La Educación Sexual Integral

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1-La ley Nacional N° 26150 DE educación sexual Integral (ESI) establece que todos los estudiantes de

nivel inicial, primario y secundario tienen derecho a recibir “educación sexual integral” en los
establecimientos a los que concurren, ya sea de gestión estatal o privada. La ESI es un espacio de
enseñanza y aprendizaje sobre el conocimiento y cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales
y la sexualidad. El Estado tiene la obligación de garantizar que todos los niños reciban dicha información
ya que es un derecho.
La escuela cumple un rol primordial de acompañamiento porque es uno de los escenarios donde ocurre el
proceso de crecimiento de un niño, que incluye la sexualidad y, por lo tanto, no puede permanecer ajena
al mismo. Debe brindar espacios de encuentros donde ayude a los estudiantes:
- Expresar sus emisiones y sentimientos
- Decidir con libertad y responsabilidad cuando comenzar las relaciones sexuales y con quien
- Conocer el derecho de las adolescentes embarazadas a seguir estudiando.
- Respetar la diversidad sexual y rechazar toda forma de discriminación.
- Saber a quién acudir en caso de violencia sexual.

Entonces es necesario que en la escuela se de ESI ya que contribuye a garantizar el bienestar de los chicos
Información para contrastar con informaciones erróneas o mitos que circulan ya que pueden tomar
decisiones de manera autónoma e informaday el cumplimiento del derecho de una educación de calidad.

2- “la ESI tiene como objetivo la construcción de una nueva ciudadanía, que niñas, niños y
adolescentes puedan ejercer plenamente sus derechos sexuales y reproductivos y sean mejores
ciudadanos, sean capaces de vivir en un mundo diverso, ser felices, disfrutar de su cuerpo, de su
sexualidad, de sus identidades. Pero, la gran mayoría de los adultos no tuvimos educación
sexual integral desde esa perspectiva. Entonces, la tarea que tiene la escuela no es solo hacia sus
estudiantes sino que tiene que expandirse a toda la comunidad educativa (estudiantes, docentes,
auxiliares, familias, negocios y organizaciones del barrio) que debe ser sensibilizada porque
muchos de los que la conformamos fuimos educados en base a prejuicios”.

2- Los adultos son resistentes


Las demandas estudiantiles de educación sexual integral dirigidas a la escuela se producen
desde escenarios que presentan algunos rasgos característicos: las realidades familiares de
buena parte del estudiantado, en cuyas casas “no se habla del tema”; la distancia
generacional, construida como una dicotomía entre jóvenes portadores del cambio y adultos
que se resisten a las transformaciones; y los entornos conservadores, materializados en el
significante “mente cerrada”, usado para calificar prejuicios, tabúes y mandatos tradicionales de
género y sexualidad, muchas veces reproducidos por jóvenes. En este último aspecto, la
educación sexual en la escuela es vista como la cuña que puede introducir un pensamiento
diferente o “abrir la mente”.

La demanda de los estudiantes sobre educación integral en las escuelas se produce porque:
-realidades familiares: El uso de lenguaje llano, con términos cercanos, sin tecnicismos, que
hagan eco en sus propias vivencias; la posibilidad de disponer de un espacio de escucha
respetuosa, que les permita hablar en un clima de confianza, donde las dudas, inquietudes y
preguntas tengan cabida, se tomen como válidas y no reciban juicios moralizantes o burlas.
4- S,i es necesario que ESI se hable en espacios que no sea solamente la escuela porque los contenidos
que transmite la ley es la construcción de una nueva ciudadanía sin prejuicios donde los niñas, niños y
adolescentes puedan ejercer plenamente sus derechos sexuales y reproductivos, ser felices
La familia constituye un pilar fundamental en la vida de los hijos ya que son referentes, fuente de
información y comunicación sobre las distintas inquietudes que surgen en los niños en sus distintas etapas
evolutivas. Por eso, los adultos deben escucharlos, comprenderlos y dar repuestas claras y precisas a sus
curiosidades ya que es necesario entablar una relación de confianza.
Los padres deben estar informadas sobre ESI que se brinda en las escuelas. Por eso es importante que
particen de encuentros, construyan consensos y alianzas con la escuela.
La tarea de educar es una tarea compartida con las familias y escuela.

¿Qué valoran de las experiencias de educación sexual? El uso de lenguaje llano, con términos
cercanos, sin tecnicismos, que hagan eco en sus propias vivencias; la posibilidad de disponer de
un espacio de escucha respetuosa, que les permita hablar en un clima de confianza, donde las
dudas, inquietudes y preguntas tengan cabida, se tomen como válidas y no reciban juicios
moralizantes o burlas.

