Moreno, María - Literal, Revista Sarmientina

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- Una publicación de la Biblioteca y Archivo del Centro Descartes

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Dossier "Conciencia y estructura" Buscar

Transcribimos a continuación el dossier que fue publicado en Ñ – Revista


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de Cultura – el sábado 15 de mayo pasado, con motivo de la re-edición
#FRD30años (13)
del libro “Conciencia y Estructura” de Oscar Masotta por la Editorial Eterna
Cien años de psicoanálisis en la Argentina
Cadencia. (6)
Coloquio Jacques –Alain Miller (9)
De Archivo (5)
Departamento de Psicoanálisis (1)
El bibliotecario de Musil (69)
Literal, revista Sarmientina El Mirador (7)
María Moreno. Encuesta René sobre literatura. (1)
Poemas adyacentes (2)
La revista Literal fue una ocurrencia de Germán García para quien la Visto y Oído (1)

palabra ocurrencia tiene más el sentido de "fundación" que de "idea


repentina". En el comité de redacción estaban Luis Gusmán, Jorge XXXIIº Coloquio Descartes

Quiroga, Osvaldo Lamborghini y Ricardo Zelarrayán, quien no figuraba


pero formaba parte de la trama jugando como una parodia de "enemigo"
interno, sarcástico y querellante, que ponía a prueba con humor lo que, en
el momento de la publicación y aun con las más complejas filiaciones
teóricas, siempre tenía al aire de panfleto feliz. En ese entre nos, había
uno que estando ausente (en Barcelona) seguía ocupando el lugar del
maestro: Oscar Masotta.
Literal salió entre 1973 y 1977, fechas secuestradas por la política.
Entonces los partes de los militantes de la literatura comprometida
situaron a los escritores de Literal como fugados de la banda de la
experimentación integrada por rayuelistas y cortazarianos, y paradójica o
arteramente, leyeron en forma literal el axioma lacaneano sostenido por la
revista: "la realidad es imposible". De archivo

Literal daba cuenta de que ¡¡la épica de la coyuntura es una metafísica del 2020 (1)
oportunismo"(1975) y se distanciaba de Sartre para declarar que la 2019 (7)
libertad sólo puede vivirse cuando se la pierde y se anuncia como 2018 (10)
condena. En un artículo titulado "La historia no es todo", que respondía a 2017 (35)

otro publicado en el Nº 120 de la revista Todo es historia, firmado por 2016 (25)

Andrés Avellaneda, Literal proclamaba: "Sí, todo es historia y sin embargo 2015 (22)

la historia no es todo desde que una lógica de los conjuntos puso entre 2014 (33)

paréntesis la idea de totalidad y desde que una teoría del relato enseña 2013 (2)

que las múltiples articulaciones del sujeto de la enunciación en el 2012 (21)

enunciado no puede reducirse al pavloviano reflejo de la realidad, ni al 2011 (85)

romántico expresarse de unas individualidades soberanas. Es la historia lo 2010 (43)


diciembre (5)
que derrumba estas creencias sobre la historia".
noviembre (4)
Como señala Oscar Steimberg, jamás se le reprochó a los escritores del
octubre (3)
ochenta que hicieran uso del saber positivista; en cambio, se les reprochó
septiembre (3)
a los "subversivos" de Literal la crítica estructuralista y psicoanalítica. Si
agosto (6)
bien no se escribe con lo que se sabe, que se supiera al escribir, rompía
julio (1)
con el mito del escritor ¡¡natural", pensado por sus propias filas bajo la
junio (4)
forma del ensayo impresionista garantizado por la impregnación sensible
mayo (3)
de las grandes voces literarias dispuestas a silbar la melodía del parnaso Dossier "Conciencia y estructura"
mundial. En-clave de Soledad: comunidades
Los escritores de Literal, con una instantaneidad de ráfaga, aglutinaban en analíticas

el mismo gesto leer, aprender, escribir, enseñar: se divertían en una época Conferencias porteñas - Coloquio
Jacques-Alain Miller
que sólo valoraba la dimensión trágica (en Osvaldo Lamborghini, una
abril (2)
biografía; de Ricardo Strafacce, entre las mitologías y el documento,
marzo (7)
puede rastrearse ese clima de alegría intelectual) Y, lo supieran o no, eran
sarmientitos por su potencia inventora aun en el mal comprender, en el enero (5)

