Escritura, Tradicion y Magisterio
Escritura, Tradicion y Magisterio
Escritura, Tradicion y Magisterio
ESCRITURA, TRADICIÓN
Y MAGISTERIO
PROFESOR :
SURCO - LIMA
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AGRADECIMIENTOS
Para aquellas personas, que día a día nos inculca el amor a la vida universitaria y
hemos encontrado en ella la realización plena de nuestro ser.
Para los estudiantes del Champagnat, que me alienta y cuya formación nos hará
convertir en profesionales útiles al servicio de la sociedad, pues seremos quienes habrán de
forjar y direccionar toda su esperanza en este siglo XXI.
INTRODUCCIÓN
SUMARIO
Pág.
INTRODUCCIÓN
3.4. Características……………………………………………………………………………….21
3.5. Representantes
3.5.1. Montesquieu…………………………………………………………………………22
3.5.2. Rousseau………….………………………………………………………………...23
3.5.3. Condorcet……………………………………………………………………………23
4.1. Concepto……………………………………………………………………………..………25
4.2. Causas………………………………………………………………………………..………25
4.3. Características……………………………………………………………………….….…..27
4.4. Representantes………………………………………………………………………..……28
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
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CAPÍTULO I
Dios se reveló muchas veces en el Antiguo Testamento a los Patriarcas y a los Profetas.
En el Nuevo Testamento se reveló por Jesucristo (cf. Hb 1, 1-4). Esta revelación es primero
oral, luego se pone por escrito, y siempre ha de ser conservada, hasta el fin de los tiempos.
“Muchas otras señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están en este
libro; y estas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y
para que, creyendo, tengáis vida en su nombre (Jn 20, 30)”.
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Es de admirar la armonía que existe entre estos tres elementos, Sagrada Escritura,
Tradición y Magisterio de la Iglesia, dispuestos por Jesús como garantía de que la Iglesia
mantendrá su doctrina invariable a través de todos los tiempos. La historia es testigo de
cuánto ha cambiado la cultura humana a lo largo de los siglos. Pues bien, Jesucristo puso
los medios para que el recuerdo de su Persona y de sus enseñanzas no estuviesen
sometidos a los cambios y modas de los tiempos.
Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a sus sucesores; para que ellos, iluminados por
el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación.
Pero el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, para
enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu
Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este
depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído.
“Ninguno existe sin los otros”. La Tradición sería manipulable si no tuviéramos el filtro
de la Escritura. La Escritura se lee con provecho en el ambiente de la Tradición, como las
cartas amarillentas de la bisabuela se comprenden de verdad leídas en familia. Sin el
Magisterio, Escritura y Tradición estarían sometidas a interpretaciones contradictorias.
Sin Escritura y Tradición, el Magisterio inventaría la fe, sea, la destruiría.
CAPÍTULO II
LA SAGRADA TRADICION
2.1. Concepto
2.2. Partes
Aunque una gran parte de esa tradición fue escrita y se encuentra en los libros de la
Sagrada Escritura, la Iglesia Católica considera a la Tradición y la Biblia, no como dos
fuentes diferentes de revelación, sino como dos medios diferentes de transmisión de la
revelación de Dios que forman un único depósito de la fe. La Biblia, entonces, es una
parte de la tradición, junto con las instrucciones escritas recibidas de Cristo y transmitidas
por los apóstoles y sus sucesores.
Algunos autores se refieren a las doctrinas reveladas (escritas y no escritas) dictadas
por los apóstoles y sus sucesores como el aspecto pasivo de la Tradición y, como aspecto
pasivo, la autoridad doctrinal viva (el Magisterio) establecido por Cristo para asegurar
que Su enseñanza seria transmitida exitosamente a las siguientes generaciones en su
integridad y sin error. a tener éxito las edades en su integridad y sin errores.
CIC 80. Una fuente común...
La Tradición y la Sagrada Escritura “están íntimamente unidas y compenetradas.
Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un
mismo fin” (DV 9). Una y otra hacen presente y fecundo en la Iglesia el misterio de
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Cristo que ha prometido estar con los suyos “para siempre hasta el fin del mundo” (Mt
28,20). CIC 81. Dos modos distintos de transmisión “La Sagrada Escritura es la palabra de
Dios, en cuanto escrita por inspiración del
Espíritu Santo”.
“La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo
a los apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el
Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su
predicación”
Para comprender la enseñanza de la Iglesia Católica en lo que respecta a la Sagrada
Tradición, debemos tener en cuenta lo siguiente:
a) la revelación pública cesó con Cristo y los apóstoles y evangelistas que
registraron sus enseñanzas;
b) Cristo encargó a Sus apóstoles a predicar;
c) Cristo estableció una autoridad de enseñanza viva para salvaguardar la integridad
del mensaje evangélico y aplicarla con autoridad divina para los siglos venideros;
d) El desarrollo del mensaje del Evangelio no es una nueva doctrina.
Nuestro Señor no sólo encargó a los Apóstoles ir a predicar a todo el mundo el
mensaje de salvación que les había dado, sino que ademas Él les confirió la autoridad de
“atar y desatar” en su nombre, para que “lo que ates en la tierra quedará atado en los
cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16,19).
Asimismo les aseguró: “Quien a ustedes escucha, a mi me escucha; y quien a ustedes
rechaza, a mi me rechaza; y quien me rechaza a mi, rechaza al que me ha enviado” (Lc
10,16).
Inmediatamente después de enviar a Sus apóstoles a predicar el evangelio a todas las
naciones, nuestro Salvador afirmó: “He aquí yo estoy con ustedes todos los días hasta el
fin del mundo” (Mt 28,20). Con estas palabras Aseguró a los apóstoles que Él estaría con
ellos (a través del Espíritu Santo que Él enviaría) para que pudieran transmitir Su doctrina
sin errores hasta el final de los tiempos. Pero puesto que los apóstoles no iban a vivir
tanto tiempo, la promesa de Cristo es válida para sus sucesores, los responsables de la
Iglesia en los siglos venideros. Así, hasta el final de los tiempos, los sucesores de los
apóstoles compartirán la autoridad doctrinal conferida por Cristo a los apóstoles, y la guía
del Espíritu Santo que El prometió.
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CONCLUSIÓN
“Ninguno existe sin los otros”. La Tradición sería manipulable si no tuviéramos el filtro
de la Escritura. La Escritura se lee con provecho en el ambiente de la Tradición, como las
cartas amarillentas de la bisabuela se comprenden de verdad leídas en familia. Sin el
Magisterio, Escritura y Tradición estarían sometidas a interpretaciones contradictorias.
Sin Escritura y Tradición, el Magisterio inventaría la fe, o sea, la destruiría.
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BIBLIOGRAFÍA