Fundamentación de La Metafísica de Las Costumbres - Kant

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Prof.

Emilio Cuello 1
Filosofía / Rep. 11

Fragmentos de
Fundamentación de la metafísica de las costumbres
De Immanuel Kant

1. La buena voluntad

Ni en el mundo ni, en general, fuera de él es posible pensar nada


Lo absolutamente bueno
que pueda ser considerado bueno sin restricción excepto una
buena voluntad. El entendimiento, el ingenio, la facultad de Más adelante, Kant asevera
discernir, o como quieran llamarse los talentos del espíritu; o el que algunas cualidades
valor, la decisión, la constancia en los propósitos como cualidades (como la moderación, el
del temperamento son, sin duda, buenos y deseables en muchos autocontrol, la reflexión
sentidos, aunque también pueden llegar a ser extraordinariamente serena, etc.) son incluso
malos y dañinos si la voluntad (…) no es buena. Lo mismo sucede favorables a esa buena
con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, el honor, incluso la voluntad y pueden facilitar
salud y la satisfacción y alegría con la propia situación personal, bastante su trabajo, pero no
que se resume en el término «felicidad», [no pueden ser tienen ningún valor interno
considerados buenos sin restricción] si no existe una buena absoluto (es decir, un valor
voluntad que dirija y acomode a un fin universal el influjo de esa intrínseco e incondicional)
felicidad y con él el principio general de la acción; (…) que nos permita considerarlas
absolutamente buenas, esto
La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice ni por es, buenas sin restricción,
su aptitud para alcanzar algún determinado fin propuesto puesto que sin los principios
previamente, sino que sólo es buena por el querer, es decir, en sí de una buena voluntad
misma, y considerada por sí misma es, sin comparación, pueden llegar a ser
muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella extraordinariamente malas.
pudiéramos realizar en provecho de alguna inclinación y, si se
quiere, de la suma de todas las inclinaciones. Aunque por una
El valor absoluto de la mera
particular desgracia del destino o por la mezquindad de una
voluntad
naturaleza madrastra faltase completamente a esa voluntad la
facultad de sacar adelante su propósito; si, a pesar de sus mayores Cuando Kant expresa que la
esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y sólo quedase la buena buena voluntad no es buena
voluntad (…), aun así esa buena voluntad brillaría por sí misma por lo que produzca o logre,
como una joya, como algo que en sí mismo posee pleno valor. Ni la está expresando la idea del
utilidad ni la esterilidad pueden añadir ni quitar nada a ese valor. valor absoluto de la mera
(…) voluntad, es decir, la idea de
que es buena por su querer,
Para desarrollar el concepto de una buena voluntad digna de ser
sin que entre en
estimada por sí misma y sin ningún propósito exterior a ella, (…)
consideración ningún
que se halla en la cúspide de toda la estimación que tenemos de
provecho, sin tener presente
nuestras acciones y que es la condición de todo lo demás, vamos a
ninguna utilidad.
considerar el concepto del deber, que contiene el de una voluntad
buena. (…)
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2. El deber y el valor moral

