Fairclough 2023

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Análisis Crítico del Discurso (2023)

Chapter · August 2023


DOI: 10.4324/9781003035244-1

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David Gerardo Rojas Rodríguez


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1
ANÁLISIS CRÍTICO DEL
DISCURSO
Norman Fairclough

Cómo citar:
Fairclough, Norman (2023). Análisis crítico del discurso (D.G. Rojas, Trans.) En: The Routledge
Handbook of Discourse Analysis. Second edition. London: Longman. DOI: 10.4324/9781003035244-1

Introducción
El análisis crítico del discurso (ACD) incorpora la tradición crítica del análisis social a los estudios
lingüísticos y aporta al análisis social crítico un enfoque particular sobre el discurso y sobre las
relaciones entre el discurso y otros elementos sociales (incluidas las relaciones de poder, las
ideologías, las instituciones, las identidades sociales). El análisis social crítico puede entenderse como
crítica normativa y explicativa. Es crítica normativa porque no se limita a describir las realidades
existentes, sino que también las evalúa, examina en qué medida se ajustan a diversos valores, que se
consideran (a menudo polémicamente) fundamentales para las sociedades justas o decentes (por
ejemplo, ciertas normas -materiales, pero también políticas y culturales- de bienestar humano). Es
una crítica explicativa porque no se limita a describir y evaluar las realidades existentes, sino que trata
de explicarlas, por ejemplo mostrando que son efectos de estructuras, mecanismos o fuerzas que el
analista postula y cuya realidad trata de comprobar (por ejemplo, las desigualdades de riqueza,
ingresos y acceso a diversos bienes sociales podrían explicarse como efecto de mecanismos y fuerzas
asociados al "capitalismo").
Existe una larga tradición dentro del análisis social crítico, evidente por ejemplo en Marx (Marsden,
1999), de considerar la realidad social como "conceptualmente mediada", lo que significa que no hay
acontecimientos o prácticas sociales sin representaciones, interpretaciones, conceptualizaciones o
teorías de estos acontecimientos y prácticas; o, dicho de otro modo, que las realidades sociales tienen
un carácter reflexivo, es decir, que la forma en que la gente las ve, representa, interpreta y
conceptualiza forma parte de estas realidades. Así que los "objetos" del análisis social crítico son,
podríamos decir, "material-semióticos" (Jessop, 2004), es decir, de carácter simultáneamente material
y semiótico, y una preocupación central son las relaciones entre lo material y lo semiótico (o
"discurso"), que yo veo como relaciones dialécticas (Fairclough, 2006). Una consecuencia es que el
análisis social crítico tiene un carácter interdisciplinar, ya que la naturaleza de sus "objetos" requiere
que reúna disciplinas cuya principal preocupación son las facetas materiales de las realidades sociales
y disciplinas cuya principal preocupación son las facetas semióticas. Argumentaré que tiene, más
específicamente, un carácter "transdisciplinario", en el sentido de que el diálogo entre diferentes
disciplinas se considera la fuente para el desarrollo teórico y metodológico de cada una de ellas (véase
Jessop y Sum, 2001, sobre la investigación "postdisciplinaria o "transdisciplinaria" como -en
cierto sentido- un retorno a las posiciones "predisciplinarias" de Karl Marx o Adam Smith, por
ejemplo; véase también Fairclough y Graham, 2002). En estos término s, el ACD aporta un énfasis
semiótico y un "punto de entrada" al análisis social crítico transdisciplinar (Fairclough, 2009).
El capítulo se estructurará de la siguiente manera. En primer lugar, desarrollaré lo que he dicho hasta
ahora sobre el análisis social crítico y el ACD como parte del análisis social crítico. En segundo lugar,
presentaré una versión del ACD y, en tercer lugar, una metodología de investigación transdisciplinar
asociada al mismo. En cuarto lugar, ilustraré el ACD a través de un debate sobre aspectos de la crisis
financiera y económica que comenzó en 2007-2008. Esta versión del ACD es la que he estado
desarrollando y utilizando en mi trabajo reciente. Difiere en varios aspectos de las versiones de
publicaciones anteriores (por ejemplo, Fairclough, 1989, 1992, 2010). Concluyo el capítulo con una
ilustración de cómo el ACD cambia, y debería cambiar, en versión y metodología en respuesta a los
cambios sociales.

