Mitos Sobre Pachacamac

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EL MITO DE PACHACAMAC Y CON

Este primer mito es de origen costeño y marca el encuentro religioso de dos deidades: Con, de una
antigüedad mayor, y Pachacamac.

El Mito explica que los amplios desiertos yunga surgieron como castigo y venganza de un dios iracundo.
Desde entonces los costeños aguardan angustiados la llegada de las lluvias a sus inmediatas serranías,
gracias a ellos sus ríos bajan cargados de agua dando vida a sus desoladas tierras.

Primera versión:

Según López de Gómarra (1552), en los albores del mundo vino, desde el septentrión a estas tierras, un
personaje llamado Con, el cual no tenia huesos. Andaba, o quizá más bien volaba, ligero y ágil acortando
las distancias, bajando las sierras y alzando los valles. Pobló la tierra de hombres y mujeres que vivían
en medio de la abundancia, sin embargo, por algún disgusto convirtió la tierra en desiertos estériles y
yermos dejando sólo los ríos para que con sus esfuerzos los hombres pudiesen subsistir.

Posteriormente apareció el dios Pachacamac, hijo del Sol y de la Luna, que convirtió a los hombres en
gatos negros. Desde aquel entonces la adoración a Pachacamac desplazó a las de Con hasta que los
cristianos desterraron a su vez su culto.

Segunda versión:

Otra versión del mismo mito es ofrecida por Zárate (1555):

Dicen que de la parte del septentrión vino un hombre que no tenía hueso ni coyuntura y que cuando
caminaba acortaba o alargaba el camino a su voluntad, y levantaba y abrasaba las sierras, y que éste
crío los indios que en aquel entónces había, y que por el enojo que le hicieron los indios de los llanos, les
convirtió toda la tierra en arenales y mandó que no lloviese allí, más de que les envío los ríos, con cuya
agua y riego se sustentasen. Este decían, se llamaba Con, y que era hijo del Sol y de la Luna, y lo tenían
y adoraban por Dios y mantenía con yerbas y frutas silvestres las gentes que crió hasta que de la parte
del mediodía vino otro hombre más poderoso que se llamaba Pachacamac, que quiere decir criador, que
también era hijo del Sol y de la Luna y que con su venida desapareció Con.

Tercera versión:

La tercera versión del mito es relatada por Gutiérrez de Santa Clara (1905). Según él, el dios llamad Con
era la divinidad más antigua que formó el cielo, el sol, la luna, las estrellas y la tierra. Para poblar ésta dio
vida a hombres, plantas y animales. Terminada su obra se marchó caminando sobre el mar para subir a
los cielos.

Pasado un tiempo apareció otro dios, llamado Pachacamac, dios transformador del mundo quien con
fuego y agua destruyó todo lo existente; convirtió a los hombres en monos y a las mujeres en zorras.

Por ser Pachacamac una divinidad más poderosa que Con, pobló la tierra de nuevos hombres y luego
retornó al cielo. Esas fueron las razones por las cuales los naturales veneraban más a estos dioses,
incluso por encima del culto al sol, la luna y la tierra.

EL MITO DE PACHACAMAC Y VICHAMA

Este segundo mito se desarrolla también en Ia costa, en cuyo ambiente dominan extensos desiertos. La
aridez asciende los cerros desnudos que sólo cobran vida con los contrastes de luz al hundirse el sol de
la tarde en las aguas del océano. De ahí la desesperación de aquella primera pareja humana, que
menciona eI mito, consumida por inanición, por falta de subsistencias. Sólo un dios poderoso, mediante
un sacrificio humano, podría brindar nuevos dones.

El relato más importante sobre eI dios Pachacamac para la costa norcentral es el narrado por Calancha
(1638). Los pueblos yunga creían, por el tiempo de las averiguaciones del padre Luis Teruel, temible
extirpador de la idolatría, que en el inicio del mundo no existían subsistencias para mantener a un
hombre y a una mujer. Muerto de hambre el varón, quedó sola la mujer. Un día que recogía raíces y
hierbas para alimentarse, alzó los ojos hacia el Sol y se quejó amargamente de su penosa situación.
Entonces el Sol bajó alegremente para escuchar sus quejas y con sus rayos la fecundó, y cuatro días
después nació un niño.

Pachacamac, indignado de que un hijo del Sol le quitase Ia adoración que se le debía rendir sólo a él,
cogió al recién nacido y sin oír los gritos de la madre, despedazó a Ia criatura. Luego, para que Ia mujer
no se quejase al Sol por la falta de subsistencias, sembró los dientes del infante y de ellos brotó el maíz;
de las costillas y huesos surgieron las yucas y todas las demás raíces de la tierra; de su carne brotaron
pepinos, pacaes y demás frutas y árboles. Desde entonces desapareció el hambre; gracias a este
suceso reinó la abundancia en Ia costa y Pachacamac se tornó en el dios de las subsistencias.

La desventurada madre volvió a implorar al Sol y a pedir remedio a sus males, entonces el Sol bajó
nuevamente y con el cordón umbilical del niño le devolvió la vida y se lo entregó a su madre, quien le
puso el nombre de Vichama o Villama.

