Citroni - Tesis Definitiva
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Título de la tesis:
Modos de control social en regímenes dictatoriales.
Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario,
1976–1983
1
Abstract
The thesis studies urban planning policies adopted within the framework of
dictatorial administrations of local management. Particularly, it does so with respect
to the cities of Santa Fe and Rosario, based on the verification that the 1976–1983
government undertook in each of them a series of interventions with a largely
dominant discourse in public spheres. To demonstrate this, it investigates the
meanings of urban policies, explaining them as part of the modes of control imposed
on the social body, with differential effects for the different classes. At the same
time, it establishes similarities and discrepancies between both localities, framing
them in the same processes that affected the rest of the country.
Specifically, it focuses attention on a selection of high–impact policies, those that
required the largest investments and involved a set of social and institutional actors
in their material production. They originated in the regime's concern to guide urban
development and to capture an image of order, in a privileged way, of the downtown
area. This meant updating previous ideas and measures –mostly unfinished– in
terms of planning, infrastructure and housing, which transcended the dictatorial
administrations. As a result, authoritarian urban policies gave rise to a peculiar
urban order and enabled the deepest transformations in the spatial and social fabric
of both cities, with evident consequences today.
Thus, from a perspective of regional, comparative and transdisciplinary analysis,
this research seeks to enrich the contributions referred to the last military
dictatorship and regarding the Santa Fe area, in particular. On the one hand, with
the use of theories and concepts –especially those coming from Political Science–
until now little used to address this stage of Argentine history. But also, expanding
the records and sources usually used, by combining the official documentation
produced by the communal, provincial and national agencies, the information
provided by the media of the time and the professional corporations related to urban
affairs, varied material viewing and interviews. ~
2
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Índice
Introducción ............................................................................................................. 5
Definición del problema...................................................................................... 6
Antecedentes ....................................................................................................... 9
Opciones teórico–metodológicas ...................................................................... 15
Estructura de la tesis ......................................................................................... 20
3
Índice
Anexos .......................................................................................................................
Noticia sobre fuentes y archivos .............................................................. Anexo I
Gestiones de gobierno, 1966–1983 ......................................................... Anexo II
Mapa de la provincia de Santa Fe, 1980 ................................................ Anexo III
Plano de la ciudad de Santa Fe, 1976..................................................... Anexo IV
Plano de la ciudad de Rosario, 1977 ....................................................... Anexo V
Plano Director de Santa Fe, 1980........................................................... Anexo VI
Sistema Vial del Plan Regulador Rosario, 1967 ................................... Anexo VII
Áreas marginales en Santa Fe, 1980 .................................................... Anexo VIII
Villas miseria en Rosario, 1974 ............................................................. Anexo IX
Costanera santafesina, c. 1980 ................................................................ Anexo X
Obras viales para Rosario mundialista, 1977 ......................................... Anexo XI
Introducción
Esta tesis reconoce unos lejanos orígenes, en la invitación realizada por Luciano
Alonso a comienzos del año 2006, para examinar la historia de la comúnmente
denominada Plaza del Soldado, un espacio clave para el movimiento por los
Derechos Humanos en la ciudad de Santa Fe (Alonso, 2011). Casualmente, ésta
había sido obra de la intendencia de facto de 1976, luego de haber clausurado y
demolido un activo mercado municipal en pleno microcentro, aunque siguiendo
directivas previas. Con posterioridad, la atención se dirigió a los procesos de
espacialización de los dispositivos de control social desplegados por la dictadura
sobre el tejido urbano hasta 1981, en coincidencia con el desarrollo de una gestión
al frente del poder ejecutivo local. Los resultados de esas exploraciones se
plasmaron en la tesina de Licenciatura en Historia, título de grado de la doctoranda
(Citroni, 2013).
En la nueva etapa de la actividad que aquí se presenta, se retoman aquellas
conclusiones sobre la capital provincial, para revisarlas y ampliarlas. Asimismo, se
realiza la pesquisa pormenorizada de la ciudad de Rosario, elegida como unidad
equiparable, para el ejercicio comparativo que se pretende acometer. Por otra parte,
se ha expandido el arco temporal hasta el año 1983, en vista de considerar todo el
devenir del gobierno dictatorial, a la vez que se indaga muy especialmente en los
vínculos y continuidades con su antecesor. Por último, el tema se ha redefinido con
más precisión en torno al análisis de las políticas públicas, incorporando las claves
teóricas propias de la Ciencia Política, en tanto disciplina de base de la formación
doctoral.
1
En un ensayo señero, Vezzetti (2002) dejaba asentaba una cuestión insoslayable: “hay que recordar
que el régimen, en verdad, fue cívico–militar, que incorporó extensamente cuadros políticos
provenientes de los partidos principales y que no le faltaron amplios apoyos eclesiásticos,
empresariales, periodísticos y sindicales” (p. 39). Sin ánimos de negarla, pero posicionada en otro
momento y lugar, Franco (2018) entiende que el uso de las denominaciones “dictadura cívico–
militar” o “cívico–militar–eclesiástica” se extendieron quizás demasiado rápidamente, antes de la
necesaria reflexión y discusión al interior del campo académico. De ahí, que, a fines prácticos, se
haya optado por recurrir a la versión más aceptada y tradicional. De todos modos, esto no obsta para
reconocer que, en el ámbito municipal, la interacción entre civiles y militares se mostró más
plenamente que en otros niveles del Estado, a través de la activa participación de los primeros en
sus áreas gubernamentales. Esto se hará evidente al ir descubriendo el objeto de estudio.
6
Introducción
2
En efecto, los objetos y problemas urbanos, así como las ideas y los debates urbanísticos, “tensan”
la periodización canónica y acotada que ordena esta investigación, más allá de sus límites. Con el
desglose de los casos concretos, estas generalidades se irán revelando.
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Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Para arribar a estas conclusiones, se analiza una selección de las políticas urbanas
impulsadas por las dos administraciones dictatoriales. Luego, se comparan las
características que adquirió cada localidad como consecuencia del orden impuesto,
señalando las similitudes y diferencias existentes entre ambas, y sin perder de vista
que los mismos procesos se estaban sucediendo en otros enclaves urbanos del país.
Al mismo tiempo, se interpretan los significados de las prácticas y de los discursos
construidos en torno de estas cuestiones, en función de los dispositivos de control.
Por último, se destacan algunas de las “voces discordantes” que circulaban en el
limitado espacio habilitado por el régimen para la expresión de opiniones
contrarias.
En otro orden de cosas, se señala que este acápite se inaugura con una viñeta
proveniente del agudo humor de Quino, fechada en 1982 3. En ella, se puede
observar una sala de estar exquisitamente amueblada, con todo el confort y la última
tecnología disponible entonces, a su dueña y la mucama, luego de (lo que se podría
suponer como) una noche de excesos y “caos”. El resultado, un rato después, será
un pulcrísimo orden, deseado y solicitado por la primera. Para su sorpresa, éste
incluye también el reacomodamiento de los protagonistas y, por ende, de toda la
escena que compone la obra de arte que adorna el ambiente: una reproducción en
versión reducida del famoso Guernica, de Picasso. Esquemáticamente, podría
decirse que éste no fue reconocido como tal por la empleada –proveniente de los
sectores populares–, mientras que el “desorden” allí representado, era plenamente
admitido e indiscutido por la patrona, representante de la gran burguesía.
En efecto, la imagen simboliza perfecta y sintéticamente aquella búsqueda de orden
que movilizó a las clases dominantes argentinas durante la vigencia del Estado
burocrático–autoritario (O’Donnell, 2009 [1982]), a la vez que señala algunas de
sus diferencias con las clases dominadas. Al mismo tiempo, expone las
ambigüedades que contenía aquella aspiración, que podía admitir la guerra en un
lugar y un tiempo lejano, mas no “puertas adentro”. Por lo demás, funciona como
disparador de varios de los conceptos que irán desagregándose en estas páginas y,
con mayor sistematicidad, en el próximo capítulo. Finalmente, su elección podría
3
Se encuentra alojada en el sitio del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (España), como
parte del profundo trabajo de investigación titulado “Repensar Guernica”, realizado recientemente
por la institución, utilizando como “disparador” al original, expuesto allí en forma permanente:
https://bit.ly/3aTH0gY. En este enlace constan unos pocos datos acerca de la publicación original,
al margen de los cuales no se han podido conocer detalles concretos que expliquen las razones y/o
el contexto que habrían motivado al autor a dibujarla.
8
Introducción
Antecedentes
Con cierta pretensión de generalidad, aunque refiriendo especialmente a la Capital
Federal y como parte de un período más amplio, las primeras interpretaciones sobre
el fenómeno urbano en dictadura provinieron de la pluma de reconocidos
arquitectos y urbanistas (Fernández, 1996; Liernur, 2001 y 2004; Silvestri, 2000;
Silvestri y Gorelik, 2000 y 2005; Torres 2006 [1993]) 6. En la actualidad,
exploraciones acotadas a ciertos episodios ocurridos en Buenos Aires entre 1976 y
1983, permiten introducir matices y nuevas argumentaciones. Éstas van de la mano
de jóvenes investigadores que suman los aportes de sus tesis de graduación (Carré
y Fernández, 2011; Cosacov et ál., 2012; Fernández, 2020; Jajamovich y Menazzi,
2012; Manoni, 2020; Menazzi, 2012, 2013 y 2018; Santángelo, 2014; Tavella, 2016
y 2018), a los últimos desarrollos de aquellos actores consolidados (Gorelik, 2011;
Gutiérrez, 2014) 7.
Mención aparte merecen las políticas habitacionales de la dictadura,
tempranamente abordadas (Baliero, 1983; Bellardi y De Paula, 1986; Cuenya,
1992; Yujnovsky, 1984) y aún hoy objeto de especial atención entre los objetos
4
“Muere Quino, creador de Mafalda y el dibujante más internacional del idioma español” 30/9/20,
El País, https://bit.ly/387gjbl. Si bien está escrita desde la óptica española, la nota ofrece una
interesante reseña de las ideas que lo atravesaron durante toda su vida; en ese sentido, ayuda a
comprender el por qué de la viñeta seleccionada.
5
Además, huelga reconocer que la tarea se vio favorecida con la concesión de una licencia por
razones de estudio e investigación en la Universidad Nacional del Litoral, durante el segundo
cuatrimestre de aquel año (Res. CD 206/20), que contó con el acompañamiento y pleno apoyo del
equipo de cátedra. En tanto, la Universidad Autónoma de Entre Ríos otorgó una Beca de Posgrado
para docentes de la casa, entre los meses de abril y diciembre (Res. CS 162/20 y 217/20). De este
modo, ambas instituciones asumieron el compromiso –al menos, parcialmente– de que uno de sus
recursos humanos alcance la obtención del título de posgrado. En ese marco, fue posible realizar
una sustantiva revisión de los temas que conforman el objeto de estudio, el minucioso procesamiento
de la información proveniente del universo de fuentes primarias que lo sostienen y un primer avance
sobre los capítulos. Posteriormente, la escritura continuó realizándose a la par de las labores docente
e investigadora.
6
Respecto de las referencias bibliográficas, cuando corresponde, se incluye el año de la edición
original entre corchetes. No obstante, se lo hace sólo en la primera mención de cada autor, para
aligerar la lectura, pero sin faltar a las convenciones.
7
Oficiando sólo de recopilación breve y sistemática, todos los textos y autores que conforman este
apartado se recuperan a lo largo de la tesis, ya sea para reponer sus argumentos, como para discutir
algunas de sus conclusiones o contrastarlas con los resultados obtenidos. Asimismo, aparecen otros
que aquí no han sido mencionados, pero cuyos abordajes u objetos de estudio resultan inspiradores
en algún sentido.
9
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
urbanos (Ballent, 2004 y 2014; Bekinschtein et ál., 2013; Bettanin, 2014; Blaustein,
2006; Fernández Wagner, 1999 y 2008; Gomes, 2018a; Ruiz Díaz Yoris, s/f;
Sepúlveda Ocampo y Fernández Wagner, 2006; Snitcofsky, 2009 y 2018;
Snitcofsky, Camelli y Massidda, 2021), siempre siguiendo la interpretación señera
de Oszlak (2017) [1991] acerca del “derecho a la ciudad”. En cualquier caso, se
hace evidente que, aún hoy, Buenos Aires sigue siendo la más y mejor estudiada, al
menos en cuanto a las políticas urbanas dictatoriales.
En ese sentido, este corpus revela especialmente aquel sesgo “porteño–céntrico”
que ha señalado Águila (2015 y 2021), ya que la mayoría de los trabajos relatan la
experiencia metropolitana sin atender a lo sucedido en otros espacios, con una
presencia que intenta llegar a las aulas (Salvatori et ál., 2008). No obstante lo cual,
esta vasta producción sirve para no perder de vista el contexto “nacional” en el que
se sucedieron situaciones similares, si bien con distinta escala, alcance e impacto.
En esta línea parece dirigirse el esfuerzo reciente de Salamanca y Colombo (2019)
por plasmar un panorama de todo el territorio, aunque acotado a ciertos episodios y
espacios puntuales. Por lo demás, Córdoba ha sido la única considerada por los
“clásicos” como caso comparable con Buenos Aires, en tanto segunda ciudad del
país (Fernández, 1996; Liernur, 2001; Silvestri y Gorelik, 2005).
Respecto de la ciudad de Santa Fe, se registran abordajes urbanísticos y
arquitectónicos sobre cuestiones particulares, que sólo refieren de forma tangencial
a esta etapa de la historia nacional. Como en el ejemplo capitalino, unos pocos y
breves capítulos de arquitectos reconocidos (Bertuzzi y Calvo, 2009; Bertuzzi y
Müller, 2004; Müller, 1999; Müller y Parera, 2010), han dado paso a las tesis de
posgrado de otros más jóvenes, o fragmentos de ellas publicados en revistas
especializadas y libros colectivos (Acosta, 2020; Biagioni, 2014; Fedele, 2009 y
2011; Mantovani, 2011; Parera, 2020; Rausch, 2012 y 2013; Rausch et ál., 2019;
Saus, 2014; Szupiany, 2016 y 2018; Viand, 2014).
Para el caso rosarino, se observan varios contrastes, ya en la diversidad de enfoques
y tradiciones disciplinares de los que provienen los investigadores, como en el
apoyo otorgado por la universidad y la municipalidad local, e incluso organismos
internacionales, lo que implica mayor producción y circulación de la información
(Badaloni y Garcilazo, 2011; Cicutti y Ponzini, 2016; Herzer, 2005; Petronio et ál.,
1991; Rigotti, 2010; Roldán, 2006; Rodríguez, 2005). Situación que, por el
contrario, no inhabilita la consolidada escritura académica en formato paper, tesis
10
Introducción
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Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
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Plasmada en un mapa de la provincia que fuera publicado luego del procesamiento de datos del
censo nacional realizado en octubre de 1980 (Anexo III), se puede observar la densidad poblacional
que presentaba cada departamento.
12
Introducción
9
La primera aproximación a esta historiografía fue posibilitada por una estancia de investigación e
intercambio académico realizada durante el mes de abril de 2018 en la Universidad de Santiago de
Chile, como resultado de la convocatoria anual del Programa ESCALA de Estudiantes de Posgrado
de la Asociación de Universidades Grupo Montevideo. La misma contó, además, con el apoyo de la
UNR (Res. Rectoral N° 525 / 2018).
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Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
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Así como lo hacen los autores, y según recomienda la Real Academia Española, en la tesis se
escriben con mayúsculas iniciales los términos que refieren a disciplinas científicas. De esta forma,
se intenta discriminarlas de las prácticas (como en el caso de la arquitectura) o de una materia de
conocimiento (como en el de la historia).
11
Extrapolando las palabras del autor, este corolario puede hacerse extensivo a toda la tesis y el
trabajo que conlleva detrás: de haber existido otras “manos”, otro hubiera sido el resultado.
14
Introducción
Opciones teórico–metodológicas
Para emprender esta investigación, se recuperan estrategias, recursos y nociones
provenientes de distintas ciencias y tradiciones analíticas, con un horizonte de
hibridación disciplinar o transdisciplinar, al decir de Dogan (2003) [1997]. El
principio rector supone concebir, con Santos (2000) [1997], al espacio como una
realidad social en sí misma, una realidad relacional formada por sistemas de objetos
y sistemas de acciones unidos en un conjunto indisociable, en permanente
(re)construcción. Lo que también implica, parafraseando a Giddens (1998) [1984],
atender a las propiedades estructurales del sistema en el que los actores situados se
mueven. Ello sin descuidar la capacidad de agencia de los individuos, en una
concepción general relacional, que enfatiza lo social (Kocka, 2002). A
continuación, se puntualizan los ejes teórico–conceptuales que orientan la labor 12:
a– La teoría de la dominación permite definir los procesos de producción,
reproducción y ejercicio de un tipo de relaciones de poder sistemáticamente
asimétricas. En términos de J.B. Thompson (2002) [1990], insta a entender el
entramado de poderes de un sistema social espacio–temporal situado como un
campo de fuerzas en el cual algunos agentes o grupos están institucionalmente
dotados de poder de un modo que excluye a otros. Aquí se incluye la noción de
control de Giddens (1998), autor cuyas ideas atraviesan toda la tesis: “la capacidad
que ciertos actores, grupos o tipos de actores poseen de influir sobre las
circunstancias de acción de otros” (p. 309). Finalmente, el concepto de control
social que recupera Aróstegui (2012), aúna el poder, el Estado, la sociedad, la clase
dominante y la cohesión social.
b– Las posturas críticas acerca de la noción de ideología, instan a considerarla un
efecto de discurso vinculado con prácticas concretas, según Eagleton (1997) [1995].
Mientras que, en la conceptualización de Thompson (2002), sirve a la reproducción
de la dominación anteriormente definida. Sobre este punto, también echan luz los
análisis provenientes del ámbito arquitectónico, que se preguntan acerca de la
relación entre la Arquitectura, el poder y/o la política (Ballent, 2009; Ballent y
Gorelik, 2000; Liernur, 2001; Menazzi y Jajamovich, 2019; Sato Kotani, 2009;
Silvestri, 2000 y 2014).
12
Sin perjuicio de lo aquí expuesto, el capítulo que sigue a continuación, presenta un desarrollo
exhaustivo de este complejo de teorías y conceptos. Por lo demás, los restantes capítulos cuentan
con un pequeño comentario teórico, relativo a los temas que se desarrollan en cada uno de ellos.
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Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
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Aquí se cuentan textos ya mencionados (Águila, 2000 y 2006; Canelo, 2008; Lvovich, 2009;
Novaro y Palermo, 2003; Oszlak, 2017; Pucciarelli, 2004; Quiroga, 2004; Yannuzzi, 1996), cuyos
aportes se recogen en distintos puntos de la narración. En conjunto, su mayor valor radica en haber
proporcionado un marco contextual, histórico y político detallado y fundamental para insertar y
explicar los procesos puntuales que se examinan.
16
Introducción
14
En los Anexos IV y V, respectivamente, está representada la planta urbana de cada ciudad en aquel
momento. Mientras que el Anexo II, incluye un listado completo y detallado de las gestiones de
gobierno provincial y municipales, desde 1966 hasta 1983, en tanto son permanentes los
entrecruzamientos entre ambos períodos dictatoriales.
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Dicho esto, debe apuntarse que, pese al empeño y el tiempo puestos en ello, no siempre fue posible
conseguir o acceder a la misma masa documental para las dos localidades, sobre cada uno de los
temas y problemas a abordar. Esto tiene que ver con redes de relaciones, tradiciones disciplinares,
lógicas institucionales y prácticas políticas, que pueden variar en el tiempo y según el espacio. A lo
largo de la narración, se irán explicitando los pormenores de cada situación.
18
Introducción
Estructura de la tesis
A fin de dar cuenta del proceso investigativo, la escritura se organiza en cinco
capítulos extensos, subdivididos en cuatro apartados cada uno. Así, se procuran
hilvanar armónica y creativamente los distintos elementos que conforman el
complejo objeto de análisis definido. En cuanto a la organización de la información,
se expone de forma comparativa y alternada entre las dos ciudades, comenzando
siempre por Santa Fe, por tratarse del caso que dio origen y fue el punto de partida
de esta indagación. Como introducción, los precede el presente acápite, en el cual
se define e inscribe el problema dentro del campo de estudios de las políticas
urbanas aplicadas por regímenes dictatoriales. Seguidamente, se precisan los
aspectos metodológicos y operacionales de la exploración.
Continuando y profundizando esta línea, el primer capítulo presenta un desglose
exhaustivo y fundamentado de los constructos teóricos y los conceptos rectores
listados y organizados en las páginas precedentes. Al mismo tiempo, ofrece una
primera aproximación al ejercicio de aplicación de esas ideas a los casos bajo
análisis, que será convenientemente ampliado en los restantes acápites. De esta
manera, se pretende poner en juego, de forma novedosa, un conjunto de
elaboraciones provenientes de diversas tradiciones analíticas, subrayando el cariz
transdisciplinar del abordaje propuesto 20.
A su turno, el segundo capítulo inaugura el tratamiento exhaustivo del objeto de
estudio propiamente dicho, contemplando el contexto abierto en 1976 dentro del
ciclo autoritario más general que marcó todo el siglo XX argentino. En particular,
atiende a los planes y proyectos confeccionados a partir de 1966, los cuales
continúan vigentes y marcan una línea de continuidad entre uno y otro período.
Igualmente, considera el papel desempeñado por los poderes nacional y provincial
en el plano local, observando el curso seguido por las estructuras gubernamentales
puestas en funcionamiento en aquellos años. Este ejercicio permite apuntar las
20
Esto mismo aspiran a evidenciar todos los capítulos de la tesis, los cuales reúnen los resultados de
la mayor parte de los cursos de doctorado realizados a lo largo de la carrera, algunos de los cuales
fueron luego presentados como ponencias en congresos especializados. En ellos, se hace evidente
un abanico de modos de abordaje, marcos teóricos y disciplinas provenientes de distintas Ciencias
Sociales y Humanas, así como instituciones universitarias. Todo lo cual contribuyó especialmente a
enriquecer el análisis del objeto, a la vez que a la formación de la propia doctoranda.
20
Introducción
primeras similitudes y contrastes entre ambas localidades, a la vez que abre una
serie de temas que serán recuperados en el último acápite.
A continuación, el tercer capítulo se circunscribe a uno de los elementos propios y
característicos del planeamiento urbano de la última dictadura militar: las políticas
públicas de alto impacto, que implicaron cuantiosas inversiones y supusieron el
trabajo mancomunado de ciertos actores sociales y estatales. Como resultado,
dieron lugar a un particular orden urbano, en el que se privilegiaban los grupos
sociales que acompañaban esos procesos desde su lugar dominante en la escena
pública local, mientras otros eran claramente relegados del espacio urbano. De
todos modos, del universo de estas políticas urbanas, sólo se examinan
detalladamente aquellas dirigidas a saldar el déficit habitacional. Entre éstas, se
cuentan pequeñas construcciones a cargo de las agencias municipales, junto a
enormes conjuntos habitacionales erigidos por cuenta del Estado nacional.
En tanto, el capítulo cuarto, marcado por un mayor enfoque en los discursos, atiende
a algunas de las políticas diferenciales aplicadas en cada localidad. Se las encuentra
originadas en las marcas distintivas que contienen ambas, y que delineaban una
específica agenda de trabajo para las autoridades y los sectores interesados. Pero
también, se explican en el especial interés estratégico del que siempre gozó la
ciudad del sur y que se acrecentó ante la coyuntura abierta por la celebración del
Copa Mundial de Fútbol en el país, en 1978. Esto significó, entre otras cuestiones,
un mayor y mejor dirigido empeño de los impulsos urbanísticos emprendidos por
los órganos de gobierno supralocales. Sin el correspondiente correlato en la capital
provincial, esas decisiones profundizaron aún más las hondas divergencias
preexistentes entre las dos urbes.
Por su parte, en el quinto capítulo, se recuperan las expresiones públicas que
emitieron los arquitectos como colectivo, en tanto actores privilegiados dentro del
fenómeno urbano; ya sea través de sus publicaciones especializadas o en los medios
de comunicación gráfica locales. Asimismo, se analizan las trayectorias destacadas
que algunos de ellos –en cuanto expertos– asumieron en las gestiones de gobierno,
técnicas o académicas desde la década de 1960. A partir de ahí, se observa que los
límites entre unos y otros no estaban tan clara ni permanentemente demarcados, a
la vez que las diferencias entre las localidades, visibles en otras cuestiones, aquí
tienden a diluirse. De esta forma, se “cierra el círculo” abierto en el capítulo
segundo, en cuanto a los temas de interés, los actores y el arco temporal delimitado.
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Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
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Capítulo 1
Andamiaje teórico–conceptual
Antes de dar paso al desglose minucioso de los temas que conforman el objeto de
estudio propiamente dicho, en este acápite se exponen ordenadamente los
conceptos, teorías y autores que ofician de guía y sostén del mismo. Para ello, se
recurre al esquema desplegado en la introducción precedente, ahondando también,
en algunas ocasiones, en la historia de aquellas nociones y en las trayectorias de
quienes las gestaron. De igual forma, todos los desarrollos incluyen una propuesta
de aplicación a los casos bajo análisis, consistente en una breve introducción que
será ampliada en el devenir de los capítulos que siguen 1. Por fin, esta exposición se
reconoce tributaria del recorrido por algunos de los cursos y seminarios atendidos
a lo largo de la formación doctoral, los cuales permitieron un renovado
acercamiento y/o la profundización en las distintas aristas del marco teórico–
conceptual previamente definido.
En cuanto a la portada del presente, se trata de un grabado del artista chileno Aníbal
Ortiz Pozo, que ilustra el artículo del sociólogo argentino Antonio Camou,
publicado a fines de 1997, en la revista venezolana Nueva Sociedad. El mismo
formó parte del dossier central del número, dedicado a analizar el papel de los
saberes técnico y político durante aquellas décadas, en América Latina. En efecto,
la imagen elegida condensa varios de los temas que surcarán estas páginas: las
instituciones y, en particular, el Estado, así como el lugar que ocupan, los papeles
que desempeñan y los recursos (el poder) de que disponen los actores que participan
directa e indirectamente en ellas, en sus procesos de toma de decisión o en sus
cursos de acción. Por lo demás, el trabajo reúne trayectorias, disciplinas y
nacionalidades diversas en una misma trama, como un reflejo de la hibridación que
caracteriza a la tesis.
1
Esto al margen de que todos ellos contienen su propio apartado teórico–metodológico, ajustado a
los temas y problemas que allí se exponen, aunque sin desconocer ni inhabilitar el encuadre general
que acá se presenta. Por el contrario, regularmente se irán introduciendo comentarios explícitos
acerca de los elementos que tienen en común; amén de que sus “trazos gruesos” y fundamentales
subyacen a las búsquedas, hipótesis e interpretaciones generales de todo el trabajo.
24
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
2
Esta propuesta se origina en el trabajo final del seminario doctoral “Modernidad y posmodernidad
a través de los conceptos de la tradición geográfica”, ofrecido por la Dra. Perla Zusman en la
Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, en octubre de 2016. Luego, fue modificado y
adaptado al formato ponencia para las XII Jornadas de Investigación en Geografía “Territorio,
sociedad y recursos hídricos”, realizadas en Santa Fe, en octubre de 2018. Lo que sigue es una
versión resumida y revisada de ambos escritos.
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Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
percepciones que de él puedan tener los individuos” (p. 92). Aparte de no estar
subordinado a ninguna de aquellas instancias, las atraviesa a todas, “porque la vida
social se espacializa” (Hernández Cordero, 2008: 87). Por lo demás, “la esencia del
espacio es social, histórica y política, pero el espacio es en sí mismo un híbrido que
participa igualmente de lo social y de lo físico”. En función de estos desarrollos,
todos coinciden en que el espacio “no explica nada ni se explica por sí mismo”, sino
que demanda ser explicado (Delgado Mahecha, 2003: 99 y 101). En este marco, se
insertará el tratamiento del concepto en la clave analítica que formuló Milton
Santos.
Antes de ingresar de lleno a esa tarea, se introducen un par de señalamientos que
ayudan a enmarcarla. Por un lado, gracias a las contribuciones de Haesbaert (2014),
se comprende que el espacio es una categoría que se impone sobre y conforma una
compleja familia o constelación geográfica de conceptos, a los cuales remite y
contiene a la vez, sin abandonar su lugar central dentro de ese sistema. En él, cada
noción se enfoca en las diferentes dimensiones de la realidad, aportando al todo y
produciendo teoría. De hecho, para arribar a estas conclusiones, el autor se apoya
fuertemente en la propuesta teórico–metodológica que había formulado Santos. En
el extracto que sigue, se pueden leer algunas de sus palabras finales:
Todo concepto –y, aún más, una categoría–llave, como “espacio”– debe ser
siempre visto dentro de la constelación conceptual de la que es parte, y a la cual
le da sentido, considerando que cada una de esas constelaciones está inserta en
un determinado campo de proposiciones filosóficas que, por su parte, son
concebidas dentro de un contexto geo–histórico determinado que es, al final de
cuentas, la fuente de las problemáticas que demandaron, originalmente, nuestros
conceptos. (Haesbaert, 2014: 47, traducción propia) 3
Por otra parte, cabe apuntar que una de las cualidades del geógrafo brasileño era su
continua demanda de una nueva interdisciplinariedad orientada por las necesidades
de interpretar la realidad (Zusman, 2002). En la interpretación que hace Hiernaux
(2008) de una de sus obras, lo denomina visión transdisciplinar, pero no se explaya
al respecto. Así pues, aquí se recuperan muy brevemente algunos de los aportes de
Dogan (2003), quien dedicó parte de su carrera a esta cuestión. Primeramente,
diagnostica una gran fragmentación de las disciplinas –visible en la altísima
especialización– y observa un escaso potencial en la experiencia interdisciplinar.
3
A lo largo de la tesis, todas las notas de autoridad que incluyan comillas y/o algún resaltado
(bastardillas, mayúsculas, subrayado) en su interior, lo hacen respetando el texto original. Este
comentario también es válido para las fuentes de información primaria que se citan en distintos
momentos de la narración.
26
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
Por ende, su sugerencia es traspasar y superar las tradicionales fronteras entre las
ciencias sociales, instalando un horizonte de “multiespecialidad” o, mejor aún, de
“hibridación del conocimiento científico” (en línea).
Este proceso se explica al entender que “un híbrido es una combinación tal de dos
ramas del saber que mejora la especie”, cuyo producto es, en este caso, “la
recombinación del saber en nuevos campos especializados”. Concretamente, reside
en el préstamo de conceptos, teorías y métodos, así como en los intercambios de
informaciones, indicadores y en la praxis cotidiana de la investigación científica 4.
De esta forma, se favorece la innovación dentro de las disciplinas, a la vez que se
posibilita descifrar con mayor exactitud la complejidad del mundo real. En este
sentido, el autor se anima a postular que “las ciencias políticas han contraído una
enorme deuda externa” ya que los fenómenos políticos, en particular, están
íntimamente relacionados con y se explican a partir de los “múltiples factores en
los que la política se basa” (Dogan, 2003: en línea). En esa dirección pretende
inscribirse esta indagación, como lo irán revelando las próximas páginas.
Desde otra perspectiva, Schlögel (2007) adjudica justamente a la dimensión
espacial, el “derecho de veto frente a esa parcelación y segmentación del objeto
favorecida por la división en disciplinas”. En su lectura, “las fuentes del spatial turn
manan en abundancia y la corriente que nutren es poderosa, más poderosa que
diques y barreras entre disciplinas” (pp. 14 y 16) 5. En tanto, Dogan (2003) concluía
su reflexión a fines de los años noventa, en estos términos: “la pauta que hoy se
manifiesta consiste en el paso de las antiguas disciplinas oficialmente reconocidas
a nuevas ciencias sociales híbridas” (en línea). Sin embargo, es evidente que, en el
tiempo que transcurrió desde estas afirmaciones hasta la actualidad, las “antiguas
murallas” todavía no han sido derribadas. En efecto, considerando con Hiernaux
(2008) que la transdisciplinariedad ya era una demanda de Santos en la década de
1960, se torna más urgente la insistencia por apostar a alcanzarla prontamente.
Ahora bien, volviendo al curso de la narración, los autores revisados para enmarcar
la producción de este geógrafo, convienen en que lo animaba una preocupación
4
De acuerdo con Alonso (2010b), se trataría de un intento de confluencia y relación fructífera entre
conceptos y teorías diversos, en lugar de una mera yuxtaposición.
5
Su obra, que gira en torno a la idea que le da título –En el espacio leemos el tiempo–, se dirige a
“renovar la manera de contar la historia”, puesto que “todo nuestro saber de historia está apegado a
lugares” (pp. 16 y 74). Esto se origina en la convicción de que todo cuanto sucede, lo hace en tiempo
y espacio. Por lo demás, el acercamiento a este texto se debe al Dr. Jordi Canal, en el marco del
curso de doctorado “La historia política a principios del siglo XXI: nuevos objetos, nuevas
perspectivas”, que dictara en la FCPOLIT, en junio de 2015.
27
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
6
En un plano más general, Alonso (2021) recuerda que la concepción relacional de lo social –que
es retomada prácticamente por todos los autores que se presentan en los siguientes apartados– es
uno de los legados que Marx dejó a la teoría social.
28
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
7
En su pionero análisis de las políticas urbanas aplicadas en Buenos Aires durante la segunda mitad
del siglo XX –sobre el cual volverán los próximos capítulos–, Torres (2006) adscribe a un marco
teórico muy similar. Aunque entre sus referencias no mencione a Santos, “rechaza la postura que ve
29
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
al espacio como un epifenómeno, como una mera reflexión de la estructura social” y postula que las
relaciones sociales se producen y reproducen a través de la estructura espacial (p. 4).
30
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
8
Si bien Hiernaux (2008) y Panadero Moya (2001) coinciden, fue Zusman (2002) quien, con más
énfasis, hizo esta caracterización de Santos. Genéricamente, Neiburg y Plotkin (2004) se refieren a
quienes “reclaman como fundamento de legitimidad para sus intervenciones públicas una forma de
pensamiento crítico, independiente de los poderes, y sustentada en el uso de la razón” (p. 15). De
allí que la trayectoria del geógrafo cuadrara perfectamente con esta definición, como lo evidencian
sus propias palabras, rescatadas luego de su muerte: “el intelectual verdadero es el hombre que
busca, incansablemente, la verdad, pero no sólo para disfrutarla íntimamente, sino para decirla,
escribirla y sostenerla públicamente” (Santos citado por Panadero Moya, 2001: 753).
31
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
32
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
nacional” (Fernández, 2015: 199). Con todas sus limitaciones, esta indagación
aspira a hacer su colaboración en esa línea.
En forma complementaria, Bandieri (2017) define a esta vía analítica como aquella
que ineludiblemente remite a las disciplinas histórica y geográfica, por el hecho de
estar determinada por sus respectivas coordenadas principales: tiempo y espacio.
Acto seguido, admite que, gracias a que la geografía crítica y, en especial, Milton
Santos, concibieron al espacio como construcción social, “la región dejó de ser […]
un ámbito acotado, previamente definido por el historiador, para convertirse en una
derivación de su propio objeto” (p. 12). Unos años antes, la autora había sostenido
que, en esta corriente geográfica, el vocablo región alcanzó una nueva dimensión,
resultado del desarrollo de las formas productivas y las dinámicas sociales,
producto de herencias culturales y materiales, todas ellas con sus inherentes
contradicciones (Bandieri, 2001). Como se observa, esta definición pone de
manifiesto el espacio miltoniano en toda su dimensión 9.
De esta manera, puede concluirse que la única forma posible de volver operativo
el concepto de región y, por ende, de hacer historia regional, es su construcción
a partir de las interacciones sociales que la definen como tal en el espacio y en
el tiempo, dejando de lado cualquier delimitación previa que pretenda concebirla
como una totalidad preexistente con rasgos de homogeneidad preestablecidos.
(Bandieri, 2017: 19)
Desde su perspectiva, Hiernaux y Lindon (1993) habían afirmado que la
caracterización del espacio geográfico de Santos, “puede resultar sumamente
fructífera para el análisis regional, entre otras razones porque permite comprender
el peso de las historias regionales o locales, que no necesariamente siguen siempre
la racionalidad general” (p. 105) 10. En este sentido, acordarían con las historiadoras
en que es preciso complejizar los relatos “nacionales” dominantes, sobre la base de
los estudios producidos respecto de espacios acotados. Pero también, con Águila
(2015) y Franco (2018) se admite que esta tarea se torna más acuciante en las
exploraciones del pasado reciente, dado que allí todavía existen vacíos que atentan
contra la producción de conocimiento sobre la materia.
9
Este adjetivo, repetido en toda la bibliografía, seguramente se origine en un hecho que destaca
Hiernaux (2008): en los medios geográficos latinoamericanos, incluso el alumnado lo llama por su
nombre de pila, reservando el apellido para las formalidades.
10
“Si la región es una realidad que carga en sus formas espaciales la huella de la modalidad con que
las formaciones socioeconómicas anteriores y la presente han considerado el aprovechamiento del
territorio, lo cual se traduce en esas formas espaciales únicas e irrepetibles […], entonces un análisis
que vea la región en esta forma, es un análisis de un espacio geográfico particular.” (Hiernaux y
Lindon, 1993: 107–8).
33
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
11
El proyecto que se encuentra actualmente en curso, se denomina Curso de Acción para la
Investigación y Desarrollo (CAI+D) convocatoria 2020 “Historia del presente. Estudios de casos y
problemas teóricos–metodológicos” (Res. CS 378/20). Sin embargo, se acredita una colaboración
ininterrumpida en los equipos anteriores, desde el año 2006 en adelante.
34
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
individuales y colectivos detentan cierto poder –en tanto disponen de aptitud para
la acción–, mientras que éste circula en un conjunto de relaciones. De allí, que se
vincule con cualquier espacio socio–histórico en el cual se ejerza dicha capacidad,
superando la tradicional preocupación por el problema de la autoridad.
En este punto, es imposible eludir una incipiente mención a los aportes que realizó
Michel Foucault acerca del poder, que serán ampliados más adelante. Inicialmente,
lo concibió como aquello que, en lugar de poseerse, se ejerce: es una capacidad o
una relación, no una propiedad de ciertos actores. Pero también, son destacables sus
observaciones relativas a la circulación del poder, que recuerdan que su ejercicio
debe entenderse con arreglo a las relaciones de fuerza efectivamente existentes 12.
Por lo demás, otra de sus grandes contribuciones fue sobre la noción de resistencia,
la que existe siempre en la medida en que existe el poder, no por fuera del mismo,
sino como su indefectible contracara; un “contrapoder”, dirá Alonso (2021, citando
a Negri). Estudiar uno implica estudiar a la otra, o viceversa.
Empero, como indicó Eagleton (1997), “Foucault habla en realidad de resistencias
al poder; pero la cuestión de quién lleva a cabo la resistencia es un enigma que su
obra no consigue despejar” (p. 74). En la misma línea, Giddens (1998) advirtió que
tampoco se había ocupado de atender específicamente a quienes caracterizaba como
“excluidos”, al tiempo que Jessop (1999) se preguntaba por “las bases de la
resistencia” (p. 111). En función de estos comentarios, cabría conjeturar que el
autor, interesado en otros asuntos, obvió precisar las diferencias existentes en las
capacidades de poderosos y resistentes, dominadores y dominados 13. Ante lo cual,
el concepto de dominación que propuso el sociólogo estadounidense John
Brookshire Thompson (2002), permite considerar las distinciones registradas 14.
“En última instancia, dominación y resistencia son como puntos extremos entre los
cuales corre la mayor parte de las relaciones de poder” (Alonso, 2021: en línea).
Asumiendo entonces que la distribución del poder no es equitativa, se hace evidente
que algunas de sus formas suponen una diferencia sistemática entre los sujetos. En
12
En palabras del propio autor: “no es justamente una sustancia, un fluido, algo que mana de esto o
de aquello, sino un conjunto de mecanismos y procedimientos cuyo papel o función y tema, aun
cuando no lo logren, consisten precisamente en asegurar el poder” (Foucault, 2006: 16).
13
Es reconocido el hecho de que realizó una prolífica y única producción teórica, aunque
escasamente codificada (Jessop, 1999) y variada en sus direcciones y argumentos, “de acuerdo con
sus mudables intereses y la cambiante coyuntura política. Esta es la razón por la cual no deberíamos
buscar una esencia en Foucault” (Jessop, 2007: 70).
14
No obstante lo antedicho, con Jessop (2007) ha de apuntarse que, para Foucault, la dominación es
una de las formas acabadas del poder.
35
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
15
Desde un sustrato común y reconociendo que su listado tampoco es exhaustivo, Jessop (2019)
menciona también a la generación, la religión, la filiación política y la ubicación regional, como
otras formas de dominación social.
16
Nótese que el sentido asignado al poder es menos amplio y más consciente que aquel que Giddens
(1998) le otorgaba a todos los agentes, anterior a su subjetividad e independiente de su reflexividad.
Para Thompson (2002), existe el poder de actuar como el de intervenir en los acontecimientos y
modificar su curso, al igual que la capacidad institucional que permite o faculta a los individuos a
tomar decisiones y perseguir fines. Más aún, “los habilita de tal manera que, sin la capacidad
36
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
conferida por la posición que ocupan dentro de un campo o institución, no habrían podido seguir el
trayecto relevante” que recorrieron o alcanzaron (p. 225).
17
Aquí aparece sistema, vocablo sobre el cual se explayó extensamente y, por ende, sería imposible
detenerse. En resumen, es “el diseño de relaciones sociales por un tiempo y un espacio, entendido
como prácticas reproducidas” (Giddens, 1998: 399). Al respecto se observa que, en esta definición,
subyacen las nociones de acción y estructura que atraviesan –mejor dicho, constituyen– la teoría de
la estructuración.
37
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
sociedad conjetural del futuro” (Giddens, 1998: 67). Hasta acá, son evidentes los
vínculos que existen entre la teoría de la dominación y la de la estructuración.
En otro orden de cosas, la afirmación de Alonso (2021) de que la categoría de
dominación así definida, “se abre” a un conjunto de ideas a ella asociadas, resulta
provechosa. A continuación, se ofrece una muy sintética aproximación a la de
control social, siguiendo la genealogía que reconstruye Aróstegui (2012). De allí,
se deriva una primera constatación básica: se trata de una dimensión sociohistórica
íntimamente vinculada con el poder. Igualmente, conviene recordar que Giddens
(1998) sostuvo –aparte de su enunciación original– que el poder puede ser
comprendido como control, en la medida en que ciertos agentes o grupos son
capaces de influir en las circunstancias de acción de otros.
En una de las últimas acepciones que registra, Aróstegui (2012) encuentra que el
control social “se basa en la hegemonía de un grupo dominante” y es ejercido desde
el Estado (p. 47). Esto debido a que toda institución es, en mayor o menor grado,
“una agencia de control social” (p. 47, citando a Stedman Jones). En cuanto a las
funciones que sustentan esta forma de disponer el poder, el historiador reconoce la
(auto)regulación de los comportamientos individuales con arreglo a ciertas normas
preestablecidas, en busca de la cohesión social. En definitiva, “es una condición
inexcusable del orden social”, de su permanencia y reproducción, gracias a la
conformidad de los miembros para con el sistema, a cambio del mínimo coste
(Aróstegui, 2012: 45).
Ahora bien, en línea con la recomendación de Alonso (2021) acerca de atender a
las relaciones de dominación preferentemente “en situaciones localizadas aun
cuando fueran parte de modos o formas extendidas” (en línea), esta investigación
encuentra su justificación. Así, las políticas de ordenamiento urbano aplicadas en
Santa Fe y Rosario entre 1976 y 1983, son explicadas como parte de los modos de
control impuestos a todo el cuerpo social, para mantener la dominación ejercida.
Esto es, en un sistema social espacial y temporalmente situado, se analizan las
formas de ejercicio del poder asimétrico a través de una de sus dimensiones: las
políticas urbanas. Asimismo, se lo hace a través del prisma de la división en clases,
típico de toda sociedad capitalista. A partir de ahí, se puede formular algún grado
de generalización o abstracción aplicable a otras situaciones similares dentro del
mismo sistema. Sobre este último aspecto, se ampliará hacia el final del capítulo.
38
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
18
En estos términos, nuevamente se revelan concepciones comunes entre Thompson (2002) y
Giddens (1998), si bien el último no se dedicó –en esta obra– a desarrollarlas y ejemplificarlas en
profundidad. Sólo se refirió sucintamente a la dominación como “la condición misma de existencia
de códigos de significación”. Mientras que, para la teoría de la estructuración, ideología “denota
sólo aquellas asimetrías de dominación que conectan una significación con la legitimación de
intereses sectoriales” (Giddens, 1998: 67 y 68).
39
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
19
Según sus propias palabras: “no podemos captar el carácter ideológico de las formas simbólicas
sin poner de relieve las relaciones de dominación que éstas pueden ayudar a establecer y mantener
en circunstancias específicas” (Thompson, 2002: 424).
20
Más aún, “en ciertas circunstancias, las relaciones de dominación se pueden sostener mediante el
ejercicio de la fuerza bruta, al golpear, matar y reprimir por la fuerza la insurrección o la protesta”
(Thompson, 2002: 104).
40
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
21
En cierta medida, con estos posicionamientos, se “adelantaba” a las críticas que realizaría Eagleton
(1997) a esta conceptualización de la ideología, considerándola “persuasiva”, pero la “más
ampliamente aceptada”. Según esta lectura, que se desarrollará en las páginas que siguen, “no toda
creencia etiquetada comúnmente de ideológica está asociada a un poder político dominante” (pp.
24–5).
41
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
la crítica. No obstante, reconocía que no es una tarea simple, puesto que implica el
análisis de la construcción del significado, de las relaciones sociales y del contexto
social en el que se producen y reciben las formas simbólicas consideradas
ideológicas 22. Pero también, “es arriesgada porque el significado de una forma
simbólica no está dado ni es fijo o determinado; ofrecer una interpretación implica
proyectar un posible significado”, que no es el único ni está exento de controversia
(p. 426). En el extracto que sigue, se aprecian los argumentos que lo condujeron a
emprender la actividad, pese a los cuestionamientos o las resistencias que se pueden
derivar de la misma, y que suponen complicaciones adicionales a las ya aludidas.
la interpretación de la ideología puede suscitar fuertes reacciones: toca los
nervios del poder, pone de relieve las posiciones de los que se benefician y de
los que sufren a raíz de las relaciones sociales estructuradas de manera
asimétrica, saca a la luz lo que con frecuencia queda implícito, lo que se da por
sentado u oculta en la conducción cotidiana de la vida social. (Thompson, 2002:
469)
Ahora bien, “si los fenómenos simbólicos sirven o no para establecer y sostener las
relaciones de dominación es una pregunta que se puede responder sólo al examinar
la interacción entre significado y poder en circunstancias particulares”. En esta
advertencia, se vislumbra la siguiente etapa en la exploración que propuso el autor,
la cual podría considerarse “superadora” de la actividad interpretativa y tiene que
ver más propiamente con la reflexión crítica. Por ello, reconocía que demandaba
nuevas incógnitas, evidencias y argumentos, a fin de responder al interrogante:
“¿son justas estas relaciones sociales?” (Thompson, 2002: 86 y 471). A pesar de no
haber alcanzado a desarrollarla, la denominó la crítica de la dominación, y ese será
el horizonte de esta pesquisa. Aun cuando, por su misma condición de tal, se
caracteriza por ser prácticamente inalcanzable. En efecto,
una deliberación acerca de si instituciones y arreglos sociales particulares son
justos y dignos de apoyo debería ser tal que en principio tuvieran derecho a
participar en ella todos aquellos individuos afectados por tales instituciones y
arreglos. […] cuando se da voz a los individuos y a los grupos que hasta ahora
han ocupado posiciones sociales subordinadas, es probable entonces que sus
necesidades y deseos, sus preferencias y prioridades, se tengan que tomar en
cuenta (Thompson, 2002: 471).
Sin embargo, difícilmente éste haya sido el caso de la última dictadura argentina.
Por el contrario, como demuestra la tesis, los gobiernos locales adoptaron un
22
Más precisamente, “la ideología sigue siendo un concepto crítico, una herramienta crítica que
llama nuestra atención hacia una gama de fenómenos sociales que pueden ser –y que con frecuencia
son en el curso de la vida diaria– sometidos a críticas y envueltos en conflicto” (Thompson, 2002:
109).
42
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
23
Ésta promete convertirse en una plausible vía analítica para desarrollar en el futuro cercano; lo
cual sería a su vez fructuoso, en tanto permite completar el arco de relaciones de poder. Empero,
algunos atisbos de esas operaciones, se pueden vislumbrar a lo largo de todos los capítulos.
24
Estos comentarios se basan en las aclaraciones que hizo Thompson (2002), alertando sobre
aquellos enfoques teóricos a los que calificó de “reduccionistas” porque enlazan las clases, la
ideología, la dominación y el Estado de una manera muy simple y estrecha. Así, refiriendo a los
casos analizados, se detecta que los arquitectos como profesionales independientes y como expertos
o técnicos estatales, sostuvieron posturas contrarias en torno a ciertas cuestiones urbanas
fundamentales. Esto impide relacionar directamente sus ideas a la formación académica recibida o
a su pertenencia socioeconómica (que eran comunes), sino que responderían más bien a las
posiciones e instituciones sociales que ocupaban en el momento. Mientras unos colaboraban en el
sostenimiento de las pautas de dominación imperantes, otros intentaban socavarlas y erigir unas
nuevas. De esto se ocupará especialmente el último acápite.
43
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
teóricas y disciplinares, así como nuevas dimensiones del fenómeno ideológico, que
aportan provechosas herramientas. Particularmente, interesa retomar algunos
elementos del planteo que realizó el crítico literario inglés, Terry Eagleton (1997),
luego de un exhaustivo repaso por la historia de esa voz. A partir de ahí, expuso una
serie de consideraciones que procuraban encontrar puntos racionales comunes entre
las distintas elaboraciones.
Por un lado, Eagleton (1997) propuso “concebir la ideología como un fenómeno
discursivo o semiótico”, por medio del cual se enfatizaría su dimensión material
puesto que “los signos son entidades materiales”, al tiempo que se hacía lo propio
respecto de los significados. Sugirió entenderla “menos como un conjunto
particular de discursos que como un conjunto particular de efectos en el seno de
discursos” (p. 244). Al definir las nociones empleadas, mostró que la ideología tiene
que ver más con el discurso que con el lenguaje, esto es, “con ciertos efectos
discursivos concretos, en vez de con la significación como tal” (p. 277). Con esto
se refería a aquellos efectos a través de los cuales, por ejemplo, “silenciosamente
se excluyen ciertas formas de significación y se ‘fijan’ ciertos significantes en una
posición dominante” (p. 244).
No obstante, “estos efectos son rasgos de lenguaje discursivos, no puramente
formales” (Eagleton, 1997: 244). Esto quiere decir que toda interpretación del
significado de esos términos, deberá estar atenta al contexto de producción de la
expresión que le dio origen. Así, su sentido seguramente varíe en otra situación
comunicativa; o quizá no, pero será algo a averiguar. Por lo mismo, “un mismo
fragmento idéntico de lenguaje puede ser ideológico en un contexto y no en otro”.
En conclusión, “la ideología es una función de la relación de una manifestación con
su contexto social” (p. 29). Sobre esta base, el autor observó que “no es
simplemente un corsé conceptual en el que posteriormente nos vemos metidos”, en
tanto en cuanto no refleja “pasivamente posiciones dadas de antemano” (pp. 249 y
277). En cambio, colabora con la creación de sujetos y de intereses sociales. Más
precisamente, la ideología se concibe
como una fuerza social organizadora que constituye activamente a los sujetos
humanos en la raíz de su experiencia vivida y pretende dotarles de formas de
valor y creencia relevantes para sus tareas sociales específicas y para la
reproducción general del orden social. (Eagleton, 1997: 276)
En esta línea, reconocía que la ideología hace referencia a los asuntos vinculados
con el poder: “representa los puntos en que el poder incide en ciertas expresiones y
44
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
se inscribe tácitamente en ellas” (Eagleton, 1997: 277). De allí, que apuntara a “la
manera en que constituye las relaciones vividas y aparentemente espontáneas del
sujeto a una estructura de poder y llega a proporcionar el color invisible de la propia
vida cotidiana” (p. 275). En consecuencia, afirmó que el concepto “pretende revelar
algo de la relación entre una expresión y sus condiciones materiales de posibilidad,
cuando se consideran dichas condiciones de posibilidad a la luz de ciertas luchas de
poder” (p. 277). Sin embargo, según su criterio, éstas pueden contribuir tanto a la
reproducción como a la contestación de una forma social.
Como se hace evidente, hay varias diferencias con la tesis de Thompson (2002)
acerca la ideología. Justamente, al mencionar al autor, Eagleton (1997) abogó por
una definición más amplia, “como cualquier tipo de intersección entre sistemas de
creencias y poder político”, que fuera “neutral acerca de la cuestión de si esta
intersección desafía o confirma un particular orden social” (p. 25). De todos modos,
hizo algunas observaciones, que permiten clarificar –y, en alguna medida,
convalidan– el enfoque del otro. Por ejemplo, sostuvo que “un tipo de dominación
suele legitimarse cuando las personas sometidas a él llegan a juzgar su propia
conducta por los criterios de sus gobernantes”. En este sentido, utilizó un ejemplo
que resulta iluminador: “no basta con definir a una mujer o un súbdito colonial
como formas de vida inferiores: se les debe enseñar de forma activa esta definición”
(pp. 83 y 17). Con todo, dejó esbozada su propia perspectiva:
La crítica de la ideología, pues, presume que nadie está siempre completamente
engañado –que aquellos que están oprimidos experimentan incluso ahora
esperanzas y deseos que sólo se podrían cumplir en la realidad mediante una
transformación de sus condiciones materiales–. (Eagleton, 1997: 16)
Más específicamente, al analizar la ideología y las profesiones, la Historia y la
Sociología de la Ciencia reconocen que la primera atraviesa enteramente a las
segundas. Al mismo tiempo, indican que las profesiones –a través del accionar de
sus agentes– legitiman las relaciones e instituciones sociales existentes (Geison,
1983). En particular, esto se pone de manifiesto al circunscribir la mirada a los
arquitectos, quienes tienen un lugar privilegiado en esta narración, entre los “que
intervienen en la producción de ciudad” (Menazzi y Jajamovich, 2019: 21). Si bien
el último acápite se dedicará de lleno a esta materia, a continuación se repasa una
selección de los desarrollos de la comunidad arquitectónica sudamericana,
especialmente interesada por las relaciones que se establecen entre la Arquitectura
y el poder.
45
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Así, en los albores del siglo XXI, dedicados a prologar una edición que retomaba
esta clásica discusión para la disciplina, Ballent y Gorelik (2000) hicieron un
brevísimo recorrido desde sus orígenes y dedujeron que, en la actualidad, la
ecuación se ha tornado más compleja y tensa. Según su diagnóstico, frente a la
tradicional subordinación de la Arquitectura al poder, se estaría ante dos “poderes
en pugna”, aunque en desigualdad de condiciones. En consecuencia, plantearon
reorientar el análisis del vínculo hacia el estudio de las “mediaciones” que tienen
lugar entre ambos términos. Con esa idea, pretendían comprender a los que
concebían como los modernos “príncipes” –en lugar de los antiguos mecenas– de
la arquitectura moderna 25, esto es, la política (materializada en el aparato estatal),
las instituciones de la sociedad civil y el capital 26.
Sobre la primera mediación, sostenían que “no existe ningún carácter esencial en la
arquitectura capaz de expresar contenidos políticos, fuera del contexto en que se
inserta y de los significados que él le asigna” (Ballent y Gorelik, 2000: 7). En todo
caso, a ello habrían contribuido los profesionales con sus producciones materiales,
al ofrecerles a los regímenes o poderes políticos de turno, parte de los símbolos e
imágenes que les conferían cierta identidad y carácter 27. Lo mismo sucedió con
respecto al capital, desde el momento en que “los arquitectos se asumieron –y en
muchos casos con gran alborozo– como instrumentos acríticos del poder, resultando
el poder económico el principal favorecido”. Aquí se hace evidente otro de los
corolarios de los autores: “el peso de los sujetos en la relación sigue siendo decisivo,
aun considerando las mediaciones de los saberes disciplinares, las políticas o los
programas institucionales” (Ballent y Gorelik, 2000: 10 y 7).
En efecto, el debate disciplinar de los años setenta y ochenta ya había confirmado
con gran pesar que “por un camino u otro (política, instituciones, capital), la
25
Nótese que la imagen que abre este capítulo corresponde a un príncipe (ficticio), visto desde otra
perspectiva. Ahí se lo caracterizó precisando de sus consejeros y escribas para gobernar, y acá se
encuentra “ejerciendo todo su poder” a través del patronazgo del arte y los artistas. De todas formas,
serían dos caras de una misma situación social.
26
Estas definiciones no coinciden con las empleadas por Yannuzzi (1996), para estudiar la política
y los partidos durante la dictadura. Genéricamente, la politóloga sostuvo que “una de las cuestiones
centrales de la política es la instrumentación de mediaciones entre estado y sociedad, como forma
de canalizar las demandas” (p. 10). Luego, se dedicó a identificar la naturaleza de la sociedad política
que entonces se intentó construir. A pesar de lo cual, se estima que es factible el recurso a ambas
propuestas, indicando quién es su autor y cuál su pertenencia disciplinar.
27
“No existe una ‘arquitectura fascista’ ni tampoco una ‘arquitectura democrática’”, aseguraban
Ballent y Gorelik (2000: 7). Lo mismo haría la primera, en su análisis de la comúnmente denominada
“arquitectura peronista” (Ballent, 2009), mientras que Jajamovich y Menazzi (2012), Menazzi (2013
y 2018), Silvestri (2000), Silvestri y Gorelik (2000 y 2005), lo replicarán al examinar las
producciones de la última dictadura militar.
46
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
arquitectura siempre había estado del lado del poder […]; así habría sido incluso en
el momento más comprometidamente revolucionario [de su historia], el de las
vanguardias” (Ballent y Gorelik, 2000: 10). Esto se explica a la luz de los
argumentos que ofrece Silvestri (2000), en su contribución a ese volumen colectivo.
Entonces, el comitente “deseado” era “el ‘usuario’, es decir, el ‘pueblo’, a quien
estaba destinado el esfuerzo de los arquitectos progresistas”. Empero, ante la
celebración del Mundial de Fútbol ‘78 en el país, que generó la adhesión de
prácticamente toda la sociedad, concluyó que se había puesto “en escena con mayor
despliegue la imagen de ciudad soñada por los hombres del poder” y que ésta
coincidía “con la imagen del hombre medio argentino” (p. 40) 28.
A pesar de su pertenencia al mismo círculo intelectual, Liernur (2001) planteó
algunas discrepancias en la acepción de los conceptos: “por sus particulares
características, la Arquitectura es un arte sobre el que influyen de manera estrecha
las relaciones que establece con el Poder” (p. 295). Luego, incluía en esta última
noción tanto a la economía –a la que equiparaba al desarrollo– como a la política,
que equivalía a la democracia, puesto que dentro de ella estaban contenidos los
partidos, las instituciones propias de esta forma de gobierno y las organizaciones
sociales. Así, examinando cuál de los dos factores (economía o política) ocupaba el
centro de la escena del poder y subordinaba al otro en cada etapa, explicó el
transcurrir de la disciplina y su producción a lo largo de la historia argentina. Lo
plasmó en una obra que se tornó “clásica” y que es material de consulta frecuente
en esta indagación.
Unos años después y en la misma línea que la compilación anterior, la revista
chilena Cientodiez recogió las opiniones de este último y otros reconocidos
arquitectos procedentes de distintos puntos del hemisferio sur, en torno a este tema.
A su turno, Sato Kotani (2009) fue el encargado de afirmar que, puesto que sus
intenciones tienen escaso efecto o poder, la Arquitectura se constituye en recurso,
instrumento o forma de realización de la política, y está determinada por la decisión
o voluntad política. “De este modo, las diferencias que se establecen entre lo social
y lo político, la política y las acciones o los planes de acción, definen las fronteras
de intervención de la disciplina [arquitectónica]”. Antes de finalizar, dejó plasmada
su postura: “el debate sobre cómo debe ser una vivienda adecuada es un tema
28
Continuando estas deliberaciones más adelante, la arquitecta constatará en otro trabajo que,
durante “los años de la democracia recuperada”, “en el mundo de la arquitectura, el lenguaje dejó
de interpretarse como neutro, para corporizar el dominio de un genérico Poder” (Silvestri, 2014: 95).
47
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
arquitectónico, pero cómo, a quién, dónde, cuándo, es un debate político” (p. 145).
Por lo que tiene de sugerente, esto será retomado en el tercer acápite.
En este punto, resuenan las reflexiones de Camou (1997) y de Ballent (2009) sobre
las relaciones entre técnica y política. Aunque desde orígenes y con fines diferentes,
ambos coinciden en que son dos miradas distintas pero vinculadas en torno a un
mismo asunto u objeto 29. Para la segunda, en el primer vocablo están incluidas “la
arquitectura y el urbanismo como disciplinas cuyo objetivo consiste en la
transformación de los espacios del habitar en sus distintas escalas a través de
instrumentos específicos, construidos por ellas mismas de manera relativamente
autónoma” (Ballent, 2009: 20). En cambio, para Camou (1997), técnica y política
conforman un ovillo cuyas “dos puntas están indisolublemente unidas, y en el
medio está siempre un complicado entramado de ideas e intereses, creencias
técnicas y evaluaciones políticas, que el análisis tiene que tratar de desentrañar” (p.
11). En buena medida, éste será uno de los propósitos de la tesis.
A modo de desenlace de esta hojeada, se hace evidente que las opiniones acerca del
vínculo entre Arquitectura y política no son uniformes ni unívocas, aún entre
quienes comparten un campo disciplinar, espacios académicos y latitudes comunes.
Evidentemente, es fundamental cotejar los significados que subyacen tras ambas
nociones, para cada autor. No obstante, varios de ellos parecen acordar en que la
dimensión temporal ha tenido una injerencia fundamental, sugiriendo evaluar la
relación bajo este prisma (Ballent y Gorelik, 2000; Liernur, 2001). En conclusión,
apelando a un juego de palabras, podría decirse que el poder –concebido como una
relación o capacidad de actuar, de acuerdo con Foucault o Giddens–, puede
ejercerse arquitectónicamente, esto es, como aquella técnica o saber especializado
que se dedica a modificar los espacios, según Ballent (2009).
