Custodia Cuidado Personal Jimenez 2020
Custodia Cuidado Personal Jimenez 2020
Custodia Cuidado Personal Jimenez 2020
Resumen
Palabras clave: Custodia y cuidado personal, Custodia compartida, Familia, Interés superior
del niño, Prevalencia de derechos, Derecho a la igualdad.
LA CUSTODIA Y EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COLOMBIA 4
Abstract
This article examines the custody and personal care of children and adolescents in Colombia,
analyzing the applicable international norms, the Political Constitution, as well as the Civil
Code, Law 1098 of 2006, Childhood and Adolescence Code and jurisprudence, with a special
look at Comparative Law. Other disciplines are also used to address the research problem,
stopping in joint custody. The central question of the investigation is: what is the legal
treatment that has been given in Colombia to the problems of custody and personal care of
children and adolescents in light of the duties and obligations that emanate from parental
responsibility, the best interests and the prevailing rights of these?
The issue is current, relevant and of interest to society in general because it represents a
common problem in Colombia, because many fathers and mothers fail to agree who will
exercise custody and care when they separate and, in case of agreement, controversies arise
over the way he exercises that duty-right. Then it is necessary to know what rights are given
to parents, the same children and adolescents, to know how to resolve conflicts in this area.
Keywords: Custody and personal care, Joint custody, Family, Child's best interests,
Prevalence of rights, Right to equality.
LA CUSTODIA Y EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COLOMBIA 5
Introducción
relevante abordar los problemas más comunes que suscita entre padre y madre el ejercicio de
la custodia y el cuidado personal, y cómo ha resuelto la doctrina y la jurisprudencia estas
situaciones.
Metodología
El artículo 23 de la Ley 1098 de 2006 consagra la custodia como un derecho del niño,
niña o adolescente y el cuidado como una obligación de los padres, así como de quienes
convivan con ellos o de sus representantes. Esta norma no incorpora una definición, no
obstante, la doctrina ha delimitado la diferencia entre custodia y cuidado personal.
Los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho a que padre y madre, en el caso
de la familia nuclear, asuman de forma continua y solidaria la custodia y el cuidado personal,
para que alcance el mayor grado de desarrollo integral en los aspectos físico, mental,
espiritual, emocional, afectivo y social. En el caso de las familias extensas, reconstituidas o
ensambladas o en las familias de abuelos la asumen todos sus miembros. El Código de la
Infancia y la Adolescencia en su artículo 23 dice al respecto que: “la obligación de cuidado
personal se extiende además a quienes convivan con ellos en los ámbitos familiar, social o
institucional, o a sus representantes legales” (Republica, 2006, art. 23).
LA CUSTODIA Y EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COLOMBIA 7
Obligación de crianza.
Obligación de cuidado.
Partiendo de la premisa de que todo ser humano debe tener una formación integral, el
niño es el primer peldaño de la sociedad que debe contar con el cuidado de sus padres para
lograr el desarrollo individual y social.
La doctrina ha señalado que esta obligación es fundamental porque:
El cuidado de los niños tiene como finalidad la formación moral, física, sicológica,
intelectual, individual y social del sujeto de derecho en desarrollo y maduración, por eso
hasta cierta edad resulta difícil escindir la crianza del cuidado, y ello es así porque hasta antes
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El cuidado y la custodia.
manera que sólo se restrinja en casos donde hay violencia intrafamiliar, y eso sí, buscando
que la alternancia con uno y otro padre sea por períodos extensos para no perjudicar el
desarrollo integral de los menores con tanto cambio de condiciones y de modalidades de
crianza que brindan uno y otro padre.
En síntesis, “la custodia compartida es aquel sistema familiar…basado en el principio
de corresponsabilidad parental, que permite a ambos progenitores participar activa y
equitativamente en el cuidado personal de sus hijos” (Lathrop, 2008, p. 31).
No hay razón en permitirle a uno sólo de los padres realizar este derecho-obligación,
vulnerando los derechos del otro progenitor, pues, ambos engendraron a ese hijo, ambos
tienen la responsabilidad compartida frente a su crianza, educación y cuidados, así que son
los dos quienes deben solidariamente ejercer sus responsabilidades parentales.