Que promueva vínculos empáticos, de personas sensibles, seguras,


contenedora, y también receptoras de afecto, con interdependencia libre, sin
sometimientos. Y que en ese contexto se dé información pertinente. Para esto
nos proponemos revisar metodologías, selección de contenidos y dinámicas
de participación y de empoderamiento de niños, niñas y adolescentes en las
distintas asignaturas y espacios de la escuela. Como así también poner en
revisión las concepciones personales, las trayectorias individuales en los
adultos que forjan representaciones que se ponen en juego frente a
lo cotidiano de la escuela con comentarios, respuestas, normas, consignas que
naturalizan la construcción de lo femenino y lo masculino. Se quiera o no, sea
consciente o sin conciencia de ello, todo docente imparte educación sexual. Lo
hace cuando habla y gesticula, cuando se refiere a sus alumnos y alumnas,
cuando adjudica roles, cuando interviene en situaciones de conflicto grupal,
etc.

Se trata entonces de ser conscientes de esta realidad, de analizarla y


reflexionar sobre ella, para modificarla si fuera necesario, para tornarla
coherente y/o para sistematizar lo que a los niños y niñas se les transmite.

Con este proyecto buscamos fortalecer las capacidades propias de los niños,
niñas y adolescentes para asumir una vida plena, como al mismo tiempo poder
desandar caminos culturales dominantes de la división sexual en las
sociedades contemporáneas y particularmente es las escuelas desde una
perspectiva de género.

En el Complejo Educativo comprendemos a la ESI como un espacio sistemático


y transversal de enseñanza aprendizaje que promueve saberes y habilidades
para la toma de decisiones conscientes y críticas en relación con el cuidado del
propio cuerpo, las relaciones interpersonales, el ejercicio de la sexualidad y los
derechos. Los contenidos son abordados desde las distintas áreas y disciplinas
e incluye situaciones de la vida cotidiana presente en las aulas y la escuela.
También responde a las etapas evolutivas de la infancia y la adolescencia.

Estas narrativas juveniles hablan de un contexto de época que ha transformado


imaginarios, prácticas y relaciones de género y sexualidad. Si bien con frecuencia se
definen como “provenientes de entornos familiares progresistas”, en general el mundo
adulto encarna la resistencia a los cambios. Esa configuración de relaciones entre
generaciones conlleva una gramática afectiva específica: la gente joven tiene menos
vergüenza para hablar de sexualidad, mientras que en las familias y en la escuela, las
personas adultas “no se animan”, “no hablan de estos temas”, “no quieren dar educación
sexual”, “les cuenta entender”.

Esta dinámica intergeneracional se agudiza en contextos donde las presiones sociales


son más palpables, dado el menor anonimato en las relaciones entre las personas.
Estudiantes que viven en localidades pequeñas del interior de la provincia expresaban
que el temor al “qué dirán”, a la opinión social generalizada del pueblo, reforzado por
situaciones de presentación de “quejas de los padres” en las escuelas, componen
escenarios de mayor control de lo que se trabaja en educación sexual. Aunque en estos
mismos ámbitos la familia puede operar en múltiples sentidos, no sólo fortaleciendo el
orden establecido, sino también favoreciendo procesos de reflexividad y
transformaciones en las prácticas. En este sentido, relataron que un padre expresó su
desacuerdo con la reiteración del sketch del “mariposón” en el marco de los festejos del
“Día del Estudiante”, argumentando que implica ridiculización y burla. Ese reclamo fue
tratado en el Consejo de Convivencia y se decidió no realizarlo más.

La emergencia en la escena pública del Ni Una Menos, las marchas, las consignas
y hashtags, es decir, la visibilización masiva del feminismo, fue un acontecimiento
significativo en los procesos de transformación juvenil, a nivel subjetivo e
intersubjetivo. La proliferación discursiva, que irradia en los medios masivos y en las
redes sociales, impacta en la escuela, en la familia y en las relaciones interpersonales: se
tematiza la violencia, el machismo, la heteronormatividad y los derechos sexuales y
reproductivos. En ese contexto, un conjunto creciente de estudiantes comenzó a
interesarse por determinados temas, a buscar información, a “darse cuenta”, tal y como
lo expresan, repercutiendo en las demandas de educación sexual.