29
En tanto, Bohoslavsky y Soprano (2010) introducen un importante contrapunto sobre esta
cuestión: “ningún saber o práctica es permanente o intrínsecamente técnico o político. Por el
contrario, lo que se hacen más evidentes son los préstamos, las competencias, las rivalidades, el uso
de (auto) definiciones contextuales y posicionales y el despliegue de procesos de legitimación
competidos por lograr el derecho a intervenir y regular. No es una tensión entre dos lógicas evidentes
ni transparentes, sino que es un campo en tensión y desequilibrado” (p. 32). Quizá sea provechoso
encontrar un equilibrio entre ambas posturas, como pretende hacer el quinto capítulo, a partir de los
trabajos de Morresi y Vommaro (2011) y de Neiburg y Plotkin (2004), en torno a la voz experto.
48
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
30
“Nunca se gobierna un Estado, nunca se gobierna un territorio, nunca se gobierna una estructura
política. Los gobernados, con todo, son gente, hombres, individuos, colectividades” (Foucault, 2006:
149).
49
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Ahora bien, es preciso aclarar que estas nociones, en particular, provienen de dos
de las obras de Foucault (2006 y 2008) publicadas póstumamente, a partir de las
grabaciones y sus notas personales acerca de los cursos que dictara en el Collège de
France, a mediados de la década del setenta. Esto al margen de recordar que, en
general, no fue preciso y sistemático en la exposición y definición de los términos
que empleaba, en la medida en que se encontraban en permanente revisión y
reformulación. Sobre esta base, y siguiendo los comentarios del editor de esos
textos, la gubernamentalidad “se desliza de manera gradual de un sentido preciso,
históricamente determinado, a una significación más general y abstracta”. Así,
puede designar, “según los casos, el campo estratégico de las relaciones de poder o
los caracteres específicos de la actividad de gobierno” (Senellart en Foucault, 2006:
447 y nota 126).
Inicialmente, Foucault (2006) se refirió al “conjunto constituido por las
instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas
que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja, de poder que
tiene por blanco principal la población” y que es, al mismo tiempo, interior y
exterior al Estado 31. Pero también, aludía a “la preeminencia del tipo de poder que
podemos llamar ‘gobierno’ sobre todos los demás”, lo cual condujo, a su vez, al
desarrollo de aparatos y de saberes vinculados (p. 136). Por último, apuntaba a la
gubernamentalización, el fenómeno que ha permitido la gradual pero firme
supervivencia del Estado administrativo desde su conformación como tal, entre los
siglos XVI y XVII, hasta nuestros días. Precisamente, esta forma estatal se asocia a
“una nueva tecnología general [de] gobierno de los hombres” (p. 146, nota al pie).
En su enunciación original, “la gubernamentalidad no define cualquier relación de
poder, sino las técnicas de gobierno que sirven de base a la conformación del Estado
moderno” (Senellart en Foucault, 2006: 448). Poco después, en el transcurso de
aquel curso, Foucault (2006) afirmó que “el arte de gobernar se despliega en un
campo relacional de fuerzas”, una idea ha aparecido en varios puntos de este
acápite, de la mano de distintas teorías. De hecho, esto era la gubernamentalidad
para el autor: una “generalidad singular”, cuyas variables responden a coyunturas
(pp. 356 y 449). De allí, que su realidad sea acontecimental y no pueda ser asimilada
31
En otro punto, aclarará esta cuestión: “son las tácticas de gobierno las que permiten definir en
todo momento lo que debe y no debe estar en la órbita del Estado, lo que es público y lo que es
privado, lo que es estatal y lo que no lo es” (Foucault, 2006: 137).
50
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
32
Según Foucault (2006), “se trata de examinar el tipo de práctica que es la gubernamentalidad, en
tanto y en cuanto, al constituirlos como sujetos, tiene efectos de objetivación y veridicción [sic]
sobre los propios hombres” (p. 447).
51
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
hacia el Estado” (p. 108). En esta línea, sostuvo que “Foucault considera al Estado
como un complejo relacional […], es un terreno de relaciones políticas no
esencializadas”, que no están constituidas de antemano, sino que se derivan “de
múltiples proyectos, prácticas e intentos de institucionalizar relaciones de poder”
(Jessop, 2007: 64 y 67). Por tanto, el poder del Estado “es el resultado emergente y
provisional de la interrelación estratégica y compleja de diversas fuerzas sociales
dentro y más allá del Estado” (Jessop, 1999: 109) 33.
Sucintamente, Foucault (2008) había asegurado que “el Estado no tiene esencia. El
Estado no es un universal, no es en sí mismo una fuente autónoma de poder. […]
no es nada más que el efecto móvil de un régimen de gubernamentalidades
múltiples”. De ahí, dedujo que lo central de su propuesta era “investigar el problema
del Estado a partir de las prácticas de gubernamentalidad” (p. 96). Sobre este asunto,
Jessop (2007) apuntó con acierto que, a medida que las prácticas cambian, van
reconstruyendo al Estado y sus competencias. En tanto, Foucault (2006) había
advertido que “el Estado sólo es una peripecia del gobierno y éste no es un
instrumento de aquél. O, en todo caso, el Estado es una peripecia de la
gubernamentalidad” (p. 291). En definitiva, podría concluirse con Jessop (1999):
Lo que interesaba a Foucault era el arte del gobierno, una diestra práctica
discursiva en la que las capacidades del Estado se usan reflexivamente para
vigilar la población y, con la prudencia debida, para amoldarla a los proyectos
específicos del Estado. (p. 109)
En este punto, se introduce una pequeña digresión, para reconocer el lugar
privilegiado que ocupan las elaboraciones de Foucault en la formación y la praxis
de la doctoranda, a raíz de su integración en el equipo de investigación aludido.
Sobre este marco, se recuesta la sugerencia de Alonso (2011) de concebir a la
sociedad santafesina de las últimas décadas como caracterizada por una
gubernamentalidad autoritaria. Para ello, parte de la premisa de que las relaciones
de poder se despliegan en estructuras, redes y esferas complejas y diversas, que
superan ampliamente al Estado, como aquí se demuestra. Con ese trasfondo, éste
“puede aparentar regirse por principios ‘liberales’ aún [sic] cuando la racionalidad
política opere con principios ‘autoritarios’” (pp. 51–2). Esto debido a que la
gubernamentalidad
33
En efecto, estos corolarios eran un punto de partida común con sus propios desarrollos (Jessop,
2008 y 2019), sobre los cuales se ampliará enseguida. Más aún, estaban guiados por las
preocupaciones e indagaciones personales, como en el caso del “poder del Estado”.
52
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
34
Aunque el autor haya propuesto el vocablo para aludir a una tónica general de toda la provincia,
no deja de admitir las diferencias existentes entre las ciudades de Santa Fe y Rosario (Alonso, 2011
y 2016). Éstas son notorias desde sus orígenes e historias particulares, y han condicionado las
respectivas estructuras e instituciones sociales, las actividades económicas y el desarrollo cultural,
poniendo en evidencia la doble capitalidad anteriormente definida. De allí, que la gubernamentalidad
autoritaria sea más claramente identificable en la capital provincial.
53
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
antes que una “abstracta, unitaria y esencializada” (p. 15). Estas conclusiones ya se
pueden detectar en su lectura acerca de la obra de Foucault, reseñada en los párrafos
precedentes. Más concretamente, los compiladores sostuvieron que el acento estaba
puesto en lo que tienen de contingente y relacional los fenómenos sociales, amén
de constatar que no existe una “causalidad” simple o unidireccional entre lo
“determinante” y sus posibilidades de reproducción o de transformación. Antes
bien, esto supone una conjugación entre los dos términos.
En esta línea, señalaron que Jessop propuso una reelaboración de las opiniones más
clásicas acerca de la agencia y la estructura, sugiriendo “poner en diálogo ambos
extremos: que las estructuras incorporen una dimensión de ‘selectividad
estratégica’ al tiempo que la actuación de los agentes adquiera una ‘inscripción
estructural’ y potencial ‘estructurante’”. Esto incluía considerar, por un lado, que
las estructuras no son consistentes ni perdurables, sino “producto de luchas sociales
pasadas y presentes”, en las que los agentes desempeñan un rol fundamental
(Bermúdez et al., 2007: 15). Además, se trata de un proceso conflictivo, en lo que
aparece como una competencia entre proyectos políticos; por lo tanto, no estaría
exento de contradicciones.
Por otra parte, “las confrontaciones se desenvuelven en un marco que privilegia
ciertos actores, identidades, estrategias y horizontes espacio–temporales de acción
sobre otros” (Bermúdez et al., 2007: 15–6). Si bien esto no implica la necesaria
perpetuación de las estructuras, es una posibilidad cierta, en la medida en que sería
su “condición de éxito”. De cualquier manera, lo que se concibe como “el esquema
de restricciones estructurales” puede llegar a transformarse “en uno de
oportunidades para los agentes afectados si éstos son capaces de generar alianzas
estratégicas con el objetivo de lograr impactos selectivos que los favorezcan” (p.
16). Hasta aquí, puede deducirse un particular énfasis de Jessop en la capacidad de
agencia de los individuos, al igual que en la posibilidad real de transformación de
las estructuras existentes 35.
Sobre la base de estas premisas genéricas de una forma de trabajo, a continuación,
se ensaya la reposición de algunos de los postulados del sociólogo británico,
específicamente en lo referido al Estado. Para ello, se recorre su postrero libro sobre
el tema, al que caracterizó como “el último de una serie no planificada”, que
35
Por lo demás, en la definición de estas categorías, se detecta un trasfondo común con Giddens
(1998) y Thompson (2002), a pesar de que ninguno de ellos reconozca a los otros en la misma senda.
54
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
comenzó unas décadas atrás (Jessop, 2019: 33). En este punto, resulta inestimable
la guía que ofrece el prologuista, quien recuerda en primer lugar que, para el autor,
existe un conjunto de “diferencias entre la forma Estado y el tipo concreto de Estado
capitalista (como dos asuntos cercanos, pero que no hay que confundir)”
(Monedero, 2019: 16). Luego de haberse dedicado mayormente al segundo durante
las etapas iniciales de su carrera, en este momento “final”, el objeto elegido es el
primero, en lo que podría considerarse como una abstracción.
Previamente, Jessop (2008) había establecido una preposición inicial, que se
convertiría en el núcleo de todo su proyecto: el Estado es una relación social. A ese
desenlace arribó luego de confirmar que no sería examinado como “una cosa
sustancial y unificada o un sujeto unitario” (Jessop, 2019: 99) 36. Además, no se trata
de un producto acabado, sino un proyecto en curso, cuya naturaleza es cambiante.
Por una parte, esto puede enlazarse con la constatación de “que sus aparatos y
prácticas son materialmente interdependientes con otros órdenes institucionales y
prácticas sociales” (Bermúdez et al., 2007: 18). Pero también, dada la insistencia de
Jessop en que el Estado se encuentra anclado socialmente. En tanto, Monedero
(2019) sostiene que “el Estado se mueve impulsado por la sociedad y, al tiempo,
impulsa a la sociedad para que se mueva (o para que se esté quieta)” (p. 10).
En esto último, se evidencia el énfasis de Jessop en la reformulación en términos
relacionales y la creación de una dialéctica entre agentes y estructuras, antes
mencionada: unos marcan, cambian o reorientan a las otras, y viceversa. De acuerdo
con Monedero (2019), las estructuras llevan el sello e incluso están sometidas a una
selectividad estratégica. Según su autor, “este enfoque destaca la importancia del
contexto estratégico de la acción y del poder transformador de las acciones”. Esto
a partir de entender que “dado que las estructuras son solo estratégicamente
selectivas en lugar de absolutamente restrictivas, hay un margen para que las
acciones superen, eludan o socaven las limitaciones estructurales” (Jessop, 2019:
99 y 100).
En concreto, la perspectiva estratégico–relacional fue formulada para atender al
problema del Estado, lo cual no indica que éste escoja sus propias estrategias, sino
36
Obsérvese que la idea de poder estatal y el enfoque estratégico–relacional fueron desarrollados en
el texto de 2008, pero el más actual (cuya edición original es de 2014) recupera éstas y otras
nociones, en un intento por condensar y ordenar toda la producción en torno al Estado. Asimismo,
ofrece una serie de comentarios básicos y más generales, que no habían sido sistematizados
anteriormente. De ahí que la mayor parte de las citas provengan de este último.
55
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
que tiene que ver con la dirección hacia la que se dirige (Monedero, 2019). Más
precisamente, con esta propuesta, Jessop (2019) procura captar las formas,
funciones, ejercicios y efectos del aparato estatal 37, así como del poder estatal,
concebido este último como “expresión contingente de un cambiante equilibrio de
fuerzas que buscan avanzar en sus respectivos intereses dentro, a través y contra el
sistema estatal”. Esto lo llevará a concluir que “la interacción entre la selectividad
estratégica del sistema estatal (que está estructuralmente inscrita) y las fuerzas en
competición (que poseen diversas estrategias) genera un ‘efecto de Estado’” (p. 99).
Sobre esto, Monedero (2019) realiza una pertinente aclaración:
el Estado está cruzado por asimetrías de poder, y esas asimetrías son las que
permiten a determinados grupos acceder de manera más fácil que otros a los
mandos estatales o que determinadas políticas sean más fáciles de implementar
que otras. (p. 27)
En efecto, podría decirse que los contextos estructurales o institucionales contienen
una determinada selectividad estratégica, al tiempo que los sujetos individuales o
colectivos –los “agentes políticamente relevantes”, en el vocabulario de Jessop
(2019)– advierten sus ventajas diferenciales. De aquí puede inferirse, por una parte,
que cada modelo institucional privilegia o posibilita ciertas fuerzas y estrategias,
mas no otras. Mientras que, por otro lado, los actores promueven intereses
específicos, realizan cálculos estratégicos y construyen sus repertorios de acción y
discursivos en función de ellos y no sólo por las constricciones estructurales o de
su propia subjetividad. Sin embargo, esta situación no es ilimitada, sino que, por
ejemplo, “los cambios en las identidades, intereses, recursos, objetivos, estrategias
y tácticas de determinadas fuerzas” alteran las mismas oportunidades y
restricciones de cada estructura (Jessop, 2019: 100). Más importante aún,
puesto que los sujetos nunca son uniformes ni plenamente conscientes de las
condiciones que influyen en (su) acción estratégica ni están nunca totalmente
equipados para participar en la reflexión y en el aprendizaje estratégicos, no
existen garantías de que vayan a alcanzar la mayor parte de sus objetivos
estratégicos. (Jessop, 2019: 100)
En cualquier caso, habrá algunas demandas que posean un mayor acceso al aparato
del Estado y, por ende, más probabilidades de verse satisfechas (Monedero, 2019).
Esto debido a que, conforme pasa el tiempo, “las estructuras reorganizadas de
37
“Esta expresión designa un aparato coercitivo, administrativo y simbólico políticamente
organizado, con autoridad soberana frente a su propia población y frente a otros estados”. Poco más
adelante, agrega que “el núcleo del aparato estatal está compuesto por un conjunto relativamente
unificado de instituciones y organizaciones empotradas en la sociedad y formalizadas socialmente
y que son estratégicamente selectivas” (Jessop, 2019: 67 y 93).
56
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
38
Dicho esto, cabe aclarar que no se pretende acometer un análisis de los casos mediante la
aplicación de las pautas –por demás esquemáticas, exhaustivas e improbables de completar, con la
información disponible en las fuentes primarias– del procedimiento diseñado por Jessop (2008). Lo
cual no obsta para recuperar sus aportes teóricos y más generales, al igual que su “mirada” sobre el
Estado.
57
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
58
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
resultado del margen de acción del que disponen los sujetos individuales y
colectivos, es el carácter móvil de las estructuras, signadas por cambios de
orientación imprevisible. De aquí se desprenden las ideas de contradicción y
conflicto, que impiden hallar un carácter esencial en la forma Estado; más bien, éste
parece ser algo “que está sucediendo”. En eso influye también la condición
estratégica y selectiva de sus lazos estructurales, que favorecen a ciertos actores, en
lo que termina siendo una limitación al cambio y la expresión de un orden estable.
Llegado este punto, es momento de pasar a considerar algunas de las producciones
locales más importantes, que se han interrogado acerca de las formas y funciones
que adquirió el Estado argentino en un momento de su historia reciente. De este
modo, se estará examinando, en términos de Jessop (2019), lo que entonces
constituía el aparato estatal. Pero, al mismo tiempo, se podrá evaluar cómo era
ejercido el poder estatal, palpable en las dimensiones y los efectos producidos por
la correlación de fuerzas existente adentro y por detrás de esta “relación social”.
Con esta propuesta, se abre el análisis propiamente dicho del objeto y el período de
estudio de la tesis, que se irá profundizando y complejizando a medida que se
desarrollen los acápites.
Así, reuniendo tradiciones analíticas diversas, revisando interpretaciones sobre la
realidad y la historia latinoamericanas y superando lecturas en boga sobre los
regímenes dictatoriales que se estaban implantando progresivamente en todos los
países del Cono Sur, el politólogo argentino Guillermo O’Donnell gestó in situ el
concepto de Estado burocrático–autoritario (BA, para el autor) 39. Desde una
primera aproximación, publicada en 1972, fue atravesando reformulaciones y
precisiones hasta adquirir su perfil definitivo en la que lleva el título homónimo,
cuyo original es de 1982 (O’Donnell, 2009). Para entonces, habían transcurrido casi
diez años de comenzada la investigación, el trabajo en archivos, la producción de
entrevistas personales, el análisis de la prensa escrita, el procesamiento de las series
de datos y la tarea misma de escritura; lapso que incluyó un lapso en el que el texto
estuvo postergado, escondido y sin posibilidades de salir a la luz 40.
39
Lo que se presenta a continuación, es una reelaboración del texto elevado para acreditar el
seminario doctoral “Problemáticas actuales de las Ciencias Sociales”, impartido por el Dr. Osvaldo
Iazzetta, en la Universidad Nacional de Entre Ríos, en junio de 2016.
40
Así como Hiernaux (2008) analiza la obra de Milton Santos “a la luz” de su vida y la encuentra
llena de “sombras” de las dictaduras, pero también signada por las luchas por la democracia
típicamente latinoamericanas, la misma conclusión se obtiene al emprender ese ejercicio respecto
de O’Donnell.
59
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Todos los autores reunidos en esta sección, coinciden en la novedad que significó
la introducción de esta noción, en la misma medida que resaltan las implicancias
inmediatas y la trascendencia que tuvo y tiene –no exenta de cuestionamientos–,
aún en la actualidad. Por un momento, pareció que “el Estado [devenía] el eje
aglutinador de la investigación social en toda la región” (Lechner, 1990: 26) 41. Pero,
a la vez, muchos de sus contemporáneos “lo veían como un ejercicio de ilusiones
(wishful thinking) por parte de un grupo de intelectuales marginados en sus
respectivos países” (O’Donnell, 2004b: 120). En tanto, el mismo O’Donnell
(2004a), haciendo un esfuerzo retrospectivo, se veía especialmente crítico con “esa
forma de dominación [que] parecía proyectarse, y era creída por muchos, como una
versión duradera, eficaz y potencialmente legitimable de autoridad política” (p. 15).
En consecuencia, proponía ferviente y esperanzadamente
un argumento acerca de por qué luchar por la democracia (la democracia política,
tout court, sin adjetivos) era la manera adecuada, estratégica y moralmente, de
aprovechar las fisuras que una mirada atenta descubría detrás de la fachada
imponente del BA y, a partir de eso, precipitar su terminación. (O’Donnell,
2004a: 15) 42
Estos debates se comprenden al extender la caracterización de la Sociología
latinoamericana que realizaron Martuccelli y Svampa (1993), hacia el pensamiento
social en general. Entre otros factores, apuntaban la influencia mayúscula que
tuvieron las circunstancias sociopolíticas características de este sector del mundo,
sobre el campo intelectual. Como resultado, lo surcaron y orientaron, conduciendo
a su consiguiente debilidad y escasa autonomía para formular problemas de interés,
independientemente del contexto. Al mismo tiempo, esto se entronca y se solapa
con la cuestión de la voluntad de acción de los cientistas sociales, en cuanto sujetos
atravesados por esos escenarios –en especial, las urgencias de la vida política– y su
dificultad para abstraerse de ellas, en su rol de intelectuales 43.
41
Sin embargo, este interés se interrumpió tempranamente, porque se trataba de una novedad más.
Siguiendo la lectura de Lechner (1990), del mismo modo que había ocurrido con los temas
anteriores, apenas se consolidaban y se extendían en el tiempo, ya se estaba buscando su
transformación por fuera de ellos.
42
Desde su lugar, Lechner (1990) le cuestionaba a sus congéneres el haberse apoyado en la
experiencia personal de drama e incertidumbre que generaba el vivir en dictadura –antes que en la
reflexión teórica–, para revalorizar la hasta entonces denostada democracia.
43
Sin ahondar en esta idea, que excede los objetivos y alcances previstos, se percibe su reiteración
a lo largo del capítulo, al remitir a ciertos pensadores sudamericanos y sus trayectorias. Es evidente
que, en nuestro medio, los individuos con espíritu crítico, que se presentan como independientes de
los poderes de turno, son considerados intelectuales. En el caso de O’Donnell, resta evaluar cuán
cerca o cuán lejos estuvo del poder político a lo largo de su vida. Esto al margen de que, según su
criterio, las relaciones estrechas entre las Ciencias Sociales y la política no fueron evaluadas en un
sentido negativo, sino que “para mejor y a veces para peor, estar muy cerca de la política y de los
60
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
Dentro de esta categoría analítica, Lesgart (2007) imagina a O’Donnell como parte
de una nueva generación que hizo sus propios y novedosos caminos formativos en
torno a una incipiente Ciencia Política en el país. Desde el interior de esa disciplina,
habrían retomado los temas planteados por la Sociología, le imprimieron su
particular mirada e incluso se animaron a contrastar sus hipótesis. En esta línea,
afirma que el estudio de los regímenes autoritarios “permitió que la Ciencia Política
argentina encontrara un rasgo temático distintivo”, tornándose así una
“preocupación teórica y política” (p. 133). Más adelante, aventuró que “tal vez,
O’Donnell confiaba en que la Ciencia Política hallaba parte de su estatuto científico
en esta capacidad para observar un caso, y con la limitación que impone la
experiencia particular, nombrar”. De allí, “se me apareció un hombre apasionado
por los conceptos” (Lesgart, 2012: 51).
En cambio, al realizar un recorrido por las distintas elaboraciones que se han
propuesto acerca de la forma estatal argentina desde mediados del siglo XX,
conflictos que se han tejido alrededor de ella” ha sido de “lo mejor” de aquellas (O’Donnell, 2004b:
112).
44
Aunque no lo hayan denominado así, en esta cita se puede divisar el espíritu de la hibridación del
conocimiento a la que aludía Dogan (2003). Asimismo, en el contexto de la consolidación disciplinar
en Argentina, parecería confirmarse su sospecha de que la Ciencia Política es “deudora” de las
Ciencias Sociales, en lo que hace a sus temas de investigación.
61
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
germen de muchas de las tragedias que desde entonces nos han azotado”
(O’Donnell, 2009: 11). Como corolario, ya a mediados de la década del setenta,
podía prever –no sin preocupación, impotencia ni angustia–, que ese (relativamente
moderado) autoritarismo era muy factible de ser reeditado, exacerbando su
violencia y crueldad (O’Donnell, 2004) 45.
Sucintamente, el Estado burocrático–autoritario era un tipo históricamente situado
de Estado autoritario de una sociedad capitalista. Pero también, “una configuración
del ejercicio del poder político”, como señala Lesgart (2012: 53). Consistía en un
sistema o conjunto de organizaciones y prácticas, en el que, luego de que hubieran
fallado los mecanismos consensuales, “las instituciones especializadas en la
coacción ocupan la cumbre” (O’Donnell, 2008: 81). Específicamente, tenía a su
cargo dos grandes tareas interrelacionadas: “la reimplantación del ‘orden’ en la
sociedad mediante la resubordinación del sector popular, por una parte, y la
‘normalización’ de la economía, por la otra” (O’Donnell, 2009: 57) 46. A partir de
esta definición, en las próximas carillas, se irán reponiendo algunos de los
constructos que el autor desagregó en aquellos títulos que reúnen esta parte de su
vasta obra.
Efectivamente, en Argentina, desde el 24 de marzo de 1976, se intentó “detener un
proceso que parecía a un paso del colapso final de sociedad, economía y estado y
que, por lo tanto, requería bastante más que la restauración del orden social
preexistente” (O’Donnell, 2004a: 99) 47. Al describirlo, lo presentó como uno de
caos, violencia, intolerancia e incertidumbre generalizados y avanzados en tal
45
De hecho, según Torres (2006), el período inaugurado en 1976 fue uno autoritario radicalizado,
para diferenciarlo del anterior. Ésta podría ser esgrimida como una de las razones por la que la tesis
–circunscripta a la última dictadura–, remite continuamente a la precedente, donde se encuentran
buena parte sus “orígenes”.
46
Con acierto, Quiroga (2004) se ocupó de indagar qué se entendía por orden y resumió que “es la
forma de aparición del poder” (p. 18, citando a Lechner). En concreto, se trataba de una persuasión
fáctica, no un producto racional, una concepción autoritaria que se impuso, suprimió el diálogo e
identificó amigos y enemigos, en la cual las fuerzas armadas desempeñaron el papel fundamental.
En este sentido, el autor hacía referencia a un soberano, que, por lo demás, se podría asimilar al
príncipe aquí mencionado, desde otra arista. De esta forma, la imagen inicial adquiere, como
mínimo, tres interpretaciones diferentes, pero complementarias entre sí.
47
En la indagación previa acerca de la ciudad capital, que dio paso a la tesina de licenciatura (Citroni,
2013), se planteó como hipótesis que, desde fines de 1975, un estado de pánico moral dominaba la
esfera pública local. Siguiendo a Chris Ealham, la categoría remite a una construcción originada en
la obsesión de las élites sociales, políticas y económicas por el orden y por la subsiguiente adopción
de remedios que impongan la “paz social” en las calles. En Santa Fe, este estado hacía coincidir una
imagen de la ciudad, supuestamente anárquica e inmoral, análoga con el caos político y social
generalizado. Luego, se constituyó en el núcleo central del discurso al que la dictadura recurrió en
su búsqueda de consenso.
62
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
grado, que parecían destinados a atentar contra la supervivencia del orden social 48.
Esta situación se correspondía con la principal, más profunda y amenazante de las
crisis que antecede al Estado burocrático–autoritario, a la que denominó crisis de
la dominación (celular o social) o de hegemonía. Apelando a sus propias palabras,
queda explicada de este modo:
Es la crisis del Estado en su dimensión fundante y originaria: crisis del Estado
en la sociedad. Es el “fracaso” del Estado como aspecto garante y organizador
de las relaciones sociales fundantes de una sociedad capitalista. […] Es el
sacudimiento de esas relaciones y, con ellas, por lo tanto, del Estado en su
realidad más profunda, lo que desata los temores más primordiales de la
burguesía, así como de los sectores sociales e instituciones (entre ellos las
Fuerzas Armadas) que suelen alinearse con aquélla para tratar de reinstaurar el
“orden” y la “normalidad”. (O’Donnell, 2009: 55)
En este fragmento, puede leerse entrelíneas el más importante de los componentes
que hacen a la noción de Estado que utiliza el autor, mas no el único. Éste es parte
intrínseca y constitutiva de la sociedad (capitalista), a la vez que un conjunto de
aparatos o instituciones; es decir, aspecto y objetivación de una relación. De hecho,
lo entendía como una relación social –por ende, de fuerzas– inherentemente
contradictoria (O’Donnell, 2008). Aunque no citara a Jessop, las similitudes con su
propuesta son notorias. En todo caso, la diferencia se verifica en la idea de
dominación, a la que caracteriza como “la capacidad, actual y potencial, de imponer
regularmente la voluntad sobre otros, incluso pero no necesariamente contra su
resistencia” (p. 218). En este sentido, se explica el “encubrimiento del estado como
garante de la dominación en la sociedad y de la opacidad de la misma” (p. 229).
Así, al concebir a la dominación en esta clave, y como sinónimo de poder, estaría
asemejándose a la concepción de control de Giddens (1998), ya señalada. No
obstante, poco más adelante, O’Donnell (2008) la define como “una modalidad de
vinculación entre sujetos”, intrínsecamente asimétrica, “ya que es una relación de
desigualdad”. Esta característica se entiende en función “del control diferencial de
ciertos recursos” (p. 219). En efecto, estos desarrollos se revelan en un todo de
acuerdo con lo que planteaba Thompson (2002). Entonces, una de sus conclusiones
es que “el sitio decisivo de reproducción y posible superación de la dominación es
la sociedad”, en lugar del Estado aparentemente fetichizado. Éste “muestra mucho
48
Para referirse a estos procesos, Yannuzzi (1996) utilizaba otros términos que conviene rescatar,
por su pertinencia, como son atomización social y solidaridades sociales quebradas. Más aún, en
su perspectiva, “fue particularmente ese sentimiento de pérdida de la seguridad individual que se
generalizó en el hombre común el que favoreció la legitimación de las Fuerzas Armadas como la
única institución capaz de poner fin a toda esa violencia privada” (p. 8).
63
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
49
Según Vezzetti (2002), “la Nación misma debía ser objeto de una profunda reconstrucción, una
regeneración podría decirse, social y política” (p. 55).
50
Al respecto, cabe recordar con Vezzetti (2002) que este “programa brutal de intervención sobre el
Estado y sobre amplios sectores sociales no era en absoluto ajeno a tradiciones, acciones y
representaciones políticas que estaban presentes en la sociedad desde bastante antes” (p. 39).
64
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
51
Comentando al autor, Alonso (2007a) agrega que una extendida cultura igualitarista era la marca
distintiva de nuestro país, dentro del concierto latinoamericano. De allí que “lo que estaba en el
juego para los autores del golpe de Estado de 1976” fuera “la progresiva presión para la
liberalización y democratización de la vida social argentina, que había llegado a límites para ellos
intolerables”. Como resultado, sobrevendría su “eliminación sistemática”, que incluía “un
disciplinamiento de lo cotidiano, la limitación de las diferencias y las opiniones poco
convencionales, la coacción en las instituciones educativas y laborales” (p. 56).
52
A pesar de que no citaba a O’Donnell, el pormenorizado trabajo de Yannuzzi (1996), exponía
unos argumentos muy similares –y sumamente esclarecedores–, en relación a esto: “la antropología
en torno a la cual se pretendía construir el nuevo orden político se fundaba en una exclusión ‘cuasi–
natural’ del hombre común, concretamente, del hombre trabajador, a quien se le negaba en sustancia
todo interés por la política y, por consiguiente, toda posibilidad de tomar decisiones racionales en
torno a ella” (p. 207).
53
Nuevamente, vuelve a hacerse presente el tema de las mediaciones (véase, la nota 26), en lo que
parece una aproximación cercana a la que sugería Yannuzzi (1996), seguramente por su formación
disciplinar común.
65
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
respecto de Rosario. En esta instancia, el objeto del análisis pasa a ser la “respuesta”
ofrecida a través del BA y su aparato, en el plano local. No obstante, ello implica no
desconocer la situación precedente, por medio de la que –siguiendo a O’Donnell–
se explica esta forma estatal.
Atento al tema definido, es menester precisar qué se entiende por políticas públicas
o estatales, para lo cual resulta iluminador un trabajo señero de Oszlak y O’Donnell
(1976). Entonces, las especificaron “como un conjunto de acciones y omisiones que
manifiestan una determinada modalidad de intervención del Estado en relación con
una cuestión que concita la atención, interés o movilización de otros actores de la
sociedad civil”. A partir de ahí, se puede detectar “cierta direccionalidad, una
determinada orientación normativa” que, sin embargo, no será “unívoca,
homogénea ni permanente”. Esto debido a que presupone la participación de
distintos niveles estatales que, con sus respectivos grados de autonomía, se
involucran y toman decisiones sobre el curso de acción a emprender 54. Pese a todo,
permitirá conocer la posición predominante que ha tomado el Estado “frente a una
cuestión que atañe a sectores significativos de la sociedad” (p. 21).
Posteriormente, Oszlak (2017) retomaría esa enunciación para sostener que el
estudio de las políticas públicas es “instrumento y vía de acceso al conocimiento
sobre las relaciones Estado–sociedad”. Más precisamente, “ayuda a desagregar y a
‘poner en movimiento’ a un Estado y a actores (clases, fracciones de clase,
organizaciones, grupos y hasta individuos) que en otros enfoques analíticos
aparecen más global y estáticamente definidos” (pp. 355 y 361). Según el autor, al
examinar el proceso social que se da en torno al “surgimiento, tratamiento y
resolución” de aquellos asuntos sociales problemáticos que concitan una toma de
posición por parte del Estado y de la sociedad civil, se establece “cómo y por qué”
ambos se han movilizado. De allí, se podrá reconstruir “la dinámica de conflictos,
coaliciones, escisiones, empleo de recursos, grados relativos de autonomía y poder”
de los actores sociales (p. 361).
Por otra parte, ha de destacarse el esfuerzo de Rodríguez y Di Virgilio (2011) para
acotar el contenido de la voz políticas urbanas, considerándolas, en primer lugar,
como parte de las políticas públicas. Asimismo, las conciben como un proceso
político que reconoce un anclaje territorial, lo que las induce a inferir que “su
54
De hecho, en la reconstrucción de Bohoslavsky y Soprano (2010), esta fórmula se inscribe entre
aquellas que analizan “el Estado desde adentro”.
66
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
especificidad está dada en su interfaz con el territorio” (p. 22). En particular, este
señalamiento marca una importante diferencia con las anteriores, ya que, “mientras
otras políticas públicas se orientan hacia la provisión de servicios a ciudadanos,
clientes, usuarios y/o consumidores”, las políticas urbanas actúan en territorios o
áreas delimitadas, así como en los grupos sociales a ellos asociados (p. 20). De
suerte que “las políticas urbanas tienen inercias que producen efectos más allá del
momento y el lugar de la intervención” (p. 24).
En línea con esta afirmación, cobra sentido la propuesta de Torres (2006) –erigida,
por añadidura, sobre la base del análisis de Oszlak (2017)–, de realizar una
distinción al interior de las políticas urbanas. Para ello, consideraba unas “directas”
o expresadas como tales, y otras “implícitas”, contenidas en otro tipo de normativa
o derivadas de decisiones y acciones concretas de diversa índole. De acuerdo con
esa estimación, estas últimas habrían tenido mayor o igual impacto que las otras en
la producción de ciudad y en la estructura socioeconómica resultante de ella. Por lo
demás, el análisis pormenorizado (y precursor) que realizó este arquitecto de la
ciudad de Buenos Aires y su área metropolitana entre las décadas de 1960 y 1990,
a la luz de estas ideas, será retomado en distintos puntos de la tesis.
Recapitulando estos últimos desarrollos, las medidas, acciones y discursos que aquí
se examinan, se pueden comprender como parte de las políticas urbanas, y, a su vez,
del conjunto de políticas públicas. En los términos que emplearon Oszlak y
O’Donnell (1976), serían suma y producto de iniciativas y respuestas. Al mismo
tiempo, desde otra perspectiva, pueden ser concebidas como relaciones entre
sociedad, estructuras de dominación y espacialidad física. En ese caso, conjugando
los aportes de Eagleton (1997) y de Thompson (2002), es factible concluir que las
políticas urbanas son prácticas concretas, verificables, como aquellos “efectos de
discurso” a los que se refería el primero. Esto es así, en la medida en que reforzaron
las relaciones de dominación existentes, como se procurará demostrar con el
desglose de los casos, a lo largo de los próximos acápites.
67
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
68
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
en una serie de criterios que hacen a las unidades del análisis, el fenómeno de
estudio, el segmento u objeto particular, los contextos geográficos y la unidad de
tiempo relativos a lo que se considera un “caso”. Previamente, el mismo debió haber
sido elegido de acuerdo a “una clasificación con base en la similitud o diferencia”
y según “un planteo teórico y conceptual establecido por el investigador” (p. 2) 55.
De allí, que el objeto y el recorte definidos para este trabajo, decantaran en la
versatilidad que ofrece la comparación histórica. A continuación, se explicitan sus
presupuestos fundamentales, siguiendo los desarrollos del historiador alemán
Jürgen Kocka 56.
Lo que convierte la comparación en histórica es, en realidad, la concepción de
sus objetos de estudio en una relación espacio–temporal específica. Los
fenómenos que se comparan son aquéllos cuyo lugar está determinado o es
determinable en el tiempo y en el espacio. (Kocka, 2002: 44)
Poco más adelante, Kocka y Haupt (2009) sostendrían que otro de sus elementos
distintivos, es la centralidad que tiene el acto de comparar, que se hace explícito, en
lo metodológico y en la narración. Más aún, se dirige al estudio sistemático de las
semejanzas y diferencias entre dos o más fenómenos escogidos, a fin de promover
la mejor descripción, explicación e interpretación de cada uno. Como resultado,
ofrecerá la posibilidad del contraste o la generalización, conforme a los objetivos
de conocimiento que la hubieran orientado: quizá se conozcan con mayor exactitud
el o los casos confrontados, en vistas de su individualización, o se acentúen las
coincidencias existentes para “comprender y sistematizar las relaciones generales”.
De hecho, “la comparación contribuye de manera insustituible a la explicación de
acontecimientos históricos” (Kocka, 2002: 45 y 47).
Específicamente, la comparación histórica comienza con la formulación de una
pregunta inicial y sus interrogantes dominantes, al igual que con la enunciación
precisa de los constructos centrales. A partir de lo que podría concebirse como el
andamiaje fundamental, se definen las unidades de comparación, luego se designan
“las similitudes relevantes de los objetos a comparar” y, finalmente, se determinan
las diferencias entre ambos. Esto debido a que “quien compara, concibe sus objetos
55
Por lo demás, sería imposible reconstruir en estas líneas las especificidades de este método, así
como haberlas adquirido y estar en condiciones de aplicarlas, sin una expresa dedicación a esa
formación, por parte de la doctoranda. Aquí sólo se reúne parte de la bibliografía consultada y las
hipótesis planteadas en el marco del seminario de posgrado “Política latinoamericana comparada”,
que dictara el Dr. Juan Bautista Lucca a través del Campus Virtual UNR, en octubre de 2014.
56
Considerado un precursor de la historia comparada, aparte de activo partícipe en la renovación
historiográfica germana en particular y de la historia social en general, como parte de la “historia
social crítica”, característica de la segunda mitad del siglo XX (Millán, 2002).
69
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
70
Capítulo 1. Andamiaje teórico–conceptual
57
Como señalan Lucca y Pinillos (2012), éstas constituyen dos de las características de los estudios
comparados en la actualidad. Evidentemente, son varios los puntos en común entre la comparación
histórica y la Política Comparada.
58
En esta línea, Jensen y Águila (2017) entienden a “la comparación histórica como metodología
que permite matizar explicaciones fundadas en excepcionalismos y esencialismos” (p. 8).
59
Ésta consistió en una de las actividades propuestas por la Dra. Ana Castellani, para dar forma a
los objetivos específicos antes enunciados, como parte del cursado del “Taller de Tesis I” en la
FCPOLIT, durante la segunda mitad del año 2015.
71
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Problema: ¿De qué manera las políticas de ordenamiento urbano desarrolladas por
las administraciones dictatoriales de gestión local evidencian los modos de control
impuestos a todo el cuerpo social?
• ¿Qué intervenciones urbanas realizaron las administraciones municipales de
facto? ¿Con qué criterios y objetivos explícitos se disponían? ¿A qué zonas de la
ciudad se dirigían especialmente? ¿Cómo se elegían estas últimas? ¿Existía un
diagnóstico previo y/o previsiones futuras para la localidad? Las obras
emprendidas, ¿seguían su curso normalmente o por momentos se detenían? ¿Por
qué motivos, cuándo? ¿De dónde provenía el dinero para acometerlas? ¿Participaba
el gobierno provincial en su ejecución y/o concepción? ¿Y el nacional? ¿De qué
manera? ¿Qué políticas urbanísticas desarrollaron ambas intendencias? ¿En qué
consistían? ¿Qué lineamientos generales seguían? ¿Quiénes las elaboraban? ¿Cómo
se aplicaban? ¿Qué efectos concretos tenían sobre la ciudad y/o la población?
• Las políticas de ordenamiento urbano, ¿estaban destinadas a uno o más sectores
sociales en particular? ¿A quiénes? ¿Cómo y dónde se puede observar esto?
¿Alguno de ellos participaba en la toma de decisiones? ¿De qué forma lo hacía?
¿Por medio de qué canales se expresaba? ¿Se evidencian tensiones con otros grupos
sociales? ¿Con quiénes, de qué tipo? ¿Cómo eran afectados estos últimos por las
mismas medidas?
• ¿Qué caracteriza a la ciudad de Santa Fe en cuanto a políticas urbanas entre 1976
y 1983? ¿Y a Rosario? ¿En qué aspectos del diseño urbano se pueden observar las
particularidades de cada una? ¿Dónde radican las similitudes y las diferencias? La
escala de las localidades, ¿influye en este punto? ¿O la presión de las élites? ¿Y las
disposiciones de los órganos de gobierno supralocal? ¿Tiene incidencia el hecho de
que ambas pertenezcan a una misma provincia? ¿Hubo cambios en alguno de estos
aspectos a lo largo del período bajo análisis? ¿De qué tipo o tenor? ¿Se observan
rastros de aquellas políticas en la actualidad?
• ¿Había debate, consenso o decisiones unilaterales en torno de estas cuestiones?
¿Cómo y dónde se expresaban los administradores de la dictadura? ¿Qué temas,
objetos y zonas de la ciudad eran de su interés? ¿Esto se traduce en las políticas
urbanas? ¿Con quiénes dialogaban habitualmente? ¿A algunos no consideraron
interlocutores válidos? ¿Por qué? ¿Dónde pueden leerse opiniones divergentes? ¿A
quiénes pertenecían? ¿Tenían alcance a otros grupos sociales y/o profesionales?
¿Influían en el curso de los acontecimientos?
72
Capítulo 2
Planes, proyectos e instituciones
Detalle de cartelería de obra privada en Boulevard Gálvez y San Luis, Santa Fe, 29 de junio de
2019. Fotografía: MA Citroni.
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Consideraciones iniciales
Una vez esclarecido el marco teórico–metodológico de la tesis, con este capítulo
comienza el tratamiento en profundidad del objeto de estudio, que se prolongará a
lo largo de los siguientes. De esta manera, se genera un arco en la interpretación
que aquí se abre y se cierra en el acápite final, denotando importantes cruces entre
ambos. Previamente, cabe recordar que la operación comienza recuperando parte
de las conclusiones extraídas de la anterior pesquisa sobre la capital santafesina
(Citroni, 2013). Allí se había verificado que el gobierno municipal de 1976–1983
encaró una serie de transformaciones que pretendían orientar el desarrollo de la
ciudad y plasmar una imagen de orden asociada a la reglamentación, planificación
y limpieza, especialmente del radio céntrico.
Luego de haber registrado una miríada de pequeñas disposiciones dirigidas a
modificar la vida cotidiana de los habitantes, la atención se centra ahora en las
políticas urbanas de alto impacto. Éstas insumieron cuantiosas inversiones y
produjeron hondas transformaciones en el tejido urbano y social, con efectos
observables en el presente. El corolario fue un particular orden urbano que
privilegiaba a los grupos sociales que acompañaban esos procesos desde su lugar
dominante en la escena pública local, mientras otros eran claramente relegados del
mismo espacio, aunque no sin cuestionamientos. Partiendo de la constatación de
que en Rosario se sucedieron análogos fenómenos y discursos, se hace extensiva la
hipótesis original para demostrar las semejanzas y las diferencias existentes entre
ambas.
En primera instancia, se analizan detalladamente los planes y proyectos urbanos
elaborados en cada localidad una vez iniciado el período dictatorial de 1966, los
cuales muestran derroteros diferentes. Empero, prueban firmes persistencias entre
los dos Estados burocrático–autoritario (O’Donnell, 2009), enmarcados en la
discontinuidad institucional argentina (Quiroga, 2004) 1. Además, suponían la
actualización y profundización de nociones y medidas previas sobre planeamiento,
infraestructura y vivienda, que rebasaban la jurisdicción de las gestiones locales.
Por otra parte, y en función del mismo objetivo, se examinan las estructuras de
1
Sucintamente, el autor sostiene que, desde los años treinta, nuestro sistema político funciona –o,
incluso, se explica– en la articulación, integración o “unidad contradictoria” entre gobiernos
militares y gobiernos civiles. En este esquema, las fuerzas armadas son un componente esencial y
permanente, que representa al polo autoritario, antagónico del democrático. A su vez, ambos son
expresiones de tensiones e intereses divergentes, propios de “una sociedad conflictiva como la
argentina” que no ha hallado “un entendimiento social estable” (Quiroga, 2004: 35 y 36).
74
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
2
A partir de aquí, se recogen algunas de las hipótesis planteadas en el trabajo presentado para
acreditar el seminario de doctorado “Formas de pensar el territorio. Revisión actualizada de prácticas
históricas del urbanismo”, dictado por el Dr. Javier Fedele, en la Facultad de Arquitectura, Diseño
y Urbanismo de la UNL, a fines de 2015.
3
Esta idea es central para el argumento que guía esta investigación, esto es, que las políticas públicas
–acciones y omisiones que evidencian la acción del Estado, parafraseando a Oszlak y O’Donnell
(1976)– producen efectos tangibles sobre el territorio. Los mismos pueden ser inmediatos y/o a largo
plazo, pero, como recuerdan Rodríguez y Di Virgilio (2011), suelen trascender el momento y el
lugar en que las primeras fueron formuladas. Al respecto, se remite al primer capítulo.
75
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
el lugar que les confieren las estructuras de gobierno. Cuestión sobre la cual
Silvestri (2011) agrega, en el prólogo del mismo libro: “un Plan físico puede poseer
múltiples dimensiones, pero ellas se presentan finalmente de manera iconográfica,
construyendo figuras de ciudad que pueden leerse en el pasado, en el presente o en
el futuro” (p. 11). Finalmente, y en la medida en que la dimensión estética es una
parte central de la política, las contradicciones de ésta aparecen reflejadas en la
primera; es decir, en las apariencias y decisiones formales del plan 4. Estas
cuestiones serán retomadas y puestas en juego a lo largo del desarrollo que sigue a
continuación.
Previamente, se apuntan algunas consideraciones acerca del “clima modernizador
de la planificación” que dominaba el período, según Silvestri (2014: 76). Entonces,
se asociaba al Estado con un rol protagónico en la intervención sobre la totalidad
de la vida social, con el progreso como constante unidireccional “hacia la meta del
‘desarrollo’” (Liernur, 2001: 299) 5. Sin embargo, Gomes (2018a) alerta respecto de
la funcionalidad de la planificación a los intereses del poder político de turno y
Rausch (2019) hace lo suyo sobre la apropiación simbólica o material que éste hacía
de sus instrumentos, apoyados “en su condición de políticamente neutrales y
ahistóricos” (p. 47). Además, ambas instan a observar la dirección que asumieron
las políticas públicas al calor del financiamiento y la asistencia provistas por las
agencias transnacionales.
La cultura de la planificación urbana, que Menazzi (2014) designa “tradicional”,
hunde sus raíces en la Argentina de mediados de siglo. En líneas generales,
implicaba medir, diagnosticar, regular, conducir el crecimiento urbano y organizar
el territorio circundante, con una perspectiva de largo plazo, abstracta y general,
propia de técnicos. En efecto, “la misma idea de proyecto” expuesta en las páginas
anteriores, “supone el control sobre el futuro” (Silvestri, 2014: 95). Esto a partir de
considerar a la ciudad “homogénea, sin discontinuidades, conflictos ni
contradicciones, como variable disponible y neutra”, cuantificable, estática y finita
(Jajamovich, 2009: 38). De allí que sus principales intereses fueran los de
4
Con estos argumentos, los autores se aproximan al debate repuesto en el acápite anterior, acerca
de la relación entre Arquitectura y política (o Estado).
5
Rausch (2013 y 2019) ofrece una síntesis de las últimas teorizaciones en torno de estas nociones,
mientras que Almandoz y Monti (2019) exponen su historia recurriendo a la memoria y a la
trayectoria del primero. En tanto, Devés Valdés (2004) las situó en el contexto latinoamericano.
76
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
77
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
funcionar y, con este fin, de dominar las fuerzas sociales y políticas que pudieran
oponerse o trabarla” (pp. 295 y 296). A partir de una de sus ideas, la tesis revela
que el Estado actuó como el promotor de grandes obras y planes, quizá por última
vez. Según Jessop (2019), hasta entonces constituyó un orden relativamente estable.
Cabe aclarar que el período al que aludía el autor se extiende desde 1960 hasta 1980
aproximadamente, y se solapa con lo que luego designó arquitectura
contemporánea (Liernur, 2004), respondiendo a criterios propios de la disciplina,
no políticos o históricos. Empero, su utilidad se explica porque “la gestión urbana,
la arquitectura y la propia ciudad se desarrollan en una temporalidad que si bien se
vincula a episodios políticos, tiene su propia dinámica” (Jajamovich, 2009: 32) 6. El
hecho mismo de haber recuperado esta periodización para emprender el ejercicio
que aquí se exhibe, evidencia los cruces y desfasajes temporales en los que se
inserta, a la vez que resalta la vocación transdisciplinar que lo guía. En la pluma de
un urbanista, se lee así:
Quien se detenga a considerar en detalle los procesos a través de los que estas
transformaciones se producen, debe reconocer la imposibilidad de hacerlos
coincidir completamente. […] Diverso es su ritmo y diversas son las inercias a
las que están sujetas. Son esas diferencias las que vuelven perennemente
inestables y conflictivas las relaciones entre la ciudad, la sociedad y el conjunto
de prácticas que nombramos simplificadoramente con el término urbanismo; son
ellas las que nunca nos permiten decir que la transformación de las prácticas
urbanísticas es el resultado inmediato de las transformaciones sociales, como no
lo son las transformaciones de la ciudad y del territorio y viceversa; que nunca
nos permiten vivir en una ciudad perfectamente coherente con la sociedad.
(Secchi, 2007: 45)
Por último y en tanto Camou (1997) situó a los expertos en el Estado con el auge
del desarrollismo, termina de comprenderse que entre este capítulo y el último se
forje un diálogo íntimo, en torno a un mapa de ideas común. No obstante, una de
sus diferencias radica, siguiendo a Silvestri (2000), en los matices que originan sus
principales actores y la mirada que le imprimen a los temas que les ocupan,
señalando las distintas tradiciones en las que abrevan. Mientras los elementos que
se exponen aquí remiten a tiempos y prácticas previas, propias del Movimiento
Moderno y a la idea de progreso; el otro anunciará el escenario por venir, signado
6
En un artículo posterior, Jajamovich (2014) refiere a Devés Valdés (2004), para revisar la
producción y circulación de ideas producida desde Latinoamérica. Conforme al filósofo chileno,
fueron “los largos 60 un período no arbitrario sino que consistente con una evolución cultural (y no
solo cultural) se produjo en Chile la maduración de un pensamiento” (p. 347). Si bien esta cuestión
será retomada en el capítulo final, recordarla en este momento sirve para reforzar la opción por
considerar la especificidad de estos años.
78
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
La ciudad capital
Entre las más relevantes –y duraderas– políticas urbanas impulsadas por el régimen
dictatorial de 1976, se cuenta el haber encarado con decisión los importantes
procesos de transformación urbana iniciados por su equivalente en 1966. Si bien el
tratamiento pormenorizado de algunos de esos proyectos será objeto de los
próximos capítulos, aquí se realiza una primera exposición y encuadre general de
los mismos. Como ya demostró la instancia previa de esta tesis, con la
materialización de lo que estaba pendiente o la continuidad de lo que había sido
iniciado, la gestión pretendía demostrar eficacia y contrastar con lo inconcluso de
su antecesora, recién derrocada 10. Claramente, contaba con el beneplácito de los
sectores social, política y económicamente dominantes en el casco céntrico
santafesino. Ellos serían los verdaderos favorecidos por el curso de los
acontecimientos, hipótesis que la narración intentará demostrar.
7
Justamente, el espíritu del seminario doctoral aludido consistía en historizar el Urbanismo del siglo
XX a través de una serie de episodios signados por períodos, características, prácticas y actores bien
diferenciados pero que, enlazados unos con otros, forman un todo.
8
Unos pocos detalles constructivos y del emplazamiento de la obra, se pueden consultar en la página
web de la empresa: https://bit.ly/2FH2gLD.
9
El texto se titulaba “Downtown is for people” y está actualmente disponible, en versión reimpresa
y prologada, en https://bit.ly/32S3xs3.
10
Además, revisó con minuciosidad y actualizó la legislación existente, considerando que había sido
abandonada o proseguida sólo en parte durante el trienio 1973–1976 (Citroni, 2013).
79
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
11
El devenir y los detalles de este proceso serán ampliados en el acápite final, al recrear las
trayectorias de los actores más destacados.
12
Como contrapunto, se destaca especialmente el trabajo de Mantovani (2011), quien reconoce a la
DPU original y hace un comentario sobre su conformación. En función de sus aportes, fue posible
acceder a estas ordenanzas y así reconstruir la historia posterior.
13
Ordenanza de la Municipalidad de la Ciudad de Santa Fe (MCSF) N° 4607 del 21 de diciembre de
1950. De aquí en más, se abreviarán las referencias, para aligerar la lectura. Del mismo modo, se
omitirá la información respecto a la procedencia de la normativa: el período 1976–1983 pertenece a
los números del Boletín Municipal que conserva el Museo de la Ciudad y fue relevada para la tesina
de grado (Citroni, 2013). El resto de los materiales, se encuentran almacenados en el Departamento
Legislación Municipal y fueron mayormente consultados para esta instancia (véase, Anexo I).
14
En versión muy resumida, algunos avances de esta sección fueron publicados como artículo de
divulgación en el último número editado en 2019 por la revista del distrito capital del Colegio de
Arquitectos de Santa Fe. Está disponible para la consulta en https://bit.ly/3nz9L9W.
15
Ord. MCSF 4728 del 30/12/58. Con Monti (2015) se reconoce que éste fue el primer nombre del
Instituto de Planeamiento Regional y Urbano del Litoral (IPRUL), sobre el cual se volverá más
adelante, por su importancia en el caso rosarino.
80
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
asunto que hizo el vespertino local 16. Éste fue el último de los innumerables
proyectos que se barajaron desde principios de siglo para el sector 17.
Coronando un reclamo que llevaba décadas, en 1967, El Litoral confiaba en que el
ansiado plan urbano se concretaría pronto, al haber contratado a especialistas
elegidos por concurso y con un recargo en la tasa inmobiliaria que permitiría
afrontar el gasto, junto a los antecedentes acumulados 18. Sin embargo, Rausch
(2019) detecta que, luego de realizados los estudios previos y esbozados los
lineamientos generales del plan, comenzó un período de letargo para la dirección.
Aunque los ex empleados dan cuenta de una continuidad en los quehaceres diarios
y en los propósitos perfilados al interior de la misma, se podría hipotetizar que, en
el trienio democrático, hubo cierta falta de voluntad política y firmeza en la
conducción para sancionar las normas. Quizá la gestión justicialista no ofreciera el
marco propicio para estos cometidos; tanto es así que los resultados más relevantes
de aquellas décadas de trabajo serían promulgados recién entre 1976 y 1981 19.
Con todo, existió una excepción a estas generalidades: el Anteproyecto de
Sistematización de la Estructura Vial de la Ciudad de Santa Fe 20. Fue la primera de
un conjunto de disposiciones aprobadas –con carácter de ordenanza, por la rúbrica
de un mandatario de facto– entre 1970 y 1971. En el recuerdo de los entrevistados,
desde la campaña política previa a las elecciones generales de 1973, algunos
candidatos lo resistieron con vehemencia y, una vez en funciones, se abocaron a
16
“La municipalidad considera necesaria la confección de otro Plan Regulador” 6/10/59, p. 5. “Para
la construcción de la ciudad universitaria proyectan ceder los terrenos del paraje El Pozo” 6/5/62, p.
4. “El Plan Regulador de la ciudad” 26/10/63, p. 4 (editorial). “Se transferirán terrenos para la futura
ciudad universitaria” 2/6/64, p. 4. “Un Plan Regulador y las obras en el municipio” 15/1/66, p. 4
(editorial). Todos estos artículos pertenecen al centenario diario santafesino El Litoral –de tirada
vespertina– y, en su gran mayoría, fueron publicados en la página central, dedicada a temas locales
y de la ciudad. Como fuera comentado en la nota 13, el relevamiento sistemático del periódico en
formato papel, se había realizado para la tesina de grado, mientras que, en esta oportunidad, se
recurrió a la base de datos que ofrece el proyecto de la Hemeroteca Digital (véase, Anexo I). Así,
fue posible completar el seguimiento del medio respecto de ciertos temas de interés para el actual
caso de estudio, superando el arco temporal definido previamente.
17
Un resumen de los mismos se puede leer en: “En 1927 se iba a iniciar el rellenamiento de El Pozo
para construir un aeródromo y campo de deportes” 5/6/50, El Litoral, p. 3.
18
“Plan Regulador y expansión urbana” 19/10/67, p. 4 (editorial). Los antecedentes a los que se
refiere son los derivados del encargo de confeccionar un plan regulador para la ciudad a mediados
de 1940, a un instituto especializado de Buenos Aires. Bertuzzi y Müller (2004) hicieron un breve
pero detallado análisis del mismo.
19
Para un desglose ordenado de las distintas administraciones locales y sus correspondientes
banderas políticas, se remite al Anexo II.
20
Ord. MCSF 6137 del 27/7/70. Se estima que el título “anteproyecto”, que comparte con otros
sancionados en aquellos años, se debe a que formaban parte de aprobaciones parciales y previas de
los proyectos contemplados en los lineamientos del Plan Director, mientras éste se encontraba en
elaboración. Efectivamente, luego estarán contenidos en la letra y los planos del mismo.
81
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
21
Artículo 2º de la Ord. MCSF 6754 del 17/10/73. No obstante, el Departamento Ejecutivo Municipal
habría emitido un decreto que la vetaba parcialmente, por considerar que el análisis pormenorizado
de la situación debía anteponerse a la simple revocación de la normativa. “El ensanche de calles”
8/11/73, El Litoral, p. 4 (editorial).
22
“El problema del ensanche de calles se tratará” 1/3/73, p. 4. “Se reclama la derogación de la
ordenanza sobre el ensanche de varias calles” 2/10/73, p. 5. “Movilízanse [sic] las entidades
vecinales para tratar el ensanche de varias calles” 13/10/73, p. 4. El entrecomillado pertenece a la
última. Por lo demás, estas noticias posibilitaron la reconstrucción que se presenta en el párrafo que
sigue.
23
Esto podría ponerse en perspectiva con las “microescenas” que relató O’Donnell (2004a) en los
artículos de la sección Despotismos, en relación al caos que exhibía el tránsito en los años previos a
la dictadura. A su vez, al autor le sirvió de insumo para abonar la hipótesis de la reimplantación del
orden que asumió el Estado burocrático–autoritario.
82
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
24
Ord. MCSF 6794 del 30/11/73. La misma, así como el resumen de la extensa sesión deliberativa de
la que procedía, se encuentran en: “Ensanches: nueva ordenanza” 1/12/73, El Litoral, p. 4.
25
“Se propicia el plan vial en la Municipalidad” 2/12/74, El Litoral, p. 4. Posiblemente, se refiriera
al Plan de Recuperación de Áreas Inundables (PRAI), que estaba preparando la Dirección de
Planeamiento.
26
Ord. MCSF 7023 del 25/6/75, vigente actualmente, aunque con escasa aplicación real. Una de las
innovaciones que propuso fue que, en el trazado de la nueva línea de edificación, ya no serían
discriminados los inmuebles por la cantidad de pisos, como se había aludido previamente (Arts. 4º
y 5º). En tanto, su modificación y eventual reemplazo fue promovido por el reciente edil Carlos
Suárez, representante de un sector de la UCR. Empero, sólo consiguió que se conformara una
comisión académica y profesional de revisión, que elevó un pedido de informes al poder ejecutivo
(Res. Concejo Municipal 1847 del 21/12/17 y Comunicación 6394 del 13/12/18, respectivamente).
27
El detallado documento que le dio origen, consta en el inventario realizado por UNIUR en 1982 (p.
192). Desafortunadamente, no se ha podido acceder al mismo, ya que las distintas gestiones al frente
de la actual Secretaría de Planeamiento Urbano, han mostrado elusivas ante las reiteradas consultas
realizadas entre 2008 y 2019, sobre los rastros de su actividad pasada.
28
“El ensanche de calles y avenidas” 30/12/74, El Litoral, p. 4 (editorial).
83
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
En sólo un lustro, este tema preocupó especialmente a las autoridades, a buena parte
de la sociedad civil y al medio periodístico; se trataba de uno muy sensible, que
afectaba a diversos intereses. Asimismo, fue único en su tipo, ya que atravesó una
“doble aprobación”, por dos sistemas de gobierno municipal, con lógicas, plazos,
agendas y actores completamente diferentes. Aquí cabría preguntarse, volviendo a
la cita antes recuperada de Silvestri (2014), si aquella preferencia argentina por las
“manos fuertes” no se funda también en la creencia de que la marcha habitual de
las instituciones republicanas, con sus instancias de consulta y discusión en el
ámbito legislativo, “entorpecen” el curso de la planificación urbana. De cualquier
modo, uno de los directores de la DPU sostuvo recientemente que “la planificación
es complicada porque lleva un proceso sumamente largo”. Acto seguido, se refirió
a “la dificultad entre la planificación y la acción” 29.