(…) puede distinguirse muy fácilmente si la acción conforme al


El comerciante y el filántropo
deber ha sucedido por deber o por una intención egoísta.
Mucho más difícil de notar es esa diferencia cuando la acción Prescindiendo de todas aquellas
es conforme al deber y el sujeto tiene, además, una inclinación acciones ya conocidas como
inmediata por ella. Por ejemplo, es conforme al deber, desde contrarias al deber (puesto que en
luego, que el comerciante no cobre más caro a un comprador ellas ni siquiera se plantea la cuestión
inexperto, y en los sitios donde hay mucho comercio el de si pudieron haber sucedido por
comerciante avispado no lo hace, en efecto, sino que mantiene deber, dado que lo contradicen),
un precio fijo para todos en general, de forma que un niño Kant se ocupa primero de aquellas
puede comprar en su tienda tan bien como otro cualquiera. Así que, siendo conformes al deber, han
pues, uno es servido honradamente, pero esto no es ni mucho sucedido no por deber sino por
menos suficiente para creer que el comerciante haya obrado intención egoísta (el caso del
así por deber o por principios de honradez: lo exigía su comerciante), y luego, de aquellas
provecho. (…) que siendo conformes al deber no
son por deber, sino por inclinación, lo
Ser caritativo en la medida de lo posible es un deber, y cual hace que carezcan de
además hay muchas almas tan llenas de compasión que auténtico valor moral (el caso del
encuentran un íntimo placer en distribuir la alegría a su filántropo). En el caso del
alrededor. (…) Pero yo sostengo que, en tal caso, semejantes comerciante, no es necesario admitir
actos, por muy conformes que sean al deber, por muy dignos que tenga una inclinación inmediata
de amor que sean, no tienen, sin embargo, un verdadero valor hacia los compradores, de manera
moral (…) que por amor a ellos, por decirlo así,
Pero supongamos que el ánimo de ese filántropo estuviera no haga diferencias a ninguno en el
nublado por un dolor propio que apaga en él toda precio. Por consiguiente, la acción
no ha sucedido ni por deber ni por
conmiseración por la suerte del prójimo; supongamos además,
inclinación inmediata, sino
que le quedara todavía capacidad para hacer el bien a otros
simplemente por una intención
miserables, aunque la miseria ajena no le conmueve porque le
egoísta. Sin embargo, al filántropo
basta la suya para ocuparle; si entonces, cuando ninguna
no lo impulsa ningún motivo
inclinación le empuja a ello, (…) y realiza la acción benéfica sin
relacionado con la vanidad o el
inclinación alguna, sólo por deber, entonces y sólo entonces
provecho propio, pero sí por
posee esta acción su verdadero valor moral. Pero hay más
inclinación y por lo tanto no por
aún: un hombre a quien la naturaleza haya puesto poca
deber, y la única acción con
simpatía en el corazón; un hombre que, siendo por lo demás genuino valor moral es aquella que
honrado, fuese de temperamento frío e indiferente a los se hace sólo por deber y no por
dolores ajenos, (…) desprovisto de cuanto es necesario para inclinación (y menos aún, por
ser un filántropo, ¿no encontraría en sí mismo, sin embargo, propósitos egoístas). En síntesis, el
cierto germen capaz de darle un valor mucho más alto que el valor moral de la conducta, según
que pueda derivarse de un temperamento bueno? ¡Es claro Kant, es actuar por deber y no
que sí! Precisamente en ello estriba el valor del carácter que, simplemente conforme al deber.
sin comparación, es el más alto desde el punto de vista moral:
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en hacer el bien no por inclinación sino por deber. Poesía kantiana


(…)
A este respecto Schiller escribió estos célebres
Así hay que entender, sin duda alguna, los pasajes
versos: Al ayudar con gusto a los amigos, lo
de la Sagrada Escritura en donde se ordena que hago por desgracia con inclinación / Y
amemos al prójimo, incluso al enemigo: En efecto, entonces me suele corroer la idea de que no
el amor como inclinación no puede ser mandado, soy virtuoso / Así las cosas, no queda otro
pero hacer el bien por deber, aun cuando ninguna remedio, has de intentar odiarlos / Y hacerlo
inclinación empuje a ello y hasta se oponga una entonces con aversión, tal como te demanda
aversión natural e invencible, (…) es el único el deber.
[amor] que puede ser ordenado.

