Balotas Faltantes
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Balotas Faltantes
Por el principio de conservación los actos afectados por vicios no trascendentes no serán
inválidos, ni por tanto susceptibles de ser anulados. El art 14 incluye vicios no trascendentes y
no invalidantes.
Existen dos formas para declarar invalides: mediante recursos administrativos interpuestos en
los plazos fijados por ley y, a través de la revisión de oficio que posee un procedimiento sujeto
a plazo, aunque es preciso señalar que en nuestro ordenamiento no existe acción de nulidad.
Mediante la revisión de oficio, la Administración pública anula, sin necesidad de que lo solicite
un particular, un acto inválido, viciado desde su nacimiento, encuentra su justificación en la
autotutela de la Administración pública, proceder contra todos los actos que incurran en una
de las causales previstas en el art. 10 LPAG, que no se limitan a vicios esenciales.
2.4.2.2. Los requisitos de la revisión de oficio (una razón adicional para entender que se ha
consagrado un sistema de “anulabilidad”);
En el decreto legislativo 1029 se ha reconocido a los tribunales regidos por leyes especiales
competentes para resolver controversias en última instancia administrativa la facultad de
revisar de oficio sus actos siempre que tomen la decisión de modo unánime en el plazo de un
año, además el plazo para acudir al poder judicial para que declare invalidez es de tres años y
no de dos como es la regla general.
El Derecho peruano sólo faculta a la Administración para ejercer su potestad de revisión de
oficio strictu sensu en un plazo de un año, y siempre que los actos agravien el interés público,
la administración debe entender que el acto invalido lesiona el interés general. A partir del año
la administración pierde sus potestades de revisión de oficio y sólo puede utilizar el proceso
contencioso administrativo para demandar que el Poder judicial declare la invalidez de sus
actos.
Se distinguen mediante criterio objetivo, en el primer caso el acto se retira por razones de
legalidad, mientras que en el segundo se hace por motivos de oportunidad. La revocación en
realidad no incide sobre el acto, sino sobre sus efectos, y sólo a partir de determinado
momento, sin cuestionar su legitimidad inicial, de modo que son éstos los que se extinguen
para el futuro. La mayoría de los casos que la revocación se produce por criterios de
oportunidad y la anulación por razones de ilegalidad. Otra diferencia esta en su fundamento,
mientras que la anulación afecta al acto que crea la relación jurídica, debido a un vicio
originario, la revocación afecta a la subsistencia de esta última. Mientras que la revisión de
oficio strictu sensu incide sobre la validez de un acto, la revocación lo hace sobre su eficacia, al
extinguir la relación o situación jurídica creada por un acto válido
El art. 203.1 LPAG establece un principio general de irrevocabilidad, en Derecho peruano los
actos administrativos serán irrevocables por cambios de criterio de la Administración, impide
que la Administración se adapte a las cambiantes circunstancias sociales para lograr lo más
adecuado al interés público. Teóricamente, esta barrera podría superarse alegando la
naturaleza materialmente expropiatoria del acto revocatorio, en tanto se trata de una
privación singular de un derecho patrimonial legítimo. De este modo la revocación por motivos
de oportunidad estaría admitido como expropiación, y por tanto conllevaría una
indemnización.
- Cuando la facultad revocatoria haya sido expresamente establecida por una norma
con rango legal y siempre que se cumplan los requisitos previstos en dicha norma
El art. 205.1 establece que “cuando la revocación origine perjuicio económico al administrado,
la resolución que la decida deberá contemplar lo conveniente para efectuar la indemnización
correspondiente en sede administrativa. Tampoco puede olvidarse el caso de la revocación por
ilegalidad sobrevenida: en caso sea una nueva ley la que exija nuevas condiciones, de modo
que las autorizaciones vigentes se vuelven ilegales, éstas podrían ser revocadas, caso en que
pudiera obtenerse a cambio una indemnización.
No hay que confundir la revocación de los actos por razones de oportunidad, con la
revocación-sanción. La revocación-sanción consiste en la retirada de un acto administrativo
favorable, provocado por una conducta ilegal por parte del beneficiario del acto por lo cual no
conlleva a una indemnización.