impulso inmediato de transmitir lo recién cartoneado, en el caso de ellos, 2009 (53)


entre la proliferación de traducciones de los pensadores de mayo del 68, 2008 (52)
al mismo tiempo que ácratas, puesto que tomaban por asalto la propiedad 2007 (4)
de la biblioteca argentina para leerla diferente.
Lacan - Freud, Idas y Estudios Analíticos
vueltas (2019) Integrales
Este texto retoma parte del prologo de “Escrito por los otros”, ensayos
sobre los libros de Luis Gusman (norma, 2004).

LA ACTUALIDAD DE UN INTELECTUAL
Programa 2019
Masotta vuelve
Germán García
Curso regular
"Roberto Arlt, yo mismo", uno de sus artículos, habla del rechazo que
experimentaba Oscar Masotta frente al mito de la "clase media", con sus Contacto:

valores de moderación, sacrificio y estudio. Esa vida "entre", de los que se [email protected]

conformaban con no ser ni ricos ni pobres, ni vulgares ni refinados, ni


cultos ni analfabetos. La diosa fortuna no lo había favorecido: su infancia
había transcurrido entre Caballito y Villa Luro. Su familia llegó hasta Villa
del Parque. Parecía haber aceptado su destino: se recibió de maestro en
la Escuela Normal Mariano Acosta, pero la ocurrencia de la
hispanofrancesa Elena de Souchére, que había publicado en Les Temps
Modernes un artículo titulado Dieu est-il antiperoniste? (¿Dios es
antiperonista?) se convirtió en una jugada de la suerte que le cambió la
vida. En una escuela de barrio Oscar Masotta propuso una redacción que
tendría que responder a la pregunta "¿Dios o Perón?". Esto ocurrió un
poco antes de la Revolución Libertadora de 1955, en pleno enfrentamiento
entre Perón y la Iglesia, y fue una ocurrencia inspirada en Elena Souchére
que le costó el trabajo.

Por entonces ya había leído, además de a Sartre, a novelistas como


Willam Faulkner y Ernest Hemingway. Quería ser escritor y llegó a escribir
algunos relatos y poemas. Pero será el ensayo, ese género melancólico
creado por Montaigne, frecuente entre nosotros, lo que lo lleva a la revista
Centro, desde 1953. Poco después se encuentra en la revista Contorno
realizada por Carlos Correas, Juan José Sebreli, los hermanos David e
Ismael Viñas, Noé Jitrik, Adolfo Prieto, León Rozitchner, Ramón Alcalde,
Adelina Gigli y otros. Sus estudios de la Facultad de Filosofía y Letras,
comenzados antes de los veinte años, le habían facilitado la pertenencia a
un grupo que llegaría a gravitar de manera decisiva en la cultura
argentina. Grupo al que un crítico llamó "los parricidas".