En cierta forma, esta lectura encarna el dictamen de Silvestri (2014): “los tiempos
de la política no son los de la arquitectura” (p. 82). Desde otra perspectiva, Rigotti
(2011) parece completar el argumento, cuando afirma que “el Planeamiento optaba
por autodefinirse como una técnica que habla de medios, pero calla respecto de los
fines establecidos por la conducción política” (p. 176). En este marco, los
profesionales eran expertos y especialistas portadores de un saber práctico, que
actuaban como urbanistas, conformando cuerpos anónimos dedicados a definir y
ejecutar las políticas que el Estado demandaba. Así se explica la tesis de Silvestri
(2014) acerca de que los arquitectos podían desempeñarse bajo cualquier régimen
sin distinción, “siempre y cuando pudieran ejercer el control formal sobre la obra”
(p. 81).
En palabras de Cicutti y Ponzini (2016), el imaginario desarrollista concebía a “la
ciudad como dispositivo modernizador” (p. 67), lo que era equivalente al objetivo
de “reformar la ciudad para cambiar la sociedad” del Chile contemporáneo
(Cáceres, 2018: 143). Embarcados en este propósito, los gestores de la dictadura
publicaron los tres reglamentos que había estado elaborando la oficina municipal,
pero que no se habían plasmado en la normativa. Así fue que los últimos días de
diciembre de 1976 se decretó el Reglamento de Edificaciones, que normalizaba la
29
Balza, N “‘La arquitectura es una profesión de fe’” 28/9/19, El Litoral, https://bit.ly/2FVMUCL.
Palabras del Arq. Nardi, entrevistado en el marco de la conferencia que brindara en su última visita
a Santa Fe, el 23/9/19.
84
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
construcción privada y el uso interno de cada lote 30. Éste había sido prometido por
el intendente a la prensa en el mes de septiembre y, en cuanto se conoció su
contenido, lo celebraron con una serie de notas periodísticas. En la primera de ellas,
sostenían que medidas como ésta potenciaban “una ciudad como la nuestra, que
está en pleno crecimiento y en vías de convertirse en una gran urbe edilicia” 31.
De acuerdo con el director de Planeamiento, se procuraba desempeñar “la labor
tendiente al ordenamiento de la ciudad, mediante el cumplimiento de las normas de
regulación urbana y de estructuración básica” 32. La siguiente fue ratificada recién
en mayo de 1979, y se trataba de la ordenanza de subdivisión urbana o de
delimitación de áreas, que regulaba la ocupación del suelo urbano. Para ello, definía
los límites del ejido municipal y especificaba las dimensiones, características e
infraestructura mínima requerida para cada una de las áreas en que lo dividía. Se
trataba “de una zonificación preventiva de emergencia”, mientras se realizaban los
estudios, para ser mejorada a futuro 33. Esto tuvo lugar poco menos de dos años
después, cuando la sustituyó el pertinente Reglamento de Zonificación, que
ampliaba y profundizaba sus alcances y disposiciones 34.
30
Ord. MCSF 7279 del 27/12/76. En el año 2016, la entonces Secretaría de Planeamiento Urbano se
dispuso a reformarla y convocó, entre otros, al Colegio de Arquitectos para la generación de
propuestas. De aquel proceso no se registraron más avances que el trabajo al interior del colectivo.
En 2020, el actual Departamento Ejecutivo Municipal retomó el asunto y realizó una convocatoria
ampliada –aunque acotada en el tiempo– para el proceso de deliberación. Además de las entidades
profesionales, educativas y de investigación naturalmente interesadas, participaron organizaciones
de la sociedad civil, como las que velan por los derechos de las personas con discapacidad, las que
promueven la vivienda social y el hábitat popular, las que impulsan procesos y materiales
constructivos “no tradicionales”. Como resultado, el Concejo Municipal aprobó la Ord. MCSF 12783
del 28/9/21, designada Código de Habitabilidad, que derogó la anterior. Entre las múltiples
novedades que contiene, se cuentan consideraciones sobre accesibilidad y sustentabilidad, el
cuidado del ambiente y la regulación del desarrollo de la vía pública, que, lógicamente, no estaban
contempladas en su antecesora. Además, propone una nueva, más ágil y simplificada organización
de los procesos administrativos que involucran a la comuna.
31
“En una reunión informativa destacó el intendente el cumplimiento de etapas” 24/9/76.
“Municipalidad: no permitirá las columnas en las ochavas” 8/1/77, El Litoral, p. 4. En el quinto
capítulo, se una hace breve alusión al contexto de la sanción y al aparente papel desempeñado en la
misma por el Centro de Arquitectos.
32
“Tareas y proyectos de Obras Públicas de la Municipalidad dieron a conocer” 11/8/77, El Litoral,
p. 4. Para este momento, los anteriores directores ya habían abandonado el equipo, aunque la mayor
parte de sus integrantes permanecían y uno de ellos había asumido el cargo, el Arq. Gambini.
Además, el área pasó a denominarse Dirección de Planeamiento Urbano y Proyectos, en la nueva
estructura municipal que esta nota presentaba.
33
“Plan Director de Santa Fe” 1979, Revista de Santa Fe, año 1, n° 1, noviembre, s/p. En esta nota
consta expresa producción de la municipalidad, así como en otras tantas de una acotada publicación
“de difusión” que evidentemente funcionó gracias a este generoso auspicio.
34
Respectivamente, Ords. MCSF 7642 del 21/5/79 y 7987 del 14/1/81. La segunda fue suspendida y
reconsiderada aún más rápidamente que la primera, si bien en ese movimiento obraron otras razones,
que serán tratadas en el último acápite.
85
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
35
Ord. MCSF 7677 del 10/8/79, vigente hoy día y objeto de particular interés del ex concejal radical
Leonardo Simoniello, por considerarla anacrónica y con procedimientos poco claros. Al menos
desde 2012, presentó varios proyectos de reforma de su articulado, algunos de los cuales tuvieron
buena acogida en el cuerpo, sin haber conseguido un reemplazo completo. Estas iniciativas se
encuentran en su sitio web: https://bit.ly/3iVy1yJ.
36
“Simoniello plantea actualizar el Régimen de Urbanizaciones” 12/10/16, El Litoral,
https://bit.ly/3hT2Cf5. En el marco del proceso descripto en la nota anterior, ésta fue una de las
últimas declaraciones del edil al vespertino.
86
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
37
Ord. MCSF 4772 del 28/4/59. De la conversación con Amavet y Berlincourt, se deduce que quizá
ésta fuera una de las tareas encomendadas a la primera DPU, previa al frustrado plan ordenado por
el Concejo el año anterior.
38
Si bien estas reflexiones se profundizarán entre las conclusiones de la tesis, aquí se comenta muy
rápidamente que, entonces, en un acontecimiento prácticamente inédito, el desborde del río Salado
afectó a un tercio de la ciudad (Beltramino, 2019). Poco después, la Secretaría de Planeamiento
Urbano, a cargo del arquitecto Amavet, elaboró una propuesta de rezonificación para áreas de riesgo.
Allí se procuraban reajustar los usos del suelo en sectores definidos como anegadizos e impedir en
ellos el asentamiento humano, poniendo fin al proceso habilitado anteriormente (Viand, 2014). Sin
embargo, la misma no superó la instancia de proyecto de ordenanza, conocido como “Mensaje 42”
del poder ejecutivo al cuerpo legislativo con fecha 25/7/03, cuyo texto se conoció gracias al ex
secretario.
39
Considerandos de la Ord. MCSF 7677/79.
87
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
40
Decreto provincial 7317 del 5/10/67, “Normas para anteproyectos de planes estructurales de
desarrollo urbano”. Los entrevistados observan que esta disposición derivó en una serie de
contrataciones a estudios privados de Arquitectura que no produjeron los resultados esperados, sino
que sólo supusieron un gasto extra para las arcas municipales. Esta situación es plausible, aunque
no se ha comprobado su veracidad en algún caso concreto.
41
Como señala la autora, la conducción del Estado –entendida como gestión de políticas públicas–
por parte de técnicos especializados, pero bajo “tutela” de las fuerzas armadas, se explica en función
de las características esenciales del Estado burocrático–autoritario.
42
“Inicióse [sic] una reunión sobre el desarrollo en la Legislatura” 25/8/71, El Litoral, p. 4.
43
Las citas de estos dos párrafos provienen de los considerandos de la Ord. MCSF 7677/79.
88
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
Y señalaba que debió ser sometido a consideración del poder provincial previa a la
ordenación, a diferencia de los anteriores. Todas estas razones parecieran justificar
o validar su sanción en último lugar. Sin embargo, el condensador y síntesis de estas
acciones no estructurales de tipo normativo en un cuerpo coherente, sería el tan
ansiado Plan Director de Santa Fe, aprobado en agosto de 1980 44. En este sentido,
cumplió el cometido de completar el primer –y único– conjunto de producción
urbanística de la localidad.
En la memoria de los ex empleados de la DPU, “en algún momento se prendió la
mecha y [lo] terminaron”, a pesar de que en el curso de su elaboración “tropezó con
los inconvenientes propios de este tipo de tareas, es decir la indefinición de lo que
es un Plan Director” 45. Este comentario introduce la cuestión acerca de la
modificación en el título del plan, verificada entre los comienzos de la agencia y la
presentación del texto final. Consultados al respecto, los primeros atribuyen, por un
lado, la modificación a los responsables del período abierto en 1967, quienes
trazaron las directrices y el rumbo que adquiriría el grupo 46. Pero también,
consignan que en aquellos años se usaba uno u otro término como sinónimos,
aunque no lo fueran. Sobre el particular, Mantovani (2011) retoma un artículo de la
revista Summarios de 1981, que sirve para enmarcar el resultado obtenido en Santa
Fe. Tal vez en este aspecto iba a la vanguardia del urbanismo argentino.
Los Planes Reguladores con su modelo acabado en sí mismo ya no tienen cabida.
En su lugar aparece la idea de proceso de planeamiento, que implica la
programación continua de las intervenciones que van a operar en función de las
modificaciones que vayan verificándose en la realidad urbana, según el impacto
de los proyectos con los que pretendan alcanzarse los grandes lineamientos de
ordenamiento fijados para el largo plazo. Planes de Desarrollo, Planes Directores
44
Ord. MCSF 7871 del 14/8/80, original al que se accedió por gentileza de la Dra. Lucía Espinoza
(FADU–UNL), quien co–dirigió la tesina de grado (Citroni, 2013). Actualmente, el Departamento
Legislación Municipal sólo dispone de una fotocopia en blanco y negro del mismo. Esto a pesar de
que los informantes comentaran haber conservado durante años los 500 ejemplares impresos “en el
baño” de la dirección, ubicada en el cuarto piso del Palacio Municipal.
45
“Propósitos, estructura y criterios básicos del plan director de la ciudad de Santa Fe” 1980, Revista
de Santa Fe, año 2, n° 2, noviembre, p. 43. Provechosamente, esta nota explica ciertos conceptos
que el plan sólo menciona rápidamente, y de allí proviene el último entrecomillado.
46
Contratados para “la confección del Plan Regulador de la ciudad” (Art. 1° de la Ord. MCSF
5689/67), en los considerandos del Dec. MCSF 12675/68 que aprobaba la estructura interna de la
dirección por ellos propuesta, aparecía “como objetivo fundamental de su tarea, la elaboración y
formulación del Plan Director”. Por último, el Art. 7° del Dec. MCSF 3739/69 recordaba “las nuevas
etapas de trabajo que debe encarar en pro de su objetivo fundamental de formular el PLAN
REGULADOR”, lo que no parecía obstar en el otorgamiento de “un plazo máximo de UN (1) año […]
para concluir y publicar las propuestas del PLAN DIRECTOR”. Descontando que ese plazo no se
respetó, en las fuentes no están consignadas las razones que llevaron a abandonar aquel primer y
“macro” objetivo.
89
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
47
Foglia, ME 1981, “La otra vertiente: la realidad urbana versus las teorías urbanísticas”,
Summarios. Biblioteca sintética de arquitectura, año 5, n° 53, marzo, pp. 190–204. Citado por
Mantovani (2011: 105, nota 134).
48
Esta cantidad ha de ponerse en perspectiva con el número de habitantes que tenía la ciudad
entonces, poco más de 280.000. Así se comprende que los folletos también hayan quedado
arrumbados en la oficina por años, como el plan. Con todo, los entrevistados no han conservado un
ejemplar, ni la tesista ha podido conocer el mismo de primera mano.
49
“Dos años de gestión del Dr. Conrado J. Puccio” 28/8/71, El Litoral, p. 4. El folleto se titulaba
“Plan Director de Santa Fe. Creando hoy la ciudad de mañana” y coincide con el cambio de
denominación observado previamente en la normativa.
50
100x100 arquitectura, programa 9 con Norberto F. Nardi, Estudio Pellegrini, Santa Fe, 2013.
Entrevista realizada por la Arq. Edit Pellegrini y reproducida en formato de video. En el discurso
del arquitecto, se detecta la confusión de expresiones señalada en el párrafo anterior, al nombrar el
plan.
51
Considerandos de la Ord. MCSF 7871/80. En el capítulo cuarto, se desarrolla en detalle esta última
noción y, en particular, su aplicación a los gobiernos municipales bajo análisis. Por lo demás, se
remite a la tesis de Tonon (2011) para un análisis pormenorizado sobre los vínculos del poder local
con “su comunidad”.
90
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
escasas y el impacto en el producto final debe haber sido relativo. “El Plan Director
fue un instrumento acabado”, admiten hoy.
En concreto, éste se dividía en una primera sección de análisis y diagnóstico de la
situación actual y global de la ciudad. La segunda –paradójicamente más reducida
que la otra– contenía la formulación de planes estructurales y propuestas
particulares, “obras activas de promoción y desarrollo” (Plan Director, p. 77).
Estaba precedida por las normas ordenadoras, pensadas como medidas pasivas,
orientadoras y restrictivas, de ordenamiento y control; lo que anteriormente
conformaba el plan regulador. De acuerdo con el nuevo espíritu propio del proceso
de planeamiento, la última parte del escrito giraba en torno a ciertos propósitos
generales que se plantearon luego del análisis. En función de los problemas allí
identificados, los agrupaba y establecía para cada uno de ellos: “las políticas o ideas
que guían la acción, los objetivos o metas a obtener y los cursos de acción o
secuencias de acciones a realizar para obtener lo propuesto” 52.
Con todo, Novick (2000) no dejaba de recordar que una esquemática concepción
como ésta se funda en el hecho de que, en todo plan urbano,
el diagnóstico –tributario de los métodos de la ciencia positiva– intentaba
proveer una evaluación de todos [sic] las dimensiones en juego para proponer
instrumentos previsionales para la acción. Sin embargo, la conciliación compleja
entre el diagnóstico preliminar (previsiones, cifras), las formas de acción
propuestas (proyecto, intervención) marcan impasses. (p. 3)
Ahora bien, admitiendo la acepción de la voz francesa como “callejón sin salida” o
“compás de espera”, cualquiera de ellas es válida para analizar los lineamientos
generales del Plan Director. En particular, respecto de la importancia que adquirió
la periferia costera a partir de la novedosa idea–fuerza de crecimiento urbano hacia
el este, sobre el valle de inundación y el albardón costero del Paraná. Por un lado,
como observaron Bertuzzi y Müller (2004), esta pauta se justificaba por el
sustancial aumento en la movilidad producto de la apertura del Túnel Subfluvial en
1969, que unía la región mesopotámica con el resto del país. Supuestamente, así se
propiciaría una urbanización más extendida, afectada por esta relación, desafiando
la concentración infraestructural y de servicios existente en “el corazón de la
ciudad” (Nardi, consultado por Mantovani, 2011: 111).
52
“Propósitos, estructura y criterios básicos del plan director de la ciudad de Santa Fe” 1980, óp.
cit., p. 43.
91
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Por otra parte, gracias a los trabajos de Rausch (2012, 2013 y 2019), se vislumbran
los íntimos vínculos del master plan con el proyecto hidroeléctrico Paraná Medio,
de largo aliento y gran trascendencia para la zona 53. Ello debido a los beneficios
que éste ofrecía en materia de protección de anegamientos y recuperación de tierras,
así como en las promesas de reactivación e inserción de la economía local –y de las
conexiones en general– en la escala regional. Esto se resumía en el
“aprovechamiento integral del Paraná Medio” (Plan Director, p. 26). Con ese
trasfondo, se abocaron a intentar reestructurar las comunicaciones ferroviales y
portuarias para compatibilizar ambas propuestas, amén de revisar los patrones de
crecimiento de la ciudad y orientar el comportamiento del río.
En este proceso, se inserta el Plan de Recuperación de Áreas Inundables (PRAI), que
el decisorio recuperó rápidamente, pero había sido objeto de trabajo previo de la
oficina 54. A partir de la ejecución del terraplén de defensa y del relleno de extensos
bajíos mayormente de propiedad comunal, se aspiraba a ofrecer un área de
expansión segura para el tejido urbano. Empero, el diario se preguntaba por la
factibilidad de esta obra, es decir, cómo se llevaría a cabo material y concretamente,
dadas las limitaciones reales del gobierno municipal 55. A su turno, Mantovani
(2011) escribe: “no podemos decir si existieron estudios técnicos serios sobre el
comportamiento de la masa hídrica, que validaran la propuesta” (p. 55). En tanto,
el saneamiento de El Pozo ya había comenzado, lo que favorecería la concreción de
“una serie de anhelos y proyectos para el Santa Fe del mañana”, muchos de los
cuales seguían siendo “sueños” a mediados de 1979 56.
Más concretamente, esta providencia promovía la ocupación residencial y de
carácter turístico y recreativo del sector de la costa, a expensas de otros usos
productivos e industriales preexistentes, que serían erradicados 57. Asimismo, como
53
El anglicismo fue utilizado por el Arq. Nardi para referirse al Plan Director, en la conferencia que
brindó en FADU–UNL, el 23/9/19.
54
En el recuerdo de Nardi, él fue un actor central en su realización, lo cual, con los materiales
disponibles, resulta imposible de probar: “no se hizo por mí, pero puse una especie de semillita que
ayudó para que sucediera”. Balza, N “‘La arquitectura es una profesión de fe’” 28/9/19, El Litoral,
óp. cit.
55
“Contempla un plan la recuperación de extensos sectores inundables en jurisdicción municipal”
5/3/76, El Litoral, p. 3. En esta noticia consta la primera presentación al periodismo, con un plano y
algunos detalles. Por lo demás, Mantovani (2011) exhibe otro mucho más completo, recuperado en
el marco de su investigación.
56
“Santa Fe: las realidades de hoy y los anhelos futuros en un diálogo con el intendente Coquet”
4/5/79, p. 4. Algunas de estas ideas se comentarán en el cuarto acápite, aunque aquí cabe señalar
que entonces todavía se aguardaba el influjo que produciría el Paraná Medio.
57
Estas propuestas y las que se mencionan a continuación, están resumidas en el plano director (N°
33), que da cierre al texto. El mismo se presenta como Anexo VI, y parece un exponente del
92
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
“planeamiento de colores” que menciona Rigotti (2017). Por otra parte, ahí puede comprobarse la
afirmación de Schlögel (2007): “todo gran proyecto, visión o esbozo de futuro es también espacial”
(p. 90).
58
Entrevista a Nardi por Pellegrini (2013). Finalmente, se apropiará de la idea que Giacomino relata
en plural: Balza, N “‘La arquitectura es una profesión de fe’” 28/9/19, El Litoral, óp. cit. Sobre estas
cuestiones, volverá el quinto capítulo.
59
En otro registro, Bertuzzi y Calvo (2009) describen simplemente “el proceso de artificialización
del borde este de la laguna”, sin emitir una valoración al respecto (p. 25).
93
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
60
“Contempla un plan la recuperación de extensos sectores inundables en jurisdicción municipal”
5/3/76, El Litoral, p. 3.
61
Como puede observarse, esta tesis intenta hacer dialogar los trabajos de Mantovani (2011) y de
Rausch (2010, 2012, 2013 y 2019), aunque sus lecturas y conclusiones no siempre confluyan en la
misma dirección. Es más, ambas autoras –profesoras de la FADU–UNL–, no se citan mutuamente ni
se reconocen analizando un mismo objeto y espacio.
62
Al analizar estos procesos a la luz de los conceptos propuestos por Thompson (2002), es posible
concluir que conducían a la afirmación de la dominación y sus relaciones sistemáticamente
asimétricas, en las cuales los “lugares” sociales y físicos estaban precisamente delimitados. En
cualquier caso, y como pretende demostrar esta tesis, la dictadura vendría a cristalizar aquellas tareas
inconclusas, sin alterar ni cuestionar los principios subyacentes.
94
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
63
Parte de estas ideas se cristalizaron en el documento de la Secretaría de Obras Públicas municipal,
titulado: “Red de enlace ferro–vial del área de influencia de la presa del Paraná Medio Cierre Sur–
Chapetón. Propuesta preliminar”, s/f. En él, un plano final muy similar al del Plan Director, presenta
el nuevo puerto. Al mismo se accedió por gentileza de una colega, quien, a su vez, lo conoció
fortuitamente a través de un trabajador de la planta municipal actual, que lo habría hallado
arrumbado en un anaquel. Esta situación, análoga a otra experimentada personalmente, se
comprende en el marco de la inexistencia de archivos que alega la Secretaría de Planeamiento.
64
El entrecomillado es uno de los conceptos empleados por los arquitectos entrevistados (véase,
Anexo I), quienes lo explicaron por su carácter concreto, a diferencia de las “acciones no
estructurales” que supone la legislación.
95
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
96
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
65
Extractos de la Ord. MCSF 7235 del 5/10/76. En El Litoral, esta novedad ocupó una ínfima sección
de la página central, y mencionaba únicamente la conformación del equipo: “Planeamiento de
control de gestión” 12/10/76, p. 4. Es probable que a los editores y a sus lectores, estas cuestiones
les resultaran sumamente lejanas y ajenas a su realidad.
97
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
bajos del personal, se dispuso la asistencia obligatoria a unos cursillos, a fin de que
se interioricen sobre el asunto 66.
El año siguiente, se aprobaron los elementos que integraban el sistema, esto es, los
formularios, con sus instrucciones de empleo y los procedimientos a aplicar por
cada repartición comunal, en cuanto a los planes programados. Finalmente, la labor
del Consejo de Planeamiento se vería materializada en la aprobación del documento
correspondiente, a principios de 1980 67. En él se incluían la orientación y las
finalidades de la administración, así como las obras e inversiones a requerir a los
poderes supralocales, convirtiéndose en “rector” de todos los organismos
competentes. Sin posibilidades de evaluar la vigencia y aplicación efectiva de estos
materiales, sólo queda la letra –y el espíritu– de los textos que les dieron origen.
Como se observa, esta propuesta tenía un carácter altamente centralizado, que
descansaba en las virtudes de un particular modo de intervención sugerido desde
las altas esferas, y que depositaba su confianza en la capacidad de ordenamiento del
Estado local. Pero, al mismo tiempo, se imaginaba de forma descentralizada, para
alcanzar a las distintas instancias y problemáticas relativas al espacio comunal. En
parte, esta “dicotomía” entre centralidad y descentralización que atravesaba a los
municipios, fue analizada por Gomes (2018a) y Rodríguez (2009), con distintos
propósitos. En la argumentación de la última, se pueden leer fragmentos de un
documento firmado por el gobernador de la dictadura en Buenos Aires, donde
pretendía justificar fundadamente las disposiciones administrativas que, en relación
a las intendencias de la provincia, se habían adoptado hasta entonces:
Para poder reordenar al Estado, decía, había que iniciar acciones tendientes a la
“descentralización”, esto era, “potenciar las instituciones locales y comunales y
dinamizar la participación vecinal”. La figura del municipio, afirmaba, era “la
solución a muchos problemas” y la municipalidad sería el “eje verdaderamente
vital para el proceso descentralizador”. (Rodríguez, 2009: 372–3)
En esta línea, Canelo (2015) hace su aporte al concluir “que el nivel municipal fue
un eslabón fundamental del plan político general de la dictadura argentina, y que su
jerarquización fue un propósito de largo alcance del régimen” (p. 432). A partir de
ahí, realiza una comparación con el caso chileno, donde se pusieron en marcha
políticas similares, con mayor profundidad y consiguiente éxito. Allí, la
66
Ord. MCSF 7237 del 5/10/76 y Dec. MCSF 250 del 8/10/76, respectivamente. Si bien estas
iniciativas acompañaban la contemporánea creación del ministerio nacional homónimo, Canelo
(2012) se preocupa por desmontar la idea de que todo aquello era novedoso.
67
Decs. MCSF 747 del 19/8/77 y 2393 del 15/4/80, respectivamente.
98
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
68
Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe - Distrito 1 2019, Reglamento de Edificaciones
de la Municipalidad de Santa Fe. Ordenanza 7279. Revisión del capítulo 2, Santa Fe, edición propia,
p. 10. Esta es parte de la evaluación que hicieron los arquitectos luego del primer análisis exhaustivo
del Reglamento de Edificación, que aquí se hace extensiva al plan en su conjunto.
69
“Propósitos, estructura y criterios básicos del plan director de la ciudad de Santa Fe” 1980, óp.
cit., p. 43.
99
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
En cuanto a la flexibilidad, la letra del texto decía que se pretendía “absorber los
inevitables cambios y modificaciones que el futuro origine” para, entre otros
propósitos, “encauzar la realidad viva de la ciudad, sin someterla a los límites de un
modelo preconcebido” (Plan Director, p. 71) 70. Por una parte, esta última idea puede
ser leída como rémora de tiempos pasados, que no era sencillo abandonar en estas
latitudes. Por otra, lo primero trajo consigo ciertas consecuencias no deseadas, que
Saus (2014) resume así: “las normas, los convenios y las reuniones tejieron un
lenguaje horizontal y dieron testimonio de un espíritu de colaboración tan
consensuado y normativo como falto de formalizaciones en el espacio” (p. 349). Se
trataba de aquella abstracción devenida en administración a la que se refiere Rigotti
(2011), cuando define al Planeamiento.
En esta línea, el plan “presenta una visión funcionalista de la ciudad” (Viand, 2014:
4). Desde allí, se proponía revertir el crecimiento desordenado, enfatizando las
cuestiones viales, de uso, función y ocupación del suelo y las tendencias expansivas
de la trama urbana, hasta resolver los problemas estructurales de la región. De
hecho, según Novick (2011), “el principal instrumento del plan regional era la
planificación del uso del suelo y la zonificación, que permitía diferenciar unidades
de planeamiento”. Si bien admite que no podía expandirse por fuera de los límites
del municipio, propiciaba acciones con otros entes del Estado, “promoviendo
operaciones territoriales para el desarrollo” (p. 40). Estas conclusiones también son
aplicables al decisorio santafesino 71 y sugieren una sustancial diferencia con el
planteo de Rausch (2010) acerca de cuán escasamente regional era su mirada;
aunque no alcanzan a inhabilitarlo por completo.
Evidentemente, lo sui géneris del master plan santafesino era su nota dominante.
En este sentido, con Rausch (2010) puede concluirse que, al igual que los
reglamentos que lo antecedieron, “el Plan del 80 aparece como una versión tardía,
surgida de la inercia y producto de la burocracia municipal […] ante la presión de
los medios y la necesidad de hacer visible la voluntad de cambio”. Esto es así en la
medida en que reunía una colección de “ideas notablemente desfasadas del
70
En la situación de entrevista, Amavet y Berlincourt sostuvieron reiteradamente que conciben a la
ciudad como un “organismo vivo”.
71
Esto se verifica en el hecho de que los temas relativos al uso del suelo y la zonificación ocupan la
mayor parte de las propuestas de la segunda sección. Pero también, en los distintos organismos
supralocales que integró el personal de la dirección o en los acuerdos que se firmaron para fomentar
el proyecto Paraná Medio, la sistematización ferrourbanística y otros proyectos. Este último será
comentado en el cuarto acápite.
100
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
momento histórico, más aún, intentando captar la situación del momento con
herramientas y propuestas de décadas anteriores” (pp. 123–4). Poco después, la
arquitecta recupera la temprana idea de Rofman de un “desarrollismo de base
autoritaria”, para enmarcar los planes elaborados en estas décadas y señalar lo que
tenían de ecléctico y empobrecido respecto de sus orígenes (Rausch, 2013).
En este punto, interesa retomar el razonamiento de Mantovani (2011), porque se
posiciona –aunque sin mencionarla– contra la idea que reitera Rausch (2013) de
que el Plan Director fue “una pieza anacrónica” (p. 139). En cambio, la arquitecta
encuentra a Santa Fe, desde mediados del siglo XX, “a la altura de los
acontecimientos de su época”. Esto implica que participaba activamente en la
generalizada elaboración de planes, a la par de las ciudades referentes, la Capital
Federal y Rosario. De allí, que haya llegado a la formulación del texto en cuestión,
“con una densidad práctica y conceptual interesante” (Mantovani, 2011: 97). Aquí
resulta útil recordar que éste fue el resultado del reducido grupo que siempre
conformó la DPU, construido sobre una extendida ausencia de regulación en la
localidad. Sobre este fondo, se destaca aún más aquello de vanguardista que pudo
exhibir el urbanismo santafesino en algún momento de su historia.
No obstante lo cual, ha de reconocerse que, cuando se publicó el Plan Director, “los
debates sobre desarrollo y la planificación regional comenzaban a ser cuestionados
por su carácter meramente tecnocrático, por el escaso respeto del ambiente y por la
desconsideración de la participación social en su formulación” (Rausch, 2013: 143).
Allí hunde sus raíces la otra vertiente del Planeamiento que la autora reconoce en
el medio académico santafesino, vinculada al “desarrollo sustentable” y a “las
especificidades geográfico–culturales”, que será ampliada en el último capítulo (pp.
136 y 137). De cualquier modo, las dos perspectivas “constituyeron intentos por
racionalizar el espacio y las dinámicas urbanas” (p. 149). En esto último, Mantovani
(2011) acuerda: “ambos planes exponen un proyecto integral de ciudad” (p. 127).
En tanto, Novick (2011) agrega que, mientras los proyectos modernos se
concretaban con un alcance limitado en el país, en Europa habían transformado
estructuralmente las ciudades y ya estaban siendo cuestionados los mismos
preceptos del Planeamiento y la función planificadora del Estado. En este marco,
se recuerda la cita de Jane Jacobs que ilustra la carátula de este acápite. Allí, la voz
y la experiencia de los habitantes de la ciudad, la escala en la que se desplazan, los
espacios que habitan, la historia y “lo verde” de sus calles, adquieren una
101
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
significación nueva y mucho más notoria que la que tenían antes. En consecuencia,
el diagnóstico de los expertos y los cuerpos técnicos, su visión de conjunto del ejido
municipal, así como las nuevas funciones, centralidades o frentes urbanos que
deseaban crear, son cuestionados o, cuanto menos, pasan a un segundo plano. Se
trata de un movimiento que sentará un precedente 72.
Con todo, el Plan Director de Santa Fe estaba lejos de estos vientos renovadores, y
el medio urbanístico local quedó atado a su articulado. A poco de sus auspiciosos
comienzos, perdió coherencia y vigencia. Entre otras razones, se diagnosticó una
falta de fortalecimiento institucional de la entidad promotora, la Dirección de
Planeamiento 73. Esto también debe haber influido en el hecho de que no fuera
revisado y actualizado “trianualmente”, como había previsto la norma que le dio
origen 74. De acuerdo con los entrevistados, debía ser un trabajo conjunto y al
interior de cada secretaría municipal, de forma que se “monitorearan” los objetivos
planteados inicialmente y luego se reescribieran. Así pues, el documento concluido
en 1980 se erigió en el encuadre regulador que trascendió a la dictadura y –
teóricamente– rige aún hoy el proceso de urbanización santafesino, obsoleto y sin
modificaciones, con numerosos incumplimientos y plagado de excepciones 75.
El caso rosarino
En vista de sostener la comparación sistemática, en este apartado se intentarán
trazar, para Rosario, las mismas preguntas directrices que guiaron el análisis de los
documentos y las instituciones relativas al fenómeno urbano de la ciudad capital.
De allí, siguiendo a Kocka (2002), se podrá perfilar de manera más cabal cada caso,
destacando sus notas únicas e interesantes, a la vez que esa tarea permitirá explicar
los acontecimientos históricos que dieron lugar a la existencia de tales elementos.
Por cierto, el primer contraste con el relato anterior radica en que el Plan Regulador
72
El Urbanismo lo denomina Proyecto Urbano, pero esta tesis no lo aborda porque trasciende los
planes y proyectos que se analizan. De la bibliografía relevada, Fernández (1996), Gorelik (2011),
Jajamovich (2009), Novick (2011), Santángelo (2013) y Silvestri (2014), aportan en esa dirección,
desde distintos objetos de estudio y con diferentes objetivos.
73
MCSF 2002, Plan estratégico Santa Fe siglo XXI. Diagnóstico participativo, Santa Fe, edición
propia. Esta publicación fue parte de una de las iniciativas municipales para reemplazar el plan. En
líneas generales, pretendía incorporar nuevos conceptos y otras formas de trabajo, más acordes con
los tiempos y procesos recientes de la ciudad.
74
Art. 4º de la Ord. MCSF 7871/80.
75
Por diversos motivos, ninguna de las revisiones preparadas por los distintos signos políticos que
rigieron la ciudad desde aquel tiempo a esta parte, ha prosperado lo suficiente. Lo que subrayaría la
característica “debilidad” que Rausch (2010) encuentra en el urbanismo local.
102
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
Rosario fue proclamado a poco de ser elaborado y a tono con el clima de época 76.
Esto es, respondía a las directrices de lo que, en palabras de Rausch (2013), era el
“Urbanismo de Estado” (p. 150) o el “planeamiento reglamentarista”, para Martínez
de San Vicente (1995: 62).
En cuanto a su confección, corrió por cuenta del equipo técnico municipal de la
recientemente constituida Comisión Coordinadora Ferrourbanística de Rosario
(CCF), conformada por el Ministerio de Obras Públicas provincial, la intendencia y
Secretaría de Transportes nacional, por la empresa Ferrocarriles Argentinos. Su
origen se verifica en una serie preexistente de proyectos respectivos e intereses
coincidentes entre dichas instituciones, en pos de “una solución urbanística,
ferroviaria, vial y portuaria” para la ciudad. Por este medio, aquellos trabajos y
algunas obras paralizadas, serían refinados, coordinados y complementados en un
esquema común, “a fin de lograr un resultado del más amplio alcance” 77. Los
mismos objetivos se pueden inferir de la consiguiente sanción del plan urbano.
En la historia de la Comisión, se registra un temprano pero amplio y fundamentado
informe –cuyo contenido no se ha podido conocer– elevado al gobernador, quien
mandó arbitrar los medios que dieran curso a las propuestas allí consignadas 78.
Tiempo después, se celebraría el Convenio General Tripartito, para iniciar los
trabajos que promoverían la transformación ferroviaria de la localidad 79. En la CCF,
76
Aprobado por Decreto–Ordenanza de la Municipalidad de Rosario (MR) 34318 del 19/6 y
ligeramente modificado por el 34983 del 16/10/67, respectivamente. A diferencia del Plan Director
de Santa Fe y, por su misma naturaleza, debió atravesar una jurisdicción superior a la comunal, el
decreto provincial 4188 del 14/8/68. Por extraño que parezca, aunque luego se aclararán las razones,
el primero se encuentra vigente en la actualidad. Todo el material legislativo municipal de esta
sección proviene de la Dirección de Fiscalización Urbanística y de los buscadores de normativa
oficiales de la Municipalidad de Rosario, mientras que el provincial se encuentra digitalizado y es
de libre acceso, en el Archivo de Decretos del Poder Ejecutivo (véase, Anexo I).
77
Considerandos de la Resolución 536 de la Secretaría de Transportes de la Nación del 5/12/65. Por
la misma se creó, con acuerdo de las otras dos partes, la Comisión Coordinadora Urbanística,
Ferroviaria, Vial y Portuaria para la ciudad de Rosario, integrada con dos representantes por cada
una. Sobre algunos de estos profesionales y su actuación en el medio local, se ocupará el último
capítulo.
78
Decreto provincial 4442 del 10/6/66. El informe era el “Plan de Trabajos”, y también debió ser
aprobado por la municipalidad y la compañía estatal. En efecto, luego de la conclusión del estudio,
se brindó una conferencia de prensa y el periodismo pudo conocerlo y ofrecer un detallado desglose
del mismo: “Del plan ferroviario, vial y urbano de Rosario se informó” 4/5/66, La Capital, s/p. De
ahí se deduce que este material constituye el antecedente directo del Plan Regulador. Sin embargo,
Martínez de San Vicente sostuvo que el último introdujo importantes modificaciones al
ordenamiento ferroviario, vial y portuario planteados entonces. Martínez de San Vicente, I 1985,
“La formación de la estructura colectiva de la ciudad de Rosario”, Cuadernos del CURDIUR, nº 7.
79
El acuerdo fue firmado en Rosario, el 15/12/67, por el gobernador, el intendente y el titular de la
empresa ferroviaria, todos ellos de facto. Enseguida, fue ratificado por decreto provincial 894 del
28/2/68, Dec.–Ord. MR 35872 del 11/3/68 y Res. 1302 del 18/3/68, por la firma nacional. En el
cuarto acápite, se remitirá a una similar pero tardía iniciativa que tuvo Santa Fe y, naturalmente, no
tuvo mayores repercusiones.
103
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
80
Así puede leerse en el Convenio Tripartito, uno de cuyos objetivos era propender al cumplimiento
de los proyectos contenidos en el Plan Regulador, en concreto, los sistemas ferroviario y urbano. El
mismo consta como Anexo del Dec. 894/68, seguido del Convenio Parcial Nº 1, que daba inicio a
los programas de trabajos por etapas, y que debían sostener un régimen de acuerdos periódicos. No
se ha podido probar que esto último efectivamente se haya cumplido.
81
“La reestructuración ferroviaria y urbanística de Rosario se expuso” 27/11/65, El Litoral, p. 3.
Dichos del presidente de Ferrocarriles Argentinos en la conferencia de prensa en que preanunció la
conformación de la Comisión Coordinadora.
104
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
(p. 186) 82. Como corolario, era preciso adaptar la infraestructura que permitiría
transportar los bienes hacia el resto del país y del mundo 83. De todas maneras, en la
interpretación del autor, esto no suponía mayores cambios:
la ciudad seguía siendo el ámbito de la reproducción de la fuerza de trabajo, el
lugar de circulación de las mercancías, aunque era posible modificar sus
estructuras, a partir de la acción “neutral” de la técnica y del Estado, aunadas en
el diseño de la planificación estratégica para el desarrollo. (Roldán, 2006: 187)
En este punto, hay plena coincidencia con el temprano análisis del Plan Regulador
que emprendió Martínez de San Vicente 84. Partiendo de una atenta observación de
sus postulados subyacentes, propuso una serie de conclusiones críticas, de las cuales
se retoman las más generales. Primero, señalaba la inexistencia de prioridades
prefijadas y de una propuesta de abordaje por etapas, así como un escaso desarrollo
de las políticas que responderían a los objetivos planteados. Más aún, detectaba un
conjunto importante de graves contradicciones de fondo, que sólo condujo a que
“su desactualización sea permanente” (s/p). A posteriori, la arquitecta haría otra
evaluación mucho más breve del mismo objeto, pero no menos sucinta, en la que
concluyó que su “visión excesivamente generalista hizo perder de vista la
especificidad de los aspectos microurbanos” (Martínez de San Vicente, 1995: 62).
De esta publicación, se transcribe el párrafo más sustancioso:
Esencialmente, [el Plan Regulador] se dirige a una ciudad que crece y se
construye según fuerzas “naturales”, representadas por una iniciativa privada
que urbaniza y anexa los territorios adyacentes a la ciudad, y actúa consolidando
y completando los vacíos y sucesivamente construyendo lentamente estas áreas
anexadas y urbanizadas. La tarea fundamental del urbanista de esta ciudad que
se desarrolla naturalmente con algunas contradicciones y conflictos, es la de
82
Volviendo a Jessop (2008), en esta explicación faltaría otro factor: la regulación social que ejerce
el Estado, en particular. De hecho, este rol a la zona rosarina le fue asignado desde las altas esferas
nacionales. Más adelante se ampliarán estas cuestiones.
83
Habiéndose planteado este objetivo, la CCF diseñó el Sistema Vial que conforma el Anexo VII. En
el mismo se puede ver, entre otros elementos, el trazado de autopistas de alta velocidad para
atravesar simple y rápidamente la ciudad, para llegar a ciertos puntos nodales (como el puerto, en la
zona sur) o para circunvalarla sin necesidad de ingresar en ella. Estos mismos puntos serán
fundamentales para el diseño de la circulación en puertas del Mundial ‘78, como se observa en el
Anexo XI. Por otra parte, al reflexionar sobre la cartografía que integra el Plan Regulador, Cicutti y
Ponzini (2016) afirman que en verdad no se tratarían de planos, sino de diagramas de gran
simplificación, despojados de referencias a la ciudad existente. Finalmente, no incluye un plano
síntesis del conjunto de propuestas, como hará el Plan Director santafesino (Anexo VI).
84
Martínez de San Vicente, I 1985, óp. cit. Leyéndolo entre líneas, este trabajo pudo haberse
desprendido del proceso de elaboración del Plan Director que se propuso la Municipalidad de
Rosario, una vez asumido el gobierno democrático de 1983. En la reconstrucción de Galimberti
(2012), dos años después, esta arquitecta colaboraba –desde el CONICET y la Facultad de
Arquitectura de la UNR– con el área comunal responsable, “formando parte del equipo técnico
encargado de realizar los estudios de diagnóstico de la ciudad” (p. 195, nota 5). Pero también,
siguiendo a Jajamovich (2009), cabe la posibilidad de que estas reflexiones con “fuerte vocación
operativa” pudieran haber sido el motivo de los vínculos entre ambas instituciones (p. 35, nota 18).
105
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
85
Considerandos del Dec.–Ord. MR 33337 del 26/10/66. Actualmente, continúa en vigencia,
conocido como Ordenanza de Urbanizaciones, con las debidas modificaciones.
86
Dec.–Ord. MR 34319 del 19/6/67, luego levemente modificado por el 35074 del 31/10/67. Esta
medida será prontamente “absorbida” por la compaginación general que dispuso el Dec. MR 47614
del 18/4/73. De acuerdo con Galimberti (2016), se mantuvo vigente hasta los primeros 2000.
87
“Pusieron en marcha un código urbano y plan regulador de la ciudad” 21/6/67. “Quedó habilitada
al público la exposición sobre el plan regulador para el municipio” 23/6/67, La Capital, s/p. El
entrecomillado proviene de la primera noticia y corresponde a la reseña del diario sobre el acto y las
alocuciones de las autoridades. Como en Santa Fe, éste era el más antiguo e importante periódico de
la ciudad y la región, aunque su tirada era matutina. Por lo demás, no fue el único, ya que convivió
con otros de menor alcance y mayor discontinuidad, que circulaban por la tarde o ciertos días de la
semana. Éste fue el caso del Matutino Dominical, luego Semanario y finalmente Diario Rosario,
que se editó entre 1980 y 1983, y será referido continuamente a lo largo de los capítulos, dada su
especial dedicación a los temas urbanos. La consulta de todos los números que actualmente se
conservan, se realizó en la Hemeroteca de la Biblioteca Argentina y en la Biblioteca del Museo Marc
(véase, Anexo I). Respecto del relevamiento de La Capital, se remite al comentario que introduce el
cuarto acápite.
106
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
En esa oportunidad, se anunció que “sobre una idea general agitada por años sin
éxito de concreción definitiva, por la Comisión pro Adelanto de Rosario”, el Plan
Regulador elevado por la CCF, había estado bajo supervisión y orientación del
secretario de Obras Públicas municipal. Quizá éste fuera miembro de aquella
entidad promotora, si bien la ocasión de obtener la aplicación de la norma, se dio al
formar parte del equipo de gobierno. Por eso, destacaba y agradecía la labor de los
miembros del Departamento Ejecutivo. Como conclusión, los gestores del plan
sostenían que “no se ha creado un sistema rígido que impida ensamblar novedades
aconsejables, sino que es perfectible y admite, sin detener su curso, aspectos
nuevos” 88. Esto a pesar de que, en la evaluación de Galimberti (2012), el mismo se
defina por “su carácter estático e inmutable” (p. 200). Sin dudas, los parámetros
acerca de la flexibilidad y la movilidad son variables según el momento.
En forma conjunta, estos decretos pretendían regular la expansión de la ciudad,
organizándola en grandes componentes estructurales o sistemas: portuario,
ferroviario, vial y de desagües 89, centros urbanos y de recreación. Los dos últimos
eran materia específica del Código Urbano y respondían a la típica “diferenciación
funcional de las actividades” (Novick, 2011: 38). De allí que, aspirando a encauzar
la actividad privada, se apuntara a reordenar, racionalizar, descentralizar y renovar
la estructura urbana, aparte de promover el desarrollo por medio del zoning 90. Para
ello, se delimitaban las áreas, los usos y la ocupación del suelo, sobre la base del
esquema trazado por la Ordenanza de Urbanizaciones, que también estaba incluida
en el texto. Así rezaba el mismo al inicio, sobre los alcances de cada prevención:
Las presentes disposiciones citadas como “Código Urbano” reglamentan
exclusivamente el desarrollo de la ciudad, en cuanto al uso y división de la tierra,
el área edificable, el destino y las alturas de la edificación en coordinación con
88
“Pusieron en marcha un código urbano y plan regulador de la ciudad” 21/6/67, La Capital, s/p.
Por lo demás, el funcionario mencionado era ingeniero, proveniente de una de las empresas
constructoras más importantes del momento. En este sentido, leyendo a De Marco (2019),
posiblemente la comisión haya estado vinculada a la federación local que agrupa a industriales y
comerciantes. En consecuencia, habría que rescatar las lecturas que instan a desconfiar de la supuesta
“neutralidad” de las piezas del Urbanismo, reunidas en el primer apartado del capítulo.
89
Este aspecto, que podría considerase novedoso en relación al caso santafesino, estaba proyectado
acorde a las tres cuencas hidrográficas naturales existentes: el río Paraná y los arroyos Saladillo y
Ludueña, las cuales determinan y han condicionado la ciudad y las vidas rosarinas. Entre ellas, se
repartirían los desagües pluviocloacales de todo el ejido urbano (véase, Art. 8º del Dec.–Ord. MR
34318/67).
90
“La generalización del zonning [sic], que nace como compromiso entre propiedad de la tierra y
exigencias de racionalización de la ciudad, representa un atraso respecto a los debates entre
arquitectos y urbanistas ya antes de la segunda guerra. Los límites del zonning [sic] como
instrumento de control del uso del suelo urbano reflejan exactamente los intereses económicos de
las fuerzas que solicitan su adopción”. Martínez de San Vicente, I 1985, óp. cit., s/p. En este extracto,
se cristaliza la postura crítica que sostenía la arquitecta, con la cual acordaba Roldán (2006).
107
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
las directivas del Plan Regulador. Forma así parte separada del Reglamento de
Edificación que se relaciona sólamente [sic] con la construcción, alteración,
demolición, remoción, inspección y mantenimiento de los edificios e
instalaciones. 91
Al establecer un paralelismo con el cuerpo normativo producido en Santa Fe, surge
una discrepancia importante, particularmente, en torno de este componente.
Aunque podría ser equiparado al Reglamento de Zonificación capitalino, sus
alcances se presentan mucho más abarcativos y sus objetivos, más detallados; es
decir, trascienden el mero establecimiento de los términos que debía cumplir cada
uno de los distritos en que había sido dividido el ejido urbano. En paralelo, su
equivalente de Edificaciones, parece acotado a regular un aspecto concreto de la
construcción particular. En definitiva, el Código Urbano rosarino promete haber
sido concebido como un verdadero complemento e instrumento de aplicación del
Plan Regulador.
Ahora bien, en un escueto punto del articulado, este último dejaba expresa la
transitoriedad de la Comisión Coordinadora Ferrourbanística, “hasta tanto se cree
la Prefectura del Gran Rosario” 92. No obstante, la misma era considerada una parte
fundamental del Convenio Tripartito que se rubricaría pocos meses después, “como
agente coordinador entre los entes intervinientes”. Más aún, debía integrar la otra
institución, “en lo que atañe a la evaluación y planificación de los problemas
intercomunales de interés” 93. De lo analizado se deduce que, formalmente, no se
puso fin a la existencia de la CCF, pero se revisaron sus espacios de actuación.
Además, con el paso del tiempo, sería reactivada en las ocasiones en que se
abordaban ciertos asuntos, o si la voluntad de los políticos de turno lo exigía. Éste
fue el caso de la gestión peronista de 1973, dado su especial interés en apuntalar la
demorada solución ferroviaria y portuaria para Rosario 94.
91
Art. 1.1 del Dec.–Ord. MR 34319/67, también reproducido en el Dec. MR 47614/73. En este
fragmento, se menciona el Reglamento de Edificación de la Ciudad de Rosario que lo antecedía,
sobre el cual no se han podido encontrar más referencias que la consiguiente compaginación general
dictada por Dec. MR 47615/73. Como puede observarse, hubo una importante y sostenida
continuidad entre la gestión municipal dictatorial y la constitucional, al menos en cuanto al trabajo
que comenzó la primera sobre la normativa para el ordenamiento de la ciudad. Esto señala una
importante diferencia con el caso santafesino, como fuera apuntado en la sección anterior.
92
Art. 1.6 del Dec.–Ord. MR 34318/67.
93
Incisos 4.1. y 4.1.e) del Anexo del Dec. 894/68.
94
“Reactivan la comisión ferrourbanística y se hizo importante anuncio” 23/8/73, La Capital, s/p.
Entonces, se hizo notar que el convenio tenía un gran retraso en el cumplimiento de sus objetivos.
No obstante, esta iniciativa también sería insuficiente, como probarán las demandas de las fuerzas
vivas, prácticamente una década después: “Infraestructura del Gran Rosario” 29/8/81, Semanario
Rosario, p. 9.
108
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
Así, en práctica coexistencia con la sanción del Plan Regulador y con un relevante
evento internacional sobre problemas metropolitanos, comenzaba a gestarse la
nueva entidad, bautizada Prefectura del Gran Rosario (PGR). Si bien la definición
de su formato final insumió un año de discusiones, su surgimiento se celebraría
como una verdadera novedad en toda América Latina 95. Del acto que le dio inicio
formal, se rescatan las palabras del gobernador, por cuanto resumen el espíritu del
régimen al que representaba: “dejamos en marcha este nuevo organismo, que
concurrente con los objetivos de la Revolución Argentina, aspira esencialmente a
incrementar el bienestar de nuestra comunidad y a lograr su engrandecimiento”. De
esta manera, completaba los conceptos vertidos con antelación por su ministro de
Gobierno: “ellos sólo podrán ser satisfechos si trabajamos en forma orgánica,
desinteresada y con espíritu cooperativo” 96.
Con Debat (2016) se reconoce que “la experiencia del planeamiento en Argentina
a partir de mediados de los años sesenta coincide en plantear una nueva escala para
la resolución de los problemas, el espacio metropolitano de planificación” (p.
366) 97. Según Herzer (2005), esto tenía que ver con que urbanistas y gobiernos
militares lograron instalar la idea –inversa a la que hasta entonces era habitual– de
que la región era más amplia que el área. En efecto, para los actores de la época, lo
metropolitano refería a “una misma comunidad socio–económica asentada en una
unidad geo–económica”, que constituía la región 98. De aquí se desprende que, en el
diseño de la PGR, confluyeran las veinte comunas del Área Metropolitana rosarina.
Más adelante, Mongsfeld (1994) explicará que “la acepción de ‘prefectura’
obedecía al principio de autoridad de planeamiento integral en la regulación de
planes comunales” (p. 29).
Un concepto moderno de organización nos ha movido […]. Siendo evidente que
existen problemas comunes –agregó– resulta también conveniente unificar
soluciones que permitan a la comunidad un desarrollo armónico, acorde con
95
Moreno, O “La Prefectura del Gran Rosario” 1/8/68, La Capital, p. 4. Esto proceso había
comenzado coincidiendo con el congreso sobre problemas metropolitanos que se celebró en
Toronto, en agosto de 1967.
96
“Fue puesto en funciones por el gobernador el titular de la Prefectura del Gran Rosario” 3/1/70,
p. 4. “A la constitución de la Prefectura del Gran Rosario se procedió en Granadero Baigorria”
4/8/67, La Capital, s/p.
97
Para la ciudad capital, Mantovani (2011) encuentra que los diarios de la época mencionan una
idea muy similar a la rosarina, recomendada por la Dirección de Planeamiento provincial, en 1968.
Tal vez sólo haya alcanzado a plasmarse en el documento relevado por UNIUR en 1982, titulado El
conurbano de Santa Fe y otros estudios, realizado por la oficina municipal sobre la “estructura
administrativa de un ente de cooperación para el Planeamiento del Gran Santa Fe” (p. 190).
98
Moreno, O “La Prefectura del Gran Rosario” 1/8/68, La Capital, p. 4.
109
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
99
“A la constitución de la Prefectura del Gran Rosario se procedió en Granadero Baigorria” 4/8/67,
La Capital, s/p. Dichos del ministro de Gobierno, Justicia y Culto de la provincia, en el acto de
clausura de la jornada de deliberaciones entre presidentes comunales, asesores y expertos, que dio
origen a la entidad.
100
Creada por ley provincial 6551 del 23/10/69 y reglamentada por Dec. 447 del 27/2/70. La cita
proviene del Art. 1º de este último.
101
Este extracto y el entrecomillado anterior pertenecen al mismo documento: Ansaldi, MDR de;
Corea, M y Pla, D 1972, “Anteproyecto de lineamientos generales para el Área Metropolitana de
Rosario”, Cuadernos de Trabajo de la Prefectura del Gran Rosario, nº 14, marzo, pp. 6 y 3,
respectivamente.
102
Art. 1º de la ley provincial 6551/69.
110
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
103
Por ley 16964 del 30/9/66 y decreto 1907 del 21/4/67, se instituyó el Sistema Nacional de
Planeamiento y Acción para el Desarrollo, uno de cuyos componentes era el preexistente CONADE,
si no el más importante. Entre otras novedades, pasó a estar presidido directamente por el presidente
de facto, lo cual podría comprenderse en el marco de su asociación al también novedoso Consejo
Nacional de Seguridad. Sobre este aspecto, que aquí no se desarrolla, hacen su aporte los trabajos
de Canelo (2012), Gomes (2011, 2016 y 2018a) y Simonassi (2006), dentro del rápido relevamiento
bibliográfico realizado sobre un período mucho más trabajado que aquel que nos convoca. En tanto,
Valdivia Ortiz de Zárate (2011, 2012 y 2015) hace lo propio para el caso chileno.
104
Aunque no la mencione, este movimiento debe haber estado enlazado con la sanción de la ley
19276 del 29/9/71 –y su correspondiente decreto reglamentario 4391/71–, que creaba la Secretaría
de Planeamiento y Acción de Gobierno, como organismo centralizado, de asesoramiento y trabajo,
que subsumía al CONADE. Toda la legislación nacional que se cita en la tesis, fue recabada entre el
material digitalizado y de libre acceso que ofrecen las bases de datos INFOLEG y el Sistema Argentino
de Información Jurídica (véase, Anexo I).
105
Calgaro, R y Premoli, JC, “La organización jurídico–institucional y el Planeamiento en el área
de la Prefectura del Gran Rosario”, Cuadernos de Trabajo de la Prefectura del Gran Rosario, s.d.,
p. 24.
106
Art. 1º de la ley provincial 6551/69.
111
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
aduciendo que “el desarrollo provincial, integrado con el desarrollo regional es una
necesidad indispensable para lograr el desarrollo nacional, posibilitando la
obtención de los objetivos fundamentales que nos permiten lograr el bienestar
general” 107. En palabras de Simonassi (2006), había sido diseñado para “estudiar
los antecedentes y recabar la información necesaria a los fines de la planificación
provincial” (p. 8). Así replicaba al CONADE, que era el “encargado de asesorar al
Poder Ejecutivo en la formulación de políticas públicas”, de acuerdo con Novick
(2011: 39) 108.
De igual manera, el Consejo santafesino estaba compuesto por todos los ministerios
de gobierno. Asimismo, al interior de cada uno de ellos, se creó una Dirección
General de Planificación y Desarrollo para “la realización de la planificación
sectorial respectiva” 109. Dando continuidad a este objetivo, el Sistema Provincial
de Planeamiento estableció que todos los órganos de conducción del Estado
deberían “implantar técnicas de programación de actividades, a fin de racionalizar
sus tareas relacionadas con la ejecución de políticas, planes, programas y
proyectos” 110. Sin embargo, en la evaluación de los técnicos de la Prefectura sobre
esta normativa, aparecía “el excesivo casuismo, demasiadas definiciones”, pero
más importante aún, “la confusión en torno a la importancia concreta de la
planificación en tanto está condicionada políticamente” 111.
En verdad, según Badaloni y Garcilazo (2011), la Prefectura quedó subordinada a
los dictados de los sistemas superiores y sus entes de aplicación. Esto se plasmó,
por ejemplo, en los análisis elaborados en su seno, en los cuales Galimberti (2016)
detecta que partían de las definiciones y circunscripciones preestablecidas por el
Consejo Nacional. Como la propia entidad admitía entonces, esto resultaba un
condicionante, por cuanto “proporciona[ba] ciertas directivas pero circunscriptas
preponderantemente al campo económico y además considerando la economía
nacional como un todo”. A su vez, detectaba “un vacío entre las recomendaciones
económicas globales establecidas por CONADE y la falta de directivas precisas de
107
Considerandos del decreto provincial 2635 del 16/9/66.
108
Por lo demás, la arquitecta –desde su lugar social como tal– llama la atención sobre un aspecto
fundamental, puesto que la planificación del desarrollo incluía también la dimensión territorial, en
la misma medida que la económica. Esta aclaración se hace aún más necesaria por cuanto Simonassi
(2006), también desde su perspectiva teórica e intereses de investigación, hacía fuerte hincapié en
la planificación económica del desarrollo nacional, motorizado por la industria.
109
Art. 3º del decreto provincial 2635/66.
110
Ítem 5.1 del Anexo del decreto provincial 8075 del 30/10/67.
111
Calgaro, R y Premoli, JC s.d., óp. cit., p. 33.
112
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
localización de las mismas” 112. Quizá los hacedores de la PGR pretendieran incluir
a la institución y su producción en un punto intermedio.
En este punto cabe indicar que, como ellos mismos reconocían, estas ideas se
entroncaban en la vertiente francesa del Planeamiento, “la cual planteaba una
combinación de centralidad administrativa con descentralización espacial”
(Rausch, 2019: 35) 113. Además, esto se vincula con la división regional del territorio
que, como afirma Gomes (2018a), se sustentó con financiamiento norteamericano,
en vista de un desarrollo económico organizado 114. Más adelante, “para revertir la
tendencia de concentración poblacional, se promovió un plan de descentralización
demográfica y productiva mediante la promoción de nuevos Polos de Desarrollo en
el interior del país”. Así, sobre la base de la anterior delimitación regional, se
delimitaron estos “espacios productivos que operasen como centros de atracción de
población del área metropolitana” de Buenos Aires (p. 91) 115.
Finalmente, dentro de este esquema se explica que, en el rediseño territorial de la
Argentina, a Rosario le fuera asignada la función de “centro de equilibrio”, en
relación a la Capital Federal (Van Poepelen, 2005). Esto implicaba valerse de sus
potencialidades económicas y equipamientos para reorientar los flujos migratorios
y así distribuir mejor la población 116. Entre otras cuestiones, suponía una fuerte
inversión en infraestructura vial, que permitiera conectar e integrar el área
bonaerense con otros puntos. En efecto, ésta será una de las preocupaciones de los
gobiernos desarrollistas en general y de las instituciones de planificación rosarinas,
en particular; lo cual quedó plasmado en la planimetría que produjeron (véase,
Anexo VII). No obstante, para Pasquali (2006), estas decisiones tendrían un impacto
adverso, ya que el fomento del Gran Rosario acentuaría el desbalance de la
economía provincial en su conjunto.
112
Ansaldi, MDR de; Corea, M y Pla, D 1972, óp. cit., p. 3.
113
“La regionalización antedicha responde al concepto francés de ‘Organización de los territorios’,
que, por su parte, corresponde a la noción anglosajona de ‘Regional Planning’ y al concepto
holandés o germano de ‘Planificación espacial’”. Calgaro, R y Premoli, JC s.d., óp. cit., pp. 16–7.
114
En la ley 16964/66, de creación del Sistema Nacional de Planeamiento, ya se mencionaba la
propuesta de creación de regiones de desarrollo, pero las mismas fueron determinadas por el decreto
1907/67. Allí, Rosario fue designada sede de la Oficina Regional de Desarrollo Pampeana. Mientras
que, al interior de la provincia de Santa Fe, se demarcaron siete zonas, una de las cuales era el área
metropolitana rosarina (Simonassi, 2006).
115
Esta definición se plasmó en el Plan Nacional de Desarrollo y Seguridad 1971–1975, aprobado
por ley 19039 del 14/5/71.
116
Situación que nunca se alcanzó sino que, por el contrario, no dejó de acentuarse, ayudando a
engrosar aquellos asentamientos precarios que las autoridades querían eliminar, como demuestra
Gomes (2018a) para el Gran Buenos Aires. Lo mismo se intentará hacer en el próximo capítulo,
para el caso rosarino.
113
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Focalizando la mirada en este nivel, es evidente que “se partía del supuesto de que
los municipios estaban imposibilitados de encarar una planificación a escala
regional y por tal razón debían ser reemplazados por otras unidades territoriales
como la región, entendida como intermunicipal” (Badaloni y Garcilazo, 2011:
211). Esta aserción se comprueba en los materiales producidos por la Prefectura, en
los cuales se consigna que una de sus tareas fundamentales era colaborar en “la
definición de una estructura regional”, en el sentido de “organizar un territorio,
buscando adaptarlo a las condiciones que resultan de su relieve, suelo, subsuelo,
posibilidades energéticas, infraestructura social, etc.” 117. A su vez, se sustentaba en
la idea dominante entonces de que no se desarrollaban los Estados–nación, sino
áreas específicas de los mismos, aunque en estrecha relación e integración con la
unidad superior.