El análisis crítico del discurso como parte del análisis social crítico
Lo que distingue al análisis social crítico de otras formas de análisis social es su énfasis en las
realidades sociales existentes como limitaciones producidas por el ser humano, que en ciertos
aspectos reducen innecesariamente el bienestar humano y aumentan el sufrimiento humano; en la
explicación histórica de cómo y por qué han llegado a existir tales realidades sociales; y en las
posibilidades de transformar las realidades existentes de manera que aumenten el bienestar y
reduzcan el sufrimiento. Más arriba he sugerido que esta crítica es normativa y explicativa, y se ocupa
tanto de los valores como de las causas. Algunas versiones de la crítica son sólo normativas, pero yo
soy de la opinión (marxista) de que cambiar el mundo para mejor depende de poder explicar cómo ha
llegado a ser como es. Una cosa es criticar el lenguaje y las prácticas de la gente porque son racistas,
y otra explicar por qué y cómo surge el racismo entre determinadas personas en determinadas
circunstancias. Una crítica puramente normativa o moral no es suficiente si el objetivo es cambiar las
realidades sociales a mejor.
Antes me he referido a la tradición de las ciencias sociales críticas de considerar la realidad social
como "mediada con- ceptualmente", de modo que los "objetos" del análisis social crítico son
simultáneamente de carácter material y semiótico. Esto significa que las relaciones dialécticas entre lo
material y lo semiótico son un enfoque necesario tanto en la crítica normativa como en la explicativa.
La versión del ACD que esbozo a continuación está bien situada para centrarse en estas relaciones
material-semióticas en la investigación social crítica transdisciplinar.
El ACD se ha ocupado, por ejemplo, del carácter ideológico del discurso (Fairclough, 1989).
Tomemos, por ejemplo, la interpretación de sentido común de las finanzas públicas como algo
esencialmente análogo a los presupuestos domésticos, una interpretación muy apreciada por la ex
Primera Ministra británica Margaret Thatcher y por muchos otros políticos, de modo que, por
ejemplo, los gobiernos tienen que "presupuestar y ahorrar" igual que los hogares. Esto es criticable
desde el punto de vista normativo por ser una afirmación falsa, en el sentido de que la analogía no
resiste un examen económico serio, y desde el punto de vista ideológico, en el sentido de que es un
discurso que puede contribuir a sostener un orden socioeconómico injusto y desigual. Durante la crisis
financiera que comenzó en 2007-2008 y duró más de una década, se encuentra en el razonamiento
práctico de los políticos (en el Reino Unido, por ejemplo) que estaban a favor de la "austeridad",
recortando el gasto público y los servicios públicos para restablecer las finanzas públicas en las
postrimerías del uso gubernamental de dinero público para rescatar a los bancos. Esto no sólo
amenazaba con convertir la recesión en depresión, sino que podría decirse que hacía recaer sobre el
público en general la mayor parte de la carga de pagar por la crisis (de los banqueros). Para explicar la
estrategia de descargar sobre el público los costes de rescatar a los mercados de sí mismos, de la que
hay muchos otros ejemplos históricos, necesitamos incorporar factores materiales y estructurales
asociados con el carácter del capitalismo, pero también factores semióticos - incluidos ejemplos del
poder causal del sentido común y de las interpretaciones del sentido común a la hora de provocar
efectos materiales (trayectorias particulares dentro y fuera de la crisis). Las causas pueden ser tanto
semióticas como materiales, y el ACD puede contribuir al proyecto, dentro de las ciencias sociales
críticas, de mostrar las relaciones entre ambas.

Una versión de ACD


En esta sección presentaré brevemente los principales conceptos, categorías y relaciones asociados a
la versión del ACD con la que he trabajado recientemente.
El discurso se utiliza comúnmente en varios sentidos, incluyendo (a) la creación de significado como
un elemento del proceso social; (b) el lenguaje asociado con un campo social particular o práctica (por
ejemplo, "discurso político"); (c) una forma de interpretar los aspectos del mundo asociados con una
perspectiva social particular (por ejemplo, un "discurso neoliberal de la globalización"). Es fácil
confundirlos, por lo que prefiero utilizar semiosis para el primer sentido, el más abstracto y general
(Fairclough et al., 2004), que tiene la ventaja adicional de sugerir que el análisis del discurso se
ocupa de varias "modalidades semióticas", de las que el lenguaje es sólo una (otras son las imágenes
visuales y el "lenguaje corporal").
La semiosis se considera aquí como un elemento del proceso social, que se relaciona dialécticamente
con otros. Las relaciones entre los elementos son dialécticas en el sentido de que son diferentes pero
no "dis- cretas", es decir, totalmente separadas; cada una "interioriza" a las demás sin ser reducible a
ellas (Harvey, 1996). Así, las relaciones sociales, el poder, las instituciones, las creencias y los valores
culturales son en parte semióticos, es decir, interiorizan la semiosis sin ser reducibles a ella. Así,
aunque debamos analizar las instituciones políticas o las organizaciones empresariales como objetos
parcialmente semióticos, sería un error tratarlas como puramente semióticas. El ACD se centra no
sólo en la semiosis como tal, sino en las relaciones entre los elementos semióticos y otros elementos
sociales. La naturaleza de esta relación varía entre instituciones y organizaciones y según el tiempo y
el lugar, y debe establecerse mediante el análisis.
El proceso social puede considerarse como la interacción entre tres niveles de la realidad social: las
estructuras sociales, las prácticas y los acontecimientos (Chouliaraki y Fairclough, 1999). Las
prácticas sociales "median" la relación entre las estructuras sociales generales y abstractas y los
acontecimientos sociales particulares y concretos; los campos sociales, las instituciones y las
organizaciones se constituyen como redes de prácticas sociales. En este enfoque del ACD, el análisis
se centra en dos relaciones dialécticas: entre estructura (especialmente las prácticas sociales como
nivel intermedio de estructuración) y acontecimientos (y entre estructura y acción, estructura y
estrategia); y, dentro de cada una, entre elementos semióticos y de otro tipo. Hay tres formas
principales en que la semiosis se relaciona con otros elementos de las prácticas sociales y de los
acontecimientos sociales: como faceta de la acción; en la construcción (representación) de aspectos d
e l m u n d o ; y en la constitución de identidades. Y hay tres categorías semióticas (o analíticas del
discurso) que se corresponden con ellas: género, discurso y estilo.
Los géneros son formas semióticas de actuar e interactuar, como las noticias o las entrevistas de
trabajo, los reportajes o editoriales de los periódicos o los anuncios en televisión o Internet. Para
desempeñar un trabajo o gobernar un país hay que interactuar semiótica o comunicativamente de
determinadas maneras, y esas actividades tienen asociados conjuntos distintivos de géneros. Los
discursos son formas semióticas de interpretar aspectos del mundo (físico, social o mental) que
generalmente pueden identificarse con diferentes posiciones o perspectivas de distintos grupos de
actores sociales. Por ejemplo, la vida de los pobres se construye no sólo a través de diferentes
discursos asociados a diferentes prácticas sociales (en política, medicina, bienestar social, sociología
académica), sino a través de diferentes discursos en cada una de ellas, que se corresponden con
diferencias de posición y perspectiva. Utilizo 'con- struir' en lugar de 'representar' para enfatizar un
proceso activo y a menudo difícil de 'captar' el mundo desde una perspectiva particular (Fairclough,
2018b). Los estilos son identidades, o "formas de ser", en su aspecto semiótico -por ejemplo, ser un
"gestor" de la forma actualmente fash- ionable, en los negocios o en las universidades, es en parte una
cuestiónde desarrollar el estilo semiótico adecuado.
La dimensión semiótica de las (redes de) prácticas sociales que constituyen campos, instituciones y
organizaciones sociales son los órdenes del discurso (Fairclough, 1992); la dimensión semiótica de
los acontecimientos son los textos. Los órdenes del discurso son configuraciones particulares de
diferentes géneros, diferentes discursos y diferentes estilos. Un orden del discurso es una
estructuración social de la diferencia semiótica, una ordenación social particular de las relaciones
entre las distintas formas de crear significado: distintos géneros, discursos y estilos. Así, por ejemplo,
la red de prácticas sociales que constituye el campo de la educación, o una organización educativa
concreta como una universidad, se constituye semióticamente como un orden del discurso. Los textos
deben entenderse en un sentido inclusivo: no son sólo textos escritos, sino también, por ejemplo,
conversaciones y entrevistas, así como los textos "multimodales" (que mezclan lenguaje e imágenes
visuales) de la televisión e Internet. Algunos acontecimientos consisten casi exclusivamente en textos
(por ejemplo, una conferencia o una entrevista), mientras que en otros los textos ocupan un lugar
relativamente pequeño (por ejemplo, una partida de ajedrez).
Los discursos que se originan en algún campo o institución social en particular (para anticipar el
ejemplo, el discurso económico neoliberal, que se originó dentro de la economía académica y los
negocios) pueden recontextualizarse en otros (por ejemplo, en el campo político, o en el campo
educativo más amplio). La recontextualización tiene un carácter ambivalente (Chouliaraki y
Fairclough, 1999): puede verse como la "colonización" de un campo o institución por otro, pero
también como la "apropiación" de discursos "externos", a menudo la incorporación de discursos en
estrategias perseguidas por grupos particulares de agentes sociales dentro del campo
recontextualizador.
Los discursos pueden, en determinadas condiciones, hacerse operativos, "ponerse en práctica", un
proceso dialectal con tres aspectos: pueden promulgarse como nuevas formas de (inter)actuar, pueden
inculcarse como nuevas formas de ser (identidades) o pueden materializarse físicamente, por ejemplo,
como nuevas formas de organizar el espacio en la arquitectura. L a promulgación y la inculcación
pueden adoptar formas semióticas: un nuevo discurso de gestión (por ejemplo, el discurso de la
"nueva gestión pública" mercantilizada, que ha invadido ámbitos del sector público como la
educación y la sanidad) puede promulgarse como procedimientos de gestión, que incluyen nuevos
géneros de interacción entre gestores y trabajadores, o puede inculcarse como identidades que
incluyen semióticamente los estilos del nuevo tipo de gestores. La modalidad es importante: he
formulado estos procesos de operacionalización como posibilidades ("pueden"), porque no son
procesos necesarios sino contingentes, que pueden o no tener lugar dependiendo de una serie de
factores y condiciones, tanto materiales como semióticos (Fairclough et al., 2004).
El ACD oscila, como he indicado, entre un enfoque en las estructuras (especialmente el nivel intermedio
de estructuración de las prácticas sociales) y un enfoque en las estrategias; un enfoque en los cambios en la
estructuración de la diferencia semiótica (órdenes del discurso) y un enfoque en las estrategias de los
agentes sociales que se manifiestan en los textos. En ambas perspectivas, una preocupación central son
las relaciones cambiantes entre géneros, entre discursos y entre estilos: el cambio en la estructuración
social de las relaciones entre ellos que logra una relativa permanencia y estabilidad en los órdenes del
discurso, y el funcionamiento continuo de las relaciones entre ellos en los textos. El término
interdiscursividad se reserva para esto último: la interdiscursividad de un texto forma parte de su
intertextualidad (Fairclough, 1992), es decir, de qué géneros, discursos y estilos se nutre y cómo los
articula. El análisis textual también incluye el análisis lingüístico y el análisis -cuando proceda- de las
imágenes visuales y el "lenguaje corporal"; y puede considerarse que estas características de los textos
ponen de manifiesto sus rasgos interdiscursivos.