En 1955, con la caída de Perón, se integra al periódico Clase Obrera, del


Movimiento Obrero Comunista, orientado por Rodolfo Puiggrós hacía un
encuentro con el peronismo de la resistencia. En 1956 se acerca de nuevo
a la Facultad de Filosofía, en otro intento por obtener un título. Conciencia
y estructura.
La aparición de Conciencia y estructura, editada por Eterna Cadencia, es
una nueva ocasión para percatarse de la complejidad de un momento,
pero muestra también los alcances de algo que los traductores conocen y
que se expresa en la paradoja de una repetición original. Borges, con su
Pierre Menard, autor del Quijote, se anticipó a cualquier reflexión sobre
este tema. Nombrarlo aquí es para subrayar la cuidadosa relación que
Oscar Masotta mantenía con la obra de quien, durante décadas, fue el
autor más controvertido de varias generaciones de escritores. Cuando le
sugerí que escribiera algo sobre Borges para la revista Literal, me
respondió que no quería abandonar su costumbre de no escribir sobre
Borges. Por supuesto, Oscar Masotta no ignoraba que la respuesta
recordaba el estilo de Borges, pero en aquellos comienzos de los setenta
la cautela lo excluía de unas discusiones sobre literatura que le parecían
poco interesantes.
En el prólogo de Cuerpo sin armazón, un libro extraño de Oscar
Steimberg, afirmaba que Eduardo Costa era un "verdadero escritor"
porque había dejado de escribir. Oscar Masotta ya había realizado la
Bienal de la Historieta y publicado la revista LD (Literatura Dibujada), lo
que dice algo sobre la paradoja de su afirmación. El cuerpo de la literatura
parecía quedarse sin armazón.
En Conciencia y estructura en vez de hablar de Borges prefiere escribir
sobre el platonismo de Güiraldes, sobre Ricardo Rojas: con ellos las cosas
están claras. Y por eso puede comentar a David Viñas, contracara de esa
literatura "platónica", segura de su armazón. Entonces Oscar Masotta
creía en una literatura inspirada en Sartre, incluso en su juventud había
intentado una novela en ese tono (rescatada en el número 3 de la revista
El río sin orillas). Borges era otra cosa. Comenzar por subrayar algo del
interés de Oscar Masotta por la literatura es poner de relieve uno de los
hilos con los que tramó su juego en nuestra cultura de importación, uno de
los hilos que parecía no poder olvidar ni anudar con soltura (había
publicado algunos poemas en una antología; una vez me dijo que le
gustaría escribir un libro como La edad del hombre, de Michel Leiris).

Entre una cosa y otra


No es un secreto que la primera década de este siglo asistió a un retorno
de Masotta que no sólo testimonia la publicación de sus libros olvidados,
sino que también puede notarse en la multiplicación de artículos e
investigaciones sobre diferentes facetas de su obra. Y esto no sólo ocurre
en la Argentina y en otros países de nuestra lengua, ya que pueden leerse
artículos publicados en lengua inglesa (en Londres y en Nueva York) y
también en lengua francesa (incluido un homenaje realizado en París). En
este retorno se inscribe el libro que comentamos. Conciencia y estructura
(1968), así como un libro de Eliseo Verón, están entre los primeros de una
colección de la Editorial Jorge Alvarez que, desde el diseño, se presenta
como dedicada a los temas surgidos de lo que la difusión llama
"estructuralismo".
La palabra del título de Oscar Masotta, junto al término "conciencia", sitúa
la conjunción y la disyunción del momento en que las "ciencias humanas",
inspiradas en las matemáticas, se proponen realizar programas científicos.
La cita de Bernard Pingaud, que Oscar Masotta elige para presentar su
libro es muy elocuente: "1945, 1960: para medir el recorrido entre esas
dos fechas, basta abrir un diario o una revista y leer cualquier crítica de
libros. No sólo no se cita ya los mismos nombres, no se invocan las
mismas referencias, sino que no se pronuncian tampoco las mismas
palabras. El lenguaje de la reflexión ha cambiado. La filosofía, triunfante
hace quince años atrás, se borra ahora ante las ciencias humanas: el
desplazamiento acompaña la aparición de un nuevo vocabulario. Ya no se
habla de 'conciencia' o de 'sujeto', sino de 'reglas', de 'códigos', de
'sistemas'; ya no se dice que 'el hombre hace el sentido', sino que el
sentido 'adviene al hombre'; no se es más existencialista, se es
estructuralista".
Si Oscar Masotta pone esta alternativa en su título, no es porque va a
dedicarse a elegir uno de ellos después de una argumentación. Como lo
subraya Diego Peller en el prólogo, Oscar Masotta no fue primero
existencialista y después otra cosa, no hay ningún recorrido lineal:
Jacques Lacan está citado en 1959 y el Sartre ensayista sigue presente
en sus trabajos muchos años después.
Por otra parte, Jacques Lacan, a quien Masotta conoce mucho mejor en
1968, dijo que el "estructuralismo" duraría una temporada, también dijo
que no era estructuralista y al parecer se enojó por la aparición de esta
palabra en la primera traducción parcial de sus Escritos al castellano (que
habían sido titulados Lecturas estructuralistas de Freud).