Los hijos se educan para que cuando estén en su adultez puedan establecerse, eso
significa que quedan formados para tener una vida independiente, se realicen mediante el
ejercicio de una profesión u oficio y puedan formar su propia familia. En este sentido:
El Código civil, tras reconocer la obligación de los padres de educar a sus hijos,
dispone en su artículo 264 que los padres dirigirán la educación de sus hijos menores y su
formación moral e intelectual, del modo que crean más conveniente (Lemos San Martin,
2006).
Todo niño tiene derecho a una buena educación y es obligación de sus padres
velar por la formación integral, siempre en pro de la educación con calidad que permita el
desarrollo en todas sus dimensiones psíquicas, físicas y emocionales que lo formen como un
ciudadano de bien. Por lo anterior, la doctrina ha afirmado que:
El deber de establecimiento de los hijos se encamina a procurarles el aprendizaje de
un arte o profesión, que les permita ganarse la vida y los medios necesarios para su ejercicio.
Sin embargo, el hijo es libre de escoger la profesión u oficio que a bien tenga, aún contra la
voluntad de sus padres (Lemos San Martin, 2006).
Acorde con lo anterior, es claro que, si bien los padres deben brindarle al hijo una
adecuada educación, la misma no debe inducirlo o presionarlo para que desarrolle su
personalidad de determinada manera, por su parte lo ideal es que se deje ser al hijo.
LA CUSTODIA Y EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COLOMBIA 10
Disciplinar un menor de edad es muy importante para que ese ser humano, tenga
buenos hábitos de alimentación saludable, de estudio con orden y oportunidad en la ejecución
de sus tareas, comportamientos y actitudes de autocuidado, y que practique hábitos
saludables y observe límites en los juegos, y, ante todo, restricción para el uso del internet y
otros dispositivos electrónicos.
ampliación de las funciones paternas lo que generó un “proceso de feminización del padre”,
que para el autor consiste en que el padre dejó de estar distante, indiferente, ausente, a
tornarse próximo, afectivo, comprensivo y más participativo en la crianza, en la educación y
en el cuidado de sus hijos, pues participa más de lo doméstico, generándose un ambiente de
más igualdad entre los progenitores y la democratización de las relaciones familiares
(Montoya, 2017).
El autor mencionado explica que a este fenómeno que ha cualificado la participación
del padre, se le denomina “paternidades emergentes” que ha dejado atrás el modelo patriarcal,
y por otro lado, algunas mujeres están reclamando que el hombre participe más en el proceso
de formación de los hijos, también sucede que en muchos casos son las mujeres quienes
imponen las reglas configurando en palabras de This (1982) citado por Montoya (2017) un
“padre eliminado”.
Carlos Montoya (2017) ha identificado tres tipos de ejercicio de la paternidad “la
paternidad reconocida, la paternidad reconocida con limitaciones y la paternidad no
reconocida” (p.17).
Estos nuevos padres, ya no se conforman con aportar para el sustento económico, ya
quieren llegar a consensos con la madre, cuidar a sus hijos, acompañarlos en la crianza, ser
partícipes en momentos especiales, como lo dice Montoya “es una paternidad paritaria en las
labores de crianza y cuidado de la prole…en oposición al llano criterio de proveeduría y
visitas foráneas”.
Hay que admitir que el matriarcado mantuvo alejado, minimizado o ignorado al padre,
quien, por su carácter de hombre público, trabajador, fue mirado como proveedor económico
y no como un par en el ejercicio de la responsabilidad parental.
Normas internacionales.
Constitución Política.
de derechos sin ninguna aplicación que le procure al NNA una crianza en su propia familia
bajo una guarda y un cuidado ejercido por sus progenitores o por uno sólo de ellos. El artículo
44 mencionado prescribe que:
Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud
y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad,
tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación
y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos
contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta,
abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos. Gozarán
también de los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y
en los tratados internacionales ratificados por Colombia. La familia, la
sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para
garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus
derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su
cumplimiento y la sanción de los infractores. Los derechos de los niños
prevalecen sobre los derechos de los demás (Artículo 44 CP).