Reconocida en el art. 201 LPAG, ésta permite la rectificación retroactiva de los errores
materiales o aritméticos, en cualquier momento, de oficio o a instancia de los administrados,
siempre que no se altere el contenido esencial ni el sentido de la decisión, debe adoptar la
misma forma y modalidad de comunicación o publicación que corresponda al acto original.
La doctrina señala otros criterios para saber cuándo nos encontramos ante un caso de los
previstos en este artículo: no habrá error material, si su apreciación implica un juicio valorativo
o exige una operación de calificación jurídica. La doctrina especializada dice que el error
material es aquel error manifiesto que puede deducirse del expediente, si es ostensible, debe
rectificarse, aunque suponga una modificación de la expresión del acto; lógicamente, no
afectará al contenido, porque es el que se debe deducir del propio expediente.
Es potestad correctora pretende adecuar la expresión externa del acto a lo que es la voluntad
administrativa; de ahí que permita eliminar los errores que dicha expresión pueda incorporar.
El Derecho peruano expresamente contempla una única forma de invalidez, producida por los
vicios enumerados en el art. 10 LPAG y que solo puede ser alegada por los particulares dentro
de los brevísimos plazos de recurso, y por la Administración dentro de los más amplios
previstos para la revisión de oficio y la acción judicial de nulidad a cargo de la propia
Administración, aunque este sistema parece insuficiente cuando los actos estén afectados de
vicios especialmente graves.
Son erga omnes y ex tunc pues si la invalidez es originaria el acto debe pretender volver a la
situación existente al momento que se produjo respetando ciertos efectos del acto. La eficacia
ex tunc encuentra límites, no afectará a los derechos adquiridos de buena fe por terceros,
respecto de los cuales tendrá efectos ex nunc. Esta eficacia a futuro se da también respecto a
los actos cuyos efectos se han cumplido completamente, y su destrucción podría afectar
seriamente el interés público. El principio de protección de la confianza legítima, exige una
anulación ex tempore futuro o una indemnización por la retirada del acto, cuando se produjera
en el destinatario un perjuicio al haber llevado a cabo una serie de inversiones motivadas por
la confianza en el mantenimiento de la situación jurídica creada.
La posibilidad de que la anulación no destruya todos los efectos del acto es reconocida
expresamente, además, por la LPAG en su art. 205.2 según el cual “los actos incursos en causal
para su revocación o nulidad de oficio, pero cuyos efectos hayan caducado o agotado, serán
materia de indemnización en sede judicial, dispuesta cuando quede firme administrativamente
su revocación o anulación”
Hay dos supuestos en que dicha responsabilidad nace, cuando la Administración puede verse
obligada a indemnizar como consecuencia de los efectos que hubiere producido el acto
anulado y cuando la Administración deba indemnizar por los efectos que produzca el acto de
anulación. solo podría reclamarse una indemnización cuando la anulación fuera imprevisible
para el particular y cuando hubiese realizado actos concretos amparado en la confianza. la
responsabilidad patrimonial también puede exigírsele a quien dicto un acto afectado por vicios
no trascendentes.
es preciso distinguir entre esta «eficacia» genérica, y la eficacia «plena», es ésta última la que
puede no producirse hasta el momento de la notificación, o que puede estar suspendida como
consecuencia de una cláusula accesoria o de una declaración de la autoridad competente para
conocer de los recursos que hubieren podido presentarse contra el acto, aunque desde el
momento que este acto es dictado produce algunos de sus efectos. Cuando el art. 16.1 LPAG
establece como regla general, los actos administrativos producen efectos desde su
notificación, se refiere a los efectos propios del acto, aquellos que se buscan conseguir con él.
Cuando se conceda un beneficio a un administrado, éste debe entenderse otorgado desde el
momento en que el acto fue dictado, y no desde que fue notificado, salvo que se disponga lo
contrario en el mismo acto.
la propia naturaleza del acto, su contenido, la que puede interrumpir su eficacia plena. Estos
actos son aquéllos que contienen cláusulas accesorias y que, efectivamente, verán demorada
su eficacia plena dependiendo del tipo de cláusula que contengan.
Conocida como eficacia retroactiva que es ciertamente excepcional, puede darse cuando la
naturaleza del acto así lo exija o cuando se trate de un acto más favorable para los
administrados, siempre que no lesione derechos fundamentales o intereses de buena fe
legalmente protegidos a terceros y que existiera en la fecha a la que pretenda retrotraerse la
eficacia del acto el supuesto de hecho justificativo para tal decisión”.