Una novela social


La editorial Eterna Cadencia publicó en 2008 Sexo y traición en Roberto
Arlt e Introducción a la lectura de Jacques Lacan. ¿Puede haber mayor
disparidad entre dos nombres propios?: Arlt y Lacan; conciencia y
estructura. No creo que se trate de una alegoría, pero es un acierto de la
editorial que Conciencia y estructura aparezca en tercer lugar para
mostrar al nuevo siglo la constelación de intereses en que se movía
Masotta.
En esa constelación el estructuralismo no es la clave, pero el término
estructura es necesario para olvidar un poco las sustancias de las
palabras y estar atento a las diferencias y las relaciones que traman.
Masotta inserta, en septiembre de 1968, poco antes de la salida de la
primera edición, un segundo prólogo donde leemos: "Pero quisiera avisar
al lector, además, con respecto a las fechas de publicación de los ensayos
–1955 a 1967–, que no intenté descubrir en ellas los hitos de una
evolución intelectual. O mejor dicho, que ahí donde esa evolución existe,
ella está tan explicitada que no es preciso descubrirla. Y en cuanto a lo
que se refiere a posiciones políticas e ideológicas, aquí, menos que en
cualquier otro nivel, no existe evolución. Yo no he evolucionado desde el reniega sobre el
marxismo al arte pop; ni ocupándome de los artistas pop traiciono, ni positivismo
desdigo, ni abandono el marxismo de antaño..."
Masotta advierte que una "novela social" es legible en este recorrido, pero
que no se trata de una novela familiar ni de una novela de iniciación: su
héroe no es un adolescente. Que la compilación de ensayos comience en
1955 decide una escansión que se homologa con el acontecimiento
político que dividió al país y creó un antes y un después de consecuencias
incalculables. Que concluya en 1967 y se publique en 1968 sitúa al libro
en el contexto del torbellino generado por los acontecimientos que se
iniciaron en mayo en Francia. Por eso no se trata de una novela familiar ni
del recorrido de una formación personal, sino de una novela social donde
los personajes nombrados ilustran conceptos (Arlt, Güiraldes, David
Viñas) y los conceptos disuelven las pretensiones de ser autores de los
personajes. Es decir, las redes que constituyen una estructura con sus
principios, relaciones y reglas funcionan sin las subjetividades (Onetti dijo
que sabía como hablaban los personajes de Manuel Puig, pero ignoraba si
tenía algún estilo).
El tema de la estructura se actualiza en el momento en que la filosofía, al
menos en parte, intenta avanzar sobre el psicoanálisis con el estandarte
de la "filosofía política". Zizek, Badiou son los más nombrados. Pero esta
novedad tiene sus años (El AntiEdipo fue su primer resultado, después de
unos años de lucha entre la negatividad –léase Lacan– y la positividad
–léase comienzo de la posmodernidad–).
Conciencia y estructura empieza con una crítica a la revista Sur, referida al
"antiperonismo colonialista". Hoy, el título sin la lectura detallada de lo que
sigue extraviaría al lector. Lo que se expone bajo ese título no es la
facilidad de un populismo vulgar, tampoco las construcciones del
populismo ilustrado de Ernesto Laclau. Se trata del análisis de lo escrito
en Sur, a través de varios autores, sobre la relación entre la alta cultura y
la cultura popular (entendida, de manera implícita, como falta de cultura).
Los artículos "El platonismo de Güiraldes" y "Ricardo Rojas y el espíritu
puro" muestran facetas de esta posición, de la misma manera que la
"Explicación de un dios cotidiano" –novela de David Viñas– se opone a
estos dos autores como una salida (Masotta critica algunos puntos de su
ensayo, muestra en el prólogo un mayor acuerdo con el libro de Viñas).
El trabajo sobre Leopoldo Lugones y Juan Carlos Ghiano, con diferencias
propias, se encuentra en este conjunto; por su parte "Roberto Arlt, yo
mismo" –texto que sorprenderá a cualquier lector que no lo haya leído–
tiene un lugar singular, es un hápax en el conjunto.
Lo que se trama en literatura, donde no falta la crítica literaria ni una
respuesta sobre la literatura y el hombre corriente, entra en una relación
diferencial, de tensión y resonancia, con la reflexión filosófica: Merleau-
Ponty, Sartre y Daniel Lagache, el marxismo contemporáneo. Y un toque
de época (1963): "Cristianismo, catolicismo, marxismo ...".
El legendario trabajo sobre Jacques Lacan, las irónicas "Anotaciones para
un psicoanálisis de Sebreli", los trabajos sobre el arte "pop", la plástica y la
historieta, más los autores que aparecen en las referencias, convierten a
esta constelación en un documento que muestra la complejidad de esos
años (congelados en unas explicaciones cuya facilidad parece calculada
para un lector que hay que suponer perezoso y/o demasiado ocupado).
Conciencia y estructura, a la inversa, supone un lector interesado por algo