3. La legitimidad universal de las acciones en general

(…) una acción hecha por deber no tiene su valor La encrucijada de la voluntad
moral en el propósito que por medio de ella se
quiere alcanzar, sino en la máxima por la cual ha Lo que Kant intenta expresar, es que los
sido resuelta; no depende, pues, de la realidad propósitos que pudiéramos tener en las
del objeto de la acción, sino meramente del acciones, así como sus efectos, en cuanto fines
principio del querer según el cual ha sucedido la y móviles de la voluntad, no pueden conferir a
acción, prescindiendo de todos los objetos de la las acciones ningún valor moral incondicionado
facultad de desear. Por lo anteriormente dicho se (es decir, ningún valor absolutamente moral),
ve claramente que los propósitos que podamos pero entonces, ¿dónde puede residir dicho
tener al realizar las acciones, y los efectos de valor, si no reside en la relación de la voluntad
éstas, considerados como fines y motores de la con los efectos esperados? Kant contesta que
voluntad, no pueden proporcionar a las acciones no puede residir sino en el principio de la
ningún valor absolutamente moral. Así pues, voluntad, al margen de los fines que puedan ser
¿dónde puede residir este valor, ya que no debe producidos por tales acciones. La voluntad,
entonces, está en medio de una encrucijada,
residir en la relación de la voluntad con los
entre su principio a priori (es decir, con
efectos esperados? No puede residir más que en
independencia al curso de los
el principio de la voluntad, prescindiendo de los
acontecimientos), y su móvil a posteriori. Sobre
fines que puedan realizarse por medio de la
esto se profundizará más adelante.
acción, (…)
Una acción realizada por deber tiene que excluir completamente, por tanto, el influjo de la inclinación, y
con éste, todo objeto de la voluntad. No queda, pues, otra cosa que pueda determinar la voluntad más
que, objetivamente, la ley, y subjetivamente, el respeto puro a esa ley práctica, y, por tanto, la máxima
de obedecer siempre a esa ley, incluso con perjuicio de todas mis inclinaciones.
Así pues, el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera, ni tampoco, por
consiguiente, en ningún principio de la acción que necesite tomar su fundamento determinante en ese
efecto esperado. (…) Por tanto, ninguna otra cosa, sino sólo la representación de la ley en sí misma
(que desde luego no se encuentra más que en un ser racional) en cuanto que ella, y no el efecto
esperado, es el fundamento determinante de la voluntad, puede constituir ese bien tan excelente que
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llamamos bien moral, el cual está ya presente en la persona misma que obra según esa ley, y que no
es lícito esperar de ningún efecto de la acción.
Ahora bien, ¿cuál puede ser esa ley cuya La ley que tiene que determinar la voluntad
representación, aun sin referirnos al efecto que
se espera de ella, tiene que determinar la Es recién en este momento en que Kant explicita
voluntad para que ésta pueda llamarse, sin la ley que debe determinar la voluntad, para
ninguna restricción, absolutamente buena? que ésta pueda ser calificada de buena en
Puesto que he sustraído la voluntad a todos los términos absolutos. Como ha despojado a la
impulsos que podrían apartarla del voluntad de todos los impulsos, no queda nada
cumplimiento de una ley, no queda nada más salvo la legitimidad universal de las acciones en
que la legalidad universal de las acciones en general, que debe servir como único principio
general (que debe ser el único principio de la para la voluntad, es decir, yo nunca debo
voluntad); es decir, yo no debo obrar nunca más proceder de otro modo salvo que pueda querer
también ver convertida en ley universal a mi
que de modo que pueda querer que mi máxima
máxima, y aquí es la simple legitimidad en
se convierta en ley universal. Aquí, la mera
general (sin una determinada ley para ciertas
legalidad en general (sin poner como
acciones). El respeto a esta ley práctica es lo que
fundamento ninguna ley adecuada a acciones
constituye el deber, y es la condición de una
particulares) es la que sirve de principio a la
voluntad buena en sí.
voluntad, (…)

4. La ética kantiana puesta en marcha

Sea, por ejemplo, la pregunta siguiente: ¿me es Actuar por prudencia, y actuar por deber
lícito, cuando me encuentro en un apuro, hacer
una promesa con el propósito de no cumplirla? Kant plantea el ejemplo para distinguir entre ser
Fácilmente hago aquí la diferencia que puede veraz por prudencia, y ser veraz por deber, lo
comportar la significación de la pregunta de si es que equivale a la distinción entre una voluntad
prudente o de si es conforme al deber hacer una determinada a posteriori (la máxima de la
falsa promesa. (…) Ciertamente veo con gran prudencia, que tiene como fundamento el
claridad que (…) hay que considerar miedo a las consecuencias) y aquella que es
detenidamente si no podrá ocasionarme luego determinada a priori (la máxima del deber, que
esa mentira contratiempos mucho más graves es independiente de las consecuencias). Frente
que éstos que ahora consigo eludir; y como las a esta encrucijada, Kant propone un test muy
consecuencias, a pesar de cuanta astucia me sencillo, y consiste en cuestionarse si uno mismo
precie de tener, no son tan fácilmente previsibles se contentaría con que la máxima en cuestión
que no pueda suceder que la pérdida de la (librarse de un apuro gracias a una promesa
confianza en mí sea mucho más desventajosa ficticia) valiera como ley universal (es decir,
tanto para mí como para los demás),
para mí que el daño que pretendo evitar ahora,
asumiendo que cualquiera puede hacer una
habré de considerar si no sería más sagaz
promesa hipócrita, si se halla en un apuro del
conducirme en este asunto según una máxima
que no puede salir de otro modo. ¿Podríamos
universal y adquirir la costumbre de no prometer
querer una ley universal del mentir?
nada sino con el propósito de cumplirlo. Pero
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pronto veo con claridad que una máxima como ésta