Respecto a los actos dictados en enmienda es decir aquellos que sustituyen otros actos, hay
que negar de plano la posibilidad de la eficacia retroactiva de estos actos si su contenido es
limitativo de los derechos de los administrados, no así si el contenido es favorable.
BALOTA 7
La LPAG reúne a todos los vicios con efectos invalidantes, sin hacer distinción alguna respecto
a su gravedad, estableciendo el mismo régimen jurídico para todos ellos bajo la denominación
de vicios de nulidad de pleno derecho.
Este supuesto muestra que nulidad no es tal en el ordenamiento peruano sino más bien una
anulabilidad disfrazada. Este vicio es consecuencia de la vinculación «positiva» de la
Administración al Derecho, esta vinculación solo justifica en que sean inválidos no nulos.
Algunos autores piensan que violar normas de orden público en el Derecho Administrativo da
como consecuencia la anulabilidad distinta al derecho privado donde la regla es que la
violación a las normas imperativas se considera como un vicio de nulidad de pleno derecho.
2.2.2. El defecto u omisión de alguno de sus requisitos de validez, salvo que se presente
alguno de los supuestos de conservación del acto a que se refiere el art. 14 LPAG:
Como acaba de indicarse, en la LPAG no se distingue entre los vicios invalidantes según su
importancia y gravedad, y esta omisión muestra gran parte de su importancia respecto a esta
causa de nulidad. Así, los requisitos de validez serían los establecidos en el art. 3 LPAG,
relativos a la competencia, el objeto o contenido, la finalidad pública, la motivación y el
procedimiento regular.
Se debe tomar en cuenta el 3.1 de la LPAG donde se regulan los requisitos para la emisión de
actos, su omisión produciría la nulidad de pleno derecho aunque hay que tomar en cuenta
que el primer requisito no es tan grave por lo cual puede considerarse como vicio de
anulabilidad distinto a los demás que tienen mayor importancia.
los actos administrativos han de perseguir la consecución del interés general, de allí que se
exija que tengan una causa, definida como la “adecuación del contenido de la actuación de
que se trate al fin público específico para el que esté jurídicamente previsto, teniendo en
cuenta las circunstancias fácticas en que se produce o haya de producirse, a la vista, pues, de
la concurrencia de los presupuestos fácticos para los que tal actuación esté asimismo prevista”
Como es lógico, los vicios de este elemento afectan a la validez del acto administrativo, como
lo establece nuestra legislación, de acuerdo a la cual “no puede habilitarse a perseguir
mediante el acto, aun encubiertamente, alguna finalidad sea personal de la propia autoridad, a
favor de un tercero, y otra finalidad pública distinta a la prevista en la ley, como se desprende
del art. 3.3. LPAG”. Entre estos vicios del elemento causal, igualmente invalidantes, ha de
incluirse a la «desviación de poder», que se produce cuando existe una contradicción entre la
«motivación interna» de quien dicta el acto administrativo y los fines para los cuales fue
conferida la potestad
Siempre según el art. 3 LPAG, el acto administrativo debe de estar debidamente motivado en
proporción al contenido y conforme al ordenamiento jurídico, además de ser conformado
mediante el cumplimiento del procedimiento previsto para su formación. Sin embargo, la
virtud invalidante de los vicios del elemento formal se ve muy disminuida en el Derecho
peruano, pues, como veremos más adelante, la omisión de las formalidades «no esenciales» o
la motivación insuficiente o parcial se considera como un vicio no trascendente.
2.2.3. Los actos expresos o los que resulten como consecuencia de la aprobación automática
o por silencio administrativo positivo, por los que se adquieren facultades, o derechos,
cuando son contrarios al ordenamiento jurídico, o cuando no se cumplen con los requisitos,
documentación o trámites esenciales para su adquisición;
Así, en Perú dicha previsión sirve también para confirmar el carácter de verdaderos actos
administrativos de los actos presuntos. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en España,
su nulidad solo podrá ser alegada en los plazos de recurso, al igual que en el caso de los actos
expresos, respecto a los cuales la mención de este inciso es innecesaria, pues no sirve para
aclarar ninguna posible discusión y ya se desprende lógicamente de lo dispuesto en los incisos
anteriores.