marxismo, escritor comprometido, etc - lector politizado


que está más allá del reflejo de sí, por algo donde el pasado es la
inquietud del presente y del porvenir.

El retorno de la verdad
En alguna parte Jacques Lacan habla del síntoma como de una verdad
que retorna a las fallas de un saber. Este retorno del nombre y la
producción de Oscar Masotta treinta años después de su muerte,
producido por diferentes actores con intereses diversos (arte, filosofía,
política, psicoanálisis, literatura), supone, entonces, tanto la falla de un
saber como el retorno de una verdad.
Que una revista como El río sin orillas se interese en traer del olvido y
hasta de la ignorancia el único intento de Oscar Masotta de escribir una
novela en su juventud, que por primera vez se escriba una biografía y se
lo coloque en una serie con Pichón-Riviere, Marie Langer, Arnaldo
Rascovsky, Mauricio Goldenberg y José Bleger es algo que sorprende. Es
cierto que "verdad" no quiere decir "belleza" y que dicha serie se llama
"Fundadores de la psicología argentina" (Capital intelectual), expresión de
un anhelo más que descripción de una realidad: los nombrados eran
psicoanalistas y no se dedicaban a la psicología que, dicho sea de paso,
no tiene una sola "corriente" creada en la argentina. El síntoma muestra,
al menos, este deseo de "fundar" algo, de tener autoridad en algo. Y es
verdad que Masotta supo construir ámbitos de autoridad y que su posición
no ignoraba que la originalidad es del Otro. Pero ninguna originalidad es el
fundamento de la autoridad, tampoco algún saber, como le dice Masotta a
Sur en 1955. Las ideas que voy a exponer – decía Macedonio Fernández–
son absolutamente mías; nadie las encontró en otro autor antes que yo.
Oscar Masotta sabía encontrar antes: eso molestaba. Además, sabía
contar con alegría sus múltiples hallazgos, sus repeticiones originales. Por
último, esta edición tiene una lectura novedosa en el excelente prólogo de
Diego Peller, que evité repetir para que cada lector lo descubra por su
cuenta.

CLAVES DE UN LEGADO
La exigencia de un intelectual
Luis Gusmán

Con Oscar Masotta me sucedió algo parecido que con Carlos Gorriarena,
ambos considerados maestros por las generaciones siguientes. Con los
dos compartí mucho menos tiempo del que me hubiera gustado. La
comparación es válida porque establecí con los dos una relación tan fuerte
en lo intelectual como en lo afectivo. Pero de estos dos amigos hay un
rasgo que quiero destacar y que los distinguió: su generosidad. A Oscar lo
conocí alrededor del año 1973. Por ese tiempo comencé a estudiar Freud
con él. El otro rasgo que me llamó la atención de Oscar fue la libertad de
poder impulsar al otro al riesgo de hacer las cosas que uno deseaba
hacer. En ese sentido, recuerdo una mesa redonda en el taller que los
hermanos Cedrón tenían en el barrio de La Boca, a la que yo no estaba
invitado. Entre los que intervenían estaban O. Lamborghini, O. Steimberg,
Germán García y Masotta. Oscar me invitó a subir al estrado. Dos años
después se fue a España y nos vimos por última vez en Barcelona.
Durante esa ausencia nos carteamos. Recuerdo que una vez le reproché
su demora en contestar, y me respondió: "La amistad puede esperar".
Tenía razón.

