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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

UNIDAD IZTAPALAPA

DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA

COORDINACIÓN DE LINGÜÍSTICA

REPRESENTACIÓN DISCURSIVA DE LA MUJER

EN EL REFRANERO LATINOAMERICANO:

LA CONSTRUCCIÓN DEL SENTIDO ARGUMENTATIVO

TESINA PARA OBETENER EL TÍTULO DE

LICENCIADO EN LINGÜÍSTICA

PRESENTA:

MARENA GARCÍA AMAYA

ASESORA: LETICIA ESTHER VILLASEÑOR ROCA

___________________

DRA. ESTHELA TREVIÑO GARZA

COORDINADORA DE LA CARRERA EN LINGÜÍSTICA

CIUDAD DE MÉXICO, D.F. OCTUBRE DE 2006


“Todo lenguaje tiene por finalidad
servir para la comunicación de ideas”

Francisco Boas

Cit. por Orden & Richards, Pensamientos, palabras y cosas

1
Cenyeliztli ihuan Tonaltzitzin, tlazohcamati.

2
ÍNDICE GENERAL

Introducción ................................................................................................ 4

Capítulo 1. Generalidades del refrán .......................................................... 8

1.1 El refrán como discurso 8


1.2 Del término ‘Refrán’ ......................................................................... 11
1.2.1 Consideraciones etimológicas 12
1.2.2 Definición del refrán .............................................................. 15
1.2.3 Estructura básica .................................................................. 17

Capítulo 2. Cultura y sociedad: promotoras de la hegemonía


masculina................................................................................. 20

2.1 Estereotipos de género en la sociedad iberoamericana...................... 20


2.1.1 Género .................................................................................. 20
2.1.2 Estereotipos sociales ............................................................ 25
2.2 El machismo como resultado de los estereotipos sociales de
género ................................................................................................ 26
2.3 El movimiento social feminista: cuestionamiento del sexismo y del
androcentrismo ................................................................................... 31

Capítulo 3. Análisis del corpus ................................................................... 37

3.1 Análisis de contenido: Categorías temáticas en el refranero ........... 37


3.1. 1 Comparadas con los animales .............................................. 38
3.1. 2 Parlanchinas ......................................................................... 41
3.1. 3 Saber y entendimiento femeninos ......................................... 42
3.1. 4 Aspecto físico........................................................................ 45
3.1. 5 El espacio privado ................................................................. 46
3.1. 6 Estado civil y edad: Soteras y solteronas, viudas y
vieja.50
3.1. 7 Roles sexuales: Vírgenes y putas ........................................ 53
3.1. 8 Maldad femenina: mentirosas, inestables, malvadas............. 57

3.2 Análisis de la forma: la construcción lingüística del sentido


argumentativo ...................................................................................... 65

3.2.1 La polifonía ........................................................................... 66


3.2.2 La argumentación discursiva en los refranes......................... 70
3.2.3 Marcadores argumentativos .................................................. 79

3
Consideraciones finales.............................................................................. 85
Bibliografía.................................................................................................. 87

Anexo 1 ..................................................................................................... 91
Anexo 2 ...................................................................................................... 98

4
INTRODUCCIÓN

Los estudios sobre mujeres han sido pioneros en la multidisciplinariedad al


considerar necesarias las relaciones que se establecen entre todas las ciencias
humanas (Lau, 2002: 187). De ahí la importancia de la representación discursiva
de la mujer en las sociedades iberoamericanas.

Es claro que los seres humanos usan el lenguaje para tratar entre ellos y
para expresar su sensibilidad. De hecho, Vendryes (1958:186) dice que no hay
frase, por vulgar que sea, que no lleve mezclados elementos afectivos; y agrega
que cuando para expresar una misma idea se presentan muchas expresiones
concurrentes, es muy raro que una de las expresiones pueda ser puramente
intelectual y traducir un razonamiento o presentar un hecho en su desnuda
simplicidad. Cada grupo social genera ideologías y elabora acciones encaminadas
a mantener e incrementar su dominio si se trata de un sector hegemónico, y cada
colectivo desarrolla estrategias para mejorar su posición en el campo de las
interacciones (cit. por Fernández, 2002: 121).

Los refranes, cultura popular y tradicional por excelencia, revelan, en


particular, la forma de pensar de quienes los reproducen y, en general, la de
quienes a través de generaciones ha perdurado hasta nuestros días. Como toda
conducta verbal, en sí mismos, los refranes pueden ser vistos como una conducta
social, enmarcados en una cierta situación que, por lo tanto, está siempre
lingüísticamente adecuada a sus condiciones de producción. Es muy posible que
actualmente, al enmarcar los refranes en el contexto, por ejemplo, de una
conversación entre hombres de campo, se acepte fácilmente lo que enuncian;
porque a veces, hablar del refranero parece remontarse a otro lugar que no es el
que habitamos, una época remota en la que inició la tradición de los refranes. Pero
dicha posibilidad siempre estará ligada a las condiciones de su significado, las
circunstancias dadas para su producción y sus objetivos, los cuales hoy son tan

5
vigentes como las recopilaciones griegas, los relatos bíblicos, las fábulas griegas o
las citas de los romanos.

El presente trabajo recopila un corpus total de 596 refranes que provienen de


una visión latinoamericana, especialmente machista, de las relaciones sociales;
recopilación que muestra una serie de refranes tradicionales cuyas formas,
estructuras y rasgos están documentados en la tradición paremiológica hispánica,
misma que hoy circula y que ha ido modelando su forma a lo largo de nuestra
tradición textual. Para el proceso de recopilación del corpus se revisaron tres
colecciones de refranes (Mejía, 1985; Remolina, 2004; Pérez 2004) y tres libros
más sobre análisis de contenido de los refranes (Fernández 2002a; Pérez 1996,
1997). Cabe mencionar que ninguno de ellos recopila sólo refranes que hablan de
la mujer –tal como se hace aquí-, razón por la cual, el corpus presentado en esta
ocasión, aporta una gran cantidad de datos que posteriormente pueden servir para
un refranero de la temática femenina. Para el objetivo principal de esta
investigación -un análisis discursivo del corpus de contenido y forma-, y por
cuestiones de tiempo y espacio, sólo se estudiaron 157, cuyo criterio de selección
se centró en cuanto fueran más representativos del tema abordado.

Respecto al contenido, se abarcará un panorama general que se tiene de la


mujer en el refranero iberoamericano; un arquetipo que caracteriza – o discrimina-
la imagen de las mujeres reales y cotidianas, su comportamiento y actitudes
mediante clasificaciones derivadas de los estereotipos sociales arraigados
históricamente en la cultura hispana.

Bajo la hipótesis de que los refranes guardan en su interior recursos que van
más allá de los retóricos para funcionar como argumentos, se estudiarán sus
propiedades lingüísticas con miras a la construcción de su sentido argumentativo,
y en búsqueda de una tentativa de sistematización para su análisis. Para dicho
propósito, el análisis estará basado en la Teoría de la argumentación en la lengua
formulada por Oswald Ducrot y Jean-Claude Anscombre, para lo cual también

6
será necesario recurrir a nociones de una teoría polifónica de la enunciación,
construida por Ducrot y, finalmente, se revisarán, como método práctico, los
marcadores argumentativos que aparecen en la construcción lingüística de los
refranes.

7
8
CAPÍTULO 1. GENERALIDADES DEL REFRÁN

1.1 El refrán como discurso

La larga tradición iberoamericana de recolectar refranes dio origen, con el


paso del tiempo, al tratado que actualmente se encarga de su estudio: la
paremiología (DRAE, 2001: 1141). Dado que el presente análisis paremiológico se
sitúa dentro de la disciplina lingüística, cabe mencionar el aspecto social de la
lengua en el que se inscribe el refrán como una expresión de este tipo.

Según Saussure (2001: 37), la lengua es un producto social de la facultad del


lenguaje1 y un conjunto de convenciones necesarias adoptadas por el cuerpo
social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos. Por otra parte,
resulta importante resaltar el uso individual de la lengua: el habla. El habla es un
acto individual de voluntad y de inteligencia en el cual conviene distinguir: a) las
combinaciones en que el sujeto hablante utiliza el código de la lengua con miras a
expresar su pensamiento personal; y b) el mecanismo psicofísico de la lengua que
le permita exteriorizar esas combinaciones (Saussure, 2002: 41).

Este trabajo, como se verá a lo largo de sus desarrollo, se enfoca al primero


de estos aspectos; esto es, las formas lingüísticas que los hablantes
iberoamericanos utilizan para expresar la visión que tienen de la mujer, tomando
como principio que “la lengua es un sistema de signos que expresan ideas”
(Saussure, 2001: 43).

En el lenguaje coloquial, junto con la necesaria creatividad de un hablante


que se ve abocado a la inmediatez y a la improvisación formal, la tendencia a
recurrir al empleo de expresiones hechas o estructuras ya fijadas es constante. Y
no sólo porque suponen un recurso “cómodo” para el hablante al no requerir un

1
Aquí, el lenguaje se entiende como la capacidad de aprender una lengua; es decir, aprehender un sistema
conformado por elementos que se interrelacionan y funcionan para comunicar.

9
esfuerzo de creación individual espontánea de su parte, sino también y
principalmente porque a) puede expresar con ellas (quizá no con total precisión,
pero sí con suficiente rapidez y claridad) lo que quiere decir sin necesidad de
resultar excesivamente rotundo (evitando así, exponerse al rechazo del otro; y b)
porque su tradición y frecuencia de uso pueden ser inmediatamente reconocidas y
contrastadas por su interlocutor (Vigara, 1992: 254).

A partir de aquí, se considerará al refrán como un tipo de discurso, según una


práctica definición que recoge el diccionario de la RAE (2002: 563): “discurso: […]
5. Serie de palabras y frases empleadas para manifestar lo que se piensa o siente
[…] 10. Ling. Cadena hablada o escrita. 11. Ling. Oración (palabra o conjunto de
palabras con que se expresa un sentido gramatical completo) […]”. Más adelante
se presentarán también las definiciones que aclaren el concepto de refrán, las
cuales contribuirán al entendimiento de su importancia social que se refleja en
formas lingüísticas.

Cuando se habla del refrán como género discursivo, se habla, ante todo, de
una práctica social que se articula a partir de su uso en contexto, que por lo
general es oral debido a que el refrán es parte del habla coloquial de una
sociedad. De hecho, Calsamiglia y Tusón (1999:15) consideran que el discurso es
parte de la vida social y a la vez un instrumento que crea la vida social. Esto
resulta de suma importancia si se piensa que al hablar –o escribir- uno construye
textos que persiguen una finalidad y que se dan en interdependencia con el
contexto sociocultural, lingüístico, cognitivo o de otra índole. Ello es muestra de
cómo el sistema de la lengua funciona para construir y reflejar formas de
comunicación y representación del mundo. Es así que la lengua ofrece a quienes
la usan, una serie de opciones entre las que hay que elegir a la hora de actuar en
un discurso, según el contexto situacional y otros parámetros como, por ejemplo,
las características del emisor de un mensaje y del receptor de él, que son
parámetros cambiantes y muy diversos.

10
Por lo tanto, todos los ámbitos de la vida social generan prácticas discursivas
diversas en las que el material lingüístico está a disposición de la construcción de
la vida social de las personas; y es aquí que se debe resaltar una característica
muy importante del refrán, misma que Aristóteles señaló en su Retórica (Pérez,
2004: 15): su capacidad de funcionar como argumento en un discurso que lo
sugiera.

Entonces, cuando se haga referencia al refrán como argumento, aquí debe


tenerse en cuenta su importancia persuasiva en la medida en que éste tiene la
finalidad de hacer admitir algo a alguien durante una práctica discursiva. A esta
cualidad del refrán, puede añadirse el comentario de Helena Beristáin, quien la
concibe como la parte “más importante del discurso oratorio porque en ella se
concentra y resume la materia de que trata el discurso” (Beristáin, 1985: 77).

No conforme con lo anterior, el análisis de un tipo de discurso como el refrán


se vuelve más complejo porque significa adentrarse en las relaciones sociales,
identidades e incluso conflictos que las mismas traen como consecuencia, puesto
que el análisis se vuelve un intento por comprender cómo se expresan los
diferentes grupos culturales en diferentes momentos históricos a través de sus
recursos lingüísticos como reflejo de su pensamiento2. Como dice Lévi – Strauss
(Ogden & Richards, 1984: 33): “el lenguaje es un medio de comunicación pero es
también un modo de pensar, una forma de acceder a la realidad que nos rodea
mediante la aprehensión, reproducción y por qué no, su interpretación” o,
siguiendo a Francisco Boas: “todo lenguaje tiene la finalidad de servir para la
comunicación de ideas” (Ogden & Richards, 1984: 33).

Es así que un fenómeno social cualquiera se proyectará en el lenguaje. Para


el caso de este trabajo, la visión que se tiene de la mujer e ideologías que se

2
Sin embargo, hay que aclarar que no compete a este trabajo el hecho de estudiar los procesos
psicológicos –como tales- que ocurren en las circunstancias mencionadas, sino sólo sus
expresiones lingüísticas, aunque con posteridad se verá el marco contextual y el contenido
significativo de las mismas.

11
derivan de ésta, como el machismo o el feminismo, particularmente en el refranero
iberoamericano, revelan a los usuarios del lenguaje como miembros de
comunidades, grupos u organizaciones que hablan, escriben o comprenden desde
una posición social específica, ya sea para defenderla, legitimarla, cuestionarla o
contradecirla. Lo anterior ocurre porque el habla de miembros sociales en
determinados contextos puede poner en juego, más o menos directamente cierto
tipo de relaciones sociales, mismas que conducirían al uso de expresiones que
pudieran comprenderse como indicativas de tales relaciones sociales.

Ello es importante en la medida en que, según van Dijk, “[…] los grupos y las
instituciones en tanto tales, no escriben ni hablan o comprenden el discurso, sino
que lo hacen únicamente por la mediación de agentes comunicantes como
miembros de grupos o categorías sociables” (van Dijk, 1999: 17). Es en esta
confrontación de ideas donde surge la necesidad de una articulación teórica
donde lo social y lo discursivo puedan encontrarse y establecer una relación
explícita entre sí, misma que intenta mostrar el presente trabajo. Contrariamente a
las palabras de van Dijk, aquí se sostiene que las personas sí escriben, hablan y
comprenden el discurso, y por eso mismo lo producen, lo procesan, lo adaptan a
las circunstancias y lo transmiten.

Así, se parte del hecho de que un texto que funcione y sea reconocido como
refrán al interior de una cultura, es su rasgo discursivo más importante para
defender una idea; lo cual significa que tal texto tiene un rango especial dentro de
la comunidad, que los hablantes de esa comunidad aceptan ese texto como bases
de una argumentación y que, por lo tanto, lo que enuncia es respetado dentro de
la cultura que asume al texto como refrán.

1.2 Del término ‘Refrán’

En principio, como hecho metalingüístico, conviene aclarar a qué se refiere el


término ‘refrán’ para que no haya lugar a dudas acerca de cuál es el objeto de

12
estudio. Actualmente, el DRAE (2001: 1307) lo define como sigue: “refrán. (Del fr.
Refrían). m. dicho agudo y sentencioso de uso común”. Pero las implicaciones que
el refrán trae consigo van mucho más allá de esta sencilla definición. Antes de
entrar en ellas, se presenta un panorama general sobre la etimología del término.

1.2.1 Consideraciones etimológicas

Según Herón Pérez Martínez (1996: 50), paremiólogo mexicano de amplia


experiencia, existen dos propuestas explicativas principales; la más antigua se
remonta a Sebastián de Covarrubias, para quien la palabra ‘refrán’ proviene del
verbo latino referre y, en concreto, a referendo, y dice: “Y tanto es refrán que
referirán, porque muchos, en diversos propósitos, refieren un mismo refrán que fue
dicho a uno” (Pérez, 1996: 54).

La segunda opinión, muy difundida entre los etimólogos como Corominas,


propone que el término ‘refrán’ proviene del verbo latino frangere, que significa
“romper o quebrar”. La derivación se explica a través de refringere, un derivado de
frangere, del que habría provenido el término refrán, mismo que, en la antigua
lengua de Oc3 significada “estribillo”, y que a su vez, provenía de fránher,
“romper”. De estas derivaciones resultaron el término catalán refrany, “proverbio” y
el vocablo francés refrían, “estribillo”. Fue de este último refrían que se originó el
actual vocablo ‘refrán’, mismo que originalmente significó “estribillo” y cuyo registro
más antiguo en español, Corominas lo ubicó en el léxico del siglo XIII.

3
El occitano, o lengua de oc (lenga d'òc) es una lengua romance que se habla en el tercio sur de lo que hoy
es Francia (al sur del río Loira), así como en algunos valles alpinos de Italia y el valle de Arán (en el noroeste
de Cataluña, España). Hoy el número de hablantes es mínimo, aunque tiene carácter cooficial en el valle de
Arán, junto con el español o castellano y el catalán. El nombre del idioma viene de la palabra òc que en
occitano medieval y actual significa 'sí', en contraste con el francés del norte o lengua de oïl (pronunciado uí,
ancestro del francés moderno oui). La palabra òc proviene del latín hoc, en tanto que oïl se derivó del latín
hoc ille. La palabra occitano se desprende del nombre de la región histórica de Occitania, que a su vez viene
de Aquitania, antigua región administrativa romana. Se clasifica en Indoeuropeo > Itálico > Grupo Romance
> Romance > Lenguas romances ítalo-occidentales > Grupo Ítalo-Occidental - Subgrupo Occidental > Grupo
Galo-Ibérico > Grupo Ibero-Romance

13
Se puede decir respecto del uso y del significado de la palabra ‘refrán’, que
hay dos tradiciones literarias muy bien definidas: una interna al tipo textual y otra
externa a él. La primera de ellas se da al interior de los refraneros (colecciones de
refranes) hispánicos que muestran gran lucidez sobre lo que son los refranes. Por
principio de cuentas, los refraneros hispánicos distinguen entre refranes cultos y
populares; de hecho, Pérez (1997: 67) recoge el siguiente: “hay refranes que no
son para escritos, sino para dichos; y eso entre amigos”. La segunda tradición, la
externa, sobre el uso y el sentido, se centra en la distinción entre los términos
‘proverbio’ y ‘refrán’

Antes de acuñarse como tal en esta tradición, el término ‘refrán’ había


competido con otros vocablos como fablas, fablillas, fazañas, parlillas, enxemplos,
patrañas, vierbos, retraheres, incluyendo, por supuesto, ‘proverbio’ que llegó al
español a través del libro de los Proverbia. Fue por este influjo bíblico que el
nombre más usado en la antigüedad en los refraneros castellanos fue el de
‘proverbios’.

Posteriormente, durante los siglos XV y XVI, tiene lugar en España la


sustitución del vocablo ‘proverbio’, hasta entonces dominante, por el vocablo
‘refrán’ y se diluye la distinción entre ambas palabras. Ello tiene lugar con la
aparición del primer refranero, tal como en el sentido actual: Refranes que dizen
las viejas tras el fuego, del Marqués de Santillana. Cuando entre 1535 y 1536
Juan de Valdés escribe en Nápoles su Diálogo de la lengua, la sustitución de la
palabra ‘proverbio’ por la de ‘refrán’ ya estaba completa. Según Juan de Valdés,
los refranes serían el equivalente castellano de los “proverbios y adagios” latinos,
sólo que éstos serían de origen culto y aquéllos, los refranes, de origen vulgar.

Casi medio siglo más tarde, Miguel Cervantes de Saavedra recoge en el


Quijote un verdadero refranero castellano de fines del siglos XVI, “filosofía vulgar”
según expresión acuñada unos años antes por Juan de Malara (Pérez, 1997 :47)
para quien los refranes van por el mundo de boca en boca: “Aprovechan el ornato

14
de nuestra lengua y escritura. Son como piedras preciosas salteadas por las ropas
de gran precio, y la disposición da a los oyentes gran contento; y como son de
notar, quédanse en la memoria” (Pérez, 1997: 47).

En el Quijote, Cervantes deja caer en todas partes su retórica del refranero


en la que los refranes son equiparados a las “sentencias”. Por lo demás, del
Quijote proviene una buena parte de las definiciones del refrán, actualmente en
boga en los diccionarios: “Paréceme Sancho, que no hay refrán que no sea
verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre
de las ciencias todas” (Cervantes, 2004: 188). “Hay un refrán en nuestra España,
a mi parecer muy verdadero, como todos lo son, por ser sentencias breves
sacadas de la luenga y discreta experiencia” (Cervantes, 2004: 400). “Los refranes
son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros
antiguos sabios, el refrán que no viene a propósito antes es disparate que
sentencia” (Cervantes, 2004: 1064).

La tradición hispánica, que inició con la convicción de distinguir los proverbios


de los refranes, se fue extinguiendo hasta acuñarse el término ‘refrán’ en el campo
semántico. Los siglos XVI y XVII pueden ser considerados los siglos de oro del
refrán y de los refraneros españoles. Entonces, acuñado el término en el siglo XVII
español, concluye la reflexión sobre el refrán tenida el siglo anterior.

No obstante, hoy todavía permanece la fluctuación léxica entre quienes


distinguen conceptos y quienes no lo hacen, puesta de manifiesto por quienes,
como Ángel María Garibay, hablan de los “proverbios populares”, y por otro lado,
quienes dicen que el refrán es sinónimo de máxima, aforismo, adagio y proverbio,
como lo hacen los investigadores academizantes o puristas (Pérez, 1997: 63).

Es muy difícil deslindar cumplidamente la diferencia que existe entre cada


una de las voces que se han anotado, pues todas ellas incluyen el sentido de una
frase breve, clara, evidente y de profunda y útil enseñanza. Según Pérez

15
(1997:69), ningún autor antiguo ni moderno ha logrado todavía exponer clara y
terminantemente las diferencias entre unas y otras, y el mismo uso vulgar llano y
corriente, según las épocas y los nombres que adoptaron sus autores o
compiladores, ha llamado proverbio, adagio, refrán o aforismo, indistintamente a
una misma clase de expresiones de la sabiduría popular.

Sin duda, es más homogénea la terminología en torno al refrán en el habla


popular: no distingue subtipos en el género “refrán”, no importa si se refiere a él
con expresiones del tipo de “como dice el refrán”, “como dice un viejo y conocido
refrán”, “como dice el dicho”, “como dicen”, “como dice un viejo proverbio”, etc.

1.2.2 Definición del refrán

A lo largo de la historia y evolución de los refranes, se encuentran diversas


posturas de estudiosos importantes. En este punto se conocerán las que amplían
la noción del refrán y definen el concepto que este trabajo adopta para su análisis.
Una de las más actuales, recogida dentro de la tradición literaria y lingüística, es la
de Helena Beristáin, que se anota a continuación:

Refrán: Breve sentencia aleccionadora que se propone como una regla


formulada con claridad, precisión y concisión. Resume ingeniosamente un
saber que suele ser científico, sobre todo médico o jurídico, pero que
también abarca otros campos. Entre ellos está el que encierra una dosis de
sabiduría popular, que también se denomina adagio o proverbio. Su
intención didáctica puede ocultarse o desaparecer detrás de un más evidente
propósito humorístico y poético. Básicamente se origina en la experiencia y
la reflexión, pero además comunica un aspecto de la realidad que no
cualquiera es capaz de ver. (Beristáin, 1985: 34)

El Diccionario de uso (Moliner, 1998: 731) recoge esta otra definición, que
revela características como su relativa estabilidad y recursos fonéticos que ayudan
a memorizar un refrán: “Cualquier sentencia popular repetida tradicionalmente de
forma invariable, particularmente, las que son en verso o al menos con cierto

16
ritmo, constante o asonante, que las hace fáciles de retener y les da estabilidad de
forma y sentido figurado”.

Pérez considera los refranes, en general, como textos de forma bimembre –


lo cual se constatará en este trabajo-, como expresiones aforísticas, concisas,
agudas, endurecidas por el uso, breves e incisivas, de buen arte por lo bien
acuñadas, los cuales, también funcionan semánticamente como cápsulas
situacionales y pequeñas dosis de saber (Pérez, 1997: 29). Ello, evidentemente se
relaciona con uno de sus rasgos culturales más importantes, la tradición oral, pues
los refranes son transmitidos generacionalmente y se adquieren al par de la
lengua materna.