2.2.4. Los actos administrativos que sean constitutivos de infracción penal, o que se dicten
como consecuencia de la misma;
incluye tanto a los delitos como a las faltas, o que se dicten como consecuencia de la misma. es
necesario un previo pronunciamiento de la jurisdicción penal, en este caso es necesario
ampliar los plazos para la anulación, revisión de oficio y de revisión judicial a pedido de la
Administración y impugnación por parte del particular.
dos supuestos: cuando se trata de materias que son propias y exclusivas del Derecho penal
donde los hechos de las sentencias no pueden ser conocidos por la Jurisdicción Contenciosa
Administrativa y el segundo cuando el Juez penal deba hacer, para llegar a su sentencia,
valoraciones prejudiciales del orden jurídico-administrativo.
BALOTA 10
4.1. Introducción;
Es aplicable cuando tales actos impongan obligaciones a los administrados siempre y cuando
éstos rehúsen su cumplimiento. para llevar a la práctica esta «ejecutoriedad», esto es, para
proceder a la ejecución forzosa de actos administrativos, el artículo 194 exige:
3. Que la obligación derive del ejercicio de una atribución de imperio de la entidad o provenga
de una relación de derecho público sostenida con la entidad.
5. Que no se trate de acto administrativo que la Constitución o la Ley exijan la intervención del
Poder judicial para su ejecución.
En España se prevé por media de una clausula general, en Italia y Francia solo procede en caso
de autorización legislativa especifica.
4.5. Los requisitos de la ejecución forzosa. El acto administrativo como título de ejecución;
4.6.1. Ejecución coactiva (apremio sobre el patrimonio: artículos 13, 17, 18, 19, 21, 28, 32-37,
2ª y 4ª DCT LPEC);
Ejecución coactiva es el medio de ejecución mejor regulado, puesto que dispone de una Ley
propia y específica, a la que se remite el artículo 197 LPAG. Iniciado el procedimiento coactivo,
por haber causado estado el acto en el que se sustenta, éste no se detiene ni se suspende. El
núcleo del procedimiento es la adopción de determinadas medidas tras la notificación que
pueden consistir en el embargo de bienes del deudor en alguna de las siguientes formas: 1) de
intervención sobre recaudaciones, información, administración de bienes; 2) de depósito o
secuestro conservativo de bienes; 3) de inscripción y, 4) de retención sobre bienes, valores,
fondos y derechos de crédito, en cuentas corrientes, depósito, custodia y otros.
El tercero también puede ser responsable. La LPEC señala que se aplicará a la ejecución forzosa
de obligaciones de dar, hacer y no hacer, pero el procedimiento que desarrolla solo es
aplicable a las obligaciones de dar, en las de hacer reitera la existencia de la obligación. En la
práctica respecto a las obligaciones de hacer o no hacer se utilizará este procedimiento para
obtener la cuantía para sufragar los gastos de esos procedimientos.
Se trata de una técnica que puede utilizarse ante el incumplimiento de obligaciones de hacer
no personalísimas, que por ello pueden ser ejecutadas por un sujeto distinto del obligado,
puede hacerse por la entidad u otra persona por encargo de la entidad, el importe de gastos,
daños y perjuicios se exigirá conforme al sistema de ejecución coactiva.
Se trata de la imposición de multas que se reiteran por periodos, para obligar a cumplir con lo
previsto por el acto administrativo. No tiene naturaleza sancionatoria. Se puede utilizar en los
casos de obligaciones de hacer personalísimas en las que no proceda la compulsión por la
fuerza o en las que, procediendo, la Administración no estimara conveniente su aplicación, y
también en el caso de actos cuya ejecución pueda el obligado encargar a otra persona.
Se trata de una medida excepcional, por la incidencia que tiene en el ámbito de libertad física
de las personas. Se puede utilizar en el caso de incumplimiento de determinadas obligaciones
personalísimas de no hacer o soportar, siempre que esté expresamente previsto por la Ley y
con el debido respeto a la dignidad de las personas. En el caso de que no se ejecuten dichos
actos, podrán dar lugar a la exigencia de daños y perjuicios, que se regularán judicialmente y
no por la Administración.
