 de octubre de 22 se declaran perdidos y se mandan
almonedar los del navío de Domingo Simón. En otro de 23 de diciembre de 24, se habla
de una arribada de navío con negros esclavos, en que los visitados fueron 182, y fuera
de vísita resultaron otros 212 que se mandaron embargar contra la protesta del mismo
Oidor Solís, por estar, dice, la tierra llena de negros. En el de 29 de enero de 26 se trata de
88
Apa'" 10....... _oía aliiama en" hiotoria salvadoteña
Siempre que de la defensa de las costas se trataba, el elemento negro está presente en
los grupos armados organizados. Así sucedió cuando las tropas del encomendero de
Tecpan !zalco, Diego de Guzmán, en los días que el corsario Francis Drake recorría el
mar del sur por Centro América a mediados de 1519. Por provisión de la real audiencia
del 11 de abril de ese año, se le comisionó a Guzmán levantar un ejército de encomenderos
de San Salvador y San Miguel y reclutar hombres. Era la manera de esos años de
afrontar un peligro, al no existir cuadros militares permanentes. Eran verdaderas banderías
al estilo feudal europeo, y la bandería de Diego Guzmán es la más importante sucedida
en el siglo XVI en el Reino de Guatemala. Muchos de estos reclutados eran negros y
mulatos, esclavos y libres. En 1581, cuando Thomas Cavendish puso de nuevo en
as
temor las costas del Pacífico, Francisco de Santiago, alcalde ordinario de Guatemala,
ic
juntó un ejército con gran número de africanos. El alcalde mayor de San Salvador, Lucas
Pinto, reunió entre los moradores de los pueblos de Zacatecoluca, Tecoluca y
ér
s al
libres, también muchos provenientes del mismo San Salvador. Estas milicias fueron en
ambos casos -1519 y 1581- a reunirse en la Trinidad de Sonsonate, para guarecer el
puerto de Acajutla.
de di
a E
ordinario de San Miguel, Juan García Serrano, acudió a la costa del Golfo de Fonseca
C nd
como capitán de infantería con 130 españoles, 300 indios flecheros y 150 negros, mula-
tos y mestizos, a fin de proteger el Puerto de Amapala (actualmente en Honduras). Allí
Fo
Como los indios fueron exentos del servicio militar al organizarse formalmente las com-
pañías en el siglo XVII, aunque sí hubieran participado en las banderías de
encomenderos, en el alistamiento general de 1613 serán negros libres, mulatos y mesti-
zos los que integrarán tales cuadros de soldados. Así surgieron las compañías de
pardos, nombre genérico aplicado a quienes llevaban sangre africana, y que se pusie-
ron bajo las órdenes de oficiales asimismo mulatos. Sin embargo, con el tiempo también
hubo compañías de indios, como en el caso de Sonsonate en el siglo XVIII.
Por Real Cédula de 1574, de Felipe 11, se ordenó que negros y mulatos libres debían de
~ tributo anual de un marco de plata per cápita, con cargo a la caja real. En el reino
guatemalteco no se aplicó tal cantidad, sino que fue menor. En 1585 se le está cobrando
5 tostones a los hombres y 3 a las mujeres. En 1587 son 4 para varones y 2 a las
89
hembras. A los corregidores y alcaldes mayores se les pidió en 1604 levantar padrones
de estos tributarios negros y pardos, pero no se llevó a término lo ordenado. Sin embar-
go el tributo continuó cobrándose, aunque no cumplidamente. En 1677, el tributo de
africanos y pardos libres de la región de San Miguel y la Choluteea (hoy en Honduras),
estuvo por los 188 tostones, pero no puede tomarse esta cantidad como reflejo indica-
tivo del número de tributarios de la comarca, pues habrá sido ya apreciable el número
de quienes no lo pagaban por vivir aislados en confines de haciendas y rancherias. El
tributo de pardos fue perdiendo importancia, hasta que llegó a no aplicarse más en
ciertos lugares.
Para las comunidades indigenas el añil fue un verdadero desastre en su identidad y
conservación. El incesante trabajo en obrajes y los intereses que se derivaron incidie-
ron en la vida y el mundo cultural de los indios. La tinta produjo una verdadera obse-
sión. por todos lados se sembraron las semillas de xiquilite tiradas al viento, que luego
el ganado apisonaba. Hasta en lu~es remotos no era nada extraño encontrar pequeños
obrajes, así abundaban los llamados poquiteros, a la par de los grandes productores, y .
hasta los pueblos indios organizaban sus obrajes y a su voluntad trabajaban ellos, ob-
as
viando así la prohibición de la mano de obra aborigen para los demás.
ic
La ladinización cultural yel mestizaje racial fueron exacerbantes, sin parangón con lo
ér
sucedido en tierras del cacao, donde los indios fueron siempre los productores y era de
s al
interés dejarlos tranquilos para que produjeran las codiciadas almendras. Pero con el
la tori
Am
añil era distinto -además del prolongado tiempo de la industria del índigo-, asunto de
españoles, criollos, mestizos, negros y pardos. La población africana había aumentado
de di
en un principio, por necesidades de trabajo que pronto perdieron vigencía, y por consi-
guiente la mulata, al surgir hijos de negros e indios, o de negros y mestizos de español
a E
e indio, o de negro con españolo criollo -la palabra zambo no fue de uso común en la
as o
región salvadoreña.
C nd
Muchos mulatos libres fueron asentándose como aparceros en tierras privadas y en-
contraron trabajo en las haciendas ganaderas, de campistos y capataces, con mando
Fo
sobre los indios. Asimismo trabajaban en haciendas cañeras. Hay sitios donde la pre-
sencia mulata fue más destacada, porque originalmente fue mayor el número de escla-
vos. Tal es el caso de los grandes centros añileros de San Miguel y los pueblos cercanos
a la Villa de San Vicente de Austria. Esta población fue fundada en 1635, puntualmente
para reconcentrar criollos y peninsulares asentados ilegalmente en los pueblos de in-
dios, donde se dedicaban al añil, su producción y comercio. La orden de la audienCia
fue sacarlos de estos pueblos y que vivieran en una villa para ellos. Pero no sólo era
para españoles y criollos, también lo fue para sacar a negros y mulatos libres de estos
antiguos asentamientos indios, antes encomiendas. Se ha mencionado que en San Vi-
cente de Austria se dio una verdadera reducción de africanos.
Pero los mulatos libres no sólo quedaron en el campo; las ciudades y villas los VIeron
radicarse y comenzar a dedicarse a artes y oficios variados, junto con mestizos, como
albañiles, cereros, talabarteros, armeros, barberos, herreros, sastres, plateros, esculto-
res, pintores, zapateros, tenderos, etc. Fuéronse asentando en los barrios periféricos
como el antecedente del proletariado urbano. Otros permanecieron en rancherias dis-
persas, en haciendas, en tierras realengas, y muchas de esas concentraciones alejadas
se volverán pueblos con el correr del tiempo, conviviendo con los mestizos de indio y
90
español. En cuanto a los pueblos indígenas de vieja cepa. poco a poco se irán introdu-
ciendo, cuando las leyes se aflojaron en lo referente a la convivencia racial -aunque
nunca se hayan observado estrictamente en todos los casos-. Y se les verá, junto a sus
compañeros de ancestro híbrido, ir ocupando sectores de esos pueblos indígenas, ple-
namente identificados ya en el siglo XVIII.
Por otra parte, los esclavos negros fueron dísminuyendo cada vez más. No era necesa-
ria su fuerza de trabajo cuando abundaba de sobra con el espectro de castas, máxime
que en 1738 se derogó la prohíbición de usar indios en los obrajes de añil, lo que fue
golpe de gracia para tantas comunidades indígenas, que no sólo acabaron a veces diez-
madas por los peligros del obraje cuando de manera encubierta se enviaban a los varo-
nes a trabajar en ellos, sino que ahora era libre ocuparse en ellos y el sistema de repar-
timiento para labores en haciendas se encargaba de tener abastecidos los obrajes de
peones. Además, las haciendas disputaron límites con las tierras de comunidad, se
fueron adentrando de forma descarada en esas extensiones comunales y en los ejidos
municipales. Como complemento estaba la atomización de los terrenos, realengos y
privados. El añil definió el cuadro socioeconómico del agro salvadoreño en muchos
as
aspectos.
ic
Los africanos todavía en esclavitud sólo quedaron en pocas haciendas y casas particu-
lares de las ciudades, como gente tenida en consideración por sus dueños, quienes
ér
s al
salvadoreña.
a E
Son muy escasos los elementos culturales sobre presencia africana en El Salvador~
caso aparte es la proliferación de rasgos raciales mulatos y, por supuesto, en absoluto
as o
en el resto de Centro América Sin embargo, con la investigación hístórica van apare-
ciendo datos especificos sobre cómo por un tiempo se mantuvo presente la importancia
Fo
de esa cultura propia que los mulatos estaban aportando al panorama salvadoreño.
Aunque sea algo muy antiguo, es de destacar la manera como se manifestaban en los
regocijos públicos de las provincias hispano-salvadoreñas. En 1761, en las fiestas rea-
les de lajurade Carlos lIT en La Trinidad de Sonsonate, hubo desfile de la compañía de
pardos con sus propias insignias, y en el extenso relato que el alcalde mayor Bernardo
de Veira hizo imprimir en Santiago de Guatemala en 1762, son nombrados los mulatos, _
más bien como africanos, en los eventos festivos. Hay un grupo que canta:
Dozo negrillo venimo
cantando maracumbé,
con la quitara a la mano
bailando la fioncaché. 6
"\ara,1762.
91
En lo obscuro de mi sombra
da Carlos luz, que la fee
oy el trueno se nombra
y assí en el Asia se vee,
que es de sus plantas alfombra. e
as
ción de Cacaopera. Es representado por indígenas empeñados en simular africanos.
ic
Llegan los actores montados a caballo, precedidos de guiones de antigua compañía
militar y banderas blancas; en éstas una cruz de color negro. Se hacen acompañar de
ér
s al
instrumentos de percusión y por un músico que toca un pito de carrizo que llaman
la tori
Am
rodilla.
a E
que era una institución que no merecía más que desaparecer, pero además es muestra
de que ya no tenía ninguna importancia ni significado en el istmo centroamericano.
Estaba extinguida por si misma, muerta de vejez y vergüenza. Si acaso algunos escla-
vos quedaban en el territorio de los nuevos estados, era algo tan insignificante que no
mereció ninguna voz en favor. El discurso alusivo para abolirla lo pronunció el salva-
doreño José Simeón Cañas.
La esclavitud era un mal recuerdo del pasado, pero la presencia negra en las costas del
Atlántico sí era una realidad en la Centro América Caribeña En cuanto a El Salvador,
el país estaba ya sumido en su más amplio y voraz mestizaje, y no obstante que la
memoria colectiva se volvió amnésica respecto allegado negro y mulato, lo indudable
es que ha dejado, de una manera u otra, su impronta en los salvadoreños.
, /bid.
92
BIBLIOGRAFÍA
FLACSO
1993. Historia general de Centroamérica, Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario,
Facultad Latinoamericana Quinto Centenario, Ediciones Siruela.
as
GARCÍA Peláez, Monseñor Francisco de Paula
ic
1968. Memorias para la historia del antiguo Reyno de Guatemala, Ciudad de Guatemala,
ér
s al
tuitos.
VEIRA, Bernardo de
1762. Plausibles fiestas reales, Santiago de Guatemala, Imprenta de Sebastián de Arévalo.
93
Fo
C nd
as o
a E
de di
la tori
s al
Am
ér
ic
as
DMI TUTU: AGUA
FRESCA
as
que va cohesionándose en la difusa realidad de nuestro Continente.
ic
Afroamérica está hoy en las comunidades afrovenezolanas hundidas en las selvas, en
ér
s al
las afrocolombianas amenazadas en el Pacífico de desaparecer, está en los afromestizos
la tori
Am
de <<Mata Clara» escondidos tras la maleza veracruzana; está en los afrouruguayos que
pelean hoy en su organización «Mundo Afro», solos, y apenas conocidos; en los
afroparaguayos sumidos en sus reservaciones por más de un siglo. Afroamérica existe
de di
en todos y cada uno de nuestros países, tiene su historia y sobre todo su razón de ser;
a E
ello lo evidencia términos como garifuna, esos cimarrones beliceños que como los
protagonistas de los quilombos brasileños, los cumbes, los manieles y palenques de
as o
CANO.
Fo
En los mitos del Complejo Religioso Afrocubano, desde los ritos de iniciación hasta
los de muerte, el agua es elemento activo y protagónico.
Es OMI = AGUA
OMI DOMI = AGUA DULCE
OMI DARA = AGUA POTABLE
OMI YO = AGUA SALADA
OMI ERUDUDU = AGUA DE CAFÉ
OMI LAZAZAN = AGUA BOMBA
OMI BONA = AGUA CALIENTE
95
OMI DIDI = AGUA FRÍA
OMI OLOFI = AGUA BENDITA
OMI OKE = AGUA DE LA MONTAÑA
OMI ALA = MANTO DE AGUA
La santería cubana organiza los pasos de sus adeptos con marcada evidencia de la
importancia del agua. Así, el iniciado tendrá entre sus múltiples atributos una tinaja
para ir a! río porque la ceremonia de su nacimiento mágico tiene como actividad preci-
sa la purificación que se hace muchas veces de noche, a! amparo de la luna y las estre-
llas.
El «asiento» o <<Kariocha» es impensable sin que Ochún, la deidad de las aguas del río,
purifique a! Iyawo en proceso. En el río, en sus aguas se quedarán las ropas hechas
jirones como símbolo -junto con una ofrenda específica- del vínculo entre la diosa de
las aguas dulces y el hombre o la mujer que se hace «santo».La tinaja de río apresará en
as
sus «entrañas» el agua que Ochún da a! nuevo servidor y practicante de Ocha.
ic
Cada paso ceremonia! muestra la fuerza del agua para la santería cubana: no se puede
ér
s al
Con agua se inician las consultas a! OBI -el Coco de Agua- Yel OBI comunicará a!
a E
diminuto ser humano con los designios de las voces del Cosmos representado por las
deidades u orichas de la santería. La magia de los Ocha no funciona sin esos ritos del
as o
agua
C nd
«Vo refresco mi elegdá con agua de coco, agua corriente y agua de río.» (L
Fo
<<El agua de coco -informa una santera- es bendita, tiene el aché de Obatalá». La
empiria de los ritos de Ocha que se recogen en las libretas de la santería cubana eviden-
cia el uso activo del agua para el ejercicio de la magia positiva, benefactora, pongamos
por ejemplo la confección de las llamadas lámparas para EGGUNS (espíritus, muer-
tos) tal y como se expone en una de esas importantes fuentes populares:
96
9 cucharaditas de agua de pozo
3 cucharaditas de miel de abeja
3 cucharaditas de aceite de almendras
3 cucharaditas de manteca de corojo
3 cucharaditas de aceite vencedor
Un puñadito de jutía y otro de pescado ahumado
9 granos de maíz tostado
Una lámpara de aceite oliva
Mezclar todos los ingredientes en una cazuela de barro dejando para el final el aceite
de oliva, prenderle 9 mechas y colocarlo al pie de Eggun por 9 días. Al pasar estos 9
días se lleva para el cementerio y se deja allí.
as
b) Lámpara delante de Eggun para causarle mal a un enemigo
ic
ér
s al
Una cazuela de barro mediana, un precipitado rojo, uno amarillo y uno blanco
la tori
Am
9 pimientas de guinea
9 granos de maíz tostado
de di
a E
un poquito de jutía
as o
97
Leyda Oqll<llldo BOIIi...
En los baños se explicita el tIpo de agua que se utiliza para traer la buena suerte, Junto
con hierbas y flores. Hay variantes tales como los casos siguientes:
Un cubo de agua fresca corriente de la pila (se dice en Cuba)
Un cubo de agua de río
Un cubo de agua mitad de rio y mitad de pozo
Un cubo de agua de llUVIa
Un cubo de agua de pozo
Un cubo de agua mitad de río, mitad de mar
as
Modalidades que son al parecer las más frecuentes; en ellas se adicionan en algunos
casos un chorrito de «Agua bendita», o agua del pnmer aguacero de mayo.
ic
ér
En los Oddun o letras del Dilogún se observa también el mito del agua:
s al
la tori
Am
- En Eyioko hay que darle de comer al río o al mar. Es decir, hacer ofrendas especiales
en estos dos lugares.
de di
- En Oggunda el baño rítual se hace con agua de pozo y la lámpara de la suerte. Entre
a E
- En Irezo nadie sabe lo que hay en el fondo del mar. Esa es la definición que orienta la
C nd
letra
Fo
Este rito es más amplio y se reporta de efectivo para lograr que los individuos recobren
la lucidez.
buena pa remedio
98
El agua en la santería se utiliza para el rito de los baños purificadores en los cocimientos
curanderos o curadores, en la preparación de cataplasmas: en su calidad de agua ben-
dita por los sacerdotes, se saca de la iglesia y con ella y otros componentes se bautizan
prendas rituales.
El Omiero, bebida litúrgica de hierbas y agua, que limpia por fuera y por dentro, es el
agua sagrada, imprescindible para refrescar collares, rogación de cabezas, hacer ebbó.
Un santero o santera siempre tendrá Omiero en su casa o con qué hacerlo.
as
es decir:
agua fresca ic
ér
s al
«El clásico ileke [collar] de Yemayá (mar y cielo) se compone de series repe-
tidas de siete cuentas de cristal transparente llamadas de agua, y siete azu-
les...»
«El genuino collar del Oricha Inle, -santo de agua como Yemayá, Ochún y
Naná- [...] se combina con siete cuentas azul añil y siete amarillas.» (L.
canera, 1974: 124)
Al morir un OMO ecHA, si su deidad titular correspondiente fuera Yemayá u Ochún,
sus collares por mandato divino deben deshacerse y ser entregados a las aguas.
En el ITUTO, última ceremonia de la santería para los OMO ecHA, se sitúa el cuerpo
desnudo del finado en el suelo, preferiblemente sobre la tierra y se le baña, se le refres-
ca ritualmente con agua para que vaya en bienandanza a reunirse con sus antecesores
en el «mundo de la verdad».
El paso del féretro también será precedido por abundantes gotas de agua. La tinaja de
río, la que se llevó al ceremonial de iniciación para que la madre Ochún entregara su
aché al Iyawo, se romperá en pedazos en la puerta por donde saldrá el difunto. Con ello
99
Leyclaaq-do Boaio<
se desatan lazos misteriosos, y la magia de Ocha, en sus ritos y mitos más impresionan-
tes se vincula siempre al agua.
No sólo Ochún y Yemayá son representantes del ÜMI (agua) en la mitología del com-
plejo religioso cubano. SIKAN EKUE, personaje femenino de las Sociedades Secretas
Abakuá, es la que atrapa al pez mágico en las márgenes del río cuando va a buscar agua
en su jícara. Alrededor de este episodio crece el mito y la complejidad de los Ñañigos
o Abakuá, sociedad exclusiva de hombres cuya historicidad y vigencia es un capítulo
interesante de la identidad cultural cubana.
Esta es una muestra de la liturgia del agua fresca en Cuba, forma parte de un estudio
sobre el agua como fuente de mitos en el que Yara, la deidad arauaca de las aguas,
sincretiza con la madre María Leoncia del complejo religioso venezolano y nos lleva a
la ERSILI del vodú haitiano, a la Ochún cubana; a la Yemayá brasileña y cubana; Y
todas ellas confluyen en la cosmogónica YEMU africana, fuente universal de la vida,
lo que fluye. Afroamérica, por eso: üMI TUTU.
as
BIBUOGRAFÍA ic
ér
s al
la tori
Am
CABRERA, Lyelia
El monte, La Habana, Ed. Letras Cubanas, 1989.
Yemayá y Ochún, Madrid, Ed. Forma Gráfica, S.A, 1974.
de di
a E
as o
C nd
Fo
100
ETNOGRAFíA DE LAS
PRÁCTICAS
RELIGIOSAS DE LAS
COMUNIDADES
NEGRAS DEL PAcíFICO
COLOMBIANO
"John Antón Sánchez
PRESENTACIÓN
as
A continuación presentaré una descripción de carácter etnográfico de las prácticas pre-
dominantes que ejecutan en su devenir cotidiano las comunidades afrocolombianas
ic
tradicionalmt>nte asentadas en la región de la costa del Pacífico en Colombia
ér
s al
Este ensayo está compuesto por cuatro partes que detallan, por un lado, una pequeña
la tori
Am
síntesis de aspectos panorámicos del contexto sociocultural y geográfico del litoral del
Pacífico colombiano, haciendo énfasis en el departamento del Chocó. Luego se descri-
de di
por último, las fiestas patronales de las poblaciones y las connotaciones de éstas en la
vida de las comunidades afrochocoanas.
Fo
Deseo aclarar que sobre el tema en particular existe poca literatura antropológica
afrocolombiana, por tanto este trabajo se limita solamente a presentar unos elementos
de carácter descriptivo.
El litoral del Pacífico en Colombia es una vasta zona geográfica con más de 300 kiló-
metros de extensión, dividida en dos regiones fisiográfícamente bien diferenciadas.
Una que tiene que ver con la correspondiente al departamento del Chocó, de costa y
acantilado rocosos y secos, plenos de bahías, ensenadas y puntas aptas para puertos y
turismo.
Esta zona ubicada en el norte del litoral hacia su interior es una gran llanura selvática
que constituye una de las regiones más lluviosas del país; su alta capacidad pluviométrica
alcanza una precipitación anual de 800 mm (Perea, 1990; Córdoba, 1983; Arriaga,
1992).
101
La segunda parte del litoral Pacífico corresponde a lo que se conoce como Andén del
Pacífico o Pacífico Sur, comprendida por los departamentos del Valle, Cauca y Nariño,
aunque geográficamente se extienda desde Cabo Corrientes en el Chocó hasta Esme-
raldas en la hermana república del Ecuador (West, 1957; Whitten, 1974).
Vale destacar que el litoral Pacífico es una de las zonas más ricas en conservación de la
biodiversidad del mundo, no sólo a nivel biológico sino también cultural, hecho que
llama la atención de políticos, ambientalistas y ecólogos que internacionalmente la
denominan «Región del Chocó Biogeográfico».
as
gras o afrocolombianas.
ic
Dichas comunidades, dados los tipos de relaciones que históricamente han tenido con
ér
s al
En este sentido, para poder entender el contexto de la cultura negra en esta zona es vital
a E
comprenderla como una región típica y ancestralmente estructurada desde una identi-
dad cultural con un fuerte vestigio de herencia africana, que se reacomodó en una
as o
Las comunidades negras que habitan la costa del Pacífico llegaron desde África a me-
Fo
diados del siglo XVI y XVII (Córdoba., 1983) y penetraron en la región desde el puerto
esclavista de Cartagena, con propósitos de desarrollar la explotación minera del oro y
el platino, producción que hasta el presente se conserva como el prinCIpal modo de
sustento de la población.
Se da así una síntesis cultural con predominio del grupo étnico afrocolombiano, siendo
el Chocó la región que más deja notar una negrura en aspectos como la música, la
producción, el parentesco y en especial las concepciones religiosas, que sus habitantes
comparten combinando las creencias católicas españolas, la cosmogonía indigena y las
herencias religiosas africanas.
Se forma entonces una nueva teogonia practicada por los negros chocoanos donde
Dios, los santos y los espíritus de los antepasados son adorados y adaptados para diver-
102
Elaopalia delao príclicas rdigi..... de'" comllllÍdadeo " _ cid Pll<ifioo ooIombiallo
sos fines. Las ceremonias, los ritos, las oraciones y los secretos son caminos para
aproximarse a las energías que manipulan los favores de los santos, las almas de los
difuntos y las fuerzas espirituales, tanto maléficas como benefactoras, con el fin de
obtener favores, causar hechizos o curar enfermedades.
Las prácticas funerarias que ejecutan las comunidades que habitan el trópico húmedo
del Pacífico colombiano, determinan rasgos bien significativos de la identidad cultural
afrocolombiana, en relación con sus huellas profundas de africanía. El culto a la muerte
en el Chocó contextualiza toda una concepción espiritual y cosmogónica de fuerte
raigambre africana que guarda relación con los rituales practicados en zonas de África
central y occidental, donde la muerte constituye el sustrato básico de sus ideas religi<r
as
sas, aunque sea entendida desde una concepción cristiana como un paso definitivo
hacia la eternidad.
ic
ér
s al
bien escuchar el cacareo de una gallina en la noche, el canto del guaco (Serrano, 1994)
o ver entrar una candelilla a la casa. Todos esos signos son presagios fatales de la
as o
muerte.
C nd
De acuerdo con Vélázquez (1961) a estos signos de muerte se le agreg¡m las adivinaciones
Fo
Para contrarrestar estos presagios de muerte, los negros chocoanos emprenden una
agresiva campaña de oraciones, penitencias, mandas e invocaciones a los santos para
que se apiaden del enfermo. Si dicho procedimiento no es suficiente, se requiere de la
acción de la medicina tradicional intermediada por los rezos y conjuros de los brujos o
curanderos, quienes con baños, sudores, pócimas, tomas, tragos y exorcismos de ma-
los espíritus tratan de evitar que muera el paciente.
103
Cuando muere un miembro de la comurudad, se percibe una ruebla de tristeza y abancb-
no que se manifiesta en el luto total, donde las mujeres deben vestirse de negro durante
los funerales y si son parientes del difunto deberán «guardar el luto» durante un año.
Al cadáver se le trata con sumo cuidado, se viste adecuadamente con la mejor ropa de
gala, tal como si éste fuese a emprender un viaje importante. Se le derrite esperma
sobre los orificios y el ombligo, a las fosas nasales se les obstruye con algodón y la
mandíbula es sujetada a la cabeza mediante una faja blanca. Además se le coloca en
posición erecta boca arriba con los brazos sobre el pecho y con la cara hacia la puerta
principal de la residencia (Escalante, 1964: 162). Entonces es cuando comienza el vel~
rio del muerto.
EL VELORIO EN EL CHOCÓ
as
ic
El cadáver es velado en la sala de la casa y se ambienta una escenografia tal como
sigue: «se pega una sábana blanca en una de las esquinas de la sala principal y sobre
ér
s al
ella una pequeña mariposa negra hecha de tela. Al pie de la sábana se coloca una mesa
la tori
Am
pequeña cubierta con un telón blanco, encima de la cual se pone un vaso con agua y una
ramita de escubilla dentro».
de di
Los rezanderos toman agua de allí, aunque anteriormente se creía que el espíritu (del
a E
vela los cuales se encienden al iruciar los rezos...» (Mena de Perea, 1994).
Fo
Las mujeres se visten de negro y deben permanecer alrededor del cadáver cumpliendo
lafunción de rezanderas y cantoras, mientras los hombres se ubican en las afueras de la
sala, preferiblemente en el patio distrayéndose con juegos de azar, contando historias o
hablando en memoria del difunto. Es importante anotar que durante la noche se repar-
ten cigarrillos, aguardiente, pasabocas, café y salcocho para los concurrentes del vel~
rio.
104
LOS ALABAOS
Vale destacar que existe una variedad de alabaos según la ocasión, y éstos pueden
clasíficarse como: romanceros, responsorios, salves, versos de romances, devocionarios
y rondas.
El primer alabao que se ejecuta antes de iniciar el rezo del santo rosario y otras oracio-
nes, es el Santo Santo, donde todos los concurrentes deben colocarse de pie en señal
as
de respeto; luego las cantoras, definidas por unas alturas tonales especiales de acuer-
ic
do con su provincia de origen, comienzan las loas guiadas por una voz principal.
ér
s al
Los responsorios, por su parte, son cánticos que se entonan entre cada Padrenuestro
la tori
Am
que se reza por el alma del difunto. Algunas personas los cantan al iniciar las decenas
del santo Ro~ario y se adaptan las letras por sexo yjerarquía o importancia del cadáver
en la comunidad. Algunos responsorios están formados por una o dos estrofas que se
de di
Las salves son entonaciones tristes que se diferencian de otros cánticos, tanto por su
música como por los coros entre cada estrofa, dirigidos a la virgen, los cuales son
entonados por los asistentes de la siguiente forma:
105
lo1mAa!Óll SÓIldlel
El~enlamañana
Yo le contesté a la muerte,
que yo estaba muy contento.
y la muerte me responde:
Jesús le espera en el templo.
Yo le contesté a la muerte
as
que yo estaba muy contento.
ic
y la muerte me responde
ér
s al
LAS úLTIMAS
Así se denomina el ritual más trascendental del culto a los muertos practicado por las
comunidades negras de Colombia; se refiere al último día de las nueve noches de duelo
y rezos. Se cree que este día es dónde verdaderamente ocurre el desprendímiento total
del alma del difunto, pues ésta pennanece compartiendo con la comunidad hasta tanto
no se hayan cumplido las oraciones y cantos sufiCientes para alcanzar la gloria eterna.
Para las últimas es necesario decorar la tumba de manera especial, donde es sustituido
el cuerpo del difunto por una manta negra con el nombre del que falleció, que se deno-
mina «cuerpo presente».
Ocurre aquí la «levantada de la tumba», el momento justo cuando se ve partir definiti-
vamente el alma., y para ello es necesaria la presencia de todos los parientes que deben
entonar rezos y alabaos especiales para la ocasión. Es un momento de liminalidad,
éxtasis y tristeza que ocurre a las cuatro de la madrugada y donde se apagan las luces,
se coloca de pie la concurrencia mientras la rezandera principal ejecuta una larga ora-
ción de más de media hora, al tiempo que va separando objeto por objeto de la esceno-
grafiafúnebre.
106
Luego se entona un último alabao, al tiempo que se ve una sombra salir del aposento,
que personifica el alma del difunto que va de viaje definitivo:
as
[Fragmento.]
ic
ér
s al
EL GUALÍ O CHIGUALO
la tori
Am
En estas comunidades, la muerte en los niños tiene un sentido distinto a la muerte en los
de di
el Pacífico Sur.
C nd
Es muy importante que un niño antes de que muera sea bautizado en pila, es decir, un
Fo
acto ritual que parodia al bautismo de la iglesia católica, puesto que no es necesaria la
presencia de sacerdote alguno, sólo es ejecutado por el padrino y la madrina del niño y
más allá de tener un poderoso significante religioso sincrético, constituye la institución
del compadrazgo (Córdoba, 1986) base de las estructuras y relaciones sociales de los
negros de esta región.
El cadáver del niño se viste completamente de blanco, se le adorna con una diadema de
flores blancas de papel, se le abren los ojos y se le coloca una flor en la boca y no se le
postra en el ataúd hasta que no sea la hora de enterrarlo. Al niño difunto se le denomina
«angelito», puesto que se considera que está libre de pecados y por lo tanto va directo
a los cielos convirtiéndose en un ángel de Dios, que tendrá las funciones de velar por el
bien de sus padres y padrinos.
Los velorios o gualí son ceremonias fúnebres celebradas festivamente, alusivas al naci-
miento del niño Dios. En ellas se entonan los alabaos especiales llamados romances,
acompañados por adivinanzas, narraciones mitológicas, versos de contrapunteo y jue-
gos y rondas infantiles donde es vital la participación del «angelito» al cual se le rinde
107
1olulAJl\Óll SlÍIlobez
homenaje. Aquí los padrinos del niño juegan un papel dinamizador del acto, donde a la
hora de las danzas toman el cadáver y lo lanzan por los aíres de extremo a extremo y la
concurrencia lo recibe, lo acaricia y le canta alegremente un torbellino, un romance o un
currulao.
Tanto en el gualí como en el chigualo, se danza al son frenétIco de los tambores (deno-
minados en la región como cununos hembras y machos), de la marimba y la tambora,
instrumentos típicos de la música folklórica de la región del Pacífico. El padrino, por
ejemplo, torna al niño con una mano y con la otra agarra un trapo rojo y baila en medio
de un círculo hecho por la comunidad asistente, quienes cantan el siguiente alabao:
Torbellino, extremo, extremo.
Torbellino, extremo, extremo.
Cantemos las alabanzas
del nacimiento del niño.
as
ic
Aee, aee, del nacimiento del niño. {bis J
ér
s al
Yo lo quiSIera aprenclé
a E
Aeee.aeee, aeee,aeee
Fo
(Fragmento.]
La música del currulao ejecutada por la marimba, los tambores y los guazá es importante
para darle al chigualo el ambiente festivo merecido; aquí la danza es preponderante y el
canto fundamental. En esta fiesta se permite la embriaguez y el enamoramIento, se
pactan negocios y se afianzan los lazos de amistad y parentesco
Las coplas y las décimas son especialmente arregladas para la ocasión donde también
se invoca a los santos católicos, como en la que sigue:
San Antonio es chiquito
pero grande su poder
cuando hace su milagro
a nadie le da a saber.
108
ElIlogrofia delao pDoli.... ldigi..... delao com1lllÍd&des.<grIS lid Paoílico coIombiaDo
as
con esta canción
ic
ér
porque me arranca
s al
la tori
Am
hasta el corazón.
de di
Las comunidades afroamericanas suelen asociar los ritos religiosos con las acciones
C nd
Sin embargo, tengamos en cuenta que para los chocoanos en ocasiones por máglco se
entienden prácticas de conocimientos que posibilitan mecanismos para manipular ener-
gías extraídas de extrañas relaciones entre presuntos objetos y acciones ocultas, ejecu-
tadas por un mago denominado hechicero o brujo.
109
De acuerdo con Córdoba (1986), tanto negros como indígenas comparten experiencias
sobre creencias espirituales y saberes etnobotánicos, en especial sobre mecanismos
básicos para entrar en contacto con el mundo sobrenatural de los espiritus y demonios
que son invocados, bien sea para curar enfermedades, exorcizar o causar maleficios.
LOS CURANDEROS
Para las tribus aborígenes que habitan el departamento del Chocó, el personaje que
bajo la comunidad tiene la responsabilidad de cumplir díchas funciones médicas y
sacerdotales se denominajaibana, en cambio para las comunidades afrochocoanas se
llama curandero.
El curandero, muchas veces denominado hechicero, es el médico popular que a través
de los conocimientos empíricos de la biodíversidad de la selva, manipula las hierbas
medícinales y las combina con rezos y secretos, prestando así un servicio curativo en
favor de un cliente que desde luego paga por la atención.
El curandero actúa como el intermedíario entre las energías y conocimientos extraños
as
y la realidad de los creyentes, produciendo resultados curativos o maléficos sorpren-
ic
dentes gracias a la manipulación de fuerzas sobrenaturales realizada a través de conju-
ros especiales.
ér
s al
rimentado, que le exige al alumno una etapa de iniciación complejay luego lo someterá
a duras pruebas de conocimientos que permitan manejar adecuadamente las plantas
de di
medícinales, los animales, las oraciones y secretos y los dístintos rituales del oficio.
a E
para el contacto con las energías y fuerzas sobrenaturales, los negros se valen más bien
de oráculos de adívinación, cantos y plegarias cristianas de carácter sincrético dírigí-
das a santos y a demonios.
Sin embargo, pese a que díchas prácticas mágico-religíosas difieran en las técnicas de
aplicación, vale la pena reconocer una notable influencia indígena sobre los procedí-
mientos afrocolombianos, sobre todo en la aplicación de ciertas plantas y determina-
dos rituales complicados cuando se trata de poderosos maleficios, siendo el principal
de ellos la contundente práctica de exorcismo denominada el canto deljai, expresión
típica de los jaibanas.
El canto del jai es el rito que se utiliza en los casos más extremos para curar por medío
de la expulsión de un espíritu malo que posea un enfermo grave. El jai o canto de la
chicha para los emberaes, es un verdadero exorcismo que exige una preparación espe-
cial tanto del jaibana o curandero como del mismo poseído y se aplica por medío de
cantos que invitan a que el espíritu malo salga a enfrentarse al sacerdote, quien recorre
con un bastón arreglado el cuerpo del victimario ungído por hierbas especiales.
110
EL PROCESO DE CURA Y MALEFICIO
as
tabaco Yel coco».
ic
<<La vista de la orina» es un ritual de adivinación de la causa del mal o la enfermedad,
donde se sabe si el paciente sufre por motivos de embrujos como la cogida del rastro,
ér
s al
un trago malo, una ojeada, la puesta de una madre de agua o la persecución de una
la tori
Am
Una vez identíficado el brujo y el tipo de maleficio causado gracias a este estructurado
a E
ritual cuyo mecanismo sólo conocen los <<videntes», se procede a neutralizar la fuerza
maléfica mediante la invocación de santos y virgenes del panteón católico con oracio-
as o
Si esta invocación al santoral cristiano no basta para la cura, el curandero deberá en-
Fo
frentarse a una energía sobrenatural de un brujo con fuertes poderes, que en la mayoría
de los casos es asociada a un carácter demoníaco. Aquí es vital usar una técnica más
agresiva que permita declararle al adversario una guerra espiritual con fines de
«destramar» o neutralizar el hechizo.
Hayvarios métodos para «destraman>. Uno de ellos es usado en partos que atraviesen
dificultades, donde es conveniente cambiar la posición de los tizones en el fogón y
rezar una oración especial invocando la bendición de San Ramón o la de San Francis-
co, y someter así a la parturienta a un trance que le permita dar a luz (Velázquez, 1957).
Si el paciente no se cura mediante brebajes, rezos y ceremonias, será necesario acudir
al mecanismo más extremo: el exorcismo, donde serán expulsados los espíritus negati-
vos mediante el rito llamado «El canto del jai», el más poderoso préstamo cultural de
los indígenas a la cosmovisión de los negros.
Ahora bien, son diversos los modos que utilizan los brujos o curanderos para causar un
maleficio y es importante tener en cuenta dos aspectos: la influencia y la posición de
los astros, en especial las fases de la luna y las fechas de las festividades religiosas
111
católicas consideradas sagradas, tales como el Viernes Santo, los Santos Inocentes, los
Fieles Difuntos y el día de un santo especial.
Una forma eficaz de causar un hechizo que puede llevar a la muerte a la víctima es el
rezo de novena, un rito que consiste en elaborar una figura de madera que se asemeje al
condenado, luego se entierra y se le rezan las nueve noches de los difuntos hasta conse-
guir que en el último día la persona padezca.
En el Chocó existe una variedad de prácticas mágicas que van desde la más simple a la
más compleja, donde tan sólo a través de una oración se pueden envíar espíritus malig-
nos en forma de pájaros o de brujas que causen daño a una persona mediante dolores de
cabeza intensos, locuras temporales o definitivas, idiotez prematura, enfermedades en
la piel o en el aparato digestivo con la introducción de batracios, insectos y gusanos, o
bien «salar» o impregnar de mala suerte a un enemigo.
La magia también se usa para los enamoramientos, para el sometimiento de la cónyuge
o de las cónyuges según el caso, para la buena suerte, para el enriquecimiento, la pro-
tección contra malas energías, para la defensa o para la habilidad en los negocios y el
as
arte.
ic
Es importante resaltar que dentro de las prácticas mágico-religíosas de los
ér
s al
afrocolombiar.os del Pacífico existe una estrecha relación entre la vída natural y los
contextos socioculturales que históricamente las comunidades han desarrollado, dando
la tori
Am
Es bien sabido que el litoral Pacífico se encuentra en lo que se denomina Regíón del
a E
Chocó Biogeográfico, una vasta zona privílegiada del mundo, rica en la conservación
as o
del ecosistema, mantenido gracias a que las comunidades negras e indigenas han desa-
C nd
rrollado sobre ella, por medio del conocimiento, la conservación y explotación racio-
nal y sostenible de los recursos biodiversos
Fo
Esta biodiversidad no sólo es rica a nivel del endemismo biológico, es decir, la vida
faunística y floral, sino que también involucra el nivel cultural de sus gentes, represen-
tado a través de los saberes, técnicas, costumbres y rasgos particulares propios de la
identidad étnica afro y aborigen, en especial lo que tiene que ver con la concepción
cosmogónica y espiritual. De esta manera, para hablar de formas religiosas y prácticas
mágicas de los afrocolombianos se debe señalar cómo son utilizados los recursos botá-
nicos y faunísticos en los rituales y ceremonias tradicionales.
Los habitantes del litoral en su cotidianidad utilizan muchas plantas medicinales y no
medicinales con fines mágicos, creando alrededor de ellas mitos y supersticiones de
carácter religioso, bien sea para aplicarlas con propósitos maléficos o benéficos baJo
prevía combinación de oraciones, secretos y ritos, según el caso.
Lo mismo ocurre con los animales: los batracios, insectos, mamíferos como el perro, el
gato y el murciélago y las aves como la gallina, la paloma y el pájaro macuá son prota-
gonistas con poderes asociados a efectos como la muerte, el enamoramiento y la des-
trucción de un victimario, o bien para realizar ritos que permitan un contacto cercano
con el «duende» (el diablo para los afrochocoanos).
112
LAS ORACIONES Y LOS SECRETOS
A través de este ensayo hemos insistido que dichos rituales y ceremonias van acom-
pañadas constantemente de un nivel de oraciones y secretos dedicado a la invocación
de los santos y vírgenes del panteón católico asumido por estas comunidades. dado
en proceso histórico de penetración cultural por parte de la cultura hispánica durante
la esclavitud, y que de alguna manera contribuye a la recreación de formas sincréticas
del imaginario africano de los habitantes del litoral (Echavarría. 1986).
Por medio de las oraciones y secretos es donde más se manifiesta el carácter sincrético
de la concepción religiosa de las comunidades afrochocoanas. lográndose establecer
un puente entre lo divino y lo pagano gracias a la encarnación de la palabra en la vida
de los negros en relación con sus. santos devotos.
A cada santo le corresponde una oración. yel mortal que sepa el adecuado manejo de
éstas podrá realizar verdaderas proezas dignas de admirar. como aquella de hacerse
as
invisible. respirar bajo el agua. rozar la finca en un solo dia. luchar y vencer a varios
enemigos enfrentados al mismo tiempo. salir de las cárceles. ser inmune a las balas.
ic
amansar a las personas encolerizadas. etc.
ér
s al
Existen santos y santas para todo tipo de peticiones. Santa Marta y el negro Felipe.
la tori
Am
por ejemplo. están asociados con el amor. éstos posibilitan la atracción o separación
definitiva de dos parejas; San Benito mantiene el grupo doméstico en abundancia de
de di
comida; el Divino Niño. la Última Cena y María Auxiliadora protegen la casa de los
a E
ladrones; San Marcos de León amansa al enemigo enfurecido; San Basilio y San Martín
protegen de los peligros; Jesús de Nazareno da buena suerte; Santa Bárbara protege a
as o
los mineros y cesa las tempestades; mientras que San Antonio concede el deseo que se
C nd
El favor de los santos está determinado por el tipo de relación que se establezca entre
los devotos y éste. Un trato que exige veneración y cuidado exclusivo mediante sun-
tuosas celebraciones. mandas. eucaristía. regalos. oraciones y secretos acompañados
de su ritual correspondiente.
De acuerdo con el maestro Miguel A Caicedo (1983). las oraciones se rezan a los
santos católicos. al diablo y a otras fuerzas sobrenaturales para la invocación de la
protección diaria. y las principales practicadas en el Chocó son:
113
SANTO USO
as
VIRGEN DEL CARMEN Evitar enfermedades en el gmado Y nadar bie
ic
ér
s al
y las balas
de di
Los secretos, por su parte, cumplen la misma función de las oraciones, a diferencia de
as o
que éstos son breves y se rezan sólo para ocasiones especiales. Dentro de los más
C nd
populares se encuentran:
Fo
SANTO USO
114
EIIlagnfiadelas prócó... rdigi_ de las oomnaidadeo._ dei Poálico coIombiallo
En el Chocó las fiestas patronales son celebraciones de carácter popular que se le rinden
a los santos patronos de las poblaciones y que dejan entrever dos contextos caracterís-
ticos del marco religioso de las comunidades afrocolombianas de este sector: lo profa-
no y lo sagrado. Las patronales no sólo le permiten al afrochocoano desdoblarse en
fervor y devoción sentida hacia su santo patrón, sino que también sirven de espacio de
recreación cultural a través de la reafirmación de los valores propios de su identidad
étnica(Wade,199O).
De acuerdo con Rogerio Velázquez (1957), desde 1648, cada 26 de septiembre de cada
año, muy a la madrugada Quibdó; la capital de Chocó, se enciende con una gran albo-
rada que indica la proximidad de las fiestas que rendirán culto por más de quince días,
hasta e14 de octubre, al santo más importante de la región: San Francisco de Asís.
as
Quibdó entonces no descansa. Sus habitantes se entregan al jolgorio, al derroche, la
ic
rumba y el licor. Es una completa ceremonia carnavalesca y religiosa donde se combi-
na el licor, la chirimía y la pólvora con las misas, las novenas y las oraciones en honor
ér
s al
Cada día es celebrado por un barrio, que honrará al patrono a su manera y deberá
atender la concurrencia en general brindándole bebida, música, verbena y comparsa.
de di
Además de que debe arreglar y decorar las calles con arcos y altares de manera especial
a E
para darle la bienvenida al santo que pasará por allí el día 4 de octubre, día clásico, en
medío de una concurrida y larga procesión donde participa toda la comunidad en con-
as o
junto con las autoridades militares, civiles y eclesiásticas en medio del más fiel fervor
C nd
religioso.
Fo
En realidad la Fiesta Patronal para el quibdoseño se divide en dos: una que es la que se
le celebra a San Francisco de Asís, que incluye la participación de la iglesia católica
mediante misas, novenarios y procesión, la otra es la fiesta a «San Pacho».
San Francisco de Asís se convierte en San Pacho, se personifica en mitad santo y mitad
hombre, es la metamorfosis del semidiós, sacrílego y venerado, que se entrega a sus
fieles y participa de la rumba. San Pacho, ahora mito, es moreno, inclemente y bebe-
dor, se embriaga de platino, trasnocha y enamora, pelea y rinde favores (Carvajal,
1994).
115
lolmAatóa SóIlcilez
Aunque en el Chocó los santos no tienen otro nombre que invoquen a los Orichas,
producto del sincretismo religioso como existe en el Brasil y Cuba, éstos si mantienen
un trato familiar y caluroso con sus devotos ya que su comportamiento y relaciones
suelen ser tales como se manifiestan en la santería y en el candomblé (Friedemann,
1989).
as
Después de que me hice todo
todo el mal se me quitó
ic
ér
s al
enfermedades y la muerte, en parte están ligados a las creencias que en torno a San
C nd
116
ElDagnfia de" pnioli... ..,¡¡p_ de" oomllllidadela_ dd PllllÍfioo coIomhiaao
as
y lo étnico a través de la denuncia social que se expresa de una forma abierta y cons-
ciente mediante los disfraces que elabora cada barrio en su día.
ic
ér
Cada disfraz -que alude a una parodia de la problemática social del chocoano- es sacado
s al
a relucir por todas las calles de la ciudad, denunciando el abandono a que es sometido
la tori
Am
Las fiestas patronales en el Chocó, tal como se celebran en Quibdó, son ejecutadas en
otros municipios, aunque con algunas variantes. Las más importantes son: la Vugen de
as o
C nd
entre otras que se celebran en las poblaciones de la región, pues cada aldea tiene su
santo patrono (Perea, 1990; 1992).
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118
EL RASTAFARISMO EN
JAMAICA. UNA NUEVA
APORTACiÓN DE
ÁFRICA AL CARIBE:
ENTRE LA HISTORIA, LA
pOLíTICA Y LA RELIGiÓN
Juan M. Riesgo
1.- LOS AFRICANOS EN AMÉRICA
as
Con la tragedia del tráfico de esclavos, llegaron a América las tradiciones del occidente
ic
africano, especialmente de los yoruba, que se cuenta entre las más numerosas pobla-
ciones de ese continente, y también de los wolof, mandinga y ashanti.
ér
s al
la tori
Am
ñola de la isla de Santo Domingo -ya convertida la otra en el primer país negro que diera
lugar al desarrollo de una cultura propia y distinta- no consiguió su independencia
a E
hasta 1844. Allí, los esclavos llevados de Senegal y Mauritania conservaron hasta hoy
as o
sus nombres árabes, cuyo significado ahora ignoran sus descendientes y en las peque-
C nd
ñas ciudades rurales del sur occidental como Barahonay Vicente Noble, los grupos sin
mezcla han conservado los rasgos de sus tribus de procedencia del África ecuatorial y
Fo
atlántica meridional: bubi, cholrne, yovímbundu. Hoy en Madrid, con 60 000 emigran-
tes dominicanos, muchos ilegales (por cierto, muy desconocedores de sus raíces africa-
nas), es asombroso descubrir que conserven tan claramente las caraeteristicas étnicas
de su origen.
119
Juan M Riesgo
Garvey (Santa Ana, Jamaica, 17. VIlI.188 7 - Londres, 10. VI 1940), estudió en Inglaterra,
donde conoció al nacionalista egipcio Mohamed Ají, quien influyó convirtiéndole al
nacionalismo negro, que en la Conferencia de Londres de 1900, convocada por el abo-
gado de Trinidad Silvester Willians, había utílízado por primera vez el término
panafricanismo.
as
Negro Improvement Association, U.N.I.A.) y quería colaborar con Booker, lo que se
ic
frustró con la muerte de éste. Decía que cuando leyó Up from Slavery, escrito por
Booker, comprendió que «estaba condenado a ser un dirigente de la raza» (Ofari: 49).
ér
s al
los africanos en Africa y otras partes». Se consideró el «Moisés Negro», logró tener
a E
dos millones de miembros en la UNIA y ocho más de seguidores en 1923. Quería umr
a todos los negros en un solo pueblo, creando la «Legión universal africana», enferme-
as o
C nd
ras de la «cruz negra», y como iglesia, hecho curioso. la ortodoxa negra afhcana, por
ser la del milenario imperio etiope.
Fo
Para trasladar a los afroamericanos hacia falta barcos y dinero. Garvey fundó la Compa-
ñía maritima «Estrella Negra» y la «Empresa Negra de Fábricas». En sus acciones,
millones de negros invirtieron todos sus ahorros, pero los barcos estaban anticuados y
averiados y la compañía fracasó, perdiendo los lllverslOnistas millones de dólares. y los
planes de Garvey muneron con sus empresas, a lo que no fue ajena la cnS1S econórruca
que empezaba a cerrurse en la segunda vemtena del siglo XX Garvey fue condenado a
cinco años de prisión pero el presidente CalVIn Coolidge le conmutó la pena y fue
deportado. Según José Luis Cortés: «aunque nunca visitó Africa, Garvey dio a la raza
negra, por primera vez en la historia su sentimiento de soltdandad internacional» ( 14)
120
El ros1lIIiaismo .. 1.....ca. Uaa n...... oportociÓD de Áfiica 01 clI1ibe: entre la historia, la política y la religiÓD
El Ras Tafari, que tanto impresionó a losjamaicanos, era un persoruYe realmente excep-
cional. Su tío de la tribu Arnhara Menelik n, rey de Shoa de 1865 a 1889, triplicó el
imperio abisinio, fue coronado emperador de Etiopía en 1889, Ygobernó hasta su muerte
en 1913. Al haber derrotado a los italianos en Adua en 1896,logró mantener lainde-
pendencia de su país. Siendo el único país africano que la conservaba en 1900, con la
excepción de Liberia, que al fin y al cabo, era una colonización de afronorteamericanos.
En 1887, Menelik n nombró gobernador del dificil territorio musulmán del Barrar a su
primo Makonen, el Ras o «señor de la guerra feudal» más fiable. Era un ilustrado, que
quería hacer progresar el país. En 1889 viajó a Europa y abrió su territorio al progreso
ya las nuevas técnicas. Uno de sus amigos fue el poeta Arthur Rimbaud, que le vendió
armas modernas. Tafari nació en 1892, su nombre significa «será temido» y estuvo en
una misión católica mientras su padre combatía en Adua. Fue un niño estudioso, poco
amigo de juegos. En 1906, a la muerte de su padre, fue llamado por Menelik a su corte.