Para Morales y Castillo (2011) citados por Castro (2017) “la custodia compartida
es un asunto de igualdad de género y de prevalencia de derechos… [y por tanto] el criterio
que debe orientar la decisión del juez necesariamente tiene que ser el bienestar del niño, niña
y adolescente” (p. 16).
La discusión en los estrados judiciales no debería darse en el sentido de permitirle
a uno u otro progenitor el ejercicio este derecho-obligación, sino, discutir sobre el cómo
hacerlo, de qué manera acoplar el niño a dos o más estilos de crianza cuando va y viene,
cuando se instala y se desinstala porque tiene que trasladarse a vivir con otra familia, y en
esa medida resulta lógico que pueda llegar a afectarse su estabilidad emocional y afectiva, y
por supuesto, su disciplina.
1) La prevalencia de los derechos del niño, conlleva que al menor se le escuche, para
establecer en cuál de las familias se siente más amado, qué orientación le brindan,
qué cuidados recibe, qué protección considera más adecuada, dónde se siente feliz o
más feliz y en general, en cuál de las familias estima que le brinda las condiciones
necesarias para un desarrollo armónico e integral.
2) Se resalta que la integridad física del menor es de vital importancia, y deben
prevenirse los daños, estimando anticipadamente, los riesgos psicológicos y
detectando también las amenazas.
3) En este tipo de temas, se impone al funcionario púbico adelantar el procedimiento
observando cabalmente las formas propias de cada juicio, es decir, seguir las
formalidades legales.
Resulta de especial importancia la decisión tomada por la Sala Civil del Tribunal
Superior de Buga en la que se concede a los padres la custodia compartida, porque la madre
tiene capacidad plena para brindar protección; la madre convive con sus padres y no se probó
que tuviera riesgos o amenazas; el menor no será desarraigado del hogar paterno; el
testimonio no tomado no era necesario por estar todo suficientemente probado, lo cual no
vulneró el debido proceso (CSJ, Sala Civil, MP. Felipe F. Borda Caicedo, 2017).
En este fallo se reitera lo señalado por la Corte Constitucional en la sentencia C-239
de 2014:
La custodia puede ser compartida por ambos padres, de manera permanente y
solidaria, y el cuidado personal del niño corresponde tanto a sus padres como
a quienes convivan con ellos en los ámbitos familiar, social e institucional, o
a sus representantes legales, como lo prevé el artículo 23 del Código de la
Infancia y la Adolescencia.
Afirma el Tribunal de Buga que, el proceso de asignación de la custodia va de la
mano con el de visitas, porque al otro padre también se le debe garantizar su derecho a ejercer
su papel de padre, autoridad, representante y al custodio a su vez debe permitírsele ejercer su
papel sin que él otro lo esté cuestionando por todo, de lo que se trata dice la sentencia, es de
que el niño, niña o adolescente logre un desarrollo armónico e integral.
También señala el Tribunal que la sentencia en asuntos de familia no hace tránsito a
cosa juzgada material por eso puede ser revisada en cualquier momento, por tanto, se puede
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iniciar un nuevo juicio con otras pruebas que pretenda hacer valer. El Tribunal falla
confirmando la sentencia del Juzgado Primero Promiscuo de Familia de Cartago.
Código Civil.
El padre o madre que quiera regular la custodia y el cuidado personal puede acudir
ante la Comisaría de Familia para realizar ante el Comisario un procedimiento administrativo
tendiente a definir este derecho-obligación, fijar visitas, alimentos y ponerse de acuerdo con
las prácticas de crianza que van a respetar.
Los notarios tienen competencia “a prevención” para aprobar estos acuerdos de los
progenitores sobre custodia y cuidado personal, así como alimentos y regulación de visitas”.
Si existe controversia y no hay acuerdo entre los padres, debe acudirse ante el Juez
de Familia de la localidad, si no hay juez de familia se debe acudir ante el juez promiscuo
municipal.
Como garantía de estos derechos, también están los principios consagrados en la ley
1098 de 2006 que consagró en su articulado el interés superior del menor y la prevalencia de
derechos del menor. Estas son garantías, pero también se consideran derechos, como
principios como mandatos de optimización para el operador jurídico. En síntesis, los
principios referidos son una garantía, mecanismo, acción, estrategia y herramienta legal,
constitucional o política, que viabiliza, es decir, que efectiviza que el derecho de custodia y
cuidado personal se cumpla a cabalidad.