El deber en conflicto con las inclinaciones
solo se fundamenta en la naturaleza inquietante de
las consecuencias [lo que anteriormente Kant afirma haber llegado al conocimiento
denominamos a posteriori]. Ahora bien, es cosa muy moral, es decir, el conocimiento de lo que
distinta ser veraz por deber o serlo por temor a las todo hombre está (moralmente) obligado a
consecuencias perjudiciales, porque, en el primer hacer. Pero sin embargo, y según el propio
caso [por deber], el concepto mismo de la acción Kant, la razón por sí sola no determina
contiene ya una ley para mí, mientras que en el suficientemente la voluntad, sino que ésta
segundo [por prudencia o sagacidad] tengo que se halla sometida también a las
empezar observando a mi alrededor qué inclinaciones. Sucede que el hombre siente
consecuencias puede acarrearme la acción [es decir una poderosa fuerza contraria a todos
que en un caso la máxima es a priori, y en el otro, a aquellos mandamientos del deber que la
posteriori]. Si me aparto del principio del deber, eso razón le presenta muy dignos de respeto,
será malo con seguridad, pero si soy infiel a mi esa fuerza contraria radica en sus deseos e
máxima de la sagacidad ello puede serme inclinaciones.
provechoso a veces, aun cuando desde luego es más
seguro permanecer fiel a ella. En cambio, para resolver de la manera más breve y sin engaño alguno
la pregunta de si una promesa mentirosa es conforme al deber, me bastará preguntarme a mí mismo:
¿me daría yo por satisfecho si mi máxima (salir de apuros por medio de una promesa mentirosa)
debiese valer, tanto para los demás como para mí, como ley universal?, ¿podría yo decirme a mí
mismo: cada cual puede hacer una promesa falsa cuando se halla en un apuro del que no puede salir
de otro modo? Y bien pronto me convenzo de que bien puedo querer la mentira, pero no puedo querer,
sin embargo, una ley universal de mentir, pues, según esa ley, no habría ninguna promesa
propiamente hablando, (…) Por lo tanto, tan pronto como se convirtiese en ley universal, mi máxima se
destruiría a sí misma.
Con el objeto de saber lo que he de hacer para que mi querer sea moralmente bueno no necesito ir a
buscar muy lejos (…). Inexperto en lo que se refiere al curso del mundo, incapaz de estar preparado
para todos los sucesos que en él ocurren, me basta con preguntar: ¿puedes querer que tu máxima se
convierta en ley universal? Si no, es una máxima reprobable, y no por algún perjuicio que pueda
ocasionarte a ti o a algún otro, sino porque no puede incluirse como principio en una legislación
universal posible. (…)
Así, pues, hemos llegado al principio del conocimiento moral de la razón común del hombre, (…) Sería
muy fácil mostrar aquí cómo, con este compás en la mano, [el hombre común] sabe distinguir
perfectamente en todos los casos que ocurren qué es bien, qué es mal, qué es conforme al deber o
contrario al deber.
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5. El imperativo categórico

(…) hallamos que aunque muchas acciones suceden


El egoísmo enmascarado
en conformidad con lo que ordena el deber, siempre
cabe la duda de si han ocurrido por deber, y, por lo Lo que Kant intenta expresar, es que
tanto, de si poseen un valor moral. (…) En realidad es nunca podemos concluir con seguridad
absolutamente imposible determinar por medio de la que la verdadera causa determinante de
experiencia y con absoluta certeza un solo caso en la voluntad (para el caso de una buena
que la máxima de una acción, por lo demás conforme acción o un gran sacrificio) no haya sido
con el deber, haya tenido su asiento en fundamentos en realidad algún impulso secreto del
exclusivamente morales y por medio de la egoísmo, oculto tras el simple espejismo
representación del deber. (…) Sea como sea, y aun de aquella idea del deber. Es por esto
ejercitando el más riguroso de los exámenes, no que, según Kant, muchos filósofos han
podemos nunca llegar por completo a los más negado en absoluto la realidad de esa
recónditos motores de la acción, puesto que cuando se disposición de espíritu en las acciones
trata del valor moral no importan las acciones, que se humanas, atribuyendo todo a un egoísmo
ven, sino sus principios íntimos, que no se ven. (…) más o menos refinado.