Una metodología de investigación transdisciplinar


El enfoque que acabo de indicar sobre las relaciones entre la semiosis y otros elementos exige una
investigación interdisciplinar; más exactamente, requiere que el ACD se integre en marcos de
investigación transdisciplinar. Un ejemplo es el marco que he utilizado en publicaciones recientes, la
"economía política cultural", que combina elementos de tres disciplinas: una forma de análisis
económico, una teoría del Estado y el ACD (Jessop, 2004; Fairclough, 2006). Lo que distingue a la
transdisciplinariedad de otras formas de investigación interdisciplinar es que, al reunir disciplinas y
teorías para abordar cuestiones de investigación, considera el "diálogo" entre ellas como una fuente
para el desarrollo teórico y metodológico de cada una de ellas. Por ejemplo, la recontextualización se
introdujo como concepto y categoría en el ACD a través del diálogo con la sociología de la pedagogía
de Basil Bernstein, de donde procede (Chouliaraki y Fairclough, 1999).
Me refiero a una "metodología" más que a un "método". La metodología debe entenderse como un
proceso transdisciplinar de construcción teórica del objeto de investigación (Bourdieu y Wacquant,
1992) para un proyecto de investigación; los métodos concretos se seleccionan en función de cómo se
construye el objeto de investigación. Por tanto, no se trata sólo de "aplicar métodos" en el sentido
habitual, y no podemos separar tan tajantemente teoría y método. Esta versión del ACD está asociada
a un método general, que indiqué brevemente en el último párrafo de la sección anterior; pero los
métodos específicos utilizados para una investigación concreta surgen del proceso teórico de
construcción de su objeto.
Podemos identificar "pasos" o "etapas" en la metodología: son partes esenciales de la
metodología (una cuestión de su "orden teórico") y, aunque en parte tiene sentido pasar de una a otra
(una cuestión de "orden procedimental"), la relación entre ellas en la investigación no es simplemente
de orden secuencial. Por ejemplo, el "paso" al que me refiero a continuación, la construcción del
"objeto de investigación" (Paso 2 de la Etapa 1), debe preceder a los pasossiguientes, pero también
tiene sentido volver a él a la luz de los pasos siguientes, considerando la formulación del objeto de
investigación como una preocupación constante. También es útildistinguir entre el orden "teórico"
y "procedimental" y el orden "de presentación" que unodecide seguir al escribir un artículo, por
ejemplo: otros factores generalmente retóricosafectarán al orden en que uno presenta su análisis.
La metodología puede considerarse una variante de la "crítica explicativa" de Bhaskar (Bhaskar,
1986; Chouliaraki y Fairclough, 1999), que puede formularse en cuatro "etapas" que pueden
elaborarse posteriormente como "pasos".