En este punto, vuelven a resonar las conclusiones extraídas por Gomes (2016) y
Valdivia Ortiz de Zárate (2011, 2012 y 2015) respecto de las profundas reformas
introducidas por régimen militar chileno. Entre otros, las historiadoras analizan en
detalle la ya mencionada regionalización, “primer paso para estimular el desarrollo,
acomodar la población y retomar el control territorial” (Valdivia Ortiz de Zárate,
2011: 113). En concreto, ésta había sido concebida como un instrumento de
gobierno y coordinación eficiente que separaba la gestión y la toma de decisiones
de la participación social, estableciendo una precisa jerarquía en distintos niveles.
En clara similitud con los preceptos del Planeamiento ya analizados, este proceso
fue emprendido
considerando criterios regionales, demográficos y económicos, de modo de
integrar territorialmente al país, aprovechando mejor los recursos naturales, la
distribución geográfica de la población y la seguridad nacional para establecer
las bases de un desarrollo racional de las regiones y evitar los desequilibrios que
favorecían la migración campo–ciudad y sus correlatos de marginalidad y
subversión. (Valdivia Ortiz de Zárate, 2015: 177–8)
Así, procuraba conjugar los intereses nacionales con los locales dentro de un
sistema pretendidamente armónico e integral, desconcentrando –más que
descentralizando, como aseguraban sus gestores– el poder 118. Nada ocultaba los
117
Calgaro, R y Premoli, JC s.d., óp. cit., pp. 4 y 17. Más adelante, señalaban que estos conceptos
obedecían al “neoregionalismo” de entonces, que, por oposición al del siglo XIX, “esencialmente
político, basado en delimitaciones históricas y peculiaridades lingüísticas y culturales”, “se
formula[ba] con exclusiva base económica y social” (p. 40).
118
Nuevamente, estos planteos se acercan a los de la tradición francesa que guiaba a los
planificadores locales. Sin embargo, en un intercambio mantenido con la autora en 2018, no había
podido hallar fuentes documentales que respaldaran esta presunción.
114
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
119
Ansaldi, MDR de; Corea, M y Pla, D 1972, óp. cit., p. 5.
120
Calgaro, R y Premoli, JC s.d., óp. cit., p. 60.
121
Los autores copian un extracto de la “Carta básica” firmada por el Arq. en 1971, que formaría
parte del informe presentado entonces al Directorio de la PGR. Lamentablemente, no se ha podido
acceder a este material, ni se conocen más detalles acerca de su existencia.
115
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
122
Considerandos de la Ord. MR 6476 del 17/12/97, por medio de la cual se bautizó Mongsfeld a
una avenida de la ciudad, resumiendo su vasta trayectoria en pos del engrandecimiento de Rosario.
Estas cuestiones serán retomadas en el último acápite, para completar el panorama desde la
perspectiva de los actores que integraban estos cuerpos.
116
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
123
El acceso a estos documentos fue posible en la Biblioteca de la FAPYD–UNR. Así pudo saberse
que, de los primeros, se habrían elaborado catorce números, mientras que, de los segundos, sólo
ocho. De todos modos, estas cantidades pueden no haber sido las definitivas, sino sólo las que allí
se almacenan. Además, resulta notorio que de los Cuadernos se conserve la colección prácticamente
completa –y con varios ejemplares repetidos, de los 300 o 500 editados por tirada–, pero de los
Apuntes, sólo dos ediciones sueltas, con 200 por serie. Tal vez, éstos efectivamente se hayan
divulgado y diseminado entre las organizaciones o sectores sociales interesados. En cambio, los
otros quizá quedaron en manos de los arquitectos, quienes los guardaron durante décadas y,
eventualmente, los donaron a la institución que los nuclea.
124
Ansaldi, MDR de; Corea, M y Pla, D 1972, óp. cit., p. 5.
125
Fue disuelta por ley 7870/76 del interventor militar en la provincia. En el mismo acto, se dispuso
un abreviado proceso de liquidación de la institución, sus bienes y personal, amparándose en la
legislación nacional y provincial relativa a la prescindibilidad de los agentes del Estado.
117
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
126
Considerandos del decreto provincial 2819 del 2/9/80. Por cierto, Mongsfeld (1994) agregaba
otro detalle importante, que aquí no se menciona: el gobierno provincial se retiró sin pagar las
obligaciones contraídas previamente.
127
Sobre el “convenio marco” que firmó la provincia, no hay mayores datos que los que provee
Mongsfeld (1994), quien señaló que se hizo “con objetivos desconocidos por la opinión pública” (p.
26). En cambio, el municipal se celebró el 20/8/80 y fue ratificado por Dec. MR 2250 del 16/10/80,
que lo transcribía en su articulado.
118
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
128
Vistos de la Ord. MR 3004 del 18/12/81, por medio de la cual se asignó el carácter de Parque
Urbano a una porción de tierras ribereñas municipales en la zona norte de la ciudad, denominándolo
Parque de los Constituyentes.
119
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
129
En la reconstrucción que hizo Jajamovich (2009) a partir de entrevistas, la opción por un Plan
Regulador podía traer aparejada una complicación, derivada de la existencia de una mayoría de signo
político opositor en las cámaras legislativas, que vetara, demorara o introdujera modificaciones
sustanciales al proyecto elevado desde la municipalidad. Esta circunstancia fue válida para preferir
un Plan Director en los primeros años noventa, ya que no saldría del ámbito comunal. Sin embargo,
era improbable para la sanción del de 1967 –bajo un régimen de facto–, así como tampoco explicaría
la figura que adoptó el decisorio santafesino, aprobado en 1980 (véase, la nota 46).
120
Capítulo 2. Planes, proyectos e instituciones
Comparaciones
Más allá de las distintas denominaciones, el Plan Director de Santa Fe (1980) y el
Plan Regulador Rosario (1967), se erigieron en los instrumentos ordenadores del
desarrollo urbano, respondiendo a las directrices del marco planificador general en
el que se insertaron. Si bien las correspondientes fechas de sanción difieren
sustancialmente, es coincidente el momento de su elaboración, todo lo cual revela
las especificidades de cada historia local. En este sentido, ambos planes y sus
normas complementarias señalan una continuidad más o menos notoria –en ideas,
políticas y acciones, no así en los actores, como se demostrará más adelante– entre
los dos últimos gobiernos dictatoriales que signaron los destinos de la Argentina.
Más aún, dejaron su huella al trascender aquel contexto hasta hoy, dirigiendo, al
menos hipotéticamente, el futuro de cada ciudad.
En este punto, se vuelve iluminadora la cita de Secchi (2007) recuperada al
comienzo, acerca de que la ciudad y su historia, sus ritmos, sus cambios nunca están
perfectamente alineados con aquellos propios de la sociedad. De allí, que las
tendencias y propósitos contenidos en los decisorios, y derivados de los
diagnósticos elaborados por los técnicos municipales a mediados de los años
sesenta, se mostraran desfasados de los problemas reales existentes en las décadas
inmediatamente posteriores. Al extender este ejercicio en otro plano, se puede
concluir también que esos desarrollos no atendían a las necesidades del conjunto de
la población. Con seguridad, lo hacían respecto de quienes sostenían la dominación,
esto es, las élites sociales, económicas y políticas, que hacían llegar sus demandas
e intereses a quienes ejercían el poder de facto –conduciendo el aparato estatal– en
su nombre.
En todo caso, las mayores distinciones entre las dos localidades provinciales se
sitúan en el plano institucional y en el papel asignado a cada una, tanto en el
escenario provincial como en el nacional, por las agencias de decisión supralocales.
A su vez, esto incidió en la (in)disposición a firmar acuerdos de actuación conjunta,
en la formulación de los planes y hasta en las posibilidades de concreción de sus
proyectos. Además, en este aspecto se observa un quiebre entre la experiencia
autoritaria de 1966 y la de 1976, porque ésta introdujo algunas redefiniciones en los
121
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
122
Capítulo 3
Un particular orden urbano
Proyecto del Arq. Tony Díaz y equipo para el barrio El Pozo (Santa Fe) en Summa, enero de 1979.
Capítulo 3. Un particular orden urbano
1
En versión abreviada, los desarrollos sobre Santa Fe, forman parte del artículo publicado en co–
autoría con Gisela Rausch y Leticia Manassero en Folia Histórica del Nordeste, nº 39 (2020):
dx.doi.org/10.30972/fhn.0394605.
2
En efecto, este comentario habilita a recordar que el eje de la investigación pasa por hacer (y
responder, en la medida de lo posible) preguntas en torno a la dinámica de los desarrollos y los
papeles que representaron los actores, las decisiones que tomaron, los recursos que pusieron en juego
y las acciones que desplegaron. Refiriéndose a su propio trabajo, Oszlak (2017) lo resumió así: “no
se pretende medir impactos, sino describir y explicar procesos” (p. 44).
124
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Queremos de esta manera significar que de esta forma humilde estamos tratando
de hacer un país, la patria que todos anhelamos”. 3
En pos de explicar las intenciones que subyacen tras estas palabras, resultan
particularmente iluminadores dos de los artículos de Menazzi (2013 y 2018), de
Tavella (2016 y 2018) y la compilación que prepararon Salamanca y Colombo
(2019). Todos ellos son jóvenes investigadores, en su mayoría provenientes de la
Sociología y la Antropología, que se encuentran abocados al estudio del fenómeno
urbano en contextos represivos. A partir de sus conclusiones, es posible trazar un
panorama del contexto “nacional” que direccionaba el devenir de los casos bajo
análisis. De acuerdo con los últimos, la tónica común de esos años fue la violencia,
porque a través de ella, el poder de facto “hizo del espacio el medio y el lugar para
crear de manera autoritaria una nueva sociedad”. En esta línea, resaltan lo arbitrario
de los diseños, fundamentos y procesos, así como las formas de implantación de
estos proyectos, “sin consenso ni control” (Salamanca y Colombo, 2019: 25 y 24) 4.
Coincidiendo con este diagnóstico, Menazzi (2013) señala otros aspectos de las
transformaciones urbanas producidas por la dictadura en Buenos Aires, entre los
que sobresale una premisa: “lo más importante era hacer” (en línea). Esto es, por
sobre una adecuada planificación, el debate o la discusión de ideas, la consulta a
especialistas o la recepción de críticas, primaba la rápida y eficaz materialización
de acciones previstas anteriormente, que por diversas razones no habían sido
acometidas. Reforzando este punto, en una de sus indagaciones, Tavella (2018)
advierte “una operación discursiva” de esta intendencia “para demostrar su
capacidad de gestión en comparación con administraciones anteriores” (p. 47).
Todo lo cual se confirma en la cita de la autoridad vial transcripta en la página
anterior.
De la síntesis que ofrece Menazzi (2013), se deduce que el resultado de aquella
etapa fue un conjunto ecléctico de intervenciones concebidas en otros contextos y
3
“Avenida de circunvalación” 1980, BIO. Boletín Informativo de Obras, n° 59, septiembre, p. 16.
Fragmentos del discurso pronunciado por el administrador general de la Dirección Nacional de
Vialidad (DNV), en el acto formal de rúbrica para dar continuidad a la construcción de esta
importante vía de comunicación, para la ciudad como para la región. Más adelante, se retoman
algunos pormenores del proyecto.
4
Las investigaciones reunidas por estos autores no se ocupan sólo de intervenciones físicas y
materiales, sino que, en la misma medida, lo hacen de emprendimientos performáticos, simbólicos,
relativos al mundo de las ideas y atenientes a las conductas. Esa misma búsqueda había guiado la
tesina de grado, sobre la ciudad de Santa Fe (Citroni, 2013). No obstante, en esta instancia, se
rescatan únicamente los aportes allegados respecto de las primeras, por tratarse del objeto
privilegiado de la tesis doctoral.
125
Capítulo 3. Un particular orden urbano
126
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
moderna, limpia y ordenada como “vidriera” del país ante (las críticas de) la opinión
pública local y hacia el exterior (Menazzi, 2018). Con alguna excepción a esta
última, a lo largo de este acápite y el siguiente se podrá comprobar que la mayor
parte de estas notas coinciden con los desarrollos abiertos –y los efectos esperados–
en las localidades santafesinas.
Con bastante anterioridad a estos trabajos, reconocidos arquitectos y urbanistas
habían producido unos textos pioneros que devinieron en “clásicos”. De ahí, que
las interpretaciones generales sigan aportando por su agudeza, así como el racconto
que hacen de los procesos desplegados en la Capital Federal desde 1976 en adelante,
es de consulta obligada en la materia. En cuanto a las primeras, del capítulo que
escribieron Silvestri y Gorelik (2000), se destaca su noción de una “mezcla
desarmada” de lenguajes, entre continuidades con la tradición planificadora
argentina e innovaciones propias del contexto internacional (p. 470). Además,
hicieron una aclaración que resulta pertinente para forjarse una imagen de la ciudad
de entonces: “el carácter ‘faraónico’ de los proyectos urbanos no sólo estaba en
consonancia con toda la trayectoria del modernismo arquitectónico, sino que no
redundaba necesariamente en arquitecturas monumentales” (p. 469).
Sin embargo, los mismos arquitectos afirmaban que detrás de este mix de formas
había un imaginario común, amplio y difuso, una demanda social previa y sostenida
en el tiempo, que superó la metáfora y llegó a convertirse en obsesión de los
gobernantes. Concretamente, se trataba de “presentar una ciudad limpia, en orden,
volcada hacia el futuro a través de una cantidad importante de emprendimientos
genéricamente modernos” (Silvestri y Gorelik, 2000: 470). Es que, en realidad, ésta
fue la vertiente predominante en la política oficial urbana, que se engalanaba de
“voluntad exhibicionista” y se entroncaba con “el ímpetu ingenieril que caracterizó
los gobiernos militares de la Argentina” (Silvestri y Gorelik, 2005: 478).
No se trataba apenas de la recuperación de aquel rasgo clásico de los gobiernos
conservadores de la primera mitad del siglo –“hacen obra”–; era también la
voluntad, idéntica a la del antecesor, de colocar la propia obra urbana en el curso
de una larga historia de modernización que vendría a coronar. (Gorelik, 2011:
317)
Al repasar las inauguraciones realizadas para celebrar el segundo Cuarto Centenario
de la fundación de Buenos Aires, Gorelik (2011) retornará sobre estos procesos.
Allí argumentará que, pese a los esfuerzos de la administración municipal, “el
verdadero momento de esplendor del modelo de ciudad” ya había pasado (p. 315);
había sido dos años antes, en ocasión del Mundial de Fútbol de 1978. En aquel
127
Capítulo 3. Un particular orden urbano
5
En efecto, estas ideas ya habían sido esbozadas en un artículo crítico sobre la última realización
del Arq. Testa, publicado al calor de los acontecimientos. Liernur, P 1983, “Centro Cultural de la
Ciudad de Buenos Aires. La reacción de Narciso”, Summa. Revista de arquitectura, tecnología y
diseño, n° 186, abril, pp. 55–8.
128
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
6
Es sugerente que Gorelik (2011) hallara una de las causas de la “extrema austeridad de políticas
urbanas” en democracia, en la corrupción de origen de sus predecesoras, cuyo saldo fue una abultada
deuda pública municipal (p. 227).
129
Capítulo 3. Un particular orden urbano
7
Esta política y la anterior, se derivaron de la reciente transferencia de algunos servicios prestados
por la Nación a las provincias y municipios.
8
Al observar estos procesos en el caso chileno, no puede soslayarse el hecho de que la intervención
militar abrió paso a un acentuado “período de mercado”, por oposición al “intervencionista” que lo
antecedió (Sabatini y Arenas, 2000). Por lo tanto, las políticas urbanas siguieron esa lógica, con
excepción de las de vivienda, que sostuvieron el tradicionalmente fuerte papel del Estado en la
materia. Estos mismos “signos contradictorios” en materia habitacional encontró Cuenya (1992) en
éste y otros países de América Latina, Argentina incluida. Esta cuestión será retomada más adelante.
130
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
9
En este relevamiento no se incluyen los innumerables análisis que, desde miradas más cercanas a
la antropología, se preguntaron por los procesos sociales de apropiación y disputa de los espacios
que quedaron “libres” (demolidos o semi destruidos, expropiados, vaciados) al suspenderse el
proyecto, en 1981. En concreto, se trata de la traza de la ex Autopista 3 o Central, que cruzaba
transversalmente la Capital Federal, de norte a sur. Sobre el particular, se destaca la tesis de Jiménez
(2008).
131
Capítulo 3. Un particular orden urbano
10
Esto coincide con las generalidades de las políticas de vivienda en América Latina que repasan
Sepúlveda Ocampo y Fernández Wagner (2006), a las que denominan “de primera generación”, y
las relacionan directamente con los Estados burocrático–autoritarios allí implantados.
11
Desde distintas aristas y con diferentes propósitos, algunos de los autores que se han dedicado a
este objeto, fueron: Bettanin (2014); Blaustein (2006); Fernández Wagner (2008); Salamanca y
Colombo (2019); Salvatori et ál. (2008); Snitcofsky (2009 y 2018); Snitcofsky, Camelli y Massidda
(2021).
132
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Erradicaciones
Dando continuidad a tendencias generales 13, una de las políticas contenidas en el
Plan Director de Santa Fe consistía en “propender a la solución del problema
12
Baudizzone, M; Díaz, A; Erbin, J; Lestard, J y Varas, A 1979, “Acerca de los conjuntos de
viviendas y otras cuestiones…”, Summa. Revista de arquitectura, tecnología y diseño, n° 132, enero,
pp. 69–71.
13
Las mismas se pueden allegar a partir de los trabajos de Baliero (1983); Ballent (2004 y 2014);
Ballent y Liernur (2014); Fernández Wagner (1999); Gomes (2017 y 2018a); Gutiérrez (2014);
Liernur (2001); Salamanca y Colombo (2019); Snitcofsky, Camelli y Massidda (2021); Yujnovsky
133
Capítulo 3. Un particular orden urbano
(1984). Entretanto, Sepúlveda Ocampo y Fernández Wagner (2006) hacen su aporte en perspectiva
latinoamericana.
14
Del mismo (Plano N° 20) proviene el diagnóstico de áreas marginadas existentes en la ciudad,
que se reproduce como Anexo VIII.
15
Ítem 6.1.11 del Dec.–Ord. MR 34318/67.
16
De esta forma, se reemplazó la anterior “villa miseria”, típicamente argentina, “nacida con un
sentido, a mitad camino, entre misericordioso y peyorativo” (Ballent y Liernur, 2014: 319, nota 1).
Empero, esto no aplica para el medio santafesino, donde continuaron utilizándose ambos términos
indistintamente, como podrá apreciarse en los titulares que se citan en las próximas páginas.
17
Asimismo, el autor se ocupó de los habitantes y sus formas organizativas, lo que lo llevó a afirmar:
“más allá de constituir un problema habitacional y jurídico, las villas de emergencia se han
transformado en un problema social y político” (Yujnovsky, 1984: 25). Esos asuntos exceden los
objetivos de esta investigación, pero constituyen el eje de los argumentos desplegados por los
autores listados en la nota 11.
134
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
18
Sancionado por Ord. MCSF 7192 del 5/8/76 y aprobada ésta por los decretos provinciales 3217 del
13/10 y 3869 del 25/11/76. En primer lugar, esta normativa derogaba la donación de tierras efectuada
por la Ord. MCSF 6974/74 a la mesa de trabajo justicialista, para la construcción de viviendas a
quienes habitaban en “zonas de emergencia”, por cuanto no se había avanzado en su cumplimiento
y tal organismo ya no existía. Al final del capítulo se volverá sobre los intentos de solución al
problema habitacional por parte de los sindicatos y la respuesta de la dictadura.
19
“Villa Yapeyú, barrio en pleno desarrollo, puede ser base de una interesante experiencia social”
12/7/64, El Litoral, p. 4.
20
Las citas provienen de los considerandos de la Ord. MCSF 7552 del 9/10/78, por medio de la cual
se explicitaron las condiciones de la segunda etapa de construcción de viviendas en el barrio (38
unidades). Como anexo, la acompañaba el mencionado reglamento. Al respecto cabe señalar que,
por más que parezca insignificante y acotada a un pequeño sector social, ésta es una muestra
contundente del ejercicio concreto de la gubernamentalidad. Ello en función de que, una vez
internalizadas por los sujetos, las pautas serían reproducidas acríticamente en la forma del
autogobierno y la autorregulación, extendidas a todos los ámbitos de la vida; lo cual, en definitiva,
conduce al control social. Esta idea se reconoce deudora de un comentario del Dr. Diego Roldán a
la ponencia presentada en el XIII Seminario Internacional Políticas de la Memoria “Memorias y
Derechos Humanos” (Buenos Aires, abril de 2022), donde se expuso una selección de los contenidos
de este capítulo.
135
Capítulo 3. Un particular orden urbano
21
“Cuando la voluntad empuja a levantar un barrio” 1979, Revista de Santa Fe, año 1, n° 1,
noviembre, pp. 121 y 122. Ahí consta que el mismo estaba emplazado a 12 kilómetros del centro
geográfico de la ciudad, la mayor distancia que podía recorrerse entonces. Esto obedecía a la
ubicación expresamente elegida para instalar el matadero y frigorífico municipal; por lo demás, muy
cercanos a las viviendas.
22
Berlincourt, O 1994, “La acción municipal en viviendas de interés social”, Santa Fe (mimeo). En
tanto parte del staff de la Dirección de Vivienda, se comprende el papel del Arq. como coordinador
de las obras en Villa Yapeyú, según lo presentara la prensa: “Recorrido de periodistas por varias
dependencias municipales de Santa Fe” 8/6/77, El Litoral, p. 3. Queda pendiente consultar al actor
sobre este asunto en particular, a fin de conocer su opinión acerca de estas funciones y del
emprendimiento en sí.
23
Ord. MCSF 7205 del 31/8/76, que remitía a la 7192/76. Llamativamente, se encontraba en vigor en
la última edición del Digesto Municipal, MCSF, Santa Fe, 2008, p. 757. El contenido del mismo era
posible conocer a través de la página web del municipio. Al día de hoy, dicha información ya no se
encuentra disponible para la consulta pública, con lo cual se desconoce la vigencia real de aquel
compendio, puesto que tampoco se ha tenido conocimiento de una nueva edición que lo reemplace.
24
“Erradicación de ranchos” 19/9/76, El Litoral, p. 7. Como interesante ejercicio comparativo, se
encuentra el traslado compulsivo y la relocalización de los pobladores de asentamientos irregulares
del centro hacia un terreno alejado y desprovisto de la ciudad de Reconquista, al norte de la
provincia, por la gestión municipal contemporánea (Ruiz Díaz Yoris, s/f).
25
“No variará de actitud el D.E. en el problema del barrio Costanera” 21/11/67, El Litoral, p. 3. Para
consultar el listado ordenado de funcionarios de facto, se remite al Anexo II.
136
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
columnas 26. Además, habían comenzado a construir sus magníficas residencias con
vistas a la laguna Setúbal, a la vera de la avenida recién adoquinada (Fedele, 2009).
Esto explica que, “por razones de estética edilicia”, frente a la posibilidad de su
extensión hacia el norte, bordeando el curso de agua, se notificara el pronto desalojo
de los humildes ranchitos existentes en su entorno 27. En el decenio siguiente,
cuando aquel proyecto estaba más próximo a la realidad, se planteó nuevamente la
necesidad de eliminar el asentamiento ubicado “a sólo unos pocos pasos de la
hermosa zona residencial de la Avenida Costanera”.
No sabemos que [sic] espacio se destinará a las familias desalojadas, pero
consideramos que sería buena obra de gobierno, […] permitir que la ciudad
pueda absorberlos, quitándoles la extraña modalidad de reagruparse,
constituyendo lunares edilicios que tanto afean la fisonomía general de la urbe.
Hubo un tiempo, no lejano todavía, que alguien en nuestra ciudad, declaró la
guerra al rancho. Fué [sic] su proyecto un acierto y, prueba de ello es que la
guerra continúa 28.
Recién a comienzos de 1979, en el marco del plan de erradicación comunal, se
efectuaría el traslado del centenar de familias que ocupaban lo que a la sazón se
denominaba El Terraplén. Ante una antigua demanda y las tímidas gestiones
previas, bastó la férrea determinación del Cnel. Coquet, debidamente escoltado por
la gobernación y los portavoces de la opinión pública. En esta oportunidad, se
estaba clausurando la remodelación integral de uno de los sitios más caros a las
élites santafesinas 29. Tan sólo un mes antes de la iniciativa, El Litoral había hecho
un enfático pedido, con un pie de foto que rezaba: “se observa lo que era el viejo
26
Como ejemplo, basten estas publicaciones de El Litoral: “Las tardes de sol en la Avenida Siete
Jefes” 29/4/34, p. 6. “En la Avenida de los 7 Jefes” 5/8/34, p. 5.
27
Los siguientes titulares pertenecen a El Orden, p. 4: “Desaparecerán varias barriadas” 21/12/35.
“Elegantes mansiones sobre la Avenida Siete Jefes” 16/1/41. Presentándose como “diario
independiente de la mañana”, pretendió disputar la hegemonía vespertina del otro, cautivando a otro
público, con un discurso diferente. Según Saus (2011), se caracterizó por criticar duramente el
impacto del ferrocarril en la ciudad. El entrecomillado proviene de la primera noticia.
28
“Están contados los días del barrio Monte Chañar” 5/9/45, El Orden, p. 3. En aquel momento, era
calificado como uno de los lugares “que más temas presta a la crónica delictiva”, si bien los orígenes
de su existencia precaria se remontaban a los primeros años del siglo (Fedele, 2009). El nuevo
trazado vial fue finalmente realizado entre las décadas de 1950–1960 y, contra los pronósticos
periodísticos, las personas se mantuvieron en un extremo del mismo, sobre las vías del extinto ramal
ferroviario que cruzaba la laguna.
29
“Recorrida del intendente” 22/1/79. “Una amplia recorrida por la ciudad hizo el intendente con el
periodismo” 23/1/79. “El gobernador y el intendente recorrieron obras de la ciudad” 24/1/79, El
Litoral, p. 4. En la última nota, una de las dos fotos elegidas para ilustrarla, muestra a un niño
sentado, observando cómo una topadora derrumba una de las casillas. De esta forma, vuelven a
repetirse la modalidad empleada por el gobierno precedente y el periódico mismo, para graficar lo
realizado: “La Municipalidad no efectuó esta mañana nuevos desalojos en terrenos del barrio
Costanera” 20/11/67, El Litoral, p. 3. Como recordaba Torres (2006), estamos ante el período
autoritario radicalizado.
137
Capítulo 3. Un particular orden urbano
30
“Debe procederse a la apertura de calles en el barrio Siete Jefes” 20/12/78, El Litoral, p. 4. El
capítulo siguiente abordará estas cuestiones desde otra óptica.
31
“Se cumplió la reunión del intendente con representantes de las fuerzas vivas” 30/9/78, El Litoral,
p. 4. Sobre la relación entablada entre el jefe comunal y ciertos miembros de la comunidad, ampliará
el próximo acápite.
32
Obsérvese que, en el plano del decisorio que se presenta como Anexo VIII, este rancherío no está
incluido entre las áreas marginadas relevadas. Seguramente, el mismo haya sido actualizado luego
de la erradicación, teniendo en cuenta que la etapa de diagnóstico del plan había comenzado una
década atrás. Esta situación contrasta con los comentarios realizados en el capítulo anterior, acerca
de algunas desactualizaciones halladas en los planos que acompañan al Plan Director.
33
“Cuando la voluntad empuja a levantar un barrio” 1979, óp. cit., p. 121. Con posterioridad, se
inauguraron algunas unidades por autoconstrucción: “Entregaron 20 viviendas” 28/7/82, Diario
Rosario, p. 16. En este punto, se confunden los límites y las historias de uno y otro barrio, por la
escasez de materiales y la poca precisión de los existentes. Seguramente, en algún momento entre
ambas fechas, se haya impuesto el nuevo nombre.
34
“San Agustín, el barrio que está en las manos de Dios” 23/4/14, El Litoral, https://bit.ly/3bLVG3e.
En esa ocasión, los vecinos contaron que la mayoría está empleada en el Mercado de Abasto, ubicado
enfrente, después de haber sido trasladado desde los bordes de la zona céntrica, en 1981.
Sucintamente presentada en la instancia anterior de esta tesis (Citroni, 2013), aquí se decidió no
ahondar en esta política de alto impacto, para priorizar otras. No obstante, su desarrollo por extenso
será una de las labores a emprender a posteriori.
35
Creada en 1970, la misma se encontraba por poco disuelta y su personal reducido desde 1977. Así
consta en la reconstrucción realizada por el Arq. Berlincourt (óp. cit., 1994), director del área desde
su rehabilitación en 1993.
138
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
36
“El plan de erradicación de villas de emergencia merece un enfoque integral” 30/3/76, El Litoral,
p. 3.
37
“Cuando la voluntad empuja a levantar un barrio” 1979, óp. cit., p. 124.
38
Por ley nacional 17605 (“Plan de promoción social, construcción y financiación de viviendas”) y
decreto provincial 9774, ambos fechados el 29/12/67, se acordaron las pautas de funcionamiento y
financiamiento del programa. A la cartera santafesina le correspondía la ejecución de los trabajos;
139
Capítulo 3. Un particular orden urbano
aplicación local en Villa Yapeyú, tan sólo unos meses después de la sanción 39. Y,
en coincidencia con los argumentos de la ley nacional, las villas erradicadas estaban
“ubicadas en zonas relativamente céntricas de la ciudad y en lugares de
penetración” o “en su mayoría eran una manifestación positiva y de hecho del
problema de la inundación” 40. Aparte de la análoga denominación, eran similares
los objetivos perseguidos: “no solo se atendía […] a un problema social” sino que
también permitía “disponer de terrenos ocupados por viviendas precarias para obras
públicas y privadas; y el control de un grupo social organizado que era visto como
potencialmente peligroso” (Ballent, 2014: 303–4).
Además, según Gomes (2018a), al PEVE lo caracterizaba “un discurso fuertemente
higienista y una impronta profiláctica social urbana, que se profundizó durante la
última dictadura militar argentina” (p. 76). Esto puede observarse en el siguiente
extracto, agregado por el régimen a “un Plan no concretado al 24 de marzo de
1976”, que retomó y finalizó: “es obligatorio que los grupos familiares residentes
participen en el movimiento comunitario que se promueva en la vecindad, con el
fin de asegurar el progreso urbanístico, humano y social de la población” 41. En el
caso analizado, la libre disposición de generosos dominios municipales y el carácter
represivo de las acciones, propiciaron la ocasión de confinar a un sector social
–considerado, cuanto menos, no lo suficientemente presentable– en un lugar alejado
en concreto, 550 viviendas en distintas ciudades de la provincia durante 1968. Sobre los pormenores
de su aplicación en Buenos Aires, es iluminador el artículo de Gomes (2017). Allí se registran los
primeros reglamentos dirigidos a ordenar la vida al interior de los conjuntos, como haría la última
dictadura en el caso santafesino.
39
“Un esfuerzo más en la tarea conducente a la erradicación de las villas de emergencia” 17/3/68,
El Litoral, p. 4. En los fondos documentales de la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo
(DPVyU), se encuentra la licitación de 60 viviendas “de realojamiento” en Villa Yapeyú con fecha
de julio de 1968, aunque los planos más antiguos datan de principios de 1965 y la donación del
terreno, de cuatro años atrás. Entonces, el PEVE no existía como tal, pero sí la intención de eliminar
a esta población.
40
“Se cumplió la reunión del intendente con representantes de las fuerzas vivas” 30/9/78. “Viviendas
del plan de erradicación de villas de emergencia, se entregaron” 6/1/79, El Litoral, p. 4. La última
cita pertenece a los dichos del secretario de Cultura y Bienestar comunal, en el acto de entrega de
las 38 viviendas erigidas por autoconstrucción en Villa Yapeyú. Exactamente las mismas palabras
se leen en la nota precitada de la Revista de Santa Fe, sin referencias a su autor. Esto hace suponer
que aquella dependencia habría elaborado su contenido en nombre de la municipalidad, o que El
Litoral era fuente de consulta obligada para la redacción. Por lo demás, dicha publicación parece
haber sido un producto de esta gestión, aunque no se hiciera manifiesto.
41
Art. 24° de la Ord. MCSF 7360 del 28/7/77, y parte de los requisitos que se comprometían a cumplir
los adquirientes de las viviendas. El entrecomillado anterior pertenece a los considerandos de la
misma ordenanza, convalidada por ley provincial 8105 del 2/9/77, por medio de las cuales fue
aprobado el protocolo de venta y adjudicación de la primera etapa del barrio (32 viviendas). Es
probable que esto haya sido lo único que se empezó a construir del ambicioso programa anunciado
por el gobierno peronista, para varios barrios: “Viviendas proyectadas por la municipalidad”
4/11/75, El Litoral, p. 4.
140
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
de la ciudad. Así, desde sus inicios “de emergencia”, Villa Yapeyú nunca dejó de
crecer, al margen de todo progreso material 42.
“Al desarraigar poblaciones urbanas pobres y condenarlas a una existencia todavía
más precaria, la dictadura terminó ejerciendo una forma de violencia aún más
aberrante que la propia de la acción erradicadora”, sostiene Oszlak (en Salamanca
y Colombo, 2019: 19). En este punto, se aprecia otra de las diferencias que Gomes
(2018a) encuentra en el devenir del plan nacional, ya que, desde entonces, “pesó
mucho más la idea de ‘limpieza’ de los espacios ocupados por los asentamientos
informales, que el destino de sus habitantes” (p. 144). De ahí que estas notas
particulares, en cuanto cambios o novedades asociadas con la cuestión del orden,
puedan ser concebidas como disrupciones epifenoménicas a las continuidades más
profundas que sostienen las políticas estatales. Entre ellas, O’Donnell (2004a)
recordaba que “erradicar” era habitual en el léxico utilizado por las Fuerzas
Armadas para referirse a la labor ordenadora a la que se encontraban abocadas.
En Rosario, las villas de emergencia fueron objeto de especial interés –y, por tanto,
de una atención mayor y más continua en el tiempo– del Servicio Público de la
Vivienda (SPV), ente autárquico municipal que hoy día mantiene una ininterrumpida
actividad 43. Para principios de los años sesenta, Pagnoni (2019b) lo encuentra
integrando una serie de comisiones convocadas por la comuna para estudiar y
planificar la resolución –esto es, la erradicación– de esta acuciante problemática 44.
No obstante, su materialización en el plano de la ciudad proviene del trazo de un
arquitecto local y fue publicado una década después, en una revista editada en
Buenos Aires, dirigida mayormente al mundo intelectual 45. Allí, el autor reconocía
la existencia de “un cordón” de villas miseria, que explicaba así:
42
“El barrio que nació de una emergencia” 23/6/03, El Litoral, https://bit.ly/3mdztyN. Hace casi dos
décadas, los vecinos afirmaban que estaba habitado por 25 mil personas, números que hoy deberían
ser actualizados exponencialmente.
43
Fue creado en 1948 con esa denominación y, a partir de la Ord. MR 8898 del 18/4/12, es el Servicio
Público de la Vivienda y el Hábitat, entre otros cambios sustantivos. Por ejemplo, en esa oportunidad
se eliminó el vocablo “erradicar”, que dominaba la modificación realizada por la dictadura, al
redefinir sus atribuciones y objetivos (Ord. MR 2740 del 27/11/80). Sin embargo, ésta no era la
primera vez que se ocupaban del ente, ya que, a escasos días de asumido el nuevo régimen, el
interventor municipal sancionó la Dec.–Ord. MR 53903/76, por medio de la cual se distribuyeron las
funciones directivas. “Se reglamenta la conducción del Servicio Público de la Vivienda” 6/4/76, La
Tribuna, p. 4.
44
En el quinto acápite volverá a mencionarse uno de estos organismos, al reconstruir algunas de las
trayectorias profesionales más relevantes en el planeamiento local.
45
Corea, M 1974, “Rosario: un proceso de urbanización dependiente”, Los Libros. Para una crítica
política de la cultura, n° 36, julio–agosto, pp. 12–8. De aquí procede la caracterización socio–
ecológica de la ciudad (p. 17), que se recupera como Anexo IX. Sobre el autor y la revista, ampliará
el último capítulo. No obstante, aquí se apunta que, a diferencia del diagnóstico capitalino, éste no
141
Capítulo 3. Un particular orden urbano
es un documento oficial, sino que forma parte de un artículo sumamente crítico –como el título lo
indica, en términos teóricos y políticos– respecto de la realidad rosarina a mediados de 1970. En la
comparación, sobresalen el ángulo y la perspectiva particulares que Schlögel (2007) señaló en el
origen de cada mapa: “descansan sobre elecciones, prejuicios, elección” (p. 96).
46
Corea, M 1974, óp. cit., p. 16. Esta argumentación se aplica perfectamente a Santa Fe, donde se
puede traducir como un “anillo” de villas que circundan la planta urbana (véase, Anexo VIII).
47
Ítem 6 del Dec.–Ord. MR 34318/67.
48
Considerandos del Dec. MR 38200 del 8/7/69. Tradicionalmente, era zona de quintas, arboledas,
cría de animales y hornos de ladrillos. Pero su historia reciente está íntimamente relacionada con la
circunvalación: ante la inminencia de su construcción, un movimiento de inquilinos del sur de la
ciudad, consiguió que se levantaran los primeros planes de viviendas que dieron origen a Las Flores
como tal. Éstos fueron entregados a partir de 1965. Schreyer, F 2012, “Pequeña historia del barrio
Las Flores Este”, disponible en: https://bit.ly/3w2sQTF.
49
En la normativa, el CEVE debía instalarse en la intersección de la avenida de circunvalación y la
autopista a Buenos Aires (ítem 6.1.11 del Dec.–Ord. MR 34318/67), en dominios municipales. Esto
coincide con el sector sur de Las Flores, donde se estaban construyendo 150 viviendas; mientras que
la parte norte del mismo se ubicaba “dentro” de la circunvalación (200 unidades). En este punto,
142
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
51
De todos modos, es posible que esto coincida con el financiamiento nacional al plan habitacional
que la DPVyU estaba erigiendo en Las Flores. El mismo no estaba orientado a esa población, pero
algunas de las viviendas parecen haber sido redirigidas ante estas demandas: “Oportuna
determinación” 9/11/74, La Capital, s/p (editorial). De acuerdo con Petronio et ál. (1991), consta de
198 unidades ubicadas en el sector norte del barrio y está fechado entre 1974 y 1976. Anteriormente,
el diario había registrado un importante aporte del gobierno central y la afectación de 18 hectáreas
en aquella zona de la ciudad: “Se anunció que seguirán obras del Acceso Sur” 14/9/73, La Capital,
p. 1.
52
Informe “Acceso sur a puerto” firmado por el Arq. Mongsfeld, resumiendo el intercambio que
habían mantenido Ferrocarriles Argentinos, la DNV y la CCF que él presidía, el 10/10/74. El quinto
capítulo ahondará en detalles acerca de este funcionario y su rol en el planeamiento rosarino.
53
Memorándum de la reunión celebrada en Santa Fe el 11/6/74 entre la DNV, el SPV y la contratista,
“respecto a la erradicación de viviendas precarias que afecta la liberación de la traza”. Años antes,
en la ciudad capital, un tramo del proyecto de la circunvalación atañía a seiscientas familias, quienes
se reunieron con las autoridades e hicieron sus presentaciones a El Litoral: “Vecinos del barrio Santa
Rosa de Lima hablan de su problema: la avenida de circunvalación” 10/11/66, p. 4. “El desalojo de
familias que habitan en un sector de Santa Rosa de Lima” 6/3/69, p. 3. Por el momento, se desconoce
cómo se resolvió el conflicto.
54
Las citas provienen de las notas internas emitidas por la DNV en fechas 11/11 y 6/6/74,
respectivamente. A excepción de las noticias periodísticas, todos los legajos referidos en estos
párrafos provienen de los fondos del archivo del 7° distrito Santa Fe de la Dirección Nacional de
Vialidad.
144
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
55
“Sigue paralizada la obra del acceso sur al puerto Rosario” 12/5/76, La Capital, p. 11. De esto
habían sido acusadas –entre otros delitos– las anteriores autoridades del SPV, por no haber finalizado
la tarea encomendada. “Irregularidades en una dependencia municipal” 23/4/76, La Tribuna, p. 2.
56
“Obras en el acceso al Puerto Sur visitaron” 11/5/79, La Capital, s/p. La tesis no atiende al devenir
del Centro Universitario Rosario, pero el mismo está estrechamente relacionado con los temas que
la ocupan, a la vez que contiene otros elementos propios de la historia universitaria, como ya
adelantaron Águila (2014b), Bragagnolo (2015) y Van Poepelen (2005), desde diferentes miradas.
Se trata, en consecuencia, de un objeto sumamente interesante para trabajar a futuro.
57
No obstante lo dicho, Pagnoni (2019a) recupera formas de resistencia entre los afectados, cuando
la dictadura reanudó la circunvalación. Si bien el impacto fue mínimo respecto del nivel de
acatamiento de las órdenes, consistieron en un “auto–traslado” y la conformación de una nueva villa,
o el retorno desde Las Flores, tiempo después. Queda pendiente un cruce entre ambos análisis, que
aúne fuentes y conclusiones, a fin de escribir más cabalmente esta etapa poco explorada de la historia
rosarina.
145
Capítulo 3. Un particular orden urbano
tesis, los expertos al servicio del Estado, desde sus oficinas, tomaban medidas
presuntamente “técnicas” y sin consultarlas con los sujetos implicados.
En el parágrafo que sigue, se leen los términos en que un funcionario expuso el
devenir de la circunvalación sur y, particularmente, el papel que desempeñó la
comuna. De forma muy simple, resume el proceso sin ahondar en todos los años de
idas y vueltas, resoluciones y reuniones entre jurisdicciones que este
emprendimiento insumió. En el relato, el desalojo forzoso aparece como uno de los
pasos previos, acometido con rapidez y efectividad, en pos del “progreso”. Si bien
esto no fue así –como demostró la reconstrucción anterior–, el mismo da cuenta de
unas intenciones y unas prácticas que ciertamente se concebían de esa manera. Con
Salamanca y Colombo (2019) se recuerda que una de las formas de ejercicio de la
violencia fueron las modalidades en que se aplicaron los proyectos autoritarios.
Esta obra de infraestructura de tipo vial y ferroviaria es netamente nacional; a
pesar de ello la Municipalidad de Rosario cumple una importantísima función
en la realización de la misma. El organismo municipal se comprometió en su
momento, mediante convenios respectivos ante la Nación, a proporcionar todo
lo que constituye el acceso, liberarlo de una gran concentración de villas de
emergencia, ubicadas en ese [sic] área. Esta acumulación de aproximadamente
2000 a 2200 viviendas era la mayor que, como conglomerado conjunto, tenía la
ciudad. En resumen, había que trasladar a lugares adecuados, esas personas que
residían en forma precaria, y dejar expedito toda la traza de esta gran obra. 58
De acuerdo con Pagnoni (2019b), este accionar se comprende en el marco de las
reformas introducidas al SPV por el último gobierno de facto 59. Poco después, en
uno de los innumerables editoriales en que abordaron el tema de las villas –que
parecía preocuparlos realmente–, los responsables del matutino local advertían que
algunas estaban “emplazadas a muy pocas cuadras del sector que puede ser
considerado como céntrico”. En cuanto al movimiento de pobladores a Las Flores,
reconocían que “lamentablemente, las condiciones no son ideales para que puedan
vivir con dignidad. La entrega de chapas y otros materiales –con los que se erigen
endebles, antiestéticas y nada funcionales casillas– no es suficiente”. Sumado a lo
cual, los vecinos del lugar, instalados desde tiempo atrás en viviendas sociales,
58
Conceptos del Ing. Gurmendi, secretario de Planeamiento comunal, en entrevista exclusiva con la
revista. “Acceso Sur. Nota de tapa” 1979, BIO. Boletín Informativo de Obras, año 5, n° 49/25,
noviembre, p. 5. De ese actor, su sucesor, la función de dicha área y esta publicación en concreto,
se ocupará el último acápite.
59
Aquí se remite a la Ord. MR 2740/80 y a los comentarios realizados en la nota 43.
146
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
“ahora encuentran que su ámbito comunitario ha sido ‘invadido’ por una ‘villa de
emergencia’” 60. En conclusión, todo lo hecho era exiguo; lo cual era cierto 61.
Ante tal afrenta, el SPV envió enseguida una nota a La Capital, haciéndose eco de
una de sus afirmaciones: “con improvisaciones a la postre los resultados tornan a
ser negativos y hasta perniciosos”. Primero, brindaba datos concretos, que incluso
hoy día resultan alarmantes: “estimativamente, podemos manejar la cifra de cien
mil habitantes” de viviendas precarias en el radio urbano 62. En segundo lugar,
comentaba la reciente creación de una pequeña comisión municipal ad honorem
que debía, en sólo un mes, “proponer acciones concretas tendientes a controlar las
migraciones que hacia la ciudad y en forma ininterrumpida se vienen registrando
en los últimos cuarenta años”. Sesenta días después, se esperaba que enseñara “el
desarrollo de un programa integral que abarque de [sic] la situación en su totalidad”.
Para lo cual, el responsable del Servicio Público demandaba ayuda externa a la
intendencia, con una sugerente declaración:
“entendemos que la Nación debe concurrir a atender económicamente la
situación. Del mismo modo y en su [sic] plano del análisis teórico, pensamos
también que son las autoridades nacionales quienes, a través de la puesta en
marcha de medidas conducentes a un equilibrado y deseable planeamiento a
nivel nacional, tienen en sus manos atacar la verdadera raíz del problema. Ello
deberá traducirse en una política de desarrollo regional basada en el efectivo
funcionamiento de centros en el interior del país con capacidad para retener
población”. 63
Si bien el diario y los rosarinos ya estaban anoticiados de la existencia de dicho
cuerpo, su mención ayuda a recordar que el primero de sus integrantes era uno de
los habituales asesores del intendente Natale 64. Águila (2000 y 2019) ha estudiado
60
“Villas de emergencia” 12/8/81, La Capital, s/p (editorial). Muy probablemente, estas opiniones
hayan sido compartidas o utilizadas por los aludidos, a la vez que son nociones que más adelante
empleará el SPV, como se verá en las páginas que siguen.
61
En efecto, en el relevamiento de villas miseria existentes en 1974 (Anexo IX), se hace evidente
que buena parte se ubicaba al sur y al oeste de la ciudad, donde se estaba erigiendo el acceso al
puerto y donde se había construido Las Flores. Esto indica que la erradicación planificada desde el
decenio anterior no estaba dando los resultados esperados. Pese a no haberse hallado un plano similar
para el período 1976–1983, se estima que las “manchas” se mantuvieron, a la vez que su población
se incrementaba exponencialmente, como demostró Águila (2000).
62
Esto ha de ponerse en perspectiva con la cantidad total que el censo había contabilizado en el
municipio de Rosario, el año anterior: 797.337 personas.
63
Todos los extractos corresponden al texto firmado por el Arq. Alberto Fabro, director del SPV. “La
Nación debe atender el problema de las ‘villas’” 22/8/81, La Capital, s/p. Las últimas palabras
resuenan a algunas cuestiones desarrolladas en el capítulo anterior.
64
La comisión había sido instituida por Res. MR 196 del 31/7/81 y estaba conformada por el asesor
municipal, señor Amez, y los Arqs. Fernández Milani de Planeamiento, Fabro del SPV y Monsalve
de gestión. “Comisión municipal para buscar soluciones” 4/8/81, La Capital, s/p. Así como el
convocante, su asesor pertenecía a las filas de la Democracia Progresista, partido al que, junto con
Línea Popular, Águila (2008) ubica en el centro–derecha y con peso en la provincia. En comparación
147
Capítulo 3. Un particular orden urbano
el usual recurso a las fuerzas vivas especialmente interesadas –en este caso, a título
personal– para afrontar los problemas que aquejaban a la ciudad y a la sociedad. De
cualquier modo, incumpliendo los plazos otorgados, recién hacia fin de año, la
comisión elevó un informe de lo relevado y de sus próximos pasos, como un vago
“plan piloto”. Llamativamente, se asemejaba al planteo en etapas que el gobierno
metropolitano había aprobado por ordenanza, en 1977, destinado a la erradicación
de villas (Bellardi y De Paula, 1986). Pero los referentes locales se animaron a
formular una fase más: la radicación de cuatrocientas familias en “unidades
prototípicas”, sobre una superficie de cuatro hectáreas 65.
“‘La actual administración es consciente de las dificultades socio–económicas del
país. También conoce el problema de los asentamientos irregulares’” 66. Aunque se
empeñaran en declaraciones públicas una y otra vez, la realidad demostraría que
nada de lo emprendido fue ordenado o consecuente: los discursos y actuaciones de
la comisión parecen haberse diluido en el tiempo, las intenciones no se plasmaron
en operaciones concretas, las peticiones y los compromisos con los órganos
supralocales no dieron los frutos esperados, menos aún, prometidos. En definitiva,
todo conduce a acordar con el diagnóstico de Pagnoni (2019b): “las soluciones
habitacionales construidas en Rosario no seguían un plan de ejecución” (p. 191) 67;
al que podría agregarse que tampoco lo hicieron las soluciones proyectadas. Así
como ocurría con otras políticas urbanas autoritarias, como se verá a lo largo de la
tesis.
En el mismo trabajo, la autora vuelve sobre una intervención producida ante la
celebración del Mundial de Fútbol en Rosario. Recuperando el análisis señero de
Águila (2000), alude al movimiento forzoso de villeros hacia la confluencia de la
avenida de circunvalación y la autopista a Buenos Aires, y a la construcción de un
con sus pares de alcance nacional, éstos “asumieron un rol más destacado en el sostenimiento de la
dictadura militar” (p. 273), como lo prueban estas participaciones activas y otras listadas en el Anexo
II. Además, siguiendo a Yannuzzi (1996), fueron los primeros partícipes de la “tibia apertura” de
1979, en su carácter de conservadores y antidemocráticos, con una trayectoria previa en la
colaboración con dictaduras. De allí que, para Quiroga (2004), hayan sido los partidos desleales al
sistema democrático.
65
“Plan para erradicar villas de emergencia” 19/11/81, La Capital, s/p. De la vaguedad de estas
afirmaciones, se desprende que no había certezas acerca del lugar ni del modelo que se utilizarían.
66
Transcripción de los dichos del secretario de Promoción Social, ante el inconveniente legal
suscitado con los ocupantes de un terreno municipal. “No habrá desalojos” 17/10/81, Semanario
Rosario, p. 11.
67
El mismo juicio emitió la entonces coordinadora del Programa de Regularización Dominial de la
MCSF, al ser consultada sobre la acción desarrollada en Santa Fe, en materia de vivienda social
(véase, Anexo I).
148
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
68
“Detrás de un largo muro existe una villa miseria” 10/7/82, p. 10. “Voraz incendio y desolación”
5/7/82, p. 15. “Fin de una tragedia” 8/7/82, p. 13. Todas las noticias provienen del diario Rosario, y
los entrecomillados pertenecen a la última de ellas. Por lo demás, las afirmaciones de Águila (2000)
están sustentadas en notas de La Capital de las mismas fechas y Rosario de 1983, a las cuales no se
ha tenido acceso. En consecuencia, no es posible cuestionar de plano o invalidar lo que sostiene la
historiadora, a pesar de las discrepancias que puedan hallarse.
69
En términos de Thompson (2002), estas acciones se pueden leer como parte de aquellas destinadas
a afirmar las relaciones sistemáticamente asimétricas ya establecidas. No obstante, el interés y la
cobertura periodística, con presencia en el lugar, podrían considerarse pequeños desafíos a la
dominación imperante.
149
Capítulo 3. Un particular orden urbano
día. Esto debido a que, como demuestra la cita anterior, todas las edificaciones que
realizaba eran de bloques de hormigón 70. Más importante aún, en sus planas se
pueden leer los dichos textuales de las autoridades al ser consultadas por los
orígenes del paredón, uno de cuyos fragmentos se transcribe a continuación.
Previamente, ha de consignarse que, en el mismo acto y con total franqueza, los
vecinos dieron a entender que el plan habitacional que supuestamente los incluía,
no necesitó de su conformidad o un previo informe para comenzar. De este modo,
vuelve a abonarse una de las hipótesis de la tesis, respecto de la unilateralidad de
las disposiciones.
“durante la gestión Cristiani se decidió llevar a cabo un proyecto que sería
compartido por los moradores del barrio las Flores sur, que constaba de ocho
manzanas a las cuales el Servicio Público de la vivienda les haría un frente –
estructura– de dos habitaciones con sus correspondientes aberturas y puertas,
debiendo continuar los moradores la construcción de tres paredes y techos para
terminar una vivienda con las comodidades básicas. Esto no tuvo éxito, merced
a las dificultades económicas: la gente no pudo tomar los créditos del S.P.V. y a
su vez el S.P.V. tampoco tuvo los fondos necesarios para ‘cargar’ con la
construcción total del barrio, merced a que éste, en poco tiempo, se vio
‘invadido’ por una gran cantidad de familias que se sumaron a la población del
barrio, provenientes del acceso sur al puerto y ciudad universitaria.
Actualmente en ese sector viven más de 600 familias. Tenemos varios proyectos
en funcionamiento para hacer nuevas viviendas, pero el muro que, en algunos
casos, pudo concretarse en casa está destinado a reconstruirse para cumplir la
función de vivienda. Es decir, los que lograron hacer sus casas, se quedarán con
ellas como propietarios del lote, pero las otras se reconstruirán.” 71
Sin ahondar en los sentidos subyacentes tras los peculiares conceptos empleados,
en esta narración se detecta una reveladora diferencia con la de Águila (2000), por
cuanto no hay mención al campeonato disputado en la ciudad, en junio de 1978.
Antes bien, aparecen las obras de infraestructura reseñadas en las páginas
anteriores, las cuales habían iniciado o se retomaron el año siguiente. Esto podría
70
“Adjudicarán viviendas” 17/7/82, Diario Rosario, p. 11. Más precisamente, ésta era la
denominación del depósito municipal donde se fabricaban esos ladrillos, ubicado en el límite entre
el sector norte y sur del barrio. En el primero, el SPV estaba construyendo viviendas con un sistema
prefabricado, según Petronio et ál. (1991). Este uso novedoso para el ente, y extendido a partir de
entonces, podría explicarse a partir del acuerdo con alguna empresa o a un tipo de producción
subvencionada de materiales de construcción baratos, pero no hay materiales que permitan probar
una u otra opción. Sumado a lo cual, Petronio et ál. (1991) tampoco contienen registros de estos
conjuntos en Las Flores sur.
71
Conceptos de un funcionario o de un empleado del SPV no identificado. “Detrás de un largo muro
existe una villa miseria” 10/7/82, p. 10. Un par de días después, el periódico hizo otra publicación,
recogiendo una serie de demandas que los pobladores sostenían desde tiempo atrás. Allí aseguraba
haber atendido regularmente las necesidades de esta zona de la ciudad y de ese barrio concreto, lo
que no se comprueba después de haber relevado todos los números previos. “Más reclamos en ‘Las
Flores’” 12/7/82, Diario Rosario, p. 10.
150
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
coincidir con las fechas que dieron los entrevistados, ante la pregunta de Rosario
sobre el tiempo que llevaban viviendo ahí, aunque entre ellos tampoco hay
coincidencias 72. En este punto, cabría recordar que los trabajos previos al Mundial
fueron planificados años antes del evento, en el marco del Plan Regulador
sancionado en 1967. A su vez, daban continuidad a proyectos de su antecesor, de
1952 (Galimberti, 2016), y hasta del homónimo de 1935 (Roldán, 2006). Esto será
materia del próximo capítulo.
Por otro lado, a partir del extracto anterior, el renombrado muro adquiere otra
significación y, en lugar de haber sido pensado para ocultar, pasa a ser la estructura
común de un complejo de viviendas no consensuado con sus futuros habitantes.
Asimismo, esto no impediría hipotetizar que su construcción intentaba ofrecer un
aspecto “presentable” de la pobreza en la ciudad, en un momento de gran afluencia
de visitantes, así como de la prensa nacional e internacional –la mayoría, arribando
desde la Capital Federal–. Aun sin finalizar, igualmente pudo haber transmitido un
mensaje de eficiencia de los gestores de la dictadura, cualquiera sea el contexto.
Desafortunadamente, la carencia de información y datos exactos o sistematizados,
atentan contra el arribo a conclusiones certeras.
No obstante, nada de lo antedicho reduce la violencia de las acciones, según las
coordenadas en que la plantean Salamanca y Colombo (2019); violencia ejercida
contra un sector social específico, desposeído y excluido, “controlado”, en términos
de Giddens (1998). Al mismo tiempo, tampoco quita que los recuerdos pervivan –
y convivan, mezclados, desordenados– en la memoria que se transmite de
generación en generación, de los rosarinos en general y de los lugareños en
particular 73. Quizá Pagnoni (2019b) haya estado en lo cierto, al permitirse vacilar,
en primera instancia. Si bien, como ella misma admite, “sin dudas, la construcción
simbólica del barrio como espacio de confinamiento para población villera, ha
72
Estas opiniones se confirman con la de una residente actual, quien recuerda el día exacto de la
mudanza de su familia y vecinos: 15 de agosto de 1978. Al describir el lugar al que los llevaron,
parecería ser el muro de Las Flores, aunque no lo llame así. Entre otros detalles, agregó que no
resistió siquiera una lluvia, tal cual se observa en las fotos que tomó Rosario en 1982. Tessa, S “Hace
30 años viven allí, pero aún ‘no existen’” 12/8/07, Rosario/12, https://bit.ly/2Q3ihk9.
73
Éste es el caso de una sumamente interesante y cuidada producción audiovisual escolar reciente,
propiciada por la municipalidad y el Museo de la Memoria provincial. Allí, una antigua vecina no
hace referencia al evento deportivo, pero sí los jóvenes y sus docentes, al exponer el arribo masivo
de pobladores que habitaban la nueva traza de la circunvalación en la zona portuaria. En el
testimonio, se destaca el traslado de un barrio completo, con su escuela y capilla. Centro de
Convivencia Barrial Las Flores Este, “Un barrio, mil historias… Santiago Mac Guire: un cura
luchando por justicia”, Jóvenes y Memoria 2016. A 40 años del golpe: derechos humanos y
democracia, https://bit.ly/3ybAv4e.
151
Capítulo 3. Un particular orden urbano
74
Palabras de la Arq. Valderrama, integrante del proyecto de extensión e intervención de la FAPYD,
que igualmente contó con el auspicio del municipio, en los primeros 2000. “Todas las flores del sol
en Las Flores. Entrevista a Ana Valderrama”, A&P Especiales, n° 19 “Huellas en Las Flores” (s/f),
pp. 77 y 80. Por aquellos años, el diario contabilizaba que lo habitaban 15 mil personas, datos que
hoy deberían ser revisados y multiplicados. “Cómo es vivir en Las Flores sur, un barrio rosarino
cargado de estigmas” 27/7/08, La Capital, https://bit.ly/3eEE778.
75
Por lo demás, y como fuera comentado en otros puntos, al analizar la distribución social de las
ciudades, estos planes parecen coincidir o encontrarse muy cerca de las villas, rancheríos y viviendas
precarias a los que se había querido eliminar, mediante su construcción (véase, Anexos VIII y IX).
152
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
76
A su vez, era el corolario de una serie de políticas previas que se pueden reconstruir con los aportes
de Baliero (1983), Ballent (2004 y 2014), Bekinschtein et ál. (2013), Bellardi y De Paula (1986),
Fernández Wagner (1999), Gomes (2018a), principalmente.
77
Mediante las leyes 19929 del 3/11/72 y 21581 del 26/5/77, respectivamente. La última, “Régimen
de financiamiento del Fondo Nacional de la Vivienda”, abrogó la anterior y hoy continúa vigente,
aunque con dudosa aplicación real. Respecto de la primera –cuyo original no se ha podido conocer–
, se recuperan algunos elementos relevantes que detectan las autoras. Gomes (2016), por ejemplo,
señala que estipulaba un 30% de los recursos anuales para la erradicación de villas de emergencia,
rancheríos y viviendas precarias, según el clima de la época. Asimismo, refiere al “interés
electoralista de los militares, que apuntaron a dar continuidad política a su proyecto” con esta
sanción (p. 112). En tanto, Ballent (2014) cita la conformación de un Consejo Asesor Permanente
presidido por el ente nacional de la vivienda, pero en el que estaban representados la Confederación
General de los Trabajadores y la Cámara Argentina de la Construcción. Obviamente, este órgano
fue eliminado en 1977.
78
Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo (DPVyU) 1981, Caracterización de la demanda
por vivienda de interés social en la provincia de Santa Fe. Investigación referida a programas
FO.NA.VI. desarrollados en el municipio de Rosario durante los años 1980/81, Rosario, p. 39.
Almacenado en la actual área de Planeamiento de la dirección provincial zona sur, este documento
forma parte de las acciones desarrolladas luego del llamado a inscripción –entre marzo y abril de
1980– para la adjudicación de 6.364 unidades, distribuidas en cinco conjuntos en construcción en la
ciudad. El mismo contiene otras consideraciones mucho más detalladas y desagregadas sobre los
potenciales habitantes y sus necesidades, que aquí no se incluyen. Si bien se advierte el valor de esta
publicación, se desconoce el impacto que pudo haber tenido en el diseño y ubicación de los
complejos futuros o, incluso, en el otorgamiento de los que efectivamente analizaba.
153
Capítulo 3. Un particular orden urbano
Volviendo a los pormenores de la ley, otra de las novedades, fue dar prioridad a
quienes acreditaran recursos insuficientes pero, a la vez, estuvieran comprendidos
por los alcances de la que regulaba los alquileres 79. Sobre ésta, Gomes (2018a)
apunta que, al liberar ciertas reglas y los precios para favorecer la rentabilidad de la
inversión inmobiliaria, sumado al efecto retroactivo –que alcanzó a contratos
celebrados hasta dos décadas atrás–, una de sus consecuencias fue el inmediato
desalojo de inquilinos. En aquel momento, la Dirección Provincial de Vivienda y
Urbanismo (DPVyU) se encontraba erigiendo veinticinco viviendas en Villa Yapeyú,
con aportes del Ministerio de Bienestar Social nacional, mano de obra local y
materiales regionales. Al entregarlas, eligió privilegiar “al sector poblacional
medio” expulsado por aquella normativa, pero previamente registrado por el
organismo “con problemática habitacional extremadamente urgente” 80.