Así mismo, para Pérez queda claro que desde el punto de vista de su
estructura representativa y de su capacidad lingüística, los refranes son
compuestos que hacen las veces de un emblema cultural cuya figura está
constituida por un conjunto de situaciones en que cada uno de ellos es capaz de
brotar de manera espontánea en cuanto alguna de estas situaciones se presenta.
Por su índole emblemática, los refranes propiamente dichos son susceptibles de
decir más de lo que enuncian; de ser así, como lo anota Beristáin, el refrán
evidencia un aspecto de la realidad que no cualquiera es capaz de captar, que se
infiere mediante principios como el de cooperación de Grice4.

También es importante anotar los aspectos mnemotécnico y didáctico que


aparecen en el Diccionario de aforismos, proverbios y refranes (Pérez, 1997: 51) y
que se adaptan perfectamente al sentido que se suele dar al refrán, el cual es “una
enseñanza encapsulada con el fin de ser retenida en la memoria como las
fórmulas rituales, las del mundo de la enseñanza o las que vienen del ámbito de la
conducta”.

4
Este principio incluye las máximas de cantidad, de cualidad, de relación y modalidad, las cuales,
respectivamente se refieren, primero a la cantidad de información que debe darse (que sea todo lo
informativa que requiera el propósito del diálogo pero no más informativa de lo necesario); segundo, a no
decir algo que se cree falso o algo de lo que no se tienen pruebas suficientes; tercero, a decir cosas
pertinentes, y por último, al modo de decir las cosas (Ser claro, evitar ambigüedad, ser breve y ordenado).

17
Así, parece que el valor discursivo del refrán debe ir más allá de su sentido
literal, donde su aplicación metafórica a las situaciones de una cultura resulta
atinada y eficaz y, por supuesto, funciona mientras la sociedad les reconoce las
verdades que expresa. Por esto mismo, los refranes se insertan en un contexto
discursivo mayor, y por esta razón, para Pérez no son sólo expresiones de
sabiduría popular, sino puntos de apoyo del hablar del pueblo. Por el momento
basta con tener claros estos enfoques y las características que se verán a
continuación. En el capítulo 3 se verá cómo actúa la fuerza de los refranes,
haciendo creer a sus destinatarios lo que enuncian, forma que logra su
continuidad en el habla popular.

1.2.3 Estructura básica

Antes de presentar los aspectos estructurales del refrán, conviene resumir


sus principales características:

1. Son parte del saber lingüístico de una comunidad


2. Son construcciones breves que expresan un pensamiento, generalmente
de carácter moral
3. Están institucionalizados, estandarizados y convencionalizados por el uso
repetido de la comunidad lingüística
4. Se transmiten oralmente y son de carácter anónimo
5. Tienen una conclusión didáctica deducida de la experiencia

En cuanto a las características gramaticales y estructurales, se pueden


señalar como las más sobresalientes:

1. Son bimembres, están construidos en dos hemistiquios5 o estructuras


prótasis-apódosis6 que inician, por ejemplo, con fórmulas de tipo

5
Un hemistiquio es una mitad de un verso, especialmente cada una de las partes de un verso
separadas o determinadas por una censura (DRAR, 2002: 811).

18
condicional (si, cuando…), u otras expresiones como más vale, el/la que,
etcétera:
- El que presta a la mujer para bailar o el caballo pa’ torear, / muy pendejo
debe ser si se pone a reclamar
- Más vale querer a un perro y no a una ingrata mujer, / pues éste cuida
la casa y ella la echa a perder
2. Suelen estar reforzados por rimas, lo que facilita su memorización:
- El caballo y la mujer, a ojo se han de tener
3. Muchos refranes aparecen como aseveraciones explícitas, pero suelen
presentar un contenido mediante una metáfora, cuyo significado se infiere:
- Para qué las cortas verdes si maduras caen solitas
4. A pesar de su estabilidad, los refranes admiten modificaciones en su
estructura interna, que derivan en modificaciones que no afectan el
significado esencial. Por ejemplo:
- Cojera de perro y lágrimas de mujer no hay que creer
- De cojera de perro y del mal de mujer no hay que creer
- De cola de perro y llanto de mujer, la mitad has de creer
5. Frecuentemente son expresiones referenciales construidas por frases
nominales sin artículo:
Mujer que no empeña, cárgala de leña

Por último, cabe mencionar una característica usual de los refranes; no es


necesario mencionarlos completos, por su carácter popular y bimembre, en
ocasiones basta con iniciarlas y dejar al conocimiento del receptor la tarea de
complementarlas mentalmente, reconociendo en la situación de comunicación el
sentido que quiere darse a entender:

A: - Bien dicen que cojera de perro y lágrimas de mujer…


B: - Exacto. Eso debió pensar antes de hacerle caso

6
La prótasis es la segunda parte del período en que queda pendiente el sentido, mismo que se
completa con la apódosis. La apódosis, por su parte, se refiere a las segunda parte del período en
que se completa el sentido que queda pendiente en la prótasis (DRAE, 2001, 811-1254).

19
20
CAPÍTULO 2. CULTURA Y SOCIEDAD:
PROMOTORAS DE LA HEGEMONÍA MASCULINA

Dentro de la sociedad, hombres y mujeres desempeñan funciones


específicas necesarias para el desarrollo y funcionamiento de la misma. Dichas
funciones se distribuyen entre sus miembros mediante los papeles sociales, los
cuales formulan necesidades biológicas y encomiendan lo que debe ser o hacerse
a través de normas que prescriben la conducta en la sociedad. Enseguida se
revisará brevemente cómo funciona lo anterior, lo cual permitirá comprender mejor
el análisis de contenido de los refranes, que se verá en el capítulo 3.

Un papel social es un conjunto de reglas prescriptivas, de guías de la


conducta, para personas de una determinada categoría. Lo que se percibe para la
categoría es comúnmente ejecutado por la categoría y algo que se espera de la
categoría (Brown, 1972: 168). Un papel (A) es complementario de otro (B) cuando
las funciones prescritas para A tienen que enunciarse en función de B y
viceversa. El papel de padre no puede describirse sin hacer referencia al papel del
hijo; el papel de esposo se define en función del papel de la esposa, etcétera
(Brown, 1972: 169).

La prescripción, las expectativas y la ejecución convergen todas en el papel


social pero, en el estereotipo social, tenemos expectativas categóricas sin
prescripciones, y es controvertido el hecho de que la categoría actúe o no de
manera que se confirmen las expectativas. Toda expectativa establecida ejerce
alguna fuerza sobre los sujetos para que se comporten tal como se previó (Brown,
1972:188).

2.1 Estereotipos de género en la sociedad iberoamericana

La psicóloga social Margaret Mead, con fundamento en sus estudios del sexo
y el temperamento en sociedades primitivas, afirma que: “Podemos decir que

21
muchos o todos los rasgos de personalidad que hemos llamado masculino o
femenino están ligeramente ligados al sexo como la ropa, los modales que una
sociedad en un determinado periodo asigna a cada uno de los sexos” (Brown,
1972:177)

En los últimos años, el estudio y conocimiento de las circunstancias y


relaciones de las mujeres (Fernández; 2002a, 2002b, 2002c, 2002d, Lamas; 2001,
Serret; 2001) se ha extendido de manera significativa. Para Anna María
Fernández Poncela (2002a: 11), la sociedad de hoy está frente a una nueva época
donde todo estudio social debe integrar las relaciones de género, esto es –apunta-
, la presencia de hombres y mujeres, no como recortes diacrónicos de un solo
sexo, sino en su relación intergenérica, comparativa y sincrónica.
Indiscutiblemente, la investigación, la reflexión y el debate alrededor del género
han conducido a confrontar ideas predeterminadas sobre ser mujer o ser hombre.
Sin embargo, la diferencia sexual constituye algo más que esa potente referencia
sobre la cual construimos la cultura. Actualmente se plantea que las diferencias
significativas entre los sexos son las diferencias de género (Lamas, 2001: 21)
pero, ¿qué se entiende por ‘género’?

2.1.1 Género

Hay diversas formas de comprender qué es el género. En un sentido amplio


del término, las definiciones clásicas de diccionarios anotan lo siguiente: “Género
es la clase a la que pertenecen las personas”, “Género se refiere a la clase,
especie o tipo”, de modo que el género, en general resulta como un recurso para
clasificación o taxonomía de cuanto hay a nuestro alrededor. Además, en la
gramática española, el género es el accidente gramatical por el cual los
sustantivos, adjetivos, artículos o pronombres pueden ser femeninos, masculinos
o –sólo los artículos y pronombres- neutros. Según María Moliner (1983), tal
división responde a la naturaleza de las cosas sólo cuando esas palabras se
aplican a animales, pero a las demás cosas se les asigna el género masculino o

22
femenino de manera arbitraria. Y en vista de que la anatomía ha sido una de las
bases más importantes para la clasificación de las personas, existen dos géneros
que corresponden a los machos y a las hembras de la especie: el masculino y el
femenino.

Es importante notar que la biología, por sí misma, no garantiza las


características de género. No es lo mismo el sexo biológico, determinado
genéticamente, que la identidad adquirida; si vemos que en diferentes culturas
cambia lo que se considera femenino o masculino (como en el caso de Alemania,
donde el sol es femenino, “la sol”, y la luna masculino “el luna”), entonces vemos
que estas asignaciones son una construcción social, por lo tanto, lo que hace
femenina a una hembra y masculino a un macho no es la biología, y así, no puede
aceptarse que las mujeres sean “por naturaleza” lo que la cultura designa como
“femeninas”: “pasivas, vulnerables, etcétera” (Lamas, 2002: 34). Incluso Robert
Stoller (Lamas, 2002: 35), con una formación médica psicológica, estableció en
1968 las diferencias entre lo que determina la identidad y el comportamiento de
género no es el sexo biológico, sino el hecho de haber vivido desde el nacimiento
las experiencias, ritos y costumbres atribuidos a cierto género. Concluyó que la
asignación y adquisición de una identidad es más importante que la carga
genética, hormonal y anatómica. Según esta perspectiva psicológica, el género es
una categoría en la que se articulan tres instancias básicas:

a) La asignación (rotulación, atribución) de género. Esta se realiza en el


momento en que nace el bebé, a partir de la apariencia externa de sus
genitales.
b) La identidad de género. Entre los dos y los tres años de edad,
cuando el niño adquiere el lenguaje, estructura su experiencia vital; el
género al que pertenece lo hace identificarse en todas sus manifestaciones:
sentimientos, comportamientos, juegos, etcétera. Establecida la identidad
de género, ésta se convierte en un tamiz por el que pasan todas sus
experiencias.

23
c) El papel de género. El papel o rol de género se configura con el
conjunto de normas y prescripciones que dictan la sociedad y la cultura
sobre el comportamiento femenino o masculino. Y aunque hay variantes de
acuerdo con la cultura, puede sostenerse una división básica que
corresponde a la división sexual del trabajo más primitiva: las mujeres
paren a los hijos y, por tanto, los cuidan, luego, lo femenino es lo maternal,
lo doméstico, contrapuesto a lo masculino como lo público.

Es entonces que debe reconocerse que las características llamadas


“femeninas” (valores, deseos, comportamientos) se asumen mediante un complejo
proceso individual y social: “el proceso de adquisición del género” (Lamas,
2002:34). Lamas considera los aspectos biológicos y socioculturales de cada sexo
y los conjunta en una definición muy completa de ‘género’:

El género es un conjunto de ideas sobre la diferencia sexual que


atribuye características “femeninas” y “masculinas” a cada sexo, a sus
actividades y conductas, y a las esferas de la vida. Esta simbolización cultural
de la diferencia anatómica toma forma en un conjunto de prácticas, ideas,
discursos y representaciones sociales que dan atribuciones a la conducta
objetiva y subjetiva de las personas en función de su sexo (2001:57).

De modo tal que, mediante el proceso de constitución del género, la sociedad


fabrica las ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres, de lo que es
“propio” de cada sexo.

En consecuencia, la categoría ‘género’ permite replantearse la forma de


entender o visualizar cuestiones fundamentales de la organización social,
económica y política, como el sistema de parentesco y el matrimonio. Además,
dicha categoría permite sacar del terreno biológico lo que determina la diferencia
entre los sexos, y colocarlo en el terreno “simbólico” (Lamas, 2002: 38). Una de las
aportaciones más importantes de esta categoría es que permite delimitar con
mayor claridad y precisión cómo la diferencia provoca discriminación. Lamas
(2002: 52) generaliza el uso de la categoría género para referirse a la

24
simbolización que cada cultura elabora sobre la diferencia sexual, estableciendo
normas y expectativas sociales sobre los papeles, las conductas y los atributos de
las personas a partir de sus cuerpos. Es decir, el género se refiere al conjunto de
prácticas, creencias, representaciones y prescripciones sociales que surgen entre
los integrantes de un grupo humano en función de una simbolización de la
diferencia anatómica entre hombres y mujeres (Lamas, 1996). Por esta
clasificación cultural se definen no sólo la división del trabajo, las prácticas rituales
y el ejercicio del poder, sino que se atribuyen características exclusivas a uno y
otro sexo en materia de moral, psicología y afectividad. La importancia de esto
radica en que la cultura marca a los sexos con el género y el género marca la
percepción de todo lo demás: lo social, lo político, lo religioso, lo cotidiano.

Bordieu dice que mujeres y hombres no son un reflejo de la realidad “natural”,


sino que son el resultado de una producción histórica y cultural basada en el
proceso de simbolización y, como productores culturales, desarrollan un sistema
de referencias comunes (Lamas, 2002: 135) y, por su parte, el género produce un
imaginario social con una eficacia simbólica contundente y, al dar lugar a
concepciones sociales y culturales sobre la masculinidad y feminidad, es usado
para justificar la discriminación por sexo (sexismo) y por prácticas sexuales
(homofobia).

Los papeles entre hombres y mujeres cambian según el lugar o el momento,


pero ambos son los soportes de un sistema de reglamentaciones, prohibiciones y
opresiones recíprocas. Con lo anterior, se puede decir que el género es un
indicador de cómo entendemos las identidades sociales (Serret, 2001:52), cómo
las organizamos en nuestro pensamiento y cómo se perpetúan en el imaginario
social colectivo; esto es, el conjunto de imágenes simbólicas y de
representaciones míticas de la sociedad que intentan explicar dicha sociedad. No
necesariamente tienen que ser reales pero, en cambio, se perciben como tales y
entonces se crean los estereotipos o imágenes culturales (Fernández, 2002a:16).

25
2.1.2 Estereotipos sociales

La repetición y la estereotipación se perpetúan en el imaginario colectivo y la


memoria individual de forma permanente y arraigada. Se entiende por estereotipo,
según el enfoque sociológico de Harding, (cit. por Fernández, 2002a:16), “la
imagen que un grupo tiene de sí mismo y las que miembros de otro grupo tienen
de él”.

El estereotipo es una figura, imagen o idea aceptada comúnmente por un


grupo o una sociedad, opinión, concepción muy simplificada con carácter
inmutable (DRALE, 1992: 674). También es un cliché, imagen o creencia popular,
más o menos consciente, aceptada por un grupo o sociedad en su conjunto, se
enuncia en palabras y posee gran carga de emocionalidad (Fernández, 2002a:
17).
Además, los estereotipos son de larga duración y su reproducción es
extremadamente tenaz. Qué más prueba de esto es el hecho de que todavía una
edición reciente del Diccionario de la Real Academia Española (2003) recoge el
significado que distingue a hombres y mujeres, como muestra de la manera en
que el lenguaje –principal medio de comunicación- reproduce los estereotipos de
cada género: ‘mujer’ queda definida en 17 líneas, destacándose la mujer criada,
de mala vida, mundana, perdida, pública o ramera; su ideal esperado de contraer
matrimonio, e incluso, su disposición para mandar y ejecutar quehaceres
domésticos. Además, se agrega que una ‘mujer fatal’ es aquella cuya atracción
amorosa acarrea “fin desgraciado a quienes atrae” (DRALE, 1992: 1, 117).

Por el contrario, ‘hombre’, además de ocupar el lugar que designa a todo el


género humano, designa “al varón criatura racional de sexo masculino”, y se
destacan sus habilidades consideradas varoniles por excelencia, pues sobresalen
características de “honor, tesón, valor, sabio, de armas, de letras, de cabeza, de
talento, persona ciudadana, de capa y espada, de ciencia, de estimación, de
autoridad y razón, generoso y magnánimo, de ilustración y pensamiento, de edad,

26
político, cortesano, estadista, de respeto y consideración, instrucción de dinero, de
guerra, de mundo de negocios, de orden, fuerte y osado”, etcétera (DRALE, 1992:
856).

En términos generales, en las sociedades latinoamericanas, el machismo y la


sumisión describen estereotipos y roles de hombres y mujeres (Fernández, 2002a:
17). El primero es el culto a la virilidad masculina, caracterizada por la agresividad,
intransigencia y arrogancia. En cuanto a la sumisión, ésta defiende la superioridad
espiritual femenina, al mismo tiempo que su timidez y dependencia de los
hombres.

2.2 El machismo como resultado de los estereotipos sociales de género

Iberoamérica, como el resto de las sociedades del mundo, muestra desde


muchas perspectivas, diferencias profundas e importantes en todas y en cada una
de sus múltiples dimensiones, diferencias que hacen que las sociedades de hoy
sean muy diferentes de las de hace un siglo. La confrontación de lo global y lo
local está siempre presente durante el proceso de creación de significados, el cual
incluye las dimensiones de lo colectivo y lo personal; y este proceso de creación
involucra la apropiación selectiva de algunos iconos y prácticas sociales, las
cuales, muchas veces, retoma para adecuarlas a su vida cotidiana. Es en este
contexto global donde se hace necesario comprender cómo hombres y mujeres
reaccionan ante el desarrollo de las sociedades.

Desde la infancia, los individuos tienden a imitar aprendiendo y


reproduciendo diferentes aspectos sociales, conformando un proceso de
construcción de la identidad social. Es decir, cuando el desarrollo de la identidad
abarca procesos fisiológicos, psicológicos y sociales, se puede decir que la
identidad social se desarrolla a través de la socialización (Páramo, 2005: 222). Es
entonces, a través de la interacción social, producto de la cultura, que el individuo

27
adquiere los conocimientos, las habilidades y la disposición que lo convierten en
miembro de su sociedad.

La identidad genérica representa una de las dimensiones más importantes de


la identidad social de todo individuo. En el desarrollo de la misma, si bien los
aspectos fisiológicos son importantes, en definitiva, es la construcción social y
cultural lo que determina la “feminidad” o la “masculinidad” del sujeto en cuestión
(Páramo, 2005: 223). Actualmente, el desarrollo de la identidad genérica, tanto de
la mujer como del hombre, se ve modificada y complejizada por las múltiples
demandas sociales que se les exigen a los individuos. Por ejemplo, la mujer es
educada para que esté al cuidado de la familia y, en los últimos años, para que
también aporte económicamente al hogar. A pesar de que en la actualidad tiene
mayor acceso a la educación escolar, la mujer aprende, desde niña, a que ser
“femenina” le exige también los papeles de esposa y madre, y con ello internaliza,
a temprana edad, que será la principal responsable del cuidado físico, emocional y
educativo de los hijos.

Al contrario, el proceso de socialización que permite que surja la identidad


genérica del hombre se desarrolla en un ambiente en el cual el individuo es parte
de una organización social y de un sistema social más amplios, en donde los lazos
entre hombres tienden a ser más estrechos. La asociación entre hombres también
puede estar basada en lazos consanguíneos y en grupos generacionales pero, a
diferencia de las mujeres, no tiene por qué restringirse a la familia o generación.
Incluso, Teresa Páramo afirma que en una sociedad como la mexicana – que
guarda muchas similitudes con las latinoamericanas, en general- la tendencia es la
de asumir el papel del “padre invisible”, del padre ausente que delega a la mujer
toda la responsabilidad de los hijos e incluso, a veces, la de la manutención
(Páramo, 2005: 224). Al hombre se le educa para que sea fuerte, para que no
muestre sus afectos cálidos, de ternura, ya que eso debilitaría y dificultaría
desempeñar su papel masculino: ser la persona dominante, autoritaria, poderosa y
cabeza de su familia, cuya función será tomar decisiones de los suyos, sobre todo

28
las que tengan mayor relevancia porque su palabra deberá ser, prácticamente, la
ley.

En las sociedades conservadoras, al hablar de esta identidad de género, no


podemos pasar desapercibido al machismo como una expresión particular de la
masculinidad y, reconocer que ese carácter machista está inmerso en nuestra
sociedad, nuestra cultura. Así pues, es necesario hablar del machismo como
cultura antes que del “macho” como un fenómeno aislado, pues hombres y
mujeres con actores y productores de ese machismo.

Según Páramo (2005: 225), la característica central de la cultura machista o


machismo, es la dominación y la “superioridad” masculinas, lo cual, por ende, se
complementa con la “inferioridad” y la sumisión femenina. De este modo, el
machismo comprende, por un lado, la estructura de superioridad, de poder y
dominación otorgada sin límites a los hombres, y por otro lado está la estructura
de sumisión e inferioridad, en la cual las mujeres tradicionales adoptan el modelo
de una madre sufrida y abnegada, en tanto que los hombres asumen su papel de
macho dominante.

Páramo retoma las palabras de la psicóloga Castañeda, y nos dice que “la
cultura machista tiende a ser invisible”, en donde la gran mayoría de quienes
forman parte de la cultura machista no se percatan de la misma, ya que sus reglas
tienden a ser invisibles y a convertirse en tabú. Y explica sus palabras: “el
machismo implica, desde la perspectiva de esta psicóloga, el establecimiento de
una relación desigual en donde la superioridad de lo masculino, en aquellas áreas
consideradas importantes para los hombres, es prácticamente incuestionable”
(2005: 225).

Para Rafael Montesinos, el eje analítico del machismo como un elemento de


construcción de la identidad masculina se presenta por separado del eje de la
sexualidad, aunque en el machismo se incluye la virilidad, pero el concepto es

29
más amplio. Montesinos nos trae las palabras de Rafael Ramírez, las cuales
claramente reflejan un estereotipo social masculino, pues considera que:
“Machismo es una categoría que nos presenta (a los hombres), en gran medida,
como seres agresivos, opresores, narcisistas, inseguros, fanfarrones, mujeriegos,
grandes bebedores, poseedores de una sexualidad incontrolable” (2002: 95).

Los valores machistas han sido estudiados a través de películas, textos,


canciones y refraneros7 para mostrar la forma en que son transmitidos y
reproducidos en los grupos sociales. Carlos Monsiváis, lo hace a través de un
artículo en el cual menciona que, para él, el término ‘macho’ se expande en
México después de las luchas revolucionarias para identificar a los hombres entre
los hombres:

El Macho representó la cúspide de un pacto representado como “el


arrojo de la especie”. Si el concepto hombre contenía y exhibía la opulencia y
la entrega bravía, su vocablo antagónico y complementario afirmó una actitud
y la convirtió en herencia social: que nadie dude del valor supremo del ser
macho, la virilidad es el mayor sentido de cualquier conducta y a la virilidad la
expresan la indiferencia ante el peligro, el menosprecio de las virtudes
femeninas y la afirmación de la autoridad en cualquier nivel (cit. por
Montesinos, 2002: 96).

El macho tiende a desvalorizar a la mujer para valorizarse y, por ejemplo, en


la Revolución Mexicana, también se identificaba con una clase social, campesina y
trabajadora, deslindándose de los valores y costumbres de la burguesía. Como
dice Monsiváis:

De la crítica cultural se desprende una sentencia: el machismo es


concepto popular, mal típico de las clases inferiores, delito que se agrega a
los otros de la pobreza. En principio, un macho es un pobre al que sólo le
queda como recurso para hacerse notar la indiferencia ante la muerte propia
o el dolor ajeno. La burguesía se actualiza lo suficiente para sonreír

7
Tal es el caso de Anna María Fernández Poncela, quien ha publicado libros como Pero vas a
estar muy triste y así te vas a quedar, donde analiza las canciones populares de México, o
Estereotipos y roles de género en el refranero popular. Charlatanas, mentirosas, malvadas y
peligrosas. Proveedores, maltratadores, machos y cornudos, cuyos contenidos, respectivamente,
poseen un fuerte significado machista.