Fase 1: Centrarse en un problema social, en sus aspectos semióticos.


Etapa 2: Identificar los obstáculos para abordar el problema social.
Etapa 3: Considerar si el orden social "necesita" el mal social.
Etapa 4:Identificar posibles formas de superar los obstáculos.

Fase 1: Centrarse en un mal social, en su aspecto semiótico


El ACD es una forma de ciencia social crítica orientada a comprender mejor la naturaleza y las
fuentes de los males sociales, los obstáculos para abordarlos y las posibles formas de superarlos. Los
"males sociales" pueden entenderse como aspectos de los sistemas, formas u órdenes sociales que son
perjudiciales para el bienestar humano y que, en principio, podrían mejorarse, si no eliminarse,
aunque quizá sólo mediante cambios importantes en los sistemas, formas u órdenes. Algunos
ejemplos son la pobreza, las formas de desigualdad, la falta de libertad o el racismo. Por supuesto, lo
que constituye un "mal social" es una cuestión controvertida, y el ACD participa inevitablemente en
debates y discusiones al respecto.
Podemos elaborar la Etapa 1 en dos pasos:

Paso 1: Seleccionar un tema de investigación que esté relacionado con un problema


social, o que apunte hacia él, y que pueda abordarse de forma productiva desde una perspectiva
transdisciplinar, con especial atención a las relaciones dialécticas entre la semiótica y otros
"momentos".

Por ejemplo, podríamos llegar a la conclusión de que un enfoque de este tipo es potencialmente
"productivo" porque hay características semióticas significativas del tema a las que no se ha prestado
suficiente atención. Un tema puede suscitar nuestro interés porque ha ocupado un lugar destacado
en la bibliografía académica pertinente o porque es objeto de atención práctica en el ámbito o campo
en cuestión, o ambas cosas. A menudo, los temas "vienen dados" y, en ocasiones, prácticamente se
eligen solos: ¿quién puede dudar, por ejemplo, de que la "inmigración", el "terrorismo", la
"globalización" o la "seguridad" son temas contemporáneos importantes, con implicaciones
significativas para el bienestar humano, a los que los investigadores deberían prestar atención? La
selección de estos temas tiene la ventaja de garantizar que la investigación sea relevante para las
cuestiones, los problemas y los males del momento, pero también entraña el peligro de que su propia
obviedad nos lleve a tomarlos demasiado al pie de la letra. No podemos dar por sentado que tales
temas son objetos de investigación coherentes; para "traducir" los temas en objetos, necesitamos
teorizarlos:

Paso 2: Construir objetos de investigación para los temas de investigación identificados inicialmente
teorizándolos de forma transdisciplinar.

Permítanme anticipar el ejemplo que trataré en la siguiente sección: el tema de investigación


identificado inicialmente es la reciente crisis financiera y económica. Se trata de un tema enorme,
cuyos diversos aspectos podrían abordarse de forma productiva centrándose en las relaciones
dialécticas entre los momentos semióticos y materiales. La construcción de objetos de investigación
es un proceso transdisciplinar, por lo que tendríamos que decidir con qué cuerpos relevantes de las
ciencias sociales y la teoría nos vamos a comprometer. El marco de la "economía política cultural"
mencionado anteriormente es una buena opción en este caso, aunque podría combinarse con otros
enfoques (por ejemplo, la "economía moral", Sayer, 2004). Entre los males sociales en los que
podríamos centrarnos se encuentran: el predominio en gran medida incuestionado de un orden
económico "neoliberal" que resultó ser profundamente defectuoso, con consecuencias nefastas para
muchas personas; la codicia de personas como los banqueros, que contribuyó a la crisis y al aumento
de las desigualdades de riqueza e ingresos que tienen diversas consecuencias sociales negativas; las
políticas de determinados gobiernos para hacer que la gente corriente soportara la mayor parte de la
carga de la reparación de las finanzas públicas, a raíz del apoyo prestado a los bancos, por ejemplo.
Cada uno de ellos tiene aspectos semióticos significativos. Una posible construcción de un objeto de
investigación asociado al primero de ellos podría ser centrarse en las "ideas" neoliberales
(semióticamente, discursos) que informaron, dieron forma y se utilizaron para legitimar el orden
económico, y en los efectos materiales de estas ideas/discursos.

Etapa 2: Identificar los obstáculos para abordar el mal social


La fase 2 aborda el mal social de una forma más bien indirecta, preguntándose qué hay en la f o r m
a e n que está estructurada y organizada la vida social que impide abordar el mal social. Para ello es
necesario introducir análisis del orden social, y un "punto de entrada" en este proceso puede ser la
semiótica, lo que implica seleccionar y analizar "textos" relevantes y abordar las relaciones dialécticas
entre la semiosis y otros elementos sociales.
Los pasos 1-3 pueden formularse del siguiente modo:

1 Analizar las relaciones dialécticas entre la semiosis y otros elementos sociales: entre los órdenes del
discurso y otros elementos de las prácticas sociales, entre los textos y otros elementos de los
acontecimientos.
2 Seleccionar los textos, así como los puntos de enfoque y las categorías para su análisis, a laluz de la
constitución del objeto de investigación y de forma adecuada a la misma.
3 Realizar análisis de textos - tanto análisis interdiscursivo como análisis lingüístico/semiótico.