Valga reiterar que el interés superior del menor tiene varias aristas: i) es principio;
ii) es una garantía; iii) es mandato de optimización; iv) es norma procesal; v) es un derecho.
La ley 1098 de 2006 señala que:
Código Penal.
La norma penal consagró los delitos contra la familia, como son: la inasistencia
alimentaria, (art. 233 CP); la malversación y dilapidación de bienes familiares (art. 236 CP);
el incesto (art. 237 CP); la violencia intrafamiliar (art. 229 CP); la supresión, alteración o
suposición del estado civil (art. 238 CP); la adopción irregular (art. 232 CP); el maltrato
mediante restricción a la libertad física (art. 230 CP); la mendicidad y el tráfico de menores
(art. 231 CP); y en el artículo 230ª consagró el ejercicio arbitrario de la custodia de hijo menor
de edad, que ha de entenderse que se extiende a quienes están en condición de discapacidad.
Las particularidades de este delito son:
El artículo 7 de la Ley 890 del 7 de julio de 2004 por la cual se modifica y adiciona
el Código Penal Colombiano (Colombia. Congreso de la Repùblica, 2004) consagra un nuevo
artículo 230A que prescribe:
Ejercicio arbitrario de la custodia de hijo menor de edad. El padre que
arrebate, sustraiga, retenga u oculte a uno de sus hijos menores sobre quienes
ejerce la patria potestad con el fin de privar al otro padre del derecho de
custodia y cuidado personal, incurrirá, por ese solo hecho, en prisión de uno
(1) a tres (3) años y en multa de uno (1) a dieciséis (16) salarios mínimos
legales mensuales vigentes.
El término arbitrario tiene como sinónimos: injusto, ilegal, irregular, inicuo,
injustificado, veleidoso, temerario, despótico y tirano. Es decir, incurre en este delito quien
abusando de sus derechos ejerce la custodia maltratando al menor y desconociendo los
derechos del otro progenitor.
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Trámite administrativo.
Tabla 1.
Trámite judicial para la custodia y el cuidado personal.
Artículo 390 Código General del Proceso
En asuntos de familia
“Se tramitarán por el procedimiento verbal sumario los asuntos contenciosos de mínima cuantía, y los siguientes
asuntos en consideración a su naturaleza”.
2. Fijación, aumento, disminución, exoneración de alimentos y restitución de pensiones alimenticias, cuando no
hubieren sido señalados judicialmente.
3. Las controversias que se susciten respecto del ejercicio de la patria potestad, las diferencias que surjan entre los
cónyuges sobre fijación y dirección del hogar, derecho a ser recibido en este y obligación de vivir juntos y salida de
los hijos menores al exterior y del restablecimiento de derechos de los niños, niñas y adolescentes.
7. Los que deba resolver el juez de conocimiento por procedimiento especial, sumario, breve y a prudente juicio,
observando las leyes de la sana crítica.
9. Los se deban tramitar por el proceso verbal sumario, que son de única instancia.
“Parágrafo 2o. Las peticiones de incremento, disminución y exoneración de alimentos se tramitarán ante el mismo
juez y en el mismo expediente y se decidirán en audiencia, previa citación a la parte contraria, siempre y cuando el
menor conserve el mismo domicilio”.
En los procesos verbales sumarios, el juez puede dictar sentencia si ve que el acervo probatorio es suficiente, eso sí,
“debe estar vencido el término de traslado de la demanda y sin necesidad de convocar a la audiencia de que trata el
artículo 392”, eso quiere decir, que resuelve el litigio de fondo.
Nota: Elaboración propia con fundamento en la Ley.
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Las tensiones que surgen entre la pareja con relación al cuidado y la custodia de
sus hijos se analizan con base en los modelos de crianza. Fundamentalmente, la discusión se
teje entre la pareja o con otro miembro de la familia extensa que pretende incidir en las
normas de crianza de esos niños, niñas o adolescentes que se vuelven “objeto de disputas”.
Según Guevara y Jiménez (2010), los estilos de crianza e interacciones familiares se
dividen básicamente en 4:
Estilo de crianza autoritario impone disciplina a los hijos en todos los aspectos. Este
estilo no le permite al menor desarrollar su autonomía ni expresar en qué no se siente
bien.