30
irónicamente ante los albañiles que golpean a sus mujeres o tienen
demasiados hijos en demasiadas partes y, además, el proceso de
modernización del país atraviesa también por las mujeres, por su presencia
simbólica y efectiva en el trabajo. El machismo queda como el espejo
deformado donde se asomarán, sonrientes y sometidas, las clases urbanas
(cit. por Montesinos, 2002: 96).

Desde hace un tiempo relativamente corto, la palabra ‘machismo’ se ha


acuñado en el habla de la sociedad hispanohablante que vive en un ambiente
contemporáneo feminista. El término ‘machismo’ falta todavía en la 19ª edición
del Diccionario de la Real Academia Española de 1970, al paso de que figura en
su sucesor de 1984, con la definición de “actitud de prepotencia de los varones
respecto de las mujeres”. En este diccionario, ‘macho’ se limita todavía a designar
los seres humanos masculinos como “hombre necio” “equivalente a animal” y
atribuyéndole las características de “fuerte, vigoroso, valiente”. Por su parte, María
Moliner apunta que: “Recientemente se ha puesto en uso, en lenguaje vulgar y
especialmente entre chicos, como apelativo de laudatorio8, con el significado de
“valiente o digno de admiración por sus cualidades, actos o actitud”, acepciones
que el adjetivo ‘macho’ siempre ha tenido como en el latín masculus, “mâle, viril,
digne d’un homme” (Meier, 1992:187).

Pero es importante anotar también que la cultura machista permea todas las
clases sociales, independientemente de la generación y del nivel educativo, donde
la sociedad en su conjunto participa, en mayor o menor medida, de la misma. La
cultura machista es ampliamente hegemónica, aun cuando las rupturas y los
cambios que se alejan de este tipo de cultura siguen aumentando. Es evidente
que la transformación de la cultura machista tiene ritmos e intensidades diferentes,
dependiendo de las zonas geográficas, el tipo de economía, los niveles
educativos, la participación de las mujeres en el mercado de trabajo y la mayor
participación de los hombres en el hogar y en el cuidado de los hijos; así como el

8
Específicamente, este uso laudatorio se da con mayor frecuencia en el habla de la región
española.

31
aumento de parejas que logran negociar de manera más equilibrada y armoniosa
el uso del poder y del equilibrio entre las capacidades femeninas y masculinas.

2.3 El movimiento social feminista: cuestionamiento del sexismo y del


androcentrismo

Las acciones que despliegan los movimientos de mujeres (y el conjunto de


los movimientos sociales), más que responder a un supuesto carácter heroico y
emotivo, dan cuenta de los diversos conflictos vigentes en la sociedad y del cómo
se relacionan con otros interlocutores del mundo social: definen estrategias,
acumulan recursos y logran su reconocimiento como actores políticos. Toda clase
de construcciones binarias o dicotómicas basadas en diferencias biológicas están
siendo reconsideradas a partir de de las disciplinas sociales y haciendo menos
legítimo caracterizar, por ejemplo, ciertas actividades como masculinas o
femeninas. Estos planteamientos han llevado a cuestionar el conocimiento mismo
desde sus raíces, porque ha sido sexista, androcéntrico y patriarcal de origen,
como dice Alberdi:

La situación de las mujeres en el mundo, su creciente protagonismo en


todos los ámbitos de la vida social y su aportación a la construcción de la
sociedad son hoy en día cuestiones centrales. Las mujeres hemos
conseguido introducir las políticas de la igualdad de la mujer y el debate
sobre su papel en la sociedad, en las agendas de las instancias decisorias,
tanto públicas como privadas. Los temas que afectan a las mujeres han
dejado de ser sectoriales y forman parte esencial de las políticas generales.
Las mujeres somos un elemento dinamizador de los cambios sociales y una
parte activa en la búsqueda de soluciones. Si hay en la actualidad un gran
movimiento que afecte a la transformación de la sociedad, es el profundo
cambio en las relaciones entre los hombres y las mujeres, es la
independencia y autonomía de éstas y su participación activa en la sociedad
(Lau, 2002a: 187).

Para Anna M. Fernández Poncela este texto es la preocupación del


feminismo: “Concretamente se trata de un pulso a la opinión pública del país en
general, y a la juventud universitaria en particular, sobre cómo ven, valoran,
perciben y juzgan este vocablo [feminismo] –y la realidad social y práctica política

32
que conlleva-, tan vituperado como defendido, tan incomprendido como
denostado” (2002b: 85).

El feminismo, con su diversidad de reflexiones y prácticas, se ha convertido


en uno de los paradigmas transformadores del pensamiento y de los
comportamientos sociales y políticos del mundo contemporáneo (Lau, 2002b:13).
Como movimiento social9, el feminismo ha conseguido llamar la atención sobre la
invisibilidad y la ausencia de las mujeres en el mundo público, su subordinación y
explotación y, a partir de ello, también ha sido objeto de estudio científico.

La historia del término ‘feminismo’ ha ido desde designar “la causa, los
derechos, el sufragio, la emancipación de la mujer”, hasta designar al actual
“movimiento de la mujer” (Lau, 2002b: 13) para referirse a la manera en que las
mujeres han iniciado acciones a favor de la salud y el bienestar, para exigir el
derecho al voto, mayor acceso a la educación superior o al mejoramiento del
salario, así como el respeto a sus derechos sexuales y reproductivos.

Lo anterior ha llevado a que el feminismo involucre un movimiento social y


político que identifica a las mujeres como un grupo rechazado, dominado y
explotado que busca transformar las relaciones entre los géneros para alcanzar
una condición de igualdad entre ellos. Respecto a la dominación, Pierre Bourdieu
(2003: 45) parte de la idea de que las divisiones constitutivas del orden social y,
más exactamente, las relaciones sociales de dominación y de explotación
instituidas entre los sexos se inscriben así, de modo progresivo, en dos clases de

9
Ana Lau hace hincapié en que al hablar de feminismo es necesario distinguir entre la teoría
feminista –el cuerpo de las ideas- y el feminismo como movimiento social (Lau, 2002: 14), ya que si
bien ambos están estrechamente ligados no significan lo mismo y su desarrollo no siempre ha sido
paralelo. En este apartado se hará referencia al feminismo como una consecuencia social que
desemboca en un movimiento, pues no se abordarán las teorías o métodos de proceder para la
investigación feminista de que hablan otros autores (Harding, 2002, Goldsmith, 2002, Mies 2002,
De Barbieri 2002, Bartra 2002, Fernández 2002, Lau 2002, García, 2002). En este punto, también
cabe señalar que la teoría feminista contemporánea, a partir del reconocimiento de que muchas de
las demandas femeninas que motivan la acción social se derivan de las exigencias de la esfera
doméstica o ámbito privado, fue la que más claramente apuntó al establecimiento de una acepción
amplia de participación política (Tuñón, 1997: 21).

33
hábitos diferentes que conducen a clasificar todas las cosas del mundo y todas las
prácticas según unas distinciones reducibles a la oposición entre lo masculino y lo
femenino. Corresponde así, a los hombres, situarlos en el campo de lo exterior, de
lo oficial, de lo público, del derecho, de lo seco, de lo alto, de lo discontinuo,
realizar todos los actos a la vez breves, peligrosos y espectaculares que, como la
labranza o la guerra, marcan rupturas con el curso normal de la vida; por el
contrario, a las mujeres, al estar situadas en el campo de lo interno, de lo húmedo,
de abajo, de la curva y de lo continuo, se les adjudican todos los trabajos
domésticos, es decir, privados y ocultos, prácticamente invisibles o vergonzosos,
como el cuidado de los niños y de los animales, así como todas las tareas
exteriores que les son asignadas por la razón mítica, o sea, las relacionadas con
el agua, con la hierba, con la leche, con la madera y, muy especialmente, con los
trabajos más sucios, los más monótonos y los más humildes.

El movimiento feminista se gesta en la segunda mitad del siglo XX -a nivel


internacional, y específicamente alrededor de la década de los 70’ en México y
América del Sur (Fernández, 2000: 9)- con mujeres de clase media universitaria,
preocupadas por la falta de oportunidades para intervenir en la toma de decisiones
y la participación pública en la política y la sociedad, así como en sus propios
problemas y necesidades. Su objetivo consistió en desplazar la desigualdad.

Por lo que toca al feminismo en América, éste fue resultado del agotamiento
del modelo de desarrollo estabilizador, el cual respondió también a la ebullición de
nuevas ideas en el seno de las élites intelectuales y de un crecimiento importante
de la izquierda. La cronología del movimiento feminista puede dividirse en tres
etapas que no se describirán aquí minuciosamente, pero que vale la pena
mencionar.

La primera etapa abarca los años de 1970 a 1982 –la más fecunda- de
“organización, establecimiento y lucha”. El movimiento surgió del descontento que
sentían algunas mujeres por no ser tomadas en cuenta dentro de los movimientos

34
políticos y culturales que estaban viviendo y que conformaron un inicio en la lucha
muy complicado. A pesar de esta dificultad, los grupos organizados que
sobrevivieron fueron los pioneros de una nueva ola que hoy se consideran
“feministas históricas”, quienes estructuraron las premisas que habrían de
constituir el movimiento y las encargadas de formar y preparar a las jóvenes que
se acercaban.

La segunda etapa, durante los años ochenta, de “estancamiento y


despegue”, de confrontación entre las integrantes de clase media y las mujeres de
sectores urbanos y de los sindicatos, se caracterizó por la participación y la
organización de innumerables reuniones, encuentros y foros en los que las
feministas tuvieron oportunidad de discutir sus puntos de vista, ampliar sus
tácticas e intercambiar experiencias de lucha y, sobre todo, ejercitarse en foros
internacionales, lo que daría por resultado una conversión de feministas en
“ONGistas” aferradas a las agencias financiadoras.

La tercera y última etapa, la de los noventa, “de alianzas y conversiones”, la


década de la política y de la búsqueda de la democracia. En ella, las feministas se
persuadieron de la necesidad de aprender a relacionarse con las instancias
gubernamentales, tanto nacionales como internacionales, por lo que han
diversificado sus prácticas y se han transformado en feministas que integran el
movimiento propiamente dicho; quienes participan en los organismos
gubernamentales, tanto para la superación del mujer como en el terreno de la
política formal; quienes desarrollan y promueven proyectos enfocados hacia las
mujeres; aquellas que dentro de los partidos militan en el ámbito legislativo con
objetivos de género y las académicas que asesoran con sus análisis a éstas.

En resumidas cuentas y sin afán de revisar la multitud de definiciones sobre


el concepto ‘feminismo’, se expondrán algunas de las más sencillas que
Fernández (2002b: 86) registra, de gran utilidad y practicidad para el
entendimiento inmediato del mismo. El feminismo es la lucha por la igualdad de

35
derechos y oportunidades entre las mujeres y los hombres. Es un movimiento
emancipatorio, un proyecto que persigue cuestionar la hegemonía masculina y la
subordinación femenina en función de las diferencias genéricas asignadas por la
construcción social. Es un pensamiento de la igualdad y su vindicación para la
mitad de la humanidad, a la cual no le es atribuida. Se trata de una perspectiva
teórica que cuestiona la existencia de papeles de género naturales y de un
compromiso político por erradicar la desigualdad entre hombres y mujeres. Un
concepto capaz de englobar una ideología y un movimiento de cambio
sociopolítico fundado en el análisis crítico del privilegio masculino y la
subordinación femenina en cualquier sociedad.

La meta del feminismo es mejorar la condición de la mujer a nivel político,


económico, educacional, familiar, en fin, en todas las esferas de la vida social,
todo cuanto tienda a reconocer en ella una personalidad libre e independiente,
pero no antagónica del hombre.

36
37
CAPÍTULO 3. ANÁLISIS DEL CORPUS

A lo largo de las páginas siguientes se realizará un análisis discursivo del


refranero iberoamericano, esto es, en cuanto al contenido y la forma de los
refranes, campos que no pueden estar separados porque se interrelacionan para
expresarse mutuamente, en este caso, en torno a la configuración y reproducción
de los papeles sociales e imágenes del género femenino en la lengua española,
abarcando Latinoamérica y España. Para lograr lo anterior, se ha revisado una
serie de refraneros de dichas regiones y, particularmente, se trabajará con una
selección de los mismos en cuanto sean más representativos de la temática
abordada en esta investigación.

En cuanto al contenido, se verá un panorama general que se tiene de la


mujer en el refranero iberoamericano; un arquetipo que caracteriza – o discrimina-
la imagen de las mujeres reales y cotidianas, su comportamiento y actitudes
mediante un conjunto de términos altamente significativos que se reiteran
sistemáticamente y que se derivan, a fin de cuentas, de los estereotipos sociales
arraigados históricamente en la cultura hispana.

En cuanto a la forma de los refranes, se analizará cuál es su estructura


lingüística de sentido argumentativo, cuya pretensión es lograr que el arquetipo
dominante que se refiere a las mujeres, sea admitido por la sociedad en que se
reproduce.

3.1 Análisis de contenido: Categorías temáticas en el refranero

En un mundo hasta hace poco construido por y para los hombres, razón por
la cual ellos han encabezado la mayoría de las esferas sociales más
sobresalientes como la economía, la religión o la política, el género femenino ha
sido llevado a mantenerse al margen de estos tipos de acción social y a
permanecer en los espacios privados como el hogar, tal como se ha revisado en el

38
apartado 2.3. Como es de esperarse, lo anterior se ve reflejado en las mismas
esferas mediante estilos de vida y estereotipos sociales que se construyen según
la ideología de las personas que los conforman y, por supuesto, su ideología se
evidencia a través del lenguaje puesto que pensamiento y habla no pueden
disociarse.

Por esta razón, en este apartado se analizarán las categorías temáticas que
aparecen en el refranero iberoamericano en cuanto a su concepción de las
mujeres, con el fin de descifrar su contenido y valor lingüístico, ya que configura
grandes campos semánticos en relación con los estereotipos creados en torno a
las mujeres como género construido socialmente.

En general, según se verá, los mensajes que se inscriben en el refranero


contienen valoraciones negativas de la mujer y que coinciden en ocasiones con la
definición que se vio del diccionario de la RAE (Cf. Supra 2.1.2). Por supuesto, lo
anterior se verá reflejado repetidamente en las conductas sociales a través de
expresiones lingüísticas de muy diversa índole; en la mayoría de los casos,
comparaciones, implícitos, términos y adjetivos despectivos, que se refieren
también a las diversas esferas de acción en que la mujer se desempeña y que
reciben un gran valor por parte de la sociedad en general, tales como la familia y
el hogar, la sexualidad, e incluso, la religión, esferas en las cuales la mujer es
calificada según sus aptitudes, su comportamiento, su reputación, su dedicación al
hogar y a la familia y, por supuesto, su físico, aunado a la edad y hasta el estado
civil y condición económica.

3.1.1 Comparadas con los animales

Una de las comparaciones más bajas que se hacen de la mujer es


poniéndola en un plano paralelo con los animales. Esto resulta insultante porque
se le compara y asocia con la incapacidad racional de éstos últimos, así como con
un comportamiento inapropiado dentro de una sociedad civil expresado por cierta

39
torpeza o terquedad en su hacer, decir o pensar, derivada de la irracionalidad, e
incluso a veces es colocada por debajo de capacidades animales:

- Cuando la mula dice: “no paso” y la mujer: “me caso”, la mula no pasa y la
mujer se casa
- Hay dos animales ingratos: las mujeres y los gatos
- Más vale querer a un perro y no a una ingrata mujer, pues éste cuida de la
casa y ella la echa a perder
- Mujer irritada, pantera enojada

En el primer y en el último refrán puede observarse cómo la mujer es


concebida como si su comportamiento no fuera civilizado sino animal. Aunque el
matrimonio (el cual muchas veces responde sólo al requerimiento o presión social)
y el enojo son propios de la sociedad, aquí se muestran como acciones
irracionales y no como actos de voluntad; como hechos no premeditados o como
reacciones por instinto, tal como los animales responden a los estímulos externos.

Por otra parte, en el segundo y tercer refrán, ya se evidencian dos categorías


temáticas que se tratarán con detenimiento más adelante: el hogar, un claro
espacio en el que se ha inscrito a la mujer como destino, que se deja ver a través
de la comparación entre la mujer y los animales domésticos por excelencia, tales
como el perro y el gato, y la idea de que la mujer es ingrata, traicionera, asociada
a cierta inestabilidad emocional y su ser tan dinámico.

Desde la antigüedad, los animales han estado a disposición del hombre para
ayudarle en el desempeño de su trabajo, ya sea como medio de transporte o como
fuente de alimento. En este sentido, los animales son propiedades, y el hombre,
en su rol social de proveedor y jefe de familia, se encarga de procurarlos y por lo
mismo tiene autoridad sobre ellos.

- Una buena cabra, una buena mula y una buena mujer, son muy malas
bestias las tres

40
De la misma manera pasa con la mujer, bajo el supuesto de que el hombre la
proveería de todo y se encargaría de su cuidado, parece que él siente autoridad
sobre ella y piensa tener derecho de hacer con ella lo que más le parezca, como lo
hace con sus propiedades.

- El que presta la mujer para bailar o el caballo pa’ torear, muy pendejo debe
ser si se pone a reclamar
- El caballo y la mujer a nadie se han de prestar
- El buey para que are y la mujer para que guarde

Además, entre los hombres, la competencia por ser el mejor o el “más”


hombre se refleja en su discurso mediante consejos entre generaciones o amigos
para elegir entre la mujer o los animales, el mejor:

- Caballo que llene las piernas, gallo que llene las manos y mujer que llene
los brazos
- Gallo, caballo y mujer, por la raza has de escoger
- Perro, caballo y mujer, tener bueno o no tener

Es claro que el mismo hecho de la elección, por sí mismo otorga al hombre el


poder y la autoridad como ser superior a la mujer. Incluso, como evidencia de la
poca importancia que se le da a ella, se desiste de la molestia de tomarse el
tiempo para fijarse en sus cualidades, y su elección se deja a la suerte como algo
susceptible de ser bueno y que por esa misma probabilidad es poco relevante.

- El marrano y la mujer, más vale acertar que escoger

Sin embargo, se identifica que la mujer puede ser agresiva y como se le


relaciona con el instinto animal que puede ser traicionero, inspira desconfianza y
cierto temor del género masculino hacia ella:

- A la mujer y a la gata, no les lleves la contraria

41
- Gatos y mujeres, buenas uñas tienen
- Indio, mula y mujer si no te la han hecho te la van a hacer

3.1.2 Parlanchinas

En la denominada segunda ola de feminismo en el siglo XX, se hallará en


documentos de reuniones y demás encuentros la “necesidad de romper el
silencio” (Fernández, 2002a: 39). Sobre este tema que tiene como antecedente la
“buena” costumbre de la discreción y de guardar silencio como una cualidad
femenina altamente valorada, hay numerosos refranes que dejan ver en su visión
global la forma en que las mujeres “transgreden” este ideal que se tiene de ellas,
según el habla popular, mediante la supuesta plática abundante o la indiscreción
y, por lo tanto, se aconseja concederles poca confianza o nada para evitar la
traición. Dicho supuesto está tan generalizado que ha alimentado la desconfianza
hacia las mujeres de una manera enraizada y duradera en el colectivo social y su
pensamiento cultural e, incluso, los mismos Sófocles y Aristóteles, en su tiempo
señalaron la “virtud” femenina de permanecer calladas: “El silencio presta gracia a
la mujer” (cit. por Fernández, 2002a: 41). En este apartado se abordará la forma
en que los refranes resaltan, reprueban, critican y sancionan a las mujeres y su
creído mal comportamiento al hablar.

- Lo que la mujer no logra hablando, lo logra llorando


- Chismes de viejas, hasta el infierno no paran
- Ni al perro qué mear ni a la mujer qué hablar nunca les ha de faltar

Obsérvese el último refrán; en él reaparece la comparación de la mujer con


los animales. Además, se refuerza con la peculiar forma de habla femenina. Como
se verá a lo largo del análisis del corpus, es frecuente esta combinación de
elementos que se unen para descalificar a la mujer.

42
En la sociedad existe la creencia de que quienes tienen el poder son los que
hablan mientras que los subordinados callan. El silencio en las mujeres es
entonces, en este sentido, una forma de subordinación y se les incita a
permanecer en ella, sin siquiera premiarles tal “obediencia” o virtud, sino que se
les inculca dicho comportamiento mediante órdenes, la crítica social y la
provocación del miedo. En lo anterior, Fernández (2002a: 39) encuentra una
contradicción que llama “el lenguaje que silencia”, pues considera que es la
invitación al silencio mediante el lenguaje:

- Donde hay barbas, callen faldas


- Mujer cotorra, celosa y regañona
- Por ese hablar tan suelto, habrás de perder casamiento

Pero también hay otra situación de fondo; si se profundiza más, esto también
se extiende a los pocos espacios en los que la mujer participa, es decir que, aún
cuando en actualidad ella ha tenido oportunidad de mayor acción social, su uso de
la palabra en los círculos sociales se sigue sancionando y restringiendo. Incluso, la
situación no se detiene en un tipo de enfrentamiento entre hombres y mujeres sino
que también las propias mujeres usan los refranes, ya sea por aconsejar y llevar
por el “buen camino” a una de ellas, o para reprobar las acciones de otra. Y
aunque Buxó (Cit. por Fernández, 2002a: 42) considere la utilización del potencial
verbal femenino como una “estrategia indirecta utilizada por ellas para conseguir
más influencia y poder, en la medida de sus posibilidades” es indiscutible que hay
una lucha que se esfuerza por desvalorizar las palabras de la mujer para mantener
la hegemonía masculina.

3.1.3 Saber y entendimiento femeninos

En la larga historia de la humanidad, desde la invención del fuego hasta lo


que hoy ha hecho posible la más alta tecnología, el conocimiento ha sido una
herramienta eficaz para enfrentar las vicisitudes que diariamente se presentan, de

43
tal forma que el conocimiento es sumamente valorado por muchas culturas,
adquiriendo significación de riqueza y, desde luego, vuelve digno de respeto a
quien lo posee.

A pesar de que el discurso refranero se jacta de descalificar de muchas


formas a la mujer, al parecer, los refranes iberoamericanos reconocen la gran
capacidad (biológica y social) de comunicación verbal que ella tiene y es que,
posiblemente, ésa sea la verdadera razón del obcecado esfuerzo de menospreciar
a toda costa las virtudes del colectivo femenino; una de las formas en que lo hace
es reducir a lo mínimo su sapiencia:

- La mujer, si gorda es boba, si flaca, bellaca


- La mujer tiene largo el cabello y corto el entendimiento
- El consejo de mujer bueno algún día puede ser

Pero enseguida se observará que detrás de esta desvalorización proveniente


del grupo hegemónico que busca mantener el control, se encuentra en él un temor
profundo de perderlo. Para tener una referencia más explícita, se recordará que,
tan sólo en el aspecto de la educación, el acceso a los libros, al conocimiento y a
otras formas de cultura estuvieron negadas a las mujeres durante muchos años,
delegando sus actividades al ámbito privado del hogar10. El miedo a perder el
control en el resto de los espacios sociales (conseguidos por los hombres,
mediante lo que precisamente se le negó a la mujer) se refleja en algunos refranes
que, aunque pocos, evidencian claramente que los hombres no pueden convivir
con mujeres instruidas porque son una amenaza y, nuevamente, disfrazan su
temor con condenas para causar miedo en ellas, como se muestra a continuación:

- Mujeres y libros siempre mal avenidos


- Mujer que sabe latín ni encuentra marido ni tiene buen fin

10
El ámbito privado en el que se ha puesto a la mujer por muchos años, será tratado con más
detalle más adelante.

44
- Ni joya prestada, ni mujer letrada

Curiosamente, el último refrán hace una comparación de la mujer con un


objeto precioso de gran valor, cosa que, hasta el momento, no había aparecido en
los refranes que se han visto; si se parte de esta observación, se puede notar con
mucha claridad el temor masculino de que la mujer tenga conocimiento. Una joya
es algo muy ponderado que desde la antigüedad han usado hombres y mujeres,
ya sea como símbolo de estatus, distinción – como en las culturas prehispánicas o
como en aquéllas donde los reyes eran ataviados con ellas-, como premio en
reconocimiento a alguna hazaña, y hasta como regalo.