En conjunto, estos tres pasos indican una característica importante de esta versión del ACD: el análisis
textual es sólo una parte del análisis semiótico (análisis del discurso), y el primero debe enmarcarse
adecuadamente en el segundo. El objetivo es desarrollar un "punto de entrada" específicamente
semiótico en los objetos de investigación que se constituyen de forma transdisciplinar, a través del
diálogo entre diferentes teorías y disciplinas. El análisis de los textos sólo puede contribuir
eficazmente a ello en la medida en que se sitúe dentro de un análisis más amplio del objeto de
investigación, en términos de relaciones dialécticas entre elementos semióticos y de otro tipo -un
análisis que comprenda las relaciones entre el nivel de las prácticas sociales y el nivel de los
acontecimientos (y entre los órdenes del discurso y de los textos).

Etapa 3: Considerar si el orden social "necesita" el mal social


No es demasiado obvio lo que esto significa, y trataré de aclararlo anticipando de nuevo el ejemplo,
con respecto a un mal social que identifiqué anteriormente: los gobiernos que intentan hacer pagar a
los ciudadanos de a pie los costes públicos de la crisis. ¿En qué sentido podría "necesitar" esto el
orden social? Una respuesta amplia podría ser mostrar que el capitalismo no sólo ha afirmado
históricamente el valor supremo de los mercados y, en diversos grados, la necesidad de que funcionen
con un control político y social mínimo, sino que también ha afirmado que es tarea del Estado
sacarlos de apuros cuando se producen crisis periódicas (pero regulares y predecibles). La etapa 3 nos
lleva a considerar si el mal social en cuestión es inherente al orden social, si puede abordarse dentro
de él o sólo cambiándolo. La etapa 3 es una forma de vincular el "es" con el "debería": si se puede
demostrar que un orden social es inherente a él y que da lugar a grandes males sociales, es una razón
para pensar que quizá debería cambiarse. Esta etapa también conecta con cuestiones de ideología: el
discurso es ideológico en la medida en que contribuye a sostener determinadas relaciones de poder y
dominación.

Etapa 4: Identificar posibles vías para superar los obstáculos


En la fase 4, el análisis pasa de la crítica negativa a la positiva: se identifican, centrándose en las
relaciones dialectales entre la semiosis y otros elementos, las posibilidades que existen en el proceso
social para superar los obstáculos que impiden abordar el problema social en cuestión. Esto incluye el
desarrollo de un "punto de entrada" semiótico en la investigación sobre las formas en que estos
obstáculos son puestos a prueba, desafiados y resistidos, ya sea dentro de grupos o movimientos
políticos o sociales organizados o, de manera más informal, por la gente en el curso de su vida laboral,
social y doméstica ordinaria. Un enfoque específicamente semiótico incluiría, en el caso de la crisis,
las formas en que los discursos, las narrativas y los argumentos de las empresas y los gobiernos están
siendo impugnados y sustituidos por otros, como parte de las luchas contra las estrategias dominantes
y en apoyo de alternativas.
Ilustración - investigación crítica sobre la crisis financiera yeconómica
Los acontecimientos de la crisis económica y financiera están relativamente claros, pero sus causas
son más controvertidas. Existen numerosas explicaciones que difieren, por ejemplo, en el peso
relativo que otorgan a las causas estructurales (por ejemplo, los "ciclos" económicos recurrentes)
frente a las causas agenciales o "subjetivas" (por ejemplo, los fallos - avaricia, incompetencia - de
agentes clave como banqueros, ministros o reguladores). La mayoría de las
explicaciones reconocen directa o indirectamente que la semiosis, o el discurso, debe figurar en las
explicaciones. Por ejemplo, Roger Bootle, un respetado economista británico, tras identificar ocho
factores causales principales, llega a la conclusión de que, no obstante, es posible identificar una
única causa que los subyace: el impacto de las ideas económicas (Bootle, 2009), muy
especialmente la "hipótesis del mercado eficiente" -la idea de que los mercados siempre tienen razón-,
que en muchos casos dejó de tratarse como una hipótesis y pasó a ser tratada como un hecho
establecido. Lo que Bootle denomina "ideas" equivale a semiosis o discurso; podríamos decir un
discurso de las actividades económicas/financieras (un "gran" discurso que subsume una serie de
"pequeños" discursos - Gee, 1999), que interpreta los "mercados" de determinadas maneras (como
"los que mejor saben", como eficientes y racionales). Tan potente y prestigioso era este discurso que
los principales actores de los negocios, el gobierno y la gobernanza financiera no vieron o se negaron
a ver lo que para algunos comentaristas más perspicaces eran los peligros extremos de los niveles de
deuda que se estaban acumulando, algunas de las llamadas "innovaciones" en las finanzas, etcétera. El
discurso, podríamos decir, se convirtió en dogma. También se recontextualizó ampliamente, por
ejemplo en el "Consenso de Washington" del Fondo Monetario Internacional (FMI)/Banco Mundial,
que se promovió internacionalmente, si no se impuso, como parte de un modelo de capitalismo que
informaba los procesos de "transición" del socialismo al capitalismo en Europa Central y Oriental. Y
se puso en práctica, se promulgó en prácticas (y, semióticamente, en géneros) como los asociados a la
regulación "ligera" de los bancos y otras instituciones financieras, y se inculcó (a través de las
disciplinas laborales, los medios de comunicación y la educación) en las identidades de los "sujetos"
económicos (productores y consumidores) y, semióticamente, en sus estilos.
Analizar, interpretar y explicar estos procesos podría ser parte de u n a posible investigación
orientada a la crisis, que podría tratar de evaluar el impacto de este discurso y sus operacionalizaciones
en el establecimiento, mantenimiento y legitimación del orden neoliberal, y cómo el discurso podría
haber contribuido a la aparente incapacidad de los banqueros, reguladores, gobiernos y demás para
comprender los peligros de ese orden y anticipar sus crisis. Pero de lo dicho anteriormente se
desprende que el objeto de tal investigación debería construirse de forma transdisciplinar. Por
ejemplo, de la economía política cultural (EPC) podría tomarse una teoría de la estructuración que se
centrara en las relaciones dialécticas entre estructuras y estrategias e incluyera un marco para explicar
cómo, a partir de una variedad de estrategias, algunas llegan a ser seleccionadas y retenidas (y, en
términos de ADC, recontextualizadas y operacionalizadas). ¿Cuáles son los factores y las
condiciones (tanto semióticas como materiales/estructurales) que condujeron a la selección y
retención de la estrategia neoliberal (a partir de la década de 1970) y de sus momentos semióticos
(incluido el Discurso comentado anteriormente) en lugar de otras estrategias (Fairclough et al., 2004)?
La EPC también incluye formas de abordar los procesos de fracaso sistémico y de gobernanza, que
vinculan este relato histórico del neoliberalismo con la crisis reciente.
Estas observaciones abordan a grandes rasgos las cuestiones relacionadas con la Etapa 1 de la
metodología, la identificación de un mal social (el predominio de un orden económico defectuoso,
cuyo fracaso ha causado graves daños a muchas personas) con un aspecto semiótico significativo y la
construcción de objetos de investigación para abordarlo. Si pasamos a la Etapa 2, la pregunta
principal es: ¿qué obstáculos ha habido, y sigue habiendo, para abordar el mal social? El análisis
transdisciplinar de la situación político-económica en los años posteriores a la crisis financiera de 2008
podría sugerir que el orden neoliberal, y el Discurso, se han debilitado hasta el punto de que los
obstáculos para superarlo que uno podría haber identificado unos años antes son mucho menos
desalentadores. Pero esto no significa que cualquier nueva estrategia para sustituir al neoliberalismo
aborde necesariamente en su esencia el error central en cuestión. Una nueva estrategia podría no
superar los problemas de un orden económico con efectos injustos (por ejemplo, en términos de
desigualdades de riqueza e ingresos) y propenso a crisis devastadoras. El análisis de textos recientes,
por ejemplo de la cobertura, los comentarios y el debate sobre la crisis en la esfera pública
política de países como Gran Bretaña y EE.UU., puede utilizarse para identificar la gama y el
posicionamiento de los discursos (o Discursos), y puede integrarse en un marco transdisciplinar basado
en la CPE. De este modo, se pueden mapear los d/Discursos en estrategias para responder a la crisis
y para avanzar hacia un orden económico que pueda facilitar la recuperación económica. Una
tendencia en la que se podría centrar la atención, por ejemplo, es que ciertos gobiernos, incluido el
británico una, seguir una estrategia de restitución del statu quo ante con sólo modificaciones
relativamente menores de los sistemas normativos.
He aquí, por ejemplo, un breve extracto de un discurso del Primer Ministro británico Gordon
Brown ante la Asociación de la Prensa Extranjera en Londres, en enero de 2009:

Ahora sabemos que las instituciones financieras son internacionales, que los flujos de
capital son globales, pero sus reguladores y supervisores han seguido siendo hasta
ahora sólo nacionales. Así pues, tenemos unos flujos financieros altamente
interdependientes que empequeñecen el PIB mundial, pero todavía no disponemos de
un sistema eficaz para vigilarlos. Y a medida que la recesión se extiende por todo el
mundo, por primera vez vemos que los flujos transfronterizos crecen más lentamente
que los nacionales y que los bancos favorecen sus préstamos nacionales frente a los
extranjeros. Y ésta es una tendencia que debe detenerse si queremos evitar el riesgo
de una dañina espiral mundial de desapalancamiento y posterior desglobalización con
consecuencias adversas para todas nuestras economías. Podemos mantener un
consenso a favor de una economía mundial abierta en la que los países puedan
recurrir a sus profundos mercados de capitales para financiar un desarrollo más rápido
que nos beneficie a todos, pero sólo si podemos proporcionar también un medio para
responder cuando estos mercados fallen.
The Guardian, 30 de enero de 2009

Un breve extracto sólo puede dar una impresión parcial del sabor de todo el discurso. La
"globalización" que Brown desea defender es lo que podemos llamar razonablemente "globalización
neoliberal", y está defendiendo de hecho el capitalismo neoliberal que está en crisis (interpretando
implícitamente, por tanto, la crisis como una crisis del neoliberalismo en lugar de una crisis del
neoliberalismo). El discurso incorpora sin modificaciones la narrativa legitimadora establecida para
esta forma de globalización ("la globalización produce un crecimiento que genera prosperidad para
todos y reduce la pobreza"), a pesar de los defectos que se han puesto de manifiesto en este modelo
(por ejemplo, las tendencias a largo plazo a reducir los salarios y a aumentar la brecha entre ricos y
pobres), que Brown no aborda, y a pesar de su fracaso y de la consiguiente crisis. Brown interpreta
las características de este modelo ("las instituciones financieras son internacionales", "los flujos de
capital son globales", "flujos financieros altamente interdependientes que empequeñecen el PIB
mundial") simplemente como la forma en que el mundo es ahora, y condena el "desapalancamiento",
que podría ser visto (de una forma apropiada y dentro de los límites apropiados) como una respuesta
razonable al "apalancamiento" excesivo que fue ampliamente visto como una causa de la crisis
financiera, como un "riesgo" y como una "espiral perjudicial", que tendría "consecuencias adversas
para todas nuestras economías". Al mismo tiempo, da a entender que el "consenso" en favor de una
"economía mundial abierta" podría estar en peligro. Su solución a este peligro es la regulación
internacional, "que puede proporcionar un medio para responder cuando estos mercados fallen",
presuponiendo que fallan y fallarán. De este discurso y de otras evidencias parece desprenderse que el
gobierno británico está comprometido a restaurar el status quo ante con pequeñas modificaciones, en
algunos casos inspirándose en los d/Discursos y narrativas de los años más triunfantes del
neoliberalismo en las razones que dan para las acciones y políticas que proponen.
La etapa 3, que aborda la cuestión de si el orden social necesita el mal social, da lugar a la pregunta de
si es posible, dentro de un sistema capitalista, desarrollar y aplicar una nueva estrategia que pueda
superar las injusticias y los peligros de la crisis. Aunque se podría argumentar que estos son en
cierta medida endémicos en todas las formas de capitalismo,
también se podría argumentar que las formas de capitalismo han diferido notablemente en la medida
en que han mitigado estas tendencias y peligros, lo que indicaría que en principio es posible que surja
una nueva forma de capitalismo, que mitigue los males del neoliberalismo, aunque esto deja abierta la
cuestión de si es factible en las condiciones existentes. Por ejemplo, las diferentes formas de
capitalismo comparten el compromiso con el "crecimiento" constante, pero podría decirse que el
medio ambiente es un factor clave en el desarrollo sostenible. y de recursos (petróleo, agua), que
coexisten con la actual crisis financiera y económica, hacen que este compromiso sea profundamente
problemático y plantean la cuestión de si el capitalismo como tal puede aportar soluciones reales a
nuestras múltiples crisis.
Permítanme pasar a la Etapa 4. El tipo de análisis que estoy sugiriendo debería incluir estrategias y
D/discursos asociados para transformar el orden financiero y económico existente de manera que
pueda empezar a abordar los males sociales en cuestión, incluyendo estrategias más radicales para un
control social sustantivo del funcionamiento de los mercados (y en algunos casos la nacionalización
permanente de partes clave del sistema bancario, por ejemplo) y estrategias para un "Nuevo Pacto
Verde" que aborde también la crisis medioambiental. El objetivo del análisis transdisciplinario
incluiría la identificación de las condiciones de posibilidad y los obstáculos para que tales estrategias
y D/discursos sean seleccionados y retenidos. He aquí un breve extracto de Neil Lawson y John Harris
"No turning back":