Por amor a los hombres voy a admitir que la mayor


La filosofía moral como metafísica
parte de nuestras acciones son conformes al deber;
pero si se miran de cerca los pensamientos y los Kant concede que, la mayoría de las
esfuerzos, se tropieza uno por todas partes con el veces, anteponemos ese amado yo al
amado yo, que continuamente se destaca y sobre el severo mandato del deber (que muchas
que se fundamentan los propósitos, y no sobre el veces exigiría abnegación). Sin embargo,
estrecho mandamiento del deber, que muchas veces pone el ejemplo de que la pura lealtad en
exigiría la renuncia y el sacrificio. [Sin embargo] no las relaciones de amistad no podría dejar
importa que no haya habido nunca acciones de ser exigible a todo hombre, aunque
emanadas de esas puras fuentes, pues no se trata hasta hoy no hubiese habido ningún
aquí de si sucede esto o aquello, sino de que la razón, amigo leal, porque como deber en
por sí misma e independientemente de todo fenómeno, general, este deber reside (antes que
ordena lo que debe suceder, (…) toda experiencia) en la idea de una razón
que determina la voluntad por
Pues bien, todos los imperativos mandan, o bien
fundamentos a priori, es decir, porque se
hipotéticamente, o bien categóricamente: aquellos [los
trata de lo que la razón (por sí misma e
hipotéticos] representan la necesidad práctica de una
independiente de todo fenómeno)
acción posible como medio de conseguir otra cosa que ordena que debe suceder, aun cuando el
se quiere (…). El imperativo categórico sería aquel que mundo no haya dado todavía ejemplo
representa una acción por sí misma como alguno de tales acciones. Esto se
objetivamente necesaria, sin referencia a ningún otro relaciona estrechamente con el título de
fin. (…) si la acción es buena sólo como medio para la obra, el cual indica que lo que persigue
alguna otra cosa, el imperativo es hipotético, pero si la Kant es un conocimiento moral
acción es representada como buena en sí, es decir, racionalmente puro, es decir, separado
como necesaria en una voluntad conforme en sí con la de todo lo empírico.
razón, (…) entonces el imperativo es categórico.
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El imperativo dice, pues, qué acción posible por