En este sentido, el enfrentamiento de una joya prestada y una mujer letrada,


merece atención a parte. La carga significativa de una joya se pierde cuando ésta
no es propiedad de quien la tiene. Como se señaló en el tratamiento del
estereotipo en el que se compara a la mujer con los animales, la mujer ha sido
vista como una posesión, el hecho de que una mujer esté instruida revela que ha
traspasado los límites que la habían sometido, que ha luchado por obtener
conocimiento y, por tanto, por hacerse escuchar y entender y, de cierta forma,
romper el silencio. De tal forma, una mujer letrada es vista como rebelde y
“peligrosa“ para los hombres pues, volviendo al paralelismo que muestra el refrán,
una mujer letrada al igual que una joya prestada, tampoco puede ser posesión
definitiva o garantizada de un hombre.

El refrán pues, deja entrever que a veces se llega a reconocer el valor de la


mujer. No obstante, el refranero no deja pasar la oportunidad para menospreciarla;
dado que la joya y la persona están en el mismo plano de comparación, la mujer
es comparada con un objeto, y que no se olvide que las joyas no dejan de ser un
accesorio, un adorno, por lo que no son primordiales; sobre todo en un mundo
occidental como el de hoy, en el que la tradición de glorificar con ellas no es ya tan
frecuente o importante como solía ser.

45
3.1. 4 Aspecto físico

La mejor de todas las mujeres, es la que gusta a todos los hombres

Si bien las mujeres son clasificadas a partir sus habilidades y otros atributos,
también lo son en razón de su apariencia física. Dentro de los estereotipos del
mundo hispano actual, que las estrategias de mercadotecnia y los medios masivos
de comunicación difunden, reproducen, y alimentan; los cánones de belleza física
responden, además de la selección de la mujer más apta para procrear y
preservar la especie, a la competencia entre los hombres por elegir a la más
bonita, siendo la esbeltez, la hermosura y la juventud la meta a perseguir.

Los refranes se vuelven advertencias para las mujeres, quienes según la


creencia popular, deben ponerse alertas en cuanto a su arreglo y cuidado personal
en búsqueda de que el mejor hombre las elija y no ser objeto de burla:

- Viendo la dama se enamora el comprador


- A la bruja nadie se le arrima
- Mujer sin aretes, altar sin ramilletes
- A la mujer barbuda, de lejos se le saluda, mejor con dos piedras que con
una

El refranero no pierde oportunidad para hacerles saber a las mujeres que las
más afortunadas físicamente serán las que tengan mejor partido para el
matrimonio, a menos que su condición económica o su desempeño sexual les
proporcione cierto atractivo:

- A la mujer fea, el oro la hermosea


- Algo ha de tener la fea cuando el hombre la desea
- Debajo de una manta, ni la más hermosa asombra, ni la más fea espanta.

46
Y dado que el físico ejerce presión social en las mujeres, los hombres
aprovechan la oportunidad halagándolas para conquistarlas a costa de cualquier
cosa, pues el “triunfo” masculino se da con base en retos dentro de esa
competencia que se repite con insistencia en el refranero:

- Dile que es hermosa y pídele cualquier cosa


- Hombre miedoso no come mujer bonita
- Flaca es la mujer por gorda que esté

No obstante, el discurso masculino toma precauciones, procura no ensalzar


en demasía a las mujeres hermosas, pues también se les teme porque fácilmente
pueden ir y venir, con eso de que se les considera traidoras e infieles, y advierte a
sus congéneres sobre eso:

- Chula a quien mucho se chulea, se le obliga a que se lo crea


- Busca mujer por lo que valga y no sólo por la nalga
- Quien tiene mujer hermosa, o castillo en frontera, o niña en carrera, nunca
le falta guerra

3.1.5 El espacio privado

La esposa en la calle, grave y honesta; en la iglesia, devota y compuesta; en


la casa, escoba discreta y hacendosa; en el estrado, señora; en el campo,
corza; en la cama, graciosa y cariñosa y será en esto hermosa esposa

La diferencia entre hombres y mujeres se ha concebido desde que los


primeros tomaron el poder y se situaron en el modelo de lo humano, lo cual ha
traducido la diferencia sexual en desigualdad en perjuicio de las mujeres, llegando
a considerarlas inferiores a los hombres. Ya Aristóteles había construido el
discurso legítimo de la inferioridad y con eso justificó la separación del espacio
público sólo para los hombres, y el espacio privado sólo para las mujeres.
Históricamente las estructuras sociales han excluido a las mujeres de la
participación en los espacios de los más altos poderes o su contacto con éstos, o

47
donde se cree que están los espacios de mayor poder tanto en lo económico y lo
político como en lo cultural.

Las mujeres desde su nacimiento parecen ser confinadas únicamente a ser


doncellas (jóvenes vírgenes11) y después esposas y madres. La identidad del
género femenino más fuerte se resume a cumplir con estas tres identidades. Para
vivir de acuerdo a la normatividad cultural de su medio social, y según el desarrollo
del aparato psíquico conformado desde la primer infancia, las mujeres han de
integrarse y desarrollar dichos roles (Chodorow, 1984).

Para el conjunto social, y para los hombres en particular, el rol de la


maternidad es de los más valorados y representa una cara positiva de la mujer
ideal. Además, la mujer que es esposa y madre suele ser tratada con respeto por
aquello de ser la responsable del cuidado del hogar y del marido. En ocasiones
llega por ello a defendérsele, pero también por garantizarse la legitimidad de la
paternidad, el servicio de la crianza de los niños y el ejercicio de las tareas
domésticas:

- Educa a un hombre y educarás un hombre, educa a una mujer y educarás


una generación
- La honra del marido está en manos de su mujer
- Casa sin mujer y barco sin timón lo mismo son

Según la lectura de estos mensajes, la esposa, más allá del amor romántico,
es una necesidad y hay intereses concretos por conseguirla más que las
relaciones afectivas de por medio. Se muestra que una casa se funda en las
mujeres, de lo contrario no existe o es un desastre. El simbolismo de estas
funciones le hacen desempeñar un papel central como reproductora y cuidadora, y
como imagen de refugio y hogar, por eso se le cuida hasta cierto punto, pero
siempre entre las cuatro paredes del hogar:

11
Los temas de la soltería y la virginidad serán tratados detalladamente más adelante.

48
- A la mujer en casa, nada le pasa
- La mujer tiene derecho si se mantiene en su techo
- La mujer en el hogar, sin salir ni a trabajar

Y por supuesto, para completar el ideal perfecto de una buena mujer, ella
debe reunir diversos requisitos para obtener mayor prestigio y reconocimiento.
Ellos se resumen principalmente a actividades domésticas:

- La mujer en la cocina es una mina


- En el modo de barrer se conoce si es limpia una mujer
- La que no se agacha por un alfiler no es mujer
- El amor de la mujer, en la ropa del marido se echa a ver

Otra de las razones del confinamiento de la mujer en el hogar es el miedo a


la infidelidad sexual, ya que se ve como la traición máxima en el matrimonio.
Dentro de la infidelidad y el adulterio, la mujer es la más – o la única - señalada y
castigada, y también la más difícilmente perdonada. Debido a la incoherencia e
inestabilidad que se atribuye a la mujer, aunadas al aspecto físico femenino y la
desconfianza y precaución que se aconseja tener con ellas, los hombres se
precaven de una posible infidelidad como merma y burla de su hombría, por lo que
se les recomienda el maltrato y el encierro de ellas:

- La mujer en casa con la pata quebrada


- La mujer y la gallina hasta casa de la vecina
- Tres cosas hay en la vida que no se pueden cuidar: Una cocina sin puertas,
la mujer y el platanar

Por otra parte, el compromiso matrimonial parece conceder permiso social a


la mujer para compartir con un hombre su vida y su sexualidad; pero ésta
concesión se da con el objetivo de que la mujer sirva al hombre con entrega y
dedicación absolutas, quedando relegadas las prioridades femeninas en un
segundo plano:

49
- La que a su marido quiere servir ni puede ni quiere dormir
- La mujer que no dice que sí, no vale un maravedí12
- Lazos y moños no te procuran matrimonio; ser muchacha hacendosa, ya es
otra cosa

El discurso refranero hispano, pues, es insistente respecto a la necesidad de


que la mujer contraiga nupcias, como un acto oficial y honorable, como causa de
conveniencia y, tal vez, como una concesión que permita la convivencia de un
hombre y una mujer. En general, los refranes que hablan de matrimonio sólo
incentivan a las mujeres a llevarlo a cabo, pues acrecientan en ellas el
pensamiento de que son frágiles, que están desprotegidas y que necesitan de un
hombre para que las proteja y dependan de él.

- Mujer sin varón y navío sin timón nada son


- Las mujeres y las pistolas para funcionar necesitan un hombre
- Mujer con marido no vive descuidada, mujer sola no vive despreocupada

Por último, los consejos más prudentes de los refranes sobre lo que la mujer
puede encontrar en el matrimonio van de las madres a las hijas, o en su defecto,
de las mujeres mayores con más experiencia a las “primerizas” que apenas
incursionan en la vida conyugal:

- Madre, ¿qué cosa es casar? Hija, hilar, parir y llorar


- Casarse de oídos hace reír, de experiencia hace llorar
- Matrimonio sin disgustos, ni lo hay ni nunca lo hubo, y lo que es más, ni lo
habrá
- El matrimonio es palo y cacao, un mes de flores y el resto de vainas

12
Antigua moneda española, anterior a los Reyes Católicos, cuyo valor era de una tercera parte de
un real de plata.

50
3.1.6 Estado civil y edad

Por tradición, los papeles sociales femeninos han estado identificados en


relación con la esfera de lo privado como la casa y la familia. Como ya se vio, para
la sociedad, el matrimonio es para las mujeres el estado civil ideal, por lo cual se
le otorga más peso que al hombre. Enseguida, en los refranes se verán las fases
anteriores y posteriores del matrimonio; la soltería (y en el peor de los casos, las
solteronas que no lo son por decisión propia) y la viudez, que van de la mano con
la edad femenina, según los estereotipos sociales.

Soteras y solteronas

La mujer que no se casa se seca como una pasa

Durante años el único destino que se había considerado para la mujer era el
matrimonio. Aunque actualmente las mujeres han incursionado en el ámbito de lo
público, el matrimonio no deja de ser el ideal propio de muchas mujeres y, en
general, de la sociedad.

De acuerdo con la conciencia colectiva, por lo común, una mujer soltera suele
ser joven y una viuda se asocia a la vejez, lo cual sería perfectamente normal. En
cambio, una mujer entrada en años que aún es soltera no encaja en ninguno de
los dos estados civiles “ideales”. Es precisamente esa situación de la que el
refranero hace mofa pues, nuevamente, no se cumple con un rol social:

- Doncella que llegó al tres y al cero, ya puede ir cerrando su ropero


- La mujer soltera y vieja guarda el alhajero donde el soltero y viejo guarda
el sonajero
- El hombre busca en la veintena lo que la mujer en la treintena

Desafortunadamente, la sociedad no valora la decisión de que una mujer


quiera estar soltera, al contrario, ella es vista como una mujer desobligada,

51
irresponsable o libertina. Más bien se entiende que las mujeres solteronas o
“quedadas”, como se les llama, lo son por algún defecto y eso las lleva a ser
rechazadas, vistas como personas solitarias amargadas, infelices, insatisfechas y
hasta malvadas por su supuesta frustración, porque también “quedarse” implica
fracaso, no alcanzar algún propósito:

- La mujer en soledad piensa solo en la maldad


- Soltera que pasa treinta, de rabia revienta
- ¿Vieja y soltera? Enfadote o chismorrea
- Si mi padre no me casa, yo seré fuego, yo seré brasa, yo seré escándalo de
mi casa

Viudas

Viuda que duerma mal, del muerto se acuerda y en vivos tiene que pensar

Un grupo más del que el refranero goza de hacer burla es el de las viudas. A
estos personajes se les representa popularmente con estrés emocional, dolor y
soledad por el cambio en su vida. Por esta razón, se piensa que deberían ser
respetadas, toleradas y comprendidas, como cualquier persona que sufre la
muerte. Según Fernández (2002a:112), las viudas desarrollan un sentimiento de
inutilidad al no tener a quien cuidar, tras haber internalizado como parte importante
de su identidad genérica lo que Basaglia llama “el ser para los otros” (cit. por
Fernández 2002a:112).

No conforme con lo anterior, el refranero exige a la mujer un ideal más: la


fidelidad eterna a un solo hombre como el correcto proceder de las viudas al
guardar dolor por la muerte del marido:

- La viuda honrada, su puerta cerrada

52
Sin embargo, en el habla popular las viudas son maltratadas, burladas y
rechazadas. En los refranes es común insultarlas desde un tema tabú para la
sociedad hispana mayormente católica: la sexualidad13. Por otra parte, un aviso
para los hombres es que las viudas son mujeres experimentadas, libres, que han
sido “de otro hombre”. Las razones anteriores hacen más difícil la sumisión de
ellas, las cuales, más allá del rechazo, retan a los hombres a buscarlas con cierta
picardía sexual:

- La viuda, llorando, novio va buscando


- Viuda y fea pero platuda es siempre una hermosa viuda
- Nunca te cases con viuda, porque mula que otro amansa, siempre sale
jetidura
- La mujer en el amor es como la gallina, que cuando se muere el gallo a
cualquier pollo se arrima

La burla hacia las viudas –como a las solteronas- llega a los extremos de
presentarlas como engañosas y libertinas, en lugar de exaltar la independencia y
libertad de que gozan, y cuando esas características llegan a mencionarse, se
hace en tono de burla y para desmoralizarlas.

- Viudita de tres días, hambre de tres semanas


- Llantos de viuda y lluvias de abril, no llenarán barril
- Lágrimas de viuda, el primer soplo de aire las enjuga

Los mensajes que los refranes emiten apuntan a que las mujeres dejen su
soledad y contraigan segundas nupcias; en otras palabras, que el orden
establecido y considerado normal vuelva a poner las cosas en su lugar, se cumpla
con el ideal popular del matrimonio y que ellas vuelvan a estar bajo la tutela y
mando de un hombre, como se piensa que debe ser.

13
El tema de la sexualidad merece tratamiento a parte, ya que implica consideraciones especiales
que no se tratarán aquí.

53
Viejas

Bajo la barba cana está la mujer honrada

Como se sabe, en las sociedades occidentales es raro que en estos días se


aprecie la sabiduría de los ancianos tal como en las orientales. Pero
especialmente en la cultura occidental, las mujeres mayores son también objeto
de burla y en los refranes se les llama despectivamente viejas, excepto cuando se
respeta el color de sus canas o su avanzada edad. No obstante, su situación
indefensa, su físico y su lenguaje a veces desordenado, fácilmente son blanco de
desprecio y broma, especialmente entre la juventud masculina:

- Para qué las cortas verdes si maduras caen solitas


- Fuese la vieja a la boda y contó de cuando fue novia
- Las mujeres son como las veletas, sólo se quedan quietas cuando se
oxidan

El lenguaje popular vierte sobre ellas estereotipos negativos, también se


hace mofa de su sexualidad de manera similar que con las viudas, de modo que la
coerción social y su autodesvalorización operan a modo de contenedores de sus
posibilidades de desarrollo como personas libres y autosuficientes. Por eso el
discurso entre los hombres aconseja:

- Busca en una mujer lo que la edad no se llevará

3.1.7 Roles sexuales: Vírgenes y putas

Está claro que el tema de la sexualidad es un tabú y, por lo tanto, lleva a


instituciones sociales como la iglesia, la familia e incluso, la escuela, a sancionar
la sola mención del mismo, ya no se diga de un acto que se le relacione. Además,

54
el tema de la sexualidad provoca en los miembros de la comunidad curiosidad,
reto y la exaltación del impulso de cometer lo prohibido.

Como se acaba de ver en lo que toca al estado civil de las mujeres, el


escarnio permite decir cosas crueles, hirientes e inhumanas, pero bajo la
protección y ligereza que el lenguaje cómico proporciona y concede a quien lo
emplea. Una manera de referirse la sexualidad femenina en los refranes es la
anterior, pero hay refranes más actuales que explicitan que la mujer ideal debe
ser, en el mejor de los casos, virgen, y en el peor, “puta”, tanto en el sentido de
prostitución como en el de promiscuidad.

Vírgenes

La mujer por la honra, el buey por el asta y el hombre por la palabra

Entre los siglos XVIII y XIX, la educación moral de las niñas y jóvenes fue
primordial en lo que toca a su preparación para ser buenas esposas y sumisas,
mientras tanto, su deber es conservarse vírgenes, puras e inocentes para la
ofrenda simbólica de la ceremonia matrimonial (Fernández 2002a: 86). La imagen
generalizada en la mente de la sociedad respecto de la mujer virgen corresponde
a una mujer joven, casta y soltera, pero no conforme con eso, el ideal colectivo
pide también que posea una gran habilidad para las labores del hogar, pues debe
mostrar sus virtudes como un producto para que lo compren, recordándole que su
virginidad es parte de esas y también parte de la “honra” y apellido de la familia,
así como su boleto de entrada a un buen matrimonio.

- Joven ventanera, mala mujer casera


- La doncella, la boca muda, los ojos bajos y lista la aguja

Estas mujeres representan la fidelidad y pureza que deben tener todas las
mujeres decentes y honestas, especialmente en el caso de las que van destinadas

55
al matrimonio para que aseguren la procreación y el linaje del futuro cabeza de
familia través del cual se reproduce la estirpe. No obstante, en los refranes impera
la duda y la ambigüedad que invita a desconfiar de las mujeres

- Doncellas, sábelo Dios y ellas


- La que en amores anduvo, cásese con quien los tuvo
- No sólo ha de ser casta la mujer, mas débelo parecer

En general, la virtud entendida como virginidad, la honestidad, el


recogimiento, el recato y el ser hacendosa han sido considerados por tradición,
las mejores cualidades femeninas en su rol social familiar. Por otra parte, como se
ha visto, estas características son las más destacadas y representan a la mujer
perfecta para los hombres. Pero el refranero es cruel y mediante contradicciones e
ironía se encuentran advertencias hacia la mujer mediante un mensaje doble:
cuidado de sí misma para mantener su virginidad, pero a la vez, la amenaza de la
soltería eterna:

- Por el besar empieza la doncella a resbalar


- La mujer es Eva o es María
- Doncella muy recluida no se casará en la vida

De modo que todo lo que transgreda el ideal de la mujer perfecta será


considerado inadecuado o incorrecto y se dejará caer sobre la mujer el
señalamiento y el castigo social.

Putas

La ideología tradicional, que supone la prostitución como una institución


social inevitable, parte del principio de que el acto sexual es un derecho masculino
inalienable y, como tal, puede ser comprado, vendido, forzado por la violación o
apropiado más sutilmente por el hostigamiento sexual (Palma, 1988: 177).

56
Pero de la transgresión del ideal femenino y su derivada sanción social, en el
refranero surge el señalamiento público de las prostitutas como servidoras,
personas dignas de desconfianza, y el adjetivo de puta cobra un significado
altamente peyorativo para cualquier mujer:

- Ni de manta buena camisa, ni de puta buena amiga


- Ser puta y buena mujer, ¿cómo puede ser?
- La mujer consigue plata con sólo alzarse la bata

Las sentencias anteriores también se trasladan al interior del colectivo


femenino, con el objetivo de que las mujeres mismas se prevengan, para
ofenderse entre ellas, o incluso, como consejo entre generaciones:

- La que sea puta y bruja, cruja


- Mujer que de noche se pasea, es muy puta, vieja o fea
- Mujer que no es laboriosa o puta o golosa

Por su parte, el refranero iberoamericano se encarga de recordar y transmitir


a toda costa estas sanciones para que el hombre no pierda el control sobre las
mujeres o para elegir a la mejor como símbolo que le concede hombría y estatus
dentro de su competencia masculina. En los siguientes refranes se notará también
una atribución femenina que le atribuye poco valor: la inestabilidad.

- Mujer de trato, sólo para un rato


- Caballos y putas, más de 20 años no duran14
- La mujer mala es como la falsa moneda que de mano en mano va y ninguno
se la queda

14
En ocasiones, el insulto a las mujeres calificándolas de fáciles, libertinas, inestables, incrementa
su desprecio complementando el adjetivo con el nombre de un animal, ya se ha visto la carga
semántica despectiva que provoca asociar a una mujer con un animal. Por ejemplo, en países
como Nicaragua suele decirse “ser más puta que las gallinas” (Fernández, 2002: 91).

57
Incluso, el pretexto de la infidelidad o maltrato físico y psicológico del hombre
hacia la mujer también encuentra su justificación en los refranes, como prueba de
que los hombres no vacilan en buscar en todo momento su conservación como
grupo hegemónico:

- No tiene la culpa el hombre de ser cabrón cuando la mujer es puta

Es así que las mujeres pueden ser llamadas putas por diversas razones, pero
el insulto es uno de los más peyorativos a partir de que la sexualidad hoy es
todavía un tabú y de que, alrededor de la figura de la prostituta se reúnen las
acusaciones más despectivas. Es posible que esto se deba a que las prostitutas
son de cierta forma “libres” en cuanto a que no “pertenecen” a un solo hombre.
Ellas reciben el desprecio social pero también son temidas hasta por los hombres
como mujeres rebeldes, con un poder de seducción y erotismo que está
moralmente prohibido o escondido para el resto de las mujeres.

3.1.8 Maldad femenina

Guiado por el afán masculino del poder, el constante esfuerzo de


menospreciar a la mujer sigue presente y se manifiesta mediante una postura que
señala gran cantidad de debilidades femeninas con el fin de mostrar que las
mujeres son un peligro para tener a su cargo otro espacio que no sea el
doméstico.

Para lograr lo anterior, el refranero iberoamericano se sirve de argumentos 15


como el de que la mujer es mentirosa, inestable, mala y que no es confiable, casi
derivados uno por consecuencia del otro. De hecho, se presume tanto su maldad
al punto que se le compara con el demonio, figura simbólica del mal por

15
Tradicionalmente los términos ‘inestable’, ‘mentirosa’, y demás, corresponden a una función
adjetiva. En el punto 3.2 que toca la forma de los refranes, se verá por qué se dice que son
argumentos. Por el momento basta con considerar los argumentos como razones a favor de una
conclusión.

58
excelencia, incluso, parece que a veces ella rebasa los límites malignos. Al
parecer, ésa situación en el refranero es la única en la que una mujer supera a
una figura masculina, pero como la maldad merece castigo, la mujer se vuelve
merecedora de maltrato y, obviamente, de crítica social.

Mentirosas

Mujer que no mienta ¿quién la encuentra?

A juzgar por el mensaje insistente de los refranes, la característica de la


mentira en la mujer es una de las más extendidas. La habilidad verbal que tiene el
género femenino para expresarse, lejos de ser reconocida como tal, se vuelve
objeto de burla e incluso adquiere un significado malicioso; de hecho, provoca que
se le atribuyan adjetivos como el de parlanchina, quien por el supuesto de que no
tiene cuidado al hablar, conjuga la mentira y la traición en todas sus alocuciones.

Lo grave de esto es que para el habla popular este mal no se detiene ahí,
sino que se esa carga semántica se transfiere a las acciones, dejando claro que la
mujer puede ser culpada de traición, y en general, de cualquier mal. Así, en el
refranero resulta interesante observar que, a menudo, cualquier expresión
comunicativa (ya sea acciones o sentimientos) que tenga un emisor femenino es
vilipendiada.

- Rencura de perro y lágrimas de mujer no hay que creer


- La mujer y la mentira nacieron el mismo día
- Tres mañas tienen las mujeres; mentir sin cuidar, mear donde quieren y
llorar sin por qué

Inestables

Entre el sí y el no de una mujer, no cabe la punta de un alfiler

59
El desorden, la mutabilidad, la indecisión y otras características se atribuyen
como inherentes a la mujer, precisamente como naturales; tan es así que estas
cualidades impuestas se asocian con elementos de la naturaleza, siempre
dinámica y sorpresiva.