Además, la reforma del FONAVI derogó la que había creado el PEVE en 1967,
redirigiendo lo construido con ese criterio 81. En ese sentido, entre los proyectos que
reúnen Salamanca y Colombo (2019), se destaca que la última dictadura reorientó
los procesos de adjudicación y los objetivos mismos de los grupos habitacionales
que se encontraban en marcha al momento de su asunción. Como resultado, en
aquellos casos en que los villeros eran los destinatarios originales, “fueron así
doblemente despojados” (Salamanca y Colombo, 2019: 148). De cualquier forma,
con Gomes (2018a) se reconoce que, en línea con aquel plan y las tendencias
diseñadas entonces, uno de los objetivos manifiestos era fortalecer a la familia como
institución prístina de la sociedad, entre otras políticas, a través de la inversión en
vivienda social.
Continuando con la tesis de Gomes (2018a), se entiende que, en los regímenes
dictatoriales en general, la construcción estatal de viviendas destinadas a los
79
“Ley de locaciones urbanas” n° 21342 del 29/6/76, derogada recién con la sanción del nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación, ley 26994 del 1/1/14. Aquí no se contemplan los pormenores
de aquella disposición, ni el impacto que produjo en otros ámbitos, sobre los cuales se explaya
Oszlak (2017).
80
“Fueron inauguradas viviendas en el barrio Villa Yapeyú” 10/11/78, El Litoral, p. 4. Estos
extractos señalan la difícil tarea de discriminar con precisión a los distintos segmentos sociales, ya
que, muy probablemente, quienes se encontraran en situación de “urgencia” hayan sido los de
recursos más escasos. Por lo demás, esta repartición desarrollaba sus propios emprendimientos –en
paralelo a los municipales y nacionales–, ya en los barrios antes mencionados, como en sitios más
propios de los sectores medios, a los que atendía preferentemente.
81
En opinión de Gutiérrez (2014), “las sucesivas legislaciones […] indicaban el carácter errático de
una política sustentada más en el lucro de las empresas constructoras e intermediarios que en atender
a fondo el problema de la vivienda social” (en línea). En la lectura de Cuenya (1992), ésta fue una
constante a lo largo de este período y el siguiente.
154
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
sectores populares urbanos, operaba en dos dimensiones. Por un lado, suplía parte
de la legitimidad de origen de la que los mismos carecían, al concederle bases
sociales de apoyo. Por otro, garantizaba estabilidad al sistema económico y, en
casos de crisis, permitía reactivar la economía interna. Esto último por tratarse de
una actividad productiva que, en cuanto política dirigida y financiada por el Estado,
involucraba a infinidad de actores y procesos originados en la sociedad civil. Sin
distinguir entre sistemas políticos, Cuenya (1992) ya había adelantado que “en
consonancia con un modelo de Estado destinado a jugar un papel central en la
modernización e integración social, la política habitacional condensa un doble
contenido: de integración social y de regulación económica” (p. 37) 82.
Por otra parte, entre los argumentos que justificaban el borrador elevado en 1977,
se lee que uno de los propósitos era “deslindar el campo de la acción”,
circunscribiendo y “quitándole responsabilidad operativa” a la Secretaría de
Vivienda de la Nación 83. En tanto, Gomes (2018a) alude a un presunto carácter
descentralizado, por medio del cual se pretendía que “la SEDUV y los organismos
provinciales constituyeran una unidad operativa coherente y coordinada de
planeamiento y vivienda” (p. 122). Sin embargo, admite las imposibilidades de
llevarlo a la práctica, máxime por cuanto el control de los recursos y la planificación
de las acciones continuaron concentrados en la primera. Atento a lo cual, Rodríguez
(2005) afirmó simplemente que el fondo “se definió con un esquema altamente
centralizado de gestión” (p. 13, nota 7).
Gracias a los trabajos de Baliero (1983), Ballent (2014), Cuenya (1992) y Gomes
(2018a), es posible recrear el funcionamiento que alcanzó esta operatoria. Allí, el
Estado nacional recaudaba, fijaba las normas, programaba y controlaba toda la
experiencia, al tiempo que determinaba las prioridades y la administración de los
capitales y las viviendas, conforme a las pautas del sistema de planeamiento. A su
turno, el par provincial era el ejecutor propiamente dicho, a partir del relevo de las
necesidades locales, la planificación territorial, la confección de los proyectos y
82
Aunque esta autora no lo cuenta entre sus antecedentes, muchos de los términos de su análisis
coinciden con los de Jessop, seguramente por compartir un marco teórico–conceptual común. Así,
él sostendrá que, incluso en aquellos regímenes en los que la acumulación del capital es el eje
dominante de la socialización, los administradores estatales se esfuerzan por mantener la integración
institucional y la cohesión social (Jessop, 2008).
83
Nota fechada en mayo de 1977, dirigida al Presidente de la Nación de facto, con la firma de sus
ministros más reconocidos y cercanos, y membrete del Ministerio de Bienestar Social. Una copia de
la misma se conserva en el archivo central de la DPVyU, entre los expedientes de obra del barrio El
Pozo.
155
Capítulo 3. Un particular orden urbano
84
Con arreglo a la ley 21581/77, de financiamiento del FONAVI, el 12/9/77 se firmó el convenio
entre la secretaría de Estado y la dirección de vivienda de la provincia de Santa Fe, en el que cada
parte asumía sus responsabilidades. Éste forma parte de los legajos referidos en la nota anterior. Se
entiende que cada jurisdicción debió rubricar el mismo ejemplar, ya que su contenido no atañe
específicamente a la realidad local, sino que las cláusulas y los acuerdos son genéricos.
85
Art. 5° de la ley nacional 22293 del 30/9/80, “Fuentes de financiación del régimen de jubilaciones
y pensiones para trabajadores en relación de dependencia”, actualmente en vigencia.
86
Aunque, según la autora, esta noción data de los años sesenta, no parece haber sido el concepto
que empleaban las autoridades, por cuanto el secretario de vivienda fue requerido a definir “como
vivienda de interés social a toda aquella que constituya la residencia permanente de una persona o
un grupo familiar conviviente”. Art. 1° de la Res. SEDUV 368 del 13/10/76, cuya copia se encuentra
junto a otras similares, en los fondos de la delegación zona sur de la DPVyU.
156
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
87
En la encuesta realizada en Rosario a los aspirantes al sistema FONAVI, fue notoria la amplia
preferencia de una casa individual por sobre un departamento. No obstante, el mismo informe
reconocía las limitaciones del cuestionario provisto y la necesidad de un profundo debate de
opiniones sobre esta materia. Finalmente, cerraba con estos términos: “se opera en un contexto en
que reina la confusión al no haberse formulado todavía por parte de la demanda un modelo de vida
definido, en el que juega predominantemente como factor de la indecisión el problema candente de
la necesidad”. DPVyU 1981, óp. cit., p. 172.
88
De este modo, quedan en entredicho opiniones como la de Sato Kotani (2009), emitidas
seguramente en su condición de arquitecto. Éste entendía que el “cómo debe ser” una vivienda era
un asunto eminentemente arquitectónico, a diferencia del cómo y a quién, dónde y cuándo
construirla o entregarla, que pertenecían más al debate político. Acá se hace evidente que, como
insinuara el primer acápite: el poder también se puede ejercer arquitectónicamente.
89
Esto sin considerar, con Yujonovsky (1984), que “el déficit no puede reducirse en forma simplista
a un número de unidades de vivienda” (p. 20).
158
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
90
En el capítulo que se titula “Aprendiendo de lo realizado”, consta una frase breve pero
contundente: “las obras parecen no dirigirse a destinatarios reales ni asentarse en ciudades
históricas” (Baliero, 1983: 26).
91
Dentro de los servicios sociales, estaban comprendidos, la guardería y el centro comunitario de
actividades socioculturales; mientras que entre los públicos, una estafeta de correos, cabina de
telefonía pública y seccional de policía. Sin embargo, al menos en Santa Fe, los niveles de
equipamiento se calculaban en relación a la dotación previa del entorno y a la cantidad de viviendas
a edificar. Nota aclaratoria de la DPVyU con fecha 6/9/78, ante las próximas licitaciones públicas
para construir viviendas y equipamiento en distintas localidades de la provincia.
92
A estos extractos, que provienen de una fuente de la época, le seguía esta idea: “cuyas
consecuencias sería muy interesante de analizar en cuanto transcurra el período de estabilización de
las familias”. DPVyU 1981, óp. cit., p. 171. En efecto, esto será lo que evalúe Baliero (1983) poco
tiempo después y Bekinschtein et ál. (2013) lo confirmarán varios decenios más adelante.
159
Capítulo 3. Un particular orden urbano
93
A través del convenio suscripto entre la entonces Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda
de la Nación y la Sociedad Central de Arquitectos a mediados de la década del 2000, se tomó una
muestra de la situación en que se encontraban estos edificios, a lo largo del país. De resultas, se
requirió “la intervención nuevamente del Estado para su recuperación y adecuación en lo que hace
a calidad y seguridad habitacional” (Bekinschtein et ál., 2013: 45). En algunos casos, los problemas
alcanzaron a corregirse, aunque para la amplia mayoría, quedaron sólo en el relevamiento.
94
En una conversación informal, un ex integrante del directorio de una de las empresas constructoras
santafesinas más reconocidas en la época, relató que, cuando construían viviendas sociales,
tropezaban siempre con el mismo problema: el presupuesto era exiguo y se reducía conforme
transcurría el tiempo, mientras que los precios de los materiales no cesaban de elevarse. Para
“resolverlo”, solían contratar a obreros cada vez menos calificados, para que ejercieran aún aquellos
oficios que desconocían, porque eran los únicos que aceptaban la paga que ofrecían. El resultado
estaba a la vista; el más patente, era la deficiente colocación de los artefactos sanitarios. Aquí queda
evidenciado que, en un contexto de favorecimiento de la patria contratista, la variable de ajuste era
(y sigue siendo) la mano de obra.
160
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
materiales, puesto que uno de los objetivos de la nueva ley era “hacer posible la
aplicación de recursos del Fondo a la investigación y al desarrollo tecnológico” 95.
Respecto del segundo aspecto, Bekinschtein et ál. (2013) se refieren a la “ruptura
de la trama urbana” que motivaron los FONAVI, dadas las características
diferenciales de diseño urbano aplicadas en ellos. Algo que explican en función de
priorizar el asoleamiento y la ventilación necesarios, antes que en propiciar la
circulación interna y/o la continuidad con el trazado circundante. En cualquier caso,
esta situación terminó generando “un borde, enfatizando el límite entre dos sectores
de la ciudad”: el tejido urbano tradicional de pequeñas escalas y las grandes parcelas
que enmarcaban estos programas y tenían más elementos en común con el sector
rural, al que originalmente pertenecían (pp. 51 y 52) 96.
En tanto derivado de estas cuestiones, la mayoría de los autores que se han ocupado
del tema, coinciden en recalcar la segregación social y espacial que sufrieron los
ocupantes de estos emprendimientos, respecto de las ciudades que habitaban 97.
Esto, a su vez, provenía de una “hipervaloración” del impacto que la “realización
ejemplar” de cierta obra pública podía tener en la modernización urbana
(Fernández, 1996: 106). Imagen en la que, según Fernández Wagner (1999)
“subyacía la concepción autoritaria que, una vivienda nueva modelaría la vida de
los pobres” (p. 125). Además, se relaciona con los entresijos de la opción tipológica
de alta densidad que consideraba Gomes (2018a), en la cita recogida unas páginas
antes. Finalmente, Ballent (2014) se pronuncia en el mismo sentido:
el problema de la alteridad con respecto a la ciudad tradicional puede ser visto
también como una fuerte apuesta a las posibilidades de transformación de la
ciudad y la sociedad existentes, que, aunque desmentidas por la historia
posterior, se consideraba un dato insoslayable en el momento del proyecto de
estas obras. (p. 308)
95
Fragmento de la nota de algunos ministros al Presidente de la Nación, avalando el proyecto que
éste sancionaría como ley 21581/77. Esta idea fue plasmada en el Art. 4° e) de la misma. En la
lectura de Acosta (2020), aparte de fomentar la innovación y modernización de esta rama de la
industria, “se intentaba optimizar la incidencia cada vez mayor del costo de la mano de obra en la
vivienda” (p. 244). Esto remite al comentario del empresario citado en la nota anterior.
96
Este informe registra cuánto y cómo se han extendido las ciudades hasta alcanzar los límites de
los complejos, en donde suele interrumpirse la circulación vial y la visual misma. Además, apunta
las transformaciones que éstas fueron sufriendo hasta consolidar sus tejidos urbanos, mientras que
los barrios carecieron de esa posibilidad y hoy conservan su morfología original, pero degradada
(Bekinschtein et ál., 2013). Empero, estos elementos no están presentes en el trabajo de Baliero
(1983), seguramente por tratarse de fenómenos recientes y difíciles de proyectar entonces.
97
En este listado, se incluyen: Bekinschtein et ál. (2013), Bettanin (2010), Fernández (1996), Gomes
(2018a), Gutiérrez (2014) y Petronio et ál. (1991).
161
Capítulo 3. Un particular orden urbano
98
Prácticamente las mismas palabras se pueden leer en la nota que algunos miembros del gabinete
enviaron al presidente, en mayo de 1977, aunque aquella publicación haya sido mucho más tardía y
no consigne el recurso a esta fuente: “la experiencia ha demostrado que, si bien la concepción de
constitución y fines de la Ley fueron atinados, muchas de sus disposiciones […] resultaron
inoficiosas en absoluto, caso del CONSEJO ASESOR PERMANENTE”. Aquí, además, se justificaba la
eliminación de dicho cuerpo, que se haría efectiva al aprobar la nueva ley y derogar la precedente.
99
Al respecto, se pueden consultar: Ballent (2014), Cuenya (1992), Fernández Wagner (1999 y
2008), Sepúlveda Ocampo y Fernández Wagner (2006), entre otros.
100
Al comienzo de este párrafo, parece negarse el extenso recorrido previo en la construcción de
viviendas sociales, que el mismo texto había recogido unas páginas antes.
162
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Ahora bien, buena parte de lo registrado hasta aquí como premisas generales, se
revela concretamente al examinar la historia, edificación y actualidad de los barrios
erigidos por el sistema FONAVI en Santa Fe y en Rosario 101. De ellos, y en función
del espacio disponible para el tratamiento de una pluralidad de políticas urbanas
autoritarias, sólo se exponen unos pocos casos que se distinguen por sus
particularidades. Quedará pendiente para el futuro el ejercicio de una comparación
exhaustiva y ampliada a otros. Por lo demás, esta tarea fue posible a partir del
acceso a las cuantiosas cajas de legajos que conforman los expedientes de obra
almacenados en el actual archivo de la DPVyU, lo que permitió trazar un panorama
preciso del extenso transcurrir entre la concepción y la habilitación de estos
programas 102.
Por una parte, se hizo evidente que la repartición provincial santafesina aportaba
buena parte del presupuesto, para complementar lo que le correspondía al Banco
Hipotecario Nacional. No obstante, su principal ocupación era la instrumentación,
control y seguimiento de todo el proceso, comenzando por la redacción de los
pliegos para el llamado a licitación pública, la evaluación y selección de una entre
las distintas presentaciones realizadas, con la subsiguiente atención de las
innumerables consultas y/o de los recursos interpuestos por las empresas a las
disposiciones de la dirección. Además, como organismo intermediario, le cabía
tramitar oportunamente las autorizaciones ante la SEDUV y rubricar el contrato con
la adjudicataria.
Así, a mediados de 1978, una vez acordados los términos que le cabían a cada una,
la DPVyU se encontraba preparando la documentación técnica requerida por la
SEDUV para licitar la provisión de terreno, proyecto y ejecución de un agrupamiento
urbano en Santa Fe. Debía estar compuesto por aproximadamente mil unidades,
más su correspondiente equipamiento e infraestructura de servicios públicos, en
hasta tres localizaciones dentro de la ciudad. En la misma partida, estaban incluidas
Rosario y Rafaela, con una asignación de unidades acorde a la población
101
Mientras que en la primera se construyeron tres conjuntos en este período, en la segunda se
contabilizan siete y otros más en los decenios siguientes (Bekinschtein et ál., 2013). Con seguridad,
esta discrepancia se basa en los volúmenes poblacionales totales y en los consiguientes déficits
habitacionales diferenciales entre ambas localidades.
102
Una reflexión acerca de esta experiencia fue comentada en la Jornada “La documentación
producida y conservada por Agencias Públicas Estatales: potencialidades y límites de su utilización
en la investigación social”, organizada por la Universidad Nacional de Entre Ríos y el Archivo
General de la Provincia, en septiembre de 2019.
163
Capítulo 3. Un particular orden urbano
respectiva 103. Entre otras cuestiones, se fijó un precio tope por metro cuadrado
construido y un plazo de obra contado en días calendario que no alcanzaba a dos
años, así como la obligatoriedad de entregas parciales de bloques de viviendas antes
de la finalización total. Todo esto sería considerado al cotejar las opciones.
Dada la magnitud del trabajo y las gestiones anteriores que implicaban, el tiempo
otorgado para este procedimiento demuestra haber sido escaso; de ahí que varias de
las interesadas solicitaran prórrogas ante la DPVyU. Empero, no fue concedido un
período de gracia y, en la apertura de la licitación, sólo constan aquellas sociedades
anónimas cuyos equipos pudieron cumplimentar con todo lo requerido y afrontar
los altos costos que suponía. En efecto, ninguna de ellas era santafesina –a pesar de
que al menos una había adquirido las bases del llamado– y hasta se llegó a rechazar
una de las ofertas por no haber entregado el total de las planillas y datos
completos 104. Aquí podría aventurarse que quizás las más consustanciadas hayan
estado anoticiadas de antemano de esta importante convocatoria, abonando la
hipótesis de Pucciarelli (2004) respecto de la consolidación de la patria contratista,
gracias a sus enlaces con la administración estatal.
En aquel acto, se exhibieron diez firmas y dieciséis alternativas, dentro de unos
pocos amplios dominios urbanos disponibles. Resultó elegido el borde sur, por su
originalidad, condiciones topográficas y urbanas, así como por la dotación de
servicios preexistente: “es sin lugar a dudas la mejor oferta de localización”. Sin
embargo, la resolución se refería a la supuesta conveniencia económica de la
propuesta, lo que dio lugar a un recurso de apelación de otra de las compañías, que
impugnó la decisión. Ante lo cual, la dirección se vio obligada a realizar
aclaraciones y proveer nuevas argumentaciones, en un intenso intercambio de notas
y solicitudes de carácter legal, en las que cada parte pretendió exponer la solidez de
103
Por Res. DPVyU 16399 del 26/7/78, se aprobó un único pliego para las tres licitaciones y se abrió
el llamado a las mismas, para mediados de septiembre. El convenio que se menciona es aquel
referido en la nota 84.
104
La Res. DPVyU 17358 del 7/12/78 aprobó el acto licitatorio numerado 159, relativo a la ciudad
de Santa Fe, efectuado el 19/9/78, así como el dictamen de la comisión interna que analizó las
presentaciones, cerrado el mismo día.
164
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
sus posturas 105. Así, todo lo que había tenido de expeditivo el proceso anterior, se
disipó en un conflicto de intereses que, eventualmente, se destrabaría 106.
El sitio coincide con los antiguos bañados del río Salado, que conforma el margen
oeste de la ciudad y había amenazado severamente la zona con sus frecuentes
desbordes. Atento a ello, en los años cincuenta se habían iniciado las tareas de
defensa, saneamiento y recuperación de esas tierras, llegando a incluir el desalojo
de las viviendas precarias que ocupaban las familias de obreros del lugar 107.
Inversamente a lo que había ocurrido en Villa Yapeyú, aquí se desplazaría a unos –
que tal vez hayan terminado su existencia allí– para construir la morada de otros.
De cualquier modo, la protección completa de esta ribera demostró ser una labor
lenta y ardua; frente a la cual, El Litoral elevó la voz periódica y teóricamente, en
nombre de sus habitantes y las instituciones vecinales. Al mismo tiempo, daba
cuenta de la importancia que se pretendía que el barrio tuviera en la ciudad. Algo
que, de alguna manera, intentó hacer la DPVyU, al priorizarlo sobre los demás.
la falta de defensas contra las inundaciones ha sido factor determinante del atraso
en que se encuentra el barrio […] Es natural que por su proximidad con la zona
céntrica aquel barrio debiera presentar un grado de adelanto apreciable y no
mantenerse estancado en el atraso de sus calles de tierra y su falta de servicios
sanitarios.
El trazado de la avenida [de circunvalación] sellará definitivamente el destino de
uno de los barrios más antiguos de la ciudad, urbanizado con el esfuerzo y el
sacrificio de su densa y laboriosa población y en óptimas condiciones de alcanzar
la jerarquía residencial que bien se merece por su ubicación estratégica, a sólo
unos minutos del centro neurálgico de la urbe. […] Espaciadamente, con alguna
fortuna, participó del impulso que en las últimas décadas transformó la
fisonomía de la planta urbana 108.
105
El entrecomillado proviene de la nota de la comisión de la DPVyU con fecha 24/1/79, en respuesta
a la impugnación recibida el 27/12/78, de parte de Sebastián Maronese e hijos S.A. y FACRO Fábrica
Argentina de Caños Rocla S.A. Esta asociación de empresas había presentado dos emplazamientos,
uno de ellos en El Pozo, coincidiendo allí con la adjudicataria. Sobre esta cuestión, volverán las
páginas siguientes.
106
El contrato de adjudicación fue firmado el 31/8/79, entre la dirección y la firma seleccionada
previamente, por Res. DPVyU 1502 del 24/8/79 y con la debida autorización de financiamiento de la
SEDUV. La obra comenzó el 19/9/79, con una previsión de setecientos días corridos que, desde ya,
no se respetó. La beneficiaria era DYCASA Dragados y Construcciones Argentina S.A.I.C.I., filial local
de un reconocido grupo español, fundada en 1968 y actualmente en plena actividad. El siguiente
video institucional recorre su historia, en obras y números: https://bit.ly/3eALZpI.
107
“El desalojo de viviendas en el barrio Centenario” 12/1/50. “Los desalojos en Barrio Centenario”
14/1/50, El Litoral, p. 3. Una de las opciones que se barajaron para reubicar a estas personas, fue
Monte Chañar, el rancherío de la avenida Costanera que se había pretendido desmantelar un lustro
antes. Ante ello, manifestaron su desacuerdo, puesto que sus fuentes de trabajo se encontraban en
inmediaciones del sector que ocupaban. Desafortunadamente, se desconoce qué sucedió con ellas
finalmente.
108
“Es una exigencia impostergable la construcción de las obras de defensa en el barrio Centenario”
15/9/58, p. 5. “La avenida de Circunvalación y el barrio Centenario” 22/11/67, p. 4 (editorial). Cada
párrafo proviene de una noticia distinta, pero juntos dejan entrever los avances que se introdujeron
165
Capítulo 3. Un particular orden urbano
112
En la antigua página web del último estudio que condujo el Arq., se podían ver fotos de los
primeros bosquejos, con su firma y fecha del 30/8/78. La misma ya no se encuentra activa, pero de
esos materiales se deduce que, al menos él y sus socios, puedan ser eximidos de la suposición del
aviso anticipado de esta licitación.
113
Extracto del segundo informe de la comisión de la DPVyU, fechado el 24/1/79.
114
“1.289 viviendas en Santa Fe, provincia de Santa Fe” 1979, Summa. Revista de arquitectura,
tecnología y diseño, n° 136, mayo, p. 40. La denominación oficial ha de haber sido decidida en el
transcurso de la construcción, al colocar la capilla del lugar bajo dicha advocación.
115
Las citas son de la solicitud de Maronese y FACRO del 3/5/79, y de un sitio de internet local
dedicado a recoger crónicas de los barrios de la ciudad. El mismo se originó en un programa de la
radio universitaria y sostuvo durante años una sección en El Litoral; hoy día, cuenta con el auspicio
de un espacio político “joven” derivado de la UCR: https://bit.ly/3wQWAD9.
167
Capítulo 3. Un particular orden urbano
116
“Cabe preguntarse como [sic] es posible que la Repartición, que por un lado desecha nuestra
oferta mediante los argumentos ya comentados en el trámite licitatorio, por cuerda separada solicite
la financiación para ejecutarla.” Nueva solicitud de Maronese y FACRO, en fecha 3/5/79.
117
Extractos de la nota que la jefa del Departamento de Planeamiento y Desarrollo Urbano de la
DPVyU –miembro de la referida comisión– dirigió al director, con fecha 15/12/78. Forma parte de
un intercambio que argumentó esta postura al interior de la repartición y la elevó enseguida a las
autoridades nacionales. El visto bueno se conseguiría recién con la Res. SEDUV 566 del 19/10/79.
118
Ord. MCSF 7525 del 15/8/78, sancionada una vez que se conoció el llamado a licitación pública.
168
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
119
Luego de haber sido seleccionadas por la Res. DPVyU 1196 del 17/7/79 y habiendo cumplido con
todo lo requerido para ser beneficiarias, el 3/12/79 Maronese y FACRO retiraron el recurso de
apelación que habían sostenido desde el año anterior. La obra empezó el 17/12/79, aunque tiempo
después fue paralizada y DYCASA la retomó. Este episodio merecería un desglose que aquí es
impracticable, pero las fuentes relevadas prometen hacerlo posible.
120
Estos argumentos ya se podían leer en la publicación que hizo El Litoral ante el lanzamiento del
barrio Las Flores: “Obras de construcción de monobloques para viviendas” 29/8/65, p. 4. Éste
alcanzaría a unas seiscientas viviendas y equipamiento, por cuenta de la DPVyU y gestionado con
distintas líneas de financiamiento nacionales, a lo largo de un extenso período (1965–1976). Luego,
por medio del FONAVI se levantó el contiguo Las Flores II, de 1.306 unidades, entre 1978 y 1983.
Aquí se hace evidente que, en relación al tiempo invertido y la cantidad de viviendas construidas, el
nuevo sistema resultaba sumamente beneficioso para las provincias.
121
MCSF 2002, Plan estratégico Santa Fe siglo XXI. Diagnóstico participativo, Santa Fe, edición
propia, p. 104.
122
Baudizzone, M et ál. 1979, “Acerca de los conjuntos de viviendas y otras cuestiones…”, Summa.
Revista de arquitectura, tecnología y diseño, n° 132, enero, p. 69. Todos los autores coinciden en
resaltar la importancia de esta publicación, a la que Silvestri (2000) definió como una “revista
profesional y no de tendencia” que propuso “reflexiones que terminando conformando, por así
decirlo, una narración oficial sobre la condición de la arquitectura argentina” (p. 42). En tanto,
Fernández (1996) aludía a su papel en la difusión de ideas desarrolladas en el país. Finalmente,
Gomes (2018b) agrega que sus hacedores y colaboradores pretendían incidir en el debate político y
169
Capítulo 3. Un particular orden urbano
económico, lo cual podría aventurarse como factible, dada la relevancia de este estudio y la sociedad
anónima con la que construían.
123
Estos principios parecen haber surcado toda la producción de Tony Díaz, según un artículo
reciente acerca de una de sus últimas obras en España. Grossman, LJ “Ordenar la ciudad” 30/1/02,
La Nación, https://bit.ly/3jfkxka. En parte, esta idea tiene sus orígenes en un comentario realizado
por el Dr. Javier Fedele, ante la propuesta de trabajo final para acreditar el seminario aludido en el
capítulo anterior.
170
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
el año siguiente, con fondos del Banco Hipotecario Nacional 124. Asimismo, el
sector en que fue levantado, había sido declarado por la provincia como de utilidad
pública “con afectación para la erradicación de villas de emergencia” 125. Tal vez
así haya apoyado el impulso del sindicato 126.
Poco después, la Unión Obrera Metalúrgica comenzaría a desarrollar su propio
complejo, al noroeste de la ciudad 127. Ambos integraban el Plan Viviendas
Económicas Argentinas (VEA), destinado a “un amplio sector de la población con
limitada capacidad de ahorro, mediante créditos adaptados a las posibilidades de
los destinatarios”. Además, “con el objetivo de dar integralidad orgánica y
funcional a la acción de diversas instituciones, públicas y privadas que operaban en
vivienda”, reunía ánimos dispersos (Baliero, 1983: 68). En su evaluación del
programa, Gomes (2018a) asegura que, de las entidades subsidiadas, las privadas
con fines de lucro fueron las beneficiadas. Sin embargo, estos casos permitirían
completar la conclusión y sostener que, estableciendo distinciones entre los
gremios, los más nutridos y activos en términos de la industria que representaban y
del poder político que detentaban, serían favorecidos.
Prácticamente a diez años de su inicio, la obra del Sindicato de la Carne se
encontraba detenida, habiendo alcanzado poco menos del 20% de ejecución 128.
Respecto de las razones del abandono, no se trató de un inconveniente puntual del
comitente o de la construcción en sí, sino una decisión de los nuevos dirigentes del
organismo financiador a nivel nacional, aplicada en todo el país. Así, los conjuntos
124
Su antecedente, el Barrio Obrero N° 1, está ubicado en la ciudad de Wilde, partido de Avellaneda,
provincia de Buenos Aires. Consta de casi cuatrocientas viviendas individuales y equipamiento y
fue construido con contribuciones iguales del banco y el sindicato, entre 1953 y 1969. El Centro de
Investigaciones de Historia de la Vivienda en América Latina reunió esta información y unas pocas
fotos en: https://bit.ly/3BvVqQT. Ambos fueron encargados por la Federación Gremial del Personal
de la Industria de la Carne y sus derivados, para sus afiliados.
125
Considerandos del Dec. MR 49455 del 28/2/74. Allí se hace alusión al Plan Propietario 71 de la
DPVyU, que habría hecho esta concesión y sobre el cual, lamentablemente, no hay mayores datos.
126
Sobre el mismo, Vogelmann (2013) afirma que “ha mantenido históricamente una destacada
gravitación en el entramado político partidario y gremial local, provincial y hasta nacional” (p. 115).
En el recuerdo de un arquitecto que trabajaba en el SPV, entre 1973 y 1976, éste fue “ocupado por
gente de la juventud sindical peronista, del Sindicato de la Carne, durante la disputa entre la derecha
y la izquierda peronista por controlar espacios que les interesaban políticamente en su relación de
fuerzas”. Esto incluyó reemplazar al director del ente por unos agentes propios, ajenos a la
institución. “El clima era agobiante, dentro y fuera del SPV”, sostiene el entrevistado. Barrale, M
2018, “Entrevista a Hugo Montanaro”, A&P Periódico, n° 8, septiembre, p. 31. Si bien estas
apreciaciones no coincidirían plenamente con el minucioso análisis de la autora, muestran el
particular interés de esta agrupación en la cuestión habitacional.
127
Fue denominado 7 de Septiembre (709 viviendas) y, al igual que al otro, lo concluyeron la DPVyU
y el FONAVI.
128
Más precisamente, el 18,2%. Informe de la delegación sur de la DPVyU al Registro de Licitadores
del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, con fecha 7/6/82.
171
Capítulo 3. Un particular orden urbano
que se estaban erigiendo por iniciativa civil, fueron discontinuados a partir del golpe
de Estado de 1976. Baliero (1983) citaba una resolución fechada en junio de aquel
año, por la cual “se dispon[ía] la suspensión del financiamiento de estos planes […],
quedando paralizados los trámites y la construcción de aproximadamente 190.000
viviendas” (p. 65). Una vez sancionada la nueva ley en 1977, serían reabsorbidos
por la SEDUV 129.
Este proceso se puede enlazar con aquella profusión de ordenanzas aprobadas
durante los primeros años de intendencia municipal de facto, que se dedicaron a
cancelar las numerosas donaciones de tierras públicas efectuadas por la anterior
gestión a sindicatos, asociaciones vecinales y otras entidades sociales, para la
construcción de pequeños grupos habitacionales dirigidos a sus asociados 130. Para
justificar las disposiciones, esgrimían el incumplimiento de los vencimientos
dispuestos originalmente e irregularidades varias de carácter legal, en tanto la
mayoría no había comenzado las tareas previstas. Con estos argumentos, se
pretendía –cuanto menos– ocultar el proceso de centralización de las soluciones
habitacionales que estaba por comenzar, contrastando con el anterior rol asumido
por el Estado, más cercano a uno subsidiario respecto de las acciones de la sociedad
civil (Gomes, 2018a).
Volviendo al caso bajo estudio, en el nuevo esquema, el papel que antes
desempeñaba el sindicato, fue asumido por la repartición provincial, una vez
iniciados los trámites, en 1980 131. En esta oportunidad, ya no lo costearía el Banco
Hipotecario, sino que se emprendería únicamente con aportes del FONAVI. Si bien
129
Sin embargo, ésta no constituía una perspectiva pronta para los agremiados del sindicato de la
carne, quienes se allegaron a un diario local a manifestar su necesidad y su desconcierto. “Obras
paralizadas en un barrio de trabajadores de la carne” 4/7/77, El País desde Rosario, p. 5. Según
informaron, sólo 20 viviendas habían sido entregadas y estaban habitadas, mientras que otro tanto y
32 departamentos estaban concluidos, a la espera de una definición. El total no alcanza al 12% de
las 628 unidades programadas originariamente.
130
Por ejemplo, la mencionada Ord. MCSF 7192/76, que sancionaba el Plan integral de erradicación
de villas de emergencia. El carácter “ordenancista” de este período, como lo denominó Oszlak
(2017), fue trabajado en detalle en la tesina de grado (Citroni, 2013).
131
Fue autorizada por la Res. SEDUV 175 del 28/5/81 y adjudicada por Res. DPVyU 843 del 11/6/81
a Dorset S.A. y Ladjum S.A., constructoras asociadas. Según la dirección, se trataba de “empresas
medianas, en proceso de desarrollo, administradas por sus titulares […] El plantel profesional es
bueno y no integra el Directorio de ninguna de ellas”. Nota generada ante varios requerimientos de
información confidencial acerca de las mismas, fechada el 3/3/83. Formalmente, la obra inició el
20/7/81 con un plazo fijado en novecientos días, luego de rubricado el contrato, el 14/7/81. Estos
materiales se encuentran bajo la égida de la Secretaría de Obras de la Delegación Zona Sur (Rosario)
de la DPVyU. Comparados con aquellos referidos a sus equivalentes en la capital, su volumen es
mucho menor y prácticamente no incluyen legajos relativos al devenir posterior de las obras –en lo
tocante a adjudicaciones, deficiencias en las obras y reclamos de los usuarios–, que pertenecen a la
Subdirección de Servicio Social.
172
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
132
Nota de la Inspección de Obras al jefe de la delegación sur ante el reinicio de la obra, con fecha
4/9/81.
133
La primera cita pertenece a la solicitud de aprobación de la nueva distribución de las viviendas,
elevada por las compañías a la municipalidad el 7/7/81. Esto daría lugar a la Res. MR 191 del 15/9/81,
lo cual no se verifica para el Centenario; quizás porque no se trataba de un dominio municipal, como
parece haber sido éste. La siguiente, es parte del Art. 3º del acta–acuerdo refrendada por la
repartición provincial y las adjudicatarias, el 11/6/81.
134
Extractos de la sugerencia presentada por las contratistas el 21/1/82 y de la nota del Departamento
Jurídico al director en fecha 2/2/82, como parte del estudio iniciado dentro de la entidad. La SEDUV
lo aprobaría por Res. 942 del 24/11/83 y la DPVyU, por la 0027 del 12/1/84.
135
Carta remitida al director el 26/11/82, con la firma de los presidentes de ambas empresas,
solicitando cambios y reajustes presupuestarios para que se restablezca la ecuación económico–
173
Capítulo 3. Un particular orden urbano
notoria y la oferta fue aceptada, dando forma al que hoy se conoce como barrio La
Carne (736 unidades).
Empero, su finalización se produciría recién en 1984, una vez en curso el gobierno
democrático. Éste podría ser considerado uno de los “límites” a los proyectos
dictatoriales que señala Menazzi (2018), en la medida en que la firme intención de
retomar y terminar una obra inconclusa, no se materializó enseguida 136. Antes bien,
hubo de seguir el curso habitual en estos emprendimientos, que involucran a un
sinfín de instituciones y actores con sus propias lógicas de funcionamiento. En este
marco, la provincia debió alterar lo convenido y aceptar que los beneficiarios de las
seiscientas viviendas originales sean aquellos que había anotado el gremio, según
las pautas del plan anterior, que incluían derechos y pagos anticipados. Por su parte,
entre quienes se habían inscripto masivamente ante el organismo –con arreglo a las
normas del FONAVI, sumadas a unas variaciones operativas de último momento–, se
repartirían sólo las cien unidades de la ampliación posterior 137.
Este conjunto, al igual que Las Flores, está emplazado al sur de la ciudad. Como ya
fuera adelantado, es un área con manifiesto perfil de servicios de escala urbana y
regional, así como de alta concentración industrial. En particular, predominan
aquellas actividades productivas relacionadas con el procesamiento de carne
(Vogelmann, 2013). Al mismo tiempo, se trata de la habitual localización de la
vivienda social en Rosario y marca de su “condición de periferia”, por la escasa
accesibilidad urbana (Petronio et ál., 1991: 13). En este sentido, y ratificando lo
examinado hasta aquí, es posible coincidir con Salamanca y Colombo (2019) en
que, con sus políticas, “el gobierno militar agudizó situaciones de desigualdad
social existentes y generó otras nuevas” (p. 288).
Al revisar, a rasgos muy generales, la política habitacional de la dictadura chilena,
son innegables las analogías con la argentina. Por un lado, la práctica de erradicar
poblaciones pobres de ciertas partes de la ciudad para “limpiarla” y modernizarla,
financiera del contrato. Se desconoce si el pedido fue atendido, porque los expedientes, a diferencia
del caso santafesino, no están completos.
136
Con Jessop (2019), se lo podría evaluar como uno de esos momentos en los que los intereses de
“la mayoría” que conduce el Estado, no se alcanzan. Esto se explica en función de los cambios que
se producen en determinadas fuerzas sociales, que indefectiblemente repercuten en las estructuras.
137
Res. DPVyU 734 del 23/5/84. Los cambios mencionados buscaban la agilidad del sistema, y fueron
resumidos por el diario, al reseñar la reunión de prensa ofrecida por la DPVyU. “Para la adjudicación
de 5.367 viviendas reinscriben” 3/7/82, La Capital, s/p. Se refería a la postulación anterior, de abril
de 1980, analizada en DPVyU 1981, óp. cit. La información recabada entonces debía ser actualizada,
ya que la mayoría de los conjuntos ofrecidos no se habían entregado aún; además, se contaba con
los dos gremiales, que antes no formaban parte del sistema.
174
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Recapitulaciones
Una de las características de la última experiencia dictatorial en lo que respecta a
las políticas urbanas, fue su reducida capacidad o disponibilidad para atender a la
consulta, la reformulación y la revisión de los proyectos. La mayor parte de ellos
138
Este resumen fue realizado a partir de una selección de trabajos, dentro de un universo mucho
más profuso que el local, entre los cuales se cuentan: Álvarez Vallejos (2012), Ducci (1997), Gomes
(2018a), Hidalgo Dattwyler et ál. (2016 y 2016), Sabatini y Arenas (2000).
175
Capítulo 3. Un particular orden urbano
176
Capítulo 4
Políticas urbanas diferenciales
Vista del eslogan municipal rosarino, acuñado en ocasión del Mundial ‘78.
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
Cuestiones preliminares
En este capítulo, en parte continuidad del anterior, se examinan comparativamente
una selección de intervenciones realizadas en Santa Fe y en Rosario, por el último
régimen de facto. De esta manera, se dará profundidad al interrogante por el
impacto que produjeron las políticas urbanas autoritarias en la ciudad y en la
sociedad, con proyecciones en la actualidad. Al mismo tiempo, se intentarán
develar los intereses y las motivaciones subyacentes tras estas acciones, los cuales
trascienden la esfera de gobierno e involucran directamente a las élites locales 1. En
particular, debido a que aquellas decisiones priorizaban el bienestar de estas
últimas, al ocuparse privilegiadamente de las zonas que ellas habitaban y por las
cuales circulaban. Por fin, este análisis funcionará como una suerte de confluencia
entre las políticas de alto impacto recién estudiadas, los planes y proyectos
recorridos en el segundo acápite y los discursos que predominarán en el siguiente.
En las incipientes reflexiones de Van Poepelen (2005 y 2006) acerca del panorama
urbano rosarino entre 1976 y 1983, aparece continuamente la referencia a una
“dualidad entre dos ciudades dentro de una misma: la ciudad consolidada y la
periferia”. El autor sostenía que, desde la zonificación impuesta por el poder
municipal en la década precedente para organizar los usos y las funciones de la
trama urbana, éste y los demás niveles estatales la profundizaron con sus gestiones,
“originando una caracterización morfológica de la ciudad” (Van Poepelen, 2006:
220) 2. Como punto de partida de este diagnóstico, se basaba en las conclusiones
pioneras de la arquitecta y docente local, Alicia Mateos, cuyos argumentos se
pueden leer en el extracto que sigue:
Una gran porción de la ciudad puede calificarse como “deficitaria” (plena de
carencias y conflictos), frente a otra que aparece, en términos relativos, como la
“ciudad resuelta” (consolidada desde el punto de vista edilicio, bien servida y
equipada, correctamente articulada). A esta contradicción, a esta dualidad que
presenta la ciudad, se la ha denominado como “ciudad oficial” y “ciudad
subalterna”, en tanto una asume una entidad “reconocida” y “reconocible”,
1
Esto en función de que, como concluyeron Oszlak y O’Donnell (1976), prestar atención al impacto
de las políticas públicas puede “contribuir a entender y ponderar los aspectos que más interesan para
una teorización sobre [el] Estado […] Nos referimos a sus modalidades de intervención, sus alianzas
y conflictos con otros actores, los variables grados de autonomía / subordinación entre esos actores
y el Estado, y las consecuencias generales de esas intervenciones para el rumbo futuro de procesos
vinculados” (p. 42).
2
A su vez, esto se corrobora en el exhaustivo análisis de Martínez de San Vicente sobre el Plan
Regulador Rosario, en el cual detectó la asignación de roles precisos al centro y a la periferia,
asociados a valores contrapuestos: el primero respecto a la oferta de servicios y a la vivienda de alta
densidad, mientras que la segunda, a usos meramente residenciales. Martínez de San Vicente, I 1985,
“La formación de la estructura colectiva de la ciudad de Rosario”, Cuadernos del CURDIUR, nº 7.
178
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
mientras la otra pierde entidad, “se diluye”, siendo, a menudo, “negada”. (Van
Poepelen, 2005: 207, nota 17) 3
En la misma línea, se habían pronunciado Petronio et ál. (1991), al explicar que la
“condición de periferia” se explicaba “en términos de urbanidad”, no sólo
geográficos. Más concretamente, obedecía a la discontinuidad y desconexión con
el centro de la ciudad, a la carencia o disminución de servicios públicos, en fin, se
relacionaba “con el grado de segregación que de esto resulta” (p. 13). Asimismo,
evidenciaba una distribución diferente de la propiedad de la tierra, que no estaba
prefigurada por el damero dominante en el sector consolidado, sino que se trataba
de grandes lotes o superficies indivisas a la espera “de un proyecto de ‘trazado’ que
supere las reglas de ordenamiento meramente funcionales” (p. 14). En gran medida,
éstas son las características físicas de la periferia urbana que Arteaga (2005) reunía
al analizar el enfoque del Urbanismo de mediados del siglo XX; entonces, ésta tendía
a ser calificada “como un problema” (p. 107).
Retomando la comparación con Buenos Aires iniciada en el acápite anterior, se
puede constatar que allí la dictadura apuntó a fortalecer y jerarquizar la urbe
“oficial”, dotándola de un carácter marcadamente residencial, de servicios y de
negocios, dirigido a las clases acomodadas que sustentaban el régimen. Además,
respondiendo a sus demandas, se ocupó preferentemente de limpiarla de aquellos
elementos considerados “degradantes”: las capas más bajas de la población, las
industrias contaminantes, actividades como el comercio de abasto y de carnes, el
tratamiento de los residuos, entre otros. No obstante, por la misma condición
metropolitana de la Capital Federal, el traslado de estas actividades y formas de
vida hacia la periferia, se produjo extramuros; esto es, al territorio provincial
circundante, entendido como su área de expansión natural 4.
Ahora bien, para el caso de Santa Fe, esta caracterización dual no ha sido estudiada
como un producto de la gestión de facto, hipótesis que se intentará demostrar en las
páginas que siguen 5. En consecuencia, y para corroborar lo afirmado por Van
3
Se desconoce si es una cita textual o una paráfrasis del texto. El autor sólo consignó la mención a
la autora, cuyo trabajo se titulaba “Hacia la definición de pautas para la intervención habitacional en
la ciudad de Rosario” y había sido publicado en Cuadernos del CURDIUR, nº 59. Queda pendiente
una búsqueda más exhaustiva, que permita su hallazgo y el acceso al mismo, para así, al menos,
datarlo precisamente.
4
Estas conclusiones se desprenden, principalmente, de la lectura de Fernández (2020), Jajamovich
y Menazzi (2012), Menazzi (2013 y 2018), Oszlak (2017), Salamanca y Colombo (2019), Torres
(2006).
5
En el Plan Director, bajo la conducción del Arq. Nardi, y en la posición antagónica de Carli, se
detecta esta caracterización, que ya se encontraba extendida en la reflexión urbanística (Arteaga,
179
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
Poepelen (2005 y 2006), se delimitarán las áreas que en cada ciudad devinieron
consolidadas y periféricas. Éstas se revelan en función de ciertas marcas históricas
y estructurales propias de ambas localidades, pero tendieron a profundizarse con las
disposiciones del momento. En todo caso, las diferencias y los rasgos previos
fueron acentuados por los poderes exteriores, pero eran sustentadas firmemente por
las élites locales. De allí que, en palabras de Oszlak (2017), “los instrumentos de
política propuestos o ensayados en la coyuntura estudiada adquieren un especial
significado tanto por su proyección y radicalidad como por sus motivaciones menos
explicitas [sic]” (p. 25).
En este sentido, para explicar las políticas urbanas autoritarias, sus discrepancias
locales y las implicancias en el presente, el capítulo pivotará –quizás más
notoriamente que los demás– sobre ambos soportes: estructura y acción. Respecto
de la primera, Giddens (1998) la definió como las “reglas y recursos envueltos
recursivamente en instituciones”, que constituyen las propiedades o aspectos más
duraderos de todo sistema social, por fuera del tiempo y el espacio 6. Mientras que,
a la acción, la concibió como un proceso continuo que “nace de la aptitud del
individuo para ‘producir una diferencia’ en un estado de cosas o curso de sucesos
preexistentes” (pp. 60 y 51). En la conceptualización del autor, los dos fenómenos
representan la dualidad de estructura: “las propiedades estructurales de sistemas
sociales no existen fuera de una acción, sino que están envueltas inveteradamente
en su producción y reproducción” (Giddens, 1998: 395).
Sobre la base de este esquema conceptual, en el análisis empírico a realizar, los
bordes urbanos adquieren un lugar preponderante 7. Se trata de importantes cursos
fluviales que enmarcan, definen y condicionan las vidas y los desarrollos desde el
comienzo mismo de la vida citadina. Por eso, ocupan un lugar destacado en los
distintos planes que pretendieron ordenar el crecimiento urbano. En Santa Fe,
2005). Sin embargo, no ha sido evaluada su profundización a raíz de las decisiones dictatoriales,
adonde apunta esta tesis, y en buena medida resultado de la aplicación de los postulados del
decisorio. Sobre las dos posturas mencionadas, volverá el último capítulo.
6
A partir de lo que podría parecer una concepción simple del espacio como materialidad estática y
del tiempo como inmaterialidad en movimiento (Haesbaert, 2014), no habría congruencia entre los
planteos de Giddens (1998) y de Santos (2000). Sin embargo, los desarrollos de uno coinciden con
la noción de espacio del otro, ya que allí, las estructuras espaciales y las relaciones sociales se
encuentran en constante interacción: las primeras son el medio en el cual las segundas se producen
y reproducen (Santos, 2000).
7
“Concebidos como una línea, un límite o una frontera”, en sentido estricto (Villamizar–Duarte,
2014: 31). Recientemente, se han producido nuevos desarrollos en torno a este concepto, que la
autora repasa en el dossier que compila, pero trascienden los significados que adquieren los bordes
en esta tesis.
180
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Fedele (2011) encuentra un privilegiado tópico río / ciudad durante buena parte del
siglo XX, mientras que, en Rosario, tradicionalmente se miró y se pensó “el río como
argumento” (Rigotti, 2010: 150). Pero también, las redes viales de acceso funcionan
como bordes, como la “cara visible” de la ciudad, adonde se destinan esfuerzos e
inversiones. En todos ellos, se plasma y se hace evidente la dualidad entre urbe
consolidada y periférica, entre estructuras históricas y acciones coyunturales 8. Ahí
también se crea el espacio, según Santos (2000).
una marca propia de la dictadura fue la capacidad de concretar numerosas obras
de carácter faraónico en la ciudad. Esto se vincula con el contexto dictatorial
como facilitador para llevar adelante procesos políticos complejos, de gran
magnitud, en tanto se eludían los consensos imprescindibles en un régimen
democrático, y se anulaban oposiciones que en otras coyunturas políticas habrían
tenido mayor peso, poder y voz. Esto se relaciona a su vez, con una fuerte
voluntad de acción transformadora respecto al espacio urbano, voluntad que
priorizaba las obras concretas por sobre los planes a largo plazo. Además, las
intervenciones buscaban tener impactos drásticos e irreversibles. (Menazzi,
2013: en línea)
En esta cita, se revelan varios elementos comunes a las obras de infraestructura
dictatoriales, algunos de los cuales ya se evidenciaron en el acápite anterior y otros
aparecerán en éste. Pero también, habilita un aspecto no contemplado aún y que se
enlaza, a su vez, con la dimensión discursiva del proceso: el asentimiento silencioso
(o silenciado) de la sociedad. Siguiendo a Oszlak (2017), en tanto ésta se encontraba
desmovilizada, atomizada y replegada, se produjo un abismo profundo con el
Estado represivo, avasallante e impune. Es que, en el marco del régimen
burocrático–autoritario, lo que se considera “participación sólo puede ser la
aprobatoria contemplación de las tareas que emprenden las instituciones estatales”
(O’Donnell, 2008: 78) 9. Como corolario, el consenso se obtendría a partir de la
acción (Menazzi, 2013 citando a Oszlak).
8
Los últimos análisis especializados en la materia, aunque circunscriptos a la capital santafesina
(Rausch et ál., 2019), sostienen que la dicotomía centro / periferia ya no se puede aplicar sin
matizaciones porque, desde mediados de siglo, ha sido atravesada por otros procesos. Sin embargo,
aquí interesa ubicarla en contexto, lo que permitirá subrayar la impronta de expulsión y exclusión
que dejaron las políticas urbanas dictatoriales y que, a la vez, daban continuidad a tendencias previas.
9
Lvovich (2020) se posiciona ante esta afirmación y sostiene que “resulta muy improbable que el
historiador logre diferenciar el consenso tácito que supone aprobación de las prácticas estatales de
la aceptación pasiva de sus políticas debido al terror o la resignación fundada en la falta de
expectativas razonables de cambio”. Lo que define como “la complejidad de las actitudes hacia el
poder”, se inscribe en una gama de grises entre dos opuestos: la aceptación y el distanciamiento.
Más aún, “lo más común y frecuente en la realidad es encontrar en un mismo individuo una mezcla
de varias de estas actitudes” (p. 127). Su conclusión es que existió un apoyo extendido pero difuso,
en especial en los primeros años de dictadura, pero que “no puede ser considerado un consenso
orgánicamente articulado” (p. 141). Por su parte, Vezzetti (2002) agregaba que, si esto es cierto,
también lo es el hecho de que fuera favorecido por “esa larga y pronunciada demolición de las
181
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
12
Extractos de la Ord. MCSF 7226 del 22/9/76. La misma fue prácticamente copiada textual unos
días después: “Intiman a la construcción de tapiales y veredas” 28/9/76, El Litoral, p. 5. A posteriori,
se sancionaría el Dec. MCSF 2254 del 28/12/79, para agilizar y simplificar los mecanismos dirigidos
183
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
a la percepción de las multas. Acciones muy similares se verán en Rosario, en torno a los lugares
donde se desarrollarán los distintos eventos del Mundial ’78.
13
“Arreglo de tapiales y veredas en infracción” 1/8/77, El Litoral, p. 4. Ésta parece haber sido una
actitud compartida por localidades cercanas o del interior provincial (Larker y Monzón, 2017).
14
Ord. MCSF 7262 del 10/11/76. Por extemporánea que parezca, la misma estaba vigente en el último
Digesto Municipal, MCSF, Santa Fe, 2008, p. 771.
15
“En el sector de la Costanera subsisten profundas deficiencias que deben ser resueltas cuanto
antes” 27/7/75, p. 4.
16
Ord. MCSF 7277 del 22/12/76, transcripta por El Litoral en dos entregas tituladas “Ordenanza
sobre el uso del suelo en el sector de la laguna Setúbal” 2 y 5/1/77, p. 4. La cita pertenece a los
considerandos, que pueden leerse en la primera noticia y también en el Plan Director, p. 36.
17
A modo ilustrativo, a partir de las coordenadas que provee el articulado, es posible calcular las
distancias determinadas para cada una de las zonas: la primera y la tercera tendrían una extensión
total de 4 km cada una, mientras que la segunda, sólo 650 m.
18
Considerandos de la Ord. MCSF 7277/76. En el plano director (Anexo VI), se observa el trazado
que adquiriría la vía para promover la urbanización de la zona, proyecto sobre el cual no hay mayores
detalles. Ahí también está caracterizada el área, según los criterios de la Ord. MCSF 7642/79.
184
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
En cambio, las otras zonas ya tenían su perfil previamente delineado, por lo que se
aspiró a ordenarlo, aunque la vaguedad en los enunciados –y la discrecionalidad
depositada en las autoridades– fue la nota dominante. Por ejemplo, en la primera,
destinada al esparcimiento, se prohibieron nuevos emplazamientos, a la vez que “no
se admit[ían] bajo ningún pretexto construcciones precarias y/o provisorias o que
por su tipo signifiquen una desvirtuación de la armonía del lugar” 19. En este marco,
se efectuaron exhaustivos controles sobre lo existente y se revocaron permisos
comerciales otorgados desde 1967, al detectarse deudas, falencias e irregularidades
en situaciones contractuales, edilicias y de saneamiento. La disposición se fundaba
en el sitio “privilegiado donde se encuentran situadas las concesiones referidas,
caracterizadas por ser zona de concurrencia masiva, alto valor económico de la
tierra y de relevantes bellezas paisajísticas” 20.
Para preservar estos valores, a mediados de 1977, se sancionó la ordenanza que
fijaba la zona residencial Costanera. Allí se especificaban los usos permitidos, las
dimensiones mínimas de las parcelas, las superficies y alturas máximas a edificar,
hasta el diseño de los cercos, veredas y la cartelería a colocar. En casi todos los
ítems, se hacía una salvedad para los lotes con frente a la riada ribereña, que se
destacarían por sus peculiaridades 21. En los análisis del Plan Director, el barrio
contaba con una infraestructura de servicios prácticamente completa, pero una
oferta comercial insuficiente, debido a que “las normas iniciales y particularizadas
para esta zona, de fuerte restricción a todo uso que no fuera el residencial, impidió
[sic] el desarrollo normal del equipamiento comunitario”. Al mismo tiempo,
“contribuyeron a consolidar las características de barrio–jardín” 22, que se deseaba
conservar, si bien paliando las deficiencias detectadas (Plan Director, p. 36).
Estas propuestas fueron especialmente consideradas por el decisorio, como parte de
su apuesta por la revalorización de la orilla este de la ciudad. En palabras de
19
Fragmento del Art. 2º e) de la Ord. MCSF 7277/76. Disponible en “Ordenanza sobre el uso del
suelo en el sector de la laguna Setúbal” 2/1/77, El Litoral, p. 4. Al menos durante los primeros años
de la administración de facto, fue habitual la cotidiana reproducción de la normativa urbana recién
sancionada por parte del diario (Citroni, 2013). Asimismo, se explica en función de su especial
interés en los temas urbanísticos y arquitectónicos de la localidad, verificado por Parera (2008) ya
desde la década de 1930.
20
Considerandos de la Ord. MCSF 7869 del 13/8/80.
21
Ord. MCSF 7351 del 30/6/77. En concreto, en esos terrenos se encontraba prohibida la instalación
de comercios de “uso diario” (Art. 2º b). Más adelante, por Ord. MCSF 7855 del 11/7/80, se impondría
un plazo para el cese de los usos no conformes y la consolidación de aquellas actividades
compatibles.
22
Fedele (2009) sostuvo que esta impronta fue implantada desde su conformación, a principios de
siglo, y pervivió a lo largo del tiempo.
185
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
Mantovani (2011), se trataba de una de las premisas constitutivas del Plan Director,
la expansión litoral, cuyo legado sería la “incorporación del paisaje fluvial […] a la
escena urbana” (p. 133). En tanto, Rausch (2010) se refiere a la firme “voluntad de
darle al río sobre la margen Este –la laguna Setúbal principalmente– un rol
primordial en la configuración de la ciudad, pero también en la vida de los
habitantes”, incluso llevándolo “al mismo interior de la vida urbana” (pp. 117 y
118). Luego agregará que la laguna era concebida “como elemento central e
integrador del territorio” (Rausch, 2019: 33). En este sentido, acorde a la relevancia
otorgada en la normativa, el Estado se ocuparía de proveer la infraestructura pública
del sector.
Primeramente, se decidió repavimentar, parquizar, iluminar y señalizar el tramo
final de la pintoresca avenida costera 23. Esta tarea se reveló muy costosa, tanto por
la extensión y ancho de la misma, como por el hecho de que sobre una de sus
calzadas no habitaban vecinos frentistas que se hicieran cargo de los gastos, como
era habitual en las obras públicas municipales. No obstante, fue acometida con
inusitada celeridad, con fondos aportados en partes iguales por las agencias local y
provincial. A la postre, la mitad correspondiente a la comuna, fue gravada a los
dueños de los inmuebles con ingreso o salida a la vía remodelada 24. Además, se
erigió un amplio espacio acondicionado para la práctica de distintos deportes y otras
necesidades escolares, que pasaría a órbita provincial 25. Esto gracias a la simultánea
23
Objeto de ideas, proyectos y expropiaciones desde los años cuarenta, el trazado y las obras
complementarias se realizaron en la década siguiente, al ser formalmente retomada, inaugurada y
rebautizada por el régimen militar de 1955. No obstante, el solado seguiría un curso aún más errático
y estaría finalizado recién un lustro después. “La pavimentación de la Costanera” 9/9/56, p. 4
(editorial). “Se cumplieron esta mañana actos de homenaje al almirante Guillermo Brown y
celebratorios de la ‘Semana del Mar’” 15/3/57, p. 3. “Debe dotarse a la avenida Almirante Brown
de un moderno y adecuado sistema de iluminación” 3/11/60, p. 5. Esta breve reconstrucción –que
debería completarse– fue posible gracias al preciso seguimiento que hizo El Litoral de todo el
proceso.
24
“La repavimentación total de la Costanera estudian” 8/5/78. “Recorrió las defensas de la ciudad
el gobernador Desimoni” 15/7/78. “Una amplia recorrida por la ciudad hizo el intendente con el
periodismo” 23/1/79, El Litoral, p. 4. La disposición municipal no consta entre la información
vertida a los medios, sino que es parte del Dec. MCSF 7693 del 4/9/79.
25
“Ha quedado inaugurado el complejo polideportivo de la Avda. Costanera” 5/1/79, El Litoral, p.
4. El gobernador ya había dispuesto (Dec. 4422 del 24/11/78) que esta construcción, financiada por
su gestión, quedaría bajo dependencia de la Dirección de Deportes. En esta ocasión, se hizo un
traspaso formal. De todos modos, era parte de un convenio firmado tiempo atrás, con un plazo de
noventa días de ejecución: “Playones polideportivos construirán en Santa Fe” 16/8/77, El País desde
Rosario, p. 20.
186
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
erradicación de la villa miseria existente allí, que había ido liberando dominios
públicos 26.
Tan sólo unos días después de los actos oficiales y unos metros más adelante, se
produjo un altercado entre un grupo de acampantes en la zona y un agente del orden,
quien los intimó al desalojo, “bajo amenazas de usar la fuerza pública” 27. Esto
redundó en la interesada intervención del diario –adonde se allegaron los afectados
para aclarar los hechos– y en una inmediata toma de posición de la comuna: a partir
de aquel momento, se resolvió modificar los usos y las funciones autorizados para
los espacios verdes de la Costanera. En tanto estas cuestiones no habían sido
contempladas por las anteriores ordenanzas, los funcionarios de turno harían gala
de su poder 28. A la sazón, eran los mismos que las habían aprobado, pero su
elaboración había corrido por cuenta de un equipo técnico, que dispuso de su tiempo
y sus saberes para producir un texto coherente. Para cerrar el asunto, se expresaron
públicamente en estos términos:
se ha previsto convertir ese hermoso sector de la ciudad en un auténtico paseo
público, que pueda ser aprovechado al máximo por los santafesinos y quienes
nos visiten.
En consecuencia se ha previsto anular las zonas que en un principio se
programaron como aptas para la vida de “camping”, en razón de que la
permanencia prolongada de acampantes implica toda una serie de circunstancias
que no son las propicias para ese destino. 29
Como parte de la especial atención que se dirigía a uno de los accesos a la ciudad
–si no el más distinguido–, también se procedió a su ornamentación y a la creación
de un símbolo distintivo. A la vez, se hacía el ejercicio de traer a la memoria el
recuerdo de una Santa Fe gloriosa, al gusto de la gestión autoritaria (Citroni, 2013).
Esto gracias a la restitución de un elemento característico del célebre parque Oroño,
que había sido creado a la vera de la laguna Setúbal, en el primer lustro del siglo
XX. Ampliado y embellecido, acompañando otras transformaciones de la ciudad
–como la finalización del puente Colgante, en 1928– su carácter fue mutando y
26
“Una amplia recorrida por la ciudad hizo el intendente con el periodismo” 23/1/79. “El gobernador
y el intendente recorrieron obras de la ciudad” 24/1/79, El Litoral, p. 4. De este episodio en
particular, se ocupó el acápite anterior.