Las reediciones de los libros suelen depararnos sorpresas. Observamos


los subrayados de nuestra lectura como si fueran ajenos, y en algún
sentido lo eran. No leemos lo que seguramente leeremos la próxima vez,
o quizás nunca. Leemos lo que había pasado inadvertido, como dice
Borges de Kafka : "Pasé ante la revelación y no me di cuenta". Los libros
que se reeditan nos ofrecen estas oportunidades. Conciencia y estructura,
ahora reeditado, tiene una marca que caracteriza los libros de los años
sesenta y setenta: vienen acompañados de un prólogo. Basta recordar El
fiord, de Osvaldo Lamborghini, con prólogo de Germán García bajo el
seudónimo de Leopoldo Fernández, o Cuerpo sin armazón de Oscar
Steimberg, prologado por Masotta. Aquellos prólogos tenían una función
que no vacilaría en llamar una política de la lectura.

Esta reedición de Conciencia y estructura está prologada por Diego Peller,


quien llevado por cierta moda de la época utiliza el nombre de Walsh
como si fuera un significante flotante que funciona de manera binaria,
complementaria, con autores tan disímiles como O. Lamborghini o
Masotta, lo cual produce una contigüidad desopilante. Esta manera de leer
llevado por el demonio de la analogía lo lleva a aplicar una teoría de la
marca a partir de una anécdota relatada por Jorge Lafforgue sobre su
amigo Oscar Masotta. En esta anécdota Masotta hace alarde de la marca
de su corbata. Este elemento, junto con otro, tomado de "Roberto Arlt, Yo
mismo" (texto incluido en estos ensayos donde por su índole
autobiográfica y construcción del personaje, Masotta declara su dandismo
inglés y su fascinación por cómo vestía Marcelo Sánchez Sorondo hijo),
lleva a más de un malentendido. De estos dos elementos y apoyándose
en una referencia a Derrida sobre el precio, el prologuista concluye de
manera tan precipitada como torpe. Pero la torpeza, cada cual tiene su
estilo, no reside en el aspecto crítico que incluso toma la forma del elogio,
sino que su argumentación contradice de manera flagrante lo que enuncia
como brújula, el propio Masotta: "Masotta también escribía siempre
poniendo el precio, marcándolo y remarcándolo, exhibiendo la dificultad en
lugar de ocultarla". Poner a la dificultad como motor de la argumentación,
¿es exhibirla? El prologuista prosigue: "Sabía mantenerse equidistante
tanto del pudor supuestamente 'distinguido' como de la ingenuidad con la
que el advenedizo traiciona su origen en el momento mismo en que, al
contar lo que le costó su traje nuevo, cree estar dejándolo atrás. Masotta
muestra la marca, señala el precio, y lo hace deliberadamente, con
absoluta lucidez. Así lo hacía saber a quienes lo interrogaban, en una
encuesta, sobre su trabajo crítico". Para demostrar lo que enuncia, el
prologuista se apoya en esta cita de Masotta en la que es difícil encontrar
lo que pretende argumentar: "Cuento aquí mis limitaciones, y yo sé que es
de mal gusto referirse a las barreras que no se han podido franquear. Pero
tal vez me atraiga el mal gusto, tal vez me agrade hacer pose de lucidez, o
tal vez es preciso decirlo sencillamente de este modo". La cita de Masotta
proviene de su reflexión sobre una crítica que había escrito sobre David
Viñas: "Hubiera querido hacer de ese ensayo mucho más de lo que pude,
y lograr pasar del análisis del uso de las conjunciones y preposiciones, un
análisis minucioso del estilo, a la significación política de la obra". ¿Por
qué, de lo enunciado por Masotta, el prologuista reprime lo más político
del trabajo crítico?

En los ensayos de Masotta se tratan temas que hoy se imponen en


nuestra discusión intelectual. Elijo la palabra actual ex profeso, y evito el
término "profético" porque no creo en ningún tipo de anticipación, sino en
que hay libros que pueden leer el estado de lengua de un discurso en una
ANACRONISMO? época determinada. En esa lectura están las huellas de ciertas
repeticiones que no responden a un orden cronológico, sino a una
interpretación del orden de las razones de un discurso. Orden de razones
que en Masotta, más que una expresión, era su manera retórica de
disponer la argumentación.