Desafortunadamente, este dinamismo no es positivo cuando se contrasta con


las mujeres, sino que resulta poco favorecedor y digno de desconfianza porque
provoca inseguridad y no proporciona ninguna estabilidad permanente. La
disposición y el espacio que la mujer deja para que los otros interaccionen, han
sido mal interpretados como indecisión o mutabilidad constante, en vez de ser
vistos como una capacidad, por ejemplo, de adaptabilidad. Pero la buena
disposición de la mujer le ha costado caro. Como se ve abajo, las variaciones
permanentes de elementos como la luna, el viento, el mar, los meses o la suerte
quedan al par de la mujer como símbolos de lo incierto:

- Mujer, viento y ventura, pronto se mudan


- Cada día muda el viento, y la mujer a cada momento
- Mujeres y fortuna, mudables como la luna

Aparece así en el refranero un contrasentido: lo único estable en la mujer es


el cambio. Por lo tanto, las mujeres son representadas como personajes inseguros
y variables.

Malvadas

Durante siglos, la figura femenina ha estado relacionada con el mal, desde la


religión (con la figura de Adán y Eva, por ejemplo), la mitología y hasta la literatura
que ha llegado hasta nuestros tiempos, en las cuales se reproducen
características de gran poder atribuidas a las mujeres, que van desde la seducción
hasta la brujería. En la sociedad la “maldad” se observa en que la mujer no cumple

60
con el ideal esperado que se tiene de ella, mucho menos hoy que se atreven a
salir del espacio privado y a expresarse.

El menosprecio hacia las mujeres, debido a su irracionalidad y torpeza


inventadas, así como cierto temor a su rebeldía, aparece en los refranes en forma
de consejo para los hombres, invitándolos a la desconfianza y al cuidado al
tratarlas (de manera similar a cuando se les aconseja sobre cómo escoger un
animal (supra 3.1.1)). Dicha advertencia es directa y muy clara, se repite en
numerosos refranes que buscan difundir ese mensaje y crear “conciencia” en los
hombres para que la asuman como cierta:

- A la mujer y a la gata, no les lleves la contraria


- La mujer y la mula cada día te hacen una (y suerte te dará Dios si no te
hacen dos)
- Mujer que llora, judío que jura y zorra que duerme, malicia tienen

Y es que el refranero enseña a los hombres a que no hay mujer buena ni


mujer que sea digna de él. En caso de haber alguna rara que cumpla con el ideal,
hay que cuidarla pero no se debe confiar en ella del todo:

- No hay más que dos mujeres buenas en el mundo: la primera se ha perdido


y la otra hay que encontrarla
- De la mujer mala te has de guardar y de la buena no fiar
- Mujeres buenas, en todo el mundo dos docenas; mujeres malas, a
millaradas

Pero al refranero no le basta con advertir los defectos maliciosos de la mujer,


además la culpa de ser la responsable de los actos desafortunados de los
hombres. Se piensa que las mujeres actúan en forma sigilosa y tramposa para
engañar a los hombres, quienes son representados como bondadosos e ingenuos,

61
tan nobles que caen en la trampa de ellas o cometen graves errores por su
influencia:

- No hubiera malos hombres si no hubiera malas mujeres


- Cuando el hombre algún bien quiere hacer le quita la gana su mujer
- Dados, mujeres y vino sacan al hombre del buen camino
- Naipe, tabaco, vino y mujer, echan al hombre a perder

Por último, un elemento más se suma al gran concepto de maldad femenina


que se construye en el refranero, con el objetivo de no dejar lugar a dudas sobre
ese supuesto carácter natural. El efecto fulminante de dicho elemento se logra
mediante la comparación de la mujer con una imagen religiosa occidental de carga
simbólica totalmente negativa: el diablo:

- Cuando Dios hizo al hombre, ya el diablo había hecho a la mujer


- Ni aun al diablo debe temer quien no teme a una mujer
- Ira de mujer, ira de Lucifer

La mujer queda así, igual que el demonio, condenada. Sin embargo, no deja
de ser temida, ya que su saber y –ahora sí- todas sus habilidades para engañar y
causar desperfectos, son resultado de las enseñanzas del mismo demonio; ni
siquiera se trata de conocimiento acumulado por experiencia o por un logro
personal, sino que la mujer se presenta como un ser pasivo que recibe el saber
maligno. También se entrevé cierta obediencia, cierta abnegación como alumna,
en virtud de que el diablo –una figura masculina- es quien dicta las normas del
decir y hacer cosas:

- A la mujer el diablo le dio el saber


- Cuando el diablo se siente impotente delega a su mujer
- Al perro a nadar y a la mujer a bailar, el diablo se lo debió enseñar

62
Sin embargo, en ocasiones, el grado de maldad y saber del diablo se ve
menguado por el de la mujer, sólo para resaltar cuán grande es la malicia
femenina:

- Dijo la mujer al diablo: ¿te puedo ayudar en algo?


- La mujer sabe un poco más que Satanás y Barrabás
- A ratos, la mujer da lección a los demonios no natos

La comparación entre el diablo y la mujer resulta tan extrema que impacta. Y


como dice Fernández (2002a: 49), “más allá de las bromas y las sonrisas que
arranca, [ésta comparación] deja huellas en la memoria de la gente”, muchas
veces sin pensar su significado tan elaborado y profundo, a pesar de que, como
dice Lipovetsky, “la asociación entre la belleza, el peligro, la maldad y la mujer […]
se reproduce hasta bien entrado el siglo XXI” (cit. por Fernández 2002a: 49).

Castigo a la maldad

Como se ha visto, hay refranes muy duros que justifican la subordinación y el


maltrato físico, verbal o simbólico femeninos. Esto sugiere que ellas siempre
deben estar vigiladas para que no hagan algo que “no deben”, o de hacerlo, son
sancionadas “para que aprendan”:

- La mujer es animal que gusta de castigo


- Al caballo con la rienda, y a la mujer con la espuela
- La mula y la mujer a palos se han de vencer

Generalmente, en el refranero las mujeres son cosificadas y son más


vulnerables a la violencia, porque ocupan una posición inferior al emisor de los
mensajes.

- Mujer que no empeña cárgala de leña

63
- Si fueres a San Javier, pasando por San Andrés mata tu res, y si no tienes
qué matar, mata a tu mujer

Tristemente, como producto de todo lo anterior, el hombre se ha atribuido un


lugar de poder muy fuerte y para reiterarlo ha hecho de la sumisión femenina un
recurso. En efecto, también ha llevado ese lugar al campo de lo sexual, haciendo
de la mujer un objeto que, como tal, puede recibir el trato que sea, según el antojo
de quien lo posee, donde el tabú sexual es dejado de lado y llega a ser grotesco
como una muestra de virilidad:

- De poder a poder, me acuesto con mi mujer


- A las hembras y a los charcos se les entra por en medio
- De la mujer mal puedes hablar, pero sólo hasta que llega la hora de acostar

De lo tratado a lo largo de este apartado, se observa claramente la violencia


que se ejerce sobre la mujer, sustentada y heredada a través de las palabras
porque, en palabras de Tannen: “Las diferencias de grupo operan en detrimento
de los miembros de grupos ya estigmatizados en nuestra sociedad y a favor de
quienes tienen el poder para imponer sus interpretaciones” (cit. por Fernández,
2002a: 58).

Se observa pues, que ningún rol social femenino se salva de la crítica y de la


burla. Los refranes recogen la historia de la vida cotidiana, representativa de la
gente sencilla, y destaca su fuerza, pervivencia, brevedad y precisión de
conceptos, abarcando los temas de la vida diaria. Condensan ideas, sentimientos,
advertencias, consejos, normas de conducta, y enseñanzas mediante el lenguaje
llano y consigo, fruto de la experiencia popular y el ingenio.

Según Bajtín (1974: 132), la risa es una victoria sobre el miedo, esto es,
aquello que produce temor se torna risible y ridículo. También la burla es el
mecanismo para decir lo que se piensa, subvertir la realidad, pero bajo la excusa

64
de tratarse de una broma, sin provocar y recibir consecuencias negativas. De ser
así, puede decirse que la burla hacia los estereotipos femeninos es una especie
de desahogo lingüístico, simbólico y hasta psicológico del miedo que parece sentir
la población masculina hacia la femenina, en especial, determinadas posiciones
sociales que les otorgan mayores grados de libertad.

Lo expuesto en este apartado, llevado al contexto de lo masculino y lo


femenino, refleja la violencia que Pierre Bourdieu llama “simbólica” (2003:12) más
allá de la justificación de la subordinación y del maltrato a las mujeres por su
maldad e irracionalidad y por ser o considerarse propiedad de los hombres. No
obstante, también se acepta que las mujeres no son tan sumisas como muchos
creen, quieren, o les gustaría; se trata, más bien, del reconocimiento implícito de
que es posible que la mujer se rebele y por eso la necesidad de que la sociedad, y
los hombres en especial, apliquen las advertencias, las prohibiciones y castigos a
las mujeres hasta hacerlas protagonistas de los refranes al par del diablo o de los
animales, pues no habría necesidad de hacerlo si las mujeres se comportaran y
llegaran a ser como el modelo ideal.

La que entonces sería violencia simbólica ejercida contra las mujeres, tiene
múltiples expresiones, pero no todas ellas son elaboradas, reproducidas y
utilizadas de forma consciente debido a que se inscriben como parte normal de la
cultura de la vida cotidiana (como en las canciones populares). De este modo, los
refranes legitiman dicha violencia con base en las creencias de la tradición, lo que
Berger y Luckmann (1986) llaman “imaginario simbólico, [mismo que] constituye,
instituye y disciplina los pensamientos y prácticas de las realidad social mediante
fórmulas no jurídicas, sino más bien informales, que muchas veces tienen que ver
más con el mundo de los afectos, sentimientos y emociones, que con la regulación
explícita de un sistema político o una estructura económica”. Lyotard nos dice
también que en los refranes se define lo que puede decirse y hacerse en la
cultura, formando parte de ésta, legitiman y se encuentran a la vez legitimados los
relatos o la narrativa popular en general (cit. por Fernández 2002c: 68).

65
La significación cultural de este discurso, a través de una comunicación de
tipo simbólica como ésta, es muy clara a primera vista, lo cual lleva a pensar por
qué y para qué, es decir, a una interpretación más profunda del tema. Hasta el
momento, se ha constatado eficazmente la función referencial del lenguaje de la
que hablaba Jakobson (Guiraud, 1991:12), pues el refrán define claramente las
relaciones que hay entre el mensaje y el objeto al que hace referencia. Sin
embargo, tiene un problema: debe formular, a propósito del referente, una
información verdadera, o sea, objetiva, observable y verificable (Guiraud,
1991:12). Este problema radica en la forma en que el refrán comunica mensajes
de forma implícita, inferida, sobreentendida o de cierta forma oculta. Este aspecto
será analizado en el siguiente apartado.

3.2 Análisis de la forma: La construcción lingüística del sentido


argumentativo16

El tratamiento que se da al estudio de los refranes, por lo general, se limita al


estudio de sus valores denotativo (a nivel de frase) y connotativo (a nivel
contextual), así como de sus propiedades gramaticales particulares, sin mucha
preocupación por los aspectos de construcción de su sentido. ¿Es posible que
expresiones tan recurrentes, populares y precisas como lo son los refranes,
guarden en su interior recursos que van más allá de los retóricos, para provocar tal
impacto en sus emisores y receptores? Bajo la hipótesis de una respuesta
afirmativa, relacionada con una propiedad de carácter argumentativo en estas
expresiones, el propósito de este apartado es estudiar sus propiedades
lingüísticas, con miras a la construcción de su sentido argumentativo, y en
búsqueda de una tentativa de sistematización para su análisis.

16
Según Ducrot (1990: 51), “el sentido de una palabra es al mismo tiempo una orientación en el
discurso” (es decir, el significado junto con la dirección), y a su vez, “el valor argumentativo de una
palabra es la orientación que ella da al discurso” (1990: 52). Estas son las bases para buscar en
los refranes un sentido argumentativo, por supuesto, proveniente del emisor.

66
Para tal propósito, el análisis estará basado en la Teoría de la argumentación
en la lengua (en francés Argumentatio dans langue, abreviado ADL) formulada por
Oswald Ducrot y Jean-Claude Anscombre (Ducrot, 1990: 13), para lo cual también
será necesario recurrir a nociones de la Teoría polifónica de la enunciación,
construida por Ducrot (1990: 16), ya que para poder satisfacer el análisis del
discurso, es necesario estudiar lo que se dice, cómo está dicho, quién habla, de
quiénes se habla y por qué se dice.

En este análisis, el aspecto del por qué, se presupone bajo la idea de que
cuando un hablante usa un refrán, lo usa como una razón, como un apoyo para su
discurso porque pretende defender un punto de vista para que sea admitido por el
receptor como una certeza. De ahí la idea de que a la vez que el emisor usa un
refrán, argumenta17. Razones de otra índole que pueden atribuirse también al
porqué se dice un refrán, tales como las variables sociales y económicas, por
ejemplo, no serán tomadas en cuenta aquí, pues se considera que son
pertenecientes a áreas como la sociolingüística, que no son materia primordial de
esta investigación.

3.2.1 La polifonía

Para entrar al tema de la polifonía en los refranes, es necesario comenzar por


el concepto de enunciación. Según Benveniste (1998: 83), la enunciación es un
acto individual de utilización de la lengua, “es el acto mismo de producir un
enunciado y no el texto del enunciado”, pues “antes de la enunciación, la lengua
no es más que una posibilidad. Después de la enunciación, la lengua se realiza

17
Esta idea se basa en la Teoría de los actos de habla de J, Austin, que señala que al decir se
hacen cosas, como preguntar, afirmar, hacer una petición, dar una orden, o para el caso,
argumentar. A pesar de que Ducrot no considera en sus estudios a la filosofía del lenguaje, de
donde proviene la teoría de los actos de habla, ella es sólo el punto de partida para sostener el uso
de los refranes como un acto de argumentación.

67
como un discurso que emana de un locutor18, forma sonora que espera un auditor
y que suscita otra enunciación a cambio” (1998:84).

Desde este punto inicial es importante tener en cuenta que a) cuando el


locutor usa la lengua, implanta al otro delante de él (Ducrot, 1998: 85), es decir,
toda enunciación es una alocución porque postula un auditorio, a un alocutario; b)
la lengua se emplea en la expresión de cierta relación con el mundo, que en este
caso es el uso de los refranes iberoamericanos relacionados con la concepción
que se tiene de la mujer; y c) el locutor se sirve de la lengua para expresar su
actitud, “para influir de algún modo sobre el comportamiento del alocutario”
(Ducrot, 1998: 87), para lo cual dispone de un aparato de recursos lingüísticos
como la interrogación, la aserción y la intimación.

Si se observa el anexo que contiene el corpus total (Anexo 2) reunido para el


presente análisis, se constatará que efectivamente, son tres las formas
lingüísticas básicas que reflejan la actitud del hablante para influir en su alocutario.
Enseguida se anotan algunos ejemplos para verificarlo:

Interrogación: Expresa una pregunta, una duda sobre algo que el hablante
desconoce: “Madre, ¿qué es casar? Hija: hilar, parir y llorar”.
Aserción: es la más frecuente de estas formas lingüísticas y, por lo tanto, la forma
más común de los refranes. La aserción apunta a comunicar certidumbre de una
idea u opinión y es la manifestación más común de la presencia del locutor en la
enunciación. La aserción puede ser afirmativa como en: “La mujer hacendosa es
la más hermosa”, pero también puede ser negativa: “La que no se agacha por un
alfiler no es mujer”.
Imperativo: Como una forma de intimación, puede ser reconocida mediante una
exhortación o un mandato al alocutario; expresa una petición, una orden o un
ruego (Munguía, 2002: 145). Dichas acciones implican una relación inmediata del

18
Benveniste usa los términos ‘locutor’ y ‘enunciador’ indistintamente, pero se prescindirá de usar
el segundo para no crear confusión con la clasificación de las funciones polifónicas que propone
Ducrot (11990:16), como se verán más adelante.

68
locutor con el alocutario, la cual se expresa, generalmente, como un diálogo
dirigido directamente a la segunda persona singular del paradigma pronominal:
“Con la que entienda de atole y metate, con ésa cásate”. Como se vio en el
análisis de contenido (supra 3.1), es común que el imperativo tome forma de
consejo, suavizando el carácter de orden: “No te fíes de mujer ni de mula de
alquiler”.

Entonces, siguiendo a Benveniste, lo que en general caracteriza a la


enunciación es la acentuación de la relación discursiva con el interlocutor, ya sea
éste real o imaginario, individual o colectivo. En este caso, la posición y actitud de
quien enuncia un refrán están dirigidas a alguien, lo cual plantea dos figuras
necesarias en la enunciación; un emisor y un receptor19, mismos que originan una
estructura de diálogo. Aunque en otro contexto puede objetarse que puede haber
diálogo fuera de la enunciación, o enunciación sin diálogo, se verá que los
refranes son enunciados que adoptan esta estructura, y más aún, un diálogo con
sentido argumentativo. Enseguida se explicará el concepto de “polifonía”, que más
adelante ayudará a la comprensión de la construcción de este sentido.

Según Ducrot (1990:16), el postulado lingüístico de la unicidad del sujeto


hablante, detrás de cada enunciado habría únicamente una persona que habla.
Pero Ducrot, en desacuerdo con dicho postulado, construyó una de las teorías
polifónicas de la enunciación; ésta establece que en un mismo enunciado hay un
sujeto hablante con tres funciones diferentes, las cuales son:

1) Sujeto empírico (SE):


El concepto del sujeto empírico contempla la noción de autor del enunciado,
de lo que se dice. Pero la determinación del SE resulta difícil si se considera la
noción de autor, es decir, del productor original de un refrán, ya que el carácter de
los refranes es anónimo y popular. Esto se clarifica si se piensa que, en gran

19
Los términos ‘emisor’ y ‘receptor, tal como los plantea Benveniste, son respectivamente
equivalentes a los que usa Ducrot en la ADL, ‘locutor’ y ‘alocutario’.

69
parte, las palabras son reproducción de discursos escuchados o leídos
anteriormente (Ducrot, 1998: 16). Por ejemplo; en una empresa, si una secretaria
escribe una carta que le dicta su jefe, ¿a quién se puede considerar el productor
original de las palabras que contiene la carta? Las opciones son varias: la
secretaria que escribe la carta, el jefe que la dicta, un jefe superior que ordenó la
redacción de la carta, un grupo dirigente de la empresa, etcétera. Si se toma en
cuenta entonces, el carácter popular de los refranes, resulta de gran dificultad la
determinación del SE, pues también podría elegirse entre diversas opciones que
proponen un discurso citado o referido; puede ser una joven que use el refrán que
retomó de su abuela, de un intelectual o de un libro pero, a su vez, cualquiera que
sea la fuente de información de la joven, habrá recuperado el refrán de otros
discursos y el refrán se convierte en un discurso referido.

Así, puede considerarse que al usar refrán se hace una repetición, pues los
refranes se aprenden y se transmiten de una generación a otra, y generalmente se
usan como una referencia, como una cita, por lo cual resulta difícil atribuirlos a
alguien en particular. Pero en esta ocasión, lo anterior no representa una gran
dificultad ya que, como dice Ducrot (1990: 17), “La determinación el SE no es un
problema lingüístico. El lingüista […] debe preocuparse por el sentido del
enunciado […], debe describir lo que dice el enunciado, lo que éste aporta”, sea el
enunciado y no sus condiciones externas de producción. Por esta razón, en este
análisis, la determinación del SE en los refranes se limitará a un SE anónimo.

2) Locutor (L)
Es el presunto responsable del enunciado; en otras palabras, tal como ya lo
había señalado Benveniste, el locutor es la persona a quien se le atribuye el acto
de la enunciación, en este caso, quien dice un refrán.

Según Ducrot (1990: 17), en el enunciado, el locutor indica marcas deícticas


que lo denuncian. Por ejemplo, en. “Dime quién es su amante y te diré quién la
mantiene”, hay flexiones verbales de la primera persona del singular, quien es el

70
locutor del refrán. Pero en general, los refranes son enunciados impersonales, que
como máximas generales no contienen dichas marcas para el locutor. De hecho,
Ducrot sostiene que es posible fabricar enunciados que no tienen L (1988: 19), y
los refranes son impersonales en el sentido de que no asumen lo que enuncian.
Por ejemplo, cuando una persona (L) dice: “Mujer que sabe latín, ni encuentra
marido, ni tiene buen fin”, busca que su palabra no parezca como proveniente de
ella en particular, si no que la hace ver como saliente de una experiencia o
sabiduría general, que debe acatarse como una norma. De ahí que el refrán
adopte formas de sentencia, advertencia o consejo.

3) Enunciador (E)
Esta función admite que todo enunciado presenta un cierto número de puntos
de vista relativos a las situaciones de las que se habla. Estos es, un enunciador no
es una persona sino un “punto de perspectiva”. El enunciador que funciona tanto
al interior de un refrán como en su exterior, lo hace desde una perspectiva
argumentativa. Con esto quiere decirse que, al interior del refrán se defiende cierta
idea, lo cual tiene una intención persuasiva y, a la vez, el locutor que lo usa en
cierto contexto, lo hace con el fin de que ésa idea sea admitida.

Fundamentalmente, es a partir de la noción de enunciador, que puede


atribuirse al refrán un carácter argumentativo, pues permite suponer en quien lo
usa, una postura ideológica desde la que habla. Esto ya permite dar paso al
tratamiento del sentido argumentativo de los refranes.

3.2.2 La argumentación discursiva en los refranes

Recuérdese que en el capítulo 1 se comentó que los hablantes construyen


textos que persiguen una finalidad y que se dan en interdependencia con
condiciones socioculturales, lingüísticas, cognitivas o de otra índole. También se
destacó el carácter del refrán como género discursivo que, como tal, resulta una

71
práctica social que se configura dentro de los grupos que hablan, escriben y
comprenden desde una posición social específica.

Para entrar en el tema de la argumentación, es necesario aclarar que aquí se


trabajará con el concepto de argumentación discursiva, mas no de argumentación
lógica, pues aunque ambas se basan en argumentos, ellos son de orden distinto.
Enseguida se mostrarán las diferencias que Calsamiglia y Tusón (1999:295)
encuentran entre ellos, diferencias que al final pretenden coincidir con las
conclusiones de la teoría de la argumentación en la lengua:

Argumentación discursiva Argumentación lógica

1. Se dirige a un auditorio 1. Tiene valor en sí misma


2. Se expresa en lengua natural 2. Se expresa en lenguaje
3. Las premisas son probables, formal
verosímiles en relación con 3. Las premisas son verdaderas
un sistema de valores o falsas
4. Su progresión depende del
orador
5. Las conclusiones son 4. su progresión depende de
siempre discutibles mecanismos internos
5. las conclusiones son
verdaderas o falsas

Para Jakobson (1960: 352) es importante estudiar el lenguaje en toda la


variedad de sus funciones. Por esta razón, de inicio es bueno ubicar a qué función
corresponde la argumentación discursiva. Jakobson propuso un esquema de las
funciones del lenguaje y los factores implicados en la comunicación verbal, mismo
se ve abajo. Si dentro de su propuesta se busca un lugar para la argumentación,
se encontrará que cumple con una función comunicativa conativa, pues la
orientación del mensaje va dirigida al destinatario, factor de la comunicación a
quien se persuade. Es así como surge la estructura de diálogo cuando se usa un
refrán.

72
Referencial
Contexto

Mensaje
Emotiva Poética Conativa
Destinador Destinatario
Fática
Contacto

Código
Metalingüística

La argumentación, como secuencia textual, aparece con una finalidad


específica en muchas de las actividades discursivas características de la vida
individual o colectiva. Como dicen Calsamiglia y Tusón (1999: 295), se argumenta
en la conversación cotidiana, en una entrevista para conseguir un empleo, en la
publicidad, en un artículo de opinión, en fin, en “cualquier situación en la que se
quiere convencer o persuadir de algo a una audiencia, ya esté formada por una
única persona o por toda una colectividad”. A lo largo del capítulo 2 se vio que, en
general, los refranes iberoamericanos se refieren a la mujer desde una posición
social específicamente machista, en forma despectiva y reiterada para convencer
a su auditorio de la situación de la que hablan, ya sea mediante descripciones,
consejos o sentencias. De manera que lo dicho en los refranes está orientado a
obtener la aprobación del alocutario, y sirve al locutor como apoyo, prueba, razón,
como argumento para darle credibilidad y razón.