El sucesor de Meneliken 1913, su nieto Yesu, se convirtió al Islam y ello motívóque la
as
casta dominante Amhara rápidamente le apartara del poder, excomulgado por el Abuna
o patriarca ortodoxo, el 29 de septiembre de 1916. Zendit, hija de Menelik, fue procla-
ic
mada emperatriz y Tafari de nuevo gobernador de Harrar, regente y heredero del trono.
ér
s al
sión, cuando las naciones de Europa y América rivalizaban en cultivar su amistad como
miembro fundador de la Sociedad de Naciones. En sus orígenes se mezclan la historia
de di
y la leyenda, por ello no es de extrañar que la rica historia del pueblo etíope sedujera al
culto Marcus Garvey, ya que en Jamaica hay abundantes mulatos y el pueblo amhara
a E
tiene una curiosa leyenda sobre el origen del hombre: cuando Dios creó el primer ser
as o
humano, lo modeló en una figura que coció en un horno, la primera la tuvo poco tiempo
C nd
121
Actualmente, una guardia sacerdotal ortodoxa la custodia 24 horas bajo el mando del
abad Testa. Dentro están las Tablas de la Ley y para que no sea sustraída, cuando se
celebra la Epifanía, la que se saca en procesión es un duplicado. Según la tradición, el
que la robara seria devorado por una lengua de fuego. La procesión va hasta un lago,
hoy la reserva de agua de Aksum, donde supuestamente se bañaba la reina de Saba.
Según el arqueólogo Graham Hancok. éste es el verdadero Arca de la Alianza, que no
fue destruido en el incendio del templo de Jerusalén en 587 a. de C. El Kebra Negest o
libro de la «Gloria de los Reyes», redactado por la casta sacerdotal del siglo XIV, dice
que «el Arca de la Alianza» da legitimidad a la dinastía salomónica de los Negus y
recoge todas las tradiciones. El emperador con el símbolo del león de Judea (en un país
de leones) era «Negus Negesti», «rey de reyes>,.
El propio Mahoma recomendaba a los árabes «no luchar con los etíopes por su valor
legendario: 9/10 partes del valor de la humanidad». Sin embargo, éstos arrasaron Veda,
el puerto de escala para la peregrinación a la Meca. Pero la pujanza árabe de los siglos
VII al XV tomó Egipto y la costa africana de Eritrea y el «cuerno de África», convir-
tiendo a su fe a eritreos, hararis, somalis e incluso oromos, y la monarquía amárica tuvo
as
que refugiarse en las tierras altas del interior, verdaderas fortalezas naturales. Esta
ic
retirada dio lugar a la leyenda medieval en Europa de «un reino cristiano en mitad del
oriente musulmán, el del Preste Juan». Incluso en el siglo IX, la reina Zeudith arrasó
ér
s al
Aksum. De 1!49 a 1270 una nueva dinastía, la Zangüe, se hace con el poder. Tachada
la tori
Am
de ilegítima, argumentan que descienden también de Salomón y de los amores que éste
tuvo con Balkis, sierva de la reina de Saba. Curiosamente en el Corán a la reina de Saba
se la llama BaIkís. Un rey de esta dinastía, Lalibelá, preocupado por la expansión musul-
de di
iglesia madre los coptosde Egipto, decide evitar a sus súbditos el peligroso viaje de
peregrinación a Jerosalén. Para ello ordena excavar en rocas once iglesias, a las que da
as o
historia y dotado de profundo sentido religioso, empleó todos sus recursos en la crea-
ción de estas iglesias, de hecho esculpidas en piedra, en bloques monolíticos separados
Fo
del terreno por una zanja de ocho a diez metros, a la que se accede a través de un
camino descendente. En la piedra tolva roja, se han tallado naves, puertas, ventanas,
columnas con capiteles de extraordinaria simetría, columnas en bajorrelieve. El trabajo
era tan difícil y ha resultado tan perfecto, que según otra de las leyendas, por las noches
ángeles dirigidos por San Gabriel completaban la labor de la de los hombres por el dia.
Lo cierto es que las distintas ventanas en forma de cruz latina, griega, de malta, de San
Andrés, e incluso svásticas germánicas, revelan el muy diverso origen de los construc-
tores expertos en arte griego, romano y bizantino. Por las persecuciones musulmanas.
4 000 cristianos coptos de Egipto emigraron a Etiopia, bajo la dirección del monje
Menfis Kedús, amigo del rey, y con la ayuda de europeos y el trabajo de esclavos,
fueron los constructores de tan magna obra. En la iglesia de San Jorge, tres cruces
griegas esculpidas en el tejado, una dentro de otra, expresan el ane ortodoxo predornt-
nante. En la IgleSIa de Golgota-Mikael hay tres altares y una cnpta sagrada (junto con
la Iglesia de Santa Maria de Sión de Aksum, donde creen tener el Arca de la Alianza de
losjudíos, el otro lugar más «santo» de Etiopía). En esta cripta hay dos tumbas, una se
atribuye a Lalibelá y la otra a Adán.
122
a ...tafiai5mo ... Jamaica. Uaa DDeVll aportlláÓD de África al clllibe: enlJe l. bistoria, la política y la tdigiÓD
Lalibelá murió pobre; tardó veinte años en construir sus iglesias y su dinastía le
supervivió sólo 50 hasta 1270, en que recuperaron el poder las salomónídas, pero los
zangüe Lalibelá, su esposa Meskel Zalre y dos emperadores más, fueron hechos san-
tos. Se especula con la posibilidad de que las iglesias fueran excavadas bajo el nível de
la tierra para no ser destruidas por los musulmanes. Los ritos y celebraciones con
cientos de monjes y sacerdotes, vestidos con los bellísimos ropajes de la Iglesia Orto-
doxa etíope y con la solemnídad de su liturgia, desde las alturas de los excavados
templos de Lalibelá, no es de extrañar que impresionaran tanto a los jamaicanos
rastafarianos.
Los etíopes, aislados por los islamistas del patriarca de Alejandría y sin los puertos de
Masaua YAdulis, pasaron a elegir ellos mismos su patriarca o «Abuna» y se especula
que las iglesias de Lalibelá hubieran sido destruidas de no haber estado bajo tierra y
fuera de la vista, realizadas con esta intención. Quizás la civilización cristiana etíope
hubiera desaparecido de no ser por dos factores: el aislamiento de las fortalezas natura-
les en las mesetas o Ambas del interior y la ayuda portuguesa del contingente de 400
hombres mandado por Cristóbal de Gama, hijo de Vasco de Gama, que desembarcó en
as
1541 y derrotó al emir Grañ el Zurdo en 1543. Pero Cristóbal se enamoró de la esposa
de Grañ y acabó perdiendo la vida. Portugueses y etíopes disputaron por el afán
ic
proselitista católico de los primeros; a los too supervivientes no se les permitió aban-
ér
s al
donar Etiopía, se casaron con mujeres del país y se construyeron los curiosos castillos
la tori
Am
de Gondar que tanto llaman la atención por parecer una muestra de la Europa medieval
en África. En su construcción también participaron los Jesuitas, puesto que en ese caso
excepcional, al estar unidos España y Portugal, pudo influir un sabio español, Pedro
de di
Páez, nacido en Olmedo de la Cebolla, cerca de Madrid, quien, consultado por el em-
a E
perador Susinios, eligió el lugar donde se erigiría Gondar. Páez le había asombrado por
su extraordinario dominio de lenguas: árabe, persa y geez, la antigua lengua religiosa
as o
originaria del Tigré. Entró en el pais como misionero en 1603 y murió en 1622, des-
C nd
pués de practicar una política de tolerancia que convenció al propio rey. Sus sucesores
no lo hicieron así y acabaron siendo expulsados por Fassiladas, el príncipe heredero y
Fo
Desde ese momento, la iglesia ortodoxa se consolida como única religión cristiana y a
partir del siglo XVII, al desarrollarse la lengua arnharica, el geez, -antigua lengua de
Aksum y el Tigré- quedó solamente para uso religioso, incomprendida por el pueblo,
en papel similar al del latín en la Iglesia Católica.
Para los jamaicanos el uso del geez tenía un carácter de veneración religioso-secreto, al
seguirse fielmente ritos con palabras incomprensibles, lo que daba un sentido aún más
misterioso a la liturgia. Esta poderosa igleSia negra, en un legendario imperio. resultaba
extraordinariamente atractiva para los afroamericanos.
"'Cuando Garvey fue deportado de Estados Unidos en 1927, su llegada coincidió con la
de unos 20 000 jamaicanos que regresaban después de cumplir sus contratos de trabajo
en Cuba y Panamá. Con la depresión era dificil encontrar perspectivas para una vida
123
_M.lU""l!O
as
Los 10926 km2 de la exuberante, fértil y forestal isla cuyo nombre arauaco (sus anti-
ic
guos pobladores) significa «tierra de bosques yagua», eran insuficientes para una po-
blación que aumentaba continuamente. Por ello una delegación, con el permiso del
ér
s al
gobierno, visitó cinco paises africanos en 1961, con la idea de fomentar el reasentamiento
la tori
Am
una parte de ellos acabó regresando, por las dificultades del lenguaje y por comprobar
a E
que el paraíso deseado, no lo era tanto. Muerto Garveyen Londres en 1940. sus suce-
sores fueron Leonard Howell, Joho Hibbert y Archibald Dun.kley. Howell dirigió hasta
as o
campos de labranza cerca de Sligo-ville. Alli sus melenas leonadas y sus barbas de
rizos aterrorizaban a la población que los denominaba «dread1ocks» (rizos del miedo)
Fo
124
por rebelión en 1865, los independentistas Alexander Bustamante y Norman Washing-
ton Manley, y la dirigente cimarrona Nanny, que le acompañan también ahora.
Marley dio a conocer a los «castas» en todo el mundo y su pacifismo atrajo a los univer-
as
sitarios y a la clase media a un movimiento que había sido revolucionario. Convenció
a muchos de que los negros habían sido enviados a Jamaica para expiar sus pecados,
ic
pero que debían regresar a África, la patria de los elegidos: Sión~ los blancos eran
ér
s al
Babilonia: el infierno en la tierra Se puede decir que Marley evitó la radicalización del
la tori
Am
movimiento~ si bien algún mal músico y falso casta ha aprovechado el movimiento para
vivir a costa de la publicidad, peinándose como ellos.
de di
La música casta tiene un gran éxito en Jamaica, Gran Bretaña, en los países angl~ones
a E
sonido, apoyado en el bajo y el tambor, es muy distinto del soul norteamericano, tan
C nd
de raíces africanas caló muy hondo en los jóvenes jamaicanos con un minimo de cono-
cimientos políticos.
125
_M.lieogo
El destronamiento en 1914 y posterior muerte de Baile Selassie fue un golpe para los
rastafarianos. Pero acabó siendo asimilado, había pasado de líder carismático a déspo-
ta. no terminó las reformas y fue superado por los tiempos, siendo sucedido por los que
él envió a estudiar al extranjero, que supieron comprender las carencias del pueblo en
épocas de hambre. Por ello se produjo la revolución. Su divinidad ya no es artículo de
fe, pero se le consideró símbolo de la lucha negra como emperador coronado de la más
importante nación negra. fundador de la Sociedad de Naciones, de las Naciones Uni-
das Y primer presidente de la Organización de la Unidad Africana. Esta última tiene su
sede en la capital etiope Addis Abeba. cuyo nombre significa «nueva flOD) y la fundó
Menelik 11, para que fuera el símbolo de la unidad de todos los etiopes. Baile Selassie
quería que fuera el simbolo de la unidad de todos los africanos, aunque la usó para
sojuzgar Erítrea.
Actualmente hayal menos 19 grupOs mayores rastafarianos en Jamaica y dos en Lon-
dres, que se reúnen regularmente en Groundations (fundamentaciones) en las que dis-
cuten y comentan ideas religiosas y filosóficas e intercambian ganJa, que consideran
un elemento «vital y natural» "para fortificar el cuerpo y la mente.
as
Los «rastas» viven en células cooperativas bastante productoras, manteniéndose con lo
ic
que ellos obtienen. sin aceptar el orden económico tradicional. Ahora sus editoriales y
ér
s al
tiendas de música en tomo al fenómeno de Bob Marley, su mito y las visitas al mauso-
la tori
Am
En Gran Bretaña tiene un carácter misionero y han captado nuevos adeptos, incluso
de di
entre la comunidad indostánica. Utilizan sus fondos para proporcionar trabajo y estu-
a E
BIBUOGRAFM
BASTIDE, Roger
Las Américas negras, Madrid, Alianza Edit.,1969.
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Etiopío, la tragedia innecesaria, Madrid, Siddhar1h Metha, 1992.
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C nd
Fo
127
Fo
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as
SUPERVIVENCIA DE
LOS SIBS
DAHOMEYANOS EN
CUBA
as
el tiempo significa algo más que un mero azar,
vale decir, una peculiar interdependencia de los
ic
ér hechos objetivos entre si.
s al
la tori
Am
C.G. JUNG
de di
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llQ
disolución; y, principalmente, a estas Sociedades podían pertenecer tanto africanos de
diversas procedencias étrucas, como criollos. 1
as
asociaciones de carácter mutualista: la «so», que tenía como propósito principal la
ic
colaboración a nívellaboral, y la «gbe». Esta última estaba organizada por un grupo de
personas que crecieron juntas y que por lo general pertenecían al mismo «compound».
ér
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Caracteristico del «compound» es el estar rodeado por un muro y poseer, además de las
as o
viviendas, una por cada mujer y sus hijos menores, una construcción para almacenar
C nd
objetos, y principalmente, otra dedicada a las piezas del culto a los ancestros. Un
«compound» contempla también un espacio de terreno interno donde el fundador
Fo
Cuando los hijos varones alcanzan la edad de nueve a diez años deben construir una
casa, junto a otros muchachos del mismo «compound», o de la misma colectividad,
donde vivirán hasta el dia de sus matrimoníos. Esta convivencia es la base de la poste-
rior creación de las Sociedades de Ayuda Mutua, «gbe».·
En acto previo a la constitución oficial de una «gbe», los futuros integrantes se reúnen
y participan de un pacto de sangre, y establecen una serie de deberes y obligaciones,
como: ayudarse económicamente en caso de enfermedad o muerte de los padres, o
ayuda a la familia en caso de fallecer alguno de los miembros de la asociación.
1 Va: Fanando Ortiz: <<Los Cabildos Afrocubanos», en Ensayos'etnográficos, La Habana, 1984, p. 22.
, Va: Melville J. Hezskovits: Dahomey, an Aneie'" West A.frican Kingdom, New Yak, 1938, v.l, p. 243-54.
, Ver Melville J. Herskovits: op. cit., p. 137-43.
• Ver MJ. Herskovits: op. cit., 1938, v. 1, p. 277-8.
130
SupelYiv....cia de loo sib. dahomeyaaoo en Cabo
La Sociedad San Manuel contaba con una junta directiva compuesta por tres miembros
principales: presidente, secretario y tesorero. Estos cargos tenian un vice, el que debía
sustituir a la persona del cargo en caso de ausenciajustificada, enfermedad o muerte.
La junta directiva contaba también con ocho vocales y seis suplentes, cuya función
as
principal era la inspección de la Sociedad y la visita a los miembros que se encontrasen
enfermos o en desgracia 6
ic
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Los antiguos Cabildos tenían, a su vez, diversas estructuras de dirección, contando por
s al
lo general con un rey, una reina (o capataces), un tesorero, un segundo jefe llamado
la tori
Am
«mayor de plaza», y un abanderado. 7 Esta estructura variaba según los Cabildos, te-
niendo algunos dos presidentes, dos vicepresidentes, tres matronas, un administrador
de di
Sin embargo, es notorio que la mayoría de los Cabildos ararás, que agrupaban esclavos
de procedencia dahomeyana, contaban con tres miembros en la directiva: un rey o
as o
Ese es un rasgo también característico de las «gbe» dahomeyanas, que contaban con
Fo
tres cargos principales en la dirección, más un cuarto, cuyo ocupante era desconocido
para el resto de los asociados, a excepción del jefe. Los cargos eran: un jefe, un secre-
tario y un tesorero. El cuarto cargo era el de consejero, y era su deber informar al jefe
todo lo que aconteciere con respecto al status y actividad de los demás miembros. Para
poder obtener dicha información, la identidad de la persona permanecía oculta, yen las
Sociedades a las que pertenecían mujeres este cargo era casi siempre ocupado por una
de ellas, pues era reconocido «el poder de las mujeres sobre los hombres, y su don para
los chismes...». 9
, BIte documwto se wcuwtra w poder de IDlO de los nietos de .E&eblDl Baro, gracias a quiw fue posible
coosultarlo.
131
Desde su fundación la Sociedad San Manuel permitió membresia femenina. pero es en
1931 que se tiene noticia de que una mujer pasó a ocupar un cargo de dirección. Fue
Esperanza Baró, esposa del presidente, precisamente en el cargo de consejera.
Según el Reglamento, lajunta directiva debía ser elegida cada dos años, lo cual se vio
ratificado, ello consta en los «Libros de Actas»lO de la Sociedad. Esteban Baró, su
presidente, fue, sin embargo, el t'.mico miembro de la directiva que se mantuvo en su
cargo desde la fundación de la Sociedad, siendo reelegido sucesivamente en cada con-
vocatoria a elecciones. Este no es el único dato relativo a la importancia e influencia de
Esteban Baró en la Sociedad: él era hijo de dahomeyanos, según consta en una carta
escrita de su puño y letra, dirigida al Rey del Dahomey. 11 Su madre procedía de la
región de Atakpame, limítrofe hoy con Togo, y su padre era de Sabalú, región habitada
por los mahi. Para el culto religioso, y según testimonio de sus propios hijos, la deidad
tutelar de Esteban Baró era Odán -Da para los dahomeyanos-, deidad que tiene múlti-
ples formas, representada a través de la serpiente, del cordón umbilical, y simboliza el
movimiento, la vida.
as
Una de las formas más importantes de Da es Aido-H\Wdo, cuya representación es dual:
uno es el arcoiris, que participé en la creación del mundo, y otro es la serpiente, que vive
ic
enrollada bajo la tierra, sosteniendo su peso. 12
ér
s al
Esta deidad en Cuba se sincretizó con el santo católico San Manuel, el mismo que regía
la tori
Am
sobre la persona de Esteban Baró, y el mismo que dio nombre a la Sociedad. Por tanto,
es de suponer que, aunque el presidente de la Sociedad, oficialmente, debía ser periódi-
de di
vos, como una bandera blanca, cuyas inscripciones y/o dibujos dependían de la ocupa-
ción y el talento de sus integrantes, y eran desplegadas durante apariciones públicas y
Fo
10 Los «Libros de AWIs>' de la Sociedad San Manuel fueren dcnados por Maximiliano Baro al Museo de
Jovellanos, dende fueron consultados.
II Esta Carta fue donada por Pierre Verger al Dr. Rafael L. López-Valdés, gracias a quien fue posible
consultarla.
12 Ver MJ. y F. Herskovits: An Outline of Dahomean Re/igious Belief New York. 1964. p. 56-7
132
~aa cielos libo clahomey8llos 0Il Cuba
Para ingresar a la Sociedad San Manuel era necesario ser propuesto por dos personas
que lo «garantizaran», además de ser de «excelente moralidad y disfrutar de un buen
concepto público». 13 En este sentido se puede afirmar que la Sociedad actuaba como
reguladora de la conducta social de sus integrantes, exigiendo primeramente que todo
aquel que ingresara tuviese una conducta acorde con las exigencias morales de la épo-
ca y el lugar, e imponiendo a sus asociados una serie de obligaciones como normas de
comportamiento, comprobables a través de su reglamento, cuyo primer artículo se refie-
re a que: «Es obligación de esta Asociación concurrir a las necesidades de los asocia-
dos, [...] acudiendo cuando adolezcan de enfermedad o fallecieren. Todos los señores
asociados tienen el deber de asistir al sepelio de cualquier asociado que fallecier~ y si
faltare sin una causajustmcada será multado...»
as
bajo pena de multa, resaltando la importancia de los muertos, y ello remite al culto de
los antepasados, que es uno de los aspectos medulares del culto religioso dahomeyano.
ic
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un antepasado mítico, que puede ser un planeta, una deidad, o un animal, siendo esto
último lo más común. Ese antepasado transmitió los conocimientos de su especie,jun-
de di
Estos antepasados míticos fueron enviados a la tierra por los dioses a fin de que se
Fo
unieran con hombres y mujeres, y con sus descendientes poblaran pueblos y ciudades.
Por lo tanto, estos antepasados están en relación directa con los dioses, son, por así
decirlo, el eslabón entre los dioses y los seres humanos. Esto explica parcialmente la
importancia de su culto, además de que existe la creencia de que el alma de los antepa-
sados vuelve a nacer, o manifestarse, en sus descendientes, por lo cual la vida de un
individuo, para bien o para mal, depende del culto que rinda a sus ancestros.
Esto explica la razón del culto a los antepasados en los descendientes de antiguos
esclavos dahomeyanos, y en el caso que analizamos, explica la importancia de las
honras fúnebres en el seno de la Sociedad San Manuel, así como el respeto a los ancia-
nos, seres que se hallan en el umbral entre la vida y la muerte.
133
inciso b. que expresa: «Todo asociado contrae las obligaciones de: [...] proceder en
todos sus actos con la corrección y delicadeza y moralidad propias de las personas
adecuadas.» El Articulo 22 prohíbe. curiosamente. el establecer discusiones de carác-
ter político o religioso en el seno de la Sociedad «[...] así como hacer ningún tipo de
manifestación en contra de los poderes constitucionales».
Este modo de asimilar e imponer las normas éticas de la clase dominante representa.
para los asociados. un modo de alcanzar prestigio y reconocimiento social. Incluso. en
1940. cuando se decidió redactar la nueva Constitución de la República de Cuba. la
Sociedad San Manuel participó. específicamente en la concreción del artículo 20 y sus
incisos. relativo a la discriminación racial. Dicho artículo debía ser debatido y aproba-
do por la juntageneral. según consta en el acta número 50. 00120 de noviembre de 1940.
La Sociedad aprobó ese proyecto y lo envió a la Cámara de Representantes de la
Nación.
En 1956 un hecho conmovió la vida de la Sociedad San Manuel. al punto de hacerle
recesar sus actividades por más de Un año: ese 12 de abril se reunió la junta general. en
as
sesión presidida por el entonces vicepresidente. Carlos Betancourt. anunciando el fa-
llecimiento del hasta ese momento presidente Esteban Baró. el 9 de abril anterior. En
ic
esa ocasión se acordó recesar todas las actividades de la Sociedad hasta el 13 de abril
ér
de 1957.
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cargo una única candidatura: Maximiliano Baró. hijo primogénito de Esteban Baró. y
secretario de la Sociedad desde 1931.
a E
por un periodo aproximado de un año. tras el cual uno de los miembros tomaba el
C nd
mando y la reorganizaba. 1~ Como se vio. esta costumbre fue reproducida por la Socie-
dad San Manuel. aunque con la peculiaridad de que no fuera cualquiera de los miem-
Fo
bros el que asumiera el mando, sino precisamente el primogénito del presidente falle-
cido. Esto. en un momento en que la casi totalidad de la junta directiva. vocales y
suplentes incluidos. estaba conformada por miembros de la familia de los Baró: hijos.
híjas. yernos y nueras de Esteban Baró. indica la conciencia de éste de que sólo en
manos de su familia. educada Ypreparada por él mismo. podría continuarse la tradición
de la que él fuera continuador en suelo cubano. Al ser el hijo mayor el sucesor. único
candidato a la presidencia. aprobado por unanimidad. se denota la inminencia de su
posición en ese cargo.
134
SlIJl"IYiv...<ia de los sáb. dahomeyano. en Cuba
En la actualidad las prácticas del culto religioso se encuentran vigentes entre los des-
cendientes de Esteban Baró. Una de las expresiones más significativas es la celebra-
ción anual del Santo Patrón de la Sociedad San Manuel, los dias 31 de diciembre y 1ro.
de enero, que tienen lugar en el local que perteneció a la Sociedad, y que, además, fue
morada de Esteban Baró y su familia. Hoy en día esa casa está habitada por dos de sus
nietas, a dos o tres metros está la casa de su primogénito: Maximiliano Baró, y junto a
esta la de otro de sus hijos: Patricio Pastor. En los espacios entre estas casas se han
construido otras, donde moran también nietos de Esteban Baró. Todas las casas están
comunicadas por un patio interior, donde, además de dos viviendas más de otros miem-
bros de la familia, se halla una construcción dedicada a las piezas del culto a los ante-
pasados, así como un santuarío dedicado al fundador de la familia, a la sombra de un
árbol de palma, convirtiéndose por tanto este complejo de viviendas en un verdadero
«compound», cuyo eje central es el primogénito Maximiliano Baró, siguiendo la tradi-
ción de la herencia patrilineal de los sibs dahomeyanos.
as
Mantener la tradición familiar de los sibs dahomeyanos fue la tarea real que consumó
ic
Esteban Baró, bajo el manto de oficialidad de la Sociedad San Manuel.
ér
s al
la tori
Am
BIBUOGRAFiA
de di
a E
AROZARENA, Marcelino
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POLANYIN, Karl
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135
ENrREVI8TAS
IXJCUMENrOS DE ARCHIVO
- Carta escrita por Esteban Baró-al Rey del Dahomey, fechada el 18 de Agosto de 1926,
propiedad del Dr. Rafael L. López Valdés.
as
- libros de Actas de la Sociedad San Manuel. Del 16 de agosto de 1921 al 24 de diciem-
ic
bre de 1964. En: Archivo del Museo de Jovenanos.
- Reglamento de la Sociedad San Manuel, presentado al Gobiemo Provincial de Matan-
ér
s al
zas, el31 de octubre de 1921. Firmado por Eduardo García, gobemador provincial, y por
la tori
Am
136
LOS CABILDOS
AFROCUBANOS:
GÉNESIS
as
Enciclopedia Universal Sopena, tI, p. 1466.
ic
ér
s al
Cabildo: En Cuba reunión de negras y negros ha-
la tori
Am
zales.
Comienzo mis consideraciones sobre la génesis de los cabildos afrocubanos con defi-
as o
niciones de ilustres Enciclopedias, las que muestran al mundo, lo que para ellas consti-
C nd
tuyeron las asociaciones de esclavos de una misma nación o etnia agrupados en cabil-
dos, Yque conforman uno de los elementos a tener en consideración cuando se habla
Fo
del proceso transcultural mediante el cual vieron la luz en Cuba diferentes religiones
de ascendencia afrohispana.
Encontrar su génesis no ha sido fácil, debido a que nos enfrentamos a una terminología
que en Cuba y en otras colonias hispanoamericanas, sirvió para designar dos portentos
de un mismo proceso colonial: el cabildo como forma de gobierno municipal, y el
cabildo afro como organización de hermandad, cooperación, socorro y ayuda mutua,
integrado por esclavos de una misma nación o etnia y sus descendientes, donde el
elemento religioso estuvo presente.
137
Mayb<II PodiDaPérel
Constituye una paradoja el hecho de que el termino cabildo en las coloruas del Nuevo
Mundo tuviera dos acepciones: como forma de gobierno municipal, con una estructura
debidamente organizada, a la usanza del viejo municipio castellano; y el cabildo de
nación con las características reseñadas anteriormente.
Por su etimología, esta palabra proviene de la voz latina capitulum, que slgruficacapi-
tulo, y también en el latín clásico: cabecita como diminutivo, a modo de adorno, por la
costumbre de la época de comenzar las reuniones con la lectura y discusión de un
capítulo de la Sagrada Escritura, u otro documento sagrado
Con el tiempo, este vocablo sifVló para designar a la comunídad de capitulares de una
catedral, colegiata, ayuntamiento, corporación municipal, junta de prelados, aplican-
dose a determinados tipos de reuníones.
A finales del siglo III y principios del IV en cada Diócesis sólo había una iglesia.
componíendo su conjunto el Capítulo o Senado del Obispo, quienes tenían el Prebisterio,
que era la reunión de todos los clérigos de una misma Diócesis, que bajo la autoridad
del Obispo, ejercían los cargos que se les confiaban.
as
En los siglos IV y V, la necesidad del culto, unido a la propagación del cristianismo,
ic
hizo necesaria la creación de iglesias rurales, las que fueron dotadas de clérigos fijos
ér
s al
con administración propia, dejando de pertenecer al Consejo de Obispos, los que tu-
la tori
vieron que servirse de las iglesias cercanas para consultarlas sobre diversos asuntos de
Am
interés. Cop el decursar del tiempo estas consultas dieron mayor jerarquía a esas igle-
sias, las que llegaron a convertirse en Catedrales, con atribuciones especificas, hasta
de di
que se derivó el uso de trajes iguales, el nacimiento del claustro, los nombres de digru-
C nd
Los cabildos de catedrales sólo podían ser creados por el Papa, a su cabeza se encon-
traba el arcediano, yen el siglo XI el Deán fue su mayor representación; la cifra de sus
canónigos variaba según las necesidades, estando entre sus funciones recitar oficios
divinos, celebrar misas, recibir y despedir obispos, hacer amonestaciones, penar deli-
tos entre los clérigos, administrar los bienes de la catedral y otras funciones, conjunta-
mente con los obispos.
En el siglo X fueron erigidas iglesias de menorJerarquía, llamadas colegiatas, que eran
las iglesias en las que existia un cabildo de canónigo, pero sin catedral episcopal fija.
Su origen obedeció a diversas causas: la existencia anterior a una catedral, o la propia
iglesia catedral trasladada a otro sitiO. Fue un hecho importante para el nacimiento de
las colegiatas la fuerza adquirida por las catedrales, que expulsaron a los canonigos
que no les pertenecían, quienes se unieron y formaron los cabildos de colegiata.
Estos cabildos eran creados por el ObiSPO, hasta que en el SiglO XIII la atribución paso
a los Papas. Al principio el superior era el Prior, y en el SiglO XIV muchos tomaron el
título de Deán: estaban integrados por un determinado número de canónigos, con
cargos y responsabilidades bien definidas.
138
Litúrgicamente, con los cabildos religiosos mencionados, encontramos las bases que
sustentan la religiosidad en el seno del cabildo como institución social, al menos en
Cuba; no obstante, en su génesis hay otras formas de organización aportadas por el
medioevo como lo fueron las Hermandades y las Cofradias, que contribuyeron con
elementos esenciales a los mismos.
Las Hermandades nacieron como uniones o federaciones municipales de carácter pia-
doso, creadas en la Edad Media Castellana, con fines de interés social, seguridad y
defensa contra las vejaciones de los señores. Se establecieran sobre la base del auxilio
mutuo, tomando por advocación el nombre de un santo católico. A partir de entonces
nace la costumbre de dar estos nombres a las instituciones surgidas a lo largo de la
época El4 de abril de 1888, el gobierno civil de Cuba exigió la organización de los
cabildos de acuerdo con la legislación común, debiendo tener por advocación el nom-
bre de un santo católico.
Las cofradias, nacidas en el siglo XI, son reuniones voluntarias de individuos ligados
por vinculos de hermandad, socorro, cooperación y ayuda mutua. Celebraban fiestas
patronales, y estaban obligadas a asistir a los enfermos, asumir gastos de exequias, el
as
auxilio en caso de accidentes, etc.
ic
Una vez constituidas eran presentadas a la iglesia para su aprobación y como parte de
ér
s al
afrocubanos, pero las cofradías dieron mucho qué hacer a las autoridades gubernamen-
tales y eclesiásticas de las localidades donde estaban creadas.
a E
multos y homicidios, cometiendo grandes abusos y desmanes entre los vecinos de las
villas. Las rivalidades entre ellas fueron tan grandes que los Concilios de Nantes de 895,
Fo
de Montpellier de 1214, yel de ArIes de 1234 trataron sobre ellas, determinando este
último que podían ser erigidas en todas las iglesias, necesitando para su ingreso la
presencia de la persona en el lugar, salvo las creadas para el orbe católico.
En el siglo XV los abusos cometidos fueron tan grandes que en 1462 el rey Enrique IV
hizo referencia a ello en la Novísima Recopilación, como se puede apreciar en uno de los
Capítulos de la Ley XII: «porque muchas personas de malos deseos desean hacer daño
a sus vecinos o por executar la malquerencia, que contra algunos tienen, juntan cofra-
dias, y para colocar su mal propósito, toman advocación y apellido de algún santo o
santa, y llegan así otras muchas personas conformes a ellos en los deseos, y hacen sus
ligas y juramentos para su ayudar: y algunas veces hacen sus estatutos honestos para
mostrar en público, diciendo que para la execución de aquellos hacen las tales cofra-
días, pero en sus hablas secretas y conciertos tiran a otras cosas que tienen en mal de
sus próximos y escándalos de sus pueblos...»
Los cabildos eclesiásticos, las Hermandades y Cofradias nacidas en el medioevo, com-
binados en un «ajiaco», a la forma de decir de Don Fernando Ortiz, aportaron a los
cabildos o cofradías los ingredientes necesarios para su existencia, primero en Hispania
que en América.
139
Mayb<ll PodiDa Péoez
En el siglo xn, el Rey de León y Castilla, Alfonso X (1221-1284), «queriendo dar órde-
nes a las cosas civiles y eclesiásticas de Sevilla, dividió a sus moradores en gremios y
clases con capillas que sirvieran a ambos de juntas o cabildos»!, lo que pudo haber
servido de antecedente para que los gitanos y africanos residentes en Sevilla se asocia-
ran en cabildos.
Los descubrimientos geográficos de 1492 llevaron al Nuevo Mundo la Corona españcr
l~ con ella también llegaron los primeros esclavos africanos y los cabildos.
Una vez en Cuba, los cautivos africanos se asociaron por etnia o nación, incorporándcr
se luego sus descendientes, libertos y criollos, cumpliendo la función de hermandad,
protección, socorro y ayuda mutua, estando presente la religiosidad, al propio tiempo
que se encontró en él la familia perdida durante el tráfico negrero.
Si tenemos en cuenta el postulado jurídico que define el Derecho como la clase domi-
nante erígida en Ley, los cabildos afrocubanos fueron sujetos de Derecho, por la canti-
dad de normas que los regularon; por ello cuando decimos que en el cabildo la religión
estuvo presente desde su cuna, es una afirmación jurídicamente probada, como lo
as
atestiguan diversos Bandos Provinciales y de Buen Gobierno y Policía, como el de
1792, en el que muchos artículos norman múltiples actividades realizadas en su seno,
ic
por mencionar algunas: el artículo 8 prohibía levantar altares de santos católicos; el 9,
ér
s al
llevar a los cabildos los cadáveres de los fallecidos; el 36, regulaba la hora en que tenían
que efectuar sus reuniones y aetos; el 37 prohibía la venta de bebidas, etc.
la tori
Am
Son muchas las disertaciones que se pudieran hacer acerca de los cabildos afrocubanos;
de di
para ello, la obra de Don Fernando Ortiz es imperecedera, como la de muchos valientes
cubanos, entre ellos Rómulo Lachatañeré, Argeliers León, Esteban Pichardo, Lydia
a E
No debemos culpar a nadie por el sentido peyorativo dado a nuestros cabildos afro; los
Fo
primeros responsables de ello somos nosotros mismos. Durante años fueron discrimi-
nados el negro y sus liturgias; por tanto, de todos depende que se dignifique esta
cultura religiosa, 10 que conseguiremos en la medida en que la demos a conocer como
realmente es, a querer y a respetar, que será primero cuando la respetemos aunque no la
practiquemos, y la queramos como parte de nuestro patrimonio cultural, de nuestra
idiosincrasía.
Defino al cabildo: agrupación de africanos y sus descendientes de una misma nación o
etnia, unidos con fines de hermandad, socorro, ayuda mutua, cooperación y religiosi-
dad. Tienen sus antecedentes en los antiguos cabildos religiosos. hermandades y
cofradías de la Edad Media, vieron la luz en España y llegaron a Cuba con los primeros
esclavos africanos provenientes de España.
Para terminar, 10 quiero hacer con una cita de Fernando Orttz, que expresa: «Cuando el
progreso nos apremie y exija la fundación de determinadas instituciones de previsión
1 Fernando Ortiz: «Los cabildos afrocubanos», Ensayos etnográficos, La Habana, Ed. Ciencias Socia-
les, 1984, p. 15.
140
social, nos daremos cuenta de que tenemos que reconstruir, con otras bases y formas,
pero con la propia esencia, los extinguidos cabildos.»2
as
ic
ér
s al
la tori
Am
de di
a E
as o
C nd
Fo
141
Fo
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la tori
s al
Am
ér
ic
as
CATOLICISMO Y
HERENCIA AFRO-
INDíGENA EN BRASIL
as
que se presentaba ante la sociedad brasileña de mediados del siglo XX como la expre-
sión de la subsistencia de la tradición religiosa de matriz afro-indigena en Brasil: la
ic
umbanda. No examinamos si la religión umbandista sigue la línea del universo mítico
ér
s al
El catolicismo que elabora tales representaciones está fuertemente marcado por el pro-
ceso de romanización que desde el siglo pasado se viene organizando verticalmente en
as o
Ese catolicismo, vigente aún en sus aspectos generales a mediados del siglo XX (grosso
modo tan sólo se modificó con el Concilio Vaticano 11), se amparaba en lo que autores
Fo
como Émile Poulat y Antoine Saucerotte denominan autocomprensión propia del cato-
licismo en ese periodo. 1 Se entiende por autocomprensión, las diferentes imágenes
elaboradas por el catolicismo, capaces de denunciar su autopercepción en coyunturas
históricas diferentes. 2
1 Émile Poulat: «Compremsllo hiltOrica da Igreja e compremsiio eclesiástica da hiltOrill», Concilium (67):
811-24, 1971; Antoine Saucecolte: <<As sucessivas aut<KXllDJlrewsi'ies da Igreja Wtas poc um manOs-
tli», Concilium (67): 906-14, 1971.
z Cf. Augustin Wemá: A Igreja paulista no século XIX, Sao Paulo: Atica, 1987.
1 Sélgio Miceli: A elite eclesiástica brasileira, Rio de Janeiro: Bertrand Brasil, 1988, p. 26.
143
Para la vigencia de esa autocomprensión era necesario disciplinar a cleros y laicos.
Esto se materializará, sobre todo, mediante una práctica pastoral extremadamente re-
fractaria a todo 10 que aflojase los lazos de dependencia de la masa de fieles en relación
con la jerarquía católica De esta forma, se insistía en una religiosidad amparada en los
cánones dictados por el Concilio de Trento, con su valoración de la vida sacramental y,
consecuentemente, del monopolio del vínculo directo con lo sagrado en las manos del
clero. El repudio total a todas las manifestaciones religiosas autónomas de lajerarquía
será una consecuencia directa de esa valoración de la piedad sacramental. De esa ma-
nera, no sólo se atacaba directamente a las otras religiones, sino que también el catoli-
cismo romanizado trataba de «enmarcar» las manifestaciones populares existentes en
su propio medio. Lajerarquía católica combatía el «catolicismo» popular con sus prác-
ticas extrasacrarnentales como señal de «paganismo».
as
Un ejemplo claro de esa yuxtaposición entre el catolicismo romanizado y el universo
ic
simbólico de las poblaciones meridionales de Brasil se puede detectar en las percep-
ér
s al
ciones de los padres Bernardin d' Apremont, Bruno de Gillonay y Alfredo de S1. Jean
la tori
Am
eclesiásticas, era necesario delimitar las esferas sagrada y profana, confundidas en las
a E
manifestaciones religiosas de los brasileños. Para el Padre d' Apremom era una religio-
sidad limitada «casi siempre a las ceremonias exteriores, tanto profanas como religio-
as o
En ese mismo sentido, medio siglo después, escribía el canónigo Alfredo Pedrosa:
Fo
s Idem, p. 18.
• Alfredo Xavier Pedrosa: «Cre:n'?S e Cre:ndices», ~ó=es. Revista Calólica de Cultura, (1/2), p. 51.
144
Esta era la reafinnación del discurso católico, que hacía mucho tiempo trataba de uni-
formar las manifestaciones religiosas en el país, condenando la religiosidad
extrasacramental y proponiendo una investida catequística sobre las poblaciones sus-
ceptibles a ella. La jerarquía, a medida que el siglo avanzaba, no sólo iba en contra de
las «defonnaciones». Paralelamente al llamado «catolicismo popular» comienzan a
ganar importancia en el discurso católico los ataques contra lo que el clero llamaba
«herejías» mucho más perjudiciales para la vitalidad del catolicismo en Brasil: el espi-
ritismo kardecista y los cultos afrobrasileños.
La jerarquía católica brasileña comienza entonces a enfrentar una situación donde ya
no tenía, de forma directa, ningún lugar privilegiado en el universo institucional (una
vez abolido el régimen de patronato con la proclamación de la República), ni el mon~
polio religioso, cada ve.,. más distante a medida que las visibles transformaciones
socioeconómicas, principalmente a partir de los años veinte y treinta, revelaban una
sociedad cada vez más urbana y pluralista. Ese cambio histórico acarreaba para la
jerarquía católica la necesidad de prepararse a enfrentar una «situación de mercado»
religioso. Peter Berger, al analizar la emergencia de situaciones pluralistas, muestra
as
cómo la pérdida del monopolio religioso está acompañada de la adopción de la lógica
de la econoDÚa de mercado por una actividad religiosa anteriormente monopolista:
ic
ér
La caracteristica clave de todas las situaciones pluralistas, cualesquiera que
s al
generadoras del desarrollo religioso. Pero, sobre todo, son las élites -<:apaces de influir
políticamente- y el Estado, los interlocutores del discurso católico en ese periodo. La
gran mayoria de la población brasileña estaba lejos de la prioridad pastoral de la Igle-
sia en el periodo, inmersa en una religiosidad fuera del control de lajerarquía.
Hasta los años cincuenta, el tema que dominaba los pronunciamientos (y
por tanto, el pensamiento) de la Iglesia Católica en Brasil transmitía una
actitud apologética de autodefensa, producto tanto de la transformación que
atravesaba la sociedad civil brasileña-y que, en sus extremos era portadora
de una critica corrosiva de la religión dominante-, como de la insistencia en
afirmar la validez de una pastoral de cristiandad muy al gusto de las élites
tradicionales. 8
, Peta- L. Berger:o dossel sagrado. Elementos para uma leoria SOCIológica da religiiío, Silo Paulo: Ed.
Paulinas, 1985, p. 149.
• Antfnio Flávio de Oliveira Pierucci; Beatriz Muniz de Sou:m; Candido Procq>io Ferreira de Camargo:
<dgl"eja Católica: 1945-1970". en Bóris Fawto (org.): Hislória GeraJ da Civilizariío Brasileira, Silo
Paulo:rnrel. 1986, v ü,p. 354.
145
Lajerarquía católica insistía en su discurso, que condenaba la laicización acelerada del
siglo XX mientras reclamaba para sí el papel histórico de verdadera artífice del carác-
ter nacional. Podemos ver esta posición, a lo largo de las décadas, en muchos plantea-
mientos de la jerarquía, como por ejemplo, en la Pastoral Colectiva del Episcopado,
hecha pública en 1922, en ocasión del centenario de la independencia Los obispos, en
ese documento, construían una representación de la nación brasileña, cuyo fundador y
presencia «civilizadora» se identificaba en la Iglesia Católica. De esta manera, la cruz
se veía como el verdadero símbolo de la nueva tierra, por encima de la sucesión de
insignias que históricamente la identificaban.
as
He ahí al descubridor del Brasil levantando -para perpetuar la memoria de
ic
posesión di~ el glorioso símbolo que hace veinte siglos recuerda las
ér
s al
1946 y uno de los miembros más importantes del episcopado brasileño, se destaca una
C nd
• Carta Pastoral doEpiscopado Brasileiro ao Clero e aosfiéis de suas Dioceses por ocasiiio do CenJellÓrio
da Independéncia, Rio de Janeiro; Pape1aria e Tipografia Marques, Araújo e Cia., 1922, p. 4-5.
10 ArturCesar Isaia; O Cajado da OrrJem. Catolicismo e Projeto Político no Río Grande do Sul. Dom Joiio
Bec1rer e o Alltoritarismo, sao Paulo; Univa-sidade de Sao Paulo, 1992, p. 268. (Tesis de d.oda"ado al
lfutoria.)
146
intelectualidad brasileña a partir del siglo pasado. Maria lsaura Pereira de Queiroz
ubica en los años veinte, con mayor exactitud en el movimiento modernista, la
reconsideración de la idea de identidad nacional propuesta por las élites. Los jóvenes
intelectuales de los años veinte van de la negación pura y simple de una identidad
nacional-fruto de la existencia de diferencias culturales y étnicas tan acentuadas-, ala
proclamación de la nota de distinción de la cultura brasileña, en un elogio del
sincretismo. 11 Del repudio a las diferencias y del sueño homogeneizador de pensadores
como SyIvio Romero, Rayrnundo Nina Rodrigues y Euclydes da Cunha, el movimiento
modernista contraponía la representación antropofágica de la cultura brasileña, capaz
de devorar y digerir las diferencias, creando una nueva civilización sincrética. En los
años treinta, elogiando aun el sincretismo, surge la obra de Gilberto Freyre, Casa Grande
e Senzala,12 que consolida la idea de una identidad nacional surgida de la integración
de diferentes etnias.
Los trab<Yos de Renato Ortiz, Maria Isaura Pereirade Queiroz y Diana Brown,13 enfatizan
la relación existente entre las transformaciones socioeconómicas y culturales de los
años veinte y treinta en Brasil y la proliferación del umbanda, culto sincrético que
as
guarda estrecha analogia con las características inherentes a la vida social brasileña
Roberto da Matta YPeter Fryl4 defienden esta vinculación orgánica del umbanda con la
ic
realidad socioeconómica brasileña; el segundo enfatiza la presencia de una verdadera
ér
s al
Con el aumento del culto umbandista y con la incorporación del catolicismo brasileño
a una «situación de mercado», la jerarquía católica se pronunció ante el avance de la
de di
nueva creencia, que ganaba cada vez más adeptos, amenazando considerablemente la
a E
hegemonía católica. Ortiz 15 presenta datos numéricos que denuncian esa embestida
umbandista contra las filas católicas en el centro-sur del país.
as o
C nd
primera mitad de nuestro siglo. Ivan Vallier mostró el abordaje de la Iglesia en esa
coyuntura, viendo al mundo como un inmenso territbrio de misión que era menester
convertir y salvar. 16
11 Maria IsaW'll Pl:I'eira de Queiroz: «.Idwtidade Nacimal, religi1io. expressOes cuhuraís». w Viola Sadls (et
al.): Brasil & EVA: religiiio e identidade nacional. Río de Janeiro: Graal. 1988. p. 68-9
lZ Gílberto Freyre: Casa Grande e Senzala, Río de Janeiro: José Olympio. 1973.
13 Renato Ortíz: A morte branca do jeiticeiro negro: umbanda, integrariio de uma religiiio numa sociedade
de classes, Petrq,olis: Vozes, 1978; Maria !salITa Pl:I'eira de Queiroz: op. cit.; Diana BrCM1l: «lhnbanda
e classes sociaís>" Religiao e Sociedade. 1(l).
'4 Roberto Da Matta: Carnavais, malandros e heróis, Río de Janeiro: Zahar. 1979: Peter Fry: Para mglés
ver, S1io Paulo: Brasiliwse. 1982.
15 Rwato Ortíz: op. cit., p. 51-7.
16Ivan Vallil:l': Catolicismo. control social y modernización en América Latina. Buenos Aires: Amanutu.
1971.
147
En Rio Grande do SuI. D. Joao Becker usa el tema de la familia para explicar la forma-
ción de la nacionalidad brasileña. Era el ideal de la complementación orgánica. capaz
de posibilitar la convivencia de seres y temperamentos tan diferentes. Para el arzobis-
po de Porto Alegre. la construcción de la nacionalidad demostraba el papel constructor
de la civilización brasileña revelado por el catolicismo. Si:
Sin embargo. el ideal nacional posible en el habla de D. Joao Becker. seria construido
as
mediante un proceso de toma de conciencia por parte de poblaciones de características
ic
tan diferentes. de herencia espiritual católica De esa forma. la identidad nacional de-
hería construirse bajo la obediencia a las enseñanzas de la Iglesia, tomadas como fac-
ér
s al
Esa visión «civilizadora» y formadora del carácter nacional de la Iglesia estaba com-
puesta por toda una corriente de intelectuales que al aceptar el carácter sincrético de la
de di
cultura nacional proponían una homogeneización como condición necesaria para al-
a E
razas. el blanco. el negro y el indio. En los aportes de las tres razas detectados por
Gladstone Chaves de Mello se desprende una clara connotaeÍón de menosprecio al
indio y al negro. El indígena se presenta como dotado de un espíritu indolente y
atávicamente sujeto a una visión no civilizadora. Era lo que detectaba en la «nostalgia
del sertón». marca distintiva de su carácter. El negro es visto como un ser infantilmente
bondadoso. pero demasiado propenso a la lascivia excesiva Tanto unos como los otros,
por tanto. necesitaban el «espíritu aventurero» del portugués. capaz de legar los princi-
pios civilizadores de una «cultura refinada». El mestizaje se presentaba como una evi-
dencia de todos los problemas derivados de la formación histórica de Brasil.
'9 D. J080 Becker: «Sobre o Novo Estado Brasileiro», Unitas, 20 (1): 311-447, 1933.
:zo Gladstooe Claves de Mello: «Relayao entre a literatura e o ambil2lte» Vozes de PetrópoliB. Revista
Católica de Cultura, 41(1-2):71-86, 1947.
148
En Brasil hay un hecho de importancia excepcional que cabe destacar: el
mestizéYe.
as
autores citados por Gladstone Chaves de Mello en el artículo en cuestión pertenecen a
la tradición que admite la triple composición del «carácter brasileño» y detesta tanto el
ic
mestizaje como el sincretismo religioso. Entre otros se citan: Sylvio Romero y Euc1ydes
ér
s al
daCunha.
la tori
Am
autor clasifica la umbanda como una religión negra relacionada con la integración del
negro a la sociedad brasileña, destaca:
as o
C nd
'" para el candomblé Africa está vinculada a la idea de tierra Madre, signifi-
Fo
La umbanda se presentaba ante el catolicismo de la primera mitad del siglo como esen-
cialmente subversiva por el lugar que reclamaba en la sociedad brasileña. Si el catoli-
cismo se representaba como indisolublemente ligado a los orígenes de la nacionalidad,
la umbanda constituía una creación cultural y religiOsa capaz de asurntr las profundas
n Roger Bastide: As religioes africanas no Brasil. Sao Paulo: Editora da USP, 1971. Estudios p05teriores
de Bastide coinciden eat la visién de la umbanda como creacién naClooal.
149
transfonnaciones por las que atravesaba la sociedad brasileña de los años treinta. Maria
Isama Pereira de Queiroz lanza la hipótesis de que el avance de la umbanda está rela-
cionado con las transformaciones radicales en la noción de identidad nacional en el
siglo XX:
as
nesis de la umbanda, 2~ ocurría una paulatina discriminación del culto. Con el adveni-
miento de una forma de culto que incorporaba patrones propios de la cultura dominan-
ic
te, se hacía cada vez más dificil para la Iglesia, a pesar del lugar privilegiado que
ér
s al
ocupaba aún en la sociedad brasileña, que la represión estatal fuese su aliada para
la tori
Am
Las persecuciones del <<Estado Novo» a los cultos africanos en Brasil no se limitaron a
de di
laBahia de Jorge Amado. En Río Grande do Sul se mantiene bien presente en la memo-
a E
La asociación establecida por Moab Caldas tal vez se pueda explicar a partir de la
forma en que la Arquidiócesis de Porto Alegre, con D. Joao Becker al frente, se iden-
tificó con Vargas, llegando incluso a enfadarse con una buena parte de los laicos cató-
licos que se oponían a su escalada discrecional??
150
Por otra parte, esa asociación se compone con la imagen pública de D. Joao Becker. En
declaraciones recogidas entre los católicos coetáneos, el arzobispo era visto entonces
como:
as
Al no sonar los atabales, al no existir matanza de animales, ropas blancas, etc., los
propios umbandistas de la época destacaban todo eso como diferencias capaces de
ic
configurar una religión mucho más cercana a los patrones aceptados por las élites.
