Antonio Genovesi, Lecciones de Comercio o bien de Economía Civil
Capítulo X: Del lujo
1-Como casi todos los políticos de este siglo consideran al lujo como uno de los medios
para aumentar, mejorar y mantener las artes y la industria de los Pueblos, afinando el
gusto, y promoviendo el comercio entre las Naciones; me he reservado aquí tratar esta
materia, haciendo muchas y muy particulares consideraciones. (pto 1)
2- Entre los filósofos ha sido y es todavía materia muy controvertida, si el lujo es
provechoso o perjudicial para los Estados. Los unos, elevándolo a las estrellas,
ponderan sus utilidades, y aun parece que pretenden hacer apología de todos los vicios;
entre los cuales no merece peor lugar el autor de la famosa obra inglesa intitulada
Fabula de las Abejas. Los otros, bajándolo a los abismos y queriéndolo sepultar para
siempre, parece que han deseado combatir la civilidad y la cultura de los Pueblos,
reduciéndolos a su antigua barbarie; entre estos se ha distinguido Rousseau en muchas
de sus obras. (pto 2)
3- Yo comprendo que no puede haber vicios útiles a la sociedad, sino aquellos que de
rechazo se oponen a otros mayores; y tengo por máxima incontrastable que todos los
vicios no solo perjudican a los individuos en su persona, sino que dañan al Cuerpo
Civil. (pto 3)
4- El lujo se reduce a dos puntos: el uno a distinguirnos de los demás, que se puede
llamar lujo de ostentación; y el otro a vivir con gusto que se puede llamar lujo de
comodidad. El primero parece hijo del instinto (…). El segundo, hijo de la sensación
física, que se complace en la blandura… (pto 4)
5- ¿Pero acaso hubiera sido posible contenerse en los términos de las artes primeras, y
de las útiles? Esta era la cuestión por donde debían haber empezado los elocuentes
discursos de Rousseau. Una vez que los Pueblos empiezan a hacerse cultos, a gustar de
ciertos placeres, y a desear la novedad, es casi imposible que se estrechen en esos
límites… (…) En este supuesto es inútil clamar contra las artes de lujo. Toda ley que
quiera chocar contra el curso natural que llevan las cosas humanas, o no es obedecida, o
es interpretada, o es antes que mucho abolida por el no uso. (pto 6-7)
6- Sábese en general que los bienes de primera necesidad son muy pocos, pues para
existir basta un número corto; los de comodidad son algunos más, y los de puro deleite
y capricho son innumerables. Muchas veces los placeres de comodidad se vuelven
necesarios, y los de deleite de comodidad. (…) Para demostrar esto, consideremos que
el comer y el beber son placeres de primera necesidad, pero que no sabemos aun qué
comida y bebida ha de ser esta (pto. 12 y 13)
7- En todas estas clases además de lo necesario para vivir, están acostumbradas las
personas a ciertas comodidades, placeres y distinciones, que suelen ser diversas según el
diferente lugar que ocupan en la sociedad. Conócese esta diversidad en la comida y la
bebida, en el vestido, en la casa… (…) El lujo, pues, si se considera atentamente, no es
otra cosa que el deseo de distinguirnos en nuestro estado, y el de igualarnos con el que
está inmediatamente superior. (…) El principio motor es aquella propensión natural que
a todos nos incita a distinguirnos de los otros. La ocasión que lo fomenta es la
desigualdad de clases y estados en el Cuerpo Civil. (ptos. 14-15-16)
8- Las mismas razones que animan a los particulares a sobresalir de su clase y nivelarse
con los superiores, ponen a estas en movimiento para inventar nuevos modos de
mantener su superioridad, y a distinguirse de las inferiores y aun entre sí mismas; de
modo que donde empieza a cundir el lujo están en un continuo giro, subiendo las clases
ínfimas a las del medio, y estas a las de arriba, y después volviendo a bajar en el orden
que ascendieron. (pto 19)
9- Hay un lujo incitativo de Nación a Nación. (pto 20)
10- Ni se tiene que temer, como algunos quieren, que el lujo o el espíritu malgastador
vaya penetrando poco a poco hasta las clases primitivas, y consumiendo como una
llama devoradora todo el Cuerpo Político, pues para esto sería preciso (lo que nunca se
verifica) que el dinero, que es el instrumento del lujo, estuviera sobrante, y que corriera
en abundancia entre las clases inferiores y se mantuviera en ese giro. Mas puede
temerse en semejantes clases la infelicidad y la miseria, que no la opulencia y las
riquezas. Los que poseen haciendas y gozan de rentas considerables es muy importante
que no sean avaros y gasten mucho y empleen cosas de lujo (pto. 30)
11- Siempre que el lujo se contenga en límites prefijados, no debe considerarse un mal
del Estado, antes bien el que gobierna se ha de dirigir al bien público, debe reputarlo
como medio para propagar, fomentar y perfeccionarlas artes para dar movimiento y
lustre a la Nación, y para alimentar a las familias cuya subsistencia depende del trabajo.
(pto 30)
12- Aunque es cierto que el lujo ha multiplicado las necesidades de la vida, también lo
es que a proporción, ha aumentado el comercio, las manufacturas, la pesca, la
metalurgia, la navegación, ramos todos que ocasionan y fomentan la riqueza del Estado.
(pto 39)