Según Vendryes (1958:185), los sentimientos en el lenguaje se expresan por


la elección de palabras y por el lugar que se les señala en la frase; esto es, el
vocabulario y la sintaxis. Obsérvese pues, cómo se va construyendo el sentido
argumentativo de los refranes (sin olvidar que el sentido es el resultado del
significado y la dirección del mensaje). Se notará, como se dijo en el punto sobre
polifonía (supra 3.2.1), cómo el locutor se sirve de la lengua “para influir de algún
modo sobre el comportamiento del alocutario” (Ducrot, 1988: 87).

Para Anscombre y Ducrot, formalmente, “un emisor hace una argumentación


cuando presenta un enunciado (o conjunto de enunciados) E1 [argumentos] para

73
hacer admitir otro enunciado (o conjunto de enunciados) E2 [conclusión]” (cit. por
Escandell, 1993:110).

La teoría de Anscombre y Ducrot se enfoca en los principios que determinan


la adecuación de los enunciados con respecto al contexto lingüístico en que
aparecen, y por tanto, lo que es o no adecuado como continuación de una frase.
Su teoría, pues, representa un enfoque de tipo interno discursivo, ya que, como
reitera Escandell (1993: 109), “en el discurso es habitual que se encadenen dos o
más oraciones con una dirección ilocutiva20 concreta”. Estas ideas permiten
entender la argumentación como un encadenamiento. Anscombre y Ducrot
pretenden demostrar con su teoría que los principios que rigen los
encadenamientos argumentativos dependen fundamentalmente de la estructura
lingüística de los enunciados, y no sólo de su contenido. Lo anterior es
precisamente lo que se persigue encontrar en los refranes.

Ducrot presenta tres elementos que constituyen el sentido21 de un enunciado


(1988: 6):

1. Presenta varios puntos de vista, es decir, varios enunciadores.


2. Indica la posición del locutor en relación con los enunciadores mediante
tres actitudes:
a) Aserción. Donde el locutor puede identificarse con uno de los
enunciadores. Se identifica si el objetivo de su enunciación es imponer el
punto de vista de ese enunciador.

20
J. L. Austin, filósofo del lenguaje, elaboró una tricotomía en la que distingue tres actos: locutivo,
ilocutivo y perlocutivo. El primero se refiere al mismo hecho de decir algo; el segundo es el que se
realiza al decir algo, y el último es el que se realiza por haber dicho algo, y se refiere a los efectos
producidos (Escandell, 1993: 68).
21
Se había mencionado que la teoría de la argumentación en la lengua, como la explica Ducrot,
difiere de la de los actos de habla Austin. Una de las divergencias está en que el sentido en los
actos habla está constituido por la fuerza ilocucionaria y el contenido proposicional del mensaje; el
locutor toma una sola actitud en el enunciado y la actitud está indicada por la fuerza ilocucionaria.
En cambio, en la polifonía, que incorpora sus elementos en la teoría de la argumentación, el
enunciado presenta una multitud de puntos de vista y el locutor toma muchas actitudes en relación
con eso puntos de vista.

74
b) Hacer admitir. Dar aprobación a un enunciador: el locutor indica que está
de acuerdo con ese enunciador aun si el enunciado no tiene como
objetivo hacer admitir el punto de vista de ese enunciador:
c) El locutor se opone al enunciador, rechaza su punto de vista.
3. Asimilación de un enunciador con una persona determinada

El sentido argumentativo de los refranes se da entonces, mediante la


presencia de un enunciador argumentativo porque su locutor intenta hacer admitir
al alocutario cierta creencia sobre la mujer, que además comunica generalmente
mediante la aserción, y por consiguiente, el enunciador es asumido por el locutor.

En el punto 3.2.1 se revisó que la forma más común de los refranes es la


aserción, que intenta comunicar una certeza. Por ser el fenómeno que más ocurre,
será el principal objeto de análisis. Como puede verse, la aserción cae también
dentro de la actitud del locutor para hacer admitir X. La aserción conlleva a utilizar
adjetivos en cuanto se quiere describir situaciones o características relacionadas a
la mujer, ya sea como bonita, soltera, vieja, buena, mentirosa, etcétera. Desde la
opinión de Ducrot, los adjetivos no corresponden tanto a propiedades sino a tipos
de discurso, particularmente a discursos argumentativos (1988: 32).

Enseguida un ejemplo apoyará la idea anterior: una mujer que cumpla con el
estereotipo social de una buena mujer, reunirá las cualidades de discreta,
hacendosa, sumisa, buena cocinera, de familia, entre otras. Al contrario, una mujer
que no cumpla con dicho estereotipo será tachada de libertina, mala, mentirosa o
parlanchina, infiel, y otras más, como se vio en el apartado 3.1. De modo que la
“buena” mujer dará motivos para que sea elogiada y respetada por la sociedad,
según la cultura occidental, y la “mala” dará motivos para que sea mal vista o
rechazada, como en el refrán “Mujer que no es laboriosa, o puta o golosa”.

Según las características que se dieron para los refranes (supra, 1.2), éstos
tienen una forma bimembre, puede decirse que de uno o más argumentos y una

75
conclusión. La teoría de la argumentación en la lengua (ADL) exige que la
significación de las frases sea abierta, que le pida al intérprete descubrir las
conclusiones contenidas en el sentido del enunciado. Esto es posible porque hay
expresiones en la lengua que tienen por sí mismas un valor argumentativo
(Ducrot, 1988: 82), son por lo tanto, expresiones argumentativas. La forma
estándar de la ADL es útil para probar su existencia en los refranes.

Sean X y X’ dos expresiones de la lengua. Serán expresiones argumentativas


(EA) si y solamente si:
1. Existen dos frases P y P’ que sólo se diferencian por la sustitución de X y
X’.
2. Los enunciados de P y de P’ no tienen el mismo potencial argumentativo
en una situación determinada, o sea que no se puede argumentar de la
misma manera después de un enunciado de P y después de un enunciado de
P’.
3. La diferencia argumental entre los enunciados de P y P’ no puede
explicarse por una diferencia factual entre ellos. No puede explicarse por qué
esos enunciados autorizan conclusiones diferentes diciendo que es porque
dan diferente información sobre el mundo.

Obsérvese cómo estas condiciones se satisfacen en el refrán “Mujer que no


es laboriosa, o puta o golosa”:

Sean X y X’ dos expresiones de la lengua:


X = laboriosa
X’= perezosa
Serán EA si y solamente si:

1. Existen dos frases P y P’ que sólo se diferencian por la sustitución de X y


X’:
P = María es laboriosa

76
P’ = María es floja

2. Los enunciados de P y de P’ no tienen el mismo potencial argumentativo


en una situación determinada:
P = María es laboriosa, la admiro
P’ = *María es floja, la admiro22

3. La diferencia argumental entre los enunciados de P y P’ no puede


explicarse por una diferencia de hechos entre ellos porque describen la
misma realidad, a María. Intentar hacerlo sería contradictorio.

La ADL ha pasado por dos formas; hasta aquí, la teoría de la ADL abarca su
forma “Estándar”. Satisface la idea de que las palabras tienen en sí mismas un
potencial argumentativo, que se corresponde con el conjunto de enunciados que
pueden servir de conclusión y orientan la dirección de los enunciados donde
aparecen, en este caso, de los refranes.

Pero aunque la forma estándar ha sido útil para mostrar dicha realidad,
buscar de la misma manera el potencial de cualquier palabra que sirva como
argumento resultaría una tarea larga e ineficiente. La etapa de la ADL llamada
“Reciente” incluye la noción de ‘topos’. Se verá que con ella es posible sostener
que los refranes tienen un carácter argumentativo y obtener una tentativa de
sistematización para su análisis.

Según Ducrot, (1988: 99) sólo hay argumentación si el locutor se identifica


con un enunciador que argumenta.
Para verificar que esto pasa en los refranes debe comprobarse que el
enunciador sea argumentativo y que el locutor23 se identifica con él, mediante lo
siguiente:

22
Es evidente que en un contexto en donde el trabajo es razón de éxito y admiración, aunado a los
estereotipos sociales que se han visto, el enunciado “María es floja, la admiro”, resulta incoherente
y poco probable, por lo que se ha resaltado con un asterisco.

77
Un punto de vista E del enunciador es argumentativo si se satisfacen dos
condiciones:
1. Justificar una conclusión determinada (r) mediante una de cuatro
posibilidades:
a) r está explícita y es asumida por el locutor
b) r no está explícita pero es asumida por el locutor
c) r está implícita y no es asumida por el locutor
d) r está explícita pero no es asumida por el locutor (ironía)

2. El trayecto de E hacia r (del punto de vista a la conclusión) se hace


mediante un principio argumentativo llamado topos. El topos es un
intermediario entre el argumento y la conclusión, asegura el paso de uno a
otro. Se caracteriza por ser compartido por una colectividad, general y
gradual.

Atiéndase nuevamente al refrán “Mujer que no es laboriosa, o puta o golosa”.


Para probar que en su uso hay argumentación, se procederá enseguida a explicar
la satisfacción de las dos condiciones anteriores. En el refrán se explicitan las
partes que corresponden al argumento y a la conclusión:

[Mujer que no es laboriosa], [o puta o golosa]


Argumento conclusión (r)

De inicio, el punto de vista E del enunciador es argumentativo porque la


conclusión (r) está justificada a través de la posibilidad 1a, ya que está explícita y
es asumida por el locutor en cuanto está convencido de su uso y la intención de su
enunciación es convencer a alguien de lo que dice.

23
En el punto 3.2.1 se vio que son pocos los refranes que explicitan en sí mismos a un locutor,
como en el caso de la intervención de la voz femenina. Dado que la argumentación se da en el
discurso, el uso de ellos debe atribuirse necesariamente a un destinador, pues es él, como locutor,
quien recurre al refrán como una herramienta de apoyo en su enunciación.

78
Por otro lado, el topos cumple también con sus tres características al fungir
como intermediario entre el (los) argumento(s) y la conclusión:

1. Cuando Ducrot (1988: 102) se refiere a que el topos es presentado como si


fuera algo común al enunciador y a otras personas. En el refrán que aparece
arriba, se da a entender el trabajo como un hecho que debe ser, como algo común
y preexistente para todos. La conclusión se hace necesaria porque está basada en
una creencia compartida por una multitud.

2. Ducrot también sostiene que la argumentación consiste en integrar


siempre el estado de cosas del que se habla a una cierta categoría mucho más
general, a muchas otras situaciones. Es decir, en el refrán no sólo se señala que
una mujer que no es hacendosa o trabajadora ha de dedicarse a malas cosas,
sino que explicita muy bien la concepción machista en que se ha inscrito a la
mujer (v. capítulo 2), en la que ha sido destinada a permanecer en el espacio
privado del hogar.

3. En cuanto al carácter gradual del topos, Ducrot expone que éste pone en
relación gradual dos propiedades graduales o escalas. En sus términos, se dirá
que un topos T pone en relación una escala anterior P con una posterior Q, es
decir, un antecedente P con un consecuente Q. En el refrán “Mujer que no es
laboriosa, o puta o golosa”, el topos pone en relación la escala del trabajo con la
escala de la responsabilidad:
P Q
Trabajo Responsabilidad
+ T +
-------------------------
-------------------------
-------------------------
- -

De acuerdo con la concepción que Ducrot tiene del topos, a cada grado del
antecedente corresponde un grado del consecuente, lo cual se observa en el

79
esquema. Para la determinación de escalas del topos, lo anterior debería ser así
siempre y no que a veces se produzca el aumento y la disminución de una de las
escalas simultáneamente.

En esta característica del enunciador argumentativo, él elige un topos y sitúa


el estado de cosas del que habla en un cierto grado de la escala antecedente del
topos. En el refrán, el enunciador pone en relación que a menor trabajo de la
mujer, menor responsabilidad. Ducrot advierte que es necesario buscar el topos ya
que mientras no se haya descubierto, no podrá entenderse lo que el argumentador
quiere hacer admitir.

Los elementos que se han revisado hasta el momento (la polifonía, y la


determinación de la estructura de las expresiones argumentativas EA, mediante
los enunciados que sirven de conclusión y el enunciador argumentativo), ya
conceden hablar del sentido argumentativo de los refranes, y pueden aplicarse a
cualquiera. Además, puede agregarse todavía una herramienta más práctica que
permita identificar la presencia de argumentación con mayor facilidad: los
conectores argumentativos.

3.2.3 Marcadores argumentativos

Como ya se vio, la teoría de la ADL se ocupa de los medios lingüísticos de


que puede valerse un hablante para orientar argumentativamente sus enunciados;
estos mismos medios darán al alocutario las instrucciones que le servirán de guía
para construir su interpretación. Los medios lingüísticos más explícitos que
pueden mostrarse por el momento son los marcadores argumentativos.

Según su ámbito de acción se clasifican operadores y conectores; los


operadores afectan a un solo enunciado y los conectores enlazan uno o más
(Escandell, 1993: 115). Es evidente que los refranes se encuentran encadenados

80
mediante conectores, ya que unen el o los argumentos con la conclusión. Los
conectores pueden clasificarse según los criterios siguientes:

a) Función. Un conector funciona según introduce argumentos o


conclusiones; esto no afecta, en algunos casos, al orden de aparición de ellos.

b) Valencia. Se refiere a la necesidad de un núcleo de combinarse con un


determinado número de elementos exigidos por él. Hay conectores que necesitan
dos elementos –esto es, cuya valencia es 2- y conectores que necesitan tres
elementos –dándole una valencia de 3-. Por ejemplo, un conector de valencia 2
puede ser: Saldré (conclusión), pues (conector) es un bonito día (argumento), ya
que enlaza dos elementos: un argumento y una conclusión. Por su parte, un
conector de valencia 3 sería: Me gusta ella (conclusión): es inteligente
(argumento) y además bonita (argumento). En éste caso, podría decirse que el
conector enlaza directamente sólo dos argumentos que sirven a una misma
conclusión, sin embargo, el conector es de valencia 3 porque es necesaria la
existencia de los argumentos y de la conclusión.

c) Orientación argumentativa. Se dice que dos argumentos están


coorientados cuando van en la misma dirección argumental, es decir, cuando
apoyan a la misma conclusión. Estarán antiorientados si van en direcciones
diferentes, esto es, si favorecen conclusiones diferentes.

También, argumentos y conclusiones pueden ser introducidos mediante la


expresión de certezas, condiciones, oposiciones, causas y consecuencias. Cada
uno de los aspectos presentados puede hallarse claramente en los refranes, como
se verá enseguida:

- A la mujer y a la cabra, rienda larga pero no muy larga porque si no, se


pierden mujer y cabra

81
[A la mujer] argumento 1 y [a la cabra, rienda larga] argumento 2, pero [no muy
larga]argumento 3 porque si no, [se pierden mujer y cabra] conclusión

Puede observarse la presencia de dos conectores: pero y porque. Pero tiene


una valencia 3, pues necesariamente debe conectar dos argumentos (o dos
conjuntos de argumentos) y una conclusión. Indica una relación de oposición y
señala que los enunciados que le siguen guardan una diferencia respecto de los
que le preceden. Aquí, el argumento 1 es permisivo aunque enseguida el
argumento 2 lo restringe, explicando la causa de la restricción con el conector
porque (cuya valencia es 2: causa + consecuencia). Por esta oposición, los
argumentos introducidos están antiorientados. Después de la oposición se
introduce la condición que, de no ser cumplida, se provoca la consecuencia final:

Arg. 1:
A la mujer [rienda larga] Argumentos coorientados explícitos
Arg. 2: Conclusión parcial: sugerencia, causa
y [también] a la cabra, rienda larga
l Argumentos
pero antiorientados
Conector explícito de oposición explícitos
Arg. 3: l
no muy larga Restricción, advertencia
l Conclusión parcial: causa
porque
Conector explícito de consecuencia
l
si no,
Conector explícito de condición
l
se pierden mujer y cabra Conclusión final: consecuencia

- Cuando la mula dice: “no paso” y la mujer “me caso”; la mula no pasa y la
mujer se casa

Cuando [la mula dice: “no paso”] Argumento 1 y [la mujer “me caso”] Argumento2;
[entonces], [la mula no pasa y la mujer se casa] Conclusión

Aquí se encuentran dos conectores; cuando, que introduce una condición, y


entonces, que aunque está implícito, introduce una consecuencia como
conclusión. Ambos conectores son de valencia 2; cuando porque necesita enlazar
una condición (formada por dos argumentos coorientados) con una conclusión, y

82
entonces porque indica que el enunciado que lo sigue es producto del
razonamiento antecedente o de una conclusión.

Arg. 1:
Cuando la mula dice: “paso”
Arg. 2 Argumentos coorientados explícitos
y la mujer: “me caso” Conclusiones parciales: condiciones
l
[entonces]
Conector implícito de consecuencia
l
la mula no pasa Conclusión final1
y la mujer se casa Conclusión final2 Consecuencias

- Viuda y fea pero platuda, es siempre una hermosa viuda

[Viuda] Argumento 1 y [además] [fea] Argumento 2 pero [platuda], [indudablemente]


es siempre una hermosa viuda

Aquí, la nueva noción es la de certeza, apoyada por la conexión de


argumentos que permiten además (valencia 2) y pero (valencia 3), a pesar de que
se encuentren antiorientados. La expresión de la certeza es la actitud más común
en los refranes, que corresponde a la aserción. Aunque se puede introducir por
frases como “es evidente que”, “es indudable que”, “de hecho”, “en realidad”,
muchas veces no aparecen explícitas, si no que se infieren. Es el caso en este
refrán:

Arg. 1
Viuda Argumentos coorientados explícitos
Arg. 2 l Conclusión parcial:
y fea Razones para no formar pareja
l Argumentos
pero antiorientados
Conector explícito de oposición explícitos
l
platuda Conveniencia, razón para formar pareja
l Conclusión parcial
[indudablemente]
Conector implícito
l
es siempre una hermosa viuda Conclusión final: certeza

83
Se nota que la función de los refranes es exponer y concretar situaciones y
posiciones sociales. En el caso del refranero iberoamericano, se trata de un
bombardeo de mensajes que hasta cierto punto reproducen el modelo cultural
hegemónico. Un modelo que, como ya se vio, caracteriza la imagen de mujeres
reales, su comportamiento y actitudes con una serie de adjetivos que se reiteran
una y otra vez. Se lee un discurso que acusa, que sugiere los estereotipos
inalcanzables. Se pueden constatar también las tres funciones comunicativas: el
lenguaje referencial que dice cosas, el lenguaje que las oculta (función ideológica
o encubridora) y, y el lenguaje que revela o traiciona los significados, aspecto
legitimador de la función anterior que, también, permite hacer implicaturas.

Dichas implicaturas consisten en llenar los vacíos de la codificación que


dependen del contexto, así como en recuperar los argumentos o conclusiones
implícitos, inclusive, en seleccionar los topoi adecuados a cada enunciado. A lo
anterior es posible añadir el principio de cooperación de Grice, una serie de
principios no normativos, que se suponen aceptados tácitamente por cuantos
participan de buen grado en una conversación y que permiten inferir conclusiones,
ya que, como dice él mismo:

Nuestros intercambios comunicativos no consisten normalmente en una


sucesión de observaciones inconexas y no sería racional si no lo fueran. Por
el contrario, son característicamente –al menos, en cierta medida- esfuerzos
de cooperación; y cada participante reconoce en ellos, de algún modo, un
propósito de o conjunto de propósitos comunes o, al menos, una dirección
aceptada por todos (cit. por Escandell, 1993:92).

De hecho, según Ducrot (1988:103), cuando se habla, se actúa como si el


principio del que se habla preexistiera, y puede hablarse entonces de un carácter
coercitivo de la argumentación. Cabe anotar entonces que se considera que la
repetición de un mismo mensaje bajo diferentes formas es normal, que la
espontaneidad y liviandad con que se expresa contribuye a su objetivación,
configuración como creencia verdadera –aunque de manera inconsciente- que
penetra en la mente de los individuos y se reproduce en los colectivos sociales

84
(Fernández, 2002c: 69). Pero más allá de este planteamiento general hay otras
interpretaciones y perspectivas más minuciosas e interesantes en el refranero
popular, y que requieren ser revisadas con sumo cuidado. Berger y Luckmann
dicen que las objetivaciones comunes de la vida cotidiana se dan con y a través
del lenguaje de la comunidad. Aquél, al objetivarse, es presentado como
factibilidad, su efecto es coercitivo y se vuelve obligatorio adaptarse a sus pautas.
Los refranes, por lo tanto, tienen un carácter coercitivo, implican que el emisor
asume lo que dice.

Se ha visto pues, que distintos marcos teóricos convergen en el análisis del


sentido argumentativo de los refranes que se ha propuesto y coinciden con
distintos elementos en que dicho sentido existe.

Se ha evidenciado que los refranes aportan datos interesantes como materia


de análisis y es muy claro que todo este discurso plagado de mensajes negativos
entraña lo que Pierre Bourdieu (2003:12) llama violencia simbólica. Bourdieu
explica que ésta es una relación social extraordinariamente común y que ofrece,
por tanto, “una ocasión privilegiada de entender la lógica de la dominación ejercida
en nombre de un principio simbólico conocido y admitido tanto por el dominador
como por el dominado, un idioma (o una manera de modularlo), [o] un estilo de
vida (o una manera de pensar, de hablar o de comportarse” (2003: 12).

Por último, puede concluirse que tras el rico y complejo simbolismo de la


cultura popular, se descubre cierta racionalidad en forma de advertencia, anécdota
o consejo, es decir, se nota una intencionalidad en el emisor que va más allá de la
sola reproducción de la tradición y una costumbre sin reflexión.

85
Consideraciones finales

Se ha visto que los refranes iberoamericanos que hablan de la mujer


construyen un discurso con ciertas trampas porque van de enunciar la rebeldía,
maldad, terquedad, facilidad, y otros “defectos” de la mujer hasta idealizarla mujer
en cierta forma oculta y a veces mediante la burla, pues casi siempre deja entrever
que ese ideal es inalcanzable. Esas trampas radican en la diferencia que se hace
al decir, querer decir y decir sin querer.

El redescubrimiento del discurso como medio de intervención y de acción ha


llevado a concebirlo como una forma de violencia simbólica sobre los oyentes, que
no depende solamente del poder o de la autoridad de quien lo emite. Parte del
poder que tiene el discurso se debe a la fuerza argumentativa que existe en él. De
ahí que sea importante y necesario analizar la manera en que el emisor organiza
su discurso.

Definitivamente, el control ejercido sobre el uso del lenguaje y el potencial


semántico y expresivo de la lengua, forma parte de los sectores dominantes, en
general, y del grupo masculino en particular. La violencia simbólica a través de de
la expresión verbal es parte de la dinámica de mantenimiento de la desigualdad
social, étnica, de edad y de género, dentro del campo de la comunicación en
general. La violencia simbólica del lenguaje se expresa en los refranes, de forma
androcéntrica y misógina.

La lengua, considerada como un conjunto de frases, determina parcial o


totalmente las posibilidades argumentativas realizadas en el discurso. Rescatando
la teoría de la polifonía, puede decirse que los refranes no sólo determinan los
puntos de vista expresados de una ideología, sino también su valor argumentativo.
La teoría de la argumentación permite enfocar de manera especial a los
refranes como un tipo discursivo. Desde el momento en que la orientación
argumentativa de un enunciado se ve como una consecuencia de los medios
lingüísticos empleados en su organización, los principios que regulan el

86
encadenamiento de sus partes se convierten en principios convencionales y, por lo
tanto, pertenecientes al terreno de la semántica. Para el estudio de los refranes,
debe cubrirse entonces un análisis que abarque los aspectos semánticos,
pragmáticos y formales de producción. Para esto es útil la selección de los topoi24,
que sirven como una base para la argumentación, dependiendo del contexto en
que se usan.

Con todo, es claro que la lengua no impone una ideología, a pesar de que en
las palabras mismas ya contenga, como se vio, un valor argumentativo, sino que
está hecha para una sociedad que contiene una ideología y que se adapta a ella,
funciona gracias a ella. La lengua necesita la ideología.