BALOTA 11
Se limita a cumplir lo mismo que el acto ordena realizar al deudor por su propia cuenta, las
costas deben ser cubiertas por el ejecutado. La regulación de los procedimientos coactivos en
nuestro Ordenamiento no es unitaria, al menos conviven dos grandes tipos: 1) los
procedimientos de cobranza coactiva para las deudas tributarias (cfr. Código Tributario, Título
II del Libro III y Res. 016-97 SUNAT) y, 2) el Procedimiento de Ejecución Coactiva general. Pues
bien, este procedimiento se regula por la Ley 26979, Ley de Procedimiento de Ejecución
Coactiva (LPEC), publicada el 23-IX-98, que deroga la anterior, Ley 17355, de 31-XII-68 (cfr. 1ª
DF LPEC). Esta Ley ha sido modificada en varias ocasiones, por las leyes 28165 y 28892, y ha
sido objeto de dos sentencias del TC (Exp. 0026-2004-AI/TC; y 0015-2005-AI/TC). Además, su
Reglamento fue aprobado mediante Decreto Supremo 069-2003-EF.
la obligación debe provenir de una relación jurídica de Derecho público consistente en: 1)
cobros de ingresos públicos distintos a los tributarios y no amparados por el Derecho privado;
2) cobro de multas y sanciones no tributarias; 3) demoliciones, construcciones, reparaciones,
clausura de locales, adecuación a reglamentos o similares; 4) ejecución de obras,
suspensiones, paralizaciones, modificación o destrucción de obras, excepto regímenes
especiales; 5) garantías otorgadas, y 6) Costas y gastos de la cobranza.
b) Cobranza coactiva para obligaciones tributarias de los Gobiernos locales: cualquier deuda de
índole tributario, considerándose tales: 1) las establecidas mediante resolución de
determinación; 2) establecidas por resolución y no apeladas; 3) cuotas de amortización por
fraccionamiento; 4) órdenes de pago de acuerdo al artículo 78.1 y 3 del CT16; 5) garantías
otorgadas por materias tributarias y 6) Costas y gastos de la cobranza (artículo 25 LPEC).
4.7.4. Suspensión;
d) Se haya omitido la notificación al Obligado, del acto administrativo que sirve de título para
la ejecución.
Adicionalmente, el art. 31.1 LPEC establece unos supuestos adicionales para la suspensión del
procedimiento administrativo de ejecución de deudas por tributos municipales, entre las que
cabe destacar la “existencia de anticipos o pagos por el mismo tributo realizados en exceso,
siempre que no hayan prescrito; en órdenes de pago, cuando se prevea que la cobranza pueda
ser improcedente se aceptará la reclamación sin pago previo y se admitirá la suspensión”.
Además de los supuestos establecidos en los arts. 16 y 31, sólo cabe no iniciar el
procedimiento de ejecución cuando, en el caso especial de las cobranzas onerosas (artículos 11
y 27 LPEC), el monto de la obligación es inferior al costo de cobrarla, debe suspender la
ejecución, aunque el ejecutor está facultado, si fuera el caso, a acumular deudas. De todos
estos supuestos, el más complejo es el previsto en el inciso e), y que muestra cómo en Perú los
actos administrativos no pueden ser realmente ejecutados mientras puedan ser recurridos. el
inicio de un contencioso administrativo suspende en todo caso el procedimiento de ejecución
coactiva, esta disposición exige también la suspensión de todo procedimiento de ejecución
iniciado mientras sea posible acudir a contencioso.
Adicionalmente según el art. 16.2 LPEC también procederá la suspensión cuando fuera
ordenado por una medida cautelar establecida por el Poder judicial en un contencioso
administrativo o en un proceso de amparo.
Estas medidas no pueden ser superiores a 30 días, prorrogables por otros 30 más, pasado los
cuales caducarán. Debe tratarse de medidas provisionales y excepcionales, y está prohibido el
embargo preventivo contra vehículos motorizados. Si el potencialmente obligado presenta
garantía suficiente, deberán ser levantadas. Igualmente, y como medida excepcional, el
Ejecutor podrá adoptar las medidas que sean necesarias si peligra la salud, higiene o la
seguridad pública
a) Cuando una vez iniciado el procedimiento de ejecución coactiva, se hubiera ordenado una
medida cautelar contra el obligado;
4.7.6. Tercerías: