Fallo de Laboral Responsabilidad
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IV. Delimitados las cuestiones traídas a conocimiento de esta alzada, cabe
memorar que el actor procura el cobro de una reparación sistémica como consecuencia
del infortunio que dijo sufrió por el hecho y en ocasión del trabajo, el 5/4/2016. Así
relató que mientras se encontraba cumpliendo sus tareas como forjador de anillos de
bronce – trabajo manual que le exige mucha fuerza física-, cuando terminó de llenar el
cajón que estaba apoyado en una banqueta y que contenía aproximadamente 80 piezas
y que debía colocar en el suelo, sintió un pinchazo en la zona baja de la espalda, siéndole
diagnosticado luego hernia discal entre L4, S1 y L5. Refirió que efectuó la denuncia a la
ART, quien rechazó el siniestro por considerar que se trataba de una patología
inculpable (ver fs. 45).
Por su parte, la demandada en el responde si bien reconoció el contrato de
afiliación vigente en el momento en que ocurrieron los hechos y que recibió la denuncia
del accidente de trabajo, invocó que le brindó las prestaciones médicas hasta que los
exámenes practicados dieron cuenta de que el actor presentaba una enfermedad
inculpable, tal como lo hizo saber al actor y rechazando la cobertura. Agregó asimismo,
que disconforme el actor con la decisión, recurrió ante la Comisión Médica quien con
fecha 26/7/2016 aceptó la mecánica lesional denunciada como idónea, por lo que el
actor reingresó en dos oportunidades más para continuar recibiendo las prestaciones
médicas y ello hasta el 6/12/2016 cuando la C.M. dictaminó que no ameritaba que la
ART continúe brindando prestaciones (ver a fs. 63 vta./64).
Ante estos hechos reconocidos por la propia aseguradora, a contrario de lo
sostenido por la magistrada de grado considero que le asiste razón al apelante.
En efecto, de los términos de la demanda (cfr. art. 65 inc. 4 de la L.O.) se
desprende claramente, en primer lugar, que el actor accionó en procura de una
reparación en base al episodio traumático puntual del día 5/4/2016 producido por el
hecho y en ocasión del trabajo, por lo que cabe colegir que la alusión a las tareas solo se
realizó de manera accesoria y solo en el contexto de la descripción del episodio
traumático puntual.
Por otra parte, surge de los hechos expuestos por la demandada como sustento
de su defensa, que recepcionó la denuncia de accidente de trabajo y que luego de la
evaluación médica realizada concluyó que “…no es posible relacionar la patología
sufrida por el damnificado con el siniestro denunciado y que la mecánica lesional
carece de idoneidad lesiva para la enfermedad inculpable …” (ver misiva a fs. 45), de
lo que se sigue que el rechazo de la contingencia consignada no versó sobre la
inexistencia de un acontecimiento súbito y violento ocurrido por el hecho y en ocasión
del trabajo, sino por la calificación de la patología o lo que es lo mismo que el episodio
traumático hubiese actuado como causal eficiente en el desarrollo de tal lesión o que
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pueda constituirse en un factor de causación en el ámbito de lo dispuesto por la ley
24.557.
Siendo ello así, encontrándose reconocido la ocasionalidad del trabajo del
trabajo, el hecho denunciado queda alcanzado en la tipología del art. 6, inc. 1) de la ley
24557, mientras que la A.R.T. si pretende liberarse de su responsabilidad indemnizatoria
en este tipo de eventos dañosos, debe probar en el juicio la existencia de dolo del
trabajador en la producción siniestro o la fuerza mayor extraña al trabajo o la
preexistencia del daño al inicio de la relación laboral debidamente acreditada mediante
el examen preocupacional, nada de lo cual fue acreditado en la especie.