24
Plural de la forma latina ‘topos’.

87
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90
91
ANEXO1. CORPUS UTILIZADO EN EL ANÁLISIS

1. El que presta a la mujer para bailar o el caballo pa’ torear, muy pendejo
debe ser si se pone a reclamar
2. Más vale querer a un perro y no a una ingrata mujer, pues éste cuida la
casa y ella la echa a perder
3. El caballo y la mujer, a ojo se han de tener
4. Para qué las cortas verdes si maduras caen solitas
5. Cojera de perro y lágrimas de mujer no hay que creer
De cojera de perro y del mal de mujer no hay que creer
De cola de perro y llanto de mujer, la mitad has de creer
6. Mujer que no empeña, cárgala de leña
7. Cuando: “no paso” y la mujer: “me caso”, la mula no pasa y la mujer se
casa
8. Hay dos animales ingratos: las mujeres y los gatos
9. Más vale querer a un perro y no a una ingrata mujer, pues éste cuida de la
casa y ella la echa a perder
10. Mujer irritada, pantera enojada
11. Una buena cabra, una buena mula y una buena mujer, son muy malas
bestias las tres
12. El caballo y la mujer a nadie se han de prestar
13. El buey para que are y la mujer para que guarde
14. Caballo que llene las piernas, gallo que llene las manos y mujer que llene
los brazos
15. Gallo, caballo y mujer, por la raza has de escoger
16. Perro, caballo y mujer, tener bueno o no tener
17. El marrano y la mujer, más vale acertar que escoger
18. A la mujer y a la gata, no les lleves la contraria
19. Gatos y mujeres, buenas uñas tienen
20. Indio, mula y mujer si no te la han hecho te la van a hacer
21. Lo que la mujer no logra hablando, lo logra llorando

92
22. Chismes de viejas, hasta el infierno no paran
23. Ni al perro qué mear ni a la mujer qué hablar nunca les ha de faltar
24. Donde hay barbas, callen faldas
25. Mujer cotorra, celosa y regañona
26. Por ese hablar tan suelto, habrás de perder casamiento
27. La mujer, si gorda es boba, si flaca, bellaca
28. La mujer tiene largo el cabello y corto el entendimiento
29. El consejo de mujer bueno algún día puede ser
30. Mujeres y libros siempre mal avenidos
31. Mujer que sabe latín ni encuentra marido ni tiene buen fin
32. Ni joya prestada, ni mujer letrada
33. La mejor de todas las mujeres, es la que gusta a todos los hombres
34. Viendo la dama se enamora el comprador
35. A la bruja nadie se le arrima
36. Mujer sin aretes, altar sin ramilletes
37. A la mujer barbuda, de lejos se le saluda, mejor con dos piedras que con
una
38. A la mujer fea, el oro la hermosea
39. Algo ha de tener la fea cuando el hombre la desea
40. Debajo de una manta, ni la más hermosa asombra, ni la más fea espanta
41. Dile que es hermosa y pídele cualquier cosa
42. Hombre miedoso no come mujer bonita
43. Flaca es la mujer por gorda que esté
44. Chula a quien mucho se chulea, se le obliga a que se lo crea
45. Busca mujer por lo que valga y no sólo por la nalga
46. Quien tiene mujer hermosa, o castillo en frontera, o niña en carrera, nunca
le falta guerra
47. La esposa en la calle, grave y honesta; en la iglesia, devota y compuesta;
en la casa, escoba discreta y hacendosa; en el estrado, señora; en el
campo, corza; en la cama, graciosa y cariñosa y será en esto hermosa
esposa

93
48. Educa a un hombre y educarás un hombre, educa a una mujer y educarás
una generación
49. La honra del marido está en manos de su mujer
50. Casa sin mujer y barco sin timón lo mismo son
51. A la mujer en casa, nada le pasa
52. La mujer tiene derecho si se mantiene en su techo
53. La mujer en el hogar, sin salir ni a trabajar
54. La mujer en la cocina es una mina
55. En el modo de barrer se conoce si es limpia una mujer
56. La que no se agacha por un alfiler no es mujer
57. El amor de la mujer, en la ropa del marido se echa a ver
58. La mujer en casa con la pata quebrada
59. La mujer y la gallina hasta casa de la vecina
60. Tres cosas hay en la vida que no se pueden cuidar: Una cocina sin puertas,
la mujer y el platanar
61. La que a su marido quiere servir ni puede ni quiere dormir
62. La mujer que no dice que sí, no vale un maravedí
63. Lazos y moños no te procuran matrimonio; ser muchacha hacendosa, ya es
otra cosa
64. Mujer sin varón y navío sin timón nada son
65. Las mujeres y las pistolas para funcionar necesitan un hombre
66. Mujer con marido no vive descuidada, mujer sola no vive despreocupada
67. Madre, ¿qué cosa es casar? Hija, hilar, parir y llorar
68. Casarse de oídos hace reír, de experiencia hace llorar
69. Matrimonio sin disgustos, ni lo hay ni nunca lo hubo, y lo que es más, ni lo
habrá
70. El matrimonio es palo y cacao, un mes de flores y el resto de vainas
71. La mujer que no se casa se seca como una pasa
72. Doncella que llegó al tres y al cero, ya puede ir cerrando su ropero
73. La mujer soltera y vieja guarda el alhajero donde el soltero y viejo guarda el
sonajero

94
74. El hombre busca en la veintena lo que la mujer en la treintena
75. La mujer en soledad piensa solo en la maldad
76. Soltera que pasa treinta, de rabia revienta
77. ¿Vieja y soltera? Enfádote o chismorrea
78. Si mi padre no me casa, yo seré fuego, yo seré brasa, yo seré escándalo de
mi casa
79. Viuda que duerma mal, del muerto se acuerda y en vivos tiene que pensar
80. La viuda honrada, su puerta cerrada
81. La viuda, llorando, novio va buscando
82. Viuda y fea pero platuda es siempre una hermosa viuda
83. Nunca te cases con viuda, porque mula que otro amansa, siempre sale
jetidura
84. La mujer en el amor es como la gallina, que cuando se muere el gallo a
cualquier pollo se arrima
85. Viudita de tres días, hambre de tres semanas
86. Llantos de viuda y lluvias de abril, no llenarán barril
87. Lágrimas de viuda, el primer soplo de aire las enjuga
88. Bajo la barba cana está la mujer honrada
89. Para qué las cortas verdes si maduras caen solitas
90. Fuese la vieja a la boda y contó de cuando fue novia
91. Las mujeres son como las veletas, sólo se quedan quietas cuando se
oxidan
92. Busca en una mujer lo que la edad no se llevará
93. La mujer por la honra, el buey por el asta y el hombre por la palabra
94. Joven ventanera, mala mujer casera
95. La doncella, la boca muda, los ojos bajos y lista la aguja
96. Doncellas, sábelo Dios y ellas
97. La que en amores anduvo, cásese con quien los tuvo
98. No sólo ha de ser casta la mujer, mas débelo parecer
99. Por el besar empieza la doncella a resbalar
100. La mujer es Eva o es María

95
101. Doncella muy recluida no se casará en la vida
102. Ni de manta buena camisa, ni de puta buena amiga
103. Ser puta y buena mujer, ¿cómo puede ser?
104. La mujer consigue plata con sólo alzarse la bata
105. La que sea puta y bruja, cruja
106. Mujer que de noche se pasea, es muy puta, vieja o fea
107. Mujer que no es laboriosa o puta o golosa
108. Mujer de trato, sólo para un rato
109. Caballos y putas, más de 20 años no duran
110. La mujer mala es como la falsa moneda que de mano en mano va y
ninguno se la queda
111. No tiene la culpa el hombre de ser cabrón cuando la mujer es puta
112. Mujer que no mienta ¿quién la encuentra?
113. Rencura de perro y lágrimas de mujer no hay que creer
114. La mujer y la mentira nacieron el mismo día
115. Tres mañas tienen las mujeres; mentir sin cuidar, mear donde
quieren y llorar sin por qué
116. Mujer, viento y ventura, pronto se mudan
117. Cada día muda el viento, y la mujer a cada momento
118. Mujeres y fortuna, mudables como la luna
119. Entre el sí y el no de una mujer, no cabe la punta de un alfiler
120. A la mujer y a la gata, no les lleves la contraria
121. La mujer y la mula cada día te hacen una (y suerte te dará Dios si no
te hacen dos)
122. Mujer que llora, judío que jura y zorra que duerme, malicia tienen
123. No hay más que dos mujeres buenas en el mundo: la primera se ha
perdido y la otra hay que encontrarla
124. De a mujer mala te has de guardar y de la buena no fiar
125. Mujeres buenas, en todo el mundo dos docenas; mujeres malas, a
millaradas
126. No hubiera malos hombres si no hubiera malas mujeres

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127. Cuando el hombre algún bien quiere hacer le quita la gana su mujer
128. Dados, mujeres y vino sacan al hombre del buen camino
129. Naipe, tabaco, vino y mujer, echan al hombre a perder
130. Cuando Dios hizo al hombre, ya el diablo había hecho a la mujer
131. Ni aun al diablo debe temer quien no teme a una mujer
132. Ira de mujer, ira de Lucifer
133. A la mujer el diablo le dio el saber
134. Cuando el diablo se siente impotente delega a su mujer
135. Al perro a nadar y a la mujer a bailar, el diablo se lo debió enseñar
136. Dijo la mujer al diablo: ¿te puedo ayudar en algo?
137. La mujer sabe un poco más que Satanás y Barrabás
138. A ratos, la mujer da lección a los demonios no natos
139. La mujer es animal que gusta de castigo
140. Al caballo con la rienda, y a la mujer con la espuela
141. La mula y la mujer a palos se han de vencer
142. Mujer que no empeña cárgala de leña
143. Si fueres a San Javier, pasando por San Andrés mata tu res, y si no
tienes qué matar, mata a tu mujer
144. De poder a poder, me acuesto con mi mujer
145. A las hembras y a los charcos se les entra por en medio
146. De la mujer mal puedes hablar, pero sólo hasta que llega la hora de
acostar
147. Madre, ¿qué es casar? Hija: hilar, parir y llorar
148. La mujer hacendosa es la más hermosa
149. La que no se agacha por un alfiler no es mujer
150. Con la que entienda de atole y metate, con ésa cásate
151. No te fíes de mujer ni de mula de alquiler
152. Dime quién es su amante y te diré quién la mantiene
153. Mujer que sabe latín, ni encuentra marido, ni tiene buen fin
154. Mujer que no es laboriosa, o puta o golosa

97
155. A la mujer y a la cabra, rienda larga pero no muy larga porque si no,
se pierden mujer y cabra
156. Cuando la mula dice: “no paso” y la mujer “me caso”; la mula no pasa
y la mujer se casa
157. Viuda y fea pero platuda, es siempre una hermosa viuda

98
ANEXO 2. CORPUS TOTAL

1. Viudita de tres días, hambre de tres semanas


2. Al caballo con la rienda, y a la mujer con la espuela
3. Más vale querer a un perro y no a una ingrata mujer
4. ¡Ay! de aquel que a la mujer le da el amor y el dinero, cuando menos se lo
espera se queda en el puro cuero.
5. ¿Las quieres enamoradas?, que se sientan despreciadas
6. ¿Qué echa al hombre de casa? Humo y mujer brava
7. ¿Qué entendéis por los infiernos? Suegros, cuñados y yernos
8. ¿Tu vieja es un celo eterno?; ya conoces el infierno
9. ¿Vieja y soltera? Enfádote o chismorrea
10. ¿Vives con mujer celosa? Dale su agüita sabrosa
11. A “vete de mi casa y “¿Qué quieres con mi mujer?” no hay que responder
12. A buena mujer, poco freno basta
13. A cualquier hora, el perro mea y la mujer llora
14. A la aguja, buen hilo, y a la mujer, buen marido
15. A la bruja nadie se le arrima
16. A la fea, el caudal la hermosa
17. A la gallina y a la mujer, le sobran nidos donde poner
18. A la luz de la tea, ni la más fea es fea
19. A la luz de la vela, no hay mujer fea
20. A la mujer afeitada, tuércele la cara
21. A la mujer bailar, y al asno rebuznar, el diablo se lo ha de mostrar
22. A la mujer barbuda, de lejos se le saluda, mejor con dos piedras que con
una
23. A la mujer bigotuda, de lejos se la saluda
24. A la mujer casada y casta, con el marido le basta
25. A la mujer casta, Dios le basta
26. A la mujer el diablo le dio el saber
27. A la mujer en casa, nada le pasa

99
28. A la mujer fea, el oro la hermosea
29. A la mujer honrada, su propia estima basta
30. A la mujer le has de dar, por delante y por detrás
31. A la mujer loca, más le agrada el pandero que la toca
32. A la mujer no la cates, no es melón
33. A la mujer parida y a tela urdida, nunca le falta guarida
34. A la mujer por lo que valga, no por lo que traiga
35. A la mujer que fuma y bebe el diablo se la lleve
36. A la mujer ventanera, tuércele el cuello si la quieres buena
37. A la mujer y a la cabra, soga larga, soga larga
38. A la mujer y a la gata, no les lleves la contraria
39. A la mujer y a la guitarra, hay que templarla para usarla
40. A la mujer y a la mula, mano dura
41. A la mujer y a la mula, por el pico les va la hermosura
42. A la mujer y a la suegra, cuerda
43. A la mujer y al galgo, a la vejez les aguardo
44. A la mujer y al ladrón, quitarles la ocasión
45. A la mujer y al papel por detrás has de ver
46. A la mujer y al viento, pocas veces y con tiento
47. A la mujer y el aguardiente, de repente
48. A la mujer y la cabra rienda larga, pero no muy larga, porque si no se pierde
mujer y cabra
49. A la mujer, el diablo le dio el saber
50. A la mujer, ni todo el amor ni todo el dinero
51. A la mula y a la mujer, a palos se ha de vencer
52. A la puta y al peluquero, nadie los quiere viejos
53. A la ramera y a la ballena, todo les cabe y nada les llena
54. A la sombra de un hilo, se la pega una mujer a su marido
55. A la sombra de un hombre célebre existe siempre una mujer que sufre
56. A la tía, se apalea; a la prima, se le arrima; a la hermana, con más ganas
57. A la vejez, dinero y mujer

100
58. A las hembras y a los charcos se les entra por en medio
59. A las mujeres les gustan los hombres callados porque se creen que las
están escuchando
60. A las mujeres y a los charcos no hay que andarles con rodeos
61. A las mujeres y a los charcos, hay que entrarles por en medio
62. A las putas y ladrones no les faltan devociones (Probablemente decía
originalmente: A las putas y ladrones no les faltan ocasiones).
63. A los hombres y a las mujeres, por su origen se les conoce
64. A ratos, la mujer da lección a los demonios no natos
65. A tu hija la más lista, nunca la pierdas de vista
66. A tu mujer no la alabes, lo que vale tú lo sabes
67. Agua de pozo y mujer desnuda, mandan al hombre a la sepultura
68. Aguacates y muchachas maduran a puros apretones
69. Aguacates y mujeres maduran a puros apretones
70. Al "ándate de mi casa" y "¿Qué quieres con mi mujer", nunca hay que
responder
71. Al asno a palos y a la mujer a regalos
72. Al caballo, con la rienda, y a la mujer, con la espuela
73. Al demonio y a la mujer nunca les falta que hacer
74. Al dinero y a las mujeres hay que dejarlos que rueden, para agarrarlos
cansados
75. Al hombre de mas saber, una sola mujer lo echa a perder
76. Al lado de la madre, se hacen felices las hijas
77. Al perro a nadar y a la mujer a bailar, el diablo se lo debió enseñar
78. Al que Dios ayuda, presto enviuda
79. Al que tú juzgas tarugo, te vuela hasta la mujer
80. Al santo que está de moda, van las mujeres todas
81. Al santo que está de moda, van las mujeres todas y para los cristos viejos,
oscuridad y silencio
82. Al tomar mujer un viejo, tocan a muerto o a cuerno
83. Algo ha de tener la fea cuando el hombre la desea

101
84. Algo le debe al demonio quien piensa en matrimonio
85. Almuerzos, comidas y cenas, con mujeres se hacen buenas
86. Amor de mujer y halago de can, no darán si no les dan
87. Apenas les dicen "mi alma" y ya quieren casa a parte
88. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda
89. Autos y mujeres, disgustos y placeres
90. Bailar con una vieja es lo mismo que andar en burro
91. Bajo la barba cana, vive la mujer honrada
92. Barco grande ande o no ande, y mujer grande aunque me mande
93. Boca brozosa, cría mujer hermosa
94. Busca en una mujer, lo que la edad no se llevará
95. Busca mujer por lo que valga y no sólo por la nalga
96. Caballo manso tira a malo, mujer coqueta tira a puta y hombre bueno tira a
pendejo
97. Caballo que llene las piernas, gallo que llene las manos y mujer que llene
los brazos
98. Caballo que llene piernas, gallo que llene la mano y mujer que llene los
brazos
99. Caballos y putas, más de 20 años no duran
100. Cada día muda el viento, y la mujer a cada momento
101. Cada hombre lleva un loco dentro, y cada mujer un ciento
102. Cada uno en su casa es rey, pero su mujer hace la ley
103. Carta que no viene y mujer que se va, no hay que buscarlas
104. Casa hecha y mujer por hacer
105. Casa sin mujer y barco sin timón, lo mismo son
106. Casa sin mujer, de casa no tiene nada
107. Casa sin mujer, no es lo que debe ser
108. Casarse de oídos hace reír, de experiencia hace llorar
109. Cásate por la dote, y de tu mujer serás un monigote
110. Chiqueos que pide Cupido, sólo con el querido
111. Chismes de viejas, hasta el infierno no paran

102
112. Chula a quien mucho se chulea, se le obliga a que se lo crea
113. Cojera de perrro y lágrimas de mujer no hay que creer
114. Como hoy a la suegra ves, mañana verás a tu mujer
115. Compadre que a la comadre no le anda por las caderas, no es
compadre de a de veras
116. Compuesta, no hay mujer fea
117. Con buen vino y buena mujer nada se puede perder
118. Con la madre y con la puta, contra todo y contra todos, con razón y
sin ella
119. Con la mujer y el dinero, no te burles, compañero
120. Con la que entienda de atole y metate, con ésa cásate
121. Con los hombres no se juega; a jugar con las muñecas
122. Con mujer que tiene dueño, ni sueño
123. Cortan más las viejas que las tijeras
124. Cuando alguno o alguna te eche los ojos, véndele caros tus piojos
125. Cuando Dios hizo al hombre, ya el diablo había hecho a la mujer
126. Cuando el diablo se siente impotente delega a su mujer
127. Cuando el hombre algún bien quiere hacer le quita la gana su mujer
128. Cuando la cocinera es mala, le echa la culpa al mole
129. Cuando la mula dice: “no paso” y la mujer “me caso”; la mula no
pasa y la mujer se casa
130. Cuando llegues a tu casa pégale a tu mujer, tu no sabes por qué,
pero ella sí
131. Cuando maduran, caen todas
132. Cuando una mujer te pida que te tires por un tajo, pídele a Dios que
sea bajo
133. Cuando uno estÁ de suerte, hasta la mujer pare hijos de otro
134. Dados, mujeres y vino sacan al hombre del buen camino
135. Dale una paliza a tu mujer todos los días, si tú no sabes por qué, ella
sí lo sabe
136. Dame aficionado al juego y yo te lo daré borracho y mujeriego

103
137. De a mujer mala te has de guardar y de la buena no fiar
138. De cojera de perro y del mal de mujer, no hay que creer
139. De cola de perro y llanto de mujer, la mitad has de creer. De dinero y
santidad, la mitad de la mitad
140. De cusca regenerada, o todo o nada
141. De la mala mujer no te guíes, y de la mala no te fíes
142. De la mujer el consejo apresurado, del hombre el postrero y
mesurado
143. De la mujer el consejo primero, el segundo no lo quiero
144. De la mujer mal puedes hablar, pero sólo hasta que llega la hora de
acostar
145. De la mujer y el dinero, no te burles caballero
146. De la mujer, del tiempo y la mar, poco hay que fiar
147. De la mujer, la limpieza se conoce en la cabeza y en los pies
148. De la naranja y la mujer, lo que ellas den
149. De la norteña y la tapatía, la primera tuya, la segunda mía
150. De mujer que es madre, nadie nunca mal hable
151. De poder a poder, me acuesto con mi mujer
152. De puerta abierta, perro guzgo y mujer descuidada, líbranos Dios
153. De que la madre es de paso, la hija hasta el cincho azota
154. Debajo de la manta, da lo mismo prieta que blanca
155. Debajo de una manta, ni la más hermosa asombra, ni la más fea
espanta
156. Decirle a una mujer que es hermosa, ni el mismo diablo se lo diría
diez veces
157. Del tiempo y las mujeres, lo que vieres
158. Detrás de cada hombre que triunfa hay una mujer
159. Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer
160. Dijo la mujer al diablo: ¿te puedo ayudar en algo?
161. Dile que es hermosa y pídele cualquier cosa
162. Dime quién es su amante y te diré quién la mantiene

104
163. Dios nos libre del chiflón de calleja y del amor de una vieja
164. Doncella muy recluida no se casará en la vida
165. Doncella que llegó al tres y al cero, ya puede ir cerrando su ropero
166. Doncellas, sábelo Dios y ellas
167. Donde hay barbas, callen faldas
168. Donde hay chile ancho ni la mujer replica
169. Echa vino montañés, que quien buen vino bebe tiene buena mujer
170. Echa vino tabernero, que no tengo dinero pero sí buena mujer
171. Educa a un hombre y educarás un hombre, educa a una mujer y
educarás una generación
172. El abrigo en invierno, y la mujer todo el tiempo
173. El amor de la mujer, en la ropa del marido se echa a ver
174. El caballo y la mujer, a nadie se han de prestar
175. El caballo y la mujer, a ojo se han de tener
176. El caballo y la mujer, de pecho y de anca se han de escoger
177. El consejo de la mujer es poco, y el que no lo toma es loco
178. El consejo de mujer bueno algún día puede ser
179. El demonio y las mujeres siempre se entretienen
180. El frío: realce de las bonitas, remate de las feas
181. El hombre busca en la veintena lo que la mujer en la treintena
182. El hombre en la veintena persigue lo que la mujer en la treintena
183. El hombre es carne de cañón, la mujer es cañón de carne
184. El hombre es fuego y la mujer estopa, viene el diablo y le sopla
185. El hombre no sabe para quién trabaja, y la mujer para quién lo tiene
186. El hombre pone, y la mujer dispone
187. El hombre que casa con mujer de mucho vicio, no va pronto a la
tumba por fornicio, sino por necio
188. El hombre reina y la mujer gobierna
189. El hombre se casa cuando quiere y la mujer cuando puede
190. El juego, la mujer y el vino, sacan al hombre de tino
191. El matrimonio es palo y cacao, un mes de flores y el resto de vainas

105
192. El mejor perro: el de la casa; la mejor mujer: la del vecino
193. El melón y la mujer son difíciles de conocer
194. El puro y la mujer, acertar y no escoger
195. El que cree en mujer, no cree en Dios
196. El que monta caballo bayo, o se le huye la mujer o lo parte un rayo
197. El que pierde una buena mujer, no sabe lo que gana
198. El que presta a la mujer para bailar o al caballo pa' torear, muy
pendejo debe ser si se pone a reclamar
199. El que presta la mujer para bailar o el caballo para torear, no tiene
qué reclamar
200. El que presta su caballo para garrochar, y a su mujer para bailar,
nada tiene qué reclamar
201. El que se casa con viuda, tiene que sufrir muertazos
202. El que tú juzgas tarugo, te vuela hasta la mujer
203. El respeto a la comadre sólo obliga de la cintura pa’ arriba
204. El vino bueno y la mujer hermosa constituyen la fama de Mendoza
205. El vino tinto y la mujer caliente se han de beber
206. En casa de mujer rica, ella manda y ella grita
207. En casa sin mujer, no te podrías valer
208. En cojera de perro y en lágrimas de mujer no has de creer
209. En el marido, prudencia; en la mujer, paciencia
210. En el modo de barrer se conoce si es limpia una mujer
211. Entre el sí y el no de una mujer, no cabe la punta de un alfiler
212. Entre marido y mujer, nadie se debe meter
213. Entre una mujer hacendosa y hacendada, la primera mas me agrada
214. Es de sabios cambiar de mujer
215. Es mejor ser mujer pública que hombre público
216. Febrero y las mujeres tienen en un día diez pareceres
217. Flaca es la mujer por gorda que esté
218. Fuese la vieja a la boda y contó de cuando fue novia
219. Gallina ponedora y mujer silenciosa, valen cualquier cosa