27
“Será reservada para paseo público la zona verde de la Avda. Costanera” 11/2/79, El Litoral, p. 4.
28
Dos años después, las Ords. MCSF 7277/76 y 7351/77 serán derogadas por el Reglamento de
Zonificación (Ord. MCSF 7987/81). Esto a pesar de que su antecesora, la ordenanza de subdivisión
urbana, las había contemplado como una de las “áreas y zonas sometidas a regímenes especiales”
(Art. 6° de la Ord. MCSF 7642/79). Sobre los pormenores de estas medidas, se remite al capítulo
segundo.
29
Parte de los dichos del secretario de Gobierno, al ser consultado por el periódico. “Será reservada
para paseo público la zona verde de la Avda. Costanera” 11/2/79, El Litoral, p. 4.
187
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
30
“Un nuevo puente sobre la Setúbal proyecta Vialidad Nacional” 25/5/60, p. 5. “Se trabaja ya para
la futura avenida de circunvalación de Santa Fe” 27/12/62, p. 5. “El hundimiento producido en la
Avda. Costanera trae peligro a la estabilidad del puente Colgante” 22/3/66, p. 5. “La reparación,
aunque más no sea provisional del muro del parque Oroño, debe de ser urgente” 3/8/66, p. 3. “Con
la demolición de estructuras del parque Oroño se inició la etapa visible de una obra” 15/1/68, p. 4.
Nuevamente, esta historia –sin dudas, incompleta– es deudora de la atención privilegiada que El
Litoral siempre le proporcionó a la zona.
31
“Con la demolición de estructuras del parque Oroño se inició la etapa visible de una obra” 15/1/68,
p. 4. “Con la desaparición del parque Nicasio Oroño ciérrase un ayer cargado de gratos recuerdos”
188
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
16/9/68, p. 5. “Aquel parque que se fue con el río” 6/8/78, El Litoral, p. 3, 4ª sección. Cada extracto,
corresponde a una noticia distinta.
32
“Una fuente cuyo traslado marca un hito histórico: la del parque Oroño” 23/9/68, p. 5. “La
Municipalidad concluirá los trabajos de traslado de la fuente del ex parque Oroño” 9/12/68, p. 4.
“Traslado de la fuente del ex parque Oroño” 5/9/72. “Una amplia recorrida por la ciudad hizo el
intendente con el periodismo” 23/1/79. “Aporte de una empresa santafesina a la ciudad: la fuente
del parque Oroño” 5/2/79. “Toques finales.-” 13/3/79, El Litoral, p. 4. Las citas provienen de la
cuarta nota.
33
“Reunión del intendente y fuerzas vivas” 19/11/78, El Litoral, p. 4. Aunque es difícil probar que
las directrices hayan procedido de aquella área, es comprensible que a través suyo llegaran al nivel
municipal. Por lo demás, el momento coincide con los cambios más generales en las fuerzas
político–militares analizados por Canelo (2008) y Quiroga (2004).
34
Dichos del lord municipal en una entrevista radial, reproducida en la página central del vespertino.
“Santa Fe: las realidades de hoy y los anhelos futuros en un diálogo con el intendente Coquet”
4/5/79, p. 4. Al mismo tiempo, la provincia estaba haciendo lo propio: “Formará el gobernador un
equipo asesor” 1/4/79, El Litoral, p. 6.
189
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
35
“Nueva reunión del intendente con fuerzas vivas y entidades locales” 20/10/78, El Litoral, p. 4.
Luego de una primera experiencia que no obtuvo la asistencia esperada por sus organizadores, en
esta oportunidad se evaluó positivamente la respuesta brindada. Como resultado, se eligió una serie
de representantes que debían exhibir, en sólo cuatro días, la nómina de nombres definitivos. Cabe
destacar que ninguno de ellos tenía rango militar, el que quedó circunscripto a sus interlocutores,
del elenco de gobierno comunal.
36
“Se cumplió la reunión del intendente con representantes de las fuerzas vivas” 30/9/78, El Litoral,
p. 4. Como antecedente, la intervención en la Legislatura provincial, junto a la Junta de Estudios
Históricos, había remitido una invitación similar para aunar voluntades en torno a la “devolución”
de la obra pictórica sobre la jura de la Constitución de 1853. “Apoyo de las fuerzas vivas para el
retorno del cuadro de A. Alice” 29/4/78, El Litoral, p. 5. Este histórico reclamo de la capital
santafesina al gobierno nacional tuvo gran repercusión local, pero no dio resultados.
37
“Un nuevo modo de relación comunitaria reclamó Desimoni a los intendentes” 30/12/78, El
Litoral, p. 4. Desde la perspectiva de O’Donnell (1975) y en el marco de Estado burocrático–
autoritario, esto representa un avance de la sociedad civil hacia el Estado. “Pero, por otra parte, esta
apertura de áreas institucionales del Estado es un intento más o menos exitoso (variante de un caso
y de un período a otro) de control estatal sobre los principales aliados de la coalición dominante.
Este componente de la corporativización es parte del intento de ‘reorganizar’ y estabilizar la
sociedad” (p. 61).
190
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
las rosas que otrora poblaran el parque Oroño?” 38. En este sentido, la reinstalación
de la antigua fontana derivó en muestras de “satisfacción por la feliz iniciativa del
señor intendente”, a la vez que implicó el reconocimiento oficial “a la generosidad
de un empresario” 39. Por otra parte, daba respuesta a un reclamo reiterado por el
vespertino, que supo estar acompañado de distintas sugerencias para reubicarla: “la
fuente pertenece al patrimonio santafesino. Su reconstitución no puede ser
demorada más” 40. De ahí el ímpetu de la crónica periodística que sigue, ante el
anhelo convertido en realidad:
Ha vuelto así a la zona de su primitiva ubicación, cerca del puente Colgante,
sumándose a algo que es distintivo de la ciudad. Porque Santa Fe sin ese puente
no sería Santa Fe, y el puente sin la fuente, daba la impresión de estar incompleto.
Ambos son parte del paisaje ribereño 41.
En el nuevo contexto, se decidió denominarla Fuente de la Cordialidad, quizás,
para distinguirla del anterior paseo. Entre las razones esgrimidas, constaba que “la
ciudadanía santafesina desde hace varios años, ha impulsado y sustentado con
particular énfasis un calificativo para la ciudad que expresa el sentir de sus
habitantes: ‘Santa Fe; Ciudad Cordial’”. Asimismo, en tanto “no se cuenta con
ningún monumento, construcción, etc. que aluda o simbolice aquel sentir”, se
procedió a erigir la fuente “en un símbolo de la aspiración santafesina de lograr que
su Ciudad haga realidad el calificativo aludido”. Días después de aprobada la
norma, se realizó el acto oficial, en el que se reconoció a todos los artífices de la
obra. Así como en 1936 había sido inaugurada por un intendente delegado por el
38
Martín, FA 1979, “Las cosas que se olvidan, mueren”, Revista de Santa Fe, año 1, n° 1, noviembre,
p. 12. Quien escribe, revestía como director y editor responsable. En éste, el número inicial de la
publicación, aparecido en el mes aniversario de la fundación de la ciudad y profuso en fotografías a
color, se pueden leer las salutaciones del intendente y el gobernador. No casualmente, en la primera
aparece una mención al necesario apoyo de las fuerzas vivas.
39
“La ‘Fuente de la cordialidad’” 21/4/79. “Santa Fe, nuestro país” 16/4/79, El Litoral, p. 4. Los
primeros son conceptos del Club de Leones, en la felicitación enviada al mandatario municipal, y
copiada parcialmente por el diario. Se desconoce quién era su responsable, pero la compañía se
denominaba TECSA S.A. y hoy día continúa en plena actividad, con amplia presencia en toda la
región. En sus inicios, en los años sesenta, se dedicó mayormente a obras de electrificación, lo que
podría explicar el “guiño” en la inauguración de la fuente. Rápidamente fue ampliando los rubros
de actuación, hasta participar en obras del Estado y resultó la elegida para realizar la ampliación del
estadio mundialista en Rosario. Buena parte de estos detalles se encuentran en la página web oficial:
https://bit.ly/3NFfHsI.
40
“La fuente del ex parque Oroño y un destino con perspectiva” 3/11/68, p. 4. “La fuente del parque
Oroño continúa arrumbada y sin un destino definido” 1/8/76, El Litoral, p. 6. El entrecomillado es
de la última noticia.
41
“Por fin le han dado un emplazamiento a la hermosa fuente del parque Oroño” 27/12/78, El
Litoral, p. 4. No obstante, como comentará el último acápite, la deseada imagen será una realidad
por poco tiempo.
191
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
42
“La ‘Fuente de la Cordialidad’ será inaugurada el 10” 7/4/79, p. 4. “La inauguración de la fuente
artística de la plaza Oroño” 13/11/36, El Litoral, p. 3. Todas las citas son extractos de la Ord. MCSF
7621 del 30/3/79.
43
“Fogones que necesitan arreglo” 1/8/75, p. 3. “Han quedado habilitados ayer dos monobloques en
barrio Las Flores” 22/9/76, p. 4.
44
Esto es así en la medida en que Fedele (2009), quien realizó un trabajo por demás documentado,
se refirió a la Fuente de la Cordialidad como aquella instalada en el paseo Oroño luego de las
reformas introducidas en 1928, nombre que, en verdad, le fuera impuesto en 1979.
45
El autor también sostiene que, diseñada originalmente para un entorno soterrado como el del
parque, al instalarla al ras del piso, en la nueva locación, perdió lucimiento.
46
Palabras de Malcon D’Stefano, junto a la ficha técnica y fotos de su obra “Fuente de la
cordialidad” (2018), disponibles en su sitio web: https://bit.ly/2VY3Gth. El siniestro al que se
refiere, ocurrió en la rotonda que la circunda, e involucró a estudiantes de la FADU–UNL que se
192
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
la ciudad vista desde el río, desde la cual se puede conservar la frescura de una
Santa Fe eterna, tal como la concibieron idealmente sus poetas más ilustres. Y
desde donde también, paradójicamente, se advierte con impactante realismo la
fresca huella del progreso. 49
Sin proponérselo, esta semblanza resume las características del paseo: si bien
pretendía resaltar el aspecto natural que ofrece el curso fluvial y su playa de arena,
sobre los que se recostaba, estaba mediado por múltiples elementos “artificiales”.
Había una llamativa profusión de publicidad de bebidas, algunos edificios
comerciales erigidos en un estilo típicamente alpino –con escasa representatividad
en Santa Fe–, un lago con patos, puentes, esculturas y bancos, varios de espaldas a
la laguna. Además, se transportó un novedoso cohete especialmente preparado para
simular un viaje en el espacio, que despertaba gran interés en los niños 50.
Finalmente, el complejo se encontraba completamente cercado, siendo las únicas
vías de acceso, la aerosilla desde la Costanera o el coche particular desde el puente
Colgante, para cubrir el kilómetro de ruta de playa. De una u otra forma, esta opción
resultaba limitante para una porción importante de la sociedad.
A pesar de lo cual, los relatos actuales coinciden en señalar la grata impresión que
causó esta iniciativa en el público santafesino, deslumbrado con semejante
despliegue de atracciones. A tono con ello, a inicios de 1982, el recién designado
mandatario de facto Dr. González Bertero, anunció que se encontraba analizando la
propuesta de un grupo financiero –seguramente, el mismo que explotaba Piedras
Blancas– para construir un hotel anexo. De esta forma, pretendía concretar una de
las “imágenes del futuro” que había surgido tiempo atrás, aún antes de que se
materializara el proyecto turístico, en entrevista con el Cnel. Coquet, uno de sus
antecesores 51. En la misma línea, en octubre de aquel año, comenzó el loteo y la
subasta pública de lo que parecen haber sido los terrenos del ex carril ferroviario
49
Martín, FA 1979, óp. cit., p. 11.
50
Neffen, G “Nostalgia ochentosa: qué pasó con la aerosilla y el cohete astro–liner” 12/8/18, El
Litoral, https://bit.ly/3Far9sN. Al margen de algunos detalles que provee la nota periodística, esta
descripción se realizó a partir de la observación del álbum de fotografías particular, fechado en 1980
y conservado en el Banco de Imágenes “Florián Paucke” (véase, Anexo I).
51
“Visitas protocolares realizó el intendente” 7/2/82. “Santa Fe: las realidades de hoy y los anhelos
futuros en un diálogo con el intendente Coquet” 4/5/79, p. 4. Por cierto, la obra nunca se realizó y
uno de los integrantes de la sociedad original, continuaría usufructuando la concesión de forma
totalmente irregular y en connivencia con los distintos gobiernos de turno, al menos hasta los
primeros 2000. “Piedras Blancas funcionaría sobre la base de una concesión caída” 5/2/04, El
Litoral, s/p. Respecto de los intendentes del período, se remite al Anexo II.
194
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
que cortaba la laguna, la avenida y el barrio. Acción que alcanzó a ser detenida por
las presiones de la sociedad civil, a instancias del Centro de Arquitectos 52.
Finalmente, otra fenomenal crecida del Paraná, que se prolongó durante buena parte
de 1983, daría por terminado el emprendimiento. Al haber sido cubierto por
completo el complejo de playa, se decidió desmantelar la aerosilla puesto que,
rememora uno de los inversores, “Santa Fe, en ese momento, no era tan turístico y
no daba para sostener económicamente el funcionamiento”. Poco después, la
trasladaría a las sierras cordobesas, donde hoy todavía presta servicios 53. Tal vez,
el anegamiento de aquella franja haya sido consecuencia de no haber procedido a
su relleno, como había previsto la Dirección de Planeamiento municipal y plasmado
en el Plan Director, dentro del programa de saneamiento y recuperación de áreas
inundables. Nuevamente, se sumaba la acción de la naturaleza a la falta de inversión
en infraestructura, lo cual se puede explicar con el fragmento que sigue, en la
medida en que no acababa de asumirse que la laguna era parte del río.
Si debiéramos definir en un único concepto a la laguna Setúbal, sin duda
recurriríamos a uno de sus aspectos más sobresalientes: la quietud de sus aguas.
Pero si ahondamos en la fantasía de nuestra imaginación, podríamos señalar un
contraste notable. Allí, en Guadalupe, hija del Paraná –ese viejo león indomable,
fastuoso y temido en su curso–, parece haber hallado algo más fuerte que su
impetuoso andar. Un accidente geográfico que lo transforma en un manso lago.
Un lugar de paz 54.
De esta iniciativa, se pueden extraer algunas conclusiones que son iluminadoras
respecto de varios procesos de cambio que confluyeron en ella. Inicialmente, con
Mantovani (2011) ha de reconocerse que ésta “fue la primer [sic] intervención que
‘saltó’ la Laguna, que se posicionó para descubrir el territorio de su costa este a
través del aire” (p. 45). Era parte del proceso de artificialización de esta orilla, que
incluía además la contemporánea construcción del campus universitario y el barrio
El Pozo (Bertuzzi y Calvo, 2009). Por otro lado, gracias a esta obra, “el propio
52
Boletín del Centro de Arquitectos de Santa Fe 1982, año V, n° 28, octubre–noviembre. Sobre esta
movida, volverá el próximo capítulo.
53
Palabras de Herbert Norman, ilustre empresario santafesino, al ser consultado por Neffen, G
“Nostalgia ochentosa: qué pasó con la aerosilla y el cohete astro–liner” 12/8/18, óp. cit. Otra de las
fuentes señala que, en el mes de julio, Ferrocarriles Argentinos retiró el permiso de uso de los pilotes,
lo que habría dado una razón más para desmontarla. “Piedras Blancas funcionaría sobre la base de
una concesión caída” 5/2/04, El Litoral, s/p.
54
“A los pies de la Virgen, todo es paz…” 1979, Revista de Santa Fe, año 1, n° 1, noviembre, p. 20.
Desde fines de 2019, la Setúbal se encuentra atravesando un importantísimo descenso en el nivel
del agua, en el marco de un proceso de transformación mayor –que tiene múltiples causas y
explicaciones–, sobre el cual aún no se ha podido visualizar su desenlace. Romanatti, M 2021,
“Bajante del río Paraná: causas e impactos de un evento extraordinario”, El Paraninfo, nº 166,
agosto, pp. 8–9.
195
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
santafesino comenzó a descubrir que la ciudad podía tener otro borde y un nuevo
paisaje” (Mantovani, 2011: 46). Así lo advirtieron tempranamente las clases
dominantes y las autoridades, y luego haría lo propio un sector de la comunidad, al
revelársele los corolarios de ciertas decisiones no consensuadas 55.
En el mismo proceso, con Saus (2014) se reconoce que, lo que era antigua
infraestructura ferroviaria, fue absorbida por la trama urbana y desplazada por otros
destinos, completamente ajenos a los originarios, y de carácter privado. Es el caso
de los pilares 56, así como del terraplén y las vías que habían quedado en pie,
limitando seriamente la circulación vehicular al interior del barrio. En tanto, El
Litoral se había hecho eco de la agenda que demandaba la limpieza del predio de
insectos, roedores, malezas, aguas servidas, pero también, viviendas precarias y sus
humildes moradores 57. En este sentido, la erradicación de la villa miseria, liberó
espacios que serían ocupados con nuevos usos; al menos uno de ellos será reservado
a las élites, quienes habían acompañado firme y continuamente la “renovación
estética” de la ciudad, en términos de Tavella (2018).
Análogamente, se impusieron restricciones –físicas y económicas– a los asistentes
y se apostó por la norteamericanización de la diversión, en clara analogía con el
parque Interama que analiza Tavella (2018). Allí, la autora apunta al carácter
excluyente del proyecto, al tiempo que encuentra al poder municipal “como
facilitador de los negocios del sector privado”, en concesiones y manejos
irregulares (p. 48). En todo caso, la diferencia con el atractivo santafesino, radica
en que no alcanzó a “dejar una huella persistente del paso de la última dictadura por
la ciudad”, como también pretendía (p. 47). La fuerza de las aguas hará que no
queden rastros materiales de la aerosilla y el complejo turístico, que sólo perduren
en la memoria de unos pocos; cada vez más difusa, sin alusiones a los nombres y al
momento que les dieron comienzo.
Así como al presente, a nadie le interesan esos terrenos es seguro que al
extenderse la avenida, surgirán como por arte de encantamiento los interesados
55
En este punto, sorprende la lectura del Arq. Carli, al caracterizar a este emprendimiento como una
“meritoria operación privada que de haber sido dirigida por una [sic] urbanista hubiera podido tener
un destino y una operatoria aún mejores”. Carli, CL “Santafesinos, ¿qué nos pasa? (Parte 1)” 3/84,
El Litoral, p. 4. De su trayectoria y algunos de sus posicionamientos, se ocupará el próximo acápite.
56
Después de esta única función en 1980, desde distintos ámbitos surgieron innumerables proyectos
para reconvertirlos. La última de las iniciativas tuvo lugar en 2018, ante una convocatoria municipal
que quedó sólo en la recepción de ideas, intercambios entre especialistas, un informe y el debate
público. Zentner, G “Poca agua en la Setúbal, un puente que ya no está y los pilotes eternos” 20/4/20,
El Litoral, https://bit.ly/3FuhOMP.
57
“Debe procederse a la apertura de calles en el barrio Siete Jefes” 20/12/78. “Refugio de alimañas.-
” 4/1/79, p. 4. El capítulo anterior abordó estas cuestiones, desde otra óptica.
196
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
58
“Están contados los días del barrio Monte Chañar” 5/9/45, El Orden, p. 3.
59
Waisman, M 1974, “Estudio Ferradás–Nardi, Santa Fe”, Summa. Revista de arquitectura,
tecnología y diseño, n° 84, diciembre, p. 34. Ante este comentario, ha de tenerse en cuenta que la
revista era consumida mayormente en el medio bonaerense.
60
Algunas de estas cuestiones ya aparecieron en el acápite segundo, y serán ampliadas en el último.
197
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
61
Waisman, M 1974, óp. cit., p. 35. En la exhaustiva recopilación que realizó Biagioni (2014),
constan casi todas las residencias construidas y/o proyectadas por el estudio entre 1969 y 1981. Así,
se pueden asociar los apellidos de sus comitentes a médicos, contadores, abogados y empresarios,
muchos de ellos de origen judío.
62
Estos números han de ponerse en perspectiva con la cantidad total de profesionales en la materia
que ejercían en Santa Fe: según el Arq. Jorge Citroni, no alcanzaban a cien (véase, Anexo I). A su
vez, al comparar la cifra con los datos del censo para la década de 1970, se calcula que,
aproximadamente, había un arquitecto cada 2.500 personas.
63
Notas personales en la conferencia que brindó el Arq. en FADU–UNL, Santa Fe, 23/9/19.
198
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
iniciativa, unidad y equilibrio arquitectónico” 64. El jurado estuvo presidido por los
directores de Edificaciones Privadas y Planeamiento Urbano, e integrado por
delegados de Arquitectura de la UCSF, de la UTN y de los centros de ingenieros,
arquitectos y técnicos. El reconocimiento incluyó una placa conmemorativa y una
medalla de oro, que la familia Artoni atesora con afecto 65. Sobre la casa, quizás esta
temprana oda de autor anónimo, haya sido un presagio del galardón por venir:
Ladrillo, hormigón y madera, son las letras de este vocabulario formal; con sus
colores auténticos y sin otra adición que su propia expresión. Pero la naturaleza
y el tiempo colaboran para acentuar los valores plásticos mediante el cromatismo
de su luz, que incide, se refleja crea intensas zonas de sombra, se tamiza, se
transforma a lo largo del día para otorgar una vida propia a esas inertes masas
arquitectónicas. 66
De todas formas y a pesar de los esfuerzos públicos y privados, la Costanera ya no
era el típico recorrido dominguero a pie de las élites en los decenios de 1930 y 1940.
En aquel tiempo, para preservar ese carácter, y atendiendo a las quejas de vecinos
y visitantes, se prohibieron las carreras de autos 67. Para mediados de 1960, se había
convertido en la vía de vehículos de todo porte, conducidos a altas velocidades, con
imprudencia, riesgo de peligro y sin respeto por las normas y el orden esperados.
Según la denuncia cotidiana recogida por los medios, “en días feriados asume
proporciones tan grandes que prácticamente, el tránsito se realiza ‘paragolpe a
paragolpe’, […] matizado por la alocada circulación de motos, motonetas y
bicicletas”. Inclusive, se creó una “zona de picadas”, reducida luego gracias al
control municipal 68. No obstante, durante la última gestión de facto, parece haber
resurgido esa suerte de “degradación”, a los ojos de ciertos sectores.
Se ha caído en la tergiversación clara de lo que constituye un lugar de paseo,
para convertírselo en una competencia mecánica despiadada. El
64
Extractos del Dec. MCSF 2350 del 24/3/80. El mismo especificaba que las construcciones debían
haber sido erigidas entre 1970 y 1979, sin embargo, ésta parece haber estado finalizada en 1969.
65
Si bien no ha podido conservar los planos u otro material original de la obra, su autor armó
recientemente un pequeño “homenaje a la casa”: una selección de fotos enmarcada y colocada en un
lugar destacado de su actual residencia. Entrevista personal al Arq. José Artoni, docente en los
comienzos de la carrera de Arquitectura, junto a su esposa y el socio, llegando a ser decano y rector
de la universidad. Luego, continuó ejerciendo en la Universidad Tecnológica, tuvo a su cargo
importantes puestos relacionados a la arquitectura escolar dentro del ministerio provincial en la
década de 1960–1970 y fue presidente del Consejo de Ingenieros en los ochenta; siempre a la par de
un dilatado desarrollo profesional en la construcción privada (véase, Anexo I).
66
“Proyecto de arquitectos para arquitectos” 1969, El Litoral, p. 7. La nota integra la colección
personal del Arq. y constituye un perfecto “reportaje” con fotografías, donde pudo saberse, entre
otros detalles, que recibió un crédito bancario para la edificación.
67
“No debe repetirse lo de ayer en Avenida Siete Jefes” 18/10/37, p. 3. “La prohibición de organizar
carreras de autos en la Avenida 7 Jefes” 4/6/38, El Orden, p. 4.
68
“Urge un ordenamiento de la circulación por la avenida costanera” 3/1/65, p. 5. “Debe dotarse a
avenida Almirante Brown de dos únicas manos para la circulación de vehículos” 7/4/68, El Litoral,
p. 4.
199
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
69
“La velocidad irresponsable en las avenidas Siete Jefes y Almte. Brown” 21/12/77, El Litoral, p.
4. Más aún, por Ord. MCSF 7191 del 5/8/76, se rehabilitaron las carreras –tanto de vehículos
automotores, como de tracción a sangre– en toda la ciudad, por la vía de excepción. Asumiendo la
discrecionalidad que instauraba la medida al autorizar las competiciones “en casos en que las
características del evento lo hagan aconsejable”, se desconoce el impacto real que tuvo.
70
Considerandos de la Ord. MCSF 7277/76.
71
En líneas generales, éste daba continuidad y profundidad a planteos esbozados en los anteriores
planes urbanos, aportando nuevos emplazamientos para ciertas actividades, dentro de la misma faja
oriental. Esta conclusión se obtiene a partir los trabajos de Fedele (2009), Mantovani (2011), Rausch
(2010), Saus (2014), Szupiany (2018) y Viand (2014), entre otros.
200
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
72
Esto se puede observar en los diferentes estudios, comisiones y convenios realizados a lo largo
del tiempo, y cubiertos por la prensa: “La rectificación del Salado y la ubicación de la estación única
cambiarán la fisonomía de S. Fe” 2/2/53, p. 3. “Se evaluaron cuestiones relativas a la rectificación
del Río Salado” 13/10/76, El Litoral, p. 4. Aun así, esto no garantizaría la factibilidad o efectividad
de los proyectos, como se verá en las próximas páginas.
73
Algunos de estos cursos de acción se pueden “ver” en el plano final (véase, Anexo VI), pero no
todos. En cambio, sí constan en uno de los planos previos del decisorio, dedicado a la recuperación
de áreas del sector oeste. Asimismo, este plan figura en el inventario realizado por UNIUR (1982:
193), como uno de los estudios y propuestas de la DPU, fechado en 1980.
74
Éste consta en la compilación de UNIUR (1982: 191–2), como parte de los materiales reunidos por
la Dirección de Planeamiento municipal en torno de esta cuestión, entre 1970 y 1973.
75
Así puede leerse entrelíneas en la Ord. MCSF 7410 del 8/11/77, que aprobó el proyecto de Convenio
General Tripartito, a celebrarse entre los gobiernos municipal, provincial y Ferrocarriles Argentinos,
en cuyo marco debían proseguir los trabajos preliminares al plan. De este modo, con la premura
característica del régimen, se saldaba una antigua promesa respecto de la formalización del acuerdo:
“Sistematización ferrourbanística” 11/5/74. A pesar de lo cual, en 1979, el intendente reconocía que
aún faltaban varias definiciones para posibilitar su concreción: “Santa Fe: las realidades de hoy y
los anhelos futuros en un diálogo con el intendente Coquet” 4/5/79, El Litoral, p. 4. Por lo demás,
podría considerárselo una extemporánea imitación del ejemplo rosarino, desarrollado en el segundo
acápite.
201
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
76
En este sentido, Saus (2013) también explica la “especialización” de funciones entre las dos
estaciones ferroviarias en uso, “debido a un incipiente paradigma de eficiencia que impuso no
mezclar movimientos de cargas y pasajeros” (p. 13). Como era de esperarse, esta decisión trajo
efectos en la configuración urbana, colaborando en la profundización de las diferencias entre el oeste
y el este, respectivamente.
77
“Piden se concreten medidas defensivas en la zona oeste” 2/5/77, p. 8. “Recorrió las defensas de
la ciudad el gobernador Desimoni” 15/7/78, El Litoral, p. 4. La cita procede de esta última, de la
conversación informal mantenida entre el diario y el mandatario.
202
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
78
“Pasos previos a una obra de notorias proyecciones” 28/4/77, El Litoral, p. 4.
79
“Aguas arriba por el Salado, hacia los orígenes de la contaminación” 25/5/78, El Litoral, p. 5.
80
“Traslado de basurales en lugar de su erradicación de las zonas habitadas” 15/1/77, El Litoral, p.
3. Esta problemática socio–urbana fue desarrollada en la tesina de grado (Citroni, 2013) y luego
ampliada, en un capítulo de la reciente publicación colectiva: Orden y conflictividad social entre los
siglos XIX y XX. Miradas espacializadas en territorio santafesino, Editorial Teseo, 2020,
http://bit.ly/3rUhhfz.
81
De cualquier forma, con Thompson (2002) estas acciones pueden considerarse parte de los modos
de operación de la ideología, dirigidas a afirmar la dominación imperante. Sin embargo, por eso
mismo suscitarían fuertes reacciones, como las que se comentan en la próxima nota.
82
Por ejemplo, durante la construcción del acceso de la autopista Santa Fe–Rosario a la ciudad, se
desalojó a unas ochenta familias que habitaban el sector, quienes se opusieron firmemente y
resistieron la medida. No obstante, no consiguieron modificar ninguna de las resoluciones, entre las
203
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
que se cuenta que les entregaran “módulos de vivienda” sin retretes. “El intendente municipal se
refirió al problema suscitado en la zona oeste” 29/11/71, p. 4. “Fueron desalojados los vecinos que
ocupaban un sector de la autopista” 2/12/71, El Litoral, p. 5.
83
Entre esas disposiciones, se incluye la rectificación del cauce por donde pasaría el puente. Así lo
explicaron los Arqs. Amavet y Berlincourt, entonces trabajadores de la DPU, en la situación de
entrevista (véase, Anexo I). Quizás más veladamente, ésta parecía ser la opinión del vespertino: “El
puente sobre el Salado” 27/6/73 (editorial). “Luego de seis años, se acerca el fin de la
incomunicación de la autopista” 22/5/79, El Litoral, p. 4.
84
“Riesgo de aislamiento por falta de puentes a S. Tomé” 20/2/76. “A tres años de la destrucción de
los puentes del río Salado” 14/6/76. “La reconstrucción del puente sobre el Salado sigue afrontando
larga espera” 15/1/77. “Corre ya el tiempo positivo para el derruido puente del río Salado” 14/6/77.
“La reconstrucción del puente del río Salado se cumple a buen ritmo” 20/10/77. “Surgieron
problemas en la obra del puente Salado” 26/12/77. “Paralizarían sin término la obra del puente de la
autopista sobre el Salado” 28/12/77. “Será acelerada la obra de reconstrucción del puente de la
autopista” 28/6/78. “El puente sobre el Salado: una esperada obra que se realiza dentro de lo
previsto” 30/1/79. “Luego de seis años, se acerca el fin de la incomunicación de la autopista”
22/5/79. Todas las noticias fueron publicadas en El Litoral, p. 4. Sin pretensión de exhaustividad,
este relevamiento evidencia cuán caro era el asunto para el medio santafesino, y para sus lectores.
85
“Un anuncio alentador para barrio Centenario” 18/6/79, El Litoral, p. 6.
86
El entrecomillado proviene de “Plan Director de Santa Fe” 1979, Revista de Santa Fe, año 1, n°
1, noviembre, s/p. Las escasas excepciones a la tónica general, parecen haber sido la reconstrucción
de las defensas y el puente mencionados, y el traslado del mercado de Abasto desde la zona céntrica
(Citroni, 2013).
204
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Santa Fe faltaba “el interés de las fuerzas vivas” 87. Por último, estas políticas de
alto impacto poco importaban a la “imagen de ciudad” que pretendían transmitir El
Litoral y los poderes locales; efectivamente, la costa oeste era la contracara de un
mismo territorio (Szupiany, 2016).
De lo que aquí expuesto, se concluye que las políticas y los planes urbanos de la
dictadura contribuyeron a consolidar el centro y la periferia de la ciudad,
previamente delimitados. Retomando la idea que presentaba Van Poepelen (2005),
las decisiones y las acciones se dirigieron a poner en valor algunas partes de la
“ciudad oficial”, limpiando, eliminando y trasladando de allí todo aquello propio
de la “ciudad subalterna”. Así, se plasmaba la voluntad de las élites de conceder un
estatus especial a sus lugares de habitación y distracción. En definitiva, las
disposiciones coyunturales fueron decisivas para acentuar las diferencias
estructurales existentes, lo cual no ha dejado de tener consecuencias en el futuro.
En el párrafo que sigue, el arquitecto Carli lo expresaba sintéticamente y el caso a
desarrollar a continuación, lo ejemplificará a la perfección:
En ciudades como las nuestras, de vieja data y trazas fuertemente consolidadas,
las operaciones urbanas deben atarse a esta realidad fáctica, que de ser ampliadas
en las condiciones económicas del momento (muy escasas, en el mejor de los
casos) da por resultado limitadas operaciones de coyuntura. La coyuntura es pues
el “posible” habitual. 88
87
“Se cumplió la reunión del intendente con representantes de las fuerzas vivas” 30/9/78, El Litoral,
p. 4.
88
Santa Fe en el 2000. Cuadernos de extensión universitaria 1985, n° 1, p. 65. Disertante: Arq.
César Luis Carli, sobre el tema “La ciudad que habitaremos”. El próximo acápite se explayará en
cuanto a la trayectoria de este agente y brindará detalles acerca de esta publicación.
89
Aparte de sus aportes en esta línea (Águila, 2000 y 2008), han de considerarse especialmente los
de Roldán (2007, 2018 y 2019). Para el caso Buenos Aires, dentro de la bibliografía revisada,
quienes incluyeron un análisis del evento en estos términos, fueron: Gorelik (2011), Menazzi (2013),
Salamanca y Colombo (2019), Santángelo (2014), Silvestri (2000), Silvestri y Gorelik (2005). Desde
otras aristas, múltiples han sido los abordajes, que Roldán (2018 y 2019) reúne sintética y
sistemáticamente. Entre estos últimos, se cuenta el capítulo de Alabarces (2014).
205
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
capital provincial (Fedele, 2009). Para ello, fue fundamental el particular interés
que mostraron las clases dominantes en las cuestiones urbanas, en la medida en que
les permitían satisfacer sus demandas e intereses económicos. Asimismo, de este
modo, se fortalecieron el centro de la ciudad y algunos bordes urbanos, por sobre
la periferia 90. Las próximas páginas se abocarán a probar estas hipótesis.
En uno de sus últimos análisis sobre el espectáculo deportivo, Roldán (2018)
sostiene que “uno de los objetivos de la distribución territorial de estas obras
consistía en prestarle un carácter federal a los lugares en los que se desarrollarían
las competencias”. En este sentido, “las localizaciones bascularon sobre tres
criterios: la tradición y arraigo del fútbol en las subsedes, la preexistencia de cierta
densidad de funciones urbanas y los potenciales aprovechamientos turísticos” (p.
65). Respecto de este último aspecto, en el caso rosarino, se siguieron los
lineamientos del Plan Regulador de 1967, para dar inicio al Paseo Ribereño 91. Sus
normas particularizadas habían sido fijadas por un decreto complementario que
consideraba “imprescindible concretar a breve plazo el ordenamiento de dicha área
que por sus particulares características –una de las más pintorescas de la ciudad–
requiere coordinar la acción privada con la pública indispensable” 92.
En 1976, estas iniciativas fueron retomadas porque conformaban el entorno del
Club Atlético Rosario Central, recinto elegido para la disputa de los partidos
mundialistas 93. Además, irían acompañadas por el reacondicionamiento del
adyacente y arbolado parque Alem; antiguo y popular balneario con salida al río
Paraná (Roldán, 2006), paradójicamente reservado a playa de estacionamiento de
vehículos particulares 94. No obstante, del extenso paseo litoral previsto sólo se
erigirían dos amplias calzadas paralelas con una extensión aproximada de 500
90
Leyéndolo a la luz de los términos que emplea Jessop (2019), aquí se detectan algunas de las
ventajas observadas, los cálculos realizados y las estrategias desplegadas por los agentes
especialmente seleccionados y favorecidos por el Estado.
91
Ítem 7.1.11 del Dec.–Ord. MR 34318/67.
92
Considerandos del Dec.–Ord. MR 37908 del 13/12/68, actualmente vigente. En el mismo se
estipularon detalladamente el trazado oficial, la extensión, los límites y usos de los distintos tramos
del paseo, así como los retiros, la superficie edificable y la calidad de ocupación del suelo privado.
Poco después de la sanción, el decreto fue transcripto por La Capital en dos notas, dada su extensión:
“Dispuso la comuna encarar el remodelamiento [sic] del área de la avenida Costanera Norte”, p. 4.
“Vincularán la avenida Costanera Norte con el parque ‘L.N. Alem’” 31/12/68, p. 5.
93
Sin ahondar en los detalles de la ampliación, remodelación general y actualización tecnológica
que implicó esta inversión, con Roldán (2007) se reconoce la significativa impronta que le dejaría a
la institución y a sus socios.
94
En parte, esta decisión estaba justificada porque, una vez finalizada la competencia, el sector
pavimentado sería reservado para la práctica de conductores en formación, que es el uso actual del
mismo. “Rosario se encamina hacia el Mundial 78” 3/11/77, El País desde Rosario, p. 8. “Una nota
del intendente sobre los accesos viales a la ciudad” 7/11/77, La Capital, s/p.
206
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
metros, que priorizaban la circulación vial, bordeando el campo de juego 95. De esa
forma, éste quedaba conectado directamente con el sitio de aparcamiento y con la
avenida que permitía atravesar la ciudad y empalmar luego con la circunvalación.
Así se hace evidente que, en el nuevo contexto, la providencia de “esparcimiento y
recreación” se había convertido en una puramente instrumental 96.
De cualquier modo, el tramo perfilado –o enlace vial, como se lo denominó–
técnicamente no estaba comprendido en el paseo ribereño, que nacía en el parque
Alem y corría hacia el norte. No obstante, gracias a la cobertura que recibió el
asunto, es posible rastrear el origen de este proyecto, hasta el momento en que se
definía la opción por el club mencionado 97. Esto tuvo lugar durante el interregno
democrático previo, cuando un concejal peronista íntimamente unido a Rosario
Central, “proponía la construcción de un viaducto de rodeo a aquel estadio para
embellecimiento del mismo y la zona aledaña, aunque sin ninguna conexión con el
sistema vial ribereño” 98. Aparentemente, éste es el boceto que se haría realidad.
Sin embargo, las tentativas de una inmediata construcción a las puertas del
campeonato, se toparon con un obstáculo: el camino trazado debía atravesar parte
de los dominios de otra entidad vecina, el Club de Regatas Rosario y su bajada a la
playa. Este “inconveniente” tomó varios meses de discusiones y reuniones,
presentaciones en la prensa y actuaciones de la justicia, llegando incluso hasta los
diarios y las autoridades en Buenos Aires 99. Entre las razones esgrimidas
95
Los pormenores del emprendimiento pudieron reconstruirse a través de las siguientes noticias: “El
paseo ribereño” 17/2/77. “Importante obra para el Mundial” 7/7/77, La Capital, s/p. “Otra obra en
marcha: se adjudicó el enlace” 7/7/77, El País desde Rosario, p. 2. Por lo demás, prácticamente todo
el material de estos diarios que acompaña la tesis, fue relevado a partir de los ficheros de temas
elaborados por personal de la sección Archivo de La Capital, para facilitar la tarea de los redactores.
De allí, que esta selección ofrezca un cariz particular y no garantice exhaustividad en el tratamiento
de las cuestiones. Con todo, su valor y el aporte que realiza, superan estas limitaciones.
96
Considerandos del Dec.–Ord. MR 37908/68.
97
Esto incluyó acalorados debates en el Concejo Deliberante, una toma de posición y algunos apoyos
del gobernador, varias visitas de los máximos dirigentes del fútbol mundial a Rosario, entre otros
condimentos que ocuparon al menos una parte del año 1974. “Breve aunque positiva fue la visita
que J. Havelange efectuó a nuestra ciudad” 12/10/74. “Botti y Vesco son muy optimistas” 12/10/74.
“Consideran al estadio de Central el más apto” 12/11/74. “Opinión sobre el field de Newell’s”
23/11/74. Monti, E “La fábrica de conflictos” 17/7/77. Todas las noticias fueron publicadas por La
Capital.
98
“Casi 800 millones de pesos nuevos están a punto de malgastarse con el Mundial ‘78” 23/5/77,
La Prensa, s/p. Unos días después de publicado este extenso artículo en el medio porteño, el mismo
ex concejal fue invitado a dar su opinión al respecto en el ámbito local, pero no se refirió a esta
cuestión en particular, sino que realizó una defensa general del paseo. En un momento de su
alocución, sostuvo que a la ribera fluvial debía poder disfrutarla “el rosarino común”, en lugar de
convertirse en “propiedad de algunos pocos, que han obtenido concesiones privadas”. “Medulosa
defensa de las obras hace el Ing. Venesia” 1/6/77, El País desde Rosario, s/p.
99
“Conflicto en Rosario por obras del mundial” 10/7/77. “Regatas Rosario y una concesión
cancelada” 20/7/77, La Nación, s/p.
207
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
100
Fuentes, D “Rosario y el Mundial” 29/5/77, La Capital, s/p. Las palabras pertenecen a su
presidente, entrevistado por el periodista.
101
“Casi 800 millones de pesos nuevos están a punto de malgastarse con el Mundial ‘78” 23/5/77,
s/p.
102
“Sucesos de una historia reciente” 21/7/77. “Inexactitudes de ‘La Prensa’” 3/6/77, El País desde
Rosario, s/p. Las citas pertenecen a las respectivas bajadas de ambas notas. Además, la primera de
ellas constituye un excelente resumen del curso que habían seguido los acontecimientos durante las
dos semanas previas.
103
“Define su posición el Centro de Ingenieros” 3/6/77, El País desde Rosario, s/p. Sobre este
posicionamiento, se hará un comentario hacia el final del capítulo.
104
“El Paseo Ribereño” 19/12/76, La Capital, s/p. La nota está firmada por Ricardo González,
presidente de Regatas Rosario.
208
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
105
Art. 1º del decreto provincial 2378 del 18/7/77. Acto seguido, el Dec. 2379 fechado el mismo
día, aprobó el proyecto de ordenanza elevado por la Municipalidad de Rosario, a fin de revocar el
permiso de ocupación de una franja de la ribera de su propiedad, concedida al Club de Regatas
Rosario. Asimismo, se intimó al retiro de las mejoras existentes, en el plazo de 48 horas.
106
“Sobre la obra del enlace se informó” 12/7/77, La Capital, p. 1. Reseña del diario, luego de la
reunión a la que fueran convocados los agentes de prensa la víspera anterior, en el palacio municipal.
107
Monti, E “La fábrica de conflictos” 17/7/77, La Capital, s/p. Aunque estos conceptos puedan
parecer críticos, su autor representó “una de las voces más consustanciadas con los objetivos de la
dictadura” (Águila, 2008: 287). En todo caso, esta discrepancia se comprende a partir de una crónica
reciente, al informar su fallecimiento: “Monti sembró polémica por oponerse a las grandes obras en
los estadios para el Mundial (sin enfrentarse con los militares, claro está, cuya relación cuidaba)”.
Leñini, D “Murió el periodista rosarino Evaristo Monti” 20/6/21, La Capital, https://bit.ly/3lmuyN0.
108
“El club Regatas aceptó negociar” 14/7/77, s/p. “Están dadas las bases para llegar a un acuerdo,
afirmó el intendente” 27/7/77, s/p. “Cuarto intermedio hasta mañana en el Club Regatas” 6/8/77, p.
9. “La asamblea reunida anoche en el club aceptó las nuevas propuestas municipales” 8/8/77, El
País desde Rosario, s/p.
109
Martínez, EM “¿Ganó la ciudad?” 10/8/77, El País desde Rosario, p. 9. El autor de esta noticia
–antiguo militante del PDP– será el primer secretario de Promoción Social municipal, dependencia
209
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
una vez ejecutado, el presidente del Ente Autárquico Mundial 1978 (EAM 78)
–organismo dependiente de la Presidencia, creado por la dictadura para organizar
el evento–, se acercó hasta la ciudad para el acto inaugural y conversó con la prensa,
“con la gentileza que le es proverbial”:
Esto es lo que mucha gente no entendía en un comienzo. El Campeonato
Mundial de Fútbol era la mejor excusa que tenía la Argentina para mostrar al
mundo su capacidad de realización. Esto que hoy estamos viendo aquí en
Rosario es parte de lo mucho que nos dejará esta competencia deportiva. 110
De estas ideas se extrae una primera conclusión, que apunta hacia la coyuntura, o
la acción ante la estructura, en términos de Giddens (1998). Esto es, que el certamen
internacional propició la realización –o, cuanto menos, habilitó el espacio para la
demanda– de aquellas obras “de largo alcance y alto costo” que se encontraban
aplazadas desde hacía décadas (Roldán, 2007: 133). Efectivamente, así lo
ratificaban algunos de los personeros del régimen: “el Mundial es una excusa para
hacer cosas que el país necesita” 111. En particular, debido a que una de las premisas
de la organización era promover las comunicaciones entre las ciudades que
funcionarían como subsedes y todo el territorio nacional, se desplegó un interesante
esquema de infraestructuras viales. Básicamente, se trataba de rutas, caminos,
puentes, ensanches, cruces y accesos pavimentados a lugares estratégicos 112.
En Rosario, esto implicó “la confección de un programa de obras […] que tuvieran
un valor urbanístico permanente, al margen de la competencia y para uso y
beneficio de la población” 113. Concretamente, se repasó el estado de algunas de las
creada apenas asumidas sus funciones el intendente Natale. “El conocimiento profundo que poseía
Martínez sobre los problemas de la ciudad, los vericuetos de la política comunal y su pertenencia al
periodismo lo hacían ideal para el cargo”, sostiene Grubisic (2010: 70).
110
“Las obras del Mundial elogió el Gral. Merlo” 14/5/78, La Capital, s/p. Este párrafo es parte de
la transcripción textual de los dichos del funcionario, en el entrecomillado anterior se leen palabras
del matutino.
111
“Casi 800 millones de pesos nuevos están a punto de malgastarse con el Mundial ‘78” 23/5/77,
La Prensa, s/p. Supuestamente, éstos serían conceptos del Cap. Lacoste, vicepresidente del EAM 78,
quien adquirió un “rol preponderante […], desplazando en la práctica a Merlo” (Alabarces, 2014:
66). Su origen en la Marina, a diferencia del otro, en el Ejército, parece haber incidido en las
decisiones que se tomaron al interior del ente, como se verá más adelante.
112
El desglose de las mismas consta en un extenso cuadernillo promocional a color producido por
el EAM 78, relativo a las obras de infraestructura mundialista. No tiene fecha de publicación, pero
seguramente haya sido editado en 1977. Forma parte de los materiales desclasificados del antiguo
Archivo General del ente, que hoy integran los fondos documentales en custodia del Archivo
Nacional de la Memoria. Una copia digitalizada de la publicación está disponible para la descarga
en: https://bit.ly/3y4a2WF.
113
“Importantes obras públicas anunciaron con motivo del Mundial de Futbol 78” 4/3/77, La
Capital, p. 5. Nociones del diario al narrar la intervención del Ing. Gennaro, presidente del área de
Obras Públicas de la Comisión Municipal Subsede Rosario Mundial 1978, luego de la conferencia
de prensa que ofreciera la misma. Sobre este actor y sus actuaciones públicas se hará un comentario
más adelante.
210
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
vías terrestres que llegaban hasta la ciudad desde distintos puntos cardinales, y se
las ensambló adecuadamente con los ingresos a jerarquizar. También se procedió a
remodelar y ampliar el aeropuerto internacional local, así como al asfaltado de su
camino de entrada. De esta forma, se garantizaría la accesibilidad a la cancha donde
se celebrarían los partidos, a los recintos deportivos en los que entrenarían los
equipos y a los lugares disponibles para el hospedaje de visitantes y periodistas,
mayormente ubicados en la zona céntrica y comercial 114. De acuerdo con Roldán
(2018), “la ciudad debía exhibir su parte más agraciada al mundo” (p. 65), y allí los
bordes urbanos asumían un rol preponderante.
Entre ellos, el Paraná era el privilegiado, en especial en la publicidad turística
producida por el EAM para caracterizar a Rosario, “ciudad edificada con sus
ventanas al río”. Allí, éste contaba con múltiples beneficios y era objeto de distintas
alegorías: “uno de los cursos de agua más largos y caudalosos del continente, que
es asimismo vía de navegación y transporte de riquezas”, “cuyas pintorescas orillas
brindan variados elementos para el recreo y para la curiosidad de quienes las
recorren y disfrutan”. Además, hasta el campo de juego “disfruta del privilegio de
estar enclavado en la proximidad del río” 115. Como señaló Rigotti (2010) respecto
de los distintos planes urbanos, indudablemente el río era su argumento.
No obstante, algunos de sus más conspicuos vecinos no coincidían con estas
valoraciones, sino que consideraban que “los rosarinos hemos crecido y vivido de
espaldas al río”. Luego, aludiendo a las ideas de una conocida lectura que llevaba
por título Nos están robando el río, el exconcejal ampliaba: “nos lo han tapado los
galpones del puerto. Las barrancas abandonadas, las villas miseria y los yuyales,
conforman un monumento al abandono” 116. Aunque desde Buenos Aires se
esforzaran en promocionar en distintos idiomas las bondades de Rosario y su
“balcón natural”, sus habitantes sabían que lo descripto no coincidía con toda la
114
Todas las intervenciones están contenidas en el plano de la ciudad que conforma el Anexo XI, el
cual proviene de “Rosario se encamina hacia el Mundial 78” 3/11/77, El País desde Rosario, p. 8.
La nota está firmada por “El intendente”, con lo cual se supone que el plano que la acompaña, ha de
haber sido provisto por la comuna.
115
“Rosario” 1978, Boletín oficial Ente Autárquico Mundial 78, nº 9, s/p (expediente P–387–77 del
ex Archivo General del EAM 78). Una copia de éste y otros ejemplares, se puede descargar de:
https://bit.ly/31lKHeT.
116
“Medulosa defensa de las obras hace el Ing. Venesia” 1/6/77, El País desde Rosario, s/p. Las
citas pertenecen al entrevistado. El texto al que se refiere era de Virgilio Albanese, distinguida
personalidad de la ciudad, escritor y periodista, director del diario La Tribuna y exconcejal del PDP,
fallecido recientemente. “Un 20 de octubre” 20/10/02, La Capital, https://bit.ly/3Hs1hZg.
211
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
extensión de la ciudad, sino que se circunscribía a las zonas por donde circularían
los visitantes.
Por otra parte, el emprendimiento significó una división de responsabilidades entre
la Dirección de Vialidad Nacional, su equivalente provincial y la Municipalidad de
Rosario, con la consiguiente rúbrica de convenios entre las partes. En cuanto a las
inversiones, algunas corrían por cuenta del ente autárquico, mientras que otras se
agregaban a –o se anticipaban dentro de– los planes de trabajo previstos por el
organismo vial. En la subsede, también se reutilizarían los ingresos percibidos de
las ventas realizadas por la comisión organizadora. Respecto de los procesos
licitatorios, consistían en simples llamados a concurso de antecedentes o de
precios 117. Hasta aquí, todo parece haber estado perfectamente pautado, estipulado
y cronometrado, para las distintas localidades anfitrionas por igual 118.
Sin embargo, al menos en una ocasión, desde una de las empresas beneficiarias se
deslizó alguna crítica a este diseño, insinuando que mostraba ciertas “fisuras”. En
esa lectura, todas las obras fueron “de arranque forzado”, subastadas sobre la base
de anteproyectos que distaban de ser los definitivos, a los cuales se les hicieron
numerosas modificaciones y agregados sobre la marcha. Al mismo tiempo, se
admitía la amplia y coordinada disponibilidad de las áreas del Estado que debían
proveerles energía eléctrica, desagües y otros servicios 119. Esta última situación,
inédita en la trayectoria de la obra pública argentina, seguramente se debiera a la
coyuntura única que encarnaba el evento para el país. De allí que el titular del
Ejecutivo municipal y del cuerpo organizador local, pudiera presumir: “el Mundial
78 pasará, pero lo cierto y positivo es que después de él, la ciudad verá satisfecha
parte de sus tan ansiadas aspiraciones en esta materia” 120.
117
Esta reconstrucción se realizó gracias a las siguientes fuentes: “Formuló el anuncio el titular del
EAM” 29/9/76, p. 8. “Esbozó el intendente la tarea cumplida y ambiciosos planes que están en
marcha” 28/10/76, La Capital, p. 6. “Crecimiento de la infraestructura vial” 7/3/77, La Nación, s/p.
118
Así se observa en algunos de los documentos del EAM 78 que se pudieron consultar en el Archivo
Nacional de la Memoria. Los mismos sólo constituyen una muestra aleatoria de lo producido por la
entidad en aquel momento, que aún no ha sido procesado en su totalidad.
119
“En marzo concluirán las obras en Rosario Central” 21/1/78, La Capital, s/p. Reseña del rotativo
luego de conversar con el gerente de la firma santafesina TECSA S.A. (véase, nota 39), a cargo de la
remodelación del estadio y de la construcción del enlace vial, convocado por el intendente para
conocer el grado de avance alcanzado.
120
“Rosario se encamina hacia el Mundial 78” 3/11/77, El País desde Rosario, p. 8. “Una nota del
intendente sobre los accesos viales a la ciudad” 7/11/77, La Capital, s/p. Ambos reprodujeron
textualmente la misiva del mandatario, aunque en fechas ligeramente diferentes. Así se hace
evidente la afirmación de Luciani (2014) de que los diarios de la localidad “mostraron amplias
cuotas de consenso respecto del régimen”, independientemente de las distintas trayectorias que
exhibió cada uno (p. 102).
212
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
121
Respecto de la ciudad capital, esta cuestión fue estudiada en detalle en la tesina de grado (Citroni,
2013), mientras que, para Rosario, los trabajos de Águila (2008 y 2014a) y Luciani (2014) proponen
una lectura semejante. Aun así, se trata de un interesante ejercicio de comparación para emprender
a futuro.
122
“No se materializan importantes proyectos viales para Rosario” 10/1/73, La Capital, s/p.
123
“Derrumbes en el pozo del ex Mercado Central” 18/4/65, La Capital, s/p.
124
“Una obra fundamental” 23/12/72, La Capital, s/p (editorial).
125
“Con miras al Mundial” 26/3/77, El Litoral, p. 4 (editorial).
126
Todos estos fragmentos fueron publicados en La Capital y pertenecen a distintos emisores, que
se apuntan en cada caso: “‘Será un ejemplo de organización’” 29/12/77, sostuvo el Cap. Cristiani.
“Informaron sobre las obras del Mundial 78” 18/1/75, conceptos del entonces presidente del Concejo
Municipal. “Están asegurados los plazos de terminación” 29/12/77, según el secretario de la
comisión organizadora provincial. “Se hará el enlace con el parque Alem” 8/6/77, p. 11, palabras
del mandatario de facto.
213
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
127
“Obras públicas para el Mundial” 17/6/77, s/p.
128
Monti, E “Reportaje a la subsede Rosario” 20/3/77, La Capital, s/p. Entrevista al vicepresidente
de Rosario Central y secretario general de la Comisión Provincial Subsede Rosario Mundial 1978,
el empresario Natalio Wainstein. Fue designado por decreto provincial 1492 del 12/5/77, junto al
intendente como presidente. Anteriormente, ambos habían desempeñado idénticas funciones en la
comisión municipal homónima, en la que estaban acompañados además por un vicepresidente y
otros agentes –civiles y militares– que conducían distintas secretarías (expediente C–587–8 del ex
archivo del EAM). Las atribuciones de la misma fueron estipuladas por ley 8025 del 6/5/77, cuyo
contenido se lee en: “Nuevo organismo para el EAM 78” 7/5/77, La Capital, p. 1.
129
“Sobre la obra del enlace se informó” 12/7/77, La Capital, p. 1. “‘Obras que significan progreso
para todos’” 3/6/77, El País desde Rosario, s/p. El entrecomillado corresponde a los dichos del
presidente del Centro de Ingenieros, consultado por el segundo, en el momento en que se discutía la
concreción del enlace vial.
130
“Con miras al Mundial” 26/3/77, El Litoral, p. 4 (editorial). “Exenciones fiscales en obras para
el Mundial” 11/2/78, El País en la noticia, p. 13. El entrecomillado proviene del periódico
santafesino.
214
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
131
“Obras en Rosario” 19/4/79, El Litoral, p. 14. Se trató de una edición especial llevada a cabo por
el Poder Ejecutivo, profusa en fotografías y breves informes acerca de los logros acometidos a lo
largo y ancho de todo el territorio provincial, durante tres años de gestión.
132
Cuadernillo promocional del EAM 78, p. 41. En los expedientes S–1842–77 y C–1857–78 del ex
archivo del ente, constan las directivas emanadas por el organismo, referentes a las competencias y
los objetivos de un centro de prensa, la infraestructura y los servicios que debía ofrecer, el
organigrama de funcionamiento y los procedimientos a aplicar en cada situación, recomendaciones
sobre el personal y su trato, entre otras innumerables cuestiones minuciosamente detalladas.
215
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
ello, se habían esgrimido como causas: la falta de higiene general, una enorme
presencia de roedores y el deterioro estructural del edificio, así como el riesgo para
la seguridad de las personas que todo esto suponía. Llamativamente, esta movida
estaba muy avanzada respecto de la legislación que habilitaría y fomentaría la
instalación de supermercados y autoservicios, en detrimento de aquellos espacios
tradicionales 133. Aunque los puesteros resistieron vivamente la arbitraria decisión
municipal y el asunto llegó hasta los tribunales nacionales, no alcanzó el aval
suficiente. Luego de la demolición y producidos algunos daños en el entorno, un
lustro después se dio inicio a una de las opciones barajadas para esa estratégica
zona, todas las cuales aspiraban a su modernización 134.
Para 1976, sólo se había cumplido la primera etapa de aquel plan, que consistía en
la ejecución de cocheras subterráneas –probablemente, sirviéndose de los típicos
sótanos de los mercados, donde se ubicaban las cámaras frigoríficas– y una plaza a
nivel de la calle 135. El conjunto había sido bautizado en honor del Ing. Emigdio
Pinasco, distinguida personalidad rosarina, proveniente de la industria de la
construcción y con actuación en la política provincial 136. Ahora bien, la propuesta
de construir allí el Centro de Prensa del Mundial, suscitó fuertes críticas en un sector
social, que se hizo audible gracias a los medios, a la vez que sugerían otros posibles
emplazamientos. En resumen, los motivos giraban en torno de la potencial pérdida
de un “pulmón urbano” en una zona considerada desprovista de ellos. “Por razones
que no se logra entender, la ciudad está en trance de asistir a la continuación de esta
equivocada ‘liquidación’ de plazas” 137.
133
Se trata del conjunto conformado por la ley nacional 17024 del 21/11/66 y el decreto 2099 del
31/3/67, la ley provincial 6460/69 y el decreto 587 del 25/3/69.
134
Esta sintética reconstrucción se realizó a partir de las noticias reunidas en el fichero titulado
“Mercados”, del archivo del diario La Capital, que aquí no se listan por una cuestión de espacio.
Prácticamente la misma historia se “repetiría” dos décadas después en la ciudad capital, si bien
tendrá otro desenlace (véase Citroni, 2013). Tal vez, una comparación exhaustiva entre ambas sea
uno de los corolarios de esta tesis.
135
“En los terrenos del ex Mercado Central se realizarán trabajos” 10/5/65, La Capital, s/p.
136
En los considerandos de la Ord. MR 5224 del 1/10/91 –que le cambió el nombre por el de Santiago
Montenegro–, puede leerse que el primero había sido impuesto por Dec. MR 39075 del 17/11/69. En
aquel acto, se había faltado a la Ley Orgánica de Municipalidades, que exigía un plazo mínimo de
cinco años desde la muerte del homenajeado, quien había fallecido en 1968. Aparentemente, esto
habría despertado críticas en la prensa y en instituciones representativas de la ciudad, en cuanto “la
población en general –escasamente informada al respecto–” lo confundía con Santiago Pinasco,
intendente municipal entre 1904 y 1906. Según De Marco (2019), la misma entidad que hasta
entonces presidía el ingeniero, tramitó esta nomenclatura ante la comuna.
137
Maisonnave, E “Las obras del Mundial 78” 7/6/77, La Capital, s/p. El autor de esta nota y de
otras similares, era reconocido en el medio y el Centro de Arquitectos locales, de lo cual se deduce
que se erigiera en representante de los especialistas en materia urbana. Lo mismo había ocurrido al
presentarse el proyecto que se pretendía concretar una vez demolido el mercado: Maisonnave, E
“¿Un gran monoblock o una plaza, en el terreno del ex Mercado Central?” 24/12/63, La Capital,
216
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
En líneas generales, este sentir era compartido por los editores del matutino,
quienes, al mismo tiempo, admitían que la plaza existente carecía de césped y
árboles 138. Sin embargo, otros actores con distintas inclinaciones, prestaban su
apoyo a aquella providencia y a sus propulsores: “tenemos plena confianza en el
equipo técnico que determinó dicho lugar […]. Descartamos además que en todo
momento, primaron los intereses de la ciudad”. Acto seguido, expresaban su
parecer respecto de las medidas a adoptar: “ante la alternativa de que dicha obra
pueda dejar de hacerse, solicitamos al señor intendente que no vacile en dar su visto
bueno al lugar elegido” 139. De todos modos, esta petición evidencia el
desconocimiento de que el sitio había sido ofrecido por el mismo mandatario, luego
de que el ente autárquico sugiriera otro que fue desechado, “al entender que ello
podía restarle espacios verdes a la ciudad” 140.
Desde la óptica de la municipalidad, “permitir[ía] a la ciudad de Rosario, una vez
concluido el Mundial, contar con un Centro Cultural que financieramente le sería
imposible concretar en la actualidad”. Más aún, y en función de las exigencias
impuestas por el certamen, éste tendría “características excepcionales, […] con los
adelantos técnicos que no poseen los más caracterizados centros culturales del
país” 141. Finalmente, se consideraba resuelto el destino del antiguo solar del
mercado, que se vería completamente transformado. “En ese mundo de la
modernización –destrucción, creación y sustitución– de infraestructuras” que
Roldán (2018: 64) observa para el evento deportivo en general, en Rosario
significaba saldar un asunto pendiente. En definitiva, como sostuvieron los
s/p. Buena parte de sus argumentos llegaron hasta el periodismo capitalino, donde fueron
transcriptos casi completamente: “Segunda obra de difícil explicación para el Mundial ’78, en
Rosario” 1/6/77, La Prensa, s/p.