El punto de partida para un futuro mejor es el simple reconocimiento de que la Buena


Sociedad es incompatible con el fundamentalismo de mercado. ... Los
mercados nunca se contienen. Por el contrario, siempre buscan nuevas oportunidades
para obtener más beneficios. Esto conduce a un sinfín de resultados desastrosos y
disfuncionales: entre ellos, la comercialización de las vidas de nuestros hijos y
el auge de los tipos de instrumentos financieros complejos que han derrumbado toda
la casa. Para que la sociedad cambie de rumbo, los mercados tendrán que ser
regulados y controlados por las fuerzas sociales: el Estado y la sociedad civil.
Debemos crear las instituciones que permitan a la sociedad hacer del mercado su
servidor.
New Statesman, marzo de 2009

Los autores representan, o imaginan, una sociedad en la que los mercados son los "servidores" de las
aspiraciones sociales y los objetivos de "la buena sociedad", y están "regulados y controlados" por "el
Estado y la sociedad civil". Las formas de lograrlo sólo se indican en los términos más generales
("establecer... instituciones"), pero la estrategia de movilizar a la "sociedad civil", así como al Estado,
para obligar a los mercados a servir a fines sociales y no sólo económicos (por ejemplo, el
"crecimiento") es radical en comparación con la de Brown y otros. Integrar el ACD en la CPE nos
permite explorar tanto las condiciones semióticas y materiales de posibilidad como los obstáculos
para que dicha estrategia y discurso sean seleccionados y retenidos - los obstáculos en este caso
parecen ser actualmente muy severos.
Estos comentarios se basan sólo en una parte de la versión del ACD presentada anteriormente. Una
cuestión que puede incluirse en el análisis es la recontextualización de los d/Discursos, que es
relevante para la resonancia y el impacto que son pertinentes para la selección de ciertos d/Discursos,
pero no de otros. Por ejemplo, en el verano de 2009, la cobertura mediática de la crisis en Gran
Bretaña pasó a estar dominada por el "saneamiento de las finanzas públicas" y la "reducción de la
deuda pública" y por los "recortes" del gasto público, que se presentaban como el principal medio
necesario para lograrlo. La cuestión de qué "recortes" harían los partidos políticos en liza, con qué
profundidad y rapidez, llegó a dominar las portadas de gran parte de la prensa. Hay buenas razones
para argumentar que fue la agitación del Partido Conservador sobre esta cuestión la que se
recontextualizó ampliamente, no sólo en las noticias, sino también en las columnas editoriales de gran
parte de la prensa, y consiguió centrar la agenda de la crisis en la voluntad de hacer recortes
profundos y rápidos. Cuando el discurso de Gordon Brown en la conferencia del Partido Laborista en
octubre de 2009 retomó parcialmente esta agenda de "recortes" en detrimento de su anterior
interpretación del gasto público durante la crisis como una "inversión", estos sectores de la prensa se
mostraron triunfantes: "¡Por fin Brown usa la palabra con c!". La cuestión de la
operacionalización (y las cuestiones asociadas de cómo los d/Discursos llegan a promulgarse en las
prácticas y, semióticamente, en los géneros, inculcados en las identidades y, semióticamente, en los
estilos, y materializados en el mundo físico) adquirirán, por otra parte, una importancia especial a
medida que avance el proceso de selección de determinados d/Discursos y se logre cierta hegemonía
para ellos. Así, tras las elecciones de mayo de 2010 en el Reino Unido, un Gobierno de coalición
(conservadores más demócratas liberales) comenzó a poner en práctica la agenda de "recortes"
modificando y reduciendo sustancialmente la prestación de servicios públicos y de bienestar. (Véase
Chiapello y Fairclough (2002) para un análisis de la operacionalización de los discursos en el proceso
de emer- gencia del "nuevo capitalismo" a partir de la década de 1970).