ér
s al
autor:
de di
2lIIdem.
151
co» de la umbanda, el espiritismo y los cultos africanos, sino también como denuncia a
su «atraso», capaz de exponer una gran parte de la población a una situación contraria
al clima de desarrollo que el país comenzaba a vivir.
as
proponer un ideal de Brasil católico, civilizado por la cruz y totalmente distante del
ic
«barbarismo y atraso» africano e mdígena. El arzobispo de Sao Pauto al constatar la
contaminación del salón por la senzala, rechaza claramente la debilidad de la élite
ér
s al
brasileña que, poco fervorosa para vivir su catolicismo, renunciaba a su mísión civili-
la tori
Am
Durante la década del cincuenta, como parte de la estrategia católica de ataque a las
de di
das por Frei Boaventura incluían todo un ataque dirigido al espiritismo y umbanda,
C nd
lZ D. Carlos Cannelo de Vascmcelos Motta: «Combate ao ~irit.Nno.» Boletim Eclesiástico, jul. 1953, p.
302.
11 Nortrn Figueiredo Correa: «Panorama das religiOes afrlHJrasileiras no Rio Grande do Sub" en: Ari
Pedro Oro (org.): As religioes afro-brasileiras do Rio Grande do Sul. Porto Alegre: Editora
UFRGS, 1994, p. 19.
,. Moab Caldas: Entrevista citada.
152
Para Kopplenburg la acción de los cultos sincréticos entre nosotros configuraba una
situación extremadamente semejante a la haitiana de la época. Elogiaba la acción pas-
toral de D. Pauto Robert, que instituiría una «asignatura de católico» con el fin de
identificar a los haitianos que renunciasen completamente a las prácticas del vodú: <<Es
así como se trabaja sistemáticamente por la plena recuperación de un cristianismo que
ha sido paganizado por las prácticas de la umbanda.»36
as
PoderLegislativo y al Minístro de Educación para oficializar la lucha contra las subsis-
ic
tencias del «atraso y la ignorancia» de poblaciones aún inmersas en la «barbarie». Frei
Boaventura, recordando las palabras del Cardenal Motta, sugería oficializar la absor-
ér
s al
153
Fo
C nd
as o
a E
de di
la tori
s al
Am
ér
ic
as
ELHECHO REUGIOSOEN LAS
PRÁCTICAS PRODUCTIVAS
TRADICIONALES DE LA
COMUNIDAD NEGRA DEL
MEDIOATRATOCHOCOANO.
(CASO Río BEBARÁ)*
Lucía Mercedes de la Torre
'Urán
PRESENTACIÓN
as
La conformación de la nacionalidad colombiana ha tenido el aporte histórico de la
actual comunidad negra. heredera de tradiciones africanas y de un mestizaje cultural
ic
hispano-indoamericano. La mayoria de los estudios y estereotipos de esta comunidad
ér
s al
sólo han construido cortinas de humo detrás de las cuales quedaron rezagados los datos
de la organización social, los análisis económicos y políticos [y sociorreligiosos] de la
participación del negro en la formación de sus países en el Nuevo Mundo». 1
de di
para ampliar su conocimiento en relación con los posibles vínculos existentes entre el
as o
*El presente documarto f01lllll parte del trabajo de grado que se está elaborando para obtener el titulo
de Maestría en Desarrollo Rural, en la Pwtificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.
1 Friedemaon, N"ma S. de (1984). Cito por Armin Schwegler: «Hacia lUla arqueología afrocolombiana:
restos de tradiciwes religiosas bantúes en una ccmunidad negrocolombiana», en América Negra,
Bogttá, Pa:d.iticia Universidad Javeriana n. 4, dic. 1992.
Z Ley l1amada de las Negritudes, fruto de una lucha reivindicativa del pueblo negro, por medio de la cual
se le recwocen derechos cwstituciwales como grupo étnico.
155
Luci. - . . . de la Tone Urón
El presente estudio se centró en el ámbito religioso, puesto que la hipótesis con la que
se trabajó fue que la Comunidad Negra o Afrocolombiana fundamenta su cosmovisión
as
en la interpretación religiosa, a partir de la cual crea y recrea sus prácticas productivas.
ic
La religión se entiende como un sistema de vida que comporta cuatro dimensiones, a
ér
s al
saber:
la tori
Am
Th:ntro de los dos años siguientes a la mtrada m vigmcia de la preswte Crnstitucien, el Congreso
expedirá, previo estudio pOI" parte de lDla comisien especial que el gobierno creará para tal efecto. lUla
ley que les reconozca a las COOllDlidades negras que han venido ocupando tiaras baldías en las zalas
rurales ribereñas de la Cuenca del Pacifico, de acuerdo cm sus prácticas tradicionales de producctén.
al dered10 a la prCJIiedad colectiva sobre las áreas que habrá de demarcar la nnsma ley.
En la cODllsión especial de que trata el mClSO antenor tendrán partlcipacioo en cada caso
representantes elegidos por las comunidades involucradas.
La prCJIiedad así recooocida sólo será enajenable en los ténninos que señale la ley.
La misma ley eltablecerá mecanismos para la proteccien de la idenudad cuhural y los deredt.os de
estas COOllDlidades, Ypara el fommto de su desarrollo ecmÓDllCO y SOCIal.
Parágrafo 1. Lo dispuesto m e! preswte artículo podrá aplicarse a otras zalas del pais que preswtw
similares cmdiciooes, pOI" el mismo procedimiento y previos estudio y cmcepto favOl"able de la COOli-
siáJ. especial aquí previ&a.
156
El Iledlo ftligi........ las ¡ricti""" productivas 1IIIdiciOlllli.. de la oomUllidad Il_ lid Medio AlIllIo CIlOOOllllo.
El mundo ha sido sacralizado, y por ello las relaciones con éste se han constituido en un
ritual continuo, de tal manera que la acción sobre el río, el bosque y la mina está guiada
por un código ético que regula las relaciones intrasociales y las relaciones del grupo
con las fuerzas que rigen su hábitat.
as
El núcleo de este trabajo fue entonces la identificación del vínculo entre el ámbito
ic
religioso, en las cuatro dimensiones ya mencionadas, y las prácticas productivas de la
Comunidad Negra del Río Bebará en el Medio Atrato Chocoano.
ér
s al
la tori
Am
La Comunidad Negra razón del estudio está asentada en las riberas del río Bebará, uno
de los quince afluentes del río Atrato en lo que corresponde a su cuenca media, el cual
a E
vierte sus aguas por la margen derecha del Atrato, en dirección sur-norte.
as o
C nd
El río Bebará está poblado por los habitantes de los caseríos de Bocas de Bebará,
Bebará El Llano, Bebará La Villa, Bebará La Peña y Pueblo Viejo. Población
Fo
mayoritariamente negra, que comparte territorio con el grupo indígena Emberá, quie-
nes no circulan frecuentemente por el río, ya que permanecen gran parte del tiempo en
las cabeceras del mismo y sus mayores relaciones las han establecido con las dos co-
munidades negras colindantes con ellos: La Peña y Pueblo Viejo.
El río mencionado hace parte de la zona denominada Medio Atrato chocoano, la cual
está constituida por tierras cenagosas, debido a que la hoya del Atrato es baja y de
escaso declive,4 topografia que también explica los continuos desbordamientos de sus
aguas en las tierras que baña.
La zona del Medio Atrato es jurisdicción del municipio de Quibdó, capital del departa-
mento del Chocó. Dicho departamento está ubicado en la zona noroccidental de Co-
lombia, entre la cordillera occidental y el Océano Pacífico, por lo cual constituye el
único departamento colombiano con costas en ambos océanos.
• Gran Enciclopedia de Colombia, Santafé de Bogcti, Editorial Printer, Círculo de Lectores, 1992.
157
Laaí. M<mldeo ele la Teme Unin
El Chocó tiene una extensión de 46 530 km2 Ycerca del 90% de su territorio está confor-
mado por la depresión de los ríos Atrato y San Juan. 5
Las condiciones de la zona obligan a sus habitantes a adecuar sus viviendas, constru-
yéndolas sobre postes de madera resistente (guayacanes), elevando el piso de la casa
para protegerse de las inundaciones, la humedad y los animales.
Estas caracteristicas también controlan la expansión de las comunidades, al no brindar
el espacio adecuado para la constitución de grandes poblados, lo que contribuye a la
existencia de múltiples caseríos a partir del crecimiento demográfico de un poblado
inicial.
Las Comunidades Negras asentadas en el Medio Atrato chocoano, han venido tejiendo
unas relaciones sociales internas que dan cuenta de su especificidad cultural respecto
al conjunto de la población mestiza e indigena.
Estas características particulares se pueden analizar desde su historia común. Las ac-
tuales Comunidades Negras comparten una ascendencia de los otrora esclavos africa-
as
nos, quienes procedían de distintas naciones y culturas,6 pero que fueron confluyendo
en espacios comunes como las minas, las viviendas colectivas, los lugares de culto y
ic
recreación, hasta generar un mesti~einterno que condujo a la conformación del grupo
ér
humano denominado hoy Afroamericano.
s al
la tori
Am
Una revisión de los lugares de procedencia de los negros de cuadrillas del Chocó, en
a E
1159, permite deducir que el origen del mayor número de los esclavos procedían, en
primera instancia, de la confederación de los ashanti (28,1 %) y, probablemente, gente
as o
de los grupos akán Y fanti; de los grupos ewe-fon del Dahomey y yoroba de Benin
C nd
s Op. cit.
1 Fmique Sándlez; Roque Roldán y Maria Femanda Sándlez: Derechos e identidad. Los pueblos indíge-
nas y negros en la Constitución Política de Colombia de J 99J, Santafé de Bogruí. Disluque Editores.
1993.
158
F1 hecho rdigiOlO ea las prácácas productivas tradicional.. de la comnnidad negIa del Modio A1Jato Choooano.
marítimo, como control del contrabando, éste siempre se efectuó, siendo además los
esclavos negros las «mercancías» más solicitadas. 8
as
ca, un espacio de intercambio a nivel de bienes y servicios. 11
ic
De acuerdo con la caracterización de la sociedad negra del Medio Atrato hecha por el
antropólogo William Villa, la anterior estrategia de asentamiento fundamentó su equi-
ér
s al
puesta adaptativa a las exigencias del bosque húmedo tropical que habita, cuya fragili-
a E
• MóDica RelúepO H.: «Poblamic:nto y estructura social de las Comunidades Negras del Medio A%rato».
Tesis de grado para qJtar al titulo de Sociólogo, Umversidad NaciCllal de Colombia, Facuhad de
Cic:ncias Humanas, Departamc:nto de Sociología, Santafé de Boglti, 199:2.
11 William Villa: «Notas para la caracterización de la sociedad afrodlocoana del Medio A%rato». Manuscn-
to, 1988,25 p.
12 July Leesberg YEmperatriz Valc:ncia: Los sistemas de producción en el Medio Atroto (Chocó), Quibdó,
Proyecto DIAR-eODEeHOCO, 1987.
159
familia distribuye el dia y el año en distintas actividades productivas, que se realizan y
complementan de acuerdo con los ciclos naturales y con los deseos o necesidades de
los miembros de la comunidad; de esta forma aseguran una provisión diversa, continua
y sostenida de productos alimenticios para el autoconsumo, así como la obtención de
los recursos económicos necesarios para la adquisición de articulos de primera necesi-
dad que no se producen en la región.
as
actividad productiva específica depende de las condiciones físicas del entorno y del
ciclo productivo anual.
ic
ér
s al
Estas prácticas :le producción tradicional dan cuenta del conocimiento de la fragilidad
la tori
Am
tierra está cansada, o como ellos mismos la denominan: enfogada o biche. Llevándolo
a E
La práctica del descanso del terreno supone para una misma unidad familiar la existen-
C nd
cia de varios lotes en distintos estados de producción que permitan su rotación, como
condición del abastecimiento sostenido; 14 así como también la existencia de una diver-
Fo
u Se dmomína Chocó Biogeográfioo a la zma geográfica conocida cano el Andál Pacífioo, que íncluye en
Colcmbia algunos sedores de los departamwtos de Anhoqwa, Córdoba, Risaralda, Valle, Cauca y
Nariño, así cano al departamwto del Chocó, quiwes ccmpartm caracteruticas biogeográficas.
14 William Villa: op.cit.
160
El hecho religioso en las prá<:licas productivas lJadiaonal.. de l. comODidad negra del Medio A1IaIo Chocoano.
de los árboles pequeños y las palmas derribadas. Esta práctica es realizada sólo por
aquellos que han tenido mayor contacto con grupos humanos diferentes al propio, como
los mestizos; sin embargo, la existencia de esta nueva técnica está matizada por ele-
mentos culturales propios, ya que no se quema el terreno sino para la siembra del arroz
yen las zonas en las que éste se inunda o aniega, y cuyo nivel de agua baja rápidamen-
te, lo que le permite al terreno nútrirse nuevamente. Está entonces la práctica de <<tum-
ba y quema» dentro de la misma tradición de abono practicada por la Comunidad
Negra: se quema la madera y se espera que llueva lo suficiente como para que se
asienten los nutrientes.
El abono orgánico, obtenido por medio de la técnica de «tumba y pudre» y el periodo de
descanso otorgado a la tierra., no se reemplaza por abonos agroquímicos porque se
tiene la convicción de que estos últimos están en contradicción con la tierra., y hacen
que el suelo se llene de grama., lo cual esteriliza los suelos, ofreciendo solamente una
cosecha al constituirse en un terreno «impuro».
LA AGRICULTURA
as
La actividad agrícola se basa entonces tanto en la rotación de terrenos -<:on el ya men-
ic
cionado propósito de permitirle a la tierra que se «desenfogue» después de la produc-
ér
s al
En el río Bebará, la agricultura está relacionada con las cosechas de arroz, maíz, pláta-
de di
no y frutales como el chontaduro, el marañón, el árbol del pan y otros menos comunes
a toda la población como son: el coco, el zapote, la piña y el limón. Las zonas conside-
a E
radas agrícolas son las orillas del río y las quebradas afluentes al Bebará, como es el
as o
por los antepasados y a la propia experiencia que ratífica las antenores, como lo testífica
la siguiente afirmación:
Yo voy a sembrar por decir algo media lata de arroz. Así tantiando pues a ver
si me va bien, si pega. Entonces si me va bien, siempre dejo ese lote de tierra
para estar sembrando arroz allí. Asi descubre uno el arroz. JI
[...] desde que yo comencé a trabajar, ese conocimiento me lo dio mi papá con
mi mamá La tierra blandita., la tierra que sea palmada [de palmar], es buena
pa'arroz. Y la tierra que tienejaboncillo. que tiene ese otro... esa saina [sain],
esa no sirve para arroz. Entonces, ya uno esas tierras blanditas, que playa.,
ya eso es pa'arroz, pa'maíZ, pa'lo que usted le SIembre. Pero esas tierras asl
duras, que parecen de cementerio, no sIrven. Es inútil sembrar nada porque
todo se muere. l~
15 Telitimooio del señor ülpinio Correa, rezandero en el río Bebará, en entrevista realizada el 10 de julio de
1995.
16 Telitimooio de la señora Belisa Martínez. en entrevista realizada en el río Bebará el 12 de julio de 1995.
161
Lo<ía M<lR>edeo de la Tone Unio
De esta forma ya se sabe que las playas son muy buenas para el arroz, así como las
partes húmedas en las que al caminar se hunde el pie, porque, como dice la misma
gente: «al arroz por lo general le gusta mucho el agua».
as
del maíz y del arroz, en esos tiempos no vamos a la mina Ya de ahí, cuando ya el arroz
ic
lo sembramos y rozarnos el maíz, ahí sacamos su tiempo y vamos a la mina.» 1&
ér
s al
mayo.
a E
Porque hay tiempos de «eclipse» aquí en Bebará., que se mete como quien
as o
dice un hambre. Entonces uno roza su maíz antiCipado, cada uno su medio
C nd
almuercito, nos unimos como pobres y echamos el maíz para comer cada
uno con sus hijos en su casa. Fa' cuando rocemos en marzo o en abril, ya el
Fo
Eso es un hambre que uno tiene que comprar la Iibrita de arroz, dar los $350
pesos, y uno tiene que estarse moviendo esos días porque se queda sin maíz,
sin arroz, sin... el colino da unas cositas que no alcanza uno a desayunar con
sus hijos, y entonces, por eso mismo decimos que es un tiempo de eclipse
esos tres meses. Mientras viene el maíz de febrero. 2&
l'Idem.
lO Entrevi&a realizada a Vrtelba Palma el 11 de julio de 1995 eD el río Bebará.
19 Belisa Martínez, loe. cit.
'·Idem.
162
El hecho rdigiooo en las prllooti"", prod1Wtiv.. 1radiáoaal.. de la comlUlidad negn cid Medio Atrato ehoooano.
Entonces los meses de marzo, abril y mayo se invierten en la siembra del arroz y la roza
del maíz. A partir de junio ya no se siembra nada porque el producto no pega, puesto
que no se puede sembrar cuando la luna está floja, porque el maíz crece mucho y no
c~ yel arroz crece y se cae. Se espera hasta agosto y septiembre para la recogida del
maíz y del arroz.
El arroz exige mayor inversión de tiempo y trabajo, porque hay que pícar el monte,
enseguida levantar en varias partes la basura del terreno y esperar 8 ó 10 días para
botarla, regresar y chapeado o repicarlo de nuevo para poder sembrarlo. Después de la
siembra del arroz, se deshierba al mes y medio y en el mismo deshierbe se resiembra o
se matea. Además, hay terrenos que necesitan dos deshierbes.
En ocasiones el arroz debe ser retupido o resembrado, porque los pájaros entresacan
las maticas sembradas, dejando muy separada la siembra.
Entonces usted de esta mata que quedó aquí, arranca la mitad y va metiendo
donde le hace falta. Eso se llama retupir. Y cuando ya lo retupió uno, enton-
ces vuelve al mes y le pasa la próxima deshierba, ahí ya queda bien pobladito. 21
as
Las labores posteriores a la siembra tienen su tiempo exacto: en el mes de mayo se
ic
chapea el arroz y en el mes de junio inicia el arroz a enlechar. Se le llama enlechar al
ér
s al
momento en el que el arroz tiene una florecita que posteriormente se cae, cuando ya
empieza a «pintoniar».
la tori
Am
cuando es para semilla se escoge para su recolección la luna, ya que SI se corta el arroz
a E
El arroz debe ser asoleado después de cortarse, porque debe recibir sol tanto el que se
va a vender como el que se va a dejar en la casa para la comida.
Fo
163
Laaí. Ma<>edeo de la Teme UIlíII
LA PESCA
La actividad pesquera tiene como escenano natural la parte ba:ja de los afluentes de las
dos márgenes y el curso del río Atrato. Y la posibilidad de un flujo permanente de este
recurso depende de la cercanía a las ciénagas, quebradas o cañ<:lS.
as
La pesca está vinculada al momento fuerte de la «subiencla», período en el cual se da en
ic
el río Atrato la plena ocupación de la fuerza de trabajo, y los habitantes de zonas
ér
alejadas al río se trasladan a sus orillas y construyen viviendas temporales, utilizadas
s al
mujer contribuye con los trabajos de alimentación para los pescadores y de prepara-
as o
ción del pescado, ya sea para la venta o para el consumo interno; no así en el tiempo de
C nd
«bajanza» del pescado, en el cual la mujer contribuye con el suministro de este factor
alimenticio por medía de la pesca con anzuelo, galandro, tola, guindador u otras técni-
Fo
cas tradicionales.
Con respecto al uso de las aguas ricas en peces, la tradición ha determinado que la
apropiación sea colectiva; pero la introducción de instrumentos23 para el aprovecha-
miento excesivo del recurso, como exigencia de las condiciones del mercado capitalis-
ta, ha obligado a las comunidades a ejercer controles con respecto a los derechos de
explotación, especialmente en las aguas de las ciénagas.
•, Th instrumento utilizado para el aprovechamiento excesivo del recurso es el trasmallo: red de grao
lmgitud que puede atravesarse a lo aowo del río, inteñlríendo cm el aprovechamiento colectivo del
recurso pesqw:ro. Ha&a el momento, sólo se hace uso de él en épocas de «subienda» en las que puede
decirse que el pescado sobra.
164
El hecho religioso ... loo próoIicu prodoctivu lnldi<iOlUli.. de la oomlUlÍdad n _ del Medio Atraio ehOQOllllo.
El río Bebanl, aunque no es catalogado un río rico en peces, ofrece de forma permanen-
te este recurso para el consumo diario de sus habitantes, siendo el guacuco el pez
tradicional del río, caracterizado por encontrarse pegado con su boca a las piedras del
cauce, alimentándose de la lama que allí se deposita.
La Comunidad Negra del Medio Atrato chocoano utiliza técnicas tradicionales para
conservar el pescado. Estas técnicas consisten en salar y secar al sol el pescado hasta
que se tueste, pudiendo así guardarlo por largos períodos de tiempo.
LA MINERÍA
La actividad minera es la única cuya práctica no está generalizada en todas las comuni-
dades, pues depende de las condiciones fisicas del terreno; pero ello no impide que los
habitantes de zonas no mineras sepan este arte y se trasladen a trabajar temporalmente
en zonas de explotación aurifera.
La mina requiere de una alta inversión de tiempo respecto a las otras prácticas produc-
as
tivas, por su ubicación en zonas muy retiradas de los caseríos, que exige la movilidad
de la población hacia el interior del bosque. Aunque no desaparece la agricultura u
ic
otras actividades productivas, sin embargo la movilidad que impone la minería llega a
ér
limitar el desarrollo de las actividades complementarias. 24
s al
la tori
Am
la distribución de las ganancias de acuerdo con los puestos asignados a cada uno de los
miembros del grupo que explota colectivamente ya sea un «frente de mina» o un «hoyo».
Al dueño de la motobomba que se utiliza para la explotación y al dueño del terreno les
corresponden dos puestos, a diferencia del puesto individual que se le asigna a los
demás trabajadores.
En el trabajo con draga los trabajadores se dividen las ganancias totales por la mitad.
Una parte se distribuye entre los dueños de la draga y el motor fuera de borda, asignan-
do de ese mismo rubro una parte para el gasto de la gasohna; la otra mitad se distribuye
entre todos los buzos que trabajan en la mina. Esta distribución desigual se hace porque
se considera que la draga tiene mayor valor de compra que la motobomba y debe
asumir mayores responsabilidades, ya que el dueño de la draga debe responder por los
gastos mortuorios, en caso de ahogarse aIgunó de los trabajadores o bUZOS. 25
~ Pl2"S(Jlas que trabajan las minas ubicadas en los cauces de los ríos o quebradas. corn.endo gran riesgo por
los frecuentes derrumbes o taprnamientos de la mina.
165
Lacia -...... .... 1& Tone Unin
Las normas generales para la explotación minera las discute y establece cada comuni-
dad, respondiendo a sus propios acuerdos.
Uno pa' saber que ese frente si le va a dar uno, lleva su barretón, su batea, su
pala. y su almocafre y su jaguero. Y entonces uno no entra a la loca. uno
coloca un hoyito cuando llega a la mina. uno catea, y más o menos uno sabe
el promedio. Si coge 5 ó 6 oros, y los oros no son menuditos, uno sabe que
no le va a ir tan bien pero se va a defender.
Uno sabe dónde empieza a picar el monte en busca de frentes de mina por la
idea de los antepasados; uno va por un cerro y ve por ahí donde hace unos
10, 15,40 años colocaron un hoyo y uno dice, bueno pero mi abuelo, mi
bisabuelo hoyó aqui o quién sabe quién hoyó aqui, no hoyó de bobo. En ese
tiempo cogían 30 ó 40 oros, y nosotros ahora buscamos 15 ó 20 oros. Y uno
as
va a la fija de que le puede ir bien?6
ic
La forma de explotación denominada hoyo se diferencia del frente de mina, porque en
ér
s al
peña en la que está ubicada la mina, creando de forma artesanal las condiciones reque-
ridas para descender por este hoyo. La profundidad del hoyo se determina por el núme-
ro de estaciones que se deban realizar, de acuerdo a unas medidas ya establecidas y
de di
para que la tierra no derrumbe, ahí llega uno a la peña y empieza a picar la
mina. Uno va bajando por etapas, un día baja un estado, otro día baja otro
estado, hasta que llega a la mina, colocando escalera de un estado al otro
para poder subir. 27
El hoyo aunque es una forma de trabajo peligrosa, por la posibilidad de derrumbes, hay
quienes la prefieren al trabajo como buzo por la mayor cantidad de riesgos que éste
corre.
Bueno, yo para trabajar de buzo mejor trabajo en el hoyo, porque en el hoyo
uno con precaución no se muere. Y de buzo sí no trabajaría nunca, porque el
buzo se muere a la hora que menos piensa. 28
28 Idem.
166
En la mina no hay tarea específica para hombres o mujeres. Allí, de acuerdo a lo dicho
por ellos mismos: «hay para hacer uno todo lo que pueda hacer, sin discriminación y
sin distinción». Aunque hay quienes manifiestan también que:
as
interpretaciones religiosas que hace del mundo, creando y recreando de esta forma sus
prácticas productivas, desde el conjunto de creencias en fuerzas sobrenaturales con las
ic
que establece múltiples relaciones; desde el código ético individual y social que se
ér
estructura de acuerdo con estas creencias; desde sus prácticas rituales que expresan
s al
simbólicamente las creencias yel código ético; y desde la institucionalidad que garan-
la tori
Am
del manejo de la energia interna y externa en las relaciones que se establecen con las
C nd
fuerzas sobrenaturales.
Fo
La relación con Dios requiere de intermediaciones, logradas a través de los santos Ylos
muertos. Y es una relación permanentemente presente en la cotidianidad de la Comuni-
dad Negra del río Bebará, porque es Él quien brinda la ayuda en el desempeño de las
labores.
...siempre va pensando uno en Dios, que le ayude. Después que ya, si Dios
le ayuda a uno, recoge uno esa cosecha...
Uno se santigua tres veces al bajar al suelo [salir de la casa] yen la última vez dice: en
el nombre del Señor. Eso lo hace uno para evitarse de cualquier problema durante el
día. 30
2' Idem.
167
La invocación a Dios se exterioriza, y toma fuerza en sí misma. a través de la señal de
lacruz, por 10 que se constituye el santiguarse en una expresión ritual de la relación con
Dios.
as
saria para vencer a «las fuerzas del mal» que acechan permanentemente a todo aquel
que se interna en el monte. Ygarantiza a su vez el éxito en las labores.
ic
ér
s al
veces que piensa en la... caramba mañana vaya..., si Dios quiere, vaya
mañana a hacer tal cosa, vaya irme a rozar mi colino, que sí 10 voy a rozar
mañana porque ya Dios me dio al pensamiento que sí lo vaya rozar. Enton-
de di
ces uno con esa creyensa, va a trabajar. Uno 10 que no hace creer es en el
a E
espíritu malo porque eso no le quera a uno, eso no le quera a uno, pero cree
uno en Dios, que Dios lo mete y lo saca del peligro que se sea. 32
as o
C nd
El peligro que más temor genera en el monte, es la presencia de la culebra, por consi-
Fo
Pues uno al monte dentra y se santigua, porque uno cuando entra al monte lo
que más piensa es en la culebra Entonces uno se santigua, se encomienda a
San Pedro y San Pablo que esa es la oración de la culebra Y dice así: San
Pedro cayó la peña, San Pedro se alevantó, San Pedro por ser San Pedro y
un señor tan poreroso, libralos de culebra yanimales ponzoñosos. No muries
de culebra porque a San Pedro mentas y esta palabra la digo, la digo con
toda fe, en el nombre de mi padre San Pedro y San Pablo. 33
11 Idem.
168
E hedlo religioso ... las prácticas prociuclívas ttadiciODlli.. de la comomdad 0_ dEl Medio Alrato ChO<OaDo.
Aquí como siempre se celebra a San Antonio, que es el patrón del lugar, del
río. Uno le tiene siempre esa estimación y unos guardan el día, y yo también
lo guardo, porque es un dia préstimo [prístino], que es el patrón del lugar,
del río y uno tiene que guardarlo. 34
La venganza de santos como San Pedro y San Pablo se vincula con el comportamiento
asumido por las culebras, quienes se encargan de hacer cumplir el precepto de no tra-
as
bajar en el día destinado a ellos. Se evidencia aquí una acción divina en un ser conside-
rado netamente humano.
ic
ér
s al
El día de San Pedro y San Pablo no se puede trabajar... nosotros acá tenemos
la tori
Am
Los eventos adversos que ocurren por infringir una norma establecida, pueden suceder
de forma inmediata o mediata.
as o
C nd
'" lo que pasa es que cuando uno trabaja un día de fiesta, como uno sale bien
Fo
a la casa, uno no... dice que no perdió, pero qué pasa, que a la próxima uno
trabajó un día de un santo, que es un apóstol de Crísto, como le metió ese día
de fiesta, en la próxima semana ¡va!: se le va [se daña] una pieza al motor o
alguien se la saca, entonces va perdiendo uno. ¿Por qué? Porque le metIó
ese rato de trabajo que era un día de fiesta que no debía trabajarlo. Entonces,
de esa forma pierde uno, porque se castiga a uno de esa forma. 36
Los días que se le «guardan» a los santos (que no se trabajan), permiten ganar indul-
gencias con ellos, asegurando su amistad, que se reflejará en beneficios para la comu-
nidad.
Los otros días que no son bueno para trabajar..., como quien dice los dias de
fiesta, como el dia de la Virgen del Carmen, creemos nosotros, como se hace
169
Lu<í. - . . de la Tone Unin
Por eso, los negros y negras del Bebanl se dan un descanso durante los días fuertes de
la Semana Santa (fiesta religiosa cristiana), porque son días a los que hay que guardarle
un secreto, aunque se presente en abundancia para esta época el producto agrícola,
minero o pesquero. Porque ellos han visto, y lo tienen comprobado, que cuando se
trabaja en la mina en días no permitidos socialmente, de acuerdo con sus creencias, o
se coge el pescado en los días jueves o viernes santo para negocio, por la ambición de
tener más recursos, el oro se retira de la mina y el pescado se «encanta», y si viene
subiendo mucho se devuelve o se dispersa en el agua, sin agruparse lo suficiente para
poder tener la oportunidad de cogerlo en gran cantidad.
as
cocción, derrama excesiva sangre, atemorizando a las personas.
ic
El pescado viene con mucha sangre, porque lo cogió un jueves santo o vier-
ér
s al
nes santo, que no se puede coger el pescado. No se puede atarrayar esos dos
la tori
Am
días: jueves santo o viernes santo, porque si usted atarraya viernes santo
naa' más va a «relajar» [arreglar] el pescado, naa' mas es sangre, se vuelve
sangre. Eso lo hemos hecho aquí y también ha pasado. Por eso uno lo bota,
de di
dijo que esos dos dias no se podía atarrayar y uno de necio va atarrayar y le
pasa el caso no tiene porqué comerlo, porque eso se vuelve sangre, que se
as o
Pues, doña Lucy, dígamos así que nosotros no lo hemos VIsto, pero entre sus
abuelos de nosotros, sus abuelitos le contaban a mi mamá, y mi mamá nos
cuenta a nosotros, que cuando antes no podían en Semana Santa pisar la
tierra duro porque se quejaba. No podía bañar los muchachitos porque se
volvian sardina. Entonces ya esa experiencia la tenemos nosotros, que pue-
de suceder la misma historia de antes. Entonces, por eso mismo, nosotros no
dejamos que sus hijos bañen esos días. 3~
170
El hocbo ldigioso en las pnícticas produaiv.. tnIdi<iOlUll.. de la oomllDidad negta del Medio Atrato ChOOOODO.
Pues le voy a contar una historia. Se encanta, eso era de antes y de ahora
también. Un padre que tenía sus hijos, una mujer y un hombre. Hombrecito,
muchachito, ya joven así como ése [señala a un níño de aproximadamente
siete años]. y los muchachos el jueves santo: papá, mamá, yo quiero bañar,
yo quiero bañar. Le dice la mamá: hoy no se puede bañar porque ustedes se
tiran al agua y comienzan a estar golpiando el rio yeso tiene mucha conse-
cuencia. Y no se puede bañar porque toda persona que se bañe hoy se vuelve
anímal, se vuelve un pez. Entonces le dice el muchachito... [sin terminar la
idea de lo dicho por el muchachito, ejemplifica la interpelación del padre].
No, no, no hay que dejarlos bañar, porque hoy es jueves santo y es un día
muy grande. Sí se baña pero con saber bañar, calladito: chumblúm se lo tira,
ya como sale, se estregó y ahí mismo se sale. Pero estos muchachos [aclara
la persona que está narrando], usted sabe que muchacho nunca hace cosa
bien. Comienzan a estar golpeando el agua y ahí... y entonces, los mucha-
chos... los viejos se despreocuparon. Qué hicieron los muchachos, chumblúm
se tiraron al agua. Los viejos se despreocuparon. ¿Dónde están los mucha-
chos? ¿Dónde están? Están nadando en la mitad del rio: champún. champún,
as
champún, champún... eso muchacho cuando cae en el agua, eso es coger
pa'lla, pa'ca, pa'lla, pa'ca. Se desaparecieron los muchachos. Cuandovie-
ic
ron el papá, qué hay que estos muchachos están el rio. Ahí mismo se tiró,
ér
s al
do, se fueron abriendo, se fueron abriendo y el padre atrás, atrás, atrás, aonde
lo cogieron [a los hijos]. Se volvieron peje. Esa historia la hay. Ahí hubo el
pez de San Nicolás y la mentada sirena. De ahí se produció el pez de San
de di
Nicolás y la misma sirena. Por eso quedó que aquí uno jueves santo, los
a E
níños míos aquí no bañan. Porque quedó. Yeso quedó de los antiguos yeso
quedó así. 40
as o
C nd
Los días de trabajo se determinan además, no sólo por las labores que se deben realizar
y las normas establecidas socialmente, sino también por los avisos que se reciben y que
recomiendan o no la práctica de alguna actividad. Estos avisos señalan, en un determi-
nado momento, la existencia de fuerzas extrañas, ante los que se opta por no realizar lo
programado.
41 Idem.
171
LBáa .......... de la Tone UIáa
De pronto que uno amanere así, pensando: yo voy a hacer tal trabajito. Y de
pronto como que la mente de nuevo le vuelve y se arrepiente uno, no debo ir
para allá No voy a ir, no voy a bajar de aquí de sobre mi rancho hoy. Y no
tiene uno ninguna incomodidad, sino que como que el corazón le dice que
no vaya, sin ser día de fiesta. El corazón le avisa a uno, hombre no vaya para
allá, y ya no va uno y no va. Porque si va le puede pasar algO... tiene proble-
ma allá, allá tiene problemas. 42
Los muertos, así como los santos, al convertirse en ánimas, se constituyen en otra
intermediación con el ámbito divino, constituido no sólo por elementos trascendenta-
les, sino también presente en las más simples situaciones cotidianas y en los fenómenos
naturales.
Por ello, la muerte de algún miembro de la Comunidad Negra paraliza todas las activi-
dades productivas, porque la tradición señala que los días del velorio y el entierro son
as
del muerto, y no se puede entrar al monte. Esos días se llaman «día de ánima» o «día
ajeno» y la comunidad en general debe respetarlos y emplearlos para acompañar al
ic
muerto, en su tumba43 durante el velorio y en el cementerio.
ér
s al
El día que se muere alguien no se puede trabajar, porque ese es un amigo del
la tori
Am
lugar, del río y está en el bajo, en la... de la comunidad. Entonces una perso-
na se muere aquí en la comunidad, no hay trabajo ese día, ni al otro día.
de di
ñarlo mañana en su entierro. Entonces son dos días que uno tiene que per-
derle a ese amigo, a esa amistad. 44
as o
C nd
rro, sin importar el estado en el que se encuentre el trabajo. Durante estos dos días se
sabe que no se puede trabajar, porque en caso de hacerlo son muchos los efectos nega-
tivos~ mientras que por uno o dos días de inactividad, así se «pierda la cosecha o se
salga el pescado del agua, no se pierde nac:ia».
Doña Lucy, puedo tener el trabajo pendiente, puede ser el arroz, puede ser el
maíz, puede ser la mina... Pero más pesar le da a uno, de que le digan por
allá, por donde uno esté: enterraron a perensejo. Mejor es uno ver o servirle
también a el enfermo o muerto. Hay que servirle al amigo o al familiar. Y no
quedarse allá porque trabajo hay todo el tiempo, y la vida de uno es de un
momento a otro que se desaparece. 45
172
E hecbo religioso ea lao pnícticos prodtK:liv.. 1IIldiáooal.. de la comDDidad O<:gIll cid Medio AlIato ChOC0800.
Los días del muerto son días que se deben respetar, porque todo el que se muere nece-
sita de rezos para su descanso y para poderse ir de la comunidad y no quedarse moles-
tando a los vivos. Y el trabajo de algún miembro de la comunidad, durante los días del
muerto, no permite que el muerto se despegue de allí Y éste puede vengarse después
enviando calamidades: como pérdida de la cosecha y ausencia de oro en la mína en la
que se venía explotando. Mientras que el cumplimiento con el muerto asegura su amís-
tad y la de sus familiares y sirve para pedir futuras mejoras en el trabajo.
Por eso, nadie puede embarcarse en la champa46 o meterse al monte a partir del mo-
mento en que se muere una persona, hasta el momento de su entíerro, porque el difunto
lo sigue y no puede proseguir así su camino. Y mucho menos expresar públicamente su
no deseo de acompañar al muerto, por lo menos donde él pueda oírlo, pues se tiene la
convicción de que el muerto oye y perturba en desquite por su falta de solidaridad con
él y sus dolientes.
as
perturba, para que amaneciera en su casa, allá acompañándolo, entonces
viene y lo perturba.47
ic
ér
s al
mete una susta bien grande y lo hace salir de allá Sííí, porque por ejemplo el
muerto está tendido, entonces dice uno acá: yo no voy a ir, pendejo él, yo
tengo es mí destino por hacer, por la noche es que voy pa'l velorio, pero yo
de di
hoy no voy a ir. Pero el ánima está oyendo lo que uno estaba diciendo allí,
a E
el que se lleva la comida] y se fue uno. Está uno por allá bien sorongo, bien
Fo
46 Embarcación pequeña de madera, labrada artesanalmente. utilizada por cada familia para sus labores y
trllllllporte en la comunidad
47 Idem.
173
Luda Mf:<oedcl¡ de la Tone UráD
as
seguirse, se regresó. ¿Quien era? El viejito, porque lo iban a enterrar, y él
dijo que era un viejo pendejo, que él no iba a ayudar a enterrar, sino que él
ic
iba a seguir su destino. No pudo ir, no pudo ir. 48
ér
s al
colaborando en las prácticas productivas por medio de los avisos que transmiten en
sueños a sus familiares o a personas afectivamente cercanas. Porque en la relación que
de di
miento que se llevó con su muerte y que ha de servIr a los prímeros. Así como nuevos
saberes, pues se tiene la creencia de que su cercanía a Dios le permite saber cosas sobre
as o
los que se han quedado vivos. Los siguientes son algunos de los múltiples testimonios
C nd
La gente que muere y deja algo sin decir, sí viene a avisar. Sí, cuando uno se
muere, si es viejo, porque si es muchacho no viene, si es viejo aquí total-
mente estoy yo, me muero y llegan mis hijas y se quedan aquí en la casa, yo
guardo por ahí una cuchara, un cuchillo. un anzuelo. un clavo o cualquier
cosa. Pero como la metí con el conocimiento que sí la voy a volver a sacar.
entonces vengo a buscar eso. Yo perturbo, perturbo. hasta que ellas tengan
que buscar y sacarme la cosa, cuando ya me la sacan, ya no vengo más.
porque no tengo porque venir. 49
La eficacia de las sugerencias dadas por los muertos en sueños, depende de la actividad
productiva La mina es la labor en la que más se aconseja, con resultados favorables:
así como en la recomendación de remedios para los enfennos.
Allí en Bebaramá [otro río minero], murió un señor, dejó su hijo, pero el
muchacho era muy educado con él. lo ayudaba, y siempre iba donde iba su
.. ülpinio Correa, loc.cit.
•• Belisa Martínez. loc.cit.
174
El hoc:ho religioso ... 101 prácIi_ productivas 1rlIdiciODlll.. de la oomUJlidad negra del Medio Atralo Ch"""BDO.
Uno está pensando así, pensando así, hácele remedio a su hijo y nada que se
remedia su hijo. De pronto se le presenta a uno la mamá, o un hermano, o el
papá en sueños y le dice: «hombre por qué no le hacés a fulaníto esto»,
mientras uno duerme. Cuando uno despierta, si está muy tarde de la noche
as
se levanta uno, busca su cuaderno y anota lo que ese espíritu le dijo a uno.
Al otro día se levanta uno y se va, busca esa hierbita y compra la droguita y
ic
se la aplica a la persona y con eso se mejora. Eso son los espíritus. so
ér
s al
la tori
Am
Las ánimas, asi como avisan situacIOnes favorables, como la ubicación de una mina,
también pueden advertir de posibles peligros, porque ellas, por su condición, pueden
saber los problemas de uno. Advertencias que son acatadas para prevenir «una mala
de di
Hay unos que hablan... yo de todas maneras me he soñado con mi papá que
as o
desbarata esa casa, que esa casa te va... te va a echar a perder. Cogí y la
desbaraté. Los consejos de los padres uno tiene oírlos, porque lo conseja en
Fo
Dentro de las normas establecidas por las creencIas en los poderes de la energía vital,
se considera que la mujer no puede transplantar la cebolla o la albahaca cuando está en
175
LDcáa Ma<>odeo de la Torre Urán
La mano del agricultor y del minero, no así la del pescador, se daña entonces con el
trasnocho, así no haya estado con el compañero sexual, por el desgaste corporal que
implica la falta de descanso; así que el día que se vaya a coger el sembrado o el oro, se
debe estar en buenas condíciones físicas.
Las relaciones sexuales, al implicar una fuerte circulación de energía, impiden que las
personas vayan a trabajar. Además trae como consecuencia el alejamiento de Dios, por
no encontrarse la persona en estado «puro», variando la fortuna que se tenga en las
diferentes actividades que se realizan, con sus excepciones.
Bueno que eso [las relaciones sexuales] en cuanto al arroz no tiene proble-
as
ma Bueno, digamos así: es muy peligrosito andar... Claro que el tipo lo hace
porque ese, pero es muy peligroso porque eso en cuanto a entrar al monte es
ic
un peligro por la culebra. Lo persigue, y si de pronto lo pica se puede hasta
ér
s al
morir. Y, bueno, porque para coger un árbol se necesita que la persona esté
la tori
Am
La violación del precepto de la abstinencia sexual, puede ser corregído a favor del
as o
infractor por medio de hierbas o rezos que saben los mejores médicos, pero debe ser
C nd
confesada la falta a quien lo atiende para que los remedios aplicados tengan efecto.
Fo
La energía que maneja todo aquel que ha tenido relaciones sexuales afecta más que
todo a los productos agricolas.
52 Témlino cm el que generalmente se denomina a perswas que han tmido relacim sexual la nadie ante-
rior.
>3 ülpinio C<nea, loc.cit.
176
El hooIlo RlIigi_ ... 1M pníQticao prodac;Iivoo trodiciooal.. de la comUDÍdad negra del Medio A1I8l0 Ch_o.
Si duerme con la mujer, yes regador, el maíz pega pero no da carga, vanea.
Yen cuanto a [la recolección de] hierbas medicinales también influye mu-
cho, porque no hace efecto en cuanto al remedio. Tiene que estar la gente
normal, o los niños muchas veces se utilizan para que recojan las hierbas,
para que no ocurran estos fenómenos. 54
y aunque no se comprende o no se pueden explicar las razones para que todo eso
ocurra, lo único que se sabe es que eso viene desde los antepasados y hasta ahora sigue
funcionando.
La mujer en su periodo menstrual está impedida no sólo para las prácticas agrícolas
sino para cualquier trabajo en el monte. En la mina retira el oro, pues en este espacio el
as
contacto con la sangre espanta el mineral. Además, con la menstruación la mujer «to-
rea» las culebras, por eso, según la creencia de la Comunidad Negra del Medio Atrato,
ic
encontrarse con una culebra brava en el camino indica la cercanía de una mujer en su
ér
s al
periodo memtrual.
la tori
Am
No pueden dir, porque les hace daño, porque es malo para la mina y para
ellas también en su reglamento de mujer. i Ay!, si se va a la mina en mal
de di
estado... Usted sabe que la mujer no es completa. Se fue pa'la mina. Me voy
a E
pa'la mina porque se que esa mina está cogiendo, y por ejemplo en el cami-
no ipa! le pasó un caso: le mordió una culebra, se muere. No responde a
as o
C nd
puede que la salve, pero sabe que le pasó esa mano y no sigue pasándole
más porque ya sabe que ese dia le pasó. S6
Esta norma exige crear condiciones favorables a la mujer, reconociéndole los días de
trabajo en los que se ausente, para no correr riesgos con el oro.
No puede correr sangre [en la mina], por eso es peligroso trabajar con las
mujeres y uno les advierte y prefiere pagarle su quincena. Si están en sus
tiempos que ya se entiende, no se permite que las mujeres pasen por el fren-
te, porque echa el oro. Algunas de mala fe lo echan. Van y no avisan y
entonces el oro se retira y no se da cuenta. s'
177
Luci. M=>ecieo de la Teme Unin
La mujer a quien muerde una culebra durante la menstruación, no se cura por más
remedios que se le hagan, porque la culebra la trama, 59 y el veneno en lugar de correr
para abajo corre hacia arriba y la mujer presenta alteraciones mentales. Por ello se
tiene la fe de que la mujer corre peligro en sus dias menstruales
El «mal de ojo» es otra forma de manejo de energía. Este se consIdera como la fuerza,
consciente o inconsciente, que poseen algunas personas en la mirada. Fuerza que pene-
tra tanto a las personas como a los cultivos, en el momento de presentarse envidia en
quien la posee.
as
Cuando la cosecha pega mucho, el arroz, y está visible. a bordo de rio, como
en el río Chaquenendó, el río Caporandó, que son rios de agricultura [afluentes
ic
del Bebará]. Y sube alguien y dice este arroz está muy bueno. de pronto
ér
s al
ccrre el riesgo que lo puede ojiar. Se vanea. Asi no quiera, pero como tiene
la tori
Am
su mal hábito de ojiar, ojea el arroz como si fuera una persona, y el arroz
está muy bonito y de pronto se vanea [no sirve]. Decimos que lo ojió al-
guien, pero uno no se da cuenta quién. 60
de di
a E
En la mina no sólo se aleja el oro cuando se derrama en ella sangre. sino también
cuando se proclaman rezos o palabras divinas, o cuando acude alguna autoridad civil o
Fo
eclesial a ella, como el inspector de policía o el sacerdote. Ello debido a que. de acuer-
do a la diferenciación que hace la Comunidad Negra entre lo divino y humano,61 la
mina pertenece al ámbito de lo humano y no resiste la presencia de mngún elemento
contrario.
5' Ténnino que se utiliZll para refe:ruse a aquellos casos de wfermedad w los que se suprne la exislwcia de
lDla fuerza sobrwatural, que biw puede ser debido a la aplicacién premeditada de secráos o crnjuros.
178
E hecho ldigiooo ... 1as plÓ<tÍClIS productivas lladiciooal.. de la comnaidad n _ lid Medio Atralo ChOOOODO.
Los secretos son otra creencia que se tiene en el manejo de los recursos naturales, ya
sea para dañar o componer la cosecha, espantar o atraer el pescado, etc.
En los secretos se hace mucha díferenciación entre lo humano y lo dívino, dístinción
que se establece de acuerdo con el comportamiento que tenga cada fenómeno frente al
rezo; cuando algo es dívino perdura a pesar de la aplicación de los rezos, cosa que no
ocurre con lo humano.
Los secretos se usan para calmar lá naturaleza: las tempestades de brisa o los relámpa-
gos; pero sólo tienen efecto cuando estas fuerzas naturales son de origen humano.
Las tempestades se calman pronunciando unas palabras dívinas o colocando dos ma-
as
chetes en forma de cruz en el suelo, porque son humanas y todo lo humano le huye a la
ic
cruz, al ser ella, según la Comunídad Negra, el árbol mayor de la vida.
ér
s al
católica del día de la cruz) a las restricciones para la práctica de las actividades produc-
tivas.
de di
El maíz yel ramo bendíto obtenído en la Semana Santa, se utilizan también para calmar
a E
to.
C nd
Fo
Las ánimas tienen un papel importante en los secretos y en los rezos. Por ello, los
cazadores le entregan o encomiendan a las ánimas el perro que utilizan en las cacerías,
así si el perro abandona al dueño, el espíritu del ánima a la que se le encargó el cuidado
del perro lo obliga a volver nuevamente donde el dueño. Se acostumbra entonces,
cuando se realiza una cacería, descansar por momentos para rezarle varias oracio-
nes -como el padrenuestro y el credo- a las ánimas en general yal ámma especí-
fica de algún familiar.
El perro se le encomienda a las ánimas porque es el animal que más servicio presta en
las actividades productivas y el más propenso a recibir conjuros y secretos que lo da-
ñan.
Los cazadores, para proteger al perro de cualquier daño, deben entregarle una parte del
anímal que cazó para que se la coma, generalmente se le da la cabeza o la «plantillita»
de las patas de la guagua, que es el arnmal que se caza para el consumo, porque al perro
se le entrega la carne que el dueño come, por la convicción de que al anímal se le debe
criar con las mismas costumbres del dueño, lo que excluye la carne del zorro de la
comida del perro, porque se mata por dañino pero no se consume por su olor.
179
r.ua. Mercecieo de la Tone Uran
Las plantillas de las patas de la guagua que se le entregan al perro deben ser cruzadas:
la de la pata delantera izquierda con la de la pata trasera derecha. o VIceversa Esas
plantillitas al entregársele al animal en forma de cruz, lo protegen para que no lo dañen.
La carne cazada por el perro requiere de un trato especial en su cocción: porque si no
se le da el uso adecuado trastorna fácilmente al perro.
La carne debe ser salada antes de regalarla a los vecmos o panentes. como protección
para el perro, porque con esto no se daña el animal, hágasele lo que se le haga a la
carne.
La olla en la que se prepara la carne se debe cuidar cuando está puesta en el fogón para
que no se rebose al hervir y se derrame en los tucos 62 del fogón. porque esto afloja al
perro que la cazó. Un perro se sabe que está flojo cuando en lugar de correr hacia el
animal que va a cazar, comienza a latir como loco moviéndose en círculo.
Los perros de caza se dañan muchas veces inocentemente, pero otras tantas por mal-
dad. El perro que ha sido dañado inocentemente. se compone con hierbas como la
as
albahaca. o con una hierba denominada «beringa». También se arregla el perro que ha
dejado de ser cazador con tomas de pólvora y limón.
ic
Todas estas creencias están impregnadas de una partIcular espiritualidad, a través de la
ér
s al
cual se interpreta el mundo como una forma de encontrar explicación a la propia exis-
la tori
Am
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la tori
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de di
a E
as o
C nd
Fo
182
EL BAUTIZO CONGO
EN LA REGLA PALO
MONTE
as
cuales aparte de su dolor por ser arrancados de sus tierras y desprendidos brutalmente
de sus hijos y familiares, nos trajeron sus costumbres, sus creencias, santos, ritos, can-
ic
tos, bailes y dialectos o vocabulario típico de acuerdo con su lugar de origen.
ér
s al
la tori
Am
Llegaron a una isla bella, sana y limpia, pero desconocida para ellos. Palos, hierbas,
animales, aves, reptiles e insectos, todo diferente y una religión católica fuerte, que al
principio no les permitió adorar sus santos a su manera y costumbres, de ahí que según
de di
fueron conociendo los santos católicos y sus historias, los fueron comparando con los
a E
leyendas.