Estilo de crianza permisivo que, contrario al anterior, deja al niño, niña o adolescente
libre. Es cierto que permiten autonomía y libertad de expresión, pero no generan
firmeza.
La custodia compartida.
Romero (2011) citado por Castillo (2015, p. 33) explica que la custodia conjunta
“supone que la potestad sobre la responsabilidad parental es asumida por ambos
progenitores”. Aclara que no se debe hablar de custodia compartida porque los padres están
separados, entonces, lo correcto, es decir, “conjunta o alternativa”.
Barcia-Lehmann (Barcia) explica el sentido y alcance de la custodia compartida al
precisar que es el cumplimiento de “la corresponsabilidad” porque comprende aspectos
respecto de los cuales “ambos padres deben ser considerados”, por ejemplo explica que en
los casos de custodia unilateral (exclusiva o indistinta), el padre no custodio no participa en
algunas decisiones, solo es responsable del cuidado y solo decide asuntos domésticos; en
cambio, en la custodia conjunta el manejo es distinto, debe existir consenso en la toma de
decisiones de asuntos esenciales y estructurales de la crianza. También tiene que ver con el
derecho de los NNA a ser cuidados por sus dos padres para el ejercicio pleno de los derechos
como sujetos de derechos y, por supuesto, que se han ampliado los derechos del padre o
madre no custodio. Justamente al no custodio, se le restringía su derecho a participar, hoy
tienen un papel activo, conjunto, igualitario en la crianza y educación.
Tradicionalmente en Colombia, la custodia y el cuidado personal de los hijos se ha
otorgado a la mujer, actualmente, se otorga al padre o a la madre que logra probar, dentro de
un trámite administrativo ante Comisario de Familia o en un proceso judicial, que es idóneo
para ostentarla, y al otro progenitor le corresponde el derecho a regular visitas. Los fallos
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igualdad tiene tres dimensiones: la igualdad ante la ley, la igualdad de trato y la igualdad de
oportunidades. De conformidad con el artículo 43 de la Constitución Política "la mujer y el
hombre tienen iguales derechos y oportunidades.
familiar), ambiente del entorno (el barrio). Por otro lado, se escudriña el motivo por el que
están disputando la custodia, si realmente quieren compartir la crianza y los cuidados o
meramente es para incomodar al otro padre.
Lathrop (Lathrop, 2008) existe también la postura que se opone a esta figura porque afecta
la estabilidad emocional, afectiva y física de los hijos. Existe otra doctrina, y es la del “dador
de cuidados básicos”, creada para detener la custodia compartida, consistente en establecer
cuál de los dos padres, antes de la separación, fue quien cuidó mejor al menor y construyó
un vínculo afectivo más fuerte, para asignar a este la custodia y, como explica el autor citado
(p. 17), fue impulsada por organizaciones feministas; a esta doctrina se opone la doctrina de
la “dualidad paterna o dual responsabilidad”, que propone que los cuidados y la
responsabilidad se ejercen por ambos padres y se consulte a quien no convive con el hijo
sobre decisiones regulares y trascendentales, de manera que sea normal la participación del
padre no custodio en la vida de sus hijos.
Ahora bien, la otra modalidad es la “custodia compartida impuesta” que, según
explica Morera (Morera, 2018), se impone por el juez porque los progenitores no logran
ponerse de acuerdo sobre la continuidad de las relaciones con los hijos y suele haber uno de
los progenitores que obstaculiza al otro el ejercicio de este derecho, además, el operador
judicial, logra determinar que con ambos progenitores hay vínculos fuertes, y que la
separación física de los padres ha afectado a los hijos de manera determinante. Se trata
entonces de reorganizar la nueva vida familiar de manera que no se perjudiquen los vínculos.
En este sentido se afirma que:
El juez deberá tener en cuenta todas las circunstancias particulares y
familiares de cada caso y adoptará la decisión que atienda mejor las
necesidades de los hijos que han visto afectados por el proceso de separación,
de manera que el menor se vea lo menos afectado posible por el cese de la
convivencia conyugal (Morera, 2018, p. 418).
