Resumen de Cambios Sociales, Económicos y Culturales de Al Andalus

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BLOQUE 2-TEORÍA Nº1

RESUME LOS CAMBIOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES INTRODUCIDOS POR


LOS MUSULMANES EN AL ANDALUS.

Cambios económicos:
La aportación musulmana a la agricultura fue determinante para la conformación del paisaje
agrícola de gran parte de España. Introdujeron el regadío, una enorme variedad de árboles
frutales y verduras y la agricultura intensiva, que generó excedentes orientados sobre todo al
mercado urbano. Tuvo un especial desarrollo la agricultura basada en la gran propiedad trabajada
mayoritariamente por pequeños campesinos en régimen de arrendamiento. Los musulmanes
impulsaron la trilogía mediterránea (cereales, vid y olivos) y aportaron especies como los cítricos
(naranja, limón, lima) y otras frutas y verduras como la caña de azúcar, el algodón, el azafrán, el
arroz, las espinacas, berenjena, sandía, albaricoque, plátano, membrillo. Lo más determinante
fueron los sistemas de regadío, con la introducción de norias y acequias para conducir el agua.
Fueron numerosos los tratados agrícolas que instruían en las formas más adecuadas para cultivar y
cuidar la tierra y los productos.
En la ganadería, abundaban ovejas, cabras, caballos y mulas. También adquirió gran
importancia la apicultura (abejas para la miel) y la sericultura (gusano de seda).
Con respecto a la minería, extrajeron hierro, plomo, cinabrio, cobre y estaño. De los ríos
obtenían oro y piedras preciosas. También se interesaron por las maderas, la sal, el mármol y
las piedras de construcción.
Las actividades artesanales se desarrollaban en pequeños talleres cuyos artesanos se
agrupaban en una especie de gremios, aunque también había grandes talleres del Estado. La
producción abastecía al mercado local y comarcal, pero se destinaba asimismo al comercio
exterior. Trabajaron, sobre todo, el textil (tejidos de seda y lino). También trabajaron: pieles,
cueros, vidrio, papel, cerámica, armas, y objetos con oro, plata, marfil y piedras preciosas
procedentes de la minería.
En cuanto al comercio, Al-Ándalus estaba integrado en un circuito económico exterior que
se extendía por todo el Mediterráneo, se adentraba en África, hasta las minas de oro de Sudán, y
se extendía hacia Oriente (India, China,…) y la zona del Báltico. La existencia de una moneda fuerte
y estable -el dinar de oro y el dirham de plata- permitieron al mundo musulmán controlar, hasta el
siglo XIII, gran parte del comercio en esa zona sin competencia de los reinos cristianos europeos.
Se comerciaba con oro sudanés, esclavos negros, especias y productos de lujo. En las ciudades, el
comercio interior se realizaba en un zoco constituido por un laberinto de callejuelas especializadas
cada una en un determinado producto. La actividad del zoco era estrictamente vigilada por el
almotacén.
Cambios sociales.
Las ciudades no decayeron, como en el resto de Occidente, y fueron el centro de la vida
económica, política y social. La mayoría de las ciudades eran de la época romana, pero también se
crearon ciudades nuevas (Almería, Madrid, Calatayud, …). Algunas de las ciudades andalusíes eran
las más grandes de Occidente medieval, como el caso de Córdoba. Córdoba era, sobre todo, el
centro del poder musulmán en Al Ándalus y, aunque contaba con numerosos arrabales, el centro
de la ciudad era la medina. En la medina se encontraba el alcázar, la mezquita mayor y el
zoco, y los poderes públicos se encargaban de hacer reformas urbanas, y de instalar mercados,
baños, hipódromos y bibliotecas públicas. Córdoba era una ciudad abierta en la que convivían
musulmanes, cristianos y judíos.
Dos nuevos grupos sociales llegarán a la península con la llegada de los musulmanes. La
minoría de origen árabe que formaba la élite social. Estos serán los grandes propietarios de las
mejores tierras y ocupaban altos cargos en la administración. El grupo de origen bereber que tenía