138
“Inquietud por la plaza Pinasco” 5/2/77, La Capital, s/p (editorial). Esta postura generó la
inmediata respuesta del intendente, quien envió una carta pidiendo su publicación, para evitar
“confundir a la ciudadanía” y “contribuir modestamente a formar la opinión pública”. Allí, defendía
su posición –y, por extensión, la del EAM 78–, a la vez que aclaraba que la decisión sobre la ubicación
del futuro edificio era de su incumbencia. Al mismo tiempo, remitió el informe de las actuaciones a
las autoridades provinciales y nacionales, en lo que conforma el expediente I–260–74–77 del ex
archivo del ente. Lamentablemente, se desconoce si los destinatarios de la misiva acataron la
solicitud.
139
“La Cámara de Hoteles apoya una iniciativa” 7/2/77, La Capital, s/p.
140
“Autorizan construir el Centro de Prensa para el Mundial 78” 21/11/76, La Capital, s/p. En este
punto se hace evidente cuán cierta era la injerencia que Cristiani decía tener en el asunto.
141
“Al EAM 78 fue transferida la plaza Pinasco” 26/4/77, s/p. “Mundial: obras públicas” 4/3/77, La
Capital, p. 15. La primera cita es paráfrasis de uno de los considerandos del Dec. MR 3180 del
20/4/77, mientras que la segunda, de los dichos del intendente en la rueda de prensa brindada por la
comisión organizadora municipal.
217
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
142
“El Mundial” 12/12/76, La Capital, s/p. Conceptos del secretario de prensa de la Comisión
Municipal Subsede Rosario Mundial 1978.
143
Cuadernillo promocional del EAM 78, p. 48. Ahí constan algunos detalles y parte de la planimetría
de la obra, los cuales, según las voces disidentes, eran desconocidos en Rosario. En todo caso, ésta
no era la situación de los órganos oficiales, desde donde justamente provenían los lineamientos.
144
“Dieron a conocer características del Centro de Prensa que construirá para el Mundial 1978”
6/3/77, La Capital, s/p. “Centro de Prensa” 29/6/77, El País desde Rosario, p. 3.
145
“Será una joya arquitectónica” 1977, Boletín oficial Ente Autárquico Mundial 78, nº 5, s/p.
(expediente P–387–77 del ex archivo del EAM).
218
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
146
“El entorno del Centro de Prensa es deplorable” 4/3/78, s/p. Fragmentos de la bajada de la noticia.
147
“Buen ritmo en las obras de la subsede Rosario para el Mundial” 1/8/77, La Capital, s/p.
148
“Señala el intendente que la ciudad debe cambiar su aspecto” 19/11/77, La Capital, s/p. Parte de
la nota titulada “Rosario: una ciudad en marcha hacia el Mundial 78. La presentación de la ciudad”,
que el funcionario remitió al diario para su publicación. No obstante, en esta oportunidad, éste parece
haber ofrecido su propia versión, al extraer frases textuales del contenido y presentarlas,
probablemente, en otro orden o en formato resumido. Aquí se hace patente aquel cariz de periódico
“independiente” que Luciani (2014) encuentra en otras actitudes de sus responsables.
149
“El entorno del Centro de Prensa es deplorable” 4/3/78, La Capital, s/p. Estas exigencias se
asemejan a la ordenanza de mantenimiento de tapiales y veredas sancionada en Santa Fe apenas
asumido el gobierno de facto, con especial énfasis en la pintoresca avenida Costanera.
150
Dec.–Ord. MR 5610 del 12/12/77, actualmente en vigencia. Iniciativas similares se detectaron en
la ciudad capital (Citroni, 2013), si bien allí el desencadenante no fue la coyuntura mundialista.
219
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
151
Monti, E “Reportaje a la subsede Rosario” 20/3/77, La Capital, s/p. Entrevista al empresario
Wainstein, en su carácter de secretario general de la comisión organizadora provincial.
152
Éstas son algunas de las noticias que ilustran estas conclusiones: “La subsede Rosario pasó el
examen” 21/5/78, El País en la Noticia, p. 26. “Se hará el enlace con el parque Alem” 8/6/77, La
Capital, p. 11. “En marzo concluirán las obras en Rosario Central” 21/1/78, La Capital, s/p.
153
“Transfirieron a dominio de la comuna el ex Centro de Prensa” 25/8/79, La Capital, s/p. Extractos
de la bajada de la nota.
154
“Al EAM 78 fue transferida la plaza Pinasco” 26/4/77, La Capital, s/p. La misma resume el Dec.
MR 3180 del 20/4/77.
155
Dec. MR 4660 del 16/9/77. Respecto del nombre, Águila (2014a) recupera un comentario traído
de la memoria de un reportero, ya que en el decreto no consta ninguna razón o indicio acerca de lo
que habría motivado tal elección.
220
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
156
Carballo, LC “Fútbol vs. ciudad” 26/12/76, La Capital, s/p. Opiniones de un ex intendente y
luego asesor de esta gestión, sobre el cual se explayó Águila (2000).
157
“Sobre la subsede Rosario expuso el intendente local” 17/7/76, La Capital, s/p. En este momento,
aún no se conocía su nombre, sólo que se estaba esperando “la respuesta de un conocido profesional
local”. El mismo consta en el expediente C–587–8 del ex archivo del EAM.
221
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
renuncia al cargo público 158. Volviendo al caso que examina Santángelo (2014),
son por demás evidentes los lapsos y procesos sumamente abreviados para trabajos
de esta naturaleza, así como las expresas convocatorias a ciertos estudios de
arquitectura “bien relacionados”. Con Pucciarelli (2004), se reitera que los lazos
con el poder de turno fueron fundamentales para consolidar la patria contratista; a
la vez que una muestra “diáfana” del BA, según O’Donnell (2009).
Por lo demás, “el proyecto del Mundial ‘78 se eslabonó con la modernización de
algunas ciudades, imperativo que emergió con fuerza durante los años del
desarrollismo” (Roldán, 2007: 133). En esta línea, Jajamovich y Menazzi (2012)
apuntan que este espectáculo, tradicionalmente asociado a la dictadura, en verdad
se trataba de una iniciativa previa, como otros ejemplos mencionados a lo largo de
esta tesis. Por su parte, Roldán (2007) lo recordaba como “una realización que el
peronismo no alcanzó a cristalizar durante sus gobiernos”, pero en la que había
depositado esperanzas y esfuerzos. Como consecuencia de ello, la dictadura se
abocó a reinscribir la herencia recibida dentro de sus propias lógicas o a borrar sus
marcas originarias, y así “se sirvió de aquellos proyectos, aunque no se privó de
modificar su sentido” (p. 133). A pesar de todo, el autor encuentra huellas de una
“continuidad en la discontinuidad” (Roldán, 2019: 11).
En la rápida recorrida que realizaron Silvestri y Gorelik (2005) por algunas de las
obras mundialistas desarrolladas en el país, aseguraron no reconocer un estilo
dominante concreto –a lo que quizás haya contribuido el hecho de que habían
comenzado a diagramarse durante el interregno anterior–, sólo “un fondo común de
modernidad tecnológica” (p. 477). En tanto, Santángelo (2014) lo confirma: “el
mismo Mundial fue la ocasión de mostrar la cara tecnológica y moderna del
régimen militar” (p. 142). A su turno, Menazzi (2013) sugiere que “la variedad de
lenguajes arquitectónicos daba cuentas [sic] de lógicas propias de la disciplina más
que de directivas gubernamentales”. Ello sin dejar de aclarar: “esto no quita que el
gobierno dictatorial a nivel nacional y más particularmente a nivel municipal
tuvieran una imagen clara de ciudad” (en línea). Lo que podría parafrasearse, en los
términos que acá se emplean, como una idea de ciudad.
En otro orden de cosas y partiendo de la constatación de que “las ambiciones de la
dictadura excedían a la mera represión, su objetivo final era el consenso”, la ocasión
158
“Obras locales para la Copa del Mundo” 14/5/77, La Capital, s/p. Aquí presentaron a la comisión
provincial que reemplazaba a la municipal, cuyos miembros continuaron desempeñándose en sus
puestos, a excepción del mencionado.
222
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
159
Comentarios de un vecino y usuario de la red social, al tweet publicado en abril de 2021 por la
cuenta @RosarioDeAntes. Se remite a la nota 10.
223
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
analizado en el acápite anterior. Asimismo, Luciani (2014) cita una carta de lectores
enviada a La Capital a mediados del año siguiente, donde se alude a la existencia
de otro letrero análogo, en la estación ferroviaria de Rosario Norte.
En estas evidencias, la expresión dictatorial siempre comenzaba con el saludo:
“Bienvenidos a Rosario” y estaba instalada en lugares estratégicos, concurridos y
visibles, de acceso a la ciudad. Así, oficiaba de “recibimiento cortés” para todos los
visitantes, cualquiera sea el medio de transporte que utilizaran y el punto cardinal
desde el que provinieran. Estableciendo una similitud con el caso santafesino, la
Fuente de la Cordialidad fue la estrategia utilizada para jerarquizar la entrada más
importante a la capital provincial e instalar esa imagen de sus habitantes en las
conciencias 160. Más aún, en el ejemplo rosarino, la frase también parece haber
estado estampada en las paredes de la ciudad, en grandes y prolijas letras que
pretendían disuadir a los grafiteros 161. Finalmente, aparece como una vieja
calcomanía adherida al respaldo del asiento del conductor de un trolebús, a
principios de los años noventa 162.
En concreto, esta apuesta por una ciudad limpia, sana y culta, tenía su correlato en
las inversiones –materiales y en recursos humanos– que hacía la administración
comunal (Águila, 2000 y 2014a; Luciani, 2014). Empero, de los tres calificativos,
la memoria optó por el primero, al interpretarlo irónicamente y hacer referencia a
la suciedad que exhibía la localidad y sus espacios públicos 163. Al respecto, sólo
160
De igual forma, a pesar del vasto recorrido realizado en los distintos archivos de la ciudad y de
la variedad de soportes materiales consultados, no se han podido hallar fuentes de primera mano que
permitan precisar el origen y el momento en que la municipalidad gestó el eslogan y lo instaló en la
vía pública. Estos indicios provienen de Águila (2000) y su temprana indagación, sustentada en la
prensa escrita. De allí que, en los términos de Halbwachs (2004) [1968], se haya optado por recurrir
a la memoria colectiva y a los recuerdos generados en ella, para completar esta historia. En esta
misma senda se inscribía Samuel (2008).
161
Abonizio, A “Historias de la Trova (XIII)” 7/1/18, Rosario/12, https://bit.ly/3zGSOPL. En ésta y
las restantes entregas de la colección, el músico va reuniendo distintas anécdotas de su juventud, en
buena medida transcurrida en Rosario, en los años setenta. Aunque le faltan detalles y precisión, se
infiere que esta escena tuvo lugar durante el imperio de las “fuerzas del orden” en las calles.
162
Aguirre, O 1996, La deriva, Beatriz Viterbo Editora, Rosario. Si bien la novela fue escrita, de
acuerdo con su autor, entre septiembre de 1993 y octubre de 1994, en el relato no hay referencias
temporales precisas. De todos modos, de allí se deduce que estaría situado en los primeros años del
período democrático posterior a la dictadura que finalizó en 1983. Esto debido a que se detectan
muchísimas reminiscencias autoritarias en los modos de actuar de ciertos agentes e instituciones, así
como en prácticas represivas habituales del régimen, con referencias a lugares y nombres concretos.
Por otra parte, en la biografía de Aguirre, puede leerse que se instaló en Rosario en 1981, con lo
cual, la mención a la calcomanía podría ser reminiscencia de aquellos años, que difícilmente haya
perdurado en la materialidad tanto tiempo después. No obstante lo dicho, las pervivencias del
eslogan en la memoria social, son innegables.
163
Se trata del contenido de la carta de lectores que recupera Luciani (2014) y de la descripción que
ofrece Aguirre (1996), a partir de lo que observa su personaje.
224
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
cabe hipotetizar las razones que pudieron haber conducido a esta selectividad:
porque se trataba de la primera palabra del lema, la más reiterada en los discursos
que apelaban a la colaboración de todos, o lo más palpable en la cotidianeidad. Por
otra parte, en aquellas menciones que se apoyan en los recuerdos de sus
protagonistas, el orden de los términos está alterado, y el imperativo de una “ciudad
limpia” se lee al final 164. Tal vez así haya cobrado más fuerza.
De cualquier modo, antes de que los llamados a embarcarse en la empresa
mundialista se extendieran al conjunto de los habitantes, hubo una serie de
invitaciones concretas para las fuerzas vivas locales. A través de la cobertura
periodística, se puede ver cómo ya a mediados de 1976 eran citadas a reuniones
informativas e instadas “a prestar su apoyo incondicional” 165. Prácticamente
enseguida, ellas atendieron al llamado: el Centro de Ingenieros y las asociaciones
vecinales –cada cual por su parte y, aparentemente, por iniciativa propia–, reunieron
a sus comisiones directivas y fijaron sus posiciones en la prensa. Desde los intereses
diferenciales que las motivaban y los lugares particulares que ocupaban en la
estructura social, ambas entidades se mostraron a favor de que el equipamiento
previsto se ejecute sin mayor demora 166. A continuación, se copian algunas de las
nociones empleadas por la Junta Coordinadora de Vecinales:
en representación de un importante sector del movimiento vecinalista rosarino,
hacemos pública nuestra adhesión y solidaridad con el Sr. intendente municipal,
[…] por entender que son muy pocos los funcionarios que han defendido con
pasión las obras que Rosario necesita, y quien así lo hace debe recibir el apoyo
de toda la población. 167
Para Águila (2000), “la respuesta obtenida por las ‘fuerzas vivas’ de la ciudad fue
inmediata” (p. 131). En los primeros meses de 1978, las encuentra participando
entusiastamente en las distintas inauguraciones de las construcciones erigidas a
solicitud del EAM. Por su parte, al revisar las actas de la federación que agrupa a los
comerciantes e industriales de la ciudad, De Marco (2019) apunta que “el
acontecimiento más importante” de aquel año fue el haber formado parte de “la
164
Así ocurre en el suceso que comenta Abonizio.
165
“Aguárdanse [sic] directivas para las subsedes del Mundial 78” 28/7/76, s/p. “Subsede Rosario:
en marzo inician las obras” 29/10/76, La Capital, p. 9. Las últimas son palabras de Wainstein, en la
reunión de periodistas convocada por la comisión organizadora municipal.
166
“Define su posición el Centro de Ingenieros” 3/6/77, El País desde Rosario, s/p. “Sin novedad
en torno al enlace” 21/7/77, La Capital, s/p. Las mismas surgieron a raíz de la respectiva oposición
al conflicto suscitado por el Club de Regatas, en torno a la realización del viaducto.
167
“Los vecinalistas piden continuidad” 19/7/77, El País desde Rosario, s/p. Queda pendiente
analizar este posicionamiento a la luz de los últimos desarrollos de Águila (2019), sobre la relación
entre esta gestión de facto y las vecinales.
225
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
168
Como se recordará, O’Donnell (2009) menciona a estas instituciones entre las “organizaciones
de la gran burguesía”, entendida a su vez como “las fracciones superiores, mono u oligopólicas, del
capital privado urbano, nacional o transnacional” (p. 59, nota al pie). Aunque el autor haya analizado
el plano nacional, aquí se propone su aplicación a los casos locales.
169
Brisaboa, J “A fondo con Alberto Natale” 10/10/81, Semanario Rosario, p. 13. En estos
conceptos, se puede observar la plena coincidencia con los objetivos del régimen que sostuvo el
Partido Demócrata Progresista, considerado uno de los “amigos del Proceso”. De allí, se explica que
Natale hubiera aceptado el ofrecimiento de la intendencia, “erigiéndose como continuador de los
objetivos más ‘puros’” del mismo. Esto es, la promesa “en forma retórica” de una transición gradual
y ordenada a la democracia, “que implicaría poner en marcha los mecanismos en espacios más
reducidos, como el municipio” (Águila, 2000: 171).
226
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
“tal vez sea el debate final y probablemente inocuo porque las decisiones parecen
inmodificables a esta altura de las circunstancias”. Lo mismo aplica para las cuotas
de poder ejercidas por las clases dominantes: “las obras, sin embargo difícilmente
se modifiquen. Rosario Central tiene a su favor a uno de sus hombres fervorosos en
un puesto clase [sic] de las decisiones” 170. Todo lo cual no deja de ser característico
de una gubernamentalidad autoritaria (Alonso, 2011).
Aunque Chile no viviera la circunstancia que supuso Argentina ’78, “la ‘coyuntura’
impuesta por el régimen militar fue, al menos inicialmente, una ventana de
oportunidad extraordinaria para ejecutar obras” en la ciudad capital (Cáceres, 2018:
144). Partiendo de una constatación similar a la que aquí propone un sector de la
bibliografía sobre las políticas urbanas autoritarias (Menazzi, 2012 y 2013; Oszlak,
2017; Tavella, 2018), Cáceres (2018) señala que varias de ellas estaban pendientes
de concreción y/o habían sido esbozadas mucho tiempo antes. En este sentido, se
comprende la tesis de Sabatini y Arenas (2000) de que, “paradójicamente, la ciudad
planificada (esto es, pensada en forma comprehensiva y con anticipación) se
materializó sólo cuando el mercado se hizo fuerte”, es decir, al asumir la dictadura
(p. 104).
En este contexto, sostiene Cáceres (2018), los “técnicos” hallaron la ocasión
propicia para poner en marcha o finalizar grandes proyectos aplazados y
demorados. Asimismo, algunas infraestructuras que ya estaban en ejecución al
producirse el golpe de Estado, continuaron su curso, “no sin antes experimentar una
notoria resignificación” (Cáceres y Millán, 2014: 151). Por el contrario, otras de
gran envergadura y que suponían participación estatal, como la construcción de
conjuntos habitacionales, “sufrieron postergación indefinida” (p. 155). Por otra
parte, estos autores reconocen un importante acompañamiento de la población ante
los emprendimientos castrenses, a la vez que perciben el temor que el gobierno
infundía ante la oposición a sus planes (Cáceres, 2018). Escenario que no difiere
sustancialmente de los casos locales analizados, ni del más conocido de la Capital
Federal 171.
170
Fuentes, D “Rosario y el Mundial” 29/5/77. “El Mundial 78” 5/12/76, La Capital, s/p. La cita de
la primera noticia pertenece a la bajada, mientras que ambas se refieren al enfrentamiento con el
Club de Regatas. De hecho, el mismo todavía estaba lejos de haber atravesado sus puntos más
álgidos, o de alcanzar la solución que le pondría fin. En la segunda, se está aludiendo a Wainstein,
sin nombrarlo (véase, la nota 128).
171
En todo caso, la mayor diferencia con Chile radica en la variedad, profusión y profundidad de
análisis sobre las políticas urbanas dictatoriales –de los cuales pretende dar cuenta esta tesis– que se
227
Capítulo 4. Políticas urbanas diferenciales
Epílogo
En función de los intereses de las élites, así como de las posiciones asumidas por
las fuerzas vivas, las ciudades se consolidan en torno a un centro –comercial,
administrativo y cultural privilegiado y bien delimitado–, a la vez que configuran
unos bordes urbanos que aquellas habitan, transitan y disfrutan. Estas demandas
suelen ser especialmente atendidas por quienes detentan el poder político, en tanto
estos sectores son sus interlocutores predilectos, sus apoyos sociales fundamentales,
sus asesores y hasta integran sus mismas filas. Ante estos “agentes políticamente
relevantes”, se abre la selectividad estratégica del Estado (Jessop, 2019). Además,
en este proceso, los medios de comunicación social desempeñan un rol clave, ya
sea para mantener vigente la agenda de temas perfilados, como para replicar e
instalar masivamente los discursos emanados desde las agencias gubernamentales.
En buena medida, son generadores de consenso.
En esta sucinta y general presentación, se pueden enmarcar las ciudades de Santa
Fe y Rosario durante el último régimen dictatorial, como pretendió hacer este
acápite. Más precisamente, las diferencias que intentaron plantearse entre ambas,
obedecen a las particularidades que las caracterizan y que han moldeado su historia
y su actualidad. Así queda plasmada la dualidad entre estructura y acción: dos
cursos fluviales que condicionan las vidas de los santafesinos y un momento bisagra
en la realidad rosarina. Ante uno y otro, las voluntades, las medidas y los
emprendimientos pueden torcer los destinos de sus habitantes, e inclusive el mismo
futuro de su entorno. Pero también, colaborar en condicionarlos o fijarlos a que
permanezcan inamovibles. Todo depende de los intereses de quienes ejercen la
dominación, esto es, de su ideología (Thompson, 2002).
En función del cruce entre planes, políticas y discursos que atraviesa toda la tesis,
en las páginas precedentes se recorrieron un conjunto de iniciativas llevadas a cabo
por las gestiones municipales de facto. Las mismas respondían a diferentes niveles
de gobierno u organismos financiadores, y en unas ocasiones atañían a grandes
obras de infraestructura y desarrollo, mientras que en otras, sólo a los
comportamientos cotidianos. De allí se explica la heterogeneidad de temas y objetos
analizados en esta oportunidad. Sin embargo, el marco común lo provee el enfoque
comparado que busca cambios y continuidades, detrás de la pregunta por la imagen
han realizado y se continúan produciendo en Argentina. Allí, por el contrario, abundan los estudios
sobre las políticas habitaciones, en particular.
228
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
de la ciudad que las autoridades querían dejar plasmada en sus arterias, barrios y
espacios públicos. Mucho de esto ha quedado grabado en los entresijos de la
memoria social o en la materialidad de las piezas arquitectónicas. En el próximo
capítulo, se indagará en torno a sus “hacedores”. ~
229
Capítulo 5
Otras voces, otros actores
Intervención sobre el análisis y propuesta del arquitecto César Carli para Santa Fe [1983].
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
Encuadre
En este capítulo, los discursos adquieren un lugar aún más privilegiado que en los
anteriores, si bien se conserva la mirada sobre las prácticas, acotada a un sector
social en particular. Por un lado, la atención se focaliza en los expertos a cargo de
las dependencias municipales de Planeamiento, quienes diseñaban y decidían las
transformaciones urbanas que las esferas públicas locales acompañaban. Por otra
parte, dentro del acotado marco habilitado por el régimen para la expresión de
opiniones, se registran las voces de uno de los profesionales directamente
interpelados por el fenómeno urbano: los arquitectos. De allí se pretenderá
demostrar que las fronteras entre unos y otros no estaban tan claramente
demarcadas, al tiempo que adquirían matices peculiares en cada ciudad 1. Así
también concluye la argumentación iniciada en el segundo acápite, tanto en los
temas que la atraviesan como en el arco temporal presentado entonces.
Primeramente, con Rigotti (2003) se reconoce que las tentativas de principios del
siglo XX por instituir al Urbanismo como saber y práctica nuevos, habían fracasado
en su “gradual, pero persistente, fagocitación” por la Arquitectura (p. 200). Para los
años bajo análisis, ya no quedaban dudas de que aquella pretendida síntesis
superadora de múltiples disciplinas dialogando acerca de la ciudad, el territorio y la
sociedad, había sido absorbida y reducida. En esta clave puede leerse la reseña que
hizo el vespertino santafesino de su entrevista al director provincial de
Planeamiento Urbano de la dictadura, el arquitecto santafesino Eduardo Villaverde,
al sostener que “el urbanismo se menciona como una especialidad de los
arquitectos, ya que muchas veces, se lo considera como ‘la arquitectura del espacio
exterior’” 2.
Ahora bien, retomando el desarrollo de la autora, la categoría profesional implica
haber atravesado el proceso de constitución en cuanto tal, o profesionalización.
1
Esta propuesta tiene sus orígenes en el curso de doctorado “Grupos y campos profesionales.
Miradas desde la teoría y la historia”, dictado por el Dr. Ricardo González Leandri en la Facultad
de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR, a mediados de 2016. Luego, fue adaptado al
formato ponencia para las XVI Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia celebradas en
Mar del Plata en agosto de 2017, donde se encuentra publicado: https://bit.ly/3mGSaLl.
2
“Importancia del urbanismo” 7/11/78, El Litoral, p. 4. Este desempeño se enmarca en una carrera
profesional al servicio del Estado provincial, en diferentes puestos y dependencias relacionadas con
la vivienda y el Planeamiento, durante prácticamente veinte años. Al mismo tiempo, ejerció la
titularidad en cátedras y el decanato de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de
Santa Fe. Esta información proviene de la presentación de una muestra de acuarelas del autor,
inaugurada en la sede del actual Colegio de Arquitectos, el 13 de diciembre de 2019. Así como de
la publicación Santa Fe en el 2000. Cuadernos de extensión universitaria 1985, n° 1, p. 10.
231
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Entre otras estrategias, supone sistematizar un saber que lo distinga de pares y legos
y que además otorgue las credenciales a sus miembros, al tiempo que se consolidan
una serie de formaciones corporativas que regulan el grupo, sin dejar de “ejercer
cierta persuasión social para la construcción de nuevos mercados y crear una
escasez artificial de servicios supuestamente indispensables” (Rigotti, 2003: 187).
Sobre este punto, Geison (1983) recordaba que “el público” desempeña un papel
importante –y muchas veces olvidado–, al ejercer la demanda sobre el mercado de
ofertas profesionales, así como al otorgar su reconocimiento al estatus y a los
privilegios de algunas de ellas. Por último, la profesionalización
presume señalar los mecanismos de demarcación y exclusión, las disputas
horizontales para controlar ciertas incumbencias con relación a otras profesiones
afines y las estrategias de consagración interna para estabilizar los vínculos y las
jerarquías entre colegas y, simultáneamente, fortalecer la autonomía de un
campo sostenido en el debate interno. (Rigotti, 2003: 187)
De modo que las profesiones pueden ser consideradas verdaderos “artefactos
culturales”, siguiendo a González Leandri (2006). Compartiendo con ellas la
especialización y el entrenamiento académico, el vocablo experto refiere a “los
técnicos, los especialistas que trabajan en y para el Estado”, entre otros espacios.
Allí “actúa[n] en nombre de la técnica y de la ciencia, reclamando hacer de la
neutralidad axiológica la base para la búsqueda del bien común” (Neiburg y Plotkin,
2004: 15) 3. Para lo cual previamente debe haberse producido el proceso inverso,
mediante el que “los conocimientos sociales se constituyen en ‘saberes de Estado’,
es decir, en saberes expertos y operativos demandados por, y a la vez constitutivos
del, Estado moderno” (Plotkin y Zimmermann, 2011: 10).
Éste es el caso del Urbanismo que demuestra Rigotti (2011), paralelo y en parte
causa de su fallido ensayo de consolidación como profesión y el consiguiente
debilitamiento como tal, en manos de los arquitectos. Acto seguido, el éxito de estos
últimos “en construir la realidad social con elementos considerados universales es
consecuencia de su reconocimiento oficial en cuanto expertos” (González Leandri,
2012: 109). Por su parte, Morresi y Vommaro (2011) agregan que esta posición les
da la posibilidad de producir discursos y de traducirlos en prácticas y dispositivos 4.
3
Si bien la propuesta de los autores versa sobre los conceptos de experto e intelectual, aquí se realiza
un juego de binomios, sustituyendo al segundo por el de profesional. A partir de ahí se repone
libremente la hipótesis de Neiburg y Plotkin, acerca de lo que ambos tienen en común.
4
Sin que sus autores lo hayan hecho manifiesto, en esta idea subyace la noción de ideología de
Eagleton (1997): “concierne a los usos del lenguaje actual entre seres humanos individuales para
producir efectos específicos” (pp. 28–9).
232
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
233
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Aquí resulta pertinente introducir “el papel explicativo de las ideas y los saberes
especializados en el proceso de elaboración de políticas públicas, es decir, ‘las ideas
en la política’” (Parera, 2012: 140). Se trata del terreno de las “prácticas del Estado”
que definen Plotkin y Zimmermann (2012), las cuales evidencian el despliegue de
la acción estatal en la sociedad, por medio de instrumentos concretos. En este punto,
Camou (2015) precisa que, si durante 1950 y 1960 había predominado “una
confianza casi ciega –ingenua o ideológicamente sesgada– en la validez de la
‘cadena dorada’ que unía el saber científico con las necesidades de elaboración de
las políticas públicas”, a posteriori ya no será posible sostener algo semejante a un
“automatismo unidireccional en la relación entre saberes especializados y gestión
estatal” (en línea).
Por último, con Geison (1983) es posible observar el rol de las profesiones en la
legitimación de las disparidades económicas, la estratificación y los modos de
control social. Esto va en línea con la invitación del autor a estimar y evaluar cuánto
ha permeado la ideología a las profesiones, recordando que se trata de “un conjunto
de efectos complejos internos al discurso” (Eagleton, 1997: 249), entre los cuales
se destaca la reproducción de las relaciones de dominación instituidas (Thompson,
2002). Por lo demás, Geison (1983) afirmaba que cada campo del saber construye
de forma inconsciente su propia ideología, e instaba a preguntarse por su contenido
particular, demostrando cuánto refleja de la cultura en la que se halla inserta. En la
medida de lo posible, ambas operaciones serán ilustradas al abordar algunas
trayectorias particulares y las derivas colectivas que conforman el cuerpo de este
capítulo.
Gracias a estos aportes, se concluye que el proceso de profesionalización que
describía Rigotti (2003), puede complejizarse. Ello a partir de dirigir la atención
hacia elementos, objetos y procesos exteriores al mismo; es decir, hacia el Estado,
sus objetivos, programas y políticas, incluida la realidad social en general. Más aún,
al concebirlos a todos ellos, a las fronteras que los separan y a las relaciones que
mantienen entre sí, en permanente movimiento, transformación y (re)configuración,
nunca fijos o estables. Es ahí donde se dirimen –agregaba Johnson (1995),
apoyándose en Foucault– los límites entre lo técnico y lo político, una preocupación
que ha atravesado tangencialmente esta tesis.
Con Menazzi y Jajamovich (2019) se reconoce que, en el universo de lo que ellos
denominan “producción de ciudad”, la porosidad entre ámbitos y recorridos, así
234
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
Estas últimas serán parte de la transición que Parera (2020) identifica en el debate
arquitectónico, a partir de 1976. “La participación social, la historia, el lenguaje, la
tecnología y la materialidad” serán los nuevos fundamentos del futuro cercano. En
aquel momento, en medio de dificultades para el pleno ejercicio de la profesión,
comenzó “una nueva etapa en el vínculo entre los arquitectos y el Estado, en la que
el conocimiento científico deja de ser la principal fuente de legitimidad” (p. 72). Si
bien la autora sostiene que se trata de un período que permanece inexplorado, ante
el mismo panorama, Liernur (2001) ya había aventurado que “con el Príncipe
reducido a la figura de un gigante imbécil y agonizante, los arquitectos entrarían en
la década del ochenta con una apabullante sensación de desamparo” (p. 297). Así
quedaba clausurada la “larga década del sesenta”, que coincide con el período que
transita esta investigación, ya pronta a culminar.
En la medida en que condensan buena parte de las ideas desarrolladas hasta aquí,
sirvan las sugerentes palabras de un premiado estudio de arquitectura en actividad
en la ciudad de Santa Fe. Por lo demás, sus socios fundadores han ocupado
importantes puestos de gestión en las áreas de Planeamiento Urbano o de Obras
Públicas de la municipalidad –incluso, como parte de administraciones de distinto
signo político–, y en la Dirección Provincial de Vivienda. Una de ellos ha
conducido el colegio profesional y el otro representó a la federación que nuclea a
estas entidades en el plano nacional. Al mismo tiempo, han sostenido destacadas
carreras académicas en la universidad pública y ejercen como jurados en
importantes concursos arquitectónicos. De ahí que, a partir de la caracterización
que proponen Morresi y Vommaro (2011), puedan ser concebidos como los
expertos latinoamericanos de los albores del siglo XXI.
En la actualidad, las ciudades se moldean como resultado de la disputa entre las
voluntades del Estado, representante (teórico) de los ciudadanos, y el Mercado,
representante explícito del capital. La pugna entre estos dos grandes agentes,
determinada en ciertos casos por una relación de amistad y en otros de
enemistad, ha condicionado para bien o para mal la imagen urbana y más
importante aún la vida de todas las personas. Esta relación condicionante de la
macro escala, puede leerse en paralelo o análogamente a escala micro, en cada
uno de los edificios que componen el escenario urbano. Como arquitectos, no
solo somos árbitros de esa micro disputa, sino que poseemos la responsabilidad
y el deber de materializar el resultado de esa contienda, atendiendo
eficientemente a todos los intereses involucrados. 5
5
Con estos términos, comienza la presentación de uno de los últimos proyectos de vivienda colectiva
construidos por el Estudio Castellitti–Bertoni arquitectos y asociados en la zona céntrica de la
236
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
Estado y expertos
Este apartado retoma la hipótesis desarrollada previamente de que las autoridades
municipales, en ocasiones trabajando junto a las de otras jurisdicciones, y con el
apoyo de la opinión pública y las fuerzas vivas, trazaban las ideas y los lineamientos
del carácter que pretendían imprimirle a las respectivas urbes. Sobre esa base, se
procurará demostrar que los expertos –empleados en los órganos de Planeamiento–
8
En la entrevista con Pellegrini (2013), Nardi contó que el “concurso internacional” fue publicitado
en el diario local, aunque este anuncio no se ha podido hallar para verificarlo. Luego agregó que, al
saberse ganador, convenció a su socio en el estudio de arquitectura recién conformado, de radicarse
en Santa Fe. Se habían conocido estudiando en la Universidad Nacional de Córdoba, graduándose
entre 1964 y 1965. Balza, N “‘La arquitectura es una profesión de fe’” 28/9/19, El Litoral,
https://bit.ly/2FVMUCL.
9
Considerandos de la Ord. MCSF 5689 del 16/10/67.
10
Progresivamente, irá afinándose en los Decs. 12675 del 23/1/68, 3739 del 31/3/69 y 13408 del
11/12/69, hasta alcanzar una compleja forma.
11
Pareciera que la importancia inicial de este sujeto es fundamental, como se desprende de esta
noticia que lo coloca en el mismo nivel que a los directores, tanto en el título como en la fotografía
que lo acompaña: “Los arquitectos Giacomino, Nardi y Ferradás, comunican los trabajos que se
realizarán en dependencia de Planeamiento Urbano de la Municipalidad” 14/8/69, El Litoral, s/p.
12
De acuerdo con Müller y Parera (2010), esta metodología favorecía la relación entre docentes y
alumnos, quienes transcurrían largas jornadas bajo supervisión de sus profesores, “generando un
clima propicio para el intercambio y el aprendizaje, en el que el ‘maestro’ se constituía en un ejemplo
integral”. Entre otros efectos, esto incluía la usual “convocatoria a integrar los cuadros técnicos en
238
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
distintos organismos públicos en los que algunos docentes cubrían cargos directivos” (pp. 25 y 26).
Dado que Nardi y Ferradás ejercieron la docencia en varias de las asignaturas de la carrera, es de
suponer que allí reclutaran a los futuros integrantes.
13
Este arquitecto porteño, especializado en los EEUU, formó parte del equipo convocado en 1956
para reorganizar la Escuela de Arquitectura de la UNL en Rosario y así “poner fin” a la universidad
peronista. En este marco, será director del Instituto de Planeamiento Regional y Urbano del Litoral
y, a partir de 1966, de su deriva hacia el Instituto Di Tella como Centro de Estudios Urbanos y
Regionales (Monti, 2015; Rigotti, 2012).
14
Esta etapa habría finalizado en torno a 1974. En la reconstrucción de Mantovani (2011), desde
entonces no ejerció más la función pública, sino que se abocó al ejercicio de la profesión liberal.
Justamente vinculado a este espacio, su apellido volverá a aparecer en el devenir de esta narración.
15
Waisman, M 1974, “Estudio Ferradás–Nardi, Santa Fe”, Summa. Revista de arquitectura,
tecnología y diseño, n° 84, diciembre, pp. 34–45. Cuando fue realizada esta nota, ninguno de los dos
se encontraba ya en el ámbito municipal, sino exclusivamente dedicados a la obra privada. La
sociedad se disolvería en 1981, supuestamente, en el marco de la crisis económica de esos años
(Biagioni, 2014).
239
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
16
Art. 6° del Dec. MCSF 3739/69. Además, en este acto se rescindió el contrato celebrado en 1967 y
se los designó funcionarios estabilizados de la planta municipal. En los considerandos del decreto
constaban las razones: “han demostrado hasta el presente en el cumplimiento de las funciones que
se le encomendaran, reunir indudablemente las condiciones de competencia e idoneidad requeridas
para el desempeño de los cargos prealudidos”.
17
Esto se entiende en función del itinerario previo del arquitecto que repone Rausch (2019), ya que
el Planeamiento francés promovía la expansión urbana hacia la periferia, entre otros aspectos. Aparte
de eso, la autora hace una interesante comparación entre los recorridos de ambos directores.
18
Art. 1° del Dec. MCSF 13408/69. Parte de esta producción fue recogida en UNIUR (1982), pero su
contenido se desconoce.
240
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
19
“Dos años de gestión del Dr. Conrado J. Puccio” 28/8/71, El Litoral, p. 4. Sobre el mismo, los
entrevistados sostienen que Nardi había traído un folleto de su experiencia en los Estados Unidos,
que les sirvió de modelo para el que ellos elaborarían.
20
“La consideración del plan regulador del puerto local entra en etapa decisiva” 26/7/74, El Litoral,
p. 4. Aquí ya se presentaba a Gambini como responsable de Planeamiento municipal.
241
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
convencer a estos señores para que entiendan que Planeamiento no era Leonardo
Da Vinci sino todo un proceso. 21
Volviendo a la propuesta de Morresi y Vommaro (2011), se trata más bien de un
verdadero experto. Esto debido a que, en su pretensión de neutralidad, atravesó
regímenes disímiles. Luego abandonaría la función pública para retornar al ejercicio
exclusivo de la profesión en la esfera privada, como atestiguaba el artículo de
Waisman en Summa. En paralelo, tendrá una extendida actuación entre sus pares,
en la sociedad de arquitectos, aspecto que será ampliado más adelante. Por última
vez entre 1980 y 1982, retornó brevemente al Estado argentino, en la Secretaría
Nacional de Turismo. Allí desarrolló el primer master plan turístico con carácter
federal, vigente hoy día (Mantovani, 2011) 22. A partir de entonces, Biagioni (2014)
lo ubica en una exitosa carrera como arquitecto, urbanista y docente que llega hasta
la actualidad, pero radicado en el medio estadounidense. Con todo, él mismo se
definió “desterrado en parte por razones políticas” 23.
Ahora bien, parte de la literatura arquitectónica contemporánea designa al Plan
Director como Plan Nardi (Biagioni, 2014), a pesar de que la versión final del
primero no haga mención alguna a los antiguos directores. Sin embargo, con
Mantovani (2011) y Rausch (2019) se reconoce que no se trata del mismo texto,
que fuera publicado un decenio después. Ambas arquitectas coinciden con los
informantes en que el Plan Nardi era el referido folleto, un producto que no estaba
acabado, ni en condiciones de ser implementado como plan urbano. Simplemente,
compendiaba los resultados obtenidos hasta ese momento, junto a las tendencias
expuestas en las láminas presentadas en simultáneo. La opinión del vespertino sobre
este momento, en aquel tono quejumbroso empleado en otras ocasiones y
recordando lo que estaba pendiente, será la siguiente:
cuando se enunciaron muchas cosas fruto de la imaginación de planificadoras
[sic] urbanos. Claro que no tuvieron en cuenta que empezaba la vorágine
inflacionista que arrasa con más de un intenso [sic] por quemar etapas en materia
edilicia. […]
Muchas cosas se pueden hacer y muchas más andan en el magín de quienes
quieren a la ciudad. Pero, si el camino al infierno está empedrado de buenas
21
Balza, N “‘La arquitectura es una profesión de fe’” 28/9/19, El Litoral. Campagnolo fue el
dirigente justicialista elegido como intendente en 1973 y destituido en 1976. Mediando entre éste y
Puccio, un interventor proveniente de la fuerza policial ejerció el puesto durante prácticamente un
año, pero el arquitecto lo omite. Así como tampoco recuerda haber sido contratado originalmente
por Ureta Cortés, tal como se desprende de la normativa. Se recuerda la referencia al Anexo II, donde
este listado de estos nombres y gestiones se presenta en un sentido lógico.
22
Como resultado, se constituyó el Consejo Federal de Turismo con fecha 4/11/82, acta que Nardi
firmó como Director de Programación y Desarrollo.
23
Notas personales en la conferencia que brindó Nardi en FADU–UNL, Santa Fe, 23/9/19.
242
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
24
“Planes y proyectos que nunca se materializarán” 17/4/76, El Litoral, p. 3.
25
“Tareas y proyectos de Obras Públicas de la Municipalidad dieron a conocer” 11/8/77, El Litoral,
p. 4.
26
En la situación de entrevista, los dos últimos expusieron enfáticamente las “marcas” de la
burocracia en la función pública, al recordarse absortos por la atención de expedientes, la mayor
parte del tiempo. Esto se podría comprender en línea con la pauta que encuentran Menazzi y
Jajamovich (2019): “buscan distinguirse de los políticos o de ‘la política’ señalando que utilizan
criterios racionales, técnicos y eficientes al desarrollar sus tareas, en contraste con las lógicas
políticas” (p. 28). Por lo demás, parecen no haber ejercido la docencia en la universidad y sólo
Berlincourt desarrolló la profesión liberal, luego de su jubilación.
243
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
27
Nombrado por Art. 1º de la Res. 536 del 5/12/65 de la Secretaría de Transportes de la Nación. De
los seis miembros, él figura en primer lugar, sin aclaración de la representación que cada uno ejercía.
Sobre este punto, resulta iluminadora la cobertura de prensa, que además brinda detalles acerca del
personal técnico de la comisión. “Del plan ferroviario, vial y urbano de Rosario se informó” 4/5/66,
La Capital, s/p.
28
Por ejemplo, en 1964, entre los materiales almacenados en la DPVyU, sobre la primera etapa del
conjunto Grandoli, aparece como director de Planeamiento.
29
Como muestra, sirva la Ord. MR 6476 del 17/12/97, que impuso el apellido Mongsfeld a la avenida
que bordea el Parque Scalabrini Ortiz, entonces en construcción. Esto tenía lugar treinta años
después de su creación por el Plan Regulador, si bien allí era el Centro Bernardino Rivadavia (ítem
6.1.12 del Dec.–Ord. MR 34318/67). En la iniciativa presentada al Concejo Deliberante para obtener
la declaración, se resumen los objetivos y logros acometidos por ambas instituciones, como algo
exclusivo del arquitecto.
30
Egresado en 1940, siete años más tarde ya era profesor titular (Mongsfeld, 1994). En 1952, fue
elegido miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Matemáticas, de la cual dependía
la escuela. Asimismo, en esa oportunidad se reiteraron los pedidos realizados en 1949 para elevarla
a facultad, encargándolo de proyectar esta organización. “Crónica universitaria” 1952, Universidad.
Publicación de la Universidad Nacional del Litoral, n° 25, agosto, pp. 391–406. Con todo, nada de
esto daría sus frutos hasta que sea creada la UNR, en 1968 (Müller y Parera, 2010).
244
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
nombre quedará asociado a éste y a sus instrumentos operativos, como referente del
equipo técnico comunal de la comisión encargada de su elaboración. De ahí que en
el medio local se lo recuerde como Plan Mongsfeld. Previamente, Cicutti y Ponzini
(2016) reconocen su autoría en el diseño de algunos proyectos puntuales incluidos
en el plan urbano anterior.
Sobre la CCF, Rigotti (2012) destaca que su “modelo supremo” era la citada Junta
de Planificación de Puerto Rico, mientras que el planning marcaba los destinos del
nuevo plan de estudios de la carrera. En este marco, se comprende el nacimiento de
la Prefectura del Gran Rosario, cuyo anteproyecto comenzó a elaborarse apenas
finalizada la aprobación del plan. Representantes y asesores de las comunas, junto
a profesores de la universidad, debatieron la forma jurídica que alcanzaría. Al
mismo tiempo, una delegación mixta que integraba la Comisión, el Consejo
Provincial de Desarrollo (COPRODE) y el Instituto de Planeamiento Regional y
Urbano del Litoral (IPRUL), actuaba como consultora. Un año después, en el diario
se deslizaban los conceptos centrales que conformarían la ley y el decreto
ratificados por la provincia, una vez recogidas las opiniones y propuestas de
reforma de los intendentes involucrados 31.
En la PGR, Mongsfeld tendrá reservado el papel más importante, por designación
directa del gobernador de facto 32. A diferencia del anterior documento, aquí no
aparece consignado de modo expreso, pero parte de la literatura sostiene que fue
concebida por él (Debat, 2016). Estableciendo un contrapunto, Galimberti (2017)
instala el antecedente en el agrimensor Montes, artífice del plan de la década
anterior, quien lo había convocado a participar en el mismo, y quizás también lo
haya inspirado. Esta hipótesis fue corroborada por el propio Mongsfeld, al ser
puesto en funciones 33. Igualmente, este organismo pudo haber sido un designio de
31
Este proceso fue reconstruido gracias al seguimiento efectuado por La Capital. “A la constitución
de la Prefectura del Gran Rosario se procedió en Granadero Baigorria” 4/8/67, s/p. “Movilización
del Gran Rosario” 9/8/67, s/p (editorial). Moreno, O “La Prefectura del Gran Rosario” 1/8/68, pp. 4
y 9. “Se han presentado enmiendas al anteproyecto elevado de la Prefectura del Gran Rosario”
12/9/68, s/p. “El intendente de San Lorenzo refirióse al proyecto de Prefectura del Gran Rosario”
18/9/68, s/p.
32
Decreto provincial 447 del 27/2/70, que reglamentaba la ley 6551 del 23/10/69. El detalle que se
presenta a continuación, proviene del desglose y comparación entre el articulado de ambos textos.
33
“Fue puesto en funciones por el gobernador el titular de la Prefectura del Gran Rosario” 3/1/70,
La Capital, p. 4. En esta línea, Martínez de San Vicente (1995), comentó que los orígenes de la
Comisión se remontan a la fiscalización del cumplimiento del Plan Montes, lo mismo que hará la
Prefectura respecto del regulador. Además, ata las cuestiones específicas de las que ambos se
ocupaban –esto es, la infraestructura pública– a la injerencia de los órganos supralocales, por cuanto
suponían la Planificación en una escala territorial, más allá de los límites de la ciudad.
245
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
34
Conceptos del secretario de hacienda municipal sobre el Congreso Interamericano de Municipios
celebrado en Caracas en 1966, en la apertura de un simposio organizado por la Comisión, a poco de
creada la Prefectura. “Analizan las posibilidades de desarrollo del área de Rosario en unas
reuniones” 11/12/69, La Capital, s/p.
246
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
35
En 1974, se dispuso declarar como agente de la administración pública provincial, a todo el
personal que revistiera como efectivo en la Prefectura, previo reconocimiento de su antigüedad y
jerarquía. Ley provincial 7335 del 28/11/74, formalmente en vigencia, a pesar de que la N° 7870 del
14/4/76 mandó liquidar el ente.
36
En verdad, las relaciones con ambas instituciones se remontan al momento previo a la
conformación de la Prefectura, como otro de los legados que le dejaría la Comisión. “Consideró el
gobernador los estudios de desarrollo de la zona integral Gran Rosario” 22/11/69, La Capital, s/p.
247
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
37
“Se refiere el personal a la ocupación de la Prefectura del Gran Rosario” 22/6/73. “En la Prefectura
del Gran Rosario fue puesto en funciones su titular” 14/8/73. “Reactivan la comisión ferrourbanística
y se hizo importante anuncio” 23/8/73. “Integran la Prefectura del Gran Rosario” 7/12/73. Todas las
notas fueron publicadas en La Capital, s/p.
248
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
38
Considerandos del Dec. MR 7353/78, citado por Grubisic (2010: 59).
39
“En Planeamiento y Dirección de A. Jurídicos asumen funcionarios” 7/6/78, La Capital, s/p. A
estos datos se puede agregar que, entre 1950 y 1956, fue miembro activo de la entonces novel
Asociación Geológica Argentina, tal como consta en los números digitalizados de su antigua revista:
https://bit.ly/3dpMlxu.
250
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
40
“Acceso Sur. Nota de tapa” 1979, BIO. Boletín Informativo de Obras, año 5, n° 49/25, noviembre,
pp. 5–9. “Parque España: conócese el proyecto básico” 1980, BIO. Boletín Informativo de Obras, n°
57, julio, pp. 6–7. “Avenida de circunvalación” 1980, BIO. Boletín Informativo de Obras, n° 59,
septiembre, pp. 14–7. Esta singular publicación mensual, cubría en detalle –y con profusión de
fotografías– el avance de la construcción mayormente pública en la ciudad, dividiéndola en grandes
zonas para un mejor seguimiento. Más adelante, incorporará a la vecina Paraná, en un tratamiento
similar pero menos exhaustivo. Su continuidad en versión online se extiende hasta nuestros días en:
https://bit.ly/3mc813s. Allí se presenta guiada por el mismo objetivo desde 1973: “facilitar la
relación comercial entre los profesionales y empresarios de la construcción con los proveedores y
contratistas”.
41
“Detallado informe municipal a Natale y sus colaboradores” 8/4/81, La Capital, s/p. “‘La
Municipalidad no tiene fondos’” 9/11/80, Matutino Dominical Rosario, p. 5. Ambas citas son
palabras textuales del ingeniero Gurmendi.
42
Por este mismo proyecto, su padre recibió la (paradójica) condecoración “al mérito civil”, de parte
de los reyes españoles. “La piedra fundamental” 24/4/81, Matutino Dominical Rosario, p. 17. De la
bibliografía relevada, los artículos de Jajamovich (2009), Robles (2014) y Rosado y Galimberti
(2011) ofician de “puerta de entrada” a este interesante proceso, que podría ser una de las líneas de
continuidad de esta tesis.
251
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
este proyecto que estaba recién en germen” (p. 264). Posiblemente, esa haya sido
una de las razones por las que él fuera seleccionado entre otros alumnos, si bien se
desconocen los pormenores del caso. De todos modos, ha de reconocerse que una
referencia como ésta encumbraría cualquier currículum académico y profesional.
Finalmente, a principios de 1981, con la renovación de autoridades producida
prácticamente en todos los rincones del país, el ingeniero se alejaría de la
municipalidad. Quizás haya regresado a sus anteriores funciones, respetando la
tendencia que encuentra Grubisic (2010) respecto de ese conjunto de secretarios y
subsecretarios, aunque no se dispone de información acerca de su derrotero
posterior. También cabe la posibilidad de que se haya acogido a los beneficios de
la jubilación, dada la edad que tenía al asumir. Por el contrario, su continuador fue
un joven profesional –así como la mayoría de sus contemporáneos–, el arquitecto
Raúl Fernández Milani. Un nuevo “estilo” empezaba a hacerse evidente en el
gabinete del Dr. Natale.
Sus antecedentes profesionales –entre los que se cuenta ser para esa época el
único Doctor en Arquitectura del país– en la especialidad de planeamiento de
ocupación territorial y vivienda urbana lo hacían idóneo para ocupar la
Secretaría, además de poder complementar y colaborar con el trabajo de la
Secretaría de Obras Públicas. […] “era el mejor en lo suyo, había que traerlo”.
(Grubisic, 2010: 70)
De hecho, este inventario ha de ser engrosado, considerando un notable desempeño
en el círculo académico: desde 1957 –a sólo dos años de su graduación–, ya era
profesor universitario por concurso (Fernández Milani, 2008). Para 1976, siguiendo
a Rigotti (2012), asumiría la titularidad de una de las cátedras de Planeamiento, a
partir de la declaración de prescindibilidad de sus responsables. Uno de ellos era
Adrián Caballero, cuyo trayecto será reconstruido más adelante. Por su parte, en
Bragagnolo (2015) se lee que este movimiento implicó la expulsión de un tercio de
la planta docente, seguida de un proceso de reestructuración profunda del plan de
estudios vigente y de toda la facultad. En este marco, Fernández Milani habría sido
miembro de la Comisión Asesora de Profesores que actuó entre abril y agosto de
1976, mientras se dirimía la situación universitaria 43.
43
Cicutti, B 1980, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Rosario: su formación y
desarrollo 1923–1980, Departamento de Historia de la Arquitectura, Rosario. En este documento
consta el detalle del proceso “como se acordó colectivamente llamar a todo el acontecer” que vivió
la Escuela, luego Facultad, de Arquitectura de la reciente UNR entre 1971 y 1975 (p. 61). En el texto
más reciente de Rigotti (2012), aparece como “procesito”, quizás para diferenciarlo de aquello que
viviría la sociedad argentina a partir de 1976. Cabría hipotetizar acerca de los sentidos que adquiere
esta palabra en contextos tan disimiles, pero excede los objetivos de este capítulo.
252
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
Por otro lado, dando cuenta de una carrera dedicada a la investigación, el semanario
Rosario lo presentaba como ganador de becas en los Estados Unidos y en España 44.
En tanto, Pagnoni (2019b) lo ubica a cargo del área de estudios sociourbanos de la
Comisión Especial de la UNR, creada por pedido expreso de la intendencia en 1969,
para relevar las villas miseria existentes en la ciudad. Junto a otros institutos como
el aludido IPRUL, en su seno se produjo una interesante colección de documentos de
trabajo sobre la temática. Recordando el mismo escenario de interrupción de la vida
universitaria señalado anteriormente, la autora apunta que el responsable del equipo
era un profesional afín al gobierno militar. Probablemente, éste sea el motivo que
revele por qué, para 1973, “la Comisión Especial se había disuelto o desafectado de
sus funciones, no se explica que [sic] ocurrió” (Pagnoni, 2019b: 190).
En la década anterior, Fernández Milani había ejercido la dirección del Instituto de
Planeamiento Rural y Urbano de la Facultad de Ingeniería de la UNL, de la cual
todavía dependía la carrera de Arquitectura. Y en la siguiente, estaría al frente de la
Escuela de Graduados, desde donde se impulsaba la formación continua de recursos
humanos 45. Quizás la suma de ambas condiciones haya actuado como impulsora
del primer centro de investigaciones formalizado en la rebautizada Facultad de
Arquitectura y Planeamiento, “inspirado” y conducido por este arquitecto (Floriani
y Cutruneo, 2014). Se trataba del Centro Universitario Rosario de Investigaciones
Urbanas y Regionales (CURDIUR), fundado en marzo de 1981 (Bragagnolo, 2015),
en práctica coincidencia con su asunción en el gobierno municipal.
Ese mismo mes finalizaría el efímero Doctorado Único de la UNR 46, creado durante
la gestión rectoral de facto, coincidente con la dictadura (Águila, 2014b). En la tesis,
titulada “Las estructuras físicas y las estructuras sociales en la ciudad”, sostenía
“que existe una biunívoca relación entre las estructuras físicas (arquitectónicas o
urbanas) y las estructuras sociales de la comunidad que las apropia y usa”
(Fernández Milani, 2008: 38). En esta línea se comprende también el programa
“Sociedad urbana y hábitat” del CURDIUR para el curso 1981–1982, dentro del cual
se enmarcaban distintos proyectos de investigación, evaluados y financiados por
separado. Ahora bien, de la revista que recogió esta propuesta se destacan algunos
44
“Los hombres del intendente” 18/4/81, Matutino Dominical Rosario, p. 13.
45
Cicutti, B 1980, óp. cit.
46
Este dato proviene de Floriani y Cutruneo (2014) y permite afinar la afirmación de los
entrevistados por Grubisic (2010), ya que fue el único profesor de la carrera de Arquitectura que
obtuvo este título pionero y “genérico”, no orientado a una disciplina en particular.
253
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
conceptos que sirven para trazar una perspectiva sobre el ejercicio público de este
arquitecto:
Este programa de la Universidad Nacional de Rosario tiende a dar una identidad
y fisonomía a la ciudad de Rosario. […] “quienes tomaren las decisiones a nivel
urbano y regional tendrían un marco de referencia conceptual y operativo que
posibilitaría un ejercicio del poder más racional y coherente”. 47
De aquí se deduce –en concordancia con Grubisic (2010)– que la invitación a
integrar el círculo del nuevo intendente, pudo haber sido interpretada como el
momento de poner en práctica las ideas sobre Planeamiento. “Sin embargo, su
convocatoria no [había sido] fácil, ya que Fernández Milani era un hombre de
‘fuertes convicciones liberales’, que también formaba parte del grupo ampliado de
reuniones políticas con predominancia de los demócratas progresistas” (p. 70). En
aquel tiempo, el partido contaba con un círculo “de estudio” del que participaban
regularmente allegados no afiliados 48. De entre estas filas fueron reclutados los
externos, con el objetivo de “constituir un conjunto de hombres considerados
probos y honorables en el cual la falta de pertenencia a la formación política no se
convirtiera en una característica excluyente, sino al contrario” (p. 67) 49.
Como advierten Morresi y Vommaro (2011), la relación de los expertos con la
política partidaria es ambigua. Al margen, quizá este caso particular haga evidente
la afirmación de Parera (2020) de que el conocimiento científico ya no era el factor
principal en la relación entre los arquitectos y el Estado 50. En definitiva, estos
47
“Centro de Investigaciones Urbanas y Regionales de la U.N.R.” 1981, BIO. Boletín Informativo
de Obras, año IX, n° 74, diciembre, s/p. El entrecomillado proviene de la letra de uno de aquellos
proyectos, en cuya elaboración participó Fernández Milani.
48
Por un lado, se recuerda que el PDP era uno de aquellos partidos que Águila (2000) caracterizó
como plenamente afines a la dictadura, cuyos miembros sostuvieron excelentes y fluidas relaciones
con el gobierno de facto, hacia el cual expresaron su lealtad e identificación públicamente.
Asimismo, prestaron empeño rutinario, compromiso y “competencias individuales” (Quiroga, 2004)
para su sostenimiento. Pero, por otra parte, Lvovich (2009) menciona “personas que, sin adscribirse
al régimen, encontraron en el contexto dictatorial una oportunidad de ascenso laboral. En tal sentido,
las regularidades de la vida burocrática y las pequeñas ambiciones personales incidieron sobre la
decisión de asumir cargos públicos” en aquel momento (p. 298). Tal vez, Fernández Milani estuviera
“a medio camino” entre ambas situaciones.
49
Por cierto, Fernández Milani fue uno de los miembros activos del Rotary Club de la ciudad desde
1973, ocupando varios oficios de la junta directiva en distintos períodos de su historia. Esta
información se conoció a través de una breve nota–homenaje publicada en el Boletín del Rotary
Club Rosario 2017, año LIV, nº 2512, septiembre, p. 2. La misma fue hallada mucho tiempo después
de haber sido editada, y permitió explicar las razones por las que el arquitecto nunca respondió los
correos electrónicos enviados, a raíz de la gentileza del personal de la Municipalidad de Rosario.
Desgraciadamente, el contacto inicial fue establecido a sólo dos meses de su fallecimiento.
50
Empero, en 1982 había sido designado para representar al país, “con los auspicios del gobierno
nacional”, en el Comité Interamericano de Ecología: “Fernández Milani” 30/8/82, Diario Rosario,
p. 15. Una vez más, se ponen de manifiesto las fronteras porosas y las múltiples pertenencias de
profesionales y expertos.
254
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
51
Fernández Milani, R “Urbanismo, urbanistas y urbanidad” 10/12/87, La Capital, s/p. Esto a pesar
de que, en la concepción de Almandoz y Monti (2019), urbanista fuera una mixtura entre experto y
político.
52
“Natale y sus colaboradores esbozaron la acción municipal” 6/6/81, La Capital, s/p. “La definición
de Planeamiento” 25/7/81, Semanario Rosario, p. 11. “Un sistema de espacios verdes circundará
Rosario” 1982, BIO. Boletín Informativo de Obras, año IX, n° 76, febrero, s/p. “La nueva biblioteca
que tendrá Rosario” 4/8/82, Diario Rosario, p. 32.
53
“¿En presencia del monumento al ladrillo?” 2/7/82, Diario Rosario, pp. 12–3. Se trata de la plaza
Florencio Sánchez, instalada donde antes estaba el Mercado General Urquiza. Al respecto, se podría
ampliar con más y mejores detalles acerca de la solución adoptada, las respuestas urbanísticas, las
posturas del diario y de la corporación de arquitectos, entre otras cuestiones que se desprenden de
esto. Siendo imposible reponerlas aquí, se trata de un interesante asunto a desarrollar en el futuro
próximo, así como lo hizo Menazzi (2018) para las plazas de Buenos Aires.
255
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
54
“‘El estilo de conducción será participativo’” 16/5/81, Matutino Dominical Rosario, pp. 8–9. Este
párrafo y la cita del anterior provienen de los dichos del funcionario.
55
Dec. MR 2250 del 16/10/80.
256
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
Arquitectos y corporaciones
Al salir de las esferas del poder estatal y las concepciones esbozadas allí para
considerar las opiniones sobre la producción material de la ciudad, sobresale la voz
de los arquitectos como profesionales vinculados de modo directo a ella. Si bien
claramente no eran los únicos interesados –como demuestra Menazzi (2017 y 2019)
respecto de los ingenieros en dictadura–, cuanto menos, algunas de las posturas que
sostenía esta parcialidad en clave local, quedaron plasmadas en los capítulos
anteriores. En concreto, al analizar los discursos de los medios de comunicación y
el papel desempeñado por las fuerzas vivas en los gobiernos santafesino y rosarino.
Ahora es el momento de “escuchar” a los arquitectos que, habiendo integrado las
56
Art. 24° de la ley provincial 6551/69, de creación de la Prefectura.
257
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
filas estatales en algún momento de sus vidas, por distintos motivos, luego las
abandonaron.
En líneas generales, éstos tenían un órgano de condensación y difusión de sus
intereses, dictámenes y propuestas en el colectivo que los nucleaba en cada ciudad.