Evolución reciente
Más arriba me he centrado en una versión de mi enfoque del ACD, que difiere tanto de versiones
anteriores como de enfoques desarrollados y utilizados por otros, y en una metodología de
investigación para esta versión. Concluiré el capítulo con una ilustración de cómo las versiones y las
metodologías asociadas pueden cambiarse, desarrollarse y reforzarse en el proceso de investigación, y
por qué: cómo cambian (y deberían cambiar) los objetivos y los métodos del ACD a medida que
cambian las circunstancias sociales (políticas, económicas, culturales).
La metodología de investigación presentada anteriormente puede reformularse como un movimiento
que va de la crítica (nor- mativa) a la acción a través de la explicación: crítica de los males sociales
(correspondiente a la Etapa 1), explicación de cómo se producen y persisten (Etapas 2 y 3), qué
medidas deben tomarse para superarlos (Etapa 4). Del problema a la explicación y a la solución. La
política y la elaboración de políticas pueden considerarse principalmente "argumentación práctica"
sobre soluciones a problemas: argumentación sobre lo que debe hacerse. El análisis textual en el
ACD puede centrarse en el análisis de la argumentación práctica (Fairclough y Fairclough, 2012),
proporcionando un método para el análisis crítico de los argumentos prácticos sobre cómo pueden y
deben resolverse determinados problemas (males sociales). Además, el propio ACD puede verse
como una argumentación práctica; el ACD entra en las deliberaciones que tienen lugar en la política y
la vida cotidiana, evaluando los argumentos de otros participantes (que también evalúan los
argumentos de los demás) y presentando sus propios argumentos prácticos sobre lo que debería o no
debería hacerse (Fairclough, 2013).
Llamo a esta nueva versión de mi enfoque "argumentación dialéctica" (Fairclough, 2018a): una forma
de razonar desde la crítica del discurso hasta lo que debería hacerse para cambiar la realidad existente,
mediante la explicación de las relaciones entre el discurso y otros componentes de la realidad. Se
parte del discurso y se pasa a cómo debería cambiarse la realidad social; la ACD es una vía hacia la
crítica, la explicación y el cambio de la realidad social existente.
Puede considerarse que estos cambios refuerzan la metodología de investigación que he presentado
antes, pero parte de la razón de los cambios son las transformaciones de las circunstancias sociales. La
crisis económica y financiera a la que me he referido anteriormente ha dado lugar a un intenso debate
sobre qué había fallado en el sistema socioeconómico para provocar una crisis que muy pocos
economistas y otros expertos previeron. ¿Qué ha fallado?
¿Qué cambios son necesarios en el sistema? La naturaleza y la calidad del debate son cruciales, dadas
las trascendentales consecuencias de las conclusiones que de él se extraigan y de las medidas que se
adopten. El ACD puede contribuir al escrutinio crítico del debate mediante la inclusión de la
argumentación práctica y la deliberación en sus objetos de investigación y metodología. Esto incluye
someter su propia perspectiva a la crítica de manera imparcial (Fairclough y Fairclough 2018). La
calidad del debate público se ha visto socavada no solo por
la emergencia de un "diálogo de sordos", sino también por la creciente polarización de creencias y
valores entre públicos cada vez más hostiles. Exacerbadas por las redes sociales, esta polarización y
los profundos desacuerdos ponen en peligro valores democráticos fundamentales, como la libertad de
expresión. En este contexto, el ACD debería encontrar un nuevo enfoque en la defensa de la libertad,
de un espíritu crítico genuinamente imparcial, libre de todo partidismo ideológico.

Para saber más

Fairclough, Norman (2000) New Labour, New Language? London: Routledge.


An accessible application of ACD to analysis of political discourse, written for a general, non-specialized
readership.

Fairclough, Norman (2003) Analysing Discourse: Textual Analysis for Social Research. London:
Routledge.Discusses in some detail methods of textual analysis in ACD, and shows how textual analysis
can be select ively used to strengthen social research on a variety of issues.

Fairclough, Norman (2018) ‘ACD as dialectical reasoning’ in John Flowerdew and John Richardson (eds.)
The Routledge Handbook of Critical Discourse Studies. London: Routledge, pp. 13–25.
An account of recent developments in my approach to ACD which I briefly refer to in the last section of
this paper
Referencias
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transdisciplinary contribution from critical discourse analysis and new sociology of capitalism’,
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Chouliaraki, Lilie and Fairclough, Norman (1999) Discourse in Late Modernity. Edinburgh: Edinburgh
University Press.
Fairclough, Isabela and Fairclough, Norman (2012) Political Discourse Analysis. London: Routledge.
Fairclough, Norman (1989) Language and Power. London: Longman.
Fairclough, Norman (1992) Discourse and Social Change. Cambridge: Polity Press.
Fairclough, Norman (2006) Language and Globalization. London: Routledge.
Fairclough, Norman (2009) ‘A dialectical–relational approach to critical discourse analysis in social
research’, in Ruth Wodak and Michael Meyer (eds.) Methods of Critical Discourse Analysis. Second
edition. London: Sage, pp. 162–186.
Fairclough, Norman (2010) Critical Discourse Analysis. Second edition. London: Longman.
Fairclough, Norman (2013) ‘Critical discourse analysis and critical policy studies’, Critical Policy Studies,
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Fairclough, Norman (2018a) ‘ACD as dialectical reasoning’, in John Flowerdew and John Richardson
(eds.) The Routledge Handbook of Critical Discourse Studies. London: Routledge, pp. 13–25.
Fairclough, Norman (2018b) ‘Language, reality and power’, in Jonathan Culpeper, Francis Katamba, Paul
Kerswill, Ruth Wodak and Tony McEnery (eds.) English Language: Description, Variation and Context.
Second edition. London: Palgrave Macmillan, pp. 447–456.
Fairclough, Norman and Fairclough, Isabela (2018) ‘A procedural approach to ethical critique in ACD’,
Critical Discourse Studies. Special Issue: Ethics in Critical Discourse Studies 15 (2): 169–185. DOI:
10.1080/17405904.2018.1427121
Fairclough, Norman and Graham, Phil (2002) ‘Marx as critical discourse analyst: the genesis of a critical
method and its relevance to the critique of global capital’, Estudios de Sociolinguistica, 3 (1): 185–
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Joseph and John Michael Roberts (eds.) Realism, Discourse and Deconstruction. London: Routledge, pp.
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moral-economy.pdf (accessed 21 June 2010).

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