Los derechos de los hombres frente al ejercicio de la custodia y cuidado han
permanecido, como dice la doctrina, relegados, porque la tradición lo ha mantenido como
no-custodio, no obstante, los cambios que vienen permitiendo un papel más participativo de
los hombres en la crianza, se han dado porque los derechos de los menores también han
evolucionado, se reconocía la regla de la superioridad materna para que ella se encargara del
cuidado, y a él se le reconocía solo como proveedor económico. Pero la regla de la preferencia
materna ha cambiado para favorecer los derechos de los hijos, lo que ha procurado un
ejercicio compartido en igualdad de condiciones (Barcia, 2018).
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En síntesis, los niños, niñas y adolescentes, tienen derecho a que sus padres ejerzan
voluntariamente la custodia y el cuidado y no de manera impuesta, si no se ponen de acuerdo,
el juez debe procurar que la co-parentalidad se ejerza con base en unas relaciones sanas entre
todos.
llegar a imponer la custodia compartida alterna ante la falta de acuerdo de los padres sobre
el asunto, pero, luego valora la “funcionalidad” en cada caso, pero se apoyan en informes del
personal interdisciplinario con que cuentan los estamentos judiciales.
En Portugal la llaman guarda alternada y ha sido el último país en regularla y
trabajan para que los progenitores de manera conjunta tomen las decisiones que afectan la
vida del menor siempre que convivan juntos, pero después de la ruptura, sólo la toma quien
convive con el menor porque en estas condiciones es evidente la falta de acuerdo de los
padres, por tanto, sólo el juez puede determinar una custodia conjunta.
Picontó Novales citando a Encarga Roca Trías (2012) explica que: “una custodia
compartida impuesta judicialmente debe ser excepcional conforme a la normativa vigente
(...) porque debe obligarse a los progenitores a ejercerla conjuntamente sólo cuando quede
demostrado que es beneficiosa para el menor” (p. 41). Y agrega que los jueces en cambio,
tienen en cuenta varios factores: i) relaciones conflictivas entre los padres, ii) distancia
considerable entre las residencias de uno y otro; iii) según la edad de los hijos; iv) y las
condiciones materiales de la vivienda de cada uno; v) comportamientos negligentes de uno
de los padres; vi) calidad de la relación y de la comunicación del padre con el hijo; y hay
otros casos en los que se ha revisado la ineptitud del progenitor para proteger los derechos
del menor.
Según esta explicación, no siempre resulta beneficiosa la custodia compartida por
todos estos factores. Esta autora, precisa los siguientes conceptos para explicitar que la
guarda y custodia hace parte de la potestad parental:
la potestad parental es una función integral que comprende todos los derechos
y deberes de los padres en relación a sus hijos y que se refiere a las decisiones
transcendentales que deben tomar los padres con respecto de sus hijos
(proyecto educativo, decisiones relevantes en material de salud, religión, etc.)
y la guarda de hecho comprende la atención cotidiana y las decisiones que
hay que tomar en el día a día del menor, por lo que está directamente
relacionada con la residencia o convivencia (Picontó Novales, 2014, p. 38).
Parafraseando a Mercado Salazar (Mercado Salazar, 2018) hay que agregar que otro
de los principios que incidió en que la custodia sea hoy compartida, es el principio de interés
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superior del menor, ya que la discusión sobre los derechos de los padres, se desplazó hacia
los derechos del niño, niña o adolescente quien ante la ruptura está por lo general en medio
de dos contendores.
La autoridad paterna tiene origen en el derecho de un individuo a tener hijos bajo
cuidado y protección, la manera correcta se debate entre la autonomía para disponer la forma
de hacerlo o el acatamiento de una norma impuesta de forma externa al individuo y que
regularía eventos recurrentes en su vida de familia. La ausencia o abundancia de normativas
podría restringir o ampliar la posibilidad de configurar cada derecho y obligación, por
ejemplo, en aspectos tan debatidos como el régimen de visitas, el trato, la custodia, entre
muchos otros.
