Moreno, María - Literal, Revista Sarmientina
Moreno, María - Literal, Revista Sarmientina
Moreno, María - Literal, Revista Sarmientina
Literal daba cuenta de que ¡¡la épica de la coyuntura es una metafísica del 2020 (1)
oportunismo"(1975) y se distanciaba de Sartre para declarar que la 2019 (7)
libertad sólo puede vivirse cuando se la pierde y se anuncia como 2018 (10)
condena. En un artículo titulado "La historia no es todo", que respondía a 2017 (35)
otro publicado en el Nº 120 de la revista Todo es historia, firmado por 2016 (25)
Andrés Avellaneda, Literal proclamaba: "Sí, todo es historia y sin embargo 2015 (22)
la historia no es todo desde que una lógica de los conjuntos puso entre 2014 (33)
paréntesis la idea de totalidad y desde que una teoría del relato enseña 2013 (2)
el mismo gesto leer, aprender, escribir, enseñar: se divertían en una época Conferencias porteñas - Coloquio
Jacques-Alain Miller
que sólo valoraba la dimensión trágica (en Osvaldo Lamborghini, una
abril (2)
biografía; de Ricardo Strafacce, entre las mitologías y el documento,
marzo (7)
puede rastrearse ese clima de alegría intelectual) Y, lo supieran o no, eran
sarmientitos por su potencia inventora aun en el mal comprender, en el enero (5)
LA ACTUALIDAD DE UN INTELECTUAL
Programa 2019
Masotta vuelve
Germán García
Curso regular
"Roberto Arlt, yo mismo", uno de sus artículos, habla del rechazo que
experimentaba Oscar Masotta frente al mito de la "clase media", con sus Contacto:
valores de moderación, sacrificio y estudio. Esa vida "entre", de los que se [email protected]
El retorno de la verdad
En alguna parte Jacques Lacan habla del síntoma como de una verdad
que retorna a las fallas de un saber. Este retorno del nombre y la
producción de Oscar Masotta treinta años después de su muerte,
producido por diferentes actores con intereses diversos (arte, filosofía,
política, psicoanálisis, literatura), supone, entonces, tanto la falla de un
saber como el retorno de una verdad.
Que una revista como El río sin orillas se interese en traer del olvido y
hasta de la ignorancia el único intento de Oscar Masotta de escribir una
novela en su juventud, que por primera vez se escriba una biografía y se
lo coloque en una serie con Pichón-Riviere, Marie Langer, Arnaldo
Rascovsky, Mauricio Goldenberg y José Bleger es algo que sorprende. Es
cierto que "verdad" no quiere decir "belleza" y que dicha serie se llama
"Fundadores de la psicología argentina" (Capital intelectual), expresión de
un anhelo más que descripción de una realidad: los nombrados eran
psicoanalistas y no se dedicaban a la psicología que, dicho sea de paso,
no tiene una sola "corriente" creada en la argentina. El síntoma muestra,
al menos, este deseo de "fundar" algo, de tener autoridad en algo. Y es
verdad que Masotta supo construir ámbitos de autoridad y que su posición
no ignoraba que la originalidad es del Otro. Pero ninguna originalidad es el
fundamento de la autoridad, tampoco algún saber, como le dice Masotta a
Sur en 1955. Las ideas que voy a exponer – decía Macedonio Fernández–
son absolutamente mías; nadie las encontró en otro autor antes que yo.
Oscar Masotta sabía encontrar antes: eso molestaba. Además, sabía
contar con alegría sus múltiples hallazgos, sus repeticiones originales. Por
último, esta edición tiene una lectura novedosa en el excelente prólogo de
Diego Peller, que evité repetir para que cada lector lo descubra por su
cuenta.
CLAVES DE UN LEGADO
La exigencia de un intelectual
Luis Gusmán
Con Oscar Masotta me sucedió algo parecido que con Carlos Gorriarena,
ambos considerados maestros por las generaciones siguientes. Con los
dos compartí mucho menos tiempo del que me hubiera gustado. La
comparación es válida porque establecí con los dos una relación tan fuerte
en lo intelectual como en lo afectivo. Pero de estos dos amigos hay un
rasgo que quiero destacar y que los distinguió: su generosidad. A Oscar lo
conocí alrededor del año 1973. Por ese tiempo comencé a estudiar Freud
con él. El otro rasgo que me llamó la atención de Oscar fue la libertad de
poder impulsar al otro al riesgo de hacer las cosas que uno deseaba
hacer. En ese sentido, recuerdo una mesa redonda en el taller que los
hermanos Cedrón tenían en el barrio de La Boca, a la que yo no estaba
invitado. Entre los que intervenían estaban O. Lamborghini, O. Steimberg,
Germán García y Masotta. Oscar me invitó a subir al estrado. Dos años
después se fue a España y nos vimos por última vez en Barcelona.
Durante esa ausencia nos carteamos. Recuerdo que una vez le reproché
su demora en contestar, y me respondió: "La amistad puede esperar".
Tenía razón.
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