Por otra parte, en el caso, además, el reconocimiento de que la contingencia
sufrida por el actor revisitó carácter laboral encuadrable en la norma citada y que el
episodio tuvo vinculación con las tareas desempeñadas por el actor, son hechos que
vienen atribuidos por la Comisión Médica, tal como lo reconoció la propia demandada y
surge acreditado con las constancias objetivas adjuntadas por dicha parte (ver dictamen
médico del 26/7/2016 de fs. 46/47, ratificado con fecha 29/7/2016 -ver fs. 47 vta./48
vta.).
En definitiva, cabe tener por acreditados los supuestos de hecho invocados por
el trabajador ocurridos en ocasión del trabajo y en los términos de la norma del art. 6
LRT, por lo que corresponde admitir la queja en tal sentido.
En este contexto, corresponde avocarme ahora al análisis de la prueba pericial
médica producida en la causa; y en este sentido, debe señalarse que la pericia médica es
un elemento de prueba más que debe ser apreciado y valorado, al igual que los restantes
de conformidad con las reglas de la sana crítica (cfr. arts. 386 y 477 del CPCCN) y en
virtud de ello, el judicante tiene a su respecto, la misma facultad de ponderación que le
asiste para el análisis de los demás medios probatorios.
Y del informe médico de 123/130, surge que el perito médico legista, luego de
los exámenes practicados al actor señala que en el aspecto físico y con relación al
accidente aquí involucrado, el actor presenta limitación funcional de los movimientos de
la columna lumbar (rotación, inclinación y flexión), que le produce una incapacidad del
10% t.o.. Señaló el galeno los valores hallados, a saber: Flexión normal 0 a 90º hallados
50º; Extensión normal 0 a 30º, hallado 0º; Rotación derecha e izquierda normal 0 a 30º
valor hallado0 a 10º (pérdida 20º). Inclinación derecha e izquierda valor normal 0 a 20º
(Pérdida 10º). Asimismo refirió que el actor presenta imposibilidad para levantar pesos
del suelo, correr y agacharse. La marcha en puntas de pie y el salto hacia arriba así
también como la posición de cuclillas no se puede realizar por dolor. Refiere
hipoestesias en ambos talones y lumbalgia asociada con dorsalgia y ciatalgia derecha.
Maniobra de Lasegue positivo. Los estudios complementarios dieron cuenta de la
existencia de rectificación de la curva fisiológica lumbar con protusión posterior y
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bilateral difusa del disco L4-L5. El 5 disco presenta una protusión posterior y bilateral
que ocupa la grasa del espacio epidural anterior.
Y si bien el perito médico señaló que las tareas desarrolladas por el actor y por
un extenso período de tiempo con empleo de la fuerza física serían causales de la
dolencia, lo cierto es que luego aclaró que en el caso, tratándose de un adulto joven se
descarta como mecanismo accidentodológico el proceso de envejecimiento y el deterioro
general de la columna que puedan aumentar las posibilidades de desarrollar una hernia
de disco, y que es más probable que actividades repetitivas “o una lesión de la columna
vertebral por esfuerzo pueda causar una hernia de disco…” y agregó, que no constan
antecedentes que la patología se haya constatado en el examen preocupacional ni en los
periódicos obligatorios inexistentes en el expediente, concluyendo que las lesiones
halladas obedecen a un accidente por esfuerzo o traumatismo, existiendo una relación
topográfica, cronológica y etiopatogénica entre el accidente y la región dolorosa.
En definitiva, estimo que dicho informe se encuentra sólidamente fundado
tanto desde el punto de vista físico, dado los argumentos científicos expuestos y los
estudios en que se sustenta, constituyendo un estudio razonado y serio del estado actual
del actor, por lo que le otorgo al mismo pleno valor probatorio (cfr. arts. 386 y 477 del
C.P.C.C.N.).
De conformidad con lo expuesto, la queja del actor debe ser admitida, por lo
que la decisión de origen en relación con este accidente deberá ser revocada.
V. En virtud de la propuesta de mi voto debo referirme a la incapacidad
psicológica que porta el actor otorgada por el perito médico en relación con ambos
hechos, y que viene admitida en origen. En este aspecto, la judicante de grado asignó el
50% de dicha incapacidad psicológica al segundo de los infortunios, decisión ésta que
arriba firme a la alzada; siendo ello así, corresponderá asignar al accidente que aquí se
trata, el 50% restante de la incapacidad por la referida dolencia.
En el aspecto psicológico, el perito médico, a fs. 124 vta./125 vta., luego de la
entrevista psicoclínica del examen médico legal y del informe psicodiagnóstico
efectuado, concluyó que el actor presenta un cuadro de reacción vivencial anormal
neurótica grado II conforme Baremo Decreto 659/96 (ver a fs. 128 vta.), indicando el
perito que ambos infortunio y sus consecuencias fueron los que le han ocasionado las
secuelas psíquicas que presenta; señaló que la personalidad de base del actor que sería
de tipo neurótico, con mecanismos de defensa de represión y sobreadaptación; que a raíz
de las lesiones sufridas y sus complicaciones, muestra una limitación en su actividad que
afecta las esferas intelectual, volitiva, social familiar y afectiva limitando su capacidad
de goce individual, laboral y familiar (ver a fs. 125 vta.).
Se desprende del informe pericial que el perito médico realizó un análisis
razonado de la cuestión, explicó las circunstancias fácticas y científicas que lo llevaron a
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establecer la incapacidad atribuida como así también su vinculación con las dolencias
padecidas. Se aprecia asimismo, que consideró las circunstancias relativas a la base
estructural del sujeto, su personalidad predisponente y los factores socioeconómicos y
familiares entre otros aspectos, que aportó una evaluación de las funciones psíquicas y
los demás datos objetivos de la evaluación practicada, que avalan en definitiva, la
incapacidad atribuida, es decir, que aportó una explicación detallada de las operaciones
técnicas realizadas y de los principios científicos en que se funda para diagnosticar una
RVAN de conformidad con las reglas del art. 472 del CPCCN, con salvedad que
efectuaré inmediatamente, con relación a la incapacidad otorgada por el Baremo Decreto
659/96.
En consecuencia, las constancias de la causa traducen que el reclamante
presenta “deterioro, disfunción, disturbio, alteración, trastorno o desarrollo
psicogénico o psicoargánico, que afectando sus esferas afectiva y/o intelectiva y/o
volitiva, limita su capacidad de goce individual, familiar, laboral, social y/o recreativa”
(Castex, Mariano, “El daño en psicopsiquiatria forense”, Primera parte, Punto 2; Daño
psíquico y su concepto. Editorial Ad-hoc, Buenos Aires 2003).
En otras palabras, todo encuadra dentro de una RVAN de grado II, conforme lo
estipulado en el baremo de incapacidades laborales decreto 659/96 ley 24.557.
Ahora bien, el galeno asignó por esta dolencia psicológica y para el cuadro
indicado precedentemente, una incapacidad del 15% t.o. siendo que, sin embargo, de
conformidad con aquel Baremo legal no corresponde dicho porcentaje para una RVAN
grado II, para la cual el mencionado Baremo tiene asignado un 10% t.o.
En este sentido, cabe recordar que la presente acción ha sido deducida en el
marco de la ley especial 24557, dentro de la cual únicamente encuentran cobertura
resarcitoria aquellas consecuencias nocivas de accidentes de trabajo o enfermedades
profesionales que estén reconocidas en el decreto 659/1996 y que la ley 26773 en su art.
9ª ha dispuesto que “Para garantizar el trato igual a los damnificados cubiertos por el
presente régimen, los organismos administrativos y los tribunales competentes deberán
ajustar sus informes, dictámenes y pronunciamientos a la (…) Tabla de Evaluación de
Incapacidades prevista como Anexo I del Decreto 659/96 y sus modificatorias
(…)”obligatoriedad que ha sido ratificada recientemente por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en la causa “Ledesma, Diego Marcelo c/ Asociart ART S.A. s/
accidente” del 12/11/2019 y recientemente en la causa “Szlapocznik, Sebastián David c/
Asociart ART S.A. s/ accidente – Ley Especial” del 3/9/2020.
En virtud de ello, con estricta sujeción al Decreto 659/96 de aplicación
obligatoria, el reconocimiento de una incapacidad distinta a la prevista por el citado
Decreto 659/96, como lo determinó el perito-, implicaría una violación al método
uniforme y obligatorio y con la fuerza de una ley nacional para determinar la
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incapacidad, teniendo en consideración por otra parte que tal como antes se señalara la
Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa “Ledesma” citada dejó sin efecto un
pronunciamiento que fijó una indemnización por accidente de trabajo, determinando una
incapacidad laboral sin tomar en consideración la tabla establecida por la legislación
vigente, que debe ser aplicada obligatoriamente de acuerdo a lo dispuesto en la Ley de
Riesgos del Trabajo,” dado que la conclusión esgrimida por el a quo de que el baremo
del decreto 659/96 tendría un carácter meramente indicativo, no se compadece con las
disposiciones del régimen legal de reparación de accidentes de trabajo y enfermedades
profesionales".
Sentado ello, y dado que, reitero, el perito médico otorgó relación causal a esta
dolencia psicológica a ambos hechos y que la judicante de grado atribuyó el 50% de la
incapacidad psicológica al segundo de los infortunios –todo lo cual arriba firme a esta
alzada-, corresponderá asignar al accidente que aquí se trata, este es el primero de los
accidentes, el 50% de la incapacidad aquí reconocida.
En definitiva, estimo que dicho informe se encuentra sólidamente fundado
tanto desde el punto de vista físico como psicológico –con la salvedad efectuada-, dado
los argumentos científicos expuestos y los estudios en que se sustenta, constituyendo un
estudio razonado y serio del estado actual del actor, por lo que le otorgo al mismo pleno
valor probatorio (cfr. arts. 386 y 477 del C.P.C.C.N.).
Solo a mayor abundamiento, debe tenerse presente que el juicio de causalidad
es, siempre jurídico. Aún en los casos en que los especialistas lo formulen en forma
concreta o asertiva, lo cierto es que es tarea específica de los peritos como auxiliares de
la justicia el de establecer la existencia de la enfermedad y su posible etiología, pero
incumbe a los jueces evaluar las circunstancias de cada caso concreto y en su caso la
determinación y alcance de dicho nexo; y en el caso el perito dictaminó en forma
concreta y concluyente que las patologías que padece el actor están relacionada con el
primero de los infortunios denunciados.
VI. Así entonces, y a los fines de determinar la incapacidad psicofísica que
porta el actor como consecuencia del primero de los infortunios, al 10% por incapacidad
física + 5% por psicológica corresponde adicionar los factores de ponderación conforme
los porcentajes asignados por el perito médico a fs. 129 vta., a saber: 15% por dificultad
para realizar tareas habituales; 10% por amerita recalificación; y 2% por edad; de lo que
se sigue que la incapacidad como consecuencia del primer accidente, del 5/4/2016,
asciende al 20,75% t.o. (10% t.o. por incapacidad parcial y permanente + 5% por
incapacidad psicológica + 2,25%: 15% de 15% por el primero de los factores + 1,5% :
10% de 15% por el segundo factor + 2 por edad).
Así las cosas, corresponde entonces, proceder a determinar la prestación del art.
14.2.a LRT correspondiente al infortunio que aquí se trata, para lo cual se considerarán
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el IBM de $ 19.305,94, obtenido de la página web www.afip. En consecuencia, el capital
de la prestación dineraria asciende a $ 371.554,88 ($ 19.305,94 x 53 x 65/37 x 20.75%;
importe superior al piso mínimo de la Res. 1/16 de $ 943.119 x 20,75%: $ 195.697,19).