C nd
Hoyes de nuestro interés hablar de la Rama Conga o Bantú, región extensa de la cual
Fo
vinieron los congos basongos, los mumbana, bateké, mundemba, bakongo, sundi,
kikongo, mabalí, balokí, musabela, kabinda, basaka, benguela, mondongo, mayombe,
angola, babundo, musakamba, mpángu, musundi, loembi, mbángala, kisenga, biringoyo,
mbaka, bangá, ntótila, musambele, makunpogo, kasamba, motembo, makuá, kumbá,
kisamba, nisanga, muluanda, tundé, butúa, mbanda, kisiamo, etc.
Muchos de ellos, por el maltrato recibido se hacían cimarrones y creaban los palen-
ques, otros se adaptaban a su nueva vida y trabajaban duro para comprar un día su
libertad o la de sus hijos; así, allá por los años 1867, algunos congos libertos por SU
buen comportamiento y moral, fueron exigiendo poco a poco a las autoridades españ~
las restablecer sus cabildos para poder tener deliberaciones, procesiones, ceremonias y
fiestas, respaldadas por una patente de autorización legal; muchos la obtenían con muchas
averiguaciones y requisitos.
Del conocimiento religioso dejado por todos ellos, unido al que trajeron los emigrantes
chinos, isleños, franceses y el catolicismo, nuestros criollos supieron tomar lo más
183
DomiDgo Teijelo lI.odúgue:z
importante de cada una, originándose así nuestro Palo Monte cubano, prestigioso y
fuerte en el mundo.
El bautizo, lo trajeron los españoles a Cuba y muchos curas bautizaban en los barracones
que tenían Capilla y Capellán a los pequeños; en los barracones que no había Capilla
los llevaban a la Iglesia para que no fueran Judíos. Todos o Casi todos los afncanos y
criollos se bautizaban por lo católico, pero por lo africano también.
Nuestros congos sabían defenderse de lo malo. Cuando nacía un niño, al poco tiempo
lo bañaban con hierbas y lo bautizaban al estilo de su tierra en el monte, jurándole la
cabeza con un gallo y una jutía, agua de río y pozo, etc. Le hacían una ceremonia y
salían del monte en procesíón cantando con el niño en los brazos: «Ay Dió nganga la
mosi, Ay Dió lo nganga la mosi.}) (Es decir, ahora después de Dios la nganga es lo
primero). Ahí los perros montaban (personas que cogen muerto en el monte o frente a
la nganga) y decían quién era el protector del niño, se presentaba ese mismo día a una
nganga y se le ponia el nombre de un nfumbe (muerto) de un antepasado y si el gangulero
a través de sus medíos de adívinación decía que había nacido para tnayordomo, se le
as
rayaba de chiquito, con las marcas de la iniciación para defenderlo de una muerte
prematura que no lo dejara cumplir su destino.
ic
ér
s al
Es necesario decir y aclarar que los congos tuvieron siempre una reserva absoluta so-
bre muchos aspectos de sus creencias y rituales; los conocimientos se han conservado
la tori
Am
por tradíción oral, de padre a hijo y familiares más allegados; al píe de la nganga se
aprendía, y aun así, no lo enseñaban todo.
de di
En casos muy contados, cuando un ahijado mostraba facultades, respeto e interés, nos
a E
enseñaban; pero de fOflna oral, al pie de la nganga, memorizando lo que se veía, nada
as o
escrito, como se hace ahora. Yo particularmente considero que al no ser secretos que
C nd
Cuando a un ahijado le nace un niño o niña y pide se le bautice, uno no se puede negar:
«Cuando un muajekala güisa Kimanína Kielo sm ngüangüia de nchila anene sukUla,
con su pikiníne, binga su nfumo pá bendición, i Kuenda Monanzo Congo!; Güisa pikinine
Kinami mbonga Kunan toto, pá nan Sambia mpungo, bisa munansulo, mpungo Kikiroto,
tango, y así Kiako Kiako nso-fuá».
184
El bautizo COlIgO ea la !logia Polo MoDle
Esto quiere decir: «Cuando un hijo viene detrás de mi puerta stO hipocresía, de cora-
zón grande y limpio con su pequeño niño buscando la bendición de bautizo de SU padre
religioso, que entre a mi casa hombre, venga el niño que vino al Mundo, pá que crezca
fuerte él y su cabeza, con la bendición de Dios Todopoderoso, Jesu Cristo, el Sol, y así
canune seguro hasta la muerte.>~
as
empieza la ceremonia con el rezo congo conque se inicia todo en esta religión:
ic
-Jura Dió, mambé. ¡Dió!
ér
s al
la tori
Am
185
Domingo T<ijelo llodJigoel.
as
Solo: - Ya Kuenda mi mismo nfumbe.
Mambé.Oió.
C nd
que va a cuidar a ese niño de ahora en adelante. Si en el futuro ese niño crece y le gusta,
siente y tiene las condiciones morales para rayarse, se hace lo que hay que hacer y j Jura
nquísi malongo! Si no le gusta la religión no se le obliga ni presiona; se respeta su
decisión.
Otro aspecto importante en nuestra religión son las firmas de los santos en nuestro
Panteón; sin ellas, no se puede trabajar con seguridad, m hacer una nganga, etc. Ellas
proceden de Africa y fueron traidas por los esclavos en sus mentes, y ellos la obtenian
allá y aquí a través de la mpaca ménsu (en Cuba, tarro de buey o chivo cargado y un
espejo circular). La firma de un Santo Congo usada en un Monanzo, en muchos casos
no coincide con la de otro Monanzo aún siendo el mismo Santo; aunque podemos
apreciar elementos comunes en ambas, pues nacieron de una firma Madre que la origi-
nó, unas son más complejas que otras.
Todo Monanzo constituido tiene sus firmas madres celosamente guardadas. La dife-:
rencia que hay en las firmas se debe al olvido de muchos de sus trazos, rasgos, figuras,
etc., pues se aprendían de memoria, sin transcribirse, y no se llevaba un libro de funda-
mento, ni los ahijados sus libretas. Al llevarse a través de la memoria histórica, se han
186
El b...lizo _ o ... la !legla Polo Moo'.
olvidado detalles, conservándose las partes principales. Esto se hacía y se hace, llevar
muchas cosas en la mente, para evitar que fueran copiadas por otras personas ajenas al
Monanzo.
Un padre nganga con el mpaca saca firmas según su nfumbe. A un ahijado cuando se
inicia se le saca con el mpaca, la firma madre del santo por el que se rayó, los
chamalongos frente al caldero responsable; ahí se saca su secreto, que sólo se trabaja
sobre él en casos muy senos o enfermedad. Después se le saca su firma verdadera que
nunca se escribe arriba ntoto y la firma auxiliar o falsa., que dice muchas cosas, menos
donde esta su corazón, esa es la que se puede poner, si es necesario, en el ntoto (suelo
o tierra), ya que un palero nunca escribe su verdadera firma., pues correría el riesgo que
algUIen la grabara en su memoria y le hiciera daño después.
Todo trabajo palero lleva firma del santo con el que se va a trabajar y por donde se
dirige el nfumbe. Primero se le pide permiso a Sambia, después a los nfumbes antepa-
sados y por último a Lucero; se le pide la firma en el ntoto (suelo) para llamar junto a
una liturgia conga al nfumbe de la cazuela que viene mirando la firma y su color para
as
saber qué va a hacer. Si está pintada de blanco es para el bien, de negro con carbón
trabajojudio (malo).
ic
ér
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Todos los santos pueden hacer trabajos malos, menos Tiembla Tierra (Las Mercedes
la tori
Am
Sobre las firmas hay veces se trabaja con fula (pólvora) según el tratado que se haga. O
de di
sobre ellas; pero hay que saber dónde se ponen, porque puedes molestar al Santo o
nfumbe y el trabajo o respuesta no caminar y no contestar bien.
as o
C nd
Por ejemplo: Lucero tiene muchas firmas, pero en todas se puede apreciar que tiene en
Fo
su centro dos líneas que se cortan formando 4 ángulos rectos, partIendo del centro. Son
4 líneas, es decir, cuatro vientos en direcciones contrarias, norte, sur, este, oeste; por
ahí se dinge el trabajo.
Análogamente, cada línea., trazo, etc., tiene un significado de acuerdo con el santo que
la dirige, pero además, por eso lo primero que se le entrega a un palero es un Lucero,
por el que nos regimos en las diferentes direcciones cardinales y aprendemos a usar los
chamalongos, etc., y los caminos que todo palero debe tener presentes en la vida: Pru-
dencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, requisitos de juranlentos, además de la Fe, la
Esperanza y la Caridad, que caracteriza a todo religioso.
Como ven, las firmas tienen un gran valor dentro de nuestro Panteón y un simbolismo
dentro del culto, y así cada una un significado que no todo el mundo sabe leer, yel que
10 sabe, no lo dice; pero hay cosas que sí se pueden decir y enseñar sin revelar ningún
secreto al profano que perjudique nuestro prestigio, para que no queden en el olvido y
se mantengan nuestras raíces más sólidas y sean más prestigiosos nuestros religiosos;
no nos llevemos a nsza-fuá (tierra o país de los muertos) lo que le hace falta a las otras
generaciones religIOsas que vienen detrás. Si no, estas religiones que ayudan tanto,
187
salvan o alivian tantos males, llegarán a desaparecer y los que las mantengan serán
unos mediocres. Entonces ¿de quién será la culpa? De nosotros que no supimos ense-
ñarles o dejarle escrito lo que tenian que estudiar.
Este humilde religioso hace un llamado a todos aquellos espiritistas, santeros, babalaos,
paleros, que aman y sacrifican sus horas de diversión y de sueño por la religión, ¡uná-
monos!, hagamos una cadena inexpugnable donde no entre la envidia, la maldad, el
egoísmo, los celos y la traición. ¡Ayudémonos!, cada persona nació con su gracia y
Aché, que nos dio Dios, y lo que Dios da, sea mucho o poco, nadie lo puede quitar,
nada más que él
as
cielo limpio y azulado, y sus destellos alumbrarán las grandes Alamedas de la Victoria.
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C nd
Fo
188
DECONSTRUCTING
THE FETISHIZATION
OFVODOU
Allison Francis
When most historians and anthropologists discuss Haiti's slave revolts in the late
eighteenth century, Vodou, (more cornmonly known as «Voodoo») is describedas one
as
of its organizing forees. In the first recorded slave revolt of 1757 and the revolt ofl79l
ic
- which initiated the Haitian Revolution - Vodou priests, Makandal and Boukman
respeetively, led the Africans against their white slaveowners armed with both war
ér
s al
weapons and spiritual weapons or what we traditionally teno fetishes, that would plOtect
la tori
Am
the wearer from injuey and inspire them with valor. Faith in their leaders enabled these
Haitian slave,; to convene around one central political desire, narnely, freedom by revolt.
while faith in their fetishes emboldened them with impenetrable strength and self-worth. 1
de di
a E
In addition, this conflation ofthe fetish with identity and power becomes more apparent
as o
when we examine the supposed Vodou practices ofJean-Jacques Dessalines, one ofthe
C nd
tbree influential mili tary leaders ofthe Haitian slave revolt of 1791. 2 Dessalines - who
may or may not have been a «servant ofthe loa». that is, a believer in the divínities or
Fo
spirits who compose the vast Vodou pantheons - is described by the French writer
Descourtilz, as consulting «the macandals (magicians) of the country and that from
them he learnt to find out a man's intentions by the hurnidity - or dryness - ofthe
tobacco inside his snuff-box».3 Here. the quality oftobacco in a snuff-box functions as
a type of fetish, a fetish that mediates between its real or marketplace value and the
equally powerful imaginary value ofa man's character. Although the practice ofreading
a man's intentions tbrough his snuff could be disrnissed as the primitive hocus-pocus
and fetishism of an unenlightened culture. this linkage of material possessions and
Vodou practices to leadership, self-will, and identity, should refute the theory that
«fetishes» are merely arbitrary eonstructs ofinanimate objeets.
1 See Ajan Richardsal, «Romantic Voodoo: übeah and British Cuhure 1797-1807.» Studies in Romanticism,
32.1 (1993): 3-28 for further discussten en the use of talismans in slave revolts
Z Touissant L'ouverture, Jean-Jacques Dessalines and Henri Chri&q:>he, compose the celebrated triumvirate
with v;hom ~onans attribute the aduevement of Haiti·s freedom and po1itical independence.
1 Alfred Métraux, Voodoo in Haiti, trans. Hugo Charteris (1959; New York: Schocken 1972): 38.
189
In tbis paper I will challenge these constructs ofthe fetish that rely on random choice or
African prirnitiveness. I will discuss the uses of Vodou objects, or what we would term
fetishes, that simultaneously locate and transcend their particular materiality. In other
words, I want te determine how a fetish rises above its original use value, (i. e. a snuffbox
or a cIay jar) yet is grounded in another type of material use by virtue of its newly
acquired transcended value. This idea that an object can represent various value systeros
at one time is compatible with post-Enlightenment definitions ofthe fetish that ignore
the possibilities oftranscended materiality, cultural unity or the circulation ofhuman
essence that flows between the supposed fetish object and the so-calledfetish-worshipper.
ConsequentIy, by deconstructing these early theories on fetisbism through a brief
exarnination of the origins of Vodou and certain Vodou rituals, we can revisit the discourse
of the fetish and reject those definitions that rely on a strict social ordering which
prevents (or binders) the free exchange of cultures and religions.
William Pietz in bis three seminal studies on «The problems ofthe fetisll». traces the
origins of our modero term «fetisID> to the Portuguese wordfeitifo, which meant «an
objects or a practice pertaining to witchcraft.»4 Fifteenth century Portuguese explorers
as
employed this term to describe the ritualistic objects woro by the Mricans they
encountered along the Gold and slave coasts. s Such «perversity», the worsbip of random
ic
iteros like carved wood,jars, stones or neckIaces, wbich was sanctioned bythe African
ér
s al
communitie::, only proved to early European explorers, traders and rnissionaries that
la tori
Am
African cultures were degenerative and morally laxo Furthermore, Pietz argues that
Europeans felt tbat tbis
de di
Therefore, these Europeans explorers could not (or would not) imagine that these
«prirnitive» people could difIerentiate between what is sacred and what is natural, or
that these Africans could ascribe abstraet values to ritualisttc obJects without losing
sigth ofwhat had been tbat object's origma! matenal value or use.
Rather than attempting to comprehend these forelgn cultural and religious practices by
mastering the various African languages and dialects, these imperialists developed and
maintained the discourse ofthe pervese «fetiche» since Africans are slavish by nature.
which is evident in their random worsbip of inanimate objects, their «infantile
4 William Pietz, «The problems ofthe fetim illa: Bosman's Gumea and the enligbtemnent theory offetilbism>,.
RES 16 (1988): 108.
, Likewise, the Oxford Engillb Dictionary defmes «fetislI» as «originally any of the objects used by the
Negroes of the Guinea coast and the neigbboring regions as amulets or means of enchantment, or
regarded by them with superstitious dread»
6 Pietz, IIIa, 109.
190
submission» ofwiIl, is proof oftheir need for dominion and oppression. Consequently,
early European merchants and slave traders justified their enslavement of African by
invoking this rhetoric ofthe fetish. They failed to realize that in most African-derived
reltgtons like Vodou, the s<K:alled fetish does not control the individual; it is the indivi-
dual who controls the fetish. Unfortunately, attributing slavish mentalities to Africans
based on their religious practices codified stereotyplcal renderings ofBlack spirituality
which are stiIl prevalent in the twentieth century.
1now want to examine how Vodou as a religious discourse has devolved into fallacious
discussions about superstition and fetishism that rely on these faulty fifteenth-century
theories of the fetish. «Voodoo» is a sensationalized term that conjures up lurid
stereotypes ofhuman sacrifices, sorcercy, unspeakable rituals and unrestrained sexuality.
For this reason, I wiIl use Vodou rather than Voodoo in the context of this paper to
provide continui ty and to stress the importance ofusing the proper religious term rather
than a more secular, fetishized one. Nevertheless, the term «Voodoo» can problematize
the establishment of Vodou as a religion because Voodoo, according to Alfred Métraux,
«IS a "god", a "spirit", a "sacred object", in short, all those things which the European
as
understand by the \\Ord ''fetish''.»7 Métraux also documents the first colonial appearance
ic
of «Vaudou» in Moreau de Saint-Méry's 1797 work., Descriphon topographique, ... de
1'ile de Saint-Domingue, wherein de Saint-Méry defines «vaudou» as «an all powerfull
ér
s al
and supernatural being,... the snake under whose auspices gather all who share the
la tori
Am
fail. »8 Clearly, current depictions of Vodou as a profane and pagan snake \\Orship is
derived from tbis flat, uninformed, colonial translation; a translation that deserves further
scrutiny. Unfonunately, as Leslie Desmangles reminds us in bis book., Faces 01 the
de di
Gods: Vodou and Roman Catholicism in Haiti, popular media culture continues to
a E
promote tbis cultish mystique by conflating Vodou's religious practices with fetish objects
like wax or cloth Voodoo doIls.
as o
C nd
beliefs, specifically those from Dahomean, Yoruban and Congolese traditions, although
other African belief systems inform regional Vodou practices. Vodou practitioners, or
Vodouisants, serve (and are served by) their loas, which may require pacifying the loas
with foad, honouring them with ritualistic dances, and/or allowing the loa to «mount»
or possess temporarily, bis or her favored initiate. 9 The colonization ofHaiti by France
in the seventeenth century, introduced Roman Catholicism to the enslaved Africans
who loosely incorporated Catholic beliefs (certain prayers and the IInages of Saints in
parttcular) into Vodou - a religious syncretism that most likely remains tenuous for the
Catholic Church.
While in 1757 Charles de Brosses may have offered us the first, functional definition of
fetishism as the «"direct" cult of terrestrial things» «which located divine power in
, Métraux. 27.
8 !bid., 36.
'For fiuther ~udy, see Maya Deren's cbapter «The rites». in Divine Horsemen: The Voodoo Gods ofHaití,
(1970, Ne\'\o' York: Dell, 1972).
191
terrestrial, matenal entitles themselves, and which was purely contingent and
particularistic».1O 1 thínk it is a reductive definitton ifapplied to Vodou because Vodou
objects are not rendered haphazardly, which is obvious when we recall their use during
slave revol15...Nor, as I've stated earlier, do fetishes solelyfulfill the fetish-worshipper's
sensuous desires, that IS, libinial desires wbich can overwhelm intellectual needs and
moral will- the familiar colonial fantasy, according to Pietz, that perpetuated brutish
images of Africans during and after the slave trade. 11 Notwithstanding these
interpretations of fetishism, Vodou objects represent the integration of sensuousness
and transcendence rather tban their separation. To the devotee, these objects signify the
acceptable corningling ofthe sacred and the profane in a ritualistic space.
Vodou, is structured on the needs and desires of i15 followers, but the human presence
or essence is not subsumed or displaced in rituals or ritual objects. Instead. Vodou
continually meshes the human with the divine, the Real with «les Invisibles» or the
Imaginary, so that the living interact with the dead in daily life. It is this circulation of
hwnan essence, this continuous interaction between the living and the dead, that mediates
between transcendence and sensuousness. Nowhere is this mediation more apparent in
as
Vodou tban in the ceremony of «retirer d 'en bas de 1'eau, the reclamation ofthe soul of
the deceased from the water ofthe abyss, the world of les Invisibles. »12
ic
ér
This ritual is a means by which a family's ancestors are reborn and provided with a new
s al
body - a clay pot or govi - to replace the one of flesh. The groslbon/ange (which we
la tori
Am
can roughly translate as the human soul even though the Vodou term is more akin to a
spiritual doubling ofthe physical self), the human essence that can exist apart from the
de di
corporeal body, is reclaimed by the family and placed in the sacredgovi whích resides
in the household to offer counsel and wisdom out of its clay mouth.
a E
as o
is not a moment of return to the past; it is the procedure by which the race
Fo
Therefore, in returning to the family, in returning to the living, the ancestor achieves
inmortality and preserves the unity ofthe family, but only insofar as she or he can serve
their descendants.
The so-called fetish here, the govi, transcends its material value through 115 identification
with the ancestral groslbon/ange, but lt is lmmediately grounded back in materiality
because the govi retains its original use value as a vessel for storage. As Deren states,
192
I:leocnu;InJoliug lb. Feliobizallon of \bdo.
«There is left within the govi onIy distilled, depersonalized, almost abstract essence oí
the principie that especialIy characterized [the ancestor in the govi]. Thus in time, the
person becomes principie...This abstraction, to function in reality, must become reali1y,
the princIpie must become person ... »1 4 Retirerd' en basde /'eau not only reclaims the
ancestor's disemdodied soul to its living origins, but it situates the objects both as a
religious functionary and househoId utensiI on the manteIpiece. 15 Thus the devotee
recognizes that the govi, Iike the possessed body of aVodouisant, does not become the
loa, but it temporarily houses the loa which can transcend any vessels, be they oí cIay
orflesh. 1f
Although sorne etnographers, histonans and theologians currently are questioning the
discourse ofthe fetish, African and African-derived religions like Vodou, continue to
be regarded through the lens offetishism. As Pietz reminds us:
The discourse of the fetish has always been a critical discourse about the
false obJectlve values of a culture from which the speaker is personally
distanced. Such was the rhetorical force of negative revaluation when
as
Portuguese Catholics named african religious and social objectsfetifas', and
such was the force when commodity-minded Dutch, French, and English
ic
Protestants identified African religious objects and Catholic sacramental
ér
s al
objects equalIy as fetishes, thereby preparing the way for the general fetish
la tori
Am
any supposed prehistoric and primitive religious practice, priviIeges the position ofthe
a E
conqueror and ignores their biased geographical and cultural position. Therefore, we
should continue to chalIenge any misinformed theory ofVodou (or any other African or
as o
C nd
desire.
BIBLlOGRAPHY
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" The use of food on altars and al feasts also provides an ínterestíng example of how objects
simultaneously function as divíne symbols and prosalc market commodities; however, 1 am not
prepared to discuss this issue here without further research.
'6 See Leslie Desmangles's chapter «The faces of lhe Cosmic Gods». in The Faces 01 the Gods: Vodou
and Roman Catholicísm in Haiti (Chapel Hill: Untversity of North Carolina Press, 1992), for
further disscusslOn on lhe loas 's relatlonslnp to the human body and sacred jars.
17 Pietz, L 14
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194
l.PS REUGIONES CUBANAS
DE ASCENDENCIA
AFRICANA:
SALVAGUARDAS DEL
LEGADO LINGüíSTICO
SUBSAHARANO
Sergio Valdés Bernal
Las lenguas no se imponen por ser bellas, agradables al oído o interesantes. En la imposi-
ción de las lenguas intervienen diversos factores políticos, económicos, militares ymma
as
demográficos. Asi, algunas lenguas se imponen, otras desaparecen y algunas se conser-
van con determinadas y limitadas funciones. Por ejemplo, la romanización de la Iberia, a
ic
partir del año 206 AN.E. hasta el 409 N.E., significó la imposición del latín como lenguade
ér
s al
hablaban en la Península, así como la eliminación del fenicio, del cartaginés Y del griego
hablado en las colonias allí establecidas en el litoral por estos colonizadores orientales.
de di
En 407 las tribus bárbaras de los suevos y vándalos introdujeron en esta región sus
respectivas lenguas germánicas, mientras que los alanos aportaron un idioma indoiranio.
a E
A esto se sumó la posterior invasión germánica de los visigodos, que dio origen a un fuerte
as o
estado hispanogodo y que marcó el final del dominio romano. Sin embargo, debido a su
C nd
bradas dellatin.
Por último, en 711 las hordas árabe-bereberes irrumpieron en la Iberia y se apoderaron de
casi la mitad de la peninsula, que comenzó a ser llamada al-Andalus, y donde se impuso la
lengua y la cultura coránicas, sostenida por el árabe. De esta forma lleg¡lfOn a coexistir
varias Españas, motivo por el cual este país es llamado «nación de naciones». Al norte se
hablaban varios romances como el gallego, el catalán, el asturiano, el leonés, el castellano,
mientras que el vasco o euskera era la única lengua prerrománica que había sobrevivido el
proceso de romanización y transculturación acaecido en la Iberia A esto se sumaba ellatin,
como lengua de la cultura y de la región cristiana En el sur, por el contrario, se hablaban
varios dialectos llamados mozárabes (del ár. must'arab, «arabizado»), que eran hablas
romances muy influidas por el árabe. También se hablaba una variante popular del árabe,
llamada «andalusí». A esto se sumaba el árabe clásico como lengua de la cultura y de la
religión islámica.
El proceso de Reconquista, que duró de 718 a 1492, alteró considerablemente este mosaico
lingüístico. Las hablas romances más importantes del norte avanzaron hacia el sur. Así, el
gallego dio origen al portugués por la banda occidental; mientras que el catalán avanzó
195
hacia el sur por la banda izquierda. El castellano avanzó hacla el sur por el centro. De esa
forma las hablas mozárabes desaparecieron y fueron sustituidas por el portugues y el
catalán, mientras que en las regiones conquistadas por castellanos, asturianos y leoneses,
surgieron nuevos dialectos, como son el andaluz, en el centro-sur y el cual trasluce mayor
influjo del mozárabe, el extremeño, en el occidente, y el murciano, en el oriente. En las Islas
Canarias, ocupadas por España desde 1402, surgió otro dialecto, el canario, de raigambre
andaluza.
Por eso, cuando aconteció el descubrimiento de América., en 1492, año en que cayó Grana-
da, último bastión de los árabes en España, y año en que se publicó la primera gramábca del
castellano, de Antonio de Nebrija, ya estaban bien definidas las reglOnes lingüísticas de la
Iberia y ya estaba establecido como idioma oficial del reino hispánico el castellano, que
fungía como tal desde el reinado de Fernando I1I, el Santo, rey de Castilla y León de 1217 a
1252. De ahí que era lógico que por las nuevas tierras americanas conquistadas y coloniza-
das por los peninsulares a partir del siglo XVI se expandiera el castellano, lengua ya oficial
del reino y que se había ganado el nombre de «español», y no otras lenguas de la Iberia,
que no contaban con el respaldo económico, político y cultural de la Corona en ese mo-
mento.
as
En Cuba, colonizada a partir de 1510, las poblaciones aborígenes, muy efimeras y en un
ic
estado evolutivo muy precario, no pudieron oponerse a la colonización española. Los
ér
indocubanos se extinguieron debido a la explotación de que fueron objeto y al mestizaje, al
s al
fuerte proceso de transculturación que los hizo desaparecer como grupo lingüístico y
la tori
Am
cultural. Pero de su lengua aruaca quedaron muchos préstamos en el nivel léxico de nues-
tra lengua nacional, que es uno de los matices identificadores de la modalidad cubana del
español y prueba fehaciente del profundo proceso de transculturación indohispánica
de di
ocurrido en nuestro país (ej.: guayaba. canoa, cacique, bohío, sabana, huracán,
a E
cercanas, como son la costa de Venezuela, Isla de Margarita, Antillas Menores, Yucatán,
Islas de laBahia, Florida. La íntrOOucción de indios esclavos de esas regiones y las relacio-
Fo
nes de intercambio comercial y de tOOo tipo entre los asentamientos de españoles en Cuba
yen la zona circuncaribe, propició el enriquecímiento del español hablado en nuestro país
con voces de procedencia caribe (ej.: piragua, arepa), náhuatl (ej.: tamal, aguacate), maya
(canistel, chimbacal), tupí (ipecacuana, caraira), a lo que se sumó la concentración de
buques en la rada de La Habana, para transportar a España las riquezas robadas a los
pueblos indoamericanos. La Flota fue otro puente lingüístico que enriqueció la lengua
española en Cuba con voces de procedencia quechua, como papa, cancha, chirimoya y
otras.
El desarrollo de la explotación agrícola del pa¡s y la reorganización de las posesiones
españolas en América., que prohibía la exportación de mano de obra aborigen de una
comarca a otra, obligó a la introduCCión de esclavos negros como mano de obra esclava
Las primeras noticias de negros radicados en Cuba datan de 1513. Eran esclavos domestl-
cos nacidos en hogares cristianos en España -los musulmanes teman prohibido el acceso
a América-. Estos negros estaban completamente hispanizados y hablaban el español, por
lo que se les calificaba de ladinos. A partir de 1517, debido a la demanda, se autonzo la
introducción en América de esclavos procedentes directamente de África, los llamados
bozales o negros de nación, IDIentras que desde 1521 se prohibió la importación de escla-
vos ladinos, es deCIf, nacidos en España
196
1..-. 1'digiOOeio coballaS de ascendenaa afriC8lla: IOWaguaro. deJ. le@adom.,r;üís1ioo subiahanmo
Durante los siglos que duró la trata negrera trasatlántica, miles de subsaharanos fueron
llevados a América. Gracias a las investigaciones llevadas a cabo, hoy podemos identifi-
car, en líneas generales, tres padrones culturales del negro en el Nuevo Mundo:
Predominio de la cultura fanti-ashanti en la América inglesa y holandesa.
Predominio de la cultura ewe-fon en la América francesa.
Predominio de las culturas yoruba y bantú en la América hispanolusitana.
En cuanto a Cuba, debido al proceso de poblamiento hispánico y a la política inmigratoria
impuesta por España, el negro africano no se pudo imponer cultural ni lingüísticamente en
la sociedad colonial cubana, puesto que representaba un mosaico lingüístico-cultural
sumamente heterogéneo por su extracción de las más diferentes áreas culturales africanas
y a que los negreros suministradores del mercado cubano eran muy diversos (ingleses,
franceses, portugueses, estadounidenses, holandeses, e incluso llegaron a existir negreros
cubanos). Esto era aprovechado por las autoridades coloniales y los esclavistas para
obstaculizar la cohesión lingüístico-cultural que pudiera hacer frente al proceso deculturador
y asimilador del negro en nuestro país. Parte de esa política fue introducir solamente
hombres, lo que no permitía al negro crear uniones endogámicas, las más celosas guardia-
as
nas del respectivo legado lingüístico-cultural. De esa forma, el negro africano que lograba
hallar a una compañera en el contexto cubano, siempre sería una mujer criolla y, acaso, en
ic
situaciones muy excepcionales, a una mujer africana, pero que nunca seria de su mismo
ér
s al
grupo étnico. Así, estas uniones exogámicas generaban descendencia criolla, ya pasada
por el tamiz deculturador europeo. Además, por regla general el esclavo africano duraba
la tori
Am
poco, por lo que era constante su sustitución por otros, 10 que atentaba contra el estable-
cimiento de un fondo lingüístico-cultural subsaharano invariable. No obstante esto, el
de di
mestizaje biológico y cultural, la llamada transculturación, se hizo sentir. Por ello es que
Fernando Ortiz señala que sin el negro Cuba no sería Cuba. En efecto, el negro y su legado
a E
Pero, ¿cómo el negro africano y su descendencia criolla pudo preservar ese <<yO»
C nd
197
Seigio \ilIdéo; Bemal
as
el culto de la nganga (<<magia», «poder»), culto de ancestros con fuertes elementos arrimistas
que consisten en creer que en los árboles o «palos» -de ahí que a sus practicantes se les
ic
llame «paleros»- y demás plantas existen poderes mágicos o <<fuerzas». Del sur de Nigeria
procede el culto de los orichas o dioses del panteón del pueblo yoroba, que dio origen a la
ér
s al
religión cubana llamada Regla de Dcha o santería, denominación, esta última, que alude al
la tori
Am
sincretismo ocurrido con los santos católicos -de ahí que a sus practicantes se les llame
«santeros»-. Otro culto muy relacionado con la santería es el conOCIdo por arará. de
origen beninense. Las deidades del culto arará, conocidas por vodunes, partiCiparOn, asi-
de di
I!1Ísmo, en el proceso del sincretismo religioso con santos católicos, además de traer desde
a E
Africa el influjo de los yomba. Además de estas tres religiones. indiscutibles fuentes de
préstamos léXICOS subsaharanos al español de Cuba, existe una sociedad secreta, especie
as o
el sur de Nigeria. nos referimos a las Sociedades Secretas Abakuá, cuyos miembros son
conocidos, indistintamente, por abakuás o ñáñigos, y entre quienes predomina el legado
Fo
efik-ibibio.
Durante el ritual, en cada una de estas religiones y asociaciones mutualistas se utiliza una
lengua esotérica, que fuera de su función en el culto no puede satisfacer las neceSIdades
de la comunicación cotidiana. Esta última función la realiza a pleni tud la lengua española,
en su modalidad cubana, muy salpicada de vocablos y expresiones de procedencia africa-
na. De estas lenguas esotéricas y de las jergas de sus respectivos practicantes, han pasado
al español numerosas voces de procedencia bantú (MaYImbe. «el buitre», que funge como
emisario entre el hombre y los poderes de la naturaleza, y que al pasar al español popular
significa <~efe»), yomba ~embó, «ofrenda de sacrificio y purificación»), abakuá (ñampe.
«muerto», del efik o ekoi ñankue), llldependientemente de que otros subsaharanismos
han pasado al español de Cuba, tanto en su forma coloqUial culta como popular, sm
vmculación con estas creenCias, como cachImba (<<pipa»), casJmba (<<pozo natural de
poca profundidad y con agua generalmente potable»), malanga (nombre de varias espe-
cies de plantas de la familia de las Aráceas, cuyo tubérculo es muy apreciado), ñame
(Discorea alata), etc. Además, se han preservado varios refranes, vertidos al español.
como «El perro tiene cuatro paras y solo canuna en una dueCClón», «ChIVO que rompe
tambor con su pellejo paga»
198
En fin, rico y muy variado es el legado subsaharano que ha heredado la cultura cubana.
en gran parte gracias a las religiones cubanas de ascendencia africana.
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199
Fo
C nd
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a E
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la tori
s al
Am
ér
ic
as
REMANENTES
UNGüíSTICOS ADJA-FON
EN LÉXICO Y CANTOS
RITUALES LOCAUZADOS
EN DOS MUNICIPIOS DEL
OCCIDENTE CUBANO
Hippolyte Brice Sogbossi
El estudio de la multiple raíz africana del pueblo de Cuba es aun dificil de emprender.
as
Quedan muchas indagaciones que hacer en el largo cammo que ha ido recorriendo,
desde principios del presente siglo, la cubanística en lo tocante a los estudios lingüístl-
ic
co-culturales de expresIones reltgiosas de origen africano.
ér
s al
pese al impulso que le diera Fernando Ortiz -padre de los estudios afrocubanistas-, Lydia
Cabrera y Rómulo Lachatañeré en las décadas del veinte y treinta del presente siglo.
de di
da por una serie de factores objetivos como son el desconocitruento de las lenguas
C nd
201
lingüístico dejado por los africanos a través de sus cantos, rezos, léxico y sabiduría
-proverbios, cuentos, leyendas o mitos-o El estudio de la lengua en varios de sus
niveles como el fonético, el léxIco y el oracional es un componente imprescindible para
lograr un estudio coherente y consecuente de las expresiones religiosas y culturales de
origen africano en Cuba. Permítaseme citar unos ejemplos.
Merece destacarse también el ensayo de Jesús Fuentes Guerra (1994) sobre los cultos
afrocubanos. En relación con los cultos bantú, hace una interesante comparación sobre
el llamado Palo Monte y el sistema de creencias bantú, notablemente de la región de
as
Zimbabwe.
ic
Sobre los llamados arará no ha habido trabajo sistemático de la envergadura de los dos
ér
s al
desde la Universidad Central de Las Villas en 1987, un trabajo sobre los remanentes
lingüísticos ewé-fon en Cuba. En 1992, mis consideraciones sobre muestras orales de
remanentes ewé-fon en Cuba han recibido una buena acogida en la Universidad de La
de di
Marcel Vinakpon Houndeffo (1995) sobre la misma temática -enfoque filosófico y lite-
rario- diversifica aún mas el estudio de la tradición cultural de los arará en Jovellanos,
as o
Arará es un nombre aplicado en Cuba. Haití y Trinidad Tobago a ciertos pueblos llega-
dos de Dahomey. La palabra «radá» o «aradá» se deriva del nombre de un reino de
Dahomey. En Cuba aún se conservan restos del fon (fongbé), del maxinu (mahí) y del
mina (gen). Aunque es cierto, como sostenía Alfred Métraux, que la palabra «rada» o
«aradá» se deriva del nombre de un reino o de una villa de Dahomey, AlIada, autores
como Rómulo Lachatañeré y sobre todo el mexicano Aguirre Beltrán aclararon que no
todos los cautivos llamados arará provenían de esta ciudad. Considero que bajo la
denominación metaétnica de arará entraron pueblos pertenecientes al grupo adja-fon,
denominación actualmente utilizada en Benin para este grupo etnolingüístico. En cuanto
a la denominación ewé-fon, usada en Afroamérica, se trata, igual que la anterior, de
denominaciones coyunturales e históricas.
Cuando en nuestros dias se inicia un estudio cientifico de una lengua, la premisa que,
por lo general, se nos plantea es esta: cualquier lengua está sujeta, en cualquier m~
mento, a cambios, a modificaciones.
202
R.emaa.entes liDgüístioos adja-fon ea léBoo y caIItOS ti.-es 1 ~ ea dos maidpios dd ocxi.deDte cubano
Se puede observar que la nueva generación habla el idioma de forma un tanto diferente
que la anterior. En el curso de nuestra existencia somos testigos de la aparición de
nuevas palabras y de la desaparición de otras viejas. Nuevas formas de expresión,
nuevos giros se abren a expensas de los antiguos, y si recurrimos a la ciencia lingüísti-
ca, con su ayuda, la verdad de la premisa resulta más evidente
Las muestras recogidas -más de 180 cantos y rezos, 100 palabras y un número consIde-
rable de proverbios, fábulas, adivinanzas, refranes, etc.- son fon, aunque existen casos
de préstamos lexicales de otras lenguas africanas. Estas especies de interferencias
lingüísticas se han podido observar gracias a mi condición de hablante nativo de la
lengua fono Es importante llamar la atención en el hecho de que se usan los cantos,
rezos y léxico según el lugar que les corresponde, es decir, hay cantos, rezos y léxico
as
rituales y también fuera del marco ritual.
ic
De las numerosas y variadas muestras, sólo probaré la efectiva existencia de remanen-
tes ewé-fon en Cuba y sus correspondientes evoluciones diferentes tanto en el corte
ér
s al
sincrónico como el diacrónico, a partir de una reducida muestra léxica y cantos ritua-
la tori
Am
Los Baró de Jovellanos son denominados arará magim (de la lengua mahí) y los Zulueta
de di
entrevistados en Perico son arará danxome (de la lengua fon). Las diferencias lingüísticas
a E
son varias pero ligeras como se evidencia en el cambio de la Z (fon) por la S (mahí) en
as o
por la F (mahí) en avun y afun «el perro». Esta diferenciación trascendió y se eviden-
ció en los testimoniantes. Si para estos koklozin es huevo sencillamente, en fon <<koklo»
Fo
está puesto para advertir que se trata del huevo de una gallina y no de cualquier otra
ave; y «zin» contracción de azin es «el huevo». En Haití, «koklo» es el nombre ritual
del gallo sacrificado en ocasión de las ceremonias para Legba.
-cambio de kp por kw
203
lippoIyte Buoe ~bos<i
Fon
I Remanente Traducción
¡olloZO 1_ ayakpa I
<<1a jIcotea, la lortu8Jl>'
Se toma la palabra ayakpá del yoruba (ayakpa): en nago (o anagó) -yomba que se habla
en Benín- es «ijugbe»
Igual que en Benín, el tomeguín es un ave muy chiquita, el más ligero de todos los
pájaros. Según Lydia Cabrera, «se eligíó a tomeguín de mandadero» (1948: 82). En el país
afrícano mencíonado es un pájaro mensajero, como supieron decir los testimoniantes
cubanos descenclientes de arará.
as
La observación de Lydia Cabrera me lleva sin embargo a pensar en una posible etímol<>-
gía fon de esta palabra. De:
ic
ér
s al
«mI:> «oentr(J)}
de di
a E
Es el pájaro mensajero. Y pudiera ser este un caso de influencia de las lenguas africanas
Fo
-SEMANTIZACláN
axosu yevotome es el término evocado por Miguelina Baró de Jovellanos para designar
al Embajador de Benin en Cuba De:
«mE» «adentro»
204
Remanentes lingtisticos adja-fon en léxico y cantos rituales localizados en dos municipios del occidente cubano
as
bo na le wa para volver
En ocasión deller Festival Internacional sobre los cultos vodun celebrado en Cotonou,
Fo
capital de Benin en febrero de 1995, fue ejecutado este canto por los descendientes de
arará al rey de Abomey. Este confirmó que el canto se ejecutaba por los esclavos enga-
ñados por la idea de que iban a regresar tarde o temprano al África.
Por otra parte, el caso de cantos rituales cuyo contenido según el testimoniante cubano
coincide con su contenido real en fono Se trata de: mi nyavalu obisese.
mi nyavalu alabamos
205
atinkpM nu kan lepan a todo
as
Es uno de los cantos dedicados a los muertos de la familia real de Abomey. Su culto es
llamado REnsuxwe, y la deidad principal de su panteón es Zomadonou. De:
ic
ér
s al
do: «llevar»
as o
C nd
CONCLUSIONES
Existen remanentes de la lengua fon en el léxico y los cantos rituales de algunos indivi-
duos pertenecientes a la tradición afrocubana de los arará. Se aprecian las siguientes
características a partir del estudio realizado:
-No presentan unidad lingüística suficiente debido a las interferencias de otras lenguas
africanas en los remanentes.
-En ellos, al igual que en la lengua original, existen combinaciones de fonemas que son
propios del sistema fonológico español.
-La lengua sacra del culto arará se reduce a palabras conservadas gracias a la tradición
oral y a veces escrita, pero no llega a constituir hoy en dia un medio de comunicación
oral ni escrita.
-La lengua oral de los arará está en vías de desaparición y su rescate es necesario.
206
FIESTA, CHANDÉ y
TIGRES EN TALAIGUA
as
A Xiomara Laugart
A Josu, mi hermano del corazón
ic
ér
s al
La Depresión Momposina es una región de Colombia ubicada cerca de la Costa Atlán-
la tori
Am
tica; está delimitada fundamentalmente por la presencia del río Magdalena, arteria flu-
vial vital del devenir histórico de Colombia y de América del Sur.
de di
Dada su ubicación geográfica la zona ha estado sometida desde épocas pasadas a una
a E
207
Esta participación se encanuna a una VISión de la afncarua en una Colombia mestIza
construida con la diversidad y riqueza étnica que ha caraetenzado nuestro país.
s
En la fiesta se reencuentra plenamente la dimensión sagrada de la vida. se
a
experimenta la santidad de la existencia humana (Mircea Eliade)
ic
La irrupción en la vida cotidiarla de un tiempo de fiesta, de permisibilidad, prodigali-
ér
s al
étnico elementos del mundo católico que han sido procesados de diversas maneras en
C nd
En las fiestas en Talaigua afloran los vinculos con la naturaleza y en cada ritual se
revive y celebra la interacción entre el ecosistema y la sociedad.
Allí está presente el universo del baile cantado o canto bailado, territorio de hombres y
mujeres alrededor del ritual del chandé.
El chanelé es un baile cantado que se realizaba y realiza en época de Pascua del Niño
Dios. No se presenta en toda la Costa Atlántica, y lleva diferentes nombres como
buUerengue, pajarito, tambora: «las gentes de antes tenían cantos distintos a los de hoy,
y todavía se oyen por ahí». (Ramona Ruiz).
Las diversas versiones recogidas dan el 25 de noviembre como el dia en que se realiza
el primer chanelé. En él se reúnen cantadoras, cantadores y bailadoras en tomo a los dos
tambores, a la tambora, a las palmas, y los mirones; con este ntmo se llega al amanecer
cantando y bailando.
208
Fiesta, chandé y tigres en Talaigua
Las cantadoras pagaban mandas al Niño Jesús para cantar todas las noches el chandé:
así lo relataba Fernell Matute al hablar de su tía y de su abuela que figuran entre las
cantadoras antiguas de Talaigua al igual que Asunción Arévalo, Ramona lturriaga,
Silvia Montero, María Eusebia Durán, Ramona Ruiz, María Mármol, Minga la períllona.
Estas mujeres cantaban toda la noche, pañuelito amarrado, anís estrellado para chupar
y su «preparado» compuesto de ron «ñeque», pimienta, panela y otras hierbas escogi-
das especialmente
La formación del chandé esta definida por la cantadora, el grupo de tres tamboreros,
las respondonas y los mirones. Alrededor de los tamboreros se colocan las cantadoras,
as
ya que las cantadoras establecen un diálogo con el tamborero
diálogo que hay que establecer con ellos «pID> quel tamborero toque bonito,
ic
porque si el tamborero tiene una mala cantadora, el tamborero no toca boni-
ér
s al
to, pero si tiene una buena cantadora y la cantadora tiene un buen tamborero,
la tori
Am
eso sí, ahí anlanecen y duran días y comienzan a dale y si no es bonito, uno
le dice: negro bonito, negro bemoon, negro color azul, pelo cucú, yo te quie-
ro, bueno y el tipo feliz (Sonia Bazanta, 1984).
de di
a E
Entre las respondonas, los versos que entona la cantadora son respondidos con un coro
y con las palmas: estructura musical propia del canto responsoria! que nos llega por los
as o
africanos a Colombia.
C nd
Básicamente han existido solo cantadoras aunque también se han dado cantadores,
capacidad esta que se hereda y aprende a nivel de las unidades familiares como lo
ilustra el grupo de cantadoras y bailadoras de chandé de Talaigua Viejo encabezado
por Ramona Ruiz o la vieja Ramos como se le conoce cariñosamente en la zona.
.. .10 grande es que uno cante y le contesten bien, son importantes las
respondonas y el baile, y los lllstrumentos y todo [...] mientras yo no estaba
en la fiesta, la fiesta no servia [...] cuando uno está cantando, toma unos
tragos para estar inspirado [...] la iguana era un canto muy desbaratado, muy
entusiasta, porque se volvían locos [...]. Eso no puede durar mucho tiempo,
pero sí como una hora, y cuando la gente está más alevantada dura más [...]
el tigre es más sereno, [...] son unos bailes desbaratados y bonitos [...] el
bailador se va al suelo y hace maravillas y sígale, mierda, yesos bailadores
se arrastran, que verraco baile tan mañoso [...] hay versos que son composi-
ción que uno compone. (1987)
209
El contexto de las cantadoras esta asOCiadO a un elemento importante en la construc-
ción de este ritual: el tabaco; ellas son quienes doblan las calillas calillonas y a su vez
fuman el tabaco durante la realización del chanelé. Tanto el tabaco como el ron ñeque
eran asuntos «Oficiales del Gobierno», pero ellas los comercializaban de forma ilegal.
producían en sus casas el ron y contrabandeaban con él y con el tabaco Este contexto
no ha sido estudiado a profundidad aún
Al pasar al mundo de los tambores, estos son realizados por la gente de la región, por
fanúlias de tamboreros, la de Prisco Castro, de Asdrúbal Padilla o la de Cástulo Acuña..
quien comenta:
Estos Instrumentos los hago yo. Hay muchas espeCies de madera [... ] unas se
llaman campano, tolú, naranjuelo, banco [... ]. Estos productos son mIOS,
[...] y tocar tambor lo aprendí por nuestros abuelos, desde que estaba niñito,
muy pequeñito, ellos nos ponían.
Esto es tradicional para todos los dIciembres. asl que ellos nos ponian yahl
amanecíamos al pie de ellos [.. ] para el cuero usamos venado, tIgre o saInO
as
(1987)
ic
Son el tambor macho y el tambor hembra de una sola membrana y la tambora de dos
ér
s al
membranas; instrumentos que hablan de la historia de africanía que vive aún en esta
la tori
Am
Yo comí maduro
as o
Yo coml gwsao
C nd
210
fiesta. chandé y tigres en Talaigua
Este ritual que comparte una raíz africana en su estructura textual y organológíca se
combina con elementos de índole católica e indigena en sus textos, articula una comu-
nidad alrededor del baile cantado, abre el espacio sagrado de la fiesta y conecta el
mundo material con el espiritual.
Ron, sancocho, anís, dulces, tambores, palmas, voces y danza ubican al chandé en el
ámbito de lo que se conoce como la cumbia colombiana, acercándose el chandé a un
espacio más africano a diferencia de la cumbia que articula a nivel organológíco la
caña de millo, instrumento de origen indígena. Un contexto ritual a ser más explorado
as
y que a través de los relatos de sus actores ha estado asociado a los africanos esclaviza-
dos en Colombia y sus descendientes.
ic
ér
s al
En el pueblo de Talaigua
la tori
Am
Yo vi del tigre
C nd
Yo no lo vide
Fo
Yo vi del tigre
Yo no lo vide
211
Fo
C nd
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de di
la tori
s al
Am
ér
ic
as
LOS SIGNOS
CUBANOS DE LOS
RITOS ABAKUÁ
as
-junto con la santería, el palo monte, el espiritismo en sus diversas variantes, los ritos
arará y el vodú- forman parte de la rica variedad de creencias del pueblo cubano ac-
ic
tual ér
s al
la tori
Am
Los ritos que conforman el complejo ceremonial religioso de las centenarias socieda-
des abakuá (constituidas en Cuba desde las primeras décadas del siglo XIX) tienen aún
muchos adeptos en unas ciento quince asociaciones masculinas ubicadas en las ciuda-
de di
Como bien ha señalado en un conocido ensayo el profesor y amigo Argeliers León -el
más profundo estudioso de este lenguaje ritual-
Estas sociedades cubanas, que sintetizan del otro lado del Atlántico diversos ritos pro-
pios de varios pueblos-etnias del área sudoriental de Nigeria (ibo, ibibio y ekoi) han
tenido un carácter secreto desde su formación inicial hasta la primera mitad del presen-
te siglo. Hoy día su membresía está constituida fundamentalmente por individuos cu-
213
banos, con independencIa de su pIgmentaCIón epitelial, y ha tenchdo a read.ecuar con el
paso de varias generacIOnes tanto sus elementos ntuales de base mltlco-ammlsta como
los signos gráficos, a sus respectIvos reclOtos de consagracIón o baroko
Quizá por el hermetismo de los ritos y por el permanente acoso que han sufrido los
abakuá por las autoridades, desde la etapa colonial y durante mas de cIen años, la
recreacIón del mundo plástICO del sIstema gráfico eremyú no ha trascendido a plenitud
en tanto lenguaje pictónco con toda su potencIalidad chruumca~ ya que 1TTUmpIT en este
ámbito ritual no ha sido nada sencillo
Este autor tuvo la posibilidad de haber nacido y crecIdo hasta los checiocho años en el
barrio habanero de Los Sitios~ pude observar desde la pnmera infancia las procesiones
abakuá; bailé desde los tres años al rítmodel viejO chsco A kamanyere efo. ayudado por
connotados íremes o «dIablitos» de la entonces membresla secreta L'sagaré AIUlanga
Efó, qUIenes acudían a diarIO a beber aguardiente en la bodega de mi padre, sita en
Manrique y Figuras -actual Mumcipio Centro Habana--, y a escuchar su más gustado
número en la vitrola. Luego, también tuve la oportunidad -<:omo etnólogcr- de estudíar
as
junto con Argeliers León los contenidos semiótICO y estético de estos signos gráficos;
que ha implicado, desde entrevistas con las jerarquías especIalizadas en esos trazos
ic
hasta el minucioso estudIo de las libretas o afó mpán, donde atesoran este caudal de
ér
s al
Información VIsual. Todo ello ha propiCIado la elaboración de una propuesta VIsual que
la tori
Am
el círculo de dominación., en torno al cual giran muchos de los SIgnOS del sistema eremyo
de Cuba. En la GéneSIS de anaforuana (Técnica mixta/cartulina; dIptlCO, 126 x 75 cm),
as o
obra insptrada en los personajes rituales que conservan VIVOS la trachclOn gráfica abakua,
C nd
tanto línea continua e infinita que se asocia con la unidireccionalidad del tiempo y con
lo eterno.