La voluntad santa: voluntad perfecta
mí es buena, y representa la relación de una regla
práctica [moral] con una voluntad que no hace Según Kant, todos los imperativos se expresan
una acción sólo por el hecho que ésta sea una por medio de un debe ser y muestran así la
acción buena, primero, porque el sujeto no relación de una ley objetiva de la razón (es
siempre sabe que es buena, y segundo, porque, decir, válida para todo ser racional) con una
aunque lo supiera, sus máximas podrían ser voluntad que no es determinada
contrarias a los principios objetivos de una razón necesariamente por tal ley, porque si el querer
práctica. particular no siempre coincide con el deber en
general, la voluntad no siempre hace lo que se
El imperativo hipotético señala solamente que la
le representa como bueno. De ahí que, según
acción es buena para algún propósito posible o Kant, para una voluntad divina o santa (es
real. (…) El imperativo categórico, que, sin decir, perfectamente buena) no valga
referencia a ningún propósito, es decir, sin ningún imperativo alguno, porque en estos casos el
otro fin, declara la acción objetivamente necesaria deber coincide con el querer, pero la voluntad
en sí misma, (…) humana no es determinada sólo por la
(…) hay un imperativo que, sin poner como representación del bien, y es por esto mismo
condición ningún propósito a obtener por medio que, al decir de Kant, es una voluntad
de cierta conducta, manda esa conducta imperfecta.
inmediatamente. Tal imperativo es categórico. No
Consejo paternal de Kant
se refiere a la materia de la acción y a lo que ha
de producirse con ella, sino a la forma y al Los imperativos hipotéticos son también
principio que la gobierna, y lo esencialmente llamados imperativos de habilidad: no se trata
bueno de tal acción reside en el ánimo del que la de si el fin propuesto es racional y bueno, sino
lleva a cabo, sea cual sea el éxito obtenido. Este sólo de lo que hay que hacer para conseguirlo.
imperativo puede llamarse imperativo de la En este sentido, los imperativos que sigue el
moralidad. (…) médico para curar perfectamente a un
hombre y los que sigue el envenenador para
(…) sólo hay un imperativo categórico, y dice así:
matarlo son de igual valor, en cuanto que cada
obra sólo según aquella máxima que puedas
uno de ellos sirve para realizar perfectamente
querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley
su propósito. Es por esto que Kant aconseja:
universal. (…)
Hay que poder querer que una máxima de “Como en la infancia no se sabe con qué fines
nuestra acción sea ley universal: tal es el canon nos hará toparnos la vida, los padres tratan de
del juicio moral de una máxima en general. hacer aprender a sus hijos muchas cosas y
Algunas acciones están constituidas de tal modo procuran darles habilidad para el uso de los
medios útiles a cualquier tipo de fines, puesto
que su máxima no puede siquiera ser pensada
que no pueden determinar de ninguno de ellos
sin contradicción como ley universal de la
que si no será más adelante un propósito real
naturaleza, y mucho menos que uno pueda
del educando, siendo posible que alguna vez
querer que deba serlo. En otras no se encuentra,
lo tenga por tal. Y este cuidado es tan grande,
es cierto, esa imposibilidad interna, pero es
que los padres suelen olvidar reformar y corregir
imposible querer que su máxima se eleve a la
el juicio de los niños sobre el valor [moral] de las
universalidad de una ley natural, porque tal
cosas que pudieran proponerse como fines.”
voluntad sería contradictoria consigo misma. (…)
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Si ahora atendemos a nosotros mismos, en Imperativos hipotéticos, aparentemente categóricos


los casos en que trasgredimos un deber,
hallaremos que realmente no queremos que El imperativo de la moralidad no es un imperativo
nuestra máxima deba ser una ley universal, hipotético, y por lo tanto, se debe sospechar siempre
pues ello es imposible; más bien lo contrario que algunos imperativos aparentemente categóricos
es lo que debe mantenerse como ley pueden ser en el fondo hipotéticos: así por ejemplo,
universal, pero nos tomamos la libertad de cuando se dice no debes prometer falsamente y se
hacer una excepción para nosotros (o aun admite que la necesidad de tal abstención no es un
sólo para este caso), en provecho de nuestra simple consejo para evitar un mal mayor (como sería si
inclinación. Por consiguiente, si lo se dijese no debes prometer falsamente para evitar
consideramos todo desde uno y el mismo perder tu crédito al ser descubierto), sino que se afirma
punto de vista, a saber, el de la razón, que una acción de esta especie tiene que
hallaremos una contradicción en nuestra considerarse mala en sí misma, entonces el imperativo
de la prohibición es categórico.
propia voluntad, (…)

Imperativo categórico: el imperativo universal del deber

El imperativo dice que las máximas de nuestras acciones tienen que ser elegidas como si debieran
valer de leyes universales, es decir que siempre debemos obrar como si nuestra máxima debiera servir
al mismo tiempo de ley universal. Según Kant, esta es la única condición bajo la cual una voluntad no
puede estar nunca en contradicción consigo misma, y este imperativo es categórico. El imperativo
categórico es la ley moral para la voluntad de todo ser racional, es decir que es una ley necesaria
para todos los seres racionales juzgar siempre sus acciones según máximas tales que puedan ellos
querer que deban servir de leyes universales. No olvidemos que no se trata de lo que sucede, sino de
lo que debe suceder (aun cuando ello no suceda nunca). Según este principio, son rechazadas todas
las máximas que no puedan estar en consonancia con la propia legislación universal de la voluntad,
por lo cual el imperativo universal del deber (es decir, el imperativo categórico) también puede
formularse de la siguiente manera: obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu
voluntad, ley universal de la naturaleza.

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