En 2018, durante el debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE),
la escuela se convirtió en un escenario de intercambios, discusiones y enfrentamiento de
posiciones irreconciliables. Un sector del estudiantado asistía con el pañuelo verde para
visibilizar la lucha y otro con el pañuelo celeste, para mostrar su oposición a la
legalización del aborto. Algunas escuelas permitieron esas manifestaciones mientras que
otras las prohibieron. Algunas chicas nos contaban que elegían el tema del aborto para
profundizar y debatir, en el marco de los trabajos prácticos en materias como
Ciudadanía y Participación, Filosofía o Psicología.

La masificación y el carácter público de los debates les permitió colectivizar


experiencias que eran vividas en el registro individual o de pequeños grupos. Sus
posicionamientos personales en contra de la violencia, a favor de la autonomía corporal,
o ante los preceptos morales que juzgan la vida sexual de las personas, encuentran eco
en un pensamiento colectivo, hay un horizonte de referencia que permite que la “gente
se atreva a hablar”. Este impulso colectivo para hablar pone a circular a la tranquilidad
como emoción de contexto. Aunque posicionarse públicamente no esté exento de
enfrentamientos y conflictos, dicen que “ahora se puede hablar tranquilamente”.

Desafíos y perspectivas para seguir construyendo Educación Sexual Integral

La ESI se estableció como un derecho, un discurso y una práctica; se multiplicaron


actores, ámbitos, propuestas y enfoques de trabajo. Pese a las resistencias en su
implementación y las diferencias entre regiones e instituciones, se logró cierto consenso
social sobre su necesidad y relevancia. Los significados asociados a la ESI, además de
ser contextuales son objeto de renovada disputa: ¿qué es lo integral? ¿Qué es un
abordaje científico? ¿Qué es adecuado en función de las edades? ¿Los contenidos se
limitan a la información para la prevención de consecuencias negativas vinculadas al
ejercicio de la sexualidad, entendida desde la genitalidad? ¿Cómo ingresa la dimensión
del placer y autonomía deseante y corporal? ¿Qué decimos cuando hablamos de
perspectiva de género, derecho y diversidad? ¿Cómo entendemos la diversidad y a
quiénes se define como diversos? Estas son algunas de las preguntas que se actualizan
cada vez que se piensa el trabajo en educación sexual.

Al mismo tiempo, existe una necesidad de ampliar la mirada y considerarla como un


proceso capilar y extendido. La primera cualidad, nos invita a mirar a la educación
sexual más allá de los diseños curriculares y planificaciones y entrelazarla a la
definición de las normas de convivencia, las maneras de regular las prácticas corporales
y de abordar situaciones conflictivas, así como a la construcción de relaciones y modos
de vinculación entre actores de las comunidades escolares. La segunda cualidad, busca
destacar el entramado de fuentes en la construcción de conocimiento en sexualidad,
entre las redes sociales, las series, revistas, libros, música, conversaciones en los
entornos cotidianos. Esto plantea, para la escuela, el desafío de la construcción de
diálogos y acoples entre los saberes que circulan en los mundos juveniles.

La escucha de los relatos estudiantiles a lo largo de nuestro trabajo de investigación nos


permitió pensar algunos contornos a partir del actual escenario social, político y cultural
y el impacto en la reconfiguración de la enseñanza de la ESI. Observamos que desde
entornos conservadores se instauran formas de control sobre el trabajo docente, el
currículum y las formas de enseñanza. A la vez, las luchas sostenidas por los
feminismos y los movimientos de disidencia sexo-genéricas, ingresaron en las aulas,
promoviendo la disputa por los derechos, interpelando las estructuras y transformando
sentidos. Esta presencia de jóvenes y docentes que “militan la ESI”, según el pulso de
un nuevo tiempo, va marcando y abriendo nuevos horizontes y posibilidades, aún y
contra los ambientes adversos.
La ESI desde sus inicios como política pública de ampliación de derechos, implicó un
campo de disputa por los sentidos y alcances de lo enseñable de la sexualidad y el
género, por los contenidos y metodologías, por los aprendizajes esperados y/o deseados.
Pero, sobre todo, hay una dimensión subterránea, a veces silenciada o banalizada: el
mundo de las emociones y los vínculos; los modos en que nos afectamos
recíprocamente y con el mundo. Ahí anida una zona de promesas para construir
libertades. En esto están muchas escuelas y la ESI se constituye en la pedagogía más
revolucionaria y potente de estos tiempos.

(*) Integrantes del proyecto de Investigación “Afectividad y prácticas de educación


sexual. Construcción de sexualidades en escuelas secundarias”. (SECyT-UNC).
Radicado en el área “Feminismos, Género y Sexualidades” (FemGeS) del Centro de
Investigaciones “María Saleme de Burnichon” de la Facultad de Filosofía y
Humanidades de la UNC.

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