Tras el díficil bregar por los tern tonos en disputa, que rodean el mltlco y recordadO no
de la cruz (oddán) se efectuá la pnmera Confluencia al fambá (Técmca mIxta/cartuli-
na, 75 x 51 cm, perteneciente a la colecCIón de la familia Saracem. de Romal o recinto
de los ritos, como acuerdo organlzatlvo que permite rememorar -mediante acciones
convocatonas a la presencIa de un conjunto de ancestros-- los valores etlcos propugna-
dos por los adeptos que crean estas asociacIOnes. Al mIsmo tIempo. uno de los mas
SIgnifiCatIVOS resultados mltlcos y slmbolicos de la transculturaclón sudmgenano-cu-
bana es la representación gráfica de Aba'>í; concepcIón de una deIdad suprema en el
ámbito ritual abakuá La IrrupCión de Abasl (Técmca nuxta/cartulina. 75 x 51 cm)
dentro del sistema eremyo tIende a slOcreuzar elementos ntuales subsaharanos con el
contenido procesIOnal de ceremonias católicas que incluye la cruz latina como conoci-
do símbolo de los cuatro extremos o puntos cardinales, pero a la vez representa los
cuatro territorios (efi. efó. orú y blbí) en los que transcurre la VIda perifluvial de estos
pueblos en su referencia contextual africana
214
Los siguos co.banos de los ritos abalrná
La costumbre tradicional de acudir al río con un recipiente para recoger agua motiva
que un día, lajoven Sikán o Sikanekua, repita su diaria faena y sin imaginárselo se lleve
consigo al pez sagrado de los ekoi. El bronco sonido emitido por éste la asusta, su
vasija cae al suelo y el pez muere. Este fatal accidente es pagado con su vida. Ñampio
de Sikán (Técnica mixta/cartulina, 75 x 51 cm) recrea el prímer sacrificio humano de
carácter ritual, destinado a reproducir artificialmente la fuerza mágica contenida en la
voz del pez, identificado con el espíritu de Tanze, un antiguo jefe ekoi. Este rito ha sido
reproducido y teatralizado en Cuba desde la formación de las primeras sociedades
abakuá.
Por otra parte, el macho cabrío -el chivo en el contexto cuban(}- que es uno de los
símbolos universales de la fecundidad y de su fuerza genética implícita, sustituye pos-
teriormente este tipo de rito antropocida. El Sacrificio de mhori (Técnica mixta/cartu-
lina, 53 x 35 cm), el chivo y su ingestión ritual funciona como la asunción mágica de
sus poderes a la vez que de su piel se obtiene aún el parche para los tambores sagrados
y para los del conjunto instrumental biankomeko. En el orden ritual, Nkóboro (Técnica
mixta/cartulina, 53 x 33 cm, perteneciente a la colección de la familia Betancor, Las
as
Palmas) representa el signo de un íreme o ancestro de presencia confirmatoria, que en
el rito actúa como ayudante de la jerarquía Isué y como guardián del tambor sagrado
seseribó.
ic
ér
s al
Uno de los principales seres miticos que se vincula con el origen de las asociaciones
la tori
Am
simbólicos de mayor alcance en las diversas culturas de los pueblos pescadores~ pues
a E
La confirmación o certidumbre de cada uno de los pasos rituales deben ser también
avalados por un ancestro.lreme nkóboro erorí (Técnica mixta/cartulina, 78 x 53 cm)
adelanta su pie derecho si algo falla o hace sonar su nkaniká (campanillas metálicas
que rodean su cintura), para aprobar y dar continuidad a la ceremonia. Los complejos
pasos rituales y bailes propiciatorios de los íremes pueden sintetizarse en la ancestral
figura de mboko. La Salida de mboko (Técnica mixta/cartulina, 78 x 53 cm) asume la
función de cuidar el tambor sagrado ékue, a la vez que baila con una caña de azúcar.
Casi todas las religiones, desde las más primitivas hasta las más complejas, rinden
culto a los gemelos con mayor o menor énfasis. Aberisún y Aberiñán (Técnica mixta/
cartulina, díptico, 150 x 51 cm) son, en la mitologia abakuá de Cuba, dos íremes
(diablitos) encargados de sacrificar al mbori (chivo) en las ceremonias~ y determinados
practicantes de otras religiones populares cubanas los asocian en cierta medida con los
Ibeyi de la santería, debido al contenido esencialmente aditivo (no excluyente) de nuestra
religiosidad popular. Estas figuras representan la dualidad en la identidad~ la simetría
asimétrica, y en el orden estrictamente personal poseen una significación muy especial
para quien ha tenido la oportunidad paternal de un par de ellos.
215
Moruáyuansa (Técnicamixta/eartulina, 53 x 35 cm) es una antigua grafiaque SintetIZa
las funciones de la Jerarquía conocedora de la lengua ntual abakuá para los rezos
(nkame), cantos y otras relaciones grupales e interpersonales; asi como al ilustre conse-
jero de las principales «plazas» o míembros del baroko. Mpegó wanañón ngomo (Téc-
nica mixta/cartulina, 53 x 35 cm) simboliza la celosa preparación, uso y custodia de los
yesos consagratorios, signicos y emblemáticos, en tanto asunto propio de la respetada
«plaza» mpegó, cuya encarnación en individuos representa el atesorarrnento tradiCIO-
nal de todo un sistema de comunicación gráfica.
as
Las obras Confluencia, Disfluencia y Órbita de mokongo (Técnica mixta/cartulina, 65
x 43 cm) son tres estudios que sirvieron de referencia inicial para elaborar el conjunto
ic
que conformó la exposición personal de 1992 1 ya la que haré referencia más adelante.
ér
s al
domína plenamente el uso del yeso blanco, Biokokó Anamangui Vy asume con valen-
a E
tía, Eñón Anamangui VI, sus funciones rituales postreras. Serie de seIS obras (Técruca
míxta/cartulina, 53 x 36 cm cada una)
as o
C nd
Cada asociación está compuesta por un número de jerarquías principales. entre las que
desempeña un peculiar papel la de Moruá, conocedor de los cantos y rezos, a través de
Fo
Otro de los símbolos casi constantes del sIstema gráfico eremyó son las saetas (erikuá),
no sólo como componentes significatIVOS de la accIón de cazar a flechazos, SIOO en
I ve:- Urbe, Galaía Cultural Reacal.iva, La Habana, n. 8'2. 10-23 sept. 1992. p. 20 Y 23.
216
Los signos cubanos de jos ritos abakn&
tanto signos de vitalidad, rapidez y fuerza viviente. Las Disjluencias de erikuá (Técni-
ca mixta/cartulina, 75 x 51 cm) recuerdan las trayectorias diversas recorridas por una
parte de los miembros de la primera organización abakuá antes de integrarse y dar
lugar a la fundación de estas cofradías masculinas. Cada saeta nace de su base, se
transmuta y crece hasta brotar plenamente. Beroko erorí 1. 11, 111Y IV (Serie de cuatro:
técnica mixta/cartulina, 73 x 51 cm cada una) alude al antiguo cuito fálico que confir-
man los ritos subyacentes en las asociaciones abakuá. La concurrencia de los ancestros
al rito se convierte en la perpetuación de la vida a través del acto fecundante.
as
nino (la piel de la Sikán en el primer ékue), la tierra (reflejo de los conflictos previos a
la primera organización abakuá) y la línea interrumpida (propia del signo efi); al segun-
ic
do corresponde lo masculino (característico de esta exclusiva membresía), el cielo (que
ér
s al
Cuba.
a E
Arte «Teodoro Ramos Blanco» de La Habana, con especial apoyo de su entonces Di-
C nd
precisamente a significar las relaciones indisolubles entre los mitos y los signos gráfi-
cos abakuá, desde una lectura personal que trata de mover en el espacio pictórico un
conjunto de símbolos vitales o ultramundanos, pero sin que pierdan su esencia gráfico-
mágica, ya que en el orden religioso sólo se trazan en el cuerpo de los adeptos; en los
instrumentos musicales de contenido simbólico, que son colocados en el «altar» abakuá;
y en el suelo. En este último caso, el trazado posee una rica complejidad que
recontextualiza nuevos elementos figurativos de la flora como la palma y la ceiba para
hacerlas accesibles a pequeños recintos de consagración religiosa.
En esa ocasión, la muestra fue inaugurada y valorada por el antropólogo cubano Alber-
to Pedro Díaz, quien desde muy joven también ha conocido y estudiado tanto las aso-
ciaciones abakuá como la diversidad de sus signos gráficos. Lo más significativo para
el autor no fue sólo contar con la presencia de múltiples colegas entre historiadores,
estudiantes y críticos de arte, que por el conocido temor y raiga! prejuicio a todo lo que
huela a ñáñigos asintieron y callaron: sino muy especialmente por la asistencia de
varios adeptos abakuá del cercano barrio habanero de Atarés, quienes en acto de so-
lemne aprobación estamparon en el libro de visitantes, junto con su rúbrica personal, el
signo gráfico de su sociedad.
217
Ese rmsmo año, varios amIgos canarIOs conocIeron de la exposlclon y se entuSIasma-
ron para exhibir, al menos una pane, en el instItuto de EStUOlOS Hlspamcos del Puerto
de La Cruz, en Tenerife~ pero razones ajenas a nuestras voluntades lo impidieron. Asi,
la colección durmió dos años tras la puerta de la casa de otra entrañable amiga y cera-
mista canaria en Las Palmas. En 1993 una lamentable caída de agua entró en esa casa
e inundó desde la sala hasta la cocina; pero el paquete de obras, cual tallsman, inexpli-
cablemente permaneció seco e intacto ante la potencIal amenaza de destruccJon.
Por fin, Cristina Rodríguez Court del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM)
conoció las obras y con su singular encanto compiló varias fotos y esta breve reflexión
antes que el paquete, algo maltratado, marche conmigo hacia Suiza e Italia
as
ic
ér
s al
la tori
Am
de di
a E
as o
C nd
Fo
218
INFLUENCE OF ORI8HA
ON THE POPULAR ARTS
IN TRINIDAD AND
TOBAGO
Rawle A. Gibbons
The orishas have an enduring presence in the arts ofTrinidad and Tobago. The emphasis
in this paper in the popular arts does not mean that the orishas do not appear on the
as
«fine arts» or painting, dance, music and the drama. The intention here is to showthe
centrality or rather immanence of the orishas in the works through which African-
ic
Trinidadians have chosen to express a sense of their worldview and identity.
ér
s al
In faet, people-based as these arts are they stoOO in early colonial times in contrast and
la tori
Am
tural autonomy and assertiveness in our young, ethnically mixed and ofien very confused
a E
nation. At the same time, one must not lose sigbt ofthe transformation these arts are
experiencing today as indigenous creations in response to the pressures of the massive,
as o
materializes its chosen image (Lion King, Pocahontas, Batman... ) in any imaginable
form within om living space/psyche. These arts serve in this context to maintain
Fo
proportion in the distribution of the offering food, as it were, between Eshu in all his
manifestations and the other deities.
The people ofpost-emancipation Port of Spain where and when the ground was laid ror
our popular arts represemed an extremely heterogenous society. There were African-
creoles sorne speaking French creole, others English creole, Spanísh-speaking peons
from Venezuela, East Indians indentured to the sugar estates but whose presence would
be increasíngly feH after thetr term of indentureship, liberated Africans speaking Twi,
Kikongo, Yarraba as a group or sub-groups ethnically distinct from the creoles. Above
these masses where the colored and black «respectables» and aboye those the French
Creole and Bntish elite.
While each group/sub-group had its own festivity, the African-creole Carnival would
emerge by the turo ofthe century as the form receiving the greatest social participation.
Carnival had developed out ofthe sub-culture ofthe barrack yards. In faet the class of
lawless men and women referred to as <qamettes» who inhabited these yards were the
219
artists, innovators, warriors and performers who created a popular ethos and art from
an African-Caribbean base. (Pearse, p. 192)
Out of this bacchanal of ethnicity, of confliets of class and comers all taking place
among a group relegated 10 the fringes ofSOCJety Carnival and i15 asSOCJated arts emerged
as forms ofprotest and affirmation ofthe selves slavery and colonialism had sought to
deny. The three major arts of Carnival are mas' , kaiso and steelband. These present a
means ofassessing the nature ofthe relationship between Orisha beliefs and practices
and these areas invested by the wider society with identity-centered meanings.
MAS
There are two opposing views of mas-playing today among the Orisha cornmunity.
Sorne leaders enjoin their followers not to indulge is mas-playing. This may have to do
with the feeling across most religions that the lack of control in the festival encourages
loose moral behavior. This view also comes from communitles outside ofPort ofSpain,
as
the centre ofthe Festival. On the other hand Orisha people have traditlonally taken part
in Camival and continue to do so. African masquerade figures transferred to the Carnival
ic
context losing sorne of their specific religious values but gaining as creative entities.
ér
Maureen Warner-Lewis pointed to the African links of the Moko Jumbie or stilt mas,
s al
the Dragan mas Robber, Jab Molassi and others. It is Orisha people who played African
la tori
Am
warrior mas - Ju-Ju and Black Indians. Though traditional mas 15 i15elfa dying tradition
sorne ofthese characters are still seen on the stree15 today
de di
A Nigerian visiting Trinidad remarked that at Carnival he sees orisha everywhere. This,
a E
1 believe is not because of any direct representation of the deities, but because their
as o
of life. The earliest reference to and possible roo15 of Carnival may be the Festival at
the Egyptian city/temple al Abydos, the existence of which is mentioned as early as
5000 yrs. Be. The Greek v.orship ofDionysus «the god from the East» drew on Egyptian
rites and through Greek and later RomanlCatholic civilization the festival appeared In
other parts of Europe. We have in Carruval therefore an originally Ajhcan festIval
being brought in 115 European mask to the New World where it is re-integrated with
sorne ofi15 original elements. No wonder our visitor saw «oTishas everywhere». What
eventually emerged however is both anclent and new In that actIng out ofthe realities
and pressure of a new social SI tuation. the onshas manifested themselves in completely
different ways.
Jouvay, the opening phase/prelude ofthe Camival drama welcomes the coming ofthe
ancestral spiri15 to the «fete»/feast. From this pre-dawn darkness on Carruval Monday
devils, jabs, skeletons, as well as satinc and mischievous mas emerge. Whatever the
portrayal the feature common to all Jouvay mas used fo be the weanng of a mask. Thls
basic fact lent an eeriness even to the non-threatentng mas. In fact the notion and
experience ofjear among both chiIdren and adul15 was characteristlc of Jouvay ntes.
220
Inflnence ofOrisha on the popular arts in Trinidad and Tobago
The feast/«fete» itself presents o/Jermgs ofthe (<selfas» for the pleasure ofthe dogs. In
presentíng «self as» the masman becomes the work of his imaginallOn m aH its God-
gíven and daring glory. As for every spirítual event preparatíon and self-sacrifice are
compulsory. The masman may deprive himself of material necessities to save up and
buy materials to build his costume. The living circumstances of sorne ofthese traditíonal
players is ofien in stark contrast to the power and glory of the mas they become. He
gíves of his best not to the judges (Smokey loe) but to his gods before whom aH are
wínners. His satísfaction is to live to repeat his offering the foHowing year in even
greater glory.
Traditionally the actual process of becoming for sorne mas is itself ritualistic. Masmen
playing Dragons and Devils are said to offer prayers before entering the completed
mask. Once enmasked, there is ample testimony to suggest that it is the mask that takes
overo Mas' here is constltuted both by mask (character) and musíc that propels the
festival.
The ritual ofthe festival al so demanded traditionallythat parts ofthe costume be disposed
as
of, other parts kept and recycled for the following year. How much of the practice is
determmed by sheer economics remains a question.
ic
Interestingly, while religíous motlfs of other faiths (Hindu and Christian in particular)
ér
s al
have been depicted in mas, always with controversial responses (Halleluia, Shiva) there
la tori
Am
seems to have been no documented attempt to portray the orishas. There is the belief
among masman that Egypt is a tabooed subject. They gíve accounts ofmisfortune and
de di
death befalling masmen after these portrayals (George Bailey). The fear and mystery of
orisha is strong enough to still to forestall any such depiction, it would seem. (Halleluia
a E
Controversy).
as o
It is equalIy possible that the absence ofthis representation may reflect on the relatively
C nd
low visibility ofthe religíon. Carnival as a social drama is a!ways about the contest for
territory. It is the stage on which newcomersiideologIes must meet and grapple with
Fo
rooted concepts and kings, and al! this within the larger, annual plot m which the sacred
and profane, the private and public, the politician and the populace fight one agamst
the other to protect, grab or recapture space that may have been «formal!y» taken/lost
during the daily social dramas ofthe past year. Onsha as an instítutÍon has not vísibly
been pan ofthese contentíons.
The presence of the orisha in Carnival is nowhere gíven better testimony than through
the voice of calypsonian David Rudder, who ín «Bahia Gírl» smgs of an encounter
between himself and a sensuous Bahianiorishaimuse visiting Tnnidad Carníval:
Then 1 star to notíce
Like you 15 a Baptist
She say, Darlíng, no no.
My darling is not so.
You see Trinidad and Brazil
221
Ka"'e A. Cibbo....
(Rudder, 1986,
Onsha is a powerful underground river nourishing not only popular arts In Trinidad but
connectmg Truudad Wlth other centres of African creatlVlty m the diaspora If m CanuvaJ
the appearance of the orisha is ofien diffuse and as masked as the festival ttself. ItS
as
conneetions with Calypso, the popular music ofTnmdad and Tobago, are much more
apparent.
ic
ér
In the first place there's the question of origin. The Calypso is rootOO m the tradition of
s al
West African praise songs. Maureen Warner-Lewis refers to Yoruba song types the efe
la tori
Am
(boast, provocatlon, insult) and ole (defiance, challenge) as being partlcularly sulted to
theJostling competitive environment described earher of post-EmanclpatlOn Tnnidad
de di
She also pomts to the function of the Senegambian gnot of the rank of Mba Jalo, who
is itinerant and compases topical songs (as against the courtly Mansa Jalo or the Danna
a E
Jalo who sings ofhunters, animals, magic and daring). (Wamer-Lewis «Yoruba Music
as o
The very narne ka/so, the original narne ofthe song m Tnnidad is an Igbo term ofpraJse
Fo
and encouragement. This suggests that the song is itself a synthesis ofthe various Afncan
influences in Tnnidad (Congo, Mandinka, Mbundu, Hausa, Kalabari, Rada, Soso,
Yoruba, among others), musical and oratoncal struetures from the French and British
traditions (including eccleslastlcal and legal dialeets), folk songs and the songs ofother
folk.
222
Glossed by Maureen Warner-LeWls as «OJO ro mi» the stnger IS complam to the god
that heis suffenng. The toneofthe lament rendered in the mlnor mode In faet dornmated
the calypso ofthe fírst three decades in thls century. Hence, though the language haa
long changed from Yoruba to French creole to Enghsh, the formlmode In which the
kaiso was sung gave evidence of Afnca in the fusion; (<<Ah look at misery>l. «lt was a
bacchanal» )
The response ofthe smgers ofthe 30's however to Orisha as a rehgIon and to African
spirituality ID general denied these links. The African-Christian religion caBed Shouters
or Spiritual Baptists in Trinidad received particularly harsh treatment from the
calypsonians. This rehgion had been banned by the colonial government from 1917·
1951 and the ridicule its adherents received by black calypsonians was matched only
by the brutality ofblack pohcemen in enforcing the la",
Perhaps through fear of lts power, Orisha fared a little better as a subJect 10 calypso
Perhaps as a public interlocutor and social aspirant, the calypsonian of the 30's felt It
necessaryto distance himselffrom wha1 was obviously part ofhis own genesis. But the
as
links between the two are deep and enduring. Wamer-Lewis concludes that the
Shantwelles in the Orisha «pa1aiS)1 as in the «Kalindall gayelle were the same slngers
ic
who loo the Carnival bands, 10 other words who became the calypsomans as the an
ér
s al
form evolvOO. Contemporary evidence of this can be Clted In the case of the slnger
Sugar Aloes, a popular calypsonian whose background and trammg were 10 the Orisha
la tori
Am
yards where he chanted. Sirnilarly in the 30's, calypsonian The Growling Tiger whose
African ancestry was CongolYoruba attended feasts and saraccas Wlth his grandmother
de di
and was very knowiedgeable about Tnnidad's Afncan culture. Though he too, candemns
a E
the Baptists in one song, his description of an Orisha ceremony conveys one of the
most striking and powerful images in calypso:
as o
C nd
ITiger «Yarrabashango»)
In making recordings however, calypsomans were not averse to mlrung the wealth of
Baptist and Orisha music. (Ogun Karanga).
In thelr ambivalence, calypsonians from the 30's onward tended to focus on the more
sensational aspects ofthe Orisha worship, rnisrepresentIDg the religion in the process
and reinforcing the fear and taboo with which the religion is still Wldely regarded.
Sparrow's «Shango Maro) (1967) illustrates this amblvalence. The persona in the song
moves from a position of ridicule to initiatlon and eventual leadershJp of a «Shango
band». He invites hls audience to «follow (him) and COme)l, yet the chorus ofthe song
says: «1 beat the drum to Ba Lucifer», a statement reaffirmmg the Chnstian obsesslOn
that Orisha is devil worship
223
Ilnoie A Gbl>o...
work (<<Hammen), «Calypso Muslc». «Power and the Glory») J WlII gJve three other
examples, each from a different angle Lord Nelson, a calypsoman and Onsha devotee
gives his account of inItIation in song from an mSlder ,s' experientlaJ viewpomt that
stands in stark contrast to the spectaeles of the past, though the defenslveness against
the contempt ofthe widersociety is still there «Aladonye»
Also coming from an insider's experience but of the Spiritual Baptist religJon IS
Superblue. His first hit «Soca BaptIst» f 1982) desCrIbes and uses the infectious Baptist
rhythms. While It celebrates the music, the song does little to change the stereotype of
the Baptist religJOn as bacchanalla. There was protest from the Baptlsts to thlS song and
as a result it was withdrawn from sorne radIo statlOns
1am drawing attentlon however to the fact that in Superblue we find a calypsonian who
has built his professionallmaKe on his religJon. His very sobriquet fonginally «Blue
Boy») derives from the deep blue colour used in Baptist wear and ceremonies.
Symbolically blue wards off eVll The singer's cosrumes therefore all bear thls colour
motif. He also consistently wears a headwrap as IS traditlOnal m the Baptist and other
as
African derived farths Further, Superblue has discovered that he need not sing abaut
Baptists in order to make use of the music which is in him He has been for the past
ic
decade the most energizing Roadmarch champion, creatmg music which aJways draws
ér
on his religious roots. Lyncally as well, hls work has become more condensed and
s al
poetlC as agarnst perhaps the rhythmlc reallsm of «Soca Baptlst» Ftnally m the
la tori
Am
presentation ofhis songs - in his movement and styhstlc slgnatures - Superbl ue marufests
his rehgion.
de di
The third exanlple is Shadow This calypsonian, mysterious as his name, erupted on the
a E
scene in 1974 (though he had been singing at least two years before) with a song abaut
as o
adevilish bassman called «Farrel» who played hls music 10 Shadow's head
C nd
With tbat, Shadow or Farrel had the whole ofTriOldad]umpmg Wlld, Afncan, Indlan,
black and white At the first level it IS clear that the singer has created arllmage of hls
224
iDlI....."" ofOtiobaoa lbe populal_m 1nniáad aad 1ob"",o
relationsbip with bis muse of music which is a possessionJ onsha relatlOnship. Further
through the power ofbis bassline, he was able to pul! a chord deep In his audience thar
sounded faintly familiar yet evoked a new rush of energy and celebratlOn. While none
ofthis ís entirely unconnected from the political contexUconsciousnesslsub-conscious
ofthe day (post-Black Power repression, unchanging hegemonies, the cynical whittling
away ofdrearns... ) the appeal was to a force much deeper, older and purer than anythlng
the society had recently experienced 1cannot at this point state anaIytIcally that Shadow
made use ofOrisba music, but perbaps the c10sest reference In hIS chord structure was
that ofthe old tIme steelband wbich we shall discuss shortly.
Over the years Shadow has continued to visualize more tban any other calypsonian, bis
musíc asforr:e- an active, compulsive entity. Tbis, to my mind, is an Orisha engagement.
I don't believe that Shadow is an Orisha devotee - or needs to be, he does not even
refer to the religion in his songs. However, he characterizes energy as a source of truth
in itself; through music, his songs say, the injustices ofa wrongsided world wiIl be put
right and people of a11 nations can be free to be themselves. In this conceptualization of
force as an active protagonist in the affairs of men and in the way in which Shadow,
as
garbed in black like a priest afthe Unknown, transmits this force in performance, we find
Orisha.
ic
ér
s al
Far from being content with these vebicles for their power the Orishas have thrown in
pan, the steelband ofTrinidad. Under conditions similar to the jamettre yards in the
la tori
Am
story however which we cannot develop here, represents the process of continuous
a E
protest and resilience of black cultures tbat have been true from the first contaet of
Europeans with Africa to today.
as o
C nd
development of the bamboo drum, tambour bamboo, through which African people
retained their spirit in the contention that is Carnival Carnival has a1ways been more
tban masand its music speaks that message. J. O. Elder makes the poInt:
By the 1920's bamboo was outmoded as a vehicle for the more sophisticated calypso
(roadmarch) melodies and for the increased SlZe ofbands as Carnival moved upward In
acceptabílity. The Carnival orchestras reflected the hierarchical structure of colornal
society, as lO. Elder tell us, from the bamboo bands at the bottom lO jazz type ensembles
at the upper end and every likely combinarion in between. The weight of colonial
225
oppression on the backs ofthe people as well as the aesthetlc evolution ofthe festIval
itself converged and climaxed in the 1930's at the crossroad of rebelhon thal was the
pan.
The steelband, created by the teenagers of the day, was not a racially or politically
conscious invention. However m drawing on what was available in their environment.
in applying what was within thelr expenence, these youths inevitably and by reflex
rather than reflection, drew on Orisha. This faet is clearly stated in the testlmony of
John Slater, captatn of one ofthe early bands.
as
There is no doubt in my mind whatsoever, thal it was because of our African
ic
heritage that we emerged from beatmg the Shango drums to the bamboo and
ér
s al
shango drums must have been one ofthe first things that myeyes ever beheld...
Most of the steelband pioneers I knew grew up in the sarne Shango
atmosphere Most of us pioneers grew up beating the Shango drums and
de di
singing lhe various African songs.. There was a time when the GovernmenL
a E
Slater a1so in an interview with this writer testified to people jumping «in a frellZ)') to
Fo
steelband in the early days as if «catching the SPlfit». These Iinks and those between the
steelband atId the Baptist religion are further explored in a recent publication on the
origin ofpan by Dr. Fido Blake As a truly natlOnaI atId indigenous inventlOn the pan
has been influenced al so by Indo-Trinidadian drurnming (t~'a) teehniques atId European
(piano) tonal qualitIes. But as we have seen throughout history and in our daily hves, an
orisba by any other narne is sulI atI onsha.
The Orishas have mfused the arts ofTrinidad and Tobago atId contmue to work in ways
that are dynarnic rather than dOgrnatIC or ostensibly «rehgIous» There IS no separatIon
m the AfricatI worldview between the sacred and secular Thls IS the first factor which
makes it posslble for the Afro-Tnmdadian arts to be Imbued \'t1th ongInal force. what
the Western mind calls «hohsm» but we know sImply as .\pmt In the second place, the
orisbas offer the ans the resource of myth, ThJS aspect IS uncter-explored in Trinidad
and Tobago, though a few artJsts (the early work ofBeryl McBurnle, atId Astor JohnsoT!
in dance, the pamter LerOl Clarke) and sorne Best VJllage (folk¡ thearer, point the way
Finally, for the African-Caribbean artlst the orishas offer self, the crossroad of
reconciliation between bemg atId hIStOry thar remaJns the quesr.
226
«PA LA OSHA TAMBÓ».
POR UN CUERPO
INMEDIATO: LOS
CIRCUITOS SANTEROS
EN LASALSA*
as
larga duración de Eddie Patmieri y su orquesta titulado Eddie s Concerto. Editado en
1976, este disco forma parte de uno de los momentos más densos que ha vivido el
ic
género denominado con el nombre de salsa.» Pero mi relación con la salsa produjo,
ér
s al
ante la frase que recoge el título de la canción, un cortocircuito en medio del relato
la tori
Am
historiográfico que apenas ensayaba. Decidi narrar desde la inmediatez que reclama de
SUS interlocutores el género salsero. No hablo de inmediatez como un posicionamiento
critico por el cual no transitan mediaciones ideológicas o discursivas, sino de inmedia-
de di
los saberes de una cultura El título de la canción de Patnueri, la frase «pa la osha
tambó», pudo haber servido como un pretexto para emprender un análisis positivista y
as o
un oricha en una comunidad afrocaribeña Sin embargo, creo que lo obvio no es sinó-
nimo de la transparencia o de la simpleza costumbrista. Y quisiera, además, asumir la
Fo
"'Elta es UIllI vasiá:l preliminar de uno de varios textos que fonnarán parte de un libro sobre la salsa.
1 Fraotz FlIDen: «Sobre la cuhura nacicna1». al Los condenados de la lie"a. trad. Juliáll Campos (M6eiro:
Fendo de Cultura fumémica, (1961)1986): 204.
227
Por lo tanto, decidí adentrarme en los modos de representación y gesticulación del
género salsero cuando en algunas de sus canciones son aludídos componentes, presu-
puestos, deidades o rituales del sistema de creencias afrocaribeño conocido como san-
tería o Regla de Ocha. Habré de detenerme en ciertas canciones, grabadas durante la
década de los años setenta, que no constituyen por si nusmas homenajes o saludos
evidentes a los orichas o al mundo de la Ocha, sino canciones que articulan algunas de
sus claves y especificidades. Me detendré en canCIOnes en las que «lo santero» funcio-
na como una suerte de conductor para escenificar algún gesto, alguna propuesta. No he
querido asumir las referencias o signos santeros en la díscografia salsera de entonces
como meros datos de una «influencia», de una herenCia o contacto cultural entre los
participantes del género y el sistema de creencias en cuestión Leere dJchos SignOS y
referencias como parte de las operaciones del género salsa.
La salsa, como género dJscurslvo, ensaya modos de narrativización que gustan de pro-
ducir y desplegar sus sentidos como una suerte de experiencia inmedíata, contigua al
oyente. Participar en una canción de salsa es una forma. entre tantas, de producir y
activar modos de cierta senSibilidad canbeña. La salsa es una suerte de maqUIna en-
as
samblada sobre una sene de metáforas matnces que aspiran a consUtulT la mmeclJatez
entre el sonero y el público, la orquesta y el bailador, entre el tema de la canción y los
ic
modos de narrarla. Una gran cantidad de canciones salseras incorporan, por ejemplo,
ér
s al
las metáforas del viaje (espacial, musical o sensorial), la comida. el gozo amoroso o
la tori
Am
sexual y, claro esta, el bembe santero, para hablar ya sea de la cotldJanidad del barrio,
del prejuicio de clase o racial, o del acto mismo que supone cantar salsa. Una canción
de salsa gusta de apropiarse del registro de la amistad y la cercanla: el sonero o la
de di
podríamos decir es el destinatario ideal de un texto salsero. Esto no significa que entre
amigos todo se sepa, sólo se comparte cierta cercania y solidandad tan frágil y contun-
as o
Ante la operatividad salsera, por lo tanto, decido nomadJzar mi relaclOn cntlca con el
corpus pues he viajado por la salsa y continúo viajando por ella con dJversas miradas y
equipajes. Soy, además, un lector marcado por la experienCia que supuso crecer en el
Puerto Rico de la década de los años setenta y principios de los ochenta Yo fui uno de
los tantos adolescentes que entonces «inauguraba» con su familia lo que allá se den(?-
minan <<urbaruzaclones de clase mema», mientras escuchaba canClones que me arreba-
taban, en más de un sentido, pero que comprendía mtermitente y parcialmente. Enton-
ces nada sabía de los contextos y las historias que arrastraba la salsa puertorriqueña
como un producto cultural decidJdamente marcado por la emigración y el exilio a los
Estados Unidos y por la experiencia urbana neoyorkina. Sin lugar a dudas, para un
practicante o esrudJoso de la santería, el trademark vocal, del Sonero Mayor Ismael
Rivera, la exclamación <decua Je)'» es un enunCiado comprensible y fihable a las for-
mas de reverencia ante la dJosa Oyá. Para mi era solamente una expresión felIZ y dJstm-
tiva de Maelo yen mi adolescencia lo relacionaba con las cientos de palabras, somdos
y gritos que recorrían las canciones: «salte pallá», «ahí», «qué rico», «echa», «ajá».
entre otras. Tampoco entendía, pero en aquellas noches en memo de un bai le no me iba
a preocupar por tales asuntos, cuando Héctor Lavoe proclamaba que con «los santos no
se juega» y había que hacerse «una limpieza con Rompe Zaragüey» Entonces tampoco
228
percibía la mezcla de urgencia y alegría en la voz de Gilberto Santa Rosa, cuando en la
reedición del viejo numero de Justi Barreto, advertla, con su «Sarabanda, Chango ta
beni», del inminente enfrentamiento entre Oggim y Chango. Ante esta situación se
podría decir «que para el buen entendedor, pocas palabras bastan» y que los nombres
de los orichas, o las palabras en yoruba que recogen estas canciones estaban destinadas
únicamente a ser reconocidas por los practlcantes~ sin embargo, sospecho que, tal vez,
un número considerable s100 mayoritario de las personas que antes disfrutaron y aUn
hoy bailan al son de la salsa puertorriqueña no dominan del todo estas referenCias. Por
otra parte, el género no le exige tal experllse a su publico y creo que hablar de intencIO-
nes limita y achata la densidad de este corpus literario y musical afrocanbeño en sus
múltiples registros y participantes. Habría que hablar, en otra ocasión, de otro tipo de
comprensibilidad, de otro lugar, precario e intermitente al experimentar estas
especificidades textuales, nacidas sobre todo de la mezcla y de la yuxtaposición en el
momento en que un radioescucha o una baliadora se s1Otoruzan con la salsa.
as
Ismael Rivera, en una canción al Crísto negro de Portobelo en Panamá, narra -remedando
a Pablo en Damasco- cómo ha escuchado la voz del Cnsto, entregándole las tablas de
ic
la ley y la politica de la amistad salsera -<:omo Jehová hiciera con MOisés-. A diferen-
ér
s al
cia de los mesías o los profetas, el sonero iba camino a un vacllón y adernas llama
la tori
Am
yo estaba en un vacilón,
a E
cuando ya me divertia
Fo
y empezaba a vacilar,
no sé de dónde una voz vine a escuchar:
«y qué expresión tiene tu rostro,
se refleja la alegría,
estás rodeado de tanta hipocresia,»
es el nazareno
que te da consejos buenos:
, Dentro de la cultura pucrtocriqueña esta palabra tiene divasas signific3CI<.n<."S, no todas fclivas. Pero
para localizar mejor el uso de la palabra por la voz de Maelo reuJnicmos los versos de Pedro Pirtri en
su célebre «Puerto Rican Obiluary»: <<Aquí Qué Pasa P...... er is ~ 's happenmgl Aquí lo be called
negritol means to be called LOVE.» PPidri: Obituario puertornqueiloPuerto Riean Obituary. trad
A Matilla Rivas (San Juan: lrutituto de Cultw-a Puertornquriia, 1977).
229
«a quien no mires a quien,
dale la mano al caído,
YSI acaso bien malo ha sIdo
dale la mano también,
házle bien a tus arrngos
y ofréceles tu amistad,
Yverás que a ti lo malo
nunca se te acercará,
en cambio todo lo bueno.
contIgo siempre estara.»)
as
El Cristo le dijo que cuidara a sus amigos y que no cediera en su plante, en su pose. en
su alarde, en su trabajo. Maelo cita la letra que le ha dado el Cristo negro que es todo un
ic
himno a la solidaridad del amigo. En la salsa se le habla a alguien que está ahí alIado,
ér
s al
se le responde a los instrumentos, se los deja hablar para que nosotros «comprenda-
mos». Se pueden encontrar en las canciones de salsa, por centenares, saludos. interjec-
la tori
Am
ciones, interpelaciones, preguntas, mandatos para que escuches: «Óyelo biero>, «escu-
cha», «oye bien mi amigo», «suénalo», «sacúdete» entre otras. Saberse, entonces, con-
de di
vocado por la salsa es sentirse tocado, en-notado en alguna fibra, en-clavado en alguna
a E
costa o cuerpo.
as o
Así, recoger lo azaroso como tema, lo casual, el encuentro fortuito es una estrategia en
C nd
muchas de las canciones de salsa para simular que se está hablando de algo inocuo.
Siempre se está llegando a la rumba, siempre se está fonnando un bembé, siempre se
Fo
Se formó la rumba,
se formó la rumba,
todo el mundo contento está,
y ya V1enen los soneros.
rumberos a armonizar,
empiezo yo por cantar.
I «El nazareno» al Fania AlI Stan Uve. llU1tI: (D.R.). Canta: úanael Rívera, verSHD al vivo. 5:40, fllllla,
JM-CD 00515.1978. Ve.- versién al Eclipse total, al elita grabacién aparece cano llU1tI de la caocién
Hcmy D.Williams. Tioo R=xds, LPS 88606, 1975.
230
una cumbia pa Colombia,
un guaguancó a Venezuela,
son montuno a Panamá,
y cuando voy a empezar
a cantarle a mi Borinquen,
viene uno a interrumpir,
dice que el señor sereno,
a mí me manda a dormir.
(Coro) Señor sereno, ¿por qué me manda a dornur?
(Soneo) Ay que yo no soy quiquiribú,
yo soy un negro carabalí [... ]4
as
ic
Esta composición narra un intento de censura ante una canción dedicada a Puerto Rico.
El sonero -joven que <<ya tiene veintiuno»- ofendido al ser interrumpido y negársele la
ér
s al
«sereno», el cual regula las calles y marca el tiempo en el vecindario. El toque de queda
para la canción dedicada a Puerto Rico hace que el sonero desafíe la orden jugando con
a E
las resonancias del vocablo «sereno» que contrastan con el ritmo y el tono de la can-
as o
ción, además de que el sonero asume su identidad carabalí al reclamar su canción para
C nd
Puerto Rico. No hay que olvidar que carabalí en muchos textos del siglo XVIII y XIX
tanto en Cuba como en Puerto Rico era sinónimo de esclavo rebelde y antropófago,
Fo
• «Seña- Sereno» en Jeny Masucci Presenls...Super Salsa Singers Vol.Jlf. auI.<r: l!maeI Miranda. Canta:
I!maeI Miranda, 5:20, Fama Rec(Y(ls. JM 580, 1980
, Angel G. Quintero Rivera: .<La música puertorriqueña y la CXWltra-<:U1tura democrática; espwtaneidad
hbertaria de la hez-encia cimarrcna», Folklore Americano, n. 49, (ene.- jlDl. 1990): 135-67.
231
rriqueñas en las que Quintero Rivera lee tendencias al retraimiento más que a la con-
frontación directa ante las prácticas del estado colonial. La proposición en tomo al
camuflaje me parece una de las más innovadoras dentro de su trabajo y, de hecho,
facilita algunas de mis aproximaciones a la salsa. Sin embargo, si tomamos como eJem-
plo el desafio simultáneamente urbano y carabali del sonero ante el sereno en la can-
ción de Ismael Miranda, podemos apreciar cómo la salsa camufla precisamente un
efecto contestatario, una risa corrosiva, una propuesta oposicional desde la aparente-
mente inofensiva y muy masculina reunión callejera En última instancia «Señor sere-
no» es una canción que habla de las formas del silencio y la prohibición colonial ensa-
yadas ante formas de reunión y celebración populares. El camuflaje, despojado de
implicaciones sociológicas y etnográficas, es un contexto al intenor de algunas cancio-
nes de salsa: hay canciones de salsa que camuflan el tejido de sus tópicos, la lógica que
las estructura y el «sentido» de sus imprecaciones; en muchas de estas canciones mien-
tras se está hablando de un viaje al mercado se habla de las sensaciones que produce el
viaje narcótico, mientras se habla de la comida se cuela una reflexión en tomo a la
música, en tomo al sexo, en otros momentos hablar de ciertos estereotipos populares
(el vago, el borrachín, la prostituta) puede revelar también una crítica y una resistenCia
as
hacia las construcciones de los sujetos por parte del Estado. Más que un rostro marca-
do por los hábitos del retraImiento, la máquina salsera, se hace la tonta, se hace la
ic
pendeja en medio de la plaza fortificada no para «escapar», sino para fundirse con el
ér
s al
escenificada: los puertorriqueños nos llamamos «primo, papá, compm aún antes de la
violencia Camuflar la respuesta y trabajarla constantemente no significa necesarIa-
mente evadir una oposición, tal vez se trata de esquivar una violencia represiva simu-
de di
lando la inocencia. Con Josefina Ludmer diríamos, que en el corpus salsero emergen
a E
mecanismos de resistencia, esas «tretas del débil», similares a los que ensaya Sor Juana
Inés de la cruzó en su «Respuesta a Sor Filotea» ante las autoridades eclesiásticas del
as o
México colonial. Decir que no se está diCiendo, y en lo que digo que no he dicho nada.,
C nd
Ahora ¿qué sucede con esta cercanía constitutiva del gesto salsero cuando aparecen los
signos y los referentes santeros?, ¿de que modo se inserta o reelabora las especificidades
santeras la máquina salsera? Seria imposible anotar, en estos momentos, todas las refe-
rencias o las canciones que Implican a la Ocha. Como sabemos, espiritualidad y
corporalidad no son experiencias ni zonas escindidas en muchos de los sistemas de
creencias afrocaribeños, por lo tanto, aludir a la santeria en muchas de estas canCiones
significará asumir una identidad y una especificidad cultural que desea ser leida desde
el registro de una experiencia espiritual que no excluye el gozo y que, en la mayoria de
los casos, está filiada a eventos de la cotidianidad. En otras palabras, proponemos que
cuando el número salsero metafonza la expenencla o el tema que lo ocupa desde la
forma o desde residuos del bembé santero, accedemos a otra versión, entre las múlti-
ples que tiene el género, de produclf esa inmediatez constItutiva de lo salsero, con la
salvedad de que una vez la canción asume la forma del bembé, o ciertos presupuestos
• Josefina Ludmer: «Tretas del débili,. en Lo sarten por el mango, eIÍS. Patna.a Elena (,oozáIez y Eliana
Ortega. (Río Piedras: Edicimes Huracan, 1984): 47-54
232
de la práctica religiosa santera, la canción permIte leer la gestualidad salsera como una
experiencia musical que simultáneamente es una expenencla espiritual.
s
pa ver si puedo quitarme el amor de esa mujer». En otras canciones la proximidad de
a
los interlocutores es tanta que termina enrarecIendo o elimmando la anécdota sobre la
ic
que discurre la canción; se la presupone de tal modo que elleetor o escucha parece
ér
s al
Chamaco Ramírez, topamos con unos versos iniciales que parecen apuntar hacIa la
imposibilidad de transparencia en lo que concierne a los corazones y deseos hUmarIos.
El sonero comienza con los siguientes versos: «¿Quién te dice una verdad?/¿Quién te
de di
vida». Entre los soneos se escucha luego, «Mira que ten cuidao con quIen te metes, con
C nd
quien andas, Casimira, Casimira»; en otro instante aparece un «Oye cuídate de la mal-
dad. cuídate de la mentira, Caslmira». De repente, la precaria anécdota estalla en insi-
Fo
, «Suéltame», en Orchestra liarlo.... Salsa. Autor: Arsouo Rodrigue'L Canta: Junioc Goozá).,.-.l., 6:22, Fama
Recocds, SLPD 00460. 1974.
I «&ñ<r bct.án.iexm en Orchesta liarlo... & Ismael Miranda. Con mi viejo amIgo Autoc: Rubén BJades.
Canta: Ismael Miranda. 4:02. Fania Recocds. SLP 494. 1976
, «Casimira», en PlanJé bandera. Tommy Olivencia y su Orquesta con Chamaco RamilY!::. Aut(y: Catalino
(Tite) Curet Al<nso. Canta: c..namaco Ramíre-.l., 4:37, Inca Reo:Jrds, 1042. 1975.
233
La insinuación, en otros momentos, parece sustituIr la anecdota; la sustitución discurre
a través de la lengua en clave, codificada, de los amigos, o de los que participan. aun-
que sea precariamente, de ciertas convenciones y creencIas. En «El hiJO de Obatalá»
escrita por Catalino Curet Alonso lO , el referente santero sirve para configurar la inter-
pelación de un sonero que parece desafiar o retar a un contrario. El desafio es aqui un
modo de nombrar la ascendencia., de trabar una IdentIdad. El sonero comienza: «Dime
todos los sabores de África pnmitiva,/dime todos los sabores de África pnmitiva,/pero
dímelo en tambores porque el tambó fue mi VIda». El desafio apenas dura cuatro versos
pues el sonero enuncia un modo de la confraterruzación amparado en la JerarqUla,
autoridad y emotividad que representa Obatalá: «Si me llevas como hermano pon tu
mano en el tambó, el hijo de Obatalá ya se contentó»). Aqui hermanarse es nombrar el
sabor, es producir una extensa sinestesia: nombrar un sabor es nombrar un pasado
«primitivo» pero a través de un lenguaje percusivo que aplaca a un hijo del mayor de
los orichas. El sonero señala quién es su padre en el santo mientras sonea: «El hijo, el
hijo de Obatalá ese, soy YO», «Obatalá, Obatalá, el santo mayor, cabeza de los demás».
Más aún el sonero es una voz transtemporal y transespaclal. que en 1973, desde Nueva
York, celebra y constituye su identidad diciendo «Yo soy un niche del Africa primiti-
as
VID). No hay que olvidar el contexto de producción de muchas de estas canCIones; la
convergencia de exilios que recoge la ciudad de Nueva York dialoga en medio de un
ic
panorama público dominado, a finales de los años sesenta y principios de los setenta,
ér
s al
proclama, sin montar un relato o crónica al respecto: «Hace tiempo que vengo cantan-
do y sonando el tambó/ y con la Ocha que cura y que ayuda sabiéndolo tO»12. Aqui si
as o
hay anécdota es minima y sólo se constituye desde este m1crorelato que alude doble-
C nd
según la Ocha, de otra tradición musical y espiritual que ha estado sonando a pesar de
«algo». Los versos parecen querer subrayar que antes no hubo silenCIO. el tono parece
a1udír a fonnas de resistencia y mecarusmos de disimulo que han mantenido ese canto
a la Ocha y que en el ahora de la canción se declara a VIva voz.
Habria que estudiar en otro momento, SI los usos de la voz del sonero o la sonera
guardan homologías con los modos de la voz del medium. del caballo, del muerto;
quizás esto perrnitiria discutir y repensar esos momentos «Inconexos)). esos supuestos
10 <<El hijo de Obatalá», en Ray Barreta. Indestructible. Autor: Catalíno 0'lte) Curct Alcnso. Canta: Tito
Allen, 5:02, Fama Recor-ds, IYS 00456, 1973
11 Véase de Juan F1ores: «Que as.o;urulated. brolher, yo sov ""Ullllao: The Structunng of Puerto Rlcan
Idmtity in the U.S.», en DiVldetl Borders. Essuys on Puerro ¡<Jean Jden/lly Il!owtm: Arte Púbhm
Press. 1993): 182-95.
" <d'a la Osha Tambó». en Eddie Pafm/erl. Edd/e's Conceno Autores: LPalmieriNVenegas. Canta
Ismael Qumtana, 10:10. Tlco Records. TSLP-CD-1409. 1976
234
«Pala OoIIaTml....... P""D : loo cir<Wtoo _ _ .. la'"
as
que preparara la festividad que me iba a invitar a la santa rumbita,
ic
ér
s al
San Sereni exige una fiesta y además ha pedido que el sonero cante y que cante bien.
as o
En medio del coro y respuesta, el sonero parecería ser marullado por este «santo»:
C nd
«Dime qué es lo que pasa que siento un jaleo, lleva». En otro momento de la canción
Fo
nos habla el santo: «Con la santa misa, tú no me vez pero yo te veo». Obviamente la
canción recoge residuos, resonancias de la experiencia del tambor al santo pero se trata
de una ceremonia eminentemente musical; San Sereni es un compositor en el más allá
que ha ofrecido una composición a cambio de una fiesta en su honor. Durante el soneo.
Maelo intercambia en sus improvisaciones los modos de calificar a San Sereni: escu-
chamos en primera instancia, «San Sereni, San Sereni, santero». luego. «San Sereni.
San Sereni, sonero».
IJ ((Sal Salau». en Ismael Riveray SIU Cachimbos. Soy Feliz. Au1oc: J.Ortiz. Canta: l!maeI Ríver-a. 3:0.5.
Vaya Reoocds. VS- 35. 1975.
235
amigos para transvestir su complejidad musical y textual. En «Todos somos Iguales»,
canción que forma parte de la importante colaboración entre Wilhe Colón y Celia
Cruz, se levanta un alegato a favor de la heterogeneidad y pluralidad de creencIas.
Cito:
Si todos somos iguales
ante las leyes de DIOS
a s
ic
Sin embargo, lo notable de esta canción, cuyo coro repite ceremoniosamente« Yemayá,
ér
Mahoma, Changó», es que a través de ella no hay una sola referencia a una figura
s al
Islam, han desfilado los nombres de Orula., Oggún, Eleggua., Aggayú y Obatalá Y hasta
al misterioso Sanfancón chino. El silencio a veces es la estridencia y aqui, por elimina-
de di
ción, el interlocutor de esta canción parece ser alguien que desconoce o se resiste ante
esta heterogeneidad religiosa a la que Celia le canta. Por cierto, la sonera enfatiza una
a E
y otra vez la precariedad del cuerpo y la inmmencia de la muerte: «Tu cuerpo después
as o
ción de Celia previa a la canción: «Oye, ¿mejor que yo? la tierra que es la que me va a
tragar». Sin duda, la sonera y la canción reaccionan ante un intento de jerarquización y
Fo
al Cruz & Colón. Only They Could !lu"" .\fade Thl.5 Album. AU1<T Félix
,. «Todos somos Iguales»,
Hemández Canta: Celia Cruz. 3:00, Vaya records. JMVS 66. 1977
236
ye como número final una canción a su vez intitulada «La ceiba y la siguaraya»u y en
ella la agrupacIón ponceña y la Rumbera Mayor celebran el encuentro de dos
especificIdades nacionales a través del lenguaje salsero pero sobre todo a través del
lenguaje del monte «Hoy mi rumba nadie la calla/porque se unieron al fin la ceiba y la
siguaraya» dice el coro de esta canción. En otro momento, Cehacanta: «Entre la Ponceña
y yo la combinacIón no falla! porque de Ponce es la ceiba y de Cuba la siguaraya». La
ciudad de Ponce. es. de hecho. una ciudad importantisima dentro de la historia musical
urbana de Puerto RICO Ponce. además, durante el siglo XIX fue considerada una capi-
tal alterna en la isla l6 La alusión a la pertenencia ponceña del árbol sagrado por exce-
lencia responde al hecho de que Ponce es famosa, entre otras cosas, por contar con una
ceiba centenaria que se ha convertido en un sello distintivo de la ciudad Por su parte,
la Identificación de Celia con la Igualmente poderosa siguaraya (a la que el mismísimo
Benny Moré cantara) es un modo de especificar que se trata de una colaboración espi-
ritual y musical entre nacionalidades.
Para terminar quisiera comentar la canción «Cari-caridad»p que forma parte del ex-
traordinario disco f1ommy-A La/in Opera grabado por la orquesta de Larry Harlow. El
as
disco flommy es la versión salsera de Tommy,la opera en rack' n roll hecha por el grupo
bntánico The Who. Por su parte la opera salsera narra la historia de Hornrny, un niño,
ic
ciego, sordo y mudo que. sin embargo, es un virtuoso en el tambor. Este hijo de 0ba1alá.