una posición inferior. Muchos eran miembros del ejército y de los cargos menores en la
administración. También podían tener otros trabajos como artesanos, agricultores, etc. En
ocasiones protagonizarán revueltas.
La mayoría de la población musulmana estaba formada por los muladíes, es
decir, descendientes de los antiguos hispanovisigodos que adoptaron la religión, la lengua y las
costumbres islámicas. Algunos lo hicieron porque de esa manera no tenían que pagar impuestos. Una
vez que la población hispanovisigoda se islamiza, surgirá un nuevo grupo social, los mozárabes, los
cuales se conformaron como una minoría cristiana dentro de esa mayoría musulmana. Como no eran
musulmanes, debían pagar un impuesto especial. Los judíos formarán una minoría muy activa en el
terreno económico.
Cambios culturales.
La lengua árabe, las costumbres islámicas y los conocimientos aportados por su relación
con territorios de Bizancio y Oriente pasaron a formar parte de nuestro patrimonio cultural. Las
aportaciones de la presencia musulmana en la Península son innumerables y forman parte de nuestro
patrimonio cultural. El castellano tiene más de 4000 palabras de origen árabe, entre ellas muchos
topónimos. Los árabes alcanzaron un gran desarrollo científico y social: la Astronomía, la Botánica,
la Medicina, la Farmacología y las Matemáticas (álgebra, geometría, aritmética y trigonometría)
fueron las ciencias más estudiadas.
Destacaron médicos, como Avicena, matemáticos, grandes filósofos como Averroes que
acercaron el mundo clásico a la Europa medieval, grandes geógrafos e historiadores, como Ibn
Jaldún, alquimistas y astrónomos... Desde Al-Ándalus, los aportes científicos de los árabes fueron
difundidos por Europa.
Así los europeos conocieron la pólvora, el papel, la numeración arábiga, la brújula, el molino
de viento, instrumentos para observar el universo (el astrolabio, por ejemplo), el cultivo del algodón
y del arroz. Se enteraron de los nuevos descubrimientos en matemáticas, en física, en alquimia…
todas esas aportaciones fueron muy importantes para el desarrollo de nuestra civilización.
La España musulmana produjo una cultura floreciente, sobre todo tras la llegada al poder
del califa Al-Hakam II (961-976). A él se le atribuye la fundación de una biblioteca de cientos de
miles de volúmenes (más de 400.000) que era impensable en la Europa de ese tiempo.
En cuanto al arte, la ornamentación es, sin duda, uno de los aspectos que más han contribuido
a la unificación del arte musulmán. Mediante la repetición de motivos, a menudo geométricos, y la
sabia combinación de materiales y texturas, se logra un efecto tridimensional que dota a los
edificios de cierto misterio y ligereza. La luz y el agua son elementos indispensables para lograr
ese efecto casi irreal. Tanto en los edificios como en los objetos decorativos, la caligrafía, los
motivos de estrellas entrelazadas, y los motivos vegetales estilizados, también llamados
atauriques, llenan el espacio en una armoniosa interrelación.
En cuanto a la arquitectura, son numerosos los edificios hispano-musulmanes que aún se
pueden admirar en España. Entre los de carácter religioso constan las mezquitas como la de
Córdoba. De gran interés son las murallas y alcazabas, construcciones típicamente defensivas
que, en ciertas ocasiones, albergan en su recinto auténticas ciudades residenciales. Dentro de la
arquitectura residencial destacan también los palacios y alcázares, algunos tan suntuosos como el
de la Alhambra y el de Medina Azahara, auténtica ciudad-palacio.
Elementos de la vida cotidiana como la gastronomía (frutas y verduras, turrones,..), el uso
del botón, las bibliotecas, los baños públicos, la iluminación de las calles, etc. provienen de la
herencia musulmana. También parte de nuestra música, instrumentos y folklore tienen sus raíces
en las costumbres de Al-Ándalus: la guitarra, el laúd, el pandero, la pandereta, diversos tipos
de flautas, el rabel y el atabal o timbal.

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