106
220. Gallo, caballo y mujer, por la raza has de escoger
221. Gatos y mujeres, buenas uñas tienen
222. Guárdate de aquella mujer que como hombre quiere ser
223. Guárdate de la furia de una mujer despechada
224. Hacer lo que las viejas en los bailes: ocupar sillas, vaciar copas y
hablar como tarabillas
225. Hasta la mujer más honesta, también le gusta la fiesta
226. Hay dos animales ingratos: las mujeres y los gatos
227. Hay tres clases de tarugos: el que brinda con el dependiente, el que
monta sin barboquejo y el que el que baila con su mujer
228. Hijo de mi hijo, hijo mío será, hijo de mi nuera, sólo Dios lo sabrá
229. Hombre mayor, mujer joven igual a familia numerosa. Mujer mayor,
hombre joven, tontos los dos
230. Hombre miedoso no come mujer bonita
231. Huerta sin agua, y mujer sin amor, no sé qué será peor
232. Huevo de una hora; pan de un día; vino de un año; mujer de quince;
amigo, de treinta, y echarás bien la cuenta
233. Indio sin india, cuerpo sin alma
234. Indio, mula y mujer si no te la han hecho, te la van a hacer
235. Ira de mujer, ira de Lucifer
236. Ira de mujer, trueno y rayo es
237. Jala más un par de tetas que dos carretas
238. Jala más un par de tetas que cien carretas
239. Jala más un pelo de mujer que una yunta de bueyes
240. Jala más un rebozo que un caballo brioso
241. Jalan más dos chichis que una yunta de bueyes
242. Jalan más las cintas de las enaguas que una yunta de bueyes
243. Jalan más las mujeres que los coches
244. Joven ventanera, mala mujer casera
245. Junio, Julio y Agosto ni mujeres ni coles ni mosto
246. La alegría de la mujer joven es la tristeza de la mujer vieja

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247. La casa la hace el hombre y el parentesco la mujer
248. La cobija y la mujer suavecitas han de ser
249. La comida y la mujer por los ojos ha de entrar
250. La cusca regenerada, de cusca no tiene nada
251. La cusca regenerada, de cusca no tiene nada
252. La doncella, la boca muda, los ojos bajos y lista la aguja
253. La esposa en la calle, grave y honesta; en la iglesia, devota y
compuesta; en la casa, escoba discreta y hacendosa; en el estrado,
señora; en el campo, corza; en la cama, graciosa y cariñosa y será
en esto hermosa esposa
254. La felicidad en las mujeres, es el ángel de su guarda
255. La gallina, la mujer y el marrano, con la mano
256. La honra del marido está en manos de su mujer
257. La india quiere al arriero cuando es más lépero y fiero
258. La liebre a la carrera y la mujer a la espera
259. La mar y la mujer, de lejos se han de ver
260. La mejor de todas las mujeres, es la que gusta a todos los hombres
261. La mujer buena no tiene ojos ni orejas
262. La mujer casada en el monte es albergada
263. La mujer casada y casta, con el marido le basta
264. La mujer casada, preñada y en casa
265. La mujer como la vaca, se busca por la raza
266. La mujer compuesta quita al marido de otra puerta
267. La mujer con su marido, en el campo tiene abrigo
268. La mujer consigue plata con sólo alzarse la bata
269. La mujer criando, ni harta ni limpia ni buena cristiana
270. La mujer debe estar en casa al atardecer
271. La mujer debe gobernar la casa, y el marido la caja
272. La mujer decente, sufre mas que se divierte
273. La mujer el pan amasa y el viejo mande en casa
274. La mujer en casa con la pata quebrada

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275. La mujer en el amor es como la gallina, que cuando se muere el
gallo a cualquier pollo se arrima
276. La mujer en el hogar es reina a la que hay que amar
277. La mujer en el hogar, sin salir ni a trabajar
278. La mujer en la cocina es una mina
279. La mujer en soledad piensa solo en la maldad
280. La mujer es animal que gusta de castigo
281. La mujer es Eva o es María
282. La mujer es fuego, el hombre estopa; viene el diablo y sopla
283. La mujer es honrada hasta las dos de la tarde
284. La mujer es más lista que el hombre que la conquista
285. La mujer experimentada, es temida y mal mirada
286. La mujer hace el amor cuando quiere y el hombre cuando puede
287. La mujer hacendosa es la más hermosa
288. La mujer hasta los cuarenta y el hombre hasta que alienta
289. La mujer hilando, y el hombre, cavando
290. La mujer honesta, en su casa y no en la fiesta
291. La mujer honrada hasta las dos de la tarde
292. La mujer honrada, en casa y con la pata quebrada
293. La mujer honrada, la puerta cerrada
294. La mujer llora antes del matrimonio, el hombre después
295. La mujer lo hace, y el marido no lo sabe
296. La mujer loca, por la vista compra la tela
297. La mujer mala es como la falsa moneda que de mano en mano va y
ninguno se la queda
298. La mujer maluca abajo tiene el azúcar
299. La mujer pare llorando, y la gallina cantando
300. La mujer parlanchina es para el hombre prudente, como las arenas
del mar a los pies del anciano
301. La mujer poco entendida, se casa sin tomar medidas
302. La mujer por la honra, el buey por el asta y el hombre por la palabra

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303. La mujer puede tanto que hace pecar a un Santo
304. La mujer que es buena plata es que mucho suena
305. La mujer que fue tinaja se convierte en tapadera
306. La mujer que hace burla de su marido, ni tiene amor ni tiene amigo
307. La mujer que mucho hila poco mira
308. La mujer que no dice que sí, no vale un maravedí
309. La mujer que no hace nada, es bien mirada
310. La mujer que no se casa se seca como una pasa
311. La mujer que no se casa, se seca como una pasa
312. La mujer que quiere a dos no es mala sino entendida, cuando una
vela se apaga, la otra queda encendida
313. La mujer que sabe latín, no la quiero para mí
314. La mujer que te quiere no dirá lo que en ti viere
315. La mujer que tiene punto pero no tiene qué coma, vende el punto
para que del punto coma
316. La mujer sabe un poco más que Satanás y Barrabás
317. La mujer siempre es más lista, que el hombre que la conquista
318. La mujer soltera y vieja guarda el alhajero donde el soltero y viejo
guarda el sonajero
319. La mujer tiene derecho si se mantiene en su techo
320. La mujer tiene largo el cabello y corto el entendimiento
321. La mujer y al caballo no hay que prestarlos
322. La mujer y el huerto, no quieren mas que un dueño
323. La mujer y el melón, bien maduritos
324. La mujer y el perro son los dos únicos animales que se ganan el pan
a base de caricias
325. La mujer y el vino, hacen del hombre un pollino
326. La mujer y la burra, iguales de testarudas
327. La mujer y la cartera, cuanto más pequeña más fea
328. La mujer y la ensalada, sin aliñar no valen nada
329. La mujer y la escopeta, en casa déjalas quietas

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330. La mujer y la gallina escarban para su mal
331. La mujer y la gallina hasta casa de la vecina
332. La mujer y la gallina, hasta la casa de la vecina, o por andar se
pierden aina
333. La mujer y la gallina, pequeñina
334. La mujer y la guitarra son de quien las toca
335. La mujer y la mentira nacieron el mismo día
336. La mujer y la mula cada día te hacen una (y suerte te dará Dios si no
te hacen dos)
337. La mujer y la sardina en la cocina
338. La mujer y la sardina, cuanto más pequeña mas fina
339. La mujer y la sardina, cuanto más saladas, más dañinas
340. La mujer y la sartén en la cocina es donde están bien
341. La mujer y la sartén en la cocina están bien
342. La mujer, alta y delgada; la yegua, colorada
343. La mujer, como la escopeta; siempre cargada y detrás de la puerta
344. La mujer, el huerto y el molino, requieren uso continuo
345. La mujer, en sus quehaceres, para eso son las mujeres
346. La mujer, si gorda es boba, si flaca, bellaca
347. La mula y la mujer a palos se han de vencer
348. La mula y la mujer son malos de conocer
349. La novia del estudiante no es mujer del profesor
350. La primera mujer es escoba, la segunda señora
351. La puta y el fanfarrón tienen poca duración
352. La que a su marido quiere servir ni puede ni quiere dormir
353. La que al toser te entienda tiene buena rienda
354. La que casa con el ruin deseará pronto su fin
355. La que con muchos se casa a todos enfada
356. La que del baño viene bien sabe lo que quiere
357. La que en amores anduvo, cásese con quien los tuvo
358. La que es buena casada a su marido agrada

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359. La que ha de ser bien casada a su costa lo ha de ser
360. La que hizo un yerro y pudiendo no hizo más, por buena la tendrás
361. La que luce en la cocina no luce con su vecina ni a mala cosa se
inclina
362. La que luce entre las ollas no luce entre las otras
363. La que mal marido tiene en el tocado se le parece
364. La que mucho visita los santos no tiene tela en las estacas
365. La que no pone seso a la olla no tiene cholla
366. La que no se agacha por un alfiler no es mujer
367. La que no tiene suegra ni cuñada, ésa es bien casada
368. La que por San Bartolomé no vela nunca hace buena tela
369. La que quiera hacer mejor pan que su vecina, amáselo con agua y
harina
370. La que quiere ser buena no se lo quita la vihuela
371. La que se enseña a beber de tierra enviará el hilado a la taberna
372. La que sea puta y bruja, cruja
373. La que tiene el marido bueno no tiene seguro el cielo
374. La que tiene el marido chico dónde irá, pues todos los males ha
375. La suerte de la fea la bonita la desea
376. La tortilla y la mujer, se han de comer calientes, pues si las dejas
enfriar, ni el diablo les clava el diente
377. La vergüenza en la mujer se conoce en el vestido
378. La vergüenza en la mujer se reconoce por el vestido
379. La viuda honrada, su puerta cerrada
380. La viuda, llorando, novio va buscando
381. La yegua debe tener barriga de doncella, pechos de casada y ancas
de viuda
382. Lágrimas de viuda, el primer soplo de aire las enjuga
383. Largo el pelo, corto el seso. Por las mujeres va eso
384. Las cartas y las mujeres se van con quien quieren
385. Las feas con gracias y las bonitas con tachas

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386. Las injusticias de la vida: Al pobre se le muere la burra y al rico la
mujer
387. Las medias no son buenas más que en piernas de mujer
388. Las medias ni pa' las mujeres
389. Las mentadas de madre son como las llamadas a misa
390. Las mujeres ablandan el corazón y sin corazón no puedes vencer
391. Las mujeres hilan y no estudian
392. Las mujeres más hermosas, no siempre huelen a rosas
393. Las mujeres pueden tanto que hacen pecar a un Santo
394. Las mujeres son como las veletas, sólo se quedan quietas cuando se
oxidan
395. Las mujeres y las pistolas para funcionar necesitan un hombre
396. Las palabras son hembras; los hechos son hombres
397. Las palabras tienen enaguas, los hechos calzones
398. Las suegras ni de barro son buenas
399. Las tres cabezas más duras: la mujer, la cabra y la burra
400. Lazos y moños no te procuran matrimonio; ser muchacha
hacendosa, ya es otra cosa
401. Limpia y bonita soltera, sucia y fea después
402. Llantos de viuda y lluvias de abril, no llenarán barril
403. Lo que el diablo no puede hacer, lo hace una mujer
404. Lo que escatimes a tu mujer, no lo gastes en beber
405. Lo que la mujer más desea es lo oque más se le niega
406. Lo que la mujer no hace por amor, lo hace por despecho
407. Lo que la mujer no logra hablando, lo logra llorando
408. Lo que la mujer quiere, Dios lo quiere
409. Lo que valga la mujer en sus hijos ha de ver
410. Los enemigos del casado son tres: la moda, el modista y la mujer
411. Los hijos y los maridos por sus obras son queridos
412. Los jueves, días de quintos y de mujeres
413. Los yernos y las nueras son parches que nunca pegan

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414. Lunar en la boca, señal de loca
415. Luz apagada, mujer encendida
416. Macho no es tener mil mujeres y vida de tormenta, macho es tener
una y mantenerla contenta
417. Madre hacendosa, hija perezosa
418. Madre que consiente engorda una serpiente
419. Madre, ¿qué cosa es casar? Hija, hilar, parir y llorar
420. Mala para el metate pero buena para el petate
421. Malo por malo, mi mujer es buena
422. Mano sobre mano, como mujer de escribano
423. Marido que no es casero canta en otro gallinero
424. Más calienta la pierna de varón que diez kilos de carbón
425. Mas trazas inventa en cinco minutos una mujer, que el Diablo en un
mes
426. Más vale bien quedada que mal casada
427. Más vale querer a un perro y no a una ingrata mujer, pues éste
cuida de la casa y ella la echa a perder
428. Más vale ser mujer pública que hombre público
429. Más vale, o más valía, llorarlas muertas, y no en ajeno poder
430. Matrimonio sin disgustos, ni lo hay ni nunca lo hubo, y lo que es más,
ni lo habrá
431. Médicos errados, papeles mal guardados y mujeres atrevidas, quitan
las vidas
432. México: copa dorada, donde la carne es yerba, la yerba es agua, los
hombres son mujeres y las mujeres, nada
433. Mi casa, mi mesa, y mi mujer, todo mi mundo es
434. Mi mujer ha malparido, trabajo perdido
435. Miente el hombre, miente la mujer
436. Mientras la mujer grande se agacha, la chica barre la casa
437. Mira a tu suegra y así será tu mujer de vieja
438. Muchacha que viste colores chillantes no merece hospedaje

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439. Mujer a quien le das lo que te pide, mujer que te dará lo que le pidas
440. Mujer besada mujer ganada
441. Mujer buena, casa vacía la hace llena
442. Mujer compuesta tira el marido de otra puesta
443. Mujer con bozo, beso sabroso
444. Mujer con marido no vive descuidada, mujer sola no vive
despreocupada
445. Mujer con muchos amigos, cuenta de dineros y abrigos
446. Mujer cotorra, celosa y regañona
447. Mujer de trato, sólo para un rato
448. Mujer de un pobre, que manceba de un conde
449. Las feas con gracias y las bonitas con tachas
450. Mujer enferma, mujer eterna
451. Mujer hombruna, ninguna
452. Mujer mayor, es la mejor
453. Mujer moza y viuda, poco dura
454. Mujer muerta, siete a la puerta
455. Mujer ordenada, con poco llena su casa
456. Mujer pendona, mujer bobalicona
457. Mujer pequeña y mula baja: abrirle la puerta, pa' que se vaya
458. Mujer poblana, ocotlana
459. Mujer que a dos quiere bien, Satanás se la lleve, amén
460. Mujer que a la ventana se pone a cada rato venderse quiere barato
461. Mujer que agarra tejido, mujer que espera marido
462. Mujer que con curas trata, poco amor y mucha reata
463. Mujer que con muchos casa a pocos agrada
464. Mujer que de noche se pasea es muy puta, vieja o fea
465. Mujer que llora, judío que jura y zorra que duerme, malicia tienen
466. Mujer que no empeña cárgala de leña
467. A la mujer y a la cabra, rienda larga pero no muy larga porque si no,
se pierden mujer y cabra

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468. Mujer que no es laboriosa o puta o golosa
469. Mujer que no huele a nada es la mejor perfumada
470. Mujer que no mienta ¿quién la encuentra?
471. Mujer que puede su cuerpo vende
472. Mujer que quiera a uno sólo y banqueta para dos, no se hallan en
Guanajuato ni por el amor de Dios
473. Mujer se queja, mujer se duele, mujer enferma, cuando ella quiere
474. Mujer que sabe agradecer, o tropieza o llega a caer
475. Mujer que sabe latín ni encuentra marido ni tiene buen fin
476. Mujer que se va y carta que no llega, cabrón el que las busque
477. Mujer que se va y carta que no llega, cabrón el que las siga
478. Mujer que toma a dar se asoma
479. Mujer que viste de seda, en su casa se queda
480. Mujer refranera, o coja o puñetera
481. Mujer se queja, mujer se duele, mujer enferma, cuando ella quiere
482. Mujer sin aretes, altar sin ramilletes
483. Mujer sin hijos, jardín sin flores
484. Mujer sin varón y navío sin timón nada son
485. Mujer sin varón, ojal sin botón
486. Mujer sola, rama sin tronco; hombre solo, rama sin hojas
487. Mujer ventanera, poco costurera
488. Mujer y sardina, cuanto más pequeña mas fina
489. Mujer y sardina, ni la mayor ni la mas pequeñina
490. Mujer, huerta y molino, piden uso de continuo
491. Mujer, viento y ventura, pronto se mudan
492. Mujeres buenas, en todo el mundo dos docenas; mujeres malas, a
millaradas
493. Mujeres juntas, ni difuntas
494. Mujeres juntas, sólo difuntas
495. Mujeres que con curas trata, poco ama y mucha reata
496. Mujeres y avellanas, muchas salen vanas

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497. Mujeres y fortuna, mudables como la luna
498. Mujeres y libros siempre mal avenidos
499. Mula que hace: “hin” y mujer que parla latín nunca hicieron buen fin
500. Naipe, tabaco, vino y mujer, echan al hombre a perder
501. Naipes, mujeres y vino, mal camino
502. Ni al perro qué mear ni a la mujer qué hablar nunca les ha de faltar
503. Ni aun al diablo debe temer quien no teme a una mujer
504. Ni aun al Diablo ha de temer quien no teme a una mujer
505. Ni calabaza sin tapón, ni mujer sin quita y pon
506. Ni de manta buena camisa, ni de puta buena amiga
507. Ni de mujer de otro, ni coces de potro
508. Ni gazpacho añadido, ni mujer de otro marido
509. Ni grullo ni grulla, ni mujer que arguya
510. Ni hombre afeminado, ni mujer viciosa, guardan hogar
511. Ni joya prestada, ni mujer letrada
512. Ni mujer que hable latín, ni hombre que hable como gachupín
513. Ni mujer que otro ha dejado, ni caballo emballestado
514. Ni mula alzana ni mujer poblana
515. Ni pasearla por el Corpus ni ocultarla por San Juan
516. Ni por casa ni por viña, cases con mujer mezquina
517. Ninguno diga: “soy padre” si no lo afirma la madre
518. Niño que bebe vino y mujer que habla latín, no pueden tener buen fin
519. No allanes nunca morada, ni te metas en el laberinto, ni enamores
mujer casada, ni montes caballo pinto
520. No busques a la vez fortuna y mujer
521. No compres caballos de muchos fieros ni cases con muchachas de
muchos novios
522. No compres casa sin esquina, ni mujer que no sepa cocina
523. No hables mal de las mujeres, porque hijo de una mujer eres
524. No hay 15 años feos, ni viuda rica despreciable
525. No hay albur sin mujer

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526. No hay cusca ni ladrón que no tengan su santo de devoción
527. No hay mal que por mujer no venga
528. No hay mas brava cosa, que una mujer celosa
529. No hay más que dos mujeres buenas en el mundo: la primera se ha
perdido y la otra hay que encontrarla
530. No hay mayor pena que perder a una mujer buena
531. No hay mujer mas buena, que la mujer ajena
532. No hay mujer que no lo dé, sino hombre que no lo sepa pedir
533. No hay mujer sin pero, ni sin tacha caballero
534. No hay mula con cuernos, ni mujer discreta
535. No hay mula que no patee, ni mujer que no lo dé
536. No hubiera malos hombres si no hubiera malas mujeres
537. No sólo ha de ser casta la mujer, mas débelo parecer
538. No te cases con mujer que te gane en saber
539. No te fíes de indio barbón, ni de gachupín lampiño, de mujer que
hable como hombre, ni hombre que hable como niño
540. No te fíes de mujer ni de mula de alquiler
541. No te fíes de mujer que hable latín, indio barbón y español lampiño
542. No te fíes de mujer, ni de mula de alquiler
543. No te fíes del perro que cojea, ni de la mujer que lloriquea
544. No te metas en pleito de marido y mujer, porque se arropan con la
misma sábana
545. No tiene la culpa el hombre de ser cabrón cuando la mujer es puta
546. Nunca digas no, aunque te llenes de hijos
547. Nunca le falta qué hacer al cura, al diablo y a la mujer
548. Nunca te cases con viuda, porque mula que otro amansa, siempre
sale jetidura
549. Nunca te dejes vencer por lágrimas de mujer
550. ¡Oh suerte injusta! Al rico se le muere la mujer y al pobre la burra
551. Para el vino y las mujeres trabajamos los choferes
552. Para negociar, de 3 copas escapar: fraile, mujer y militar

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553. Para qué las cortas verdes si maduras caen solitas
554. Peléate con todos, menos con la cocinera
555. Perro, caballo y mujer, tener bueno o no tener
556. Por el besar empieza la doncella a resbalar
557. Por ese hablar tan suelto, habrás de perder casamiento
558. Por Santa Catalina mata la cochina, por San Andrés mata tu res; y si
no tienes qué matar, mata a tu mujer
559. Prietitas, hasta las mulas son buenas
560. Qué dolor de madre: tres hijas y las cuatro putas
561. Que tires para abajo, que tires para arriba, siempre se hará lo que tu
mujer diga
562. Quien a putas se da, mucho no vivirá
563. Quien casa con mujer bella, de su honra se descasa
564. Quien casa con vieja sin dote, es un tonto de capirote
565. Quien con mujer bella casa, de su honra se descasa
566. Quien fía su mujer a un amigo, en la frente le saldrá el castigo
567. Quien no tuviese qué hacer, que arme navío o tome mujer
568. Quien quiera mujer eterna que se case con una enferma
569. Quien tiene buena mujer, tiene lo que ha menester
570. Quien tiene mujer hermosa, o castillo en frontera, o niña en carrera,
nunca le falta guerra
571. Reata que se revienta y mujer que muere de parto, ni quien las sienta
572. Reloj, caballo y mujer, nunca se acaban de componer
573. Rencura de perro y lágrimas de mujer no hay que creer
574. Ser puta y buena mujer, ¿cómo puede ser?
575. Si el trabajo no cansara, no habría putas en las esquinas
576. Si fueres a San Javier, pasando por San Andrés mata tu res, y si no
tienes qué matar, mata a tu mujer
577. Si fueres a San Javier, pasando por San Pioquinto, no enamores
mujer casada ni montes caballo pinto

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578. Si fueres a San Javier, pasando por San Pioquinto, no enamores
mujer ni montes caballo pinto
579. Si mi padre no me casa, yo seré fuego, yo seré brasa, yo seré
escándalo de mi casa
580. Si quieres tener dichosa a la hermana, jamás le eches encima a la
cuñada
581. Sin contar a la mujer, lo más traidor es el vino
582. Soltera que pasa treinta, de rabia revienta
583. También de maduras caen, aunque no se haga la lucha
584. Toma casa con hogar y mujer que sepa hilar
585. Tras la nana va la hija y el poncho que las cobija
586. Tres cosas cambian la naturaleza del hombre: la mujer, el estudio y
el vino
587. Tres cosas hay en la vida que no se pueden cuidar: Una cocina sin
puertas, la mujer y el platanar
588. Tres mañas tienen las mujeres; mentir sin cuidar, mear donde
quieren y llorar sin por qué
589. Un hombre, una palabra; una mujer, una carretada
590. Una buena cabra, una buena mula y una buena mujer, son muy
malas bestias las tres
591. Una mujer es como un puro: hay que encenderla a menudo
592. Una mujer no es lo que vale, es lo que cuesta
593. Viendo la dama se enamora el comprador
594. Vino y mujeres dan más pesares que placeres
595. Viuda que duerma mal, del muerto se acuerda y en vivos tiene que
pensar
596. Viuda y fea pero platuda es siempre una hermosa viuda

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