ér
llamado en otra canción «el genio horineano con su gracia en la mano», es un bendeci-
s al
do que conversa con Dios y que al final del disco milagrosamente logra hablar. Durante
la tori
Am
el disco accedemos a la voz interna de Hommy a través del narrador, sin embargo, en
«Cari-Caridad» Hommy le habla a su familia ya su barrio por primera vez. Las prime-
de di
16 V~ Angel G. Quintero RIvera: PatriCIOS y plebeyos: burgueses, hacendados, artesanos y obrwos. Las
relaciones de clase en el Puerto Rico de cambio de siglo (Río Piedras: Edicimes Huracán, 1988).
" "Cari-Caridad>. en Orches/ra Harlow. NHommy" A La/in Opera. Autores: Larry Harlow y Jenaro
(Heny) Alvarez. Canta ]wIÍor Gonnílez. 6:04. FallÍa Rec<lI"ds. SLP 00425. 1973.
237
caridad, cari~ cari caridad,
con Changó, Yemayá, «O MíO»I~ Obatalá
y ahora les voy a explicar.
Las palabras de Hommy escenifican el descenso de los orichas en el tambor al igual que
esbozan un intento de explicación en torno a qué significa su presencia. El término
«caridad» en el soneo funciona fundamentalmente como un atributo, una cualidad,
pero ocasionalmente el sonero la articula como un sujeto, escuchamos por Igual: «Ca-
ridad, caridad, lo que traigo es caridad» y en otro momento «Tambó pa Caridad».
Hommy en sus primeras palabras, ante su comunidad, articula una propuesta utópica
que pasa pOr la celebración del panteón yomba. Hommy explica los usos de los santos:
<<Fa que me amparen, pa que te amparen, pa que nos libren del mal». La caridad enwel-
ve la utopía de Hommy y, en este texto, la caridad debe entenderse como una forma de
colocarse en la historia, en el presente de la comunidad y no como un acto
descontextualizado de descargue de culpas o de ayuda al prójimo o al necesitado. La
as
caridad es un amparo colectivo que escenifica una moralidad solidaria; Hommy-el
sonero apunta hacia la inmediatez política, hacia un contexto desde donde se aetuali-
ic
zan y operan los poderes de la caridad. En el soneo Hommy llama a un acto colectivo:
ér
«Vamos a implorar, pero vamos a implorar por la guerra que hay en Vietnam». Este
s al
disco está montado sobre la metáfora del músico como un sujeto cuyas destrezas de
la tori
Am
La salsa se ha asomado al terreno dificil del sabor y las pulsiones articulando, por
igual, modos de la risa, la cautela, el gozo, la mezcla, al igual que propuestas sobre la
multiplicidad de las moralidades. Los circuitos santeros, en los textos que hemos co-
mentado, son, sobre todo, un presupuesto, casi siempre se asumen por conocidos y no
hay en estas canciones un intento didáctico o sociológico que aspira a describir o expli-
car la Ocha Los circuitos santeros, en estas canciones, complementan el complejo
vocabulario de emociones que recorre el cuerpo salsero al proveernos una serie de
comentarios en torno a la permeabilidad de una cotidianidad cultural que viaja entre
sus instrumentos y a través de sus creencias.
11 ElIta palabra no se escucha claramalte al la grabacién, podría ser "o Mío». "Hommy». u "Obí».
238
LOS SERVICIOS
ESPIRITUALES EN
GUYANA
,
Laura D. Vilar Alvarez
El proceso de smcretización que operó en la América Latma y el Caribe ocurrió en
as
diversas esferas como el lenguaje, la música, las artes plásticas y la religión. En esta
última se gestaron múltiples formas de la concienCIa social religiosa donde la práctica
ic
de los cultos sincréticos son un elemento común en toda el área.
ér
s al
El caso que nos ocupa, los serVICIOS e."plrituales en Guyana, son un tipo de culto
la tori
Am
smcretico que observamos en dicho pais durante una investigación de campo, donde
comprobamos que su practIca tIene un fuerte amugo dentro de la población guyanesa
aetual. 1 ElIos constituyen un modo de celebración frecuente en las iglesias o templos
de di
no se corresponde totalmente con los patrones establecidos por las instituciones ecle-
SIásticas ofiCIales
as o
C nd
Sin embargo, por su carácter sincrético, en ellos pueden encontrarse elementos de dife-
rentes religiones -ya sea en el lenguaje musical o verbal, en la liturgia, o en los objetos
Fo
I El trabajo de campo se reali7i> por un eqUIpo de inve<>tigador-es del CIDMUC de La Habana y del Minilte-
no de Cuhura de Guvana
239
Lun D. \llar A/var<:l
El templo donde se celebran estos cultos consiste en el empleo de la planta baja de una
vivienda como lugar para la ceremonia y la planta alta como vivienda del dueño o
dueña de la casa, que en todos los casos es el oficiante principal del templo y es reco-
nocido como reverendo (reverend)
Este culto se realiza por diferentes motivos que se relacionan directamente con las
necesidades índividuales o colectivas que.,manifiestan los creyentes: un sueño. una pro-
mesa a cumplir o el homenaje a un antepasado La ceremonia COnsiste esencialmente en
preparar una mesa de ofrendas alrededor de la cual se realizan los ofiCIOS religiOSOS. Estos
oficios se basan en el encendido de velas, la lectura de pasajes de la Biblia., la realización
as
de cantos acompañados por instrumentos mUSIcales y el logro del estado de trance o pose-
ic
sión por parte de uno o variOS de los creyentes.
ér
s al
existentes.
a E
De alú que se denomine mesa africana cuando se nnde culto a los ancestros o deidades
as o
afrjcarlas; mesa amermdia cuando se dedica a los antepasados amenndios, y así SuceSiVa-
C nd
mente se llamarán los tipos de mesa de acuerdo con la nación o procedencia que hayan
tenido los familiares fallecidos de las personas, sean estas de ascendencia holandesa, china
Fo
o hindú, invocándose de esta manera a la diversidad étnica que nutrió la ¡rlJlación guyanesa
durante toda su histona
Otra de las variantes de los servicios espirituales es la ceremoma de la luna nueva, la cual
se corresponde con el ciclo lunar. Su base htúrglca fue la de dar lectura a pasajes bíblicos
donde se intercalaba el canto responsorial de himnos anglicanos acompañados de un
membranofono de nonu nado cunfa. una pandereta., crótalos y dos sonajeros llamados shak
shak. El objetivo pnnclpal es dar la bendiCión a los partIcipantes.
Otra de las variantes en los servicios espirituales son las ceremonia<. ('unfa. Estas poseen
un mayor alcance que otras celebraciones de carácter ritual festiVO, ya que tienen un alto
grado de complejidad, y logran una gran aceptación dentro de la ¡rlJlación, por lo que se
convierten en un acontecimiento social muy importante para los guyaneses, sobre todo
entre aquellas personas que tienen un marcado antecedente africano en sus familias.
Las ceremonias cunfa pueden efectuarse en cualquier zona ael pais pero se concentran
hacta la franja costera del Norte, ya que es el área principal de asentamiento de las perso-
2 Estos objáos fucrm observados en la vivienda de IV<D Henry. rev","""do de WlO de los templos visItados
al Geu"8'~own (1985)
240
nas con este antecedente étnico. El motivo fundamental de la ceremonia es rendir tributo a
los antepasados afncan06, de ahí que se efectúe a partir del día primero de agosto, precisa-
mente la fecha en que se celebra en la actualidad la abolición de la esclavitud en las
excolomas mglesas del CarIbe. Aunque el serviCIO se ofrece esencialmente para 106 ancestros
afncan06. tambtén se le tributa a 106 espintus amenndí06, Chin06, holandeses, portugueses
ehmdues
Los creyentes se reúnen en el templo alrededor de la llamada mesa de los oficios, lug¡u
donde se colocan las ofrendas que consisten en objetos y alimentos como huev06 crudos,
frascos de perfume, hojas de croto (Codiaeum variegatum. Blume), maíz sin cocer, velas
de díferentes colores y agua de rio, entre 0006 atributos
Las velas colocadas sobre la mesa poseen varios colores para representar a 106 grupos
raciales que se vinculan a la celebración. Por ejemplo el verde, el negro y el violeta se
usan como simbolos de los antepasados africanos; el amarillo para los antepasados
hindúes; el rOJo para los amerindíos, y el blanco para el hombre blanco.
as
1- El ini60 donde la o el reverendo da gracias y lee algun06 fragmentos de la
Bibha.
ic
ér
s al
Es de señalar que en una ceremonia cunía, se destaca el color que represente el santo o
el antepasado de la persona que ofrece esta celebración.
Fo
La presencia del culto a los antepasados evidencia una concepción animista en esta
ceremorua que encuentra su posible origen en las rehgiones africanas, las cuales ya se
practicaban en los siglos XVI al XIX (periodo de la trata esclavista) en las diversas
regiones de extracción de sus pobladores para América y el Caribe, aunque esta con-
cepción también se encuentra en las religiones de la Indía y China.
241
Deidad Color Sigmficado
as
Orula Verde el poder de la adivinación
ic
ér
s al
Los colores de estas deidades son hábilmente utilizados en los atributos que se colo-
la tori
Am
en el caso de las mujeres de mayor edad se emplean vestidos largos hasta los tobillos
a E
con diseños basados en el contraste de colores. Las mujeres másjóvenes usan blusas y
sayas cortas. El vestuario se completa con el uso de pañuelos en la cabeza, colocados
as o
Los bailes se realizan sólo cuando la persona está en trance, y están determinados por
Fo
la deidad que poseyó al creyente; de ahí que al tratarse en este caso de deidades africa-
nas, se acentúan los movimientos pélvicos y de rotación de las caderas y ondulatorios
en los hombros. Los bailadores, como también los participantes, siempre estarán des-
calzos.
El conjunto instrumental que participa en estas ceremonias está formado por tres
ummembranófonos de caja con forma tubular cómca, con la membrana tensada por
atadura de aro y tirantes de soga y cuñas parietales de tensión. Estos se diferenCIan por
sus dimensiones yen la terminología que se emplea para cada uno. De forma genérica
se le denomina al conjunto como tambores cunfa. y de manera individual se le nom-
bran del más agudo al más grave como cut can, jabb drum y anayance. Estos térmmos
no tienen un significado específico y su gramática la recogímas a partir de su fonéica,
lo cual fue corroborado por los propios informantes-practicantes.
242
La caja de los tambores es de duelas y para ello se cortan de manera que quede el
extremo supenor de las mismas más ancho que el inferior. Durante el proceso de coos-
trucclOn las duelas se unen mediante aros de metal que hacen la función de aros de
sUJeclon
La membrana es de piel de chivo, la cual después de curtida se coloca en el extremo de
mayor diámetro de la caja del instrumento. Para fijar y tensar la membrana se utiliza un
sistema de doble aro el pnmero permite el enrollado de la membrana mientras que el
segundo --de menor diámetro- se superpone deslizándose por encima de ella, hasta
fijar el parche en el extremo de la caja. Estos aros se preparan con cañas de bambú
unidas en los extremos por el amarre de un cordel. Para completar el sistema de tensión
se coloca un enrollado de soga gruesa de henequén que se ata unos centímetros más
abajo de la membrana y el ti rante de soga más delgada. Estos tirantes enlazan el parche
con el enrollado de soga pasando en zig zag por encima de los aros, peñorando la
membrana y por debajo del enrollado de soga gruesa. hasta rodear completamente la
caja. Por últi mo entre la superficie de madera y el enrollado de soga gruesa se colocan
cuñas de madera que contribuyen al aumento de la tensión.
as
Durante la ejecución, a partir de una visión frontal de estos tambore~ el cut can se sitúa
ic
al centro, a la derecha eljabb yel anayance a la izquierda.
ér
s al
Para la ejecución, los tambores se colocan entre las piernas del tamborero quedando
la tori
Am
Se tañen siempre con ambas manos y predomina el golpe abierto hacia el extremo o
as o
codo, alternando los golpes en el borde y centro del parche, ya sea con la mano abierta
o cerrada. o con el canto de la mano y con el codo del tocador.
Fo
Para afinar los tambores el tocador golpea los aros y las cuñas parietales de tensión
auxiliándose con una maceta y una estaca de madera provocando el deslizamiento de
los aros y por tanto el incremento de la tensión de la membrana.
La música que se escucha en esta ceremonia tiene características diferentes. Al inicio y
durante algunos momentos del culto, se cantan himnos propios de la iglesia anglicana.
los cuales se acompañan con un solo golpe reiterado en uno de los tambores. En otros
momentos, el cantor solista es acompañado por los tres tambores y una pandereta. Los
participantes responden en coro al canto del solista.
De forma general, el cut can realiza las improvisaciones y los otros dos tambores hacen
los ritmos más estables; sin embargo, en algunos momentos de la ceremonia los tres
tambores interpretan el mismo discurso ritmico. La participación de los instrumentos
al inicio del toque no es simultánea; generalmente comienza el cut can, después la
pandereta, eljabb drum. y finalmente el anayance.
243
cual la improvisación corresponde al tambor de registro más grave, lo que indica una
concepción timbrica europea.
El sistema de tensión de los membranófonos es uno de los aspectos que permite inferir
el origen étnico de estos instrumentos, de ahí que por su sistema de tensión. el antece-
dente del tambor cunfa pueda ubicarse entre algunos tIpos de membranófonos del área
del Calabar, zona que fue abastecimiento de esclavos de las coioruas inglesas en el
Caribe, de ascendencia etnocultural carabalí.
Aunque no pretendemos en este trabajo hacer un análisis comparativo de manifestaci<>-
nes similares, es evidente que en los servicios espirituales, en específico las cerem<>-
nías cunfa reflejan el proceso de transculturación y síntesis que ha sido denominador
común en la formación de manifestaciones músic<>-danzarias de antecedente africano
ocurridas en casi todos los países del Caribe, por lo que su estudio nos permite acercar-
nos un poco más a los procesos de identidad ocurridos en esta área geográfica y cultu-
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(<< 2) lMr\. -
1
de di
·
la tori
'I:f.\
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.13 Jo.lt7»
LA RELIGiÓN VODÚ y
UNA EXPERIENCIA
DANZARIA: DORÉUS
Nicole Lumarque
Vodú es un término dahomeyano que significa espíritu; es un nombre genérico del
as
dialecto Fongbé de fon, uno de los más variados grupos etnolingüísticos de África. Es
también un cul to africano de Dahomey que engloba toda la vida religiosa y moral de los
ic
Fon. que en Haití adquiere el nombre genérico de vodú, de bembé en Cuba. de
hombadomb/é en Puerto Rico, de macumba en Brasil, de cundobe en Uruguay y Ar-
ér
s al
gentma. de cuplla en Honduras, de shango en Trinidad y curandería en Colombia
la tori
Am
Los esclavos de Africa Occidental en su mayor cantidad llegaron a Haití con sus cultu-
ras y diferentes etnias como congo, iOO, nago, fon, yoruba. guedevi, arada, etc. Tenían
de di
una cosmogonia común e hicieron una fusión de sus cultos. El grupo dahomeyano
a E
predominó por su extensa población recogiendo el fon como lenguaje común. Los
esclavos eran obligados a ser bautizados por la religión católica por razón del compro-
as o
miso que tenian sus amos, según el Artículo 2 del Código Negro del 13 de Marzo de
C nd
1685. AsI sus amos se protegían de una religión desconocida para ellos.
Fo
Es una religión popular practicada principalmente por los campesinos, en las provincias
yen algunos sitios retirados de la capital. Poco a poco se le ha admitido por las clases
medias y altas. Hoy en dia a menudo, las cancIOnes religiosas católicas están acompa-
ñadas en la Iglesia con ntmo vodú. El vodú toma auge según la clase política existente.
El vodú es un sistema religIOSO que tiene sus leyes, estructuras y principIos cósmicos.
En su jerarqUla. el houngan o mamho son considerados como el padre o la madre de
247
todos los adeptos, la eonjians kay, asistente del houngan que conoce todo lo concer-
niente al templo, el hOlmguenieon, director del grupo musical, el La place, que lleva la
espada y dirige los porte drapeaux (quienes lo acompañan en el saludo con las bande-
ras), el hountogUl, tocador del tambor especialmente iniciado, los hounsi, servidores
del templo llamados petit kay, los hounsi kanzo, esposos o esposas de los loas.
1") El peristyle, local de acceso para los invitados, en cuyo centro está plantado el poto
mitan, poste por el cual bajan los loas (las deidades o santos).
2") La kay misté l , espacio o cuarto sagrado donde está el pé (altar). En este último se
encuentran:
as
-los govz: cántaros que contienen los loas, que hablan por su boca.
ic
-los paeket congo: paquetes de tela que contienen residuos de ceremonia
ér
que sirven para curar a los enfermos.
s al
la tori
Am
ola espada.
a E
3°) El guevo, cuarto destinado a los pre-iniciados, se abre únicamente a estos, mientras
as o
El pre-iniciado recibe una formación integral en el guevo: lleva sus ropas de color
Fo
blanco y sus ofrendas. Las ropas se usan a su salida del guevo. La ceremorna boule zin
que es una prueba de fuego, en caso de iniCIación, es la que le da al pre-iniciado el
nombre de hounsi kanzo. Viene después la deseendre des eofliers (bajada de los colla-
res).
A cada iniciado le corresponde un loa que es su met tet (a quien el iniCIado pertenece)
Existen diferentes ritos en el vodú. Los más conocidos son: el Rada. el Petro y el
Congcr. En cada rito hay divinidades especiales que se vmcuian con algunos elemen-
tos de la naturaleza y tienen su ritmo, su danza, sus símbolos, sus atributos, sus funCI~
nes; también sus dias y sus equivalentes en la religión cató)¡ca (el Anexo).
1 El houngan puede tener una Aay misté para cada nlual (Rada. Coogo. Pmo. ¿andor) y un ahar
dedicado a un sólo loa
2 Como no se encuentra en el anexo el rito ZanJor. precisamoo; que l:'>te nlo es el de las soa.edades
secretas, como las denominadas Zobop, Bezango, Sans Poel
248
Existen también en el vodú varios cultos, entre ellos:
1") El culto de los loas, que comprende el saludo, el trace veve (los símbolos de los loas
que uno desea invocar), el saludo de las banderas (hecho por La place y los porte
drapeaux), los sacrificios, las ofrendas, las invocaciones, el ritmo, las danzas, las can-
ciones, los rezos, el tambor como objeto sagrado, las libaciones, entre otros.
Señalemos que ouetté mort landlo (sacar del agua el alma de un iniciado fallecido) es
una ceremonia que se hace en principio un año después de la muerte. En esa ceremonia
se haría boulé zin, entre otros.
La crisis de posesión o trance es un aspecto de los principios cósmicos del vodú. Por lo
tanto, con la entrada del loa en el adepto se produce el fenómeno de la transfiguración
as
porque es un loa que está instalado. El trance es muy profundo y no se reconoce por el
gesto o comportamiento común o no común del poseído. Los que poseen el secreto de
ic
este sistema son habilitados a pronunciarse, porque tienen el código que comprueba la
ér
s al
presencia del loa. También tienen la potestad de comprobar este fenómeno, personas
clarividentes que no pertenezcan al circulo de los practicantes del vodú.
la tori
Am
·cuando se le invoca~
a E
-en una ceremonia en que se le canta y se toca el tambor de una forma tal que
as o
atrae su presencia,
C nd
En la puesta en escena de Doréus. una creación del Ballet Folklórico de Haití que
presenta los ritos más conocidos (rada, congo y petro), pudImos observar un fenómeno
de trance espontáneo.
En la parte de los funerales de Doréus donde se tocaba un ritual rada, asistimos a una
coreografía que no había formado parte de los ensayos, cuando una bailanna del con-
junto, trazando un círculo en el escenario con su cuerpo, alteró los movirmentos danzarios
marcados previamente.
Esta experiencia mencionada fue una muestra del constante desarrollo de la tradIción
por parte del Ballet (con creación e mnovación) para no estar a la zaga de los movirruen-
tos sociales. Constituye, además, un desafio a la búsqueda del equilibno entre la inspi-
ración creativa y el respeto a la historia y la tradIción.
249
N.mbrts litm {¡I&f~ Írbo"PrtI.ridoo Tipo1 de pliesiÍl OfrtflcW
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as
ESTUDIO DE LOS
RECURSOS
PLÁSTICOS DE LA
SANTERíA
Lázara Menéndez
En su condición de apuntes, este trabajo se propone un acercamiento preliminar al
análisis de los elementos sobre los cuales pueda estructurarse una valoración de los
as
recursos plásticos reconocibles en los conjuntos y objetos que participan en el comple-
jo conocido como santería o regla de Ocha.
ic
ér
s al
El arte en el universo particular de la santería, no se manifiesta como una actividad
especifica y relativamente independiente de la práctica religiosa. El sistema de domi-
la tori
Am
nación impuesto a los esclavos y sus descendientes en la colonia, y sobre los sectores y
grupos más pobres del proletariado en la República neocolorual, permitió la aprehen-
de di
No debe perderse de vista que las formas de adoración yoruba también sufrieron el
proceso de reelaboración que dio por resultado una expresión cualitativamente dife-
rente. La fragmentación y el localismo de la práctica religiosa yoruba a la que aluden
253
Berta Sbarevskaya I y Pierre Verger se desdibuja en Cuba. pues la santería es una res-
puesta espontánea y necesaria de globalización, generalización y hasta de solidaridad
en las condiciones económico-sociales del nuevo contexto; por ello, aquel que en Cuba
praáique la santería adorará a Olofin, Olonm, Oddua, Obat.alá, Yemayá, Changó, Ochún,
Elegguá; poseerá guerreros, canastilleros, osun; realizarán las mismas ceremonias ri-
tuales de iniciación, ituto, presentación al tambor, visitas a la iglesia católica, y otras.
as
social. Changó se siguió considerando Alafin de Oyó; Yemayá, Ochún y Oyá, señoras,
dueñas y reinas de mares, rios y tierrclS. Sus coronas, manillas, irukes, sólo indicaron
ic
una ideal posición secular sin referente real. Los contenidos esenciales variaron, pero
ér
s al
no todas las fonnas desaparecieron; tal es el caso de una de las figuras que se emplea
la tori
Am
leyendas que se transmiten oralmente y que de modo asistemático han sido compiladas
en las «libretas>. de los practicantes. Una especial peculiaridad tienen los mitos y leyen-
as o
I Bata Sbarevskaya: «Las religiOllell dd África Tropical. Conlribución a la ~Titica de las concepciones
fideíatas occidentales de los cultos africanos aulócIOlloS.», en Armando Enlralgo: Afrlca. Rel,-
gión, La Habana, Ed. Ciencias Sociales, 1979.
% Pierre Verger: Flux et reflux de ÚJ tralle des négres en/re le Casi de Bemn el BahlO de Todos Os
Santos du XVlJI-XIX, París, Mouton. 1968.
J N. L. Leizerov: ..El reflejo anticipado y la creaciÓll artisli~a», La esléllca marxlSta-lemnlSla y la
creación artístIca, Moscú. Ed. Progreso, 1980, p. 20 I.
254
EatDdio de 1............. pltiliooo de la ......,,,.
que incorpora a la práctica religiosa sus vivencias concretas, sus aspiraciones particu-
lares; por consiguiente, la apropiación creadora de la realidad constituye otra fuente
para la conformación de la imagen artistica.
En el contexto de relaciones del complejo ritual Ocha-Ifá el sincretismo religioso cum-
plió una doble función: por una parte, acomodó la percepción Visual en tanto que los
orichas africanos en su mayoria tuvieron que ser equiparados con los santos católicos,
y esto se expresa visualmente en la incorporación de estampas, litografías, tallas en
madera o esculturas de yeso representativas del santoral católico~ por otra parte, contri-
buyó a la recreación y a la nueva cualificación del fenómeno religioso y su referencia
visual, ya que instó a soluciones interesantes, a la flexlvidad y a la asimilación de
valores culturales diferentes.
La configuración del mundo sobrenatural se elabora a través de los objetos que el
practicante selecciona. Lo trascendente está en el contenido atribUido, no en la escala,
y en algunas ocasiones, tampoco se encuentra en el material con que está elaborado.
Los conjuntos rituales más significativos por su valor simbólico son dos: los Guerre-
as
ros; compuestos por la famosa trilogía Elegguá. Oggún, Ochosi y Osun; y el canastillero,
lugar donde se colocan los objetos representativos de 0bata1á, Yemayá, Ochún, Dadá..
ic
Oyá, Yla tinaja de los Ibeyi. Changó, con el resto de los santos, se disponen al frente
ér
del canastillero o en los lugares que se indique a través de cualquiera de las vanantes
s al
es posible que se pueda crear la sensación de «horror al vacío». A nuestro modo de ver
se produce por la cantidad y variedad de objetos, atnbutos e lInágenes de diversa pro-
de di
criterios tamizados por la profesión de fe. pero no es menos cierto que se reconocen
C nd
255
En los arreglos de canastillero, tronos y altares, o en la confeccion de collares, vesti-
dos, irukes, se respetan las normas tradicionales, asl como los preceptos que impone la
creencia, pero el sujeto también es libre de optar por ptezas, matenales, combmaclones
que considere más adecuadas dentro de sus posibiltdades individuales. Se pone a prue-
ba su capacidad, su habilidad y su talento para el ordenamIento de todos los componen-
tes del conjunto ritual. No todos los practicantes desempeñan esta función, pues se
solicitaba de aquellos que hubIeran demostrado su habilidad
Se desarrollaba el gusto personal, individual, no se reconoCla la tradicional disociación
entre creador y espectador, aunque se reclamara, en ocasIOnes, el concurso de aquellos
que evidenciaban talento, maestría para la creación, lo que evidenciaba un reconoci-
miento a la capacidad creadora, aunque no siempre se obtuvieran los mejores resulta-
dos,justo porque los códIgos conceptuales y formales no eran patrimonio exclusivo de
unos pocos, y esto facilitaba el diálogo entre los dIversos conjuntos y los expectadores-
autores. La creación artística se manifestaba como una actIvIdad mas dentro de la Vlda.
y si no fue posible alcanzar niveles mas altos de realizaclOn artlstlca no fue por falta de
creatívidad, sino porque estos hombres eran obligados a refrenar su poder de creativi-
as
dad.
ic
El carácter defensivo de la práctica, su falta de sistematicidad, la ausencia de un cuerpo
teológico, entre otros factores, no contribuyeron a la consolidación de JUiCIOS, o qUIzás
ér
s al
goría.
Se puede señalar, a pesar de lo anteriormente expresado, ciertos aspectos que apuntan
de di
de los criterios emItidos por los practicantes y del analisls de los mitos, se pone de
manifiesto que la noción de belleza está ligada al hombre mismo y a sus valores y
as o
principios éticos, pues como indica Leizerov, «los mitos y leyendas populares mues-
C nd
tran las contradicciones reales de una época y también su sol ución Ideal e ldealtzada en
forma de mitos». Se hace patente la necesidad de esclarecer las bases de la existencia
Fo
256
EsbIdio de loo """""" pláoli..,. de la ........
ceso de resernantízaclón, en virtud del contexto en que se coloca, y alude entonces a las
ideas y concepciones expresadas en mitos, fábulas y leyendas con las que apera el prac-
ticante, entremezclándose la realidad, la ficción y lo sobrenatural: «La imagen se funde
con el concepto; en realidad, ante nosotros se presenta una nueva estructura, donde el
principio estético es igual al intelectual: imagen-eoncepto.»'
La polaridad Yla dualidad son aspectos conceptuales constantes en la práctica religiosa,
en virtud del carácter múltiple de la adoración; la lectura de esto puede ser clara o sutil,
evidente o llena de subterfugios; la profundidad en la lectura depende del conocimiento
adquirido. Resulta peligrosa la identificación mecánica. pues se corre el riesgo de perder
el valor polar y la recreación de la forma en virtud del contenido que se pretende represen-
tar, en el contexto particular del objeto en cuestión. Un ejemplo evidente es Elegguá Este
santo, dueño de caminos y encrucijadas, tiene como atributo ftmdamental el gprabato, del
que se sirve para eliminar las dificultades de la vida de los creyentes y también para
creárselas. Este santo es representativo de conductas, senumientos y acciones duales, como
la risa y el llanto, la alegria y la tristeza; es -a veces- representado con dos caras: en una de
ellas se enfatizan los rasgos físicos, y en la otra pueden desdibujarse, con la finalidad de
as
acentuar su carácter polar, pero tampoco constituye una norma
ic
La asimilación de piezas pertenecientes a otras expresiones culturales está en función de la
posibilidad que brinda al creyente el objeto para significar contenidos especificos de la
ér
s al
práctica Tal es el caso de la representación de InJe, el médico divino, a través del caduceo
la tori
Am
y enriquecimiento de la imagen.
as o
subjetivo, dando como resultado una compleja reproducción artistica de los fenómenos
vitales, y evidenciar criterios ético-morales y filosóficos que manifiestan una definida
autoconciencia y un profundo sentimiento de pertenencia a la familia santera
Se observa una tendencia hacia la perfección que está en la búsqueda de la armonía expre-
sada a través de recursos formales como la simetria total y aproximada, evidenciado en
altares, canastilleros, tronos, collares, o en acciones más veladas como lo demuestra el
«camino» de 0bata1á conocido como Ayáguna, que impenitentemente hace la guerra, y lo
anuncia con su iruke bJar¡co salpicado de cuentas rojas. el color blanco está asociado en
Ocha a la tranquilidad, la serenidad, el equilibrio.
La imagen tiende tan sólo a evidenciar parte del conocimiento, el resto lo evoca. En la
sopera de Obá-Moró, se coloca algodón para significar que le molestan los ruidos, que
'A Gúliga: .<La tipologizacién en el arto•. Problemas de la leoría del ane. La Habana. Ed. Arte y Li1.era-
tura. 1980. p. 43-4.
• EntreviSta a Carlos Cruz, en 1986
257
vive apartado y que es uno de los Obatalá más vieJos A Ochun. el creyente la llama a
través de una campanilla -mientras más melodiosa. meJor-, pero no es raro encontrar un
cencerro destinado a la diosa, cosa sólo explicable si se conoce que en uno de sus caminos
es aparentemente sorda y se requiere de un instrumento de mayor sonondad para reclamar
su atención.
Se transita de lo figurativo a lo abstracto, sm que esto suponga mnguna contradiccion:
eXisten piezas de corte figuratiVO como los Osam y los Ibeyi: y otras que se Inclman hacia
10 geométrico, como los Osun. Utilizan objetos concretos, platos, pañuelos, soperas, corcr
nas; la unión de todos ellos da como resultado un conjunto que puede ser figurativo por sus
componentes, y abstracto a la vez., porque no existe la posibilidad de identificarlo con
nada semejante en la realidad y en el que se sustantivarían color y texturas: aunque no se
trata de inscribirlos en una u otra forma expresiva, que al parecer es ajena a sus portadores.
Es evidente que no se ajustan a estilos, corrientes, tendencias arustlcas establecidas por la
Historia del Arte, en la mayoria de los casos desconocidas por los practicantes, en virtud
de la «apropiación desigual del capital cultural» como indicara Néstor Garcia Canclini, 10
que engendra y consolida la SOCiedad dividida en clases antagónicas
as
Se trataba, en resumen, de crear una hermosa imagen de una tragica realidad Dioses
ic
margmados como los hombres que los adoraban eran compelidos a una aCClOn
transformadora en un mundo real que les era ajeno: quedaba en manos de los hombres dar
ér
s al
solución a las contradicciones revolucionando la base que sostenía sus creencias y apcr
la tori
Am
yando en ellas sus ideales, para que estos pudieran convertirse en realidad, después del
necesario reajuste entre lo real y lo ideal obJellvo.
de di
Esa hermosa imagen encerraba una grave y trágica contradicción, que se manifestaba en
una evasión de la realidad, y al nusmo tiempo, en una reafirmaoon en elia Una unagen
a E
deslumbrante de una Vida precaria y al mismo tiempo la impenosa lucha por la SUpefVl-
as o
fragmentada de la realidad.
Hemos tratado de evidenciar, con estos apuntes preliminares, que si bien el arte, y en
Fo
258
THE CULTURAL
CONTEXT OF HAITIAN
ART
Barbara Nesin
Ever since Paul Gauguin went to Tahiti to paint, the modem world has admired the art
as
of «primitive» peoples for their ability to get at the essence ofthe Iife's truths. Today,
we knowthat the truth ofthe term «primitive» usually means «non-Westem European»
ic
Since about 1945, the art of Haiti has attracted tntematlOnal anentlon and acclaim in
this vein. Tris paper \W.l explore HaitIan art hIstory in the spirit of Roy Sieber's assertion
ér
s al
In searching for origíns and influences of Haitian art.. it became apparent tha! contextua!
de di
veracity could not be maintained if study were IImlted to only African tradítIons. stnce
a E
multiple influences in fact eXIst As W. Arthur LeWls told the 1970 graduattng c1ass of
the Universlty ofthe West Indies tn Barbados, each West Indían culture IS distmet from
as o
its historical sources and unique unto itself, and its art «is the essential and most valuable»
C nd
form of differentiation «[...] the contribution which aboye a11 others we can make to the
Fo
coromon human heritage». Thus, the examples of art \\Ork.s discussed here are Iimited
to those which may suggest new levels ofatavistic continuity realized in independently
developed and uniquely HaJ1lan innovatlOns.
Haiti holds a histoncal disttnction: it became the fírst independent black republIc In
1804. It is more notorious toclay, sadly, forbeing the country Wlth the lowest per caplta
income ID the Westem Hemisphere. Haiti's people have withstood drarnatic social.
political and economic extremes. in what Crahan and Knight call a «polyglOb> Afro-
Caribbean culture, uniquely diverse, rich and dynamic. At this writing, Haiti is far fiom
out of the quagnure of social, economic and polItical turmoil. but its story may be
relevant for other societies, particularly those where colonization is or has been a fac-
tor. The art retlects this multi-faceted country
The Spanish discovery and cIaim ofthe island ofHispaniola.. the middle island in the
Greater AntiUes (be~en what are now Puerto Rico and Cuba) In 1492 reflected Spaln's
econorruc ambltlons. Coiumbus ianded on the northern coase nlS ]oumals teH of the
beauty ofthe island and lts gentle people, the Island Arawaks i or Tainos). and thelr
259
woodwork and weaving. Another tribe, the Canbs also mhablted the islands, who v.ere
not so gentle; they are the narnesake ofthe word «cannibal»
Two primary forms ofTaino art have been found from this period; the Duho. a wooden
stool reserved for chiefs in ceremonies as a support while squatting on the heels and
Zemis, carved stone heads emulated by contemporary artist Georges LaRatte, which
Columbus observed were used for religious observance as mtermedIarles with the all
Tamo Cluef Guacanagarl, hoping that the Spaniards mlght become a powerful ally
against the man-eating Caribs who had come from Venezuela and were nudIng Taino
villages, gave Columbus a gIft of a belt with a gold mask, whlch proved to be the
Taino's undorng. Columbus wrote in his JOUfnal that these people would make excellent
slave material, «tractable and well-mannered»
On Columbus' second trip to Hispaniola, he found the 30 or so men he had left behind
at La Navidad, the first Spanish outpos!. had been killed for pillaging and raping the
Arawakans. He sel about forcibly creating the colony of Santo Domingo to nune gold
for Spain, working the natlves literally to death, although sorne escaped to the rugged
as
terrain ofthe mountains. The Sparush imported the first African slaves as early as 1502
ic
to replace the dying Indian labor force. Thus for several years, Africans and Indians
worked side by side. And Columbus demonstrated to the world «the ability of Europe
ér
s al
In the 1630's, French «buccaneers» (named for «boucan», the meat they spit-cured
from native wild cattle) and «Flibustiers» (named for the vessels used by pirates and
de di
trade restrictions, which excluded them from trade with the Azlecs and Incas, they
regularly nuded crossing French ships. They eventuaIly moved to the mamland m the
as o
1670's, took over and renarned it Samt-Dommgue, and il became for a whIÍe the chlef
C nd
center ofpiracy in the entire Caribbean. They estabhshed cattle ranches and plantatlOns,
and imported a shipload of women «swept up from the streets of seaports» from their
Fo
native Normandy, and thus there grew up a class of native-born whites. These first
settlers, «habitants» or «grands blancs», had more wealth than education. but sent their
children to be educated in France. Thls mcluded many chlldren born ofa whlte father
and slave molher, who became the ajJranchis c1ass, an elite that was «chronically
ambitious» to improve their own social status. They became better educaled than the
habltanls and as weaIthy (they owned plantatlons and slaves ofthelr own J, and eventuaIly
as powerful in controlling affairs ofthe country. Frantz Fanon writes ofthe surprise of
Europeans who, having picked out promlsing adolescents to be branded with Western
culture, seemed to say, «What') They are able to talkby themselves') Just look at what
we have made ofthem! [... ] a new breed, the Greco-Latln Negroes>!
France has liule opposltlOn lO formally c1aJmmg the isiand as ItS own in 1697, as the
Spanish were more interested in gold, whlch they found more pienuful in olher pans of
South America It grew to become France's «Shirung Pearl» ofthe Anulles, ItS nchest
colony in its heyday (1730 to 1791) Colonists becanle so wealthy, and displayed It so
lavishly, that even the court of Louis XIV at Versailles was embarrassed by them, and
more Frenchmen wenl to SaJnt-Domingue ID search of smlJ1ar fortunes.
260
The ClIImnI Cola""" of HailUal ArI
As the plantations grew. mass producmg essentially luxury products (sugar. tobacco,
cacao, coffee) or raw materials (indigo and cotton) 10 support demands fiom metropolitan
Europe a greater and greater work force was needed, and France entered the Atlantic
slave trade in earnest. A total of roughly 820 000 Africans were shipped to Saint
Domingue in its entire slave trade.
as
OnIy a rough identificatlOn of specific origins of slaves is possible. but these statistics
ic
can be useful indicators even with their known margin of error. Slaves were imported
ér
s al
primarily fiom the West Ceast of Africa. with about 31 % fiom the Kongo. 35% fiom
Bight ofBenin, and 19% from Angola. These included peoples ofthe Yoruba Oyo and
la tori
Am
Fon ofDahomey. the Mande and others. with the Yoruba making up at least a fifth of
the sample fiom every decade from the 1760'5 on. These are now recognized as long-
de di
established centers of African culture and an. and the term «primitlve» seems
a E
misinformed.
as o
What is important to note is that the blacks who carne to Saint-Domingue did not come
C nd
fiom a uniform culture. although sorne underlying cultural characteristlcs may have
emerged. There were many tribal natlOns. with a varlety of beliefs. practlces and
Fo
languages. Many were at war with each other and had been sold as siaves by theu
African captors, ofien for profit in collaboration with European slave traders. Slave
traders were well aware of cultural differences between different groups of Africans,
and exercised preferences for sorne cultural demeanors over others. For exarnple. the
Mande beliefthat we are all slaves of God rnay well have rnade them easier to manage.
A black arriving in the New World saw terrain very much like Africa's, but was likely
to be arnong others who did not even speak the same Afncan language. Theu common
language becarne Creole, a patois reflectmg incredible flexibility and adaptability~ it
blended Norman-French Wlth English. Dutch. Spanish and Indian. As African slaves
arrived, it took on an African mtonation and sorne words
What all slaves undoubtmgly shared on arnval was thelr enslavement~ ñearlyeverything
else had to be created by them. Jn additlOn, LoUls XJv's Code .\ OIr reqUlred all slaves
to be convened to Catholiclsm and baptized immedlately upon arnvaJ m Salnt-
Dorningue; these new convens were called «bossals». But it was VOdun that explalneá
life and provided actIons by which an mdivldual nught mf1uence the SPlrit world in his
ownbehalf.
261
The officlal religion of Haiti is still Catholiclsm, but the peasant cíass has ahwys
practlced Yodun, a peaceful possesslOn cult tbat was greatly discredited by the Duvalier
dictatorslllp's (1954-1986) mvolvement Wlth black mag¡c The Afncans found much m
Catholic symbolism that couId be understood in terms of Yodun delties, notmg stnking
sunilaritles with the attributes of Cathohc saints. Popular ITnages of Samt Patnck dnving
snakes out of Ireland relate to beliefs about deities who took the form of serpents, and
the Yoruba god of war, Ogun, was read into plctures of Saint James portrayed as a
vietorious knight with a sword. For Vodun worshippers, Catholiclsm is thus parallel
and complementary. The Catholic Church «showed what in retrospect looks like a
greater "tolerance" toward mag¡cal and [... ] "heathen" forms ofbelief» than Protestant
missionaries. The Church, the traditional patron of an, refused to recognize Haiti for
half a century after its independence, and in the 1950's, it refused to allow Haitlan
artists to paim murals In the church because they were too «pagan» The Episcopal
church in Pon-au-Prince gained the murals of Biblical stones m a wholly Haitian settmg.
The church and slavemasters strove In vain to abolish Vodun
From the beginmng of the ImportatlOn of Afncan slaves, of those who survived the
as
brutal trans-Atlantlc crossing and the harsh hving conditlOns on the Island, there were
those who chose death over slavery, and sull others who managed lO escape. «Hatti's
ic
rumpled terrain contains more mountains for its size than Switzerland», the perfect
ér
s al
lllding place. These «marrons» (meaning a domesticated animal run wild) who hld m
the mountains eventually became numerous, Wlth bands of as many as 1500-2000.
la tori
Am
Heusch believes that the role of marrons in the making of ¡ ooun has been underestimareá
by lllstonans. Recall that Indians also lived In the mountains, where the Indian Zemi
de di
cult prevailed
a E
Many Haitlan elite suppress and even try to deny thelr African heritage, deeming
as o
mark left by the indigenous Indian. The fact tllat the abongmal populatlon was present,
even though perhaps only in the first, yet crucial, traumatic stage of contaet with
Europeans and Africans - has so far been underrated. Haitian Imellectuals, proud of
aligr¡ing themselves Wlth French culture, tend to tlunk ofthe island as bemg discovered
by the French, Ignoring the Spanish penod whlch lasted 185 years, dunng whlch Inmar,
culture made its mark. Many lndian words ihammock, canee, hurncane, barbecue).
foods (maize, manioc, guaya, pineapple. avocado), utensils and agncultural methods
were adopted.
There IS ampie eVldence ofthe lndian lnf1uences on Vodun lndian rehglOfi, like African
religiofi, was integrated Wlth its art, not only plastlc or VIsual, but al so musle. dance ano
literature. The most important parallels are the beheflll a den)' as a flrst source, ances-
tral worship, and other elements. Arawaks and Canbs believed the oead returned lO the
waters of Onnoco country (the Onnoco were the IInmedlate forefathers oí" Carlbs and
Arawaks). Orinocan water spmts or mermatds called ()re}¡u drag men lO the depths oí
their aquatic baunts, a very recurrent myth in Haití. «vava», a common Arawakan suffix.
IS still heard in Yodun htames as VQI'(JU In fact, Vodun's language for eommumcaung
with gods are words used by Arawak priests when possessed Wlth spmts
262
Each cacIque (pnest) had a zeml kept m a separate house or room, JUst as the hounfours
ofthe houngans (priests), as did too the hogons ofthe Dogon people of Africa. These
receptacles ofthe spirits ofthe ancestors were like the 'oa in Vodun Zemls had powers
offertility, rainfall and childbuth, like the HaItlan loa, Marassa Zemls could be stolen.
which is what creates a ZombIe m Haitlan belíef. comparable to the livmg dead ofthe
Caribs which walked about at night
An Indian relationship 15 evident m the HaitÍan deity, «Cinq-Jours-MalheureUJO>. referrmg
lo five unlucky or «nameless» days, which is what both the Aztecs and Mayans caBed
the last days oftheir year. left over from the difference between lunar and solar years
Such caIendrtcaI concerns are not typlcaI of African cultures
Vodun (a Fon name) IS more widely attributed to origlns m Dahomean relíglon's Rada
cult (the peaceful or «cool» side of Vodun), combined with the Creole-conceived cult
ofPetro (the forceful or «hot» si de). The Dahomean serpent deity Darnballah. important
in Haitian vodun, also has its counterpart in Indian myth. The First Carib carne from a
serpent, and was assOClated with a rainbow, the same syrnbol used for Ayida. the female
as
counterpart in Vodun lt appears in Haitl as a metaphor for order, combining male and
female aspects, aggresslOn and compassion
ic
Too Petro cult is traceable to a Spanish houngan. A rnajority of Petro \\Qrds are Span¡sh,
ér
s al
originating in the period ofSpanish domination when Indians and Africans were slaves
la tori
Am
concurrently. Indians learned Spanish, and Spanish was the meeting ground with
imported Africans
de di
The religlon that emerged m Haitl IS not a copy of any of Its root origlOS; IOStead
a E
Haitians have created somethlOg new, all thelT own No baslS exists for «a sort of sim·
pIe linear borrowing» one way or another Even the reconstltutlon of any specific ethnic
as o
group overseas did not necessarily re-create the original conditions for the propagation
C nd
of African culture For we are not dealing with free mdividuals m families. but with
slaves in slavery
Fo
Many Important African traditlons have ataVlstlcaIly found thelT way lOto the art and
religion of Haitl, sorne of which rnay be derived from the Yoruba, the Mande and
Kongo elements.
The Yoruba represented black Africa's largest populatlOn, «one ofthe premier cultures
ofthe world», Wlth thousands of deitles who brought «ashe», the power to malee tlungs
happen. signaIed by red. «the supreme coloo> Yoruba art forms IOcluded woocl carvtDg,
which required an extensive knowledge oftrees, often from hol1owed logs There was
apparently no opportunity for slaves to contlOue a woocl carvtng traditlon, for none IS
recorded. Sculpture painting used abundant colors and a variety of decorative arts
included bead embroidery similar to that found m HaItl'S Vodun flags, which are Slgns
of respe (respect) for the delties Yoruba aesthetics pnze the mean (as opposed to
excesses) and appreclate freshness and ImproVlsatlon m the arts
The Blacksmith's art m Mande culture heId deep slgnificance m thelT soclety's most
fundamental institutions. A position of clout and economlC security, only a límited
number were allowed to practlce It, usually by blfthnght «The foundatlon that nourishes
263
BarbaaNOOiIJI
the mstltution of smlthing, so that It may nounsh soclety. IS the SImple axlOm that
knowledge can be power when properly artlculated>; The most Imponant aesthetlc
value in Mande culture is slmplicny The lron works of Georges LIautaua. especlally
these made from old oil drums. create sometlung ofvalue from useless metal. rerrumscem
ofthis tradition. Sculptures set atop staffs are symbols of status or profession, and ofien
grace shrines of Important ancestors. Dogon pnests ofen used staffs 10 mark their sta-
tus, much as the houngans ofvoudun in HaItL In Bamana, the Imagery on staffs centers
on power. Metal expresses the aggression and power ofa hunter's !Ton tools and \WITlor 's
weapons. Staffs are part of a very old traditlOn that ongmated m the old Mali Emplre.
The great Kongo people were from Zaire, Angola and Bakongo. They may have provided
the inspiration for the ground signatures ofdeities called veve. which correlate 10 nsidibi.
the ideographlc wnting ofthe Ejagham people. and aiso posslbly to the deity designs
made by the Aztec Indians by droppmg flour or ash Paquel congo made in Haltl are
sImilar to the nkisi (plural mmkisi) charm baskets made by Kongo people of Zaire. to
mediate with the souls of ancestors represented by charms in the shape of a dogo (The
village of the dogs is belteved to be between the vi11ages of the ltvmg and the dead).
as
The Haitian version is more elegant. made with silk ribbons Deren finds they also look
suspiciously like a type of Anti 11ean cultus image
ic
The importance of trees in Hattian belief may come from the practJce of Kongo elders
ér
s al
who planted trees m graves as a sign ofthe spirit on its way to the other world.
la tori
Am
constant. and when the siaves fina11y understood that thelr masters were afraid ofthem.
a E
it gave then courage. The Europeans belteved that the solutlOn to this Imbalance \WS to
dehumanize the blacks m every way posslble. separatJng any 'Nlth common ongms to
as o
inhibit cornmunication and soltdarity. The systematJc depersonalizatlOn did not work
C nd
ultimately. for the slaves adjusted their hentage to the demands ofthelr condition and
«Iaid the foundations of a socio-cultural equiltbrium and a new dignlty. ¡;
Fo
Educated mulattoes were in touch with the revolution m thought and governrnent going
on in France, and partlcularly the «DecIaration ofthe RlghtS of Man and of CitJzens¡;.
they were bnmmmg 'Nlth the vIsion of the equallty of man and a secure freedom In
1791, when the white colonists withd.rew French clt!zenshlp from theAffranchls. they
revolted. which the slaves could not have failed to notJce. Next, betrayed by the white
colonists, the AjJranchis gave their support to mcreasmg mcidents of rebellion by the
black slaves. It is significant to note the dramatlc lOcrease m slave mlgratJon:
again slave monality was not keeping up wlth labor needs; In 1789, there were
more than 90000 new slaves all selzed from Africa 'Nlthm the preceding three years,
many ofwhom refused to accept their bondage: many escaped, and the aforementlOned
enclaves of marruns in the mountains grew and becanle mcreasmgly aggresslVe. even
daring to raid the colonial towns as we11 as the plantatlons
One August night in 1791, drums sounded and the conch horn was heard throughout
the reglOn ofCap Francols. the capItal ofthe French colony: thls rallted a11 the slaves to
what \WS to be a bloody slaugbter ofwhites. but a victonous revolt. reoortedly chanting
«Showus Dahomey again l ¡;
264
Toussaint 1'00verture, a 50-year-old slave who, as a favorite ofhis master, had been
taugltt 10 read, (which was very rare foc a siave)jomed the cause after the revolt. Hughes
notes <<The moral and intellectual conviction that inspired Toussaint 1'00verture to
focus tbe grievances of the Haitian slaves and lead them to freedom carne from bis
readings ofRousseau and Mirabeau.» By 1797, Toussaint was the undisputed leader of
tbe whole country, including the Spanish settlements te the east. The mulattoes did not
accept bis rule, but John Adams sent U. S. Navy assistance to support Toussaint. Two of
bis former generals successively led the new republic: Dessalines, who defeated
Napolean's attempt to retake the island in 1804, and then Henri Christophe, who
successfully quashed a British attempt to take Haiti, the latter dividing the country with
Alexandre Petion, a mulatto who govemed the south from Port-au-Prince. Each tried to
restore Haiti to its former prosperity and brought European teachers and artists to
establish schools. None of the art schools lasted for more than a few years, and any
trained artists reportedly fled to France. Even a resounding military victory does not
automatically erase the old evils wbich can freeze the creative power ofthe people.
In 1804, the Haitian flag was raised, the wbite tom out of the old French flag, and
as
slavery finally carne to an end. Cap Francois was renamed Cap Haitien, and Haiti was
ic
formally given its present Arawak name. The population consisted of 600 000 blacks;
35 000 mixed heritage; 30 000 whites; and 300 Indians.
ér
s al
la tori
Am
The country has survived to this day an independent nation despite a succession of
internal class confliets and economic isolatIOn. On the one hand, Spain's neighboring
Cuba saw rrance's withdra\Vcll from the regíon as (he opportunity to become tbe sugar
de di
capital of tbe world. On the other hand, the attitude of Europe, and eventually the
a E
United States (which was a1so dependent on slaves in the South and feared any similar
ideas on its plantations) ostracized the island, or, as Frantz Fanon wrote of colonial
as o
powers, «Since yoo want independence, take it and starve.» We might well wonder how
C nd
different it would have been had Napoleon (or anyone) had the foresight to suggest an
Fo
Haitians' national pride has remained intaet, however, throughout the years since
independence was first achieved. Although different classes continue to have different
spiritual and cultural orientatIOns, they are united in pride 10 the freedom and
independence oftheir country. Fanon points out that, for the coloruzed,« [...] a national
culture is [...] an ardent, despairing tuming toward anything that will [...] secure anchorage
[...] and 10 escape from the supremacy ofthe wbite man's culture [oo.]». In terms ofart,
he says, «the native artist who wishes at whatever cost to create a national work of art
shuts himselfup in stereotyped reproductions of details [ ] setting great store on what
theyconsiderto be the constant principies ofnational art [ ofien] turns paradoxJcally
toward tbe past and away from aetuaI events [...] but the native intellectual who WlShes
to create an authentic work of art must realize that the truths of a nation are ID the first
place its realities». Gerald Nordland, ofthe Milwaukee Art Center, states: «The Haitian
artist integrates what he sees, what he knows, and what he believes in an art that is not
optically realistic hut is consistent with bis non- Westem tradition.» He goes on to des-
cribe how Haitian paintings charactenstically present distortlOns, multiple viewpoints
and unexpected surprises, with decorative VltaIity and «newfound suggestions of per-
265
BarbOl1lNeoin
sonal psychology.» While HaJtlans ofien depict hlstory In thelf coíomzation or the near
extmction ofthe inctigenous lndians. For the Haluan artIst, hlstory began Wlth the famous
Vodun ceremony in 1791, that marked the begmningof HaJti's revoluuon.