En nuestra concepción de derecho, parece ser necesario configurar la forma en que
cada derecho se materializa, de tal manera, no basta un catálogo de deberes porque se hace
necesario la descripción de un supuesto jurídico que da lugar a la existencia de una
consecuencia jurídica, ya sea que sancione lo que resulta contrario a derecho, o que origine
la posibilidad de materializar el ejercicio de una facultad. Adicionalmente surgen unas
obligaciones a cargo de los hijos frente a sus padres, como el respeto y la obediencia, la
atención y el socorro, el cuidado y auxilio.
Una finalidad en el esquema de regulación normativa es conjurar el ejercicio
arbitrario de aquella facultad conferida por disposición reglada. En el ámbito de la familia la
complejidad de aquella finalidad se hace más evidente cuando se aumentan las dimensiones
de análisis: la norma de derecho no resulta de la mera imposición del poder del Estado sino
también de aquellos aspectos que influyen la conducta humana, al punto que, el entorno
social, cultural, económico y político matizan la funcionalidad y la disfuncionalidad de la
relación paterno filial y hace concluir lo correcto o incorrecto en la forma de hacer ejercicio
de aquel derecho que nombramos como autoridad paterna.
Para Duarte (Duarte Gualdron, 2015) la custodia es la realización del deber de
protección y en cuanto a la custodia compartida en el derecho comparado, refiere que es un
régimen preferente en España, Italia y Canadá. Y en Latinoamérica, ya existe custodia
compartida en México, Argentina, Chile y algunos casos en Colombia, pues en nuestro país
se han formulado proyectos de ley, pero el desarrollo y aplicación ha sido por vía de acción
de tutela y en algunos juzgados de familia se viene accediendo a este régimen cuando el juez
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lo ha estimado conveniente para el menor. Para esta autora, la custodia compartida permite
que cada padre le brinde a su hijo un acompañamiento moral, económico, y ante todo le
permite a cada padre satisfacer las necesidades afectivas de su hijo.
Conclusiones
El ejercicio de la custodia y el cuidado personal tiene mucho que ver con otros
derechos de los niños y de los mismos padres, esto es, el derecho de los niños a recibir una
crianza bajo el modelo de la co-parentalidad, el derecho a compartir con ambos progenitores
y el derecho a tener una familia y a no ser separado de ella, todo en el marco de los derechos
al interés superior del menor y la prevalencia de sus derechos. Con respecto a los padres, se
da el derecho a la igualdad parental, el derecho a ser padre y el derecho a ser madre, el
derecho a ejercer una crianza bajo el modelo de co-parentalidad y corresponsabilidad.
Los problemas en el ejercicio de la custodia y el cuidado personal, surgen por la
separación de los padres por divorcio, separación de hecho o cesación de los efectos civiles
del matrimonio; también inciden a veces de manera negativa los modelos de crianza que cada
uno de los padres pretende imponer, esto es, los modelos autoritarios, permisivos,
negligentes, democráticos, que, por lo general, dificultan la autoridad de los padres frente a
sus hijos y resultan conflicto porque cada uno concibe la crianza de manera diferente.
Las normas internacionales prescriben que el niño, niña o adolescente tiene derecho
a tener una familia, a no ser separado de ella, a que se defina toda situación problemática en
el marco del interés superior del menor y la prevalencia de derechos y la dignidad humana.
Los progenitores y la familia extensa están obligados a ejercer la crianza de manera
que los niños, niñas y adolescentes crezcan en un ambiente y entorno familiar sano, porque
la familia es el pilar fundamental en el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, no sólo
como institución primaria que socializa, sino que forma en hábitos, disciplina, y ante todo
enseña en el amor.
En el Derecho de Familia hay unos principios orientadores de la protección integral
de la familia que deben aplicarse en los casos en que se discute la custodia y el cuidado
personal, en razón a que, si los abogados litigantes generan enemistades entre los padres del
menor, no se les garantiza a los niños su derecho a tener una familia y a no ser separado de
ella. Debe entonces atenderse al principio de la unidad y la armonía familiar, al principio de
LA CUSTODIA Y EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COLOMBIA 40
la igualdad entre la pareja con respecto a sus hijos, al principio de protección al más
vulnerable, al principio de intervención mínima del Estado, al principio de intimidad y
privacidad de la familia, y por supuesto, a los principios que protegen exclusivamente a los
niños, niñas y adolescentes.
Referencias
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