Se ha repetido hasta el cansancio, desde el elogio hasta la denostación,


que Masotta era un autodidacta. Para él, autodidacta quería decir que el
maestro no sólo funda una enseñanza, sino que es alguien capaz de
aprender de esa enseñanza: "En un país sin maestros (y me disculpo por
la frase) uno tiene que, a la vez, enseñarse lo que eran las cosas y los
otros, y aprenderlo todo de esa enseñanza".

Desde hace bastante tiempo, posiblemente desde Althusser, se ha


impuesto la idea de etapas: el joven Marx, el joven Lukács, lo cual supone
una "evolución" del autor en su obra. Esto se pluraliza y en el prólogo,
Peller habla de los tres Masotta bajo la forma de un pregunta que, creo,
contradice lo que el propio Masotta enuncia, enumera y explicita cuando
da las razones que lo llevaron a reunir estos ensayos en un volumen.
"Podría inducir al lector a pensar que hay entre los temas aquí tratados
más discontinuidad de la que efectivamente existe". Masotta no asimila la
pluralidad de los temas a una discontinuidad, incluso explicita que en
estos ensayos publicados entre 1955 y 1967 no se intenta descubrir una
"evolución" intelectual. No hay pistas, no hay claves a descifrar: "ahí
donde esa evolución existe, ella está tan explicitada que no es preciso
descubrirla"; es decir, se trata de una cuestión política: "Y en cuanto a lo
que se refiere a posiciones políticas e ideológicas, aquí, menos que en
cualquier otro nivel, no existe 'evolución'".

Cuando Masotta critica su postura mimética tomada de Sartre y de la


revista Les Temps Modernes y critica su crítica a David Viñas, no es un
mero artificio retórico, sino que lo extiende a cómo entendía la lectura de
sus propios ensayos. En "La fenomenología de Sartre y un trabajo de
Daniel Lagache", declara: "Como siempre, hay que lamentar que los
pensadores, cuando critican sus reflexiones anteriores, no lo hagan desde
el nivel de análisis inmanente a esas reflexiones". En su autocrítica a la
crítica de Viñas practica esta manera de ensayar.

La manera de leer de Masotta siempre privilegió el vacío. Está formulado


como protocolo de lectura en el prólogo de 1967 y más tarde en sus
escritos psicoanalíticos. A esa manera la llama el resguardo de la falta. Se
trata de dos vacíos diferentes, pero lo cierto es que el vacío funciona
como lugar desde donde se lee un texto produciendo otro texto: "Yo no he
evolucionado desde el marxismo al arte 'pop'; ni ocupándome de las obras
de los artistas 'pop' traiciono, ni desdigo, ni abandono al marxismo de
antaño… Al revés, al ocuparme de esa nueva tendencia viviente de la
producción artística más contemporánea, entiendo permanecer fiel a los
vacíos, a las exigencias y las necesidades de la teoría marxista".

Entre nosotros, los lectores de Masotta, su nombre es el de una exigencia


intelectual. En estos ensayos, Masotta, entre otras cosas, está articulando
la teoría con una praxis y eso lo conduce del marxismo al psicoanálisis y a
su enseñanza. También, al rol del intelectual y a lo intelectual de una
práctica que define en estos términos: "Si uno se ha dado a la tarea de
pensar, no hay otra salida que tratar de hacerlo lo más profundamente, lo
más correctamente posible. ¿Podrá uno alguna vez cumplir con esta
exigencia elemental?" Esta pregunta, que Masotta le plantea al
interlocutor, es la que ha hecho escuela; en esto reside su enseñanza más
allá de la fundación de cualquier institución. Esta pregunta es política, ya
que la formula cuando habla de la falta de memoria, de maestros y de
enseñanza en este país: "Pero es cierto: los años han transcurrido y ya no
es lo mismo ni para uno ni para las dos generaciones que nos siguen
inmediatamente. ¿El problema? Bien: se trata de la política". Como amigo,
como lector de Masotta, como parte de esa generación, formo parte del
problema que plantea esa pregunta.

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