Sínce then, the art of many Haitian artlstS is in permanent colIections in museums in the
U. S. and Europe. There have been politlcal mural artists who celebrated the oustlOg of
the Duvalier regime in 1986, and art groups like the SaInt Soled group have formed as
«a source ofreconciliation ofthe anist Wlth selfand with community.» With 90% ofthe
as
population still functionally illiterate, art is exceptionally important as a cornmunicator,
ic
to build and sustain public awareness, involvement and solidarity, a vehicle for civil
aetion for the continuing struggles Haitians face for SOCial and economlc freedoms.
ér
s al
«These artists express thelr meanings with dlrectness and unselfconsclOusness The
la tori
Am
The history ofHaiti, like the entire Caribbean region and like its art. presents us with a
a E
«great paradox ofthe American experience as both a microcosm ofthings past as well
as a harbinger ofthings to come (... ] the aJnazing catalyst that unpredJctably changed
as o
266
PARA OTRA LECTURA
DE LAM: COSMOVISIÓN
AFROCUBANA y
OCCIDENTE
CRISTIANO*
Desiderio Navarro
Mis estatutos guardaréis. A tu animal no harás ayun-
tar para misturas; tu haza no sembrarás con mistura
as
de semillas, y no te pondrás vestidos con mezcla
ic
de diversas cosas.
ér
s al
Levítico 19: 19
la tori
Am
«Las divergentes lecturas de la plástica de Wtfredo Larm>. Bien podría ser ése el título
de un trabajo investigativo que desde hace mucho tiempo resulta posible y necesario:
de di
ca del singular creador cubano. Pocas obras de la pintura contemporánea mundial han
as o
sido percibidas con tantos y tan diversos estilos de lectura: mítico, alegórico, simbóli-
C nd
co, mimético, expresivo, estetizante... Pocas han sido sometidas a tantos procedilnJen-
tos interpretativos tan disímiles: desde las explicaciones biologJstas (raciales),
Fo
• tila prima"a vf2"Sién de e;,te trabajo fue preswtada al La Ccnferal~.a lnterIlllCÍcnal sobre Wifredo Lam
(La Habana. 23-25 de mayo de 1984) y. al año S1gwc:nte. obtuvo el Prezruo de CTÍtJca de Artes PJá,úcas
del Salén de La Unión de E.scntores y Artistas de Cuba. En ""Pañol fue publicada en Sobre Wifredo
Lam, La Habana, Ldras Cubanas. 1986.lDlenlras que en rusoapare<."1O al larevJlta LatinskmaA meri/w.
Mo6al, n. 7 de 1987.
267
El necesario estudio de las lecturas de la plástica de Lam tampoco podrá pasar por alto
un hecho cuyo análisIs nos parece la mejor introducción posible a nuestro trabajo. Se
trata de que la interpretación de las obras del gran artista cubano ha sido, por lo regular,
una lectura ((atomIsta» de imágenes-simbolos sueltos, una actividad hermenéutica ha-
sada en una teona de los slmbolos que los ve como totalidades aisladas que no consti-
tuyen sistemas sobre la base de relaciones entre sus elementos discretos, sino -a lo
sumo- repertorios de tópicos cuya única relación es la de individuos que guardan un
parentesco genetlco La mayoría de las veces, los críticos e historiadores ven los signi-
ficados de esas imágenes-símbolos inconexas en las redundancias o excedentes de sig-
mficado asociados a ellas en la tradición cultural gracias al funcionamiento anterior de
las mismas en determinados procesos culturales-miticos, rituales, artisticos, etc. La
aplicación de este proceder interpretativo a la obra de Lam tiene su más claro exponen-
te en el excelente ensayo «Wlfredo Larn y su obra vista a través de significados críti-
cos», escrito por Fernando Ortiz en 1950. Allí el célebre antropólogo Yetnógrafo cuba-
no, al examinar lo que llamó «slmbolos zoomorfos», vio «astas incisivas de toro» en
los «mnumerables cuernos que aparecen en las visiones de Lam» y las interpretó como
«afirmación de masculiOldad fuerte, impetuosa y penetrante»; yal examinar lo que
as
denominó «símbolos mecánlCOS», afinno que la herradura «acaso evoca la "buena suerte"
o las brutales tropelías del azar» y que las tijeras son «como las de la Parca, que corta
ic
el hilo de la eXIstencia». 1 Como puede verse en estos ejemplos, las imágenes son inter-
ér
s al
cuerno/pene). Aquí estamos ante una lectura simbólica de los elementos figurativos
a E
1 F emando ÜItJ.z: « Wifredo Lam v su obra '"1.'ÚI a través de sippificados aiticos». La Habana., Ed. Ministe-
no de Educacioo. 1950. Citado segun su reproduccioo en: Antcnio Núñez Jimález: Wifredo Lam, La
Habana. Letras Cubanas. 1982, p. 19 v 21
'Edmundo Desnoes Lam: azul y negro. La Habana. Editorial Nacimal de Cuba, 1963, p. 15.
268
externo de su interpretación antropológica de la pintura de Lam, que la vinculaba a la
superada concepción tyloriana del animismo como primer estadio histórico -preteista
y preicónico- de la religión, no reconoce en esa figurilla el ícono del oricha Elegguá y,
por el contrario, la interpreta caprichosamente como un «signo animatista de la ultranza
mítica». 3 En cambio, Desnoes, que sí ve los Elegguás, cree que «cuando Lam recurre a
los elementos de los cultos afrocubanos, nunca emplea sus simbolos en un sentido
estricto»" Es decir, que no se pueden interpretar los Elegguás con la ayuda de las
redundanCIas mitológicas tradicionales. No sabemos en qué se basa Desnoes para ne-
gar esa interpretabilidad en los distintos casos que abarca esa generalizaclOn, pero, en
lo que respecta al caso particular de los Elegguás, su inclusión en esa presunta regula-
ridad sólo se debe a que Desnoes, a diferencia de OrtIZ, no conoce a fondo esa tradi-
ción mitológica, lo cual se hace irómcamente evidente cuando. al exponer en qué con-
siste la supuesta mutación del sentido simbólico de Elegguá en la pintura de Lam, nos
dice que «el Elegguá [... ] ha dejado en su pintura de ser el dios que abre todas las
puertas, para convertirse en un simbolo plástico Inquietante: lo mismo asoma entre las
hojas que sobre la cabeza de un personaje», y que los Elegguás «con sus ojos de miedo
[...] son notas burlonas o misteriosas en el mundo de Lam».1 i Cómo si los rasgos su-
as
puestamente nuevos que él menciona no fueran precisamente caracteristicas esenciales
deloricha! Como si Elegguá fuera exclusivamente una divinidad propiciatoria y servi-
ic
cial y no un acompañante ambivalente. contradictono, y también temible, burlón, 0-
ér
s al
capaz de tOOo tipo de maldades que ha sido identíficado con el Diablo por misioneros
de Europa y yorubas occldentalizados.
de di
güijes: «Con frecuencia aparecen pequeñas críaturas cornudas, en las que nos sentimos
C nd
inclinados a ver los clcirlkúes [slc]-¿por qué no L capaces de llevarse a un niño hacia
las aguas.»6
Fo
269
Pero aún más asombroso nos parece que los estudiosos de las obras de Lam, casi siem-
pre orientados hacia la búsqueda e interpretación de símbolos aislados. no hayan des-
cubierto hasta la fecha la presencia del elemento iconográfico que constituye el sím\»-
lo más frecuente en su creación desde mediados de los años 50. Se trata de la ímagen de
un pájaro que se halla Junto a la cabeza de innumerables «personajes» (así llama el
propio Lam a sus figuras con cierto número de rasgos antropomorfos). Unas veces
~ece echado sobre la cabeza, otras parado sobre ella. y otras. las menos. en vuelo
cerca de ella (casi siempre por encima de ella). En la abrumadora mayoria de los casos,
el pájaro aparece unido anatómicamente a la cabeza por alguna parte de su propiO
cuerpo, o por una especie de cordón umbilical que sale de su cuerpo y entra en la parte
superior de la cabeza del personaje (a veces en un ojo de éste), o de ambas maneras a
la vez. A la cabeza del personaje está unido así, unas veces, un cuerpo completo de
pájaro, y otras, sólo una cabeza y un cuello de pájaro (que aunque muy estilizados en
cuatro patrones básícos que se repiten, son reconocibles por referencia a las represen-
taciones completas del pájaro en obras del artista). En más de una ocasión la presencia
de esa combinación icónica da origen a títulos como El pájaro en la cabeza. Pájaro en
la cabeza. Los pájaros en la cabeza. Cabeza con pájaro y Cabeza adornada con pája-
as
ro.
ic
Sobre la base del conocimiento de tradiciones miticas, rituales e iconográficas de ori-
ér
s al
gen yoruba. resulta posible afirmar que esa imagen insistente del pájaro unido
la tori
Am
Araba Ekó, uno de los principales babalaos de la tierra yoroba, con ese nombre se
a E
designa «el pájaro que, según los yorubas, Dios coloca en la cabeza del hombre o la
mujer al nacer, como el emblema de la mente». 7 De alú que exista en mitos y rituales un
as o
persistente igualamiento o asociacIón del pájaro con la cabeza como sede de la mente,
C nd
textos de lfá sobre los milagros que el oricha Osain hacía con «cabezas» o pájaros. AsI
ocurre con el objeto ritual llamado ilé orí (casa de la cabeza), caja puntiaguda cubIerta
con caracoles (cauri) superpuestos que sugíeren las plumas del elye ororo, y tambIén
con el objeto ritual llamado osun, pieza privada de cada iniciado que muestra un pájaro
de hierro sobre un disco y un cono invertido con campaDltas o cascabeles, o sobre un
círculo de otros pájaros más pequeños, y en la que se han colocado durante la ceremo-
nia de iniciación, los mismos cuatro materiales (de origen vegetal) que se introdujeron
en las incisiones realizadas en la parte superior de la cabeza afeItada del iniCIado. Y
una demostración de que Larn conocía no sólo la representación IConográfica de Elegguá,
sino también la figura central del osuno es precisamente el hecho de que dio los explí-
citos títulos de Ozun y Elegguá y Osun-Elegguá para Yemayá a dos cuadros en los que.
junto a la figurilla humanoide ya esrudiada, aparece la Imagen de un pájaro (también la
escultura en bronce tItulada Osun representa un pájaro).
, Citado según: Robert FarrisThomps<I1: Nash ofrhe Splri/. Afncun and Ajro-AmencanArr and Philosophy.
Nueva Yert.. Random House, 1983, p. 11
270
Creemos que los hechos que acabamos de exponer, así como otros aqui no presentables
por razones de espacio (por ejemplo, la interpretabilidad de la muy frecuente imagen
de las púas a la luz de su presencia simbólica en los textos y ritos ligados a los orichas
Babalú Ayé y Oggún) nos permiten afirmar que la lectura iconográfica de la plástica de
Lam aún no ha agotado su objeto de estudio, y más aún., que, probablemente, todavía le
queda mucho de importante por descubrir en las obras del cubano. La lectura «atomista»
de imágenes-símbolos inconexas mediante la apelación al conocimIento de las redun-
dancias de la tradición cultural no peca cuando desarrolla el análisis iconográfico de
las obras, sino cuando, ante los resultados de éste, olvida que no percibimos símbolos
aislados, sino textos, conjuntos organizados de signos, y que las redundancias cultura-
les nos dicen únicamente que ya alguna vez esos significados simbólicos fueron leidos
en esas imágenes aisladas y no qué sIgnifican aquí y ahora los tejídos sígnicos
estructurados en que figuran esas imágenes. En la siguiente parte de nuestro trabajo
abordaremos la obra plástica de Lam precisamente desde la perspectiva que se interesa
en la significación de esas estructuras signicas que son los textos figurativos.
as
relaciones que se establecen entre los signos figurativos presentes en sus obras. Cree-
mos que este modo de proceder puede conducimos a resultados obJetIVOS que refuten
ic
o, por el contrario, confirmen y precisen ideas hasta ahora mdemostradas a las que
ér
s al
otros estudiosos de la obra de Lam han llegado por la subjetiva via de la intuición.
la tori
Am
chos títulos el autor los llama «mujem, «hombre», «muchacha», «ruños» o con denorru-
a E
figuras que representan animales (en muchos titulos Lam los identifica como «gallo»,
C nd
gla» o «bosque»), y por último, figuras que representan orichas u otros seres divinos
(en sus titulos el autor los identifica como Oggún Arere, Oyá, Babalú Ayé, Elegguá,
Canaima, etc.). En la obra de Lam los signos figurativos que representan objetos de
origen cultural, como el cuchillo, la flecha, la herradura, la silla, la lamparilla, la tijera
y la rueda, sólo aparecen en muy contadas ocasiones. Pero lo que resulta aún más
notable es que lo mismo ocurre con los pocos signos figurativos que representan ele-
mentos del reino inorgánico: un suelo más o menos liso y una luna de dudosa identidad
(a veces parece más bien una máscara humana estilizada -romo en LajW7gla-). Según
Carpentier, Lam pasó, hacia el año 1941, del mundo «fijado» europeo al mundo amen-
cano «de simbiosis, de metamorfosis, de confusIOnes, de transformaCIOnes vegetales y
telúricas [...], donde cambIaban de curso los rios» y podía verse «la rara montaña que el
martillo del geólogo identificaba como una gIgantesca mole de caracoles petrifica-
dos»,8 pero lo cierto es que de telúnco hay muy poco o nada en sus obras: allí los
• Alejo Carpaúier: «Lam w Caracas» (1955). Citado según su rq:>roduccién w Antcnio Núñez JiméDC'L
Wifredo Lam, p. 125
271
Deoideoio Navmo
elementos naturales y sus transformaciones están casi ausentes del todo. Y de esto se
dio cuenta Fernando Ortiz, a pesar de que su búsqueda del animismo en Lam debía
inducirlo a tratar de hallar en él una pintura en la que «las fuerzas de la naturaleza [... ]
se representan, como aún se hace en las religiones más arCaIcas del África, por simples
piedras, minerales, palos yaguas».' Ortiz señala, con razón, que Lam no evoca de su
patria vilIareña «los bravos oleajes de sus mares, los dilUVIales desbordamientos de sus
ríos, los peligrosos tremedales de sus ciénagas, los imponentes resplandores de sus
cañaverales ardiendo, ni las devastadoras furias de los huracanes». 10
Lo que caracteriza la abrumadora mayoria de las figuras que integran el mundo de Lam
es la gran heterogeneidad de los elementos que las forman: no se trata simplemente de
que en una figura animal (o vegetal) se combinen partes de animales (o vegetales) de
distintas especies, sino también de que en una misma figura -humana, animal vegetal o
divi~ se reúnen partes procedentes de esos cuatro tipos de seres. o de tres o dos de
elIos. Así podemos encontrar, por ejemplo. un personaje en el que se conjugan una
cabeza humana, una cabeza de pájaro, púas, flores y una cabeza de Elegguá
as
Un examen más detallado de las figuras permite comprobar que estan formadas por un
repertorío relativamente reducido de subunidades figurativas en muy variadas combi-
ic
naciones. Esos elementos figurativos de reiterada presencia son ciertas partes del cuer-
ér
s al
po humano ~cabezas, bocas, cabelleras, mamas, manos o brazos enteros, caderas, nal-
la tori
Am
gas, penes y testículos, y pies o piernas enteras); ciertas partes del cuerpo de diversos
animales (cabezas -<le caballo, de vaca y de pájaro-, cuernos -de toro-, cnnes. alas.
rabos -<le vaca y de caballo-, y patas con cascos o pezuñas); ciertas partes de diferen-
de di
tes plantas (tallos, hOjas, frutos, púas y flores); y, por último. la cabeza de Eleggua. AsI
a E
pues, las figuras que pueblan el mundo de Lam son seres vivos. y los elementos tigura-
tívos heterogéneos que las forman son fragmentos de seres vivos
as o
C nd
272
P. . olra lectala de Lam. OOámOVl.l>ÍoD aÍIowbllll8 y Oaidmh:: cmbano
as
Otro modo de Significar esa unidad es la ambigüedad que Lam confiere a ciertos signos
ic
figurativos. En su obra ocurre en ocasiones que un mismo elemento prelconográfico
pueda ser «leido» de dos maneras diferentes. Los rasgos formales de éste y el contexto
ér
s al
en que se encuentra permiten esa doble interpretácion. Tal es el caso de Ciertos elemen-
la tori
Am
tos preiconográficos que pueden ser mterpretados como cuernos o como púas vegeta-
les, como cabelleras humanas o como cnnes de caballo. Esa ambigüedad pone de relie-
ve la ar¡aJogia formal de las dos Imágenes evocadas, y la eqUivalencia formal establecI-
de di
da sugiere una eqUivalencia de Significados. AsI. los cuernos son como puas de plantas
a E
Y las púas de plantas son como cuernos. O sea, que la ambigüedad indica que lo animal
y lo vegetal, lo humano y lo animal, son confundIbles. y por esa via.. también ella
as o
Los tres restantes modos de significar la Unidad de la Vida son menos sencillos y mas
sutiles: sus «efectos de sentido» están basados en la transgresión de la diferenCia entre
paradigma y sintagma, en la proyección sobre el plano de las relaciones sintagmátlcas
(o sea, por contigüidad) de la equivalenCia existente entre los miembros de una sene
paradigmática (o sea, relacIOnados por asoclacion). Tal como en el lenguaje se pueden
distmgulf dos tipos de relacIOnes asociativas: segun el sonido y segun el sentido. tam-
bién en la plástica se puede hablar de una paradIgmatlca por analog¡a formal y una
paradigmática por analog¡a de los SignIficados (L. Marm¡
273
leerse así: las piernas son tallos del hombre, los tallos son pIernas de las plantas, los
senos son frutas del ser humano, y las frutas son senos de las plantas. He ahi una vez
más, en esas ígualdades, la idea de la UnIdad de la VIda, slgmficada con recursos
específicamente plásticos.
A falta de un mejor terIll1no, hemos decidido denominar provisionalmente «rima de
sentido» el fenómeno que se produce en la pintura de Lam cuando en una Ill1sma figura
como unidad sintagmática se combinan elementos figurativos de SIgnificados análo-
gos: brazos y piernas humanos, patas de animales ungulados y alas, o también, cabezas
del dios Elegguá, cabezas humanas y cabezas de animales. La presencIa del núcleo
semántico común --el significado de «extremidad o parte superior de ser vivo»-, activa
en esos momentos figurativos los rasgos semánticos diferenCIales ---{(humano», «ani-
mal» y «divino»-, pero la unión anatónuca -en una misma figura- de los elementos que
«riman» semánticamente, también aquí da origen al arclusema «VIda», que incluye to-
dos los temas comunes a esos rasgos diferenciales actIVados. Resulta.. pues, que la
analogia y la coexistencia de una pierna humana y una pata de caballo también sugie-
ren que la vida es una.
as
Finalmente, la sustitución metafórica en Lam hace que unos elementos reemplacen a
ic
otros en la cadena sintagmática de la figura sobre la base de su analogia formal. Por
ér
s al
ejemplo, en distintas ocasiones las lianas sustituyen a los cabellos, los rabos equinos a
la cabellera humana y las frutas a las mamas. Aquí estamos ante una especie de «rima
la tori
Am
plástica en ausencia», por así deCIr, pero aqUI también la equivalenCIa formal con el
término sustituido impltca una equivalenCIa de sentIdo Las partes animales y vegetales
de di
Hasta aquí nuestro análtsis de los distintos mecanismos de constitución del sentido
C nd
global en la obra de Lam. Ahora nos ocuparemos de un aspecto fundamental del UnI-
verso semántico de Lam que tampoco habia sido debIdamente estudiado hasta ahora:
Fo
el modo en que está presente lo humano en las «simbIosis» que pueblan ese mundo. La
interrogante que se nos plantea es la sigUIente: ¿sobre qué base se une lo humano en la
obra de Lam a lo anImal, lo vegetal y lo diVInO?
Uno de los rasgos comunes a la mayoría de sus personajes es la desnudez. Ella permite
ver no sólo la piel de los cuerpos, sino tanlblén, en particular. los caracteres sexuales
secundarios femenInos: las numerosas mamas y abultadas nalgas y caderas femenInas
de las obras de Lam. La alta frecuencIa de esos caracteres, Junto con la abundancia no
menor de los caracteres sexuales primarios mascultnos -penes y testtculos colgantes
debajo de la boca de los personaJes-. hacen que la sexualidad sea un elemento semántICO
básico de lo humano en esas «simbiosis». La frecuente coexistencia de rasgos femenI-
nos y masculinos en un mismo personaje activa la oposIcIón masculInO-femenino, pero.
al mismo tiempo, pone de relteve la unidad semántIca que Integra ambos térmInOS
polares: la sexualidad.
Por último, entre los elementos figurativos que representan partes del cuerpo humano
también se destacan por su frecuencIa los brazos y pIernas, que se caractenzan por
terminar en manos y pies anchos y largos (a menudo también muy gruesos), hechos
274
para la actividad fisica (agarrar, golpear, caminar, etc.). Esas imágenes son portadoras
de otro elemento semántico básico de lo humano en los productos de la combinatoria
de Lam: la capacidad para la actividad fisica intensa, la energía fiSlca.
Carpentier escribió que Lam, «partiendo de elementos muy sencillos, muy inmediatos
[...] fue ascendiendo hacia el mito: hacia una mitología americana que le pertenece por
as
entero».12 Pero si es así, no es posible dejar de plantear y de responder una pregunta
¿qué significa el mito presente en la obra de Lam? Lévi-Strauss dijo que «el objeto del
ic
mito es proporcionar un modelo lógíco para resolver una contradicción» ,13 y, por ejem-
ér
s al
plo, ha planteado que el mito de Edipo ofrece una suerte de instrumento lógico que
permite tener un puente entre la pregunta: «¿Se nace de uno solo, o bien de dos?» y la
la tori
Am
la pregunta ¿ lo vivo es uno, o es múltiple? Mostrando a los diversos seres vivos y sus
as o
sí, Lam hace entender que la multiplicidad de lo vivo constituye una unidad.
Fo
275
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LA ALFARERIA
POPULAR Y RITUAL EN
LA SANTERíA CUBANA
as
como plástico-valorativo, que han incursionado de manera parcial en esta amplia fuen-
ic
te de la creación artística popular tradicional.
ér
s al
Los trabajos que de un modo u otro sirven de antecedente al presente estudio han
la tori
Am
estado encaminados fundamentalmente a la Investigación de la artesanía en metal, las
tallas en madera y el color, así como a la valoración plástlco-simbólica de los SignOS
gráficos de las asociaciones abakuá, del ritual de los paleros y de los arará.
de di
a E
Este hecho nos perrrute abordar su estudio dentro de un marco de referencia limitado a
Fo
Esta forma popular de religión ha tenido y tiene muchos practicantes, por lo que la
realización sistemática y doméstica del culto demanda la fabricación de un conjunto de
objetos propios para satisfacer las necesidades del rito. Entre ellos ocupan un destaca-
do lugar los recipientes elaborados en barro cocido.
277
La alfarena empleada en los ritos ha estado constituida por un conjunto de objetos
cuya función, inicialmente, distaba mucho de la actividad religiosa, ya que eran piezas
de barro usadas principalmente con fines doméstiCOS. De ese modo en el ajuar de la
cocina cubana del siglo pasado ocupaban un lugar primordial diferentes vasijas tales
como tinajas, soperas. freideras, fuentes y otras, que ademas de ser fabricadas de loza
Ode porcelana, eran confeccionadas de acuerdo con la tradición hispánica en el torno
del alfarero, mediante la selección del mismo barro utilizado para fabncar tejas, ladn-
110s y demás componentes de la vivienda en las areas urbanas Estas piezas formaron
parte del ambiente culinarIO hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando el aluminio
yel vidrio industriales hacen su entrada en gran escala por lo barato. variado y resisten-
te a los diversos usos y cambiOS de temperatura.
No obstante, debemos señalar que desde esa misma etapa ya se usaban algunas de estas
piezas del ajuar doméstico con fines religiosos, por lo cual aún se asocia el denomma-
do caldero macho de hierro con tres patas propio para frelr o guisar con uno de los
recipientes donde el palero congo o sus descendientes han construido la nganga, y
sustituido, entre las capas más desposeídas, a la güira (Crescentia cUJete) o al saco de
a s
fibras vegetales. Del miSmo modo, en la santena se han utilizado múltiples recipientes.
ic
desde la madera torneada, la cesteria o el cnstaL hasta la porcelana y el barro.
ér
s al
Cuando estos objetos pasan a formar pane del complejO religiOSO de la santena.. acle-
la tori
Am
más de asumir una nueva funCIón, comienzan a ser decorados de disimiles formas, y se
le aplican incrustaciones que van desde conchas de caracoles bivalbos o cauris uruvalbos,
hasta perlas de vidrio relacIOnadas con la deIdad a la que está ofrendada
de di
a E
Como bien señalan diversas fuentes, estos cultos no fueron tolerados por las autorida-
des gubernamentales y eclesiásticas durante la etapa colonial, de modo que una de las
as o
vías fundamentales para su preservación y difusión fue primero. el seno de cada cabil-
C nd
festividades del santoral católico para efectuar sus ntos y ceremolllas revitalizadoras
de sus ancestros africanos.
278
La_a_olor y Ii..... la . .laia cab. .
LOS GUERREROS
Uno de los resultados más peculiares del proceso de transculturaclón de las creencias
sudnigerianas en Cuba, ha Sido la fusión sincrética de tres deidades con funciones
específicas en sus lugares de procedenCIa, Identificadas aquí como los guerreros y que
se les rinde tributo en conjunto~ tal es el caso de Elegguá. Oggun y Ochosl
as
En casi todos los casos, la Imagen cefalomórfica posee Incrustaciones de cauris, seme-
jando los ojos, la boca y la nariz Se encuentra rematada en su extremo superior o en
ic
uno de sus lados por una lámina filosa de hierro, utilizada para el sacrificio de las
ér
s al
ofrendas de aves
la tori
Am
Las vasijas de barro que se emplean para Elegguá no van decoradas smo que uruca-
mente constituyen el recipiente contentivo de la imagen plástica de la deidad y forman
de di
generalmente en hIerro, bien mediante un caldero que debe contener hasta 21 pleps u
C nd
aros con cadenas que sUjetan hasta veinte piezas semejantes a las del caldero (Oggun
Achibiriquí). Sin embargo, también se encuentra la Imagen de Oggun representado en
un imán con limaya, como símbolo de la atracción de las fuerzas, depositado en un
recipiente de barro cocido sín VIdriar semejante al de Elegguá.
La deidad Ochosi, oricha de la caza sincretizado con San Norberto, se representa siem-
pre con independencia del material con un arco y una flecha en plena tensión para ser
disparada y se relaciona estrechamente con las otras dos deidades hasta darse el caso
en que los tres se funden en un solo objeto, pero no asociados con las piezas de barro
EL CANASTILLERO Y SU ENTORNO
Uno de los lugares fundamentales donde se colocan las piezas objeto de culto en la
santería es el canastillero, un mueble cuyo contemdo y su entorno cumplen funciones
religiosas cotidianas para el practicante y sus allegados. En él, los objetos de barro
desempeñan un importante papel. El canastillero puede estar formado por un escapara-
te, un armario o un librero, generalmente de una o dos puertas. con tres o cuatro
279
entrepaños, en donde se colocan los recipientes que contienen las piedras (Olanes) que
simbolizan a las diferentes deidades, junto con los atributos que se les adjuntan
as
artesanales que sustituyen a las anteriores piezas mdustnaJes.
ic
El canastillero ha Sido colocado generalmente en la habitación donde duerme el prac-
ticante o en un cuarto destinado para el rito Junto con el resto de los objetos es comun
ér
s al
En tomo al canastillero son colocados otros recipientes que contienen las piedras sim-
bólicas y demás atributos de diversas deidadeS Asi encontramos una tinaja de barro
as o
cocido y Vidriado interiormente. con su tapa. bien pmtada y decorada de azul ultrama-
C nd
rino y con incrustaciones que contienen los atributos de Yemaya Olokun. peculiar sin-
tesis cubana de dos deidades yoruba: una hembra fértil y el otro varón hijo de ésta que
Fo
Otra pieza de barro es el lebrillo que contiene las piedras y los hierros que Simbolizan
al oricha Aggayu, concebido como dueño de las sabarias. padre de Chango Ysincreuzado
con San Cristóbal.
También encontramos dos piezas de barro. una en forma de plato semejante a la utiliza-
da para colocar a la deidad Eleggua, aunque con mayores proporciones. y otra que
forma una semiesfera con orificios en toda la parte superior La superposición de ésta
sobre la pnmera sirve de receptaculo a las piedras Simbólicas de Babalú Ayé. deidad
protectora de los enfermos de la piel. smcretlzada con San Lazare
280
La lIfanláa,..,.... y ulaal ca la _ t a i a _
LA INICIACIÓN
Como parte del conjunto de objetos propios de la iniciación también se adquieren los
recipientes de barro. Ocupan un papel fundamental las denominadas cazuelas de lava-
torio en las que se prepara el líquido lustral (omiero). En cada una de estas cazuelas se
lavan las piedras, los caracoles y los collares correspondientes a cada oricha Durante
el acto del lavatorio se ejecutan los cantos correspondientes a cada oricha de acuerdo
con el momento de consagración de cada conjunto de objetos.
Las cazuelas de omiero se caracterizan porque cada una va decorada con colores de
agua correspondientes a la deidad de pertenencia. Del conjunto de cazuelas que se
as
utiliza puede establecerse una relación de líneas y colores entre la cazuela donde se
lavan objetos pertenecientes a la deidad protectora principal del iniciado Ylos trazos
ic
que se hacen en la cabeza de éste cuando el rito implica el rapado del cráneo.
ér
s al
De este modo encontramos un tipo de arte efimero que se vincula tanto con la decora-
la tori
Am
pintura que se aplicará, tanto en la cabeza del iniciado como en las paredes exteriores
a E
tes ceremonias. Sin embargo, generalmente cada cazuelita es empleada para un solo
C nd
color, pues como se utiliza el barro cocido sin vidriar, el pigmento de agua se adhiere a
sus paredes interiores.
Fo
De este modo nos encontramos en el acto de iniciación las cazuelas mayores por sus
dimensiones y las más pequeñas empleadas en el complejO religioso de la santeria.
EL DECESO
Del mismo modo que la iniciación, el ritual funerario posee un alto grado de atención
en la santería, pues los creyentes consideran que el espíritu del difunto cobra libertad e
inicia una nueva vida en la qué ha de pagar y superar los errores cometidos en su vida
material.
La anterior concepción relacionada con el cierre del Ciclo vital de los mdividuos, posee
una gran analogia con los principios religiosos del catolicismo en los que Igualmente el
espíritu de los difuntos purga sus pecados y trata de alcanzar el remo de los Cielos. Éste
es otro de los hechos, en cuanto concepción de la vida tras la muerte, que tiende a
propiciar mecanismos sincréticos entre una y otra religiones
281
Se utIliza la tInaja de Olokun, que en ocasIOnes puede ser SUStItUida por una tlnaJlta
pequeña, en la que, además de poseer los atnbulOs de la deidad, se le echa agua co-
rriente con el objetivo de -según el informante- que el alma áel difunto pueda saciar su
sed cuando tenga que alejarse de su envoltura material. De hecho, la tinaja asume una
doble función, la de atributo de un aricha y como asistenCia slmoohca al creyente
fallecido. Esta tinaja no posee decoración alguna y cuando el difunto es velado en la
casa se coloca el recipiente bajO la cabecera de la cama SI el velono se efeetua en una
funeraria la va;.;ija es colocada sobre el ataúd o bajo éste, aunque siempre en el area áe
la cabeza. '
Posteriormente con esta misma tinaja se realiza el ilulu o Ilulo; en esta parte del rito se
consultan los medios adivlnatonos y se determina SI el santo de cabecera sera enterra-
do con él, si pasará a ser atendido por otro creyente, o simplemente se rompera.
as
cromáticos como de diseño, los que han trascendido a la pmtura ya la escultura.
ic
Uno de los mas significativos representantes de esta proyeccion es el pintor Manuel
ér
s al
Mendive, quien conoclO, por ejemplo, las cazuelas de lavatono estudiadas en el pre-
sente trabajo cuando hacia 1973 formaban parte de los fondos museológicos del Insti-
la tori
Am
ElnologlQ y Folklore
as o
C nd
Debemos señalar también como una proyección, en una u otra medida, sobre las reali-
zaciones plásticas actuales, algunas de las obras de los pintores del otrora grupo Oríge-
Fo
282
,
EL FROMAJE: LA
PERENNIDAD DE LO
INVISIBLE
as
El arte es una encrucijada
ic
MIl..AN KUNDERA
ér
s al
cual conviven «todas las edades de la naturaleza». J Tal es el pnvilegio de ser caribeño:
respirar una antillanidad que devuelva al mundo un nuevo aliento.
de di
El carácter de sitio donde convergen los valores culturales del planeta -travesia de las
a E
más variadas civilizaciones- hace de los pueblos del Caribe predilecto espacio para la
as o
todas las esferas -el arte como la gran cita- los creadores antillanos se reconocen y
redescubren como portadores de categorias ajenas a las que los había relegado la so-
Ciedad pos-industrial. En esta era de las «aparentes desmitificaciones y desacralización
de la vida», lejos de constituir productos exóticos o subproductos de la humamclad, han
iniciado la búsqueda de su «centro», de su «encrucijada», en un dificil, pero no menos
bello tránsito hacia el ser. Camino que, al decir de Mircea Eliade «es arduo, está sem-
brado de pehgro~ porque de hecho es un rito del paso de lo profano a lo sagrado». 2
No en todas las Antillas los artistas comenzaron a mIrar dentro de sí en idénticos ins-
tantes. Seria Imposible desconocer y/o negar las espeCIfiCIdades culturales de Jos di-
versos pueblos que habitan en el Caribe. En cada contexto, estos reclamos afloraron
más temprarJa o tardíamente, lo cual nos conduce a no obVIar el retraso en el tIempo de
la zona lingüística francófona en relación con el Caribe hispano.
I José Martí: «Nuestra América", Obras completas. La Habana. Ed NacilIla! de Cuba. 1963. t.8, p. 333.
2 Mircea Eliade: El nllto del eterno retorno, Madnd. Aban;,... Ed S.A.. 1993. p.5
283
A pesar de estas distmciones, reconocemos en las vias transItadas, al menos en sus
primeros derroteros, efectos semejantes como consecuenCIa de nuestra comun condi-
ción de pueblos coloniales durante siglos. En primer término fue la huida, el reencuentro
con la memoria colectiva ancestral, la develación de símbolos que compartía el grupo
social, como refugio ante las sucesivas imposiciones de patrones culturales ajenos.
En los OOM (Departamentos de Ultramar Franceses) y en partIcular en la isla de Martituca.
tuvo lugar hacia los años 80 de este siglo un escape conscIente hacia la tradición,
negada, reducida durante SIglOS a mtersticlos de resistenCIa. Una vez en ella cobijados
los artistas pretendieron fundar la nueva imagen, plena de las yuxtaposiciones y meta-
morfosis intrinsecas a su mestizaje cultural. No se intentó revivlT el arte negro, porque
como predijo el escritor martiniqués René Hibrán «seria como hablar una lengua muer-
ta.»3 Por el contrario, asoman en esta fuga los esbozos de posibles huellas a seguir,
impregnados de la más amplia libertad de creación. Por esta vez los artistas escrutarían
al mundo; con la distancia simbólica que cada cual escogiese en cada circunstanCIa.
Tales posturas sólo fueron posibles, tras haberse traspasado el umbral del inicial reco-
gimiento y luego de resonar el primer grito del reencuentro con «el país natal», vislum-
as
brado por el poeta Aimé Césaire hacia los años 40 en la revista Tropiques.
ic
Aún centellean en los espacIos morfolÓgiCOS de los artIStas. las reflexiones que en tan
brillante y efímera publicaetón hallaron su marco mas Idóneo de expresión. La impronta
ér
s al
fue tan perdurable, que aún puede hablarse en las obras de trazos inspirados en las
la tori
Am
agrupación Fromajé
Fo
l Rl2lé Hibrán: «Le probléme de l'art á la Martmique. Une opIIlHn». Tropiques, Fort-de-France, n. 6-
7. febo 1943. p.41
284
cotidianidad') (,Acaso no necesIta buscar asideros más perpetuos que su efimera e
Ilusona eXIstencia')
Diversas son las poslClones del hombre de hoy al crear un tipo de discurso mítico. En el
arte «surge un mundo mejor. más homogéneo, una forma de las cosas menos caótica».4
Sin embargo su complejidad es mayor, pues los indicios que nos señalan la presencia de
una atmósfera mltlca se multIplican, haciendo de la obra una suerte de encrucijada
donde se funden la a1egona. la repetición del acto creador y el surgimiento de una
«nueva realldad», sacra. verdadera y trascendente, para el artista Si a esto añadimos la
tntenclOn de revelar. a través del lenguaje de las formas visuales, el secreto original de
las cosas y los seres. es deCIr, «la natural mitologización de tradiciones ancestrales»}.
entonces puede hablarse de la constante capacidad humana para la renovación o re-
creaoón de mitos
Asi.los artistas del grupo Fromajé han remontado el tiempo, inspirados en la derechura.
la fuerza y la perennidad de tradiciones que les son propias. De igual forma que «el árbol
as
es entre todos los santuarios negros el lugar cultural más directa y universalmente
relacionado con la divtnidad»6 Estos creadores. al tomar como punto central de su
ic
alegoría al elemento natural, rememoran lo omnipotente.
ér
s al
El signIficado del árbol como ente en el cual se concentra todo aquello que resulta
la tori
Am
René Louise, Bertin Nivor, y Fran~ois Charles Edouard, agruparon SUS proyectos en
a E
• Amold Hauser: Introducción a la hütoria del arte. La Habana. Inst. del Libro, 1969, p.86.
, Gerardo Mosquera: "Africa dentro de la plástlca caribciia», en: Plástica del Caribe, PcnmClas de la
Conferencia internaCional 1I Bllnal de La Habana. La Habana. Ed Letras Cubanas. 1989, p.1S3
• DOlnImque lahan "La rehglon del Afnca negr3». en: Las religIones de los pueblos sin tradición
escnta. MeXlco. D. F. Ed. Siglo XXI. vol. 11. 1982. p.S7
285
Fo
C nd
as o
a E
de di
la tori
s al
Am
ér
ic
as
«des gens gagés».· -personajes mitológicos que trasnformados en bestias se encon-
traban baJo sus ramas a media noch~ al mando de Satanás. Ello sirvió de inspiración a
los artistas para mostrar en sus obras todo el mundo diabólico, oculto, secreto, trast~
cado y mutable, propio de las mitologías antillanas.
as
Es necesano no perder de vista la siguiente afirmación de Marc Devade:
ic
ér
la pintura está directamente ligada al funcionamiento del pensamiento,
s al
que disuelve los mitos para rehacerlos de nuevo [...], su acción no descansa
la tori
Am
Un rasgo que distmgue a las obras del Fromajé y a la par las emparenta con la creación
a E
trico. A medio cammo entre formas abstractas que dominan el espacio y otras en que 10
figurativo emerge en medio de una abigarrada atmósfera de imágenes.
287
_ AImoK- \In Y J.ouu F........lc:l J.odIipcl
as
tría que acentúa su carácter de tiempo detenido. Historia preciosa y sagrada para los
ic
hombres que guardan su fe en los mitos entendidos como discursos vivos que remiten
siempre a los orígenes, a la repetición de algo que acaeció en los albores del tiempo. Asi
ér
s al
versa un poema alegórico al Fromager: «Soy los siete momentos de la creación, ~go los
la tori
Am
supraterrenales que aluden de alguna manera a lo divino. Incluso con las peculiarida-
des con que cada una conciba esta idea.
as o
C nd
Las obras del Fromajé al centrarse en los singulares conceptos de lo divino para el
pensamiento afroantillano, jerarquizan dentro de su discurso la entrañable coexistencia
de pasado Ypresente, la inexistencia de un tiempo concreto y la impersonal supervi-
vencia Todo, mediante el estatismo de signos que aluden a preocupaciones ancestrales.
Tal es así, que en ocasiones la posición de las figuras es algo rígida, de reposo, como si
se tratase de un arquetipo que sin cesar se repitiese.
288
E ~ Ia .......dad de lo ilMáble
Se aprecia en las figuras zoomorfas cierta alusión a las creencias en los animales como
antepasados protectores. Con frecuencia estos se nos presentan con el sentido de las
alucinaciones, como imágenes suspendidas en un oasis de intemporalidad. La frontaltdad
con cierta dosis de planimetría coadyuva a reforzar la carga enigmática de estos seres,
investidos de poderes en franca simbiosis con lo humano y viceversa.
as
ic
Lo singular de este enfoque en la agrupación Fromajé es el girar en torno a una alegoría
que hunde sus raíces en el contexto cultural martiniqués, como impulso inicial para la
ér
s al
creación artística.
la tori
Am
Al abordar temas relacionados con aspectos de la tradición, los mitos, se utilizan len-
guajes contemporáneos que rehuyen, por su polisemia, las planas ilustraciones de con-
de di
teo con los orígenes, manidas formas de expresar la identidad. Al eludir la «representa-
as o
El nivel de correspondencia entre los temas (de gran amplitud) y las formas concretas
con las que se visualizan, se resume en una sugerencia que domina los espacios pictó-
ricos, incitándonos a una pluralidad de lecturas, a indagar más allá de sus enunciados.
289
Ante tales cuestionamientos convendría recordar una aseveración de Arnold Hauser:
«El arte solo tiene algo que decir a quien le dirige preguntas; para quien es mudo, el arte
es mudo también... »)16
BIBliOGRAFÍA
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Arl du dédans (Catálogo), Fort~e-France, 1992.
Fo
290
COLISIONES Y
RESISTENCIA EN LA
LITERATURA CUBANA
DE ORIGEN YORUBA
as
Eva metió mano a tener hijos y tenia veinticuatro.
ic
El Señor vino de recorrido, lIegó a casa de Eva y le preguntó que cuántos
ér
hijos tenía.
s al
la tori
Am
Eva le díjo
-Tengo doce rujos.
de di
y era porque Eva se avergonzó de tener tantos hijos delante del Señor.
a E
-Vengo a bautizarlos.
C nd
Entonces Eva sacó doce hijOS y dejÓ los otros doce alli dentro.
Fo
Yel Señor bautizó a los doce. Yesos doce son los blancos. pero los que Eva
le nego y se quedaron en el cuarto cogiendo sombra cuando los saco eran
negros.)
Esta narración resume la histona ele casi cinco siglos de las colisIOnes y resistencias de
dos culturas que se cruzaron en el Canbe. y también el punto de VISta de qUien impuso
sus valores. sus cánones. sus institucIOnes.
Entre 1518 Y 1873.2 llegaron a América alrededor de nueve millones y medío de negros
esclavos. el sesenta y CinCO por ciento de los cuales fueron dedJcados a la explotaelOn
291
del azúcar. Desde entonces, un largo proceso de transculturación, traumatlco, doloro-
so, pero también ocasionalmente festivo y lleno de sorpresa., ha tenido lugar en nues-
tras tierras, con la peculiaridad de que, en aguas caribeñas, elimmado el indígena, la
cultura del blanco esclavista y la del negro esclavizado establecieron una disputa a
solas, donde la espada y la cruz, el sexo y la magia lucieron sus galas.
La literatura -la más discreta de las artes- no estuvo ajena al proceso de transcuIturación
en sus diversos grados, pero el colonizador impuso sus instituciones y, con ellas, una
concepción de lo literario hasta tal punto que un poeta negro liberto del siglo XIX,
Juan Francisco Manzano, lamentaba su suerte a través del soneto «Treinta añOS»:
as
Cuando miro el espacio que he recorndo
ic
ér
s al
Pero así como en este poema de Manzano puede verse la completa asimilacíón a los
cánones formales de la cultura dominante, hay allí un lamento y una denuncia, un esta-
do del espíritu que sólo al negro pertenece. En esas mismas formas de la metrópoli,
292
poetas blancos --<:omo José Fornaris en «La flauta tnste>}- intentaban restaurar la ima-
gen del negro con pastoril empeño.
Mientras, las sangres se encontraban) y, al paso de los años (ya entre 1860 y 1869 el
40,2% de la población esclava africana en plantaciones cubanas era hembra): el mula-
to establecía signos de Identidad. Tal vez ninguno como Gabnel de la ConcepclOn
Valdés Domínguez, Plácido. Hijo de una bailarina española y de un mulato peinetero y
peluquero, el poeta que resumió la gracia de la cubanidad, cantaba Jocoso
as
alucinado publica
ic
ser de excelsa parentela.
ér
s al
Pero, al margen de los salones coloniales, de las letrillas burlescas, de los poetas de
a E
nes y los rezos (las moyugbas) legaban un saber de SiglOS al suceder de las generacio-
nes
Fo
Mucho se perdió a través del Atlántico. Una cultura ágrafa, cuyo soporte era la tradi-
ción y la oralidad, sólo tuvo como depositarios, irucialmente, a jóvenes de quince a
veinte años de edad y, hacia 1830, se prefinó la importación de niños entre nueve y
doce. Los arubbó (los VIeJOS), guardianes de lo anllguo, quedaban en las costas arcadi-
cas de Afnca, y sus hijos y sus metos eran desg¡lJados para lruclar rumbos extraños. Asi
comenzo una hlstona que, como Eleggua (el oricha que abre y cierra los caminos),
ttene dos caras: una mirando hacia el pasado y otra hacia el futuro. Pero los negros
esclavos sólo eran dueños del pasado, sólo con él podian construirse un futuro AsI
comenzó el proceso que don Fernando OrtlZ llamó transculturaclOn~ y que no ha con-
cluido hasta ho)'
l Para que se tenga lUla idea de las prq>("~;<.nes demográficas de ese proceso m la pnmera mrtad del siglo
XIX, m 1827 la poblaciic blanca era de 311 0.'51 habitantes. mJmtra' que la negra (libre y esclava J
ascmdía a 393 436.
4 CI M Mocmo haginals: op. cit
, CI Fernando Ortiz: ContrapUnleo cubano del tabaco y el a::úcar. Caracas. Bih1Jc(e<,;a Ayacucho. J'In
(Capítulo 11 í
293
IlOKeIio Iloduguez CotOl..:l
Si bIen la esclaVItud fue abolida legalmente en 1886; durante la repubhca, las expresIo-
nes afrocubanas sólo eran acogidas como parte de la cultura naclOnaJ SI. de algun modo.
cumplían las maneras que regían una concepción euroccidental y blanca de la moral
ciudadana y de lo estético Como he citado en otra parte, el Codigo de Defensa SOCial
de 1938, declaraba como «alteradores del orden púbhcon
- Los que se dedicaren a prácticas de brujena, ñañlgUlsmo, o cualquier OlTO
culto o creencia contrana a la civilización o a las buenas costumbres.
- Los que salieren sin permiso especial a la via pública formando parte de
comparsas. parrandas. congas u otra manifestaeion o baile de carácter afri-
cano (AA 571, me 14 y 15)
Es decir, las manifestaciones de caracter africano alteraban el orden y eran contrarias a
la «civilización» y a «las buenas costumbres» impuestas por el colonialista blanco,
euroccidental y católico. Sin embargo, el sol tropical es tan fuerte que todo lo destiñe.
y mientras la letra prohibía, algún espiritu iba en busca del consuelo del babalao o del
santero procurando el resguardo ante los malos tiempos (¿cuál, como recuerda Borges.
as
no lo ha sido?), y la sangre hervia con el toque del tanlbor No obstante. Impedida de
transitar libremente por la vía pública, la marginalización de la cultura afrocubarla res-
ic
guardó su identidad y legitimó su antiguo afán centripeto: su capacidad para selecCIO-
ér
nar y asimilar elementos mitico-slmbólicos, primordialmente rehg¡osos. de la cultura
s al
ficaciones propias, amparadas por el «hablar en lengua», como llaman los iniciados al
decir yoruba.
de di
diente africano tanto desde el punto de ViSta SOCial como cultural Nicolás Guillén da a
conocer Motivos de son en 1930, y Sóngoro Cosongo. Poema.\· mulatos al año slgUlen-
as o
Ecué-Yamba-O l , que estructura su mundo a partir de los mitos yorubas. y Lmo Novas
Calvo la novela histórica El negrero. Siete años mas tarde, en 1940, Lydia Cabrera-
Fo
• Fernando Ortiz: «Prólogo» a la primera edi';'ln """'-dIana de CuelJ/us lIey,ros de Cuba. de Lydia Cabrera.
España, Icaria Literaria. 19l19. p. 32-3
294
c - - - . y - . . ... IaIi_ _ cIe_.. yonl>a
Algo llama la atención en estas observaciones. Los textos que se incluyen en el volu-
men son consideradosfolk/ore y no literatura. En ello incide, sin duda, una noción de
la época: una obra literaria debe ser escrita, gozar de una autondad autoral y cumplir
con las funciones establecidas por determinadas nonnas de recepción que posee esa
comunidad de lectores civilizada y de buenas costumbres, mientras que las narraciones
que conforman el volumen han sido orales, anónimas y tienen otras funciones en otra
situación comunicativa, muchas veces relacionadas con la santería o Regla de Ocha, o
como ilustración de un oddun (u ordun: «letra», «destino», «suerte») que surge de la
«bajada de Orola» o de las tIradas que hace el baba/ao del ékue/e (<<cadena de ocho
piezas de coco o de carapacho de jicotea») dentro de su sistema de adiVinación. Re-
cientemente, autores de una generación más Joven han contInuado la letra de Lydia
Cabrera con otras perspectivas. Excilia Saldaña, narradora y poetisa, publicó Kele kele
en 1987. y el autor de El Cimarrón, Miguel Barnet, discípulo de Fernando Ortiz, dio a
conocer en 1989 Akeké Y la jutía; ambos textos fueron editados en una colección de
literatura infantil.
Otro elemento relevante es la labor de Lydia Cabrera como «traductora» que vierte al
as
castellano signos concebidos en otra lengua, la cual también ha sufrido un proceso de
transcu1turación. En este sentido. la escritura en una lengua de dominio mayorítario,
ic
permite que el texto adquiera fijeza, tenga una difusión más amplia y, con determina-
ér
s al
dos afeites. pase a cumplir el papel y adquiera los valores que la cultura receptora
destina a productos similares. Es un texto que comienza a vivir de acuerdo con el
la tori
Am
de Ocha entre blancos y mulatos (y hasta chinos), el yoroba fue sacralizándose como
lengua para implorar a los orichas, las deidades del panteón, mientras que el castellano
as o
patakines. las parábolas, los refranes. los consejos, las leyendas. Por otra parte, la
escritura -la fijación textual- es el guardián y más fiel servidor de la memoria AsI
Fo
surgieron las libretas de santería, cuyas muestras se publican, por vez primera, en
1991. gracias a la labor de la investigadora cubana Lázara Menéndez. 7 En ellas, junto
a la información imprescindible para la práctica religiosa, y glosarios de los términos
yorobas utilizados en los ritos, se recogen, en un aura virginal de belleza sosegada, los
textos que resumen una sabiduría acumulada durante más de dos milenios.