Muchas veces, disentían con las que atravesaban el espacio público / oficial y el
Consejo de Ingenieros de la provincia, del cual formaban parte a nivel institucional,
no así gremial. Éste había sido creado en 1934 para regular el ejercicio profesional
de la construcción en general y, entre otras facultades, administraba las matrículas
habilitantes de agrimensores, arquitectos e ingenieros 57. Como señalaba Adagio
(2003), la tensión entre los dos últimos los atravesaba desde inicios de siglo y
condicionó la profesionalización de la Arquitectura en el país.
Para fines de los años setenta, ya estaba encaminado lo que devendría en futura
colegiación independiente, por recomendación general de la Federación Argentina
de Sociedades de Arquitectos (FASA) y con especial incentivo rosarino. Fue un
dilatado proceso que demandó innumerables reuniones, análisis y debates en los
que arquitectos e ingenieros se enfrentaron fuertemente. Ninguno estaba dispuesto
a renunciar a sus posturas ni a sus prerrogativas. En paralelo, surgieron serias
diferencias y cruces entre los primeros, que retrasaron e impidieron aún más la tan
ansiada aspiración. Los santafesinos, a través de sus representantes –uno de los
cuales fue el citado arquitecto Giacomino–, sostuvieron la separación por ramas de
actividad, en lugar de la idea dominante de títulos profesionales, que terminaría
imponiéndose. Recién desde 1991, los arquitectos están habilitados a efectuar el
propio control de la matrícula, el ejercicio y la ética profesional 58.
En cuanto al Centro de Arquitectos de Santa Fe, fue instituido originalmente en
1944 como seccional regional de la Sociedad Central de Arquitectos. Exactamente
tres décadas después, vivió su “segunda etapa fundacional” por iniciativa del
entonces presidente Giacomino y unos recientes graduados de la Universidad
Católica de Santa Fe convocados a tal efecto, entre quienes se contaba Berlincourt.
Él desempeñaría el cargo de secretario permanente entre 1981 y 1983, como parte
57
Ley provincial 2429 del 31/12/34.
58
El “Régimen Profesional de Arquitectos” (ley provincial 10653 del 22/8/91) fue el caso pionero
y, en los años siguientes, le seguirían las restantes profesiones. En este marco, el Consejo quedó
disuelto en 1995, disponiéndose la conformación del órgano liquidador del mismo, con
representantes de todos los colegios, elegidos y renovados regularmente. Su función era transferir
todo el patrimonio común a los sucesores, en partes proporcionales por circunscripción y con arreglo
a los aportes actualizados de los respectivos profesionales; cuestiones que demandaron al menos
veinte años más de conflictos.
258
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
59
Berlincourt, O [2005] “Reseña institucional de Centro de Arquitectos de Santa Fe entre los años
1974 / 1983”, documento original cedido por el autor.
60
Aunque no en forma completa, la serie pudo ser reconstruida, por fragmentos, en la sede del
Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe Distrito 1 (Santa Fe). Especialmente, gracias a
la gentileza del Arq. Arroyo, docente de FADU–UNL, quien los atesora en su biblioteca particular.
61
Aparte de respaldar las actuaciones de los arquitectos en el medio profesional y legal, instalaba
públicamente sus opiniones. “Sobre crisis y quiebras” 9/9/81, Semanario Rosario, p. 5.
62
Uno de sus antecesores fue el precitado arquitecto Lastra, entre 1974 y 1976. Aunque su
participación en las comisiones directivas fue mucho menor que la de sus contemporáneos, lo
acompañaba una destacada carrera en el ámbito universitario, tanto en la enseñanza en la UCSF, como
en el diseño y proyecto del campus de la UNL. Incluyendo las actuaciones hasta el año 1978, su CV
se puede leer en el archivo de la DPVyU, entre los antecedentes presentados por la empresa
constructora al FONAVI, para la adjudicación del barrio El Pozo.
259
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
63
Extracto del discurso de apertura del evento. “Jomadas de trabajo sobre el sector viviendas” 1982,
Boletín del Centro de Arquitectos de Santa Fe, año IV, n° 27, agosto–septiembre, p. 15.
64
Boletín del Centro de Arquitectos de Santa Fe 1982, año V, n° 28, octubre–noviembre, p. 3.
65
“Informe de nuestro Centro sobre el Reglamento de Zonificación de la Municipalidad de Santa
Fe” 1981, Boletín del Centro de Arquitectos de Santa Fe, año IV, n° 22, octubre–noviembre, p. 13.
260
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
Ha de recordarse que este instrumento estaba pendiente de aprobación al menos desde 1979, cuando
se sancionó provisoriamente la Ord. MCSF 7642 de Subdivisión Urbana. De allí que, para el momento
en que se lo analizaba, parecía no innovar en muchos aspectos relativos al ordenamiento urbano.
Además, buena parte de su contenido fue “adelantado” por el Plan Director, en 1980, donde puede
leerse un interesante comentario: “en contraposición con las obras activas de promoción y desarrollo,
el Reglamento de Zonificación es una medida pasiva, orientadora y restrictiva” (p. 77).
66
Boletín del Centro de Arquitectos de Santa Fe 1982, n° 28, óp. cit., pp. 1, 3–5. Sobre este caso, se
remite al acápite anterior.
67
Boletín informativo de la Federación Argentina de las Sociedades de Arquitectos 1982, diciembre,
s/p.
68
Boletín del Centro de Arquitectos de Santa Fe 1982, año IV, n° 25, marzo, p. 1.
261
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
69
“Recursos humanos para el desarrollo en la facultad de arquitectura” 1976, Revista del Centro de
Arquitectos, año I, n° 1, diciembre, s/p. Según consta allí, se hicieron otras entregas del texto en los
siguientes números, que no han podido consultarse porque la colección se encuentra trunca. Por lo
demás, el documento se encuentra incluido en el inventario de UNIUR (1982: 192).
70
Caballero, AA 1971, “Facultad de Arquitectura de Rosario. Balance de 6 meses de lucha”, Los
Libros. Para una crítica política de la cultura, año 3, n° 23, noviembre, pp. 11–3. En este artículo,
el autor detalla la situación previa y los presupuestos que guiarían el nuevo ciclo, cuya aplicación
práctica puede leerse en Bragagnolo (2015) y en el documento elaborado por Cicutti, en 1980.
71
Como demuestran estos trabajos especializados y otros que analizan el concurso y las “derivas”
de Corea (Jajamovich, 2014; Rigotti, 2017), es necesario explicarlos junto al momento anterior. Este
sujeto y el acontecimiento mencionado, volverán a aparecer hacia el final del capítulo.
72
“Caballero: ‘Irse a un barrio privado tiene que ver con el status y la moda’” 18/3/01, La Capital,
s/p. En esta fecha tan tardía –y a sólo dos años de su inesperada muerte–, volvía a insistir en la
constitución de alguna forma de gobierno metropolitano, que superara la jurisdicción municipal.
262
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
73
Boletín del Centro de Arquitectos de Santa Fe 1984, año VI, n° 31, junio, pp. 19 y 23. En otro
momento de la nota, se refirió a Santa Fe y Paraná como una aglomeración bipolar muy particular.
74
Estas son palabras del Arq. Floriani, quien, junto a sus compañeros docentes, crearon el blog
Cátedras Adrián Caballero como homenaje póstumo. Dentro del mismo, digitalizaron parte de su
producción académica y las transcripciones de algunas clases, a las cuales se accede a través de:
https://bit.ly/38OyRv9.
263
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
75
Caballero, AA 1970, “Rosario: propuesta para un reconocimiento de su estructura económica,
social y urbana”, Summa. Revista de arquitectura, tecnología y diseño, n° 28, agosto, pp. 32–7. Abre
la nota un breve CV, que permite conocer otros aspectos de su recorrido.
76
Esto se puede explicar con Fernández (2020), quien recuerda “que una de las profesiones
‘sospechosas’, en el marco de los móviles militares, era la arquitectura, debido a sus vínculos con la
izquierda peronista y revolucionaria. Durante la década de 1970, muchos jóvenes se unieron a
movimientos de izquierda bajo el ideal de que, en una época de profundas reformas sociales, a la
arquitectura le cabría jugar un papel central en la reconstrucción física de la nación” (pp. 29–30).
264
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
revestiría como profesor honorario vitalicio 77. Por otra parte, a partir de su
asociación con el ingeniero (y amigo) Carlos Escandell, entre 1969 y 1985,
desplegó una prolífica producción arquitectónica y de equipamiento comunitario.
Según Biagioni (2014), constituyeron uno de los tres estudios más reconocidos e
influyentes de la ciudad en la década del setenta; los otros eran el de Ferradás–Nardi
y el de Tosca–Lastra, cada uno con su particular estilo. Una vez fallecido
trágicamente el compañero, Carli continuaría su labor particular junto a un equipo
de colaboradores. Al respecto, Müller (1999) sostenía:
La teorización de estos profesionales dio lugar a […] esta época prolífica en
propuestas, muchas de las cuales, aunque no realizadas, marcaron un fuerte
interés por provocar cambios en la estructura física de la ciudad comprometiendo
a su vez transformaciones sociales. (p. 129)
En efecto, las semblanzas trazadas apenas conocida su silenciosa partida, resaltan
“su ética como ciudadano comprometido con la sociedad y la democracia”, así
como una formación enciclopédica 78. Ambas características se trasladaron a su
ávida pluma, que encontró amplia receptividad en El Litoral, dado el manifiesto
interés por las cuestiones urbanas y regionales de Santa Fe. Allí, el arquitecto pudo
exponer abiertamente sus exploraciones, juicios y proyectos. Esta situación, única
entre sus pares, era posible gracias a la amistad con un periodista deportivo del
vespertino 79. Se puede datar ya en sus épocas de estudiante universitario, sólo
interrumpida durante el tiempo en que estuvo ilegítimamente privado de la libertad.
Para principios de los ochenta, lograría una aparición quincenal con la publicación
de extractos de sus libros, editados por el Consejo de Ingenieros. Tal vez fuera la
forma de recuperar la confianza de los vecinos perdida manu militari.
De esta sintética reseña se deduce que, por diversos motivos, Carli también puede
ser considerado un experto. En particular, se distingue por haber “encontrado en los
periodistas aliados fundamentales para promocionar sus figuras y los instrumentos
asociados a ellas” (Morresi y Vommaro, 2011: 18). Especialmente, se dedicó a
difundir sus profundas disidencias con la orientación del crecimiento urbano que
77
Mientras se escribían estas páginas, a fines de 2020, la actual FADU se encontraba celebrando sus
treinta y cinco años de vida, particular historia que esbozan Müller y Parera (2010), pero que queda
pendiente ahondar y triangular con otras fuentes.
78
“Pesar por el fallecimiento del arquitecto César Carli” 7/12/19, El Litoral, https://bit.ly/2UBqvhZ.
79
Falchini, A [1983], Escritos periodísticos de César Carli, Litar, Santa Fe. Esta recopilación,
originalmente fechada en 1983, incluía no sólo los artículos ahí publicados, sino prácticamente todas
las intervenciones del arquitecto, en otros diarios y revistas especializadas del país y del exterior.
Además, fue ampliada hasta abarcar los textos de los primeros 2000 y los comentarios u homenajes
realizados por otros autores.
265
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
80
“Santa Fe mira hacia el norte” 9/9/80, El Litoral, s/p. Extrañamente, el mismo concepto aparece
en el texto del Reglamento de Zonificación, Ord. MCSF 7987/81, para referir a las tendencias
naturales de cada sector en que se dividió la ciudad. A ellas se habrían adaptado las exigencias y
limitaciones impuestas por la normativa.
266
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
81
“Santa Fe mira hacia el norte” 7/10/80, El Litoral, s/p. Tercera entrega de fragmentos del
homónimo libro del autor, en el cual recurre a sus observaciones y comparaciones con la campiña
francesa, como disparador para la reflexión sobre el caso de estudio.
82
Carli, CL s/d., óp. cit., p. 84. Desafortunadamente, se desconoce la fecha exacta de la publicación,
pero se la ubica entre 1982 y 1983. De cualquier modo, alcanzó a generar algún tipo de
“construcción, proyecto y proyección en el futuro”, como afirmaba Schlögel (2007: 90), de los
mapas en general.
83
Cerana, LA “Los Bajos Submeridionales: ¿es factible el plan director? – II” 22/7/76, El Litoral, p.
5.
84
Santa Fe en el 2000 1985, pp. 66–82. “La ciudad que habitaremos” fue el espacio que
compartieron los Arq. Villaverde y Carli para sus respectivas disertaciones, mientras que Caballero
participó de otro de los paneles interdisciplinarios llevados a cabo en Santa Fe, entre abril y mayo
de 1984. Los tres asistieron en calidad de representantes del Centro de Arquitectos.
267
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
vecino, en fin, con el de la comunidad toda. Ese ha sido siempre el motivo central
de nuestra búsqueda. 85
Gracias a los análisis de Mantovani (2011) y de Rausch (2013), se facilita identificar
las características del Plan Carli. En palabras de la primera, quien así lo designa,
abogaba por una “ciudad lineal sustentable” o una “ciudad ecológica” (pp. 117 y
128). Mientras que la segunda, halla una mixtura de tradiciones –hasta de fines del
siglo XIX–, que pretendían una relación más estrecha y armónica entre lo rural y lo
urbano. Según su autor, “rescatar esta unidad preciosa entre la vida silvestre y el
ámbito urbano, entre el hecho natural y el hecho artificial […] es una prioridad
ideológica que ningún planificador sensato puede olvidar; menos en Santa Fe” 86.
Así, simbolizaba “una alternativa, incorporando ideas y fundamentos teóricos que
constituyeron un aporte relevante al debate urbanístico santafesino” (Rausch, 2013:
143). De acuerdo con Thompson (2002), este agente parece haber encarnado un
intento de socavar las pautas de dominación imperantes y fundar unas nuevas.
Bajo la presidencia de Escandell, aquella posición quedó plasmada en el informe
de una de las áreas de la Comisión de Rescate del Puente Colgante, conformada
espontáneamente a pocas horas de su colapso, ocurrido durante la tarde del 28 de
septiembre de 1983. A instancias de los graduados de la UTN, se incorporó una larga
lista de instituciones de la ciudad, entre las cuales estaban el Centro de Arquitectos,
la Facultad de Arquitectura de la UCSF y la Dirección de Planeamiento municipal.
“Con el propósito de realizar una amplia evaluación de la situación, orientada a la
recuperación del puente y al análisis de las causas que motivaron su derrumbe”,
recordaron que “sus valores son históricos, ambientales y patrimoniales”. De ahí,
sugirieron “no innovar acerca de las obras públicas de cualquier naturaleza y/o
alternativas que afecten o puedan afectar directa o indirectamente al mencionado
subsistema hídrico” 87.
Los efectos del trabajo denodado de la comisión se verían parcialmente con el paso
del tiempo, en la medida en que sólo algunas de sus recomendaciones fueron
85
Santa Fe en el 2000 1985, pp. 72, 77 y 82. Disertante: Arq. César Luis Carli. La entrevista
mencionada puede verse en: https://bit.ly/3fjIV0n.
86
Carli, CL “La extensión lineal de la ciudad (III)” 21/9/81, El Litoral, s/p.
87
“Informe de la Comisión General” 1983, Boletín del Centro de Arquitectos de Santa Fe, año V,
n° 30, diciembre, pp. 16, 17 y 21, respectivamente. Cabe señalar que quien presidía la entidad en
aquel momento –y lo seguiría haciendo en democracia– era el ya nombrado arquitecto Eduardo M.
Villaverde. De éste y los demás casos mencionados, puede concluirse que, efectivamente, la nota
dominante era la circularidad de personas en un ámbito muy reducido. Así lo sostuvo el Arq. Jorge
Citroni, al ser entrevistado: entonces, no eran más que un centenar de profesionales en la ciudad
(véase, Anexo I).
268
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
88
“Demanda el Puente Colgante una urgente acción de mantenimiento” 15/12/79, El Litoral, p. 4.
89
Santa Fe en el 2000 1985, pp. 70–1. Es sugerente que Collado y Müller (2002), hayan retomado
veladamente los planteos del arquitecto: “la necedad de los funcionarios que tuvieron a su cargo las
decisiones hizo que no se escuchara la lección de la geografía ni la sedimentada enseñanza de la
historia” (p. 68).
90
“Los cincuenta años del Centro de Arquitectos” 26/6/82, Diario Rosario, p. 12. Rigotti (2003)
ubica a principios de 1927 la creación de la Sociedad de Arquitectos de Rosario, antecedente directo
de esta institución.
91
“Editorial” 1974, Boletín Informativo Centro de Arquitectos de Rosario, abril, p. 1. A pesar de
haber relevado todos los ejemplares conservados en la biblioteca del Colegio de Arquitectos de la
Provincia de Santa Fe Distrito 2 (Rosario), en la Hemeroteca del Museo Histórico Provincial “Dr.
Julio Marc” y la colección particular del Arq. Poggio, este conjunto se encuentra aún más incompleto
que en el caso anterior. Desgraciadamente, la mayoría de los boletines se ha perdido.
269
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
92
“A manera de preámbulo” 1977, La Gaceta de los Arquitectos. Órgano oficial del Centro de
Arquitectos de Rosario, mayo, n° 1, s/p.
93
“Declaración” 1982, La Gacetilla. Informativo del Centro de Arquitectos de Rosario, septiembre
/ octubre, n° 22, s/p. Como consta expresamente ahí, se reproducía el “Editorial” 1982, Boletín
informativo de la Federación Argentina de las Sociedades de Arquitectos, agosto, s/p. Se detectan
los mismos postulados que en la opinión de la agrupación santafesina, en marzo de ese año.
270
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
94
“Posición del Centro de Arquitectos frente a la política urbana” 1983, La Gacetilla. Informativo
del Centro de Arquitectos de Rosario, febrero / marzo, n° 24, s/p.
95
“‘El estilo de conducción será participativo’” 16/5/81, Matutino Dominical Rosario, p. 9. Cita de
la entrevista a Fernández Milani, en la que se observa aquella misma asunción –como en el caso de
Caballero– de él (experto) como un técnico.
96
“Las opiniones del Centro de Arquitectos” 16/5/81, Matutino Dominical Rosario, p. 9. Empero,
en 1982, al conocerse el proyecto que tenía la misma secretaría para ese espacio, algunos de estos
actores se opondrían firmemente (véase, la nota 53).
97
“‘No deben confundirse los medios con los fines’” 16/11/80, Matutino Dominical Rosario, p. 5.
Se recuerda que, tanto el Código Urbano como el Reglamento de Edificaciones, fueron los dos
instrumentos que acompañaban al Plan Regulador, derogados tempranamente. Sólo continúa en
vigencia la Ordenanza de Urbanizaciones.
271
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
veces, contradictorias– decisiones y acciones concretas del último, ante las cuales
la primera reaccionó de diferentes maneras, según las coyunturas o en función de
los intereses involucrados. En consecuencia, el tono empleado para fijar los
distintos puntos de vista, no fue el mismo en todo momento, como revelan la prensa
y las gacetas. Al evaluar sus actuaciones durante el período dictatorial, dirán: “toda
esta tarea, que nos llevó a polemizar con la Universidad del régimen, la
Municipalidad de sus colaboradores e integrados al Proceso, logramos realizarla en
un marco de democracia interna y fecundo debate” 98.
En todo caso, se mantuvieron impasibles las tradicionales discrepancias con los
profesionales con quienes debían compartir el recinto institucional, en el consejo de
la ingeniería. En ocasión de la consulta periodística mencionada, el Centro de
Ingenieros manifestó que “el código urbano es un elemento vivo, que se modifica
constantemente porque debe ir paralelamente con los cambios que impone el
progreso y lejos de entorpecer el desarrollo de la industria de la construcción la
encauza” 99. Llamativamente, estos argumentos se asemejan a los considerandos
oficiales esgrimidos para proceder a la reforma de las normas de ordenamiento
urbano, que anteceden las ordenanzas y decretos. No por casualidad, el medio
arquitectónico pretendía alejarse de aquellos terrenos que entendía dominados “por
las figuras gemelas del Ingeniero y del Militar” (Silvestri, 2014: 94).
Otro de los ámbitos destacados de acción del CAR fue ejercer la representación de
la parcialidad que se mostraba preocupada por la preservación del patrimonio
histórico, arquitectónico y cultural, por considerarlo continuamente atacado e
incluso “devastado”. Al respecto, el boletín pareció transformarse en el lugar de
cristalización de estas cuestiones, visible en los editoriales. Ya en el marco de la
primera renovación de su interior, habían decidido incorporar un apartado sobre
actualidad de la ciudad, “donde intentaremos […] denunciar los permanentes
atentados que se perpetran a nuestro común espacio de vida y comentar aquellas
98
“El C.A.R., gremio de los arquitectos” 1983, La Gacetilla. Centro de Arquitectos de Rosario,
octubre, n° 27, s/p. En el caso chileno, Gomes (2018a) encuentra unos boletines internos, algunos
pronunciamientos firmes en los medios y otros más moderados, dependiendo de los temas y del
momento que estaba atravesando la escena nacional. También sus miembros sufrieron la
persecución política y el exilio. De todos modos, el Colegio de Arquitectos parece haber cambiado
como institución a lo largo del tiempo, porque la dictadura le fue quitando poder; por ejemplo,
interviniendo las designaciones de autoridades y restringiendo progresivamente sus espacios de
actuación. A pesar de lo cual, mantuvo una actitud conciliatoria y de diálogo hacia el régimen, que
se transformó en una más crítica, conforme se acercaba su final.
99
“Centro de Ingenieros: La construcción no declina” 30/11/80, Matutino Dominical Rosario, p. 6.
272
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
acciones positivas que incidan en nuestro entorno” 100. Luego, al inaugurar la nueva
etapa de La Gaceta, sostuvieron:
Y no sólo de lo que se construye sino también de lo que se destruye, alguien
tiene que ocuparse. El problema no es tan grave, pues la ciudad no cuenta con
un patrimonio histórico arquitectónico demasiado grande, pero hay algunos
hechos valiosos que convendría respetar, y en este sentido la voz de los
arquitectos debe sumarse a las pocas que hasta el momento parecen predicar en
el desierto. 101
En este punto, fue fundamental la resonancia al interior de la disciplina, alcanzada
a través de una flamante y exitosa revista DANA, radicada en la Universidad Nacional
del Nordeste, bajo la dirección del arquitecto Ramón Gutiérrez 102. Desde sus
páginas, los rosarinos denunciaron las usuales demoliciones o improvisados
arreglos de frentes de edificios históricos, tanto estatales como particulares, que se
estaban produciendo por efecto del abandono, la falta de interés público, la
aplicación estricta del Reglamento de Edificación o, mejor aún, la simple
especulación. Los ejemplos eran numerosos, tantos como las idas y venidas en los
proyectos: “ni un plan existe en nuestra ciudad que permita salvaguardar el
patrimonio. […] nuestra memoria urbana se está esfumando” 103. Atento a ello, se
dirigían expresamente al municipio, para reclamarle:
la creación de una Comisión o la puesta en funcionamiento de la que no pudimos
hallar –Y QUEREMOS FORMAR PARTE DE ELLA– y que, a la brevedad más
inmediata, elabore un proyecto de legislación que tienda a la perfección de los
bienes históricos de la ciudad […].
El Centro de Arquitectos llama a la acción. 104
100
“Editorial” 1974, Boletín Informativo Centro de Arquitectos de Rosario, abril, p. 1. En Santa Fe,
este interés también se verá reflejado en algunos números del boletín oficial, aunque no en los
editoriales, porque el grupo que lo sostenía poseía menor incidencia en el conjunto que el rosarino.
101
“A manera de preámbulo” 1977, La Gaceta de los Arquitectos. Órgano oficial del Centro de
Arquitectos de Rosario, mayo, n° 1, s/p.
102
En la aguda lectura de Silvestri (2004), aparecía como “deliberadamente ideológica, se propone
poner en valor la arquitectura del país, difundir la latinoamericana y servir principalmente a la
preservación”. Al sostener que omitía los juicios de valor sobre las obras arquitectónicas y subsumía
todo al respeto por la identidad, concluyó: “tal reducción y clausura de la reflexión crítica es
testimonio de la oscuridad de los tiempos” (pp. 168 y 169). Nótese que los significados de algunos
de los términos que empleaba la autora –especialmente, ideología– no coinciden con los que le
asignaron Eagleton (1997) ni Thompson (2002).
103
Bragagnolo, E y Argumedo, C 1980, “La Bolsa de Comercio de Rosario”, DANA. Documentos de
Arquitectura Nacional y Americana, n° 9, s/p.
104
Quiroga, H 1977, “Crónica de intenciones”, DANA. Documentos de Arquitectura Nacional y
Americana, n° 5, p. 62. Originalmente, el artículo habría sido publicado en La Gaceta de los
Arquitectos y luego reproducido en esta revista, pero esto no se ha podido corroborar. En cuanto a
su autor, fue uno de los miembros más constantes del consejo editor de la primera, a la vez que un
acreditado arquitecto rosarino, antiguamente docente en las cátedras de Historia de la facultad. Entre
sus antecedentes, se cuenta el haber sido seleccionado por los colegas barceloneses para hacerse
cargo del proyecto ejecutivo y la conducción de la obra del parque España, que ellos diseñaron
(Jajamovich, 2009). Por este desempeño, en 2013 se le impuso la “orden al mérito civil”, al igual
que en su tiempo había ocurrido con Gurmendi: https://bit.ly/3oeBnit.
273
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
105
Quiroga, H “Restauración o remiendos” 23/5/81, Matutino Dominical Rosario, p. 3. Esta nota
forma parte de la primera edición de una cuarta sección mensual del periódico, Habitar en Rosario.
Suplemento de Arquitectura, Urbanismo, construcción, decoración y diseño. También será replicada
en la revista precitada, con un título ligeramente diferente: Quiroga, H 1981, “Restauraciones o
arreglos. Grandeza o mediocridad de los rosarinos”, DANA. Documentos de Arquitectura Nacional y
Americana, n° 12, pp. 118–21. Este arquitecto probablemente represente la mezcla de vertientes que
hallara Silvestri (2000) al interior de la relación Historia–Arquitectura, ya que, en lugar de proponer
la simple conservación de todo edificio histórico, apelaba al ejercicio de la crítica histórica y a la
discusión ciudadana, incluso en la revista DANA.
106
Según Thompson (2002), éstas serían incipientes críticas a la ideología, y evidencian una
interesante diferencia entre las dos ciudades: ante una temprana aparición en Rosario, en Santa Fe,
el orden dominante parece haberse mantenido más firme. En efecto, esta situación se ilumina
recordando el concepto de gubernamentalidad autoritaria, que Alonso (2011) ideó al observar la
sociedad santafesina.
107
En este clima de innovación también se cuenta la noción ya mencionada de proyecto urbano, que
se presentaba “como una instancia intermedia entre un proyecto de arquitectura […] y un plan de
urbanismo” (Novick, 2011: 41). Bajo estas premisas fueron diseñados el parque España en Rosario
y el barrio Centenario en Santa Fe, ambos fechados en 1978, pero cuyos proyectos no provienen de
los arquitectos locales.
274
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
108
“Editorial” 1974–1975, Boletín Informativo Centro de Arquitectos de Rosario, p. 1.
109
De los boletines relevados, se destacan estas dos ocasiones, entre otras dentro de un extenso
período: “Charlas y conferencias” 1974–1975, Boletín Informativo Centro de Arquitectos de
Rosario, p. 19. Mirad, L 1979, “Acerca de la visita del Arq. Oriol Bohigas y el cancer [sic]”, La
Gaceta de los Arquitectos. Órgano oficial del Centro de Arquitectos de Rosario, n° 5, junio, s/p.
110
Cicutti, B 1979 “La ciudad y la arquitectura, la arquitectura y la ciudad. La visita de Oriol
Bohigas”, Nuestra Arquitectura, año 49, n° 508–9, pp. 52–3. Elguezabal, E 1979 “Oriol Bohigas en
Rosario”, Summa. Revista de arquitectura, tecnología y diseño, n° 140, agosto, pp. 53–7.
275
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
discusión. Éstos eran los mismos que integraban el aludido CURDIUR, un centro de
investigación con alta producción, que nucleaba diversas líneas en torno de la
problemática urbano–regional. Y, una vez reiniciado el período constitucional,
serán quienes conduzcan las áreas de Planeamiento municipal. Como parte de las
redes de expertise que describen Morresi y Vommaro (2011), desde y hacia Rosario
circulaban ideas, experiencias y personas. En el planteo de Jajamovich (2009), estos
intercambios “mediatizan los contactos entre los modelos ‘centrales’ y los
contextos ‘periféricos’”. Y en este marco, las “teorías ‘sufren’ cambios una vez
insertadas en otros contextos” (p. 32, nota 10).
En un texto posterior, el autor presenta una reflexión situada sobre algunos actores
–que han aparecido en este acápite– del campo de la Arquitectura entre Argentina
y Chile, a mediados del siglo XX (Jajamovich, 2014). Utiliza el episodio para
reflexionar acerca de las relaciones entre técnica y política, poder y saber, profesión
y autonomía, que también han surcado estas páginas. A partir del análisis de uno de
los proyectos elevados al concurso para la renovación urbana del centro de la capital
chilena 111, advierte “la reformulación del rol de los técnicos” (p. 105). Ahí subyace
la voluntad de incorporar la participación o decisión social, esto es, del usuario de
la obra, lo que ocurriría con posterioridad a la propuesta arquitectónica o
urbanística, cuyo control permanece en manos de los especialistas. De esta forma,
ambos papeles se reescriben, aunque “sin renunciar a la acción demiúrgica del
arquitecto y su saber técnico”, acota Rigotti (2014: 447).
Siguiendo la indagación de esta autora sobre la misma presentación, uno de sus
supuestos era que “superando los límites de la ciudad existente, se expandiera
atravesando el territorio, absorbiendo polos aislados de desarrollo y distribuyendo
procesos de urbanización”. Más aún, el desarrollo anexo de un sistema constructivo
de módulos prefabricados, impulsaría la industrialización del país. Por lo demás,
imaginaba a “pobladores organizados que no sólo harían oír su voz, sino que se
apoderarían del espacio y operarían en su materialidad”, desplegando nuevas
formas de intervención e identificación con la ciudad (Rigotti, 2014: 445–6 y 448).
111
Según Rigotti (2017), el concurso fue llamado “para fortalecer la experiencia de un avance
pacífico a una sociedad sin clases de la Unión Popular a través del germen de una estructura de
ciudad alternativa al damero colonial que rectificara la segregación ecológica de los diferentes
estratos sociales y la extensión descontrolada del tejido” (p. 14). En la interpretación de Jajamovich
(2014), se dirigía, más modestamente, a regenerar y recuperar el centro histórico para el hábitat
popular, en vistas de aquel objetivo macro. Asimismo, debe comprenderse en el marco propiciado
por “aquella ciudad [que] funcionaba como un nodo regional de las ciencias sociales y de la
planificación urbana y regional” (p. 103).
276
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
Esto debido a que sus creadores “parten de la idea de que abordar problemas
urbanos supone afrontar la estructura social de la que éstos surgen” (Jajamovich,
2014: 107).
Estos procesos se explican en un momento en el que “para muchos, el enfoque
técnico–científico de los problemas estaba en cuestión; el punto débil, se
argumentaba, estaba en la incapacidad de las clases dirigentes para llevar adelante
las medidas necesarias” (Liernur, 2001: 348). Sumado a lo cual, se había producido
un acercamiento de la Arquitectura al gran público –como ya se expuso
anteriormente– y de ésta a las Ciencias Sociales, que estimuló su enriquecimiento
y complejidad. De allí se deriva esta nueva consigna, alternativa a la planificación,
al conocimiento experto y al saber académico, antes indiscutidos. En este escenario,
y a diferencia de lo ocurrido durante el auge modernizador, los tiempos de la
política tensionan y marcan las posibilidades de realización o conclusión del
proyecto. En efecto, la idea ganadora del concurso no pudo materializarse por la
grave interrupción que supuso el golpe de Estado de 1973.
El responsable del equipo que realizó la presentación analizada era el arquitecto
rosarino Mario Corea, nombrado previamente. A partir de algunos de los artículos
que reconstruyen su prolífica carrera, se destaca una actualizada formación en el
exterior, que le habría posibilitado su incorporación a la Prefectura del Gran Rosario
y un destacado desempeño en la academia argentina. Entre otros puestos, ocupó la
cátedra de Planeamiento de la UCSF y fue uno de los iniciadores del “procesito” en
la UNR, razón por la cual luego sería declarado prescindible 112. En este marco, y
desde su particular posicionamiento político–ideológico, se basó en los análisis
elaborados por la PGR para realizar un diagnóstico de la actualidad rosarina 113. Allí,
incluía un mapeo de las clases sociales en el territorio, el cual le permitiría
112
Sobre este punto, hay una divergencia entre los autores. Para Silvestri (2014), fue cesanteado en
1975, seguramente a fines de aquel año, como parte de la “normalización” que estaba viviendo la
facultad y que provino de las autoridades universitarias, ante la presión de padres y estudiantes. En
cambio, Rigotti (2017) afirma que, una vez producido el golpe de Estado de 1976, Corea se exilió
inmediatamente en Barcelona, donde reside hoy día y se destaca en el ejercicio de la profesión
independiente, sin haber cortado los lazos con la ciudad natal. Finalmente, Jajamovich (2014)
coincide con esta última.
113
Corea, M 1974, “Rosario: un proceso de urbanización dependiente”, Los Libros. Para una crítica
política de la cultura, n° 36, julio–agosto, pp. 12–8. Editada en Buenos Aires entre 1969 y 1976, se
trataba de una publicación de vanguardia para la intelectualidad y la cultura argentinas, que fue
interesándose cada vez más en las cuestiones urbanas (Santángelo, 2013). Esto también habla del
cruce de la Arquitectura con otras ciencias y de su expansión por fuera del círculo académico. La
colección casi completa se encuentra digitalizada en http://bit.ly/34yKZxc.
277
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
“planificar el posible campo de batalla de una lucha popular con la ciudad como
escenario” (Rigotti, 2017: 17) 114.
A pesar de haber sido abordados superficialmente, los dos trabajos que llevan la
firma de Corea permiten introducir matices a algunas afirmaciones previas. Por
ejemplo, el último hace evidente que la opinión de los miembros de la Prefectura
no era hegemónica ni homogénea, mientras que el anterior da cuenta de que los
profesionales y sus decisiones proyectuales pueden cumplir un rol en –al menos–
la discusión de los antagonismos sociales, al contrario de lo que sostenía Geison
(1983). Además, en el mismo derrotero del arquitecto se conjugan algunas de las
características de los expertos arriba examinados, con las redes de intercambios
recién señaladas y el “nuevo contexto” habilitado hacia fines de los setenta para la
discusión de ciertos saberes y posiciones. Con otras palabras, así lo sintetiza el
siguiente fragmento, aunque no haga mención a este actor en concreto:
Es dable pensar que la condición multitasking de muchas de las figuras del
período obedezca, además de los talentos individuales, a las particulares
condiciones sociohistóricas que reorientan el mundo de los profesionales, de los
expertos, de los académicos, de los intelectuales, de los editores, etc. En ello
también se cifra el universo móvil de referencia de las disciplinas y sus
redefiniciones históricas. (Devalle, 2018: 76)
Antes de finalizar este apartado, se consigna un breve comentario sobre un aspecto
que merecería más atención y desarrollo. Como se habrá observado, todas las
trayectorias descriptas corresponden a arquitectos de género masculino, en la
misma medida que la mayor parte de los entrevistados, a excepción de las actuales
funcionarias municipales (véase, Anexo I). Si bien se trata de una cuestión
tímidamente planteada al interior de la disciplina, se reconoce el reciente interés de
la facultad rosarina, que dio como resultado una publicación dedicada a reflexiones
y análisis localizados firmados por arquitectas. Como establece el editorial del
número, el campo de la Arquitectura occidental fue tradicionalmente de dominio
masculino, razón por la cual las mujeres tuvieron un acceso tardío y relegado;
situación que naturalmente se vio exacerbada en estas latitudes 115.
A continuación, se vuelve a recentrar la atención de la tesis en los administradores
de la dictadura. Al respecto, cabe señalar que, en ningún momento, éstos dejaron
de convocar a los profesionales a integrar cuerpos colegiados relativos a los temas
que creían de su incumbencia. Así, por ejemplo, y por efecto de la disolución de la
114
Este plano conforma el Anexo IX y fue analizado en el tercer capítulo.
115
Seri, R 2017 “Desandando caminos”, A&P Periódico, n° 6, noviembre, pp. 2–3.
278
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
116
Dec. MR 890 del 19/7/76.
117
“Gestiones ante la municipalidad” 1976, Revista del Centro de Arquitectos, año I, n° 1, diciembre,
s/p. De entre los miembros de dicha comisión, se destaca el Arq. Nardi, antiguo conductor de la
dirección municipal encargada de redactarlo. Probablemente, haya sido quien estuviera detrás esta
movida, porque la tarea por él comenzada en 1968, todavía estaba pendiente de resolución y, desde
su alejamiento de la dependencia, se encontraba “fuera de su alcance”. Finalmente, es posible que
haya dado sus frutos, ya que reglamento fue aprobado ese mismo mes. De paso, el experto volvía a
dirigir el futuro de la ciudad y a pautar los ritmos de la gestión pública, sin estar “en el candelero”.
279
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Colofón
De lo aquí analizado se desprende, por un lado, que durante el período 1976–1983,
las asociaciones santafesinas de arquitectos mantuvieron sus debates internos y con
otros colegas, así como instancias de formación, sin perder contacto con el ambiente
académico nacional ni internacional. Esto puede leerse en sus boletines oficiales y
en las publicaciones especializadas de la época. Al mismo tiempo y cada vez más
frecuentemente conforme se debilitaba el régimen, expresaban sus conceptos
críticos en los periódicos y ante las respectivas autoridades. Por su parte, éstas las
convocaron a participar –a título personal o como colectivo– dentro de ciertos
canales habilitados y en las ocasiones en que lo consideraron válido, necesario o
inevitable. De todas maneras, como se comprobó previamente, el diseño de las
políticas urbanas y los destinos de las ciudades eran decididos en sus despachos.
En aquel abanico de producciones escritas, fue posible “oír las voces” de los
arquitectos en dictadura, en tanto expertos y en cuanto profesionales “autorizados”
en materia urbana, entre los cuales sobresalieron algunos recorridos individuales.
A partir de ahí, se intentó demostrar que las fronteras que a primera vista parecían
separar una de otra esfera, no eran tan precisas, a la vez que insinuaban
particularidades locales. Si bien más modestamente, se procuró retomar la
propuesta de Neiburg y Plotkin (2004), tratando de evitar “consagrar la separación
entre ámbitos de acción” y, en lugar de ello, “subrayar los pasajes y la circulación
de individuos, ideas, modelos institucionales y formas de intervención”. En la
analogía de los autores, “ambas figuras, lejos de mostrar los puntos extremos de
una línea, constituyen más bien un espacio de intersección productiva” (p. 17).
En tanto, en la interpretación de Morresi y Vommaro (2011), estos actores
multiposicionados ofician de transmisores, constructores y traductores de saberes,
tradiciones y debates dentro y fuera de las fronteras nacionales e institucionales por
las que se desplazan. Así “construyen un margen de autonomía para actuar en el
juego político y en las diversas coyunturas en las que la intervención sobre la
sociedad, sus problemas y soluciones está en juego” (p. 31). De este modo, pueden
proponer vías de cuestionamiento a las distinciones económicas, las pautas
280
Capítulo 5. Otras voces, otros actores
281
Conclusiones
Vista del barrio Centenario, Santa Fe, 30 de abril de 2003. Fotografía: José Almeida.
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Para comenzar a dar cierre a esta tesis, resulta conveniente retomar algunas de las
ideas que proponen Salamanca y Colombo (2019) al introducir el libro–catálogo
que, a su vez, sucede a la muestra titulada “La violencia en el espacio”. Por una
parte, se destaca la premisa de que “no hubo un gobierno de violencia y otro
productivo. Hubo un solo gobierno que inscribió la violencia en el espacio y que
hizo del espacio el medio y el lugar para crear de manera autoritaria una nueva
sociedad” (p. 25). En efecto, esta preocupación por señalar aquello de productivo y
modernizador que, especialmente en las zonas urbanas, tuvo el gobierno de facto
instituido en Argentina el 24 de marzo de 1976, ha sido una de las motivaciones
que condujeron a realizar esta investigación.
Sin desconocer ni minimizar la importancia de la ampliamente extendida, más
tempranamente estudiada y divulgada con mayor amplitud, faceta represiva del
régimen, aquí se continúa una línea de estudios que prioriza el énfasis en otros
aspectos del mismo. En ese sentido, con Salamanca y Colombo (2019) se admite
que la violencia fue el elemento constitutivo de una serie de proyectos que han
dejado su huella en espacios y sectores sociales marginales, al tiempo que otros
eran, por consiguiente, revalorizados. Ahí se puede entrever la idea de ciudad (y de
sociedad) que subyacía a las acciones dictatoriales: su constante fue la exclusión 1.
Glosando a O’Donnell (2008), este ejercicio se suma a aquellos que intentan
dilucidar la imagen que ocultaba el Estado burocrático–autoritario “detrás de su
imponente fachada y de su capacidad de represión” (p. 65).
Por otro lado, las políticas urbanas diseñadas en aquel momento son “un legado
material con el que vivimos” hoy día (Salamanca y Colombo, 2019: 24). Más aún,
al reconocer que muchas de ellas se pueden hacer perceptibles al transitar por
cualquier calle argentina, es deseable y necesario indagar en la historia
generalmente soterrada de esos hitos urbanos. Sobre este trasfondo, se explica la
elección de la imagen que abre este apartado: una fotografía donde se puede
apreciar parcialmente una de las torres que conforman el barrio Centenario, en
Santa Fe. Está fechada al día siguiente del ingreso de las aguas del río Salado a la
ciudad, cuando se inundó prácticamente un tercio de la planta urbana 2. De hecho,
1
Éstas son algunas de las reflexiones presentadas en la reseña de la exposición mencionada,
publicada en diciembre de 2019, en Contenciosa. Revista sobre violencia política, represiones y
resistencias en la historia iberoamericana: https://bit.ly/3wR7M4y.
2
Forma parte de una muestra fotográfica organizada recientemente por el Concejo Municipal, con
una selección de los trabajos de tres fotoperiodistas locales que cubrieron el evento. Si bien cada
uno representaba a un medio distinto, hicieron la tarea prácticamente juntos y “a pulmón”. Entre los
283
Conclusiones
para aquel momento, el agua ya había cubierto dos de las plantas de departamentos,
sus habitantes habían sido evacuados y los demás vecinos se desplazaban en canoas,
bajo una incesante lluvia, mientras otros aguardaban en los techos.
Este acontecimiento, imposible de relatar en estos párrafos 3, invita a recordar que
el conjunto de viviendas fue erigido en lo que antiguamente eran los bañados del
río, en tierras que habían sido saneadas mediante diversos procesos poco
sistemáticos, a lo largo de varias décadas. Asimismo, la elección de esta ubicación
por sobre otras, no fue lo suficientemente justificada por el equipo técnico de la
Dirección Provincial de Vivienda encargado de adjudicar la construcción, en 1978.
Como se demostró en el capítulo tercero, esto se había producido en el marco de
una puja entre empresas constructoras, que dificultó los tiempos y los ritmos ya de
por sí complejos que imponía el FONAVI. En definitiva, acá se pueden apreciar en
todo su esplendor los efectos –o impactos, en el léxico de Oszlak y O’Donnell
(1976)– concretos (e impensados) de las decisiones, omisiones y acciones estatales
sobre las vidas particulares y en la sociedad en general.
Además, se hace evidente que, entre las políticas urbanas de alto impacto, las
soluciones habitacionales fueron las que dejaron la huella más profunda y
perdurable, amplia y extendida a todo el tejido urbano y social, con derivaciones en
el presente. Aquí se observa una diferencia con aquellas políticas más localizadas,
como las analizadas en el capítulo cuarto, ya que sus marcas suelen quedar fijadas
en el tiempo, en una zona o estrato social concreto; por lo tanto, el ejercicio a
realizar para descifrarlas, debe ser más incisivo. De todos modos, la mera existencia
de cualquiera de estas arquitecturas no visibiliza el origen dictatorial de las
decisiones, ya que, entre otras cuestiones, no responde a un estilo o estética
determinada, que lo haga fácilmente identificable (Silvestri, 2000). Antes bien,
tiende a permanecer oculto, hasta que se devela con el trabajo de investigación o
por medio de la crónica periodística 4.
De hecho, entre los presupuestos que daban origen a su análisis sobre la ciudad de
Rosario en dictadura, Van Poepelen (2005) había detectado que, a la par de unas
drásticas “transformaciones estructurales”, se sucedieron otras mucho más lentas,
silenciosas y cotidianas, que pasaron desapercibidas. De ahí, planificaba
desentrañarlas, desenmascararlas y descubrir “su planeada imposición en la
ciudad”, en la medida en que intentaron “quebrar ámbitos urbanos de resistencia,
incomunicar sectores de población virtualmente problemáticos, enclaustrándolos en
lugares controlables dentro de la ciudad” (p. 204). Si bien aquella pesquisa no
continuó desarrollándose y sus conclusiones permanecen como una incógnita,
algunos de esos propósitos coinciden con los que movilizaron esta exploración.
En este punto, resulta esclarecedor recuperar un interrogante que fuera planteado
en algún momento de esta indagación: los proyectos examinados, ¿fueron “de” o
“en” la dictadura? 5 Por una parte, y como se intentó demostrar en los tres acápites
centrales, la mayor parte de las políticas urbanas impulsadas entonces, daban
continuidad y/o profundidad a tendencias precedentes. Sin embargo, esto no supuso
su aplicación automática, sino que las ideas y propuestas originales fueron
adaptadas, modificadas, acotadas o apremiadas para adecuarlas a las premisas
fundamentales –y a los intereses que sustentaban– el último gobierno de facto. En
todo caso, su aporte “novedoso” residía en los detalles y procedimientos empleados,
en la finalización de lo que estaba inconcluso y, especialmente, en las consecuencias
que estas obras introdujeron en las ciudades y sus sociedades. Por lo tanto, este
repaso inclinaría la respuesta por la segunda opción.
En cambio, otros de los emprendimientos dictatoriales, pueden ser concebidos
como proyectos “de” la dictadura: se trata de aquellos ejecutados “sobre la marcha”,
pretendiendo saldar antiguas demandas. Por esa razón, en general, se caracterizaron
por la escasa inversión y la rápida resolución, ante ciertas circunstancias. En esta
clave podría leerse la construcción del enlace vial en Rosario: la “oportunidad” que
significó el Mundial ‘78 para la ciudad, habilitó la reinstalación del asunto del
largamente deseado Paseo Ribereño, aunque sólo se pavimentaran 500 metros de lo
que se pasaría a ser el Acceso Ribereño Norte. Así, la conclusión es necesariamente
5
Grosso modo, ésta fue una de las preguntas formuladas por el Dr. Diego Roldán, coordinador y
comentarista de la mesa “La ciudad y lo urbano como problemas históricos, Argentina siglos XX–
XXI”, en las XVI Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia (Mar del Plata, agosto de 2017).
Allí se presentó la ponencia “Estado, arquitectos y políticas urbanas. Santa Fe y Rosario durante la
última dictadura”, cuyos contenidos fueron repuestos y ampliados en el capítulo anterior.
285
Conclusiones
286
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
eran las que suelen aparecer en las postales turísticas de la ciudad, como si se tratara
un producto publicitario. Además, suponían resaltar “la belleza, la comodidad, la
libertad de movimiento, la privacidad” (p. 42). Esto fue así en ambas localidades
por igual, si bien cada una exhibía sus particularidades.
En cualquier caso, como puede entreverse en estos párrafos, el foco de la atención
no se dirigió solamente a las prácticas o acciones concretas –efectos, en los términos
de Eagleton (1997)–. Antes bien, pretendió estar centrado, de igual forma, en los
discursos, que constituyen la otra base del concepto del autor. Asimismo, estuvo
concentrado específicamente en el Estado, que puede ser concebido como “el efecto
móvil de un régimen de gubernamentalidades múltiples”, siguiendo a Foucault
(2008: 96). Pero también, como una relación social soportada sobre un equilibrio
de fuerzas (Jessop, 2019), que destina todos sus esfuerzos a sostener el esquema de
la dominación imperante (Thompson, 2002). Aquí se inserta la noción de Estado
burocrático–autoritario, como un tipo específico de Estado instituido en América
Latina por medio de golpes militares, para reimplantar el orden y normalizar la
economía, subordinando al sector popular (O’Donnell, 2009).
Aunque no lo hiciera explícito, sobre este marco, Oszlak (2017) concluyó que “en
determinados contextos políticos se produce una conjunción de condiciones (que
llamaré ‘espacio político’) como para que cierto tipo de iniciativas y acciones sean
posibles y prosperen” (p. 41). En esta idea, subyace la definición de políticas
públicas que habían planteado años atrás Oszlak y O’Donnell (1976). A su vez,
Rodríguez y Di Virgilio (2011) concibieron a las políticas urbanas como un proceso
político con anclaje territorial, cuyos impactos se extienden más allá del momento
de la intervención, como se constata en el análisis realizado. A continuación, se
destaca la frase final del artículo en el que Rodríguez (2009) indagó algunas de las
decisiones emitidas sobre y desde los municipios bonaerenses en dictadura, para
reforzar y proyectar hacia el espacio santafesino, la aspiración y el diagnóstico que
la autora esbozó hace más de un decenio atrás.
profundizar en el estudio localmente situado de estas medidas y en el
reconocimiento de las singularidades nos permitirá construir una historia de las
políticas públicas provinciales de esa época, más compleja y diversa, y por esa
razón, menos homogénea de la que todavía hoy estamos presentando. (p. 386)
En este sentido, el trabajo realizado habilita a inferir que aquellas primeras
conclusiones obtenidas a partir de la atención puesta en la Capital Federal y su
entorno inmediato, la provincia de Buenos Aires, pueden ser entendidas como
287
Conclusiones
“generalidades”. Esto es, son factibles de ajustarse a otras ciudades del país, pero
demandan una tarea examinadora que admita su comprobación, verificación y
ajuste. De allí que, intentando no perder de vista el repetido llamado de atención de
Águila (2015 y 2021) acerca del carácter “porteñocéntrico” de esas lecturas, se crea
válido y útil haber realizado esta indagación exhaustiva sobre algunas de las
políticas urbanas autoritarias aplicadas en Santa Fe y en Rosario, entre 1976 y 1983.
En otro orden de cosas, así también se procuró cumplir con uno de los objetivos del
ejercicio comparado, en tanto consiente producir generalizaciones (Kocka, 2002);
en este caso, respecto del interior argentino.
Dicho esto, y volviendo a la cita de Rodríguez (2009), debe advertirse que esos
“trazos gruesos” que muestran las similitudes entre los casos comparados, así como
respecto al capitalino, no han de opacar la existencia de notas particulares y/o
ciertos matices, que fueron destacándose en el transcurso de la narración.
Básicamente, estas diferencias se explican en función de la historia material previa
de cada urbe, o su configuración territorial, según Santos (1996). Pero también, fue
decisiva la influencia de la relación que la localidad, sus gobernantes y sus élites,
mantuvieron con las administraciones provincial y nacional. Ésta pudo haberse
mantenido constante a lo largo del tiempo, como en el caso de la capital, o verse
alterada en algún momento concreto, como lo fue la coyuntura mundialista para
Rosario. Así como pretendió probarlo el capítulo cuarto, acá se hace evidente la
dualidad de estructura definida por Giddens (1998).
Por otra parte, el énfasis comparativo y el acento en las generalidades, no anula la
continuidad de otros análisis pormenorizados; por el contrario, en algunos de ellos
no fue posible ahondar por escasez de tiempo o para cuidar el balance de la
información, pero prometen convertirse en los próximos pasos a emprender. Así,
una de las potencialidades más interesantes que ofrece esta pesquisa, es abordar con
mayor detalle y profundidad los distintos procesos de revalorización,
artificialización y privatización de ciertas zonas como las riberas fluviales, los
bordes viales que eran periféricos y pasaron a ser centrales, o los mismos centros
neurálgicos de ambas ciudades. Esto implicó, naturalmente, la expulsión o el
desplazamiento de sus anteriores ocupantes, sus actividades productivas y formas
de vida tradicionales, consideradas “antimodernas”.
Finalmente, esta tesis puede tener otra derivación, hacia cuestiones que no fueron
analizadas, aunque se asoman en las fuentes de información disponibles, a la espera
288
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
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Conclusiones
se sumaron otras coordenadas teóricas, así como distintos objetos y nuevas miradas.
Aparte de ello, y sin que haya estado entre los objetivos originales, se revisaron,
replantearon y completaron algunos abordajes fragmentarios existentes sobre
Rosario en dictadura, si bien la tarea no puede darse por finalizada o acabada.
Principalmente, está pendiente la “puesta a prueba” de las hipótesis, lecturas y
corolarios aquí esbozados, ya sea con sus autores, como con otros pares que se
encuentren estudiando el período (Pagnoni, 2019a y 2019b).
Ésta es una de las razones que han motivado la presentación regular de los avances
de la exploración en distintos congresos locales, regionales y nacionales, en tanto
constituyen una de las formas privilegiadas de enriquecer la propia tarea. Al mismo
tiempo, facilitan instalar una agenda y sostener un debate público –aún con las
limitaciones que supone el ámbito académico– sobre cuestiones que se entienden
relevantes, y que se encuentran poco atendidas o divulgadas (Salamanca y
Colombo, 2019). De igual forma, la publicación de los resultados en revistas
científicas locales e internacionales es una de las actividades que, si bien por el
momento ha quedado relegada, se tornará prioritaria en la etapa inmediatamente
posterior a la presentación de este escrito.
Por último, si tuvieran que destacarse las riquezas o verdaderos aportes de esta
investigación, se podría apuntar el enfoque teórico –ecléctico y transdisciplinar–
escogido y aplicado al problema previamente definido. Asimismo, gracias al
temprano diseño de un conjunto de interrogantes, fue posible arribar a una lectura
renovada sobre períodos y fenómenos ya conocidos y examinados desde
perspectivas más “clásicas”. Esto permitió colocar el énfasis en la reconstrucción
del proceso de diseño de las políticas urbanas, más que en describir o identificar sus
resultados. Conjuntamente, el acercamiento a nuevas fuentes, su entrecruzamiento
con las más tradicionales y la lectura de éstas a través de otro prisma, parecen haber
contribuido en esa dirección. Al margen de lo cual, la propuesta comparativa entre
dos ciudades de una misma provincia, en tanto escala “no convencional”, puede
asumirse como otra de las innovaciones aportadas por este trabajo.
¿Qué caracteriza a la ciudad de Santa Fe en cuanto a políticas urbanas entre 1976 y
1983? ¿Y a Rosario? Por cierto, estas dos preguntas de aquel “banco” inicial,
permiten esbozar una breve síntesis de lo que condensan los acápites precedentes.
De suyo, es imposible responderlas sin recurrir a la comparación constante. Así, la
capital se caracterizó por un lento, tardío y, por ende, desfasado desarrollo de la
290
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
normativa urbana que debía ordenar el futuro de la ciudad. Esto a pesar de que, en
algún momento, haya exhibido una dependencia municipal de Planeamiento “de
vanguardia”. Sin embargo, la sistemática falta de apoyos políticos y económicos de
parte de los gobiernos provincial y nacional, hicieron mella en las propuestas de
alto impacto. En particular, aquellas de refuncionalización de los bordes fluviales,
que pretendían encauzar una naturaleza “indómita”. De aquí se desprende que la
historia santafesina ha estado profundamente signada por ambas circunstancias.
Por el contrario, la ciudad del sur ha sido siempre “la favorita”, lo cual, en un primer
momento, trajo consigo estructuras, presupuesto y personal para la gestión del
territorio en clave metropolitana. Más adelante, habilitó importantes obras públicas
largamente esperadas que, a las puertas del Mundial ‘78, pudieron concretarse,
aunque no sin enfrentamientos. Por lo demás, su medio profesional estuvo
permanentemente actualizado, al calor de los vientos que agitaban la Arquitectura
mundial. Finalmente, los dos casos comparten –entre sí y con el resto de los centros
urbanos del país– una atención y un repertorio de soluciones común para el
“problema” de las villas miseria. Atento a ello, se realizaron diagnósticos, planes,
promesas, traslados forzosos y se construyeron conjuntos de vivienda social
(Ballent, 2004). Sin embargo, todo resultaría insuficiente.
Para culminar, se propone retrotraer la breve contextualización que consta en la
primera página de la introducción, acerca de los orígenes de esta tesis, para extraer
de allí algunas inferencias de índole personal. Primeramente, es menester reconocer
el tiempo transcurrido y el recorrido por el tema, los objetos y problemas, autores y
conceptos. De ahí se descubre que la atención fue virando desde una mirada global
pero circunscripta a algunos procesos de transformación urbana propiamente
dictatoriales, a una más enfocada en los detalles, los actores y sus historias,
experiencias y vivencias, personales y colectivas. En este devenir, también adquirió
cada vez más presencia la historia de la ciudad y sus marcas, que hablan de
modernización y progreso, a la vez que de pobreza y exclusión (o de participación
restringida u ordenada).
Además, la nueva etapa del análisis, “obligó” a hacer el mismo ejercicio sobre otra
localidad, con un pasado y una trayectoria prácticamente desconocidos. Finalmente,
es sugestivo el posicionamiento desde el presente, en tanto permite sopesar los
efectos de decisiones lejanas sobre las vidas y el ambiente de hoy. En el mismo
sentido, aún sin intenciones ni la facultad de predecir el futuro, también es factible
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Conclusiones
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Vogelmann, V 2013, “Los trabajadores de la carne del Gran Rosario. Organización
gremial y conflictividad laboral 1969–1976”, Historia Regional – Sección
Historia, año XXVI, n° 31, pp. 115–38.
Yannuzzi, MÁ 1996, Política y dictadura. Los partidos políticos y el “Proceso de
Reorganización Nacional” 1976–1982, Fundación Ross, Rosario.
Yujnovsky, O 1984, Claves políticas del problema habitacional argentino, 1955–
1981, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires. ~
311
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Anexo I
Noticia sobre fuentes y archivos
Repositorios consultados
Archivo Central de la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo. Santa Fe,
julio–agosto de 2019.
Archivo de la Dirección Nacional de Vialidad – 7mo. distrito Santa Fe. Santa Fe,
noviembre de 2018.
Archivo del Diario La Capital. Rosario, agosto–septiembre de 2018.
Archivo Nacional de la Memoria (Fondo Documental EAM ‘78). Capital Federal,
junio y septiembre de 2019.
Biblioteca Centralizada FADU–FHUC–ISM, Universidad Nacional del Litoral. Santa
Fe, 2014–2019.
Biblioteca de la Cámara Argentina de la Construcción – Delegación Rosario.
Rosario, agosto–septiembre de 2018.
Biblioteca de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño “Arq. Don
Hilarión Hernández Larguía”, UNR. Rosario, 2016–2019.
Biblioteca del Colegio de Arquitectos de Rosario. Rosario, 2017–2018.
Biblioteca del Colegio de Arquitectos de Santa Fe. Santa Fe, septiembre de 2017.
Biblioteca del Museo Histórico Provincial “Dr. Julio Marc”. Rosario, 2017–2018.
Biblioteca Nacional de Chile. Santiago, abril de 2018.
Departamento Legislación, Municipalidad de la Ciudad de Santa Fe (MCSF). Santa
Fe, 2018–2020.
Dirección de Cartografía, Dirección General de Topografía y Catastro,
Municipalidad de Rosario. Rosario, marzo de 2019.
Dirección de Información Geográfica, MCSF. Santa Fe, octubre y noviembre de
2018.
Dirección General de Fiscalización Urbanística, Municipalidad de Rosario.
Rosario, 2016–2018.
Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo, delegación zona Sur. Rosario,
octubre y diciembre de 2019.
Hemeroteca de la Biblioteca Argentina “Dr. Juan Álvarez”. Rosario, 2016–2017.
Hemeroteca del Archivo General de Provincia de Santa Fe (AGPSF). Santa Fe,
octubre de 2018.
Museo de la Ciudad, MCSF. Santa Fe, diciembre de 2018 – febrero de 2019.
Programa de Administración Catastral, MCSF. Santa Fe, diciembre de 2018.
Secretaría de Planeamiento Urbano, MCSF. Santa Fe, mayo y junio de 2019.
Anexo I
Entrevistas realizadas
Arq. Esp. Marcela Besaccia, Directora de Urbanismo, MCSF. Santa Fe, 26 de junio
de 2019.
Arq. Jorge Citroni. Santa Fe, 9 de mayo de 2019.
Arq. José Artoni. Santa Fe, 6 de diciembre de 2018.
Arq. Natalia Fantino, Coordinadora del Programa de Regularización Dominial,
MCSF. Santa Fe, 30 de noviembre de 2018.
Arqs. Luis Amavet y Oscar Berlincourt. Santa Fe, 16 de noviembre de 2018. ~
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Anexo II
Gestiones de gobierno, 1966–1983
Anexo III
Mapa de la provincia de Santa Fe, 1980
Fuente: Censo Nacional de Población y Vivienda 1980, Serie B. Características generales. Provincia
de Santa Fe.
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Anexo IV
Plano de la ciudad de Santa Fe, 1976
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Anexo V
Plano de la ciudad de Rosario, 1977
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Anexo VI
Plano Director de Santa Fe, 1980
Anexo VII
Sistema Vial del Plan Regulador Rosario, 1967
Anexo VIII
Áreas marginales en Santa Fe, 1980
Anexo IX
Villas miseria en Rosario, 1974
Fuente: Corea, M 1974, “Rosario: un proceso de urbanización dependiente”, Los Libros. Para una
crítica política de la cultura, n° 36, julio–agosto, pp. 12–8.
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Anexo X
Costanera santafesina, c. 1980
Fuente: Plano de la ciudad de Santa Fe, Dirección General de Turismo, Provincia de Santa Fe, s/f.
Modos de control social en regímenes dictatoriales. Las políticas de ordenamiento urbano en Santa Fe y Rosario, 1976–1983
Anexo XI
Obras viales para Rosario mundialista, 1977
Fuente: “Rosario se encamina hacia el Mundial 78” 3/11/77, El País desde Rosario, p. 8.