A dicha suma corresponde adicionar $ 74.310,09 por art. 3º de la ley 26.773, lo
que totaliza $ 445.865,85. Este importe devengará intereses a partir de la fecha del
infortunio: 5/4/2016 y hasta su efectivo pago (cfr. art. 2 de la ley 26.773) y a las tasas
Acta CNAT 2601, 2630 y 2658 establecidas en origen y que arriban firmes.
VII. La solución propuesta implica adecuar la imposición de costas y
regulación de honorarios de primera instancia (conf. art. 279 del CPCCN) y proceder a
su determinación en forma originaria, lo que torna innecesario dar tratamiento a los
recursos deducidos al respecto; sin embargo respecto de las primeras, en atención a que
la calidad de vencida de la accionada se mantiene (cfr. art 68 CPCCN) deben quedar a
cargo de aquélla.
Por otra parte, teniendo en cuenta la entrada en vigencia de la ley 27.423, la
observación del art. 64 del texto normativo sancionado por el Congreso de la Nación y la
promulgación parcial dispuesta por el decreto 1077/2017 (art. 7), corresponde
determinar cuál es la ley aplicable a los trabajos cumplidos con anterioridad a la entrada
en vigencia de dicho texto normativo.
Al respecto, recientemente la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
establecido por mayoría –con arreglo a lo decidido por ese Tribunal ante situaciones
sustancialmente análogas- que en el caso de los trabajos profesionales el derecho se
constituye en la oportunidad en que se los realiza, más allá de la época en que se
practique la liquidación (Fallos: 321:146; 328:1381; 329:1066, 3148, entre muchos
otros). Por ello, concluyeron que “el nuevo régimen legal no es aplicable a los procesos
fenecidos o en trámite, en lo que respecta a la labor desarrollada durante las etapas
procesales concluidas durante la vigencia de la ley 21.839 y su modificatoria ley 24.432,
o que hubieran tenido principio de ejecución (arg. art. 7 del decreto 1077/2017,
considerandos referidos al art. 64 de la ley 27.423 y doctrina de Fallos: 268:352,
318:445 –en especial considerando 7-, 318:1887, 319:1479, 323:2577, 331: 1123, entre
otros” (CSJ 32/2009 (45-E) /CS1, originario, “Establecimiento Las Marías S.A.C.I.F.A.
c/ Misiones, Provincia de s/ acción declarativa”, sentencia del 4 de septiembre de 2018).
Resulta necesario, entonces, ante la entrada en vigor de un nuevo ordenamiento
arancelario, discriminar aquellas tareas pasadas durante la vigencia del régimen anterior,
de las que se hicieron a partir de la operatividad del nuevo sistema.
De tal modo, en el caso, en tanto los trabajos profesionales por la labor
cumplida en primera instancia relevantes se realizaron en su mayoría estando en
vigencia la ley 21.839, el art. 38 L.O., el art. 13 de la ley 24.432 y el decreto ley
16.638/57, habrán de utilizarse las normas arancelarias allí contenidas.
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A tal efecto, corresponde regular al patrocinio y representación letrada de la
parte actora (que incluye su actuación ante el SECLO) y de la demandada el 17% y el
14%, respectivamente, del nuevo monto de condena compresivo de capital más
intereses de los dos infortunios.
Con relación al honorario del perito médico, dado lo normado por el art. 2 de la
ley 27.348, norma de carácter procesal y de aplicación inmediata, tomando en
consideración la importancia de la labor desempeñada y que las mismas lo han sido con
posterioridad a la vigencia de dicha norma legal (v. fs. 91), cabe estar a las pautas allí
previstas (cfr. art. 2 Decreto 157/2018 B.O. 26/2/2018); de tal manera los honorarios se
establecen en $ 160.000, suma fijada a la fecha del presente pronunciamiento.
VIII. Las costas por los trabajos en esta instancia se imponen a la accionada
vencida en lo sustancial (art. 68 CPCCN); y propongo regular los honorarios de la
representación letrada de las partes intervinientes en alzada en el 30%, de lo que, en
definitiva, les corresponda por sus labores en la sede anterior (ley 27.423).
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