Sintomáticamente. mientras la danza. la música y el canto afrocubanos son reconocI-
dos e incorporados sin prejuicios en los últimos treinta años a la «cultura nacional»-e
incluso hay en el teatro elementos relevantes-, la literatura no tiene una recepción
sinúlar. En el corpus de la literatura cubana conformado por las histonas literarias.
programas de asignaturas para la enseñanza, atención de la critica literarIa, en fin. el
Corpus estabilizado institucionalmente, no reconoce -más allá del caso cunoso de Lydia
Cabrera y autores similares dentro de una etapa «negnsta»..... la existencia de una litera-
tura alternativa de estirpe oral y anónima O, si acaso. se la observa como folklore en
vías de extinción.
295
Sin embargo, una vez marginada desde siempre en Cuba, esta literatura encuentra sus
formas propias de resistencia, descubre la manera en que sus códigos no se desgasten y
sobrevivan al paso del tiempo: allí se encierra un saber, una identidacl un signo de
poder.
La paradoja estriba en que, contrariamente a lo que pueda pensarse, los mitos afrocubanos
hallan en la oralidad su eterna recreación y su permanencIa, pues no sufren el agota-
miento de los tópicos literarios establecidos en la «alta literatura». El secreto ha sido y
es su mayor forma de resistir. De alguna manera, se hace verdad la sentencia de que
«quien tiene la memoria, tiene el poder». Desde luego, se trata en este caso de un poder
transgresivo, irónico, que se ejerce no desde la unilateralidad del discurso, sino a tra-
vés de la oblicuidad de la imagen. Es así, que la suma de leyendas, patakmes, carrnnos
y cantos de los dioses guerreros o protectores, van conformando una «resistencla», y
un poderio que permite no sólo su supervivencia sino, acaso también, su multiplicación
o reproducción en distintos sectores o formas de la vida nacional.
as
Finés», dice:
ic
Cuando Babá quiso entregar el mundo a Orúmila, no 10 consideraba porque
ér
s al
éste era muy joven, pero Olofi veía que tenía mucho fundamento, y un dia
la tori
Am
Babá dijo voy a probarlo y le mandó que le hiciera la mejor comida que
hubiera en el mundo. OrunIa fue a la plaza y le compro una lengua y se la
presentó como la mejor comida, y Babá le preguntó que SI ésa era la mejor
de di
comida, y Orunla le contestó que sí, que con la lengua se decia todo y tam-
a E
bién se daba el Aché. 8 Yal poco tiempo mandó que le hiciera la comida mas
mala, y OrunIa fue y compró otra lengua y se la presentó a Babá diciéndole
as o
que ésa era la comida más mala del mundo, y cuando Babá le dijo que cómo
C nd
antes era la mejor y ahora la más mala.. Orunla le dijo el porqué: con la
Fo
Lengua han tenido, para el bien y para el mal, para el horror y para lo bello, los hiJOS de
Eva que el Señor bautizó, y también aquellos otros que quedaron en la sombra. Y como
han tenido lengua, tienen hermosos textos. Que la vergüenza no nos Impida reconocer-
los por igual.
• ACM: ,<1Joo de virtud», «gracia», <<SI1eIÚ' que CUlc.:dw loo; ocidlas a las p","",n3S». «!:lwdiciCn".
296
JOSÉ LEZAMA LIMA,
AUTOR DE LA PRIMERA
.
FENOMENOLOGIA
AFROCUBANA
María Poumier
Para Walteno Carbone//. Investigador negro
as
persegUido por defender a los negros cubanos
ic
INTRODUCCIÓN: LOS APORTES DE LOS EUROCUBANOS AL ESTUDIO DE LO
ér
s al
AFROCUBANO
la tori
Am
ción de tareas intelectuales entre negros y blancos. TradiCIOnalmente los negros son
creadores de cultura, mIentras que algunos intelectuales blancos son los que la repercu-
as o
ten, le confieren sus letras de nobleza, la consagran ¡x>r sus escntos como merecedora
C nd
del respeto universal, en un contexto general donde sIgue únperando, como norma
implicita, la discriminaclon. Esta diVISIón de las tareas se operaba de manera absolutIS-
Fo
ta en Cuba en los tiem¡x>s colomales: Juan Gualbeno Gómez y Martm Morúa Delgado
crearon los periódicos y las escuelas para negros, a raiz de la abohción de la esclaVItud.
pero Martí era el único que podía argumentar púbhcamente. es decir. ante los blancos.
sobre los méritos de los negros en las luchas patriótICas. y proclamar la necesIdad del
antirracismo.
Pues este fue el primer mvel del combate: la defensa del negro ¡x>r su moral, ¡x>r su
lealtad con Cuba, ¡x>r su capacidad de sacrificio. Solamente unos tremta años despues
de la abolición es cuando conquistó espacio un nuevo terreno de rehabihtación de
valores negros. Tras Fernando OnlZ se pubhcan y alcanzan reconocnmento Innumera-
bles mformaciones sobre la hlstona del negro en Cuba. la creaclOn musIcal. la poesla
oral, el refranero, la mitologJa, los cultos y los ntuales de los negros
Se sigue observando en los años treinta la diVlslon de tareas entre blancos y negros
cubanos. Son los blancos los que publican exitosamente. cuando los autores verdaae-
ros de los compendios de conocimientos que llegan a la :mprenta son negros. a veces
297
analfabetos. Fernando Ortiz, Alejo Carpentier, Lydia Cabrera, son los exponentes más
famosos de esta situación. y siguen siendo en la bibliografía internacional los únicos
nombres conocidos; lo que hacían era traducir a una lengua internacional y moderna
antiquísimas construcciones imaginarias y técnicas que los negros aetualizaban. gene-
ración tras generación.
as
Ahora bien. como lo ha apuntado el compañero Ramiro Delgado Salazar, en realidad
ic
estamos revalorando mucho más que fenómenos religiosos. Con el término «mágico»
ér
s al
subsiste un ~uívoco: están los que creen en la eficacia de la magia, y por lo tanto
la tori
Am
pueden sustituir este término ambiguo por el de conjunto de ciencias aplicadas y técni-
cas ancestrales. para hacer un daño precisamente graduado o para curar síntomas en
una persona que se presenta con una demanda de solución inmediata, bIen a nivel
de di
síquíco (laque llega pidiendo fortuna pronta, amores felices, y salud perpetua), o bien
a E
a nivel fisiológico (poner fin a una molestia corporal insoportable). Para otros, SIO
embargo. que dicen «no creer en eso». se da el fenómeno inverso: niegan la eficacia de
as o
la magia. pero la persiguen con su odio y su desprecio, como si los hechiceros fueran
C nd
De modo que podemos convenir que no ha surgido todavia el concepto más adecuado
para sintetizar todo lo que el mundo le debe al negro, además de la belleza fisica, la
genialidad artística, la inventiva en la mitología yen las formas de organización social,
y la capacidad de sacrificio por altos ideales, sean estos del orden de la solidandad, del
patriotismo, o de la fe en la divinidad. De lo divino daremos una defimclón
universalizadora y adaptada al mundo moderno, aunque pueda parecer empobrecida.
divina es la fe en que el individuo es capaz de superar sus limitacIOnes, las del ser
humano con sus vilezas y bajezas usuales, con mirada egoista y de corto alcance sobre
los otros seres humanos y sobre la naturaleza.
298
L LA FORMACIÓN AFRICANISTA DE LEZAMA
Se ha señalado que la estructura de Paradiso tiene mucho que ver con el Contrapunteo
cubano del tabaco y del azúcar, I y que la novela concluye con un himno a la espiritua-
lidad del tabaco que es el gran descubrimiento de los africanos a1llegar a Cuba, ya que
estos 10 retomaron de los rituales mdios para un uso sagrado. sin relación con la venia-
dera profanación que opero el blanco al difundir el uso del tabaco. primero como sim-
ple lujo, y luego como droga barata, con las formas de consumo mas dañinas para la
salud que padecemos hoy. Es probable que Lezama hubiera leído a Ortiz, y tuviera por
lo menos los conocimientos medios del eurocubano cprriente sobre la sociedad
afrocubana, con la cual él convivía, pero no se mezclaba, pues como sabemos, la inte-
gración de la sociedad cubana, su mestizaje mutuo. es un proceso que dista mucho de
estar plenamente realizado aún hoy en día.
Por otra parte sabemos que Lezama fue amigo de Lydia Cabrera en los años 1940, y le
publicó un trabajo muy importante sobre la grandeza de los cultos africanos en la revis-
ta Orígeneil. Además de 10 que quedó por escrito. fueron juntos alguna vez a <<ver a los
as
negros de Marianao», como decian ellos, es deClf a presenciar ceremonias. y conversa-
ic
ban. El contagio le llegaria tambien por la personalidad de Wifredo Lam. amigo de
Lydia Cabrera. Pero más a1la de la acumulación de datos del folklore local. descubn-
ér
s al
mos que Lezama es de los poquísimos en Cuba que tuvo lecturas africarustas, lecturas
la tori
Am
que iban a la raíz del rescate étnico: Lezama era lector de León Frobenius. y lo cita.
desde 19373 hasta los años 1970. Caso tanto notable por cuanto Lezama casi no cita a
sus contemporáneos. A Frobenius se le publicó en español en la Revista de Occidente
de di
en fecha tan temprana como 1923, y allí expuso su tesIS fundamental: 4 la historicidad
a E
algún diluvio o calamidad geológica, sino en las arenas del olvido. por la barrera natu-
C nd
1 Ver: (<Lo albano en Parad/so.. de Roberto Gcnzález Edlevarna. m ColoquIO /nlernaclOna/ sobre la obra
de José Lezama Lima, Caracas. hmdamenlos. 1984, p. 31-50, cmtrado sobre las analoglas entre Parad/so
y el texto de Fernando 0rt1z. de 1940
2 (<El sincretismo religloso en Cuba... Orígenes, La Habana, 1953: articulo que vUl~-ula la religiosidad
afrocubana al orÍlsmo gnegú
J Ver: «Coloquio COIl Juan Ramin I1méneb'. m Ana/ecta del RelOJ, La Habana. Ed Origene:s. 1953
• (<La ailtura de la A1lántida... en Revista de Occidente, Madrid., 0.3. sqJ de 1923 Escribe Frobenius «así
pues el COIltinenle africano. milwios antes de la iJltima in VlISI('Il eurqJea -<jUe se venfica entre la Edad
Media y el siglo pasa~ era UD campo ahlerto al inflUjO de la whura supenor. Vmo dopués el dopla-
zanuento del cmtro de gravedad cuhural. que pasó del Mediterráneo a la EurqJa cmtral y septmtrH>-
na!. El África quedó olvidada y hubo de scr ouevammte dcswhierta. Pero he aquí lo gr:mde V mal!JlÍ-
tico: que el COIltinmte afriC3ll0. sepuhado en tan largo olvido. ha podido w.scilamos hoy mudlas =
que desde antaño vivian y noredan m su seno, cuando en Asia y Eur'l'a hacia ya mudlo tiempo que
lUl nuevo sentido cuhural hahía embargado el ánimo de lo,; hombres"
299
La gran idea de Frobenius es que la cultura yoruba es una rama de la cultura mediterrá-
nea que celebramos en su faceta griega, pero que abarcó Etiopia y se expandió hasta las
costas atlánticas del continente negro. Frobeni us era un arqueólogo alemán formado en
la veneración de la antigüedad griega. Se conVIrtió en explorador, se Introdujo en las
regiones más hostiles del interior de Áfnca, y por último, poco antes de mom, tuvo la
alegria de hallar los vestigios de la ciudad sagrada de Ifé. En conclusión, fue el descu-
bridor del África, con toda la carga de utopía poética que podía entrañar esa tarea, ya
que, a la vez que iba maravillándose, mas le horronzaba constatar la responsabilidad
de Europa en lo que él llamaba la degeneración actual del Afnca. Esta es la referenCia
de Lezama: el más entusiasta de los soñadores enamorados del Afnca, el mas culto, y
el que fue hombre de terreno arriesgado
De modo que cuando Lezama reflexiona sobre el folklore cubano, esa cultura popular
de la cual él no conoce muchos secretos, porque no es su medio familiar, en seguida lo
hace con la perspectiva del mayor respeto, y del sentido comparatlsta propio de la
teoría de Frobenius, que creía en la difusión de modelos culturales por las áreas mas
alejadas en cuanto a las medidas geográficas, y salvando la distanCia de los siglos.
as
Todo el mundo sabe que Lezama tenía una cultura extremonentai desarrollada, al nivel
de su formación greco-cristiana. También es evidente su dornrnlo de lo amencano Indi-
ic
gena, tanto por las relacíones de los cronistas de Indias del síglo XVI (especialmente el
ér
s al
Inca Garcilaso) como por los propios testimoniOs indigenas, monumentos, lenguas,
la tori
Am
En 1946 publica Lezama un cuento donde se sintetiza su reflexión sobre la vigencia del
pensamiento negro, pensamiento entendido como metodo de análiSIS de la realidad y
Fo
300
de un filólogo, es decJr, de todo el prestigIO y del poder que confiere la erudIclón... !)~
ésta, por no cumplir con el pago que le debe a un herrero por un trabajO de anesama, lo
estafa. entregando a la mujer, en lugar del numerario que corresponde, una pierna de
res fresca. De la pierna cae una gota de sangre sobre el pecho de la mUjer del herrero,
y ahí mismo se forma el tumor canceroso.
o sea, pnmer punto: la enfermedad es exogena, y su ongen es una VIolación de las leyes
sociales de conciencia y respeto, es un perJUICIO, una alteracion en la comunicación
entre seres humanos. De ahi podemos concluir que la enfermedad física tiene un origen
a la vez síquico e interpersonal. El sintoma va a surgir en el cuerpo de la victima, pero
el daño, el mal, es algo que circula entre varias personas y que recae de manera casual
en algún inocente. Este concepto de la patologia es también el de la slquiatria de ongen
freudiano. Pero mientras el sicoanáliSIS pretende acceder a la slquls IndiVIdual, las
prácticas mal llamadas «mágicas» ignoran este nIvel, van directamente de la maligni-
dad exterior al síntoma fisiológico, y tampoco se detiene en las características de este.
b) la curación homeopatica
as
En el cuento, el negro Tomás, reconocido curandero, trata primero el tumor echándolo
ic
a andar: «hay que hacer pnmero el tunel y después la salida»; le da una loción propia-
ér
mente homeopática, es decir, compuesta de aceite exótIco e hirviente, cuya virtud efi-
s al
ciente descansa en la simIlitud con el sintoma, (la necrosis como quemadura del tejido
la tori
Am
muy atenuada del poder destructor de la maligna sustanCia. Esta medICaCIón da resulta-
do, el tumor desaparece, la enfermedad circula por el cuerpo, liberada, y termina salien-
a E
do por una abertura muy significatlva una canes berugna, otra manifestación de necrosIs
as o
exterior, la boca. Se añaden varios detalles que demuestran que Lezama conocía toda la
dinámica de las medicinas tradicionales, abarcadora de la persona enferma en su totali-
Fo
dad, y en sus relaciones afectivas. Ahora bien, como en la realidad, el cancer reinCIde,
el tumor vuelve a aparecer, a raíz de otro golpe exterior, y en otro lugar del cuerpo.
Entonces el relato acude a un tratamIento que parece abandonar el terreno de lo profa-
no, y caer de lleno en algo «mágico-religioso».
Interviene el negro Alberto «que ya no baila como diablito» y que le dará toda su
vinculación con el pasado y el mundo sobrehumano a la dolenCla, a la vez que sacudira
a la enferma hasta los fundanlentos de su Identidad. El oraculo lo practIca con una
colección de capas. Aquí basta con la panicipación de la enferma en el proceso adiVI-
natorio para que esta sienta un aliVIO inmediato: «ya estoy en la onlla», dice. Es una
figura, la de la paloma, y son unos colores, blanco, lila, roJo, los que han salido como
signo de afiliacIón. Exactamente como en las practIcas de adivInacIón rItual, observa-
mos que se dIagnosticó sobre la Identidad de lo sobrenatural, no sobre las caracteristl-
cas de la dolenCIa. Y surge para nosotros la bella imagen de Obatalá, a través del
atributo simbólico de la paloma blanca Pero es aqui donde Lezama abandona el relato
documental sobre cierta cultura para una reflexión teórica muy adelantada a su tIempo
301
MaIi.P......
En la tentativa de curación interviene el baile con trance, pero al final la mujer muere
vencida, y todo parece indicar que el cáncer la vence porque a eIla le falta la fe, lo cual
está simbolizado por un combate entre la golondrina (el ansia desaforada de libertad, el
automatismo de la fuga y la welta, la terquedad en la construcción de su casa, la nega-
tiva a dejarse atrapar) y la paloma, Cbatalá, el «espíritu santo», capaz a la vez de volar,
de «adueñarse de las cabezas», y de frecuentar en paz a los humanos, como <<Virgen de
la Merced». Al no darle sus nombres divinos a la paloma simbólica, Lezarna parece
detenerse para encarar la pregunta que nuestra generación tiene sin contestar: una vez
que se ha laicizado la enciclopedia de conocimientos naturales y sobrenaturales que
constituye la tradición «mágico-religiosa» de cada continente, ¿son sus ~ adaptables
al mundo contemporáneo, descreído y soberbio? ¿Hasta dónde puede llegar el
sincretismo? El ateísmo y el materialismo del universo mental regido por las torcidas
leyes del mercado ¿son conjugables con el sometimiento a los espiritus? Estas son las
preguntas que se están haciendo los siquiatras con formación tradicionalista; en Cuba,
sacerdotes de Ifá Ypracticantes de la siquiatria transeultural, continuadores de la labor
as
píonera del Doctor Ángel Bustamante, en los años 1960; en Francia, el sicoanalista
ic
Tobie Nathan, de formación Judía, que ha creado un equipo de etnosiquiatría con la
participación de médicos yorubas y de otras culturas antIguas. 1
ér
s al
la tori
Am
Lezarnaera católico y procuró integrar en su concepción católica del uruverso las sabI-
durías extremoriental, africana y de la América prehispáruca. Fue el más smcrético de
los escritores cubanos, el más abarcador y menos chovinista, después de José Martí.
de di
Ahora bien, según los textos, desarrolla un pensamiento más teológico o más laicizado.
a E
cias a unas extrañas maniobras de la pareja. 6 Esta anécdota evidencia una reflexión
rígurosa sobre los misterios de la medicina no OCCIdental, no autonzada.
, Ver L 'influence qui guérit. Pans, Ed. üdile Jacob, 1994; Cro/re el saVOlr, id.. 199.5; RevlJe
d'Ethnopsychiolrie. Paris. 198.5-199.5.
302
José Le:z.amalima., UIM de la primerafeoomeoolog¡8 airocubana
Se puede hacer una lectura alegorica de esta bellisima pagina y concluir que Lezama
consideró la sociedad cubana de su tiempo como gravemente enferma incapacitada
para copular, en sentIdo pleno, gozar y reproducIrse por las Vlas naturales. Sólo puede
hacerlo con la condIción de salirse de los modos habituales del razonamiento. ele bus-
car solUCIones en pracucas mágicas. Con profunda actitud opttrrusta.. de creyente. Lezama
tttuló su obra magna Paradiso, y la pareja diVlntzada Lucla-fronesls desemboca en la
novela postenor Oppiano L/cano en un fruto. les nace un hIJO. despues del tratarnJento
por «brujería», no es el hijo del enamoramiento, ni del instinto sexual. ya que es el
producto de un intelectual homófílo iluminado en un momento de racbcal humillaclon.
como de contrabando, a pesar suyo, por una extraña cienCIa afro-tracbclOnal. O sea que
se nos dIce a traves de Fronesis que la élite en Cuba se reproduce solamente SI acepta
un tipo de «instalación sapiencial» en una comprenslon del untverso de ongen remoto.
esa mteltgencia que el crecimIento de las ciudades modernas sepulta en el olvido o en
el prejuicio, pero que sigue activa y creadora., quizas «fagocitadora» de lo occidental.
como 10 afirmaba el argentino Rodolfo Kusch.' Este percibía la fuerza de la ciencia
religiosa incaica y preincaica., en la Argentina que exterminó a casi todos sus indígenas
Lezama tambien rehabilitó lo prehlspánico taíno en Cuba Y no se le ocultaba que lo
as
prehlspimico afncano, amoldado a la socIedad cubana, era una Inmensa fuente de co-
nocimientos y soluciones
ic
ér
s al
CONCLUSIÓN
la tori
Am
afrocubano para altmentar una conversIón. Esta negatIva a adoptar una postura
as o
sofo, pero que se limita a constatar el esplendor 10gicO y la eficacia del método africa-
no para enfrentar las mterrogantes metafislcas del ser humano Con esta postura respe-
Fo
tuosa y CUIdadosa contribuyó más que cualquier otro comemporaneo suyo a la rehabI-
litacIón de la racIOnalidad según definiCIOnes no occidentales
303
Fo
C nd
as o
a E
de di
la tori
s al
Am
ér
ic
as
SIMBI BElWEEN TWO
WATERS: FIGURING AND
TRANSFIGURING SPIRIT
IN JEAN-CLAUDE
FIGNOLÉ'S LES
POSSÉDÉS DELA PLEINE
LUNE
Kitzie McKinney
In bis 1955 address 10 the First World Congress ofBLack Arusts, Writers and lntellectuals.
as
the Haitian novelist Jaa¡ues Stephen Alexis caBed for Haitians 10 express the cultural and
hwnan richness oftheir counuy «Haitian art presen15 what is, in effect, reality, accompanied
ic
bywha1 is strange, fantastic, dream-like. cast in half-light, mysterious and marvelous..»
Jean-Claude Fignolé's 1987 novel Les poseédés de la pleine lune (!he Possessed olthe
ér
s al
Full Moon) IS a note\M>rthy example of wnting wluch responds 10 Alexis's call for «a
la tori
Am
living realis111, linked with the magíc of the universe, a realism wluch stlTS not just the
rnind, but also the heart.» Based on anecdotes related 10 lum by the inhabitan15 of Les
de di
Abrico15 (The Apricots), an isolated rural village in southwestem Haiti, Fignolé's novel is
also influenced by a variety of traditions and literary movemen15: magical realismo
a E
recognized and adopted by Alejo Carpentier and other Latin American writers, French
as o
and fellow writers Franck Etienne and René Philoteete. But the result ofthis interneaving
- or métissage of such diverse narrative and literary techmques is unique. Fignolé's
novel ineludes narrative tangents, flashbacks, multiple retellings. and repeutlve themes
and symbols that splral into ever-deeper meaning. In tlus way, we are led through and
beyond the novel's intellectual, social and poliúcallabynnths In ordmary reality and imo a
\M>rld of spirit beyond time. where supematural transformatlOns are possible. Through tlus
space pass energies that trIsplre transfiguratlon. imuitive VISIon, maglc and madness. in
Fignolé's novel, the most mysterious and important ofthese figures IS that oftheSlmbl, tne
spirit or loa offresh water, rain and magic, It aets as a mediating presence at the crossroads.
notjust among the rada, petro and congo African spiritual nations present in vodou, but
also between Afncan and mdigenous cultures. In additIon. the slmbl In FIgnolé's novel
provokes a deeper questionmg of identIty: that of the emotlonal body of tne protagorust
Agénor, that ofthe inherited physical trai15 ofa particular family living m Les Abricots,
that ofthe village and its name, and, finally, that ofthe novel itself as a means of spiritual
enligbtenment. In th.ts presentation. 1\M>uld Iike to raise and explore sorne ofthese questions
and see in what way the slmbi ac15 to stimulate the trnagmatlOn and move the heart m ItS
role as a rnanifestatlon of supernatural potenual
305
Les poséedés... takes the form of a village chronicle that begins, evoIves and ends
around a mystery of literal, mythica1 and psychoIogica1 transfiguration. In a coffin lie
the fisherman Agénor and a copper-coIored creature, part-man and part-fish, that is
presented as Agénor's doubIe. Both have been bhnded in the right eye, apparently by
each other, both are morta1Iy wounded, apparentIy by a harpoon. Both are now]omed
together, «fused to each other by their bIood [J thelT faces and boches were
interchangeabIe.» (84) From tbis ambivalent figure arise the text's first questlons of
origins and identity: Is the human-sized fish «real»? In what sense are the fisherman
and bis prey «doubIes»? Who was the prey and who the hunter? Did Agénor falI on his
own harpoon or was he killed by the supernatural creature? Or was he ambushed and
stabbed by Louiortesse, bis ]ealous human rival? What did Agénor carry on his back m
triumph that fatal night in the full moon? A fish as large as a man? A bundle ofwood?
An alIegory ofaggression? Is this double figure a hallucination, a drearn, a rnadman's
garne? Who or what is it? Like the villagers at the wake, we are intrigued and unsettIed
by the strange story. We, too, want to resoIve our doubts, interpret the bizarre event,
and discover the truth of the obscure figures. But the quest for truth and identity has
never been a simple one for Caribbean peoples, and the novelist, like the fisherman,
as
has set dazzling and ambiguous lures. Drawn by our desire to comprehend the double
figure - or the figure ofthe double - we take the baH and enter another worId m which
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the lirnits between the natural and the supernatural, self and Other, reality and drearn,
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shift and dissoIve into each other like the enigrnatic, transfigured image ofAgenor and
la tori
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During the wake, we receive lessons in ways of interpreting these hminal spaces and
de di
the figures which inhablt them. The first approach is caIegoricalIy to exclude the
a E
supernatural, the Other, and the fantastic. When the cIvil authorities ofLes Abricots
cannot obtain a definitive explanation of Agenor's death, they decide that he has died
as o
inexplicabIy fused. Wisbing at all costs to remam in control of the SituaII0n, the
«authorities» arbitrariIy elirninate from therr text - Agénor's death certificate - aH that
Fo
which eludes their rational understanding. What cannot be grasped and mastered IS
discarded. False truth is imposed through a forced proscnption of difference. The parallei
between manipulative, authoritarian reading and the polítical repression inflieted upon
whose who make difference too obvious and too uncornfortable is no accident: this
theIlléUic reIationsbip ofien resurfaces as grotesque satlre throughout the novel. But
here, as eIsewhere, the text refuses to comply with the authontles' law of the lener. No
sooner is Agénor's death certificate completed ano Slgned than it IS literalIy tossed
away and last.
In its place arise the VOl ces of villagers who follow the CUSlom ofbearmg Wltness 10 the
dead through oral cornmentaries during Agenor's wake, and who try to understand the
truth abaut bis mystenous death by remembenng and reconstruetmg the past. Through
thero. we discover rwo mterconneeted love stories: on the one hand. the meeting,
courtsbip and marnage of Agénor and Satntrnllia; on the other, the mystical and physical
reIationsbip between the magical fish, named Miyan l Miyan!, and the beautiful young
laundress Violetta. A jealous nval, Louiortesse, returns to the village and stalks Agenor
duringbis nightIy fisbing trips, as Agénor negleets his wife and envies Miyan' Miyan',
306
the object ofVioletta's passlonate mvocatlons each night ofthe full moon. Sorne village
gossips offer their iromc mterpretation ofthe two love tnangles, suggestmg that Agénor
has invented bis «fish story» to bide an affau Wlth Violetta. Other narrators state their
beliefthat these stories carne into existence because of too much rum, too much hunger
and too much moonlight. The MCrative fragments and the voices wbich offer them
surface and then disappear. Like its namesake the moon, wbich appears as a force of
nature and also as a character in her own right, the novel eludes logical explanation and
any possibility of consequent «fixing» or closure of meanmg.
At the same time, Fignolé's fragmentary spirals refleet the movements ofthe heart and
rnind of a village and a culture in wbich reality coexists with the supernatural. The
resulting vision shakes us out of our cultural norros and makes us recognize other
perceptions ofthe world: «Knowledge IS a lirnit oflife. 1t restriets us because it prohibits
the dream, it pays no attention to the supernatural, and since it clairos to explain
everytbing, it takes the charro out ofmystery.» (137) The novel's narrative flux brings
together descriptive details of life in rural Haiti, popular stories and legends imbuing
places and charaeters with magical properties and supematural powers, and images
as
which arise from the irrational world, where the extraordinary and the unconscious
come together.
ic
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In one ofbis dawn drearos, for instance, Agénor fulfills bis wish for revenge. He captu-
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res Miyan! Miyan!, ties him to a stake, and thro\W bis harpoon again and again, until he
blinds, immobilizes and finally kills his prey, who dies without moving and without
makinga sound. The fish's blood reaches Agénor's feet, imprisoning bim and rooting
de di
him to earth. He tries m vain to pull free. The blood tucos mcreasmgiy thick and stlCky,
a E
covering Agénor's legs and then his chest, numbing his arros and paralyzing bim.
Immobilized, Agénor moans and sees himselfalso tied to a stake. An immanent sacrifice,
as o
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he relives bis existence and realizes that he has arrived at the limit ofhis hatred. Then
he hears the voice of Violetta, who in turn calls for revenge. «Mlyan! Miyan!» she
Fo
sings. «I'lllose the world to make you anew». Agénor listeos calmIy to the voice and
rea1izes that he has found what he was been seeking: bis truth. He also knows,
... that he had already spent his being between love and hate, feelings now
fused in him, identifying him with a moon's corpse. with a fish's terror, with
a woman's condemnation. And with a fantastic vision: an unreal spectacle in
an unreal eXlstence in Vlew of an unreal Vlllage. He clases bis one eye, without
knoWlng if his last gesture was a matter of consclOUS Wlll or if it carne as a
joke from a one-eyed sky aboye him, through whlch he was able to
cornmumcate with sorne thoughts, with memories already so ancient. (85)
He hears a bell toUing, thinks for the last time ofthe earth, and hears lumselfmoan with
tenderness and delight. And then, in his dream, «the fish breaks free of Its bonds, takes
a huge leap towards the sea ando m passmg, Wlth a flick of its tall, cuts off Agénor's
head.» (86)
In tbis very suggestive dream, Agénor experiences the transcendence of duality. The
binary categories through which he is used to seeing the world -love and hate, human
307
and animal beings, the executioner and the victim, the blood of death and that of
rebirth - fuse together and elude separatlOn into event the most radical differences,
such as that of seekIng identity through love and the supreme gesture of alienatlon...
that ofkilling. Rather, Agénor and Miyan! Miyan! are joined 10 each other through theu
communication with the energies of the world, through the inversion of the usual
beheading ofthe fish by the fisherman, and, aboye all, through the double offering to
love and death, provoked by Violetta's voice. Having arrived at tbis point, Agénor and
alJ the beings and objects in bis dream blend together and dissolve, onJy 10 reconstitute
themselves as the essential, dynamic energy of unity beyond the contingencies of the
real.
In this dream. as in the novel itself, there is a fundamental relationsbip between collective
cultural origins and the personal unconscious. And it is Miyan! Miyan! who opens the
way toward the «very ancient memories» of the past and the enduring, magical energies
which give life to the world A few pages before, we discover bis identity, thanks 10 the
copper-haired narrator Guerdie, the great-granddaughter ofVioletta and her supematural
lover. Guerdie tells us that, according 10 the inhabitants ofLes Abricots, her grandmother
as
Rosita is «the daughter of a simbi, mistress of fresh-water springs and magic.» (83)
With these words, Fignolé provides bis fictive chronicle with a spiritual and cultural
ic
extratextual referentiality that is very rich in meaning. In the context ofthe novel, Rosita,
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the Grandmother, explains 10 Guerdie that the strange copper-colored hair that makes
la tori
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her different from the other villagers is in fact a supernatural mheritance. In a wider
spiritual and cultural context, Fignolé suggests a sunilarly striking and particular legacy
of the Haitian people, also brought to consciousness through the vodou figure of the
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simbi.
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The protector of springs, fountains and magicians, the simbi is the Haitian deity or loa
as o
ofrains and fresh water in its Dahomean rada manifestation, and the patron of medici-
C nd
nal, protective, or wanga (malevolent) magic according to its petro Iineage, of more
Fo
obscure origino Like Miyan! Miyan! tbis active and important, yet timid and elusive
spirit, is located «andezo» - that is «in,» «between,» and, thus, «outslde of or beyond»
two wa1ers, origins, &tates, forms and cultures. Moreover, tbis loa belongs not onJy to
the pantheon ofrada,petro and congo African natlons and Splritual traditions, OOt also
unites African and indigenous cultures. According to Alfred Métraux and Maya Deren,
this happened when African slaves escaped to Haiti's mountains, discovered the
indigenous zemi cult of spirits, and integrated their figures and ntes into those of the
vodou petro group. The simbi andezo would then represent a fusion of New World
eneigies andspirits, amétissage thatjoins together the subterranean waters ofthe cos-
mos with those ofthe heavens on the spiritual plane, the fresh and the salty waters of
existence in the physical world, and the indigenous Arawak. Taino and Carib ethnic
groups with the African Dations in Haiti's cultural body.
308
roan, with fragrant half knotted on hls neck, copper-colored skm, and the same rough
voice as that ofthe fish, with the same inf1exions of tendemess.» (161) For whoever
knows how to see - or dream - along with Rosita, the simbi 's presence introduces very
deeptruthsofinheritance and identity, truths about the unityofhuman interconnections
between the sexes and the races, with nature and Wlth splfitual entlties, as well as truths
about the «real», hidden identlty ofLes Abricots, that dusty, dilapldated., beleaguered,
isolated village m the Haitlan countryside. Just before rus death, Agénor learns «that
tradition locates the paradise of the Indians at Les Abricots. Their soul carne here to
spend enchanted hours savoring the juicy, delicious fruits in the shade of the apricot
trees.» (175) Thus, from Haiti's primordial roots, arises a «third term» and often forgotten
presence that once again raJses the issue of cultural and racial mterweaving among
persons, races and spiritual systems, this time m terms oftnads offer a more nuanced,
complex and truthful sense of cultural and spiritual identity. As energy and presence al
many crossroads, Agénor's double and also his rival, his ancestor and bis brother, the
simbi in Fignolé's novel transcends the misunderstandings and the silences ereated by
the reductive iIlusions of dualism and the mind's shadows, brings to the surface of
consciousness~mageswhich are simultaneously unsettling and creative, and suggests
as
the seeret and profound spiritual unity ofluminosity «andezo»: in, between, and beyond
the waters and the light of the full mocn, dreams and fietion, the illununatlon of a
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universal métissage ofa people's heart, mind, and soul.
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SOME ASPECTS OF
SANTERIA AND VOODOO
IN CONTEMPORARY
U.S. CULTURE
Juan León
l INTRODUCTION
as
I would like to speak today about two interrelated topics. The first is very broad, and
my treatment will have to be partial and somewhat speculative. 1will be trying to give
ic
an overview ofthe presence ofSantena and Voodoo withIn contemporary U S. culture.
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My second subject will make use of the first for ItS context and poim of departure, as 1
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will be examing the ways in which two contemporary U.S writers have made use of
Santeria (Christine Bell, The Perez family, 1990) and Voodoo (Russell Banks, Conti-
nental Drifl, 1985). The Perezfamily was recently made into a commercial film. Con-
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tinental Drifl was nominated one of the outstanding books of 1985 by the New York
a E
Times. Banks has received numerous Iiterary prizes, and has been awarded Guggenheim.
National Endowment, and Fulbnght Fellowships
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In dealing with both subjects my point of view will be largely that of the outsider, the
non-initiate In Santena or Voodoo. l take this position in part because lama non-
Fo
initiate myself, and in pan because it IS the condition ofthe great ma]ority ofthe US
public, but most Importantly because 1 will be asking WHY and HOW modero U.S
citizens, be they writers or laypersons, have appropriated these popular Caribbean
religIons. How do the religlOus praetlces of Santena and Voodoo supplement - or appear
to supplement - modero Iives') What possibilities and problems do they present the
writer?
n.
With perhaps a million or more people practicing sorne form of Santeria or Voodoo in
the US, these religions have grown Increasmgly visible and controversiaI. In recent
years much attention has been focused on the killing of anlmaIs In nruaIs. In 1987.
when the Santero Ernesto Pichardo founded a center for Santena In an abandondea 1m
in Hialeah, the city quickly passed three ordinances prolubiting anImal sacrifice. Usmg
concem for public heaIth as a pretext, the cJty was in faet specifically targetmg the
311
religion of Santeria, as the US. Supreme Court ruled when it detenruned in lUDe of
1993 that Hialeah's ordinances were unconstitutional.
As you may well suppose, in associating Santeria with Voodoo Mr. Caras did not mean
to be complimentary. In U S. public consciousness Voodoo remains linked 10 everything
from wortbless superstition, at best, to witchcraft, black magíc. zombification, human
sacrifice, and the worsbip of evil itself (Satanism). lt is a negative stereotyping that
goes back 10 the origins of Voodoo. lt is due in large pan to the relations between
Blacks and Whites in the Americas and to the relation of moderoity to what is caBed the
primihve. To be more bistorically specific. we may also note the influence ofthe US.
as
occupation ofHaiti in the years 1915 to 1934. For 19 years military men and visiting
foreigners produced sensationalistic, hornfymg accounts of Haitian life that he1ped
ic
justifythe U.S. presence. They provided the US. public lurid stones ofatavistic urges
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and sorcery. Film also became an important part of tbis process of disinformation in the
later years of occupation. Beginning with the popular hit U71lte Zombie (1932),
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continuing through the famous Night o[the LiVing Dead (1968), and, more recently,
the pseudo-3cientific Serpent and the Rainbow, cornmercial Hollywood has presented
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To return te Mr. Caras' s cornment, 1 think we can see that his concero is not so much
as o
with animals as sud!, but, more importantly, with the place ofSantena in modero soclety
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- modero society as he concelves it. And here 1 would suggest that he may be quite
right. Santeria and Voodoo are not natural produets of modernity m the way that, say, a
Fo
materialistic, secular world-view is. Rather, they can be said 10 exist in syncretic, possibly
synergistic relations 10 modernity. Their difference vlS-a-vlS modernity is precisely what
most frightens sorne sectors ofU. S. society - Mr. Caras, for example, and what attracts
other sectars.
Wbat is it then that draws interested outsiders 10 Santena and Voodoo in the US. despite
the stigma these religions bear? lt is Impossible to say defimtlvely, but intefVlews with
ne-w, Anglo initiates suggest that they have sought alternatives to established religion
and te modern life more generall)' The daily ntuals of Santena provide a sense of
individuality and active panicipatlon. of direct contact with divmity or spmtuallty.
Santeriaalso lets participants combat daily issues ofhealth, weaJth and love. They can
take action and, through the rituals, they can concentrate on what tbey want 10 accomplish.
As one minister in Memphis, Tennessee put it: New, Anglo mitiates are «looking for
ways 10 change faith into actiow> (<<Santena - Faithful Find»)
312
SolDe AJpecI5 ofs..ten.a ud \bd.oo 111 LOAtt:luporwy U.&. CuUWI:
m.
From the perspective ofU.S. literary history- if\.\e are to set aslde mereiy sensationalistic
or propagandistic accounts of Santena and Voodoo - these rehglOns have entered the
literary corpus most commonly In the form of folktales. Wnters have at times
incorporated an entue story into a larger work of their own, as did the famed author
from New Orleans George Washington Cable in the novel that established his reputation:
!he GrandiSSlmes (1880) There Cable tells the story ofBras-Coupe, an enslaved African
prince of ma.Jestic stature and charaeter After his master betrays him, Bras-Coupe uses
African magic to bligbt the crops. He lives for a time as a much feared runaway slave
until, after a final betrayal, he dies a tragically great figure
Bras-Coupe knew the words of power, and it is such words that were to fascinate Zora
Neale Hurston fifty-four years later when she set out across Florida and Louisianna to
collect African-American folktales and to study Voodoo as a participant observer. For
the anthropologically minded Hurston, Voodoo priests were readily identifiable with
Jewish prophets. For Hurston the writer, Voodoo priests were masters of powerful
as
language. Thus she wrote in Mules and .\len (1935): «Moses was the first roan who
ic
ever learned God' s power compelling words, and it took him forty years to learn ten
words.» (184)
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and Hurston, that religious arder also presents a powerful, clear moral order - a moral
order that stresses the pun¡shment of oppressors and wrongdoers
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Finally, Hurston' s pioneering work can point us to a third, rather problematic aspect of
C nd
modern writers relatlOns te Voodoo or Santeria. That 15 the question that mederns
can't help but pose in modern terms: can the splntual forces (Saints or iDa) so integral
Fo
to these religions EXlST in the matenal world? Hurston' s personal experience, as she
recounts it, takes us to a point of, If 1may use the expression. absolute uncertainty She
writes of a terrifing moment at the climax of a particularly important and po\.\erful rite:
It may be illuminating, now, to bnng these three perspectlves to bear upon the two
novels to which we will give the most attention: Continental Dril' ano ihe Pere=famlly
How and why do Banks and Bell take up «words of power», a moral order. and the
reality ofthe beings or forces tradltlOnally assoclated Wltl1 Santena and Voodoo')
Set in South Flonda of the early 1980' s. Continental Drtli dePICt5 the tragic coming
together of two people and two worlds. The prolagonist Bob Dubois. a 3O-year old oil
burner repairman from New Hanlpshire. flees the dreariness ofhis life there 10 pursue
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SolDe AspecU of &alena ud 'Jodoo UI (;ODh.:lUpofll1) U.S. LwtWt;
the American Dream in Florida. Also set on a course for South Florida is Vanise
Dorsmville, a young mother who flees the corrupt police of her Haitian village along
with her adolescent nephew Claude. Bob's life goes from bad to worse as he moves
from managing bis unscrupulous brother' s liquor store, to running an unsuccessful charter
fisbing boat, to smugg]¡ng Haitlans into Mlaml. Denise. her baby. and Claude. survive
the gruesome trial s oftheir flight from Hattl only to be dropped into a stormy night sea
as Bob, terrifíed by an approachmg Coast Guard cutter and the threats ofhls first mate.
unloads bis contraband of 16 Haitians at gun potnt Oniy Demse survives tO reach
Mi ami ,s shore.
For Banks, such a story, grounded as it was in historical incidents taking place off ofthe
Floridean coast, demanded words with a SpeClal kmd of power. As he put it at the
beginning of Continental Driji: «With a story like this. you want an accounting to
occur, not a recountmg, a presentatlOn, nOl a representatlon.» (2)
What sort of contemporary narrative voice could hope to speak with the requisite
irnmediacy and moral force? Banks was well aware of the artlfice inherent m hls craft.
as
Still, he did nol want 10 slmply comment upon that artlfice. He wanted to say something
ic
more, but the nearest model he could find lay in the 18th century novel, where authors
like Fielding gemally conversed with their readers. makmg moral observatlons littie
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obscured by irony. Such a voice was hardly appropriate to South Florida ofthe 1980' s.
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and Banks found a better model in the way a Voodoo initiate could be possessed by a
loa.
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Continental DnJi begins with an invocation ofLegba. and it is Legba. not Banks, who
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tells the story of Bob and Vanise. Jt is Legba. not Banks the contemporary writer. who
can speak with lununous moral authonty.
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Let Legba come forward, then. come forward and bring this middle-aging,
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whIte mouth-man mto speech agatn Come down along the Grand Chemm.
the sun-path, all filled with pity and hardened with arlger to a shine. (2)
Also important are Ghede - or Baron Cemetiere - and Agwe. who manifest themselves
in a Voodoo rItual near the novel" s end Valllse has reachea Little Haiti m a comatose
state. The conversatlOn between Ghede and Agwe makes public the story ofthe murders
at sea - an event too traumatlc for Vamse to have narrated herself The dialoge between
the two loa consoles Vanlse. assunng her thal the dead are restmg Wlth Agwe, loa of
the sea. The ntual serves as the testatnem. consolatlon atla therapy through wbich
Vanise recovers her normal state of nund. Bob, dnven to sUlcidaJ actlon by bis guilt. has
no such recourse
As for the loa. they have presumably mounted two humans present at the ceremony.
but Ghede is rather unnaturally tall ana gaum. Agwe knows thtngs tllal could only be
known by someone present at the cIte ofthe murC1ers. Banks never tells us who IS bemg
ridden. lt IS as If Ghede and Agwe actually mamfestea themselves. We never know
with certainty.
315
Christine Bell' s novel is quite clifferent in that it is a comedy rather than a tragedy. The
protagonists are Dottle and Juan Raul, two Cubans who are trymg to reestablish thetr
lives in the U.S. after arnvmg dunng the Manel boat-lift Juan RaulIS searchmg forthe
wife he has been separated from for 20 years. Dottie creates an artIficial family - com-
plete with husband, grandfather, and son - so that she will more qUlck:1y be abJe to fínd
a sponsor. She ultimately succeeds in getting out ofthe Orange Bowl and begínning a
new lífe with Juan Raul, who in the meantime has learned that hís wífe and he no longer
love each other. Despite Dottie' s indominable energy, however, the central actor In this
novel is the santo San Lazaro. He IS the one who works everything out for the best as he
tries 10 help the kind and layal Santera Luz Paz. Though he is aJways an ethereaJ santo,
never interactmg directly with human beings, he is one ofthe most fully characterized
figures in the novel.
Rather than use a santo or loa as a narrator, Be1l makes San Lazaro a speciaJ character
within her thírd-person, omniscient narratlon. San Lazaro helps Dottie and her friends
because they have been kind to Luz Paz, and he helps Luz because she serves hím
devoted1yeven under trying circumstances. When Luz cannot get chickens in the Orange
as
Bowl refugee camp, she sacrifices rats to hím. And she bnngs hím a speciaJ drink:
ic
Everyone else brought San Lazaro water, it was traditlOnal, but she brought
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hím caft cubano, and in limes lilre these, with so many ofthem 10 taIre care oí,
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Despite San Lazaro's affeetion - and the caffelne - he is not able at first to help Luz
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with her deepest problem Luz, 89 years old, has recently arrived from Cuba only to
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learn that her only daughter IS already dead. Luz prays for the soul of her daughter and
wishes to know whether she suffered at the end. The character of San Lazaro wishes to
as o
reassure Luz that her daughter didn· t suffer, but Luz IS deaf to hlm because of her gnef.
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Thus he must communlcate with her mdirectly. When Luz explams 10 Dottle about her
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daughter' s stroke Dottie suddenly remarks, «We1l, at least she didn't suffer.» «Howdo
you know? Why do you say that?» Luz cnes out In a mIxture of anxlety and relíef.
Dottie replies that she doesn't Imow, really, why she saíd lt. She goes on to say somethíng
about stroke víetlms generaJly feeling no paín, but the reader understands that tbís has
been San Lazaro' s interventlOn
Later, San Lazaro agaín intervenes on Luz' s behalf when a delinquent named Felipe
robs her. Now San Lazaro is angry and vengeful, but hls action is still indirecto As the
young man runs across a street a mujer carry a gIant statue of San Lazaro rounds the
comer, knockmg Felipe imo unconSClOusness Dottle Wl1I find hlm there In the street
and adopt hím, though in the end Fe1Jpe IS killed In a drug deal after he has robbed
Dottie's hard-earned savings
San Lazaro makes his interventlOns In this novel, but he cannot change the world, or
even Felipe, agaínst his will. San Lazaro eXlsts as a benlgn, someUmes vengeful, enuty
ofmora! force - but offar from omnIpotent force. He IS never seen or heard directly m
this novel, only mdireetly, but rus figure appears throught the unagmary Míarru m wluch
the novel is set m the form of statues small and gIgantlc. We should note, finally, the
316
Some Aspoc:t¡ ofSanlt2la and \bdoo in Contcl1lpordl) U.S. Cu.ltw\,;
presence of an old man, the «grandfather» ofJuan Raul. Dressed in camouflage military
fatigues, this man, mute, of uncertain ongin, given to climbing up in trees, is largely
inexplicable except as an earthly counterpart to San Lazaro He protects Juan Raul
throught most ofthe story, and he is killed at the end ofthe novel during his last act of
protection.
IV
Voodoo and Santeria in the U S. provide nch possibilities for Miters and citizens alike.
I've onJy been able to begin 10 suggest sorne ofthem. Voodoo and Santeria in the US.
are increasmgly hnked to other aspects of U.S culture such as Pagamsm, Spirituality,
Natlve American religlOns, healing pracuces, fonune telling, and others. They are
increasingly the subject of academlc study and artlSUC interpretatlOn. AH of these
connections would reward funher study As we investlgate these new syntheses and
developments, though, we must bear in mind that the more Santeria and Voodoo become
a pan ofrnodern society the more they will be transformed by it -Iosing sorne oftheir
as
frightening difference, no doubt, but perhaps also losing the significance they have
precisely through thelf difference
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Already in Miami, Santeria is available in aerosol l am referring to the «Love Sprays»,and
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the cans of «Money House Blessing» available in the religious shops calIed botánicas
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Making a bath with leaves takes time, today you can buy instant, liquid bath additives
with names like «Anu- Vengence», «Do rny WI1I», and «Come to Me»
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Ernesto Pichardo, well-known because of the Suprerne Coun decision that his case
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brought about, now hopes to institutionalize Santeria by cenifying its priests, though
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many in the comrnunity oppose such a rnove. Pichardo insists that in a country where
C nd
but acceptance by modern society, and the necessary transformatlOn of Santena (or
Voodoo) by that acceptance, would seern to cut at the essentially anti-modern nature oí
these religions. Would a rnodermzed Legba possess a Miter to produce Continentat
Drift or a career-onented San Lazaro spend his days and mghts with refugees In the
Orange Bowl'J
The loss of Santeria and Voodoo to assimilation in modern U. S. culture would be a loss
to our literary Jife, but it would also mean that loss of nch, alternatlve pracuces in a
world where these are becomIng fewer and fewer.
BIBUOGRAPHY
RUSSELL BANKS
Continental Dr!/i, New York, Ballantine Books. 1985.
[intelVlew with Trish Reeves.) «(The Search for Clarity».\·ew Letlas. v. 53. Spring, 1987
47.
317
JuonLeon
GIRISTINEBEI..l..
The perez Famuv. New York. W W Norton. 1990
VANESSA E. JONES
"Sanleria - Failhful Find Strenglh. Comfort in Daily Riluals». The Commercia/ Appea/.
February 10. 1995
as
"Santeria Still Shrouded in Secrecy». Miami Herald, June 11. 1995 .
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AUTORES
Lázara Menéndez (Cuba). Crítica de arte. Profesora, Universidad de La Habana.
Natalia Bolívar (Cuba). Investigadora. Especialista en religiones afrocubanas.
Enrique Sosa Rodríguez (Cuba). Ensayista. Profesor, Universidad de La Habana.
Adelaida de Juan (Cuba). Historiadora y critica de arte. Profesora, Universidad de La Habana.
Manuel López Oliva (Cuba). Pintor y critico de arte. Fondo de Bienes Culturales, Ministerio de Cultura.
Yolanda Wood (Cuba). Crítica de arte. Profesora, Universidad de La Habana.
Gerardo Mosquera (Cuba). Crítico de arte. Curador del New Musseum of Modero Art.
Ivonne Muñiz (Cuba). Investigadora, Centro de Estudios del Caribe, Casa de las Américas.
Pedro Antonio Escalante Arce (El Salvador). Historiador. Presidente Instituto Salvadoreño de Cultura
as
Hispánica.
Leyda Oquendo Barrios (Cuba). Historiadora. Asesora, Cátedra de África, Instituto Superior de Arte.
ic
- John Antón Sánchez (Colombia). Periodista. Departamento de Antropología, Universidad Nacional.
Juan M. Riesgo (España). Historiador. Profesor, Universidad Complutense de Madrid.
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Alessandra Basso Ortiz (Colombia). Musicóloga. Auxiliar de investigación, Centro de Investigación y
Desarrollo de la Música Cd:Jana (CIDMUC).
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Maybell Padilla Pérez (Cuba). Historiadora. Profesora, Fac. Derecho, Universidad de La Habana.
Artur Cesar Isaia (Brasil). Historiador. Profesor, Departamento de Historia, Universidad Federal
de di
Santa Catharina
Lucía Mercedes de la Torre Urán (Colombia). Antropóloga. Pontificia Universidad Javeriana.
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Domingo Teijelo Rodríguez (Cuba). Tatandi del MonallSO de la rama "Guindavela Vriyumba Conga"
de San Antonio de los Bafios.
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Allison Francis (Estados Unidos). Profesora African and African American Studies Program, Washington
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Anglosajona y Caribefía.