El joven creció hermoso y como su padre el Sol quiso andar por el mundo. No bien iniciado su viaje,
Pachacamac buscó y mató a la madre y la dio por comida a gallinazos, buitres y cóndores; sólo conservó
los huesos y el cabello que escondió a orillas del mar.

Al volver Vichama al valle de Végueta, lugar de los mencionados sucesos, no pudo hallar a su madre.
Enterado de su triste suerte. Buscó sus restos y le devolvió la vida. Vichama furioso contra Pachacamac
se alistó para vengarse, pero el dios para no verse obligado a matar a este otro hermano “se metió en la
mar en el sitio y paraje donde ahora está su templo, y el pueblo del valle se llama Pachacamac”.

EL MITO DE PACHACAMAC Y PACHAMAMA

Canta, lugar donde se desarrolla esta narrativa, se sitúa en la sierra del valle del río Chillón; la cuenca de
este río más las de los ríos Rímac y Lurín forman la llamada costa central.

Este mito fue recogido por el padre Villa Córdoba (1933) en el pueblo de Cullhuay de la provincia de
Canta en 1925 de labios de dos ancianos llamados Cajavilca y Carhuayali.

Pachacamac, dios del cielo se unió a Pachamama y de dicha unión nacieron los gemelos Villka, varón y
hembra. Como en otros mitos andinos, el padre murió, desapareció en el mar “o se encantó en una de
las islas del litoral”.

Viuda la diosa Tierra quedó sola con sus hijos en un tiempo en que reinaba la obscuridad y la soledad de
la noche, entonces el miedo se apoderó de los niños. A lo lejos, en un distante picacho, vieron una luz.
Hacia allá, hacia las vacilantes llamas, se dirigieron. Salieron de Kappur por las fragosidades de
Gasgachin de la quebrada de Arma. En el camino monstruos temibles los acecharon. Al pasar por la
laguna de Rihuacocha bebieron de sus aguas y continuaron su ruta.

Por último, llegaron a una cueva conocida con el nombre de Wakonpahuín en el cerro Reponge habitada
por un hombre semidesnudo llamado Wakon. En el fuego unas papas hervían en una olla de piedra.
Wakon pidió a los niños que fuesen a una fuente a traer agua, pero el cántaro que les dio estaba rajado y
por esa causa tardaron en regresar a la cueva.

Durante la ausencia de los niños, Wakon pretendió seducir a Pachamama, al no lograrlo la mató, devoró
parte de su cuerpo y guardó los restos en una olla.

Cuando los gemelos regresaron con el agua preguntaron por su madre y Wakon les dijo que no tardaría
en volver. Pero los días pasaron sin que ella apareciera.

Huaychau, ave que anunciaba la salida del sol, se compadeció de los niños y les contó la suerte corrida
por su madre, les advirtió también del peligro que corrían si continuaban con Wakon. Les aconsejó que
fueran a la cueva de Yagamachay donde estaba durmiendo éste, y que aprovecharan de su sueño para
atarle los cabellos a una gran piedra y que luego escaparan rápidamente, hecho que los gemelos
cumplieron.

En su huida los hermanos encontraron a Añas, zorrilla que les preguntó adónde corrían y que al
enterarse de sus cuitas los escondió en su madriguera. Mientras tanto despertaba Wakon y después de
desatarse de la guanca o piedra, partió en busca de los niños.
Por el camino se topó con un puma, un cóndor y una serpiente o amaru, pero ninguno supo decirle
dónde se hallaban los niños. Después se cruzó con Añas, que astutamente le aconsejó subir a un
empinado cerro y desde allí cantar imitando la voz de la madre para que los chicos fuesen hacia el cerro.

Apresurado se marchó Wakon, sin darse cuenta de que Añas le había tendido una trampa en el cerro.
Allí piso una piedra y cayó al abismo; su muerte causó un violento terremoto.

Los gemelos permanecieron con Añas, pero hastiados de alimentarse sólo con sangre de ella, Ie
pidieron permiso para ir al campo a recoger unas papas. Allí encontraron una oca (Oxalis tuberosa) en
forma de muñeca y al jugar con ella se partió en pedazos. Los niños lloraron por Ia pérdida del juguete y
por fin se quedaron dormidos.

Al despertar, Ia niña le contó a su hermano eI sueño que había tenido, En él ella lanzaba su sombrero al
aire y éste se quedaba suspendido, y lo mismo ocurría con su ropa. Mientras los niños se preguntaban
por eI significado del sueño, vieron bajar del cielo una larga cuerda. Sorprendidos consultaron entre ellos
y decidieron trepar por Ia soga y ver adónde los conducía. Subieron y subieron y llegaron al cielo en
donde hallaron a Pachacamac, su padre, que, apiadado por sus desventuras, convirtió al niño en Sol y a
la niña en Luna. En cuanto a Pachamama quedó para siempre bajo la forma de un imponente nevado
conocido hasta hoy día por el nombre de La Viuda.

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